Los Ladrones Somos Gente Honrada
Los Ladrones Somos Gente Honrada
Los Ladrones Somos Gente Honrada
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NUNCA
ES
MS
NECESARIO
CON-
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Todava, en dos ocasiones distintas, volv a recurrir al dichoso prlogo, a
saber:
1937: Buenos Aires, recin salido de zona roja. Nueve conferencias de
tema libre, contratadas en la Radio. (La cuarta conferencia fue el prlogo
en cuestin, con el ttulo de El golpe de mano.)
1939: Barcelona, a poco de la Liberacin. Una novela corta, pedida para
la revista Los Novelistas, la constituy tambin el prlogo de la comedia
empezada, titulndose en esta ocasin Diez minutos antes de la
medianoche.
* * *
Y en fin, aquella tarde de febrero de 1941, despus de mi conversacin con
Tirso Escudero, por cuarta y ltima vez me puse a la mesa, cara a cara, con
el resobado prlogo, decidido a convertirlo definitivamente en una comedia
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Entretanto se haba estrenado en la Comedia la obra cmica titulada La
casa de los brujos, de Antonio Quintero y Pedro Prez Fernndez, con
Elvira Noriega y Mariano Azaa a la cabeza del reparto, y que tuvo un
buen xito inicial, pero que no era la comedia arrolladora que aguardaba
Tirso, por lo cual el primero de marzo empez ya a meterme prisa.
Como de costumbre, segu trabajando a mi velocidad normal, sin hacer
caso de sus excitaciones a la rapidez, las cuales fueron aumentando
progresivamente con el paso de los das, lo que probaba que el pblico no
se daba de cachetes ante la taquilla de la Comedia por ver a la Noriega y
a Mariano Azaa en sus creaciones.
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Si el prlogo y el primer acto gustaron poco en la lectura a la compaa
titular de la Comedia, menos gust an el segundo y ltimo acto.
Aquello fue tan triste y tan negro como una visita de psame en el Nger, y
slo bajo juramento poda creerse que se trataba de la primera audicin de
una comedia cmica que, justamente un ao ms tarde, haba ya recorrido
triunfalmente todos los escenarios de Espaa.
El desfile de las actrices y actores se celebr esta vez an ms
rpidamente, si cabe, y ya al llegar al vestbulo, sin esperar siquiera a
instalarse en los cafs, se oyeron los comentarios que caba esperar de las
caras, de las actitudes y de las miradas y sonrisitas despectivas sorprendidas
y observadas durante la lectura.
En este acto ni el galn Lemos tuvo ocasin de animarse al ver la longitud
de su papel, pues en el segundo la actuacin suya era mucho ms breve que
en el acto primero: por lo que se apresur a unirse a la fila india del
desfile, pasando inmediatamente a ser uno ms entre los detractores de la
comedia que aguardaban el fracaso como se aguarda la lluvia en abril:
impepinablemente.
Conque seguimos creyendo en la obra Manolo Gonzlez, el actor Monsell,
el apuntador y un servidor de ustedes... Pas plus!
Yo estaba ya al llegar a este punto absolutamente seguro de haber
logrado lo que me propona: una comedia atractiva, simptica, graciosa,
interesante, y, por lo tanto, popular. Y logrado todo esto, el xito era
matemtico.
Pero miento... Otro hombre an crea ciegamente en el xito futuro de Los
ladrones somos gente honrada: mi padre. El cual me dijo despus de leerla:
Si esta comedia no gustase, podas retirarte de la profesin. Pero gustar.
Y te producir en el primer ao veinte mil duros.
Con que produzca doce mil, me conformo le contest.
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Puesto Burmann a la tarea de pintar el decorado, slo me quedaba cuidarme
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del atrezzo, que esta vez se redujo a fabricar tres pistolas; a encargar los
numeritos de msica que Monchita canta en el principio del segundo acto,
y a grabar el disco de gramfono con que la obra concluye.
Para la msica llam a Pepe Rivera, un joven lleno de porvenir, con el que
ya haba trabajado al hacer Mauricio, o una vctima del vicio, el cual me
compuso rpidamente las dos graciosas intervenciones musicales que
completan la comedia.
En cuanto al disco, me puse al habla con la casa Columbia, y en una
maana, en el viejo edificio del Forteen, de la calle del Barco, qued
grabado para un tiraje de veinte copias.
Los ensayos continuaron a toda marcha, y una tarde pas al teatro a dar un
vistazo. Era un espectculo irresistible. Nunca, a lo largo de mi carrera
teatral, haba presenciado ni haba de presenciar tanta descortesa, tanta
hostilidad, tan inicua actitud de desdn hacia m y hacia una comedia ma
como la que testifiqu aquel da en que acud a presenciar ensayos de Los
ladrones somos gente honrada. Convencidos todos del fracaso, con las
nicas excepciones ya enunciadas; apoyados para creerlo por contera
en el fracaso de la obra anterior; persuadidos, quiz, de que con el
hundimiento de esta comedia iba a terminar para siempre mi actividad en
aquel escenario; unidos la mayor parte de los intrpretes alrededor de
Elvira y Amelia Noriega descontentas por igual de sus papeles en una
tcita ofensiva contra m, tuve la sorpresa de ver como se me insolentaban
actores siempre disciplinados Miguel Gmez Castillo, por ejemplo, a
quien le aguardaba, sin embargo, el mayor triunfo personal que pudiera
apetecer.
Era demasiado para mis nervios, y decid no soportarlo, porque dispona de
una solucin: retirar la obra; pero ni me lo permita, sin suscitar un
conflicto, el compromiso establecido con Tirso Escudero, ni me convena
despus del tropiezo de El amor slo dura 2.000 metros. Haba que
aguantar y obtener un xito ruidoso que dejase sin habla a todos los
conjurados. Pero para aguantar all, a pie firme, un da y otro, haca falta
demasiada paciencia, y yo haba agotado la ma en aquella nica sesin. Se
lo dije a Gonzlez al salir:
Usted comprender, Manolo, que esto no hay quien lo soporte.
No, seor; no hay quien lo soporte. Pero no venga usted por aqu.
No pienso volver hasta los ensayos generales.
Y no volv. Me aisl de nuevo en Cndor, dedicado a componer una
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Los crticos reconocieron el xito; unos, como El Tebib Arrumi y
Marquerie, sin paliativos y sealando todos los mritos de la comedia;
otros, yndose por los cerros de beda, en su buen deseo de quitarle toda la
importancia posible al indudable y completo acierto.
Entre stos cmo no? se hallaba mi adorado y despistado amigo don
Cristbal de Castro de la buena sociedad antidiluviana, el cual sostena
que los personajes de la comedia tenan bula para hacerlo todo sin justificar
nada, falsedad manifiesta, pues todo cuanto los personajes hacan estaba
justificado reiterada y claramente, y ay de m de no haber sido de esa
suerte!... Pero este buen seor, con su mana de volverse de espaldas al
escenario durante la representacin, no se enteraba de las cosas ms que a
medias. Hablando de Orjas aada que haba estado gracioso en facha y
fecha. En facha y fecha... Sabra lo que escriba ni lo que quera decir al
escribir el imponderable don C. de C.?
En cuanto a Igoa, aun elogiando la comedia, olvidaba en tal ocasin su
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Bueno, don Manolito! le dije al da siguiente del estreno a Gonzlez,
mientras intercambibamos un estrecho abrazo de mutua felicitacin.
Nos hemos salido con la nuestra de lograr un xito excepcional...
S, querido. Nos hemos salido con la nuestra de lograr ese xito..., y yo
me voy de la Comedia.
Lo esperaba.
Har un par de pelculas continu Gonzlez y luego formar
compaa.
Volvimos a abrazarnos.
Le deseo el mejor resultado repliqu en lo uno y en lo otro. Y ya
sabe usted que se lo deseo de corazn.
Y el resultado no pudo ser ms brillante.
Meses despus, Gonzlez formaba la compaa que haba de conocerse en
toda Espaa por los cuatro ases.
Por mi parte, con Los ladrones somos gente honrada tambin haba hecho
poker.
Cuando mi padre me predijo los 20.000 duros de ingreso en el primer ao,
y cuando yo me declar conforme con 12.000, nos quedamos los dos muy
cortos. En el primer ao la comedia destinada al fracaso lleg a
producirme, incluyendo su venta para el cine, 265.000 pesetas.
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PERSONAJES
ACTORES
HERMINIA........................
Elvira Noriega
Consuelo Nieva
Antonia Plana
Conchita Fernndez
Mara Zaldvar
Amelia Noriega
Mara T. Alonso
Mara V. Muoz
Esperanza Muguerza
Carlos Lemos
Jos Orjas
Miguel Gmez Castillo
Antonio Monsell
Jos Rivero
Fernando Fernangmez
Manuel Gutirrez
Juan Hidalgo
Luis Malln
Antonio Ayora
Manuel Gutirrez
Luis Malln
Armando Casado.
GERMANA........................
........................
EULALIA .........................
MONCHITA.......................
ADELCISA........................
LUCA............................
MARIF ........................
DELFINA ........................
DANIEL ........................
EL TO DEL GABN .........
EL CASTELAR................
FELIPE ARVALO .............
MENNDEZ ...................
EL PELIRROJO...............
EVELIO..........................
ANTN .......................
BENITO .......................
DAZ ...........................
LAREDO .......................
ROS ...........................
MUGURUZA ...................
TERESA
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EMPIEZA LA ACCIN
Hacia la derecha, dentro, se oye un silbido prolongado, seguido de
dos cortos. La puerta de la casa se abre poco a poco, para dar paso a
Daniel. Es un hombre de treinta y cinco o treinta y seis aos, bien
plantado, de aire enrgico, decisivo y resuelto. Va de frac o de
smoking y sin nada a la cabeza. Se dirige rpidamente hacia la
derecha y queda mirando hacia dentro. Se oye un nuevo silbido y en
seguida, por la derecha, pisando la faja de csped, entra el Pelirrojo,
un individuo vestido de criado, de aire listo y sagaz. Avanza con
precauciones y se rene con Daniel.
DANIEL.Qu
pasa?
PELIRROJO.Nada, Daniel. Te avisaba para que supieras que por
nuestra parte est todo listo.
DANIEL.Y no hay novedad, Pelirrojo?
PELIRROJO.Ninguna.
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como asustarme!...
HERMINIA.Hace quince aos que abandon la casa de mis padres por
el amor de un hombre que no lo mereca: como tantas otras
muchachas. Tuve una hija, que me fue arrebatada al nacer, y de la
que no he vuelto a saber nada, y trat por primera vez delincuentes
en viaje a Buenos Aires, cuando sal de Espaa huda y queriendo
olvidar. Ellos me ayudaron a su modo, porque yo viajaba sin un cntimo; pero al tocar en Ro ya haba reunido seiscientos pesos. Los
haba ganado asocindome a uno de ellos, un tal Daz, que
trabajaba las lneas sudamericanas jugando al poker con
ventaja.
DANIEL.Oiga usted; aquel Daz tena una cicatriz en la cara?
HERMINIA.S.
DANIEL.En qu parte de la cara?
HERMINIA.En la frente.
DANIEL.Justo! En la frente.
HERMINIA.Es que acaso le ha conocido usted?
DANIEL.No... Bueno, es decir, s. Me gan el dinero en una travesa.
No ha dicho usted que l trabajaba las lneas martimas
sudamericanas? Yo he hecho ese viaje varias veces... Y cmo acab
aquello?
HERMINIA.Enamorndose Daz de m y huyendo yo de l en cuanto
llegamos a Buenos Aires. Despus pas a Chile con un tal Landau,
que se dedicaba a la venta clandestina de cocana: un negocio seguro
y relativamente ilegal...
DANIEL.Relativamente ilegal? Era quiz que la cocana que venda
Landau contena un cincuenta por ciento de perborato?
HERMINIA.No. Era que contena un noventa por ciento de cido
brico... (Ren.) Pero, por desgracia, la cocana que Landau y yo nos
acostumbramos a tomar algn tiempo despus careca de cido
brico en absoluto; y, al ao, Landau mora intoxicado en ciudad de
Mxico, y yo ingresaba en un sanatorio de Veracruz. Cur gracias a
los esfuerzos desesperados de un mdico austriaco, que, no contento
con haberme vuelto a la vida fsica, normaliz del todo mi vida
espiritual casndose conmigo. Guillermo y yo nos trasladamos a
Colombia, a las plantaciones de caucho del Alto Orinoco. No ha
estado usted nunca en una plantacin de caucho del trpico? Son
sitios olvidados de Dios. Los caucheros trabajan de sol a sol, sin
poder salir de all, rodeados de insectos monstruosos y bajo las
miradas feroces del capataz. Estos capataces, mimados por las
empresas explotadoras, no llevan ltigo, pero se untan con curare
la ua del dedo pulgar; y para ser verdugos de los trabajadores, les
basta con un simple araazo. (Sordamente.) Guillermo quiso luchar a
favor de los condenados de aquel infierno, y pereci en la lucha
contra enemigos demasiado poderosos. Me lo mataron una noche,
cuando volva de la plantacin. (Daniel hace un gesto de asombro.)
DANIEL.Es posible?
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TELN
(Un teln de boca, en el que se lee:)
DE SOCIEDAD
Esta maana, en la iglesia de la Concepcin, se ha verificado el enlace de la
bellsima seorita Herminia Arvalo Iturride con don Juan Togores y
Surez Guerrico, de antigua familia espaola, radicado en el Plata desde
hace varios aos.
Apadrinaron a los nuevos esposos el padre de la novia, el acaudalado
prcer don Felipe Arvalo, y su distinguida esposa. Y firmaron como
testigos numerosos y honorables amigos de los contrayentes.
Con tan brillante ceremonia se ha escrito el ltimo captulo de una historia
de amor que tuvo su iniciacin hace seis meses en San Sebastin, donde la
juvenil pareja trab conocimiento en el hotelito veraniego de la novia,
justamente la noche en que sta, recin salida de un internado de Toulouse,
celebraba su puesta de largo y su feliz entrada en Sociedad.
Esta noche, en el palacete de los Arvalo, en la calle de Lista, se festejar
con una comida ntima el dicho acontecimiento.
Felicitamos a todos los interesados, y deseamos una luna de miel eterna a
los nuevos esposos.
(De un semanario dedicado a la vida social.)
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ACTO PRIMERO
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EMPIEZA LA ACCIN
Unos instantes de pausa, y la luz de la chcena se apaga,
aparentemente, sola. Nueva pequea pausa, y se oye en la escena la
voz del To, aunque no se le ve por ninguna parte.
VOZ DEL TO.Quieto!
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fecha?
PELIRROJO.(Llamando.) Eulalia! (A Daniel.) Y preprate a enterarte
de una cosa que no ocurre todos los das.
EULALIA.(Levantndose, enjugndose los ojos y retocndose la cara.)
Ah voy, seor Peter.
PELIRROJO.Porque parece ser que doa Andrea, aquella ama de
llaves que muri hace seis meses en el hospital, viene alguna que
otra noche por aqu a ver a tu mujer.
DANIEL.Qu ests diciendo?
PELIRROJO.Y tu mujer baja en puntillas, cuando todos duermen a
charlar con el cadver.
DANIEL.Eh?
EULALIA.(Acercndose a ambos.) Mande ust, seor Peter.
PELIRROJO.El seor quiere enterarse de algunos detalles... Explcale
al seor si no era una carta lo que anoche le dio doa Andrea a la
seorita...
EULALIA.Deba de serlo, pero yo no pesqu ms que la fecha. Y a m
no me meta ust en los, que bastantes motivos tiene una pa...!
PELIRROJO.(Mirando al foro centro e interrumpindola.) Chist! (Se
oye rer y hablar a Herminia dentro.) La seorita! (En el foro centro
aparece Herminia, con traje de noche. Habla hacia dentro, sonriente.)
HERMINIA.Voy por l, porque no quiero separarme de mi marido la
misma noche de la boda; sera demasiado pronto... (Re mirando
hacia dentro, y al avanzar un paso ms, queda profundamente seria y
preocupada.)
PELIRROJO.(Aparte a Daniel.) Viene a buscarte.
DANIEL. Calla, a ver!... (Quedan los tres ocultos de Herminia en el
segundo derecha. Herminia cruza la escena casi corriendo,
procurando no hacer ruido, y va a la puerta del foro izquierda inferior.
Da con los nudillos suavemente y habla en voz baja, dirigindose a
alguien que se supone que est dentro.)
HERMINIA.No te muevas... No hagas ruido... Luego vendr.
(Herminia va a la izquierda y quita el interruptor metlico que hay
medio oculto en el marco.)
DANIEL.(En voz baja.) Qu hace ahora?
PELIRROJO.Quitar el contacto de los timbres de alarma. Eso es que va
a salir y no quiere que se entere nadie. (Herminia abre, en efecto, la
puerta de la izquierda sin que suene timbre ninguno y se va, cerrando
la puerta tras s.) Se fue. Fin de la primera parte...
DANIEL. Vamos all! (Corre hacia el foro izquierda inferior.)
EULALIA.Seor... No entre ah!
PELIRROJO.No te preocupes: lo ms que va a encontrar en esa
habitacin es un ama de llaves muerta hace seis meses.
EULALIA.Y le parece a usted poco?
DANIEL.(Abriendo y mirando dentro.) Aqu no hay nadie.
PELIRROJO.Que no hay nadie? (Va hacia Daniel.)
EULALIA.Que no hay nadie? (Abre unos ojos como puertas.)
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si es la doncella...
TO.A la doncella me gustara a m estudiarla en la intimidad.
CASTELAR.Y ya habrs visto que, quitao Daniel, que se ha tirao pa la
honradez como quien se tira a un pozo, el que ms y el que menos
slo piensa en la caja de caudales.
TO.Como que nunca hemos trabajao con ms competencia.
CASTELAR.(Oyendo ruido.) Ya vuelven! Debe ser el Pelirrojo. (Se
parapetan tras la escalera. La puerta de la izquierda se abre para dar
paso a Menndez. Es un hombre de unos treinta y cinco aos, de
mirar resuelto y ademn rpido. Viste gabardina y lleva el sombrero
en la mano.) Pues no es el Pelirrojo...
TO.Arrea! ste es nuevo.
CASTELAR.Y qu poco me gusta su cara! (Se esconden de nuevo
debajo de la escalera. Menndez cierra la puerta, vuelve a conectar el
interruptor de la puerta y queda un momento en el centro de la
escena, en una actitud indecisa, mirando a su alrededor. Entonces,
por el segundo derecha, aparece Adelcisa, trayendo en la mano una
chaquetilla blanca de mozo de comedor y la faja. Es una doncella
muy mona.)
MENNDEZ.Ah! Ya ests aqu...
ADELCISA.Acaba de avisarme la Eulalia. No har mucho que espera
ust...
MENNDEZ.No. Acabo de entrar. (Se quita la gabardina y la
americana y se pone la chaquetilla y la faja, ayudado por Adelcisa.)
ADELCISA.Dse ust prisa, que puede venir alguien...
MENNDEZ.Estn an en el comedor?
ADELCISA.No. Ya hace rato que estn en el saln verde tomando el
caf.
MENNDEZ.Pues vamos. Esconde eso (Por sus ropas), y en seguida a
reunirte conmigo, que puedo necesitarte. Anda! (Se va por el foro
centro; Adelcisa hace mutis por el segundo derecha.)
TO.(Asomando con Castelar.) Ay, mi madre!
CASTELAR.Oye: yo creo que tienes razn t y que nos debemos
quedar aqu pa siempre. Pero, qu clase de bollo es ste?
TO.Pues que ya no falta por aparecer ms que un seor con
barba... (Por el foro centro surge Felipe Arvalo, un caballero de unos
cincuenta aos, de aire suave y apacible. Va de etiqueta y gasta
barba entrecana.)
CASTELAR.Chav!
TO.Ya est aqu el que faltaba... (Vuelven a esconderse. Felipe
avanza en silencio hacia la izquierda, quita el contacto del interruptor
metlico de los timbres, y, consultando su reloj de bolsillo, se dirige a
la puerta del primero derecha. En ese momento, en el foro centro,
aparece Germana. Sus ojos echan chispas y a duras penas logra
contener una gran furia interior.)
GERMANA.Te habrs quedado muy satisfecho!, verdad?
FELIPE.(Volvindose.) Eh?
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Juan!
DANIEL.Eh?
TO.(Aparte.) Arrea! El barbas! (Inicia el mutis con Castelar.)
FELIPE.(Contenindoles.) Chist! Ustedes, quietos, amigos mos! (A
Daniel.) Eso no, Juan. Eso no...
DANIEL.Qu dice usted, Arvalo?
FELIPE.Que tu to no se va de aqu. Que tu familia, por humilde que
sea, no se merece esto. Te conozco y comprendo que no lo haces por
dureza de corazn hacia ellos, sino por delicadeza para conmigo. Pero
ya sabes cmo pienso respecto a eso; bien poco hace que
hablbamos del asunto. La humildad del origen nada importa; y la
pobreza, mucho menos. Si t has logrado triunfar de la vida en
Amrica, elevndote sobre el pasado, y si ellos no han tenido esa
suerte y vienen ahora a ampararse en tu posicin social, hay que
ampararlos. Es deber tuyo y mo.
DANIEL.Pero...
FELIPE.Vistindoles, equipndoles, instalndolos con nosotros, como
de la familia que son. Tu to se queda a vivir aqu por ahora.
TO.Muchsimas gracias. No encuentro palabras ms...
FELIPE.(A Castelar.) Y usted, tambin. Qu es usted de Juan?
CASTELAR.Primo.
FELIPE.(A Daniel.) Y es sta toda tu familia?
TO.No tiene ms que a nosotros en el mundo, don Felipe.
FELIPE.Qu es eso de don? Trtame con confianza. Llmame
Arvalo. O Felipe a secas. As como as, el corazn me dice que usted
y yo simpatizaremos e intimaremos pronto, y que, juntos, vamos a
pasar muy buenos ratos. Qu tal maa se da usted para el robby?
TO.(Alarmado.) Cmo?!
FELIPE.Le pregunto si juega al robby.
TO.(Tranquilizndose.) Ah! Es un juego... Es que la palabra me ha
chocao. Pues... no lo juego, pero me suena.
FELIPE.Es muy fcil. Yo lo juego muy bien; se lo ensear, y en un
mes me comprometo a hacer de usted un profesional del robby.
TO.Eso antes de un mes.
FELIPE.Y por el momento, Juan, el mayordomo tiene que
proporcionarles ropas. Maana har que avisen a mi sastre.
(Llamando hacia el segundo derecha.) Peter! Peter!
DANIEL.(Yendo hacia l.) Arvalo... Escuche usted, Arvalo... Esto no
es posible...
FELIPE.Que no es posible? Lo es para m, y no va a serlo para ti?
Juan, no me hagas rectificar el juicio moral que me mereces. Peter!
(Se va por el segundo derecha. Hay un silencio. Castelar y el To
estn encantados del sesgo del asunto, pero temen la explosin de
indignacin de Daniel. ste permanece unos instantes mirndoles de
hito en hito.)
DANIEL.(Muy serio.) Bueno; ya comprenderis, granujas, que
maana mismo... (Hace una castauela con los dedos, indicando que
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TELN
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Yo soy la flor
de suave olor
que expande su perfume alrededor.
Yo soy la flor
multicolor
que nace y muere al ritmo del amor.
Yo soy la flor.
Yo soy la flor.
TO.(Aparte a Laredo.) Qu tijeretazo tiene...
MONCHITA.(Cantando.)
Yo soy la flor
que ama el calor
y brilla ante el roco maanero.
Yo soy la flor
que de dolor
se muere si la olvida el jardinero.
La, la, la, la, la, la, la!
La floooooooor!
(Todos aplauden.)
PELIRROJO.Bravo!
FELIPE.Bravo!
GERMANA.Muy bien!
TO.Mucho!
CASTELAR.De ncar! Le ha salido a ust de ncar!
MONCHITA.(Saludando a derecha e izquierda.) Gracias.
CASTELAR.De ncar.
MONCHITA.Muchas gracias. (A Adelcisa, que intenta levantarse del
piano.) Hijita, no se levante, que an no he terminado...
TO.(A Laredo.) Arrea, pero si va a cantar ms...!
DANIEL.(Que se ha levantado y se ha acercado a Monchita.) En esta
romanza se ha superado usted, Monchita.
HERMINIA.(Que se ha levantado y se ha acercado a Monchita con
Germana, Luca, Delfina y Ros.) Monchita se supera siempre, porque
cuando canta lo siente.
TO.(Aparte a Laredo.) Lo sentimos todos, verd, usted?
MONCHITA.Muchas gracias... Muchsimas gracias...
EULALIA.(Al Pelirrojo, llorando.) Ha visto ust qu cancin tan
sentimental, seor Peter?... (Quedan formando grupo el Pelirrojo,
Eulalia y Adelcisa.)
MONCHITA.(Yendo hacia el grupo de Laredo.) Pero los aplausos que
ms me conmueven son los de estos nuevos amigos. (Al To y al
Castelar.) Porque es a ustedes a quienes estoy dedicando esta noche
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cartera?
TO.S. Que se le cay a ust antes en el saln y la cogimos
nosotros pa... devolvrsela en la primera oportunid.
CASTELAR.Eso es. Tome ust. Y tome ust tambin el collar de su
seora, que tambin se le cay en el saln.
LAREDO.Caramba! Pues muchas gracias.
TO.Gracias las de ust, que es ust un to grande, seor Laredo. (A
Laredo.) Ust seguro que cuando mate a un enfermo, va y dice: Lo
he matao. (A un gesto de Laredo.) Bueno: no lo dice ust por mor
de la crcel, pero lo piensa, vamos; y no anda con la copla de que si
el corazn no aguant, o que si el hgado se declar en huelga. Sino
que dice: Me lo he cargao yo por berzas. Como debe ser!
CASTELAR.Como debe ser, s, seor. Y si el enfermo la ha diao, pues
culpa suya ha sido, por no llamar a otro mdico ms perito mecnico.
TO.Hala, sacdase otro latigazo, seor Laredo. (Le sirve.)
CASTELAR.Y cuidado con los lentes, que antes se le han cado a usted
en la copa. (Beben los tres. Por el foro centro ha entrado Eulalia con
las capas o abrigos de Luca y Delfina, y por el segundo derecha el
Pelirrojo, con el abrigo, el sombrero y los guantes de Ros.)
EULALIA.Los abrigos de las seoritas... (Luca y Delfina se los ponen,
ayudadas por Germana y Herminia, Monchita y Felipe.)
PELIRROJO.(A Ros.) Lo del seor...
ROS.Trae. (Forman grupo Daniel, el Pelirrojo y Ros, que le ayudan
a ponerse a este ltimo el abrigo.)
PELIRROJO.(Aparte a Ros.) Venas t armado?
ROS.S.
PELIRROJO.Qu traas?
ROS.Una Star del nueve largo.
PELIRROJO.(Sacando una pistola disimuladamente.) Justo. Tmala.
Como eres el ltimo en marcharte, tema haberme equivocado y
habrsela dado a otro. (Ros se la guarda.)
DANIEL.Cuidado, que no os vean.
ROS.No hay miedo. Bueno, Daniel... Suerte! Que seas feliz como
marido y como hombre honrado, ya que las dos profesiones te pillan
de nuevas... (Se abrazan.)
DANIEL.Gracias, Mariano. Y a ver cundo me imitas.
ROS.Yo no tengo vocacin ni de lo uno ni de lo otro. Ahora ando
planeando un asunto contra la Banca Torrns con Luis el Gordo
y con...
DANIEL.(Interrumpindole.) No me lo cuentes. Y te digo lo que les he
dicho a los otros compaeros, Mariano. No quiero verte ms, ni
volver a saber nada de ti; pero no te olvidar nunca.
ROS.(Volviendo a abrazarle.) Pues de m puedes estar siempre
seguro, Daniel.
HERMINIA.Antn, saca del garaje el coche de las seoritas. (Antn se
va por la izquierda.)
LUCA.En marcha, seor Ros?
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su palabra.
LAREDO.Monchita.
MARIF.Mam!
MUGURUZA.Mam! (Van a ella y la tienden; ayudados de Adelcisa,
Eulalia y Antn, la echan en el silloncito del foro.)
TO.(Qu est mirando por el agujero de la bala.) Por aqu no se ve
nada; pero han tirado desde el jardn.
DANIEL.Vamos afuera! (Va a la puerta de la izquierda, pero no logra
abrirla.) Eh? Esto est cerrado! Quin ha cerrado esta puerta?
ANTN.(Acudiendo a ellos.) Nadie, seor. Yo entr el ltimo. Es que
esta puerta se atranca a veces. (Habla mientras forcejea intilmente
en la puerta.)
GERMANA.(Aparte, con Felipe y Herminia.) Dios mo! Han podido
matarte...
FELIPE.(Mirndola fijo.) Todo lo contrario, Germana... No han podido.
(Germana, sin contestar, se va al grupo de Monchita.)
HERMINIA.Pero han querido. Qu hace ese agente de polica? De
qu est sirviendo que haya venido a la casa?
TO.Venga! Venga! (Tirando con Antn.) Ya!! (La puerta cede, se
abre, y en el umbral aparece el Pelirrojo.)
PELIRROJO.Vamos... Ya era hora de que se abriese. Tambin a m se
me atranc el otro da... (Herminia, seguida de Felipe, avanza hacia
la izquierda, interesados por lo que pueda decir el Pelirrojo. Laredo
abandona el grupo de Monchita y baja a la izquierda, unindose al
grupo del To, Castelar, Daniel, el Pelirrojo y Antn.) No ha habido
desgracias, verdad? Se habrn asustado los seores... Todo ha sido
una imprudencia del seor Ros, que, mientras yo echaba la gasolina,
se puso a charlar con las seoritas de Arnal y, para tranquilizarlas de
su miedo a los atracadores, les ense una pistola que llevaba, y se
le escap el tiro. Y la seora de Laredo se ha desmayado? Todo sea
por Dios! (Va al foro y se une al grupo de Monchita.)
DANIEL.(Aparte al To.) Te crees t eso?
TO.Yo no.
CASTELAR.Ni yo tampoco. (Daniel se une a Herminia y a Felipe.
Inician el mutis. Laredo se ha acercado al To y al Castelar, y antes de
que hagan mutis por la izquierda les habla aparte.)
LAREDO.Como ustedes estn al tanto de todo, no tengo que decirles
que tambin hay en la casa ms de una persona interesada en la
muerte del seor Arvalo...
TO y CASTELAR.Qu?
LAREDO.Ahora que, cuando atentan contra l, es seal de que, el que
sea, ha vaciado ya la caja, apoderndose del dinero y de los
documentos.
TO y CASTELAR.Cmo?
LAREDO.Pero punto en boca de todo, eh?
CASTELAR.Pero, hombre, seor Laredo. (Laredo le da la espalda y
vuelve con Monchita.)
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es eso?
EULALIA.Vengan ustedes! Bajen ustedes! Ay, madre de mi
corazn, ya no me faltaba a m ms que esto!
MENNDEZ.Pero qu ocurre?
EULALIA.Abajo! La otra doncella! La Adelcisa!
TO.Qu?
EULALIA.Que est en su cuarto atada y amordazada!
TO.Atada y amordazada?
EULALIA.Y como est atada, no puede moverse! Y como est
amordazada, no puede hablar!
TO.Claro!
MENNDEZ.Ah voy! (Se va por el segundo derecha.)
EULALIA.Madre del alma, me tendr que ir de esta casa!!
TO.Adonde vas a ir ahora mismo es a la alcoba del seor, que
pueden necesitarte hasta que llegue el mdico.
EULALIA.El mdico? Dios mo! Pues qu ocurre?
TO.Arrea y no preguntes, que la cosa no est pa intervis!
EULALIR.S, seor; s, seor. Madre ma! Y quin ser Intervis?
(Se va por el primero derecha. Por el foro izquierda superior,
Castelar.)
CASTELAR.(Al To, desde arriba.) To!
TO.Qu pasa?
CASTELAR.Aqu no hay nadie!!
TO.Cmo?
CASTELAR.Que aqu no est la mujer de Daniel. Que se ha
evaporado!
TO.Ay, mi madre!! (Llamando hacia dentro por el primero
derecha.) Daniel! (Yendo hacia la escalera. A Castelar.) Pero, ests
seguro? Has mirado bien?
DANIEL.(Apareciendo por el primero derecha.) Qu ocurre?
TO.Que tu mujer ha desaparecido, Daniel. Que esto es la oca!
DANIEL.(Corriendo a la escalera.) No es posible! Tiene que estar
ah...
TO.Eso le digo yo a ste... No estar por algn rincn, Castelar?
CASTELAR.Hombre, una mujer no es una aspirina... (Se van los tres
por el foro izquierda superior. La puerta del foro izquierda inferior se
abre y Herminia asoma la cabeza. Examina la escena y habla hacia
dentro.)
HERMINIA.Sal. No hay nadie. Ahora puedes irte. (Por el foro izquierda
inferior sale Teresa, vistiendo como en el primer acto. Tiene unos
cuarenta y cinco aos y restos de una gran belleza.)
TERESA.S. Me voy y para no volver nunca.
HERMINIA.Eso no. Eso no!
TERESA.S. Eso s, Herminia. Mucho me ha costado atreverme a
decrtelo, pero ya lo sabes todo. Hasta ahora te dije que tu madre
haba muerto y que Andrea viva y era yo. Ahora ya sabes que a
Andrea la mataron por querer defender tu herencia y que yo soy esa
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va ste?
MENNDEZ.Sujtenle y silencio! (Entre Daniel y el Pelirrojo dominan
a Daz.) Silencio!! (Escuchando.) Ahora el Pelirrojo cierra la caja
nuevamente y se le oye andar por aqu de un lado a otro... Qu
hace?
TO.(A Castelar.) Poda preguntrselo a l.
Voz DAZ.Pelirrojo!! Pelirrojo!...
MENNDEZ.Hola!! Alguien, que acaba de entrar, llama al Pelirrojo.
Voz PELIRROJO.De dnde sales t?
Voz DAZ.Estoy escondido ah arriba, en un ropero.
MENNDEZ.(A Daz.) El que entra eras t, Daz.
Voz DAZ.Lo tienes ya todo? Has abierto ya la caja?
Voz PELIRROJO.No. An no he averiguado la combinacin.
TO.Qu trolero!
Voz PELIRROJO.Me llaman del saln, Daz, Escndete otra vez. Yo te
avisar cuando haya podido abrir la caja. Hasta ahora.
MENNDEZ.El Pelirrojo se va y t (A Daz), al quedar solo, intentas
abrir la caja. Se oye perfectamente el rodar del botn, pero no das
con la combinacin.
Voz FELIPE.Qu haces ah?
MENNDEZ.Ah! Te sorprende Arvalo, que sala solo de su cuarto.
Voz FELIPE.Qu buscas en esa caja?
Voz DAZ.De sobra lo sabes. Te resistes a drmelo, pero ese dinero
es mo; tengo derecho a l...
Voz FELIPE.Si no te vas te denuncio, Daz. Ah dentro hay un polica.
Lo dir todo. Dir que t envenenaste a la Andrea...
MENNDEZ.Hola!
Voz FELIPE.Que la envenenaste para que no le descubriese a
Herminia la verdad de la herencia y ver si podas sacarme a m ese
dinero!...
Voz DAZ.Atrvete! Habla. Dilo. Y yo le dir a Herminia que su
padre soy yo. (Daz, zafndose de Daniel y el Pelirrojo, da un salto y
echa a correr hacia la izquierda, escapando al jardn al travs del
ventanal, que se hace aicos. Gran revuelo.)
DANIEL.Daz es el padre!
PELIRROJO.Cuidado!
DANIEL.Eh?
MENNDEZ.Que se va!
TO.Que se escapa! (Corren detrs el To, el Pelirrojo, Castelar,
Antn y Laredo. El To hace girar la llave en la puerta.)
MENNDEZ.Tiradle! Trale, Pelirrojo!
TERESA.(Yendo hacia el Pelirrojo.) No, por Dios! (El Pelirrojo dispara
hacia el jardn, al travs del ventanal roto.) No tire!
PELIRROJO.Ya es tarde. Ha cado.
TERESA.Virgen Santa!
ADELCISA.Jess!
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TELN
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que, como queda dicho, repugna a la gente y que hunda la comedia en vez de
levantarla. Para Los ladrones somos gente honrada hall, al fin, un clmax
decisivo, como se ver ms adelante. En Madre (el drama padre) el clmax era
la carta escrita por Espinosa. Es peligroso asomarse al exterior tambin
careci de clmax hasta el estreno, y slo despus del estreno dio con l el actor
Gutirrez; esa vez el clmax se reduca a un gesto del criado Hermenegildo,
pero tena una fuerza avasalladora. Si lo hubiera hallado antes, en el ensayo
general, por ejemplo, la comedia hubiera acabado tan triunfalmente como sus
hermanas. Tambin el clmax de Los habitantes de la casa deshabitada result
de un efecto fulminante: era la ltima salida de Rodriga, cuando aparece por el
stano diciendo: Ya est. Ya los he soltao!. Y en lo que se refiere a Blanca por
fuera y Rosa por dentro, el clmax ingeniossimo est constituido por la
reproduccin de la catstrofe ferroviaria en el saln de casa de Barrantes.
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