Modos de Asedio Nuevas Cenizas Ana Ojeda Mariano Fiszman

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MODOS DE ASEDIO

anaojeda

Ojeda, Ana
Modos de asedio. Nuevas cenizas / Ana Ojeda y Mariano Fiszman -1a ed.Buenos Aires: El 8vo. loco, 2007.
272 p.; 19x14 cm. (69/ Argentina es Latinoamrica)
ISBN 978-987-22685-3-4

1. Literatura Argentina. I. Fiszman, Mariano II. Ttulo


CDD A860
coleccin 69/ Argentina es Latinoamrica
#1: Ojeda Fiszman

Ana Ojeda
Ediciones El 8vo. loco

Entre Ros 1583, PB, depto.: A/ Ciudad Autnoma de Buenos Aires

[email protected]
Diseo [email protected]

HECHO EL DEPSITO QUE MARCA LA LEY 11.723


IMPRESO EN ARGENTINA - Printed in Argentina

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MODOS DE ASEDIO
Seguido de una entrevista a cargo de

Rocco Carbone

A la liebre que al despertar encontr junto a m.

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e pronto vino la primavera y florec como un naranjo.


l era italiano y haba viajado a Buenos Aires en busca
de bibliografa para escribir su tesis de doctorado
sobre lo grotesco en Los siete locos. Nos conocimos en el
Instituto de Literatura Argentina Rick Red, ubicado en el
primer piso del alguna vez magnfico edificio de la UBA que
hoy domina la esquina de 25 de Mayo y Pern, y se dedica a
asombrar a peatones y peatonas con su interminable capacidad
para venirse abajo cada da un poco ms.
Yo acababa de cumplir 24 aos y haba terminado de cursar
la carrera de Letras el ao anterior. Era habitu de la biblioteca
de 25 de Mayo porque viva con mi hermana en un PH que
ostentaba en su curriculum vitae la borla inigualable de haber
sido, durante los primeros aos del siglo XX, la imprenta El
Invencible. En ella, la movida cultural de los veinte haba
entrado como agitacin y haba salido hecha libro. A pesar de
mi orgullo ciudadano y de un esfuerzo de concentracin mental
considerable (Qu fro brbaro hace, etc.), la ex imprenta era
ms oscura que nido de carancho, patria de polillas, araas y
mosquitos con un ansia de sangre digna de mayores
dimensiones. La humedad, un gotern en mitad del comedor y
la poca ventilacin de los ambientes, sumados a literalmente
toneladas de polvo con una voluntad de aquerenciamiento
pocas veces vista, pronto incidieron en mi talante, dado a
ciertas veleidades claustrofbicas heredadas de mi padre. As,
sin nada mejor que hacer que escribir las monografas que me
faltaban para recibirme de licenciada en Letras, senta ms mo
el Instituto de Literatura Argentina que el PH al que volva a
regaadientes por las noches, ubicado del lado de ac (sur) de
Entre Ros, en la frontera entre San Cristbal y Constitucin.
Este ltimo, barrio desconocido, tierra del Otro, pona a mi
madre particularmente nerviosa debido a que, cada vez que
vena de visita, se cruzaba en Sols con hordas de travestis
que exhiban sus implantes mamarios con una despreocupacin

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tal que haca que su primer comentario, luego del Hola, cmo
estn? de rigor, fuera siempre: Lindo barrio el que eligieron
para mudarse, che.
La maana en que esta historia da comienzo, el invierno,
encariado con Buenos Aires, venda cara su retirada y, a pesar
de que septiembre ya haba desgranado su primera semana, la
temperatura se resista a subir por encima de los diez grados.
Una maana invernal, entonces, sal a la calle a eso de las ocho
y media, recin baada, con la cara llena de sueo, pero feliz de
que el sol no se cansara de visitarnos. Observ durante un
momento el movimiento cocheril y humano de la frontera
sancristobalense y luego, con ganas de caminar, tom por Entre
Ros hacia el Congreso. Tard alrededor de media hora en llegar
hasta Corrientes y Callao, y luego otra media hora ms para
llegar al Bajo, tomar por 25 de Mayo, retroceder tres cuadras
hasta Pern, entrar en el edificio de la UBA y detenerme un
momento en el bar de la planta baja, qu tal?, cmo ands?,
todo bien, por suerte, y vos? y, ac, laburando, una Lgrima?,
mediana, por favor. Tiempo justo para hojear el Clarn por
arriba, entendimiento con el FMI, segn el Gobierno el
organismo cedi, y salir con el vaso de telgopor y la leche con
caf humeando en la mano hacia el primer piso, la mirada
ausente y una sola pregunta acaparando la capacidad
procesadora de mi cerebro: cmo demostrar que La
Refalosa, de Ascasubi, transforma la risa (o el humor) en
denuncia inapelable? Es decir, cmo probar que en ella hay
una intencin cierta de apelar a la risa? Cmo saber si La
Refalosa hace rer (o sonrer) a todo el mundo, y no slo a m,
gustadora de retrucanos y calembours, diamantes que eran
antes de amantes de tu mujer?
Al llegar al primer piso, medio centenar de escalones por
sobre la planta baja, me cruc con Patricia, la ayudante de la
bibliotecaria de la maana, que bajaba a buscar algo para
desayunar, qu tal?, todo bien, vos?, bien, gracias. Me detuve

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un momento delante de uno de los espejos ubicados sobre los


bancos de madera que enmarcan el hall, presidido por una
estufa resabio del ex hotel para gente riqusima, actualmente
decrpito conjunto de aulas contrahechas, hogar de personas
con inquietudes idiomticas (Ingls - Francs - Alemn Portugus - Japons - Espaol para Extranjeros, Consultas en
Secretara, de 09:00 a 21:00) y de bibliotecas especializadas que
responden al rutilante nombre de institutos: Instituto de
Literatura Argentina, Instituto de Literatura Hispanoamericana,
Instituto de Filologa y as.
Esa maana me haba atado el pelo en una cola alta, raya al
medio, gomita negra. Mi cara, tal vez algo ms alargada, segua
siendo la de la nena que reventaba de orgullo porque se
consideraba la lectora ms joven del mundo de Los versos
satnicos. Los mismos ojos marrones de siempre, las mismas
pecas tan conocidas que slo las adverta cuando alguien me
preguntaba si siempre las haba tenido, los labios gruesos,
dadivosos, que yo consideraba el punto fuerte de mi anatoma,
mi arma de seduccin, ni aritos, ni pintura de ningn tipo, tal
vez un poco de ojeras (en Entre Ros, cada vez que caa
desmayada en la cama me converta en presa fcil de
mosquitos-Ptedirolcticos, los verdaderos dueos de la casa).
Rostro, en fin, de una joven con una notable capacidad para
autoentretenerse y sin problemas existenciales de importancia,
a no ser la inexplicable falta de inters que le provocaba el sexo
opuesto.
Le di un sorbo a la Lgrima, comprob que, en efecto, tres
sacarinas eran mi medida de dulcificacin justa y dobl a
mano izquierda para entrar en un segundo hall ms ntimo y
con piso de madera, a cuya derecha se encontraba la puerta de
doble hoja gris, entrada del Instituto de Literatura Argentina
Richard Rot.
Como el punto arroz o la receta del budn de pan, el porqu
en veinticuatro aos nunca nadie me haba llamado la

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atencin lo suficiente como para que yo considerara una


desgracia el que no me invitara (el muy bastardo) ni siquiera a
tomar un caf, me resultaba incomprensible, por un lado, y
fascinante, por el otro. La exacerbacin de mi constitucin
naturalmente solitaria, unida al placer que me produca la
lectura, cuyos picos orgsmicos se producan cuando descubra
libros como los de Bukowski, por ejemplo, o los de Boris Vian,
Vlady Kociancich, Machado de Assis o Di Benedetto,
Marechal, Cortzar, Luis Rafael Snchez, o Msicos y relojeros, de
Alicia Steimberg, El loro de Flaubert, de Julian Barnes, la
biografa de Balzac escrita por Stephan Zweig o la del
portentoso Lope de Vega, de Luis Astrana Marin, volvieron
posible y hasta lgico que atravesara los aos de mi
adolescencia y juventud en una soledad slo interrumpida por
la compaa de mis hermanos, tipos y tipas que saben.
Franque la puerta del instituto (abierto de lunes a viernes
de 08:00 a 12:30 y de 14:30 a 19:00) evaluando la posibilidad de,
en algn momento, sustituir la Lgrima por un caf con leche,
ms grande y efectivo en la lucha contra la terquedad de mis
prpados, pesados como persianas de hierro cuando se les
colaba la luz del sol antes de las diez y media de la maana. En
la mesa de madera oscura y usada que, a esa altura, yo ya
consideraba ma, vi (cosa rara a esa hora) a un muchacho
morocho, barba corta pero evidentemente briosa, anteojos
colorados enmarcando un par de ojos almendrados de una
dulzura llamativa, las pestaas ms largas que haba visto en mi
vida, camiseta roja, Io non ho votato Berlusconi, saco de hilo
rojo, bolso de tela verde deslavado, cigarrillos L&M light,
encendedor amarillo con una estrellita roja en el medio. Con la
naturalidad de los que se saben dueos de casa, salud al
desconocido y a Marta, la bibliotecaria, verdadero fichero
viviente del instituto, y me sent donde me sentaba todos los
das, es decir, frente al muchacho, justo delante del fichero
temtico. Mientras sacaba de mi mochila cuadernos, biromes,

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libros y fotocopias varias y me aprestaba a comenzar mi da de


trabajo, not que Marta tena algunas dificultades para
reconstruir el camino del 126, colectivo que, partiendo de
Retiro, llegaba a la esquina de Pun y Pedro Goyena, actual
domicilio de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad
de Buenos Aires (UBA). Dado que el 126 era el colectivo que
tomaba yo todos los das para ir y volver cuando todava viva
en casa de mis padres y que, por esta razn, saba su recorrido
de memoria, llen con facilidad los huecos de la reconstruccin
de Marta, feliz de resultar de utilidad y de saber algo tan
notablemente bien. El muchacho, algo mareado, segn me
pareci, me agradeci las informaciones en un castellano que,
comprend enseguida, no era porteo.
Por ese entonces, con el dlar a tres pesos, no era extrao
toparse con estudiantes europeos y yanquis venidos a Buenos
Aires en una suerte de viaje antropolgico hacia la semilla, el
desorden primitivo y abigarrado, la cara escondida y fecunda de
la miseria tercermundista, de manera que un poco rencorosa,
lo confieso le contest de nada con una sonrisa pura
urbanidad y me zambull en lo mo: al fin y al cabo, Ascasubi,
qu corno se propona con La Refalosa?
El problema de leer gauchesca hoy es que se trata de una
literatura con exigencias. A diferencia de Una excursin a los indios
ranqueles, por ejemplo, que como dira Cortzar le basta con
que uno se mansillice en el momento de la lectura y se acab,
para acercarse a Ascasubi, a Hidalgo, a Del Campo hay que
disponer de cierto capital simblico en forma de, por un lado,
vocabulario, y por el otro, historia. Yo, que careca de ambos,
contaba, sin embargo, con una terquedad considerable, que
funcionaba de la siguiente manera:

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DILOGO GAUCHI-QUEJOSO:

YO
Cmo anda, aparcero?
Ayer termin el Paulino Lucero
y, aijuna!, no me gust nada.
Le parecer fulero,
pero castigu el libro entero
con una tremenda patada.

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MI EMPECINAMIENTO
Aguantes, noms, compaero,
y en lugar de otro gesto grosero,
sientes, vuelva al libro
e intentel de nuevo.

Ameno, el sistema, no era, pero al cabo de un par de meses,


y luego de haber transitado alguna que otra cosita sobre Rosas,
unitarios y federales, Caseros, Pavn, Sarmiento, Oribe, el sitio
a Montevideo, el conde de Lautrmont y dems, la Ida del
Martn Fierro me resultaba incluso divertida. Segua, sin
embargo, con la dificultad del vocabulario, que por arcaico o
deformado me resultaba imposible encontrar en los
inadecuados diccionarios que tena al alcance de la mano, el
Pequeo Larousse Ilustrado y el de la Real Academia. Fue entonces
cuando la bondad de Marta detect mis bufidos de frustracin
y, munida de su sapiencia infinita, me alcanz la edicin del
Martn Fierro anotada por Tiscornia que, si bien resultaba algo
incmoda por sus dimensiones monumentales, contaba, al
final, con un vocabulario que me solucion la vida. As, cada
maana, al llegar al instituto, lo primero que haca era sacar el
mamotreto de Tiscornia del estante y ubicarlo frente a m en la
mesa destinada a estudiantes o investigadores (cuatro lugares

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con posibilidad de agregar una silla ms), abrirlo en la seccin


Vocabulario y salir en busca de Marta para importunarla con
mis ganas de charlar de cualquier cosa, a esa hora, en un da de
trabajo como cualquier otro.
Esa maana de septiembre, ya se dieron cuenta, al encontrar
a Marta hablando con los ojos almendrados, me olvid de ir a
buscar a Tiscornia. Ms bien, me limit a tomar asiento y me
enfrasqu en la lectura solitaria de Ascasubi hasta que me top
con el vocablo pangar. Qu era un pangar? Por el
contexto, se trataba de un tipo particular de caballo, eso era
evidente. No olvidemos que existe la palabra pingo, de fontica
similar, todava funcional gracias a la popular frase En la
cancha se ven los pingos. Pero, de qu tipo de equino se
trataba? Mordisquandome las uas, levant la mirada y la dej
vagar sin propsito por la habitacin. Cada cierto tiempo vea
cmo el dedo ndice del muchacho sentado frente a m devolva
los anteojos, que se haban deslizado hacia abajo por su nariz,
a su lugar primigenio de manera automtica. Algo en l me
llamaba la atencin. Era como si pudiera sentir su apacibilidad,
una tranquilidad interior que atraa a mi neurotiquez,
consecuencia de que me encontraba en las postrimeras de mi
carrera a un paso que pareca no terminar nunca y de que
estaba viviendo en un lugar que no soportaba. Haba algo en
ese muchacho que le hablaba a mi cuerpo y le deca: Soy un
remanso de paz.
Me encontraba en medio de estas importantes
consideraciones cuando de pronto los ojos se pronunciaron.
Queran saber adnde quedaba el cuarto de Internet de la
universidad. Su ingenuidad me conmovi. Sonriendo satisfecha
de pronto me senta una portea verdadera (Cmo va? Mal,
pero acostumbrada) le expliqu que en Buenos Aires la
Internet se consultaba en los locutorios, un peso la hora, y que
haba uno Telecom en Corrientes y 25 de Mayo, a tres cuadras
de donde nos encontrbamos. l sonri para agradecerme las

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informaciones. Sus ojos se fijaron en los mos por primera vez


y algo me hizo cosquillas en el estmago. Un calorcito
agradable se extendi por todo mi cuerpo, hasta que tuve una
sensacin de bienestar desconocida, plena de tranquilidad y de
la novedosa percepcin de no necesitar nada ms.

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Carlos

No s porqu imagin que estbamos unidos y me sent mejor.

08:25 a.m.

MODOS DE ASEDIO

El telfono son varias veces antes de que Carlos se decidiera


a estirar un brazo por encima de su cabeza y, siempre con los
ojos cerrados, descolgara el tubo, quin es el desubicado que
llama a esta hora, s, hola, hable. La noche anterior, qu negros
cambalacheros son todos, tanto lo por una infidelidad, che, ni
que se fuera a terminar el mundo, hacerlo tomar para que se
calmara, para que no se le ocurriera hacer una estupidez,
porque cuando se pona en pedo se le vena encima una tristeza
milenaria, si en el fondo es un maricn, y si no, bueh, se
desmayaba directo y era todava mejor, que se encargara el alma
caritativa que lo encontrara tirado. Entonces, lgico, ahora un
dolor nauseabundo en cuerpo y alma. Mens enferma in corpore
todava ms, pens Carlos mientras buscaba los cigarrillos a
tientas en la semioscuridad de la habitacin y con voz de
sargento le preguntaba al tubo qu haca a esa hora en el centro.
Acostumbrado a levantarse alrededor del medioda, era de
dominio pblico que no funcionaba de madrugada. La
llamada fue breve, pero despus de cortar Carlos de todas
formas no pudo retomar el sueo. Lo peor, adems, era que l
iba a tener que informarle la nueva a Aargau, que seguro iba a
sucumbir, poner el grito en el cielo, los ojos en blanco, no te
creo, decime que no es verdad, patadas contra la pared y el puo
golpeando con furia la mesa para terminar sobre la cama,
sollozo desprotegido sobre la almohada de plumas, cadver que
alguna vez haba sido juventud rebozante en brazos de su abuela.
Carlos se pas la mano por el pelo (marrn sin pretensiones
de originalidad, marrn vulgar, deca l, marrn aburrido)
y busc entre los libros que tena apilados al lado de la cama la
caja de cigarrillos que haba dejado la noche anterior, sealando
algn lugar intermedio de La guaracha del Macho Camacho.
Porque llegara a la hora que llegara, tena que estar muy tomado
o fumado o ambos para no leer aunque ms no fuera un
prrafo, nulle die sine linea haba dicho Sartre y l le haca caso
a su manera.

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En la penumbra de la habitacin, la caja de cigarrillos se


negaba a aparecer, y Carlos, horrorizado ante la idea de
enfrentar sus ojos a un chorro de luz artificial a esas horas
infectas, se conform con un pucho solitario que encontr
medio aplastado debajo del captulo 32 de Rayuela, beb
Rocamadour, beb beb. Con cara de que no saba si
encontrara a la Maga, pero que en todo caso estaba tranquilo
porque confiaba en el azar objetivo ms que Dal y Breton
juntos, lo encendi y retuvo el humo hasta que no pudo ms,
presa abierta de pronto, niebla que sale a borbotones
imparables, desorden lleno de vida y muerte. Tena un dolor en
la zona de la espalda, molestia que lo torturaba da y noche con
su sordina insistente. Dolor de sus pulmones asmticos que no
queran ms smog, que se quejaban, pulmones que Carlos,
presa de una despreocupacin infantiloide, se obstinaba en
torturar. Resignado, apag el cigarrillo recin encendido sobre
la repisa de la ventana que comunicaba su habitacin con el
patio. Haca casi un ao que se haba mudado con Aargau a esa
casa y todava no lograba acostumbrarse a su arquitectura sui
generis. La construccin primigenia, segn el muchacho
sonrisa Discepoln que haban mandado los de DAmelio
Propiedades para tasarla, databa de principios de 1900, o sea, se
caa a pedazos de vieja. Originalmente de una sola planta,
inquilinos sucesivos haban ido subdividiendo el espacio hasta
convertir esa hermosa casa de principio de siglo en un adefesio
amorfo, con dos pisos sumidos en una eterna media luz, huecos
comunicantes sin ton ni son, escaleras que apenas se mantenan
en pie, cerramientos mugrientos y ventanas que no
funcionaban. Pero era barata, de manera que permita volver
realidad el sueo de la emancipacin a los veintipico sin tener
que pedirle nada a nadie.
Carlos se puso ambas manos en la nuca y sonri al pensar
que l, sin ayudas de ninguna especie, haba logrado lo mismo
que la mayora de sus compaeros de secundario, si no ms. Al

MODOS DE ASEDIO

fin y al cabo, cuntos podan vanagloriarse de una


autosuficiencia econmica como la suya? Viva solo esto es,
emancipado de sus padres, trabajaba, se mantena. Lo nico
que faltaba en su vida, como en las peores pelculas de
Hollywood, era el amor. Desde su juventud ms juventud,
siempre haba preferido las relaciones casuales a los
compromisos pseudomatrimoniales, vienen mis viejos,
tendramos que comer con ellos el domingo, no te molesta,
no? La libertad de espritu que le daba saber que todos los
das tenan nombre de mujer de mujeres diferentes le
gustaba ms de lo que l mismo poda explicar. Pero ahora, de
pronto, todo cambiaba. Despus de la llamadita, se volva
evidente que hasta ah haba cambiado de mujer como de
pauelo porque Aargau estaba junto a l, como siempre, como
el da en que se haban conocido.
Cada uno haca su vida, sin embargo. Ninguno de los dos
se atreva a plantear abiertamente la posibilidad de una
relacin que incluyera el sexo de postre. Querer transformar
esa amistad en algo ms comportaba, para Carlos, algo
pecaminoso, prohibido e indecible. Cobarde de una cobarda
aprendida en los golpes de la vida, l prefera pjaro en mano,
al menos en lo que respectaba a Aargau, porque esa relacin
era, tal vez, lo nico de su vida que no estaba dispuesto a
apostar, lo nico sagrado en su existencia de no creyente
convencido.
Por ms que lo despreciara en otros aspectos, a causa del
orgullo que le causaba ganar mucho y comprarse vaqueros
Levis y camisas Hugo Boss, de pronto entenda la
desesperacin de hombre traicionado que Ringkler le haba
escupido frente a un maxikiosco abierto las veinticuatro horas,
mientras la cerveza, que no alcanzaba para despacharlo, lo iba
mareando poco a poco, hasta volverlo inofensivo, hasta dejarlo
calmadamente triste, cachorro abandonado una maana algo
fra en la ciudad de Buenos Aires.

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El festejo comenz bien, todos contentos porque cuando


la novia de Ringkler cumple aos, Ringkler tira la casa por la
ventana. Puro orgullo del anfitrin, que se saba poseedor de
la causa material de miradas masculinas vuelta y vuelta, no
exista peatn que se privara del panorama bamboleante de
semejante pedazo de feminidad. Los amigos y amigas de
siempre, con el nimo de pachanga y alcohol habitual, se
mecan al ritmo de Caetano Veloso mientras emitan opiniones
autorizadas respecto de ciertas galletas endrogadas que
circulaban en platos marrones de cermica. Ringkler pareca
contento, se rea fuerte y hablaba con ganas, siendo el dueo
de casa se senta responsable del nivel de diversin
experimentado por los presentes y sobre todo por su novia,
que circulaba agarrada a una copa de cristal llena de vino
chileno de calidad superior. Entonces, sin aviso previo de
ningn tipo, ramos pocos y pari la abuela. Aparece en la
puerta con cara de inocencia comprada en un todo por dos
pesos un tipo que nadie conoce. Un metro setenta y cinco
irrumpe en esa reunin slo apta para iniciados, quin es,
nadie sabe, hasta que la Orelli se le acerca crispada como
escoba usada, qu hacs ac, ests loco?, pero l quiere que
esa situacin se termine, no soporta ms la clandestinidad,
clandestinidad, dijo?, este tipo no respeta nada, yo quiero las
cosas claras, decidite, o l o yo. Esto, ni en el cine, vieja.
El cigarrillo recin encendido y sin embargo ese maldito
dolor en la espalda, barrio de los pulmones, una lstima, lo
voy a tener que apagar. El cenicero, haba uno en forma de
boca Rolling Stone pero sin la lengua, no apareca por ningn
lado, de manera que la punta encendida del cilindrito se
estrell con violencia contra lo que hubiera sido el marco
inferior de la nica ventana de su habitacin, si su cama no
hubiera estado ubicada junto a un simple agujero, abertura sin
aspavientos ni aspiraciones, que daba a un patio rooso de
baldosas coloradas.

MODOS DE ASEDIO

Si algo bueno haba surgido de la irrupcin de Jos


Tffenwies en la fiesta de Ringkler, haba sido la comprobacin
de que, tal como lo vena sospechando desde haca un tiempo,
a Carlos le resultaba imposible emborracharse. No poda, eso
era todo. Tomara un vaso de cerveza o dos botellas de whisky,
para l nunca llegaba el ansiado momento de la prdida de
conciencia, de la verdad, del ser uno mismo sin disfraces ni
mscaras. Esto lo frustraba sobremanera porque a veces senta
fervientes deseos de ser sin darse cuenta. O de no ser, que
viene a ser lo mismo.
Porque cuando Ringkler quiere, sabe ponerse pesado, la
Orelli le pidi por favor que se lo llevara para que no ocurriera
una desgracia. Esas fueron sus palabras, y este servidor,
comprendiendo la gravedad de la situacin, tom al animal
que pataleaba, forcejeaba y gritaba con cara de asesino serial
de los sobacos y lo arrastr fuera del departamento, ascensor
abajo, diez cuadras de insultos y escupitajos hasta un kiosco de
turno, en donde tuvieron el buen tino de venderles Quilmes
tras Quilmes hasta que Ringkler se calm y termin
acurrucndose contra Carlos, los dos sentados en el cordn de
la vereda intentando ver alguna estrella, pero no, imposible,
entre el smog y las luces, no haba manera.
Lo de Carlos haba sido una bronquitis con
complicaciones. Una bronquitis que se haba transformado en
neumona. Mi primera internacin, deca l con un orgullo
idiota, al recordar esos das de lectura, caldo de esprragos y
enfermeras sigilosas. La tragicomedia se desat una maana en
que se despert porque el aire se perda en el camino y no
llegaba a sus pulmones. La boca abierta y un ruido de
secadora-batidora desesperada: se ahogaba. Como tantas otras
veces, fue Aargau quien acudi al desolador llamado de su
cuerno de caza, pidiendo a la prepaga que mandara una
ambulancia, hablando con paramdicos y doctores y, en fin,
acompandolo en la clnica.

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Al cabo de unas semanas, Carlos estuvo repuesto. Las cosas


volvieron entonces a la tranquilidad de siempre. Asustado por
su primera experiencia hospitalaria, durante un tiempo se limit
a la mdica suma de cinco cigarrillos por da, pero con el paso
de las semanas, un viejo sentimiento de invulnerabilidad se
apoder de l, de cinco pas a diez, de diez a veinte y de veinte
a todos los que le permitiera la economa de su bolsillo. Y
ahora, de nuevo, ese dolor de pulmones que no lo dejaba estar.
Al cerrar la puerta, Carlos le aconsej a la Orelli que para
cuando Ringkler volviera, o tuviera preparada una excusa a la
altura de las circunstancias o no estuviera. Si quers te pods
quedar en mi casa, le dijo (para algo haban sido lo que haban
sido antes de que Ringkler apareciera en la foto), por eso no te
hags drama. Cuidate, nena, la Orelli cerr la puerta y listo. El
ascensor se llev los gritos que Ringkler misturaba con
espumarajos salivosos de un blanco clara de huevo mientras la
Orelli peda a la concurrencia que se retirara en orden y con
distincin porque ella tena un asunto que atender.
Carlos nunca hubiera dedicado a una bronquita entre
casados ms de dos minutos de su tiempo reflexivo. O se
separan o se casan, le dira despus a Aargau haciendo gala de
su poder de sntesis. Pero esta maana, la llamada lo pona de
cara a una realidad irrecusable: a sus das les faltaba algo. Detrs
de su formidable entusiasmo por el sexo casual, el trabajo y el
estudio se agazapaba un hueco vastsimo. No era que el
apercibimiento de ese pozo sin fondo fuera algo nuevo en su
vida. Al contrario, desde el despertar de su deseo sexual saba
que algo no funcionaba como l quera. Conciencia de que no
obtena el amor que buscaba como se tiene conciencia de que
un da va a ser bye bye life, bye bye happiness, es la muerte la
que llama por el portero elctrico.
La ceniza unida a la punta iluminada del cigarrillo,
pfffssshhh, se estrell contra la repisa del hueco que hubiera
querido ser una ventana con un estrpito beb. Frente a Carlos,

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una morocha ms bien bajita se arreglaba la tela interior de los


bolsillos del vaquero y le preguntaba si quera que prendiera la
luz. Carlos prefera seguir como estaba, de modo que le hizo
que no con la cabeza y puso en el piso los libros que apolillaban
sobre su cama para que Julia pudiera sentarse.
Soy todo odos. Contame. Explicame que quiero
entender.
La morochita, un metro sesenta y cinco, seas particulares:
ninguna, se cruz de piernas y se encogi de hombros. No
haba nada que explicar. Estaba enamorada. Quera estar con el
hombre que le haca sentir que por fin su vida haba
comenzado, que el tiempo que pasaba no era parte de una
rutina ni tampoco tiempo tirado al tacho, era tiempo que estaba
siendo usado.
Por fin siento que no vivo por inercia, porque existo, sino
porque cada da me levanto con ganas de saber qu va a pasar
en las siguientes no s, diecisis, dieciocho horas.
Dijo que por primera vez se senta llena de fuerza y
curiosidad por el mundo que la rodeaba. Quera conocer,
enterarse, quera trabajar, hacer cosas, cmo decirlo, senta que
haba despertado luego de un sueo de aos.
Carlos asenta con los ojos entrecerrados, al tiempo que se
balanceaba hacia adelante y hacia atrs rtmicamente. Quiso
saber si no le pareca egosta de su parte desentenderse de todo
y salir corriendo detrs de un tipo al que casi no conocs, que
no te da ninguna seguridad, porque en el fondo ni siquiera
tens la certeza de que te corresponde, quiero decir,
seguramente te quiere, pero cmo estar segura de que te quiere
en la misma medida en que vos lo quers a l?, y esto sumado
a que, incluso si l te quiere como vos lo quers a l, no tienen
ninguna seguridad de que la relacin vaya a funcionar,
entends lo que te estoy diciendo?
No, la morochita no entenda. Carlos se esforz por ganar
claridad. Lo que l quera saber era si no le pareca egosta

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jugarse con esa tranquilidad de espritu por una relacin que


bien poda ser el resultado de un capricho o del aburrimiento o
del cansancio producido por la rutina cotidiana. Y si todo iba
mal? Entonces tu familia va a tener que consolarte y abrigarte
en las noches fras, y ayudarte a salir del agujero negro, o no?
Qu pasara si todos hiciramos como vos, eh? Pens un poco:
Kant, el imperativo categrico, sas no son pavadas, che.
Pero a ella, espalda contra la pared, rodillas al pecho, Kant
le importaba un carajo. Ya lo dijo Arlt, la felicidad del hombre
y de la humanidad no me interesan un pepino, pero en cambio
el problema de mi felicidad me interesa enormemente. Sabs
cul es la diferencia entre vos y yo, Carlos? Que a m no me
importa si voy y me va mal y me tengo que volver. Espero que
no, espero que vaya todo bien, toco madera (y en seguida se
inclin para rozar con los dedos el soporte de la cama), pero si
yo me estuviera equivocando y no nac para l y l no naci
para m, estoy dispuesta a sufrir las consecuencias. Quiero
decir, para comprar cualquier cosa hay que tener con qu pagar,
siempre hay que dar algo a cambio. Entonces, digamos que yo
ahorr, fui prudente y responsable y considerada y ahora todo
eso que junt, lo quiero gastar. Pero cmo pods estar segura,
quiso saber Carlos mordisquendose la ua de su ndice
derecho, cmo pods estar absolutamente segura de que sents
lo que sents a causa de l y no por otra cosa. Porque lo estoy,
Carlos, le dijo ella. Mir, si vos no cres en el amor amor, rayo
que te parte los huesos y te deja estaqueada en la mitad del
patio, yo no te voy a convencer. No s, yo siento eso y como
puedo, voy a ir a buscarlo y a vivir con l y que pase lo que
tenga que pasar.
Carlos estir las piernas a lo ancho de la cama. Quera seguir
preguntando, pero la morochita ya se levantaba, se arreglaba la
tela de los bolsillos del jean y lo saludaba con la mano. Me
tengo que ir, despus nos vemos. Le aviss a Aargau? Me
hacs ese favor? Carlos le hizo que s con la cabeza. Gracias, no

MODOS DE ASEDIO

sabs cunto te agradezco. Cundo le vas a decir? Hoy, en la


comida. No s quin me manda a m a quedar siempre en la
mitad de estas cosas, che. Es que sos un amor, Carlos, le dijo
ella, al tiempo que se inclinaba sobre la cama y le daba un beso
en la mejilla. Una de sus manos se apoy sobre el pecho de
Carlos que, al sentir la presin, tosi sin ganas y apag el
cigarrillo contra la repisa de lo que no era ms que la idea
inconclusa de una ventana.
Lo que preocupaba a Carlos esa maana era el hecho de
saberse incapaz de un acto como el de su visitante. En lo que
llevaba de trasegar cotidiano, de meta y meta vivir, no se haba
cruzado nunca con nadie que lo inspirara lo suficiente como
para dejar todo lo que siempre haba conocido y desembarcar
del otro lado del mundo (fuera donde fuera), sin un peso en el
bolsillo ni direccin alguna a la que acudir en caso de
problemas, sin una ocupacin cierta, sin seguridades de ningn
tipo, sin sin, todo para estar junto a una persona, para que sus
dos tiempos se convirtieran en uno solo.
Masajendose el pecho con desgano, Carlos pens que su
mala fortuna amorosa llegaba a tal punto que, por ejemplo,
nunca haba conocido a nadie que le hiciera pensar en la
posibilidad, siquiera remota, de alejarse de Aargau. De hecho,
si algo tena claro desde que se haban conocido, era que su
amistad constitua un sine qua non para seguir adelante, nica
relacin segura en un mar de posibilidades variables. Ni
siquiera en tiempos de la Orelli como le deca l para que se
sintiera un poco Ornella Muti se haba planteado la
posibilidad de terminar la sancta convivencia que llevaba
adelante con Aargau para mudarse con quien por ese entonces
crea era l mismo hecho mujer. Ni con la Orelli, ni con
Carolina Jasminweg, ni con Simona Saatlenzelg, ni con Cora
Moosacker. Ninguna de las relaciones que haban excedido la
apasionada noche de sexo ocasional lo haba hecho pensar en
un cambio de vida radical.

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Las manos debajo de las axilas, la mirada fija en el vano de


la puerta y Simona entr pavonandose en la habitacin, segura
de que Carlos la quera ms de lo aconsejable para un almita
escptica como la suya. Era enorme y hermosa, un volcn
rubio que circulaba por la ciudad sin ms aspavientos que unos
vaqueros verde agua gastadsimos, una remera negra escotada y
un par de tacos. Es que a m me gustan las mujeres bien
puestas, pens Carlos, sobndose la panza con un ademn
circular. Con todo abundante y en el lugar indicado. Simona se
sent a su lado y, como en los tiempos en que l todava
pernoctaba en la casa que ella alquilaba en San Telmo, llev su
cabeza a la falda de la recin llegada, rincn que adoraba porque
le permita una inmejorable panormica de los accidentes
orogrficos delanteros de Simona, Andes liliputenses que
Carlos amaba con amor verdadero.
Simona era hija de padre alemn y madre fantica de
Sophia Loren, hechos que explicaban tanto la altura de la
vstaga como su nombre, de inspiracin italiana. Desde chica,
su vocacin haba sido el canto y, si bien su madre se encarg
de llevarla a que audicionara para los cursos del Coln cuando
todava no saba cantar ms que Qu linda manito que tengo
yo, con el correr del tiempo Simona prefiri el sentimiento
del blues a la rigidez del canto lrico. Su apostura
imponente y la inquebrantable confianza que tena en s
misma no slo la hacan una mujer notable, sino que adems
le permitan ganarse el pan alternando recitales de tango en
bares de barrio con participaciones en las versiones
nacionales de musicales extranjeros como Cats, La bella y la
bestia, Chicago o Cabaret.
A los 27 aos, luego de mucho trasegar, logr el sueo de la
casa propia. Alquilada, pero ms suya imposible, Simona dej
el hogar paterno rumbo a tres habitaciones, un patiecito
techado, terraza y cocina diminuta, ubicados en el barrio de San
Telmo. El da que se mud, peg con cinta scotch en la puerta

MODOS DE ASEDIO

del bao un poster tamao natural de Martn Palermo


llenndose la boca de gol, porque la presencia palpable de
Boquita, segn ella se encargaba de informar a todo aqul que
se interesara por la decoracin, la haca sentirse en su casa en
cualquier lugar.
Tranquila por naturaleza y optimista a ultranza, militante del
Dios proveer, la nica preocupacin de Simona eran las uas
de sus pies, que haban comenzado a pudrirse de manera
progresiva cuando, a pocos das de haber cumplido los 21, se
subi por primera vez a un vehculo para estrenar el registro de
conducir que haba obtenido la vspera. Pasarle no le pas nada,
ni sa, ni ninguna de las veces siguientes. Slo protagoniz los
tpicos choquecitos pavotes: estrolarse de punta contra un taxi
al verse encerrada por un colectivo, subirse al cordn aterrando
a una peatona de aos al intentar una maniobra de
estacionamiento demasiado briosa, hacer moco el parachoques
delantero al estrellarlo contra el bal de un Gol gris por andar
distrada cantando a todo pulmn Harto ya de estar harto, ya
me cans y no percatarse de que el semforo estaba rojo y, por
lo tanto, todos los autos que la precedan, quietos. O, en fin,
entregarse a un voluptuoso giro de ciento ochenta grados en la
9 de Julio, altura del edificio de Obras Sanitarias, al intentar
detenerse frente a un intempestivo cambio de luz semafrica
con el asfalto resbaloso, consecuencia de una gara que vena
cayendo desde la madrugada. Y sin embargo, sus pies,
evidentemente ms asustados que ella a raz de sus proezas
automovilsticas, haban contrado, primero una dishidrosis
sospechosa, despus una sequedad drmica inaguantable y, por
ltimo, hongos en las uas. No hubo zapato, zapatilla o
sandalia que los hiciera cambiar de idea, cada da se le fueron
pudriendo un poco ms. Por eso, para Simona, todo tiempo
pasado haba sido de uso indiscriminado de ojotas, mientras
que en el presente, la nica manera de disimular la insurreccin
de sus uas era recurrir al esmalte rojo rabioso o negro boca de

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lobo, dependiendo de la ocasin. En la playa, por ejemplo, ya


no usaba chancletas, sino alpargatas, cosa que le provocaba una
tristeza enorme. No poder mostrar sus pies, flacos y largos,
verdaderamente aristocrticos si no hubiera sido por, la pona
de mal humor.
Fue un da de esos, mufa por arriba, mufa por abajo, mufa
por todos lados, que Carlos y Simona se conocieron. Ella, de
vacaciones en Pinamar desde haca una semana, interpretaba
los grandes xitos de Bandana y Gamberro frente al mejor
restaurante de la ciudad, el Paxapoga, para pagar su parte del
dos ambientes que haba alquilado junto con dos amigas a
doscientos metros de Bunge y Libertador, y tener lo suficiente
para salir de noche. En eso pas Carlos, bermudas hasta la
rodilla, remera azul, sandalias, pucho colgando de los labios,
barba de poeta trasnochado, libro bajo el brazo, chofer, por
favor pare, me bajo ac, cincuenta pesos en el estuche de la
guitarra, mirada de soador, te invito a tomar una cerveza. El
talante feminista de Simona, yo me pago todo desde que tengo
18 aos, no pudo evitar, sin embargo, sentirse halagado por la
caballerosidad de ese extrao que, por otra parte, coincida con
su ideal masculino fsico-psicolgico y entonces, claro, en un
minuto me olvido de la mala sangre que me hace agarrar el
idiota de mi novio, ex, ex novio, hablemos con propiedad,
canto una ms y vamos.
Poco tiempo transcurri desde esa tarde al da en que Carlos
tuvo el gusto de conocer la casa de Simona en San Telmo.
Fotos pegadas en las paredes con cinta scotch o clavadas con
chinches, agarradas con clips, apoyadas encima de los estantes
en los que discos long play, CDs, cassettes, libros y revistas
socializaban con libertad, pequeas esculturas bolivianas de
madera, dibujos a la acuarela y algn que otro cuadro, el silln,
la mesita diminuta, todo llamaba la atencin de Carlos que, por
aquella poca, ansiaba la independencia domiciliaria ms que
cualquier otra cosa.

MODOS DE ASEDIO

Y entonces, lo de siempre: dos meses de sexo


desenfrenado, maana, tarde, noche, medioda, medianoche,
tres, cuatro hasta cinco veces por da, y de ednicas
tranquilidades poscoito, situacin tan desconocida para Carlos
que en un momento lleg a preguntarse si eso no sera la
felicidad. Y era, noms. Lo comprendi el da en que Simona,
explicndole su necesidad de espacio, su deseo de vivir sola, el
fastidio que le provocaba encontrarlo a todas horas zumbando
a su alrededor, le pidi que la entendiera, metiera violn en
bolsa y se mandara mudar. Fine. Despus, alguna llamada
aislada, alguna felicitacin de cumpleaos, alguna visita
ocasional, pero ya se trataba del eplogo, la nota al pie, colofn
construido mayormente alrededor de un para Carlos
doloroso si te he visto no me acuerdo.
Adems de una angina cinco das con treinta y nueve grados
en la axila izquierda, dolores corporales mltiples y horribles
dificultades para deglutir, la necesidad de espacio de Simona
condujo a Carlos hacia un gusto tal vez demasiado vehemente
por la marihuana. Su crnica escasez de fondos, por otra parte,
lejos de inclinarlo hacia la contemplacin filosfica de las
ventajas de la moderacin, lo llev ms bien a sobrevivir a base
de inteligencia. As fue cmo la avivada se convirti en un
medio de sustento tan factible como cualquier otro. Carlos el
mano larga, Carlos el raterito, Carlos el si vos sos un gil, yo no
tengo la culpa. Bares, cines, Mc Donalds, colectivos, colas de
banco, en cualquier lugar podan aparecer esos pesos que de
eso estaba seguro, le servan ms a l que a su albacea
originario. Donde aparecan a ms y mejor era en la
universidad. Los estudiantes, confianzudos como ellos solos,
ayudaban a la casualidad de manera extraordinaria.
Con el cigarrillo entre los dedos, los pulmones llenos de
humo y una sonrisa pcara, bien est lo que bien termina,
Carlos sinti un dolor en la espalda y exhal largamente. Apag
el cigarrillo contra la base del boquete y se esforz por

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distinguir las manchas de humedad del techo en la


semioscuridad matutina de la habitacin.
Mala suerte haba sido lo suyo aquel medioda de primavera
en que la rubia tarada entr al aula y lo encontr revolviendo
con una concentracin pocas veces vista un bolso ajeno. Yo
saba! Lo saba!, vociferaba ella y Carlos, desconcertado, cara
de yo no fui, tan aturdido que no atinaba a dejar la billetera que
tena en la mano, nunca se le haba pasado por la cabeza que
pudieran descubrirlo, si estos son unos giles de pelcula,
Chorro de mierda! No te da vergenza, hijo de puta?, y de
pronto la conciencia de la gente, veinte, treinta personas, todas
conocidas, compaeros de clase, hola, chau, cmo ests?, un
murmullo in crescendo, exclamaciones, rostros desencajados,
Carlos con la billetera, Carlos estudiante, Carlos estudiante
destacado, Carlos y su beca, hasta que de pronto:
La gran puta que los pari a todos! Aargau no
acostumbraba usar malas palabras, de manera que cuando lo
haca le salan modismos que Carlos llegara a encontrar
hermosamente expresivos. Qu carajos pasa ac? Cerr el
pico, histrica. O la calman o aterriza en el Borda sin escalas del
golpe que le voy a dar.
Aargau peda que abrieran cancha. Aargau avanzaba por
entre la multitud repartiendo codazos y puntapis. Aargau
insultaba porque tena derecho, porque la billetera que Carlos
todava tena en su mano, era la suya. Al llegar frente a l y
mirarlo, Aargau vio a un Carlos perdido, avergonzado, un
Carlos sin beca, Carlos queriendo volver para atrs, pero
comprendiendo que ya era demasiado tarde y entonces,
contra todos los pronsticos, le tir una cuerda. Se ri y dijo
que se trataba de un malentendido. Ellos eran amigos,
compartan mucho ms que los cigarrillos y las charlas de
caf. No como otros, y mir a la rubia que haba empezado
todo el escndalo, que se cuelgan la amistad como la
escarapela, una vez al ao.

MODOS DE ASEDIO

Las manos acariciando los hilos de la colcha, los ojos


cerrados, Carlos se pregunt una vez ms porqu Aargau lo
haba ayudado. No se conocan ms que superficialmente, no
tena porqu y sin embargo, lo haba hecho. Despus del
episodio, en todo caso, Carlos se resign frente al hecho de que
no estaba en su naturaleza convertirse en un drogadicto de
respeto y volvi a sus los de polleras, tal vez no tan
contestatarios, pero s mucho ms tranquilos. Puro placer,
como sola decir l mismo.
Puro placer para vos, le aclar desde la silla que estaba junto
a la barra de metal en la que Carlos colgaba su ropa una
muchacha ms bien alta, pero encorvada, pelo corto negro,
ojos claros. Puro placer para vos, porque para los dems, para
m, por ejemplo, no fue nada placentero enterarme. Fue ms
bien desagradable. Porque, bueno, que no fuera la nica en tu
vida, todava, pero tenas que estar saliendo con otras dos ms
al mismo tiempo? Qu pretendas? Qu buscabas, Carlos?
Contest, decime. Carlos, el cigarrillo todava en la boca, los
ojos convertidos en una ranura marrn, exhal cansado. El
sexo era el problema. Una timidez imbancable era el problema.
La eterna disyuntiva entre el violn y la vida, la vida o el violn
era el problema. Carolina Jasminweg era una hermosa mujer,
esto Carlos lo reconoca sin inconvenientes, tal vez un poco
aniada para su gusto, es verdad, pero en lneas generales
agradable. Conmoverse de esa manera a causa de unas cuantas
notas torcidas en un concierto de domingo a la noche en una
escuelita de barrio, no s, a Carlos le pareci de una dulzura
notable. Tena que conocerla, de manera que con un pauelo
sucio en la mano avanz hacia ella, no llores, che, si te sali muy
bien, no te preocupes que nadie se dio cuenta de nada.
Carolina, aferrada al estuche de su violn, le sonri con timidez
y acept su invitacin a tomar una cerveza por ah.
Estirando las piernas sobre la cama, Carlos observ a
Carolina con detenimiento. Desde el cuello hacia abajo,

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empezando por los pechos, no demasiado grandes, pero


firmes, terssimos, para acariciar y besar, la panza, linda, las
piernas, largas y firmes, ms anchas en la parte de arriba, en
donde una mata de pelo desordenado alborota el deseo. El
culo, aunque aplastado contra la silla, poda adivinarlo
abundante, una gloria de dadivosidad. Carolina era una
hermosa mujer, pero tan cerrada frente a cualquier novedad,
tan amante de la rutina, jams una mano en una zona
inconveniente, nunca una fantasa ertica para compartir,
nunca un s, toc ah que me gusta. Pasada la emocin primera,
Carlos pronto se dio cuenta de que hacer el amor con ella era
ms aburrido que lavarse los dientes a la noche. Y claro, por
ms que comprenda que Carolina no lo haca a propsito, que
el dilema de si dedicarse a la msica como el resto de su familia
o a lo que ella consideraba la vida (ser secretaria o
telefonista) la paralizaba, termin por cansarse y mandarla a
frer churros. Que en el momento de la ruptura l se
encontrara frecuentando a otras dos seoritas, no fue ms que
una casualidad. Sobre todo porque a una de las dos la dej
tirada por ah poco despus, harto de las mujeres deprimidas
de profesin.
Cora Moosacker, linda no era, pero s interesante, al menos
al principio, y adems poeta, cosa que atraa a Carlos
sobremanera. La haba conocido en el Centro Cultural Ricardo
Rojas, una de las noches de La voz del erizo, ciclo de lecturas
poticas dirigido por Delfina Muschietti. Cora ley un poema
suyo menjunje inenarrable, record Carlos reacomodndose
en la cama y a la salida pas a saludar al muchacho que lo
haba convencido de que lo acompaara porque no te pods
imaginar lo que son esas reuniones. La relacin comenz esa
noche y muri poco despus. Hija nica de padres psiclogos
o psicoanalistas, la cuestin nunca le haba quedado clara, Cora
result una neurtica inaguantable. Pesimista y depresiva como
pocas, Carlos termin aconsejndole que se comprara un perro

MODOS DE ASEDIO

y le pidi que, por favor, no lo llamara ms. As que, ves?, es


como si te hubiera engaado con una sola, porque la otra no
vale la pena ni contarla. Sos un turro, opin Carolina haciendo
puchero en una esquina de la habitacin. Los dems no te
importan nada, no?, te dan lo mismo, agreg levantndose de
la silla, tomando el estuche del violn y saliendo por la puerta
de la habitacin, siempre abierta para los amigos. Carlos le hizo
chau con la mano. Poco a poco, la pieza comenzaba a
iluminarse con los rayos de sol que filtraba el cerramiento del
patio. Carlos se dispona a tomar Zama cuando de pronto oy
el timbre de calle. Cmo estamos hoy, pens mientras dejaba la
cama con un disgusto notable. Arrastrando unas pantuflas
azules que le regalara su abuela para su cumpleaos nmero 18,
lleg a la puerta y le abri a la mujer que haca sonar
rtmicamente sus uas contra la pared. Nena, te parecen stas
horas para una visita?, ay, ya lo s, disculpame, che, pero
necesito hablar con vos. Camino a la pieza, Carlos le ofreci
algo para tomar y la Orelli quiso un mate. Bueno, hacelo, en la
cocina est todo, yo voy un momento al bao. Ah, y no le
pongas azcar, odio el mate dulce. La Orelli dej su bolso
sobre la silla que momentos antes haba ocupado Carolina y se
dirigi a la cocina. Puso a hervir agua en una pava de ocho
pesos, puro aluminio patrio, abollones por todos lados, prdida
en el pico, imposibilidad de hacer coincidir la tapa con la
obesidad metlica del cuerpo, tom el porongo de debajo de
una pila de platos y vasos sucios, lo enjuag, lo llen con Cruz
de Malta, sumergi la bombilla en el verdor seco, abri la
canilla de agua fra e inund el mate hasta casi el tope. Chup
hasta vaciarlo y, satisfecha, se dispuso a esperar a la pava. Falta
mucho?, pregunt Carlos camino a la habitacin. No, ya casi
estaba. La Orelli meti el agua caliente en un termo de metal
que haba sobre la heladera y lo sigui. A ver, Orelli, decime
qu se te ofrece. Qu puedo hacer por vos, adems de
emborrachar a tu novio, convertirme en el nico testigo de su

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desolacin infinita y convencerlo de que, si lo engaaste, fue


sin mala intencin? Qu guacho que sos cuando quers, che.
Orelli le ofreci el primer mate. Carlos se lo acept y, antes
incluso de la primera chupada (chupada profunda,
confianzuda, chupada e gaucho matrero, pens Carlos) sinti
que retroceda en el tiempo, que el pasado, gracias a Proust,
volva a instalarse en el presente. De pronto, esa maana era
una de las tantas que haban seguido al caluroso mircoles en
que Carlos vio la pelirrojidad impactante de la Orelli esperando
el 126 a escasos doscientos metros de la Casa Rosada. A pesar
de que un amigo lo esperaba en Gerrn para almorzar, Carlos
no pudo menos que acercarse. Tu nombre, decime tu nombre,
es lo nico que quiero saber, te lo juro. Qu te cuesta? Dale,
no te hags la antiptica, que te sale mal. Qu linda sos, te lo
digo con todo respeto. Decime tu nombre, dale, si no, bueno,
pasame tu nmero de telfono, es lo mnimo que pods hacer,
mientras la Orelli, el ego por las nubes, sonrea muerta de
placer, a m los hombres se me tiran encima, yo cruzo y los
autos se paran, deseos encochetados que se embotellan, seal
de que yo tengo para elegir, de que yo, a diferencia de la mujer
argentina media, puedo darme el lujo de decir: no.
El 126 doblando por Pern, la Orelli sonriente, disculp, yo
me tomo ste, Carlos yo tambin, qu te creste, me voy a
tomar todos hasta que me des tu nombre y tu nmero de
telfono, te voy a seguir hasta que entiendas que yo soy
diferente, que el resto de los hombres no es ms que un reflejo
defectuoso de mi carisma insuperablemente encantador. La
Orelli rindose de la falta de modestia, y l: sabs que es verdad,
o no? No es verdad? Y as siguieron, Carlos entregado al
ejercicio desenfrenado de su labia, la Orelli abandonndose con
placer al cortejo de ese joven estrafalario pero interesante. El
desenlace se dio en las inmediaciones de Carlos Calvo y
Mrmol, barrio de Boedo, ella tena que bajarse y entonces,
bueno, est bien, me convenciste, te doy mi nmero, tens

MODOS DE ASEDIO

para escribir?, alegra de Carlos que produjo una Bic negra y el


reverso de su boleto, no me vas a dar un nmero falso, no?,
para eso no me des nada, te prevengo, s honesta, si no me lo
quers dar, bueno, pero no me hags ilusionar y despus resulta
que me atiende la enfermera jefe de una residencia para
ancianos esclerticos. Pero no, nene, quedate tranquilo es el
mo, vas a ver, bueno, te creo, te creo, tens cara de que se
puede confiar en vos, te llamo y salimos el viernes? Tal vez, ya
vamos a ver, yo te llamo y vas a ver que salimos. S, en fin, chau,
me bajo, dame un beso por lo menos, che, si ya somos
prcticamente ntim La Orelli bajando por la puerta de atrs
y Carlos, el boleto escrito en el bolsillo del pantaln,
saludndola con la mano, no te lo puedo creer, ya, las dos
menos cuarto? Antonio me va a matar, lo plant, me mata,
ahora s que palm, me manda un escuadrn de la muerte a que
me busque y me aniquile. Y bueh, yo me bajo en Avenida de La
Plata y me tomo el subte de vuelta hasta plaza de Mayo y de ah
hago la combinacin y en dos minutos le explico lo que pas y
todos volvemos a ser una gran familia feliz.
Incluso con todas las predicciones en contra, Carlos y la
Orelli formaron una pareja que funcionaba. Amantes de la
variedad, ambos se engaaban a ms y mejor con terceros,
cuartos o quintos, para terminar descubriendo luego de las
confesiones del caso las mieles de la reconciliacin peridica.
Por ese entonces Carlos ya conoca a Aargau, de manera que la
inestabilidad de su relacin con la Orelli no lo preocupaba. Para
l, que le tena alergia al compromiso amoroso, la amistad era
lo primero, lo ms importante. Poda vivir sin mujeres, pero no
sin amigos. Tengo un taln de Aquiles que ms griego no se
puede, che, reflexionaba un poco avergonzado cuando le daba
por pensar en esos temas. No ser medio gay? La posibilidad
no lo espantaba, desde haca tiempo se haba propuesto ser
pasto verde tanto para la curiosidad como para la
experimentacin. Lo que lo desconcertaba, sin embargo, era el

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enorme placer que el sexo opuesto le deparaba a todo nivel.


Era la mana femenina de la estabilidad, del anillito o el arito o
la salidita cuando uno no est de humor y no quiere ver a nadie,
lo que lo sacaba de quicio. Por eso lo suyo con la Orelli
funcionaba. Mientras la relacin exista, lo pasaba bien,
aprovechaba las bondades fsico-visuales de una mina como
Dios manda, deshinibida y con ganas de probar cosas nuevas.
Cuando se terminaba, tomaba su campera de corderoy color
crema, invitaba a Aargau a tomar una cerveza y se iban al
Centro Cultural de la Cooperacin a conocer ms mujeres
desequilibradas.
Y ahora, de repente, volva a tenerla frente a l, mateando
como antes, una maana cualquiera, con la tranquilidad de
quienes saben que no van a salvar el mundo, ni a cambiarlo, ni
a hacer una diferencia. Ella enamorada de su novio, a pesar del
alrgico a la clandestinidad, a pesar de las dificultades, Ringkler
es la primera persona que quiero de verdad, te lo digo sin
ningn nimo de ofender, lo quiero, no entiendo porqu no
puedo dejar de ser yo por un momento, si s que l no es como
vos, que a l estas cosas le importan. Pero entonces cmo,
pens Carlos, a m no me importan? La Orelli le ofreci un
cigarrillo para poder fumarse uno ella (no, te agradezco, tengo
los pulmones hechos mierda) y Carlos comprendi que la
llamada de esa maana, la morocha yndose a Suiza en pos del
hombre que quera, mandando todo al carajo sin que se le
moviera un pelo, su propia dificultad para sospechar todas las
ramificaciones de semejante gesto, todo volva evidente que l,
de momento, con lo nico que poda contar era con la amistad
de Aargau.

MODOS DE ASEDIO

Dispersada la multitud de conocidos y curiosos, aplacada la


fiera acusadora, vuelto todo a la normalidad de un medioda
primaveral cualquiera, Carlos le agradeci conmovido la
gauchada a Aargau y le propuso un almuerzo a su cargo en
Platn, un bar de Paseo Coln y Giufra, con la Facultad de
Ingeniera de fondo. Aargau acept la invitacin y hacia all se
dirigieron, un poco cohibidos al principio, Carlos sintindose
obligado a un mea culpa que no tena ganas de hacer, Aargau
presa de la curiosidad, por fin alguien diferente, si tan slo le
gustara hablar, tal vez para l es lo mismo, tal vez tambin l
sienta esta incomodidad, este eterno no encajar en ningn lado.
A pesar de las aprensiones, ni bien se sentaron, las palabras
fluyeron sin esfuerzo. Un torrente incontenible que arrastraba
consigo retazos de risas y guios de ojos, sonrisas cmplices,
golpes de puo sobre la mesa, exclamaciones de sorpresa,
miradas interrogativas, cigarrillos, coincidencias y ms
coincidencias, para culminar en un dolor de culo notable al
comprender que eran las nueve de la noche, increble, qu
rpido pasa el tiempo, che, otra vez hora de comer, esta vez te
invito yo, pero a un lugar como la gente, si tens ganas de
caminar, vamos a Gerrn.
Corrientes y Uruguay y la mejor pizza de Buenos Aires
fueron entonces el objetivo de esos dos deseos regocijados por
el encuentro inesperado. Ambos se sentan bien, como si no
hubiera habido dudas de que su lugar era se, uno al lado del
otro, disfrutndose mutuamente, aprovechando cada instante
de una compaa hasta ese momento slo entrevista en sueos.
Cuadra tras cuadra de una alegra novedosa, placer de sentir la
brisa templada que acompaaba ese encajar sin estridencias ni
dificultades, ruidos de la ciudad que con bocinazos y
aceleraciones desbocadas compona una banda sonora acorde a
la placidez que Carlos y Aargau respiraban.
La sensacin de estar bien sin peros ni aclaraciones, de
sentir que viva el presente sin inquietudes, libre de

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aprehensiones por lo que iba a ser o haba sido, fue algo que
Carlos descubri con Aargau. Ese da, por primera vez, sinti
ganas de ser un Scherezado porteo y hablar sin medida ni
trmino, deseo de no hacer nada, pero de a dos, ganas de no
separarse, impactante sensacin de que cuando necesitara,
habra para l una ayuda, una mano, un favor.
La cena fue larga. La conversacin sigui fluyendo como
si el desacuerdo y la incomprensin fueran invenciones de
oficinistas hastiados. Despus de la grande de muzzarella con
jamn vino el postre, caf para Aargau, flan con dulce de
leche para Carlos, que comprenda que el momento de la
conclusin se acercaba de manera inevitable, muchas gracias,
che, de verdad te agradezco la gauchada de esta maana y
adems, qu s yo, pas un da brbaro, hace mucho que no
tena un da as, estoy muy contento de que nos hayamos
conocido, un gustazo, la verdad.
De Gerrn cruzaron a comprar cigarrillos en un kiosco,
tras lo cual Carlos propuso que caminaran un rato, el centro de
noche es increble, sensacin de vaco absoluto, desamparo que
se te mete por los ojos y no se te va nunca ms del cuerpo.
Disfrutando de las furtividades nocturnas, parejas que
atravesaban las calles con rapidez, acordes de msica que
interrumpan la oscuridad en andas de una velocidad que
pronto reconfirmaba el imperio del silencio, los semforos
como pequeas boyas suspendidas en el aire, Carlos y Aargau
avanzaban con tranquilidad a lo largo de veredas sucias, rotas,
usadas. De pronto, un parntesis en la oscuridad y entonces dos
whiskys en un bar de barrio, abierto a esas horas por puro
gusto trasnochador de la familia propietaria. Y as, poco a poco,
Callao se convirti en Entre Ros, Entre Ros esquin con San
Juan para, en fin, rendirse a la evidencia de que eso en algn
momento se terminaba, la temida despedida, y si nunca ms
vuelvo a vivir otro da como ste?, no se puede ser tan imbcil,
escuchame, Aargau, yo te doy mi telfono y mi mail, as nos

MODOS DE ASEDIO

mantenemos en contacto, sera una pena que nos perdiramos,


no te parece? Aargau tambin le dio su telfono, la comodidad
del encuentro era mutua, y quedaron en llamarse. Abrazo
fraterno de despedida frente a la puerta de Aargau, Carlos
sonriente, Carlos bien por primera vez en mucho tiempo,
Carlos cruzando la calle hacia atrs y gritando, llamame, o te
llamo yo, es lo mismo. La pas bien hoy, de verdad, Aargau
saludando con la mano inmvil en alto, desapareciendo detrs
de una puerta blanca que estaba en un mal estado notable.
A los tres meses esa puerta tambin se convirti en la de
Carlos. Diferencias irreconciliables con sus progenitores acerca
del significado del sintagma algo que sirva terminaron por
volver realidad lo que para l era un sueo de larga data. Luego
de una pelea con gritos, insultos y amagos de violencia fsica,
Carlos se dirigi a su habitacin, meti un par de libros en un
bolso, les sum un vaquero y tres remeras, algunos calzoncillos
y medias, previendo la llegada del invierno tom tambin la
campera de corderoy blanco, atraves el comedor levantando
una mano, Hasta la victoria, salud lacnico, baj por las
escaleras (la adrenalina circulaba con demasiado mpetu por su
cuerpo como para permitirle esperar el ascensor), cruz, meti
veinticinco centavos en un telfono pblico y llam a Aargau.
A pesar de ciertas desventajas arquitectnicas y de
ubicacin, Carlos tuvo para su nuevo hogar una adhesin
ferviente y absoluta. Aargau lo ayud a que se acomodara en la
habitacin que hasta ese momento haba funcionado de
comedor diario, y cuya puerta y una medio ventana daban al
patio comn, de baldozas rojizas. Como las pertenencias de
Carlos eran escasas, no hubo necesidad de ms muebles que el
silln cama que estaba ah desde la mudanza de Aargau. La
mesita baja que hasta ese momento haba servido para almorzar
y cenar, la trasladaron al primer piso, en donde organizaron, a
un costado de la biblioteca, un improvisado comedor que, a
pesar de su precariedad, result bastante acogedor.

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Si bien Carlos de momento slo tena lo que se apelotonaba


de cualquier manera en el interior de su bolso, su
determinacin de volver a la guarida del enemigo para
recuperar adems de su biblioteca algo ms de ropa hizo que
Aargau le propusiera una expedicin a Once para comprar un
rack. Barra de metal con ruedas como las de los negocios de
ropa, el rack era mucho ms barato que un perchero y cumpla
la funcin en cuestin igual de bien. Con algunos kilos de Raid
mata polillas, la ropa conservara sin problemas su forma
postsecado y se salvara de desagradables agujeros
consecuencia de la voracidad de esos bichos asquerosos igual
de bien que en un armario de alcurnia.
Una vez que Carlos estuvo instalado, Aargau hizo caf y
pasaron a inaugurar el comedor para discutir sobre cuestiones
econmicas. Acordaron que compartiran los gastos de luz, gas,
electricidad y dems cuentas, pero que la comida, visto que
todava no conocan sus rutinas respectivas, la compraran por
separado para que no se hiciera lo. Pronto, sin embargo, se
sorprendieron prestndose desde la leche a los porotos, yendo
juntos al supermercado y, en fin, ocupndose de mantener
provista la heladera de manera conjunta sin mayores altercados.
Sobre la limpieza ese da no se dijo nada, pero visto que ambos
compartan, tambin, la capacidad de no ver la mugre hasta que
se acumulaba de manera escandalosa, la costumbre termin por
establecer una limpieza mensual (a veces, bimestral) o, en su
defecto, limpiezas parciales llevadas a cabo por el primero que
se sorprendiera frente a la capa de tierra del patio, el color
impresentable del fondo del inodoro o el olor a podrido de la
heladera, la montaa de platos sucios que sobresala de la pileta
o el estado de la cocina en general.
Con Carlos instalado en el ex comedor y lo referente a las
cuentas ya arreglado, Aargau le augur una feliz estada, le
dijo que se alegraba de tenerlo ah y se despidi porque tena
que irse a trabajar. Como la intempestividad de la mudanza no

MODOS DE ASEDIO

les haba dado tiempo a hacer una copia de las llaves, le dej
las suyas en la cerradura, le explic dnde quedaba la
cerrajera ms cercana y le pidi que estuviera a eso de la una
de la maana para abrirle la puerta, porque era cuando volva
de laburar.
Haca tres das que Aargau trabajaba de che, pibe en una
propaganda de Seven Up. Estaba previsto que el rodaje durara
cinco, de modo que con el final de la filmacin cada vez ms
cercano, en el set todo el mundo empezaba a detestarse. Detrs
de las sonrisas de buenas, cmo anda la muchachada? poda
adivinarse la envidia, comenzaban a producirse las zancadillas,
el clsico es tu culpa, pelotudo, si hicieras tu trabajo como
corresponde, esto no hubiera pasado, esas pequeas cosas, en
fin, que hacen de la publicidad un ambiente delicioso y familiar.
Saturado por las exigencias de un director con aires de divo a
quien nadie saba cmo contentar, el equipo no vea la hora de
pasar por la productora a cobrar lo que le corresponda, para
olvidar de forma definitiva la dificultad que entraaba dominar
el escndalo multitudinario de setenta y cinco extras exhibiendo
alegra amistad sonrisas ritmo ropa felicidad energa falsas, todo
porque chicos, ya sali la de doscientos cincuenta centilitros en
botellita de vidrio!
Consciente de la deuda que tena con Aargau, Carlos le
agradeci lo que haba hecho por l ms conmovido que la
vez en que, luego de ocho horas de proyeccin, sali de la sala
Leopoldo Lugones convencido de que era el nico argentino
que haba visto de un tirn todo Berlin Alexanderplatz, no hay,
no puede haber, porteo ms fantico de Fassbinder que yo,
y le inform que esa noche cocinara l. Aargau recibi la
noticia con alborozo dado que por esos das volva tan tarde,
que las energas slo le alcanzaban para sumergir su cabeza en
la bolsa de pan (por lo general, duro) o, si se senta capaz de
afrontar el esfuerzo, en un plato de fideos sin ms aderezo
que sal fina Dos Anclas.

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Esa noche, sin embargo, en lugar de la agradable velada que


Carlos le haba prometido, cuando toc el timbre Aargau se
encontr con que el susodicho no estaba en casa y eran la una
y media y el cansancio era mortal y el hambre, atroz, y pero si
me dijo que. Con la calma de los que comprenden su
impotencia, Aargau tom asiento en el gastado escaln del
zagun y se aprest para una espera que no saba cunto iba a
durar. Menos de quince minutos despus, vio venir a Carlos por
la vereda de enfrente, paso redoblado, cigarrillo en la comisura
de los labios, dos pizzas en la derecha y dos cervezas de litro en
la izquierda, cruce apurado, disculpame, che, no me di cuenta
de la hora, en general no me pasa, pero es que hace tiempo no
estoy tan contento, perdn.
Las llaves, al menos, las haba hecho. No haba sido fcil,
pero la confianza en el triunfo final tras una romera de idas y
vueltas desde y hacia la cerrajera haba podido ms que la
obstinacin de la llave recin nacida, negadora de su destino y
emperrada en no hacer ms que introducirse en la cerradura y
dar una vuelta, sin otro efecto que un cloqueo suave y la
imperterritez de la puerta, igual de cerrada que antes. Tanto le
cost a Carlos hacer funcionar ese maldito pedazo de metal que
cuando por fin pudo desentenderse del asunto, pagarle al
cerrajero y volver en paz a su nuevo domicilio, tuvo ganas de
comentar con alguien el pequeo triunfo, de manera que llam
a Antonio DiVico para ponerlo al tanto de las ltimas
novedades, que eran muchas, y escuchar las opiniones que un
amigo como l, de toda la vida, tena al respecto. Como
Antonio andaba con tiempo, lo invit a festejar lo que
consideraba un triunfo vuelta y vuelta con una salida al cine y
algunas horas de charla de caf. Fellini Roma result como
esperaban fantstica y la alegra de un cambio largamente
esperado, las ganas de hablar, de proyectar hacia el futuro y
censurar el pasado, hizo que ninguno de los dos reparara en la
hora. A medida de que la conversacin ganaba inters, los

MODOS DE ASEDIO

almacenes y supermercados iban cerrando, de manera que


cuando Carlos se dio cuenta de la imposibilidad de realizar la
cena prometida ya era intil suspender la velada, ms bien a la
vuelta pasaba por La Continental y compraba un par de pizzas,
voto renovado de un almuerzo opparo al da siguiente.
Al agotamiento de Aargau el olor de la muzzarella derretida
sobre el jamn un poco endurecido, a harina con levadura y
salsa de tomate, le pareci opiparrrimo, de modo que,
sintiendo cmo se le llenaba la boca de saliva, despej el zagun
y entr detrs de Carlos, que se detuvo un momento a
mostrarle lo bien que funcionaba su llave, si la hubieras visto
cuando me la dio el gordo de la cerrajera, no iba ni para atrs
ni para adelante.
Menos de doce horas ms tarde, Aargau no poda dar
crdito ni a sus ojos ni a su paladar. Las capacidades culinarias
del recin llegado, muy superiores a las de la media, le
provocaron tal asombro que se sinti en casa ajena. Haciendo
gala de su origen, como el noventa por ciento de los porteos,
soy nieto de tanos, Carlos prepar pasta de entrada, carne y
pescado con diferentes ensaladas de platos principales y fruta,
tabla de quesos y dulces de postre. Segn le explic a Aargau
mientras pona y sacaba la mesa, serva vino blanco o tinto
segn el plato y se ocupaba de rellenarle el vaso del agua, su
madre siempre haba sido negada para la cocina, a diferencia
de su abuela, que disfrutaba cantidad aderezando a lo loco en
las ocasiones en que la familia se juntaba. Presa de una
fascinacin paralizante, Aargau observaba cmo Carlos iba y
vena, hablaba, rea, coma, tomaba, probaba todo como si
siempre lo hubiera hecho as. Ambos estaban contentos y
sentan una comodidad agradable y a la vez extraa,
comodidad de personas que se abandonan al placer que se
producen mutuamente.
Un tiempo despus de ese almuerzo inaugural, Carlos
conoci a la Orelli. Decidido a conseguir su nombre y telfono

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se subi al 126 y le calent la oreja durante casi una hora hasta


que ella, toda sonrisas y ojos en blanco, accedi a drleselos. Tal
vez porque no se permita pensar en la posibilidad de convertir
la convivencia ocasional en vida de pareja (pero de todas
formas en las noches de lluvia sobre el cerramiento del patio su
corazn abrigaba una esperanza estrangulada), Aargau no
emiti opinin alguna sobre la conquista, pero cuando la
conoci le advirti a Romeo que la Orelli no era monja de
clausura. Espero que no pretendas que semejante mina te sea
fiel, sentenci oracular mientras lavaba los platos luego de una
cena que la manzana de la discordia haba tenido que
abandonar a la mitad por problemas familiares. Apoyado
contra el vano de la puerta, Carlos se cortaba las uas y se
declaraba convencido de que lo de la Orelli haba sido un golpe
de suerte y quera aprovechar mientras la cosa durara. Aargau
se encogi de hombros, no entenda el origen de esa pasin por
la posesin de cosas vistosas, en la cama son todas ms o
menos iguales, murmur, una concha, dos tetas, una boca.
Un sentimiento extrao se col esa noche en la habitacin
de Aargau. Insomne a pesar del cansancio, pas horas mirando
el techo, tratando de descifrar porqu le molestaba que la Orelli
fuera tan llamativa, tan orgullosa de s misma, tan consciente de
que estaba brbara. O era la manera en que haba acaparado la
atencin de Carlos lo que le produca ese ataque de bilis? La
respuesta era obvia y Aargau lo saba. Sin embargo, presa de un
terror casi patolgico a la mera posibilidad del sufrimiento, con
un profundo miedo a tener miedo, se convenci de que su
amistad era algo precioso y raro, y que lo peor que poda hacer
en un momento como se era sentir disconformidad o
desilusin por lo que, de hecho, era la parte preferida de su
vida. Aargau, entonces, se llen de un sentimiento de
agradecimiento por tener a Carlos a su lado, porque l, de todo
el mundo, era su mejor amigo y consejero y, en fin, algo
parecido a un compaero.

MODOS DE ASEDIO

Con el tiempo, Aargau aprendi a convivir con el


sentimiento de traicin que comenz a copar su vida la noche
de la cena interrupta con la Orelli. Sobre todo porque la
pelirroja inaguantable (cunto ms la conozco, ms tarada me
parece) no era la nica mujer de Carlos, que de manera
intermitente apareca con otras chicas, siempre en plan
cualquiera me viene bien, total no las quiero para discutir sobre
Foucault. Aargau consideraba que semejante actitud era de una
indelicadeza notable para con el sexo opuesto, pero se cuidaba
de comentrselo porque en el fondo prefera la intrascendencia
del montn a la seriedad formal de una sola.
La revancha, satisfactoria pero triste, le lleg al machucado
ego de Aargau una noche en que cen en lo de sus padres y
volvi a su casa alrededor de las tres de la maana para
encontrarse con que todas las luces incluida la del bao
estaban prendidas y que de la radio sala la voz de Norah Jones,
If I were a painter, I would paint my reverie, if thats the only
way for you to be with me. Carlos, acomodado en uno de los
sillones del comedor, lea siguiendo el ritmo de la msica con
un movimiento de cabeza apenas perceptible. Fumaba y haca
todo lo posible por no terminarse la ltima Quilmes que le
quedaba de un paquete de seis. Luego de un saludo en
apariencia carioso, y sin darle tiempo siquiera a dejar la
mochila y sentarse, le comunic que cierto Diego haba
llamado varias veces a lo largo de la tarde. Bah, creo que me
dijo Diego porque la verdad es que el muchacho tiene alguna
dificultad para articular. Es como descordinado, no? Incapaz
de hilar dos frases seguidas. Aargau comprendi que Carlos se
cocinaba a fuego lento en un caldo de celos y sinti placer. Se
esforz por darle una explicacin particularmente confusa
sobre su festejante, viste que a veces la gente especial de
verdad es un poco aparato?, y se dispuso a emprender la
retirada porque tengo un sueo de locos, nos vemos maana.
Apenas fue hacia la escalera para bajar a su pieza, Carlos apoy

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la lata vaca sobre la mesa, dej los cuentos completos de Saer


sobre el silln y, avanzando hacia donde se encontraba Aargau,
le pregunt si alguna vez haba sentido el vaco que implicaba
el cambio constante, como si uno estuviera atrapado en un
fingimiento sin fin, algo as, y si nunca haba pensado en la
posibilidad de cambiar su amistad por otra cosa, un amantazgo,
un noviazgo, qu s yo, hay que tener imaginacin, che, un algo
que, junto con el sexo, acarreara tambin un satisfactorio
sentimiento de propiedad mutua.
Aargau, que no daba crdito a lo que oa, se qued inmvil.
Observando de reojo las latas de cerveza vacas, eligi el
camino fcil y se abandon a la conclusin de que Carlos estaba
borracho. Con cara de todo bien, sea lo que sea ya va a pasar,
le aconsej que se fuera a dormir, el descanso te va a venir bien
para poner las cosas en perspectiva. La falta de comprensin
que supona un comentario idiota como el que acababa de
hacer Aargau hizo que Carlos palideciera de golpe. No, claro,
vos no lo pensaste nunca. Soy yo el que se arruina la vida
dndole vueltas a estas cosas. Y Aargau, incapaz de abandonar
su papel de mquina racional, tengo todo bajo control, temor
de que la declaracin fuera nada ms que obra del alcohol,
cobarde de la cobarda peor, que es la de los cmodos, la de los
que no se permiten ni siquiera ser curiosos, experiment a su
pesar el placer idiota de sentirse en control de s, mientras dos
pasos ms all Carlos se desmoronaba, presa de una idea fija.
A la maana siguiente, ninguno de los dos coment el
episodio. Tampoco lo hicieron en los das que siguieron.
Aargau se imagin que la relacin con la Orelli estara
atravesando un perodo negro, asumi que la responsable de las
sorpresivas declaraciones no era otra que la cerveza y se dedic
a olvidar todo con un empeo y una dedicacin
enternecedores. Carlos, por su parte, entendiendo que si segua
en esa direccin haca peligrar la nica amistad que de ninguna
manera quera perder, termin por alegrarse de la poca

MODOS DE ASEDIO

curiosidad que Aargau demostraba en torno a lo que a l le


haba llevado meses enteros de introspeccin y todo un da de
autoconvencimiento y recoleccin de coraje. Prefiri dejar las
cosas como estaban, no explicar ni pedir explicaciones
tampoco, y enterrar esa noche bajo la multitud de
cotidianidades que Aargau le ofreca compartir en una especie
de solucin barata pero eficaz.
A pesar de lo que crea Antonio DiVico, si te le declars va
a ser peor, la amistad entre Aargau y Carlos no slo no se
resinti, sino que, al contrario, vivi un perodo de
renacimiento. Como en los primeros tiempos, Carlos suspendi
sus salidas nocturnas para ir al cine con Aargau o para quedarse
y cocinar juntos, cenar mirando un video o hacerle compaa
hasta la madrugada frente a la computadora, siguiendo por
sobre su hombro interminables conversaciones de chat. Al
redescubrimiento de las bondades de la sedentariedad
contribuy, en gran parte, la esquivez de la Orelli, que acababa
de conocer a Ringkler y se entretena simulando montones de
cosas que hacer maana, tarde y noche. Carlos, ms aburrido
que preocupado por las veleidades de cambio de su novia, sin
pensarlo dos veces se repleg en la compaa de Aargau y las
veladas conjuntas. Amante del cine italiano, era capaz de pasar
horas con la nariz metida entre los estantes del nico videoclub
de la zona, domiciliado a cinco cuadras de distancia, para sentir
el placer de encontrar Blow Up, El decamern o Cautivos del amor
en la seccin Extranjeras. Antonioni, Pasolini, Bertolucci,
Fellini, Visconti, Carlos disfrutaba con todos por igual.
Una tarde en que el azar del husmeo entre las gndolas llev
sus pasos hasta Amarcord, volvi silbando Cambalache por Entre
Ros y pensando en que haca tiempo no disfrutaba de una
velada consigo mismo, y que ya iba siendo hora de que la
tuviera porque precisaba reflexionar acerca de algunas cositas
como ser, por ejemplo, estaba l conforme con la direccin
que haba tomado su vida?, qu era esa especie de cansancio

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sin trmino con que se levantaba cada maana?, por qu no


poda sacarse de la cabeza la idea de que sus das eran pura
bravata de futbolista en el banco de suplentes?
Con Amarcord bajo el brazo e intrigado por esa sensacin de
existir en el margen, pero de qu, de qu, sa era la pregunta,
margen de las cosas, margen de una existencia ansiada pero
incgnita, desconocida, Carlos introdujo su llave en la puerta,
abri y avanz por el pasillo de baldozas irregulares, la mayora
rotas y vctimas de una suciedad sin retorno, de paredes que,
alguna vez blancas, eran ahora un muestrario de grisura. Sin ojos
para la lamparita quemada desde haca meses que se balanceaba
cercana al techo con la brisa que se colaba a travs de los huecos
desvidriados de la puerta de calle, meti la llave en la primera
puerta del pasillo, roja, puerta que, junto con el constante
movimiento de hormigas, moscas y araas, y el penetrante olor
a humedad y vejez desastrada, constituan para l el equivalente
a la alfombrita marrn con flores de colores: Bienvenido.
Dado que Aargau, por cuestiones de trabajo, no iba a volver
hasta medianoche o ms, Carlos se dispuso a saborear el placer
de una soire ntima. Dej las llaves junto al telfono y se
regode con lo acertado de su eleccin, porque si Amarcord era
el plato fuerte de la noche, Rocco e i suoi fratelli era una
introduccin ms que interesante. La frutilla de la torta no era
otra que Rocky I, que haba alquilado para terminar la noche
tarareando the day of the tiger, bajar la escalera rumbo a su
cuarto de a dos escalones por vez e irse a la cama de un buen
humor reventadamente espectacular. Sin chequear si haba
mensajes en el telfono, esta noche no estoy para nadie, se llev
la radio a la cocina y cuando Louis Armstrong enton
canciones de amor, l comenz a cortar las verduras necesarias
para preparar una tarta. Encendi el horno (rezago
destartalado de aquella ilusin que se llam sustitucin de
importaciones) y mientras se calentaba, se sirvi un vaso de
Coln malbec comprado a propsito para la ocasin.

MODOS DE ASEDIO

Haca veinte minutos que se encontraba instalado frente al


televisor un Panavisin de antes de los ochenta que haba
logrado sacar a escondidas de la casa de sus padres y
sintonizaba en colores slo si se encontraba de buen humor,
disfrutando de los recuerdos de infancia de Fellini, cuando de
pronto ruidos de llave en la puerta, una vuelta, dos vueltas, un
resoplido de alivio, Aargau que trastabilla y entra, Hola, qu
rico olor, qu cocinaste de exquisito, Carlos?
Suspenso y curiosidad llenaron los segundos precedentes a
la explicacin de Aargau. Es que result que era todo una
chantada, unos turros, queran que trabajara gratis la primera
semana para despus evaluar la posibilidad de pagarme, relat
su voz cansada. Por suerte, en el camino de vuelta se me
ocurri pasar por Liberarte para levantarme un poco el nimo
y a qu no sabs qu encontr? Seora de nadie, la nica de la
Bemberg que no vi. Carlos buf contrariado, pero no opuso
mayores objeciones al cambio de programa. Par Amarcord y, ya
con la tarta sobre la mesa y Aargau despotricando entre bocado
y bocado contra la falta de seriedad de la gente, apret play.
Bastaron los minutos de los ttulos para que las iniquidades
laborales sufridas por Aargau le dejaran paso a las sufridas por
Luisina Brando que, diosa y todo como era, descubra la
maana del cumpleaos de su marido que el muy perro se
andaba besuqueando, el Peugeot 504 blanco estacionado en lo
que pareca plena Corrientes, con una Sus Pecoraro que
Aargau encontr divina, diosa total y Carlos valedora de
cualquier barbaridad. Con un destroce emocional total y
decidida a no soportar la humillacin del engao, Luisina
dejaba hijos, hogar y marido, y se refugiaba en la casa de su
madre, al principio, y en la de una ta espaola cultora del estilo
Bernarda Alba, despus. Siguiendo el consejo de la primera, se
dejaba empujar a unas sesiones psicoanalticas grupales en las
que conoca a Julio Chvez que, joven y recontra pintn,
interpretaba a un homosexual tmido maltratado por el mundo.

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Llenos del orgullo compatriota que les produca la


argentinidad de Mara Luisa Bemberg, qu maestra, Carlos y
Aargau se comieron la tarta de verduras, se terminaron el vino,
y postrearon una manzana verde por cabeza. Cada vez que, con
la excusa de levantar la mesa o buscar un cuchillo, traer vasos
limpios y agua fra o subir el trapo rejilla, paraban la pelcula,
aprovechaban para comentarla, hacer predicciones o censurar
la conducta de los diferentes personajes, de modo que pronto
coincidieron en que lo ms interesante de todo era la relacin
sui generis que iba naciendo como por casualidad entre Luisina
Brando y Julio Chvez. Aargau, sobre todo, senta cmo
aumentaba su turbacin a medida de que la pelcula se acercaba
al final. Bast que Julio, luego de romper con su novio, se tirara
en la cama frente a Luisina, al tiempo que vocalizaba la multitud
de sentimientos encontrados que le produca la ruptura con un
Estoy cansado de sufrir, para que la semideclaracin de
Carlos volviera a su memoria con tal violencia que sinti
escalofros. Preguntndose qu habra cambiado desde la noche
de las cervezas, no pudo evitar mirarlo, pero con disimulo, la
cara en direccin al televisor y los ojos totalmente hacia la
izquierda, en una posicin tan incmoda que termin con el
cuello contracturado. A su lado, Carlos pareca absorto en la
pelcula, pero la voracidad con que encenda un cigarrillo tras
otro contradeca la aparente tranquilidad de su respiracin.
Para cuando llegaron los ttulos finales, Julio y Luisina
haban decidido que se queran lo suficiente como para intentar
una relacin de pareja, al menos eso pareca, el final era abierto
y Aargau ya no dudaba de que lo que no haba dicho la noche
de la declaracin, lo dira ah, en la conversacin pospelcula.
Lo irrevocable de una decisin que consideraba fundamental
en su vida haca que la adrenalina circulara con rapidez anormal
por su cuerpo, provocndole un estado de desorientacin
generalizado, de manera que tard unos minutos en darse
cuenta de que Carlos haba apagado el televisor, haba saludado

MODOS DE ASEDIO

y se dispona a bajar a su habitacin haciendo caso omiso de


cualquier posibilidad de puesta en comn. La casa estaba
silenciosa. A lo lejos, el ruido de algn camin avanzando sobre
los empalmes descuidados del asfalto de la avenida, de grillos y
perros callejeros que se juntaban en el parque en modalidad
serenata. Presa de la sorpresa, con la necesidad imperativa de
hablar, de sacarse de encima lo que era incapaz de olvidar,
Aargau avanz hacia Carlos para preguntarle la razn de su
premura por dormir.
La mano izquierda en el interruptor de la luz cercano a la
escalera, la mirada fija en las vigas del techo, rebozantes de
xido e historia, rebozantes de silencio. Entre una y otra, el
concreto mal pintado de blanco y con manchas de humedad,
combado hacia arriba en forma de pequeos arcos,
considerados haca un siglo el ltimo grito de la moda
arquitectnica. A su derecha, la ventana, ancha, grande, pero
sin vidrios, puro marco de metal pintado de rojo, el mismo de
la puerta de entrada. Sobre la repisa, varias velas artesanales con
esencias diversas vivan su inmovilidad con prestancia. Carlos,
comenzando una explicacin que no quera dar porque estaba
de mal humor y cuando l se pona de mal humor no poda
evitar calentarse y decir lo primero que se le pasaba por la
cabeza, alzaba las velas y las manoseaba sin piedad,
arruinndoles sus aristocrticos cuellos de jirafa al imprimirles
con brutalidad la silueta de sus dedos. A medida de que
hablaba, los ojos se le iban llenando de pequeas venas rojas y
su tono se volva cada vez ms alto y cortante, producto de una
indignacin que Aargau no comprenda porque no pareca
guardar relacin alguna con su propuesta de reevaluar la
relacin que los una. Agresivo sin razn, Carlos humill a
Aargau con toda la eficacia de la que era capaz. Orquest un
despiadado ataque ad hominem que, fruto de finas
observaciones, pareca irrefutable hasta que, cansado, sinti las
palmas transpiradas y un incipiente dolor de cabeza.

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A pesar del xito que coron su esfuerzo por resultar


convincente, su ira no era consecuencia de que Aargau no
supiera qu mierda quera hacer con su vida y s, en cambio, de
la mala fortuna laboral sufrida esa maana, de la cual no quera
hablar, y que, en definitiva, no haba hecho ms que redundar
en su ingreso inmediato al conjunto siempre creciente de
jvenes ocupados por la desocupacin. De hecho, haba sido
ese traspi el que lo haba empujado a pasarse la tarde en el
videoclub, buscando algo que, en un intento algo ingenuo y
definitivamente ftil, lograra levantarle el nimo.
Presa del aturdimiento que le provocaba la hiel de la nica
persona fundamental en su vida, Aargau miraba a Carlos con
toda la fijeza de que era capaz y se preguntaba cmo poda ser
tan los dems me importan un pito, a m lo nico que me
interesa es estar bien yo. Saba que luego, cuando la soledad
de su habitacin lo llenara de una calma un poco triste, el
cargo de conciencia por el ejercicio innecesario de una
violencia verbal que no se corresponda con la situacin lo iba
a rondar hasta obligarlo a pedirle disculpas echando mano a
cantidades inaguantables de humildad y arrepentimiento. De
momento, sin embargo, Aargau estaba lejos del perdn y
cerca de una furia contenida que le haca apretar los puos y
desviar la mirada hacia la nica ventana de la casa que daba al
exterior, un hueco de medio metro cuadrado con una reja
incapaz de impedir nada.
Los argumentos de Carlos, a veces falsos pero siempre
contundentes, se estrellaban contra las paredes formando
pequeas rosas de fuegos artificiales. Aargau, medio a caballo
sobre la mesa de trabajo, trat de interrumpirlo un par de
veces, hasta que comprendi que no tena caso, que esa
noche la distancia entre ellos se haca infranqueable, volvan
a ser dos personas diferentes, dos incontinuidades
autosuficientes, independientes. Sin decir una palabra, se
incorpor y se dirigi escaleras abajo, dejando a Carlos en

MODOS DE ASEDIO

mitad de una frase, mirando un punto desconocido entre el


escritorio y la puerta.
Esconderse detrs del trabajo para no enfrentar las
situaciones que no saba cmo resolver era, para Aargau, una
de las costumbres ms molestas e infantiles de Carlos. Yo
tambin siento cosas fuertes por vos, che, no soy de piedra,
pero ste no es un buen momento, entends? Acabo de perder
el laburo, estoy en el umbral de un pozo depresivo de
proporciones mastodnticas, porque a m me gusta trabajar,
qu carajo tena que ver todo eso con ellos dos? Eso era lo que
se preguntaba Aargau mientras entraba en su habitacin,
encenda la luz de escritorio que haca las veces de velador,
rebuscaba un momento en el desorden que tena junto a la
cama, nunca lo hubiera pensado, pero al final es un cagn, un
cobarde con todas las letras, dio con una tableta de pastillas
para dormir siempre a mano para casos de emergencia, destap
la botellita de Fanta con agua de la canilla que mantena en la
cabecera de la cama, y pensar las horas que perd dndole
vueltas al asunto, que s, que no, cuando al final todo se resume,
como siempre, a lo que quiere l, a lo que le viene bien a l, qu
idiota soy, se desvisti sin parsimonia y se meti en la cama
queriendo ingresar inmediatamente en un tnel de oscuridad.
De modo que cuando Carlos, media hora despus, baj con
ganas de hablar, disculparse y confesarle que, en efecto, l
tambin senta que el nivel de entendimiento que tenan era una
especie de sueo vuelto realidad, algo maravilloso y
perturbador al mismo tiempo, algo que vala la pena preservar,
encontr a Aargau en medio de un sueo sbana hasta la
barbilla, brazos a los costados, no hay nada que puedas decir o
hacer que vaya a devolver las cosas al punto en el que estaban
antes de que abrieras la boca, estpido.
La mala leche parlamentaria de Carlos, mala leche que a
partir de la maana siguiente emul Aargau en un proceso
mimtico que no haca ms que confirmar hasta qu punto

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anaojeda

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compartan cdigos y modos de comportamiento, redund en


que cada vez que Carlos intentaba explicar que lo que haba
dicho despus de la pelcula no se correponda con lo que en
verdad senta, Aargau le peda, por favor basta, dejmoslo as,
ya fue, y si Carlos se pona demasiado brioso y de todos
modos segua hablando, Aargau se levantaba y lo dejaba
hablando solo. Junto con su incapacidad para reabrir la
discusin, Carlos pronto not que las costumbres de Aargau
haban cambiado tanto que ni siquiera prometindole una
cena principesca o una velada de cine, cigarrillos y buena
conversacin lograba que suspendiera sus cada vez ms
frecuentes salidas nocturnas.
El ausentismo crnico de Aargau caus un repliegue de
Carlos sobre s mismo que, molesto por lo mal que iba todo,
enojado porque no encontraba la manera de arreglar lo que l
mismo haba descompuesto, puso en obra la milenaria tcnica
de huir para ser buscado. Lo trgico del asunto fue que Aargau
no acus recibo. Y adems, Carlos se senta incmodo
simulando desinters, una distraccin que no terminaba nunca,
cuando l lo nico que quera era volver al principio, a cuando
se haban conocido y se encontraban adictivos.
Sin embargo, con el paso del tiempo y la predisposicin
humana para el acostumbramiento, poco a poco, Carlos
termin olvidando el retortijn de estmago que le produca
imaginar que algn da Aargau tal vez ya no estara a su lado, el
nudo en la garganta que senta al pensarse solo una vez ms,
como antes de que se encontraran. Olvid incluso la mana de
tocar madera para conjurar la supersticin de la ruptura final y
resignado, acept lo que se le ofreca sin preguntar ni esforzarse
por cambiarlo. As, con la tranquilidad de quien est entregado,
se dio cuenta de que disfrutaba de las (espaciadas) limpiezas
conjuntas, de las coincidencias inesperadas que les permitan
almorzar o cenar juntos, del arreglo de una gotera o el pago
compartido de las cuentas.

MODOS DE ASEDIO

La resistencia a las salidas nocturnas que Carlos desarroll


por esa poca pronto termin de manera definitiva con la
agonizante relacin que lo una a la Orelli, quien una maana
con poco sol le inform que se iba con su otro novio, un tipo
cuya nica preocupacin era hacerla feliz a ella, a ella y no a la
persona con la cual comparta los gastos de vivienda, y que ya
estaba harta del mambo que tena con Aargau y de su depresin
de intelectual con exceso de tiempo libre.
Con la formalizacin de lo que de hecho haba muerto haca
tiempo, Carlos se encontr, como en su adolescencia ms
temprana, dispuesto a disfrutar de su soledad y a volverse un
soltero codiciado. Casi sin darse cuenta volvi a sus viejos
amores, los primeros, originales, olvidados sin razn en el
fragor de las diferentes batallas sentimentales: el cine Lorca y el
Cosmos (qu caro que era), el Centro Cultural Recoleta, el
Rojas, Corrientes, en fin, sus libreras y sus bares, la lectura
ininterrumpida, los frustrantes intentos de escritura,
sentimiento de poder, pero no lograr, de ser capaz e incapaz al
mismo tiempo.
Gracias al contacto que le provey un amigo de un amigo,
consigui trabajo como secretario en un estudio de danza jazz,
salsa y ritmos tropicales, expresin corporal, yoga y judo en el
barrio de Boedo. Concete a ti mismo era un local de una sola
habitacin ubicado a metros de San Juan y 33 Orientales en el
que se amontonaban la recepcin, el saln de clase y el medio
metro cuadrado para espectadores ocasionales. En la pared
derecha, al fondo, una pequea puerta conduca al bao. La
estrechez del recinto explicaba porqu los habitus concurran
de hasta cinco cuadras a la redonda con la vestimenta
correspondiente ya puesta, de manera que no era raro avistar
viejitos en calzas fucsias por las inmediaciones de Avenida de
La Plata, nenas disfrazadas de Olga Ferri viniendo del lado de
Boedo o muchachos en judoki blanco con cinturones dem
deambulando por Quintino Bocayuva.

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anaojeda

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El pblico de Concete a ti mismo estaba constituido, en


un cincuenta por ciento, por viejecitos jubilados (ambos
sexos), y en el cincuenta por ciento restante, por nios y nias
pre adolescentes, con lo cual Carlos pronto comprendi que
sus sueos de bellezas juveniles en posiciones extravagantes,
sugerentes y reveladoras, no eran ms que eso. Ni siquiera la
apertura de una clase de danza rabe novedad absoluta en el
barrio logr conmoverlo. Le bast observar durante medio
segundo a Yolanda, diplomada en la Academia Yasira de
Danzas rabes, sus ojeras apenas disimuladas, su mirada de
dromedario cansado, la resignacin de sus ademanes, para
saber que tampoco los martes y jueves de cinco a seis el
estudio (como le deca Betty, la duea y profesora de yoga
del establecimiento) iba a convertirse en un imn para las
bellezas con ritmo.
Carlos trabajaba ocho horas en diferentes franjas horarias
dependiendo del da. Sus ocupaciones variaban de acuerdo con
la poca del mes o del ao, siendo sus obligaciones principales
atender el telfono, brindar informaciones a todo aqul que se
acercara para averiguar sobre alguna clase y/o actividad
extracurricular (tambin se organizaban fiestas de cumpleaos
y se daban clases particulares de msica y elongacin) y cobrar
las cuotas mensuales correspondientes. Dentro de su rbita
entraba tambin la confeccin de cartulinas de aviso (Jueves
27 de mayo: clase de Yolanda suspendida. Consultar semana
que viene da y horario para recuperar) o felicitacin (Muchas
felicidades a Laura Rabadejo en el da de su cumpleaos).
Lunes, mircoles y viernes tena que estar en la puerta del
estudio a las nueve porque la clase de Betty, Yoga para todos,
empezaba a las nueve y media, de manera que se precisaba
organizar las colchonetas en el piso y barrer un poco,
actividades que, si bien al principio no le ataan, pronto se
consider que le correspondan a manera de gauchada. A eso
de las once y media el estudio cerraba y reabra a las dos

MODOS DE ASEDIO

(expresin corporal) para volver a cerrar a las ocho de la noche,


ni bien Ernesto, el profesor de judo, daba por terminada la
clase y despeda a sus discpulos (pocos, pero buenos). Martes
y jueves la rutina sola cambiar, no slo porque Yolanda era
muy faltadora, sino porque la clase de jazz no contaba con
demasiado qurum y a menudo haba que suspenderla.
En el estudio, Carlos ganaba poco, justo lo suficiente para
pagar su parte de las cuentas y algo ms, y adems Betty le
permita leer en horas de trabajo. Le pareca que era una
costumbre fantstica y no dejaba de hacrsela notar, con una
especie de orgullo maternal, a todo aqul que pisaba Concete
a ti mismo por primera vez: Carlos, nuestro secretario. Se pasa
leyendo todo el da, qu le parece?.
Durante el parate del almuerzo, Carlos acostumbraba ir
hasta la plaza Rivadavia, quince cuadras de ida, quince de
vuelta. Si andaba con plata en los bolsillos, se sentaba en alguno
de los bares de por ah, se tomaba un caf y lea todava un rato
ms. A veces le peda el diario al mozo o, si se senta
particularmente vago, se acomodaba junto a una ventana y
miraba pasar a la gente por la calle. Los das de feria, cruzaba a
la plaza a mirar los cachivaches expuestos con lo que le pareca
un exceso notable de impudicia burguesa (el robotito
Transformer de Joaqun, los zapatos que Carla no usa ms, los
libros del abuelo que lo nico que hacan era juntar polvo en el
comedor) con la distancia e imperturbabilidad del que sabe que
de todas formas no puede permitirse ni una caja de fsforos.
Los das en que verdaderamente andaba sin un peso, Betty lo
dejaba quedarse en el estudio durante el receso del almuerzo, en
cuyo caso Carlos esperaba que se fuera todo el mundo, cerraba
con llave, caminaba los veinte metros que lo separaban de
Korea II, el supermercado de la esquina, en donde se haca fiar
dos alfajores y una cerveza, a pagar ni bien el Ministro de
Economa se lo permitiera. En general se los coma ah mismo,
charlando con los muchachos del supermercado y con el

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frutero, hombre del barrio desde haca ms de veinte aos, que


disfrutaba retando a quien estuviera dispuesto a una partida de
ajedrez en la vereda, frente a la puerta del sper. En esos casos
se traan del depsito unas sillas que daban asco por lo
desvencijadas, se acomodaban dos cajones de manzanas Moo
Azul uno encima del otro y se dejaba paso al combate singular,
ininterrumpible salvo aparicin de clienta vieja.
Si bien en ningn momento se sentaron a discutirlo, por esa
poca qued estatuido que, dado que Carlos insista en ir al cine
(los mircoles, eso s, que era a mitad de precio) y comprar
libros en Corrientes (siempre saldos) con la plata que de otra
manera hubiera tenido que gastar en comida, Aargau se haca
cargo de la cena de ambos, de manera que, sin que mediara
palabra alguna, Carlos siempre encontraba la heladera provista
con lo esencial, as como mate, caf y t sobre el estante que
funcionaba de alacena, donde a veces tambin haba alguna
galletita de agua obesa a causa de la humedad que haba
chupado desde que haban abierto el paquete. La anuencia
callada pero constante de Aargau, su falta de recriminacin
fueran los tiempos buenos o malos, hubiera o no para divertirse
y tirar la casa por la ventana, esa mana tan suya de ser siempre
el primer y en general nico hincha en las gradas de Carlos, su
incondicionalidad para darle nimos, la energa con que
revoleaba su matraca solitaria, ra, ra, ra, Carlos ganar, le
humedecieron los ojos la maana en que la llamada inesperada
lo despert, incluso a pesar de que la noche anterior se haba
acostado tardsimo y de que en sus venas todava circulaban
ros de alcohol.
Sentado con la espalda contra la pared, cruzado de piernas
a lo indio, Carlos encendi el nico cigarrillo que encontr
junto a su cama, mientras observaba con fijeza la puerta de su
habitacin. Ms all, el patio, el pasillo, la cocina a la derecha, la
habitacin de Aargau a la izquierda. Chup el filtro con
ansiedad y retuvo el humo en los pulmones hasta que sinti que

MODOS DE ASEDIO

ya no aguantaba ms. Tosi dos o tres veces sin ganas y estrell


el nico pucho que se fumara esa maana contra el marco de
lo que para l no llegaba a ser una ventana. Acto seguido se
incorpor, no sin antes localizar sus chancletas azules porque el
piso de su habitacin era de baldozas y como la limpieza no era
su fuerte, de momento se encontraban asoladas por una capa
de mugre que comenzaba a resultar repugnante. Parado delante
de su cama se desperez hasta que los huesos de su espalda
sonaron. Con los brazos todava extendidos hacia el techo,
bostez. Despus, se rasc la entrepierna. Busc una remera
limpia en la estantera de metal que usaba de cajonera y se la
puso. Silbando bajito avanz por el pasillo hasta el bao, donde
me y se lav los dientes. Se mir un instante en el espejo,
apag la luz y, sin llamar a la puerta, entr a la habitacin de
Aargau.

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Ankara

Abre tus ojos que ya sale el sol, abre tu alma que llega el amor.
Un da cualquiera en algun lugar, tendrs otra oportunidad.

08:32 a.m.

MODOS DE ASEDIO

Resuelta a comprobar la pregnancia literaria de la realidad,


Ankara baj al stano, luch durante unos momentos con las
bolsas de recortes de su padre, las camas marineras desarmadas
(as ocupaban menos lugar) y las cajas llenas de papeles sin
clasificar, tom una bicicleta verde con frenos rosados que
haca aos le haban comprado por dos pesos a un suizo con
un arranque de bronca antipatritica y, previa ascensin a la
planta baja, sali pedaleando.
Era temprano. En su casa el despertador, programado para
que encendiera radio Clsica a las ocho, todava no haba
sonado. A medida que avanzaba hacia Boedo, vea cmo
comenzaban a aparecer secretarias, oficinistas, bancarios,
agentes inmobiliarios, cadetes, tcnicos en computacin,
cocineros, estudiantes, jubilados, trabajadores en general, que
se dirigan en un ordenado concierto de direcciones y
velocidades diversas hacia las paradas de los diferentes
colectivos, las bocas de subte o, en fin, hacia el Gran San Juan,
garage donde buena parte de los autos del barrio pasaban la
noche. Los kioscos suban sus persianas metlicas, al tiempo
que ponan a disposicin de la distinguida clientela escolar toda
clase de porqueras confeccionadas a base de azcar y
cantidades inconmesurables de colorante. Los porteros, que
haca rato haban limpiado la parcela de vereda que les
corresponda, observaban el hormiguear de sus conciudadanos
desde sus respectivos zaguanes o en alguno vecino que
prometiera chusmero suficiente como para compensar el
esfuerzo del traslado.
La pasin maanera de Ankara siempre haba causado
admiracin en su crculo ntimo. Ella deca que le gustaba ver
cmo se despertaba la ciudad, esa claridad repentina de la
madrugada, esa brisa con vocacin de caricia, la soledad de las
calles que, coquetas, se abandonaban complacidas al bao
matutino, pero lo cierto era que se despertaba sola, a eso de las
seis y media. Luego de algunas vueltas ofuscadas en la cama, se

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anaojeda

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levantaba, se baaba y desayunaba un caf con leche y galletas


de agua mientras hojeaba el Clarn en la cocina, intentando
hacer el menor ruido posible porque en la habitacin de al lado,
el comedor, sus padres todava dorman.
El don de abrir el ojo temprano le result en especial til
durante sus aos de secundaria. Su madre lo consideraba una
verdadera bendicin porque del resto de sus hijos, ninguno
haba salido con esa capacidad fantstica y cada maana tena
que sacarlos de la cama a grito pelado, remezones briosos o,
incluso, a chorritos de agua helada vertidos con tranquilidad
inmutable en zonas estratgicas. Alumna del turno maana del
Colegio Nacional de Buenos Aires, de lunes a viernes Ankara
tena que estar en la esquina de Bolvar y Alsina a las 07:39 (a
las 07:40 tocaba el timbre y la puerta se cerraba a cal y canto
para incriminar a los que llegaban tarde, imposible evitar la
nefasta media falta), de modo que, como mucho, deba salir de
su casa a las 07:05, 07:10 si decida tomar el subte, siendo
imprescindible que se levantara, en consecuencia, alrededor de
las 06:30, horario en que de manera natural sola abrir los ojos.
Durante los meses de vacaciones, su capacidad para el
desvelo matutino le permita dedicar las trece horas de luz de
un da de verano cualquiera a reflexiones acerca de las ganas
abrasadoras que tena de hacer algo, cualquier cosa que le
permitiera salir de la pasividad que tenda a asimilarse con la
normalidad de cualquier persona en formacin. Bien
pensado, hoy ser estudiante equivale a aceptar la suposicin
errnea, aunque nadie parece darse cuenta de que la vida es
eterna y, por lo tanto, nos podemos permitir la espera que
significa, primero aprender, absorber, observar, escuchar para
recin despus escupir, vomitar, hacer. Pero qu pasa si a la
mitad de la comida se nos van las ganas de seguir tragando o,
peor, terror ontolgico, perdemos el impulso de cagar a
continuacin, una vez que el almuerzo haya terminado? Esta
maana me levant escatolgica como yo sola, pens Ankara

MODOS DE ASEDIO

mientras pedaleaba con tranquilidad. Avanzaba por la orilla


izquierda de San Juan que a esa hora si bien todava no estaba
llena a reventar, ya presentaba su desorden habitual, los
bocinazos ofuscados de aquellos que no soportaban la lentitud
que se permitan ciertos compatriotas para sobrepasar un
colectivo o un taxi detenidos, los frenazos violentos a causa de
una indecisin frente a un semforo amarillo o porque, en un
amague de pasada con rojo, un pelotudo se haba asomado en
la perpendicular y haba pretendido pasar l tambin.
Pero no es verdad. No tenemos todo el tiempo del mundo.
Al contrario, no es cierto? Al llegar a la esquina de
Colombres, Ankara se sorprendi. Las reinas, como se las
conoca en el barrio, cruzaban por la mitad de la calle hacia el
locutorio de Telefnica. En general, madre e hija salan
cuando caa la tarde, el brazo de una en el de la otra, tacos
altos para las dos, centmetros de uas plsticas al descubierto,
la madre teida de negro azabache y la hija desteida de rubia
platinada, dos pares de labios pintados de rojo, miradas
cargadas de rimmel y actitudes de condesas condenadas a
vagar por un barrio abandonado de la gracia de Dios. Pero ah
estaban esa maana y Ankara lo consider una seal, no por
nada haba salido con el propsito de poner a prueba las
bondades del azar objetivo que reptaba por debajo de Buenos
Aires, preparada de antemano para cantidades de encuentros
en apariencia casuales que en realidad no lo eran tanto o, ms
bien, no lo eran para nada.
No, no tenemos todo el tiempo del mundo. Por ejemplo, en
este momento lo que yo tendra que hacer es seguirlas y no
dejarlas tranquilas hasta que me dieran su autorizacin para
filmarlas. Pedrselo as noms, hola, una preguntita, no les
gustara? Pero en lugar de eso, sigo pedaleando, las dejo ir, las
pierdo, incluso sabiendo que si prohijara una reverenda
porquera, igual sera un xito porque todo el barrio querra
verla, iran al cine muertos de curiosidad y sedientos de

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anaojeda

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informacin, quines son exactamente estas dos mujeres que


acostumbramos llamar Las reinas?
A pesar de su ansia de hacer sin detenerse a reflexionar, a
Ankara no la sorprendieron, al terminar la secundaria, sus
ganas de seguir estudiando. Despus de todo, sus padres, hijos
de una poca en la que todo el mundo era universitario
interruptu, le haban inculcado desde su ms tierna infancia que
el estudio y la vida eran, para una joven mujer como ella, la
misma cosa. Obra del destino familiar, entonces, el que Ankara
se inscribiera en el Ciclo Bsico Comn (CBC) con la intencin
de, luego de un ao y las seis materias correspondientes,
comenzar la carrera de Letras en la Universidad de Buenos
Aires. Al poco tiempo, sin embargo, cambi de idea. La catarata
de estudiantes que pugnaba por entrar en aulas con una
capacidad de cincuenta bancos entre los descolados, los que no
tenan mesita y los que, aunque enteros, cojeaban o amagaban
con desarmarse en cualquier momento, termin por
convencerla de que ella estaba buscando otra cosa. Durante
algunas semanas, Ankara pase su desilusin por Buenos Aires
hasta que una maana se encontr a su antiguo profesor de
video a la entrada del Colegio, quien le coment de la
Fundacin Universidad del Cine (FUC), una universidad
prcticamente recin nacida para estudiar asuntos relativos a la
industria cinematogrfica.
Al principio, la sugerencia le pareci una locura. Haba
disfrutado el taller de video organizado por el Departamento
de Extensin Cultural del Colegio, pero de ah a plantearse el
cine como aquello que le diera sentido al resto de su vida,
Ankara no lo vea para nada claro. Era verdad, eso s, que a ella
le corresponda el honor de haber ideado, realizado y exhibido
el cortometraje probablemente ms exitoso de toda la historia
del taller: Enemigo al acecho, un documental acerca de los chicos
y chicas que, para costearse los gastos que les supona el estudio
universitario pasaban sus maanas o sus tardes recluidos en la

MODOS DE ASEDIO

oscuridad de los claustros contabilizando faltas, tomando lista


o poniendo sanciones a las vctimas de la perversidad de un
sistema que era pura opresin.
Entre los estudiantes, el trabajo de Ankara se vio, discuti y
critic, no tanto a causa del enfoque del tema
escandalosamente poco objetivo, sino ms bien porque
quienes durante la filmacin se haban interpuesto por
casualidad entre la cmara y el objeto a documentar
desesperaron al enterarse de que estaba circulando una cinta
con su versin flmica. De un da para el otro, la precaria islita
de edicin con que contaba el Departamento de Extensin
Cultural se convirti en una suerte de local de videocopias.
Ankara se encarg de hacer los duplicados que le solicitaban a
cualquier hora por los pasillos del Colegio. Se senta feliz de que
su primera obra causara semejante adhesin por parte del
pblico. La nica decepcin le lleg de parte de los preceptores
que, como conjunto, no emitieron juicio alguno sobre su
trabajo, aniquilando sus esperanzas de engendrar una polmica
que removiera las bases mismas de la institucin.
Esa primera experiencia flmica entusiasm a Ankara de tal
manera que poco despus de su exhibicin en el ciclo
organizado por el Departamento de Extensin Cultural Video
para/por todos, ya pergeaba un segundo corto documental: El
supermercadito. Se trataba de un trabajo que tena por objetivo
denunciar las relaciones carnales entre los locales barriales y la
mafia china. Para eso, una vez que lleg el verano y con l, el
tiempo libre, se instal en una sillita de mimbre que le facilit
el verdulero para compartir su realidad. Munida de una cmara
de video que su padre haba comprado haca aos para grabar
recuerdos familiares de importancia suprema, se dispuso a
esperar que la mafia apareciera y la proveyera del material
flmico que andaba necesitando. Los das pasaron, sin embargo,
y la temible organizacin no hizo acto de presencia, de manera
que Ankara, todava a la expectativa pero cada vez ms

67

anaojeda

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convencida de la dificultad de la tarea que se haba propuesto,


comenz a filmar a las dos hermanas chinas que estaban al
frente del supermercado, a Jos, el verdulero, con quien pasaba
tardes enteras charlando de bueyes perdidos, a Daro, el
carnicero, un muchacho paraguayo que entre pedido y pedido
cebaba mate y escuchaba una radio en la que el castellano se
mezclaba con el guaran y, en general, a aquellos clientes y
clientas que, al ver la cmara, se acercaban para enterarse a qu
se deba su presencia, felicitarla por la iniciativa y decir alguna
frase, reflexin, saludo o declaracin de amor.
Ankara film hasta que se le acabaron los cassettes que
haba comprado para el proyecto, tras lo cual, explicndoles a
los interesados que en ese momento daba comienzo el proceso
de posproduccin y que les avisara cuando tuviera la pelcula
lista, abandon la sillita que le haban destinado y volvi a su
casa. La embargaba una sensacin de aburrimiento profundo,
como si nada de lo que haba filmado tuviera inters, como si
las horas pasadas en el supermercado no hubieran dado fruto
alguno. Cay en un pozo de inactividad durante algunos das,
hasta que una maana se decidi y llam a su profesor de taller
por telfono. Luego de los saludos de rigor, le pregunt si
exista un antdoto para el sentimiento de inutilidad que la
persegua desde que comprendiera que haba tirado a la basura
el tiempo invertido en lo de El supermercadito por culpa de su
mana de entusiasmarse sola, sin fijarse si la realidad coincida o
no con sus deseos. Con la tranquilidad que regalan los aos, su
profesor la escuch sin interrumpirla hasta que, viendo que si
no tomaba la iniciativa Ankara no se callara sola, la
interrumpi, escuchame, ESCUCHAME, ANKARA,
escuchame, mir, me parece que lo mejor es, y la convenci de
que organizara lo que haba filmado la Paul Auster, pens en
Smoke o en Humos del vecino, de manera de contar pequeas
historias cotidianas. Ankara consider que su profesor era
sencillamente brillante y acometi la reorganizacin del

MODOS DE ASEDIO

material con bro. Al poco tiempo, sin embargo, descubri que


la cotidianidad del supermercado, que era en gran parte la suya
propia, no le llamaba para nada la atencin y, sin ms trmite,
abandon El supermercadito para siempre. En su lugar, empez
otro proyecto que le pareca el colmo de lo interesante: Las
groupies porteas y el submundo de los club de fans (ttulo provisorio).
La idea era buena (as le dijo su profesor de taller). Consista
en frecuentar a las chicas que se reunan los sbados por la
maana en la calle Florida a intercambiar fotos autografiadas,
artculos, posters, etctera, acompaarlas en las vigilias a la
puerta de los diferentes hoteles cinco estrellas de la capital
cuando a Ricky Martin, los Backstreet Boys o Enrique Iglesias
se les ocurra pasar por Buenos Aires y, en fin, dar cuenta de un
universo que la mayora de la gente ni siquiera sabe que existe.
El objetivo era conocer a las chicas que se movan en esos
crculos, sus sueos, aspiraciones, sus razones y problemas,
complejos, conocerlas a ellas y entender qu les ofreca el
ejercicio de un fetichismo humano nico.
A pesar de que Ankara puso manos a la obra en seguida,
pas un ao sin que lograra mayores resultados, sobre todo
porque el fin de la secundaria, el viaje de egresados, la as
llamada Vuelta olmpica, las fiestas de fin de curso y el
stress de decidir qu hacer a continuacin le quitaron ms
tiempo del que haba supuesto en sus veraniegas proyecciones
iniciales. La novedad del ambiente universitario, su gente y
costumbres extraordinariamente interesantes, por otra parte,
fueron acorralando el proyecto cada vez ms, hasta que lo
convirtieron en algo del pasado. A cambio de su atencin
toda, el coral universitario animal viviente a pesar de su
aparente quietud le permiti a Ankara participar de sus
luchas (por la no reduccin del presupuesto nacional
destinado a la educacin pblica y gratuita), la llen de fe en
s misma y en sus capacidades para entender el mundo de
manera unvoca, la muni de una vocacin por la crtica

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70

(siempre que fuera constructiva) y, en fin, la provey de un


lugar en el mundo.
La maana de la bicicleta, aunque haba pasado un ao
entero tomando diferentes clases en Pun 480, sede de la
Facultad de Filosofa y Letras de la UBA, Ankara haba
decidido que se dedicara a lo que hasta ese momento no haba
sido ms que su violn de Ingres: el cine. Esta perspectiva la
llenaba de felicidad, sobre todo porque en el transcurso del ao
que acababa de llegar a su fin muchas veces haba presentido
que no resistira ocho cuatrimestres ms de ese desorden
enervante y estimulante y atrayente y odioso al mismo tiempo,
que la envolva cada vez que se acercaba a la esquina de Pun y
Jos Bonifacio. Mientras avanzaba montada en la bicicleta hacia
Boedo, Ankara sinti que haba hecho lo correcto al seguir el
consejo de su profesor de video y matricularse en una
universidad privada, mucho ms chica y por lo tanto mejor
organizada que la UBA, ms manejable para alguien que, como
ella, esperaba obtener del estudio la clave de su vida.
Las clases comenzaran ni bien las vacaciones llegaran a su
fin y esa maana de verano Ankara se preguntaba, adems de
adnde la llevara el azar objetivo, qu tipo de das le deparara
el comienzo de abril. Como en los tiempos del taller de video,
senta unas ganas extraordinarias de hacer cosas, pero no saba
bien qu. La ansiedad que le provocaba el hecho de comenzar
a estudiar cine en serio, como se dijo al agarrar por Maza, le
impeda siquiera pensar en reeditar la experiencia de sus
documentalitos, cuyo nico mrito, consideraba ahora,
consista en atestiguar una bsqueda honesta, tal vez, pero
impresentable por lo amateur. Ms bien, se debata entre unas
ganas mortales de verse en el centro de la escena cultural
portea y un hondo sentimiento de imposibilidad provocado
por lo que era, segn sus propias palabras, una carencia del
capital simblico imprescindible para elaborar una lnea de fuga
en el plano del arte.

MODOS DE ASEDIO

El placer de usar palabras exticas para expresar algo que


no era, en el fondo, ms que un deseo de fama y fortuna viejo
como el mundo haba tomado por asalto a Ankara durante su
perodo de alumna del CBC. La llenaba de orgullo sentir que
estaba expandiendo su vocabulario y se arrobaba pensando
que, pronto, estara lista para enfrentarse a libros como El
capital o La interpretacin de los sueos sin necesidad de
aclaraciones, notas o estudios preliminares. Es como un
segundo aprendizaje que ya no va a terminar ms, va a seguir
ad eternum hasta que lo sepa todo o se me acabe el tiempo
sobre este bendito planeta, pens Ankara cuando, por
esquivar a una anciana que circulaba tirando de un changuito
derrengado, casi atropella a un nene enfundado en una
camiseta de San Lorenzo por lo menos tres talles demasiado
grande. Presa de los nervios (ya vea el titular de Crnica TV en
enormes letras blancas sobre fondo rojo: CICLISTA
INEXPERTA MATA A NIO EN EDAD ESCOLAR), se
las arregl para esquivar al nene tambin, pero la complejidad
de la maniobra fue tal que perdi el equilibrio y fue a estrolarse
contra un puesto de flores que exhiba sus productos en
macetas de diferentes colores, todas con un sinnmero de
estras marrones, senderos diseados por el agua para el
suicidio del salto final. Por suerte para Ankara, en el momento
del siniestro el encargado del puestito no se encontraba en su
lugar de trabajo, sino unos veinte metros ms all. Conversaba
con una verdulera callejera, de modo que no se apercibi ni del
impacto ni del abolln resultante, especie de chichn
monumental en la parte inferior de su cubculo de chapa verde.
La cada de esa maana le confirm a Ankara que haba
elegido bien. No en vano el accidente se haba producido frente
al supermercado Coto, como si una fuerza invisible la hubiera
bajado de la bicicleta en el lugar exacto en el que durante su
niez, antes de que la obscenidad capitalista y el afn de lucro
desenfrenado se apoderaran del barrio, el pequeo cine Alegra

71

anaojeda

72

ofreca entretenimiento a chicos y grandes a cambio de algunos


miles de australes. El azar objetivo funcionaba: esa cada no
haba tenido nada que ver con la casualidad y en cambio todo
con la exteriorizacin subitnea de lo ms profundo de su
esencia personal.
El comienzo de las clases no hizo ms que confirmarle esa
certeza. Antes que las materias, antes que los profesores, antes
que la temtica o el mtodo de trabajo, lo que la fascin de la
FUC fue el ambiente, esa simpata desinhibida que pareca
propia de todos los aspirantes a gente de cine, esa democracia
en el trato que haca posible que cualquiera fuera ntimo amigo
de cualquiera. Ankara vio eso y supo que se era el lugar donde
deba estar. Como una pequea luna morocha, pronto se
descubri orbitando alrededor de la facultad, pendiente de todo
lo que suceda, por nimio que fuera, en las dos cuadras del
pasaje Giufra. Descubri as que la gente ms interesante de ese
mundo apareca cuando caa el sol, vampiros del caf y de la
atencin de los recin ingresantes. Ankara iba a clase por la
maana, pero eso no impeda que entre el estudio, las
conversaciones ocasionales y la verdadera pasin que desarroll
por el mate, la noche la encontrara todava en Giufra, sentada
en el cordn, dando vueltas por alguna de las sedes (haba dos
en cosa de veinte metros, una de una vereda y la otra de la
contraria) o conversando con alguien con el mismo inters
fuera conocido o desconocido, a ella le daba igual. Semejante
inmersin en el mundillo de la FUC, drstica como pocas cosas
en la vida de Ankara, dej cantidad de huellas en su forma de
ser, de las cuales su madre deplor sobre todo su adiccin al
cigarrillo porque desconoca las dems.
Desde las bondades intoxicantes de la marihuana a las de
la amistad, Ankara lo aprendi todo en sus aos
universitarios. Fue un perodo de descubrimientos, en todo
sentido y en todos los planos. Una tarde en que se encontraba
en la cafetera, ms observando el movimiento humano que se

MODOS DE ASEDIO

desplegaba a su alrededor que leyendo lo que tena sobre la


mesa, lleg a la conclusin, por ejemplo, de que el desarrollo
anatmico de su cuerpo la avergonzaba. Le chocaba el
entusiasmo con que sus pechos se haban lanzado a la
conquista del espacio, desafiando tanto su gusto por las
mujeres sin formas como las leyes de la gravedad, al tiempo
que la afliga la comprobacin de que, con esfuerzo, mucha
panza adentro y aguante de la respiracin no superaba el
metro sesenta. Adems, su culo, secundado por la obstinada
obediencia de sus muslos, haba rechazado de plano la falta de
formas del bajo fondo de una Charlotte Rampling, por
ejemplo, y esto la afliga sobremanera. Exista tanta distancia
entre su ideal de mujer y la fisicalidad que su madre le haba
dado en herencia, que casi sin darse cuenta comenz a
repudiar el protagonismo que significaba participar en clase,
discutir a los gritos en el caf o intentar llamar la atencin de
cualquier otra manera. Se parapet, en cambio, en la annima
comodidad que la hosquedad, rebozante de mito y tradicin,
estaba dispuesta a prodigarle: una alumna excelente, pero
callada, muy lectora y muy circunspecta tambin, muy buenas
ideas, pero pocas ganas de llevarlas a la prctica. En la
universidad, Ankara se volvi tmida.
Fue en las barriadas de los que llamaban la atencin slo de
vez en cuando y siempre debido a su capacidad de rebote
neuronal, que conoci a Romeo. Ella se haba instalado ah
desde haca tiempo, al contrario de l, que tena un alquiler
temporario mantenido con un esfuerzo sobrenatural de
autocontrol. Se hicieron amigos enseguida, entre otras cosas
porque coincidan en que sus nombres se merecan el uno al
otro. Somos hijos de madres fermentadas en el romanticismo
baratieri de las traducciones Ctedra, las guas de viajes y El
estado del mundo, qu vachach, le dijo Romeo cuando se
conocieron y Ankara supo que con ese muchacho comparta
mucho ms que la enfermedad del cine.

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anaojeda

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Si no de uno amoroso, s se trat de un flechazo amistoso.


Fue una amistad a primera vista, sin medias tintas, absoluta
desde el da en que se conocieron. Ankara varias veces se haba
fijado de lejos en ese muchacho que circulaba por la facultad
con una remera de Superman tan gastada que la S, alguna
vez esplndida y slida en mitad del pecho, se haba convertido
en una especie de fresco mal cuidado, suma de pedacitos
requebrajados, desteidos por el sol, y unos vaqueros azules
que acusaban aos de uso, con un agujero en la pierna derecha,
justo donde terminaba la tela del bolsillo. Lo que ms la atraa
de quien sus compaeros consideraban un hacedor de porros
inigualable era una especie de tristeza en la mirada, suerte de
desesperanza, certidumbre de que no haba nada que hacer: a
m la vida me la sirve la soledad. Romeo llamaba la atencin de
Ankara, adems, porque a pesar de que su simpata por los
parasos artificiales y el alcohol era vox populi, de todas
formas se las arreglaba para disputarle a ella, que nunca se
abandonaba al placer de la intoxicacin ilegal en horas de
trabajo, la vanguardia de la masa estudiantil en materia de
promedio. Eso la maravillaba y enojaba por partes iguales,
como si lo que a ella le supona un trabajo de locos, a l le
saliera de manera natural, as noms.
La presentacin formal se dio un da de primavera en que
Ankara se senta incomprendida por el mundo. Esa maana un
conocido con conexiones en la Fundacin Antorchas le haba
hecho la gauchada de llamarla por telfono para informarle
que su guin, escrito con el esfuerzo de tres semanas de un
encierro a cal y canto, no haba quedado entre los que se
disputaban una estada todo pago en el Banff Centre for the
Arts, Canad. La desilusin de Ankara fue inmensa. No se
trataba slo de que esto es as, si no tens cua no vale la pena
ni tomarse el trabajo, entends, negrita? Adems, empezaba a
comprender que, a diferencia de lo que le haba pasado en sus
aos de estudiante secundaria, para hacerse notar en medio de

MODOS DE ASEDIO

la vistosa animalia universitaria no bastaban ni su disposicin


para el estudio, ni su promedio ni su catarata de ideas
originalmente simpticas. Ella, que siempre haba sido una
alumna sobresaliente, que haba izado la bandera en
innumerables ocasiones, que haba llenado varios microcines
con Enemigo al acecho, senta ahora que todo le costaba una
barbaridad. Que, de alguna manera, se haba vuelto comn y
corriente, una ms entre un montn pataleante, mrenme, ac
estoy, soy un genio. Y adems senta que haba tirado tres
semanas de su vida a la basura.
Sin ganas de pasar el resto de la maana en la soledad
hmeda de su casa (casa propia, independiente, yo me
mantengo con el sudor de mi frente), consciente de que tena
que concurrir a clases, camin hasta San Juan y Entre Ros,
observ la cola de viejecitos que esperaban frente a la puerta
del Banco Nacin y, tras algunos segundos de trote desganado,
alcanz a subirse al 126 que estaba a metros de la esquina,
desesperado por lanzarse hacia el Bajo antes de que el
semforo se pusiera en rojo. Se baj en Per y Estados Unidos
mirando a su alrededor como si nunca antes hubiera estado
ah. La gente, las casas que se caan a pedazos, las remodeladas,
el empedrado desigual de las calles, los pozos, la suciedad,
senta todo cerca y lejos a la vez. Lo aceptaba por costumbre,
pero en el fondo le resultaba indiferente. Despacio,
sintindose una media sucia tirada en un rincn oscuro, como
si el tiempo, macabro, se obstinara en abundar debajo de la
suela de sus botas, camin hacia la facultad. Entr junto con
su ayudante de Guin II, buenos das, subi hasta el primer
piso, avanz por el enrejado metlico hasta el aula
correspondiente, entr y tom asiento lo ms lejos posible del
pizarrn, es decir, junto a la puerta. Quince minutos tard su
desolacin en convencerla de que para reponerse del golpe lo
indicado era regalarse con un desayuno como la gente.
Tratando de hacer el menor ruido posible, tom cinco pesos

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de su billetera, se los meti en el bolsillo del saco junto con un


paquete de Camel apenas empezado, dej todo lo dems sobre
el banco, y enfil hacia el bar.
Frente a un caf con leche, tres medialunas de grasa y los
Camel, repas la brevedad fatal de la conversacin telefnica de
esa maana mientras, una tras otra, ensopaba las facturas con
tranquilidad mecnica para entregarlas a la oscuridad inapelable
de su paladar. Se preguntaba cul habra sido la causa del
fracaso, tal vez la temtica, insuficientemente contestataria, hoy
en da escribir una historia de amor heterosexual es poco
menos que pasar por idiota, cuando de pronto vio a la S
demacrada avanzar esquivando sillas y mesas. Ankara la mir de
reojo, se termin el caf con leche y, al tiempo que evaluaba la
posibilidad de pedirse otro, sinti deseos de fumarse un
cigarrillo. Pens en las pocas ganas que tena de concurrir a
clases y en la frustracin que le provocaba la nada en la que
haban desembocado sus tres semanas de trabajo a destajo.
Pens en la nieve entrevista en sueos, en el viaje en avin y en
su idea de un pueblito canadiense, momento en que lleg la S a
su mesa y le pidi un pucho. Ankara, mirada de pescado en la
pescadera, el mundo est contra m, tom uno para s y le dio
uno a l, al tiempo que le adverta que se haba olvidado el
encendedor en el bolso. Romeo, non ti preoccupare, por favor,
faltaba ms, le chifl al mozo para que les hiciera el favor, tras
lo cual, en lugar de retirarse, que era lo que Ankara esperaba
que hiciese, Vos ests cursando Arte Contemporneo con
Snchez, no?, tom asiento frente a ella y quiso saber porqu
andaba con esa cara, nimo, che, juventud, divino tesoro,
Terpscore te ama.
La buena disposicin y afabilidad de Me llamo Romeo, y
vos?, su sonrisa contagiosa, no tardaron en ahuyentar la agona
anmica en cuyos brazos Ankara tena pensado lanzarse con
energa furibunda. Charlaron un rato de generalidades y luego,
sin ms prembulo que un Estoy con una bronca, Ankara se

MODOS DE ASEDIO

lanz a contarle su fracaso como aspirante a becas, porqu lo


del guin la haba dejado mal, que tena la impresin de no estar
a la altura de los dems, que el ingreso a la adultez le estaba
resultando difcil, para no hablar de los constantes problemas
de laburo, imposible adivinar si el mes que viene como o tengo
que salir a pedir, que por primera vez se preguntaba si tena
algn talento o si se habra equivocado al elegir. Romeo la
escuch en silencio. Cada tanto, cuando la ceniza del cigarrillo
que chupaba con delectacin y ojitos entornados llegaba al
filtro, peda permiso y tomaba uno nuevo, que encenda con el
que se le mora entre los dedos. De vez en cuando haca alguna
pregunta como para precisar o entender mejor, pregunta que en
general transportaba a Ankara a algn episodio de su infancia o
adolescencia, a algn conflicto no resuelto o sueo postergado.
Los cigarrillos se haban terminado haca un rato cuando
Romeo, entre bromas e intimaciones a que no se dejara
convencer por la solucin fcil del desinfle depresivo, esto
recin empieza, che, un poco ms de nervio, caramba, quiso
saber la hora. Era casi la una. Ankara, de mucho mejor talante
que unas horas antes y con un poco de hambre, estaba por
proponerle una caminata para aprovechar el cielo azul y la brisa
templada, un par de panchos o alguna otra cosa rpida y barata,
pero no tuvo tiempo. Como si acabara de recordar algo, antes
de que ella pudiera reaccionar, Romeo ya haba dejado su lugar
y le estaba dando un beso en la mejilla. Perdn, me tengo que
ir. Cita previa. De todos modos, lo pas muy bien charlando
con vos. No s, si te parece, podramos encontrarnos uno de
estos das y hacer algo. Ir al cine o a tomar algo. Ankara, s, por
supuesto, sera un placer, lo miraba retroceder con desasosiego
creciente, y ahora qu hago?, vuelvo a casa?, me voy al cine?
Fue una suerte que, menos de sesenta minutos despus,
Romeo se encontrara de nuevo frente a ella. Ahora era l quien
contaba acerca de s. Su pasado tom asiento junto a ellos
dispuesto a contestar preguntas y despejar inquietudes,

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contento de resultar de inters y halagado por la admiracin


que adivinaba en la cara de Ankara. Para ella, esas horas fueron
puro placer. Miraba a Romeo embelesada, por primera vez
coincida con alguien en gustos, reas de inters, visin de
mundo. Sin darse cuenta, sin que le importara, ese da perdi
todas las clases a las que hubiera debido asistir. Con litros de
caf y decenas de cigarrillos de por medio, festej junto a
Romeo el gozo de sentir, por primera vez, que todo era como
deba ser. Fueron horas de una conversacin entusiasmada que,
al irse, dejaron una Ankara pletrica, llena de energa y de ganas
de seguir charlando hasta no dar ms. Pronto, la certeza de lo
irrepetible la convenci de que si dejaba ir esa oportunidad no
iba a tener otra as, de modo que, llegada la noche, invit a
Romeo a seguir la velada en su casa, ciento cincuenta metros
cuadrados de puro PH conventillero donde tambin, si quera,
poda pasar la noche: en la pieza de su hermana haba una cama
de ms y, si no, tambin estaba el silln-cama en el comedor.
Romeo le agradeci la propuesta, pero prefiri pasar porque,
segn le dijo, no quiero abusar. De todas maneras, la
acompa caminando hasta su casa. Con la tranquilidad de
quien encuentra algunas horas de vacacin en pleno da de
trabajo, charlando todava un poco ms y disfrutando del olor
a ro que una brisa mitad tibia mitad hmeda dejaba en las calles
al recorrer la ciudad con su anuncio de lluvia primaveral para
ms tarde, deambularon por el centro, Corrientes, Callao, el
Congreso, Entre Ros. Se despidieron en la puerta del PH.
Romeo le agradeci por lo bien que lo haba pasado, le escribi
su telfono en la palma de la mano y se anot el de ella en la
suya. Quedaron en verse al da siguiente en la facultad. Ankara
llevara el guin que haba presentado a la Fundacin
Antorchas para que Romeo lo leyera y le dijera qu le pareca.
Durante un momento se miraron en silencio como si no
hubieran sabido qu agregar, qu se supona que tenan que
hacer a continuacin. Ankara senta que estaban forzando una

MODOS DE ASEDIO

separacin innecesaria, seguro no quers entrar?, tens ganas


de un matecito?, hasta que Romeo, sonrisa de quiero pero no
debo, no puedo, declin la invitacin, se reasegur de que al da
siguiente se veran en la facultad, le dio un beso en la mejilla, la
abraz, y luego, agitando la mano derecha en el aire, se alej en
direccin a la boca de subte ms cercana. Ankara lo mir hasta
que se lo trag la oscuridad de la noche, slo interrumpida por
las luces de la estacin de servicio ubicada en la esquina
contraria, tras lo cual meti la llave en la cerradura de la puerta,
abri, camin los diez pasos que la separaban de la puerta de su
casa y hogar dulce hogar.
A pesar de que la idea de una independencia econmicohabitacional se manifest temprano en Ankara, aos de
estrategia y averiguaciones fueron necesarios para volverla
realidad. La primera tentativa seria de mudanza tuvo lugar
cuando su mejor amiga, Silvana, una ex compaera del Colegio,
cansada de la incongruencia que entraaba vivir en casa de sus
padres y ser firme partidaria de las relaciones pasajeras, le
propuso compartir departamento. Entusiasmada, Ankara se
sumergi en el mundo de los alquileres y las idiosincracias
barriales, al tiempo que en su mano un Faber-Castell rojo se
deformaba cada vez ms a causa de las pequeas mordidas
ansiosas de joven mujer en busca de su destino.
Sacndole algunas horas al estudio de sus comienzos
universitarios, Ankara se las arregl para visitar dos docenas de
departamentos, dos habitaciones como mnimo, a veces tres,
ubicados por lo general en la zona sur de la ciudad, a la sombra
de los barrios amados y de los alquileres sin aspiraciones. En
los meses que dur la bsqueda, nunca logr convencer a
Silvana de que el que estaban visitando era el indicado, de que
entre las dos llegaban a cuatrocientos pesos mensuales sin
demasiadas complicaciones. El verano anterior, Ankara haba

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trabajado como segunda asistente de direccin en una pelcula


de Fernando Musa, Fuga de cerebros, y confiaba en que en el
futuro la experiencia se repetira. Entre eso y las clases
particulares que daba (ingls y apoyo para los cursos de ingreso
al Colegio Nacional de Buenos Aires y al Carlos Pellegrini),
ltimamente tambin se le haba ocurrido que poda escribir
crticas de cine para algn diario o revista, estaba convencida de
que la independencia era posible. Su amiga, sin embargo, nunca
lo vio tan claro. Para empezar, los lugares que a Ankara le
parecan perfectos, a ella le resultaban un poco alejados, o
sea: deprimentes, ubicados en barrios feos, sucios, pobretones,
a varios kilmetros de todo lo lindo e interesante que ofrece la
ciudad. Habiendo vivido toda su vida en Recoleta, hija de
padres nacidos en Recoleta, amiga de amigos en su mayora
recoletos, no entenda porqu Ankara se obstinaba en buscar
departamento por ese lado de la ciudad, cuando en la zona
norte haba tanto para elegir.
La nada acogi con los brazos abiertos la primera tentativa
de independencia edilicia de Ankara que, al final, lo nico que
consigui fue pelearse a muerte con Silvana, a quien llam
entre otras cosas concheta inaguantable, extraviada y
directamente pelotuda. Esto, sin embargo, no impidi que
meses despus, cuando el azar puso a su alcance un PH
baratsimo en San Cristbal, cerca de San Juan y Entre Ros
(trescientos cincuenta pesos de alquiler por mes, ms luz, agua,
gas y telfono), la llamara para proponerle que hicieran las
paces y se mudaran juntas, reanudando una relacin que
alguna vez fue brbara, che, no lo pods negar. Silvana le
sugiri que se metiera el PH en el orto y a continuacin le
inform que su padre le haba comprado un departamento en
el quinto piso de un edificio en el corazn del barrio de
Belgrano, lo ms lejos posible de la marginalidad sospechosa
que Ankara consideraba normal, de manera que, como vea, la
cuestin no poda haberse solucionado mejor.

MODOS DE ASEDIO

La falta de entusiasmo de Silvana por lo que Ankara


consideraba una oportunidad nica no la soprendi, sta
siempre fue una horchata, se dijo al tiempo que colgaba el tubo
del telfono, y adems ahora, claro, qu cerda, ya no necesita.
Mordisquendose las uas, sali al balcn y se sent sobre el
alfizar de la ventana de su pieza a mirar la autopista 25 de
Mayo. Senta que si dejaba escapar esa oportunidad no iba a
haber otra, pero al mismo tiempo dudaba, no saba si el
entusiasmo le alcanzaba para llenar ciento cincuenta metros
cuadrados de esa media luz tpica de los PH. No se trataba slo
de que iba a tener que producir la plata del alquiler todos los
meses pasara lo que pasara (la cuota de la universidad y la
prepaga las iban a seguir pagando sus padres), adems Ankara
se preguntaba si no morira de languidez y aburrimiento
viviendo sola, en una casa tan grande.
La duea del PH se llamaba Beatriz Lienhard-Fernndez.
Ankara la haba conocido en la cafetera de la universidad. Se
cayeron bien en seguida, siendo como eran dos ansias de
triunfo en ciernes. Beatriz haba heredado ese PH haca un
tiempo y visto que no tena qu hacer con l quera alquilarlo
como atelier, vivienda o depsito para asegurarse la cuota de la
universidad y sacarse una preocupacin de la cabeza. El alquiler
era ridculamente bajo porque, cualquiera hubiera sido el
esplendor del pasado, de momento la casa se encontraba en un
estado desastrosamente desastrado. Por esta razn, Beatriz,
haciendo gala de una honradez poco habitual, le aconsej a
Ankara que en su caso particular, te lo digo de onda, lo que le
convena era buscarse un lindo monoambiente por Boedo o
Caballito, Flores incluso, porque esa casa es un dolor de cabeza,
ya est vieja, viste? La advertencia, desinteresada y servicial, no
sofren el acelere de Ankara que, todava ms empacada que
cuando Silvana le haba escupido el asado por telfono, se puso
una fecha lmite para la mudanza. Habl con el dueo del bar
de la facultad, con quien tena una relacin de cuasi-amistad y,

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luego de una ardua negociacin, logr que le comprara todas


sus maanas (excepto la del domingo) por ochocientos pesos
mensuales. Ocho horas de trabajo, de siete a quince,
absolutamente imposible ser impuntual. Si en treinta das no
encontraba una solucin mejor, comenzara a trabajar de moza
para financiarse la libertad.
Antes de que el mes de plazo se esfumara, sin embargo, otra
opcin se dibuj en el horizonte. Para completa satisfaccin de
Ankara, que detestaba la idea de verse obligada a sacrificar sus
maanas en general dedicadas al estudio en nombre del
cambio, una da sin querer dio con la solucin ideal. Se
encontraba bajo la ducha, cantando los grandes xitos de
Shakira con todo el sentimiento que su voz y las rfagas de agua
espumada le permitan, cuando de pronto su hermana menor le
pregunt si le faltaba mucho. Tres aos menor que Ankara,
Julia acababa de comenzar la universidad en calidad de al igual
que ella mantenida, visto que para sus padres lo primero era el
estudio. Aprovechen ahora, que despus tener una hora al da
para leer se vuelve un lujo asitico, las instaba su madre, para
quien la obstinacin independentista de su hija mayor no
dejaba de resultarle ridcula. Lejos de hacerle caso, esa maana
Ankara vio las cosas con una claridad meridiana: si convenca a
su hermana de que se fuera con ella, con lo que ganaba dando
clases particulares y trabajando en cine poda hacerse cargo de
una mitad del alquiler y de las cuentas. La otra mitad quedara
a cargo de Julia, para que la pagara como mejor le pareciera.
Poda, por ejemplo, invertir una parte de su mensualidad, nada
ms fcil, qu opins?
A su hermana la idea le pareci extica. A diferencia de
Ankara, pequeo Vesubio en erupcin constante, Julia era una
persona tranquila, para nada precoz, de manera que la
posibilidad de una vivienda propia antes de los veinte no le
result medio idiota, como a su madre, sino ms bien
inesperada. Adems de tarda y esto Ankara lo saba, su

MODOS DE ASEDIO

hermana era de una falta de pragmatismo notable. Adicta


desde su adolescencia ms temprana a la lectura de los clsicos
de la literatura universal, poco a poco se haba ido
convirtiendo en un ser apacible y solitario que atravesaba la
vida con la cabeza constantemente en las nubes, pensando en
quin sabe qu cosas. Ankara contaba con ese despiste natural
para conseguir una respuesta afirmativa y as fue, en efecto.
Entre bostezos, Julia le dijo que bueno de una manera tan sin
esfuerzo que a Ankara le agarr un poco de cargo de
conciencia, sentimiento obliterado, segundos ms tarde, por la
formidable descarga de adrenalina que comportaba la felicidad
de haberse salido con la suya.
La mudanza tuvo lugar dos semanas ms tarde. Sin
contrato de por medio, el papeleo se redujo a un acuerdo de
palabra. Ankara pag los trescientos cincuenta pesos del
primer mes y Beatriz le entreg un juego de llaves y le indic
dnde poda sacar copias. Luego, tras presentarle a Titina, que
desde haca veinticinco aos viva en la casa de al lado, a quien
poda acudir en caso de emergencia, se despidi desendole
suerte. Fue entonces, momentos despus de que Beatriz
hubiera atravesado la puerta de calle para perderse en la
luminosidad del mundo exterior, cuando Ankara comprendi
que el atolondramiento propio de la batalla le haba impedido
notar que la casa que acababa de alquilar no tena ni lavarropas
ni telfono ni alacenas ni botiqun ni mueble de la cocina ni, en
general, mueble alguno. Consista, ms bien, en cuatro
habitaciones distribuidas en dos plantas, un patio comn, una
pequea cocina en forma de chorizo y un bao minsculo en
el que no entraban dos personas paradas, a no ser que una se
metiera en el cuadrado de la ducha. El estado de todo era de
una dejadez deprimente. La pintura colgaba de las paredes
como cartn viejo, desnudando lo que se supona que tena
que cubrir (el color verde marronceo del cemento), al tiempo
que pisos, techos y paredes sobrevivan a duras penas debajo

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de una capa de suciedad capaz de shockear al ms


optimistamente emprendedor.
Lo primero que tenemos que hacer es limpiar, dijo Ankara
como si no hubiera sido evidente. Las manos en la cintura, el
pelo recogido en un rodete, mir a Julia, que descansaba en
silencio reclinada contra la pared, mir la hora y mir el
desorden del patio, en el que se encontraba todo lo que con un
flete y la gentil ayuda de sus hermanos haban transportado a
su nuevo hogar. En el caso de Julia, su biblioteca, su escritorio,
su silla y un par de cajas con ropa. En el de ella, ropa, libros y
revistas de cine, los cacharros indispensables para poner en
funcionamiento la cocina, afeites varios para el bao, una radio,
CDs y cassettes, una lmpara para usar a la noche antes de irse
a dormir, dos osos de peluche que le haban regalado haca
tanto tiempo que ya no recordaba quin se los haba dado ni
porqu, dos sillones que sus padres queran sacarse de encima
haca aos, una silla y un par de bolsas de varios, que ni ella
saba qu contenan. Adems, en las que iban a ser sus
habitaciones descansaban dos camas de dos plazas para armar
con sus respectivos colchones, obsequio de sus padres, y un
silln cama marrn ajado por la edad que un amigo de Ankara
le haba cedido por un perodo indefinido.
Entre todo lo que se hacinaba a su alrededor, Ankara no vio
ni un slo artculo de limpieza. Decidi, por lo tanto, darse una
vuelta por el Disco ubicado en las inmediaciones de Entre Ros
y Belgrano para adquirir lo ms urgente y necesario. Se dej
llevar por el entusiasmo, sin embargo, y en la caja nmero ocho,
con escoba, secador y trapos de piso, balde, trapos rejilla,
Ballerinas, Cif para el bao y la cocina, lavandina, detergente,
esponjas, virulanas, fsforos, Mr. Msculo, jabones, cepillo para
el inodoro, plumero, papel higinico, Raid y una palangana, no
pudo ms que asistir a la agona y muerte de la ltima
mensualidad que sus padres le pasaran para que estudiara sin
preocupaciones. En el camino de vuelta, luego de algunas

MODOS DE ASEDIO

cuentas mentales y sin que por eso la euforia que senta se


resintiera, se vio obligada a pedirle a Julia que se hiciera cargo
de los gastos alimentarios de ambas hasta que terminara el mes.
Adems, necesitaba que le prestara unos pesos para tirar hasta
el mircoles siguiente, da en que le tocaba ir a casa de Sandra,
su alumnita con aspiraciones de ingreso al Colegio Nacional de
Buenos Aires en donde, luego de dos horas de repeticin
bovina de las reglas de acentuacin, treinta pesos se
materializaran en su billetera. Mientras haya para m, va a haber
para vos, fue la respuesta de Julia que, pasando de inmediato del
dicho al hecho, hizo escala en el minimercado de la estacin de
servicio que quedaba a una cuadra de su recin estrenada
residencia y compr dos gaseosas de litro y medio, un par de
alfajores, una bolsa de galletas dulces Terrabusi y un paquete de
galletas de soja para tener combustible durante la limpieza.
En la casa encontraron todo como lo haban dejado, a lo
mejor un poco ms sucio, como ms lleno de polvo, no?,
observ Julia desapasionadamente al tiempo que abra la
bolsa de Terrabusi. De pie entre las cosas que se
amontonaban en el patio, las hermanas tomaron un
tenteempi que slo perdon el paquete de galletas de soja,
tras lo cual, despreocupadas del ritmo que el sol impona en
el mundo exterior, barrieron, baldearon, trapearon, refregaron
y volvieron a barrer durante horas. Llevaron las cajas con
libros al primer piso, subieron tambin el escritorio y las sillas,
inaugurando as una sala de estudio o biblioteca, pusieron los
cachivaches para cocinar en la cocina y dejaron las cajas con
ropa en sus respectivas habitaciones. En la pieza que lindaba
con la que sera de Ankara metieron el silln-cama marrn y
los dos que sus padres haban festejado perder de vista.
Ubicndolos alrededor de una cajonera de madera que,
acostada y con un mantel cubriendo su falta de cajones pas
a oficiar de mesa enana, consideraron que el comedor estaba
en condiciones de entrar en funciones.

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A eso de las diez y media de la noche, y para dar por


terminada la mudanza, slo faltaba quitar la tonelada de mugre
que apolillaba sobre las baldozas del patio y armar las camas,
dado que Julia ya se haba ocupado de montar la biblioteca en
la ms amplia de las dos habitaciones del primer piso. Como el
cansancio haca rato se manifestaba en dolores de espalda y de
piernas, Ankara decidi dejar la limpieza del piso y el armado
de las camas para despus, y le propuso a Julia que se dieran una
ducha rpida y se fueran hasta el San Cristbal a comer algo,
recuperar fuerzas y luego seguir.
As lo hicieron. Disfrutando de la sensacin que les
produca sentirse limpias luego de ms de diez horas de trabajo
corrido, se fueron caminando despacio por Entre Ros y
hablando de lo cansador que resultaba mudarse, del tiempo
que les llevara acostumbrarse al nuevo barrio, del
contratiempo de no tener lavarropas y de cmo seran los
vecinos. Tomaron asiento en una mesa junto al ventanal que
daba a la calle y, tras un cabildeo de algunos segundos, se
decidieron por una fugazzeta rellena y dos porciones de fain
para cada una. A pesar del hambre, comieron con lentitud
porque les daba pereza volver al trabajo. De postre pidieron
flan con dulce de leche y, ya sobre el comienzo de un nuevo
da, brindaron por la nueva etapa, que sea feliz y fructfera, que
sea lo que esperamos y mucho ms.
Una hora y media despus, muertas de sueo y agobiadas
por dolores de articulaciones y msculos, ambas bregaban
sobre la cubierta embravecida de un galen atosigado por una
tormenta elctrica, preguntndose cmo no se les haba
ocurrido armar antes esas camas de mierda, ahora estamos
fritas, es hacerlo o hacerlo porque si no dnde dormimos. El
problema bsico, sin embargo, no eran las camas en s, sino el
folleto adjunto, a todas luces indescifrable. Si lo hubieran
dejado en chino entenda ms, che!, rezongaba Ankara
rascndose el cuero cabelludo con un destornillador. Julia

MODOS DE ASEDIO

miraba con cara de Buscadora de Oro, pero no llegaba a


ningn lado. Entre las dos, ni siquiera lograban ponerse de
acuerdo sobre cul de los diferentes niveles representados en
el diagrama 3D, con lneas punteadas, flechas y superficies que
se queran transparentes, era el de la cama. Al final, luego de
concilibulos infructuosos, rascamientos neurticos de
ronchas inexistentes, tiramientos hacia abajo de cachetes y
puntapis ofuscados a las diferentes partes de las camas,
Ankara se dio por vencida. Le pidi ayuda a Julia para correr
todas estas porqueras hacia un costado y, una vez que el
centro de su habitacin estuvo despejado, instal el colchn, lo
cubri rpidamente con dos sbanas tomadas al azar de entre
sus cajas y, sin ms trmite, se puso a roncar. Julia subi al
primer piso e hizo lo mismo.
El problema lo solucion, al da siguiente, su hermano.
Pleno de conocimiento tcnico-matemtico se aperson en el
nuevo domicilio, mir un momento el planito que tanta
amargura haba causado la noche anterior. Al cabo de un
minuto, destornillador en mano, martillo colgando del
cinturn, una catarata de indicaciones y directivas eman de su
boca, engendrando en la pieza una actividad febril. Una hora
ms tarde, las camas dominaban, desde sus cincuenta
centmetros de altura, el espacio de sus respectivas
habitaciones, confirindoles una indudable identidad de
cuartos.
Si a Ankara la independencia le dio, desde el principio, todo
lo que haba deseado y ms, para Julia, en cambio, el PH pronto
se convirti en lugar non grato. Ignorante de las labores
domsticas ms bsicas (cmo se lava la ropa a mano?, cul
es la diferencia entre la entraa y el lomo?, por qu corno la
heladera no enfra?, cmo se enciende el calefn?),
acostumbrada a compartir una pieza de tres metros por dos
con dos personas ms, se senta perdida en esa casa que juntaba
polvo como los nenes coleccionan figuritas. Con tanto espacio

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a disposicin, tanta pared pelada, incluso cuando estaba con


Ankara se senta sola. No estaba cmoda ni siquiera cuando
estudiaba, no lograba abstraerse. Ms all del papel, ms all de
la voz que le contaba sobre los hermanos Schlegel, Novalis y
Enrique de Ofterdingen, quedaba siempre ese espacio vaco, esa
fealdad rida del cemento, la oscuridad de ese hueco fro que se
la haba tragado.
Casi sin darse cuenta, Julia comenz a pasar sus das afuera.
Se quedaba en la facultad de la maana a la noche y cuando no
tena que asistir a clase, iba lo mismo y pulverizaba hora tras
hora leyendo en la biblioteca. Las tardes que no tena ganas de
estudiar recalaba en el departamento de sus padres y
aprovechaba para ver a sus hermanos. Entre la conversacin y
las risas, las expediciones vespertinas al cine, las excursiones
relmpago al videoclub de Independencia y La Plata, las
milanesas de soja a la napolitana, y el calor del abigarramiento
producido por cientos de libros apiados en doble fila sobre
estantes que iban del piso al techo, Julia comenz a sentir, sin
saber bien cmo, que su vida le quedaba lejos. No transcurra
donde estaba ella, sino cinco kilmetros ms all, en los
setenta y cinco metros cuadrados de un octavo piso del barrio
de Boedo.
Su ausentismo crnico en el PH que ayudaba a alquilar
tuvo mltiples consecuencias, la ms importante de las cuales
fue sin duda la mudanza de Romeo. No se trataba slo de que
en la casa hubiera lugar de sobra para los tres, adems Ankara
extraaba las pequeas conversaciones de cocina, cmo te
fue?, qu tal todo?, mirando mientras tanto el agua de la olla,
a ver cundo hierve que tengo un hambre mortal, o los
pedidos de ayuda intrascendentes, maana acordame de que
llame a Beatriz, que es su cumpleaos. Julia se iba por la
maana, antes de las ocho, y volva a la noche, alrededor de las
doce, ya comida. Entraba, saludaba, preguntaba qu tal y, sin
escuchar la respuesta, se meta en la cama intentando quedarse

MODOS DE ASEDIO

dormida lo ms rpido posible. Por eso, para Ankara fue un


golpe de suerte que Romeo se mudara con ellas. Ocurri poco
despus de que se enterara de que no iba a ganarse la beca de
la Fundacin Antorchas. La mudanza fue fcil porque Romeo
slo llev un bolsito con ropa y algunos libros. Ankara lo
ayud a que se instalara en la habitacin que quedaba al lado
de la suya, inaugurando, en ese sencillo acto, el primer da del
resto de sus vidas. Julia no emiti comentario alguno acerca de
la nueva presencia porque, primero, nadie se lo pidi y,
segundo, porque de todas maneras, como no estaba nunca,
apenas not la diferencia.
Si la convivencia de Ankara y Romeo no desemboc de
forma inmediata en una relacin de pareja no se debi a que
no encajaran, sino ms bien a que por ese tiempo ambos se
encontraban con la cabeza en otro lado. Romeo todava no se
haba sacudido por completo la grisura que el alejamiento de
su primer gran amor (estaba seguro de que iba a tener
otros) haba instalado en sus das. Ankara, por su parte, se
encontraba envuelta en una relacin secreta e ilegal con su
ayudante de Guin II.
Todo haba comenzado haca un par de meses, una noche
lluviosa. Ankara esperaba en la puerta de la facultad a que
amainara un poco para lanzarse hacia la parada del colectivo
porque, como todos los das de lluvia, no llevaba paraguas
(tena la mana de hacerle caso al informe meteorolgico) y el
agua caa con demasiado bro como para mandarse as noms.
El hambre y el cansancio, la perspectiva de llegar a su casa y
tener que ponerse a cocinar hacan que su mirada, resignada, se
perdiera en un punto impreciso del empedrado de la calle,
estacin final para las gotas que, elefnticas, se abatan llenas de
alegra sobre la ciudad. Ensimismada como estaba, tard un
momento en notar el Fiat Uno blanco que, arrimado al cordn,
le tocaba bocina para que se acercara. Era su ayudante de
Guin II. Con una sonrisa simptica y servicial en los labios,

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Felipe Talacker se ofreca a llevarla, as vos no te mojs y yo me


despierto un poco, que estoy que me caigo de sueo. Ankara
acept complacida. Subi, cerr la puerta, Felipe puso primera
y el cochecito comenz a deslizarse hacia el Bajo.
Ambos estaban hambrientos. Ambos estaban cansados.
Ambos queran llegar lo antes posible a sus casas. Ambos
queran comer y acostarse. Felipe no quera hacerlo solo. Le
avis a Ankara que pasaran un momento por su departamento
para buscar un paraguas, porque el garage quedaba a casi cuatro
cuadras de su edificio y a la vuelta no quera empaparse, y antes
de que ella tuviera tiempo de objetar nada, ambos se
encontraban en el departamento en cuestin, Felipe cocinaba y
haba abierto una botella de vino, haban brindado por el
coraje de perseguir nuestros sueos, Ankara todava un poco
en shock, qu est pasando ac?, se encontraba en mitad del
comedor con un vaso en la mano, la mirada en una foto
familiar, imitacin perfecta de una parada de colectivo.
Esa noche durmieron juntos. A Ankara, Felipe no le
llamaba particularmente la atencin, pero que l la adorara
(sic), la seduca hasta ponerla cachonda. Por otro lado, como
era su ayudante de Guin II, en todo el asunto haba un matiz
de ilegalidad que no dejaba de llamarle la atencin. En la
facultad nadie poda saber nada de ellos (o Felipe perda su
trabajo), tenan que hacer como que su relacin no exista (o
Felipe perda su trabajo), por lo menos hasta que terminara el
cuatrimestre (o Felipe perda su trabajo), de manera que
durante las clases o las pausas, si te he visto, no me acuerdo (o
Felipe perda su trabajo). Si al principio Ankara sigui las
instrucciones de su novio al pie de la letra, con el tiempo, visto
que nadie pareca interesarse por sus relaciones peligrosas, fue
bajando la guardia. La observancia un poco cos cos que haca
de ciertas precauciones que consideraba innecesarias desat la
furia de Felipe, que llenaba las noches que pasaban juntos con
interminables discusiones acerca de si Ankara le haba guiado

MODOS DE ASEDIO

un ojo en pleno patio o le haba sonredo cuando estaban en


extremos opuestos de la cafetera como si entre ellos hubiera
habido algo (y bueno, che, qu quers?, hay algo).
Despus de la furia aniquiladora que desplegaba en el fragor de
las batallas, Felipe se converta en un cachorro necesitado de
amor, perdoname, lo que pasa es que es un tema delicado,
tenemos que andar con cuidado porque si no despus quin te
la paga?, y entonces Ankara sin saber bien porqu acceda a
agachar la cabeza y a decirle que s, que tena razn, que no
haba pensado o no se haba dado cuenta, voy a tratar de que
no vuelva a pasar. Ms que el delirio persecutorio, lo que a
Ankara la maravillaba de Felipe era hasta qu punto pareca
disfrutar de las aristas ms extremas de una clandestinidad
forzada, que ella cada vez encontraba ms absurda. l, en
cambio, pareca cmodo, gustoso de interpretar el papel de 007:
Licencia para garchar.
Ankara dio con el manual de uso de Felipe la semana que
trabaj como asistente de direccin en el corto de Beatriz
Lienhard-Fernndez: Tristn Dad. Desde que le alquilaba el
PH se haban hecho amigas, de manera que cuando en el
concurso interno de la universidad eligieron su guin para que
lo filmara, Beatriz la convoc en seguida. Menuda, medio
rubia, dientes en una constante persecucin del ms all,
Tamara Koch integraba el equipo de produccin. Era menor
que Ankara, pero no pareca, porque la manera que tena de
vestirse, de moverse, de hablar, de ser, responda mucho mejor
que la de Ankara al lugar comn que se suele identificar con
la adultez. Durante una semana, ambas trabajaron limitndose
a un riguroso hola, qu tal?, hasta que la noche del ltimo da
de filmacin, con un poco de buena voluntad y cooperacin
general, yo llevo un vinito, yo me ocupo de las papas fritas,
Beatriz puso su departamento e hizo una invitacin general a
todos los que quisieran festejar el final de cinco das de trabajo
ad honorem, que sea la ltima vez y que en el futuro todos los

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laburos sean pagos. Tanto Ankara como Tamara fueron a la


fiesta. Instaladas una al lado de la otra en un futn azul que
haba en el comedor, empezaron hablando de la filmacin, de
la facultad y, vaso va, vaso viene, terminaron hablando de
hombres. Hacia las dos de la maana, ya medio ahogada por
el alcohol, Tamara le confes, en calidad de estricta reserva,
que ella haba sido novia de Talacker durante casi un ao.
Boleada como estaba, Ankara slo atin a atragantarse.
Tamara, entonces, convirti sus ojos en dos huevos fritos, as
como me ves soy una bomba, y le cont que una ex novia, una
pendeja que parece que tambin haba sido alumna suya, se la
pasaba dejndole mensajes de amor en el contestador, le
mandaba unas cartitas perfumadas vomitivas que a l, obvio,
le encantaban. En lugar de devolvrselas con un sello de
mettela en el orto, pelotuda, las acariciaba, las lea y encima
me deca a m que haba que tenerle lstima porque la muy
boluda se haba quedado enganchada con l. Qu gracia.
Ahora resulta que la infeliz sa, menos mal que nunca me la
encontr porque le rompa la jeta de una trompada, era la
vctima! Por eso la cosa se termin. Yo ya no lo aguantaba ms
ni a l, ni a ella, ni a la puta que los re mil pari, capts?
Ankara captaba perfectamente. Esa noche Felipe comenz a
ser pretrito imperfecto. No lo volvi a llamar, ni respondi
tampoco sus llamados y cuando, como era lgico, l la alcanz
en la facultad, evidenciando un menosprecio notable dicho
sea de paso por las reglas de discrecin que l mismo haba
establecido (o perda su trabajo), Ankara le inform que
estaba hasta la coronilla de l y de las peleas absurdas y que no
le pareca que tuviera caso seguir en una relacin que no vala
el esfuerzo que exiga. Acto seguido, se cambi de prctico
para ponerse a salvo de la revancha que el desengao amoroso
poda llevar a cabo en el campo numrico, interrumpiendo
con un cuatro la seguidilla de nueves y diez que se hacinaban
en su libreta.

MODOS DE ASEDIO

A pesar de la crudeza con que Ankara expres su punto de


vista, durante un tiempo Felipe trat de recomponer lo que
alguna vez haban tenido, llegando incluso a confesarle, en un
ataque de sinceridad, que a pesar de que haban pasado
muchas otras por su vida, ninguna se comparaba con ella. A
Ankara, ms que el saberse parte de una lista que slo l
conoca en toda su extensin, lo que le molestaba era la
sospecha de haber tenido relaciones con un corruptor de
menores, un pervertido obsesionado con sus impresionables
alumnitas de cine. Por telfono, mail, chat o en persona, una y
otra vez, le repiti que lo suyo era cosa del pasado, que por
favor no volviera a buscarla ni la llamara ni tratara de verla, se
acab, che, ahora que cada uno siga con su vida como antes.
Felipe acept lo inexplicable de esa negativa tan repentina como
rotunda, se conform (Habr encontrado otra, nena, segn
Romeo) y sus relaciones pasaron a ser un saludo corts detrs
del cual se agazapaban cantidades enormes de indiferencia.
Soltera una vez ms, con todo su tiempo libre a
disposicin, Ankara comenz a buscar un trabajo que pudiera
combinarse con el del cine, que le caa de tanto en tanto, y con
las clases particulares. Quera algo que pagara con regularidad,
aunque fuera poco, porque desde haca algn tiempo su
hermana que viva ms en el departamento paterno que ah
con ellos se haca cargo de casi la mitad de los gastos de la
casa. No era slo que semejante situacin le remordiera la
conciencia, adems, si Julia se cansaba y mandaba todo al
carajo, cmo iban a hacer? Ella pagaba su parte del alquiler y
las cuentas, el problema era Romeo, que de momento no
aportaba casi nada porque, ya repuesto de la amargura
causada por el pedido de desalojo que su primer gran amor le
haba instalado en el corazn, estaba saliendo con una petisa
llamativa en la que se gastaba todo lo que ganaba porque a
estas minas hay que tratarlas como corresponde, che, qu
quers?, que la lleve a cenar al Mc Donalds?

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Como la escritura se le daba con bastante facilidad (al entrar


a la facultad haba adoptado la sana costumbre de escribir dos
horas por da pasara lo que pasara), y como una amiga de su
madre trabajaba en la revista dominical de Clarn, escribi cinco
articulitos acerca de cinco pelculas que estaban en cartel y con
eso debajo del brazo se aperson en Tacuar 1842, barrio de
Constitucin. La amiga de su madre fue muy amable. Con la
naturalidad de quien est acostumbrada a hacerlo todo el
tiempo, le dijo que la revista no publicaba ese tipo de cosas y la
mand al suplemento Espectculos para que ofreciera lo que
haba escrito ah. Le indic la ubicacin de las mesas del
suplemento, mand muchos saludos para su madre, decile que
me llame, y le inform que tena que seguir trabajando. Ankara
aprovech la pequea travesa para apreciar el ambiente de la
redaccin, habitacin enorme e innumerablemente subdividida
por cajoneras y biombos, en la que se amontonaban sin un
orden aparente escritorios, papeles, computadoras y, sobre
todo, gente. Por todos lados se exhiban versiones modificadas
de fotos verdaderas con intenciones de cargada al compaero
redactor, fotgrafo o diagramador, avisos sindicales o
promociones y descuentos. Los dueos del lugar eran los
telfonos. Cantidades inconcebibles, hasta dos o tres en un
mismo escritorio, reclamaban a los gritos que se les prestara
atencin. Grupitos de personas que observaban, caf en mano,
Crnica TV en los televisores del techo, al tiempo que
comentaban el ltimo vandalismo con cara de mala sangre,
seores con carritos de metal que avanzaban repartiendo
paquetes entre las mesas con precisin y maestra. Un
organismo palpitante, en fin, que se mova al ritmo de las
noticias del da.
En Espectculos la acogida dej bastante que desear.
Mirndola con cara de tomate podrido, un pelado no
identificado le dijo que ya tenan todos los crticos de cine que
necesitaban y, esforzndose por resultar todo lo desagradable

MODOS DE ASEDIO

que poda llegar a ser, le inform que no se molestara en dejar


copias de nada porque nadie se tomara el trabajo de leerlas. El
balance de esa primera expedicin a tierra de salvajes no fue del
todo positiva, pero s imborrable. A Ankara, lo que haba
alcanzado a ver de la redaccin le haba gustado: mucho papel,
mucho movimiento, mucha gente conversando, riendo,
escribiendo frente a las computadoras o mirando Crnica TV,
mucho dilogo, mucho pucho y mate, en fin, mucha
convivencia forzada, pero fructfera. Tuvo ganas de formar
parte de ese crculo de iniciados que se dedicaba a construir la
realidad de a cachos y, dada la buena disposicin de la amiga de
su madre, se convenci de que el lugar para intentar el ingreso
era la revista. El asedio a Tacuar 1842 no dio comienzo de
manera inmediata, sin embargo, porque en la universidad la
poca de exmenes se anunciaba en el horizonte y Ankara esas
cosas se las tomaba en serio. Alguna que otra noche sala con
Romeo o con sus amigas, pero esos esparcimientos aislados
eran dosis homeopticas de parranda para remediar un
decaimiento momentneo del ritmo de estudio y no voluntad
de dar por finalizada su temporada de eremita retrada. Durante
una de esas noches, excursus de cine Metro y Gerrn, a Romeo
se le ocurri que si tan enganchada haba quedado con Clarn,
lo que tena que hacer era escribir una nota acerca de la FUC
en poca de exmenes. De ttulo le pons Histeria colectiva
o algo parecido, y me entrevists a m, que puedo contarte
cules son las posiciones del Kama Sutra que permiten
absorber el conocimiento en bloque mientras uno est en pleno
acto. Ankara puso los ojos en blanco y movi su mano derecha
de arriba hacia abajo en gesto de pffffff, pero no desech la
idea. Una semana ms tarde, dando vueltas por el
supermercado que quedaba a dos cuadras de su casa, se top
con una hilera de cassettes TDK en oferta. Mir a derecha,
mir a izquierda, se puso una mano debajo del mentn en
actitud de pensadora de Rodin, dud, hizo cuentas, evalu los

95

anaojeda

pros y contras, y finalmente agarr cinco. A partir de ese da,


cada vez que vea a alguien de la facultad sacaba un
grabadorcito Sony que le haban regalado en una promocin de
Rexona y lo atosigaba con preguntas. Algunos mostraban cierta
reticencia respecto del uso que se hara de su testimonio y se
negaban a responder (quin te conoce, cretino?, se quejaba
Ankara con Romeo), otros se inflamaban despotricando contra
ctedras y profesores, otros expresaban puntos de vista
atendibles, pero poco originales, otros la miraban con cara de
axolotl. Bop.
Con el material que junt, escribi un artculo de diez
pginas sobre los temores, espectativas y esperanzas del cuerpo
estudiantil de la FUC. Comenzaba as:

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Una es la angustia, una la solucin. Como todo lo inevitable,


como la vejez o la falta de trabajo, slo los capaces de enfrentarlos
una y otra vez pueden considerarse satisfechos, ms all del
resultado que arroje cada encontronazo. Todas las facultades los
tienen, todas las carreras se basan en ellos. Pesadilla de millones
de estudiantes a lo largo y ancho del mundo, los exmenes finales
constituyen, en este momento del ao, la preocupacin principal
de aquellos que se debaten para no perder terreno en la
despiadada carrera del promedio de excelencia. Esta es la historia
de algunos de ellos.

A la amiga de su madre el tono del artculo le gust.


Encontraba que se corresponda a la perfeccin con la
pomposidad intrascendente del resto de la revista, de manera
que, frente a una Ankara que no poda dejar de mordisquearse
las uas a causa de la tensin que le provocaba encontrarse en
la puerta del horno, no te quemes, no te quemes, agarr las
pginas de la nota con un ganchito y le dijo que se la dejara, que
le vena bien para el nmero que estaban armando en ese
momento. Le pidi tambin que le dejara su telfono y su e-

MODOS DE ASEDIO

mail porque, si en efecto la inclua, tendra que darse de alta en


la oficina de personal para que le aceptaran la factura. Ankara,
intoxicada como estaba con las mieles de la victoria, tena a
Freddy Mercury instalado entre el temporal derecho y el
izquierdo, de manera que sin escuchar deca a todo que s. Un
mes despus, El stress de estudiar apareca en la Viva,
circundada por grandes fotos de muchachos en comps de
espera o con cejas de incertidumbre. Le haban cambiado el
ttulo (Matar o morir es la ley de esta selva) y volado la mitad
del texto, pero as y todo fue un alegrn fenomenal para Ankara
que, luego de darse al festejo durante un da y una noche
completos, volvi a la realidad para comprender con amargura
que hasta que no tuviera facturas propias no podra sacar
ningn provecho monetario de su primera colaboracin
periodstica. Al parecer, la amiga de su madre le haba avisado
el da mismo que le haba llevado la nota que bajo ningn
concepto le aceptara una factura de otra persona, pero se ve
que cuando me lo dijo yo tena la cabeza en otro lado, se
autojustificaba Ankara, al tiempo que reflexionaba en voz alta
acerca de los problemas de acostumbrarse a trabajar en negro y
picaba las cebollas que Romeo le iba pasando ya peladas. Eran
alrededor de las siete de la tarde y el esmero con que estaban
preparando la cena obedeca a que esa noche ira a comer Leila,
que se mora de ganas de conocerla a Ankara, no s porqu,
deca Romeo. Por qu va a ser?, se inflamaba Ankara
revoleando en el aire el cuchillo con que reduca las cebollas a
una pasta blanca, porque no te cree que lo nuestro es sancto y
no puede ms de los celos, nene. La curiosidad que la ndole de
su relacin con Romeo despertaba en el corazn de Leila le
adulaba el amor propio, pero as y todo Ankara no tena
ninguna gana de conocerla. Sobre todo porque empezaba a
darse cuenta de que, en caso de altercado, ella no estara de
ninguna manera dispuesta a prescindir de la compaa de quien
se haba convertido en uno de los pilares de su vida.

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anaojeda

98

Una abuela con tendencia al resbaln imprevisto le ahorr


a Ankara el asco que le hubiera provocado saber que del otro
lado de la pared Romeo lama con pericia el cuerpazo de quien
para ella no era ms que una estudiante mantenida (cuando
pensaba en esto pona cara de vmito). La muchacha tuvo que
irse a mitad de la cena para auxiliar a su abuela y tranquilizar a
su madre, presa pataleante de un ataque de histeria, tiene una
catarata de sangre en la cabeza, nena, vos no sabs, no la puedo
mirar, arriba de la ceja, un corte de veinte centmetros, qu
horror. Luego de acompaarla hasta el radiotaxi, Romeo volvi
y le dijo a Ankara que no quera quedarse adentro, tengo ganas
de salir, vamos a dar una vuelta por Corrientes? Sentados en el
Premier frente a una cerveza y un whisky sin hielo, la mala
sangre que le provocaba no poder cobrar lo de Clarn volvi a
acechar a Ankara, hasta que Romeo la conmin a que dejara el
asunto en sus manos, cansado de escucharla farfullar acerca de
la horchatez de la amiga de su madre, que no quera aceptarle
la factura de algn conocido.
A partir de la maana siguiente, Romeo dedic algunos
das al estudio del asunto. Consult a amigos y conocidos,
hizo algunos llamados, se meti por internet al sitio de la
Direccin General Impositiva (DGI), todo para, al final,
llegar a la conclusin de que la nica manera de cobrar lo de
Clarn era la legal: inscribirse en el monotributo, pagar los
impuestos correspondientes y mandarse a hacer un talonario
de facturas. Ah, bueno, gracias! Fantstico! Qu lgico! Es
muy lgico! O sea que yo me busco otro trabajo porque los
que tengo no me alcanzan para llegar a fin de mes, pero para
que me paguen tengo que pagar medio alquiler ms todos los
meses, trabaje o no, me paguen o no, todo para poder tener
esas facturitas de mala muerte. Qu bien. Bueno, ahora me
quedo tranquila, casi pens que si empezaba a colaborar en
Clarn iba a poder darme al lujo de permitirme ir al cine de vez
en cuando, fijate qu ida estaba.

MODOS DE ASEDIO

Sin embargo, a pesar de lo que despotric y patale y grit


y insult (ste no es un error, estoy chequeando su nivel de
atencin, simplemente), Ankara junt la plata de la primera
cuota de la categora que le corresponda en el monotributo, la
cuota para burguepobres, como deca con cara de resignacin,
la pag y con el comprobante que le dieron mand a hacer un
talonario de doscientas facturas (original blanco, copia rosada).
Al mes siguiente, volvi a la DGI y se dio de baja, de manera
de no tener que volver a pagar los impuestos. As, tuvo facturas
para tirar al techo que de tanto en tanto tambin usaban sus
amigos y vecinos y todo el mundo en paz.
En contra de los consejos de Romeo, que vea con malos
ojos cmo sus actividades periodsticas se iban quedando con
el tiempo que antes dedicaba a escribir guiones, trabajar (ad
honorem) en los cortos de la FUC, dar clases particulares o
estudiar, Ankara fue dejando que la dinmica de la redaccin la
absorbiera por completo. Pasados unos meses de su primera
colaboracin, el ritmo de sus das lo dictaban ms las
necesidades de la revista, que las universitarias. Al tiempo que
dedicaba a escribir sobre el estreno de Nueve reinas o las
opiniones de un Eliseo Subiela en retirada, sumaba las tres o
cuatro horas diarias que pasaba en la redaccin buscando datos
y organizando el Zapping, pginas que cerraban la revista
con un rejunte de datos curiosos, eventos culturales, novedades
de videoclub y direcciones de restaurantes y discotecas. Seccin
de un ovejismo negro notable, antes de que apareciera Ankara
nadie quera tomarla a su cargo, de manera que pasaba de mano
en mano acompaada de excusas del tipo Ocupate vos, por
favor te pido, porque yo en este momento estoy ocupado.
Monetariamente, sa fue una poca dorada para Ankara.
Pudo dejar de dar clases particulares, seguir estudiando e
incluso logr ahorrar un poco. Adems, en la redaccin del
diario conoci cantidad de gente interesante, como ser, por
ejemplo, la editora de la pgina de Ciencia y Salud, mujer

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risuea y buenhumorada que, a pesar de tener todos hijos


universitarios (la menor acababa de empezar Bellas Artes),
cuando se quedaba trabajando hasta demasiado tarde se
amargaba porque no puedo ver a mis nenes. La
representancia de hombres jvenes, por otra parte, tampoco
estaba nada mal. De entre el grupo de fotgrafos, periodistas e
infografistas que se juntaban a diario en Tacuar 1842, todos
con iniciativa, todos llenos de opiniones y puntos de vista,
todos reventando adultez por los poros, Ankara se fij en
Diego Bleicher, un diagramador joven que sobresala por su
pelo largo, su arito vikingo en la oreja izquierda, sus ojazos
marrones y su manera de no decir ms que Buenas y Hasta
maana, parquedad resultante de una timidez atormentadora.
Bien parecido, tranquilo e inteligente, pronto llam la atencin
de Ankara que, cuando le dejaban espacio, abran cancha y
anchura pa que pase esta hermosura, iba al frente con la
determinacin de quien desconoce la posibilidad del rechazo.
El inters que Diego le despertaba se traduca en sutiles
estrategias como comentar, con cara de pavota: Uy, che, no
me haba dado cuenta, hoy es mircoles, habra que aprovechar
el cine a mitad de precio o Qu cansancio, las ganas que
tengo de ir a tomar algo a Corrientes. Las respuestas por lo
comn monosilbicas de Bleicher nunca le permitieron, una
lstima, el golpe maestro: Y por qu no aprovechamos y
vamos a la salida del laburo?.
Haca semanas que Ankara masticaba la amargura del
fracaso cuando una tarde temprano, alrededor de las tres,
coincidi con Diego en la piecita de las mquinas de caf. Fue
un encuentro azaroso, ella haba ido con antojo de un chocolate
caliente azucarado y no se dio cuenta de la presencia de l hasta
que no hubo extrado el brebaje de la panza de la mquina.
Sonrisas, encogimientos de hombros, sorbitos embarazados, al
final Ankara le pregunt qu tal y l quiso saber si haca mucho
que trabajaba en la revista.

MODOS DE ASEDIO

Poco despus fueron a ver una pelcula de Chabrol al Metro


y terminaron intimando en el PH, para gran desagrado de
Romeo, que a la maana siguiente esper a que Gardel se
fuera para perseguir a Ankara por toda la casa quejndose de
que sus jadeos no lo haban dejado dormir. La repugnancia que
le provocaba Diego era, en realidad, un sentimiento recproco,
a tal punto que al diagramador le bast esa primera visita para
sucumbir bajo el peso de unos celos a su parecer ms que
lgicos. La competencia tcita que se estableci entre uno y
otro sacaba a Ankara de quicio, no porque le molestara que el
fundamento ltimo de la pica fuera la posesin de su persona
(esto ms bien la halagaba), sino porque la mana de sospechar
traiciones inexistentes les agriaba el carcter, volvindolos
prosaicos y desagradables. De talante fiel por naturaleza,
mongama convencida, Ankara no entenda las inquietudes de
su novio porque las encontraba injustificadas y no daba crdito
a las de Romeo porque eran absurdas. De los dos, l era por
mucho el peor, visto que se las daba de amante traicionado sin
haberse tomado nunca el trabajo de treparse por las lianas de
su balcn de doncella a la espera.
La erupcin del Copahue se dio un sbado que Ankara
volvi tarde porque era el cumpleaos de su hermano y se
haban juntado y festejado y charlado y bailado y cantado
horriblemente desafinado y comido como chanchos
empanaditas de copetn, torta, papas fritas, palitos salados,
sandwiches de miga y pollo a la parrilla con revuelto de
arvejas. En un momento, cerca de las dos de la maana, Julia
se qued dormida sentada en una silla y tuvieron que llevarla
entre todos a la habitacin del fondo, donde la depositaron en
una de las camas extras que haba, recuerdo de cuando todava
vivan ah. Hacia las tres, cuando el festejo degener en una
seguidilla de bostezos, levantamiento de mesa y recordatorios
de lo que haba que hacer al da siguiente, Ankara, amante
fervorosa de su cama de dos plazas, se tom un taxi y volvi

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a su casa. Tratando de hacer el menor ruido posible, meti la


llave en la cerradura, pero le bast abrir la puerta para darse
cuenta de que sus precauciones haban sido innecesarias.
Romeo estaba despierto, tomaba cerveza y lea, siguiendo con
un movimiento casi imperceptible de cabeza la msica un
poco triste que sala de la radio. Casi no alcanz a saludarlo
que l se par, dej el libro sobre el silln y, furibundo, le
comunic que Gardel la haba llamado un milln de veces
entre las seis de la tarde y las doce de la noche, que no haba
manera de hacerle entender que ella todava no haba vuelto,
que si le hubiera dejado dicho adnde estaba hubiera sido
mucho ms simple redirigirlo, as lo dejaba a l, que no tena
nada que ver, un poco en paz. La rabia le haca temblar los
labios y las aletas de la nariz, y le llenaba los ojos de venitas
coloradas, deformndole la cara. Inmvil, Ankara lo miraba
estupefacta. Al verlo desencajado se desencaj ella, podrida
de que la celara sin razn. Escuchame, che, si tanto te molesta
que est con otro, si tanto asco te causa ver cmo me agarra
por la cintura y me da besos en la boca y me acaricia el cuello,
por qu no me decs que me quers, que quers que nos
juntemos, que formemos una pareja? Ah, no, claro, el seor
quiere el oro y el moro, yo me acuesto con todas las que se me
cruzan por delante, mi novia es la Pelirroja Bamboleante
porque me da status y despus me hacs a m la escena de
marido traicionado? Pero andate a cagar!, me os? Ya me
tens hasta la coronilla con tus imbecilidades! Te gusto? Me
quers? DECIMELO! Y si no, callate la boca y dejame vivir
en paz! Inmvil, Ankara respir haciendo ruido con la nariz.
Se miraban fijo, los ojos de uno en los ojos del otro. No,
mejor controlarse, mejor no explotar, mejor dejar que el
volcn se apague y todo vuelva a la normalidad. Al fin y al
cabo, es o no es mi mejor amigo, el nico que me conoce de
verdad? Es. Entonces, tranquilizarse. Romeo encendi un
cigarrillo a la espera de una respuesta. Ankara se restreg los

MODOS DE ASEDIO

ojos, lo mir de arriba abajo y anunci que ella se iba a dormir


porque estaba muerta de sueo.
Convencida de que convivir era justamente eso, dejar
pasar, saber olvidar, Ankara decidi no pedir explicaciones
por el exabrupto. Tampoco se devan los sesos pensando si
lo que Romeo haba tratado de decirle era que quera que se
convirtieran en una pareja con todas las de la ley porque se
imagin que, si se era el caso, se lo dira como corresponda,
con una declaracin de amor verdadera y no as, disfrazada de
bronquita insignificante. Adems, para eso tena que empezar
por finiquitar su relacin con Leila, porque donde manda
capitn no manda marinero, y si la quera a ella, la otra tena
que desaparecer. No pudo darle demasiadas vueltas al asunto,
de todas maneras, porque unos das despus la echaron de
Clarn y del disgusto se agarr una mononucleosis que la tuvo
dos semanas en cama. Segn la explicacin confidencial de la
amiga de su madre que, por supuesto, la invitaba a seguir
colaborando free-lance, alguien de arriba haba preguntado
porqu se le pagaba un sueldo fijo a ella, si del Zapping
poda encargarse el jefe de la seccin, que perciba un sueldo
cinco veces mayor, y lo nico que haca era la ameba junto a
la ventana. Silencio total. Nadie que la defendiera, que
elogiara su trabajo y la conveniencia de conservarla, aunque
ms no fuera en otra tarea, otra seccin, otra labor. Ni una
voz de apoyo, ni un qu atropello, che, tenemos que
reaccionar, hagamos algo. Nada, ni siquiera una protesta
declamativa, falsa, excusa para quedar bien. Todos siguieron
haciendo lo suyo como si nada. Ankara vaci los que haban
sido sus cajones en una caja de cartn con flores violetas
sobre fondo blanco. Despeg las fotos que haba fijado con
cinta Scotch a los lados de la que ahora era su ex
computadora, borr las frases que haba escrito con marcador
indeleble (no tanto, despus de todo) en el que dejaba de ser
su escritorio y una vez que todo estuvo como cuando haba

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llegado, se retir haciendo mutis, sin mirar ni saludar a nadie,


odio eterno para todos esos cobardes de mierda.
Ankara se tom el despido como una afrenta personal y no
volvi a pisar el diario. De rebote, en un ataque de furia contra
la institucin y lo que ella consideraba pura cobarda de parte
de sus empleados, llam a Diego y le dijo que no lo quera
volver a ver, tras lo cual se agarr la mononucleosis que la tuvo
dos semanas en cama. Durante su convalescencia, Romeo se
ocup de todo. Le cocin calditos livianos, arroces con queso
rallado y sopas de verduras, le tom la fiebre doscientas veces
por da y le aconsej cundo darse una ducha de agua tibia
tirando a fra (no tenan tina). Tambin se hizo cargo de las
compras y el pago de las cuentas. Su solicitud lleg al punto de
que una tarde, incluso, se fue con Leila con la que haba
programado una salida haca das hasta la productora a cobrar
lo que le deban a Ankara por el comercial de Seven Up en el
que haba trabajado all lejos y hace tiempo. Desde ese
entonces esperaba que le avisaran cuando pagaban, de manera
que cuando Valentn la llam, ven hoy porque maana tal vez
ya no quede un mango, dej la cama de un salto y comenz a
vestirse, a pesar del mal gusto que tena en la boca, a pesar del
mareo, a pesar de que senta que sus piernas, sin fuerza, eran
incapaces de sostenerla. Fue lo que pas: las rodillas se le
aflojaron y termin en el piso, con la camisa que se estaba
poniendo a medio abotonar. Romeo escuch el ruido y fue a
ver qu pasaba, Ankara, qu hacs ah tirada?, la subi a la
cama, la tap y le pregunt qu se crea que estaba haciendo, si
el mdico haba dicho que hasta que el virus no se fuera tena
que hacer reposo.
A Romeo y su novia encontrar la productora les llev un
rato considerable porque la orientacin de ambos dejaba
bastante que desear y Haba una vez producciones estaba
ubicada en el corazn de la zona amorfa, barrio en el que las
manzanas no son cuadradas y las calles no se cruzan en lnea

MODOS DE ASEDIO

recta: Palermo. Al fin, luego de mucho preguntar y consultar y


pararse a ver y dar pataditas nerviosas y bufar, dieron con el
edificio indicado. Tocaron timbre, subieron y, ya en el cuarto
piso, les abri la puerta el propio Valentn que, a pesar de ser
uno de los dueos del emprendimiento, disfrutaba del
contacto con la gente, como l mismo se encargaba de
aclararle a todos los que ponan un pie en su empresa. Su metro
noventa y cinco tal vez algo robusto, pero impactante y
atractivo, una sonrisa ancha de dientes pequeos y la
caballerosidad afectada de quien se considera frente a un
suceso extraordinario, en seguida captaron la atencin de Leila,
que sigui con suma atencin la enumeracin de los orgullos de
Valentn: su trabajo, sus habilidades culinarias, su tres
ambientes ubicado a doscientos metros de plaza Serrano, lleno
de muebles design, lavaplatos automtico, equipo de msica
ltima generacin y televisor dem, su Peugeot 206
descapotable y, sobre todo, su plata, la que tena, la que haca
cada mes, la que pensaba tener para cuando cumpliera 45, la
que haba hecho de muchacho. Paradigma del self-made man
tal como se autodefina frente a los desconocidos, hijo de
padre ganadero y hermano de productor agrcola, haba llegado
a Buenos Aires procedente de Entre Ros siendo todava un
adolescente. Sin ms estudios que el secundario, a fuerza de no
darse por vencido, gracias al amigo de un amigo de un amigo,
comenz a trabajar como elctrico para una productora que
filmaba las versiones nacionales de comerciales extranjeros. El
ambiente de la publicidad le gust en seguida: mucha plata
dando vuelta, mucha ambicin, mujeres por todos lados, en fin,
la posibilidad de ganar mucho y, de paso, divertirse sin cargos
de conciencia. El sueo de la productora propia le tom diez
aos de apuestas y fracasos, dolores de cabeza y devoramiento
de uas, una mana que segua teniendo todava ahora que era
un hombre feliz. Vos te vas a rer, pero as como la ves, Haba
una vez producciones es un referente en el mundo de la

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pequea y mediana empresa, las Pymes, que le dicen, Valentn


pavo real exhibiendo la hermosura de su plumaje frente a una
Leila interesadsima. Estar a la altura de la plata que comenz a
ganar una vez que la productora agarr por el buen camino le
haba llevado algunos aos ms. Primero era un tiro al aire, vos
viste cmo son esas cosas Los ojitos que me pone! La tengo
muerta. Por suerte, con la edad mejor. Je, je. Leila, halagada
por el odio que lea en la cara de la secretaria a causa de la corte
desaforada de la que era objeto por parte del jefe, se dejaba
mirar, medir, pesar, pregustar con los ojos, mientras de tanto en
tanto cambiaba la posicin de sus rulos o sacaba con la ua del
ndice una basurita imaginaria de la mini de jean que le tapaba
nada ms que quince centmetros de muslo.
La debilidad de Valentn por las pelirrojas determin, entre
otras cosas, que Ankara cobrara ms de lo que le haban
prometido. La felicidad de ese inesperado golpe de suerte fue
todava ms feliz porque llegaba en un momento en que
Ankara se encontraba sin trabajo, sin ganas de volver a dar
clases particulares y, de todas maneras, tambin sin alumnos.
Una vez repuesta de la mononucleosis, invit a Romeo a
comer afuera para festejar la equivocacin patronal y el resto
de la plata, as como lo cobr, lo meti entre las pginas de
Cine argentino. Industria y clasicismo. 1933-1956, libro que, segn
Romeo, no serva para otra cosa, menos mal que lo hicieron
grande, porque si no, ni de alcanca. Esa misma debilidad
tambin determin que el noviazgo de Romeo llegara a su fin
ms de hecho que de derecho. Leila dej de tener tiempo para
l y ya no lo llam, ni le mand mails ni quiso verlo ni salir con
l ni nada de nada. Romeo no lament en exceso la ruptura.
Haca algn tiempo le haba cado del cielo una suplencia en el
Centro de Investigacin Cinematogrfica porque la titular de
Historia del cine argentino amiga suya se haba convertido
en un globo aerosttico con posibilidad de nio en cualquier
momento. Entre la energa que inverta en preparar las clases

MODOS DE ASEDIO

y la que gastaba transmitindoselas a sus alumnos de primer


ao, las fuerzas que le quedaban prefera dedicarlas a la lectura
y no a sentirse desgraciado por una relacin que antes de
Valentn ya dejaba que desear. No fue sa, sin embargo, la
ltima vez que Romeo tuvo noticias de la que haba sido su
novia. Para asombro de l y odio total de Ankara, que nunca
la haba tragado, una noche en que se entregaban al placer de
la sobremesa, son el telfono y del otro lado, quin si no,
Romeo, tu ex. La conversacin dur alrededor de diez
minutos y cuando el requerido telefnico volvi a la mesa, una
felicidad inesperada se le dibujaba en la sonrisa, que sostena
un pucho encendido con alguna dificultad. Mientras se
sentaba, le pidi a Ankara que le sirviera un poco de vino y
tras exhalar el humo del cigarrillo hacia el techo, suspir y dijo:
Qu mina, che, una diosa.
Al parecer, Valentn era un tipo emprendedor, corajudo,
sper positivo, un tipo Dont worry, be Valentin. En el ltimo
tiempo haba hecho una serie de averiguaciones, haba
preguntado por ac y por all, y haba llegado a la conclusin
de que era el momento de tirarse a la pileta. Como en Haba
una vez producciones los equipos los tenan, la cuestin era
encontrar el asesoramiento adecuado y tener un poco de suerte.
O sea, quiere hacer una pelcula, Ankara, y Leila lo convenci
de que me pagara cuatrocientos pesos por mes moi mme
para que le escriba el guin, no es genial? Hasta Ankara tuvo
que reconocer que la propuesta era de una felicidad pocas veces
vista. Para Romeo el arreglo era pura ganancia porque no slo
le iban a pagar un sueldo mensual, adems despus iba a tener
algo terminado para mostrar, algo que lo presentara, que lo
resumiera: Yo soy capaz de hacer esto. Por otra parte, poda
trabajar cundo, dnde y cmo quisiera, sin ms presiones que
las propias, dado que Valentn adhera a un sistema de entregas
peridicas pactadas de comn acuerdo. No, no haba vuelta que
darle, era fantstico, era una intoxicacin espiritual que dur un

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pago y treinta das. Al mes siguiente Valentn, sin ms trmite


que la suspensin de la cita mensual, decidi prescindir de los
servicios de un Romeo todava entusiasmado con la idea de que
hasta iba a poder comprarse libros nuevos, vrgenes de lectura
y con ese olor nauseabundo tan sexy que tienen cuando el
librero los saca del estante.
Aunque Romeo no sola ser de los tomtelo con soda,
quvachach, una vez recibida la mala noticia encendi un
cigarrillo y se dirigi a la cocina (de la que haba salido para
atender la llamada fatdica) a prepararse un mate. Mientras
esperaba que el agua hirviera, trat de ubicar a Ankara para
contarle la novedad y deprimirse un poco juntos, pero no la
encontr en ninguno de los telfonos conocidos, de manera
que llen el termo de agua caliente y subi al comedor para
abandonarse a una reflexin que, sospechaba, implicara horas
de un minucioso examen visual de las manchas de humedad del
techo. A pesar de que la oportunidad pareca inmejorable para
una larga introspeccin, el nimo contemplativo le dur poco.
Al tercer mate ya haba decidido que, mejor, se iba al videoclub
a alquilarse un par de pelculas para no darle ms vueltas al
asunto, estas cuestiones son as, a veces funcionan y a veces no.
No tena ninguna gana de ponerse a pensar en el porqu de los
acontecimientos ni en nada que se le pareciera. Sin dejar de
chupar la bombilla, busc las llaves y algo de plata. Dej el mate
junto al telfono y sali a comprar vino y las verduras
necesarias para hacer una tarta, previo paso por el videoclub.
Acababa de terminar de cocinar y se encontraba conectando la
televisin para ver una de las pelculas que haba alquilado,
cuando entr Ankara bufando un odio infinito para los hijos de
mala madre que la haban hecho trabajar ocho horas, ms una
y media de ida y otra de vuelta, todo al divino botn, porque
despus de mucha discusin y considerandos le informaron
que no tenan presupuesto para remunerarle los servicios
prestados. Estaba furiosa. Se quej y despotric contra todo el

MODOS DE ASEDIO

mundo hasta que la lengua no le dio ms, tras lo cual se instal


junto a Romeo delante del televisor, determinada a que no se
hablara ms de estas porqueras laborales porque ya estoy harta,
estoy hasta ac, hasta la coronilla. Sostenida a base de bufidos
y miradas torvas, esta negativa le quit a Romeo la posibilidad
de hablar l tambin de sus penas, cosa que lo puso de un mal
humor notable contra quien de pronto se le apareci como el
pinculo del egosmo. Ankara, embalada como estaba, slo se
dio cuenta de su mal humor bastante despus, cuando Romeo
le cont lo de Valentn en una frase (ahora el que no quera
hablar era l), para terminar acusndola de desconsiderada,
consentida y reina del autotenerse pena. La discusin no se
alarg demasiado porque Ankara se ofendi en seguida y se
retir del campo de batalla con un decidido movimiento de
barbilla, si te pons as, te dejo pagando, eh?, te corto el rostro,
movimiento que imit el resto de sus extremidades lanzndose
escaleras abajo, hacia su habitacin, donde todos se recluyeron
a cal y canto.
La mufa que se agarraron ambos como consecuencia de, en
definitiva, el desastre laboral que es este pas, che, segn
Ankara, tard un tiempo en arreglarse porque tanto ella como
Romeo se consideraban la parte ofendida, siendo vox populi
que el restablecimiento de las relaciones bilaterales le compete
pura y exclusivamente al ofensor. Durante unos das, la negativa
de ambos a dar el brazo a torcer convirti la atmsfera del PH
en un cmulo rarefacto de frases hechas y observaciones de
compromiso, hace sol?, no s, todava no sal, hasta que una
noche Romeo apareci con una botella de vino, fue a buscar a
Ankara a su habitacin y, ac no pas nada, la invit a brindar
por Obsesin, la mejor revista de cine y crtica cinematogrfica
que conocera Buenos Aires jams. La idea haba sido de un
grupo de alumnos con ganas de algo ms que tomar apuntes.
Romeo, Antonio DiVico, Beatriz Lienhard-Fernndez y otros,
Felipe Talacker, por ejemplo, empezaron juntndose en la

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cafetera de la facultad a charlar sobre bueyes perdidos y


terminaron coincidiendo en la falta que haca una revista como
la gente dedicada al sptimo arte. Independiente, con algo ms
que crticas basadas en el me gusta, no me gusta, revista con
aspiraciones, orgullosa del lenguaje especfico, las
disquisiciones propias del mtier y las observaciones tcnicas,
Obsesin naci para ser no slo contenido, sino tambin forma:
objeto esttico en s misma.
Sorprendida por lo entusiasmado que vea a Romeo, tan
alicado de un tiempo a esa parte, Ankara festej la noticia
sobre todo porque constitua un tema de conversacin
inagotable en tiempos de escasez. Sin embargo, se cuid de
sumarse a la iniciativa: a Talacker no quera verlo ni en figuritas,
ya bastante haba tenido con el perodo en que haban sido
novios. Adems, haca unos das se haba enterado de que en
dos meses cerraba la inscripcin para participar en la cuarta
edicin del Festival Internacional de Escuelas de Cine, que iba
a tener lugar en la FUC, y ella quera presentar algo en video,
fuera como fuera.
Amante de Woody Allen y de la petite histoire, influida por
los haikus y los microcuentos, su idea era filmar un almuerzo.
Tres personas, pongamos, se sientan a una mesa y de pronto, lo
que en un principio parece pura rutina, se requebraja y deja
entrever lo insospechado, desde la verdadera relacin que los
une hasta el porqu se encuentran ah. Dado lo esttico de la
situacin, la felicidad del corto dependa de la sabidura e
inteligencia con que la informacin oculta fuera ponindose
sobre la mesa. Y tambin, claro, de la informacin misma, que
tena que ser a la vez importante y creble, a la vez inesperada y
esperable, concebible. Eso por un lado. Por el otro, convencida
de que la distancia que se haba instalado entre ella y Romeo era
en una parte importante culpa de Valentn, quera filmar
consecuencias. No la piedra que cae en el agua tranquila, sino
las ondas concntricas que, cuando ya no hay piedra, continan

MODOS DE ASEDIO

abarcando cada vez ms espacio hasta dominar la totalidad de


la superficie. Si bien protagonistas del corto, los tres personajes
del almuerzo no seran, sin embargo, los protagonistas de la
historia a contar, sino ms bien su comparsa, meros figurantes
afectados de manera tangencial por lo sucedido en otro
momento, en otro lugar, a otros.
A partir de estos lineamientos generales, Ankara se
enfrent a la necesidad de una definicin genrica. Los tres
personajes que se juntan a almorzar un medioda cualquiera
podan resultar los inopinados espectadores de un suceso de
cualquier orden, desde un delito (policial) a un rotundo
fracaso laboral (drama). Si luego de una profunda reflexin
Ankara decidi convertirlos en personajes secundarios de una
historia de amor no fue slo porque considerara que le
resultara ms fcil escribir sobre un flechazo que sobre un
robo. Adems, le pareci que poda trabajar con (o, ms bien,
en contra de) el cdigo narrativo que cientos de pelculas a lo
largo de aos y aos haban instaurado como transcripcin
cinematogrfica de lo que ella consideraba, como deca
Cortzar, un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado
en mitad del patio. En su corto, el amor nada tendra que ver
con mentirosos besos arrebatados o declaraciones
bochornosas o corridas al aeropuerto. Sera, en cambio, una
oportunidad para la reflexin, la excusa para una evaluacin
general del sentido de la vida.
Llena de bros y energa creadora, Ankara empez a trabajar
en el guin de inmediato. Se levantaba temprano, se baaba,
pona agua a hervir ya fuera que le apeteciera un mate o un caf
con leche, tomaba tres galletitas de agua, las untaba con
mermelada de durazno y las pona en un plato. Con todo eso
suba al primer piso. Abra su cartuchera, sacaba montones de
lpices de colores y una birome negra, y escribiendo, comiendo,
tomando, tachando, subrayando, coloreando, la maana llegaba
a su fin. Hacia el medioda, Romeo apareca en el vano de la

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puerta recin baado y con ganas de mate. La calabaza


entonces iba y vena durante un rato, mientras Romeo
comentaba las dificultades del nmero de Obsesin que estaban
preparando o alguna ancdota de sus clases y Ankara le contaba
lo que acababa de pensar respecto del almuerzo que quera
filmar o de sus personajes para que l le dijera qu le pareca, si
se sostena o lo encontraba inverosmil. Estas puestas en
comn pronto devolvieron la amistad a lo que haba sido
alguna vez porque, ocupados con las dificultades propias de sus
respectivas actividades, ambos olvidaron cuan ofendidos
estaban por el egosmo del otro y se permitieron disfrutar del
placer que les produca comprobar, una y otra vez, que
coincidan en opiniones y puntos de vista.
Exprimindoselo lnea a lnea del cerebro, el guin creci en
nmero de pginas, se perfil y modific hasta que Ankara
consider, un poco porque ya no le quedaba ms tiempo y otro
poco porque as lo crea, que estaba listo. Hizo una reunin de
urgencia con Romeo, que a la sazn era su jefe de produccin,
y coincidieron en que la nica manera de formar el equipo de
filmacin a tiempo (quedaban menos de tres semanas para la
fecha de cierre de la convocatoria) era apelar a la iniciativa,
entusiasmo y acostumbramiento al trabajo ad honorem de los
muchachos de la FUC. Con un marcador negro y letra grande
y clara, Romeo escribi en sendas hojas A4:

Convocatoria 1: Se busca gente con inquietudes para integrar


el equipo de filmacin del corto Modos de asedio (video) a ser
filmado en un fin de semana (2 das), fecha a convenir.
Remuneracin: sandwich de milanesa, Mirinda y la posibilidad de
ganar experiencia. Los interesados llamar al 043.321.78.69,
preguntar por Ankara o Romeo.

MODOS DE ASEDIO

Convocatoria 2: Se buscan dos actores y una actriz para filmar


en un fin de semana (2 das) el corto Modos de asedio (video), fecha
a convenir. Remuneracin: una vez editado, se entregar una copia
del corto a quien lo solicite. Los interesados, llamar al
043.321.78.69, preguntar por Ankara o Romeo.

Sacaron treinta fotocopias de cada hoja y las pegaron por


toda la FUC, en especial en los baos, la cafetera y los patios.
A pesar de que quedaba poco tiempo y de que, incluso
reuniendo un equipo como la gente, era necesario dar con
actores macanudos, que le hicieran justicia al guin, Ankara no
poda evitar ilusionarse. Mientras esperaba el torrente de
llamados sentada junto al telfono, corrigiendo el guin o
mirando pensativa las paredes, su imaginacin le otorgaba una
y otra vez los mil quinientos pesos del primer premio por
decisin unnime del jurado o, mejor todava, la rodeaba de
gente interesante con ganas de conocerla a ella, autora del
mejor corto, lejos, de todos los presentados. Gente que quera
saber qu pensaba la hasta ese momento desconocida
muchacha que haba instalado a la FUC por encima de la
FEMIS de Francia, de la Konrad Wolf de Alemania, de The
Sam Spiegel School For Film and Video de Israel, de la
Hamburguer Filmwerkstatt, de la Kunsthochschule fr Medien
Kln, del ESCAC de Barcelona, de la Escuela de Artes Visuales
de Madrid, del Centro de Estudios Cinematogrficos de
Catalua, de la Syracuse University de Estados Unidos, de la
Loyola Marimount University de Estados Unidos, de la Temple
University de Estados Unidos, de la Westminster University de
Inglaterra, de The London International Film School, de la
Scuola Nazionale di Cinema di Roma, para nombrar slo
algunas. Ankara pensaba en eso y senta que fama y fortuna la
esperaban a la vuelta de la esquina. Me cambiar el xito?, se
preguntaba mordisqueando una birome azul mientras
observaba la paz con que el telfono reposaba sobre la mesa.

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Se responda que eso dependa de ella y que, en todo caso, xito


o no xito, antes de ocuparse de lleno de su carrera profesional
se prometa terminar la facultad, porque si no, che, no se puede,
pasan las generaciones y seguimos siempre igual de
universitarios incompletos que siempre. Ni por un momento se
le pas por la cabeza la posibilidad cierta de no llegar con los
tiempos o de, incluso llegando, no resultar galardonada. Para
ella era evidente que, si no el primero, el segundo, alguna
mencin o distincin ad hoc iba a obtener y eso, por humilde
que fuera, era curriculum. El guin que haba escrito era bueno
(se lo haba dicho Romeo, que era un lector exigente) y con un
poco de suerte, el corto tambin lo sera.
La tranquilidad en medio de la cual transcurrieron los das
que siguieron al de la publicacin de las convocatorias en
carteleras, paredes, escaleras, pizarrones y baos, tranquilidad
resultante de la falta total de llamados, sumada a la oscilacin
de Ankara entre una pasividad absoluta producto de la fe que
tena en su prximo estrellato y una histeria angustiosa
consecuencia de que consideraba insuperable cualquier
obstculo que apareciera en el camino, hizo reaccionar a
Romeo, que se rindi a la evidencia de la inutilidad de los
carteles y se lanz a importunar a amigos y conocidos con la
oportunidad nica que significaba poder participar en la
filmacin de un corto con un nombre como Modos de asedio.
Al cabo de unos das el mtodo personalista dio resultado y
el equipo se encontr ms o menos formado de la siguiente
manera: Ankara (direccin), Beatriz Lienhard-Fernndez
(asistente de direccin), Romeo (jefe de produccin), Tamara
Koch (asistente de produccin), Antonio DiVico (cmara),
Nicols Fermats last theorem Riemmann (elctrico) y Laura
Rabadejo (maquillaje y vestuario). Al contrario de lo que haban
supuesto en un primer momento, dar con los actores no fue
complicado porque, amigos de los integrantes del equipo,
cuando aparecieron los unos, tambin aparecieron los otros.

MODOS DE ASEDIO

La filmacin tuvo lugar el primer fin de semana que sigui


a la constitucin del equipo, en el patio del PH que Ankara le
alquilaba a Beatriz. Julia, enterada de que ese sbado y domingo
habra una agitacin frentica en la casa, el poco tiempo que
tenan no dejaba espacio para cometer errores y eso pona a
todo el mundo nervioso, arrim el hombro y se encarg de
hacer las milanesas al horno porque era ms sano para los
sandwiches prometidos, mantener la Mirinda fra, hervir agua
para mate, t, caf, cortar pan y, en fin, las mil y una
ocupaciones que es necesario afrontar cuando se est al frente
de un catering. Aparte de eso, tambin prepar el almuerzo que
los actores comeran en la realidad del corto que, para no
complicarse la vida, estuvo compuesto por milanesas y pur de
papas. Mientras que el patio alternaba momentos de gran
movimiento con otros de quietud, la cocina se mantuvo todo el
tiempo a tope, de manera que al final de la primera jornada Julia
estuvo entre los ms agotados por una dinmica de trabajo que,
como deca Romeo, era bout de souffle. Ankara era la nica
que, a las once de la noche, luego de catorce horas de trabajo,
no pareca cansada. La adrenalina de saberse haciendo algo, el
nerviosismo de pensar que, si le pifiaba, no tendra una segunda
oportunidad, sacaban sus mejores cualidades a flote. As fue
cmo a pesar del desastre actoral con que se encontr a la
maana, directivas y explicaciones de por medio, logr sacarles
algo decente a los muchachos, algo que no diera vergenza,
algo bien con lo que se consider satisfecha porque, despus de
todo, lo hacan de favor y casi ni les haba dado tiempo para
estudiarse los parlamentos.
Para cuando lleg la noche del sbado, el almuerzo ya lo
haban filmado y slo faltaban acercamientos, primeros planos,
pequeos paneos para usar de puente entre escena y escena o
entre toma y toma. A eso se juntaron el domingo, que fue un
da mucho ms tranquilo, sin el frenes de la jornada
precedente. Julia volvi a instalarse en la cocina, esta vez un

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poco a regaadientes porque saba lo que le esperaba y ya


estaba podrida de cocinar milanesas. Los dems se amucharon
en el patio a hacer su trabajo y, en general, todo volvi a
funcionar como el da anterior, pero en medio de una
distensin mayor. Hacia las nueve de la noche, para gran alegra
de los involucrados la filmacin lleg a su fin, brindis con agua
de la canilla y Tang de naranja, aplausos y chiflero entusiasta.
Ankara invit a quienes pudieran a quedarse a cenar, para lo
cual pidi seis docenas de empanadas por telfono al San
Cristbal y a Julia que le hiciera la gauchada de cruzarse a la
estacin de servicio y comprara diez Quilmes de litro. Una vez
que lleg el mastique, lo ubicaron al alcance de todos en la mesa
que haban usado para filmar el almuerzo, arrimaron algunas
sillas y, con Joaqun Sabina de fondo, comieron, charlaron,
bromearon y, en general, se divirtieron hasta que comida y
bebida se acabaron, Joaqun comenz a repetirse y las
diferentes ocupaciones del lunes por la maana aparecieron en
el vano de la puerta, chau, che, suerte con esto, si gans el
premio avisame, que yo soy de otro ambiente y no me entero,
s, claro, gracias por todo, un beso, nos hablamos.
La posproduccin del corto fue un tanto catica a causa,
sobre todo, del apuro y la falta de medios. A una semana del
cierre de la convocatoria, Ankara arregl con el responsable
de la isla de edicin que haba en la FUC para que le avisara
en qu momentos estaba libre la mquina y as poder darle a
Modos de asedio su forma definitiva. Pidi prestado un pager y
cada vez que Pedro Ocampo le comunicaba un parntesis de
hora y media en el organigrama, Ankara se pona rgida como
si acabara de meter los dedos en un enchufe, dejaba lo que
fuera que estuviera haciendo y sala corriendo hacia el
cuartucho de la isla, tratando de recordar dnde haba dejado
la edicin la vez anterior.
Modos de asedio estuvo terminado el mismo da en que
cerraba la convocatoria y fue entregado por una Ankara

MODOS DE ASEDIO

exultante, que no paraba de hablar ni de pegarle codazos


amistosos a Romeo que, a su lado, pareca algo adusto. De
haberle preguntado, se hubiera enterado de que su falta de
entusiasmo obedeca a que en su opinin el corto, a causa de la
falta de tiempo, evidenciaba trazos de una desprolijidad que
poca justicia le haca a un guin que vala la pena. Lejos de las
cavilaciones de su jefe de produccin, Ankara senta que haba
ganado una batalla que la mayora hubiera reputado imposible
y era incapaz de dar crdito a nada que no fuera su propio
entusiasmo. Invit a Romeo a festejar con una cena en Gerrn,
donde brindaron por el triunfo del corto y por el auspicioso
futuro de su directora, a quien segn ella misma se le abriran
cientos de puertas, una vez que hubiera ganado los mil
quinientos pesos del primer premio. De nada sirvi que Romeo
tratara de apaciguarla, de devolverla un poco a la realidad, ojo,
che, mir que ac como en todas partes hay cuas, intereses,
convendra ser prudente. Ankara estaba convencida de que iba
a ganar el primer premio y contenta de haber llegado a tiempo,
de haber(se) probado que cuando algo se le meta entre ceja y
ceja no haba contratiempo capaz de pararla, de haber
demostrado, no soy soberbia, es que la falsa modestia me
pudre, que era una fuerza de la naturaleza.
Semanas ms tarde, el da en que se public la lista de los
cortos que ingresaban a la seccin competitiva del Festival y
Romeo, en la FUC por cuestiones relacionadas con el nmero
de Obsesin que tena entre manos, la llam para avisarle que
Modos de asedio no haba quedado, Ankara le pidi que no le
hiciera ese tipo de bromas de mal gusto porque el horno no
estaba para bollos. Como por telfono no hubo manera de
convencerla, Romeo le propuso que fuera a verlo con sus
propios ojos, de manera que Ankara se tom el 126, lleg con
una sonrisa de che, sos tremendo, y cuando comprob que su
corto en efecto no figuraba entre los que seguan en carrera,
el shock fue de tal magnitud que sinti un golpe en mitad del

117

anaojeda

118

pecho, tuvo dificultades para respirar y perdi el


conocimiento.
Esa noche, en un intento por levantarle el nimo, Romeo se
esmer en la cocina. Prepar zapallitos rellenos, albndigas de
berenjena, ensalada de espinaca y queso, y de postre, banana
con dulce de leche. La destinataria de semejante atencin
culinaria poca cuenta se dio del trabajo que implicaba hacer
todo eso en el hornito de morondanga (blanco, del cincuenta,
made in Argentina) que tenan. Trag dos zapallitos rellenos en
silencio, mir las albndigas con languidez, prob una, dos,
tres, sorbito de agua, pinch un poco de espinaca, se levant,
dio algunos pasos, y vomit todo a metros de la escalera.
Despus de limpiar el piso conteniendo la respiracin y
tratando de pensar en otra cosa, Romeo consider que lo que
Ankara tena que hacer era irse a dormir para recuperar fuerzas.
Como la vio medio zombie, no paraba de repetir pucha, qu
asco, pero no se mova de donde la haba ubicado l para poder
pasar el trapo, la ayud a bajar las escaleras, la acompa a su
habitacin, le abri la cama y le puso en la cabecera una botella
de agua por si le daba sed durante la noche. Al ver que Ankara
proceda a desvestirse sin preocuparse de que l estuviera
todava ah, se apresur a desearle las buenas noches y subi a
terminar de comer, sintindose un poco culpable sin saber
exactamente porqu.
A pesar de la fe que Romeo tena en el carcter
extraordinario de las alteraciones digestivas de Ankara, los das
siguientes se encargaron de demostrarle que haban llegado
para quedarse. Lo ms exasperante de la dolencia, adems del
olor repugnante que empez a haber en el bao, era que no se
la poda predecir. Haba veces en que la cosa empezaba
tempransimo, ni bien Ankara abra un ojo. Tomaba medio
vasito de agua, paf, para afuera, intentaba comer una fruta, paf,
para afuera. Para esos casos, Romeo compr una palangana
roja, que ubicaron junto a la cama, as Ankara no tena que salir

MODOS DE ASEDIO

corriendo al bao. Eso s, haba que limpiarla ni bien terminaba


el acceso de tos porque el olor a bilis y jugos gstricos no haba
quien lo aguantara, menos que menos Ankara, que se
impresionaba y segua, paf, para afuera. Otras veces, en cambio,
se levantaba mejor, se baaba y con un poco de nuseas pasaba
el desayuno (caf con leche y galletitas de agua con una capita
de mermelada de durazno), pareca que la cosa andaba bien,
hasta que hacia el medioda todo lo que haba comido, paf, para
afuera. Otras, en fin, lograba incluso almorzar y tomar la
merienda, pero llegaba la noche, Romeo comenzaba a cocinar
y ella, perdn, iba al bao y paf, para afuera.
Al principio Romeo pens en una bulimia, pero pronto
descart esa posibilidad porque Ankara, ms que darse
atracones y correr al bao, casi no coma y, de hecho, la mayora
de las veces vomitaba con el estmago vaco, pura saliva y un
lquido verde asqueroso, amargo como la mierda, que la haca
decir dos o tres groseras antes de volver a la cama. Como en
general no lograba comer ms que una vez al da, adems de
intoxicada y molesta, se senta dbil. Por esta razn, dej de
lado cualquier actividad que no fuera ir al supermercado, no
porque le hiciera ilusin probar alguna cosa en particular, sino
porque era su manera de agradecerle a Romeo, que ya bastante
trabajo se tomaba cocinando maana, tarde y noche para los
dos, la paciencia increble que le tena. La aversin que le daba
dejar el PH hizo que slo aceptara ir al mdico la maana en
que Romeo le pregunt a media voz si no estara embarazada.
A Ankara la idea le pareci absurda, no tanto porque lo fuera
de hecho, sino porque en ningn momento se haba planteado
la posibilidad de ser madre. Sentada en la cama, con las piernas
debajo de sbanas y frazadas, hizo memoria en silencio y
record que su ltimo perodo le haba llegado con la
regularidad habitual, pero era verdad haba sido
inusitadamente corto. Tratando de aparentar una tranquilidad
que no senta, Ankara acept ir al mdico, slo para darte el

119

anaojeda

120

gusto, que conste, pero sola. Romeo interpret ese sbito deseo
de independencia como una muestra de deferencia, declaracin
muda de que no quera resultarle una carga, y era cierto, en
parte. En parte, obedeca a que a Ankara le daba vergenza
discutir su calendario amoroso delante de l y a que, de llegar a
confirmarse la tragedia, no quera tener a ningn conocido
alrededor para poder derrumbarse hasta las lgrimas y los
mocos, hasta volverse irreconocible.
Susana Brllmann-Kaufmann, joven, pelo castao claro,
ojos verdes, sonrisa apacible, duea de una tranquilidad que a
Ankara la enerv desde el primer momento, fue la ginecloga
que la atendi en la guardia de la Clnica Suizo-Argentina. La
hizo pasar y tomar asiento, le sonri y luego de un silencio que
a Ankara le pareci interminable, le pregunt cul era el
problema. Ankara, sin dudar, le contest que crea que estaba
embarazada. La doctora escuch el recuento de sntomas y
molestias asintiendo apenas con la cabeza y, cuando Ankara
termin, le pregunt si se haba hecho un test rpido, una rayita
no pasa nada, dos, agarrate, Catalina. Ankara se encogi de
hombros, sintindose el colmo de lo ridculo. No se le haba
ocurrido. La doctora Brllmann-Kaufmann, sonrisa benvola
en los labios, le dijo que no tena importancia, lo hacemos
ahora. El procedimiento era sencillo. Tena que hacer pis en un
tarrito esterilizado (pero descartar el primer chorrito) y
sumergir el extremo inferior de un bastoncito plstico del
tamao aproximado de un dedo durante cinco segundos en el
contenido del vaso. Luego tena que sacarlo, encajarlo en un
huequito que traa la caja del test para que quedara vertical y
esperar diez minutos. Si donde estaba el reactivo, en la mitad
del bastoncito, se dibujaban dos rayas violetceas, por ms que
una de las dos fuera muy sutil, estaba embarazada. A Ankara el
reactivo, luego de diez minutos, le dibuj una raya. Una sola
raya de un violeta gordo, seguro de s mismo y de que lo que
ella tena era otra cosa. Temblando a causa de los nervios, el

MODOS DE ASEDIO

resto de mi vida depende de una raya, Ankara vomit lo que


haba desayunado en el mismo indoro que acababa de usar para
llevar a cabo el test. Enterada del resultado, la ginecloga la
deriv a un gastroenterlogo y en calidad de representante del
sentido comn le aconsej que tratara de tranquilizarse e
hiciera todo el reposo que sus obligaciones laborales le
permitieran. Con la maternidad fuera de cuadro, Ankara
suspir aliviada, salud a la doctora con un apretn de manos
y dej la Clnica Suizo-Argentina rumbo a su casa. Obvi la
visita al gastroenterlogo porque se senta cansada, como si la
presin hubiera sido bajsima, y quera llegar lo ms rpido
posible para acostarse y quedarse dormida.
Por ese tiempo, Ankara, que se pasaba das enteros en la
cama, empez a pensar en el suicidio de manera recurrente. No
senta la necesidad de salir a Entre Ros y tirarse debajo de los
autos, pero la inflexibilidad del malestar, su persistencia a toda
prueba, la suma en una desesperacin impotente de la que slo
emerga gracias a una congoja baada en lgrimas, deseos de
dejar de sufrir, de desaparecer, llanto desconsolado que
buscaba el cese de la existencia de manera inofensiva, como
consuelo para tanto malestar inmerecido. Porque incluso
cuando no vomitaba se senta mal y nunca tena fuerzas para
nada. Recorrer las cuadras que la separaban del supermercado,
por ejemplo, la agotaba de tal manera que tena que pasar el
resto del da dormitando hecha un ovillo en su cama. Si segua
yendo a pesar de que el tiempo pasaba y su estado de salud no
mejoraba era nada ms que para aliviarle un poco las cosas a
Romeo que, no se explicaba porqu, aceptaba llevar la peor
parte del asunto sin una queja. l cocinaba, se encargaba de
sacar el olor acre que quedaba en el bao despus de cada
vmito, le preguntaba cmo se senta y si no quera salir a dar
una vuelta para tomar aire, la tranquilizaba dicindole que era
lgico que le sangrara un poco la nariz luego de vomitar, por el
esfuerzo, lo mismo que esos temblores que le agarraban sobre

121

anaojeda

122

todo en las piernas, le aconsejaba que escupiera el exceso de


saliva, pero que por nada del mundo apretara la mandbula para
evitar los vmitos porque se le iban a caer los dientes y le iba a
quedar una boca de bruja de cuento infantil, que para lo nico
que te va a servir va a ser para dar chupes, che, y los dos se
rean, Romeo ms fuerte y Ankara como pequeos hipidos
ahogados, no porque el comentario fuera en verdad cmico,
sino porque haba pasado tanto tiempo desde la ltima risa que
ya no recordaban cundo haba sido. Incapaz de salir a buscar
trabajo, con tres semanas de retraso en el pago del alquiler y
Julia que, de novia, no apareca jams por el PH como para
pedirle un prstamo, luego de darle vueltas y vueltas al asunto
y de charlarlo con Romeo, cuyo aporte mensual no alcanzaba a
cubrir el total de lo adeudado, Ankara decidi llamar por
telfono a su madre y pedirle un reestablecimiento
momentneo de la mensualidad que alguna vez haba recibido
en calidad de hija en edad estudiantil. La repugnancia que le
provocaba dar marcha atrs en una decisin que haba
mantenido contra viento y marea durante cantidad de tiempo
fue mitigada por la solicitud sin aspavientos propia de su madre
que, preocupada porque su madre la abuela de Ankara se
rompi una costilla nadie sabe cmo, le dijo que ni bien viera
al pater familiae le iba a comentar el asunto para luego pasar sin
escalas a lo de siempre, vos cmo ands?, y en seguida: viste
que parece que Julia conoci a un muchacho?
Ese mes, Obsesin dej de aparecer. No era rentable.
Demasiado trabajo y ninguna repercusin, como se dijo en la
ltima reunin de directorio con cara de que la culpa era de los
dems. Hicieron el balance final y cada uno de los integrantes
del equipo cobr, por nica vez, unos pesos extras,
provenientes de la diferencia entre la venta de publicidad del
ltimo nmero, las ventas al pblico y su costo de produccin.
Con eso, Romeo se hizo cargo del alquiler y las cuentas del
PH. Al mes siguiente, Ankara empez a recibir plata de su

MODOS DE ASEDIO

familia y las cosas se regularizaron un poco. Alegando que


sera ms sencillo para ella porque as poda sacarse una
preocupacin de la cabeza, le pas la mensualidad ntegra a
Romeo para que l viera cmo utilizarla. Total es lo mismo, le
asegur sentada contra el respaldo de su cama. Con esto
pagamos el alquiler y algunas cuentas, y con lo que gans vos
compramos la comida y si sobra algo podemos comprar libros
o ir al cine. Romeo acept, pero slo hasta que ella estuviera
bien de nuevo. Porque los vmitos continuaban, Ankara estaba
cada vez ms flaca y lo nico que haca era leer y dormir. En
base a los relatos maternos sobre molestias gestacionales, se
autorrecet Relivern, pastillas que, si bien le permitan comer,
no le quitaban las nuseas que se enseoreaban de sus das,
todo el tiempo con la desagradable sensacin de que iba a
vomitar, pero todava no, de manera que no le quedaba otra
opcin que quedarse en la cama viendo cmo se pasa la vida,
cmo se viene la muerte, tan callando. Adems de su estado de
salud, su nica preocupacin seria era que Romeo se pudriera
de verla mal, se olvidara de los tiempos en que haba estado
bien, decidiera que ya haba sido suficiente y se fuera. De
hecho, ante la desorientacin que le provocaba ese mal venido
de la nada, la presencia de Romeo era lo nico que la ayudaba
a atravesar los das, confiando en que vas a ver que maana te
vas a sentir mejor. Por lo tanto, cuando l estaba en su
habitacin trataba de estar tranquila, bien, sonrea todo lo
posible, aunque a veces se diera cuenta de que ms que una
sonrisa su boca dibujaba una mueca extraa, un poco grotesca,
al fin y al cabo se senta mal, no haba nada que hacerle, incluso
la buena voluntad tiene un lmite.
Hasta que una maana, Romeo entr a su habitacin, qu
tempranero, pens que ayer te habas acostado tardsimo, se
desnud, se meti en su cama y, ya casi encima de ella, le dijo:
As no podemos seguir, che. Dejmosnos de pavadas.
Pasaban dos minutos de las ocho y media, Ankara lo saba

123

anaojeda

124

porque haca rato que estaba despierta y, cansada de escudriar


el techo, observaba cmo avanzaba el segundero de plstico
dentro del espacio circular de su reloj despertador. A las 08:32
a. m., entonces, a pesar del shock, de la sensacin de debilidad,
de la aprensin que le produca vivir algo que haba soado de
manera constante desde que se haban conocido, Ankara
estuvo a la altura de la situacin. No slo no vomit al oler los
perfumes recnditos que Romeo le ofreci entregndose sin
medias tintas a su curiosidad de exploradora, adems disfrut
de una manera que pensaba imposible. Ambos llegaron a la
felicidad varias veces si bien nunca al mismo tiempo y
cuando Romeo, exhausto, la noche anterior se haba acostado a
cualquier hora, se qued dormido a su lado, Ankara sinti un
vaco paradisaco que por unos momentos le hizo olvidar la
normalidad de las nuseas que sentira ms tarde en la ducha.
Recin por la noche, Romeo se demoraba en el bao
hojeando Las maravillas de la India, todo un da se haba ido en
caricias de alcoba y paseos de la mano, Ankara record que no
haban usado preservativos (ninguna de las veces) y que ella
haca por lo menos medio ao que haba dejado de tomar
pldoras anticonceptivas porque le ponan los nervios de punta.
No sinti una aprehensin inmediata, sino ms bien la
sensacin de que el peligro la rodeaba, pero no lograba
asustarla. Estaba tranquila y no tena ninguna gana de sacar a
colacin un tema que, incluso si no generaba controversias, iba
a arruinar la paz idlica en que haba transcurrido ese da.
Pospuso la consulta para la maana siguiente y luego para la
otra y la otra. Mientras tanto, se abandon a la sensacin de
quietud que le produca que Romeo durmiera a su lado, la
felicidad de poder tocarlo o embobarse mirndolo durante
horas enternas.
Dos meses pasaron antes de que reaccionaran frente a lo
que estaban viviendo. Sesenta y un das de caminatas,
conversaciones, cenas, almuerzos y viajes a un Tigre que no

MODOS DE ASEDIO

quedaba en la provincia de Buenos Aires, sino en una pompa


de jabn sin tiempo ni espacio, donde todo era puro presente y
la nica posibilidad pareca el disfrute. Vivan la certeza de
haber encontrado el aleph de la calle Brasil entre los pechos de
una y los brazos del otro. Incluso los vmitos de Ankara, que
se continuaron todava durante algunas semanas, se
convirtieron en parte de la armona que rega sus das, una
molestia que sobrellevaban con paciencia y que, en definitiva,
los una todava ms al empujarlos a un fantaseo de mediodas
plenos de apetito y gusto compartido por la carne asada o la
ensalada de espinaca con queso rallado. Despus, la vida volvi
a irrumpir en el PH. Romeo estaba cansado del trabajo que
haba conseguido por intermedio del amigo de un amigo, no
porque fuera agotador se pasaba ocho horas de su da sentado
detrs de un escritorio leyendo a piacere, sino porque senta
que tena que retomar el rumbo que en algn momento, de
alguna manera que no saba bien cul era, haba perdido. Su
frreo designio juvenil de hacer pelculas se haba chocado con
la realidad y se haba domesticado, convirtindolo en un
profesor joven de cuanta materia necesitara docente, con una
especial predileccin por las historia del cine argentino.
Demostrando una capacidad de trabajo que a Ankara la dej
boquiabierta, Romeo se decidi a hacer algo al respecto y
encar la confeccin de su primer guin en serio. Se centr
en la incapacidad de comunicacin entre padres e hijos, una vez
que estos dejan de ser infantes y quieren algo que la voluntad
de ayuda y sobreproteccin paternas no pueden darles. Ankara,
mientras tanto, se estren de ama de casa y se dedic a buscar
un trabajo que le permitiera prescindir de la mensualidad que le
pasaba su padre. Si bien su desempeo en las tareas del hogar
distaba de ser ejemplar, poco a poco su deambular por entre las
gndolas del supermercadito ubicado a un par de cuadras de su
casa se hizo ms y ms lento. Con el tiempo se descubri
privilegiando cierta marca de detergente porque estaba hecho a

125

anaojeda

126

base de un componente que no agreda tanto la piel o


comprando productos especficos para lavar el bao y los pisos
de baldozas, ocupndose de que el inodoro tuviera siempre una
pastilla de perfume (pino era su fragancia preferida) o
preocupada por que la heladera estuviera limpia porque si uno
no se fija, en dos minutos se convierte en una porquera.
Adems, consigui trabajo de vendedora en la librera de la
entrada del Centro Cultural Recoleta, por donde Romeo la pas
a buscar una noche a la hora de cierre para llevarla a Gerrn
porque Julia los invitaba a cenar para despedirse. A Ankara la
noticia no la sorprendi porque Romeo se la haba comentado
haca meses, cuando la partida todava no era ms que un
proyecto. Entonces le haba parecido una locura, algo
desaconsejable desde todo punto de vista. Pero luego, el tiempo
y largas conversaciones con Romeo la haban llevado a aceptar
la voluntad de su hermana sin emitir reparos, consejos o
recriminaciones al respecto. S la pona un poco triste el hecho
de que dejaran de verse por completo. Julia ya no volvera ni
siquiera de manera espordica al PH que, de pronto, pareca
demasiado amplio, demasiado vaco para una pareja. En todo
caso, el que a Julia se la viera feliz de arrojarse en brazos del
cambio le pareca una muy buena seal, total, si se equivoca,
siempre se puede volver.
Comieron fugazzeta rellena con jamn y brindaron una y
otra vez por el futuro, la felicidad, el amor y la salud. Se rieron
con las ancdotas burocrticas que Julia desempolv
especialmente para la ocasin, recordaron tiempos idos para
siempre e hipotetizaron acerca de los que estaban por llegar. Se
disfrutaron, en fin, por ltima vez, tratando de grabarse en el
cerebro cada movimiento, cada matiz de la voz, cada sonrisa
cmplice en un intento de, para unos, guardar con la mayor
nitidez posible lo que pronto sera un recuerdo, y para la otra,
absorber eso que consideraba su ciudad, su lugar, su manera de
ser para llevrselo consigo y no sentirse tan extraa del otro

MODOS DE ASEDIO

lado del ocano. Se despidieron ya bien entrada la madrugada.


Aprovechando la permisividad potica de las modalidades
porteas, Julia no dijo chau, che, sino hasta luego, che (ta
luego, che) y se abraz primero con Romeo y luego con
Ankara. Despus, un saludo con la mano, a la distancia, Julia se
fue rumbo a Boedo, a la casa de sus padres, donde ya tena las
valijas hechas, Ankara y Romeo enfilaron hacia San Cristbal,
de la mano y un poco ausentes, pateando tapitas de gaseosas y
pedazos de baldozas para entretenerse y no darse cuenta de que
eso era un poco el final de una poca.
Durante algunos das, la partida de Julia dej a Ankara
cabizbaja y meditabunda. Ms all del impacto que le causaba
ser consciente de que ya no se veran ms, la afectaba
considerarse imposibilitada de una migracin similar. Vctima
de un studius interruptus no deseado acaecido cuando le
faltaban apenas cuatro materias y la tesis para licenciarse,
todava no haba terminado la facultad. Ankara consideraba
que eso la anclaba en Buenos Aires y deseaba el ttulo como se
desea la casa propia: de manera ferviente, pero algo vaga, como
si fuera obvio que llegar a poseerla sera un milagro. A Romeo
las inquietudes de Ankara le parecan lgicas. Encontraba
saludable su deseo de ser algo ms que una universitaria
incompleta cada vez que sucumba al sentimiento de inutilidad
que la embargaba cuando comparaba su situacin laboral e
intelectual con sus sueos de estrellato adolescente. Trataba de
ayudarla en lo que poda, aprovechaba su experiencia de
licenciado en tiempo y forma, como deca Ankara, para
aconsejarle sobre ctedras y bibliografa, pero lo cierto era que
entre el trabajo en la librera, las responsabilidades del hogar y
la aspiracin de pasar con Romeo las pocas horas libres en las
que coincidan, en seguida qued claro que el sueo de
terminar la carrera no era ms que eso. Adems, y aunque de
momento se arreglaban sin mayores dificultades, la angustia de
un futuro en el que no llegaran a fin de mes estaba siempre

127

anaojeda

128

presente, razn por la cual ambos agarraban cuanto trabajito


extra, por nimio que fuera, apareca en el horizonte, para
ahorrar o darse algn lujo: un fin de semana en Colonia, una
biblioteca como la gente, un par de anteojos nuevos para los
ojos cansados de Romeo. Fue porque tenan la ilusin de
mudarse a un departamento ms chico, pero ms luminoso y en
mejores condiciones, sin goteras ni paredes electrificadas, que
Ankara comenz a trabajar free-lance para una fundacin sin
fines de lucro, cuyo objetivo era promover el arte
latinoamericano en Latinoamrica: mostrar en Argentina lo que
estaban haciendo en Bolivia, mostrar en Per lo que haca furor
en Uruguay, mostrar en Chile el arte de vanguardia paraguayo,
y as. El primer trabajo que Ankara hizo para Somos
Latinoamrica se lo pas una compaera de la librera que se
haba comprometido a desgrabar treinta horas de entrevistas en
dos semanas, cosa que, comprendi inmediatamente, para ella
era imposible. Ankara acept gustosa hacerse cargo de la mitad
del trabajo por la mitad de la paga y al final result tan efectiva
que de los veinte cassettes desgrab doce. Como a la librera no
poda faltar, trabajaba en las desgrabaciones sobre todo por la
maana, antes de irse para el Centro Cultural Recoleta, porque
a la tarde llegaba muy cansada como para ponerse a tipear y
adems, luego de todo un da de trabajo, quera estar con
Romeo. Con lo que gan, le regal al susodicho un archivador
casi tan alto como ella para que pudiera ordenar las cantidades
interminables de recortes que, relacionados con el guin que
estaba escribiendo o promesas de guiones futuros, se
acumulaban por todos lados a la espera de algn estante extra.
Luego de esa primera experiencia, Katrin Steffen, una
uruguaya hija de padre suizo que estaba al frente del
departamento encargado de los catlogos de las diferentes
exposiciones, la llam para preguntarle si le interesaba ocuparse
de la correccin de pruebas del que acompaara la exposicin
dedicada a artistas colombianos contemporneos para el cual

MODOS DE ASEDIO

haba hecho las desgrabaciones. Ankara acept de inmediato.


Se trataba de una cantidad de trabajo brutal, visto que el
catlogo tena cuatrocientas trece pginas y que Ankara slo
dispona de sus horas libres. Vindola al borde de una
descompensacin anmico-fsico-espiritual, Romeo no tard en
ofrecerle su ayuda, que Ankara acept agradecida, de manera
que los momentos que se reservaban para ellos pronto se
transformaron en veladas de caf y birome roja, msica suave
de fondo y una interminable lectura rengln por rengln.
Fueron semanas agotadoras para ambos, pero valieron la
pena, no slo porque de la noche a la maana dispusieron de
una cantidad de dinero que les permiti, entre otras cosas,
cambiar la heladera viejsima, sino porque luego de ese catlogo
Katrin le ofreci a Ankara entrar a formar parte estable de su
staff. Las horas de trabajo eran un poco menos que en la
librera (los sbados y domingos los tena libres), el sueldo era
mejor y a Ankara la entusiasmaba mucho ms ocuparse de
traducciones, desgrabaciones o bsquedas bibliogrficas, que
vender libros. A veces, incluso, se encargaba de entrevistar a
artistas latinoamericanos de paso por Buenos Aires, de llevarlos
a algn lado o mostrarles la ciudad. Como consecuencia, tanto
ella como Romeo entraron en contacto con un mundo que no
haban sospechado, lleno de hombres y mujeres con ideas
contundentes, dispuestos a hacer cosas a como diera lugar,
conscientes de su lugar en el mundo, de sus deseos y
necesidades, de sus convicciones. Con el tiempo, el PH se
volvi un lugar de pasaje obligado para los visitantes, sobre
todo porque Ankara le haca propaganda de tal manera, en mi
casa, espacio es lo que sobra, mi novio es un dios en la cocina,
que pareca poco menos que una locura preferir ir a otro lado.
Trasladar las veladas de algn bar cntrico a su hogar en San
Cristbal le permita ver a Romeo a diario, incluso en los
perodos en que deba desempearse como gua turstica,
durante los cuales sus horarios de trabajo se desvirtuaban por

129

anaojeda

130

completo. Los invitados, por su parte, siempre se iban


satisfechos de su casa porque Romeo, amn de poseer una
curiosidad sin lmites y de ser un gran conversador, poda
tomar durante horas sin ms consecuencias que cierta urgencia
de pasar al bao.
La insercin de Ankara en Somos Latinoamrica la alej
de manera definitiva del mundo del cine. No volvi a pisar la
FUC y tampoco a escribir guiones, si bien se haca el tiempo
de leer todo lo que escriba Romeo para darle su opinin de
mujer enamorada.
Una maana en que, todava medio dormida, se encontraba
preparando el desayuno, sinti de pronto que la boca se le
llenaba de saliva. Presa de la sorpresa, vomit moco, bilis y
saliva en la pileta de la cocina. Esta vez, las rayas fueron dos.
Paralelas y gruesas, decididamente s.

Modos de asedio
El arte de vivir con fe, sin saber con fe en qu.

12:35

MODOS DE ASEDIO

Yo lo que necesito es informacin, pens Valentn al tiempo


que zigzagueaba rumbo a la cocina tratando de no llevarse por
delante ninguna copa, vaso, botella, plato o cenicero sucio.
Como no estaba acostumbrado a tomar, la cabeza se le parta
de dolor. Senta que un taladro pugnaba por perforarle el
temporal derecho y de nada serva que se apretara la zona
afectada con ndice y medio o que los moviera en pequeos
crculos en un gesto que podra haberse tomado por un intento
de concentracin profunda. Indiferente al objetivo de
semejantes disposiciones, el dolor continuaba, como si hubiera
tenido un corso a contramano en el cerebro.
Molesto por el desorden, molesto porque todo pareca ir
mal, entr en la cocina, busc a tientas en las alacenas que
estaban encima de la pileta, llen de agua un vaso que pareca
limpio y se prepar un sobrecito de Uvasal. Se lo tom de un
trago y satisfecho por la tranquilidad de conciencia que le
otorgaba saberse como siempre expedito en la solucin de
problemas no importaba que el Uvasal remediara
desentendimientos gastrointestinales, se desvisti delante del
lavarropas, meti en el tambor todo lo que llevaba puesto, fue
hasta el bao y se sent en el inodoro a pensar. La situacin
revesta cierta gravedad. Tena la casa hecha un chiquero en da
hbil, tena la vida hecha una porquera en da hbil tambin y
la nica solucin que se le ocurra era recurrir a una persona
con la cual se haba portado mal a propsito, a causa de unos
celos idiotas, retroactivos, que nadie entenda y menos de todos
l. Pero bueno, as es la vida, se dijo Valentn, sintiendo una
gran empata por la situacin que le tocaba atravesar.
Como no poda dejar de ir a trabajar, pero calculaba que
poda tomarse algunas horas, suspir pensando que tena que
apurarse. Ya era media maana pasada y l todava estaba en
veremos. Como primera medida sali del bao y fue en busca
de su billetera, que descansaba medio despatarrada sobre la
mesita de luz. Ensalivndose el ndice pas una por una las

133

anaojeda

hojas de la pequea agenda telefnica que siempre guardaba


en su interior hasta llegar a la CH. De reojo vio los estragos
que Giordano haba hecho la noche anterior. Valentn
chasque la lengua en un gesto de desagrado. Hay que ser,
che. Primero me ray toda la B para ver si funcionaba la
birome y despus me inutiliz completamente la C con esta
cosa de Pablo Gil. Quin carajos es Pablo Gil? No tiene
respeto por nada, dos pginas enteras perdidas por esta
porquera:

134

Me quera obligar
al amor burgus (con preservativo)
preventivo y limpio.
Como si reto la mir
mi suave mano pornogrfica
rozole los labios, hmedos
y con ademn irreverente
callando
injuri el da
su seguridad, la de quin?
de arriba abajo quin soy
y de dnde vengo.
Grito ahogado por
falta de tiempo.
Versitos malolientes.

Me voy a tener que comprar otra agenda. Me compro otra


y le pido a Soledad que me pase los nmeros. Total, tiempo
tiene porque con la excusa sa de que ella es sper eficiente,
cada vez se est yendo ms temprano, la turra. Voy a tener que
hablarle. Al fin y al cabo, si el laburo no le gusta, que se vaya,
pens Valentn mientras marcaba el nmero que tena escrito
junto al nombre (o era su apodo?) Chchara. En dos
minutos arregl que antes de ir a la productora pasara por su

MODOS DE ASEDIO

departamento y pusiera un poco de orden. No era que hubiera


un gran trabajo de limpieza, se trataba ms bien de barrer, lavar
los platos y enderezar todo lo que encontrara torcido. Le dio la
direccin, le dijo que la llave se la pidiera al portero, que l iba
a dejar dicho que ella iba a pasar. Colg, mir un momento
hacia el balcn, iba a tener que pagrselas como horas extras,
pero por lo menos se sacaba el problema de encima. Se rasc
el ombligo con el ndice derecho y, sintiendo que ya empezaba
a salir de la desagradable situacin en la que se encontraba,
enfil hacia la ducha.
Cuando Lil haba empezado a quejarse de que Valentn se
pasaba el da entero en la productora, de que apenas se vean,
l se haba hecho el boludo. No te pongas pesada, che, le haba
dicho medio en serio medio en broma, el laburo es el laburo.
Lo cierto era que Valentn, si bien disfrutaba de la perspectiva
de saber que al volver a su departamento Lil lo estara
esperando, al mismo tiempo senta una especie de asfixia
consecuencia de haber trocado, de manera natural, casi sin
darse cuenta, sus peridicos zafarranchos con amigos por una
cotidianidad que, mucho ms apacible, por momentos le
pareca rutinaria. No era que con Lil no saliera o que salir con
ella no fuera entretenido. Lo era, pero de otra forma, ms
tranquila, ms dentro de los parmetros de lo normal. Con ella,
la adrenalina de ir a ciento ochenta kilmetros por hora por
Libertador, de ser grosero porque s, porque esta noche estoy
eufrico, carajo, no era posible. Su presencia lo cohiba, el
desenfado no se le daba de manera natural, tena que
esforzarse, empujarlo, y entonces la cosa ya no le gustaba, se
senta incmodo. La vida de juntado, menos mal que por lo
menos no estamos casados, si no, ah s que me mataba, pens
Valentn estirndose para alcanzar un toalln amarillo, lo
llenaba de una inquietud culpable que naca de su incapacidad
para saber si junto a Lil era o no feliz. Con ella se senta
tranquilo, bien, pero la felicidad, era eso?

135

anaojeda

136

Desde que estaban juntos, Valentn no haba sentido la


necesidad de otras mujeres. Lil lo satisfaca con plenitud en
todos los planos, se preocupaba por l, era amorosa y una
bomba en la cama. Pero, as y todo, el tiempo pasaba y Valentn
no poda evitar pensar que tal vez se estaba conformando con
poco, que la felicidad no era ese mar de aguas sin olas sino un
ocano embravecido y que l, por cmodo, no quera darse
cuenta. Y sin embargo, al mismo tiempo, estar con Lil le
gustaba, sobre todo cuando ambos lograban llegar a la noche
de buen nimo y cenaban comentndose los avatares de la
jornada. Charla introductoria para la que seguira al postre, ya
en la cama, preparndose para ver una pelcula en la televisin
o un video alquilado a propsito, ambos saban que todo era
una excusa para terminar enredados en un combate cuerpo a
cuerpo que les deparaba la cantidad exacta de placer y
cansancio como para atravesar la noche envueltos en un sueo
apacible, perfecto.
Una vez que se sec, Valentn se envolvi el toalln
alrededor de la cintura y sali del bao rumbo a su habitacin.
All se puso toda ropa limpia. Boxers Calvin Klein blancos,
pantaln y camisa Hugo Boss en combinacin de grises,
zapatos Polo Ralph Lauren negros, medias oscuras
inidentificables, probablemente envo de su madre desde
Entre Ros. Se comprob y aprob en el espejo del armario,
volvi al bao a peinarse y ponerse desodorante
inexplicablemente Pino Colbert, fue hasta el comedor, tom
la billetera de al lado del telfono, la campera de cuero
Timberland, marrn de la percha de pie que haba junto a la
puerta de entrada y sali cerrando con llave. Al pasar por la
planta baja, toc la puerta del portero, le avis que ira
Chchara a limpiar su departamento y le pidi que por favor le
diera la llave que quedaba en la portera para casos de
emergencia, cuidando, eso s, de que se la devolviera una vez
terminado el trabajo. El portero le asegur que as lo hara.

MODOS DE ASEDIO

Valentn le agradeci, lo salud y sali del edificio en direccin


a la cochera donde guardaba su Peugeot 206.
Se diriga a casa de Giordano porque necesitaba
informacin y l era, en calidad de ex novio de su novia (ex
novia?), el nico que poda saber lo que a Valentn le quitaba
el sueo: antes de que apareciera ese gordo desagradable y le
arruinara la fiesta y la vida con su pretensin de blanquear
una situacin que Valentn no haba siquiera sospechado,
estaba al corriente l, Giordano, de la infidelidad de Lil?
Era el gordo el primero o haban habido otros? Se daba
cuenta, sin embargo, de que Giordano bien poda no
recibirlo o recibirlo para la mierda, no slo porque la noche
anterior se haba acostado tardsimo y estara con sueo, o
durmiendo, sino porque adems quedaba pendiente el
desagradable asunto de la trastada que le haba hecho por
celos, porque le reventaba que hubiera tenido a Lil antes que
l, porque no soportaba esa seguridad que le inspiraban sus
capacidades, porque quera demostrarle a l, y tambin a Lil,
que Valentn Ringkler no era ningn nene de teta. Con las
llaves del Peugeot en la mano, detenido a media cuadra de su
casa, Valentn decidi que mejor tomara un taxi. Giordano
viva en San Cristbal, lejos de la paquetera de Recoleta, su
barrio adoptivo. No quera arriesgarse. Lo nico que faltaba
era que por dejar el auto en la calle se lo afanaran (o se lo
chocaran o rayaran o le quitaran el stereo o las ruedas). Saber
al Peugeot en peligro lo pondra nervioso, ms todava de lo
que ya estaba por tener que ir a mendigarle un par de frases
a una persona a la que le haba hecho la guachada de darle
trabajo un mes y despedirlo al siguiente sin explicacin, sin
nada, para que se devanara los sesos pensando qu haba
hecho mal. Para humillarlo, para quebrarle las defensas y
dejarlo un poco hecho bosta, atascado en la incomprensin y
la duda como en una boca de tormenta tapada en plena
tormenta de Santa Rosa.

137

anaojeda

138

Como todava no haba desayunado, y aunque era tarde,


Valentn camin hasta Pueyrredn y Las Heras, en donde entr
a La Alameda a tomarse un cortado con medialunas. En el
puesto de diarios que quedaba frente a la puerta compr el
Clarn. Durante veinte minutos ley por encima los titulares del
da y slo se abstrajo cuando lleg a la parte de deportes. Se
inform sobre tecnicismos varios de la ltima actuacin de
River, el cuadro destinatario de su fervor de hincha, se
maravill ante la victoria de Gastn Gaudio en Roland Garros
que, siendo el nmero cuarenta y cuatro del mundo haba
batido a Guillermo Coria, nmero tres, quedndose con el
milln de dlares y la gloria de ser el segundo argentino de la
historia en ganar el Abierto de Francia. Pidi la cuenta, pag y
se fue. Eran alrededor de las doce.
Media hora ms tarde, Valentn se encontraba en Pavn y
Entre Ros. A unos metros, unas cincuenta personas cortaban
la avenida, apostadas frente a una dependencia del Gobierno de
la Ciudad. La mayora eran mujeres con chicos chicos, aunque
haba tambin hombres y muchachos, en general los
encargados de sostener las banderas y de hacer sonar los
bombos, de momento silenciosos. Muchos de los
manifestantes estaban sentados, la mirada ausente y cara de
aburrimiento, otros charlaban entre ellos, algunos coman pan,
alguna fruta. En conjunto parecan encontrarse en un comps
de espera y a primera vista el motivo de la protesta no era
evidente. Desde su esquina, Valentn le dedic una mirada
rpida al grupo y automticamente se felicit por haber dejado
el auto en la cochera. Le llev un minuto orientarse y ya se
dispona a recorrer los metros que lo separaban de la puerta de
Giordano cuando a su lado se materializ una mole que a l,
que era alto, le llevaba alrededor de una cabeza, cubierta con
una camisa sucia sin botones, terminada en un nudo bastante
ms arriba del ombligo que resaltaba la silueta de dos senos
redondsimos, desobedientes de las leyes de gravedad. Debajo,

MODOS DE ASEDIO

una tanga negra que se vea vieja, y al final de dos piernas


musculosas y largas, un par de plataformas muy usadas de un
material transparente. Hola, papi, quers que hagamos algo?,
voz grave, pero as y todo de gata en celo, adornada con mucho
mmmhhh antes y despus. Valentn petrificado, no gracias, te
agradezco, observando esa cara maciza y ajada por el cansancio,
manoseada por la suciedad y la miseria. Bueno, entonces hasta
la prxima, dulce, la voz gruesa ya se alejaba, cruzando Entre
Ros en direccin a Sols, los automovilistas detenidos ante el
semforo rojo se hacan los desentendidos, algn taxista tocaba
bocina, chau, hermosa, y ella que sacuda sus rulos rubios un
poco grasientos por el uso, masajandose con la mano derecha
el cuero cabelludo, igual que en la propaganda de Wellapon,
atravesaba la estacin de servicio a puro movimiento de pelvis
y segua por Pavn hasta perderse en la lejana arbolada.
Mamma mia, qu barrio, murmur Valentn ponindose en
marcha. Estaba a poco menos de una cuadra del 1583 de Entre
Ros, su objetivo. En el trayecto pas por delante de un negocio
clausurado, de una casa tomada y de una concesionaria que slo
tena a la venta un Renault 12 negro y cuyo letrero, resto de
pocas pasadas, rezaba Cochera en grandes letras verdes.
Luego, una puerta cancel y a continuacin, la correspondiente
al 1583, de un metal abollado y malamente pintado de blanco,
estaba entreabierta. Valentn se detuvo junto al escaln de
baldozas rojizas, prlogo de una oscuridad que se internaba en
un corredor al final del cual se entrevea una puerta roja. Sac
su billetera y consult por ensima vez la direccin de
Giordano en la agendita. Tras la comprobacin, devolvi la
billetera al bolsillo del pantaln y empuj la puerta que, con el
gozne inferior roto, cedi emitiendo un chillido agudo. Avanz
por el corredor. Fueron ocho pasos hasta la puerta. A la
derecha, el pasillo dibujaba una S y segua, ya sin baldozas, unos
treinta metros para el fondo. Cualquier cantidad de araas y de
moscas atrapadas en sus redes se balanceaban en las cercanas

139

anaojeda

140

de la puerta roja. Concentrndose para no sucumbir al asco que


le produca encontrarse en medio de tanta suciedad, Valentn
luch unos momentos con la penumbra para encontrar el
timbre. Fracas. No haba. Llam a la puerta. Tres golpes
decididos, separados, secos. Contuvo la respiracin para
escuchar mejor el rumor del interior de la casa. Nada. Mierda,
ahora lo nico que falta es que este tarado no est. Otros tres
golpes. Soy un boludo. Tendra que haber llamado antes por
telfono, pens Valentn acercando la oreja a la puerta,
cuidando de no tocarla. En eso estaba cuando de pronto un
grito penetrante, agudsimo, lo sobresalt hacindolo
retroceder hasta la pared que franqueaba la puerta por la
izquierda.
ESTREEEEEEESHAAAAA!
Tres segundos de silencio.
ESTREEEEEEESHAAAAA!
Tres segundos de silencio.
ESTREEEEEEESHAAAAA!
Era un grito estridente, perforador de tmpanos, agudo
como el berrinche de una agujereadora en pleno ataque de
celos. Luchando por parecer natural, Valentn recorri con
cautela la S que dibujaba el pasillo y se asom a su segundo
tramo, en mitad del cual vio a una mujer que, con unas calzas
floreadas y la remera de San Lorenzo, cantidad de pulseras y
una enorme cruz de plstico en mitad del pecho, hablaba
ahora en un tono ms coherente con su perro salchicha
mientras le ataba la correa al collar para salir a dar una vuelta.
Pero, che, esto es un circo, murmur Valentn desandando el
camino recorrido. Una vez ms frente a la puerta roja, volvi a
golpear tres veces sin ninguna conviccin, listo para emprender
la retirada. Pero entonces, en el interior se escucharon ruidos,
risas, alguien que se tropezaba, cuchicheaba, volva a rerse y
terminaba preguntando:
Quin es?

MODOS DE ASEDIO

Giordano? Soy yo, Valentn, Valentn Ringkler.


La puerta se abri para dejar paso a un Giordano que con
la mano que no se encontraba sobre el pomo sostena una
sbana rosa a nivel de la cintura para cubrir su evidente
desnudez. Tena el pelo revuelto y un poco de ojeras, pero se lo
vea sonriente, pareca feliz.
Disculp que haya cado sin avisar, Giordano, si te
incomodo, decmelo y me voy, no hay problema. Ests
ocupado? Es un mal momento?
No, qu mal momento. Entr, entr. Es un BUEN
momento y levantando la voz para que lo oyeran desde la
habitacin que estaba frente a la cocina, verdad Ankara?
La respuesta se demor un momento.
Cmo?
Verdad que es un BUEN momento?
S, verdad respondi Ankara desde la pieza ahogando
un principio de risa.
La tranquilidad con que Giordano comparta su intimidad
puso incmodo a Valentn que, de pronto, sinti la necesidad
de averiguar lo que haba ido a averiguar e irse de una buena
vez.
Mir, Giordano, lamento molestar, veo que estabas, que
estaban
No, no molests, cuando golpeaste a la puerta justo nos
estbamos por ir a baar con su sbana rosa, Giordano
pareca un senador romano. Se la haba anudado en la cintura y
aprovechaba para desperezarse con los brazos estirados hacia el
techo. Eso s, si no hubiera sido por estrisha, no te
hubiramos escuchado.
Qu barbaridad, la voz de esa mujer se apresur a
comentar Valentn, contento de poder aportar algo casual a la
conversacin. Es siempre as?
Siempre. Ac no hay necesidad de despertador porque
ocho menos cuatro estriiiiiishaaaa! grit Giordano

141

anaojeda

142

esforzndose por imitar la agudeza del chillido sale para


llevar a la hija a la escuela y de paso, despierta a medio barrio.
Che, ms bajo, a ver si te escucha pidi Ankara desde
la pieza.
Y bueh sigui Giordano rascndose el cuero
cabelludo, las ventajas de vivir en un ex conventillo.
Qu ex conventillo ni ex conventillo? pregunt la voz
de Ankara. No estabas vos la otra vez, cuando Julia dijo que
esto haba sido una imprenta importantsima en 1920? Cmo
dijo que se llamaba? El Todopoderoso, El Invencible, algo as.
Y ella cmo sabe? pregunt Giordano acercndose a
la puerta de la habitacin.
Lo habr ledo en algn lado. Viste cmo es Julia, que con
tal de no estar ac, se la pasa en esa biblioteca que queda por
Corrientes y el Bajo, todo el da lee que te lee. Lo habr
encontrado en algn libro.
Hablando de eso, hay algo que tengo que decirte
Giordano dudaba. Perdn, Ringkler, vos te queds a
almorzar?
Valentn haba tomado asiento en el tercer escaln de la
escalera interior y esperaba con paciencia que se acordaran de
l.
Y, no s, yo vine porque necesito hacerte una pregunta,
Giordano.
Giordano, Giordano, cortala, che. Si sabs que no me
gusta que me llamen por mi apellido. Ya te lo dije ayer a la
noche Giordano sonrea con los brazos en jarra. Es
verdad que vos, claro, estabas un poco ido.
Justamente de ayer quera comenz Valentn.
Por qu no te gusta? inquiri Ankara entre risitas,
no quers que te confundan con el peluquero?
No, nena, no me gusta porque es el apellido de mi viejo
y yo, a mi viejo, como todos sabemos, no lo quiero ver ni en
figuritas. Para qu tengo dos nombres de pila, si no? y

MODOS DE ASEDIO

dirigindose a Valentn, llamme Carlos o Romeo, como


ms te guste.
Valentn consult su reloj y calcul que, visto que ya eran
cerca de la una, lo ms sencillo era quedarse a comer y despus
irse directo de ah a la productora. Pero, claro, se daba cuenta
de que corra el riesgo de que Carlos Romeo estuviera hasta las
cuatro de la tarde para baarse y cocinar algo.
Mir, Gior eh Carlos, no s, yo estoy un poco
apurado, entends?
Entonces, perfecto dijo Carlos Romeo saltando de
alegra. Ven, acompaame. sta es la cocina, ves? Qu te
gustara comer? Carne?, pasta? Hay de todo. Vos eleg lo que
quieras y lo hacs, que mientras nosotros nos baamos y
vestimos, as no perdemos tiempo y vos te pods ir lo antes
posible. Qu te parece?
Romeo, no seas turro, che le dijo Ankara desde la
habitacin.
Alumna Ankara Aargau, silencio la conmin Carlos
Romeo en pose de maestro Ciruela, con una mano en la
cintura y la otra hacia adelante, apuntando con firmeza hacia
un punto indeterminado. Si a Ringkler le gusta cocinar, no
es cierto, Ringkler?
Valentn suspir resignado. Ya haba llegado hasta ah, bien
poda seguir un poco ms.
S, por m est bien, pero eso s avis levantando las
manos a la altura de sus orejas, yo me voy a las dos, a ms
tardar. No puedo demorarme porque tengo mucho laburo
pendiente.
A las dos vas a estar en la calle, Ringkler, palabra de
honor. Ahora, ponete cmodo. Dame la campera que te la
cuelgo en Carlos Romeo se detuvo un momento en la
prenda que Valentn le tenda. Pero, che, qu estuviste
limpiando con este trapo? Lleno de telaraas y de bichos
muertos, qu asco.

143

anaojeda

144

No puede ser Valentn manote la campera para


comprobar l mismo, a ver?
En efecto, al cuero de la espalda se haban adherido parte de
las telaraas que, al llegar, haba visto balancearse con suavidad
en la pared izquierda del pasillo.
No te preocupes, no es nada se apresur a decir Carlos
Romeo al ver el espanto en los ojos de Valentn, que senta
como un comienzo de nusea en la garganta. Con un trapo
hmedo se saca en seguida. A ver, dnde est el trapo? se
pregunt a s mismo escudriando la cocina. Ac. Dame la
campera.
Valentn obedeci con timidez. Carlos Romeo la extendi
sobre su rodilla derecha, que mantuvo en el aire durante la
operacin de limpieza, y procedi a quitar toda la porquera con
el trapo rejilla apenas humedecido. Termin enseguida. Enjuag
el trapo con agua caliente, lo devolvi a la orilla de la pileta,
tom la campera por los hombros y la extendi junto a la luz
para observarla mejor, consider que estaba bien y se la llev al
primer piso, donde la colg sobre el respaldo de una silla.
Bueno, ya est. Yo me voy a baar. Si necesits o no
encontrs algo, preguntale a Ankara, que ella te dice.
La cocina era un rectngulo estrechsimo. A la derecha se
hacinaban heladera, lavarropas y calefn, todo notablemente
antiguo y usado, junto con una serie de cachivaches varios,
como palangana, balde de plstico, escoba, secador y varios
trapos de piso, algunos todava mojados. Frente a la puerta, un
horno reliquia histrica, del cincuenta o anterior, y junto a l, la
mesada de metal, debajo de la cual se abra una zona a medio
construir en la que convivan los caos de la pileta, los tubos de
desagote del lavarropas, un cajn verde de La Serensima con
lavandina y otros productos de limpieza, y una especie de
estante de madera que, apoyado sobre cuatro mnsulas de
metal que hacan las veces de patas, albergaba ollas, platos,
vasos, cubiertos y dems artculos de la vajilla. Por encima de la

MODOS DE ASEDIO

mesada, justo sobre la pileta, haba una pequea ventana


enrejada del lado de afuera, que daba al pasillo en el que se
haban parado perro salchicha y acompaante haca un rato. Al
lado de ella, un estante corto y ancho sostena un microondas
prehistrico. Perpendicular a l y un poco ms alto, sobre la
pared que constitua el fondo de la cocina y la separaba del
bao, otro estante reuna distintas especias, yerba, arroz,
polenta, fideos secos, galletas, porotos, azcar, sal. Los aceites
y, en general, todo lo que no entraba en otro lado, se
encontraban arriba de la heladera. La distancia que haba entre
la mesada y la pared que del otro lado constitua el pequeo
pasillo que desembocaba en el bao era tan estrecha que si
Valentn se pona de perfil a la ventanita casi quedaba atascado
entre una y otra.
Maravillado por la estrechez de esa cocina que, de haber
sido suya, le hubiera puesto los pelos de punta, se arremang
la camisa y decidi hacer fideos con salsa de brccoli: fcil,
rpido y rico. Puso a hervir agua en la nica olla que encontr
de un tamao suficiente como para cocer tres cuartos kilos de
pasta y le agreg sal. Luego, tras la comprobacin de que no
haba sartn, tom una olla ms pequea, le cubri el fondo
con aceite de maz y se dedic a cortar cebolla. La mezcl con
el aceite y la puso sobre el fuego, mientras cortaba una planta
de brccoli mediana. Una vez que la cebolla empez a dorarse,
le agreg el brccoli, algo de sal, organo y alguna otra especia
dictada por la inspiracin, mientras revolva para que no se
quemara. Ni bien el agua hirvi, calcul a ojo setecientos
cincuenta gramos de fideos y los meti en la olla. Agreg un
tomate a la salsa y, tras revolver durante algunos minutos,
apag el fuego para que reposara durante un instante.
Exprimi unos limones e hizo un litro y medio de limonada,
que fue a parar a una botella de agua mineral que encontr
vaca en la puerta de la heladera. Satisfecho con el resultado de
una degustacin a punta de cuchara, le pidi permiso a Carlos

145

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146

Romeo, que estaba terminando de vestirse, y subi al piso de


arriba para inspeccionar el espacio e informarse de cules eran
las caractersticas del comedor. No le sorprendi para nada
comprobar que el espacio que los dueos de casa usaban a ese
efecto estaba constituido por una cama en la que nadaba a la
deriva, envuelto en una frazada roja, un colchn demasiado
pequeo para colmar el armazn de madera y dos sillones
(uno a punto de desfondarse) con almohadones a rayas de
colores sobre fondo negro ubicados alrededor de algo que
pareca una mesa petisa pero era, en realidad, una cajonera
tirada de costado.
Ankara, apurate, que la comida ya est! se oy la voz
de Carlos Romeo saliendo de la cocina. Mmhhh, qu rico!
Con el hambre que tengo. Mmhh, limonada, qu bien,
riqusima.
Valentn baj y se aproxim a la cocina.
Te gusta?
Est exquisito. No saba que cocinabas tan bien. Si
hubiera sabido te invitaba ms seguido, che dijo Carlos
Romeo riendo, mientras tomaba tres platos del estante de abajo
de la mesada. Los subo o prefers servirlos ac?
No, mejor sirvo ac, as no hay que andar dando vueltas
con las ollas.
S, claro, tens razn coincidi Carlos Romeo antes de
volverse hacia Ankara, que acababa de salir del bao con una
toalla alrededor de las axilas y otra en el pelo. Apurate, che,
que si no se enfra.
Empiecen ustedes. Yo en seguida voy.
As lo hicieron. Valentn subi el plato de l y el de Carlos
Romeo el de Ankara qued en la cocina protegido por un
bol para ensalada dado vuelta, Carlos Romeo se ocup de
hacer lo propio con cubiertos, vasos y limonada, y en dos
minutos estuvieron almorzando en el primer piso,
acompaados por la voz de Len Gieco. Fue entonces que

MODOS DE ASEDIO

Valentn, sin ms prembulos, tras un trago de limonada, hizo


la pregunta que lo haba llevado hasta ah:
Escuchame, Gior, Carlos, perdn, vos sabas que Lil
me estaba metiendo los cuernos? Quiero decir, vos sabs
desde cundo Lil se ve con este tipo, este Tffenwies?
Sin dejar de masticar, una mueca de incredulidad se dibuj
en la boca de Carlos Romeo. Trag, tom un poco de
limonada.
Sos un caso, Ringkler. Debs ser la nica persona de la
Tierra capaz de decirle Lil a un minn como Leila. Si yo
saba que te meta los cuernos? Pfffff, saber, no, no saba, hace
mil aos que no hablamos, desde que te conoci a vos, ms o
menos. Pero qu s yo, la Orelli no pasa desapercibida. A esta
altura, eso deberas saberlo. Leila es una mina que no soporta
quedarse quieta, entends?
Pero, cuando estaba con vos, tambin te meta los
cuernos?
Lo nuestro era diferente, Ringkler, no ramos una pareja,
nunca vivimos juntos. Cmo podra explicarte? Era una
relacin basada en la libertad. Cuando tenamos ganas,
salamos, la pasbamos bien y despus, basta, cada uno a casita.
Ahora bien, si lo que vos quers saber es si ella se acost con
otros hombres durante el perodo en que tambin se acostaba
conmigo, s, con muchos. Che, a propsito, esto te sali
riqusimo agreg Carlos Romeo, chupeteando sonoramente
su tenedor.
Romeo, sos impresentable suspir Ankara desde la
puerta.
Traa su plato en la izquierda y una palangana roja en la
derecha.
Hace un tiempo que Ankara tiene alguna dificultad para
retener lo que come le explic Carlos Romeo a la mirada
interrogativa de Valentn. Si llega a vomitar, no te preocupes,
no tiene nada que ver con tus habilidades culinarias.

147

anaojeda

148

Este Clarn es tuyo, Valentn? pregunt Ankara


tomndolo de la silla en la que Carlos Romeo haba colgado su
campera. Puedo?
S, claro le contest Valentn, visiblemente turbado por
lo que Carlos Romeo le acababa de decir. Pero entonces vos
no sabs si en el tiempo que estuvo conmigo Tffenwies fue el
nico o no, no? retom, jugando distrado con los fideos
que descansaban en su plato.
Mir, yo lo nico que s es lo que me dijo Leila ayer a la
noche, antes de que nos furamos a tomar aire para que vos te
calmaras le confes Carlos Romeo hacindole lugar a Ankara
para que se sentara junto a l sobre el colchoncito.
Que es?
Yo creo que lo mejor sera que te lo dijera ella misma,
no? Total, debe estar en lo de los viejos, la llams y
Cortala, Giordano! Valentn empezaba a perder la
paciencia. Basta de misterio, che! Decime qu te dijo y no te
preocups, que de una forma u otra, yo igual la voy a llamar.
Bueno, bueno, yo deca porque, qu s yo, no quiero ser
fuente de malentendidos se excus Carlos Romeo
hacindole todava ms lugar a Ankara, que haba desplegado
el Clarn junto a ella en la cama y lo lea sin interesarse en la
conversacin. Ayer, cuando apareci el muchacho y se
arm todo el quilombo, Leila me dijo que vos sos la primera
persona a la que quiere de verdad, pero que an as no puede
evitar ser ella misma, o sea, no?, bueno, creo que es bastante
claro. Ella me dijo as: que te quera, pero que no le sala ser
de otra manera.
Valentn emiti un suspiro descorazonado.
O sea que hubo otros.
Antes de poder hacer nada al respecto, los ojos se le
llenaron de lgrimas. Se senta mareado e incmodo, acalorado,
obligado a exhibir una debilidad insospechada frente a
desconocidos. Mal, se senta mal, con un vaco incolmable en

MODOS DE ASEDIO

mitad del pecho y la necesidad de dejarse llevar y volver


evidente que l tambin era handle with care, copa de cristal
que poda mellarse de manera irrecuperable. El silencio que se
produjo luego de la toma de conciencia de Valentn llam la
atencin de Ankara que, levantando la vista del diario, quiso
saber qu pasaba. Nada, todo bien, le respondi Valentn
restregndose con violencia los ojos para que el brillo que les
confera la humedad tuviera una causa mecnica.
Me voy dijo a continuacin, levantndose del silln
que haba ocupado hasta ese momento. Chau salud, al
tiempo que tomaba su campera de la silla.
No esper a que los dueos de casa respondieran a su
saludo o se ofrecieran a acompaarlo hasta la puerta. Baj las
escaleras con estrpito, cruz el patio, atraves la puerta roja,
que cerr sin hacer ruido, se apur en el corredor, empuj la
puerta blanca con brutalidad (al punto de que sta dibuj un
arco de xido en las baldozas del piso) y se encontr con el
solcito de un comienzo de tarde agradable, los autos que
circulaban por Entre Ros, gente, en fin, la calle.
Pero, qu pas?, qu le dijiste? quiso saber Ankara,
todava con el plato lleno de fideos con salsa de brccoli,
suspendiendo la lectura del Suplemento Deportivo de Clarn,
que la tena interesadsima.
Nada, lo que te dije esta maana: Leila le meti los
cuernos a Ringkler con un tipo que se llama Jos no s cunto,
Tbinguen, o algo as. Este tipo apareci ayer en la fiesta, se fue
todo a la mierda, y ahora Ringkler quiere saber si es la primera
vez o hubo otros le resumi Carlos Romeo terminndose la
limonada que tena en el vaso.
Obvio que hubo otros! exclam Ankara enrollando un
montoncito de fideos con su tenedor. Qu se puede esperar
de una mina como la Pelirrox Maldita?
Bueno, che, no seas injusta. Que a vos te caiga como una
patada al hgado no significa que haya habido otros s o s

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anaojeda

150

objet Carlos Romeo levantndose para ir a buscar algo de


postre. Vos vas a querer algo cuando termines? Una
manzana, una banana, uvas?
No, gracias, yo estoy bien. Eso s, lo que no entiendo es
qu fuiste a hacer vos ayer a la noche a la fiesta de cumpleaos
de tu ex novia, sabiendo la guachada que te hizo este tipo. Yo
no lo trago, no lo tolero grit Ankara para que Carlos
Romeo la escuchara desde la cocina.
Pobre Ringkler se ri l poniendo una manzana debajo
de un chorro de agua fra. No parece un mal tipo. Lo del
guin me lo debe haber hecho en un ataque de celos.
No parece un mal tipo, no parece un mal tipo.
Perdoname, pero la experiencia demuestra lo contrario dijo
Ankara llenndose la boca de fideos. Un tipo que convence
a la ex novia de otro, presente novia de l, para que te llame y
te engrupa ofrecindote un trabajo que no existe para que vos
te ilusiones durante un mes y despus te quieras matar como
consecuencia del despido, no me parece muy buena persona, la
verdad.
Y bueno, pobre! Carlos Romeo subi la escalera de a
dos escalones por vez, recorri estudio y comedor, y se instal
en el silln que hasta haca un momento haba ocupado
Ringkler.
Qu pobre, Romeo?, cmo pobre? Ojal que lo
pise un auto, pobre! exclam Ankara briosa.
Bueno, bueno, veo que hoy andamos bien de nimos,
bien de fuerzas Hay que festejar, che.
La verdad, la verdad coincidi Ankara y sealando con
el ndice la pgina del Clarn que estaba leyendo: Sobre todo
porque se me acaba de ocurrir una idea buensima para escribir
un guin. Antonio DiVico no es de Venado Tuerto?
Creo que s, por?
Gaudio, el tenista, acaba de salir campen de Roland
Garros. l era el no s cunto del mundo, se la pasaba

MODOS DE ASEDIO

perdiendo, andaba deprimido, con problemas de autoestima,


qu s yo, y de pronto le gana a Guillermo Coria, que es de
Venado Tuerto, y el nmero tres del mundo. No es genial?

Romeo! Es como David y Goliath! Gan el que nadie


apostaba medio peso! Es brbaro, eso es lo que es.
Carlos Romeo le dio un mordisco a su manzana con cara de
que trataba de imaginarse cules eran las posibilidades de la
historia.
Y por si eso fuera poco, tenemos a Antonio, que nos
podra explicar, por ejemplo, cul puede haber sido la reaccin
de Venado frente a la derrota del candidato local, entends?
Ankara se detuvo un momento para tomar aire. Vos leste
La asesina de Lady Di?
No.
Puh, tens que leerlo. Es genial. Lo escribi un
correntino, Alejandro Lpez, se llama. Es una especie de Puig
moderno, reventadamente bien escrito a Ankara el recuerdo
de lo placentero de la lectura la haca rerse bajito. Bueno, yo
te lo paso, lo tengo abajo. Vos lo les y despus empezamos a
escribir un guin sobre este tema, en ese tono. Qu te parece?
Contento de que Ankara no sintiera nuseas, de que
estuviera entusiasmada y quisiera volver a escribir, Carlos
Romeo le dijo que s, que le pareca bien.
Y vos cmo te enteraste de la existencia de este Lpez?
le pregunt dndole otro mordisco a la manzana.
Me lo pas Julia. Ella fue la que insisti para que lo leyera.
Hablando de Julia, che la interrumpi Carlos
Romeo. Llam esta maana y me encarg que te dijera una
cosa.
Girando el tenedor en medio de la parva de fideos que
todava le quedaba en el plato, Ankara puso cara de soy toda
odos. Su primera reaccin cuando Carlos Romeo le inform
que Julia ya no iba a vivir con ellos fue preocuparse por cmo

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anaojeda

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iban a hacer para pagar su parte de alquiler y cuentas. Su


segunda reaccin fue preguntar si se iba a mudar con el
muchacho que haba conocido haca un tiempo en la
biblioteca de 25 de Mayo, aunque a ella le pareca un poco
precipitado, si casi ni se conocen, che. Su tercera reaccin al
enterarse de que, en efecto, se iba a vivir con ese muchacho
que, de hecho, viva en Suiza, fue abrir los ojos como huevos
fritos, al tiempo que perda el control de su mandbula, que
ceda, dejando entrever restos de fideos y brccoli sobre su
lengua.
Pero, pero, perdn, cmo?, entonces se va del pas, se va
se va.
S. Llam para avisar que acaba de iniciar los trmites
para la visa. Ni bien se la den, compra un pasaje de ida y se va.
Ankara no poda dar crdito a lo que oa. Sin darse cuenta
repeta pero es una locura en un tono apenas audible. Con
cara de cordero degollado quiso saber porqu su hermana
menor pensaba adquirir un pasaje de ida sola y no uno de ida
y vuelta. Carlos Romeo se encogi de hombros. Supongo que
porque es ms barato. O porque no piensa volver. Ankara,
una mano en la frente como midindose la fiebre, la otra en
la panza, aprovech el silencio que se hizo a continuacin
para vomitar lo que acababa de comer. Plida, miraba para
todos lados como tratando de comprender sin xito lo que
suceda. El plan de Julia le pareca una locura. Y si se iba a
Europa y el chabn la plantaba en el aeropuerto? Y si
descubra que en realidad no lo soportaba? Poda ser, incluso,
que estuviera casado o tuviera hijos o fuera todo parte de un
chanchullo para llevarse sudamericanas pavotas a Europa y
convertirlas en prostitutas.
Te das cuenta, Romeo? Te das cuenta de lo tremendo
de la situacin?
Carlos Romeo le dijo que no exagerara y se fue al bao a
vaciar la palangana. A la vuelta, se encontr a Ankara en la

MODOS DE ASEDIO

misma posicin en que la haba dejado, balancendose adelante


y atrs con la mirada perdida en el techo.
Sacaras el CD, Romeo, por favor? Len Gieco me
pone triste.
Qu quers escuchar?
Ankara se encogi de hombros, por lo que Carlos Romeo
prendi la radio y sintoniz AM 530, La primera de la
izquierda, la voz de las Madres, radio de las madres. Luego
tom a Ankara por la cintura, la ayud a bajar las escaleras y la
condujo a su habitacin. Le aconsej que descansara un rato
mientras l lavaba los platos y llamaba a Concete a ti mismo
para avisar que no iba a poder ir a trabajar por razones de
fuerza mayor: amanec con cuarenta grados de fiebre, se me
parte la cabeza, me duele la garganta y no paro de vomitar. A
pesar de que trat con ms ahinco del habitual, Ankara no
logr tranquilizarse. Senta que no poda quedarse de brazos
cruzados frente a la inminencia de la tragedia, deba hacer algo,
hablar con Julia, persuadirla de no hacer lo que ella calificaba de
una locura. Carlos Romeo no comparta sus aprehensiones,
porque Julia, tonta no es, no te parece?, si ella dice que este
muchacho es el amor de su vida, por algo ser, no? Ankara
objetaba que Julia era inocente, no tena experiencia y que as,
claro, era fcil que se confundiera.
Incluso si el pibe es buena persona y no tiene mala
intencin dijo Ankara poniendo cara de que esas cosas
tambin existan, no s, me parece demasiado arriesgado,
demasiado incierto como plan, entends?
Todo en la vida es incierto, Ankara replic Carlos
Romeo sentndose a su lado. Miranos a nosotros dos. La
semana pasada vos te imaginabas que siete das despus bamos
a estar donde estamos hoy?
Ankara sonri ante una perspectiva que le provocaba
mucho placer.
Y dnde estamos hoy?

153

anaojeda

Carlos Romeo se encogi de hombros.


No s. En un lugar incierto, pero interesante se tom
un minuto para pensar bien lo que quera decir y agreg: no
s vos, pero yo estoy contento de haber hecho lo que hice esta
maana. Me saqu un peso de encima, siento que a partir de
ahora todo va a ser diferente.

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Entrevista
a cargo de Rocco

Carbone

BuenosAires
Febrero2007

MODOS DE ASEDIO

Con Modos de asedio y Nuevas Cenizas El 8vo. loco lanza una


nueva coleccin. De narrativa. 69/ Argentina es Latinoamrica.
El nmero como smbolo de la disposicin tipogrfica y la
leyenda porque junto con un texto argentino se propone editar
uno latinoamericano. Regla que con su primera entrega se
complace en obliterar. Dos argentinos: y s.
Dos: con Modos de asedio y Nuevas Cenizas El 8vo. loco busca
alcanzarte lector a dos autores clandestinos, por su doble
condicin de secretos y ocultos (hasta ahora), y por su circunstancia
de hacer ilcitamente. Literatura. Novelas, en este caso.
Tres: El 8vo. loco cuida sus querencias y entonces arropa
estas dos novelas con sendas entrevistas. Dilogo con los
autores Ana Ojeda y Mariano Fiszman con vistas a que nos
ofrezcan un panorama ms amplio respecto de aquello que
pueden proporcionar sus historias. Y ya que el espacio y el
universo que abarca una entrevista son generalmente limitados,
en este caso El 8vo. loco no har una excepcin. Formular
pocas preguntas, dejando al entrevistado la posibilidad de
alterar el orden, plantearse interrogantes a su vez o entreverar
las respuestas. Y van:

1.

Para empezar: el mito de origen. En qu clima empezaste a


escribir. Tens algn recuerdo, alguna ancdota. O, ms
generalmente, pods mencionar una situacin concreta? Y del cundo al
cmo: contestando a qu impulso empezaste a hacerlo.
Empec a escribir la primera vez que dej Buenos Aires. De
pronto, me vi con mucho tiempo libre entre las manos y
prcticamente nada que hacer. Yo soy una persona
tremendamente aquerenciada: los viajes se me dan mal, no por
falta de curiosidad, sino porque me cuesta mucho adoptar
costumbres y formas culturales ajenas. Si no estoy en Buenos
Aires, en seguida me siento incmoda, como si observara lo
que sucede dentro de un local, pero sentada en la vereda. A la
interperie. Me siento impotente, incapaz, no s por qu.

157

anaojeda

158

Cuando me fui no tena mucha idea de qu era lo que iba a


hacer. Simplemente saqu un pasaje, llen una valija y me fui.
Me acuerdo que en seguida despus de llegar, nev da y noche
en continuado durante una semana. Recin ah empec a
comprender lo que significaba estar lejos. Era la primera vez
que vea la nieve. La toqu, la junt, la barr, la prob y,
finalmente, la olvid. Haba ms, siempre ms. Vivir afuera
(para citar a Fogwill) me produjo una honda melancola, un
sentimiento de prdida. Senta no que participaba de dos
mundos distintos, sino que no participaba de ninguno de los
dos. No fui capaz de integrarme a la sociedad que me reciba y
esto me generaba rechazo por ella y angustia porque, a la vez,
quera entender su visin de mundo, quera participar de sus
cdigos para matizar por lo menos un poco la sensacin de
extraeza, de encontrarme fuera de lugar.
En ese clima, empec a escribir Modos de asedio, que surgi
como respuesta a una pregunta bastante sencilla. Qu era lo
que extraaba yo de Buenos Aires? No eran las personas, no
eran las cosas, no era mi familia, no era mi casa. Extraaba
Corrientes por la noche. Extraaba la suciedad de las calles, los
subtes en las horas pico, el sol del medioda, la brisa de un da
de primavera. El olor del ro. El considerar lgicas las
respuestas de la gente. Las libreras. Los cines. Las gauchadas.
La curiosidad boba de los transentes. La picarda portea. La
gente. Cantidades enormes de gente por la calle. Gerrn. Los
Macocos. El tamao. Extraaba el tamao de una ciudad que
no termina nunca. La imposibilidad de recorrerla a pie. El
inmenso falo blanco origen de la prepotencia patotera que
tanto se nos critica a los porteos que, desde la altura, regula
la disposicin de las calles. La nocin de barrio. Las ganas, la
costumbre de rer para ocultar el llanto.
Qu era, al fin de cuentas, la ciudad para m? Empec
tratando de responder esta pregunta y termin escribiendo
esta novela.

MODOS DE ASEDIO

2.

Del mito a la formacin. De las influencias quiero hablar. A qu


otros autores y, concretamente, a qu libros refers tu literatura?
No te estoy pidiendo una sarta de nombres que lleguen a resultar frenticos
o intimidatorios, sino tu postura frente a esos textos: desde dnde los les,
de qu manera los inclus en tus tramas, cmo te contamins de ellos, de
qu modo si son textos extranjeros los descontextualizs para
contextualizarlos en tu literatura. De qu elementos de otros textos suele
apropiarse tu literatura?
Leer es una actividad que disfruto muchsimo. Mucho
ms que escribir, si no fuera porque luego siempre me asalta
un sentimiento de culpa provocado por la pasividad que
implica. Con esto no quiero decir que al leer las neuronas de
quien lo hace no se pongan en movimiento, pero s que tiene
algo de inmovilidad glotona. A m, un buen libro y un
chocolate me producen el mismo tipo de placer. Como leo
mucho me considero una lectora curiosa, desprejuiciada y
voraz, si no me pongo lmites termino en una especie de
admiracin esttica. Quiero decir: la lectura, por lo general,
no me sirve de motor de la escritura, sino al contrario. No me
inhibe, pero me atrapa y tengo que hacer un esfuerzo para
dejar de lado lo que estoy leyendo y decir: bueno, ahora a
escribir.
Para m, la lectura es una especie de bsqueda del tesoro.
Todo el tiempo estoy a la caza de algo nuevo, algo que me
llame la atencin, que me deje con la boca abierta. Te dira
que siempre leo con ganas de que me sorprendan. Si esto no
sucede, lo ms probable es que deje el libro por la mitad.
Desde hace unos aos, leo sobre todo literatura argentina.
Por un lado, me interesa conocer qu hubo antes de m en el
plano literario, pero tambin busco en la ficcin las huellas de
un pas que no viv, pero del cual recib los despojos, de
alguna manera. Creo que el arte es una forma entre tantas
otras de conocer la realidad y de generar conciencia acerca
de problemticas que, a priori, nos resultan ajenas.

159

anaojeda

160

Tambin me interesa la literatura latinoamericana.


Recuerdo, por ejemplo, cuando le La guaracha del Macho
Camacho. Qued estupefacta. Tuve que volver a leerla un par
de veces para entender no slo qu pasaba, sino cmo haca
Snchez para hacer avanzar una historia sobre la base de la
repeticin lxica, el machaqueo insoportable de, por ejemplo:
Y las dos veces que me he perdido el show de Iris Chacn
en la televisin me han comentado que Iris Chacn ha
mapeado, ha barrido, ha acabado. Y las dos veces que me he
perdido el show de Iris Chacn en la televisin me han
comentado que a Iris Chacn le pusieron la cmara en la
barriga y esa mujer parece que se iba a romper de tanto que
se meneaba, como si fuera una batidora elctrica, como si
fuera una batidora elctrica con un ataque de nervios. Por
supuesto, cuando doy con cosas que me gustan,
inmediatamente las adopto. O sea, me contamino
completamente y con un gusto infinito. Las robo, las imito, las
copio, las homenajeo, que es lo mismo que decir: las uso, las
trato de incluir en lo que escribo. Luego, las lecturas sucesivas,
la escritura misma, me va haciendo depurar y, en la mayora de
los casos, al final no se nota que soy una chorra.

3.

Modos de asedio es tu primer libro? Escribiste y publicaste


otros? Cmo, cundo? Y pienso en el gnero: privilegis la novela
o practics otros gneros literarios? Cules, por qu?
Modos de asedio es mi primera novela. Antes escrib otras que
hoy, por suerte, ni tengo ni recuerdo. Como tiendo a ser
verborrgica, el cuento es un gnero que me resulta imposible.
La novela no, porque es como una cacerola enorme en la que
entra de todo. Te pods dar el lujo de empezar con humor y
terminar con una plida, de meter personajes, de sacarlos, de
hacerlos desaparecer y luego retomarlos, de incluir en su
interior poesas, relatos, de no mantener la unidad de tiempo,
de lugar, en fin, la libertad es prcticamente absoluta.

MODOS DE ASEDIO

4.

Cmo empieza a forjarse Modos de asedio? Y como aspecto


correlativo: detrs de tu Modos de asedio s que est el asedio
a un premio literario. Deslizo esta pregunta no como para que me cuentes
del premio en s el hecho de haberlo ganado o la trascendencia del jurado
que lo otorg no le aaden ni le quitan mritos particulares a tu novela
sino de la seriedad cultural que fomenta este gobierno.
Como te contaba, Modos de asedio fue mi respuesta a un
sentimiento de carencia, de prdida de algo que no saba muy
bien qu era. Adems de eso, quera incluir un elemento tpico
de los cuentos: el final con golpe de cola. Eso que hace que
sobre el final, cuando todo parece encajar perfectamente, de
pronto se corra una de las piezas y salgan a la luz las verdaderas
relaciones que existen entre los personajes. Y nos demos cuenta
de que, en realidad, hasta ese momento habamos tomado la
apariencia por realidad.
Lo que me interesaba particularmente de la vuelta de tuerca
final es que reproduce algo que en la vida cotidiana nos pasa
todo el tiempo. Esa sensacin de sorpresa que genera (o tendra
que generar) la lectura es la misma que sentimos cuando nos
enteramos de que Fulana descubri que Mengano le era infiel
o que el telfono no se descompuso solo, sino que fue el vecino
quien lo desconect para colgarse l de la lnea, etc. Vivimos
rodeados de estos asombros estupefactos. A m me interesaba
meterlos en la novela porque es el precio que pagamos por
nuestra ansia de conocer siempre un poco ms. En este sentido,
todos, hasta los analfabetos, son lectores entrenadsimos.
Frases hechas como: no es trigo limpio, es un pan de Dios
tienen que ver con esto, con la capacidad que tiene cualquiera
de leer por detrs de lo aparente.
Respecto de lo del premio. En efecto, Modos de asedio gan,
a finales de 2005, el segundo premio de novela corta otorgado
por lo que en ese momento era la Casa del Escritor
(dependiente del Gobierno de la Ciudad). El galardn consista
en dos mil pesos que, all lejos y hace tiempo, pens en invertir

161

anaojeda

162

en su publicacin. Te la hago corta: la semana pasada me


llamaron de la Direccin General del Libro y Promocin de la
Lectura, que es el rgano que se fagocit, digamos, la Casa del
Escritor, para decirme que en dos meses, ms o menos, puede
ser que cobre. A esta altura, ya ni me preocupo. Lo que s me
parece es que este gobierno est muy obsesionado con la
apariencia (fijate que desde hace meses y meses, prcticamente
todas las plazas y las escuelas de la ciudad tienen un cartel que
anuncia las remodelaciones que, supuestamente, se estn
llevando a cabo), pero descuida el fondo. Quiero decir, y
volviendo al premio: a los das de que se hizo la ceremonia de
entrega, ya figurbamos los tres premiados en la pgina del
Gobierno de la Ciudad. Con eso, ellos dieron por terminado el
asunto. Lo importante era tener presencia meditica, aparecer
como gestores de una parte de la movida cultural actual. Luego,
si los premios se pagan o no, si los libros llegan a las libreras o
no, sa es otra historia.

5.

En cuanto a tu labor literaria, una serie de preguntas. Me gustara


que las articularas. Se dice que todo escritor tiene sus monomanas,
ideas fijas, sueos recurrentes. De obsesiones hablo. Cules son aqullas
que definen tus temas o que son constantes en tus libros? Escribs
regularmente o por rachas? Cmo trabajs? Planes, intuiciones sbitas y
escritura, servilletas de bar. Hacs esquemas que respets. O que se alteran
durante la escritura. Mientras arms una obra, les a alguien para
inspirarte o prefers concentrarte en tu faena? Despus de haber terminado
un texto, qu relacin establecs con l? Hablar, acariciar, insultar. Lo
das a alguien para que lo critique y lo corrija?
Dado que hasta el momento slo tengo un libro no puedo
hablar, todava, de recurrencias. No obstante lo cual, te dira
que mi obsesin son las relaciones humanas, si es que esto
recorta algo el campo de lo posible como para formular una
respuesta. Lo que quiero decir es que soy incapaz de
incursionar en el gnero fantstico como lo hace Marcelo

MODOS DE ASEDIO

Cohen o de crear algo dentro del campo de la ciencia ficcin.


Lo mo es, creo, una especie de costumbrismo que, a medida de
que pasa el tiempo, se vuelve menos realista y ms
experimental. Ahora, por ejemplo, estoy empezando a escribir
una novela que se llama Falso contacto y en la que quiero meter
mano de manera franca en la parte formal de la escritura, o sea,
en cmo narrar la historia lineal de dos familias inmigrantes en
Buenos Aires, sin apelar a un realismo con aires de
decimonnico. Voy un poco lento porque ltimamente trabajo
de manera mucho ms sincopada que de costumbre. Entre las
horas de putero durante las cuales hay que alquilarse para
poder vivir y las energas inagotables de mi hijo (que se
combinan, por otra parte, con una capacidad nunca vista para
la generacin de situaciones con peligro de muerte), casi no
tengo tiempo para dedicarle a la escritura.
En general, antes de empezar siempre hago esquemas. Trato
de pensar la historia que quiero contar como un todo, como a
vuelo de pjaro, desde arriba. Primero trabajo con la estructura
general y desde ah voy bajando hasta llegar a los captulos o
partes o secciones o fragmentos. Luego, veo de qu manera voy
a escribir eso que quiero contar, es decir, qu herramientas
lingsticas, discursivas, tengo a disposicin, tratando de no
repetir algo que ya hice porque en ese caso me aburro en
seguida. Hago listas de personajes, de nombres, de fechas de
nacimiento, de lugares, etc. Una vez que tengo todo ms o
menos esbozado, me lanzo a escribir y me olvido de todo lo
que hice hasta ese momento, de manera que al final el resultado
no se parece en nada al plan original.
Una vez que consiero que algo est terminado, que ya no
lo voy a tocar, cambiar ni corregir ms, lo abandono
completamente. Deja de interesarme. No me queda ni
siquiera el orgullo de haberlo hecho. Es como si fuera de
otro. Modos de asedio, por ejemplo, ya ni me acuerdo qu es lo
que cuenta.

163

anaojeda

Para m, escribir es como cualquier otra actividad. Cuando


estoy en eso, no prendo velas y convoco a los espritus. Es lo
mismo que cuando corrijo los libros de otros o hago alguna
traduccin. Leer, leo siempre, constantemente, no pienso la
actividad de la lectura en relacin con la escritura. No leo ni
para inspirarme ni para no hacerlo. Son dos cosas diferentes
que, a lo sumo, se tocan en algunos puntos.

6.

164

Hacia las enemistades. La pregunta que paso a formular, a lo


Arlt, invita a hablar mal de los colegas. Cules son los sectores
de vanguardia, aquellos conservadores y los representantes de la tradicin
literaria en el mbito de la literatura argentina actual?
Aunque no suelo pensar el campo literario actual en esos
trminos (sera demasiado complejo por la falta de distancia
temporal), creo dos cosas al respecto. La primera: hoy en da,
gran parte de la joven generacin de escritores est
constituida por tipos que exceden por varios cuerpos, en
general, los cuarenta: Kohan, Gamerro, Link, Pauls, Fresn
para nombrar los primeros que me vienen a la cabeza. Por
encima de ellos, nuevamente Borges y Arlt, convertidos en un
panten tripartito: Saer, Piglia y Aira. Por debajo, los
noveles, desconocidos. El francotirador inubicable de este
esquema, para utilizar una expresin arltiana que le va bien, es
Vias que, pese a su obra monumental, es un escritor poco
ledo. Y no hay que olvidar tampoco a Fogwill, con una
habilidad enorme para manipular su exposicin pblica y
constuir una imagen de escritor que gua, en gran medida y
desde el exterior, la lectura de sus obras (cosa que tambin se
puede decir de Vias, por otro lado).
De la joven generacin, los que a m me interesan son
Fernanda Garca Lao (Muerta de hambre), Alejandro Lpez (La
asesina de Lady Di).
La segunda: creo que si se quiere construir un mapa de
apuestas vanguardistas para decirles de alguna manera

MODOS DE ASEDIO

actuales, ms til que el esquema generacional (que es, por otra


parte, bastante pobre porque parte del supuesto errneo de
que todos maduramos a la misma velocidad y, por lo tanto, a
edades similares desarrollamos bsquedas e intereses
parecidos) habra que intentar una agrupacin por tipo de
editorial. Lo ms interesante de la literatura argentina
contempornea, hoy en da pasa por editoriales pequeas,
independientes, con una difusin modesta o directamente nula
y una distribucin que en muchos casos cojea.

7.

Esta pregunta la conecto con la penltima y la ensancho: del


lector hablemos sin complicidad ni condescendencia. Antes de la
pregunta, un recuerdo. Roberto Tito Cossa en la Encuesta a la
literatura argentina contempornea (CEAL, 1982) dice que su
lector ideal es una persona sensible. Pero pronto retruca: ms ideal
an si paga la entrada. Del teatro a la narrativa y salvando la
distancia de los gneros: tu lector ideal es el que compra tu novela (o
la roba en la calle Corrientes)? En definitiva: a qu tipo de lector quiere
interpelar tu literatura?
Al que la lea. No tengo mayores aspiraciones al respecto. Si,
llegando a la pgina veinticinco, el lector prefiere usar este
bonito volumen para nivelar la mesa, hasta me siento til.

8.

Buscando ese mango que te haga morfar. Vivir de la


literatura es una quimera, sobre todo en un pas como la
Argentina en donde la figura del escritor profesional es un raro
privilegio. Es posible llevar a cabo una carrera literaria en Buenos
Aires, concretamente, ya que sos portea? Cules son los impedimentos
que encontrs o encontraste? Y correlativamente: qu actividades llevs a
cabo para seguir sobre el nivel de flotacin?
El problema de la Argentina a este respecto es que me
parece que funciona sobre la base de una paradoja irresoluble
porque para llegar a ser un escritor profesional,
primeramente hay que dejar de ser escritor. El caso de

165

anaojeda

Andahazi es clarsimo, en este sentido. Creo que una carrera


literaria es posible, siempre y cuando la hagas ingresar en
franjas horarias no centrales de tu vida. Yo trabajo de redactora,
traductora, correctora, transcriptora y demas tora que tengan
que ver con la escritura. Con lo que gano, ayudo a pagar el
alquiler y las cuentas, y una vez que eso ya me lo saqu de la
cabeza, me dedico a escribir. No me quejo porque, finalmente,
creo que es ese malabarismo, ese nudo en la garganta, esa
sensacin de fin del mundo constante, de catstrofe y se acab,
fuimos, lo que extrao cuando no estoy ac.

166

9.

Y una ms: una ltima pregunta, de ndole biogrfica, pero al


revs: quin es el personaje principal de tu novela?
Creo que hay dos tipos de escritores. Los que son crticos
esclarecidos de sus propias obras (Saer o Piglia, por ejemplo)
y los que no. Yo pertenezco al segundo grupo. Quin es el
personaje principal de Modos de asedio? Quin sabe. Podras
ser vos.

SE TERMIN DE IMPRIMIR EN GRFICA LAF S.R.L. MONTEAGUDO 741, SAN


MARTN, PROVINCIA DE BUENOS AIRES, EN EL MES DE ABRIL DE 2007.

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SE TERMIN DE IMPRIMIR EN GRFICA LAF S.R.L. MONTEAGUDO 741, SAN


MARTN, PROVINCIA DE BUENOS AIRES, EN EL MES DE ABRIL DE 2007.

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