Yerby Frank - Negros Son Los Dioses de Mi Africa
Yerby Frank - Negros Son Los Dioses de Mi Africa
Yerby Frank - Negros Son Los Dioses de Mi Africa
DOCTOR LIVINGSTONE
2014
2 frica y la Historia
Negros son
los dioses
de mi frica
Frank Yerby
BIBLIOTECA FRICA
DOCTOR LIVINGSTONE
NOTA PREVIA
Frank Yerby 7
PROLOGO
nada ms. Sin embargo, me pone nervioso que se est tan callado y tan
quieto. Oye, has probado a ver si habla? No ser sordomudo?
- Sabe hablar, s, y con buen seso. Cuando le he preguntado qu saba
hacer, me ha contestado: Trabajar el hierro. Un herrero no nos vendra
mal. Cuando lleguemos a casa, voy a probarle a ver si es verdad. Pero no lo
he comprado para eso, Mun.
- Y se puede saber por qu diablos lo has comprado, Matt?
- Para semental. Fjate, fjate en lo grande que es, Mun! Y sabes muy
bien, Mun, que aqu, en Virginia, el dinero est en la cra. Aqu, la tierra no
puede dar ms. Pero en el Sur, en Alabama y Mssissippi, estn pidiendo
braceros a gritos. Lo primero que har ser echar el cabrito ese a todas las
hembras sin macho. Seguro que lo pasarn bien, adems.
Monroe Parks, inquieto, mir al gigantesco negro, y dijo:
- Bueno, de acuerdo. Y qu nombre le dars, Matt?
- No s. Quiz ya tenga nombre incluso.
Volvi la cabeza atrs, y dijo:
- Eh, t! Negro! Tienes nombre? Cmo te llama la gente?
Al hablar, la voz del negro tuvo sonido de tambor. Era una voz suave
e infinitamente profunda. Despertaba ecos. Dijo:
-Hwesu. Me llamo Hwesu, capitn.
Monroe Parks dijo:
- Suena a pagano, maldita sea Matt, tendrs que cambiarle el
nombre.
- Hwesu Veamos Wes! Eso es. Oye, negro, cuando la gente te
pregunte cmo te llamas, t dices que te llamas Wes. Wesley Parks. Has
comprendido?
El negro repuso:
- S, seor capitn.
El carro rodaba bajo las copas de los robles. Monroe se quej:
- Chico, me pone nervioso que se est tan callado, as, sin rebullir,
sin sonrer ni hablar, ni hacer cosas de negro. Matt, qu sera este hombre
cuando estaba all, en su tierra, en frica? Se te ha ocurrido pensarlo?
- No, y no tengo ganas de comenzar a hacerlo. Adems, por qu no
te callas de una vez? Hablas ms que tu costilla.
Chirriando, el carro avanzaba bajo las copas de los robles, camino de
los mseros acres de tierra pobre a la que los hermanos Parks llamaban su
plantacin.
Para Nyasanu Dosu Agausu Hwesu Gbokau Kesu, hijo del gran jefe
10 Negros son los dioses de mi frica
Frank Yerby 11
Primera parte
UNO
destinados a sus futuros suegros, e incluso, alguna que otra vez, para la
propia Agbale. Sin embargo, el nmero y clase de obsequios que Nyasanu
poda ofrecer a su futura esposa eran estrictamente limitados por las severas
ideas que en Dahomey imperaban en lo referente a decencia y moralidad.
Lo ms importante era vigilar el camino
Pero, cuando Nyasanu comenzaba a pensar en Agbale o, mejor dicho,
a hacerla objeto de sus ensueos, realmente estaba perdido. Si, porque a
partir del instante en que comenzaba, por el camino hubiera podido pasar
un ejrcito de fantasmas y espritus malignos, legiones de guerreros auyo,
hausa, fulani o ashanti e incluso un vagabundo elefante, sin que Nyasanu
se diera cuenta.
Qu hermosa era Agbale Era, sin la menor duda, la muchacha de
piel ms negra que haba en todo el pueblo. Tan negra era que el mote
carioso que Nyasanu le haba dado, Nyaunu wi, significaba negra.
Nyasanu se pregunt si osara darle este nombre cuando se casaran. S
quera, poda hacerlo. Las costumbres de Dahomey daban al marido el
derecho de atribuir un nuevo nombre a la esposa. Pero como la negrura
de la piel constitua una de las principales condiciones de la belleza, en
realidad era la ms importante condicin, seguida casi inmediatamente por
las formas de los decorativos tatuajes de la mujer, poda muy bien parecer
que atribuir a Agbale tal nombre representaba deseos de alardear. Y, por
ser hijo de un jefe, a Nyasanu le haban enseado que su posicin social
no le permita entregarse al vicio del alarde, el ms comn entre todos los
vicios del pueblo de Dahomey.
Nyasanu pensaba: Es hermosa como la noche, cuando el cielo se ha
tragado la luna y no brillan las estrellas. Y casta. Pura, pura como el agua
del manantial en el bosque Qu insensato fui anoche! Poco me falt para
perderla! Casi pude alejarla de m para siempre!
S, ya que, a pesar de detener inmediatamente sus torpes intentos de
seducir a Agbale, la negativa de sta irrit a Nyasanu, por lo que, cuando
Agbale expres con serenidad su deseo de ensear con orgullo la estera
nupcial a sus respectivos padres, Nyasanu le haba replicado con palabras
burlonas y crueles:
- Gracias a las hormigas guerreras de la noche, quiz?
Apenas hubo pronunciado estas palabras, lo lament. Eran un triste
rasgo de ingenio, una broma sin gracia. Todos saban que las muchachas
que no haban guardado castidad se introducan en el cuerpo Zaxwa, las
nocturnas hormigas guerreras, la vspera de su boda, permitiendo que los
insectos les picaran las entraas, dejando el interior de la vagina tan irritado
que el ms leve contacto sexual bastaba para provocar una hemorragia. De
esa manera, muchas chicas que haban yacido con todos los hombres del
16 Negros son los dioses de mi frica
cruzado el ro, para reunirse con ellos. Pero, Dosu Dosu, cuando pienso
que otra muchacha te pueda besar, tocarte, compartir contigo la estera, algo
muere en mis entraas. Y no muere en silencio, sino que grita y grita y grita,
antes de morir. Soy rara. S, lo s. Pero quiero darte veinte hijos, yo, yo sola.
Todos ellos sern novichi sunu, hijos varones de una sola madre, y la madre
ser yo. No sern to-vichi, hijos de varias mujeres que intrigan, cada cual
en contra de las dems, hijos que se odian entre s, hijos como el medaxochi
de tu casa, el primognito de tu padre, el dbil y feo Gbochi, que tanto te
odia! Me lo juras, esposo, padre de todos mis hijos, el nico hombre que
conocer mi cuerpo, que yacer conmigo?
Nyasanu, lacio el cuerpo, la miraba pasmado por la enormidad que
Agbale le peda. En Dahomey, el hecho de que un hombre tuviera slo
una esposa significaba que ese hombre era, prcticamente, un mendigo. Y,
adems, que seguira sindolo. Y as era por cuanto los hijos -en especial las
hembras- significaban riqueza. Los regalos que el futuro yerno tena que
hacer al padre de la novia eran una de las fuentes de riqueza de un hombre.
Otra eran los trabajos de construccin de la casa, la reparacin de los muros,
la labor en los campos de cultivo, que el futuro yerno y su dokpwe, como
se llamaba a la organizacin comunal de hombres jvenes, llevaban a efecto
gratuitamente, en beneficio del futuro suegro. Pero tambin los hijos varones
tenan valor. Los varones se casaban, y si bien el matrimonio representaba
gastos para el padre y para el hijo, esos dispendios quedaban ms que
compensados por el hecho de que los hijos llevaban a sus esposas a morar
en el conjunto de viviendas del padre, o bien construan ms viviendas,
amplindolo, y adems, con el dokpwe y el constante nacimiento de hijos,
eran una importante fuente de fuerza de trabajo.
Pero lo ms importante que muchos hijos hacan en beneficio de su
padre era garantizar que ste tendra un gran entierro -el ms ardiente
deseo y el ms alto orgullo de todo hombre del Dahomey-, y garantizar
su deificacin, tras la muerte, y la formacin del culto a l, en concepto de
antepasado-vudu o dios.
Por eso los hombres necesitaban tener muchos hijos, docenas,
veintenas, centenares de hijos. Y eso era algo que una sola esposa no poda
conseguir. Pero la tierna, apasionada, tozuda y amante Agbale olvidaba
los tabes referentes a los hijos, que era preciso observar en Dahomey, el
principal de los cuales ordenaba que la esposa debe mantenerse alejada
de la estera del marido durante el periodo de lactancia. Y, como los nios
de Dahomey eran destetados a los dos o tres aftas, no haba mujer que
pudiera dar gran nmeros de hijos a su marido. Este tab era prudente,
y bien meditado. Los notables de la comunidad sostenan que los partos
excesivamente frecuentes perjudicaban la salud de la madre as como de los
Frank Yerby 19
hijos subsiguientes. Por eso, lo que Agbale pretenda era imposible dadas
las costumbres del pueblo de Dahomey. Teniendo en cuentas los tabes
referentes a la menstruacin, los tabes religiosos, los tabes del culto a los
antepasados, los tabes de los entierros y lutos, y todos los restantes tabes
que reducan draconianamente la frecuencia de las relaciones sexuales entre
un hombre y una de sus esposas, las posibilidades de que Agbale le diera
siquiera diez hijos antes de la menopausia, eran muy escasas, prcticamente
nulas.
Por eso, lo que Agbale peda era, desde un punto de vista religioso,
econmico y social, algo terrible que destrua el honor de Nyasanu,
su posicin social y la paz de su mente. Sin embargo, por otra parte, y
procurando Nyasanu aproximarse en la medida de sus posibilidades al
punto de vista de Agbale, se vea en el caso de tener que reconocer que
los celos eran cosa natural en las mujeres, lo que obligaba al hombre a ser
imparcial en la concesin de sus favores, y a regir su familia con mano de
hierro. Nyasanu, animado por el sencillo deseo de mantener la paz, estaba
dispuesto a llegar a una solucin transaccional con Agbale y reconocer que
ms vala no tener demasiadas esposas, lo cual le pareca lo ms prctico.
Nyasanu siempre haba estimado que cuatro o cinco esposas bastaban.
Era el nmero que un hombre poda tener, sin quedar desbordado. Era
el nmero de esposas que el marido poda mantener razonablemente
satisfechas, desde el punto de vista sexual y desde todos los dems. Pero
cuando un hombre tena, como su padre, cuarenta y tres esposas, o, como el
rey, centenares, acaso constitua motivo de sorpresa el que algunos de sus
hijos no se parecieran en absoluto al padre?
Desde luego, si Nyasanu llegaba a ser toxausu, o jefe del pueblo,
cuando su padre muriera, sucesin en modo alguno improbable habida
cuenta de las muchas veces que Gbochi, el medaxochi o primognito de su
padre, haba provocado el desagrado de ste por su debilidad y constantes
quejas, Nyasana tendra que contraer matrimonio con gran nmero
de mujeres, a fin de que las gentes del pueblo sintieran respeto hacia su
virilidad, su riqueza y su posicin social. En ese caso, qu valor tendra una
promesa hecha en plena juventud a una muchacha imprudente y dominada
por el amor?
Adems, haba otro aspecto que tener en cuenta. Acaso poda
contradecir lo preceptuado por la institucin del chiosi? El chiosi era
sagrado. Cuando un hombre mora, sus esposas se repartan entre sus
hijos, ya en virtud del testamento del muerto, comunicado de palabra a
su primer y principal amigo, ya por decisin del xenuga, el jefe del xetiu
o clan del muerto. Y un hombre jams poda rechazar a una esposa dada
en herencia. Ms todava; estaba obligado a yacer con ella, en turno con
las dems esposas, hasta que se le hubiera secado la fuente de la sangre,
20 Negros son los dioses de mi frica
DOS
Pero supongo que vuestra prisa no ser tanta que os impida tomar conmigo
una copa de vino de palma.
El principal repuso:
- Eso s, lo aceptamos.
Cuando se hubieron ido, Nyasanu se qued en casa de su padre, a
quien dijo:
- Da, quisiera
Su padre adelant su gran mano y la pos en el hombro de su hijo.
Bromeando, dijo:
- Piensas que los cuchillos hacen dao, verdad? S, es cierto. Pero no
temas, ordenar a cuatro guerreros que te cojan con fuerza y te mantengan
quieto, y que te metan en la boca cuatro tocas de mujer para que no me
abochornes con tus gritos.
- No gritar.
Nyasanu lo haba dicho con toda sencillez, y saba que no gritara.
Antes prefera morir. Tanto l como su padre lo saban. Gbenu dijo:
- Bien. Quieres algo de m, hijo?
- S, Tau.
Gbenu frunci el entrecejo. En ffon, la lengua de Dahomey, tau es
palabra de tratamiento formal, y significa padre. Contrariamente, da es
trmino afectuoso y carece de preciso significado. Nyasanu daba a sus dos
abuelos, a sus tos abuelos y a sus tos el tratamiento de da cuando hablaba
con ellos. El que Nyasanu tuviera abuelos se deba a que Gbenu no haba
heredado el puesto de jefe, sino que el propio rey se lo haba concedido
por el valor demostrado en batalla, de modo que Nyasanu poda gozar de
la compaa del padre de su padre, el xenuga, o sea, el anciano o jefe del
clan, as como de la del padre de su madre, ambos hombres ya viejos pero
fuertes, despiertos y un tanto maliciosos. Aos ms tarde, cuando Legba
el Tramposo, o cualquier otro vudu a quien cupiera la responsabilidad de
haber intervenido tan desastrosamente en su fa, oblig a Nyasanu a aprender
el ingls, Nyasanu se limit a decir a los blancos que da significaba
daddy, pap. Pero lo dijo debido a su conviccin, propia de los hombres
de Dahomey, de que todos los blancos eran como nios idiotas, por lo que
no vala la pena tomarse la molestia de explicarles el real significado de da,
mxime teniendo en cuenta que seguramente era imposible en la lengua de
los furtoo. La definicin ms aproximada era hombre mayor al que quiero
tanto que no tengo necesidad de tratarle en trminos ceremoniosos, o algo
parecido.
El problema radicaba en que la eleccin de tratamiento, por parte
de Nyasanu, era meditada, y su padre lo saba. El ffon o fau es un sutil
26 Negros son los dioses de mi frica
idioma cual corresponde al sutil pueblo que lo emplea. Por eso, cuando
su querido segundo hijo le dio el tratamiento de tau, Gbenu puso ceo, ya
que significaba que Nyasanu iba a formularle una pregunta que Gbenu no
poda o no deseaba contestar. Nyasanu dijo:
- Puedo acompaarte a Ahomey cuando lleves los guijarros al rey?
El ceo de Gbenu adquiri profundidad:
- No.
Nyasanu inclin la cabeza, y, en un susurro, dijo:
- Pero, Da
Otra vez volvi Gbenu a poner su gran mano en el hombro de
Nyasanu:
- El prximo ao, cuando ests casado, te llevar conmigo.
- Gracias, padre. Eres sabio y por eso s que tus razones para demorar
mi viaje tambin son sabias. Pero podras decrmelas? Sabes que ya no soy
un nio.
Gbenu dud. Al hablar dio a su hijo el tratamiento de Vi, la breve y
tierna palabra que significa hijo, lo cual era signo de que Nyasanu poda
tener la seguridad de que su padre confiaba en l, estaba orgulloso de l, e
incluso de que le amaba, lo cual quit gran parte de los hirientes filos de su
negativa. Gbenu dijo:
- Escucha, Vi, qu les ocurre a los cachorros, incluso si son cachorros
de len, cuando intentan cazar entre leopardos?
Nyasanu medit estas palabras. Era caracterstica propia de las
gentes de Dahomey el uso de las expresiones metafricas, especialmente
cuando se trataban temas prohibidos. Nyasanu no tuvo necesidad alguna
de preguntar a su padre el significado de sus palabras. La familia real
perteneca al clan Gbekpovi Aladaxonu, lo cual significa hijos del leopardo
que, en los antiguos tiempos, vino desde Alladah. Nyasanu dijo:
- Pero gozas del favor del rey. Fue l quien te nombr toxausu.
- Tambin mi antecesor goz de tal favor. Pero un da cay en un
hoyo despus de haber sido exhibido dentro de un cesto y con la cabeza
cubierta con un bonete rojo. Y, despus, en ese hoyo, alguien le decapit.
- Ya
Su padre acababa de describirle el modo en que se llevaban a cabo las
ejecuciones ordenadas por el rey. Y el significado de sus palabras era que no
se deba confiar nicamente en el favor del rey. Nyasanu insisti:
- Quieres decir que si me llevas contigo a Ahomey, yo puedo decir o
hacer algo que
Frank Yerby 27
sunu.
tristezas. La vida es buena, hijo mo! El otutu llama las lluvias con su canto,
y canta con una dulzura que parte el corazn, no te parece dulce su canto,
hijo mo? Cuando sales con tu dokpwe y hers la tierra con vuestras azadas,
trabajando todos al unsono, golpeando la tierra, removindola con los
talones, hasta que el sudor resbala por vuestro cuerpo, y cantis al ritmo
de los golpes, no te parece eso bueno, hijo? Cuando la lluvia murmura en
su cada, cuando el maz, el mijo, el casabe y el ame brotan del seno de la
tierra para alimentar a los hijos de los hombres, no es ello bueno? Cuando
el muchacho le da al fuelle para que el fuego del carbn resplandezca en la
fragua, y tu martillo suena vibrante al golpear el hierro al rojo, dndole la
forma que t quieres, no te sientes orgulloso de ti mismo?
- S, Nochi, es verdad, pero
- Y no es bueno el amor que te tengo, Dosu? Cuando, por la noche,
yaces con la mujer a la que amas
Dolorido y avergonzado, Nyasanu exclam:
- Madre, nunca lo he hecho! Nunca he conocido mujer.
- Ni siquiera Agbale?
En un susurro Nyasanu dijo:
- No, ni siquiera Agbale. No quiere. Dice que quiere mostrar la estera
en que durmamos que quiere mostrarla, despus, a su padre.
Gudjo ri:
- Bendita Agbale! Y tambin a ti te bendigo, hijo mo. Mi alto y
apuesto hijo tambin es puro. Me gusta que sea as. Puro irs al encuentro
de tu esposa, y eso tambin es bueno.
- Madre, hblame de la tasino con que deba yacer cuando la herida
de la circuncisin se haya curado, para aplacar al espritu del cuchillo. Eso
preocupa a Agbale
- Pues dile que no tiene por qu preocuparse, no, porque esa mujer
es fea y vieja, acude a tu lado en la oscuridad de la noche, y se va antes del
alba. Ni siquiera sabrs quin es, y por eso no gozars. De ah que no sea
pecado. Pero ya que has hablado de la circuncisin, cundo?
Lgubre la expresin, Nyasanu repuso:
- Ahora, cuando lleguen las lluvias. As lo ha ordenado el rey.
Gudjo le mir, y musit:
- No temas, hijo mo, no temas porque eres un joven len Y sabes que
rezar por ti.
Con este consuelo, que, pensndolo bien, no era una baca- tela,
Nyasanu tuvo que conformarse.
36 Negros son los dioses de mi frica
TRES
hijo ha de tener por lo menos algunos rasgos del padre, y Gbochi no tena
ni uno. Gbenu dijo:
- Alguna otra pregunta?
Estaba visiblemente irritado. Nyasanu pens: Y acaso no es posible
que tambin t, padre, tengas sospechas de la fidelidad de la mujer del clan
de los cochinos? Y que al contemplar a este feo o degenerado monstruo
-has de darte cuenta de ello, ya que no eres en modo alguno tonto, padre-,
se hayan redoblado tus dudas de haberle engendrado? Y si ste es el caso,
cmo es, y te lo preguntamos en el nombre de Legba, el Tramposo, que no
repudiaste a Yu?
Por s sola le vino a las mientes la respuesta a estas preguntas. La
Princesa Fedime, hija mayor del rey Gezu, haba probablemente dado a la
mujer Cochino en matrimonio a Gbenu, a peticin de sta. Pero este lejano
hecho haba abierto el camino de Gbenu hacia el poder y la grandeza. El rey
haba reparado en l, le haba nombrado jefe, y le haba concedido el grado
de general del ejrcito. Cualquier intento de divorciarse de Yu hubiera
producido efectos de sentido contrario en la carrera de Gbenu, provocando
las iras reales. Dolorosamente, Nyasanu concluy: Por esto, incluso en el
caso de que mi padre lo sepa, no se atreve a
Pero estos pensamientos fueron interrumpidos por las palabras de su
abuelo por lnea materna:
- Una sola pregunta, antes de seguir adelante, Gran Jefe. Cmo sigue
el muchacho herido?
Gbenu frunci el entrecejo. En voz baja dijo:
- Mal. El hechicero dice que vivir, pero que las secuelas afectarn
permanentemente su salud.
El nochitau de Nyasanu, o sea el abuelo materno, dijo:
- Comprendo. Prosigamos.
Gbenu habl:
- En primer lugar, reconoces, Nyasanu, hijo de Gudjo, haber golpeado
en la nariz a tu meda-xochi, al hermano mayor, a quien debes obediencia y
respeto?
Nyasanu repuso:
- S, Da.
En voz de trueno, Gbenu le advirti:
- No me llames Da, ni siquiera Tau! Hoy no soy tu padre, sino tu
juez!
Nyasanu dijo:
- S, Gran Jefe. Le golpe, pero
42 Negros son los dioses de mi frica
Gbenu orden:
- Silencio! No eres t quien puede testificar en tu propio descargo!
Hay entre los presentes alguien que sepa la concurrencia de alguna
circunstancia atenuante, o alguna razn que exima a este muchacho de la
condena de ser azotado con muchas varas?
Inmediatamente, Kpadunu avanz y se detuvo ante el jefe:
- Yo, Gran Jefe.
Gbenu mir al muchacho:
- Quin eres?
- Kpadunu, hijo de Tedo, del xenu Azimavi Xaukaunu Xaukau.
Las palabras del muchacho produjeron audibles sonidos de asombro
en la asamblea de ancianos. Habida cuenta del gran nmero de muchachos
que haba en todos los pueblos africanos, algunos de los ancianos ignoraban
quin era Kpadunu, pero no faltaban los que le conocan. A los odos de
Nyasanu llegaron los encontrados comentarios hechos en murmullos:
- Es el hijo de Tedo, el ms grande de los hechiceros! Miembro del
Clan de la Hoja del Cacahuete, los magos de las tinieblas y el mal! No, no
puede ser! Cmo este muchacho se encuentra entre nosotros?
Y la respuesta airada, entre bufidos:
- Este muchacho miente! Es hijo de Mbutu y Kolo es su madre! Naci
en Alladah, y Dangbe es testigo de que entre nosotros no hay Azimavi
Xaukaunu Xaukau.
Gbenu contempl al muchacho ante s. A Nyasanu le constaba que
su padre conoca a la perfeccin a Kpadunu, por cuanto el jefe difcilmente
haba podido dejar de fijarse en el primer amigo de su hijo, quien entraba
y sala a todas horas del conjunto de casas de Gbenu. Pero, a pesar de
ello, Gbenu examinaba grave y tranquilo a Kpadunu, como si fuera un
desconocido. En el fondo de su corazn, Nyasanu rogaba: Ten cuidado,
Kpadunu! Anda con pies de plomo, amigo mo! Mi padre es ms astuto
que Danh, Dangbe y todas las serpientes juntas. Piensa antes de hablar.
Gbenu dijo: -Extiende la mano, hijo.
Kpadunu adelant la mano. Con las puntas de los dedos, el jefe la
tent levemente. Despacio, dijo:
- La piel es spera, lo cual es el signo del Clan de la Hoja del Cacahuete.
Sin embargo, los Azimavi Xaukaunu Xaukau viven ms al norte, entre los
maxi, por lo que cmo es posible?
En voz baja, Kpadunu repuso: -Mi madre pertenece a los Golonuvi
Tofaunu Al or estas palabras todos los miembros del consejo de ancianos
afirmaron con la cabeza, como si fuera explicacin suficiente. Y, en cierta
Frank Yerby 43
manera, lo era, pens Nyasanu. Nadie ignoraba que los miembros del Clan
de los Hijos de Golo, del Ro Tofa, tenan muy raras costumbres. Una
de ellas ordenaba que la mujer que iba a contraer matrimonio efectuara,
siempre, un viaje sola, y yaciera con un desconocido, mientras se encontraba
lejos de su casa. Y as se haca, por cuanto todo hombre que tuviera relacin
sexual con una virgen del Clanl Golo Tofa, mora irremediablemente poco
despus. Por lo que, a fin de evitar la muerte de sus maridos, las doncellas
Golo procuraban perder su virginidad con un hombre cuya suerte no les
importara. Pero cmo poda Kpadunu tener la seguridad de que su padre
era Tedo, el ms grande de los azaundato, o hechiceros del mundo?
Pese a que esta cuestin careca de relevancia en lo referente al caso
objeto de juicio, Gbenu, impulsado por la simple y comprensible curiosidad
humana, se lo pregunt a Kpadunu, quien repuso lentamente:
- Mi madre es mujer extremadamente bondadosa, y no quera ser
causa de la muerte de un hombre, ni siquiera de un desconocido, ni siquiera
de uno de nuestros enemigos, los maxi, por lo que se le ocurri, all, en
aquellas lejanas tierras, consultar el caso con un hechicero. Este azaundato
fue Tedo, quien accedi a desflorar a mi madre personalmente, debido a
que tena poderosos gbos contra la muerte repentina, y, adems, mi madre
era entonces muy agraciada, y forzosamente tena que ser as, puesto que
an lo es.
En tono amable, Gbenu dijo:
- Muy bien. Aceptamos tu identificacin. Y, ahora, otra pregunta:
qu clase de relacin te une a Nyasanu, el acusado?
En silencio, Nyasanu rog: No se lo digas, no le digas que eres mi
primer amigo, porque si lo dices lo echars todo a perder. Cmo van los
jueces a dar crdito a las palabras de quien ama de tan especial manera al
acusado?
Pero Nyasanu no poda advert a Kpadunu, ni con un gesto. Se
encontraba ante el consejo de ancianos, cincuenta pares de ojos le miraban,
y de entre ellos, los ms escrutadores y agudos eran los de su propio padre.
Kpadunu no dud un instante. Con orgullo dijo:
- Soy su xauntau daxo.
Gbenu dijo:
- Comprendo. Tu nombre es Kpadunu, que significa el hombre que
construye las vallas, y es un excelente nombre para un primer amigo. Pero,
Kpadunu, hijo mo, dime: cmo es posible que este consejo d crdito a
tus palabras, teniendo en cuenta la lealtad que recprocamente se deben
quienes son primeros amigos? No cabe la posibilidad de que mientas para
evitar el castigo de tu amigo?
44 Negros son los dioses de mi frica
Kpadunu repuso:
- S, es cierto, mentira para salvarle, gran jefe, si ello fuera necesario.
Pero no lo es por cuanto puedo demostrar la veracidad de mis palabras.
Anoche, oh toxausu y miembro del consejo de ancianos, Nyasanu golpe
a su hermano mayor. Es cierto, estaba presente y lo vi. Pero tambin vi la
provocacin
Gbenu le interrumpi:
- En qu consisti?
- Gbochi intent, premeditadamente, dar muerte al rbol guardin
del destino de Nyasanu. Todava ignoro cmo se las arregl para averiguar
cul era la palmera fedi augaude de Nyasanu. Probablemente lo supo por
medio de algn hechicero, aunque solo Minona, la diosa de los magos,
puede saber cul de ellos fue.
Gbenu miraba fijamente al muchacho en pie ante l. Cuando Gbenu
habl, su voz de bajo registro temblaba:
- Has dicho que Gbochi?
- S, Gbochi efectu cortes alrededor del tronco de la sagrada palmera
fedi de Nyasanu, y, despus, con hierros candentes, cauteriz esos cortes.
As fue y as lo digo. Y tambin digo que esta maana, cuando pas ante tu
huerto de fedi, Gran Jefe, he visto que las hojas del augaude de Nyasanu
comenzaban ya a amarillear.
Gbenu dirigi la vista al rostro de su hijo. Y en el fondo de sus pupilas
haba sombras de profundos y conmovedores sentimientos: piedad, amor,
tristeza de prdida, angustiado dolor.
Pero los ancianos miraban a Nyasanu con horror. Para ellos, Nyasanu
se haba convertido en un espritu viviente, en un hombre ya muerto.
Temblorosa de dolor la voz, Gbenu dijo:
- Vayamos, oh ancianos, al huerto de mis fedisl Yo, vuestro jefe, lo
mando.
Largo tiempo estuvieron all, con la vista fija en la palmera custodia
del destino. No caba duda alguna de que la palmera se hallaba en trance
de morir. Con el calor propio del tiempo I de sequa en aquel da del mes de
enero, la palmera morira I antes del ocaso. Gbenu murmur:
- Declaro concluso el juicio, y a ste, mi segundo hijo, Ubre de toda
culpa, por cuanto la provocacin compensa la culpa, | incluso en el caso de
que Gbochi muera
Akili, el abuelo materno de Nyasanu, grit en voz aguda, casi de
mujer:
- No hay tal compensacin! No, porque el golpe propinado por mi
Frank Yerby 45
CUATRO
cubierta de hierba, se oy otra risa. Luego otra, y otra, hasta que la noche
qued estremecida de obscenas carcajadas.
Nyasanu inclin la cabeza. No poda tener esperanzas. Poco tardara
en morir. Cuando las hienas ren de noche, siempre hay alguien que cruza
el ro para reunirse con sus antepasados. Y teniendo en cuenta que el rbol
guardin de su destino haba muerto, quin sino l poda ser el condenado?
El horrible sonido detuvo el llanto de las mujeres. Se quedaron quietas,
entreabiertos los labios, rebrillndoles las lgrimas sobre sus negros rostros,
a la luz de la luna. Y en el pesado silencio, sbitamente opresivo, a sus odos
lleg un nuevo sonido, el suave y lento sollozar de alguien que no gema a
gritos, que no lanzaba los aullidos terribles del avidochio, lgrimas para
dar a los muertos, sino que lloraba sencillamente y de corazn, en un dolor
puro, sincero, y sin posible consuelo.
Todos se volvieron y la vieron. All, en las sombras entre la casa de
Gudjo y la contigua, una figura de mujer avanzaba arrastrndose por el
suelo, como un perro herido. Nyasanu grit:
- Agbale! Agbale, oh Nyaunu, negrita!
Acudi a su lado y la levant. Y all qued, inmvil, mientras las ramas
de los baobabs, los locos y las palmeras fedi se balanceaban mareantes en
lo alto y la luna trazaba un crculo de fuego blanco alrededor de la noche.
Bruscamente comenzaron a trinar los pjaros, los xetagbles, los otutus, y
otros cuyo nombre Nyasanu ignoraba. Vagamente comprendi que el canto
de los pjaros del bosque no era real sino imaginado, ya que aquellos pjaros
no cantaban de noche. Mantuvo firmemente sus almas dentro de s, para
no desvanecerse, ya que ello sera una debilidad impropia de un hombre.
Entonces, el mareo desapareci, con voz de llanto, dijo:
- Oh, Agbale!
Vesta de prpura oscuro, tal como solan las viudas. Alrededor de su
delgada cintura se haba.puesto la negra faja de las esposas enlutadas. Se
haba afeitado la cabeza, como igualmente hacan las viudas, y se la haba
cubierto de barro y cenizas, en muestra de su dolor. Pero lo que detuvo el
corazn de Nyasanu, lo que le dej sin aliento, era el horrible hecho de que
Agbale derramara lgrimas de sangre.
Levant los dedos, temblorosos, y toc las mejillas de la muchacha,
sin dejar de mirar las densas, ardientes y sanguinolentas lgrimas que las
cubran. La cogi por los hombros, y la puso de manera que la luz de la luna
diera en su cara. Entonces, Nyasanu vio que Agbale se haba inferido dos
profundos cortes en las mejillas, inmediatamente debajo de los ojos, de los
que brotaba la sangre que se mezclaba con las lgrimas.
Nyasanu no poda pronunciar el nombre de la muchacha. Lo intent,
pero le fue absolutamente imposible formar los sonidos.
48 Negros son los dioses de mi frica
unirlos a los dos eternamente, tal como ella quiso, los separaba total y
definitivamente.
A diferencia de Nyasanu, la muchacha era sacerdotisa, vudunsi,
o espiritual desposada del culto del dios del cielo, por lo que le haban
manifestado su fa a la edad de trece aos, haca de ello solamente dos.
Desde luego, no le haban comunicado su destino ntegro, debido a que
la mujer participaba del destino del marido, de manera que su fa no era
completo hasta que se casaba. Y, cuando a Agbale le dijeron que Gbochi
haba asesinado el rbol custodio del destino de Nyasanu, inmediatamente
supo lo que deba hacer.
Ante todo, a primera hora de la maana, haba salido furtivamente
de casa de su madre, y haba acudido al sagrado lugar en que se guardaba
la imagen de su fa, su destino. Fue all con un saquito de ataki (pimienta),
una jarra de afiti (mostaza) y un gallo vivo. Lenta, deliberadamente y
con gran cuidado, haba frotado con la pimienta, ataki, los ojos de la fea
imagen, dejndola as ciega al destino de la propia Agbale. Despus, haba
embadurnado con mostaza, afiti, la boca de la imagen, dejndola muda, y
sin el poder de la profeca. Por ltimo, haba dado muerte al gallo, dejando
que la sangre del mismo cayera sobre el rostro de su fa. Y, como, segn
proverbio de Dahomey, el fa no come afiti ni ataki, ni bebe sangre de gallo,
con lo que los vudunu vienen a decir que estas cosas son tabes para el fa,
Agbale haba asesinado a su propio fa, dado fin a su propio destino, por lo
que, antes de que transcurrieran muchas lunas, la muerte la llevara al otro
lado del ro, para unirse con sus ancestrales muertos.
Lo haba hecho con el convencimiento de que aquel a quien amaba
ms que su propia vida, estaba condenado. Llevada por el impulso de su
juventud, de su sangre ardiente, de su impaciencia, de su locura, haba
acabado con su futuro, se haba convertido en un fantasma, en tanto que
gema, en lo profundo de su corazn: Y t, mi Dosu, seguirs vivo, para
tomar otras esposas.
Pero no lo dijo en voz alta. Algo, dentro de su corazn, ms que en
su mente, con rapidez todava mayor que la del pensamiento, le aconsej:
Ms vale pasar con l un ao, un mes, una semana, un da, incluso una
hora No debe saber que he de morir y condenarme por su amor. No,
no se debe a tu amor esta condena, mi Dosu, sino a mi insensatez y a mi
premura.
Nyasanu, con triste acento, dijo:
- Agbale! Negrita! Por qu lloras? No hay nada que temer! Puedes
estar segura! Es
En voz baja, Agbale repuso:
- Lloro de alegra, Dosu S, lloro de alegra!
52 Negros son los dioses de mi frica
CINCO
Kpadunu dijo:
- Deja que le hable. La sonsacar. Soy especialista en descubrir
secretos.
- Kpad, no habrs decidido ser hechicero?
- Efectivamente, eso he decidido.
Tras de una pausa, Kpadunu aadi:
- Es una profesin honrosa, Nyal
En un susurro Nyasanu observ:
- No he dicho que no lo fuera, pero
Sereno, Kpadunu termin la frase:
- Atemoriza a la gente. Incluso a ti. Pero no debes temer. Mi magia y
mis hechizos, por lo menos en cuanto te afecten, sern siempre benficos.
En realidad, ya lo han sido.
- Que ya lo han sido, dices? Cundo?
- Es algo que no debes preguntarme porque no puedo responderte.
No me est permitido. En fin, quieres que hable con Agbale? No creo
que fuera muy prudente por tu parte tomar como primera esposa a una
mujer que, bueno, ha sido objeto de una maldicin, digamos. O que est
condenada por un pecado secreto. O incluso, quiz, que ha sido escogida
como esposa por el espritu de un antepasado.
- S, comprendo lo que quieres decir, pero te advierto que, sea cual
fuere el secreto que hayas descubierto, Knap, no renunciar a Agbale. Me
sera imposible.
- Agbale es hermosa, pero hay otras muchachas que tambin lo son.
Adems
Pero en aquel instante oyeron el sonido de los cascos del caballo
de Gbenu, dbilmente, a lo lejos, pero con claridad, cada vez ms fuerte,
acercndose.
Agbale los vio correr por el camino, hacia el lugar en que sonaban
los pasos del caballo. Y volvi a verlos, cuando regresaron, con las manos
en los adornados estribos del caballo de Gbenu. Cuando llegaron a la
segunda curva del camino, exactamente ante el lugar en que Agbale estaba
arrodillada frente a la menuda palmera fedi recin surgida de la tierra, los
dos muchachos soltaron los estribos y comenzaron a bailar de alegra.
Al verlo, las pupilas de Agbale se contrajeron, luego se dilataron, y
volvieron a ser luminosas. Musit:
- Nyasanu estar a salvo un ao ms! No habr guerra!
Si alguien hubiese preguntado a Agbale como haba llegado a esta
Frank Yerby 57
del cielo que mandan la lluvia, a los benvolos antepasados que protegan
la vida, y todo ello formaba el buen rito de la siembra.
En mayo, se plantaban el mijo, el sorgo y el algodn. A primeros de
junio, las alubias blancas. Ms tarde cuando junio todava reinaba, neblinoso
y dorado, en las llanuras, Agbale y las restantes mujeres cosecharan las
mazorcas de maz destinadas al consumo humano, ya que si la cosecha se
demoraba, el grano adquira gran dureza y slo serva para pienso.
En julio amainaran las lluvias, y Agbale tendra que participar en
la tarea de escardar, a fines de mes, cuando las lluvias cesasen. Y, cuando
comenzara la estacin de los das cortos, trabajara primeramente en la
cosecha del maz y el ame, y luego, cuando agosto volviera a calentar la
tierra en una especie de primavera, trabajara en las restantes cosechas.
Durante ese tiempo, Nyasanu, Kpadunu y los dems muchachos
tampoco estaran inactivos. Adems de trabajar en sus respectivos oficios
-como el de herrero, en el caso de Nyasanu, y la preparacin de gbos, o
sea los encantamientos y frmulas mgicas, bajo la direccin de su to,
en el caso de Kpadunu-, se dedicaran, al igual que todos los varones de
Dahomey, a trabajar en colaboracin con las colectividades socialistas
llamadas dokpwe, en tareas de inters comn. Cuidaran de los animales,
de los corderos y cabras, de los cerdos y los caballos, de las pocas vacas que
all haba, ya que el ganado vacuno no prospera en Dahomey; construiran
casas; repararan techumbres; quemaran la maleza y limpiaran los campos
para la prxima siembra. El pueblo de Dahomey es muy trabajador, uno de
los pueblos ms laboriosos del miffida.
Y, en su momento oportuno, se celebraran los grandes ritos y
ceremonias en honor de los dioses de la tierra, de los dioses del cielo, de los
dioses del trueno y del mar. Y las celebraciones menores: la deificacin de
los antepasados, los ritos del nacimiento, las doce diferentes ceremonias de
las doce clases de matrimonio, los solemnes e imponentes ritos del luto y el
entierro
Agbale pens que la vida era muy complicada. Haba tantas cosas
que aprender y que hacer! De repente record su infancia en la escuela,
en donde la tocona le ense las artes domsticas, y tambin practic
en sus rganos genitales aquellas intensamente dolorosas operaciones
encaminadas a proporcionar, ms tarde, a su marido tan grandes placeres
en el amor, que nunca la abandonara. A Agbale slo le faltaba una cosa,
una cosa que hubiera debido hacer haca ya dos aos, cuando comenz a
ser nbil, pero que no haba hecho por miedo al dolor. Para ser hermosa,
su cuerpo deba estar decorativos tatuajes. A ese fin, deba soportar que,
con un afilado cuchillo, efectuaran ms de cien cortes en diversas partes de
su cuerpo, y luego que le frotaran las heridas con holln y otras materias
Frank Yerby 59
actos, estaba all, ante l: aquel muchacho hermoso como la noche, con los
rasgos propios de un dios alto, y de mgico talante. Cun lentamente, con
cunto amor, Gudjo y l haban conformado a aquel joven len, dedicando
a ello toda la noche; hasta que la luz del sol de la maana dio en los ojos
de Gudjo no grit sta con la voz del otutu: Ahora, mi esposo, ahora. Y
entonces se hizo.
Casi llorando, Nyasanu dijo:
- Da, por favor!
Gbenu sonri a su hijo:
- Manda a la muchacha la calabaza, hijo, porque accedo a tus deseos.
Cuando Agbale recibi el bello cuenco hecho con una calabaza,
hermosamente grabado con miles de figuras que manifestaban el amor de
Nyasanu, y, ms an, su deseo de que el matrimonio se celebrara aquel
mismo ao, Agbale fue al encuentro de su madre, y le dijo:
- Madre, llama al hombre del cuchillo, porque debo tatuarme.
Adje, la madre, mir a Agbale:
- Pagar el gasto ese hijo del jefe que ha demostrado que Legba le
devor la sesera al elegirte a ti, muchacha idiota, hija ma?
- S, madre.
La madre gru:
- No s En fin, hablar con tu padre, insensata.
Aquella misma tarde, Nwesa, el padre de Agbale, recibi una visita.
El joven, ataviado con la sencilla tnica del Dahomey, de blanco algodn, no
luca adornos, ni joyas, ni smbolo alguno de rango social, e iba acompaado
de su madre, la seora Gudjo; de su ta, la seora Chadusi; de su abuelo
paterno, o sea el xenuga o jefe del clan, el venerable anciano Adjaemi; as
como del igualmente venerable anciano Akili, el abuelo materno. Con este
grupo de distinguidos ciudadanos de Dahomey, acudi otro grupo mucho
ms nutrido, formado por esclavos, algunos de los cuales llevaban bultos
sobre la cabeza.
El principesco joven se postr de rodillas, y bes el suelo, ante los pies
de Nwesa, quien dijo:
- Levntate, oh Nyasanu, hijo de Gbenu.
Nyasanu se levant y dijo:
- Mi seor, te suplico me concedas el privilegio de llamarte padre.
Nwesa frunci el entrecejo:
- El significado de tus palabras no es claro, hijo del jefe.
Nyasanu, empleando la metafrica manera en que en la lengua de
Frank Yerby 63
casa de Nwesa, la interpretacin que Zezu haba dado a los du, decidi
interpretar sus cuentas mgicas de modo que confirmara al pie de la letra la
interpretacin de Zezu, y as lo hizo. Lo cual signific que la pobre Agbale
sera objeto de los cien cortes rituales al trmino de la estacin seca, antes
que llegaran las lluvias, cuando el calor estaba an en la tierra.
Desde luego, la ceremonia tuvo el cariz de una gran fiesta. Nyasanu
ofreci al encargado de llevar a cabo el tatuaje un kisi, o cuchillo ritual,
totalmente nuevo. Nyasanu acudi acompaado de su dokpwe, o grupo
de trabajo, as como de todos los que formaban su sociedad fraternal
Todas las amigas de Agbale acudieron tambin. Y todos estaban contentos
y alegres, salvo Agbale. Pese al vino de palma que le dieron, Agbale estaba
nerviosa y atemorizada.
Pero vio que Nyasanu le sonrea. Los dientes de Nyasanu eran blancos
y estaban perfectamente alineados, por cuanto Gudjo se haba negado a
permitir que el adukato, especialista en alterar la forma de los dientes, se los
limara, dejndolos puntiagudos, o a que le saltara uno o dos, de acuerdo con
la idea de belleza masculina imperante en Dahomey. Agbale se alegraba de
que Nyasanu se hubiera ahorrado esas operaciones, ya que le pareca ms
apuesto con todos sus dientes. Y la sonrisa de Nyasanu infundi valor a
Agbale. Soportara la tortura. Sin la menor duda. Sufrira la larga serie de
cortes sin gritar ni llorar.
Entonces, el hombre encargado de hacer el tatuaje se inclin sobre
ella, y Agbale tuvo un movimiento de retroceso. Pero Nyasanu le cogi la
mano, y dijo: -Estoy aqu, negrita.
Destell el cuchillo al trazar unos cortes en zigzag sobre la nariz. Y en
aquel instante, Agbale supo que podra soportar la prueba. Era doloroso,
pero no tanto como haba imaginado. El cuchillo era nuevo y muy afilado,
por lo que causaba menos dolor. Un cuchillo viejo y mellado hubiera
causado mucho ms dolor. Los nukpante o cortes por los que uno ve,
fueron efectuados en un abrir y cerrar de ojos. Luego, el hombre del cuchillo
infiri los djixuse, los cortes junto al cabello; esos cortes, o cortes de paja
mojada por la lluvia, tenan la finalidad de realzar la belleza del cabello
lanudo, corto y prietamente rizado. Agbale temblaba, y la sangre formaba
riachuelos en su rostro. Nyasanu se inclin y puso una hermosa porcin de
seda sobre el regazo de Agbale.
Agbale le dirigi una sonrisa, sabedora de que Nyasanu le haba
ofrecido aquel obsequio para darle nimos. Kpadunu arroj un puado de
valvas de caury sobre la seda. Por ser el primer amigo de Nyasanu, tena
el deber de animar tambin a la futura esposa de su amigo en aquel duro
trance.
Y el cuchillo traz los sagrados cortes tadu, o de palabra de la
Frank Yerby 69
cabeza. Cuando una mujer habla con el hombre al que ama, las cicatrices
de esos cortes en las sienes se realzan y laten al impulso de la sangre, dando
as al hombre amado visible prueba del amor de que es objeto. Agbale
soport bien esos cortes, y asimismo el crculo gbugbome, o sea, el tatuaje
bsame, en la mejilla izquierda.
Luego, ayudada por sus amigas, Agbale se puso en pie. Iba totalmente
desnuda, con la salvedad de un trapo alrededor de la cintura y entre las
piernas, ya que la operacin del tatuaje no permita concesin alguna al
pudor.
Y el cuchillo comenz a trazar cortes en la espalda, haciendo los
primeros cortes meitau le kpau, o el hombre que se va, volver la vista para
mirar, que deban situarse en el talle. El nmero de estos cortes ascenda
a veinticuatro, pero Nyasanu grit, Basta!, despus del decimoquinto,
por cuanto el espectculo del dolor de Agbale le haba mareado. Kpadunu,
entonces, grit:
- Ah tienes, amigo, toma un trago! No vas a tolerar que ella sea ms
valerosa que t!
Nyasanu bebi largamente, y despus dio a Agbale una pulsera de
plata. Luego, dirigindose a su dokpire y a su gbe, grit:
- Vosotros tambin! Ayudadme!
Y todos los miembros de la sociedad a la que Nyasanu perteneca
ofrecieron una lluvia de obsequios a Agbale. Como Nyasanu era el hijo del
jefe, los regalos fueron caros y de calidad. Ahora, Agbale saba que tendra
que soportar todos los cortes. No poda ceder, y esperar que el tatuaje
terminara en otra ocasin. Por eso dio un respingo, y musit:
- Dame de beber, Nya.
Nyasanu le ofreci la botella de vino de palma, y Agbale bebi un
sorbo, solo un sorbo, y dijo:
- Y, ahora, bsame.
Nyasanu se inclin y bes el ensangrentado crculo en la mejilla de
Agbale. Haba mucha gente alrededor, pues se haban congregado todos
los parientes de Agbale, as como buen nmero de los de Nyasanu, entre
ellos su padre, el jefe, lo que representaba un gran honor.
Y la hbil carnicera prosigui. El hombre del cuchillo infiri el
kodjau o corte del cuello de agradable tacto, en la garganta de Agbale. Y
luego, los gblime o cortes por los que pasan las manos -ya que Nyasanu
la acariciara all, una vez que estuvieran casados-, efectuados en las nalgas.
Despus, el hombre del cuchillo comenz los ochenta y un cortes en la parte
interior de los muslos, denominados zido o empjame, de significacin
puramente sexual, en cuyo momento todos los muchachos y hombres se
70 Negros son los dioses de mi frica
acercaron ms, apretujndose, para ver mejor, sin dejar de gritar picarescas
obscenidades, y describiendo lo que Nyasanu hara cuando aquellos nueve
surcos de salientes cicatrices quedaran prietos contra su piel, en el abrazo
del amor.
Esto ltimo enfureci a Nyasanu, pero tuvo que contener su ira. En
vez de dar rienda suelta a sus sentimientos, Nyasanu pidi al hombre del
cuchillo que le infiriera cortes en las mejillas, para participar as en el calor
del cuchillo, a fin de demostrar su amor. Pero Agbale grit:
- No! No mi amor, tu rostro es hermoso! No lo estropees!
Nyasanu insisti a gritos: - Utiliza el cuchillo! Corta! El kisi dijo: -S,
pero en el pecho.
Era hombre acostumbrado a las reacciones de los enamorados
sometidos a aquella tensin. Nyasanu accedi: -De acuerdo!
Y el hombre del cuchillo efectu cinco cortes en el pecho de Nyasanu,
sobre el corazn, lo que dio a Agbale la excusa que necesitaba para echarse
a sollozar ruidosamente.
La operacin dur largas horas. Sin un gemido, Agbale soport el
sifanu o vaso de agua, corte efectuado en el dorso de la mano izquierda. La
finalidad de este corte era permitir que el marido pudiera besar a su mujer
ante testigos, sin incurrir en una falta grosera. Despus, el cuchillo dibuj
un lagarto en el vientre de Agbale, justamente encima de la pieza de tela
que era su nica prenda en aquellos momentos. A ese corte se le llamaba
el adaumehwe o corte bajo el estmago. A continuacin, el hombre del
cuchillo traz los cortes abothwe, entre los senos y alrededor
En estos instantes, la pobre Agbale estaba casi inconsciente por el
dolor y la prdida de sangre. Nyasanu y todos sus amigos y miembros de
la sociedad fraternal estaban borrachos como reyes, al igual que Gbenu y
Nwesa, padres de los jvenes que pronto contraeran matrimonio. Y Gudjo
y Adje, las esposas, lloraban la una en brazos de la otra, anonadadas por el
valor que Agbale haba demostrado.
Cuando todos los cortes hubieron sido efectuados, el proceso de
tatuaje no termin, ya que las mujeres frotaron las heridas con hojas de
azoma trituradas y mezcladas con aceite de palma y holln. Esta operacin
la hicieron al tercer da, mientras Agbale dorma sobre la estera, en una
estancia a oscuras, y siguieron frotando las heridas con tan irritante mezcla
hasta que comenzaron a formarse las salientes cicatrices sobre la piel de
bano.
Durante ese periodo, Nyasanu visitaba todos los das a Agbale, cual
la costumbre permita. Y as era por cuanto incluso las abuelas estimaban
que una muchacha difcilmente poda pecar, con todo el cuerpo cubierto de
Frank Yerby 71
SEIS
SIETE
Y estando ya muy cerca el da de la boda de Agbale, Nyasanu descubri
que, hijo de jefe o no, por hombre entre los hombres y cachorro de len
de Gbenu que fuera, no por ello era menos susceptible que cualquier otro
futuro marido a ataques de nerviosismo prenupcial, sbitos e imprevisibles,
pero no por ello menos devastadores.
Primeramente tuvo una discusin con su padre, que poco falt
degenerara en pelea abierta. Gbenu le dijo:
- Hijo mo, slo falta una semana para el da de tu boda. Ha llegado el
momento de llamar al bokono. Todo est dispuesto. Aqu tienes tu saco de
dokpo, tu azada y tus botellas de bebida fuerte. Tu madre ya ha apartado
los diecisis pollos para el sacrificio menor. Y yo he dicho a mi pastor que
te d los seis mejores chivos que tenga en el rebao. Mi adivino Zezu te
esperar en su fazume la noche que t digas
En su fazume, pens Nyasanu, en su bosque fa, dispuesto a establecer
mi fa completo, ese destino total que no deseo saber, no, porque si el adivino
del rey est en lo cierto.,. Gbenu interrumpi sus pensamientos: -Qu
dices?
- Padre, no quiero que mi fa sea establecido. Mejor dicho, no quiero
que se establezca todava Luego, cuando me haya casado, habr tiempo
de sobra
- Despus de tu boda ser demasiado tarde! S lo que vas a decir.
Dirs que muchos hombres no establecen sus fas hasta despus de casarse.
Pero esos hombres, Vi, han tenido vidas tranquilas y sin complicaciones
hasta el da de su matrimonio, puedes t decir lo mismo? ltimamente
han ocurrido muchas cosas, demasiadas. Ese feo asunto del asesinato del
rbol custodio de tu destino, llevado a cabo por Gbochi; el hecho de que
sangraras en exceso en tu circuncisin, algunos sueos que he tenido con
referencia a ti, lo que dijo el bokono del rey
- S, dijo que mi vida terminara, aqu, en la tierra del Vientre de Da y
que volvera a comenzar en tierras lejanas. Dime, padre, cuando el adivino
dijo eso, concret si Agbale ira conmigo?
Frank Yerby 83
Nyasanu convino:
- S, desde luego, es cierto. Sigue, Badji
- La gente se amontona alrededor de tu to abuelo para rerse de las
barbaridades que dice de los dems. Pero cuando dice barbaridades de ellos,
de los que le escuchan, se indignan. Creo que la nica razn que explica
que todava no le hayan atizado una buena paliza, o le hayan rebanado su
malvada garganta, arrojando despus el cadver entre la maleza, estriba en
que es to de tu padre
- S? Sigue
- S, y, entonces, va demasiado lejos. Lo que ahora anda diciendo por
todo el pueblo sobre tu padre y tu matrimonio es algo que, si lo oyeras,
no lo creeras, Nya. Lo cual es razn suficiente para que yo no descienda
a su nivel, repitindolas. Adems, no hace falta que las repita. Ve a verle,
Nya. Como pretexto puedes decirle que quieres ver los protectores agbadome que est tallando para tu nuevo hogar, y, al cabo de dos minutos ya
estar dicindote sus sucias mentiras. Si yo estuviera en tu lugar, tomara
las medidas oportunas. Por ejemplo, procurara que tu padre le echara de
Adallah
Nyasanu dijo:
- Mi padre se negara. Le respeta demasiado para eso. Pero algo se me
ocurrir. Gracias, Badji Voy a verle ahora mismo.
Sentado, Nyasanu contemplaba cmo las pequeas figuras de madera
iban tomando forma bajo el escoplo de su to abuelo Hwegbe. La figura
sera un bauchi, una de las que forman la pareja llamada agbadome, pareja
de hembra y varn, que son los lares y penates de los dahomeyanos, los
guardianes del hogar.
Con su voz cascada, Hwegbe dijo:
- Agbadome, para proteger el kwe, el hogar de un soldado y todo
un hombre, esto ser. Pero proteger una goxau, la casa en que juega
un perseguidor de perdices que slo piensa en meter su pequeo cao
dentro de una vendedora de cosas?
Nyasanu sonri. Hwegbe se comportaba como caba esperar de l. Su
sarcasmo haca referencia a la juventud de Nyasanu y Agbale. Un muchacho
se converta en asau nyan tau, perseguidor de perdices, alrededor de los
ocho aos. Y las nias reciban la provisin de jabn, palillos para mascar,
terrones de azcar, sal y pasteles, para que la vendieran en el mercado, a la
misma edad, por cuanto comprar y vender era actividad propia de mujeres,
convirtindose por tanto en nu jala tau, vendedora de cosas.
Nyasanu dijo:
- No te parece que exageras un poco, taugbochinovi? Digamos que
Frank Yerby 91
se trata de un kpo ijdo alautoe que desea compartir su estera de dormir con
una adjanle vu
Hwegbe se ech a rer, y dijo:
- Eres ms listo que ese viejo chivo siempre en celo que es tu padre, mi
querido sobrino! En vez de enfurecerte y resoplar como un sapo, te limitas
a quitar importancia a mi chistecito. Pero no lo tolerar! No, no se trata
de un cazador de lagartijas, que es realmente un chico mayor, lo bastante
mayor para mantener enhiesta su arma, y una mujercita cuya vaina se ha
ensanchado lo suficiente para envainar el arma! No, sino un perseguidor
de perdices y una pequea vendedora de cosas!
Un mocoso y una mocosa! Realmente protegern mis bauchie
semejante casa?
- No lo s. Pero, como no pienso dedicarme al arte de tallar madera,
mi casa no necesitar mucha proteccin.
- Quieres decir con eso que nosotros, los talladores de madera,
descuidamos nuestro hogar? S, es verdad! As debe ser! Nuestro trabajo
es sagrado, sobrino. Nada de lo que vosotros, los metalrgicos, hacis,
salvo los altares aze y las hacha xivioso de los artesanos del bronce, puede
compararse con lo que yo hago. Quin hace las copas ja en que se guardan
las sagradas cuentas de la adivinacin? Quin hace las figuras de Legba,
de Fa, de Danh, de Dangbe, de todos los vudun masculinos y femeninos?
Quin hace los complicados taburetes de los reyes y los jefes?
Nyasanu pens que su to abuelo llevaba razn. Los productos de los
artistas de la madera eran grandemente apreciados. Y los hombres que los
hacan tambin lo seran, aadi amargamente, si se comportaran un poco
mejor.
En aquellos momentos, Hwegbe haba terminado la labor de configurar
la figurita masculina, empleando el escoplo, y la parte redondeada de su
adze a modo de martillo. Dej el escoplo y comenz a trabajar con el adze,
sirvindose del pequeo instrumento en forma de azada, con delicada
seguridad, para dar forma a los ojos, la nariz, la boca, las speras masas
de pelo, y los rganos genitales masculinos. Por lo general, daba gran
volumen, un volumen desproporcionado, a los rganos masculinos, y haca
las piernas excesivamente cortas y arqueadas.
Una vez ms, Nyasanu pens en el extrao contraste que se daba
entre las esbeltas y delicadas, aunque llenas de vida, figuras de los
artistas del bronce, tales como las que haca su segundo amigo Amosu,
y la brutal y poderosa tosquedad de las figuras de madera tallada. No
caba la menor duda de que los seres humanos no estaban construidos ni
tenan las apariencias de las figuras con que los artistas de la madera los
92 Negros son los dioses de mi frica
OCHO
sazonado con pimienta ataxi y mostaza afiti. As que deja de mirarme tal
como me mira Da cuando se enfurece y se dispone a arrancarme la piel a
azotes de rama de baobab. Este guiso no lo he hecho yo!
Axisi no menta. Todos se daban cuenta de ello. Lentamente, Kpadunu
razon:
- Alguien ha sustituido la cazuela por otra, mientras estaba al fuego.
Ahora bien, quin tena motivos para hacerlo? Tu to abuelo Hwegbe? Si
ha sido l, ha demostrado tener ms valor del que le supona.
En ese momento, Kpadunu se call bruscamente. Acababa de recordar
que Nyasanu nada saba de la tanda de palos que el propio Kpadunu y su
gbe de aprendices de brujo y de adivino haban dado al viejo. Y en el mismo
instante se dio cuenta de que no era prudente contar aquella verdad a su
primer amigo. S, ya que Nyasanu amaba a su to abuelo, a pesar de los
muchos pecados del malicioso anciano. S, eso le constaba a Kpadunu. En
voz baja, Nyasanu dijo:
- No. Acaso un hombre pueda andar por las calles con una cazuela
en la mano?
Lentamente, Tuagbadji dijo:
- No hay hombre que pueda hacerlo. Pero una mujer s. Al instante,
todos, menos Dangbevi, que no conoca a aquella mujer, pensaron lo mismo:
Una mujer! Yu! Quin sino Yu?
Amosu gru:
- Despus de la demostracin que tu padre ha hecho hoy del especial
afecto que te tiene, Yu ha perdido toda esperanza de ver como este
afeminado cerdo, Gbochi, sucede a tu padre en el puesto de jefe. A partir
de ahora, vigila lo que comes, Nya! Y tambin lo que bebes! Creo que Yu
es perfectamente capaz de
Dangbevi musit: -Asesinarle? Kpadunu, su marido, dijo: -Incluso
esto.
se fue el primer aviso que Nyasanu tuvo de los problemas y
dificultades que se avecinaban. Pero el segundo slo sirvi para crear
confusin, ya que provino de una fuente distinta. Y antes de que aquel ao
terminara, los indicios de desdicha eran como buitres trazando crculos
alrededor de la indefensa cabeza de Nyasanu.
Durante todo el da siguiente, el conjunto de viviendas de Gbenu
estuvo estremecido de risas y conversaciones, por cuanto todos los miembros
del clan de Nwesa que estaban en disposicin de hacerlo, visitaron a Agbale
en su nueva casa. Se comi y se bebi en abundancia, y algunos entusiastas
bailaron. Sin embargo, ello no se consideraba la fiesta nupcial de Nyasanu
y Agbale, ni tampoco se estimaba que aquel fuera el da de su matrimonio.
120 Negros son los dioses de mi frica
Con voz adusta que ocultaba las lgrimas que casi la ahogaban, Gudjo
- No seas tonto, muchacho! Anda, acustate!
su fiesta nupcial. Y pese a que todos los presentes los llamaron lujuriosos,
Agbale no se sinti molesta por tales bromas. A un ser tan acorazado y
ceido de felicidad, qu dao podan causarle meras palabras?
Nyasanu, en pie ante los invitados que all se haban congregado, que
se elevaban a centenares, debido a que l era hijo del jefe, pronunci un
discurso. No fue un discurso muy bueno, pero a nadie molest. Nyasanu
comenz diciendo:
- Venerables ancianos y honorables invitados, cul es la diferencia
entre el da y la noche? Esperad! Yo mismo contestar la pregunta que
he formulado. Durante el da, el sol nos cuece los huesos y el trabajo que
debemos hacer nos da dolores en todo el cuerpo. De da, se suda y se padece
sed; y el ms grande de todos los placeres no se puede gozar, por temor a
que ojos curiosos nos espen
Todos los presentes se rieron a grandes carcajadas.
- Pero la noche es la verdadera amiga del hombre. Por la noche,
se duerme y se tienen dulces sueos. La noche es fresca, y de noche se
descansa. La noche es tiempo de amar. Y el color de la noche es negro, el
color de la belleza. En consecuencia he dado a mi esposa el nombre del
color de la noche, el nombre de la belleza. A partir de ahora, mi esposa
se llamar Nyaunu wii Mujer negra! Bella como la noche e ntegramente
ma.
Al or estas palabras los dedos de todos crujieron; todos rieron y
prorrumpieron en vtores. Y, a partir de aquel instante, nadie volvi a
pronunciar el nombre Agbale. Desde entonces y para siempre, Agbale se
haba transformado en Nyaunu wi.
Y los tambores comenzaron a redoblar en toda la plaza. Nyasanu
bail slo una danza de su invencin. Fue una danza muy lenta y solemne,
hermosa y de suave sinuosidad. Y mientras Nyasanu bailaba, la recin
nombrada Nyaunu wi caminaba junto a l, y, con un pauelo de seda, le
secaba el sudor del rostro.
Cuando termin la danza, Nyasanu se dirigi a los miembros de su
gbe, y grit:
- Ayudadme!
Y todos los miembros de la sociedad agobiaron a Agbale con una
lluvia de regalos que eran tributo a su virtud, ya que si la muchacha no
hubiese demostrado ser virgen en la estera nupcial, los miembros del gbe
no hubieran acudido a la fiesta.
El resto de la fiesta fue todo alegra y risas, y muchas bromas rudas,
y todos, hombres y mujeres, compitieron entre s, para demostrar cada
cual que era el mejor bailarn o bailarina, entre los presentes. Desde luego,
Frank Yerby 127
NUEVE
- Yalode, diosa de las mujeres, dime cmo es posible que haya vivido
toda la vida en el mismo conjunto de casas en que ha vivido esa chica, y no
me haya dado cuenta
Kpadunu dijo:
- De que a pesar de su cara de sucia cerda tiene cuerpo de diosa?
Es muy sencillo. Nunca te fijaste en ella. Mi querido primer amigo, eres
tan disciplinado, cumplidor de tus deberes y tan rgido, que ello llega a
perjudicarte. Tu padre te dio por esposa a Nyaunu wi, y con ello te bast.
Estoy seguro de que la tasino tuvo que violarte o poco menos, la noche en
que enfri el cuchillo de la circuncisin. Y, ahora, a pesar de que tu mujer
ya espera un hijo, ni siquiera has buscado quien la sustituya. Tambin yo
amo a Dangbevi, y la amo tanto como t a Nyaunu wi, y quiz ms. Pero he
tomado otras dos esposas, que es lo que debe hacer todo hombre, en tanto
que t
Con desgana, Nyasanu dijo:
- No hablemos de este asunto. Y, adems, Alogba es hermana ma, o,
mejor dicho, hermanastra, por lo que hubiera sido indecente
Kpadunu le mir de soslayo, y esboz una sonrisa infinitamente
burlona, pero guard silencio.
Amargamente, Nyasanu pens: No necesitas decrmelo, a santo de
qu repetir lo que todos los ciudadanos de Alladah piensan, lo que incluso
yo pienso, y posiblemente lo que mi padre sabe con certeza, o sea, que
entre todos los hijos de Yu, slo el pequeo, Chiwayi, es hijo de mi padre.
Pero como Yu fue una esposa avanusi que le fue dada No! Legba me
valga! No le fue dada, sino que le fue impuesta por la princesa Fedime, mi
padre nada poda hacer, e incluso ahora nada puede hacer para evitar la
comprobada realidad de que Yu se abre de piernas ante cualquier cosa que
tenga un pene unido al vientre, hasta con los monos del bosque, a juzgar por
el aspecto de algunos de mis llamados hermanastros y hermanastras. Y, en
ese aspecto, Alogba se parece a su madre. Siempre que me encuentra solo,
procura frotarse conmigo. En fin, mientras mi padre la reconozca como hija
suya, mis relaciones con ella constituiran incesto, el peor de todos los su du
du, segn la ley, y castigado con pena de muerte. Oh espritus malignos,
atacad a Gbochi! S, porque si Gbochi no hubiera huido, Alogba no estara
aqu para atormentarme durante todo el tiempo que dure la campaa. Y si
atacamos a los maxi, como todos suponemos, la guerra puede durar medio
ao
Kpadunu le sonri y susurr:
- Lo que tu negrita no puede ver, ningn dao puede hacerle. Y
tendrn que pasar tres aos antes de que puedas yacer de nuevo con ella.
132 Negros son los dioses de mi frica
muy poco que el rey reclutara a sus hermanos para sustituirlos, cuando
huyen o se mutilan para no ir a la guerra. Pero que recluten a sus hermanas
es harina de otro costal, por cuanto es algo que los avergenza, y el hecho de
esconderse detrs de las faldas de una mujer los hace parecer afeminados
Kpadunu dijo:
- Ahora bien, Gbochi es realmente afeminado, y qued entusiasmado
al enterarse de que iban a reclutar a Alogba para sustituirle. Y ahora, mi
primer amigo, debes esforzarte en evitar que Dada Gezu te separe la cabeza
del tronco, debido a que cierta ahosi, a la que se cree hermanastra tuya, est
totalmente dispuesta a penetrar arrastrndose en tu tienda la primera noche
de nuestra marcha. Lo cual es precisamente la razn por la que sustituy
a Gbochi, es decir, lo hizo para tener una oportunidad contigo, mi primer
amigo. Como dira tu to abuelo Hwegbe
- Basta! Cllate, Kpad!
Y Nyasanu qued tembloroso, sin prestar la menor atencin al
discurso del general femenino, debido a que la mencin de su to abuelo, el
tallador de madera, trajo otro desagradable recuerdo a su mente.
Pese a que Hwegbe haba abandonado el conjunto de viviendas de
Gbenu el da siguiente al de la boda de Nyasanu, sin que se hubiera vuelto
a saber de l, lo cierto era que dos das despus, al recoger Nyasanu la
figura del bauchie masculino puesto ante su puerta, descubri que los ojos
le haban desaparecido otra vez, borrados por la mano de un tallador de
magistral arte. El bauchie femenino tambin estaba ciego. Entonces, sin
decir nada a su esposa, Nyasanu haba cogido a los dos agbadorne, los
espritus custodios, y los haba arrojado entre la maleza. Ms vala que su
casa dejara de estar protegida contra los malos espritus que guardada por
figuras hechas por una mano que le quera mal.
Pensar en esas cosas de nada serva, y por eso Nysanu abri sus odos a
las palabras del general femenino, que chillaba: -Por el fuego cambiaremos
Abeokuta! Ante esta frase, los hombres se miraron los unos a los otros,
grises de miedo indisimulado sus negros rostros. S, debido a que Abeokuta
era la capital de los Auyo, los cuales hacan la guerra a caballo. Durante casi
doscientos aos, los reyes de Dahomey haban conseguido que su pueblo
siguiera vivo por el medio de pagar tributo a los feroces jinetes negros
del Norte. Nueve aos despus de comenzar su reinado (1), Gezu haba
conseguido por fin contener a los auyo, infligindoles tan graves prdidas
que el rey de los auyo haba pedido la paz, renunciando al tributo. Pero
los auyo, en su propio territorio, seguan siendo invencibles, y el que un
(1)En 1827, segn los historiadores ingleses.
que el da casi haba llegado, Nyasanu descubri que aquello haba dejado
de gustarle.
En primer lugar, no poda apartar de su mente la imagen de
Nyaunu wi, yacente, con la barriga hinchada, como un animal herido,
abrazndose a las piernas en un abrazo desesperado, que Nyasanu no
haba podido deshacer, el da en que le comunic la noticia que su padre
haba trado de Ahomey: aquel ao habra guerra, con casi toda certeza.
Fue duro, terriblemente duro, ver a su esposa en aquella actitud, con
los ojos hinchados por el interminable escozor de las lgrimas, hasta
el punto que no poda abrirlos. Pero escuchar a Nyaunu wi fue peor
todava, escuchar las cosas que dijo, y vindose obligado a esforzarse
para comprender las palabras lentamente murmuradas por una voz
spera y ronca, reducida, no tanto a la ausencia de sonido por las largas
horas de incesante sollozar, cuanto a la negacin, a la contradiccin del
sonido: Morir; cuando vuelvas, no me encontrars aqu, si es que los
maxi no te hacen prisionero y te venden al furtoo; la espera ser causa
bastante para mandarme junto a los antepasados; s, bastar el estar sin
ti; mucho antes que inicies el camino de regres a casa, Legba me habr
devorado los sesos y el aliento.
Y, sumido en desdicha, Nyasanu pens que ahora, cuando apenas
haca cuatro das que haba dejado a Nyaunu wi, ya contemplaba con deseo
a la fea Alogba, la del rostro porcino.
Pero, adems, ahora, Nyasanu dudaba que llevara en la barriga
aquello que era imprescindible para convertirse en la clase de guerrero que
su padre era. La vspera vio, por primera vez en su vida, cmo unos hombres
eran decapitados. El rey Gezu, siguiendo el mandato de las costumbres,
haba enviado a cinco esclavos a reunirse con los antepasados, para pedirles
que protegieran su real persona, y los objetos del Leopardo que era la
denominacin que, con amarga justeza, se daba a los individuos del pueblo
de Dahomey, en ocasin de ir a la guerra.
Lanzando horribles gritos, los guardias reales, armados con
porras, penetraron corriendo en el interior del corral de los esclavos,
y arrastraron cinco de ellos -en cuanto Nyasanu saba, cogidos
puramente al azar- a la gran plaza rectangular, ante la residencia real.
All amordazaron a los cinco esclavos por el medio de introducirles
en la boca, hasta la garganta, una rama en forma de Y, de manera que
las dos ramas les salan por las comisuras de los labios, dndoles la
expresin de una macabra sonrisa, aunque Nyasanu tena la certeza de
que ello no se haca adrede. A los extremos de esas ramas iban atadas
unas tiras de cuero que se anudaban entre s, en el cogote del esclavo,
con lo que la mordaza quedaba formada de modo eficaz y doloroso.
Frank Yerby 137
se vean manchas de sangre de chivo, y gbos cosidos a ella, pero eso era
algo que tambin se vea en los uniformes de casi todos los soldados
de infantera. Iba con pistola al cinto, y una porra de guerra, erizada
de gran nmero de clavos, al hombro. Anillas de cuentas negras le
rodeaban las piernas, y calzaba sandalias. En conjunto, presentaba el
aspecto de un competente y altivo guerrero, pero ni siquiera pareca
un oficial de alta graduacin, y, mucho menos, el rey. Incluso la pipa
que fumaba era ms pequea que las del biwanton y el adanijon, cuya
importancia, en acciones blicas era, por lo menos, dudosa.
Al ver la expresin de Nyasanu, Kpadunu le dirigi una sonrisa, y,
en voz baja, le dijo:
- Parece un mendigo, verdad? Es una treta, Nya. No podemos
permitirnos el lujo de que nuestro rey sea el blanco de todas las lanzas,
flechas y piedras de los maxi, no crees? El rey ni siquiera tiene el mando
del ejrcito, ya que de eso se encarga el gao y el kposu, tu padre. Por lo tanto,
si perdemos la batalla, el enemigo hace prisioneros a estos dos, convencidos
de que, por su imponente aspecto, uno de ellos ha de ser el rey. Adems,
al no ser el rey responsable de la direccin de la guerra, los espritus de sus
enemigos muertos atacan al gao y al kposu, no a l. Esta noche, cuando
acampemos, vers que el rey se sienta en un taburete mucho ms bajo que
el del gao y tu padre. Y estos dos pueden fumar en presencia del rey. En
tiempo de paz, tal falta de respeto les costara la vida. Pero es necesario
seguir en todo momento con esta farsa, ya que algunos de los comerciantes
que acuden a nuestros campamentos para vendernos comida y bebida, son
espas del enemigo, sin la menor duda. De esta manera, no pueden averiguar
quin es el rey, y as se evita que se preparen las maniobras oportunas para
que los soldados enemigos los apresen en los primeros momentos de la
lucha, lo cual es el mejor mtodo de ganar una guerra sin casi derramar
sangre
Meditativo, Nyasanu dijo:
- Debiera embadurnarse la cara con holln. Apenas tiene color. Es fcil
distinguirle
- S, pero ello no significa que sea el rey. En realidad, los maxi jams
imaginaran que un hombre que tiene el aspecto de estos mulatos hijos de
portugueses y esclavas sea el rey de Dahomey.
- Es verdad.
Y despus de decir estas palabras, Nyasanu se levant para
contemplar el paso de las tropas. Primeramente, pas la compaa azul,
con tnica de color ndigo y trinchas blancas. Iban tocados con una
especie de boina con caimanes bordados al costado. Despus pasaron
Frank Yerby 143
los achi, los hombres armados con bayoneta, cuyo uniforme era
idntico al de los anteriores aunque, en la parte lateral del cubrecabeza,
llevaban un trbol en vez de un caimn. Luego, pasaron los agbaraya,
as llamados por el arma que llevaban, que era un corto trabuco, con
la boca del can en forma acampanada, que no permita la menor
precisin en el tiro, pero que, por lo menos, produca el ruido suficiente
para que los caballos del enemigo huyeran salidos de caa, y, en las
montaas, donde apenas haba moscas ts-ts, caba la posibilidad de
que tuvieran que enfrentarse con la caballera de los auyo, en el caso de
que stos hubieran acudido en auxilio de los maxi. Nyasanu pens: Es
muy propio de la sutileza y del sentido del humor de los dahomeyanos
el que la compaa de trabucos est al mando del kpofensu, el bufn
de la corte; s, porque el bufn del rey es incapaz de inventarse una
broma que provoque tanta risa como la que producen los agbaroya en
el campo de batalla; de cada dos veces una, esos caones de bronce
pegan un culatazo tan fuerte que los agbaroya se caen de culo, con los
pies al aire, y la nica consecuencia del disparo es una lluvia de hojas
cadas de las copas de los rboles.
Pero pasaban los ganu rilan, los cazadores reales, y Nyasanu, al
verlos, guard silencio. Todos ellos eran ashanti, guerreros que la reina
madre de los ashanti haba prestado a Gezu. Y Nyasanu tuvo la sensacin
de quedar reducido, empequeecido ya que a pesar de medir ms de
dos metros de altura, y de haber comenzado a desarrollarse de manera
que ya iba adquiriendo la corpulencia que tendra en su plenitud, el ms
bajo de los ashanti le pasaba a Nyasanu tres dedos por lo menos. Desde
luego, todos ellos eran ms delgados que l. Pero esto poco significaba.
Los ashanti eran guerreros natos. Jams se supo de un ashanti que
huyera en el campo de batalla, ni que se escondiera o mutilara para no ir
a la guerra, tal como hacan muchos dahomeyanos. Adems, los negros
rostros alargados y flacos de los ashanti tenan una expresin altamente
inteligente. Su padre le haba dicho: El ms tonto de los ashanti es un
genio militar, y a veces pienso que son genios en todos los aspectos, y no
slo el militar.
No lucan adornos de bronce, sino de oro, ya que las tierras de los
alrededores de Kumassi son ricas en este precioso metal. Y cada uno de
ellos era ms apuesto que cualquier dahomeyano, salvo, quiz, algunos
jvenes de las clases altas, como Kpadunu y el propio Nyasanu.
Pero despus llegaron los hastatis, o fusileros, de la unidad de
Nyasanu, por lo que se uni a ellos, y no vio el resto de los contingentes.
Sin embargo, Nyasanu saba cules eran las unidades que iban detrs: la
unidad de asalto o mnau y los aro o arqueros.
144 Negros son los dioses de mi frica
DIEZ
Pero casi siempre los dos amigos se quedaban solos cuando terminaba
la jornada de marcha. Se tumbaban boca arriba y contemplaban las
estrellas, perdidos en la inmensidad de la noche africana. Los pensamientos
que libremente se les ocurran eran largos, muy largos, y resultaba difcil
analizarlos, e incluso soportarlos. Kpadunu dijo:
- Nya, quiero que me prometas una cosa. -Qu?
- Que que si muero en accin te casars con Oangbevi. Las otras
dos esposas no me importan. Pero Dangbevi es extraa. Es tmida. Arisca
ante los dems. Tierna. Carece de las defensas que las restantes mujeres
tienen. Jams le he odo hablar mal de nadie. Y no creo que sea capaz de
sobrevivir si se queda sola. No, no tiene la dureza ni la malicia suficiente
para sobrevivir. Lo prometes?
Nyasanu pens unos instante. Y por fin dijo:
- S, pero t has de prometerme casarte con Nyaunu wi si soy yo
quien muere. Pero queda un problema, Kpadunu: y nuestros hijos? Tanto
mi esposa como la tuya; en fin, probablemente tus tres esposas, esperan un
hijo. Qu condicin tendran los hijos?
Kpadunu mir a su amigo, y sus ojos llameaban Serenamente dijo:
- Si mueres, tu hijo ser mi hijo, y si nace el primero entre todos mis
hijos, ser el heredero. Lo juro por Fa, que es el dios del destino.
- Lo mismo juro yo, y ah va mi mano para sellar el juramento.
Legba, el mensajero de los dioses, es un gran tramposo y ama la
maldad. Adems, en cierto aspecto es tambin el dios del sexo. Cuando
Legba fue descubierto en flagrante delito con su propia hija, Minona, la
diosa de las mujeres, la madre de Legba, Mawu, le castig con la tortura
de una permanente ereccin, y unos deseos carnales insaciables. Por eso
no cabe la menor duda de que fue Legba quien puso malos pensamientos
en la cabeza de Alogba aquella misma noche. Lo nico que cabe poner en
duda es si Legba eligi bien el momento de poner en prctica sus nefastos
designios, ya que Nyasanu, despus de haber pronunciado tan alto y
sagrado juramento, yaca insomne en su estera, pensando con grande y
reverente ternura en su Nyaunu wi.
En ella pensaba todava cuando el cansancio acumulado en sus
miembros a lo largo de la jornada de marcha le domin. E incluso despus
de que eso ocurriera, Nyasanu so con Nyaunu wi. En modo alguno le
sorprendi que Nyaunu wi se deslizara hacia l, sinuosa, esbelta como
una rama de loco, sin el menor sntoma de la gestacin de cinco meses.
En sueos, los elementos sorpresivos, incluso de pasmo, jams se dan. Por
esto, Nyasanu, suave y lentamente, se dobl por la mitad de su cuerpo de
gran altura -en honor de la verdad debemos decir que meda el doble que
Frank Yerby 149
ONCE
Desde donde estaban, entre el monte bajo que cubra las laderas al sur
del valle, podan ver a los maxi. Los hombres de las montaas formaban
largas filas, y sus azadas destellaban al moverse en ritmo perfecto, en los
largos y estrechos campos de cultivo, que eran la nica fuente de subsistencia
que tenan, con la sola salvedad de los pjaros cazados con trampas de lazo,
y algn que otro animalejo atrapado por sus cepos.
Agazapado, Nyasanu agarraba el fusil con tal fuerza que los nudillos
se le haban puesto grises. Volvi la cara hacia su amigo, y Kpadunu pudo
ver cunto asco haba en los ojos de Nyasanu y el temblor de sus labios. El
joven hechicero se acerc a su amigo y le susurr al odo:
- Queras ser un hroe, verdad? Pues ahora tienes la ocasin, Nya!
Al estilo del Dahomey! Contra esos lamentables mendigos armados con
azadas! Es fcil. Basta con matarlos por la espalda, mientras huyen. Luego,
te sientas en sus apestosos cadveres y vas aserrando con el cuchillo sus
correosos cuellos, aserrando, aserrando, hasta que
- Por Legba! Quieres callarte?
Pero, en aquel instante, el ala izquierda, bajo el mando del padre de
Nyasanu, lanz una descarga de sonido singularmente irregular. El humo
descendi sobre Nyasanu, cegndole. Cuando la humareda de la plvora se
disip, Nyasanu vio a tres campesinos maxi grotescamente exnimes entre
los surcos, mientras los restantes corran como antlopes hacia las laderas
de sus montaas.
Riendo, Kpadunu dijo:
- Puntera dahomeyana! Toda el ala izquierda Dos mil hombres,
Nya! Todos disparando a un tiempo, para matar a tres campesinos
desarmados. Cuntas balas por cadver representa eso? Veamos
setecientas? No, no tanto, algo menos.
- Quieres callarte, Kpad?
En aquel momento, el jefe de su unidad orden:
- Fuego!
Frank Yerby 165
S, era cierto, pens Nyasanu. Como los maxi no tenan acceso al mar,
el traficante que quisiera intentar venderles armas, plvora y balas, tena
que cruzar el territorio de Dahomey. Incluso en el caso de que las armas
fueran desembarcadas en Lagos, en Benin o en cualquiera de los puertos
de mar del reino, los traficantes tambin se veran obligados a pasar por
Dahomey para vender a los maxi. Y Nyasanu saba muy bien cul sera la
suerte del traficante que acometiese tal empeo.
Su cabeza adornara la techumbre del primer puesto de vigilancia
que intentara cruzar. La nica posibilidad que quedaba consista en
que los fanti, los nupe, o cualquier otra tribu musulmana asentada en el
Norte, trasportara las armas al travs del vasto desierto. Pero los negros
musulmanes eran tambin grandes tratantes de esclavos. Y los maxi,
msero pueblo de montaa, eran ms valiosos como esclavos que como
compradores. S, los maxi tendran que seguir luchando con el arco, con el
machete, con la lanza, tal como haban luchado sus antepasados en el curso
de dos mil aos
Kpad dijo:
- Y, ahora, carga t mientras yo les apunto.
Nyasanu volvi a cargar el fusil. La embriaguez de la lucha, la sed de
sangre que le haba invadido al ver a su menudo amigo en peligro, haba
abandonado el cuerpo de Nyasanu, como un lquido que se le hubiera salido
por los dedos de los pies. Senta mareo. Haba matado a un hombre. Haba
asesinado a un campesino armado con una azada, y lo haba asesinado con
un fusil, desde una distancia de veinte varas.
Hablando en ewe, Kpadunu orden a uno de los maxi:
- Cgelo y levntalo! Con cuidado, cerdo! Con cuidado, o por
Xivioso, dios del trueno, que os vuelo los sesos a todos!
Tuagbadji gimi:
- Kpad, Nya, las cabezas! Cortadles la cabeza!
Nyasanu mir a su tercer amigo. En nombre de Sagbata, dios de
la tierra! Qu clase de locura le haba dado? Entonces, cogi el assegai
de Tuagbadji y comenz a aserrar el cuello de uno de los cuatro hombres
muertos. Los prisioneros maxi le contemplaban impasibles. A pesar de que
hubiera podido afeitarse con aquel assegai, tuvo que aserrar y aserrar, y la
sangre cubri sus manos, y la cabeza del cadver segua unida al tronco,
hasta que Kapadunu, apiadado, dijo:
- Cgelo por el cuello y retuerce la cabeza.
As lo hizo Nyasanu, y la cabeza se desprendi del tronco. Entonces,
Nyasanu se levant y vomit. Tuagbadji, a pesar del terrible dolor que le
produca el brazo quebrado, grazn:
168 Negros son los dioses de mi frica
- Nunca sers un buen soldado, Nya! Eres tierno como una mujer!
A la sazn, haba llegado ya un grupo de soldados de su unidad, de
zohunan, o fusileros. Kpadunu les orden secamente:
- Arrancad las cabezas y guardadlas!
Luego emprendieron la marcha, custodiando a los diecisis prisioneros
maxi capturados por los dos solitarios hroes, y llevando consigo las cuatro
cabezas goteando sangre. Dos maxi llevaban a Tuagbadji, y detrs de ellos
iban tres maxi ms que haban resultado heridos por las flechas del pequeo
y gordinfln arquero, por lo que se les poda considerar cadveres que an
caminaban. Uno de ellos gema en voz alta, y los gemidos llegaron a odos
de Tuagbadji, quien, excitado, por cuanto el dolor ya le haba producido
cierto delirio, exclam:
- Nya! Tambin vienen con nosotros esos a los que he herido?
- S, Badji.
Tuagbadji grit:
- Pues crtales la cabeza!
Nyasanu mir a Kpadunu, quien con acento de cansancio dijo:
- Lleva razn, Nya. Las flechas estaban envenenadas. Maana
morirn, y morirn de un modo horrible. A lo sumo vivirn hasta pasado
maana. Ms vale matarlos ahora.
Nyasanu sinti la verde oleada de la nusea alzndose en su garganta.
Con desesperanza, pens: Badji est en lo cierto, tengo ms de mujer que de
hombre Entonces, como siempre le ocurra cuando tena que enfrentarse
con la natural y humana tendencia a la compasin, con su renuencia a
causar dao, infligir dolor, sinti que reaccionaba con furia, principalmente
dirigida contra s mismo, una furia que sola sacarle de apuros. Nyasanu se
volvi hacia los zohunan, y su rostro de apuestas facciones estaba alterado
por un tenso gesto de ferocidad. Indic a los tres maxi heridos, y grit:
- Esos tres! Saltadles la tapa de los sesos a culatazos, y cortadles la
cabeza!
As se hizo. Nyasanu oy el sordo sonido del choque de la madera
contra los crneos de los maxi, y apart la mirada de la carnicera, pero
entonces su vista tropez con un espectculo todava peor.
Las ahosi, las mujeres soldados, haban invadido el campo. No se
trataba de unidades armadas con fusiles, sino solamente de las gohento,
las arqueras, y de las nyekplohento, las mujeres armadas con navajas.
Y la ms adelantada de las nyekplo hento lleg junto a uno de los maxi
heridos, que yaca gimiendo en el campo al que aquella maana haba ido
para arrancar hierbajos y desbrozarlo. La mujer se inclin sobre el herido,
y, con manos temblorosas de frenes, le arranc el taparrabos. Un momento
Frank Yerby 169
despus, Nyasanu oy los primeros gritos del hombre, unos gritos roncos,
de puro terror animal. Luego, los gritos cambiaron, se hicieron ms
agudos, subiendo desde la nota baja del redoble del tambor hasta la nota
de la flauta, y alcanzaron el registro de soprano, en el que permanecieron,
pero no era musical aquel sonido, sino ms bien el que produce la arena
al frotar un vidrio. Luego, incluso este sonido ces despus de una nota
ahogada. Cuando la mujer de la navaja se enderez, Nyasanu comprendi
lo ocurrido. La mujer haba introducido lo que le haba cortado al hombre
en la boca de ste.
Se volvi hacia Kpadunu dominado por una rabia que era como un
dolor casi mortal, pero antes de decir lo que senta necesidad de decir, sin
saber exactamente qu era, pudo ver a su hermanastra Alogba sentndose
a horcajadas sobre otro herido. Sostena en la mano el pequeo cuchillo
curvo que las gohento llevaban colgado de la mueca mediante una correa.
Y en el breve instante en que la vista de Nyasanu percibi a su hermana,
sta comenz a inferir cuchilladas al moribundo, cuchilladas de escasa
profundidad, casi como en un juego. Una, dos, diez, treinta veces le dio
de cuchilladas, hasta que el pobre diablo gritaba que pareca fuera a rasgar
los cielos, y se retorca de tal manera que su sangre salpicaba el desnudo y
esplndido cuerpo de Alogba, de manera que el cuello y los senos quedaron
tintos en ella, y goteaba de sus pezones erectos y temblorosos, estremecidos
por una emocin que Nyasanu comprendi bruscamente era de carcter
sexual, y al fijarse en la boca de lacios labios cubiertos de espumosa
saliva, en los ojos en blanco de Alogba, comprendi.con horror que, en su
hermanastra, la crueldad era otra forma de sensualidad, una pasin carnal
tan profundamente arraigada y tan perversa que, al travs de ella poda
alcanzar el orgasmo, y realmente lo alcanzaba.
El horror que haba dejado inmvil y helado a Nyasanu qued
bruscamente hecho aicos por una explosin de rabia que fue como el golpe
de un puo cubierto de bronce en las races de su virilidad. Pero este golpe
tuvo la virtud de arrancarle de las garras del horror, y de eliminar aquel
enfermizo mareo. En dos zancadas, Nyasanu se plant en el lugar en que
se encontraba Alogba, sentada sobre el cuerpo del agnico maxi. Nyasanu
se quit el cinturn-cartuchera, ancha y pesada tira de piel de bfalo, a la
que iban unidas las pequeas cajas de cuero que contenan las balas de los
fusiles y los paquetes de plvora, y lo blandi con todas sus fuerzas. El cinto
abri la piel de la espalda de Alogba, como si de una ciruela madura se
tratara. Luego, Nyasanu sigui azotndola, azotndola, hasta que los gritos
de la muchacha flotaron en el aire, alrededor de los odos de Nyasanu, en
un sonido tan musical que hubiera debido revelarle algo ms acerca de su
hermanastra, aunque no fue as. Sigui azotndola, convirtiendo su cuerpo,
desde los hombros a las corvas, en una masa de carne viva, hasta que sinti
170 Negros son los dioses de mi frica
DOCE
Nyasanu dijo:
- Por Aido Hwedo, que sostiene el mundo en alto! A eso le llaman
guerra, Kpad?
Kpadunu dirigi la vista al lugar en que las ahosi, las mujeres
soldados, se entregaban a la tarea de recoger las cosechas sembradas por
los maxi, y contest:
- S, y, en cuanto s, es igual que cualquier otra guerra de que tenga
recuerdo el ms anciano jefe de clan que conozco, salvo las libradas contra
los auyo, Nya. Emprendemos la marcha contra un pacfico pueblo de
montaa, como los maxi, conquistamos los nicos campos de cultivo que
tienen, y, al hacerlo, matamos a ocho o diez hombres. Luego, acampamos
aqu, al pie de las montaas, y esperamos a que decidan si es ms sensato
morirse de hambre o rendirse, sabedores en todo momento de cul ser su
decisin, la decisin que siempre han adoptado cuando nosotros hemos
atacado a ellos, de la misma forma que nosotros sabemos que jams se les
ocurrir almacenar alimentos en previsin de que los ataquemos. El fa de
un hombre es ese mismo hombre. Y lo mismo ocurre con las tribus, con las
naciones, con las razas
- Kpad, es muy duro lo que dices.
- Pero es verdad. Los maxi son esclavos natos, Nya
Nyasanu exclam indignado:
- Nadie ha nacido esclavo!
Kpadunu mir con lstima y tristeza a su primer amigo. Sin alzar la
voz, dijo:
- El hombre que puede ser reducido a esclavitud ha nacido esclavo.
No lo olvides. No, desde luego, no insistir en que un hombre antes debe
morir de sed que
- Pues yo s!
- S, porque eres sencillo, noble y puro, lo cual es una bonita manera
Frank Yerby 175
- Badji, me parece
Nyasanu la mir intensamente y dijo:
- Te parece? No lo sabes de cierto?
- No. No lo s. He estado con l ms que con cualquier otro. Pero, en
fin, no creo que la cosa tenga importancia, no crees?
- Oh Legba, dios de la lujuria!
- Pues tuya es la culpa. Si me hubieras hecho caso, nadie ms habra
habido en mi vida. Encontr a Badji la misma noche en que t me echaste a
patadas de tu cabaa. Aquella noche comenz todo
- Pero, Alogba Somos hermanos!
- No, no lo somos. Mi madre dice que no eres hermano mo, y supongo
que ella tiene razones para saberlo, no te parece?
- Lo dudo. Lo dudo por las mismas razones que t no sabes si el hijo
que llevas es de Badji o de otro.
- Creo que es de Badji. En realidad, estoy casi segura. Slo lo lo
hice, con tres ms
- Que Chaunu los confunda!
- No, Nya. Sera injusto. Por qu deseas que se conviertan en seres
intiles para las dems mujeres por el solo hecho de haber yacido conmigo?
Eso es lo que Chaunu hace, no?
- S.
Chaunu, el ser que retiene, era uno de los dioses de la tierra. Su
especialidad consista en dejar impotentes a aquellos que infringan los
tabes sexuales. Castigo que, a juicio de Nyasanu, era extremadamente
congruente con el pecado que lo motivaba. Alogba deca:
- Y si me port mal en esas tres ocasiones, ello se debi a que Badji
tena que estarse quieto, por culpa del brazo, y no poda. Por otra parte, yo
necesitaba que alguien
Con fatigado acento, Nyasanu dijo:
- En fin, concretemos. Qu quieres de m?
- Que t y Kpad me ayudis a tomar Agwe. Los tres solos. Y tambin
Badji. Tal como tiene el brazo no sirve para nada, pero dejaremos que
participe de nuestros mritos, para que
- Y cuando tu vientre comience a estar tan hinchado que ya no puedas
ocultar tus pecados, tu esposo, el rey, estar tan impresionado por tu
herosmo que te perdonar. ste es el plan, verdad, hermana?
- Efectivamente, Nya. No te parece un buen plan?
- Excelente. Pero hay un obstculo. Agwe, ah arriba, es la capital de
180 Negros son los dioses de mi frica
los maxi. En nombre de Legba que devora los sesos de los idiotas, cmo
puedes pretender que dos hombres, un tullido y una muchacha preada
tomen una poblacin tan grande como Alladah?
- Es fcil. Todos sus habitantes estn enfermos, muy enfermos. He
entrado en la ciudad varias veces, disfrazada con la falda de una de sus
mujeres a la que di muerte. Esa mujer tena tanta hambre que se aventur
demasiado lejos, en busca de comida. Conozco un poco el idioma ewe. Lo
suficiente para hacerme entender, y arriba estn todos murindose de
hambre, Nya! Se han comido ya a todos sus animales, incluso a los perros.
Creo que incluso comienzan a comerse los unos a los otros
Nyasanu medit lo que Alogba acababa de decirle, y, por fin, dijo:
- Sin embargo, hace dos das, cuando mi padre me mand al frente
de un grupo de reconocimiento, para comprobar el estado de las defensas
de los sitiados, nos lanzaron una lluvia de flechas, lanzas y piedras tan
recia que cualquiera hubiera dicho que en el mundo entero era imposible
encontrar tanta flecha, lanza y piedra.
- Eso se debe, Nya, a que, a pesar de ser alto, fuerte y apuesto, careces
de verdadera astucia. Quiero decir que no tienes la clase de inteligencia que
tiene Kpad. Los atacaste de frente, verdad?
- S. Pero debes tener en cuenta, hermana, que no hay retaguardia.
Agwe se encuentra al borde de un precipicio, y en la parte trasera hay unos
picachos que ni siquiera una cabra podra escalar; adems
- Sabes que no soy una cabra, y, a pesar de ello, he trepado por esa
parte que dices. Adems, conozco un camino que ni siquiera es difcil,
realmente difcil.
Nyasanu la mir fijamente, y, al fin dijo:
- De acuerdo, no voy a discutir esto ltimo, y ni siquiera dir que, a
juzgar por el modo de comportarte, quiz tengas ms de cabra que de mujer.
Slo te voy a decir una cosa: basta con que en la ciudad haya cincuenta
hombres en disposicin de tenerse en pie y arrojar flechas o lanzas, para que
no podamos tomarla. No es cuestin de valenta, Alogba, sino de tctica.
Podemos arreglrnoslas para tener a diez guerreros enemigos tan ocupados
que ninguno de ellos pueda dar un rodeo y atacarnos por la espalda o por
el flanco, pero
Paciente, Alogba dijo:
- Nya, la verdad es que careces de astucia. No pienso seguir esa tctica.
- Entonces, qu tctica piensas seguir, mi seora generala?
- Iremos a la casa del jefe. S dnde est. Entrar sola en ella. Y, pese
a que nunca te has tomado la molestia de advertirlo, debes saber que tengo
un bonito cuerpo. La cara es fea, lo s. Pero quin ha odo decir que los
Frank Yerby 181
nalgas a una ahosi, basta para que le ejecuten. Qu pena crees impondran
al hombre que matara a una ahosi?
- No se enteraran. Podras decir que los maxi me han matado, y
Con severidad, Nyasanu grit:
- Alogba, cllate ya, y ve a baarte!
Los tres yacan ocultos detrs de los matorrales de espinos que
cortaban la estrecha senda que descenda sinuosa desde las cumbres de las
montaas, la senda que Alogba les haba mostrado y que permita penetrar
en la ciudad de Agwe, por su entrada trasera, casi sin vigilancia. Pero
Alogba no estaba con ellos. Haba penetrado ya en Agwe, para llevar a
cabo su misin de seducir al toxausu, o jefe, de la capital maxi, e inducirle
a cometer la locura de ir con ella hasta aquellos parajes, so pretexto de
discutir con el padre de Alogba el precio que el jefe deba pagar a cambio
de los encantos de bano de la muchacha.
Y Alogba llevaba ya largo tiempo ausente, tanto que Nyasanu y
Kpadunu no podan soportar la visin de Tuagbadji. Lo peor del caso es que
los dos primeros, por haber dejado a sus dolorosamente amadas esposas en
Alladah, podan imaginar con toda vividez los sentimientos de Tuagbadji.
Nyasanu comenz a decir:
- Oye, Badji
Pero slo tuvo tiempo de pronunciar estas palabras, porque en aquel
instante oyeron los gritos de Alogba.
Levantaron la vista y la vieron. Se diriga hacia ellos, corriendo a saltos
como un antlope, perseguida por un grupo de arqueros maxi. Los maxi
parecan esqueletos vivientes, y avanzaban a resbalones y tambaleos. Al ver
su apariencia, Nyasanu se pregunt si aquellos hombres pretendan violar
a Alogba o comrsela. Pero fueran cuales fueren sus intenciones, lo cierto
era que la perseguan a una velocidad sorprendente en unos individuos
que, evidentemente, estaban medio muertos de hambre. Tanto corran,
que uno de ellos, mientras los tres dahomeyanos miraban el espectculo,
alarg una mano esqueltica y consigui agarrar el vestido de Alogba,
lo cual de nada le sirvi, ya que sta se desprendi del vestido mediante
un sinuoso movimiento del cuerpo, y sigui su carrera a ms velocidad,
debido a que el vestido ya no entorpeca sus movimientos. Otro maxi puso
su mano, como una garra enloquecida por el hambre, sobre el hombro de
Alogba, reluciente de sudor, pero en aquel momento fuego, humo y trueno
estremecieron el mundo, ya que Badji, poniendo el can de su fusil en el
hombro de Nyasanu, y utilizando el cuerpo de su amigo a modo de trpode,
oprimi el gatillo y mat al maxi.
Eso detuvo a los perseguidores, aunque slo el tiempo necesario para
Frank Yerby 185
echar la mano rpidamente hacia atrs, por encima del hombro, agarrar las
flechas que llevaban en los estuches a la espalda y ponerlas en el arco. Un
momento despus, los silbantes vstagos de madera ennegrecieron el aire.
Nyasanu sinti una punzada en el brazo izquierdo, y al volver la vista atrs,
vio que de su carne colgaba una flecha maxi. La punta no haba penetrado
profundamente, sino en lnea tangencial, quedando envainada en la piel,
por lo que Nyasanu se arranc la flecha, y comenz a disparar contra los
maxi, a disparar lentamente, con frialdad y mortal puntera.
Los maxi estaban ya tan cerca que incluso el peor tirador del
ejrcito de Dahomey hubiera dado en el blanco, y, por otra parte, tanto
Nyasanu como Kpadunu se haban convertido en tiradores competentes.
Pero los maxi estaban lo bastante cerca para que los cuatro dahomeyanos
pudieran apreciar los efectos que una bala de un fusil dans, del calibre
sesenta, produce cuando daba en un hombre, efectos que consistan en
abrir un boquete, en las partes ms blandas del cuerpo humano, en el que
se poda meter el puo. O destrua la cara, convirtindola en una masa
ensangrentada. O levantaba una porcin de la bveda craneal del hombre
y lanzaba sus sesos a la cara de sus compaeros.
Eso fue lo que Nyasanu vio. El dedo se le hel en el gatillo del tercer
fusil. Alguien, Sagbata quiz, rey de los dioses de la tierra y seor de las
plagas, inyect en el estmago de Nyasanu una enfermedad, verde como
el limo de los pantanos, y repugnante a ms no poder, que form all una
charca, y ascendi por su garganta. Y alguien ms, probablemente Legba,
el mensajero de los vudun, el infernal tramposo que devora los sesos de sus
vctimas, le lanzaba pullas, se burlaba y rea de l dentro de su crneo. Y
Ku, seguramente Ku, dios de la muerte, le cogi el corazn, los pulmones
y los testculos, con su inmensa y helada mano, y los oprimi lentamente.
Kpadunu dijo:
- Tira, Nya! Tira, hermano! Si no tiras, estamos perdidos.
Entonces, Nyasanu sinti el culatazo de su fusil contra el hombro, oy
las vibraciones y el trueno, vio las llamas anaranjadas atravesando el humo
gris-blanco. Un arquero maxi dej caer el arco, y se sent bruscamente, con
las manos en la parte media del tronco. Su negro rostro, alzndose sobre la
rizosa y rala barba, no daba muestras de espasmo ni de dolor, debido a que
ni el uno ni el otro haban tenido todava tiempo de llegar a l, sino tan slo
de pasmo. Entonces, muy de prisa, sin una palabra, sin un gemido, el maxi
muri.
Pero Tuagbadji entreg a Nyasanu otro fusil, que Alogba haba
vuelto a cargar, y Nya tir y tir, mientras las lgrimas descendan por su
cara, trazando lneas sobre el holln de la plvora en su piel, mientras vea
cmo aquellas balas deformes y grandes de los fusiles del calibre sesenta
186 Negros son los dioses de mi frica
TRECE
no me atrevera a decir que es menos dado que los dems hombres a los
apetitos de la carne. Pero tambin debo decir que no me parece probable
que un hombre joven que acaba de casarse -y felizmente, debo aadir- se
deje llevar por un pasajero deseo hacia la persona de su propia hermana
La khetunga exclam pasmada:
- Hermana! Imposible, Gran Padre! Conozco bien a la arquera
Alogba, y puedes tener la absoluta certeza de que en nada se parecen.
Creme, Seor, no se da el ms leve parecido entre una y otro!
Sin alterarse, Gbenu dijo:
- Su hermana, oh padre de todos nosotros, es hija ma de la misma
manera que el muchacho es hijo mo. Desde luego son hijos de distintas
madres, y debido a eso mi seora khetunga dice la verdad cuando afirma
que el parecido entre los dos es muy leve, si es que parecido hay. La seora
Yu, madre de Alogba, me fue dada por esposa por tu hermana mayor, su
alteza la princesa Fedime. Y, a mi honrado parecer, hasta el punto que
apostara la cabeza, mi hijo Nyasanu, aqu presente, es incapaz de siquiera
pensar en cometer un incesto el ms severo de nuestros su du du.
Nyasanu levant un poco la cabeza, para ver la cara del rey. Y, tal
como haba previsto, Gezu qued un tanto envarado al escuchar la ltima
observacin de Gbenu. Todos saban el escaso respeto que los miembros
del clan del Leopardo sentan hacia dicha prohibicin. Entonces, el rey dijo:
- Nyasanu, hijo de Gbenu, levntate. Te doy permiso para estar en pie
en mi presencia.
Nyasanu dijo:
- Gracias, padre de todos nosotros.
Y acto seguido se puso en pie. La mirada del rey se desliz hacia
arriba, recorriendo, con evidente pasmo, la gran altura del cuerpo del
muchacho, y dijo:
- Un gigante Incluso ms alto que t, kposul Espero que sepa
defenderse por s mismo, ya que necesitamos hombres como l en Dahomey.
Sereno, Gbenu dijo:
- Pregntale cuanto quieras, Padre.
- Bajo pena de muerte, porque puedes tener la certeza de que tu
cabeza ser separada del cuerpo en el mismo instante en que me mientas,
te pregunto, oh hijo de Gbenu: has sido varn con tu hermana?, te has
deslizado en el interior de la cabaa de la arquera? cmo se llama,
khetunga?
La khetunga dijo:
- Alogba.
192 Negros son los dioses de mi frica
Alogba! Cmo es posible que no se den cuenta? Es que no ven que esa
mujer, y basta con slo mirarla, es ms gaglo que el propio Gbochi?
Pero todos tenan la vista fija en la khetunga, que aullaba y bailaba,
totalmente histrica. Tan atentos estaban a ella, que no advirtieron que
Kpadunu se haba alejado del lugar en que se encontraba. Poco despus, el
hijo del jefe de Alladah sinti que algo le rozaba la mano, y, al bajar la vista,
vio que era un frasco de cuero. Nyasanu alz la vista a los ojos de su primer
amigo. Kpadunu le sonri, y en un susurro le dijo:
- Un gbo.
Y se fue, dejando el frasco en la mano de Nyasanu, quien
inmediatamente comprendi la intencin de su amigo. En el curso de las
lecciones de hechicera que Kpadunu le haba dado, a menudo haban
practicado aquel truco. Por eso, sin dejar de sostener el frasco contra su
costado, de modo que quedara oculto, el joven dahomeyano grit:
- Calienta otra vez tu cuchillo, oh bokono\ Quiero dejar totalmente
convencida a la augusta seora genrala, de manera que no quede la menor
duda en su mente.
Nyasanu vio que su padre le miraba con angustia en las pupilas, y
le dirigi una sonrisa para tranquilizarle. El miedo haba desaparecido
totalmente de Nyasanu. En esa clase de lucha, que no implicaba el que
Nyasanu tuviera que herir o matar a nadie, se senta a sus anchas. De la
misma manera que haba sostenido el cuenco con agua sobre su cabeza, sin
derramar ni una gota, durante la realmente dolorosa circuncisin, tambin
se encontraba plenamente preparado para la nueva y peligrosa prueba
que Kpadunu le haba sugerido en silencio. Y as era por cuanto Nyasanu,
tan pronto como senta alzrsele el orgullo, poda obligar a sus nervios a
obedecer los mandatos de su voluntad hasta un punto casi pasmoso.
El adivino dirigi una mirada interrogativa y preocupada al rey.
Lentamente, Gezu afirm con la cabeza.
Y todos los espectadores, en el reducido calvero en que el rey se haba
personado ante sus huestes, dejaron literalmente de respirar. La propia
khetunga ya no aullaba y danzaba, sino que tena la boca y los ojos muy
abiertos, contemplando cmo el bokono volva a poner la hoja del cuchillo,
todava caliente, rpidamente al rojo.
El adivino se volvi hacia Nyasanu. En silencio, el joven dahomeyano
alarg la mano. De entre todos los presentes, slo Kpadunu saba la razn
por la que Nyasanu no habl. No poda. Cuando uno retiene en la boca
medio frasco de vino de palma, hablar resulta imposible.
El bokono, en delicados ademanes -y con evidentes dificultades
porque le era difcil hacerlo sin quemarse y sin quemar tambin a Nyasanuentreg al alto muchacho la hoja al rojo vivo. Entonces, tan de prisa que
Frank Yerby 195
arquero Tuagbadji, es invlido por haber perdido el uso del brazo derecho
a consecuencia de las heridas sufridas en la primera batalla, en la que l solo
consigui nada menos que seis cabezas.
El rey dijo:
- Por lo que ser recompensado a su debido tiempo. Ahora bien, si ese
arquero est tullido, por qu fue con vosotros?
- Para que llevara los fusiles complementarios, de manera que,
gracias a nuestra velocidad de fuego, mi primer amigo, Kpadunu, y yo,
indujramos a los maxi a creer que ramos todo un ejrcito. La estratagema
fue eficaz, como puedes comprobar, padre de la nacin, ya que en cada uno
de estos cestos hay una cabeza de maxi
La khetunga dijo:
- Que se compruebe si es verdad! No confo en las palabras de esta
negra jirafa!
Con acento de cansancio, el rey dijo:
- Luego, mi seora khetunga. Ahora
Tranquilamente, Nyasanu dijo:
- Si mi seor, padre de cuantos viven en el Vientre de Da, lo permite, la
gran genrala puede sacar de los cestos las cabezas, una a una, contarlas
La khetunga grit:
- Es exactamente lo que voy a hacer! Mi deber es protegerte de todo
engao, mi seor marido!
El rey dijo:
- Pues hazlo.
Pero Nyasanu levant la mano, y con suave acento dijo:
- Lo que mi seora olvida es que a pesar de que, al igual que todos
nosotros, no es ms que un objeto del Leopardo, no por ello deja de tener
el cargo de comandante de las huestes femeninas de nuestro padre. En
consecuencia, animado por el respeto a su rango, quiero recordarle que
los maxi son vctimas del azote de Sagbata. Y pese a que, por lealtad a la
real persona de su majestad, la seora khetunga ha renegado de todas las
vanidades femeninas, considero incorrecto que su piel quede expuesta a la
destruccin causada por la viruela.
La khetunga se alej rpidamente del primer cesto cuya tapa haba
comenzado a levantar, y lo hizo con tal velocidad que pareci que Legba le
hubiera golpeado el trasero. Dio media vuelta sobre s misma, y mostrando
los colmillos dijo:
- Entonces, cmo sabremos si es verdad o si se trata de un truco?
Tranquilo, Nyasanu repuso: -Porque yo mismo abrir los cestos.
198 Negros son los dioses de mi frica
aquel alto jinete, tocado con niveo turbante y una pluma de avestruz alzada
en l, cadenas de plata y oro y perlas y cuentas al cuello, con joyas llameando
en cada pliegue del albornoz, sus armas con empuadura y guarnicin de
oro, con escarabajos de plata en los que iban incrustadas gemas rojas, azules
y verdes, gran nmero de argollas en los brazos, anillos en los dedos, incluso
el pulgar, calzado con sandalias tambin con joyas, montado en nivea
yegua rabe con guarnicin tan ricamente adornada como las ropas de su
amo, aquel hombre, aquel magnfico jinete auyo, era seguramente el rey.
Una oleada de alegra cant y ri bajo el aliento de Nyasanu. Los
haba atrapado! Por su orgullo, los haba atrapado! Los haba atrapado
por su vanidad, por su amor al alarde, por su carencia de la monumental
astucia dahomeyana!
Con un ademn, indic a sus soldados marcados de viruela que se
acercaran y les susurr las rdenes:
- T, Mbala, vendrs conmigo. Y t tambin, Nyakadja. Y t, Nwesu,
tomars el mando. Primeramente avanzaremos hasta llegar a unas cinco
o seis varas de ese que veis ah, y que es el rey de los auyos. Esperad!
No debis disparar contra l, comprendido? Pero esos cuatro guardias
reales que van con l deben morir inmediatamente, todos a un tiempo, en el
instante en que yo levante la mano, as, comprendido?
Afirmaron en silencio. Pero el joven soldado que se haba comportado
como un cobarde anteriormente, murmur nervioso:
- Pero, mi seor, si matamos al rey, yo creo que perdern los nimos,
y, entonces
Nwesu, el viejo veterano, dijo:
- Cllate! Si matamos al rey, nos matarn como a borregos. En
cambio, si le cogemos vivo, qu no darn por su libertad y su vida? As
es que mantn cerrada esa boca de badulaque, estpido hijo de nueve
generaciones de estpidos. No te has dado cuenta de que nuestro joven
jefe es un verdadero hijo del kposu, tanto por su astucia como por su valor?
Nyasanu y sus dos compaeros, Mbala y Nyakadja, avanzaron
reptando por entre la maleza, silenciosos como serpientes, y como serpientes
decididos. Cuando se encontraron a no ms de cinco varas del magnfico
jinete, Nyasanu estudi atentamente al jefe auyo. Y cuanto ms estudiaba
a aquel caballista vanidoso como un pavo real, ms se afirmaba su triste
conviccin de que difcilmente poda ser el rey de los auyos. Era demasiado
joven. Su cara sin arrugas, relucientemente negra, proclamaba que an no
haba alcanzado la tercera dcada de su vida. Nyasanu calcul que tendra
unos veintids o veintitrs aos
No, no era el rey. Pero sera su hijo? Eso s! Y, de no ser as, no
caba duda de que se trataba de un personaje con nombre. Y, a juzgar por
Frank Yerby 207
de par en par, aunque el rostro del jinete estaba contorsionado por una furia
asesina, mientras que el de Kpadunu se hallaba en paz, casi sonriente
Y l, Nyasanu, abandon aquel lugar y fue all donde su padre,
Gbenu, se encontraba, sentado, su ancho rostro gris de color, colgante el
brazo derecho quebrado en cuatro lugares por otras tantas balas de fusil,
de modo que era evidente que sera preciso cortar el brazo a la altura
del hombro, a fin de alumbrar una leve esperanza de salvarle la vida, y
Nyasanu se arrodill ante Gbenu, el bravo guerrero, el astuto jefe, el noble
caballero, y llevado por dolorida angustia y la ternura de la prdida, bes
los polvorientos, sudorosos y ensangrentados pies de su padre, hasta que
Gbenu le cogi por el cabello, con la indemne mano izquierda, le levant, y
con sonoro llanto, le bes el rostro dicindole:
- Hijo mo, hijo mo, mi bendicin! Por ti, sean cantadas alabanzas a
todos los dioses!
E incluso despus de eso, cuando se alejaba de aquel lugar y avanzaba
por entre hileras de carroa femenina clavada en aspa, cada una de ellas con
muecas y tobillos atados a cuatro lanzas, y miraba los rostros convulsos y
retorcidos, que haban dejado de ser humanos para convertirse en mscaras
de increble angustia, en bocas abiertas de par en par que parecan aullar
todava, y miraba las hirvientes masas de moscas, de color verde botella,
que formaban una apretujada multitud sobre la herida con que aquellas
mujeres haban nacido y de la que por fin haban muerto, pas por el
lugar en que yaca Alogba, atada como un animal sacrificado en ofrenda
a los dioses, entre otras igualmente asesinadas por la lujuria, en un charco
formado por su propia sangre, las moscas sobre ella, con los ojos sin vista
acusadoramente fijos en el cielo eternamente silencioso.
El pobre Tuagbadji estaba sentado al lado de Alogba, sin llorar
siquiera, inmvil, mirndola fijamente, hasta que alz la vista, y vio la alta
forma de Nyasanu partiendo en dos la luz del sol poniente, y murmur:
- Tu assegai, Nya. Por favor.
Y Nyasanu, en pie, pensando, sin pensar, sin sentirse insensible,
diciendo y sin decir, oyendo palabras no dichas, como un susurro en la
sangre: Tiene derecho
Extrajo el assegai y lo ofreci a Tuagbadji, por la empua] dura, ya
que, por lo menos, an conservaba sentimientos suficientes.
Y entonces fue cuando los media-cabeza, los mensajeros reales, que le
haban estado buscando por aquel mapa de desolacin hecha por el hombre,
por aquel matadero, por aquella fiel imitacin del infierno, le encontraron, e
inclinndose profunda y reverentemente le dijeron:
- Ven, joven seor. Debemos llevarte ante el rey.
CATORCE
le llevaron paso a paso a un trance del que slo el assegai que le prest pudo
sacarle, al atravesar su corazn ya tres veces herido Alogba? S, una
golfa, sin la menor duda. Entregada a la lujuria, lo que, por lo poco que ello
ocurre en las mujeres, nos parece ms feo en aquellas en que se da el caso.
Pero valerosa, audaz, alegre, y, en fin de cuentas, no ms entregada a la
pasin de la carne de lo que lo estn casi todas las princesas del Leopardo.
Por eso, decidme, objetos de barro y hueso y paja y madera, construidos
por nuestras manos temblorosas a imagen de nuestra insensatez y nuestro
temor, por qu he de rendiros culto? Acaso no es mejor que pase por
la vida erguido y con la cabeza alta, en vez de ponerme atemorizado de
rodillas y a gatas, murmurando palabras sin sentido que de nada sirven?
Monstruos! Imposturas! Basura! Os digo que!
El portador del parasol del rey dijo:
- Joven seor, ms valdr que llevemos a tu padre hasta su casa, se
est debilitando grandemente y temo que
Despacio, el duro brillo desapareci de las pupilas de Nya- sanu. El
gesto despectivo que tensaba sus labios se relaj, se suaviz, desapareci.
Dijo:
- S, llevmosle a su casa.
Y mientras recorran las estrechas calles del poblado, se fue formando
una multitud que creci por momentos; los murmullos corran de boca en
boca.
- Gbenu, nuestro toxausu, se muere, est casi muerto ya; el brazo,
herido en accin, una hazaa de gran valor seguramente; le han trado en
la hamaca del mismo rey S, y bajo el parasol del dada, mralo ah al
frente del cortejo, y Nyasanu ha tomado el mando!, parece enloquecido de
dolor
Llegaron a la vivienda del jefe. All haba cuatro de sus esposas que,
al instante comenzaron a chillar como locas, rasgndose las vestiduras y
arrojndose tierra en la cabeza. Nyasanu les grit:
- Silencio! Que una de vosotras vaya en busca de mi madre, la seora
Gudjo!
La ms joven de las cuatro mujeres, dando a Nyasanu el tratamiento
de Axo, que es la palabra que en la lengua fau significa prncipe, lo que hizo
impulsada por el respeto, as como por el deseo de halagar a quien, segn
esta esposa esperaba, no tardara en ser su propio marido, en gracia a la
sagrada institucin del chiosi, dijo:
- Mi seor Axo, tu madre no puede venir. Est junto a tu kwesidaxo,
que lleva cuatro das intentando dar a luz a tu hijo.
Nyasanu qued rgido. Luego se inclin sobre la real hamaca y dijo:
218 Negros son los dioses de mi frica
- Padre
Sin abrir los ojos, cansada la voz, Gbenu asinti:
- Lo he odo. Ve, hijo. Nacer es ms importante que morir, mucho ms
importante. Ve. Pero, Nya, Nya
- Dime, Da?
- Di a tu madre que venga. Dile di le
- S, Tcaichi, padre mo
- Dile que tiene todo mi amor, que siempre lo ha tenido, que jams
mujer alguna
- S, Da! Lo s, lo s! Y le dir que venga aqu. Esprala, padre,
esprala! Retn tus almas hasta que mi madre llegue!
Incluso antes de llegar a su casa, Nyasanu oy la voz de su madre.
Chillaba a pleno pulmn, y su rabia vibraba como la hoja de un cuchillo al
clavarse en el tronco de un baobad. A gritos deca:
- Dilo! Confiesa tu pecado, oh mujer infiel! Di el nombre de aquel
con quien has traicionado a mi hijo! Proclama tu pecado, ramera! Si no lo
haces, morirs! Morirs!
Nyasanu se detuvo. Y se detuvo toda su persona ntegramente. Se
detuvieron su aliento y su mente. Se detuvo su corazn. Oy a su madre,
enajenada por el furor, que deca:
- Ramera! Ramera! Ramera!
Y, despus, el seco sonido de un bofetn. Luego, gimiente, la voz de
Nyaunu wi:
- No es verdad Viste el pao sobre la estera nupcial No he
conocido a otro hombre
Gudjo aull:
- Hormigas! Utilizaste las hormigas guerreras de la noche! O bien
ocultaste un frasco con sangre de pollo, o bien!
Call porque Nyasanu acababa de entrar en la casa. Nyasanu, inmvil,
mir a su madre, a Adje, su suegra; a Dangbevi, que estaba en cuclillas
junto al cuerpo de Nyaunu wi, grosera y repulsivamente hinchado, y que
alz la vista al rostro de Nyasanu, con tal expresin que cualquiera hubiera
dicho que contemplaba el semblante de un dios, y Nyasanu mir a la propia
Nyaunu wi, cuyo rostro estaba tan gris como el de Gbenu, con la muerte
aposentada en la frente, veladas las pupilas, mirando al otro lado del ro,
igual que el jefe, ensimismada, perdida, resignada.
Nyasanu dijo:
- Madre!
Frank Yerby 219
en ti? O acaso por los dos grandes males de que todos somos culpables, el
pecado de haber nacido y el delito de respirar?
Dangbevi musit:
- Nya, lo siento. Tu padre
- Era un gran hombre. Lo s. Pero tambin era un gran hombre tu
marido, Dangbevi
Dangbevi se extra:
- Era? Era?
- Cuando tres palmos de acero auyo atraviesan las entraas de un
hombre, su salud no mejora precisamente, mujer. Oh Yalode, protectora de
la femenina maldad! Salid todas de aqu!
Nyasanu call, fija la vista en Dangvebi, que se haba inclinado
totalmente hacia delante, oprimiendo la frente contra el suelo. Sus menudos
puos golpeaban la dura tierra, como dos asitan zeli o tambores funerarios.
Dulcemente, Nyasanu levant a Dangvebi, a la que sostuvo entre sus
brazos, mientras la muchacha apoyaba el rostro en su pecho, y lo mojaba
con sus lgrimas ardientes. Con el rabillo del ojo, Nyasanu vio el todava
grcil movimiento con que su madre dio media vuelta y sali corriendo,
baja la cabeza, sollozando. En un gruido, Nyasanu insinu:
- Dangbevi
Pero no pudo terminar la frase que se dispona a decir, ni despus
pudo recordarla, porque en ese instante Nyaunu wi habl con voz cansada,
lenta, ronca:
- Es que no podais? No podais? Los dos esperar hasta que
muriera?
Dangbevi dijo:
- Nyaunu! No creers, no imaginars
Nyaunu wi dio forma a sus palabras de la misma manera que mi
torpe escultor talla la madera, cortndolas en densos chorros de aliento:
- Creer, Dangbevi? Imaginar? La palabra es saber. No temas.
No te har esperar mucho No ser demasiado tiempo el que tendrs que
esperar Hoy, maana, podrs yacer con l, desnuda, sobre mi tumba
Nyasanu dijo:
- Nyaunu, te juro
- No jures No hagas juramentos que no puedes cumplir. Y no os
preocupis por m Mis odos estarn taponados con tierra Y no podrn
or vuestros besos Ni el sonido de vuestros vientres al juntarse Ni todas
las palabras aga glee que diris Los gusanos Nyasanu dijo: -Nyaunu!
Frank Yerby 221
Segunda parte
QUINCE
familia los trataran como basura si se quedaran. Y, por otra parte, tal como
Sosixwe ha dicho, estaremos mucho mejor sin ellos
Humildemente, Huno dijo:
- Te agradezco la contestacin, mi seora, y te suplico no te enfades
conmigo.
Secamente, Nyasanu advirti:
- Huno! Ya no eres esclava! Ahora eres una seora, y esposa de un
jefe! Procura portarte como tal!
En voz tan baja que apenas fue audible, Huno dijo:
- S, mi seor.
Una vez ms, Nyasanu sinti la mirada de Dangbevi. Al mirarla, vio
que las lgrimas empaaban sus adorables ojos de color castao amarillento.
Nyasanu pens: Danh y Dangbe, ayudadme! Este asunto de gobernar
mujeres me va a traer muchos dolores de cabeza! Desde luego, despus de
esta noche, Dangbevi se sentir mejor. O, por lo menos eso espero
Por ser su esposa nmero uno, a Dangbevi corresponda el indiscutible
derecho de ser la primera en compartir la estera de dormir con Nyasanu. Y
la verdad, por raro que parezca, el matrimonio de Nyasanu con sus cuatro
mujeres no se haba consumado con ninguna de ellas. Las razones de tan
curiosa situacin eran sencillas y complicadas al mismo tiempo.
En primer lugar, el periodo de luto por la muerte de un jefe duraba
tres meses enteros. Y yacer con una mujer durante ese tiempo constitua un
acto demostrativo de una falta de respeto al difunto, falta de respeto que
los tauvudun, los dioses antepasados, hubieran castigado inmediatamente
dando muerte al lujurioso hijo y a la mujer que hubiera sido su cmplice.
Por esa razn, Nyasanu se haba abstenido de conocer a Dangbevi, a pesar
de que, por expreso deseo de su difunto y dolorosa- mente llorado primero
y principal amigo, Kpadunu, manifestado a Mauchau, el hechicero, poco
antes de que los dos amigos fueran a la guerra, Dangbevi era, desde
entonces, la legtima esposa de Nyasanu. Y, a pesar de que en el curso de
los ritos funerarios Nyasanu haba comprado a Huno, convirtindola as en
su esclava, con derecho a tratarla como concubina, la antedicha prohibicin
era igualmente aplicable en este caso, debido a que el su du du, el tab,
empleaba la palabra Nyaunu, mujer, en vez de la palabra asisi, esposa, con
lo que el pecado alcanzaba a todas las mujeres.
Pero las otras dos, Alihosi y Sosixwe, haban pasado a ser esposas
de Nyasanu haca solamente ocho das, en la ceremonia del ka tu tu,
cuando, segn mandato de la costumbre, el xauntao daxo, primer amigo
principal del difunto -que lo era un tal Kausu- recit las ltimas voluntades
y testamento en los trminos en que se lo haba comunicado el muerto.
230 Negros son los dioses de mi frica
preciso para que lo seas. Y en prueba de lo dicho, pido a Huno que te ceda
la semana que le toca pasar conmigo, en concepto de esposa, es decir, la
semana prxima, como por derecho le corresponde en su calidad de esposa
nmero dos.
Huno dijo:
- S, mi seor!
Y su contestacin fue casi demasiado rpida, tan rpida que Sosixwe
se ech a rer. Huno era virgen. Todas lo saban con certeza. Y, como es
natural, tena todos los temores propios de las vrgenes.
Alihosi miraba intrigada a Nyasanu, quien vio que aqulla inclinaba el
cuerpo como si se dispusiera a postrarse ante l. Por ser hombre inteligente y
sensible, Nyasanu no poda tolerar las muestras de adoracin. Consideraba
que la irracionalidad de la adoracin atentaba al mismo tiempo contra la
dignidad de quien la renda y de quien la reciba. De repente pens cmo
era posible que los vudun pudieran soportar la tremenda adoracin de
que eran objeto. En fin, quiz los dioses fueran diferentes. Caso de que los
dioses existieran, claro est Secamen, Nyasanu dijo:
- No te inclines! Ni te eches tierra en la cabeza! Slo una cosa puedes
hacer para complacerme, Alihosi.
- Y qu cosa es, mi seor?
- Dejar de araar y morder a cuantos se te acerquen. No eres un
aluluo, el gato monts de los bosques, sino una mujer. Y, adems, aprende
a cantar
- A cantar, mi seor?
- S. As ser ms dulce tu habla. Una voz musical es cualidad excelente
en una esposa, Alihosi. Aunque creo que tan pronto como se te haya curado
esa amargura que tienes, desaparecer ese tono spero e hiriente de tu voz,
que tanto irrita mis pobres odos. Y, ahora, buenas noches a todas, que
durmis bien.
Con su habitual malicia, Sosixwe dijo:
- Y la Hija de la Serpiente tambin dormir bien, mi seor?
Nyasanu repuso:
- Maana podrs preguntarle qu tal durmi. Y, ahora, queris
hacerme el favor de iros? Fuera!
Cuando se hubieron ido, Dangbevi comenz a preparar la cena
de Nyasanu. En ms de una ocasin, Kpadunu haba alardeado del arte
culinario de Dangbevi. Y Nyasanu pens: Esperemos que pueda hacer
honor a sus guisos; s, porque Sagbata es testigo de que he perdido el
apetito
232 Negros son los dioses de mi frica
mis tres almas. No slo mi cuerpo, y no slo el hijo al que daramos vida
haciendo algo que no te gusta. As que ahora, anda, a dormir. Te parece?
Por Gu que estoy cansado!
Pero, ante su propia sorpresa, Dangbevi descubri que no poda
conciliar el sueo. Yaca, clida, dulce y temblorosa, apoyada en el cayado
del brazo de Nyasanu, y contemplaba la techumbre. Se daba cuenta de que
tampoco Nyasanu dorma. Por eso, y quiz impulsada por el nerviosismo,
Dangbevi comenz a hablar por hablar, a preguntar cosas que ya saba, o
que no le interesaban, o que, en realidad, no quera saber. Dangbevi dijo:
- Esposo, sabas que tu padre iba a preterir a Gbochi en su testamento?
- S. T no?
- Pensaba que seguramente lo hara. Qu poco hombre es Gbochi! Se
puso en evidencia cuando se desmay en el primer chiosuso, verdad?
- Realmente, no puedo aferselo. A m poco me falt para desmayarme.
Y el segundo fue todava peor.
Dangbevi mir a Nyasanu, en la oscuridad, y aadi:
- En el segundo, lo comprendo. Ha de ser terrible tener que bailar
por toda la ciudad, llevando el brazos el cadver de un hombre que ha sido
desenterrado despus de pasar doce das bajo tierra. El hedor era repulsivo.
Yo estaba lejos y, a pesar de llevar seis pauelos perfumados sobre la boca
y nariz, apenas pude soportarlo. Pero en el primer chiosuso, el baile con el
muerto, tu padre slo llevaba dos das muerto, por lo que
- Haca calor. Y mi padre muri de heridas de bala infectadas. Incluso
antes de morir ola que apestaba. Pobre padre! Espero que est contento
del entierro que le hice
- Forzosamente ha de estarlo! Veintids das seguidos de ritos
funerarios! Y, por la noche, esas lmparas fnebres, cmo se llaman, mi
esposo?
En voz baja, Nyasanu repuso:
- Fau meaun tagbive.
- Todas las fau meaun tagbive destellando en los rboles, como
estrellas
Dangbevi call bruscamente, mir a Nyasanu y le pregunt:
- Por qu tiemblas, mi esposo?
- Dos de ellas se apagaron, y eso significa otras dos, que otras dos
personas a las que amo morirn.
Dangbevi lanz un suspiro:
- Oh
236 Negros son los dioses de mi frica
permitir que mi corazn se apacige, se calle y lata ms despacio, con esa pena
tan grande que no necesita ceremonias, ni obsequios, ni demostraciones.
Ahora, puedo llorar en la penumbra de mi casa, llorar despacio lgrimas
silenciosas que alivien mi dolor, en vez de tener que aullar en pblico, como
una bestia enloquecida, a fin de demostrar mi pesar Pero no! Haba
otra ceremonia! El djauno tuttu, ven sueo, el velorio. Y en vez de una
ceremonia de decente solemnidad, qu veo? Una orga! Tenamos el deber
de divertir a mi pobre padre! En consecuencia, bailamos y jugamos a adji (1)
y a akau (2), y bebimos ros de ron, y contamos cuantas historietas salaces
sabamos. Luego regresamos a la tumba, y llevamos a efecto la ceremonia
del kodido kodji, arena alzada sobre la cabeza, para que la tierra pesar
menos sobre mi padre, cantando las cuarenta y una yotaya, las canciones
de cabeza de tumba, y cumplimos con el zehwi xwe, o colocacin de una
pequea vasija sobre la tumba. Despus cantamos la bella y triste cancin de
la vieja, la cancin del vengador, y la cancin del cantor oculto. Comenzaba
a sentirme mejor. Pero entonces, entonces, entonces
En voz muy baja, Dangbevi dijo:
- Entonces qu?
- El dokpwega comienza a cantar Dad agua para que beba un
bebedor de agua ha muerto.
- Y trajeron una calabaza con agua, y el dokpwega se la bebi. Luego
cant la cancin del ron, verdad?
Nyasanu cant:
- Dad bebida para que beba, porque un bebedor ha muerto. Y el
dokpwega se bebe el ron que le traen. Entonces canta pidiendo el koko y el
tabaco de mi padre, y le traen la pipa y fuma. Y entonces
Dangbevi cant con voz vibrante de burla doblemente desagradable
e imprevisible en aquella delicada criatura que Nyasanu haba mencionado
ms de una vez a su Nyaunu wi, como personificacin de la dulzura:
- Traed una mujer para que alguien yazga con ella, porque un amante
de las mujeres ha muerto
Con voz como un spero araazo que desgarraba el silencio, Nyasanu
dijo:
- Dangbevi, cuando empujaron a la pequea Huno, viste su cara?
Pona la misma cara que una mona atrapada, cuando se mete la mano en la
jaula para sacarla de ella. Y cuando vio de cerca al dokpwega, a aquel viejo
1. Juego dahomeyano parecido a las damas o el ajedrez.
2. Juego de dados dahomeyano en el que se emplean cauris en vez de cubos numerados.
- Una cosa ms. Yo misma cortar veinte ramas verdes y les quitar la
corteza, y permitir que me azotes con esas varas hasta la muerte, en castigo
por hacerte esta pregunta, pero necesito saberlo Sosixwe! Y Sosixwe, Nya?
Nyasanu emiti un largo y profundo suspiro, y dijo:
- Muy bien. Por lo visto no vivir en paz contigo hasta que haya
aclarado todas tus dudas. Mi padre pas aos enteros dedicados al empeo
de curar a mi hermano Gbochi de su homosexualidad. Incluso en su lecho
de muerte volvi a intentarlo. Antes de morir, llam a su primero y principal
amigo, Kausu, y le dio los nombres de sus cuatro esposas ms jvenes, ms
atractivas y ms sensuales -s, Dangbevi, porque realmente hay mujeres,
pocas, que son lujuriosas como monas, tal como Yu ha demostrado hasta
la saciedad-, aquellas excesivamente ardientes hembras que sumieron en
tinieblas los ltimos das de mi padre, con sus incesantes exigencias, y
encomend a Kausu que esas mujeres pasaran a Gbochi. Los matrimonios
chiosi que de esa manera hizo mi padre, de nada sirvieron, ya que Gbochi
es un invertido total, hasta los tutanos. Pero, de todos modos, mi padre
efectu el intento. Por eso, cuando en la ceremonia del ka tu tu, Kausu
recit el testamento de mi padre, y Sosixwe supo que haba sido destinada a
Gbochi, se arroj a mis pies, me abrazo los tobillos y jur que se destripara
antes que permitir que Gbochi la tocara, o que la besara. Por eso
- Se la compraste a Gbochi
- S. Y sabes cunto pidi por ella?
- No.
- Un cauri. Lo hizo para demostrar su desprecio hacia las mujeres y
sus funciones. Y ahora
- Y ahora, qu?
- Ahora, con tu actitud, mi induces a preguntarme si acaso Gbochi no
estaba en lo cierto, si acaso la mejor de vosotras no vale ms que un cauri.
Anda, duerme ya. No crees que me has atormentado bastante esta noche?
- No, porque voy a atormentarte un poco ms, aunque de diferente
manera. He cambiado de parecer, por lo que ahora tambin t tendrs que
cambiar el tuyo. mame, hazme el amor! Es mi derecho, y lo sabes. Insisto
en ello.
Nyasanu se volvi y la mir. Dijo:
- Por Minona, diosa de las mujeres! Has dicho que
- Que no me gusta. Y es verdad. Pero quiero tener un hijo, un hijo que
ser tu primognito, quiero tener ese honor. Conoces algn otro modo de
engendrar un hijo?
Nyasanu contest:
- No.
242 Negros son los dioses de mi frica
DIECISIS
Gudjo dijo:
- Mi seor toxausu, quiero hablar contigo si tu bondad me lo permite.
Nyasanu mir a su madre. Se haba postrado ante l, tal como deba
hacer todo individuo del pueblo llano al dirigirse al jefe. Nyasanu suspir.
Pens que seguramente era propio de la naturaleza de las mujeres el crear
siempre problemas, y su madre era toda una mujer, tan mujer como la que
ms. No, ms an. Con la sola salvedad de su difunta Agbale Nyaunu wi.
Nyasanu protest:
- Nochi, levntate. Eres viuda de un jefe y madre de otro, o, por lo
menos, esto ltimo sers tambin cuando el dada confirme mi nombramiento
en la prxima asamblea de tributos. Con ello quiero decir que lo ser si dada
no ha cambiado de parecer. En consecuencia, ante nadie debes arrodillarte,
salvo el rey. Quieres hacerme el favor, madre, de dejar de portarte como
una esclava maxi? Ya me has odo, madre! Levntate!
Lentamente, Gudjo se puso en pie, y accedi:
- Como mi seor ordene.
Nyasanu estall:
- Sagbata, dios de la peste! Vamos a permitir que vaciedades tales
como el rango y los ttulos se interpongan entre t y yo, madre?
Gudjo le mir:
- S, porque ya se han interpuesto. Mi casa est vaca. Ya no tengo un
hijo alto y apuesto que coma mis guisos y me pida consejo. Ha quedado
sustituido por un jefe, un jefe distante, altivo, ocupado en resolver los asuntos
de Alladah, y en complacer a sus esposas. Como es natural, supongo
Nyasanu la mir. Luego se irgui rgidamente, en su adornado
taburete de jefe, y dijo:
- Entonces, en mi calidad de jefe de Alladah, voy a dar una orden a
mi gobernada, la viuda Gudjo. Gudjo dio un paso y baj la cabeza. -Qu
ordenas, mi seor?
Frank Yerby 245
tanto Huno como Alihosi lo estropean todo con su excesiva sumisin, con
su agradecimiento. Slo Dangbevi sabe lo que significa ser esposa. Ser
amante, compaera, amiga resulta
Sosixwe suplic llorosa:
- Mi seor, por favor!
Framente, Nyasanu dijo:
- Ser tal como he ordenado, Sosixwe. Y si no te callas, voy a estar una
semana ms lejos de ti.
Con un curioso sentimiento de satisfaccin, Nyasanu vio que, al
ponerse las tres en pie, despus de besar los pies de forma aplanada, torpes,
y en modo alguno bien lavados, de Alihosi, Dangbevi tambin lloraba. No
sollozaba ruidosamente, como las otras dos, sino que derramaba verdaderas
lgrimas cristalinas que rayaban de luz sus negras mejillas, y mantena la
boca prietamente cerrada, a fin de ahogar los sollozos que era demasiado
orgullosa para emitir abiertamente, lo que haca temblar sus labios y le
sacuda el mentn.
Pero nada le dijo Nyasanu en aquel momento. Ms vala que Dangbevi
sufriera un poco. S, ya que, cuando un hombre perda el dominio de su
hogar, en un pas en el que imperaba la poligamia, ese hombre se encontraba
en una situacin realmente mala.
Aquella noche -despus de haber cumplido sus maritales deberes
con Alihosi, y tambin en eso hubo astucia, por cuanto al dejar a Alihosi
totalmente exhausta y en el dulce sueo de la saciedad, Nyasanu evit que
Alihosi le formulara las muchas preguntas que la creciente confianza en
s misma y la conciencia de contar con el afecto de Nyasanu le permitan
formular-, l sali furtivamente de la casa, se perdi en la noche, y se dirigi,
silenciosamente como un fantasma, a la casa de su madre.
Y salvo el taparrabos de color gris oscuro -blanco hubiera sido
demasiado visible-, Nyasanu iba como su madre le ech al mundo.
Slo llevaba un assegai ashanti, y la daga adornada con joyas que
de la silla de montar le haba quitado al prncipe Subetzy, heredero
del trono de los auyo. Y poda llevar esta ltima arma debido a que
Dangbevi haba regresado a los bosques, la primera noche del entierro
del padre de Nyasanu, y haba recuperado la bella arma, aun cuando
no la devolvi a Nyasanu hasta que hubieron pasado varias semanas,
cuando Dangbevi tuvo la seguridad de que su marido haba superado
ya su desesperacin.
Nyasanu no tena intencin de matar o herir a nadie, a no ser que
se viera obligado a hacerlo en defensa propia. Llevaba las armas por
252 Negros son los dioses de mi frica
reanud su camino. Pero iba con la cabeza gacha, y arrastrando los pies.
Tena la seguridad de que tendra que ordenar que el secreto fuera revelado
por el medio de azotar a su tozuda hermana. Y tambin conoca muy bien a
Axisi. Si sta haba decidido callar, callara a pesar de todo. Mal asunto. Muy
mal asunto. S, porque en Dahomey el castigo corporal era administrado
sobre la base del nmero de varas que se quebraban en la espalda del reo,
sin que se contaran los golpes. Por ello, y a pesar de lo corpulenta y fuerte
que era su hermana, el peligro de que muriera a consecuencia del terrible
castigo era muy real.
Cuando Nyasanu lleg ante la puerta de su madre, se ocult a la
sombra de un baobab cercano y esper. Era lo nico que poda hacer.
Despus de haber iniciado la puesta en prctica de sus planes, no le
quedaba ms remedio que seguir adelante y confiar en la suerte. A
Nyasanu le constaba que su madre sola dormir profundamente. En
muchas ocasiones, en su primera infancia, cuando an era demasiado
joven para vivir en la cabaa comunal con los otros muchachos, haba
utilizado la profundidad del sueo de su madre, para escapar de noche
e irse a correr cualquier prohibida aventura de chiquillo. A pesar de las
sospechas maternas y de la irritacin que esas sospechas le causaban,
el peso de los aos seguramente haba sumido a Gudjo en un profundo
sueo. La nica duda era la siguiente: sucumba su madre al cansancio en
un momento tal que dejara a disposicin de Axisi las horas de oscuridad
suficientes para llegar al punto de cita con su amante? La nica respuesta
radicaba en esperar y ver.
En consecuencia, Nyasanu, jefe de Alladah, se puso en cuclillas, en
la oscuridad, y acech como un ladrn. Su paciencia fue recompensada.
Apenas haba transcurrido media hora cuando vio la alta figura de su
hermana, que sala.
Para un cazador de la habilidad de Nyasanu, seguir a Axisi fue un
juego de nios. Nyasanu se mova como un fantasma, negro sobre negro,
perdido en la selva nocturna, acompasando exactamente sus pasos al ritmo
de los de Axisi, de manera que los dos, al andar, producan un solo sonido.
En realidad, y a Nyasanu le constaba, sus precauciones eran superfluas
en gran medida. Con la desesperacin, la ira y el dolor que le invadan la
mente y el corazn, Axisi ni siquiera hubiera odo el trompeteo anunciando
la carga de un elefante enloquecido.
Axisi tard mucho en llegar adonde iba. Ms de una hora, a juicio de
Nyasanu. Pero por fin se detuvo en un calvero iluminado por la luna, y all
permaneci temblorosa, su alto y hermoso cuerpo como una escultura de
tensin, expectacin y esperanza, contra la noche de plata. Esper mucho.
254 Negros son los dioses de mi frica
de veras. Pero cuando est tan hinchada que apenas pueda moverme, te
largars al pas de los maxi, o te esconders entre los yorubas, o los fulani, o
Kapo musit:
- Axisi!
Y la tom en brazos.
Entonces se fue Nyasanu. Axisi era su hermana, y por sus venas
corra la misma sangre. Y, por eso Nyasanu saba muy bien la tendencia de
todo hijo de Gebenu y Gudjo a dejarse llevar por la embriaguez romntica.
Tena la amarga certidumbre de que Axisi permitira una vez ms a Kapo
hacer el amor con ella. Sin embargo, no tena certidumbre alguna en lo
referente a su derecho a evitar o interrumpir aquel pecado, por cuanto en
nada aumentaba o disminua las consecuencias de las anteriores entregas
a la pasin carnal. Por eso pens con tristeza: Dejmoslos que gocen, qu
importa ahora?
Lo que poda hacer -y efectivamente hizo- era esperar, al borde de
la senda que llevaba a la plantacin -propiedad de Nyasanu- en la que
aquel temerario pecador viva en compaa de su padre, Hwesbeyu. Una
vez ms tuvo que esperar largo rato, ya que Kapo era muchacho muy
vigoroso y, adems, enamorado. Pero, al fin, cuando el alba perlaba la linde
del horizonte, Nyasanu vio a aquel intil, que avanzaba a paso inseguro
hacia l, con la cara gris y sumida por el cansancio. Axisi era una muchacha
corpulenta y ardiente. Hacer el amor con ella, dejndola satisfecha, no era
tarea fcil para nadie.
Entonces, en gran sigilo, Nyasanu se levant del lugar en que se
ocultaba, y, en un suave movimiento, puso la punta de su assegai en el
cuello de Kapo, a quien dijo: -Kapo, ven conmigo.
Kapo le mir. Su aliento, al pasar por la garganta, produca un sonido
de estertor seco y polvoriento. Nyasanu prosigui: -Mientras un hombre
viva, todo tiene arreglo. Pero cruzar el ro prematuramente aniquila todo
gnero de posibilidad, no crees? Ya me has odo, Kapo: Ven conmigo!
Pero incluso despus de dejar a su futuro cuado atado de pies
y manos en los establos en que tena los miserables y esquelticos
jamelgos heredados de su padre, para que Kapo compartiera con ellos
la tortura de las moscas, a Nyasanu le quedaba todava un trabajo, a
saber, seleccionar las cinco varas de palo hacha ms recias entre cuantas
sus esposas haban preparado la tarde anterior, y efectuar en ellas, cerca
del extremo ms grueso, con gran cuidado, un corte en forma de anillo,
de manera que las varas se quebraran al primer golpe que con ellas
se propinara. Pero, entonces, Nyasanu contempl los resultados de
Frank Yerby 257
causa de los araazos que Axisi le dio en cara y brazos, y tambin a costa
de ver gravemente comprometida su dignidad de jefe. Cuando por fin el
trabajo qued terminado, Nyasanu oy el sonido de una risita burlona, y, al
dirigir la mirada airada hacia el lugar en que haba sonado, vio que la mujer
que haba redo era Yu, la esposa nmero uno de su padre y madre de su
hermanastro Gbochi.
En el nombre de Legba, dios del deseo carnal y de las maldades,
Nyasanu se pregunt quin habra invitado a Yu a formar parte de
la asamblea. Entonces pens que con toda seguridad nadie la haba
convocado, sino que, sencillamente, Yu se enter de lo que iba a suceder
-despus de la fanfarronera el predominante vicio de los dahomeyanos
era la chismorrera-, y se haba presentado por propia iniciativa. Lo peor
del asunto era que nadie poda impedirle que se quedara all. En su calidad
de viuda del padre de Nyasanu, Yu tena pleno derecho a participar en las
deliberaciones. Nyasanu alz la voz: -Dangbevi! Sosixwe!
Las dos jvenes esposas salieron volando de la casa y se presentaron
temblando ante Nyasanu, quien dijo:
- Traed taburetes para la venerable tayino y para la akauvi de mi
padre, a quienes se debe gran respeto. Decid a Huno y a Alihosi que traigan
mi parasol y dos ms. Alihosi sostendr mi parasol sobre mi cabeza, en
tanto que t y Sosixwe daris sombra a la cabeza de mis dos mayores
antepasados vivos. Huno abanicar a las dos. Comprendido? Dangbevi
musit:
- S, mi persona mayor.
Nyasanu advirti la intensa expresin de ofendido dolor en las pupilas
de Dangbevi. Incluso en un asunto de tan poca monta como el de sostener
el parasol sobre su cabeza, Nyasanu daba trato preferente a Alihosi, y de
ello Dangbevi se dio plena cuenta. Nyasanu se dirigi a sus criados:
- Disponed las ramas de palmera.
Soye y Alihonu colocaron las ramas, o, mejor dicho, el pelado vstago
de las ramas, en el suelo, ante la casa de Nyasanu, formando un cuadriltero
rectangular. Dentro de ese cuadriltero las esposas de Nyasanu colocaron
los tres taburetes, el de Nyasanu, o sea el alto y ricamente tallado taburete
de jefe que haba heredado de su padre, y dos taburetes ms bajos y ms
sencillos, en los que se sentaran la mujer jefe del clan y la sagrada mujer
custodia de las reliquias y la memoria del padre de Nyasanu. Ninguna
otra mujer poda penetrar en el cuadriltero hasta que fuera invitada a dar
testimonio.
La tayino y la akauvi se sentaron. Dangbevi y Sosixwe abrieron los
260 Negros son los dioses de mi frica
coloridos parasoles sobre las cabezas de blanco cabello de las dos mujeres.
Alihosi abri el parasol del jefe, adornado con dibujos, hechos con apliques
de tela, que representaban las muchas hazaas de valenta llevadas a cabo
por Gbenu y daban fe de ellas. En su momento, Nyasanu encargara la
construccin de su propio parasol de gran jefe, y los dibujos con apliques de
tela representaran sus heroicos actos. A pesar de su juventud, poda ordenar
se representara una escena que superaba cualquiera de las de su padre. S,
porque, cuntos hombres podan alardear de haber ganado una guerra, por s
solos, haber capturado a un prncipe enemigo y haber salvado la vida del rey?
Con gran dignidad, Nyasanu se sent y dijo:
- Yo, vuestro toxausu, me constituyo ante los presentes. Estamos
reunidos formando tribunal de justicia. Ante nosotros tenemos al preso,
se trata de Axisi, acusada de haber faltado a sus deberes de castidad y de
haber traicionado al hombre con quien est formalmente prometida en
matrimonio. En mi calidad de jefe, quiero aclarar una cosa: pese a que Axisi
es m novichi nyqnu, hija de mi madre e hija de mi padre, hermana que no
hermanastra, ello no tendr influencia alguna en mi decisin, salvo, quiz,
en dar ms severidad a mi sentencia. S, por cuanto Axisi habr mancillado
el honor de mi padre, si es cierta la acusacin, as como el mo. Ahora, que
la acusada se adelante.
Axisi dijo:
- Cmo puedo adelantarme si me han atado los pies como si fuera
un chivo expiatorio?
La akauvi dijo severamente:
- Si hubieras mantenido los pies unidos, as como las rodillas, tal
como toda doncella debe hacer, no te veras en este trance. Que una de las
mujeres corte la soga que le ata los pies!
La orden se cumpli rpidamente. Axisi se adelant y qued en pie
ante las dos viejas y su hermano. Nyasanu le pregunt:
- Esperas hijo, mujer?
Burlona, Axisi contest:
- S, hermano.
Como un len, Nyasanu rugi:
- No soy tu hermano, mujer! Soy tu juez! Ahora, contesta: Es
Asogbakitikly el padre del hijo que esperas?
Axisi sonri y repuso:
- Puede el escultor convertir la arcilla en escultura sirvindose del
lacio tallo de la flor de loto?
Frank Yerby 261
dinero suficiente para casarse del modo debido con ella, puesto que,
con la salvedad de los matrimonios xadudo, chiosi y axivivi, es decir, el
concubinato puro y simple, el de las esposas heredadas, y el matrimonio
con princesas, todos los restantes matrimonios de Dahomey implicaban la
entrega de importantes cantidades en dinero y en especie, de qu iba a
servirle a Axisi poner en aprietos a su amante, a causa de un pecado que
haban cometido conjuntamente y que su amante ya no poda remediar?
Despacio, Nyasanu se volvi hacia Soye y Alihonu, sus criados, y les
orden:
- Id a los establos y traed al hombre que all hay preso! Los dos
corpulentos servidores se alejaron al trote vivo. Regresaron arrastrando a
Kapo entre los dos. Haciendo caso omiso de la brusca inhalacin de aire
de su hermana, y de los sorprendidos gritos de las mujeres, Nyasanu mir
solemnemente a Kapo, a quien dijo:
- Kapo, hijo de Hwesbeyu, he ordenado que azoten a esta mujer con
cinco varas, por su pecado contra la castidad. Y as se har si no confiesa el
nombre del hombre que engendr el hijo que lleva. Tienes algo que decir?
Inmediatamente, Kapo contest:
- Dale la libertad, mi seor. Yo soy el padre.
Nyasanu se volvi hacia su hermana. Salvo en su aspecto de
instrumento para inducir a Axisi a decir la verdad, la confesin de Kapo
careca de valor. No haba varn dahomeyano que, al ser acusado de aquel
delito, negara haber engendrado al hijo. Incluso si el acusado se encontraba
en Benin o Kumassi en el momento de la concepcin, se declaraba culpable.
Si no lo haca as, sus antepasados muertos y los dioses de la fertilidad
le castigaran con la impotencia, por cuanto rechazar al hijo significaba
disminuir en uno el nmero de aquellos que les rendan culto. El joven jefe
pregunt a Axisi: -Lo es?
Axisi ahuec la voz: -ste? Es otra flor lacia, mi seor! Nyasanu dijo
a Yu: -Aztala!
Yu dirigi la vista al rostro de Gudjo, y le sonri con total malicia. Yu
estaba all, con la vara de palo hacha en la mano, y las pupilas iluminadas
por la burla y el triunfo. Blandi la vara con todas sus fuerzas, pero en el
mismo instante en que la vara toc la desnuda espalda de Axisi, se quebr
a poca distancia de la mano de la Mujer Cochino.
Yu se qued parada, con la vista fija en la porcin de vara que sostena
en la mano. Cogi otra del montn cuidadosamente seleccionado que
Nyasanu le haba indicado. La alz ferozmente. Y el resultado fue idntico.
Pero mientras miraba la segunda vara quebrada, en las pupilas de Yu haba
Frank Yerby 265
Nyasanu tron:
- Silencio! El juicio ha terminado. En consecuencia, la asamblea queda
disuelta.
Yu protest:
- Pero No se ha tomado decisin alguna La sentencia no
Nyasanu dijo:
- No se ha dictado, efectivamente. Y tampoco cabe dictarla. Este asunto
rebasa el mbito de la jurisdiccin de las mujeres. Ahora, es competencia de
mi clan, del de Asogbakitikly y del de Kapo. Asogbakitikly tiene derecho
a pedirme una indemnizacin, por ser yo el jefe de la familia de mi padre,
tras la muerte de ste, y por no haber tomado las debidas precauciones a fin
de que esta golfa no separara las rodillas
Kapo le interrumpi:
- Nya! Por Fa y por Legba que
Imperturbable, Nyasanu prosigui:
- Y tambin tiene derecho a actuar en contra de este gran conquistador
de rameras, por meterse como un ladrn en las casas ajenas. Dime, Kapo,
hasta el momento a cuntas mujeres has dejado con la barriga hinchada?
Axisi se puso en pie. Ola a sudor. El terrible verdugn que Nyasanu
le haba producido en la espalda se haba hinchado y tensado, pero Axisi
sonrea. No, no sonrea, sino que en su rostro haba la mueca de una sonrisa.
Axisi dijo:
- Slo a una, a m. Kapo no es tan tonto, hermano. Y ya le he
demostrado que soy capaz de dar reposo a su sucia cola, sin hacer el menor
esfuerzo. Y no me digas que es un intil. No, no me lo digas porque ya lo
s. Pero, hermano, te encuentras ante el hombre con las almas ms rectas
de todo Dahomey, a partir de este instante. No es verdad, Kapo? O es
que quieres que vuelva a dejarte sentado en el suelo otra vez, delante de
esa gente?
Enfurruado, Kapo repuso:
- No. Pero, Axisi, sabes muy bien que siempre te he sido fiel.
- S, claro, porque sabas que, de lo contrario, iba a partirte esa intil
cabeza que tienes sobre los hombros. Y, ahora, Nya
- Di, hermana?
- Me perdonas? Me haces el favor de perdonarme?
Hosco, Nyasanu dijo:
- Tendr que pensarlo. Dangbevi! Huno! Llevad a Axisi a casa,
Frank Yerby 267
lavadla y curadle las heridas! Tengo cosas que hacer, mejor dicho, tenemos
cosas que hacer Kapo y yo. Y, ahora, idos, idos todas!
Dos horas ms tarde, Nyasanu estaba sentado ante el xenuga del
clan de su padre. Con l se encontraba Kapo, encogido y con la vista baja.
Alrededor se hallaban los ancianos del clan de los herreros. Nyasanu
pregunt:
- Cul es vuestro veredicto, venerables ancianos?
Adjasmi, abuelo paterno de Nyasanu y tambin xenuga del clan,
habl calmosamente:
- Vivu, nieto, si este libidinoso y joven chivo puede indemnizar al
legtimo pretendiente de la muchacha, por el dinero entregado y el trabajo
ya realizado, por causa de la novia, y si tambin puede ofrecer los obsequios
debidos en un normal matrimonio akwenusi, le aceptar como marido de
mi nieta. Si no, no.
A grandes voces, Kapo protest:
- Pero, mis seores y venerables ancianos, soy pobre! No tengo el
dinero necesario para!
Nyasanu se inclin hacia delante, mviles las aletas de la nariz de
noble lnea, al olisquear algo que le induca a sentir ciertas sospechas. S, ya
que, incluso mientras expresaba sus quejosas protestas, la mano derecha de
Kapo se levant rpida y se pos, con la palma formando cuenco, sobre un
bulto bajo la toga. El joven jefe dijo en voz baja:
- Kapo, cunto dinero hay en esa bolsa que llevas atada al cuello,
debajo de la camisa? Dinero que, me consta, procede ntegramente de las
trampas que has hecho jugando a adjo y a akau, con los pobres diablos que
han tenido la insensatez de jugar contigo. No mientas! Cunto llevas ah?
Kapo musit:
- Dos mil cauris. Pero Nya mi seor esto no basta ni siquiera para
comenzar a pagar
- Dmelos todos! Ya me has odo, Kapo! Dmelos todos!
Intrigado, Kapo extrajo de bajo la camisa la bolsa de cuero, y verti
los cauris en las manos abiertas y unidas de Nyasanu, quien dijo:
- Gran xenuga y venerables ancianos, acepto este dinero como
pago inicial de la finca en que este sinvergenza vive en compaa de su
padre, hombre trabajador y honorable, por cierto. En todas las estaciones
pertinentes, durante diez aos, Kapo me entregar dos terceras partes de la
cosecha, y, al trmino de esos aos, las tierras pasarn a ser de su libre y total
propiedad. Os pido, venerables ancianos, que seis testigos de este contrato.
268 Negros son los dioses de mi frica
Kapo tartamude:
- Pero, pero Y Asogbakitikly? Cmo voy a indemnizarle?
- Te prestar el dinero necesario para que le entregues las cantidades
que reclame, y tambin me har cargo de los gastos de un matrimonio
adecuado con mi hermana. Ese dinero lo cobrar sacndolo del sudor de tu
triste pellejo, durante un par ms de aos de duro trabajo. A cambio slo te
pido una cosa, Kapo
Contento, Kapo dijo:
- Y es, hermano?
- Que hagas astillas tu tablero de adji y que arrojes al fuego tus akau. Y
que lo hagas hoy, ahora, en presencia de estos testigos. Anda, ve a buscarlos.
Te esperamos. Y no creo necesario decirte lo que le ocurrir a tu sucia cola
si dejas de ir a trabajar, aunque sea un solo da, esos campos que acabas de
comprar, o, mejor dicho, que has comenzado a comprar. Incluso si ests
agonizando, tendrs que ir arrastrndote al trabajo, Kapo. Has odo bien
lo que he dicho?
- S, hermano, quiero decir, s, mi seor.
Unas horas despus, cuando Axisi supo lo ocurrido, fue volando a
casa de su hermano, se postr ante l, le bes los pies, se arroj tierra a la
cabeza, y aull y babe como un ser enloquecido. Nyasanu dijo:
- Vamos, levntate de ah, Axisi.
Pero apenas hubo pronunciado estas palabras, enmudeci.
Los tres Medias-Cabezas, los mensajeros reales, estaban ante l,
inclinados en profunda reverencia. Le dijeron:
- Gran jefe, los Tributos comienzan la semana prxima. Nuestro
seor, el Leopardo, nos ha ordenado que te llevemos a su presencia, a fin
de recompensar tus grandes hazaas. Te rogamos, oh gran gbonuga, que te
prepares para el viaje.
Cuando Axisi y las esposas de Nyasanu oyeron estas palabras, soltaron
un chillido de alegra. Ya que, si bien gbonuga y toxausu significaban
igualmente jefe, el toxausu era jefe de una sola ciudad o poblado, en tanto
que el gbonuga era el gobernador de una provincia.
Pero, al orlo, conocedor de que su vertiginosa ascensin en la escala
del poder haba comenzado ya, Nyasanu sinti una sbita punzada de
temor. A cuntos hombres haba el Leopardo alzado hasta las nubes, para
dejarlos caer despus, a causa de una falta leve, trivial? Nyasanu saba que
no era prudente llamar demasiado la atencin en el Vientre de Da. Slo
Frank Yerby 269
los hombres del ms remoto pueblo, lejos de Ahomey -los hombres sin
nombre*- gozaban de verdadera seguridad.
Pero esta reflexin se le haba venido a las mientes demasiado tarde.
Ya tena un nombre: gbonuga, gobernador de una provincia. Y era un
nombre con mucho peso. Nyasanu, inmvil, lo sabore. Despus emiti
un profundo y triste suspiro. Dijo: -Oigo y obedezco, nobilsimos seores.
DIECISIETE
y salud del caballo se deba al propio Nyasanu. Aos atrs Gbenu trajo a
Alladah no este caballo sino su padre, excelente montura que haba quitado
a un jinete auyo, en el curso de una anterior campaa del rey Gezu, y Nya,
al ver la gran belleza del animal, palmoteo y grit de gozo. En ese momento
su padre le dijo con tristeza:
- S, es muy hermoso, verdad? Tanto peor Dentro de tres meses
habr muerto. El muchacho pregunt: -Por qu, Da?
- No lo s. Los caballos auyo siempre mueren en esta tierra. Creo
que se debe a las moscas. En el pas de los auyo no hay moscas, o, por lo
menos, las moscas de all no son como las de aqu. En tierras de los auyo
hace demasiado calor y el clima es demasiado seco para las moscas, me
parece. Por lo tanto, lo nico que podemos hacer con este magnfico animal
es echarlo a una de nuestras yeguas, y esperar a que el potro que nazca, al
tener la mitad de su sangre procedente de una yegua acostumbrada a las
moscas ts-ts, sobreviva
As se hizo. Y cuando la yegua pari, el potro result todava ms
hermoso que su padre, que a la sazn ya haba muerto, vctima de la
enfermedad del sueo, tal como Gbenu haba previsto. Por esa razn, Gbenu
dio al patilargo animalillo el nombre de Nyoh, frase fau que significa Es
bueno. Y entones fue cuando Nyasanu se atrevi a insinuar algo que, en
fin de cuentas, constituy la solucin del problema, al decir a su padre:
- Da, por qu no lo ponemos, junto con su madre, en un establo
especial, protegido con un mosquitero que no deje pasar las moscas tsts? De esta manera las moscas no le chuparn la vida, y podr crecer y ser
grande y fuerte.
Gbenu mir a su hijo y luego esboz una sonrisa:
- De acuerdo. No tienes mala cabeza, Vi. Quiz lo que has dicho sea
la solucin.
Y realmente, el sistema solucion el problema, aunque por una razn
que Gbenu y su hijo no podan alcanzar. La red redujo grandemente el
nmero de moscas ts-ts que podan atacar al blanco potro. Por esto, el
potro, en vez de estar constantemente rodeado, desde la cabeza hasta los
cascos, por una nube de aquellos enloquecedores insectos que no dejaban de
picar ni un instante, cual era el caso de todos los potros y yeguas de Dahomey
-de manera que los raros ejemplares que por excepcin sobrevivan, se
desarrollaban y crecan en tales circunstancias que acababan siendo los ms
mseros ejemplos de ganado caballar del mundo-, Nyoh slo fue picado
alguna que otra vez, por lo que en su sangre se form un gbo contra las
moscas ts-ts, parecido a aquel que los furtoo, las gentes despellejadas,
haban inventado contra el azote de Sagbata: la viruela. Nyoh era, con
mucho, el ms hermoso caballo de Dahomey.
272 Negros son los dioses de mi frica
(1) Nota histrica: Gezu pudo destronar a Adanzau debido a que este rey, hermanastro
de Gezu, fue el ms odiado monarca de la historia de Dahomey, a causa de su sadismo,
y el pueblo apoy unnimemente a su hermano menor; entre otros demostrados excesos,
Adanzau vendi, como esclavas, a compradores brasileos, a la madre de Gezu, as como a
todas las mujeres a su servicio.
Frank Yerby 273
mayor, a pesar de que no soy yo quien debe decirlo, como bien sabe mi
seor. En fin, te lo voy a decir de la siguiente manera: por lo menos tienes
una gallina que tiene derecho a cloquear en este mundo.
Nyasanu se qued inmvil. Era difcil dar nombre al sentimiento que
le invada. Iba a tener un hijo, lo que era, o hubiera debido ser, motivo de
alegra. Pero ese hijo se lo iba a dar la marchita y poco agraciada mujer que su
padre le haba dejado, en vez de drselo Dangbevi, como Nyasanu deseaba
con todas sus tres almas. Cmo iba a ser el hijo que la pobre y fatigada
Alihosi iba a darle, habiendo sido ese hijo engendrado con sentimientos de
lstima, y formado en el vientre, hasta entonces yermo, de una mujer que se
acercaba a la edad de la esterilidad? Un ser dbil? Un cobarde? Un gaglo
como su hermanastro Gbochi?
Por fin, Nyasanu se dio cuenta de que Alihosi estaba observando
atentamente su cara, y, por la expresin del rostro de Alihosi, era evidente
que sta se haba dado clara cuenta del desencanto de Nyasanu. Por ello,
Nyasanu hizo un esfuerzo para sonrer tiernamente a Alihosi despus de
decir, en silencio, en el fondo de su corazn, la siguiente plegaria: O vudun
de la tierra, del cielo, del mar y del trueno, haced que sea una nia, levant
a Alihosi, la abraz y bes, y le dijo en un murmullo:
- Sean en tu nombre alabados los vudun, Alihosi, porque eres una
mujer verdadera.
Alihosi le mir con las pupilas contradas y suspicaces durante unos
instantes, y luego se le iluminaron. Alihosi poda perdonar a Nyasanu que
se hubiera desilusionado, ya que considerndolo framente, careca de
importancia. Alihosi haba triunfado. Por poderosas que fueron las armas
de sus rivales -belleza, juventud, sensualidad, encanto-, ella las haba
derrotado ya. S, porque, cuando Nyasanu viera al hijo que Alihosi tena la
certeza iba a darle -alto como el tronco de un loco, amasado con la belleza
de la mismsima noche y con ojos como luceros-, Nyasanu quedara para
siempre ligado a ella. Estaba absolutamente segura. Nyasanu pregunt:
- Lo has dicho a las otras?
- No, marido. He pensado que sera mejor que t
- Que fuera yo quien se lo dijera? De acuerdo. Pero lo har ms
adelante, cuando me den otra ocasin de reirlas, que, por Legba, dios del
deseo carnal y de la malicia, me darn sin duda alguna. Y ahora vuelve a
casa. Tindete. Evita todo trabajo duro. Te mandar tres esclavas maxi para
que hagan todas tus tareas y
Pero Alihosi movi negativamente la cabeza. En aquellos instantes,
envuelta en su dignidad y en su orgullo, era casi hermosa. Dijo:
- Soy una verdadera mujer, tal como mi seor ha tenido la bondad de
276 Negros son los dioses de mi frica
certidumbre. Y es tan seguro como esto el que morir, con mi propia mano,
antes que soportar una humillacin tan grande.
Nyasanu fij la vista en la techumbre de la cabaa. La techumbre
estaba mal tejida, y, en un sitio, permita ver la luz de una reluciente estrella.
Nyasanu, tendido, guard silencio largo rato. Luego emiti un suspiro, y
lenta y serenamente dijo:
- Muy bien, te lo prometo: nunca te azotar, hagas lo que hagas.
Oy un sollozo vibrando en la noche. Y luego sinti los brazos de
Dangbevi, que le acariciaban suavemente el cuello. Dangbevi musit:
- Y lo que pienso hacer es amar a mi seor con todo mi corazn, con
mis tres almas, con mi cuerpo, y darle veinte hijos.
El cuerpo de Nyasanu, tendido, se hel, a pesar del calor de aquella
noche. Agbale/Nyaunu wi haba dicho lo mismo y dnde estaba? Con
amargura, Nyasanu pens que haba en esas palabras un hlito de fatalidad.
Constitua un error tentar a Fa de ese modo, alentando tan grandes
promesas
Nyasanu cerr los ojos, y volvi a ver las fau meaun tagbi- ve, las
lmparas fnebres que encendieron en los ltimos ritos de su padre,
titilando entre los rboles cual menudas estrellas. E incluso mientras las
contemplaba en su imaginacin, dos de ellas chisporrotearon, y, despus
de un par de guios, se extinguieron. Un estremecimiento sacudi el largo
y esbelto cuerpo de Nyasanu. Dangbevi lo sinti y dijo: -Por qu tiemblas,
esposo? -Por nada. Tiemblo sin razn alguna. E inclinndose, encontr la
boca de Dangbevi.
DIECIOCHO
antes de que el minga o el meu los despidiera en nombre del rey, ya que si un
notable convocado por la corte era llamado y no estaba presente, lo menos
que poda esperar era que le quebraran cinco o diez varas en la espalda
desnuda, para castigar su voluntario olvido de la cortesa debida al rey.
Nyasanu pens: Objetos del Leopardo! No es eso lo que todos
somos? Cuntos das y cuntas noches tuvo que esperar mi pobre padre,
sentado aqu en cuclillas, a que el minga o el meu (1) gritara su nombre? Y
yo me he ganado un puesto entre estos notables y he llegado tan alto que
quiz me pase la mayor parte de mi futuro, en cuclillas, esperando la venia
del rey, y espantando moscas
Sigui adelante, detrs de los medias-cabezas. Un poco ms all
vio otra hilera de cobertizos alargados, y abiertos. All, haba ms gente
esperando. Pero esos individuos no iban bellamente ataviados. En realidad,
y salvo el taparrabos, desnudos, y cuando Nyasanu los vio se sinti invadido
por una oleada de hiriente y amarga lstima -tenan brazos y piernas atados,
encadenados por las muecas y por los tobillos. Para mayor precaucin,
haban sido obligados a sentarse con las extremidades alrededor de los
palos que sostenan la techumbre de los cobertizos, antes de ponerles las
argollas que encadenaba brazo con brazo y pierna con pierna.
A Nyasanu le constaba que la mayora de ellos eran prisioneros de
guerra. Por regla general, eran vendidos, ya a un galentu dahomeyano, es
decir un importante propietario agrario, ya a los furtoo, aquellos hombres
sin piel que se calificaban a s mismos de blancos, en concepto de esclavos.
Pero unos cuantos de ellos moriran, seran sacrificados ante los altares de
los muertos de la real familia. Por qu delito? Amargamente, Nyasanu
pens: Por no ser valientes como leones, rpidos como chacales; en
resumen, por ser hombres en vez de codiciosas fieras.
De repente, Nyasanu se detuvo. Los presos bajo las techumbres de
los cobertizos siguientes no eran maxis, ni auyos, sino dahomeyanos. A
pesar de que estaban desnudos, a Nyasanu le cost tan poco identificarlos
como dahomeyanos cual a un europeo le hubiera costado distinguir a
un portugus de un dans, por ejemplo. Al modo de ver de Nyasanu, lo
nico que las tres razas tenan en comn era la negrura de la piel. En lo
restante, en la estructura sea, los rasgos, la altura, el cuerpo y la apostura,
las diferencias entre los maxis, los auyos y los dahomeyanos eran claras.
(1) El minga y el meu, las dos autoridades civiles ms importantes del reino, tenan unos
deberes y atribuciones tales que no nos permiten determinar cul de los dos ostentaba un
cargo ms parecido al de un primer ministro europeo, y cul de los dos se asemejaba ms a
un presidente del Tribunal Supremo. Pero las atribuciones de orden disciplinario del meu le
asemejan ms, en opinin del autor de esta obra, a la de presidente del Tribunal Supremo.
Frank Yerby 289
jinetes auyo, por lo que su terror resultaba, en parte, comprensible. Por esa
razn el dada, padre del pueblo, en su bondad, sabidura y paciencia, haba
conmutado las sentencias, sustituyndolas por la ruptura de diez varas
sobre la espalda desnuda de cada uno de los reos.
Nyasanu y su gente, tuvieron que permanecer en la plaza, y contemplar
el espectculo. Nyasanu ya haba visto una ceremonia semejante, pero ello
en modo alguno mejoraba la situacin. En primer lugar, los reos fueron
obligados a arrodillarse en el suelo, con las manos atadas, sobre las rodillas.
Luego, se pasaba una vara por las corvas y por el cayado de los codos, al
mismo tiempo, de modo que las espaldas de las vctimas quedaban formando
arco, y tensa la piel que iba a recibir los azotes. Entonces dos individuos de
cuerpo musculoso se colocaron a uno y otro lado de cada uno de los reos,
y el castigo de los azotes comenz. Nyasanu advirti que la nica nota de
benevolencia radicaba en que las varas descortezadas no eran de palo de
hacha, sino de otra madera ms frgil, que Nyasanu nunca haba visto usar,
y que se rompa al cabo de pocos golpes. Pero, a pesar de ello, antes que el
castigo terminara, las espaldas de los reos parecan hechas de carne triturada.
Nyasanu tuvo que dar apoyo con un brazo a Dangbevi y con el otro a Huno,
para evitar que se desplomaran al or los hmedos y siniestros sonidos de
las varas, y los gritos que se alzaban, se alzaban y se alzaban, hasta llegar a
agudos registros femeninos, rasgando la luz del da. Por otra parte, Sosixwe
soport bien el espectculo. En realidad, incluso pareca gozar con l.
Por fin termin. El verdugo empuj a las vctimas hacia delante, y,
cogindolas por los pies, las arrastr alrededor de la plaza, de modo que
las ensangrentadas espaldas en carne viva fueron arrastradas por la arena.
Los gritos de los azotados eran intolerables. Nyasanu sinti que Dangbevi
se apoyaba inerte en su brazo, como si las piernas le fallaran, y a gruidos
le dijo:
- Es que quieres que te lo hagan a ti, Dangbevi? Esto es lo que te
ocurrir si ahora me avergenzas con muestras de flaqueza!
Nyasanu sinti los estremecimientos del esbelto y frgil cuerpo de
Dangbevi, que le llegaban en oleadas, en movimientos como los de las olas
del mar al adentrarse en la playa de Whidah. Con un tremendo esfuerzo,
Dangbevi comenz a recobrarse, al or la orden de Nyasanu, reuni
firmemente sus tres almas en el vientre, y se mantuvo en pie, alta la cabeza,
temblorosas las aletas de la nariz. Pero su cara estaba baada en lgrimas.
Lo que aconteci a continuacin fue todava peor. Las cincuenta y dos
ahosi y los setenta y seis soldados -ya que algunas de las soldados femeninas
haban sido un tanto generosas al otorgar sus ntimos favores- acusados del
grave y traicionero delito de adulterio, fueron arrastrados hasta dejarlos
ante el rey.
Frank Yerby 295
DIECINUEVE
hueco sonido ventral de los trabucos corran como un tren de fuego hasta
Whydah.
Cuando la seal llegaba al puerto, las telas, licores, perfumes y
joyas que seran utilizados en los reales tributos, formando bultos, eran
entregados al primer hombre, e iban pasando literalmente de mano en mano
desde Whydah a Ahomey, cubriendo los ciento cincuenta kilmetros en
poco ms de dos horas, velocidad de transporte que los mecnicos ingenios
inventados por los blancos todava no haban alcanzado, y, a decir verdad,
nunca alcanzaran.
Nyasanu, sus esposas y su squito pasaron la maana contemplando
la constante corriente de bultos y balas que avanzaban por aquella senda
humana, desde el punto que su vista alcanzaba a divisar, a lo lejos, hasta
el lugar en que se encontraban. La pequea Huno coment: -Realmente, el
dada es un gran rey! Nyasanu se mostr de acuerdo: -Realmente lo es, mi
pequea esposa. Pero pens: Acaso el poder es la medida de la grandeza?
No ser quiz el modo en que el poder se emplea?
Ms tarde, aquella misma maana, Glele, el prncipe heredero del
trono, llev a cabo un pequeo attoh. Su estrado era mucho ms pequeo
que el de su padre, y careca de cobertizo para las vctimas. Desde la
plataforma, el prncipe, joven realmente apuesto, arroj puados de cauris
al pueblo, y despus arroj un gallo, dos patos, un cordero, un chivo y
un mono. Estos animales fueron inmediatamente colocados en cestos con
forma de bote, exactamente iguales a los utilizados el da anterior para las
victimas humanas, y fueron asimismo paseados por la plaza. Luego fueron
decapitados, y, con su sangre, se roci el suelo ante los ase, los altares de
hierro consagrados a los neswcwe, los muertos reales.
Como esa ceremonia tuvo lugar despus del gran attoh del dada,
celebrado el da anterior, con su terrible espectculo de decapitaciones de
seres humanos, para halagar a los nesuxwe tauvudun, los reales antepasados
convertidos en dioses, el pequeo attoh del prncipe Glele pareci un tanto
defraudante a Nyasanu, un rito con muy escasa justificacin. Luego pens
que esta naturaleza defraudante era premeditada, ya que Gezu quera
poner de relieve ante el pueblo el carcter absoluto de su poder. Solamente
el dada poda sacrificar los ms valiosos animales: los hombres. Ni siquiera
el prncipe heredero poda permitirse tan gran lujo. Nyasanu pens: Y as
debe ser, porque, de lo contrario no quedara de un hombre vivo en todo
Dahomey.
Cuando el attoh del prncipe termin, faltaba poco para la hora
de la comida del medioda. Sosixwe, Huno y Dangbevi rivalizaron en la
preparacin de los sabrosos platos, aderezados con muchas especias,
destinados a su amo y seor, corriendo de un lado para otro y empujndose
304 Negros son los dioses de mi frica
- S, Nochi.
Dirigindose a Dangbevi, Nyasano aadi:
- Di a Soye y Alihonu que traigan los obsequios.
Mientras contemplaba como Dangbevi sala a todo correr, la vieja
princesa dijo:
- Encantadora criatura Parece del Norte. A qu pueblo pertenece?
Auyo? Yoruba? Hausa?
- Creo que es fanti. En realidad no lo s, madre. Su lengua materna es
el ewe. Pero todas las tribus del Norte y del Este hablan el ewe
- Cuando no hablan rabe corrupto Y rabe parece esta muchacha.
Aunque tiene la piel demasiado negra para ser rabe. Dime, hijo, cmo es
que no sabes su procedencia?
Nyasanu dud:
- Bueno
En tono imperioso, la vieja axovi orden:
- Dmelo!
- De acuerdo, Nochi. Pero, ante todo, deja que reconozca que no
puedo garantizar la verdad o la certidumbre ni siquiera de una palabra
entre cuantas voy a decir
- Y por qu no?
- Porque lo que puedo decirte me lo comunic antes mi primer y
principal amigo, quien tampoco estaba demasiado seguro. Y no he tenido
ocasin de comprobar la veracidad del relato debido a que, por desgracia,
y con gran dolor por mi parte, mi primer amigo ha muerto
La axovi insisti:
- De todos modos, cuntamelo.
Cuando Nyasanu hubo contado cmo Kpadunu haba conocido a
Dangbevi y se haba casado con ella, su madre real se ech a rer hasta
que las lgrimas corrieron por sus marchitas mejillas. Por fin, cloque:
- Qu absurdo! Qu deliciosamente absurdo! Pero, naturalmente, Vi,
tendrs una explicacin ms racional de los orgenes de tu esposa.
Nyasanu comenz:
- S, yo creo
Pero la vieja princesa le interrumpi levantando la mano:
- No me digas. Me gusta la explicacin absurda. Hijo, en nuestros das
apenas queda magia y encanto Veamos esos obsequios.
Nyasanu dio una palmada, e inmediatamente Soye y Alihonu
Frank Yerby 309
los grandes distritos, los togcuts, que pasaran a ser sus subordinados, y por
ser hombres de media edad, ricos e influyentes, seguramente se enfureceran
al tener que acatar la autoridad de Nyasanu. Tambin tendra que vigilar
a los gevi, los hombres que, en cada poblado, cuidaban de que no hubiera
ciudadano alguno que diera muerte a algn esclavo. Y asimismo tendra
que ocuparse de los toxausu, los jefes de los poblados, de entre cuyas filas
acababa de salir Nyasanu. S, se trataba de un cargo serio y con muchos
problemas.
Estos sentimientos de inquietud se reflejaron tan claramente en la cara
de Nyasanu, que su madre real le dio una tranquilizadoras palmaditas en
el brazo y dijo:
- Superars los obstculos, no te preocupes. Eres un muchacho
inteligente, hijo. Y, adems, aqu estar yo para ayudarte. Otra cosa, ahora
acrcate porque voy a susurrarte al odo las palabras de fuerza que debes
decir al rey despus que te haya nombrado gbonuga.
As lo hizo Nyasanu. Y se enderez ceudo y moviendo los labios,
mientras se repeta una y otra vez, hasta aprenderlas de memoria, esas
palabras de fuerza. La vieja princesa le pregunt:
- Ya te las sabes?
- S, Nochi.
- Muy bien. Despus de esta ceremonia, sers despedido. Entonces
debers iniciar el viaje de regreso a Alladah. Pero no viajes de prisa ni te
alejes demasiado porque maana por la noche sers convocado de nuevo
a Ahomey
- Para qu, No?
- El dada te va a prometer en matrimonio a su hija Taunyinatin. Te
dars cuenta de que se trata de un gran honor, supongo.
Nyasanu musit:
- S, madre. Me doy cuenta
- Pero no pareces muy complacido.
Con franqueza, Nyasanu le expuso:
- Bueno, digamos que tengo cierto miedo. Estar casado con una
princesa tambin puede comportar muchos problemas.
La axovi se ech a rer:
- Ah Tienes buena cabeza, Vi! Ests en lo cierto. Las princesas son
muchachas mimadas, tozudas, ingobernables, perezosas y lujuriosas como
monas. Lo s. En fin de cuentas, soy una princesa.
En voz ahogada, Nyasanu dijo:
- Perdname, Nochil Realmente, haba olvidado
Frank Yerby 311
- E bo-hun e diegil
Lo que significaba el sonido del tambor de guerra es bueno, y as
termin esta parte de la ceremonia. Entonces, el gao, o comandante jefe del
ejrcito, dijo:
- Ahora, debes traer al prisionero con nombre!
Nyasanu avanz, seguido de Subetzy, a quien llevaba con una
cuerda. El prncipe auyo no ofreci la menor resistencia. En realidad,
pareca lamentar que le liberasen. Y posiblemente era as, ya que, como
supo luego Nyasanu, el prncipe, durante su cautiverio, haba vivido en una
de las dependencias de palacio, le haban obsequiado con los ms deliciosos
manjares y bebidas, le haban proporcionado veinticinco concubinas, para
facilitarle el reposo nocturno, y, segn se rumoreaba, haba sido visitado
en secreto por las ms jvenes y lindas princesas, entre ellas la hermosa
Taunyinatin, que consideraban irresistibles las ropas, los modales y la
apostura del prncipe.
En ese momento, Gezu, dada de Dahomey, se levant y pronunci
uno de sus famosos discursos. En l ensalz al difunto Gbenu, calificndole
como uno de sus ms grandes soldados, y derram lgrimas, no todas ellas
teatralmente fingidas, cuando habl de su muerte, concluyendo con la
observacin de que los vudutt haban sido benvolos para con l -el propio
dada- y su reino, ya que haban enviado un sustituto digno de Gbenu, en la
persona de su hijo, all presente.
Luego, Gezu hizo una breve descripcin de los heroicos hechos de
Nyasanu que, sin faltar a la verdad, poda decirse no slo haban salvado
al reino, sino tambin la sagrada vida de su dada. En consecuencia, los
premios y recompensas normales no eran suficientes para tal hroe.
En ese momento, todos los presentes prorrumpieron en gritos, sonaron
tonantes los tambores, y suaves sonaron los cmbalos y los caramillos.
Gezu dijo:
- Pero, terminemos la tarea de comprar al joven len sus prisioneros.
Mi seor gao, entrega al hijo del kposu cincuenta cabezas llenas de cauris,
y veinte varas de tela, a cambio de su prisionero.
Al or estas palabras, todos volvieron a prorrumpir en gritos, y los
gritos se redoblaron al ver cmo la pieza de pura seda, de fabricacin
europea, era desenrollada en toda su extensin. En Dahomey, el valor de
aquella pieza era incalculable.
En ese instante, un hombre alto, viejo, de mayesttico porte negro
como la noche, ataviado con ropas de deslumbrante riqueza, cuyas aquilinas
facciones quedaban realzadas por el niveo turbante con que se tocaba, dio
unos pasos al frente, y, hablando en ewe, dijo:
314 Negros son los dioses de mi frica
El minga dijo:
- Sintate!
Nyasanu se sent. El minga puso una vara de anya en el cayado
del brazo de Nyasanu. Luego le indujo a colocar las manos en forma de
cuenco, y en ellas derram arena, que simbolizaba el territorio que Nyasanu
gobernara.
A continuacin, el minga se dispuso a pronunciar el formulario
parlamento de las once clusulas, que se pronunciaba en Dahomey en las
tomas de posesin, desde tiempo inmemorial.
El minga comenz preguntando: -Cul es tu nombre? El joven
repuso:
- Mi nombre es Nyasanu.
- A partir de hoy, dejars de llamarte Nyasanu, y te llamars gbonuga,
su excelencia, el gobernador de la provincia de Alladah. Estars al mando de
esta provincia; todos los togans, toxausus y dems funcionarios inferiores
estarn a tus rdenes. Pero antes de darte permiso para que te vayas, deja
que te recuerde las antiguas instrucciones del rey.
A continuacin, el minga comenz a recitar las once clusulas.
Nyasanu no las escuch, por cuanto se las sabia de memoria, y se dedic
a ensayar in mente la respuesta que deba dar. El minga lleg a la ltima
y ms noble de las clusulas: -Para terminar, el rey te ordena que permitas
incluso al hombre ms pobre recurrir a l, as como debes permitir tambin
a los extranjeros que carecen de proteccin, a fin de que el rey los ayude. Y
sta es la ley de Dahomey: pon tierra en tu cabeza, y levntate para hacer tu
voto de devocin al rey, y darnos tu nombre.
Nyasanu saba lo que deba hacer y decir. Volvi a postrarse, y se
arroj dos puados de arena sobre la cabeza. Se levant, y pronunci un
principesco discurso, en el que asegur al dada que cumplira con extremada
fidelidad las rdenes del rey, jurndolo por los ttems reales, Kpo, el
leopardo, y Agbali, el antlope moteado. Invoc la ayuda de los nesuxwe,
los espritus de los prncipes muertos; invoc a los reales tawcausu, los
espritus de los prncipes nacidos con anormalidad, a los que tenan seis
dedos en cada mano, la cabeza monstruosamente grande, cola como los
monos, o cualquier otra deformidad, ya que, en Dahomey, se crea que los
individuos as posean espritus ms poderosos que los de la gente normal.
Invoc la ayuda y el consuelo de Gezu, en los incesantes trabajos que le
aguardaban. Y termin con una frmula inmemorial, invocando a Agasu
Tauhwiyo, el fundador del Gbekpovi Aladaxonu, el clan real. Nyasanu
grit:
- Con la ayuda de Agasu!
Frank Yerby 317
VEINTE
infundados, ver como se le cierran todas las puertas. Entonces, para evitar
el mal de convertirse en un ser por todos rechazado, acoge los muchos
males derivados de aceptar el mundo en que se encuentra. Lo cual significa
que un buen da se despierta, y se encuentra con veinte esposas, o treinta o
cuarenta -entre ellas una princesa- que convierten su vida en una desdicha
constante. Y la princesa se acuesta con todo hombre que le apetece, como
una hembra de chacal en celo, sin que uno pueda hacer nada para
Abandon estos razonamientos, y una vez ms le vino a la cabeza un
pensamiento fuerte: El hombre que est dispuesto a aguantar las ltimas
consecuencias de sus actos jams se encuentra en estado de impotencia.
Levant la cabeza. Se le estremecieron las anchas aletas de la nariz. Pens:
S, incluso la vida; jams me doblegar!
Sonri y puso la mano sobre la cabeza de Dangbevi, a quien dijo:
- Anda, vayamos a la cama, mi primera y principal esposa.
El da siguiente, a media maana, llegaron los media-cabeza para
convocarle de nuevo a Ahomey, a fin de celebrar el naya- nunu, o ceremonia
de esponsales reales, palabra que significaba la princesa toma bebidas,
debido a que beber un vaso de vino de palma constitua uno de los ritos.
Al llegar a las puertas de la ciudad, la vieja princesa que haba sido
designada madre real de Hwesu, sali a recibirlos. Se llev aparte al
joven gbonuga, y le explic lo que deba hacer durante la ceremonia. Como
mandaba la costumbre, la actuacin de Hwesu era humillante hasta grados
inconcebibles. Pero, teniendo en consideracin que esos actos no eran ms
humillantes que los que deban efectuar el minga, el meu, el gao y el kposu,
as como todos los altos dirigentes del reino, no se podan interpretar como
una injuria personal, mxime si se tena en consideracin que el honor de
convertirse en marido de una de las hijas del dada compensaba ampliamente
la humillacin.
La vieja axovi dijo:
- Y, ahora, slo falta que te comunique otra cosa. El dada ha ordenado
que un gbonuga te preste su conjunto de viviendas, cercano al palacio.
Alladah est muy lejos, y durante los tres prximos meses estars demasiado
ocupado con el asunto de tu matrimonio, para ir y venir
Hwesu dijo:
- Slo tres meses? Yo crea que
- Que el matrimonio con una princesa era cosa de dos o tres aos
S, por lo general, as es. Pero el dada ha decidido honrarte todava ms, y
acelerar el matrimonio. Adems
La vieja princesa call, un poco inhibida, y no dijo lo que pensaba. Lo
cual dio lugar a que Hwesu pensara algo todava peor.
Frank Yerby 323
VEINTIUNO
otras tendrn que quedarse en casa, para atender a los hijos, y t podrs
venir conmigo.
Hwesu vio que estas palabras iluminaban de alegra los ojos de
Dangbevi. Pero la alegra muri con la misma rapidez con que haba nacido.
Dangbevi dijo:
- Mi seor, dime: Cmo pudiste construir el nuevo conjunto de
viviendas en tan poco tiempo, a pesar de ser tan grande que la gente dice
que te arriesgas a irritar al dada con tanta grandeza y esplendor?
Hwesu, inmvil, mir a Dangbevi, mientras pensaba cmo poda
contestar una pregunta tan espinosa. Pens que quiz fuera ms piadoso
contestar con una mentira, pero inmediatamente decidi que no poda
hacerlo. La contestacin no constitua una de esas realidades que se pueden
mantener ocultas. Dangbevi descubrira la verdad, tarde o temprano, dado
el natural desarrollo de los aconteceres, por lo que ms vala decrselo y
terminar de una vez. Hwesu dijo:
- Se debe a que Gbade, el gobernador de Savalu, me ha prestado los
servicios de su dokwe y de su gbe, para acelerar los trabajos.
En voz baja, Dangbevi dijo:
- Ese viejo repulsivo con quien casi te peleaste cuando me insult por
marearme, al ver el espectculo de aquella matanza de hombres, cual si de
chivos se tratara, te ha prestado su grupo de trabajo y su sociedad para
construir el nuevo conjunto de viviendas? -Efectivamente.
- Puedo saber por qu, mi esposo?
- Porque he hecho un pacto con l. Ms adelante, cuando haya
terminado el asunto de mi matrimonio con la princesa, me casar con una
de sus hijas.
Dangbevi se qued inmvil. Ni siquiera inclin la cabeza. Simplemente
dej que sus grandes ojos castao-amarillentos se llenaran, rebosaran y
formaran sendas de estrellas en sus mejillas, negras como la noche.
Con un rastro de exasperada aspereza en su voz, Hwesu dijo:
- No! No lo comprendes! Oye, Dangbevi, ya has visto a Gbade. Si
no es el hombre ms feo del mundo, no s qu puede ser. Y sus hijas se le
parecen. La que he elegido es un poco menos fea que las dems, con lo cual
quiero decir que slo parece una mona normal y corriente en vez de parecer
una hembra mandril o una seora gorila. Por lo tanto, si tienes ganas de
llorar por Fa, escoge otro pretexto! Dangbevi murmur: -Entonces, por
qu te casas con ella? -Pues podemos decir, si te parece, que me caso por
poltica. O, tambin, para salvar la cabeza, incluso. En primer lugar, ten en
cuenta que Gbade no es tonto, ni mucho menos. Las veces que he comido
con l, me ha puesto de relieve la gran cantidad de intrigas y maquinaciones
Frank Yerby 331
derrota, reducindote a un ser tal que no haya mujer capaz de sentir celos
de ti, o apartndote de su camino, por el medio de matarte de hambre, tal
como ests haciendo?
Por la aterrada expresin del rostro de Dangbevi, Hwesu comprendi
que haba adoptado la tctica acertada. Aliviado, pens: A partir de este
momento, se atiborrar de comida como un cerdo destinado al sacro
sacrificio, y prosigui la leccin que quera meter en la cabeza de Dangbevi:
- Si Legba no hubiera devorado ya la mitad de tu sesera, sabras que
nada tienes que temer. En primer lugar, el matrimonio con una princesa
nunca es duradero. Cuando se cansan de un marido, lo dejan, pura y
simplemente, y nadie puede hacer nada para remediarlo. E incluso en el
caso de seguir tratndole amistosamente, lo que casi nunca ocurre, debido
al modo en que han sido educadas, regresan al palacio real, al cabo de un par
de aos, y, entonces, el pobre diablo del marido tiene el gran privilegio de
visitarlas all, furtivamente, como un ladrn por la noche. Adems, todos los
hijos toman el apellido de la madre, pertenecen al clan real, y jams pueden
heredar el cargo y los ttulos del padre, ni siquiera los correspondientes
derechos de parentesco. Esos hijos slo pueden ser prncipes y princesas,
lo que, en mi opinin, es una manera como otra cualquiera, de llamarlos
parsitos. Por lo tanto
Dangbevi susurr:
- Por lo tanto?
- Por lo tanto olvdate de Taunyinatin y recuerda lo siguiente: no
estoy obligado a declarar heredero al hijo de Alihosi, incluso en el caso
de que sea un chico y mi primer hijo, de la misma manera que mi padre
no declar heredero a Gbochi, comprendes, hija de la pitn? Prefiero que
mi heredero sea el primer hijo que me d mi esposa favorita, la nica a la
que amo realmente, si llega a darme un hijo, lo que nunca podr hacer si
sigue empeada en destrozarse la salud y en impedirme dormir con sus
infundados temores
Dangbevi permaneci inmvil, y de repente, sus pupilas se dilataron
y la expresin de sus ojos se suaviz. Dangbevi murmur:
- Hwesu, mi persona mayor, me induces a tener malos pensamientos
- Por ejemplo?
- Pues he pensado que hoy a Huno le toca el turno de ser tu esposa,
pero resulta que Huno ha encontrado ya su vientre, y se siente tan mal que
no creo le importe mucho cederme el turno, y
Hwesu le dirigi una sonrisa un tanto burlona: -De modo que
prefieres seguir siendo mi primera y principal esposa? Has decidido seguir
viva?
Frank Yerby 335
parentesco que le une a ti. En realidad, me consta que ahora alardea de ser
el marido de tu hermana. No es tonto, ni mucho menos, y le consta que es
aconsejable cuidar las relaciones con tan importante pariente. Hwesu dijo:
-Comprendo
Despus, al recordar la labia de Kapo, se le ocurri una idea: Le
nombrar mi portavoz! As quedar obligado a acompaarme a todas
partes, y hablar en mi lugar cuando tenga que dirigirme a los togans y
jefes menores. As podr vigilar a ese pillo, y dar pbulo a su orgullo,
ahora exagerado, cosas ambas que en modo alguno pueden ser dainas
Dos semanas despus de la llegada de su madre y de Alihosi, sonaron
las campanas junto al conjunto de viviendas de Hwesu. Se abrieron las
puertas, todos los que formaban el cortejo de Hwesu se postraron, y la
madre real de ste, a la que todos llamaban gbonugano Alladahonu, es
decir, madre del gobernador de Alladah fue transportada al patio.
Hwesu, sus esposas y su madre se presentaron inmediatamente y se
postraron ante la vieja axovi. La alegre bruja cloque:
- Vamos, vamos, levantaos Ya estoy harta de que la gente se arrastre
por los suelos y se echa tierra sobre la cabeza Hala, a levantarse todos!
Cuando as lo hicieron, la axovi se dio cuenta inmediatamente de la
presencia de Gudjo y Alihosi, y dijo:
- sta es la esposa de la que me hablaste, verdad, hijo? Bonita barriga
le hiciste! Y esta seora?
Hwesu dijo:
- Es mi madre, la seora Gudjo, viuda del difunto kposu del rey
La vieja princesa dijo:
- Conoc a tu marido, seora Gudjo, era un hombre muy apuesto;
lstima que ya no est entre nosotros. Pero te dej un recuerdo digno de
l, no es eso? De todos modos tendrs que compartirlo conmigo porque el
dada me ha nombrado su madre en la Corte.
Con gran dignidad, Gudjo dijo:
- Lo saba. Confo en que le dars buenos consejos, alteza.
- Har cuanto est en mi mano. Ahora, vamos a comer un poco, a
beber vino de palma y a charlar sin formalismos, como amigos. S, porque
eso vamos a ser: amigos.
Media hora ms tarde, la vieja princesa les haba comunicado la
noticia. El meu haba encomendado a la vieja princesa que comunicara a su
hijo oficial que si quera enviar un mensaje al dada, a travs, desde luego,
del meu y la meuno, dicindole que estaba plenamente dispuesto a tomar
posesin de su nueva esposa, tal mensaje sera recibido con agrado.
338 Negros son los dioses de mi frica
VEINTIDOS
cuatro horas largas que la dignidad real los hizo esperar hasta condescender
a dar muestras de que su presencia haba sido advertida.
Hwesu contribuy al espectculo mediante difciles hazaas de
caballista, imitando todos los trucos y juegos de los jinetes auyo, entre ellos
el de revolver el cuerpo en la silla, y coger en el aire la jabalina arrojada
contra su improtegida espalda. Pero despus se retir, tal como el protocolo
exiga, y esper el momento en que le llamaran, para ocupar su lugar, junto
a la real desposada.
Exactamente a medianoche, la meuno sali de palacio por la puerta
Hwepali, llevando de la mano a la princesa. Cuando los presentes vieron
cmo iba ataviada Taunyinatin, prorrumpieron en un rugido formado
por los Nyoh! Es bueno!, que estremeci los cielos. Y as fue debido a
que la princesa, no slo vesta de blanco, sino que luca, en su hermosa y
arrogante cabeza, el blanco pao sagrado, dispuesto en forma de alta toca,
mediante el que se proclamaba altivamente virgen. Desde el lugar en que
se encontraba, sobre el blanco corcel, a cierta distancia, Hwesu sinti que
el corazn le daba un vuelco y se le hinchaba de orgullo, al ver la toca, en
dos reacciones simultneas y contradictorias de las que slo son capaces
los corazones de los sentimentales y de los locos. Y, en aquellos instantes,
embriagado y subyugado por la visin de tanta belleza, el pobre Hwesu era
un sentimental y un loco, en una sola pieza.
Y as era por cuanto, desde ocultos puntos de observacin, en el
interior de las viviendas de los prncipes, un aterrador nmero de jvenes
y principescos pervertidos e intiles se moran de risa al contemplar la
blanca toca, y hacan apuestas entre s, sobre si la toca caera tal como la
tradicin aseguraba que caa siempre la toca de virgen lucida por una
princesa que mintiera acerca de su condicin. Y lo peor del caso era que
la razn de sus apuestas y sus risas estribaba en el conocimiento personal
y totalmente individualizado de que, en cuanto a la virginidad haca
referencia, Taunyinatin hubiera debido vertirse de escarlata, y hubiera
debido acercarse a su futuro marido andando a gatas.
Pero aquellos espectadores no haban tenido en cuenta la astucia de
Taunyinatin. Por la maana haba cosido astillas de bamb al pao de la
toca, y, al ponrsela luego se la haba clavado en su densa cabellera con
agujas de marfil. Slo un huracn hubiera podido llevarse la toca, y slo
una cachiporra de guerra hubiera podido derribarla. A no ser, desde luego,
que los mismsimos vudun decidieran intervenir. Pero cundo y en qu
lugar de la tierra los dioses se han tomado la molestia de salvar de su locura
a un loco?
La meuno se adelant. Irgui la cabeza y grit: -{Hwesu! Hwesu,
gbonuga de Alladah! Que Hwesu se adelante! Que venga Hwesu!
348 Negros son los dioses de mi frica
virgen. Era algo que se deba evitar a toda costa. En el caso de Nyaunu wi,
Hwesu lo haba evitado por el medio de prolongar los pequeos, tiernos
y entregados actos de amor, y tanto los prolong que, al fin, ardiente de
deseo, Nyaunu wi se haba lanzado, en un impulso, ensartndose en l, en
acto suyo y por propia voluntad, de modo que, a pesar de que su dolor fue
terrible, de nada poda Nyaunu wi acusarle, ni decir que el comportamiento
de Hwesu haba sido brutal. Y a pesar de ello, gracias a blsamos calmantes,
Hwesu consigui tranquilizar a Nyaunu wi de tal manera que, aquella
misma noche, antes del alba, Nyaunu wi haba alcanzado, no una vez sino
varias, aquellas cimas que las mujeres mayores le haban dicho solamente
se alcanzaban despus de muchas lunas de matrimonio.
Con la pequea Huno hubo mayores dificultades, ya que haba
quedado tan aterrada y asqueada por la casi violacin de que la hizo objeto
el dokpwega, en ocasin de las honras fnebres de Gbenu, que ni siquiera
las hbiles caricias del entonces llamado Nyasanu consiguieron vencer
los temblores y fra rigidez de Huno. Por eso Hwesu recurri al vino. Y
despus de haber dejado a Huno agradablemente embriagada, la templ
con besos, juguete con su relajado cuerpo, tierno y joven, hasta que Huno
alcanz el orgasmo gracias nicamente al contacto con Hwesu. Despus, y
gracias a ser un amante sumamente imaginativo, Hwesu hizo algo que casi
todos los dahomeyanos hubieran considerado vergonzosamente impropio
de un hombre. Se qued tumbado de espaldas sobre la estera y dej que
Huno se colocara encima, de modo que sta control totalmente el acto,
detenindose siempre que el dolor era demasiado intenso, hasta que al fin,
la carne masculina y femenina quedaron totalmente unidas, ensambladas,
penetradas, y no hubo ms dolor, sino nicamente goce. Desde luego, para
lograr eso haca falta tal dominio de s mismo, por parte de Hwesu, que sin
la ayuda del sin par gbo de Kpadunu no lo hubiera conseguido.
Con sus tres restantes esposas, Dangbevi, Alihosi y Sosixwe no tuvo
que emplear tan complicadas precauciones, ya que las tres eran viudas.
Hwesu se senta grandemente aliviado al pensar que ya haba vivido la
dura prueba de la consumacin del matrimonio con muchachas de autntica
castidad.
Alegre y divertido, pens: Jan realidad me sirvieron para
demostrarme cuan grande es la diferencia.
Ms tarde, aquella misma noche, recordara ese pensamiento.
Con sorpresa, Hwesu se dio cuenta de que la cena que Yekpewa
haba preparado para l era una de las ms exquisitas que haba comido en
su vida. Tan buena estaba que sospech que su principesca esposa haba
hecho trampa, en el cumplimiento de aquel rito -por tradicin inmemorial,
360 Negros son los dioses de mi frica
la cena de bodas deba ser guisada por la propia recin casada, siendo esto
otro nowaido-, de la misma manera que la haba hecho en lo referente a la
obligacin de ir a la nueva casa nupcial sobre la espalda de un esclavo.
Pero Yekpewa vio la duda que animaba la sonrisa de Hwesu, y
extendi los dedos de la mano derecha ante la cara de ste. Tres de ellos
presentaban quemaduras producidas por el fuego de guisar. Hwesu dijo:
- Lo siento. Efectivamente, dudaba que hubieras guisado estos platos,
lo reconozco. Me pareca raro que una princesa Con voz un tanto gutural,
Yekpewa dijo: -Desde la infancia nos ensean todas las artes domsticas, y
nuestros maestros son los mejores de esta tierra. Las que no son idiotas del
todo, aprenden. Por otra parte, te dir que siempre me ha gustado guisar, y
por eso aprend. Riendo, Hwesu dijo: -Y muy bien, por cierto!
Luego, al probar otro plato, en el rostro de Hwesu se dibujo un gesto
de sorpresa. Estaba demasiado cargado de especias. Entonces, bruscamente,
pasmosamente, se le ocurri cul poda ser la razn, y con ello el fro y
resbaladizo gusano de la duda comenz a roerle el corazn. Algo burln el
acento, pregunt:
- Es que crees necesario calentarme la sangre, Yekpewa? A pesar de
tu belleza?
Entonces, Yekpewa le sonri. Fue una sonrisa de pura y plena
sensualidad. Dijo:
- S, y sigo pensndolo. Ests demasiado tranquilo, mi persona mayor!
He visto a tus esposas. La mayor, la que ha encontrado su vientre, no vale
gran cosa. Pero las otras! Especialmente una que asegura que es hija de un
dios serpiente Teniendo tan ardientes criaturas a tu disposicin, tu sangre
seguramente fluye como los arroyos en primavera, lenta, silenciosa y en paz
Tranquilo, Hwesu contest:
- As es. Mas para una muchacha que ha lucido la alta toca blanca
en su boda, eso no puede constituir un problema. O quiz s? Muchas
muchachas de tu condicin estaran muertas de miedo en estos instantes
Vibrante de mofa la voz, Yekpewa repuso:
- Pero yo soy una princesa, y a las princesas nos ensean a no tener
miedo de nada, y menos an de un simple hombre.
Con amargura, Hwesu dijo:
- Y menos todava de un sudoroso palurdo campesino.
Yekpewa se qued inmvil, con la vista fija en l. Dijo:
- De manera que te lo ha dicho esa triste y estpida hija de la
serpiente? Estaba segura de que te lo dira, as Legba le devore el aliento y
los sesos
Frank Yerby 361
VEINTITRS
De entre todas las cosas que un hombre aprende a medida que los aos
le encorvan y acumulan peso sobre su cuerpo, la ms importante es la total
imposibilidad de prever la vida, pese a todos los adivinos de este mundo; y
la ms triste es que, en realidad, para nada hay soluciones. Desde luego gran
nmero de hombres malgastan la mitad de sus vidas antes de enterarse de
esto, y, por lo general, desperdician la otra mitad de su vida antes de resignarse
a esas dos inflexibles normas del vivir. Pero Hwesu, el joven gobernador de
Alladh, las llevaba ya metidas en la cabeza antes que transcurrieran dos
aos desde el da de su ascensin al poder y su matrimonio con una princesa.
En cuanto haca referencia a la imprevisibilidad de la vida, poda
dar una impresionante lista de casos. Por ejemplo: ante el hecho de que la
princesa Yekpewa, convencida de que estaba verdaderamente enamorada
por vez primera en su vida, hubiera cedido, desde los primeros das de su
luna de miel, al ms idiota de los impulsos romnticos, a saber, al deseo,
suscitado por los remordimientos, de purificarse de sus anteriores pecados,
por el medio de confesarlos, indujo a Hwesu, al escuchar el detallado relato
de una promiscuidad tan formidable, a concluir que a Yekpewa le hubiera
sido mucho ms fcil, y se hubiera con ello ahorrado tiempo, mencionar
a los hombres con quienes no se haba acostado, en vez de formar la
interminable lista de aquellos con los que lo haba hecho, por lo cual, cmo
poda Hwesu creer que fuera posible que una mujer tan condicionada y tan
adiestrada -ya que todo le estaba permitido a una princesa dahomeyana- se
transformara en tierna, amante, cumplidora y sumisa esposa? Sin embargo,
exactamente fue lo que hizo Yekpewa, quien segua viviendo en el conjunto
de habitculos de Hwesu, resistiendo los un tanto desganados intentos de
ste encaminados a darle motivos para solicitar el divorcio, y, al mismo
tiempo, dando un ments a la antigua tradicin, segn la cual las princesas
siempre regresaban al palacio real despus de vivir unos seis meses en el
conjunto de viviendas de sus maridos, para ser visitadas en aqul, de vez en
cuando, por sus semiabandonados maridos, en el caso de que las relaciones
conyugales siguieran siendo clidas.
Frank Yerby 367
Hwesu tron:
- No hay mujer capaz de dominarme! Cmo?
Imperturbable, Yekpewa insisti:
- Ella, ella te domina. Pero no discutamos por asuntos que carecen
de importancia. Esta mujer es tu hwesidaxo, y como a tal la he honrado
siempre. Pero la vergonzosa manera en rehuir mi lecho, negndote a
darme el hijo que anso, debido a que esa mujer intenta inducirte a que me
provoques a fin de que pida el divorcio
Al or estas palabras, Hwesu se levant, dominando con su altura a
Yekpewa. Con implacable crueldad, Hwesu dijo:
- No siempre permanezco alejado de ti, mi seora esposa. Pero esa
carencia de hijos, no se deber acaso a que una vasija tan desgastada por el
excesivo uso es incapaz de retener siquiera la simiente de la vida?
Yekpewa baj la vista a los pies de Hwesu, dejndola fija en ellos
durante largo rato.
Cuando volvi a levantar la cabeza, Hwesu vio lgrimas en los ojos
de la princesa, quien con amargura dijo:
- Fui tonta al contarte mi pasado. Y Fa sabe que ese pasado no es
peor que el de cualquier mujer libre de alto rango, o el de una princesa. Te
ofrec la verdad, una verdad fea, como un sacrificio sobre el alto ase de mi
amor por ti, como una prueba de mi amor, y tambin, creo, para respetar
tu honor. Fui tonta. Pero poco importa: las mujeres enamoradas siempre
se portan como tontas. Ahora bien, escucha lo que voy a decirte: he venido
para quedarme contigo hasta que conciba un hijo. Si me lo niegas, tendr
un hijo con otro hombre. Y cada vez que premeditadamente te vayas de
viaje, cuando me toca el turno de ser tu esposa, tomar un amante que te
sustituya. Puedo hacerlo, y te consta. Soy una princesa y nada puedes hacer
en casos as.
Hwesu permaneci inmvil y en silencio. Pas largo rato antes de que
hablara. Cuando lo hizo, su voz era serena.
- Nada puedo hacer? Escucha, Yekpewa: si algn da me traicionas,
matar primero a tu amante, ante tu vista, y luego, te matar a ti. S, porque
has olvidado una cosa, mi seora princesa y esposa: un hombre puede
hacer cualquier cosa, realmente cualquier cosa, si no le importa el precio. Y
a m no me importa. Nunca me ha importado.
Yekpewa avanz un paso. En su rostro haba una sonrisa, por entre el
brillo y el destello hmedo de sus lgrimas:
- Me has hecho feliz con tus palabras, Hwesu. El hombre que quiere
a una mujer hasta el punto de despreciar su propia vida, demuestra
sobradamente su amor por ella. No nos peleemos ms. Sintate. Te servir.
378 Negros son los dioses de mi frica
VEINTICUATRO
Vesta roja falda de algodn, estampada con flores, pero de cintura para
arriba su cuerpo estaba desnudo. Eso, en s mismo, resultaba sorprendente,
por cuanto Dangbevi nunca exhibi sus hermosos senos en pblico, tal
como solan hacer las mujeres de Dahomey durante los ardientes meses
de la estacin seca. Ni la propia Dangbevi poda decir si la costumbre de
cubrirse siempre hasta los sobacos era una prctica habitual en las mujeres
de su pueblo de habla ewe, o si lo haca sencillamente por un exceso de
pudor, ya que nada recordaba de su anterior vida.
Hwesu se dio cuenta de que los senos de Dangbevi en modo alguno
haban perdido su extraordinaria belleza. Eran altivos, cnicos, apuntando
hacia arriba y hacia fuera. Por el momento, el pajaril apetito de la pequea
Hwesi -nombre que era el equivalente femenino de Hwesu, y que Dangbevi
haba dado a su hija en honor a su marido, desafiando as abiertamente la
tradicin dahomeyana, en el sentido de que los nombres deben derivar de
las circunstancias, y que, por lo tanto, en este caso, ordenaba, a fin de que
la nia pudiera llamarse como su padre que hubiera visto la primera luz al
medioda, como ste, lo cual no era el caso, por cuanto Hwesi naci poco antes
de la medianoche- no haba sido suficiente, ni las succiones de at menudos
labios haban sido bastantes, para vaciar los senos de su madre, dejndolos
desmadejados, como les ocurra a la mayora de las madres lactantes.
Y al ver que Hwesu tena la vista fija en sus senos, Dangbevi solt
una risa breve, como un trino, de puro placer, y, levantando las manos, se
oprimi primero un pezn y luego el otro, diciendo:
- Ves? Ni una gota de leche! Se me han secado repentinamente.
Hasta ahora he tenido que amamantarla. Pero a partir de ahora
Dangbevi se volvi hacia Yekpewa, y abri desorbitadamente los
ojos, como si se acabara de dar cuenta de la presencia de la princesa. En un
tono de voz tan humilde y respetuoso que Hwesu, que reiteradas veces se
haba quedado sordo a consecuencia de los combates a gritos entre una y
otra, y quedado genuinamente admirado por la imaginacin de que hacan
gala al insultarse, sinti que se le enderezaban las orejas en un impulso de
Frank Yerby 381
crea que no dira la verdad, y que, como hara cualquier mujer en mi lugar,
mentira para arruinar su vida
- Pero Yekpewa no sabe cmo eres.
- Todo lo contrario: sabe muy bien cmo soy. Y, en aquellos momentos
hubiera mentido. Pero ahora no puedo. No, porque, si no digo la verdad,
cmo puedo pretender que t me la digas?
- Qu ha ocurrido con Yekpewa?
- Un hombre vino a verla. Un hombre joven y muy apuesto. Me
escond junto a la casa de Yekpeba, y escuch. Y no slo no hicieron nada
nada malo, sino que se pelearon violentamente. Desde luego, no pude
comprender todo lo que dijeron porque hablaron en fau, muy de prisa, y
con el aristocrtico acento de Ahomey, pero lo comprend casi todo. Ese
hombre quera que Yekpewa regresara a Palacio. Pero Yekpewa se neg.
Dijo que te quera mucho y que jams te abandonara. Eso enfureci al
visitante. Hasta aquel momento, yo pensaba que el hombre era un antiguo
amante de Yekpewa. Pero entonces ella le llam hermano
Recordando oscuramente todo lo que le haban dicho acerca de las
peculiares normas de comportamiento de los miembros del clan Leopardo, y
recordando las confesiones de la propia Yekpewa, que, pese a no dejar clara
constancia de haber cometido tan terrible violacin del ms absoluto su du
du de Dahomey, por lo menos haban sentado implcitamente que todos sus
amantes fueron prncipes, y los prncipes tenan que ser, por lo menos, primos
suyos, cuando no Y aqu, Hwesu detuvo su pensamiento, y pregunt:
- Le trat de novichi sunu o bien de tovichi sunu?
Dangbevi tradujo laboriosamente la idea en trminos ewe,
y dijo:
- Hijo de la misma madre o hijo del mismo padre? Ahora comprendo!
Como cada hombre tiene muchas esposas, los hijos de la misma madre son
verdaderos hermanos, ya que tienen el mismo padre y la misma madre,
en el caso de que la madre sea honesta En tanto que los hijos del mismo
padre, pero de diferente madre, estn unidos por un parentesco ms lejano.
No s cmo le llam, Hwesu. Mientras escuchaba, traduca mentalmente,
poniendo las palabras en mi lengua, para tener la seguridad de que realmente
comprenda lo que decan. Y, en la traduccin, me sali hermano. Esto es
todo lo que s. Qu importa que le llamara de una u otra manera?
- Mucho. Pero no me pidas que te lo explique. Prefiero no hacerlo.
- Por favor, dmelo.
- Bueno, de acuerdo. En fin de cuentas te enteraras igualmente de
ello, a travs de otra mujer, y entonces te parecera ms horrible de lo que es
en realidad. Los miembros del Gbek- povi Aladaxonu, el clan real, se casan
384 Negros son los dioses de mi frica
entre s. Es decir, los hijos de hermanos, a los que en ewe llamis primos,
gozan de autorizacin para casarse. Al resto de los ciudadanos no nos est
permitido. Y, en los restantes clanes de Dahomey, cuando una hermana
yace con su hermano, los dos pueden ser condenados a muerte. A este acto
lo llamamos incesto, y es el ms severo de los su du du, entre nosotros.
- Me parece natural que lo sea!
- Pero los miembros del Gbekpovi Aladaxonu no lo toman tan
seriamente, me temo. Desde luego castigan severamente el incesto, con
azotes y destierro, cuando la pareja culpable es hija del mismo padre y la
misma madre. Si no se da esa circunstancia, si slo son hermanastros, no
se les permite contraer matrimonio, pero pueden ser amantes, y no se los
molesta en absoluto, a no ser que la muchacha encuentre su vientre. En este
ltimo caso, el rey busca a un hombre del pueblo llano, a toda prisa, lo casa
con la princesa, y manda a sta a
Dangbevi musit:
- A Alladah, por ejemplo, tal como mand a sa.
Con harta suavidad, Hwesu dijo:
- Esposa, mi matrimonio real dur tres o cuatro meses, y Yekpewa
an no ha encontrado su vientre.
- Pero si este joven es solamente su hermanastro, ha podido ser su amante?
- Efectivamente.
- Bueno, pues ahora no lo es. No tengo razn alguna para defender a
Yekpewa, pero por puro y simple sentido de la justicia debo decir que no
lo es, tengo la certeza. Y ahora tambin t debes contestar honradamente.
Hblame de la esclava. Por qu te viste obligado a comprarla?
- Porque el toxausu de un villorrio selvtico la mand a mi cabaa,
armada con un cuchillo, y con rdenes de matarme. Entonces, yo le quit
el cuchillo y
ridamente, Dangbevi termin la frase:
- Y la apualaste, t a ella, con una arma menos aguda y afilada,
arma que no causa el menor dao, al menos cuando la vaina en la que se
introduce ha sido suficientemente ensanchada para darle cabida, como sin
duda haba ya ocurrido, hace mucho tiempo, en este caso. Y, al parecerle
delicioso perder esa clase de combate, te suplic
Hwesu dibuj una forzada sonrisa:
- Sigue, sigue. Cuntamelo todo.
- Hwesu, mi persona mayor, es que vas a decirme?
- Que la at y me ech a dormir tranquilamente? No, no voy a decirte
eso porque, siendo mujer, no me creeras, y si lo hice o no ha dejado de tener
Frank Yerby 385
VEINTICINCO
dolor, por hbil que sea el verdugo en prolongarlo, termina en uno u otro
momento. Ha de terminar. Lo que dura mucho tiempo, demasiado tiempo,
es el recuerdo. Y con esto quiero decir aquello que un hombre acepta,
aquello ante lo que un hombre se inclina y humilla. No se trata de una
cuestin de no tener en cuenta las consecuencias de matar a un cerdo, y, a
juzgar por las apariencias, a un cerdo incestuoso ya
Hwesu indic con un movimiento lateral de la cabeza el lugar en que
Yekpewa yaca:
- Y a una hembra de chacal, que ni parir sabe, sino que se trata de
otras consecuencias, otros costos que yo no puedo sufragar, no tengo con
qu pagarlos, porque el dinero con que se deben pagar no ha sido an
inventado, y seguramente nunca se inventar. Yo no sabra
Lentamente, Atedeku dijo:
- Supongo que hablas del honor. S, es una palabra que los tontos aman
en gran manera. Teniendo en cuenta lo que acabo de decir, qu contestaras
si yo te prometiera por mi honor, te jurara por los nesuxwe, los muertos de
la casa real, irme de aqu, y no decir nada de lo ocurrido a mi padre, el
dada? Si te dejara en paz con esa hermana ma, que no tiene importancia,
ni siquiera para m, siendo, como es, un mero objeto sexual, a quien me
resigno usar cuando no encuentro una chica menos gastada, digamos?
Yekpewa grit:
- Mtale, Hwesu! Mtale ahora! Te lo suplico!
Hwesu dijo:
- Yo no he hablado de honor. La palabra no me gusta. Adems, se
ha usado en exceso, y est demasiado ensanchada por el uso y demasiado
flccida Te agradezco que hayas dicho estas palabras, s, porque el
honor se ha convertido en una vejiga de cerdo, hinchada tras de soplar
en ella, y llena de aire. Pero, como has invocado el honor, voy a darte una
oportunidad de seguir viviendo, si puede llamarse vivir a eso que hacis
vosotros, los reales parsitos.
Hwesu dio media vuelta, se acerc rpidamente a la puerta, y cogi,
del lugar en que se encontraba, encima de la puerta, la principesca daga que
Ibrahim Twala, rey de los auyo, le haba dado. Entonces, de su propio cinto,
cogi la daga melliza, el arma que l haba quitado al prncipe Subetzy, hijo
del viejo Ibrahim. Hwesu dijo:
- Mira, son exactamente iguales. Coge la que ms te guste.
Pero Atedeku retrocedi, meneando negativamente la cabeza.
- No. As no me das la menor oportunidad, Hwesu! Con tu altura y tu
envergadura podras matarme desde una distancia superior en media vara
a aquella desde la que yo podra araarte el dedo meique.
Frank Yerby 391
con agua. Pon un poco de vino en el agua, para que le amortige un poco el
dolor Y t, Kapo, dale tu adradexwe.
Yekpewa mir a su marido, mientras Kapo extraa el largo cuchillo de
caza y le entregaba al prncipe. Yekpewa dijo: -Vas a permitir que se vaya?
Hwesu le dirigi una sonrisa. Pero era una sonrisa como la de Ku
invitando a un hombre a cruzar el ltimo ro. Hwesu dijo:
- Voy a volver a poner la cuestin del mal sino en las manos de los
dioses que lo trajeron a la tierra, cuando descendieron por el tronco del
loco. Eres una princesa de Dahomey, y, por lo tanto, conoces nuestras
tradiciones. Sabes lo que significa la prueba del juicio divino. Se basa en la
idea de que los vudun favorecen a los honrados, a los justos y a los valientes.
Por lo tanto, dejemos que regrese a Ahomey y diga al dada que he intentado
matarle. Pero que regrese a pie. Slo tiene que cruzar la sabana
Dangbevi dijo:
- Donde se encuentran los chacales y las hienas que se lanzarn
aullando al ataque, en el instante en que olfateen su sangre! Oh, Hwesu,
no!
Hwesu dijo:
- Los vudun le protegern. Le protegern los mismos dioses que le
permitieron cruzar la sabana, las tierras pantanosas y la selva, para venir
aqu y yacer con mi esposa, para los altos y sagrados fines del adulterio
y el incesto combinado. Los dioses siempre protegen a los de su misma
clase, no es cierto? Adems, los chacales y las hienas son animales
cobardes. Le bastar con esgrimir el cuchillo de caza de Kapo, para que
huyan cobardemente. Estar a salvo siempre y cuando no tropiece y caiga.
Siempre y cuando no sea chita, el leopardo con largas patas que vive en la
llanura, quien huela su sangre. O la leona. Pero los vudun aman el mal, no
es cierto? Si no fuera as, por qu habran puesto tanto mal en el mundo?
Atedeku grazn:
- Mi caballo Djame ir en mi caballo
- Caeras antes de recorrer una milla. Ir a pie es ms seguro. Ve con
calma. No corras demasiado. Sintate y descansa a la sombra de un rbol
cuando te sientas dbil o cansado. Antes, cercirate de que no hay un
leopardo en su ramas. O una pitn
Dangbevi exclam con voz llorosa:
- Hwesu! No puedes hacer eso! No puedes, no puedes!
- Por qu no? Acaso tambin t le amas?
- No. Amo a un hombre a quien crea conocer, amo a mi marido y al
padre de mi hija. Y pido a ese hombre, si an existe, no, no se lo pido, se
Frank Yerby 395
Hwesu tuvo que propinar diez azotes -cada uno de los cuales raj la carne
negra, formando dos largos y mojados labios que se tornaron azules, luego
gris rosceos, y despus se abrieron cubrindose de denso rojo- para que
Yekpewa lanzara un grito.
Pero al undcimo golpe, no grit. Ni tampoco al siguiente ni al otro. Y
el sonido que produca la vara de anya al morder la carne era algo diferente.
Era un sonido ms seco, menos suave. La nube roja se apart de los ojos de
Hwesu. El mundo regres brusca e hirientemente del caos deformado por
la rabia, y volvi a adquirir forma.
Al bajar la vista, vio que Dangbevi yaca sobre Yekpewa, recibiendo
los azotes a sta destinados, protegiendo el hermoso cuerpo de la princesa
con el suyo.
Hwesu tard diez latidos de su corazn en conseguir transformar
en sonido el Por qu? Slo estas palabras, sin aadidos retricos, sin
decir: T la odiabas. T intentaste que yo hiciera lo preciso para obligarla
a divorciarse. T
Dangbevi repuso:
- Porque la culpa es ma. Si hubiera tenido que pasarme sin ti tanto
como ella se pas, debido a que yo alteraba los mensajes a ti dirigidos, y
retrasaba otros, y aun los inventaba, para que t te fueras cuando a ella le
tocaba el turno, quin sabe lo que habra hecho? Otro hombre? No lo creo.
Seguramente me hubiera degollado. Por esto, por mi culpa, la obligaste a ir
demasiado lejos. Al fin y al cabo es una princesa, y las princesas
- Fuera de ah, Dangbevi! Levntate!
- No. Tengo derecho. Por lo menos a diez varas. Mtanos a las dos.
No me dejes vivir con el recuerdo de que mi amor se ha convertido en
un ser ms cruel que los leopardos. Que era un hombre que careca de la
facultad de acordarse de lo que haca con sus muchachas esclavas, y con
las mujeres libres de la ciudad, y slo Legba sabe con cuntas mujeres ms,
y que era tan mezquino, y cuyas almas eran tan pequeas y tan deformes
como bochis, que pudo azotar hasta la muerte a una mujer, por un pecado
que l haba cometido cientos de veces, al menos, y quiz ms.
Hwesu, inmvil, la miraba. Dangbevi sigui:
- S, lo s, lo s. Los hombres son diferentes. El hombre no puede
concebir, no puede traer al hogar de su mujer un hijo que no sea de ella. Pero
puede llegar al lado de su mujer, apestando al sudor de otra, con el hedor
de la perra en su piel, con el vello de su cuerpo pegado y con secos grupos
blancos formados por el fluido de otra hembra. Puede llegar cansado, y con
lenta y complacida sonrisa del recuerdo Oh, Hwesu, Hwesu! Siempre
que he acudido a tu lado, al terminar el turno de otra esposa, y por mucho
398 Negros son los dioses de mi frica
VEINTISIS
La seora Yu dijo:
- Te gustara ser gobernador de Alladah, hijo? Gbochi no contest.
Estaba demasiado ocupado siguiendo con la mirada a uno de sus favoritos,
un muchacho rollizo y lindo que lnguidamente cruzaba el patio del
conjunto de viviendas, en direccin a los sagrados aiza, sobre la entrada.
Yu chill:
- Gbochi! Te he dicho Gbochi bostez:
- Si me gustara ser gobernador de Alladah. Te he odo la primera vez
que lo has dicho, madre. Cmo poda dejar de orlo, no siendo sordo? La
contestacin es que no. Demasiados problemas. Prefiero pasar el tiempo
de manera ms agradable que la de perderlo viajando a caballo, para ir a
cualquier selvtico kroom, a fin de que su jefe deje de robar cuanto est al
alcance de su mano, y, luego, vigilar en todo instante sus movimientos,
no sea que intente envenenarme, o, peor todava, esforzndome en evitar
que el jefe en cuestin me obligue a aceptar en mi cama a sus apestosas y
vulgares hijas. Dejemos que Nyasanu, bueno, Hwesu, porque ahora parece
que se llama as, no?; pues dejemos que se encargue l del asunto. Le gusta,
y a m no. Yu gimi:
- Por Fa y Legba! Qu he hecho para ser castigada con la maldicin
de semejante hijo? Mi nico hijo y heredero es!
Con calma, Gbochi dijo:
- Un gaglo que ama a los hombres. S, es verdad. Las mujeres no me
gustan. Huelen a pescado podrido.
La seora Yu contuvo su genio. Su rpido ingenio le proporcion
inmediatamente aplastantes argumentos con los que rebatir la afirmacin
de Gbochi: el Pero la seora Yu se abstuvo de expresar tales pensamientos.
Lo que pretenda no era derrotar a un ser como Gbochi. Y sus motivaciones
no se hallaban en el duradero amor maternal hacia su nico hijo. Los
sentimientos maternales de la seora Yu eran, aproximadamente, los
propios de una vbora o un cocodrilo. Y senta un desprecio absoluto hacia
Frank Yerby 401
Gbochi. Por ser mujer de clara visin, saba sobradamente que, incluso en el
caso de que consiguiera empujar a su hijo hacia lo alto, y sentarle en el alto
taburete del poder, Gbochi perdera ignominiosamente el cargo, al cabo
de un mes. Pero, por ser dahomeyana, no tena necesidad alguna de amar,
o de dar carcter romntico al instrumento empleado para abrirse paso,
o al arma para matar. En fin de cuentas, fetiche es palabra europea y no
africana. Y para su madre, Gbochi no era ms que una arma, arma de metal
sin temple y dbil. Sin embargo, era la nica que Yu tena a su disposicin.
Mentalmente, se deca con entusiasmo: Mas para esto servir. A
pesar de todas sus miserables caractersticas, y de todos los rasgos positivos
que no tiene, servir perfectamente para hacer caer a esta arrogante jirafa,
el hijo de Gudjo. Y ver a esa perra arrastrarse ante m, echarse tierra y
excremento de chivo encima, y suplicar que salve la vida de ese principito
que ech al mundo. Como si no fuese bastante el haberme robado al pobre
Gbenu, el nico hombre al que realmente he amado -amado, y prescindamos
de ejercicios de bajo vientre-, tuvo que echar al mundo a un joven vudun
macho, a casi un dios, mientras yo daba a luz a este haragn, a este castrado
de nacimiento, que lame a los hombres de cintura para abajo Es una
verdadera lstima tener que cortar el joven rbol loco
plantado por Gudjo Pero en fin de cuentas, Hwesu fue el causante
de la muerte de la pobre zorra de mi hija S, porque, tan cierto como Legba
es el seor del deseo carnal, Alogba se dej matar en accin de guerra, por
culpa de Hwesu
Alzando la vista al rostro de su hijo, Yu dijo dulcemente:
- Muy bien, de acuerdo. Sin embargo, te gustara devolverle la pelota
a Hwesu, este larguirucho y negro mandril? Ahora, precisamente ahora,
tienes una ocasin pintiparada para hacerlo.
Gbochi mir a su madre con un brillo de suspicacia en sus ojillos
cerdunos. Ciertamente, Gbochi odiaba a su hermanastro por las muchas,
muchsimas, veces -generalmente sin intencin premeditada- que le haba
humillado. Pero el temor que le inspiraba la valenta, la virilidad y los
poderosos puos de Hwesu era superior al odio que senta hacia l. Gbochi
dijo:
- Escucha, Nochi, la ltima vez que se te ocurri una idea para
desembarazarte de Hwesu, y me mandaste a matar el rbol custodio de su
destino, qu pas? Poco falt para que me matara y los vudun le mandaron
una nueva palmera fedi para que sustituyera a la anterior.
- Ahora, la situacin es diferente. Escucha, Gbochi. Esta maana,
Hwesu casi ha matado a un prncipe. Le ha herido gravemente, por culpa
de esa real zorra con que se cas. Pero en el ltimo instante, Hwesu se ha
acobardado o se ha ablandado -cmo podra yo decir si se ha debido a lo
402 Negros son los dioses de mi frica
cuchillo de caza de Kapo, y cort en dos a uno de los animales, por la parte
ms gruesa de su cuerpo. Atedeku grit:
- Miserables aves! Es que ni siquiera podis esperar a que haya
muerto?
Pero fue el vuelo circular de las aves de carroa lo que le salv, puesto
que, desde poco menos de un kilmetro de distancia, los porteadores y
esclavos de Gbochi vieron a las aves trazando crculos, y echaron a correr
hacia el lugar en que el prncipe Atedeku yaca.
Gbochi dijo:
- Pero, alteza, a mi parecer basta con que mandemos un mensajero a
Ahomey, para que informe al dada del criminal atentado contra tu sagrada
persona, y
Atedeku le mir y pens: Obeso zngano, de un modo u otro tendr
que pagarte en tu moneda, no es eso? O bien ensartndote. El prncipe
dijo:
- No sabes cmo es mi padre, amigo Gbochi.
Y habiendo dicho estas palabras, el prncipe advirti la ancha sonrisa
de placer que se dibujaba en el rostro de Gbochi, al ser tratado de nyani,
amigo, por el hijo del Leopardo. El prncipe prosigui:
- Mi padre es muy severo, aunque, al mismo tiempo, muy justo.
Prescindiendo del hecho de que Hwesu me pill acostado con su mujer
Atedeku hizo tina pausa, al ver que Gbochi se alteraba, y que en sus
gruesos labios se formaba una mueca de asco al pensar que aquel hermoso
joven se revolcaba en la suciedad femenina. El prncipe continu:
- Pues, prescindiendo de eso, a mi padre le resultar un tanto difcil
perdonar otro hecho, mucho peor, o sea el consistente en que la princesa
Yekpewa y yo somos hermanastros. Para colmo, tambin debemos tener en
consideracin que Hwesu salv de la catstrofe la ltima campaa de mi
padre, y, asimismo, le salv la vida. Por eso, incluso en el caso de que mi
padre no d crdito a los testigos que tu hermano puede presentar a fin de
que demuestren que fue una limpia lucha entre los dos, y no un atentado
criminal, la ms dura condena que puede dictar contra Hwesu sera una
multa y una tanda de azotes. Lo cual de nada nos servira, y, adems, nos
creara un enemigo animado por ardientes deseos de vengarse.
Con voz de matices agnicos, perdida en los abismos de la derrota,
Gbochi dijo:
- En ese caso, qu podemos hacer, alteza? -Ordenar a tu mensajero
que vaya a Whydah. All hay un hombre a quien yo conozco y que
Atedeku call bruscamente, y mir hacia atrs, por encima del hombro
Frank Yerby 405
- No llor. No
- Oh, s, s, lloraste! Y entonces supe que morira feliz, por mucho
que fuera mi dolor, pese a lo cruel, a lo horrible e indeciblemente cruel
que es el ser azotada hasta la muerte. Y as era porque me amabas. Me
amabas a m, a Taunyinatin! No, a Yekpewa. Y me amabas hasta el punto
de enloquecer de rabia por haber permitido yo que ese hermanastro mo,
ese intil y cerduno prncipe y yo hiciramos lo que durante aos habamos
hecho No, no son stas las palabras adecuadas! Lo que l me haba
estado haciendo, durante aos. Oh, Hwesu, Hwesu! No lo comprendes?
Has dado valor a algo que antes no lo tena! Me has hecho comprender que
una palabra tan extraa y tan propia de campesinos de cualquier miserable
rincn perdido, cual es la palabra violacin, puede tener cierto significado,
en fin de cuentas. S, porque has demostrado a una turbulenta hembra
de chacal que se introduca en la cama de su hermano, antes de haber
cumplido los trece aos, y siendo ella la atacante, y no al revs, y a la que
nada se le poda hacer que tuviera cierta importancia -si haces aicos un
orinal, qu derramas, salvo orines y heces?-, que algo hay que puede ser
violado, en el ms puro y ms antiguo significado de esta palabra. S, lo que
haba entre t y yo poda ser violado. Lo que a tu manera principesca me
habas dado poda ser violado y lo fue. Era esa prenda clida y maravillosa,
bordada y con joyas engarzadas, esa prenda de gran precio que es tu amor.
Eso poda ser desgarrado, mancillado, destrozado, es o no es verdad?
Contrariamente, mi amor hacia ti -pese a constituir un gbo, un milagro, un
renacer- slo tena un valor nicamente para m. Qu importancia poda
tener para ti el que una golfa -a pesar de ser hija del rey- te amara?
Lentamente, Hwesu repuso:
- Pues, s, tena importancia. Fue como una mala partida de Legba, que
tuvo la virtud de alterar mis clculos, o, dicho de otra manera, de alterar mi
sentido de la adecuacin de las cosas. Luciste la blanca toca, y viniste a m
basndote en una mentira. Y a pesar de que yo estaba rodeado de mujeres
buenas, de verdaderas mujeres, a una de las cuales, por lo menos, amaba
- Amas! No utilices el pasado! No me mientas, Hwesu. No hace falta.
Me mata saberlo, pero esa mujer merece ser amada.
- Bueno, de acuerdo. La amo. Y merece mi amor, y ms que mi amor,
ya que se merece cuanto pueda darle, incluso mi vida; pues, como deca,
a pesar de estar rodeado de mujeres buenas y sinceras, lleg el da en que
me arrodill junto a los bambes, vi un par de ojos rasgados, en forma
de almendra, y estuve perdido. Y aquel da supe que por mucho que un
hombre sume y reste, y as lleve la contabilidad de su vivir, sus nmeros
y clculos carecen de significado. Supe que todas las grandes y solemnes
palabras, como honor, fidelidad, castidad, obediencia de esposa, verdad,
Frank Yerby 407
NEGROS SON
LOS DIOSES DE MI FRICA
Frank Yerby
Este libro es la historia de un gran pueblo, de una gran
cultura destruida por la miseria, el trfico de esclavos y las
usurpaciones del colonialismo.
Nyasanu, hijo de un jefe dahomeyano, se prepara para
ser hombre, se prepara para las responsabilidades y los
honores que le corresponderan cuando se convierta,
a su vez, en jefe. A travs de las pginas de esta novela
asistimos a su proceso de maduracin, a su insercin en la
ancestral cultura de sus mayores...
BIBLIOTECA FRICA
4 frica y la Historia
DOCTOR LIVINGSTONE