Resumen Las Navas de Tolosa
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SLO LOS
HISPANOS
Desde el principio,
la actuacin de los
cruzados llegados del
norte de los Pirineos
fue cuestionable: en
Toledo intentaron
asesinar a los judos
y causaron todo tipo
de estragos. Tuvieron
xito en el asalto
de Malagn pero,
tras la capitulacin
de Calatrava,
abandonaron
la empresa.
Las fuentes no son
demasiado explcitas
sobre esta desercin
masiva: el calor, la
frustracin porque
se les impidiera
pasar a cuchillo
a la guarnicin
musulmana,
desconfanza en los
lderes, problemas
de abastecimiento,
Lo cierto es que
este abandono le
permitira decir a
un testigo que slo
los hispanos fueron
los protagonistas
de la victoria.
Se produjo entonces un hecho que fue
tomado como providencial: un pastor
que conoca bien el terreno se present
en la tienda de Alfonso VIII en la tarde
del 13 de julio para indicarle un camino
por el que podra acercarse a los almoha-
des sin que estos pudieran impedirlo.
La informacin proporcionada por el
pastor era correcta y el ejrcito cruzado,
ante la sorpresa de sus enemigos, consi-
gui atravesar la sierra y colocar su cam-
pamento frente al musulmn. El choque
no fue inmediato: durante los das 14 y
15 de julio, los cristianos se limitaron a
descansar y, sobre todo, a evaluar las po-
siciones y la fuerza de sus adversarios.
LA BATALLA
Fue el lunes, 16 de julio, cuando se tom
la decisin de encarar al adversario. En
aquel da iban a enfrentarse dos tradicio-
nes armamentsticas y tcticas diferen-
tes. Por una parte, en el ejrcito cristiano
la caballera pesada integrada por caba-
lleros cubiertos con cota de malla, casco
y escudo, portadores de espada y de una
larga lanza- tena un papel predominan-
te. Estos caballeros estuvieron acom-
paados de peones, aunque las fuentes
suelen ignorar la aportacin de estos
ltimos. El movimiento tctico ms ca-
racterstico de la caballera pesada era la
carga contra un enemigo inmvil o con-
tra otra tropa de caballeros.
De otra parte, el ejrcito musulmn
sola combinar las formaciones cerradas
de peones con la movilidad de la caballe-
ra ligera y con el choque de la carga de
la caballera pesada. Habitualmente, al
menos en la Pennsula Ibrica, los mo-
vimientos tcticos de la caballera ligera
musulmana retiradas ngidas, accin
de los arqueros montados, anqueo de
las alas del enemigo, ataques por la reta-
guardia- fueron la clave de su xito, como
demuestra el caso de los almorvides en
Zalaca o el de los almohades en Alarcos.
Para articular estas fuerzas, el ejrcito
cruzado en Las Navas se dividi en tres
cuerpos: uno central, mandado por Al-
fonso VIII, uno situado a su izquierda
y liderado por Pedro II, y otro a su dere-
cha, encabezado por Sancho VII. A su
vez, cada uno de ellos se orden en tres
lneas: vanguardia, centro y retaguardia,
donde se situaron los monarcas. Por su
parte, los almohades pusieron en su reta-
guardia la tienda del califa, fuertemente
protegida por la guardia negra y fortica-
da con diversos obstculos.
Por delante se dispuso un cuerpo cen-
tral formado por la caballera almohade y
andalus, mientras que en la vanguardia,
y formando dos alas, se coloc la caballe-
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ra ligera especializada en
la arquera montada y en el
desarrollo de ataques y reti-
radas ngidas. Al contrario
que en experiencias ante-
riores, las cargas de la caba-
llera pesada cristiana fue-
ron lanzadas con ecacia y
disciplina, mientras que la
caballera ligera islmica
no encontr el terreno ade-
cuado para desplegar sus
caractersticos ataques de
anqueo.
Su derrota fue total: tras
aniquilar a la vanguardia
y al cuerpo central de los
musulmanes, los cristianos se lanzaron
al asalto del campamento califal, que
pronto fue sobrepasado. Para entonces, el
califa haba huido: los cruzados haban
alcanzado un xito resonante.
UNA NUEVAPOCA
En los das siguientes, los expedicionarios
continuaron su marcha hacia el sur, to-
mando los castillos de Vilches, Ferral, Ba-
os y Tolosa, destruyendo Baeza y saquean-
do beda tras someterla a un asedio.
El esfuerzo realizado a lo largo de un
mes y la aparicin de enfermedades en
el campamento cristiano, hicieron acon-
sejable dar por nalizada la campaa y
volver a Toledo.
Desde el primer mo-
mento, tanto los testigos de
la batalla como otros auto-
res que escribieron dcadas
ms tarde, no dudaron en
magnicar las consecuen-
cias de la victoria cristiana.
Para algunos, la derrota de
Las Navas habra sido la
causa directa de la descom-
posicin del imperio almo-
hade, cuando no el princi-
pio del n de al-Andalus o
el comienzo de la ruina del
Magreb; para otros, el xito
de los cruzados habra su-
puesto la denitiva victoria
del proyecto reconquistador cristiano y
la salvacin de Espaa, o incluso de toda
Europa, de la hasta entonces angustiosa
amenaza islmica.
Impactados por aquel suceso extraor-
dinario, los contemporneos exageraron
las verdaderas dimensiones del hecho:
seguramente el destino del imperio al-
mohade y la suerte de al-Andalus no
hubieran variado sustancialmente si el
signo de la batalla hubiera sido diferen-
te, porque todo ello dependa de factores
ms complejos.
Pero esta constatacin no empequee-
ce la magnitud de sus resultados; gracias
a su victoria en Las Navas los cristianos
consiguieron controlar denitivamente
no slo el territorio situado entre el Tajo
y Sierra Morena, un espacio por el que
llevaban combatiendo casi siglo y me-
dio, sino tambin los pasos de Sierra Mo-
rena. Quedaban as establecidas las bases
estratgicas de una nueva poca: la de las
grandes conquistas del siglo XIII. n
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EL PALENQUE
Uno de los elementos
del ejrcito almohade
que ms ha llamado
la atencin fue el
palenque donde se situ
la tienda del califa: un
campamento reforzado
por una barrera de
obstculos y protegido
por una guardia de
esclavos negros que,
segn algn testigo,
tenan las piernas atadas
para evitar que huyesen.
Era el ltimo reducto
norteafricano en el
campo de batalla y
su asalto fnal por los
cristianos puso trmino
a la batalla. Nada
sabemos sobre los
protagonistas de este
asalto, pero las fuentes
tardas lo atribuyeron a
Diego Lpez de Haro o a
Sancho VII, entre otros.
La identifcacin de
las cadenas del escudo
de Navarra con las
cadenas del palenque,
supuestamente rotas
por Sancho VII, da
una idea del poder
de la batalla como
creador del imaginario
colectivo espaol.
El escudo de Navarra
recuerda, con las cadenas
del palenque y la esmeralda,
la gran victoria de 1212.
El sepulcro del rey Alfonso VIII de Castilla,
junto al de su esposa, Leonor de Plantagenet, en
el Monasterio de Las Huelgas, en Burgos. F
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