Rene Vega Cantor
Rene Vega Cantor
Rene Vega Cantor
Latina
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Autor(es): Vega Cantor, Renn
Vega Cantor, RennVega Cantor, Renn. Historiador. Profesor titular
de la Universidad Pedaggica Nacional de Bogot, Colombia. Doctor
de la Universidad de Pars VIII. Diplomado de la Universidad de Pars I,
en Historia de Amrica Latina. Autor y compilador de los libros Marx y
el siglo XXI (2 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot,
1998-1999; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Gente
muy Rebelde (4 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot,
2002; Neoliberalismo: mito y realidad; Entre sus ltimos trabajos
podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales
de guerra: El genocidio econmico y social del capitalismo
contemporneo (2010). La Repblica Bolivariana de Venezuela le
entreg en 2008 el Premio Libertador por su obra Un mundo incierto,
un mundo para aprender y ensear. Dirige la revista CEPA (Centro
Estratgico de Pensamiento Alternativo). Es integrante del Consejo
Asesor de la Revista Herramienta, en la que ha publicado varios de
sus trabajos..
Contraofensiva imperialista
Estado militar, aunque con careta civil, que ha sido respaldado por el
gobierno de Barack Obama.
Este golpe de Estado puede denominarse como la implementacin en
nuestra Amrica del modelo afgano, ilustrado por la forma burda
como ha sido elegido y reelegido el ttere yanqui Hamid Karsai, cuyo
respaldo fundamental y nico lo proporcionan las fuerzas de
ocupacin, junto con unas cuantas fracciones de los llamados
seores de la guerra.
En Amrica Latina, antes de Honduras, en 2002 se intent, sin xito,
efectuar un golpe de Estado similar en Venezuela, que fue un rotundo
fracaso. En Hait, en 2004, se realiz un golpe de Estado, cuando fue
derrocado, por una coalicin de los sectores ms retrgrados de ese
pas, manejada y financiada por Francia y Estados Unidos y
vergonzosamente avalada por fuerzas de ocupacin de la ONU, el
presidente constitucional Jean Bertrand Aristide, que fue expatriado
por la fuerza y conducido a frica. En este sentido, lo sucedido en
Honduras no es muy nuevo, sino que es el hecho ms reciente y ha
contado con una mayor difusin y rechazo, debido en gran medida a
la labor de denuncia y oposicin interna y la repulsa de la casi
totalidad de los pases de Amrica Latina.
En trminos estratgicos, lo sucedido en Honduras ha significado un
golpe a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Amrica
(ALBA) y al proyecto boliviariano, encabezado por Venezuela, y ha
sido una advertencia para todos los gobiernos de la regin, en el
sentido que si no se pliegan a las disposiciones imperialistas de los
Estados Unidos y sus empresas, en el futuro inmediato van a correr la
misma suerte del presidente Zelaya.
En el golpe de Honduras han confluido un cmulo muy diverso de
circunstancias, que pone de presente lo que est en juego: impedir,
como ya se dijo, la consolidacin del ALBA; revertir la negativa del
gobierno de Zelaya de privatizar la empresa Hondutel y cederla a
capital transnacional; echarle tierra a la pretensin de Zelaya de
suprimir la base militar estadounidense de Palmerola para convertirla
en la sede del aeropuerto principal de Tegucigalpa; suprimir el
acuerdo firmado con Cuba, encaminado a comprarle medicamentos
genricos a bajo precio, lo que enfureci a las multinacionales
farmacuticas que terminaron respaldando el golpe.
Estados Unidos estaba interesado en sacar a Zelaya, y su
derrocamiento se hizo con la participacin de sus mandos polticos y
militares, si se tiene en cuenta que el Ejrcito hondureo ha sido
Conclusin
Crisis Civilizatoria
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Autor(es): Vega Cantor, Renn
Vega Cantor, RennVega Cantor, Renn. Historiador. Profesor titular
de la Universidad Pedaggica Nacional de Bogot, Colombia. Doctor
de la Universidad de Pars VIII. Diplomado de la Universidad de Pars I,
en Historia de Amrica Latina. Autor y compilador de los libros Marx y
el siglo XXI (2 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot,
1998-1999; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Gente
muy Rebelde (4 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot,
2002; Neoliberalismo: mito y realidad; Entre sus ltimos trabajos
podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales
de guerra: El genocidio econmico y social del capitalismo
contemporneo (2010). La Repblica Bolivariana de Venezuela le
entreg en 2008 el Premio Libertador por su obra Un mundo incierto,
un mundo para aprender y ensear. Dirige la revista CEPA (Centro
Estratgico de Pensamiento Alternativo). Es integrante del Consejo
Asesor de la Revista Herramienta, en la que ha publicado varios de
sus trabajos..
GRAFICA No. 1
GRAFICA No. 2
EL PICO DEL PETROLEO
Junto con todas las crisis antes nombradas, y como sntesis de las
mismas, hay que considerar la crisis ambiental, hoy generalizada a
todo el planeta. Son numerosos los componentes de la degradacin
medioambiental que hoy soportamos, en la que deben incluirse la
destruccin de fuentes de agua, la desaparicin de tierras y suelos
aptos para la agricultura, el arrasamiento de selvas y bosques, la
reduccin de recursos pesqueros, la disminucin de la biodiversidad,
la extincin de especies animales y vegetales, la generalizacin de
distintos tipos de contaminacin, la reduccin de la capa de ozono y
la destruccin de ecosistemas.
Todos estos componentes de la catstrofe ambiental que ponen en
riesgo la misma continuidad de la especie humana, se han originado
en la lgica depredadora del capitalismo con su concepcin arrogante
de mercantilizar todo lo existente y de dominar la naturaleza a su
antojo. Pretendiendo eludir los lmites naturales, la expansin mundial
del capitalismo ha transformado los paisajes del planeta, sometiendo
a los recursos y a las especies a la frula de la valorizacin del
capital, dando por sentado, en forma optimista, que la naturaleza es
una externalidad que no tiene costo y que, al no contabilizarse en
trminos econmicos, se puede destruir impunemente, y adems es
posible regenerarla muy rpido o sustituirla de manera artificial.
El resultado no poda ser ms terrible, si se considera que nunca
antes se haba asistido a una situacin como la actual con su cmulo
de desastres pretendidamente naturales, de lo cual tienen muy
poco, como huracanes, tifones, inundaciones, maremotos,
avalanchas, tsunamis y terremotos que ao a ao matan a miles de
personas y hunden en mayor pobreza a los miserables del mundo.
Esta es una clara manifestacin del precio que debe pagarse por
haber sometido a una transformacin acelerada a la naturaleza, como
parte del uso intensivo de combustibles fsiles y del uso descomunal
de materiales y de recursos naturales para obtener ganancias. Esto se
ha acentuado en las ltimas dcadas por el incremento en el
consumo mundial de mercancas y por la apropiacin subsecuente de
los bienes naturales, considerados ahora como propiedad privada.
Nada tiene de raro, en esa perspectiva, que se libre una guerra
mundial por parte de los pases imperialistas y sus compaas
multinacionales para apoderarse de los recursos energticos,
naturales, forestales e hdricos en aquellas zonas que todava los
tienen, como se evidencia en el Congo, en Colombia, en Brasil, en
Mxico, en Indonesia y otros pases. El consumo a vasta escala de
ciertos artefactos electrnicos, viene acompaado del arrasamiento
GRAFICA No. 4
GRAFICA No. 4
Evolucin aproximada del porcentaje de reservas de petrleo y de las
concentraciones de anhdrido carbnico (CO2) en la atmsfera a lo
largo del siglo XX.
FUENTE: Fernando Bulln Mir, El mundo ante el cnit del petrleo,
en
www.crisisenergetica.org/.../El_mundo_ante_el_cenit_del_petroleo.htm
-
piensen por nosotros, puesto que eso slo conduce a que se ame a
los opresores y se odie a los oprimidos, es imprescindible seguir
pensando y actuando en contra de los lugares comunes que
pretenden eternizar al capitalismo. Por eso, hemos querido dilucidar
el sentido de las patraas terminolgicos de moda (expresadas en
trminos vacos y sin sentido como "sociedad del conocimiento" o
"imperio", y muchas ms), pero no para quedarnos en la pura crtica,
sino para invitar a profesores, estudiantes, lderes sociales, activistas,
dirigentes populares y sindicales a que con esfuerzo intelectual
superen los mltiples obstculos y ayuden a disear alternativas al
capitalismo realmente existente.
No por azar el reino de Espaa, una caricatura del imperio que fue
desarticulado en Amrica mediante la lucha organizada de los
pueblos de las colonias en el siglo xix, pretende dos siglos despus
reescribir junto a las clases dominantes de nuestra Amrica la historia
heroica de los mantuanos y sus descendientes, que tanto temor le
han tenido siempre a los indgenas, negros, zambos, mestizos, pobres
y humildes, la sabia vital que con sus variados colores tie las
sociedades de este lado del mundo. En concordancia con sus
intereses empresariales, esa Espaa monrquica participa
activamente en la celebracin oficial de la independencia que
preparan las clases dominantes de estos pases, para presentarse
juntos como los adalides de la libertad y de la democracia, mientras
auspician la penetracin de las empresas y bancos espaoles en todo
el continente, los cuales no se distinguen precisamente por respetar
ni a la gente ni a los ecosistemas.
Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que
tienen el decoro de muchos hombres. Estos son los que se rebelan
como fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos la libertad,
que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles
de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.
Muchas gracias
Robert Kurz *
Ante todo esto, se puede recordar que las tan mentadas "sociedad del
conocimiento" y "economa del conocimiento" -simples eufemismos
de capitalismo- debilitan las comunidades, socavan las relaciones
entre los seres humanos y afecta negativamente la vida pblica. Por
ello, "una de las ltimas instituciones pblicas supervivientes, la
educacin pblica y sus docentes deben preservar y reforzar las
relaciones y el sentido de ciudadana que la economa de
conocimiento est amenazando"[12], y por tal razn debe afrontar el
reto de preparar en valores solidarios que enfrenten al capitalismo
actual y las diversas expresiones de su fundamentalismo de mercado.
Este caso demuestra que los seres humanos siempre nos hemos
esforzado por acumular y transmitir conocimientos y toda sociedad se
define por los conocimientos de los que dispone, lo cual "vale tanto
para el conocimiento natural como para el religioso o la reflexin
terico-social". Por esto, "parece increble que desde hace algunos
aos se est difundiendo el discurso de la "sociedad del
conocimiento como si slo ahora se hubiese descubierto el
verdadero conocimiento y como si la sociedad hasta hoy no hubiese
sido una "sociedad del conocimiento""[14].
[4]. Ibd.
[5]. Ibd.
[10]. J. Rifkin, The End of Work. The Decline or the Global Labor Force
and the Dawn of the Post-Market Era, Nueva York, Putnan Book, 1995.
[12]. Ibid.
[13]. Carl Sagan, El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz
en la oscuridad, Bogot, Editorial Planeta, 1997, p. 339.
[16]. Ibd.
[17]. Ibd.
Desde luego, esa guerra mundial por los recursos que se libra entre
las potencias (pero no en sus pases sino en los territorios del Sur,
convertidos en campos de batalla) tiene consecuencias ambientales
evidentes al aumentar la presin sobre los ecosistemas, tendencia
que es una continuacin de procesos tpicos del capitalismo desde la
Revolucin Industrial, como se evidencia al recordar que entre 1770 y
1995 la tierra perdi ms de un tercio de los recursos existentes, una
cifra impensable en cualquier otro momento de la historia humana y
que "un 70% del bosque tropical seco ha desaparecido, junto con un
60% de los bosques de la zona templada y el 45% de la selva tropical
hmeda"[14].
[5] Ibd.
[6] Ibd.
[7] Ibd.
[8] Ibd.
[9] Ibd.
10] Adrian Berry (1997), Los prximos diez mil aos, Madrid, Alianza
Editorial, pg. 65.
[17] Ibd.
[18] Ibd.
[20] Ibd.
[23] Ibd.
[24] Ibd.
[25] Ibd.
Y por esto, en otro escrito Maritegui recalcaba que "el pasado incaico
ha entrado en nuestra historia, reivindicado no por los tradicionalistas
sino por los revolucionarios La revolucin ha reivindicado nuestra
ms antigua tradicin. Y esto no tiene nada de inslito, y ni siquiera
nacional, no como un utpico ideal de restauracin romntica, sino
como una reintegracin espiritual de la historia y la patria peruanas.
Reintegracin profundamente revolucionaria en su intencin y en su
trascendencia".[14]
que no hay que tener en cuenta la historia, pues sta es slo el "lodo
del pasado".
[4]. Walter Benjamin, Libro de los Pasajes, citado por Susan BuckMorss, Dialctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los
pasajes, Ediciones Visor, Madrid, 1995, pg. 315.
[12]. David Noble, Una visin diferente del progreso. En defensa del
luddismo, Alikornio Ediciones, Barcelona, 2002.
[18]. Paul Nizan, Por una nueva cultura, Ediciones Era, Mxico, 1975,
pg. 98, citado en Josep Fontana, Historia de los hombres, Editorial
Crtica, Barcelona, 2001, pg. 181.
Es por esto que, al final, encontramos que no hay nada que ayude, no
digamos a clarificar, sino medianamente a orientar, en qu consistira
eso de cambiar el mundo sin tomar el poder.
que ver con las acciones de lucha y resistencia que desarrollen los
trabajadores, los parias y los pobres en diversos lugares del mundo?
Para concluir, se puede decir que con el libro de John Holloway sucede
lo mismo que con Imperio, el best-seller de Tony Negri y Michael
Hardt, pues su verdadera importancia no radica en s mismos, es
decir, en lo que en ellos se analiza y propone, sino ms bien en las
reacciones que han suscitado y en los debates que han originado, al
motivar a todos aquellos interesados en mantener una lucha
anticapitalista a precisar y replantear sus propias posturas, a
examinar crticamente la historia de los procesos revolucionarios y a
[...]
[...]
Planes de ajuste estructural: una guerra contra los pobres del mundo
Cuando se habla del exilio se suele considerar solamente el que
directamente est relacionado con la guerra o con la persecucin
poltica por parte de los estados contra sus opositores, supuestos o
reales. Y es indudable que la guerra juega un papel de primer orden
en el desplazamiento forzado de poblaciones, pues en lugar de
atenuarse, como se aseguraba, con el fin de la Guerra Fra, las
guerras se han incrementado de manera notable. En la dcada de
1990, segn el Instituto de Investigaciones para la Paz, de Oslo,se
Decisiones transnacionales
El Estado fuerte
En sntesis, en lo que respecta a la poblacin pobre no existe nada
que se parezca a la fbula de la globalizacin que anuncia el libre
movimiento de los seres humanos por el planeta sin obstculos de
ninguna clase. La movilidad para el capital y las mercancas es
evidente, pero no lo es para los seres humanos, sobre todo si son
pobres y provienen del Sur del mundo. En contra de la vulgata
globalstica, el aumento y sofisticacin de los controles a la
emigracin pone de presente sus falacias, pues en este campo el
Estado se ha fortalecido, incrementndose el poder represivo, las
crceles, la vigilancia policial y la persecucin. El caso ms revelador
es el de Estados Unidos, que se ha convertido en los ltimos aos en
un autntico estado prisin, en el que se confina a los pobres (negros
en primer lugar) del propio pas y a los extranjeros no-blancos
provenientes del resto del mundo. En 1998, en Estados Unidos haba
casi 2 millones de personas en las crceles y, con un crecimiento
anual del 8%, se calcula que para 2005 habr 3,5 millones de
prisioneros. Y ese mismo ao, contando los presos bajo custodia
judicial y en libertad condicional, se llegar a la cifra de 7 millones de
seres humanos, algo as como el 7% de la poblacin adulta de
Estados Unidos. Cada ao hay entre 50 u 80 mil nuevos presos, y el
sector carcelario se ha convertido en el rea econmica con mayor
crecimiento en la tan aplaudida era Clinton.[19] Quin puede
sostener seriamente que el Estado norteamericano se ha debilitado
en materia de seguridad interior y exterior, de control de las
fronteras, de poltica represiva y carcelaria, cuando lo que se observa
a diario es un aumento del nmero de crceles, prisioneros,
ejecuciones, y expulsin de migrantes indeseables?
Esto contradice la fbula de la globalizacin sobre la desaparicin de
los estados nacionales. Si en algn sector de la poltica de los estados
capitalistas existe autonoma es en el relacionado con el control de
los ilegales en las fronteras. Otra cosa distinta es que dicha poltica
de control sea ineficaz y no logre detener por completo la creciente
masa de seres humanos que pugnan por llegar a los territorios del
capitalismo civilizado, en la medida en que las fuerzas impulsoras
del xodo siguen actuando en cada uno de los pases perifricos.
Lo dicho no implica creer que los movimientos de poblacin sean un
resultado mecnicamente directo de la pobreza, pues intervienen otra
serie de factores para inducir a la gente a marchar hacia otro pas,
tales como vnculos familiares, corrientes migratorias ya establecidas
y el grado de dependencia econmica entre una potencia y cierto pas
perifrico.[20] En otros trminos, las tendencias de la migracin no
estn condicionadas de manera directa por un solo aspecto, sino que
son resultado de una confluencia de circunstancias complejas que,
entre otras cosas, determinan que no sean precisamente los ms
pobres los que puedan viajar fuera de su respectivo pas. Pero se
debe recalcar que los planes de ajuste estructural, por su impacto
destructivo a largo plazo, generan tales condiciones de desarraigo y
miseria, que obligan a la gente a desplazarse tanto dentro de su pas
como fuera de l, y ya ni siquiera con la perspectiva real de mejorar
sus condiciones de vida sino sencillamente como cuestin de
supervivencia. En este aspecto, los planes de ajuste estructural no se
diferencian en nada de las guerras convencionales, son algo as como
una permanente guerra de baja intensidad, econmica y social,
contra los pobres del mundo.
Doble discurso
La cuestin de los emigrantes trasluce otro aspecto de la hipocresa
de la vulgata globalstica. Mientras que se difunde el discurso de la
globalizacin, del libre movimiento de capitales y mercancas, de la
unificacin comercial del mundo, de la libertad de mercados y otros
cuentos chinos parecidos, cuya aplicacin acrtica en el Sur del
mundo ha agravado el empobrecimiento y la miseria, en el Norte los
mismos polticos y sus instituciones financieras que tanta
responsabilidad tienen en la ampliacin de esa miseria esgrimen un
discurso que criminaliza a los emigrantes. Es decir, estos personajes
tienen un doble discurso: uno de consumo interno y otro destinado al
resto del mundo. El de consumo interno pretende responsabilizar de
los males del pas (desempleo, miseria, bajos ingresos) a los
emigrantes, que vienen del mundo pobre como resultado de la
aplicacin prctica del discurso de consumo externo. En un caso se
pretende conseguir apoyo y respaldo a la poltica xenfoba contra los
que se ven obligados a dejar sus territorios de origen por culpa de los
planes de ajuste, que hacen parte del programa internacional del
neoliberalismo. En el otro se aplica impunemente un programa que
descompone el tejido social y que beneficia directamente a los
inversionistas del Norte, sin importar sus consecuencias nefastas ni
las oleadas migratorias que genere.
Impacto ambiental
Apartheid tecno-social
Sin ninguna duda, el mito fundador de ese nuevo desorden mundial
fue la cada del Muro de Berln, a partir de lo cual se asegur
alegremente el fin de cualquier obstculo que bloqueara la libre
movilizacin por el mundo e implicaba la apertura de las fronteras.
Ms de una dcada despus, en lugar del Muro de Berln, en todo el
mundo se han levantado nuevos muros de la infamia, construidos por
el capitalismo para aprisionar a los pueblos del Sur y para impedir la
movilizacin de hombres y mujeres hacia los parasos capitalistas
del Norte. Asimismo, aunque en Sudfrica haya terminado el
oprobioso rgimen del apartheid, ste simplemente se ha trasladado
y se ha universalizado bajo la forma de un sofisticado apartheid
tecno-social global, como producto de la concentracin de la riqueza
y prosperidad en un polo minoritario y la generalizacin de la pobreza
y la miseria para la mayora de la poblacin del planeta. Este tecno-
El origen
Perspectivas
2. Plan Colombia
III. Las bases militares de los Estados Unidos: los eslabones de una
red mundial de terror
metales estratgicos
Bibliografa
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www.avizora.com/.../0025_bases_militares_de_estados_unidos.htm
(ltimo acceso: 2/3/2013).
[1] Cf. Minerales estratgicos: una excusa para el expolio del Tercer
Mundo y para nuevas guerras, en http://co.globedia.com/mineralesestrategicos-excusa-expolio-tercer-mundo-guerras
[2] Disponible en http://www.southcom.mil.
[3] El texto completo del acuerdo se encuentra en
http://www.colectivodeabogados.org/, de donde provienen todas las
citas textuales que se presenta en este ensayo.
[4] El libro Blanco al desnudo, en
http://www.americaxxiweb.com/numeros/0059/noticias0059/htd.html
[5] Venezuela doblara en reservas a A. Saud, El Tiempo,
www.eltiempo.com/
2. Plan Colombia
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www.avizora.com/.../0025_bases_militares_de_estados_unidos.htm
(ltimo acceso: 2/3/2013).
[1] Cf. Minerales estratgicos: una excusa para el expolio del Tercer
Mundo y para nuevas guerras, en http://co.globedia.com/mineralesestrategicos-excusa-expolio-tercer-mundo-guerras
[2] Disponible en http://www.southcom.mil.
[3] El texto completo del acuerdo se encuentra en
http://www.colectivodeabogados.org/, de donde provienen todas las
citas textuales que se presenta en este ensayo.
[4] El libro Blanco al desnudo, en
http://www.americaxxiweb.com/numeros/0059/noticias0059/htd.html
[5] Venezuela doblara en reservas a A. Saud, El Tiempo,
www.eltiempo.com/
1
Sin pretender ser exhaustivo en momentos en que la tristeza nubla el
pensamiento, basta mencionar algunos de sus aportes
revolucionarios. Para empezar, la figura y proyecto de Hugo Chvez
emergieron cuando el neoliberalismo es decir, el capitalismo
realmente existente- se pavoneaba orondo por nuestra Amrica y por
el mundo, sin desafos ni obstculos a la vista, enceguecido por las
falacias del fin de la historia y el choque de civilizaciones,
3
Justamente, este es un tercer aporte revolucionario de Hugo Chvez,
porque recuper el legado integracionista de Simn Bolvar, Jos
4
En cuarto lugar, Chvez volvi a poner sobre el tapete de discusin y
reflexin el horizonte del socialismo, porque se atrevi a plantear,
contra las corrientes dominantes incluso en el seno de una izquierda
timorata y plegada al capitalismo, que era necesario construir otra
tipo de sociedad, diferente a la hoy imperante a nivel mundial. A ese
proyecto l lo denomin el socialismo del siglo XXI, con lo cual
rescat una palabra que haba sido olvidada en el mundo tras el
colapso de la URSS a comienzos de la dcada de 1990 y cuando se
pensaba que ese asunto haba desaparecido de cualquier agenda
poltica, ante lo que se consideraba como un irreversible triunfo del
capitalismo.
Aunque se aduzca que ni en Venezuela ni en otros pases de la regin
se ha avanzado en la construccin de tal socialismo, no puede
desconocerse la importancia de volver a preguntarse, cmo lo hizo el
fallecido presidente venezolano, si el capitalismo es eterno, e
inmodificable y si las luchas que contra l se emprendan no pueden
bosquejar otro tipo de sociedad. Esto hace parte del abc de cualquier
programa revolucionario anticapitalista desde el siglo XIX, que se
crea sepultado, pero que en Venezuela fue recuperado y nuevamente
aparece en el imaginario de importantes luchadores y pensadores
anticapitalistas de Amrica y el mundo. A raz de esta recuperacin
conceptual de tipo poltico, sectores de la izquierda volvieron a hablar
en voz alta y sin temores de la necesidad de construir otro orden, que
5
En quinto lugar, socialismo quiere decir en sentido profundo luchar
por la igualdad que no es sinnimo de homogenizacin y
erradicacin de las diferencias-, una palabra que casi haba
desaparecido de la conceptualizacin poltica e incluso del lxico
corriente, y que fue sustituida por un vocablo que ha sido intoxicado
por el neoliberalismo va Banco Mundial- como es el de equidad. Este
trmino, en esta lgica mercantil, no tiene nada que ver con la
igualdad, sino que es el reconocimiento de las desigualdades como
algo natural, a nombre de lo cual se afirma que se deben proporcionar
iguales oportunidades en la competencia entre un gerente de una
multinacional y un trabajador asalariado, por sealar un caso, para
que ambos compitan en las mismas condiciones por ocupar un lugar
en la clase ejecutiva de un avin transcontinental. Como encarnacin
de un proyecto socialista, Chvez enfrent la desigualdad en
Venezuela, con resultados positivos en cuanto a la disminucin de la
pobreza en ese pas, por haber permitido el acceso a la educacin, a
la salud, a la recreacin y a la cultura a importantes sectores de la
poblacin, antes excluidos de todos esos derechos.
Con sus polticas redistributivas, Chvez volvi a evidenciar la
importancia del Estado como un actor fundamental de la sociedad, lo
que llev a impulsar el gasto pblico en direccin de las mayoras
sociales, en momentos en que, los pases europeos, en donde tanto
se presuma de haber construido sociedades de bienestar ms o
menos igualitarias, asumen a fondo el proyecto neoliberal y
aumentan las desigualdades, al tiempo que privatizan la salud y la
educacin.
6
Hugo Chvez fue un personaje notable en la poltica venezolana y
latinoamericana por su carisma, su influjo popular, su capacidad
discursiva, su vivacidad, su ingenio, su inventiva, sus dotes
histrinicas, pero, sobre todo, por actuar como un educador y
pedagogo prctico. Este es otro de sus aportes revolucionarios, que
ya se evidencio desde cuando particip en un fallido golpe de Estado
contra el rgimen neoliberal de Carlos Andrs Prez en 1992, porque
las palabras pronunciadas en el momento de rendirse tuvieron gran
impacto en la poblacin, y lo dieron a conocer ante Venezuela y el
mundo. De ese momento en adelante, las miles de reuniones,
asambleas, charlas y conferencias en las que particip se convirtieron
en eventos de tipo educativo, que le confirieron un carcter
revolucionario a su accin y a su palabra, esto es, fueron dardos
contundentes contra las evidencias establecidas como verdades
incuestionables sobre el capitalismo, el neoliberalismo y la
globalizacin.
7
Sin agotar el asunto en esta nota, tales son algunos de los principales
aportes revolucionarios de Hugo Chvez, cuya figura y realizaciones
ya forman parte de la historia del continente y, sobre todo, de la
historia de los olvidados y de los vencidos. Chvez, como lo
proclamaba sabiamente Jos Mart, fue un hombre de su tiempo y de
todos los tiempos, porque supo encarnar en el momento adecuado un
proyecto antineoliberal y antiimperialista para enfrentar lo que se
conceba como inatacable en su pas y en continente. l supo
entender las necesidades ms sentidas del pueblo venezolano,
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia l un hombre
y le dijo: No mueras, te amo tanto!
Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Se le acercaron dos y repitironle:
No nos dejes! Valor! Vuelve a la vida!
Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Acudieron a l veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!
Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
una actividad mercantil que genera ganancias. Por esa razn, Herbert
Marcuse sealaba que a una sociedad libre corresponde un tiempo
libre y a una sociedad represiva un tiempo de ocio.
En conclusin,
c) Expropiacin de la siesta
Bibliografa
del planeta. Estas mentiras han quedado hechas aicos por la crisis
capitalista, que se ha extendido por el mundo desde 2008, en la que
se ha evidenciado que los costos de la crisis los pagan los
trabajadores y los pobres, como lo estamos viendo en la Unin
Europea, modelo por excelencia del triunfalismo capitalista, pero que
hoy hace agua por todos los costados y sita al mundo en la peligrosa
disyuntiva fascista de la dcada de 1930. Si las cosas son as, y se ha
hecho palpable que el capitalismo en lugar de contribuir a solucionar
los problemas de la humanidad los tiende a agravar con su lgica
mercantil basada en el lucro y el crecimiento ilimitado, es necesario
volverse a plantear una propuesta que vaya ms all del capital.
10
11
12
Bibliografa
Brecht, Bertolt, Cinco obstculos para escribir la verdad. En: , El
arte y la poltica. Nueva Nicaragua: Managua, 1985, pp. 222-223.
Galeano, Eduardo, Los hijos de los das.Siglo XXI: Buenos Aires, 2012.
Lwy, Michael, Walter Benjamin, aviso de incendio. Una lectura de las
tesis Sobre el concepto de historia. Fondo de Cultura Econmica:
Buenos Aires, 2005.
Mella, Julio Antonio, Intelectuales y tartufos. En: , Escritos
revolucionarios. Siglo XXI: Mxico, 1978.
En septiembre de 1998
fue asesinado por
paramilitares en el
Departamento del Choc
el sacerdote Miguel ngel
Quiroga Gaona, quien
luego de realizar sus
votos religiosos estudi
Ciencias Sociales en la
Universidad Pedaggica Nacional, en donde se
gradu en diciembre de 1997. Buen estudiante,
juicioso, serio, responsable, fue mi alumno en el
octavo semestre, en el Seminario de Problemas
Contemporneos de Amrica Latina. Cada vez que
veo la placa con su nombre en una de las aulas a
donde l tomaba clases, recuerdo la ltima vez que
hablamos. Fue al terminar el semestre, cuando l se
me acerco para decirme que le haba gustado el
curso y que me agradeca porque haba aprendido
misma suerte1.
Me entere de este asesinato en Buenos Aires,
mientras participaba en varios eventos acadmicos
y polticos. Por esa razn, no pude asistir a los
funerales de Miguel ngel, pero en el fro y la
soledad de Argentina rumi con amargura el dolor
de la muerte de quien haba sido mi estudiante en
la Universidad Pedaggica Nacional y haba asumido
conscientemente el compromiso de trabajar por
construir otro pas, humano e igualitario, decisin
valiente que pag con su propia vida.
temas, de sus
inquietudes acadmicas,
de sus preocupaciones
bibliogrficas y hasta de
ftbol, como hinchas de
Santaf que eran. scar
me busc en repetidas
ocasiones para hablar
sobre su trabajo de grado
y me incluy en la lista
de personas que pensaba
entrevistar para esa
investigacin, que versaba sobre la historia del M19. Esta es la razn fundamental que explica por
qu en su domicilio se encontraron documentos
relativos al M-19. Eso era elemental, porque
simplemente su tema de investigacin consista en
reconstruir la historia de esa organizacin.
Lamentablemente, las veces que programamos la
entrevista, siempre sucedi algo y se tuvo que
cancelar; en una ocasin porque scar se enferm
y en otra porque no contaba con dinero para tomar
el bus que le permitiera llegar a la UPN, lo que
demuestra las dificultades que debe afrontar un
joven humilde que estudia en una institucin
pblica. Ahora lamento con dolor que esa entrevista
no se hubiera podido realizar, qued postergada
para la eternidad.
Daniel tena una chispa a flor de piel, por sus
comentarios picantes, su sarcasmo e irona. Cada
vez que me lo encontraba tena alguna pregunta o
comentario que me planteaba para iniciar una
amena charla. Me deca que haba ledo el ltimo
artculo de mi autora publicado en Rebelin, me lo
comentaba con detalle y me preguntaba cundo iba
a publicar otro. Me contaba ancdotas que le
haban sucedido y me recordaba charlas o
conferencias a las que haba asistido y los temas
que se haban debatido.
Durante el paro estudiantil de finales del 2011,
scar y Daniel tuvieron una participacin activa de
principio a fin. Desde el primer momento se
comprometieron con el movimiento con conviccin,
estuvieron en el campamento, en las reuniones de
los estudiantes, en las asambleas, en las mesas
redondas, en las conferencias, en las marchas.
scar demostr su capacidad de liderazgo y su
compromiso solidario con la universidad pblica.
Durante el paro me los encontraba de manera
constante, casi todos los das. Charlbamos,
comentbamos todo lo
que suceda en la
universidad y fuera de
ella. En el mbito de la
NOTAS
1. http://www.verdadabierta.com/nunca-mas/229-perfiles/1842miguel-angel-quiroga-gaona-sacerdote-asesinado
2. Ver: Daro Betancourt Echeverri, Mediadores, rebuscadores,
traquetos,y narcos. Valle del Cauca, 1890-1997, Ediciones Antropos,
Bogot,
1998.
Desde luego, todo esto hoy suena ms utpico que nunca, pero,
acaso no es precisamente esa ausencia criminal de utopa, de
sueos movilizadores, lo que predomina en este fin de milenio,
mientras que las utopas reaccionarias del capital con sus falsos
parasos de prosperidad y bienestar se tornan verdaderas pesadillas
para ms del 80 por ciento de la poblacin mundial, y a la par la
exhibicin vergonzosa de la tecnologa y de la ciencia se convierte en
una nueva pornografa dirigida consciente y planificadamente contra
el mundo pobre, ahora considerado innecesario y desechable?
Y, por supuesto, dentro de las perspectivas antiprogresistas de una
revolucin, es imprescindible el componente ecosocial, que requiere
una nueva forma de entender y asumir las relaciones no slo entre los
seres humanos sino entre estos y la naturaleza.
Hoy, para ser revolucionario, hay que ser a la vez antiprogresista y
conservador. Por eso, el socialismo debe complementar la lucha
contra las consecuencias regresivas de la mundializacin del capital
con toda su parafernalia tcnica y cientfica que arrasa lo que
encuentra en su camino, con la lucha solidaria, con los pueblos y
culturas que resisten la arremetida del capitalismo. Tambin debe
reafirmar los principios que siempre guiaron esa lucha, como son los
de la justicia, la igualdad, la fraternidad, el internacionalismo, la
democracia real y el comunismo. Necesitamos de un socialismo
conservador para defender las conquistas que los trabajadores y los
parias del mundo lograron durante el ltimo siglo y que hoy se estn
erosionando en beneficio del capital mundial. Es decir, un socialismo
que preserve todos los valores humanos que hoy son destruidos por
las fuerzas del capitalismo a nombre de la modernizacin y del
progreso. Como bien lo ha dicho James Petras:
[2] Ver, por ejemplo, Walden Bello, Dark Victory. The United States,
Structural Adjustment and Global Poverty, Pluto Press, London, 1994,
pp. 95 y ss.
[3] Citado en Osvaldo Bayer, Basuras del mundo, unos, Casa de las
Amricas, No. 202, enero-marzo de 1996 pp. 125-127.
[4] Ver: Herbert J. Gans, The War Against The Poor, BasicBooks, New
York, 1995, pp. 27 y 22.
[5] Manifiesto Comunista, I, p. 73.
[6] Esta postura es explcita en Ernest Mandel, Las ondas largas del
desarrollo capitalista. La interpretacin marxista, Siglo XXI Editores,
Madrid, 1986, pp. 33-55.
[7] Noam Chomsky, Mantener la chusma a raya, Ed. Txalaparta,
Tafalla, 1995, pp. 85 y ss. (El subrayado es nuestro).
[8] Max Horkheimer, Ocaso. Ediciones Anthropos, Barcelona, 1986, p.
154, citado en Eugenio del Ro, Ha muerto la clase obrera?, Ed.
Revolucin, Madrid, 1989, p. 5.
[9] Ver, por ejemplo, George Rud, Revuelta popular y conciencia de
clase, Ed. Crtica, Barcelona, 1981; Edward Thompson, Costumbres en
Comn, Ed. Crtica, Barcelona, 1995.
[10] A nivel de la historiografa se observa, en distintos lugares del
mundo, la pretensin por parte del postestructuralismo -una variante
del postmodernismo- de abandonar definitivamente el trmino clase
como forma de analizar las contradicciones sociales, objetivas, de una
determinada sociedad para ocuparse prioritariamente de la retrica y
del imaginario que dominan en cierta poca. Ver, para un anlisis
crtico al respecto, Bryan Palmer, Existe, si es que alguna vez
existi, la clase obrera?, en Varios, A propsito del fin de la Historia,
Ediciones Alfons el Magnanim, Valencia, 1994, p. 172.
[11] Un anlisis sistemtico de la estructura de clases del capitalismo
contemporneo ha sido realizado por el escritor marxista
norteamericano Eric Olin Wright en una serie de exhaustivas
investigaciones sobre el tema que han sido sistematizadas en su libro
Clases, Siglo XXI Editores, Madrid, 1994.
[12] Jacques Kergoat, Lutte des classes et Etat national social,
LHomme et la Socit, No.3-4. 1995, pp.60 y ss.
2. La importancia de la totalidad
A menudo tambin argumentan los crticos de Marx que su
interpretacin es en esencia de corte economicista y que a eso se
reduce la fundamentacin de su teora. Tambin en este caso la
versin se origina ms en los divulgadores que en el conocimiento de
la obra del propio Marx, incluyendo sus textos de tipo econmico.
Porque en verdad es difcil postular que El Capital, los Grundrisse o La
Teora Crtica de la Plusvala fueran obras de alguien que profesara un
estrecho economicismo. Aunque desde luego Marx realiz un
significativo vuelco terico al demostrar la importancia que los
factores econmicos juegan en la historia, esa interpretacin no
supona una visin reduccionista al absurdo. Se podra sealar que
incluso las visiones economicistas son ms comunes en el caso de
historiadores profundamente conservadores y no slo del marxismo
vulgar.15 En 1923 el marxista hngaro George Lukacs en su libro
Historia y Conciencia de clase, postulaba que lo definitivo del
Materialismo Histrico no era su nfasis en lo econmico sino en la
totalidad.16 Esta interpretacin nos parece adecuada para
comprender el proyecto del Materialismo Histrico. La nocin de
totalidad muestra unas preocupaciones que van ms all de las
consideraciones parceladoras que hoy impregnan al conocimiento.
Para Marx, totalidad supona la comprensin de la sociedad en forma
global, sin fragmentar el anlisis hasta lmites de lo absurdo. La
concepcin metodolgica de totalidad es la que se refiere a la
(...) ciencia social misma, considerada no como un saber
compartimentado, fragmentado, sino como una ciencia unitaria de la
sociedad; ciencia que comprende aspectos econmicos, sociolgicos,
antropolgicos, pero en la que estos aspectos figuran como
disciplinas sino tan slo como las facetas de un mismo problema y
de una misma ciencia: ciencia social.17
O como deca Leo Kofler, para Marx lo fundamental es el
conocimiento comprensivo del proceso total, puesto que la
orientacin concreta del pensamiento hacia la conexin total de los
fenmenos est presente aun all donde la exposicin no lo deja
traslucir a primera vista.18 Segn el mismo autor, el estudio de cada
estudio del pasado pero pensando en una sociedad futura. Todos los
esfuerzos interpretativos de Marx apuntaban al objetivo de pensar
histricamente el futuro. Antonio Gramsci expresaba lcidamente la
importancia de la poltica en el anlisis histrico, cuando ante la
pregunta cmo estudiar la historia?, l mismo responda:
Porque la historia nos interesa por razones polticas, no objetivas,
dicho sea en el sentido de cientficas. Tal vez hoy estos intereses se
ensanchan con la filosofa de la praxis, en cuanto nos convencemos
que slo un proceso histrico puede dar cuenta del presente y dar
una cierta verosimilitud al hecho de que nuestras previsiones polticas
sean concretas.47
Para Marx, hay que decirlo concretamente, la historia tena como
utilidad el desentraar los procesos de su presente histrico. Eso es lo
que captamos en sus estudios sobre las sociedades precapitalistas,
en la historia de Espaa, en los anlisis de las crisis econmicas y por
sobre todo en su obra cumbre, El Capital. Para Marx la historia no
poda ser como lo es hoy, una mercanca, una especialidad, un
producto de consumo. La Historia Crtica de la Teora de la Plusvala,
obra por desgracia inconclusa, es un caro ejemplo de lo que era la
historia para Marx y una obra sobre el pensamiento, porque el
materialismo no niega el pensamiento ni los factores conscientes,
simplemente dice que stos no pueden explicarse a partir de s
mismos, una bsqueda de los factores que explican el surgimiento
de la teora de la plusvala, de las seudoexplicaciones y de los
avances para clarificar lo especfico de la economa clsica y su
mistificacin del capitalismo. Por eso el actual abandono del aparato
categorial del marxismo, no solamente es un problema terminolgico,
es una argucia para despolitizar la historia y producir un discurso
insustancial, sin fuerza interior, que no genere pasiones. Un discurso
histrico en el mundo moderno que se niegue a asumir la politicidad
de lo histrico y sus implicaciones es en realidad premarxista en el
peor sentido de la palabra, porque desconoce los avances
presentados en el campo del conocimiento social e histrico desde la
poca de Marx. Los factores anteriormente enumerados simplemente
pretenden sealar aquellos presupuestos de la teora de Marx sobre la
historia, que, pensamos, continan siendo vlidos para abordar el
mundo actual. Era necesario precisarlos, puesto que el Fin de la
Historia, el ltimo grito de la moda ideolgica made in USA y diversas
corrientes historiogrficas, principalmente made in Francia, han
estructurado su discurso a partir de una crtica abierta al marxismo. El
primer caso, el de Francis Fukuyama, constituye una crtica dbil,
poco seria, pues se apoya en un desconocimiento absoluto de la obra
Notas
Ibd.
Ibd.
N. Poulantzas, op. cit., pg. 17.
J. Schumpeter, op. cit., pg. 303.
El Capital es una historia desde abajo: la historia de un fenmeno
visto con los ojos de sus vctimas; y sus captulos sobre la
acumulacin primitiva distan mucho de desplegar el distanciamiento
olmpico que, al parecer, algunos de sus epgonos mod
Karl Marx y Federico Engels, La guerra civil en los EE.UU., Edit. La
Rosa Blindada, Buenos Aires, 1971.
P. Vilar, op. cit., pg. 153. Estas afirmaciones de Vilar parafrasean a
Joseph Schumpeter.
Peter Burke, Historia popular o historia total, en R. Samuel (Editor),
Historia popular y teora socialista, pg. 74.
J. Schumpeter, op. cit., pg. 74.
Antonio Gramsci, Pasado y presente, Edit. Gedisa, Barcelona, 1977,
pgs. 320-321 (el subrayado es nuestro).