Paseos Con Encanto Por Extremadura
Paseos Con Encanto Por Extremadura
Paseos Con Encanto Por Extremadura
2
ÍNDICE
3
ÍNDICE
4
NACIMIENTO, VIDA Y SEPULTURA
DE ESTA GUÍA PARA EL VIAJERO
D
edicaba yo mis horas a traducir del francés
“Ma vie et mes films” de Jean Renoir cuando
llamaron a la puerta. Era un amigo de siempre.
Que le redactara en veinte días una Guía de
Extremadura según las estrictas normas que él había de
darme. Y como le dije que no podía ser porque por enton-
ces escribía tantos textos negros como bien pagados, y co-
mo este cordial y siniestro personaje tenía y sigue teniendo
tanto poder de persuasión sobre mí, me convenció de lo
contrario: Te traeré todas las noches la información que
necesites. Tú redactas quince rutas con un tema, y yo las
reviso día a día. Tenemos que empezar ahora mismo. Co-
braremos una buena pasta.
Me costaba decirle que no, lo reconozco, y mucho me-
nos a persona tan cercana, con eterna etiqueta de amigo,
que ya era compañero cuando vestíamos pantalones cor-
tos. Me hablaba ese infeliz, y aún no ha perdido la costum-
bre, como si fuera mi padre, y luego me recompensaba con
un algo de cariño, alguna que otra conversación y densas y
elegantes palabras de gratitud.
Y como a medida que avanza la edad cuesta tanto hacer
nuevos amigos, y como no quería perderlo, le redacté las
rutas, con mayor o menor acierto, en el plazo convenido.
Nuestras reuniones diarias, caída ya la tarde, chapoteaban
en reproches y disputas. Y unos días parecía que íbamos a
5
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
6
RUTA DE LOS CASTILLOS 1
Pequeña gran muestra arquitectónica
7
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
N
o es extraño que la mayoría de los pueblos an-
tiguos se encuentren tutelados, en su más alto
punto geográfico, por un castillo que vigila y
protege. Extremadura los tiene desde Burgui-
llos a Jarandilla, desde Valencia de Alcántara a Villanueva
de la Serena.
El castillo es casa grande y fuerte, baluarte que defien-
de llanuras y veredas, báculo protector. Lo que resguarda el
castillo, queda aislado del resto del mundo, se reviste de
distintivo, de vida propia tan inaccesible como deseable.
Castillos de millones de años eran los templos funera-
rios que se hicieron construir los faraones en la cima o al
lado de sus tumbas y se destinan, eternos también, a aso-
ciar el destino sobrehumano de los grandes de este mundo
al de los dioses. Abrigaban un poder misterioso e inasequi-
ble.
Aparecen en las forestas y montañas mágicas. Allí están
dormidas las jóvenes hermosas o languidecen los príncipes
encantadores, esperando ellas ser despertadas por el ena-
morado visitante y ellos recibir a la deslumbrante viajera.
Nuestros castillos extremeños son símbolos de la memoria
confusa, del deseo indeterminado. Aunque lo que conoce-
mos por castillo tiene un origen prerromano, fue durante la
civilización de Roma cuando se desarrolló de una manera
especial. Los romanos distinguían entre «turres» (torres
aisladas); «oppida» (recintos fortificados); «castra» (cam-
pamentos justificados con guarnición permanente) y «cas-
tellum» de donde procede la palabra castillo. En torno al
castillo se originó la ciudad. El momento de mayor prolife-
ración fue la Edad Media, pues a la profunda espiritualidad
une el Medioevo un espíritu inquieto y belicoso.
8
RUTA DE LOS CASTILLOS
9
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
10
RUTA DE LOS CASTILLOS
11
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
12
RUTA DE LOS CASTILLOS
13
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
14
RUTA DE LOS CASTILLOS
15
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
16
RUTA DE LOS PLACERES IBÉRICOS 2
De la mano del jamón y otros finos manjares,
un paseo por la gastronomía extremeña.
17
E
l extremeño sabe disfrutar la buena mesa, la me-
jor cocina ibérica, y también hacérselo disfrutar a
quienes los visitan. Hablar de jamón extremeño
requiere un esfuerzo caligráfico, porque la jota
ha de escribirse con mayúscula.
Algún erudito extranjero bautizó nuestra tierra como
«Jamonópolis», y todo tiene su explicación: el eje zoológico
de la dehesa fue durante largas décadas el cerdo ibérico.
Sus características eran excepcionales, su raza especial les
permitía la infiltración de grasas en su tejido muscular, y
esa misma dehesa le proporcionaba nutritivos hidratos de
carbono procedentes de las bellotas, materia prima de
primera calidad. Por eso el cerdo fue durante años la ali-
mentación básica de la zona. «Del cerdo, dice el refrán,
hasta los andares».
Dice José Fuentes Mares en su «Nueva guía de desca-
rriados»: «de no haberse alimentado aquellos grandes ca-
pitanes (por los conquistadores extremeños que marcharon
al otro mundo) como lo hacían, con carne de cerdo, vísce-
ras de cerdo, orejas y patas de cerdo mañana, tarde y no-
che, América habría caído desde el siglo XVI en manos de
los anglosajones».
Pero no sólo de cerdo vive el extremeño ni quienes lo vi-
sitan. El cordero y el cabrito protagonizan sus mejores gui-
sos. Gazpachos, quesos, espárragos y hasta garbanzos sir-
ven para confeccionar excelentes platos en la línea de la
más profunda tradición ibérica. Tradición aderezada con
una cierta influencia monacal (inevitable en toda zona
atractiva que se precie) que lleva a conseguir inigualables
recetas como sus garbanzos con bacalao.
18
RUTA DE LOS PLACERES IBÉRICOS
19
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
20
RUTA DE LOS PLACERES IBÉRICOS
21
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
22
RUTA DE LOS PLACERES IBÉRICOS
23
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
24
RUTA DE LOS MONASTERIOS 3
Yuste y Guadalupe
25
L
a proliferación de monasterios por la geografía
española no es una casualidad ni un capricho.
Los más importantes datan de tiempos de la re-
conquista y se erigían bajo auspicio y batuta de
algún monarca. Se ganaban territorios hacia el sur, despla-
zando y arrinconando a los árabes, y se trocaban mezqui-
tas por iglesias, monasterios y ermitas, y también con mon-
jes, frailes y curas, todos ellos símbolo afianzamiento reli-
gioso, y por ende y militar, del territorio conquistado.
Habrían de ser los Jerónimos, frente a todas las órde-
nes, quienes tuvieran el privilegio de regir dos monasterios
extremeños, Nuestra Señora de Guadalupe y San Jeróni-
mo de Yuste.
El primero se lo debemos al rey castellano Alfonso XI y
su victoria en la batalla del Salado, una de las más impor-
tantes librada contra los árabes el lunes 30 de octubre de
1340 en un lugar que actualmente ocupa la provincia de
Cádiz. Se encomendó el monarca, según se cuenta, a la Vir-
gen de Guadalupe antes de acometer la lucha y como con-
siguiera la victoria, se volcó en favores hacia los monjes.
Poco después se puso en marcha la construcción de lo que
con el tiempo sería el gran conjunto de Guadalupe. Se
construyó junto a una ermita que existía tiempo atrás, y
que evocaba una aparición de la Virgen al rey.
Hasta los mismísimos Reyes Católicos quisieron tener
casa propia en aquel recinto, un edificio en el que habitar
durante sus estancias para evitar cualquier otro centro
monástico del camino. Y lo mandaron construir dentro del
conjunto del monasterio.
26
RUTA DE LOS MONASTERIOS
27
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
fecto que dejaba visible los oficios divinos sin tener que
abandonar el lecho.
El Escorial siguió la misma línea. Cuando Felipe II lo
mandó construir, quiso imitar a su padre a la hora de des-
pedirse de la vida. El recinto lo dirigían también los frailes
Jerónimos, tan hábiles en atender los últimos años de la vi-
da y en elegir enclaves privilegiados para prestar sus servi-
cios. Dos de aquellos pertenecieron a Extremadura. Al re-
correr esta ruta, de Yuste a Guadalupe, gozaremos del
mismo privilegio que durante siglos sirvió para deleite re-
yes y emperadores.
Solo un pequeño detalle ha cambiado el panorama:
cuando vamos de un monasterio al otro, a medio camino,
nos encontramos con una extraña mole de la que salen
cientos de cables, producto de la arquitectura del siglo XX.
Una estructura en la que no hay monjes porque no es una
basílica ni un monasterio, que no ilumina la fe de nadie pe-
ro que suministra a mucha gente la energía necesaria para
las exigencias de ahora. Está en Almaraz, junto al Tajo, y
tan solo es una central nuclear.
28
RUTA DE LOS MONASTERIOS
29
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
SOMOS PIMENTERAS.
TODAS SABEMOS COGER PIMIENTOS.
LO MEJOR DE LA VERA, NIÑA HECHICERA,
ES NUESTRO ACENTO.
30
RUTA DE LOS MONASTERIOS
31
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
32
RUTA DE LOS MONASTERIOS
33
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
34
RUTA DE LOS MONASTERIOS
35
RUTA DE LOS HIDALGOS 4
Un trayecto de nobles tradiciones.
36
C
iudades cuna de sangre aventurera. Entre las
cien personas más influyentes de la historia de la
humanidad se encuentran, según un estudio an-
glosajón, cuatro españoles. Son la reina Isabel la
Católica, el pintor Pablo Picasso y dos ciudadanos extre-
meños, el conquistador de México Hernán Cortés y el de
Perú, Francisco Pizarro.
Resulta difícil evitar que Extremadura sea conocida co-
mo «tierra de conquistadores». Argumentos no faltan. En
Extremadura nacieron Núñez de Balboa (Jerez de los Caba-
lleros); Hernando del Soto (Barcarrota, Badajoz); Pedro de
Alvarado (Badajoz); Nicolás de Obando (Cáceres), Pedro
de Valdivia (Villanueva de la Serena, Badajoz), además de
los citados Francisco Pizarro (Trujillo, Cáceres) y Hernán
Cortés (Medellín).
Ni Extremadura es solo tierra de conquistadores, ni
nuestros conquistadores se conformaban en ser simples
aventureros. Comandantes de expedición instruidos, entre
otras, en el arte de la navegación, muchos de ellos, casi to-
dos, procedían de familias hidalgas. Tal era el caso, por
ejemplo, de Núñez de Balboa, Hernán Cortés o Pedro de
Valdivia, aunque en otros como el de Pizarro bien es verdad
que se dice que nunca aprendió a leer ni a escribir.
Proponemos al lector una ruta que le familiarice con el
entorno de gran parte de estos hidalgos. Gentes con voca-
ción exploradora que tuvieron la suerte de nacer cuando
estaba dando un vuelco el mapa del mundo. Todos eran ni-
ños, o adolescentes, cuando Colón llegó a Cuba y Santo
Domingo aquel octubre de 1492. Y ellos se encargarían de
redondear, en menos de medio siglo, la más transcendental
37
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
38
RUTA DE LOS HIDALGOS
39
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
40
RUTA DE LOS HIDALGOS
41
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
42
RUTA DE LOS HIDALGOS
43
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
44
RUTA DE LOS HIDALGOS
45
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
46
RUTA DE LOS AIRES LUSITANOS 5
La historia de Olivenza a través de sus gentes
47
L
as fronteras, las líneas que dividen a unos pue-
blos de otros y les hacen regirse por normas dife-
rentes, son, la mayoría de las veces, abstraccio-
nes. Las líneas que la cultura occidental utiliza pa-
ra el dibujo y para la expresión gráfica en general, son para
el artista africano, en cambio, una abstracción, igual que el
punto. Pero quizás pueda uno preguntarse si son simples
convenciones tradicionales o símbolos propiamente dichos.
Lo más probable es que las opiniones varíen según el nivel
de interpretación en que se sitúe cada uno frente a esas
imágenes.
El caso de Olivenza posee una atractiva peculiaridad que
limita con lo poético, lo mágico, lo histórico y lo político.
Olivenza, ciudad pacense de unos diez mil habitantes, se al-
za a unos veintitantos kilómetros de Badajoz, margen iz-
quierdo del río Guadiana que en esta zona es frontera con
Portugal. Olivenza es capital de una rica y atractiva comarca
llamada los Llanos, a la que pertenecen villas como San Be-
nito de la Contienda, San Jorge, Villarreal, Santo Domingo y
Táliga. Los más casi mil quinientos kilómetros cuadrados
que tiene su partido judicial han vivido a lo largo de la his-
toria curiosos episodios que han convertido su soberanía
en una especie de pelota de ping-pong.
Los tratados de historia nos cuentan que en 1257 Oli-
venza fue cedida por Fernando IV, rey de Castilla, a Portu-
gal. Casi cuatro siglos después, en 1657, fue ocupada por
tropas españolas que comandaba el duque de San Germán
durante la guerra hispano-portuguesa. Once años más tar-
de, el tratado de Lisboa la devolvió a Portugal. Y tuvo que
48
RUTA DE LOS AIRES LUSITANOS
pasar otro siglo para que volviera a ser española. Esto ocu-
rrió ya en junio de 1801 exactamente, cuando acabó la gue-
rra de las Naranjas y se firmó el Tratado de Badajoz.
El último episodio de esta eterna serie periódica de tiras
y aflojas fue la pintoresca pretensión de un almirante por-
tugués nada menos que el 15 de julio de 1981, muertos ya
los dictadores Franco y Salazar y a punto de entrar España
en la OTAN tras cinco largos años de transición democráti-
ca. Aquel todavía cercano 15 de julio, el Almirante Pinheiro
de Azevedo, que había sido primer ministro tras la revolu-
ción de los claveles se desmelenó al amanecer, se abrochó
con el mejor mimo hasta el último botón de su uniforme y
se marchó resuelto al cuartel para proponer el sitio de Oli-
venza con un batallón de comandos. La cosa no pasó de
ahí, pero un año después volvió a la carga con un libro en el
que se despachaba textualmente de esta guisa: «Hay que
organizar concentraciones de cien mil a medio millón de
portugueses, juramentados en ciudades y aldeas españolas
próximas a Olivenza».
Pero España era ya miembro de la OTAN. Con solo un
mes de antigüedad, pero miembro. Para que la propuesta
tuviera algún tipo de éxito había que conseguir primero
que la organización atlántica no vetase la conquista, que el
estado portugués estuviera dispuesto a suministrar los me-
dios necesarios y que el Tribunal Internacional de la Haya
pronunciase sentencia favorable. Ahí es nada. Minucias...
A Pinheiro de Azevedo, que murió en agosto de 1983 sin
ver cumplida su ilusión de ser jefe del estado portugués.
Vistas las cosas com perspectiva más amplia, tampoco
son tan banales las pretensiones sobre Olivenza. Si al viaje-
49
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
50
RUTA DE LOS AIRES LUSITANOS
51
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
52
RUTA DE LOS AIRES LUSITANOS
53
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
54
RUTA DE LOS AIRES LUSITANOS
55
RUTA DE LAS ERMITAS BLANCAS 6
Campanarios y chimeneas que buscan el cielo
56
L
a ruta de las Ermitas Blancas nos traslada por
pueblos a los que Cáceres suele mira a la hora del
poniente y que nos llevan a acariciar el margen
izquierdo del río Tajo cuando se encuentra a pun-
to de abandonar territorio español y enfila la frontera con
Portugal camino del Océano Atlántico.
, porque en cada pueblo de los que vamos a visitar hay
alguna iglesia a modo de Ermita Blanca.
Quizá Navas del Madroño sea el pueblo que menos ali-
cientes monumentales ofrece, pero sí es el que mayor
número de chimeneas eleva al cielo, a modo de prolonga-
ción de sus hogares.
Las torres de las catedrales, de las iglesias de cada pue-
blo, han simbolizado en muchas ocasiones la búsqueda de
una mayor proximidad al las estrellas, de una mayor cer-
canía a Dios. En gran parte de las ciudades españolas, nin-
guna construcción rebasó durante siglos las cúpulas de sus
templos. En Sevilla, por ejemplo, hasta hace poco se pre-
sumía que ningún edificio podía superar en altura las di-
mensiones de la Giralda. Y así parece que continúa, porque
ni siquiera el mirador de la Cartuja, el edificio más alto de
todos los construidos para la Exposición Universal (1992), la
rebasa en altura. Mide un metro menos que la Giralda.
A menor escala, la «cultura de las ermitas blancas" así
como la construcción de grandes y ampulosas chimeneas
que compitan con los campanarios. es una modesta
aproximación rural a esta filosofía, a esta especie de actitud
reverencial, de profesión de una fe que invitaba a una ma-
yor cercanía con el infinito, siempre simbolizado por un
firmamento inalcanzable que también durante mucho
57
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
58
RUTA DE LAS ERMITAS BLANCAS
59
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
60
RUTA DE LAS ERMITAS BLANCAS
61
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
62
RUTA DE LAS ERMITAS BLANCAS
63
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
64
RUTA DE LAS ERMITAS BLANCAS
65
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
66
RUTA DE LA ARQUITECTURA POPULAR 7
Los paisajes de suave y agreste montaña
67
D
esde épocas muy remotas el hombre ha conse-
guido adaptarse al medio en que le ha tocado
vivir. Y como los bienes no están nunca repar-
tidos por igual, (ni en la naturaleza ni en la vida
diaria) sólo el norte de nuestro planeta parece ofrecer más
riqueza natural que el sur, aunque no por ello el sur emigra
regularmente al norte. La riqueza, la necesidad, la escasez,
el bienestar son conceptos distintos según el lugar al que
toca adaptar a la vida.
Encontraremos en esta ruta la belleza natural de una de
las comarcas más homogéneas de Extremadura. Planea so-
bre ella una leyenda negra controvertida, fundada en el ais-
lamiento y la carencia de recursos naturales que tuvo en
otros tiempos y que tal vez no estén aún plenamente satis-
fechos. Por sus condiciones geográficas, con una densidad
de población muy escasa, las gentes se agrupan en peque-
ños pueblos, llamados alquerías, generalmente en los
márgenes de los ríos.
Apreciará el viajero el atractivo de las carreteras, con
soberbios e insospechados paisajes que cruzan cientos de
hectáreas de brezales y jaras florecidos en primavera. Este
itinerario por Las Hurdes, que fue palabra mágica de la po-
breza, muestra infinidad de rincones para el goce de los
sentidos.
La arquitectura popular tiene como materiales básicos la
pizarra y el barro, los techos son de paja y helechos, cubier-
tos de pizarras oscuras. Apenas se abren ventanas, ni traga-
luces. Un solo hueco sirve de puerta para recibir luz y venti-
lación. El interior lo ocupan dos habitaciones en las que se
mezclan, indistintamente, personas y animales. En las pa-
68
RUTA DE LA ARQUITECTURA POPULAR
69
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
la vida ajena. Pero, sea por la razón que sea, difícil de saber
con certeza, el caso es que se les gasta una desagradable
faena a los protagonistas. A sus vecinos no se les ocurre
nada mejor, en nombre de la tradición, faltaría más, que
señalar durante la noche, con un reguero de paja, las casas
de los dos presuntos amantes. ¿Broma de mal gusto, mal-
dición, tradición mágica? Difícil despejar esta incógnita.
Parece ser que por las montañas que vamos a visitar es-
tuvieron los celtas, pues en las Batuecas se han encontrado
algunas cuevas con pinturas de cérvidos. También hay pin-
turas de este tipo cerca de Horcajo, es decir, norte y sur de
la comarca.
Restos romanos se hallaron en la Batuequilla.
Cuenta una leyenda, ya referida a la Edad Media, que
don Rodrigo, huyendo del desastre de Guadalete, pasó por
las Hurdes camino de Portugal. Judíos, moriscos y pastores
nómadas habitaban por entonces la comarca.
70
RUTA DE LA ARQUITECTURA POPULAR
71
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
72
RUTA DE LA ARQUITECTURA POPULAR
73
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
74
RUTA DE LA ARQUITECTURA POPULAR
75
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
76
RUTA ROMANA 8
Vigencia de Roma dos mil años después
77
H
ay puentes de dos siglos de servicio, de uno,
de veinte años e incluso de unos meses que se
atraviesan con menos seguridad y garantía
que los que construyeron los romanos hace
dos mil años para permitir el paso de carruajes y personas
por encima de un río o de una vaguada.
La sobriedad, la efectividad, la seguridad en el trabajo y en
sus resultados que caracterizaban la «cultura latina» ha de-
jado sus huellas en muchos puntos de la península ibérica
pero en pocos con la solera que conservan muchas de las
construcciones que llevaron a cabo en Extremadura. Los
puentes y los acueductos que los romanos dejaron en nues-
tra tierra durante su periodo hegemónico en la zona, supo-
nen un testimonio importantísimo que evidencia el prota-
gonismo extremeño en la época de la dominación romana.
Sobre todo Mérida, la antigua Emérita, que fue nudo clave
en las comunicaciones entre Lisboa y Tarragona, que unían
el Atlántico con el Mediterráneo, camino de Roma, capital
del Imperio. Los romanos basaban su seguridad en la agili-
dad de su ejército y la rapidez de sus comunicaciones. Por
eso cuidaron tanto sus calzadas y la técnica de su construc-
ción, hasta cuatro capas de cimientos que alcanzaban el
metro de altura y pavimentos de grandes losas cuidadosa-
mente unidas. Idéntico esmero dedicaban a sus teatros, a
los puentes y a los acueductos, construcciones estas últi-
mas de las que aún podemos disfrutar en esta ruta y hacer-
nos fotos para el recuerdo con la implacable seguridad de
que las piedras continuarán ahí cuando sean los nietos de
nuestros nietos quienes decidan retratarse en el mismo si-
tio. Los acueductos fueron durante siglos la mejor manera
78
RUTA ROMANA
79
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
80
RUTA ROMANA
81
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
82
RUTA ROMANA
83
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
84
RUTA ROMANA
85
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
86
RUTA DE LOS POETAS 9
A tus ojos los llaman Extremadura
porque son extremados en hermosura
87
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
T
ransmitidas de generación en generación, las co-
plas suelen tener un rasgo común: resumir en po-
cos versos la exquisita sensibilidad de un pueblo,
el extremeño, que supo beber en otras culturas y
legar de padres a hijos el gusto por las palabras y su estéti-
ca.
Los romances y las coplas se perpetuaron por tradición
oral. Cuando empezaron a quedar testimonios escritos (el
primero de ellos fue el Romancero en la Edad Media) se re-
copilaron cientos de romances y coplas: caballerescos,
amorosos, burlescos, satíricos, pastoriles, jocosos, noveles-
cos e incluso históricos o fronterizos. Y luego empezaron a
surgir poetas con nombre y apellidos, unos que sin haber
nacido en nuestra tierra se preocupaban por escribir sobre
ella como Gabriel y Galán, y otros muchos que al nacer to-
caron suelo extremeño y lo primero que vieron sus ojos fue
el cielo que cubría esta tierra. Aquí nacieron Torres Na-
harro, García de la Huerta, Meléndez Valdés, Luis Chami-
zo, la romántica Carolina Coronado y, cómo no, el más
romántico de los poetas románticos españoles, Espronce-
da, que durante los escasos treinta y cuatro años que vivió,
le bastó para inmortalizar su apellido y su localidad natal,
Almendralejo, que lo vio nacer en 1808. José de Espronce-
da era un romántico revolucionario, como Carolina Coro-
nado. Dos características que siembra la tierra donde na-
cieron, y que los hizo soñadores, idealistas, conflictivos pa-
ra unos y adorables para otros.
Quizás recorriendo estas zonas donde llegaron al mundo
la mayor parte de los poetas extremeños podamos conta-
giarnos de las circunstancias ambientales que los llevaron a
88
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
89
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
90
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
91
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
92
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
93
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
94
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
95
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
96
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
LA MALDICIÓN DE LA GITANA
Si por casualidad lloviera durante su visita a estas tierras,
probablemente escuche a algún lugareño, si el agua es
abundante, comentar que "llueve más que cuando enterra-
ron a Feria". Este dicho tiene, según la leyenda, un curioso
origen. Como se sabe,
el Alcázar de Zafra ha
presidido la historia de
la ciudad durante si-
glos. Por allí han pasa-
do generaciones que
han dejado su impron-
ta en el arte, en la or-
namentación o en la
leyenda. Cuentan que
un día de mucho sol se
acercó a la fortaleza
una gitana en busca de
un poco de agua. Por
entonces habitaba el
Alcázar un tal conde
Feria que debía tener, cuando apareció la mujer, un mal día
y no estaba por la labor. El caso es que, sin demasiados mi-
ramientos, desconsideró a la visitante, desoyó su petición,
la dejó sin agua y continuó con sus asuntos. La mujer, se-
dienta, no se cruzó de brazos, sino que se tomó su tiempo y
la revancha antes de continuar su camino: le dedicó al des-
97
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
98
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES 10
Dadnos licencia señor,
para entrar en vuestra casa.
Confesamos tu nombre
muy humildes a tus plantas.
.
Itinerario: Santibáñez el Alto, Coria, Torrejoncillo, Santiago
del Campo, Monroy.
Distancia en kilómetros a la cabecera de la ruta desde:
Badajoz (220), Cáceres (129), Mérida (200), Plasencia (60).
99
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
C
ualquier copla cantada por una mujer apuesta de
cualquier pueblo de Extremadura posee más va-
lor y solera que la mejor producción de la mejor
multinacional estadounidense del disco. Cual-
quier copla por la que se arranque la paisana viene autori-
zada por la tradición de los siglos.
Las abuelas de Santibáñez el Alto o Torrejoncillo cantan
coplas a sus nietos, les recita estrofas o cuenta leyendas
que en su día sus abuelos escucharon de labios de los su-
yos.
Extremadura destila esencia coplas, las pasa por el ceda-
zo y amontona gloria pura para quien, desprovisto de pre-
juicios, esté dispuesto a admitir lo irrefutable:
100
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
101
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
102
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
103
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
104
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
105
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
106
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
107
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
TORREJONCILLO BONITO,
BIEN TE PUEDES ALABAR,
QUE TIENES MEJORES MOZAS,
QUE CORIA CON SER CIUDAD,
¡OLÉ, Y OLÉ, RESALERO!
QUE CORIA, CON SER CIUDAD.
108
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
109
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
110
RUTA DE LAS VIEJAS TRADICIONES
111
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
112
RUTA DE LAS LEYENDAS 11
Historias universales en la provincia de Cáce-
res: “No pasaré ya otro puerto en mi vida
sino el de la muerte.”
113
E
stamos en el techo de Extremadura, en la gar-
ganta del infierno, deudora del río Jerte, muy
próximos a la carretera une a Plasencia con Bar-
co de Ávila. Es un buen sitio para empezar esta
ruta de las leyendas, pero no creamos que somos los pri-
meros a quienes se nos ocurre. Todos los años y en no-
viembre hacen la ruta montañeros y aficionados de la re-
gión, paisanos que quieren emular la entrada de Carlos V a
Extremadura camino de Yuste, pasaje que desarrollamos
también en esta guía en la Ruta de los Frailes. Entonces se
trataba de una cabalgata misteriosa de silencio y despedi-
da. Con 56 años nada más se sentía viejo aquel poderoso
germano-español. Lo llevaban porteadores voluntarios en
una silla de mano. Y cuando consiguió la altura, lo más cer-
ca del cielo que intentaba conquistar Luis Quijada, el ca-
pitán servidor, mandó detener la comitiva. Con los ojos cla-
vados en Europa, que era suya, miró hacia ella y no pudo
evitar exclamar emocionado: “No pasaré ya otro puerto en
mi vida sino el de la muerte.” Por eso el lugar se llama aho-
ra Puerto Nuevo o Puerto del Emperador.
El trayecto es largo y difícil. Antes de que anochezca hay
que llegar a Yuste. Quienes no se sientan capaces de cami-
nar a pie, pueden gozar de parecido espectáculo, tomando
la carretera que sube hasta el Piornal.
114
RUTA DE LAS LEYENDAS
115
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
116
RUTA DE LAS LEYENDAS
117
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
118
RUTA DE LAS LEYENDAS
119
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
120
RUTA DE LAS LEYENDAS
121
RUTA DE LAS ÁGUILAS 12
Monfragüe, el valle olvidado
122
L
os itinerarios más bellos de Extremadura los mar-
can las águilas. Si alguien pudiera colgarse de sus
garras, recorrería rutas inverosímiles, subiría a pi-
cachos inaccesibles y podría tener por compañe-
ros de viaje al buitre leonado o negro, a las cigüeñas blan-
cas o negras, al milano real o al negro, al pigardo, al alimo-
che, al búho, al gavilán, al cernícalo y a la lechuza.
Si su aprecio se reduce solamente a la familia preferida
de las águilas, puede contar con el águila perdicera, la cal-
zada, la culebrera, la real y desde luego la imperial. El águila
imperial, el orgullo actual de España, una de las especies
más escasas y amenazadas del mundo, está incluida en el
Libro Rojo de Aves en Peligro.
De las 120 parejas reproductoras que sobreviven en
todo el planeta, la cuarta parte, es decir unos sesenta
ejemplares, lo hacen en suelo extremeño. El águila real,
cercana en belleza a la anterior, llega a tener una enverga-
dura de 230 centímetros y se acerca a los siete kilos de pe-
so. Está más repartida por el mundo que la imperial, pero
aún cuenta en la región extremeña con más de setenta pa-
rejas. Existen diversas zonas, todas a cual más bellas, que
hacen las delicias del visitante: Las Villuercas, Las Hurdes,
Alcántara, Gredos y desde luego Monfragüe. Elegimos
Monfragüe porque en estos momentos es ya un paraje co-
nocido en todo el mundo, un parque natural con mucho fu-
turo, aunque no han sido muchas las personas que han te-
nido la suerte de disfrutarlo hasta ahora.
Próximo a convertirse en residencia veraniega del pre-
sidente del gobierno, que hasta hace poco optaba por des-
cansar con su familia en el Coto de Doñana, Monfragüe re-
123
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
124
RUTA DE LAS ÁGUILAS
125
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
126
RUTA DE LAS ÁGUILAS
127
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
128
RUTA DE LAS ÁGUILAS
129
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
130
RUTA DE LAS ÁGUILAS
131
RUTA DE LAS CALZADAS ROMANAS 13
De norte a sur
132
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
E
s difícil saber por qué existe tanto empeño en
recorrer Extremadura de Este a Oeste, cuando su
vocación histórica, incluso prehistórica, son di-
recciones verticales. Aquellos seres prácticos,
que ni siquiera pertenecieron a nuestra especie, los hom-
bres de Neanderthal, caminaron ya en ese sentido. Iban y
venían de África a Europa siguiendo rutas que por difíciles
resultan más bellas. Cruzar España de derecha a izquierda
será, antes o después, encontrarse con el mar. Las principa-
les oleadas civilizadoras nos llegan desde el sur con los fe-
nicios, los árabes o por el norte con los celtas, visigodos y
romanos. Estos últimos supieron mucho de Extremadura.
Hicieron de ella una provincia muy especial, la Lusitania,
cargada de caminos y veredas, a pesar de situarse entonces
en el final del mundo. Su principal orgullo era esta que
hemos dado en llamar "Ruta de la Plata" y que ellos deno-
minaban "Vía de la Plata". Actualmente se está resucitando
este recuerdo para devolverlo a su pasada grandeza.
Se trataba del camino que dividía el corazón de Extre-
madura en dos mitades: León y Castilla. En su escudo preci-
samente se abrazan un castillo y un león, símbolos de una
difícil concordia. La vía, aunque el nombre primitivo pro-
cedía de Roma, se traducía como camino de Mérida hasta
Astúrica (Astorga). Las generaciones populares la bautiza-
ron con el evocador nombre de Vía de la Plata. Evocador
porque puede significar vía ancha, bella por sus dimensio-
nes. O simplemente ser equivalente a camino público. La
cosa puede ser más fácil y referirse sencillamente al metal,
a la plata como tal, ya que ésta parece ser que circulaba por
allí procedente de las minas del norte de España. Podía ser
un camino para llegar hasta los embarcaderos del sur. Pero
133
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
134
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
135
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
136
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
137
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
138
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
139
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
140
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
141
RUTA DEL AGUA 14
Embalses del Guadiana
142
E
l agua, masa indiferenciada, representa la infini-
dad de lo posible, contiene lo virtual, lo informal,
el germen de los gérmenes, las promesas de de-
sarrollo, y también las amenazas de reabsorción.
Sumergirse en las aguas para salir de nuevo sin disolverse
en ellas totalmente, salvo por una muerte simbólica, es re-
tornar a las fuentes, recurrir a un inmenso depósito de po-
tencial y extraer de allí una fuerza nueva.
En Asia, el agua es la forma sustancial de la manifesta-
ción, el origen de la vida y el elemento de la regeneración
corporal y espiritual, el símbolo de la fertilidad, la pureza, la
sabiduría, la gracia y la virtud.
En las tradiciones judías y cristianas el agua simboliza,
ante todo, el origen de la creación.
El agua, aunque los planos sean rigurosamente opues-
tos, es fuente de vida y fuente de muerte, creadora y des-
tructora.
Para las tradiciones islámicas adquiere también numero-
sas realidades: signo divino en el Corán, medio de purifica-
ción para los que van a orar y vida que se descubre en las
tinieblas.
La lluvia, desde un punto de vista cosmológico, es una
semilla uránica que viene a fecundar la tierra; masculina
pues, y asociada al fuego del cielo. El arroyo, el río, el lago,
el mar, representan el curso de la existencia humana y las
fluctuaciones de los deseos y los sentimientos. El agua
helada, el hielo, expresa el estancamiento en su más alto
grado, la falta del calor del alma, la ausencia del sentimien-
to vivificante y creador que es el amor: el agua helada re-
143
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
144
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
145
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
146
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
147
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
148
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
149
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
150
RUTA DE LA CALZADA ROMANA
151
RUTA DE ZURBARÁN 15
Infancia y juventud del pintor
152
C
uatro ciudades extremeñas se tiñen con las
grandezas y miserias de un gran pintor, Francisco
de Zurbarán, ilustre extremeño que vivió entre
1598 y 1664.
Dos de aquellas localidades, Fuente de Cantos y Llere-
na, en la provincia de Badajoz, fueron testigos directos de
sus primeros treinta y dos años. Pero le devolvieron el fa-
vor con creces, porque tanto una como la otra tienen virtu-
des más que probadas y cualidades suficientes (el clima, el
enclave, el paisaje, los legados arquitectónicos...) para
hacer disfrutar a quienes viven allí permanentemente y a
quienes, como ahora nosotros, deciden visitarlas.
Podemos añadir otras dos ciudades extremeñas en la vi-
da de Zurbarán, Zafra y Guadalupe, pero su relación con
ellas es menos directa e intensa. En ambas se conservan al-
gunos de sus cuadros más relevantes, pero no tuvieron
demasiado que ver con las experiencias vitales del artista.
Cuentan los manuales de Historia del arte que Francisco
de Zurbarán fue el pintor del plasticismo potente, que en su
estilo supo aunar el realismo de los mejores pintores espa-
ñoles de su generación (que es la de Diego de Velázquez)
con un sentido peculiar de la ordenación y de la monumen-
talidad. Otros sostienen que es el pintor de la meditación
espiritual. No dejan de ser etiquetas. Lo importante es ver
sus obras y poder sacar nuestras propias conclusiones.
Nos acercamos al mundo de un autodidacta que eligió
un modesto taller de Sevilla para completar su formación.
Allí estuvo un par de años, y luego quiso volverse a Llerena,
y rechazar las seductoras propuestas que habían provocado
sus primeros éxitos. Como artista genial que fue, (siempre
153
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
154
RUTA DE ZURBARÁN
155
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
156
RUTA DE ZURBARÁN
157
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
158
RUTA DE ZURBARÁN
159
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
dor de cerdos diez años mayor que él. Tuvieron tres hijos:
María, Juan e Isabel Paula, que nacieron entre 1618 y 1623.
Poco después murió su esposa.
En 1625, con veintisiete años, Francisco de Zurbarán
volvió a casarse, esta vez con una llerenense llamada Bea-
triz de Morales, también mayor que él, y rica. Parece ser
que no tuvieron hijos, o tal vez una malograda de nombre
Jerónima. Beatriz falleció en 1639 y dejó al pintor sumido
en una gran tristeza. Y sufrió una crisis espiritual tan grave
que influyó en su producción posterior y originó una deca-
dencia inevitable.
En 1644, con
cuarenta y seis
años, se casó con
Leonor Tordera,
viuda acomodada
y esta vez más
joven que él. Por
entonces ya tenía
el artista su pri-
mer nieto, Francisco Máximo, mayor en edad que los tres
hijos que su padre tuvo en el tercer matrimonio.
La desgracia también se cebó con el pintor en este caso.
De los seis hijos que tuvo, sólo Juan, el padre de su nieto
Francisco Máximo, no murió en la niñez. Fue víctima de la
epidemia de peste de 1646, y falleció cuando todavía no
tenía treinta años.
A la muerte del pintor, su viuda declaró haber empeña-
do su hacienda para afrontar «los gastos hechos en la en-
fermedad, entierro y funeral». Sic transit gloria mundi.
160
RUTA URBANA DE BADAJOZ 16
Filosofía, meridionalismo, hospitalidad.
161
C
asi todas las ciudades tienen río. Badajoz se baña
en el Guadiana. Todavía le quedan a la corriente
de agua 183 metros de desnivel para llegar al
Atlántico. Un río tan desconcertante y misterioso
que ignoramos dónde nace. La corriente se filtra en la tierra
y aparece en los pantanos llamados Ojos del Guadiana, que
son el auténtico surtidor, porque no es seguro que este
agua sea la desaparecida antes.
Así, tan desconcertante como el río, coqueta, misterio-
sa, repleta de recuerdos árabes, Badajoz posee un encanto
especial entre sus palmeras y chumberas, entre sus arcos,
en la dulce y meridional calma del cauce de su río, en el cie-
lo azul del desierto, en el cordial ambiente ciudadano.
La ciudad acoge encantada a todo aquel que tiene a
bien interesarse por ella, y en sus calles conviven a diario,
además de los propios pacenses, muchos portugueses lle-
gados del otro lado de la frontera, tan cercana, y un impor-
tante número de ciudadanos de raza calé.
El viajero que se dirige a Badajoz atraviesa paisajes dis-
pares de una provincia entre Cáceres y Andalucía, entre
Castilla y Portugal. Montes y llanos alternan en esta tierra
de contraste. Al norte, la sierras de Montánchez y San Pe-
dro, divisorias de las dos Extremaduras, Alta y Baja, Cáceres
y Badajoz. Al sur, los relieves más suaves de las estribacio-
nes de Sierra Morena: los montes de San Miguel, Tudia y
Guadalcanal.
Tierra de encinas y alcornoques, y también de jara, to-
millo, retama, romero y madroñera, mientras en los llanos,
que bajan hasta las feraces vegas del Guadiana, alternan la
viña y el olivo.
162
RUTA DE ZURBARÁN
163
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
164
RUTA DE ZURBARÁN
165
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
166
RUTA DE ZURBARÁN
167
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
168
RUTA DE ZURBARÁN
169
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
170
RUTA DE ZURBARÁN
171
PASEOS CON ENCANTO POR EXTREMADURA
172
173