Migraciones y Desarrollo
Migraciones y Desarrollo
Migraciones y Desarrollo
Elaborado por un grupo de expertos de alto nivel de países como Suecia, Suráfrica,
México, Marruecos, Australia, Brasil, España, Egipto, Canadá, India, Filipinas, Suiza,
Pakistán, Países Bajos y la Federación Rusa, fruto de numerosas reuniones a lo
largo de dos años entre los 19 miembros de la comisión, es un ambicioso
documento con tres objetivos fundamentales:
La importancia del informe del Comité radica en su origen (fruto del acuerdo entre
un grupo heterogéneo de países, emisores y receptores de flujos migratorios), en
su carácter orientador para futuras actuaciones en materia de migración
proponiendo recomendaciones concretas y factibles, y en el hecho de que
constituye un primer paso hacia una coordinación de políticas migratorias y de
desarrollo globales basadas en el consenso y en una aproximación realista, no
alarmista y garante de los derechos humanos, destinada a comprender y
aprovechar el fenómeno migratorio para favorecer la equidad. Este informe ha
servido de referencia tanto al realizado por el Secretario General con vistas al
Diálogo de Alto Nivel de Septiembre de 2006, como a la Comisión Europea en su
comunicación al Parlamento, al Consejo, al Comité Económico y Social y al Comité
de las Regiones.
Del informe se extraen unas pautas de actuación concretas que deberían favorecer
una gestión armonizada, efectiva y beneficiosa de las migraciones. En ellas, con
carácter general se enfatiza la importancia de los movimientos migratorios como
fenómeno complejo y a gran escala, con un crecimiento cada vez mayor, lo que
debe guiar políticas migratorias realistas.
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Se señalan a su vez los factores positivos de las migraciones: son importantes
agentes de desarrollo y responden a una cada vez más extendida circulación de
competencias y capacidades.
Los Estados deben formular políticas migratorias donde se observen las tendencias
reales en materia de migraciones; diseñar programas junto al sector privado que
potencien los desplazamientos temporales para cubrir las necesidades de países de
origen y destino; favorecer la circulación de servicios y la circulación de personal
altamente cualificado y firmar compromisos multilaterales que favorezcan la
creación de oportunidades en los países en vías de desarrollo.
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II. Migraciones y desarrollo: aprovechar el potencial de la movilidad
humana
Por lo tanto, la responsabilidad de los Estados pasa por, ante todo, proteger los
derechos humanos de los inmigrantes que se ven expuestos a una situación de
máxima vulnerabilidad, prestando también atención a las cuestiones de género.
Esta vulnerabilidad se debe a múltiples causas: por las condiciones inseguras de su
viaje, que pone en grave peligro su vida; por la posibilidad creciente de caer en
redes de tráfico de personas, condenadas en los protocolos de Naciones Unidas a la
Convención sobre Delincuencia Transnacional de 2000; por las condiciones
laborales precarias a las que se ven abocados por su situación irregular, y por el
creciente peligro de confundir solicitantes de asilo amparados por la Convención de
Ginebra de 1951 (necesitados de protección adicional) con inmigrantes en situación
administrativa irregular, con grave menoscabo de sus derechos y violación de los
compromisos internacionales adquiridos por los Estados.
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El informe señala, por tanto, que es necesario realizar enfoques a largo plazo para
canalizar la inmigración irregular, aplicando políticas realistas en función de la
situación real existente, tanto en los países de origen como en los de tránsito y
destino.
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La comisión destaca también la responsabilidad de los individuos y las
organizaciones que influyen en la opinión pública, para evitar la magnificación de
estereotipos negativos y la generación de brotes de xenofobia y racismo.
El hecho de que las migraciones se utilicen como instrumento político genera una
utilización de un discurso negativo que las identifica con violencia e inseguridad. Es
esencial combatir ese planteamiento para evitar actitudes intolerantes.
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Señala con especial preocupación el escaso número de firmas y ratificaciones de
convenios especialmente relevantes para la protección de los derechos de los
migrantes, como es la Convención de 1990 para la protección de los trabajadores
migrantes y sus familias, de la que son parte sólo 34 Estados entre los que no se
cuenta España. El convenio, que entró en vigor en julio de 2003, incide en la
protección de los derechos fundamentales de los trabajadores migrantes cualquiera
que sea su situación administrativa: derechos ya recogidos en otros instrumentos
como la protección del derecho a la vida; la prohibición de la tortura y de los tratos
crueles, humanos o degradantes; la protección del derecho de opinión; la libertad
de expresión; el derecho al honor, y el derecho a la educación y al tratamiento
médico de urgencia. También señala otros de especial importancia, como el
derecho a indemnización por detención ilegal, la prohibición de confiscar
documentos por no funcionarios públicos y la prohibición de expulsión colectiva.
Los principales escollos con los que se encuentra una adecuada gestión de las
migraciones internacionales, señala el informe, se centran en cuatro áreas
fundamentales.
En primer lugar, las políticas migratorias son poco coherentes: mantienen una
visión a corto plazo que no permite actuar con previsión, no observan la realidad de
la demanda y de los desplazamientos efectivos y no aprovechan las posibilidades de
coordinación. Por ello es fundamental adoptar una visión conjunta más realista que
permita una gestión más adecuada.
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En segundo lugar, las políticas internas de los países se hallan descoordinadas.
Como norma general, no hay comunicación entre los diferentes ministerios, que
fragmentan los pasos del procedimiento migratorio, evitando una aproximación
global y efectiva y creando contradicciones y lagunas que influyen gravemente en
la situación de los migrantes. Es necesario instituir procesos de diálogo
interministeriales y con otros actores sociales para formular políticas globales y
coherentes.
Por último, la dimensión global de las migraciones exige un enfoque global. Los
acuerdos bilaterales, regionales y globales contribuirían a una mejor gestión de las
migraciones. Para ello es necesario crear políticas de consenso basadas en la
transparencia. El problema que se establece es, a menudo, la falta de colaboración
de los Estados que se benefician de la migración irregular, por una alta
dependencia de la economía informal, por ejemplo.
El informe del CGMI fue una de las piedras angulares del informe presentado por
Kofi Annan sobre migraciones y desarrollo de cara a la Conferencia de Alto Nivel de
septiembre de 2006. El informe de la ONU, de carácter descriptivo, recoge sin
embargo gran parte de las recomendaciones de la Comisión Global, como pasos
decisivos de la Agenda Internacional de las Migraciones, surgida del proceso
consultivo interestatal conocido como Iniciativa de Berna.
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de flujos, choca frontalmente con la voluntad de los Estados de mantener su
soberanía y de decidir cómo y en qué términos permiten la entrada de no
nacionales en su territorio. Si bien en los instrumentos internacionales se reconoce
el derecho a la libre circulación y a la libre elección de residencia (artículo 13.2 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos), los Estados son los que deciden en
última instancia quién tiene derecho a acceder a su territorio.
Sería deseable que los Estados adquirieran este compromiso necesario y abogaran
por una estrategia común y solidaria frente a las migraciones, que las vinculara
definitivamente con una cooperación al desarrollo efectiva y responsable que
redundara en un beneficio mutuo y comprometido.
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Algunos documentos básicos disponibles en Internet
Ana Bustinduy
Investigadora