JUSTINIANO

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JUSTINIANO

yelImperioBizantino

El video que ahora colocamos en nuestra Videoteca Virtual Antorcha, relativo al emperador Justiniano y el denominado Imperio
Bizantino, se encuentra albergado, en cinco partes, en el sitio You tube.
No obstante el caudal de conocimientos que explayan en sus intervenciones los profesores que intervienen en el documental, no
queda claro el objetivo que l o los realizadores del documental buscan alcanzar. Abordan, en un inicio, la importancia que en su
momento tuvo la denominada segunda Roma, o sea, Constantinopla, pero cometen un error al utilizar el nombre Imperio Bizantino, lo
que para desgracia de los realizadores de este documental, constituir, sin lugar a dudas, el taln de Aquiles de su trabajo.
En la obra nuestra que editamos en 1997, Por el poder de la Cruz. Una breve reflexin sobre la Primera Cruzada, anotbamos:
Con la caida de Roma en manos de los Ostrogodos, la capital del imperio quedara en Constantinopla, la considerada segunda Roma.
Sin embargo, la continuacin de la grandeza imperial en Oriente recibira el absurdo e ilgico nombre de Imperio Bizantino. Resulta
evidente que si lo que se pretenda era establecer una cortante diferencia entre los dominios griegos orientales y los latinos
occidentales del Imperio Romano, ms sensato, ms lgico y apegado a la realidad hubiese sido el nombrar el denominado Imperio
Bizantino, Imperio Constantino, en alusin directa al nombre del Emperador romano fundador de Constantinopla. Curiosamente, la
ciudad o colonia de Bizancio, dej de existir bastante tiempo antes de que a alguien se le hubiese ocurrido hablar delImperio
Bizantino, generndose el contrasentido histrico que otorga validez a la sentencia que seala que el Imperio Bizantino emergi en la
historia despus de que Bizancio dej de existir. Conviene sealar que el mal llamado Imperio Bizantino, no es algo aparte del Imperio
Romano, sino que es el Imperio Romano en s, por lo que su presencia en la historia no puede ubicarse en el momento en que

Teodosio I realiza la divisin administrativa de los territorios occidentales y orientales. Tampoco los invasiones de los pueblos
considerados brbaros que terminan apropindose los territorios de Occidente, marcan su inicio, sino que definitivamente y por
muchos aspectos, este se encuentra en las acciones emprendidas por el Emperador Constantino el Grande, fundador, lo repetimos,
de la ciudad de Constantinopla. (Vase, De lo relativo al llamado Imperio Bizantino, en Lpez, Chantal y Corts, Omar, Por el poder de
la cruz. Una breve reflexin de la Primera Cruzada, Mxico, Biblioteca Virtual Antorcha, Tercera edicin ciberntica, enero del 2003).

Acerca del emperador Justiniano, se pasan por alto algunos datos que nos parecen dignos de resaltar. Por ejemplo, podemos sealar
el hecho de que alcanz, para la iglesia ortodoxa, el grado de santidad, dato nada insignificante, ya que al abordar los realizadores del
documental, los jaloneos y trifulcas teolgicas que se desarrollaron tanto en Constantinopla como en los territorios por ella
dominados, resulta interesante la valoracin que el clero del Imperio Romano de Oriente otorgara a quien desde el altsimo puesto
que desempeaba, enfrent a los que consideraba como herejes, es decir enemigos del Imperio. Porque, igualmente, no puede
pasarse por alto que el emperador Justiniano, habiendo elevado al maxmum su particular concepto cesar-papista, segn el cual,
quien resultaba ser la representacin del mismsimo Dios en la Tierra no era otro que el emperador, tuvo la ocurrencia de legislar en
contra de los denominados herejes, y de reglamentar el quehacer clerical. En pocas palabras, bajo el criterio de que donde manda
capitn no gobierna marinero, el bueno de Justiniano buscaba meter en cintura a todo el mundo.

Ciertamente fue en el Imperio Romano de Oriente donde se desarrollara una de las primeras y ms controversiales polmicas
teolgicas del cristianismo. La comn expresin que versa: se arm la de Dios es Cristo, para referirse a determinado jaloneo, griterio
o discordancia, tiene, en tierras romanas orientales su origen. En efecto, cuando los telogos del cristianismo pusironse a pensar en
torno a la divinidad del Cristo, emergieron opiniones encontradas. As, por ejemplo, los seguidores de un monje llamado Arrio,
consideraban que el Cristo no era poseedor de una naturaleza divina; en contraparte, los monofisistas llegaban a conclusiones
diametralmente opuestas considerando que de lo que careca el Cristo era de naturaleza humana; y, para completar el cuadro, otra
corriente denominada de los nestorianos otorgbale al Cristo las dos naturalezas, esto es, la humana y la divina pero, aadiendo, que
tales naturalezas correspondan a dos personas distintas. Total, que aquello era puro desgarriate, puesto que no ponanse de acuerdo
las diversas corrientes, hasta que surgira la postura oficial, esto es, el decir de un conjunto de telogos o padres de la Iglesia quienes
determinaron uno de los principales dogmas de fe del cristianismo contenido en la oracin conocida como El Credo, y todo aquel que
no aceptara tales parmetros no slo no poda ser considerado cristiano, sino que se le sealaba como hereje. Pues bien, Justiniano
hacindole el caldo gordo a esta corriente de los padres de la Iglesia, psose a corretear, perseguir y eliminar a todo aquel que no
aceptase la santa verdad expresada por los santos padres. Y dicho y hecho, los destierros, las torturas, las persecusiones y las
ejecuciones estuvieron prcticamente a la orden del da bajo su gobierno, a excepcin, y ello por la intervencin que su esposa, la
emperatriz Teodora, tuviese para salvar de la quema a los monofisistas, pues siendo amiga del alma de un tal Jacobo Varodio de
Edesa, principal cabecilla de la corriente de los monofisistas, intercedi por ellos ante su esposo, logrando su cometido. Pero salvo
este caso, a todos los dems que no comulgaban con los cuentos de los santos padres, cargselos la tiznada. Incluso, la
grandiosidad de la cultura helnica sucumbio ante las zonceras y los diparates de Justiniano, quien no dudo en desbaratar el
principal centro educativo helnico.

Tenemos entonces que si bien el emperador Justiniano realiz durante su gestin labores positivas, igual las hubo negativas, siendo
los asuntos de las herejas y las mocheras como sus peores desatinos, porque eso de haber llegado al absurdo de promulgar una ley
para instaurar la obligatoriedad de creer en la Santsima Trinidad y en la Encarnacin del verbo, verdaderamente de todo puede ser
motivo menos de elogio. Pues bien, los realizadores del documental que aqu colocamos parece haberles tenido sin cuidado
semejante monstruosidad. Ciertamente los gobernantes de la Roma de Oriente siempre estuvieron preocupados, desde la poca de
Constantino I, por eso de someter bajo su frula las creencias, pero Justiniano, como se dice, se vol la barda. Por supuesto que los
directamente beneficiados por las zonzadas de Justiniano fueron los seguidores de las padres de la Iglesia quienes agradecidsimos
estaban con que el emperador eliminase a sus competidores, pudiendo ellos dedicarse a las profundas y sesudas meditaciones
referentes a temas de grandsima trascendencia como el relativo a si los ngeles tenan o no ombligo, lo que terminara vindose
reflejado en el dicho popular que seala como discusin bizantina a toda discusin estpida, sin sentido.

Otra de las iniciativas de Justiniano fue su intento por recuperar los territorios imperiales perdidos, para lo cual hubo de implementar
varias campaas militares que abarcaron tanto el norte de Africa, la pennsula itlica como parte de la pennsula ibrica. Distinguiose
en aquellas campaas el jefe militar Belisario, quien enfrent a Vandalos, Ostrogodos y Visigodos, ponindoles dos que tres tundas y
tumbndoles buena parte de sus respectivos reinos. En la labor diplomtica tambin distinguiose Justiniano puesto que, nada tonto,
estableci pactos y alianzas con los pueblos tenidos como brbarosotorgndoles potestad sobre los territorios que ocupaban con el
fin de matar dos pjaros de un tiro: por un lado quedaba asentado que esos territorios eran territorios imperiales y que si los jefes
godos, ostrogodos, vidigodos o vndalos ejercan poder, hacanlo gracias a una concesin imperial; y por otro, se buscaba bajarle
presin al gasto militar, puesto que mantener de manera indefinida a las tropas imperiales en los territorios reconquistados resultaba
insostenible o, si se prefiere, nada sustentable, como se dice en la actualidad. Claro est que ese doble acierto de Justiniano debe
serle reconocido.

Finalmente, el quiz ms sonado xito del emperador Justiniano, sobre todo por su trascendencia a futuro, lo sera la implementacin
del Corpus Iuris Civile, una compilacin de jurisprudencia y constituciones imperiales realizadas drante ms de cuatro siglos, esto es,
inicios del siglo segundo de la era cristiana hasta mediados del siglo VI. Compuesto por el llamadoDigesto, las Institutas, el Cdigo
de Justiniano y las denominadas Novelas, o sea, las constituciones imperiales, el Corpus Iuris Civile alzse como una obra magna
mediante la cual logrose la perduracin del derecho romano y su decisiva influencia en la estructuracin jurdica de la mayora de los
pases europeos.

En fin, el documental que ahora colocamos al alcance de los interesados, y que se encuentra dividido en tres partes, despertar en
quien lo vea el inters por profundizar sobre el quehacer del emperador Justiniano, al igual que su papel histrico de cara al poder en
s, y, por supuesto, frente al poder eclesistico.
Marzo del 2011
Chantal Lpez y Omar Corts

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TERCERA PARTE

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