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RESUMEN

Haciendo uso de la bibliografa reciente, intentaremos presentar de manera somera algunos


resultados, orientaciones y sugerencias sobre la compleja relacin religin y sociedad en los
Andes. En este trabajo se tomaran en cuenta los campos relativos a las estructuras religiosas,
las categoras mticas, los gestos rituales a travs de lo que llamamos ciclos mticos, lo que fue
la experiencia nica de sntesis del universo simblico y religioso de la tradicin prehispnica
que tenia sus ritos y sus smbolos propios, los que fueron retomados, reelaborados y
transformados despus por las practicas catlicas.
ABSTRACT

Making use of recent texts, we present a shallow survey of some results, postures, and
suggestions regarding the complex relationship between religion and society in the Andes. In
this first part, we take into account areas concening religious structures, mythical categories,
and ritual practices, through what we call mythical cycles, the unique experience of the
synthesis of the symbolic and religious universe of the prehispanic tradition.
PALABRAS CLAVE

religin | Andes | Per | religin y sociedad | transformacin social | mitos


KEYWORDS

religin | Andes | Peru | religion and society | social transformation | myths

Introduccin
Los estudios contemporneos sobre religin, mito, ritual y evangelizacin en el
Per son difciles de presentar en un marco de balance general. Gran parte de
los trabajos realizados estn impregnados de una vieja tradicin que repite los
hallazgos, las afirmaciones y las conclusiones de algunos especialistas que
trabajaron a principios de este siglo o peor an de los del siglo pasado. Sin
olvidar que estos ltimos compartan, aceptaban y hasta copiaban las mismas
conclusiones y las generalidades de los autores del siglo XVI y XVII. No son
muchos los investigadores que han utilizado los conocimientos etnohistricos
acumulados en las tres ltimas dcadas y son todava ms escasos los que
introdujeron tanto esquemas metodolgicos renovados como modelos que
condujeran por nuevas rutas los trabajos sobre religin andina. A partir de estas
observaciones, nos hemos orientado a realizar una bsqueda larga pero
necesaria de los hechos etnogrficos e histricos (1).
En el transcurso de los ltimos veinte aos, a nivel hispanoamericano, se han
realizado varios esfuerzos de publicacin de las fuentes primarias tanto del
siglo XVI como del XVII que estaban agotadas o que eran de difcil acceso a la
consulta. De esta manera, los autores de estos dos siglos han sido puestos al
alcance tanto del pblico en general como de los jvenes andinistas y de los
investigadores profesionales. En la mayora de los casos, estas nuevas
ediciones gozan de cuidadosos comentarios y de esmeradas introducciones
crticas (2). Para la historia religiosa prehispnica, las ltimas lecturas de los
cronistas establecen con mayor exactitud lo que fueron las sociedades
precolombinas en lo que se refiere al universo religioso y simblico. Cristbal
de Molina, el Cusqueo, de manera excepcional dedica amplios captulos de su
obra a describir lo que eran las creencias y el sistema litrgico y ritual del
Cusco incaico (3). Igualmente Francisco de vila utilizando la mejor tradicin
de la historia oral andina nos relata los mitos y rituales de Huarochiri, que
explican la historia y las interrelaciones entre los grupos tnicos serranos y

costeos de la regin central del Per (4). Hernndez Prncipe nos presenta las
diferentes prcticas rituales efectuadas en la regin de Recuay y Cajatambo en
el norte peruano (contenidas en Duviols 1986). Cristbal de Albornoz nos
muestra un amplio panorama de lo que fueron los espacios sagrados de los
hombres andinos (su Instruccin para descubrir todas las Huacas, sus campos
y haciendas [1582] fue editado por Pierre Duviols en 1967 y luego en Historia
16, en 1988). Guamn Poma en su monumental crnica nos entrega una
valiosa informacin sobre los hechos religiosos mticos, sin olvidar los diversos
rituales andinos tanto prehispnicos como coloniales (Guamn Poma, 1980
Caracas, 1980 Mxico). Igualmente se cuentan en este panorama histricoetnogrfico las ediciones de Polo de Ondegardo (1988), Garcilaso de la Vega
(1985 Lima, 1995 Mxico), Cieza de Len (1984). Hay que destacar tambin
dos hallazgos importantes acaecidos a finales de 1980 sobre historia indgena
prehispnica. En la Biblioteca Apostlica Vaticana se encontraron la segunda y
la tercera parte de La Crnica del Perde Pedro Cieza de Len (1985, 1987) y
en la Fundacin March de Palma de Mallorca se descubri La suma y
narracin de los Incas de Juan de Betanzos (1987). En este trabajo
utilizaremos estas fuentes as como tambin las publicaciones aparecidas en
castellano principalmente en el Per, las cuales estuvieron a cargo de las
universidades, de las casas editoras y sobre todo de los institutos y centros de
investigacin. Los estudios sobre la religin en los Andes contienen amplios
panoramas temticos, de los cuales destacaremos algunos.

I. Los ciclos mticos


A partir de una lectura crtica de las fuentes, complementada con una bsqueda
de los orgenes sociales de los cronistas y con una revisin de la bibliografa
procedente de la tradicin humanista hispano-europea, en los ltimos aos, se
fueron encontrando las corrientes literarias y espirituales que nutrieron a los
autores del siglo XVI y XVII, cuando se ocuparon de las edades mticas del
mundo andino, las cuales todava se siguen citando y repertoriando en ciertos
trabajos etnogrficos recientes (5). Como resultado se obtiene el hallazgo de
dos series cronolgicas, en la primera constan datos de la tradicin europeacristiana provenientes del Antiguo Testamento en la que se narra que el mundo
ha pasado por la edad del Padre, que se est viviendo an la edad del Hijo y
que despus vendr la edad del Espritu santo. La etnografa actual nos relata
una humanidad constituida por tres segmentos confundidos: el de los
antepasados, el de los hombres actuales y el de sus descendientes. Influidos
por el catolicismo o cristianismo en general, los andinos continan elaborando
un discurso de carcter popular que se asienta bsicamente en la distribucin
de las edades del mundo de acuerdo a las tres personas de la trinidad
cristiana. La segunda serie contiene referencias a nombres de edades
preincaicas y prehispnicas en las que el tiempo se estructur en una divisin
quinquepartita. As, los incas creyeron estar viviendo el quinto mundo. Cada
uno de los mundos anteriores haba tenido una duracin de mil aos, cada mil
aos pereca un sol luego apareca otro nuevo y se reiniciaba el recuento de
los aos. El pasaje o el instante preciso que transcurra entre dos edades era
denominado pachacutique quiere decir inversin del mundo, tiempo de grandes

transformaciones, tiempo de destruccin, de desolacin y de restauracin, por


esta razn la destruccin de las Indias y la conquista espaola fue vista por los
indgenas
como
un pachacuti.
A
este
aspecto
temporal
del
concepto pachacutitambin se le encontraron equivalentes cristianos, de suerte
que el anunciado juicio final bblico es percibido sin problema como un
futuro pachacutiy la explicacin que daban los evangelizadores del diluvio
universal fue interpretada de inmediato como un yacu pachacuti, como un
verdadero pachacuti producido por el agua (Rostworowski 1989, Marzal 1995,
Ortiz Rescaniere 1973).
Los trabajos de explicacin de los ciclos mticos de los dioses, como los de las
figuras fundadoras, y tambin de los hroes y de sus acciones contienen
abundante informacin alrededor de la idea de la jerarqua que existe dentro de
los ciclos mticos, lo que permite que algunos investigadores destaquen en sus
trabajos un dios o un hroe con la calidad deser supremo, creador,
hacedor. La existencia de un dios creador esta muy bien documentada
gracias a los diferentes cronistas del siglo XVI y XVII, quienes crean y
compartan las concepciones catlicas y espaolas de la nocin cristiana de
crear producto de una visin del mundo monotesta, en donde el dios
supremo y sempiterno es la causa y origen de todo lo visible y lo invisible. Los
investigadores que trabajan con estos argumentos son acusados a veces de
hacerlo por razones de ndole filosfica y teolgica as como tambin por el
hecho de no poner en cuestin las afirmaciones de los cronistas. La discusin
sobre el tema no puede estar aislada de las fuentes que sirvieron de
fundamento teolgico poltico a la creencia judeo-cristiana en un Dios creador,
redentor y nico. El pensamiento teolgico de los siglos XVI y XVII modelado
por los problemas que ocasion la contrarreforma y basado en las doctrinas del
concilio de Trento, no es ajeno a estas razones. Por tal motivo se hace
indispensable encontrar los universos de referencia o las fuentes de formacin
de los cronistas, tambin es necesario reubicar esta informacin en un espacio
mtico ms amplio, mejor documentado, para poder reflexionar nuevamente
acerca de lo religioso y la instalacin colonial espaola en Amrica. En ambas
posiciones hay tambin la tendencia a minimizar la influencia catlica y
misionera en la existencia y contenido de las divinidades andinas.
Los discursos mticos andinos recuentan los hechos a su manera, de ellos se
desprenden los diferentes ciclos andinos prehispnicos, coloniales y
contemporneos relativos a los dioses, hroes, fundadores, jefes de guerra, a
los orgenes de los incas y de los qollas as como del hombre andino en
general. Todos estos personajes son eximios hacedores, constructores pero al
mismo tiempo destructores, deshacedores de las cosas, de los pueblos, de los
hombres, de las sociedades y del universo en general. Un aspecto comn en la
mitologa andina es que estos personajes recorren pueblos y regiones vestidos
pobremente. A ellos, el hombre prehispnico, luego el del perodo colonial y
finalmente el del perodo contemporneo les atribuyen las acciones de bien y
de mal que existan y que existen en el universo y en la tierra. De la lectura de
los libros, de las antologas y de los artculos referentes a los ciclos mticos
estaramos en la posicin de poder hablar de los hroes o personajes con
caracteres humanos pero que tambin son considerados como sobrenaturales,
aunque la mayora de los investigadores escribe sobre un dios o varios dioses,

tampoco encontramos trabajos claros sobre los dioses creadores, sobre los
hroes organizadores y sobre las acciones precisas de las figuras fundadoras y
transformadoras. Basndonos en el material que combina tanto cdigos de
parentesco como cdigos espaciales en donde los actores estn ligados por
lazos de parentesco y por los espacios que ocupan y que recorren,
encontramos varios ciclos mticos: el de Viracocha y de los Ayar, el ciclo de
Tunupa o Tonopa, el ciclo de Illapa-Libiac, el ciclo de Pariacaca-CunirayaTutayquiri-Huallallo Carhuincho-Pachacamac, el ciclo de Inkarri y el ciclo del
Pishtaco o Naqaq.
A partir de los documentos coloniales, as como tambin de los diferentes
trabajos bibliogrficos y etnogrficos, el ciclo mtico de los Viracocha y de los
Ayar divide a los investigadores en dos corrientes: la primera que identifica a
Viracocha como un dios nico, dios creador,dios hacedor, dios nico y
verdadero,ser supremo y a veces se le presenta como un apstol (Pease
1973, Marzal 1988, Rostworowski 1983). La segunda, partiendo de la
utilizacin del esquema indoeuropeo propone una nueva gua de lectura de los
textos en base al modelo dumeziliano de anlisis de la religin (Urbano 1982).
Para los cronistas del siglo XVI como para los evangelizadores y
conquistadores, en las nuevas Indias se planteaba el problema de la existencia
de un Dios andino creador y de su equivalencia con el Dios cristiano. Este
problema teolgico se resuelve buscando e investigando en los discursos sobre
los espacios simblicos prehispnicos y encontrandolo en los hroes
Viracocha, quienes fueron reducidos rpidamente a solo uno, el
acomodamiento con las exigencias pastorales de un Dios nico y verdadero,
con el fin de justificar la presencia espaola en los Andes. En realidad existan
varios personajes con ese nombre genrico, quienes tenan distintas funciones
y estaban distribuidos en espacios mticos diferentes (6). A partir del perodo
colonial, el nombre Viracocha fue aplicado tambin a los espaoles y desde el
siglo XIX designa a los blancos y a los grandes propietarios. Igualmente en
otros ciclos mticos andinos se refieren a estos hroes para describir
personajes con gestos heroicos semejantes. Cuando se aplica la concepcin
trifuncional de Dumezil a la sociedad andina prehispnica, los Viracocha
aparecen asociados con los gestos y las aventuras de los Ayar (Urbano 1981).
Los relatos de los Ayar presentan a cuatro parejas de hermanos quienes
recorren un espacio geogrfico amplio dentro del peregrinaje mtico, en los
cuales expresan una organizacin social, insinan formas de alianza y fundan
la civilizacin incaica mediante un complejo juego fraterno. Los Viracocha como
los Ayar ocupan, aparecen y desaparecen en espacios sur-sur, sur-norte y
conjugan en ellos las tres funciones del esquema indoeuropeo: reproduccin,
religin y poder poltico.
El ciclo mtico de Taguapaca, Taapac, Tarapaca y Tunapa o Tonopa o Tunapu
con sus dos mujeres, las hermanas Quesintuu y Umantuu encierra varias
tradiciones mticas del sur del Per, de Bolivia y del norte de Chile, tambin es
un nombre que evoca un gran numero de montaas sagradas de la regin del
lago Titicaca. Este hroe acta en los Andes meridionales y sus rutas son
sureas. Es un ciclo enigmtico y no esta muy bien documentado, los nicos
autores que nos proporcionan informaciones detalladas acerca de este hroe
son los cronistas que conocen los espacios cercanos al lago Titicaca y por las

contemporneas lecturas iconogrficas efectuadas en las pinturas de muchos


templos del sur del Per y de Bolivia. Algunos cronistas confunden a este hroe
con Viracocha o como enviado de Viracocha y atribuyen a Tunapa las mismas
caractersticas de Viracocha. En otros textos, a su vez, lo confunden con la
aparicin del apstol San Bartolom o Santo Toms en tiempos prehispnicos,
por lo ltimo es admitido en la iconografa catlica y presentado como un
apstol de Cristo. En los trabajos recientes, Tunupa, en general es presentado
como un dios o hroe aymara, un hroe relacionado con los fenmenos
meteorolgicos, con los volcanes y con las salinas, quien aparentemente logra
esconderse y consigue sobrevivir hasta hoy da acompaado de sirenas y de
peces (Urbano 1988 y los trabajos de las bolivianistas Teresa Gisbert y Thrse
Bouysse).
El ciclo de Illapa, Chuquilla, Catuilla, Libiac, Uch Libiac engloba al rayo, al
relmpago, al trueno y al resplandor, entidades todas que se reconocen como
hermanos slo cambiando de nombre segn las regiones y en calidad de hijo
aparece Uch Libiac, que es conocido como centella; estas mismas entidades
se dividen en mayores o curac y menores o sullca. Estos fenmenos
meteorolgicos divinizados eran imaginados como hombres que se
desplazaban en el cielo de oeste a este y de sur a norte, quienes con una
honda producan el rayo y el relmpago y con una porra el trueno. Eran los
protectores y destructores de los animales y de los hombres, la divinidad
principal de los pastores y de los cazadores. Su culto esta a cargo sobre todo
de los habitantes cordilleranos y de las familias ganaderas. Los indgenas les
ofrecan sacrificios de nios y de llamas, seguidos de bailes y ceremonias de
masticacin de coca de la variedad costea y animados con abundantes
libaciones de chicha. Los elementos rayo, trueno y relmpago sirvieron a los
evangelizadores para explicar el misterio de la Santsima Trinidad, sin
embargo, los indgenas prefirieron integrarlos al apstol Santiago. En esa
poca en Espaa crean que cuando tronaba era el caballo de Santiago que
galopaba por los cielos, aparte que era costumbre entre los soldados
espaoles el vocear e invocar al apstol antes de iniciar los disparos de sus
arcabuces en los combates. Por eso, los indgenas asociaron a Santiago con el
rayo o illapa y al mismo tiempo ellos desarrollaron una gran supersticin en
torno a la utilizacin del nombre Santiago, por lo cual los extirpadores de
idolatras prohibieron el bautizar a los nios con ese nombre. Las fiestas
principales de estos hroes tenan lugar a partir del Corpus Christi porque
coincida con las cosechas y la abundancia de los alimentos recolectados.
Despus, a partir del siglo XVII, ser celebrado durante todo el mes de julio
como la fiesta del ganado o de Santiago (Rostworowski 1983).
El ciclo mtico de Pariacaca, Pachacamac y los otros hroes de los Andes
centrales es uno de los ms conocidos de la literatura andina porque est
recopilado en un texto quechua annimo que ha sido trabajado
pertinentemente en los ltimos aos tanto a nivel de la paleografa, como al de
la traduccin e interpretacin (Francisco de vila 1966, 1987). Los mitos
comentan los ritos con la presencia pedaggica de los hroes, las
correspondencias simblicas entre los seres y la naturaleza, y los espacios que
estos hroes recorren van de oeste a este, hasta los Antis o regin amaznica.
Las caractersticas de estos hroes encuadrados en estos ciclos mticos se

encuentran tambin encerrados en varias nociones quechuas empleadas en


los textos del siglo XVI y XVII, tales como casca, camac, callpa, conceptos que
se refieren a la fuerza vital invisible que anima el universo sagrado de los
hroes y de los antepasados y que lo trasmiten a los hombres y a las cosas
animadas. Al parecer cada hroe posea en diversos grados la capacidad de
animar y de dar vida, los beneficiarios podan aumentar la calidad de
su camac proveyndose a travs de varios hroes con el heredado de sus
ancestros y los que ms acumulaban podan llegar a ser ancha camasca,
poderosos y capaces de animar, lo que correspondera a los especialistas es
decir a chamn, curandero, adivino, brujo, hechicero. Esta fuerza o poder de
animar est dentro de una lgica de explicacin mtica-reciproca del universo
andino porque son los hroes culturales que aparecieron y existieron los que
explicaron el culto, los ritos y las ofrendas que deban recibir y al mismo tiempo
establecieron las costumbres y tradiciones a guardar y mantener. Estos hroes
identificados por un solo vocablo poderosos, segmentaban su poder en tres
vocablos: callpa es la fuerza que se adquiere mediante el constante esfuerzo
fsico y mental y los hroes del ciclo lo poseen o lo pierden. Sinchi es el poder
asociado con el coraje fsico, la valenta, la fuerza y el valor del
guerrero. Capaces el poder ostensible, visible casi palpable del que rene la
riqueza material con las otras formas y dimensiones del poder (Gerard Taylor
1987).
A travs de la etnohistoria, se puede seguir la trayectoria milenaria de
Pachacamac, divinidad muy venerada del panten autctono costeo, que
encontr refugio en el actual Seor de los Milagros, el Cristo ms popular del
catolicismo peruano, en cuyo honor se celebra durante tres das del mes de
octubre, la procesin ms grande del mundo catlico de los Andes. La
informacin arqueolgica, etnohistrica y mtica del culto a Pachacamac nos
indica que, en este centro religioso de la costa, se veneraba al dios de las
profundidades y abismos de la tierra, que controlaba los movimientos de la
misma, y gran parte de su prestigio obedeca tambin a sus orculos y
vaticinios consultados muy frecuentemente por los habitantes y para ello,
venan desde tierras muy lejanas. Por tal motivo, a este lugar sagrado acudan
los indios cuando se producan los movimientos telricos, y a partir del perodo
colonial temprano esta devocin se transfiere al culto del Seor de
Pachacamilla o de los Milagros, asociado tambin a los temblores, terremotos y
maremotos (Rostworowski 1992). Actualmente, la fiesta del Seor de los
Temblores en el Cusco refleja casi los mismos atributos y funciones de
Pachacamac y del Seor de los Milagros de Lima (vanse los nmeros de la
revista Allpanchisdedicados a fiestas y ritos). ltimamente, los etnlogos han
desarrollado una aproximacin estructuralista utilizando el dualismo del espacio
social y geogrfico de los Andes prehispnicos al espacio de los hroes de este
ciclo. Hanansera las alturas, la sierra y la divinidad Pariacaca y sus hermanos
personificados en los nevados, en las lluvias torrenciales y en los
temibleshuaycosque producen. Hurin sera los llanos, la costa donde se
encuentra el dios Pachacamac asociado a las tinieblas, la noche, las
profundidades (Ortiz Rescaniere 1980).
Entre los temas ms populares del discurso mtico contemporneo, el ciclo
mtico de Inkarri es el que ms investigadores atrajo. Con el entusiasmo de

encontrar en el Per un movimiento mesinico, o respuestas de carcter


sociopoltico en el mundo campesino, se cruzan y se encuentran varias ideas
de base en los trabajos y en las publicaciones: la existencia de un mesas o
cristo andino, referencias a un hroe andino, el personaje principal en
algunas acciones,la divinidad andina contempornea, la figura de un
principio unitario que debe restaurar el orden destruido por la conquista.Hay
una enorme confusin en los textos publicados hasta ahora por la interferencia
de los relatos mticos cristianos en la elaboracin del ciclo mtico de Inkarri.
Inkarri es un hroe que representa las fuerzas contrarias al Dios cristiano, es
definido como el personaje de las edades anteriores a la llegada del Sol,
anterior a Huayna Capac penltimo Inca y al Taytacha o papacito cristiano. A
partir de los datos disponibles, el hroe se transforma en el representante de
las potencias oscuras, de los demonios que se aduean del mundo de los
gentiles. Este Inkarri puede ser el resultado de la catequesis cristiana que
difundi en los Andes la idea de lo pagano, de lo que precede la llegada o el
anuncio del evangelio, de lo que es definido antes del catolicismo como malo y
que debe ser rechazado (Ossio y otros 1973).
Algunos hablan de la existencia de Inkarri en el momento mismo de la
conquista y se afirma adems que el mito surge inmediatamente despus de la
muerte de Atahualpa. En los relatos recogidos por los etnlogos, Inkarri se
reconstitua porque despus de la muerte de Atahualpa, se le degoll y separo
la cabeza, la misma que fue llevada y enterrada en el Cusco, se cree que a
partir de ella se va a reconstituir un cuerpo y cuando este haya finalizado
completamente su reconstitucin, el Inkarri renacer, saldr de la tierra, los
espaoles sern perseguidos y el antiguo imperio ser restablecido. Se
considera tambin que hay un orden latente que yace en el mundo subterrneo
y que emerger a la superficie con el Inkarri (7). Este discurso popular del
retorno de Inkarri, hroe que se confunde con divinidad andina entronca en
los temas de la destruccin/restauracin de las Indias, corriente que elaboro el
discurso milenarista y mesinico tanto en la pennsula ibrica como en Amrica
en el siglo XV y XVI. En aquella poca, la idea del retorno del Rey, de un
Mesas, o de un Salvador era muy popular en todo el mundo ibrico y tambin
en Europa. Con estas ideas, actualmente se le asocia a los hechos
sociopolticos que anunciaran una reconstruccin de los tiempos
prehispnicos. El mito del retorno de Inkarriofrece la promesa de que el
antiguo orden podr ser restablecido, porque se espera que el mundo puede
dar todava otra vuelta, que de nuevo tenga unpachacuti que permita regresar
al tiempo del Inca. Hay que insistir en que el concepto Inca bsicamente
significa principio de orden y cuando se invoca el retorno al tiempo del Inca se
invoca el retorno al orden. Sin embargo, esa reconstruccin del pasado en el
discurso relativo a Inkarri aparece con caractersticas muy ambiguas y no se
pueden sacar los elementos ms sobresalientes de los relatos. La siguiente
frase nos ilustra esta situacin: Inkarri vuelve y no podemos menos que sentir
temor ante su posible impotencia por ensamblar individualismos quizs
irremediablemente desarrollados (8). Algunos de los gestos de Inkarri se
confunden en la tradicin andina contempornea con algunos de los atributos
del Cristo de la catequesis catlica implementada en los Andes. En este sentido
se ha demostrado que la imagen del Inkarri no es del todo extraa a las
representaciones judeocristianas del cuerpo de Cristo que se forma a partir de

la cabeza que es el Cristo mismo y enseguida se extiende a todos los


miembros. Un trabajo realizado en el sur del Cusco sobre la peregrinacin al
santuario del Seor de Qoyllor Riti aproxima al Cristo crucificado con Inkarri por
dos razones: ambos son identificados con la justicia social y con el color blanco
de la nieve que es eterno (9).
Inkarri es un hroe andino muy conocido sobre todo en el sur del Per. A
mediados del siglo XVII un descendiente de los Incas fue nombrado corregidor
de Ibarra en la audiencia de Quito. En el camino hacia la sede de su cargo
comenzaron a producirse acontecimientos singulares, fue proclamado Rey de
los indios, le ofrecieron antiguas ceremonias y le rindieron culto como si se
tratara de un autentico Inca (Flores Ochoa 1992). Ms tarde, Juan Santos
Atahualpa, dirigente de una sublevacin indgena a mediados del siglo XVIII,
convoca a los indios de tierras bajas como a los de las alturas de la sierra
diciendo que es un ApuInca descendiente del Inca Atahualpa, durante 10 aos
no fue derrotado y finalmente su cuerpo desapareci echando humo y se fue al
Cusco (Zarzar 1989). Antes de la gran rebelin indgena encabezada por Tupac
Amaru II, el nombre de Inkarri conllevaba la idea de una afirmacin del pasado
prehispnico, de rebelin, demesas.Serva de inspiracin ideolgica para
congregar a los indios, motivarlos y conducirlos con facilidad a protestas y
rebeliones. En el acta en que se afirma la condena de Tupac Amaru, la
descripcin del rebelde dirigente andino presupone la existencia de una
afirmacin anterior del carcter real de la persona, lo que en quechua
slamente puede traducirse, sin duda alguna, por la palabra Inkarri. El uso del
ttulo de Inca, de las insignias reales y del mismo nombre eran legtimos, Tupac
Amaru II era descendiente directo de Tupac Amaru I, el ltimo Inca del Cusco
decapitado en 1572 en la plaza mayor (Urbano 1982). En algunos casos, este
hroe andino se opone a los personajes que designan regiones sin las
caractersticas geogrficas que definen los valles del Cusco. Casi en todos los
casos, Inkarri es el hroe del valle del Vilcanota o de la ciudad del Cusco que
vence a sus adversarios, que vuelve despus de una apuesta, que escoge
residir en el valle por sus productos agrcolas obtenidos. Inkarri en el sur del
Per representa a la gente de los valles interandinos y se opone a Qollarique
representa a la gente de las alturas del altiplano. Tambin, la
palabra Inka actualmente es un nombre genrico que designa a los jvenes
que aparentan buena condicin fsica y son pretendidos por las doncellas en
edad de matrimonio. Finalmente, a travs de los relatos, diramos que Inkarri
no tiene nada de mesinico, no es tampoco Dios y en las poblaciones andinas
condensa una racionalidad llena de esperanza. Inkarri aparece en el relato
andino como un hroe con mltiples funciones y como todos los hroes ejecuta
obras extraordinarias, posee una fuerza fsica excepcional, lucha y combate
con ardor y resulta victorioso en las competiciones.
El ciclo mtico del Pishtacoo Naqaq acompaa perodos rituales y de grandes
transformaciones de la sociedad andina. Estos personajes fueron especialistas
de cultos oficiales en el perodo prehispnico, encargados de proveer de
hombres y animales a los templos con el fin de obtener, sangre, grasa y carne
para llevar a efecto los rituales; a partir del perodo colonial y en el ltimo siglo,
esta especializacin se mitifica y el personaje adquiere una dimensin dudosa
ya que posee cierto carcter sagrado pero al mismo tiempo es temido (Millones

1990, Ossio 1973). Documentalmente aparece identificado como una de las


causas del movimiento del Taqui Onkoy. Identificado generalmente como un
personaje extranjero: espaol, blanco o gringo, pocas veces como mestizo o
indgena aculturado. Segn el momento histrico que evoca el relato, este
personaje aparece vestido de monje, soldado, mayordomo de hacienda,
ingeniero, explorador, arquelogo, maestro, antroplogo, guerrillero, militar.
Siempre anda armado sea con lazo, machete, cuchillo, pual, carabina, fusil,
pistola, metralleta. Ataca slo de noche y preferentmente en lugares aislados.
Su funcin esencial es asesinar a los indgenas para extraer la substancia vital
de cada cuerpo, la grasa, la cual sera utilizada para beneficiar a los blancos en
la composicin de los medicamentos, para mejorar la aleacin de los metales,
para fabricar las campanas, para dar mayor firmeza a la estructura de las
Iglesias, de los puentes, de los edificios, luego sirve tambin como lubricante
para los camiones, los tractores, los aviones, los armamentos, los ordenadores
y en los ltimos aos el rumor afirma que es un producto que se vende para
pagar las deudas al FMI (10).
La grasa que busca este personaje ocupa un lugar privilegiado dentro de las
representaciones andinas. Esta substancia se encuentra presente como
ofrenda en todos los ritos, slo que en el perodo prehispnico se trataba de la
grasa de animales, a partir de la conquista espaola la grasa buscada se
permuta por la grasa de los indios y para la sociedad indgena esto signific y
significa no slamente la muerte sino tambin la captura del alma as como la
manipulacin de la vitalidad inherente a ella. Los negros esclavos igualmente
son vctimas de este miedo de perder la vida a causa de la grasa que buscan
los espaoles. Una parte de ellos piensan que les llevan a Amrica con el fin de
matarlos, extraerles la sangre para carenar los barcos y sacarles la grasa para
comerciar con ella. El terror de los indgenas y el miedo de los negros,
atraviesa rpidamente pueblos y regiones como una epidemia. En las prcticas
medicinales que se desarrollan en Europa en el siglo XVI, los mdicos hablan
de las virtudes curativas y los benficos efectos de la sangre, del cerebro, de la
mdula y de la grasa humana. Estas sustancias preciosas se vendan en
tiendas exclusivas y tenan una enorme variedad de usos y aplicaciones:
aparentemente fortificaba, disolva congestiones, calmaba dolores, espaciaba
las contracciones, ayudaba a las cicatrizaciones, serva como ungento
milagroso a los paralticos y epilpticos. En el caso preciso de la grasa
mezclada a otros ingredientes era ms penetrante y permita movilizar las
articulaciones y otras partes deterioradas del cuerpo. Los espaoles al llegar a
Amrica no se olvidaron de estas prcticas tradicionales europeas, utilizaron
intensamente la grasa de los indgenas, sobre todo la de los obesos con el fin
de aliviar y curar las heridas tanto de los mismos conquistadores como tambin
las de los caballos. Lentamente se construye y se fija en la memoria colectiva
indgena un personaje enigmtico con caractersticas de un siniestro carnicero
que mata a los indios, los mutila y los corta en pedazos buscando la grasa, es
un autntico comedor de hombres. Algunos estudiosos sugieren una relacin
con Viracocha, porque el nombre de este, tiene una faceta que significa mar de
grasa.
El Pishtacoen el perodo colonial entra en las formulaciones y en las
representaciones andinas, pero la elaboracin se hace a partir de la presencia

de los espaoles; se trata siempre de un personaje blanco, feroz y agresivo. Se


dice que es protegido por las ordenes religiosas, porque los hospitales y
conventos son lugares donde se almacena la grasa. Los eclesisticos protegen
al Pishtaco dndole un carcter sagrado a los escogidos como vctimas. As,
los gordos y fuertes sirven de pilares de las estructuras de iglesias, capillas y
hospitales. La grasa que buscan para incorporar al metal que servir para
fabricar las campanas, debe venir de vctimas seleccionadas por la belleza del
timbre de su voz, as la campana tendr una sonoridad ms intensa y mucho
ms armoniosa. De esta manera, el blanco se integra en el circuito sacrificial en
tanto que sacrificante. El indio sacrificado es la vctima, la tierra la destinataria y
el Pishtaco el sacrificador. Mientras en el perodo colonial, el Pishtaco es
concebido y protegido por los eclesisticos, por los hacendados y por las
autoridades civiles, en el perodo contemporneo es enviado y protegido por un
gran propietario, por los administradores de minas, por los ingenieros de
caminos, por el gobierno peruano, inclusive por universidades y centros de
investigacin como el CNRS, a travs del etnlogo que hace su trabajo de
campo. En los ltimos aos, varios de los ciudadanos extranjeros trabajando en
el mundo indgena ya sean mdicos, ingenieros, etnlogos han sido acusados
de Pishtacos. En realidad es la economa de mercado que da otro aspecto al
actual personaje del Pishtaco o naqaq. La grasa antes slo se usaba sin fines
lucrativos, ahora se comercia; antes serva para darle mejor sonoridad a las
campanas, solidez a capillas e iglesias, curaba las heridas de los espaoles y
de sus animales, hoy sirve para pagar las deudas con el exterior, incluso se
dice que el gobierno peruano vende al extranjero la grasa que extrae utilizando
metralletas bajo el pretexto de luchar contra la guerrilla. ltimamente, el
Pishtaco si an conserva su rol de sacagrasa en el mundo rural, en las
ciudades se interesa en un trfico mucho ms lucrativo y devastador: extrae
ciertos rganos como corazn, rin y ojos a sus vctimas y los vende al
extranjero a precios fuertes. Han aparecido tambin, en versiones recientes,
Pishtacos sacasangre (11).
Existen otros ciclos mticos olvidados en los estudios recientes, en que los
hroes son los cerros, las montaas, los ros, los lagos, las lagunas y otros
espacios andinos conocidos como espacios de Apus y Wamanis, espacios de
vientos, nubes, lluvias, granizos, arcoris; todos ellos pueden tomar tambin
formas humanas y animales. En los relatos, estos espacios vivos de los Andes
en algunos casos son ms importantes para lo que llamamos ciclos mticos que
los hroes o personajes descritos como personas. Estos espacios andinos
estn presentes en la cotidianidad de las sociedades andinas y se presentan
por ejemplo bajo la apariencia de cerros que caminan, que vigilan, que hablan,
que comen, que beben, que castigan, que protegen, que mantienen relaciones
de parentesco y de alianza entre ellos, que tienen mujer e hijos, etc. Cada
comunidad est bajo la proteccin de la elevacin ms cercana y actualmente
es a travs de los yachaq o curanderos, pongos o servidores como estas
montaas estn en relacin con los indgenas. Tambin son particularmente
importantes los ciclos relacionados con los orgenes de los pueblos o de las
comunidades andinas, construidos con material de origen diferente y que
permiti una elaboracin simblica, un razonamiento colectivo tomando como
punto de partida la experiencia histrica, la vida religiosa y los elementos
necesarios para una visin global de la sociedad y el mundo.

Sobre el rol que tenan las mujeres en los ciclos mticos, existen pocos trabajos
especficos. nicamente se seala la relacin estrecha que tienen con la
agricultura y con la fauna. Entre las ms frecuentemente mencionadas en los
ciclos y en los ritos tanto antiguos como actuales, desempeando el papel de
ancestros fundadores, aparecen la Pachamama que es la tierra, hermana y a
veces mujer de Pachacamac; la Mamacocha que es el mar, la Mamaacxo la
papa, la Mamacoca la coca. La Mamaquilla que es la Luna, hermana y mujer
del Sol, creadora de los seres de sexo femenino, su culto slo estaba a cargo
de las mujeres, se deca que la Luna era ms poderosa que el Sol porque
apareca igualmente tanto de noche como de da. El primer da de luna nueva
era esperado por ser propicio y entonces le ofrecan mayores sacrificios de
comida, chicha, animales vivos, aves y nios de cinco aos, su culto esta
relacionado con el perodo de lluvias y es transmitido y conservado hasta hoy a
travs de la Virgen de la Guadalupe (Rostworowski 1983). La Mama Raiguana
ligada al origen de las plantas cultivables de la sierra y de la costa, anunciaba
las posibles y luego seguras guerras. La Mama Huaco o Mama Sara, mujer
fuerte, guerrera y varonil, conquistadora de las tierras frtiles, es ella quien
cultiva el primer maz pero tambin es canbal, gran hechicera, se la celebraba
con abundantes libaciones de chicha en el mes de abril; en su recorrido se
desplaza de sur a norte. En la regin de Huarochiri, Chaupinamca, la mayor de
cuatro hermanas, ella misma hermana de un hroe fundador, diosa de la
fertilidad, preside las fiestas de la cosecha en la regin del ciclo mtico
Pariacaca y Pachacamac, se ocupaba de animar el camacde las mujeres de la
misma manera que Pariacaca lo hacia con los hombres. Su fiesta integrada al
calendario catlico se celebraba y duraba cinco das hasta las vsperas de
Corpus Christi. En su recorrido se desplaza de este a oeste (12).
Urpayhuachac, mujer de Pachacamac, madre de los peces y de las aves
marinas, la representaban bajo la forma de una paloma. Su fiesta se realizaba
cuando sembraban y hacan las sementeras; en su recorrido se desplaza de
oeste a este. Todas estas mujeres tienen un hijo o dos o tienen mellizos,
algunas veces se menciona al padre de los nios pero en la mayora de los
casos es notable la ausencia de ste; en un solo caso se habla de viudez
porque el padre muere, y en otros desaparece simplemente y la montaa que
representa a la diosa en la sierra central tiene ese nombre: cordillera de la
viuda. En todos los casos, estamos frente a un binomio madre-hijo o hijos. Nos
da la impresin de que, en los Andes, el elemento femenino es autnomo e
importante que no tiene necesidad del elemento masculino para existir. Estas
mujeres tienen y gozan de la capacidad de alentar y vitalizar a la humanidad
tanto como los dioses o hroes (Rostworowski 1983).

II. La ritualidad andina


Los estudios sobre el rito andino son ms abundantes en cuanto a la
produccin etnogrfica, sin duda porque el investigador puede describir con
minuciosa atencin y con todos los detalles que los mtodos exigen. El rito que
se trabaja es lo que se observa, por lo tanto se puede medir, se puede incluso
participar y se puede compilar fcilmente. Hay verdaderas antologas que
describen ritos y rituales, de tal manera que se puede hablar de tratados de

ritologa andina con sus caractersticas propias y con los elementos que
distinguen a los Andes de otras tradiciones rituales. La mayora de los
investigadores contemporneos utilizan datos prehispnicos para comprender
materiales etnogrficos, olvidando que el rito y el ritual andino evoluciona y
tiene una historia, que en su mayora no son expresiones de una concepcin
religiosa que pueda remontar a los tiempos prehispnicos. Muchos de ellos no
analizan detenidamente los antiguos gestos litrgicos as como las
adaptaciones, las adecuaciones y las repercusiones que se han efectuado con
la introduccin del sistema litrgico romano, sin dejar de lado el aporte cultural
y poltico espaol. La tradicin catlica, el trabajo del clero secular y regular, las
represiones y extirpaciones durante todo el perodo colonial han sido
suficientemente intensas y repetitivas como para imponer esquemas rituales a
las tradicionales celebraciones litrgicas as como para recrear una lgica ritual
especifica en los Andes. Por este motivo es necesario tener en cuenta la larga
y enorme experiencia religiosa de los Andes y lo que ella utiliza para
expresarse y para emitir las razones que la justifican.
Los gestos y actos rituales andinos contemporneos pasaron por los esquemas
litrgicos catlicos y por la persecucin de los extirpadores de idolatras que
recluyeron a los hechiceros o depositarios de los cultos prehispnicos. Por muy
tradicionales que sean los gestos y los actos litrgicos andinos
contemporneos se puede afirmar que todos o casi todos estn atravesados
por la simbologa cristiana, aparte de que utilizan smbolos catlicos y se
desarrollan en un contexto relativo a muchos de los principios litrgicos
cristianos. Es cierto que muchos de los gestos y los actos rituales se conservan
y continan con las tradiciones de origen precolombino como la utilizacin de
las hojas de la coca, la grasa de la llama, el sango del maz, la chicha y otros
elementos materiales del rito andino popular; pero al lado de stos se
encuentran tambin simbiticamente presentes la cruz, la devocin a los
santos, las oraciones, las plegarias, las palabras, los conjuros, las formulas
sagradas introducidas por el catolicismo. Habra que decir que el rito andino
viene marcado desde mediados del siglo XVII cuando las doctrinas estaban
provistas y equipadas, cuando las cofradas empezaron un trabajo
absolutamente activo, cuando hubo una predicacin intensiva de los misioneros
para difundir la fe cristiana, cuando las visitas y revisitas de los templos, de las
villas y pueblos atraen y mantienen a la poblacin indgena dentro de los
cuadros de la Iglesia. Tambin, habra que destacar el rol de intermediarios que
desempean los caciques quienes eran los depositarios de las tradiciones
andinas y por otro lado se encargaban de alentar una sntesis religiosa que
materializaban y daban el ejemplo sufragando los gastos en la construccin de
iglesias, encomendando lienzos y pinturas murales sagradas, creando y
fundando cofradas y haciendo respetar el ritmo anual de la vida agropecuaria
en dos grandes perodos: el de abril a agosto seco, de cosecha y de buena
salud, y el de septiembre a marzo lluvioso, de siembra, de enfermedad y de
muerte.
En cuanto a los sistemas calendricos y litrgicos en los Andes, algunos
cronistas sobresalen por presentar descripciones detalladas sobre el perodo
prehispnico. Igualmente los calendarios litrgicos actuales en los Andes
definidos en funcin del nacimiento, de la muerte y de la resurreccin de Cristo

tienen muy poca vigencia simblica en los Andes, ms bien los acontecimientos
rituales siguen los momentos ms importantes del ciclo santoral catlico
dominado por las advocaciones de las diferentes vrgenes, de los santos, de
las cruces, de los seores jesuses, cristos y jesucristos, los cuales engloban
todava algunos rituales fundamentales del calendario prehispnico y colonial
sobre los que ha habido un enorme trabajo de condensacin, de
reinterpretacin de la relacin del hombre con la naturaleza y con los dioses.
Analizando los diferentes materiales existentes sobre los rituales podemos
distinguir una concepcin, una sntesis y una actividad andina-catlica que
ofrece como resultado un primer e importante perodo de cosechas-estacin de
sequia, un segundo momento que es la estacin definida de lluvias-perodo de
sembros, existiendo entre los dos un perodo de separacin o de transicin.
Las fiestas del calendario litrgico temporal no corresponden a las fiestas
contemporneas de gran relieve, ms bien, como ya dijimos antes y lo
reiteramos, los perodos son tres, empiezan y van de abril a julio, luego viene
agosto, se reinicia en septiembre y termina en marzo.

A. Tiempo solar-masculino, de cosecha, alumbramiento, sequa, armona


La reconstruccin del calendario incaico es un juicio de valor y una verdadera
contribucin para la etnologa andina, porque el tema no slo repercute para
conocer mejor los aspectos agrcolas de la regin andina sino tambin para
acercarnos con ms precisin al ciclo ritual precolombino, colonial y
contemporneo. De ah se desprende la importancia que tiene el estudio de los
calendarios de ayer y de hoy para evaluar la justa reparticin de las fases
rituales. En los ltimos 20 aos se observa una renovacin en los estudios de
este tema. Las investigaciones sobre astronoma prehispnica andina
constituyen los fundamentos de lo que podra llamarse una ciencia andina
prehispnica. A partir de las observaciones y de los materiales codificados por
los diferentes cronistas, igualmente a travs de una serie de estudios que
cruzan etnohistoria y etnografa andina y tambin de un acercamiento entre el
anlisis mtico y astronmico, se investiga la definicin del espacio sideral, la
funcin astronmica y simblica del Sol y de la Luna, los fenmenos
meteorolgicos, as como las estrellas y las constelaciones con el fin de
determinar los perodos de actividades rituales intensas que fijan los
calendarios agrcolas y de pastoreo andino as como los diferentes ritos de
paso, de propiciacin y de proteccin de los dioses.
El sistema astronmico inca cubre los siguientes estudios. El sistema
de ceques que es una descripcin ideal del Cusco y sus alrededores
repertoriado por los cronistas Cobo, Molina y Polo, quienes describen 328
lugares sagrados o huacasque tenan una significacin particular en la historia
de los Incas. Cadaceque era un santuario, un hito geogrfico, un conjunto de
espacios sagrados que estaban dispuestos en una linea imaginaria en forma de
rayos, estas lineas totalizaban 41, partan y a la vez convergan en el centro del
Cusco. El culto de cada cequeo huaca como su mantenimiento estaba
asignado a determinados grupos sociales o ayllos, y a los linajes
o panacas.Estos cequesservan tambin para efectuar observaciones

astronmicas y para fijar casi de manera cartogrfica, el sitio exacto donde se


encontraban los puntos, los pozos, las vertientes o los ojos de agua utilizados
en el sistema de irrigacin. Los cequesrepresentan un mapa en el cual se
ubican las aguas y los terrenos que pertenecan a cada panaca y ayllu. El
estudio pormenorizado de los cequesha permitido descubrir los principios de la
organizacin social incaica, tales como la triparticin, la cuatriparticin y la
deciparticin, as como ha posibilitado el reconstruir el calendario inca de 13
meses, las ceremonias ligadas a ellas y los sacrificios respectivos. Los Incas,
observaban en el mes de octubre la salida del Sol, su ascensin y su paso por
el zenit; a partir de ello podan anunciar la estacin de lluvias y el inicio de las
celebraciones de sembros. En las noches, igualmente observaban la
constelacin de las Plyades, su desaparicin en abril marcaba el inicio de la
estacin seca; su reaparicin en los primeros das de junio marcaba la fiesta de
las cosechas y tambin el inicio del calendario inca (Zuidema 1989, Sherbondy
1986). Las otras observaciones astronmicas las presentaremos integradas a
los ritos y fiestas patronales andinas.
El ritual de la Capacocha o de la Capac Hucha que se efectuaba durante el
mes del Armuray estaba dedicado a la cosecha, una vez finalizados los
trabajos agrcolas. Entre abril y julio se realizaban fiestas de reconocimiento y
de gratitud, muchas de ellas asociadas al ancestro inca Mama Huaco, que les
haba dado el primer maz. Hasta hoy da, Mama Huaco es la diosa de la
cosecha del maz en el Cusco y la protectora de la papa en los pueblos del lago
Titicaca y en otras regiones de los Andes. Capac Hucha significa obligacin,
culpa, pecado del soberano, pero de manera ms extensa y en un sentido
profundo que va ms alla del rito es la cosa secreta del Inca, el privilegio que
tiene solo el Inca de beber con su padre el Sol en nombre de todos, es el
mensaje que el enva a travs de la libacin a otros seores, a otros santuarios,
a otros lugares sagrados, es la alianza entre el Inca y las dems autoridades
andinas en el mejor tiempo del ao, el tiempo de cosechas. En este perodo
numerosos sacrificios no slamente de llamas sino tambin de nios
acompaaban las festividades. Por el estudio de este ritual tanto en el Cusco
como en otros pueblos andinos casi se llega a la conclusin de que el perodo
de la cosecha corresponde al perodo de sacrificios humanos. A partir del
perodo colonial, para perpetuar la intensidad de la fiesta de la cosecha, la
sociedad indgena, a travs de decisiones de los curacas y los Incas, adopt y
fij el inicio de la cosecha haciendola coincidir con la Semana Santa. Luego
celebraron y mantuvieron el culto a las Plyades realizando algunas
peregrinaciones importantes a sitios sagrados como el Qoyllor Riti. Los otros
ritos y cultos trataron de integrarlos durante la celebracin de la fiesta catlica
de las cruces, del Corpus Christi, 60 das despus de Pascua de Resurreccin.
Sin embargo, hay que advertir que a la celebracin colonial de Corpus se
integraron ms elementos de procedencia espaola que indgena y estos
elementos llegaron a tener un valor prehispnico en la imagen colonial de la
fiesta inca de la cosecha que originalmente no le correspondi. La cosecha fue
considerada una fiesta de mayor categora en el calendario inca, mientras que
la fiesta de Corpus fue igualmente la ms importante de las fiestas pblicas de
los espaoles. El Inca Raymi, fiesta de los incas o del Inca esta registrado en
abril por Guamn Poma (1615) y por Prez Bocanegra (1631). Estos cronistas,
al registrarlas, estn constatando un ejemplo de integracin de las culturas inca

y espaola dentro de la sociedad colonial. Luego la fiesta del Inca Raymi


tomar el nombre de Inti Raymi (1944) y ser celebrado el 24 de junio, sin
olvidar por tanto que, a partir del siglo XVII, el drama de la captura y de la
muerte del Inca Atahualpa comienza a ser representado en las fiestas votivas
urbanas como en el mundo indgena (ver los trabajos de J. P. Husson).
Durante la poca de cosecha todo es armona y felicidad, al son de la msica y
siguiendo su ritmo los hombres remueven la tierra, cortan los tallos en tanto
que las mujeres arrancan y recogen los frutos maduros y repiten en coro los
cantos de alegra triunfal, el harawi de las cosechas que son loas dedicadas al
acto de hacer parir la tierra. Con cantos, danzas y risas, pero tambin con
plegarias se honra a la Tierra, al Seor, a los santos y espritus protectores del
lugar. Una vez realizada la cosecha y finalizada la seleccin de las semillas,
viene el almacenamiento de los productos igualmente en un ambiente festivo.
Actualmente la fiesta de las cruces y otras advocaciones se realizan durante la
cosecha del maz, papa, trigo, cebada y bajo la denominacin de Hatun Cruz,
Qolqa Cruz, Mal Agero Cruz, Cruz Calvario (Pentecosts) pero todas estn
ligadas a la constelacin de las Plyades y del Escorpin, a la Cruz del Sur, al
solsticio de junio. Coincidiendo con la poca de las cosechas, estas fiestas se
celebran durante todo el mes de mayo, siendo tambin reconocidas como
fiestas de agradecimiento.
Los ritos ligados al pastoralismo, celebrados por los pastores y los ganaderos
tambin se enmarcan en el perodo de la cosecha y son los que cierran el
primer perodo festivo agropecuario andino. En este sentido hay varios ensayos
sugestivos sobre Santiago, Wamani o Illapa. Bajo la denominacin espaola
derodeo,marca, herranza o senalakuy asociado a las fiestas de san Juan, del
apstol Santiago, de la Virgen del Carmen, se rene, se contabiliza y se marca
el ganado, desde finales de junio y durante todo el mes de julio. Una serie de
ceremonias propiciatorias rodean la actividad ganadera y los ritos se realizan
con el fin de obtener sea la fertilidad, sea la fecundidad y el incremento del
ganado, las ofrendas rituales en estos perodos son enormes y variadas.
Igualmente con el fin de atraer la bondad divina, se practica el sacrificio de
animales para ofrecer a los dioses el corazn y la sangre del ganado
sacrificado. Segn la importancia que tenga la ganadera en la localidad, puede
haber una fiesta ceremonial para cada tipo de animal, es decir, una para los
bovinos, otra para los ovinos, tambin para los camlidos, asnos y caballos y
en algunos lugares para los porcinos, todas ellas acompaadas de msica,
danzas, cantos, comidas y bebidas.

B. Tiempo de transicin
Durante la estacin seca, en los meses de julio y agosto, entre el perodo que
va desde el fin de la cosecha a la siembra, sobresale el culto a las montaas
con nevados, a las lagunas y a los lagos donde nacen los ros y distribuyen el
agua. Tambin en esta etapa del ao se realizan los enormes trabajos fsicos y
actos rituales de mantenimiento anual de los canales de irrigacin, lo que
implica una serie de responsabilidades, de obligaciones sociales como tambin

un perodo de sacrificios. La etnografa de los ritos de la limpieza de las


acequias, los estudios arqueolgicos de los diferentes templos dedicados a los
hroes mticos ligados a fenmenos meteorolgicos o a lugares dispensadores
de agua como Wallallo, Viracocha, Pariacaca, Illapa, nos permiten tener una
aproximacin de los problemas de irrigacin prehispnicos pero tambin
actuales, para destacar as algunos aspectos importantes de los contenidos y
del comportamiento ritual. El agua, sea del mar, de las lagunas, de los ros, de
las vertientes subterrneas, de las lluvias, est considerada como yacumama o
madre agua, es el principio de vida, es una fuerza vital. Es una fuerza
masculina cuando proviene de las montaas y de los ros, transformada en el
semen fertilizador de la tierra y asociada entonces a la vida. Es considerada
principio femenino cuando se trata del agua del mar, de las lagunas, de toda
esa cantidad de agua estancada, ligada entonces a la muerte y asociada al
mismo lugar de origen comn de los antepasados. Las divinidades que
controlan el agua son los Wamanis o Apuslocales, la Pachamama y los
antepasados. Estas entidades son propiciadas a travs de ciertas ceremonias y
de mesas; stas ltimas tienen sus orgenes en la utilizacin de altares
porttiles por parte de los sacerdotes catlicos en la poca colonial, que se
realizan al momento de la limpieza de los canales de irrigacin durante la cual
se toma las decisiones necesarias sobre la distribucin del agua para la
irrigacin y se planifica el segundo ciclo del calendario agrcola de siembras y
de crecimiento de los cultivos. Mientras se realiza la ceremonia son
depositados en lugares estratgicos o pueden ser vertidos en los ros o lagunas
los objetos ofrecidos como regalos: coca, grasa animal y feto de llama,
productos agrcolas seleccionados, ropa, flores, vino, aguardiente, chicha,
sangre de los animales sacrificados, cenizas, hierbas aromticas, etc. El
ingrediente fundamental y obligatorio en todos los rituales andinos es la concha
de mar o mullu. As se evidencia permanentemente la veneracin dada al mar
o Mamacocha y se resalta el rol que tienen las conchas como intermediarias
entre el mar y el agua de riego. Desde el perodo prehispnico, el mar, los
lagos importantes, y las fuentes de agua fueron concebidas y tenidas
como pacarinas, lugares especiales en los cuales tuvieron su origen los
antepasados. En este sentido los rituales del perodo de la situa estn ligados
tambin a los rituales de los ancestros o a la fiesta de los muertos (Sherbondy
1982, Greslou 1989, Valiente 1986).
Una vez finalizadas las cosechas, realizado el almacenamiento de los
productos agrcolas y la contabilidad del ganado, hay necesidad urgente de
renovar la fertilidad de la tierra y prepararla para su nuevo perodo de
embarazo. En cualquier caso la fertilidad y la maternidad tiene un precio y por
eso es necesario elpagoa la tierra que es la devocin y el respeto constantes
por la Pachamama. Los estudios andinos referentes a los cultos de la
Pachamama, los smbolos que la expresan y los diversos actos y gestos
rituales que la acompaan cubren diferentes momentos del ao, pero la mayor
parte de las obligaciones rituales se realizan fundamentalmente en el mes de
agosto. En los Andes centrales se da mucha importancia y se resalta
insistentemente su totalidad femenina y maternal, bondadosa y exigente;
adems la poblacin hace una ntima relacin entre el culto a la Pachamama y
el culto a la Virgen Mara a travs del carcter bondadoso y maternal que
reconocen en ambas. La Pachamama hace por el campesino

aproximadamente lo mismo que, segn la mariologa tradicional, la Madre


Virgen hace por sus hijos. Generalmente es representada como una mujer
vigorosa, bondadosa , duea del espacio domestico, del territorio comunal y de
la fecundidad del universo y con ella se debe brindar y beber en cada actividad
agraria y adems se le debe entregar ofrendas en el mes de agosto, cuando
ella, una vez finalizado el alumbramiento o la cosecha, est sedienta,
hambrienta y debilitada. La fiesta de la Asuncin de la Virgen, llamada
comnmente Virgen Asunta y familiarmente Mamacha Asunta, se celebra
fastuosamente realizando el pago a la tierrapara la Pachamama y pidiendo la
fecundidad a la Virgen. Las festividades de san Lorenzo, santo Domingo, san
Jernimo, celebrados en agosto en muchas comunidades de los Andes,
igualmente sintetizan, a travs de varios das festivos, este doble homenaje.
Tanto en el discurso como en la prctica ritual andina, la challa u ofrenda a la
Pachamama va a la par con la invocacin a la Virgen Mara. En los rituales
realizados con el fin de proteger todos los actos y circunstancias que
acompaan la vida agrcola y ganadera, luego de pronunciar las plegarias y las
frmulas rituales especficas, a veces en silencio o a veces en voz alta y de
acuerdo a las necesidades, se challaes decir se ofrenda la coca y una bebida
alcohlica: chicha, cerveza, aguardiente, pisco, ron, vino. La Pachamama
recibe la coca y absorbe la bebida arrojada sobre ella y luego, de inmediato,
siguiendo su ejemplo beben y mastican la coca todos los presentes.
Esta challa se ha incorporado a otros sectores de la vida moderna. Es el caso
del sector comercial, se challa antes de establecer un contrato de compra o
venta, tambin al momento de bendecir un local o un camin, se demuestra as
que la vida no slamente proviene de la Pachamama sino de la pluralidad con
otras
fuerzas
socioeconmicas,
pero
que
no
pueden
existir
independientemente. Tanto a la Virgen como a la Pachamama se les ora, se les
ruega, se les pide gracias y favores, para conseguirlo se les ofrenda velas. La
vela es un smbolo propicio, calido, evocador, convocante. Significa varias
cosas al mismo tiempo: pedidos, angustias, lagrimas, expectativas,
agradecimientos, gozo. Este rito efectuado con las velas, se realiza sobre todo
en los templos, en las casas, en las capillas, en las grutas donde hay una
representacin de la Virgen Mara. Mientras la challa a la Pachamama se hace
en campos abiertos, el de la Virgen Mara se realiza en espacios cerrados y
construidos. La challa es colectiva, familiar, grupal; el rito de la vela contiene
ms bien un acto y un gesto individual. Muchos de estos gestos y prcticas se
amalgaman, aunque pareceran rdenes rituales diferenciados.

C. Tiempo lunar-femenino, de lluvias, enfermedades, gestacin, batallas y


muerte
La tercera fase del calendario ritual empieza en el mes de septiembre, mes de
Coya Raymi, cuando se realiza el ritual de la situa. Es el inicio de los sembros
mediante la irrigacin, la tierra est labrada y abierta; entonces empieza el
perodo de su fecundacin. Con el ritual de la situa se trata de alejar y de
conjurar las enfermedades, los males, las pestes y los infortunios que
aparecan cuando se terminaba el perodo de sequia y empezaban las lluvias.

Se relaciona la enfermedad con las lluvias y entre septiembre y marzo se


suceden el mal nimo, las enfermedades y la muerte. Por tal motivo, en este
perodo crtico se realizaban actos purificatorios y ritualmente se conjuraba
para alejar las influencias nefastas y los males, sobre todo en las ciudades y en
la capital que era el Cusco. La limpieza, que haba empezado en el mes de
agosto con la preparacin y reparacin de los canales de irrigacin, se
intensifica en este perodo, dirigido al buen funcionamiento del cuerpo y a la
conservacin de la salud. Las mujeres preparaban el sango, masa elaborada
con harina de maz y mezclada con la sangre caliente de una llama recin
sacrificada. Con esteyaguarsango, respetuosa y ritualmente se unga la cara,
las extremidades y el cuerpo, y se cubra las puertas y el interior de las casas,
as como algunas de las provisiones almacenadas. Luego, arrojaban una parte
de esta masa a los ros para purificar el agua. Tambin consuman
colectivamente el sango con el proposito de renovar un pacto entre los
originarios y los extranjeros y adems con el fin de asegurar mejor el perodo
de la siembra. En los pueblos estos ritos de purificacin se realizaban a la
llegada de las primeras aguas de las lluvias esperadas, que eran consideradas
excelentes tanto para el inicio de las siembras y por tal razn se ofrendaba, y
se crea tambin que estas aguas de la primera lluvia se llevaban con ellas las
enfermedades, los males y los pecados arrastrndolos muy lejos. Los
homenajes a san Miguel Arcngel, san Rafael, Seor de la Exaltacin de la
Cruz, Mamacha Rosario, san Francisco se enmarcan en este perodo con
muchas ceremonias y fiestas alusivas (13).
Todo este perodo se encuentra asociado con el agua pero tambin con una
lectura astronmica del cielo. En estos meses de intensas lluvias, se cree que
el agua llega hasta la Va Lctea, la cual es percibida como un mayu o ro en el
cual se encuentra la constelacin Yacana que tiene la forma de una enorme
llama negra sedienta que bebe el agua de los manantiales y del mar cada
noche para evitar los desages y desbordes de los ros. Los ojos de la Yacana,
o sea las estrellas Alfa y Beta de la constelacin del Centauro, tiene su posicin
baja en el mes de octubre y la cabeza de la Yacana esta en su punto ms bajo
en el horizonte cuando bebe las aguas del ocano y luego tiene que orinar para
fecundar y nutrir el universo con el fin de que las lluvias circulen nuevamente.
Tambin el arco iris interviene en el balance hidrolgico porque es el que
absorbe el agua de la tierra y la conduce al cielo para convertirse de nuevo en
lluvia. Los ritos de las ofrendas y celebraciones al arco iris y a la Yacana son
intensas sobre todo en las noches (Zuidema 1989).
En este rubro, igualmente estn asociados los ngeles, cuyo culto y devocin
es uno de los ms caractersticos a lo largo de los Andes. Desde los inicios del
perodo colonial tanto en la pintura mural como en los lienzos, en la escultura
virreinal andina as como en el calendario de fiestas, el tema de los ngeles se
impuso fcil y rpidamente. Los cuadros de la escuela sevillana y el libro
apcrifo de Enoc llegan a Amrica y a partir de los talleres de pintura y
escultura de Lima y del Cusco. Una serie ilimitada de ngeles invaden y cubren
las paredes de iglesias y capillas de los pueblos andinos. En estas series, con
gran derroche de inspiracin e imaginacin, encontramos en primer lugar a los
arcngeles, luego a los ngeles guerreros con caractersticas militares de la
poca, que son conocidos como arcabuceros/ alabarderos/abanderados;

enseguida aparecen los ngeles pacficos o de la guarda, y finalmente con


mucha importancia los ngeles msicos y los serafines. De alguna manera, en
estas series angelicales, los artistas andinos plasmaron el conocimiento que
tenan del universo, de los astros, de las estrellas as como tambin de los
fenmenos meteorolgicos, geolgicos y naturales. De tal manera que, a partir
de los ngeles de Enoc que tienen una multitud de funciones, se desarroll la
estrecha devocin de los pueblos andinos. As, Baradiel es el ngel prncipe del
granizo, Barahiel del rayo, Calgaliel del sol, Kokbiel de las estrellas, Laylahel de
la noche, Matariel de la lluvia, Ofaniel de la luna, Raamiel del trueno, Raasiel
de los terremotos, Rathiel de los planetas, Tuhtiel del viento, Salgiel de la nieve,
Samsiel del da, Zaamel de la tempestad, Zaafiel del huracn, Zawael del
torbellino, Ziquiel de los cometas. Tampoco deja de estar presente en el
calendario de ritos y creencias, el ngel cado Lucifer, que es identificado en el
cielo como el Lucero del anochecer y del amanecer, del crepsculo y de la
aurora. En realidad se trata del planeta Venus, identificado por los andinos
como la estrella Venus, la nica estrella que no tiene lugar fijo en el firmamento
por ser un planeta y por lo tanto en su movilidad aparenta una enorme cada
(Gisbert 1980, Zuidema 1989). Durante los meses de septiembre y octubre, a lo
largo de los Andes se rinde homenaje a los ngeles, al momento de celebrarse
la fiesta de san Miguel, de san Rafael, del ngel de la Guarda; y en las fiestas
de las Vrgenes de la Merced y del Rosario, los angeles acompaan y
resguardan a las vrgenes en las procesiones. Cuando los campesinos se
dirigen a los ngeles, en la mayora de casos se trata de rogativas con el fin de
solicitar la proteccin de los primeros sembros y el buen crecimiento de los
cultivos, pero tambin se cree que los ngeles cuidan el cuerpo del individuo
contra las acechanzas malignas y protegen de las malas amistades.
Durante la primera estacin de lluvias y de sembros, las divinidades suelen
mostrar mucho celo e irritacin, la ira divina puede manifestarse a travs de las
alteraciones pluviales, de pestes y enfermedades que de esta manera ponen
en peligro el crecimiento de las plantas, el desarrollo y maduracin de los frutos
y la futura cosecha (Ortiz Rescaniere 1995). Por tal motivo, en octubre y
noviembre, entre la siembra de la papa y del maz, en algunas regiones se han
conservado los antiguos takis, danzas rituales tradicionales, acompaadas de
cantos, en que se enfrentan dos grupos de danzantes: los Huaris, agricultores
originarios de los valles interandinos y de la costa, contra los Llacuaces,
pastores guerreros que bajaron de la puna y de las cordilleras. En algunos
casos, se trata de un encuentro entre dos mitades, entre barrios o entre
comunidades como una repeticin de un acto primordial en que se afrontaron
dos antiguos grupos especializados, y en otros se tratara tal vez de una fiesta
con la funcin de integrar a los forneos. En este sentido, esta fiesta an hoy
vehicula la crisis y la fragmentacin de las identidades andinas porque, jugando
sobre la oposicin Huari-Llacuaz y a travs de estas disimuladas batallas
rituales, se aseguraba la aceptacin e integracin de los inmigrantes. Al mismo
tiempo, en este perodo de siembras, en el campo, en cada familia, las nueras
enfrentan a los suegros, los dueos de las chacras acostumbran a arrastrar a
una joven por encima de los surcos en donde se siembra, lo hacen con la
intencin de propiciar la fertilidad del campo. Terminadas las faenas, tomados
de la mano, formando largas cadenas danzan la qhachua que propicia la
fertilidad y luego se aman al borde de los campos por ellos surcados.

En noviembre, a la par que germinan los cultivos, tambin los muertos emergen
de las entraas de la tierra o bajan del cielo. Los ritos ligados al culto a los
ancestros y al culto a los muertos, que recientemente fueron objeto de
investigaciones sobre el tema de la muerte en los Andes, tratan sobre los
gentiles y el origen de la muerte, los presagios y los sueos que anuncian la
muerte; entre las prcticas funerarias: los juegos y rituales de velorio, los
cantos y llanto de las mujeres, la intervencin de los rezadores de responsos,
las comidas colectivas, las bandas y orquestas de msica, el entierro y
despedida del muerto, el lavatorio de la ropa del difunto, la visin de los
muertos con el viaje y las peripecias del alma para llegar a su lugar de reposo o
de nueva vida en el ms all, para lo cual el muerto es enterrado con los
objetos que ms utilizaba en vida, el papel de los animales, sobre todo el
sacrificio del perro para acompaar al alma del fallecido. La descripcin del da
de finados o fiesta de las almas incluye el regreso de los difuntos, las ofrendas
a los muertos, el rol que desempean las velas para dar calor y claridad a las
almas, el segundo funeral o exhumacin del cadver. Los rituales de los
difuntos ocupan una gran cantidad de das con sus noches y son de una
intensidad social extraordinaria. Se bebe, se come, se baila, se reza, se juega,
se acompaa intensamente al difunto durante el velorio y el entierro se hace
con msica, simbolizando la vida nueva que espera a la persona que muere
(amplia informacin etnogrfica, en Rojas Zolessi 1995).
El culto a los antepasados o malquisocupaba un lugar esencial en el perodo
prehispnico. Se les renda un culto mezclado con reverencia y temor a las
represalias, si estos quedaban insatisfechos de las ofrendas. Este culto se ha
prolongado de alguna manera hasta hoy y se manifiesta a travs de una
estrecha relacin con los espritus de los muertos, una creencia firme en la
supervivencia de las almas. Estos espritus o almas tienen todos los atributos
humanos menos la corporalidad que ellos han abandonado, pero poseen
mucho ms que el ser humano normal porque no mueren jams. En los Andes,
se desarrolla una expectativa de espera y una fraternidad enorme durante el
regreso de estas almas en el mes de noviembre, mes en el que hay que recibir
a las nimas de los familiares, ofrecerles un banquete, colmarlos con los
potajes y los platos preferidos que les gustaban cuando estaban con vida,
darles calor con las velas y tambin embriagarlos con bebidas. Una vez
finalizados estos ritos y satisfechos, los muertos retornan a su mundo. Cuanto
mejor haya sido la recepcin, con ms fervor ayudarn stos a que las semillas
germinen, crezcan, se logren, y el prximo ao regresarn ms dispuestos
hacia sus deudos. Los espritus de los muertos tienen la obligacin y la
responsabilidad de preocuparse del bienestar de su grupo de descendencia en
el mundo de los vivos y stos a su vez tienen la obligacin de venerarlos,
recordarlos y esperarlos cada ao (14).
Entre diciembre y marzo, poca en la cual los campos cultivados se cubren de
plantas y de flores, en numerosas regiones se inicia un perodo intensivo de
batallas rituales, denominadas chiaraje, tocto, tinkuy. Se trata de combates
festivo-rituales efectuados a fin de asegurar el ciclo productivo, una cosecha
abundante, as como tambin la procreacin y el incremento del ganado. Son
verdaderas batallas campales entre pueblos vecinos, cuyos hombres se
enfrentan a caballo y a pie; algunas veces tambin toman parte las mujeres.

Hombres y mujeres ofrecen y entregan sus cuerpos a sus respectivos


adversarios, que son sometidos a un enfrentamiento a base de golpes que
producen heridas. Una muerte en estas batallas es considerada como la seal
de que la tierra ha aceptado la ofrenda, la Pachamama necesitaba esta vida.
Significa hacer un pago concreto a la tierra por los bienes recibidos o por
recibir. La muerte unida a los sudores, a las lesiones, a la sangre y al dolor de
los heridos alimenta y nutre a la tierra que est preada; sin olvidar que
tambin estos combates agradan a los espritus tutelares de la comarca. Se
trata, al mismo tiempo, de un sacrificio de sangre a la tierra que est fecundada
y de la afirmacin identitaria de los pueblos a travs de una competicin dual.
En algunos lugares, las hermanas de los vencidos se convierten en los trofeos
y en este caso se tratara tambin de ceremonias blicas entre potenciales
parientes polticos. Este perodo de batallas rituales, engloba el tiempo de
carnaval, que es tiempo de juegos, diversin y aventuras, como una
continuacin y variante de las batallas rituales, porque se baila y se canta, se
come y se bebe hasta la embriaguez. Y en todos estos momentos compiten y
se agreden entre grupos, barrios, bandas por sexo. Es el perodo de los jalapatoo de la fiesta del arrancamiento de la cabeza y del desangramiento de los
patos que se realizan a travs de las carreras de jinetes a caballo, y el perodo
de los cortamontes o del sacrificio de los mejores arboles que posee cada
localidad. Estamos en la poca en que los amores suelen tomar un carcter
inesperado y turbulento, como las lluvias de fin de temporada. Actualmente, las
confrontaciones deportivas y los bailes han ido sustituyendo, poco a poco, a las
confrontaciones blicas y los combates festivos (ver las revistas especializadas
en folclore, Ortiz Rescaniere 1994).

Notas
* Este artculo es un homenaje a Mara Rostworowski.
1. En este trabajo hemos intentado presentar nuestra reflexin sobre la
construccin y los procesos del fenmeno religioso en los Andes. Presentamos,
de manera somera, el texto de un libro que estamos terminando. Hasta ahora
los balances sobre temas religiosos, mticos y rituales han sido realizados a
travs de temas socioeconmicos o polticos y aparecen inventariados en los
balances sobre estudios etnohistricos. Sin embargo, hay tres esfuerzos
ltimos y estos son: Urbano 1982, Klaiber 1995, Marzal 1996.
2. No slo se actualiz y cuid las viejas ediciones sino tambin se integr el
hallazgo de crnicas, como la de Betanzos en Mallorca y la de Cieza de Len
en Roma. Merecen especial mencin las casas de edicin y sera til en el
futuro hacer un comentario de ellas. En el Per destacan principalmente la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Pontificia Universidad Catlica

de Lima, el Instituto de Estudios Peruanos, el Centro Bartolom de Las Casas,


la Pastoral Andina, el Institut Franais dEtudes Andines.
3. Editado por primera vez en 1916, en la coleccin de libros y documentos
referentes a la historia del Per, por Horacio Urteaga, en 1989 aparece en
Historia 16, con una introduccin de Henrique Urbano y Pierre Duviols.
4. Las ediciones ms conocidas son las de Trimborn, Arguedas 1966, Taylor
1980, en francs, y 1987, y la ltima de Salomn 1991.
5. Destacan los trabajos publicados por el Centro Bartolom de Las Casas, el
Instituto Pastoral Andino y la Pontificia Universidad Catlica de Lima.
6. Los nombres ms mencionados: Ymaymana Viracocha, Ticsi Viracocha, Con
Ticsi Viracocha, Tonapa Viracocha, Tocapa Viracocha, Pachayachachi
Viracocha. F. Aliaga est preparando un libro sobre 11 nombres que se le
atribuyen a Viracocha.
7. Se encuentra en casi todos los registros etnogrficos que abordan este
tema.
8. Algunos grupos polticos y la izquierda peruana han utilizado el contenido de
este mito y sus ambigedades. Ver tambin Flores Ochoa 1973, 1992.
9. La relacin entre justicia social y el color blanco lo desarrolla Sallnow 1987,
en su libro sobre peregrinaje en los Andes y cultos regionales en el Cusco.
10. Existe un amplio registro etnogrfico a lo largo de los Andes.
11. Este personaje se elabora en el mundo urbano, especialmente asociado a
la necesidad de transfusiones sanguneas, sector en el que existe actualmente
un comercio intenso.
12. Hemos tratado de buscar las rutas y los recorridos efectuados por los
hroes con el fin de ubicarlos en los espacios que ocupan.
13. En mi anlisis de la divisin calendrica sigo absolutamente las
correspondencias y las sntesis que hacen los andinos entre ritos, mitos y los
ritmos ecolgico-botnicos y astronmicos.
14. En todos los trabajos de campo que he realizado en el Per, la fiesta del
retorno de los muertos ocupaba un lugar importante.

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