Furio (2005) - Los Lenguajes de La Economia
Furio (2005) - Los Lenguajes de La Economia
Furio (2005) - Los Lenguajes de La Economia
ISBN: 84-689-3024-5
N Registro: 05/50241
PRLOGO
del Atlntico. El libro contaba con un texto escrito por un profesor del centro donde
realizaba mis estudios. Lo le atentamente, intentando aprehender cuanto contena en l.
Una vez cerrado el libro por su ltima pgina, medit acerca de su contenido e,
involuntariamente tal vez, cotej lo que deca all con lo que se desprenda de sus discursos
ms actuales. He aqu lo que me caus perplejidad. No eran en absoluto coincidentes. Eran
dos puntos de vista, si se me permite la expresin, radicalmente distintos. A lo largo de
algunos das estuve pensando sobre ello, intentando siempre comprender cmo era posible
ese cambio en aspectos e ideas, que no dudaba en calificar como bsicas del pensamiento
econmico personal. En esa poca, tuve en mente un puado de posibles razones, que
nunca fueron concluyentes.
Un ao ms tarde record el episodio a raz de lo que yo consideraba nuevos
conocimientos. Reconoca tmidamente que, debido a la ltima crisis econmica de los
aos setenta, se haban producido cambios significativos en el comportamiento y
funcionamiento de la economa capitalista. He aqu, me dije, una buena razn de mi
perplejidad. La realidad ha cambiado, por tanto, no debe parecernos extrao que
cambiemos el contenido de nuestro pensamiento. Pero, haba un hecho que no poda
silenciarme a m mismo. La mayor parte de la literatura que, por aquel entonces, me
expona los cambios en el funcionamiento de la economa capitalista utilizaba un lenguaje
bastante distinto al usual en mi educacin como economista, distinto al que utilizaba y al
que utiliz el profesor de nuestra historia. Era un lenguaje que en ocasiones comparta
significantes con los otros, pero no los significados.
Mientras intentaba precisar y diferenciar los distintos lenguajes, asomaba en m la
idea de que las que eran las razones del cambio en el funcionamiento de la economa
capitalista y las caractersticas del mismo y de la nueva fase, eran propias y especficas de
este nuevo lenguaje. No eran compartidas, o al menos no lo eran en lo fundamental. Tal
vez la nica coincidencia era la existencia de un cambio, pero nada ms.
Varios lenguajes y un cambio de actitud intelectual eran de cuanto dispona.
Reconoca, evidentemente, la posibilidad de cambios intelectuales en el tiempo,
llammosle madurez, y tambin que existan economistas que pensaban de modo diferente
y que, incluso, pareca que hablasen de mundos diferentes o al menos lo hacan en
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sobre categoras analticas, conceptos y lenguajes distintos entre s que parecan referirse a
realidades distintas. En definitiva, aparentemente, mi labor investigadora no contribua a
resolver mis anteriores preocupaciones.
Una forma posible de intentar resolver estos problemas podra consistir en
despedirnos con las palabras de Hilary Putnam (1982): ... la mente no copia
simplemente un mundo que slo admite la descripcin de La Teora Verdadera. Pero, ..., la
mente no construye el mundo ... Y si es que nos vemos obligados a utilizar lenguaje
metafrico, dejemos que la metfora sea sta: La mente y el mundo construyen
conjuntamente la mente y el mundo (o, haciendo la metfora ms hegeliana, el Universo
construye el Universo -desempeando nuestras mentes (colectivamente) un especial papel
en la construccin).
Pero, realmente, poco habra avanzado. Seguiran existiendo demasiados
interrogantes por responder y ciertas afirmaciones aparentes por precisar. Es pues evidente
que no podemos ni debemos despedirnos en este punto. Debemos de continuar precisando
y buscando respuestas a estas cuestiones y a algunas ms que puedan surgir en el camino.
Pero, alguna consideracin en positivo parece que empieza a asomar. As, nuestra
proposicin bsica es que existe una pluralidad de marcos conceptuales interpretativos en
la Economa. De modo que cada uno de ellos, al querer abordar cierta problemtica, ha ido
desarrollando conceptos y categoras analticas propias que, junto con sus reglas de
articulacin interna, ha propiciado la formacin de diferentes lenguajes con que analizar la
economa. Pero esta proposicin no se desprende de una mera observacin del quehacer de
los economistas a lo largo del tiempo. Esto es, no se construye inductivamente. Resulta,
por el contrario, del desarrollo de un punto de vista inicial, de una hiptesis, de un esbozo
de teora.
Este esbozo de teora hunde sus fundamentos en un anlisis de la filosofa de la
ciencia. De dicho anlisis se desprende, en primer lugar, que existe una pluralidad de
marcos conceptuales que quieren explicar cmo se construyen y cmo y porqu se llega a
aceptar las explicaciones cientficas. En segundo lugar, del anlisis de algunos de los
marcos conceptuales o enfoques de filosofa de la ciencia, se concluye que justamente la
labor de los cientficos es construir marcos conceptuales o lenguajes que les permitan
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cientfica
particular
es
una
comunidad
lingstica
que
comparte
PARTE PRIMERA.
Esto nos permite, en primer lugar, afirmar con Popper que la teora de la tabula
rasa es absurda, el aumento del conocimiento consiste en la modificacin del
conocimiento previo, sea alterndolo, sea rechazndolo a gran escala. El conocimiento no
parte nunca de cero, sino que siempre presupone un conocimiento bsico -conocimiento
que se da por supuesto en un momento determinado- junto con algunas dificultades,
algunos problemas. Por regla general, stos surgen del choque entre las expectativas
inherentes a nuestro conocimiento bsico y algunos descubrimientos nuevos, como
observaciones o hiptesis sugeridos por ellos (Popper, 1972).
Pero este conocimiento bsico no est constituido por una nica teora, sino por un
conjunto ms o menos amplio de teoras, algunas de las cuales se constituyen entre s en
agrupaciones con cierto grado de articulacin e interdependencia. Esto da lugar a
paradigmas o programas de investigacin, o, como preferimos denominarlos, lenguajes
cientficos, estructuras lingsticas o marcos conceptuales. Pero antes de desarrollar estos
extremos, digamos algo ms sobre aquello que no constituye la ciencia.
Si nuestro conocimiento bsico nos permite sugerir descubrimientos, observaciones
o hiptesis, en definitiva ciertas expectativas, el papel de la experiencia es muy diferente
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demostrativa que no se deduce de las premisas mayor y menor, con lo que ambas premisas
pueden ser verdaderas sin que la conclusin se siga de ellas lgicamente. En resumen, un
argumento no-demostrativo puede, en el mejor de los casos, persuadir a una persona ya
convencida, mientras que un argumento demostrativo debe convencer incluso a sus ms
obstinados oponentes.
Por tanto, no debe pensarse que existe una dicotoma entre induccin y deduccin.
La dicotoma relevante se plantea entre inferencias demostrativas e inferencias nodemostrativas. Y, para resolver esta dicotoma conviene reservar el trmino de induccin a
argumentos lgico-demostrativos, y el de aduccin para las formas de razonamiento nodemostrativas. Pero, la induccin demostrativa no existe, y la aduccin no es en absoluto
lo opuesto de la deduccin, sino que, de hecho, constituye otro tipo de operacin mental
completamente diferente. La aduccin es la operacin no-lgica que nos permite saltar del
caos que es el mundo real a la corazonada que supone una conjetura tentativa respecto de
la relacin que realmente existe entre un conjunto de variables relevantes. La cuestin de
cmo se produce dicho salto pertenece al contexto de la lgica del descubrimiento y puede
que no sea conveniente dejar de lado despectivamente este tipo de contexto, como los
positivistas, e incluso los popperianos, desean. Pero lo cierto es que la filosofa de la
ciencia se ocupa, y se ha ocupado siempre, de forma exclusiva, del paso siguiente del
proceso, es decir, de cmo esas conjeturas iniciales se convierten en teoras cientficas por
medio de su insercin y articulacin dentro de una estructura deductiva ms o menos
coherente y completa y de cmo esas teoras son posteriormente contrastadas con las
observaciones. En definitiva, no debemos decir que la ciencia se basa en la induccin: se
basa en la aduccin seguida de deduccin (Blaug, 1980, pp 33-4).
Pero, presupone este punto de vista la existencia de una cierta idea de verdad.
Digamos algo al respecto: la condicin necesaria y suficiente para construir una definicin
satisfactoria de la verdad, es que el metalenguaje en su parte lgica sea esencialmente ms
rico que el lenguaje-objeto. Si el metalenguaje satisface esta condicin de riqueza
esencial, en l puede definirse la nocin de verdad. Y, sta puede hacerse a partir de otra
nocin semntica, la de satisfaccin. As, ..., llegamos a una definicin de la verdad y de
la falsedad diciendo simplemente que una oracin es verdadera si es satisfecha por todos
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los objetos, y falsa en caso contrario. Una consecuencia importante de esta nocin de
verdad es que la nocin de verdad nunca coincide con la de comprobabilidad; pues todas
las oraciones comprobables son verdaderas, pero hay oraciones verdaderas que no son
comprobables. (Tarski, 1944).
Por su parte, como nos recuerda Chalmers, es evidente que la idea de verdad propia
del sentido comn tiene algn tipo de significado y aplicabilidad; de otro modo, no
tendramos esta idea en nuestro lenguaje y no seramos capaces, por ejemplo, de establecer
una distincin entre verdad y mentira. Es precisamente porque tenemos una concepcin de
la verdad significativa y cotidiana por lo que algunas frases parecen obvias y trivialmente
correctas. Pero, la cuestin importante que se suscita es: Es la idea de verdad propia del
sentido comn suficiente para dar sentido a la afirmacin de que la verdad es la finalidad
de la ciencia? Veamos, pues, algunos argumentos que sostienen una respuesta negativa.
Primero, dentro de la teora de la verdad como correspondencia, tenemos que
referirnos, en el metalenguaje, a las frases de un sistema de lenguaje o teora y a los hechos
a los que estas frases pueden o no corresponder. Sin embargo, slo podemos hablar de los
hechos a los que pretende referirse una frase utilizando los mismos conceptos que estn
implcitos en la frase. Cuando digo el gato est encima del felpudo, utilizo los conceptos
gato y felpudo dos veces, una en el lenguaje objeto y otra en el metalenguaje, para
referirme a los hechos. Slo se puede hablar de los hechos a los que se refiere una teora,
y a los que se supone que corresponden, utilizando los conceptos de la propia teora. Los
hechos
no
son
comprensibles
para
nosotros,
ni
podemos
hablar
de
ellos,
entre acontecimientos localizables, tales como gatos que estn encima de felpudos, sino a
algo que podramos llamar tendencias transfactuales. (Chalmers, 1982).
Podemos suponer que hay experiencias perceptivas de algn tipo directamente
accesibles al observador, pero no sucede as con los enunciados cientficos, ni siquiera con
los enunciados de observaciones de la ciencia. Estos son entidades pblicas, formuladas en
un lenguaje pblico que conllevan teoras con diversos grados de generalidad y
complejidad. Los enunciados cientficos, incluidos los observacionales, se deben realizar
en el lenguaje de alguna teora. Los lenguajes tericos constituyen un requisito previo de
unos enunciados observacionales y, estos sern tanto ms precisos cuanto mayor sea la
precisin del lenguaje terico que utilicemos. Como tambin sern tan falibles como lo
sean aquellos. Es ms, las observaciones problemticas slo lo sern a la luz de alguna
teora o lenguaje terico.
Por ello, los acontecimientos relevantes en la tarea cientfica, el estado de cosas,
estn presupuestos en nuestro conocimiento terico, en el dominio que tengamos de algn
lenguaje terico. Es ms, dependen directa e indirectamente, explcita e implcitamente de
ste. En este sentido, podramos observar que incluso nuestras experiencias perceptivas o
sensitivas llegamos a sostenerlas sobre la base de alguna teora. Por ejemplo, si digo el
gato est encima del felpudo sostengo indirecta o implcitamente la validez de cierta
teora ptica.
En esencia, esto nos lleva a rechazar, con Lakatos, ciertas consideraciones al
respecto del pensamiento de Popper. El primer supuesto es el de que existe una frontera
psicolgica, natural, entre los enunciados tericos o especulativos por una parte y los
enunciados de hecho u observacionales (o bsicos) por otra. El segundo supuesto es el de
que si un enunciado satisface el criterio psicolgico de ser fctico u observacional (o
bsico) entonces es cierto; puede decirse que se ha demostrado partiendo de los hechos.
Estos dos supuestos, entre otras cosas, permiten lo que hemos convenido en llamar
deduccin inductiva. Y, junto con un criterio de demarcacin, dan pie a la
provisionalidad popperiana. Este criterio es: slo son cientficas aquellas teoras que
prohben ciertos estados observables de cosas y que por lo tanto son refutables
fcticamente. Dicho de otro modo, una teora es cientfica si tiene una base emprica.
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Con Lakatos podemos decir que ambos supuestos son falsos. La psicologa testifica
en contra del primero, la lgica en contra del segundo, y por ltimo, consideraciones
metodolgicas testifican en contra del criterio de demarcacin. Aunque en algn punto ya
nos hemos anticipado, vemoslo con ms detalle.
Respecto al primero de los supuestos, su falsedad se encuentra en que ni hay ni
puede haber sensaciones que no estn impregnadas de expectativas y, por lo tanto, no
existe ninguna demarcacin natural entre enunciados de observacin y enunciados
tericos. Por lo que respecta al segundo, el valor veritativo de los enunciados
observacionales no puede ser decidido de modo indudable: ningn enunciado de hecho
puede nunca demostrarse a partir de un experimento. Los enunciados slo pueden
derivarse a partir de otros enunciados, no pueden derivarse a partir de los hechos: los
enunciados no pueden derivarse a partir de las experiencias, al igual que no pueden
demostrarse dando porrazos a la mesa. Si los enunciados de hecho son indemostrables,
entonces es que son falibles. Si son falibles, entonces los conflictos entre teoras y
enunciados de hecho no son falsaciones, sino simplemente inconsistencias. Puede ser
que nuestra imaginacin represente un mayor papel en la formulacin de teoras que en
la formulacin de enunciados de hecho, pero tanto unas como otros son falibles. De
modo que ni podemos demostrar las teoras ni podemos tampoco contrademostrarlas. La
demarcacin entre las blandas teoras no demostradas y la slida base emprica
demostrada no existe: Todos los enunciados de la ciencia son tericos e, incurablemente,
falibles (Lakatos, 1972).
Es ms, qu significa decir que una cantidad (funcin) f de una teora fsica T es
T-terica? En trminos generales, equivale a la breve narracin contenida en los dos
enunciados siguientes. Para realizar una contrastacin emprica de una asercin emprica
que contiene la cantidad T-terica f, debemos medir valores de la funcin f. Sin embargo,
todos los procedimientos de medida conocidos (o, si se prefiere, todas las teoras de
medida de valores-f conocidas) presuponen la validez de esa misma teora T (Stegmller,
1979).
La idea de que la experiencia pueda constituir una base para nuestro conocimiento
se desecha inmediatamente haciendo notar que debe haber discusin para mostrar cmo
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tiene que interpretarse la experiencia. El apoyo que una teora recibe de la observacin puede
ser muy convincente, sus categoras y principios bsicos pueden aparecer bien fundados; el
impacto de la experiencia misma puede estar extremadamente lleno de fuerza. Sin embargo,
existe siempre la posibilidad de que nuevas formas de pensamiento distribuyan las materias de
un modo diferente y conduzcan a una transformacin incluso de las impresiones ms
inmediatas que recibimos del mundo. Cuando consideramos esta posibilidad, podemos decir
que el xito duradero de nuestras categoras y la omnipresencia de determinado punto de vista
no es un signo de excelencia ni una indicacin de que la verdad ha sido por fin encontrada.
Sino que es, ms bien, la indicacin de un fracaso de la razn para encontrar alternativas
adecuadas que puedan utilizarse para trascender una etapa intermedia accidental de nuestro
conocimiento (Feyerabend, 1970).
No se trata solamente de que hechos y teora estn en constante desarmona, es que
ni siquiera estn tan claramente separados como todo el mundo pretende demostrar. Las
reglas metodolgicas hablan de teora y observaciones y resultados experimentales
como si se tratase de objetos claros y bien definidos cuyas propiedades son fcilmente
evaluables y que son entendidos del mismo modo por todos los cientficos.
De hecho, describir una situacin familiar es, para el que habla, un suceso en el que
enunciado y fenmeno estn firmemente pegados uno a otro.
Esta unidad es el resultado de un proceso de aprendizaje que empieza en la
infancia de cada uno de nosotros. Desde pequeos aprendemos a reaccionar ante las
situaciones con las respuestas apropiadas, sean lingsticas o de otro tipo. Los
procedimientos de enseanza dan forma a la apariencia o al fenmeno y
establecen una firme conexin con las palabras, de tal manera que los fenmenos
parecen hablar por s mismos sin ayuda exterior y sin conocimiento ajeno al tema.
Los fenmenos son justamente lo que los enunciados asociados afirman que son. El
lenguaje que ellos hablan est desde luego influido por creencias de generaciones
anteriores sustentadas tan largo tiempo que no aparecen ya como principios
separados, sino que se introducen en los trminos del discurso cotidiano, y, despus
del entrenamiento requerido, parece que emergen de las cosas mismas.
(Feyerabend, 1970, pp 54-6).
No hay falsacin sin la emergencia de una teora mejor. Entonces la falsacin tiene
un carcter histrico, pues es una relacin mltiple entre teoras rivales. Por ello, los
experimentos cruciales slo pueden reconocerse como tales entre la pltora de
anomalas, retrospectivamente, a la luz de alguna teora superadora.
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Los cambios lingsticos hacen que los cientficos vean el mundo de investigacin,
que les es propio, de manera diferente. Pero lo que cambia con las revoluciones cientficas
no puede reducirse completamente a una reinterpretacin de datos individuales y estables.
En la medida en que su nico acceso para ese mundo se lleva a cabo a
travs de lo que ven y hacen, podemos desear decir que, despus de una revolucin,
los cientficos responden a un mundo diferente. (Kuhn, 1962)2.
Veamos ahora porqu decimos que con los cambios lingsticos los cientficos
pasan a responder a un mundo diferente. Pues, en primer lugar, los datos no son
inequvocamente estables. En segundo lugar, las operaciones y mediciones que realiza un
cientfico en el laboratorio no son lo dado por la experiencia, sino ms bien lo reunido
con dificultad. (Kuhn, 1962).
Con un cambio lingstico (revolucionario) acontece un cambio en el modo en que
las palabras y las frases se relacionan con la naturaleza, es decir, un cambio en el modo en
que se determinan sus referentes. Pero, este cambio no es exclusivo de las revoluciones
cientficas, pues lo que caracteriza a las revoluciones no es simplemente el cambio en el
modo en que se determinan los referentes, sino una clase de cambio ms restringido ...
1 Aunque no cualquier universo nuevo pueda florecer.
2 Este punto de vista no es incompatible con el hecho destacado por Lakatos de que muchos programas de investigacin
tienen su origen en antiguos programas con los cuales y por su propio desarrollo se han vuelto incompatibles.
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dentro de este dominio significarn ahora algo diferente. En resumen, introducir una nueva
teora implica cambios de perspectiva tanto respecto a los rasgos observables como a los
rasgos no observables del mundo, y cambios correspondientes en el significado de los
trminos incluso ms fundamentales del lenguaje empleado.
Los cambios de ontologa van acompaados frecuentemente de cambios
conceptuales. El descubrimiento de que ciertas entidades no existen puede forzar al
cientfico a redescribir los sucesos, procesos y observaciones que se pensaba que eran
manifestaciones de ellas y que se describan, por tanto, en trminos que suponan su
existencia. O pueden obligarle a usar nuevos conceptos mientras que las viejas palabras
seguirn en uso durante un tiempo considerable (Feyerabend, 1970). Ello nos lleva a la
inconmensurabilidad entre las teoras. Pero, son inconmensurables dos teoras
particulares? No es una pregunta completa. Las teoras pueden ser interpretadas de
maneras diferentes. Sern conmensurables en unas interpretaciones, inconmensurables en
otras. (Feyerabend, 1970).
Kuhn ha observado que los diferentes paradigmas (a) emplean conceptos que no
pueden reducirse a las habituales relaciones lgicas de inclusin, exclusin e interseccin;
(b) hacen que veamos las cosas de forma distinta (quienes trabajan en paradigmas
diferentes no slo tienen conceptos diferentes, sino tambin percepciones diferentes); y,
(c) contienen mtodos diferentes (instrumentos tanto intelectuales como materiales) para
impulsar la investigacin y evaluar sus resultados. Kuhn sustituy la nocin de teora por
aquella otra ms compleja y sutil de paradigma. La conjuncin de los elementos (a), (b) y
(c) hace a los paradigmas completamente inmunes a las dificultades y los torna
incomparables entre s.
Esta clase de interpretacin podra impedir que se establezcan relaciones
deductivas entre teoras rivales. Feyerabend trat de encontrar procedimientos de
comparacin que fuesen independientes de relaciones deductivas entre teoras rivales
Trat asimismo de encontrar mtodos de comparacin que pudieran sobrevivir a la
ausencia de relaciones deductivas. ... Las comparaciones en virtud del contenido o de la
verosimilitud estaban, por supuesto, descartadas. Pero todava quedaban otros mtodos.
(Feyerabend, 1978).
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Hay criterios formales: una teora lineal es preferible a una no-lineal puesto que
resulta ms fcil hallar soluciones. Una teora coherente es preferible a una que no lo es.
Una teora que emplee mltiples y atrevidas aproximaciones para llegar a sus hechos
puede ser menos probable que una teora que emplee slo unas pocas aproximaciones
seguras. El nmero de hechos predichos puede ser otro criterio. Los criterios no formales
requieren por lo general el acuerdo con la teora bsica o con principios metafsicos.
Pero, el hecho que las concepciones difieran no demuestra la imposibilidad de
traducir ninguna concepcin de un modo realmente correcto, como a veces se supone;
por el contrario, no podramos decir que nuestras concepciones difieren, y en qu difieren,
si no pudisemos traducirlas (Putman, 1981).
Afirmar que dos teoras son inconmensurables significa afirmar que no hay ningn
lenguaje, neutral o de cualquier otro tipo, al que ambas teoras, concebidas como conjuntos
de enunciados, puedan traducirse sin resto o prdida. Ni en su forma metafrica ni en su
forma literal inconmensurabilidad implica incomparabilidad, y precisamente por la misma
razn. La mayora de los trminos comunes a las dos teoras funcionan de la misma forma
en ambas; sus significados, cualesquiera que puedan ser, se preservan; su traduccin es
simplemente homfona. Surgen problemas de traduccin nicamente con un pequeo
subgrupo de trminos (que usualmente se interdefinen) y con los enunciados que los
contienen. La afirmacin de que dos teoras son inconmensurables es ms modesta de lo
que la mayor parte de sus crticos y crticas ha supuesto. Llamar inconmensurabilidad
local a esta versin modesta de la inconmensurabilidad. (Kuhn, 1987).
Entonces, los trminos que preservan sus significados a travs de un cambio de
teora proporcionan una base suficiente para la discusin de las diferencias, y para las
comparaciones que son relevantes en la eleccin de teoras. Proporcionan incluso una base
para explorar los significados de los trminos inconmensurables.
Sin embargo, no es claro a priori que la inconmensurabilidad, en todo o en parte,
pueda restringirse a una regin local. La distincin entre trminos que cambian de
significado y aquellos que lo preservan es, en el mejor de los casos, difcil de explicar o
aplicar. Los significados son productos histricos, y cambian inevitablemente en el
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transcurso del tiempo cuando cambian las demandas sobre los trminos que los poseen. Es
sencillamente poco plausible que algunos trminos cambien sus significados cuando se
transfieren a una nueva teora sin infectar los trminos transferidos con ellos.
Llegados a este punto es necesario diferenciar entre traduccin e interpretacin, sin
olvidar que la traduccin real contiene a menudo, o quiz siempre, al menos un pequeo
componente interpretativo. La traduccin consiste slo en palabras y frases que
reemplazan -no necesariamente una a una- palabras y frases del original. En cambio, la
persona que interpreta busca el sentido, se esfuerza por inventar hiptesis que harn
inteligible la preferencia o inscripcin. Y, aqu la existencia de grupos de trminos
interrelacionados representa un papel destacado que facilita la interpretacin. Pero estos
trminos interrelacionados que deben aprenderse a la vez y una vez aprendidos estructuran
una porcin del mundo de la experiencia de forma diferente a la que es familiar.
Si bien estas interrelaciones pueden estar causadas por la ambigedad, es frecuente
que proporcionen a las personas que hablan la otra lengua evidencia para decidir qu
objetos y situaciones son semejantes y cules no son objetos y situaciones semejantes; esto
es, muestran cmo estructura el mundo la otra lengua. Entonces, se plantea el siguiente
interrogante: Qu determina que los conjuntos de criterios que un hablante emplea
cuando aplica el lenguaje al mundo sean adecuados al mundo que ese lenguaje describe?
Qu deben compartir hablantes que determinan la referencia utilizando criterios distintos
para ser hablantes del mismo lenguaje, miembros de la misma comunidad lingstica?
Veamos la respuesta de Kuhn.
Los miembros de la misma comunidad lingstica son miembros de una cultura
comn y, por consiguiente, cada uno de ellos puede esperar enfrentarse con un mismo
rango de objetos y situaciones. Para que identifiquen los mismos referentes, cada uno debe
asociar cada trmino individual con un conjunto suficiente de criterios como para
distinguir sus referentes de otros tipos de objetos o situaciones que el mundo de la
comunidad realmente presenta, aunque no se requiere que se distingan de otro tipo de
objetos que son slo imaginables. Por tanto, la habilidad para identificar correctamente los
elementos de un conjunto requiere a menudo que se conozcan, adems, conjuntos de
contraste. Por ejemplo, para aprender a identificar gansos puede requerirse tambin que se
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conozcan criaturas tales como patos y cisnes. En definitiva, son pocos los trminos o
expresiones con referente que se aprenden separadamente, o del mundo o uno de otro. En
estas circunstancias, una especie de holismo local debe ser una caracterstica esencial del
lenguaje. (Kuhn, 1987, pp 129-30).
Dos, lenguajes diferentes imponen al mundo estructuras diferentes. Por un
momento, imaginemos con Kuhn que para cada individuo un trmino que tiene referente
es un nudo en una red lxica de la cual irradian rtulos con los criterios que l o ella utiliza
en la identificacin de los referentes del trmino nodal. Esos criterios conectarn algunos
trminos y los distanciarn de otros, construyendo as una estructura multidimensional
dentro del lxico. Esta estructura refleja los aspectos de la estructura del mundo que
pueden ser descritos utilizando el lxico y, simultneamente, limita los fenmenos que
pueden describirse con ayuda del lxico. Si a pesar de todo surgen fenmenos anmalos,
su descripcin (quizs incluso su reconocimiento) requerir la alteracin de alguna parte
del lenguaje, cambiando las conexiones entre trminos previamente constitutivas.
Adems, utilizando conjuntos distintos de las conexiones que constituyen criterios
pueden formarse estructuras homlogas, es decir, estructuras que reflejan el mismo
mundo. Lo que tales estructuras homlogas preservan, desprovistas de los rtulos que
designan los criterios, son las categoras taxonmicas del mundo y las relaciones de
semejanza/diferencia entre ellas. As pues, lo que los miembros de una comunidad
lingstica comparten es la homologa de la estructura lxica. No necesariamente se exige
para con sus criterios, puesto que pueden aprenderlos los unos de los otros a medida que lo
necesiten. Pero sus estructuras taxonmicas deben coincidir, pues, cuando la estructura es
diferente el mundo es diferente, el lenguaje es privado y cesa la comunicacin hasta que
un grupo aprende el lenguaje del otro.
En resumen, la taxonoma debe preservarse para proporcionar categoras
compartidas y relaciones compartidas entre dichas categoras. Si no se preserva, la
traduccin es imposible. Por supuesto, la traduccin es slo el primer recurso de las
personas que intentan comprenderse. La comunicacin es posible en su ausencia. Pero
cuando la traduccin no es posible, se requieren dos procesos que son muy diferentes:
interpretacin y aprendizaje del lenguaje.
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difcil por su complejidad. Pero lo mismo vale para cualquier situacin fsica concreta. La
creencia generalizada de que las situaciones o fenmenos sociales son ms complejos
procede, en opinin de Popper, de dos fuentes. Una, tendemos a comparar lo que no es
comparable: por una parte, situaciones sociales concretas y, por otra, situaciones fsicas
experimentales artificialmente aisladas. Dos, la creencia de que la descripcin de una
situacin social debera incluir el estado mental e incluso fsico de todos los implicados;
esta creencia es injustificada, mucho menos incluso que la creencia de que la descripcin
de una reaccin qumica concreta incluya la de todos los estados atmicos y subatmicos
de las partculas elementales implicadas.
La segunda cuestin se refiere a la prediccin. Y, aqu, generalmente se piensa que
en los fenmenos sociales raramente se puede predecir el resultado preciso en una
situacin concreta, mientras que si podemos explicar el principio segn el cual ciertos
fenmenos se producen y podemos por medio de este conocimiento excluir la posibilidad
de ciertos resultados. Buena parte de las caractersticas del fenmeno a estudiar en las
Ciencias Sociales resultan de la propia interaccin humana y de los grados de libertad que
los hombres tienen. Para Popper (1973), este pasaje, lejos de describir una situacin
peculiar de las ciencias sociales, describe perfectamente el carcter de las leyes naturales,
las cuales, de hecho, nunca pueden hacer ms que excluir ciertas posibilidades.
La ltima cuestin se refiere a la realizacin de Experimentos y a la cuantificacin.
Aqu, las dificultades especficas para llevar a cabo experimentos y para aplicar mtodos
cuantitativos son diferencias de grado ms que de clase. Adems, las posibilidades de
experimentacin y de cuantificacin son mayores en algunas ciencias sociales que en
ciertas ciencias naturales.
Por otra parte, hablar de cmo se elaboran las explicaciones equivale a referirse a
distintas modalidades de explicacin cientfica. En este sentido, se distingue entre
explicacin causal, funcional e intencional; y tres campos de investigacin cientfica:
fsica -en sentido amplio-, biologa y ciencias sociales. La pregunta en este caso es qu
tipos de explicacin son adecuados, caractersticos y pertinentes para qu campos de
investigacin? No obstante, la explicacin causal tiene un claro predominio sobre las
dems. Si bien cada una de las ciencias tiende a caracterizarse por un tipo de explicacin,
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de hecho los cientficos sociales suelen ofrecer explicaciones pertenecientes a los tres
tipos. Y, as ocurre en el caso de la Economa.
La explicacin causal considera que cualquier efecto o acontecimiento tiene una
causa. En principio debe distinguirse muy claramente entre la cuestin de la naturaleza de
la causacin y la de la explicacin causal, entre acontecimientos causales y explicacin
causal. Si un acontecimiento caus otro es una cuestin aparte de por qu lo caus. La
descripcin de un acontecimiento por medio de sus rasgos causalmente irrelevantes
recoger la misma causa, aun cuando no proveer una explicacin de por qu tuvo ese
efecto en particular. La explicacin causal, entonces, subsume los acontecimientos bajo
leyes causales. Dos casos importantes son los que podemos denominar epifenmenos
(mera correlacin) y causacin precedente (A sea efecto de B, y que B sea al mismo
tiempo efecto de C). El determinismo es el postulado que dice que todo acontecimiento
tiene una causa: un conjunto determinable de antecedentes causales que en conjunto son
suficientes e individualmente necesarios para que se produzca.
En biologa la explicacin funcional es, histrica y lgicamente, el principal
ejemplo de este modo de explicacin. La explicacin funcional en biologa consiste en
intentar demostrar que un pequeo cambio en la caracterstica estudiada de un organismo
conduce a una mayor capacidad reproductiva de dicho organismo. Entonces queda
explicado porqu el organismo tiene esas caractersticas. El atractivo que tiene la
explicacin funcional en las Ciencias Sociales se origina en el supuesto implcito de que
todos los fenmenos sociales y psicolgicos deben tener un significado, es decir, que debe
haber algn sentido, alguna perspectiva en los que son beneficiosos para alguien o algo; y
que adems estos efectos benficos son los que explican el fenmeno estudiado.
Por ltimo, la explicacin intencional es la caracterstica que diferencia a las
ciencias sociales de las ciencias naturales. Explicar la conducta intencionalmente es
equivalente a demostrar que es conducta realizada para lograr una meta. Explicamos una
accin intencionalmente cuando podemos especificar el estado futuro que se pretenda
crear. No se est explicando la accin en funcin de un estado futuro: el explanandum no
puede preceder al explanans y, el futuro estado deseado puede no producirse por una
cantidad de razones. Algunas intenciones pueden ser intrnsecamente irrealizables y, no
29
intereses
orientaciones
estrategias
30
32
35
36
Marco conceptual
Economa Poltica
Economa
Marginalista
Economa poltica
de Schumpeter
Sntesis neoclsica
Economa
postkeynesiana
Monetarismo
Expectativas
racionales
Economa de la
Escuela de Chicago
Economa
institucional
Viejo y nuevo
institucionalismo.
Economa de
Regulacin
francesa
Economa
evolucionista
la
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3 Esta cita, debida a A.B. Wolfe, est extrada de Alan F. Chalmers (1982, pp 22-3).
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39
interpretaciones hechas por el hombre de datos dados? Esta es la pregunta que podemos
hacernos siguiendo a Kuhn. Sus respuestas son que las operaciones y mediciones que
realiza un cientfico en el laboratorio no son lo dado por la experiencia, sino ms bien
lo reunido con dificultad. No son lo que ve el cientfico, al menos antes de que su
investigacin se encuentre muy avanzada y su atencin enfocada. Ms bien, son
seleccionadas para el examen slo debido a que prometen una oportunidad para una
elaboracin fructfera. La ciencia no se ocupa de todas las manipulaciones posibles de
laboratorio. En lugar de ello, selecciona las pertinentes para la yuxtaposicin de un
paradigma con la experiencia inmediata que parcialmente ha determinado el paradigma.
(Kuhn, 1962; pp 197-8).
Si las teoras o los paradigmas son previos a la experiencia inmediata, e incluso
contribuyen a seleccionarla y definirla, deberamos acaso centrarnos en esta cuestin y
dejar de lado el interrogante respecto a qu papel juega o le resta para y en la investigacin
cientfica. Convendr buscar una respuesta a esto ltimo y, tal vez, con ello nos
aproximemos al papel que desempean las teoras y los paradigmas.
40
41
son las normas que regulan las conexiones entre las experiencias y mediante las que stas
pueden ser previstas. Nadie negar que la nica verificacin de las leyes naturales radica
en el hecho de que permiten formular predicciones exactas; de esta manera, queda refutada
la objecin corriente de que lo inmediatamente dado, que cuando ms puede ser objeto de
la psicologa, falsamente queda convertido en objeto de la fsica. (Schlick, 1932-33, p
98).
42
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De acuerdo con las tesis que Popper propone, el mtodo de contrastar crticamente
las teoras y de escogerlas, teniendo en cuenta los resultados obtenidos en el contraste,
procede siempre del modo que indicaremos a continuacin. Una vez presentada a ttulo
provisional una nueva idea, an no justificada en absoluto -sea una anticipacin, una
hiptesis, un sistema terico o lo que se quiera- se extraen conclusiones de ella por medio
de una deduccin lgica; estas conclusiones se comparan entre s y con otros enunciados
pertinentes, con objeto de hallar las relaciones lgicas (tales como equivalencia,
deductibilidad, compatibilidad o incompatibilidad, etc.) que existen entre ellas. (Popper,
1934, p 32).
Para llevar a cabo el contraste de una teora, Popper distingue cuatro
procedimientos. En primer lugar, se realiza una comparacin lgica de las conclusiones
unas con otras: con lo cual se somete a contraste la coherencia interna del sistema. En
segundo lugar, se efecta un estudio de la forma lgica de la teora, con el objeto de
determinar su carcter: si es una teora emprica -cientfica, en palabras de Popper- o si,
por ejemplo, es tautolgica. En tercer lugar, debe compararse con otras teoras para
averiguar si la teora examinada constituira un adelanto cientfico en caso de que
sobreviviera a las diferentes contrastaciones a que la sometemos. Y, por ltimo, cabe
contrastarla por medio de la aplicacin emprica de las conclusiones que pueden deducirse
de ellas.
Este ltimo tipo de contraste mencionado pretende descubrir hasta qu punto
satisfarn las nuevas consecuencias de la teora -sea cual fuere la novedad de sus asertos- a
los requerimientos de la prctica, provengan estos de experimentos puramente cientficos o
de aplicaciones tecnolgicas prcticas. ste procedimiento de contrastar tambin es
deductivo, pues con ayuda de otros enunciados anteriormente aceptados se deducen de la
teora a contrastar ciertos enunciados singulares -que pueden, siguiendo a Popper,
45
denominarse
predicciones-;
especialmente
predicciones
que
sean
fcilmente
contrastables o aplicables. Se eligen entre estos enunciados los que no sean deductibles de
la teora vigente y, ms en particular, los que se encuentren en contradiccin con ella. A
continuacin trataremos de decidir en lo que se refiere a estos enunciados deducidos (y a
otros), comparndolos con los resultados de las aplicaciones prcticas y de experimentos.
Si la decisin es positiva, esto es, si las conclusiones singulares resultan ser aceptables, o
verificadas, la teora a que nos referimos ha pasado con xito las contrastaciones. Pero, si
la decisin es negativa, o sea, si las conclusiones han sido falsadas, esta falsacin revela
que la teora de la que se han deducido lgicamente es tambin falsa.
Conviene observar que, con este modo de proceder, una decisin positiva puede
apoyar a la teora examinada slo temporalmente, pues otras decisiones negativas
subsiguientes pueden siempre derrocarla. Durante el tiempo en que una teora resiste
contrastaciones exigentes y minuciosas, y en que no la deje anticuada otra teora en la
evolucin del progreso cientfico, podemos decir que ha demostrado su temple o que
est corroborada por la experiencia. Y, esto es cuanto permite la propuesta popperiana.
Pues, como dice su propio autor, En ningn momento he asumido que podamos pasar por
un razonamiento de la verdad de enunciados singulares a la verdad de teoras. No he
supuesto un slo instante que, en virtud de unas conclusiones verificadas, pueda
establecerse que unas teoras sean verdaderas, ni siquiera meramente probables.
(Popper, 1934, p 33).
As pues, las teoras no son nunca verificadas empricamente. Si queremos evitar el
error positivista de que nuestro criterio de demarcacin elimine los sistemas tericos de la
ciencia natural, debemos elegir un criterio que nos permita admitir en el dominio de la
ciencia emprica incluso enunciados que no puedan verificarse. Pero, ciertamente, slo
admitir un sistema entre los cientficos o empricos si es susceptible de ser contrastado
por la experiencia. Estas consideraciones nos sugieren que el criterio de demarcacin que
hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino el de la falsabilidad de los sistemas.
Dicho de otro modo, no exigir que un sistema cientfico pueda ser seleccionado, de una
vez para siempre, en un sentido positivo; pero s que sea susceptible de seleccin en un
sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empricas: ha de ser posible refutar
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Verdad y verosimilitud.
... somos buscadores de la verdad pero no sus poseedores La tarea de la
ciencia es, metafricamente hablando, acertar lo ms posible en la diana (T) de los
enunciados verdaderos (por el mtodo de proponer teoras o conjeturas que parezcan
prometedoras) y lo menos posible en el rea falsa (F). Sin embargo, la verdad no
es la nica propiedad importante de nuestras conjeturas tericas, puesto que no
estamos especialmente interesados en proponer trivialidades o tautologas. En
otras palabras, no slo buscamos la verdad, vamos tras la verdad interesante e
iluminadora, tras teoras que ofrezcan solucin a problemas interesantes. (Popper,
1972; pp 53 y 60).
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Para Popper lo que llamamos objetividad cientfica no es producto de la imparcialidad del hombre
de ciencia individual, sino del carcter social o pblico del mtodo cientfico, siendo la imparcialidad del
hombre de ciencia individual, en la medida en que exista, el resultado ms que la fuente de esta objetividad
social o institucionalmente organizada de la ciencia. Pero, el mtodo cientfico no conduce al abandono de
todos nuestros prejuicios; en realidad, slo descubrimos que tenamos un prejuicio una vez que logramos
librarnos del mismo (Popper, 1981, pp 388-9).
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no
son
comprensibles
para
nosotros,
ni
podemos
hablar
de
ellos,
4 Ciertamente, esta ltima aseveracin ha sido presentada con demasiada vaguedad. Posteriormente, en otro apartado
ulterior, trataremos de precisarla.
5 Por el momento, hablamos de teora y de lenguaje terico como equivalente, posteriormente precisaremos sus diferencias.
53
En esencia, esto nos lleva a rechazar, con Lakatos, dos supuestos presentes en
buena parte de nuestra actual exposicin. El primer supuesto es el de que existe una
frontera psicolgica, natural, entre los enunciados tericos o especulativos por una parte y
los enunciados de hecho u observacionales (o bsicos) por otra. El segundo supuesto es el
de que si un enunciado satisface el criterio psicolgico de ser fctico u observacional (o
bsico) entonces es cierto; puede decirse que se ha demostrado partiendo de los hechos.
Estos dos supuestos, entre otras cosas, permitan lo que hemos venido en llamar
deduccin inductiva. Y, junto con un criterio de demarcacin, dan pie a la
provisionalidad popperiana. Este criterio es: slo son cientficas aquellas teoras que
prohben ciertos estados observables de cosas y que, por lo tanto, son refutables
fcticamente. Dicho de otro modo, una teora es cientfica si tiene una base emprica.
Con Lakatos podemos decir que ambos supuestos son falsos. La psicologa testifica
en contra del primero, la lgica en contra del segundo y, por ltimo, consideraciones
metodolgicas testifican en contra del criterio de demarcacin. Aunque, en algn punto ya
nos hemos anticipado, vemoslo con ms detalle 7.
Respecto al primero de los supuestos, su falsedad se encuentra en que ni hay ni
puede haber sensaciones que no estn impregnadas de expectativas y por lo tanto no existe
ninguna demarcacin natural entre enunciados de observacin y enunciados tericos. Por
lo que respecta al segundo, el valor veritativo de los enunciados observacionales no
puede ser decidido de modo indudable: ningn enunciado de hecho puede nunca
demostrarse a partir de un experimento. Los enunciados slo pueden derivarse a partir de
otros enunciados, no pueden derivarse a partir de los hechos: los enunciados no pueden
derivarse a partir de las experiencias, al igual que no pueden demostrarse dando porrazos
a la mesa. Si los enunciados de hecho son indemostrables entonces es que son falibles. Si
6 Por ejemplo, si digo el gato est encima del felpudo sostengo indirecta o implcitamente la validez de cierta teora
ptica.
54
son falibles entonces los conflictos entre teoras y enunciados de hecho no son
falsaciones, sino simplemente inconsistencias. Puede ser que nuestra imaginacin
juegue un mayor papel en la formulacin de teoras que en la formulacin de
enunciados de hecho, pero tanto unas como otras son falibles. De modo que ni podemos
demostrar las teoras ni podemos tampoco contrademostrarlas. La demarcacin entre las
blandas teoras no demostradas y la slida base emprica demostrada no existe: Todos
los enunciados de la ciencia son tericos e, incurablemente, falibles (Lakatos, 1972, p
212).
Para Feyerabend (1970, pp 14-5) la historia de la ciencia no slo consiste en hechos
y en conclusiones extradas de ellos. Se compone tambin de ideas, interpretaciones de
hechos, problemas creados por un conflicto de interpretaciones, acciones cientficas, etc.
En un anlisis ms ajustado encontraramos incluso que no hay hechos desnudos en
absoluto, sino que los hechos que entran en nuestro conocimiento se ven ya de un cierto
modo y son por ello esencialmente tericos. Siendo esto as, la historia de la ciencia ser
tan compleja, tan catica, tan llena de error y tan divertida como las ideas que contenga, y
estas ideas sern a su vez tan complejas, tan caticas, tan llenas de error y tan divertidas como
lo son las mentes de quienes las inventaron. Recprocamente, un ligero lavado de cerebro
conseguir hacer la historia de la ciencia ms simple, ms uniforme, ms montona, ms
objetiva y ms accesible al tratamiento por reglas ciertas e infalibles.
La idea de que la experiencia pueda constituir una base para nuestro conocimiento
se desecha inmediatamente haciendo notar que debe haber discusin para mostrar cmo
tiene que interpretarse la experiencia. El apoyo que una teora recibe de la observacin puede
ser muy convincente, sus categoras y principios bsicos pueden aparecer bien fundados; el
impacto de la experiencia misma puede estar extremadamente lleno de fuerza. Sin embargo,
existe siempre la posibilidad de que nuevas formas de pensamiento distribuyan las materias de
un modo diferente y conduzcan a una transformacin incluso de las impresiones ms
inmediatas que recibimos del mundo. Cuando consideramos esta posibilidad, podemos decir
que el xito duradero de nuestras categoras y la omnipresencia de determinado punto de vista
no es un signo de excelencia ni una indicacin de que la verdad ha sido por fin encontrada.
Sino que es, ms bien, la indicacin de un fracaso de la razn para encontrar alternativas
55
adecuadas que puedan utilizarse para trascender una etapa intermedia accidental de nuestro
conocimiento (Feyerabend, 1970, pp 28-30).
No se trata solamente de que hechos y teora estn en constante desarmona, es que
ni siquiera estn tan claramente separados como algunos pretenden demostrar. Las reglas
metodolgicas hablan de teora y observaciones y resultados experimentales como
si se tratase de objetos claros y bien definidos cuyas propiedades son fcilmente evaluables
y que son entendidos del mismo modo por todos los cientficos.
Para empezar debemos aclarar la naturaleza del fenmeno total: apariencia ms
enunciado. No se trata de dos actos; uno, advertir el fenmeno; el otro, expresarlo con
ayuda del enunciado apropiado, sino solamente de uno, esto es, decir, en una cierta
situacin observacional, la luna me est siguiendo o la piedra est cayendo en lnea
recta. Podemos desde luego subdividir de una manera abstracta este proceso en dos partes
y podemos tambin intentar crear una situacin en la que enunciado y fenmeno parezcan
estar psicolgicamente separados y a la espera de ser relacionados. (Esto es ms bien
difcil de lograr y es quiz completamente imposible.) Pero, en ciertas circunstancias
normales, no tiene lugar tal divisin; describir una situacin familiar es, para el que habla,
un suceso en el que enunciado y fenmeno estn firmemente pegados uno a otro.
8 Wittgenstein sostena que sin esas normas pblicas, normas que son compartidas por un grupo y que constituyen una
forma de vida, no sera posible el lenguaje, ni tampoco el pensamiento.
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58
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experimentos no destruyen simplemente a las teoras y de que ninguna teora prohbe unos
fenmenos especificables por adelantado. No es que nosotros propongamos una teora y
la naturaleza pueda gritar NO; se trata, ms bien, de que proponemos un conjunto de
teoras y la naturaleza puede gritar INCONSISTENTE. (Lakatos, 1978, p 62).
Pero con eso no hemos resuelto un viejo problema, tan solo se ha desplazado, o a lo
sumo pospuesto. Esto es, hemos pasado del problema de la sustitucin de una teora
refutada por los hechos al nuevo problema de cmo resolver las inconsistencias entre
teoras estrechamente relacionadas. Una respuesta podra ser: se debe intentar sustituir
primero una, despus la otra, despus posiblemente ambas, y optar por aquella nueva
estructura que suministre el mayor incremento de contenido corroborado, que suministre el
cambio ms progresivo de problemtica.
Ello nos origina problemas adicionales. Uno de los rasgos cruciales del
falsacionismo sofisticado es que sustituye el concepto de teora, como concepto bsico de
la lgica de la investigacin, por el concepto de series de teoras. Lo que ha de ser
evaluado como cientfico o pseudocientfico es una sucesin de teoras y no una teora
dada. Pero los miembros de tales series de teoras normalmente estn relacionados por una
notable continuidad que las agrupa en programas de investigacin. Esta continuidad
representa un papel vital en la historia de la ciencia; as, para Lakatos, los principales
problemas de la lgica de la investigacin slo pueden analizarse de forma satisfactoria en
el marco suministrado por una metodologa de los programas de investigacin (Lakatos,
1978, p 65).
ser la historia de las teoras, puede por ello entenderse como una defensa parcial del punto
de vista segn el cual la historia de la ciencia es la historia de los marcos conceptuales o de
los lenguajes cientficos. (Lakatos, 1978, p 65, nota 155). Veamos, entonces, estos nuevos
conceptos.
Todos los programas de investigacin cientfica pueden ser caracterizados por su
ncleo firme. La heurstica negativa del programa impide que apliquemos el modus
tollens a este ncleo firme. Por el contrario, debemos utilizar nuestra inteligencia para
incorporar e incluso inventar hiptesis auxiliares que formen un cinturn protector en
torno a ese centro, y contra ella debemos dirigir el modus tollens. El cinturn protector de
hiptesis auxiliares debe recibir los impactos de las contrastaciones y, para defender al
ncleo firme, ser ajustado y reajustado e incluso completamente sustituido. Un programa
de investigacin tiene xito si ello conduce a un cambio progresivo de problemtica;
fracasa, si conduce a un cambio regresivo. Pero, el ncleo es irrefutable por decisin
metodolgica de sus defensores; las anomalas slo deben originar cambio en el cinturn
protector de hiptesis auxiliares observacionales y en las condiciones iniciales. El
autntico centro firme del programa realmente no nace ya dotado de toda su fuerza, por el
contrario, se desarrolla lentamente mediante un proceso largo, preliminar, de ensayos y
errores (Lakatos, 1978, p 67).
El progreso terico de un programa de investigacin puede ser verificado
inmediatamente, pero no ocurre lo mismo con el progreso emprico. Podemos decir que
hay que exigir que cada etapa de un programa de investigacin incremente el contenido de
forma consistente; que cada etapa constituya un cambio de problemtica tericamente
progresivo. Adems de esto, lo nico que necesitamos es que ocasionalmente se aprecie
retrospectivamente que el incremento ha sido corroborado; tambin el programa en su
conjunto debe exhibir un cambio emprico intermitentemente progresivo. No exigimos que
cada nuevo paso produzca inmediatamente un nuevo hecho observado. Nuestro trmino
intermitente suministra suficiente espacio racional para que sea posible la adhesin
dogmtica a un programa a pesar de las refutaciones aparentes (Lakatos, 1978, pp 67-8).
Pero, adems, los programas de investigacin tambin se caracterizan por su
heurstica positiva: por la construccin del cinturn protector y por la autonoma relativa
62
63
contenido, se ven obligados a redoblar su atencin a las anomalas (Lakatos, 1978, pp 712).
Esta metodologa ofrece simultneamente una reconstruccin racional de la
ciencia. O, en otros trminos, es asimismo un programa de investigacin cientfico. Y,
como programa de investigacin cientfica, comparte algunos puntos con sus rivales y
cuenta con otros discrepantes. As, toma del convencionalismo la libertad de aceptar
racionalmente, mediante convencin, no slo los enunciados fcticos singulares en un
sentido espacio-temporal, sino tambin las teoras espacio-temporalmente universales9.
La unidad bsica para la evaluacin no debe ser una teora aislada o una conjuncin
de teoras, sino un programa de investigacin con un ncleo firme convencionalmente
aceptado (y, por tanto, irrefutable por decisin provisional) y con una heurstica positiva.
El cientfico enumera anomalas, pero mientras su programa de investigacin conserve su
empuje, puede dejarlas aparte. La seleccin de sus problemas est fundamentalmente
dictada por la heurstica positiva de su programa y no por las anomalas. Slo cuando se
debilita la fuerza impulsora de la heurstica positiva, se puede otorgar ms atencin a las
anomalas. As es como se alcanza la autonoma de la ciencia terica.
La metodologa de Lakatos es ms exigente que el convencionalismo. Ofrece
criterios de progreso y de estancamiento internos a los programas, y tambin reglas para la
eliminacin de programas de investigacin completos. Se dice que un programa progresa
mientras sucede que su crecimiento terico se anticipa a su crecimiento emprico; esto es,
mientras contine prediciendo hechos nuevos con algn xito (cambio progresivo de
problemtica); un programa est estancado si su crecimiento terico se retrasa con
relacin al crecimiento emprico; esto es, si slo ofrece explicaciones post-hoc de
descubrimientos casuales o de hechos anticipados y descubiertos en el seno de un
programa rival (cambio regresivo de problemtica). Si un programa de investigacin
explica de forma progresiva ms hechos que un programa rival, supera a este ltimo, que
puede ser eliminado o archivado10.
9 Este resulta ser, para Lakatos, el elemento ms importante para la continuidad del crecimiento cientfico.
10 Para Lakatos, la rivalidad de dos programas de investigacin es un proceso dilatado durante el que resulta racional
trabajar en cualquiera de ellos -o en ambos si ello es posible.
64
Pero, dado que no debemos exigir la existencia de progreso para cada paso dado,
resulta muy difcil decidir cundo un programa de investigacin ha degenerado ms all de
toda esperanza o cundo uno de los dos programas rivales ha conseguido una ventaja
decisiva sobre el otro. En la metodologa de Lakatos, como en el convencionalismo, no
puede existir una racionalidad instantnea y mucho menos mecnica. Ni la prueba lgica
de inconsistencia ni el veredicto de anomala emitido por el cientfico experimental
pueden derrotar de un golpe a un programa de investigacin. Slo ex-post podemos ser
sabios. (Lakatos, 1978).
Pero, llegados a este extremo, surge un problema vinculado con el radical
convencionalismo de esta presentacin de la metodologa de los programas de
investigacin cientficos. Es necesario, y as lo hace Lakatos, postular algn principio
extrametodolgico que permita poner en relacin (por tenue que sea) el juego cientfico de
aceptaciones y rechazos pragmticos con la verosimilitud. En caso contrario, podramos no
ser capaces de distinguir el divertimento del trabajo serio.
Disciplinal porque se refiere a la posicin comn de los practicantes de una disciplina particular; matriz
porque est compuesta de elementos ordenados de varios tipos. El propio Kuhn enumera cuatro de los
componentes de una matriz disciplinal y advierte que no agota la relacin de los mismos.
Un primer componente son las generalizaciones simblicas que parecen leyes de la naturaleza pero que, para
los miembros del grupo, funcionan tambin como definiciones de algunos smbolos que enumeran. En segundo
lugar, se encuentran las creencias en modelos particulares, modelos categoriales y modelos heursticos, que
ayudan a determinar lo que ser aceptado tanto como una explicacin o como una solucin, y ayudan a la
determinacin de la lista de enigmas sin solucin y en la evolucin de la importancia de cada una de ellas. Un
tercer componente son los valores que, si bien funcionan en cualquier momento, su importancia particular
surge cuando los miembros de una comunidad particular deben identificar las crisis o, posteriormente, elegir
entre caminos incompatibles en donde practican su disciplina. Son valores importantes, en lo que concierne a
las predicciones, la exactitud, la preferencia por las predicciones cuantitativas frente a las cualitativas, el error
permisible deber estar acotado, etc. Tambin son usados valores en el enjuiciamiento de teoras: deben
permitir, antes que nada, la formulacin del enigma y su solucin; deben ser, en la medida de lo posible,
simples, autoconsistentes, y con respecto a otras teoras comnmente extendidas, compatibles y plausibles. Un
cuarto y ltimo componente de la matriz disciplinal mencionado por Kuhn, se refiere a los ejemplares.
Con ello, inicialmente significo los problemas-soluciones concretos que los estudiantes encuentran desde el
inicio de su educacin cientfica, ya sea en los laboratorios o en los exmenes o al final de cada captulo de los
textos. No obstante, a esos ejemplos compartidos sern agregados cuando menos algunos de los problemassoluciones tcnicas hallados en la investigacin posteducacional y que tambin muestra, por ejemplo, cmo
debe ser hecho su trabajo. Ms que otros grupos de componentes de la matriz disciplinal, las diferencias entre
los conjuntos de ejemplares proporcionan la admirable estructura de la comunidad cientfica. (Vanse pginas
279-87 de Kuhn (1962). La cita se encuentra en las pginas 286-7).
cientfica admitir como cientficos o que animar a sus miembros a tratar de resolver. As
pues, la investigacin efectiva desarrollada bajo un paradigma permite, a una comunidad
cientfica, encontrar respuestas firmes a preguntas tales como: Cules son las entidades
fundamentales de que se compone el Universo? Cmo interactan esas entidades, unas
con otras y con los sentidos? Qu preguntas pueden plantearse legtimamente sobre esas
entidades y qu tcnicas pueden emplearse para buscar las soluciones? (Kuhn, 1962, pp
24-6).
Los principios que rigen la ciencia normal no slo especifican qu tipos de
entidades contienen el Universo, sino tambin, por implicacin los que no contiene. De
ello se desprende que un descubrimiento no se limita a aadir un concepto nuevo a la
poblacin del mundo de los cientficos. Tendr ese efecto en ltima instancia, pero no
antes de que la comunidad profesional haya reevaluado los procedimientos experimentales
tradicionales, alterando su concepto de las entidades con las que ha estado familiarizada
durante largo tiempo y, en el curso del proceso, modificado el sistema terico por medio
del cual se ocupa del mundo. Los hechos y las teoras cientficas no son categricamente
separables11 (Kuhn, 1962, pp 29-30).
A partir de aqu, debemos preguntarnos por qu, llegado un momento, los
cientficos comienzan a comportarse de manera diferente. Y Kuhn nos responde que la
ciencia normal posee un mecanismo interno que siempre que el paradigma deja de
funcionar de manera efectiva, asegura el relajamiento de las restricciones que atan a la
investigacin. En sus propias palabras:
11 No son separables excepto, aade Kuhn, quiz dentro de una tradicin nica de una prctica cientfica normal.
67
tanto no se lleve a cabo ese ajuste, hasta que la ciencia aprenda a ver a la naturaleza de una
manera diferente, el nuevo hecho no es completamente cientfico.
Sin embargo, el descubrimiento de un tipo nuevo de fenmeno es necesariamente
un suceso complejo, que involucra el reconocimiento tanto de que algo existe como de qu
es. Pero si tanto la observacin y la conceptualizacin, como el hecho y la asimilacin a la
teora, estn entrelazados inseparablemente en un descubrimiento, ste es, entonces, un
proceso y debe tomar tiempo. Slo cuando todas las categoras conceptuales pertinentes
estn preparadas de antemano, ..., podr descubrirse sin esfuerzo que existe y qu es, al
mismo tiempo y en un instante. (Kuhn, 1962, pp 96-7).
Es decir, tras un proceso extenso, aunque no necesariamente prolongado, de
asimilacin conceptual, de creacin o reformulacin de un lenguaje, es posible hablar de
descubrimiento de fenmenos nuevos13. Y las caractersticas comunes a todos los
descubrimientos de los que surgen nuevos tipos de fenmenos, incluyen: la percepcin
previa de la anomala, la aparicin gradual y simultnea del reconocimiento tanto
conceptual como de observacin y el cambio consiguiente de las categoras y los
procedimientos del paradigma (Kuhn, 1962, p 107).
Sin embargo, los descubrimientos no son las nicas fuentes de esos cambios de
paradigmas. Otros cambios similares, pero generalmente mucho mayores en opinin de
Kuhn, son el resultado de la formulacin de nuevas teoras. Veamos como tiene lugar este
segundo tipo de cambio.
Para Jun, de los tres tipos de fenmenos sobre los que puede desarrollarse una
nueva teora, slo uno de ellos es fuente de cambio en el paradigma. Slo cuando fallan los
esfuerzos de articulacin de los paradigmas existentes, encuentran los cientficos las
anomalas reconocidas cuyo rasgo caracterstico es su negativa tenaz a ser asimiladas en
los paradigmas existentes. Slo este tipo produce nuevas teoras susceptibles de producir
una revolucin cientfica (Kuhn, 1962, pp 156-7).
13 Esta asimilacin conceptual no presupone de un modo general un cambio de paradigma. El valor atribuido a un nuevo
fenmeno vara de acuerdo con nuestro clculo de la amplitud con la que dicho fenmeno rompa las previsiones inducidas
por el paradigma. De ah que, en parte, Kuhn nos advierta que no todas las revoluciones cientficas son revoluciones
mayores.
69
Una vez que ha alcanzado el status de paradigma, una teora cientfica se declara
invlida slo cuando se dispone de un candidato alternativo para ocupar su lugar. Pero,
ningn proceso descubierto hasta ahora por el estudio histrico del desarrollo cientfico se
parece en nada al estereotipo metodolgico de la demostracin de falsedad, por medio de
la comparacin directa con la naturaleza 14. No hay ninguna norma ms elevada que la
aceptacin de la comunidad pertinente (Kuhn, 1962, pp 151-3).
70
ms importante, durante las revoluciones los cientficos ven cosas nuevas y diferentes al
mirar con instrumentos conocidos y en lugares en los que ya haban buscado antes. Los
cambios de paradigmas hacen que los cientficos vean el mundo de investigacin, que les
es propio, de manera diferente (Kuhn, 1962, p 176). Pero lo que cambia con las
revoluciones cientficas no puede reducirse completamente a una reinterpretacin de datos
individuales y estables.
En primer lugar, pues, los datos no son inequvocamente estables. En segundo
lugar, las operaciones y mediciones que realiza un cientfico en el laboratorio no son lo
dado por la experiencia, sino ms bien lo reunido con dificultad. (Kuhn, 1962, p
197)16. Y, finalmente, Los datos mismos haban cambiado. ste es el ltimo de los
sentidos en que podemos afirmar que, despus de una revolucin, los cientficos trabajan
en un mundo diferente. (Kuhn, 1962, p 211).
Con un cambio revolucionario acontece un cambio en el modo en que las palabras
y las frases se relacionan con la naturaleza, es decir, un cambio en el modo en que se
determinan sus referentes. Pero, este cambio no es exclusivo de las revoluciones
cientficas, pues lo que caracteriza a las revoluciones no es simplemente el cambio en el
modo en que se determinan los referentes, sino una clase de cambio ms restringido. ...,
hablando en trminos generales, el carcter distinto del cambio revolucionario en el
lenguaje es que altera no slo los criterios con los que los trminos se relacionan con la
naturaleza; altera, adems, considerablemente, el conjunto de objetos o situaciones con los
que se relacionan esos trminos. (Kuhn, 1981, pp 87-8).
As pues, lo que caracteriza a las revoluciones cientficas, y de ah sus
consecuencias, es el cambio en varias de las categoras taxonmicas que son el requisito
previo para las descripciones y generalizaciones cientficas. Adems, ese cambio es un
ajuste no slo de los criterios relevantes para la caracterizacin, sino tambin del modo en
que los objetos y situaciones dadas son distribuidos entre las categoras preexistentes. Ya
16 ..., es fija y neutra la experiencia sensorial? Son las teoras simplemente interpretaciones hechas por el hombre de
datos dados? El punto de vista epistemolgico que con mucha frecuencia dirigi la filosofa occidental durante tres siglos,
sugiere un s inequvoco e inmediato. En ausencia de una alternativa desarrollada, creo imposible abandonar completamente
ese punto de vista. Sin embargo, ya no funciona efectivamente y los intentos para que lo haga, mediante la introduccin de
un lenguaje neutro para las observaciones, me parecen ahora carentes de perspectivas. (Kuhn, 1962, p 197). Una
alternativa es la propuesta por el propio Kuhn.
71
Feyerabend y la inconmensurabilidad.
Hemos finalizado el anterior apartado otorgando suma importancia al lenguaje y,
en particular, diciendo que los cambios de paradigmas cientficos son cambios de lenguaje.
Nuestro propsito en el presente apartado es proseguir de la mano de Feyerabend con
algunos aspectos relativos al lenguaje, al cambio de lenguajes y a la confrontacin de los
mismos, especialmente a la posible inconmensurabilidad de los lenguajes o de parte de
ellos.
17 Para Kuhn este holismo est enraizado en la naturaleza del lenguaje. El lenguaje es una moneda con dos caras: una mira
hacia afuera, el mundo; la otra hacia dentro, al reflejo del mundo en la estructura referencial del lenguaje.
72
Las teoras inconmensurables pueden, pues, ser refutadas por referencia a sus
respectivos tipos de experiencia, es decir, descubriendo las contradicciones internas que
surgen (en ausencia de alternativas conmensurables, estas refutaciones son, sin embargo,
bastantes dbiles). Sus contenidos no pueden ser comparados, ni es posible hacer un juicio
de verosimilitud, excepto dentro de los confines de una teora particular (Feyerabend,
1970, pp 119).
Una teora que emplee mltiples y atrevidas aproximaciones para llegar a sus hechos
puede ser menos probable que una teora que emplee slo unas pocas aproximaciones
seguras. El nmero de hechos predichos puede ser otro criterio. Los criterios no formales
requieren por lo general el acuerdo con la teora bsica o con principios metafsicos.
Sin embargo, aceptar la inconmensurabilidad, no necesariamente lleva a afirmar
que la comparabilidad entre teoras es una cuestin enteramente subjetiva; o en otras
palabras, que escapa plenamente a la comparacin por medios lgicos. Es ms, como
sugiere Chalmers, debemos escapar a sacar consecuencias subjetivistas de este hecho. Si
nos centramos en la cuestin de la eleccin de teoras, se puede admitir que habr algn
elemento subjetivo implcito cuando un cientfico elija adoptar una teora en lugar de otra
o trabajar en una teora en lugar de otra, aunque estas elecciones estn influidas por
factores externos tales como las perspectivas para su carrera y la disponibilidad de
fondos, adems del tipo de consideraciones mencionadas por Feyerabend. Sin embargo,
aun cuando los juicios y deseos individuales sean en cierto sentido subjetivos y no puedan
ser determinados por argumentos lgicamente obligatorios, esto no significa que sean
inmunes a un argumento racional. Las preferencias de los individuos pueden ser criticadas,
por ejemplo, demostrando que son gravemente incoherentes o que tienen consecuencias
que los individuos que las manifiestan no desearan. Es cierto que las preferencias de los
individuos no estn determinadas nicamente por argumentos racionales y tambin de que
estn fuertemente moldeadas e influidas por las condiciones materiales en que vive y acta
el individuo. Sin embargo, los juicios y deseos subjetivos de los individuos no son
sacrosantos ni inmutables. (Charlmers, 1982, pp 193-4).
75
as, si no hay ningn modo en que las dos puedan formularse en un nico lenguaje,
entonces no pueden compararse, y ningn argumento basado en la evidencia puede ser
relevante para la eleccin entre ellas. Hablar de diferencias y comparaciones presupone
que se comparten algunos puntos, y esto es lo que los defensores de la
inconmensurabilidad, los cuales hablan con frecuencia de comparaciones, parecen negar.
Por tanto, su discurso es necesariamente incoherente.
Veamos la respuesta que nos ofrece Kuhn. Empecemos recordando qu se puede
entender por inconmensurabilidad. sta se refiere a la ausencia de una medida comn.
Pero la falta de una medida comn no significa que la comparacin sea imposible. Por el
contrario, magnitudes inconmensurables pueden compararse con cualquier grado de
aproximacin requerido. (Kuhn, 1987, p 99).
Afirmar que dos teoras son inconmensurables significa afirmar que no hay ningn
lenguaje, neutral o de cualquier otro tipo, al que ambas teoras, concebidas como conjuntos
de enunciados, puedan traducirse sin resto o prdida. Ni en su forma metafrica ni en su
forma literal inconmensurabilidad implica incomparabilidad, y precisamente por la misma
razn. La mayora de los trminos comunes a las dos teoras funcionan de la misma forma
en ambas; sus significados, cualesquiera que puedan ser, se preservan; su traduccin es
simplemente homfona. Surgen problemas de traduccin nicamente con un pequeo
subgrupo de trminos (que usualmente se interdefinen) y con los enunciados que los
contienen. La afirmacin de que dos teoras son inconmensurables es ms modesta de lo
que la mayor parte de sus crticos y crticas ha supuesto. Llamar inconmensurabilidad
local a esta versin modesta de la inconmensurabilidad. (Kuhn, 1987, p 100). Entonces,
los trminos que preservan sus significados a travs de un cambio de teora proporcionan
una base suficiente para la discusin de las diferencias, y para las comparaciones que son
relevantes en la eleccin de teoras. Proporcionan incluso una base para explorar los
significados de los trminos inconmensurables.
Sin embargo, no est claro a priori que la inconmensurabilidad, en todo o en parte,
pueda restringirse a una regin local. La distincin entre trminos que cambian de
significado y aquellos que lo preservan es, en el mejor de los casos, difcil de explicar o
aplicar. Los significados son productos histricos, y cambian inevitablemente en el
76
transcurso del tiempo cuando cambian las demandas sobre los trminos que los poseen. Es
sencillamente poco plausible que algunos trminos cambien sus significados cuando se
transfieren a una nueva teora sin infectar los trminos transferidos con ellos.
Llegados a este punto es necesario diferenciar entre traduccin e interpretacin, sin
olvidar que la traduccin real contiene a menudo, o quiz siempre, al menos un pequeo
componente interpretativo. La traduccin consiste slo en palabras y frases que
reemplazan -no necesariamente una a una- palabras y frases del original. En cambio, la
persona que interpreta busca el sentido, se esfuerza por inventar hiptesis que harn
inteligible la preferencia o inscripcin. Y, aqu la existencia de grupos de trminos
interrelacionados juega un papel destacado que facilita la interpretacin. Pero estos
trminos interrelacionados, que deben aprenderse a la vez, una vez aprendidos, estructuran
una porcin del mundo de la experiencia de forma diferente a la que es familiar.
Si bien estas interrelaciones pueden estar causadas por la ambigedad, es frecuente
que proporcionen a las personas que hablan la otra lengua evidencia para decidir qu
objetos y situaciones son semejantes y cules no; esto es, muestran cmo estructura el
mundo la otra lengua. Entonces, se plantea el siguiente interrogante: Qu determina que
los conjuntos de criterios que un hablante emplea cuando aplica el lenguaje al mundo sean
adecuados al mundo que ese lenguaje describe? Qu deben compartir hablantes que
determinan la referencia utilizando criterios distintos para ser hablantes del mismo
lenguaje, miembros de la misma comunidad lingstica? Veamos la respuesta de Kuhn.
Los miembros de la misma comunidad lingstica son miembros de una cultura
comn y, por consiguiente, cada uno de ellos puede esperar enfrentarse con un mismo
rango de objetos y situaciones. Para que identifiquen los mismos referentes, cada uno debe
asociar cada trmino individual con un conjunto suficiente de criterios como para
distinguir sus referentes de otros tipos de objetos o situaciones que el mundo de la
comunidad realmente presenta, aunque no se requiere que se distingan de otro tipo de
objetos que son slo imaginables. Por tanto, la habilidad para identificar correctamente los
elementos de un conjunto requiere a menudo que se conozcan, adems, conjuntos de
contraste. Por ejemplo, para aprender a identificar gansos puede requerirse tambin que se
conozcan criaturas tales como patos y cisnes. En definitiva, son pocos los trminos o
77
expresiones con referente que se aprenden separadamente, o del mundo o uno de otro.
Este modelo parcial, permite a Kuhn (1987) introducir dos temas. Uno, es el papel
esencial del conjunto de trminos que las personas educadas en una cultura, sea sta
cientfica o no, deben aprender a la vez, y que las que son ajenas a esa cultura deben
considerar a la vez durante la interpretacin. Si hablantes diferentes que utilizan criterios
diferentes consiguen identificar los mismos referentes para los mismos trminos, los
conjuntos de contraste deben haber representado un papel en la determinacin de los
criterios que cada hablante asocia con trminos individuales. Esto debe ser as al menos
cuando, como es habitual, estos criterios no constituyen por s mismos condiciones
necesarias y suficientes para que un trmino tenga referente. En estas circunstancias, para
Kuhn, una especie de holismo local debe ser una caracterstica esencial del lenguaje.
Dos, lenguajes diferentes imponen al mundo estructuras diferentes. Por un
momento, imaginemos con Kuhn que para cada individuo un trmino que tiene referente
es un nudo en una red lxica de la cual irradian rtulos con los criterios que l o ella utiliza
en la identificacin de los referentes del trmino nodal. Esos criterios conectarn algunos
trminos y los distanciarn de otros, construyendo as una estructura multidimensional
dentro del lxico. Esta estructura refleja los aspectos de la estructura del mundo que
pueden ser descritos utilizando el lxico y, simultneamente, limita los fenmenos que
pueden describirse con ayuda del lxico. Si a pesar de todo surgen fenmenos anmalos,
su descripcin (quizs incluso su reconocimiento) requerir la alteracin de alguna parte
del lenguaje, cambiando las conexiones entre trminos previamente constitutivas.
Adems, utilizando conjuntos distintos de las conexiones que constituyen criterios
pueden formarse estructuras homlogas, es decir, estructuras que reflejan el mismo
mundo. Lo que tales estructuras homlogas preservan, desprovistas de los rtulos que
designan los criterios, son las categoras taxonmicas del mundo y las relaciones de
semejanza/diferencia entre ellas. As pues, lo que los miembros de una comunidad
lingstica comparten es la homologa de la estructura lxica. No necesariamente se exige
que compartan sus criterios, puesto que pueden aprenderlos los unos de los otros a medida
que lo necesiten. Pero sus estructuras taxonmicas deben coincidir, pues, cuando la
estructura es diferente el mundo es diferente, el lenguaje es privado y cesa la
78
79
Introduccin.
La tradicin filosfica de la teora del conocimiento y de la ciencia se basan en una
hiptesis acerca de la relacin entre forma y contenido del pensamiento o, para expresarlo
de otra manera, entre categoras y contenidos del saber, entre mtodos cientficos y objetos
de la ciencia, una hiptesis que ha sido transmitida como la pura evidencia, sin revisin, de
una generacin a otra. La hiptesis en cuestin dice que la forma del pensamiento
humano es eterna e inmutable, por mucho que puedan variar los contenidos. Se estima que
una ciencia se identifica por el uso de un determinado mtodo, con independencia del
carcter especfico de su objeto.
Para Norbert Elias esta separacin entre una forma eterna del pensamiento y sus
contenidos cambiantes no se basa en modo alguno en una investigacin de las verdaderas
circunstancias, sino que se deriva de la humana necesidad de descubrir detrs de todo lo
cambiante un absoluto inmutable. Muchos hbitos de pensamiento y muchos conceptos
profundamente arraigados en los idiomas europeos favorecen la impresin de que la
reduccin de todo lo que nosotros podemos observar como cambiante y mvil a un estado
inmutable absoluto es la operacin intelectual natural, necesaria y la ms fecunda que se
puede realizar en la reflexin acerca de problemas, particularmente de problemas
cientficos. Se acepta como obvio que un algo inmutable que se oculta en o detrs de todo
cambio posee un valor superior al cambio mismo. Esta valoracin se pone de manifiesto
en la teora filosfica de la ciencia y el conocimiento, entre otras cosas, en la idea de que
existen formas de pensamiento eternas e inmutables -representadas, por ejemplo, en las
categoras o en las reglas de juego de lo que llamamos lgica- que estn en la base de
los pensamientos comunicados por el habla o la escritura de los hombres de todos los
tiempos. (Elias, 1970, pp 48-9).
Esta discrepancia entre una forma nica de pensamiento y el contenido del mismo
80
encierra uno de los puntos de discusin de las reflexiones de filosofa de la ciencia que
surgen cuando se presenta la cuestin relativa al estatus y naturaleza de la metodologa de
las ciencias sociales.
En 1954, Carl Friedrich von Weizscker, consideraba que la hendidura ms
profunda que recorra el edificio de la ciencia era la separacin entre ciencias naturales y
ciencias del espritu. Las ciencias naturales investigaban el mundo material que nos rodea
por medio de la razn instrumental. Las ciencias del espritu estudiaban al hombre y le
tomaban como l mismo se conoce: como alma, conciencia, espritu. La separacin es
menos una separacin de campos, pues estos se entrecruzan en parte, que una separacin
de estilos de pensamiento y mtodos. Las ciencias naturales se fundan en la separacin
tajante entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido. Las ciencias del espritu se han
propuesto la difcil tarea de hacer tambin objeto de conocimiento el sujeto en su
subjetividad.
W. Dilthey quiso fundamentar una teora del conocimiento para lo que l llamaba
Ciencias del Espritu que fuese diferente a aquella otra de las Ciencias Naturales. La razn
de esta diferente fundamentacin se encontraba en la diferencia del objeto de
conocimiento. El objeto de esas ciencias del espritu no es lo externo o ajeno al hombre,
sino el medio en el que el hombre est inserto. Este hecho hace que el hombre pueda
captar su mundo histrico-social como desde dentro. De esa singularidad de relaciones
entre el sujeto y el objeto de las ciencias del espritu, frente a las ciencias naturales, quiere
Dilthey deducir una diferente metodologa.
En sus propias palabras:
El motivo de que arranca el hbito de separar estas ciencias [del espritu]
como una unidad de las de la naturaleza radica en la hondura y en la totalidad de la
autoconciencia humana. ..., encuentra el hombre en esa autoconciencia una
soberana de la voluntad, una responsabilidad de los actos, una facultad de someterlo
todo al pensamiento y resistir a todo encastillado de la libertad de su persona, por las
cuales se distingue de la naturaleza entera. ... para l solo existe lo que es hecho de
su conciencia, ... As separa del reino de la naturaleza un reino de la historia, ... aqu
los actos de la voluntad ... logran una evolucin en la persona y en la humanidad:
ms all de la vana y montona repeticin del curso natural en la conciencia, cuya
representacin saborean como un ideal de progreso histrico los idlatras de la
evolucin intelectual. (Dilthey, 1980).
81
18 En general, slo por el uso del aislamiento experimental podemos predecir acontecimientos fsicos. (El sistema solar es
un caso excepcional -un caso de aislamiento natural, no artificial-; una vez que el aislamiento quede destruido por la
intrusin de un cuerpo extrao de tamao suficiente, todas nuestras predicciones estn expuestas a fallar). Estamos muy
lejos de ser capaces de predecir, incluso en fsica, el resultado preciso de una situacin concreta, como una tormenta o un
fuego.
82
de que la descripcin de una reaccin qumica concreta incluya la de todos los estados
atmicos y subatmicos de las partculas elementales implicadas.
Para Popper, no slo hay buenas razones en favor de la creencia de que la ciencia
social es menos complicada que la fsica, sino tambin en favor de la creencia de que las
situaciones sociales concretas son en general menos complicadas que las situaciones
fsicas concretas. Porque en la mayora, si no en todas las situaciones sociales, hay un
elemento de racionalidad. Es cierto que los seres humanos casi nunca actan de una
manera totalmente racional... pero actan de todas formas ms o menos racionalmente; y
esto hace posible la construccin de modelos relativamente simples de sus acciones e
interacciones y el uso de esos modelos como aproximaciones. (Popper, 1973).
Este ltimo punto parece que de hecho indica una considerable diferencia entre las
ciencias naturales y las sociales; quiz la diferencia ms importante entre sus mtodos, ya
que las otras diferencias, como las dificultades especficas para llevar a cabo experimentos
y para aplicar mtodos cuantitativos son diferencias de grado ms que de clase. Se refiere a
la posibilidad de adoptar en las ciencias sociales lo que se puede llamar el mtodo de la
construccin racional o lgica, o quiz el mtodo cero. Con esto se quiere significar el
mtodo de construir un modelo en base a una suposicin de completa racionalidad (y quiz
tambin sobre la suposicin de que poseen informacin completa) por parte de todos los
individuos implicados, y luego de estimar la desviacin de la conducta real de la gente con
respecto a la conducta modelo, usando esta ltima como una especie de coordenada cero
(Popper, 1973).
Una ltima diferencia entre los mtodos de algunas ciencias de la naturaleza y de la
sociedad se refiere a las dificultades especficas de la aplicacin de mtodos cuantitativos,
especialmente mtodos de medicin.
83
de otras. Para comenzar con la segunda, la distincin entre las ciencias naturales y las
humanidades tiene larga tradicin. Dentro de las ciencias naturales se puede distinguir,
adems, entre el estudio de la naturaleza inorgnica (fsica) y el estudio de la naturaleza
orgnica (biologa). Dentro de las humanidades tal como se las ha definido
tradicionalmente, se ha producido una escisin entre las ciencias sociales (que define en
trminos muy amplios como para incluir la lingstica, la historia y la psicologa) y las
disciplinas estticas o artes. Ahora bien, estas distinciones temticas no resultan en s muy
interesantes. Si hay algo pertinente, debe surgir de que se las correlacione con otras
clasificaciones. Elster analiza tres de los modos de clasificar a las ciencias: segn el
mtodo, segn el inters subyacente, y segn la modalidad de explicacin (Elster, 1983).
Aceptemos esta triple tipologa y analicemos su contenido.
84
instrumentales cuando se trata de producir el cambio deseado. Me parece que la idea que
subyace vagamente cuando se utiliza la frase unidad de teora y praxis es que la teora
debe ser a la vez autosuficiente y til, lo cual, lamentablemente, en la mayor parte de los
casos no es posible. El mtodo dialctico como la mayor herramienta para la formacin
de teoras slo puede entenderse de varios modos, entre los cuales el ms interesante
implica la idea de contradicciones psicolgicas y sociales. Sin embargo, stas slo pueden
hacerse inteligibles en el lenguaje estndar causal-cum-intencional de las ciencias
sociales. (Elster, 1983, p 20).
Sin embargo, para Habermas las ciencias se diferencian principalmente por los
intereses a los que sirven. Segn su teora, las ciencias naturales atienden un inters
tcnico, las ciencias hermenuticas, un inters prctico, y las ciencias sociales, un inters
emancipatorio. Para Elster, esto puede ser tautolgicamente cierto, contingentemente
cierto o contingentemente falso, segn cmo se definan luego los trminos. Cada una de
las tres disciplinas cientficas puede atender a cada uno de los tres intereses, aunque quizs
en diferentes grados y (sobre todo) de diferentes modos (Elster, 1983, p 20).
Su argumento es que la distincin ms esclarecedora y fecunda es la que se hace
entre diversas modalidades de explicacin cientfica que, una vez ms, estn
estrechamente conectadas con estrategias de formacin de teoras. Slo ciertos tipos de
teoras pueden llegar a dar explicaciones satisfactorias en un campo determinado. Por una
parte, distingue entre tres modalidades de explicacin: la causal, la funcional y la
intencional. Por otra parte, distingue entre tres campos de investigacin cientfica: fsica en el sentido amplio-, biologa y ciencias sociales.
Pasemos a analizar estos aspectos, comenzando por la teora de los intereses
cognoscitivos y, posteriormente, las modalidades de explicacin cientfica.
85
86
Conocimiento e inters.
Las representaciones o descripciones no son nunca independientes de normas. As
por ejemplo, ms arriba hablamos de criterios formales a la hora de preferir unas teoras
frente a otras. Estos criterios son parte de los sistemas normativos. Y la eleccin de esas
normas se basa en actitudes que necesitan de la evaluacin crtica mediante argumentos
porque no pueden ser deducidas lgicamente ni probadas empricamente. Decisiones
metdicas bsicas, distinciones tan fundamentales acaso como la que hay entre ser
categorial y el no categorial, entre enunciados analticos y sintticos, entre contenido
19 Desde una perspectiva estrictamente filosfica, el problema central de la tica discursiva lo constituye la cuestin de la
fundamentacin racional de las normas morales. Sin embargo, la problemtica de la realizacin histrica concreta de los principios
ideales regulativos ocupa igualmente en la tica discursiva un lugar relevante. (Michelini, 1991)
88
89
La explicacin causal.
En principio debe distinguirse muy claramente entre la cuestin de la naturaleza de
la causacin y la de la explicacin causal, entre acontecimientos causales y explicacin
causal. Si un acontecimiento caus otro es una cuestin aparte de por qu lo caus. La
descripcin de un acontecimiento por medio de sus rasgos causalmente irrelevantes
recoger la misma causa, aun cuando no proveer una explicacin de por qu tuvo ese
efecto en particular (Beauchamp Rosemberg, 1981). Los rasgos causalmente pertinentes
son aquellos que se mencionan en la ley causal que enuncia la conjuncin regular bajo la
que queda subsumido el par de acontecimientos. As, los enunciados causales verdaderos y
singulares no siempre proporcionan una explicacin causal. Dan una explicacin slo
cuando los rasgos mencionados en el enunciado tambin estn mencionados en la ley bajo
la cual quedan subsumidos los acontecimientos. El enunciado, suponiendo que sea
verdadero, de que poner en un estante un ejemplar de la Fenomenologa de Hegel caus
90
la rotura del estante no explica nada, porque el rasgo causalmente pertinente, es decir, el
peso del libro, no se menciona.
La explicacin causal, entonces, subsume los acontecimientos bajo leyes causales.
Dos casos importantes son los que podemos denominar epifenmenos y causacin
precedente. Puede haber un enunciado universal, legaliforme y verdadero que diga que A
siempre es seguido por B y, sin embargo, B puede ser un simple epifenmeno si A y B son
ambos efectos de una causa comn C. En otras palabras, el problema de los epifenmenos
es idntico al problema de distinguir entre la correlacin verdadera (o explicativa) y la
espuria. Adems, puede haber una ley verdadera que asegure que se produce A, dadas
ciertas condiciones iniciales, y, sin embargo, lo que verdaderamente produce A en un caso
determinado -donde se dan esas condiciones- puede ser un mecanismo totalmente diferente
que, por as decirlo, precede al mecanismo que subyace en esa ley. En otros trminos, el
problema de la causacin precedente es idntico al de distinguir entre obligacin y
explicacin.
Por otra parte, en trminos generales, se piensa que la relacin causal obedece a los
tres principios siguientes: determinismo, localidad y asimetra temporal.
Principios de la relacin causal.
El determinismo es el postulado que dice que todo acontecimiento tiene una causa:
un conjunto determinable de antecedentes causales que en conjunto son suficientes e
individualmente necesarios para que se produzca. La negacin del determinismo puede
asumir varias formas distintas. La ms conocida es la idea de acontecimientos
estadsticamente aleatorios, lo que supone la existencia de una distribucin probabilstica
del rango de resultados posibles. En este sentido el azar objetivo no es totalmente
indeterminado, puesto que la ley de los grandes nmeros permite predicciones muy
precisas cuando tratamos con conglomerados de acontecimientos. Menos conocida es la
idea de indeterminacin objetiva, que significa que no podemos siquiera atribuir
probabilidades a los diversos resultados posibles, no porque no podamos averiguarlas sino
porque no estn all para que se las averige. La distincin es parecida a la que se da entre
riesgo e incertidumbre, con la diferencia de que en el caso presente el azar o carcter
91
indeterminado del proceso se supone que tiene una base objetiva y no se debe a las
deficiencias cognitivas del sujeto cognoscente. Ms an, esta comparacin tambin indica
la distincin entre incertidumbre en el rango de los resultados e incertidumbre dentro de un
conjunto fijo de resultados. Desde el punto de vista explicativo, la indeterminacin con
regularidad -azar objetivo o conjunto restringido de sus resultados posibles- es claramente
ms admisible que la indeterminacin sin regularidad -indeterminacin objetiva no
restringida.
La causalidad local significa que una causa siempre acta sobre lo que es contiguo
a ella, en espacio y tiempo. La accin a distancia es imposible. Si se dice que una causa
tiene un efecto distante de ella en tiempo o espacio, suponemos que debe de haber una
cadena continua de causa a efectos sin vacos insuperables en ella20. Pero la causalidad
local es un rasgo del mundo, es decir, de la relacin causal en la medida en que existe
independientemente de nuestra mente, mientras que la idea de mecanismo depende de la
mente. La creencia en que el mundo est regido por la causalidad local es precisamente lo
que nos obliga a buscar mecanismos mucho ms sutiles (Elster, 1983, pp 31-2).
Explicar un acontecimiento es dar un relato de por qu sucedi. Por lo general y
siempre ltimamente esto adopta la forma de citar un acontecimiento anterior como causa
del acontecimiento que se desea explicar, junto con algn relato del mecanismo causal que
relaciona los dos acontecimientos. Un hecho es una instantnea temporal de una corriente
de acontecimientos o una serie de tales instantneas (Elster, 1989).
Las declaraciones que pretenden explicar un acontecimiento deben ser distinguidas
cuidadosamente de varios otros tipos de declaracin. Primero, deben distinguirse las
explicaciones causales de las declaraciones causales acertadas. No basta citar la causa,
tambin se debe proporcionar el mecanismo causal o al menos se le debe sugerir. Segundo,
las explicaciones causales deben distinguirse de las aseveraciones sobre la correlacin. A
20 Existe tambin un problema acerca de la accin temporal a distancia, o causacin directa remota. Esta nocin se
denomina histresis. Postular la histresis es postular el dogma cientfico ampliamente difundido de que todos los
aspectos del conocimiento histrico pueden ser reemplazados en ltima instancia y en principio por un conocimiento
estructural suficientemente profundo del estado actual de los fenmenos en cuestin. (Wartofsky, 1968). Si no obstante
muchos modelos, especialmente en las ciencias sociales, manifiestan histresis, es porque todava no hemos adquirido ese
conocimiento estructural. Tanto los modelos probabilsticos como los modelos que implican una accin temporal remota
reflejan nuestra ignorancia de la causalidad local determinista que se supone que funciona. La explicacin causal en tales
casos tiene rasgos que no se cree que estn presentes en las relaciones causales que los sostienen. No obstante, en algunos
casos podemos suplir esta ignorancia recurriendo alternativamente al azar o a la histresis.
92
93
La explicacin funcional.
En biologa la explicacin funcional es, histrica y lgicamente, el principal
ejemplo de este modo de explicacin. Histricamente, porque en gran medida la ciencia
social funcionalista contempornea deriva del paradigma biolgico; y, lgicamente porque
la teora evolucionista sigue siendo el nico caso de xito completo de explicacin
funcional.
La esencia de la seleccin natural es la sugerencia de Darwin de que la evolucin
es dirigida solamente mediante la interaccin entre la poblacin y su entorno. Los
miembros de una poblacin difieren entre s en un montn de aspectos menores que
utilizan para identificarse unos a otros como individuos. Esta variacin ms o menos
azarosa constituye el material bruto sobre el que acta la seleccin natural. La seleccin
implica la preferente supervivencia y reproduccin de aquellos individuos que por azar han
recibido por herencia una variacin que les proporciona una ventaja sobre sus vecinos al
habrselas con el entorno local. Estos individuos mejor adaptados sobreviven y se
reproducen ms eficazmente que los otros y sus caracteres ventajosos crecen en frecuencia
en la generacin siguiente. Tras un largo perodo, la caracterstica adaptativa se extiende a
toda la poblacin y el carcter medio de la especie cambia.
La hiptesis es que la variacin individual sobre la que acta la seleccin natural es
esencialmente azarosa. Por s misma ella no puede forzar la evolucin hacia una
determinada forma debido a que su tendencia est abierta a todas las direcciones. En la
teora de Darwin no hay una tendencia intrnseca que fuerce a las especies a evolucionar
en una direccin determinada. En concreto no hay fuerza que empuje a las especies a
avanzar segn una jerarqua predeterminada de complejidad, no hay una escala evolutiva
por la que deban ascender todas las especies. Dado que es dirigida nicamente por las
exigencias sobre la poblacin del ambiente local, la evolucin es un proceso bsicamente
abierto sin final nico (Bowler, 1990).
En esencia, la estructura lgica de la explicacin funcional en biologa puede
94
(Elster, 1983).
La biologa se basa en la idea de las consecuencias ptimas, mientras que algunas
ciencias sociales en el concepto de consecuencias beneficiosas. La biologa apela a la
misma consecuencia en todos los casos, la adaptacin reproductiva; mientras que en las
ciencias sociales los beneficios explicatorios difieren de caso por caso. As, pues, en estas
ltimas puede resultar difcil distinguir entre generalizaciones legales y accidentales. Pero,
... incluso una generalizacin con carcter de ley puede no explicar, debido a la
posibilidad de que estemos en presencia de epifenmenos o de precedencias. (Elster,
1983, p 64).
La explicacin intencional.
Para Elster, la explicacin intencional es la caracterstica que diferencia a las
ciencias sociales de las ciencias naturales. Explicar la conducta intencionalmente es
equivalente a demostrar que es conducta intencional, es decir, conducta realizada para
lograr una meta. Explicamos una accin intencionalmente cuando podemos especificar el
estado futuro que se pretenda crear. Evidentemente, no estamos explicando la accin en
trminos de un estado futuro: el explanandum no puede preceder al explanans y, el futuro
estado deseado puede no producirse por una cantidad de razones. Algunas intenciones
pueden ser intrnsecamente irrealizables y, no por ello dejarn de ser mencionadas en la
explicacin.
La explicacin intencional esencialmente comprende una relacin tridica entre
accin, deseo y creencia. Un agente intencional elige una accin que cree ser el medio
para su meta. La explicacin intencional incluye mostrar que el actor hizo lo que hizo por
una razn. Pero explicar una accin intencional no queda limitado a enunciar el
mecanismo que determina qu accin se llevar a cabo y por qu. Una accin humana
concreta pertenece a un conjunto de oportunidades, el cual recoge las acciones coherentes
con las restricciones fsicas, econmicas, legales, psicolgicas. Las oportunidades son ms
bsicas que los deseos en dos aspectos. Uno, son ms fciles de observar y, dos, suelen ser
ms fciles de alterar (Elster, 1989).
Generalmente, se presenta intencionalidad y racionalidad de un modo paralelo. Sin
96
embargo, caracterizar una creencia, una accin o un modelo de conducta como racional no
debera hacerse salvo que se est dispuesto a afirmar que la racionalidad explica que lo
que se dice es racional. La manera habitual de definir conducta racional es apelando a
algn concepto de optimizacin. Mas racionalidad y optimalidad no son sinnimos (Elster,
1983).
Pasaremos, ahora, a mostrar algunos aspectos de la racionalidad. Aqu, nos
centraremos como Elster en la racionalidad individual, pero nos apartaremos de su
exposicin y tambin de aquella otra que es habitual, en los ltimos tiempos,
especialmente en los trabajos realizados por economistas. La razn se encuentra en la
necesidad de dilucidar el concepto de racionalidad. Esta dilucidacin nos llevara de uno de
los elementos claves de la explicacin intencional a la ciencia en general, pues nos
permite, en parte, fundamentar los acuerdos alcanzados en el seno de la comunidad
cientfica.
97
Racionalidad de la praxis.
Una primera condicin de la racionalidad en la praxis es tener conciencia de los
fines o metas propias. Pero evidentemente no basta con el saber de lo que se quiere para
comportarse racionalmente. Por ello, un segundo rasgo de esta racionalidad es el conocer,
en la medida de lo posible, los medios necesarios para la obtencin de los fines
perseguidos. Este conocer en la medida de lo posible puede entenderse en el sentido de
evitar toda ignorancia supina.
Pero, la conciencia de fines y la ciencia de medios no bastan para caracterizar este
tipo de racionalidad. Adems, se exige un factor esencialmente prctico que slo se
manifiesta en la accin. Por ello, otro rasgo es el poner en obra -al menos en la medida de
lo posible- los medios necesarios para conseguir los fines perseguidos. Estos fines que
perseguimos, con frecuencia, son de diferente orden. Existen, pues, fines intermedios y
fines ltimos o, cuanto menos, podemos hacer esta distincin.
Una cuarta condicin o rasgo de esta racionalidad, es que en caso de conflicto entre
fines de la misma lnea y de distinto grado de proximidad, los fines posteriores han de ser
preferidos a los anteriores. Pero respecto a los fines posteriores, debemos de evitar toda
esquizofrenia. As, la racionalidad de la praxis nos exige la compatibilidad de los fines
ltimos.
Las dos primeras condiciones del saber son las mismas que definen el acertar. Es
decir, cuando sabemos, siempre acertamos. Pero no a la inversa. Podemos acertar sin
saber, podemos acertar por casualidad, por suerte o por azar. Es precisamente la tercera
condicin del saber la que excluye el acertar por casualidad, pues exige que para saber que
nuestra creencia de que ha de estar adecuadamente justificada o, en otros palabras,
nosotros hemos de estar justificados en creer que . Sin embargo, el creer que y el que
nuestra creencia de que est justificada no bastan tampoco para que podamos decir que
sabemos que ; para ello es adems necesario que sea verdad que (con independencia
del contenido que otorguemos al sustantivo verdad). Y, puesto que la determinacin
99
segura e indudable del valor veritativo de una idea es con frecuencia imposible de llevar a
la prctica, resulta que el concepto de saber es un concepto poco operativo y manejable.
Un concepto relacionado con l, pero ms operativo y manejable, puede ser precisamente
el concepto de creencia racional. (Mostern, 1987, pp 18-9).
Del concepto de creencia racional exigimos todo lo que hemos exigido del
concepto de saber, excepto la verdad de la idea creda o sabida. Diremos, entonces, que
creemos racionalmente que si (1) creemos que y (2) estamos justificados en creer que
. Lo que no exigimos es que sea verdadera. Por tanto, nos ser posible determinar si
nuestra creencia de que es racional o no, aun sin saber si es verdadera o no, pues nos
bastar con examinar nuestra creencia y la justificacin que para ella poseemos.
(Mostern, 1987, p 19).
Ciertamente, la creencia racional es ms operativa, pero menos segura. Ocupa,
pues, una posicin intermedia entre el mero creer u opinar, por un lado, y el saber, por
otro. Respecto a ste, tiene la ventaja de su operatividad y la desventaja de su falibilidad;
respecto a aqul, tiene la ventaja de su mayor probabilidad de acierto, pues permite
rechazar muchas de las opiniones que se nos pudieran ocurrir sin suficiente justificacin y
al introducir un fin o meta respecto al cual organizar la dinmica de nuestras creencias: la
meta de maximizar nuestro acierto. Por ello podemos concebir el mtodo en que consiste
la racionalidad creencial como una estrategia de maximizacin de nuestros aciertos y
minimizacin de nuestros errores a largo plazo. (Mostern, 1987). Por muy racionales que
seamos en nuestras creencias, siempre podremos equivocarnos y, de facto, siempre nos
equivocaremos en algunas ocasiones. Pero la probabilidad de equivocarnos ser menor si
organizamos nuestras creencias conforme a una estrategia que tienda conscientemente a
minimizar los errores que si no lo hacemos as.
Pero, cundo, cmo y por qu est justificada una creencia racional? Mosterin dir
que estamos justificados en creer que si ocurre que es deducible de otras ideas , ,
etc., que estamos justificados en creer. A este tipo de justificacin podemos llamarla
justificacin derivada. Pero la justificacin derivada no puede ser el nico tipo de
justificacin, la cadena debe de comenzar en algn punto, a saber, en ideas para las que
poseamos suficiente justificacin no-derivada. En qu casos diremos que poseemos
100
Parece convincente creer que no es racional creer al mismo tiempo dos ideas
contradictorias, sino que en ese caso lo racional sera dejar de creer la una o la otra, o
incluso las dos. Pero parecera demasiado postular la consistencia de nuestro sistema de
creencias como condicin de racionalidad. Con frecuencia no est en nuestra mano
determinar la consistencia o contradictoriedad de un conjunto potencialmente infinito de
ideas como es el que constituyen las creencias racionales en nuestra definicin. Lo que
podemos y debemos [de] exigir es nuestra disposicin a purgar nuestro sistema creencial
de contradicciones tan pronto como tengamos conciencia o noticia de ellas. (Mostern,
1987, p 22).
A la hora de renunciar a una de dos creencias contradictorias no derivadas,
normalmente consideramos racional mantener la creencia obtenida por uno de los
primeros criterios antes sealados y renunciar a la obtenida por el criterio posterior. As,
tendremos mxima reluctancia a renunciar a la creencia de los enunciados analticos y
21 Este criterio slo puede aplicarse a ideas estudiadas por alguna comunidad cientfica y respecto a las cuales haya un
amplio acuerdo de los especialistas. No puede aplicarse a temas no abarcados por la ciencia de nuestro tiempo o respecto a
los que no se haya alcanzado acuerdo. Qu sea una comunidad cientfica y cundo puede considerarse que hay acuerdo en
ella son cuestiones que vamos a dejar de lado aqu. Baste con sealar que el acuerdo general de la comunidad cientfica es
algo que puede cambiar y con frecuencia cambia. Esto implica que un sistema racional de creencias no es algo esttico, sino
que va variando por diversos factores, uno de los cuales son las variaciones de la ciencia.
101
102
23Las caractersticas de los sustitutos han sido ofrecidas antes de la mano de Lakatos y Kuhn (supra).
103
Normas y procedimientos25.
Conviene advertir en principio que el tener que inventar constantemente nuevas
pautas de conducta racional exige un constante y un gran esfuerzo intelectual, por ello lo
que solemos hacer es adoptar reglas o pautas de comportamiento ms generales que nos
indiquen qu conviene hacer en una determinada situacin. Muchas veces, lo que hacemos
es acogernos a normas y reglas ya establecidas. Pero, lo importante, es que estas reglas han
de ser siempre revisables, no vlidas de una vez por todas.
La racionalidad prctica del individuo -como estrategia para maximizar la
consecucin de sus propios fines- pasa por la racionalizacin de la cultura, del sistema
sociocultural en que vive. En este sentido, la racionalidad prctica muestra tambin su
24 La frivolidad intelectual es la aceptacin de creencias sin aplicar ningn tipo de estrategia (racional).
25 En este apartado y en el siguiente hacemos uso de las ticas del dilogo, especialmente de las aportaciones de la escuela
de Francfort.
104
2.
Que esta opcin slo resulta coherente si quienes optan por la verdad postulan prcticamente
la existencia de una comunidad ideal de argumentacin, en la que la comprensin entre
interlocutores ser total.
3.
Presupone una situacin ideal del dilogo, expresin de una forma ideal de vida, en la que se
excluye la desfiguracin sistemtica de la comunicacin, se distribuyen simtricamente las
oportunidades de elegir y realizar actos de habla y se garantice que los roles de dilogo sean
intercambiables.
4.
5.
Estos supuestos son necesarios para comprender que los hombres cientficos se
comprometen de hecho en una comunidad concreta de argumentacin. Prestan coherencia
a la accin, remiten a una razn prctica. Con todo, cabe advertir rpidamente que ste no
es un fin al que se tienda naturalmente, que no sea elegible.
26 Sistema no significa ms que lo particular slo se entiende mediante su relacin con el todo: la determinacin de la
verdad de un enunciado slo es posible en un sistema de relaciones.
105
valgan
intersubjetivamente,
tiene
que
ser
posible
que
valgan
lejos de todo decisionismo, nos permite acordar que no hay una concepcin intemporal y
universal de la ciencia o del mtodo cientfico que pueda servir para fines
ejemplificadores. De no ser as, podramos caer (caeramos/seramos presa de) en un cierto
dogmatismo. No es lcito defender o rechazar reas de conocimiento porque no se ajusten
a algn criterio prefabricado de cientificidad. Respecto a las formas en que las teoras
pueden ser juzgadas, si no hay una categora general de ciencia, ni tampoco un
concepto de verdad que est a la altura del proyecto de describir a la ciencia como una
bsqueda de la verdad, toda rea de conocimiento ha de ser juzgada por sus propios
mritos, investigando sus fines y el grado en que es capaz de cumplirlos. (Chalmers,
1982, p 231).
Las teoras son aplicables al mundo, dentro y fuera de las situaciones
experimentales. Las teoras hacen algo ms que establecer correlaciones entre conjuntos de
enunciados observacionales. Las teoras no describen entidades del mundo en la forma en
que nuestras ideas propias del sentido comn entienden o nuestro lenguaje comn describe
mesas o gatos y gatos encima de las mesas. Nuestras teoras pueden ser juzgadas como el
grado en que abordan con xito algn aspecto del mundo, pero no podemos juzgarlas
desde el punto de vista como el grado en que describen el mundo tal como es realmente,
simplemente porque no tenemos acceso al mundo independientemente de nuestras teoras
de una forma que nos permita valorar la exactitud de tales descripciones. No podemos salir
de las teoras, dejar de disponer de alguna teora -completa o potencial-, para abordar el
mundo y para juzgar nuestras propias teoras.
En este sentido, nuestra tarea no es la verdad. Es la nuestra la tarea de abordar el
mundo. En un sentido lato, el motivo de las teoras es intentar abordar algn aspecto del
mundo. Un mundo construido de teoras y de representaciones que las mismas ponen a
nuestra disposicin. Se trata de construir lenguajes que nos permitan ampliar los mbitos
abordables del mundo; lenguajes tericos y lenguajes observacionales. Como mejor se
puede averiguar la aplicabilidad de una teora es a la luz de una teora ulterior que la
explique a un nivel ms profundo. Por grande que sea el campo de nuestras teoras, y por
profundamente que exploren la estructura del mundo, siempre quedar la posibilidad de
desarrollarlas a un nivel ms profundo, o en frentes nuevos o ms amplios. (Chalmers,
107
1982, p 228).
La existencia de dicha posibilidad ser mostrada a continuacin para el caso de las
ciencias econmicas. Pero nuestra mayor intencin y propsito es mostrar en la tercera
parte de este trabajo que los distintos desarrollos del pensamiento econmico, sus escuelas,
forman distintos lenguajes con los cuales sus miembros analizan el mundo de
investigacin que les es propio. Cada lenguaje proporciona un conjunto de conceptos con
los que interpretar el mundo y un mundo que investigar. Como justificaremos en el
captulo siguiente, esta situacin debe considerarse como positiva. Pero tambin no debe
sorprender que una disciplina, la economa, cuente con una pluralidad de lenguajes. Es,
entre otras, consecuencia de nuestro tratamiento de las teoras como estructuras.
Una ltima consideracin antes de pasar a la tercera parte de este trabajo. En
coherencia con nuestro punto de vista, con nuestra argumentacin precedente, debemos de
decir explcitamente que analizar la realidad del pensamiento econmico como una
pluralidad de lenguajes es simplemente una de las alternativas posibles. Una alternativa
que se ha tratado de fundamentar en la primera y segunda parte de este trabajo. En este
sentido, en nuestra opinin, se trata de una alternativa correcta.
Los partidarios de la verificacin y los falsacionistas podrn interpretar esta tercera
parte como la aplicacin (verificacin o sometimiento a la falsacin) del contenido de las
partes anteriores. No obstante, es simplemente una posible interpretacin que nosotros
consideramos incorrecta.
108
Introduccin.
Para Claude Jessua (1991), el inters del estudio de la evolucin de la ciencia
econmica radica en dos tipos de enseanzas que pueden obtenerse. Una primera leccin
es una exigencia de modestia al comprobar, desde nuestros das, ciertos errores cometidos
por grandes pensadores. Una segunda leccin trata de un cierto sentimiento de relatividad
histrica, los anlisis responden a los problemas y acontecimientos econmicos de la
poca en que vieron la luz, sin que ello reste riqueza a un lector actual.
Tambin una tercera leccin debe sacarse: la pluralidad de sistemas analticos
existentes. Los esfuerzos de los economistas -del pasado y actuales- han producido gran
variedad de sistemas analticos. Las diferencias entre stos se deben en parte a la
diversidad de situaciones institucionales a las que sus formuladores se referan. Y, en
parte, tambin a la diversidad de fines para los que construyeron cada uno de los
principales sistemas. Una de las fuentes fundamentales de diferencia entre las principales
familias de ideas en Economa se encuentra en los diferentes temas en torno a los cuales se
organizaron originalmente y que a su vez moldearon las categoras usadas dentro de la
estructura analtica. (Barber, 1967).
William J. Barber utiliza dos analogas para convencernos en este punto. Las
construcciones tericas ofrecidas por los economistas se caracterizan a menudo como
cajas de herramientas. Pero las herramientas contenidas en estas cajas conceptuales no
estn diseadas segn idnticas especificaciones. Por el contrario, su forma est influida
por las dimensiones de la tarea que se espera que cumplan. Instrumentos que son tiles
para tratar ciertos problemas, a menudo no estn proporcionados al tamao y naturaleza de
109
otros.
Tambin puede compararse el modo de operar de un economista terico con un
fotgrafo profesional. La funcin de ambos es producir imgenes de la realidad, pero
ninguno puede describir la realidad en su total complejidad. Tampoco estaran
desempeando su oficio correctamente si lo hicieran. Su tarea es captar la cualidad
esencial del tema propuesto y ofrecer as una visin que el observador casual podra de
otro modo pasar por alto. En ambos casos, las imgenes transmitidas dependen tanto del
observador como de su campo de observacin. Lo que una cmara fotogrfica recoge est
determinado, por ejemplo, por la direccin en la que apunta el objetivo, por la distancia
focal y por la apertura del diafragma, as como por el tipo de cmara y de objetivo. De
manera similar, los sistemas analticos en Economa afinan nuestras intuiciones sobre
ciertos aspectos del mundo, pero enturbian otros que caen fuera de su foco central. As
pues, ningn sistema puede hacerlo todo. Su fuerza y su debilidad son las dos caras de la
misma moneda.
Esta caracterstica de las ideas econmicas y de las construcciones tericas en
Economa justifican el realizar un repaso de la literatura. Si los economistas hubieran
perseguido siempre idnticos objetivos, probablemente estara justificado restringir la
atencin a sus ms recientes hallazgos. Pero de hecho no ha sido as. En diferentes
momentos los economistas han forjado sus instrumentos e ideas con finalidades
completamente diferentes.
Cada bloque de ideas econmicas fue organizada en torno a conjuntos diferentes de
cuestiones. Las circunstancias que estimularon su formulacin se han alterado
considerablemente por obra de los acontecimientos subsiguientes. Sin embargo, muchas
cuestiones centrales se han replanteado posteriormente, de modo que nos encontramos de
nuevo ante los problemas tericos y retos de poltica econmica con que ellos se
enfrentaron. As, un recorrido por los marcos conceptuales de la economa nos proporciona
un conocimiento de las posibilidades y limitaciones de las mismas, nos equipa para
abordar mejor nuestra actual realidad.
Cada lenguaje, cada sistema de ideas proporciona una visin distinta, no siempre
110
contradictoria entre s, de la naturaleza del universo econmico y de las maneras como los
hombres pueden enfrentarse a l de la forma ms adecuada y efectiva. Contar con tal
conjunto de ideas o marco de referencia resulta imprescindible para acercarnos con
garantas a los acontecimientos econmicos, pues en caso contrario carecemos de criterios
para hacer inteligible cuanto observamos, para aislar los acontecimientos importantes de
aquellos que no lo son.
El desarrollo de cada una de las grandes construcciones tericas ha ido generando
una diversidad de categoras analticas y de conceptos. Estas categoras presentan, dentro
de cada bloque, una coherencia y una consistencia lgica que han dado lugar a conjuntos
de teoras articuladas entre s. Estas teoras cubren, con ms o menos fortuna, la necesidad
de ofrecer explicaciones de los acontecimientos y posibilitar las observaciones pertinentes
de los mismos. En este sentido, puede entenderse la labor de los economistas como la de
construccin de marcos conceptuales o lenguajes.
Retomando la existencia de una pluralidad de corrientes de pensamiento
econmico, en demasiadas ocasiones se las ha presentado como una historia de ganadores
y perdedores, la historia de nuestro pensamiento econmico puede caracterizarse como
una serie de revoluciones (Jonhson, 1978), o de enemigos irreconciliables (Napoleoni,
1973). Ha sido y es sta una interpretacin negativa. La lucha por la hegemona en el
recinto de la Ciencia, casi siempre seguida de resultados anlogos en el campo de las
decisiones econmico-sociales, se ha planteado preferentemente de forma negativa,
extremando las diferencias con otros grupos de economistas, sobre todo en los casos en
que tales diferencias eran tan slo de matiz o de nfasis. Las escuelas se han presentado
como conquistadoras y depositarias de la verdad integral; como el logro magno de la lucha
de la verdad contra el error; las sucesivas escuelas han contribuido a crear la sensacin
de que el pasado -en este caso el pasado concreto de la Ciencia Econmica- no contiene
ms que una suma de errores, con la posible excepcin de tales o cuales autores que
reciben la honrosa distincin de precursores. (Estap, 1964).
Nada ms lejos de nuestra comprensin actual de la Ciencia Econmica. En parte
porque podemos decir que en la ciencia econmica como en otras disciplinas el progreso
cientfico se alcanza menos por negacin que por generalizacin o englobamientos
111
sucesivos. (Jessua, 1991). La llamada por Keynes Economa clsica respecto a sus propias
ideas (Keynes, 1936) y las de ste respecto a los neoclsicos (Rojo, 1984), son muestras de
generalizacin en economa. Aunque, ciertamente no toda la evolucin de las doctrinas
econmicas puede ser contada as. Pues no puede negarse que en ninguna parte exista un
conflicto entre ideas de diferentes corrientes. Es ms, en ocasiones, este conflicto se
encuentra en el seno de una misma corriente; esto es: incoherencia o inconsistencia lgica
(Robinson, 1978).
Pero, junto a esta visin, es tambin conveniente tener en cuenta dos aspectos. Uno
que una corriente de ideas econmicas es capaz de experimentar cambios significativos a
lo largo del tiempo. Estos cambios pueden resultar de la incorporacin de nuevos
elementos no tenidos en cuenta con anterioridad. Un ejemplo, que no ser tratado en esta
revisin, sera la Economa del desarrollo y, ms en particular, la Escuela de la
Dependencia (Furtado, 1971; Seers, 1981). Pero, tambin estos cambios pueden proceder
de cambios en supuestos bsicos. ste sera el caso de la actual situacin de la Economa
del crecimiento econmico (Romer, 1986 y 1990).
Llegados a este extremo y antes de mencionar el segundo aspecto, conviene
recordar que algunos desarrollos de la ciencia econmica han tenido su origen en la
extensin a otros campos de investigacin distintos de los originarios. Estas extensiones
unas veces han sido unidireccionales (por ejemplo los trabajos editados por Antoni
Casahuga (1980) sobre la teora econmica de la democracia), otras bidireccionales
(Hirschman, 1970 y 1981). Otro ejemplo sera la Economa ecolgica (Passet, 1979; y,
Georgescu-Roegen, 1971).
El segundo aspecto que queramos mencionar se refiere al hecho de que muchos de
los paradigmas econmicos son el resultado de la confluencia de ideas procedentes de
diferentes corrientes de pensamiento, econmicas y no econmicas. Ejemplos de ello
seran la anteriormente mencionada Economa ecolgica, la Economa postkeynesiana
(Eichner, 1978), la Economa institucionalista (Piore, 1979; y Hodgson, 1988) o la Escuela
francesa de la Regulacin (Boyer, 1986). Esto evidencia, en parte, que los lenguajes
econmicos no son (siempre) inconmensurables.
112
Este aspecto, junto con lo que hasta el momento hemos visto, nos ha inclinado a
realizar una revisin de ciertas ideas econmicas que consideramos clave. No
realizaremos, pues, una revisin a las diferentes corrientes de pensamiento econmico que
han existido o que existen en la actualidad, aunque en ocasiones nos acerquemos a este
tipo de presentacin. Este recorrido nos permitir mostrar como se han ido construyendo
los marcos conceptuales, los lenguajes de la economa.
Esta decisin tiene su origen en lo que hemos dicho en el ltimo apartado de la
parte referida a la metodologa de la ciencia. Nos permite desarrollar cuanto nos
proponemos con mayor comodidad. Sin embargo, este proceder no est exento de riesgos.
Para superarlos parcialmente, dedicaremos un primer apartado a exponer algunos aspectos
de cmo se explican los economistas. Esta exposicin, incluso, nos libera en parte de la
necesidad de exponer las posiciones metodolgicas de cada una de las corrientes que
trataremos en distintos momentos.
As, para Friedman la idea segn la cual la conformidad de los supuestos de una
teora con la realidad proporciona un medio de contrastacin de la misma es
fundamentalmente errnea.
Los crticos de Friedman argumentan que: a) las predicciones fiables no son la
nica prueba relevante a la hora de evaluar la validez de una teora y, si lo fuesen, sera
imposible distinguir entre las correlaciones genuinas y las espreas; b) la evidencia directa
respecto de los supuestos no es necesariamente ms difcil de obtener que los datos
referentes al comportamiento de los mercados que son necesarios para contrastar las
predicciones, o mejor, que los resultados que obtenemos al examinar los supuestos no son
ms ambiguos que los que se obtienen al contrastar las predicciones; c) los intentos de
contrastar los supuestos pueden proporcionar importantes intuiciones que sern de ayuda a
la hora de interpretar los resultados de las contrastaciones de las predicciones; d) si a lo
nico que podemos aspirar es a la contrastacin de las implicaciones de teoras basadas en
supuestos que claramente se contradicen con los hechos, deberamos exigir contrastaciones
115
117
Introduccin.
A diferencia de la Humanidad, en la Economa existe un perodo preadamita. Sin
embargo, las cuestiones planteadas por el enfoque clsico de la mano de Adam Smith, y la
manera de enfocarlas pertenecen a una concepcin claramente moderna. Con l, y
tambin algunos de sus contemporneos, se inicia una tradicin basada en una
interpretacin analtica de la totalidad del proceso econmico.
La perspectiva clsica proporcion una nueva orientacin a la discusin
econmica, aunque en parte, esta visin puede entenderse e interpretarse como una
extensin de las investigaciones iniciadas por sus inmediatos predecesores (mercantilistas
y fisicratas). Los economistas clsicos continuaron con algunos de los problemas, como
por ejemplo la importancia del excedente econmico, pero le dieron otra interpretacin.
Muchos de los sistemas de ideas econmicas y conceptos que se pueden encontrar en la
actualidad beben en algn sentido de la tradicin clsica o de sus ramificaciones. Por estas
razones iniciamos nuestro anlisis de los lenguajes econmicos con el enfoque clsico.
Enfoque que encuentra sus fundamentos conceptuales en los trabajos de A. Smith, D.
Ricardo, J.S. Mill y K. Marx.
Adam Smith.
En opinin de Napoleoni (1973), cuando la tradicin designa a Adam Smith como
el padre de los economistas, recoge una indudable verdad: de Smith parten todas las lneas
de la bsqueda sucesiva; lo que realmente interesa de este pensador es el haber orientado
casi todos los problemas que deban ser objeto de reflexin sucesiva y, sobre todo, de
haber acercado de modo impresionante la plena comprensin de la propia naturaleza de la
nueva econmica. Todo ello, a pesar de que, para este autor, si se reflexiona sobre el
pensamiento smithiano en su conjunto, no es fcil sustraerse a la impresin de que, en
sustancia, ningn problema ha sido resuelto por l de modo satisfactorio.
118
Para Smith, en todas las dems manufacturas y artefactos, los efectos de la divisin
del trabajo son muy semejantes a los de este oficio frvolo, aunque en muchas de ellas ni
ste puede admitir tantas subdivisiones ni reducirse a una sencillez tan exacta de
operaciones. La agricultura por su naturaleza no admite tantas subdivisiones del trabajo, ni
hay entre sus operaciones una separacin tan completa como entre las manufacturas.
120
121
27 Por mercado pblico se entiende, en toda la obra, generalmente aquel gran teatro de negociacin, permuta, compra y
venta que forman todas las naciones del mundo o todos los individuos de cada nacin entre s.
122
Producto
Demanda
Componente
estable de la
demanda
Tiempo
Por otra parte, en la medida en que la divisin del trabajo supone una inversin en
capital mayor y el capital est tan especializado que no se puede transferir a otros usos
durante las depresiones de la demanda, el desempleo peridico del capital que supone la
inestabilidad tambin ser un freno para la divisin del trabajo. En general, se puede
elaborar un argumento parecido para cualquier factor de produccin que se considere fijo
o cuasifijo. Cuanto mayor sea el peso de los costes fijos, mayor ser la sensibilidad frente a
la inestabilidad de la demanda.
La relacin entre la incertidumbre y la divisin del trabajo se sigue de un conjunto
muy similar de consideraciones. Incluso, cuando la demanda del producto es inestable a lo
largo del tiempo, se pueden estabilizar los programas de produccin y obtener las
economas de divisibilidad mediante variaciones de las existencias, pero la inversin en
existencias ser desalentada cuando las fluctuaciones sean impredecibles. No se estar
dispuesto a mantener existencias si se desconoce el comportamiento futuro de la demanda.
La incertidumbre desalentar, pues, la inversin en factores fijos que parecen acompaar a
la divisin del trabajo.
En resumen, la productividad es una funcin de la destreza, la capacidad de
innovar, el ahorro de tiempo y la especializacin de los factores productivos. Cada una de
stas, asimismo, es una funcin de la divisin del trabajo. La divisin del trabajo es
funcin de la dimensin del mercado, la estandarizacin del producto y la estabilidad y
123
Para Smith, el trabajo es la medida real del valor en cambio de toda clase de
mercancas. Y, la cantidad de trabajo, que equilibradamente una mercanca puede
124
disponer, est determinada por el precio natural de la propia mercanca, es decir, por
aquel precio que corresponde a las tasas naturales del salario, del beneficio y de la renta.
Evidentemente, las tasas naturales del salario, del beneficio y de la renta son tambin
valores de los que sera necesario precisar por qu estn, a su vez, determinados. Por ello,
no se consigue formular una teora del valor de cambio que satisfaga aquel requisito
formal esencial que consiste en determinar los valores a partir de elementos que no
dependen ellos mismos de los valores. En este sentido, como dice Napoleoni, la teora del
valor de Smith es un fracaso.
Pero, en opinin de este mismo autor, existe un segundo sentido en el que la teora
smithiana no es un fracaso. Lejos de ser un fracaso constituye una etapa decisiva del
pensamiento econmico: en el contexto de una teora del desarrollo capitalista, llega a
asumir el significado de criterio para la determinacin de la existencia y de la intensidad
del mismo desarrollo. Es en este sentido en que el concepto de valor adquiere toda su
relevancia como trmino del lenguaje smithiano y del anlisis clsico.
Para quedar completo el modelo smithiano, se requiere una descripcin de los
mecanismos de la transformacin y de los factores que gobernaban la asignacin de la
fuerza de trabajo entre empleos productivos y no productivos. Su previsin de que la
productividad del trabajo subira conforme el mercado se ampliara poda ayudarle slo en
una parte del camino hacia una explicacin de la expansin econmica. El anlisis ms
fundamental del cambio dinmico descansaba sobre la teora de la acumulacin de capital.
convencido, tanto a priori como sobre una base emprica, de que actuaban contra la
prosperidad nacional: las subvenciones, los derechos de aduana, las prohibiciones respecto
al comercio exterior, las leyes de aprendizaje y establecimiento, los monopolios legales,
las leyes de sucesin, que obstaculizaban el libre comercio de la tierra.
Bajo estos criterios, la regulacin y el control estatal, en trminos generales, eran
vistos como perjudiciales. Pues, su efecto final era impedir una ampliacin del mercado y
desviar la actividad econmica de su curso natural. De modo que toda intervencin
gubernativa no era bien vista. En su opinin, muchas de las actuaciones pblicas que
tenan objetivos bienintencionados, acababan generando efectos contrarios. Por ejemplo
las Leyes de Pobres, al exigir la residencia en una parroquia concreta como condicin para
recibir, en su caso, el subsidio, restringan la movilidad de la mano de obra y, por ello,
reducan el crecimiento econmico y la generacin de riqueza distribuible.
Al oponerse a muchas de las prcticas de los gobiernos de la poca, Smith era
coherente con su sistema analtico. Pero las crticas a los gobiernos no se derivaban
directamente de su anlisis, pues cuestionaba en ocasiones el que el laissez faire condujera
al mejor de los mundos posibles. A veces, los intereses privados no regulados -tanto como
los gobiernos- podran comportarse de modo que suprimieran el progreso.
Este aparente conflicto conceptual, es resuelto -en opinin de Barber (1967)mediante la consideracin de que el crecimiento econmico y el orden de competencia se
reforzaban mutuamente. Los controles impedan la existencia de un ambiente de
competencia, y sta, supona Smith, maximiza el crecimiento. Pero el mantenimiento de la
competencia exiga una atmsfera de expansin econmica. El progreso adquira as un
valor tanto instrumental como intrnseco: era el agente cataltico esencial para convertir la
potencial discordia en armona, y el disolvente de las barreras a la competencia efectiva.
Slo entonces podan ser frenadas las tendencias de la oferta a actuar contra el inters
pblico. De forma similar, se requera de un clima de demanda creciente de mano de obra
para neutralizar el poder de los capitalistas para abusar de los trabajadores desorganizados.
Si la competencia era deseable como estmulo para el crecimiento, la expansin
econmica no era menos exigible para promover de un modo efectivo la competencia. No
obstante, para Smith, el crecimiento implicaba otro supuesto que haca innecesarias ciertas
126
actuaciones pblicas. En los beneficios del crecimiento participaban todas las clases
sociales.
En su anlisis general de las funciones propias del Estado, Smith dej bien claro
que restringira las actividades del gobierno. De acuerdo con el sistema de la libertad
natural, el soberano tiene nicamente tres deberes: primero, el deber de proteger a la
sociedad de la violencia y la invasin de sociedades independientes; segundo, el deber de
establecer una administracin de justicia exacta; y, tercero, el deber de erigir y mantener
ciertas instituciones pblicas y determinadas obras pblicas.
Esta tercera funcin supona llevar a cabo una serie de actuaciones que ningn
individuo o pequeo grupo de individuos tendra nunca inters en mantener, ya que los
beneficios que comportaban no podran compensar el gasto de ninguno de ellos, aunque
frecuentemente compensase con creces a la sociedad en su conjunto. Pues, las obras e
instituciones pblicas de esta clase, dice, son aqullas que tienden a facilitar el comercio y
a promover la instruccin del pueblo. Para Smith, la participacin del gobierno en la
educacin general del pueblo contribuira a mejorar la industria, pues mejorara a los
ciudadanos. La educacin pblica era, adems, necesaria para contrarrestar los perniciosos
efectos de la divisin del trabajo y la desigual distribucin de la riqueza.
Por otra parte, Smith -de acuerdo con Viner (1927)- hizo importante concesiones a
la posibilidad de la promocin por parte del gobierno del bienestar general mediante obras
e instituciones pblicas. En muchas ocasiones, Smith apoy las restricciones gubernativas
sobre la iniciativa privada donde no estuvieran involucradas la justicia o la defensa, y
donde el nico objetivo fuese mejorar la direccin que la iniciativa privada daba a la
inversin de capital, el curso del comercio y la utilizacin del trabajo.
En definitiva, siguiendo a Viner, cabe reconocer que Smith no fue un abogado
doctrinario del laissez faire. Vio un amplio y elstico mbito de actividad para el gobierno,
mediante la mejora de los niveles de competencia. Atribuy gran capacidad para servir al
bienestar general a la iniciativa individual aplicada de modo competitivo para promover
fines individuales. Dedic un mayor esfuerzo a su exposicin de la libertad individual que
a explorar las posibilidades del Gobierno. No obstante, Smith se dio cuenta de que el
127
David Ricardo.
Con Ricardo, la Economa poltica pierde la inclinacin emprica que haba sido
tan caracterstica del sistema de Adam Smith, y se vuelve ms austera y abstracta. La
elevada abstraccin del anlisis de Ricardo puede ser fruto de su excesiva preocupacin
por el largo plazo y tuvo como consecuencia un cambio en aspectos formales del lenguaje
utilizado. Esta preocupacin se pone claramente de manifiesto en una carta de ste a
Malthus fechada en 1817:
Me parece que una causa importante de diferencia entre nuestras opiniones
sobre los temas que hemos discutido tan a menudo es que t tienes siempre en tu
mente los efectos inmediatos y temporales de los cambios concretos mientras yo, por
el contrario, dejo completamente de lado estos efectos inmediatos y temporales, para
fijar toda mi atencin en el estado permanente de las cosas, que resultar de ellos.
Quiz t das demasiada importancia a estos aspectos temporales, mientras yo estoy
demasiado dispuesto a minusvalorarlos.
Sin embargo, no existe la menor duda de que los problemas que pusieron en
movimiento el pensamiento de Ricardo fueron eminentemente prcticos y de orientacin
poltica (Spiegel, s.d.). Una prueba de ello se encontrara en el Ensayo sobre la influencia
del bajo precio del grano sobre los beneficios del capital, cuyas pretensiones prcticas y
polticas eran claras: la abolicin de la proteccionista Ley de Cereales.
En esta obra, como generalmente se reconoce, se encuentra la esencia de una parte
significativa del pensamiento de Ricardo, el cual tratar de desarrollar ms ampliamente
en los Principios de economa poltica y tributacin. Esta parte de las ideas de Ricardo
puede encontrarse sucintamente recogida en una carta de octubre de 1814 que Ricardo
dirigi a Malthus:
128
capital. Pero sta no puede perpetuarse indefinidamente. Motivado por los rendimientos
decrecientes del nuevo capital (fijo y circulante) aplicado a tierras cada vez menos frtiles,
la renta aumenta su valor real y monetario, el salario en dinero tambin, y en consecuencia
la tasa de beneficios desciende. Este proceso, llevado a su ltimo extremo, significa un
estado estacionario. Aqu la tasa de beneficios se ha reducido a un mnimo, los capitalistas
no tienen estmulo alguno para acumular. Este resultado final nicamente puede retrasarse,
no evitarse, y son los descubrimientos y nuevos inventos el modo de diferir en el tiempo su
llegada.
Aqu se encuentra uno de los fundamentos claves sobre los que se asienta la
Economa poltica de Ricardo y, tambin, de los economistas clsicos y que,
posteriormente, sern abandonados de la mano de la Economa marginalista.
La Economa poltica ricardiana tiene en la produccin los cimientos sobre los
cuales se desarrolla todo su esquema analtico. Como nos recuerda Pasinetti (1974), la
teora del valor ricardiana descansa fundamentalmente en los costes de produccin
medidos en unidades de trabajo. Ricardo se preocupa exclusivamente de las mercancas
130
131
133
centro en las Leyes de Cereales. Ricardo, al abogar por su abolicin, se vio en la necesidad
de desarrollar todo un esquema analtico y conceptual que pudiese justificar las mismas
dados los perniciosos efectos que, en su opinin, tenan dichas leyes sobre el conjunto de
la economa. Es decir, Ricardo, al oponerse a las Leyes de Cereales, no simplemente
estaba luchando a favor de la libertad de comercio y de movimiento de recursos, sino que
consideraba que afectaban a las posibilidades de una expansin econmica estable.
El mecanismo tena su base en la interconexin existente, en el marco ricardiano,
entre distribucin y crecimiento. Las Leyes de Cereales suponan un elevado precio de los
mismos, cuyas consecuencias inmediatas eran elevar los salarios y las ganancias de los
terratenientes, al poner en cultivo tierras marginales. De este modo se ejerca una presin a
la baja sobre los beneficios de los capitalistas; y, se frenaban las condiciones y
posibilidades de acumulacin de capital. En definitiva, en el caso de Ricardo, al igual que
sucediese en el caso de Adam Smith, el crecimiento econmico era el vector u objetivo
que actuaba como criterio para valorar la oportunidad y repercusiones de distintas
actuaciones pblicas.
No obstante, esa postura ricardiana, adems de propiciar su desarrollo conceptual
sobre la acumulacin de capital, tambin contribuy a la elaboracin de su teora de la
ventaja comparativa; esto es, sus argumentos a favor del libre comercio. Formul stos de
un modo coherente con su enfoque general: comparando las cantidades de trabajo
necesaria para obtener los bienes en el interior de diferentes pases. Si los costes de los
bienes internacionalmente comerciables -expresados desde el punto de vista del factor
trabajo- difieren entre dos pases, cada uno poda beneficiarse especializndose en la
produccin de aquel bien en el que tuviese ventajas comparativas. De este modo, ambos
pases se beneficiaban del comercio internacional. Pero, en el trasfondo de estos
argumentos no se encuentra simplemente la necesidad de reconocer las ganancias
generales de la especializacin y del comercio. Era necesario, sobre todo, advertir la
importancia de que el comercio britnico discurriera por unos cauces que impidieran la
erosin de los beneficios de los capitalistas internos.
No obstante, la efectiva realizacin de los beneficios del comercio internacional
exiga un saneado sistema financiero internacional. Las posiciones ricardianas en materia
134
Comte. De cada uno de ellos tomar una parte y rechazar otras, aunque su proceder sea de
un acercamiento inicial y un posterior alejamiento, cuando no de un claro enfrentamiento.
Junto a ello, hay que aadir su inters por las cuestiones prcticas. Mill puede aparecernos
como un reformista social y un posibilista del desarrollo capitalista. En este punto, hay que
tener presente que el mundo econmico que conoci J.S. Mill haba sufrido un cambio
considerable desde la situacin a la que se enfrentase por ejemplo Ricardo.
La amplitud del pensamiento de J.S. Mill y su preocupacin por las cuestiones
prcticas contribuyeron a que tuviese una posicin eclctica entre sus contemporneos.
Tambin ha dado lugar a divergentes interpretaciones de su labor intelectual por parte de
los escritores del siglo XX. Para los adversarios de la intervencin del gobierno, para los
creyentes en el benthamismo puro, el abandono por Mill del laissez faire doctrinario fue
no slo una apostasa, sino que disminuy tambin su importancia como representante del
liberalismo de principios del siglo XIX. Y a los adversarios rigurosos del laissez faire la
actitud de Mill les pareca demasiado dbil para ser satisfactoria. (Roll, 1939).
Para Spiegel (s.d.), una vez establecida ampliamente la preeminencia intelectual
que debe reconocrsele, no debera sorprender el hecho de que Mill pusiera al servicio de
la Economa poltica una perspectiva compartida por muy pocos economistas del siglo
XIX. Su enorme inters por la posicin del hombre en el mundo y por sus acciones dio una
nueva direccin y un nuevo enfoque a las aportaciones de Mill a la Economa. Sus anlisis
puramente econmicos, que subrayan el crecimiento de la produccin o de la eficiencia
dan lugar a otros nuevos y ms completos en los que destaca la calidad de vida y el pleno
desarrollo del hombre. Mill fue un economista tcnico, y como tal un maestro, pero su
economa tcnica est modelada por sus ideas como filsofo social.
Sin embargo, para Roll (1938), su teora econmica carece del rigor lgico y su
filosofa social de la firme coherencia que son las caractersticas sobresalientes de los
constructores de sistemas. Pero, no obstante sus insuficiencias analticas, Mill dej un
legado extremadamente valioso en su intento de combinar el anlisis con las conclusiones
polticas, en realidad de hacer de aqul un instrumento al servicio de stas.
Por otra parte, la amplia formacin intelectual de Mill le permiti diferenciar las
136
diferentes ramas del saber. Ello incluso a pesar de su estrecha relacin con Comte quien
quera desarrollar una ciencia general de la sociedad.
A pesar del consenso universal acerca de los fenmenos sociales, segn el
cual nada de lo que ocurre en parte alguna de la sociedad deja de influir sobre todas
las dems partes, y a pesar de la suprema ascendencia que el estado general de la
civilizacin y del progreso social en una sociedad determinada tiene, por tanto, que
ejercer sobre los fenmenos parciales y subordinados; no es menos cierto que
diferentes especies de hechos sociales dependen principalmente de diferentes clases
de causas; y por consiguiente no slo pueden estudiarse con ventaja por separado,
sino que as deben estudiarse ...
Hay, por ejemplo, una extensa clase de fenmenos sociales cuyas causas
determinantes inmediatas son principalmente aquellas que actan a travs del deseo
de riqueza; y en las cuales la ley psicolgica dominante es la muy familiar de que se
prefiere la ganancia mayor a la menor ... As puede construirse una ciencia que ha
recibido el nombre de economa poltica. (Logic. II. pp 480-1).
137
Como recuerda Blaug (1968), durante toda la segunda mitad del siglo XIX, los
Principios de Mill fueron la Biblia indiscutida de los economistas. Hacia 1890, el texto de
Marshall empez a desplazar a Mill en los pases de habla inglesa, pero an en 1900 el
libro de Mill continuaba siendo libro de texto bsico en los cursos elementales de
Economa de las universidades britnicas y americanas.
La extraordinaria vigencia del libro fue debida, en gran parte, a su mezcla
de elementos clsicos y anticlsicos. Representaba la sntesis final de la doctrina
ricardiana con muchas cualificaciones y refinamientos introducidos por los crticos
de Ricardo, apuntando lo bastante al coste real del capital y a la influencia de la
demanda en la determinacin de los precios como para permitirse conciliar las
nociones ricardianas con la teora subjetiva del valor. El tratado de Mill abarca casi
todas las ramas de la economa y por ello ocupa un lugar nico en la literatura
econmica. Adems, su altura de tono y elegancia de estilo contribuyeron a reforzar
su autoridad. (Blaug, 1968).
La produccin y la distribucin.
En las observaciones preliminares de sus Principios, J.S. Mill destaca como uno de
los rasgos del mundo econmico en que le toc vivir el hecho que:
... las modernas comunidades industriales, difieren mucho unas de otras en
todas esas particularidades que les son caractersticas. Aunque muy ricas en
comparacin con pocas anteriores, lo son en grado muy diferente. Aun entre
aquellos pases con justicia considerados como los ms ricos, algunos han hecho un
uso ms completo de sus recursos productivos, y han obtenido, en proporcin a su
extensin territorial, un producto mucho mayor que otros; y no slo difieren en la
cantidad de riqueza, sino tambin en la rapidez del crecimiento de sta. Las
diferencias en la distribucin de la riqueza son todava mayores que en la
produccin. Existen grandes diferencias en la situacin de las clases ms pobres de
los diferentes pases y en el nmero relativo y la opulencia de las clases que estn por
encima de los ms pobres. (Mill, 1909).
138
La situacin econmica de las naciones depende para Mill del estado de los
conocimientos fsicos, esto es, de las ciencias fsicas y de las artes que en ellas se basan -la
tecnologa-. Pero tambin tiene causas morales o psicolgicas, que dependen de las
instituciones y de las relaciones sociales.
La produccin de riqueza, la extraccin de los materiales de la tierra, de
los instrumentos para la subsistencia y la felicidad humanas, no es, evidentemente,
cosa arbitraria. Tienen sus condiciones necesarias. De stas, unas son fsicas y
dependen de las propiedades de la materia y del grado de conocimiento de stas que
se posea en un determinado lugar y en determinada poca. stas no las investiga la
economa poltica, sino que las supone, recurriendo a las ciencias fsicas y a la
experiencia ordinaria para fundamentarse. Combinando esos hechos de naturaleza
exterior con otras verdades relacionadas con la naturaleza humana, intenta descubrir
las leyes secundarias o derivadas que determinan la produccin de la riqueza; en las
cuales ha de residir la explicacin de las diferencias de riqueza y de pobreza, tanto
del presente como del pasado, y la razn de cualquier aumento de riqueza que el
futuro nos reserve.
Las leyes de la distribucin, a diferencia de las de produccin, son en parte
otra de las instituciones humanas, ya que la manera segn la cual se distribuye la
riqueza en una sociedad determinada dependen de las leyes o las costumbres de la
poca. Pero si bien los gobiernos o las naciones disponen del poder para decidir qu
instituciones han de existir, no pueden determinar de manera arbitraria cmo
funcionarn esas instituciones. Las condiciones de las cuales depende ese poder que
poseen sobre la distribucin de la riqueza, y la forma en que afectan a la distribucin
los diversos modos de conducta que la sociedad cree conveniente adoptar, son un
objeto tan apropiado a la investigacin cientfica como cualquiera de las leyes fsicas
de la naturaleza. (Mill, 1909).
139
141
significativos.
142
Pero carece de sentido tanto una como otra posicin, pues la obra econmica de
Marx, al igual que las dems grandes obras, no est libre de fallos ni est desprovista de
mritos. Como en cierta ocasin expresase Luis ngel Rojo (1984), es necesario ver su
obra, sobre todo la de su madurez, como un esfuerzo por ofrecer un tratamiento cientfico
de la realidad socioeconmica. En este sentido, cabe recordar que el objetivo ltimo de su
principal obra econmica es, en definitiva, sacar a la luz la ley econmica que rige el
movimiento de la sociedad moderna.
Para Schumpeter (1954), es fcil comprender la razn por la cual tanto sus
partidarios como sus enemigos han interpretado de manera incorrecta la naturaleza de su
contribucin en el campo puramente econmico. Para sus partidarios, que vean en l algo
muy superior al mero terico profesional, habra sido casi una blasfemia dar demasiada
prominencia a este aspecto de su sistema. Para sus enemigos, en el marco de sus
razonamientos tericos, resultaba casi imposible admitir que Marx, en algunas partes de su
obra, hubiese realizado ese tipo de trabajo que tanto valoran ellos mismos cuando procede
de otras manos. Pero, adems, el fro metal de la teora econmica aparece en las pginas
de la obra marxista inmerso en una abundancia tal de expresiones ardientes, que llega a
adquirir una temperatura que naturalmente no le corresponde. Por lo general, todos
aquellos que consideran con desprecio las pretensiones de Marx como terico en sentido
cientfico no tienen en cuenta, por supuesto, el verdadero pensamiento de ste, sino
precisamente esas mismas expresiones, su apasionado lenguaje y sus vehementes
acusaciones contra la explotacin y la depauperacin.
Tras un anlisis crtico, Schumpeter (1954) cierra el estudio de Marx economista
diciendo:
Primero: la obra de Marx, desde el punto de vista exclusivo del anlisis
econmico, no puede ser considerada como un xito absoluto; y segundo: que si se
considera desde el punto de vista de las contribuciones tericas audaces, no puede
decirse que sea por completo un fracaso.
..., aunque Marx se equivoc frecuentemente... , sus crticos estuvieron muy
lejos de tener siempre razn.
..., debe apuntarse tambin en su favor la contribucin que hizo, tanto
crtica como positiva, a un gran nmero de problemas particulares.
143
Los medios de produccin y el valor de la fuerza de trabajo son los objetos en que
se materializa la inversin capitalista y, ambos se constituyen en capital (constante el
primero y variable el segundo). Durante la produccin, el capital constante pasa al
producto el valor que lleva incorporado y que fue pagado; mientras que el trabajo pasa un
valor superior al de la fuerza de trabajo. El trabajo es la nica fuente de plusvala y, por
tanto, origen nico del beneficio. Y, en el mantenimiento de la diferencia entre el valor de
cambio y el valor de uso de la fuerza de trabajo interviene la competencia que el ejrcito
145
v+c
Esta es una nocin similar a la clsica, pues se expresa como el porcentaje del
rendimiento sobre los pagos anticipados a los trabajadores, as como los costes corrientes
de materias primas y capital constante. La mayor parte del anlisis dinmico de Marx
descansa en el comportamiento esperado de estas relaciones.
Tres modos diferentes de contemplar los procesos de produccin de valor y los
procesos de produccin son los llamados tres circuitos del capital: del capital-mercanca
(M-M), del capital productivo (CP-CP) y del circuito monetario (D-D). Estos circuitos,
similares a un esquema circular de la renta, permiten plasmar un proceso dinmico en el
que tienen lugar las actividades de acumulacin y crecimiento de variables reales y
monetarias (Desai, 1974).
El circuito D-D es el ms importante en la produccin mercantil, pues manifiesta
la bsqueda del beneficio. Comienza con la compra de mercancas que constituyen el CP y
termina con la venta de output (M) y la realizacin de una suma de dinero (D). El
plusvalor o autoexpansin del capital tiene lugar en el tramo intermedio en el que los
inputs son usados como capital. El cambio D-T, dinero por fuerza de trabajo, constituye la
relacin social fundamental. Esta relacin de intercambio esconde relaciones de clase.
Aunque la relacin social fundamental tiene lugar en el intercambio D-T, la
produccin de plusvalor se realiza en la parte intermedia del circuito. En ella tiene lugar el
proceso de produccin que transforma las mercancas inputs (M) [con inclusin de trabajo
(T) y materiales de produccin (MP)] en capital productivo para generar un output (M):
146
T
D
MP
CP
T
M
MP
CP
147
esperar a los escritos regulacionistas franceses de la segunda mitad de este siglo para
reinstaurar la importancia de las modalidades del proceso de trabajo y la conexin de stos
con los distintos regmenes de acumulacin. As, la obra de Benjamin Coriat de 1979, El
taller y el cronmetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la produccin en masa,
tiene por objeto mostrar, para un caso histrico dado, la relacin que existe entre proceso
de trabajo y acumulacin del capital. Esto es, analizar las tcnicas de organizacin del
trabajo, por un lado, y las teoras y modelos econmicos del crecimiento, por otro, con el
propsito de mostrar sus relaciones.
Y si hay una contribucin propia en este trabajo, reside en esto: recordar la
concatenacin particular que conduce de las mutaciones introducidas en el proceso
de trabajo por el taylorismo y el fordismo a las que van a afectar a la acumulacin de
capital. Pues slo con esta condicin puede definirse de manera precisa el concepto
de produccin en masa.
148
29 Marx no dijo explcitamente en ninguna parte que la tasa de plusvala deba considerarse como una constante ni
demostr que fuera el 100 %. Mantuvo, sin embargo, que la mecnica interna del sistema capitalista impeda reducciones
en la tasa establecida de plusvala, como no fueran transitorias (Barber, 1967).
149
Un ltimo aspecto a tratar se refiere al anlisis de las crisis. El anterior circuito DD puede verse interrumpido en varias fases, dando lugar a distintas modalidades de crisis.
stas seran, en trminos generales, crisis de realizacin -acumulacin de existencias-.
Pero junto a sta, evidentemente, exista una crisis de tipo clsico debida a la cada en la
rentabilidad que reduce el incentivo de los capitalistas a la acumulacin 30. Por otra parte,
Marx ofreca una teora de la crisis final del capitalismo que descansaba ms en supuestos
filosficos que en su anlisis econmico.
***
30 Un punto sobre el que no existe consenso en la literatura es si el anlisis de Marx contena una teora del ciclo
econmico.
150
Introduccin.
La inmensa mayora de la literatura especializada, pese a utilizar la expresin
revolucin marginalista, niega que el marginalismo fuese efectivamente revolucionario,
en el sentido de un cambio sbito y rpido. Ms bien parece tratarse de un movimiento
lento, de una larga transicin que tendra sus inicios en las dos primeras dcadas del siglo
XIX, pero se evidenciara a principios del siglo XX.
El que se retrasara tanto tiempo la aceptacin del anlisis marginal refleja tanto la
inercia y la resistencia al empleo de las matemticas, como una doble falta de
comunicacin: la poca atencin prestada a las aportaciones de los que trabajaban fuera de
una incipiente comunidad cientfica que estaba en vas de alcanzar una consideracin
profesional y la insuficiente informacin existente dentro de esta comunidad y de una rama
nacional a otra (Spiegel, s.d.).
A la vuelta del siglo, esta revolucin haba hecho su camino, tanto la estructura
conceptual de la Economa como su mtodo diferan enormemente de la Economa
poltica de los clsicos. Los cambios en los objetivos y problemas de la investigacin
forzaron, al tiempo que estuvieron propiciados por cambios en los conceptos y categoras
analticas. Se abandon la teora del valor-trabajo y, con la ayuda de un nuevo principio
unificador, se consigui la integracin de las teoras del consumidor y de la empresa y,
tambin, la integracin de las teoras del valor y de la distribucin, que en el pensamiento
clsico haban sido relacionadas slo en forma muy tenue. El principio unificador, del que
se poda disponer ahora, era el principio marginalista. Este principio resultaba til tambin
si se aplicaba a la teora de los precios y a la teora de los mercados, y sealaba el camino
hacia el establecimiento de posiciones ptimas tericas, o equilibrios, en las que
productores y consumidores pudieran maximizar magnitudes tales como la satisfaccin o
los ingresos netos. Se dio menor preponderancia al crecimiento econmico. En su lugar, el
151
intento de fijar las posiciones de equilibrio se hizo suponiendo unas cantidades totales de
recursos determinadas. La Economa poltica se convirti en la ciencia que trataba de la
colocacin de una determinada cantidad de recursos totales, con lo que dej de prestarse
demasiada atencin a la cuestin de cmo determinar dicha cantidad y de cmo
incrementarla (Spiegel, s.d.).
A partir de 1870, los economistas empezaron a proponer, de manera tpica, una
oferta dada de factores productivos, determinada independientemente por elementos
ajenos al alcance de su anlisis. La esencia del problema econmico consista en intentar
descubrir las condiciones que hacan posible distribuir unos servicios productivos dados
entre usos competitivos con resultados ptimos, en el sentido de maximizar las
satisfacciones de los agentes econmicos. Esto hizo que no se tomaran en consideracin
los efectos de los aumentos, en cantidad y calidad, de los recursos y de la expansin
dinmica de las necesidades, efectos que los economistas polticos clsicos haban
considerado como el sine qua non del bienestar econmico creciente. Por primera vez, la
Economa se convirti realmente en la ciencia que estudia las relaciones entre fines dados
y medios escasos dados que poseen usos alternativos. Concepcin que alcanzara su
mxima expresin aos ms tarde con la obra de Lionel Robbins (1932). Pero, a partir de
aquel momento, al decir de Blaug (1968), la teora clsica del desarrollo econmico fue
sustituida por el concepto de equilibrio general dentro de un marco esencialmente esttico.
La importancia de la teora de la utilidad marginal consisti en proporcionar el
arquetipo del problema de la distribucin con una efectividad mxima. Poco despus, el
mismo enfoque se extendi de la unidad de consumo a la empresa, de la teora del
consumo a la teora de la produccin. La teora de la utilidad marginal proporcion gran
parte de la excitacin descubridora en las dcadas de los setenta y ochenta del siglo XIX.
Pero lo que realmente seal la lnea divisoria entre la teora clsica y la economa
moderna fue la introduccin conceptual del anlisis marginal (Blaug, 1968).
El principio en discusin es el de igualacin de valores marginales: al dividir una
cantidad fija de cualquier cosa entre un cierto nmero de usos competitivos, la distribucin
eficiente requiere que cada cantidad del dividendo sea repartida de tal manera que la
ganancia obtenida al destinarla a un uso sea igual a la prdida causada por el hecho de
152
retirarla de otro. Tanto si nos referimos a la asignacin de una renta dada entre un nmero
determinado de bienes de consumo, como a la de una cantidad fija de dinero entre cierto
nmero de factores productivos, o a la de un perodo de tiempo entre el trabajo y el
descanso, el principio siempre es el mismo. Adems, en cada caso, el problema de la
asignacin posee una solucin mxima tan solo si el proceso de trasladar una unidad del
dividendo a un nico uso, entre todos los posibles, se halla sujeto a resultados
decrecientes.
En la teora de la economa domstica se obtiene una situacin ptima cuando el
consumidor ha distribuido su renta dada de tal manera que las utilidades marginales de
cada unidad monetaria de compra sean iguales; la ley de la utilidad marginal decreciente
asegura la existencia de dicho ptimo. En la teora de la empresa se obtiene un resultado
ptimo cuando se igualan los productos fsicos marginales de cada unidad monetaria
gastada en la compra de factores; la ley de la productividad marginal decreciente
desempea, en este caso, el mismo papel que el de la utilidad marginal decreciente en la
teora de la demanda. Ambos ejemplos no son ms que aplicaciones particulares del
principio equimarginal. Toda la economa neoclsica no es ms que la formulacin de este
principio en nuevos contextos, junto con la demostracin cada vez ms amplia, de que, en
presencia de condiciones definidas, la competencia perfecta produce, realmente, una
distribucin equimarginal de gastos y recursos (Blaug, 1968).
Los economistas tericos dirigen su atencin al anlisis del comportamiento
econmico, enfocndolo sobre el de las unidades que toman decisiones y sobre la forma en
que las elecciones de los agentes econmicos se convertan en un proceso ordenado. Con
esta concentracin sobre el comportamiento de las pequeas unidades del sistema, la
microeconoma pas al centro de la escena (Barber, 1967).
En la nueva Economa, la teora de la distribucin fue relegada a un simple aspecto
de la teora general del valor. Se recompensa a los factores porque son escasos en relacin
con los deseos de los consumidores de los bienes que aquellos pueden producir. El proceso
de produccin y distribucin slo tiene importancia en cuanto modifica la posibilidad de
eleccin de los consumidores. La demanda de factores es una demanda derivada; dada la
oferta de factores y dados sus coeficientes tcnicos de transformacin, los precios de los
153
servicios productivos y de los bienes de consumo vienen determinados por los deseos de
los consumidores. Por lo tanto, no parece que haya lugar para un anlisis especial de valor
de cada uno de los factores de la produccin. Precisamente las mayores crticas de los
escritores de este perodo contra los autores clsicos se basan en que stos elaboraron una
teora especial de la distribucin.
Los economistas clsicos escribieron frecuentemente como si la distribucin
precediera, en un sentido causativo, a la valoracin de los productos. Por el contrario, los
primeros marginalistas, en especial los miembros de la Escuela Austriaca, afirmaron que el
orden causal era el inverso, de tal manera que la renta de los factores productivos sera el
resultante de los precios en el mercado de los productos.
La teora econmica marginalista consigui, en opinin de Blaug (1986), mayor
generalidad y economa de razonamiento al explicar, sobre la base de un solo principio,
tanto los precios de los factores como los del producto. Abarc tanto los bienes
reproducibles como los no reproducibles, tanto los costes constantes como los costes
variables. Pero, en ocasiones, se torn ms restrictiva que la economa clsica.
... por ejemplo, consider la oferta de trabajo como un dato. Adems, su
jactancia de una mayor economa de medios tericos fue reducindose poco a poco
en las dcadas subsiguientes. La contribucin de Bhm-Bawerk a la teora del inters
puede reducirse a la proposicin de que el mercado de capital presenta problemas
nicos, a causa de la omnipresencia del factor descuento temporal. Marshall observ
y estudi las particularidades del trabajo. En cada caso se aducen elementos
especiales, ausentes en la mayora de los mercados de productos, para explicar las
caractersticas de los mercados de trabajo y de capital. Estas dificultades
desaparecen en su mayor parte cuando la oferta de recursos es un dato al empezar el
anlisis. Pero, tan pronto, como abandonamos el reino del anlisis a corto plazo y
nos adentramos en las cuestiones clsicas de la acumulacin de capital y crecimiento
de la poblacin, la pretensin de que la teora de la distribucin no es sino un
aspecto particular de la teora del valor parece tener solo significacin formal.
(Blaug, 1968).
154
157
En 1871, Carl MENGER llamaba utilidades o cosas tiles a aqullas que tienen la
virtud de poder entrar en relacin causal con la satisfaccin de las necesidades humanas.
En aquellas cosas en que el hombre reconozca esta conexin causal y tenga, al mismo
tiempo, el poder de emplearlas en la satisfaccin de sus necesidades, las llam MENGER
bienes. As pues, en su opinin, una cosa alcanza la cualidad de bien si en ella confluyen
las cuatro condiciones siguientes, a saber: a) existencia de una necesidad humana; b) que
la cosa tenga cualidades que la capaciten para mantener una relacin o conexin causal
con la satisfaccin de dicha necesidad; c) un conocimiento por parte del hombre de esta
relacin causal; d) un poder de disposicin sobre la cosa, de tal modo que pueda ser
utilizada de hecho para la satisfaccin de la mencionada necesidad. En definitiva, cuando
no confluyen todas y cada una de estas cuatro condiciones una cosa no alcanza o pierde su
cualidad de bien (Menger, 1871).
Sin embargo, esta relacin de las cosas con los hombres no es, ni debe ser,
necesariamente una relacin inmediata. Puede ser tambin una relacin mediata. De ah
que Menger nos hable de bienes de primer orden, bienes de segundo orden, de tercer
orden, ... y bienes de rdenes superiores. Este orden indica tan slo que un bien contemplado desde la perspectiva de una determinada utilizacin del mismo- tiene una
relacin causal unas veces cercana y otras ms distante respecto de la satisfaccin de una
necesidad humana, y que no se trata, por tanto, de una propiedad inserta en el bien. Lo
primordial, a nuestro entender [nos dir Menger], es la comprensin de la conexin causal
entre los bienes y la satisfaccin de las necesidades humanas y de la relacin causal ms o
menos directa de los primeros respecto de las segundas. (Menger, 1871).
158
159
entre el costo y la utilidad, y con ella el principio fundamental del curso unitario del
proceso econmico recibe as una solucin sencilla y brillante.
La importancia de Walras radica en que fue el primero en intentar construir,
mediante un sistema de ecuaciones, un modelo completo del equilibrio general de los
precios y de los cambios. Este equilibrio se define como una situacin tal en la que ni los
consumidores ni los productores tengan inters en modificar las cantidades de bienes y
servicios que demandan o que ofrecen en los diversos mercados, lo cual permite considerar
esta situacin como una situacin normal, que nicamente podr ser modificada por la
intervencin de causas exteriores al sistema de cambios.
En la construccin del modelo, Walras utiliza la ley de igualacin de las utilidades
marginales ponderadas de los bienes con los precios de los productos. Para expresar
matemticamente los factores de los que depende la oferta de bienes, utiliz la teora de
los servicios productivos de Jean-Baptiste Say. Considerar las cantidades de servicios
ofrecidos en la situacin de equilibrio como funciones de los precios de los bienes y
servicios, basndose en una ley igual a la precedente (la venta de una unidad de un servicio
comporta para su poseedor una privacin de utilidad).
La oferta de servicios es una funcin del precio de stos. Walras supone que las
cantidades de servicios productivos necesarios para la fabricacin de una unidad de cada
bien son magnitudes determinadas a las que denomina coeficientes de fabricacin. De esta
forma puede decir que existe una relacin precisa entre los precios de equilibrio de los
diversos bienes y las cantidades demandadas de los diferentes servicios.
En la primera edicin de su obra, Walras admita que los coeficientes de
fabricacin son magnitudes constantes, independientes de los precios de los servicios
productivos. Ms tarde complet su modelo introduciendo la idea de la variabilidad de los
coeficientes de fabricacin. stos, dice, son unas determinadas funciones de los precios de
los factores de produccin, puesto que cada empresa emplea una cantidad tal de cada
servicio, de forma que su productividad marginal sea igual a su precio. Esto es, la ley por
la cual las productividades marginales de los factores de produccin deben ser siempre
iguales a sus precios. De este modo se determina las cantidades de los distintos servicios
160
Alfred Marshall.
Para Keynes, Marshall fue el primer gran economista de pura sangre que existi,
el primero que consagr su vida a la construccin de la Economa como ciencia en s,
asentada en fundamentos propios, y con el mismo alto nivel de precisin cientfica de la
fsica o la biologa. Pero, ms an, result imposible que, despus de l, la Economa
volviera a convertirse en una de tantas materias del bagaje del estudioso de filosofa moral,
en una de tantas ciencias morales. Marshall no qued satisfecho hasta que alcanz una
victoria completa en 1903 con la creacin de una facultad y un tripo separado para la
Economa y las materias afines de ciencia poltica. Y, ello a pesar de que lleg
inicialmente a la Economa a travs de la tica, como l mismo reconoci en un esbozo
retrospectivo de su historia intelectual que tomamos de Keynes (1972):
De la metafsica pas a la tica y vi que no era fcil la justificacin de las
condiciones existentes de la sociedad. Un amigo, gran lector de obras de lo que
entonces se llamaban ciencias morales, repeta una y otra vez: Ah!, si supieras algo
de Economa poltica, no hablaras as!. De modo que le la Economa poltica de
Mill y qued entusiasmado. Tena dudas sobre la justificacin intrnseca de la
desigualdad, no tanto de las comodidades materiales, cuanto de la oportunidad.
Luego, durante las vacaciones, visit los barrios ms pobres de diversas ciudades y
recorr una calle tras otra mirando los rostros de los ms humildes. Inmediatamente
despus decid abordar con todas mis energas el estudio de la Economa poltica
Los Principios.
Para Blaug (1968), la importancia de la aportacin de Marshall se ve condicionada
por el punto de vista. Juzgada con las estrictas exigencias de la teora econmica actual, es
una obra que deja bastante que desear. Marshall, en su esperanza de que le leyeran los
hombres de negocios, escondi en notas y apndices los aspectos ms destacables de sus
Principios de Economa, utiliz una lenguaje que impeda resaltar los aspectos novedosos
de los trillados.
Los Principios constituyen un estudio de la teora esttica microeconmica, pero
recuerda continuamente al lector que sta no puede captar las cuestiones vitales de la
poltica econmica. Para Marshall era necesaria una biologa econmica: el estudio del
sistema econmico como un organismo que evoluciona en el tiempo histrico. Por esta
161
razn, esta obra est llena de comparaciones entre el mundo econmico, el mundo fsico y
el mundo biolgico. Sirva como ejemplo la siguiente cita extrada de sus Principios:
existe, al menos, una unidad fundamental de accin entre las leyes de la
Naturaleza en el mundo fsico y en el moral. Esta unidad central se manifiesta en la
regla general, que tiene pocas excepciones, de que el desarrollo del organismo, ya
sea social o fsico, envuelve una subdivisin siempre creciente de funciones entre sus
diferentes partes, por un lado, y una ms ntima relacin entre ellos, por otra. Cada
parte se basta cada vez menos a s misma, depende cada vez ms de las restantes
partes, de modo que cualquier desorden que se produzca en una de las partes de un
organismo altamente desarrollado afectar tambin a todas las dems.
Sin embargo, siguiendo a Blaug, debe juzgarse tambin su aportacin no slo por la
resolucin de viejos problemas sino tambin por el estmulo que proporciona a los
estudiosos posteriores. En este sentido, los Principios de Marshall es uno de los libros
mejores y ms duraderos en la historia de la Economa.
La contribucin de los Principios puede presentarse esquemticamente en cinco
puntos. En primer lugar, cierra una vieja polmica relativa a la determinacin del precio y
el papel que en sta jugaban la demanda y el coste de produccin. Despus del anlisis de
Marshall, para la mayora de la profesin, no hubo nada ms que decir al respecto. Con
conceptos gemelos de oferta y de demanda, Marshall dispona de los necesarios elementos
para explicar la formacin del precio. En el punto de interseccin de ambas curvas
quedaba determinado el precio de equilibrio. Marshall compar estas dos curvas a las
hojas de unas tijeras y observ que sera igual de razonable discutir sobre si es la hoja de
arriba o la de abajo la que corta un papel, como si es la utilidad o el coste de produccin
quien determina el valor.
De este modo, en apariencia tan simple, barri de golpe una buena parte de los
conceptos de la Economa poltica clsica. Ahora, la esencia de un sistema econmico no
consista en la produccin de bienes sino en la satisfaccin. Se torn innecesaria la
bsqueda de una medida invariante de valor y, por ello, desapareci una de las
problemticas terminolgicas mayores de la Economa poltica clsica. La medida del
valor era la que el pblico manifestaba en sus actos de compra. Tambin sirvi para cerrar
otros debates en torno a conceptos que no hemos aludido, como los bienes materiales e
inmateriales, el trabajo productivo y el improductivo, dejaron de ser tema de discusin.
162
Marginalidad y sustitucin.
Frente a esta prdida de conceptos, surgieron o se consolidaron otros. La idea
general que subyace de que el valor se determina en el punto de equilibrio entre demanda y
oferta se va extendiendo hasta descubrir todo un sistema copernicano, gracias al cual todos
los elementos del universo econmico se mantienen en su lugar mediante contrapesos e
interacciones mutuas. La teora del equilibrio econmico se consolid y se convirti en un
instrumento de pensamiento eficaz gracias a dos poderosos conceptos subsidiarios: la de la
marginalidad y la de la sustitucin.
El concepto de marginalidad se extendi ms all del original campo de la utilidad
para describir el punto de equilibrio en condiciones dadas de todo factor econmico que
pueda ser susceptible de pequeas variaciones respecto a un valor dado, o en su relacin
funcional a un valor dado. La nocin de sustitucin se introdujo para describir el proceso
mediante el cual se restablece o alcanza el equilibrio. La idea de sustitucin marginal no
era aplicable nicamente a las alternativas de consumo, tambin existan dichas
alternativas entre los factores de produccin. Este modo de proceder obtuvo resultados
extraordinariamente fecundos.
Pero algo ms puede aadirse:
...podemos recordar la doble relacin que los diversos agentes de
produccin guardan entre s. Por una, son a menudo rivales: cualquiera que sea ms
eficiente que otro, en proporcin a su coste, tiende a sustituirle, y de ese modo, limita
el precio de demanda del mismo. Y, por otra parte, cada uno de ellos constituye el
campo de empleo para los dems; no existe campo de empleo para uno de ellos que
no sea proporcionado por los dems; el dividendo nacional, que es el producto
conjunto de todos y que aumenta con la oferta de cada uno de ellos, es tambin la
nica fuente de demanda para cada uno de los mismos.
Y,
[la] dependencia de los salarios de cada grupo de trabajadores, del
nmero y de la eficiencia de los dems, constituye un caso especial de la regla
general que establece que el medio ambiente (o coyuntura) desempea un papel
coordinado, al menos, con la energa y capacidad del hombre en la regulacin del
producto neto, al cual sus salarios se aproximan bajo la influencia de la competencia.
El producto neto al cual se aproximan los salarios normales de cualquier
grupo de trabajadores debe calcularse suponiendo que la produccin se ha llevado
hasta el lmite, en que lo producido puede venderse precisamente con un beneficio
normal, pero no ms, y debe calcularse con relacin a un trabajador de eficiencia
normal, cuya produccin adicional proporcione a un patrono de capacidad, fortuna y
recursos normales, un beneficio normal, pero no ms. (Marshall, 1920).
163
164
Las distintas nociones de tiempo tenan como objetivo trazar una lnea continua que
recorriera y conectara las aplicaciones de la teora del equilibrio de la demanda y de la
oferta con los diversos perodos de tiempo. El primer perodo de tiempo establecido por
Marshall era excesivamente corto para que el productor pudiese hacer un cambio en su
produccin como respuesta a un cambio en los precios. En el segundo tipo, permita un
cierto ajuste en la produccin, modificando la intensidad con que se utilizaba la planta.
Pero, para expandir la capacidad productiva, se requera del largo plazo.
La naturaleza de esta clasificacin del tiempo econmico carece de toda semejanza
con la de los economistas clsicos. stos estaban interesados en el cambio histrico. El
tiempo en Marshall es tiempo lgico, ajeno al calendario: el largo plazo es el espacio de
tiempo suficiente para llevar a cabo el reajuste en la escala de la planta necesario para
producir un nuevo equilibrio de mercado, tras la perturbacin del anterior equilibrio.
El corto plazo dura demasiado poco para que pueda permitir variaciones en la
capacidad, pero en cambio, es lo suficientemente largo para permitir variaciones en el
grado de utilizacin de la capacidad. Es en el corto plazo donde el problema del tiempo es
ms dificultoso. En el equilibrio a largo plazo los ajustes son completos y, por lo tanto,
independientes de perodos particulares de tiempo. Sin embargo, en el corto plazo, los
problemas dinmicos que caracterizan a los ajustes temporales constituyen el centro del
problema. Por una parte, es difcil establecer los lmites de cada tipo de tiempo, pues es
probable que la expansin de la capacidad y las variaciones en el grado de utilizacin de la
capacidad existente se efecten simultneamente. Por otra, los ajustes en el corto plazo
difieren segn que la variacin del precio esperada sea temporal o permanente, las
expectativas afectan el proceso de ajuste. Tambin, existe una asimetra en las respuestas
de los productores respecto a aumentos o disminuciones de precios.
externa. Los cuales sern sumamente fructferos en campos como la Economa del
bienestar, la Economa regional y urbana y la Economa industrial.
Podemos dividir las economas que proceden de un aumento en la escala de
la produccin de cualquier clase de bienes en dos clases, a saber: primera, aquellas
que dependen del desarrollo general de la industria, y, segunda, las que dependen de
los recursos de las empresas a ella dedicadas, de la organizacin de stas y de la
eficiencia de su direccin. Podemos llamar a las primeras economas externas; y a las
segundas, economas internas. ... aquellas economas externas ... pueden a menudo
lograrse mediante la concentracin de muchos pequeos negocios de carcter
semejante en localidades particulares, o sea, como generalmente se dice, por la
localizacin de la industria. (Marshall, 1920).
167
Introduccin.
Joseph A. Schumpeter (1883-1950) signific, en la Historia del Pensamiento
Econmico, la ruptura con la orientacin doctrinaria predominante en su poca. Aunque
discpulo de Bhn-Bawerk, no perteneci, en absoluto, a la escuela austraca. Tanto su
metodologa como los problemas considerados relevantes son antagnicos con los
expresados por los marginalistas. Presenta, profesionalmente, un verdadero abanico de
dedicaciones. Profesor universitario; dirigi un despacho de abogados en El Cairo;
Ministro de Finanzas en Austria -en un gobierno socialista-; fundador de un pequeo
banco, cuyo fracaso lo resolvi con el cambio de domicilio de Austria a Estados Unidos,
donde fue profesor, contando entre sus estudiantes con P. Sweezy y P. Samuelson.
Schumpeter justific las visitas al cuarto trastero -estudio de la Historia de la
Ideas Econmicas- por sus ventajas pedaggicas, las nuevas ideas que puede aportar y por
la mayor comprensin que permite de los modos de proceder del espritu. As, una primera
reflexin sobre el estudio de la evolucin de las Ciencias Econmicas se recoge en su obra
Sntesis de la Evolucin de las Ciencias Sociales y sus mtodos, posteriormente ampliada
en su Historia del Anlisis Econmico. Otras de sus obras son: Teora del
desenvolvimiento econmico (1912) y Capitalismo, socialismo y democracia (1942). En la
primera de stas dos, estudia los factores desencadenantes del proceso de desarrollo
capitalista. Y, en la ltima de las obras mencionadas, pasa revista a la tendencia del orden
capitalista, que, en su opinin, no es otro que su desaparicin, sobre cuyos escombros se
erigir, por razones sociolgicas, que no econmicas, el socialismo:
... las realizaciones presentes y futuras del sistema capitalista son de tal
naturaleza que rechazan la idea de su derrumbamiento bajo el peso de la quiebra
econmica, pero que el mismo xito del capitalismo mina las instituciones sociales
que lo protegen y crea, inevitablemente, las condiciones en que no le ser posible
vivir y sealan claramente al socialismo como su heredero legtimo. (Schumpeter,
1942).
168
169
Competencia y monopolio.
La actividad innovadora tiende a constituir posiciones de cuasi-monopolio en favor
de los empresarios innovadores, y ste tambin es un importante estmulo a la innovacin.
Tales posiciones, en tanto estn relacionadas con la actividad innovadora, y en principio
Schumpeter consider que necesariamente tenan una naturaleza temporal y venan, con el
paso del tiempo, a ser liquidadas por la actuacin de la competencia. Sin embargo, con el
transcurrir del desarrollo capitalista, se haca ms evidente que las posiciones de
monopolio permanecan, se reforzaban y asuman un papel cada vez ms relevante en las
economas capitalistas. As, en Capitalismo, socialismo y democracia, Schumpeter atena
172
173
econmico) es la forma que el desarrollo asume en la era del capitalismo ... el movimiento
del sistema econmico no procede de una manera continua y sin obstculos. Se verifican,
sin embargo, movimientos contradictorios, contragolpes, sucesos de naturaleza muy
diversa, que obstaculizan el camino del desarrollo.
La razn de esto debe buscarse en el hecho de que las innovaciones no se
distribuyen uniformemente en el tiempo, sino que lo hacen de modo discontinuo, a grupos
o a saltos. Por qu los empresarios aparecen arracimados y no en cambio de modo
continuo, singularmente, en cada intervalo oportunamente elegido? Exclusivamente
porque la aparicin de uno o de algunos empresarios facilita la aparicin de otros, y stos
la de otros todava ms numerosos de manera siempre creciente. Esto tiene lugar por
diversos motivos:
a) por la resistencia social que debe ser rota al introducir una innovacin y una vez sta se rompe,
resulta ms fcil introducir otras innovaciones;
b) los empresarios son tanto ms propensos a introducir innovaciones cuanto mayor es el nmero de
aquellos que la han introducido, pues, los mrgenes de incertidumbre se reducen;
c) la introduccin de innovaciones en un sector estimula el proceso innovador tambin en los
sectores que estn relacionados con l;
d) al mismo tiempo que los primeros empresarios introducen la innovacin, la demanda de bienes
(sobre todo de inversin) se amplia. Es introducido en el mercado un nuevo poder de compra
sobre todo a travs del sistema bancario -que proporciona a las empresas innovadoras los medios
necesarios para introducir las innovaciones. De esta manera se crea un clima de confianza, es
decir, se originan para el conjunto del sistema condiciones de boom y, por tanto, ocasiones
favorables para introducir nuevas inversiones e innovaciones.
174
como adaptacin a las variaciones de los datos que se verifican como consecuencia del
boom. Las depresiones aparecen como una consecuencia del boom, como una fase de
reflexin, de necesaria readaptacin del interior del sistema a la nueva situacin que la
oleada de innovaciones ha determinado.
Analicemos ms de cerca el desarrollo del conjunto del proceso de crecimiento y
desarrollo cclico:
Fase de auge. La aparicin de los primeros empresarios innovadores tiene el efecto de aumentar la
demanda de factores productivos determinando un alza en sus precios y de los de los otros productos en cuya
obtencin intervienen. Los empresarios, para innovar, deben sustraer factores productivos de los canales
normales en los que, en el flujo circular, stos se encuentran utilizados, y esto es posible por la creacin de
nuevo poder de compra por parte del sistema bancario. En la economa se busca producir ms para hacer
frente al aumento de demanda, se crea un clima de confianza que hace que el sistema bancario aparezca
dispuesto a ampliar la concesin de crdito; se dan condiciones favorables para la aparicin de nuevos grupos
siempre ms numerosos de empresarios que introducen ulteriores innovaciones o imitan las ya introducidas; la
euforia general viene, adems, incrementada por movimientos especulativos, que en tales circunstancias
tienden a verificarse. Se determina de este modo los fenmenos tpicos de la fase de expansin acelerada.
Fase de recesin. Despus de cierto tiempo, llegan al mercado los resultados del proceso innovativo
y del boom que el mismo ha determinado. El valor de la oferta aumenta en mayor medida que el mayor poder
de compra creado precedentemente; el incremento particular de cada empresa llega al mercado casi en el
mismo perodo de tiempo, determinando as una tendencia deflacionista. Adems, en el mismo periodo, los
primeros empresarios innovadores y sus inmediatos imitadores estn en condiciones, utilizando los beneficios
realizados, de devolver las deudas contradas con la banca al principio del proceso innovador. La cada de los
precios reduce el beneficio empresarial y el estmulo para la inversin e innovacin. El proceso expansivo
comienza a frenarse y, finalmente, se detiene. Tienen lugar las primeras quiebras de las empresas que no han
introducido las innovaciones o lo han hecho con excesivo retraso. Los bancos no estn dispuestos a conceder
prstamos y, adems, exigen la devolucin de los anteriores. El sistema cae en una situacin de incertidumbre,
que dificulta la formulacin de previsiones y de oportunas lneas de conducta. sta es una fase depresiva que,
en los casos ms graves, con la incertidumbre degenera en pnico y puede desembocar en crisis.
Pero, segn Schumpeter, los perodos de depresin no deben juzgarse como ceses
en la fase de prosperidad. Durante las depresiones, de hecho, el sistema econmico tiene
una forma de adaptarse a la nueva posicin de equilibrio, determinando as las condiciones
que hacen posible una nueva fase expansiva. Desaparecen las empresas que no consiguen
adaptarse a la nueva situacin. Las ms eficientes, mediante oportunas reestructuraciones,
175
176
capitalismo produce en su seno una clase de intelectuales con formacin crtica e intereses
en discutir su racionalidad y la necesidad del orden capitalista existente 31 y, el desarrollo
del sistema capitalista transforma las instituciones polticas y familiares sobre las que el
capitalismo mismo se rige.
Por ltimo, segn la lectura de Napoleoni de Schumpeter, otra razn estara en el
siguiente razonamiento: en las economas desarrolladas se originan fuertes aumentos de la
inversin pblica como parte de la inversin total, o bien procesos redistributivos que
desvan la distribucin de la renta entre consumo y ahorro a favor del primero. Se trata de
polticas indispensables al mantenimiento de la demanda efectiva a un nivel suficiente
para garantizar un alto nivel de ocupacin32.
Schumpeter deduce de ello que la acumulacin de capital, en el mbito de la
actividad econmica privada, resulta siempre menos importante a los fines de desarrollo
del sistema; por lo tanto, la posicin del empresario privado resulta cada vez menos
importante.
Estos y otros factores hacen inevitable el hundimiento del orden capitalista y el
surgimiento de otro -el socialista- en el que el control de los medios de produccin y de la
misma produccin es devuelto a una autoridad central; en este orden socialista, los
negocios econmicos de la sociedad pertenecen por principio a la escena pblica y no a la
privada. Este orden socialista schumpeteriano no coincide necesariamente con propuestas
de otros autores o con experiencias (histricas) realmente acontecidas.
31 Para Schumpeter, racionalizamos una accin nuestra cuando nos damos a nosotros mismos y damos a los dems
razones en su apoyo que satisfagan nuestra pauta de valores, independientemente de la verdadera naturaleza de nuestros
ingresos.
177
Introduccin.
John Maynard Keynes no slo se relacion con las instituciones ms
tradicionales y prestigiosas, sino que, adems, form parte de la lite de todas las
instituciones en las que particip. Seguramente no hubo un momento en su vida en
que no contemplara al resto de Inglaterra, y a buena parte del mundo, con gran
distanciamiento. Se educ en el mejor Colegio ingls, Eton, donde fue un Colleger
(la lite intelectual de la institucin) y miembro de Pop (la lite social). Estudi y
fue Fellow en Kings, uno de los principales centros universitarios de Cambridge,
as como miembro de aquel selecto grupo de intelectuales llamado Los Apstoles.
Como funcionario estuvo en el Tesoro, el departamento ms importante de los
relacionados con temas internos. Tuvo una conexin muy estrecha con un Primer
Ministro y aconsej a otros muchos. Como discpulo favorito de Marshall, se
encontr en el centro de la economa acadmica inglesa. Como presidente de la
National Mutual Life Assurance Society perteneci al corazn de la oligarqua
financiera del pas. En el terreno artstico, milit en el grupo de Bloomsbury, el
crculo cultural ms influyente de Inglaterra. Cuando se diriga a una audiencia
educada, siempre lo haca revestido de una autoridad indiscutible. En gran medida
alcanz esta posicin gracias a su deslumbrante inteligencia y a su genio prctico.
Pero ya desde los comienzos de su vida cont con ventajas considerables que le
ayudaron a recorrer cmodamente las etapas a las que sus talentos le destinaban. No
hubo problemas de cuna o de acento. Entre tales ventajas la principal fue haber
nacido en Cambridge, ser hijo de John Neville y Florence Ada Keynes, y crecer
rodeado de una comunidad de intelectuales.
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179
global, una funcin de consumo y una funcin de inversin realmente notable. Sustituye la
teora del inters convencional por la doctrina de la preferencia por la liquidez. Sustituye
el supuesto de una tendencia hacia el pleno empleo por el equilibrio de subempleo.
Finalmente, sustituye la hacienda pblica neutral del pasado por las doctrinas
intervencionistas de la moderna teora fiscal. Las perspectivas, los instrumentos y las
medidas de poltica econmica resultan, pues, alterados. (Lekachman, 1964).
Pero, este mismo autor nos dir que no puede negarse que una gran parte de la
estructura keynesiana haba sido anticipada, a veces con un notable grado de elaboracin.
Esta continuidad se refiere a la tcnica, a los instrumentos y a las teoras especficas y se
da, principalmente, en relacin con la Economa marginalista.
La ruptura y continuidad de la obra de Keynes y las varias posibilidades
interpretativas que ofrece, principalmente la Teora General, dan lugar a corrientes de
pensamiento econmico divergentes. Las ms fcilmente reconocibles seran, por una
parte, la sntesis neoclsica o el keynesianismo de la sntesis, y por otra los economistas a
s mismos denominados postkeynesianos. Los primeros remarcarn la continuidad del
pensamiento de Keynes, los segundos erigirn la bandera de la ruptura. De unos y otros
tendremos que ocuparnos. Pero antes conviene mostrar algunas de las ideas del propio
Keynes.
La Teora General.
La Teora general de la ocupacin, el inters y el dinero presenta un modelo
macroeconmico de una economa cerrada. El modelo implcito se compone de
identidades, relaciones de comportamiento y ecuaciones. En l, los diferentes mercados se
presentan interrelacionados, de modo que sus respectivas situaciones -de equilibrio o
desequilibrio- se determinan simultneamente. Sin embargo, como advierte Luis ngel
Rojo (1984), Keynes no siempre vio as su propio modelo y, con frecuencia, lo utiliz
acusando huellas profundas de Marshall y del anlisis del equilibrio parcial de ste.
El origen de la Teora General se encuentra en la resolucin de las crticas que
desde diferentes orgenes se suscitaron al Treatise. Para Keynes no era ms que la
180
evolucin natural de sus propias ideas. Las ms relevantes de esas crticas se referan al
inadecuado tratamiento otorgado a las variaciones a corto plazo de la produccin. Las
consecuencias de ello eran que, por una parte, no se tena en cuenta la posibilidad de que
el nivel de produccin variase como consecuencia directa de cambios en la demanda, sin
necesidad de variaciones en los precios; y, por otra, que se ignoraba que las variaciones en
el nivel de producto actan como una fuerza equilibradora de la demanda y la oferta
agregada (esto es, de la inversin y el ahorro agregados).
La correccin de stas supona, por una parte, aceptar que, ante cadas en la
demanda agregada de bienes y servicios, el nivel de produccin y empleo pueden caer,
adelantndose a los movimientos de precios. Y, por otra parte, reconocer que la
contraccin del producto y la renta real induce una reduccin endgena de la oferta de
ahorro, de modo que la inversin y el ahorro programados acaban igualndose a un nivel
de producto inferior al inicial y la economa acaba encontrndose en una situacin de
equilibrio de renta, aunque el tipo de inters no haya descendido o no lo haya hecho en la
cuanta necesaria para restablecer la situacin de pleno empleo.
La introduccin de estas correcciones y el consiguiente reconocimiento de la
funcin equilibradora de las variaciones a corto plazo en la produccin, requeran la
introduccin de nuevos conceptos y relaciones funcionales. Por ejemplo, la presentacin
de una funcin de consumo agregada, segn la cual, la demanda de consumo en trminos
reales depende establemente de la renta real y de que la propensin marginal a consumir
con respecto a la renta tenga un valor positivo pero inferior a la unidad; sta es, la teora de
la demanda efectiva. A stas, en su propio desarrollo, Keynes y otros autores incorporaron
elementos conceptuales adicionales. Son el caso de la incertidumbre y las expectativas, el
reconocimiento de que los agentes econmicos actuaban en un contexto que impona
costes de transaccin, el multiplicador (con valores superiores a la unidad, pero inferiores
a infinito), la propensin marginal a ahorrar e importar, ... De todas ellas, el mensaje
central de la Teora General remite a la teora de la demanda efectiva, que tiene su ncleo
en las proposiciones, segn las cuales, las variaciones en el nivel de la demanda agregada
en trminos reales inducen variaciones en la produccin y el empleo y las variaciones
inducidas en la produccin conducen a nuevas posiciones de equilibrio de renta.
181
182
criticar estos postulados, as como aquel referente a la ley de Say en que la oferta crea su
propia demanda en el sentido de que el precio (valor) de la demanda global es igual al
precio (valor) de la oferta global para cualquier nivel de produccin y de ocupacin.
183
valor de equilibrio nico, es una escala de valores, todos ellos igualmente admisibles. Por
tanto, el volumen de empleo es indeterminado.
El carcter innovador y de ruptura de los planteamientos de Keynes se reconoce
cuando se compara con el anlisis clsico. Para Keynes, el salario monetario resulta de
las negociaciones entre trabajadores y empresario y, por tanto, tiene lugar en el mercado de
trabajo; y, la demanda efectiva de bienes y servicios determina los niveles de produccin y
de ocupacin y el salario real. Mientras que en el modelo clsico en el mercado de trabajo
se establece el salario real, y la tensin entre demanda y oferta de trabajo se encarga de
llevar dicha variable al nivel de equilibrio que iguale ambas. En esta posicin de equilibrio
clsico, el nivel de empleo slo aumentar si los trabajadores aceptan una reduccin del
salario real -por medio de una bajada en el salario monetario; intentar una mejora del
empleo a travs de un aumento de la demanda efectiva resultar intil, pues los
trabajadores no aceptarn la necesaria cada del salario real (Rojo, 1984).
Las proposiciones bsicas del sistema keynesiano de la ocupacin son las
siguientes:
a)
b)
c)
el volumen de empleo N que los empresarios deciden emplear depende, por una parte, de
cuanto se espera gastar la comunidad (D1) y, por otra, de cuanto se espera que dedicar a
nuevas inversiones (D2). La suma de ambas constituye la demanda efectiva.
d)
la suma dedicada a nuevas inversiones resulta de la detraccin a la oferta global del consumo
de la comunidad.
e)
f)
el volumen de ocupacin no puede exceder de aquel valor que reduce el salario real hasta
igualarlo con la desutilidad marginal de la mano de obra.
184
Cuando la ocupacin aumenta, el valor del consumo har lo propio, pero no tanto
como la demanda efectiva, pues cuando el ingreso aumenta, el consumo lo har tambin
pero menos. Por tanto, si no ocurren cambios en la propensin a consumir, la ocupacin no
puede aumentar, a menos que al mismo tiempo el volumen gastado en nuevas inversiones
crezca de tal forma que llene la diferencia entre el valor de la oferta global y el valor del
consumo. Por consiguiente, el sistema econmico puede encontrar en s mismo un
equilibrio estable con un volumen de ocupacin inferior a la ocupacin completa.
Categoras
keynesianas
(1):
expectativas,
eficiencia
185
Tenemos aqu una explicacin del ciclo econmico. Pero ello exige un predominio
de las expectativas a corto plazo. Pues el nivel de ocupacin depende, en todo tiempo y en
cierto sentido, no slo del estado actual de las expectativas sino de las que existieron
durante un determinado perodo anterior. Sin embargo, las expectativas pasadas que
todava no se han desarrollado estn incorporadas en el equipo actual de produccin, con
referencia al cual el empresario tiene que tomar sus decisiones presentes, y slo influyen
sobre stas en la medida en que estn incorporadas en la forma que se ha dicho. Por tanto,
se deduce de esto, a pesar de lo anterior, que la ocupacin presente puede explicarse
correctamente diciendo que est determinada por las expectativas de hoy, consideradas
juntamente con el equipo productor actual (Keynes, 1936).
Sin embargo, para obtener a partir de las expectativas una explicacin del ciclo
econmico es necesario dilucidar la relacin entre las de corto plazo y las de largo plazo.
Para Keynes, Rara vez pueden evitarse las referencias expresas a las expectativas
corrientes a largo plazo; pero frecuentemente ser inocuo omitir las de corto plazo, en
vista de que, en la prctica, el proceso de revisin de las expectativas de corto plazo es
continuo y gradual y se realiza en su mayor parte teniendo a la vista los resultados
obtenidos; ... Pero, la influencia de cada tipo de expectativa difiere segn el tipo de bien.
..., no debemos olvidar que, en el caso de los artculos durables [como son los bienes de
capital], las expectativas a corto plazo del productor se basan en las expectativas corrientes
a largo plazo del inversionista y que es propio de la naturaleza de las previsiones a largo
plazo el que no pueden ser revisadas a intervalos cortos a la luz de los resultados
obtenidos. (Keynes, 1936).
186
187
puedan manifestarse sobre las opciones presentes de inversin en nuevos bienes de capital,
en vez de agotarse en un proceso de ajuste de cartera que reequilibre el tipo nominal,
corregido por la tasa de inflacin, al tipo real, es necesario que incidan directamente sobre
la conveniencia de invertir; y esto sucede en el anlisis basado en la eficiencia marginal
del capital.
La razn de que el futuro econmico est ligado con el presente se
encuentra en la existencia de equipo duradero. Por tanto, el hecho de que la
expectativa de futuro afecte el presente a travs del precio de demanda del equipo
duradero, concuerda y se conforma a nuestros principios generales de pensamiento.
(Keynes, 1936).
190
191
Franco Modigliani (1949) y James Tobin (1951), la funcin de consumo de Keynes era
excesivamente simple. Posteriormente analizaremos cuanto se dice en la Teora General
sobre la funcin de la oferta global. Veamos ahora qu aportaciones adicionales tiene este
texto respecto a la funcin de consumo.
Los alicientes subjetivos y sociales que determinan lo que se ha de gastar o, mejor
dicho, que impulsan a los individuos a abstenerse de gastar sus ingresos responden a ocho
motivos: precaucin, previsin, clculo, mejoramiento, independencia, empresa, orgullo y
avaricia. Adems de estos de ndole individual, los gobiernos, instituciones y sociedades
de negocios retienen una parte de sus ingresos por motivos de empresa, liquidez,
mejoramiento y prudencia financiera. Para Keynes estos componentes subjetivos y sociales
de la propensin a consumir no comportan una alteracin de su funcin de demanda de
consumo y la base principal de los alicientes subjetivos y sociales cambia lentamente,
mientras que las influencias a corto plazo de las alteraciones en la tasa de inters y los
dems factores objetivos son con frecuencia de importancia secundaria, se llega a la
conclusin de que los cambios a corto plazo en el consumo dependen en gran parte de las
modificaciones del ritmo con que se ganan los ingresos y no de los cambios en la
propensin a consumir por parte de los mismos. En definitiva, la simple funcin de
consumo de Keynes tiene como variable dominante la renta.
Similar relacin existe entre los ingresos y la inversin a travs del multiplicador.
Seala la relacin entre el incremento registrado en el nivel de renta de equilibrio y la
variacin en la demanda de inversin. Adems, bajo ciertas simplificaciones, esta relacin
tambin puede establecerse entre la ocupacin total y la ocupacin directa dedicada a
inversiones. Este nuevo paso es parte integrante de nuestra teora de la ocupacin, ya que,
dada la propensin a consumir, establece una relacin precisa entre la ocupacin y el
ingreso totales y la tasa de inversin. (Keynes, 1936).
produccin y las condiciones en que tiene lugar. Keynes, como se refleja en la siguiente
cita, cree que muy poco se pueda aportar a este ltimo aspecto:
El objeto final de nuestro anlisis es descubrir lo que determina el volumen
de ocupacin. Ya hemos establecido la conclusin preliminar de que el volumen de
ocupacin est determinado por el punto de interseccin de la funcin de oferta
global con la funcin de demanda global. La funcin de oferta global, sin embargo,
que depende principalmente de las condiciones fsicas de la oferta, lleva consigo
pocas consideraciones que no sean ya familiares. La forma puede ser poco conocida,
pero los factores que hay en el fondo no son nuevos. ... Pero, en general, lo que se ha
descuidado ha sido la parte correspondiente a la funcin de demanda global.
(Keynes, 1936).
La mayor parte del texto est dedicado a esta ltima funcin. Sin embargo, adems
del captulo 20, Keynes dedica algunos prrafos a la primera de las funciones. As, por
ejemplo, Keynes opera con una funcin que liga el consumo (C) con el ingreso (Y)
correspondiente a un nivel dado de ocupacin (N). Pero, esta relacin, como el mismo
reconoce, est sujeta a una objecin, pues
... Y no es funcin nica de N, que es igual en cualquier circunstancia:
porque la relacin entre Y y N puede depender (aunque probablemente en grado
mucho menor) de la naturaleza precisa de la ocupacin. Es decir, dos distribuciones
desiguales de una ocupacin total determinada (N) entre diferentes ocupaciones
(debido a la forma diferente de las funciones de empleo individual) ... podran
conducir a diferentes valores de Y. (Keynes, 1936).
Con la excepcin del citado captulo 20, Keynes en su texto de 1936 desarrolla su
anlisis considerando como si Y estuviera determinado nicamente por N. Con ello se
pierde el posible desarrollo del argumento segn el cual el ingreso estara determinado por
la estructura de las ocupaciones, o dicho en otros trminos, la estructura productiva. Sin
embargo, algunos elementos pueden encontrarse en este texto.
Keynes define la funcin de ocupacin como la inversa de la funcin de la oferta
global. El objetivo de aquella es relacionar el volumen de demanda efectiva que pesa sobre
una empresa o industria dada o la industria en su conjunto, con el volumen de ocupacin,
cuya produccin tenga un valor de oferta comparable con dicho volumen de demanda
efectiva. De este modo, si un nivel de demanda efectiva orientada hacia una empresa
cualquiera, crea en ella un volumen de ocupacin, la funcin de ocupacin estar dada por
Nr = Fr (Dsr). Lo que quiere decir que Nr hombres estarn empleados en la industria r
194
196
197
La sntesis neoclsica-keynesiana.
Introduccin.
J.M. Keynes proporcion un marco conceptual distinto al heredado. Subrayaba la
incertidumbre a la que se enfrentan los agentes y la volatilidad de las expectativas,
consideraba las demandas de inversin y de dinero como altamente inestables, con
elasticidades respecto al tipo de inters muy baja en el primer caso y muy alta en el
segundo; lo cual relegaba a una posicin secundaria a la poltica monetaria. El modelo
tena imperfecciones, como el venir referido a una economa cerrada, cuya correccin,
junto con el esfuerzo por depurarlos de los rasgos debidos a la gran depresin, iran
abriendo el camino a una rehabilitacin del pensamiento marginalista. No obstante, como
ya haba pasado con la llamada revolucin marginalista, la constitucin de la gran sntesis
no fue inmediata y requiri un desarrollo desde los trabajos de Hicks y Hansen (1937) y
Don Patinkin (1956) hasta los autores de los manuales de macroeconoma de los aos
setenta.
En la economa descrita por el modelo de Keynes, los mecanismos de mercado no
tendan a ajustarla a una situacin de pleno empleo. La razn no estaba en la rigidez a la
baja de los salarios nominales, sino en la inflexibilidad del tipo de inters, resultado de la
preferencia por la liquidez del pblico, y de la incapacidad de los tipos de inters
alcanzables para suscitar una demanda de inversin suficiente en situaciones de fuerte
incertidumbre. De este modo, la rehabilitacin del pensamiento marginalista exiga
detectar en el modelo de Keynes los factores que podan desviar la economa, en el corto
plazo, de las sendas de normalidad, pero que no fuesen persistentes en el largo plazo. As,
la confianza de los empresarios poda ser importante y hundir a una economa en una
depresin a corto plazo; pero a largo plazo tenderan a ceder ante factores y fuerzas ms
objetivos. La demanda de dinero deba mostrar una mayor estabilidad relativa frente a lo
198
dicho por Keynes, sin trampas de liquidez y sin elasticidad elevada al tipo de inters. Las
fuerzas reales de la productividad y la frugalidad tendran a situar el tipo de inters a un
nivel normal a largo plazo, aunque factores monetarios pudieran mantenerlo desviado de
la normalidad de pleno empleo en el corto plazo.
Una vez introducidas estas piezas, junto con la curva de oferta en el mercado de
trabajo, se dispona de un modelo neoclsico de equilibrio general, que describa una
economa con tendencia a la posicin de equilibrio con pleno empleo a largo plazo a travs
del juego de los mecanismos de mercado competitivos. Se obtena as un equilibrio
macroeconmico que completaba la teora del equilibrio general microeconmico trazada
por Walras y Pareto.
En la economa competitiva descrita por el modelo de la sntesis, los agentes
continuaban sus transacciones hasta que los precios equilibrasen las ofertas y las demandas
de los mercados correspondientes; a largo plazo, era impensable un hundimiento de las
expectativas o una rigidez del tipo de inters, no era posible la trampa de la liquidez, la
plena flexibilidad de precios y salarios asegurara la tendencia de la economa al equilibrio
con plena utilizacin de los factores productivos a largo plazo. Bastara, sin embargo, con
introducir la nocin de inflexibilidad de los salarios monetarios en el corto plazo para que
el modelo pudiera generar situaciones de equilibrio de renta con paro involuntario, en
respuesta a desfallecimientos de la demanda agregada en el perodo corto (Rojo, 1984). Se
obtena de este modo la sntesis neoclsica, cuyas mximas figuras, dentro de una amplia
bibliografa, seran Hicks (con su artculo de 1937: Mr. Keynes and the Classics: A
Suggested Interpretation), Modigliani (Liquidity Preference and the Theory of Interest
and Money, 1944) y Patinkin (Money, Interest and Prices, 1965); sin olvidar a
Samuelson, cuyo libro de texto conformar el punto de inicio de la formacin de
generaciones de economistas en todo el mundo.
El modelo neoclsico, con plena flexibilidad de precios y salarios y tendencia a
alcanzar el vector de precios correspondiente al equilibrio con pleno empleo a largo plazo,
se presentaba como el caso terico general; el modelo de Keynes, con rigidez a la baja de
los salarios monetarios capaz de provocar situaciones de equilibrio con subempleo,
apareca como un caso terico especial, aplicable al corto plazo -aunque se aceptaba que el
199
caso terico especial era ms realista en sus supuestos y, por tanto, de mayor valor en la
economa aplicada. En resumen, el modelo terico a corto plazo -keynesiano- se
presentaba como derivado del modelo general a largo plazo -neoclsico- mediante la
introduccin de un supuesto especfico -la rigidez a la baja de los salarios-; el modelo
neoclsico ofreca un integracin de la teora del valor y la teora de la renta y, a travs de
l, la macroeconoma apareca fundamentada en la microeconoma ms tradicional.
El esquema terico bsico estimul, por una parte, la bsqueda de los fundamentos
microeconmicos de la macroeconoma y, por otra, los estudios empricos orientados a
contrastar y depurar las hiptesis articuladas en el modelo. Adems, a partir de este marco
conceptual, pareca posible formular e instrumentar polticas macroeconmicas con una
elevada fundamentacin cientfica. Esta formulacin de polticas se vio facilitada por el
esquema IS-LM.
200
r
IS
LM
201
nuevos aumentos del consumo y de la inversin por la va del multiplicador. Una cantidad
mayor de dinero est atada ahora en saldos de transaccin y precaucin, lo que desva
fondos de los saldos especulativos mediante un aumento de la tasa de inters. La
elasticidad de la demanda de dinero para estos saldos determinar la medida en que deba
elevarse la tasa de inters para igualar la demanda de dinero que no ha cambiado.
Siguiendo a Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer (1984), las principales
caractersticas de la curva IS son las siguientes:
1) La curva IS est formada por las combinaciones de tipo de inters y niveles de renta con las que el
mercado de bienes est en equilibrio.
2) La curva IS tiene la pendiente negativa porque un incremento del tipo de inters reduce la
inversin planeada y, por tanto, reduce la demanda agregada, reduciendo as el nivel de equilibrio
de la renta.
3) Todo lo menor que es el multiplicador y menos sensible es el gasto de inversin a las variaciones
del tipo de inters, ms inclinada es la curva. Puesto que la pendiente de la curva IS depende del
multiplicador, la poltica fiscal puede afectar a dicha pendiente. El multiplicador depende del tipo
impositivo: un incremento de ste reduce el multiplicador. En consecuencia, cuanto ms elevado
sea el tipo impositivo, ms inclinada es la curva IS.
4) La curva IS se traslada cuando vara el gasto autnomo. Un incremento del gasto autnomo (un
incremento de las compras del sector pblico, por ejemplo), traslada la curva IS hacia la derecha.
5) En los puntos situados a la derecha de la curva hay exceso de oferta en el mercado de bienes y en
los puntos situados a la izquierda de la curva hay un exceso de demanda de bienes.
Por otra parte, las principales caractersticas de la curva LM son las que siguen:
1. La curva est formada por las combinaciones de tipos de inters y niveles de renta con las que el
mercado de dinero est en equilibrio.
2. Cuando el mercado de dinero est en equilibrio, tambin lo est el mercado de bonos. Por tanto,
la curva est formada por las combinaciones de niveles de renta y tipos de inters con las que el
mercado de bonos est en equilibrio.
3. La curva tiene pendiente positiva. Dada la oferta monetaria fija, un incremento del nivel de renta,
que eleva la cantidad demandada de dinero, tiene que ir acompaada de una subida del tipo de
inters. Esto reduce la cantidad demandada de dinero y, de esta forma, mantiene equilibrado el
202
mercado monetario.
4. La curva se traslada cuando vara la oferta monetaria. Con un incremento de la oferta la curva se
traslada hacia la derecha.
5. En los puntos situados a la derecha de la curva hay un exceso de demanda de dinero y en los
punto situados a la izquierda hay un exceso de oferta.
EOB
EOM
LM
EOB
EDM
EDB
EOM
EDB
EDM
IS
Este esquema permite realizar con suma facilidad diferentes ejercicios sobre las
incidencias de las diferentes polticas econmicas. As, por ejemplo, una poltica
monetaria expansiva crea un exceso de oferta de dinero, al que el pblico se ajusta
tratando de reducir sus tenencias de dinero mediante la compra de otros activos. En el
proceso los precios de los activos aumentan y sus rendimientos disminuyen. Dado el
supuesto de que los mercados de activos se ajustan rpidamente, la curva LM se desplaza
hacia la derecha y, en el nuevo punto de equilibrio (interseccin entre la curva IS y la
nueva curva LM), el mercado monetario se vaca y el pblico desea mantener la mayor
cantidad de dinero en trminos reales, porque el tipo de inters ha disminuido
203
Los ajustes de cartera provocan una variaci n de los precios de los activos y de los tipos de inter s.
204
demanda agregada en cada nivel de tipo de inters y, como consecuencia, traslada la curva
IS hacia la derecha. En el nuevo punto, hay un exceso de demanda de bienes. La
produccin aumenta y, con ello, el tipo de inters porque la expansin de la renta da lugar
a un aumento de la demanda de dinero. Existe un exceso de demanda de saldos reales. A
medida que el tipo de inters aumenta, el gasto privado se va reduciendo. El gasto de
inversin planeado por las empresas disminuye debido a la elevacin de los tipos de
inters y, como consecuencia, la demanda agregada desciende.
El resultado final de todo el proceso es un incremento de la renta, la produccin y
los tipos de inters. La cuanta de estos efectos depende de las pendientes de las curvas IS
y LM y del tamao del multiplicador. La renta aumenta ms y los tipos de inters
aumentan menos, cuanto ms plana es la curva LM. La renta aumenta menos y los tipos de
inters aumentan menos, cuanto ms plana es la curva IS. Y, la renta y los tipos de inters
aumentan ms cuanto mayor es el multiplicador y, por tanto, mayor es el traslado
horizontal de la curva IS.
Si la economa se encuentra en la situacin de la trampa de la liquidez, la poltica
fiscal adquiere la mayor eficacia. La curva LM es horizontal, un incremento del gasto
pblico produce su pleno efecto multiplicador sobre el nivel de equilibrio de la renta. El
tipo de inters no vara como consecuencia de la variacin del gasto pblico y, por tanto, el
gasto de inversin no se reduce. No hay amortiguacin de los efectos del incremento del
gasto pblico en la renta. Por el contrario, si la economa se encuentra en la situacin
clsica la poltica fiscal carece de eficacia. Un incremento del gasto pblico no produce
ningn efecto en el nivel de equilibrio de la renta, solamente sube el tipo de inters.
Si la situacin de la economa se acerca ms al caso clsico o a la situacin de la
trampa de la liquidez ha sido tema de discusin por parte de la profesin. Keynes pensaba
en trminos de esta ltima. Los autores de la sntesis neoclsica defenderan ms bien una
situacin como la clsica. Pero, con independencia de este tema, lo que si resulta claro es
que este modelo simple, con sus receptivas extensiones -que no presentaremos aqu-,
constituyo el modelo bsico en el que se educaron las nuevas generaciones y, como no,
tambin fue el modelo que inspir las politicy mix. Pero, tambin este modelo ser el
destino de las crticas del monetarismo.
205
La economa postkeynesiana.
Introduccin.
La Economa postkeynesiana agrupa, en realidad, a un conjunto heterogneo de
economistas, cuya caracterstica comn es el intento de rescatar y desarrollar elementos de
la revolucin keynesiana que permanecieron inconclusos o quedaron relativa o
enteramente olvidados en la gran sntesis. Se trata de recuperar ciertos conceptos bsicos
del pensamiento de Keynes e incorporar otros nuevos con los que, en su opinin,
completase el lenguaje de una economa keynesiana.
Los componentes del grupo proceden de diversas tradiciones econmicas disidentes
con la sntesis neoclsica: los institucionalistas americanos33; marxistas europeos;
sraffianos o neoricardianos34; algunos miembros de la teora francesa de la regulacin 35;
y, los ms prximos colaboradores de J.M. Keynes. Su trabajo, tomado conjuntamente, es
33
34 No debe olvidarse que Sraffa formaba parte del grupo de Cambrigde que colaboraba estrechamente con J.M. Keynes. A
modo de ejemplo, puede mencionarse el caso de Luigi L. Pasinetti.
35 Aunque en este caso, sera ms acertado decir que ambas tradiciones - postkeynesianos y teora de la regulacincomparten algunas ideas.
206
renta nacional.
36 Esta exigencia de consistencia lgica nos recuerda la Controversia del Capital mantenida entre autores postkeynesianos y
neoclsicos y que, en ltima instancia, era un problema de inconsistencia lingstica.
210
37 Cabe decir a este respecto que los precios relativos y la alteracin de los mismos no es una preocupacin importante en
el anlisis postkeynesiano.
211
212
El monetarismo.
Introduccin.
Una primera escuela monetaria, constituida por H. Simons, L. Mints y P. Douglas,
contribuy durante los aos cuarenta y cincuenta a la reflexin sobre la poltica econmica
y sus relaciones con el dinero. Sin embargo, no llegaron a elaborar una autntica teora del
dinero, pero sus trabajos se constituiran en la fuente de los desarrollos que realizaran
Milton Friedman, P. Cagan y R. Selden.
El monetarismo contemporneo tiene su gnesis en una reaccin a la teora de la
sntesis neoclsica. Emana de la teora cuantitativa del dinero, pero su creatividad
conceptual y terica va ms all de sta. K. Brunner (1968) expresaba, en la Review of
Federal Reserve Bank of St. Louis, los ejes del credo monetarista:
En primer lugar, los impulsos monetarios son determinantes en las
variaciones de la produccin, el empleo y los precios. En segundo lugar, la evolucin
de la masa monetaria es el ndice ms seguro para medir el impulso monetario. En
tercer lugar, las autoridades monetarias pueden controlar la evolucin de la masa
monetaria en el curso del ciclo econmico.
213
214
de sus expectativas sobre el futuro. Este es uno de los componentes ms acertados del
modelo de Friedman. Los continuadores de su pensamiento han desarrollado
significativamente el papel de las expectativas. Pero los agentes de Friedman parecen
tener, todos ellos, singulares cualidades intelectuales y cognoscitivas. Perciben, entienden
y obtienen las consecuencias correctas de sus percepciones y ello de modo sistemtico y
permanente. Todos los agentes, excepto el gobierno, son idnticamente capaces de
aprender a realizar correctamente sus expectativas. Los agentes aprenden a anticipar
correctamente la poltica gubernamental y carecen de ilusin monetaria. As, a largo plazo
no existe posibilidad alguna de sustituir, por medio de la poltica econmica, entre
inflacin y desempleo. Este largo plazo es el tiempo suficiente para que los agentes
anticipen correctamente la inflacin. La tasa de desempleo de equilibrio es la tasa de paro
natural. Para reducirla debe actuarse sobre los elementos de organizacin que estn detrs
de las fricciones de transaccin.
stas, junto a la formulacin de la teora de la renta permanente, son las
aportaciones principales del monetarismo representado por Milton Friedman. Pero existen
otras versiones que compartiendo una buena parte de estas ideas econmicas introducen
ciertas matizaciones. As, por ejemplo, cabe destacar a J. Rueff y su monetarismo
metalista. Para este autor, teniendo la inflacin una causa monetaria, la nica manera de
luchar contra ella es retornar al patrn oro, con lo cual, segn su opinin, se garantizara
un vnculo entre la esfera monetaria y la economa real. Por otra parte, el monetarismo
presupuestario, representado por Karl Brunner y Allan Meltzer, otorga cierto papel a la
poltica fiscal y presupuestaria. Para stos, la moneda no sera simplemente un velo, sino
que tendra una incidencia en la economa real. La poltica monetaria sera insuficiente
para definir un contexto de crecimiento sano, por ello se requiere controlar el dficit
pblico y la presin fiscal (Brunner, 1988).
Un monetarismo ms radical sera el representado por Hayek y su propuesta de
desnacionalizar la emisin de moneda. Por ltimo, debe destacarse como una continuacin
de las ideas de Milton Friedman el monetarismo de las expectativas racionales. J.F. Muth,
en los aos sesenta, y Lucas, en los setenta, reformularon la nocin friedmaniana de
expectativas adaptativas que supona que, a corto plazo, los agentes econmicos podan ser
215
vctimas de ilusin monetaria. Las expectativas racionales significan que, por el contrario,
la autoridad monetaria no dispone de ningn medio que le permita esperar engaar
sistemticamente a los agentes econmicos (infra).
217
demanda de cualquier activo se dirigir a aquellos activos con los cuales tiene la mejor
relacin de sustitucin. Despus de una perturbacin inicial en la cartera de valores, el
equilibrio slo se restablecer cuando un ajuste adecuado de precios relativos y
rendimientos haya tenido lugar, de tal forma que la demanda y la oferta de cada
componente sean iguales. Las decisiones de los agentes econmicos sobre sus carteras de
valores dan una explicacin de la relacin entre el sector financiero y el real de la
economa porque la riqueza total est compuesta por activos reales y financieros.
Siguiendo a J.J. Sijben (1980), el proceso monetario a travs del cual los impulsos
monetarios actan sobre las variables reales es como sigue: cuando los bancos centrales
persiguen una poltica monetaria expansiva comprando fondos pblicos a corto plazo del
sector privado, el equilibrio de la cartera de valores de los agentes econmicos se ver
perturbado, pues esta accin del banco central inicialmente implicar un exceso de oferta
de los saldos de caja reales que los individuos querrn eliminar buscando un sustituto que
produzca inters. Hasta el punto que la sustitucin se dirija a los bonos ocurrir un exceso
de demanda de los mismos y un aumento de precio de estos activos financieros. En
consecuencia, el rendimiento de los bonos en relacin con el rendimiento de otros activos
financieros competitivos en la cartera, tales como acciones, disminuir. De acuerdo con la
hiptesis de sustitucin mutua, un posterior ajuste de cartera tendr lugar y la demanda de
acciones aumentar. Un incremento de los precios de las acciones significa un alza en los
precios de los bienes de capital existentes por encima de los precios de los valores nuevos.
Esta diferencia de precios sirve de incentivo para incrementar la actividad inversora y
conduce a una expansin de la produccin de bienes de capital. Este impulso inversor da
lugar a un incremento de la actividad econmica a travs del funcionamiento de los
tradicionales procesos multiplicador y acelerador. Nuevamente, entonces, los agentes
econmicos han sustituido bienes de capital recin emitidos por bienes de capital
existentes.
que el banco central siempre puede aplicar los instrumentos disponibles de poltica
monetaria de tal forma que la cantidad de dinero sea la deseada. Aqu se da una relacin
simple y mecnica entre la oferta monetaria y los activos completamente lquidos -base
monetaria- creados por el banco central. Con ello se deja de prestar atencin al hecho de
que el proceso de la oferta monetaria es esencialmente el resultado de una continua
interaccin entre el comportamiento monetario del sistema bancario, el gobierno y el
pblico con respecto a la composicin de sus carteras.
Por el contrario, los monetaristas dan por sentado que la oferta monetaria est
tambin determinada por factores endgenos. Esto significa que la oferta de crdito del
sistema bancario comercial basado en el principio de maximizacin de beneficios y el
comportamiento de la cartera es crucialmente dependiente de los rendimientos de los
diferentes activos financieros. De este modo, la oferta monetaria est determinada, en
parte, endgenamente y resultar de la interaccin entre las actividades del banco central,
el ministerio de hacienda, los bancos comerciales y el sector privado con respecto a la
composicin de sus carteras. En este contexto, podemos referirnos a la composicin de los
bancos comerciales respecto al exceso sobre sus reservas obligatorias, a las acciones
individuales respecto a sus preferencias entre dinero y depsitos a la vista y a plazo, y
dems. Haciendo uso de los instrumentos de poltica monetaria, el banco central altera el
equilibrio, y a travs de esta alteracin surgirn cambios en la oferta monetaria. Para
Brunner (1968), este programa sugiere la interaccin de pblico y bancos en la
determinacin del crdito bancario, tipos de inters y stock de dinero, en respuesta al
comportamiento de las autoridades monetarias.
Sin embargo, sobre la base de estudios tanto tericos como empricos, los
monetaristas concluyen que las autoridades monetarias pueden controlar los movimientos
de la cantidad de dinero y que la oferta monetaria es un buen indicador de la importancia
de las acciones del banco central sobre los objetivos ms importantes del sector real de la
economa.
Cuando se sostiene que la base monetaria es el factor dominante a tener en cuenta
en las variaciones de los objetivos ms importantes -nivel de produccin, empleo y
precios- resulta obvio que las relaciones entre los instrumentos de poltica monetaria y
219
cantidad de dinero deben ser analizados. Los monetaristas dan por sentado con respecto al
mecanismo de la oferta monetaria que la base monetaria es una gua adecuada para la
poltica monetaria porque el nivel de esta variable puede ser controlado por el banco
central. Cambios en la base monetaria no procedentes de las intervenciones del banco
central pueden ser considerados como insignificantes cuantitativamente (Sijben, 1980).
La funcin de la oferta monetaria nos muestra que el stock de dinero en la
economa viene determinado por las siguientes variables:
1. El volumen de base monetaria ofertado por la autoridad monetaria (B),
2. Los porcentajes de reservas obligatorias con respecto a depsitos a la vista (rd) y con respecto a
los depsitos a plazo (rt), fijados por el banco central,
3. La proporcin deseada de moneda en circulacin (c) determinada por el pblico no bancario,
4. La proporcin deseada de depsitos a plazo (t) determinada tambin por el pblico no bancario,
y, por ltimo,
5. La proporcin entre reservas en exceso (e) deseadas, determinada por el sistema bancario.
1+c
M = ---------------------- B
rd + rt t + e + c
221
Para John Muth pronto fue evidente que supuestos diferentes relativos a la
formacin de las expectativas de los precios podan alterar radicalmente la dinmica de los
precios de mercado. ste era un tipo de problema que poda denominarse como la
interaccin entre las expectativas y la realidad. El ejemplo ms conocido era el teorema
de la telaraa de la agricultura.
Si los agricultores basan sus expectativas de precios en el precio del ltimo
ao, surgir la posibilidad de una fuerte inestabilidad de la produccin y de los
precios. Supongamos que una ola de mal tiempo durante un ao destruye parte de la
cosecha de forma que los precios aumentan por encima de lo normal. Si los
agricultores esperan que se mantenga el nivel de precios, cultivarn ms de lo usual y
cuando la cosecha resultante sea recogida los precios caern por debajo de lo
normal. Si, a su vez, se espera que persistan precios bajos, los cultivos sern menores
de lo normal, lo que dar lugar a un menor output y a precios ms altos. Esas
oscilaciones de los precios pueden aumentar o disminuir a lo largo del tiempo,
dependiendo de los parmetros de las curvas de demanda y oferta.
38 Por ejemplo, ante previsiones de cada en los precios, aumentar la produccin con el objetivo de mantener un volumen
global de ingresos.
222
Con ello, Muth supuso de hecho que los modelos econmicos existentes no
suponan suficiente racionalidad en el comportamiento de los agentes econmicos. Una
manera de asegurar dicha racionalidad es insistir en que las expectativas de los agentes
econmicos son consistentes con los modelos utilizados por parte de los economistas para
explicar su comportamiento. La idea fundamental es que es posible suponer que los
agentes econmicos forman las expectativas de las variables econmicas utilizando el
verdadero modelo que realmente determina esas variables. Esto asegura que el
comportamiento del modelo es consistente con las creencias de los individuos acerca del
funcionamiento del sistema econmico. Y ste es el punto bsico de Muth. Dicho en otros
trminos, la esencia del enfoque de las expectativas racionales es que existe una relacin
entre las creencias de los individuos y el comportamiento estocstico real del sistema
econmico.
Aqu conviene distinguir entre las variables exgenas y aquellas otras endgenas.
Las predicciones de los agentes econmicos no afectan a los valores reales de las primeras,
pues son por definicin aquellas que estn determinadas fuera del sistema. Por el
contrario, las expectativas o predicciones de las variables endgenas afectarn a la
dinmica de las variables endgenas. La hiptesis de las expectativas racionales se aplica
tanto a unas variables como a otras, pero es ms interesante para las endgenas. Las
223
expectativas son racionales si, dado el modelo econmico, dan lugar a los valores de las
variables que igualan, por trmino medio, a las expectativas. Las expectativas divergen de
los valores reales slo a causa de la incertidumbre impredecible del sistema. Si no hubiese
incertidumbre, las expectativas de las variables coincidiran con los valores reales, habra
previsin perfecta. La posible existencia de incertidumbre en los sistemas econmicos,
permite que las hiptesis de las expectativas racionales difiera de la previsin perfecta.
Por otra parte, no se exige que todos los individuos tengan expectativas idnticas
para permitir utilizar la hiptesis de las expectativas racionales. Basta que las expectativas
de los individuos estn distribuidas alrededor del valor esperado verdadero de la variable a
predecir. Esto permite abordar la hiptesis de las expectativas racionales desde el punto de
vista del arbitraje. En esencia, esto significa que, en los mercados ordinarios, no se
requiere que todos los individuos respondan a las seales de los precios para mantener un
sistema de precios eficaz. Basta, por el contrario, que un puado de individuos participe en
el arbitraje de los mercados con el fin de asegurar, por ejemplo, que el precio de venta sea
el mismo. La aplicacin de este principio sugiere que si existiese cualquier beneficio
econmico derivado de la obtencin y anlisis de la informacin para predecir el futuro,
podra suceder que algunos individuos adoptasen esta estrategia. Si tiene lugar un arbitraje
suficiente, el mercado puede comportarse como si fuera racional, aunque muchos de los
individuos en el mercado adopten simplemente una actitud pasiva.
Muth consider la hiptesis de las expectativas racionales como una hiptesis de
economa positiva. Antes de encadenar las expectativas de los individuos condenndolas a
un mundo de limitaciones y de restricciones, podra ser til para la ciencia econmica,
segn Muth, explorar precisamente la alternativa contraria.
La hiptesis de las expectativas racionales ha sido criticada por ser, entre otras
cosas, inconsistente con la nocin subjetivista de probabilidad; por ser una descripcin
inadecuada de la racionalidad de procedimiento, y por ser una hiptesis no suficientemente
general para incluir el aprendizaje y el comportamiento adaptativo.
225
para que los nuevos miembros del mercado obtengan tasas de rendimiento por encima del
promedio. Y si tales oportunidades no existen, nadie podr mejorar la actuacin
econmica existente.
Ciertamente, para la hiptesis de las expectativas racionales, la informacin no es
completa ni perfecta. La carencia de una informacin correcta, como veremos, es una de
las causas principales de las perturbaciones estocsticas, de los ciclos econmicos. Por
supuesto, sin informacin correcta, la economa pierde su carcter determinista. Pero, la
informacin disponible para los responsables de las actuaciones pblicas no es mejor que
la informacin disponible para quien toma las decisiones privadas. Los agentes
econmicos tienen acceso a la misma informacin o a los mismos modelos, siempre
relevantes, y aprenden a prever rpidamente lo que podran hacer los que elaboran las
polticas pblicas. Si stos usan ciertos tipos de modelos economtricos para pronosticar
los eventos econmicos y luego intervienen en la economa sobre la base de tales
pronsticos, los actores econmicos privados saben lo que van a hacer los responsables de
las polticas pblicas. Cuando los agentes econmicos privados toman decisiones, lo hacen
en el entendimiento de que los gobiernos intervendrn en la economa en ciertas
circunstancias. En consecuencia, una decisin de actuacin pblica efectiva no tendr
ningn resultado nuevo sobre las decisiones de los agentes econmicos privados. El efecto
de la actuacin ya ha sido incorporado en las decisiones iniciales sobre la base de los
valores esperados.
La nueva informacin puede alterar las decisiones, y los cambios inesperados de la
economa debern generar una informacin nueva. Pero no hay razn para creer que las
autoridades pblicas podrn generar nueva informacin acerca de la economa existente
que no est en disposicin de quienes toman decisiones privadas. En consecuencia, la
nueva informacin es un evento aleatorio.
Pero alcanzado este extremo, debe advertirse un corolario, como recuerda Thurow
(1983), poco conocido de las proposiciones de la hiptesis de las expectativas racionales:
aunque quienes toman las decisiones privadas saben lo que harn los responsables de las
polticas econmicas, la ineficacia resultante de las polticas monetarias y fiscales no
conduce a la conclusin de que tales polticas deberan ser abandonadas. Si fuesen
226
227
(Sheffrin, 1983).39
No existen razones para pensar que en ese mundo no se produzcan fluctuaciones,
pero sas no seran las causas. Para poder explicar el ciclo, Lucas introduce el otro tipo de
duda que los individuos tienen acerca de la naturaleza en el cambio de los precios. Una
duda respecto a si dicho cambio se refiere a los precios relativos o al nivel general de
precios. Ahora, el productor resolver este nuevo problema de seal del mismo modo. Si la
mayor parte de los movimientos de los precios ocurren a causa de fluctuaciones en el nivel
general de precios, el productor sospechar que la mayor parte de los cambios de su precio
reflejan la inflacin general ms que cambios en los precios relativos.
Aqu es esencial que los individuos no tengan demasiada informacin, pues en caso
contrario seran capaces de diferenciar perfectamente entre cambios en el nivel general y
cambios en los precios relativos. La carencia de toda la informacin est justificada: sta
requiere tiempo y dinero, pero las oportunidades de beneficio requieren actuar con rapidez,
pues en caso contrario se desvanecen. Los productores deben responder rpidamente a las
posibles oportunidades de beneficio y probablemente no merece la pena el coste de
obtencin de la informacin econmica global precisa.
Debido a la posibilidad de confundir los niveles de precios agregados con los
relativos, se pueden desarrollar con facilidad fluctuaciones econmicas globales.
Supongamos un stock monetario que incrementa de forma no anticipada el nivel general
de precios. Los productores, en funcin de su experiencia pasada, atribuiran parte del
cambio de su precio al cambio en el nivel de precios agregado y parte a un cambio en los
precios relativos. En la medida que consideren que este ltimo es transitorio, aumentarn
su empleo -o su produccin-. Puede que, individualmente, cada productor incremente muy
poco el empleo, pero la economa en su conjunto puede incrementarlo notablemente.
Una implicacin de esta teora sera la siguiente. Si comenzamos en una economa
con una historia de inflacin estable, los responsables de la poltica econmica podran
inducir expansiones con facilidad provocando alguna inflacin no anticipada. Si continan
con esta poltica, la tasa de inflacin se volver cada vez ms voltil. Esta mayor
39 Ciertamente, este argumento, visto desde otra perspectiva terica como la de Pasinetti (s.d.), no es en modo alguno
sostenible. Pero en la medida que el propio Lucas no considera esta duda como explicacin del ciclo, no nos detendremos
en desarrollar una crtica de este punto.
229
volatilidad har ms difcil instrumentar en el futuro polticas similares, pues los agentes
respondern menos a este tipo de inflacin inducida. Aprendern a desconfiar y, por
consiguiente, la trampa slo es posible al principio, y el gobierno comprobar pronto que
cada vez es ms difcil realizar este tipo de engaos en el futuro. La inferencia de esto es
que slo gracias a que existen retrasos variables entre dinero y precios pueden producirse
ciclos econmicos, ya que el conocimiento del stock monetario pasado no es en ese caso
suficiente para predecir perfectamente el nivel de precios actual.
Sin embargo, para Lucas, incluso la no-neutralidad monetaria no da razones
suficientes para explicar la persistencia del ciclo econmico. Su explicacin requiere
introducir elementos adicionales. Una primera explicacin se basa en la existencia de
costes de ajustes. Si los individuos no se dan cuenta de la existencia de errores de
prediccin hasta varios perodos ms tarde, sus errores de prediccin pueden estar
correlacionados. Los individuos no tienen modo alguno de saberlo y, por consiguiente, no
pueden corregir este error sistemtico.
Una segunda explicacin descansa en el stock de inventarios. Un incremento no
anticipado de la masa monetaria producir un aumento no anticipado del nivel de precios.
La empresa, al notar que parte del cambio del precio puede ser un cambio del precio
relativo, incrementar la produccin y tambin reducir su stock inventarios. Una vez que
la empresa ha reconocido que fue engaada por el incremento en el nivel de precios
agregado, desear proseguir produciendo normalmente, pero su stock de inventarios estar
por debajo de sus niveles normales. La empresa seguir produciendo por encima del nivel
normal hasta reponer su stock de inventarios a niveles normales. El error inicial puede
conducir a que el nivel del output est por encima de lo normal durante un perodo largo.
Sin embargo, esta explicacin presupone el mantenimiento de una idntica poltica de
inventarios a lo largo del tiempo.
Una tercera explicacin de la persistencia en las fluctuaciones descansa en los
cambios de la inversin y, por tanto, del stock de capital, que pueden ocurrir cuando los
agentes son engaados por los movimientos de precios agregados. En definitiva, los costes
de ajuste, la acumulacin de capital y los inventarios pueden explicar por qu el output y el
empleo pueden exhibir persistencia, pero no explicar este comportamiento en el caso del
230
desempleo.
Dos tipos de explicaciones del desempleo han sido introducidos. Una primera
afirma que la tasa de desempleo refleja meramente el nivel de los salarios disponibles en la
economa en el perodo corriente. Si los salarios estn por debajo de lo normal durante
varios perodos, los buscadores de empleo pueden decir que estn buscando empleos al
salario normal. Por tanto, la persistencia en la tasa de desempleo puede reflejar
simplemente la persistencia de los movimientos en el salario real. Una segunda
explicacin descansa en la teora de la bsqueda. Esta teora asigna un salario de reserva.
El buscador de empleo aceptar el empleo si el salario que le ofrecen es igual o superior al
de reserva. Por tanto, existe cierta probabilidad de que no encuentre un empleo durante un
periodo determinado y contine buscndolo. Esto implica que una fraccin de los
desempleados permanecer desempleada, lo cual explica en parte la persistencia del
desempleo. Ahora bien, la mejor posicin para llevar a cabo una poltica de salario de
reserva es la de ocupado y no la de desempleado. Esto hace que las explicaciones de la
persistencia del desempleo no sean tan persuasivas como las que explican la persistencia
del ciclo. Junto a ello, est el hecho de que la evidencia emprica no confirma plenamente
la hiptesis de las expectativas racionales. En palabras de Sheffrin (1983):
El jurado no ha resuelto todava la cuestin de qu tipo de modelo con
expectativas racionales, si alguno lo hace, proporciona una descripcin emprica til
de la economa.
232
Con esta concepcin del anlisis econmico, claramente influida por los
planteamientos iniciados por Robbins (1935), Becker desarrollar su teora del capital
humano y del consumo.
Las actividades que influyen en las rentas monetarias futuras, y que son de tipo
monetario y no monetarias, son designadas por Gary Becker con la expresin de
inversiones en capital humano. Las numerosas formas que pueden revestir estas
233
Con este tipo de razonamiento, Becker tiene presente en todo momento el coste de
oportunidad del tiempo, pues educarse y formarse es renunciar al ocio o al trabajo
remunerado. El coste del tiempo tiene un precio de mercado, esto es una tasa salarial. El
individuo de este modelo opera continuamente entre elecciones de ocio, de trabajo y de
inversin en capital humano. Y estas elecciones no son ms que asignaciones de tiempo. Y
en estas asignaciones de tiempo sustenta Becker su nueva conceptualizacin del consumo.
Pero su concepto del consumo parte de una crtica a la teora microeconmica
tradicional. Para Becker, la debilidad de la teora de la eleccin tradicional es que parte de
234
las diferencias de gustos para explicar los comportamientos sin llegar a dar cuenta de la
formacin de estos gustos ni prever sus efectos. Becker quiere, por el contrario, explicar la
formacin de los gustos que son considerados como dados por la teora microeconmica
usual. Para ello toma en cuenta el hecho de que la utilidad no procede directamente de los
bienes y de los servicios comprados en el mercado, sino que es el resultado mismo del
comportamiento del consumidor que elige y produce l mismo sus propias satisfacciones
teniendo presente una serie de restricciones.
Los bienes que se adquieren en el mercado, para ser consumidos, requieren tambin
ser producidos por el propio consumidor por medio de un proceso de produccin que
consiste en la combinacin de los bienes comprados en el mercado y el tiempo que dedica
el propio consumidor en el hogar. En este contexto de anlisis, todos los bienes del
mercado son inputs utilizados por el proceso de produccin del sector no mercantil. La
demanda del consumidor de bienes del mercado es una demanda derivada anloga a la
demanda del consumo intermedio de las empresas para el caso de un factor de produccin
cualquiera.
En un anlisis prximo a ste, K. Lancaster (1991) dir que el consumidor no
compra los bienes por ellos mismos, sino que los compra por los servicios que estos bienes
proporcionan. Estos servicios son las caractersticas de un bien. El consumo es pues una
actividad que exige tiempo, y cuyos factores de produccin son los bienes adquiridos en el
mercado y el tiempo asignado por el consumidor en dicha actividad. El resultado de la
misma son los productos -output- que no son ms que un conjunto de servicios que
generan utilidades.
De este modo, se hace comprensible, por una parte, la indiferencia del consumidor
frente a las sustituciones posibles en los actos de consumo y, por otra, una percepcin de la
innovacin como la aportacin de nuevas caractersticas a un bien o a un conjunto de
bienes sustituibles que proporcionan los mismos servicios consuntivos. Desde este punto
de vista, el proceso de desarrollo conocido por las economas industriales avanzadas puede
ser caracterizado tambin por una sustitucin de las tcnicas de consumo, en general, de
ms intensivas en tiempo -cuando la economa domstica realiza en su interior la mayor
parte de las etapas de transformacin- a ms intensivas en bienes -cuando obtiene del
235
mercado ya transformados una buena parte de los bienes que antes elaboraba por su
cuenta- (Anisi, 1987). Y otro rasgo de esta caracterizacin consistira en el hecho de que
muchos de los inputs que adquiere una economa domstica para realizar sus actos de
consumo no se destinan mayoritariamente a satisfacer necesidades instantneas, sino que
ms bien permiten satisfacer necesidades humanas a lo largo de un perodo de tiempo ms
o menos prolongado. Son stos una especie de bienes de equipo, ms o menos sofisticados
tecnolgicamente, que son requeridos en muchos de los procesos de consumo.
Este anlisis del consumo acarrea severas objeciones para el anlisis
microeconmico tradicional. La conceptualizacin tradicional de que un consumidor
soberano es capaz de clasificar sus preferencias de manera racional e independiente y de
mantenerlas a largo plazo, se vuelve terica y empricamente irrealista. Becker presenta
una teora de la formacin de las preferencias que afirma que los cambios de
comportamiento son debidos a las variaciones en los precios relativos y en los costes de
oportunidad. Su funcin de produccin domstica est determinada por estos dos factores.
Para Becker y Stigler, los cambios en los gustos y las preferencias entraan costes
importantes. Costes referidos al capital, pues pueden suponer desinversiones importantes
(De Gustibus non est disputandum, American Economic Review, mars, 1977).
G.J. Stigler complementa la teora del consumo de Lancaster y de Becker con la
introduccin de los costes de adquisicin de informacin y del tiempo que sta supone. La
informacin pura y perfecta es una ficcin, para comprender mejor la realidad del
consumidor es necesario tener en cuenta el coste de adquisicin de las informaciones y el
coste del tiempo necesario para adquirirlas.
El coste de la bsqueda, para un consumidor, es aproximadamente
proporcional al nmero de vendedores observados, pues el principal coste es el
tiempo. Este coste no necesariamente ser el mismo para todos los consumidores. ...,
el tiempo tendr ms valor para una persona que disponga de altos niveles de renta.
(Stigler, 1961).
236
Stigler muestra que pueden existir diferentes precios de equilibrio compatibles con
la eficiencia econmica. Esto proviene del hecho de que la adquisicin de la informacin y
los costes de transaccin no son nulos.
Evidentemente, la introduccin de la existencia de costes de adquisicin de
informacin abre una fructfera perspectiva para otros campos de investigacin.
La identificacin de los vendedores y el descubrimiento de sus precios son
simplemente un escaln del amplio papel que la bsqueda de informacin juega en la
vida econmica. Problemas similares existen para el descubrimiento de buenas
fuentes de beneficios en materia de inversin, y para la eleccin de una industria, un
lugar, un trabajo para el asalariado. (Stigler, 1961).
sorprendente en pleno siglo XX, cuando el peso del Estado y de los procesos de nomercado ha aumentado significativamente su peso en las sociedades occidentales.
Pero adems del cambio cuantitativo, se exige tambin un cambio cualitativo en la
percepcin del Estado. Pensar que es un simple garante de las reglas de juego, tal vez, era
posible con anterioridad. Pensarlo hoy sera una actitud de suma negligencia intelectual.
La Teora de la Eleccin Pblica nace de la necesidad de comprender la complejidad de
ese agente econmico que adems de fijar las reglas de juego, es al mismo tiempo rbitro y
jugador.
A finales de los aos sesenta, J.M. Buchanan manifiesta claramente la prdida de
confianza en la creencia de que las autoridades gubernamentales, constreidas por la
estructura constitucional de las sociedades democrticas, respondan bsicamente en su
actuacin a los valores y preferencias de los ciudadanos.
Perd mi fe en la eficiencia gubernamental al observar la explosiva carrera
en gastos y nuevos programas manejados por los agentes polticos aparentemente en
su propio inters y divorciados de los intereses de los ciudadanos ... El Gobierno de
los Estados Unidos pareca tomar el aspecto de un Leviatn autoimpulsado y,
simultneamente, se desarrollaba una anarqua emergente en la sociedad civil. Qu
estaba ocurriendo y cmo podra mi modelo explicativo aplicarse a la nueva realidad
de los ltimos aos sesenta y principios de los setenta? (Buchanan, 1986).
Buchanan:
Permtaseme comenzar destacando lo que el enfoque de la Public Choice no
es ... ste no constituye una aplicacin particular de los instrumentos y mtodos
estndar, aunque se aproxime a ser algo de eso. El programa de la Public Choice
constituye un enfoque o perspectiva de la poltica que surge de una ampliacinaplicacin de los instrumentos y mtodos del economista al estudio de la toma de
decisiones colectivas o de no-mercado. Esta afirmacin es por s sola, sin embargo,
inadecuadamente descriptiva porque, en orden a alcanzar tal perspectiva, algn
enfoque particular de los existentes en la ciencia econmica habr de ser elegido.
(Buchanan, 1983).
Si los individuos son las unidades bsicas de anlisis, los gobiernos o instituciones
polticas, al igual que cualquier otra institucin, se conciben nicamente como complejos
procesos o arreglos institucionales a travs de los cuales los individuos toman decisiones
colectivas, decisiones pblicas o decisiones conjuntas. La poltica o el gobierno se
conciben como un complejo conjunto de interacciones individuales bajo determinadas
instituciones. Interacciones que resultan, bsicamente, del intento por parte de los
239
240
De ah, en parte, que los elementos positivos del anlisis se acompaen en ciertas
ocasiones de valoraciones normativas sobre presuntos fallos de los procesos polticos y
posibles reformas constitucionales que presuntamente pudieran mejorar el funcionamiento
de las instituciones.
El burcrata, como cualquier productor, debe maximizar su produccin teniendo en
cuenta ciertas restricciones, pues sus medios son limitados. Est, como cualquier otro
agente social, motivado por sus propios intereses, busca alcanzar sus propios intereses.
241
242
La Economa institucional.
Introduccin.
Hasta el presente momento hemos podido mostrar las diferencias que existen entre
las diferentes escuelas o corrientes de pensamiento econmico mostrando los diferentes
conceptos de base y lenguajes que utilizan. En ocasiones, la distancia que separa a unas
escuelas de otras es corta, pero en cambio, en otras, stas son significativas. Incluso en
ciertos casos, pueden encontrarse diferencias de matiz entre autores que suelen catalogarse
como pertenecientes a una misma corriente. El ejemplo ms claro en este extremo, con
toda seguridad, es el de los economistas polticos clsicos. En ambos casos, las diferencias
pueden estar motivadas por las distintas preocupaciones y problemas considerados
relevantes; en otros, la raz de la divergencia en las posiciones se encuentra en un ncleo
de ideas fundamentales sobre las cuales se edifica el conjunto de la perspectiva terica
correspondiente.
La corriente institucionalista es un buen ejemplo de divergencias internas en cuanto
a problemticas abordadas, conceptos utilizados, explicaciones ofrecidas y posiciones
metodolgicas. Divergencias que se fundamentan en las diferencias de lenguaje empleado.
Un breve repaso a la literatura institucionalista nos evidencia la diversidad de
planteamientos que se denominan a s mismos institucionalistas, aunque algunas veces
aadan algn adjetivo calificativo.
Una primera presentacin de la economa institucionalista nos llevara a distinguir
tres aproximaciones diferentes (Gruchy, 1990). stas son: una aproximacin temtica, una
aproximacin paradigmtica y, una tercera que tendra como nota comn la diversidad.
Esta ltima se caracterizara por aceptar el esquema de anlisis convencional o neoclsico.
Sin embargo, abordara problemas que son ignorados por el anlisis neoclsico. Otra
243
245
Alchian, Harold Demsetz, Seven Pejovich, Eirik Furuboth, Ronald Coase y Oliver
Williamson. Algunos de estos economistas formaran, en palabras de Hodgson (1988), la
Escuela de los Derechos de Propiedad (Property Rights School).
Ciertamente, los anteriores economistas conforman un grupo no del todo
homogneo. Como ocurre tambin en el caso de los continuadores del viejo
institucionalismo. En opinin de Hodgson (1993), perteneceran a esta formacin autores
procedentes de trayectorias intelectuales cuyo rasgo comn es la divergencia con los
conceptos de la corrientes neoclsica predominante. Adems de los estrictamente
institucionalistas, Hodgson incluyen a economistas postkeynesianos, schumpeterianos,
marxistas y a los miembros de la escuela francesa de la regulacin. No obstante,
intentando ceirnos a los economistas institucionalistas en sentido estricto cabra citar al
propio G.M. Hodgson, Daniel W. Browley, Williams K. Kapp, James A. Swaney, Philip
A. Klein, Robert W. Kling, Ann Mari May, John R. Sellers, J. Ron Stanfield. Incluso,
autores como Wassily Leontief o Lester C. Thurow son incluidos como economistas
pertenecientes al (viejo) institucionalismo.
Hemos dicho que el nuevo y viejo institucionalismo se diferencian, adems de por
el contenido de sus explicaciones, por las posiciones metodolgicas. Conviene, por tanto,
que pasemos a analizar el contenido de las mismas. Empezaremos por el nuevo
institucionalismo, debido a la mayor proximidad con la corriente abordada en el anterior
apartado, y continuaremos con el renovado viejo institucionalismo. En ambos casos,
adems de las caractersticas ms relevantes de sus posiciones metodolgicas, siguiendo el
esquema hasta ahora utilizado nos adentraremos en algunas de sus explicaciones y
conceptualizaciones.
246
abordada. Pero, los problemas para establecer un puente surgen por la imposibilidad de
reconciliar el tratamiento de los aspectos como la racionalidad y el papel de las normas en
el comportamiento humano o el desarrollo de una teora del cambio cultural. Estas
diferencias en los postulados motivacionales conducen a desarrollar distintos ejercicios
analticos y tambin a inferencias para la actuacin pblica claramente divergentes.
Podemos caracterizar a la nueva Economa institucional a partir de su conceptualizacin
del individuo, de las instituciones y de los mercados.
El individuo es considerado como la base de las explicaciones de la Nueva
Economa Institucional. Sus pautas de conducta son tomadas como dadas e invariantes, al
igual que ocurre en las explicaciones neoclsicas. No se trata de la cuestin de si se admite
que los deseos y preferencias de los individuos cambian con el tiempo y las circunstancias,
o no. Lo que realmente es importante es que para los fines de la investigacin econmica,
los individuos y su comportamiento son tomados como dados y no son susceptibles de
formar parte de la agenda de investigacin. A partir de esta consideracin del individuo,
los neoinstitucionalistas intentan explicar la emergencia, existencia y performance de las
instituciones sociales. Su explicacin se dirige al funcionamiento de todo tipo de
instituciones sociales en cuanto a interacciones entre individuos, cuyas preferencias,
deseos o normas de comportamiento estn dados. Las instituciones pueden afectar al
comportamiento de los individuos, pero slo en la medida que las posibilidades de
elecciones o las restricciones que ofrecen o imponen. Las instituciones no pueden moldear
las preferencias de los individuos.
Las instituciones, por tanto, emergen sobre la base de comportamientos
individuales. Son simplemente fuentes de restricciones externas, de convenciones o
posibilidades. La accin de los individuos conduce a la formacin de las instituciones,
pero las instituciones no alteran las pautas de conducta, deseos o preferencias de los
individuos ni inciden en la formacin de stas. Son simplemente semejantes a la
restriccin presupuestaria que tiene cualquier consumidor en sus actos de consumo. Las
instituciones no conforman pautas de conducta o de comportamiento, pero s que inciden
en la actuacin de los individuos o en los actos que finalmente llevan a cabo.
Normalmente se habla del mercado como una institucin donde las preferencias y
247
249
en otro, no es porque sus naturalezas bsicas difieran, sino sus organizaciones sociales. No
es la presencia de un motivo u otro lo significativo en el anlisis, sino la estructura
institucional en la que los motivos operan. A travs de sanciones institucionales
categricas, esta estructura favorece algunas tendencias humanas, y reprime otras.
De ah que cuanto interesa en el anlisis es la sociedad como un sistema de
patrones de interaccin alcanzados histricamente, pues son stos y las instituciones
culturales, las que promueven o reprimen las potencialidades inherentes al ser humano.
Para entender el proceso econmico o cualquier otro aspecto de la vida de un grupo
humano determinado, es necesario examinar sus especficos patrones culturales.
Los patrones de interaccin deben ser identificados no slo en funcin de su
existencia concreta, espacio-temporal, sino tambin contabilizados en trminos de su
funcin en el conjunto social. Esto significa intentar averiguar y explicar su conexin con
los otros elementos del sistema social, as como el proceso que garantiza su continuidad.
As pues, en este enfoque se trata el comportamiento econmico como un proceso
cultural, y la tarea consiste en desarrollar un anlisis econmico intercultural. Al enfatizar
el papel del orden institucional en el proceso econmico como un garante de la estabilidad
y la continuidad, se insiste en la comparacin de situaciones histricas esmeradamente
documentadas. Dicha comparacin capacitar al anlisis institucional para tratar las
instituciones econmicas como rasgos culturales, como expresiones de valores humanos
que surgen de patrones concretos de interaccin social. (Stanfield, 1983). La norma
valorativa de la economa institucional se basa en la reproduccin social y en una mayor
importancia del proceso de la vida humana. Reproduccin social significa que la sociedad
se reproduce bajo un inters colectivo. La norma valorativa de la reproduccin implica que
la distribucin es una parte esencial de la funcin econmica, puesto que no se mantienen
las vidas a menos que se obtenga una renta suficiente para ello. Por consiguiente, el
principio que subyace al mantenimiento de la renta no es tanto la equidad, basada o no en
nociones de igualdad, mrito o inters humano, sino la necesidad de estabilizar el proceso
reproduccin social.
251
La Teora de la Regulacin.
Introduccin.
Puesto que nunca ha habido ninguna sociedad que exista a medias o en
fragmentos: una sociedad existe siempre como un todo, como un conjunto articulado
de relaciones y funciones todas las cuales son simultneamente necesarias para que la
sociedad exista como tal, pero cuyo peso sobre la reproduccin es desigual. Esto es
lo que hace que la reproduccin de tal o cual tipo de sociedad no pueda proseguir
ms all de determinadas variaciones o alteraciones de las relaciones sociales que
las componen y de la base material sobre la que se apoya. (Godelier, 1984).
Esta cita de Godelier sintetiza bastante bien la concepcin global que de los
procesos sociales y econmicos tiene la Escuela francesa de la Regulacin. sta se
constituye de aportaciones de otros enfoques -marxistas, keynesianos, institucionalistas, ...
pero tambin cuenta con sus propias realizaciones. Es un enfoque relativamente joven que
tiene su presentacin pblica en la obra de Michel Aglietta (1976): Rgulation et crises du
capitalisme: lexprience des tats-Unis40. Aqu manifiesta el autor que:
Estudiar un modo de produccin es poner al descubierto cules son las
relaciones determinantes que se reproducen en y por las transformaciones sociales,
as como las formas bajo las que lo hacen, y las causas por las que esa reproduccin
se ve acompaada de rupturas en diferentes puntos del sistema social. Hablar de la
regulacin de un modo de produccin es intentar expresar mediante leyes generales
cmo se reproduce la estructura determinante de una sociedad. El objeto de la
presente obra es el estudio de las leyes de regulacin del modo de produccin
capitalista. Dicho estudio se llevar a cabo a partir de un anlisis histrico de la
economa norteamericana a largo plazo.
252
253
de la crisis de los aos treinta y de la de los aos setenta, sugiere que la permanencia de
ciertas caractersticas -sobreproduccin, disminucin de la rentabilidad, nivel rcord de la
tasa de inters real y de la desocupacin ...- ocurra junto con notables diferencias: primero,
continuacin y luego estabilizacin de la inflacin -en oposicin a una deflaccin rpida y
brutal-, divergencia en el perfil coyuntural -ausencia de depresin acumulativa- y en los
intercambios internacionales -continuacin de la penetracin del mercado interno,
ausencia de contraccin de las exportaciones.
La distincin entre infraestructura y superestructura, si es que retiene algn sentido, no es una distincin de niveles o de
instancias lo mismo que no es una distincin entre instituciones. (GODELIER, 1984). Por principio, es una distincin
entre funciones. La nocin de causalidad en ltima instancia, de primaca de las infraestructuras, se refiere a la existencia
de una jerarqua de funciones y no a una jerarqua de instituciones. Una sociedad no tiene arriba ni abajo y no consiste en
un sistema de niveles superpuestos. Es un sistema de relaciones entre hombres, de relaciones jerarquizadas segn la
naturaleza de sus funciones, funciones que determinan el peso respectivo de cada una de sus actividades sobre la
reproduccin de la sociedad. (GODELIER, 1984).
254
255
extremos. Por una parte, se encuentran los mecanismos competitivos, esto es, cuando la
confrontacin ex post en el mercado, es la que define la validacin o no de los trabajos
privados. Por otra, el monopolio, que tiene lugar cuando prevalecen ciertas reglas ex ante
de socializacin de la produccin por parte de una demanda social que tiene una magnitud
y una composicin sensiblemente equivalente.
El anlisis realizado por los regulacionistas pone un menor acento en los
fenmenos de concentracin y centralizacin como caractersticas de las estructuras y un
mayor sobre sus consecuencias en materia de acumulacin y de dinmica de la ganancia.
En efecto, lo que importa es explicar cmo contribuyen los cambios en la competencia en
cuanto al pasaje de un rgimen de acumulacin a otro. Ahora bien, desde un punto de vista
terico, nada garantiza que estos cambios sean los ms esenciales. En algunos casos, ellos
van juntos con las transformaciones de la relacin salarial (taylorismo y fordismo) y de la
restriccin monetaria (relaciones entre monopolizacin y monedas de crdito). En otros
casos, ellos provocan estas mismas transformaciones.
Las modalidades de adhesin al rgimen internacional.
La adhesin al rgimen internacional se define por la conjuncin de reglas que
organizan las relaciones entre una economa nacional y el resto del mundo, tanto en
materia de intercambios de mercancas como de localizacin de las producciones, a travs
de la inversin directa, o del financiamiento de flujos y saldos exteriores. En este sentido,
es comn oponer por un lado una acumulacin casi autrquica y por el otro una dinmica
econmica nacional que no es ms que la proyeccin, en el territorio considerado, de una
lgica que slo encuentra su verdadera expresin a escala mundial. En realidad, los
enfoques desde el punto de vista de la regulacin conducen a una concepcin mucho ms
matizada y desarrollan una serie de nociones intermedias que, partiendo del rgimen
internacional -es decir, de la configuracin de los espacios econmicos y de su conexindefine la nocin de reas estratgicas, como el conjunto formado por las potencialidades
que le son impuestas por el rgimen internacional.
Ms all del problema de la insercin internacional de un pas dado, se plantea otra
cuestin: la de las fuerzas que aseguran la cohesin del rgimen internacional considerado
257
258
La relacin salarial.
Con el trmino general de relacin salarial, se quiere designar el proceso de
socializacin de la actividad de produccin bajo el capitalismo: el trabajo por cuenta ajena.
Pero pueden existir varias formas de organizacin de este ltimo. Se llamar forma de la
relacin salarial el conjunto de las condiciones jurdicas e institucionales que regulan el
uso del trabajo asalariado, as como la reproduccin de la existencia de los trabajadores.
Estos dos trminos definen, por tanto, el tipo de insercin del asalariado en la sociedad y el
circuito econmico. A priori, las diferentes formas de la relacin salarial resultan de la
combinacin de un tipo de organizacin del trabajo y, ms en general, de las normas de
produccin y de un modo de vida definido por el equivalente a un conjunto de normas de
consumo.
De forma ms analtica, resulta prctico descomponer la relacin salarial en cinco
de sus componentes:
259
Las formas de relacin salarial que, histricamente, se reconocen son tres: Por una
parte, la competitiva: caracterizada, adems, por una dbil insercin del consumo de los
trabajadores en la misma produccin capitalista. Por otra parte, la taylorista: que institua
una reorganizacin considerable del trabajo, pero sin mutaciones equivalentes en el modo
de vida asalariado. Por ltimo, la fordista: que codificaba un cierto paralelismo entre la
progresin de las normas de produccin y la difusin de nuevas normas de consumo. De
todo ello se desprende que la relacin salarial tiene relacin con los diferentes regmenes
de acumulacin, al menos en las economas capitalistas dominantes.
Aportaciones y debilidades de la Escuela de la Regulacin.
Muchas y ricas han sido las aportaciones de esta escuela. Sus ideas se han
extendido por diferentes mbitos paradigmticos y temticos. Sin embargo, subsiste una
tensin entre la elaboracin de categoras analticas que permiten una lectura del pasado
reciente del capitalismo y el virtual uso de las mismas para avanzar prospectivamente.
La posible debilidad del carcter prospectivo de los conceptos, se extiende tambin
al mbito de la poltica pblica. Cuanto se analiza la realidad de un cierto modo holstico y
como resultado de articulaciones y urdimbre de partes, las recetas no resultan fciles, pues
lo primero que se evidencia ante una propuesta de actuacin es la incidencia -posiblemente
negativa- sobre otras partes del sistema. ste es, sin lugar a dudas, un punto dbil de la
Teora de la Regulacin. Debilidad que se ha ido subsanando con el avance terico.
260
Peirce vio que la transferencia aductiva de la metfora de una disciplina a otra era
una fuente importante de creatividad y novedad en una ciencia. De esta manera se razona
que una fuente de creatividad en la ciencia proviene de la yuxtaposicin de dos campos de
referencia distintos, de tal manera que las ideas existentes que antes estaban separadas
pueden fertilizar entrecruzndose. Esta yuxtaposicin tiene lugar por medio de la
transferencia de conceptos y preceptos de una ciencia a otra, por medio de la generacin
de metforas.
261
existe una base formada por metforas mecanicistas. Pero, tambin las metforas
biolgicas de la Economa evolucionistas no son las nicas que han tenido lugar a lo largo
de la historia del pensamiento econmico. De hecho, Alfred Marshall cuenta en sus
Principios con continuas referencias a la biologa y al mundo vivido; tambin Paul
Krugman, en uno de sus ltimos libros, se ejercita en el juego metafrico (La organizacin
espontnea de la economa).
Para la revitalizacin de la Economa, la Economa evolucionista y, muy
especialmente Hodgson (1993), desarrollan las metforas biolgicas basadas en ciertos
marcos conceptuales de la Biologa. De ello, se desprende, en opinin de Hodgson, una
serie de ventajas y mejoras: ensalza una preocupacin por los procesos irreversibles, por el
desarrollo a largo plazo -en lugar de por ajustes marginales a corto plazo-, por el cambio
cualitativo adems del cuantitativo, por la variedad y la diversidad, por las situaciones sin
equilibrio as como las situaciones de equilibrio, por la posibilidad de errores sistemticos
y persistentes y por el comportamiento no optimizador.
As pues, en este mirar a la Biologa se aleja la Economa evolucionista de otros
planteamientos propios de lo que puede denominarse darwinismo social. ste est
sustentado en conceptos como rivalidad, competencia, egosmo, escasez, ...; y hace
apelaciones a la seleccin natural competitiva como forma eficiente de supervivencia. En
cambio, para la Economa evolucionista, los procesos evolutivos, en un contexto
econmico, no conducen necesariamente a resultados eficientes u ptimos.
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265
distinto porque puede cambiar sus objetivos, y lo que es ms, eso puede ocurrir sin que se
produzca ningn estmulo externo.
La teora del caos y la indeterminacin y sus lmites.
Nunca podremos demostrar la existencia de la indeterminacin porque siempre
existe la posibilidad de que est operando un mecanismo causal desconocido y oculto. Sin
embargo, lo que s sabemos gracias a la teora matemtica del caos es que, incluso si el
mundo es determinista, casi seguro que se comportara con una aleatoriedad aparente,
incluso no probabilstica, y de forma impredecible. Queda pues establecida la posibilidad
de un caos determinista.
Por otra parte, no debe descartarse el hecho de que tras comportarse
deterministamente, un sistema puede alcanzar un punto de bifurcacin en el que se hace
inherentemente imposible determinar la direccin que tomar el cambio; una leve e
imperceptible perturbacin podra llevar al sistema por una direccin en vez de otra. Sin
embargo, existen lmites a la indeterminacin, pues aunque podemos considerar que la
novedad y la creatividad son posibles, cada mente humana tiene poderes de imaginacin y
expectativas limitados. Adems, estos lmites seran el resultado de las experiencias y de
los hbitos de pensamiento enmarcados en la cultura a la que pertenece el individuo. Por lo
tanto, aunque an hay una indeterminacin real, podemos estar restringidos internamente
en nuestra imaginacin y eleccin.
Existen influencias externas que moldean los propsitos y las acciones de los
individuos, pero la accin no queda totalmente determinada por ellas. El entorno influye,
pero no determina completamente ni lo que busca el individuo, ni lo que puede conseguir.
El individuo se rige por sus hbitos de pensamiento, pero stos no le impiden elegir. Hay
acciones que pueden no estar causadas, pero al mismo tiempo existen pautas de
pensamiento o comportamiento relacionadas con el entorno cultural o institucional en el
que acta la persona. En definitiva, la accin est parcialmente determinada y
parcialmente indeterminada: es en parte predecible, pero en parte es totalmente
impredecible. E1 futuro econmico sigue siendo incierto, en el sentido ms radical; sin
embargo, al mismo tiempo la realidad econmica proporciona un grado de orden siguiendo
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determinadas pautas.
En sntesis, es deseable afirmar la importancia de la indeterminacin y de la
espontaneidad en la accin humana, pero tambin hay que reconocer sus lmites. En
algunas esferas y dimensiones la accin puede estar indeterminada pero no en otras.
Afirmar la existencia de indeterminacin no es negar sus limitaciones: la accin tambin
est moldeada y limitada por las influencias de la cultura, las instituciones y el pasado.
Hbitos e instituciones.
La aceptacin de que la imaginacin y la eleccin pueden estar limitadas por la
cultura nos lleva a considerar la naturaleza y los lmites del comportamiento intencionado
consciente. La razn y la imaginacin dependen de los conceptos y estn limitados por las
percepciones, las cuales, a su vez, estn afectadas por nuestra cultura social. Sin embargo,
el propsito de este argumento no es reducir la explicacin de la accin humana slo a la
cultura. Y aqu entre en juego la reinstauracin del concepto de hbito. Al establecer una
categora de comportamiento no deliberado es posible, en primer lugar, encontrar una base
para un cierto grado de estabilidad y continuidad en la vida social; en segundo lugar, realza
la idea de la eleccin y del comportamiento deliberativo con el que contrasta; y en tercer
lugar, proporciona la base, facilitando el equivalente al gen, para desarrollar una teora
genuinamente evolucionista tanto en Economa como en las ciencias sociales. El hbito
tiene un lugar en la jerarqua del pensamiento y la accin, afectando a varios niveles.
Incluso los modos de pensamiento y de razonamiento ms deliberados estn a su vez
gobernados por los hbitos de pensamiento, implicando clases de conceptos y mtodos de
clculo particulares.
Puede parecer paradjico, pero la idea de una accin intencionada depende de la
fijeza de una serie de conceptos, reglas y marcos conceptuales. El hbito no es un
comportamiento meramente automtico. Incluso el hbito menos engranado es objeto de
una actividad mental recurrente y de una valoracin. Esto se debe en parte a que los
hbitos provocan y se entrelazan con otros hbitos. Sin embargo, esto no implica que se
delibere sobre los hbitos a niveles de conciencia superiores. En cambio, se delibera sobre
los hbitos a un nivel de conciencia prctica, con la mentalidad rutinaria y del trabajo
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del da a da. Por lo tanto los hbitos tienen tanto aspectos intencionales como causales.
La unidad relativamente invariable es la institucin social. Podemos definir las
instituciones ampliamente. Esta definicin se refiere a las pautas, concebidas vulgarmente,
de comportamiento y de hbitos de pensamiento, de naturaleza rutinaria y perdurable, que
se asocian con la gente que interacta en los grupos o en los grandes colectivos. Las
instituciones permiten un pensamiento y una accin ordenados al imponer la forma y la
consistencia en las actividades de los seres humanos. En general, se sugiere que los hbitos
y las instituciones desempean un papel evolucionista similar al del gen en el mundo
natural. Se observa que las instituciones tienen un carcter estable e inerte, y que tienden a
sostener y a traspasar sus caractersticas importantes a lo largo del tiempo. Las
instituciones son consideradas como resultados o como reforzadoras de los procesos de
pensamiento rutinizados compartidos por una serie de personas en una sociedad
determinada.
As pues la institucin es una invariabilidad socialmente construida, y se puede
considerar a las instituciones como unidades o entidades de anlisis. Esto contrasta con la
idea del individuo como unidad irreducible del anlisis en la economa neoclsica, y se
aplica tanto a la microeconoma como a la macroeconoma. Por lo tanto, las teoras
basadas en agregados se hacen posibles cuando se basan en las correspondientes
instituciones sociales. El dinero es una unidad de cuenta legtima porque el dinero, en s
mismo, es un medio institucionalmente sancionado; las funciones de consumo agregadas
debieran referirse a conjuntos de personas con fuertes vnculos institucionales y culturales;
etctera. Una vez ms, esto contrasta con el planteamiento basado en un razonamiento a
partir de axiomas que se basan en supuestas universalidades sobre el comportamiento
individual. Este planteamiento basado en especificaciones institucionales, y no en
universalidades ahistricas, es caracterstico de la economa institucional, y tiene
paralelismos en ciertas economas de las escuelas marxianas y poskeynesianas.
Esto no significa, por supuesto, que se considere que las instituciones son
inmutables. Las instituciones pueden, en s mismas, cambiar, y no tienen ninguna
perdurabilidad semejante a la de los genes. Lo que es importante resaltar es la
invariabilidad relativa y el carcter autorreforzador de las instituciones para poder
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ndice
Prologo..............................................................................................................2
PARTE PRIMERA
CAPTULO 1. - INTRODUCCIN Y CONCLUSIONES. ...................................... 10
MARCOS CONCEPTUALES Y FILOSOFA DE LA CIENCIA. ............................................... 10
COMUNIDAD IDEAL DE DILOGO. ................................................................................ 26
LAS CIENCIAS SOCIALES. ............................................................................................. 27
LOS MARCOS CONCEPTUALES EN ECONOMA. .............................................................. 31
PARTE SEGUNDA.- FILOSOFA DE LA CIENCIA Y TEORAS DEL
CONOCIMIENTO
CAPTULO 2.- FILOSOFA DE LA CIENCIA........................................................ 38
LA MENTE NO COPIA SIMPLEMENTE UN MUNDO. ...................................................... 38
Solo hay lo dado. ..................................................................................................40
Realidad a priori versus realidad a posteriori. .....................................................42
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