Etc 32
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Objetos-sujeto-paro-tiempo-lenguaje...
Apuntbamos en el ltimo nmero de Etctera algunos aspectos de la sociedad actual.
Continuamos ahora mirando alguno de estos rasgos. Mirada quizs deshilvanada, incapaz de
comprender globalmente el volumen de las transformaciones operadas, sino es a costa de forzar
la comprensin con sntesis ideolgicas, aunque tampoco obnubilada ante una complejidad
que no es, en el discurso de los idelogos, ms que la coartada para legitimar la pasividad y la
indecisin. Mirada pues desde la tradicin crtica al modo de civilizacin capitalista.
El ritmo de las actuales transformaciones en las relaciones, en los objetos producidos,... es tal
que se hace cada vez ms difcil pensar estas transformaciones y la sociedad que stas
configuran. Apenas empezamos a poder medir el impacto del telfono, de la TV y del coche,
hasta ahora objetos reyes de la sociedad de consumo, y que han modificado el espacio urbano, la
relacin con la naturaleza, nuestras conductas y comportamientos, que aparecen nuevos objetos
y fenmenos de alcance an desconocido (TV interactiva, inalmbricos, alta velocidad, ...).
Cuando intentamos analizar un fenmeno... ya es otro, de la misma manera que cuando
compramos un ordenador, ya ha envejecido y, al poco, queda obsoleto. Hoy todo es slo
presente, pura inmediatez; inmediatez que impide la memoria y la distancia crtica. Es esta
velocidad la que vuelve difcil la actividad crtica.
Los nuevos objetos son cada vez ms efmeros, no tienen siquiera duracin en el sentido
temporal que tenan los objetos en las fases anteriores, como tambin carecen cada vez ms de
su valor til: objetos del deseo, siempre ofrecidos, siempre disponibles, siempre fcilmente
sustituibles por otros, siempre posibles. Considerados como tales objetos, estos nuevos ya no
sirven en el sentido en que servan y sirven los de antes: un objeto de uso, una lavadora por
ejemplo (no se trata de forzar los ejemplos sino simplemente pensar las diferencias), se usaba,
se usaba toda, ahorraba tiempo, duraba...; hoy un ordenador no se usa (la mayora de los que se
compran, al nivel de consumo casero, no se usan), no se usa todo (permanecen sin utilizarse la
mayora de sus posibilidades), no ahorra tiempo o, ms exactamente, siempre te exige ms
(aprendizaje siempre insuficiente y ya viejo), no dura (es casi obsoleto al entrar en
funcionamiento).
Los nuevos objetos desaparecen como objetos duraderos para pasar a existir como un
continuum..., proceso inmaterial que viene a marcar nuestra relacin con las cosas y con los
dems. Internet, por ejemplo, nos permite relacionarnos con gente muy lejana a la vez que nos
encierra en nuestra, o mejor en su habitacin, nos asla y separa del vecino. La relacin se hace
cada vez ms a travs de cdigos, consignas, ideas simplificadas, frases concisas y rpidas, y
cada vez menos a travs de la escritura y del habla razonada, que describe las cosas. Tambin es
a travs de los objetos que se establecen las relaciones entre los consumidores de determinados
objetos.
En el universo ilusorio que construyen, lo virtual sustituye la realidad. Los nuevos objetos
van configurndonos, van configurando el sujeto cada vez ms dominado por el objeto que l
produce: fetiche. El sujeto pasa a ser dependiente de l.
Los cambios habidos en el proceso de trabajo era otro de los rasgos que sealbamos; vamos a
ver sus efectos en la exclusin del mercado laboral hoy. Es innegable que en nuestras
sociedades desarrolladas (estamos hablando siempre de unos cuantos pases del centro
desarrollado capitalista, dejando de considerar continentes enteros,...) decrece, en el proceso
productivo, el volumen de trabajo sin que disminuya la produccin. Al revs, sta aumenta. El
desarrollo de las nuevas tecnologas (robtica, informtica, campo virtual, la produccin
inmaterial de imagen, de comunicacin, etc.) ha marcado un cambio en el proceso de trabajo, en
sus formas y en su volumen, y, si bien es cierto que no hay una linealidad estrecha entre las
nuevas tecnologas y desempleo (pases muy robotizados tienen por ejemplo tasas mnimas de
desempleo; aparte de la difcil y equvoca caracterizacin y valoracin de los ndices
desempleo) podemos considerar, a grandes rasgos, que ste no va a disminuir sino que va a
aumentar.
Lo que nos importa ahora considerar es tanto el volumen del paro como las nuevas formas de
trabajo precario que se han implantado (el trabajo a tiempo parcial, flexible, discontinuo,
siempre disponible, etc...) Lo que se acaba son las condiciones conquistadas por los trabajadores
hasta ahora sobre el puesto de trabajo, la jornada de trabajo, el horario de trabajo, etc. Son estas
nuevas modalidades del trabajo las que marcan lo especfico del paro hoy. Un paro bien distinto
al paro de la sociedad anterior, de la sociedad de consumo y pleno empleo de los aos setenta,
paro que era posterior, es decir, que vena despus de permanecer aos en la cadena de montaje
y era retribuido a la espera del nuevo empleo o de la jubilacin. Hoy el paro es anterior al
empleo, y despus se va intercalando con l, de forma cotidiana, en la actividad laboral de
muchas personas; y produce un sujeto parado distinto, todava no condicionado por la
sujecin laboral.
En estas condiciones es an el trabajo el que vertebra nuestras sociedades? Hasta hoy el
trabajo ha vertebrado la sociedad de tal manera que no poda pensarse sta sin el trabajo. Fuera
del trabajo y del espacio-tiempo organizado por l no caba, apenas, socialidad ni vida propia.
Es interesante a este respecto el estudio de campo que se hizo en Marienthal, una comunidad
cercana a Viena, azotada por el paro durante los aos treinta, y donde a partir de dejar de
trabajar disminua la lectura en las bibliotecas, la venta y lectura de peridicos, el
asociacionismo muy rico anteriormente, es decir todo aquello que requera tiempo que ahora
precisamente tenan en abundancia. (Lazarsfeld, Jahoda, Zeisel, Los parados de Marienthal
La Piqueta, 1998). Pero hoy? Para la mayora de la gente joven el trabajo ya no es algo con lo
"No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo del que gozan hasta quienes no tienen morada". Baltasar
Gracin. El cortesano.
"El tiempo lo es todo, el hombre ya no es nada; a lo sumo es el esqueleto del tiempo". K. Marx. La
miseria de la filosofa.
"El tiempo libre de los individuos les retiene la libertad que esperan en secreto y les encadena al
siempre-lo-mismo, al aparato de produccin, incluso all donde ste les licencia". T. W. Adorno. La
ideologa como lenguaje.
La realidad es que entre la cita de Gracin y la de Marx el tiempo ha pasado de ser sentido por
los hombres, que podan apercibir su paso, a ser sufrido por ellos, hasta adquirir una linealidad
acelerada, en un montono transcurrir. El tiempo no pertenece a los hombres sino que se ha
convertido en "tiempo de trabajo", en "tiempo mercanca", su uso y distribucin pertenece a las
leyes del mercado y de la mercanca. No es que sea un bien escaso, sino que es un bien que no
le pertenece, y, sin embargo, se ha transformado en un instrumento que sufre, por el que se le
controla y ocupa. Se encuadra a los individuos por medio del tiempo siendo ste una simple
excusa que sirve para parcializar la total ocupacin de los hombres a lo largo de su existencia.
La sociedad industrial ha convertido el tiempo en un instrumento que permite la parcializacin
de la vida ocupada del hombre.
La industrializacin significa el pleno dominio del tiempo de reloj: el tiempo como
repeticin de la rutina diaria, como el dominio y el sometimiento de la naturaleza entera cuando
todos los fenmenos, prcticas y lugares quedan sometidos a la marcha del tiempo
desarraigante, centralizador y uniformador. Con el taylorismo, el tiempo laboral se midi hasta
el ms mnimo movimiento de la cadena de montaje y el estajanovismo (Lenin como Henry
Ford era un admirador del taylorismo) significa trabajar ms por unidad de tiempo, como un
servicio al Estado, llegando hasta el extremo que Stalin en 1929 implant la semana laboral
ininterrumpida (nepreriska) como un bien para la revolucin. Por lo tanto, el maquinismo
industrial llev el cronmetro a las cadenas de montaje de las fbricas fordistas y leninistas al
mismo tiempo.
Despus de la segunda guerra mundial, con el triunfo del keynesianismo y a pesar del
desarrollo de las luchas en las fbricas no es que se cuestionara el tiempo de reloj y se luchara
en su contra y por su abolicin, sino que ms bien se favoreci su lgica al incluir en el contrato
social que naca de las negociaciones sindicales la distribucin temporal de la vida, lo que se
conoci como tiempo de trabajo y tiempo libre. Este tiempo libre es el tiempo que sale del
espacio productivo para caer de lleno en el circuito de la mercanca, es tiempo de consumo. Pero
una implantacin cultural de este tipo en la concepcin del tiempo no poda ser permitido en
esta poca en la que el tiempo lineal representa un seguido continuo. El aprovechamiento del
tiempo del trabajador tena que ser gestionada de tal manera que se alcanzase el mximo
rendimiento, logrando los mayores beneficios para el capital, sin que significase costo alguno.
Si la imposicin de la gestin y racionalizacin de los stocks de mercancas en los almacenes
llev a la imposicin de la lgica del just in time en todas las empresas, organizados como una
mercanca ms del mercado los trabajadores se almacenan siguiendo las pautas del "justo a
tiempo" en esta poca de la flexibilidad como norma. El "trabajo justo a tiempo", este
eufemismo encontrado por los socilogos no significa otra cosa que el trabajador est al servicio
(pone su fuerza de trabajo a entera disposicin permanentemente, durante todo el tiempo) de las
conveniencias y necesidades no ya de la empresa su seor, del que es siervo sino de los
caprichos de este ente abstracto que es el mercado y la economa que son los que dictan las
normas de su utilizacin; almacenado en el paro, sin significar costos para el capital, pone todo
su tiempo a disposicin de ste, en permanente espera de realizar cualquier servicio para el que
se le requiera.
El trabajo que se sufre cuando se tiene o en su ausencia, constituye la esencia de la sociedad
y el ncleo en torno al cual se estructura la vida social. Si hasta ahora haba un gran tiempo de
trabajo y una parte del mal llamado "tiempo libre", con la nueva organizacin de la flexibilidad
del trabajo "justo a tiempo", todo el tiempo es tiempo de trabajo, aunque ste no se tenga (el
paro). Es una larga espera a disposicin de cualquier y eventual necesidad que el mercado
requiera, 24 horas a su servicio.
El tiempo para el trabajo es pues un continuo a plena disposicin, cada vez ms y ms con la
masiva e institucional implantacin de la flexibilidad laboral. La distincin entre tiempo de
trabajo y tiempo libre queda erradicada. Solo existe ya un tiempo, el de la plena disposicin ante
un eventual ser empleado y paradjicamente en una poca en la que sufrir el paro es la suerte
comn.
El tiempo lineal dispersa su monotona hacia el infinito. La estructuracin de esta sociedad
es hasta tal punto aplastante y totalitaria que cualquier otro posible desaparece de nuestra
perspectiva. Condenados a existir en este nico posible, en la misma monotona que convierte el
futuro en una fotocopia del presente. El tiempo ms que nunca no es un elemento diferenciador
sino un instrumento de estricto y cruel control.
Por lo dems, no debemos desdear La palabra, poderoso instrumento, por medio del cual podemos
comunicar nuestros sentimientos a los dems y adquirir una influencia sobre ellos. La palabra puede
producir enormes beneficios, y tambin causar daos temibles. Al principio fue, ciertamente, el acto; el
verbo La palabra , vino despus, y ya fue, en cierto modo, un progreso cultural el que el acto se
amortiguara, hacindose palabra. Pero la palabra fue primitivamente un conjuro, un acto mgico, y
conserva an mucho de su antigua fuerza. S. Freud
En el ltimo nmero apuntbamos este estar como anonadados por miles de palabras que
significan lo contrario o solo una parte de lo que dicen y que sirven ms para ocultar que para
mostrar. Y sealbamos la dificultad que tenemos para encontrar palabras y realizar
conversacin no mediatizada por el mercado, el poder y la publicidad. Es decir, crear
comunicacin entre nosotros.
Hoy, la informacin, que crea opinin sealando fcticamente de lo que debemos hablar, se
nos precipita en un aluvin de flujos continuos en un desorden organizado de seales y
mensajes ordenados jerrquicamente. Y lo que ms nos podra importar, es lo que nunca se dice.
Su fugacidad y a la vez su intensidad son suficientes para crear opinin, pero no para crear
comunicacin, llegar a acuerdos y tomar partido. Los individuos repetimos y repetimos como
loros, sin darnos realmente cuenta de lo que omos, de lo que vemos y de lo que hablamos.
Desectructurados, realizamos comentarios sobre tragedias que afectan a millones de personas
con el mismo asepticismo que el locutor de la TV y, finalmente, optamos por un proceso de
represin, es decir, realizando un proceso de sustraccin de energa, de desactivacin que nos
permite esconder aquello que realmente nos afecta.
Que la lengua no es tan slo un conjunto de normas neutras que permite describir la
comunicacin entre individuos, sino que est atravesada por mltiples contradicciones y permite
manipulaciones ideolgicas, no ofrece actualmente lugar a dudas, as como la importancia que
reviste el control del discurso para asegurar el orden social. Los temas de que hablar son
divulgados y ratificados por la autorizada voz de un experto, da tras da sin pudor en los
diversos media, formando una opinin que se transmite en un lenguaje autoritario y afirmativo,
dando lugar a un orden discursivo sin rplica. Por lo tanto, en nuestra vaciada cotidianeidad ,
nosotros hablamos al dictado.
Al poder expresar el pensamiento, las palabras adquieren trascendencia. Es lo que les da
omnipotencia, es decir, un valor en el que las palabras dicen ms de lo que dicen y son ms de
lo que son, por el simple hecho de crear comunicacin con los dems, facilitando la expresin
de lo pensado por uno y el saber lo pensado por el otro, lo que puede dar lugar a contrastes,
acuerdos y desacuerdos, encuentros y desencuentros. Y, sin embargo, en este presente continuo
los llamados a ser los sepultureros de esta sociedad estamos sepultados por torrentes de
palabras, cuya cantidad les priva de su cualidad. No importa su conceptualizacin sino el simple
llenar el momento de estridencia para atraer la atencin inmediata del espectador, anonadado y a
la espera de las prximas palabras, las cuales no facilitan ningn conocimiento sino que son una
cadencia hueca que a lo mximo son el complemento de una imagen o de un producto que se
pretende vender. La omnipotencia de las palabras se pierde en su uso banalizado, una misma
frase se puede emplear para analizar una obra de arte, para hablar de su textura o para un
anuncio de paales, compresas o papel higinico. Tanto, puede hablar de gestin de recursos un
experto en deportes o un sindicalista o un encargado de almacn, y cualquiera que empuja el
carrito del supermercado lo hace para optimizar tiempo y recursos. Aplicado como principio
organizado, la desorganizacin del lenguaje compone los discursos que dan lugar a lo que hay:
esta realidad de la que activamente participamos y que al mismo tiempo que se presenta como la
nica autntica, se percibe con desazn como una falsificacin.
Esta vida compulsiva, basada en la inmediatez, nos da un uso compulsivo del lenguaje, que
se reduce, entre otras cosas, por falta de tiempo para pesarlo y usarlo, a una serie limitada de
temas comunes ms o menos afortunados. Estos se repiten sin cesar a la mnima ocasin, dando
lugar al empleo de un lenguaje y un discurso estandarizado que proclama su mensaje
automticamente y dispone de un determinado nmero de palabras que muchas son
construcciones comodn capaces de adaptarse a determinadas circunstancias y situaciones. Si los
individuos nos mostramos escurridizos y maleables ante un buen nmero de acontecimientos
que por afectarnos muy directamente exigiran de nuestro pronunciamiento, el lenguaje es
igualmente insustancial y valindose de estos giros lingsticos camalenicos se muestra igual
de camalenico que quien lo usa (o quizs de quien ya es usado por l).
"En lugar de entrar sin reservas en lo que a su alrededor acontece conserva sin reflexin una opinin
dictada y eleva a virtud lo que no es sino una limitacin y que lo que sin duda reprime, esconde, es el
miedo a la reflexin." T.W. Adorno
(Voces sacadas del lxico de Le march des mots. Les mots du march. Raoul Vilette.
Les nuits rouges, 1997.)
PARO: Plaga necesaria a la economa en los lmites, no obstante, del orden social. Cuando
el capital humano deviene sobreabundante, le queda al capital el recurso de invertir la
perspectiva trazada a los que gestionan lo social: no luchar ya contra el paro, sino por el
empleo, y, en su defecto, por la insercin.
ECONOMIA: Renta dilapidatoria del trabajo y de los recursos naturales, que cuesta ms
caro a la humanidad de lo que ella le retribuye.
Moloch moderno, exige para perpetuarse el sacrificio anual de decenas de millones de
hombres, la destruccin de bosques, el envenenamiento del suelo y del aire, as como la
corrupcin del patrimonio gentico de las especies vegetales y, pronto, animales (por tanto,
el hombre). Se reduce a crear perjuicios para provocar necesidades y sacar de ellas
beneficios.
ECONOMIA DE MERCADO: Sistema de produccin, de distribucin y de intercambio en
el cual las cosas y los hombres se rigen por su valor mercantil y por la ley de la oferta y la
demanda.
Este eufemismo para capitalismo sugiere la idea de un inmenso souk en el cual una
nube de comerciantes poco escrupulosos removera los billetes en una gran agitacin. As no
se piensa que antes de intercambiar bienes o capitales se han de haber producido o
habrselos apropiado. En cuanto al mercado es ella misma una nocin engaosa, visto los
monopolios constituidos por las multinacionales y las mltiples protecciones edificadas por
los Estados ms poderosos para favorecer a sus capitalistas, especialmente con la asistencia
en todos los niveles. Primero a las empresas, para ayudarlas a reducir sus costos,
encontrarles pedidos y saldar sus deudas. A los agricultores y a los comerciantes para
mantener su nivel de vida. Y finalmente, pero mucho menos, a los supernumerarios de la
economa para prevenir su revuelta.
EMPLEO: 1) Modelo histrico de servidumbre voluntaria, cado en decadencia, en el cual
los hombres se dejan desposeer del fruto de su trabajo a cambio de un renta regular.
2) Nombre de los hombres y de las mujeres admitidos para recibir rentas de tipo salarial, en
funcin de las necesidades variables de la empresas.
3) Por extensin, el inters de la patronal.
El exceso de brazos y de cerebros desempleados, que debera aliviar la pena de los hombres,
por el contrario la aumenta; la amenaza del paro tiene como efecto principal aumentar el
rendimiento. El empleo se convierte de esta manera en una especie de recurso natural
limitado, mientras que el patrn no aparece ya como aquel que acapara los frutos del trabajo
sino como un filntropo que lo descubre o lo da, o lo vuelve a tomar, pero siempre en
nombre del empleo.
EMPRESARIOS: Patronos de cualquier tipo, desde los dirigentes de multinacionales hasta
ex-asalariados transformados en pseudo-trabajadores independientes y otros parados
creadores de empresas.
En la vulgata, el empresario es el hroe liberal por excelencia, joven, arrogante, dinmico, en
oposicin al asistido, timorato, irritado y ya viejo.
ESTADO-PROVIDENCIA: Conjunto de prestaciones sociales que, aunque financiadas
bsicamente por los mismos asalariados, cuesta, sin embargo, muy caro a los patronos.
Se esfuerzan pues, en un primer tiempo, por hacerse exonerar por el Estado (en los
gastos del rgimen general de la seguridad social) de la parte patronal de las cotizaciones
sociales, que no son ms que un salario diferido. Esperando poner mano sobre la parte
llamada obrera, mediante los planes de ahorro de empresa (jubilacin, previsin, etc.)
que colocarn en los mercados financieros. En este combate de largo vuelo saben que
pueden contar con la asistencia diligente de la poltica y de la prensa.
EXCLUIDOS: Supernumerarios de la economa, modernas clases peligrosas, bocas
intiles. Muy prcticos sin embargo para el mantenimiento del lazo social entre aquellos que
reciben al menos el salario mnimo.
EXCLUSION: Desintegracin social o forma moderna de la diezmacin romana, aplicada a
la economa. Se presenta como una catstrofe natural contra la cual nadie puede hacer nada
salvo un poco de solidaridad; o como una divinidad malfica que amenaza a los indciles
con estos castigos.
MARGINALES: Los peores excluidos que rechazan la insercin y los trabajos de utilidad
colectiva; disidentes del contrato social, antiguo o nuevo.
OFICIO: Manera de perder su vida para ganarla.
La substitucin de esta palabra, tomada de los sabios medievales, por el de profesin
participa de una doble diligencia:
1) de la revalorizacin simblica de actividades descualificadas, o no cualificadas en
absoluto. As, sugiere ms para esconder que significa menos.
2) de la vuelta a un cierto corporativismo (en el sentido vichista de la palabra) que reagrupa
al patrn, al obrero y al tcnico en la misma categora.
PACTO SOCIAL: Renegociacin a la baja de los estatutos salariales que se presenta como
condicin del crecimiento y por tanto del mantenimiento del empleo por parte de las
empresas ciudadanas. Especie de New Deal al revs.
REPARTO DEL TRABAJO: Reduccin de salarios con aumento de la productividad y de
la disponibilidad de los asalariados, compensada por el empleo de jvenes a mitad del
salario base y con una pequea reduccin de la horas de trabajo.
Todo esto en nombre de la solidaridad.
SACRIFICIOS: Inmolacin de los derechos y de las rentas de los proletarios en el altar del
beneficio.
El horizonte fragmentado**
A poco ms de un ao de la aprobacin de la Ley de la Reforma Laboral, las consecuencias en
cuanto a la desarticulacin del mercado laboral y la precarizacin de la fuerza de trabajo son
perceptibles, aunque no en el grado suficiente como para que sean especialmente conflictivas.
Desde luego, existe una conflictividad amortiguada, aunque los conflictos que se producen en el
marco laboral son siempre atomizados y con escasas repercusiones ms all de los centros de
trabajo. Por otra parte, los incentivos a los contratos fijos (por tiempo indefinido, aunque
rescindible en cualquier momento, y con la indemnizacin preestablecida) y la contratacin de
mujeres, jvenes y personas mayores de 45 aos, as como otras frmulas, son mecanismos ms
o menos disimulados para abaratar el coste de la fuerza de trabajo (subvenciones, exenciones en
la cotizacin a la Seguridad Social de las empresas, etc.). La transferencia directa de fondos
pblicos al capital privado, mediante ayudas a las empresas de diferentes sectores productivos
que se benefician de los fondos europeos es otro de los factores que ha contribuido a la mejora
de la cuenta de resultados de las empresas. As, la formacin bruta de capital prevista para este
ao es del 12,4%, dos puntos por encima de la obtenida en 1997, mientras que, por otro lado, el
coste de los despidos para las empresas se ha reducido en un 12,5% en los cuatro primeros
meses de aplicacin de la Reforma Laboral.
A ello hay que unir, naturalmente, el frreo control sobre el nivel de los salarios que en los
ltimos aos se ha legitimado sobre la base de la solidaridad entre los trabajadores. Los
sindicatos ya no tienen inconveniente en reconocer pblicamente lo que vienen haciendo desde
hace dos dcadas: que estn dispuestos a renunciar a los incrementos salariales a cambio de una
supuesta creacin de empleo (El Pas, 11 de junio). Esa sera, segn los gestores sindicales, la
manera de mostrar la solidaridad de los trabajadores con empleo hacia los desempleados.
No obstante, no es mi intencin centrar el anlisis en la coyuntura macroeconmica, sino
introducir algunos elementos que ayuden a entender el proceso actual de la fuerza de trabajo en
Espaa. Una de las cosas que primero llama la atencin es la escasa repercusin social del
proceso de depauperacin y precarizacin que afecta a la poblacin asalariada. Las tasas
oficiales de desempleo, a pesar de todo, siguen mantenindose estables (20,3% de la poblacin
activa, con un 33,2% de contratos temporales) y, como norma generalizada, los nuevos
contratos obtienen salarios inferiores a los de los trabajadores en plantilla. El deterioro de las
condiciones materiales de vida es algo que afecta a una considerable proporcin de la poblacin,
si nos atenemos a los informes de los organismos asistenciales. Por otro lado, las arbitrariedades
de los patronos sobre sus asalariados (especialmente, los jvenes, las mujeres, y los hombres
parados de ms de cuarenta aos, que son las principales vctimas de la desregulacin laboral),
recuerdan situaciones del siglo XIX.
Es inevitable preguntarse, pues, cmo es posible que una situacin como sta no provoque
un mayor nivel de conflictividad. Frecuentemente, en los anlisis de las relaciones sociales
capitalistas se pone todo el nfasis en las tendencias (generales) dominantes que expresan el
antagonismo capital/trabajo, pero se descuidan las contratendencias o mecanismos de
compensacin que desvan, atenan o, simplemente, dan otra dimensin al antagonismo y la
conflictividad. Por supuesto, las relaciones sociales capitalistas, los antagonismos y
contradicciones que comportan, no son resolubles mediante simples tcnicas de gestin. Pero
tambin hay que reconocer que los mecanismos de gestin de los conflictos, mediante la
redistribucin de una parte de la riqueza social producida, contribuye a desactivar
contradicciones y a crear fidelidades y consensos entre las diferentes fracciones de la poblacin
asalariada.
Ms concretamente, en el caso espaol, hay que tener en cuenta toda una serie de medidas,
mecanismos de transferencia de fondos (europeos) a sectores de la poblacin proletarizada que,
al tiempo que favorecen la fragmentacin de la clase proletaria, tienen unos efectos
Por otra parte, la resistencia al trabajo tambin juega un papel en las actuales circunstancias,
aunque recuperado por parte del capital. La ideologa anticonsumista de algunos grupos de
jvenes o, simplemente, el hecho de vivir en casa de los padres, hace que se acepten
condiciones de trabajo precarias o que se opte por trabajos a tiempo parcial (7,9% de la
poblacin ocupada), como una forma de autolimitar la disponibilidad de tiempo para el capital..
Los anteriores son solo algunos ejemplos entre otros (incentivos al trabajo autnomo, el
tercer sector, que representa el 7% del PIB) de la amplia gama de mecanismos o
contratendencias que limitan los efectos negativos de la desregulacin general del mercado de la
fuerza de trabajo y que son indicativos de una configuracin de la sociedad capitalista
caracterizada por la fragmentacin del horizonte de clase proletario. Apelar, como hacen los
sindicatos, a la solidaridad entre los trabajadores (mediante la renuncia a los aumentos salariales
para favorecer la creacin de empleo) es reconocer explcitamente que la clase proletaria se
articula de acuerdo con una multiplicidad de intereses divergentes, segn las distintas fracciones
de que se trate (trabajadores fijos, temporales, parados, autnomos, etc.).
Podra parecer que por s mismos cada uno de estos elementos o contratendencias no son
relevantes desde el punto de vista del total de la masa de la poblacin, pero s son significativos
en cuanto a la gestin de la masa monetaria, como medio para desactivar el potencial conflictivo
de fracciones de la poblacin proletarizada (jvenes, parados temporales, etc.). Por eso cabe
decir que junto a la ofensiva general de recortes en las prestaciones sociales (sanidad,
enseanza, etc.) y la sobreexplotacin de la fuerza de trabajo (aumento efectivo de la jornada
laboral, flexibilidad, control salarial) se est produciendo una especie de welfare oculto tras la
poltica de subvenciones directas o indirectas a los planes de integracin social (subsidios,
programas de formacin, incentivos al empleo autnomo, etc.).
Desde luego, todos estos son rasgos de la descomposicin de la formacin social capitalista,
tal como la conocamos hasta ahora. Sin embargo, no basta con aducir que esta especie de
welfare oculto agrava las condiciones de dficit pblico (esta vez a escala de la Unin Europea)
y que, por tanto, un nuevo ciclo de lucha est a la vuelta de la esquina. Ciertamente, las
contratendencias de que se acaba de hablar no podrn resolver la naturaleza intrnsecamente
contradictoria del proceso de reproduccin social capitalista. Pero lo que me pregunto es hasta
qu punto esos recursos de gestin de la descomposicin social no estn contribuyendo a crear
nuevos vnculos de socialidad, nuevas estrategias y complicidades entre grupos sociales que
evidencian la quiebra definitiva del horizonte de clase, tal como se ha venido teorizando hasta el
presente.
En los conflictos y las negociaciones los trabajadores se guan estrictamente por sus intereses
inmediatos especficos, que son intereses de clase, en la medida que formalmente se
contraponen a los intereses del capital. Ahora bien, dada la fragmentacin en la prctica
inmediata existente entre la poblacin proletarizada, y la diversidad de intereses concretos de
cada fraccin, la nocin de clase parece quedar relegada cada vez ms a una expresin abstracta
y alejada de la prctica proletaria cotidiana. Por eso, la condicin proletaria de quienes
intervienen en el conflicto aparece estrictamente limitada a la situacin concreta (de clase)
respecto a la fraccin del capital (empresa) con quien se enfrenta y slo adquiere una dimensin
virtual, abstracta y simblica en tanto sujeto histrico; la que se expresa precisamente en la
solidaridad virtual de que se habla en Echanges a propsito de la huelga de los estibadores de
Liverpool.
De ah que se busquen y, en muchos casos, se produzcan alianzas estratgicas entre
fracciones del capital y el trabajo (acuerdos de trabajadores fijos y el capital contra los
temporales o, como en la huelga de GM, para evitar que trasladen la fbrica a Mxico, etc.). Por
supuesto, hay que intentar ir ms all de la mera descripcin sociolgica de los acontecimientos
para reconocer que las nuevas alianzas capital/trabajo (las expresiones fragmentarias del pacto
social) y los mecanismos de intervencin sobre la masa monetaria para el control del potencial
conflictivo, etc., tienen lugar en un universo definido por la ley de valorizacin del capital y, por
tanto, son recursos determinados por las propias limitaciones histricas del proceso de
produccin y distribucin capitalista.
C.G.V.
**Este texto es una parte de un artculo ms extenso escrito al hilo de una serie de contribuciones
aparecidas en Echanges et Mouvement.
Existe otro aspecto que se incluye en la ley. En los centros cerrados la detencin duraba ocho
meses y despus, a menudo, la gente tena suerte, se la liberaba con una orden de dejar el
territorio. Se liberaban de los centros cerrados y no tenan otra opcin que pasar a la
clandestinidad y, si tenan suerte, pasar a otro pas. Ahora esto ha cambiado. La detencin en un
centro cerrado se ha reducido a cinco meses pero, por el contrario, si rechaza irse, estos cinco
meses pueden renovarse cuntas veces se quiera.
Para pedir asilo en Blgica debe uno presentarse a la Oficina de los Extranjeros. Cuando la
gente ha sido detenida directamente en el aeropuerto, se las lleva desde el centro del aeropuerto
a la Oficina en furgn.
Sin embargo, otra gente que llega con sus papeles en regla o que no es detenida en el
aeropuerto y que quieren hacer una peticin de asilo se presentan por s mismos en la Oficina de
Extranjeros. Por ejemplo, muchos kosovares que llegan por carretera se presentan all. All tiene
lugar una primera entrevista, un primer examen. Despus de la segunda entrevista, si el
resultado es negativo, se puede recurrir todava al Consejo de Estado. Hay poca gente que lo
haga, que conozca este derecho, y sin embargo la mayora de veces tambin es negativo. De
todas las peticiones de asilo registradas en Blgica en un ao, slo un 5% son aceptadas.
Respecto al idioma, una ley establece que las personas deben manifestar si prefieren realizar
la declaracin en francs o en flamenco, los dos idiomas oficiales de Blgica. En el caso de que
no hablen ni francs ni flamenco tienen derecho a disponer de un intrprete. La declaracin se
realizar en francs o en flamenco y se lo traducirn, pero toda la documentacin estar escrita
en uno de los dos idiomas. Lo que se observa es que la gente normalmente est mal informada
del procedimiento, de las posibilidades de interponer recurso y difcilmente tienen los medios
para disponer de un abogado. Mucha gente se encuentra aislada en estos trmites.
Esta reglamentacin se inscribe dentro del cuadro de la ley Vande Lanotte que fue aprobada
por todos los partidos excepto por Ecolo y Agalev1 y tambin el Vlaams Blok2 que la encontraba
demasiado permisiva.
Respecto a la Oficina de los Extranjeros, que cursa la peticin de asilo, hay un aspecto
bastante peligroso: la Oficina es una institucin muy independiente del Ministerio del Interior y
de otras instituciones que podran controlarla. De hecho no hay control sobre lo que hacen. No
hay transparencia en los documentos. No se sabe, ni se quiere saber cmo trabajan los
funcionarios de esta Oficina. Si se investiga un poco, se puede observar que es algo autnomo
donde prevalece cierta mentalidad. Esta mentalidad consiste en estar convencidos que cualquier
solicitante de asilo es un mentiroso en potencia desde el principio. No se le ve como alguien a
quien hay que ayudar sino ms bien como una persona que ya es un criminal y slo hay que
esperar que su discurso le delate para rechazarle, para encerrarle, para expulsarle.
Es suficiente transcribir las infelices declaraciones de su director. Es un personaje
abiertamente fascista. Por ejemplo, afirma que el visado es un favor, no un derecho. Entre otras
cosas ha afirmado que la persona enferma, si tiene el sida o el cncer, como no se les puede
curar, por qu hay que recogerlos?. Ha afirmado tambin regodendose de su posicin,
queriendo demostrar hasta qu punto es independiente y el poder que tiene, que si doy yo las
rdenes, me los traen enseguida, si es necesario me traen a la persona, la retengo en mi oficina
hasta que una escolta bajo mi autoridad la conduce hasta el aeropuerto y la expulsa. Se
pavonea de sus poderes y de su independencia, de su eficacia.
Las expulsiones se realizan de manera extremadamente violenta. Por ejemplo, los somales
no se pueden expulsar porque su pas est en guerra. Entonces se les expulsa hacia un pas
vecino que no conocen. Hay nigerianos, incluso gente de Botswana o de Ghana que son
expulsados a Togo. Nos preguntamos una vez por qu a Togo e hicimos alguna averiguacin.
Resulta que Blgica tiene acuerdos firmados con la Oficina de Inmigracin de Togo y que a las
personas que se expulsa hacia este pas se las encarcela. Nos preguntamos cul poda ser la
razn de este hecho y concluimos que se hace para doblegar la resistencia que podra
desarrollarse entre la poblacin que est harta de ver llegar africanos expulsados de Europa. As
pues, con la finalidad de impedir una resistencia alrededor de los llegados procedentes de
expulsiones en el aeropuerto, a los expulsados se les encarcela una o dos semanas, se les roba el
dinero y despus se les echa a la calle.
Hemos observado tambin que en los centros cerrados de Blgica, a menudo existe mucho
chantaje y violencia psicolgica. Muchas personas literalmente rotas e incapaces de cualquier
posible espritu de resistencia o de esperanza.
No se puede reducir la cuestin de las expulsiones a los refugiados. Muchos son expulsados
sin ser refugiados sino ms bien personas que viven aqu desde hace 20 aos, 10 aos, etc..
Viven aqu por distintas razones, no tienen por qu justificarse, aportan todo lo que tienen.
Oponerse a las expulsiones significa oponerse a todas las expulsiones, cualesquiera que sean.
No hay ninguna razn para que gente que, pase lo que pase, forman parte del pas, se les
expulse.
Hay un aspecto, creo, que es especfico de Francia y de Blgica. En Blgica hay belgas que
son expulsados. Son personas nacidas aqu que, cuando nacieron, eran, por ejemplo, de
nacionalidad marroqu y que en un momento dado se nacionalizaron belgas. Si ms adelante
cometen un crimen, el tribunal los condena a una doble pena. Esto significa que estas personas
pasan dos o tres aos en la crcel y, cuando han cumplido la pena, se les embarca en un avin y
se les expulsa hacia el pas de origen de sus padres, pas en el que no han estado en su vida.
Muchas personas que viven aqu desde hace muchos aos reciben, en un momento dado, la
orden de abandonar el territorio por una razn oscura, conocida nicamente por la Oficina de los
Extranjeros. De pronto se convierten en expulsables.
Es sorprendente constatar que la Oficina no debe justificar sus decisiones prcticamente
nunca ante la persona expulsada aunque conocer las razones por las que se castiga a alguien es
un derecho fundamental.
para que los belgas supieran que existan en Blgica verdaderos campos con alambradas para
extranjeros que no haban cometido ningn crimen. La gente no lo saba. Una vez gritamos
nuestro nmero de telfono a una detenida que nos haca signos y era Smira. Al da siguiente
nos llam y a partir de entonces fue una compaera.
Aquel 21 de julio fue golpeada, llevada a una celda de aislamiento. Cuando nos enteramos,
aquella misma tarde fuimos a manifestarnos delante de las rejas. Queramos hacer una marcha
con antorchas. En el interior del centro se produjo una revuelta y posteriormente una evasin.
Veintids personas lograron evadirse. Siete fueron capturadas, la mayora de las cuales fueron
expulsadas, otros todava estn en la crcel. Diecisiete miembros del colectivo fueron detenidos,
de los que siete estn todava bajo acusacin. Al da siguiente nos dedicamos a realizar un
trabajo meditico. Fue la primera vez que se habl en Blgica de la existencia de estos centros
cerrados, de las condiciones de los candidatos a refugiados o a sin-papeles, de las violencias en
el proceso de expulsin. Adems hubo un centenar de personalidades del entorno poltico,
intelectual o artstico belga que firmaron un acta mediante la cual afirmaban albergar a uno de
los veintids evadidos. De repente se cre una solidaridad ciudadana hacia los sin-papeles y
hacia los solicitantes de asilo detenidos.
Las otras dos acciones ms importantes. Una antes del 21 de julio, cuando paramos un
furgn que transportaba un menor somal, hurfano y enfermo de tuberculosis, desde el centro
cerrado hacia el aeropuerto. Bloqueamos el furgn pero no por mucho tiempo; al joven lo
expulsaron. Despus de la evasin del 21 de julio, una de las mujeres que intent evadirse se
encontraba en la crcel de Bruselas y deba ser expulsada. Tambin intentamos bloquear el
furgn. Dos miembros del colectivo pasaron dos das en la crcel preventiva. La accin no fue
un xito y la mujer fue expulsada juntamente con otras cinco personas. La joven, Precus, era
tambin una amiga de Smira.
La misma noche de la muerte de Smira, el 22 de setiembre, de manera espontnea
seiscientas personas se dirigieron hacia el centro cerrado y rompieron las rejas. Despus se
dirigieron a Lovaina donde vive Tobbak3 que era el ministro del Interior. Era la primera
manifestacin. Dos das despus hubo una gran manifestacin de dos mil personas que empez
en la Oficina de Extranjeros y finaliz frente al Palacio de Justicia, pasando por el Petit Chateau
(centro abierto para extranjeros pero que cerr sus puertas cuando pas la manifestacin). Al da
siguiente tuvo lugar la ceremonia de los funerales de Smira en la Catedral San Miguel de
Bruselas. Asistieron cinco mil personas. Despus doscientas o trescientas personas se dirigieron
a Brujas donde hay tambin un centro cerrado. Por qu a Brujas?
Porque la vspera se vaci el centro 127 bis, se dej salir a un veintena de detenidos con una
orden de abandonar el territorio en cinco das. Otros veinte que estaban en la misma seccin que
Smira, todos africanos (menos una anciana de 76 aos de Sri Lanka), que estaban en huelga de
hambre a causa del asesinato de Smira, fueron transferidos al centro de Brujas, una antigua
crcel, un sitio que tiene la reputacin de ser imposible evadirse. Fueron all doscientas o
trescientas personas. Esta manifestacin se desarroll mal. Segn la gendarmera hubo un
conato de revuelta en el centro cerrado. Una columna de gendarmes entr dentro para reprimir a
la gente. Las veinte personas en huelga de hambre fueron golpeadas por los gendarmes. En este
momento intentamos dialogar con el cura del centro cerrado porque se le vea sorprendido por la
actuacin de los gendarmes y por todo lo que sucedi aquellos das. Quera hablar con nosotros,
pero no pudo, los gendarmes le persuadieron.
Despus hubo la manifestacin del 4 de octubre delante del futuro centro cerrado de Vottem.
Fueron unas seis mil personas. Estbamos frente a un muro de represin. Haba muchsimos
policas, bombas de agua para acogernos delante del centro cerrado. Fueron cuatro horas de
chorros de agua, de gases lacrimgenos, de lanzamiento de piedras. Tomaron muchas fotos de
los manifestantes y en este momento estn llamando a las personas que llegan a reconocer en las
fotos para acusarlos de rebelin armada.
Y despus, el 24 de octubre, una llamada de Italia coordinada con Francia, Alemania y
Espaa. Se trataba de un Jornada europea por el cierre de todos los centros cerrados, centros de
detencin, de todo lo que puede existir como crceles para los sin-papeles en Europa. Hubo
distintas manifestaciones. En Italia despus de graves enfrentamientos con la polica, algunos
manifestantes fueron hospitalizados, uno de ellos en coma. En Francia y en Espaa se desarroll
bien, as como en Alemania. En Blgica debamos realizar una manifestacin delante del centro
cerrado 127 bis en Steenkkerzeel. Nadie pudo llegar hasta all. La polica par a toda la gente a
algunos kilmetros o incluso metros despus de su salida en coche o en furgoneta. Hubo
muchas detenciones. De trescientas personas slo pudieron llegar veinte. Fue el mayor
despliegue policial desde la evasin de Dutroux.
El 10 de diciembre, 50 aniversario de la Declaracin de los Derechos del hombre, cuarenta
personas fueron a arrojar sangre a las rejas del Parlamento, en referencia al caso de Blandine K.
una africana que abort despus de ser fuertemente golpeada por la polica en el centro 127 bis.
En esta ocasin detuvieron a veintiocho de los nuestros.
De hecho, dicen que est permitido pero, por ejemplo, Lise Thiry que era la madrina de
Smira tuvo que hacer tres meses de gestiones para conseguir entrar. Cada vez retrasaban ms
las cosas, pidindole nuevos papeles, lo que en definitiva hizo que no pudiera verla nunca.
Lise Thiry, que haba apadrinado a Smira es una virloga muy conocida en Blgica.
tcnicas menos violentas que respeten los Derechos Humanos, pero todas estas tcnicas son
violentas en potencia ya que se ejercen para doblegar una resistencia. Nos encontramos con que
es la polica la que tiene en sus manos estas tcnicas, en estos momentos est fuera de control y
se convierte en algo mortal, es una verdadera tortura.
En al actualidad se ha suprimido la tcnica del cojn. Ser una comisin especial la que
deber evaluar qu tipo de violencia deber utilizarse a partir de ahora durante las expulsiones
en Zaventem. Esta comisin la componen dos policas, dos personas de los servicios de
seguridad de Sabena, dos funcionarios de la Oficina de extranjeros y un filsofo. El objetivo de
esta comisin es humanizar sus torturas.
Personas con quienes trabajamos de vez en cuando, que apreciamos, gente que ha firmado el
llamamiento de los evadidos, han condenado rotundamente, en varios artculos al susodicho
filsofo por haber aceptado el cargo. Se justific una vez ante una persona perteneciente al
mundo asociativo pero nunca lo ha hecho ante sus colegas filsofos. Fue elegido y nombrado
por el Estado.
La responsabilidad de Sabena
Es muy grande. Se deben tener en cuenta varios aspectos. El primero es que los empleados de
Sabena tienen unas consignas muy estrictas, tanto el personal de tierra como el de a bordo o los
pilotos. Si se oponen a las expulsiones pueden ser severamente sancionados. Si denuncian o
publican testimonios, pueden perder el empleo. Casi no hemos podido tener contactos en el
aeropuerto con gente que trabaja en Sabena porque no se atreven a hablar. Una vez hablamos
con una empleada pero tena mucho miedo, lo hizo a escondidas. Por qu Sabena tiene el
monopolio de las expulsiones? La compaa recibe del Ministerio del Interior 80.000 francos
belgas por persona expulsada adems del billete de avin que paga el Estado belga tambin.
Con el objetivo que se ha marcado el Ministerio del Interior de expulsar 15.000 personas al ao,
significa mucho dinero, es un buen negocio.
Existe un tercer aspecto: para la seguridad del aeropuerto estn la polica y la gendarmera
pero tambin hay una especie de milicia privada que son empleados de Sabena y que
constituyen el servicio de seguridad de la compaa. Son milicianos de una empresa privada,
Sabena, que participan efectivamente en las expulsiones (ver el relato de la cuarta tentativa de
expulsin de Smira). No se les tiene por especialmente suaves.
Despus de la muerte de Smira, hubo reacciones entre los pilotos que decidieron no
colaborar ms en las expulsiones, pero creo que esta decisin ya no afecta en la actualidad.
Sabena se justific alegando que las expulsiones se realizaban dentro del respeto a los Derechos
Humanos y que no tenan nada que reprocharse. Fue la declaracin oficial del director de la
compaa. Despus del asesinato de Smira han declinado toda responsabilidad sobre la
gendarmera.
Amnista Internacional, hay una gran institucin de lucha contra el racismo que se llama Centro
para la Igualdad de Oportunidades que en la actualidad puede visitar el centro INAD
(inadmisibles) del aeropuerto. Se ha abolido la tcnica del cojn. Los peticionarios de asilo
tienen en la actualidad derecho a asistencia mdica urgente.
Los aspectos contra los que hemos luchado ms, que sacbamos a la luz del funcionamiento
de los centros cerrados, o sea, la violencia durante las expulsiones, las expulsiones en s mismas,
todos los obstculos que ponan a los que pedan asilo, a la inmigracin, no han cambiado del
todo. Al contrario, la duracin de la detencin ha pasado a ser de cinco meses en vez de ocho,
pero renovables por el solo hecho que la persona se niegue a irse. Este tipo de disposiciones
endurecen la ley, hacen ms difcil nuestro trabajo, y sobretodo hacen que la vida de los
detenidos sea todava ms difcil. De hecho no ha cambiado gran cosa, al contrario, se han
endurecido algunos aspectos esenciales.
Pensamos que la polica intentaba encontrar un pretexto para poder introducirse en los
nuevos locales del colectivo, lo que consiguieron aquel da. Aqu, en el Centro Social hay un
grupo de personas que luchan contra la macdominacin y que no tienen nada que ver con esa
historia de la bolsa delante del McDonalds. La polica lo tom como excusa para poder entrar.
Aunque tericamente desconocen el Centro Social fueron directamente a los locales del
colectivo contra las expulsiones. No fueron ni a dar una ojeada a los locales del colectivo contra
la macdominacin, para demostrar que su intencin era coger todos nuestros ordenadores, los
discos duros, los listings, en resumen, cogieron todo lo que quisieron. Lo denunciamos y de esta
manera pudimos recuperar nuestras pertenencias. En este momento ya tienen toda nuestra
documentacin.
Detuvieron a tres personas. Una por no llevar documentacin, la otra porque perteneca al
colectivo contra la macdominacin, gente simptica que reparte octavillas, pasteles vegetales y
zumo de naranja delante de los MacDonalds, cometieron una infraccin al distribuir octavillas.
Y se detuvo a una tercera persona por tener barro en las botas y dijeron que poda ser barro del
cementerio donde se robaron los huesos. De hecho nos devolvieron los ordenadores, pero no las
botas.
Lo que se nos confisc fueron los dos discos duros, un listado de simpatizantes, las botas y
un CD Rom sobre Pinochet. Nos devolvieron los dos discos duros, la lista de simpatizantes,
pero no se nos devolvieron los listados en papel.
Es todava un movimiento pequeo. Puede ampliarse, pero tenemos que tener en cuenta que
slo hace un mes, mes y medio que existe. Estas personas no se conocan antes, no tenan ni
idea de la manera de llevar una lucha en las actuales condiciones, de cmo autoorganizarse,
pero constato la existencia de una voluntad para hacerlo. Existen todava muchas disputas
internas entre los sin-papeles pero existe una firme voluntad, demostrada por la huelga de
hambre, de luchar por los papeles para todos.
Hay miedo, es un movimiento nuevo en Blgica. La gente de la iglesia no tiene miedo, a
veces son imprudentes. La inercia del gobierno no contribuye a que este movimiento tome ms
amplitud.
Mientras estn en la iglesia, mediatizados y sostenidos por ciudadanos, por un lado, y por
algunas organizaciones por otro, se hallan en una posicin de fuerza relativa.
Nadie es libre en un pas que no puede acoger toda la riqueza del mundo
Los gobiernos actuales me parecen bastante incapaces para resolver este problema. Porque se lo
plantean con premisas falsas, que son mentiras, entre las que se encuentra el fantasma: no
podemos acoger toda la miseria del mundo, nos van a invadir, etc. No es verdad. No existe este
flujo de personas ni son tampoco los centros cerrados ni las prcticas, que se cree desaniman a
la gente a venir, lo que lo parar. Al contrario, hay gente que a pesar de todo viene. Esto
depende, cada situacin es distinta. En la actualidad llegan kosovares por carretera.
Existen ncleos de dolor que habra que eliminar enseguida y luchamos por esto. Hay gente
que lucha por la supresin de la deuda del tercer mundo, hay otros, como nosotros, que son ms
concretos, que trabajan contra las prcticas de expulsin y de reclusin inhumanas.
Se nos dice que no podemos recoger toda la miseria del mundo, no debo justificarme
respecto a esto. No voy a contestar a esto porque es una mentira. Si la gente viene aqu nos
aporta tambin cosas, su cultura, su talento. Son personas. Tienen el derecho de vivir donde
quieran, no es nada fcil dejar sus pases. De la misma manera que nosotros tenemos el derecho
de ir a su pas, por qu no tienen el derecho de venir al nuestro si les apetece, y de instalarse?
En general, respondo que si no podemos acoger toda la riqueza del mundo, nadie es libre. No
observo entre los polticos ninguna voluntad para cambiar algo a este respecto. Slo algunos
cambios ms bien cosmticos, a los que se ven obligados porque en muchos pases el
movimiento de los sin-papeles toma tal envergadura que obliga a reaccionar a los estados. Pero
esto es una gran comedia, una enorme farsa, como lo es en Francia la circular Chevenement que
ha servido para fichar a todos los clandestinos y a slo regularizar una pequea parte.
Mediante acciones directas como las que realizamos se cambia poco a poco la mentalidad.
Para las situaciones ms graves haran falta soluciones inmediatas. Poco a poco podra realizarse
una apertura de fronteras y de flujos migratorios completamente sanos, flujos que son
completamente naturales y propios del ser humano.
Perspectivas
A principios de abril de este ao, ramos tres y no haba movimiento de los sin-papeles. Ahora
somos ms y estamos creando una coordinacin nacional. Nuestra preocupacin principal con
respecto a esto, si contina el movimiento, es que los distintos colectivos guarden su respectiva
autonoma, que la coordinacin nacional de los colectivos tambin guarde su autonoma y que el
movimiento de los sin-papeles guarde su autonoma respecto a las instituciones que reivindican
una regularizacin por criterios, con respecto a las asociaciones que slo hacen humanitarismo
pero que no presionan de manera suficiente al gobierno y con respecto a todas las fuerzas
oscuras provenientes del gobierno. Nuestra preocupacin es una preocupacin de autonoma. Si
existe un espritu de autonoma, se puede mantener un espritu de lucha. Esto es muy necesario
pues al fin y al cabo todava no hemos cambiado nada. Podran darse evoluciones positivas aqu
en Blgica, tanto ms cuando hay una demanda de una gran parte de la poblacin, de los teatros,
las escuelas, los peridicos que quieren que la gente hable de este problema. Es necesario y es
posible continuar con esta lucha.
Hecho en Bruselas, en diciembre de 1998, para Etctera
Contactar con el Colectivo en Bruselas: Colectivo contra las expulsiones
Rue de la Victoire, 167
1060 Bruxelles
Tel.: 32.2.5390455 o 32.2.5441818
Fax: 32.2.7795900
E-mail; ccleaaltern.org
Site internet: http://www.altern.org/ccle/
1 Los partidos verdes francfono y flamenco.
2 El partido fascista flamenco
3 Dirigente del partido socialista flamenco, ex-ministro federal del interior; present su dimisin durante los das
que siguieron al asesinato, aprobando la poltica de las expulsiones y, aunque condenaba el exceso, se
declar solidario con la gendarmera.
4 Ver el libro Las alambradas de la vergenza publicado por el Colectivo contra las expulsiones en Ediciones
Luc Pire (rue Libroussat,76 1050 Bruselas)
5 El cura del aeropuerto de Zaventem que asiste tambin a los policas del Centro cerrado 127 bis.
*****
creadas por la empresa del Estado, y que funcionan en el marco del mercado. De una punta a otra
del proceso, son los burcratas los que dirigen el juego, con todos los abusos que pueda imaginarse
crecimiento de la corrupcin, enriquecimiento sin freno.
La clase dirigente, temiendo el caos que provocara una explosin social, no est tampoco al
abrigo de la inquietud. En el curso de los debates del XV Congreso, Zhu Rongji, tercera
personalidad del Estado declar con una franqueza poco acostumbrada: "Temo que una reforma
febril de la empresas del Estado provoque cataclismos sociales que nos cuesta trabajo imaginar". En
efecto, despus de varios meses, las revueltas obreras contra las consecuencias de la reforma
explotaron en algunas regiones y ciudades. Los manifestantes toman a menudo como blanco de su
clera los edificios del partido del Estado, juzgado responsable de la situacin. Por el momento
estas revueltas estn localizadas, lo cual permite al poder central jugar, segn el caso, con la
zanahoria o el bastn obligar a los bancos a desbloquear las sumas necesarias para el pago de los
atrasos de salarios o jubilaciones, o entregarlos a la polica armada.
El desarrollo de las revueltas es tan grande que llegan incluso a expresar nostalgia de la antigua
"dicha socialista" situacin que nos recuerda la de la ex-URSS. Adems, estos lamentos encuentran
fcilmente eco en la fraccin conservadora de la democracia, la que no ha podido aprovecharse del
desmantelamiento de la industria y de las ventajas del mercado. Se trata pues de revueltas poco
portadoras de esperanzas de emancipacin y sin relacin directa con las huelgas de las ZES,
dirigidas contra una explotacin y un autoritarismo patronal ms feroces. Esto explica tambin la
diferencia de actitud de las antiguas organizaciones de masa: sindicatos, organizaciones de mujeres,
de la juventud, de jubilados. En las ZES, juegan un papel de proveedores y gestores de la fuerza de
trabajo, aadido a su rol tradicional de auxiliares de la polica (indics, rompehuelgas, etc.). En las
regiones donde est en curso el desmantelamiento de las industrias del Estado, se transforman en
oficinas de ayuda social, utilizadas para que los parados encuentren trabajo4, incluso en organismos
de caridad, encargados de "llevar calor" a los pobres.
Detrs de la fachada de la reforma, se perfila as la transformacin de la burocracia y su funcin
econmica. En las regiones donde la reforma est ms avanzada, se constata la creacin masiva de
empresas filiales de las estatales que funcionan en la esfera privada de la economa. La mayor parte
de estas sociedades se dedican al comercio. Hicieron su aparicin a partir de 1985 pero se han
desarrollado sobre todo a partir de 1992, es decir despus del aplastamiento de la revuelta de
Tiannanmen y la represin que le sigui. A menudo se limitar a jugar con la diferencia entre los
precios del Plan y los del mercado para las mercancas producidas en las empresas del Estado. En la
mayor parte de los casos, estas sociedades vacan las empresas del Estado de los elementos ms
modernos, materiales y humanos. Tanto es as que los miembros de la burocracia que los controlan
realizan una transferencia de las actividades productivas viables de la "propiedad del Estado" hacia
las sociedades de la esfera del mercado. En general, es despus de esta operacin cuando se declara
la quiebra.
En conclusin, si bien la forma jurdica de la propiedad queda en el Estado, se asiste a una
apropiacin privada de capital y beneficios de las antiguas empresas estatales. Esta apropiacin
raramente se orienta hacia nuevas inversiones productivas, a un relanzamiento de la produccin
sobre bases capitalistas ms saneadas. Los burcratas que se apropian de esta riqueza la invierten en
los sectores especulativos, en el interior del pas (inmobiliarios, mercado del sexo o de la droga) o
en el exterior (bolsas asiticas o incluso en el mercado financiero internacional). Una pequea parte
es invertida en las ZES por mediacin de la dispora de Hong Kong o de otro sitio. Como en
Rusia, se asiste a un pillaje en regla de los activos del antiguo sector estatal en provecho de los
sectores de la burocracia mejor adaptados al mercado y ms cercanos al capitalismo internacional5.
Todas estas observaciones conducen a la idea de que este proceso ser una transformacin de la
burocracia en clase burguesa clsica.
Cuando se sabe que el sistema bancario coreano era un modelo para la direccin actual de la
burocracia china, se comprende que la confusin y la inquietud la alcanza. La crisis financiera actual
en Asia tendr necesariamente repercusiones sobre la escena china. Pero, sobretodo, esta crisis es
quiz el primer episodio de una revelacin ms horrorosa aun. La regin que ayer era presentada
como la ms dinmica de la economa planetaria est hoy al borde de la bancarrota. Por otro lado,
el xito, tan alabado, de la economa china no esconde un desarrollo especulativo basado en el
pillaje por los burcratas de las riquezas producidas durante la poca del "socialismo real"? La
forma totalitaria del poder poltico, asociado a los intereses del capitalismo internacional, ayudaran a
disimular la situacin real, el inmenso desastre econmico y social6.
Una vez ms, la comparacin con la situacin en la ex-URSS viene a la mente. La diferencia
esencial se reduce a la unidad poltica mantenida por la burocracia estatal. Pero hasta cuando? De
entrada, la prdida de competitividad de las exportaciones va a ahogar la economa a medida que la
cada de las inversiones extranjeras (originarias de los pases vecinos) en las ZES se va a acentuar7.
Por otro lado, el papel de puesto financiero de Hong Kong, como punto de atraccin de los
capitales especulativos acaparados por los burcratas saqueadores, se halla debilitado. Las
tendencias anti-reformas van a sentirse reforzadas otro tanto, y las luchas en el interior de la clase
dirigente corren el riesgo de redoblar su intensidad. Adems, en el sector de la industria del Estado,
una vez desestructurada y vaciada de sus fuerzas ms dinmicas, se puede contemplar un
enfrentamiento en el seno de la nueva clase dirigente de negociantes burcratas, entre las corrientes
nacionalistas y las ligadas a los intereses del capital especulativo internacional.
A menos que la revuelta de los proletarios, hasta aqu espordica, no tome una amplitud tal que
modifique la relacin de fuerzas y abra algunas perspectivas de emancipacin social.
Charles Reeve
1 Charles Reeve y Hsi Hsuan-won acaban de publicar: Burocratie, bagnes et business. L'Insomniaque, Paris,
1997.
2 Sobre un 30% de hospitales y colegios estn todava administrados por las empresas del Estado. Ver
Roland Lew, "La Chine privatise mais avec prudence", Le Monde Diplomatique, noviembre 1997.
3 En 1994, el 20% del dficit de las empresas pblicas ya fue financiado por medio del ahorro popular.
Ver Perspectives Chinoises, n 43, Hongkong, septiembre/octubre 1997.
4 Este es el caso, por ejemplo, en Shenyang, antiguo gran centro industrial de Manchuria, ciudad en la
que del 40 al 50 % de la poblacin est en paro.
5 En Rusia, la evasin anual de capitales sobrepasa la totalidad de las ayudas, crditos, prstamos e
inversiones extranjeras. Ver Katrina V. Heuvel y Stephen F. Cohen, "The other Russia", The Nation,
N.Y., 11 aot 1997.
6 Desde su conferencia pblica en Pars, el 16 de enero 1998, el disidente Wei Jingsheng (expulsado de
China despus de haber estado en prisin) ha defendido esta idea. Ver Wei Jingsheng, la cinquime
modernisation et autres crits du printemps de Pkin, textos reunidos, traducidos del chino y presentados por
Huang San y Angel Pino, Pars, Christian Bourgois diteur.
7 Antes de la crisis financiera, y en relacin al primer semestre de 1966, ya estn de baja en un 50 %. Ver
Valrie Brunschwig, "La China se dispone a reformar urgentemente su sistema bancario", Le Monde, 16
diciembre 1997.
Correspondencia
Desde Irlanda
Acabo de llegar de Lesotho, donde he estado dos meses como observador del proceso electoral.
No me preguntis cmo pero me parece que cada vez consigo ms asuntos de este tipo.
Fue muy interesante las primeras dos semanas fueron como unas vacaciones, viajando,
encontrndome con gente. El resto fue trabajando, pero muy interesante, con visitas a pueblos y
ciudades, a veces a caballo.
Lesotho es un pas independiente, rodeado por Sudfrica, con una superficie similar a la de
Blgica. Ms de dos millones de personas viven en la parte llana del oeste y una parte de
poblacin vive en las altas montaas del este, que pueden llegar a los 11.000 pies. Es un pas
rural que importa casi toda su alimentacin de Sudfrica. Un joint venture con Sudfrica hizo
posible la construccin de un enorme embalse de 50 millas, el Embalse Katsie, construido en
las montaas para abastecer de agua a Sudfrica, supuestamente para abastecer de agua a
cientos de nuevos hogares cada da. Es una impresionante obra de ingeniera, el mayor
embalse de Sudfrica, con lagos enteros que se mueven a travs de las montaas por tuberas y
tneles, como en una fantstica historia bblica. Tambin produce electricidad para Lesotho.
Sudfrica pag a Lesotho unos 35 millones de libras esterlinas durante los dos aos que el
abastecimiento del agua fue directo. No es un embalse tan controvertido como otros grandes
proyectos, como los de Brasil y Per, donde cientos de miles de campesinos fueron obligados a
abandonar sus tierras. Aqu solamente en torno a un millar de personas fueron afectadas y
recibieron a cambio nuevas viviendas y la oportunidad de acceder a otras profesiones. Se dijo,
sin embargo, (aunque no tengo una confirmacin de primera mano de esto), que unos 45
trabajadores murieron durante una huelga a mediados de los aos 90.
La segunda fuente de ingresos son las remesas enviadas por los trabajadores emigrantes,
principalmente hombres que trabajan en las minas de Sudfrica. Por lo dems, De Biers y las
otras grandes empresas que explotan las minas de diamantes han reducido la produccin con el
fin de estabilizar los precios y muchos de los hombres fueron despedidos, sin otro recurso que
volver a casa como parados. Otra fuente de ingresos es un impuesto comn a todas las
importaciones surafricanas que comparten todos los pases de la regin. El turismo,
especialmente de la clase media surafricana, creci considerablemente al comienzo de los aos
90 para decaer con el intento golpista de 1994, si bien est volviendo a crecer, con medio
milln de turistas el ao pasado. Existe un acusado contraste entre los lujosos alojamientos y
hoteles para turistas y las viviendas de los habitantes de los pueblos que no tienen electricidad
y a veces no cuentan ms que con una sola fuente para todo el pueblo.
Los Basotho (el pas es Lesotho, pero los habitantes se denominan Basotho y la lengua
Sesoutho) siempre tuvieron un carcter muy independiente; el Jefe Mashoeshoe (ms tarde
nominado rey por la reina Victoria) se libr de las guerras de ChakaZulu, las Lifaqane, en los
aos 1830 y uni a todas las tribus pacificas con el fin de combatir a los holandeses y
britnicos. Moshoeshoe pidi ayuda a los britnicos contra los Boers en 1866, los britnicos se
anexionaron el Orange Free State, y Lesotho pas a formar parte de la Cormonwealth hasta
1966. Hered el "sistema de Winchester", una monarqua constitucional con una cmara de
representantes y un senado que es nombrado en su mayora por el rey. El pas est gobernado
por un sistema de jefes (caciques), cada poblado elige su jefe, que recibe ganado a cambio de
los favores concedidos. Si alguien quiere algo no acude al Gobierno, sino al cacique. El cargo,
sin embargo, no es hereditario, y cuando un cacique muere, el ptso (asamblea general) elige
uno nuevo. Los electores eran solo los hombres, aunque desde 1965 tambin las mujeres tienen
derecho a voto.
Uno de los rasgos ms chocantes de Lesotho es la ausencia del legado del aparthaid. En
Sudfrica hay violencia por todas partes. Johannesburgo es una de las ciudades ms violentas
del mundo, como resultado del estado de violencia que propicia el rgimen de aparthaid. En
Lesotho existe una cordialidad y una espontaneidad de la gente que contrasta agudamente con
la cerrazn y desconfianza que existe por todas partes en Sudfrica. La gente en Lesotho quiere
saber de t, te pregunta de donde eres y a lo que te dedicas. Aunque Mandela parece mantener
el ANC cohesionado por el momento, existen profundas divisiones y se cuentan casos de
anteriores cuadros del ANC que son detenidos bajo falsos cargos. El final pacfico del
aparthaid racial puede dar lugar a una violenta confrontacin entre facciones acerca del
aparthaid econmico que contina existiendo.
El conjunto del rea del Sur (que incluye Namibia Lesotho, Swazilandia y Mozambique) est
ampliamente dominada por el capital surafricano. Este ha comprado una gran parte de los
hoteles y mansiones que fueron abandonados por la retirada de los portugueses y la guerra
subsiguiente entre Renamo (respaldado por la polica secreta de Sudfrica) y Frelimo
(respaldado por Cuba). Y esto es as que incluso un tabloide de Johannesburgo anunciaba en
su portada del da de Abril Fools (algo parecido al da de los inocentes): "Sudfrica compra
Mozambique".
Hemos recibido...
TAUSCHE MARMELADE GEGEN STEUERERKLRUNG. Gnter Hoffmann. Piper
Verlag Mnchen, 1988
"Cambio mermelada por declaracin de renta" es el ttulo de un libro de Gnter Hoffmann sobre
los ms de 250 crculos de cambio y bolsa de Talentes (moneda antigua alemana) en Alemania.
Se trata de unas 15.000 personas que se estn intercambiando, con regularidad, objetos y
servicios sin mediar dinero. Se intercambian cosas como hacer de canguro, reparar coches,
instalacin y mantenimiento de ordenadores, informacin judicial, ayuda mdica y teraputica,
etc. Al mismo tiempo que agricultores, viticultores, imprentas, agencias publicitarias y ebanistas
participan en el intercambio.
Desalojados del mercado por ingresos muy bajos debido al desempleo y a los sueldos muy
bajos, aparecen cada da ms iniciativas de autodefensa. Con los crculos de cambio aparece una
segunda circulacin fuera de la economa del DM (marco alemn), pero ahora directamente por
la satisfaccin de las necesidades y deseos individuales.
Una buena parte del libro est dedicada a ofrecer contactos y direcciones, y la manera para
que cualquiera pueda participar. Los servicios prestados se acumulan en una especie de cuenta
alternativa, la mayora de las veces contabilizada en "Taler", "Kreuzer" o "Talente", antiguas
unidades monetarias, para compensar, despus, los servicios recibidos. Se reprocha a estos
crculos de cambio el que sean un retroceso a la edad de piedra, por basarse en una de las ms
viejas formas de intercambio de los productos del campo. Pero este modelo ms simple no
puede oponerse a la jungla de la globalizacin. Los crculos de cambio son un intento de
contrarrestar la desolidarizacin social. O, con Andr Gorz: "Tenemos que deshacernos de la
ficcin mental de que no sea posible una sociedad fuera del trabajo.
El patio de las pequeas grandes publicaciones se anima ms cada da que pasa. Por doquier
los grupos nos lanzamos a publicar lo que nos parece interesante de dar a conocer a los dems.
Formatos pequeos, medianos, irregulares, fotocopias en muchos casos, cada vez con ms
imaginacin y mejor presentacin dentro de las posibilidades de cada cual.
Algunas de las que nos han llegado (gracias a todos los remitentes) son estas:
. Ediciones Piratillas de Alicante:
AI FERRI CORTI con lo Existente, sus defensores y sus falsos crticos, publicado
inicialmente en Italia en mayo de 1.998.
. Ediciones del Chipichanga de Sevilla:
PARADOS FELICES en busca de recursos oscuros
(y con un montn de proyectos atractivos para publicar)
. Ediciones pepitas de calabaza de Logroo, remite entre otros:
LUGAR, CIUDAD Y TRANSPORTES. El caso de Logroo. Juan Daz del Corral
EL BANQUERO ANARQUISTA. Fernando Pessoa
LA SOCIEDAD DEL ESPECTACULO. Guy Debord
HOJAS. Poesa de Carlos Cabezn
. El colectivo LLAR, de Asturies, aparte del boletn de comunicacin que publican desde
hace cinco aos, tambin tienen:
EL CAPITAL, K. Marx (en comic)
TEXTOS CONTRA EL TRABAJO
SOBRE LA MISERIA EN EL MEDIO ESTUDIANTIL
Todos estos textos se pueden producir, reproducir, fotocopiar y refotocopiar, as como
intercambiar. Ningn problema, ningn COPYRIGHT. El titular es quien lo usa.
AGAINST THE MEGAMACHINE. Essays on empire ans its enemies. David Watson (334
p.). Autonomedia. P.O Box 568 Williamsburgh Station, Brooklyn, NY 11211-0568. Tel. Y Fax:
1-718-963-2603. La mayor parte de los artculos recogidos en este volumen aparecieron en Fifth
Estate, la publicacin anarquista en lengua inglesa ms antigua de los EE.UU., de la que D.
Watson es uno de sus animadores. Otros artculos aparecieron en The New Internationalist. El
mbito de materias y aspectos abordados es amplio, desde la crisis ecolgica y el proceso de
industrializacin, hasta la Guerra del Golfo, la revuelta de Chiapas o una revisin de la guerra
del Vietnam veinte aos despus de finalizada, por ejemplo. Sin embargo, en esta edicin los
ensayos han sido agrupados en torno a cinco bloques temticos atravesados por un mismo hilo
conductor que abarca ms all de la mera crnica circunstancial. De hecho, la crtica de la
sociedad capitalista que se explicita en los textos apunta hacia una interpelacin del concepto
mismo de civilizacin basado en el desarrollismo industrial, y entronca, de este modo, con la
perspectiva cuestionadora del progreso tecnolgico de L. Mumford, Jacques Ellul, Marshall
Sahlins, etc. En la tradicin crtica europea, centrada primordialmente en los aspectos polticos y
OPERACION CONDOR. Del Archivo del Terror y el asesinato de Letelier al caso Berros.
Samuel Blixen. Virus Crnica, 1998. Los aos setenta fueron para miles de personas en
Argentina, Uruguay y Chile aos de tortura, exilio y muerte. La instauracin de las dictaduras
militares puso en marcha una maquinaria represiva a escala continental que persegua la
eliminacin sistemtica de cualquier oposicin poltica. Es lo que se conoce como Operacin
Cndor, el plan coordinado de los servicios secretos de las dictaduras militares (Paraguay,
Uruguay, Chile, Argentina y Brasil) que, con el beneplcito de la Administracin
Norteamericana, se basaba en un sistema centralizado de recogida e intercambio de informacin
que inclua misiones, como el secuestro, extradicin clandestina y asesinato de militantes de la
izquierda latinoamericana, una de cuyas figuras clave fue el dictador chileno Pinochet. Pero la
vigencia del Cndor se ha prolongado en el tiempo ms all de los cambios formales en los
regmenes polticos sudamericanos. Eso se desprende de la investigacin llevada a cabo por el
periodista uruguayo Samuel Blixen. A partir de tres hechos: el asesinato de Orlando Letelier en
1976, la desaparicin de Eugenio Berros, colaborador de la DINA chilena e implicado en el
asesinato de Salvador Allende, a comienzo de los aos noventa en Uruguay, y el descubrimiento
del Archivo del Terror en Paraguay en 1992, S. Blixen reune las pruebas definitivas de lo que se
sospechaba: la coordinacin represiva de los regmenes dictatoriales en el Cono Sur. Pero lo
obra no se detiene en este punto. Una vez desentraada la trama criminal de los aparatos
militares, se presentan algunos interrogantes inquietantes: hasta qu punto las democracias
viables surgidas de las transiciones tuteladas por los militares ejercen un control real sobre el
poder civil y militar?, qu papel se reservan los ejrcitos surgidos de la impunidad y las leyes
de punto final en unos momentos en los que las desigualdades econmicas crecientes pueden
conducir a tensiones sociales semejantes a las que precedieron a las dictaduras militares de los
setenta?. El libro se completa con una introduccin de Roberto Bergalli, donde hace un repaso
histrico de la tradicin golpista y dictatorial en Amrica del Sur, y una postdata del propio S.
Blixen que actualiza la edicin uruguaya de 1995.