Espiritismo

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Manual del Espiritista

Preparacin de la Bveda Espiritual


La preparacin de la bveda debe hacerse con el mximo esmero, en primer lugar deberem
os buscar un lugar donde prepararla, debe ser un lugar espacioso y tranquilo.
Para la preparacin de la Bveda se necesitaran los siguientes elementos, principalm
ente si vamos a celebrar una reunin espiritista o misa en ella:
Una mesa.
1 mantel Blanco.
7 Vasos, tambin se pueden usar 3 vasos.
1 copa.
1 crucifijo
1 Candelabro.
1 vela, algunos ponen 2 o 3 velas.
2 ramos de flores.
Una pequea palangana.
Agua.
Agua Bendita.
Colonia.
Tabaco.
Caa.
Fotos de los familiares muertos.
El montaje de la bveda espiritual es muy variable, ya que en ella pueden interven
ir muchos factores y objetos. Cada bveda en si es la representacin espritu-artstica
de cada individuo. Unos le ponen imgenes de Santos, personalmente suelo tener en
la ma siete imgenes, un San Antonio de Lisboa (Eleggu), una virgen de la Merced (Ob
atal), una Santa Brbara (Shang), San Francisco de Ass (Orula), San Pedro (Oggn), Ntra
. Sra. De Regla (Yemay) y, una imagen de de mi amada Caridad del Cobre (Oshn).
A continuacin, en el croquis pongo mas o menos como es mi Bveda espiritual, los co
lores poco tienen que ver en el reparto, simplemente para que se vean he tenido
que usar colores un poco fuertes, en el falta la palangana, la cual se pone al p
ie de la bveda para realizar una limpieza espiritual al pie de la Bveda antes de e
mpezar el rito.
La palangana que se pone al pie de la Bveda espiritual es para lo dicho, hacerse
cada uno de los miembros que asistan a la reunin una limpieza espiritual tan pron
to se haya rezado la primera Oracin y mientras se canta el cntico de la pagina 9.
En la palangana se pondr Agua, colonia muy fresca, cascarilla, ptalos de flores y
un poco de agua bendita.
Las copas y los vasos se llenan de agua, pero yo tengo la costumbre de poner en
cada uno de ellos unas gotas de agua bendita.
Normalmente uso vela de parafina liquida. Tambin tengo la costumbre de encender l
as velas con cerilla de madera.
Reuniones espiritistas
Porque donde estn dos o tres congregados en mi nombre,
all estoy en medio de ellos. (Mateo XVIII, v. 20)
PREFACIO
Mientras se lee el prefacio, se distribuyen los puros.
Estar reunidos en nombre de Jess, no quiere decir que basta estar reunidos materi

almente, sino que es menester estarlo por la comunicacin e intencin de pensamiento


s para el bien; entonces Jess se encuentra en la reunin, o uno de los Espritus puro
s que le representan.
El Espiritismo nos ensea de qu modo los Espritus pueden estar entre nosotros. Estn c
on su cuerpo fludico espiritual, y en la apariencia que nos lo haran reconocer si
se hicieran visibles. Cuanto ms elevada es su jerarqua, tanto ms grande es su poder
y radiacin; as es que poseen el don de ubicuidad, y pueden encontrarse en diferen
tes puntos simultneamente; basta para ello un destello de su pensamiento.
Con estas palabras, Jess quiso manifestar el efecto de la unin y de la fraternidad
; no es el mayor o menor nmero el que lo atrae, puesto que, en vez de dos o tres
personas, hubiera podido decir diez o veinte, sino el sentimiento de caridad que
anima a los unos ya los otros; pues para esto, basta que haya dos. Pero si esta
s dos personas ruegan cada una por su lado, aun cuando se dirijan a Jess, no hay
entre ellas comunin de pensamientos sobre todo si no estn movidas por un sentimien
to de benevolencia mutua, si se miran tambin con prevencin, con odio, envidia o ce
los, las corrientes fludicas de sus pensamientos se rechazan en lugar de unirse c
on mutua simpata, y entonces no estn unidas en nombre de Jess; slo es el pretexto de
la reunin, y no el verdadero mvil.
Si El nos dijo: vendr por cualquiera que me llamare, eso no implica el que sea so
rdo a la voz de una sola persona; es que exige ante todo el amor al prjimo, del q
ue se pueden dar ms pruebas cuando son muchos, que estando en el aislamiento, y q
ue todo sentimiento personal lo aleja. De todo esto se desprende, que si en una
reunin numerosa, dos o tres personas solamente se unen de corazn por el sentimient
o de una verdadera caridad, mientras que los otros se aslan y concentran en sus p
ensamientos egostas y mundanos, El estar con los primeros y no con los otros.
No es, pues, la simultaneidad de palabras, de cantos o de actos exteriores los q
ue constituyen la reunin en nombre de Jess, sino la comunin de pensamientos conform
es al espritu de caridad personificado en Jess.
Tal debe ser el carcter de las reuniones espiritistas for males, en las que se es
pera sinceramente el concurso de los buenos Espritus.
Al empezar la reunin
Hacer la seal de la Santa Cruz y el rector que lea la siguiente Oracin:
Rogamos al Seor Dios Todopoderoso, que nos enve buenos Espritus para asistirnos, al
eje a los que pudieran inducirnos en el error, y que nos d la luz necesaria para
distinguir la verdad de la impostura.
Separad, tambin, a los espritus malvolos, encarnados o desencarnados, que podran int
entar poner la discordia entre nosotros y desviarnos de la caridad y amor al prji
mo. Si alguno pretendiera introducirse aqu, haced que no encuentre acceso en ning
uno de nosotros.
Espritus buenos que os dignis venir a instruirnos, hacednos dciles a vuestros conse
jos, y desviad de nosotros el egosmo, el orgullo, la envidia y los celos; inspira
dnos indulgencia y benevolencia para nuestros semejantes presentes y ausentes, a
migos y enemigos; haced, en fin, que en los sentimientos de caridad, humildad y
abnegacin de que nos sintamos animados, reconozcamos vuestra saludable in- fluenc
ia.
A los mdium a quienes encarguis de transmitirnos vuestras enseanzas, dadles la conc
iencia de la santidad del mandato que les ha sido confiado y de la gravedad del
acto que van a cumplir, con el fin de que tengan el fervor y el recogimiento nec
esarios.
Si en esta reunin se encontrasen personas que fuesen atradas por otro sentimiento

que no sea el del bien, abridles los ojos a la luz, y que Dios les perdone si vi
enen con malas intenciones.
Rogamos muy particularmente al Espritu de N..., nuestro gua espiritual, que nos as
ista y vele sobre nosotros.
Aqu se reza el padrenuestro y se canta el canto de la pagina 5, mientras los miem
bros van hacindose uno a uno una limpieza y, se canta el cntico de la Pg. 6; tambin
se sopla un poco de ron, de uno en uno al centro de la reunin. Terminada esta ope
racin, empieza la invocacin y la bajada de espritus.
OTRA
Dios omnipotente, excelso, misericordioso, que velas con incesante providencia p
or el bien de todas las criaturas; y te has dignado traernos por tan singulares
caminos al conocimiento de tu grandeza y de tu sabidura; Las cuales vas poniendo
al alcance de nuestro limitado entendimiento por conducto de tus inspirados serv
idores; Pagando con tan insigne favor el poco mrito de la fe que nos rene.
Para que en vista de tanta maravilla, nuestros corazones se abran y ensanchen a
la fe que tanto necesitamos; y para que se disipen las nieblas que ocultan a nue
stros ojos la luz que puede mostrarnos el camino seguro de nuestro mejoramiento.
Condicin precisa para llegar al perfecto conocimiento de tu Ser, aclarndonos o de
jndonos entrever tantos misterios hasta ahora ocultos al entendimiento humano, an
en aquellos que ms se han distinguido por su amor a la ciencia y por sus buenos d
eseos;
T, Seor, que nos has dicho tantas veces, por conducto de tu enviado ms excelso, que
busquemos para encontrar; que llamemos para que se nos responda; y que apliquem
os todas nuestras facultades y potencias a la investigacin de vuestro reinado y d
e vuestra justicia, despus de lo cual, todo nos sera dado por aadidura;
T, Seor, que prometiste, tambin, la asistencia de tu Santo Espritu a los que invocan
do con fervor tu nombre y creyendo tus palabras, se reunieran para buscar unidos
la verdad y la ciencia de la salvacin y los dones todos de tu gracia.
Mranos, Seor, en los caminos en que andamos; conforta nuestro corazn; afirma nuestr
a fe e ilumina nuestro entendimiento.
Para que nos hagamos dignos de las admirables lecciones que pueden damos y las i
nstrucciones que reverentes solicitamos de los venerables insignes siervos tuyos
, nuestros instructores.
A quienes diste y en quienes conservas los ms altos dones de tu gracia, y en part
icular, el de la sabidura, y el del celo por la instruccin de tus criaturas. Para
que tu nombre sea ensalzado y bendecido; para que, puestos todos en el camino de
l bien, os sirvamos en santidad y en justicia en todos nuestros das.
Mejorndonos, ilustrndonos y dirigindonos en el mejoramiento e ilustracin progresiva
de todas tus criaturas, y en particular las de la especie humana.
A todas las cuales nos has encomendado la grande y misteriosa obra de concurrir
a la admirable armona que desde el principio estableciste;
Y os diste, para conseguirlo, facultades, potencias y voluntad suficiente para d
esempear cumplidamente la parte que respectivamente nos corresponde en este subli
me concierto de tu incesante creacin;
Porque as, no slo conseguiremos nuestra paz, nuestra salud, nuestra bienaventuranz
a, an en medio de las aparentes tribulaciones inherentes a todo trabajo incomplet
o;

Sino que tambin crecer y mejoramos incesantemente hasta elevamos a la posesin del
sumo bien;
El cual, por la virtud, intercesin y merecimientos de Jesucristo nuestro Redentor
, est en la unin con El y con vos Padre, por los siglos de los siglos;
Como nos lo ha ofrecido y cada da se nos recuerda por tus inspirados servidores,
instructores nuestros.
Aleja de nosotros, Seor, Dios de bondad y de misericordia, toda idea de satisfacc
in propia; haz que en cuanto hagamos y se nos conceda, ni se mezclen, ni mucho me
nos prevalezcan, ideas ni sentimientos de vanidad ni inters alguno que no sea dig
no, sino que sirva para confortar nuestra fe, abrir nuestro corazn y ensanchar nu
estro entendimiento, a fin de que seamos digno depsito de virtud y de doctrina;
Con que ayudar a todos a creer y proclamar que eres prvido, santo, misericordioso
, admirable y digno de toda veneracin y loa por los siglos, y conocido y glorific
ado por las criaturas todas que formaste, desde el sol de los soles, al insecto
ms humilde y al tomo ms incomprensible.
Dadnos, Seor, de tus dones, los que nos convengan, y que se haga siempre tu volun
tad; lo que pedimos de corazn con las palabras que nos dict el Divino Maestro.
Padre nuestro, etc.
Cancin a Mama Francisca
Siento una voz que me llama
de lo profundo del mar
y es la voz de una africana
que viene a elaborar;
y yo llamo a mi madre y no viene,
y yo llamo a mi padre y tampoco,
yo llamo a mi seres guas,
que vengan poquito a poco,
Mama Francisca te estoy llamando, hay Dios
Mama Francisca en nombre de Dios
Mama Francisca, Reina Africana
Reina Africana del Lucumi
AL FIN DE LA REUNION
Damos gracias a los buenos Espritus que han querido venir a comunicarse con nosot
ros; les rogamos que nos ayuden a poner en prctica las instrucciones que nos han
dado, y que hagan que en saliendo de aqu, cada uno de nosotros se sienta fortific
ado en la prctica del bien y del amor al prjimo.
Deseamos igualmente que estas instrucciones sean provechosas a los Espritus que s
ufren, ignorantes o viciosos, que hayan asistido a esta reunin, y sobre los cuale
s imploramos la misericordia de Dios.
Cancin al Congo
VOZ
Congo de Guinea soy
CORO
Soy
VOZ
Buenas noches criollo
CORO
Buenas noches criollo
VOZ
Yo dejo mi huesa all
Yo vengo hacer caridad

CORO
Yo dejo mi huesa all
Yo vengo hacer caridad
VOZ
Congo congito congo de verdad
T vas a la tierrahacer caridad
CORO
Congo congito congo de verdad
T vas a la tierra hacer caridad
VOZ
Yo dejo mi huesa all
Yo vengo hacer caridad
CORO
Yo dejo mi huesa aya
Yo vengo hacer caridad
VOZ
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
Si t no me conoces
CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
VOZ
Si t no me conoces
Pa que t me llamas
CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
VOZ
Si t no me conoces
Yo soy un negro congo
Pa que t me llamas
CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
VOZ
Si t no me conoces
Yo vengo piango, piango
Pa que t me llamas
CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
VOZ
Si t no me conoces
Yo vengo de los montes
Pa que t me llamas
CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
VOZ
Si t no me conoces
Yo vengo derechito
Pa que t me llamas
CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
VOZ
Si t no me conoces
Yo vengo a elaborar
Pa que t me llamas

CORO
Pa que t me llamas
Pa que t me llamas
Santa Clara
Oraciones a los 7 Arcngeles
Arcngel Miguel
El Arcngel Miguel incansable luchador contra el mal. Comanda huestes de ngeles cel
estiales para restablecer la paz y desterrar la maldad sobre la tierra.
En su lucha contra Satans, ste haciendo alarde de su poder enfrent a San Miguel gri
tando Quien como yo? a lo que el Arcngel de la luz le respondi Quin como Dios? por es
o su nombre: Miguel.
Su celebracin es el 29 de Septiembre.
Oracin
Arcngel Miguel, defindenos en la lucha, s nuestro amparo contra la perversidad y ac
echanzas del demonio. Que Dios humille su soberbia.
Y t Prncipe de la Milicia Celeste arroja al infierno a Satans y dems espritus maligno
s que vagan por el mundo para perdicin de las almas. Amn.
Arcngel Rafael
El Arcngel Rafael, es el protector de los enfermos, su auxilio esta en todo momen
to que haya enfermedad, dolor o afliccin. Protege a los matrimonios bendecidos y
cuida de la felicidad en los hogares. Sus ngeles rodean los centros de salud. El n
gel de la sancin.
Su celebracin es el 24 de Octubre.
Oracin
Glorioso Arcngel Rafael, medicina de Dios, que guiaste a . HYPERLINK "http://www.
ciudadfutura.com/angel/tobias.htm" .Tobas. en su viaje para cobrar la deuda de Ga
belo le preparaste un feliz matrimonio y devolviste la vista a su anciano padre,
guanos en el camino de la salvacin, aydanos en las necesidades haz felices nuestro
s hogares y danos la visin de Dios en el Cielo. Amen
Arcngel Gabriel
Gabriel, el ngel que anuncio a Maria su inmaculada concepcin, ayuda a las mujeres
para que queden embarazadas y protege sus meses de estacin. Rene y pacifica a las
personas distanciadas, torna apacible el hogar, interviene siempre que se lo inv
oque para apaciguar a las personas enojadas.
Su celebracin es el 24 de Marzo
ORACION
Oh. Dios, que entre todos los ngeles elegiste al Arcngel Gabriel para . HYPERLINK
"http://www.ciudadfutura.com/angel/anuncios.htm" anunciar. el misterio de tu Enc
arnacin; concdenos benignamente que los que celebramos su festividad en la tierra,
experimentemos su patrocinio en el cielo. Amn.
(Aqu se pide la gracia que se desea)
Arcngel Uriel
Uriel, el Arcngel que cuida las tierras y los templos de Dios. Su misin es la de a
lcanzar favores a los seres humanos que pasan por etapas de duros aprendizajes e
n el destino. Cuida de su integridad y alivia a quienes se fatigan con el trabaj
o diario.
Oracin
Oh. Dios que con inefable providencia te dignas enviar a tus santos ngeles para n
uestra guarda, accede a nuestros ruegos y haz que seamos siempre defendidos por
su proteccin Seor, que nos confas a tus ngeles para que nos guarden en todos nuestro

s caminos, concede propicio que por interseccin de tu glorioso Arcngel San Uriel n
os veamos libres de los peligros presentes y asegurados contra toda adversidad.
Glorioso Arcngel San Uriel, poderoso en fortaleza imploro tu continua custodia pa
ra alcanzar la victoria sobre todo mal espiritual o temporal. Protector mo concdem
e la gracia que te solicito (se pide la gracia deseada) si es conveniente para e
l bien de mi alma, acompame y gua todos mis pasos hasta alcanzar la vida eterna. Amn
.
Arcngel Shamuel
El Arcngel Shamuel brinda su apoyo hacia aquellas personas que se encuentran sola
s y con falta de amor y respeto.
Lleva compasivamente a las personas al reencuentro y la paz. Protege contra la e
nvidia y elimina toda sensacin de amargura.
Oracin
Amado Arcngel Shamuel, te amo y te bendigo. Y te ruego que me mantengas sellado e
n un pilar de llama rosa de amor y adoracin a Dios hasta que se haga contagiosa a
toda la vida que yo contacte hoy y siempre.
Te doy las gracias! Amen.
Arcngel Zadkiel
La influencia de Zadkiel se hace sentir en el momento en que estamos transitando
por situaciones penosas, ya que su misin es la de alcanzarnos el perdn y llevar n
uestras cargas espirituales. Desata nuestros encadenamientos que impiden nuestra
realizacin en el amor y la verdad.
Oracin
Oh! Seor, acudimos confiados a Tu Divina potestad para que en merito a Tu infinita
muestra de amor de Padre y Protector dispongas que el Arcngel Zadkiel proteja co
mo, ayer, hoy y siempre a la indefensa humanidad, especialmente a los nios.
Que el espritu maligno sea definitivamente aniquilado y que el amor reine entre n
osotros as como Tu amor se nos manifiesta pleno e inagotable. Amen.
Arcngel Jofiel
El Arcngel Jofiel, uno de los siete arcngeles que estn en presencia de Dios desde l
a Creacin. Se invoca su proteccin en momentos en que necesitamos claridad mental,
iluminacin y estabilidad.
Oracin
Oh! Sabio, radiante, esplendente, amado Arcngel Jofiel, nuestras mentes y corazone
s estn vidos de penetrar en los laberintos insondables, misteriosos de la sublime
ciencia del conocimiento de la divinidad, de la potestad, del espritu del Seor Dio
s que nos cre, que nos gua y nos ama desde la cuna al atad.
T, amadsimo Arcngel Jofiel, ilumina nuestra senda con la luz de la eterna sabidura,
lbranos de la amenaza de la duda y la incomprensin, nutre nuestro espritu con la cu
ota indispensable de sabidura que nos conduzca seguros al edn prometido a los just
os. Amen.
ngel Guardin
La celebracin de los Santos ngeles Custodios es el 2 de Octubre.
La iglesia los honra con un homenaje por tan digna tarea que llevan a cabo. Ello
s son los encargados de velar y cuidar en todo momento de la persona a quien han
sido designados como sus protectores. El ngel de la guarda es un ser inteligente
dotado de gran pureza y oficia de puente entre Dios y su custodiado. Hnralo en s
u da!!! Dedcale una oracin de agradecimiento por cuidarte.

Oracin
Santo ngel, mi gua celestial, a quien tantas veces he entristecido con mis pecados
. No me abandones. Te lo ruego.
En medio de los peligros, no me retires tu apoyo.
No me pierdas de vista ni un solo instante, sino que tus amables inspiraciones d
irijan y fortifiquen mi alma, reanimen mi corazn desfallecido y casi apagado, por
que est sin amor: comuncale alguna chispa de las llamas suaves y puras que te abra
san, a fin de que cuando llegue el trmino de esta vida pueda en tu compaa y la de t
odos los ngeles obtener la vida eterna y ver sin cesara Jess, amarlo, alabarlo y b
endecidlo. Amen.
Oracin dominical
Nota introductoria:
En algunas ocasiones, por no decir casi en todas ellas, cuando uno se sienta al
pide de la Bveda Espiritual, no sabe que rezar o que hacer, entonces recomiendo l
a lectura de la oracin dominical. Oracin que nos dio el Maestro Jess de Nazareth y
que tanto y tanto nos ensea a todo, pues en ella se encuentra respuesta a casi to
das las cosas y contrariedades de esta vida. La transcribo tal como la escribi Al
lan Kardec en su evangelio.
Prefacio.
Los espritus nos han recomendado que colocramos la oracin dominical al principio de
esta coleccin, no slo como oracin, sino como smbolo de todas las oraciones, es la q
ue colocan en primer lugar, sea porque viene del mismo Jess (San Mateo, Cp. VI, v.
de 9 a 13), sea porque pueda suplirlas a todas, segn el pensamiento que se une a
ellas. Es el ms perfecto modelo de concisin, verdadera obra maestra de sublimidad
es su sencillez.
En efecto, a pesar de su brevedad, resume todos los deberes del hombre para con
Dios, para consigo mismo y para con el prjimo: encierra una profesin de fe, un act
o de adoracin y de sumisin, la peticin de las cosas necesarias a la vida, y el prin
cipio de caridad.
Decirla a la intencin de alguno, es pedir para l lo que pediramos para nosotros mis
mos. Sin embargo, en razn mismo de su brevedad, el sentido profundo encerrado en
algunas palabras de las que se compone, pasa desapercibido para la mayor parte;
generalmente se dice sin dirigir el pensamiento sobre las aplicaciones de cada u
na de sus partes; se dice como una frmula cuya eficacia es .proporcionada al nmero
de veces que se repite; as es que casi siempre es el nmero cabalstico de "tres, si
ete, o nueve", sacados de la antigua creencia supersticiosa que atribua una virtu
d a los nmeros, y que se usaba en las operaciones de la magia. Para suplir el vaco
que la concisin de esta oracin deja en el pensamiento, segn el consejo y con la as
istencia de los buenos espritus, se ha aadido a cada proposicin un comentario que d
esarrolla su sentido y ensea sus aplicaciones. Segn las circunstancias y el tiempo
disponible, se puede decir la oracin dominical "sencillamente o comentariada".
Oracin
I. Padre nuestro que ests en los cielos, santificado sea el tu nombre!.
Creemos en vos, Seor, porque todo revela vuestro poder y vuestra bondad. La armona
del Universo atestigua una sabidura, una prudencia y una previsin tales, que sobr
epujan a todas las facultades humanas, el nombre de un ser soberanamente grande
y sabio est inscripto en todas las obras de la creacin, desde la hebra de la ms peq
uea planta y desde el ms pequeo insecto, hasta los astros que se mueven en el espac
io; en todas partes vemos la prueba de una solicitud paternal, por eso es ciego
el que no os reconoce en vuestras obras, orgulloso el que no os glorifica, e ing
rato el que no os da las gracias.

II. Venga a nos el tu reino!


Seor, habis dado a los hombres leyes llenas de sabidura, que produciran su felicidad
si las observasen; con esas leyes haran reinar entre ellos la paz y la justicia,
se ayudaran mutuamente en vez de perjudicarse como lo hacen, el fuerte sostendra
al dbil y no lo abatira, evitando los males que engendran los abusos y los excesos
de todas clases. Todas las miserias de la tierra tienen su origen en la violacin
de vuestras leyes, porque no hay una sola infraccin que no tenga fatales consecu
encias.
Habis dado al bruto el instinto que le traza el lmite de lo necesario y, maquinalm
ente se conforma a l; pero al hombre adems de su instinto, le habis dado la intelig
encia y la razn; le habis dado tambin la libertad de observar o de infringir aquell
as de vuestras leyes que le conciernen personalmente, esto es, de elegir entre e
l bien y el mal, a fin de que tenga el mrito y la responsabilidad de sus acciones
.
Nadie puede alegar que ignora vuestras leyes, porque en vuestro cario habis querid
o que estuviesen grabadas en la conciencia de cada uno, sin distincin de cultos n
i de naciones; los que las violan es porque os desconocen.
Vendr un da, segn vuestra promesa, en que todos las practicarn; entonces la incredul
idad habr desaparecido; todos os reconocern como el Soberano Seor de todas las cosa
s, y el reino de vuestras leyes ser vuestro reino en la Tierra. Dignaos, Seor, act
ivar su advenimiento dando a los hombres la luz necesaria para que se conduzcan
por el camino de la verdad.
III. Hgase tu voluntad as en la Tierra como en el Cielo!
Si la sumisin es un deber del hijo para con su padre y del inferior para con su s
uperior cunto ms grande debe ser la de la criatura para con su Criador! Hacer vuest
ra voluntad, Seor, es observar vuestras leyes y someterse sin murmurar a vuestros
divinos decretos; el hombre se someter a ellos, cuando comprenda que sois origen
de toda sabidura, y que sin vos nada puede; entonces realizar vuestra voluntad en
la Tierra, como los elegidos en el Cielo.
IV. El pan nuestro de cada da, ddnosle hoy.
Dadnos el alimento
to espiritual para
to; pero el hombre
ncia porque vos le

para conservar las fuerzas del cuerpo; dadnos tambin el alimen


el desarrollo de nuestro espritu. El bruto encuentra su alimen
lo debe a su propia actividad y a los recursos de su intelige
habis creado libre.

Vos le habis dicho: "Extraers tu alimento de la tierra con el sudor de tu frente";


por eso habis hecho una obligacin del trabajo a fin de que ejercitara su intelige
ncia buscando los medios de proveer a su necesidad y a su bienestar; los unos po
r el trabajo material, y los otros por el trabajo intelectual; sin trabajo queda
ra estacionado y no podra aspirar a la felicidad de los espritus superiores.
Vos secundis al hombre de buena voluntad que confa en vos para lo necesario, pero
no al hombre que se complace en la ociosidad, que todo quisiera obtenerlo sin pe
na, ni al que busca lo superfluo. (Cp. XXV).
Cuntos hay que sucumben por su propia falta, por su injuria, por su imprevisin o po
r su ambicin, y por no haber querido contentarse con lo que les habis dado! Esos s
on los artfices de su propio infortunio, y no tienen derecho de quejarse, porque
son castigados por donde han pecado. Pero ni an a esos abandonis porque sois infin
itamente misericordiosos, sino que les tendis una mano caritativa desde el moment
o en que, como el hijo prdigo, vuelve sinceramente a vos. (Cp. V, nm. 4).

Antes de quejamos de nuestra suerte, preguntmonos si es producto de nuestras prop


ias acciones: a cada desgracia que nos sucede, preguntmonos si hubiese dependido
de nosotros el evitarla: pero digamos tambin que Dios nos ha dado la inteligencia
para salir del atolladero, y que de nosotros depende el hacer uso de ella. Pues
to que la ley del trabajo es la condicin del hombre en la tierra, dadnos nimo y fu
erza para cumplirla; dadnos tambin prudencia, previsin y moderacin, con el fin de n
o perder el fruto de este trabajo.
Dadnos, pues, Seor, nuestro pan de cada da, es decir, los medios de adquirir con e
l trabajo las cosas necesarias a la vida, porque nadie tiene derecho de reclamar
lo superfluo. Si nos es imposible trabajar, confiamos en vuestra Divina Provide
ncia. Si entra en vuestros designios el probarnos por las ms duras privaciones, a
pesar de nuestros esfuerzos, las aceptamos como justa expiacin de las faltas que
hayamos podido cometer en esta vida o en una vida precedente, porque vos sois j
usto; sabemos que no hay penas inmerecidas, y que jams castigis sin causa.
Preservadnos, Dios mo, de concebir la envidia contra los que poseen lo que nosotr
os no tenemos, ni contra aquellos que tienen lo superfluo cuando a nosotros nos
hace falta lo necesario. Perdonadles si olvidan la ley de caridad y de amor al p
rjimo que les habis enseado. (Cp. XVI, nm. 8).
Separad tambin de nuestro espritu el pensamiento de negar vuestra justicia, viendo
prosperar al malo, y al hombre de bien sumergido algunas veces en la desgracia.
Gracias a las nuevas luces que habis tenido a bien darnos, sabemos ahora que vue
stra justicia se cumple siempre y no hace falta a nadie; que la prosperidad mate
rial del malo es efmera, como su existencia corporal, y que sufrir terribles contr
atiempos, mientras que la alegra reservada al que sufre con resignacin ser eterna.
(Cp. V, nms. 7, 9, 12 y 18).
V. Perdnanos nuestras deudas, as como nosotros perdonamos a nuestros deudores.- Pe
rdnanos nuestras ofensas, as como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
Cada una de nuestras infracciones
, y una deuda contrada que tarde
sin de ellas de vuestra infinita
esfuerzos para no contraer nuevas

a vuestras leyes, Seor, es una ofensa hacia vos


o temprano tendr que pagarse. Solicitamos la remi
misericordia, y os prometemos hacer los debidos
deudas.

Vos habis hecho una ley expresa de la caridad; pero la caridad no consiste slo en
asistir a su semejante en la necesidad: consiste tambin en el olvido y en el perdn
de las ofensas. Con qu derecho reclamaramos vuestra indulgencia, si nosotros mismo
s faltsemos a ella con respecto a aquellos contra quienes tenemos motivos de quej
as?
Dadnos! Dios mo! la fuerza para ahogar en nuestra alma todo sentimiento, todo odio
y rencor; "haced que la muerte no nos sorprenda con un deseo de venganza en el c
orazn". Si hoy mismo os place el quitarnos la vida, haced que podamos presentarno
s a vos puros de toda animosidad, a ejemplo de Cristo, cuyas ltimas palabras fuer
on de clemencia para sus verdugos. (Cp. X).
Las persecuciones que nos hacen sufrir los malos, son parte de nuestras pruebas
y debemos aceptarlas sin murmurar, como todas las otras pruebas, y no maldecir a
aqullos que con sus maldades nos facilitan la senda de la felicidad eterna, pues
vos nos habis dicho por boca de Jess: "Felices los que sufren por la justicia!". B
endigamos, pues, la mano que nos hiere y nos humilla, porque las heridas del cue
rpo nos fortifican nuestra alma y seremos levantados de nuestra humildad. (Cp. XI
I, nm. 4).
Bendito sea vuestro nombre, Seor, por habernos enseado que nuestra suerte no est ir
revocablemente fijada despus de la muerte, y que encontraremos en otras existenci

as los medios de rescatar y de reparar nuestras faltas pasadas, cumpliendo en un


a nueva lo que no podemos hacer en sta para nuestro adelantamiento. (Cp. IV y V, nm
. 5).
Con esto se explican, en fin, todas las anomalas aparentes de la vida, pues es la
luz derramada sobre nuestro pasado y nuestro porvenir, la seal resplandeciente d
e vuestra soberana justicia y de vuestra bondad infinita.
VI. No nos dejes caer en la tentacin, ms lbranos de todo mal.
Dadnos, Seor, fuerza para resistir a las sugestiones de los malos espritus que int
entasen desviarnos del camino del bien, inspirndonos malos pensamientos. Pero nos
otros mismos somos espritus imperfectos encarnados en la tierra para expiar y mej
orarnos. La causa primera del mal reside en nosotros, y los malos espritus no hac
en ms que aprovecharse de nuestras inclinaciones viciosas, en las cuales nos mant
ienen para tentarnos.
Cada imperfeccin es una puerta abierta a su influencia, mientras que son impotent
es y renuncian a toda tentativa contra los seres perfectos. Todo lo que nosotros
podamos hacer para separarlos, es intil, si no les oponemos una voluntad inquebr
antable en el bien, renunciando absolutamente al mal. Es, pues, necesario, dirig
ir nuestros esfuerzos contra nosotros mismos, y entonces los malos espritus se al
ejarn naturalmente, porque el mal es el que los atrae, mientras que el bien los r
echaza.
VII. Amn.
Haced, Seor, que nuestros deseos se cumplan! Pero nos inclinamos ante vuestra sabi
dura infinita. Sobre todas las cosas que no nos es dado comprender, que se haga v
uestra santa voluntad, y no la nuestra, porque Vos slo queris nuestro bien y sabis
mejor que nosotros lo que nos conviene.
Os dirigimos esta plegaria, Oh, Dios mo!, por nosotros mismos, por todas las almas
que sufren, encarnadas o desencarnadas, por nuestros amigos y enemigos, que por
todos aquellos que pidan nuestra asistencia, y en particular por N... Solicitam
os, sobre todo, vuestra misericordia y vuestra bendicin.
Nota. - Aqu se pueden formular las gracias a Dios por lo que nos haya concedido,
y lo que cada uno quiera pedir para s o para otro.
Oraciones para montar la Bveda Espiritual o para cuando se cambia el agua
Cuando se monta una Bveda o se cambia el agua estas oraciones son indicadsimas. La
persona que monte la Bveda, rezara la siguiente Evocacin a los buenos espritus, se
guidamente se rezara un Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria. A Rengln seguido se pr
oceder a la lectura de la Plegaria del Naufrago, que tambin se puede cantar. Segui
damente se leer la Contemplacin seguido de las Oraciones Fe, Esperanza y Caridad.
Entre las oraciones y las lecturas se pueden cantar diversas canciones, si bien
aconsejo la de Venid Protectores. Para terminar se rezara la Oracin Despus de la M
uerte. La apertura o cambio de agua se da por terminada.
Nota: Estas oraciones no son exclusivas de cuando se monta la bveda o de cuando s
e cambia el agua, se pueden emplear en cualquier reunin.
Evocacin a los Espritus Buenos
Alabados seis, Espritus puros del Seor. Yo, humilde y atrasada criatura, elevo a vo
sotros mi pensamiento y mi corazn, para rogaros me guiis por el camino de la verda
d y me iluminis siempre en los divinos preceptos, para no faltar a ellos y hacerm
e digno de alcanzar pronto la bienaventuranza. Amn.
Plegaria del Naufrago

Torna
hacia
no me
entre

tu vista, Dios mo,


esta infeliz criatura,
des mi sepultura
las olas del mar.

Dame la fuerza y valor


para salvar el abismo,
dame gracia, por lo mismo
que es tan grande tu bondad.
Si yo, cual frgil barquilla,
por mi soberbia halagado,
el mar humano he cruzado
tan solo tras el placer;
Djame, Seor, que vuelva
a pisar el continente,
haciendo voto ferviente
de ser cristiano con fe.
Si yo con mi torpe falta
me he mecido entre la bruma
desafiando la espuma
que levanta el temporal;
Te
no
de
de

ofrezco que en adelante


tendr el atrevimiento
sordo ser al lamento
aquel que sufre en el mal.

Y siguiendo mi rumbo,
he tenido hasta el descaro
de burlarme de aquel far
que puerto me design;
Yo te prometo, Dios mo,
no burlarme de esa luz
que brilla sobre la cruz
por el hijo de tu amor.
iOh! T, padre de mi alma
que escuchas al afligido,
y me ves arrepentido
de lo que mi vida fue;
Slvame, Dios mo, slvame,
y dame, antes que de cuenta,
para que yo me arrepienta,
el tiempo preciso: Amn.
Contemplacin
Dios omnipotente, voluntad sublime y viviente que no hay palabras para expresarl
a que ninguna idea puede abrazar; podemos, sin embargo, elevar nuestro corazn hac
ia Ti porque a Ti estamos unidos. Tu voz se hace or dentro de nosotros; en Ti lo
incomprensible, nuestra propia naturaleza y el mundo entero nos son inteligibles
; cada enigma de nuestra existencia est resuelto y en nuestra alma reina una perf
ecta armona. T creaste en nosotros la conciencia de nuestro deber y la de nuestro
destino en la serie de los seres razonables. Cmo? Lo ignoramos. Pero acaso tenemos
necesidad de saberlo? Lo que sabemos es que T conoces nuestros pensamientos y ace
ptas nuestras buenas intenciones, y la contemplacin de tus relaciones con nuestra

naturaleza finita, basta para tranquilizamos y hacemos felices. En cuanto a nos


otros mismos, no sabemos bien lo que debemos hacer; por lo tanto, obraremos simp
lemente con serenidad y sin astucia, porque tu voz es la que ordena y la fuerza
con que cumplimos nuestros deberes es la tuya propia.
No tememos los acontecimientos de este mundo, porque este mundo es el tuyo y est
os acontecimientos forman parte de tus designios; lo que dentro de estos designi
os es positiva- mente el bien o slo un medio de evitar el mal, lo ignoramos; pero
sabemos que todo en el universo concluir bien y en esta fe estamos seguros. Qu imp
orta que no conozcamos lo que es germen, flor o fruto perfecto? Lo que nos impor
ta es el progreso de la razn y de la moralidad entre los seres razonables. Ah! Cua
ndo nuestro corazn se cierre a todo deseo terrestre cun grande nos parecer el Univer
so bajo su aspecto glorioso! Las masas inertes y embarazosas que slo sirven para
llenar el espacio, se desvanecen, y en su lugar, un eterno oleaje de vida, de fu
erza y de accin, brota del grande manantial de la vida primordial, que es tu vida
, Seor, que eres unidad eterna.
La fe
Soy la hermana mayor de la Esperanza y de la Caridad, me llamo la Fe.
Soy grande y fuerte; el que me posee no teme ni al hierro ni al fuego; es aprueb
a de todos los sufrimientos fsicos y morales. Resplandezco sobre vosotros como un
a antorcha, cuyos chispeantes rayos se reflejan en el fondo de vuestros corazone
s, y os comunico la fuerza y la vida. Entre vosotros se dice que yo levanto las
montaas, y yo os digo: Vengo a conmover al mundo, porque el Espiritismo es el ger
men que debe ayudarme. Unos, pues, a m, yo os convido: soy la Fe.
Soy la Fe! hbito con la Esperanza, la Caridad y el Amor, en el mundo de los Espritu
s puros. A menudo he bajado de las regiones areas y he venido sobre la tierra a r
egeneraros, dndoos la vida del espritu; pero a excepcin de los mrtires de los primer
os tiempos del Cristianismo y algunos fervientes sacrificios hechos de tarde en
tarde para el progreso de la ciencia, de las letras, de la industria y de la lib
ertad, slo he encontrado entre los hombres indiferencia y frialdad, y he vuelto a
remontar tristemente mi vuelo hacia el cielo; me creais entre vosotros, pero os
engaabais, porque la Fe sin las obras, no es la Fe; la verdadera Fe es la vida y
la accin.
Antes de la revelacin del Espiritismo, la vida era estril; era un rbol seco por las
refulgentes chispas del rayo que nada produca. Se me reconoce por mis actos; ilu
mino las inteligencias, caliento y reanimo los corazones en mi regazo; alejo de
vosotros las influencias engaosas y os conduzco a Dios por la perfeccin del Espritu
y del corazn. Venid y agrupaos bajo mi estandarte; soy poderosa y fuerte: soy la
Fe.
Soy la Fe, y mi reinado empieza entre los hombres, reinado pacfico que les har fel
ices para el tiempo presente y para la eternidad. La aurora para mi advenimiento
entre vosotros es pura, serena; su sol ser resplandeciente, y su ocaso vendr a me
cer dulcemente a la humanidad en los brazos de eterna felicidad. Espiritismo! Der
rama sobre los hombres tu bautismo regenerador; yo les hago un llamamiento supre
mo: yo soy la Fe.
La Esperanza
Me llamo la Esperanza; os sonro cuando entris en la vida, en ella os sigo paso a p
aso y solo os dejo cuando llegis a los mundos en que se realizan, para vosotros,
las promesas de felicidad que sin cesar os. Soy vuestra fiel amiga; no rechacis mi
s inspiraciones: soy la Esperanza.
Yo soy la que canto por el camino con la voz del ruiseor, y la que en el eco de l
os bosques exhalo esas notas lastimeras y harmoniosas que os hacen entrever los
cielos; yo soy la que inspiro a la golondrina el deseo de anidar sus amores al a

brigo de vuestros techos; juego con la ligera brisa que acaricia vuestros cabell
os; derramo a vuestros pies los perfumes suaves de las flores de vuestros jardin
es, y casi nunca ocupis vuestro pensamiento con esta amiga que tan sincera os es.
No la rechacis; es la Esperanza.
Tomo todas las formas para acercarme a vosotros: soy la estrella que brilla en e
l azul del cielo, el caliente rayo del sol que os vivifica; yo os entretengo por
las noches con sueos festivos; alejo de vosotros el negro cuidado y los pensamie
ntos sombros; guo vuestros pasos por el sendero de la virtud; os acompao en vuestra
s visitas a los pobres, a los afligidos, a los moribundos, y os inspiro las pala
bras afectuosas que les consuelan. No me rechacis; yo soy la Esperanza.
Soy la Esperanza! Yo soy la que en el invierno hago crecer en la corteza de las e
ncinas el musgo espeso en donde los pajarillos construyen su nido; soy la que en
la primavera corona el manzano y el almendro de blancas y rosadas flores, y las
esparzo sobre la tierra como alfombra celeste que hace aspirar a los mundos fel
ices. Sobre todo, yo estoy con .vosotros cuando estis pobres y enfermos, mi voz s
uena sin cesar en vuestros odos, no me rechacis; yo soy la Esperanza.
Me rechacis, porque el ngel del Desespero me hace una guerra encarnizada y agota s
us esfuerzos para tomar mi puesto al lado de vosotros; no siempre soy la ms fuert
e y, cuando consigue que me aleje, os rodea con sus fnebres alas, desva vuestros p
ensamientos de Dios y os conduce al suicidio; unos a m para alejar su funesta infl
uencia y dejaos mecer dulcemente en mis brazos, porque yo soy la Esperanza.
La Caridad
Soy la Caridad; s, la verdadera Caridad; en nada me parezco a la caridad que voso
tros practicis. La que ha usurpa- do mi nombre entre vosotros, es fantstica, capri
chosa, exclusiva, orgullosa, y vengo a precaveros contra los defectos que empaan,
a los ojos de Dios, el mrito y el resplandor de sus buenas acciones. Sed dciles a
las lecciones que el Espritu de la verdad os da por mi voz; seguidme los que me
sois fieles: yo soy la Caridad.
Seguidme; yo conozco todos los infortunios, todos los dolores, todos los sufrimi
entos, todas las aflicciones que asedian a la humanidad. Soy la madre de los hurf
anos, la hija de los ancianos, la protectora y el sostn de las viudas; curo las l
lagas infectadas; cuido todas las enfermedades; doy vestido, pan y abrigo a los
que no lo tienen; subo hasta las ms miserables buhardillas; voy a la humilde poci
lga; llamo ala puerta de los ricos y de los poderosos, porque, por donde quiera
que viva una criatura humana, hay bajo el velo de la felicidad, amargos y punzan
tes dolores. Oh! Cun grande es mi tarea! no basto a llenarla sino vens en mi ayuda;
venid a m; yo soy la Caridad.
No guardo preferencia a nadie; jams digo a los que me necesitan: Tengo mis pobres
; dirigos a otra parte. Oh falsa caridad, qu dao haces! Amigos, nos debemos a todos;
creedme, no rehusis vuestra asistencia a nadie, socorred a los unos ya los otros
con bastante desinters para no exigir ningn reconocimiento de parte de los que ha
bris socorrido; la paz del corazn y de la conciencia es la dulce recompensa de mis
obras: yo soy la verdadera Caridad.
Nadie en la tierra conoce el nmero y la naturaleza del bien que yo hago; slo la fa
lsa caridad hiere y humilla al que consuela. Guardaos de este funeste extravo: la
s acciones de esta clase no tienen ningn mrito delante de Dios, y llaman sobre vos
otros su clera. Slo El debe conocer los generosos rasgos de vuestros corazones cua
ndo os hacis los tributarios de sus beneficios. Guardaos, pues, amigos, de dar pu
blicidad a la prctica de la asistencia mutua, no le deis tampoco el nombre de la
limosna; creedme, yo soy la Caridad.
Tengo que consolar a tantos desgraciados, que muy a menudo se me quedan los pech
os y las manos vacas; vengo a deciros que espero de vosotros. El Espiritismo tien

e por divisa: Amor y Caridad, y todos los verdaderos espiritistas querrn conformars
e a este sublime precepto, predicado por Cristo hace ya dieciocho siglos. Seguid
me, pues, hermanos; yo os conducir al reino de Dios nuestro Padre: yo soy la Cari
dad.
Ahora vienen unas oraciones para diferentes cosas o peticiones y porque no, para
diferentes ocasiones.
Oraciones Varias Despus de la Muerte
Dios mo, T que eres grande, T que eres el todo, deja caer sobre m, pequeo, sobre m que
no existo sino porque T lo has querido, un rayo de tu luz. Haz que penetrado de
tu amor, encuentre el bien fcil, el mal odioso; que animado por el deseo de agrad
arte, mi espritu venza los obstculos que se oponen al triunfo de la verdad sobre e
l error, de la fraternidad sobre el egosmo; haz que en cada compaero de pruebas ve
a un hermano, como T ves un hijo en cada uno de los seres que emanan de Ti y debe
n volver a Ti. concdeme el amor al trabajo, que es el deber de todos en la tierra
, y con el auxilio de la antorcha que has puesto a mi alcance, hazme ver las imp
erfecciones que retardan mi adelantamiento en esta vida y en la otra. (Oracin indi
ta, dictada por medio de la mesa, por el espritu de Jernimo de Praga, a un grupo d
e obreros).

Dios en la Naturaleza
Nota: Esta oracin es una de las preferidas mas, junto con la anterior.
Oh misterioso Desconocido! exclam: Ser grande! Ser inmenso! Qu somos nosotros? Supremo
autor de la armona! Quin eres T, si tu obra es tan grande? Pobres mitas humanas que c
reen conocerte! Oh Dios! Oh Dios! tomos, nadas! Cun pequeos somos! Cun pequeos somo
Cun grande eres T! Quin, pues, se atrevi a nombrarte por la vez primera? Quin fue el
ulloso insensato que por la primera vez pretendi definirte! Oh Dios! Oh mi Dios! Tod
o poder y todo ternura! inmensidad sublime e inconocible!
Y qu nombre dar a los que os han negado, a los que no creen en Vos, a los que vive
n fuera de vuestro pensamiento, a los que nunca han sentido vuestra presencia; Oh
Padre de la naturaleza! Oh! Te amo! Te amo! Causa soberana y desconocida. Ser que
no puede nombrar ninguna palabra humana, yo os amo, Oh divino Principio! pero soy
tan pequeo que no s si me escucharis...
S! T me oyes, Oh Criador! T que das a la florecilla de los campos su belleza y su perf
ume! La voz del Ocano no cubre la ma, y mi pensamiento sube hasta
Ti, Oh Dios mo! con la oracin de todos.
Oracin para resistir una tentacin
Dios Todopoderoso, no me dejis sucumbir a la tentacin que tengo de cometer una fal
ta.
Espritus buenos que me protegis, desviad de m este pensamiento malo y dadme fuerza
para resistir a la sugestin del mal. Si sucumbo, habr merecido la expiacin de mi fa
lta, tanto en esta vida como en la otra, porque soy libre de elegir.
Oracin para corregirse de un defecto
Dios mo, vos me habis dado la inteligencia necesaria para distinguir el bien del m
al; as, pues, desde el momento en que reconozco que una cosa es mala, soy culpabl
e, porque no me esfuerzo en rechazarla.
Preservadme del orgullo que podra impedirme el ver mis defectos, y de los malos e
spritus que podran excitarme a perseverar en ellos.
Entre mis imperfecciones, reconozco que particularmente estoy inclinado a... y s
i no resisto a esta tentacin es por la costumbre que tengo de ceder a ella.

Vos me habis creado culpable, porque sois justo; pero me habis creado con una apti
tud igual tanto para el bien como para el mal. Si he seguido el mal camino es po
r efecto de mi libre albedro. Pero, por la misma razn que he tenido la libertad de
hacer mal, tengo tambin la de hacer bien y cambiar de camino.
Mis defectos actuales son un resto de las imperfecciones de mis precedentes exis
tencias: este es mi pecado original, del que puedo despojarme por mi voluntad y
con la asistencia de los buenos espritus.
Espritus buenos que me protegis, y vos sobre todo, mi ngel guardin, dadme fuerza par
a resistir a las malas sugestiones y salir victorioso de la lucha.
Los defectos son barreras que nos separan de Dios, y cada uno que se domina es u
n paso en cl camino del adelantamiento que debe acercarme a El.
El Seor, en su infinita misericordia se ha dignado concederme esta existencia par
a que sirva a mi adelantamiento; espritus buenos, ayudadme para que la emplee bie
n, con el fin de que no sea una existencia perdida para m, y para que cuando Dios
quiera quitrmela, salga mejor que cuando en ella entr. (Cp. V, nm. 5; Cp. XVII, nm. 3
.)
Accin de gracias por una victoria obtenida contra una tentacin
El que ha resistido a la tentacin, lo debe a la asistencia de los buenos espritus
cuya voz ha escuchado. Debe dar gracias de ello a Dios y a su ngel guardin.
Oracin.
Dios mo, os doy gracias por haberme permitido salir victorioso de la lucha que ac
abo de sostener contra el mal; haced que esta victoria me d fuerza para resistir
las nuevas tentaciones.
Y a vos, mi ngel guardin, os doy las gracias por la asistencia que me habis dado. Q
ue mi sumisin a vuestros consejos me haga digno de continuar en vuestra proteccin.
Para pedir un consejo
Cuando estamos indecisos en hacer una cosa, ante todo, debemos hacernos estas pr
eguntas:
1 Lo que pretendo hacer, puede recaer en perjuicio de otro?
2 Puede ser de utilidad para alguno?
3 Si otro hiciera esto con respecto a m, quedara yo satisfecho?
Si esta cosa slo interesa a s mismo, est permitido pesar las ventajas y los inconve
nientes personales que de ella pueden resultar.
Si interesa a otro, y haciendo bien para uno pueda resultar mal para otro, es me
nester igualmente pesar la suma del bien y del mal para obrar en consecuencia.
En fin, aun para las cosas mejores, es menester considerar la oportunidad y las
circunstancias accesorias, porque una cosa buena por s misma puede tener malos re
sultados en manos inhbiles y si no se hace con prudencia y circunspeccin. Antes de
emprender una cosa conviene consultar las propias fuerzas y los medios de ejecu
cin.
En todos los casos se puede siempre reclamar la asistencia de los espritus protec
tores recordando esta saba mxima: "En la duda, abstente". (Cp. XXVIII, nm. 38.)
Oracin.
En nombre de Dios Todopoderoso, espritus buenos que me protegis, inspiradme para q
ue tome una buena resolucin en la incertidumbre en que me encuentro. Dirigid mi p
ensamiento hacia el bien y desviad la influencia de aquellos que intentasen sepa

rarme del buen camino.


En las aflicciones de la vida
Nosotros podemos pedir a Dios favores terrestres, y El puede concedrnoslos cuando
tienen un objeto til y formal pero como nosotros juzgamos la utilidad de las cos
as desde nuestro punto de vista, y nuestra vista est limitada al presente, no sie
mpre vemos la parte mala de lo que deseamos. Dios, que ve ms que nosotros y slo qu
iere nuestro bien, puede, pues, negrnoslo, como un padre rehsa a su hijo lo que pu
ede daarle. Si no se nos concede lo que pedimos, no debemos desanimarnos; por el
contrario, es menester que pensemos que la privacin de lo que deseamos se nos ha
impuesto como prueba o como expiacin, y que nuestra recompensa ser proporcionada a
la designacin con que la sobrellevamos. (Cp. XXVII, nm. 6; Captulo II, nms. 5, 6 y 7
.)
Oracin.
Dios Todopoderoso que veis mis mi-seras, dignaos escuchar favorablemente los voto
s que os dirijo en este momento. Si mi splica es inconsiderada, perdondmela; si es
justa y til a vuestros ojos, que los buenos espritus que ejecutan vuestra volunta
d, vengan en mi ayuda para su cumplimiento.
Cualquiera cosa que suceda, Dios mo, que se haga vuestra voluntad. Si mis deseos
no son escuchados, es porque entra en vuestros designios el probarme, y a ello m
e someto sin murmurar. Haced que no conciba por ello desconfianza, y que mi fe y
mi resignacin no flaqueen.
(Formlese la demanda.)
Accin de gracias por un favor especial obtenido
No deben considerarse slo como acontecimiento felices las cosas de grande importa
ncia; las ms pequeas en apariencia, son, a menudo, las que influyen ms en nuestro d
estino. El hombre olvida fcilmente el bien y se acuerda mejor de lo que le aflige
. Si notramos diariamente los beneficios de que somos objeto, sin haberlos solici
tado, nos admiraramos muchas veces de haber recibido tantos que se han borrado de
nuestra memoria, y nos humillaramos por nuestra ingratitud.
Todas las noches, elevando nuestra alma a Dios, debemos acordarnos de los favore
s que nos ha concedido durante el da, y darle gracias. Sobre todo en el momento m
ismo en que experimentamos el efecto de su bondad y de su proteccin, debemos, por
un movimiento espontneo, manifestarle nuestra gratitud; basta para esto dirigirl
e el pensamiento mencionando el beneficio, sin que haya necesidad de dejar el tr
abajo.
Los beneficios de Dios no consisten slo en cosas materiales; es menester darle gr
acias por las buenas ideas y por las felices inspiraciones que nos ha sugerido.
Mientras que el orgulloso se atribuye por ello un mrito y el incrdulo lo atribuye
a la casualidad, el que tiene fe da por ello gracias a Dios y a los buenos esprit
us. Para eso las frases largas son intiles: Gracias Dios mo, por el buen pensamien
to que me habis inspirado. Esto dice ms que muchas palabras. El impulso espontneo q
ue no: hace atribuir a Dios el bien que recibimos, atestigua una costumbre de re
conocimiento y humildad, que nos concilia la simpata de los buenos espritus.
Oracin
Dios infinitamente bueno, que vuestro nombre sea bendito por los bienes que me h
abis concedido; sera indigno si los atribua a la casualidad de los acontecimientos
o a mi propio mrito.
A vosotros, espritus buenos, que habis sido ejecutores de la voluntad de Dios, y a
vos sobre todo, mi ngel guardin, os doy las gracias. Separad de m el pensamiento d
e enorgullecerme, y de hacer de ello un uso que no sea para el bien.
Particularmente os doy las gracias por (Dgase el favor que se ha recibido.)

Acto de sumisin y resignacin


Cuando tenemos un motivo de afliccin, si buscamos la causa encontraremos muchas v
eces que es consecuencia de nuestra imprudencia, de nuestra impresin, o de una ac
cin anterior; en este caso, a nadie debemos culpar sino a nosotros mismos. Si la
causa de una desgracia es independiente de toda participacin nuestra, es una prue
ba para esta vida o la expiacin de una existencia pasada, y en este ltimo caso, la
naturaleza de la expiacin puede hacernos conocer la naturaleza de la falta, porq
ue siempre somos castigados por donde hemos pecado
En lo que nos aflige, en general, slo vemos el mal presente, y no las consecuenci
as ulteriores favorables que esto puede tener. El bien es muchas veces consecuen
cia del mal pasajero, como la curacin de un enfermo es resultado de los medios do
lorosos que se han empleado para obtenerla. En todos los casos debemos someterno
s a la voluntad de Dios y soportar con valor las tribulaciones de la vida, si qu
eremos que se nos tome en cuenta y que se nos apliquen estas palabras de Cristo:
Bienaventurados los que sufren.
Oracin.
Dios mo, vos sois soberanamente justo; todo sufrimiento en la tierra, debe, pues,
tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo de afliccin que acabo de exper
imentar como una expiacin de mis faltas pasadas y como una prueba para el porveni
r.
Espritus buenos que me protegis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar; haced
que sea para m una advertencia saludable, que aumente mi experiencia y que combat
a en m el orgullo, la ambicin, la necia vanidad y el egosmo, y que todo Contribuya
a mi adelantamiento.
Otra Oracin
Yo siento, Dios mo, la necesidad de rogaros para que me deis fuerza para sobrelle
var las pruebas que habis tenido a bien enviarme.
Permitid que la luz sea bastante viva para que mi espritu aprecie en todo su valo
r el amor que me aflige para salvarme. Me someto con resignacin, oh Dios mo, pero a
y! la criatura es tan dbil, que si vos no me sostenis, Seor, temo sucumbir. No me a
bandonis, porque sin vos, nada puedo.
Otra oracin
He levantado mis ojos haca ti, Oh Eterno, y me he sentido fortificado.
T eres mi fuerza: no me abandones, Oh Dios! Estoy abatido bajo el peso de mis iniqu
idades! aydame. T conoces la debilidad de mi carne, y no apartas tus miradas de m!
Estoy devorado por una sed ardiente: haz que brote un manantial de agua viva, y
quedar aqulla apagada. Que no se abra mi boca sino para cantar tus alabanzas y no
para murmurar en las aflicciones de mi vida. Soy dbil, pero tu amor me sostendr.
Oh Eterno! T slo eres grande, t slo eres el fin y el objeto de mi vida. Si me hieres,
que por ello sea tu nombre bendito, porque t eres el Seor y yo el servidor infiel
, y doblar la cabeza sin quejarme, porque slo t eres grande.
En un peligro inminente
En los peligros a que estamos expuestos, Dios nos recuerda nuestra debilidad y l
a fragilidad de nuestra existencia. Nos ensea que nuestra vida est en sus manos y
que pende de un hilo que puede romperse cuando menos lo esperamos. En cuanto a e
sto, no hay privilegio para nadie, porque tanto el grande como el pequeo estn some
tidos a las mismas alternativas.
Si se examinan la naturaleza y las consecuencias del peligro, se ver que muchas v
eces, si se hubiesen cumplido esas consecuencias, hubieran sido castigo de una f
alta cometida o de un "deber descuidado".

Oracin
Dios Todopoderoso, y vos, mi ngel de la guarda; socorredme! Si debo sucumbir, que
se haga la voluntad de Dios. Si me salvo, que en el resto de mi vida repare el m
al que he hecho y del que me arrepiento.
Accin de gracias despus de haber salido del peligro
Por el peligro que hemos corrido, Dios nos ensea que de un momento a otro podemos
ser llamados a dar cuentas del empleo que hemos hecho de la vida; de este modo
nos advierte para que nos reconcentremos y nos enmendemos.
Oracin
A vos, Dios mo, y a vos, mi ngel de la guarda, os doy las gracias por el socorro q
ue me habis enviado cuando el peligro me amenazaba. Que este riesgo sea para m un
aviso que me ilumine sobre las faltas que han podido conducirme a l.
Comprendo, Seor, que mi vida est en vuestras manos, y que podis quitrmela cuando bie
n os parezca. Inspiradme, por los buenos espritus que me asisten, el pensamiento
de emplear tilmente el tiempo que me permitis estar an en este mundo.
ngel custodio, sostenedme en la resolucin que tomo de reparar mis agravios y de ha
cer todo el bien que de m dependa, con el fin de llegar con menos imperfecciones
al mundo de los espritus cuando quiera Dios llamarme
Cuando se prev una muerte prxima
La fe en el porvenir, la elevacin del pensamiento, durante la vida, hacia los des
tinos futuros, ayudan al pronto desprendimiento del espritu debilitando los lazos
que le retienen al cuerpo; y muchas veces no se ha concluido an la vida del cuer
po, cuando el alma impaciente ha remontado el vuelo hacia la inmensidad. Lo cont
rario sucede al hombre que concentra todos sus pensamientos en las cosas materia
les, pues los lazos son tenaces, la separacin es penosa y dolorosa y el despertar
de ultratumba est lleno de turbacin y de ansiedad.
Oracin
Dios mo, yo creo en vos y en vuestra bondad infinita; por esto no puedo creer que
dierais la inteligencia al hombre para conoceros y la aspiracin al porvenir para
sumergirle despus en la nada.
Creo que mi cuerpo es slo la envoltura perecedera de mi alma, y que cuando haya c
esado de vivir, me despertar en el mundo de los espritus.
Dios todopoderoso, siento romperse los lazos que unen mi alma al cuerpo, y muy p
ronto voy a dar cuenta del empleo hecho de la vida que dejo.
Voy a sufrir las consecuencias del bien o del mal que hice; all no hay ilusiones,
no hay subterfugio posible; todo mi pasado va a desenvolverse delante de m, y se
r juzgado segn mis obras.
Nada me llevar conmigo de los bienes de la tierra: honores, riquezas, satisfaccio
nes de vanidad y orgullo, todo lo que pertenece al cuerpo, en fin, va a quedar a
qu en la tierra; ni el menor tomo me seguir y nada de todo esto me servir de socorro
en el mundo de los espritus. Slo llevar conmigo lo que pertenece al alma, es decir
, las buenas y las malas cualidades, que se pesarn en la balanza de una rigurosa
justicia, y ser juzgado con tanta ms severidad cuantas ms ocasiones habr tenido de h
acer el bien y no lo habr hecho.
Dios de misericordia, que mi arrepentimiento llegue hasta vos! Dignaos extender s
obre m vuestra indulgencia.
Si os pluguiese prolongar mi existencia, que sea el resto para reparar, tanto co

mo de m dependa, el mal que he podido hacer. Si mi hora ha llegado, llevo conmigo


la idea consoladora que me ser permitido rescatarme por medio de nuevas pruebas
a fin de merecer un da la felicidad de los elegidos.
Si no me es permitido gozar inmediatamente de esta felicidad suprema, que slo per
tenece al justo por excelencia, s que no me est negada eternamente la esperanza, y
que con el trabajo, llegar al fin ms tarde o ms temprano, segn mis esfuerzos.

S que buenos espritus y mi ngel guardin estn aqu, cerca de m, para recibirme, y que de
tro de poco les ver como ellos me ven. S que volver a encontrar a los que he amado
en la tierra, "si lo he merecido", y los que dejo vendrn a unirse conmigo para qu
e un da estemos juntos para siempre, y que mientras tanto, podr venir a visitarles
.
S tambin que voy a encontrar a los que he ofendido; les ruego que me perdonen lo q
ue puedan reprocharme mi orgullo, mi dureza, mis injusticias, y que no me confun
dan de vergenza con su presencia.
Perdono a todos los que me han hecho o han querido hacerme mal en la tierra, no
les conservo mala voluntad y ruego a Dios que les perdone.
Seor, dadme fuerzas para dejar sin pesar los goces groseros de este mundo, que na
da son al lado de los goces puros del mundo en que voy a entrar. All, para el jus
to, ya no hay tormentos, sufrimientos, ni miserias; slo sufre el culpable, pero l
e queda la esperanza.
Buenos espritus, y vos, mi ngel de la guarda, haced que no flaquee en este momento
supremo; haced que resplandezca a mis ojos la luz divina para que reanime mi fe
, si llegase a vacilar.
En el momento de dormirse
El sueo es el descanso del cuerpo, pero el espritu no tiene necesidad de este desc
anso. Mientras que los sentidos se adormecen, el alma se desprende en parte de l
a materia, y goza de las facultades de espritu. El sueo se le ha dado al hombre pa
ra reparar las fuerzas orgnicas y las fuerzas morales. Mientras el cuerpo recobra
los elementos que ha perdido por la actividad de la vigilia, el espritu va a for
talecerse entre los otros espritus: con lo que ve, con lo que oye, y con los cons
ejos que se le dan, adquiere ideas, que vuelve a encontrar al despertar en estad
o de intuicin; es el regreso temporal del desterrado a su verdadera patria; es co
mo el preso a quien se pone en libertad momentneamente.
Pero suele suceder, como con el preso, que el espritu no siempre saca provecho de
este momento de libertad para su adelantamiento; si tiene malos instintos, en v
ez de buscar la compaa de los buenos espritus busca la de sus semejantes, y va a lo
s lugares en donde puede dar curso a sus inclinaciones.
El que est penetrado de esta verdad, que eleve su pensamiento en el momento que q
uiera dormirse; que recurra a los consejos de los buenos espritus y de aquellos c
uya memoria le es grata, a fin de que vengan a reunirse a l en el corto intervalo
que se le concede, y al despertarse se encontrar ms fuerte contra el mal y tendr ms
valor contra la adversidad.
Oracin
M alma va a encontrarse un instante con los otros espritus. Que vengan los buenos
y me ayuden con sus consejos. ngel de la guarda, haced que al despertar conserve
de ello una impresin saludable y duradera.
Oraciones para otra persona
Para los que estn en la afliccin
Si est en el inters del afligido que su prueba siga su curso, no se abreviar por nu

estra demanda; pero sera impiedad el desanimarse porque la splica no sea atendida;
adems, en defecto de la cesacin de la prueba, se puede esperar obtener algn otro c
onsuelo que atempere la amargura lo que es verdaderamente til para el que sufre,
es el valor y la resignacin, sin lo cual lo que sufre es sin provecho para l, porq
ue estar obligado a empezar de nuevo la prueba. Con este objeto, pues, es meneste
r dirigir todos los esfuerzos sea llamando a los buenos espritus en su ayuda, sea
aumentando uno mismo la moral del afligido por medio de consejos y animndole, se
a, en fin, asistindole materialmente si se puede. La oracin en este caso, puede ad
ems, tener un efecto directo, dirigiendo sobre la persona una corriente fludica co
n la mira de fortificar su moral.
Oracin
Dios mo, cuya bondad es infinita, dignaos aliviar la amarga posicin de N... si tal
es vuestra voluntad. Espritus buenos, en nombre de Dios todopoderoso, os suplico
que le asistis en sus aflicciones, si algo puede hacerse en inters suyo, hacindole
comprender que son necesarias para su adelantamiento. Dadle confianza en Dios y
en el porvenir, y se le harn menos duras. Dadle tambin fuerza para que no sucumba
a la desesperacin; porque perdera el fruto y hara que su posicin futura fuera ms pen
osa. Conducid mi pensamiento hacia l y que le ayude a sostener su nimo.
Accin de gracias por un favor concedido a otro
El que no est dominado por el egosmo se alegra del bien del prjimo, aun cuando no l
o haya solicitado por la oracin.
Oracin
Dios mo, bendito seis por la felicidad que habis concedido a
aced que vea en ella un efecto de la bondad de Dios. Si el bien
e es una prueba, inspiradle el pensamiento de que haga de l un
que le sirva de vanidad, con el fin de que este bien no sea en
n el porvenir.

N... Espritus buenos, h


que se le conced
buen uso y no para
perjuicio suyo e

Vos, mi buen genio que me protegis y deseis mi felicidad, separad de mi pensamient


o todo sentimiento de envidia y de celos.
Para nuestros enemigos y para los que nos quieren mal
Jess dijo: Amad tambin a vuestros enemigos. Esta mxima es lo sublime de la caridad
cristiana; pero Jess no quiere decir con esto que debamos tener con nuestros enem
igos la misma ternura que tenemos con nuestros amigos; nos quiso decir con estas
palabras, que olvidemos sus ofensas, que les perdonemos el dao que nos han hecho
, devolvindoles bien por mal. Adems el mrito que resulta de ello a los ojos de Dios
, es manifestar a los ojos de los hombres la verdadera superioridad.
Oracin
Dios mo, yo perdono a N... el mal que me ha hecho y el que ha querido hacerme, as
como deseo que vos me perdonis, y que l mismo me perdone lo que yo haya podido hac
er contra l. Si lo habis colocado a mi paso como una prueba, que se cumpla vuestra
voluntad.
Desviad de m, Dios mo, la idea de maldecirle y todo deseo malvolo contra l.
Haced que yo no experimente ninguna alegra por las desgracias que pueda tener, ni
pena por los bienes que puedan concedrsele, con el fin de no manchar mi alma con
pensamientos indignos de un cristiano.
Seor, que vuestra bondad se extienda sobre l y le conduzca mejores sentimientos re
specto a m. Espritus buenos, inspiradme el olvido del mal y el recuerdo del bien.
Que ni el odio, ni el rencor, ni el deseo de volverle mal por mal, entren en mi
corazn, porque el odio y la venganza slo pertenecen a los espritus malos, encarnado
s y desencarnados. Por el contrario, que est pronto a tenderle fraternalmente la
mano a volverle bien por mal y a socorrerle si me es posible.

Deseo, para probar la sinceridad de mis palabras, que se me ofrezca la ocasin de


serle til; pero sobre todo, Dios mo, preservadme de hacer nada por orgullo u osten
tacin confundindole con una generosidad humillante, lo que me hara perder el fruto
de mi accin, porque entonces merecera que se me aplicasen aquellas palabras de Cri
sto: T recibiste ya la recompensa.
Accin de gracias por el bien concedido a nuestros enemigos
El no desear mal a sus enemigos, es ser caritativo a medias; la verdadera carida
d requiere que les deseemos el bien, y que nos alegremos por las gracias que Dio
s les concede.
Oracin
Dios mo, en vuestra justicia habis querido alegrar el corazn de N... os doy las gra
cias por l, a pesar del mal que me ha hecho o ha procurado hacerme.
Si se aprovechase de ello para humillarme, lo aceptar como una prueba para m, ejer
ciendo la caridad.
Espritus buenos que me protegis, no permitis que tenga por ello ningn pesar; desviad
de m la envidia y los celos que degradan; inspiradme, por el contrario, la gener
osidad que eleva. La humillacin est en el mal y no en el bien, y sabemos que tarde
o temprano se har a cada uno justicia segn sus obras.
Oracin para un nio recin nacido
Los espritus no llegan a la perfeccin sino despus de haber pasado por las pruebas d
e la vida corporal: los que estn errantes esperan que Dios les permita volver a t
omar otra existencia que debe proporcionarles un medio de adelantamiento, ya sea
por la expiacin de sus faltas pasadas por medio de vicisitudes, a las que se han
sometido, ya. sea tambin cumpliendo una misin til a la humanidad. Su adelantamient
o y su felicidad futura sern proporcionados a la manera como habrn empleado el tie
mpo que deben pasar en la Tierra. El encargo de guiar sus primeros pasos y dirig
irles hacia el bien est confiado a sus padres, que respondern ante Dios del modo c
omo hayan cumplido su mandato. Para facilitar esta ejecucin, Dios ha hecho del am
or paternal y del amor filial una ley de la naturaleza, ley que no se viola jams
impunemente.
Oracin. (Dichas por los padres)
Espritu que te has encarnado en el cuerpo de nuestro hijo, bien venido seas entre
nosotros; Dios Todopoderoso que lo habis enviado, bendito seis.
Este es un depsito que nos ha sido confiado, del que debemos dar cuenta en su da.
Si pertenece a la nueva generacin de los espritus que debe poblar la Tierra, gracia
s, Dios mo, por este favor! Si es un alma imperfecta, nuestro deber es ayudarla a
progresar en el camino del bien, por nuestros consejos y buenos ejemplos; si ca
e en el mal por culpa nuestra, de ello responderemos ante vos, porque no habremo
s cumplido nuestra misin respecto a l.
Seor, sostenednos en nuestro trabajo y dadnos fuerza y voluntad para cumplirlo. S
i este nio debe ser objeto de nuestras pruebas, que se cumpla vuestra voluntad!
Espritus buenos que habis venido a presidir su nacimiento y debis acompaarle durante
su vida, no lo abandonis. Separad de l a los espritus imperfectos que pudieran ind
ucirle al mal; dadle fuerza para resistir a sus sugestiones y el valor para sufr
ir con paciencia y resignacin las pruebas que le esperan en la Tierra.
Otra
Dios mo, me habis confiado la suerte de uno de vuestros espritus; haced, Seor, que s
ea digno del deber que se me ha impuesto; concededme vuestra proteccin; iluminad
mi inteligencia con el fin de que pueda discernir con tiempo las tendencias del

que debo preparar para entrar en vuestra paz.


Otra
Dios clementsimo, puesto que habis tenido a bien permitir al espritu de este nio que
venga a sufrir las pruebas terrestres para hacerle progresar, dadle la luz a fi
n de que aprenda a conoceros, amaros y adoraros.
Haced, por vuestro poder infinito, que esta alma se regenere eh el manantial de
vuestras divinas instrucciones; que bajo el amparo de su ngel de la guarda, su in
teligencia se aumente, se desarrolle y le ensee el camino que conduce a vos; que
la ciencia del Espiritismo sea la luz brillante que le ilumine a travs de los esc
ollos de la vida; que sepa, en fin, apreciar toda la inmensidad de vuestro amor,
que nos prueba para fortificamos.
Seor, echad una mirada paternal sobre la familia a que habis confiado esta alma; q
ue pueda comprender la importancia de su misin y haced germinar en este nio las bu
enas semillas, hasta el da en que l mismo pueda, por sus propias aspiraciones, ele
varse solo hacia vos.
Dignaos, Oh Dios mo, escuchar esta humilde plegaria, en nombre y por los mritos de
l que dijo: Dejad venir a m los nios, porque el reino de los cielos es para los qu
e se les parecen.
Para un agonizante
La agona es el preludio de la separacin del alma y del cuerpo; se puede decir que
en este momento el hombre slo tiene un pie en este mundo y el otro fuera de l.
Este trnsito es algunas veces penoso para los que estn muy ligados a la materia y
han vivido ms para los bienes de este mundo que para los del otro, o cuya concien
cia est agitada por los pesares y remordimientos: en aquellos, por el contrario,
cuyos pensamientos se han elevado hacia el infinito y se han desprendido de la m
ateria, los lazos se desatan con ms facilidad, y los ltimos momentos nada tienen d
e doloroso; el alma est entonces unida al cuerpo por un hilo, mientras que en la
otra posicin est unida a l por profundas races; de todos modos la oracin ejerce una a
ccin poderosa en el trabajo de la separacin.
Oracin
Dios Todopoderoso y misericordioso, aqu tenis un alma que deja su envoltura terres
tre para volver al mundo de los espritus, su verdadera patria; que pueda entrar a
ll en paz, y que vuestra misericordia se extienda sobre ella.
Espritus buenos que la habis acompaado en la Tierra, no la abandonis en este momento
supremo; dadle fuerza para soportar los ltimos sufrimientos que debe padecer en
la tierra para su adelantamiento futuro; inspiradle para que consagre al arrepen
timiento de sus faltas los ltimos destellos de inteligencia que le restan o que p
ueden volverle momentneamente.
Dirigid mi pensamiento a fin de que su accin haga menos penosa la separacin, y que
lleve en su alma, en el momento de dejar la Tierra, los consuelos de la esperan
za.
Oraciones para los que ya no estn en la tierra
Para los recin fallecidos
Las oraciones por los espritus que acaban de dejar la Tierra, no tienen slo por ob
jeto el darles un testimonio de simpata, sino que tienen tambin por objeto ayudar
a su desprendimiento, y por lo tanto, abreviar la turbacin que sigue siempre a la
separacin, y darles ms calma al despertar. Pero tambin en sta, como en cualquier ot
ra circunstancia, la eficacia est en la sinceridad del pensamiento y no en la abu
ndancia de palabras dichas con ms o menos pompa, y en las cuales muchas veces el
corazn no forma ninguna parte.

Las oraciones que parten del corazn, resuenan alrededor del espritu, cuyas ideas e
stn an confusas, como las voces amigas que nos sacan del sueo.
Oracin
Dios Todopoderoso, que vuestra misericordia se extienda sobre esa alma que acabis
de llamar a Vos! Que las pruebas que ha sufrido en esta vida le sean tomadas en c
uenta, y nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas que tenga an que
sufrir como espritu!
Espritus buenos que habis venido a recibirle, y sobre todo vos, su ngel de la guard
ia, asistidle para ayudarle a despojarse de la materia; dadle la luz y la concie
ncia de si mismo con el fin de sacarle de la turbacin que acompaa al trnsito de la
vida corporal a la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de las faltas
que haya cometido y el deseo de que le sea permitido el repararlas para activar
su adelantamiento hacia la vida de eterna bienaventuranza.
N... acabas de entrar en el mundo de los espritus, y sin embargo ests presente ent
re nosotros; nos oyes y nos escuchas, porque no hay ms diferencia entre t y nosotr
os que el cuerpo perecedero que acabas de dejar y que muy pronto ser reducido a p
olvo.
Has dejado la grosera envoltura sujeta a las vicisitudes y a la muerte y slo cons
ervas la envoltura etrea, imperecedera e inaccesible a los sufrimientos. Si no vi
ves ya por el cuerpo, vives de la vida de los espritus, y esta vida est exenta de
las miserias que afligen a la humanidad.
Tampoco tienes el velo que oculta a nuestros ojos los resplandores de la vida fu
tura; de hoy en adelante podrs contemplar nuevas maravillas, mientras que nosotro
s estamos an sumergidos en las tinieblas.
Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos con toda libertad, mientras que n
osotros nos arrastramos penosamente sobre la tierra, en la que nos retiene nuest
ro cuerpo material, semejante para nosotros a una carga muy pesada.
El horizonte del infinito va a desarrollarse delante de ti, y en presencia de ta
nta grandeza comprenders la voluntad de nuestros deseos terrestres, de nuestras a
mbiciones mundanas y de nuestros goces ftiles de que los hombres hacen sus delici
as.
La muerte es slo para los hombres una
de el lugar del destierro en donde nos
deberes que tenemos que cumplir en la
hasta el momento en que se nos permita
n los que te han precedido.

separacin material de algunos instantes. Des


retiene an la voluntad de Dios, as como los
tierra, te seguiremos con el pensamiento
reunirnos a ti, as como t te has reunido co

Si nosotros no podemos ir a tu lado, t puedes venir al nuestro. Ven, pues, entre


los que te aman y que has amado; sostenles en las pruebas de la vida, vela por l
os que te son queridos, protgeles segn tu poder y calma sus pesares con el pensami
ento de que eres ms feliz ahora y con la consoladora certeza de estar reunidos un
da en mundo mejor.
En el mundo donde ests deben extinguirse todos los resentimientos terrestres.
Que a ellos seas inaccesible para tu felicidad futura! Perdona, pues, a los que h
an podido hacerte algn agravio, como ellos te perdonan el que t puedes haberles he
cho.
Nota: Pueden aadirse a esta oracin, aplicable a todos, algunas palabras especiales
, segn las circunstancias particulares de familia o de relacin y la posicin del dif

unto. Si se trata de un nio, el Espiritismo nos ensea que ste no es un espritu de cr


eacin reciente, sino que ha vivido ya y puede ser tambin muy avanzado. Si su ltima
existencia ha sido corta es porque no era ms que un complemento de la prueba, o d
eba ser una prueba para su padres.
Otra oracin
Seor Todopoderoso, que vuestra misericordia se extienda sobre nuestros hermanos qu
e acaban de dejar la Tierra! que vuestra luz resplandezca a sus ojos! Sacadles de
las tinieblas, abridles los ojos y los odos! que vuestros espritus les rodeen y les
hagan or las palabras de paz y de esperanza!
Seor, por indignos que seamos nos atrevemos a implorar vuestra misericordiosa ind
ulgencia en favor de aqul de nuestros hermanos que acaba de ser llamado del desti
erro; haced que su regreso sea el del hijo prdigo. Olvidad, Oh Dios mo! las faltas
que ha podido cometer, para acordaros del bien que hizo. Vuestra justicia es inm
utable, lo sabemos, pero vuestro amor es inmenso; os suplicamos que aplaquis vues
tra justicia por ese manantial de bondad que mana de vos.
Que la luz se haga por ti, hermano mo, que acabas de dejar la Tierra! Que los bueno
s espritus del Seor desciendan hacia ti, rodendote y ayudndote a sacudir tus cadenas
terrestres! Comprende y mira la grandeza de Nuestro Seor; somtete sin murmurar a
su justicia, pero no desesperes jams de su misericordia. Hermano! que una formal mi
rada sobre tu pasado te abra las puertas del porvenir hacindote comprender las fa
ltas que dejas detrs de ti y el trabajo que te queda para repararlas! Que Dios te
perdone y que sus buenos espritus te sostengan y te animen! Tus hermanos de la ti
erra rogarn por ti y te piden que ruegues por ellos.
Para las almas que sufren y piden oraciones
Para comprender el alivio que la oracin puede procurar a los espritus que sufren,
es menester referirse a su modo de accin, que se ha explicado ms arriba.
El que est penetrado de esta verdad, ruega con ms fervor por la certeza de que no
ruega en vano.
Oracin
Dios clemente y misericordioso, haced que vuestra bondad se extienda sobre todos
los espritus que desean nuestras oraciones, y particularmente sobre el alma de N
...
Espritus buenos cuya nica ocupacin es el bien, interceded conmigo para su alivio. H
aced que resplandezca a sus ojos un rayo de esperanza, y que la divina luz les i
lumine y les haga ver las imperfecciones que les alejan de la morada de los bien
aventurados. Abrid su corazn al arrepentimiento. Hacedles comprender que por su e
sfuerzo pueden abreviar el tiempo de sus pruebas.
Que Dios con su bondad les d fuerza para perseverar en sus buenas resoluciones! Qu
e estas palabras benvolas puedan mitigar sus penas demostrndoles que hay en la tie
rra quien toma parte en ellas y que desea su felicidad.
Para los espritus arrepentidos
Seria injusto colocar en la categora de los malos espritus a los que sufren y, arr
epentidos, piden oraciones; stos han podido ser malos, pero ya no lo son, desde e
l momento que reconocen sus faltas y sienten haberlas cometido; slo son desgracia
dos y algunos empiezan a gozar de una felicidad relativa.
Oracin.
Dios de misericordia, que aceptis el arrepentimiento sincero del pecador, encarna
do o desencarnado, aqu tenis un espritu que se ha complacido en el mal, pero que re
conoce sus faltas y entra es el buen camino; dignaos, Dios mo, recibirle como a u
n hijo prdigo, y perdonadle.

Espritus buenos cuya voz ha desconocido, de aqu en adelante quiere escucharos; per
mitid que pueda entrever la felicidad de los elegidos del Seor, con el fin de que
persista en el deseo de purificarse para conseguirla; sostenedle en sus buenas
resoluciones y dadle fuerza para resistir sus malos instintos.
Espritu de N..., os felicitamos por vuestra conversin, y damos gracias a los bueno
s espritus que os han ayudado.
Si antes os complacais en el mal es porque no comprendais cun dulce es el goce de h
acer el bien; os considerabais tambin demasiado bajo para poder conseguirlo; pero
desde el instante en que habis puesto el pe en el buen camino, una nueva luz ha b
rillado para vos; habis empezado a disfrutar de una felicidad desconocida, y la e
speranza ha entrado en vuestro corazn. Es que Dios escucha siempre la oracin del p
ecador arrepentido y no rechaza a ninguno de los que vienen a El.
Para volver a entrar completamente en la gracia del Seor, aplicaos, desde hoy en
adelante, no slo a no hacer el mal, sino a hacer el bien, y sobre todo a reparar
el mal que habis hecho; entonces habris satisfecho a la justicia de Dios; cada bue
na accin borrar una de vuestras faltas pasadas.
El primer paso est dado; cuanto ms avanzareis, tanto ms fcil y agradable os ser el ca
mino. Perseverad, pues, y un da tendris la dicha de contaros entre los espritus bue
nos y felices.
Para los espritus endurecidos
Seor, dignaos mirar bondadosamente a los espritus imperfectos que aun estn en las t
inieblas de la ignorancia y os desconocen, y particularmente al de N...
.Espritus buenos, ayudadnos para que le hagamos comprender que induciendo a los h
ombres al mal, obcecndoles y atormentndoles, prolonga sus propios sufrimientos; ha
ced que el ejemplo de la felicidad que vosotros gozis sea un estimulo para l.
Espritu que an te complaces en el mal, acabas de or la oracin que hacemos por ti; es
to debe probarte que deseamos hacerte bien aunque t hagas mal.
Eres desgraciado porque es imposible ser feliz siendo malo Por qu, pues, te detien
es en este estado, cuando de ti depende salir de l? Echa una mirada sobre los bue
nos espritus que te rodean; mira cun felices son, y si no sera mucho ms agradable pa
ra ti el gozar de la misma felicidad.
Dirs que te es imposible, pero nada hay imposible para el que quiere, porque Dios
te ha dado, como a todas sus criaturas, la libertad de elegir entre el bien y e
l mal, es decir, entre la felicidad y la desgracia; nadie est condenado al mal. S
i tienes la voluntad de hacer este ltimo, podras tambin tener la de hacer el bien y
ser feliz.
Vuelve tus ojos hacia Dios, elvate un slo momento hacia El con el pensamiento, y u
n rayo de su luz divina te iluminar. Di con nosotros esas sencillas palabras: Dio
s mo, me arrepiento, perdname! Prueba arrepentirte y hacer bien en vez de hacer ma
l, y vers cmo al mismo tiempo se extender sobre ti, su misericordia, y un bienestar
desconocido vendr a reemplazar las angustias que sufres.
Una vez que hayas dado un paso en el buen camino, el resto te ser fcil. Entonces c
omprenders cunto tiempo has perdido por tu culpa para alcanzar tu felicidad; pero
un porvenir radiante y lleno de esperanza se abrir delante de ti, y te har olvidar
tu miserable pasado lleno de turbacin y de tormentos morales, que para ti seran e
l Infierno, si hubiesen de durar eternamente. Vendr da en que esos tormentos sern t
ales que quisieras a todo precio hacerlos cesar; pero cuanto ms esperares ms difcil
te ser. No creas que permanezcas siempre en este estado; no, es imposible; tiene

s delante de ti dos perspectivas: la una es la de sufrir ms que no sufres ahora,


y la otra la de ser feliz como los buenos espritus que te rodean; la primera es i
nevitable si persistes en tu obstinacin; un simple esfuerzo de tu voluntad basta
para sacarte del mal paso en que estis. Date prisa, pues, porque cada da que retar
das, es un da perdido para tu felicidad.
Espritus buenos, haced que estas palabras encuentren acceso en esa alma aun atras
ada, a fin de que la ayuden a acercarse a Dios. As os lo suplicamos en nombre de
Jesucristo, que tan gran poder tuvo sobre los espritus malos.
Para los enfermos y obcecados
Para los enfermos
Las enfermedades son parte de las pruebas y de las vicisitudes terrestres; son i
nherentes a lo grosero de nuestra naturaleza material y a la inferioridad del mu
ndo que habitamos. Las pasiones y los excesos de todas clases siembran en nosotr
os grmenes malsanos, muchas veces hereditarios. En mundos ms avanzados fsica y mora
lmente, el organismo humano, ms purificado y menos material, no est sujeto a las m
ismas dolencias, y el cuerpo no est minado sordamente por los estragos de las pas
iones. Es menester, pues, resignarse a sufrir las consecuencias del centro en qu
e nos coloca nuestra inferioridad, hasta que hayamos merecido cambiarlo. Entreta
nto no debe esto impedirnos hacer lo que dependa de nosotros para mejorar nuestr
a posicin actual; pero si a pesar de nuestros esfuerzos no podemos conseguirlo, e
l Espiritismo nos ensea a soportar con resignacin nuestros males pasajeros.
Si Dios no hubiese querido que los sufrimientos corporales fueran disipados o al
iviados en ciertos casos, no hubiese puesto medios curativos a nuestra disposicin
; su previsora solicitud, con respecto a esto, acorde con el instinto de conserv
acin, indica que est en nuestro deber el buscarlos y aplicarlos.
Al lado de la medicacin ordinaria elaborada por la ciencia, el magnetismo nos ha
hecho conocer el poder de la oracin fludica; despus el Espiritismo ha venido a reve
larnos otra fuerza en la mediumnidad curativa y la influencia de la oracin.
Oracin.
(Para que la diga el enfermo).
Seor, vos sois la suma justicia; la enfermedad que habis querido enviarme debo mer
ecerla, porque vos jams afligs sin causa.
Para mi curacin me someto a vuestra infinita misericordia; si os place volverme l
a salud, que vuestro santo nombre sea bendito; si por el contrario debo sufrir an
, que as mismo sea bendito; me someto sin murmurar a vuestros divinos decretos, p
orque todo lo que haris no puede tener otro objeto que el bien de vuestras criatu
ras.
Haced, Dios mo, que esta enfermedad sea para m un aviso saludable y me haga poner
sobre m mismo; la acepto como una expiacin del pasado y como una prueba para mi fe
y sumisin a vuestra santa voluntad.
Oracin. (Para el enfermo).
Dios mo, vuestras miras son impenetrables y en vuestra sabidura habris credo deber a
fligir a N... con la enfermedad. Os suplico echis una mirada de compasin sobre sus
sufrimientos y os dignis ponerles un trmino.
Espritus buenos, ministros del Todopoderoso, os ruego que secundis mi deseo de ali
viarle; haced que mi oracin vaya a derramar un blsamo saludable en su cuerpo y el
consuelo en su alma.
Inspiradle la paciencia y la sumisin a la voluntad de Dios, dadle fuerza para sob
rellevar sus dolores con resignacin cristiana a fin de que no pierda er fruto de
esta prueba.

Oracin. (Para el mdium que cura).


Dios mo, si os dignis serviros de m, aun cuando soy indigno puedo curar este sufrim
iento si tal es vuestra voluntad, porque tengo fe en vos, mas sin Vos nada puedo
. Permitid a los buenos espritus que me penetren con su fluido saludable con el f
in de que yo lo transmita al enfermo, y desviad de m todo pensamiento de orgullo
y de egosmo que pudiese alterar su pureza.
Para los obsesados
La obsesin es la accin persistente que un espritu malo ejerce sobre un individuo. P
resenta caracteres muy diferentes, desde la simple influencia moral, sin seales e
xteriores sensibles, hasta la perturbacin completa del organismo y de las faculta
des mentales. Altera todas las facultades med- anmicas y, en la mediumnidad por la
escritura, se conoce por la obstinacin de un espritu en manifestarse, con exclusin
de todos los otros.
Los espritus malos pululan alrededor de la Tierra a consecuencia de la inferiorid
ad moral de sus habitantes. Su accin malhechora forma parte de las plagas que la
humanidad sufre en la tierra. La obsesin, como las enfermedades y todas las atrib
uciones de la vida, debe, pues, ser considerada como una prueba o una expiacin, a
ceptada como tal.
De la misma manera que las enfermedades son resultado de las imperfecciones fsica
s que hacen al cuerpo accesible a las influencias perniciosas exteriores, la obs
esin lo es siempre de una imperfeccin moral que da acceso a uno o varios espritus m
alos. A una causa fsica, se opone otra fuerza fsica; a una causa moral, es preciso
poner otra fuerza moral. Para precaver las enfermedades se fortifica el cuerpo;
para precaverse de la obsesin, es preciso fortificar el alma. De esto se deduce
que el obsesado debe trabajar por su propio mejoramiento, lo que muchas veces ba
sta para desembarazarse del obsesor sin el socorro de personas extraas. Este soco
rro se hace necesario cuando la obsesin degenera en subyugacin y en posesin, porque
entonces el paciente pierde a veces su voluntad y su libre albedro. La obsesin es
casi siempre producto de una venganza ejercida por un espritu, y lo ms a menudo t
iene su origen en las relaciones que el obsesado ha tenido con l en una existenci
a precedente.
En los casos de obsesin grave, el obsesado est como envuelto e impregnado de un fl
uido pernicioso que neutraliza la accin de los fluidos saludables y los rechaza.
De este fluido es preciso desembarazarle y, un mal fluido no puede ser rechazado
por otro fluido malo.
Por una accin idntica a la de un mdium curandero, en el caso de enfermedad, es mene
ster expulsar el fluido malo con la ayuda de un fluido mejor, que en cierto modo
produce el efecto de un reactivo. Esta es la accin mecnica, pero no basta: tambin,
y sobre todo es necesario "obrar sobre el ser inteligente", al que es preciso t
ener el derecho de hablar con autoridad, y esta autoridad corresponde slo a la su
perioridad moral; cuanto ms grande es sta, tanto mayor es la autoridad.
Es necesario hacer ms; para asegurar el libramiento, es preciso conducir al esprit
u perverso a renunciar a sus malos designios, es menester hacer nacer en l el arr
epentimiento y deseo del bien, con ayuda de instrucciones hbilmente dirigidas en
evocaciones particulares hechas con la mira de la educacin moral; entonces puede
tenerse la doble satisfaccin de librar a un encarnado y de convertir a un espritu
imperfecto.
La tarea se hace ms fcil cuando el obsesado, comprendiendo su situacin, presta su c
oncurso con la voluntad y la oracin; no sucede lo mismo cuando est seducido por el
espritu engaador, cuando se hace ilusiones sobre las cualidades del que le domina
, complacindose en el error en que le tiene este ltimo, porque entonces, lejos de

secundar, rechaza toda asistencia. Es el caso de la fascinacin, siempre infinitam


ente ms rebelde que la subyugacin ms violenta.
En todos los casos de obsesin, la oracin es un poderoso auxiliar para obrar contra
el espritu obsesor.
Oracin.
(Para que la diga el obsesado).
Dios mo, permitid a los buenos espritus que me libren del espritu malhechor que se
ha unido a m. Si es una venganza que ejerce por los males que le hubiese hecho en
otro tiempo, vos lo permits, Dios mo, para mi castigo, y sufro la consecuencia de
mi falta. Que mi arrepentimiento merezca vuestro perdn y mi liberacin! Pero cualqu
iera que sea el motivo que tenga, solicito vuestra misericordia para l. Dignaos f
acilitarle el camino del progreso, que le desviar del pensamiento de hacer el mal
. Que por mi parte, volvindole bien por mal, pueda conducirle a mejores sentimien
tos.
Pero tambin s, Dios mo, que mis imperfecciones son las que me hacen accesible a las
influencias de los malos espritus. Dadme la luz necesaria para conocerles y, sob
re todo, combatid en m el orgullo que me ciega para que no vea mis efectos.
Cul puede ser, pues, mi indignidad, puesto que un ser malhechor puede mortificarme
?
Haced, Dios mo, que esta desgracia que mi vanidad merece, me sirva de leccin para
el porvenir, que me mortifique en la resolucin que tomo de purificarme con la prct
ica del bien, de la caridad y de la humanidad, con el fin de oponer para siempre
una barrera a las malas influencias.
Seor, dadme fuerza para soportar esta prueba con paciencia y resignacin: comprendo
que, como todas las otras pruebas, debe ella ayudar mi adelantamiento si no pie
rdo su utilidad con mi murmuracin, puesto que me proporciona la ocasin de manifest
ar mi sumisin y de ejercer la caridad hacia un hermano desgraciado, perdonndole el
mal que me hace.
Oracin.
(Para el obsesado).
Dios Todopoderoso, dignaos darme poder para librar a N... del mal espritu que le
obsesa; si entra en vuestros designios poner trmino a esta prueba, concededme la
gracia de hablarle con autoridad.
Espritus buenos que me asists, y vos, su ngel de la guarda, prestadme vuestro auxil
io y ayudadme a desembarazarle del fluido impuro que le rodea.
En nombre de Dios Todopoderoso, conjuro al espritu malhechor que le atormenta a q
ue se retire.
Oracin.
(Para el espritu obsesor).
Dios infinitamente bueno, imploro vuestra misericordia para el espritu que obsesa
a N...; hacedle entrever la claridad divina, a fin de que vea el falso camino e
n que est. Espritus buenos, ayudadme para hacerle comprender que haciendo el mal l
o pierde todo, y todo lo gana haciendo el bien.
Espritu que os complacis en atormentar a N... escuchad, porque os hablo en nombre
de Dios.
Si queris reflexionar, comprenderis que el mal no puede sobrepujar al bien, y que
no podis ser ms fuerte que Dios y los buenos espritus.
Ellos podran haber preservado a N... de toda persecucin por vuestra parte; si no l

o han hecho es porque l (o ella) deba sufrir esta prueba. Pero cuando esta prueba
se concluya, os quitarn toda accin sobre l; el mal que le habis hecho, en vez de hac
erle dao, servir para su adelantamiento, por lo mismo ser ms feliz; de este modo vue
stra maldad habr sido una pura prdida para vos y se volver contra vos mismo.
Dios, que todo lo puede, y los espritus superiores sus delegados, que son ms poder
osos que vos, podrn, pues, poner trmino a esta obsesin cuando lo quieran, y vuestra
tenacidad se estrellar contra esa suprema autoridad. Pero lo mismo que Dios es b
ueno, quiere dejaros el mrito de que cesis por vuestra propia voluntad. Este es un
plazo que seos concede; si no os aprovechis de l sufriris sus deplorables consecue
ncias; grandes castigos y crueles sufrimientos os esperan; os veris forzado a imp
lorar su piedad y las oraciones de vuestra vctima, que ya os perdona y ruega por
vos, lo que es un gran mrito a los ojos d Dios, activar su liberacin.
Reflexionad, pues, mientras hay tiempo aun, porque la Justicia de Dios caer sobre
vos, como sobre todos los espritus rebeldes. Pensad que el mal que hacis en este
momento tendr un trmino, mientras que si os obstinis en vuestro endurecimiento, vue
stros sufrimientos aumentarn sin cesar.
Cuando estabais en la tierra, no os hubiera parecido estpido el sacrificar un gran
bien por una pequea satisfaccin del momento? Lo mismo sucede ahora que sois esprit
u. Qu ganis con lo que hacis? El triste placer de atormentar a alguno, lo que no os
impide ser desgraciado, por ms que digis, y os har ms desgraciado aun.
Por otra parte, ved lo que perdis, mirad a los buenos espritus que os rodean, y ve
d si su suerte no es, acaso, preferible a la vuestra. Participaris de la felicida
d que ellos gozan cuando lo queris. Qu es menester para conseguirlo? Implorarlo a D
ios, y hacer el bien en vez de hacer el mal. Ya s que no podis transformaros de re
pente pero Dios no pide nada imposible; lo que quiere es la buena voluntad. Prob
adlo, pues, y os ayudaremos. Haced que bien pronto podamos decir por vos la orac
in de los espritus arrepentidos, y no tengamos que colocaros ms entre los espritus m
alos, hasta que ms adelante podis contaros entre los buenos.
Plegaria del Agradecido
Cmo pude, padre mo, desesperar en mi prueba!
Perdn! mi razn la lleva el pesar al desvaro.
Perdona, Seor, y atiende esta obra meritoria,
que yo grabo en mi memoria, de quien su mano me tiende.
Dulce impresin que yo abrigo en mi seno recogida,
sello que toda mi vida llevar siempre conmigo;
Dulce impresin que maana mi pecho, sagrario suyo,
quedar al regazo tuyo allende en vida cercana.
Escucha mi voz contrita, de mi pasado desvo,
escucha mi afn, Dios mo, en tu bondad infinita!
Oye la splica que yo te elevo en mi fervor,
por el alma que a tu amor vuela en alas de la fe.
Por ella te mando hoy, al consuelo que me envas,
las frvidas preces mas y las gracias que te doy.
Por ella ruego que presto cese, si es que le conviene,
la triste pena que tiene por su atraso.
...Canciones para cantar al pie de la Bveda Espiritual
Estas canciones, que en la primera edicin no estaban, me han sido remitidas por m

i madrina, Omi Diero, hija de Yamay. Tambin este es un espacio abierto a todos aqu
ellos que deseen mandar canciones, las cuales sern aadidas en nuevas versiones.
Oreen
Oreen, oreen, oreen, oreen,
Oreen hermanos mos oreen,
Oreen para ese ser.
Si
y,
yo
al

la luz redentora te llama, buen ser


te llama con amor a la tierra
quisiera ver ese ser cantando
Verbo Divino Manuel.

Oye buen ser, avanza y ven


que el coro te llama
y te dice ven.
Oh buen ser avanza y ven
que el coro te llama
y te dice ven.
Para San Lzaro
Siete das, con siete noches,
por el mundo caminando,
y no encuentro una limosna,
para mi viejo Babalu Aye
Tanto como yo camino,
tanto como yo trabajo,
y no encuentro una limosna,
para mi viejo Babalu Aye
Babalu Aye, Babalu Aye, Babalu aye
Dadme diecisiete cntimos
Para Babalu ayeeeeeee
Al cerrar la misa
Se van
se van
se van
a otra

los seres,
los seres,
los seres,
nacin.

Gracias le damos,
gracias le damos,
gracias le damos,
al Divino Seor
Gracias, gracias,
gracias le damos,
al Divino Seor.
Con Dios empezamos y con Dios continuamos
Santa Clara
Santa Clara aclaradora,
aclara ese humilde ser,
que viene de los infinito,
buscando caridad.

Si a tu puerta llega
un ser pidiendo caridad,
no se la niegues hermano,
que Dios te la pagara.
Se repite
Ave Maria
Del cielo ha bajado,
la madre de Dios,
cantemos el Ave Maria
con amor, ave, ave, Ave maria.
ave, ave, ave Maria
Se repite
San Salvador
Bendcelo San Salvador,
San Salvador bendcelo,
bendcelo en nombre de Dios.
Hay bendcelo San Salvador,
San Salvador bendcelo
En nombre de Dios
Se puede aadir al final de cualquier canto o tambin cantarlo solo, se repite 2 3 v
eces.
Epilogo
Muchas ms oraciones se podran haber recopilado en este libro, pero esa no es la in
tencin a que va dedicada.
Va dedicada al uso frecuente al pie de la Bveda Espiritual, para tener unas oraci
ones a mano y no tener que buscar mucho. Los arreglos de esta 3 Edicin, han ido de
stinados a aadir unas canciones y al cambio de formato, para que sea aun mas mane
jable.
Os recomiendo la lectura del Libro de los Mdiums, El Evangelio segn el Espiritismo
y algn otro de Allan Kardec. En ellos encontrareis ms oraciones o fuentes de insp
iracin para poder crear algo, mas os digo que la mejor, la mas pura y la mas efic
iente de todas las oraciones, es el Padre Nuestro, dado por el mismo Maestro Jess
.

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