Salazar Cuauhtemoc
Salazar Cuauhtemoc
Salazar Cuauhtemoc
C U A U H T M O C:
r a z a resis t en c i a y
t er r i to r io s
Citlali Salazar
F i g . 3 : detalle
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Dios exige, que es conciencia de las responsabilidades que entraa la libertad; por ello el xodo es tan prolongado y la meta
de la tierra prometida es un don que hay que merecer.
Este proceso, como metfora, nos remite a la conformacin de las nacionalidades americanas; en algn momento las
paulatinas liberaciones avizoraban un futuro portentoso, mismo que prometa materializarse a partir de la experiencia
comprometida y responsable de la libertad.
Los relatos libertarios de las naciones suponen, como ya
fue apuntado, un antecedente de esclavitud. El comienzo de la
sujecin como un momento clave en la mitologa de este pas,
es al que me he de referir a continuacin.
Eplogo: La santidad tiende a la libertad y a la justicia.4
El inicio de la sumisin
En un escenario acutico concurren bergantines y canoas, no es un encuentro tranquilo, se trata de una irrupcin. El mando de un bergantn increpa a su similar de
la canoa y busca abordarla. Es una aprehensin. Este hecho marca el final de una
batalla de resistencia y el comienzo de la esclavitud. El personaje aprisionado es el
rey de la ciudad cada; con l, la autoridad legtima, las instituciones y la reaccin
contra el conquistador son tambin subyugadas. Durante la Colonia el ciclo cortesiano de la conquista se represent en una serie de proezas donde el prendimiento
de Cuauhtmoc se coloc al final, ya que fue la culminacin de una empresa, cuando caa un imperio.
Ya en el siglo XIX se convertir en una parte de otra pica, una narracin de la
derrota. Existen numerosas versiones de la escena de la aprehensin, varan en cuanto al nmero de personajes involucrados, los atuendos y las fisonomas. Las constantes son, un escenario acutico y la aquiescencia del emperador Cuauhtmoc tras
ser sorprendido en la malograda fuga. Hay un rasgo que resulta el ms significativo
de tal encrucijada: la actitud del emperador que, si bien es siempre pacfico, en algunas representaciones, que van de los siglos XVII al XIX, se convierte en el defensor
de la honra de las mujeres que viajan en la canoa, haciendo hincapi en la reina como
su consorte. ( F IG s . 1 , 2 y 3 )
Tal conducta galante es del todo comn en las figuraciones decimonnicas del acontecimiento, mientras que en los
siglos anteriores (salvo excepciones) el pasaje narrativo es la
sujecin del personaje con atavos de realeza. Durante el siglo
de la independencia el hroe tambin es un hombre virtuoso,
adjetivo que estaba dentro de los cnones de la sociedad decimonnica.
He aqu un mismo momento: la aprehensin, que simboliza el inicio de la esclavitud pero que, con la presencia de
las mujeres en la canoa, cambia del todo la dignidad de quien
es preso. Nos hace pensar que, tal vez, si no estuvieran las damas, el emperador rechazara la sujecin, pero sus cometidos
masculinos hacen imposible la resistencia.
Hemos dicho que se analizara la realidad del mito y que lo haramos con la
produccin plstica como impulso, no obstante, es preciso referirnos a las crnicas
de la poca, ya que ellas, junto a las imgenes, nos darn la visibilidad del mito.
Sobre el episodio de la aprehensin Francisco Lpez de Gomara en la Historia
de las Indias y Conquista de Mxico dice: Quhatimoc [sic] se puso en pie en la popa
de su canoa para pelear. Mas como vio ballestas armados, espadas desnudas y mucha
ventaja en el navo, hizo seal de que iba el seor y rindiose.5 En el testimonio de
viso de Bernal Daz del Castillo tambin se da cuenta del episodio, el emperador
entonces dijo: No me tire, que soy el rey de esta ciudad y me llaman Guatemuz; que
lo que te ruego es que no llegues a cosas mas de cuanto traigo ni a mi mujer, ni a
mis parientes, sino llvame luego ante Malinche.6 O bien, Diego Durn y su Historia de las Indias de Nueva Espaa e islas de tierra firme, donde narra que Cuauhtmoc
se meti en una canoa, cubierto con un petate, con un solo remero que lo sacaba
de la ciudad7, siendo as aprehendido.
Vemos pues, que tanto en relatos escritos como en visuales, no hay uniformidad sobre el comportamiento de Cuauhtmoc; lo cual es significativo para nuestros
fines, ya que nos permite entender mejor que la interpretacin de un suceso y su
persistencia ser el sntoma para ubicar cuando una accin o ancdota es utilizada
y la manera en que se reconfigura, haciendo verosmil una parte del mito.
Esto lo entenderemos mejor en el episodio posterior al prendimiento: el encuentro con Corts (que a su vez es la contrapartida de otro clebre encuentro que
se verific en la entrada de la ciudad de Mxico). Durante la Colonia no fue recurrente su figuracin salvo excepciones como el enconchado que aqu se reproduce y
que es pieza del siglo XVII ( F IG . 4 ) ; en el acontecimiento coinciden ambos dirigentes en un abrazo que tambin recuerda al que Corts le dio a Moctezuma. El sufrido
abrazo de Cuauhtmoc simboliza la claudicacin. Una vez ms, durante el siglo XIX,
las figuraciones de la misma escena son muy distintas. Es constante la actitud del
monarca mexica tan digna y segura ante la presencia del conquistador: Cuauhtmoc
se adelanta al encuentro y con gestos retricos seala con el ndice la daga que el
capitn espaol lleva al cinto, al tiempo que sus labios se abren puesto que est pronunciando una arenga donde solicita a Corts que le d muerte. El conquistador,
conmovido por el valor de Cuauhtmoc, lo deja vivir. ( F i g S . 5 Y 6 ,ver pag.XX)
Hay varias crnicas que dan cuenta del momento cuando conquistador y emperador se ven por primera vez de frente; una de las piezas histricas que fue clave
para valorar la escena est en el ledo texto de Antonio de Sols, Historia de la Conquista de Mxico, donde las palabras del emperador son reveladoras: Qu aguardas,
valeroso capitn, que no me quitas la vida con ese pual que traes al lado? Prisioneros como yo son embarazosos al vencedor, acaba conmigo de una vez, tenga yo la
dicha de morir a tus manos, ya que me ha faltado la de morir por mi patria8.
Llamo la atencin respecto al gesto del emperador que hace la diferencia en un
mismo momento anecdtico: la resignacin y la entrega propias de un abrazo no son
anlogas a la valiente exigencia de muerte que hace el vencido. Pero aqu hay un
elemento ms importante, que es la arenga de Cuauhtmoc, o en frase mejor ajustada de Andrs Lira, diremos que son las palabras de Cuauhtmoc9 a modo de un
axioma religioso o un testamento poltico donde se verbaliza un principio. Varios
cronistas ponen en su boca distintas voces que justifican la peticin de muerte: la mal
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Antes de continuar con la personalizacin del profeta, hay que advertir que estamos
encaminndonos a dos cuestiones: la primera, durante el virreinato Cuauhtmoc
era parte de un ciclo; figura importante s, que simbolizaba transes definidos; pero
an no era construido como el protagonista de una gesta como lo sera durante el
siglo XIX cuando, eventualmente, la retrica sobre su persona se consagr. Segunda,
no nos resultar extrao que durante la centuria decimonnica el ltimo emperador
mexica destaque en otros momentos anecdticos sin antecedentes durante la colonia
o donde, si acaso se present, fue como mero sujeto secundario o accidental, sin
personalizacin. Tales sucesos fueron los de la batalla, es decir, durante la defensa de
un territorio; a esta parte de la historia nos dirigimos para llegar a una caracterizacin consistente del hroe como profeta.
Eplogo: Y as, preso ese seor, luego en ese punto ces la guerra, a la cual plugo
a Dios Nuestro Seor dar conclusin martes, da de San Hiplito, que fueron 13 de
agosto de 1521 aos.16
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El dios de la guerra
Un hombre altivo, de bronce, avanza a nuestro encuentro mirndonos de frente;
porta un espectacular casco que tiene en la cimera largas plumas (es el yelmo del
guerrero que lo protege y que a la vez lo anuncia por su tamao y su suntuosidad),
viste la coraza de escamas de serpiente velada por un manto de estampado simtrico; sandalias, brazaletes y orejeras completan su atavo. Este caballero es una mezcla
romana y prehispnica; es un emperador-guerrero que ha sustituido la diadema real
(xihuitzolli) por el casco que recuerda al de Marte, dios romano de la guerra. En la
mano derecha levanta amenazante una lanza, con la otra mano estruja una hoja de
papel, que es un mensaje del conquistador donde solicita la denigrante rendicin.
La escultura, obra de Miguel Norea,17 congela a Cuauhtmoc en un momento durante el sitio de Tenochtitlan, el poeta Eduardo del Valle se inspira para poner
las palabras precisas en boca del guerrero:
Vuelve y di a tu seor, que mientras tanto
quede un hombre con vida en esta tierra,
os mandar la muerte y el espanto
a la sagrada voz de Patria y guerra!
El entusiasmo varonil y santo
que en nuestras almas frvidas se encierra,
har que conquistemos la victoria
cubriendo a la nacin de eterna gloria.
Di a tu seor que los aztecas fieros,
antes que la indigna paz, quieren la muerte;
que acabarn cual cumple a los guerreros
si los destina a perecer la suerte.
Que sern impotentes los aceros
del enemigo numeroso y fuerte,
mientras le quede a mi robusta mano
un dardo vengador para el tirano.18
y siempre con sus armas en descanso. Imgenes de este tipo son muy anteriores al
Cuauhtmoc guerrero, lo cual tiene lgica, ya que hemos argumentado que la contundente caracterizacin como defensor fiero de la ciudad fue decimonnica. El
Cuauhtmoc pasivo est basado en el clebre retrato de Moctezuma del siglo XVII.19
( F i g s . 8 , 9 Y 1 0 )
El episodio del exhorto a la pacificacin hecha por el capitn espaol al emperador mexica est registrada en las crnicas, en ellas Cuauhtmoc se vuelve un
necio que elige el sufrimiento del pueblo: As Cuauhtmoc, con deseo de reinar y
mostrar valor de su persona, propuso de defender su ciudad hasta la muerte. El cual
no admiti ni quiso condescender a los mensajes y ruegos que el Marqus le enviaba para [] que no fuese causa de la destruccin y muertes que se haban de seguir
de su rebelda y mala intencin.20
En otro documento de Jos de Acosta, el ltimo rey de los mexicanos, ese
reyezuelo, es amonestado por Corts ya que su porfa tan loca tena la culpa de
tanto mal y destruccin como haban padecido.21 Desde el punto de vista de algunos
personajes del virreinato, la decisin de combatir hasta la muerte result una mala
tctica, fue egosta e insolente. Despus, durante el siglo XIX, se vuelve el nico recurso de redencin moral del pueblo vencido.
En este punto de la defensa de la ciudad es cuando comienza la iconografa del
ltimo tlatoani; mientras en el discurso escrito, el ciclo tiene inicio con la muerte de
Moctezuma a manos del propio Cuauhtmoc. No he querido seguir una secuencia
cronolgica debido a que no hubo una construccin que tuviera la correspondencia
entre narracin e imagen; para seguir la realidad del mito me estoy basando en las
interpretaciones histricas de la poca que tocan los instantes trascendentales que
fueron figurados como condensadores de mensajes.
Alfredo Chavero, importante historiador de la poca prehispnica, quien para
la segunda mitad del siglo XIX goza de reputacin como experto en su campo, nos
presenta el relato de los momentos significativos que nos interesan: primero, la solicitud de Moctezuma hacia su pueblo de pacificarse ante los espaoles: Al orle, el
joven emperador [es decir, Cuauhtmoc] ardiendo en ira patria, llamndole con
soberbio desprecio manceba de los castellanos, le tir una pedrada que lo derrib
baado en sangre [] el rey que entregaba la Patria a los extraos, era menos que
un hombre.
Ms significativo es el momento en que, una vez nombrado emperador y estando al mando de la resistencia, Cuauhtmoc convoca a los pueblos cercanos para
que formen un frente comn en la defensa, solamente [l] comprenda que haba
una patria comn para todos y que todos deban perder; y al verse abandonado se
resolva, ya que triunfar no era posible, a sucumbir por esa patria ideal.22
A estos escenarios les siguen la clarividencia frente a la misiva de rendicin, la
aprehensin y el encuentro que en el siglo XIX son figurados y comentados con la
concordancia retrica que se ha descrito respecto al ciclo.
El sumario de sus acciones, es consecuente con la ideologa que se le fabric
en el siglo de la independencia; en la empresa de guerrero-emperador se comport
(como qued mencionado antes) como un profeta. Cuauhtmoc ejemplifica el deber
hacer de un hombre honorable ante la amenaza de la esclavitud, l encarna las virtudes ticas ideales de la sociedad decimonnica; es predicador de un orden supre-
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mujer y un nio (acaso esposa e hijo), quienes visiblemente alarmados ruegan a los
conquistadores sealando la cruel escena. Al fondo: la ciudad, el ejrcito invasor y
la sumisin de los conquistados.
La figuracin de Cuauhtmoc de este modo recuerda a la forma en que fue
representado, durante el virreinato, el martirio de san Sebastin: de pi, semidesnudo, atado a un rbol, el joven centurin de la guardia pretoriana del emperador
Dioclesiano resisti el tormento ocasionado por las flechas encajadas en su cuerpo.
El motivo del martirio no es el mismo, tampoco lo es el aparato o instrumentos de
tortura, no obstante, la forma de presentar sus sufridos cuerpos, su semidesnudez,
su juventud y sobre todo su resistencia y hasta indiferencia al sufrimiento, tienden
un puente entre el santo y el hroe.35
La segunda imagen, Emperador y mrtir, ofrece otra composicin: en medio
de un paisaje extico y diverso (que rene rboles, palmeras y magueyes) se desarrolla el martirio del ltimo emperador mexica y su afligido acompaante (en la
crnica correspondiente a la ilustracin, el aliado de Cuauhtmoc es llamado Netzalc, rey de Tacuba). En general, los elementos son los mismos, la ciudad prehispnica se dibuja a lo lejos, los testigos espaoles son numerosos y se ubican en varios
planos, mientras una familia de indgenas se lamenta al contemplar el tormento y
as se desarrolla el relato por todos conocido: el compaero de tormento se vuelve
hacia Cuauhtmoc y gesticula una splica; aquel le responde sin voltear y esta vez
con un discreto ademn. La asociacin figurativa es ms fuerte entre esta presentacin del martirio y la correspondiente a san Lorenzo, quien fuera condenado a muerte por el emperador Decio; la sentencia fue llevada a cabo por el prefecto Valeriano
con la mayor crueldad: a travs del fuego. En una de las versiones en la biografa del
santo, la pena fue impuesta por no entregar a los romanos las riquezas de la iglesia
que a Lorenzo, como dicono, le corresponda resguardar. En lugar de eso, el santo
exhibi ante las autoridades a los pobres de la ciudad como la riqueza de la Iglesia,
lo cual fue interpretado como un insulto y de ah la sentencia.36 En la figuracin del
martirio, el santo est recostado semidesnudo sobre una parrilla, bajo ella un vivo
fuego le abrazara todo el cuerpo. Son varias las representaciones en las que San
Lorenzo se apoya sobre la parrilla con una mano o con el antebrazo para incorporarse, mientras eleva la palma opuesta en un gesto retrico; no obstante, conserva la
apariencia propia del estoicismo, que queda demostrado en una frase irnica (semejante la que presuntamente pronunci el emperador prehispnico) al pedir a sus
verdugos que le dieran vuelta a su cuerpo ya que su carne estaba cocida.37
Los santos Sebastin y Lorenzo, activos en el imaginario catlico mexicano
cumplan con los preceptos tradicionales y oficiales que les daban el carcter de
mrtires: en los dos casos exista como contraparte un opresor (la ms alta figura de
autoridad del Imperio romano) que estaba en contra de la religin que ellos defendan siendo la causa por la cual fueron perseguidos y finalmente muertos; adems,
existi en ellos una voluntad de ser vctimas, de entregarse al martirio antes que
evitarlo de alguna manera.38
En el caso del tormento de Cuauhtmoc se presentan componentes semejantes; el ms evidente es la oposicin moral con el tirano; si atendemos la secuencia
anterior, veremos que en el encuentro el emperador cautivo solicita la muerte a
Corts quien, conmovido por el gesto de valor, le anuncia que no lo matar. Acto
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Ms activa en el imaginario colectivo hasta hoy est la accin heroica del batalln
de indios zacapoaxtlas en el clebre enfrentamiento del 5 de mayo de 1862 en Puebla,
durante la intervencin francesa.
Tambin hemos de referirnos a otra cualidad anunciada y en alto grado valorada en episodios donde se juega el honor: es la entereza, la severidad, el estoicismo. Este es un rasgo tambin imputado a la raza indgena. Sin embargo hay que
subrayar su ambivalencia: cuando se trata de los lances guerreros es positiva, pero
referida a una particularidad racial se transforma en negativa al ser los indgenas,
en definicin de su carcter, incapaces de mostrar afecto y sensibilidad, reprimiendo con fuerza sus emociones y encerrndose en su indiferencia. El desapasionamiento y una actitud equilibrada frente a la adversidad o al goce, son rasgos que
ya haban sido identificados en Cuauhtmoc y valorados en alta estima por Carlos
de Sigenza y Gngora quien seguramente identific en el hroe rasgos de un
caballero al estilo espaol por la bizarra y la compostura del tlatoani; en el Teatro
de virtudes polticas que constituyen a un prncipe de 1680, Sigenza se refiere a la
admiracin de su constancia augusta. En la caracterizacin que hace Sigenza del
ltimo emperador, la firmeza y perseverancia de sus decisiones y la seguridad con
que se enfrenta a sus enemigos (que son la guerra, el hambre y la muerte) son las
cualidades que lo hacen sublime para ganarse el siguiente eptome: La mente
permanece inconmovible.45
En sntesis, vemos que la honorabilidad, a la que pertenecen el valor y la entereza como principales caractersticas, no era exclusiva de una clase social, y segua
ciertos sistemas dependiendo de la pertenencia social y racial de los involucrados.
Lo que podemos asegurar es que el ciclo de Cuauhtmoc es una apologa de la honorabilidad del vencido donde se rescata una actitud ejemplar llevada ante trances
difciles, humillantes y desventajosos. Los actos del vencido enaltecan su virilidad,
mientras que las acciones de los conquistadores que rechazaban los preceptos del
honor, eran del todo reprobados segn las convenciones decimonnicas. ( f i g . 1 4 )
Una vez ms recurro a Ignacio Rodrguez Galvn quien en su poema, Profeca de
Guatimoc, increpa a Corts sobre lo que hizo con Cuauhtmoc:
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Por lo pronto hay que destacar que al presentar una parte del mito de Cuauhtmoc se estaba rescatando al mismo tiempo, la etapa prehispnica para la conformacin de una historia de la nacionalidad mexicana. Los libros en los que aparece
la imagen del martirio dan cabal cuenta de ello: Historia antigua de Mxico y de su
conquista, el Libro Rojo y La biblioteca del nio mexicano son parte de este proceso.
El lugar en la prensa es un tanto distinto, aqu la imagen tiene un carcter ms
marcado de atractivo y de incentivo ya que el texto que la acompaa es menos extenso y, en algunos casos, se reduce a hacer un recordatorio de la festividad correspondiente al hroe, haciendo de la imagen la mejor reminiscencia.
El caso del calendario popular es muy interesante. Estos objetos eran de consulta, ofrecan informacin til pero de forma distinta a los libros. Al estar dirigidos
a las clases populares, los objetos por lo general eran pequeos, manejables, concretos y de contenido atractivo; incluso haba calendarios especializados, dirigidos a
ciertos intereses; como aquellos astronmicos que buscaban indicar sobre los ciclos
agrcolas. Para nuestros intereses es necesario destacar aquellos casos en que se busc promover la historia prehispnica por medio de algunas escenas como la del
martirio de Cuauhtmoc.
El martirio de Cuauhtmoc en el calendario popular de 1861 acompa,
como ya lo vimos, las listas de los santorales para todo el ao y no fue la nica
ocasin en que ocurri esto. El calendario de Daz Triujeque para 1851 tambin
coloc la litografa llamada Sacrificio de Cuautemotzin entre sus pginas. Se
trata de la misma estampa que ilustra la edicin en espaol de la Historia antigua
de Mxico y la de su conquista de William H. Prescott que ya se describi aqu, en
pginas anteriores. Esta vez la estampa, form grupo con otras imgenes del mismo tema como un empeo por ilustrar ese calendario con evocaciones a la poca
prehispnica y de la conquista.48
Lo que se desprende de lo dicho hasta aqu son dos cuestiones, la primera, el
claro inters aleccionador que esta escena busc. Una intencin no exenta de direccin ideolgica y posicin poltica una vez que hemos mencionado que la historia
prehispnica form parte de un modelo identitario no ajeno a lo racial (lase indgena) como antecedente de lo mexicano. Y la segunda cuestin, est en el campo de
la estrategia de la imagen, en este caso, las ventajas de la grfica como un medio de
divulgacin masiva en objetos que tuvieron circulacin entre grupos especficos: los
calendarios para clases populares, la prensa y los libros para los letrados y junto con
estos los libros especializados para educar a los nios. A veces no era el martirio sino
el encuentro o la aprehensin lo que ilustraba el texto, ejemplo de ello lo tenemos
en Lecturas histricas mejicanas: la conquista de Anhuac de Carlos Pereyra. 49
La grfica pues, ofreca la oportunidad de divulgacin y tambin la de reproduccin. Muchas veces, las ilustraciones fueron copias de cuadros o de relieves que
por sus dimensiones y su materialidad no tenan la circulacin fsica que tuvieron
las publicaciones; no obstante pudieron recorrer camino ya fuera en reproducciones
o como modelos que inspiraron las escenas (generalmente ms simplificadas) en
estampas. Estas versiones nos sirven para conocer obras hoy perdidas.
El martirio figurado en escultura o en pintura tuvo caractersticas especficas; el
tema result protagonista ejecutado en estos medios. Debemos comenzar por el relieve hecho por Gabriel Guerra, pensado para exhibirse de forma permanente en un
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A decir de Riva Palacio, una nacin se defina por la hechura de una raza
propia y a medida; no del predominio numrico de un grupo racial o del podero
de uno sobre otro, sino de un espritu, alma y cuerpo visibles y verificables como
particulares: hombres que sienten y piensan y creen y quieren, no slo segn su
particular organismo, sino segn la raza a la que pertenecen.56 Para nuestro autor,
la raza valedera para Mxico era la mestiza, mezcla de espaoles con indgenas. El
componente ms importante de la nacionalidad mexicana, as caracterizada, requera de ancestros fundadores, los padres primigenios de los que se sac la semilla, uno
de ellos fue Cuauhtmoc, segn Vicente Riva Palacio.
Aqu por primera vez, se identifica oficialmente al ltimo tlatoani mexica
como el ancestro ms viejo de los mexicanos. Cuauhtmoc se ubica justo al inicio
de una etapa de formacin (que comienza en 1521). Como parte del discurso sobre
el mestizaje, es que se exhibe la ilustracin del bautizo de Cuauhtmoc, representando el perfecto convenio de dos partes de las que nace la nacin mexicana.
El padre del mestizaje tambin tiene presencia en otra obra de Riva Palacio,
esta vez literaria: la novela llamada Martn Garatuza aparecida por primera vez en
1868. En esta obra el autor ya expone los argumentos que ocupar aos despus en
su obra de historiografa. En la trama literaria, Cuauhtmoc no tiene un papel
central, no es caracterizado como valeroso guerrero; lo presenta como el ascendiente de uno de los protagonistas, como un futuro padre que avizora su lugar y
as lo enuncia: El tronco carcomido dejar lugar al retoo vigoroso; si mi nombre
muere, mi sangre fecundar esta tierra.57
El nacionalismo mestizo fue til en varios foros, como en el internacional;
pero no fue siempre bienvenido en otras arenas que rechazaban el mtico parentesco con lo indgena, aunque fuera con el indgena herico que haba muerto en
la conquista, segn la propuesta. En un momento de estratificacin racial y clasificacin por fenotipos, la apariencia mestiza tuvo que ser construida con mucho
cuidado para que funcionara como espritu, alma y cuerpo visibles y verificables.
Este planteamiento no tuvo mucho xito, de ah el papel secundario que tuvo
Cuauhtmoc como representante racial de todos los mexicanos durante el siglo
XIX. La calidad de padre primigenio se recuper, sobre otros aspectos, ya en el siglo
XX, cuando el componente racial indgena fue una cualidad y ya no pesaban tanto
los valores de la honorabilidad del vencido.
Se hace necesario llamar la atencin sobre la contradiccin en la constitucin de la verdad del mito. Cmo podan convivir escenas opuestas sobre la proeza del hroe en
la misma temporalidad? Ms an, es intrigante cuando se
seala que Vicente Riva Palacio (que ilustra su ideologa nacionalista y racial con el bautizo de Cuauhtmoc) tambin
fue quien, unos aos antes, concret el homenaje a Cuauhtmoc en estatuara monumental en el Paseo de la Reforma del
que resultaron dos clebres representaciones que ya hemos
descrito: la del indmito y honorable guerrero defensor de
la ciudad y la del ms logrado mrtir estoico en la hoguera.
La respuesta est en el sujeto que fue un estratega del mito,
en su ideologa, en su postura, en sus cargos, en sus obras;
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Otra caricatura es El xodo de una raza ( F i g . 1 8 ) del
15 de diciembre de 1895, donde se critica al clero por un incidente racista ocurrido en la Villa, y es que se inform que en
la fiesta de la Emperatriz de Mxico del 12 de diciembre haban
concurrido muy pocos indgenas; situacin extraa, ya que
era una festividad preferida de los naturales. Al buscar una
explicacin se record lo ocurrido meses antes en el mismo
lugar, el 12 octubre de ese ao, cuando se efectu la fiesta de
los artificiales, una solemnsima ceremonia donde se coron
la imagen de la virgen. A tal acto tan selecto, concurrieron
ilustres personalidades de ciertos estratos y en la ceremonia
principal no hubo cabida para los indgenas, quienes tuvieron
que salir del templo.58 La caricatura correspondiente est dividida en dos partes, en una de ellas hay una familia de indgenas saliendo pesarosos del templo, el hombre trae sobre su
espalda una carga de oprobios y prejuicios imputados a su
raza. En otra parte de la lmina estn un par de monumentos
a hombres ejemplares: Cuauhtmoc y Jurez como pruebas de
la vala de los indgenas; ambas personalidades en oposicin
al falso hroe que ocupa el tercer pedestal.
En la siguiente lmina titulada Lo que hara Cuauhtmoc
si tuviera a su alcance a don Emilio, nuestro hroe se apersona
como el guerrero de Norea, esta vez deja de empuar la misiva ofensiva del conquistador para dar un jaln de oreja a un elegante caballero. De nueva cuenta es en
el mes de agosto, con motivo de la festividad cvica en su honor, que se publica la
caricatura. En esta ocasin Cuauhtmoc, como representante de los sometidos, castiga a Emilio Castelar quien personifica a los que en esos das, a travs de artculos
en peridicos espaoles, les haba dado por enaltecer la figura de Hernn Corts y
de paso, asentaban algn raspn a Cuauhtmoc. El Hijo del Ahuizote lanza una
doble advertencia a sus colegas periodistas, una con la caricatura, otra con un claro
mensaje: Nosotros opinamos porque no toquen esa cuestin [] porque an no
se acallan en la garganta de los pueblos el expresivo grito de guerra que simboliza el
odio al conquistador59
Finalmente en el mismo tono patriota frente al extranjero se dirige la imagen de abril de 1899 llamada Las credenciales de Aspiroz ( F i g . 1 9 ) . Ese ao, por primera vez, Estados Unidos concede al representante de Mxico la calidad de
embajador, el gobierno mexicano hace el nombramiento de
Manuel Aspiroz para tal cargo, quien viaja a Washington.
Como era costumbre, se deba ofrecer un recibimiento cordial
por parte de los otros embajadores, cosa que no sucedi ya
que el representante mexicano fue desairado por sus similares
de Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia e Italia. El malestar
pudo estar en el desacuerdo de otorgarle a Mxico la categora
de embajada que lo coloc a la par de los pases mencionados.
No obstante, haba otra interpretacin que fue la que circul
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que se observan continuidades en la caracterizacin del hroe, tambin se ha adaptado al momento y a la ideologa del
flamante ministro, tal como antes fue interpretado y esgrimido por Vicente Riva Palacio en la segunda mitad del siglo XIX.
En 1922, a travs del verbo de Vasconcelos, Cuauhtmoc es
ejemplo de moderacin y templanza, al no doblegarse ante
los escenarios adversos, se vuelve alarde de la mente. Tambin emula a Riva Palacio en su idea de mestizaje: El suelo
de Mxico no es ni ser propiedad de un solo color de la tez
ni de dos razas solas, sino de todas las que pueblan el mundo
siempre que amolden sus mpetus al ritmo secular indoespaol.69 Cuauhtmoc entonces, fue declarado abiertamente
hroe indgena, el ancestro primigenio de la raza mexicana,
formulada por la intelectualidad y por el poder como dignamente mestiza. El emperador mexica conserv otros de sus
papeles: el de embajador del patriotismo, el denodado defensor de la ciudad de Mxico, el mrtir de la patria y el icono
comercial de una empresa mexicana.
A no dudarlo, el mejor papel que llev al lmite durante
el siglo XX, y del cual somos herederos, fue el del hroe sublime. Esto parecera una obviedad, ya que todo hroe que permanece para un festejo
bicentenario resulta divino, no obstante, me refiero a que sus mximos valores de
virilidad y honorabilidad (en oposicin al oprobio y a la ambicin) dejan de ser los
referentes ms importantes de su gesta y ahora es el halo santifico que ocupa el lugar
en la retrica visual.
Para apoyar tal afirmacin est una de las imgenes ms bellas de la muestra,
una escena del martirio en el fuego, obra de Vicente Badillo. Aqu la tcnica es la
clave, el grabado en linleo permite crear un ambiente flameante, la luz est al centro de la composicin como la viva hoguera, de ella se desprenden trazos tortuosos
hacia todas direcciones. La lnea del horizonte se vuelve lejana, sensacin causada
por lo que parecen muescas acompasadas del piso (que no es ms que el reflejo del
fuego) y que le dan al espectador una sensacin de distancia y de gran profundidad
en el espacio. Frente a nosotros estn los martirizados; asistimos como testigos del
tormento desde atrs de la escena, miramos los respaldos de los tronos de piedra
donde yacen, sometidos, con las manos atadas. Se adivinan como hombres de proporciones colosales; las seales flamgeras se transforman en nimbos. No vemos sus
rostros, no es necesario, apenas un ligero movimiento sugiere la identificacin de
cada uno y a la vez ubica el momento exacto de la tortura: Tetlepanquetzal gira la
cabeza hacia su compaero para hacerle saber que no soporta ms tal situacin,
mientras Cuauhtmoc empua su resistencia y mira al cielo. Para figurar la escena
del martirio, no slo se ha simplificado el escenario, tambin se ha prescindido de
la contraparte, los conquistadores; la oposicin de virtudes viriles ya no es necesaria;
tampoco lo es el complejo montaje de la ancdota, ni siquiera el registro del rostro
sufriente. El suplicio en el fuego es un trance conocido, el estoicismo es el valor que
permanece y basta un detalle para presentarlo. La clebre frase irnica sigue presente, se sugiere en voz del hroe al elegir figurar ese instante.
La simplificacin de la pica cuauhtemista es engaosa
si se piensa slo de esa manera, en realidad su presencia va
acompaada de una exaltacin consagratoria de su persona
con ayuda de unos cuantos elementos de asociacin a una gesta cada vez ms lejana. Otros tantos ejemplos de lo dicho son
el leo de ngel Zrraga de la embajada de Mxico en Francia,
al que ya nos referimos, o la imagen que Diego Rivera hace en
una seccin mural para la Secretara de Educacin Pblica,
donde Cuauhtmoc permanece erguido en un nicho; est despojado de atuendos prehispnicos y ataviado modestamente
con una tnica que parecera mortuoria. Porta como nico
atributo la honda con la que se presume le dio muerte al traidor Moctezuma ( F i g . 2 7 ,ver pag.XX) .
Aquel vengador o verdugo del infiel a la patria, est
tambin en una conocida imagen del TGP, obra de Leopoldo
Mndez ( F i g . 2 8 ,ver pag.XX) , su Cuauhtmoc (de 1949)
avanza con pies flameantes y con honda en mano; el rostro es
inexpresivo; en la cabeza porta un tupido penacho con la diadema real; est semidesnudo y, en su avanzada, el cuerpo ocupa todo el cuadro imponindose en dimensiones descomunales, efecto acentuado frente a los dos cuerpos que se derrumban
y empequeecen ante su presencia. Ellos son el infortunado
Moctezuma, quien con expresin de gran sorpresa se cubre la boca con una mano
y se desploma junto a su compaero, un soldado conquistador ataviado con su
armadura quien tambin se repliega mirando el decidido avance del mrtir caracterizado como un justiciero armado.
As, nuestro hroe se ubica en otro plano fuera de lo narrativo o anecdtico.
Es de notar otra caracterstica: se olvida el modelo de Norea. Incluso Cuauhtmoc
se vuelve modesto, ya no se atava como grave guerrero y apenas se insina su
realeza en el xihuitzolli. Otras representaciones salvarn la caracterizacin de defensor frente al extranjero, pero ya no recuperar la doble caracterizacin tan pulida que le hubiera dado Norea.
El clmax de lo sublime se ubica en una pieza del ao 1948 obra de Antonio
Gmez R. ( F i g . 2 9 ) donde Cuauhtmoc est ascendiendo a la gloria escoltado
por tres damas celestes que son especie de plyades a la mexicana ordenadas en
cortejo, una de ellas sostiene palmas que simbolizan el martirio; otra sujeta diversos
atavos del tlatoani: su manto, diadema real, arco con flechas y un ramo de rosas
blancas; la ltima le coloca, con mucha formalidad y delicadeza, una corona de
hojas de laurel o encino. Al centro de la composicin se eleva el cuerpo semidesnudo, delicado y joven de Cuauhtmoc, su rostro denuncia el letargo divino en el que
se encuentra, se deja arrebatar por la gloria de la ascensin al topos uranos.
El cielo estrellado es el escenario, pero una cruz difana da el toque final que
obliga a la irrefutable asociacin cristolgica. Esta escena de abierta santificacin
de un hroe prehispnico se apoya en un imaginario muy familiar: la ascensin de
Cristo, otro joven mrtir (con cuerpo delicado y semidesnudo) dirigindose gozoso a la inmortalidad divina.
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En el siglo XIX, las imgenes sobre Cuauhtmoc pretenden instruir dentro
del discurso de lo histrico, recreando una interpretacin de los sucesos que tuvieron ubicacin en coordenadas temporales y espaciales, y estableciendo elementos de una narracin local (la ciudad de Mxico), o en todo caso, nacional (la
nacin mexicana). La gesta de Cuauhtmoc era comparable con un modelo clsico y universal, pero siempre conserv caractersticas locales. En contraste, la propuesta figurativa de Antonio Gmez se ha despojado de estas coordenadas bsicas
y la escena se empea en formar parte lo universal y atemporal. Para contenerlo
en tal esquema, se recurre al mbito religioso; la forma de enfocar se ha invertido:
lo universal sobre lo local. El encuentro de la esfera religiosa con la civil, da un giro
dramtico para apoyarse en la primera; los modelos iconogrficos ya no se comparten, esta vez se enciman. En esta expropiacin para el imaginario colectivo, el
hroe prehispnico gana divinidad y pierde totalmente aquel atributo que lo sostuvo en el siglo pasado: la virilidad. Ahora se vuelve francamente femenino, fino,
dbil y, para nuestra sorpresa, expresivo.
Por otro lado hay que destacar la circulacin de esta imagen, empleada en
almanaques, con una distribucin popular. Se vuelve a asociar el santoral (informacin bsica del calendario popular), con la imagen de un hroe prehispnico santificado. Estamos argumentando pues,
que la propuesta grfica de Cuauhtmoc se ha transformado y entendemos
tambin que su asimilacin ha cambiado, el gusto por lo cursi estalla en esta
propuesta y en su consumo.
La imagen de Cuauhtmoc sublimado comparti presencia con otro tipo
de oferta en el siglo XX, aquella simplificada, extrada de los cdices ms antiguos; el hroe se transforma poco a poco
en emblema. El guila fue otra de las
formas de hacer presente al ltimo tlatoani; como variedad derivada, el caballero guila registr al guerrero indmito, defensor en activo de la ciudad de
Mxico, que fue su territorio por excelencia; se concibe a Cuauhtmoc como
un hroe local ya que est ubicado geogrficamente en la capital mexicana.
El ejemplo ms acabado de la correlacin Cuauhtmoc-ciudad de M
xico est en una representacin territorial en la que se hace entrar a la capital
en la silueta de un caballero guila,
creacin de Emily Edwards en 1932
( F i g . 3 0 ) . El boletn de prensa preparado por el Departamento de publici-
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tesoro; otros tantos visualizaron el diluvio de turistas y los nuevos caminos que seran necesarios; no falt quien pensara en la consagracin mayor con un monumento del mismo tamao que el de la Revolucin, eso sin contar que la historia deba
volver a escribirse para mencionar a Ichcateopan y al estado de Guerrero en los
anales de la patria, vinculados al hroe ms limpio de la historia.72 Los siguientes
meses fueron de fervor nacionalista en varios puntos del pas, pero la regin que
agrup ms devotos, fue Guerrero. La conmemoracin anual de la raza (el 12 de
octubre) se hizo en grande en el poblado guerrerense ya que el ex-templo de la
Asuncin se convirti temporalmente y de manera simblica en residencia de los
poderes del estado. El Colegio Militar reclam las reliquias del hroe que defendi
a la ciudad de Mxico, mientras los pobladores de Ichcateopan demandaron el reconocimiento regional del clebre tlatoani. Sera interminable describir las muestras
de beneplcito y fervor ocasionados por estos hallazgos. Pocos meses despus, la
comisin encargada de evaluar los restos declara sus dudas en cuanto a la autenticidad de lo desenterrado. Inmediatamente les lleven enrgicas llamadas al silencio;
una de las opiniones ms viscerales la pronuncia el pintor Diego Rivera: Quienes
han negado la autenticidad de los restos, o son polticos perversos o antimexicanistas que saben bien que herirn al pueblo y al gobierno que los emplea, o son profesionales ineptos y remata propinando un golpe ms a los acadmicos de la comisin: si maana los campesinos, indios sublimes que guardan los despojos del jefe
de su pueblo, rifle en mano se apoderan de los negadores y arrimndolos a un muro
de Ichcateopan, los fusilan, haran una obra de absoluta justicia histrica y patria.73
Finalmente la comisin no hace ms declaraciones y tendrn que pasar un par de
aos para que se designe una segunda comisin en 1951 y una tercera muy posterior,
en 1976. Las resoluciones de los estudios en diferentes campos acadmicos se dirigen
a lo mismo: los restos no eran de Cuauhtmoc, los documentos de la familia Jurez
resultaban falsos. Pero aqu no hemos de seguir el proceso de la certeza, sino el de la
realidad del mito y para ello est la produccin plstica.
Una vez establecido el Estado de Guerrero como enclave del ltimo tlatoani,
se entender que a mitad de la dcada de los cincuenta Juan OGorman proyectara aquel mural en el hotel Posada de la Misin, en Taxco, con el ttulo A nuestro
rey y seor Cuauhtmoc, leyenda reveladora que antes trasmiti una placa
hallada en el supuesto entierro de Ichcateopan que deca: Rey e S. Coatemo.
El mural fue encargo de un particular,
el Mayor Roberto T. Amzaga, compadre del artista.
OGorman decide hacer en esta comisin, un homenaje a Cuauhtmoc
[y] un exvoto por Mxico.74 La referencia religiosa no es gratuita, un exvoto es una seal de agradecimiento, una
pieza en ofrecimiento que se coloca en un sitio significativo, generalmente lugar de
peregrinaje o que tiene relacin con la promesa que ocasion el exvoto.75 En relacin con esto, quiero destacar a un personaje figurado en la obra, en el extremo
izquierdo est el hroe libertador Vicente Guerrero cerrando una procesin que se
dirige al centro de la escena donde el tlatoani espera la pleitesa. Hallamos manifiesta la reiteracin territorial, figurada en la misma pieza mural en lo que parecera
un anacronismo cronolgico, en realidad el hroe de la independencia est en el
mural de Taxco para manifestar una toponimia. Se comprueba que Guerrero se
reconoci como sitio privilegiado a raz de los hallazgos de Ichcateopan; cuando
Cuauhtmoc mud su distrito de remisin.
Como lo estamos evidenciando, las negativas de los acadmicos nada detuvieron; el episodio de Ichcateopan dej fe, peregrinaje y una secuela figurativa.
En 1958 Jaime Sadurni elabora una extravagante exaltacin del ltimo tlatoani; se trata de un leo que nombra sugestivamente Camino a la gloria, aqu
Cuauhtmoc (reconocible por su chimalli que contiene su insignia) es un cadver
que descansa sobre un lecho mortuorio y que est siendo transportado en hombros
por un grupo de cabizbajos guerreros prehispnicos. En primer plano una mujer
se derrumba de dolor junto a una vasija con fuego; en la vanguardia estn una
matrona y otro guerrero que lleva el cargo de dirigente del cortejo fnebre. La
noche y una cadena montaosa son el entorno en el que se ubica la escena. Se adivina que frente a la comitiva hay ms de aquellas cumbres, ese es el camino que
tomarn, a juzgar por el gesto de quien es gua.
La escena descrita est consignando el supuesto primer peregrinaje hacia
Ichcateopan. Algunos de los documentos en poder de la familia Jurez, presumiblemente antiguos (y categricamente desmentidos) dan cuenta del supuesto acontecimiento: Y al joven rey lo ahorc [Corts] y qued por ms de trece das colgado y que cerca de 25 a 30 hombres desertores lo robaron y en tilmas lo envolvieron
y lo trajeron caminando en caminos muy extraviados [] porque venan persiguiendo a los desertores.76 En la construccin de esta parte del mito, varios guerreros que haban logrado escapar a los conquistadores, recogieron el cadver de
Cuauhtmoc y lo trasportaron a su lugar de origen, de donde era su madre y donde haba pasado sus primeros aos de vida. La comitiva fnebre deba hacerse camino por lugares encrespados y recorrerlos slo en la noche para evitar que los
espaoles los encontraran. La escena del traslado evoca el paso de los Alpes como
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bre apuesto: gentil, de buen parecer y de buena disposicin son las palabras
exactas que utilizan. Una caracterstica ms destacada la pronuncia Bernal Daz al
percibir que el color de su piel tiraba a blanco [ms] que a matiz de indios.79 Tales
cualidades fsicas son rescatadas en el siglo XIX: gallardo, bien proporcionando []
Su tez era aterciopelada y ms blanca que morena.80
Hubo dos gneros que fueron los ms importantes en el momento de representarlo: en grfica correspondi al retrato y en escultura al busto; el objetivo en
estos campos del arte era hacerlo reconocible con muy pocos elementos, siendo el
primero, el distintivo facial.
En la actualidad la raza (o lo racial) como una categora de anlisis, es difcil
de manejar, es considerado un concepto superado por su evidente propensin a establecer jerarquas humanas. No obstante, durante el siglo XIX fue un trmino en uso; se argumentaba en base a l,
se defenda no como posible, sino como
positivo. La raza se materializaba, era
visible e identificable. Esto comporta,
necesariamente, una aguda estratificacin social donde lo indgena estuvo
casi en el ltimo nivel.
Fabricar la apariencia facial de un
indgena caracterizado como un hroe
fue una labor complicada que no consigui consensos. La primera forma de
dotarlo de distincin cvica y halo beatfico fue colocarlo en el mito, es decir,
subrayar el alejamiento con los indgenas contemporneos. Despus, se apel
a la caracterstica de excepcionalidad:
casi no pareca indio, por ello se tomaron licencias figurativas que en rigor no
correspondan. Finalmente, la mejor
forma de consagracin era la ceremonia
y el contexto, estableciendo y reconociendo un rostro (casi indgena) en relacin con una gesta.
Para acompaar la faz estaba la actitud, y en este sentido, el temple, el orgullo, la decisin y un discreto coraje
fueron las frmulas de expresin mejor
logradas.
El rostro de Cuauhtmoc en busto
(y en escultura) result menos complicado, los materiales acudan a su ayuda
ya sea por matiz o por textura: el color
del bronce y del barro y la reciedumbre
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1 Peter Burke, La fabricacin de Luis XIV, Espaa, Ed. Nerea, 1995, p.16.
2 Michael Walzer, xodo y Revolucin, Espaa, Editorial Per Abbat, 1986,
p.151.
3 Ibid. p.160.
4 Ibid.
2003, p.476.
22 Alfredo Chavero, et.al., Memorandum op.cit., pp.1719.
26 Ibid. p.X.
pp.6184.
27 Ibid. p.IV.
10 Jos Mara Luis Mora, Mxico y sus revoluciones, Mxico, Porra, 1950,
T.2, pp.155156.
28 Ibid. p.143.
29 Josefina Garca Quintana, Cuauhtmoc en el siglo XIX, Mxico, UNAM,
1977, p.21.
30 William H. Prescott, Historia de la conquista de Mxico con un bosquejo
preliminar de la civilizacin de los antiguos mexicanos y la vida del
conquistador Hernando Corts, Mxico, Porra, 3 ed., 1985, p.416.
31 Ibid. pp.529530.
32 Agradezco a Helia Bonilla y sobre todo a Mara Jos Esparza, quienes me
dieron a conocer esta imagen.
33 Emperador y mrtir en Calendario Popular, Mxico, Aguilar Editor,
1861, p.27.
34 Ibid. p.29.
descubrimiento de Amrica, Espaa, Generalitat Valenciana/Consell Valencia de Cultura, 1992, p.70. Para el caso mexicano, las noticias ms tempranas para esta escena es la obra de Gerardo Surez, Guatimocn en
presencia de Hernn Corts, para la exposicin de 1861 para la Sociedad
37 Ibid.
pp.5455.
39 Carlos Reyero, Salvemos al cadver! Inmortalidad y contingencia del
14 El ao nuevo de 1840, Mxico, UNAM, T.IV, 1994, pp.6076, ed. facs.
15 Albert Boime, Historia social del arte moderno. El arte en la poca del
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Mxico, 1849, prr. 26, p.16 documento citado por Andrs Lira,
pp.228229.
46 Inazo Nitobe, Bushido: el cdigo tico del samuri y el alma de Japn, Saga
Ediciones, Mxico, 2005.
47 Notas de la semana en El Tiempo. Diario catlico, domingo 27 de agosto
de 1899, p.2
48 Vase el citado artculo de Mara Jos Esparza Liberal La historia de
Mxico en el calendario op.cit.
49 Carlos Pereyra, Lecturas histricas mejicanas de Anhuac, Mjico, J.
Ballesc y Ca, s.f.
50 Ver el breve pero significativo comentario que Ezequiel A. Chvez
pronunci en relacin al relieve de Guerra en el monumento a
Cuauhtmoc en El Monitor Republicano, 20 de agosto de 1887, p.2.
51 Ver Jaime Cuadriello, El origen del reino y la configuracin de su empresa. Episodios y alegoras de triunfo y fundacin en Los pinceles de la
historia. El origen del Reino de la Nueva Espaa, Mxico, INBA/MUNAL/
UNAM/IIE, 1999, p.102
es de quinientos mil litros. La cerveza mexicana desbancar paulatinamente al pulque en la cultura popular, consolidndose en el siglo XX.
Ibid. p.161.
68 En el sitio de Internet de la empresa se menciona que esta variedad de
cerveza se inici a comercializar hace ms de cien aos con el nombre de
Cuauhtmoc, en nfasis a la imagen de su envase, pero que los
consumidores la pedan como la del indio por lo que en 1905 se le
cambi el nombre por cerveza indio, conservando siempre la etiqueta
originaria. <http://www.indio.com.mx/main.html>[Consultado enero
14, 2010]
69 Jos Vasconcelos, En el ofrecimiento que Mxico hace al Brasil de una
estatua de Cuauhtmoc en Discursos 19201950, Mxico, Trillas, 2009,
p.88.
70 Agradezco a Alejandrina Escudero quien me dio a conocer esta imagen y
me proporcion una copia de su texto Una imagen de la ciudad de
Mxico de donde obtuve la cita correspondiente, y remito a su ensayo
pp.233234.
55 Vicente Riva Palacio, Mxico a travs de los siglos. Historia del virreinato,
Editorial Cumbre, EUA, 17. Ed., s/f, t.3, p.VIII.
56 Ibid, t.IV, p.15.
57 Riva Palacio, Vicente, Martn Garatuza, Porra, Mxico, 6. edicin, 1993,
Tomo 1, p.170.
58 Ahuizotadas en El Hijo del Ahuizote, 1. de diciembre de 1895, p.6.
59 Miscelnea en El Hijo del Ahuizote, 4 de septiembre de 1892, p.7.
60 Cuestin Aspiroz en El Hijo del Ahuizote, 23 de abril de 1899,
pp.262263.
61 El Mundo Ilustrado, 26 de agosto de 1900, p.7.
62 Burkhard Fehr, Los Tiranicidas o Es posible erigir un monumento a la
democracia?, Mxico, Siglo XXI, 1997, p.17.
63 Aurelio Horta, Mexicanos Ilustres. Bosquejos biogrficos para el uso de los
establecimientos de instruccin pblica, Mxico, Imprenta del Hijo del
trabajo, 1883, p.8.
64 Memoria que el Ayuntamiento popular de 1869 presenta a sus comitentes,
Mxico, Tipografa de N. Chvez, 1870, p.182.
65 Carlos Reyero, Salvemos al cadver! op.cit., p.180 y ss.
66 Jos Mara Muri et.al., Beber de tierra generosa: historia de las bebidas
alcohlicas en Mxico, Mxico, Fundacin de Investigaciones Sociales AC,
Vol.I, s/f, p.156.
67 La cervecera Moctezuma surge en 1894 en Orizaba, Veracruz. El nfasis
comercial-nacionalista para nombrar dos empresas con el nombre de
clebres personajes prehispnicos se puede sugerir en los datos de
importacin: la cerveza se consuma en Mxico a partir de la Colonia, su
fabricacin era casera y se haca en varios puntos geogrficos del Reino,
el consumo siempre fue local por ser un producto perecedero. Una vez
que aparecen los elementos para que se convierta en industria, la cerveza
en Tacubaya): las lneas amarillas sealan las vas y las rojas las calzadas
prehispnicas. Alejandrina Escudero, La ciudad posrevolucionaria en
tres planos en Anales del Instituto de Investigaciones Estticas, Mxico,
UNAM, nm. 93, 2008, pp.120121.