Boivin-Constructores de Otredad
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E
A
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ra.
ndice
Prologo a la tercera edicin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Entre silencio y dilogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Pierre Clastres
Tristes trpicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
C. Lvi-Strauss
ndice
emos decidido realizar una nueva impresin del libro la tercera porque nos ha sido una herramienta muy til para la enseanza de la Antropologa Social y
Cultural. Si bien hemos mantenido la misma estructura y
el mismo contenido, en esta edicin sacamos algunos textos y hemos introducido nuevos. Adems, se han agregado
un ndice general con las citas en castellano y otro
analtico.
Respecto al contenido, seguimos pensando que enraizada en las certezas postuladas por la tradicin intelectual
surgida del Iluminismo, la Antropologa Social y Cultural constituida como disciplina cientfica a mediados del
siglo XIX, se orient a explicar la presencia de la alteridad
social y cultural postulando la separacin entre el Nosotros y el Otro. La dicotoma planteada fue interpretada, en
un primer momento, en trminos de diferencias irreductibles y absolutas presentndose una imagen del Otro en
tanto diferente, salvaje. En un segundo momento se
apunt a relativizar la tajante separacin considerando la
diversidad de culturas y apareci con ms fuerza la imagen
de lo extico. Por ultimo, en un nuevo giro se plantea la relacin desigual entre un Nosotros occidental y un Otro.
En los primeros tres captulos presentamos un anlisis de
las principales vertientes tericas evolucionismo, funcionalismo, estructuralismo y neomarxismo a fin de explicar
el proceso de construccin de la otredad sealando tres
modos claves: la diferencia, la diversidad y la desigualdad.
A su vez, nos detenemos a considerar, en el capitulo
cuatro, las distintas orientaciones metodolgicas utili-
Los autores.
Constructores de Otredad
Introduccin
e los varios modos que encontramos al definir el trabajo antropolgico, dos cuentan con mayor consenso en la bibliografa actual1. Uno tiene que ver con su objeto, en el cual la Antropologa es definida como el estudio
de la otredad cultural, de la alteridad cultural o de la diversidad cultural. El segundo se refiere a su tcnica o mtodo y sostiene que la particularidad de la Antropologa
residira en su forma de trabajar, en el modo en que se recolectan, analizan y exhiben sus datos: la observacin participante.
A nuestro entender, ninguno de los dos elementos
por separado pueden definir la ciencia. An ms: sostenemos que no se puede explicar qu hace hoy la Antropologa sin referirnos a la historia de su constitucin
como parte del campo cientfico, porque la ciencia es
acumulativa y los componentes que encontramos hoy
provienen de las teoras elaboradas en distintos momentos histricos. Esa acumulacin no implica una sumatoria o una idea de mayor a menor, sino que tiene
que pensarse como una acumulacin conflictiva de
sus diferentes partes.
En consecuencia, para entender qu hace un antroplogo es necesario tener en cuenta, en primer lugar, el contexto histrico y social en el cual se desarroll la Antropologa, su relacin con el campo cientfico en general (la
ubicacin de esa ciencia en relacin con las otras) y las relaciones entre las partes que la constituyen: objeto, teora,
mtodo y tcnicas.
En segundo lugar, ni el objeto de la Antropologa ni
su tcnica han sido los mismos a lo largo del tiempo ni
an en un mismo espacio. No obstante, pueden distinguirse tres momentos constitutivos de la Antropologa
en Europa y Estados Unidos. Momentos en los cuales
se desarrollaron teoras que fueron dominantes y que
definieron y explicaron de manera distinta el quehacer
antropolgico. Distinguimos tres momentos (ver cuadro 1).
Como ejemplo mencionamos a dos autores de habla hispana: Krotz, E., La Otredad cultural entre Utopa y Ciencia, Mxico, FCE, 2002 y a Menndez, E., Definiciones, indefiniciones y pequeos saberes. En Alteridades, 1, 1991 pp. 5-11 y su Conferencia Inagural del VI Congreso Argentino
de Antropologa Social, Identidad disciplinaria y campos de aplicacin, realizado en Mar del Plata el 14 al 16 de septiembre del ao 2000.
Introduccin
Cuadro I
Contexto
Objeto
diferencia cultural
Explicacin
(teoras)
evolucionismo
funcionalismo
Mtodo
comparativo
relativismo (inductivo)
comparativismo/relativismo
(formalizacin/deduccin)
Tcnicas
inventarios/
encuestas
observacin
participante
extraamiento
interpretacin
diversidad cultural
estructuralismo
neomarxismo
La idea era que aquellos que vivan de modo diferente en otros lugares podan dar la clave de como haba sido el pasado del hombre civilizado. Se
intent analizar la naturaleza humana a partir de la diferencia entre las culturas y estas diferencias surgan de la comparacin entre ellas.
Constructores de Otredad
Cuadro II
Tiempo
Cercano
Lejano
Cercano
Sociologa
Historia/arqueologa
Lejano
Etnologa
arqueologa
Espacio
La Antropologa indag en el interrogante por qu llegamos a ser lo que somos?, es decir, cul es el origen de
estas diferencias culturales? La primera corriente terica de
esta nueva ciencia construy sus respuestas comparando a
las sociedades en el devenir espacio-temporal y elabor, de
esta forma, una historia natural de la humanidad.
Introduccin
Ciencias Antropolgicas
Antropologa cultural
Antropologa Fsica
Antropologa Social
Antropologa cultural
parentresco
poltica
ley
economa
religin
arte
msica
literatura
tecnologa
conocimientos
costumbres
lenguaje
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cieron totalmente fsicamente y otras se fueron transformando en nuevas naciones (guerras de liberacin). Los
cambios bsicamente polticos que sufrieron estos
pueblos fueron los que los llevaron a transformarse de
pueblos primitivos en sociedades complejas3. Y aqu es
necesario aclarar una cuestin: estas transformaciones no
eran nuevas dado que desde que Occidente se conect con
el resto del mundo comenzaron esos procesos de transformacin. Lo que en realidad cambi es la mirada sobre el
otro que tena Occidente y especficamente la mirada
que la Antropologa tena sobre las otras culturas.
Es decir que la prctica de la Antropologa dominante
tambin se transform, adaptndose a las nuevas realidades. Dos lneas son notorias. En una se ubican las teoras
que, dejando de lado las transformaciones que sufrieron
estos pueblos, continuaron estudiando aquellas sociedades
o culturas que an podan ser consideradas primitivas
antes que desaparecieran completamente, realizando una
especie de Antropologa de salvataje. En esta lnea, puede
inscribirse el estructuralismo francs, que contina trabajando con el modelo de la diversidad pero introduciendo
algunos cambios a la posicin estructural-funcionalista
britnica.
En ese sentido, C. Lvi-Strauss el fundador del estructuralismo en Antropologa va a sostener que es necesario partir de las partculas y fragmentos de restos
que an se pueden reunir de los modos de vida de esos
pueblos primitivos. Habla de partir porque para l, el
conocimiento antropolgico no se agota en este punto
La Segunda Guerra haba contribuido por un lado a ocultar la emergencia de esos nuevos movimientos pero al mismo tiempo los haba impulsado
ya que las potencias centrales hicieron participar activamente a sus colonias en el conflicto. Al concluir ste, emergen ntidamente los movimientos
de liberacin.
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Lvi-Strauss plantea una nueva forma de acercamiento ya no fsico sino intelectual: Nunca habremos de conocer a los salvajes? No, hay otro camino para acercarnos a su mundo, un camino que no es el de la participacin personal en ese mundo: la construccin (partiendo de las partculas y
fragmentos de restos que aun es posible reunir o que ya han sido reunidos) de un modelo terico de sociedad que, aunque no corresponda a ninguna de las que pueden observarse en la realidad, nos ayude no obstante a comprender los fundamentos bsicos de la existencia humana. Y esto es posible porque a pesar de la superficial extraeza de los hombres primitivos, en un nivel ms profundo no nos son en modo alguno, extraos. El
espritu del hombre es en el fondo el mismo en todas partes de manera que lo que no puede realizarse mediante un acercamiento, mediante el intento de penetrar materialmente en el mundo de las tribus salvajes, puede realizarse desarrollando una ciencia general del pensamiento, una ciencia
conclusa, abstracta, formalista, una gramtica universal del intelecto (1976).
La Antropologa se relaciona en esta perspectiva con la lingstica, el psicoanlisis y con la ciencia de la comunicacin.
Sntesis de estas discusiones pueden verse en P. Anderson (1983), D.C Fol., E. Loy y Olin Wright (1985) y, de modo ms reciente, en T. Skocpol
(1993).
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Introduccin
la sociedad occidental a otras sociedades, ampliando o modificando categoras y conceptos. Las etnografas que haban escrito los antroplogos de otras corrientes fueron revisadas teniendo en cuenta que, ms all del modo en que
se presentara, la dominacin y la desigualdad eran un
atributo posible en toda sociedad, en todo tiempo y espacio.
Todo este movimiento y la enorme cantidad de informacin obtenida hasta el momento, llev a que la mirada
antropolgica se fragmentara y que el antroplogo se
especializara, ya no en las sociedades primitivas, sino en
problemas que toda sociedad o cultura presentaban. As
van a surgir las especialidades: antropologa econmica,
simblica, poltica, urbana, rural, etc. Es decir, un proceso
opuesto al de las escuelas nacionales (perodo de entre
guerras) donde las sociedades o las culturas se tenan que
tomar como un todo estrechamente relacionado y donde
no se podan separar las partes. Pero ahora, la especializacin permita nuevamente la aplicacin del mtodo comparativo. As, por ejemplo, la Antropologa poltica se
dedicaba a establecer semejanzas y diferencias respecto a
las formas de dominacin entre distintas culturas o a
comparar distintos sistemas polticos.
Pero en esta etapa no slo cambiaron el objeto y las
teoras; tambin se sumaron nuevos sujetos de conocimiento: los antroplogos nativos que estudiaban sus
propias sociedades. Esto, sin duda, introdujo nuevas preguntas para la ciencia:
Cmo es posible utilizar y cmo hay que transformar un
instrumento cognitivo creado originalmente para un propsito determinado (el conocimiento de los otros desde el
punto de vista del norte) para otro distinto? Cul es ese
otro propsito? Acaso la Antropologa generada en los
pases del sur se encuentra limitada a ser una especie de sociologa nativa? (Krotz, 1993: 3).
Esto trajo problemas tericos y epistemolgicos:
quin es ahora el otro? dnde vemos lo distinto? Y una
respuesta posible fue establecer que era el antroplogo el
que de manera consciente y metdica marcaba la distincin. Ya no era el objeto el distinto por sus caractersticas propias, sino que el antroplogo construa la distincin, lo extrao. Es ste el que distingue, desconoce, se
extraa. Esto modific la base de observacin participante e introdujo el extraamiento como un recurso
metodolgico y como punto de partida necesario de toda
investigacin antropolgica.
Creemos que lo expuesto anteriormente sintetiza
una historia de cien aos, pero las teoras construidas en
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este perodo no fueron totalmente superadas ni se quedaron ancladas en el tiempo, sino que tuvieron lo que P.
Bourdieu denomina un efecto de teora (otros diran,
efecto de ideologa).Esto significa que cada teora o explicacin formulada, baj, se articul con, se impuso
como parte del sentido comn, pas a formar parte de
lo imaginario colectivo en algunos sectores de nuestra
sociedad, se impuso como modelo presente en la explicacin desde el sentido comn. Algunas de esas teoras o algunos aspectos de las mismas se constituyeron
en modelos sobre la alteridad, lo distinto. Esos modelos
tienen la fuerza de las clasificaciones, no son ideas o
representaciones que estn slo en nuestras cabezas o en
la cabeza de la gente, sino que sirvieron como vehculos para la interaccin, para las prcticas que desarrollamos, para la comunicacin, para marcar anticipadamente una relacin entre nosotros y los otros. A
decir de E. Leach, antroplogos y no antroplogos nos
encontramos realizando la misma operacin clasificatoria:
Yo me identifico a m mismo con un colectivo nosotros que entonces se contrasta con algn otro. Lo que
nosotros somos, o lo que el otro es, depender del contexto (...) En cualquier caso nosotros atribuimos cualidades a los otros, de acuerdo con su relacin para
con nosotros mismos. Si el otro aparece como algo
muy remoto, se le considera benigno y se lo dota con los
atributos del Paraso. En el extremo opuesto, el
otro puede ser algo tan a mano y tan relacionado conmigo mismo, como mi seor, o mi igual, o mi subordinado (...) Pero a mitad de camino entre el otro celestialmente remoto y el otro prximo y predecible, hay
una tercera categora que despierta un tipo de emocin
totalmente distinta. Se trata del otro que estando
prximo es incierto. Todo aquello que est en mi entorno inmediato y fuera de mi control se convierte inmediatamente en un germen de temor (1967: 50-51).
Pero hay una cuarta categora posible en esta clasificacin: el otro lejano e incierto. Y es sobre ella que se construy la Antropologa. El antroplogo se constituy en
especialista del otro lejano e incierto. Su tarea consisti
en borrar la incertidumbre, en transformar eso extico, en
cierto conocido.
En el resto del libro daremos cuenta del modo en que
estn construidos estos tres modelos en las teoras antropolgicas diferencia, diversidad, desigualdad y de qu
modo son an utilizados.
Constructores de Otredad
Bibliografa
ANDERSON, P., Tras las huellas del materialismo histrico,
Espaa, Siglo XXI, 1983.
CLASTRES, P., Entre silencio y dilogo en Pingaud, B. y
otros, Lvi-Strauss: estructuralismo y dialctica, Buenos
Aire, Editorial Paids, 1968.
FOLD, D.C. LOY y WRIGHT, E. OLI, Recientes desarrollos en la teora marxista del Estado capitalista en
Offe, C. y otros, Capitalismo y Estado, Madrid, Revolucin, 1985.
KROTZ, E., La produccin de la Antropologa en el sur
en Alteridades,N 1, 1993, pp. 5-11.
La Otredad cultural entre Utopa y Ciencia, Mxico, FCE, 2002.
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Introduccin
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En: Pingaud, B. y otros, Lvi-Strauss: estructuralismo y dialctica. Editorial Paids. Buenos Aires, 1968.
Constructores de Otredad
timo, es que la etnologa sea posible! En un extremo depende de la esencia misma de nuestra civilizacin; en el
otro, de lo que le es ms ajeno; y ello revela ante todo una
suerte de contradiccin inslita entre el origen de la etnologa y su intencin, entre lo que la fundamenta como
ciencia y lo que investiga, entre ella misma y su objeto. La
etnologa, el sentido de su proceder, de su nacimiento y de
su proyecto, deben comprenderse sin duda a la luz de la
gran divisin realizada entre Occidente y el mundo de los
hombres primitivos.
La etnologa, ciencia del hombre, mas no de cualquier
hombre, se halla de acuerdo por naturaleza, podra decirse,
con las exigencias del pensamiento cientfico, pues se
mueve en el universo de la divisin: sta, por otra parte,
era quiz la condicin de posibilidad para una ciencia de
este pensamiento reconocido tan slo mediante la separacin. Y esta cualidad de la etnologa se expresa en el hecho
de que constituye un discurso sobre las civilizaciones primitivas y no un dilogo con ellas.
No obstante, aun cuando sea experiencia de la divisin, o ms bien por ello mismo, la etnologa parece ser el
nico puente extendido entre la civilizacin occidental y
las civilizaciones primitivas. O, si an es posible un dilogo entre esos extremos separados, la etnologa es la que
permitir que Occidente lo entable. No, sin duda, la etnologa clsica, marcada inevitablemente por la oposicin
de la cual naci entre razn e irracionalidad, y que por
lo tanto incluye en s el lmite adecuado para la negativa al
dilogo, sino otra etnologa a la cual su saber permitira
forjar un nuevo lenguaje infinitamente ms rico; una etnologa que, superando esta oposicin tan fundamental
en torno de la que se ha edificado y afirmado nuestra civilizacin, se transformara a su vez en un nuevo pensamiento. En un sentido pues, si la etnologa es una ciencia,
es al mismo tiempo algo distinto. Este privilegio de la etnologa, en todo caso, es lo que nos parece indicar la obra
de Claude Lvi-Strauss: como inauguracin de un dilogo
con el pensamiento primitivo, encamina nuestra propia
cultura hacia un pensamiento nuevo.
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Introduccin
Esteban Krotz
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Lvi-Strauss, 1964. Por cierto que dos generaciones antes, su compatriota Emile Durkheim (1968) haba quedado fascinado por las clasificaciones
de parentesco y reglas matrimoniales de los aborgenes australianos que hasta el da de hoy suelen ser tildados despectivamente de primitivos;
pero es comprensible que una civilizacin como la europea, que se estaba expandiendo ante todo con base en la violencia pura, siempre diriga su
atencin a la tecnologa de los pueblos por conquistar, por vencer y por volver tributarios. Sin embargo, los reportes etnogrficos de todos los tiempos han enfatizado especialmente en su comparacin con la situacin europea moderna la franca abundancia de concepciones y rituales religiosos y cosmolgicos de las llamadas sociedades tradicionales, aun cuando stas siempre parecan quedar rezagadas con respecto a filosofas y
teologas basadas en textos escritos.
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Introduccin
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Acerca de este tema vanse dos trabajos previos: Krotz, 1986 (publicado en un cuaderno monogrfico sobre El Occidente y lo otro); 1991.
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Se usa aqu este compuesto para aproximarse al significado del trmino alemn Heimat que tiene importantes connotaciones en el habla popular, el romanticismo y la filosofa de Bloch, por ejemplo, y que supera lo que usualmente suele estar contenido en la palabra patria. Este ltimo puede complementarse mediante el significado de matria elaborado por L. Gonzlez (1978) que se refiere a los aspectos menos marciales del terruo y
de la patria chica.
Podra decirse tambin, que es la perspectiva especfica que elabora la antropologa como disciplina cientfica (independientemente de formas pre
y extracientficas) acerca de los fenmenos sociales; sta la distingue de las dems ciencias sociales que se diferencian unas de las otras, como es bien
sabido, no por tratar fenmenos empricos diferentes, sino por tener maneras diferentes de enfocar estos fenmenos empricos.
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Introduccin
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Constructores de Otredad
y misin, investigacin en historia natural y aseguramiento militar de conquistas realizadas y planeadas, no deben
ser vistas , pues, como un marco de condiciones exterior
a los contactos de Europa con el resto del mundo, sino
como elementos de carcter constitutivo de stos. Como
tales llegaron a formar parte integrante de las formulaciones concretas de la pregunta antropolgica y, de modo
peculiar, de las ciencias antropolgicas nacientes, al igual
que los modelos de reflexin y las estructuras comunicativas en cada caso existentes.
Bibliografa
CLASTRES, P., La economa primitiva en Investigaciones
en antropologa poltica, Barcelona, Gedisa. 1981, pp.
133-151.
DURKHEIM, E., Las formas elementales de la vida religiosa,
Buenos Aires, Schapire, 1968.
GONZLEZ y GONZLEZ, L.,Suave matria: patriotismo
y matriotismo en Nexos, Vol.9, N 108, 1987, pp.
51-59.
KROTZ, E., Viajeros y antroplogos: aspectos histricos
y epistemolgicos de la produccin de conocimientos
antropolgicos en Nueva Antropologa, Vol. 9, N 33,
1988, pp. 17-52.
Viaje, trabajo de campo y conocimiento antropolgico en Alteridades, Vol. 1, N 1, 1991, pp.
50-57.
21
arece obvio que la etnologa disponga de plaza reservada en una compilacin consagrada a las ciencias humanas. La etnologa, en efecto, tiene por objeto de
estudio al hombre y en principio slo se distingue de las
dems ciencias humanas por lo acusadamente alejado, en
espacio y tiempo, de las formas de vida, pensamiento y
actividad humana que trata de describir y analizar. No
haca otro tanto, con una simple diferencia de grado, el
humanismo clsico al intentar reflexionar acerca del
hombre desde aquellas civilizaciones diferentes a las del
observador, y de las que la literatura y los monumentos
grecorromanos le mostraban el reflejo? Pues stas constituan, por aquel entonces, las civilizaciones ms distantes
de entre aquellas a las que se poda tener acceso. Las humanidades no clsicas han intentado extender el campo
de accin, y la etnologa, desde este punto de vista, no ha
hecho sino prolongar hasta sus lmites ltimos el tipo de
curiosidad y actitud mental cuya orientacin no se ha
modificado desde el Renacimiento, y que slo en la observacin y en la reflexin etnolgicas encuentra definitivo cumplimiento. De esta manera, la etnologa aparece
como la forma reciente del humanismo, adaptando ste a
las condiciones del mundo finito en que se ha convertido
el globo terrestre en el siglo XX: siglo a partir del cual de
hecho, y no slo de derecho, como antes, nada humano
puede ser ajeno al hombre.
Sin embargo, la diferencia de grado no es tan simple,
pues va unida a una transformacin obligatoria de los mtodos a emple TD[(iciones)-198.3(d6.3()-19.9(que)-16bargo,)-278.8(rue)-16b rio,mp(.)]TJp-260.3de8smo,ista0Tereoli0Tereoli0ur1.3(o
Constructores de Otredad
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Introduccin
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Constructores de Otredad
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Introduccin
y geogrficas que les unen o les distinguen, todo ello encaminado a elaborar una visin coherente de las diferentes
etapas por las que ha transcurrido la humanidad, en su
paso del salvajismo a la barbarie y de la barbarie a la civilizacin.
Tamaas ambiciones no son ya las nuestras. Incluso los
progresos del evolucionismo biolgico tienen lugar segn
una concepcin infinitamente ms matizada y ms consciente de los problemas y de las dificultades existentes que
la habida entre los primeros fundadores. Ello estimula a
los etnlogos a desentenderse de las tesis del evolucionismo sociolgico, que por lo dems es anterior al biolgico y que por tal razn padece de un exceso de ingenuidad.
Sin embargo, de estas primeras esperanzas algo queda:
la conviccin de que el mismo tipo de problemas, aunque
no sean del mismo orden de magnitud, pueden juzgarse
por el mismo mtodo cientfico, y que la etnologa, al igual
que las ciencias naturales y segn el ejemplo de stas,
puede muy bien confiar en descubrir las relaciones constantes existentes entre los fenmenos: bien sea que no pretenda sino tipificar ciertos aspectos privilegiados de las actividades humanas y establecer entre los diferentes tipos
creados relaciones de compatibilidad e incompatibilidad;
bien que se proponga, a ms largo plazo, unir todava ms
estrechamente la etnologa a las ciencias naturales, a partir
del momento en que puedan comprenderse las circunstancias objetivas que han presidido la aparicin de la cultura en el seno mismo de la naturaleza, y de la que, sin embargo, la primera, prescindiendo de sus caracteres especficos, no es sino una manifestacin.
Esta revolucin no significa una ruptura con el pasado,
sino ms bien la integracin, a nivel de sntesis cientfica,
de todas las corrientes de pensamiento cuya actuacin
hemos revelado.
Por otra parte, el evolucionismo puede presentarse
como una teora cientfica pues conserva secretamente, si
bien de acuerdo con la teora del progreso tal como ha sido
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formulada en el siglo XVIII, la ambicin sabiamente reprimida en la mayora de nosotros de descubrir el punto
de partida y el sentido de la evolucin humana, as como
de ordenar seriadamente las diferentes etapas de las que
ciertas formas de civilizacin han conservado seguramente
la imagen.
Y, sin embargo, incluso la etnologa ms decididamente evolucionista, como la fue la de Tylor y Morgan, no
puede permanecer ciega ante el hecho constatado de que la
humanidad no se transforma, segn el esquema darwiniano, exclusivamente por acumulacin de variaciones y
seleccin natural. La etnologa, asimismo constata fenmenos de otro tipo: transmisin de tcnicas, difusin de
inventos, fusin de creencias y costumbres a resultas de las
emigraciones, de las guerras, de las influencias y de las imitaciones. Todos estos procesos tienden a extender rasgos
en principio circunscritos a grupos privilegiados que, por
el hecho mismo de la difusin, tienden igualmente a equipararse a los dems. Mientras que, en el orden sistemtico
la etnologa se mantiene dentro de la tradicin filosfica
del siglo XVIII, por lo que respecta a sus formas descriptivas, fundadas en la distribucin espacio temporal de
rasgos culturales, no hace sino prolongar las interpretaciones regresivas propias de la primera mitad del siglo
XIX, que por esta razn experimentan una renovada vitalidad.
As pues, la etnologa, en la penltima cuarta parte del
siglo XIX, se constituye en base a caracteres hbridos y
equvocos, que hacen confluir en ella las aspiraciones de la
ciencia, de la filosofa y de la historia. Aprisionada por
tantos lazos, no romper ninguno sin pesar. En un tiempo
en que todo el mundo se lamenta del carcter irreal y gratuito de la cultura clsica, de la sequedad e inhumanidad
de la cultura cientfica, la etnologa, si permanece fiel a
todas sus tradiciones, contribuir posiblemente a mostrar
el camino que conduce a un humanismo concreto, fundado sobre la prctica cientfica cotidiana y a la que la reflexin moral permanecer aliada irremisiblemente.
Constructores de Otredad
Captulo 1.
La construccin del otro por la diferencia
a teora evolucionista, constitutiva de las Ciencias Antropolgicas a fines del siglo XIX, nos suministra en el
seno de esta disciplina el modelo paradigmtico de la construccin de la otredad por la diferencia. Recorreremos esta
teora a partir de las explicaciones que los antroplogos evolucionistas formularon en torno a tres interrogantes:
-Por qu las sociedades humanas difieren entre s?
-Qu es el hombre?
-Cul es su origen?
La primera pregunta es fundante de las preocupaciones
cientficas de la Antropologa Evolucionista. La diferencia
entre las sociedades se afirma como un fenmeno evidente y se interroga sobre las causas de este fenmeno. Las
otras dos preguntas, a propsito del ser del hombre y su
origen, constituyen pasos o mediaciones hacia la resolucin
del primer interrogante. Con fines expositivos invertiremos
el orden de las preguntas comenzando por las formulaciones relativas a las cuestiones del origen y la naturaleza del
hombre. Ambas cuestiones resultaban inseparables en el
contexto histrico cientfico de aquella poca; esto es, la
pregunta por el qu es de un fenmeno requera remontarse a su gnesis.
Nuestro desarrollo se basar en la obra de E. Tylor
(Primitive Culture, 1871) y de H. Morgan (La Sociedad
Primitiva, 1877)1. Ambos autores son reconocidos por los
mismos antroplogos como fundadores de la disciplina y
mximos exponentes de la teora que nos ocupa. Para responder sobre la cuestin del origen y la naturaleza del
hombre nos basaremos en las ideas al respecto de E. Tylor,
y para responder a la pregunta por las semejanzas y diferencias entre sociedades nos basaremos en los postulados
de H. Morgan.
Hemos citado los ttulos y los aos de los textos originales de ambos autores. En el caso de Tylor usamos el captulo 1 de su libro que sali publicado con el ttulo La ciencia de la cultura, en: Kahn, J. El concepto de cultura, conceptos fundamentales. Barcelona, Anagrama, 1975, y para Morgan
la versin en castellano La sociedad primitiva, Madrid, Ayuso, 1971.
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Constructores de Otredad
la cuestin del origen de la especie humana. Sostiene al respecto que las semejanzas que se encuentran se deben a que
los principios fundamentales de las instituciones y las tcnicas se desarrollan en el salvajismo (la edad ms temprana
de la humanidad) de forma tal que all donde se pueda distinguir una relacin entre una institucin presente y un
principio comn en continentes distintos, quedar implcita la filiacin de los pueblos respecto de un tronco originario comn. Es decir que para Morgan las semejanzas se
explicaban por la igualdad de la naturaleza fsica del
hombre, por la igualdad en las condiciones de vida y sobre
todo por el origen comn.
Tanto Tylor como Morgan hacen varias referencias a esas teoras. Por ejemplo, Tylor afirma: las tribus salvajes han llegado a su situacin mediante aprendizaje y no por la prdida de lo aprendido, mediante elevacin desde lo inferior ms bien que por degradacin de una situacin superior
(1975:39). Por su parte, Morgan sostiene que: Explicar la existencia de salvajes y brbaros por la tesis de la degradacin del gnero humano no es
ya sostenible. Este corolario de la cosmogona mosaica, consentido en razn de una supuesta necesidad que ya no existe, no solamente es insuficiente como teora para explicar la existencia de salvajes, sino tambin carece de base en los hechos de la experiencia humana (1977:70).
Morgan afirma: Cuando se comparan las conquistas de cada perodo en su conjunto podemos comprobar que mientras que en el primer perodo
el progreso era muy lento, y en el ltimo muy rpido, la suma relativa puede haber sido mayor en el primero. Se puede sugerir como de probable
comprobacin posterior que el progreso del hombre en el perodo del salvajismo, en relacin a la totalidad del progreso humano, fue mayor en
grado de lo que fue despus, en los tres subperodos de la barbarie. Asimismo, se puede afirmar que el progreso conquistado en el perodo de la barbarie fue mayor en grado de lo que ha sido despus, en el perodo de la civilizacin en su conjunto (1977: 91).
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mulativo de adquisiciones cada vez mas numerosas y eficientes, la evolucin de las ideas e instituciones supone el
desarrollo de formas elementales, rudimentarias y presentes desde un principio. En el origen se hallan los grmenes de lo que sern las instituciones modernas; lo que
en trminos evolucionistas significa que se hallan los elementos constitutivos de estas instituciones pero an no diferenciados unos de otros; es decir que estos elementos se
encuentran an en estado de indistincin.
El proceso de desenvolvimiento, en tanto lgica evolutiva, implica un proceso de diferenciacin creciente (diferenciacin de elementos y de relaciones), y supone mayores niveles de organizacin (integracin e interdependencia de elementos diferenciados). As, en el caso de las
ideas e instituciones tales como el gobierno, la familia, la
propiedad, etc., el paso de lo simple a lo complejo alude al
incremento de distinciones y no de cantidades. Se parte de
las formas indiferenciadas (idea de mezcla, de confusin)
hacia formas ms diferenciadas. La comparacin es cualitativa y el nivel de diferenciacin y organizacin suministra el parmetro de la comparacin entre los grados.
El mtodo comparativo
As como Darwin haba llegado a sus conclusiones a partir
de la observacin y la clasificacin de hechos empricos,
los evolucionistas culturales consideraban que el progreso
humano poda mostrarse tambin a travs de la observacin y la clasificacin. Aplicando el mtodo comparativo, tal como se lo aplicaba en aquel momento en las
Ciencias Naturales, estos antroplogos se dispusieron a
ordenar cientficamente las semejanzas y diferencias culturales en un esquema evolutivo: Salvajismo, Barbarie y Civilizacin.
Tylor consideraba que la Cultura deba ser catalogada,
diseccionada en detalles y clasificada en grupos. Para un
etngrafo, deca este autor, el arco y la flecha constituyen
una especie, y su trabajo consiste en:
[...] clasificar tales detalles con la perspectiva de descifrar su distribucin en la geografa y en la historia, y la
relacin que existe entre ellos [...] Esta tarea puede ejemplificarse casi perfectamente comparando estos detalles
de la cultura con las especies vegetales y animales tal
como las estudian los naturalistas. Para el etngrafo el
arco y la flecha es una especie, la costumbre de aplastar el
crneo de los nios es una especie [...] Igual que el catlogo de todas las especies de plantas y animales representa
la flora y la fauna, as los artculos de la vida general de
un pueblo representa ese conjunto que denominamos
cultura (1975:34).
Constructores de Otredad
La comparacin se sustentaba en un tipo de razonamiento familiar4 (sentido comn). Segn Tylor nadie
que compare un arco con una ballesta dudar que la ballesta ha sido una evolucin del instrumento ms simple.
La simpleza, en tanto menos cuanta de conocimientos y
de especializacin en la fabricacin de instrumental asociado a las artes de subsistencia, era un atributo que poda
simplemente, valga la redundancia, detectarse y observarse. Y la simpleza, como vimos, implicaba pasado, lejana temporal, anterioridad. Los arquelogos por su
parte, probaban la asociacin entre vestigios humanos,
fauna extinguida y restos materiales muy sencillos. Esto
no slo daba cuenta de la antigedad del hombre, sino
tambin, de la sencillez de las herramientas antiguas.
Pero no siempre el investigador dispona de la ventaja
de contar con la informacin necesaria para reconstruir los
artculos de la vida de un pueblo o de un estadio de la evolucin de la Humanidad. No siempre llegaban a manos
del antroplogo objetos o relatos de costumbres significativas para completar su tarea. En tales casos, la deduccin
especulativa se constitua en el recurso metodolgico por
excelencia. Fundamentalmente, este problema, y su resolucin por medio de aquel instrumento metodolgico, se
present en la reconstruccin de instituciones (familia,
gobierno, propiedad, etc.). Morgan consideraba que el camino seguido por la humanidad en su desarrollo poda
ser recorrido siguiendo un encadenamiento de deducciones necesarias.
La deduccin especulativa se emple para completar
datos, por ejemplo sobre las condiciones primigenias, originarias de vida del hombre, basndose en el supuesto de
que todo lo que existe debe tener necesariamente una
causa y que sta expresa un estado ms simple (menor diferenciacin). As, por ejemplo, la promiscuidad debi anteceder a la familia consangunea. La misma operacin deductiva se utiliz para completar datos sobre un aspecto
particular en un estadio. Otros elementos del mismo estadio, o bien otro elemento presente en un estadio anterior
o posterior, fueron la base de la deduccin. De este modo,
aspectos conocidos de un estadio sirvieron para deducir
otros atributos del mismo estadio:
[] la inferioridad del hombre salvaje en la escala intelectual y moral, no desarrollado, carente de experiencia,
sometido a sus bajos instintos y pasiones animales, aun
cuando nos disgusta reconocerlo, se halla de todos modos
demostrada por restos de la tcnica antigua en instrumentos de piedra y hueso, por su vida en cavernas en de4
Tylor, afirmaba: [] esta nocin de desarrollo est tan metida en nuestros entendimientos que por medio de ella reconstruimos sin escrpulos la historia
perdida, confiando en los principios generales del pensamiento y la accin del hombre como gua para ordenar correctamente los hechos (1975: 39).
31
nos habremos aproximado muy cerca del perodo de la infancia de la existencia del hombre [] En una condicin
tan absolutamente primigenia el hombre aparece, no slo
como un nio en la escala de la humanidad sino tambin
poseedor de un cerebro en el que ni un slo destello o concepto traducido o estas instituciones, invenciones y descubrimientos, ha penetrado [] (1977: 89-91).
De estas citas se desprende que el Nosotros no slo era
el punto de partida del viaje al Otro, era tambin el parmetro para clasificarlo dentro del modelo estadial. Los
bienes materiales y las instituciones del Nosotros eran indicadores del mximo progreso humano contemporneo.
En base a la presencia o ausencia de aquellas adquisiciones
materiales y en base al grado de diferenciacin que evidenciaran los elementos componentes de las instituciones modernas, el antroplogo adjudicaba a la otredad un lugar en
el esquema evolutivo de la humanidad: as a mayor presencia y diferenciacin, mayor progreso (grado de cultura)
y menor distancia temporal (cercana a la civilizacin moderna); a la inversa, a menos presencia y diferenciacin,
menor progreso y mayor lejana temporal (cercana a la
edad temprana de la humanidad).
Mecanismos de construccin
de la diferencia
Hemos identificado dos operaciones en el viaje del antroplogo evolucionista hacia el universo de los otros: a) desplazamiento desde el presente al pasado; b) descarte progresivo de adquisiciones culturales. As, la construccin de
la otredad supone retroceso en el tiempo y despojo de atribuciones culturales. De ambas operaciones, retroceso y
despojo, se desprenden dos mecanismos que organizan la
lgica de construccin de la diferencia cultural (modelo
estadial) y de la relacin Nosotros-Otros que resulta implicada en dicha construccin.
El primer mecanismo implica ir de una a otra de las siguientes situaciones:
Presencia
Con
+
/
/
/
Ausencia
Sin
-
32
Otros
Con
Sin
Sin
Sin
Sin
Con
Sin
Sin
Sin
Sin
Con
Con
Sin
Sin
Sin
Con
Con
Con
Sin
Sin
Con
Con
Con
Con
Sin
La situacin de ausencia total (todo sin) refiere, incorporando la variable tiempo, a la situacin inicial, originaria del hombre, en la que ste parte de la Nada e inicia
un camino ascendente de acumulacin y generacin de
cultura (con progresivos). Pero el antroplogo, a diferencia
del hombre primitivo que inicia su labor de la nada, emprende su tarea de reconstruccin desde la situacin de
presencia total (todo con); y si el hombre va incorporando
con en su devenir, el antroplogo va desechando con e incorporando sin en su reconstruccin. Entonces, diremos
que el antroplogo realiza un movimiento del con al sin y
al final del camino, en el origen, l dotado de todo lo alcanzado por la humanidad detecta a los primeros hombres, despojado de todo.
El camino seguido por la humanidad en su desarrollo
puede ser reconocido [] hasta el punto en el cual, sin conocimiento del fuego, sin lenguaje articulado y sin armas
artificiales, estaba sujeta como los animales a los productos espontneos de la tierra (Morgan, 1977: 523).
El segundo mecanismo implica ir de la Distincin a la
Indistincin. La otredad se caracteriza en primera instancia como un universo en el que las ideas e instituciones
modernas se hallan en un estado germinal (estn los grmenes); esto significa que estn sus elementos componentes pero no diferenciados (indistincin). Pero, como
en el caso anterior, la otredad presentara distintos grados
de indiferenciacin (+ o -); detectando las formas ms in-
Constructores de Otredad
diferenciadas en la situacin mas alejada (cultural y temporal) del Nosotros. Y en el extremo opuesto al Nosotros,
la indiferenciacin (masa amorfa, concepto utilizado por
Morgan) se torna mezcla total, confusin total, desorden.
As, por ejemplo, la promiscuidad sexual originaria (todos
con todos) contrasta con la diferenciacin que supone la
familia monogmica (un hombre determinado con una
mujer determinada y su prole en sus particulares y especficas relaciones recprocas).
El antroplogo, entonces, en su reconstruccin de la
Historia Humana se mueve desde la Diferenciacin de su
tiempo y de su sociedad hacia la Indiferenciacin originaria; proceso ste inverso al que realiza el hombre en su
vida evolutiva.
Podemos sintetizar diciendo que la otredad, frente al
Nosotros, es anterioridad, ausencia o incompletud; confusin total o parcial. En la situacin de otredad ms
ajena al Nosotros, sta deviene la anttesis de aquel: desprovisin y desorden. As, la labor del antroplogo se despliega en el sentido del con (presencia) al sin (ausencia),
del ms al menos y del Orden (claridad) a la Indistincin
(confusin).
Bibliografa
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TYLOR, E. (1871), La ciencia de la cultura, en Kahn, J.
El concepto de cultura, conceptos fundamentales, Barcelona, Anagrama, 1975.
33
34
En Notas sobre las perspectivas actuales de la antropologa sociocultural, N 95, Universidad Autnoma Metropolitana (Iztapalapa), Xalapa, Ediciones El Pirata, julio de 1986.
Algunos elementos de este ensayo fueron presentados el 10 de marzo de 1980 en una conferencia en El Colegio de Michoacn bajo el ttulo El
evolucionismo y la teora antropolgica: situacin y perspectivas
Las citas estn tomadas de la segunda y amplia edicin de 1970 que contiene un postcriptum (de 1969). Hay traduccin al castellano en los Breviarios del Fondo de Cultura Econmica.
Para un resumen del desarrollo de la historia de la ciencia vase ante todo a Kuhn mismo (1970, 1977). Varios de los elementos importantes se encuentran ya en obras de un maestro Alexandre Koyr.
Constructores de Otredad
Vanse, ante todo, los artculos recogidos en el libro The Essential Tensin. Un buen resumen se ofrece tambin en el artculo Scientific Paradigma (Kuhn 1972). En el volumen editado por I. Lakatos y A. Muasgrave (1974) se encuentra una confrontacin de los puntos de vista de Kuhn
con los de tendencias tan diversas como las de Popper, Lakatos y Feyerabend, entre otros. El Segundo Coloquio de la Asociacin Filosfica de Mxico estuvo dedicado, en parte, a la discusin de la tesis de Kuhn (vase Balibar y otros 1979).
Kuhn llega a afirmar que si estuviera escribiendo mi libro (se refiere a Kuhn 1970) ahora de nuevo, empezara [...] con una discusin de la estructura comunitaria de la ciencia [...] La estructura comunitaria es un tema sobre el cual actualmente tenemos muy poca informacin, pero que
recientemente se ha convertido en un asunto de importancia para los socilogos y tambin los historiadores estn ahora interesados en l (Kuhn
1974: 252).
Vase Kuhn (1970: cap. 2-5; 1972 92 y sig.).
35
ponen modificaciones. Muchas veces se recurre a formulaciones alternativas que, en estado embrionario, haban estado presentes en la discusin cientfica, pero que en ausencia de la conciencia de la crisis no haban sido
reconocidas como alternativas.8 La fase del pensamiento
convergente es disuelta en grado creciente hacia un pensamiento divergente (Kuhn 1677: 226), hasta que finalmente el antiguo paradigma tiene uno o ms rivales; en
esta fase preparadigmtica la comunidad cientfica est dividida en facciones que se combaten mutuamente para lograr la aceptacin de su propio preparadigma por parte de
toda la comunidad cientfica. Finalmente, uno de los preparadigmas rivales llega a ser suficientemente convincente
para toda la comunidad cientfica y un nuevo paradigma,
que sustituye por completo al anterior, forma la base de un
nuevo perodo de ciencia normal. Con esta revolucin
cientfica comienza una nueva fase de acumulacin de
conocimiento cientfico que incluye una reinterpretacin
de realizaciones cientficas anteriores.
Estos cuatros elementos paradigma, comunidad cientfica, ciencia normal y revolucin cientfica son la base
de toda la teora de Kuhn. ste, segn sus propias palabras, un antiguo fsico que ahora se ha dedicado principalmente a la historia de esta disciplina cientfica (Kuhn
1977: 340), la ha formulado particularmente para el mbito de las ciencias naturales (principalmente astronoma,
fsica y qumica, disciplinas estas de donde provienen casi
todos sus ejemplos), mientras que las ciencias formales no
han recibido ninguna atencin y las ciencias sociales slo
se mencionan de paso, como protociencias.9 De acuerdo con lo sealado en la introduccin de este ensayo, aqu
no se trata de hacer una presentacin completa de la teora
de Kuhn y, menos an, una crtica sistemtica de sus
puntos de vista. Aunque esta crtica es ineludible y urgente, aqu solamente se trata de presentar aquellos elementos que pueden contribuir a la discusin sobre gnesis
y situaciones actual de nuestra ciencia. As, este intento es,
a su vez, parte de la crtica. En este sentido parece conve-
niente, antes de pasar a considerar la antropologa decimonnica, aadir algunas aclaraciones al esbozo efectuado.
Lo que Kuhn llama ciencia normal es el proceso que
el sentido comn conoce como una disciplina cientfica
establecida. Una de sus caractersticas principales es que
los cientficos estn dedicados a resolver con procedimientos y un lenguaje especializado ambos casi ininteligibles para no-cientficos problemas que, en su gran mayora no interesan fuera del mbito de la misma disciplina
y de disciplinas afines. El consenso fundamental de esta
fase se expresa tambin en la existencia de libros de texto
que convierte la formacin del nuevo cientfico en una
iniciacin dogmtica a una tradicin preestablecida para
cuya evaluacin el estudiante no est capacitada (1977:
229), es decir, un proceso de socializacin a una comunidad cientfica para adquirir, as, la matriz de la disciplina (1977: 306).
Constructores de Otredad
11 Por ello, Kuhn habla tambin de un proceso de conversin entre los miembros de la comunidad cientfica y usa el trmino de switch of gestalt
(1970: 85): se trata de un proceso donde elementos objetivos y subjetivos se entrecruzan. Para una serie de consideraciones importantes sobre la seleccin de una teora en la ciencia vase Hempel 1979.
12 Tanto para Kuhn como para Koyre el modelo base es la sustitucin del modelo geocntrico por el modelo heliocntrico, proceso cristalizado en la
figura de Coprnico y es conocida la reaccin poltica que provoc este nuevo paradigma precisamente por sus implicaciones de deslegitimacin.
13 Vase, ante todo, Kuhn (1970: cap. 10).
37
nuevos intrpretes se ubican en la delantera de los acontecimientos, llevando a su mxima expresin la conviccin
nacida en la Ilustracin de que la ciencia es al mismo
tiempo fuente y ejemplo del progreso (Kuhn 1977: 106).
En cambio las doctrinas cristianas, que hasta este momento han tenido un cierto monopolio cosmolgico interpretativo, se orientan ahora hacia una interioridad relativamente aislada del proceso histrico o se dedican simplemente a la reafirmacin de la vida tradicional.18
Independientemente de este desplazamiento interpretativo y, por consiguiente, la extensin de una nueva visin del mundo (que hasta fines del siglo empezara a cuestionarse), la comunidad cientfica europea se encontraba,
hablando en trmino generales, ante un reto difcil. Por
una parte, se iniciaba con vigor el, hasta ahora, irreversible
proceso de escisin del conocimiento en campos, disciplinas y subdisciplinas sin que los lmites entre stos hubieran podido establecer a priori a la manera de los esquemas doctrinales universales anteriores. Por otra parte,
el mismo proceso de emancipacin del nuevo tipo de
ciencia con respecto a las doctrinas tradicionales era un
proceso paulatino, a veces contradictorio y sinuoso, y ello
no solamente por razones de tipo personal sino, ante todo,
de tipo epistemolgico. La discusin entre el catastrofismo
de Cuvier y el uniformismo de Lyell y de Hutton o la
misma discusin en torno a teora y mtodo de Darwin
pueden servir como indicaciones representativas del problema en general.19
Los hombres que en el siglo XIX intentaban ordenar,
explicar y comprender no solamente los cambios ocurridos en su propia sociedad sino todo el mbito de los fenmenos sociales antes referido, se encontraban con toda
una gama de esquemas interpretativos de tipo procesual-evolutivo. Aparte de sus paralelos en biologa, zoologa y geologa, las teoras de Malthus, Turgot y Adam
Smith representaban puntos de vista evolutivos. La historia, disciplina en auge, empezaba a concebir cambios direccionales en pocas que hasta este momento haban sido
vistos como estticos.
14 As Kuhn anota que el siglo XIX [...] es el perodo en que por primera vez se seala que la Edad Media tena historia(1977: 107).
15 Vase para toda esta parte a modo de referencia el volumen correspondiente a los evolucionistas de ngel Palerm (1976), especialmente las partes I
III as como los captulos 2-4 de la Historia de la antropologa de F.W. Voget (1975).
16 A ello contribuye tambin, al parecer, las innovaciones tecnolgicas que permiten un aumento considerable en la produccin y circulacin de folletos, volantes y peridicos. Sin embrago, solamente la limitacin del espacio puede justificar afirmaciones tan generales, ya que existan, evidentemente grandes diferencias por regiones y extractos sociales adems de ciertos desfases temporales. Toda esta problemtica apenas se est
empezando a estudiar (vase, como un primer ejemplo, los trabajos de Hobsbawn, David y Mora en el volumen editado por Bergeron 1977).
17 Vase al respecto las afirmaciones de Kuhn (1977: 131 y sig.) que sigue en esto a su maestro Koyr (1977: 85 y sig. 258-260) as como el estudio de
Hull (1973: 16 y sig.).
18 El rasgo caracterstico ms llamativo al respecto es el hecho de que la simbologa litrgica no logra integrar referencias al mundo industrial. Adems pesa todava el enfrentamiento entre la doctrina tradicional y la posicin de poder de sus representantes y las posiciones propugnadas por
Galileo y Bruno, aunque este enfrentamiento obtiene matices diferentes en las diversas confesiones.
19 D. Hull (1973) se ha centrado en su estudio sobre Darwin justamente en los diversos aspectos de la crtica cientfica de Darwin.
38
Constructores de Otredad
Diversas tradiciones interpretativas tanto de tipo popular como de las elite tradicionales y nuevas se enfrentaban a los mismos datos a que se enfrentaban los primeros
antroplogos y los incorporaron a su manera.
Por una parte, estaba la teora de la degeneracin, en
trminos de la simbologa cristiana, la situacin de los
pueblos primitivos era comprendida como el resultado de
su rechazo a la gracia divina. La misma teora, pero con un
ropaje secularizado, la explicaba en trminos de inadaptabilidad natural a la vida civilizada-occidental. Por otra
parte, exista una teora evolucionista minoritaria que inverta los dos polos en cuanto a su significado valorativo.
Aqu, la civilizacin actual era vista como el punto culminante de la degradacin del ser humano a partir de su expulsin del paraso, mientras que los pueblos no-occidentales eran los verdaderamente inocentes y buenos por naturaleza. La versin secularizada de esta teora expresaba lo
mismo en trminos del regreso al estado natural del hombre, representado por el buen salvaje.20
En relacin a la segunda de estas dos teoras hay que recordar la tradicin utpica de Occidente, que en el siglo
XIX adquiri importancia terica y poltica a la vez bajo la
forma del socialismo utpico. Las llamadas novelas polticas, los esbozos de sociedades perfectas, siempre haban
combinado el anuncio de un orden radicalmente diferente
y definitivamente mejor con la denuncia de lo inhumano
del desorden establecido y la identificacin de los mecanismos responsables de la dureza de la vida; estos mismos
elementos se pueden encontrar en los rasgos correspondientes en la cultura popular de las masas iletradas.21
Ahora, el socialismo utpico se comprenda y actuaba
como el ms autntico representante en la Revolucin
Francesa, pero que haba sido aplastada por la restauracin
bonapartista primero y por la consolidacin de la hegemona de la burguesa despus. Las mismas influencias seguan pujando (y ellas eran, en parte, las mismas de las que
se nutra la antropologa naciente): la inconformidad con
el sufrimiento de las masas, la mezcla de relatos de viajeros
con las antiqusimas imgenes y sueos populares de una
vida mejor, los relatos de rebeliones frustradas y las promesas mticas del Gran Cambio, transmitidos de genera-
20 En estas oposiciones se prefiguran los esquemas bipolares de Maine o de Tnnies que se encuentran tambin en los esquemas mucho ms complejos de Tylor y de Morgan, por ejemplo. En la medida en que no se reconoca en la antropologa decimonnica su carcter dialctico, no podran
implicar ms que una contraposicin mecnica ellos nosotros que hace posible comprender uno de los dos polos primero a partir del otro y luego en funcin de l. Los esquemas mencionados son sealados tambin por F. W. Voget (1973: 6 y sig.: 1975: 20 y sig. 45 y sig.) mientras que
Lvi-Strauss relaciona el origen de la antropologa con el descubrimiento de Amrica (1975: 16 18), resultando as el carcter procesual de la
constitucin de la antropologa como ciencia.
21 Para detalles sobre la influencia de la tradicin utpica de Occidente en el nacimiento de las ciencias sociales vase Utopa (Krotz 1980 b).
22 Aqu se trata de un aspecto que Kuhn considera varias veces pero que no elabora sistemticamente. As, por ejemplo, habla de la influencia de la
presin social para la reforma calendaria como impulso para la obra de Coprnico (1970: 69) y que en la fase temprana de un nuevo campo
(cientfico) [...] las necesidades sociales y culturales en las cuales se encuentran sus practicantes son una determinante mayor (Kuhn 1977: 118).
Ello indica cmo la historia de la ciencia debe estar integrada a la investigacin histrica general y estar relacionada con la sociologa de la ciencia.
39
la antropologa como disciplina cientfica. Con l, la antropologa entr a su primera fase de ciencia normal que
permiti la optimizacin del esfuerzo colectivo para el estudio de la sociedad humana. Sin embargo, esta constitucin fue un proceso en el tiempo y no todos los requisitos
sealados por Kuhn se cumplieron a la vez. En este contexto hay que sealar que, precisamente, la relacin de dependencia con respecto a la biologa, que haba significado
uno de los elementos constitutivos de la antropologa paciente, se convirti pronto en uno de sus mayores problemas, donde su carcter de analoga se oscureci a favor
de un paralelismo exagerado como bien lo esclarece la
oposicin entre Spencer y Tylor. En lo que se refiere al reconocimiento social definitivo de la nueva disciplina hay
que indicar que, a pesar de los antecedentes, que significan
las numerosas sociedades etnolgicas y antropolgicas en
los diversos pases europeos y de Norteamrica, ste tard
hasta 1896, ao en que se cre la primera ctedra en antropologa y se inicio as la posibilidad de una socializacin
profesional acorde con la etapa de las necesidades de una
ciencia madura.25
En base a todo lo anterior, parece posible estudiar las
obras de los primeros antroplogos, investigadores y divulgadores, en trminos de la discusin al interior de una
comunidad cientfica que trabaja sobre la base de un paradigma comn, (es decir: reconoce un campo de fenmenos, practica un tipo de acercamiento metodolgico
legtimo para su estudio, comparte el modelo explicativo fundamental y acepta ciertos resultados generales).
As, Maine, Bachofen, Fustel de Coulanges, Spencer,
McLennan, Taylor, Frazer y Morgan representan a esta
comunidad cientfica, sin olvidar las contribuciones de
Kropotkin, Huxley, Lubbock, Engels y Marx y, finalmente, tambin de Tnnies y Freud. Desde este punto de
vista pueden identificarse en trminos paradigmticos los
siguientes elementos comunes de sus obras en conjunto,
23 Esto vale para la antropologa como ciencia constituida y no para cada uno de sus fundadores ya que en trminos cronolgicos se pueden observar
no solamente formulaciones evolucionistas anteriores a 1859 sino tambin simultaneidad e interrelacin; para confirmar esto ltimo hay que recordar la relacin entre las obras de Darwin y de Spencer (Hull 1974: Carneiro 1967). Ser necesario, un estudio histrico muy detallado para poder decidir hasta que grado realmente existi tal recepcin del paradigma darwiniano en antropologa y hasta que grado se trat ms bien de
desarrollos diferentes de acercamiento cientfico a aspectos empricos diversos pero a partir de fuentes y en ambientes epistemolgicos generales semejantes. En este contexto es un dato interesante que las consecuencias tericas ms relacionadas con la analoga orgnica se manifiestan hasta
ciertas formulaciones del funcionalismo britnico (aunque ste, a su vez, tenga races en la obra de Durkheim), mientras que los paralelismos ms
explcitos entre evolucin orgnica y evolucin cultural se han hecho en las corrientes caracterizadas generalmente como neo-evolucionistas
(como, por ejemplo. Sahling 1960).
24 Para estos cambios de cosmovisin vase Kuhn (1970: cap. 10).Con respecto a los casos ms llamativos, las obras de Coprnico, Newton, Lavoisier
y Einstein, Kuhn apunta: cada una de ellas necesita el rechazo por parte de la comunidad de una teora cientfica venerada a favor de otra que era
incompatible con aquella. Cada una produca una modificacin en cuanto a los problemas validos para la investigacin cientfica y los cnones con
que la profesin determinaba que debera contar como un problema admisible o como una resolucin legtima de un problema. Y cada una cambiaba la imaginacin cientfica de tal modo que finalmente tenemos que describira como una transformacin del mundo en el cual se estaba realizando en trabajo cientfico (1970: 6). D. Hull, sin embargo, proporciona materiales para insistir en la necesidad de comprender la revolucin
cientfica darwiniana no como evento momentneo sino como un proceso en el tiempo.
25 Vase la biografa de Tylor que presenta A. Palerm en su volumen 3 de la Historia de la etnologa (1977 c).
40
Constructores de Otredad
26 La obra de Morgan es un buen ejemplo de la integracin de la sociedad propia. Hay que recordar aqu que ms que estudiar sociedades particularidades se trataba la evolucin global de la humanidad y que ms que indicar lneas evolutivas se trataba de sealar etapas evolutivas (vase para cada
aclaracin tambin a Sahling 1960).
27 Vase como contraste lo dicho por Kuhn sobre la invisibilidad de las revoluciones cientficas (1970: cap. 11) y la indicacin en su postcriptum
de 1969 que su libro presenta: el desarrollo cientfico como sucesin de perodos ligados a la tradicin, interrumpidos por espacios no-acumulativos (1970: 208).
41
histrico-cultural, la negacin de las condiciones de posibilidad para el estudio de pocas pasadas de la humanidad
en base al trabajo de campo entre pueblos grafos, todas
estas concepciones no pueden verse simplemente como
fases cronolgicamente posteriores a la antropologa decimonnica. Su rechazo al evolucionismo implicaba, ante
todo, el intento de su sustitucin definitiva mediante la
demostracin prctica de sus fallas fundamentales, intrnsecas e irreformables. Naturalmente, cada una de las preposiciones alternativas pretenda haber eliminado convincentemente estas fallas o, al menos, proveer la mejor base
para su eliminacin futura. Sin embargo, ninguno de estos
preparadigmas ha logrado una aceptacin tan generalizada
como lo haba tenido el evolucionismo y as la comunidad
antropologa se dividi en varios grandes sectores, que
eran identificables en trminos de la ubicacin geogrfica
tanto de sus centros de socializacin cientfica como de sus
campos de trabajo. Parece que la situacin internacional
general entre las dos guerras mundiales contribuy no
poco al aislamiento de estas subcomunidades cientficas
interesadas entonces en el perfeccionamiento de sus modelos particulares.
Hasta despus de la Segunda Guerra Mundial (y tal
vez justamente en base al realineamiento poltico correspondiente) no se abre nuevamente una fase ms intensa de
discusin entre las diversas corrientes que precisamente
a partir de este momento revelan ms claramente su carcter de pre-paradigmas.
En esta discusin, que es un proceso sumamente complejo, existen naturalmente la confrontacin y la aguda
crtica mutua de las proposiciones preparadigmticas opuestas. Pero tambin se encuentran los intentos de integrar varias posiciones para formar una nueva. Ejemplos
bien conocidos son el sealamiento de Fred Eggan (1954)
de que el avance futuro en la antropologa cultural est en
la direccin de la integracin del enfoque estructural-funcionalista de la antropologa social britnica con nuestro
tradicional inters americano en el proceso cultural y la
historia(en Voget 1960: 18) o el trabajo de Leslie White
sobre los tres tipos de la interpretacin de la cultura
(1945).
Al mismo tiempo, sin embargo, nos encontramos tambin con un proceso de constantes reformulaciones al in-
28 Vale tambin para la discusin de otros enfoques tericos lo que este autor afirma para el funcionalismo al decir que con frecuencia se desconoce
realmente lo que se rechaza (1979: 110) y que mucha de las crticas parecen en un alto grado ajenas a lo que hoy constituye este enfoque (1979:
111).
29 El caso de White proporciona material muy ilustrativo para la estructura dialgica de la situacin pre-paradigmtica. Basta con hojear los volmenes de la revista American Antropologist correspondientes a los aos 1945- 1947 para encontrar los escritos de este autor y los comentarios de representantes de otras posiciones, tales como Radcliffe-Brown y Lowie acerca de sus proposiciones evolucionistas.
30 Como en el apartado anterior hay que indicar tambin aqu la necesidad de integrar la historia de la ciencia con la historia general y la sociologa de
la ciencia.
42
Constructores de Otredad
31 Sobre este ltimo punto, relativamente reciente, vase ahora a Godelier quien indica que se ha creado una situacin epistemologa nueva en el
seno de la antropologa social que ofrece, entre otras consecuencias, la posibilidad de una cooperacin renovada y ms profunda entre las ciencias
sociales y la biologa (1976: 7).
32 Confrntese el fracaso editorial y econmico que, contrariamente a sus expectativas, signific para Spencer el trabajo en los regmenes de su Descriptive Sociology con el xito que actualmente tienen en varios pases europeos, obras sobre culturas desaparecidas.
43
acadmicos (Garca Mora 1977). Otras indican que la discusin se encuentra ya plenamente en su segunda fase. Los
currcula de los centros de docencia muestran el grado de
interrelacin de posiciones y la fragmentacin horizontal
de la antropologa y la borrosidad del campo mismo. El
xito de muchas publicaciones antropolgicas entre los especialistas de sta y de otras disciplinas de las ciencias sociales y hasta de no especialistas es otro rasgo importante
que es tanto una consecuencia de la poca formalizacin del
lenguaje y el bajo nivel de elaboracin terica como un
indicio para la ampliacin paulatina de los campos de
estudio por parte de la antropologa mexicana.
Pero tambin existen algunos rasgos muy particulares,
que no se encuentran necesariamente en otras comunidades antropolgicas nacionales. As, para mencionar solamente unos pocos ejemplos, llama la atencin el establecimiento peridico de modas de todo tipo que van
desde usos de lenguaje hasta la citacin obligada de autores de referencia coyunturalmente ( y a veces hasta polticamente) imprescindibles y que en no pocos casos reflejan, con ciertos desfases temporales, discusiones cientficas europeas o norteamericanas. La reciente proliferacin
de centros de enseanza profesional con un nivel curricular y de preparacin acadmica del profesorado relativamente modesto llama la atencin ms todava si es confrontada con la situacin un tanto dbil de los estudios de
postgrado en el pas. La infraestructura material (por ejemplo, bibliotecas, hemerotecas) y la disponibilidad de
lecturas en lenguas extranjeras llevan a grandes grupos de
la comunidad cientfica a cierto grado de aislamiento del
contexto internacional que, lejos de operar como impulso
para la creacin propia, parece propiciar ms bien el establecimiento de modas acadmicas estriles. La cercana, finalmente, de la discusin antropolgica especializada
con los niveles de editoriales de algunos peridicos capitalinos no parece haber aumentado la intensidad de la comunicacin sino su simplificacin; parece haber contribuido a la formacin de grupos preparadigmticos relativamente cerrados. Esto puede tener cierta relacin con el
hecho de que los antroplogos especializados en cierto
nmero limitado de temas y enfoques se suelen enfrentar a
los antroplogos todlogos que discuten, comentan y
asesoran cualquier tema.
Estas particularidades de la situacin mexicana, que daran mucho para discutir, no invalidan el cuadro de la ciencia
de crisis sino que los confirman en forma definitiva.34
33 Hay que recordar que se trata de una reconstruccin del campo a partir de bases nuevas (1970: 84) donde la proliferacin de formulaciones en
competencia, la disposicin a intentar cualquier cosa la expresin del descontento explcito, el recurso a la filosofa y a la discusin sobre los fundamentos (1970: 9) son las caractersticas generales de la situacin.
34 Vase el N 11 de la revista Nueva Antropologa.
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Constructores de Otredad
La antropologa preparadigmtica:
comentarios conclusivos
Thomas Kuhn ha afirmado acerca de sus tesis sobre la evolucin del conocimiento cientfico que son, indudablemente, de amplia aplicacin. Pero adems, deberan serlo
ya que han sido tomadas en prstamo de otros campos.
Los historiadores de la literatura, de la msica, de las artes,
de desarrollo poltico y de muchas otras actividades humanas han descrito sus objetos del mismo modo (1970:
208). Como se ha indicado al comienzo de este ensayo, sin
embargo, sus libros y artculos se refieren en muy pocas
ocasiones de manera explcita al caso de las ciencias sociales. En una ocasin ya citada las llama protociencia,
en otra, indica la dependencia del cientfico social de la
opinin de no especialistas (1970: 164) y seala a los economistas como los cientficos sociales con menos preocupaciones por obtener la aprobacin de su disciplina como
campo propiamente cientfico (1970: 161). Pero la lectura
de sus trabajos lleva a la conclusin de que el desarrollo de
las ciencias sociales sigue la misma pauta de desarrollo que
l expone para el caso de las ciencias naturales.
En torno al intento de relacionar sus tesis en una primera aproximacin con el desarrollo de la teora antropolgica pueden hacerse ahora algunas observaciones conclusivas.
Por una parte parece factible, al menos para el lapso
que va del siglo XIX hasta la actualidad, comprender la
teora antropolgica en el marco general de referencia de
la estructura de la revolucin cientfica, su modelo tiene,
al menos, cierto valor heurstico para el estudio de la historia y de la coyuntura actual de nuestra disciplina e indica
posibilidades de actuar sobre aquello. Sin embargo, no se
puede negar que gran parte de la discusin suscitada por la
obra de Kuhn reposa sobre las ambigedades de muchos
de los conceptos utilizados por l. Esta borrosidad contribuye a poner un tanto en duda la fuerza explicativa de su
modelo, especialmente con relacin a revoluciones no
tan espectaculares como la de Coprnico y con relacin a
los procesos de fusin y fisin de disciplinas cientficas y
las comunidades cientficas correspondientes.
La problemtica anteriormente sealada de un posible
carcter especfico de las sociales con respecto a otras ciencias o formas del conocimiento no ha sido analizada por
Kuhn, pero indicar que sus tesis se refieren a un nivel ms
profundo del proceso cognoscitivo y que una posible diferencia entre diversos tipos especficos de ciencias o formas
de conocimiento no las modificara mayormente. Sin embargo, parece un tanto cuestionable intentar el anlisis del
proceso de conocimiento cientfico sin distinguirlo de un
conocimiento no cientfico y sin relacionarlo con el pro-
ceso de divisin social del conocimiento (esto es, en ltimo trmino, la divisin social del trabajo). Es obvio que
este punto, aunque tenga importancia epistemolgica general adquiere relevancia especial para el conocimiento de
la organizacin social humana donde sujeto y objeto de la
investigacin son, en ltimo trmino, idnticos y el conocimiento se funde con la conciencia de s misma de la sociedad en cuestin. Claro est tambin que especialmente
la antropologa, con su praxis de investigacin de campo
(que incluye, aunque normalmente ms a nivel de las palabras que de las actuaciones, la observacin participante) se
encuentra particularmente problematizada para la discusin de este aspecto. Constatar esta laguna en la obra de
Kuhn no puede significar, desde luego, su rechazo; ms
bien es un incentivo para la revisin de las discusiones
respectivas al interior de la antropologa y la relectura de
las tesis de Kuhn a la luz de estas discusiones.
Una de las ltimas advertencias que hace Kuhn a partir
de sus tesis se refiere a la necesidad de abandonar la nocin explcita o implcita de que cambios paradigmticos
llevan a los cientficos y a quienes de ellos aprenden ms y
ms cerca hacia la verdad. La causa de ellos es que el desarrollo del conocimiento cientfico es un proceso de evolucin a partir de comienzos primitivos [...] pero nada de lo
que se ha dicho o se dir lo convierte en un proceso hacia
algo (1970: 170:171). Justamente ante la crtica de las
implicaciones teleolgicas de las categoras etnocntricas
del evolucionismo decimonnico habra que reconsiderar
la importancia de la posible herencia de la tradicin
utpica en antropologa para poder empezar a trabajar; de
nueva cuenta, sobre el problema de la relacin entre evolucin biolgica y evolucin cultural. Esta empresa, necesariamente, tiene que llevar a consideraciones de tipo filosfico donde, al parecer, el estudio del concepto de materia
tendr una relevancia especial.
A partir de una aceptacin hipottica de las tesis de
Kuhn para el caso de la antropologa pueden hacerse tambin varias observaciones acerca del medio antropolgico
mexicano. Aqu, ante todo, su importancia radica en el nfasis de mostrar la normalidad de la coyuntura actual
dentro de una visin ms amplia de la evolucin del conocimiento cientfico. Ms que apaciguar crisis individuales
de estudiantes y profesionales de la antropologa, sin embargo, este hecho debera impulsar la urgente necesidad de
una reflexin sistemtica sobre el status cognoscitivo de la
disciplina, ya que solamente a partir de ella ser posible intervenir de manera ms consciente y directa en el proceso
paradigmtico actual.
En cuanto a esta intervencin resalta un aspecto de
particular importancia. Kuhn ha recalcado, una vez ms,
45
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48
Tambin deben descartarse las ciencias modernas, la libertad de cultos y la escuela pblica; la democracia representativa; la monarqua constitucional con Parlamento, la
monarqua feudal; las clases privilegiadas modernas; la ley
internacional, codificada y consuetudinaria. La civilizacin moderna recuper y asimil cuanto haba de valioso
en las civilizaciones antiguas, pero si bien sus contribuciones a la suma del saber humano han sido vastas, brillantes y rpidas, no son tan desproporcionadamente
grandes como para ensombrecer a las civilizaciones antiguas y adjudicarles insignificancia al compararlas.
Pasando por alto el perodo medieval, que dio la arquitectura gtica, la aristocracia feudal con ttulos hereditarios de nobleza, y una jerarqua bajo el primado del Papa,
llegamos a las civilizaciones romana y griega. Deficientes
en el logro de grandes inventos y descubrimientos, sobresalieron en las artes, la filosofa y en las instituciones orgnicas. Los aportes principales de estas civilizaciones fueron: el gobierno imperial y real; la ley civil; el cristianismo;
el gobierno mixto, aristocrtico y democrtico, con un Senado y cnsules; el gobierno democrtico con Consejo y
Asamblea Popular; la organizacin de ejrcitos en caballeras e infantera, con disciplina militar; la creacin de
flotas, con la prctica de la guerra naval; la formacin de
grandes ciudades con el derecho municipal; el comercio
martimo; la acuacin de moneda; y el Estado, fundado
sobre el territorio y la propiedad. Entre las invenciones, el
ladrillo cocido a fuego; la gra; la rueda hidrulica como
elemento motor en los molinos; el puente, el acueducto, la
cloaca, la caera de plomo como conducto con canilla; el
arco, la balanza, las artes y las ciencias del perodo clsico
con sus resultados, inclusive los rdenes arquitectnicos;
la numeracin arbiga y la escritura alfabtica.
Estas civilizaciones incorporaron en gran medida los
inventos y descubrimientos y las instituciones del perodo
anterior de la barbarie, y, por otra parte, descansaron en
ellos. Las conquistas del hombre civilizado, si bien muy
Constructores de Otredad
grandes y notables, estn lejos de ser suficientes para oscurecer la obra del hombre brbaro. ste haba elaborado y
posea, si exceptuamos la escritura alfabtica, todos los
elementos de la civilizacin. Sus conquistas, en cuanto
brbaro, debemos considerarlas en relacin con la suma
del progreso humano; desde este punto de vista podramos
llegar a reconocer que superan en importancia relativa a
todas sus obras posteriores.
El uso de la escritura, o su equivalente en jeroglficos
sobre piedra, constituye una prueba inequvoca del comienzo de la civilizacin. Al no haber registros histricos
literarios, no podemos decir con propiedad que existan ni
historia ni civilizacin. Los poemas de Homero, ya fuesen
transmitidos oralmente o bien confiados en su tiempo a la
escritura, indican con bastante precisin el momento en
que la civilizacin se introduce entre los griegos. Estos
poemas, siempre frescos y siempre admirables, poseen un
valor etnolgico que realza inmensamente sus otras calidades.
Esto es particularmente cierto si nos referimos a la
Ilada, que incluye la exposicin ms antigua y ms detallada del progreso del hombre en la poca de su composicin. Estrabn considera a Homero el padre de la ciencia
geogrfica pero el gran poeta ha dado, acaso sin querer,
algo infinitamente ms importante para las generaciones
posteriores: una relacin notablemente completa de las
artes, hbitos, inventos y descubrimiento, y el modo de
vida de los antiguos griegos. Nos presenta el primer cuadro comprensivo de la sociedad aria, aun en el estadio de la
barbarie, sealndonos los progresos ya adquiridos y sus
notas peculiares. Gracias a estos poemas podemos afirmar
con certeza que los griegos conocan muchas cosas antes de
penetrar en la civilizacin. Iluminan tambin lejanas pocas de perodo de la barbarie.
Tomando como gua los poemas de Homero, y continuando la retrospeccin hasta el perodo superior de la
barbarie, descartemos del saber y la experiencia humana la
invencin de la poesa; la mitologa antigua en su forma
evolucionada, con las divinidades olmpicas; la arquitectura de los templos; el conocimiento de los cereales, excepto el maz y plantas cultivadas, con labranzas de campos; ciudades cercadas de muros de piedra, almenas, torres
y portones; el empleo del mrmol en la arquitectura; la
construccin de naves con tablones y probablemente el
uso de clavos; el carro y la carroza; la armadura de chapa
metlica; la lanza con cabeza de cobre y el escudo con obra
de realce; la espada de hierro, probablemente la elaboracin del vino; las fuerzas mecnicas, excepto el tornillo, la
rueda del alfarero y el molino de mano para moler el
grano; los gneros de hilo y de lana tejidos en el telar; el
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La precisin de este postulado general puede ejemplificarse en la condicin del aborigen americano en el perodo
de su descubrimiento. ste inici su desarrollo en el continente americano en el salvajismo, y a pesar de tener una
dotacin inferior de capacidades mentales, la gran mayora haba emergido del salvajismo y alcanzado el estado
inferior de la barbarie, en tanto que los indios pueblos del
Norte y Sud Amrica haban ascendido al estado medio.
Haban domesticado la llama, nico cuadrpedo originario de continente, que prometa ser til en el estado domesticado, y haban producido el bronce por la aleacin
de cobre con estao. Para lograr el estadio superior slo les
faltaba la invencin ms importante, o sea la tcnica para
fundir mineral de hierro. Si tenemos en cuenta la ausencia
de todo vnculo con la parte ms desarrollada de la familia
humana en el hemisferio oriental, su progreso, sin ayuda,
desde el estado salvaje, debe considerarse notable. En
tanto el asitico y el europeo esperaban pacientemente el
regalo de los instrumentos de hierro, el indio americano se
acercaba a la posesin del bronce que, en un orden cronolgico, sigue al hierro. Durante ese perodo de progreso
detenido en el hemisferio oriental, el aborigen americano
se acercaba no al estadio en que fue descubierto, pero s lo
suficientemente prximo a alcanzarlo, mientras aqul atravesaba el ltimo perodo de la barbarie y el primero de
los 4.000 de civilizacin. Esto nos da una idea de la medida del tiempo en que se encontraban retrasados respecto
de la familia aria en el camino hacia el progreso, a saber: la
duracin del perodo superior de la barbarie, a la que
habr que agregar los aos de la civilizacin. Las familias
arias y ganowaniana juntas, ejemplifican la experiencia del
hombre en su conjunto a lo largo de los cinco perodos tnicos, excepcin hecha de la primera parte del perodo superior del salvajismo.
El salvajismo fue el perodo formativo del gnero humano. Empezando desde la nada en lo concerniente a
saber y experiencia, carentes del fuego, de la palabra articulada y de la tcnica, nuestros progenitores salvajes libraron una gran lucha, primero por su existencia y despus por el progreso, hasta ponerse a resguardo de los animales feroces y lograr una subsistencia permanente. De
estos esfuerzos, surgieron gradualmente un lenguaje desarrollado y la ocupacin de la totalidad de la superficie de la
tierra. Pero la sociedad no estaba en condiciones todava,
debido a su rusticidad, de organizarse en nmero. Hacia el
momento en que la parte ms adelantada de la humanidad
haba salido del salvajismo y penetrando en el estadio inferior de la barbarie, la poblacin del mundo en su conjunto
debe haber sido muy escasa en nmero. Los primeros inventos seran los de ms difcil obtencin a causa de la es-
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Captulo 2:
La construccin del otro por la diversidad
l trmino diversidad para designar la alteridad cultural ya era utilizado en la etapa anterior pero como
sinnimo de diferencia. Durante el lapso que va entre las
dos guerras mundiales, las escuelas antropolgicas comienzan a utilizar el trmino diversidad, de manera sistemtica y sustitutiva al de diferencia. Pero alcanza toda su
madurez, como parte constitutiva del objeto de la ciencia,
en la dcada del 40.
El uso de esta palabra, que bsicamente significa: variedad, abundancia de cosas distintas, se intensific con la
discusin y las crticas que los nuevos tericos sostuvieron
con el evolucionismo. Una caracterstica de la construccin del otro por la diversidad es que, a diferencia del evolucionismo que discuta con otras ciencias (Filosofa,
Ciencias Naturales, Abogaca, etc.), ahora se discuta con
las teoras ya elaboradas por los antroplogos. Por eso no
fue casual que, a pesar de las diferencias de enfoques, el
punto comn de las nuevas teoras fuera, justamente, la
discusin con el evolucionismo.
Para ver el modo en que se construy la otredad a partir
de la idea de diversidad, elegimos dos teoras: la teora funcionalista de B. Malinowski1 y la teora estructuralista de
Lvi-Strauss2. Recorreremos estas perspectivas en torno a
los mismos interrogantes que organizaron nuestro anlisis
de las teoras evolucionistas, con la salvedad de que, tanto
en el funcionalismo como en el estructuralismo, la cuestin del origen de la humanidad pierde protagonismo en
la explicacin de la especificidad del hombre. En este sentido, qu es el hombre y por qu las sociedades humanas
son distintas entre s, constituyen las preguntas ejes de
nuestros desarrollos.
La versin funcionalista
Con la irrupcin y explosin funcionalista en nuestra disciplina, surgen o se consolidan aspectos en el campo de la
1
2
Qu es el hombre?
Malinowski proclama la universalidad de la naturaleza humana. Dicha universalidad queda plasmada a partir del
concepto de cultura, en tanto creacin de un ambiente artificial por medio del cual todos los hombres satisfacen sus
necesidades. Malinowski define la especificidad de la condicin humana en torno a la relacin hombre-naturaleza.
Podemos identificar dos ejes para analizar esta relacin:
A) Apelacin a la animalidad para formular la especificidad humana.
Utilizamos fundamentalmente el texto Una teora cientfica de la cultura (Buenos Aires, Sudamericana, 1976) que fuera publicado en 1944 y La
cultura, en Kahn (comp.) El concepto de cultura textos fundamentales, Anagrama, Barcelona, 1975, que fuera publicado en 1931.
De Lvi-Strauss, utilizamos bsicamente Raza e Historia." en Antropologa Estructural II. Mxico, Siglo XXI, 1979 (originalmente una conferencia dada en 1952) y Raza y Cultura en: La mirada distante. Barcelona, Editorial Argos Vergara, 1984.
55
A) Apelacin a la animalidad
El hombre, como especie animal, como toda criatura viviente, est sujeto a condiciones orgnicas de reproduccin. Al nivel de las necesidades biolgicas (nutricias, reproductivas, defensa, proteccin) el hombre es un ser ms
de la naturaleza.
Con el acto mismo de satisfaccin de estas necesidades,
el hombre alcanza su verdadera humanidad. En el caso del
animal, la satisfaccin de sus necesidades supone una relacin directa con la naturaleza (fuente de recursos) a partir
de la puesta en funcionamiento de su aparato anatmico.
Este equipamiento corporal es una dotacin fisiolgica innata. El hombre, por su parte, no puede confiar exclusivamente en su equipamiento anatmico. Su dotacin natural innata, en lo que se refiere a defensa, seguridad, etc.
lo defrauda por completo. As, el hombre satisface indirectamente sus necesidades a travs de la creacin de un ambiente artificial, secundario: la cultura.
Malinowski apela a la animalidad en un segundo sentido para dar cuenta comparativamente de la hominidad.
Seala entre ambos tipos de comportamiento una relacin
cronolgica en trminos anterior-posterior. El anterior
(comportamiento animal) se transforma en originario y en
condicin del surgimiento del comportamiento humano.
El anterior se constituye en precultural. Los antepasados
infrahumanos ejemplifican la condicin precultural del
hombre.
Este autor sostiene que el antroplogo puede reconstruir
experimentalmente la situacin animal de comienzos de la
cultura, aislando los principales factores que deben estar presentes en la formacin del hbito. Ante la ausencia de la posibilidad de la satisfaccin directa, el animal (ejemplo prehumano) puede inventar recursos (objetos y tcnicas) y ejercer
acciones instrumentales para satisfacer impulsos orgnicos.
El esfuerzo de este comportamiento que conecta impulso orgnico-instrumento-satisfaccin, a partir del xito alcanzado,
conforma el elemento clave para la formacin de hbitos al
nivel de cada organismo individual.
De esta manera, cada ejecucin individual implicara
para el individuo en estado precultural o animal la apreciacin de un objeto como instrumento de uso, como un refuerzo del hbito y de la conexin integral entre impulso-hbito-satisfaccin. Artefacto, norma y valor estn
presentes en el comportamiento animal y en la conducta
precultural de monos antropoides.
Mientras estos hbitos son individualmente improvisados y no constituyen la base de una conducta reflexiva
56
por parte de todos los miembros de la comunidad, no podemos hablar de cultura. En este punto Malinowski seala
distinciones entre actos preculturales y habilidades animales y aquellas actividades que debemos denominar culturales. Distinciones que adquieren, en el pasaje de la animalidad a la humanidad, el carcter de transiciones. Por un
lado, el comportamiento cultural supone organizacin estable y permanente de actividades, mientras que el comportamiento precultural o animal supone ejecuciones individuales. En el primer caso hablamos de costumbres, en el
segundo de hbitos.
Esta diferenciacin termina de ser definida, al nivel de
los objetos, al separar entre instrumentos improvisados y
cuerpos de artefactos manufacturados segn la tradicin;
entre formas de hbitos inventadas una y otra vez de manera espordica e individual y reglas tradicionales que sustentan una conducta permanentemente organizada del
grupo. La transicin entre un comportamiento y otro implica la incorporacin de realizaciones individuales a una
tradicin que puede ser comunicada a otros miembros del
grupo y transmitida de una generacin a otra (vnculos sociales y aparicin del simbolismo).
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Magia: el conocimiento no puede controlar la suerte, eliminar los accidentes, adivinar los giros inesperados de los hechos naturales o hacer que el trabajo
humano sea confiable y adecuado a todas las exigencias prcticas. El conocimiento es soberano hasta un
lmite, ms all del cual nada pueden hacer ni la razn ni la lgica. Interviene entonces la magia. Se
trata de sistemas de supersticin, de ritual. La magia
existe en todas partes. Se recurre a ella cuando la
suerte y las circunstancias no son completamente
controladas por el conocimiento. La magia tradicional es una institucin que fija, organiza e impone a
los miembros de una sociedad la posible solucin a
problemas que plantea la impotencia humana ms
all del conocimiento o la habilidad tcnica. La magia posee una verdad pragmtica que aparece cuando el hombre est desintegrado ante la incapacidad
de su conocimiento de controlarlo todo. La magia
es tambin una fuerza organizativa de la sociedad.
El mago, por su sabidura y fuerza secreta, controla
las actividades prcticas asociadas.
El concepto instrumental de cultura reposa sobre dos
conceptos claves: funcin e institucin. Para Malinowski,
el comportamiento cultural, atributo universal de la especie humana supone siempre el cumplimiento de una o
ms funciones a travs de una accin institucional de satisfaccin de necesidades.
As se proclama la universalidad de la funcin y de los
principios de la organizacin institucional asociados a los
componentes bsicos de la cultura: equipamiento material
(bienes y utensilios), equipamiento humano (organizacin segn normas) y equipamiento espiritual (ideas, valores, creencias, tradiciones, etc.) y a los imperativos instrumentales e integrativos.
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Mecanismos de construccin
de la diversidad
Malinowski fue uno de los primeros antroplogos en producir el pasaje del sin como mecanismo cognitivo al con a
fin de argumentar contra posiciones de su poca. El
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Constructores de Otredad
Nosotros esto da cuenta de la especificidad de las instituciones. En el mundo primitivo, esta separacin se debilita
en favor de la presencia de funciones e instituciones menos
especializadas y diferenciadas. Por ejemplo, los imperativos instrumentales no constituyen instituciones en s,
4
sino que son funcin de otras instituciones . La lgica de
funcionamiento y la forma de estos imperativos dependen
de la lgica integradora de la sociedad. Lo que para el evolucionismo es confuso para Malinowski es extrao. La
oposicin de la indiferenciacin-diferenciacin no es sinnimo de desorden, de oscuridad; por el contrario, supone
la presencia de un orden distinto.
Sintetizando, podemos decir que a diferencia del evolucionista que viaja a la otredad retrocediendo en el
tiempo y despojando atributos propios del Nosotros (mecanismo del con al sin), Malinowski viaja siempre en la
contemporaneidad de su tiempo y llena el mundo del
Otro con atribuciones del Nosotros. La operacin de
llenar se corresponde con el primer mecanismo de construccin de la otredad por la diversidad: el con, la presencia. Pero llenar, hallar presencias significa universalizar
necesidades, funciones, principios institucionales y razonamiento lgico; pero de ninguna manera implica la identidad de las formas que asumen concretamente estas atribuciones. En este sentido, se trata de presencias heterogneas en sus modalidades. El con pero distinto sera el
segundo mecanismo de construccin. Las presencias no
son ms adquisiciones de la otredad en su camino hacia el
Nosotros, sino que son parte constitutiva de ella, estn organizadas e integradas en una totalidad funcional y significativa aunque revistan un contenido y ordenamiento distinto, singular. Por ltimo, podemos decir que este ordenamiento distinto y singular que evidencia la otredad en
relacin al Nosotros tiene un rasgo comn que atraviesa
las distintas expresiones de los otros. Este rasgo es la incrustacin y la no especializacin (o especializacin
menor) de las instituciones en comparacin con la diferenciacin/especializacin que caracteriza instituciones y
funciones en el Nosotros del antroplogo.
4
La versin estructuralista
5
La distincin naturaleza-cultura
El punto de partida del anlisis de Lvi-Strauss es un desacuerdo con los evolucionistas. Para stos la diferencia
entre naturaleza y cultura tena una significacin histrica y buscaban los fundamentos de esa distincin en
pruebas empricas que mostraran el momento en que se
Malinowski escribe que en la sociedad primitiva la ley y sus sanciones raramente estn personificadas en instituciones especiales [...] Pero aunque no
estn contenidas en un cuerpo especfico de reglas codificadas ni tampoco desempeadas por grupos especialmente organizados de personas, las sanciones de la ley primitiva funcionan sin embargo de forma concreta y desarrollan rasgos concretos en las instituciones a que pertenecen (1975: 106).
La posicin terica del autor se conoce como estructuralismo. Y al igual que pas con el funcionalismo, puede ser considerado una teora y un mtodo de anlisis utilizado por las ciencias sociales principalmente en la dcada del 60. En su estructuralismo Lvi-Strauss retom las ideas que
Saussure aplic al lenguaje y los desarrollos posteriores propuestos por Trouberkoy y Jackobson y los volc en el anlisis antropolgico; esto le permiti redefinir la antropologa como una parte de la semiologa: Nadie, a mi parecer, ha estado ms cerca de definirla [...] cuando, al presentar la
lingstica como una parte de una ciencia todava por nacer, reserva para sta el nombre semiologa, y le atribuye por objeto de estudio la vida de los
signos en el seno de la vida social. l mismo, por lo dems, no prevea nuestra adhesin cuando, en dicha ocasin, comparaba el lenguaje a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simblicos, a las formas de cortesa a las seales militares, etc.? Nadie discutir que la antropologa
cuenta dentro de su campo propio cuando menos algunos de esos sistemas de signos, a los que se aaden otros muchos: lenguajes mticos, signos
orales y gestuales de que se compone el ritual, reglas matrimoniales, sistemas de parentesco, leyes consuetudinarias, ciertas modalidades de intercambios econmicos. Concebimos pues la antropologa como el ocupante de buena fe de ese dominio de la semiologa que la lingstica no ha reivindicado como suyo (1979:14-15).
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sociedades les falta un esbozo del modelo cultural universal, es decir, lenguaje, herramientas, instituciones sociales, sistemas de valores. Tambin se han realizado
experiencias con monos antropoides pero ha sido imposible extraer conclusiones generales a partir de la experiencia ya que en estos animales donde no acta el instinto hay un vaco, no se puede establecer una norma a un
nuevo nivel. En consecuencia, para Lvi-Strauss, se cae
en un crculo vicioso al buscar en la naturaleza el origen de
las reglas institucionales que suponen an ms: que ya
son la cultura y cuya instauracin en un grupo depende
ya del lenguaje7.
Pero al no encontrar en el comportamiento de los animales ninguna norma, Lvi-Strauss considera que hay que
partir justamente de ese punto, de la ausencia de reglas/normas a nivel del comportamiento natural, para comprender la distincin entre la naturaleza y la cultura. As,
plantea que la ausencia de reglas en la naturaleza es el criterio ms seguro para establecer la distincin entre un proceso natural y un proceso cultural. Si la ausencia es un
criterio negativo en la naturaleza, por oposicin es un criterio positivo en la cultura. En los comportamientos sustrados a las determinaciones instintivas la regla aparece
como un criterio positivo. As:
en toda parte donde se presenta la regla sabemos con
certeza que estamos en el estadio de la cultura;
simtricamente, lo universal es el criterio de la naturaleza porque lo constante en el hombre escapa al
dominio de las costumbres, de las tcnicas y de las
instituciones por lo que los grupos se distinguen y se
oponen.
Su conclusin es que la constancia y la regularidad
existen tanto en la naturaleza como en la cultura, pero
mientras que en la naturaleza la constancia es dominio de
la herencia biolgica, en la cultura la constancia es el dominio de la tradicin. As, todo lo que es universal en el
hombre corresponde al orden de la naturaleza y se caracteriza por la espontaneidad, mientras que todo lo que est
sujeto a reglas pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo y de lo particular. Si ordenamos estas
oposiciones, tenemos el siguiente cuadro que sintetiza las
caractersticas principales de cada estado:
El tema naturaleza-cultura est tratado intensamente en los tres primeros captulos de Las estructuras elementales del parentesco. Buenos Aires, Paids, 1969. Es necesario aclarar que Lvi-Strauss escribi este libro en 1947, pero veinte aos despus, cuando se reedita nuevamente, el autor aclara
en el Prefacio que ha modificado su forma de pensar y que algunos puntos respecto a la distincin entre naturaleza y cultura deberan ser modificados a la luz de los nuevos descubrimientos (principalmente respecto a las investigaciones con especies animales y a la forma que trat la universalidad de la prohibicin del incesto). Un elemento que se permite introducir en la segunda edicin es la nota 1 del Captulo I; en el texto distingue un
estado de naturaleza y un estado de sociedad y en la nota aclara: Hoy diramos mejor: estado de naturaleza y estado de cultura.
Esta es una clara alusin al pensamiento evolucionista que, como vimos en el primer captulo, planteaba que Nadie negar que [...] las causas naturales y concretas determinan en gran medida la accin humana.
Constructores de Otredad
Cuadro I
Naturaleza
universal
espontaneidad
Cultura
particular
reglas
constante
relativo
herencia
tradicin
Lvi-Strauss sostiene que No necesita demostrarse que la prohibicin del incesto constituye una regla; bastar recordar que la prohibicin del matrimonio entre parientes cercanos puede tener un campo de aplicacin variable segn el modo en que cada grupo define lo que entiende por pariente prximo; sin embargo esta prohibicin sancionada por penalidades sin duda variables [...] siempre est presente en cualquier grupo social
[...] Cuando se hace referencia a las tres excepciones clsicas: Egipto, Per, Hawai, [...] no debe perderse de vista que estos sistemas son excepciones
slo en relacin con el nuestro en la medida en que la prohibicin abarca all un dominio ms restringido que en nuestro caso. Sin embargo, la nocin de excepcin es totalmente relativa y su extensin sera muy diferente para un australiano, un thonga o un esquimal. La cuestin no es, pues,
saber si existen grupos que permiten matrimonios que otros excluyen, sino ms bien si hay grupos en los que no se prohbe tipo alguno de matrimonio (1969:42).
Esta explicacin Lev-Strauss se la atribuye a Morgan y a otro evolucionista, H. Maine. Pero tambin a la creencia popular vigente en muchas sociedades, incluso la nuestra.
63
los das en el dominio animal o vegetal y de las que dependa su bienestar? [...] cmo comprender que se haya
detenido en las prohibiciones y no haya pasado a las prescripciones, cuyo resultado experimental -por lo menos en
ciertos casos- hubiese mostrado efectos benficos?
(1969:47).
El segundo tipo de explicacin que Lvi-Strauss rebate,
es la que elimina uno de los trminos de la antinomia, el
cultural, y la regla es considerada un reflejo de tendencias
naturales (fisiolgicas o psicolgicas congnitas); esas tendencias son el horror natural o la repugnancia al incesto derivados del lazo de sangre que une a las partes, por
lo tanto, la prohibicin es una respuesta a la voz de la
sangre. Las explicaciones, en este caso, se basan en que la
prohibicin no es ms que la proyeccin o el reflejo, sobre
el plano cultural, de sentimientos o tendencias para cuya
explicacin slo es necesario considerar la naturaleza del
hombre, sea esta de origen biolgico o psicolgico. Para
Lvi-Strauss, est perfectamente establecido que el supuesto horror al incesto no puede derivarse de una fuente
instintiva, puesto que para que se manifieste es preciso suponer un conocimiento previo o establecido posteriormente de la relacin de parentesco entre los culpables [...]
pero nada ms sospechoso que esta supuesta repugnancia
instintiva, ya que el incesto, si bien prohibido por la ley y
las costumbres, existe y, sin duda, es ms frecuente que lo
que deja suponer la convencin colectiva de silenciarlo;
justamente el psicoanlisis descubri lo inverso, el fenmeno universal no es la repulsin frente a las relaciones incestuosas sino, por el contrario, su bsqueda.10.
El tercer tipo de explicaciones que rebate tambin elimina una de las partes de la antinomia, en este caso, la natural. Para esta explicacin la regla obedece a un orden social y el hecho de que se exprese en trminos biolgicos es
solo un accidente. El origen de la prohibicin del incesto
est en un conjunto ms amplio de reglas, denominadas
de exogamia: En muchas sociedades la regla de exogamia prohibe el matrimonio entre categoras sociales que
10 Adems, otros pueblos confirman esta visin; Lvi-Strauss menciona el proverbio azande: el deseo de mujer comienza con el deseo de la hermana (1969:50-51).
11 El problema no consiste en buscar explicaciones de la modalidad que tom la institucin en tal o cual sociedad sino en preguntarse qu causas
profundas y omnipresentes hacen que, en todas las sociedades y en todas las pocas, exista una reglamentacin de las relaciones entre sexos. Querer
proceder de otra forma sera cometer el mismo error que el lingista que creera agotar, por la historia del vocabulario, el conjunto de las leyes fonticas o morfolgicas que presiden el desarrollo de la lengua (1969:57).
12 En La mirada distante, lvi-Strauss sostiene que para analizar la nocin de prohibicin del incesto se inspir en la funcin asignada al fonema por
lingistas: Como el fonema medio, sin significacin propia para formar significaciones, la prohibicin del incesto deba manifestrseme como la
bisagra entre dos mbitos. De esta forma, la articulacin del sonido y el sentido responda, en otro plano, la de la naturaleza y la cultura. Y, del mismo modo que el fonema como forma se da en todas las lenguas en calidad de medio universal por el que se instaura la comunicacin lingstica, la
prohibicin del incesto, universalmente presente si nos atenemos a su expresin negativa, constituye asimismo una forma vaca pero indispensable
para que se haga a la vez posible y necesaria la articulacin de los grupos biolgicos en una red de intercambio que los ponga en comunicacin. Por
ltimo, la significacin de las reglas de alianza, imposibles de comprender cuando se las estudia separadamente, slo puede surgir oponiendo unas
a otras, de la misma manera que la individualidad del fonema no reside en su individualidad fnica, sino en las relaciones de oposicin y negativas
que los fonemas ofrecen entre s (1984:166-167).
Constructores de Otredad
Cultura
Filiacin
(1)
(4)
Alianza
(2)
(3)
13 Es necesario aclarar estos trminos. A nivel de parentesco existen tres tipos de relaciones denominadas: filiacin, alianza y consanguinidad. La relacin de filiacin es la relacin de descendencia ejemplificada en la relacin entre padres (Pa) e hijos (Hi); la relacin de alianza es la relacin entre
sexos ejemplificada en la relacin matrimonial (Esa-Eso) y la relacin de consanguinidad es relacin entre hermanos (Hno-Hna).
65
La diversidad
La nocin de diversidad aparece en la obra de Lvi-Strauss
relacionada con la unidad. En el prrafo anterior menciona esa unidad, la cultura, como una sustancia a la vez
permanente y general pero ese carcter general aparece
curiosamente diversificado. As, la diversidad parece
unida a la diversificacin. Pero ser en dos textos posteriores14 donde el autor expondr en detalle los elementos
bsicos de la diversidad.
Si analizamos esos textos teniendo presente lo que
hemos afirmado sobre las otras dos teoras, el evolucionismo y el funcionalismo, Lvi-Strauss tiene respecto a
ellas una posicin crtica. Por ejemplo en Raza y Cultura
afirma respecto al funcionalismo lo siguiente:
Durante cerca de medio siglo, el relativismo cultural y la
separacin perjudicial que implica entre el orden de la
naturaleza y de la cultura han contado casi con el valor de
un dogma, si bien ste se ha visto progresivamente amenazado en varios frentes. En principio desde dentro, en
virtud de las excesivas simplificaciones imputables a la
llamada escuela funcional que, principalmente con Malinowski, lleg a subestimar las diferencias entre culturas,
yendo hasta reducir la diversidad de costumbres, creencias
e instituciones a otros tantos medios equivalentes para satisfacer las necesidades ms elementales de la especie, de
manera que se ha podido decir que, dentro de semejante
concepcin, la cultura no es ms que una inmensa metfora de la reproduccin y de la digestin [...] (1984:46).
14 Raza e Historia, en C. Lvi-Strauss, Antropologa Esa lPero
66
Constructores de Otredad
tambin que el estudio del lenguaje en general, y el de cada una de las lenguas que han existido o existen an en el mundo, hablando en rigor, constituye una tarea interminable, y que jams ningn cuerpo acabado de reglas podr tratar exhaustivamente todas sus propiedades. Suponiendo que
esos universales sean algn da puestos de relieve, se presentarn como estructuras abiertas, en las que siempre se podr hacer sitio a nuevas definiciones, y completar, desarrollar o rectificar las ya existentes (1984:128).
16 Este ptimo variar con el nmero, el alejamiento geogrfico y con los medios de comunicacin.
67
estn ms alejadas de aquellas con las que nos identificamos. As, cuando nos enfrentamos con algo inesperado recurrimos a trminos como los de salvajes, brbaros, no humanos para calificar lo distinto en el otro.
Esta actitud encierra una paradoja ya que es precisamente
la que tienen aquellos que los occidentales denominan salvajes o brbaros. La mayora de estas sociedades se denominan a s mismos nosotros los hombres y utilizan trminos peyorativos (malos, perversos, cobardes, liendres,
etc.) para denominar a los extraos, a los no hombres.
Incluso, hay casos que el extrao es visto como un ser sobrenatural. Al respecto Lvi-Strauss cuenta cules han sido
las actitudes en el encuentro entre el espaol y el indio
americano:
En las Antillas mayores, algunos aos despus del descubrimiento de Amrica, mientras los espaoles enviaban
comisiones que indagaran si los indgenas tenan o no
alma, estos ltimos se dedicaban a la inmersin de
blancos prisioneros a fin de verificar, merced a una vigilancia prolongada, si su cadver estaba o no sujeto a la
putrefaccin (1979: 309).
Unos y otros tuvieron la misma actitud: negarle la humanidad al otro. Los espaoles se preguntaban: son hombres o animales?; los antillanos: son hombres o dioses? La
actitud de negarle la humanidad a todo aquel cuyo comportamiento nos parece extrao, es una actitud tpica de
todos los hombres, occidentales y no occidentales. De tal
forma que, con esta actitud, el hombre occidental se iguala
con el no occidental, no se hace sino echar mano de una
de sus actitudes tpicas. El brbaro es ante todo el hombre
que cree en la barbarie.
Otra actitud, es la que se ha proclamado en los grandes
sistemas religiosos (cristianismo, budismo, islamismo), filosficos (liberalismo, marxismo) y en las grandes declaraciones de los Derechos del Hombre. En todos estos sistemas se proclama la igualdad natural entre todos los hombres, la fraternidad y el respeto mutuo en el cual deben
convivir. Es la actitud tpica del relativismo cultural. Pero
esa proclamacin de igualdad puede resultar abstracta en
los hechos ya que puede descuidar o negar la diversidad
(igualdad respecto a qu?), al olvidar que el hombre no
realiza su naturaleza en una humanidad abstracta, sino en
culturas tradicionales. La igualdad es relativa. Proclamar
17 Lvi-Strauss agrega: Esta definicin puede parecer sumaria cuando se tienen en mientes las inmensas conquistas del darwinismo. Pero ste no
est en cuestin, pues el evolucionismo biolgico y el seudoevolucionismo que aqu consideramos son dos doctrinas bien diferentes. La primera
naci como una vasta hiptesis de trabajo, fundada en observaciones en las que la parte dejada a la interpretacin es sumamente pequea. [...] La
nocin de evolucin biolgica corresponde a una hiptesis dotada de los ms elevados coeficientes de probabilidad que puedan encontrarse en el
dominio de las ciencias naturales; en cambio, la nocin de evolucin social o cultural no aporta, a lo ms, sino un procedimiento seductor, pero peligrosamente cmodo, de presentacin de los hechos (1973: 311).
68
Constructores de Otredad
La nocin de progreso
Para Lvi-Strauss la teora evolucionista cultural (falso
evolucionismo) fue la que intent dar cuenta de las tres categoras antes mencionadas en un slo modelo explicativo.
La nocin que usaron para explicar la diversidad cultural
fue la de progreso.
Cualquier cosa que se haya dicho sobre las sociedades
de la tercera categora (3) las que han existido a la vez en
un tiempo anterior al suyo y en un espacio diferente carece de validez cientfica ya que no existen, para
Lvi-Strauss, tcnicas que puedan dar cuenta del modo de
sentir y de pensar de las personas que vivieron en esas sociedades.
Las otras dos categoras de sociedades, en cambio,
pueden ser estudiadas sobre bases ms serias. De hecho, la
primera categora es el objeto de estudio de la etnologa y
la segunda de la historia. Pero la teora evolucionista cometi una serie de errores cuando quiso dar cuenta de las
diferencias entre ellas.
Respecto a las sociedades de la primera categora (1)
las que son contemporneas pero residen en otro lugar
del globo, los evolucionistas cayeron en el error de establecer entre ellas relaciones que equivalen a un orden
de sucesin en el tiempo. Lvi-Strauss encuentra dos
errores en este razonamiento. El primero es haber tomado la parte por el todo: el hecho de que en algunos aspectos estas sociedades se parezcan no puede concluirse
que sean anlogas en todos los aspectos. El segundo error
es que, de esta forma, se redujeron a las otras culturas a
rplicas atrasadas de la civilizacin occidental. Para tratar
a algunas sociedades (la no occidentales) como etapas de
desenvolvimiento de otra (la occidental) habra que
pensar que a aquellas no les ha pasado el tiempo, que no
tenan historia, siendo esa la explicacin de por qu no
progresaron. El autor aplica aqu la idea de que esas sociedades fueron vistas por los evolucionistas como atrasadas, sin historia, en funcin del lugar en el cual se ubicaba el observador. Si el observador era un nosotros occidental del siglo XIX y cuya sociedad haba tenido una
historia acumulativa, adquisitiva, que haba acumulado
invenciones y descubrimientos, vera como sin historia
o con una historia estacionaria a una sociedad que no
acumulaba, en la cual las innovaciones eran atesoradas o
no haba aprovechado de igual manera el tiempo. Estas
18 Y pone como ejemplo el esquema de edades sucesivas: edad de la piedra tallada, de la piedra pulida, del cobre, del bronce, del hierro, sospechamos
hoy en da que el pulimento y el tallado de la piedra han coexistido a veces; cuando la primera tcnica eclipsa completamente a la segunda, no es
como resultado de un progreso tcnico espontneamente brotado de la etapa anterior, sino como una tentativa de copiar, en piedra, las armas y los
tiles de metal que posean civilizaciones, ms adelantadas sin duda, pero de hecho contemporneas de sus imitadores. A la inversa, la alfarera,
que se crea solidaria de la edad de la piedra pulida, est asociada al tallado de la piedra en algunas regiones del norte de Europa (1979:316).
19 Ms adelante concluye: O sea que el progreso nunca es ms que el mximo de progreso en un sentido predeterminado por el gusto de cada quien
(1979:332).
69
condicin necesaria para el progreso humano (de la humanidad o de la civilizacin mundial): sin ella ste no existira. Las sociedades diferentes, lejos de estar en un grado
distinto de progreso, como lo planteaban los evolucionistas, son parte de ese progreso. Si la humanidad progres
se debi a:
el aporte que realiz cada cultura, que no fue un aporte
fragmentado (un elemento aislado) sino que aport su
particularismo. Ese particularismo consiste en el modo
original en el que cada cultura agrupa, conserva, excluye,
elementos que le permiten responder o resolver problemas
que son aproximadamente los mismos para todos los
hombres pues todos los hombres, sin excepcin, poseen
lenguaje, tcnicas, arte, conocimientos positivos, creencias
religiosas, organizacin social, econmica, y poltica. La
dosis (la medida) en que cada cultura utiliza estos elementos no es la misma para todas. Estas opciones pueden
pasar desapercibidas para las otras culturas. Por lo tanto, el
aporte de cada cultura al progreso de la humanidad (civilizacin) no consiste en la lista de sus invenciones particulares sino en la separacin diferencial que exhiben entre
ellas.
al modo en que se relacionaron las culturas: coalicin. Fue la coalicin la que hizo posible el progreso y
consiste en hacer comunes probabilidades que cada cultura encuentra en su desarrollo histrico y el aporte ha
sido ms fecundo cuanto ms diversificacin hubo entre
culturas:
La probabilidad que tiene una cultura de totalizar este
conjunto complejo de invenciones de todo orden que llamamos una civilizacin es funcin del nmero y de la diversidad de las culturas con las cuales participa en la elaboracin las ms veces involuntaria de una estrategia
comn (1979: 333).
Pero esto plantea una paradoja ya que al conformar
coaliciones se produce, a la larga, una homogeneizacin de
las culturas y, por lo tanto, se pierde la diversidad. La humanidad se ha visto constantemente frente a estos dos procesos contradictorios, uno que tiende a la unificacin (homogeneizacin) y otro a la diversificacin. Pero ha encontrado remedios a esta paradoja provocando procesos de
diferenciacin, sea estableciendo separaciones diferenciales dentro de cada sociedad (creando desigualdad como
por ejemplo en el capitalismo), sea introduciendo nuevos
participantes en la coalicin (de modo compulsivo como
en el imperialismo o el colonialismo), o introduciendo regmenes polticos y sociales antagnicos (su ejemplo: los
bloques socialistas/capitalistas).
70
Constructores de Otredad
otros, es decir, lo relativiza pero lo lleva ms all incluyendo la mirada desde donde se mira al otro. De este
modo el referente se torna consciente y adems crtico. La
otredad aparece, tal vez por primera vez como construida por el Nosotros.
El segundo elemento que est presente en la construccin del otro en Lvi-Strauss y que est ausente en Malinowski es la reflexin sobre la relacin entre las culturas y
su aporte al progreso. Pero adems, y de forma fundamental, se enuncia la existencia de un tipo de relacin particular. Hay varias actitudes posibles en la relacin entre
culturas, pero hay un caso en el cual:
La situacin se hace completamente diferente cuando la
nocin de diversidad reconocida por ambas partes, es sustituida en una de ellas por el sentimiento de su propia superioridad, fundado sobre relaciones de fuerza, y cuando
el reconocimiento positivo o negativo de la diversidad de
las culturas da paso a la afirmacin de su desigualdad
(1984:25).
Estas reflexiones en torno a las relaciones de desigualdad estn presentes en los trabajos de Lvi-Strauss
sobre la diversidad pero no fueron desarrolladas en un modelo terico explicativo del por qu de esa desigualdad.
Bibliografa
LVI-STRAUSS, C., Las estructuras elementales del parentesco. Buenos Aires, Paids, 1969.
Antropologa Estructural I, Buenos Aires, Eudeba,
1973.
La familia en Lvi-Strauss, Spiro, Gough, Polmica sobre el origen y la universalidad de la familia. Barcelona, Anagrama, 1976.
Raza e Historia en Antropologa Estructural II.
Mxico, Siglo XXI, 1979.
71
etomando la idea de que cada cultura agrupa, conserva, excluye, de modo original, elementos que le permiten responder o resolver problemas que son aproximadamente los mismos para todos los hombres y que es la
etnologa la encargada de descubrir las distintas opciones
que cada cultura adopta, Lvi-Strauss propone un paso ms
afirmando que las diversas formas culturales son producto
de transformaciones de una estructura comn y que este
trabajo se realiza en el tercer nivel, el de la antropologa es2
tructural (siendo el primer nivel el de la etnografa y el segundo el de la etnologa ver introduccin). Los supuestos
sobre los que basa su anlisis son los siguientes:
considera que los diversos aspectos de la vida social
poseen una naturaleza igual a la del lenguaje (nivel
ontolgico) y, por lo tanto, se les puede aplicar los
principios fundamentales de su anlisis a los fenmenos culturales (nivel metodolgico). As, considera que la sociedad/cultura est conformada por
distintos tipos o sistemas de comunicacin: por el
de parentesco, en tanto un nivel de la sociedad en
el cual opera la comunicacin (intercambio) de
mujeres; el econmico, el nivel en el cual opera la
comunicacin de bienes y servicios y el lingstico,
el nivel de comunicacin de mensajes.
las transformaciones que realiza cada cultura (y cuyo resultado es la diversidad) operan sobre una misma lgica o razonamiento: oposicin binaria, presencia/ausencia, si/no, positivo/negativo. Consisten
en reglas de permutacin y conmutacin.
la estructura comn tambin es inconsciente y, por
lo tanto, no pueden corresponderse en un plano de
igualdad con lo emprico, no puede ser aprendida
directamente de la realidad. Consiste en un conjunto de relaciones que une trminos.
Por lo tanto, ningn anlisis directo de los hechos
empricos puede dar cuenta de la estructura. Si bien los
hechos en la realidad tambin tienen un nivel de estructuracin, el de sistema, esa estructuracin no da cuenta
de la estructura en s. El antroplogo slo puede conocerla (acceder) construyendo modelos lgicos. Las relaciones sociales son la materia prima empleada para
construir los modelos que ponen de manifiesto la estructura misma. El modelo se construye especulando
sobre las reglas de conmutacin y permutacin que cada
cultura utiliz y, sobre esa misma lgica, se llega a las relaciones necesarias y mnimas que conforman una estructura3.
En este anexo hacemos referencia especial al Captulo II de El anlisis estructural en lingstica y en antropologa. En: Antropologa Estructural I.
Buenos Aires, Eudeba, 1973.
Para Lvi-Strauss, la antropologa se caracteriza como ciencia en la alternancia de ritmo entre dos mtodos el deductivo y el emprico y la intransigencia que aplicamos a la prctica de uno y otro en una forma extrema y como purificada, [...] es la nica de las ciencias, sin duda, que hace de
la subjetividad ms ntima un medio de demostracin objetiva. Pues es ciertamente un hecho objetivo que el mismo espritu, que se abandon a la
experiencia y se dej modelar por ella, se torne teatro de operaciones mentales que no anulan los precedentes y sin embargo transforman la experiencia en modelo, volviendo posibles otras operaciones mentales. A fin de cuentas, la coherencia lgica de estas ltimas se funda en la sinceridad y
la honradez de quien puede decir, como el pjaro explorador de la fbula: All estuve, tal cosa me pas, t mismo creers estar, y que consigue, en
efecto, comunicar esa conviccin (1979:21).
Lv-Strauss diferencia entre representaciones, sistema y modelo. Las representaciones son del orden de lo vivido, son las que tienen las personas en
una cultura dada. El sistema es el orden que hace entendible a una cultura, se construye con los datos que provienen del nivel anterior ms los del
observador encontrando las regularidades significativas. El modelo, es un orden distinto que hace entendible la estructura, es construido por el observador con los datos del nivel anterior. Tiene que dar cuenta de todos los hechos, al mnimo costo, permite predecir y no corresponde a ninguna
realidad objetiva. Los modelos deben satisfacer exclusivamente cuatro condiciones para merecer el nombre de estructura: 1. Una estructura presenta un carcter de sistema: una modificacin en un elemento implica que se modifican los otros. 2. Todo modelo pertenece a un grupo de transformaciones: cada una de las transformaciones corresponde a un modelo de la misma familia, por lo tanto un grupo constituye un grupo de
modelos. 3. Ambas propiedades permiten predecir de qu manera reaccionar el modelo en el caso de que uno de sus elementos se modifique. 4. El
funcionamiento del modelo debe dar cuenta de todos los hechos observados.
72
Constructores de Otredad
Para Lvi-Strauss, los pasos del anlisis estructural consisten sintticamente en:
a. analizar los casos (en el nivel de los sistemas descriptos
por la etnografa y explicados por la etnologa);
b. eliminar todo lo que se deba al acontecimiento y a la
reflexin de los actores de esa cultura (porque la estructura es al acontecimiento como el cdigo es al
mensaje);
c. realizar un inventario de posibilidades inconscientes
(tratando de hacer evidentes las operaciones inconscientes);
d. analizar las relaciones de compatibilidad/incompatibilidad entre las posibilidades (establecer hiptesis posibles);
e. con los pasos b, c y d, construir el modelo y compararlo con la realidad para ver si da cuenta de todos los
casos.
(+)
(-)
=
(+)
(-)
)-(
)+(
=
(-)
(+)
El ejemplo que tomamos para ejemplificar la construccin de un modelo es el de la relacin avuncular (relacin entre to materno/sobrino). El problema es el siguiente: los antroplogos encontraron que en algunas sociedades (por ejemplo la de los trobiandeses) la relacin
entre to materno/sobrino era de autoridad (-), es decir, semejante a la que en otras sociedades (por ejemplo la
nuestra o la de los circasianos del Cucaso) tienen el padre
con el hijo. E, inversamente, la relacin entre padre-hijo
era, en aquellas sociedades como la de los trobiandeses,
una relacin de amistad o complicidad (+) semejante a la
que tienen, en nuestra sociedad, el to materno y el sobrino. La explicacin que dieron los antroplogos en su
momento fue que la presencia de una relacin de autoridad entre to materno-sobrino se deba a que en esas sociedades el sistema de parentesco se basaba en la filiacin
matrilineal (todo lo que un hombre es y tiene lo adquiere
por la lnea de la madre). Por el contrario, en sociedades
con sistemas de parentesco con filiacin patrilineal (todo
lo que un hombre es y tiene lo adquiere por la lnea del
padre) la relacin de autoridad se establece entre
padre-hijo. No obstante, el descubrimiento de sociedades
en las cuales las relaciones de autoridad se estableca entre
to y sobrino pero su sistema de parentesco era de filiacin
patrilineal pusieron en duda la explicacin. Lvi-Strauss
intenta resolver este problema (a qu se debe la presencia
de una relacin de autoridad entre to materno-sobrino?)
utilizando el mtodo estructural:
a. comienza por analizar los casos (por ejemplo, el de los
trobiandeses y el de los circasianos) y encuentra que los
antroplogos slo haban tenido en cuenta dos relaciones y no todo el sistema de relaciones involucradas.
b. Elimina todo lo que tiene que ver con el acontecimiento: saca los trminos y deja slo las relaciones y las
actitudes entre los trminos.
c. Enuncia las posibilidades lgicas que se desprenden de
las relaciones, las coteja.
d. Enuncia aquella que le pareci ms adecuada: la relacin entre to-sobrino es a la relacin hermano-hermana como la relacin entre padre-hijo es a la relacin
entre marido-mujer. De tal modo que conociendo un
par de relaciones se conoce el otro par.
e. coteja el modelo de relaciones obtenido con la realidad
(nuevos casos).
Resuelve el problema de este modo:
73
74
no es la familia aislada lo elemental, sino que la relacin entre los trminos implica que hay ms de una
familia vinculada.
el parentesco no es un hecho biolgico sino social.
la relacin avuncular es un corolario de una regla
ms general y universal: la prohibicin del incesto.
Constructores de Otredad
Shakespeare en la selva1
Laura Bohannan
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76
Constructores de Otredad
Estaba segura de que desaprobaran el fratricidio, de manera que continu ms esperanzada: -Esa noche Hamlet se
qued vigilando junto a los tres que haban visto a su difunto padre. El jefe muerto apareci de nuevo, y aunque
los dems tuvieron miedo, Hamlet le sigui a un lugar
aparte. Cuando estuvieron solos, el padre muerto habl.
-Los presagios no hablan! el anciano era tajante.
-El difunto padre de Hamlet no era un presagio. Al
verlo podra parecer que era un presagio, pero no lo era
mi audiencia pareca estar tan confusa como lo estaba yo.
-Era de verdad el padre muerto de Hamlet, lo que nosotros llamamos un fantasma. Tuve que usar la palabra
inglesa, puesto que estas gentes, a diferencia de muchas de
las tribus vecinas, no crean en la supervivencia de ningn
aspecto individualizado de la personalidad despus de la
muerte.
-Qu es un fantasma? Un presagio?
-No, un fantasma es alguien que ha muerto, pero que
anda vagando y es capaz de hablar, y la gente lo puede ver
y or, aunque no tocarlo.
Ellos replicaron -A los zombis se les puede tocar.
-No, no! No se trataba de un cadver que los brujos
hubieran animado para sacrificarlo y comrselo. Al padre
muerto de Hamlet no lo haca andar nadie. Andaba por s
mismo.
-Los muertos no andan protest mi audiencia como
un solo hombre.
Yo trataba de llegar a un compromiso. -Un fantasma
es la sombra del muerto.
Pero de nuevo objetaron: -Los muertos no tienen
sombra.
-En mi pas s que la tienen espet.
El anciano aplac el rumor de incredulidad que inmediatamente se haba levantado, y concedi con esa aquiescencia insincera, pero corts, con que se dejan pasar las
fantasas de los jvenes, los ignorantes y los supersticiosos.
-Sin duda, en tu pas los muertos tambin pueden andar
sin ser zombis. Del fondo de su bolsa extrajo un pedazo
de nuez de cola seca, mordi uno de sus extremos para
mostrar que no estaba envenenado, y me lo ofreci como
regalo de paz.
-Sea como sea retom la narracin el difunto padre
de Hamlet dijo que su propio hermano, el que luego se
convirti en jefe, lo haba envenenado. Quera que
Hamlet lo vengara. Hamlet crey esto de corazn, porque
aborreca al hermano de su padre. Tom otro trago de
cerveza. En el pas del gran jefe, viviendo en su mismo poblado, que era muy grande, haba un importante anciano
que a menudo estaba a su lado para aconsejarle y ayudarle.
Se llamaba Polonio. Hamlet cortejaba a su hija, pero el
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padre y el hermano de ella aqu busqu precipitadamente alguna analoga tribal le advirtieron que no permitiera a Hamlet visitarla cuando estaba sola en casa, puesto
que l haba de llegar a ser un gran jefe y por tanto no podra casarse con ella.
-Por qu no? pregunt la esposa, que se haba acomodado junto al silln del anciano. l la mir con gesto de
desaprobacin por hacer preguntas tontas, y gru: -Vivan en el mismo poblado.
-No era sa la razn les inform. Polonio era un extranjero que viva en el poblado porque ayudaba al jefe, no
porque fuera su pariente.
-Entonces, por qu no poda Hamlet casarse con ella?
-Habra podido hacerlo expliqu pero Polonio no
crea que realmente lo fuera a hacer. Despus de todo,
Hamlet haba de casarse con la hija de un gran jefe, puesto
que era un hombre muy importante y en su pas cada
hombre slo puede tener una esposa. Polonio tena miedo
de que si Hamlet haca el amor a su hija, ya nadie diera un
alto precio por ella.
-Puede que eso sea cierto remarc uno de los ancianos
ms sagaces pero el hijo de un jefe dara al padre de su
amante regalos y proteccin ms que sobrados como para
compensar la diferencia. A m Polonio me parece un insensato.
-Mucha gente piensa que lo era asent-. A todo esto,
Polonio envi a su hijo Laertes al lejano Pars, a aprender
las cosas de ese pas, porque all estaba el poblado de un
jefe realmente muy grande. Como Polonio tena miedo de
que Laertes se gastara el dinero en cerveza, mujeres y
juego, o se metiera en peleas, mand secretamente a Pars a
uno de sus sirvientes para que espiara lo que haca. Un da
Hamlet abord a Ofelia, la hija de Polonio, comportndose de manera tan extraa que la asust. En realidad yo
buscaba azoradamente palabras para expresar la dudosa
naturaleza de la locura de Hamlet el jefe y muchos otros
haban notado tambin que cuando Hamlet hablaba
poda entender las palabras, pero no su sentido. Mucha
gente pens que se haba vuelto loco repentinamente mi
audiencia pareca mucho ms atenta. EL gran jefe quera
saber qu era lo que le ocurra a Hamlet, as que mand a
buscar a dos de sus compaeros de edad amigos del colegio hubiera sido largo de explicar para que hablaran con
Hamlet y averiguaran lo que le tena preocupado. Hamlet,
al ver que haban sido pagados por el jefe para traicionarle,
no les cont nada. No obstante, Polonio insista en que
Hamlet se haba vuelto loco porque le haban impedido
ver a Ofelia, a quien amaba.
-Por qu pregunt una voz perpleja querra nadie
embrujar a Hamlet por esa razn?
78
-Embrujarle?
-S, slo la brujera puede volver loco a alguien. A
menos, claro est, que uno haya visto a los seres que se
ocultan en el bosque.
Dej de ser contadora de historias, saqu mi cuaderno
de notas y ped que me explicaran ms sobre esas dos
causas de locura. Aun cuando ellos hablaban y yo tomaba
notas, trat de calcular el efecto de este nuevo factor sobre
la trama. Hamlet no haba sido expuesto a los seres que se
ocultaban en el bosque. Slo sus parientes por lnea masculina podran haberlo embrujado. Dejando fuera parientes no mencionados por Shakespeare, tena que ser
Claudio quien estaba intentando hacerle dao. Y, por supuesto, l era.
De momento me proteg de las preguntas diciendo que
el gran jefe tambin se negaba a creer que Hamlet estuviera
loco debido simplemente al amor de Ofelia. -l estaba seguro de que algo mucho ms importante estaba afligiendo
el corazn de Hamlet.
-Los compaeros de edad de Hamlet continu haban trado con ellos a un famoso contador de historias.
Hamlet decidi hacer que aquel narrador contara al jefe y
a todo el poblado la historia de un hombre que haba envenenado a su hermano porque deseaba a la esposa de ste, y
porque adems quera convertirse l mismo en jefe.
Hamlet estaba seguro de que el gran jefe no podra escuchar la historia sin dar algn signo de ser realmente culpable, y de este modo podra descubrir si su difunto padre
le haba dicho la verdad o no.
El anciano interrumpi, con profundo ingenio: -Por
qu habra un padre de engaar a su hijo?
-Hamlet no estaba seguro de que fuera realmente su
padre muerto respond evasivamente. Era imposible, en
esa lengua, decir nada sobre visiones inspiradas por el demonio.
-Quieres decir exclam que en realidad era un presagio, y que l saba que a veces los brujos envan falsos
presagios. Hamlet fue tonto por no acudir antes que nada
a alguien versado en leer presagios y adivinar la verdad. Un
hombre-que-ve-la-verdad podra haber tenido miedo de
decirla. Yo creo que es por esa razn por la que un amigo
del padre de Hamlet anciano y brujo envi un presagio,
para que as el hijo de su amigo lo supiera. Era cierto el
presagio?
-S dije, dejando de lado fantasmas y demonios; tendra por fuerza que ser un presagio enviado por un brujo-.
Era cierto, por lo que cuando el contador de historias estaba contando su cuento ante todo el poblado, el gran jefe
se levant descompuesto. Por miedo a que Hamlet supiera
su secreto, plane matarlo.
Constructores de Otredad
El escenario de la siguiente secuencia presentaba algunos problemas de traduccin. Comenc con prudencia:
El gran jefe pidi a la madre de Hamlet que le sonsacara
lo que saba. Mas, previendo que para una madre su hijo
est siempre por encima de todo, hizo esconder al anciano
Polonio tras unas telas que colgaban junto a la pared de la
choza de dormir de la madre de Hamlet. Hamlet comenz
a increpar a su madre por lo que haba hecho.
Hubo un asombrado murmullo por parte de todos.
Un hombre nunca debe reprender a su madre.
-Ella grit asustada, y Polonio se movi tras la tela.
Hamlet exclam: Una rata! Y tomando su machete dio
un tajo que la atraves aqu hice una pausa para darle
efecto dramtico. Haba matado a Polonio!
Los ancianos se miraron unos a otros con supremo disgusto. -Ese Polonio era realmente un necio y un ignorante! Hasta un nio se le habra ocurrido decir: Soy yo!
con repentino dolor, record que estas gentes son ardientes cazadores, siempre armados de arco, flechas y machete; al primer movimiento entre la maleza hay ya una
flecha lista apuntando, y el cazador grita Va!. Si no contesta voz humana inmediatamente, la flecha sigue su camino. Como cualquier buen cazador, Hamlet haba gritado: Una rata!
Me lanc a salvar la reputacin de Polonio. -Polonio
habl. Hamlet le haba odo. Pero pens que era el jefe, y
quiso matarlo para vengar a su padre. Ya haba querido hacerlo antes, esa misma tarde... interrump la narracin,
incapaz de explicar a esta gente pagana, que no cree en la
supervivencia individual tras la muerte, la diferencia entre
bien morir rezando y morir sin comunin, sin preparacin, sin sacramentos.
Esta vez haba impactado en serio a mi audiencia.
Que un hombre levante su mano contra el que, siendo
hermano de su padre, se ha convertido en padre para l es
algo terrible. Los ancianos deberan dejar que sea embrujado un hombre semejante.
Mordisqueando perpleja mi pedazo de nuez de cola,
seal que, despus de todo, era quien haba matado al
padre de Hamlet.
-No sentenci el anciano, hablando menos para m
que para los jvenes all sentados entre los mayores. Si el
hermano de tu padre ha matado a tu padre, debes recurrir
a los compaeros de edad de tu padre; son ellos quienes
pueden vengarlo. Nadie puede usar la violencia contra sus
parientes de ms edad le sobrevino otra idea. Pero si el
hermano del padre hubiera sido realmente tan infame
como para embrujar a Hamlet y volverlo loco, entonces la
historia es realmente buena, porque entonces l mismo
sera el causante de que Hamlet, estando loco, no conser-
79
80
Constructores de Otredad
Tristes trpicos
C. Lvi-Strauss
Captulo XXIX: Hombres, mujeres, jefes.1
[...] Muchas veces he hecho alusin a las mujeres del jefe.
La poligamia, que es prcticamente su privilegio, constituye la compensacin moral y sentimental de sus pesadas
obligaciones, al mismo tiempo que le proporciona un
medio para cumplirlas. Salvo raras excepciones, slo el jefe
y el brujo (cuando estas funciones se reparten entre dos individuos) pueden tener varias mujeres. Pero aqu se trata
de un tipo de poligamia bastante especial. En lugar de un
matrimonio plural en el sentido propio del trmino, se
tiene ms bien un matrimonio monogmico al que se
agregan relaciones de naturaleza diferente. La primera
mujer desempea el papel habitual de la mujer mongama
en los matrimonios ordinarios. Se conforma a los usos de
la divisin del trabajo entre los sexos, cuida los nios, se
ocupa de la cocina y recoge los productos salvajes. Las
uniones posteriores, si bien son reconocidas como matrimonios, son de otro orden. Las mujeres secundarias pertenecen a una generacin ms joven. La primera mujer les
llama hijas o sobrinas. Adems, no obedecen a las reglas de divisin sexual del trabajo sino que participan indistintamente de las ocupaciones masculinas o femeninas.
En el campo, desdean los trabajos domsticos y permanecen ociosas, ya jugando con los nios, que de hecho son
de su generacin, ya acariciando a su marido; mientras
tanto la primera mujer se afana alrededor del hogar y la cocina. Pero cuando el jefe parte en expedicin de caza o de
exploracin o a cualquier otra empresa masculina, sus
mujeres secundarias lo acompaan y le prestan asistencia
fsica y moral. Esas muchachas con aspecto de jovencitas,
elegidas entre las ms bonitas y sanas del grupo, son para el
jefe, amantes ms que esposas. Vive con ella en una camaradera amorosa que presenta un notable contraste con la
atmsfera conyugal de la primer unin.
Los hombres y las mujeres no se baan al mismo tiempo,
pero a menudo se ve al marido y sus mujeres poligmicas
1
tomar un bao juntos, pretexto para grandes batallas acuticas, pruebas e innumerables gracias. A la noche, juega
con ellas, ya sea amorosamente revolcndose en la arena,
abrazados de a dos, tres o cuatro ya de manera pueril
por ejemplo, el jefe wakletou y sus dos mujeres ms jvenes, extendidos sobre la espalda, formando sobre el
suelo una estrella de tres puntas, levantan sus pies en el aire
y los hacen chocar mutuamente, planta contra planta, a un
ritmo regular.
La unin poligmica se presenta, de esa manera, como superposicin de una forma pluralista de camaradera amorosa y del matrimonio monogmico; al mismo tiempo, es
un atributo del mando, dotado de un valor funcional,
tanto desde el punto de vista econmico como psicolgico. Las mujeres viven habitualmente en muy buena relacin, y aunque la suerte de la primera parezca a veces ingrata (trabaja mientras oye a su lado las carcajadas de su
marido y de sus pequeas amantes, y hasta asiste a los ms
tiernos retozos) no manifiesta mal humor. Esta distribucin de los papeles no es, en efecto, ni inmutable ni rigurosa, y a veces, aunque con menos frecuencias, el marido y
su primera mujer tambin juegan; ella no est de ninguna
manera excluida de la vida alegre. Adems, su menor participacin en las relaciones de camaradera amorosa est
compensada por una mayor respetabilidad y cierta autoridad sobre sus jvenes compaeras.
Este sistema implica graves consecuencias para la vida del
grupo. Al retirar peridicamente jvenes mujeres del ciclo
regular de los matrimonios, el jefe provoca un desequilibrio entre el nmero de muchachos y muchachas en edad
matrimonial. Los hombres jvenes son las vctimas principales de esta situacin y se ven condenados a permanecer
solteros durante muchos aos, o a desposar viudas o mujeres viejas repudiadas por sus maridos. Los nambiquara
resuelven entonces el problema de otra manera: mediante
81
las relaciones homosexuales, que llaman poticamente tamindige kihandige, es decir, el amor mentira. Esas relaciones son frecuentes entre los jvenes y se desarrollan con
una publicidad mucho mayor que las relaciones normales.
Los participantes no se retiran al matorral como los
adultos del sexo opuesto. Se instalan cerca de una de las fogatas del campamento bajo la mirada divertida de los vecinos. El incidente da lugar a bromas, generalmente discretas. Esas relaciones son consideradas infantiles y casi no
se les presta atencin. Queda por saber si esos ejercicios
van hasta la satisfaccin completa o si se limitan a efusividades sentimentales acompaadas de juegos erticos, tales
como los que caracterizan, en amplia medida, las relaciones entre cnyuges.
Las relaciones homosexuales slo son permitidas entre
adolescentes que se encuentran en la relacin de primos
cruzados, es decir en las que uno de ellos est normalmente destinado a ser el esposo de la hermana del otro, a la
que, por lo tanto, el hermano sirve provisionalmente de
sustituto. Cuando uno pregunta a un indgena acerca de
los contactos de ese tipo; la respuesta es siempre la misma:
Son primos (o cuados) que se hacen el amor. En la
edad adulta, los cuados siguen manifestando una gran libertad. No es raro ver dos o tres hombres, casados y padres
de familia, pasendose por la noche, tiernamente abrazados.
Sea lo que fuere con respecto a estas soluciones de reemplazo, el privilegio poligmico que los hace necesarios representa una concesin importante que el grupo hace a su
jefe. Qu significacin tiene para este ltimo? El acceso a
jvenes y lindas muchachas le ocasiona una satisfaccin no
tanto fsica (por razones ya expuestas) como sentimental.
Sobre todo, el matrimonio poligmico y sus atributos especficos constituyen el medio puesto por el grupo a disposicin del jefe para ayudarlo a cumplir sus deberes. Si estuviera solo, difcilmente podra hacer ms que los otros.
Sus mujeres secundarias, liberadas de los servicios propios
de su sexo por status particular, le prestan asistencia y lo
confortan. Ellas son la recompensa del poder y al mismo
tiempo su instrumento [...].
82
En: Tristes
queo nmero de sociedades las hace aparecer muy distintas entre s, esas diferencias se atenan cuando el
campo de investigacin se ampla. Se descubre entonces
que ninguna sociedad es profundamente buena; pero
ninguna es absolutamente mala; todas ofrecen ciertas
ventajas a sus miembros, teniendo en cuenta un residuo
de iniquidad cuya importancia aparece ms o menos
constante y que quizs corresponde a una inercia especfica que se opone, en el plano de la vida social, a los esfuerzos de organizacin.
Esta frase sorprender al amante de los relatos de viajes
que se emociona frente al recuerdo de las costumbres brbaras de tal o cual poblacin. Sin embargo, esas reacciones a flor de piel no resisten a una apreciacin correcta
de los hechos y su reubicacin en una perspectiva ampliada. Tomemos el caso de la antropofagia, que de todas
las prcticas salvajes es la que nos inspira ms horror y desagrado. Se deber, en primer lugar, disociar las formas
propiamente alimentarias, es decir, aquellas donde el apetito de carne humana se explica por la carencia de otro alimento animal como ocurra en ciertas islas polinesias.
Ninguna sociedad est moralmente protegida de tales
crisis de hambre; el hambre puede llevar a los hombres a
comer cualquier cosa: el ejemplo reciente de los campos de
exterminacin lo prueba.
Quedan entonces las formas de antropofagia que se
pueden llamar positivas, las que dependen de causas msticas, mgicas o religiosas. Por ejemplo, la ingestin de una
partcula del cuerpo de un ascendiente o de un fragmento
de un cadver enemigo para permitir la incorporacin de
sus virtudes o la neutralizacin de su poder. Al margen de
que tales ritos se cumplen por lo general de manera muy
discreta con pequeas cantidades de materia orgnica
pulverizada o mezclada con otros alimentos, se reconocer, aun cuando revistan formas ms francas, que la condenacin moral de tales costumbres implica una creencia
en la resurreccin corporal que ser comprometida por la
destruccin material del cadver o la afirmacin de un
lago entre el alma y el cuerpo con su correspondiente dualismo. Se trata de convicciones que son de la misma naturaleza que aqullas en nombre de las cuales se practica la
consumacin ritual, y que no tenemos razones para preferir. Tanto ms cuanto que el desapego por la memoria
del difunto, que podemos reprochar al canibalismo, no es
ciertamente mayor bien al contrario que el que nosotros
toleramos en los anfiteatros de diseccin.
Pero sobretodo, debemos persuadirnos de que si un
observador de una sociedad diferente considerara ciertos
Constructores de Otredad
83
84
Fragmento del apartado III del captulo III: Principales Caractersticas del Kula, en Los argonautas del Pacfico Occidental. Pennsula, Barcelona,
1975. pp.99-103.
Constructores de Otredad
Apartado 4 del captulo V. El matrimonio. En: La vida sexual de los salvajes. Morata, Espaa, 1968. Pp 134-136.
85
mente dicha slo exige algunas observaciones suplementarias. La poligamia (vilayawa) est permitida por la costumbre a las gentes de categora elevada o que jueguen en
la vida de la tribu un papel importante; a los hechiceros
de fama, por ejemplo. En ciertos casos, en efecto, el
hombre, por razn de su situacin est obligado a tener
gran nmero de mujeres. Tal, especialmente el caso de
un jefe, es decir, de todo hombre de rango elevado que
ejerce un poder sobre un territorio, ms o menos extenso.
Para poder ejercer este poder y cumplir con las obligaciones inherentes a su cargo debe ser rico, y en las islas
Trobiand slo se puede ser rico poseyendo varias mujeres.
Uno de los rasgos ms notables de la constitucin de
la tribu de que hablamos consiste en que la fuente del
poder es principalmente de orden econmico, y en que el
jefe no puede realizar muchas de sus funciones ejecutivas
ni hacer valer mucho de sus privilegios, como no sea el
hombre ms rico de la comunidad. Tiene derecho a
exigir pruebas de profundo respeto, obediencia a sus rdenes y prestacin de servicios; puede contar con la participacin de sus vasallos en la guerra, en una expedicin o
en una solemnidad; pero todas estas cosas las tiene que
pagar a un precio elevado. Debe dar grandes fiestas y costear todas las empresas, alimentando a los que en ellas
participan, y recompensando a los actores principales.
En las islas Trobiand, pues, el poder es esencialmente
plutocrtico. Y otro aspecto de tal sistema de gobierno,
no menos notable e inesperado, es ste: no obstante necesitar el jefe grandes ingresos, su cargo, como tal, no implica renta alguna, ni recibe de los habitantes ninguno de
esos tributos sustanciales que pagan generalmente los
sbditos a sus jefes. Los pequeos regalos o tributos
anuales que reciben -los mejores peces de una pesca, primicias de legumbres, nueces y frutas especiales-, no son
sino golosinas, y en ningn caso pueden ser consideradas
como una renta. En efecto, el jefe reembolsa el precio en
su ms alto valor. La totalidad de su renta proviene de las
contribuciones anuales que recibe como hombre casado.
No obstante, esta renta, en su caso, es muy considerable,
ya que posee muchas mujeres, cada una de las cuales se
halla ms ricamente dotada que si estuviese casada con
un plebeyo.
Algunos detalles concretos nos permitirn dar una idea
ms clara de la situacin. Cada jefe tiene un distrito tributario, que comprende varias aldeas -algunas docenas en el
distrito de Kiriwina, una docena aproximadamente en el
de Luba o Tilataula, una o dos aldeas en los distritos de
5
86
Nota al pie en el texto original: Este clculo aproximado fue hecho para m por un negociante que se ocupaba, entre otras cosas, de la exportacin
de ame para las plantaciones de la metrpoli. Como me ha sido imposible comprobarlo, lo doy aqu con toda reserva.
Constructores de Otredad
de su privilegio de poligamia y de la dote excepcionalmente considerable que debe llevar la mujer que se casa
con un jefe.
Aunque breve y necesariamente incompleta, esta exposicin bastar para mostrar la influencia enorme y com-
87
Bob Simpson es catedrtico en Antropologa en la Universidad de Durham y es coeditor de Discovering Anthropology, la gua de recursos para docentes de RAI. Se lo puede contactar en [email protected]. En el texto original agradece Arnar Arnason, Luisa Belaunde, Richard
Fleming, Tamara Kohn y Malcolm Smith por sus tiles comentarios y contribuciones al desarrollo de este paper, y a David Austin por la autorizacin para usar su comic.
88
Constructores de Otredad
respecto de que los ciudadanos estn siendo progresivamente desempoderados mediante la ignorancia y la incapacidad para poder hacer comentarios sobre un medio
ambiente tcnico y moral rpidamente cambiante. No
obstante, en su anlisis de la comprensin pblica de la
nueva gentica, Durant et al (1996) sealan la inadecuacin de los modelos de dficit para las explicaciones de
estos procesos. Llaman la atencin sobre la presencia activa de creencias y valores seculares dados a luz al tratar de
comprender el sentido de las nuevas tecnologas; no se
trata meramente de la ausencia de conocimiento tcnico
(tambin cfr. Richards y Ponder 1996). En otras palabras,
las complejidades de la gentica invariablemente estn repartidas en expresiones a la vez familiares y accesibles. Permtaseme comenzar mediante una ancdota que subraya
algunas de estas expresiones en uso y empieza a mostrar las
formas indirectas en que las comunidades genticas imaginadas van cobrando forma.
Tal como Skinner lo sealaba en una reciente carta a Anthropology Today, la emergencia de la antropologa molecular como un subcampo al interior de la disciplina abre terrenos ticos y filosficos desafiantes. Skinner llama la atencin sobre el trabajo del centro de Antropologa Gentica en
el University College London y su anlisis del cromosoma Y de los Lemba de Sudfrica para testear el status de su pretendida descendencia juda
(Skinner 1999).
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Constructores de Otredad
La genetizacin de la etnicidad
Las ideologas de la nacionalidad reflejan continuidad
entre un pasado que podra ser inventado y un futuro que
existe slo en la imaginacin. Las ideologas que conectan
pasado y futuro a menudo estn construidas sobre no-
Por ejemplo, el proyecto ha usado exitosamente el anlisis de herencia hecho posible por la base de datos para identificar un enfoque heredado de la
preeclampsia (Arngrimsson et al 1999).
91
92
Constructores de Otredad
Bibliografa:
ANDERSON, B., Imagined Communities, London, Verso,
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MARTEAU T. and Richards M. (eds) 1996. The troubled
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93
Constructores de Otredad
Captulo 3:
La construccin del otro por la desigualdad
Slo por la importancia que tuvo para Occidente el segundo proceso, el de descolonizacin, se produjeron cambios en la mirada sobre el otro que tena Occidente, y especficamente, la mirada que tena la antropologa sobre las
otras culturas. Es decir, la prctica de la antropologa dominante tambin se transform. Y esa transformacin
tuvo como punto de partida la crtica a las teoras que postulaban la diversidad cultural:
Las teoras elaboradas hasta la Segunda Guerra Mundial, ponan en primer lugar el relativismo cultural reivindicando el respeto por el otro cultural (la crtica al
evolucionismo los llev a postular la equivalencia entre
culturas) pero no reconocan la relacin desigual que
vinculaba a esas culturas con Occidente: El relativismo cultural naufraga, finalmente, por apoyarse en una
concepcin atomizada y cndida del poder: imagina a
cada cultura existiendo sin saber nada de las otras,
como si el mundo fuera un vasto museo de economas
de autosubsistencia cada una en su vitrina, imperturbable ante la proximidad de las dems, repitiendo invariablemente sus cdigos, sus relaciones internas (Garca
Canclini, 1982:37).
Aun en los casos en que se pona el acento en la relacin
entre culturas como el elemento distintivo de la diversidad, al introducir el relativismo a travs de considerar
que la distincin es relativa a quien est observando
(como en el caso de Lvi-Strauss) dejaron de lado la situacin de dominacin que encerraba esa relacin, de
la cual el propio observador era parte.L
La mayor parte de las teoras antropolgicas dominantes negaban la posibilidad de tener en cuenta el
cambio y la historia en las sociedades primitivas.
En una palabra, las teoras elaboradas hasta ese momento no podan dar cuenta de las transformaciones que
estas sociedades haban sufrido. Por lo tanto hubo que
modificar la ptica desde donde se vea el problema y encontrar nuevas teoras. Los supuestos con los cuales estas
transformaciones fueron encaradas, llevaron necesariamente a buscar una explicacin posible en una teora que
justamente tena una explicacin sobre Occidente y sobre
su relacin con las sociedades no occidentales: el marxismo (materialismo histrico). No obstante, esta teora
tal como haba sido formulada en su momento y modifi1
96
cada posteriormente, no poda ser aplicada de modo directo a los nuevos problemas. A los intentos tericos que
hubo en la dcada del sesenta y setenta para ajustar el marxismo a estos nuevos problemas se los denomin con el
trmino genrico de neomarxistas.
El neomarxismo en Antropologa
1
las caractersticas de las sociedades no occidentales antes de la situacin colonial: en este caso la pregunta era
tena razn el funcionalismo al describirlas como totalidades funcionales, equilibradas o era necesario reconstituirlas como totalidades jerarquizadas, en las
cuales existan relaciones de dominacin?;
las caractersticas de Occidente cuando entr en relacin: cules eran los componentes fundamentales de
Occidente que podan explicar el modo que tom la relacin?;
las relaciones particulares que se establecieron con el
contacto, por ejemplo, determinados pases occidentales con determinadas culturas no occidentales, las
distinciones entre unos y otros implicaba diferencias
en la relacin?;
las modificaciones que esa relacin haba sufrido (del
momento colonial al postcolonial) y las modificaciones
que ese cambio produjo en cada sociedad no occidental: permiten comprender los cambios actuales?
Sintetizando, se establecieron dos unidades de anlisis:
una al interior de una sociedad particular (ya sea en sociedades an primitivas o en las nuevas sociedades complejas) donde el inters estaba puesto en la existencia de
desigualdades sociales, en establecer si esas desigualdades
eran semejantes o diferentes a las que caracterizaban a las
sociedades capitalistas occidentales. La pregunta generalizada dentro de estas teoras fue qu tipo de modo de pro-
Con este trmino generalizamos las posiciones de una variedad de autores que a lo largo de las dcadas del 60 y del 70 publicaron numerosos trabajos tanto en antropologa como en las ciencias sociales en general. No se debe por lo tanto entender que ha habido una teora homognea, por el
contrario, encontramos diferentes posturas que incluso polemizan entre ellas. Para desarrollar este punto y acotarnos a los conceptos que nos interesan en funcin de nuestro problema, nos centramos bsicamente en los trabajos de tres autores: Balandier (1973, 1994), Godelier (1977, 1979,
1991) y Garca Canclini (1981,1982, 1984, 1986).
Constructores de Otredad
As, para Balandier [...] nuestra poca puede caracterizarse por la urgencia y la agudeza de dos tipos de problemas que se plantean simultneamente a las naciones dominantes: los que estn vinculados con las presiones que ejerce el proletariado y las clases desposedas y los que se originan como
consecuencia del ascenso de los pueblos colonizados o dependientes, [...] problemas planteados por el proletariado interior y exterior con su
reaccin frente a la dominacin que sufre y con sus luchas por el reconocimiento (1973:15).
En este punto seguimos el razonamiento que Garca Canclini desarrolla en Ideologa y Cultura (1984). Tambin tuvimos en cuenta los siguientes
trabajos: Cultura y Sociedad (1981); Las culturas populares en el capitalismo (1982) y Desigualdad cultural y poder simblico (1986).
Gracia Canclini se basa en el Prlogo a la Contribucin a la crtica de la Economa Poltica. La versin en espaol que nosotros utilizamos es de Cuadernos Pasado y Presente, Buenos Aires, 1984.
En un prrafo Marx sintetiza claramente la relacin entre fuerzas productivas y relaciones de produccin y el modo en que se producen los cambios
de modo de produccin: En un estadio determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradiccin
con las relaciones de produccin existentes o lo cual slo constituye una expresin jurdica de lo mismo con las relaciones de propiedad dentro
de las cuales se haban estado moviendo hasta ese momento. Esas relaciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas en
ataduras de las mismas. Se inicia entonces una poca de revolucin social. (1984:67).
El trmino apropiacin sintetiza tres operaciones o sentidos relacionados. El primero seala el despojo: alguien le saca algo a otro. El segundo marca la exclusin, la apropiacin implica que ese otro despojado no tenga y por eso queda excluido. El tercer sentido indica el control, la apropiacin implica que se controle tanto el objeto apropiado como la relacin instituida con el otro despojado.
El capital introduce en la sociedad la lgica de una relacin que ser fundamental que es la de explotador / explotado. En esa relacin, el proletariado es la clase social explotada. La condicin de esa explotacin se localiza en el mercado cuando la fuerza de trabajo se torna en mercanca y se
consuma en la produccin al prolongarse la jornada ms all del tiempo de trabajo necesario (plusvala).
97
un sistema formalmente articulado de ideas y de representaciones, lo cual implica que se piense en algo espiritual que aparece separado de toda forma material,
que se piense que esas ideas estn en la mente, en el espritu de los hombres y que, a veces, toman forma material (por ejemplo, en los libros), pero esa
materialidad es secundaria. Se produce as una distincin entre lo material (lo real) y lo simblico (la repre10
sentacin).
que cumple slo la funcin de encubrir, deformar y
mistificar la realidad, es decir, que estas ideas representan de forma distorsionada lo que sucede en la realidad objetiva, en la base/estructura de la sociedad.
la expresin de la clase dominante (la ideologa burguesa) por lo que se deja afuera las representaciones
de las otras clases. Es la burguesa la que aparece construyendo naturalmente esa expresin a su antojo
con la exclusin de las otras clases. En palabras de
Canclini, la ideologa aparece como: la elaboracin
ms o menos autnoma con que una clase se explica
sus condiciones de vida (1984:12).
est determinada de manera causal, mecnica y unidireccional por la base-estructura. As la ideologa
slo puede transformarse con cambios en la base material y en tanto instancia de la totalidad social no tiene ningn peso propio ni participa en la
conformacin ni en la reproduccin de esa totalidad.
Estas implicancias que connotan la definicin de ideologa, la hacen poco til para explicar las desigualdades
SUPERESTRUCTURA
formas ideolgicas/culturales
(poder simblico)
formas jurdicas/polticas
BASE/ESTRUCTURA
Marx concluye: No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario es su existencia social lo que determina su conciencia. (1984:66).
98
Constructores de Otredad
culturales, ya que toda desigualdad se genera nicamente en la estructura. Para dar cuenta de la desigualdad
cultural fue necesario repensarla como instancia (se llame
ideolgica o cultural) y dotarla de algn tipo de atributo
que connotara poder, es decir, que fuese una instancia
que generara por s misma desigualdad, y que tuviera un
peso respecto de esa totalidad social.
El concepto de hegemona
Para que la cultura aparezca como una instancia que reproduce a la totalidad y a su vez puede sobredeterminar a
las otras instancias, es necesario que la cultura pueda
ejercer por s misma un poder, una fuerza. Ese poder es
el poder hegemnico.11
El punto de partida es la separacin que realiza
Gramsci entre dos modos de dominacin: la coercitiva y
la hegemnica. Ambos son modos de dominacin pero
basados en formas distintas de control. En la dominacin propiamente dicha, el control es poltico y directo,
y se ejerce a travs de la coercin y, en ultima instancia,
a travs del recurso a la violencia fsica. En una sociedad
capitalista moderna el control monoplico de ese recurso lo tiene el Estado y no directamente la clase explotadora.12 Pero ni este poder, el coercitivo, ni el poder
propiamente econmico que deriva de la relacin de explotacin, son suficientes para mantener y reproducir el
sistema social:
La propiedad de los medios de produccin y la capacidad
de apoderarse del excedente es la base de toda hegemona.
Sin embargo, en ninguna sociedad la hegemona de clase
puede sostenerse nicamente mediante el poder econmico. En el otro extremo de la competencia econmica encontramos los mecanismos represivos que, mediante la vigilancia, la intimidacin o el castigo, garantizan como
ltimo recurso el sometimiento de las clases subalternas.
Pero se trata de un ltimo recurso. No hay clase hegemnica que pueda asegurar durante largo tiempo su poder
econmico slo con el poder represivo. Entre ambos
cumple un papel clave el poder cultural (Garca Canclini, 1981:35).
11 Esta nocin es tomada de los escritos de Gramsci, quien utiliz este trmino para mostrar que el Estado moderno dominaba no slo por el monopolio del uso de la fuerza fsica sino porque ejerca tambin el poder hegemnico, que implica consenso y legitimacin. Pero siguiendo a Gracia
Canclini, tomaremos la interpretacin que de esa nocin realiza R. Williams en su libro Marxismo y Literatura (1980). Este autor utiliza el mismo
concepto pero para la instancia netamente ideolgica.
12 El Estado en tanto institucin se apropi, en los tres sentidos que plantemos en la nota 9, de los recursos que le permiten ejercer la violencia fsica.
13 Es importante recalcar que esta relacin es fundamentalmente un proceso. Williams, insiste mucho sobre este punto: excepto desde una perspectiva analtica, no es un sistema o una estructura. (1980:134).
99
modo en que se relacionan las clases hegemnicas y subalternas, es tambin instrumento en la lucha (o el proceso)
por la hegemona (poder simblico) y es al mismo tiempo
SUPERESTRUCTURA
Dominacin
Hegemona
formas jurdicas/polticas
formas ideolgicas/culturales
(poder simblico)
14 Para Garca Canclini, ese poder cultural est condensado en aparatos culturales: en el capitalismo, son principalmente la familia y la escuela pero
tambin los medios de comunicacin, las formas de organizacin del espacio y del tiempo; todas las instituciones y estructuras materiales a travs
de las cuales circula y se produce el sentido (1981:38).
15 Este trmino ha sido definido y utilizado por numerosos autores, principalmente franceses. Nosotros vamos a seguir trabajando con las definiciones dadas por Garca Canclini, Godelier.
16 Para algunos neomarxistas, Marx ya implicaba estas relaciones de determinacin que especifican la existencia y la posicin de las otras instancias de
la totalidad social, aunque su intencin principal fue la de mostrar el efecto principal de la determinacin en ultima instancia.
100
Constructores de Otredad
rrespondera al de una causalidad recproca: el efecto estructural presupone la causa, torna posible su existencia como
causa y hace necesario el efecto, lo hace dominante. Para
este ltimo sentido se utiliza el trmino de sobredeterminacin. La necesariedad implica reproduccin.
El esquema inicial sufre otra modificacin a partir del
concepto de causalidad estructural. Podemos pensar que
tomara en definitiva la siguiente forma:
SUPERESTRUCTURA
Dominacin
Hegemona
formas jurdicas/polticas
formas ideolgicas/culturales
(poder simblico)
BASE/ESTRUCTURA
Casualidad estructural: determinacin
sobredeterminacin:
Esta necesariedad implica, en algunas de las vertientes
del marxismo, slo al nivel jurdico-poltico que toma la
forma del Estado moderno. El nivel ideolgico, que
cumple slo una funcin secundaria, no es la condicin de
la existencia directa de las relaciones de produccin. As,
las formas de dominacin poltica son condicin de posibilidad de las relaciones de produccin y las formas de
dominacin ideolgica son slo un complemento de primera importancia. En el caso de las sociedades sin clases,
las relaciones de produccin no apelan ms que a una superestructura ideolgica, es decir a un sistema de representacin que reflejan las relaciones imaginadas por los individuos de sus condiciones reales de existencia. Este punto
es el que puso en duda Godelier (entre otros antroplogos
marxistas) introduciendo el problema de las sociedades
precapitalistas en el campo de la discusin sobre los modos
de produccin en relacin con la nocin de causalidad estructural.
Godelier propone otra lectura de Marx paralela en el
tiempo pero distinta en cuanto a la interpretacin de la de
Althusser.17 Su punto de partida es preguntarse sobre las
razones del dominio del parentesco en ciertas formaciones
necesariedad
reproduccin
sociales precapitalistas.Y en lugar de ver en las relaciones
de parentesco un elemento de la superestructura que permite la perpetuacin de ciertas condiciones de produccin, Godelier sugiere considerar esas relaciones de parentesco como estructuras plurifuncionales comunes a la estructura y a la superestructura.
Su supuesto es que la sociedad est dividida en niveles
o estructuras y que existen relaciones de orden entre los diferentes niveles: no todos tienen el mismo nivel porque no
cumplen la misma funcin. Es decir que entre niveles
existe una jerarqua de distinciones funcionales. No hay
que prejuzgar el nmero de funciones que cumple una estructura ni el tipo de funciones que cubren las distintas estructuras. La causalidad entonces puede darse entre estructuras (por ejemplo, la base material causa o determina a la estructura demogrfica y sta a la estructura de
parentesco) o dentro de una estructura (por ejemplo,
dentro de la estructura de parentesco, las relaciones de
alianza causan o determinan las relaciones de filiacin).
En las sociedades sin clases, las sociedades primitivas,
las relaciones de parentesco estn presentes en la base-estructura ya que regulan el acceso de los grupos e indivi-
17 El trabajo de Godelier presenta dos momentos. En un momento, durante la dcada del sesenta, se esfuerza en construir un dominio de validez para
los conceptos y mtodos de una antropologa marxista a partir del estudio de mltiples casos y analizando la diversidad de modos en que opera la
causalidad estructural en sociedades totalmente diferentes. En un segundo momento, estn sus trabajos sobre su propia experiencia con los Baruya
de Nueva Guinea y en ellos analiza los conceptos elaborados anteriormente.
101
Garca Canclini, llamando as a toda produccin de sentido que es al mismo tiempo material y simblica y que representa y reproduce la realidad, las estructuras materiales,
un sistema social. Para este autor, esa produccin:
es considerada como elaboracin, reelaboracin de
productos (materiales o simblicos). Estos productos
pueden ser representaciones, fenmenos (materiales y
simblicos), hechos, sentidos, significaciones,
cumple con la funcin de reproducir y a veces transformar la realidad (las estructuras materiales, un sistema
social),
es producto del modo en que se relacionan las clases en
la sociedad en un momento histrico dado, no slo en la
produccin material o econmica sino en otros mbitos
como, por ejemplo, en la distribucin y el consumo,
est determinada estructural, reversible y multidireccionalmente por la base, la base material determina
por mltiples conductos a la conciencia (cultura) y sta
sobredetermina dialcticamente, tambin en forma
plural, a la estructura (1984:14).
Con esta definicin la nocin de cultura toma un lugar
dentro de la totalidad social, el lugar que en las teoras ms
tradicionales estaba reservado a la ideologa; la instancia
cultural es un espacio especifico dentro de la totalidad social, aquel espacio donde se produce sentido. El poder hegemnico, a travs de la causalidad estructural, reproduce
la arbitrariedad que deriva de la fuerza econmica de la
clase dominante (explotadora) de un modo particular: inculcando como necesaria y natural esa arbitrariedad, hacindola percibir como la forma natural. Adems, cumple
un papel fundamental en la reproduccin de la totalidad
social y, si bien esa instancia est determinada por otras
instancias (especialmente por las condiciones materiales
de existencia), aparece a veces transformando a las otras
instancias.
Volviendo ahora a la desigualdad entre culturas (culturas hegemnicas y subalternas), y la desigualdad dentro
de una cultura o de una sociedad (entre clases, sexos,
grupos, etc.), esas desigualdades ya no son producto de
dominacin
hegemona
(poltico)
(cultural)
102
explotacin
colonizacin
descolonizacin
Constructores de Otredad
103
Bibliografa
BALANDIER, G., Teora de la descolonizacin. Las dinmicas sociales, Buenos Aires, Tiempo Contemporneo,
1973.
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Las culturas populares en el capitalismo, Mxico,
Nueva Imagen, 1982
Ideologa y Cultura, Buenos Aires, UBA-FFyL,
1984
Desigualdad cultural y poder simblico, Cuadernos
de Trabajo, Mxico, ENAH, 1986
104
GODELIER, M., Modos de produccin, relaciones de parentesco y estructuras demogrficas, en Anlisis marxista y Antropologa Social, Barcelona, Anagrama,
1975.
Poder y Lenguaje. Reflexiones sobre los paradigmas y
las paradojas de la legitimidad de las relaciones de dominacin y de opresin, en Godelier, M., Communications,
Pars, 1979.
Los Baruya de Nueva Guinea: un ejemplo reciente
de subordinacin econmica, poltica y cultural de una
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de la Maison de Sciences de lHomme, Pars, 1991.
MARX, K., Prlogo a la Contribucin a la critica de la Economa Poltica, Buenos Aires, Cuadernos Pasado y Presente, 1984.
WILLIAMS, R., Marxismo y Literatura, Barcelona, Pennsula, 1980.
Constructores de Otredad
I
Si consideramos el patrimonio ambiental como el conjunto de derechos que tienen los hombres sobre el espacio
y los recursos que conforman su medio ambiente, cabe detenernos unos instantes para reflexionar sobre las relaciones afectivas que, en el medio urbano, vinculan a los
grupos sociales con el patrimonio ambiental.
No escapar al observador la diversidad de medio ambientes que conforman el heterogneo espacio urbano y
suburbano de la ciudad de Buenos Aires. Esta diversidad
se plasma en espacios caracterizados no slo por su uso diferencial (residencial, comercial, industrial), sino tambin
por la calidad de su equipamiento en bienes y servicios, su
grado de contaminacin y su nivel de vulnerabilidad frente a anomalas fsicas (inundaciones, por ejemplo) de difcil prediccin e impacto catastrfico, y a la propagacin
de plagas, enfermedades e incendios. Tampoco le ser difcil al observador determinar cmo se distribuyen los diferentes sectores socioeconmicos en los espacios urbanos
desigualmente equipados. Que los grupos sociales de mayores ingresos y riqueza ocupan las zonas ms privilegiadas
1
por su localizacin, acceso a servicios y calidad de vivienda, en tanto las clases populares quedan relegadas a los
espacios peor equipados y saturados por la alta densidad
poblacional y a medio ambientes contaminados y
vulnerables, ser una conclusin que no tardar en
hacrsele evidente.
Ahora bien, el hecho de que los sectores pobres urbanos se asienten en lo que ha pasado a ser algo as como
su nicho ecolgico tpico en la ciudad (villas miseria, por
ejemplo) no parece revelar el traslado de condiciones habitacionales rurales tradicionales al mbito urbano. Y ello
dado que muchas de las familias que componen estos sectores, o bien son viejos migrantes con varios aos de residencia urbana, o bien su origen campesino se remonta una
segunda o tercera generacin. Ms an, cabra puntualizar
ciertos contrastes importantes entre algunas estructuras y
funciones de las villas miseria que son justamente lo contrario del mbito de origen de los migrantes rurales; denssima carga demogrfica, contactos interfamiliares permanentes, baja dotacin de espacio verde, patrimonio natural
despedazado o contaminado, niveles de alta toxicidad, ausencia de un horizonte mnimo sin casas, etc. Resulta,
pues, ms oportuno entender la ubicacin espacial de los
sectores urbanos pobres en funcin de los escasos recursos
econmicos de que disponen, que les impiden instalarse
en medios de mayor calidad ambiental.
El hbitat no escapa al juego del mercado: no se trata
de un mero bien de uso sobre el cual el hombre, por su carcter de tal, puede ejercer directamente sus derechos patrimoniales. Por el contrario, el hbitat es una mercanca
sometida a las reglas de la oferta y demanda. Para acceder a
los espacios mejor provistos es preciso entrar en el mercado inmobiliario, afrontar el pago de la tierra y la vi-
Las conclusiones presentadas en este trabajo ponencia son parte de la investigacin Anlisis sociocultural de dos comunidades del Gran Buenos Aires:
impactos externos y autogestin, realizada por el equipo integrado por M.Sc. Mauricio Boivin, Lic. Victoria Casabona, Lic. Rosana Guber, Lic. Sofa
Tiscornia, bajo la direccin de la Ph D Esther Hermitte. Esta investigacin fue financiada por la Fundacin Interamericana y patrocinada por
FLACSO Programa Buenos Aires, 1983.
105
106
II
Nos interesa ahora mostrar de qu manera el manejo y
control de los recursos ambientales se constituyen en instrumento de reproduccin de relaciones asimtricas entre
los habitantes de un mismo espacio urbano. Expondremos
esta hiptesis a partir de la descripcin y caracterizacin de
los vnculos que entablan diferentes actores sociales a
travs de la manipulacin de un recurso fundamental: el
agua. Las reflexiones que siguen han sido elaboradas a
partir de un estudio realizado en un asentamiento perif-
Constructores de Otredad
Los costos que implica el enganche hace que los pobladores que cuentan con escasos recursos econmicos no
puedan adoptar esta solucin. Es el caso de los ocupantes
de las tierras fiscales, ubicados a unos 100 metros de la red
de suministro general. La prolongacin por conexiones
domiciliarias les resulta ms costosa que a los ocupantes de
los lotes cercanos a dicha red, en su mayora compradores.
La manera de abaratar los costos de conexin es aprovechando un enganche realizado previamente por otro
vecino, acortando as la distancia a cubrir. Esto slo es posible hacerlo con el acuerdo del dueo de la conexin clandestina, quien selecciona segn sus intereses y relaciones a
los beneficiarios de la red instalada por l. Puede negarse a
brindar esta facilidad argumentando que si otros se suman
a su caera disminuir la presin del agua que llega a su
domicilio. De esta manera, quien dispone del recurso se
halla en condiciones de pautar el acceso al mismo e imponer condiciones de transaccin que no siempre son explcitas o fcilmente detectables exigiendo ciertas reciprocidades en forma de trabajo o favores diversos, entre los
cuales debe hallarse el prestar algn tipo de apoyo.
En efecto, cuando algn vecino no dispone de medios
para hacer un aporte monetario y solventar la conexin
clandestina, puede colaborar trabajando en su instalacin.
Esto le valdr el acceso al agua de las canillas instaladas en
el domicilio de quien pag los materiales. O bien, se da el
caso del vecino que fue autorizado a engancharse en la
instalacin de otro que participa en actividades deportivas,
de fomento o polticas. El apoyo a quien le brind esa facilidad puede manifestarse en su asociacin a la organizacin en cuestin, respaldo a su dador ante algn conflicto,
etc.
Quienes no pueden afrontar el gasto de realizar sus conexiones domiciliarias (sea directamente a la caera de
OSN, sea directamente aprovechado el enganche clandestino de algn vecino), se hallan en una situacin lmite.
Estos pobladores dependen de las bocas pblicas que,
adems de funcionar slo en ciertas pocas del ao, el
agua que se obtiene de ellas no siempre es potable. Esto se
debe a que, para extraer agua en los momentos crticos, los
vecinos cavan pozos buscando llegar directamente a las caeras mediante conexiones provisorias. Los pozos en los
que stas se realizan son depresiones donde se mezclan
afluentes domiciliarios lquidos, agua de lluvia e incluso
afluentes slidos en diversos niveles de contaminacin.
Por otra parte, como la conexin provisoria no est se-
107
108
Constructores de Otredad
Bibliografa
CASTELLS, M., La cuestin urbana, Siglo XXI, Madrid,
1974.
OSZLAK, O., El derecho al espacio urbano, Cedes, Buenos
Aires, 1982. (Ed. min.).
109
l interrogarse sobre las relaciones entre poder y lengua, uno se embarca en una reflexin con varias etapas. Por mi parte, en una primera etapa, encarar un caso
particular extrado de mi experiencia como antroplogo:
el anlisis de las relaciones entre el poder y el lenguaje entre los Baruya de Nueva Guinea; en una segunda etapa, intentar mostrar que el punto ms fuerte de un poder de
opresin, de dominacin, no es justamente el de la fuerza
fsica, sino por el contrario el del consentimiento de los
dominados a su dominacin. As, el problema es el de una
paradoja sobre el paradigma de legitimidad. Estas reflexiones permitirn, en una tercera etapa, sugerir una manera
de reflexionar sobre el problema esencial de las condiciones de aparicin de las clases y del Estado, es decir, de los
procesos que han puesto fin a las sociedades llamadas
primitivas.
Primer problema, primera etapa, el anlisis de un caso,
los Baruya de Nueva Guinea. En las altas montaas del interior de Nueva Guinea viven Los Baruya, su tribu ha estado controlada por el poder australiano desde 1960, despus de haber tenido su primer contacto con los blancos
en 1951.
Es una sociedad sin jefe, acfala, dividida en clanes patrilineales, compuestos casi nicamente por dos grupos sociales fusionados: un grupo autctono y un grupo de inmigrantes, llegados hace varios siglos luego de una guerra
infeliz. Estos inmigrantes, luego de un tiempo, han tomado el poder entre los autctonos, al menos para ser ms
precisos, luego de un cierto tiempo una parte de los autctonos traicion y termin por asociarse con los refugiados
expulsando, luego, al resto de la poblacin local. En una
110
Constructores de Otredad
111
112
Constructores de Otredad
113
114
Constructores de Otredad
Este trabajo se public en la revista Ena, N 32, julio a diciembre 1984, Olavarra.
115
villa miseria de la zona sur del Gran Buenos Aires; la antigedad aproximada de este asentamiento es de cuarenta
aos; aunque espacialmente circunscripto en 4.000 m2
de terrenos fiscales, se encuentra en proceso de creciente
densificacin: actualmente aloja a ms de 10.000 habitantes. La poblacin masculina se desempea predominantemente en la estiba portuaria, la estiba de camiones,
la construccin y otros trabajos temporarios; la femenina, en el servicio domstico o en su hogar (Hermitte,
et.al.,1983).
Teniendo presente la influencia y el condicionamiento
ejercidos por las circunstancias histricas en el sistema
ideolgico, debemos advertir que tanto el planteo de esta
investigacin como la recoleccin de datos y su anlisis
posterior se han llevado a cabo durante los ltimos dos
aos de un rgimen militar autoritario y fuertemente represivo, donde los reclamos populares apenas dejan or su
voz a travs de los conflictos aislados o de pequeos alcances. De manera que nuestras conclusiones acerca de la
identidad de la poblacin de esta villa miseria en particular, en este perodo determinado, no debieran ser aplicadas a otros asentamientos en otros perodos histricos,
sin antes haber procedido a un anlisis minucioso del contexto respectivo.
I
Al producirse el arribo de los primeros contingentes significativos de migrantes internos (1930-1940) a las grandes
ciudades del Litoral argentino y a la Capital Federal, renaci con mayor fuerza un viejo fenmeno de profunda
raigambre en nuestra historia: la confrontacin entre el
Puerto blanco, europeizante y centralista, y las Provincias
federales y mestizas. La poblacin que resida en los mayores centros urbanos era de origen predominantemente
europeo, la inmigracin ultramarina haba arribado a la
Argentina en importantes contingentes entre 1880 y
1940, provocando sensibles transformaciones en la estructura socioeconmica, poltica y cultural de la Argentina
(Germani,1966). Con la llegada de los primeros inmigrantes provincianos a las ciudades del Litoral, la confrontacin entre nativos y extranjeros se volvi particularmente conflictiva, no slo por razones de ndole laboral,
sino tambin por las connotaciones tnicas de lo que, a la
sazn, muchos calificaron como una verdadera invasin:
el aluvin zoolgico2 (Taylor,1981). Los migrantes ultramarinos, sus descendientes y las familias tradicionales
del Ro de la Plata apodaron al recin llegado con los
Expresin acuada y empleada en la dcada del 40 para calificar a la clientela poltica del peronismo, proveniente, en su mayor parte, del interior
argentino.
116
Constructores de Otredad
II
En la Capital y el Gran Buenos Aires el villero es una figura social a la que se suele caracterizar por su anomia, es
decir, carencia de reglas y de moral; por su apata, al no
preocuparse por el progreso material y espiritual, ni tampoco por el porvenir de sus hijos. Sucio, promiscuo e indigente, se abandona a la vida fcil y se dedica al robo; si trabaja, lo hace para satisfacer las necesidades del da y para
pagar algunos vicios, pues se da especialmente a la bebida;
estos rasgos pueden explicarse segn esta caracterizacin por la incultura, ignorancia y su desconocimiento
de las normas de urbanidad y, se argumenta en algunos
casos, por su inocencia provinciana, el excesivo apego a
tradiciones rurales que obstaculizan su camino hacia la integracin cultural, hacia una exitosa movilidad socioeconmica.
Por sustentarse en los valores de los sectores hegemnicos -clases medias y burguesa portea-, es a partir de
esta imagen que la poblacin bonaerense conoce al villero.
Este, por su parte, se hace cargo de la misma y algunos de
sus rasgos pasan a constituir su propia identidad social.
Para reproducir el sistema, el esquema normativo3 hegemnico promueve determinados atributos de los
grupos sociales, y desaprueba otros, trazando as el camino hacia el buen sentido prevaleciente, camino que
idealmente pueden y deben recorrer todos los miembros de una sociedad. En esta tarea pedaggica se prueba
ciertas identidades en las cuales se deposita todo lo abyecto y vergonzante, lo que no corresponde al deber
ser. Atributos con estas connotaciones desacreditan a
sus portadores, justificndose entonces un trato diferencial para con ellos. E. Goffman denomina estigmas a
estos atributos (Goffman, 1970). El estigma es un rasgo
de connotaciones sociales negativas, no por tratarse de
caractersticas despreciables en s mismas, sino por constituir significaciones que han ido elaborando los sujetos
sociales.
Podemos reconocer la identidad social villera a partir
de dos caractersticas que no slo son manifiestas sino que,
3
III
Segn E. Goffman, la teora del estigma es una ideologa
que pretende explicar la inferioridad del estigmatizado y
dar cuenta del peligro que representa esa persona para la
sociedad (Goffman, 1970). En esta seccin examinaremos
la conceptualizacin que tiene el villero acerca de su condicin y, ms especficamente, acerca de las dos caracters-
Retomamos aqu la expresin acuada por G. Germani como el conjunto de valores y normas que definen las categoras (status), las reas legtimas, esperadas o toleradas de participacin y los mecanismos de asignacin de los individuos a cada categora (GERMANI, 1980:71). Slo que,
segn nuestra acepcin, este esquema normativo es el hegemnico, pertenece a las clases dominantes y, por lo tanto, su preservacin est sujeta a
complejos procesos de lucha y confrontacin entre las clases y los sectores sociales.
Su identidad poltica predominante peronista, su bagaje cultural provinciano y las connotaciones relativas a la ignorancia, son tres aspectos que, si
bien relevantes, dejaremos parcialmente de lado en el siguiente anlisis.
117
III.1
En estas pginas emplearemos el concepto de pobreza
como trmino relativo que se resignifica segn el contexto
sociocultural, ello no obsta para que podamos identificarla
en aquellos grupos humanos cuyas necesidades vitales se
encuentran apenas resueltas; pero lo que aqu nos interesa
es la conceptualizacin y manipulacin social que se hace
de la misma.
La pobreza se dimensiona y reconoce por comparacin; contrastada con las pautas de los sectores medios bonaerenses, con los dictados de los medios masivos de comunicacin, los villeros se consideran como pobres; sin
embargo, comparado con las condiciones de vida de muchos de estos inmigrantes en sus lugares de origen, entienden haber experimentado notorios avances, conquistado nuevas comodidades y beneficios inimaginables en el
medio rural y semiurbano de algunas provincias argentinas.
En una villa miseria, la primera impresin de la pobreza se manifiesta en el estado edilicio, sanitario y urbanstico del vecindario, en la restriccin al consumo, especialmente de artculos alimenticios, vestimenta y medicamentos. Los efectos de esta carencia obedecen, por una
parte, a la falta de ciertos recursos en especial, de comida y por la otra, a la acumulacin de diversas carencias,
de modo que podramos hablar de un efecto multiplicador
de la pobreza. Este efecto consiste en la complejizacin
progresiva de distintas necesidades no satisfechas, por la
falta de recursos econmicos; pero la suma de estas necesidades se vuelve, en s misma, el origen de nuevas y cada vez
ms apremiantes dificultades. Ello puede ejemplificarse
con lo que ocurre en las reas laboral, sanitaria y educacional.
Es frecuente que el jefe de familia, a veces el hombre, a
veces la mujer, carezca de un empleo estable que le brinde
la cobertura social correspondiente; al no contar con ingresos regulares, la previsin a mediano plazo y la administracin mensual o quincenal de los fondos domsticos se
tornan imposibles, y los gastos deben planificarse diariamente. Al no contar con una cobertura social adecuada, la
enfermedad de cualquier miembro de la familia es mucho
ms costosa, porque los mayores suelen postergar sus tratamientos mdicos en pos de resolver necesidades ms urgentes. Ante los primeros indicios de enfermedad, el adulto recurre a remedios caseros o patentados que les recomiendan quienes haya presentado sntomas similares. La
jornalizacin de los puestos en que suelen emplearse mu-
118
Constructores de Otredad
Otro aspecto a destacar de las diversas causas de su pobreza, es el de los reiterados engaos y abusos de la autoridad hacia el villero. En su larga historia se encuentran sobrados ejemplos en que esta poblacin fue manipulada
polticamente bajo promesas vanas de mejorar su situacin. En otros casos, la gestin oficial o su interrupcin
por un golpe de estado o diversos negociados con las tierras, desvanecieron planes villeros de relocalizacin, pavimentacin, transferencias de ttulos de propiedad del
suelo, etc.
Estas explicaciones no son excluyentes, y sealan claramente los deseos de movilidad socioeconmica del sector
y la valoracin negativa de su pobreza. Esto es significativo
cuando se lo contrasta con aquellas interpretaciones extragrupales que suponen que el pobre se descansa en su situacin y que es feliz en su miseria; no hay tal acostumbramiento ni tal comodidad.
El villero responde a su pobreza y a las dificultades derivadas con el esfuerzo, abrindose paso entre estrategias
inexploradas a las que otros grupos sociales no necesitan
recurrir. En el discurso de algunos informantes, stos se
enorgullecen de ser dctiles, adaptables a las circunstancias y a la adversidad: el pobre siempre se las arregla para
comer. Aunque no siempre sea as, transmiten la verdadera imagen de que buena parte de las energas se invierten
en la implementacin de las ms variadas tcticas para resolver cuestiones primordiales. El villero se desempea en
todo tipo de trabajos sucesiva o simultneamente, y se
jacta de realizar aqullos que revisten un alto riesgo personal sin hallar ms compensacin que una exigua paga
diaria. La destreza y la valerosidad son, pues, cualidades
que acompaan a las grandes dificultades para emplearse.
El discurso villero altera el signo de sus condiciones de
vida, por momentos, extremadamente deficientes, exaltando sus virtudes de selfmade man. Ac uno se rebusca, si
hay que hacer de changador, changuea; si hay que cirujear5, cirujea. Reconoce la precariedad del asentamiento,
y entiende que sus vecinos por lo general, no se acusa a s
mismo son tambin culpables del mal estado de una
zanja o de un pasillo. Pero, por otra parte, se jacta de las tareas que l o alguna organizacin vecinal y partidaria en la
que participa han emprendido por s solos, sin el apoyo
municipal ni de tcnicos especializados para la mejora barrial.
Diversos testimonios concluyen valorando positivamente vivir en la villa, habiendo rechazado ofertas de parientes y amigos de mudarse a otros barrios mejores pues
yo no quiero deberle nada a nadie. Vivir en la villa sera,
119
III.2
El villero sabe que la villa es un lugar mal mirado por la
gente. Reconoce que decir soy de la villa puede significar que el extrao sospeche de inmediato de sus condiciones morales. Comparte con el no villero la concepcin
de que en las villas miseria residen ladrones, prostitutas,
borrachos y jugadores. No slo lo afirma sino que,
adems, algunas medidas de disciplina que impone en su
hogar condicen con este hecho,; no se permite a los menores ni a las jvenes ausentarse del hogar ms all del
anochecer; se teme a los incendios intencionales provocados por rencillas entre facciones o entre bandas delictivas y policiales; se acompaa a las mujeres que salen a
trabajar antes de que amanezca para evitar que sean agredidas.
Esta caracterizacin le trae al villero diversos inconvenientes y limitaciones en su interaccin con los no villeros;
p.e., en lo concerniente al plano laboral, las fbricas vecinas no contratan villeros para puestos fijos sino para
temporarios, mediando el vnculo de un contratista. El
personal de estas empresas argumenta que los villeros son
irresponsables, bebedores y ladrones, y que pondran en
peligro la continuidad de tareas consideradas de importancia. El villero, por su parte, afirma no entender la medida, pues si es pobre, necesita ms que cualquier otro postulante ese empleo, y har todo lo posible para conservarlo. Cuando en una escuela cercana a la villa faltan tiles
escolares, algunas madres acusan de inmediato a los nios
villeros. En los hospitales, donde muchas madres solteras
villeras dan a luz a sus hijos, el personal de enfermera hace
sentir a la parturienta la culpa por su inmoralidad que la ha
llevado a concebir un hijo por el cual en ese momento se
asusta y sufre.
Algunas de las causas atribuidas a que las villas miseria
sean consideradas antros de inmoralidad son:
Diversos negocios turbios cuyo escenario es la villa son
conducidos por personal extravillero, capitalistas que
lucran explotando al villero y extrayndole su dinero;
La villa miseria es la trastienda de la ciudad; aqu vienen
ciudadanos respetables a hacer todo lo prohibido y
luego se van, diciendo que la villa es un conglomerado
de malvivientes;
Frecuentemente, ladrones de otras partes o de las inmediaciones, se internan en la villa para burlar la persecucin policial; los agentes no se aventuran por los
120
Constructores de Otredad
IV
Como se expuso ms arriba, el estigma es aquel atributo
que, por su significacin social, suministra informacin
acerca de su portador, una informacin que puede ser manipulada en funcin de la interaccin. La utilizacin del
estigma (p.e., la ceguera, una deformacin fsica, desconocer el idioma del medio, pertenecer a una raza, credo,
grupo tnico o ideologa poltica perseguidos), interviene
decididamente en las sucesivas redefiniciones sociales
como si fueran constantes negociaciones acerca de cules
son las limitaciones y las ventajas que este rasgo peculiar
impone.
Ser villero es un estigma que el nio aprende
adems de algunos comentarios de sus mayores desde
los primeros aos de la escuela. Aqu, cada alumno adquiere una imagen de s mismo por contraste con los
dems compaeros, internalizando juntos el cdigo normativo hegemnico de la sociedad. A travs de las consignas lanzadas por las autoridades escolares, el nio recibe
una serie de pautas tiles para llevar, tareas que realizar,
una conducta a observar, un vocabulario adecuado,
etc. cuyo incumplimiento no slo sancionan las autori-
dades, sino tambin sus propios compaeros. La burla masiva hacia un nio con alguna enfermedad eruptiva
evidente, con signos de alguna golpiza paterna o carente
de los tiles necesarios todo lo cual puede ser frecuente y
generalizado entre los escolares de los establecimientos
cercanos a una villa miseria puede expresarse bajo la
forma de los motes sucio, negro villero, etc.; el damnificado entiende bien pronto el tono peyorativo de estos
trminos aunque todava no conoce sus connotaciones
precisas; intuye que ser villero no es bueno y, consiguientemente, aprende a ocultarlo. Esta actitud se ve agudizada en escuelas alejadas a su barrio, privadas y secundarias donde, si los hay, los villeros son una nfima minora.
Los adolescentes y, particularmente, los jvenes son
quienes ms frecuentemente encubren su identidad. Ello
podra obedecer al intento de las muchachas de establecer
una pareja con jvenes no villeros, como tambin a las
connotaciones inmorales que tiene ser villero y a los
ideales de moralidad exigidos por esta sociedad a la mujer.
Asimismo, muchos adultos de ambos sexos ocultan su
identidad, ya sea por motivos laborales, ya sea por vergenza ante sus propios compaeros, especialmente si la
mayora no pertenece a su vecindario. En estos casos el
ocultamiento de la identidad va a la par de diversos intentos por salir de su condicin. Esta bsqueda de movilidad social junto al hecho de desenvolverse en medios no
villeros hace que el estigmatismo encubra aquel factor que
lo diferencia de sus compaeros.
El ocultamiento y la vergenza conducen tanto a los
nios como a adultos a la fragmentacin de su vida social.
Una primera imposicin externa, como es ocultar el
origen social, cultural y geogrfico del villero, excluir experiencias y sucesos barriales de los temas de conversacin
organizacin y participacin en tareas vecinales, reparacin urbanstica, comentarios sobre algn evento particular, una inundacin, la erradicacin del predio, etc. se
traduce, a la larga, en un desconocimiento deliberado de la
propia historia y necesidades del propio lugar en la estructura social y, en muchos casos, en la desvalorizacin y el
ocultamiento vergonzante de la propia familia, de los vecinos y, en definitiva, de la propia persona.
Hemos observado que esta actitud responde ms bien a
quienes estn en condicin de lograr un ascenso social.
Aqullos que se encuentran sumergidos en su pobreza, carente de trabajo estable y de ingresos regulares, son bastante menos enfticos en este aspecto. Su medio habitual
es la villa y los empleos donde predominan trabajadores de
esta extraccin.
Sin embargo, no todas las circunstancias son adecuadas para ocultar informacin social; a veces es conve-
121
niente que el villero exprese, de modos diversos, su identidad social. En efecto, su manifestacin puede definirlo a
la par, en posicin inferior o superior respecto de su interlocutor, dependiendo de rasgos personales, de las circunstancias de la interaccin y de los fines de la misma.
Cuando se define como tal, el villero suele presentarse
ante los dems con distintos matices que denotan su inferioridad.
Como carenciado, se muestra necesitado, minusvlido, incapaz de valerse por s mismo. La actitud y el discurso adquieren un tono suplicante, de demanda lastimera, de queja y ruego hacia el no villero quien, a partir de
su conmiseracin, pasar a hacerse cargo de las desventuras del pobre haciendo uso de sus influencias, su poder y
su status econmico suponiendo, adems, que el villero
est totalmente desprotegido e inerme ante su triste destino. En este caso, la manifestacin de la identidad villera a
travs de la ostentacin de la pobreza, contribuye a la obtencin de beneficios secundarios. Esta actitud ha sido reforzada desde la poltica de diversas instituciones, fundamentalmente la Iglesia Catlica, las organizaciones de Beneficencia, las gestiones oficiales y los partidos polticos
(especialmente el Partido Justicialista, que ha tenido mayor insercin partidaria en los sectores populares). El villero se define ante ellos desde el ngulo de clientela pertinente; ante la Iglesia, el villero aparece como pobre y fiel
cristiano; ante las organizaciones de beneficencia, como
simple carenciado; ante el Partido Justicialista, como pobre y peronista.
En razn de sus connotaciones inmorales, el villero
puede presentarse en una posicin de inferioridad defensiva, cuando ante la mera presencia de un extrao no villero,
sin responder a acusacin explcita alguna, el villero se excusa por su precaria condicin, por la suciedad del hogar,
por el fro dentro de su vivienda, por las goteras, por las incomodidades, o reprende de manera excesiva a sus hijos
cuando stos andan desarrapados, descalzos o emplean un
lxico inoportuno ante el visitante, demostrando as, conocer y compartir con ste su cdigo y sus pautas.
En relacin con esta imagen, el villero puede mostrarse
como un aliado del no villero, sabindose en una condicin desventajosa, se manifiesta conocedor de todos los estigmas que pesan sobre su sector social y aprueba las conclusiones que extrae el no villero. El villero hace gala de su
propia moralidad, se queja de la inconducta de sus vecinos
y la precariedad general del asentamiento, con el fin de
prevenir al visitante que l es diferente al resto, que no
comparte las connotaciones negativas de vivir en una villa.
Al ocupar una posicin de inferioridad replegada, el silencio y la abstencin son, quizs, la respuesta ms fre-
122
cuente ante una relacin claramente asimtrica. Si el extrao emite una afirmacin que sentencia y desvaloriza la
calidad humana y moral del villero, ste ni asiente ni refuta. En repetidas ocasiones hemos observado cmo el
portador de esta identidad estigmatizada desviaba la mirada y aguardaba a que su interlocutor cambiara de tema
de conversacin. Esta actitud es particularmente adecuada
cuando hay en juego una transaccin, ya sea un empleo o
la entrega de un bien al villero. En estos casos, su abstencin garantiza la continuidad de la relacin y, sobe todo, la
obtencin de ciertos beneficios. Por otra parte, el silencio
que aparenta una falta de respuesta o la pasividad, en realidad encubre una disconformidad no explicitada que, a la
vez, no arriesga la fuente de recursos materiales y laborales.
En una posicin contestataria, donde la inferioridad da
lugar a cierta equiparacin de los interlocutores, el silencio
es reemplazado por distintas explicitaciones de disconformidad. El villero puede increpar al maldiciente y prejuicioso, mediante una mirada fija y desafiante, y/o a travs
de la agresin fsica directa.
Parecen relativamente pocas las circunstancias en las
cuales el villero puede detentar una posicin de superioridad ante el no villero. Sin embargo, ello ocurre cuando
ste depende de aqul para alguno de sus fines. P.e., el territorio que comprende la villa miseria es una terra incgnita donde el extrao siente temor a la agresin y a perder
el rumbo en la ininteligible trama de pasillos internos. Los
funcionarios de distintas reparticiones oficiales censistas,
asistentes sociales, celadores, maestros, carteros y todo
aquel que deba internarse en la villa proveedores, cobradores, vendedores, levantadores de apuestas requieren de
la mediacin de un conocedor para ubicar a determinadas
personas, devolver un nio a la escuela, canalizar ayuda a
la poblacin, etc. Los villeros se transforman en verdaderos baquianos, concientes de su saber exclusivo y de su
rol insustituible. An as, la decisin de brindar la ayuda
solicitada depender de un conjunto de factores circunstanciales y personales. El villero se torna un mediador a la
vez que un protector del extrao en la villa y, eventualmente, de aqullos que residen en los barrios aledaos, en
la medida que puede interceder para la bsqueda de objetos perdidos o para prevenir el robo en ciertas viviendas pues pertenecen a amigos.
V
En esta seccin intentaremos exponer el papel desempeado por los villeros respecto a la constitucin de su identidad, cuyo significado se encuentra fuertemente condicionado por el sector hegemnico. Podemos resumir este
punto en dos premisas:
Constructores de Otredad
123
Constructores de Otredad
Bibliografa
BRUNNER, J.J., Apuntes sobre la figura cultural del pobre, Santiago de Chile FLACSO, Documento de Trabajo N 69, 1978. I Parte.
GERMANI, G., Poltica y sociedad en una poca de transicin: de la sociedad tradicional a la sociedad de masas,
Buenos Aires, Paids, 1966.
HERMITTE, E. Y M. BOIVIN, Erradicacin de villas miseria y las respuestas organizativa de sus pobladores".
Ponencia presentada en el XI ICAES, Vancouver, Canad, 1983.
125
civil, pero que era menester buscar la anatoma de la sociedad civil en la economa poltica. Comenc en Pars la
investigacin de esta ltima, prosiguindola en Bruselas,
hacia donde haba emigrado como consecuencia de una
orden de expulsin del seor Guizot. El resultado general
que obtuve y que, una vez obtenido, sirvi de hilo conductor de mis estudios, puede formularse brevemente de
la siguiente manera. En la produccin social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones,
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
produccin que corresponden a un determinado estadio
evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relaciones de produccin constituye la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la cual se
alza un edificio [Uberbau] jurdico y poltico, y a la cual
corresponden determinadas formas de conciencia social.
El modo de produccin de la vida material determina [bedingen] el proceso social, poltico e intelectual de la vida en
general. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo
que determina su conciencia. En un estadio determinado
de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradiccin con las relaciones de produccin existentes o lo cual slo constituye una expresin jurdica de lo mismo con las relaciones de propiedad
dentro de las cuales se haban estado moviendo hasta ese
momento. Esas relaciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas en ataduras de las mismas. Se inicia entonces una poca de revolucin social.
Con la modificacin del fundamento econmico, todo ese
edificio descomunal se trastoca con mayor o menor rapidez. Al considerar esta clase de trastrocamientos, siempre es menester distinguir entre el trastrocamiento material de las condiciones econmicas de produccin, fielmente comprobables desde le punto de vista de las ciencias
En: Introduccin General a la Crtica de la economa poltica/1857. 1. Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI, Mxico, 1984.
126
naturales, y las formas jurdicas, polticas, religiosas, artsticas o filosficas, en suma, ideolgicas, dentro de las
cuales los hombres cobran conciencia de este conflicto y lo
dirimen. As como no se juzga a un individuo de acuerdo
con lo que ste cree ser, tampoco es posible juzgar una
poca semejante de revolucin a partir de su propia conciencia, sino que, por el contrario, se debe explicar esta
conciencia a partir de las contradicciones de la vida material, a partir del conflicto existente entre fuerzas sociales
productivas y relaciones de produccin. Una formacin
social jams perece hasta tanto no se hayan desarrollado
todas las fuerzas productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente, y jams ocupan su lugar relaciones de
produccin nuevas y superiores antes de que las condiciones de existencia de las mismas no hayan sido incubadas en el seno de la propia antigua sociedad.
De ah que la humanidad siempre se plantee slo tareas que puede resolver, pues considerndolo ms profundamente siempre hallaremos que la propia tarea slo surge
cuando las condiciones materiales para su resolucin ya
existen o, cuando menos, se hallan en proceso de devenir.
A grandes rasgos puede calificarse a los modos de produccin asitico, antiguo, feudal y burgus moderno de pocas progresivas de la formacin econmica de la sociedad.
La relaciones de produccin burguesas son la ltima for-
ma antagnica del proceso social de la produccin, antagnica no en el sentido del antagonismo individual, sino
en el de un antagonismo que surge de las condiciones sociales de vida de los individuos, pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa
crean, al mismo tiempo, las condiciones materiales para
resolver este antagonismo. Con esta formacin social concluye, por consiguiente, la prehistoria de la sociedad humana.
[...]
Este esbozo acerca de la marcha de mis estudios en el
terreno de la economa poltica habr de demostrar solamente que mis puntos de vista, como quiera se los pueda
juzgar y, por poco que coincidan con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el resultado de una investigacin escrupulosa y que ha llevado largos aos. Sin
embargo, al entrar en la ciencia, as como en la entrada al
Infierno, debe formularse esta exigencia:
127
La politizacin de la cultura1
Susan Wright
n los primeros aos de la antropologa social moderna, los antroplogos anunciaron a la Seccin H de la
Asociacin Britnica sus hallazgos y avances tericos ms
importantes para el Avance de la Ciencia. Como presidente de esta Seccin en 1997, eleg encarar los desarrollos
contemporneos de uno de nuestros ms antiguos conceptos, cultura, como una manera de continuar esa tradicin.3
Por qu ser tan audaz como para involucrarse con una
palabra sobre la cual Williams (1976: 87) declar que era
una de las dos o tres ms complicadas del idioma ingls y
que en la antropologa britnica, norteamericana y europea ha tenido historias complejas, disputadas y muy diferentes? Para mediados de siglo, Kroeber y Kluckhohn
haban encontrado 164 definiciones en su famosa revisin
de lo que los antroplogos queran significar por cultura
(1952: 149). Para 1970, cuando la antropologa cultural
se estableci en EE.UU. como uno de los cuatro campos
de la antropologa, en la antropologa britnica el trmino
cultura casi haba desaparecido de vista. En los ltimos
diez aos, con la ayuda de los estudios culturales, la cultura ha recuperado el centro de la escena en la antropologa britnica. El objetivo de este artculo no es hacer un
recuento de cuntas definiciones de cultura han generado los antroplogos hacia fin de siglo. Ms bien, el artculo profundiza en la observacin de Kroeber y Kluckhonn de que la aparicin de estas [definiciones] en el
tiempo es interesante dado que de hecho la distribucin
de todo fenmeno cultural ya sea en el espacio o el tiempo
revela significacin (ibid.). El objetivo es tratar la prominencia (o distribucin en trminos de Kroeber y Kluckhonn) de la cultura en los 90 como un fenmeno cul-
1
2
3
128
cin de Tylor (1871) de cultura como la totalidad del estilo de vida de un grupo o sociedad marc un punto de
partida para los antroplogos sociales modernos:
Cultura es ese todo complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, leyes, costumbre, y cualquier otra capacidad y hbito adquiridos por el hombre
[sic] como miembro de la sociedad (Tylor 1871: 1: 1)
Si ste fue el punto de partida, no constituy una base
para el consenso: los antroplogos siguieron senderos divergentes. El enfoque de Tylor consisti en combinar la
idea romntica de Herder de que las naciones, los grupos
al interior de las naciones y las personas en diferentes perodos tienen culturas distintivas, con una clara idea de
que cada una de dichas culturas se encontraba en un estadio diferente en la evolucin de la civilizacin o en una
progresin hacia la racionalidad europea. Boas rechaz el
evolucionismo social de Tylor. Puso el acento en la particularidad de cada cultura como resultado de las respuestas del grupo a condiciones medioambientales y de
su desarrollo histrico especfico. Al tratar a la cultura
como el producto de fuerzas histricas y sociales, y no
biolgicas, critic el determinismo racial (Stocking
1974: 221). En Gran Bretaa, Malinowski y sus estudiantes promovieron una crtica diferente de la concepcin racionalista victoriana de hombre a travs de argumentar que lejos de ser salvajes e ilgicos, cada uno de
los pueblos de frica, Asia del Sur y el Pacfico tenan un
estilo de vida distintivo, racional y legtimo que deba ser
valorado: enfatizar la autenticidad y la coherencia de las
distintas culturas era una manera de resistir la misin civilizatoria fundamental al proyecto colonial europeo
(Merry 1997). Los antroplogos diferan profundamente en sus teoras y en los aspectos que cuestionaban del
pensamiento occidental, pero compartan una idea del
mundo como formado por pueblos, cada uno con un
estilo de vida coherente, o cultura.
Para 1970, lejos de ser radical, esta idea de que un pueblo tena una cultura fue vista como un elemento crucial
del colonialismo. Para los crticos, esta idea de cultura
creaba entidades fijas en las que Occidente pudiera intervenir. Mediante la medicin, categorizacin, descripcin,
representacin y consecuente supuesto conocimiento de
los otros, los objetos de dicho conocimiento eran transformados en los sujetos de nuevas formas de poder y control
(Asad 1973, Said 1978). Esta idea otrora progresista tambin fue tomada en forma regresiva (en sentido contrario)
por nacionalistas extremos que la usaron no slo para defender sus reclamos de independencia y soberana, sino
tambin para profundizar las polticas de xenofobia, exclusin y limpieza tnica.
129
No intentar resumir todos los debates de los 70 en la antropologa norteamericana, britnica y francesa sobre dnde resida la cultura en una
estructura de actual relaciones sociales (Radcliffe-Brown), en un conjunto subyacente de valores, ideas y principios que informaban todos los dominios de la organizacin social, econmica y poltica (Evans-Pritchard), en un patrn superorgnico de fuerzas abstrado de eventos y comportamiento observados (Kroeber), en un plano de sistemas de smbolos culturales (Schneider), en los procesos de la mente humana que producen
sistemas simblicos formalmente similares (Lvi-Strauss), en las mentes de los individuos, como un algoritmo etnogrfico de lo que necesitan saber para operar como miembros de la sociedad (Goodenough), o como sistemas interconectados de signos comprensibles, a travs de los cuales la
accin simblica pblica puede ser interpretada (Geertz). Existen numerosos resmenes de ese tipo, como por ejemplo Keesing (1974).
En contraste con la usual delineacin de un giro en antropologa de estructura a significado, al centrarme en el artculo de Asad, estoy dando significacin a un giro de significados esenciales a disputa.
130
Constructores de Otredad
construidas situacionalmente, en lugares y tiempos particulares. Este no es tan slo un fenmeno urbano occidental de los 90. En una tribu en Irn en la que desarroll
un trabajo de campo en los 70, la poblacin estaba formada por capas de refugiados. Identidades mltiples se
negociaban constantemente: se mantenan o reinventaban
conexiones con personas en las tribus de las que haban escapado; no haba una cultura definida, consensual, autntica, ahistrica. Los desarrollos tericos de los estudios culturales, y de la antropologa postestructural y feminista,
nos han llevado a comprender que las culturas no son, ni
fueron nunca, entidades naturalmente definidas.
La fractura del concepto central de la antropologa social nos ha llevado a mirar nuevamente al colonialismo.
Ortner (1984) cuestion la imagen original del poder colonial y la fuerza destructora del capitalismo haciendo
impacto sobre, e insertndose en, una cultura local indgena. Ella y otros han sido crticos de la manera en que
tanto el colonialismo como la cultura local aparecen
como entidades unitarias en esta imagen (Asad 1993: 5).
Qu mejor eleccin de un espacio en el cual desafiar esta
imagen que el tipo de locacin en la que el viejo concepto
de cultura fue fundado: una isla remota a mitad de camino en el cruce del Ocano Pacfico? Merry (1997) estudi el Hawaii de los siglos XIX y XVIII, y encontr que
un impresionante surtido de gente desde Noruega a China
estaba presente en lo que ella denomina no una comunidad local sino una zona de contacto. En un espacio no
delimitado, esta mezcla de personas recurra a las prcticas
de sus diversos lugares de origen, a la luz de sus intereses
del momento, para decidir cmo organizar el trabajo, el
comercio y las relaciones sociales. Las disputas tuvieron
lugar entre personas en relaciones asimtricas de poder,
respecto de sus mltiples y contradictorias lgicas culturales. Cada actor procuraba maniobrar, en situaciones polticas y econmicas impredecibles, para definir o asegurarse el control de smbolos y prcticas. Los smbolos y las
ideas nunca adquiran un conjunto de significados cerrado
o ntegramente coherente: eran polivalentes, fluidos e hbridos. Los trminos clave cambiaban su significado en diferentes momentos histricos. Cuando una coalicin de
actores ganaba ascendencia en un momento histrico particular, institucionalizaba su significado de los trminos
clave como ley.
El de Merry es un buen ejemplo de la nueva idea de
cultura como un proceso conflictivo de construccin de
significado. El conflicto se da en torno del significado de
trminos y conceptos clave. Cmo son construidos y disputados estos conceptos por parte de actores diferencialmente posicionados quienes apelan a vnculos locales, na-
cionales y globales dentro de relaciones de poder desiguales? De qu forma la disputa est enmarcada por prcticas y reglas implcitas o los actores las desafan, fuerzan
o reinterpretan tambin como parte de la disputa? En un
flujo de acontecimientos, quin tiene el poder para definir? Cmo evitan que otras maneras de pensar respecto
de estos conceptos sean escuchadas? Cmo se las arreglan
para hacer que sus significados resistan, y cmo utilizan las
instituciones para tornarlos autorizados? Con qu resultados materiales?
Sue Reinhold (1993) plantea estas preguntas a fin de
revelar en detalle el proceso de lucha ideolgica en la Gran
Bretaa de los 80. Se disputaba el poder para definir la actitud del estado respecto de la homosexualidad en Gran
Bretaa y tornar esa definicin en autorizada mediante la
legislacin. En el contexto de una atmsfera de homofobia
y ataques a golpes a los queer, un grupo en Haringey hizo
campaa para contrarrestar los estereotipos negativos de
personas gay disponibles para los chicos en las escuelas.
Sus oponentes locales utilizaron sus conexiones con los
miembros conservadores del Parlamento, quienes se apropiaron del significado de los trminos clave del debate, invirtindolo. El trmino promover fue en principio usado
en la campaa para promover imgenes positivas de la
homosexualidad; los miembros del Parlamento los acusaron a su vez de promover la homosexualidad. En sucesivos debates parlamentarios, promover se hizo entender
como seducir a chicos normales, lo cual se equipar a su
vez con un ataque a la familia, la base del orden en el
Estado, y por ende con la subversin. El grupo de miembros del Parlamento tuvo xito e insert una nueva clusula a la legislacin en curso por la cual el gobierno local
puede declarar ilegales las acciones o el uso de recursos que
promovieran la aceptacin de la homosexualidad como
una supuesta relacin familiar. Este nuevo significado del
trmino promover, y sus trminos asociados, autorizados
mediante la legislacin estatal, tuvieron efectos materiales:
los estereotipos negativos fueron apoyados, y las autoridades locales se volvieron reticentes respecto de hacer
gastos en servicios o cuestiones para personas gay que pudieran ser interpretados como fuera de la ley en un caso
testigo. Reinhold (1993: 471-2) seala similitudes entre la
disputa por imgenes positivas y otras campaas en contra
de las minoras durante el gobierno de Thatcher. Los conservadores de derecha usaron la autoridad del Parlamento
para proyectar significados negativos de trminos y smbolos clave relativos a las minoras tnicas, mineros y otras
categoras a las que marginaron, excluidas de su nocin
dominante de britishness, demonizadas como una amenaza para el orden, y subversivas para el estado.
131
En los ejemplos arriba mencionados pueden identificarse tres momentos en estos procesos de disputa por la
construccin de significado. El primero corresponde a intentos desembozados por parte de agentes identificados por
redefinir smbolos clave que dan una particular visin del
mundo, de cmo la gente debiera ser y comportarse, y de
qu debiera verse como la realidad de su sociedad e historia: en pocas palabras, una ideologa. Un segundo momento es cuando dicha visin del mundo se institucionaliza
y trabaja mediante un poder que ya no requiere agentes.
Foucault ha documentado cmo el conocimiento acerca de
la salud mental, la sexualidad y la criminalidad en los siglos
XVIII y XIX se torn la base sobre la cual se construyeron
las instituciones. Estas prcticas institucionales moldearon
percepciones, categoras, valores y comportamientos. Un
tercer momento es cuando un trmino clave que implica
una nueva manera de pensar acerca de un aspecto de la vida
entra en otros dominios (fuera de las actividades del estado)
y se torna una manera de pensar difusa y prevaleciente en la
vida cotidiana. Por ejemplo, Emily Martin (1994) encontr
que flexible se torn un trmino clave en primer lugar
cuando las personas reaccionaban al virus del SIDA/VIH
repensando el sistema inmune y las respuestas defensivas del
cuerpo. Sorprendentemente, el trmino flexible y las imgenes del sistema inmune rpidamente entraron al dominio
del empleo para describir los atributos de los trabajadores y
las compaas postfordistas: autoadministrados, automejorados y formadores de equipos. En un corto tiempo, versiones extremas de estos atributos flexibles, que haban sido
sntomas de una enfermedad mental, fueron reinterpretadas en forma positiva como habilidades para el empleo
(Martin 1997). Flexible se movi rpidamente a travs de
tres reas diferentes de la vida en EE.UU. inmunologa,
empleo y salud mental y se torn imagen prevaleciente de
una nueva manera de ser.
En su forma ms segura, una ideologa aparece como
hegemnica. Esto es, se torna tan naturalizada, dada por
hecho y verdadera que las alternativas estn fuera de los
lmites de lo imaginable. Tal como lo sugieren Comaroff y
Comaroff (1992), en su dimensin hegemnica, la cultura
aparece como coherente, sistemtica y consensuada. Procura aparecer como un objeto, una cosa ms all de la accin humana, no ideolgica en lo ms mnimo: en pocas
palabras, como la vieja idea de cultura autntica. Tal como
lo mencionamos ms arriba, los mismos antroplogos previamente haban confundido a las ideologas hegemnicas
con la autntica cultura, y en el proceso, apoyaron a aquellos miembros de la comunidad con el poder ascendiente
para definir las caractersticas de su cultura y proyectarla
como atemporal y objetiva.
132
Ninguna ideologa, por ms hegemnica que sea e imbricada en las instituciones y la vida cotidiana que est, se
encuentra fuera de disputa; el de cultura es un concepto
dinmico, siempre negociable y en proceso de aprobacin,
discusin y transformacin. Actores diferencialmente posicionados, con inventivas impredecibles, apelan a, retrabajan
y fuerzan en nuevas direcciones los significados acumulados
de cultura incluyendo los viejos y nuevos significados
acadmicos. En un proceso de reclamar poder y autoridad,
todos estn tratando de sostener diferentes definiciones,
que tendrn diferentes resultados materiales. En suma, las
caractersticas de las nuevas ideas de cultura son:
la cultura es un proceso activo de construccin de significado y de disputa sobre la definicin, incluyendo la
de s misma (Street 1993: 2);
personas posicionadas en formas diferentes en relaciones sociales y procesos de dominacin, usan los recursos econmicos e institucionales que tienen disponibles para intentar hacer que su definicin de una
situacin resista, para evitar que las definiciones de
otros sean escuchadas, y para cosechar el resultado
material;
los espacios no estn restringidos las personas apelan a
conexiones locales, nacionales, globales;
la manera en que se forman conjuntos de conceptos es
histricamente especfica, y las ideas nunca constituyen
un todo cerrado o coherente;
en su forma hegemnica, la cultura aparece como
coherente, sistemtica, consensual, como un objeto,
ms all de la accin humana, no ideolgico como la
vieja idea de cultura.
Racismo cultural
En la poltica britnica, esta nueva visin de cultura ha
sido redefinida por la Nueva Derecha, que se apropi de
ella. Liderada por Margaret Thatcher, la Nueva Derecha
represent una alianza entre teoras polticas conservadoras y teoras econmicas liberales (King 1987). En
asuntos econmicos el estado debera promover la empresa privada y alentar incluso inventar mercados. En
asuntos polticos, la autoridad de las aejas instituciones
del estado central debera ser defendida, apoyada por valores tradicionales en educacin y vida familiar. En un estudio del Salisbury Review, uno de los principales peridicos de la Nueva Derecha, Seidel (1985: 107) argumenta
que sta se apropi de una de las inspiraciones fundantes
de los estudios culturales, las ideas de Gramsci de hegemona: la ideologa se vuelve hegemnica no slo a travs
de las instituciones del Estado, sino mediante su difusin
en todas las reas de la vida cotidiana. Para desestabilizar y
134
Cultura corporativa
A principios de los 80, cultura se torn una palabra resonante en los estudios de gerenciamiento. Deal y Kennedy
(1982) descubrieron la cultura corporativa y Peters y Waterman (1986) afirmaron que las compaas excelentes eran
aquellas que tenan una cultura fuerte. Pronto, una cultura
corporativa, a menudo equiparada con el enunciado de la
misin, se haba tornado el sine qua non de cualquier organizacin seria. Esta literatura atribua el concepto de cultura
a la antropologa: Geertz (1973), Turner (1974), Bateson
(1972) y Douglas (1987) eran los ms frecuentemente citados. Tanto los investigadores en estudios organizacionales
como los gerentes en actividad dirigan su atencin a las
ideas antropolgicas de cultura en busca de nuevas formas
de organizarse en la economa poltica postmoderna. Siempre ha habido una estrecha relacin entre la investigacin
acadmica sobre las organizaciones y el pensamiento de los
gerentes en actividad, de modo tal que los investigadores de
la organizacin han jugado un papel central en el proceso de
hacer organizaciones (Calas y Smircich 1992: 223). Este
intercambio entre acadmicos y practicantes se increment
en los 90, en la medida en que los gerentes han recurrido a
los investigadores y consultores para que les provean capacitacin para cambiar a las organizaciones. No es inusual
para los antroplogos que investigan organizaciones encontrarse con gerentes que les solicitan referencias de publicaciones que puedan ampliar su repertorio de metforas a
partir de las cuales dirigir (Martin 1994), y con un staff que
se refiere a ideas antropolgicas adquiridas en los cursos de
capacitacin.
Las compaas estn usando ideas de cultura tanto
viejas como nuevas como herramientas de gerenciamiento.
Algunas administraciones enfatizan que la compaa es una
entidad claramente demarcada, con un lmite frente a su
medio ambiente, que contiene grupos especficos de personas organizados jerrquicamente, cada uno con una lista
de control de los comportamientos que constituyen la cultura de la compaa. Por ejemplo, McDonalds demarca su
Constructores de Otredad
135
comn con el de los lderes organizacionales, ya que ambos estn preocupados por cmo crear y mantener un
sentido de organizacin, y cmo alcanzar interpretaciones
comunes de situaciones de modo tal que la accin coordinada sea posible [...] el liderazgo puede ser entendido
como la administracin del significado y el dar forma a las
interpretaciones (ibid.). Geertz ha sido adoptado como
una herramienta de gerenciamiento, y su idea de cultura,
que tena algunos de los elementos de disputa y proceso
desarrollados por las nuevas ideas de cultura, ha sido convertida en la vieja idea de cultura como una entidad sobre
la cual debe actuarse desde arriba. All donde las ideas de
cultura estn siendo usadas para dirigir a un staff automotivado, que se organiza en redes flexibles y forma equipos mediante ideas de aumentar su capacidad de poder, es
an ms importante el hecho de que los analistas no debieran adoptar la perspectiva de un directivo sobre los trabajadores como los objetos de estudio, tal como los estudios organizacionales han tendido a hacer en el pasado
(Wright 1994). La atencin debiera estar en cmo los directivos estn desplegando tanto las viejas como las nuevas
ideas de cultura a fin de lograr la participacin activa de
los trabajadores en nuevas formas de organizar la produccin, la rentabilidad y el poder.
Cultura y desarrollo
En mi tercer caso, la cultura est entrando en un nuevo
dominio, el desarrollo de ultramar, con la ayuda de los antroplogos. Se utilizan dos ejemplos, ambos referidos a
viejas ideas de cultura. En el primer ejemplo, una agencia
internacional, UNESCO, en su visin de un nuevo orden
mundial tico, traza un mapa de un mundo hecho de culturas como entidades discretas, sin involucrarse con el tema
de la lucha respecto del poder para definir. En contraste, en
el segundo ejemplo los lderes Kayap han usado el film etnogrfico para afirmar la propia definicin de su cultura, y
usaron las estrategias que otros han utilizado en contra de
ellos para desafiar los procesos que los han marginado.
El informe de UNESCO (1995) Nuestra Diversidad
Creativa marca la culminacin del decenio de Naciones
Unidas para la cultura y el desarrollo. Esta era una oportunidad para los antroplogos de tener una influencia explcita sobre el uso del concepto de cultura, y varios antroplogos famosos en todo el mundo contribuyeron a su
definicin.9 El informe defiende dos definiciones de cul-
Claude Lvi-Strauss fue miembro honorario de la Comisin Mundial sobre Cultura y Desarrollo. l y Marshall Sahlins escribieron artculos sobre
los cuales se basaron los primeros captulos del reporte. La antroploga mexicana Lourdes Arizpe fue designada por el Director General para Cultura de UNESCO para supervisar el trabajo de secretara para la comisin, hasta que fue ella misma designada Directora General Asistente para
Cultura. Muchos antroplogos fueron invitados a presentar artculos en reuniones de la Comisin, y algunos fueron invitados a preparar artculos
para influenciar captulos en particular, como el de Deniz Kandiyoti sobre gnero y desarrollo.
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Constructores de Otredad
10 Agradezco a Thomas Hylland Eriksen por este punto y por una muy esclarecedora discusin sobre el reporte UNESCO.
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11
Conclusin
He distinguido dos conjuntos de ideas acerca de la cultura
en la antropologa: un conjunto de ideas ms viejo, que
equipara a una cultura con un pueblo, que puede ser delineado con un lmite y una lista de rasgos caractersticos; y
nuevos significados de cultura, no como una cosa, sino
como un proceso poltico de lucha por el poder para definir conceptos clave, incluyendo el concepto mismo de
cultura. Aos atrs, los antroplogos usaban las viejas
ideas de cultura, la construccin de una clasificacin objetiva de las personas, como una estrategia para situarse
aparentemente por fuera de la poltica. Ahora los antroplogos que adoptan las nuevas ideas de cultura estn compelidos a reconocer que tales definiciones acadmicas implican una toma de posicin y son polticas, y por ende un
recurso que antroplogos y otros pueden usar para el establecimiento de procesos de dominacin y marginacin o
el desafo a ellos.
La cultura tanto en sus viejos como nuevos sentidos
ha sido introducida en muchos nuevos dominios en los
80 y los 90, incluyendo racismo cultural y multiculturalismo, cultura corporativa, y cultura y desarrollo. A veces
los antroplogos han estado directamente involucrados,
como al preparar el reporte UNESCO o filmar a los Kayap. A veces, polticos o gerentes han apelado a las ideas
antropolgicas de cultura en busca de legitimidad. De
cualquier modo, los antroplogos estn implicados en la
politizacin de la cultura.
En las estrategias polticas exploradas en este artculo,
los actores han desplegado el trmino cultura en una cantidad de maneras diferentes y con diferentes efectos materiales. Los polticos de la Nueva Derecha britnica se han
apropiado de la nueva idea de cultura, la transformaron
en un eufemismo de raza, y la movilizaron para reforzar
la exclusin y marginacin. En la cultura corporativa, las
viejas y nuevas ideas de cultura han sido usadas como herramientas de gerenciamiento, a menudo deslizndose de
unas a otras, en estrategias para asegurar la participacin
activa de los trabajadores en un proceso de construccin
de significado donde los gerentes se reservan en ltima instancia el poder para definir y controlar. Los Kayap proporcionan un ejemplo de polticos indgenas haciendo
valer su propia definicin de cultura y usndola para establecer los trminos de sus relaciones con el mundo exterior. Conscientemente, estaban usando viejas ideas de
cultura con una apreciacin de las polticas de su construccin. La voz de los polticos Kayap, al presentar una
cultura autntica aparentemente consensual, ha logrado
ser escuchada en foros nacionales e internacionales. El reporte UNESCO aspiraba a que las culturas en el viejo
sentido tuvieran la creatividad y el dinamismo de los Kayap. Sin embargo, el reporte no enfrentaba el tema central en el caso Kayap: que estaban involucrados en una
lucha con el estado y las agencias internacionales sobre el
poder de definicin. En cambio, tanto el reporte
UNESCO como el racismo cultural de la Nueva Derecha
britnica despliegan una voz sin cuerpo, nosotros, para
autorizar una definicin de arriba hacia abajo de la cultura como si fuera de sentido comn o natural. Esta estrategia, como la antigua estrategia antropolgica de objetivacin, intenta enmascarar o borrar la politizacin de la
cultura.
Es decepcionante que la oportunidad provista por el
reporte UNESCO a los antroplogos para hacer impacto
sobre el uso poltico de cultura en formas beneficiosas
para aquellos en situacin desventajosa y los marginados
no haya sido usada ms efectivamente. Si nuestro objetivo
es influenciar procesos locales, nacionales e internacionales mediante los cuales las personas son empobrecidas y
sojuzgadas, nos compete reflexionar sobre nuestro propio
anlisis antropolgico de cmo polticos, asesores polticos y tomadores de decisiones estn desplegando viejas y
nuevas ideas de cultura. Podramos aprender de nuestros
anlisis de las estrategias polticas de los otros cmo intervenir ms efectivamente nosotros mismos en la politizacin de la cultura. En el contexto de lamentos recientes
acerca de la prdida de autoridad de la antropologa y la
disminucin de su relevancia para el estudio de los procesos culturales contemporneos (debido en parte al
avance de los estudios culturales, GDAT 1996), tal reflexin podra ayudar tambin a restaurar un muy necesario
filo crtico de la disciplina.
Traduccin de Florencia Enghel
Revisin Tcnica de Mauricio F. Boivin
y Julieta Gaztaaga.
11 Quizs, dado que Naciones Unidas es un cuerpo de naciones-estado, enfatizar la disputa al interior de las fronteras del estado hubiera sido inadmisible. La Comisin incluy de todos modos a un muy experimentado poltico tnico, Ole-Henrik Magga, presidente del Parlamento Sami en Noruega.
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a tcnica que la Antropologa Social y Cultural inventa durante las dos guerras mundiales para estudiar la alteridad es la que se conoce con el nombre de
observacin participante. En la actualidad, para algunos antroplogos, esta tcnica es considerada como el mtodo
de la antropologa:1
[...] el mismo procedimiento en la produccin de conocimientos dice algo sobre la realidad por conocer; entonces
me parece que el trabajo de campo (observacin participante) bien puede ser considerado como mtodo es ms
como el mtodo central de la antropologa. Su esencia
consiste en la exposicin personal y directa de los investigadores a la alteridad sociocultural, justamente porque
la pregunta por la diferencia entre culturas y los grupos
sociales es la pregunta original de la antropologa (Krotz,
1988:15).
La relacin que marca Krotz, entre el procedimiento
para producir conocimiento (tcnica) y la realidad por
conocer (el objeto) ser el punto de partida para introducirnos en el estudio de la observacin participante o etnografa.
La implementacin de la observacin participante
como tcnica surge de la crtica al evolucionismo. Un
punto en comn y especfico de esta crtica fue la ineficiencia e insuficiencia de los datos sobre los que se basaban
las comparaciones. Los evolucionistas haban construido
sus teoras sobre datos que haban sido obtenidos, en su
mayora, por terceros: administradores, viajeros, misioneros, militares. Estos datos no slo no podan ser verificados, sino que adems no eran coherentes. Para algunos
antroplogos, entre ellos Malinowski, el gran error que
llev a los evolucionistas a construir una versin deformada de la realidad, fue el de basarse en datos proporcio1
La versin malinowskiana de la
observacin participante
Si bien la propuesta metodolgica de Malinowski surgi
de su propia experiencia de campo, esta propuesta estuvo
inmediatamente unida a su concepcin de la cultura.
Recordemos, tal como vimos en el captulo 2, que entenda a la cultura de un pueblo como un conjunto integral constituido por utensilios y bienes, por normas e
ideas, y por creencias y costumbres, como un conjunto
con tres dimensiones: material (utensilios, herramientas,
objetos), social (organizacin, reglas, normas) y espiritual
(valores morales, ticos, ideas, creencias). Todos estos elementos estn mutuamente relacionados constituyendo un
todo orgnico (sistema), una realidad instrumental, un
medio artificial pero sobre todo se encontraban articu-
Menndez, en su trabajo Definiciones, indefiniciones... , sostiene que habra tres caractersticas fuertes que diferenciaran a la Antropologa Social
de otras ciencias sociales. Dos de ellas (las ms reconocidas) remiten a la observacin participante: a) La aproximacin personalizada a los problemas y sujetos de la investigacin basada en una comparativamente larga y permanente relacin en el campo del otro. b) La negacin a aceptar
una divisin entre el investigador que obtiene informacin y el que la analiza (o interpreta). Es decir negar la legitimidad de la antigua escisin etngrafo-etnlogo o en versin sociolgica entre encuestador y socilogo (1991:22).
Nos referimos a Los Argonautas del Pacifico Occidental, Barcelona, Ed. Pennsula, 1975.
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