Olegario Andrade
Olegario Andrade
Olegario Andrade
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THE
UNIVERSITY
OF
ILLINOIS
LIBRARY
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University of Illinois Library
OBRAS
POTICAS
/
OLEGARIO V. ANDRADE
Naci en Concepcin del Uruguay (Entre Ros), el 7 da
Marzo de 1841; pas su Infancia en Ro Grande
y en el
Estado Oriental, con su familia proscrita, regresando con
ella a Gualeguaych (que algunos dan como su pueblo
natal) despus de Caseros. En el Colegio histrico de Con-
cepcin curs sus estudios, que abandon en 1858, despus
oe haoer obtenido los primeros triunfos literarios con
algunas composiciones que figuran en este volumen.
Consagr al periodismo poltico los veinticinco aos
restantes de su vida. Defendi las ideas
y la poltica, de
Urquiza, luchando por la causa federal y la unin nacie-
ra!. En Buenos Aires fu redactor de "La Amrica", "El
Pueblo" y "La Tribuna", fundando m.s tarde un diario
propio, "La Tribuna Nacional". Sirviendo a sus propios
ideales estuvo en la corriente poltica de Avellaneda
y
Roca, este ltimo su condiscpulo del Uruguay.
En Buenos Aires fu casi desconocido como poeta basta
la publicacin de sus grandes poemas "El nido de cndo-
res", "Prometeo", "San Martn", "Vctor Hugo",
"Atl&iu
tida", frutos de su ingenio maduro, que le valieron una
gloria inmediata.
Siendo Diputado por su Provincia al Congreso Nacional,
falleci en Buenos Aires el 30 de Octubre de 1882, a la
edad de 42 aos.
I_A CU;i-TURA ARGENTINA"
4
''?
/ .
OLEGARIO V. ANDRADE ^\U.
Obras p^oticas
Atlntida
-
Nido de Cndores
-
Prometeo
Poemas Lricos
-
Fantasas
Poesas patriticas
-
Elegas
-
Traducciones
Edicin completa. Ordenada
y
con un prlogo por
EVAR MNDEZ
BUENOS AIRES
La Cultura Argentina
Avenida de Mayo 646
I 9I5
ENSAYO CRITICO SOBRE ANDRADE
SUMARIO:I. Introduccin.
II. La vida de Andrade
y
su poca.
III. Nuestra literatura despus de
Andrade.
IV. Andrade y Hugo.
V. El es-
pritu de Andrade
y
su obra.
VI. Conclusin.
I.INTRODUCCIN
Haba llegado el momento de juzgarlo a la dis-
tancia, en perspectiva. Adaptando al caso nn con-
cepto de Sainte-Beuve sobre La Fontaine.
Nada
ms distante de nuestro poeta
!
^podramos decir
:
la literatura argentina a medida que avanza
y
se
prolonga concede a Andrade un puesto de mayor
distincin
y
le encuentra cada vez ms grande. La
crtica no se ha atrevido durante mucho tiempo
o no ha queridocolocar a Andrade a la altura
de los dems grandes hombres, a la altura de los
grandes poetas que ilustraron su siglo. Hora es de
intentarlo.
Basta dirigir una atenta mirada sobre la vida de
este escritor, releer su obra, investigar, an sin
excesivo cuidado, la poca en que le toc vivir,
comparar su produccin a la de otros lricos de
Amrica, Espaa
y
Francia, examinar, en fin, los
juicios de sus escasos crticos, para adquirir el con-
vencimiento, cada instante mayor
y
ms profundo,
de que Andrade es el poeta nacional por excelencia,
"> (".''
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4- -a:
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8
ETTSATO CBlTICO
"^
y
uno de los ms grandes poetas lricos de habla
espaola desaparecidos.
n.LA VIDA DE ANDRADE Y SU POCA
La vida de Andrade abarca desde las postrime-
ras de la poca de Rosas hasta el establecimiento
definitivo de la nacin, el perodo ms turbulento
que haya atravesado el pas, sin exceptuar los tiem-
pos de la emancipacin, la campaa libertadora, la
tirana. Le toc vivir, ser testigo,
y
muchas veces
actor, durante los acontecimientos que pusieron a
ms peligrosa prueba el temp'e de los argentinos,
cuando se extremaron todos los recursos
y
lleg a
jugarse la ltima carta en la partida estupenda, co-
mo que se jugaba para siempre el destino de la
patria. Aludimos a las guerras civiles, la anarqua
y
la tirana ; a la campaa terminada con la victoria
de Monte Caseros,
y
a sus temidas consecuencias; a
las desapiadadas e injuriosas contiendas de prensa
de nuestros estadi.stas ms ilustres ; a las luchas po-
lticas que produjeron Cepeda
y
Pavn; a los es-
fuerzos inauditos de dcp bandos, inmortales en
nuestra historia, por consolidar la nacionalidad; a
ia horrenda serie de luctuosos sucesos de que fu
teatro el pas entero ; a Paysand ; a la guerra del
Paraguay; a la conqiiista del Desierto. Desorienta-
cin de los grandes hombres dirigentes, montone-
ras bravias, caudillejos rebeldes e inhumanos, ve-
cinos turbulentos, asasinatos sin nombre, guerra a
los indios, convulsionaban el pas, en momentos en
que era imperioso cumplir el dogma de Mayo
y
ha-
cernos dignos de quienes lo afirmaron. Pero la
patria, que haba sabido producir los hombres ne-
cesarias, en esos instantes de empacados antagonis-
mos, de ambiciones encontradas, supo darles tam-
bin lucidez
y
serenidad,
y
en la hora lgida, Ur-
quiza, Alberdi, Sarmiento, Mitre, Derqui, Vlez
EITSATO tnTICO
9
Srsfield, Juan Mara Gutirrez, Elizalde, Vic-
toriea,
Marcos Paz, del Carril, Vicente Fidel
Lpez, Avellaneda, Roca: los constituyentes, los
hombres de San Nicols, los de la Federacin de
Buenos Aires, se decidieron de una vez a reali-
zar la obra por todos ambicionada. Desde entonces
la paz
y
la vida libre dejaron de ser una paradoja,
y
la patria comenz a pertenecer a todos los argen-
tinos.
Era la poca de Andrade. Su vida no fu un solo
instante ajena a ella, desde la niez pasada en suelo
extrao por fuerza de las obligadas emigra?iones,
su orfandad temprana
y
desoladora, que experi-
ment como otros miles de nios a quienes las gue-
rras arrebataban los cariosos
y
fieros padres; las
pequeneces
y
miserias de las desastrosas situaciones
econmicas del tiempo, le impusieron la existencia
llena de azoramientos, estrecheces
y
peligros, el lote
que le toc en suerte. No le fu posble permanecer
indiferente, con un espritu ardoroso cual el suyo,
dotado de la ms viril combatividad, ante los acon-
tecimientos de esos aos, principalmente de los que
era foco su provincia natal, convertida en gran es-
cenario poltico, del cual se expanda la voluntad
suprema logrando mantener a raya las ambitiones
y
las pasiones que desbordaban el ambiente. Haba
sufrido ya las primeras pruebas, cuando, consagra-
do en el dolor, surgi a la palestra. Empu el
arma de que era capaz
y
se bati con denuedo fe-
brilmente, sin desmayar jams, sin variar de credo
nunca, en diez pueblos
y
ciudades, multiplicndose,
renovndose, sin tregua, entregando con generosi-
dad indecible el caudal que era su nico patrimonio
:
su talento.
Se hizo periodista. Pero esta palabra
tena en la poca otro significado que el actual. Esta
profesin era entonces una milicia que no admita
deserciones
y
exiga combatir con la fiereza
y
el
ardor de los guerreros crioUos, jugndose el alma
10
WBATO CBTIOO
'"*
y
la vida,
y
en aquel tiempo era tambin, como
ahora, yunque donde se baten brutalmente cere-
bros, cadena frrea que ata implacablemente. In-
apreciable vehculo para difundir
y
sostener ideas,
es cierto ; buena disciplina de la voluntad, pero hay
que saber libei1;arse a tiempo de ese monstruo que
exige el sacrificio de tantas vidas por tan mediocres
compensaciones. Veinticinco aos permaneci An-
drade entregado a ese pei-iodismo sin piedad: "es-
tuvo amarrado a la ingrata tarea desde la po-
ca de su primera juventud hasta la hora de su
muerte".
(1)
De cuamdo en cuando, un alto en la ruta,
y
acla-
raba
y
enalteca su vida una exultacin, como una
aurora. Era un poema lrico, un canto, una oda,
para exaltar un hroe, para glorificar un pueblo,
para dar prestigio a una leyenda, para ensalzar la
patria, el progreso, la libertad, el pensamiento hu-
mano, que surgan de la pluma haca un momento
abandonada, despus de un artculo de combate
en pro de sus ideas polticas, econmicas o sociales,
ya defendiendo a TJrquiza, batindose con Sarmien-
to, combatiendo a Mitre, sosteniendo a Roca. Tal
era el hombre.
Esa produccin intensa, esa vida febril exigida
por el diarismo combatiente de hace ms de medio
siglo, en discusin vehemente
y
sin reposo de asun-
tos capitales
y
de la mayor trascendencia para la
normalizacin de la vida del pueblo
y
el funciona-
miento de las instituciones, no consigui domar la
voluntad del hombre,
y
menos debilitar su vigor
mental ; apenas si le rest vida
y
momentos de se-
renidad propicios a la abstraccin
y
concepcin que
nos hubieran dado, sino ms bellos, ms numerosos
frutos que estos trasmitidos a su posteridad por los
admirables cuarenta aos del gran lrico.
(1) Martn Garda Mrou.
"Recuerdos literarios",
ps.
405, ed. Lajouane, 1S91.Buenos Aires.
(2) Jacob Larrain.Noticia biosffica y crtica, pr-
logo de las obras poticas de O. V. Andrade, 1887, San-
tiago de Chile.
12
ENSATO CBTICO
III. NUESTRA LITERATURA DESPUS DE ANDRADE
Los poetas argentinos, desde los primeros tiem-
pos a la poca presente, no se trasmitieron su he-
rencia lrica, no formaron tradicin. La mayora
:
Gonzlez Balearce, Echeverra, Mrmol, Guido
Spano, Gutirrez, Encina, Andrade, que ms o
menos acentuada, tienen fisonoma propia, poco de-
ben a sus antecesores inmediatos. Ninfrimo hered
al anterior, ni form escuela,
y
el caso so repite
aun entre los muchos poetas que omitimos. Cada
cual es un fruto aislado. Se nutrieron, aunque a
ello no fueron muy afectos, salvo los casos de les
traductores de la "Eneida", Dalmacio Vlez Sars-
fieM
y
Juan de la Cruz Vrela
(1),
el de "La di-
vina comedia"
y
las odas de Iloraeio. Bartolom
Mitre, el de Safo, Anacreonte
y
Meleagro, Carlos
Guido Spano, en las fuentes clsicas latinas, algo
en las tradicionales ibricas
y
tuvieron cierto des-
dn para las escuelas espaolas de fines del siglo
XVIII
y
principios del XIX a que nos referimos,
primero por desamor a lo peninsular, patritico
criollismo,
y
luego porque les sedujo la escuela ro-
mntica que reinaba desde haca un siglo, florecien-
do de manera magnfica, como que daba margen a
una extraordinaria eclosin de lricos en todo el
mundo, renovando en fin, la literatura, abrindole
las puertas, preparndola al gran paso hacia su
perfeccin que intentaron los posteriores movimien-
tos parnasiano
y
simbolista, cuyos frutos han cose-
chado las generaciones modernas.
Hicieron bien nuestros antepasados lricos porque
"abstenindose
de trabajar sobre lo antiguo, lo nue-
(1) "I.a Ennida en la Repblica Argentina", traduccin
do D. Vlez Sarsfield
y J. C. Vrela, publicada por D. F.
Sarmiento
y
A. Saldlas.F. Lajouane, editor, 1S88. Bs. As.
ENSAYO CBTICO 13
vo les fu revelado",
(1)
encontraron inditos mo-
tivos de inspiracin,
y
si no otras formas
y
ritmos,
aportaron a la literatura de habla espaola, enri-
quecindola, poemas
y
cantos que no haban surgi-
do antes de ninguna lira hispana, como son ejemplos
ciertas obras de Echeverra, Mrmol, Gutirrez,
Guido Spano, Andrade, o dieron como este ltimo
grande vuelo, elevacin, calor
y
brillo a la Oda,
hasta superar a los grandes maestros,
y
no escasa
musicalidad, elocuencia
y
belleza al idioma caste-
llano.
(2)
Andrade, enamorado de LongfeUow, admirador
de Hugo, nada maestro en la retrica, improvisador,
era el producto de su poca en cuanto a su cultura
literaria,
y
sta se reflej fielmente en la forma
y
en el espritu de sus producciones.
Cuando comenz a darse a conocer en Buenos Ai-
res,
que nos
ha legado, si no muy bellos versos, su inapreciable
"Anuario bibliogrfico'',Jos Nicols Matienzo,
Enrique
y
Rodolfo Rivarola, Calixto Oyuela, Joa-
qun Castellanos, Leopoldo Daz
que ensayaba
alguno de sus muchos estilos
y Martn Garca M-
rou, a quien debemos meritorios estudios sobre las
letras de su poca
y
numerosos trabajos de crtica
e historia.
La revelacindigmoslo as, pues Andrade era
poco conocidodel gran lrico que se presentaba
fulgurante de imgenes, hablando en un tono nunca
escuchado, trayendo al apacible ambiente donde se
renda eulto
todava ! al romanticismo lamartinia-
no, se padeca con "Werther
y
con Rene
(1), y
se
adocenaban las musis enclaustradas en anquilosado
neoclasicismo, caus extraordinaria impresin e
im-
puso silencio a las guitarras
y
los organillos de
Barbaria. Despus de Echeverra nadie haba lla-
mado tanto la atencin; despus de Mrmol no se
haban ledo versos ms gallardos
y
de tal sonori-
dad. El desconcierto fue general
y
le sigui la
unnime admiracin hacia el poeta que, con las
obras de su madurez, enf.ontr luego la consagra-
cin definitiva. Andrade abri un ancho campo,
esclareci una ventana hacia el azul, mostr un nue-
vo horizonte a los poetas de su tiempo
y
a los que
vinieron ms tarde. . . pero, estos, salvo los deser-
tores, los retardados o los que no renunciaban a ser
(1) Avellaneda: Escritos. "Poesas de Rivarola". "En-
rique Rivarola es hijo de Werther, de Rene, de Obermann,
de las meditaciones de Lamartine y de las Noches de Mus-
set, es hermano de Olimpio por su juventud
y
por su tris-
teza, etc., etc.",
psr.
293. Ed. Casavalle, 1883.B3. As.
ENSAYO CBTlCO
15
acadmicos, por amor a los viejos moldes, doce o
quince aos despus de la culminacin del gran l-
rico se embarcaban en las nuevas tendencias lite-
rarias. Leopoldo Daz es el nico eslabn que une
aquel grupo del 1875-82 a los renovadores de las
letras hispano americanas.
Los nuevos, de dos o tres lustros, a lo sumo, pos-
teriores a Andrade, recorrieron distancias enormes,
con pasos gigantescos hasta elevar el nivel intelec-
tual, aportando desconocidos ideales estticos, po-
sedos del espritu de las escuelas del 1885 en Fran-
cia, que heredaban las enseanzas Hnguianas, se
nutran en los lakistas ingleses, aprovechaban a
Poe
y
AVhitman, reconocan por precursores a Baudelai-
re, Ileine, Nerval, Gauthier, Vigny
y
se encaminaban
teniendo por prncipes portaliras a Lecomte de
L'Isle, Villiers de l'Isle Adam, Mallarm
y
Verlai-
ne, hacia la pura poesa. Era el momesruto de las
primeras siembras de Jos Mart, Gutirrez Najera,
Jos A. Silva
y
Rubn Daro. Andrade extinto,
qued atrs olvidado, como por otra parte todo lo
argentino de su poca en literatura. Al innovador
que nos vino de Nicaragua se plegaron los nuevos
lricos. Rubn Daro tuvo su centro de accin en
el "Ateneo", cuya actividad cultural est todava
por escribirse.
"Aquella hora de nuestra historia intelectual
espera su cronista; fu, ciertamente, significativa
en la evolucin de nuestra cultura literaria. El
Ateneo, fundido diez aos antes por un grupo de
poetas, prosistas, pintores, escultores
y
msicos, ha-
ba emigrado
de la Avenida de Mayo esquina Pie-
dras
a un amplio saln del Bon March, contiguo
al
Museo Nacional de Bellas Artes. El cansancio
de los
socios viejos
y
el desenfado de los nuevos
comvJizaban
a comprometer su t-xistencia. Junto a
los
hombres reposados, no muy sensibles a la pre-
dicacin
de Rubn DaroObligado, Sivori, Vega
16
ENSATO CRTICO
Belgrano, Quesada, Oyuela, Martinto, Julio Jaimes,
Lamb^rti, Pinero, Osvaldo Saavedra, Holmberg,
Rivarola, Dellepiane, Matienzo, Argerichestaban
los que ya tenan un nombre hecho, casi todos fa-
vorables a las tendencias modernistas
Escalada,
Jaimes Freir, Leopoldo Daz, Estrada, los Bcrisso,
Soussens, Payr, Piquet, Crcova, Aguirre, Baires,
Carlos Ortiz, Ghiraldo, Stock, Arreguine, Ugarte
y
nos agrupbamos decididamente en tomo de Da-
ro los ltimos llegadosLugones, que alcanz ce-
lebridad en pocas semanas, Daz Romero, Goycochea
Menndez, C. A. Bec, Jos Ojeda, Pagano, Am-
rico Llanos, Garca Velloso, Nirenstein, Oliv-er,
Monteavaro, Ghigaui, Jos Paido, Luis Doello.
El "Mercurio de Amrica" fu, en cierto modo, el
portavoz de estos grupos
y
especialmente de los dos
ltimos. Daro dio en llamar "La Syringa" al ce-
nculo juvenil que frecuentaba "El Mercurio",
nombre que se difundi ms tarde, cuando, muertos
ya el Ateneo
y
"El Mercurio", se rehizo el ncleo
con la anexin de otros jvenes, que hicieron des-
pus su aparicin en la revista "Ideas": Ricardo
Rojas, Becher, Chiappori, Glvez, Olivera, Gerehu-
noff, Ortiz Gi'ognet
y
otros."
(1)
El ambiente quM completamente renovado, con
la obra multiforme
y
de gran mrito de estos escri-
tores. Ellos simbolizaron la destruccin de las vie-
jas normas.
Andrade no tuvo, pues, discpulos. Los acentos
y
vuelos lricos no han sido renovados en Espaa ni
en Amrica, e
imgenes, polifonas
y
audacias imagi-
nativas semejantes a las suyas no se encuentran en
la literatura argentina del da, a no ser en la "In-
troduccin"
y
el segundo "Ciclo" de "Las Monta-
as del Oro"
y
en la "Gesta Magna" de Leopoldo
Lugones.
(1) "Ingenieros": "La personalidad Intelectual de Jos
M. Ramos Meja", en Revista de Filosofa, Julio, lalB.
ErSATO CftTICO
17
i
Sera aventurado considerar a Andrade como el
primer poeta, algo as como el precursor de los
nuevos poetas? Sin duda. Pero, por lo menos, hay
que comenzar a contar desde l al clasificar a los
verdaderos poetas argentinos. No por la perfeccin
de su arte, ni su intelectualismo, (l no era un ar-
tista, era la surgente natural) sino por la eleccin
de sus temas, la dignidad con que trata sus asuntos,
la elevacin que dio al idioma vuelto de una elo-
cuencia nica en sus manos, por el carcter, la ori-
ginalidad
y
la distancia, en fin, que media entre l
y
los poetas de habla espaola de su tiempo. Ya
hemos anotado los nombres de los versificadores de
la "gran capital del sud"'; no es necesario insistir;
y
en el resto de Amrica si no se escuchaba la silva
a. "La Agricultura en la zona Trrid<i" de Don An-
drs Bello, o la oda "Al cultivo del maz en Antio-
qua", repercutan los versos en que Don Manuel
Jos Quintana, a la sazn
(1)
imperante e imitado
por los peninsulares, se diriga "A Don Nicasio
Cienfuegos convidndole a gozar del campo", elo-
giaba "La invencin de la imprenta" o "La ex-
pedicin espaola para propagar la vacuna en Am-
rica".
Espronceda, extinguido en 1842, no disfru-
taba an de la fama que le dieron ms tarde sai
"Diablo mundo"
y
su "Estudiante de Salamanca".
Se iniciaban Eehegaray
y
Nez de Arce.
Andrade tena, como diferencias sobre todos esos
poetas, una esencial, el don del canto, otra insepa-'
rabie del verdadero poeta, el don de la imagen, su
lenguaje natural,
y
tambin como cualidad innata,
su gran lirismo. Haba en su tiempo un solo poeta
con
quien compararlo: Vctor Hugo,
(2) y
su
pare-
cido estaba en la esencia de la personalidad, pues
(1) Quintana naci en 1772 y muri en 1857. La poca
de Andrade es rS40-1882.
f2) Don Juan Valera en su estudio sobre Andrade lo
clasifica en el grupo de Hugo, Manzoni
y
Quintana. "Car-
tas
Americanas" 1.a serie, tomo I, p. 72.
18
ENSAYO OBllCO
no se crea un espritu semejante a otro, ni se inventa
una idntica manei-a de concepcin.
]V.ANDRADE Y HUGO
Andrade ha sido abrumado largo tiempo con la
acusacin de imitador de Hugo. Nos hemos tomado
la molestia de verificar si es exacto
y
el resultado
ha sido favorable a nuestro poeta. Acabamos de
apuntar la razn principal, pero hay otras.
en el predominio de la imaginacin
y
la sensibilidad
(1) "Las exterioridades de la persona del insigne vate
estaban muy lejos de revelar la inteligencia poderosa
que desplegaba en sus producciones literarias. Apareca
mustia
y
decada la figura del poeta, porque era encogi-
do de cuerpo
y de maneras, no obstante su bien propor-
cionada estatura; tena la frente de regular amplitud,
aunque prematuramente cubierta de arrugas; vaga
y
sin brillo la mirada, e( Inmviles
y resecos los labios,
como si se negaran a dar paso a la corriente viva de la
palabra que comunica vid^ y animacin a la fisonoma."
Jacob Larraln, estudio citado.
(2) Rubn Daro, "El canto errante". La cancin de
los pinos,
pg. 97.
Prez ViUavicencio, editor, 1907,
Madrid.
ENSATO CBTIOO
21
stybre el amor de la verdad, sobre el amor de la
medida, si el
romanticismio tiene por carcter esen-
cial ser exagerador, Vctor Hugo es el "tout pre-
mier", es el prncipe del romanticismo". Tal el
carcter, el espritu de la obra del poeta argentino.
y,
en consecuencia, Andrade, es un verdadero ro-
mntico, de la especie clsica. Era elegiaco
y
tam-
bin, como Hugo, muy fro,
y
en nuestro bardo a la
inversa del francs, sobre todo pico
"el ms
grande de los poetas picos franceses, superior a
Ronsard, Voltaire
y
an a Lamartine" (1) no
estaba ese carcter en un grado semejante al "lan''
lrico; que lo era, no obstante, nos lo prueba su
"Atlntida", el ms bermejo ensayo de poema pi-
co que se baya escrito entre nosotros, calificadoi
simplemente por el autor "canto al porvenir de la
raza latina en Amrica". Fu su ultima produccin
y
la ms noble.
Si no lo es an, "Atlndida" llegar a ser con-
siderado el poema pico de Amrica. No se ha es-
crito otro mejor,
y
conste que no olvidamos "La
Araucana" de Ercilla
y
"La Cristiada" del P.
Ojeda, que citan los manuales como los menos im-
perfectos de todos los poemas picos, en lengua cas-
tellana, de Epaa
y
Amrica. Con "La cautiva"
y
el "Avellaneda" de Echeverra, el "Martn Fie-
rro" de Hernndez, el "Tabar" d Zorrilla de
San Martn, formar "Atlntida", en primera l-
nea, el aporte pico de nuestra raza a la literatura
universal.
Nuestro gusto personal, razn de temperamento,
gusta particularmente en Andrade el poeta lrico,
y
ms todava el lrico menor; nos encanta el de
"La vuelta al hogar":
Todo est como era entonces:
La casa, la calle, el rio.
(1) Emile Faguet, obra citada.
22
ENSATO CBTICO
Los rboles con sus hojas
T las ramas con sus nidos,
un pequeo poema que hemos aprendido todos en
nuestra niez
y
no hemos olvidado nunca; el de
"El Consejo MatenwV:
Ven para ac me dijo dulcemente
Mi madre cierto dfa.
No sabes que la madre ms sencilla
Sabe leer el alma de sus hijos
Como tfl la cartilla?
Yo prorrump a llorar.Nada,le dije,
La causa de mis lgrimas ignoro;
Pero de vez en cuando se me oprime
El corazn; y lloro!...
oti-M composicin que desde la infancia est gra-
bada OH niiesti'o cerebro; el de " Lafi Ideas", que
empieza
:
Surge a veces en el llano
Y en la loma a veces brota
Susurrando mansamente.
Como de una arteria rota.
Cristalino manantial
y,
desarrollando la vida fecunda, que avanza siem-
pre, de las que l mismo ha llamado "Mariposas de
luz del pensamiento", termina:
A.sf nacen las ideas
Manantiales de onda pura,
La.s ideas, que no tienen
Ms escudo ni armadura
Que el escudo de la fe.
Pero avanzan silenciosas.
Se retuercen, forcejean,
,Y se allanan las montaas
Y' los pramos chispean
A los golpes de su pie!
Es un Andrade tierno, delicado, el que menos se
aprecia
y
se conoce menos ; no obstante son pocos
los que no recuerden esta estrofa,de una especie
tan en boga en ese entonces, predilecta de Ricardo
Gutirrez,
'Cartas americanas",
1."
e-rie, tomo I,
Madrid.
M. Meaindez y
Payo^"Antodogla de .poetas (hispano-
amerlcaaos", tomo IV.
Madirid.
F]nriQue Navarro Viola.Nota sobre Obras poticas de
O. V. Andrade, Anuario Bibliogrfico de la Rep-
blica Argemtdiia, tomo IX, ao 1888, Bs. Airee.
Domingo F. Sarmiento.
"Prosistas
y
poetas de Amri-
ca Moderna", 1891, Bogot.
Rafael Hernndez.
"Literatura Americana".
Juan Lussich.
"Parnaso Argentino".
Benigno T. Martnez.Antologa Argentina; "El decla-
mador", casa editora ngel Estrada; "Parnaso Ar-
gentino", casa editorial Maucci, etc.
Diarios
"El Mercantil", Gualeguaych, Agosto 1857; "La Refor-
ma", Bs. Aires, Enero 1858; "El Federalista", Santa
Fe, 1858; "El Comercio", Santa Fe, 1859; "El Pue-
blo Argentino", Bs. Aires, 1867; "La Amrica", Bs.
Aires, 1867; "La Tribuna", Buenos Aires, 1878; "La
Tribuna Nacional", Buenos Aires, 1880.
PEQUEOS
POEMAS
LRICOS
Pequeos
poemas
lricos
LAS IDEAS
Surge a
veces en el llano,
y
en la loma a veces brota,
susnirrando
mansamente
como de una
arteria rota
cristalino
manantial.
Manantial
inagotable
cuya linfa fresca
y
pura
se desliza misteriosa
bajo arcadas de verdura,
como sierpe de
crisfal.
Danle sombra con sus ramas
los
arbustos de la orilla,
y
desplega
anto sus plantas
la balsmica
eramilla
su
magnfico tapiz.
Ya se vuelca en un ribazo,
ya se
arrastra en una hondura,
ya parece desde lejos
en la faz de la llanura
misteriosa
cicatriz.
40
OLEGARIO V. ANDEADE
Pero avanza, siempre avanza,
deja el llano, cruza efl monte,
y
al murmullo de sus pasos
se va abriendo el horizonte
como el velo de un altar.
Lo saluda el ave errante,
con dulcsimos {jorjeos,
y
le cuenta el aura tmida
sus amantes devaneos,
a la luz crepuscular.
La onda leve se agiganta,
su rumor se toma en grito,
como el pecho en que fermenta
la ansiedad del infinito,
la inquietud del porvenir.
Y creciendo
y
avanzando,
el raudal se torna en ro,
.
y
va el ro tumultuoso
impertrrito
y
sombro
con el mar a combatir!
As nacen las ideas,
manantiales de onda pura,
las ideas, que no tienen
ms escudo ni armadura
que el escudo de la fe.
Pero avanzan silenciosas,
se retuercen, forcejean,
y
se allanan las montaras
y
los pramos chispean
a les golpes de su pie
!
Julio 18 de 1874.
LA FLOR DE MI ESPERANZA
Yo diviso rodando marchita
sin aroma la candida flor,
que furioso huracn precipita
resonando con triste fragor.
De mi seno se lleva la calma,
mis ensueos de gloria, de paz,
y
en lugar de la dicha del alma,
slo queda un recuerdo fugaz.
En un tiempo, que huy presuroso
como el eco de triste cancin,
levantando su cliz precioso
pareca celeste visin.
Era hermosa cual ntida estrella,
Que refleja su plcida luz,
cuando sola la luna descuella
de la noche en el negro capuz.
Su fragancia divina brindaba
conmovida por mgico ambiente,
y
al mirarla un suspiro lanzaba
con mi llanto regando su frente.
Pero pronto el impulso violento
del terrible fatal aqun,
sin piedad destroz en un momento
de mis sueos la dulce ilusin.
42
OLBOABIO T. Am>BADI
Y nos sifue un confonn* destino:
yo doblego mi altiva cerviz,
ella pierde su aroma divino,
su precioso, variado matiz.
Habitante misterioso
que slo han visto las auras
cuando pasan, murmurando
de las ondas la inconstancia.
Mariposa que en un da
rompe su crcel dorada,
y
va a confiar a otras flores
los secretos de su alma.
Qu les dice ?
j
Qu les cuenta ?
Slo lo saben las auras,
confidentes de las penas
de aquella selva encantada.^
PEQXJEOS
POEMAS LRICOS 45
Corto es su viaje,
muy
corto
;
apenas hace sus
galas,
ya sknte
venir sobre ella
las noches
y
las
borrascas.
Y va a
ocultarse de
nuevo
bajo las
rastreras
plantas,
dejando a la selva
atnita
eil recuerdo de sus
gracias.
Es la
historia, hija
querida,
llena de inocente
gracia,
de la mujer en el
mundo
de
mil peligros cercada.
de la
mujer en el
mundo,
de la pasin la
borrasca,
ay! si la lluvia del llanto
viene a
humedecer sus alas.
46
OLKOABIO y. ANORADE
Su vida es corta, muy corta,
luce un instante sus galas
y
derrama en los espacios
ti aroma de su alma.
Oh !
no, que es fuente que alienta
y
baa
de la esperanza la tierna flor,
es la paloma que en tierra extraa
sin luz ni galas,
bate las idas
y
a les que sufren
lleva el mensaje consolador
!
^Nada,le dije,
Adis
!
parecan decirme
sus melanclicos trinos
;
Edad breve
!
Aun no ha cado la nieve
de los desengaos hondos,
que hasta los cabellos blondos
convierte en hilos de plata
:
aun el cauce no se ha abierto
del llanto, que deja yerto
el corazn,
y
lo mata.
Ya vendrn, hija del alma,
ya vendrn, hija querida,
los nublados de la vida
que fingen mentida calma
;
ya vendrn
con su misterioso afn,
con su efervescencia ruda
las tonricntas de la duda
que barren las ilusiones,
que destien los matices
y
remueven las races
de la fe en los corazones.
PEQUEOS POEMAS LBICOS
63
Un ao es un paso ms
hacia la cumbre lejana
que llaman la dicha humana
y
no se alcanza jams;
hija ma,
larga
y
penosa es la va,
de mil abismos surcada;
no hay arroyos, ni enramada,
a veces en el camino
;
slo la virtud sustenta
y
en las fatigas alienta
las fuerzas del peregrino.
La virtiid! perfume santo
que los contagios aleja,
que hace dulce hasta la queja
y
da hasta al dolor encanto.
Hija amada,
esa es la joya preciada,
el talismn prodigioso
que trueca el pesar en gozo,
que las querellas concilla,
que hace a la nia ms bella,
y
a la mujer una estrella
del altar de la familia
!
/
FAN TASI AS
Fantasas
EL ASTRO ERRANTE
A ELOSA
Perdido en los espacios infinitos,
como un ave en los mares sin riberas,
espectro de algn mundo fenecido
iba un astro de esferas en esferas.
Haba extraos rumores en su seno,
mmores de huracn encadenado;
unas veces rodaba turbulento,
otras, con paso lgubre
y
callado.
A dnde iba? Fantasma de los cielos
condenado a vagar eternamente,
pareca sentir que vacilaba
la corona de nubes en su frente.
Iba en pos de la luz
y
no la hallaba,
buscaba a Dios por el espacio mudo,
y
ms all ! el abismo le gritaba,
en su lenguaje misterioso
y
rudo.
08
OLEG-VBIO V. AXDBADE'
Siempre girando en la extensin vaca,
siempre herido del vrtigo
y
sin nimbo,
unas veces se alzaba, otras caa,
cual si quisiera amedrentar al mundo!
Una noche
OLEGABIO V. AKDBADE
de las ondas antiguo conocido,
a quien habla la brisa vagabunda
y
sonre en los cielos una estrella
!
Aquella estrella amiga,
que tantas veces en la patria amada
bes su frente
y
enjug sus ojos
con el dulce calor de su mirada!
Aquella estrella triste
que a la orilla del Plata
baj una noche,
y
le confi al odo
el dulce nom])re de otra estrella ingrata
'
Ni una slaba brota
del labio raudo del cantor errante;
ni palpita una nota
en la lira que otrora
con acento vibrante,
alz a la libertad himno de gloria
y
salud aquel astro soberano,
que rasgando montaas de tinieblas,
asomaba en el cielo americano!
Algo, como el murmullo
del enjambre interior del pensamiento.
misterioso aleteo de quimeras
que con doliente arrullo
se alejan en las rfagas del -v-iento,
celestes bayaderas
que en bulliciosa tropa
lo llaman desde lejos
percibe el trovador que yace mudo
del inquieto bajel sobre la popa!
Al fin el labio trmulo
les dice "adis!" con efusin extraa
a las ondas que pasan
en raudo torbellino,
FAlTfTABAS
78
a
la negra montaa
que alarga la cabeza de granito,
como guardin hurao del destino,
que vela en el umbral del infinito,
les dice "adis!" el bardo peregrino!
Adis! al mar, la fiera encadenada
que revuelve en la sombra la pupila
olfateando la tierra descuidada,
que eternamente afila
el peasco sombro,
hambrienta
y
negra garra
con que amenaza al cielo en sus enojos,
y
cuanto pasa a su alredor desgarra
!
Adis! que all distante,
como cinta fantstica ceida
del horizonte azul a la cintura,
va surgiendo a sus ojos, palpitante,
de la patria la tierra bendecida
:
la tierra de ventura
que bajo el cielo tropical soaba,
y
cuyo santo nombre repeta
en otra tierra bella,
pero esclava
!
II
El Plata se adelanta
con impaciente
y
turbulento paso,
a recibir la nave que desplega
en el alto mstil la ensea santa,
Ay de la dbil nave
!
y
del bardo gentil del arpa de oro,
que la brisa del trpico suave
despidi con tristsimo lamento
!
El huracn saudo
va tronchando sus mstiles soberbios
como podridas caas,
la res desgarretada
que aun lucha de rodillas
con su enemigo fiero,
Ah est prisionera
del escollo traidor que la acechaba
!
Y en vano en el terror de la impotencia
quiere romper la brbara cadena
(jue la retiene esclava
!
En vano se retuerce
y
forcejea;
el escollo la estrella entre sus brazas
y
el huracn feroz la abofetea
!
No hay esperanza ya! la pobre nave,
(.'.orno un cadver mutilado nota
amarrado al abismo
con invisibles lazos
!
Las nubes son las aves de rapia
que bajan turbulentas
a devorar su carne a picotazos
!
IV
En medio del estrago.
taciturno
y
sombro,
yace el bardo gentil del arpa de oro,
el bardo que cant del patrio ro
la clera
y
la calma,
y
que al fin va a confiarle
los ltimos delirios de su alma
!
Desciende de la nave
con paso firme
y
nimo sereno:
a dnde va? quin sabe!
En el roto mast posa la planta,
y
con la fe del bueno
FANTASAS 77
y
el arpa de oro al lado,
S8 lanza a la ventura
a las ondas del pilago irritado
!
Los nufragos oyeron
largo rato en la sombra que creca,
sobre la voz del huracn
y
el trueno
murmullos de celeste meloda,
notas transas de msica divina,
como si alguien cantara en lontananza
el himno de las santas alegras,
el poema inmortal de la esperanza
!
Desde entonces, el viajero
oye en la noche plcida
y
serena,
o entre el rumor de la tormenta brava,
como el eco de dulce cantinela
que de lejos lo llama;
es el arpa perdida,
el arpa del poeta peregrino
casi olvidado de la patria ingrata
que duerme entre los juncos de la orilla
del turbulento
y
caudaloso Plata!
u
EL PORVENIR
Visin del porvenir! Nube de gloria
que en el confn lejano televantas,
que flotas como ensea de combate
y
alumbras
y
perfumas como el alba.
VLsin del porvenir! Dulce sirena,
que en el silencio de la noche cantas
los himnos de la mar, cuando despierta
estremecida en brazos de la playa.
Visin del porvenir! Plida estrella,
hermana del misterio, que desatas
los rayos de la fe, gotas de vida
en los lbregos senos de mi alma!
T que pasaste rpida a mi vista
en los alegres das de la infancia,
que enjugaste la lgrima de fuego
que surcaba mi rostro en la desgracia;
T que al lanzarme a la revuelta arena
me hablaste de la gloria
y
la esperanza,
y
al caer en la lucha del destino
retemplaste mis fuerzas
desmayadas;
80
OLKGAIO V. ANDHADE
Para subir a la empinada altura
ven a prestarme tus potentes alas,
aquellas alas con qu3 el genio suele
trepar de Dios a la mansin sagrada!
Sopla el aliento de la fe en mi pecho,
para ascender a la spera montaa,
para colgar el nido de mis sueos
en las arrugas de su frente calva.
Sopla el aliento de la fe en mi pecho,
donde otra vez relampague su llama
;
visin del porvenir! dame tu mano,
quiero seguir las huellas de tu planta.
II
Ya estay sobre la cumbre solitaria,
la cumbre que so con loco anhelo;
ante e.ste altar gigante de
granito
voy a alzar mi plegaria,
que en alas de huracn subir al cielo
;
a cantar a la patria
y
a la gloria,
a Dios
y
al infinito!
y al comps del torrente que desciende
con paso soberano,
a preludiar los salmos del profeta
que oir el cndor, mi hermano
!
Ya estoy sobre la cumbre! Como ruedan
los ros por las speras laderas,
lgrimas del abismo que recogen
en su seno temblando las praderas
;
veo rodar los aos
y
los hombres,
que siguen como squito de gloria,
rasgando los harapos de sus nombres
el atad gigante de la historia.
FAITTASA8
81
All van en vorgine espantosa
apstatas, verdugos
y
tiranos;
la libertad, arcngel del futuro,
les marca con su espada luminosa;
los pueblos soberanos
se lanzan a la arena,
teida con la sangre de los bravos,
y
forjan con fragmentos de cadena
el hierro vengador de los esclavos
!
i
All van ! Opresores de la tierra,
vencidos de la idea,
fantasmas de la noche, de la historia
que un nuevo sol clarea!
Es mi patria !
mi patria ! Yo la veo
a vanguardia de un mundo redimido,
de un mundo por tres siglos amarrado,
que cual bajel en mar desconocido
rompiendo las cadenas del pasado,
se lanza con audacia,
cargado de celestes esperanzas,
al puerto de la santa democracia
!
Es su bandera aquella que flamea
en las rocas del Cabo seciares,
la que lleva a una raza esclavizada
la luz de libentad de sus altares;
la que preside el colosal concierto
de la conciencia humana emancipada
mientras rueda a su5 pies el tronco yerto
del fanatismo vil, que en hora impa
la mantuvo en sus brazos sofocada 1
FANTASAS
83
III
xii erica
!
al combate, que es el postrer combate
con el sangriento
y
torvo fantasma colonlaj
;
tu fuerza es el derecho que en la conciencia lat.
la lilxirtad tu escudo,
y
en el supremo embate
petirn los orbes tu cntico triunfal!
Septiembre 24 de 1880.
LA CREACIN
i
Oh !
Oh !
y
aunque Dios mandado lo lo hubiera,
con todo el corazn
ay ! yo te amara
;
i y
quin, hermosa ma, que te viera
en tus ojos de amor no se abrasara?
EVA
S, t me amus, porque tu alma es ma,
y
yo te amo con el alma entera;
92
OLEGABIO V. ANDBADB
si no me amaras t, yo llorara,
mas si yo no te amara, ne muriera.
Cuando mi ser en forma se animaba,
era el amor lo que \'ivir n:'e haca:
yo secta naciendo que te amaba
y
sin mirarte an te conoca.
Mi ser es de tu ser la mejor parte
transformada en pursimo idealismo
;
cmo no amarte, Adn, cmo no amarte
cuando yo soy la esencia de ti mismo?
ADN
Mira: yo el mundo contemplaba ansioso,
arrebatado por su augusta calma,
y
slo en l sentame orgulloso,
y
se ensanchaba en el placer mi alma.
Todo era luz, perfumes
y
belleza,
todo risueo en mi redor cantaba,
y
embriagado yo mismo en mi grandeza,
nada ms, nada ms ambicionaba.
Pero te vi!
y
el mundo tan divino,
que deslumbraba mi razn obscura,
harto humillado lo encontr
y
mezquino
ante el puro esplendor de tu hermosura.
Que no vale la luz purificada
ni el embriagante aroma de la brisa
lo que vale la luz de tu mirada
y
el aliento qiie exhala tu sonrisa.
Por admirarte a t todo se agita
sonriendo en los espacios dilatados:
y
el mismo sol sus rayos debilita
para no herir tus miembros delicados.
ATASlS
EVA
Yo, Adn, del bello mundo no vi nada,
que mis ojos se abrieron a mirarte;
nac a tu lado para ti creada
y
comenc mi vida con amarte.
No s si el mundo colma mi deseo
la creacin mirando tan hermosa,
yo slo s, mi Adn, que a ti te veo
y
eso me basta para ser dichosa.
ADN
;
Oh ! qu dulce es tu voz, amada ma,
como la voz de Dios suena en mi odo
;
qu ms al hombre regalar podra
cuando al crearte EL mismo se ha excedido?
EVA
Vivamos, pues, sin fin, enamorados,
tu voz a mis amores respondiendo,
tus ojos en mis ojos reposados,
un ser en otro ser repercutiendo.
'
EL MAL
Y nada, nada ms, pobres amantes?
Qu necio amor es ese que os inflama?
Pensis eternizar vuestros instantes
al fro soplo de un amor sin llama?
Hay otro mundo ms, hay otra vida,
iluminada en luz resplandeciente,
que en esa llama incgnita prendida
sus puertas abre al corazn ardiente.
d4
OLEGARIO r. AN'DBADE
Esa es la gloria a vuestro amor vedada,
esa es la vida que tu Dios os veda,
porqiie vuestra alma siempre esclavizada
sus perfecciones igualar no pueda.
Sabedlo todo: para ser dichosos,
para elevaros hasta el cielo puro,
y
seris como Dios en lo futuro.
EVA
I
Qu mgico poder mi sangre muieve,
que circula en magntica corriente?
i
Qu af/n secreto el corazn conmueve?
Por qu se abrasa de calor mi frente?
Por qu
palpita el corazn con bro,
y
estremecen mi ser fuerzas extraas?
Oh !
con qu pureza
se modelan las lneas de tu cuello
!
i
Qu bien sienta a tu mgica belleza
la profusin revuelta del cabello!
Qu lmpida
y
qu dulce es tu mirada
!
Dormir !
y
para qu ?
para oilvidarte
?
No, que el sueo aletarga el sentimiento
;
No sabes cunto gozo con amarte?
jO no sientes, Adn, como yo siento?
ADN
Te miro
y
soy feliz
;
y
ro
y
lloro,
y
resistir no puedo a mi locura I
Y los dos extasiados se miraban,
los ojos en los ojos encendidos;
sonrean los dos
y
suspiraban
y
el placer embargaba sus sentidos.
Adn, de dicha
y
de placer temblando,
con aliento de fuego respiraba,
y
a Eva entre sus brazos enlazando
con infinito amor la contemplaba.
Eva, abrasada por su llama ardiente,
ya en dulce languidez se estremeca,
ya inclinaba tiernsiraa la frente,
ya exttica ante Adn permaneca.
Y de repente, convulsiva, loca,
en la emocin de frvido embeleso,
en la boca de Adn clav su boca
y
se dieron los dos el primer beso.
FANTASAS
97
Es tambin prisionero
!
No romper !a valla que lo cerca,
ni extender su turbulento imperio.
Basta una faja de menuda arena
para atarlo en perpetuo cautiverio.
i
El titn no se abate !
i
Es (\ue el dolor enerva a los pigmeos
y
a los gra.udos infunde nuevos bros!
Cada da es ms brbaro el combate
y
ms ruda su saa;
si afloja un eslabn de su cadena,
un martillo invisible lo remacha
sobre el yunque infernal de la montaa.
Convidados hambrientos
al salvaje festn de su martirio,
vienen los cuervos en revuelta nube;
verdugos turbulentos,
LOS GRANDES POEUAS
105
que Jpiter enva enfurecido
a desgarrar la entraa palpitante
de su rival temido.
Suelta el titn los brazos
en actitud cobarde
y
dolorida
al sentir su frentica algazara;
parece que cayera anonadado
bajo el horrible peso de la vida!
i
Qu maza lo ha postrado ?
i
Qu golpe lo ha vencido en la batalla?
i
Es que despus del rayo de los dioses
viene
a escupirle el rostro la canalla!
As en la larga noche de la historia
bajan a
escarnecer el pensamiento,
a apagar las centellas de su gloria
con asqueroso aliento,
odios, supersticiones, fanatismos;
y
con ira villana,
el buitre del error clava sus garras
en la conciencia humana!
"Oh
Dios caduco! grita
el titn impotente:
Como esta negra carne que renace
bajo el pico voraz del cuervo inmundo,
renacer fulgente
para alumbrar
y
fecundar el mundo
la chispa redentora
que arrebat a tu cielo despiadado,
germen de eterna aurora
del caos en las entraas arraigado!
"Desata, Dios caduco,
la turba ladradora de tus vientos;
sacude los andrajos de tus nubes,
y
acuda a tus acentos
106
OLEGARIO V. ANDBADE
la noche con sus sombras,
con montaas de espuma el Ocano,
Todo
es silencio en torno ! Pero hay algo
en el peasco mismo,
que se mueve
y
palpita, cual si fuera
el corazn enfermo del abismo
!
Es un nido de cndores colgado
de su cuello gigante,
que el
viento de las cumbres balancea
como un pendn flotante.
Es un nido de cndores andinos,
en cuyo negro seno
120
OLXGABIO V. ANDRADK
parece que fermentan las borraseaa,
y
que dormita el trueno!
Aquella negra masa se estremece
con inquietud extraa:
es que suea con algo que lo agita
el viejo morador de la montaa
!
No suea con el valle, ni la sierra,
de encantadoras galas;
ni menos con la espuma del torrente
que humedeci sus alas.
No suea con el pico inaccesible
que en la noche se inflama
despeando por riscos
y
quebradas
sus tmpanos de llama!
No suea con la nube voladora
que pas en la maana
arrastrando en los campos del espacio
su tnica de grana!
Muchas nubes pasaron a su "vista,
holl muchos volcanes,
su plumaje mojaron
y
rizaron
torrentes
y
huracanes!
*
Es algo ms querido lo que causa
su agitacin extraa:
un recuerdo que bulle en la cabeza
del viejo morador de la montaa!
En la tarde anterior, cuando volva
vencedor inclemente,
trayendo los despojos palpitantes
"
en la garra potente,
LOS GRANDES POEMAS
121
bajaban dos viajeros presurosos
la rpida ladera;
un nio
y
un anciano de alta talla
y
blanca cabellera.
Hablaban en voz alta,
y el
anciano
con acento vibrante:
"Vendr, exclamaba, el broe predilecto,
de esta cumbre gigante."
El cndor, al oirlo, bati el vuelo;
lanz ronce graznido,
y
fu a posar el ala fatigada
sobre el desierto nido.
-
"
. --i
Inquieto, tembloroso, como herido
de fnebre congoja,
pas la noche,
y
sorprendilo el alba
con su pupila roja!
II
Enjambre de recuerdos punzadores
pasaban en tropel por su memoria,
recuerdos de otro tiempo de esplendores
de otro tiempo de gloria,
en que era breve espacio a su ardimiento
la anchurosa regin del vago viento!
Blanco el cuello
y
el ala reluciente,
iba en pos de la niebla fugitiva,
dando caza a las nubes en Oriente;
o con mirada altiva
en la garra pujante se apoyaba,
cual se apoya un titn sobre su clava!
Una maana
inolvidable da!
ya iba a soltar el vuelo soberano
122
OLEGARIO V. ANDBADK
para surcar la inmensidad sombra
y
desjender al llano,
a celebrar con ansia convulsiva
su sangriento festn de carne viva,
A dnde va ?
Qu vrtigo lo lleva ?
Qu engaosa ilusin nubla sus ojos?
Va a esperar del Atlntico en la orilla
los sagrados despojos
de aquel gran vencedor de vencedores,
a cuyo solo nombre se postraban,
tiranos
y
opresores!
Va a posarse en la cresta de una roca,
batida por las ondas
y
los vientos,
"
all, donde se queja la ribera
'
' con amargo lamento,
"porque sinti pasar planta extranjera
"y
no sinti tronar el escarmiento !
'
'
Y all estar! cuando la nave asome
portadora del hroe
y
de la gloria,
cuando el mar patagn aJce a su paso
los himnos de victoria,
volver a saludarlo como un da
en la cumbre del Ande,
para decir al mundo :
Este es el grande
!
Mayo de 1877.
SAN MARTIN
CANTO LRICO
(Ledo al pie de la bandera de los Andes)
No nacen los torrentes
en ancho valle ni en gentil colina;
nacen en ardua desolada cumbre,
y
velan el cristal de sus comentes,
que ruedan en inquieta muchedumbre,
vagarosos cendales de neblina.
No bajan de la altura
con tardo paso
y
quejumbroso acento,
copiando flores, retratando estrellas
en el espejo de su linfa pura,
mientra en la lira del follaje, el viento
murmura la cancin de sus querellas.
Se derraman sin rumbo
por ignotos
y
lbregos senderos,
caravanas del mbito infinito,
cual si quisieran sorprender al mundo
con el fragor de sus enojos fieros,
de libertad con el potente grito
!
Naci como el torrente,
en ignorada
y
misteriosa zona
128
OLEGARIO V. AI7DBADE
de ros como mares,
de grandes
y
sublimes perspectivas,
do parece escucharse en los palmares
el sollozo profundo
de las inquietas razas primitivas!
Naci como el torrente,
rod por larga
y
tenebrosa va,
desde el mundo naciente al mundo viejo;
torci su curso un da,
y
entre marciales himnos de victoria,
desat sobre Amrica cautiva
las turbulentas ondas de su gloria!
n
Cual tiembla la llanura
cuando el torrente surge en la montaa,
la esplndida comarca de su cuna
se estremeci con vibracin extraa
cuando naci el gigante de la historia;
y
algo, como un vagido,
flot sobre las mudas soledades
en las alas del viento conducido
!
Lo oy la tribu errante
y
detuvo su paso en la pradera
;
vibr, como una nota,
de la selva en las bvedas sombras,
flbil nota de msticos cantares,
y
el Uruguay se revolvi al oira,
en su lecho de rocas seculares.
El viejo misionero
que en el desierto inmensurable abra
con el haoha
y
la cruz vasto sendero,
tembl herido aiquel da
tos gbA^^ds tkitk
1^
de
indefinible espanto,
cixal si sentido hubiese en la espesura
el e<oo funeral del bronce santo!
El soldado espaol crey que oa
cavernoso fragor de muchedumbre;
Hasta que al fn un da
vio levantarse en el confn lejano
del patrio ro en que dej su nido
de libertad el astro soberano,
de libertad el astro bendecido!
IV
Un mundo despertaba
del sueo de la negra servidumbre,
profunda noche de mortad sosiego,
con la sorda inquietud de la marea.
Y en la celeste cumbre,
las estrellas del trpico encendan
sus fantsticas flmulas de fuego
para alumbrar la lucha gigantea.
Un mundo levantaba
la desgarrada frente pensativa
del profundo sepulcro de su historia,
y
una raza cautiva
llamaba al "Salvador" con hondo acento;
y
el "Salvador" le contest lanzando
el resonante grito de victoria
entre el feroz tumulto de las olis
del Paran, irritado,
al sentirse oprimido por las quillas
de las guerreras naves espaolas.
Fu un soplo la batalla
!
Los jinetes del Plata, como el viento
que barre sus llanuras, se estrellaron
con empuje violento
en la muralla de templado acero
;
y
se vio lai^o tiempo confundidas
sobre la alta barranca.
LOS GBANDES POEMAS
133
y
entre el solemne horror de la batalla,
la naciente bandera azul
y
blanca
y
el rojo airn del pabelln ibero!
Fu la primer jomada,
del torrente nacido en las sombras
florestas tropicales;
la primera iracunda marejada,
y
su rumor profundo
llevado de onda en onda por el viento
del Plata, al Ocano,
fu a anunciar por el mundo
que ya estaba empeada la partida
d(A. porvenir humano
!
Al pie de la montaa,
centinela fantstico que ostenta
la armadura de siglos,
que aboll con su maza la tormenta,
fu a sentarse el gigante de la historia
taciturno
y
severo,
pensando en la alta cumbre
donde el nombre argentino a grabar iba
con el cincel de su potente acero.
La voz que llama al gua en la altura
y
el huracn despierta en el abismo,
es la voz de la gloria
que llama
a
la ambicin
y
al herosmo
;
la misma voz que reson en su odo
con misterioso, irresistible acento,
aquella voz que imita
rumores de bataUa,
murmullos de laureles en el viento,
himnos de
Ossian en la desierta playa.
134
OLEGARIO V. AIDBADE
La oy el hroe
y
la oy la liuest-e altiva,
que volaba severa,
soando con la patria
y
con la historia,
al pie de la gigante cordillera!
Y al sonar de los roncos atambores
larg el cndor atnito su presa,
y
la ruda montaa, conmovida,
dobleg la cabeza
para ser pedestal de esa bandera!
VI
Ya estn sobre las crestas de granito
fundidas por el rayo!
Ya tienen frente a frente el infinito:
irriba, el cielo de esplendU" cubierto;
ahajo, en los salvajes hondonados,
l;i soledad severa di'l desierto
;
y
en el negro tapiz de la llanura,
como escudos de plata abandonados,
los lagos
y
los ros que festonan
de la patria la regia vestidura
!
i
Ya estn sobre la cumbre!
Ya relinclia el caballo de pelea
y
flota al viento ol pabelln altivo,
hinchado por el soplo de una idea!
Oh! qu hei-mosa, qu esplndida, qu grande
es la patria, mirada
desde el soberbio pedestal del Ande
!
El desierto sin lmites doipiiera,
ocanos de verdura en lontananza,
mares de ondas azules a lo lejos,
lasi florestas del tr[)ico distantes,
y
las cumbres heladas
de la adusta, argentina cordillera,
como ejrcito inmvil de gigante!
LOS GRANDES POEMAS
135
Reguero de laureles
!
Rolo una vez el sol de su bandera
palideci con fnebre desmayo:
aquella ingrata noche de la historia,
que cruz como nube pasajera
])arrida por cien rfagas de gloria.
Para borrar sus sombras, encendimos
con corazas
y
yelmos
y
caones,
en ei llano de Maipo inmensa hoguera
a cuj^a luz brotaron dos naciones!
VIII
Los vientos del Ocano,
llevaban en sus alas turbulentas
13fi
OtK0\KIO V. AXDRADK
a los valles chilenos,
mezclados al rumor de las tormentas,
los lastimeros ecos fugitivos,
que los sauces del Eufrates oyeron,
del arpa de los mseros cautivos.
Aun quedaba un pedazo
de tierra americana, sumergido
en la noche de horror del coloniaje,
para ser redimido!
Aun yaca en obscuro vasallaje
aquel pueblo bizarro,
que cual robles del monte despeados
con mpetu sonoro,
vio caer a sus Incas, derribados
de su trono de oro
bajo el haclia sangrienta de Pizarro
!
i
Sonaron otra vez los atambores
!
Hinch otra vez el viento la bandera
que desgarr de I^laipo la metralla,
y
a la voz imperiosa del guerrero,
baj la espalda el mar, como si fuera
su bridn generoso de batalla!
Salud al vencedor !
Salud al grande
entre los grandes hroes ! exclamaban
civiles turbas, militares greyes,
con ardiente alborozo,
en la vieja ciudad do los virreyes.
y el vencedor hua,
con firme paso
y
actitud serena,
a confiar a las ondas de los mares
los profundos secretos de su pena.
La ingratitud, la envidia,
la sospecha cobarde, que persiguen
cQmo nubes tenaces
LOS OBAKTDEfl POEMAS
137
al sol del genio humano,
fueron siguiendo el rastro de sus pasos
a; travs del Oeeamo,
ansiosas de cerrarles los caminos
'
del poder
y
la gloria,
sin acordarse torpes! de cerrarle
el seguro camino de la historia
!
IX
All duerme el guerrero,
a la sombra de mustias alamedas
que velan su reposo solitario!
Ay! no arrullan su sueo postrimero,
como so en la tarde de su vida,
los ecos de las patrias arboledas!
All duerme el guerrero,
de extraos vientos al rumor profundo,
los vientos de la historia
que lloran las catstrofes del mundo
;
y
acaso siente en la callada noche
pasar en negra
y
lastimera tropa,
fantasmas de los pueblos oprimidos,
espectros de los mrtires de Europa!
Ya ha crecido la hiedra,
de Yapeyvi en los ridos escombros
que alzan la frente airada,
de la luna
a
los lvidos fulgores,
como tremenda maldicin de piedra!
La aurora de este siglo
naci en los tenebrosos horizontes
de un inmenso desierto.
Tribus errantes
y
salvajes montes,
la barbarie doquier;
y
el fanatismo
fu ascendiendo, ascendiendo,
como un rayo de iluz en un abismo,
y
al bajar al ocaso,
alumbra su camino
los millares de antorchas del progreso,
dei pensamiento al resplandor divino!
tos GRANDES POEMAS
139
Ayer, la servidumbre
con sus sombras tristsimas de duelo,
cadenas en los pies
y
en la conciencia,
la sombra en el espritu
y
el cielo!
Hoy en la excelsa cumbre
la libertad enciende sus hogneras,
unida en santo abrazo con la ciencia
;
los dos genios del mundo vencedores:
la libertad que funde las diademas,
y
la ciencia que funde los errores!
Milagros de la gloria!
Tu espada, San Martn, hizo el prodigio
;
ella es el lazo que une
'los extremos de un siglo ante la historia,
y
entre ellos se levanta,
como el sol en el mar dorando espumas,
el astro brillador de tu memoria.
No morir tu nombre !
Xi dejar de resonar un da
tn grito de batalla,
mientras haya en los Andes una roca
y
un cndor en su cspide bravia.
Qu largo
y
qu sombro
el imperio del mal!cuando parece
la c-oncieneia pasmada,
profundo crter de apagada escoria,
desierto cauce de agotado ro,
y
en la noche callada
no se oye ms rumor
ciae el de la orga
o es spero crujir de la cadena,
mientras del cielo en la extensin vaca
la ronca voz de los espantos truena!
IV
Tarda el amanecer, pero al fin llega,
oh mal !
no eres eterno
!
As como en la noche de la tierra,
profunda noche de aterido invierno,
el mundo despert cuando en las ramas
de la selva dormida
el primer himno reson del ave
que desplegaba
el ala entumecida
presintiendo a la aurora:
As la humanidad despierta inquieta
en la noche moral abrumadora
cuando surge el poeta.,
ave tambin de vuelo soberano,
que en las horas sombras,
canta al odo del linaje humano
144
OLEGABIO y. AXDEAM
ignotas armonas,
misteriosos acordes celestiales,
enseando a los pueblos rezagados
el rumbo de las grandes travesas,
la senda de las cumibres inmortales.
Olvidada de Dios, Jud apuraba
la copa del placer.En sus altares,
los dolos extraos reciban
cobarde adoracin.No era la esposa
seaicilla del Cantar de los cantares,
no era la
Virgen de Israel, gallarda
como las palmas de Samir: ajada
la tez de rosa
y
ulcerado el pecho,
con inquietud febril se revolcaba
del vicio impuro en el canidenite lecho!
-
la vieja raza de la historia, aquella
seora un tiempo del destino humano,
abuela de naciones;
la que templ sus armas
al sol de Arabia
y
abrev en las ondas
del Indus
y
del Tigris sus legiones,
y
la raza nacida'
del sol levante al sculo de fuego,
que llevaba en la frente
la centella de luz del genio griego
!
Cul iba a sucumbir? La raza vieja
esclava del de,s.tino, mar volcado
do Tesalia en el valle sonriente,
avanzaba tenaz.; Ya estaba mudo
de ]Maratn el bosque consagrado!
Ya no
l)rillaha en el combate rudo
de Lenidas la diestra refulgente,
cuando la musa helena,
la musa de alas de guila de Es^juilo,
hendi los aires
y
vol a la escena,
146
OLfiOAfilO T. AKDRADS
de la rapsodia enervador asilo,
y
con. voz que aun resriena
del mar Egeo en la sonora playa,
ceida de laurel la sien divina,
al cadencioso son del ritmo jonio,
y
entre el fragor de la feral batalla
lanz el himno triunfal de Salamina!
VII
Ya Roma no era Roma, la que un da
encaden a su paso la fortuna,
la Roma de los grandes caracteres,
Inmortal Hugo
!
la ms ruda jomada de la historia,
^Rojo cometa
del horizonte en la desierta cumbre
apareci tras l, vibrando enojos
Brillante fu
el
imperio de la fuerza
!
que sobre el mapa de la Europa absorta
traz fronteras, suprimi desiertos
y
que quiz de recibir cansada
el homenaje de los reyes vivos,
fu a demandar en el confn remoto
el homenaje de los reyes muertos,
y
la nave avanz. Y el Ocano,
hurao
y
turbulento,
lanz al encuentro del bajel latino
los negros aquilones,
y
a su frente rugiendo
el
torbellino
jinete en el relmpago sangriento!
162
OLEG.V&IO V. ANDRAUE
Pero la nave fu,
y
el hondo arcano
cay roto en pedazos
y
despert la Atlntida soada
. de un pobre visionario entre los brazos!
Era lo que buscaba
el genio inquieto de la vieja raza,
develaidor de tronos
y
coronas,
era lo que soaba!
mbito
y
luz en apartadas zonas
!
lelo armado otra vez, no ya arrastrando
el sangriento sudario del pasado
ni de negros recuerdos ba.io el peso,
sino en pos de grandiosas ilusiones,
la libertad, ]a gloria
y
e] progreso
!
Nada le falta ya! lleva en el seno
el insondable afn del infinito,
y
el infinito por do quier lo llama
de las montanas con el hondo grito
y
de los mares con la voz de trueno!
Tiene el altar que Roma
quiso en vano construir con los escombros
del templo egipcio
y
la pagoda indiana,
altar en que profese eternamente
un culto slo la conciencia humana
!
Y el Andes, con sus gradas ciclpeas
con sus rojas antorchas de volcanes,
ser el -altar de fulgurantes velos
en que el himno inmortal de las ideas
la tierra entera elevar a los cielos!
vni
y
entonces cuando llegue,
para su suelo la estacin propicia
164
OLEG.VKIO V. ANDRADE
del trabajo que cura
y
regenera
y
brille al fin el sol de la justicia
tras largos das de vergenza
y
lloro,
el rojo manto que a
su espalda flota
las mieses bordarn con flores de oro
!
De un pueblo de valientes
!
que con pujante bro
cuando templ su pecho
la lumbre de un volcn,
como la voz del trueno
y
el aquiln bravio
se derram en el mundo
su aliento de titn.
Y contempl atrevido
rodar en sus llaniiras
del fiero lusitano
la indmita altivez,
y
como secas ramas
que caen de las alturas,
de un cetro los pedazos
cayeron a sus pies.
Bendita, s, mil veces
la patria en que he nacido
;
sus glorias inmortales
poeta cantar,
guardando su recuerdo
mi corazn herido,
como la luz incierta
de mi primera fe.
II
Libertad !
i
libertad ! nombre sublime
que embriaga de entusiasmo el corazn,
COMPOSICIONES PATRITICAS
189
cifra inmortal que el Hacedor imprime
como rayo de luz en la creacin.
Sibila de los pueblos, esperanza
que soara atrevido el pensamiento,
cuando a sondar su porvenir avanza
ms all del azul del firmamento.
Yo vi un pueblo gigante levantarse
como se aLza en el Plata el huracn,
y
lo vi en su delirio reclinarse
sobre las pardas crestas de un volcn.
Era mi patria; sacudi su frente
confundida en el humo del can,
y
bajada su frente prepotente
pisando la melena de un len.
Despus entre la bruma silenciosa
que lleva el viento en sus sonantes alas,
reclinando su frente esplendorosa
perdi sus lauros
y
ocult sus galas.
Slo sangre doquier mis ojos miran
y
enlazado el incendio a la tormenta
mundos tras munidos a mi vista giran
que en rayos mil el aquiln revienta.
Gualeguaych, Octubre 8 de 1857.
PAYSANDU
INVOCACIN
Sombra de Paysand !
Sombra gigante
que velas los despojos de la gloria!
Sombra de Paysand
lecho de muerte,
donde la libertad cay violada
!
Altar de los supremos sacrificios,
santuario del valor
!
Sombra de Paysand !
Muda
y
airada
como en las horas del 'sublime trance,
cuando azotaban con saudo embate
tu soberbia cerviz
!
Cuando formaban tu esplendente aureola
las calientes seales dei suplicio,
Sombra de Paysand !
Templo de gloria
a cuyas aras se prosterna un mundo
!
All van !
i
Como turbia marejada
que el tremendo huracn aguijonea!
La turba se aproxima alborotada,
3' en vez de su bandera mancillada
se destaca el color de su librea
!
Ya llegan !
al asalto !
a la matanza
!
Ay de los hroes del empuje rudo!
Paysand va a caer, no hay esperanza!
Salt en astillas la tremenda lanza
!
Silencio por doquier... silencio mudo!
Ah !
;
Silencio !
silencio ! que resuena
ronco clamor, salvaje vocera;
es el festn de la traicin impa,
de los esclavos la algazara atroz!
Se consum el horrendo sacrificio,
suena en los aires estridor de muerte,
va a caer de la patria el brazo fuerte!
Oh! Silencio, silencio., .que oiga Dios!
As debi caer la ciudad mrtir,
como cay, retando a su destino;
Paysand !
epitafio sacrosanto
escrito con la sangre de los libres
!
Altar de los supremos sacrificios,
a tus cenizas, paz !
Paysand !
el gran da de justicia
alborea en el cielo americano,
y,
Lzaro, del fondo de tu tumba
t te levantars!
AL GENERAL LAVALLE
Ah !
ha muerto !
y
a ese pueblo que tanto le adoraba
le ofrece un bello ejemplo su tierna juventud.
Dejad al pobre vate que, trmulo, la lira
pulsando en el momento levante su cantar.
216
OLEGAEIO V. ANDKADE
y
el eco lastimero del pecho que suspira
consagre
a
ese virtuoso ministro del altar.
Y arroje en esa tumba que cubre sus despojos
diamelas
y
jazmines con hojas de cipr,
que borren del sepulcro los speros abrojos,
naciendo blancas rosas, emblema de la fe.
Ceid su frente con esas flores
que altivo el viento no marchit
;
pues ya la luna con sus fulgores
bosques
y
llanos ilumin.
Mece la brisa del manso ro
las blancas olas sin murmurar;
noches hermosas las del esto
para el que siente triste pesar!
Venid, amigos; todos unidos
alcen plegarias del corazn,
que si lo agitan fuertes latidos,
cede al impulso de una emocin.
Venid, amigos; con tierno llanto
baemos todos e.se atad
;
nadie suspire, calle mi llanto,
que es el asilo de la virtud.
Uruguav, Enero de 1856.
IMITACIONES Y
TRADUCCIONES
Imitaciones
y
traducciones
EL BANQUILLO
(imitacin de victok Hugo)
el hombre
Bajo mi pie la tierra es de granito,
los arroyos de slido cristal,
y
la hervorosa sangre se congela
a los besos del brego glacial.
rbol, gigante de cabeza cana,
que en la espesura gimes de dolor,
de cuyas hojas caen lmpidas gotas,
llanto de tu aterido corazn:
voy a lanzar sobre tu frente el rayo,
el rayo de mi clera mortal,
y
a desgajar tus ramas amarillas
para encender la lumbre de mi hogar.
EL ABBOL
Tronco nacido de la tierra fra,
doy al mundo mi savia
y
mi calor,
es la hermosa misin que me dio el cielo
;
hiere, buen leador!
El; HOMBRE
rbol de fresca
y
perfumada sombra,
confidente del aura matinal.
220
OLEGARIO V. ANDBADE
a donde viene a preludiar sus trovas,
poeta de las selvas, el zorzal:
quieres servir en rsticas labores?
Quieres la esteva de mi arado ser
para abrir ancho surco en la llanura
donde germina la dorada mies?
EL RBOL
Oh, s ! En la frente de la tierra inculta
mi reja la honda huella grabar,
como del genio en la cerviz altiva
arrugas deja el pensamiento audaz.
Y con el riego del sudor del hombre,
en vez de sangre de fraterna lid,
surja la dulce paz, de ojos de cielo,
la espiga de oro
y
la robusta vid.
Yo sufrir los golpes de tu brazo,
sin exhalar un grito de dolor:
santo herosmo es el trabajo honrado.
Hiere, buen labrador!
El, HOMBRE
rbol frondoso, a uyo pie despliega
el arroyo su alfombra de cristal,
quieres ser el arcn de mi cabana,
la slida columna de mi hogar?
EL RBOL
Yo que di aso al fugitivo ciervo,
al tigre hambriento, al spid matador;
despertad
!
murmurando,
viene el da
germinador de frutos
y
pasiones!
A los aosos troneos de ancha copa
y
gigantesca taHa:
"De verdes hojas desplegad al aire
el pendn de batalla!''
Al ave que dormita en la espesura
el ala entumecida:
"Batid el vuelo, que se acerca el alba,
el ave de la vida!"
224
OLEGARIO V. ANDBADE
Al gallo vigilante de la choza
perdida en la llanura:
'Cantad, cantad que avanza el enemigo
de la tiniebla obscura!"
A la espiga del campo doblegada
al peso de su grano:
"La aurora, vuestra hermana,
se levanta
tras el monte lejano!"
Al viejo campanario de la aldea
con lengua de metal: "Cantad el da"
y
a los muertos del triste cementerio
:
"Dormid, dormid, no es tiempo todava!"
EL CREPSCULO
(traduccin de VCTOR HUGO)
Gime la fuente
y
fnebre
sudario
envuelve el horizonte;
mudo so extiende tras el alto monte
el valle solitario;
siniestros
y
tranquilos
alzan sus ramas lgubres los tilos.
No veas gl travs de ellos
brillar
de
amor la esti-^Ua vespertina,
y
juguetear sus plidos destellos
en la cumbre de la rida colina ?
Vosotros que adornados de guirnaldas
pasis entre las sombras suspirando,
sois amantes felices?
Brillan en las tinieblas sueltas faldas,
despirtase la hierba
y
rumor blando
meQanolico zumba;
fresca
y
lozana hierba,
i
qu le dices
a la callada tumba?
i
Amad ! dice la hierba, amad, la fosa
;
amad! vivid un da!
Triste es la sombra,
y
fra
la altivez del ciprs de negros ramos.
La mejilla de rosa
busca el labio de fuego;
26
OLEGAlUO V. ANDftADe
el amor
y
la luz nacen hermanos.
Amad, que ya el enepsoulo se acerca;
amad! mientras nosotros meditamos.
Dios encendi de la pasin la llama,
al mundo celos da nuestra ventura.
^y
generoso
al hombre consagr mi pensamiento,
pienso en vuestra faena pesaroso,
y
fatigado el corazn me siento!
mi sol poniente
cuan rojo me parece cada da,
ya envuelto entre la niebla de los anos,
y
cu triste mi alia
y
cuan sorabrj,
!
RELIGIN
(Traduccin)
A benjamn basai.do
iVcgro pabelln de sombras
flameaba sobre la tierra,
iejos el viento ruga
como una fiera en la selva.
Cul es el
ara en que rindes
el culto de tus ereeneias?
Cul es el Dios a que imploran;
en la noche de las penas,
en esa noche del alma
sin horizontes ni estrellas?
Si no son rizos de espumas
de tus versos las cadencias,
si tus ardientesl estrofas
no son rumor de hojas secas;
234
OLEGABIO V. ANDBADE
Ascuas que enfran
y
apagan
las lgrimas de la niebla,
esa viuda del espacio
que llora del sol la ausencia
;
Hermano, si eres creyente;
hermano, si eres poeta,
dnde est el Di( de tu culto,
dnde su altar
y
su iglesia
?
Y yo c-aillaba
y
segua
por entre la selva negra,
tan negra como mi alma,
profundo abismo de penas.
Tambin me arrodillo
y
oro
^Nota de Andrade
Un caso parecido al anterior:
Esta fanitasla tiene por base im episodio histrico.
En el mes de Marzo de l24 naufrag en el banco
Ingls del Ro de la Plata el bergantn "La Agnoria',
c;ue conduca al Dr. D. Valentn Gmez, Ministro Argen-
tino en la Corte del Janeiro,
y
su secretario el poeta D.
Esteban Luca
y
Patrn.
XOTAS
243
La mayor paite de los peusajeros se salvaron, perma-
neciendo a bordo, hasta que fueron socorridos por un
buque mandado desde Buenos Aires.
Slo el poeta Luca se embarc en una dbil angada
formada de tablas,
y
pereci en el ro, sin que se lle-
gase a encontrar su cadver.
Luca habla cantado en magnficos versos la Victoria
de Chacabuco, los Triunfos de Cochrane en el Pacfico,
y "La Libertad de Lima", en aquella oda inmortal que
comienza as:
No es dado a los tiranos
Eterno hacer su tenebroso imperio.
"A Vctor Hugo'
Esta composicin
dice Don Benjamn Basualdo' en
su prlogo a la edicin oficial
fu leda en una fiesta
dada por el "Crculo literario de Buenos Aires" el ao
1881, y
mereci al autor los ms vivos aplausos.
Enviada al gran poeta, ste contest en la> expresiva
carta que a continuacin transcribimos:
"
Vuestro envo me ha impresionado profundamente.
El camto que Hava ipor ttulo mi ncambre me penetra
y
i;o s como manifestaros mi agradecimiento. La alta
poesa debe comprender a la profunda emocin. Esto
me, tranquiliza,
y
estrecho vuestras manos en las mas.
Vctor Hugo.
"
"A Paysand"'
Esta composicin est inspirada en un hecho de tras-
cendencia histrica: el bombardeo, por la armada bra-
silea, el sitio por diez mil soldados del mismo pas
y
"Orientales Colorados" del General Flores
y
la cada de
la ciudad uruguaya de Paysand. Este acontecimiento,
cjue apasion de manera enorme los nimos en nuestro
244 NOTAS
pas, como sus antecedentes
y
consecuencias,, sostienen
algiuoios blstorigrafos qu fu el origen o genmeo de la
guerra del Paraguay. Desde la costa argentina^narra
Don Julio Vlctoricatodo Entre Ros, muchos correntl-
iios
y
gran nmero de porteos, asistieron al terrible
espectculo. Uno de los testigos fu nuestro poeta y su
canto "A Paysand" es el producto de su exaltacin.
Andrade alude_ en la ltima parte de su composicin
a Leandro Gmez
y a Piris, calificndolos de semldloses.
Fueron ellos los IiCtocs de la defensa, el primero uru-
guayo, el segundo argentino. Aquel fu asesinado estan-
do prisionero
y su cadver mutilado,
y,
agrega el autor
que citamcB, como detale grfico de la barbarie del
tiermpo y
horror de la joiraada: "el da de la cada de
Paysand, alguien llevaba en el bolsillo la barba de
Leandro G6mez y
la e.xliiba como troifeo
y
objeto de
curiosidad''.
"La Creacin''
A raz de la publicacin de las poesas de Andrade, en
18S7, alguien apareci diciendo en los diarlos que no
perteneca a nuestro M-rLco
y
atribuyndoOa a un poeta
cbiileaio cuyo nombre no recordaanos. "Se dijo, adems,
que el error de los ooimpiladores prcKvimo de haberse
euioontrado "La Creacin" copiada de puo y letra de
Andrade".
No saibemo3 a qu atenemos, pero no est dems con-
siderar lo que dijo de ella Don Benjamn Basualdo en su
prlogo, al juzgarla: "Esta composicin, como lo indica
el Dr. Nicols Matienzo en un notable estudio publicado
en 1882, fu de las primeras que hicieron conocer en
Buenos Aires el genio poticoj de Andrade. Por esa ra-
zn la inclumos en esta obra.
XOTAS
45
"El astro errante"
Andrade dedica este poema "A Bloisa". No es otra
que la compaera de su vida, su esposa, con quien con-
trajo enlace sumamente joven. Este acontecimiento tie-
ne gran importancia en la vida de Andrade, como que
rigi su destino. Origin un desvo del general Urquiza,
su protector, de quien no mereci reconciliacin hasta
diez aos ms tarde. A este propsito (as desmentimos
las afirmaciones sobre la instruccin de Andrade que
ha causado no pocos juicios desfavorables,
causa
del doctor BaauaMocomo los de Valera, Estraida, etc.)
conviene reproiducir esftos prrafos de uno de loe bi-
grafos de niueetro gran poeta, su iiitimo amigo Mariano
A. Pelliza: "Para llenar dignamente los fines que se
propona el general Urquiza con el establecimiento del
Colegio del Uruguay, siendo gobernador de Entre Ros,
disiP'Uso que de cada uno de los departamenitos en que
se divite la jHxmniciia, hechos ios exmenes de las els-
cueTas pblicas, se le deeignanain les cuatro nios ms
aventajados
y
que revelasen aptitudes para estudios
superiores.
De las escuelas de Gualeguaych fu Andrade uno
de los sealados como distinguido,
y en este concepto
se le mand ingresar en el Colegio del Uruguay. El pa-
dre d Andrade reclam de esta violencia apersonndo-
se al general Urquiza, pero ste le convenci de que
era mejor hacer un hombre til al, pas de aquel "mu-
eco", que no un estanciero o un comerciante,
y
que en
cuanto a gastos corran todos de su cuenta.
Con esta arenga el padre no tena ms remedio que
dejar a Olegario en el Colegio
y
regresar a Gualeguay-
ch, como lo hizo sin demora.
En 1856, cuando Andrade terminaba sus clases prepa-
ratorias, el general Urquiza, presidente a la sazn de la
Repblica, trat de enviarlo a Europa para que siguiese
ail sus esitudios
y
como agregado a la legacin, angen-
246
NOTAS
tina, que en Pars y Londres ds&emrpeaba el doctor Al-
terdi. Empero, Andrade tenia delante de s otros hori-
zontes que ls del Presidente
y
neutraliz sus buenas
Intenciones con un matrimonio realizado a los diez
y
ocho aos de su edad.
Falto de aquella proteccin personal que el general
T/rquiza dispensaba a^todas las inteligencias descollan-
tes de su provincia, Andrade se encontr solo, con su
genio, su espasa tan joven como l
y un nio fruto de
tiquella unin". ("Glorias Argentinas", 1885, pg. 158.)
E. M.
'
I
ndice
PKS.
Olegario V. Andrade 4
Ensayo crtico sobre Andrade, por Evar Mndez. . . 7
Bibliografa de Olegario V. Andrade 33
Pequeos poemas lricos
Las ideas 39
La flor de mi esperanza 41
Flores de Guayacn
4"
La mujer .... 47
Nuestra misin 51
El consejo maternal
55
La \uelta al hogar 57
A mi hija Agustina 61
Fantasas
El astro errante 67
El arpa perdida 71
El porvenir 79
La libertad y
la Amrica 85
La creacin 89
248
lyviCK
PKS.
Los grandes poemas
Prometeo
101
El nido de cndores
119
San Martn
127
Canto a Vctor Hugo
14J.
Atlntida 151
Composiciones patriticas
y conmemorativas
Mi patria .... 169
El laurel 175
El 9 de Agosto 179
El 11 de Septiembre 183
El 8 de Octubre 187
Paysand 191
Al general Lavalle 199
Elegas
La noche de Mendoza 205
En la muerte de don Benito Marichal 211
A la memoria de don Gregorio M. de Cspedes ... 215
Imitaciones
y
traducciones
El banquillo 219
El orto
223
El crepsculo
225
Stelia
227
Cansancio
231
Religin
233
ndice H9
Pgf!.
Notas
La primera edicin de Andrade
y
sus originales . .
.
237
La libertajd
y la Amrica 238
Antida 238
La leyenda de Prometeo 239
El arpa perdida.Nota de Andrade 242
A Vctor Hugo 243
A Paysand 243
La Creacin 244
El astro errajite 245
V'
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"LA CULTURA A R G E N T I N^A
"
OLEGARIO V. ANDRADE
Obras poticas
Atlntida
-
Nido de Cndores
-
Prometeo
Poemas Lricos
-
Fantasas
Poesas patriticas
-
Elegas
-
Traducciones
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EVAR MNDEZ
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"La Cultura Argentina''
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Estudia problemas de cultura superior o ideas generales
que excedan los limites de cada especializacin cientfica.
No edita artculos literarios, polticos, histricos ni forenses.
Desea imprimir unidad de expresin al naciente pensa-
miento argentino, continuando la orientacin cultural d
Rivadavia, Echeverra, Alberdi
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Sarmiento.
Ha publicado artculos de Florentino Ameghino, Jos
Ai.
Ramos Mejia, Agusin Alvarez, Joaqun V. Gonzlez,
Rodolfo Rivarola, ngel Gallardo, Pedro N. Arata, Jorge
Duclout^Carlos O: Bunge, Francisco de Veyga,
J.
Alfredo
Ferreyra, Vctor Mercante, Julio Mndez, Enrique Martnez
Paz, Gregorio Araoz Alfaro, Carlos Ameghino, Martin
Doello Jurado, Salvador Debenedetti, Juan W. Gez, Ricardo
Rojas, Maximio S. Victoria, Alfredo Colmo, Alicia Moreau,
Emilio Zuccarini, Augusto Bunge, Vicente D. Sierra, Ral
A. Orgaz, Teodoro Bec, Ramn Melgar, Julio
Cruz Ghio,
Nerio A. Rojas, A. Alberto Palcos, Jos Ai. Monner Sanz,
etc., etc.
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