Antonio Prieto. Símbolo y Representación
Antonio Prieto. Símbolo y Representación
Antonio Prieto. Símbolo y Representación
E. S. C.
Smbolo y representacin:
Geertz, Taussigy Derrida
Mxico, 1998
SMBOLO Y REPRESENTACIN:
GEERTZ, TAUSSIG Y DERRIDA
Por Antonio PRIETO STAMBAUGH
UNIVERSIDAD NACIONAL
A U T ~ N O M ADE MXICO
Clifford Geertz
publicada en 1973
E
(en Mxico aparece con el ttulo La interpretacinde las culturas, catorce aos despus), el antroplogo estadounidense Clifford
N SU OBRA THEINTERPRETATION OF CULTURES,
Geertz expone su acercamiento a la labor interpretativa y al problema de la descripcin etnogrfica. Geertz parte del enfoque estructuralista que ve a la cultura como una red de signos y smbolos
tejidos por el hombre. Con base en esto, el autor formula una crtica
a la tendencia de ver a la antropologa como una rama de las ciencias naturales. Al ser una disciplina que analiza la cultura como un
lenguaje y por lo tanto como un fenmeno intersubjetivo, el anlisis
que realice no debe ser el de una ciencia experimental en busca de
leyes, sino una interpretativa en busca de significaciones (p. 20).
El carcter intersubjetivo de la interpretacin queda expuesto
ms adelante cuando Geertz seala: El quid de un enfoque semitico de la cultura es ayudarnos a lograr acceso al mundo conceptual en el cual viven los actores, de suerte que podamos, en el
sentido amplio del trmino, conversar con ellos (p. 35). El autor
advierte que un acercamiento interpretativo e intersubjetivo hace a
la prctica etnogrfica esencialmente discutible (trmino de W.
B. Gaille, citado en p. 39). As, los modos de representacin del
texto etnogrfico deben ser estudiados, as como el papel que tiene
el etngrafo dentro del estudio. Estas primeras reflexiones sirvieron como detonador para la antropologa contempornea (posmoderna y reflexiva) y su nfasis en la desconstruccin del discurso
etnogrfico.
El poder del smbolo descansa en su capacidad de abarcar y conectar lo que se percibe como separado. Cuando dos
elementos dismbolos se asocian en el smbolo, adquieren nuevos significados. Pero quiz ms importante es la observacin
que hace Geertz sobre la capacidad del smbolo de unificar elementos dispares como lo normativo y lo metafsico y, por medio de esa unin, hacerlos parecer naturales y necesarios. Se remite a la arbitrariedad que Saussure sealaba en el signo, pero invita a analizar por qu esa arbitrariedad parece natural.
Michael Taussig
M ICWL
es,junto con James Clifford y George E. MarCUS,uno de los mximos exponentes de la llamada antropologa
posmoderna en los Estados Unidos. Nacido en Australia, estudi antropologa y medicina psiquitrica en la London School of
Economics. A principios de los setenta, inici una serie de viajes
a Sudamrica para estudiar los sistemas de produccin campesinos
y mineros, particularmente en Colombia y Bolivia. Una de sus intenciones, adems, era la de prestar sus servicios como mdico a
los campesinos e indgenas involucrados en movimientos de resistencia. El primero de sus cinco libros publicados hasta ahora, Destruccin y resistencia campesina: el caso del litoral Pacfico, es prcticamente desconocido fuera de Colombia, donde apareci en 1978
(editorial Punta de Lanza). Taussig dio a conocer la antropologa
estadounidense en 1980 con The devil and commodiy fetichism in
South America, mismo que fue traducido al espaol trece aos despus. En l, Taussig se propone analizar no la naturaleza del signoen-s, sino lo que sucede con los conceptos del signo y el smbolo
cuando chocan los mundos simblicos europeos (capitalistas) con
los mundos simblicos campesinos (precapitalistas). Nuestro autor examina el rito de paso hacia el proletariado que efectan
los campesinos en el marco de la violencia colonialista y capitalista.
Para entender la colisin de significados y la resistencia que presentan los campesinos de Colombia y los mineros de Bolivia, Taussig
se vale del concepto del fetiche desde por lo menos dos perspectivas: la precapitalista, estudiada por Marcel Mauss, y la capitalista,
estudiada por Karl Marx. El fetichismo precapitalista es aquel en el
que los objetos creados por el hombre adoptan la calidad de entes
animados, o bien absorben y por lo tanto representan las relaciones sociales de quienes los manejan o intercambian. Por ejemplo,
Mauss analiza el papel del don (regalo o dvida) en donde el objeto
que se otorga contiene una fuerza vital que obliga a la reciprocidad.
Para Marx, el fetichismo de la mercanca es aquel en que el artculo
de consumo aparece como su propia fuente de valor. La mercanca
oculta las relaciones sociales y de trabajo que le dieron origen de
tal forma que la cosa adquiere ms importancia que la persona e
incluso llega a dominarla. As, las cosas se vuelven personalizadas
y las personas cosificadas. Como explica Taussig:
TAUSSIG
El fetichismo que se encuentra en la economa de las sociedades precapitalistas surge del sentido de unidad orgnica entre las personas y
En la narrativa de Taussig asistimos a una colisin de significados dentro del escenario colonialista/capitalista. Esta colisin tiene implicaciones epistemolgicas, es decir, nos hablan de las transformaciones que se efectan en las distintas formas de percibir las
relaciones humanas. En el caso del campesinado, por ejemplo, estamos ante un proceso de resistencia que lucha contra la enajenacin implcita en el nuevo fetichismo de la mercanca. El diablo es
un smbolo mediador que tiene el papel de los personajes que habitan la zona liminal expuesta por Victor Turner en su anlisis de
los ritos de paso. Los campesinos en vas de proletarizacin son a
la vez personajes del umbral, seres transicionales (cuya posicin)
es la de negar y afirmar simultneamente todas las posiciones estructurales (p. 142). Esto explica la actitud ambivalente hacia el
capitalismo que demuestra este sector.
***
EN
un anlisis posterior sobre el fetichismo de Estado (en el ensayo Maleficium: state fetichism dentro del libro The nervous
system,publicado en 1992), Taussig ofrece un evocador replanteamiento del concepto del fetiche, donde seala que la E mayscula
de la palabra Estado es una forma de reificar un poder que no se
esconde detrs de la mscara, sino que es la mscara. La estrategia
aqu es la de enfocarse sobre el significante y su extraa y sin embargo natural forma de cobrar vida ante la percepcin de los pueblos. As,un sistema constituido arbitrariamente, como es el poltico,adquiere una corporeidad nerviosa: se convierte en un Sistema Nervioso ubicuo al grado de introducirse en el sistema nervioso
de la gente. Taussig explica as el control que ejerce el Estado sobre
los cuerpos de sus ciudadanos, y la inmensa dificultad de resistirlo,
incluso desde su propia escritura como antroplogo, ya que, como
advierte, whenever 1 try to resolve this nervousness through a little
ritual or a little science 1realize this can make the Nervous System
even more nervous (p. 2). Las estrategias narrativas que adopta
Taussig, que se valen explcitamente de un montaje anticientfico
de gneros y estilos, pretenden evadir el juego del Sistema Nervioso
jugando justamente con ese mismo nerviosismo (cuando el Sistema
lo que nos quisiera hacer creer es que existe un espacio utpico de
orden y calma que justifica su control). Por otro lado, intenta una
desconstruccin del signo que va ms all de la crtica a su supuesta
arbitrariedad. Lo que hace es, por ejemplo, demostrar que la arbitrariedad del Sistema se legitima por medio de la arbitrariedad
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HAMANISM, colonialism and the wild man: a study in terror and healing, es la obra de Taussig que ms fama y controversia le ha ganado,
ubicndolo firmemente en la tendencia posmoderna que desconstruye los discursos antropolgicos por medio de estrategias retricas que van desde la autobiografa hasta la poesa. El valor del anlisis que plantea Taussig en ste y otros libros deriva de su forma de
ver la fuerza simultneamente violenta y seductora del capitalismo
y del (neo)colonialismo. Estos sistemas tienen xito por su capacidad de apropiarse de la cosmovisin de aquellos que se proponen explotar. As,los sistemas de dominacin emanados de Europa (y que adoptan las oligarquas criollas) legitiman su poder por
medio de discursos cientficos y racionales , cuando en realidad estn adoptando estrategias profundamente irracionales. La
preocupacin de Taussig ser determinar qu tipo de resistencia se
puede dar en este contexto. Como antroplogo, ofrece una crtica
a los modos de representacin de los sujetos de estudio, evitando
la trampa de explicar cientfica y objetivamente aquello que critica.
Proceder as no sera ms que continuar avalando los sistemas de
dominacin que fundamentan su poder en relatos positivistas y en
categoras kantianas. Como explica el autor en la introduccin del
libro: My subject is not the truth of being, but the social being of
truth, not whether facts are real but what the politics of their interpretation and representation are (p. xiii).
Es su anlisis de los sistemas de representacin del otro dentro
del escenario colonialista que hace til a la obra de Taussig para un
proyecto que investiga lo simblico. El autor pone sobre la mesa
maneras de abordar crticamente las formas retricas y narrativas
que se han utilizado para representar a la otredad indgena, desde
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dicotomas del bien y del mal, el orden y el caos, finalmente alindose con el caos para convocar el proceso de la curacin. Aqu el
autor critica la tendencia d e la antropologa de asignar al rito la
funcin universal de restaurar orden al caos (Turner). La idea del
orden, sugiere, est vinculada a la prctica de fijarle significados a
los significantes. Las tcnicas chamansticas abren un espacio entre
esos trminos por medio de la reordenacin epistemolgica propia
del montaje, de forma que la memoria colectiva del oprimido cuestione la hegemona impuesta por la historia oficial del opresor.
Las tcnicas de montaje que Taussig identifica en las pintas del
yag producen un efecto de distanciamiento, como lo entenda Bertolt Brecht, que permite una actitud crtica ante el drama del teatro
colonialista.
Un concepto central en los argumentos de Taussig es el conocimiento social implcito, que vincula al concepto del significado obtuso, que usara Barthes para distinguir a las imgenes de los signos,
que se rigen ms bien por el significado obvio. El significado obtuso de las imgenes y los smbolos, sostiene Barthes, pertenece a la
familia del albur o juego de palabras, as como al carnaval (citado
en p. 390). El conocimiento social implcito, entonces, es
an essentially inarticulable and imageric nondiscursive knowing of social relationality, and in trying to understand the way history and memory interact in the constituing of this knowledge, 1wish to raise some
questions about the way that certain historial events, notably political events of conquest and colonization, become objectified in the
contemporary shamanic repertoire as magically empowered imagery
capable of causing as well as relieving misfortune (p. 367).
Aqu el autor hace referencia a la Tesis sobre la filosofa de la
historia de Walter Benjamin, en la que el filsofo alemn rescatara
el poder de lo imaginario en la construccin y desconstruccin de
una praxis poltica. El imaginario, para Benjamin, est vinculado al
inconsciente colectivo, y es el terreno frtil para despertar impulsos
revolucionarios. El montaje inesperado de imgenes dialcticas
desfamiliariza lo familiar y pone en movimiento la capacidad crtica.
As, las imgenes que manejan los indgenas del Putumayo enfatizan constantemente la dependencia del significado en la poltica
(p. 391), es decir, ponen al descubierto la pretensin colonialista
de domesticar al salvajismo y la otredad, y relativizan la produccin de significados. Taussig analiza creencias populares en la regin tales como la envidia, que produce una serie de relaciones so-
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ciales conducentes al equilibrio de los bienes materiales de una comunidad. La envidia es causa de infortunios y obliga a las vctimas
a buscar los servicios de un chamn. La relacin que entablan el
paciente y el chamn produce un discurso habitado por una hueste
de impresiones sensoriales, estados de nimo, sentimientos ambivalentes de certeza y duda, que forman parte del conocimiento social
implcito, conocimiento desdeado por la filosofa clsica occidental, pero que segn Taussig es la base de gran parte del actuar y
saber humano. En el discurso catico y ambivalente de la relacin
paciente/chamnTaussig ve una anarqua revolucionaria que le roba al Dios cristiano y al orden colonial su dominio sobre el destino
del oprimido. El paciente y el chamn crean un mundo de significados obtusos que desestabilizan al signo e introducen el azar. Para
Taussig, entonces, los indgenas del Putumayo se apropian del poder de los smbolos con la conciencia de que el vnculo entre significado y significante depende de relaciones sociales y polticas, y que
por lo tanto el infortunio de la opresin puede llegar a ser curado.
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E L libro L a desconstruccin en las fronterasde la filosofa:laretirada de la metfora rene dos ensayos (originalmente conferencias)
en los que Derrida recapitula y revisa sus nociones sobre la metfora y la representacin, desarrolladas durante los veinte aos que
precedieron su publicacin. El que haya aparecido en espaol tan
slo dos aos despus d e su publicacin original da testimonio del
creciente inters por los escritos del pensador francs en el mundo
de habla hispana.
Al hablar d e la retirada de la metfora o de la clausura de
la representacin, Derrida intenta una crtica a la prctica, dentro
de la lingstica y la filosofa occidental, de asignar a la metfora
y a la representacin lugares secundarios dentro del proceso significante, como si stos no fueran ms que conceptos que hacen las
veces de sustitutos de la Verdad (llmese sta significado, cosa, o
Ser). En el primer ensayo, La retirada de la metfora, inicia un
replanteamiento de las maneras de pensar la metfora. Lo que se
retira no es la metfora en s, sino las prcticas logocntricas que
le asignan un valor suplementario. L a filosofa tradicional, sostiene
Derrida, le exige a la metfora retirarse para que entonces salga a
luz la Verdad. Sin embargo la metfora es mucho ms fundamental d e lo que generalmente se piensa, ya que, por ejemplo, resulta
imposible hablar de la metfora sin tener que recurrir a metforas.
As,Derrida arranca con metforas al recordar que la palabra en
griego metaphonks significa medio d e transporte. Por lo tanto:
Metuphora circula en la ciudad, nos transporta como a sus habitantes en todo tipo de trayectos con encrucijadas, semforos, direcciones prohibidas, intersecciones o cruces, limitaciones y prescripciones
de velocidad. De una cierta forma -metafrica, claro est, y como
modo de habitar- somos el contenido y la materia de ese vehculo:
pasajeros, comprendidos y transportados por metfora (p. 35).
En este pasaje, Derrida usa el verbo en modo pasivo para indicar que no ejercemos control sobre la metfora, y que sus trayectos
nos llevan a lugares inesperados, que sin embargo estn sujetos a
las leyes de trnsito. La preocupacin por el sistema legal y sus prohibiciones ser un tema que Derrida abordar al final del segundo
ensayo.
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Al hablar d e la metfora, Derrida recurre a su concepto d e huella para trazar la larga historia d e usos por los que ha pasado esa vie-
ja palabra. El uso implica un desgaste, pero tambin una contaminacin que deja residuos legibles. Uno d e los usos que se le ha dado
a la metfora es el que propusiera Heidegger al decir que la metfora pertenece al campo d e la metafsica. La filosofa de Heidegger
opera con las oposiciones d e visible/invisible, figurado/propio, e n las
que la metfora pertenece al primer campo, mientras que el segundo es el campo d e las esencias. Derrida advierte que la metafsica
es una metfora del Ser (p. 57) y que, si el Ser se presenta en la
metafsica, ste mismo es por lo tanto ya una metfora.
Ms adelante, Derrida aborda las intuiciones que tuviera Heidegger sobre la relacin que hay entre el pensamiento y la poesa,
replanteamiento pertinente al estudio del ensayo y su relacin con
los smbolos culturales d e una sociedad. Derrida habla d e la relacin pensamiento-poesa como una vecindad, es decir, sugiere una
contigidad espacial y casi metonmica. Esa vecindad est constituida por un trazo que puede entenderse tambin como lmite o frontera (pp. 64-67). El trazo que une/separa a la poesa y al pensamiento
est ah, pero velado, en constante retirada al grado de no dejar
huella. Aqu Derrida otorga gran importancia al concepto heideggeriano d e encentadura (AujEss), que remite al mutuo desgaste que experimentan esos dos trminos aparentemente opuestos
pero que estn enlazados e n un juego interminable. Esto equivale a decir que la esencia-que-nunca-es-esenciaes finalmente un
desgaste, una diseminacin, un desmantelamiento en cuyo juego
la destruccin y la creacin van acompaadas. El desdoblamiento
y desgaste d e la metfora en este ensayo conduce a la afirmacin
bajtiniana d e que hay siempre ms d e una lengua en la lengua
(p. 72), y que por lo tanto los signos, las metforas y los smbolos
estn siempre e n constante actuacin,performance y juego d e apertura hacia la diferencia y la otredad.
En el segundo ensayo, Envo, Derrida inicia examinando el
performance o ritual codificado que acompaa y contextualiza toda
representacin:
El aparecer [...] no se produce sin aparato, en l se hace de
repente sealable la presencia o la presentacin, sta se presta a quedar sealada en la representacin. Y lo sealable produce un acontecimiento, una reunin consagrada, una fiesta o
un ritual destinada a renovar el pacto, el contrato o el smbolo
(P. 79).
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Derrida encadena las palabraspacto, contrato y smbolo para enfatizar el uso del smbolo segn su etimologa ( m b o l o n = lo que
unifica), tal y como hiciera en su estudio La vrit enpeinture (1978),
cuando habla del smbolo como un mutuo acuerdo de hablar sobre
un tema, reconocer similitudes y sealar diferencias. Para que exista el smbolo, debe existir el par, una comunidad de hablantes
(1987: 293).
Derrida ya haba escrito sobre la representacin en su ensayo
Le thiitre de la cruaut et la cloture de la reprsentation (1966),
que se basa en los escritos de Antonin Artaud para criticar el uso
devaluado d e la representacin en el teatro. All, Derrida advierte
que para l Clausura es un espacio de juego, en el que la presencia se consume y difiere en la representacin, por lo que en su
clausura, la representacin contina (1978: 250).
En Envo, Derrida ampla su anlisis a los diferentes campos y usos de la representacin: el esttico, el poltico, el lingstico, etc., o sus formas gramaticales como verbo, adjetivo, etc. As,
seala la polisemia del vocablo, que se extiende a sus traducciones
en los distintos idiomas. La clausura de la representacin es entonces aqu una apertura a travs de las fronteras del lenguaje, los
significados y aun las filosofas. Derrida seala que la lingstica
insiste en la existencia de un invariante bajo la diversidad de las
transformaciones semnticas (p. 83), es decir, una identidad estable que ancla a la palabra y le impide viajar. As,representacin
es una palabra que representa la polisemia del signo.
En seguida, Derrida aborda nuevamente a Heidegger para
quien la marca de la modernidad a partir de Descartes es que el ente
llega a ser ente en la representacin. Heidegger sostiene que para
la filosofa socrtica el mundo es manifestacin de una presencia
visible y aprehensible, mientras que para la modernidad el mundo
es representacin. De ah que la filosofa moderna, afirma Derrida,
busque restituir en un segundo momento a la presencia, eventualmente en efigie, espectro, signo o smbolo, lo que no estaba o ya no
estaba ah, pudiendo tener por otra parte ese no o ya-no una gran
diversidad de modalidades (p. 92). As, Heidegger mantiene que
la poca moderna se distingue por otorgarle gran autoridad a la representacin como vehculo de aprehender al Ser.
Derrida advierte, sin embargo, que en la modernidad existe
un impulso antirrepresentativo, un prejuicio a los signos como representantes autnticos de lo otro, y sugiere que el prejuicio
est vinculado al rechazo por la representacin poltica.
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nosotros. La ley no es ni presentable ni representable y la entrada e n ella, segn una orden que el hombre del campo [en Kafka]
interioriza y s e da, s e difiere hasta la muerte (p. 122). Por ello, Derrida exhorta a que pensemos a la representacin completamente
d e otro modo (ibd.).
BIBLIOGRAFA
Derrida, Jacques. 1967. Lcriture et la diffrance, Pars, Seuil,
1978. Writing and difference. Chicago: University of Chicago
Press.
~.
1986. Diffrance, en Desconstruction in context: iiterature and
philosophy, Mark C. Taylor, ed. Chicago: University of Chicago Press.
~.
1987. The truth in painting. Chicago: University of Chicago.
___. 1989. La desconstruccin en las fronteras de la Jilosofia: la retirada de la metfora. Barcelona: Paids. Ttulo original Le retrait de
la mtaphora y Envoi, ensayos publicados en Psych. Pars: Gaiile,
~.
1987.