Roland Barthes Una-Presentacion
Roland Barthes Una-Presentacion
Roland Barthes Una-Presentacion
Alberto Giordano
U.N.R. C.O.N.I.C.E.T
Una primera versin de esta charla fue leda y comentada en el contexto del ciclo Los
hombres detrs de las ideas, que organiz la Subsecretara Acadmica de la Facultad de
Humanidades y Artes de la U.N.R., en octubre de 2012. Publicado en En Cuaderno de Trabajo
N 1, FHyA ediciones, Universidad Nacional de Rosario, 2013.
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opresin porque busca, por sobre todas las cosas, imponer valores, pero esta
constatacin no pretende sealar un lmite infranqueable, sino llamar la atencin sobre
una trampa que tiende a pasar desapercibida, porque suele resultar placentero valorar e
identificarse con valores establecidos, pero que no habra que confundir con una
fatalidad. Siempre es posible desbaratar las maquinaciones del poder simblico (aunque
no haya forma de bloquearlas por demasiado tiempo), y cuando se trata de lo que ocurre
en una relacin de enseanza, Barthes apunta dos tcticas magistrales para resistir, o al
menos aligerar, la presin moral que comprime los cuerpos del educador y del
educando: la fragmentacin si se escribe [y] la digresin si se expone o, para decirlo
con una palabra preciosamente ambigua, la excursin (Barthes 1982: 147). Como esta
es la versin escrita y no la desgrabacin de una charla, y como pretendo
comunicarles mi inters y admiracin por la obra de Barthes sin resultar demasiado
opresivo, voy a fragmentar la exposicin acerca de su perfil intelectual y su obra crtica
encadenando una serie de entradas segn un principio de recomienzo e insistencia ms
que de desarrollo.
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Tomo, al pasar, la diferencia entre macro y micropolticas, con un sentido semejante al que le
dan Gilles Deleuze y Flix Guattari en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. A diferencia
de las macropolticas (polticas en el sentido comn de la palabra), que se definen como
intervenciones en las disputas por el poder, que sirven para instituir o reproducir relaciones de
poder (segn la lgica dominante/dominado), las micropolticas remiten a movimientos casi
imperceptibles que buscan el desprendimiento y la neutralizacin del poder como dominacin.
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En Roland Barthes por Roland Barthes encontramos otra diferencia que tiene un aire de
familia con esta entre macropolticas de la oposicin y el enfrentamiento y micropolticas del
desprendimiento y la neutralizacin, es la diferencia entre descomponer y destruir. Barthes
parte del supuesto de que la tarea histrica del intelectual en el presente es la de acentuar la
descomposicin de la conciencia burguesa, es decir, habitar esa conciencia y desmoronarla
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excede el campo de lo representable (en El grano de la voz). En los tres casos, lo que
se pone en juego es la presencia de afecciones, la intensidad con la que el cuerpo del
espectador o el escucha es afectado por fuerzas que el lenguaje no puede representar.
Como ustedes saben, entre lenguaje y afectividad hay un desencuentro irremediable,
pero ese desencuentro, cuando ocurre puntualmente y compromete los intereses de una
subjetividad en estado de conmocin, una subjetividad inquieta por la presencia de algo
que no puede nombrar pero que parece que le est dedicado; ese desencuentro, deca, se
convierte en ocasin de reflexiones y conjeturas, de ensayos que experimentan el saber
como bsqueda de razones secretas. En la misma serie que conforman las nociones de
punctum, sentido obtuso y grano de la voz, hay que incluir al texto de goce, que se
opone, aunque a veces se confunde, con el texto de placer. Como se trata de uno de los
objetos crticos ms interesantes y conocidos de Barthes, pero tambin el que dio
lugar a mayores malentendidos, me voy a permitir una larga digresin para intentar
ceir su rareza, es decir, su eficacia crtica. Lo que sigue es poco ms que una parfrasis
y un resumen de algunos momentos de El placer del texto.
Lo que pone en juego la diferencia placer/goce no es otra cosa que la posibilidad
de fundar una microfsica de la lectura literaria (un proyecto que algunos crticos,
desencantados con las teoras del Lector Modelo y de la Recepcin, consideramos muy
valioso, porque nos obliga a revisar los fundamentos y los alcances de nuestra prctica).
Lo primero que hay que sealar es que placer y goce no remiten a sensaciones
personales, de signo opuesto, que los individuos pueden experimentar durante la lectura
de un texto literario. Placer y goce son fuerzas cualitativamente diferentes, que se
afirman y entran en tensin en el acto de la lectura literaria, que responden a voluntades
de poder tambin diferentes (el lxico nietzscheano pone en evidencia que en este
momento de su obra, al que tambin pertenece la Leccin inaugural, Barthes piensa los
problemas que conciernen al sentido en trminos de fuerzas, segn la oposicin
activo/reactivo). En todo acto de lectura de un texto que recibimos como literario
intervienen fuerzas que se afirman bajo el signo del placer (o del displacer) y pueden
intervenir tambin, segn una lgica suplementaria, fuerzas identificables con un deseo
intransitivo de goce. Las primeras siguiendo la nomenclatura y la lgica nietzscheanason fuerzas reactivas, de constataticin y adaptacin a lo conocido, que cristalizan el
sentido del acto de la lectura dentro de los lmites de las instituciones culturales que
establecen el valor de lo literario en trminos generales el placer y el displacer son
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gregarios, compartidos. Desde este punto de vista, el gusto o disgusto que sentimos al
leer determinado texto tiene siempre como referencia el poder de determinados cdigos
culturales (lo que esos cdigos, a los que nos sujetamos, muchas veces insensiblemente,
imponen como bueno o malo, como interesante o aburrido, como digno o no de ser
ledo). Por otro lado -habra que decir: segn un modo de existencia radicalmente
heterogneo, las fuerzas identificables con un deseo intransitivo de goce son fuerzas que
suspenden el valor de los cdigos de legibilidad y provocan una prdida abrupta de la
sociabilidad: el goce es intransferible e inargumentable. La experiencia del goce
provoca, segn Barthes, un debilitamiento de la unidad moral que la sociedad exige de
todo producto humano (Barthes 1982: 51), y de esto depende, como veremos ms
adelante, su potencia transgresiva. La afirmacin del goce, que implica la atraccin
incierta, injustificada, por un fragmento de la obra que estamos leyendo, escinde esa
obra, la desdobla (lo que no quiere decir que la duplique: sin convertirla en otra, la
vuelve diferente de s misma).
Voy a enlazar esta digresin sobre la diferencia placer/goce con otra ms
discreta sobre el sentido, el valor y la eficacia, del recurso a las oposiciones en el
discurso de Barthes, ya que se trata de uno de los procedimientos ensaysticos que
caracterizan su retrica crtica. A Barthes le gusta discurrir a partir de la enunciacin de
diferencias binarias: placer/goce, punctum/studium, sentido obtuso/sentido obvio, y
tambin,
por
mencionar
escritor/escribiente,
otras
de
la
sistemtico/sistema,
misma
relevancia,
escribible/legible,
connotacin/denotacin.
Se
podran
mencionar otras tantas. Lo que interesa sealar es que, en todos los casos, se acua la
oposicin pero no se la usa convencionalmente (cientficamente), como fundamento de
una clasificacin o una tipologa. Como l mismo lo explica en uno de los fragmentos
de Roland Barthes por Roland Barthes, cualquiera de estas diferencias no es ms que un
artefacto retrico que alimenta y alienta el ejercicio argumentativo: sirve para decir
algo, para producir sentido problematizando el campo en el que se ejercita la reflexin.
Nos qued pendiente la ltima proposicin, el ltimo trazo de este esquemtico
retrato intelectual. La enuncio: Roland Barthes fue alguien que sostuvo un combate
insistente e incesante contra las fuerzas del estereotipo en favor de una tica de la
Tal como lo aprendimos en el Deleuze que ley a Spinoza, la tica se diferencia de la moral en
que no se obsesiona por juzgar lo existente desde el punto de vista de valores trascendentales
(anteriores, exteriores, generalizables), sino que se interesa por experimentar qu potencias lo
habitan, qu fuerzas ejerce sobre otros modos de existencia y cules es capaz de resistir. En una
apretadsima sntesis, se podra afirmar que toda la obra crtica de Barthes es el despliegue, en
clave tica, de una nica interrogacin, que vara su sentido segn cul sea el contexto en el que
se enuncie: qu puede la literatura?, de qu modo su existencia anmala acta sobre la cultura
para someterla a la prueba de lo indeterminado y cmo se deja afectar identificar, inmovilizarpor las determinaciones culturales.
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A Barthes hay que pensarlo simultneamente como un terico (de los procesos
de significacin social) y como un escritor. Su compromiso con el lenguaje es al mismo
tiempo intelectual y afectivo. En sus textos, la voluntad de saber y el deseo de
intensificar la existencia experimentando en la escritura otras posibilidades de vida,
coexisten y se afectan mutuamente. Una de las formas de aproximarse a esa
coexistencia se abre paso cuando reparamos en la ambigedad esencial que constituye y
tensiona la figura del crtico literario tal como el propio Barthes (sus teorizaciones y su
prctica) nos ense a concebirla. Porque la profesionalizacin no extingui del todo el
deseo de lo desconocido que alguna vez lo convirti en lector, el crtico busca la
afirmacin de la literatura como experiencia irreductible, una afirmacin que no afirma
nada: en plena ruptura de la transitividad (Foucault 1996: 129). El crtico quiere que en
su escritura la literatura se manifieste como un modo de existencia cultural inaudito,
carente de causa y de fin, privado de toda sancin, que se propone al mundo sin que
ninguna praxis acuda a fundarlo o a justificarlo: una acto absolutamente intransitivo,
[que] no modifica nada, [al que] nada lo tranquiliza (Barthes 1983: 169). La
irreductibilidad de la literatura que el crtico barthesiano desea manifestar y preservar,
es irreductibilidad a cualquier saber literario que se formule en trminos generales, es
decir, irreductibilidad a cualquier valor establecido, a cualquier criterio de valoracin. Y
sin embargo el crtico no puede evitar, por el solo hecho de ejercer su oficio, que los
saberes y los valores intervengan activamente en su escritura y ejerzan una inevitable
potencia reductora. No se conforma con sealar lo desconocido, lo conceptualiza y
promueve su experiencia con toda la sutileza y la discrecin de las que es capaz- al
rango de lo inapreciable. La paradoja irresoluble del crtico barthesiano consiste en que
no puede renunciar a imponer como valor, como valioso en s mismo, lo irreductible a
cualquier valoracin. Por si fuese necesario aclararlo, la ambigedad no es en este
contexto un ndice de debilidad, sino de fortaleza: es la prueba de una formidable
resistencia al poder moralizador de las instituciones culturales las que fijan el valor y
las funciones de lo literario en trminos extraos e indiferentes a su experiencia-, del
rechazo a aceptar criterios de valoracin que no dialoguen con la afirmacin de lo
irreductible.
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el poder est presente en los ms finos mecanismos del intercambio social: no slo en el
Estado, las clases, los grupos, sino tambin en las modas, las opiniones corrientes, los
espectculos, los juegos, los deportes, las informaciones, las relaciones familiares y privadas, y
hasta en los accesos liberadores que tratan de impugnarlo (Barthes 1982: 117-118).
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Me gustara concluir esta charla con un breve ejercicio crtico, mostrarles cmo
Barthes acta, en el comienzo de la Leccin inaugural, segn los mismos valores que
identifican las micropolticas del desprendimiento sobre las que trata la Leccin, es
decir, cmo hace con palabras lo que, con palabras, dice que es conveniente hacer.
Recuerden que Barthes pronunci la Leccin, el 7 de enero de 1977, al asumir la
ctedra de Semiologa Lingstica del Collge de France. Las ctedras del Collge de
France, una de las instituciones ms prestigiosas de la cultura francesa, se crean
expresamente cuando un nuevo catedrtico se incorpora a la institucin, para legitimar
la orientacin intelectual y el campo metodolgico con los que se identifican las
investigaciones que vino realizando. Aunque Barthes coquetee con la idea de que el
Colleg est, de alguna forma, fuera del poder, porque en l se imparten enseanzas
pero no se otorgan diplomas, lo cierto es que al asumir como catedrtico, incluso antes
de comenzar su primer discurso desde esa posicin, ya qued inmediatamente investido
con los emblemas del rigor, la disciplina y la cientificidad. Como lo sabe y se siente,
adems de alagado, incmodo, ensaya desde el incipit modos de autofiguracin que
persiguen el enrarecimiento de su identidad como sabio, docto, o especialista (todo eso
que se supone es un catedrtico).
Primero se define como un sujeto incierto, porque si bien su carrera ha sido
universitaria, nunca cont con los ttulos que ordinariamente dan acceso a esta carrera.
La apuesta a la ambigedad se refuerza de inmediato cuando, reparando en el modo
oblicuo, a veces indolente, con que respondi desde su escritura a las exigencias de
cientificidad (las que planteaban, a comienzos de los 70, la Sociologa, la Semiologa, e
incluso una improbable Ciencia Literaria) se reconoce un sujeto impuro. La estrategia
es clara: Barthes ocupa el lugar del gran catedrtico, el que detenta la suma de un saber
especfico (en su caso, la Semiologa Lingstica) y el dominio de un Mtodo, pero
juega, desde dentro, a debilitar la identificacin con esos atributos que sin dudas le
resultaban, adems de excesivos, indeseables. Lo que ha aprendido a travs de su
experiencia como lector y crtico literario es que, en el campo de las llamadas
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Referencias Bibliografa
Barthes, Roland (1978): Roland Barthes por Roland Barthes, Caracas, Monte Avila.
--------------------- (1982): El placer del texto y Leccin inaugural, Mxico, Siglo XXI.
--------------------- (1983): Ensayos crticos, Barcelona, Seix Barral.
Blanchot, Maurice (1977): Investigaciones sobre el lenguaje, en Falsos pasos, Valencia, PreTextos.
Foucault, Michel (1996): Prefacio a la transgresin, en De lenguaje y literatura, Barcelona,
Paids.
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