Libro Iglesias Fin Mundo
Libro Iglesias Fin Mundo
Libro Iglesias Fin Mundo
F in del
M u ndo
Fotografas
M AX D ONOSO
Te x t o s
M A G DA L E N A P E R E I R A
C RISTIN H EINSEN
Introduccin
I SABEL C RUZ
Presentacin
H ERNN R ODRGUEZ
Asistente Fotografa
I G N AC I O D E L A C UA D R A
Diseo
H OMBO
&
Z EGERS
Tr a d u c c i n
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IN dic e
PRESENTACIN
INTRODUCCIN
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TRADUCCIN
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BIBLIOGRAFA
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AGRADECIMIENTOS
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P RESENTACIN
Madera Bendita
El conocimiento, y consiguientemente, el inters pblico de las iglesias de nuestro sur, ha sido descubierto hace no ms de
veinticinco aos.
Sin embargo ellas estaban all desde haca siglos, como esperando pacientemente que alguien develara su misterio, su encanto y
su maravilloso poder de seduccin.
Llenas de vida, sorprendentemente activas en el plano especcamente religioso, si se las compara con sus cultas congneres urbanas,
en este aspecto fueron y siguen siendo el referente ms vivo para los habitantes de los lugares en que se emplazan, cuya existencia,
como la de sus ancestros, ha sido igualmente por siglos el escenario de los momentos culminantes de su existencia terrena, desde la
recepcin del bautismo, pasando por todos los dems sacramentos de la Iglesia, primeras comuniones, conrmaciones y matrimonios,
hasta sus postreras exequias. La carga espiritual y afectiva que encierran justicara por si sola su insoslayable atraccin.
Pero como si esto no bastara, independientemente de su funcin principal, eminentemente religiosa, en el plano puramente
esttico, constituyen ejemplares nicos dentro del patrimonio del pas, desde el punto de vista cultural.
No obstante la humildad de sus materiales constructivos la madera-; la simplicidad de su mobiliario litrgico, en el caso de las
de Chilo, la fuerza expresiva de su santera; la sugestin de su pintura mural; por sobre todo, su enclave en el paisaje, hacen de estas
iglesias y capillas xitos artsticos jams logrados en los ms cultos y sosticados centros urbanos, incluida nuestra propia capital.
Junto a los estudiosos de las escuelas de arquitectura de las universidades, han sido sin duda los fotgrafos quienes ms ecazmente
han contribuido a difundir y poner en valor este patrimonio, como se observ, hasta hace poco tan ignorado.
En el presente libro, Max Donoso, que ya nos ha brindado en anteriores ediciones una experiencia anloga respecto a las capillas
del norte y de la zona central, con el ojo del artista nos brinda, desde el ngulo y la hora precisos, con la iluminacin adecuada, la
individualidad de cada uno de estos monumentos, que desde su soledad y su silencio parecen entregarse a la observacin del lector,
sin reservas, con todos sus encantos.
La difusin que libros como el que presentamos suscitan respecto a nuestro patrimonio tiene un mrito que rebasa toda
ponderacin, pues no slo pone su contenido al alcance de los lectores de toda raza, lengua y nacin, sino que provoca una irresistible
necesidad de peregrinar, para ver, en vivo, todo lo expuesto con tan sorprendente acierto.
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I NTRODUCCIN
Una Tr aves a
por
Sobre las aguas australes, el viento cala, an en verano. Desteje a cada instante el manto de nubes que imantan las tierras arrojadas al mar. Desde el horizonte mvil de la navegacin emergen las costas envueltas en la perenne humedad de ese confn del mundo despedazado por el mar y por el cielo: Chilo.
El Canal de Chacao ha dejado atrs las verdes extensiones del continente,
sus altivos perfiles incisos de ros y fiordos. Delante, flota la isla grande penetrada por el agua, con sus blancas playas de arenas fras, ventosas hacia el ocano,
abrigadas en el mar interior, y la mirada de islas e islotes, peones y puntas;
las Chauques, Quenac, Quehui, Chaulinec y Desertores, que se disgregan en
la alta marea, restos del gigantesco naufragio telrico acaecido hace millones
de aos.
Hasta all llegaron, en dbiles embarcaciones, entre vientos huracanados
y lluvias torrenciales, en la poca de la gran travesa religiosa americana, los
misioneros mercedarios, franciscanos y jesuitas. Traan el alma crepitante de fe
y el cuerpo transido de humedad. Plantaron sus cruces, esparcieron la palabra,
y elevaron las fragantes y flexibles maderas isleas, no para salvar la transversalidad encrespada de esas olas remotas, sino con el fin de clavar en el cielo el
desafo de su catolicidad.
Aqu lleg, donde otro no ha llegado/ don Alonso de Ercilla que el primero/ en un pequeo barco deslastrado/ con solo diez pas el desaguadero/.
As registran los versos de la Araucana, con la acuciosidad propia del poeta
soldado, el cruce del ejrcito espaol hacia la isla de Chilo al mando del joven
capitn acelerado, el gobernador Garca Hurtado de Mendoza.
Se dice Ercilla el primero en franquear el desaguadero de Chacao, donde
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los lobos y otros animales con que se cubren las espaldas y caen hasta las rodillas dejando sus vergenzas afuera sin ninguna cobertura. Para el cobijo
no tienen poblaciones ni casasy donde quiera que llegan llevan unas varillas
delgadas, las cuales ponen en el suelo; y con corteza de rboles, que en las
dichas canoas traen, hacen sus casillas chiquillas, a manera de ranchos, en que
se meten y se reparan del agua, del cielo y de la nieve . La elementalidad de
esta vida sobrecoge a los espaoles del siglo XVII y a los anglosajones del siglo
XIX, que consideran este pueblo una raza superior, ms blanca y rubia, -por
la frialdad de la tierra y la cercana al polo como explica eufemsticamente el
jesuita Diego Rosales - y ms bella segn anota Fitz Roy - cuando la belleza
era fundamentalmente blancura.
Morenos y fuertes, los veliches o huilliches de ascendencia mapuche, haban
llegado del continente, donde habitaban con los pehuenches. Estaban adaptados
a la sobrevivecia en un clima severo, de vientos huracanados y bajas temperaturas. Con los chonos transhumantes por las costas del mar interior y las islas,
ellos se acomodaron en la zona occidental de la Isla Grande, dedicados a la
recoleccin, la caza, y a la domesticacin de animales y plantas. En Chilo todo
mantenimiento de los naturales se reduce a unas races de la tierra que llaman
papas anota el padre Diego de Rosales- y destas se siembran en gran cantidad para coger lo necesario y sirven de pan. Aferrados a la tierra, sustentados
por ella, hicieron de la papa, pou, en lengua mapuche, (solanum tuberosum)
especie autctona , de la cual se han encontrado en la regin de la Araucana
depsitos arqueolgicos del pleistoceno tardo , y en la isla ms de doscientas
variedades, su alimento fundamental. Los brazos morenos eran hbiles y resistentes para introducir el palo roturador en la tierra, a falta de arado, y plantar
cada uno de los tubrculos y en la poca de cosecha, practicar la operacin
fibras vegetales y endurecidas con fuego que les sirve no slo de embarcacin
sino a veces de habitacin, dice el expedicionario Juan Ladrillero- y como son
de grandes fuerzas reman hasta encontrar el alimento. El paraso de peces y
mariscos est a la mano. Su pecado, originariamente, no surgi de la manzana
.Ostras, centollas, erizos, picorocos, choros, almejas locos y machas ocupan la
primera capa y en un estrato ms profundo las aguas reservan los peces, toninas, delfines, tollos, anchoveta, jurel, rbalo, lisa, lenguado, pejerrey, corvina, sardi-
furores del mar, en 1600 el corsario holands Baltasar de Cordes recala en Carelmapu y se apodera de Castro. Cada la plaza fuerte, debe ser reconquistada
enviando tropas espaolas a Calbuco que ponen sitio a los holandeses hasta
que en desventaja, Cordes se reembarca en la nave Fidelidad con apenas 22
marineros de su poderosa expedicin fletada dos aos antes desde Goerse .
Vuelven los holandeses en 1643, al mando de Enrique Brower, anciano gobernador de las Indias Orientales, con el apoyo del prncipe Mauricio de Nassau
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el ramo esencial de su comercio, seala el cronista franciscano Pedro Gonzlez de Ageros a finales del siglo XVIII. De luma hacen guiones para ejes, de
avellano tablazn para embarcaciones, y especialmente para remos, de ciruelillo
y de ciprs bales y cajas, de stas.muchas labradas con bastante prolijidad,
el ralral se usa para totnes de navos, el maitn para elementos torneados, el
mili para azadones, prueba de su dureza, el pel para ejes y cureas, el alerce
para embarcaciones y construcciones, su corteza para calafatear los cascos el
roble para las piraguas. Lianas y bejucos se entretejen en el bosque y en su smil
humano, en cestera, esteras, sogas, el boque o voqui, y la quilineja.
y del huracn, son seducidas por las orquestaciones de cantos y plegarias, los
instrumentos de cuerda y aire.
Sopla en esas regiones el ms denodado espritu de la Contrarreforma. La
mstica debe florecer en medio del mundo.
Es un imperativo que la fe apele a los sentidos, el mtodo de meditacin
de San Ignacio reposa en la recreacin mediante imgenes pictricas, escultricas y textos de la Vida y Pasin de Cristo-.
La orden arriba en un perodo dramtico en sus hechos, pleno an de
legendarias incgnitas para la vida en la zona austral de Chile. Pocos se aven-
desafo prioritario. Traducen las oraciones y el sistema catequtico de pregunta- respuesta; desde el idioma materno el mundo cristiano se hace asequible.
La Compaa de Jess no lucha contra la dispersin espacial ni los rituales
nativos. Para lograr la conversin, adapta un sistema, parcialmente ensayado por
los franciscanos y oficializado como mtodo con apoyo financiero por cuenta
del erario real en 1624: las misiones circulares, o correras como las llaman
los misioneros, instauradas ya en Amrica, y en el rea chilota, reelaboracin
catlica de la itinerancia local; el aporte ms propio de Chilo, al catolicismo
barroco. Zarpan desde Castro en las frgiles dalcas atestadas, confiados a la
turaban en 1595 hasta las latitudes del presidio y del destierro ; pero era ste
tambin el enclave de la mtica ciudad de los Csares que para los audaces
y codiciosos compensaba con creces la lejana, las penurias. Implantada por
la imaginacin entre la cordillera de Villarrica y el Estrecho, o en las cadenas
montaosas de Chilo, la poblaban hombres altos y rubios y sus esplndidos
palacios guarnecidos de oro plata se reflejaban en las aguas cristalinas de alguno de los grandes grandes lagos de la zona, Ranco, Puyehue, Nahuelhuapi.
Desde el convento de Nuestra Seora de los ngeles en Castro, los jesuitas
Melchor Venegas, chileno, y Juan Bautista Ferrofino, milans, grande espritu y
fervoroso celo en la conversin de las almas el primero, segn el cronista Miguel
de Olivares, de no menores alientos para las empresas de la caridad y servicio
de Dios el segundo, disciplinados por el estricto voto de obediencia, aspirantes
a la perfeccin y al fruto multiplicado de las conversiones, son los primeros en
ensayar all, antes que en el continente, peculiares mtodos de evangelizacin.
La conquista bautismal iniciada por los jesuitas sella con un giro las estrategias para impartir los sacramentos y la doctrina. Los padres estn convencidos
de que es preciso adaptar el catolicismo espaol a la realidad chilota y recurren
a la experiencia de la orden en otros lugares de Amrica y de Chile. Establecer
analogas con las creencias y prcticas prehispnicas se hace por momentos imposible. La violencia expiatoria del ritual chono, los paraliza: sus autoflagelaciones con un tizn encendido y filos de conchas, el lamento desgarrador de sus
cnticos, la orga a que se entregan en los estados de trance, empapados en
sudor, echando espuma por la boca, exhaustos y desmayados , segn el viajero
ingls John Byron, a mediados del siglo XVIII. En las ceremonias veliches, reconocibles a partir de su experiencia en la Araucana, encuentran los misioneros
puntos de contacto: el nguillatn es un ruego que propicia a las divinidades y
a sus antepasados, implora los dones de la fertilidad, la salud, el bienestar, lo cual
hace posible, en una primera instancia, conservar sus estructuras e introducir
los contenidos catlicos y su significacin. A partir del machitn, la figura de
la machi, ministro femenino simultneamente curandera y chamn, vidente y
custodia de los secretos del panten mgico religioso, es reconvertida en las
funciones del sacerdote catlico. Con la elaboracin jesuita, los sacramentos
se presentan para los nuevos fieles en el lenguaje del sacrificio, la posesin y
la sanacin, efectuados por un hombre -el misionero- dotado de facultades
especiales, superiores a las de las mismas machis.
Aprender las lenguas mapuche, chona y veliche ha sido para los jesuitas un
mano y la vista de algn piloto oriundo. Van recalando de playa en playa, de isla
en isla, todos los aos, entre diciembre y mayo, los meses menos lluviosos. Los
protegen, como en las leyendas medievales refugiadas en Amrica, sus santos
y Cristos flotantes en cajones de madera, inmunes a las aguas embravecidas:
San Isidoro Labrador, Santa Notburga, devocin introducida por los jesuitas
bvaros y el Crucificado, patrono de las misiones; los aseguran tambin en el
ejercicio de su ministerio, los ornamentos y vasos sagrados que darn esplendor a esa liturgia sencilla capaz de transmutar objetos de embalaje en altares
porttiles. Detinense tres das, en cada capilla que son setenta y seis, inclusa
la de Puerto, porque el tiempo y la falta de alimentos los obliga a apurar los
ministerios seala un informe de 1717 . Los habitantes estn reunidos aguardando al sacerdote. Entonan cnticos para implorar la presencia de Cristo y
la Virgen. Rendidos, pisan tierra firme los misioneros y el pueblo expectante
sale a recibirlos con ansias de contemplar las imgenes; est preparado para
la procesin. La cruz los congrega como si el cristianismo se hubiera instalado
triunfalmente en esas playas. El padre Jos Garca, misionero jesuita en esa zona
remarca en su Diario el papel de cada uno de los miembros de la comunidad:
los nios cargan el corazn de Jess, los solteros a San Juan, los casados a
San Isidro, las solteras a Nuestra Seora de los Dolores, las casadas a Santa
Notburga y los caciques al Santo Cristo . Ha estallado la fiesta, todos y cada
uno estn all para celebrar.
Incansables, los padres predican la palabra, explican el mensaje, administran
los sacramentos y realizan la celebracin. Para secundarlos y precaver su ausencia designan al fiscal, institucin clave en el proceso de adaptacin religiosa; un
hombre del lugar, mediador entre el sacerdote y el fiel, entre Dios y la comunidad. Sin haber recibido el orden sacerdotal, sin vulnerar el prestigio y el ministerio, oficia de gua, consejero y mentor espiritual; guarda el templo, se encarga de
su limpieza conservacin y adorno, reza el ngelus y el rosario los domingos y
festivos, administra el bautismo, imparte el catecismo, vigila los pecados pblicos,
visita a los enfermos y los confiesa, ayuda a bien morir, sepulta a los muertos y
consuela a los vivos, cuida los cementerios y aviva permanentemente la fe en
una tarea inacabable que hasta hoy sostiene a la Iglesia en el archipilago.
La misin permanece en el recuerdo como memoria de esplendor y de
encuentro, esperaza de retorno en ese tiempo acotado del ciclo anual, donde
los ritmos de la naturaleza y los hechos de la vida de Cristo, confluyen en el
horizonte vital chilote.
que por generaciones han articulado sus cajuelas y arcones, mediante tarugos
de madera, sin usar un solo clavo, que son caros y hay que importar de Espaa
con tanto retraso de las obras, terminando de unir y retapar con boqui o cueros de lobos marinos como en sus antiguas viviendas. La madera es la sustancia
de estas iglesias, la materia de esta Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa
Funda los cimientos eleva los muros, traza los arcos y bvedas, reviste las techumbres, y cie la estructura total . En remates y cubiertas, aristas y ngulos,
en empalmes y ensamblajes, en los elementos complementarios de rejera,
balaustres, comulgatorios, altares, retablos, en su interior de luces tamizadas y
sombras color ail, la madera despliega sus finos detalles, molduras, dobleces,
recortes, calados y orillados que hermanan en el archipilago la arquitectura
y la costura; en retablos y altares, contina su misin cromtica y expresiva, en
capillas y sacristas, transformada en legin de imgenes, clidamente pintadas
y ataviadas. Los jesuitas han enseado a los naturales las tcnicas de bulto
completo, articuladas, de candelero o bastidor, de talla esquemtica. La escuela
de santera hispano chilota es la ltima y la ms extrema invencin del arte
hispanoamericano ingenua, festiva, conmovedoramente libre en su hieratismo
. En cada capilla, cada imagen est todava a cargo del Cabildo, aclimatacin de
las devotas hermandades medievales al sur del mundo, personalizadas en una
jerarqua de arcanos ttulos: el supremo, el gobernador, coronel y regidor; la
suprema y la princesa.
Cuando la evangelizacin estaba en su apogeo llega la orden de expulsin
de los jesuitas de las regiones de Valdivia, Chilo y de toda Amrica espaola.
Quedan las iglesias sin pastor, las imgenes en pena, los copones vacos, los
rostros tallados a medio encarnar, ociosos los instrumentos que los padres
pusieran en las manos rudas de los isleos para visualizar su fe. La orfandad
espiritual de Chilo es remediada desde 1771 por los franciscanos del Colegio
de Chilln y de Propaganda Fide de Santa Rosa de Santa Mara de Ocopa, en
la mtica tierra de Jauja en Per. As visita la isla Fray Pedro Gonzlez de Ageros de la orden serfica, oriundo del Convento de la Pursima Concepcin en
Castilla la vieja, quien tras su misin en el archipilago en 1791 escribe esa obra
clave para el conocimiento del archipilago que es la Descripcin Historial de
Chilo. En el continente, la repoblacin de Osorno en 1793, estimula el proceso de evangelizacin asimismo con la orden franciscana.
Conjuntamente con la vinculacin eclesistica directa de las misiones franciscanas al Per, Chilo haba sido segregado de la Capitana General de Chile
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Ultracautn
La iglesia de Ultracautn
sucesivos
gobernadores.
La resistencia mapuche no
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IZQUIERDA Detalle de
distintos objetos religiosos
sobre mesa de la sacrista.
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Fiesta: 16 de julio
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Vilcn
Ha llegado un mensaje
estado de conservacin de
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DERECHA Sacrista
Ornamentos extendidos sobre
sillas. Al frente muebles de
sacrista.
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zo definitivo por afianzar la fe catlica en Arauco, empresa ardua y costosa llevada a cabo durante los tres
siglos anteriores por franciscanos y jesuitas. A fines
del s. XIX, los capuchinos italianos son relevados por
sus hermanos bvaros, quienes dejarn su sello en la
construccin de iglesias, en los talleres de carpintera
de Padre las Casas y Panguipulli y en textos como el
del padre Moesbach. La misin de Vilcn la funda el
IZQUIERDA Detalle de
distintos objetos religiosos
sobre mesa de la sacrista.
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Fiesta: 4 de octubre
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San Jos
Cherquenco
La naturaleza despliega
Cuando a principios
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ahora a nuevos abusos e injusticias. Los padres capuchinos asumen su educacin como parte esencial de
su labor misionera y abren escuelas internados junto
a sus capillas.
Cherquenco era lugar de misin incluido en la parroquia de Vilcn, creada por los capuchinos en 1919.
En el verano de1926 el padre Felix Jos de Augusta va
a Cherquenco a buscar un sitio para levantar una capilla para la misin. En 1932, el padre Fotino comienza
a reunir maderas y fondos entre la comunidad para
empezar la construccin. Con la presencia de 50 padrinos y varios fieles se coloca la primera piedra el 29
de mayo de ese mismo ao. Se trabaja durante el crudrsticamente la situacin de los indgenas. Los mapu-
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Santsima Trinidad
Puruln
En su crnica de la
sarrollaba en el marco de
de la capilla.
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ces como fortificacin defensiva de Valdivia tras la refundacin de sta en 1645. Su funcin era asegurar
la navegacin ro arriba y proteger la comunicacin
con los asentamientos agrcolas y misioneros que se
haban instalado. Los jesuitas tuvieron en el fuerte un
centro de operaciones para sus misiones circulares y,
hacia 1740, explotaban una hacienda cercana para el
sostn de su obra. Tras la expulsin de la Compaa
en 1767, los franciscanos del Colegio de Propaganda
Fide de Chilln asumen el trabajo evangelizador con
su sistema de doctrinas y escuelas instaladas en comunidades indgenas. La guerra de Independencia corta
drsticamente el desarrollo del programa misionero
franciscano, al ser desterrados los frailes por su apoyo
a la causa realista. A partir de 1836, franciscanos italianos vienen a reabrir el Colegio de Chilln y a fundar
el de Castro. Cuando se crea el Obispado de Ancud
en 1840, el rea de Puruln queda bajo su jurisdiccin como integrante de la provincia de Valdivia. Los
franciscanos de Castro retoman el trabajo misionero
en la zona. En 1848, la Santa Sede crea la Prefectura
Apostlica de la Araucana, con sede en San Jos de
la Mariquina. El gobierno de Bulnes, que haba impulsado en 1845 la ley de Colonizacin y preparaba la
incorporacin definitiva de los terrenos australes al
Estado chileno, encarg a su embajador en Roma, Ra-
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Pinturas en el cielo. Escenas de
la vida de San Francisco.
DERECHA Interior cpula.
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ches. Las escuelas misionales tendrn vital importancia para que stos puedan hacer valer sus derechos en
los parlamentos con las autoridades y en las ofertas
de compra de tierras de los colonos. Testimonio de
esta labor protectora, es la crnica del parlamento de
Coz Coz, al que acuden representantes de las comunidades mapuches de Puruln, Villarrica, Panguipulli y
Argentina. El cronista asiste junto al padre Francisco
de Luxemburgo, a cargo de la misin y de la escuela internado de Puruln. Desde que se celebrara el
ltimo parlamento con Cornelio Saavedra en 1867,
los lonkos, vistos reconocidos sus derechos sobre sus
Vista desde la puerta de la
iglesia hacia el mar.
sus propiedades.
el templo.
Toms de Augusta.
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Fiesta 11 de junio
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Trumao
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Fiesta: 23 de enero
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San Jos
Playa Maitn
El agente de la Coloniza-
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catlicas de Westfalia.
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Pinturas en el cielo. Escenas de
la vida de San Francisco.
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Fiesta: 19 de marzo
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Puerto Varas
En el verano de 1851,
El primer domingo de
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como villa.
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en el sector del lago. En 1856, La Compaia de Jess retorna a la zona tras su expulsin en 1767, creando una
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Mara Inmaculada
Cocham
La iglesia de Cocham
malocas de la existencia de
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hacia 1880.
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Fiesta: 8 de diciembre.
del valle.
En aquel tiempo pionero, Chilo se hace presente en el estuario con sus hijos colonos, carpinteros
de lanchas y de iglesias que van coronando los nue-
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Maulln
La Cordillera de la Cos-
ta va descendiendo y a la
se de mariscos, pescados
bosques. El continente va
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ARRIBA Y ABAJO
Pinturas en el cielo. Escenas de
la vida de San Francisco.
DERECHA Interior cpula.
Carelmapu y Maulln.
cular, pero su gran poblacin espaola obliga a suponer la existencia de una capilla bien atendida. Cuando
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Carelmapu
la Virgen de la Candelaria
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ARRIBA Y ABAJO
Pinturas en el cielo. Escenas de
la vida de San Francisco.
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San Antonio
Colo
El santo patrono de
En el plano de la misin
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IZQUIERDA Entrada a la
capilla.
Atlantes de madera tallada
que pertenecieron al convento
de San Francisco.
Siglo XVII-XVIII.
DERECHA Vista exterior de la
capilla.
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de Colu.
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PGINAS ANTERIORES
IZQUIERDA Cristo de la
columna Imagen de madera
policromada. Siglo XVIII-XIX
la nueva construccin.
de la humanidad en 2000.
Fiesta: 13 de junio
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Tenan
La Punta de Tenan es
un hito en la navegacin
la encomienda de Francis-
co de Andrade y Barrien-
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IZQUIERDA Entrada a la
capilla.
Atlantes de madera tallada
que pertenecieron al convento
de San Francisco.
Siglo XVII-XVIII.
DERECHA Vista exterior de la
capilla.
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stas y el techo con fierro calamina. En 1913 fray Gabriel Oyarzn entregaba la parroquia dando cuenta
del tingle de los lados de la iglesia en toda su extensin con fierro galvanizado, con planchas heredadas
de su antecesor. La versin que atribuye stas a un
donativo del presidente Pedro Montt slo encuentra
fundamento en los donativos que su gobierno hizo a
la construccin de la catedral de Ancud, techada con
este tipo de planchas, y que pudo, en teora, abastecer
con material sobrante a Tenan.
El dibujo de fachada de la iglesia resulta inesperado
y muy interesante. A primera vista, las torres menores
parecen tratar de compensar la desproporcin que
ensea la altura y el volumen de la torre principal con
en 1779 y descrita con una sola torre, mostraba en-
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La celebracin de san
costumbres
recorriendo
lugares
en
relacionadas
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ARRIBA Y ABAJO
Pinturas en el cielo. Escenas de
la vida de San Francisco.
DERECHA Interior cpula.
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