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MODERNIDAD, COLONIALIDAD Y
POSTMODERNIDAD
Por Edgardo Lander1
Universidad Central de Venezuela
El debate intelectual en Amrica Latina sobre la crisis de la modernidad estara mal
planteado si se constituye en trminos de una oposicin entre postmodernidad y
modernidad, entre las teoras, interpretaciones, ambiente cultural, posturas polticas y ticas
que se identifican como postmodernas en anttesis a las modernas. Formulado en estos
trminos, hace abstraccin de una dimensin bsica, constitutiva, de la realidad del
continente, y por esa va contribuye a afirmarla: su dimensin histrica colonial. Abordar la
comprensin de nuestros tiempos desde el reconocimiento de la constitucin colonial del
mundo moderno, podra ofrecernos una perspectiva de anlisis ms fructfera que la que es
posible a partir de los dilemas planteados entre la bsqueda de la realizacin de la
modernidad inconclusa, de la cual nos habla Habermas, y el desencanto postmoderno.
En la autopercepcin occidental hegemnica de la modernidad se destacan dos mitos
centrales que hoy estn siendo severamente cuestionados. El primero, es el mito de acuerdo
al cual la modernidad europea (y en trminos ms amplios occidental), es la expresin
mxima del desarrollo histrico ascendente de la humanidad. Es en este sentido, un
proyecto universal. No slo universal porque se plantee la posibilidad o necesidad de su
universalizacin. Es universal porque corresponde a la mxima expresin de las
potencialidades humanas, la realizacin plena de la virtualidad de lo humano como especie y
punto de llegada histrico de la humanidad. Esto define a la experiencia histrica europea
como esencialmente, ontolgicamente, superior a toda otra experiencia cultural. Este mito ha
tenido complejas y diversas sustentaciones teolgicas, filosficas y cientficas a lo largo de la
historia de la modernidad europea.
El segundo, es el mito de acuerdo al cual este proceso universal es un producto
interno del desarrollo europeo. La civilizacin, la modernidad, el progreso, el desarrollo de la
ciencia y la tecnologa modernas, del individuo, la libertad y la democracia son, en sentido
estricto, productos de las dinmicas y procesos internos del desarrollo de las sociedades

occidentales. En las relaciones de Europa con otros pueblos y culturas, el aporte cultural
civilizatorio se da siempre en una direccin, como contribucin de la cultura superior
(europea u occidental) a la otras culturas que son, y han sido siempre, inferiores.
Estos dos mitos sustentan el carcter superior de Europa (y en trminos ms amplios
de Occidente), y la justificacin, por ende, de la misin civilizatoria de Europa para llevar la
modernidad -europea y universal- al resto del planeta. Sostenidos cada uno por su lado, o en
la mayor parte del tiempo, simultneamente, estos dos mitos han acompaado los procesos
de relacin con los otros continentes a lo largo de los ltimos cinco siglos, y han sido una
dimensin esencial de la constitucin colonial del mundo moderno. No se trata de mitos
viejos, de inters para una genealoga del pensamiento moderno. Son mitos presentes,
actuantes, productivos y eficaces en la construccin discursiva del mundo contemporneo, y
piso de las formas que adquiere hoy el discurso colonial: modernizacin, progreso,
desarrollo, globalizacin.
Estos dos mitos han servido para ocultar o negar la constitucin colonial de la
modernidad, las complejas influencias culturales multi-direccionales, y la relacin de
subordinacin/ sometimiento /explotacin de los otros continentes que sirvieron de piso al
desarrollo tanto de las transformaciones materiales, como del imaginario de la modernidad
europea. Son parte de una potente construccin discursiva del mundo que ha organizado a
pueblos, culturas y territorios en un orden jerrquico de primitivo a civilizado, que ha servido
para legitimar el dominio colonial.
Pensar hoy la crisis de la modernidad, especialmente desde las regiones y sujetos
que han vivido la experiencia histrica de la subordinacin colonial, exige desmontar estos
mitos. Es otra la lectura que podemos hacer de la crisis de la modernidad, y otra la
interpretacin que le podramos dar al debate modernidad-postmodernidad a partir del
cuestionamiento de stos.

La constitucin colonial del mundo moderno


La conquista ibrica del continente americano es el momento fundante de los dos
procesos que articuladamente conforman la historia posterior: la modernidad y la
organizacin colonial del mundo 2. Con el inicio del colonialismo en Amrica comienza no slo
la organizacin colonial del mundo sino -simultneamente- la constitucin colonial de los
saberes, de los lenguajes, de la memoria 3 y del imaginario4. Se da inicio al largo proceso -que

culminar en los siglos XVIII y XIX- en el cual, por primera vez, se organiza la totalidad del
espacio y del tiempo -todas las culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y
pasados- en una gran narrativa universal. En esta narrativa, Europa es -o ha sido siempresimultneamente el centro geogrfico y la culminacin del movimiento temporal. En este
perodo moderno temprano/colonial, se dan los primeros pasos en la ...articulacin de las
diferencias culturales en jerarquas cronolgicas. 5 y de lo que Johannes Fabian llama la
negacin de la simultaneidad6. Con los cronistas espaoles se da inicio a la "masiva
formacin discursiva" de construccin de Europa/Occidente y lo otro, del europeo y el indio,
desde la posicin privilegiada del lugar de enunciacin ubicado en el poder7.
Esta enunciacin desde el poder sirve de piso a la construccin discursiva de las
diversas poblaciones y sujetos sociales que han habitado histricamente el mundo
moderno/colonial en forma polar entre lo europeo y lo no-europeo. Lo notorio de estas
construcciones es su estabilidad en el tiempo a pesar de que sus fuentes de legitimacin y
sus nfasis se desplacen de una poca a otra 8J.M. Blaut, The Colonizers Model of the World.
Geographical Diffusionism and Eurocentric History, The Guilford Press, Nueva York, 1993, p.
17..
Como seala Fernando Coronil9, el Occidente es una construccin histrica. En la
construccin del "Otro" no-occidental, hay, implcitamente, un proceso de construccin de la
mismidad10.
Lo que es distintivo o nico del occidentalismo... no es que movilice
representaciones estereotipadas de sociedades no-occidentales, ya que la
jerarquizacin etnocntrica de la diferencia cultural no es un privilegio de
Occidente, sino que este privilegio est ntimamente conectado con el
despliegue de un poder global. (...) Como sistema de clasificacin que expresa
formas de diferencia cultural y econmica en el mundo moderno, el
occidentalismo est inseparablemente ligado a la constitucin de asimetras
internacionales sustentadas en el capitalismo global. (...) el occidentalismo es
inseparable de la hegemona occidental no slo porque como forma de
conocimiento expresa el poder occidental, sino porque establece un lazo
especfico entre conocimiento y poder. El occidentalismo es, por lo tanto, la
expresin de la relacin constitutiva entre las representaciones occidentales de
la diferencia cultural y la dominacin global de Occidente 11.
Lo que est en juego en estas representaciones no es -por supuesto- slo la imagen
que el colonizador tiene del colonizado, sino igualmente -en un terreno de significaciones e
interpretaciones que estn en permanente pugna, contestacin, resistencia, adaptacin e
hibridacin cultural- las propias identidades de los colonizados 12.

Colonialismo y saberes modernos


En los siglos XVIII y XIX adquiere su mxima expresin la experiencia colonial. Una
alta proporcin de la humanidad y de los territorios del planeta pasan a estar sometidos al
dominio colonial europeo. Crece la confianza europea en su superioridad y en su "misin
civilizadora": ha dejado de tener rivales significativos en el mundo 13.
"Ni el imperialismo ni el colonialismo son simples actos de acumulacin y
adquisicin. Ambos estn apoyados y quizs impelidos por impresionantes
formaciones ideolgicas que incluyen nociones de que ciertos territorios y
gentes requieren, exigen, dominacin, as como formas de conocimiento
afiliadas a la dominacin: el vocabulario de la cultura imperial clsica de
mediados del siglo XIX est lleno de palabras y conceptos tales como razas
inferiores
sumisas, pueblos subordinados, dependencia,
expansin, y autoridad. A partir de estas experiencias coloniales, las
nociones sobre cultura fueron clarificadas, reforzadas, criticadas o
rechazadas."14
En este contexto poltico cultural, en el cual los centros metropolitanos tienen el "poder
de narrar, o de impedir que otras narrativas se formen y emerjan..." 15, se establecen e
institucionalizan los saberes modernos. En la constitucin de las disciplinas cientficosociales en el siglo pasado es tan clara la nocin de que existen diferencias esenciales entre
los pueblos y culturas europeos y los no-europeos, que para su estudio se crean disciplinas
diferentes16. Mientras que para las sociedades modernas (Europa Occidental y los Estados
Unidos), y sobre la base de la concepcin liberal de la realidad histrico social, se demarcan
los mbitos separados del estudio del mercado (la economa), del Estado (la teora o ciencia
poltica), y de la sociedad civil (la sociologa); otras disciplinas se destinan al conocimiento de
los pueblos no-modernos.
En los estudios clsicos u orientalismo se abordan las "altas civilizaciones" noeuropeas, como las musulmanas y china que tuvieron un desarrollo histrico trunco y no
llegaron a modernizarse. Se constituye el orientalismo, en palabras de Said, como ...una
disciplina enormemente sistemtica mediante la cual la cultura europea fue capaz de
administrar, incluso crear, al Oriente poltica, sociolgica, ideolgica, militar, cientfica, e
imaginativamente en el perodo post-ilustracin. 17
La antropologa se dedica al estudio de los pueblos primitivos, sin Estado, sin historia,
sin escritura18. El tema de las diferencias entre los seres humanos, a partir de la idea de raza
se convierte en un eje central de pensamiento social europeo en el siglo XIX. En palabras de
Disraeli: "Todo es raza. No hay otra verdad" 19. La existencia de diferencias esenciales entre
las razas, la correspondencia entre las caractersticas externas de los seres humanos y sus

capacidades morales e intelectuales, el carcter jerrquico de estas diferencias, (que coloca


a los europeos blancos -masculinos- en la cspide) se convierte en conocimiento cientfico
riguroso, hegemnico hasta bien entrado el presente siglo.
La teora racial cientfica, -que incorpora el racismo pre-existente- se desarrolla
precisamente en el perodo histrico en el cual se est dando con mayor intensidad la
ocupacin colonial por parte de Gran Bretaa y de Europa, de una alta proporcin de la
superficie del planeta, establecindose as "una conexin obvia entre la teoras raciales de la
superioridad blanca y la justificacin para esa expansin" 20.
Uno de los debates principales en torno al problema de las diferencias entre los seres
humanos en la antropologa del siglo XIX se da en torno al asunto del origen unitario
(monogenismo) o mltiple (poligenismo) de las razas humanas 21. Lo los defensores del
poligenismo consideraban que las diferencias entre las razas eran tan bsicas, que era
indispensable conservar las esencias respectivas. Partiendo del supuesto de que las razas
corresponden a especies diferentes, se dan largos debates en torno a la hibridacin. Sobre
la base del concepto de especie se argumenta que los cruces entre razas muy diferentes no
producen descendientes y que en los casos en que esto ocurra, los descendientes slo eran
limitadamente frtiles entre s. Los descendientes hbridos de grupos raciales muy diferentes
tendan a ser mental, moral y fsicamente inferiores a las razas de sus progenitores 22.
Stocking afirma que, aparte del tema del poligenismo, los representantes ms
importantes de la antropologa fsica europea de finales del siglo pasado comparten los
siguientes supuestos: a) las diferencias culturales entre los hombres eran un producto directo
de las diferencias en su estructura fsica racial; b) las diferencias fsicas distintivas entre las
razas humanas son primordiales; c) las ms importantes de estas diferencias son aquellas
que tienen que ver con el crneo y el cerebro; y d) la heterogeneidad de las poblaciones
modernas puede ser reconstruida, en tipos representativos de las razas puras de cuya
mezcla se derivaron las poblaciones modernas. 23
El legado ms significativo de estas
interpretaciones ha sido la inmensa legitimacin que la ciencia le dio al racismo, mas all de
la suerte que corri en el tiempo cada una de estas teoras cientficas.
Las diferentes explicaciones cientficas victorianas de la raza se fueron
haciendo rpidamente problemticas, pero lo que fue mucho ms consistente,
ms poderoso y de larga vida fue la construccin cultural de la raza. ... Las
teoras cientficas que medan las diferencias entre las razas y sus capacidades,
podan ir y venir, pero lo que siempre hicieron fue desarrollar ideas previas, de
acuerdo a una despiadada economa en la que los mltiples sentidos de raza
fueron articulados incrementalmente unos con los otros. 24

Una de las expresiones ms notorias de la construccin de este imaginario colonial


eurocntrico, -clasificatorio de la gente, del tiempo y del espacio- es el proceso de
transformacin de la narrativa histrica europea para acomodarla a las nuevas ideas de la
poca. En su extraordinario texto, Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical
Civilization25, Martin Bernal analiza minuciosamente el complejo proceso mediante el cual,
como consecuencia de transformaciones culturales de la sociedad europea, se fue
produciendo una radical reinterpretacin del origen de la civilizacin europea, desde un
amplio reconocimiento de la influencia egipcia en la Grecia clsica (modelo antiguo), hasta
una ruptura total entre estas dos culturas. Bernal destaca que para los griegos clsicos la
influencia egipcia en su civilizacin era, en lo fundamental, un asunto no polmico. En el
siglo V AC -momento del mximo esplendor de la civilizacin griega clsica- era
generalmente asumido que Grecia haba sido colonizada por Egipto 26. Herodoto est
interesado en la introduccin de la civilizacin egipcia y fenicia en Grecia y en la continuada
influencia del Medio Oriente sobre Grecia despus de la colonizacin inicial 27. Considera que,
entre otras herencias culturales, la mayora de los dioses griegos vienen de Egipto. Este
reconocimiento continua abundantemente en las fuentes posteriores, en Aristteles y dems
pensadores del mundo helnico. Los debates no eran sobre la existencia de las
colonizaciones, sino sobre aspectos especficos: la nacionalidad de sus dirigentes, sus
lugares de origen, las fechas28.
Bernal asevera que, nadie, hasta el siglo XVI, cuestionaba seriamente ni el que la
civilizacin y la filosofa griega derivaban de Egipto, ni que el mecanismo fundamental por el
cual sta se trasmiti fue por la colonizacin egipcia de Grecia, y por el posterior estudio
griego en Egipto29.
De acuerdo a la slida documentacin y argumentacin que presenta Bernal, como
resultado de la incidencia combinada de la defensa del cristianismo, la idea del progreso, el
racismo y el romanticismo, este modelo clsico comienza a perder su hegemona a partir del
siglo XVIII. El hecho de que Egipto fuese anterior a Grecia, fue motivo para considerarlo
inferior desde el punto de vista de los criterios del progreso. Su larga y estable historia, antes
fuente de admiracin, pas a ser motivo de desprecio, siendo ahora considerada como de
una civilizacin estancada y estril 30. La inferioridad racial de los egipcios hizo que la
colonizacin por stos de la sagrada cultura helnica, -cuna de la civilizacin europea
blanca- no slo fuese de mal gusto, sino paradigmticamente imposible31
. Mientras que para la Ilustracin, con su nfasis en el avance y el mejoramiento, no era un
gran menosprecio el atribuirle a los egipcios la colonizacin de Grecia, s lo era para los

romnticos, que enfatizaban el carcter diferente y permanente de las esencias nacionales 32.
Era intolerable, por lo tanto, pensar en la posibilidad de que los griegos alguna vez
hubiesen sido ms primitivos que los africanos o asiticos 33. Concluye Bernal que el modelo
antiguo cay, no como consecuencia de nuevos desarrollos en el campo del conocimiento,
sino por el hecho de que no caba en la concepcin del mundo prevaleciente. Era
incompatible con los paradigmas del progreso y de raza de comienzos del siglo XIX. El
nuevo modelo, modelo ario, se hizo hegemnico hasta la dcada de los ochenta de este
siglo34. Continua siendo enseado bajo la forma de Historia Universal en las escuelas del
mundo.
J.M. Blaut argumenta que la razn por la cual se supone que Europa siempre ha
tenido una ventaja histrica sobre el resto del mundo, tiene poco que ver con la evidencia y
mucho que ver con la metodologa, la ideologa y la teora implcita, la super-teora llamada
difusionismo eurocntrico, que ha sido hegemnica en el pensamiento europeo sobre la
historia y sobre la relacin de Europa con el resto de las culturas. Caracteriza sus
proposiciones fundamentales en los siguientes trminos:
1.

"Es natural y normal encontrar a la evolucin cultural progresando a


travs de Europa.

2.

La razn primaria de la evolucin cultural dentro de Europa es una fuerza


o factor que es, en ltima instancia, intelectual o espiritual, una fuente de
capacidad inventiva (invenciones tanto sociales como tecnolgicas),
racionalidad, capacidad de innovacin, y virtud.

3.

Fuera de Europa, no debe esperarse el progreso cultural: la norma es el


estancamiento y el tradicionalismo...

4.

El progreso fuera de Europa refleja la difusin desde Europa de rasgos


(en su conjunto civilizacin) inventados en Europa.

5.

La forma natural de interaccin entre Europa y el mundo no-europeo es


una transaccin de ideas, valores y gente innovadora de Europa a lo noeuropeo. La difusin en sentido inverso de riqueza material, es slo una
compensacin de lo no-europeo a Europa. 35

En el pensamiento liberal est presente el supuesto, a veces implcito, usualmente


explcito, de que las ideas de libertad, individuo, auto-organizacin, rechazo al despotismo,
participacin, son una conquista exclusiva, un desarrollo histrico particular, nico de la
experiencia de Occidente. Desde esta mirada, las formas de organizacin poltica de otros
pueblos han sido vistas como inexistentes, o necesariamente despticas. Con excepcin de

la cultura rabe-islmica, el resto de Africa carece de historia y de instituciones polticas


precoloniales36. No es posible, desde esta perspectiva, imaginar que otros pueblos pudiesen
haber desarrollado otras nociones y prcticas de organizacin social democrticas, y menos
an que el desarrollo de las ideas y prcticas de la democracia liberal pudiese tener alguna
influencia diferente a la dinmica interna del desarrollo de las ideas y las instituciones
europeas37Jr. y Bruce E. Johansen, Exemplar of Liberty. Native America and the Evolution of
Democracy, The American Indians Center, Los Angeles, 1995; Oren Lyons y otros, Exiled in
the Land of the Free. Democracy, Indian Nations and the U.S. Constitution, Clear Light
Publishers, Santa Fe, 1992; Bruce E. Johansen, Forgotten Founders. How the American
Indians Helped Shape Democracy, The Harvard Common Press, Boston, 1982; Jos Barreto
(editor), Indian Roots of American Democracy, Akwe:Kon Press, Ithaca, 1992. Para una
bibliografa exhaustiva de este debate, ver: Bruce E. Johansen, Native American Political
Systems and the Evolution of Democracy. An Annotated Bibliography, Greenwood Press,
Westport, 1996..

Crisis de la modernidad, poscolonialismo y postmodernidad


Qu implicaciones tiene para el debate en torno a la crisis de la modernidad y los
debates postmodernos el asumir que la modernidad tiene al orden colonial como una de sus
dimensiones constitutivas, como una condicin de su posibilidad? Aqu es necesario
formularse varias interrogantes, comenzando por la pregunta en torno a qu es lo que est
en crisis cuando hablamos de la crisis de la modernidad. Lo que est en crisis no es el
dominio en la relacin de los centros metropolitanos con el resto del mundo. La apropiacin
desigual de recursos, la hegemona poltica y militar, el control de las instituciones financieras
-que han caracterizado histricamente al orden colonial- continua vigente. En esta dimensin
fundante de la sociedad moderna han sido desplazadas las antiguas formas del dominio
territorial directo, por el control financiero, comercial, comunicacional e informativo. No es
esta dimensin de la modernidad la que ha entrado en crisis.
En el plano del conocimiento cientfico y su aplicacin tecnolgica -dimensiones
igualmente constitutivas de la modernidad- la respuesta en relacin a la profundidad de la
crisis es, al menos, ambigua. Desde el punto de vista de la constitucin moderna/colonial de
los saberes cientficos, interesa destacar dos aspectos que sirvieron para establecer la
diferencia -superioridad- entre la ciencia moderna y toda otra forma de saber. En primer
lugar, los modelos mecanicistas que sirvieron de piso a la confianza en las posibilidades de
un conocimiento objetivo, universal -libre de todo condicionamiento poltico cultural- y la
consecuente separacin entre objeto y sujeto. El segundo aspecto, igualmente constitutivo

del conocimiento cientfico, es la escisin moderna de las esferas de la razn, la separacin


del campo del conocimiento cientfico -y su aplicacin instrumental- de todo acotamiento
tico y esttico. La crisis de la legitimacin epistemolgica de los saberes cientficos
racionales no ha afectado la eficacia transformativa material (y poltica) de la racionalidad
instrumental. El desprendimiento de la razn instrumental del sentido, no es sino la
radicalizacin de las premisas a partir de las cuales se constituye el saber cientfico, y tiene
su origen precisamente en esa separacin (original de la cultura occidental) entre las
dimensiones de la razn. Lo que permiti la superioridad tecnolgica de Occidente, es lo que
conduce al desprendimiento de la razn instrumental. Esta ha alcanzado nuevos niveles de
autonomizacin: no requiere de una legitimacin como "verdad" porque ya ha desarrollado la
capacidad inercial de su auto-reproduccin 38.
Los procesos de apropiacin/control/destruccin de la naturaleza -uso de
combustibles fsiles, destruccin de la diversidad gentica, de bosques y estuarios, la sobre
utilizacin de los recursos hdricos- no han disminuido, a pesar de las luchas de los
movimientos ambientales, la conciencia creciente sobre la necesidad de la viabilidad
ecolgica, y la parafernalia de conferencias y acuerdos internacionales sobre la preservacin
ambiental. Tampoco parecen estar en crisis, para todo propsito prctico, las nociones
modernas de desarrollo, progreso, modernizacin. Los Estados de todo el mundo
-compelidos por la compleja institucionalidad internacional del desarrollo 39- miden su xito en
trminos de estas metas.
A propsito de estos asuntos esenciales, no tiene sentido hablar del fin de la
modernidad.
La crisis caracterizada por las perspectivas postmodernas se encuentra
primordialmente en otros mbitos, en los sujetos, las identidades, el sentido de las relaciones
entre presente y futuro, entre lo individual y la vida en comn, entre lo pblico y lo privado, el
sentido de la poltica y la accin colectiva. Pero, aqu, nuevamente, hay que interrogarse:
Cules son las ideas, identidades, sujetos, e historias que estn en crisis? Cmo se
experimentan estos desplazamientos en la subjetividad desde diferentes lugares,
localizaciones, experiencias en la articulacin jerrquica del orden moderno/colonial?
Puede ser igual la lectura que se formula desde la academia y los centros culturales
metropolitanos y la que se puede realizar desde los sujetos, pueblos, culturas que han
estado histricamente subordinados en el proyecto colonial?
El pensamiento postmoderno en sus diversas y complejas teorizaciones y

sensibilidades, ha hecho invalorables contribuciones a la comprensin del mundo


contemporneo. Ha cuestionado los sueos de la razn moderna y las seguridades en los
saberes fundados en sta, ha rechazado las narrativas histricas transcendentes, el
economicismo y la determinacin de ideas y sujetos por las estructuras. Los anlisis de
poder han permitido develar su presencia incluso en los aparatos conceptuales ms crticos.
Ha aportado nuevas e invalorables miradas a los temas de las culturas y las identidades, en
particular la des-esencializacin de los sujetos y las identidades individuales y colectivas,
abriendo as nuevas y ricas perspectivas al complejo y urgente asunto de las relaciones
entre grupos humanos diferentes. Los estudios genealgicos de las tecnologas de
normalizacin y exclusin del Otro en los saberes y disciplinas modernas de Foucault han
sido un aporte indispensable para la comprensin de las dimensiones discursivas de la
constitucin del mundo moderno/colonial40.
Sin embargo, no son suficientes las significativas transformaciones culturales y
cognitivas caracterizadas por las teorizaciones postmodernas para concluir que nos
encontramos en un mundo que ha ido ms all de la modernidad y de la colonialidad.
Tomadas en su conjunto, las posturas y proposiciones terico-metodolgicas y las
sensibilidades postmodernas, no nos brindan sino perspectivas parciales, y por lo tanto
insuficientes, para abordar los retos que se le plantean hoy al pensamiento social
latinoamericano que busca salir de la modernidad colonial. Son varias las razones de esta
inadecuacin.
En primer lugar puede apuntarse hacia la prctica desaparicin de la economa
poltica en las preocupaciones postmodernas. Es tal el nfasis en lo cultural, discursivo y
textual que se carece de instrumentos conceptuales para comprender las dimensiones
materiales de la vida social. Al priorizarse lo contingente, lo no-determinista y las nociones
microfsicas, instersticiales del poder, se dejan afuera de la mirada los procesos
organizativos globales que ocurren ante nuestros ojos, los lugares centralizados,
concentrados, del ejercicio del poder econmico, poltico y militar, que no son simulacros,
sino realidades actuantes que afectan la vida de la poblacin de todo el planeta. La
explotacin econmica, la desigualdad social, el autoritarismo y la hegemona en las
relaciones internacionales no han desaparecido porque las preocupaciones postmodernas se
dirijan en otra direccin. Al caracterizar al mundo contemporneo como postmoderno, parece
pasarse la pgina en relacin a estos asuntos esenciales de la sociedad moderna.
Igualmente problemtica es la concepcin postmoderna de la historia. En su versin
fuerte, la postmodernidad, ms all del invalorable rechazo de las grandes narrativas

esencialistas y monocausales, niega todo inters epistemolgico en la narrativa histrica de


largo plazo41. Sin embargo, la indagacin de la constitucin histrica del orden
moderno/colonial y sus procesos de ordenacin, clasificacin, jerarquizacin -tanto en sus
aspectos comunes como en sus especificidades espacio-temporales- es un paso sin el cual
no sera posible contrarrestar ni la operacin material ni el orden discursivo colonial.
Desde la perspectiva de la experiencia histrica de la subordinacin colonial, un
segundo aspecto que debe ser colocado sobre el tapete de la discusin es el tema del
eurocentrismo. Si, como se ha argumentado en este texto, la experiencia colonial es
constitutiva de la experiencia moderna, no es posible dar cuenta de la modernidad haciendo
abstraccin de este hecho. La mayor parte de las perspectivas postmodernas permanecen al
interior de un marco de referencia eurocntrico, en la medida en que no captan "el profundo
significado del imperialismo, el colonialismo, y sus racismos asociados, como constitutivos
de la modernidad."42 De acuerdo a Gayatri Chakravorty Spivak, algunas de las crticas ms
radicales que se originan en el Occidente en la actualidad son el resultado de un deseo de
conservar al "sujeto de Occidente o al Occidente como sujeto", al pretender que ste carece
de "determinaciones geopolticas" 43. Explorando las posiciones de Foucault y Deleuze,
concluye que sus aportes estn severamente restringidos por el hecho de ignorar tanto la
violencia epistmica del imperialismo, como la divisin internacional del trabajo. Argumenta
Spivak que al asumir la versin del Occidente autocontenido, se ignora su produccin por el
proyecto imperialista44. En estas visiones la crisis de la historia europea -asumida como
universal-, se convierte en la crisis de toda historia. La crisis de los metarelatos de la filosofa
de la historia, de la seguridad en sus leyes, se convierte en la crisis de todo futuro. La crisis
de los sujetos de esa historia es la disolucin de todo sujeto. A pesar de la insistencia
postmoderna en lo contingente, el lugar de enunciacin y el sujeto de enunciacin
privilegiados para hablar sobre el mundo contina siendo Occidente. No es posible pensar la
diversidad del mundo desde este sujeto: del hecho de que la mayora del planeta est en
contacto con occidente no se deriva que ste sea todo occidental 45.
Estrechamente ligado a lo anterior, est lo que podra llamarse el tono moral, anmico
o existencial desde el cual habla el discurso postmoderno. Algunas de las caracterizaciones
bsicas que formulan los tericos postmodernos de la sociedad contempornea -"la
racionalidad instrumental se separa completamente de los actores sociales y culturales" 46- se
refieren a los mismos asuntos que en Marx, y especialmente desde la Escuela de Francfort,
han sido centrales en la crtica a la sociedad tecnocrtica. Sin embargo, no se reflexiona
sobre estos como relaciones de dominacin o alienacin que deben ser alteradas,
enfrentadas, cuestionadas, o criticadas, sino simplemente como la realidad de la sociedad

postmoderna. No es la caracterizacin lo que cambia, sino la forma como sta se asume, la


ausencia de una actitud evaluativa o cuestionadora, "negativa". Estas son descalificadas a
partir de un desencanto profundo en relacin a la posibilidad de incidir de alguna forma sobre
este orden de cosas. Es el paso de un pensamiento crtico que busca en el presente las
potencialidades de su transformacin, con base en el supuesto de que lo que existe podra
ser de otra manera, a un pensamiento que se limita a constatar el carcter inexorable e
inmodificable de las dinmicas de la sociedad contempornea 47.
Pero la historia no es una sola, y no es consistente el nuevo metarrelato postmoderno
del paso de la modernidad a la postmodernidad. Lo que parece haber comenzando a entrar
en crisis es la pretensin hegemnica de los saberes e imaginarios occidentales -su Historia
Universal- constitutivos del mundo colonial. Se estn viviendo en diferentes partes del
planeta bsquedas y experiencias diversas, enriquecidas precisamente en el enfrentamiento
a los disciplinamientos, ordenamientos y exclusiones construidos por el discurso colonial. La
amplia extensin de los movimientos y procesos de reconstitucin cultural indgenas en
Amrica Latina son una destacada expresin. El tono anmico y moral que predomina en el
discurso postmoderno corresponde a una experiencia particular -que como ha sido siempre
en el caso del eurocentrismo- pretende ser universal. Se formula desde el lugar de
enunciacin que ha sido a lo largo de los ltimos siglos, el lugar privilegiado, maestro, del
discurso moderno. No es ese el tono anmico actual de muchos pueblos del planeta. Lo que
Mignolo llama la geografa de las experiencias 48 es, en este sentido, vital. No es lo mismo
vivir la crisis de la modernidad, y de la razn moderna desde el interior de sus centros
intelectuales y polticos -y en particular por parte de las generaciones intelectuales y polticas
que apostaron la vida, o por los menos sus ilusiones, a la transformacin racional, total del
mundo- que vivir la crisis de la modernidad desde la subalteridad y el sometimiento colonial.
Mientras que para los primeros la crisis de la modernidad, de su razn y de sus ilusiones, se
transforma en desilusin y desencanto, para los segundos ofrece la posibilidad de la
descolonizacin de sujetos, imaginarios, memorias, identidades. Lo que para unos es
escepticismo radical en relacin a los proyectos colectivos, para otros son momentos de
efervescencia intelectual, de recreacin de identidades. Mientras que para unos es el fin de
la Historia, para otros puede ser el comienzo de otras historias no-coloniales.

. Universidad Central de Venezuela.

Direccin electrnica: [email protected]


2

. En palabras de Tzvetan Todorov; "...el descubrimiento de Amrica es lo que anuncia y funda nuestra identidad

presente; an si toda fecha que permite separar dos pocas es arbitraria, no hay ninguna que convenga ms
para marcar el nacimiento de la era moderna que el ao 1492, en que Coln atraviesa el ocano Atlntico.
Todos somos descendientes de Coln, con l comienza nuestra genealoga -en la medida en que la palabra
comienzo tiene sentido". La conquista de Amrica. El problema del otro, Siglo XXI Editores, Mxico, 1995
(1982), p. 15.
3

. Walter Mignolo, The Darker Side of the Renaissance. Literacy, Territoriality and Colonization , Michigan

University Press, Ann Arbor, 1995.


. Ver: Anbal Quijano, "Raza, etnia y nacin en Maritegui: Cuestiones abiertas", en Juan Carlos

Maritegui y Europa. La otra cara del descubrimiento, Amauta, Lima, 1992.


5

. Walter Mignolo, op. cit., p. xi.

. Time and the Other. How Anthropology Makes its Object, Columbia University Press, Nueva York, 1983.

Citado por Walter Mignolo, op. cit. p. xi.


7

. "La dialctica entre los europeos como participantes en el proceso de colonizacin y europeos como

observadores del proceso fue constante y persistente. Como participantes, los espaoles y los europeos en
general vivan y actuaban de acuerdo a metas, deseos y necesidades impulsadas por un determinado marco de
referencia conceptual. (o marcos de referencia conceptual). Como observadores los literatos espaoles y
europeos se convirtieron en los jueces capaces de comparar y evaluar marcos conceptuales inconmensurables.
Uno de los puntos cruciales en la construccin de la alteridad misma residi, precisamente, en el movimiento
encubierto entre la descripcin de uno mismo como perteneciente a un marco de referencia dado, y la
descripcin de uno mismo como perteneciente al marco correcto... Al desempear ambos papeles al mismo
tiempo, los intelectuales europeos pudieron implementar (desde Europa o desde el Nuevo Mundo) sus
descripciones como observadores y atarlas con el ejercicio del poder imperial." Walter Mignolo, op. cit. p. 328.
8

. Una expresin temprana de esta construccin polar (siglo XVI) se encuentra en la obra de J. Gins de

Seplveda, en su conocido texto De las justas causas de la guerra contra los indios. Este contraste tiene en
Seplveda dimensiones raciales, teolgicas, morales y de gnero. Establece la siguiente "interminable cadena
de proporciones": indios/espaoles; nios/adultos; mujeres/varones; animales/humanos; crueldad/clemencia;
intemperancia/continencia; materia/forma; cuerpo/alma; apetito/razn; bien/mal. Tzvetan Todorov, op. cit.,
p. 164.
Blaut caracteriza el contraste que se establece a partir del pensamiento histrico difusionista europeo del siglo
XIX, en los siguientes trminos:
El centro europeo

La periferia

capacidad de inventar

imitacin

racionalidad, intelecto

irracionalidad,

emocin,

instinto
pensamiento abstracto

pensamiento concreto

razonamiento terico

razonamiento

prctico,

emprico
mente

cuerpo, materia

disciplina

espontaneidad

adultez

infancia

sanidad

insana

ciencia

brujera

progreso

estancamiento

. Beyond Occidentalism: Toward Nonimperial Geohistorical Categories, Cultural Anthropology, Vol 11, N 1,

febrero 1996.
10

. Op. cit. p. 56.

11

. Op. cit. pp. 56-57.

12

. Estas permanentes contestaciones hacen que los binarios que definen la mismidad y la otredad en el

discurso colonial sean, en palabras de H. Bhabha, "crnicamente inestables". Citado por Ali Rattansi,
"Western Racisms, Ethnicities and Identities in a postmodern frame", en Ali Rattansi y Sally Westwood
(editores), Racism, Modernity and Identity. On the Western Front, Polity Press, Cambridge, 1994 p. 39-40.
13

. ...en 1800, los poderes occidentales reclamaban 55%, pero en realidad tenan control de aproximadamente

35% de la superficie de la tierra. Para el ao 1878, la proporcin era de 67% y la rata de crecimiento de 83000
millas cuadradas por ao. Para el ao 1914, el ritmo anual haba llegado a la extraordinaria cifra de 240000
millas cuadras por ao, y Europa controlaba un gran total de aproximadamente 85% de la tierra, bajo las forma
de colonias, protectorados, dependencias, dominios, y mancomunidades. Edward Said, Culture and
Imperialism, Vintage Books, Nueva York, 1994, p. 8.
14

. Op. cit. p. 9.

15

. Edward Said, Culture and Imperialism, op. cit. p. xiii.

16

. Para una discusin crtica del proceso de constitucin disciplinaria de las ciencias sociales en el siglo XIX,

ver: Immanuel Wallerstein (Coordinador), Abrir las ciencias sociales. Comisin Gulbenkian para la
reestructuracin de las ciencias sociales, Siglo XXI Editores, Mxico, 1996.
17

. Orientalism, Vintage Books, Nueva York, 1979, p. 3

18

. Sobre la construccin del concepto de la sociedad primitiva en la antropologa del siglo XIX, ver: Adam

Kuper, The Invention of Primitive Society. Transformations of an Illusion. Routledge, Londres, 1988.
19

. Citado por Robert J.C. Young, Colonial Desire. Hybridity in Theory, Culture and Race, Routledge, Londres,

1995, p. 93.
20

. Robert J.C. Young, op. cit., pp. 91-92.

21

. Ver: George W. Stocking, Jr., Race, Culture and Evolution. Essays in the History of Anthropology, The Free

Press, Nueva York, 1968. Captulo 3. The Persistence of Polygynist Thought in Post-Darwinian Anthropology.
22

. Idem. pp. 48-49.

23

. Idem. p. 56.

24

. Robert J.C. Young, op. cit., pp. 93-94.

25

. Vol. I. The Fabrication of Ancient Greece 1785-1985, Rutgers University Press, New Brunswick, 1987.

26

. Idem. p. 75.

27

. Idem. pp. 98-99.

28

. Idem. p. 110. "... los griegos antiguos, a pesar de haber estado muy orgullosos de sus logros recientes, no

consideraban que sus instituciones polticas, ciencia, filosofa y religin, eran originales. Por el contrario las
derivaron a travs de la temprana colonizacin y estudio posterior de los griegos en el extranjero, del Este en
general y de Egipto en particular." Idem. p. 120.
29

. La mayora de los pensadores del renacimiento crean que Egipto era la civilizacin original y creativa, y

Grecia una transmisora posterior de una parte de la sabidura egipcia y oriental. La veracidad del modelo
antiguo no est en discusin. Idem. p. 160.
30

. Idem. p. 189.

31

. Idem. p. 292.

32

. "De acuerdo a las visiones romnticas y progresistas, los pueblos ahora tenan que ser vistos en sus

contextos geogrficos e histricos. El genio o espritu racial perteneciente a la tierra y a su gente cambia de
forma de acuerdo al espritu de la poca, ... pero los pueblos siempre conservan una esencia inmutable." Idem.
p. 206.
33

. Idem. p. 292.

34

. Como alternativa a este modelo interpretativo, Bernal propone lo que el llama un modelo antiguo revisado,

que incorporando aspectos fundamentales del modelo antiguo, que considera ampliamente sustentados por la
investigacin arqueolgica y lingstica contempornea, da cuenta de nuevas evidencias, sobre todo de
carcter lingstico, para reconocer otras influencias en el desarrollo de la cultura griega clsica.
35

. J. M. Blaut, 1492. The Debate on Colonialism, Eurocentrism and History, Africa World Press, Trenton, 1992,

p. 7. Al destacar la importancia de este aspecto de la obra de Blaut no se est asumiendo acuerdo con el
conjunto de su interpretacin, que en otros aspectos presenta severos problemas. Blaut afirma que antes de
1492 se estaba dando en muchas regiones de Europa, Asia y Africa una lenta transicin al capitalismo y que en
los tres continentes se encontraban centros urbanos, en la mayor parte de los casos puertos, con un
capitalismo incipiente o proto-capitalismo. (idem., p. 25). Asume un proceso comn de evolucin hacia el
capitalismo en los tres continentes, con lo cual parece estar suponiendo la existencia de un patrn universal,

lineal, inexorable, de desarrollo histrico en el cual la superioridad e inferioridad se define por la posicin
lograda a lo largo de ese continuo. (p. 4). No est cuestionando la superioridad del desarrollo capitalista. Lo
que est poniendo en duda es la existencia de alguna ventaja significativa de Europa en el desarrollo hacia el
capitalismo antes de 1492. Dentro de este determinismo histrico global, el xito del desarrollo capitalista en
Europa se atribuye a una ventaja de localizacin. Con desarrollos sociales y tecnolgicos similares a los de los
otros dos continentes, los centros proto-capitalistas europeos se encontraban ms cerca de Amrica. Fue eso
lo que le permiti su conquista, y a partir de sta, el despegue hacia sus revoluciones burguesas y la
transformacin capitalista. (pp. 28-31). Es sta una explicacin extremadamente reduccionista y esquemtica y
de un complejo proceso histrico.
36

. Para algunas contribuciones a la reinterpretacin no-eurocntrica de la historia del continente africano, ver:

Basil Davison, The Black Man's Burden. Africa and the Course of the Nation-State, Times Books, Nueva York,
1992; Molefi Kete Asante, The Afrocentric Idea, Temple University Press, Philadelphia, 1987; Molefi Kete
Asante, Kemet, Afrocentricity and Knowledge, Africa World Press, Inc., Trenton, 1992 (1990); Cheikh Anta Diop,
The African Origin of Civilization. Myth or Reality, Lawrence Hill Books, Chicago, 1974 (1955); Cheikh Anta
Diop, Civilization or Barbarism. An Authentic Anthropology, Lawrence Hill Books, Chicago, 1991 (1981).
37

. Uno de los debates ms interesantes de reinterpretacin histrica, a partir de la crtica a esta perspectiva

liberal-eurocntrica, es el que se ha venido dando en los ltimos aos a propsito de la tesis de la influencia de
los sistema polticos de los indios norteamericanos -especialmente de las naciones iroquesas- en el diseo de
la Constitucin, y en consecuencia, en aspectos centrales de la democracia de los Estados Unidos. Existe una
amplia documentacin que permite constatar tanto la existencia entre las naciones iroquesas de instituciones
polticas estables, descentralizadas y ampliamente democrticas, como del hecho de que estas experiencias
fueron conocidas por algunos de los participantes ms influyentes en el debate constitucional de la fundacin
de la nacin. Se argumenta que a pesar de que -como consecuencia del racismo y del eurocentrismo
dominante- esta influencia no poda ser reconocida explcitamente, el conocimiento de esta experiencia tuvo un
peso significativo en el diseo constitucional federativo, descentralizado de la nacin norteamericana, para el
cual no existan antecedentes ni en la experiencia histrica europea ni en la teora liberal. Dados los supuestos
compartidos por la mayor parte de los historiadores, estas son proposiciones altamente polmicas. Para las
posturas hegemnicas en la disciplina no es concebible que aspectos medulares de la tradicin poltica liberal
pudiesen tener alguna influencia de los pobladores "primitivos" de este continente. Los textos ms influyentes
de esta reinterpretacin de "las races indgenas de la democracia americana", son: Donald A. Grinde,
38

. Ver: Langdon Winner, Tecnologa autnoma. La tecnologa incontrolada como objeto del pensamiento

poltico, Editorial Gedisa, Barcelona, 1987.


39

. Para un excelente estudio sobre la institucionalidad internacional del desarrollo, ver: Arturo Escobar, (1995),

Encountering Development. Making and Unmaking of the Third World, Princeton University Press, Princeton,
1995.
40

. Para una discusin ms amplia del significado de los aportes postmodernos, y su incidencia poltica, ver:

Edgardo Lander, "Las transformaciones postmodernas de la poltica", en Raquel Sosa Elzaga (coordinadora),

Amrica Latina y el Caribe: Perspectivas de su reconstruccin, ALAS, UNAM, Mxico, 1996.


41

. Seyla Benhabid, "Feminism and Postmodernism: An Uneasy Alliance", Praxis International, Vol. 11, N 2,

julio, 1991.
42

. Ali Rattansi, op. cit., p. 19. "Ahora es notorio que, al escribir las genealogas de las tecnologas de

normalizacin y los procesos de marginalizacin de los Otros, Foucault permaneci conspicuamente silente
sobre los otros Otros de Europa, las poblaciones nativas sometidas a la fuerza brutal de la esclavitud, la
dominacin colonial y el racismo." (Idem. p. 26).
43

. "Can the Subaltern Speak?", Patrick Williams y Laura Chrismas, Colonial Discourse and Post-Colonial

Theory. A Reader, Columbia University Press, Nueva York, 1994, p. 66.


44

. Op. cit. p, 86.

45

. Walter Mignolo, op. cit., p. 317.

46

. Alain Touraine, Critique de la Modernit, Fayar, Pars, 1992, p. 25. Citado por Martn Hopenhayn, "Los

avatares de la secularizacin: el sujeto en su vuelo ms alto y en su cada ms violenta", Relea. Revista


Latinoamericana de Estudios Avanzados, N 2, Caracas, enero-abril, 1997, p. 136.
47

. Esta parte del texto est tomada de: Edgardo Lander, "Las transformaciones postmodernas de la poltica",

op. cit. En algunos autores como Baudrillard es tal el asombro, el regodeo ante la ominipresencia y
omnipotencia de los medios, y la sustitucin de lo real por lo virtual, que ya al lector se le hace difcil determinar
si el propsito del texto es exaltar estas tendencias de la sociedad contempornea.
. Walter Mignolo,

48

op. cit. p. 330.

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