Evangelio y Cultura Willowbank PDF
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EL EVANGELIO Y
LA CULTURA
INTRODUCCION
En los ltimos cuatro captulos hemos intentado recorrer los asuntos
ms importantes de la comunicacin transcultural. Nuestra esperanza es
que por medio de una mayor comprensin de estos temas, usted sea capaz
de evaluar la eficacia de los esfuerzos misioneros en los que pueda estar
involucrado ahora o en el futuro. La sensibilidad que despierten estas
consideraciones es tan importante para los que se van como para los que
se quedan.
Nuestro estudio sobre la cultura ha ido desde lo especfico a lo general;
desde el acercamiento personal del misionero a la nueva cultura hasta una
comprensin amplia de la estructura de las sociedades y los principios
transculturales que afectan la comunicacin del evangelio. Para nosotros el
informe que sigue servir como resumen general de lo que hemos
estudiado.
El Informe de la Consulta de Willowbank es el resultado de una consulta
sobre el evangelio y la cultura llevado a cabo en enero de 1978 en
Willowbank, Somerset Bridge, Bermuda. Mientras lo lee, conteste las
preguntas y tome sus apuntes. En la tarea integral se le pedir que redacte
su propio informe acerca de algn aspecto de El evangelio y la cultura.
A. LA BIBLIA Y LA CULTURA
ELEVANGELIO Y LACULTURA
Comit Lausana para la Evangelizacin Mundial*
Introduccin
El proceso de comunicacin del evangelio no puede aislarse de la cultura
humana de la cual procede, ni de aquella en la que ha de ser proclamado. Este
hecho constituy una de las preocupaciones del Congreso de Evangelizacin
Mundial en Lausana, en julio de 1974. Por ello el grupo de Teologa y Educacin
de! Comit6 Lausana convoc a una consulta sobre este tema en enero de 1978.
Dicha Consulta reuni a treinta y tres telogos, antroplogos, lingistas,
misioneros y pastores de los seis continentes para estudiar: El evangelio y la
cultura. La Consulta fue coauspiciada por el grupo de Trabajo sobre Estrategia
de la Comit Lausana y se propuso cuatro metas:
1. Desarrollar nuestra comprensin de la interrelacin del evangelio y la cultura, con especial referencia a la revelacin de Dios, a nuestra interpretacin y
comunicacin de la misma, y a la respuesta de quienes la escuchen en su
conversin, sus iglesias y su estilo de vida.
2. Reflexionar crticamente sobre las implicancias de la comunicacin del
evangelio transculturalmente.
3. Identificar las herramientas necesarias para una comunicacin ms
adecuada del evangelio.
*
de Lausana, Amoldo Canclini, traductor. Visin Mundial Internacional, 1978. Usado con permiso.
Pero somos seres cados. Todas nuestras labores van acompaadas de sudor y
lucha (Gnesis 3:17-19), y son distorsionadas por el egosmo. De manera que
bblico debe mantenerse a toda costa. Si bien en aras de la comunicacin transcultural pueden cambiarse por otras algunas de las formas originales en que fue expresado dicho significado, creemos que ellas tambin tienen cierta cualidad normativa, porque Dios mismo las eligi como vehculos perfectamente apropiados
para su revelacin. De manera que toda nueva formulacin y explicacin, en cada
generacin y cultura, debe ser controlada con el original a fin de asegurar su
fidelidad.
El condicionamiento cultural de la Escritura
La comunidad de aprendizaje
Queremos destacar que la tarea de entender la Escritura corresponde no solamente a individuos sino a la totalidad de la comunidad cristiana, vista como una
comunidad contempornea e histrica.
Existen muchas maneras en que una iglesia local o regional puede llegar a discernir la voluntad de Dios en su propia cultura hoy. Cristo sigue designando pastores y maestros en su iglesia. Y en respuesta a la oracin expectante habla a su
pueblo, especialmente por la predicacin de su Palabra en el contexto del culto.
Adems, la enseanza y exhortacin recproca (Colosenses 3:16), tienen su lugar,
tanto en estudios bblicos en grupos como mediante la consulta a iglesias hermanas, o la prctica de escuchar silenciosamente la voz de Dios en la Escritura, lo
cual constituye un elemento indispensable en la vida cristiana del creyente.
La iglesia es tambin una comunidad histrica, que ha recibido del pasado una
rica herencia de teologa, liturgia y devocin cristianas. Ningn grupo de creyentes puede ignorar dicha herencia sin correr el riesgo de empobrecerse espiritualmente. Al mismo tiempo, esta tradicin no ha de ser aceptada en forma crtica, ya
sea que nos llegue en forma de un conjunto de caractersticas denominacionales,
o de cualquier otra forma, sino que ha de ser confrontada con la Escritura que
declara interpretar. Tampoco ha de ser impuesta a iglesia alguna, sino ms bien
facilitada a quienes puedan utilizarla como valioso material al que echar mano,
para contrarrestar el espritu de independencia y como vnculo con la Iglesia
universal.
De modo que el Espritu Santo instruye a su pueblo mediante una variedad de
maestros tanto del pasado como del presente. Nos necesitamos unos a otros.
Podemos comenzar a comprender toda la dimensin del amor de Dios
nicamente con todos los santos (Efesios 3:18,19). El Espritu ilumina la
mente del pueblo de Dios en todas las culturas para percibir su verdad (la de la
Escritura) nuevamente por sus propios ojos, y de este modo revela a toda la
iglesia cada vez ms la multiforme sabidura de Dios (Pacto de Lausana, prrafo
2, hacindose eco de Efesios 3:10).
Preguntas paradiscutir
1. Puede usted recordar algunos ejemplos de cmo algunas de las dos
formas tradicionales de aproximacin a la lectura bblica han sido motivo
de llevarle por camino errado?
2. Elija un texto bien conocido como Mateo 6:24-34 (la ansiedad y la
ambicin), o Lucas 10:25-38 (el buen samaritano), use la aproximacin
contextual al estudiarlo. Permita que surja un dilogo entre el texto y
No obstante, es importante identificar lo que constituye el corazn del evangelio. Reconocemos que son centrales los temas de Dios como creador, la universalidad del pecado, Jesucristo como Hijo de Dios, Seor de todos y Salvador por
obra de su muerte expiatoria y resurreccin, la necesidad de la conversin, la
venida del Espritu Santo y su poder transformador, la comunin y la misin de la
iglesia cristiana y la esperanza del retorno de Cristo.
Si bien stos son los elementos bsicos del evangelio es preciso agregar que
ninguna declaracin teolgica es independiente de la cultura. Por lo tanto, todas
las formulaciones teolgicas deben ser juzgadas por la Biblia misma, que est por
encima de todas ellas. Su valor tiene que ser juzgado por su fidelidad a ella, como
tambin por la pertinencia con que aplican su mensaje a la cultura de donde
procede cada una de ellas.
imponer sus propias costumbres y manera de vivir. Cuando los misioneros traen
consigo modos extraos de pensar y de comportamiento o actitudes que evidencian superioridad racial, paternalismo o preocupacin por las cosas materiales, se
ver estorbada la comunicacin efectiva.
A veces estos errores culturales se cometen juntos y los mensajeros del evangelio se hacen culpables de un imperialismo cultural que socava innecesariamente
la cultura local y al mismo tiempo procura imponer en su lugar una cultura
fornea. Algunos de los misioneros que acompaaron a conquistadores catlicos
de Amrica latina y los colonizadores protestantes de Asia y Africa, constituyen
ejemplos de este doble error. Por contraste, el apstol Pablo sigue siendo el
supremo ejemplo de una persona a quien Jesucristo primero priv de su orgullo
por sus propios privilegios culturales (Filipenses 3:4-9), y luego ense a adaptarse a las culturas de otros hacindose esclavo de ellos, de modo que pudo decir
que a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos (1
Corintios 9:19-23).
Sensibilidad cultural en la comunicacin del evangelio.
190
MISION MUNDIAL
novecientos millones de musulmanes. Por una parte, se est operando un resurgimiento de la fe y la misin islmica en muchos pases; por otro, hay una nueva
apertura hacia el evangelio en una cantidad de comunidades que estn debilitando sus lazos con la cultura islmica tradicional.
Se hace necesario reconocer los rasgos caractersticos del islam que proporcionan una oportunidad nica para el testimonio cristiano. Si bien existen en el
islam elementos que son incompatibles con el evangelio hay tambin elementos
con un buen grado de lo que se ha llamado convertibilidad. Por ejemplo,
nuestra comprensin cristiana de Dios expresada en esa gran exclamacin de
Lutero relacionada con la justificacin: Que Dios sea Dios, bien podra servir
como una definicin totalizadora del islam. La fe islmica en la unidad divina, el
nfasis en la obligacin del hombre de rendir a Dios un culto adecuado y el rotundo rechazo de la idolatra, podran tambin considerarse como elementos que
estn acordes con los propsitos de Dios para la vida humana tal como nos han
sido revelados en Cristo Jess. Los testigos cristianos de la actualidad deben
aprender con humildad y expectativa a identificar, apreciar e iluminar estos
valores y otros similares. Tambin deberan luchar por la transformacin y, donde
esto sea factible, por la integracin de todo lo que sea relevante en el culto, la
oracin, el ayuno, el arte, la arquitectura y la caligrafa islmica.
Todo esto se produce nicamente dentro del marco de un aprecio realista de
la situacin actual de los pases islmicos, caracterizados por el desarrollo
tecnolgico y la secularizacin. Las responsabilidades sociales de la nueva riqueza y la pobreza tradicional, las tensiones de la independencia poltica y la
trgica dispersin y frustracin palestinas, son todas reas de testimonio cristiano
pertinente. El ltimo aspecto ha dado nacimiento a una buena cantidad de
apasionada proclamacin prctica, una nota en la que subyace el paradigma del
Jess sufriente. Estos y otros elementos exigen una nueva sensibilidad cristiana y
un verdadero entendimiento de los hbitos de introversin bajo los cuales se ha
desenvuelto la iglesia por tanto tiempo en el Medio Oriente. En otras partes, y
entre ellas el Africa al sur del Sahara, las actitudes son ms flexibles y las
posibilidades ms fluidas.
A fin de cumplir ms adecuadamente el desafo misionero, se requieren
nuevos intentos de desarrollar modos de asociacin entre creyentes y buscadores,
si fuese necesario fuera de las formas eclesisticas tradicionales. El punto fundamental de un sentido de responsabilidad vivo y evangelizador hacia los musulmanes ser siempre la calidad del discipulado cristiano personal y colectivo y el
amor de Cristo que nos constrie.
Resultados que pueden esperarse
tante que hemos resuelto dedicarle la totalidad de esta seccin de nuestro informe. Ms todavfa, ya que no nos mueve en absoluto el deseo de sealar con el
dedo a nadie fuera de nosotros mismos, usaremos en todo momento la primera
persona del plural. Primero, ofreceremos un anlisis de la humildad cristiana en
una situacin misional y luego nos volveremos a la encamacin de Dios en Cristo
como modelo que mediante su gracia queremos seguir.
Anlisis de la humildad misionera
rores.
En cuarto lugar, se encuentra la humildad de reconocer que aun el misionero
ms dotado, consagrado y experimentado, raras veces puede predicar el evangelio en otra lengua o cultura con la misma efectividad que un cristiano local
debidamente capacitado. Este hecho ha sido reconocido en los ltimos aos por
las Sociedades Bblicas cuya poltica ha cambiado, de modo que en lugar de
publicar traducciones realizadas por misioneros (con la ayuda de la gente local)
preparan a especialistas que hablan la lengua del caso, a fin de que realicen ellos
las traducciones. Solamente los cristianos locales pueden contestar preguntas
como las siguientes: Dios, cmo diras esto en nuestro idioma? o Dios, qu
significar obedecerte en nuestra cultura? Por ello, sea que estemos traduciendo la Biblia o comunicando el evangelio, los cristianos locales resultan indispensables. Son ellos los que deben asumir la responsabilidad de contextualizar el
evangelio en sus propios idiomas y culturas. Esto no significa que la existencia de
posibles testigos transculturales sea necesariamente superflua, pero seremos bien
aceptados nicamente si tenemos suficiente humildad como para ver en la
comunicacin una empresa de equipo, en la que todos los creyentes colaboran
como participantes en un mismo nivel.
En quinto lugar, se encuentra la humildad de confiar en el Espritu Santo de
Dios, que es invariablemente el comunicador principal quien por s abre los ojos
de los ciegos y otorga el nuevo nacimiento. Sin su testimonio,el nuestro es intil
(Pacto de Lausana, prrafo 14).
La encarnacin como modelo para el testimonio cristiano
Nos hemos reunido para rqalizar la consulta a pocos das de haber celebrado
la Navidad, evento que podra ilamarse la instancia ms espectacular de
identificacin cultural en la historia de la humanidad, ya que por su encamacin,
el Hijo se convirti en un judo galileo del primer siglo.
Tambin hemos tenido presente que Jess quiso que la misin de su pueblo en
el mundo estuviera modelada con la suya como patrn. Como me envi el Padre,
as tambin yo os envo, dijo (Juan 20:21; 17:18). Nos hemos preguntado por lo
tanto acerca de las implicaciones de la encamacin para todos nosotros. La
cuestin es de especial inters para testigos transculturales, cualquiera que sea el
pas al que vayan, aun cuando hemos pensado particularmente en aquellos que
proceden del Primer Mundo y sirven en el mundo de los Dos Tercios.
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de lo nuevo. Porque los que morimos hemos vuelto a vivir, pero estamos vivos con
una nueva vida vivida en, para y bajo Cristo.
El seoro de Jesucristo
Para nosotros es claro que el sentido fundamental de la conversin es un cambio de lealtad. Otros dioses y seores (idolatras en todos los casos) nos gobernaban anteriormente. Pero ahora Cristo Jess es el Seor. El principio rector de
la vida de conversin es que se la vive bajo el seoro de Cristo o en el reino de
Dios, que en ltima instancia es lo mismo. Su autoridad sobre nosotros es total.
De modo que esta nueva lealtad conduce inevitablemente a una nueva estimacin
de todos los aspectos de nuestra vida, y en particular de nuestra cosmovisin, de
nuestro comportamiento y de nuestras relaciones.
En primer lugar, nuestra cosmovisin. Estamos de acuerdo en que la m6dula
de toda cultura es una religin de algn tipo, aun cuando no sea sino una religin
irreligiosa como el marxismo. La cultura es religin hecha visible (J.H.
Bavinck). Y religin es un sistema completo de creencias y valores bsicos, siendo esta la razn por la cual para nuestros fmes usamos cosmovisin como
equivalente. La verdadera conversin a Cristo, por lo tanto, ha de golpear forzosamente en el corazn mismo de nuestra herencia cultural. Jesucristo insiste en
desalojar del centro de nuestro mundo a cualquier dolo que haya reinado all
anteriormente, para ocupar el trono El mismo. Este es el cambio radical de lealtad que constituye la conversin o por lo menos un comienzo. Luego, una vez que
Cristo ha ocupado el lugar que en justicia le corresponde, todo lo dems comienza a movilizarse. Las ondas de choque se trasladan del centro hacia la circunferencia. Esto es metanoia (arrepentimiento) visto como cambio mental; el
reemplazo de la mente camal por la mente de Cristo. Desde luego que el
desarrollo de una cosmovisin cristiana completa puede llevar toda una vida,
pero ya existe en esencia desde el comienzo. Si llega a crecer, no se pueden
predecir las consecuencias explosivas.
En segundo lugar, nuestro comportamiento. El seoro de Jess representa un
desafo a nuestras nonnas morales y a todo nuestro estilo de vida en lo 6tico.
Hablando estrictamente, esto no es arrepentimiento sino ms bien los frutos
dignos de arrepentimiento (Mateo 3:8), el cambio de conducta que surge de un
cambio de punto de vista. Tanto la muerte como la voluntad tienen que someterse
a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5; Mateo 11:29,30; Juan 13:13).
Escuchando el relato de casos de conversin, nos ha impresionado la primaca
del amor en la experiencia del nuevo convertido. La conversin libera tanto de la
introversin que hace que el hombre este demasiado preocupado consigo mismo
como para molestarse por los dems, as como del fatalismo que considera imposible serles de ayuda. La conversin es espuria si no nos libera para amar.
En tercer lugar, nuestras relaciones. Si bien el convertido debera esforzarse al
mximo para evitar una ruptura con la nacin, la tribu y la familia, a veces surgen
dolorosos conflictos. Est claro que la conversin envuelve la transferencia de
una comunidad a otra, es decir, de la humanidad cada a la nueva humanidad de
Dios. As ocurri desde el comienzo mismo en el da de Pentecosts: Sed salvos
de esta perversa generacin, aconsej Pedro. As fue como los que recibieron su
mensaje fueron bautizados e ingresaron en la nueva sociedad, se consagraron a
esa nueva comunidad y comprobaron que cada da el Seor segua agregando a
otros al nmero de los convertidos (Hechos 2:40-47). Al mismo tiempo, su transferencia de un grupo a otro significaba ms bien que se distinguan en lo espiritual
y no que se segregaban de lo social. No abandonaron el mundo. Por el contrario,
adquirieron un nuevo compromiso para con l, y salieron hacia ese mundo con el
fin de testificar y servir.
Todos debiramos alentar grandes esperanzas de que ocurran tales conversiones radicales en nuestros das, que llevan a los convertidos en una nueva actitud mental, un nuevo modo de vivir, una nueva comunidad y una nueva misin,
todo esto bajo el seoro de Cristo. Pero a esta altura sentimos la necesidad de
hacer algunas aclaraciones.
El convertido y su cultura
La conversin no debiera desculturalizar al convertido. Cierto es, como hemos
visto, que ahora el Seor Jess reclama su lealtad, y todo lo que contiene el contexto cultural debe ser sometido al examen de su Seor. Esto se aplica a todas las
culturas y no solamente a la hind, la budista o la musulmana. La crtica resultante
puede conducir a un choque cuando aparecen elementos culturales que, al ser
juzgados por Cristo, tienen que ser rechazados. A esta altura, recprocamente, el
convertido puede intentar la adopcin en su lugar de la cultura del evangelista,
tales intentos deben ser resistidos con finneza a la vez que con bondad.
Se debe alentar al convertido a que vea su relacin con el pasado como una
combinacin de ruptura y continuidad. Por grandes que sean las renuncias que
los nuevos convertidos sientan que deben hacer por amor a Cristo, ellos siguen
siendo las mismas personas con la misma herencia y la misma familia. La
conversin no deshace: hace de nuevo! Aunque en ciertas situaciones es inevitable, siempre resulta trgico, cuando la conversin de una persona a Cristo ea
interpretada por otros como una traicin a sus propios orgenes culturales. De ser
posible, a pesar de los conflictos con su propia cultura, los nuevos convertidos
deberan procurar identificarse con las alegras, las esperanzas, los pesares y las
luchas de su cultura.
Los casos presentados demuestran que los convertidos a menudo pasan por
tres etapas: 1) rechazo; 2) acomodacin (cuando descubren su herencia tnica y
cultural, con la tentacin a comprometer esa fe cristiana recin aceptada,
relacionndola con su herencia); y 3) la recuperacin de la identidad (cuando
Preguntas paradiscutkr
1. Distinga entre regeneracin y conversin de acuerdo ai Nuevo Testamento.
2. Jess es Seor. Qu significa eso para nosotros en nuestra propia cultura? Cules son los elementos de nuestra herencia cultural que a su
juicio: a) debemos renunciar a ellos por Cristo; b) no necesitamos hacerlo?
3. Qu es lo sbito y qu es (o puede ser) gradual en la conversin cristiana?
C. LA IGLESIA Y LA CULTURA
La iglesia y la cultura
En el proceso de la formacin de iglesias igual que en la comunicacin y
recepcin del evangelio, resulta vital la cuestin de la cultura. Si el evangelio tiene
que ser contextualizado, lo mismo ocurre con la iglesia. Ms an, el subttulo de
nuestra consulta es La contextualizacin de la Palabra y la Iglesia en una
situacin misionera.
204
MISION MUNDIAL
misioneros). Ms an, puede encontrar gran dificultad para responder a las voces
conflictivas de la misma comunidad local. Algunos claman por cambios (en
trminos de alfabetizacin, educacin, tecnologa, medicina moderna,
industrializacin, etc.), mientras que otros insisten en la conservacin de la cultura
antigua y objetan la llegada de un nuevo da. Se pregunta si el modelo de la
equivalencia dinmica es lo suficientemente dinmico como para hacer frente a
este tipo de desafo.
La prueba de este modelo o de cualquier otro para ayudar a las iglesias a
desarrollarse adecuadamente, est en si puede lograr que el pueblo de Dios capte
en su corazn y en su mente el gran diseo del que su iglesia tiene que ser la
expresin local. Todos los modelos ofrecen nicamente una imagen parcial. Las
iglesias locales tienen que confiar en ltima instancia en la presencia dinmica del
Seor de la Historia, el Cristo viviente. Porque es El quien ha de guiar a su pueblo
en cada poca a que desarrolle su vida eclesistica de tal modo que obedezca las
instrucciones que les ha dejado en la Escritura, y a reflejar los buenos elementos
de su cultura local.
La libertadde la iglesia
Si cada iglesia se ha de desarrollar creativamente de modo tal que pueda encontrarse y expresarse a s misma, tiene que tener la libertad necesaria para
hacerlo. Este es su derecho inalienable. Porque cada iglesia es la Iglesia de Dios.
Al estar unida a Cristo es morada de Dios por el Espritu (Efesios 2:22). Algunas
misiones y algunos misioneros han demorado en reconocerlo y en aceptar sus finplicancias en cuanto a las formas autctonas y del ministerio de todos los
miembros. Esta es una de las muchas causas que ha conducido a la formacin,
principalmente en el Africa, de iglesias independientes que buscan nuevos modos
de autoexpresin en trminos de la cultura local.
Aun cuando a veces los propios lderes eclesisticos locales tambin han impedido el desarrollo autctono, la culpa es mayormente de otros factores. No
sera justo generalizar. La situacin ha sido siempre diversa. En las generaciones
anteriores ha habido misiones que nunca llegaron a manifestar un espritu de
dominacin. En el siglo presente han surgido algunas iglesias que nunca han estado bajo control misionero y que, por lo tanto, han disfrutado de autogobierno
desde el principio. En otros casos las misiones han abandonado totalmente el
poder que ostentaban, de modo que algunas iglesias fundadas por ellas son ahora
enteramente autnomas y muchas misiones trabajan ahora en un rgimen de
genuina colaboracin con las iglesias.
Pero este no es el panorama completo. Otras iglesias siguen todava enteramente inhibidas para desarrollar una identidad y programas propios debido a una
poltica impuesta desde afuera, a la introduccin y perpetuacin de tradiciones
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MISION MUNDIAL
nuestros pases en diversos grados. Sabemos que hay opresin en muchos pases
hoy y nos oponemos a ella en todas partes. Pero aqu estamos hablando de
nosotros mismos, de nuestros propios pases y de nuestra responsabilidad como
cristianos. La mayor parte de los misioneros y de los fondos misioneros del
mundo provienen de dichos pases a menudo con gran sacrificio personal. Pero
tenemos que confesar que algunos misioneros reflejan ellos mismos una actitud
neocolonialista e inclusive la defienden, aprobando avanzadas de poder y
explotacin occidentales como ocurre por ejemplo en Sudfrica.
Qu es entonces lo que tenemos que hacer? La nica respuesta honesta es
decir que no lo sabemos. La crtica de silln suena a hipocresa. No tenemos
soluciones prefabricadas para ofrecer ante este problema mundial. En efecto,
nosotros mismos nos sentimos vctimas del sistema. Y no obstante, tambin,
somos parte de L De modo que slo nos sentimos capaces de hacer los siguientes comentarios.
En primer lugar, Jess mismo se identificaba constantemente con los pobres y
los dbiles. Aceptamos la obligacin de seguir sus pasos en este asunto como en
todos los dems. Nos proponemos fortalecer nuestra solidaridad con ellos, por lo
meiios con ese amor que ora y da.
Sin embargo Jess hizo ms que identificarse. En su enseanza y en la de los
apstoles, el corolario a las buenas nuevas a los oprimidos consista en una
palabra de juicio para los opresores (por ejemplo, Lucas 6:24-26; Santiago 5:1-6).
Confesamos que, en situaciones econmicas complejas, no es fcil identificar a
los opresores a fin de denunciarlos, sin echar mano a una retrica estridente que
ni cuesta ni logra nada. No obstante, aceptamos que habr ocasiones cando ser
nuestro deber cristiano hablar osadamente contra la injusticia en el nombre del
Seor, que es el Dios de la justicia tanto como de la justificacin. Buscaremos en
El el valor y la sabidura para hacerlo.
En tercer lugar, esta Consulta ha expresado su preocupacin sobre el
sincretismo en las iglesias del mundo de los Dos Tercios. Pero no hemos olvidado
que las iglesias occidentales suelen ser presas del mismo pecado. En efecto, quiz
la forma ms insidiosa de sincretismo en el mundo en el da de hoy es el intento
oc mezclar un evangelio personalizado de perdn individual con una actitud mundana (y hasta demonaca) hacia la riqueza y el poder. Nosotros mismos no estamos sin culpa a este respecto. Pero deseamos ser cristianos en todo sentido para
quienes Jess sea realmente el Seor de todo. De modo que los que pertenecemos a Occidente o venimos de Occidente, hemos de examinarnos y
purificarnos de un sincretismo de estilo occidental. Estamos de acuerdo en que
la salvacin que profesamos debera ir transformndonos en la totalidad de
nuestras responsabilidades personales y sociales. La fe sin obras es muerta
(Pacto de Lausana, prrafo 5).
Elpeligro del provincialismo
Hemos recalcado que a la iglesia se le debe permitir que se nacionalice o
autoctonice y a celebrar, cantar y danzar elevangelio en su propio medio cultural. Al mismo tiempo, queremos alertar sobre los peligros de este proceso. Algunas iglesias en los seis continentes van ms all de un jubiloso o agradecido descubrimiento de su herencia cultural local y se toman jactanciosos y dogmticos
(lo que es una forma de chauvinismo), e inclusive llegan a hacerla algo absoluta (o
sea una forma de idolatra). Sin embargo, ms comn que cualquiera de estos extremos es el provincialismo, es decir, una concentracin tal en su propia cultura
que quedan a la deriva con respecto al resto de la iglesia y que los asla del resto
del mundo. Esta es una postura frecuente tanto en las iglesias occidentales como
en las del mundo de los Dos Tercios. Es una postura que niega al Dios de la
creacin y la redencin. Equivale a proclamarse libre slo para caer en otro tipo
de esclavitud. Llamamos la atencin a las tres razones principales porque pensamos que debe evitarse esta actitud.
Primero, cada iglesia es parte de la iglesia universal. El pueblo de Dios constituye, por su gracia, una comunidad nica de naturaleza multirracial, multinacional y multicultural. Esta comunidad es la nueva creacin de Dios, su nueva
humanidad, en la que Cristo ha abolido todas las barreras (Vase Efesios 2 y 3).
Por lo tanto, no hay lugar para el racismo en la sociedad cristiana, o para el
tribalismo, ya sea en su forma africana o en forma de clases sciales europeas o en
el sistema indio de castas. A pesar de los fracasos de la iglesia, esta visin de una
comunidad supratnica de amor no es un ideal romntico, sino un mandamiento
del Seor. Por lo tanto, mientras nos regocijamos por nuestra herencia cultural y
el desarrollo de nuestras propias formas autctonas, debemos recordar siempre
que nuestra identidad primaria como cristianos no est en nuestra cultura particular sino en ese un Seor y ese su un cuerpo del que nos habla Efesios 4:3En segundo lugar, cada iglesia adora al Dios vivo de la diversidad cultural. Si
le damos gracias por nuestra herencia cultural, debiramos tambin darle gracias
por la herencia de otros. Nuestra iglesia no debe nunca atarse tanto a su cultura
que los que nos visitan de otras iglesias no se sientan bienvenidos. En efecto,
creemos que si el cristiano tiene la oportunidad, le resultar enriquecedor
elaborar una existencia bicultural y hasta multicultural, como el apstol Pablo que
era hebreo de hebreos, dominaba la lengua griega y era ciudadano romano.
En tercer lugar, cada iglesia debiera aprender a participar... en razn de dar
y recibir (Filipenses 4:15). Ninguna iglesia es autosuficiente, ni debiera tratar de
serlo. De modo que las iglesias deben desarrollar entre s relaciones de oracin,
comunin, intercambio de ministerio y cooperacin. Siempre que compartamos
las mismas doctrinas centrales (incluyendo el supremo seoro de Cristo, la
autoridad de la Escritura, la necesidad de la conversin, la confianza en el poder
del Espritu Santo y las obligaciones en cuanto a santidad y testimonio)
deberamos, antes que ser tmidos, salir en busca de la comunin y deberamos
compartir nuestros dones espirituales y ministerio y nuestro conocimiento,
capacidad, experiencia y recursos fmancieros. El mismo principio se aplica a las
culturas. La iglesia debe sentirse libre para rechazar formas culturales forneas y
desarrollar las propias; tambin debe sentirse libre para tomar otras. Esta es la
senda que lleva a la madurez.
Un ejemplo de esto se relaciona con la teologa. Los testigos transculturales
no deben tratar de imponer una tradicin teolgica prefabricada a la iglesia en la
cual sirven, ya sea mediante la enseanza personal, por medio de literatura o
mediante el recurso de controlar los planes y programas de seminarios o escuelas
bblicas. Porque toda tradicin teolgica contiene elementos que son
biblicamente cuestionables y que han resultado eclesisticamente motivos de
divisin a lavez que omite elementos que, si bien pueden no haber sido importantes en el pas donde se origin, en cambio pueden tener gran importancia en otras
partes. Al mismo tiempo, aun cuando los misioneros no debieran imponer a otros
su propia tradicin, tampoco debieran negarles el acceso a ella (en forma de
libros, confesiones, catecismos, liturgias e himnos), por cuanto, indudablemente
representa una rica herencia de fe. Ms an, si bien las controversias teolgicas
de las iglesias ms viejas no deben ser exportadas a las iglesias ms jvenes, una
comprensin de los problemas y de la obra del Espritu Santo en el desarrollo de
la historia de la doctrina cristiana, puede ayudarles a protegerse de una infructuosa repeticin de las mismas batallas.
De este modo deberamos procurar con el mismo celo de evitar tanto el finperialismo teolgico como el provincialismo teolgico. La teologa de una iglesia
ha de ser desarrollada por la comunidad de la fe a partir de la Escritura en
interaccin con otras teologas del pasado y del presente y con la cultura local y
sus necesidades.
Elpeligro delsincretismo
Cuando la iglesia procura expresar su vida en formas culturales propias, en
Preguntas paradiscutir
1. Nuestra iglesia local, es libre para desarrollar su propia personalidad?
Si no es as, qu fuerzas lo estn impidiendo?
2. Se han dicho algunas cosas fuertes sobre las estructuras de poder.
Est usted de acuerdo? Si es as, puede usted hacer algo al respecto?
3. Tanto el provincialismo como el sincretismo son errores de una iglesia
que est tratando de expresar su identidad en las formas culturales locales. Est cometiendo nuestra iglesia alguno de esos errores? Cmo
pueden evitarse sin repudiar la cultura propia?
4. La iglesia en nuestro pas, debera hacer ms para transformar y enriquecer su cultura nacional? Si es as, de qu manera?
La cultura, la tica cristiana y el estilo de vida
Habiendo considerado algunos de los factores culturales en la conversin cristiana, llegamos finalmente a las relaciones entre la cultura y el comportamiento
tico cristiano. Porque la nueva vida que Cristo otorga a su pueblo ha de cuhninar
necesariamente en el nuevo estilo de vida.
Cristocentrismo y semejanza a Cristo
El supremo seoro de Jesucristo ha sido uno de los temas que ha estado
presente a lo largo de toda nuestra Consulta. El es Seor del universo y de la
iglesia; es Seor del creyente individual tambin. Nos vemos atrapados por el
amor de Cristo. Nos tiene cercados y no nos deja lugar para escapar. En razn de
que disfrutamos de una vida nueva por su muerte a favor de nosotros, no tenemos
ni deseamos otra alternativa sino la de vivir por aquel que muri por nosotros y
volvi a vivir (2 Corintios 5:14,15). A El debemos nuestra primera lealtad y
tenemos que buscar de agradarle, de vivir una vida digna de El y de obedecerle.
Esto requiere la renuncia de todas las lealtades menores. De modo que nos est
prohibido conformamos a las normas de este mundo, es decir, a cualquier cultura
reinante que no honra a Dios y en cambio se nos manda ser transformados en
nuestra conducta mediante mentes renovadas que perciban la voluntad de Dios.
Jess obedeci perfectamente la voluntad de Dios. Por lo tanto, lo ms destacado de un cristiano no debiera ser su cultura, sino su semejanza a Cristo. Como
lo expresaba la carta de Diogneto, de mediados del siglo II: Los cristianos no se
distinguen del resto de la humanidad por pas o habla o costumbre... Siguen las
costumbres de la tierra en cuanto a vestimenta, comida y palabra, lo que el alma
es en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo.
214
MISION MUNDIAL
expresin del Antiguo Testamento, las espadas pueden ser forjadas en arados y
las lanzas en hoces.
El Pacto de Lausana dice: El evangelio no presupone la superioridad de ninguna cultura sobre otra sino que evala todas las culturas segn sus propios
criterios de verdad y justicia, e insiste en absolutos morales para todas (prrafo
10). Queremos confirmar esto y al mismo tiempo destacar que incluso en la actual
poca relativista subsisten los absolutos morales. En efecto, las iglesias que estudian las Escrituras no deberan encontrar difcil la determinacin de lo que corresponde a la primera categora, la del enfrentamiento directo. Bajo la direccin
del Espritu Santo los principios escriturales tambin las guiarn en relacin con
la categora del enfrentamiento indirecto. Una prueba adicional que se ha
propuesto es la de preguntamos si una prctica determinada realza o disminuye
la dignidad de la vida humana.
Como se ver, nuestros estudios se han centrado principalmente en
situaciones en las que las iglesias jvenes tienen que adoptar una posicin moral
frente a ciertos males. Pero no hemos dejado de ver que la iglesia tambin tiene
que enfrentarse con el mal en la cultura occidental. En el Occidente del siglo XX
existen ejemplos frecuentemente ms sofisticados, pero no menos horribles que
los que hubo que enfrentar en Fiji en el siglo XIX. A la par del canibalismo
tenemos la injusticia social que devora a los pobres, el estrangulamiento de viudas
se asemeja a la opresin de la mujer; el infanticidio al aborto; el parricidio al descuido criminal de los ancianos; a las guerras tribales, la Primera y Segunda Guerra mundial: y a la prostitucin ritual, la promiscuidad sexual. Al considerar este
paralelismo, es preciso recordar tanto la culpa adicional que corresponde a las
naciones nominalmente cristianas, como tambin la valiente protesta cristiana
contra dichos males, y los xitos inmensos, si bien incompletos, que se han
logrado en procura de mitigar dichos males. El mal adopta muchas formas pero
es algo universal y dondequiera que aparezca, los cristianos tienen el deber de
enfrentarlo y repudiarlo.
El proceso del cambio cultural
No es suficiente que los convertidos hagan un renunciamiento personal a los
males de su cultura; la iglesia toda tiene que trabajar en pro de su eliminacin. De
all la importancia de averiguar cmo cambian las culturas bajo la influencia del
evangelio. Por supuesto, el mal y lo demonaco estn firmemente atrincherados
en la mayora de las culturas y sin embargo, la Escritura exige el arrepentimiento
y la reforma a nivel nacional, y la historia registra numerosos casos de cambio cultoral para bien. En efecto, en algunos casos la cultura no es tan resistente al cambio necesario como podra parecer. Sin embargo, se requiere gran cuidado al
procurar iniciar un proceso de esta naturaleza.
En primer lugar, la gente cambia cuando quiere y como quiere. Esto parece
r
El evangelio y la cultura 215
ser axiomtico. Ms an, quieren cambiar nicamente cuando perciben los
beneficios positivos que el cambio traer aparejado. Estos tendrn que ser
cuidadosamente discutidos y pacientemente demostrados, ya sea que los cristianos estn proponiendo en un pas en desarrollo los beneficios de la
alfabetizacin o el valor del agua limpia, o en un pas occidental la importancia
del matrimonio estable y la vida en familia.
En segundo lugar, los testigos transculturales en el mundo de los Dos Tercios
tienen que sentir gran respeto hacia los mecanismos existentes para los cambios
sociales en general y para con los procedimientos correctos para la innovacin
en cada cultura particular.
En tercer lugar, es importante recordar que virtualmente todas las costumbres
cumplen funciones importantes en el seno de la cultura, y que hasta las prcticas
socialmente indeseables pueden cumplir funciones constructivas. Siendo esto as,
nunca debe abolirse la costumbre sin primero determinar su funcin para slo entonces substituirla por otra costumbre que cumpla la misma funcin. Por ejemplo,
puede estar bien desear la abolicin de algunos ritos de iniciacin asociados con
la circuncisin de adolescentes y algunas formas de educacin sexual que la
acompaan. Esto no significa negar que los procesos de iniciacin no tengan una
buena medida de elementos valiosos; debe tenerse mucho cuidado para asegurar
que se proporcionen sustitutos adecuados para los ritos y las formas de iniciacin
que la conciencia cristiana querra ver abolidos.
En cuarto lugar, es esencial reconocer que algunas prcticas culturales tienen
un sustento teolgico. Cuando es as, la cultura cambiar slo cuando cambia la
teologa. Por ejemplo, si a las viudas se las mata para que sus esposos no entren al
otro mundo desatendidos, o si a los ancianos se los mata antes que lleguen a la
edad senil a fin de que en el otro mundo sean fuertes para poder luchar y cazar,
entonces dichas muertes al estar fundadas en una falsa escatologa, sern abandonadas nicamente cuando en su lugar se acepte la alternativa mejor de la
esperanza cristiana.
RESUMEN
Este captulo no slo concluye nuestro estudio de esta seccin sobre la
cultura sino tambin este curso de misionologa. Esperamos que por medio
de su estudio y reflexin haya ganado una penetracin profunda de lo que
es la misin de Dios. Y aun ms, esperamos que haya comenzado a ver al
mundo como Dios lo ve y al alcanzar esa visin, que esta lo haya cautivado.
El terminar este curso no es un fin en s, sino que debe servir como un
comienzo de algo nuevo. Una vez que un cristiano llega a entender el
propsito redentor de Dios, no puede evitar su responsabilidad de ser un
participante activo en su misin mundial. Esa participacin ser distinta
para cada uno. No todos tendrn la oportunidad de ser enviados, sin
embargo, todos podrn orar por aquellos y apoyar la obra misionera.
Los que se quedan tambin estn frente a un tremendo desafo. Hay
pocas iglesias que estn involucradas completamente en las misiones.
Muchas veces, la visin misionera de la iglesia es muy reducida y necesita
de alguien que la ample. A veces es la falta de comprensin de la tarea y la
falta de confianza en su habilidad para enviar misioneros lo que obstaculiza
el involucramiento de una iglesia en la tarea misionera. Sea lo que sea, si
algo est impidiendo que su iglesia se comprometa con las misiones, usted
ahora est capacitado para ampliar su visin y ayudarla a realizar su deber.
Tal vez pueda iniciar una clula de cristianos con visin mundial, ensear en
una clase de escuela dominical u ofrecer su ayuda al comit de misiones.
Cualquier cosa que haga, que sea un compromiso a largo plazo. La obra
promocional de misiones dentro de la iglesia requiere mucha paciencia y
TAREA INTEGRAL
El tema de El evangelio y la cultura abarca mucho. Usando el material
presentado en los captulos de este manual sobre las Consideraciones
transculturales, escriba sobre un punto que trate un solo aspecto de lo que
hemos estudiado. Escoja un tema que le haya llamado la atencin, o algo
sobre lo que usted quiera enfatizar. Tal vez pueda analizar algn aspecto de
una obra misionera actual, ofreciendo sugerencias para su mejoramiento.
De todos modos, lo que escribe debe ser bien organizado y un producto de
su propia meditacin.
63
174
Hesselgrave David J.
Cristo y la cultura
El papel de la cultura en la comunicacin
La cosmovisin y la contextualizacin
40
94
102
Hiebert Paul G.
La estructura social y el crecimiento de la iglesia
134
42
Kwast Lloyd E.
Entendiendo la cultura
26
Larson Donald N.
El misionero viable: aprendiz, cambista y narrador
54
Nida Eugene A.
La comunicacin y la estructura social
Reyburn William D.
La identificacin en la tarea misionera
140
13
Richardson Don
La realizacin de conceptos
Encontrando el abre-ojos
117
122
Smalley William A.
Las implicancias culturales de una iglesia autctona
161