Aquino - Nuestro Clamor Por La Vida
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Aquino - Nuestro Clamor Por La Vida
POR LA VIDA
Teologa latinoamericana desde
la perspectiva de la mujer
CONSEJO EDITOR,'1.A.'-...
Fr.anz J. Hink.elanun.crt
Pablo Richard
Ca.rrnelo Alvarez.
Jorge David
EQUIPO DE
Arul
INVESTl.GA.DO"\.\..~~
Elsa Tamez.
Maryse Brisson
Amoldo Mora
Raquel Rodrguc1.
Helio Gallardo
NUESTRO CLAMOR
POR LA VIDA
teologa latinoamericana desde
la perspectiva de la mujer
c.
248.4
A6S7n
ISBN 99TI-83-0S7-6
l. Teologla.
L Mujer (Teologla crillliana~
Titulo.
u:.
fil.Serie.
ISBN 9977-83-057-6
CI Editorial Departamatto Ecumnico de Investigaciones (DEI), San Jos~. Costa Rica, 1992
CIMuia Pilar Aquino, 1992
lmpteao en COiia Rica Printed in Costa Rica
XoelellColl
Call/O florido del Mi:Deo anliguo
Contenido
Prlogo ................................................................................... 17
Mara Clara Lucchetti Bingemer
Introduccin ............................................................................ 19
Primera Parte
La mujer y la teologa: gnesis y estado de la cuestin
Captulo 1:
Irrupcin de la historia en la vida
y la conciencia de la mujer ................................................ 31
1. Sobre el modo de hablar de Dios ..................................... 31
2. La primaca de la praxis en la Teologa
de la Liberacin ......................................................................... 34
3. Desde un continente expoliado y sometido: breve
aproximacin histrica a la situacin de la mujer ............. 37
4. La emergencia de la mujer como nuevo
sujeto histrico y teolgico ..................................................... 45
Captulo 11:
Descubrimiento de la causalidad
en la mujer latinoamericana ............................................... 57
1. Observaciones sobre los cambios en los modos
de comprensin desde la mujer ............................................ 58
2. El carcter poltico de lo biolgico
en la subordinacin de la mujer ............................................ 63
3. La creacin del gnero social.. ........................................... 66
Captulo III:
La mujer en la Iglesia de los Pobres ............................... 79
Captulo V:
Aportes especficos de algunos telogos
10bre la mujer y lo femenino .......................................... 125
Captulo llI:
Otros temas presentes en la reflexin de la mujer .... 217
1. La mujer en el mbito de la religiosidad popular ...... 218
2. El derecho a la integridad, la bondad y la belleza ..... 222
3. La liberacin de la mujer y la tica cristiana ............... 227
Siglas y abreviaturas
ASETT
AT
Antiguo Testamento
CEB
CIO
CMI
CV 11
Concilio Vaticano 11
DEI
DFCIO
DFDS
DFSP
DFTPM
DM
DP
EN
GS
IP
LG
MP
Movimiento popular
MPD
MS
Movimientos sociales
NT
Nuevo Testamento
TL
RP
Religiosidad popular
Agradecimientos
Muchas cosas me interesaron y muchas cosas haa que ya no
quera ver, pues, me daban miedo. Que yo pensaba, si fuera yo
solita, me muero aqu.
Rigoberta Mench
eventos de la vida cotidiana. La presencia de Juan Jos TamayoAcosta es, sin duda, parte clave en mi trabajo; su claridad terica
y gran sensibilidad hacia la situacin de las mujeres oprimidas
me proporcionaron nuevas pistas para enfocar numerosas
cuestiones vitales. Quiero subrayar la valiosa contribucin de la
Hermana Karcn Wilhemy, CSJ; el Reverendo Jerome A. Bouska
y mi querido amigo, el Rev. Edward Donovan; su generosidad
hizo posible el sostenimiento concreto del proyecto. Mi gratitud
hacia el Doctor Allan F. Deck, SJ y ACHTUS, por la confianza
que siempre me han mostrado. Igualmente, agradezco el apoyo
que recib por parte del Reverendo Antonio Salas, la Doctora
Carmina Virgili, Doctora Mara Josefa Garca Callado, Margarita
Pintos, Amparo Martnez, Leonor Ada Concha, Carmen Lora,
Maruja Gonzlez B.; mis hermanas Bertha, Evelia, Livier, Araceli
y muchas mujeres ms que han moldeado mi camino. Debo hacer
mencin especial del DEI, en particular, Raquel R. Rodrguez,
Pablo Richard y Franz Hinkelammert, quienes han alimentado y
fortalecido las opciones fundamentales de mi vida. Mi agradecimiento hacia Mnica Errejn y Silvia Conde, de la comunidad
de Hermanas Auxiliadoras por ayudarme a comprender mejor
mi experiencia de fe. Quiero mencionar la influencia del Doctor
Jorge Domnguez, OFM en la direccin de mi vocacin teolgica,
a l todo mi aprecio. Finalmente, una palabra llena de amor, la
ms importante, es para mi padre y mi madre Clemente y
Efigenia, quienes en sus luchas cotidianas por la sobrevivencia
de nuestra numerosa familia nos fueron mostrando el significado
de la esperanza, fortaleza y solidaridad. Todas estas personas, de
un modo u otro, me prestaron gratuitamente su luz.
16
Prlogo
Introduccin
Los ltimos aos han visto una bsqueda seria por indagar
el papel de la mujer en la historia, iglesia y teologa. Amrica
Latina no es la excepcin. Se constata la emergencia de la mujer
en los campos variados de la actividad humana, particularmente,
su creciente participacin cualificada en los procesos liberadores
del continente y el Caribe. Los movimientos sociales populares
actuales y las diversas comunidades cristianas, en especial las
Comunidades Eclesiales de Base, reconocen la nwnerosa presencia
de las mujeres. Este hecho constituye una de las realidades ms
caractersticas que, en la actualidad de Amrica Latina, conlleva
grandes esperanzas y desafos para la auto-comprensin de la
Teologa Latinoamericana de la Liberacin, la iglesia y la sociedad
en general. De igual modo, este hecho constituye la base para
una elaboracin teolgica que quiere responder, desde el horiwnte
de la fe cristiana, a las preguntas vitales provenientes de la experiencia histrica y espiritual de la mujer; busca acompaar su
praxis emancipatoria y se propone activarla segn el itinerario
evanglico.
En este trabajo nos concentramos en el campo de la reflexin
teolgica basada primordialmente en la experiencia de opresinliberacin de la mujer latinoamericana. Nos proponemos investigar y exponer las peculiaridades que reviste la reflexin teolgica
hecha desde la perspectiva de la mujer en Amrica Latina. Es
importante sealar desde un principio que, en su misma
configuracin, esta perspectiva no puede entenderse como una
tarea disociada de las expectativas, preguntas e inmenso sufrimiento de las grandes mayoras de nuestros pueblos en su
esfuerzo por transformar el presente de opresin, dolor e
inhumanismo en liberacin, alegria verdadera e integridad humana para mujeres y hon1bres segn t1 visin c\anglil. Esta
perspectiva tampoco puede dejar de eni.ltiz,1r la responsabilidad
y honda solidaridad que deben existir en las relaciones de la
humanidad con la Tierra.
No obstante, aunque el quehaL'<'r teolgico de la mujer se
incorpora en el amplio proceso eclesial y soda! de signo liberador,
19
20
====
26
Primera Parte
La mujer y la teologa:
gnesis y estado de la cuestin
Captulo 1
Irrupcin de la historia
en la vida y la conciencia
de la mujer
Para una bibliografa amplia sobre el tema, ver Pablo Richard, Literatura
llgica de Amrica Latina", en: Concilium 219 (1988), pgs. 277-287; ver tambin
1a bibliografa muy completa en).). Tamayo-Aoosta, Para cornprmder la kologi dt
liberacin. Ed.. Verbo Divino, E.-;tclla, 1989.
31
se~uridad
y, a veces
se
SL"'
tL'ologa es
-~:;-
.....
.
t# Da llJ6 1/ sufrimiento del inocente. F.cl. Sgueme2, Sa11
.lfilmlbHn, Id. Ttologfo dt la libmicdn. Persptclims. F.cl. Sfguom1
,Pfa.35.
,,,,.._w
3llriil.,pia.17.
4 Cf. lt"lliut., Cul'IO
""'"la ft. F.cl Herder, Barcelona, 1984, pAgs. 151
152; 1Ubuya pirUcularmente 11 1utocomunlcadn divina, el hada dnde de 1
aa:ln1uprem1delaaiaturahum1n1yl1consum1cindesuexlstend1enelpr0f'
seno divino.
, ...
'
5 Esteprlnclploesigualmentev'1ldoP."'"aunafll080fllldesdeAmrica Latina,S<-gn
lo plantea L. Zea.Cf. L. Zea,/111roduccil11alfilosof'l Ed. UNAM, Mxico, IQ8..'\, pg.
13; Id., LA filosofia
filosofla sin ""5. Ed. Siglo XXI, Mhico, 19"9.
6 M.C. L. Bingemcr,Teologladel TeroorMundo,en:Collcilium219 (\988), p.1g. YJ1
El trabajo original habla en plural porque se refiere a las teologlasdcl Ter= Mundo;
modificamos al singular para los lineo de eote adpl.te.
...,,,"'""romo
.,....
9 /bid., . . 26.
tORa6fV!dal.,~mtcniolllmtodoenlateolog!adelaliberad6n,en:
R. GibeUlnl. IA11_ {rrm_ blal<olog 111 Amirica IAtin. Ed. Sgueme, Salamanca,
J 977. pg. 56.
34
a.
81; La malicia intrnseca del capitalismo no se observa hasta que se aprecian sus
efectos, fuera de las fronteras de los pases ricos, que buscan exportar los males del
capitalismo a la periferia explotada de mltiples formas. No es slo el problema de
la deuda externa ni la exportacin de las mat..-ias primas o la bsqueda de lugares
para colocar los desechos de toda ndole que producen los pases ms desarrollados,
9'no, sobre todo, el ser arrastrados a una dinmica de deshumanizacin profunda:
35
'
\
'
1R
mujer 25 :
\
\
abren las faldas, por todos lados les pasan la mano, por sus
orejas, por sus senos, por sus cabellos ... y tambin se apoderan,
escogen entre las mujeres, las blancas, las de piel triguea, las
de trigueo cuerpo. Y algunas mujeres a la hora del saqueo,
se untan de lodo la cara y se pusieron como ropa de andra.
26
JOS...
.
~~tra
T11111bin las obras citadas en la nota 24. Fue cuando tambin lucharon y
. '' las mujeres de Tiateloko lanzando sus dardos. Dieron golpes a I<
..
__ :. .
53.
40
afirmando desde los primeros aos del siglo XIX. Este perodo
no es sino, la explosin organizada de la continua resistencia de
pueblos enteros contra el dominio colonial. Sin duda, las mujeres
tambin participaron de estos procesos, en muchos casos como
protagonistas, aun cuando la historia oficial haya encubierto su
propia palabra y su propia experiencia. Sin embargo, aunque los
procesos independentistas pretendan la construccin de un
modelo de sociedad democrtica, desvinculada de los soportes
coloniales, en realidad, como observa L. Boff, no tuvieron
...el efecto de una liberacin porque continu la explotacin
externa mediante el neo-colonialismo de los pases
industrializados y la explotacin interna por parte de las oligarquas y burguesas nacionales, asociadas a los intereses del
capital mundial 30.
ocupa la mujer deriva del control que ejercen los hombres sobre
Ja sexualidad, Ja reproduccin y el trabajo de las mujeres. Este
control es desplazado a todas las esferas de relacin que se dan
en Ja sociedad y constituye, simultneamente, un reflejo de las
relaciones sociales existentes 31 . Con todo, no se quiere indicar
aqu que Jas mujeres no tengan cierta participacin social y gran
importancia en la familia nuclear; ms bien se apunta a que, en
definitiva, es el jefe de familia, el varn, el que controla las
actividades de las mujeres. En el contexto latinoamericano, este
tipo de organizacin sobrecarga la opresin de Ja mujer (mestiza,
42
43
valiosos, es una tarea todava por ha<rISe. Cf. C Lora, Mujer: vctima de opresin... ,
op. cit., pg. 27; Id., Mujer tatinoamerlcana ... ,op. cit., pgs. 25-34; M.T. Ruiz, Racismo
lgo ms qMt discrimirucin. Ed. DEI, San Jos, 1988; E. Tun Pabtos, Tambin somos
proi.gonist.. "'1111hisloria"'1Mx:ol-II-IILCuademosparatamujcr,Sericl'cnsamicnto
y Luchas 5, 6 y 7, Ed. EMAS, Mxico, 1987. Sobre este aspecto se pueden consultar
otros Utulos de la Serie Pensamiento y Luchas producidos por et Equipo de Mujeres
en Accin Solidaria (EMAS), por ejemplo: U. lw:h las mujeres en Amric l.atin y
IC.rilr< 3y 4; foninismoymt1rJimiottopapMIJJr. DesencMtnlroo rt/Jlcin histriaz? pg.
8; La mujerm 111 ludia urbana y I Eslado 9; De 111 casaa I calle. Madres de /JI Plza /IAAy<J,
Argntina 10; L. de Oyueta, Nollll
"1 t:DOludn histrica de 111 mujer en Honduras.
Col. Cuadernos No. 5, Ed. Guaymuras, Tegucisalpa, 1989.
'""
44
45
'
16
en ellas la lucha de la mujer que reclama su derecho a la existencia y el reconocimiento de su pleno humanisno 42 . No debe
extraar, entonces, que en Amrica Latina, en muchos casos, la
48
. .u(
,.
de las mltiples opresiones que pesan sobre las mujeres del Tercer Mundo; f""
lambic'n se debe al escaso dilogo entre la teologa y la ciencia social feminisla.
52 Cm,mosque la lendencia de algunos analistassociak'S y telogos de la liberado
52
Muj<r t.1inaameriamJ1, igltsOI y kolog(a. Ed. MPD, Mxico, 1981, pg. 111.
56 l. Gebara, el.a opcin por el pobre como opctll por la mujer, en: mci!ivJll 214
(198'7), pJ. 11\0 (el nfasis es nuestro).
54
Captulo 11
Descubrimiento de la causalidad
en la mujer latinoamericana
libcradn,., en: Varios, lmplicali.1nes socUdts y pohliais dt llZ ttologfQ thLi libma:'i6r1. Ed.
Instituto de Filosofla, Universidad de Sevilla, l'ISQ, pgs. 135-146.
2 L. lloff, El rolro mlrno ... , "P rir .. p.\~. 12.
57
la conciencia de la causalidad de fondo, surge la ineludible pregunta sobre lo que debe hacerse para remontar las desigualdades
que n1arcan la situacin actual. Como ha scfi.alado G. Gutirrez,
lo nuevo del 1non1cnto actual estriba, primordialmente, en que
un pueblo
... empieza a percibir las causas de su situacin de injusticia y
busca sacudirse de ella. Lo nuevo y lo importante estriba
igualmente en el fapcl que la fe en el Dios liberador est jugando
en este proceso .
58
7 l. Cebara, "La mujer hace teologa ... , op. cit., pg. 18.
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8 Algunas de estas caractersticas son subrayadas por M.J. Gama Callado desde el
campo del psicoanlisis. Cfr., M.J. Garca Callado, "Automarg\nacin femenina.
Una aproximacin desde el psicoanlisis,en:Sal Terruel 1 (1988), pg. 759. Utilizamos
aqu el trmino sentiente, no para indicar apenas una actitud afectivo-sensible, sino
aprehender lo real, resulta que si lo real est ya presentado m y por los sentidos como
real, entonces la lntclccdn misma tiene ya un carcter radlcalmmtc scnhentC'. No
hay pues oposicin entre inteligir y sentir. sino que hay una unidad estructural:
inteligir y sentir son slo dos momentos de un solo a~'lo: el acto de aprehender
imprcsivamente la realidad, X. Zubiri, lnteligen.:;,, y logos. Alianza Editorial, Madrid.
1982, pg. 51.
62
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sexismo y clasismo en fa l.'xplotadn dllils mu;~C<:"S, ~n: Connhum 214 (J9<'!7J, ~gs.
361 3n;J\. Carr, "Reflexin ysnh.sisdd V<llunwn /,1smuyres,eJ tn3baoyl.zr<Jbl'"t!Ul ~:,
en: Concilium 214 (19sn. pgs. 4,'tS-490.
32 B. M. Al ves, Ideologa y {rmi i.~mo:11 lutt<1 pelo R>to
RY<ls/. Ed. Vol':cs, Pctrp<.>!is,
1980, pg. 35, cit. por C. Lor.t, "Mu,..r, vldimJ. " or. ni., p..IR. 22
"
38 .
76
,f
39 lbid.,pg>. 171-172.
77
Captulo 111
La mujer en la Iglesia
de los Pobres
2 P Richard, la fue= espiritual de la igltsio de los pobres. Ed. DEI, San joo, 1~.pi,
19. ! lacemos nuestra la tesis fundamental de P. Richard, segn la cual, en 1
actualidad en Amrica Latina se da la crisis de la Cristiandad y el nacimiento de 1
Iglesia de los Pobres. No podemos hablar en abstracto de una crisis de la lgleola,sio
de la crisis de un modelo histrico y determinado de Iglesia llamado Cristlandod
el urglmiento de otro modelo histrico de Iglesia que es la Iglesia de los Pobre>
/bid., pg. 20. Sobre la definicin teolgica y el fundamento cristolglco dela IP, ''
L. Bol/, Twlogla desde el lugar del pobre. Ed. Sal Terrae2, Santander, 1986; del mi>01
autor lgltsIJ,carismoypoder. Ed. Sal Terrae2,Santander, 1984; Y lo iglesIJsehimnuH
op. cit., pgs. 41-61; ). Sobrino, RLsumcci6n de la verdadera Iglesia, op. cit., pligt. 99.4
).). Tamayo-Acota, op. cit., pgs. 36-49; P. Richard,op. cit., pgs. 20-42, y bibliogrJI
diada por loo autorc'S.
3 Sobre ..tepunto, ver el c'Splndido trabajo de).). Tamayo-Acosta, op. cit.,P'1l5J
39.
l!O
.. .la mujer carga sobre sus hombros bu~ parte del peso del
trabajo concreto y efectivo de la Iglesia -indica M.C L.
Dingemer-. En Ja comunidad de base y en Ja parroquia, en Ja
escuela, en los movimientos en la pastoral, ah est ella, romo
coordinadora, catequista, agente, religiosa o laica, dando Jo
mejor de s misma, su tiempo, su cariifo, sus fuerzas, sus
entraas, su vida y hasta su sangre... En la Iglesia y en Ja
sociedad va conquistando duramente su espado, afirmando su
liderazgo incontestable en las CEB, marcando su presencia en
el movimiento popular, llevando adelante casi todo el
importante trabajo catequtico y entrando, en fin, recientemente,
en el campo de la produccin teolgica y de la espiritualidad 5.
~gl'.
82
83
't
1
!
84
.,,,f..,.
17 lllid., P'Rlil. 93-94: cf . F. Mires. la <"Plcrnizrii.Jn rh> l~s 11lm..!!1. op. ril., 1
:!:!()..:!21
""'
86
14).
ldesial.
Un factor importante que favoreci la emergencia de \
en la iglesia fue, sin duda, la opcin preferencial por 1t
asumida oficial y colectivamente por la iglesia latinoallk
en las Conferencias Episcopales de Medelln (1968) ye
()979). Si esta opcin imprime a la iglesia un carcti
con las causas de las mayoras empobrecidas e implii
. . de postura en favor de la vida, en ella est presenle
,. la mujer oprimida. Tal opcin queda expresada en
. de Puebla (DP), en el oomplemento a pie de pgtr
11T.CavakanH,.SObrelaparllclpadndelasmujere!lenelVIEncuentrolnllled~
de lu CEB, en: M.P. Aquino (ed.), Aportes T""" una trologfa ..., op. c{t., "'8 121!
81!
Por lod
la
cat
a~ partes mujeres que asumen
responsabilldad de~
a 1l!\ues1s de niilos, jvenes y adultos, catequesis preparatoriaa
a a~s :sacramentos, en la predicacin de la ~alabra, en las visitas
a 1 ct~nos y enfermos, en los actos }'. or~c1ones que acompailali
OS difuntos y sus familias, en la motivacin hacia la solidaridad,
en el acompailamiento espiritual del pueblo en lo cotidiano de la
~~Unidad eclesial, o bien difu~~ie~do una evangelizacin
~""radora en los tiempos del ailo hturg1co. Se la encuentra en las
fit-stas de los santos y los mrtires del pueblo, en la produccin ,
~e ~a~erialcs bblico-teolgicos de di.vulgacin popular, o bien
escribiendo articulos, dando retiros y fortaleciendo la
espiritualidad de los pobres.
2.2. La celebracin
En los ltimos ailos, se contempla una renovacin en los
modos de celebrar la fe en las comunidades cristianas. La
presencia de las mujeres ha motivado la creacin de una nueva
simbologa y un nuevo lenguaje asociado a la renovacin de la
vida, a la experiencia concreta y al compromiso por realizar la
justicia. Se ha despertado la propia creatividad litrgica en las
mujeres, largamente socavada por la frialdad de los rituales
occidentales de fuerte acento masculino. Un nuevo lenguaje ligado
a las culturas ancestrales hace su aparicin en la celebracin del
pueblo como se aprecia, a menudo, en los encuentros de
comunidades. Vemos a mujeres en la coordinacin litrgica
trayendo smbolos nuevos de carcter femenino, en la preparacin
de cclebracio~cs, en la oraci?n, el canto y la poesa, en la recreacin
de la memoria de los mrtires y quienes se han adelantado en la
lucha por la justicia, en las composiciones de msica,
dramatizaciones,.teatro popular o representaciones que expresan
la vida en conexin con la experiencia bblica.
2.3. La accin transformadora eh el mundo
En este mbito, las actividades de las mujeres cristianas son
mltiples y cualitativas. Las iniciativas de organizacin para el
cambio social parten a veces de grupos formados exclusivamente
por mujeres o de grupos mixtos, pero la presencia de mujeres et
siempre fundamental. Las actividades pueden !jCr: promocin y
defensa de derechos vitales, participacin en mo~mientos sociale1
y populares como sindicatos, frentes amph~s, marchas de
solidaridad asociaciones de empleadas domshcas, lavanderas,
costureras, ~breras de maquila; clubes de madres, organizacin
90
renova
'
d a d esd e d en tro Su .presencia
apunta desde
de una 1gles1a
.
'b
a hacia un cambio en el ser mismo de la igl.e~1a, pluesdcontrit udye
Y
.
t 1 modos tradiciona es e en en er
a reformular creahvame!' e .os
la accin las estructuras adY llevar a cabo la predicaci~ Y. . b6ica y los modos de
ft\inistrativas, la. expresin. 1 \tu~~;.'~~ en definitiva, ante la
concretar la unidad. eclesia s
sujeto eclesiolgico. No se
eftlergencia de la mu1er como nu~vo roccso se d sin conflictos
uede
decir,
sin
embar;o,
que
es
e
~
res eclesiales opuestos n~
Pl'l la medida en que aun cx1slc':' sec ~o
sujeto, sino a la misma
~lo al reconocimiento de la mu,ier co tensiones, se contempla a
povacin de la iglesia" Todaviad~f~aribe el nimo, la fortaleza
)argo y ancho del cont~nei:ite Y.
a la lP. Este fenmeno trae
1 fuerza vital que la mucr impnme u momento, recordaba a
'/ la memoria lo que ya K. Rah~r~d~:s nuevas que el momento
1' gtcsia en relacin con las pos 1 1
,,, 1
9t
re
'
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I,,,..,.
"""u....
92
Los ejes que atraviesan esta experie~cia son: Ja. propia vida,
la realidad del pueblo, la Palabra de Dios, Ja c:~nf1anza de ~e
Dios est de su parte conforme lo pone de m.amf1csto. la prctica
igualitaria de jess, y Ja certeza de que actuan en virtud de la
fuerza del Espritu.
.
.
.
En las CEB, las mujeres reivindican su dc.~ho a ser rglesra
consideradas sujetos creadoras de ccles1ahd.1d.
hecho,
la mS:;ora
de participantes en Jas comunidades cst.in de acuerdo
[k
en que son
.. .las
~~:~~~d:d: f~~talcccn
la n ueva
Iglesia.~'.
.. .las CEB scftalan hacia una Iglesia que sea toda ella ministerial,
donde los servicies serlanejercidosenequipoycon la participacin
de la comunidad en cada ministerio que es servicio de la Iglesia
como un todo. Si las mujeres son la mayorla, por ejemplo, en la
catequesis, en los crculos blblicos y en todo tipo de servicio que
prepara y construye la comunidad, no deja de extral\ar que sean
33 L. Boff,op.cit.,pg.201.
34 /bid., pg. 202.
35 L. Boll, Yla Jgl<sO.,. hi7.D ,,...blo, op. cit.; Cardon1 Velquez, op. cit., pgs. 98-99
36 T. Cavakanti, op. cit., pgs. 129-130; L. B. Cardona, op. crt., pg. 516.
94
~r~~s;:;~cfn
Hay una
de la iglesia y Ja sociedad.
conc~encla ~n~ra~i~~:;~:.u::.ad:~~!':!!:::~=
::~t;!!;'~e~J;:,C.,,~'::;u::adcrnuertc.dcsconfianz.1p<>rparttde
96
98
n;;:
52 ~id., pg. 138. De los cuantiosos testimonios, recordamos uno. citad~ 9'11'11D
Malina: Uace poco una madre lleg a pedirme que celebrara una rn1sa pa ::--do,
cado en combate. Cuando la vi llorar le coment: 'Le duele mucho haberlo r;':;;do
verdad?' 'S Padre-respondi--, pero su causa fue mayor que mi vientre ~
esto hace comprender el ~mor a la causa del pueblo. As aconteci cuando un~
destroz el ~erpo del. h110 de Lu~ita Montiel; aniesgndose bajo los bofll Ji11
intensos, Lup1ta recogi los desJ>OJOS de su hijo para darles aistiana sepultutdlldf!'
llam~ron para el sepelio. La madre estaba como la dolorosa inclinada trente
m~~me. Yo no tena valor par~ descubrir el cuerpo, pero ella me invit ~.h~_...;,.,
reptl~domeen voz alta: 'Me. Slel\to orgullosa de haber parido un hijo san~1
U. Molina, Estructura y funaonamiento de una a>munidad cristiana papulal' ,, '.
9;.p
100
56
Pensarn::~~~~~;,,.<~~t~~g.
139;
eri
n1 ..arag0en.-
i~.~f\~~1:~~~'.~~~;.~ffi.f:f12~~:~?.~:::f
101
~sel
102
dominacin cultural
62
104
Captulo IV
La inteligencia de la fe
y principos de los ochenta cuando se comienza a ver la importancia de la mujer como sujeto de la reflexin teolgica.
Ya en sus comienzos, E. Tamez llama la atencin sobre la
situacin de la mujer, hasta entonces pasada por alto. Entonces,
desde la ptica de las mujeres, se llam la atencin sobre una
perniciosa dicotoma entre la prctica y los planteamientos tericos
por parte de quienes se comprometan en el MP y en la IP. En
teora se aceptaba el principio de la realizacin de la mujer romo
sujeto histrico, pero no en la prctica:
.. .las aspiraciones y aportes del sujeto femenino, que constituyen
tambin I visin de mundo del sujeto colectivo amplio (se refiere
a hombres y mujeres de las clases, razas y culturas oprimidas), no
han sido recogidas ni sistematizadas; no han sido objetivadas ni
en la prctica pastoral ni en el papel'
106
mujeres de
Jos sectores populares porque no podan desligar .sus reivindicaciones de gnero, de las luchas de clase y de raza, sm embargo
ello no elimin el escepticismo de muchos telogos, e incluso de
otras mujeres, respecto a las demandas de las mujeres compr<r
metidas en los movimientos de cambio social. Dicho llanamente,
se ere~ que lo relativo a la liberacin de la mujer era una influencia desviacionista del conflicto principal, es decir, el
enfrentamiento de clase. Por otro lado, en el marco de los procesos
hbe.radore~ y de la IP, se entendi que Ja emancipacin de la
muer debJ.a darse dentro de la liberacin global de la sociedad
Y de una renovacin de la iglesia, como de hecho debe ser, pero
en e~te caso se la pospona hasta no darse el cambio estructural
en temunos econmicos y polticos, cayendo de esta manera en
posturas ~educcionistas y postergadoras respecto de la situacin
de las rnueres. Se produce as, a nuestro parecer, un desencuentro
entre la _TL y las aspiraciones y expectativas de las mujeres 4. No
es extr'.'no pues, en este contexto, encontrar perspectivas teolgicas
que. vieron en la condicin subalterna de las mujeres contradicc10nes no antagnicas, supraestructurales 5, o bien parciales 6
~ando, en realidad, aun superando el antagonismo de clase,
nmgu~ sociedad puede considerarse igualitaria si mantiene las
as1mi;tnas de raza y las que se siguen de la divisin sexual del
trab~o afincada en la separacin de lo pblico y lo privado,
leg1hrnada por estereotipos de gnero donde la muer lleva
siempre la peor parte.
. ..Las mujeres, no obstante, gracias al carcter au~o--criti"? _Y
es
' de
manera novedosa
la e proceso
.
' el puebl o experimenta
su 1e
tituyndose en el ;'u artic~Ja, po_r ende, de manera nueva, conl'
Ja TL acusaba
Jeto ~nmord1al de la teologa. Sin embargo,
de las expcrien~~:s c~[~~c~a funda~e~tal: el vacio en la reflexin
esfuerzos en la t
f toncas Y espmtuales de las mujeres y sull
rans ormacin de los sistemas que le arrebatan
7 J. Sobrno,Cmoh
5 (1989), pr,s. 397.4
1()8
S./ Te""'
'""
m1entos
ancestra1es'. de msp1rar os pro~sos que promueven Ja vida plena
y de prop1c1ar Ja marcha hacia una nueva tierra, donde
hombres y las mujeres participen en igualdad y realicen~~
humanidad plena.
Con todo, aunque es una realidad que tiende a superarse, la
ausencia de Ja mujer del campo teolgico sea como sujeto que
teologiza, sea como objeto de la reflexin, constituye otra
expresin de su condicin subalterna 10. La invisibilidad de la
mujer en la teologa no es casual, obedece a Ja manera como se
ha venido elaborando teologa desde hace siglos, cargando.el
lastre de sistemas tericos patriarcales y de estructuras SOCIO"
eclesisticas androcntricas en perjuicio de la mujer 11 . En esta
lnea, no es extrao que desde la ptica de las mujeres se _recon~
sin ambages que la teologa es, y ha sido, una profe~10n se~~
Se ha excluido a la mujer de la historia, de la preparaaon trol~
de Ja elaboracin del conocimiento y sus herramientas, d~de
ministerios sagrados, de la expresin simblica y sacramen
la fe 12, por causa slo y exclusivamente de su sexo: P?r ser
mujer. En la medida en que la teologa excluye a la muiet 111!
convierte en un discurso parcial y abstracto al construir~ ~
lo unilateral masculino y abstraerse de la intrnseca conshtU~
1guahtana de la humanidad.
'
En esta perspectiva, como hemos sealado, se ha reclarnJ4t
a la TL la ausencia de la mujer, en su teologa, sea como sul!llJt
o como objeto de la reflexin 13. Sin afn de apologtica d~.
conviene ver algunas razones que explican este hecho
:
~ ~WM.0
__
'-
,
e~
H ""''
""""""
> mo"' '"'""" o Oko) '" " '''"'"' 7 . .
tambin una ausencia de la mujer en Ja teologa ... De manera que, para que se
cambio de esa situacin estamos obligadas a hablar de una Iglesia nueva Y. .
tcologia nueva. Ambas liberadoras, E. Tamez, Introduccin a la problem6ti~
op. cit., pg. 38; E. Schussler Fiorenza, Romper et silencio ... , op. cit., pg. 302.
12 E. Tamcz, la mujer como sujeto ... , op. cit., pgs. 106-107. Antes nunCll ..
calificaba en trminos de diferencia sexual a los autores de tcologia, pues era u8;t
evidencia que tal tarea era una atribucin de hombres, l. Ccvara, La muter hd
teologla ... , op. cit., pg. 11.
13 E. Tamez, lntroducdna laproblcmlltica .... ,op.cit.,pilg. 40;C. Halkcs,Teologfa
feminista. Balance provisional, en: Conciltum 154 (1980), pg. 122.
l IO
co~o reaccin compasiva -humana y cristiana- ante las mayonas condenadas a muerte antes de tiempo. En este contexto, la
TL _entendi que sus propuestas incluan a todos los sectores
sociales. Una segunda razn consiste es verdad, en la falta de
se~sibilidad a la opresin y las lucha~ de la mujer por parte de
qmenes elaboraban esa teologa. Esta falta de sensibilidad no
apunta a sealar culpables, sino a profundizar en la auto-conc1enc1a de la propia TL, pues ni telogos ni telogas se propusieron conscientemente prescindir de la realidad de la mujer.
Simplemente no haba sido incorporada como punto de partida
para comprender otros aspectos y dimensiones de Ja misma
realidad, ocultas bajo el velo de Ja naturalidad. En este sentido, ni
la mujer ni su situacin eran principios pertinentes para la
comprensin e interpretacin de Ja realidad en su articuladn
diversa y global. Tiene que ver, pues, co~ _procesos f!P~Stema:
lgicos y de conocimiento, y no con culpab1hdades sub]Ctivas, SI
bien existen siempre los m{nimos de voluntad personal para
aproximarse a la situacin de Ja mujer. Un tercer ~specto -':' lo
hemos mencionado a menudo. Se trata de los resabios machistas
y androcntricos que han caracterizado a la teologa hasta hoy.
La mayora de Jos telogos de la liberacin han sido educados
bajo estas estructuras, aunq_ue, por fortuna, muchos se estn
des
jando ya de estos atavtsrnos.
.
~ incorporacin de la mujer a la TL fue y es asumid~ co~o
crs ectiva desde la cual se interpreta el mui;tdo, la h1stona,
un~ P . P la fe cristiana. Con su aporte se quiere supcrdr la
la ig_lc~::aJ de la ptica androcntrica y expJicita_r las cxpcric!"ldas
parcial
rnicntos de las mujeres cncam1n.idos hacia la
y Jo~ co~oc~ , un nuevo orden social y eclesial, beneficioso para
antic1paci ; ' ~res. Por dio, no se habla de una teologa dela mujer,
~u1~r~J";cr e~ un terna de reflexin como pudiera ser cualquier
otrO
Teologa da Llberla91o, en: REB 48/191 (1988), pg. 566. Igual es el aserto '
Schssler Fiorenza: DI.cho en breve: mi tesis es que el silencio y la invisibiU
la~ mujeres son producto de las estructuras patriarcales de la Iglesia y se man H. .
con eJ apoyo de una teologa illldrocntrica, es decir, masculina, E. SchUlllllll
fiorenza, Romper el silenclo ... , op. cit., pg. 303.
112
bleyob'
'UScaba
mcansa
stmadamentclamonedapcrdidadecuyaexisten.
saba con inquebrantable certeza y a cuyo derecho no que:::
renunciar por ms tiempo"
En Amrica Latina las mujeres no esperan ya que otro
definan su experiencia de vida y de fe. Ellas se han propues~
definirse a s mismas, quieren expresar su peculiar manera de
experimentar la revelacin y de vivir la fe como fuerza liberadora
haciendo uso de su propia palabra. En medio de una realidad
donde la mujer es doble y triplemente oprimida, hacer TI. desde
la perspectiva de la mujer no es un lujo, sino una necesidad y un
derecho a reclamar. Es una necesidad porque las mujeres
cristianas estn convencidas de que la fe tiene algo que decir
respecto de su situacin. Ni Dios, ni el mensaje evanglico, ni
buena parte de la comunidad eclesial, permanecen impasibles
ante sus sufrimientos. Es un derecho a reclamar porque se trata
de rescatar un derecho secuestrado y negado por siglo~ en la
historia de la iglesia y de la teologa: el articular la intchgi;~~a
de la fe desde su situacin de empobrecida, desde su cond1oon
de mujer oprimida y a partir de su experiencia de fe al lado de
un pueblo en movimiento 20. Se trata, en definitiva,. de
reapropiarse el derecho a la propia palabra. Es as un teologizar
situado y matizado por su ser de mujeres, Iatfnoamcricanas Y
cristianas 21
2.1. Mujeres
trabajo.
21 Estas caracterticaslas pone de relieve N. Ritchie en el marco de la reflexin 90bn
muja ycristologi, pero nos parecen vlidas para el conlexto del quehacer IC'ol6gloo
deocle lo penpectlva de las mujeres. Cf. N. Ritchle, Mujer y crllltologla, ""' Vari..,
l 14'
A pesar de Ja persistencia de los modelos occidentales, blancos, machistas y dominantes, las mujeres del continente y del
Caribe quieren aduearse de su propia vocacin romo mujeres
indias, negras, mestizas o blancas, en solidaridad con quienes se
suman a la marcha en favor de Ja plenitud humana. Esta expectativa posible y an por conquistar, es una dimensin que la
cultura occidental excluyente no ha sido capaz de resolver.
.....
lab':
2.3. Cristianas
. . a no es, coll\O
Para la mujer latinoamericana, el ser cnsttan
bien apunta N. Ritchie, un epteto religioso.
Ja
116
117
r-.n...,r:
teologas liberadoras elaboradas por las minorlas profticH del Primer Mundf
que las acogemos con profundo esplritu solidarlo, entre ellas, la Teologla Peminllli
de la Liberan y la Teologla Negra. Cf. nota 14.
1111
un serio conocimiento de las disciplinas teolgico-exegticas generales y especficas y, por esto mismo, se convierte en un discurso
conscientemente situado bajo una nueva luz respecto de otros
modos de teologizar, incluso cuando en la actualidad se requiera
de una mayor explicitacin sistemtica de Jos aspectos que le
interesa trascender o modificar de raz. Estos seran algunos de
ellos.
Un primer aspecto a resaltar es el carcter !ogocntrico de Ja
teologa tradicional respecto del carcter ms praxeolgco y
contextual de la TL que elaboran las mujeres. Al conceder un
papel central al logos como instrumento privilegiado para dar
razn de la fe, en la teologa tradicional,
... se cree que la nica manera de abordar Ja realidad, o Ja mejor
-observa E. Tamez-, es a travs del discurso racional, oen otras
palabras, la lgica occidental sistemtica, y se rechaza como poco
senas o secundarias distintas formas de expresar la vida real -y
la. experiencia de fe--, formas tales como Ja poesa, el juego, Ja
pintura y otras 30
No se concede verdadero estatuto teolgico a otros modos
de inteligir y explicitar la fe, como son el discurso sapiencial o Ja
vertiente testi.Inonial narrativa u oral, aun cuando son importantes
vetas para la reflexin. Modos adecuados tambin para pensar y
decir las antiguas y perennes verdades de Ja fe cristiana, segn
se experimentan en el seno de Jos procesos de resistenci.a y lucha
por la vida 31. No se trata de que las mujeres nieguen o rechacen
lo racional para la construccin del discurso teolgico porque si
as fuera, se estara fortaleciendo Ja premisa clsica androcntrica
de la mujer como ser irracional; se trata ms bien de colocar al
lagos y su funcin bajo una nueva ptica donde no St...,a . . . 1 \"arn
su poseedor por excelencia, ni el lagos sea la mediacin nica y
universal de la teologa en cuanto inteligencia y sabidudl de la
fe 32.
Precisamente por su carcter Jogocnttico, la teologa tradicional a menudo se polariz hacia el saber por el saber, se
convirti en palabra razonada que adara y dc._finc n.n.fadc._""S, frente
a la cual todo otro modo de acceso hunMno a 1.'I \'lm.:1.i:d~ _toda
otra palabra resultaba falsa e inconsish.ntc._, ec..rr.1nd<, r.1 pos1b1hd.1d
go,resuharu..
eslil: p~1abra era apenas e11ogo~ d e la cultura
occidental -i.;;,
ca~1tahsta-, blanca y masculina. Se convirti en un discu">
I<"
ehhsta y, por lo tanto, excluyente de otras palabras que no~
~1
con fidelidad ni hablaban su lenguaje, como son las palabrasi1t
d<
las mujeres. Estableci un monlogo entre varones y no undiltJn
g'
entre mujeres y hombres como totalidad humana. Em~data
r
conquistar un estatuto terico-cientfico de envergadura 33, dei
d
de proporcionar a las personas concretas, y en especial a los
pobres y a las mujeres, los instrumentos para una vital inteligencii
de la fe en sus intrincados caminos de lucha por la vida, la sobrevivencia y la liberacin.
Un segundo aspecto que se desprende del anterior, es~
carcter impositivo de la teologa tradicional. Ligada a la _cullura
occidental por la larga historia de la cristiandad, se vol~. parte
constitutiva de la imposicin colonial, bera en l~ ant1~i;<!ad,
europea y estadounidense en la actualidad. Esta 1mpos1ci~n se
hizo y se hace sobre Amrica Latina y sobre el Tercer Mun
general, como bien sealan los telogos del Tercer Mundo .
ta""'
."'
. cionde
deJll'
sinf'n de disciplinas particulRm, cada una con una materia inmensa, con una ,,.,bfalf.lia
muy difaencillda y difkil, que a menudo vuelve Inviable su recorrido. Para~
LaHna, esta teologfa se aleja cada vez ms de las expectativas de toe pom. y
oprimidos.
34 DFND, en: Teologla d<Sde ti Tercer Mundo. Ed. DEI, San Jost<, 1982, pg. 85.
120
!~t~grtdad,
oprimidas.
122
~~~c~~;'~i!ir'lcds
u~lfs~!.~n~~:~~r f~~::~;~f..t'rt1~:~:~h~!~:n~:, ~~~ ~~~
caractcnsttca
12.1
J !ron:.
38 E. Tamez, op. cil., p6g. 192; ).). Tamayo-AcO!lta, op. cil., pllg.131.
124
Captulo V
Aportes especficos de algunos
telogos sobre Ja mujer
y lo femenino
s-
126
ID.
e;
14
128
pgs. 6465.
pg. 64.
pg. 55.
pgs. 65-66.
muje~es-
hu~~~>~isla
la
:.
J. de Santa
23
130
J~as
"'8C8Wda de la:o
132
'
,..
"Di'os 46
incorporado
al captulo IV del bbro
E/ rostro materno ue
liajo el ttulo Lo femenino: una reflexin filosfica. Con este
irabajo el autor se propone investigar, desde el campo de la
filosofa, el significado del dimorfismo sexual del ser humano en
varn y mujer. Su reflexin quiere contribuir a develar el misterio
del varn y la mujer como concrt'Ciones del ser hombre, cuyo
sentido no puede encontrar una respuesta adt'Cuada en el mbito
de las ciencias analticas. Para L. Boff,
....el saber cientfico no nos responde sobh! lo que es el hombre,
smoloquesonla~dosconcrecionesdeaquelqueesvarnomujer.
.
fl "n adquiere un carcter tico porque
En este senttdo, su ~ exi nera injusta de vivir IJs dffcrcnciJs
busca remontar la ac_tua ma
.
entre hombres Y muJeres.
1 prrafo anterior la expresin
Hemos enfatizado en e la mujer, con el fin de i!1di~r
.
entre el hombre Y
05 Aunque L. Boff indica
diferenoas d bsica que encontramt ~firiendo al varn y la
una dificulta
diCC hombre se esla diferencia- 4 9, de hcicho,
que cuando se ntidad que se da en
mujer -como idc
o ue11i' ... ~~~~!~~~~-~-1r~~
:~~~~:(!:.
r:r>.!"..:::1~~~~~d..
hombre-va~~
categora genrica, y es, de este modo, androcnlrica. Con lodo,
se manlicnc la pregunta sobre el significado de la innegable
diferencia sexual entre mujeres y hombres y, para valorarla ms
all del dato emprico o cientfico, recurre a Ja filosofa romo
ontologa 50.
Para L. Boff, Ja call"gOria sexualidadM es fundamental porque
forma parte de la estructura ontolgica del ser humano. Subraya
que esta dimensin no es una cualidad marginal o cenlrada
nicamente en lo genital, pues no se limita a Jo biolgico, ms
condicionadas y subsumidas en lo que sea c.I
bien,
...empapa todas las categoras existenciales del ser humano. Todo
J36
511
oscundad que desafa a la curiosidad y a la inquisicin la inmanencia. Y. la aoranza por el pasado. Lo femenino amsttuye Ja
~~7te 01rigmante de 1.i vida... en l reside el poder de plenitud
VI ... e reposo y la conservacin ... el combate defensivo ... "
;/'ho
e~te
rrn::-dn~:~'!~:f::~~J~c;_~~~~gi~~;::'c~;t-:J'-~s;~:n~~c';:~~!~
sigues
relaciones
sociales asimtricas. Para L. Boff, lo 1J1111CU1110y10
.
f emenmo
del
pertenecen
la
a. la estructura ontolPi~a
o"
varon y la
muer, so o polanzacwn de estas dimensiones en cada uno de
111
sexos es cultural. En su ptica
... la usurpacin de la dimensin masculina por parte del varn ha
hecho guc se juzgara a s mismo como el nico duefto de Ja
58
ca6t1co,
'
1JH
patriarcal:
.....
-
~
~
67/thm.
68 /bid., pg. 184.
141l
llih
Por otro lado, E. Schssler Fiorenza insiste en q~e, rnetodorgicamente, para comprender la relacin hombre-mu1erel punto
partida metodolgico no es lo biolgico, como propone.~ Boff,
ya que el dimorfismo sexual es generado por Ja opreswn patriarcal, no tiene un carcter natural, sino social 69. En efecto, las
relaciones asimtricas entre hombres y mujeres no provienen de
la natural diferencia sexual biolgica, sino del significado y de
los valores que se hagan derivar de esa diferencia, y como tal, es
producto histrico-cultural. Este sistema de valores y significados
se concreta en marcos conceptuales y en instituciones sodales,
com.. en el. caso del patriarcado, que hunde sus races en la
faJTIJha patriarcal y en sus relaciones de propiedad ms que en
una diferencia biolgica innata entre hombres y mujeres 7~ Es
en el terreno histrico social donde Ja mujer ocupa un lugar
sub.alterno. E_ste ha permitido a la cultura androcntrico-patriarcal
defm1r las diferencias de papeles sociales -sobre las que se levantan las representaciones de lo femenino y lo masculino-, y no las diferencias biolgicas. Por ello,
:e
74 lbid., pg. 1.
75 E. Schu9slcr-Fiorcnza, op. cit., p6g. 330.
761 f: Cox, l..a seduccin del T:.spfritu. Ed. Sal Tcrrac, Santander, 1979, pg. 309
77 lbid., pg. 1HH.
cJLncra.
147.
L!.""
Segunda Parte
La mujer,
sujeto de reflexin teolgica
Mflo'n
'
Captulo 1
Presupuestos metodolgicos
de la teologa
desde la perspectiva de la mujer
E.n cuanto sujetos de reflexin teolgica, las mujeres latinoamencanas se ven obligadas a explicitar algunos presupuestos
qu_e.acompaan su reflexin. Estos presupuestos son estructuras
teonca~ que permiten formular la inteligencia de la fe en coh.erenc1a con determinados intereses, valores y objetivos conso.ente~ente asumidos. Tienen que ver con opciones antropolgicas, fllosficas y polticas encaminadas hacia a la construccin
de proyectos verdaderamente igualitarios y liberadores. La
expl!ci.tacin de los presupuestos que subyacen en la reflexin
teol.ogica es una caracterstica de la teologa que elaboran las
muieres, mientras que -seala E. Schssler Fiorenza- los telog?~ oficiales se niegan a discuti~ ~blicamente sus postu~as
pohticas, sus tendencias y sus a pnons 1; de esta manera, solo
consiguen ocultarse a s mismos las ideologas y los intereses
sobre los que se basa su quehacer. Y es que una de las adquisiciones actuales de la humanidad, subrayada por la sociologa del
conocimiento se refiere a la relacionalidad constitutiva entre el
pensamiento 'y la realidad hi~tri~-social d.e los sujetos. '.oda
reflexin, en este sentido, esta soc1aln~ente situada y se art~cula
en determinadas prcticas sociales q~e influyen de forma. ~cc~s1va
en el proceso e incluso en los contenidos, de d1c~a reflex1on -. No
existe un pe~samiento neutro m una relex~n s.m cond1c1~mante
1
d aqu que, como G. Casahs d1J0 en su d1a: las
Prcvm
a guno; e
.,,,nrt"".ia dull. Un-l"'ocidft tdigiro ,.,,... ,.,. lo.s
1 E. Schu!18ler.F1?"'," F.n l'JC""le de Brower, Bilbao, 1989, f'!I 21.
or{anws drl crut1r1nasmo. Ed. """'prrnllet"la teologI 11.elG hbmacidn. Ed. Vl"rbo Oi\'ino.
2 0. ). J. Tamayo-At."tl8ta Pfa t1'
&leila (Navarra), 198Q, pAll
~pa~aunahtstoriadet
1~
"''"cllftl.
estar
..,,.
8 JtJfs1., ~~;, CWP'MI fLt""'"""t.I scJbnr r. k. EJ. Herder,
1(.
l{h
J.1
I''
.. .la duda de hasta qu punto-al menos en ciertos fragmentos-domina en ellos cierta imagen androcntrica del mundo que no
10 l. Gebara-M. C. L. Bingemer, op. cit., pg. 25 (el nfasis es nuestro).
do
11 A estas alturas de nuestro trabajo no ronsideramosnecesario reiterar que cu.ara
.-d.
hablamos de la plena realizacin de la mujer como sujeto de pleno derecho,_ 18
lejos de entender un proceso aislado y autnomo del sujeto popular consti!'Jido por
hombres y mujeres. En Amrica latina las mujeres trabajan tambin por la bberada
de los hombres, aunque aqu enfatizamos la liberacin de la mujer dado el~
multiforme de la opresin y la tendenda androcntrica generalizada de los proyeddl
antropolgicos conocidos hoy.
12 celos movimientos feministas recientes han puestodemanifiesto que las respua
decisivas a nuestro problema estn condicionadas directa o indirectamente ~
puntos de vista globales respecto del sentido de la vida humana y de la orden~
de la existencia del hombre. De aqu que la disputa por la posicin de la mujer Jil
Iglesia y en la sociedad sea en el fondo una pugna en torno o una determinada
antropologa. Esto es igualmente vlido para la dimensin teolgica. Con frecuenGlllse presentan los problemas planteados demasiado miopemcntc como si afee.._
solamente a las regulaciones jurdicas, o se los pone en relacin inmediata con 1ms altos axiomas y normas teolgicas. Pero lo decisivo sigue siendo casi I. . . .
la opcin antropolgica secretamente subyacente, K. Lehmann, La valoracin. dit
Iamujer,elproblemadelaantropologt:atcolgica,en:RevislaCatlicalntcmadC811
Cummunia IV /82 (1982), pg. 238.
'
IS2
~e la revelacin u.
oc-~~~~~a~~o;::~:~ ~o~~~~~~:i~~~~~;~~e::::,te;::
...de tercera
clasista que vi
engend~~doPorarserta";,resunta civilizacin u_
produc1 a
pers~:!v~:~-~~g!~F~'"f'.is~~::C~~~~ ':s~f;
por cno, la
en Amrica ~~r";!~cr, de la holgura y del p.:iradigma humano
del otro lacio
de
,.q
~4
.'
'
lntr.oduccin
'tt
"1
eetiara y M.
c.
perspectiva
humanocntrica
... no se privilegia Ja expresin masculina de la humanidad en
detrimento de la femenina, tampoco se pretende afirmar a sta
paradisminuirlaotra. Una antropologa humanocntrica pretende
captar la revelacin de lo divino en lo humano integral y asume
las consecuencias histrico-teolgicas de tal postura 30
~I ~gundo aspecto que resalta es que una ptica hurna-
anh'?pologia .tr~d1c10nal. Y en tercer lugar, se denuncian perspec~ivas teologicas que no expresan la vivencia concreta de las
mueres Y los hombres.
Esaden
intenta
h
uncia
buscar la restauracin del valor de cada ser
umano en su autono.n{a y originalidad propias. Y esto tiene que
~~r ~~n la presencia de Dios, con la presencia de la trascendencia
hec~ ombreyenlamujer... laperspectivahumanocntricaes,de
~ ri:veladora de la trascendencia divina y humana. porque
~r:;~sm1nure lo humano dividindolo en seres superiores e
~res, sino que hace justicia a la justicia absoluta de Dios,
8
uperior a nuestras hiptesis y teoras sobre l "
12 Una antropologa unitaria
E.n segundo lugar, es inherente a una conre~n antropolgica unitaria la afirmacin de una sola historia, frente a la
concepcin dualista tradicional de las dos historias, la sagrada y
la profana, la divina y humana, como si fuesen procesos paralc~os
donde, para afirmar la realidad de lo metahistrial, nccc~r1amcntc se deba descalificar la r1!1didlld rett1l del mundo este'. Af1nnar
la unicidad de la historia
:Ml ,.,.....
p6g. 12.
SI ...... r6R D.
'
e en ca1Ilf:.1119
"fl
sionasta perspec~iva se opone a una antropologa unidimenEn ef~cfue1no es sino una expresin del idealismo esendalista 38.
o, antropologa unidimensional
... se caracteriza
:
.
.
lanatu 1
porunaespec1edepredetenmnac1ndeJoquees
cerrad radeza humana; o sea, reflexiona a partir de una definicin
antina: e 10 humano. Sabe qu es lo humano, Jo natural, Jo
Dios d u~al, lo verdadero, lo falso ... cualquier cosa que se diga de
no e os hombres y las mujeres, distinta de lo que se ha dicho,
in puede ser aceptada... propone cierto nmero de certezas
~~tables que sirven de base a Jos autoritarismos de toda
n
_e ... consagra la visin androcntrica como la establecida y
q~enda por Dios ... siendo as.. tal antropologa no puede de
nm~na forma fundamentar el esfuerzo de igualdad entre hombre
h_ mu1er ... consagra imgenes masculinas de Dios y coloca a los
_ombres, al ser masculino, como el primero y ms importante en
Para la perspectiva antropolgica pluridimensional, las personas no son una idea o una definicin, sino rostros histricos
~arcados por el espacio y el tiempo. El ser humano incluye mltiples dimensiones en las que se realiza, sin necesidad de suprimir
lo que es diferente; ms bien, accP.ta el desafo y el misterio de
nuestra extraordinaria diversidad 40 .
Ahora bien, la propuesta de una antropologa igualitaria
-humanocntrica, unitaria, realista y pluridimensional-,
entiende que la misma realidad humana es sacrarnt"ntal, evoca a
Dios y lo revela; sabe que la vida adquiere C"Onsist<."ncia c-n el
seno divino, es su origen y destino. Por eso
37 fbid., P"B 17
38 ft:t;,I., p68 1 "
39 ,.,,.. .
..o
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rAtt'"
19 20
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160
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<s l'o,:ara-M. C. L. Bingemer, op. cit.'. pg. 20.
Recorq:n'os aqt palabra .en su sentido ~sico de logos. Como seala L .z:ea:
dos a
~os que el logos tiene, desde su leiano origen griego hasta nuestros dias,
e:..:terncepCJ.ones: la de razn Y la de palabra. Razonar es tomar conciencia de lo
Esto 0 qu.e ha de ser sometido a las categoras de oomprensin internas, a la razn.
lo Yae:s, Par~ saber qu es eso que est~ fuera y se ignora habr que familiarizarlo con
Partir<::onOCido. Esto era para los gnegos la definicin, precisar lo que se conoce a
~
~n rei d~flnir es tambin, saber la palabra precisa que permite deslindar lo conOCido
f\JJ\Ci~CJ.6n con otrasc.osasigualmente.con.ocidas.. Tal era para el griego el logos ysu
1988 n,.., L. Zea, Discursobsdt la marginacin y 14 barNrM!'. Ed. Anthropos, ~~a,.
c0rn' Pg. 29. Esta concepcin es la que va a marcar los linderos -entre la ovtlizao.n
lbid 0 Palabra que ordena, y la b~barie coi_n~ balbuceo que ha de aear de la n~a,
q\.li;; Pg. 31; es la Europa ocadental cristiana (y actualmente Estados. l:-'~1dos)
B nes Van a dar significado Y se van a apropiar de lo .que es el se.r a.vtlizado.
tar tbaro -contina el autor- es el que habla mal el gnego, el que lo balb~ce o
b tarnudea ... para el griego, brbaro es el hombre rudo, el no gnego, el e:drantero:
drbaroser tambln sinnimo de salvaje, inculto, esto es, noculbvado_decon~1a_d con el que parece el mod.o de ser del hombre mi!.VOO por excelenaa.. el p;negc,..,
obc-..it''ef lo mandaJ.o,
q~enes hablan Unpredsamente, entre quienes se 1..-uenta a los esiclavos, extran,eros,
ni nos y m:ujcrei esta idea de 108 grle~ aC'er<".11 delos brbaros c\lmoenh.~ hmttados
racional y vottvamente, la extender' lberi en la conquista v .(.'lil(.ll"\IZ8C1<">n de
Amrica a partir del slglo XVl1t, lbld., p6.g. 33. rar muchos, kll'i indios v la."!l muyeres.
al igual que loe negn1s y mmtizos, no eran sino bt.>shn1elas "'11Va)(.."S. En la parbola
delado9hju,querecop;eG. Guttirrezdel P11rwrrM) WQl!t ( 1~71.)dt(;a.rcta.1.~<' Tolil"\io,
Am6rica i..ttna es la M}a fea, lega"l\osa, tont y bftttal, ( . t.uhrreZ. LlllOS o d ON
luhul.... Ed.Slgueme,S.lamanca. t9K9,~.1lW.. Vett9mbinL Ze.,l"tru.twccidft
:.O,pe1.
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cit., p.ig.
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trab.uif< claboradc.
la o.n1'.it<'ln ,t..y Teo.logt:.
ante el Encu ...ntro1oohrc la .Utua,ln de la mu,..-rrn Amt-fi,-. I.ahnai <nEI, S.nJueJr,
~=-q), rrttrran ..obro:> -..h punto. (_"f do.-um"""lt'"' de trat>n1n. !lFJ, J<;IR<;J
51
Esta insensibilidad hacia la palabra de las mujeres oprimidas e!::I similar 4'
daivalorizacin que la cultura occidental manifiesta hacia la F.alabrn del pobre,
L. Zca, lA filosoffll. americana como filosoffa sin ""5. Ed. Siglo XX , Mxico, 1969,
53
1(~11.
164
,;'l
adems, se crey que las respuestas ya estaban dadas y las verdades deslindadas, cuando en reaJidad slo servan para justificar
el sometimiento de otros que, por lo dems, posean una humanidad disminuida, a quienes negaba el uso de su propia palabra
imponiendo la suya como la nica vlida.
Esta e.rala humanidad vista desde quienes posean la palabra,
de~e quienes creaban las respuestas. Se trata del paradigma
OCCidental androcntrico de humanidad ste no es sino un modelo
diseado d~sde una posicin desigual d~ superioridad econmica,
social, ecles1al y sexual, que niega a las mujeres oprimidas y a los
fu~blos empobrecidos el derecho a emitir su propia palabra. Su
~gica excluyente niega la construccin solidaria de la vida
a~ma;a e~ plen!tud. De aqu que el uso de la palabra sea un
pee 0 pnmord1al en el proceso de liberacin de las mujeres
porque, como indica C. Lora, les permite
t~rificarse a s mismas que son seres humanos. Esta verificacin
p~~ una forma privilegiada en la palabra que ellas descubren que
ho_v
t-s_fucrT.co:;
.
Preguntar sobre lo que s1gmf1~a en. America Latina ser muer
como sujeto de pleno derecho, 1mphca tomar en cuenta, esta
realidad. Cmo auto-comprendernos la inmensa mayor~ de
mujeres mestizas, indge"'.1s.y ne.gras en este contexto? Cm~
dar nombre a nuestra propia identidad s1 no es a partir de nucstr
propia circunstancia his~ri~? Cmo asumir la diversidad Y1 ~
peculiaridad de cada ~ueto sm negar su.Plena calidad hu!"";
Cmo fortalecer al sueto. popular y, al nusmo tiempo, no.d1solv!s
ni subsumir las d1ferenc1as sexuales? No podemos obviar es~
preguntas 59 ni podemos soslayar la preocupacin del puesto ~
la mujer latinoamericana en el mundo de lo humano. De aqu~
que el esquema de humanidad que proponga la muje~ e!' ~a
teologizar sea fundame~ta~ por9ue, de este modo, conttnll
andadura hacia su propia 1denhdad.
ms
166
i parece ..uB""dJ<>
1611
62,
pstura
~~~~~ti~1~~~I~~f~~t~i}~f1~~~!~~~~~~
......"':~1>d llM...1 " ..... lud\.OM V 1.t..>1b110.t. i.. ... f'Obr..... .v Of.>rn111d.,.. Je ...
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178
mujeres. Este
la~i reflex1o~es
situaci~
de Ja
mu~r
.
Por otro lado, aunque no se trata de c~clusi"'.izar criterios
Interpretativos solamente para las mujeres, s1 se qmere subrayar
el contenido propio que ellas aportan a partir de las experiencias
ya en inarcha a nivel colectivo y personal. Lo que aqm vamos a
desarrollar no es un producto acabado y definitivo; se trata, ms
bien, de sei\.alar aquellos elementos nuevos que vc1mos
92 La
-r..n--. .justida y
en:PH<,.22 (19tl9).pw.o.111.1
&1
180
?e
de laUna
las expresiones ms evidentes de la fuerza colectiva
que !dmu!eres es la re~puesta que han dado a las diversas formas
quiere la dorrunacin imperial. l. Gebara seala que
t8t
4.3. La creatividad
es.
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90 R. Vidm
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~etn91-;-~=ao:.::z~~~~ ::=:
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especial a \as muieres. Aunque pueda parecer trivial en este estudio, no menoscaba su seri<.-dad el reconocimiento del cario de
\as mujeres. Ser cariosas no es un defecto ni es debilidad, es un
valor central de\ humanismo original de los pueblos latinoamericanos que emana del sentido de la convivencia. Indica la
capacidad de formar comunidades no excluyentes y expresa, al
mismo tiempo, la fuerza espiritual que une a las mujeres y a los
pueblos entre s: son relaciones empapadas de solidaridad
humana 91 .
No es el egosmo ni el afn colonizador la caracterstica
nuclear de nuestros pueblos, sino un espritu constante _que. ~usca
realizar la justicia, la paz, la liberacin y la plena reah~ao~ de
\a humanidad en armona con la tierra. Por eso, la sohdandad
entraable est en e\ ncleo de la identidad de la mujer latino
americana y es un presupuesto que encontramos a lo largo de su
reflexin de fe.
Mujcryvar6nl\amadosalavida.Unacercamientobrblico-tcolgico,.,en:l11id.,pg.
289.
Cf. F. ). Gonzlez Carrin, Identidad del hombre ... , op. cit. Este ~pecto es
enf3H1.ado tambin por C. Lora, quien subraya la solidaridad de la mujel' pobre
motivada en gran parte por la necesidad comn de solucionar problema~concretos
personales y colectivos; junto a la eficacia histrica buscada en comu~ nace la
91
amistadylare\ad6nafcctiva.Unodelosrasgosquenoshanin:ipactadom'9en.::
experiencia de solidaridad que se forja desde los grupos de mujeres es la intenm
de la relacin afectiva que se va tejiendo entre ellas... con frecuencia desde fuera Y
sobre todo desde criterios machistas se juzga la dimensin afectiva como Wll
expresin de debilidad en la capacidad organizativa de la mujer. Sin cmbargoc:reo
que vale la pena renexionar sobre cual es el espado que tiene la amistad como valar
de un proyecto social liberador, y su espacio no slo en el ideario, sino en la forml
concreta de organizar la sociedad. Tengo la convicdn que la mujer es la portavoz
de este aspecto y me pregunto si no hay en ello un aporte que revoluciona muy
profundamente nuestra comprensin del proyecto social. Si la mujer no est.6 lienclo
en esto, portavoz de un criterio profundamente evanglico: amar al prjbnO,
portavoz de la eflcacia radical de este crUerlo en un mundo que tiende a olvidar m.
condicin humana, C. Lora, lmplica.ncias teoldgicas... ap. cit., pgs. 7-14. Por ollD
lado, si bien poco est consignado por escrito puede constatarse, en efecto, q ..
dimensin de solidaridad, amistad y afectocspont6neo y sencillo es un ra.goq. . . .
experimenta en los diversos encuentros locales, nacionales o latinoamericanOW.A
mu~'l'cs. Este apoyo genera mayor fuerza espiritual y. en muchos casos, so\idarldad la que activa en muchas la capacidad de permanencia en dlY8111111i
pmycctos de trabajo, de lnvesttgaci6n, de permanencia prolongada en l i .
dillci1cs1nclusoencondt.doncsdcsoledad,atslamtento,carcncia y aridez. Culq
..
l~~:aPe~~~=~f::':;~:;:J:r:~::;::r,:::~:n::::'r~;~~;:~::;,~!'::
Se! trata de una praxla oomunitarla que no responde a
1114
4.s. La libertad
92
y adquiere
4.6. La esperanza
Bien puede decirse que no hay en verdad ninguna dimensin
ms paradigmtica en las mujeres y en los pueblos oprimidos
que esta de la esperanza. Se trata de una fuerza que dinamiza las
luchas liberadoras y tiene como centro la certeza de que Dios
est del lado del oprimido, de que su causa es justa y de que en
esta causa se juega no slo el destino histrico y trascendente de
los pobres y oprimidos, sino tambin el de Ja humanidad entera.
Desde el otro lado del poder, desde la fuerza de Ja insignificancia,
se sabe que aunque el sacrificio es inmenso, ha de triunfar la
vida sobre la muerte, Ja verdad sobre la mentira, el bien sobre el
mal, el amor sobre el odio, la justicia sobre la injusticia, la
solidaridad sobre el egosmo y la gracia sobre el pecado. La
esperanza no es un ideal lejano ni un paliativo, sino una ~onda
fuerza espiritual -porque proviene del Espritu- que amma Y
fortalece a los pobres en las conquistas cotidianas. Se trat.a. de
una realidad objetiva afincada no en el vaco, sino en el anhc1po
de la justicia y el amor de Dios experimentados en la vid~, muerte
y resurreccin de Jess. Este anticipo lo hemos expc!n:entado
de nuevo en la pascua liberadora de los pobres y opru:mdos,,en
cuyo rostro Jess dijo que estaba. En realidad, en Amrica Lati~a
no se puede renunciar a un futuro nuevo de justicia y amor. Sm
embargo, como observa l. Gebara:
... si miramos al conjunto de la historia de los pobres en Amrica
Latina, particularmente en estos ltimos aos, nos preguntarem05
cmo se puede hablar de un futuro nuevo, cuando en la mayor
parte de los pases el nmero de pobres ha aumentado, la miseria
y la angustia se han multiplicado, las injusticias de todo tipo son
comida y bebida con el pan y el agua cotidianos de los pobres.
Cmo cantar esta esperanza de justicia, este deseo de amor en el
exilio de su ser y su pas? Tenemos ms razones para llorar que
para rer con alegra verdadera! Y, sin embargo, nosotras esperamos
un futuro nueuo, y esta esperanza est en el corazn de nuestra
186
C9
nuestro).
Captulo 11
Aportes de la mujer a la teologa
desde Amrica Latina
l. El mtodo teolgico
:ueva
La teologa de la
varn-mujer 3,
19<>
C:
...debe dar lu
impulso del d gar a una nueva sistematicidad, que brote del
y que inclu eseo que habita en lo ms profundo de lo humano
eficacia, e/p l'. me:zcle sensibilidad y racionalidad, gratuidad y
define la E:n":ncia Y reflexin, deseo y rigor. Dios es Amor,
primordialm entura (1 Jn 4,8). Si as es, slo puede ser,
racionalidad~~te, objet? de deseo. No de nec~sidad,. no de
sobre Dios
a teologia --<ue se quiere reflexin y discurso
atravesaday su Palabra- no puede entonces ser, sino movida Y
en todo su desarrollo por la llama del deseo.
Esto signific
.
.
.
deben sofo
que la razn, la ciencia y el ngor s1sternatico no
ahogar la ll~ar al Deseo Mayor, ni domesticar el Pathos divino'. !li
teolgica 7. rna del Espritu, sino ocupar su lugar en la elaboraaon
La mujer
que los conc incorpara en su quehacer el primado del de~, ya
r eptos puramente racionales no dan cuenta suficiente
de las
proced:a ld~des vividas. Adems, este modo metodolgico de
Binge
es inherente a su hacer y pensar. Bien seala M.C. L.
merque
! M.C.
L. Bingemcr, op. cit., pg. sn (et nfasis es nuestro).
El mo~ento del silendo es el lugar del encuentro amoroso
et.ll\
Dios. oracin Y
compromiso; signUica quedar'~ con ll (Jn \ ,39). En este cm:ucntn), ~"oro.;, la cxpt..'li.cnda
del amor humano nos lo muestra, penetramos en dilnensionl."S inc ablil."S. ():urr1.." que
cuando las palabras no bastan. cuando ya no son capact."S ..te transmitir lo que f."l
afecto hace vlvi.r, entonces estamos amando en plenitud. Y cuando li15 palabras no
son capaces de manlk'Star lo vivido apelamos al !Il\bolo, lo que ~'"S otra manera de
callar. Ofrecer un simbolo n " lklNr o, ms bien, bWICIU" q~ una cusa o un gesto
hablen por nnsotroR ... por cllowon tan freC"Ucntescn la HibUa las ima~cs d.,,.. amllf
humano paH hablar de \a relacin entre el pueblo y Di.OA, G. Cutierrez, lltJW.r' M
L>io dnt:le irl sufrim ill!'Nlo del iNOCir"'- EJ. ~ueme2, S.lamanOlll, t 9KK, pag. 1~.
' M.C.\.. mn~"nu'f', op. di., p~. !tn.
7 lbid., JAK S7:\.
192
.pga'.
.r
Pa
de a
llama
!:i
la
rspectiva de la mujer ~t
ir1disoJuMt.~ente
,.,,;t1-f(!l'i.~;!d,.,.,,.nu-tr<>>
12 1J1 "'
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hemorrot~, la
B.
94
'
17
supane la opcin de la mujer por s{ misma . , .
y es que la opcin por los pobres y por ~I nusma no es u~a
opcin extrnseca al ser y quehacer de la mujer. Con frecuencia,
indica I. Cebara, se acenta la participacin de las mujeres en los
MS populares, sin tocar el ncleo de este compromiso: el paso
anterior hacia ellas mismas, la llamada a aceptarse y acogerse
ante todo como mujeres 18. Se trata de hacer un camino, desde
el interior, que permita reconstruir su unidad interna, renacer
como mujeres, descubrir la fuente creadora de la unidad del
propio ser Yel reencuentro fecundo con las propias races. Esta
andadura interior es el
;'
... ~rimer paso con el fin de abrirse a los dems: Amar al otro como
51 mismo, frase clave para la experiencia cristiana y para rn uchas
otras tambin. Ella quiere mostrar cmo el amor del otro no est
separado del amor a s mismo, ni ste de aqul. No son sino dos
p~los de un mismo movimiento amoroso ... La opcin por s
~tsma n'? es, pues, un acto solitario, aunque es un acto personal.
,.iI
19
::7
Ibi_~- ~:~::
'O!<> la.Apunl.,..p.aradquch.._"'rl<-'<>U'>gicode_lamu~
~n~~~rl~"'-!1,~~~:;.!~~;,Z 11~ Aq~lm (00.), Apo..us ,_,.. ..rw 1eo10~111 .. , op. crl.,
h(l-t>l
Esta teologa entiende que debe contribuir en la transformacin de las situaciones y estructuras que causan miseria y
deshumanizacin, por eso no puede desentenderse de la cultura,
de los sistemas patriarcales y machistas que, en el caso de la
mujer, profundizan su opresin econmica y social. Al referir.;e
a lo cotidiano de la existencia, necesariamente incorpora el plano
de las relaciones hombre-mujer y las relaciones entre los sexos.
Consecuentemente~ala A.M. Tepedino-, el punto departida
de una teologa feminista sera no solamente la experie!'cia.de
opresin, la experiencia de Dios y la lucha por la justicia, smo
tambin la praxis del cario, es decir, crear relaciones frater~les
que son las que deberan existir entre los hombres y las muieres.
los ancianos, los jvenes y los nios, en fin, entre todas las
personas entre s 22
.. .la constancia de las mujeres en la lucha por la vida y la restauracin de la justicia fueron ligadas y vividas como expresiones
de fe, como presencia de Dios en las luchas de la historia. Muchas
mujeres ven en esos acontecimientos la expresin de su deseo de
combatir por un mundo ms humano, donde ciertos valores
adormecidos puedan ser despertados, donde la ternura pueda
ser recibida, donde la vida sea de hecho capaz de triunfar sobre
las fuerzas de la muerte 23
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J96
'1.i!1
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Con todo, no puede decirse hasta hoy que la TI.. desde la perspectiva de la mujer en Amrica Latina haya desarrollado ya un
instrnmental analtico coherente, capaz d_e ':"'!cter la problemtica propia de la mujer. Esta constatacin 1n~1ca, ad~s de
una debilidad metodolgica interna, el gran d~a.(io que tiene por
l
t 1 grar su propia coherencia metodolog1ca.
de a~:~i~ adquieren importancia las observaciones de M. J.
Rosado Nuez. Para ella,
Am~~:m~~~~~ ~~i::::n~~f::::J';~~C:d"uu:;s~~a;
...cuando en
socicd_adcs, e~ ~=t~cia estructural inaceptable d ..sd.. t.'l p~nto de
situacin de 1nJ
?timos en las ciencias sodlJ._s. Fuimos a
~ista cristiano. nos ~peo" incluso no n.Jigiosoi'I, J.t l.''''/?Jit;acin
buscar e~ ~;--~>::> sup<.;r'tc de la reflexin tl.."1.lh1igi ....t .
qucnos a a
La produccin feminista est intentando crear nuevas respuestas, nuevos conceptos, nuevos paradigmas y nuevos sistemas
de comprensin ms integrales y, por supuesto, no excluyentes.
Mientras la produccin analtica de los hombres tiende a o~!tar
la situacin opresiva real de las mujeres, el anlisis fem1_msta
explicita las estructuras opresivas que actan contra las muieres,
los hombres y quienes de ellos dependen. En este sentido, M. J.
Rosado Nuez sugiere que
... debemos superar ciertos prejuicios en relacin a la produccin
terica feminista del primer mundo ybuscaralllo que nos pueda
ayudar a entender lo que pasa con este sujeto en nuestros pases...
nos podramos acercar a estas teoras crticamente, a provechando
sus contribuciones, aadiendo lo que es propio de nosotros en
Amrica Latina, corrigindolas en lo que no nos parezca vlido
desde nuestra perspectiva de compromiso con la causa de la
liberacin de los pobres y de la transformacin de la sociedad "
Por otra parte, la teora feminista latinoamericana est ya
bastante desarrollada -como hemos indicado en este trabajo--, y ella nos debe servir de referencia. Aunque este campo
interesa de forma particular a las mujeres, el intersno debe 1er
menor por parte de los telogos, pues, como hemos reiterado, la
liberacin de la mujer no es cuestin de mujeres. Se trata, en la 11,.,
de acometer una liberacin comn en el horiz.onte de la igualdad
de los sujetos.
1.5. Las tareas y caractersticas metodolgicas
de este quehacer
A la reflexin teolgica que parte de la mujer le intere11
recoger analticamente las experiencias histricas y espirituaiee
27 ldem.
28 /dern.
29 /dem.
198
'
hornbres.
33 L. Boff, La fe en la periferia del mundo. Ed. Sal Tcrrac, Santander, 1981 77. J'
Tarnayo-Acosta, l.a teologfa de la liberacin: implicacione.<; sociales y polftic~ p Jcd' '
de Cultura l lispnica, Madrid, 1990; E. Schm1slcr Floren za, ~~fl l on.....J11
ntroducl~rias, en: Con~ilium 202 (1985), pg. 29?
ex on~
34 Cf. L (,~bara, La m~~r hace teologa ... , op. cit., pg. 20; E. Schu 88 1t~r F
En memorra de ella, op. cll., pg. 18.
lorenza.
200
'
"
1,
7.;!;~\~a~:~i~~~~a:;~~~i::~~~og~~~i:C;:t!~ 1:~~~-~~-;:;.!i;:~:
f.oTtna ms unitaria \as opos1c1oncs y las contrad1cc10~. I~
con\rastcs y \as di.fcrenc~as como inh~i:'Cntl."S a l.i_ eox1st.:-nct.i
utnana ... ta\ comportam1c:nt<.l le permite no asu_m.1r ~st-:ir.1s
p.:-rc1b1r n intuir la
Teolg1a;
;7,:eriferia. .
o
l
enosdcspiertaynos mueve. El m1sm0Esp1ntu que
e dios e q~ mujer de la desvalorizacin de sf misma y de la
con ~~:~.,~da en su sexo hacia una bsqueda de ruptura con.Jos
'f'r.esi
cmas a la construccin de una persona nuo.,va (1nu)<'r-
~::;~~;s;i~c
un~ ~oc~~"::~p~~~:.~ ~s:u!~.t~:~~;:::,~"~~~~J:
nuestrocomprom1so
comn.
Para terminar,
teologizar de la ~~JC_,.;r l.1 mujer, sino de tr.sl..,lj.:lr p ..1lnMri~111cr;itc
desp\aZ"1T a\ h~l.m d .i: los malc-s que ca1.1s.tu1 n~uerto.- o. 1nhun'l.ln_1s~l~ ';a~~~::~;:~ ye honi.t>rc-s y de> contrit>u1r, do.s..1.. o.I ,i1nt>1to
?04
:r''i~harao-M-
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lhni.>on<'~
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~
~
loqu~sequisoomitirvoluntariamente. Un textoescritoessiempre
selectivo. El autor o los autores escogen algunos acontecimientos
que, segn ellos, son importantes; interpretan y dejan a un lado
otros que, desde otras perspectivas, podran considerarse ms
importantes"
.. ~
presente
:om~romiso, palabra de
ilum1~ el ~lor de toda
Dunlro de los Hmites de esta obra no es posible detallar todos los trabajol.
20K
1
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61
210
e las perJU do Jugar, sei\ala E. Tamez, aun cuando J~ tarea mqu e:n S'!gud.e la mujer logre rescatar algn tt."J1.to hdc1t."n_do una
reta~" adora, no siempre puede enamtral"Sll" el senhd<>
tcrP ra J1ber uc los textos no reflejan otra cosa ms que
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gestarse nuevos
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~'fowtd fcmlnl!'JI bibltcal... .., op. rd l1llnpr'l't.rlll0fl.
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Captulo 111
Otros temas presentes
en la reflexin de la mujer
217
218
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los autorea.
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5 A. Laplednl, .Religiosidad popular ... , op. cit . p6gs. 49-50.
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21<1
220
1('
222
Belleza?"'
par lo general, espera de la teloga que no sea emocional, sino ~nceptual,
tel0 8 racional cuando llega la hora de argumentar, investigar o escribir. El modo
predsa 0 de con.rebir t.a ~area teolgica -en hombres o mujere- m.is que
01ai~ar a la mu)t!r, la mtimida. Sobre ~te mismo punto de ta integridad, ver
p0te~~Jl E. Moltmann-Wcndel, A IMd ffoamt.g ... , op . cit., pgs, 157-tNl
ts.ff'b T. pordl':, .. El der~-cho a la ~11..u l'n Am'n1..a La.tina-., l!n: Varias, fl rostro
ll ?VI:
op. cit., pg. tb.
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224
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lo comn se considera que una mujer es buena solamente
~~est hipostasiada en la imagen de la madre, la esposa y
23
226
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I Edipo o.:ciMn,.l. EJ. DEI. S.n .lo~. !'NI'". Srifiaos hw"'"""' so.:;u.d
oa:IMn,.l: l.wcifrr y i. bcstio. Ed. DEI. S..n Josc, 19'11. En este ltimo hbro, ver
eepedalmente la M'~da parle; Es 1'dto pa~ar la deuda? La deuda en la Teologta
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