Este documento resume el contexto histórico y social que llevó al ascenso del nacionalismo en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Explica cómo la derrota militar, la revolución fallida, la crisis económica y la pauperización de la clase media crearon un caldo de cultivo para que figuras como Hitler capitalizaran el descontento público con promesas de orden y nacionalismo. También analiza las ideas fundamentales del nacionalismo como un movimiento que apelaba a la pequeña burguesía y los militares desilusionados
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Este documento resume el contexto histórico y social que llevó al ascenso del nacionalismo en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Explica cómo la derrota militar, la revolución fallida, la crisis económica y la pauperización de la clase media crearon un caldo de cultivo para que figuras como Hitler capitalizaran el descontento público con promesas de orden y nacionalismo. También analiza las ideas fundamentales del nacionalismo como un movimiento que apelaba a la pequeña burguesía y los militares desilusionados
Este documento resume el contexto histórico y social que llevó al ascenso del nacionalismo en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Explica cómo la derrota militar, la revolución fallida, la crisis económica y la pauperización de la clase media crearon un caldo de cultivo para que figuras como Hitler capitalizaran el descontento público con promesas de orden y nacionalismo. También analiza las ideas fundamentales del nacionalismo como un movimiento que apelaba a la pequeña burguesía y los militares desilusionados
Este documento resume el contexto histórico y social que llevó al ascenso del nacionalismo en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Explica cómo la derrota militar, la revolución fallida, la crisis económica y la pauperización de la clase media crearon un caldo de cultivo para que figuras como Hitler capitalizaran el descontento público con promesas de orden y nacionalismo. También analiza las ideas fundamentales del nacionalismo como un movimiento que apelaba a la pequeña burguesía y los militares desilusionados
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PARTE I
EL CAMINO HACIA LA GUERRA
QU ES EL NACIONALSOCIALISMO? 1 10 de junio de 1933 Len Trotsky Los espritus ingenuos piensan que el ttulo de rey reside en el rey mismo, en su capa de armio y en su corona, en su carne y en sus huesos. En rea- lidad, el ttulo de rey es una interrelacin entre individuos. El rey es rey slo porque los intereses y prejuicios de millones de personas se reflejan a travs de su persona. Cuando el flujo del desarrollo barre esas interrela- ciones, el rey parece ser solamente un hombre gastado, con un labio infe- rior flccido. Aquel que en otro tiempo se llam Alfonso XIII 2 podra hablarnos sobre esto en base a su experiencia reciente. El jefe por la voluntad del pueblo se diferencia del jefe por la voluntad de Dios en que el primero est obligado a despejarse el camino o, por lo menos, a ayudar a las circunstancias para que se lo despejen. Sin embargo, el jefe es siempre una relacin entre individuos, la oferta individual para satisfacer la demanda colectiva. La controversia sobre la personalidad de Hitler* se hace tanto ms agria cuanto ms se busca en l mismo el secreto de su triun- fo. Entretanto, sera difcil encontrar otra figura poltica que sea, en la misma medida, el punto de convergencia de fuerzas histricas annimas. No todo pequeoburgus exasperado poda haberse convertido en Hitler, pero en cada pequeoburgus exasperado hay una partcula de Hitler. El rpido crecimiento del capitalismo alemn antes de la Primera Guerra Mundial no signific de ningn modo la simple destruccin de las clases medias. Aunque arruin algunas capas de la pequeoburguesa, cre otras nuevas: alrededor de las fbricas, artesanos y tenderos; dentro de las fbri- 1. Tomado de la versin publicada en La lucha contra el fascismo. El proletariado y la revolucin, ed. Fontamara, Barcelona, 1980, pg. 311. Escrito en el exilio en Turqua el 10 de junio de 1933. Los ltimos dos prrafos fueron aadidos como postscriptum el 2 de noviembre de 1933. 2. Alfonso XIII (1886-1941): rey de Espaa, depuesto en 1931 tras la victoria republi- cana en las urnas. tiempo, no queran conformarse a ser relegados por los banqueros, indus- triales y ministros a los modestos empleos de tenderos, ingenieros, emple- ados de correos y maestros. De ah su socialismo. En el Yser y en Verdn, haban aprendido a arriesgar su vida y la de los dems, y a hablar el lenguaje de mando, que intimidaba poderosamente a los pequeobur- gueses de la retaguardia. De este modo, esos individuos se convirtieron en dirigentes. Al comienzo de su carrera poltica, Hitler se destac slo a causa de su gran temperamento, de una voz ms fuerte que la de los otros y una mediocridad intelectual mucho ms autosuficiente. No puso en marcha ningn programa acabado, si se descarta la sed de venganza del soldado. Hitler empez con ofensas y quejas sobre los trminos de Versalles, el ele- vado coste de la vida, la falta de respeto hacia el digno oficial retirado y las intrigas de los banqueros y periodistas del credo de Moiss. El pas estaba lleno de gente arruinada, anegada, con cicatrices y heridas recien- tes. Todos ellos queran aporrear la mesa con su puo. Hitler poda hacer- lo mejor que los dems. Ciertamente, no saba cmo curar el mal. Pero sus arengas resonaban a veces como rdenes, a veces como ruegos dirigidos a un destino inexorable. Las clases condenadas, como los enfermos incu- rables, no se cansan de hacer variaciones sobre sus quejas ni de escuchar consuelo. Todos los discursos de Hitler armonizaban con este tono. Un sentimentalismo informe, una ausencia de pensamiento disciplinado, una ignorancia pareja a una erudicin desordenada: todos estos menos se con- virtieron en ms. Le proporcionaron la posibilidad de unificar a todos los tipos de descontento en el crisol de mendigo del nacionalsocialismo y de dirigir a la masa en la direccin en que aquella le empujaba. En la memo- ria del agitador se conservaba, de entre todas sus primeras improvisacio- nes, aquello que haba encontrado aprobacin. Sus ideas polticas fueron fruto de una acstica oratoria. As es como se realiz la seleccin de con- signas. As es como se consolid el programa. As es como de la materia prima tom forma el jefe. Mussolini*, desde el comienzo mismo, reaccion ms conscientemente ante los materiales sociales que Hitler, mucho ms prximo al misticismo policaco de Metternich que al lgebra poltica de Maquiavelo. Intelectualmente, Mussolini es ms audaz y ms cnico. Puede decirse que el ateo romano slo utiliza la religin de la misma forma que la polica y los tribunales, en tanto que su colega berlins cree realmente en la infali- bilidad de la Iglesia de Roma. Durante la poca en que el futuro dictador italiano consideraba a Marx como nuestro comn maestro inmortal, defenda, no sin habilidad, la teora que contempla en la vida de la socie- dad contempornea ante todo la accin recproca de dos clases, la bur- guesa y el proletariado. Ciertamente, escriba Mussolini en 1914, entre 127 cas, tcnicos y ejecutivos. Pero aun cuando se mantenan e incluso crec- an numricamente -la vieja y la nueva pequeoburguesa constituyen poco menos de la mitad de la nacin alemana- las clases medias han perdido el ltimo vestigio de independencia. Viven en la periferia de la gran indus- tria y del sistema bancario, y viven de las migajas que caen de la mesa de los monopolios y crtels, y de las limosnas espirituales de sus tericos y polticos profesionales. La derrota de 1918 levant un muro en el camino del imperialismo ale- mn. La dinmica exterior se convirti en dinmica interior. La guerra se convirti en revolucin. La socialdemocracia, que ayud a los Hohenzollern a llevar la guerra hasta su trgico final, no permiti al pro- letariado llevar la revolucin hasta el final. La democracia de Weimar dedic catorce aos a justificar su propia existencia con interminables excusas. El Partido Comunista llam a los obreros a una nueva revolucin, pero se mostr incapaz de dirigirla. El proletariado alemn atraves el ascenso y el hundimiento de la guerra, de la revolucin, del parlamenta- rismo y del seudobolchevismo. En el momento en que los antiguos parti- dos de la burguesa se haban agotado por completo, la fuerza dinmica de la clase obrera tambin se encontr minada. El caos de la postguerra golpe a los artesanos, comerciantes y funciona- rios no menos cruelmente que a los obreros. La crisis econmica de la agri- cultura arruinaba al campesinado. La decadencia de los estratos medios no significaba que se convirtieran en proletarios, tanto ms cuanto que el pro- letariado mismo estaba arrojando un ejrcito gigantesco de parados crni- cos. La pauperizacin de la pequeoburguesa, apenas disimulada por las corbatas y calcetines de seda sinttica, erosion todos los credos oficiales y, ante todo, la doctrina del parlamentarismo democrtico. La multiplicidad de partidos, la fiebre helada de las elecciones, los inter- minables cambios de gobierno agravaban la crisis social mediante un caleidoscopio de combinaciones polticas estriles. En la atmsfera pues- ta al rojo vivo por la guerra, la derrota, las reparaciones, la inflacin, la ocupacin del Ruhr, la crisis, la necesidad y la desesperanza, la pequeo- burguesa se levant contra todos los viejos partidos que la haban embau- cado. Las penurias de los pequeos propietarios siempre prximos a la quiebra, de sus hijos universitarios sin empleos ni clientes, de sus hijas sin dotes ni pretendientes, exigan orden y mano de hierro. La bandera del nacionalsocialismo fue levantada desde el comienzo por los cuadros medios y subalternos del antiguo ejrcito. Cubiertos de meda- llas por sus distinguidos servicios, los oficiales, en activo o retirados, no podan entender que su herosmo y sus sufrimientos por la patria no slo se hubieran malogrado, sino que tampoco les diera un derecho especial al reconocimiento. De ah su odio a la revolucin y al proletariado. Al mismo 126 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... gables. El nacionalsocialismo no slo rechaza el marxismo, sino tambin al darwinismo. Los nazis reniegan del materialismo porque las victorias de la tecnologa sobre la naturaleza han significado el triunfo del gran capital sobre el pequeo. Los dirigentes del movimiento eliminan el inte- lectualismo porque ellos mismos poseen inteligencias de segundo y ter- cer orden, y, sobretodo, porque su papel histrico no les permite llevar ni una sola idea hasta su conclusin. La pequeoburguesa necesita una auto- ridad superior, que est por encima de lo material y de la historia, y que est a salvo de la competencia, de la inflacin, de las crisis y de las subas- tas. A la evolucin, al pensamiento materialista y al racionalismo -de los siglos XX, XIX y XVIII-, se contrapone en su mente el idealismo nacio- nal como la fuente de inspiracin heroica. La nacin de Hitler es una som- bra mitolgica de la pequeoburguesa misma, un delirio pattico de un Reich milenario. Para elevarla por encima de la historia, a la nacin se le da el apoyo de la raza. La historia se contempla como la emanacin de la raza. Las cualida- des de la raza son construidas sin relacin con las condiciones sociales cambiantes. Al rechazar el pensamiento econmico como ruin, el nacio- nalsocialismo desciende un escaln ms abajo: del materialismo econ- mico recurre al materialismo zoolgico. La teora de la raza, creada especialmente, parece, para algunos preten- ciosos autodidactas que buscan una llave universal para todos los secretos de la vida, particularmente lgubre a la luz de la historia de las ideas. Para crear la religin de la pura sangre alemana, Hitler se vio obligado a tomar prestadas de segunda mano las ideas racistas de un francs, el conde Gobineau, diplomtico y escritor diletante. Hitler encontr la metodologa poltica confeccionada en Italia, donde Mussolini haba recurrido a la teo- ra marxista de la lucha de clases. El marxismo mismo es fruto de la unin de la filosofa alemana, la historia francesa y la economa inglesa. Si se investiga retrospectivamente la genealoga de las ideas, incluso de las ms reaccionarias y estpidas, no queda en pie ni rastro del racismo. La enorme indigencia de la filosofa nacionalsocialista no impidi, por supuesto, a las ciencias acadmicas entrar en pos de Hitler con todas las velas desplegadas, una vez que su victoria fue suficientemente palpable. Para la mayora de la canalla profesoril, los aos del rgimen de Weimar fueron tiempo de desorden e inquietud. Historiadores, economistas, juris- tas y filsofos se perdieron en conjeturas sobre cul de los criterios de ver- dad enfrentados era cierto, es decir, cul de los dos campos resultara al final dueo de la situacin. La dictadura fascista disipa las dudas de los Faustos y las vacilaciones de los Hamlets de las tribunas de la universi- dad. Saliendo del crepsculo de la relatividad parlamentaria, el conoci- 129 ellas hay numerosas capas intermedias que aparentemente constituyen un tejido conjuntivo del colectivo humano; pero durante los perodos de crisis, las clases intermedias gravitan, segn sus ideas e intereses, hacia una u otra de las clases fundamentales. Una muy importante generaliza- cin! Igual que la medicina cientfica proporciona no slo la posibilidad de curar al enfermo, sino de enviar al sano a reunirse con sus antepasados por el camino ms corto, as el anlisis cientfico de las relaciones de clase, predestinado por su creador a la movilizacin del proletariado, per- miti a Mussolini, despus de haber saltado al campo opuesto, movilizar a las clases medias contra el proletariado. Hitler realiz la misma proeza al traducir la metodologa del fascismo al lenguaje del misticismo alemn. Las hogueras en que arde la impa literatura del marxismo iluminan radiantemente la naturaleza de clase del nacionalsocialismo. Aun cuando los nazis actuaban como partido y no como poder estatal, no pudieron acercarse en absoluto a la clase obrera. Por otra parte, la gran burguesa, incluso aquella que apoy a Hitler financieramente, no los considera como su partido. El renacimiento nacional descansa por completo en las cla- ses medias, la parte ms atrasada de la nacin, el pesado lastre de la his- toria. El arte poltico consiste en fundir la unidad de la pequeoburguesa mediante su hostilidad comn hacia el proletariado. Qu hay que hacer para mejorar las cosas? Ante todo, aplastar a los que estn abajo. Impotente ante el gran capital, la pequeoburguesa espera reconquistar en el futuro su dignidad social con la ruina de los obreros. Los nazis califican su golpe con el nombre usurpado de revolucin. En rea- lidad, en Alemania lo mismo que en Italia, el fascismo deja intacto el siste- ma social. Tomado en s mismo, el golpe de Hitler no tiene derecho siquie- ra al nombre de contrarrevolucin. Pero no se puede considerar como un acontecimiento aislado; es la conclusin de un ciclo de convulsiones que empezaron en Alemania en 1918. La revolucin de Noviembre, que dio el poder a los soviets obreros y campesinos, fue proletaria en su tendencia fun- damental. Pero el partido que estaba al frente del proletariado devolvi el poder a la burguesa. En este sentido, la socialdemocracia abri la era de la contrarrevolucin antes de que la revolucin pudiera acabar su labor. Sin embargo, en tanto la burguesa dependa de la socialdemocracia, y, conse- cuentemente, de los obreros, el rgimen conserv elementos de compromi- so. A pesar de que la situacin interior e internacional no dejaba al capita- lismo alemn ms lugar para concesiones. Mientras la socialdemocracia sal- vaba a la burguesa de la revolucin proletaria, el fascismo vino a su vez a liberar a la burguesa de la socialdemocracia. El golpe de Hitler es slo el eslabn final de la cadena de cambios contrarrevolucionarios. La pequeoburguesa es hostil a la idea de desarrollo, puesto que el desa- rrollo avanza contra ella; el progreso no le ha trado ms que deudas impa- 128 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... que buscas, a bajo precio y de calidad an ms baja! Recuerdos de los das felices de la libre competencia, y evocaciones nebulosas de la estabili- dad de la sociedad sin clases; esperanzas en el renacimiento del imperio colonial, sueos de una economa autrquica; frases sobre el retorno de la ley romana a la germnica y proclamaciones sobre una moratoria nortea- mericana; una hostilidad envidiosa hacia la desigualdad en la persona del propietario de un coche, y un temor animal a la igualdad en la persona de un obrero con gorra y sin cuello duro; el desenfreno del nacionalismo, y el temor a los acreedores mundiales... todo el rechazo del pensamiento poltico internacional ha ido a llenar el tesoro espiritual del nuevo mesia- nismo germnico. El fascismo ha hecho accesible la poltica a los bajos fondos de la socie- dad. En la actualidad, no slo en los hogares campesinos, sino tambin en los rascacielos urbanos, viven conjuntamente los siglos XX y X o XIII. Cien millones de personas utilizan la electricidad y todava creen en el poder mgico de gestos y exorcismos. El papa de Roma transmite por la radio la milagrosa transformacin del agua en vino. Los astros del cine van a los mediums. Los aviadores que pilotean milagrosos mecanismos creados por el genio del hombre utilizan amuletos en sus ropas. Qu reservas inagotables de oscurantismo, ignorancia y barbarie! La desespe- racin los ha puesto en pie, el fascismo les ha dado una bandera. Todo lo que deba haberse eliminado del organismo nacional en forma de excre- mento cultural en el curso del desarrollo normal de la sociedad lo arroja por la boca ahora la sociedad capitalista que vomita la barbarie no dige- rida. Tal es la fisiologa del nacionalsocialismo. El fascismo alemn, como el italiano, se elev al poder sobre las espaldas de la pequeoburguesa, que se convirti en un ariete contra las organiza- ciones de la clase obrera y las instituciones de la democracia. Pero el fas- cismo en el poder es cualquier cosa menos el gobierno de la pequeobur- guesa. Por el contrario, es la dictadura ms despiadada del capital mono- polista. Mussolini tiene razn: las clases medias son incapaces de polti- cas independientes. Durante perodos de grandes crisis son llamadas a seguir hasta el absurdo la poltica de una de las dos clases fundamentales. El fascismo logr ponerlas al servicio del capital. Consignas tales como el control estatal de los trusts y la supresin de los ingresos no provenientes del trabajo fueron arrojadas por la borda inmediatamente despus de la toma del poder. En su lugar, el particularismo de las tierras alemanas, que se apoyaba en las peculiaridades de la pequeoburguesa, dej paso al centralismo capitalista-policaco. Cada xito de la poltica interior o exte- rior del nacionalsocialismo significar inevitablemente el ulterior aplasta- miento del pequeo capital por el grande. 131 miento retorna de nuevo al reino de los absolutos. Einstein ha sido obli- gado a buscar refugio fuera de las fronteras de Alemania. En el plano de la poltica, el racismo es una variedad superficial y altiso- nante de chovinismo asociado a la frenologa. As como la nobleza arrui- nada busca consuelo en la aristocracia de su sangre, la pequeoburguesa pauperizada se embriaga con cuentos sobre las superioridades especiales de su raza. Es digno de atencin el hecho de que los dirigentes del nacio- nalsocialismo no son nativos de Alemania, sino originarios de Austria, como el mismo Hitler; de las antiguas provincias blticas del imperio del zar, como Rosenberg; y de los pases coloniales, como Hess*, que es el suplente actual de Hitler en la direccin del partido. Fue preciso un estr- pito brbaro de nacionalismo en los lmites de la civilizacin para imbuir en sus lderes las ideas que ms tarde hallaron respuesta en los corazo- nes de las clases ms brbaras de Alemania. La individualidad y la clase -el liberalismo y el marxismo- son el mal. La nacin, el bien. Pero en el umbral de la propiedad privada, esta filosofa se convierte en su opuesta. La salvacin reside slo en la propiedad pri- vada individual. La idea de la propiedad nacional es el fruto del bolche- vismo. Divinizando la nacin, la pequeoburguesa no quiere entregarle nada. Por el contrario, espera que la nacin le regale la propiedad y le pro- teja del obrero y del alguacil. Desgraciadamente, el Tercer Reich no va a regalar nada a la pequeoburguesa, excepto nuevos impuestos. En la esfera de la economa moderna, internacional en sus lazos y anni- ma en sus mtodos, el principio de la raza parece desenterrado de un cementerio medieval. Los nazis realizan concesiones por adelantado; la pureza de la raza, que tiene que ser certificada en el reino de espritu por un pasaporte, tiene que ser demostrada en la esfera de la economa mediante la eficacia. Bajo las condiciones actuales, esto significa la capa- cidad competitiva. Por la puerta trasera, el racismo vuelve al liberalismo econmico, desprendido de las libertades polticas. El nacionalismo en economa se reduce, en la prctica, a las explosio- nes impotentes aunque brutales del antisemitismo. Los nazis apartan del sistema econmico moderno al usurero o al capital bancario porque es el espritu del mal; y, como es bien sabido, es precisamente en esta esfera donde la burguesa juda ocupa una posicin importante. Inclinndose ante el capitalismo en su conjunto, la pequeoburguesa declara la guerra contra el malvado espritu del lucro, el cual adopta la forma del judo polaco, con un largo caftn, y por lo general sin un cn- timo en su bolsillo. El progrom se vuelve la evidencia suprema de la superioridad racial. El programa con que el nacionalsocialismo lleg al poder recuerda mucho -ay!- el almacn judo de una provincia retirada. Aqu encuentras todo lo 130 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... tino de los dirigentes nazis a declaraciones de paz slo puede embaucar a los bobalicones. Qu otro mtodo queda a disposicin de Hitler sino tras- ladar la responsabilidad de los aprietos interiores a los enemigos externos y acumular bajo la prensa de la dictadura la fuerza explosiva del naciona- lismo? Esta parte del programa, subrayada abiertamente incluso antes de la toma del poder por los nazis, est ahora llevndose a cabo con una lgi- ca inflexible a los ojos de todo el mundo. La fecha de la nueva catstrofe europea la determinar el tiempo necesario para el armamento de Alemania. No es cuestin de meses, pero tampoco de dcadas. Pasarn, no obstante, algunos aos antes de que Europa se sumerja de nuevo en una guerra, a menos que las fuerzas internas de Alemania se anticipen a Hitler a tiempo. 133 El programa de las ilusiones pequeoburguesas no puede descartarse; est sencillamente desgarrado de la realidad y disuelto en actos rituales. La unificacin de todas las clases se reduce al trabajo obligatorio semi-sim- blico y a la confiscacin del Primero de Mayo en beneficio del pueblo. El mantenimiento de la escritura gtica contra la latina es una venganza simblica por el yugo del mercado mundial. La dependencia de los ban- queros internacionales, entre ellos numerosos judos, no disminuye ni un pice, por lo que est prohibido matar animales segn el ritual talmdico. Si el camino del infierno est empedrado de buenas intenciones, las ave- nidas del Tercer Reich estn empedradas de smbolos. Al reducir el programa de las ilusiones pequeoburguesas a una pura mas- carada burocrtica, el nacionalsocialismo se eleva por encima de la nacin como la peor forma de imperialismo. Son absolutamente vanas las espe- ranzas de que el gobierno de Hitler caer hoy o maana, vctima de su incoherencia interna. Los nazis necesitaban un programa para tomar el poder; pero el poder no sirve en modo alguno a Hitler para realizar el pro- grama. Sus tareas le son asignadas por el capital monopolista. La concen- tracin compulsiva de todas las fuerzas y recursos del pueblo en inters del imperialismo -la verdadera misin histrica de la dictadura fascista- significa la preparacin para la guerra; y esta tarea, a su vez, no tolera nin- guna resistencia interna y conduce a una posterior concentracin mecni- ca de poder. El fascismo no puede ser reformado ni retirado de escena. Slo puede ser derrocado. La rbita poltica del rgimen descansa en la alternativa: guerra o revolucin. Postscriptum Se aproxima el primer aniversario de la dictadura nazi. Todas las tenden- cias del rgimen han tenido tiempo de asumir un carcter claro y preciso. La revolucin socialista presentada a las masas pequeoburguesas como complemento necesario a la revolucin nacional est condenada y liquidada oficialmente. La fraternidad de las clases encontr su punto culminante en el hecho de que, un da especialmente sealado por el gobierno, los poseedores renuncian a los entremeses y al postre en favor de los no poseedores. La lucha contra el paro se reduce a dividir por dos la semi-racin de hambre. El resto es tarea de la estadstica uniforme. La autarqua planificada es simplemente una nueva fase de la desintegra- cin econmica. Cuanto ms impotente es el rgimen policaco de los nazis en el terreno de la economa nacional, ms obligado se ve a desplazar sus esfuerzos al terreno de la poltica exterior. Esto corresponde plenamente a la dinmica interna del capitalismo alemn, agresivo de pies a cabeza. El viraje repen- 132 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... En el terreno mundial, este mismo proceso liquida los ltimos restos de estabilidad en las relaciones internacionales y lleva hasta sus lmites mxi- mos todo conflicto entre los estados, dejando al descubierto la futilidad de los intentos pacifistas, dando lugar al incremento de los armamentos en una escala nunca alcanzada hasta ahora; todo esto conduce a una nueva guerra imperialista. El fascismo es su artfice y organizador ms consecuente. Por otra parte, la evidencia del carcter totalmente reaccionario, putre- facto y bandidesco del capitalismo moderno, la destruccin de la demo- cracia, del reformismo y del pacifismo, la perentoria y candente necesidad que tiene el proletariado de encontrar una salida al desastre inminente, ponen con renovada fuerza a la orden del da la revolucin internacional. Slo el derrocamiento de la burguesa por el proletariado insurrecto puede salvar a la humanidad de una nueva y devastadora matanza de los pueblos. Los preparativos para una nueva guerra 1. Las razones que provocaron la ltima guerra imperialista, inheren- tes al capitalismo moderno, alcanzaron ahora una tensin infinitamente mayor que a mediados de 1914. El nico factor que frena al imperialismo es el temor a las consecuencias de una nueva guerra. Pero la eficacia de este freno es limitada. El peso de las contradicciones internas empuja a un pas tras otro por la va del fascismo, el que a su vez no podr mantener- se en el poder sin preparar explosiones internacionales. Todos los gobier- nos temen la guerra, pero ninguno tiene libertad para elegir. Sin una revo- lucin proletaria es inevitable una nueva guerra mundial. 2. Europa, escenario reciente de la mayor de las guerras, marcha hacia su decadencia, con avances y retrocesos. La Liga de las Naciones, que segn su programa oficial iba a ser el organizador de la paz pero que en realidad pretenda perpetuar el sistema de Versalles 2 para neutralizar la hegemona de Estados Unidos y constituirse en un baluarte contra el 135 LA GUERRAY LA IV INTERNACIONAL 1 10 de junio de 1934 Len Trotsky La catastrfica crisis comercial, industrial, agraria y financiera, la rup- tura de los lazos econmicos internacionales, la decadencia de las fuerzas productivas de la humanidad, la insostenible agudizacin de las contra- dicciones entre las clases y entre las naciones sealan el ocaso del capita- lismo y confirman la caracterizacin leninista de que la nuestra es una era de guerras y revoluciones. La guerra de 1914 a 1918 fue el comienzo oficial de una nueva poca. Hasta ahora sus acontecimientos polticos ms importantes fueron la con- quista del poder por el proletariado ruso en 1917 y el aplastamiento del proletariado alemn en 1933. Las terribles calamidades que sufrieron los pueblos en todas partes del mundo, e incluso los peligros ms terribles todava que nos acechan, son una consecuencia de que la revolucin de 1917 no se haya expandido con xito en la escena europea y mundial. Dentro de cada uno de los pases, el callejn sin salida del capitalis- mo se expresa en el desempleo crnico, en la disminucin del nivel de vida de los trabajadores, en la ruina del campesinado y la pequeobur- guesa urbana, en la descomposicin y decadencia del estado parlamen- tario, en la monstruosa demagogia social y nacional que emponzo- a al pueblo frente a la liquidacin de las reformas sociales, en el marginamiento y sustitucin de hecho de los viejos partidos gobernantes por un simple aparato militar-policial (el bonapartismo de la decadencia capitalista), en el avance del fascismo, que conquista el poder y aplasta a todas y cada una de las organizaciones proletarias. UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Tomado de la versin publicada enEscritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000, Libro 3. Firmado Secretariado Internacional, Liga Comunista Internacional. En una introduccin del Secretariado Internacional, que haba aprobado las tesis, se dice que en enero de 1934 se haba publicado un primer proyecto en francs destina- do a la discusin. Segn The Case of Leon Trotsky fue escrito en mayo de 1934. 2. Liga de las Naciones. Lenin la llamaba la cueva de los ladrones. Fue creada por la Conferencia de Paz de Versalles en 1919, formalmente como una especie de gobierno mun- dial que evitara, a travs de la cooperacin, el estallido de nuevas guerras. Tratado de Versalles: (28/6/1919) Tratado de paz entre los aliados y Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial. El ms importante de los tratados firmados durante las Conferencias de Paz de Pars. En total, Alemania perdi el 13% de su territorio, del que obtena el 75% de su pro- duccin de hierro, el 30% de acero y el 28% de carbn. Estableca la prdida de las colonias alemanas y la reduccin de su ejrcito a cien mil soldados profesionales y a la prohibicin de poseer artillera pesada y un ejrcito de aire. Obligaba a Alemania a aceptar la plena res- ponsabilidad del estallido de la guerra, con el consiguiente pago de reparaciones. La peticin de revisin de los trminos del mismo se convirti en uno de los temas centrales de la pol- tica interior alemana hasta el ascenso de Hitler al poder. A diferencia de Hungra y Austria, sin embargo el tratado dej a Alemania con suficiente capacidad para rehacerse y exigir su revisin, incluso por la fuerza. equilibrio econmico, al que le bastaba apoyarse en el mercado interno. Esta va esta totalmente agotada. Por supuesto, la superioridad econmica de Estados Unidos no desa- papareci; por el contrario, aument potencialmente debido a la ulterior desintegracin de Europa. Pero las formas en que se manifestaba anti- guamente esta superioridad (tcnica industrial, balanza comercial, estabi- lidad del dlar, deudas europeas) perdieron actualidad; la tcnica indus- trial ya no se utiliza, la balanza comercial es desfavorable, el dlar est en decadencia, las deudas no se pagan. La superioridad de Estados Unidos tiene que expresarse en formas nuevas, a las que slo una guerra les puede allanar el camino. En China unas cuantas divisiones japonesas demostraron la inoperan- cia de la consigna de puertas abiertas. Washington aplica en el lejano Oriente la poltica de provocar en el momento ms propicio un choque entre la URSS y J apn para que ambos se debiliten y poder as trazar sus planes estratgicos en base al estallido de la guerra. Mientras continan por inercia la discusin sobre la liberacin de las Filipinas, los impe- rialistas norteamericanos se disponen en realidad a establecer una base territorial en China y a plantear en la prxima etapa, en el caso de un con- flicto con Gran Bretaa, la cuestin de la liberacin de la India. El capi- talismo norteamericano se enfrenta con los mismos problemas que en 1914 empujaron a Alemania por el camino de la guerra. Ya esta reparti- do el mundo? Hay que volver a repartirlo. Para Alemania se trataba de organizar Europa. Estados Unidos tiene que organizar el mundo. La historia est enfrentando a la humanidad con la erupcin volcnica del imperialismo norteamericano. 5. Al tardo capitalismo japons, que se alimenta del atraso, la pobreza y la barbarie, sus insoportables lceras y abscesos internos lo arrastran a un incesante saqueo piratesco. La falta de una base industrial propia y la extrema precariedad de todo su sistema social hacen del capitalismo japo- ns el ms agresivo y desenfrenado de todos. Sin embargo, el futuro demostrar que esta vida agresividad esconde una fuerza real muy limi- tada. J apn puede ser el primero en dar la seal de partida para la guerra, pero en ese pas semifeudal, acosado por todas las contradicciones que desgarraron a la Rusia zarista, puede sonar antes que en cualquier otro lado el clarn que llame a la revolucin. 6. Sin embargo, sera muy aventurado predecir con toda precisin dnde y cundo se disparar el primer tiro. Por influencia del acuerdo sovitico-norteamericano, as como de sus dificultades internas, J apn puede replegarse provisoriamente. Pero las mismas circunstancias pueden obligar tambin a la camarilla militar japonesa a asestar el golpe mientras todava est a tiempo. Se decidir el gobierno francs a lanzar una guerra preventiva, y sta no se convertir, con la ayuda de Italia, en una guerra 137 Oriente Rojo, no pudo soportar el impacto de las contradicciones im- perialistas. Slo los socialpatriotas ms cnicos (Henderson*, Vandervelde*, J ouhaux* y otros) intentan todava relacionar con la Liga las perspectivas del desarme y del pacifismo. En realidad, la Liga de las Naciones pas a ser una ficha secundaria en el tablero de ajedrez de las combinaciones imperialistas. La tarea principal de la diplomacia, que ahora se realiza con el respaldo de Ginebra, consiste en buscar aliados militares, es decir, en preparar febrilmente la nueva carnicera. A la vez crece constantemente la fabricacin de armamentos, a la que la Alemania fascista le dio un nuevo y gigantesco impulso. 3. El desastre de la Liga de las Naciones est indisolublemente ligado con el comienzo del colapso de la hegemona francesa en el continente euro- peo. Como era de esperar, la potencia demogrfica y econmica de Francia demostr ser una base demasiado estrecha para el sistema de Versalles. El imperialismo francs, armado hasta los dientes, pese a su carcter aparente- mente defensivo, dado que se ve obligado a defender con acuerdos lega- les los frutos de sus saqueos y expoliaciones, sigue siendo esencialmente uno de los factores ms importantes de una nueva guerra. Impulsado por sus insostenibles contradicciones y por las consecuencias de la derrota, el capitalismo alemn se vio obligado a sacarse el chaleco de fuerza del pacifismo democrtico y ahora sale a la palestra como la principal amenaza al sistema de Versalles. Los acuerdos entre los estados del conti- nente europeo todava se orientan, en lo fundamental, segn el criterio de vencedores y vencidos. Italia juega el papel de un intermediario traidor, dis- puesto, en el momento decisivo, a vender su amistad al ms fuerte, como lo hizo durante la ltima guerra. Inglaterra intenta mantener su independencia -una mera sombra de su antiguo esplndido aislamiento- con la esperanza de aprovechar los antagonismos europeos, las contradicciones entre Europa y Norteamrica, los conflictos inminentes en el Lejano Oriente. Pero la Inglaterra dominante no logra concretar sus proyectos. Aterrorizada por la desintegracin de su imperio, por el movimiento revolucionario de la India, por la inestabilidad de sus posiciones en China, la burguesa britnica oculta tras la repugnante hipocresa de MacDonald* y Henderson su vida y cobar- de poltica de esperar y maniobrar, que a su vez constituye una de las razo- nes principales de la inestabilidad general de hoy y de las catstrofes de maana. 4. El perodo de la guerra y la postguerra provoc grandes cambios en la situacin interna e internacional de Estados Unidos. La gigantesca superioridad econmica de Estados Unidos sobre Europa y por lo tanto sobre el mundo entero permiti a la burguesa norteamericana aparecer en la primera etapa de la postguerra como un desinteresado conciliador, defensor de la libertad de los mares y de las puertas abiertas. Pero la crisis industrial y comercial revel con fuerza terrible la ruptura del viejo 136 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... parte de Francia y sus satlites, precisamente porque, pese a la terrible cri- sis, se debilit el peligro del comunismo. Por lo tanto, al menos en gran medida, hay que atribuir los xitos diplomticos de la Unin Sovitica al debilitamiento de la revolucin mundial. 8. Sin embargo, sera un error fatal considerar totalmente excluida la posibilidad de una intervencin armada contra la Unin Sovitica. Si bien perdieron aspereza las relaciones coyunturales, las contradicciones entre los sistemas sociales conservan toda su fuerza. La constante decadencia del capitalismo llevar a los gobiernos burgueses a tomar decisiones radi- cales. Cualquier gran guerra, ms all de cules sean sus motivos inicia- les, plantear abiertamente el problema de la intervencin militar contra la URSS como medio de inyectar sangre fresca en las esclerticas venas del capitalismo. La indudable degeneracin burocrtica del estado sovitico, que se sigue profundizando, as como el carcter nacional-conservador de su poltica exterior, no cambian el carcter social de la Unin Sovitica, que sigue siendo el primer estado obrero. Todo tipo de teora democrtica, ide- alista, ultraizquierdista y anarquista que ignore que las relaciones de pro- piedad soviticas son socialistas por su tendencia, y disimule la contra- diccin de clase entre el estado burgus y la URSS o la niegue, llevar inevitablemente, sobretodo si se declara la guerra, a conclusiones polticas contrarrevolucionarias. Defender a la Unin Sovitica de los ataques de los enemigos capita- listas, ms all de las circunstancias y causas inmediatas del conflicto, es obligacin elemental de toda organizacin obrera honesta. La defensa nacional 9. El estado nacional creado por el capitalismo en su lucha contra el localismo de la Edad Media pas a ser el clsico terreno de lucha del capi- talismo. Pero ni bien se conform se transform en un freno del desarrollo econmico y cultural. La contradiccin entre las fuerzas productivas y los lmites del estado nacional, junto con la contradiccin principal -entre las fuerzas productivas y la propiedad privada de los medios de produccin- dieron carcter mundial a la crisis del capitalismo como sistema social. 10. Si se pudieran borrar de un golpe las fronteras nacionales, las fuer- zas productivas, incluso bajo el capitalismo, podran seguir desarrolln- dose durante un tiempo -aunque es cierto que al precio de grandes sacrifi- cios-. Como lo demuestra la experiencia de la URSS, aboliendo la pro- piedad privada de los medios de produccin las fuerzas productivas pue- den llegar a un nivel de desarrollo todava mayor, incluso dentro de los lmites de un solo estado. Pero slo la abolicin de la propiedad privada y 139 generalizada? O, por el contrario, mientras espera y maniobra, y bajo la presin de Inglaterra, no se decidir Francia por el acuerdo con Hitler, allanndole as el camino para atacar en el Este? No ser una vez ms la Pennsula Balcnica el instigador de la gue- rra? O sern los pases danubianos los que tomen esta vez la iniciativa? La multiplicidad de los factores y el entrelazamiento de las fuerzas en con- flicto excluyen la posibilidad de un pronstico concreto. Pero la tendencia general del proceso es absolutamente clara: el perodo de postguerra se transform simplemente en un intervalo entre dos guerras, intervalo que ya llega a su fin. El capitalismo planificado, corporativo o de estado, que va de la mano con el estado autoritario, bonapartista o fascista, sigue sien- do una utopa y una mentira, ya que oficialmente se plantea el objetivo de lograr una economa nacional armoniosa sobre la base de la propiedad pri- vada. Pero constituye una realidad amenazante en la medida en que con- centra todas las fuerzas econmicas de la nacin en la preparacin de una nueva guerra. Esta tarea se realiza ahora a todo vapor. Otra gran guerra golpea a nuestras puertas. Ser ms cruel y destructiva que la anterior. Este solo hecho determina que la actitud hacia la prxima guerra sea el problema bsico de la poltica proletaria. La URSS y la guerra imperialista 7. Tomado a escala histrica, el antagonismo entre el imperialismo mundial y la Unin Sovitica es infinitamente ms profundo que los que oponen entre s a los distintos pases capitalistas. Pero la intensidad de la contradiccin de clase entre el estado obrero y los estados capitalistas vara de acuerdo a la evolucin del estado obrero y a los cambios en la situacin mundial. El monstruoso desarrollo del burocratismo sovitico y las difciles condiciones de vida de las masas trabajadoras redujeron drs- ticamente la fuerza de atraccin del estado obrero sobre el proletariado de todo el mundo. A su vez, las graves derrotas de la Comintern y la poltica exterior nacional-pacifista del gobierno sovitico no podan menos que aminorar las aprensiones de la burguesa mundial. Finalmente, la nueva agudizacin de las contradicciones internas del mundo capitalista obliga a los gobiernos de Europa y Norteamrica a aproximarse a la URSS en esta etapa. No lo hacen desde la perspectiva del problema fundamental, capi- talismo o socialismo, sino teniendo en cuenta el rol coyuntural que puede jugar el estado sovitico en la lucha entre las potencias imperialistas. Los pactos de no agresin, el reconocimiento de la URSS por el gobierno de Washington, etctera, son manifestaciones de esta situacin internacional. Los persistentes esfuerzos de Hitler por legalizar el rearme alemn sea- lando el peligro oriental todava no encuentran respuesta, en especial de 138 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... las utopas. Ningn gobierno ceder pacficamente una sola pulgada de terre- no. Una nueva guerra redividira a Europa segn el mapa establecido por la guerra, no segn las fronteras nacionales. El objetivo de la total autodeter- minacin nacional y la colaboracin pacfica entre todos los pueblos de Europa slo se puede lograr en base a la unificacin econmica del conti- nente, una vez eliminado el dominio burgus. La consigna de los Estados Unidos de Europa no hace solamente a la salvacin de los pueblos balcni- cos y danubianos sino tambin a la de los pueblos de Alemania y Francia. 16. Un problema especial y muy importante es el de los pases colo- niales y semicoloniales de Oriente, que ya estn luchando por su estado nacional independiente. Su lucha es doblemente progresiva: al hacer rom- per a los pueblos atrasados con el asiatismo, el localismo y la dominacin extranjera asestan poderosos golpes a los estados imperialistas. Pero desde ya hay que plantearse claramente que las tardas revoluciones de Asia y frica son incapaces de abrir una nueva era de renacimiento del estado nacional. La liberacin de las colonias no ser mas que un gigantesco epi- sodio de la revolucin socialista mundial, as como el tardo golpe demo- crtico de Rusia no fue ms que la introduccin a la revolucin socialista. 17. En Sud Amrica, donde el capitalismo retrasado y ya en decaden- cia se apoya en condiciones de vida semifeudales, es decir semiserviles, los antagonismos mundiales provocan una dura lucha entre las camarillas compradoras, continuos choques y prolongados conflictos armados entre los Estados. La burguesa norteamericana, que durante su ascenso histri- co pudo unificar en una sola federacin la mitad norte del continente, ahora utiliza toda la fuerza que logr gracias a esa unificacin para des- unir, debilitar y esclavizar a la mitad sur. Sud y Centroamrica slo podrn liquidar el atraso y la esclavitud uniendo sus Estados en una nica y pode- rosa federacin. Pero no ser la atrasada burguesa sudamericana, agencia totalmente venal del imperialismo extranjero, quien cumplir esta tarea, sino el joven proletariado sudamericano, llamado a dirigir a las masas oprimidas. Por lo tanto, la consigna que debe guiar la lucha contra la vio- lencia y las intrigas del imperialismo mundial y contra la sangrienta dominacin de las camarillas compradoras nativas es: Por los Estados Unidos Soviticos de Sud y Centroamrica. En todos lados el problema nacional se mezcla con el social. Slo la conquista del poder por el proletariado mundial garantizar la paz real y duradera para todas las naciones del planeta. La defensa de la democracia 18. La impostura de la defensa nacional siempre trata de ocultarse tras la impostura de la defensa de la democracia. Si incluso ahora, en la poca del imperialismo, los marxistas no identifican democracia con fascismo y 141 de las barreras estatales entre las naciones puede crear las condiciones para un nuevo sistema econmico: la sociedad socialista. 11. La defensa del estado nacional, sobretodo en la que fue su cuna -la balcanizada Europa-, es desde todo punto de vista un objetivo reacciona- rio. El estado nacional, con sus fronteras, pasaportes, sistema monetario, mercancas y ejrcito para proteger sus mercancas, se transform en un tremendo impedimento para el desarrollo cultural y econmico de la humanidad. El objetivo del proletariado no es la defensa del estado nacio- nal sino su liquidacin total y absoluta. 12. Si el estado nacional actual fuera un factor progresivo habra que defenderlo sin tener en cuenta su forma poltica ni, por supuesto, quin empez la guerra. Es absurdo confundir el problema de la funcin his- trica del estado nacional con el de la culpa de determinado gobierno. Es posible rehusarse a salvar una casa que se puede utilizar como vivien- da porque el incendio comenz por descuido o mala intencin de su pro- pietario? Pero en este caso la casa no sirve para vivir sino para morir en ella. Para que los pueblos puedan vivir hay que eliminar de raz la estruc- tura del estado nacional. 13. El socialista que predica la defensa del estado nacional es un reaccionario pequeoburgus al servicio del capitalismo decadente. Slo el partido que ya en poca de paz luch irreconciliablemente contra el estado nacional puede no atarse a ste durante la guerra, puede seguir el mapa de la lucha de clases y no el de las batallas blicas. La vanguardia proletaria nicamente se volver invulnerable a toda suerte de patriotismo nacional si comprende plenamente el rol objetivamente reaccionario del estado imperialista. Esto significa que slo se puede romper con la ideo- loga y la poltica de la defensa nacional desde la perspectiva de la revo- lucin proletaria internacional. La cuestin nacional y la guerra imperialista 14. A la clase obrera no le es indiferente su nacin. Por el contrario; justamente porque la historia coloca el destino de la nacin en sus manos, la clase obrera se niega a confiarle la conquista de la libertad y la inde- pendencia nacional al imperialismo, que salva a la nacin para some- terla maana a nuevos peligros mortales en funcin de los intereses de una insignificante minora de explotadores. 15. Aunque utiliz a la nacin para desarrollarse, en ningn lado, en nin- gn rincn del mundo, el capitalismo resolvi plenamente el problema nacio- nal. Las fronteras de la Europa de Versalles se grabaron sobre el organismo vivo de las naciones. La idea de volver a dividir la Europa capitalista para que las fronteras estatales se correspondan con las nacionales es la mayor de 140 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... objetivos la vanguardia revolucionaria har frente nico con otras organi- zaciones obreras -contra su propio gobierno democrtico- pero en ningn caso con su gobierno contra el pas enemigo. 22. La guerra imperialista deja atrs el problema de la forma estatal del dominio capitalista. Le plantea a cada burguesa nacional el problema del destino del capitalismo nacional y a la burguesa de todos los pases el del destino del capitalismo en general. El proletariado tambin debe plantear- se as la cuestin, capitalismo o socialismo, triunfo de uno de los bandos imperialistas o revolucin proletaria. Defensa de los Estados pequeos y neutrales 23. La concepcin de la defensa nacional, especialmente cuando coin- cide con la idea de la defensa de la democracia, puede confundir ms fcil- mente a los trabajadores de los pases pequeos y neutrales (Suiza, en parte Blgica, los pases escandinavos...), los que, al no poder plantearse una poltica independiente de conquista, presentan la defensa de sus fron- teras nacionales como un dogma irrefutable y absoluto. Pero precisamente el ejemplo de Blgica nos demuestra cmo la neutralidad formal es natu- ralmente remplazada por un sistema de pactos imperialistas y hasta qu punto la guerra por la defensa nacional lleva inevitablemente a una paz anexionista. El carcter de la guerra no est determinado por el episodio inicial tomado aisladamente (violacin de la neutralidad, invasin ene- miga, etctera) sino por las fuerzas fundamentales que actan en ella, por todo su desarrollo y por las consecuencias a las que conduce finalmente. 24. Desde ya podemos dar por sentado que la burguesa suiza no tomar la iniciativa de la guerra. En este sentido, le asiste mucho ms derecho formal que a cualquier otra burguesa para hablar de su posicin defensiva. Pero desde el momento en que el desarrollo de los acontecimientos arrastre a Suiza a la guerra, sta perseguir objetivos tan imperialistas como los de las dems potencias beligerantes. Si se viola la neutralidad la burguesa suiza se unir al ms fuerte de los dos bandos atacantes, sin interesarle a cul le cabe mayor responsabilidad por esa violacin y en cul de ellos hay mayor democracia. As, durante la ltima guerra, Blgica, aliada del zarismo, de ningn modo abandon el bando aliado cuando ste viol la neutralidad de Grecia. Slo un burgus irremediablemente tonto de una aldea suiza olvidada de la mano de Dios (como Robert Grimm 4 ) puede creerse realmente que 143 estn dispuestos en todo momento a rechazar los ataques del fascismo a la democracia, no debera el proletariado, si se declara la guerra, apoyar a los gobiernos democrticos contra los fascistas? Flagrante sofisma! Defendemos a la democracia contra el fascismo por medio de las organizaciones y mtodos del proletariado. A diferencia de la socialdemocracia, no le confiamos esta defensa al estado burgus (Staat, greif zu! [Estado, interviene!]). Y si nos oponemos de manera irreconciliable a la mayor parte de los gobiernos democrticos en po- cas de paz, cmo podemos asumir la ms mnima responsabilidad por ellos durante la guerra, cuando todas las infamias y crmenes del capita- lismo se llevan a cabo de la manera ms brutal y sangrienta? 19. Una guerra moderna entre las grandes potencias no ser una lucha entre la democracia y el fascismo sino un conflicto entre dos sectores imperialistas por un nuevo reparto del mundo. Adems, inevitablemente asumir un carcter internacional y en ambos bandos habr estados fas- cistas (semifascistas, bonapartistas, etctera) y democrticos. La expre- sin republicana del imperialismo francs no dej de apoyarse en pocas de paz en las dictaduras militar-burguesas de Polonia, Yugoslavia y Rumania 3 , como no vacilar, en caso de necesidad, en restaurar la monar- qua austro-hngara como barrera contra la unificacin de Austria con Alemania. Finalmente, en la propia Francia, la democracia parlamentaria, ya muy debilitada, ser indudablemente una de las primeras vctimas de la guerra, si es que no se la derriba antes de que sta estalle. 20. La burguesa de una buena cantidad de pases civilizados ya demostr y contina demostrando cmo, cuando la amenaza un peligro interno, cambia sin muchas dificultades su forma parlamentaria de gobier- no por una forma autoritaria, dictatorial, bonapartista o fascista. Mucho ms rpida y resueltamente cambiar durante la guerra, cuando los peli- gros internos y externos amenazarn con fuerza diez veces mayor sus inte- reses de clase fundamentales. En estas condiciones, el apoyo de un parti- do obrero a su imperialismo nacional en funcin de una frgil cobertura democrtica significa la renuncia a aplicar una poltica independiente y la desmoralizacin chovinista de los trabajadores, es decir, la destruccin del nico factor que puede salvar a la humanidad del desastre. 21. La lucha por la democracia durante la guerra significar sobre- todo la lucha por preservar a la prensa y las organizaciones obreras contra la desenfrenada censura y la autoridad de los militares. En base a estos 142 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 3. Dictaduras militares en Polonia, Yugoslavia, Rumania apoyadas por Francia: en la segunda mitad de los aos veinte, estos tres pases europeos sufrieron golpes de estado que instalaron dictaduras semi-fascistas presididas por reyes (Yugoslavia y Rumania) o autori- dades civiles (Polonia). 4. Grimm, Robert: socialpatriota suizo plante que era necesario replantear la estrate- gia proletaria respecto a la defensa de la URSS en base a episodios tcticos como la inva- sin a Finlandia por el Ejrcito Rojo. Rosa Luxemburgo* liquid esta cuestin con las siguientes palabras: O la lucha de clases constituye la ley imperativa de la existencia proleta- ria tambin durante la guerra [] o la lucha de clases constituye un crimen contra los intereses nacionales y la seguridad de la patria tam- bin en poca de paz. El fascismo transform las ideas de los intere- ses nacionales y la seguridad de la patria en cadenas y grillos para el proletariado. 27. La socialdemocracia alemana apoy la poltica exterior de Hitler hasta el mismo momento en que la expuls. El reemplazo final de la democracia por el fascismo demostr que la socialdemocracia es patrio- ta mientras el rgimen poltico le garantiza sus beneficios y privilegios. Al encontrarse en el exilio, los ex patriotas de los Hohenzollern 5 cambian de cara y estn muy dispuestos a aceptar una guerra preventiva de la bur- guesa francesa contra Hitler. Sin ninguna dificultad la Segunda Internacional amnisti a Wels* y Ca., quienes maana volvern a con- vertirse en ardientes patriotas si la burguesa alemana les tiende un solo dedito de apoyo. 28. Los franceses, los belgas y otros socialistas respondieron a los acontecimientos alemanes con la alianza abierta con su propia burguesa alrededor del problema de la defensa nacional. Mientras la Francia ofi- cial libraba una guerra pequea, insignificante, pero excepcionalmen- te atroz contra Marruecos 6 , la socialdemocracia y los sindicatos refor- mistas de ese pas discutan en sus congresos la inhumanidad de la guerra en general, ya que tenan en mente solamente la guerra de revancha por parte de Alemania. Cuando la repblica burguesa se vea amenazada en una gran guerra estos partidos, que apoyan las brutalidades de los ladro- nes coloniales que solamente persiguen aumentar sus ganancias, apoyarn tambin con los ojos cerrados a cualquier gobierno nacional. 29. La incompatibilidad entre la poltica socialdemcrata y los intere- ses histricos del proletariado es ahora incomparablemente ms profunda y severa que en vsperas de la guerra imperialista. La lucha contra los pre- juicios patriticos de las masas significa antes que nada la lucha irrecon- ciliable contra la Segunda Internacional como organizacin, como parti- do, como programa, como bandera. 145 la guerra a la que se ve arrastrado se libra en defensa de la independencia suiza. As como la guerra anterior barri con la neutralidad de Blgica, la prxima no dejar ni rastros de la independencia suiza. Que despus de la guerra, Suiza conserve su carcter de Estado, aunque sin su independen- cia, o que sea dividida entre Alemania, Francia e Italia depende de una cantidad de factores europeos y mundiales, entre los cuales la defensa nacional de Suiza ocupa un lugar insignificante. En consecuencia, vemos que las leyes del imperialismo no hacen nin- guna excepcin siquiera con la neutral y democrtica Suiza, un Estado que no posee colonias y donde la idea de la defensa nacional se nos presenta en su forma ms pura. A la exigencia de la burguesa de unirse a la pol- tica de defensa nacional, el proletariado suizo debe responder con una poltica de defensa de clase, para pasar luego a la ofensiva revolucionaria. La II Internacional y la guerra 25. La lnea de la defensa nacional es una consecuencia del dogma de que la solidaridad entre las clases de una misma nacin est por encima de la lucha de clases. En realidad, ninguna clase poseedora reconoci nunca la defensa de la patria como tal, es decir, bajo cualquier condicin; siem- pre ocult con esta frmula la proteccin a su posicin privilegiada den- tro de la patria. Las clases dominantes derrocadas siempre se vuelven derrotistas y estn muy dispuestas a reconquistar sus privilegios con la colaboracin de las armas extranjeras. Las clases oprimidas, no conscientes de sus propios intereses y acos- tumbradas a los sacrificios, toman literalmente la consigna de la defensa nacional, como una obligacin absoluta que est por encima de las cla- ses. El crimen histrico fundamental de los partidos de la Segunda Internacional consiste en que apoyan y fortalecen los hbitos y tradiciones serviles de los oprimidos, neutralizan su indignacin revolucionaria y fal- sean su conciencia revolucionaria con la ayuda de las ideas patriticas. El proletariado europeo no derroc a la burguesa despus de la gue- rra; la humanidad se debate ahora en la agona de la crisis; una nueva gue- rra amenaza con transformar en montones de ruinas las ciudades y los campos. Sobre la Segunda Internacional recae la principal responsabilidad por todos estos crmenes y calamidades. 26. La poltica del socialpatriotismo dej a las masas inermes frente al fascismo. Si durante la guerra hay que dejar de lado la lucha de cla- ses en beneficio de los intereses nacionales, entonces tambin hay que dejar de lado el marxismo durante una gran crisis econmica, que pone a la nacin tan en peligro como una guerra. Ya en abril de 1915 144 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 5. Hohenzollern: dinasta que gobern Alemania desde 1871 hasta la Revolucin de Noviembre de 1918, que derroc a la monarqua y tras de la cual abdic el Kaiser Guillermo. 6. En 1933 y 1934 los imperialistas franceses frecuentemente informaron de la utiliza- cin de aeroplanos, tanques, caballera e infantera para someter a los rebeldes del norte de Africa, particularmente a los bereberes en Marruecos. En marzo de 1934 anunciaron la vic- toria sobre los rebeldes y dijeron que alrededor de ciento cincuenta mil moros haban entre- gado las armas. 32. Los centristas de izquierda, que a su vez se distinguen por una gran variedad de matices (SAP en Alemania, OSP en Holanda, ILP 9 en Inglaterra, los grupos de Ziromski 10 y Marceau Pivert* en Francia y otros) renuncian de palabra a la defensa de la patria. Pero de esta mera renuncia no extraen las necesarias conclusiones prcticas. La mayor parte de su internacionalismo, si no sus nueve dcimas partes, es de carcter platni- co. Temen romper con los centristas de derecha; en nombre de la lucha contra el sectarismo combaten al marxismo, se niegan a trabajar por una internacional revolucionaria y siguen en la Segunda Internacional, cuyo jefe es el lacayo del rey, Vandervelde. Aunque en determinados momen- tos reflejan el vuelco hacia la izquierda de las masas, en ultima instancia los centristas frenan el reagrupamiento revolucionario del proletariado y la lucha contra la guerra. 33. Por su misma esencia el centrismo representa debilidad y vacila- cin. Pero la cuestin de la guerra es la menos favorable a una poltica vaci- lante. Para las masas el centrismo es siempre nada ms que una breve etapa de transicin. El creciente peligro de guerra provocar cada vez diferen- ciaciones mayores dentro de los grupos centristas que ahora dominan en el movimiento obrero. La vanguardia proletaria estar tanto mejor armada para luchar contra la guerra cuanto ms rpida y completamente se libre de las garras del centrismo. La condicin necesaria para lograrlo es plantear clara e intransigentemente todos los problemas relacionados con la guerra. La diplomacia sovitica y la revolucin internacional 34. Despus de la conquista del poder el propio proletariado asume la posicin de la defensa de la patria. Pero en este caso la frmula adquiere un contenido histrico totalmente distinto. El estado obrero ais- lado no es una entidad autosuficiente sino slo terreno frtil para la 147 El centrismo y la guerra 30. La primera guerra imperialista liquid totalmente a la Segunda Internacional como partido revolucionario, creando as la necesidad de formar la Tercera Internacional y la posibilidad de hacerlo. Pero la revolucin republicana en Alemania y en Austria-Hungra, la demo- cratizacin del sufragio en una cantidad de pases, las concesiones que durante los primeros aos de postguerra hizo la atemorizada burguesa europea en el plano de la legislacin social, todo esto aunado con la desastrosa poltica de los epgonos del leninismo, dieron a la Segunda Internacional un respiro considerable. Pero ya no como partido revolu- cionario sino como partido obrero conservador-liberal partidario de las reformas pacficas. Sin embargo, muy pronto -con el advenimiento de la ltima crisis mundial- se demostraron agotadas todas las posibilida- des de reforma. La burguesa pas a contraatacar. La socialdemocracia traidoramente entreg una conquista tras otra. Estos ltimos aos todos los tipos de reformismo -parlamentario, sindical, municipal, socialis- mo cooperativo- sufrieron bancarrotas y derrotas irreparables. Como resultado de esto, la preparacin de la nueva guerra encuentra a la Segunda Internacional con la espina dorsal rota. Los partidos socialde- mcratas sufren un intenso proceso de decoloracin. El reformismo consecuente cambia de color; se calla la boca o se divide. Su lugar lo ocupan los distintos matices del centrismo, ya sea a travs de numero- sas fracciones internas de los viejos partidos o de organizaciones inde- pendientes. 31. Sobre el problema de la defensa de la patria, los reformistas y cen- tristas de derecha enmascarados (Len Blum*, Hendrik de Man 7 , Robert Grimm, Martin Tranmael 8 , Otto Bauer* y otros) recurren cada vez ms a formulaciones diplomticas, confusas y condicionales, calculadas para pacificar a la burguesa y a la vez engaar a los trabajadores. Plantean planes econmicos o reivindicaciones sociales y prometen defender a la patria del fascismo exterior si la burguesa nacional apoya su pro- grama. El objetivo de plantear as las cosas es obviar la cuestin del carcter de clase del Estado, eludir el problema de la conquista del poder y, bajo la cobertura de un plan socialista, reivindicar la defensa de la patria capitalista. 146 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 7. Hendrik de Man (1885-1953): Dirigente del ala derecha del Partido Obrero Belga que en 1933 ide un plan obrero para terminar con la depresin y promover la produccin, plan que se gan el apoyo del movimiento obrero belga. 8. Tranmael, Martin (1879-1967): Dirigente del Partido Obrero noruego, seccin de la Comintern hasta 1924. Luego se fusion con el PSD de Noruega en 1928. 9. SAP (Partido Socialista de los Trabajadores): se form en octubre de 1931 por un grupo de izquierda liderado por nueve miembros del parlamento alemn, expulsados del Partido Socialdemocrata Alemn. En 1933 el SAPhizo un giro a la izquierda y apoy el lla- mado de la Oposicin de Izquierda para construir una nueva Internacional. Pero pronto se arrepinti y se convirti en opositor de la Cuarta Internacional. ILP (Partido Laborista Independiente): se form en 1893 y particip en la fundacin del Partido Laborista. Rompi con ste en 1932 y adhiri al Bur de Londres hasta 1939, cuando sus dirigentes volvieron al Partido Laborista. OSP (Partido Socialista Independiente de Holanda): en 1935 se unifi- c con el Partido Socialista Revolucionario (RSP) para formar el RSAP, seccin holandesa de la LCI. 10. Ziromski, Jean (1890-1975): Fundador de la tendencia Batalla Socialista en el Partido Socialista francs, era un funcionario del partido con tendencias pro stalinistas. Partidario a mediados de la dcada del 30 de la unidad orgnica (fusin del PC y el PS), se uni al PC despus de la Segunda Guerra Mundial. de las anexiones y fronteras existentes en este momento, que fueron implantadas por la fuerza. 38. No somos pacifistas. Consideramos que la guerra revolucionaria es una aplicacin tan legtima de la poltica proletaria como la insurreccin. Nuestra actitud hacia la guerra no est determinada por la frmula lega- lista de la agresin sino por el problema de qu clase lleva a cabo la gue- rra y con qu objetivos. En el conflicto entre los Estados, igual que en la lucha de clases, la defensa y la agresin son solamente problemas prcticos, no normas jurdicas o ticas. El simple criterio de la agresin le crea una base de apoyo a la poltica socialpatriota de los seores Len Blum, Vandervelde y otros, quienes, gracias a Versalles, cuentan con la posibilidad de defender el botn imperialista con el pretexto de que estn defendiendo la paz. 39. La famosa frmula de Stalin*, No queremos una pulgada de terre- no extranjero pero tampoco cederemos una sola pulgada del nuestro, es un programa conservador para preservar el status quo que est en contra- diccin radical con el carcter agresivo de la revolucin proletaria. La ide- ologa del socialismo en un solo pas conduce inevitablemente a desdibu- jar la importancia del rol reaccionario del estado nacional, a conciliar con l, a idealizarlo, a subestimar la importancia del internacionalismo revolu- cionario. 40. Los dirigentes de la Tercera Internacional justifican la poltica de la diplomacia sovitica apoyndose en que el estado obrero tiene que uti- lizar las contradicciones que se dan en el campo imperialista. Si bien esta afirmacin es indiscutible en s misma, hay que concretarla. La poltica exterior de cada clase es la continuacin y desarrollo de su poltica interna. As como el proletariado en el poder tiene que saber dis- cernir y utilizar las contradicciones de sus enemigos externos, el proleta- riado que todava est luchando por conquistar el poder tiene que saber discernir y utilizar las contradicciones de sus enemigos internos. El hecho de que la Tercera Internacional haya sido absolutamente incapaz de com- prender y utilizar las contradicciones existentes entre la democracia refor- mista y el fascismo llev directamente a la mayor derrota del proletariado y lo puso frente a frente con el peligro de otra guerra. Por otra parte, slo hay que utilizar las contradicciones entre los gobiernos imperialistas desde la perspectiva de la revolucin internacio- nal. La vanguardia proletaria internacional podr defender a la URSS si es independiente de la poltica de la diplomacia sovitica, si goza de total libertad para denunciar sus mtodos nacionalistas y conservadores, que atentan contra los intereses de la revolucin internacional y por lo tanto tambin contra los de la Unin Sovitica. 149 revolucin mundial. Al defender a la URSS el proletariado no defiende las fronteras nacionales sino una dictadura socialista provisoriamente encerrada dentro de lmites nacionales. Slo se puede crear una base segura para la poltica proletaria revolucionaria en pocas de guerra penetrndose hasta la mdula de la firme conviccin de que la revo- lucin proletaria no se puede completar dentro de los marcos nacionales, de que todos los xitos de la construccin socialista en la URSS estn condenados al fracaso sin el triunfo del proletariado en los pases diri- gentes, que sin la revolucin internacional no hay salvacin para ningn pas del mundo, de que slo se puede construir la sociedad socialista en base a la cooperacin internacional. 35. La poltica exterior de los soviets, que es la aplicacin de la teora del socialismo en un solo pas, es decir de la ignorancia real de los pro- blemas de la revolucin internacional, se apoya en dos ideas: el desarme general y el compromiso mutuo de no agresin. Que para obtener garan- tas diplomticas el gobierno sovitico tenga que recurrir a una presen- tacin puramente formalista de los problemas de la guerra y la paz es una consecuencia del sitio capitalista. Pero estos mtodos de adaptacin al enemigo impuestos por la debilidad de la revolucin internacional y en gran medida por los errores previos del propio gobierno sovitico, de nin- guna manera pueden convertirse en sistema universal. A los actos y discursos de la diplomacia sovitica, que hace mucho transgredieron los lmites de los compromisos prcticos inevitables y admisibles, se los impuso como base sagrada e inviolable de la poltica internacional de la Comintern y se constituyeron en la fuente de las ms flagrantes ilusiones pacifistas y errores socialpatriotas. 36. El desarme no es un instrumento contra la guerra, ya que, como lo demuestra la experiencia de la propia Alemania el desarme episdico no es ms que una etapa en el camino al nuevo rearme. La posibilidad de rearmarse rpidamente es inherente a la moderna tcnica industrial. El desarme general, aun si se pudiera concretar, slo significara el forta- lecimiento de la superioridad militar de los pases industriales ms pode- rosos. El cincuenta por ciento de desarme no lleva al desarme total sino al cien por ciento de rearme. Presentar el desarme como el nico medio real de evitar la guerra es engaar a los obreros en beneficio del frente comn con los pacifistas pequeoburgueses. 37. Ni por un momento podemos poner en duda el derecho del gobier- no sovitico a definir con la mayor precisin el trmino agresin en cual- quier acuerdo con los imperialistas. Pero pretender transformar esta lega- lista frmula condicional en el supremo regulador de las relaciones inter- nacionales significa sustituir el criterio revolucionario por el conserva- dor, reduciendo as la poltica internacional del proletariado a la defensa 148 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 43. En la situacin actual no se puede excluir la posibilidad, en el caso de que se declare la guerra, de una alianza de la URSS con un estado imperialista, o con una combinacin de estados imperialistas, en contra de otro. Bajo la presin de las circunstancias una alianza temporaria de este tipo puede llegar a ser una necesidad ineludible, sin dejar por eso de constituir el mayor de los peligros tanto para la URSS como para la revo- lucin mundial. El proletariado internacional no dejar de defender a la URSS aun si sta se ve obligada a forjar una alianza militar con unos imperialistas en contra de otros. Pero entonces, ms que nunca, el proletariado interna- cional tendr que salvaguardar su total independencia poltica de la diplo- macia sovitica y, por lo tanto, tambin de la burocracia de la Tercera Internacional. 44. El proletariado internacional, que en todo momento defender resuelta y abnegadamente al estado obrero en lucha contra el imperialismo, no se convertir sin embargo en aliado de los aliados imperialistas de la URSS. El proletariado de un pas imperialista aliado a la URSS debe man- tener total y absolutamente su intransigente hostilidad hacia el gobierno imperialista de su propio pas. En este sentido su poltica no ser diferente de la del proletariado del pas que pelea contra la URSS. Pero en lo que hace a la actividad concreta, pueden surgir diferencias considerables segn la situacin de la guerra. Por ejemplo, sera absurdo y criminal, en el caso de que se declarase una guerra entre la URSS y J apn, que el proletariado norteamericano saboteara el envo de municiones a la URSS. Pero el pro- letariado de un pas que pelee contra la URSS se vera absolutamente obli- gado a recurrir a acciones de este tipo -huelgas, sabotaje, etctera-. 45. La intransigente oposicin proletaria al aliado imperialista de la URSS debe basarse en la poltica clasista internacional y en los objetivos imperialistas de ese gobierno, en el carcter traicionero de la alianza, en su especulacin con un retorno de la URSS al capitalismo, etctera. Por lo tanto, la poltica de un partido proletario tanto en un pas imperialista aliado como en uno enemigo debe orientarse hacia el derrocamiento revolucionario de la burguesa y la conquista del poder. Slo de esta mane- ra se crear una verdadera alianza con la URSS y se salvar del desastre al primer estado obrero. 46. Dentro de la URSS la guerra contra la intervencin imperialista indu- dablemente provocar un verdadero estallido de entusiasmo combatiente. Parecer que se superan todas las contradicciones y antagonismos, o por lo menos que quedan relegados a un segundo plano. Las jvenes generaciones de obreros y campesinos que surgieron de la revolucin revelarn una colo- sal fuerza dinmica en el campo de batalla. La industria centralizada, pese a todas sus carencias y dificultades, demostrar su superioridad para subvenir las necesidades de la guerra. Indudablemente el gobierno de la URSS acu- 151 La URSS y las combinaciones imperialistas 41. Ahora el gobierno sovitico est por cambiar su orientacin res- pecto a la Liga de las Naciones. Como de costumbre, la Tercera Internacional repite servilmente las palabras y gestos de la diplomacia sovitica. Todas las especies de ultraizquierdistas aprovechan este giro para ubicar una vez ms a la Unin Sovitica entre los estados burgueses. La socialdemocracia, segn cules sean sus intereses nacionales espec- ficos, interpreta la reconciliacin de la URSS con la Liga de las Naciones como una prueba del carcter nacionalista burgus de la polti- ca de Mosc o, por el contrario, como la rehabilitacin de la Liga de las Naciones y en general de toda la ideologa pacifista. Tampoco en este punto la posicin marxista tiene nada en comn con cualquiera de estas caracterizaciones pequeoburguesas. Nuestra actitud principista hacia la Liga de las Naciones no difiere de la que adoptamos frente a cada uno de los estados imperialistas, estn o no dentro de esa organizacin. Las maniobras del estado sovitico entre los grupos antagnicos del imperialismo presupone tambin una poltica de maniobras respecto a la Liga de las Naciones. Mientras J apn y Alemania estaban en la Liga, sta amenazaba convertirse en el escenario de un acuerdo entre los bandidos imperialistas ms importantes a expensas de la URSS. Despus que J apn y Alemania, los enemigos principales y ms inmediatos de la Unin Sovitica, abandonaron la Liga, sta pas a ser en parte un bloque de los aliados y vasallos del imperialismo francs y en parte un campo de batalla entre Francia, Inglaterra e Italia. El estado sovitico, que tiene que orientarse entre bandos imperialistas que en esen- cia le son igualmente hostiles, puede verse obligado a efectuar tal o cual combinacin con la Liga de las Naciones. 42. Ala vez que hace un anlisis completamente realista de la situacin actual, la vanguardia proletaria tiene que plantearse las siguientes consideraciones: a) Que despus de ms de diecisis aos de la insurreccin de Octubre la URSS tenga que buscar un acercamiento con la Liga y ocultarlo detrs de abstractas formulaciones pacifistas es una consecuencia de la extrema debilidad de la revolucin proletaria internacional y por lo tanto de la situacin internacional de la propia URSS. b) Las abstractas formulaciones pacifistas de la Unin Sovitica y los cumplidos que le dirige a la Liga de las Naciones no tienen nada en comn con la poltica del partido proletario internacional, que se niega a asumir ninguna responsabilidad por ellas y que, por el contrario, denuncia su superficialidad e hipocresa para mejor movilizar al prole- tariado en base a la clara comprensin de las fuerzas y antagonismos reales. 150 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... mo. En Alemania la lucha contra el fascismo devino en una competencia de mercado sobre bases nacionalistas. La consigna de liberacin nacio- nal, planteada junto con la de liberacin social, distorsiona en gran medida las perspectivas revolucionarias y no deja cabida al derrotismo. En la cuestin del Saar 12 el Partido Comunista comenz con un rastrero some- timiento a la ideologa del nacionalsocialismo que slo abandon debido a las divisiones internas. Qu consigna plantear la Tercera Internacional durante la guerra, la derrota de Hitler es el mal menor? Pero si la consigna de liberacin nacional era correcta bajo los gobiernos fascistas de Mueller y Brening 13 , cmo puede haber perdido su eficacia bajo el gobierno de Hitler? O acaso las consignas nacionalistas sirven solamente en pocas de paz? Realmente, los epgonos del leninismo hicieron todo lo posible por confundirse y confundir hasta el final a la clase obrera. 50. El impotente revolucionarismo de la Tercera Internacional es una consecuencia directa de su fatal poltica. Despus de la catstrofe alema- na, qued al descubierto la insignificancia poltica de los llamados parti- dos comunistas en todos los pases en los que fueron sometidos a alguna prueba. La seccin francesa, que se mostr absolutamente incapaz de levantar aunque sea a unas decenas de miles de trabajadores contra el pillaje colonial de Africa, indudablemente har ms evidente su bancarro- ta en el momento del supuesto peligro nacional. 51. La lucha contra la guerra, inconcebible sin la movilizacin revolu- cionaria de las amplias masas trabajadoras de la ciudad y el campo, exige al mismo tiempo una influencia directa sobre el ejrcito y la armada por un lado y sobre el transporte por el otro. Pero es imposible influir sobre los soldados sin influir sobre la juventud obrera y campesina. En cuanto a la influencia sobre el transporte, requiere estar muy afirmados en los sin- dicatos. Pero la Tercera Internacional, con ayuda de la Comintern, perdi todas sus posiciones en el movimiento sindical y se cort todas las vas de acceso a la juventud trabajadora. En estas condiciones, hablar de la lucha contra la guerra es lo mismo que soplar pompas de jabn. No cabe hacer- se ninguna ilusin; si el imperialismo ataca a la URSS la Tercera Internacional no servir para nada. 153 mul una gran reserva de alimentos que bastar para la primera etapa del conflicto. Por supuesto, los estados mayores imperialistas comprenden cla- ramente que el Ejrcito Rojo ser un poderoso adversario, y que la lucha contra l exigir mucho tiempo y un tremendo desgaste de fuerzas. 47. Pero precisamente el carcter prolongado de la guerra revelar inevitablemente las contradicciones entre la economa transicional de la URSS y su planificacin burocrtica. En muchos casos las gigantescas empresas nuevas pueden demostrar no ser mas que un capital muerto. Por influencia de la gran necesidad de provisiones que tendr el gobierno se fortalecern considerablemente las tendencias individualistas de la econo- ma campesina y las fuerzas centrfugas dentro de los koljoses 11 crecern mes a mes. El gobierno de la burocracia incontrolada se convertir en una dictadura de guerra. La falta de un partido activo que haga de control y regulador poltico llevar a una extrema agudizacin y acumulacin de las contradicciones. Se puede prever que la caldeada atmsfera de la guerra provocar profundos vuelcos hacia los principios individualistas en la agricultura y en la industria artesanal, el capital extranjero y aliado ejer- cer su atraccin, se producirn brechas en el monopolio del comercio exterior, se debilitar el control gubernamental sobre los trusts, se acre- centarn la competencia entre los trusts y sus conflictos con los obreros, etctera. En el plano poltico estos procesos pueden aparejar la culmina- cin del bonapartismo, con los correspondientes cambios en las relaciones de propiedad. En otras palabras, si la guerra es prolongada y va acompa- ada de la pasividad del proletariado mundial, podra y tendra que con- ducir a una contrarrevolucin burguesa bonapartista. 48. Las conclusiones polticas que de aqu se desprenden son obvias: a) En el caso de una guerra prolongada, slo la revolucin proletaria en Occidente puede salvar a la URSS como estado obrero. b) Tanto en los pases amigos y aliados como en los enemigos slo se podr preparar la revolucin proletaria si la vanguardia proleta- ria mundial es totalmente independiente de la burocracia sovitica. c) El apoyo incondicional a la URSS contra los ejrcitos imperialistas tiene que ir acompaado por la crtica marxista revolucionaria a la guerra y a la poltica diplomtica del gobierno sovitico y por la formacin dentro de la URSS de un verdadero partido revolucionario de bolcheviques leninistas. La III Internacional y la guerra 49. Luego de abandonar la lnea principista sobre la cuestin de la gue- rra, la Tercera Internacional vacila entre el derrotismo y el socialpatriotis- 152 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 11. Koljos: explotaciones agrcolas colectivas, base de la colectivizacin de la agricul- tura en la URSS. 12. La regin alemana del Saar: controlada por Francia despus de la Primera Guerra Mundial. Vot por abrumadora mayora por el retorno a Alemania en un referndum realiza- do en 1935 que fue apoyado por el Partido Comunista alemn. 13. Mueller, Hermann (1876-1931): Fue de 1928 a 1930 el ltimo canciller socialdem- crata de la Alemania prenazi, lo sucedi Brening. Brening, Heinrich (1885-1970): Dirigente alemn del Partido del Centro, catlico, fue nombrado canciller de Alemania en marzo de 1930, tras el derrocamiento de Mueller. Gobern por decreto desde julio de 1930 hasta su cada en mayo de 1932. 54. El reemplazo del frente nico proletario, es decir del acuerdo de lucha entre las organizaciones obreras, por el bloque de la burocracia comunista con los pacifistas pequeoburgueses -entre los cuales por cada confusionista honesto hay docenas de arribistas- lleva a un total eclecti- cismo en las cuestiones tcticas. Los congresos de Barbusse- Muenzenberg 16 consideran un mrito especial combinar todo tipo de lucha contra la guerra: las protestas humanitarias, la negativa individual a servir en el ejrcito, la educacin de la opinin pblica, la huelga general e incluso la insurreccin. Se presenta como elementos de un todo armonioso a mtodos que en la realidad estn en irreconciliable contra- diccin y conflicto. Los socialrevolucionarios rusos, que predicaban una tctica sinttica en la lucha contra el zarismo -alianza con los liberales, terror individual y lucha de masas-, eran gente muy seria comparados con los inspiradores del bloque de Amsterdam. Pero los obreros deben recor- dar que el bolchevismo sali a la palestra para luchar contra el eclecticis- mo populista! La pequeoburguesa y la guerra 55. Los campesinos y los estratos ms bajos de la poblacin urbana, para quienes la guerra no es menos desastrosa que para el proletariado, pueden ligarse estrechamente a ste en la lucha contra la guerra. Hablando en general, slo de esta manera se podr evitar la guerra por medio de la insurreccin. Pero los campesinos se dejarn arrastrar todava menos que los obreros al camino revolucionario por las abstracciones, las frases hechas y las rdenes dictadas desde arriba. Los epgonos del leninismo, que hicieron dar un giro a la Comintern entre 1923 y 1924 17 con la con- signa de cara al campesinado, revelaron una incapacidad total para 155 El pacifismo revolucionario y la guerra 52. Como corriente independiente, el pacifismo pequeoburgus de izquierda parte de la premisa de que es posible garantizar la paz por algn medio particular y especial al margen de la lucha de clases del pro- letariado y de la revolucin socialista. En sus artculos y discursos los pacifistas inculcan el odio a la guerra, apoyan a los que hacen objecio- nes de conciencia, predican el boicot y la huelga general (o mejor dicho el mito de la huelga general) contra la guerra. Los pacifistas ms revo- lucionarios no vacilan incluso en hablar a veces de insurreccin contra la guerra. Pero en lo esencial no tienen idea del indisoluble lazo que une a la insurreccin con la lucha de clases y con la poltica de un partido revolucionario. Para ellos la insurreccin no es ms que una amenaza dirigida a las clases dominantes, no el objeto de prolongados y persisten- tes esfuerzos. Al explotar la tendencia natural de las masas hacia la paz y apartarlas de sus canales adecuados, los pacifistas pequeoburgueses terminan sien- do un apoyo inconsciente del imperialismo. Si se declara la guerra, la inmensa mayora de los aliados pacifistas estarn en el campo de la bur- guesa y utilizarn la autoridad con que los invisti la Tercera Internacional en su propaganda en favor de la confusin patritica de la vanguardia proletaria. 53. El Congreso de Amsterdam contra la guerra, as como el Congreso de Pars contra el fascismo 14 , organizados por la Tercera Internacional, son ejemplos clsicos de la sustitucin de la lucha de clases revolucionaria por la poltica pequeoburguesa de desfiles ostentosos, de manifestaciones lla- mativas, de aldeas a lo Potemkin 15 . Al da siguiente de las vocingleras pro- testas contra la guerra en general, los heterogneos elementos reunidos arti- ficialmente por medio de maniobras e intrigas se dispersarn en todas direc- ciones y no levantarn ni el dedo meique contra esa guerra en particular. 154 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 14. Congreso de Amsterdam contra la guerra: una de las tpicas organizaciones anti- blicas y antifascistas que fomentaba el stalinismo en colaboracin con conocidos paci- fistas y liberales, en reemplazo del frente nico para la accin. Los principales congresos de estos grupos fueron el de Amsterdam en agosto de 1932 y el del Teatro Pleyel de Pars de junio de 1933. Congreso de Pars contra el fascismo: el Congreso se reuni en Mxico el 12 de septiembre de 1938. Sus patrocinadores estalinistas trataban de ganar al movimiento obre- ro internacional para el apoyo a los imperialistas democrticos contra los pases fascistas en la prxima guerra, y los delegados se escogieron de acuerdo a esto. Sin embargo los dele- gados mexicanos, puertorriqueos y peruanos sostuvieron que los gobiernos aliados com- partan las razones de la guerra. 15. Potemkin, Gregori (1724-1791): Autorizado por la emperatriz rusa Catalina la Grande para fundar la Nueva Rusia. Moderniz los viejos puertos y construy nuevas aldeas, pero sus crticos decan que esas aldeas no eran mas que frentes de cartn pintado para engaar a la emperatriz cuando visitaba la regin. 16. Barbusse, Henri (1873-1935): Novelista pacifista que se afili al PC Francs, escri- bi biografas de Stalin y Cristo y apoy los amorfos congresos contra la guerra y contra el fascismo con los que los stalinistas reemplazaban la lucha real. Muenzenberg, Will (1889- 1940): fue uno de los organizadores de la Internacional J uvenil Comunista. Fue un leal stali- nista y cre toda una cadena de propaganda con el dinero de la Comintern. Huy a Pars cuan- do los nazis tomaron el poder. Finalmente rompi con la Comintern en 1937. Cuando los ale- manes invadieron Francia se encontr a Muenzenberg muerto en circunstancias misteriosas. 17. Giro de la Comintern de 1923-24 de cara al campesinado: hace referencia a la orientacin poltica de la Comintern adoptada desde 1924, luego del retroceso de la revolu- cin alemana, que consideraba en el terreno interno la posibilidad de la organizacin de la economa socialista en la URSS, aislada de las condiciones del mercado y el capitalismo mundial; as en el plano interno las tendencias capitalistas en el campo y la ciudad que se haban desarrollado a partir de la NEP se fortalecieron enormemente. En el terreno interna- cional llev a la confraternizacin con la Internacional Campesina, el partido campesino de La Follete en EEUU. reses histricos, que en ltima instancia coinciden con los intereses de la nacin y de la humanidad, en beneficio del triunfo militar de la burguesa. La frmula de Lenin La derrota es el mal menor no significa que lo sea la derrota del propio pas respecto a la del pas enemigo, sino que la derro- ta militar resultante del avance del movimiento revolucionario es infinita- mente ms beneficiosa para el proletariado y todo el pueblo que el triun- fo militar garantizado por la paz civil. Karl Liebknecht* plante un lema hasta ahora no superado para la poltica proletaria en pocas de gue- rra: El principal enemigo del pueblo est en su propio pas. La revolu- cin proletaria triunfante superar los males provocados por la derrota y crear la garanta final contra futuras guerras y derrotas. Esta actitud dia- lctica hacia la guerra constituye el elemento ms importante de la educa- cin revolucionaria y por lo tanto tambin de la lucha contra la guerra. 59. La transformacin de la guerra imperialista en guerra civil es el objetivo estratgico general al que se debe subordinar toda la poltica de un partido proletario. Las consecuencias de la Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871, as como las de la matanza imperialista de 1914-1918 (la Comuna de Pars, las revoluciones de Febrero y Octubre en Rusia, las revoluciones en Alemania y Austria-Hungra, las insurrecciones en una cantidad de pases beligerantes) atestiguan irrefutablemente que la guerra moderna entre naciones capitalistas trae aparejada la guerra de clases den- tro de cada una de las naciones. La tarea del partido revolucionario con- siste en preparar el triunfo del proletariado en esta ltima guerra. 60. La experiencia de los aos 1914-1918 demuestra, al mismo tiempo, que la consigna de paz de ninguna manera se contradice con la frmula estra- tgica del derrotismo; por el contrario, desarrolla una tremenda fuerza revolucionaria, especialmente en el caso de una guerra prolongada. La con- signa de paz adquiere un carcter pacifista, es decir estupidizante, debilitan- te, slo cuando juegan con ella los polticos democrticos y otros por el esti- lo; cuando los sacerdotes ofrecen plegarias por la rpida terminacin de la matanza; cuando los amantes de la humanidad, entre ellos los socialpa- triotas, urgen plaideramente a los gobiernos a hacer rpido la paz sobre una base justa. Pero la consigna de paz no tiene nada en comn con el pacifismo cuando surge en los cuarteles y trincheras de la clase obrera, cuando se entre- laza con la consigna de fraternidad entre los soldados de los ejrcitos enemi- gos y unifica a los oprimidos contra los opresores. La lucha revolucionaria por la paz, que asumir formas cada vez ms amplias y audaces, es el medio ms seguro de transformar la guerra imperialista en guerra civil. La guerra, el fascismo y el armamento del proletariado 61. La guerra exige la paz civil. En las condiciones actuales, la bur- guesa slo puede lograrla por medio del fascismo. De ese modo, el fas- 157 atraer al comunismo a los campesinos e incluso a los obreros rurales. La Krestintern (Internacional Campesina) 18 expir tranquilamente sin siquie- ra una oracin fnebre. La conquista del campesinado de los diferentes pases, tan abiertamente proclamada, se mostr en todos los casos efme- ra cuando no simplemente inexistente. Precisamente en el terreno de la poltica campesina la bancarrota de la Tercera Internacional adquiri un carcter muy grfico, aunque en realidad fue una consecuencia inevitable de la ruptura de la Comintern con el proletariado. El campesinado participar en la lucha revolucionaria contra la guerra slo si se convence en la prctica de la capacidad de los obreros para diri- gir esta lucha. Por lo tanto, la clave del triunfo est en los talleres y en las fbricas. El proletariado revolucionario aparecer ante el campesinado como una fuerza real y la pequeoburguesa urbana estrechar filas con l. 56. La pequeoburguesa de la ciudad y del campo no es homognea. El proletariado puede atraer a su lado a los sectores ms bajos: los campesinos pobres, los semiproletarios, los empleados pblicos de menor jerarqua, los vendedores ambulantes, el pueblo oprimido y disperso privado por todas sus condiciones de existencia de la posibilidad de llevar adelante una lucha in- dependiente. Por encima de este amplio sector de la pequeoburguesa se ele- van los lderes, que gravitan hacia la mediana y gran burguesa y se convier- ten en profesionales de la poltica democrtica y pacifista o fascista. Mientras estn en la oposicin estos seores apelan a la ms desenfrenada demagogia como medio ms seguro de luego cotizarse mejor ante la gran burguesa. El crimen de la Tercera Internacional consiste en remplazar la lucha por lograr una influencia revolucionaria sobre la verdadera pequeobur- guesa, sobre sus masas plebeyas, por bloques carnavalescos con sus fal- sos lderes pacifistas. En lugar de desprestigiar a stos, los fortalece con el prestigio de la Revolucin de Octubre y convierte a los sectores inferiores de la pequeoburguesa en vctimas polticas de los lderes traidores. 57. La va revolucionaria para llegar al campesinado pasa por la clase obrera. Para ganarse la confianza de la aldea es necesario que los propios obreros revolucionarios vuelvan a confiar en las banderas de la revolucin proletaria. Esto slo se puede lograr con una correcta poltica en general y con una correcta poltica contra la guerra en particular. Derrotismo y guerra imperialista 58. Cuando se trata de un conflicto entre pases capitalistas, el proleta- riado de cualquiera de ellos se niega categricamente a sacrificar sus inte- 156 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 18. Krestintern: formada por la Comintern en octubre de 1923, fue un experimento que no tuvo mucho xito. Desapareci sin pena ni gloria ms o menos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. 64. Sin embargo, sera pueril creer que solamente con la propaganda se puede volcar a todo el ejrcito del lado del proletariado haciendo as inne- cesaria la revolucin. El ejrcito es heterogneo, y sus elementos hetero- gneos estn atados por las cadenas de hierro de la disciplina. Con la pro- paganda se pueden crear clulas revolucionarias en el ejrcito y preparar una actitud de simpata entre los soldados ms progresivos. La propagan- da y la agitacin no pueden lograr ms que esto. Suponer que el ejrcito, por iniciativa propia, puede defender del fascismo a las organizaciones obreras e incluso garantizar que el poder pase a manos del proletariado significa sustituir con almibaradas ilusiones las duras lecciones de la his- toria. Los sectores ms importantes del ejrcito se pasarn al lado del pro- letariado en el momento de la revolucin slo si ste les demuestra en la accin que esta dispuesto a luchar por el poder hasta la ltima gota de su sangre. Ello supone necesariamente el armamento del proletariado. 65. La burguesa se plantea el objetivo de impedir que el proletariado gane terreno dentro del ejrcito. El fascismo lo resuelve no sin xito a tra- vs de los destacamentos armados. La tarea inmediata, urgente, actual del proletariado no es tomar el poder sino defender sus organizaciones de las bandas fascistas, detrs de las cuales, aunque guardando cierta distancia, se encuentra el estado capitalista. Quien afirme que los obreros no tienen posibilidad de armarse est proclamando que no tienen defensa frente al fascismo. Entonces no hay necesidad de hablar de socialismo, de revo- lucin proletaria, de lucha contra la guerra. Entonces hay que eliminar el programa comunista y el marxismo. 66. Quien deje de lado la tarea de armar a los obreros no ser un revo- lucionario sino un impotente pacifista que maana capitular ante el fas- cismo y la guerra. En s misma esta tarea es totalmente viable, como lo atestigua la historia. Si los obreros llegan a entender realmente que es un problema de vida o muerte, conseguirn las armas. Explicarles la situacin poltica sin esconder ni minimizar nada y sin recurrir a ninguna mentira consoladora constituye la primera obligacin de un partido revoluciona- rio. Sin embargo, cmo defenderse contra el enemigo mortal si no se tiene dos cuchillos por cada cuchillo fascista y dos revlveres por cada uno de ellos? No hay ni puede haber otra respuesta. 67. Dnde conseguir las armas? En primer lugar, de los fascistas. El desarme de los fascistas es una consigna vergonzosa cuando va dirigida a la polica burguesa. El desarme de los fascistas es una consigna excelente cuando va dirigida a los obreros revolucionarios. Pero los arsenales fas- cistas no son la nica fuente de aprovisionamiento. El proletariado cuen- ta con cientos y miles de canales para su autodefensa. No debemos olvi- dar que son los obreros, y slo ellos, quienes fabrican con sus propias manos las armas de toda clase. Es indispensable que la vanguardia prole- 159 cismo se convirti en el principal factor poltico de la guerra. La lucha contra la guerra supone la lucha contra el fascismo. Todos los programas revolucionarios de lucha contra la guerra (derrotismo, transformacin de la guerra imperialista en guerra civil, etc.) no sern ms que palabras huecas si la vanguardia proletaria se demuestra incapaz de rechazar victo- riosamente al fascismo. Exigir al estado burgus el desarme de las bandas fascistas, como lo hacen los stalinistas, significa seguir el camino de la socialdemocracia ale- mana y del austro-marxismo. Precisamente Wels y Otto Bauer exigan al Estado que desarmara a los nazis y garantizara la paz interna. Es cierto que el gobierno democrtico puede, cuando le conviene, desarmar a grupos fascistas aislados, pero slo para desarmar con mayor ferocidad aun a los trabajadores e impedirles que se armen por su cuenta. Al da siguiente de haber desarmado a los fascistas, el estado burgus les dar la posibilidad de rearmarse doblemente y apuntar con fuerza renovada sobre el proletariado inerme. Volverse hacia el Estado, es decir hacia el capital, con la exigencia de que desarme a los fascistas implica sembrar las peores ilusiones democrticas, adormecer la vigilancia del pro- letariado, desmoralizar su voluntad. 62. Partiendo del hecho de que las bandas fascistas estn armadas, la poltica revolucionaria correcta consiste en crear destacamentos obreros armados con el propsito de la autodefensa y en instar incansablemente a los trabajadores a que se armen. Este es el centro de gravedad de toda la situacin poltica actual. Los socialdemcratas, hasta los ms izquierdis- tas, es decir los que estn dispuestos a repetir frases generales sobre la revolucin y la dictadura del proletariado, eluden cuidadosamente el pro- blema del armamento del proletariado o declaran abiertamente que es un objetivo quimrico, aventurero, romntico, etctera. Proponen que en lugar (!) de armar a los trabajadores se haga propaganda entre los sol- dados, cosa que en realidad ellos no llevan a cabo y que son incapaces de realizar. Los oportunistas necesitan hablar del trabajo en el ejrcito para echar tierra sobre el problema del armamento de los obreros. 63. La lucha por ganar al ejrcito es indiscutiblemente lo fundamental en la lucha por el poder. El trabajo persistente y abnegado entre los solda- dos es un deber revolucionario de todo partido realmente proletario. Este trabajo se puede realizar con xito seguro con la condicin de que sea correcta la poltica general del partido, en especial la que est dirigida hacia la juventud. El programa agrario del partido y todo el sistema de consignas transicionales, que afectan los intereses bsicos de las masas pequeoburguesas y les abren una perspectiva de salvacin, es de tremen- da importancia para el trabajo en el ejrcito en los pases de poblacin campesina numerosa. 158 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Hay que formar crculos especiales de estudio de las experiencias de la guerra de 1914-1918 (preparacin ideolgica de la guerra por los impe- rialistas, engao de la opinin pblica por los cuarteles militares a travs de la prensa patritica, rol de la anttesis defensa-ataque, agrupamientos en el campo proletario, aislamiento de los elementos marxistas, etctera). 71. Para un partido revolucionario es especialmente crtico el momen- to en que se declara la guerra. La prensa burguesa y socialpatriota, en alianza con la radio y el cine, derramarn sobre las masas trabajadoras torrentes de veneno chovinista. Ni el partido ms revolucionario y tem- plado puede resistirlo totalmente. La historia del Partido Bolchevique, totalmente falsificada en la actualidad, no sirve para preparar a los trabaja- dores avanzados para esta prueba sino para adormecerlos en la impoten- cia pasiva con formas ideales inventadas. Pese a que por mucho que se esforzara la imaginacin no se poda con- siderar a la Rusia zarista una democracia o un pas culto, ni tampoco supo- ner que estaba a la defensiva, la fraccin bolchevique de la Duma, junto con la fraccin menchevique, sac al principio una declaracin socialpa- triota diluida con un rosado internacionalismo pacifista. La fraccin bol- chevique asumi pronto una posicin ms revolucionaria, pero cuando se juzg a la fraccin todos los diputados acusados y su gua terico Kamenev*, con la excepcin de Muranov 20 , se diferenciaron categrica- mente de la teora derrotista de Lenin. El trabajo ilegal del partido muri casi al comenzar. Slo gradualmente comenzaron a aparecer los volantes revolucionarios que reivindicaban ante los obreros las banderas del inter- nacionalismo, pero sin plantear, sin embargo, consignas derrotistas. Los primeros dos aos de guerra minaron en gran medida el patrio- tismo de las masas y empujaron al partido hacia la izquierda. Pero la Revolucin de Febrero, que transform a Rusia en una democracia, dio lugar al surgimiento de una nueva y poderosa ola de patriotismo revolucionario. Todava entonces la inmensa mayora de los dirigen- tes del Partido Bolchevique no le hicieron frente. En marzo de 1917 Stalin y Kamenev imprimieron al peridico central del partido una orientacin social-patritica. Sobre esta base se produjo un acerca- miento, y en la mayor parte de las ciudades una fusin directa, de las organizaciones bolchevique y menchevique. Protestaron los revolucio- narios ms firmes, sobretodo en los distritos avanzados de Petrogrado; tuvo que llegar Lenin a Rusia y entablar su lucha irreconciliable contra el socialpatriotismo para que se enderezara el frente internacionalista 161 taria comprenda con claridad que no podemos rehuir la tarea de la auto- defensa. El partido revolucionario tiene que asumir la iniciativa del arma- mento de los destacamentos obreros de combate. Y para ello debe librar- se primero de todo escepticismo, de toda indecisin y razonamiento paci- fista respecto a este problema. 68. La consigna de las milicias obreras, o de los destacamentos de autodefensa, es revolucionaria cuando se trata de milicias armadas; de otro modo se la reduce a un despliegue teatral, a una farsa y, en conse- cuencia, a un autoengao. Por supuesto, al principio el armamento ser primitivo. Los primeros destacamentos obreros no tendrn obuses ni tan- ques ni aeroplanos. Pero el 6 de febrero en Pars 19 , en el centro de un pode- roso pas militarista, bandas armadas con revlveres y con palos incrusta- dos con hojas de afeitar estuvieron cerca de tomar el palacio de Borbn y provocaron la cada del gobierno. El da de maana, bandas como esas pueden saquear las oficinas de los peridicos obreros o los locales sindi- cales. La fuerza del proletariado reside en su nmero. Hasta el arma ms primitiva puede realizar milagros en manos de las masas. En condiciones favorables pueden allanar el camino a un armamento ms perfeccionado. 69. La consigna del frente nico degenera en una frase centrista si en la situacin actual no se la complementa con la propaganda y la aplicacin prctica de los mtodos concretos de lucha contra el fascismo. El frente nico es necesario, antes que nada, para la creacin de comits de defen- sa locales. Estos son necesarios para la creacin y unificacin de los des- tacamentos obreros. Estos destacamentos, desde el primer momento, deben buscar y encontrar armas. Los destacamentos de autodefensa no son ms que una etapa del armamento del proletariado. En general la revolu- cin no conoce otros caminos. La poltica revolucionaria contra la guerra 70. El primer requisito para el xito es la educacin de los cuadros par- tidistas en la correcta comprensin de las condiciones de la guerra impe- rialista y de los procesos polticos que la acompaan. Ay del partido que en este candente problema se queda en las frases generales y en las con- signas abstractas! Los sangrientos acontecimientos caern sobre su cabe- za y lo aplastarn. 160 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 19. 6 de febrero de 1934 en Pars: del 6 al 12 de febrero los fascistas y realistas fran- ceses intentan derrocar al gobierno con una manifestacin frente a la Cmara de Diputados. Como resultado de los disturbios, que duraron hasta la noche, hay 14 muertos y centenares de heridos. Daladier cae al da siguiente y lo reemplaza Gastn Doumergue, un ex presiden- te retirado que forma un gabinete fuerte. El 12 de febrero el movimiento obrero realiza una huelga general de un da y manifestaciones en todo el pas. 20. Muranov, Matvei (1873-1959): diputado bolchevique ante la IV Duma. Miembro de la Comisin Central de Control desde 1922 a 1934. Se lo considera desaparecido durante las pur- gas, pero vuelve a aparecer tras la muerte de Stalin, siendo condecorado con la Orden de Lenin. Tenemos que poner a la juventud trabajadora contra toda forma de militarizacin impulsada por el estado burgus. Simultneamente, hay que movilizarla y militarizarla en inters de la revolucin (comits de defensa contra el fascismo, destacamentos rojos de combate, milicias obreras, lucha por el armamento del proletariado). 77. Para ganar posiciones revolucionarias en los sindicatos y en otras organizaciones obreras de masas es necesario romper implacablemente con el ultimatismo burocrtico, aceptar a los obreros donde estn y cmo son y hacerlos avanzar de los objetivos parciales a los generales, de la defensa al ataque, de los prejuicios patriticos al derrocamiento del esta- do burgus. Dado que en la mayora de los pases las direcciones de la burocracia sindical representan esencialmente un sector no oficial de la polica capi- talista, un revolucionario tiene qu saber combatirla irreconciliablemente, combinando la actividad legal con la ilegal, el coraje combatiente con la prudencia conspirativa. Slo con estos mtodos combinados podremos nuclear a la clase obre- ra, y en primer lugar a la juventud, alrededor de las banderas revolucio- narias, abrirnos camino hacia los cuarteles capitalistas y levantar a todos los oprimidos. 78. La lucha contra la guerra solamente adquirir un carcter realmen- te amplio, de masas, si participan en ella las trabajadoras y campesinas. La degeneracin burguesa de la socialdemocracia y el deterioro burocrtico de la Tercera Internacional golpearon ms cruelmente a los sectores ms oprimidos y privados de derechos, en primer lugar a las mujeres. Despertarlas, ganarse su confianza, mostrarles el camino verdadero, sig- nifica movilizar contra el imperialismo la pasin revolucionaria del sector ms aplastado de la humanidad. El trabajo antimilitarista entre las mujeres tendr que tomar en cuenta el reemplazo de los hombres movilizados por las obreras revolucionarias, que inevitablemente, en el caso de que se declare la guerra, tendrn que hacerse cargo de gran parte de la tarea revolucionaria y sindical. 79. Si las fuerzas del proletariado no alcanzan para evitar la guerra por medio de la revolucin -que es la nica manera de evitarla-, los obreros, junto con todo el pueblo, se vern forzados a participar en el ejrcito y la guerra. Las consignas individualistas y anarquistas de rechazo al servicio militar, resistencia pasiva, desercin, sabotaje, estn en contradiccin bsi- ca con los mtodos de la revolucin proletaria. Pero as como en la fbrica el obrero avanzado se siente un esclavo del capital que se prepara para su liberacin, en el ejrcito capitalista se siente un esclavo del imperialismo. Obligado a entregar sus msculos y tambin su vida, no somete su con- ciencia revolucionaria. Sigue siendo un luchador aprende a usar las armas, explica hasta en las trincheras el significado de clase de la guerra, nuclea a 163 del partido. Eso ocurri en el mejor partido, el ms revolucionario y templado. 72. El estudio de la experiencia histrica del bolchevismo es de un gran valor educativo para los obreros avanzados; les seala la fuerza terri- ble de la opinin pblica burguesa que tendrn que soportar y al mismo tiempo les ensea a no desesperar, a no dejar las armas, a no perder el coraje pese al total aislamiento en que se encontrarn a comienzos de la guerra. Hay que estudiar cuidadosamente los agrupamientos polticos del pro- letariado de otros pases, tanto de los que participaron en la guerra como de los que permanecieron neutrales. Es muy importante la experiencia de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Alemania, donde los aconteci- mientos siguieron un curso diferente al de Rusia pero en ltima instancia llevaron a la misma conclusin, la de que hay que saber nadar contra la corriente. 73. Debemos seguir muy de cerca el reclutamiento de carne de can que se est preparando, el cerco diplomtico cuyo objetivo es descargar la responsabilidad sobre el bando opuesto, las traicioneras formulaciones de los socialpatriotas declarados que se disponen a pasar del pacifismo al militarismo, las vacas consignas de los dirigentes comunistas -que el primer da de la guerra estarn tan sorprendidos como los dirigentes ale- manes la noche del incendio del Reichstag-. 74. Hay que analizar los artculos y discursos del gobierno y de la opo- sicin que publican los diarios, comparndolos con los de la guerra ante- rior, prever las formas que adoptar el engao al pueblo, cotejar luego esas previsiones con los acontecimientos, ensearle a la vanguardia proletaria a orientarse independientemente en los acontecimientos para que no se la tome desprevenida. 75. La agitacin redoblada contra el imperialismo y el militarismo no debe partir de frmulas abstractas sino de los hechos concretos que impac- tan a las masas. Tenemos que denunciar implacablemente no slo el pre- supuesto militar sino todas las formas disimuladas de militarismo, sin dejar de sealar las maniobras, suministros y rdenes militares. Por medio de trabajadores bien preparados hay que plantear en todas las organizaciones obreras sin excepcin y en la prensa proletaria el pro- blema del peligro de guerra y la necesidad de luchar contra sta, exigiendo a los dirigentes respuestas claras y definidas a la pregunta de qu hacer. 76. Para ganarse la confianza de la juventud, no slo hay que declarar la lucha para terminar con la socialdemocracia moralmente corruptora y el burocratismo de la Tercera Internacional sino tambin para crear una orga- nizacin que se apoye en el pensamiento crtico y la iniciativa revolucio- naria de la joven generacin. 162 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Puede ser que hoy las condiciones no le sean favorables, pero un revolu- cionario que no es capaz de nadar contra la corriente no es un revolucio- nario. Considerar inoportuna la construccin de la nueva internacional es lo mismo que declarar inoportuna la lucha de clases y, en particular, la lucha contra la guerra. En la poca actual la poltica proletaria no puede menos que plantearse las tareas internacionales. Y stas no pueden menos que exigir la unin de los cuadros internacionales. No se puede postergar ni un da esta tarea sin capitular ante el imperialismo. 84. Por supuesto, nadie puede predecir cundo estallar la guerra y en qu etapa se encontrar en ese momento la construccin de nuevos parti- dos y de la Cuarta Internacional. Tenemos que hacer todo lo posible para que la preparacin de la revolucin proletaria sea ms rpida que la pre- paracin de la nueva guerra. Sin embargo, es muy posible que tambin esta vez el imperialismo le gane de mano a la revolucin. Pero incluso esta perspectiva, preada de grandes sacrificios y calamidades, no nos releva de la obligacin de construir inmediatamente la nueva internacional. La transformacin de la guerra imperialista en revolucin proletaria ser tanto ms rpida cuanto ms avanzado est nuestro trabajo previo, cuanto ms firmes sean los cuadros revolucionarios desde el comienzo mismo de la guerra, cuanto ms sistemticamente realicen su tarea en todos los pa- ses beligerantes y cuanto ms firmemente apoyen esta tarea en principios estratgicos, tcticos y organizativos correctos. 85. Con su primer golpe la guerra imperialista aplastar el decrpito esqueleto de la Segunda Internacional y har pedazos sus secciones nacio- nales. Dejar totalmente al desnudo la vacuidad e impotencia de la Tercera Internacional. Pero tampoco perdonar a esos indecisos grupos centristas que eluden el problema de la internacional, buscan caminos puramente na- cionales, no llevan ningn problema hasta su conclusin, no tienen pers- pectivas y se alimentan coyunturalmente de la agitacin y la confusin de la clase obrera. Incluso si al comienzo de una nueva guerra los verdaderos revolucio- narios pasan a ser otra vez una pequea minora, no nos cabe ninguna duda de que esta vez el vuelco de las masas hacia la revolucin ser mucho ms rpido, ms decidido e incansable que en la primera guerra imperialista. En todo el mundo capitalista puede y debe triunfar una nueva ola insurreccional. Es indiscutible que en nuestra poca slo la organizacin que se apoye en principios internacionales y forme parte del partido mundial del prole- tariado podr echar races en terreno nacional. Ahora la lucha contra la guerra significa la lucha por la Cuarta Internacional! 165 los disconformes, los organiza en clulas, transmite las ideas y consignas del partido, observa cuidadosamente los cambios en el estado de nimo de las masas, el reflujo de la marea patritica, el incremento de la indignacin, y en el momento crtico llama a los soldados a colaborar con los obreros. La IV Internacional y la guerra 80. La lucha contra la guerra exige un instrumento revolucionario de combate, es decir un partido. En la actualidad no existe a escala nacional ni internacional. Hay que construir el partido revolucionario teniendo en cuen- ta toda la experiencia del pasado, incluidas las de la Segunda y de la Tercera Internacional. Renunciar a la lucha abierta y directa por la nueva interna- cional significa apoyar consciente o inconscientemente a las dos internacio- nales existentes, de las cuales una apoyar activamente la guerra y la otra slo ser capaz de desorganizar y debilitar a la vanguardia proletaria. 81. Es cierto que no pocos revolucionarios honestos siguen adhiriendo a los llamados partidos comunistas. En muchos casos, la persistencia con que se aferran a la Tercera Internacional se explica por una abnegacin revolu- cionaria mal orientada. No se los atraer a la nueva internacional hacindo- les concesiones ni adaptndose a los prejuicios que se les han inculcado sino, por el contrario, desenmascarando sistemticamente el fatal rol inter- nacional del stalinismo (centrismo burocrtico). De all que haya que plan- tear los problemas de la guerra con especial claridad e intransigencia. 82. Al mismo tiempo, hay que seguir atentamente la lucha interna en el campo reformista y atraer oportunamente a la lucha contra la guerra a los grupos socialistas de izquierda que tienden hacia la revolucin. El mejor criterio para juzgar las tendencias de una organizacin determinada es su actitud en la prctica, en la accin, hacia la defensa nacional y hacia las colonias, especialmente en los casos en que la burguesa de ese pas posea esclavos coloniales. Slo la ruptura total y absoluta con la opinin pblica oficial sobre la cuestin candente de la defensa de la patria sig- nifica un giro, o por lo menos el comienzo de un giro, de las posiciones burguesas a las proletarias. El acercamiento a las organizaciones de izquierda de este tipo tiene que ir acompaado por la crtica fraternal a toda indefinicin poltica y por la elaboracin conjunta de los problemas tericos y prcticos de la guerra. 83. No son pocos los polticos que en el movimiento obrero reconocen, por lo menos de palabra, el fracaso de la Segunda y de la Tercera Internacional, pero al mismo tiempo consideran que ste no es el momento para comenzar a construir una nueva internacional. Esa posi- cin no es propia de un marxista revolucionario sino de un stalinista o de un reformista desilusionado. La lucha revolucionaria no se interrumpe. 164 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... GOLDMAN: S, y la siguiente pregunta es con referencia a la tesis Clemenceau. TROTSKY: S, estn relacionadas. Voy a responder las dos preguntas. A comienzos del ao 1926, Stalin, Molotov* y otros afirmaban, en cada ocasin, que era inadmisible tolerar cualquier crtica porque el peligro de guerra se estaba aproximando. Todos los regmenes bonapartistas usan el peligro de guerra como medio de asfixiar cualquier crtica. Es una vieja exageracin. Yo responda, Si incluso la guerra llega, debemos tener - para la defensa- la posibilidad de libre crtica en el pas, y en uno de mis discursos di y cit, el ejemplo de Clemenceau. Yo deca que incluso en el estado burgus en Francia, cuando la burguesa durante la guerra estaba muy asustada por el descontento de las masas, sta, la burguesa, no se atrevi a sofocar en ningn momento la crtica de Clemenceau. Durante el tercer ao de la guerra, l tuvo una actitud inflexible hacia todos los gobiernos, los gobiernos de guerra. Los critic a viva voz, y convenci al parlamento en 1917. Tom el poder y asegur la victoria. Yo citaba este ejemplo para mostrar la necesidad de una cierta elasticidad incluso durante una guerra -no slo antes de la guerra- incluso para un rgimen burgus. Y todava ms para el rgimen proletario. No tenemos ningn temor a las masas durante la guerra, porque la guerra nos sera impuesta. sta no es una provocacin, es una genuina defensa de nuestra revolu- cin. Mi tesis fue denunciada como la tesis de Clemenceau, la terrible tesis de Clemenceau. Si usted ve la declaracin del fiscal Vishinsky*, l dice que Trotsky desea organizar una insurreccin como la que Clemenceau hizo cuando los alemanes estaban a ochenta kilmetros de Pars. Yo nunca escuch que Clemenceau fuera el organizador de una insurreccin en Francia. Creo que los franceses se quedarn atnitos al leer la traduccin francesa del acta estenogrfica. Clemenceau no era derrotista. El pueblo francs lo nombr el padre de la victoria. Ese es su nombre popular. Usted puede ver en qu forma deshonesta y brutal deforman y distor- sionan cada idea de la crtica de la Oposicin. Est no slo en los artcu- los de Pravda 3 , sino en la acusacin. Vishinsky no me cit a m: Trotsky dijo esto y aquello. l no ha hecho ms que suponer que Clemenceau era derrotista y que haba organizado una insurreccin durante la guerra. GOLDMAN: Ahora, luego de su expulsin de la Unin Sovitica, formul la Oposicin de Izquierda algn programa que contenga seccio- nes que traten acerca de la defensa de la Unin Sovitica? 167 EL CASO LEON TROTSKY (FRAGMENTO) 1 14 de abril de 1937, a las cuatro de la tarde SESIN OCTAVA GOLDMAN*: Qu distincin hace usted entre el rgimen burocrti- co de Stalin y la Unin Sovitica? TROTSKY: Nosotros defendemos a la Unin Sovitica; yo dira, defendemos las adquisiciones de la revolucin de octubre, a pesar de la burocracia de Stalin. GOLDMAN: En otras palabras, al atacar a la burocracia de Stalin, usted no est atacando a la Unin Sovitica; usted est atacando algo que es como un cncer, segn sus palabras, en la Unin Sovitica? TROTSKY: S. GOLDMAN: En su opinin, qu efecto tiene la lucha contra las ideas y la prctica de Stalin en lo que toca a la defensa de la Unin Sovitica contra sus enemigos internos y externos? TROTSKY: No le entiendo. GOLDMAN: Estn aquellos que sostienen que al atacar a Stalin usted debilita a la Unin Sovitica tanto contra sus enemigos internos como externos. Qu tiene usted que decir acerca de eso? TROTSKY: Toda la reaccin repite las mismas objeciones contra los cr- ticos. En relacin a esto, yo cito el ejemplo de Clemenceau 2 , que desempe- a un gran papel en la acusacin. UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de The Case of Leon Trotsky, Merit Publishers, Nueva York, 1968, pgs. 282-294, 299, 308-315. Este libro contiene el acta estenogrfica sobre las audiencias frente a la Comisin Dewey acerca de las acusaciones formuladas contra Trotsky en los J uicios de Mosc. 2. Clemenceau, Georges (1841-1929): Poltico francs. Primer ministro al final de la Primera Guerra Mundial, aplast la revuelta del ejrcito e instig el bloqueo y la intervencin en la Unin Sovitica. En junio de 1927, Trotsky seal que la Oposicin, en caso de una eventual guerra contra la URSS, continuara con su lucha contra Stalin, al igual que Clemenceau, que critic a los dirigentes de la burguesa francesa en plena guerra y pudo tomar el mando y vencer. 3. Pravda (La verdad): a partir de 1912 peridico bolchevique oficial; en 1917 se con- virti en diario. Despus de la muerte de Lenin fue el vocero del stalinismo. TROTSKY: Esto fue discutido en el momento en que fue escrito; fue discutido internacionalmente, y despus fue aprobado. Podra usted por favor aadir mi artculo sobre Clemenceau, que apareci en New International 5 ? GOLDMAN: La cuestin de la tesis Clemenceau a la que se refiere la acusacin y la declaracin de Vishinsky fue abordada en un artculo del seor Trotsky fechado el 24 de septiembre de 1927 en Mosc, y publica- do en New International de julio de 1934. New International era una publicacin editada en Nueva York. Me refiero a ella sin presentarla como evidencia. La Comisin puede obtenerla fcilmente. FINERTY 6 : Puede usted darme una referencia con respecto a dnde se hace esa referencia en la acusacin? TROTSKY: No est en el veredicto, est en la acusacin de la pgina 497. GOLDMAN: No en el veredicto, sino en el discurso del fiscal acusa- dor. Tengo el folleto titulado En defensa de la Unin Sovitica, una compilacin de artculos y extractos de los trabajos de Len Trotsky que comienza en 1927 y termina en 1937, publicada por Pioneer Publishers de Nueva York, este ao; creo que el mes pasado. El folleto tiene una intro- duccin de Max Shachtman*. Lo presento en tanto evidencia como Prueba nmero 24. (Los folletos La Guerra y la IV Internacional y En defensa de la Unin Sovitica de Len Trotsky son presentados como Pruebas N 23 y 24 respectivamente) DEWEY 7 : Puedo interrumpir por un momento? En la pgina 497, la tienen entre comillas como proveniente del seor Trotsky: Debemos retomar la tctica de Clemenceau, quien, como bien se sabe, se levant 169 TROTSKY: S; est La Guerra y la IV Internacional, un documento oficial. Este es el programa oficial de la Cuarta Internacional. GOLDMAN: Esta Cuarta Internacional no estaba formada en ese momento? TROTSKY: No; no est formada hoy. GOLDMAN: Est en proceso de serlo? TROTSKY: Est en preparacin, la preparacin programtica de la Cuarta Internacional. GOLDMAN: Podra sealar esta Prueba nmero 23? Esta evidencia es el folleto programtico titulado La Guerra y la IV Internacional. Cito ahora del folleto, el programa oficial sobre la guerra aprobado por el Secretariado Internacional de la Liga Comunista Internacional. Creo, si no estoy equivocado, que usted escribi este pro- grama, no es cierto? TROTSKY: S. GOLDMAN: De la pgina 9, cito lo siguiente: La indudable y profunda degeneracin burocrtica del estado soviti- co, as como tambin el carcter nacional-conservador de su poltica exte- rior no cambia la naturaleza social de la Unin Sovitica en tanto el pri- mer estado obrero. Todos los tipos de teoras anarquistas, ultraizquierdis- tas, idealistas, democrticas que ignoran el carcter de la relaciones de propiedad soviticas, el cual es socialista en sus tendencias y que niegan o pasan por alto la contradiccin de clase entre la URSS y el estado bur- gus, deben llevar inevitablemente, y especialmente en caso de guerra, a conclusiones polticas contrarrevolucionarias. La defensa de la Unin Sovitica de los golpes de los enemigos capita- listas, ms all de las circunstancias y las causas inmediatas del conflicto, es el deber elemental e imperativo de toda organizacin obrera honesta. Esto fue publicado en julio de 1934, y fue aprobado en algn momen- to en mayo. TROTSKY: Esto fue escrito en 1933. VAN HEIJ ENOORT*: 1934. TROTSKY: Correcto, 1934. GOLDMAN: Fue escrito en mayo de 1934? LAFOLLETTE 4 : Cundo fue aprobado? GOLDMAN: Fue aprobado el 10 de junio de 1934 por el Secretariado Internacional. 168 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. La Follete, Suzanne (1893-1983): Escritora y ex directora de The New Freeman, miembro del CNDLT y posteriormente secretaria de la Comisin Dewey. 5. New International: rgano terico de los trotskistas norteamericanos. Comenz su publicacin durante 1934. Dej de publicarse durante un ao y medio, desde mediados de 1936 hasta finales de 1937, durante el periodo de entrismo en el Partido Socialista. Volvi a ser publicado entre 1938 y 1940. Cuando Shachtman y Burnham rompieron con el SWP en abril de 1940, se apoderaron de la revista. Su nombre fue cambiado entonces a Fourth International (1940-1956). 6. Finerty, John (1885-1967): Abogado especialista en derecho ferroviario, fue uno de los defensores de Sacco y Vanzetti. 7. Dewey, John (1859-1952:): Filsofo y pedagogo norteamericano, profesor de las uni- versidades de Michigan, Chicago y Columbia. Adquiri renombre mundial por sus trabajos sobre pedagoga y sus proyectos de reforma de la educacin. Defensor de las ideas liberales y democrticas, gozaba de un alto prestigio moral e intelectual. Trotsky polemiz con sus concepciones en el libro Su Moral y la Nuestra. Fue la principal figura de la comisin inde- pendiente que investig las acusaciones presentadas en los J uicios de Mosc. sotros; pero nos separamos en 1929, a comienzos de 1929, acerca de esta cuestin. Luego tenemos en Francia el peridico de un grupo que se escindi de nosotros. Uno de los editores es Laste, quien es nuestro tes- tigo, un testigo muy importante. l es mi adversario, y me ataca espe- cialmente sobre esta cuestin. GOLDMAN: Este artculo en este peridico est escrito por quin? TROTSKY: No s si est firmado o es una editorial. Es una editorial. GOLDMAN: Quin es el editor? TROTSKY: Aqu est el editor. Est firmado Laste. GOLDMAN: l es el que hizo una declaracin en su favor en este caso con referencia a Royan, no es cierto? TROTSKY: S. GOLDMAN: l toma una posicin contraria a la suya con referencia a la defensa de la Unin Sovitica? TROTSKY: S. GOLDMAN: Presento este peridico en tanto evidencia como Prueba N 25. (El peridico lInternationale, conteniendo una editorial sobre la defensa de la Unin Sovitica fue presentado en tanto evidencia como Prueba N 25) TROTSKY: En Blgica tenamos un organizador del Partido Comunista que se hizo oposicionista. Luego se separ de nosotros, especialmente en la cuestin de la defensa de la Unin Sovitica. Su nombre es Van Overstraeten. En todos los otros pases podemos encon- trar gente as. GOLDMAN: Contiene ese artculo contra la defensa de la URSS alguna referencia a sus puntos de vista? TROTSKY: S, yo creo que s. En cada nmero usted puede hallarla. GOLDMAN: Presento esta revista titulada lInternationale fechada el 23 de mayo de 1936, con dos propsitos: uno, para mostrar con esto, con la editorial en esta revista, que Trotsky est por la defensa de la Unin Sovitica y que el articulista de la editorial lo critica por estar por la defensa de la Unin Sovitica. Dos, para mostrar que sus adver- sarios; que el testimonio de Laste es un testimonio realizado por alguien que no es polticamente amigable hacia el seor Trotsky o que est en la misma organizacin, sino de alguien que est en una organi- zacin diferente que es hostil a Trotsky. Har marcar esta revista, est bien, ya la he presentado. 171 contra el gobierno francs en el momento en que los alemanes se encon- traban a ochenta kilmetros de Pars. GOLDMAN: Eso es a lo que el seor Trotsky se refiere como la pro- pia interpretacin de Vishinsky. TROTSKY: Es una pequea falsificacin literaria dentro de una gran acusacin fraudulenta. GOLDMAN: Ahora bien, seor Trotsky, mantuvo usted alguna vez alguna controversia con miembros de la Oposicin de Izquierda, o con personas pertenecientes a otros grupos, sobre la cuestin de la defensa de la Unin Sovitica? TROTSKY: Muy frecuentemente. Yo dira que fue todo el tiempo. Mi exilio est lleno de tales discusiones y conflictos, e incluso ahora, espe- cialmente ahora, despus de los J uicios de Mosc 8 . Recibimos desde Francia, de amigos jvenes en Francia... acusaciones de que incluso ahora no renuncio a la idea de la necesidad de la defensa de la Unin Sovitica. Psicolgicamente, es absolutamente entendible de gente joven, no sufi- cientemente educada polticamente y sin experiencia suficiente en polti- ca; esto es... STOLBERG 9 : Quijotesco. TROTSKY: Extico? INTRPRETE: Quijotesco. TROTSKY: S, quijotesco. Est bien, saquemos la palabra. (risas) Ellos dicen: l insiste con la defensa de la Unin Sovitica cuando son posibles actos tan terribles. Pero nosotros defendemos la Unin Sovitica, no para Stalin ni para Vishinky. La defendemos como el legado de la revolucin de octubre, como una puerta abierta a una futuro mejor, a pesar de Stalin y Vishinsky. GOLDMAN: Puede usted nombrar a algunos de los miembros que pertenecan a la Oposicin de Izquierda con quienes usted rompi sobre la cuestin en disputa? TROTSKY: No eran slo miembros sino organizaciones. En Alemania estaba el Leninbund, una organizacin conectada con no- 170 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 8. Juicios de Mosc: Stalin orquest cuatro juicios clave entre 1936 y 1938. El prime- ro fue el juicio de los diecisis, con Zinoviev, Kamenev, Smirnov y otros como acusados. El segundo fue el juicio de los diecisiete, en enero de 1937, que incluy a Piatakov, Radek, y otros. Luego vino el juicio secreto del Mariscal Tujachevsky y de un grupo de generales del Ejrcito Rojo del ms alto rango en junio de 1937. Por ltimo, sobrevino el juicio de los veintiuno (Rikov, Bujarin, Rakovsky, Yagoda y otros) en marzo de 1938. Los hombres lle- vados al banquillo de acusados incluan a todos los miembros del Bur Poltico de Lenin, excepto Stalin. Aunque estaba ausente, Trotsky figur como el principal acusado. La mayo- ra fue condenada a muerte; y varios miles fueron deportados, fusilados o encarcelados. 9. Stolberg, Benjamn (1891-1951): miembro de la Comisin Dewey, escritor y periodista. engaamos. Les dijimos la verdad todo el tiempo. Apesar de todo, hay una diferencia entre la Unin Sovitica, el estado obrero, y J apn y Alemania. Ustedes deben ayudar a la Unin Sovitica, a pesar de todas sus debilida- des y sus males sociales. Ustedes deben defenderla contra J apn y Alemania. Yo creo que en una hora de gran peligro los obreros nos escu- charn con ms confianza que a los comunistas-stalinistas oficiales que los traicionan todos los das. STOLBERG: Seor Trotsky, supongamos que la Unin Sovitica en caso de guerra tiene una alianza, un tipo de alianza que usted no pudiera defender. Qu hara usted entonces? TROTSKY: Primero; debo dar una respuesta a eso, pero debo tener datos ms concretos sobre la situacin. Es una pregunta demasiado con- creta con elementos demasiado abstractos. No es posible responderla. GOLDMAN: Bien? FINERTY: Suponga una alianza entre Francia, Inglaterra, y Rusia. TROTSKY: Perdn? FINERTY: Una alianza contra Alemania, Italia y J apn. Esa es una alianza posible. Cul sera su actitud? En apoyo de Rusia? STOLBERG: Seguramente Rusia en la prxima guerra tendr una alianza. TROTSKY: Es una cuestin muy complicada. Creo que durante la gue- rra los aliados pueden imponer sobre la Unin Sovitica tales concesiones, que el estado sovitico puede transformarse en un estado burgus. Est, en relacin con los estados burgueses, completamente solo. Al final de la gue- rra, es posible que tengamos una Unin Sovitica capitalista. Si la Unin Sovitica se enfrenta a la presin de los aliados, entonces creo que los alia- dos se agruparn con sus enemigos para asfixiar a la Unin Sovitica al final de la guerra. Porque son los aliados quienes creen que la combinacin de potencias ser la misma al comienzo de la guerra, durante la guerra y al final de la guerra. Y nosotros, como partido revolucionario, debemos pre- pararnos no para una cierta coyuntura, no para un momento, sino para un perodo. Yo dira, por mi parte, que no apoyara al gobierno burgus fran- cs, no apoyara al gobierno burgus britnico durante una guerra. Pero en la Unin Sovitica, yo apoyara a la Unin Sovitica, al Ejrcito Rojo, al estado sovitico contra todos sus enemigos. Porque... FINERTY: Una forma en que usted tratara de sostener o apoyar al gobierno sovitico sera fomentando revoluciones en Alemania y J apn? TROTSKY: Con ambos medios. En la Unin Sovitica, tratara de ser un buen soldado, ganarme la simpata de los soldados, y pelear bien. Despus, en el momento oportuno, cuando la victoria est asegurada, yo dira: Ahora debemos acabar con la burocracia. FINERTY: Entiendo. Pero si usted estuviera en Alemania, cmo rea- lizara su trabajo? 173 STOLBERG: Seor Trotsky, sobre estas cuestiones, como la defensa de la URSS, qu posicin tienen aquellos revolucionarios en Francia como Souvarine 10 ? TROTSKY: Ellos dicen: Veremos, permaneceremos neutrales. Ellos dicen que hay un problema diferente; por ejemplo, de capitalismo de esta- do 11 . Su posicin es: Veremos; tendremos una posicin neutral sobre eso y pelearemos contra todos ellos. GOLDMAN: Quiere continuar? TROTSKY: Voy a decir nada ms que las formas de confusin son barreras para cualquier defensa organizada de la Unin Sovitica. GOLDMAN: Debo entender que su actitud actual es la misma? TROTSKY: La misma. GOLDMAN: Por la defensa de la Unin Sovitica? TROTSKY: Por la defensa de la Unin Sovitica. GOLDMAN: En caso de un ataque contra la Unin Sovitica por parte de Alemania, J apn o cualquier otro pas, de qu manera se expresara su actitud por la defensa de la Unin Sovitica? Cmo demostrara que usted est por la defensa de la Unin Sovitica? Nos puede dar una idea de los intentos concretos que usted hara para ayudar a la Unin Sovitica? TROTSKY: S. Yo creo que en la prxima guerra los partidos comu- nistas de todos los pases apoyarn a sus propios pases como hizo la socialdemocracia en la ltima guerra. Creo que la Cuarta Internacional pelear contra los pases imperialistas, las clases imperialistas y defende- r a la Unin Sovitica. Yo creo, entonces, que cuando la verdad sobre la situacin interna en la Unin Sovitica se haga ms y ms conocida para los trabajadores, se difundir una cierta insatisfaccin y decepcin, con el peligro de que los trabajadores digan: Los comunistas nos han embauca- do. Nos han... GOLDMAN: Engaado. TROTSKY: No han hecho ms que engaarnos. No tendremos nada que ver con el estado sovitico. Nosotros diremos: Nosotros nunca los 172 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 10. Souvarine, Boris (1893-1984): uno de los fundadores del Partido Comunista Fran- cs. Fue expulsado en 1924 por trotskista. En 1929 rompi con Trotsky y prontamente se alej del marxismo. Para Trotsky se transform desde entonces en el prototipo del cinismo y del derrotismo caractersticos de los renegados del bolchevismo. 11. Capitalismo de estado: visin adoptada por aquellos que sostenan que la degene- racin de la Unin Sovitica haba llevado a una vuelta atrs al capitalismo, y que su rgi- men social era meramente una variedad de capitalismo de estado, donde ste posea todos los recursos claves de la economa. La burocracia era considerada a su vez como una nueva clase propietaria y no una casta parasitaria, como la consideraba Trotsky. Esta visin nega- ba que el rgimen social sovitico tuviera un contenido ms progresivo que los regmenes capitalistas en Occidente. En caso de guerra, entraaba un abandono de la poltica de defensismo sovitico propugnada por Trotsky. TROTSKY: No. Estoy absolutamente seguro de que la nica manera de ayudar y preservar, de salvar y desarrollar a la Unin Sovitica, es de- sarrollar y provocar la revolucin en J apn y Alemania. Para obtener xito en esa direccin, es necesario destruir la ideologa nacional alemana, la idea de que todos estn en contra de Alemania. Durante la guerra es sufi- ciente aconsejar en Alemania lo que fuera aconsejado por Liebknecht y en Francia por Monatte 12 : Derroquen a vuestro propio gobierno burgus. Si en Francia tenemos una oposicin a la guerra, sta provocar en Alemania un movimiento del proletariado diez veces ms poderoso, porque en Alemania, en el estado hermticamente cerrado, las contradicciones son muy explosivas. Es necesario tener en Francia un movimiento revolucio- nario. Si declaramos que todo el pueblo, el proletariado y la burguesa, debe pelear contra la Alemania fascista, entonces Hitler dir: Ven uste- des, toda la humanidad est contra la nacin alemana. Este es el mejor cemento, el cemento nacional, que Hitler tiene. l se alimenta de esto. Es necesario continuar la oposicin revolucionaria contra el gobierno en Francia para dar la posibilidad de que se desarrolle la revolucin en Alemania. GOLDMAN: En otras palabras, usted no confa en la burguesa fran- cesa o inglesa para defender a la Unin Sovitica? TROTSKY: No. FINERTY: Como usted afirm, los aliados al comienzo de la guerra no son siempre aliados al final de la guerra. Con la ayuda de la burguesa de Inglaterra y Francia, usted podra derrotar a Alemania y J apn y despus aliarse con el proletariado de J apn y Alemania. TROTSKY: Seor fiscal, Francia y Gran Bretaa no son mis aliados. Pueden ser los aliados del estado sovitico. Mis aliados son los trabaja- dores de todos los pases y los nicos aliados que reconozco son los obreros de todos los otros pases. Mi poltica se establece no con el pro- psito de las convenciones diplomticas, sino para el desarrollo del movimiento revolucionario internacional de la clase obrera. Yo no puedo depositar ninguna esperanza en los aliados de la Unin Sovitica, en Francia e Inglaterra. Se pueden traicionar entre s. Se pue- den separar entre s. Pero estoy seguro de que diez obreros que com- prendan muy bien la situacin sern libres y podrn ganar cien obreros, y los cien obreros a un millar de soldados. Resultarn victoriosos al final de la guerra. Me parece muy simple a m, pero creo que es una buena idea. 175 TROTSKY: Yo dije que si estuviera personalmente en la Unin Sovitica, yo sera un soldado. Si estuviera en J apn o en Alemania, yo hara todo lo posible para desarrollar el movimiento revolucionario. FINERTY: Qu hara si estuviera en Francia o en Inglaterra? TROTSKY: En Francia o Inglaterra yo preparara tambin el derroca- miento del rgimen burgus. STOLBERG: Usted es una figura revolucionaria responsable. Rusia y Francia ya tienen una alianza militar. Suponga que estalla una guerra internacional. No me interesa lo que usted dice sobre la clase obrera rusa en ese momento. Ya lo s. Qu le dira a la clase obrera francesa en refe- rencia a la defensa de la Unin Sovitica? Cambien al gobierno burgus francs, eso les dira? TROTSKY: Esta pregunta est ms o menos respondida en las tesis La Guerra y la IV Internacional, en este sentido: en Francia yo per- manecera en oposicin al gobierno y desarrollara sistemticamente esta oposicin. En Alemania yo hara todo lo que pudiera para sabote- ar la maquinaria de guerra. Son dos cosas diferentes. En Alemania y J apn, yo aplicara mtodos militares en la medida en que pueda pele- ar, oponerme, y daar a la maquinaria, la maquinaria militar de J apn, para desorganizarla, tanto en Alemania como en J apn. En Francia, es la oposicin poltica contra la burguesa, y la preparacin de la revolu- cin proletaria. Los dos son mtodos revolucionarios. Pero en Alemania y en J apn yo tengo como mi objetivo inmediato la desorganizacin de la maquinaria completa. En Francia, tengo el objetivo de la revolucin proletaria. FINERTY: Si usted tuviera xito en desorganizar al rgimen de Hitler en Alemania y al rgimen feudal de Japn, tener una revolucin victoriosa en estos dos pases, los soviets y estos dos estados proletarios podran resistir la agresin del capitalismo francs e ingls; pero querra usted ofrecer como precio de la guerra... podra ser que la Unin Sovitica se viera forzada a otorgar tales concesiones que se transformara en un estado capitalista. TROTSKY: Esa es la razn por la cual, durante la alianza entre Rusia y Francia, es necesario hacer que el proletariado en Francia pase a la opo- sicin activa a su burguesa para tener la posibilidad de impedir a su bur- guesa que imponga sobre la Unin Sovitica, al final de la guerra, un rgimen burgus o un rgimen capitalista. GOLDMAN: Suponga que usted tiene la oportunidad de tomar el poder durante la guerra, en Francia, planteara esto si tuviera la mayora del proletariado? TROTSKY: Naturalmente. GOLDMAN: De esa manera, no obstaculizara as la guerra contra J apn y Hitler? 174 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 12. Monatte, Pierre (1881-1960): Sindicalista que ingres al PCF a principios de los aos 20 y luego rompi para fundar Revolution Proletarienne en 1924 y la Liga Sindicalista en 1926. fascismo en Francia. Esa es la razn por la cual no puedo asumir ninguna responsabilidad por ninguno de estos caballeros que estn en el gobierno de estos Estados. La nica garanta contra el fascismo y la reaccin es la conciencia de las masas revolucionarias y sus organizaciones. GOLDMAN: Ahora, qu efecto, en su opinin, puede tener la derro- ta de la Unin Sovitica en relacin con el logro de sus esperanzas e ideas? TROTSKY: La derrota de la Unin Sovitica es inevitable en caso de que la nueva guerra no provoque una nueva revolucin. Yo creo que es imposible, es increble, que una nueva guerra le permita al capitalismo, al capitalismo decadente, permanecer tal como hasta ahora. La revolucin es inevitable. Pero si admitimos tericamente la guerra sin revolucin, entonces la derrota de la Unin Sovitica es inevitable. LAFOLLETTE: Seor Trotsky, la revolucin en Rusia o fuera de Rusia? TROTSKY: Fuera de Rusia, la revolucin social fuera de Rusia, y en primera lnea, Alemania y J apn. LAFOLLETTE: Quisiera realizar una pregunta ms ya que todas las otras posibilidades han sido discutidas. Cul sera su actitud suponiendo que hubiera una guerra en la cual la Unin Sovitica se hallara aliada con el seor Hitler? TROTSKY: Yo voy a esperar y ver. (risas) Esto no est excluido. Yo creo que la acusacin contra m est dirigida contra un cierto sector de la burocracia. En la Unin Sovitica -esta es mi hiptesis- se est repitiendo una tendencia a hacer las paces con Hitler a cualquier precio, porque la guerra es un gran peligro, no slo para la Unin Sovitica, sino especial- mente para la burocracia. La burocracia est atemorizada, desde este punto de vista. Pero debe haber una tendencia favorable a la paz con Hitler. Ustedes saben, a comienzos de 1933 Stalin declar que nunca nos opusimos a su movimiento. Esto es, refirindose a Hitler. Yo lo ataqu y lo critiqu. l declar abiertamente: Nunca nos opusimos al movimiento que ha resultado victorioso en Alemania, y estamos dispuestos a mantener las mismas relaciones con la nueva Alemania como con la Alemania de Weimar 14 . LAFOLLETTE: l declar que Rusia no se opona a ese movi- miento? TROTSKY: Stalin en los primeros seis meses de 1933 esperaba man- tener buenas relaciones con los fascistas de Alemania. Puedo presentar 177 REHLE 13 (En alemn, a travs de un intrprete): La defensa de la Unin Sovitica puede llevar a un punto donde usted tenga que colaborar con Stalin Cul sera su posicin entonces? TROTSKY: Usted sabe, yo me opongo a los reformistas. Me opongo a J ouhaux en Francia, el lder de las organizaciones sindicales. Pero cuan- do los fascistas ataquen a J ouhaux, estoy dispuesto a entrar en una alian- za con J ouhaux con el propsito prctico de crear compaas... GOLDMAN: Defensa? TROTSKY: Organizaciones de defensa para pelear en comn con J ouhaux contra los fascistas, quien es mi adversario jurado. Lo mismo con Stalin. Hubo en la revolucin rusa un ejemplo conocido. Kerensky me puso en prisin acusndome de ser un agente de Alemania. Despus Kornilov atac a Kerensky. Kerensky se vio obligado a dejarme en liber- tad. Fui desde la prisin a la sesin del Comit de Defensa con los repre- sentantes de Kerensky y compaa. Los bolcheviques fueron los mejores luchadores contra Kornilov. No es una consideracin sentimental o una consideracin personal. La nica consideracin es el inters de las masas, lo que es necesario para la seguridad de las masas. GOLDMAN: Entonces su respuesta es que usted est dispuesto a colaborar con Stalin en la defensa de la Unin Sovitica contra los ene- migos capitalistas? TROTSKY: Absolutamente. Yo lo afirm en Copenhague en una declaracin, y yo hice aquella declaracin... GOLDMAN: S, la declaracin figura ahora como evidencia. Usted declar ante la prensa. TROTSKY: S. DEWEY: Puedo formular una pregunta hipottica? Suponga que la burguesa de Inglaterra y Francia, en alianza con la Unin Sovitica, derrotara a la Alemania fascista y al J apn feudal, no resultara esto en la transformacin de la Unin Sovitica en un pas burgus? TROTSKY: S, una victoria. Una victoria de Francia, de Gran Bretaa y la Unin Sovitica. Una victoria sobre Alemania y J apn podra signifi- car primero la transformacin de la Unin Sovitica en un estado burgus y la transformacin de Francia en un estado fascista, porque para una vic- toria sobre Hitler es necesario tener una maquinaria militar monstruosa, y las tendencias fascistas en Francia son poderosas ahora. Una victoria puede significar la destruccin del fascismo en Alemania y el establecimiento del 176 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 13. Rhle, Otto (1874-1943): Profesor y pedagogo alemn, militante socialista desde 1910. Fue electo diputado en 1912 y en 1914 vot junto a Karl Liebknecht contra los crdi- tos de guerra. Integr el ala izquierda del KPD (Partido Comunista alemn) y en 1920 adhi- ri al KAPD. En 1933 se exili en Mxico. Fue un miembro destacado de la Comisin Dewey. 14. Republica de Weimar: nombre dado al rgimen democrtico constitucional de Alemania tras la revolucin de noviembre de 1918 y la cada de la monarqua. Tras varios aos de crisis poltica, signada por la abortada revolucin de 1923, la hiperinflacin, el fallido golpe de Hitler, etc, el rgimen fue reemplazado en 1933 por la dictadura nazi. BEALS 19 : Yo quisiera hacer una pregunta en este sentido, ya que esta- mos hablando sobre esto. Yo quisiera realizar una pregunta ya que esta- mos hablando sobre la guerra mundial: el peligro ms inminente de gue- rra en Espaa. Es usted responsable por los trotskistas en Espaa? TROTSKY: Qu significa los trotskistas en Espaa? BEALS: Es usted responsable por las varias fracciones en Espaa que usan el nombre de trotskistas? TROTSKY: No hay ningn trotskista. La situacin es tal que todos los que se oponen a la poltica de la Comintern son catalogados por la Comintern como trotskistas. Porque trotskista significa fascismo en la propaganda de la Comintern. Es un argumento simple. Los trotskistas en Espaa no son numerosos; los genuinos trotskistas. Yo lo lamento, pero debo confesar, no son numerosos. Hay un poderoso partido, el POUM 20 , el Partido Obrero de Unificacin Marxista. Ese es el nico partido que reconoce que no soy un fascista. La juventud de ese partido simpatiza con nuestras ideas. Pero la poltica de ese partido es muy oportunista, y yo la critico abiertamente. BEALS: Quin es el dirigente de ste? TROTSKY: Nin. l es mi amigo. Yo lo conozco muy bien. Pero lo cri- tico muy duramente. *** GOLDMAN: Ahora bien, seor Trotsky, sus acusadores dicen que usted quiere la derrota de la Unin Sovitica. Yo le pregunto esto: Qu efecto tendra la derrota de la Unin Sovitica sobre la posibilidad de rea- lizar las ideas del socialismo que usted defiende? TROTSKY: Esto significara un tremendo retroceso histrico, porque el derrocamiento del actual gobierno significara un caos econmico por aos, probablemente por dcadas, si ste no es derrocado por la revolucin 179 artculos, mis artculos contra l en esa ocasin. Cito de Izvestia 15 de alre- dedor del 15 de marzo de 1933: La URSS es el nico Estado que no ali- menta sentimientos hostiles hacia Alemania y eso, independientemente de la forma y la composicin del gobierno del Reich. Fue Hitler quien lo rechaz, no l. Slo entonces comenz a mirar en direccin a Francia, y as sucesivamente. La primera mitad de 1933, yo era un agente de Francia, de Estados Unidos y de Gran Bretaa. Cambi de profesin slo despus de liquidar las esperanzas de Stalin de mantenerse como amigo de Hitler. Puedo demostrarlo. Esto estaba en la Pravda. Yo era presentado como Mister Trotsky. Yo soy Mister Trotsky a pesar de mi ingls. (risas) El artculo se titula: Mister Trotsky al servicio de Lord Beaverbrook 16 . Yo soy representado por Radek 17 como un aliado de Lord Beaverbrook. No s por qu especialmente de Beaverbrook. Yaroslavsky 18 me nombra como aliado de Winston Churchill*. Est en el mismo nmero, la misma copia de Pravda. FINERTY: Creo que nos gustara tener ese peridico como evidencia. LAFOLLETTE: S. GOLDMAN: Lo presentar como evidencia. TROTSKY: S; yo les puedo dar la cita. Ustedes se darn cuenta, estoy impresionado por la cantidad de evidencia tomada de la prensa. Tengo una serie de citas tomadas de la prensa oficial donde soy presentado como el aliado de Polonia, como el defensor de la Paz de Versalles; y Stalin esta- ba en contra de la Paz de Versalles. Slo que ahora l est a favor de ella y yo estoy en contra. (risas) FINERTY: Seor Goldman, yo creo que ayudara a la Comisin si eva- luramos todas las diferencias en las acusaciones hechas por el gobierno de Stalin contra el seor Trotsky. GOLDMAN: S. 178 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 15. Izvestia: rgano diario de toda Rusia del Comit Central Ejecutivo de los Soviets desde 1917. 16. Lord Beaverbrook (1879-1964): poltico y financista ingls. Fue Ministro de Estado en 1941 y de Abastecimientos durante 1941-1942. 17. Radek, Karl (1885-1939): influyente revolucionario en los partidos socialdemcra- ta ruso, polaco y alemn, antes de 1917. Ingresa al bolchevismo en 1918. Miembro del CC desde 1919 a 1924. Designado Secretario de la Comintern en 1920, tiene responsabilidad particular sobre Alemania y China. Firmante de la Declaracin de los 46 en 1923. Miembro de la Oposicin Unificada, fue lentamente separado de la direccin de la Comintern. Expul- sado del partido en 1927 y deportado a Ishim. Capitul en 1929. Luego de ser nuevamente expulsado en 1936, fue condenado a 10 aos de crcel en el segundo J uicio de Mosc. Fue muerto en prisin. 18. Yaroslavsky, Emilian (1877-1943): bolchevique desde 1903. Comunista de izquier- da en 1918. Miembro del Presidium de la Comisin Central de Control y coautor de los car- gos oficiales vertidos contra Trotsky y la Oposicin Unificada. 19. Beals, Carleton: periodista norteamericano, miembro de la Comisin Dewey. En la undcima sesin hizo una pregunta provocadora, destinada a demostrar que Trotsky haba intervenido en la poltica mexicana ya en 1919. Cuando los dems miembros de la Comisin repudiaron esta provocacin, Beals renunci a la misma, entregando una declaracin calum- niosa a la prensa. 20. El POUM (Partido Obrero de Unificacin Marxista) fue fundado en Espaa en 1935, cuando los miembros de la Oposicin en Espaa rompieron con Trotsky y se unieron con el Bloque de Obreros y Campesinos (centrista). Trotsky rompi todas las relaciones con los mismos cuando se adhirieron al gobierno frentepopulista espaol. la reaccin para rechazar la responsabilidad por las condiciones sanitarias y para hacer responsables a los elementos de izquierda. Yo le agradezco mucho la pregunta porque encuentro la analoga muy importante. Les ase- guro, bajo el zarismo tuvimos veinticinco aos de actividad revolucionaria, y yo nunca ped el clera. (risas) Lo mismo con la guerra. Si la guerra viene a pesar de nosotros, usaremos todos los medios para hacer responsables a las clases dominantes y para acelerar la revolucin. Pero desear una guerra; esto es absurdo desde todo punto de vista. Para qu necesitamos medios artificiales para la revolucin? Tenemos una revolucin en Espaa sin gue- rra, pero no somos capaces de obtener la victoria todava. Tuvimos dos y hasta tres revoluciones en Alemania. Hubo una en 1918, y en 1923 durante la ocupacin del Ruhr, una situacin totalmente revolucionaria. Antes de la victoria de Hitler tenamos una situacin totalmente revolucionaria. No fal- taron situaciones objetivamente revolucionarias, sino partidos revoluciona- rios que tuvieran la confianza necesaria de las masas y una direccin ade- cuada. Ahora, necesitamos crear tales partidos y una direccin semejante. Para eso necesitamos tiempo, y no provocar situaciones revolucionarias artificiales con el propsito de desperdiciarlas y as permitir que millones de obreros, centenares de miles, perezcan en la derrota. GOLDMAN: Puedo preguntarle si en sus escritos usted ha agitado siempre contra la guerra? TROTSKY: S. Yo creo que cuanto ms un partido, un partido obrero, es revolucionario, menor es el peligro de guerra, porque la nica desven- taja para los imperialistas al comienzo de una nueva guerra es el temor de una nueva revolucin. Si el peligro es real, si la clase obrera est imbuida de un espritu revolucionario, podemos posponer la guerra y la revolucin puede realizarse y no slo hacer la guerra imposible, sino que la revolu- cin puede reemplazar a la guerra. GOLDMAN: No es una de sus teoras que una guerra podra destruir la civilizacin sin ms? TROTSKY: S. Si tenemos ahora en Europa una guerra sin partidos revolucionarios, el peligro es muy grande de que la guerra acabar en la decadencia de la civilizacin europea. Escrib muchas veces que en tal caso la civilizacin hallar su nueva patria en el Nuevo Mundo. Europa se transformar en una provincia atrasada durante un largo perodo. GOLDMAN: Cul ha sido su actitud hacia el fascismo alemn tanto antes como despus de que tomara el poder? TROTSKY: Yo trat; cit, creo, el primer o el segundo da de las sesio- nes, yo cit muchos artculos y folletos escritos por m acerca de esta cues- tin: Por qu podemos impedir a Hitler tomar el poder. INTRPRETE: Usted quiere decir cmo. TROTSKY: S; cmo podemos. Tengo muchos folletos, compilaciones y artculos que comienzan en 1930. Yo trat de llamar la atencin de la 181 proletaria. Pero una derrota y la restauracin del capitalismo significaran un retroceso histrico. GOLDMAN: Esto concluye la seccin de evidencia que trata de la defensa de la Unin Sovitica. Creo que tenemos algo de tiempo como para abordar la seccin siguiente, as que seguramente terminaremos maana. TROTSKY: Seor secretario, me gustara citar slo cinco o seis lneas para demostrar que la acusacin de que la Oposicin est por la derrota no es un invento de ayer. Stalin formul esta acusacin en 1927 en la sesin del comit central. Nos acus de no estar a favor de la victoria. Aqu hay una cita de la seccin del informe de la sesin del comit central, y mi respuesta. STOLBERG: En qu pgina? TROTSKY: Est en la pgina 9 en el folleto titulado En defensa de la Unin Sovitica. Cito: La Oposicin est por la victoria de la URSS; ha demostrado esto y continuar demostrndolo en la accin con toda sus fuerzas. DEWEY: Podra anunciar ahora que si el seor Goldman puede termi- nar alrededor del medioda maana, no habr sesin por la noche. La Comisin tiene que consultar acerca de la lnea de preguntas, la lnea de preguntas del seor Finerty al seor Trotsky. Espero que el seor Goldman pueda terminar maana por la tarde. *** 15 de abril de 1937, a las diez de la maana. SESIN NOVENA GOLDMAN: Cul es su opinin sobre la conveniencia de la guerra para impulsar los intereses del socialismo? TROTSKY: Es casi lo mismo que si se me preguntara: Cul es su opi- nin sobre el clera y las epidemias para la civilizacin humana? (risas) Cuando haba clera -haba en Rusia, y hay hoy en da de cuando en cuan- do- nosotros los revolucionarios buscbamos ayudar a los campesinos mediante volantes ilegales. Denuncibamos al rgimen del zar. Ustedes saben, es un paralelo interesante. Los Centurias Negras, nuestros reacciona- rios especficamente rusos, nos acusaban de difundir los grmenes del cle- ra. Haba pogromos contra los doctores, los estudiantes, la intelectualidad radical, y los judos, como venganza por difundir el clera. Era la medida de 180 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... TROTSKY: S, mis supuestos aliados. (risas) GOLDMAN: Presento como evidencia un folleto de Len Trotsky titu- lado Lo que quiere Hitler, uno de los folletos de J ohn Day, que es una tra- duccin de los artculos escritos por Trotsky en la prensa francesa en 1933. TROTSKY: Permtame mostrar una cita relacionada con esto; es el peridico oficial de la Unin Sovitica. Es de alrededor del 15 de marzo de 1933. No tengo la fecha exacta, pero la voy a encontrar. Es una cita, que no indica la fecha exacta, alrededor del 15 de marzo de 1933. Cito: La URSS es el nico Estado que no alimenta sentimientos hostiles hacia Alemania y eso, independientemente de la forma y la composicin del gobierno del Reich. [Izvestia, 4 de marzo de 1933-Ed.] Esa era la lnea oficial. GOLDMAN: En ese momento, justo inmediatamente despus de que Hitler tomara el poder, los gobernantes de la Unin Sovitica trataron de continuar sus relaciones con Alemania como antes; correcto? TROTSKY: S; Stalin declar y fue repetido en la prensa, que nunca nos opusimos al movimiento en Alemania. GOLDMAN: Dnde seal usted por vez primera en una serie de artculos el peligro para la Unin Sovitica luego de que Hitler llegara al poder? TROTSKY: Yo escrib un artculo sobre el Ejrcito Rojo. Fue publica- do en marzo de 1934 en diez idiomas. Lo escrib especialmente tambin para los Estados Unidos. Fue publicado en el Saturday Noon Post, un gran semanario. FRANKEL: Evening Post. TROTSKY: S, el Saturday Evening Post; creo que es uno de los sema- narios conservadores ms importantes del pas. Un largo artculo sobre el Ejrcito Rojo con el propsito... ...todo el mundo sabe que yo estoy exiliado. Por un lado, ellos pueden suponer que yo soy ms crtico que los funcionarios. Por otro lado, yo tom parte en la organizacin del Ejrcito Rojo, y estoy familiarizado con la cuestin. Con mi artculo, trataba de darle al Ejrcito Rojo ms autori- dad ante los ojos de la opinin pblica mundial. Repito, mi artculo fue impreso en diez idiomas. All dice: Para apreciar la fortaleza del Ejrcito Rojo, no hay necesidad de idealizarlo. Este es el prrafo final. Hablar de la prosperidad del pueblo de la Unin Sovitica es, como mnimo, prematuro. Todava hay demasiada miseria, sufrimiento, injusti- cia, y en consecuencia, descontento. Pero la idea de que las masas sovi- ticas estn dispuestas a esperar ayuda de parte de los ejrcitos del Mikado o de Hitler no puede ms que ser tildada de delirio. A pesar de todas las dificultades del rgimen transicional, la cohesin moral y poltica de los 183 Comintern hacia este tremendo peligro, y ellos me acusaron de que tena pnico, que sobreestimaba a los nazis en Alemania, y que el enemigo ms inmediato eran los social-fascistas. STOLBERG: Usted quiere decir los as llamados social-fascistas? TROTSKY: Los socialdemcratas. STOLBERG: Usted no est de acuerdo con esta caracterizacin? TROTSKY: No, yo tambin era un social-fascista de izquierda, no un fascista genuino, sino un social-fascista de izquierda. La razn era que yo insista en la necesidad de un frente nico entre el Partido Comunista y el Partido Socialdemcrata, el frente nico contra Hitler. Pero ustedes saben que en Alemania el Partido Comunista realiz un frente nico con Hitler en Prusia contra el gobierno socialdemcrata el 9 de agosto de 1931. Fue el famoso plebiscito prusiano iniciado por Hitler y apoyado por los comu- nistas. Durante todo este tiempo, yo escrib todos esos folletos, y estn nombrados en la lista que present a la Comisin. GOLDMAN: Usted escribi en esa poca el famoso folleto Alemania, la clave de la situacin internacional? TROTSKY: ste fue publicado en parte por Von Ossietsky. Ahora gan el Premio Nobel, y estuvo en un campo de concentracin en Alemania. l public mi primer folleto en su revista, con una introduccin favorable. Trataba de interesar al Partido Comunista y al Partido Socialdemcrata en esta cuestin. GOLDMAN: Usted tambin escribi Y ahora? Cuestiones vitales para el proletariado alemn? TROTSKY: S; es un folleto de ciento cincuenta pginas, donde yo acuso a la burocracia sovitica de preparar la victoria de Hitler con su poltica. GOLDMAN: Ahora, despus de que Hitler... TROTSKY: Disclpeme; yo llam a Hitler en esa poca el futuro superWrangel. Wrangel era el comandante en jefe de los Guardias Blancos en Rusia. Fue un gran peligro para nosotros. Yo dije: Con vuestra polti- ca, ustedes preparan un nuevo Wrangel, un superWrangel a escala mun- dial. Este ser Hitler. GOLDMAN: Despus de que Hitler tom el poder, cul fue su acti- tud hacia la relacin entre Hitler y la Unin Sovitica? TROTSKY: Yo no trat de provocar una guerra. Pero demostr en mis escritos cmo la burocracia sovitica estaba completamente equivocada en sus esperanzas de permanecer en buenas relaciones con Hitler. Despus escrib en la prensa francesa en 1933 o 1934; una serie de artculos en la prensa burguesa denunciando los planes genuinos de Hitler. Usted sabe, seor secretario, que yo tengo un estilo muy particular de servir a mis alia- dos, Hitler y el Mikado. GOLDMAN: Usted quiere decir sus supuestos aliados. 182 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... las ms miserables traiciones de la historia, y yo los acus abiertamente por ella. Puedo decir que ellos fueron objetivamente los aliados de Hitler en esa situacin, y no yo. REHLE (LaFollette traduce del alemn): Una pregunta ms. Cul fue la posicin oficial de la Comintern ante la toma del poder por parte de Hitler, y cul fue su reaccin? TROTSKY: El Partido Comunista y la Comintern, para justificar su posicin, declararon: Es muy bueno que Hitler haya llegado al poder ahora. Durar dos o tres semanas o dos o tres meses, y despus nosotros seremos los jefes de la casa. Esta era la frmula corriente. La mencion ayer en mis escritos presentados ante la Comisin. Yo afirm, Es la derrota ms grande, y las consecuencias se harn ms y ms profundas por aos, y quizs por una dcada. GOLDMAN: Ha usted escrito alguna vez algn artculo que trate de la situacin de J apn y la posibilidad de guerra entre J apn y la Unin Sovitica? TROTSKY: S; escrib un artculo tambin en 1934. Fue escrito a comienzos de 1934 y fue publicado fue escrito en julio de 1933, y publicado en el Bulletin de febrero de 1934, bajo estas dos fechas, 12 de julio de 1933 y febrero de 1934. Fue publicado en varias lenguas extran- jeras. Fue publicado en los Estados Unidos, en Francia, y creo que tam- bin en Checoslovaquia y en Dinamarca- en diferentes pases. El ttulo del artculo es J apn avanza hacia la catstrofe. Les dar una cita. Comienza as: Sin duda, las clases dominantes de Japn estn experimentando un gran mareo [...]. Econmicamente Japn es ms dbil que cualquiera de sus posi- bles adversarios en una gran guerra. La industria japonesa es incapaz de ase- gurar, a un ejrcito de muchos millones de hombres, armas y equipamien- tos militares durante un perodo de muchos aos. El sistema financiero japo- ns, que no soporta el peso del militarismo en tiempo de paz, experimenta- r una disminucin completa al comienzo mismo de la guerra. El soldado japons, en masa, no responde a las necesidades de la nueva tcnica y las nuevas tcticas. La poblacin es profundamente hostil al rgimen. Los fines de la conquista sern incapaces de mantener unida a una nacin dividida. Con la movilizacin entrarn al ejrcito centenares de miles de revolucio- narios o de candidatos al ttulo de revolucionarios. Corea, Manchuria, y tras ellos China revelarn, de hecho, una implacable hostilidad hacia el yugo japons. El hilo social del pas est roto, las lneas estn distendidas. En el marco de acero de la dictadura militar, los funcionarios japoneses parecen poderosos, pero la guerra desenmascarar este mito implacablemente. No hemos dicho nada sobre las cualidades comparadas con el Ejrcito Rojo; esta cuestin debe ser sometida a un examen independiente. Pero 185 pueblos de la URSS es lo suficientemente fuerte, en todo caso ms fuerte, que la de sus posibles adversarios. Lo que se dijo recin no significa en absoluto que una guerra, aunque sea victoriosa, se corresponder con los intereses de la Unin Sovitica. Por el contrario, la har retroceder vio- lentamente. Pero el mantenimiento de la paz depende al menos de dos par- tes. Hay que tomar los hechos como son; no slo no est excluida la gue- rra, sino que ms bien es casi inevitable. Aquellos que pueden leer y com- prender el libro de la historia, podrn comprender por adelantado que si la revolucin rusa, que ha durado con flujos y reflujos casi treinta aos (desde 1905!) se ve forzada a dirigir su curso por los canales de la gue- rra, desarrollar una fuerza formidable y destructiva. GOLDMAN: Dnde fue escrito ese artculo en los Estados Unidos? TROTSKY: Cmo? GOLDMAN: En qu revista apareci en los Estados Unidos? TROTSKY: Fue publicado en el Saturday Evening Post. GOLDMAN: Podra brindarle la fecha a la Comisin? TROTSKY: Les dar una copia. Fue publicada en mi Bulletin el 13 de marzo de 1934. Fue durante mi alianza con el Mikado y Alemania; mi supuesta alianza (risas). Fue publicado en el peridico francs lInstransigeant. En alemn, fue publicado en Checoslovaquia. Fue publi- cado en diez idiomas. GOLDMAN: Ahora, me olvid el nmero de esta prueba que present hace slo un momento. El folleto Lo que Hitler quiere lo presento en tanto evidencia como Prueba N 28. (El folleto de Len Trotsky, Lo que Hitler quiere, fue presentado en tanto evidencia como Prueba N 28) GOLDMAN: Ahora bien, escribi usted algn artculo... REHLE (LaFollette traduce del alemn): Me gustara saber su opi- nin sobre la poltica del Partido Comunista alemn, y por qu no luch en el momento en que Hitler tom el poder, por qu no luch oponindo- se a Hitler. TROTSKY: Es una pregunta muy importante. El Partido Comunista entreg todas las posiciones a Hitler sin un golpe. Yo declar ste fue mi crimen segn la Comintern- que era una de las ms grandes traiciones de un partido revolucionario en toda la historia. Con el ms terrible de los enemigos tomando el poder, los dirigentes tenan sus pasaportes para irse al exterior, y se acab la historia. Fue una actitud miserable, y yo acus a la Comintern abiertamente de traicionar a la clase obrera alemana. No es nuestra posicin provocar una revolucin artificial; pero es una situacin en la cual yo estoy en mi casa, en un hogar obrero, el enemigo irrumpe violentamente, y yo me quedo sentado o me voy al exterior. Fue una de 184 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... na manera en contra de hacer una alianza entre la Unin Sovitica y los pases capitalistas? TROTSKY: Nunca. GOLDMAN: Cul es su actitud general hacia hacer alianzas por pro- psitos de guerra u otros propsitos entre la Unin Sovitica y un pas capitalista? TROTSKY: En la medida en que pueda servir para preservar a la Unin Sovitica, una alianza se vuelve una necesidad. Es slo cuestin de no obstaculizar con esta alianza al movimiento obrero en el exterior. Pero en principio yo admito la necesidad de una alianza para preservar la Unin Sovitica. GOLDMAN: En otras palabras, en principio usted admite que bajo ciertas circunstancias es necesario hacer una alianza con un pas capitalista? TROTSKY: Con la condicin de que el Partido Comunista del pas aliado no sea obligado a apoyar a su gobierno, y que el Partido Comunista tenga libertad de oponerse al gobierno. GOLDMAN: Concretamente hablando, usted no tiene ninguna obje- cin a que la Unin Sovitica haga una alianza con Francia, una alianza militar, pero al mismo tiempo objeta que el Partido Comunista vote a favor del presupuesto de guerra de los militaristas franceses? TROTSKY: S. 187 incluso si, violando manifiestamente las proporciones a favor de J apn, uno admite la igualdad de condiciones materiales en los dos pases, toda- va quedar la profunda diferencia de los factores morales. La historia nos ensea cmo las derrotas militares dan nacimiento a la revolucin; pero sta nos ensear cmo revoluciones triunfantes, que alzan al pueblo y unen su espritu, le darn una enorme fuerza dinmica en el campo de batalla... En inters de los dos pueblos y en el de toda la civilizacin humana, esperemos que el militarismo japons no tiente al destino. Yo entiendo muy bien que la historia no est hecha de artculos. Pero en la medida en que un artculo puede tener influencia, trat de hacerle enten- der al alto mando japons que no est enfrentando al ejrcito zarista. Todo el artculo est elaborado alrededor de la idea de que el ejrcito japons tal como es ahora comparado con el ejrcito sovitico es lo mismo que el viejo ejrcito zarista comparado con el ejrcito japons, y que J apn puede encontrar en los campos de Siberia el mismo destino que el ejrcito zaris- ta en los campos de Manchuria. Esa era la idea general del artculo. GOLDMAN: Conoce usted a un hombre llamado Hess? TROTSKY: S; supe de ese nombre por los peridicos y por el infor- me estenogrfico. GOLDMAN: Est relacionado con los fascistas en Alemania. TROTSKY: Rudolf Hess es uno de los ministros de Hitler. GOLDMAN: Alguna vez lo vio? TROTSKY: Slo en las fotos. GOLDMAN: Tena usted contacto con l? TROTSKY: No; slo escuch su voz en la radio. GOLDMAN: Alguna vez se comunic usted con algn funcionario del rgimen fascista de Hitler? TROTSKY: Nunca. GOLDMAN: Alguna vez lleg a algn acuerdo con ellos en relacin a la rendicin del territorio sovitico? TROTSKY: No. GOLDMAN: Le hago las mismas preguntas sobre los militaristas japoneses. TROTSKY: Le doy las mismas respuestas. GOLDMAN: La seccin siguiente es sobre la situacin internacional. El seor Glotzer* est muy ansioso por descansar su mano ahora. DEWEY: Haremos un breve receso. GOLDMAN: Hay varias preguntas que quiero hacerle, seor Trotsky, antes de que prosigamos con la seccin siguiente. Cundo usted jugaba un rol dirigente en la Unin Sovitica, se expres de algu- 186 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... TROTSKY: Naturalmente. Dentro de los lmites de una resea era naturalmente imposible, con esta declaracin coloquial especial aislada, medio improvisada y necesa- riamente incompleta, desarrollar los problemas generales de la lucha revo- lucionaria durante la guerra o incluso arrojar suficiente luz terica sobre esa cuestin especfica. Como la cita de ms arriba llev, desde que fuera publicada, a numerosos malentendidos, y peor an, a maliciosas distor- siones (se estn preparando para la paz civil en Francia, renuncian al derrotismo revolucionario, etc!), vale la pena reparar el descuido previo. En cuanto a los principios bsicos de la lucha revolucionaria contra la guerra y durante sta, consideraciones de espacio nos obligan a concen- trarnos aqu en nuestras tesis sobre la guerra [La Guerra y la IV Internacional, 1934] que fueron aprobadas en mayo de 1934 por el Secretariado Internacional de nuestro movimiento, y que han constituido desde entonces uno de los documentos programticos ms importantes del bolchevismo, adquiriendo ms importancia con el correr de los das. Con respecto a la cuestin especfica que nos interesa, el camarada Trotsky, en la declaracin mencionada arriba, hace referencia a los siguientes puntos en las tesis sobre la guerra: 44. El proletariado internacional, que en todo momento defender resuelta y abnegadamente al estado obrero en lucha contra el imperialis- mo, no se convertir sin embargo en aliado de los aliados imperialistas de la URSS. El proletariado de un pas capitalista aliado a la URSS debe mantener total y absolutamente su intransigente hostilidad hacia el gobierno imperialista de su propio pas. En este sentido su poltica no ser diferente de la del proletariado del pas que pelea contra la URSS. Pero en lo que hace a la actividad concreta, pueden surgir diferencias considerables segn la situacin de la guerra. Por ejemplo, sera absur- do y criminal, en el caso de que se declarase una guerra entre la URSS y Japn, que el proletariado norteamericano saboteara el envo de muni- ciones norteamericanas a la URSS. Pero el proletariado de un pas que pelee contra la URSS se vera absolutamente obligado a recurrir a accio- nes de este tipo:huelgas, sabotaje, etctera. 45. La intransigente oposicin proletaria al aliado imperialista de la URSS debe basarse en la poltica clasista internacional y en los objeti- vos imperialistas de ese gobierno, en el carcter traicionero de la alianza, en su especulacin con un retorno de la URSS al capitalismo, etctera. Por lo tanto, la poltica de un partido proletario tanto en un pas imperialista aliado como en uno enemigo debe orientarse hacia el derrocamiento revolucionario de la burguesa y la conquista del poder. 189 PRINCIPIOS Y TCTICAS EN LA GUERRA 1 Bruselas, diciembre de 1937 Rudolph Klement* La resea del libro The Case of Len Trotsky en el primer nmero del peridico Der Einzige Weg cita la siguiente declaracin interesante del camarada Trotsky sobre las diferencias en las tareas del proletariado durante una guerra entre Francia y la Unin Sovitica, y Alemania y J apn (reproducido aqu en cierta forma de modo ms completo): STOLBERG: Rusia y Francia ya tienen una alianza militar. Suponga que estalla una guerra internacional. No me interesa lo que usted dice sobre la clase obrera rusa en ese momento. Ya lo s. Qu le dira a la clase obrera francesa en referencia a la defensa de la Unin Sovitica? Cambien al gobierno burgus francs, eso les dira? TROTSKY: Esta pregunta est ms o menos respondida en las tesis La Guerra y la Cuarta Internacional, en este sentido: en Francia yo permanecera en oposicin al gobierno y desarrollara sistemticamente esta oposicin. En Alemania yo hara todo lo posible para sabotear la maquinaria de guerra. Son dos cosas diferentes. En Alemania y Japn, yo aplicara mtodos militares en la medida en que puede pelear, oponerme, y daar a la maquinaria, la maquinaria militar de Japn, para desorga- nizarla, tanto en Alemania como en Japn. En Francia, es la oposicin poltica contra la burguesa, y la preparacin de la revolucin proletaria. Los dos son mtodos revolucionarios. Pero en Alemania y en Japn yo tengo como mi objetivo inmediato la desorganizacin de la maquinaria completa. En Francia, tengo el objetivo de la revolucin proletaria... GOLDMAN: Suponga que usted tiene la oportunidad de tomar el poder durante la guerra, en Francia, planteara esto si tuviera la mayo- ra del proletariado? UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de The New International, volumen IV, nmero 5, Nueva York, mayo de 1938. GUERRA Y REVOLUCIN toria poltica de los socialmente oprimidos, o que estn a punto de ser oprimidos: la URSS, los pases coloniales y semi-coloniales como Abisinia o China, o la Espaa republicana, etc. Aqu tambin, no obstante, el proletariado tiene viva conciencia de su oposicin irreconciliable de clase hacia su propia burguesa -o su opo- sicin poltica a la burocracia sovitica- y no entrega sin resistencia nin- guna de sus posiciones independientes. Como en los pases imperialistas, ste pugna con todas sus fuerzas por la revolucin social y la toma del poder, el establecimiento de su dictadura, la nica que, adems, hace posi- ble una victoria segura y duradera sobre los imperialistas. Pero en tales casos, el proletariado no puede -y de hecho no busca- como en el campo imperialista, la victoria revolucionaria a costa de una derrota militar, sino ms bien en la perspectiva de la victoria militar de su pas 2 . La lucha de clases y la guerra son fenmenos internacionales, que se deciden internacionalmente. Pero como toda lucha no permite que haya ms que dos campos (bloque contra bloque) y como las luchas imperia- listas se entrelazan con la guerra de clase (imperialismo mundial-proleta- riado mundial), surgen muchos casos complejos y con mltiples aristas. La burguesa de los pases semi-coloniales o la burguesa liberal amena- zada por su propio fascismo, apela a la ayuda de los imperialismos amigos; la Unin Sovitica, por ejemplo, intenta utilizar los antagonis- mos entre los imperialismos cerrando alianzas con un grupo contra otro, etc. El proletariado de todos los pases, la nica clase solidaria internacio- nalmente y por ello, entre otras cosas, la nica clase progresiva-, se encuentra en la complicada situacin en tiempos de guerra, especialmen- te en la nueva guerra mundial, de combinar el derrotismo revoluciona- rio hacia su propia burguesa con el apoyo a las guerras progresivas. Esta situacin es utilizada al mximo en este momento y ciertamente lo ser maana, por los socialpatriotas de tipo socialdemcrata, stalinista o anarquista, para hacer que los proletarios se dejen masacrar por las ganancias del capital bajo la ilusin de ayudar a sus hermanos de la URSS, China y del resto del mundo. Esto le sirve a los social-traidores, adems, para retratar a los revolucionarios no slo como traidores a la patria, sino tambin como traidores a la patria socialista (as como ahora son denunciados a gritos como agentes de Franco*). Esta es una razn funda- mental por la cual el proletariado, especialmente en los pases imperialis- 191 190 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Slo de esa manera se crear una verdadera alianza con la URSS y se salvar del desastre al primer estado obrero. Las guerras de aos recientes no representaron una lucha directa entre potencias imperialistas, sino expediciones coloniales (Italia-Abisinia, J apn-China) y conflictos acerca de esferas de influencia (China, Chaco, y en cierto sentido tambin Espaa), y en consecuencia no degeneraron, en el intern, en un conflicto mundial. Hitler abriga la esperanza de atacar a la URSS maana tal como J apn ataca a China hoy, esto es, espera alte- rar la relacin de fuerzas imperialista sin violar directamente los intereses esenciales de los otros imperialismos, manteniendo en consecuencia al conflicto como un choque de carcter local. Estos eventos, que han esta- do ocurriendo desde 1934, han mostrado claramente que las tesis arriba mencionadas sobre la actitud del proletariado de los pases imperialistas son vlidas no slo en una guerra anti-sovitica, sino en todas las guerras en las cuales ste deba alinearse con uno de los bandos en pugna; y esto se aplica precisamente a las guerras que hemos presenciado en aos recientes. *** La guerra no es ms que la continuacin de la poltica por otros medios. De aqu que el proletariado debe continuar su lucha de clases en tiempos de guerra, entre otras cosas con los nuevos medios que la burguesa pone a su disposicin. El proletariado puede y debe utilizar el debilitamiento de su propia burguesa en los pases imperialistas para preparar y para llevar adelante de modo implacable su revolucin social en conexin con la derrota militar engendrada por la guerra, y tomar el poder. Esta tctica, conocida comoderrotismo revolucionario y realizable internacionalmen- te, es una de las palancas ms fuertes de la revolucin proletaria mundial en nuestra poca, y en consecuencia del progreso histrico. Slo cuando la lucha es imperialista en un solo bando y es una guerra de liberacin de naciones no imperialistas o de un pas socialista contra la ame- naza de la opresin imperialista o la opresin real- en el otro bando, as como en las guerras civiles entre las clases o entre la democracia y el fascis- mo, el proletariado internacional no puede y no debe aplicar la misma tcti- ca hacia los dos bandos. Reconociendo el carcter progresivo de esta guerra de liberacin, el proletariado internacional debe luchar decisivamente contra el enemigo principal, el imperialismo reaccionario (o bien contra el campo reaccionario, en el caso de una guerra civil), esto es, debe pelear por la vic- 2. Dejamos a un lado el caso donde las guerras entre dos pases no imperialistas no son nada ms, o predominantemente, que el combate enmascarado entre dos imperialismos extranjeros -Inglaterra y Estados Unidos en la guerra del Chaco- o el caso donde la guerra de liberacin de una nacin oprimida es slo un pen en la mano de un bando imperialista y nada ms que una parte de un conflicto imperialista generalizado: Serbia desde 1914 hasta 1918. (Nota del autor) as, el hacer la distincin correcta en cada situacin concreta, para evitar per- judicar los intereses militares del lejano aliado del proletariado por causa de estrechas consideraciones de la lucha de clases nacional, no importan qu tan revolucionarias parezcan stas, as como tambin evitar hacer el trabajo sucio para su propio imperialismo con el pretexto de darle ayuda indirecta a sus aliados. La nica ayuda real y decisiva que los trabajadores pueden aportarle a estos ltimos es tomar el poder y mantenerlo en sus manos. Sucede lo contrario -en lo que concierne a la forma exterior de su lucha- con el proletariado de los imperialismos involucrados en una lucha directa contra la causa progresiva. Adems de su lucha por la revolucin, es su deber realizar sabotaje militar para beneficio del enemigo -el enemigo de su burguesa pero su propio aliado. Como medio de derrotismo revolucio- nario en la lucha entre los pases imperialistas, el sabotaje militar, como el terror individual, es completamente intil. No reemplaza a la revolucin social, e incluso no la hace avanzar ni un centmetro, y no hace ms que ayu- dar a un imperialismo contra otro, engaando a la vanguardia, sembrando ilusiones entre las masas y facilitando as el juego de los imperialistas 4 . Por otra parte, el sabotaje militar se impone imperiosamente como una medida inmediata en defensa del campo que est luchando contra el imperialismo y que es, en consecuencia, progresivo. En cuanto tal, esto lo entienden las masas, dndole la bienvenida e impulsndolo. La derrota del propio pas se transforma aqu no en un mal menor adicional (un mal menor que la vic- toria comprada al precio de la paz civil y el abandono de la revolucin), sino en el objetivo inmediato, la tarea de la lucha proletaria. La derrota del propio pas no sera, en este caso, un mal en absoluto, o un mal adicional que se acepta mucho ms fcilmente, ya que significara la simple victoria del pueblo liberado del yugo imperialista existente o potencial, as como la del proletariado sobre su enemigo, sobre el amo comn, el capital imperia- lista. Una victoria as sera un poderoso punto de partida para la revolucin proletaria internacional, incluyendo a los pases imperialistas amigos 5 . 193 tas, necesita tener, en esta situacin claramente contradictoria, una com- prensin particularmente clara de estas tareas combinadas y de los mto- dos para llevarlas a cabo. En la aplicacin del derrotismo revolucionario contra la burguesa impe- rialista y su Estado, no puede haber ninguna diferencia fundamental, ms all de si este ltimo es amigable u hostil hacia la causa apoyada por el proletariado, ya sea que aqul se halle en una alianza traicionera- con los aliados del proletariado (Stalin, la burguesa de los pases semi-coloniales, los pueblos coloniales, el liberalismo anti-fascista), o que est librando una guerra contra ellos. Los mtodos del derrotismo revolucionario no cambian en absoluto: la propaganda revolucionaria, la oposicin irreconciliable al rgimen, la lucha de clases desde su forma puramente econmica hasta su forma poltica ms elevada (la insurreccin armada), la confraternizacin de las tropas, la transformacin de la guerra en guerra civil. La defensa internacional de los estados proletarios, de los pueblos oprimidos que luchan por su libertad y el apoyo internacional a la guerra civil armada antifascista debe, no obstante, tomar naturalmente diferentes formas segn sea que la propia burguesa se ponga de su lado o los com- bata. Aparte de la preparacin poltica de la revolucin social, cuyos rit- mos y mtodos no son de ninguna manera idnticos a los de la guerra, esta defensa debe naturalmente tomar formas militares. Adems del apoyo revolucionario, sta consiste, en consecuencia, en el apoyo militar hacia la causa progresiva, as como tambin en el dao militar inflingido contra su oponente imperialista. El apoyo militar puede naturalmente adquirir un alcance decisivo slo donde el proletariado mismo tiene las palancas del poder y de la economa en sus manos (la URSS, y en cierta medida, Espaa en el verano de 1936). En los pases imperialistas, que estn aliados con los pases que estn librando guerras progresivas y revolucionarias, todo se reduce a esto: que el proleta- riado luche con medios revolucionarios por un apoyo militar directo, efectivo, controlado por l, hacia la causa progresiva (Aviones para Espaa! grita- ban los obreros franceses). En todo caso, el proletariado debe promover y con- trolar un apoyo militar directo realmente garantizado (el envo de armas, municiones, alimentos, especialistas, etc.), incluso al costo de una excep- cin de la lucha de clases directa. 3 Deber quedar librado a la perspicacia y el instinto revolucionario del proletariado, que es bien consciente de sus tare- 192 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 3. Se puede suponer con toda confianza que para la burguesa francesa durante la gue- rra, una huelga de los obreros portuarios de Marsella, que haga una excepcin con los env- os de guerra hacia Rusia, en los cuales no tiene el ms mnimo inters, resultara particular- mente humillante. Sera un sinsentido que, por ejemplo, en el curso de una huelga de obre- ros grficos, no se permitiera la aparicin de los peridicos obreros que son necesarios para la lucha huelgustica misma. (Nota del autor). 4. Lenin escribi el 26 de julio de 1915 (ver Gegen den Strom) contra la falsa consig- na de Trotsky de Ni victoria ni derrota y dijo en forma polmica: Y las acciones revolu- cionarias durante la guerra significan, sin lugar a duda alguna, no slo el deseo de su derro- ta sino tambin el genuino impulso en pos de una derrota semejante (para el lector que puede discernir: esto no significa en absoluto que hay que volar los puentes, que haya que organizar golpes militares abortados, y que en general los revolucionarios deban ayudar a provocar una derrota del gobierno). (El subrayado es mo-W.S.) (Nota del autor). 5. Naturalmente, el sabotaje militar a favor del oponente no imperialista de la propia burguesa no debe ser extendido a favor de su aliado imperialista. Los proletarios alemanes, por ejemplo, tratarn de desorganizar militarmente el frente oriental para ayudar a la Rusia sovitica; para el frente occidental, donde se estara librando una guerra puramente interim- perialista entre Alemania y la Francia aliada a la URSS, slo la regla del derrotismo sera vlida, tanto para el proletariado francs como para el alemn. (Nota del autor). EL PAPEL MUNDIAL DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO 1 Septiembre de 1938 Len Trotsky Las principales esferas de actividad del imperialismo yanqui estn repartidas entre los continentes de Europa, Asia y Amrica Latina, en los cuales persigue una poltica conforme a sus intereses generales, y adapta- da a las condiciones concretas de sus relaciones con las otras potencias. En Amrica Latina, aunque se choca con el poderoso rival que consti- tuye Inglaterra y, en menor medida, aunque creciente, J apn y Alemania, EE.UU. sigue siendo la fuerza imperial dominante. EE.UU. apareci en la escena ms tarde que pases como Espaa, Portugal, Alemania o Inglaterra, pero a comienzos de siglo ya era capaz de superar a sus rivales. Su rpido desarrollo industrial y financiero, las preocupaciones de las potencias euro- peas durante la guerra imperialista mundial y su transformacin en acree- dor mundial durante este perodo, le ha permitido a EE.UU. alcanzar la cumbre, estableciendo su hegemona imperialista en la mayora de los pa- ses de Amrica central, del Sur y del mar del Caribe (Antillas). Proclam su intencin de mantener esta hegemona contra los intentos del imperia- lismo europeo y japons. La forma poltica de esta proclamacin es la doc- trina Monroe que, particularmente, luego del despliegue de una poltica abiertamente imperialista a fines del siglo XIX, fue interpretada uniforme- mente por todas las administraciones de Washington como el derecho del imperialismo norteamericano de dominar a los pases de Amrica Latina, como una etapa hacia la posicin de explotador exclusivo. El obstculo ms activo y poderoso para una verdadera independencia de Amrica Latina es el imperialismo yanqui, cuya masa de miles de millones As vemos cmo diferentes situaciones de guerra requieren que el pro- letariado revolucionario de los diferentes pases imperialistas, si desea permanecer fiel a s mismo y a su meta, implementediferentes formas de lucha, las que pueden parecer a los espritus esquemticos desviaciones del principio bsico del derrotismo revolucionario, pero que en realidad resultan de la combinacin del derrotismo revolucionario con la defensa de ciertos campos progresivos. Todava ms, desde un punto de vista histrico ms elevado estas dos tareas coinciden: en nuestra poca imperialista, la burguesa nacional de los pases no imperialistas as como la burocracia sovitica- a causa de su temor hacia la clase obrera que ha madurado a nivel internacional para la revolucin socialista y la dictadura, no est en posicin de llevar ade- lante una lucha enrgica contra el imperialismo. No se atreven a apelar a las fuerzas del proletariado y en una etapa particular de la lucha inevita- blemente convocarn al imperialismo para que los ayude contra su pro- pio proletariado. La completa liberacin nacional de los pases colonia- les y semi-coloniales de la esclavitud imperialista, y de la Unin Sovitica de la destruccin y la anarqua capitalista externa e interna, la revolucin democrtico burguesa, la defensa del fascismo; todas estas tareas pueden ser resueltas, nacional e internacionalmente, slo por el proletariado. Su realizacin efectiva conduce naturalmente a la revolucin proletaria. La guerra mundial venidera ser la explosin ms titnica y asesina de la his- toria, pero a causa de ello tambin har explotar todas las barreras tradi- cionales, y en sus llamas los movimientos de liberacin y revolucionarios de todo el mundo se fundirn en un solo torrente centelleante. Presentar claramente, incluso ahora, al proletariado los problemas de la guerra venidera y sus tareas combinadas; esta tarea seria y dificultosa es una de las ms urgentes de nuestro tiempo. Slo los bolcheviques leninistas han tomado sobre s mismos la responsabilidad de armar al proletariado para su lucha y de crear el instrumento con el cual ste ganar sus futuras victorias: el programa, los mtodos y la organizacin de la Cuarta Internacional. W. ST. 194 GUERRA Y REVOLUCIN 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en R. Prager compilador, Les congrs de la Quatrime Internationale, ed. La Brche, 1978, Pars, tomo 1, pg. 277. Esta resolucin fue votada en la Conferencia de fundacin de la IV Internacional de septiembre de 1938. La poltica del buen vecino no es otra cosa que el intento de unificar el hemisferio sur bajo la hegemona de Washington, como un bloque sli- do que lleva a cerrar la puerta de los dos continentes americanos a todas las otras potencias imperialistas. Esta poltica est apoyada materialmen- te en acuerdos comerciales favorables, que EE.UU. se esfuerza en con- cluir con los pases de Amrica Latina, con la esperanza de alejar siste- mticamente a los rivales del mercado. El papel decisivo que cumple el comercio exterior en la vida econmica de EE.UU. le impone esfuerzos cada vez ms acentuados para excluir a todos los competidores del mer- cado sudamericano, combinando la produccin barata, la diplomacia, la chicana, y si es necesario, la fuerza. Actualmente, esto es particularmente cierto en lo que concierne a Alemania y J apn. Siempre que el conflicto imperialista fundamental en Amrica Latina (especialmente en pases como Mxico o Argentina) siga siendo el de Inglaterra y EE.UU., ante todo se expresa econmicamente en el terreno de las inversiones de capitales. En el terreno del comercio exterior, sin embargo, los principales rivales inmediatos de EE.UU. son Alemania, y en creciente medida, J apn. Dada su situacin mundial res- pectiva, EE.UU. e Inglaterra pueden colaborar por el momento expulsan- do de Amrica Latina a Alemania y J apn, pero con la nica condicin que la colaboracin siga estando dirigida por EE.UU. En compensacin, el imperialismo yanqui apoya parcialmente al imperialismo ingls en el con- tinente europeo. Al mismo tiempo, la poltica del imperialismo norteamericano aumen- tar necesariamente la resistencia revolucionaria de los pueblos latinoa- mericanos, a quienes va a explotar de manera intensificada. Esta resisten- cia encontrar la reaccin ms feroz por parte de EE.UU. quien intentar suprimirla, y se revelar ms claramente an como el gendarme de la explotacin imperialista extranjera y como el apoyo de las dictaduras nati- vas. As, por toda su actitud, Washington-Wall Street desempear un cre- ciente papel reaccionario en los pases de Amrica Latina. De este modo, EE.UU. sigue siendo el amo predominante y agresivo de Amrica del Sur, listo para defender esta posicin por las armas contra todo asalto serio de sus rivales imperialistas o todo intento de los pueblos de Amrica Latina de liberarse de la dominacin del explotador. La poltica norteamericana en Europa difiere de su intervencin directa y abierta en Amrica Latina, en diferentes puntos, dictados esencialmente por el hecho que EE.UU. no apareci como un factor decisivo en el Viejo Mundo ms que en la ltima etapa, en la ltima generacin. Su interven- cin pas por tres estadios. Primero, surgi como un agresor brutal, defen- diendo los vastos intereses financieros adquiridos por la clase dirigente norteamericana a finales de la guerra, y contribuy, gracias a su enorme podero industrial, financiero y militar, a crear las fuerzas decisivas nece- 197 de dlares est invertida principalmente en el hemisferio oriental. El carcter real del capitalismo democrtico norteamericano se revela claramente por las dictaduras tirnicas de los pases de Amrica del Sur, cuya suerte est inextricablemente ligada a la suya, y que durarn tanto como l. Los dspo- tas sedientos de sangre que oprimen a millones de campesinos y obreros de Amrica Latina, los Vargas 2 y los Batista 3 , no son en el fondo, ms que el ins- trumento poltico de EE.UU., "democrtico" e imperialista. En pases como Puerto Rico el imperialismo norteamericano provoca y suprime brutalmente al movimiento nacionalista gracias al gobernador Winshin. La burguesa nacional ascendente en numerosos pases de Amrica del Sur, esperando una mayor parte del botn y luchando por una independen- cia ms completa, es decir, por la posicin dominante en la explotacin de su propio pas, trata, en verdad, de utilizar las rivalidades y los conflictos de los imperialistas extranjeros tras este objetivo. Pero su debilidad gene- ral y su apariencia retardada le impiden alcanzar un elevado nivel de de- sarrollo, que escapa al papel de instrumento de un imperialismo contra otro. No puede encarar una lucha seria contra toda dominacin imperia- lista y por una verdadera independencia nacional, porque teme desenca- denar un movimiento de masas de los trabajadores del pas, que amenaza- ra su propia existencia. El reciente ejemplo de Vargas, que intenta utilizar la rivalidad entre EE.UU. y Alemania, pero al mismo tiempo, mantiene la ms salvaje dic- tadura sobre las masas populares brasileas, es un ejemplo destacable. La administracin Roosevelt*, a pesar de sus amables pretensiones, no ha aportado ninguna modificacin a la tradicin imperialista de sus predece- sores. Repiti con nfasis la mentirosa doctrina Monroe: ha confirmado su reclamo de derechos monopolistas sobre Amrica Latina en las conferen- cias de Buenos Aires; ha santificado con su aprobacin los abominables regmenes de Vargas y de Batista; su reivindicacin de una polica marti- ma ms poderosa en el Atlntico y no slo en el Pacfico, prueba su celo por desarrollar las fuerzas armadas de EE.UU. para la defensa de su poder imperialista en la parte sur del hemisferio. Bajo Roosevelt, la poltica del puo de acero en Amrica del Sur est recubierta por el guante de las pre- tensiones demaggicas de amistad y de "democracia". 196 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 2. Vargas, Getulio (1883-1954): Gobern en Brasil desde 1930 hasta 1945. Muy pron- to declar ilegales las huelgas, clusur las publicaciones obreras y arrest a los dirigentes sindicales. Su Constitucin de 1937 negaba a los obreros todos sus derechos como clase. Volvi al poder en 1950. 3. Batista y Zaldvar, Fulgencio (1901-1973): Dictador cubano desde 1933 hasta 1940. Militar de profesin encabez un golpe de Estado contra el presidente Carlos Manuel de Cspedes en 1933 implantando una dictadura personal en Cuba hasta 1958. Su corrupto y brutal rgimen le hizo perder apoyo social de la clase media y del ejrcito. En diciembre de 1958 fue derrocado por Castro, exilindose en la Repblica Dominicana. 199 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... sarias a los Aliados para destruir y agobiar a las potencias centrales, espe- cialmente Alemania. Mientras que Inglaterra, Francia, Blgica e Italia eran capaces, de este modo, de imponer el degradante tratado de Versalles a Alemania, y de hacer de la Sociedad de las Naciones el gendarme que vigi- laba sus conquistas, incluidas las antiguas colonias alemanas y los enormes tributos de reparacin exigidos a Alemania, el vencedor real de esta guerra fue EE.UU., quien se convirti en el principal centro econmico y finan- ciero del mundo, exigiendo un tributo ms pesado an que el de los ven- cedores de Versalles, con forma de pago de deudas de guerra. Seguidamente, con la derrota del proletariado alemn a fines de 1933, EE.UU. apareci como un "pacificador" de Europa y la principal fuerza con- trarrevolucionaria. En su papel de pacificador europeo, vigoriz nuevamen- te la dominacin capitalista en su punto ms dbil, Alemania, inyectndole los millones de Dawes-Young 4 . Ayud as al renacimiento de las ilusiones democrticas en Alemania, en Francia y en Inglaterra, y levant la reivindi- cacin de la limitacin de armamentos que impeda el pago de las deudas de guerra a Wall Street. El desarme europeo (dada la superioridad industrial de Amrica del Norte, que le permiti dominar rpidamente los armamentos de cualquier pas) no era ms que la reivindicacin pacifista gracias a la cual el imperialismo yanqui se esforzaba en reducir el mercado, ya reducido, que segua estando a disposicin de los competidores europeos. Finalmente, en la ltima etapa de su intervencin, el imperialismo nor- teamericano ha mostrado que no eliminaba ni moderaba los conflictos entre las potencias europeas: por el contrario, sus propias necesidades agravan los conflictos entre las diferentes potencias europeas. Todas estn comprometidas en una nueva guerra mundial, unas para defender la parte de la racin a la que EE.UU. redujoa Europa, otras en su lucha por aumen- tar sus ingresos para tratar de resolver sus contradicciones internas. En apariencia, el ascenso del imperialismo norteamericano en Europa tuvo el efecto de pacificar el continente; en los hechos, esto apresura una nueva guerra mundial, marcada por la carrera armamentstica, la conquista de Etiopa, la guerra civil en Espaa, la invasin japonesa en China. Esta guerra no podr limitarse a Europa y todos los pases importantes de la tie- rra estarn inexorablemente comprometidos. 198 GUERRA Y REVOLUCIN Entender la realidad de las relaciones de EE.UU. con el desarrollo de Europa basta para refutar las pretensiones del imperialismo yanqui a una misin de defensor de la paz y de la democracia en Europa. Por el contra- rio, cuanto ms aumentan las dificultades, ms trata de cargar su fardo sobre los hombros de las potencias imperialistas europeas, ms envejeci- das y ms dbiles: as, conduce rpidamente a las clases dirigentes del viejo mundo hacia la guerra y el rgimen fascista. La presin de la poten- cia del Nuevo Mundo que ha alcanzado semejante fuerza despus de la ltima guerra mundial est por llevar a Europa hacia el abismo de la bar- barie y de la destruccin. En el pasado, la influencia de EE.UU. era ms o menos pasiva; prac- ticaba la poltica del aislacionismo; ahora practicar la intervencin activa, directa y decisiva en el prximo perodo, es decir, el de la prxima guerra mundial. Las fundaciones de la potencia norteamericana tienen una envergadura importante (miles de millones de dlares en las empresas telefnicas y telegrficas, automovilsticas, construcciones elctricas y otros trusts, al igual que los miles de millones de deudas de guerra y los prstamos de postguerra). En consecuencia, le ser imposible a este pas quedar fuera de la prxima guerra mundial. Todo lo contrario. No sola- mente participar como beligerante, sino que es fcil predecir que entrar mucho ms rpido que en la ltima guerra mundial. Dada la debilidad financiera y tcnica de los otros beligerantes, com- parada con EE.UU., ste seguramente desempear un papel an ms decisivo que la ltima vez en la conclusin de la guerra. Todo indica que, si el imperialismo europeo no es derrotado por la revolucin proletaria y no se establece la paz sobre una base socialista, EE.UU. dictar los trmi- nos de la paz imperialista despus de aparecer como el vencedor. Su par- ticipacin determinar el campo de los vencedores, y tambin la disposi- cin del botn, del que reclamarn una parte leonina. El rpido establecimiento de su dominacin en Amrica Latina dict al imperialismo norteamericano su actitud agresiva a favor de las puer- tas cerradas (doctrina Monroe). Pero en Asia, repartida ya entre Inglaterra, Francia, Alemania, J apn, Rusia, Portugal e Italia, su retraso le dict una poltica tambin imperialista de puertas abiertas que se convirti en la forma clsica de la poltica yanqui en el Extremo Oriente, particularmente en China. Bajo esta forma, el imperialismo norteameri- cano responde a las pretensiones de sus viejos rivales de explotar para su beneficio los vastos recursos en hombres y materias primas de China. Detrs de esta consigna pacfica se esconde a medias la declaracin de guerra contra J apn e Inglaterra, que exige una parte creciente en la explotacin de China y de sus habitantes. Como en otros tiempos, el pacifismo norteamericano es el velo pdico de una agresiva expansin imperialista en Extremo Oriente. 4. Plan Dawes-Young: llamado as por Owen D. Young (1874-1962): abogado de gran- des empresas norteamericanas, estableca que una comisin formada de acuerdo a las reso- luciones del Tratado de Versalles supervisara el pago de las reparaciones de guerra por Alemania. Antes se haba aprobado el Plan Dawes, llamado as por el banquero y poltico norteamericano Charles G. Dawes (1865-1951). Young administr ambos planes, que como el Tratado de Versalles, obedecan a los contradictorios objetivos de subordinar la economa alemana y frenar el alza revolucionaria de posguerra. El Plan Young perdi vigencia en 1931, cuando se acept la moratoria sobre el pago de las deudas de guerra por Alemania propues- ta por Hoover. As, la amplitud de los problemas del imperialismo norteamericano, el alcance mundial de sus intereses y de los fundamentos de su podero le dictan una poltica de expansin sin tregua. Es la fuerza principal que empuja al mundo capitalista hacia otra guerra y el freno ms slido sobre el movimiento revolucionario del proletariado mundial y sobre el movi- miento de liberacin de las colonias y las semicolonias. Durante toda una poca, EE.UU. mantuvo un equilibrio aproximado entre la agricultura y la industria; sus intereses ms all de las fronteras eran episdicos y bastante insignificantes; sigui una poltica ms o menos aislacionista, favorecida por una situacin geogrfica nica. Esto era en el pasado. La crisis de la vida econmica norteamericana exige una extensin del comercio exterior y un crecimiento de los miles de millones de dlares ya invertidos en las cuatro esquinas del planeta. EE.UU. debe explotar ms intensivamente que antes los mismos recursos: esto signifi- ca la supresin del movimiento proletario revolucionario en el extranjero y de los movimientos nacionalistas revolucionarios por la independencia en sus colonias y sus zonas de influencia. Esto tambin significa que le hace falta una mayor parte del mercado mundial repartido entre las poten- cias, por ende una redistribucin del mundo que no puede hacerse de otro modo que con una nueva guerra mundial. Por eso la poltica exterior nor- teamericana se aparta oficialmente del aislacionismo y anuncia una vigorosa presin sobre el mundo. La lucha contra el imperialismo norteamericano es entonces, al mismo tiempo una lucha contra la guerra imperialista que se viene y por la libera- cin de los pueblos coloniales y semicoloniales oprimidos. Es inseparable de la lucha del proletariado norteamericano contra la burguesa dirigente y no puede ser de otro modo. Los trabajadores norteamericanos son aplasta- dos por el capital monopolizador que constituye la base de las conquistas imperialistas del pas. La masa de los negros norteamericanos constituye un aliado indispensable en esta lucha: trabajan en la industria y en la agricultu- ra y estn ligados de diferentes maneras a los otros grupos de pueblos negros oprimidos por el imperialismo yanqui en el Caribe y en Amrica Latina. Hay que hacer una campaa de educacin proletaria y de organizacin entre las masas blancas contra el veneno racista de superioridad que le inyecta su clase dominante. Hay que organizar a las masas negras contra sus opresores capitalistas, contra los demagogos pequeo burgueses en sus propias filas y contra los agentes del imperialismo japons que tratan de defenderlos, especialmente en el sur, tras el traidor estandarte panasitico. Uno de los primeros objetivos de la seccin de la IV Internacional de EE.UU. en la lucha contra el imperialismo norteamericano es el apoyo a todos los movimientos revolucionarios verdaderamente progresivos diri- gidos contra l en el Pacfico o en Amrica del Sur (Filipinas, Hawai, Samoa, etc.) o contra las dictaduras tteres de Wall Street en esos pases. 201 La lucha interimperialista por la dominacin de China es, al mismo tiempo, una lucha por el dominio del Pacfico, cuyos dos pretendientes son J apn y EE.UU.. Dadas sus ocupaciones en el continente europeo, el Mediterrneo y Medio Oriente, Inglaterra est muy minusvlida en su intento de defender sola su posicin en el continente asitico. El movi- miento panasitico dirigido por J apn est orientado hacia la desestima- cin de Inglaterra de sus posiciones favorables en China e incluso en la India. Inglaterra no puede resistir sola all, especialmente en condiciones que hacen difcil la solidaridad de todas las partes del imperio britnico en una guerra contra J apn. Inglaterra depende entonces cada vez ms, de un apoyo militar tcito o directo de EE.UU. en el conflicto con J apn. Sin embargo, el imperialismo norteamericano no se inclina a interve- nir directamente en el Extremo Oriente contra J apn para apoyar exclusi- va o principalmente la dominacin de Inglaterra en el continente asitico. Por el contrario, el dominio ulterior del Pacfico por parte de EE.UU. sig- nifica una derrota decisiva para J apn, pero tambin el comienzo del fin para los privilegios y la dominacin inglesa en Oriente. El imperio se ha dado cuenta de ello: una parte creciente de la burguesa australiana mira hacia EE.UU. ms que hacia Inglaterra por la defensa de sus intereses, es decir, por la lucha comn contra J apn. Otro ejemplo de la reorientacin de algunas partes del imperio: Canad est ms atrado hacia Nueva York y Washington, y ms lejos de Londres. Mientras que el mayor rival y el ms importante del imperialismo norteamericano en Oriente sigue siendo Inglaterra, actualmente su anta- gonista ms inmediato all es J apn. La cuestin de la guerra entre J apn y EE.UU. por la dominacin del Pacfico y del Extremo Oriente est entonces, a la orden del da. Actualmente, J apn teme una guerra con EE.UU., porque probablemente lo arrastrara al mismo tiempo a un con- flicto con Inglaterra y la URSS; por eso se esfuerza por mantener las fricciones entre EE.UU. e Inglaterra, al menos en tanto su posicin no est consolidada. Sin embargo, el imperialismo norteamericano recien- temente se ha orientado ms claramente hacia la guerra contra J apn, cuyos progresos hacia las posibles zonas de explotacin norteamericana en China y hacia sus terrenos de actual explotacin en Amrica del Sur amenazan las posiciones norteamericanas en el presente y en el futuro. La preparacin de esta guerra se ve en el tono ms tajante de la diplo- macia norteamericana, en la creciente agitacin nacionalista anti japo- nesa en la prensa, en las maniobras militares norteamericanas virtual- mente dirigidas contra J apn, en las nuevas fortificaciones de las islas Aleutianas y Graum, y sobretodo, por el pretexto dado por Roosevelt para su presupuesto naval sin precedentes en tiempos de paz, en previ- sin de la lucha contra J apn. 200 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... mitines, y en casos particulares, la seccin de EE.UU. debe organizar movimientos de protesta de masas. Adems, la seccin de EE.UU., utilizando el idioma espaol y la lite- ratura de la IV Internacional, organizar, en una modesta escala para empezar, a las fuerzas revolucionarias entre los millones de explotados de Filipinas, de Mxico, de las Antillas, de Amrica Central y del Sur resi- dente en EE.UU., con el fin de ligarlos con el movimiento obrero y revo- lucionario de sus pases de origen. Esta tarea debe ser conducida bajo la direccin del Subsecretariado americano de la IV Internacional, que publi- car la literatura necesaria y organizar el trabajo en el mismo sentido. 203 Todo esto mientras preserva su total independencia organizativa y polti- ca, reservndose y ejerciendo el derecho de organizar a la clase obrera en un movimiento separado y de presentar su propio programa independien- te contra el de los pequeo burgueses y los nacionalistas vacilantes y, a menudo, traidores. En EE.UU., los revolucionarios deben alzar a los obreros nortea- mericanos contra el envo de ejrcitos a Amrica Latina y el Pacfico y por el retiro de estas fuerzas que operan como instrumento de la opresin imperialista, contra toda otra forma de presin imperialista, diplomtica o econmica, destinada a violar la independencia nacional de un pas o a no permitirle alcanzarla. Los partidos de la IV Internacional estn a favor de la independencia inmediata e incondi- cional de Puerto Rico, de las islas Vrgenes, de Filipinas, de las islas de Hawai, Samoa y las otras colonias directas, dependencias y protec- torados del imperialismo norteamericano. La capitulacin de la burguesa nacional de Filipinas ante la domina- cin norteamericana, al igual que el intento de algunos partidos de la bur- guesa de Amrica del Norte de utilizar el sentimiento de independencia nacional a favor de sus propios objetivos, muestra que una direccin de clase proletaria en los pases coloniales ser la nica garanta para que la lucha por la verdadera independencia nacional sea llevada adelante con fuerza y hasta el final. Al mismo tiempo, los miembros de la IV Internacional subrayan que ningn pas de Amrica Latina o del Pacfico, que ahora se encuentran bajo algn grado de dominacin del imperialismo yanqui, puede alcanzar su liberacin completa si sta se limita a sus propios esfuerzos. Unicamente una unin de los pueblos de Amrica Latina, orientada hacia una Amrica socialista vivificada, aliada al proletariado revolucionario de EE.UU., ser lo bastante fuerte para expulsar con xito al imperialismo de Amrica del Norte. De la misma manera, los pueblos del Viejo Mundo no pueden resistir con xito la presin del coloso yanqui, que los empobrece y los empuja hacia la guerra, ms que estableciendo los Estados Unidos de Europa, bajo la direccin socialista del proletariado, los pueblos del hemisferio oriental no pueden asegurar una plena independencia nacional, posibilidades de desarrollo ilimitado y el fin de la explotacin de los tira- nos extranjeros e indgenas ms que unindose en la Unin de las Repblicas socialistas de Amrica. Las secciones de la IV Internacional de Amrica del Sur deben hacer conocer por todos los medios las luchas de los trabajadores y los movi- mientos revolucionarios americanos contra el enemigo comn. La seccin de EE.UU. debe consagrar ms tiempo y energa en propagar la posicin y las luchas de los movimientos obreros de Amrica Latina. Cada accin del imperialismo norteamericano debe ser anunciada en la prensa y los 202 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... en la desesperacin total, se aferraron con asombro y nuevas esperanzas a esta inesperada ayuda de la Comintern. Tras ellos, un sector de la burgue- sa imperialista puso sus ojos en los comunistas patriotas. Aqu est la raz fundamental de la putrefacta e infame poltica de los frentes populares. Toda crisis profunda -ya sea econmica, poltica o militar- tiene su aspecto positivo en tanto pone a prueba todos los valores y frmulas tra- dicionales. Quedan al descubierto, entonces, los que sirvieron para ocul- tar las contradicciones de la poca de paz, empujando de este modo el proceso hacia adelante. La crisis diplomtica respecto a Checoslovaquia llev a cabo, de manera excelente, esta tarea progresiva. Slo les queda a los marxistas extraer de esta reciente experiencia todas las conclusiones polticas necesarias. La experiencia de la ltima guerra Comencemos con una breve ojeada retrospectiva. La guerra de 1914 a 1918 fue, como es sabido, una guerra por la democracia. La alianza de Francia, Gran Bretaa, Italia y Estados Unidos permiti a los socialpatrio- tas de la Entente cerrar los ojos vergonzosamente ante el quinto aliado, el zarismo. Despus de la Revolucin de Febrero, que derroc a Nicols ll, el frente democrtico qued definitivamente delimitado. Slo los incorregi- bles bolcheviques podan seguir con sus clamores contra el imperialismo. Vala la pena preocuparse porque el liberal Miliukov y el cuasi-socialista Kerenski queran apoderarse de Galizia, Armenia y Constantinopla? Finalmente, Miliukov y Kerenski explicaron que los bolcheviques eran simplemente agentes de Ludendorff (el Hitler de ese entonces) 2 . La guerra termin con el triunfo total de las democracias, aunque la Rusia sovitica, dirigida por los bolcheviques, haba abandonado su sagra- do campo. El resultado de ese triunfo fue el tratado de Versalles. Es cier- to que cost millones de vidas, pero se impuso para implantar de una vez y para siempre el reino de la democracia en la tierra, el libre desarrollo de las naciones y la colaboracin pacfica entre los pueblos sobre la base del desarme general. La Liga de las Naciones coron las conquistas de una guerra que se supona se haba hecho con el objetivo de terminar con todas las guerras, as lo prometieron Wilson 3 y la Segunda Internacional. 205 UNA LECCIN RECIENTE 1 DESPUS DE LA PAZ IMPERIALISTA DE MUNICH 10 de octubre de 1938 Len Trotsky Veinte aos despus de la Primera Guerra Mundial imperialista, que destruy completamente las ilusiones democrticas, los dirigentes de la Comintern intentan demostrar que el mundo capitalista alter radicalmen- te su carcter, que el imperialismo ya no es ms el factor decisivo en nues- tro planeta, que lo que determina los antagonismos mundiales no son los rapaces intereses del capital monopolista sino algunos principios polticos abstractos, y que la nueva matanza de pueblos ser una guerra defensiva de parte de las democracias inocentes y amantes de la paz contra los agresores fascistas. Por cierto, la memoria humana debe ser muy dbil si, en vsperas de una nueva guerra imperialista, los aventureros de la Tercera Internacional osan poner en circulacin las mismas ideas utiliza- das por los traidores de la Segunda Internacional para engaar a las masas durante la ltima guerra. Sin embargo, en esto hay algo ms que una mera repeticin. Puesto que el capitalismo, durante el ltimo cuarto de siglo, lleg a una etapa de deca- dencia muy avanzada tanto en lo econmico como en lo poltico, las falsi- ficaciones de la Tercera Internacional resultan incomparablemente ms obvias, cnicas y degradantes que las doctrinas socialpatriotas de la guerra de 1914. Los dirigentes de la Segunda Internacional, que ya haban perdi- do la fe en las virtudes de las frmulas democrticas y estaban cayendo UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Artculo publicado en The New International, diciembre de 1938. Tomado de la ver- sin publicada en Escritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As, 2000, libro 6. El Pacto de Munich fue firmado el 30 de septiembre de 1938 por el Primer Ministro Chamberlain y el Premier francs Daladier, Hitler y Mussolini. Este pacto permiti a Alemania anexarse los Sudetes con el pretexto de la defensa de los derechos de su pobla- cin predominantemente alemana. Tambin represent el acuerdo de las potencias occiden- tales con los planes de Hitler de invadir y conquistar Checoslovaquia, tal como lo hizo en marzo de 1939. 2. Ludendorff, Erich (1865-1937): Uno de los principales generales militares alemanes en la Primera Guerra Mundial. 3. Woodrow, Wilson (1871-1936): Presidente norteamericano demcrata desde 1913 a 1921, condujo a Estados Unidos a la Primera Guerra mundial y anunci 14 puntos como alternativa al programa sovitico de lograr una paz democrtica sin anexiones. Fue uno de los artfices de la invasin contra la Repblica Sovitica en 1919. Para expresarlo ms claramente, los dos fenmenos son las dos caras de una misma moneda. Las pacficas democracias inglesa y francesa se apoyan en la liquidacin de los movimientos democrticos nacionales de los centenares de millones de habitantes de Asia y Africa en funcin de las superganancias que extraen de esas regiones. Y al mismo tiempo Hitler y Mussolini prometen volverse ms moderados si consiguen un territorio colonial adecuado. Estados Unidos, gracias a condiciones histricas favorables y a la posesin casi absoluta de todo un continente de una inagotable riqueza natural, extendi sobre el mundo su manto protector de manera muy pacfica y democrtica, si dejamos de lado tonteras tales como la exterminacin de los indios, el robo de los mejores territorios de Mxico, el aplastamiento de Espaa, la participacin en la ltima guerra, etctera. Sin embargo, esta forma de explotacin idlica ya pertenece al pasado. La rpida y apabullante decadencia del capitalismo norteamericano le plantea de una manera cada vez ms obviamente militar su posibilidad de supervivencia. Desde los catorce puntos pacifistas de Wilson, la cuquera ARA de Hoover (la organizacin filantrpica internacional) 5 , el reformis- ta New Deal de Roosevelt, la teora del aislamiento, las leyes de neutrali- dad absoluta 6 , etctera, Estados Unidos se encamina inevitablemente hacia una explosin imperialista de proporciones nunca vistas. A causa de la paz de Versalles, Alemania qued muy retrasada y tom como base de su programa imperialista el objetivo de la unificacin nacio- nal. Bajo esta consigna naci y se fortaleci el fascismo, heredero legti- mo de la democracia de Weimar. Qu irona del destino! En el perodo de su auge histrico (desde las guerras napolenicas hasta la paz de Versalles de 1871) 7 , la retrasada burguesa alemana se mostr incapaz de lograr por sus propios medios la unificacin nacional. Bismarck cumpli slo a 207 Sin embargo, no se concret ningn paraso, sino algo que ms bien se pareca mucho a un infierno. La paz de Versalles sofoc a Europa. La eco- noma qued ahogada por el proteccionismo. La guerra por la democra- cia fue el prlogo de la poca de la decadencia final de la democracia. El mundo se volvi ms pobre y limitado. Uno tras otro, los Estados em- prendieron el camino de la dictadura fascista o militar. Las relaciones internacionales se hicieron cada vez ms amenazantes. En lugar del de- sarme, se trazaron programas militaristas que en vsperas de la guerra hubieran parecido una pesadilla. En distintos lugares del mundo comen- zaron a estallar nuevos y sangrientos conflictos. Este fue el momento que eligi la Comintern para abandonar sus ltimos restos de internacionalis- mo y proclamar que el objetivo de la nueva etapa era la alianza del prole- tariado y las decadentes democracias imperialistas contra el fascismo. La pila de basura que queda de lo que fue alguna vez la Internacional Comunista es el mayor foco infeccioso del mundo. La lucha en favor y en contra de una nueva divisin del mundo Algunos tericos de la Segunda Internacional, como Kautsky 4 , que tra- taban de aparentar cierta visin de conjunto, expresaron la esperanza de que los imperialistas, habiendo medido sus fuerzas en la gran matanza de los pueblos, se veran obligados a llegar a un acuerdo y a establecer una dominacin pacfica del mundo a travs de una corporacin (la teora del superimperialismo). Esta teora filisteo-pacifista -una sombra socialdem- crata de la Liga de las Naciones- trataba de cerrar los ojos a dos procesos: primero, al cambio constante en la relacin de fuerzas entre los distintos estados imperialistas, que no les dejaba otra manera de medir sus posibi- lidades que por la fuerza de las armas; segundo, a la lucha por la libera- cin del proletariado en los centros metropolitanos y a la de los pueblos coloniales, lucha que constituye el ms importante factor de ruptura del equilibrio y que por su misma naturaleza excluye la posibilidad de una dominacin imperialista pacfica. Precisamente por estas razones los programas de desarme siguen siendo miserables utopas. La flagrante contradiccin, siempre creciente, entre el peso especfico de Francia e Inglaterra (para no mencionar a Holanda, Blgica y Portugal) en la economa mundial, y las colosales dimensiones de sus posesiones coloniales, constituye una fuente tan importante de conflictos mundiales y nuevas guerras como la ambicin insaciable de los agresores fascistas. 206 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. Kautsky, Karl (1854-1938): Se lo consider el principal terico marxista hasta la Primera Guerra Mundial, cuando abandon el internacionalismo y se opuso a la Revolucin de Octubre. 5. Hoover, Herbert (1874-1964): Republicano, fue presidente de Estados Unidos de 1929 a 1933. Despus de la Primera Guerra Mundial fue presidente de la Asociacin de Ayuda Norteamericana (ARA), cuyo principal fin era servir a las fuerzas contrarevoluciona- rias en la guerra civil rusa. 6. Neutralidad: el Congreso de los EE.UU. aplic por primera vez la Ley de Neutralidad en agosto de 1935, votando el embargo de armas obligatorio a ambos bandos en el caso de que se declara la guerra en Europa. En noviembre de 1939, se levant el embargo de armas y se lo reemplaz por una resolucin que permit a a los aliados comprar provisiones de gue- rra mediante el pago al contado. En diciembre de 1940 los britnicos ya no podan pagar los suministros de guerra y se efectiviz un sistema de prstamos a cambio del arrendamiento de las bases militares inglesas a Estados Unidos y como lugar de alojamiento de sus tropas. 7. Las guerras napolenicas abarcaron el lapso comprendido entre 1803 y 1815, pero Prusia fue sometida en 1806, cuando Napolen derrot al ejrcito prusiano en J ena y entr en Berln. La paz de Versalles de 1871 se firm al fin de la guerra franco-prusiana. Sus tr- minos establecan que Francia deba pagar una indemnizacin a Alemania, y cederle Alsacia y parte de Lorena. fortalecimiento del fascismo francs, favorecido adems por el apoyo de los crculos militares dirigentes. En Inglaterra, donde detenta el poder la burguesa conservadora, la oposicin laborista probablemente avanzar en el prximo perodo ms que el fascismo. Pero teniendo en cuenta el con- junto de la situacin histrica, la llegada al poder del Partido Laborista slo puede ser un episodio, o mejor dicho una etapa, en el camino hacia cambios ms radicales. Ni el mayor Attlee ni Walter Citrine podrn ven- cer a los espritus malignos de nuestra poca! 9 De alguna manera el frente mundial de las democracias prometido por los charlatanes de los frentes populares se vio reemplazado por un frente cuatripartito constituido por Alemania, Italia, Inglaterra y Francia. Despus de la Conferencia de Munich, donde Inglaterra y Francia capi- tularon ante Hitler con la mediacin, equvoca como siempre, de Mussolini, los jefes de los cuatro Estados aparecieron ante sus respec- tivos pueblos como hroes nacionales: Hitler por haber unificado a los alemanes, Chamberlain* y Daladier* por haber evitado la guerra y Mussolini por haber ayudado a ambos bandos. Viva los Cuatro Grandes! La fraternidad pequeoburguesa que la GPU moviliza generalmente para todos los congresos pacifistas comienza a volverse hacia los nuevos mesas de la paz. Los socialistas franceses se abstuvieron en la votacin de la concesin de poderes especiales a Daladier, el hroe de la capitula- cin. La abstencin fue slo la transicin del salto del bando de Mosc al de los Cuatro Grandes. El aislamiento de los pretorianos stalinistas en la Cmara de Diputados y en el Senado fue un smbolo del total aislamien- to del Kremlin en la poltica europea. Pero puede afirmarse con seguridad que el cuarteto de Munich es tan incapaz de mantener la paz como el frente de las democracias que nunca se concret. Inglaterra y Francia arrojaron a Checoslovaquia en las fauces de Hitler para darle algo que digerir durante un tiempo y pos- tergar as el problema de las colonias. Chamberlain y Daladier hicieron vagas e inciertas promesas de que se llegara a un acuerdo sobretodos los puntos en discusin. Por su parte, Hitler prometi no plantear ms exigencias territoriales en Europa. En consecuencia, seal su inten- cin de presentar exigencias territoriales en otras partes del mundo. En lo que se refiere al problema de Alsacia-Lorena, Schleswig, etctera, Hitler, cuanto mucho, est posponiendo su solucin hasta la prxima 209 medias esta tarea, dejando casi intacta toda la escoria feudal y particularis- ta 8 . Es cierto que la revolucin de 1918 aboli las dinastas alemanas (slo porque la socialdemocracia fue impotente para salvarlas!) pero, traiciona- da por la socialdemocracia y en manos de los junkers, los banqueros, la burocracia y los oficiales del ejrcito, la revolucin fue incapaz de garanti- zar una repblica alemana centralizada e incluso de centralizar burocrti- camente la Alemania de los Hohenzollern. Hitler se hizo cargo de ambas tareas. El dirigente del fascismo se transform, a su modo, en el continua- dor de Bismarck, quien a su vez concret las bancarrotas burguesas de 1848. Pero vindolo en perspectiva, ste es slo el aspecto superficial del proceso. Su contenido social cambi radicalmente. El estado nacional, que alguna vez fue un factor progresivo, se convirti en los pases avanzados en un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas. Diez millones ms de alemanes dentro de las fronteras del pas no cambian el carcter reaccionario del estado nacional. A su modo, los imperialistas lo entienden muy bien. Para Hitler no se trata de hacer de la unificacin de Alemania un objetivo en s mismo; es una manera de crearse en Europa una base ms amplia para su futura expansin mundial. La crisis de los Sudetes alema- nes, o mejor dicho de las montaas de los Sudetes, fue slo un episodio ms en el camino hacia la lucha por conseguir colonias. Una nueva particin del mundo est a la orden del da. El primer paso en la educacin revolucionaria de los trabajadores debe consistir en de- sarrollar la habilidad para percibir los verdaderos apetitos, planes y clcu- los imperialistas tras las frmulas, consignas e hipcritas frases oficiales. El cuarteto imperialista reemplaza al frente de las democracias La docilidad carneril de las democracias europeas no es producto del amor a la paz sino de la debilidad. La causa de esta debilidad no reside en el rgimen democrtico como tal, sino en la desproporcin entre las bases econmicas de los centros metropolitanos y las de los imperios coloniales heredados del pasado. A esta desproporcin se agrega la lucha por la liberacin de las colonias que, especialmente en pocas de guerra, ame- naza estallar en una conflagracin revolucionaria. En estas condiciones, la democracia decadente se convierte realmente en una fuente ms de debilidad para las viejas potencias imperialistas. La desembozada reaccin francesa se aprovecha, indudablemente, de las capitulaciones del Frente Popular. Podemos suponer con certeza el 208 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 8. Bismark, Otto von (1815-1898): dirigente del gobierno prusiano desde 1862 y primer canciller del imperio alemn. Llev a cabo una larga campaa por la unificacin de Alemania bajo el mando de Prusia y los Hohenzollern. 9. Attlee, Clement (1883-1967): Dirigente del Partido Laborista ingls desde 1935; miembro del gabinete de Churchill de 1940 a 1945. Primer ministro en 1945. Citrine, Walter (sir) (1887-1983): secretario general de la Central Sindical Britnica (TUC), desde 1926 hasta 1946. Fue nombrado Caballero en 1935 por sus servicios a la Corona. intencin, en bien de la amistad con Hitler, de instituir un nuevo rgi- men estatal. Y eso fue todo! 10 En un sentido general, la democracia le es indispensable a la burgue- sa en la poca de la libre competencia. Al capitalismo monopolista, que no se basa en la libre competencia sino en la direccin centralizada, la democracia le es intil, le pone obstculos y dificultades. El imperialismo puede tolerar la democracia como un mal necesario solamente hasta un cierto punto. Pero su tendencia lgica es hacia la dictadura. Hace veinte aos, durante la ltima guerra, Lenin escriba: La diferencia entre la bur- guesa imperialista republicano-democrtica y la monrquico-reaccionaria se desvanece precisamente porque ambas estn en descomposicin. Y aada: La reaccin poltica en todas sus manifestaciones le es inherente al imperialismo. Slo un idiota irrecuperable puede creer que los antago- nismos imperialistas mundiales estn determinados por la irreconciliabili- dad entre democracia y fascismo. De hecho, las camarillas gobernantes de todos los pases consideran la democracia, la dictadura militar, el fascis- mo, etctera, como distintos medios para someter a sus pueblos a los obje- tivos del imperialismo. Ms an; uno de estos regmenes, la democracia, desde sus orgenes incluye en s mismo otro rgimen, la dictadura militar, corporizado por ejemplo en el Estado Mayor. En Alemania, la burguesa imperialista, con la ayuda activa de la social- democracia, puso en el silln presidencial al mariscal de campo Von Hindenburg para que la defienda contra el fascismo 11 . Hindenburg, a su vez, llev a Hitler al poder, despus de lo cual el mariscal de campo no renun- ci, por cierto, se muri. Sin embargo, no se trata ms que de un problema de tcnica y de edad. El giro de Checoslovaquia reproduce esencialmente los rasgos fundamentales del de Alemania, revelando as las races de la mecnica poltica del imperialismo. Sin duda, el rgimen checoslovaco se decidi entre bambalinas, en reuniones entre los magnates del capitalismo checo, francs, britnico y alemn y los dirigentes de los Estados mayores y de la diplomacia. Se trasladaron las fronteras estatales buscando funda- mentalmente afectar lo menos posible los intereses de la oligarqua finan- ciera. El cambio de orientacin de Francia e Inglaterra hacia Alemania sig- 211 guerra mundial. Si el prximo ao o el siguiente el fascismo conquista- ra Francia y el Partido Laborista ganara en Inglaterra, estos cambios polticos alteraran muy poco la disposicin de las piezas imperialistas en el tablero mundial. La Francia fascista estara tan poco dispuesta como la Francia del Frente Popular a entregarle Alsacia-Lorena a Hitler o a compartir con l sus colonias. El Partido Laborista, impreg- nado del espritu imperialista, no podra mitigar el antagonismo de su pas con Italia en el Mediterrneo, ni controlar en todo el mundo el de- sarrollo de los antagonismos entre los intereses alemanes y los britni- cos. En estas condiciones, el acuerdo entre las Cuatro potencias, si alguna vez se concreta, llevar a nuevas crisis que no se harn esperar mucho tiempo. El imperialismo se encamina inevitable e irresistible- mente a una nueva divisin del mundo, ms adecuada al cambio en la relacin de fuerzas. Para evitar la catstrofe, hay que estrangular al imperialismo. Cualquier otro mtodo ser una ficcin, una ilusin, una mentira. El significado del giro gubernamental en Checoslovaquia La negativa de Francia y Gran Bretaa de defender los intereses imperialistas de la burguesa checa llev no slo al desmembramiento de Checoslovaquia sino tambin al colapso de su rgimen poltico. Esta experiencia demostr, de manera qumicamente pura, que la democracia checoslovaca no fue una expresin de la voluntad popu- lar sino simplemente un aparato a travs del cual el capitalismo monopolista checo se adaptaba a los Estados que lo patrocinaban. Ni bien desapareci la tutela militar, la maquinaria democrtica se demos- tr innecesaria y adems perniciosa, ya que amenazaba provocar roces innecesarios con Hitler. Los dirigentes burgueses checos crearon inmediatamente un aparato de adaptacin imperialista a travs de una dictadura militar. Este cambio de rgimen se realiz sin la menor par- ticipacin del pueblo, sin nuevas elecciones e incluso sin consultar al viejo parlamento. El presidente electo por el pueblo, el archidem- crata Benes*, convoc a los generales en actividad de la repblica para que tomen el poder. Esta convocatoria al principio pareci algo as como una concesin al pueblo, que se haba rebelado y protestaba, haca manifestaciones y exiga que se resistiera a Hitler, armas en mano. Quieren resistir? Aqu tienen un general para dirigir el pas! Luego de hecho esto, el presidente se retir. Despus, el general, que hasta entonces encabezaba las Fuerzas Armadas y que constitua, por as decirlo, la resplandeciente espada de la democracia, anunci su 210 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 10. Inmediatamente despus de su arribo a Inglaterra, Benes, el ex presidente de Checoslovaquia declar a la prensa que el destino de Checoslovaquia estaba en buenas manos. Esto puso las cosas en su lugar. Cuando se pusieron en juego los intereses funda- mentales del capitalismo se desvanecieron todas las diferencias entre la democracia y el fas- cismo. El demcrata y francfilo Benes no se avergenza de reconocer pblicamente al pro fascista y germanfilo general Syrovy como un buen gua de los destinos de Checoslovaquia. En ltima instancia ambos son sirvientes del mismo patrn. (Nota de LT). 11. Hindenburg, Paul von (1847-1934): Presidente de Alemania desde 1925 hasta su muerte. Aunque jug de adversario de los nazis en las elecciones de 1925, en las que derro- t a Hilter, design a ste como canciller en 1933. En cientos de oportunidades reiteramos la irremplazable e invalorable tesis de Clausewitz* de que la guerra no es ms que la continuacin de la poltica por otros medios. Para determinar en cada ocasin el carcter his- trico y social de una guerra, no nos debemos guiar por impresiones y conjeturas sino por un anlisis cientfico de la poltica que la precedi y la condicion. Esta poltica fue imperialista desde el da en que se remen- d Checoslovaquia. Se puede argumentar que luego de separar a los alemanes de los Sudetes, a los hngaros, a los polacos y tal vez a los eslovacos Hitler no se detendr hasta esclavizar a los mismos checos, y que en este caso ten- drn todo el derecho de reclamar el apoyo del proletariado a la lucha por su liberacin nacional. Esta manera de plantear la cuestin no es ms que sofistera socialpatriota. No sabemos qu direccin seguir el futuro de- sarrollo de los antagonismos imperialistas. Por supuesto, es bastante posi- ble que se llegue a la destruccin total de Checoslovaquia. Pero tambin es posible que antes de que se lleve a cabo esta destruccin estalle una guerra europea y Checoslovaquia est en el bando de los vencedores, participando as en un nuevo desmembramiento de Alemania. Entonces el rol de un partido revolucionario es el de enfermera de los invlidos gngsters del imperialismo? Es obvio que el proletariado debe construir su poltica sobre la base de cada guerra determinada, tal como es, es decir, como fue condicionada por todo el proceso precedente y no sobre especulaciones hipotticas acerca de las posibles consecuencias estratgicas de la guerra. En esas especula- ciones cada uno invariablemente elegir la posibilidad que mejor se corresponda con sus propios deseos, simpatas y antipatas nacionales. Evidentemente, esa poltica no sera marxista sino subjetiva, no sera internacionalista sino chovinista. Una guerra imperialista, no importa en qu rincn del mundo comien- ce, no se libra por la independencia nacional sino por la redivisin del mundo en funcin de los intereses de las distintas camarillas del capital financiero. Esto no excluye que, de paso, la guerra imperialista mejore o empeore la situacin de tal o cual nacin; o ms exactamente de una nacin a expensas de otra. As como el tratado de Versalles desmembr Alemania, una nueva paz puede desmembrar Francia. Los socialpatriotas aducen precisamente este futuro peligro nacional como argumento para apoyar a sus bandidos imperialistas del presente. Checoslovaquia no constituye en absoluto una excepcin a esta regla. En realidad, todos los argumentos especulativos de este tipo y los fantasmas de inminentes calamidades nacionales como justificacin del apoyo a tal o cual burguesa imperialista provienen del tcito rechazo a la perspectiva revolucionaria y a una poltica revolucionaria. Naturalmente, si una nueva guerra slo termina en un triunfo militar de 213 nific esencialmente un cambio de destinatario de los stocks, una nueva divisin de los pedidos de artculos militares a las fbricas Skoda, etctera. Sealemos de paso que a nadie le interes la posicin de la socialde- mocracia y del ex Partido Comunista, ya que estaban tan incapacitados para resistir como sus hermanos mayores de Alemania. Estas organizacio- nes totalmente corruptas agacharon la cabeza ante las necesidades nacio- nales e hicieron todo lo posible para paralizar la resistencia revoluciona- ria de la clase obrera. Consumado ya el giro, la camarilla financiera con- vocar probablemente a un referndum. Es decir, proporcionar al pue- blo, arrastrado a un callejn sin salida, la preciosa oportunidad de apro- bar, mientras Syrovy le apunta con su can, los cambios realizados sin l y en contra de l. Hay que defender la independencia nacional de Checoslovaquia? Se nos inform que durante la semana crtica de setiembre se elevaron voces desde el ala izquierda del socialismo planteando que, en el caso de un combate aislado entre Checoslovaquia y Alemania, el proletariado tendra la obligacin de ayudar a Checoslovaquia y de salvar su inde- pendencia nacional, aun alindose con Benes. No se dio esta hipottica situacin. Los hroes de la independencia de Checoslovaquia, tal como era de esperar, capitularon sin lucha. Sin embargo, pensando en el futuro no podemos dejar de sealar la grosera y peligrosa confusin de estos ana- crnicos tericos de la independencia nacional. Incluso no tomando en cuenta sus ligazones internacionales, Checoslovaquia es un estado absolutamente imperialista. Econmicamente, reina all el capitalismo monopolista. Polticamente, la burguesa checa domina (tal vez pronto tengamos que decir dominaba) a varias nacionali- dades oprimidas. Por lo tanto, si Checoslovaquia entraba en una guerra, aun cuando estuviera aislada, su objetivo no hubiera sido la independencia nacional sino la preservacin y, si fuera posible, la extensin de las fronte- ras de la explotacin imperialista. Aun si los dems estados imperialistas no hubieran estado directa- mente involucrados, es inadmisible considerar una guerra entre Checoslovaquia y Alemania independientemente de las relaciones impe- rialistas europeas y mundiales, de las que tal guerra sera solamente un episodio. Casi inevitablemente, en un lapso de uno o dos meses, los dems Estados hubieran intervenido en una guerra checo-alemana si la burguesa checa hubiera tenido deseos y capacidad de luchar. Por lo tanto, habra sido un error que los marxistas definieran su posicin en funcin de los episdicos agrupamientos militares y diplomticos y no del carcter general de las fuerzas sociales subyacentes tras la guerra. 212 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Para los pases coloniales y semicoloniales la lucha por la democracia, incluyendo la lucha por la independencia nacional, representa una etapa necesaria y progresiva del desarrollo histrico. Por esta razn creemos que los trabajadores de estos pases tienen no slo el derecho sino tambin el deber de participar activamente en la defensa de la patria contra el impe- rialismo, a condicin, por supuesto, de que mantengan la total indepen- dencia de sus organizaciones de clase y libren una batalla implacable con- tra el veneno chovinista. As, en el conflicto entre Mxico y los reyes del petrleo y su Comit Ejecutivo, el gobierno democrtico de Gran Bretaa, el proletariado consciente del mundo se ubica junto a Mxico (no as, claro est, los lacayos imperialistas que dirigen el Partido Laborista). En lo que se refiere al capitalismo avanzado, hace mucho super no slo las viejas formas de propiedad sino tambin el estado nacional y, en conse- cuencia, la democracia burguesa. Aqu reside precisamente la crisis funda- mental de la civilizacin contempornea. La democracia imperialista se pudre y desintegra. Un programa de defensa de la democracia para los pa- ses avanzados es reaccionario. Aqu la nica tarea progresiva es la prepara- cin de la revolucin socialista internacional. Su objetivo es romper los mar- cos del viejo estado nacional y construir la economa de acuerdo a las condi- ciones geogrficas y tecnolgicas, sin impuestos ni obligaciones medievales. Repetimos; esto no implica que nos sea indiferente qu mtodos pol- ticos utiliza el imperialismo. Pero las fuerzas contrarrevolucionarias tien- den a hacer retroceder el proceso desde el estado democrtico en deca- dencia hasta el particularismo provincial, la monarqua, la dictadura mili- tar, el fascismo. Cada vez que ello suceda, el proletariado revolucionario, sin asumir la menor responsabilidad en defensa de la democracia -ya que es indefendible!- enfrentar a estas fuerzas contrarrevolucionarias con la resistencia armada, con el objetivo, si tiene xito, de dirigir su ofensiva contra la democracia imperialista. No obstante, esta poltica se aplica solamente a los conflictos internos, es decir, a los casos en que est involucrado un cambio de rgimen polti- co, como por ejemplo Espaa. Era un deber elemental de los trabajadores espaoles participar en la lucha contra Franco. Pero fue precisamente por- que los obreros no lograron remplazar, en el momento adecuado, el gobierno de la democracia burguesa por el suyo propio que la democra- cia pudo dejarle el paso libre al fascismo. Sin embargo, es un fraude total y charlatanera pura transferir mecni- camente las leyes y reglas de la lucha entre diferentes clases de una misma nacin a la guerra imperialista, es decir a la lucha que libra la misma clase de diferentes naciones. Despus de la experiencia de Checoslovaquia no parece necesario demostrar que los imperialistas no se pelean por ideales polticos sino por la dominacin del mundo y lo ocultan tras cualquier principio que les sea til. 215 tal o cual campo imperialista, si la guerra no provoca un alzamiento revolucionario ni una victoria del proletariado, si una nueva paz impe- rialista ms terrible que la de Versalles amarra con nuevas cadenas al pueblo durante dcadas, si la desgraciada humanidad soporta todo esto callada y sumisamente, entonces Checoslovaquia, Blgica, e incluso Francia, pueden retroceder a la situacin de naciones oprimidas (lo mismo se aplica a Alemania). En esa eventualidad sobrevendr una ate- rrorizante descomposicin del capitalismo que har retroceder muchas dcadas a todos los pueblos. Por supuesto, si se impone esta perspectiva de pasividad, capitulacin, derrotas y decadencia, las masas oprimidas y todos los pueblos se vern obligados a subir nuevamente, desandando sobre sus manos y sus rodillas, con sangre y sudor, el camino histrico que ya una vez recorrieron. Est totalmente excluida la posibilidad de esa perspectiva? Si el pro- letariado soporta indefinidamente la direccin de los social-imperialistas y los comunistas chovinistas, si la Cuarta Internacional es incapaz de encontrar el camino para ligarse a las masas, si los horrores de la guerra no empujan a la rebelin a los obreros y los soldados, si los pueblos colo- niales continan sudando pacientemente en beneficio de los esclavistas, entonces la civilizacin inevitablemente se degradar y el retroceso y la descomposicin generalizados pueden poner nuevamente en Europa las guerras nacionales a la orden del da. Pero en ese caso nosotros o, mejor dicho, nuestros hijos tendrn que decidir su poltica en relacin a futuras guerras y en base a la nueva situacin. Hoy no partimos de la perspectiva de la decadencia, sino de la perspectiva de la revolucin. Somos derrotis- tas para los imperialistas, no para el proletariado. No subordinamos el pro- blema del destino de los checos, belgas, franceses y alemanes a los cam- bios episdicos de frentes militares que se producen a cada nueva reyerta imperialista sino a la insurreccin del proletariado y a su triunfo sobreto- dos los imperialistas. Miramos hacia adelante y no hacia atrs. El progra- ma de la Cuarta Internacional afirma que la libertad de todas las naciones europeas, pequeas y grandes, slo se lograr en el marco de los Estados Unidos Socialistas de Europa. Una vez ms sobre la democracia y el fascismo Todo esto no implica, por supuesto, que no haya ninguna diferencia entre la democracia y el fascismo, o que esta diferencia no tenga ninguna importancia para la clase obrera, como afirmaban los stalinistas hasta no hace mucho tiempo. Los marxistas no tienen nada que ver con ese barato nihilismo poltico. Pero es necesario comprender claramente, en cada oportunidad, el contenido real de esta diferencia y sus verdaderos lmites. 214 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Este es el origen de las sbitas genuflexiones de la banda totalitaria del Kremlin ante la maltrecha democracia burguesa, de la idealizacin estpidamente falsa de la Liga de las Naciones, de los frentes populares que estrangularon la revolucin espaola, de la sustitucin de la lucha de clases real por las declamaciones contra el fascismo. La actual funcin internacional de la burocracia sovitica y la Comintern se revel con especial evidencia en el congreso pacifista de Mxico (setiembre de 1938). All los agentes a sueldo de Mosc trataron de convencer a los pueblos latinoamericanos de que no deban luchar contra todos los impe- rialismos, muy reales por cierto, que los amenazan, sino solamente con- tra el fascismo. Como era de esperar, con estas maniobras baratas Stalin no se gan la amistad ni la confianza de nadie. Los imperialistas se acostumbraron a no caracterizar una sociedad por las declaraciones de sus dirigentes, ni siquiera por su superestructura poltica, sino por sus bases sociales. En tanto en la Unin Sovitica se mantenga la propiedad estatal de los medios de produccin protegida por el monopolio del comercio exterior, los impe- rialistas, incluso los democrticos, continuarn considerando a Stalin con tanta desconfianza y con tan poco respeto como la Europa monrqui- co-feudal consideraba al primer Bonaparte. Pese a la aureola de sus triun- fos y a su corte de brillantes mariscales, Napolen no pudo evitar Waterloo. Stalin coron toda su serie de capitulaciones, errores y traicio- nes con la destruccin total de los mariscales de la revolucin. Puede caber alguna duda sobre el destino que le espera? El nico obstculo en el camino de la guerra es el temor a la revolucin que sienten las clases propietarias. Mientras la Internacional Comunista permaneci fiel a los principios de la revolucin proletaria represent, junto con el Ejrcito Rojo al que estaba estrechamente ligada, el factor ms importante para garantizar la paz. Al prostituir la Comintern transformn- dola en una agencia del imperialismo democrtico, al descabezar y para- lizar la fuerza militar de los soviets, Stalin les dej a Hitler y a sus adver- sarios las manos totalmente libres y empuj a Europa a la guerra. Los falsificadores de Mosc blasfeman hoy rastreramente contra su ex amigo democrtico Benes porque, ms all de la orientacin de Francia, capitul prematuramente y evit que el Ejrcito Rojo aplasta- ra a Hitler. Estos teatrales truenos y relmpagos iluminan con mayor fuer- za la impotencia y la duplicidad del Kremlin. Quin los oblig a creer en Benes? Quin los oblig a inventar el mito de la alianza de las democracias? Y finalmente, quin les impidi exhortar al proletariado de Praga a tomar el poder y enviar al Ejrcito Rojo en su ayuda cuando toda Checoslovaquia herva como una caldera? Parece que es mucho ms difcil pelear contra el fascismo que fusilar y envenenar a los viejos bol- cheviques... Checoslovaquia es un ejemplo para todos los pases peque- 217 Mussolini y sus socios ms directos, por lo que se puede colegir, son ateos, es decir no creen en Dios ni en el diablo. El rey de Inglaterra y sus ministros estn hundidos en la supersticin medieval y creen en el diablo y tambin en su abuela. Sin embargo, esto no significa que una guerra entre Italia e Inglaterra sera una guerra entre la ciencia y la religin. Mussolini, el ateo, har todo lo posible por exaltar las pasiones religiosas de los musulmanes. El devoto protestante Chamberlain, por su parte, le pedir ayuda al Papa, etctera. En el calendario del progreso humano, la repblica es superior a la monarqua. Pero esto no significa que, por ejem- plo, una guerra por las colonias entre la Francia republicana y la Holanda monrquica sea una guerra entre la repblica y la monarqua. Y no hace falta explicar demasiado que si se entabla una guerra nacional entre el rey de Tnez y Francia, el progreso lo representar el monarca brbaro, no la repblica imperialista. La higiene es muy importante en la cultura huma- na. Pero cuando se comete un asesinato carece de toda importancia si el asesino se haba o no lavado las manos antes de cometerlo. Remplazar los objetivos reales de los bandos imperialistas en lucha por abstracciones polticas o morales no significa luchar por la democracia sino ayudar a los bandidos a ocultar sus robos, saqueos y violencias. Esta es precisamente la principal funcin que cumplen la Segunda Internacional y la Tercera. La poltica internacional de la camarilla bonapartista del Kremlin Esta vez el golpe ms inmediato cay sobre Checoslovaquia. Francia e Inglaterra se perjudicaron seriamente, pero quien sufri el golpe ms formidable fue el Kremlin. El colapso de su sistema de mentiras, charla- tanera y fraude fue internacional. Luego de aplastar a las masas soviticas y romper con la revolucin internacional, la camarilla del Kremlin se transform en un juguete del imperialismo. En los ltimos cinco aos la diplomacia de Stalin fue, en todos los asuntos especiales, slo un reflejo y un complemento de la de Hitler. En 1933 Stalin intent, antes que nada, hacerse aliado de Hitler. Pero Hitler rechaz su mano tendida ya que, para hacerse amigo de Inglaterra, se presentaba como el hombre que salvara a Alemania y Europa del bolchevismo. En consecuencia, Stalin se dio a la tarea de demostrarle a la Europa capitalista que Hitler no le haca falta, que el bol- chevismo no entraaba ningn peligro, que el gobierno del Kremlin era un animal domstico dispuesto a ponerse de rodillas para pedir un favor. As, al alejarse de Hitler, o ms exactamente al ser rechazado por ste, Stalin se convirti gradualmente en un lacayo y un asesino a sueldo del impe- rialismo ms rico. 216 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... la decadencia capitalista. Con la decadencia de la democracia comenz la de la burocracia laboral. El fascismo no signific para los obreros ms que una doble esclavitud; para la burocracia reformista, la ruina total. Entre las grandes potencias, las nicas que mantuvieron la forma pol- tica de la democracia, aunque extremadamente cercenada, fueron Gran Bretaa, Francia y Estados Unidos. Es decir, los pases capitalistas ms ricos, tradicionalmente los ms rapaces y privilegiados, que desde hace mucho concentran en sus manos la parte del len de las posesiones colo- niales y de los recursos naturales de nuestro planeta. No es difcil encon- trar la explicacin de esta seleccin natural. La democracia se puede mantener slo en la medida en que las contradicciones de clase no llegan a ser explosivas. Para mitigar las fricciones sociales la burguesa se vio obligada a mantener a un amplio sector de intelectuales pequeoburgue- ses, a la burocracia y a la aristocracia laboral. Cuanto mayores son las pre- bendas, ms ardiente es su socialpatriotismo. Los nicos pases que en la actualidad pueden mantener el comedero reformista son los que pudieron acumular en el pasado vastas riquezas gracias a la explotacin del merca- do mundial y al pillaje de las colonias. En otras palabras, en la decaden- cia del capitalismo el rgimen democrtico slo es accesible (hasta cierto punto) a la burguesa ms aristocrtica. La base del socialpatriotismo sigue siendo la esclavitud colonial. En pases como Italia y Alemania, que en el pasado no acumularon vastas riquezas ni tienen posibilidades de obtener superganancias de sus colonias, la burguesa destruy el parlamento, dispers a la burocracia reformista y trata a los obreros con mano de hierro. Por cierto, la buro- cracia fascista devora ms todava que la reformista, pero en cambio no se ve obligada a hacerles concesiones a las masas ni a conseguirles mejoras que el capitalismo decadente no puede pagar. Privada de su comedero, la burocracia socialdemcrata de Italia, Alemania y Austria, ya jubilada, mantiene altas las banderas del derrotis- mo... en la emigracin. El origen de la fuerza de los partidos socialpatriotas o, ms exacta- mente, social-imperialistas, radica en la proteccin de la burguesa que a travs del parlamento, la prensa, el ejrcito y la polica protege y defien- de a la socialdemocracia contra todo tipo de movimiento revolucionario, incluso contra la crtica revolucionaria. En la futura guerra, a causa de la agudizacin de las contradicciones nacionales e internacionales, se reve- lar de manera todava ms abierta y cnica esta ligazn orgnica entre la burocracia y la burguesa. Para expresarlo con ms precisin, ya se est revelando, especialmente en la traidora poltica de los frentes populares, inconcebible en vsperas de la guerra pasada. Sin embargo, la iniciativa de los frentes populares parti de la Tercera Internacional, no de la Segunda. 219 os, y especialmente para los pueblos coloniales, de la ayuda que pueden esperar de Stalin. Slo el derrocamiento de la camarilla bonapartista del Kremlin puede permitir la reconstruccin del podero militar de la URSS. Slo la liqui- dacin de la ex Comintern dejar libre el camino al internacionalismo revolucionario. La lucha contra la guerra, el imperialismo y el fascismo exige una lucha incansable contra el stalinismo, manchado de crmenes. Quien defiende directamente o indirectamente al stalinismo, quien calla sus traiciones o exagera su fuerza militar, es el peor enemigo de la revo- lucin, de los pueblos oprimidos, del socialismo. Cuanto antes sea derro- cada la camarilla del Kremlin por la ofensiva armada de los trabajadores, mayores sern las posibilidades de una regeneracin socialista de la URSS, ms prximas y amplias las perspectivas de la revolucin interna- cional. La base social del oportunismo Para comprender el rol actual de la socialdemocracia y de la ex Comintern hay que recordar una vez ms las bases econmicas sobre las que se apoya el oportunismo en el movimiento obrero. El florecimiento del capitalismo, con sus inevitables oscilaciones, per- miti a la burguesa mejorar levemente el nivel de vida de algunos secto- res proletarios y arrojar jugosas prebendas a la burocracia y a la aristocra- cia laborales, elevndolas as por encima de las masas. La burocracia sin- dical y parlamentaria, cuyo problema social pareca pronto a solucio- narse, apareca ante las masas como un ejemplo de que era posible mejo- rar su propio nivel de vida. Esta es la base social del reformismo (oportu- nismo) como sistema de ilusiones por parte de las masas y de engaos por parte de la burocracia laboral. El optimismo reformista de la Segunda Internacional tuvo su apogeo durante el ltimo boom econmico, antes de la guerra (1909 a 1913). Por esta razn los dirigentes aclamaron la guerra y la sealaron a las masas como una calamidad exterior que amenazaba las bases de la creciente riqueza nacional. De aqu la poltica de defensa de la patria, que en realidad implicaba un apoyo, inconsciente en las masas y consciente o semiconsciente en la burocracia, de los intereses imperialistas de sus respectivas burguesas. La guerra demostr no ser una calamidad externa que interrumpa circunstancialmente el progreso nacional, sino la explosin de contradic- ciones internas del imperialismo en el momento en que se le haca impo- sible todo progreso si el sistema segua vigente. Y desde el momento en que la guerra no poda ampliar el planeta ni restaurarle la juventud al capi- talismo, acab acelerando y agravando al extremo todos los procesos de 218 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... GUERRA Y REVOLUCIN Unidos y la Unin Sovitica, su partido estara junto a su bienamada patria, probablemente consider esta declaracin como una simple estratagema. Pero en realidad la respuesta de Browder constituye un sntoma inequvoco del cambio de la orientacin pro Mosc a la orientacin nacional. Recurri a la estratagema debido a la necesi- dad de adaptarse al patriotismo imperialista. El procedimiento tan cnico y elemental (el vuelco desde la patria de los trabajadores a la repblica del dlar) revela la profunda degeneracin a que llegaron las secciones de la Comintern y hasta qu punto dependen de la opinin pblica burguesa. Quince aos de purgas incesantes, de degradacin y corrupcin, lle- varon a la burocracia de la ex Comintern a tal nivel de desmoralizacin que ansa hacerse cargo abiertamente de las banderas del socialpatriotis- mo. Por supuesto, los stalinistas (pronto tendremos que decir los ex sta- linistas) no inventaron nada nuevo. Simplemente se apropiaron de las banalidades bien presentadas del oportunismo pequeoburgus. Pero las propagan con el frenes propio de los advenedizos revolucionarios, que hicieron de la calumnia totalitaria, el engao y el asesinato los mtodos normales de defensa de la democracia. En cuanto a los viejos refor- mistas clsicos, que inocentemente se lavan las manos ante cada situa- cin embarazosa, saben cmo utilizar el apoyo de los nuevos reclutas del chovinismo. Naturalmente, las secciones de la ex Comintern de aquellos pases imperialistas que durante la guerra estn en el mismo bando que Mosc (si es que llega a haber alguno) defendern a Mosc. Sin embargo, esta defensa no servir de mucho, ya que en esos pases todos los parti- dos defendern a la URSS. (Para no comprometerse con su aliado imperialista, Mosc probablemente ordenar al Partido Comunista no gritar demasiado fuerte, y puede incluso tratar de disolverlo). Por el con- trario en los pases del campo enemigo, precisamente donde Mosc ms necesitar que la defiendan, los ex partidos comunistas se ubicarn total- mente junto a su patria imperialista; les resultar infinitamente menos peligroso y mucho ms ventajoso. La camarilla dominante de Mosc cosechar los merecidos frutos de quince aos de prostitucin de la Comintern. La II y la III Internacionales en los pases coloniales El verdadero carcter de la socialdemocracia, partido cuya poltica se bas y se basa en la explotacin imperialista de los pases atrasados, se refleja ms claramente en el hecho de que nunca tuvo influencia en los pases coloniales y semicoloniales. La burocracia laboral de los pases 221 220 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... El comunismo chovinista El monstruoso y rpido desarrollo del oportunismo sovitico se expli- ca por causas anlogas a las que, en la generacin anterior, llevaron al flo- recimiento del oportunismo en los pases capitalistas: el parasitismo de la burocracia laboral, que logr resolver su problema social en base al aumento de las fuerzas productivas en la URSS. Pero como la burocracia sovitica es incomparablemente ms poderosa que la burocracia laboral de los pases capitalistas, y como el comedero de que dispone se caracte- riza por su capacidad casi ilimitada, es natural que la variedad sovitica del oportunismo haya asumido inmediatamente un carcter especialmente prfido y vil. En lo que se refiere a la ex Comintern, su base social, hablando con propiedad, es de naturaleza doble. Por un lado, vive de los subsidios del Kremlin, se somete a sus rdenes, y en este aspecto todo ex comunista burcrata es un hermano menor y un subordinado del burcrata sovitico. Por otra parte, los distintos aparatos de la ex Comintern abrevan de las mismas fuentes que la socialdemocracia: las superganancias del imperia- lismo. El crecimiento de los partidos comunistas estos ltimos aos, su infiltracin en las filas de la pequeoburguesa, su penetracin en el apa- rato estatal, en los sindicatos, los parlamentos, las municipalidades, etc- tera, reforzaron al extremo su subordinacin al imperialismo nacional a expensas de su tradicional dependencia del Kremlin. Hace diez aos se predijo que la teora del socialismo en un solo pas llevara inevitablemente al surgimiento de tendencias nacionalistas en las secciones de la Comintern. Esta previsin se transform en un hecho evidente. Pero hasta hace poco el chovinismo de los partidos comunis- tas de Francia, Gran Bretaa, Blgica, Checoslovaquia, Estados Unidos y otros pases pareca, y en cierta medida lo era, un reflejo de los inte- reses de la diplomacia sovitica (la defensa de la URSS). Hoy pode- mos afirmar con certeza que se entra en una nueva etapa. El crecimien- to de los antagonismos imperialistas, la evidente proximidad del peligro de guerra, el obvio aislamiento de la URSS tienen que fortalecer, inevi- tablemente, las tendencias nacionalistas centrfugas dentro de la Comintern. Cada una de sus secciones comenzar a desarrollar por su cuenta una lnea patritica. Stalin reconcili a los partidos comunistas de las democracias imperialistas con sus burguesas nacionales. Ahora se super esta etapa. El alcahuete bonapartista ya jug su rol. De aqu en ms, los comunistas-chovinistas tendrn que preocuparse por sus pro- pios pellejos, cuyos intereses de ninguna manera coinciden con la defensa de la URSS. Cuando el norteamericano Browder* consider conveniente decla- rar ante un comit senatorial que, en caso de guerra entre Estados La Asociacin Internacional de los Limones Exprimidos [Nmero tres y un cuarto] El Bur de Londres 12 de los centristas incurables (Fenner Brockway, Walcher y Ca.), junto con Brandler 13 , Sneevliet*, Marceau Pivert, y con la participacin de las secciones que rompieron con la Cuarta Interna- cional, se unieron, en vista del peligro de guerra, para crear -por favor, no rerse!- el Fondo de Emergencia de Guerra. Estos seores no se moles- taron en crear en sus cabezas un fondo de ideas. Gracias al cielo, son materialistas, no idealistas. Es muy dudoso que esta nueva unificacin signifique algn peligro para el imperialismo. Pero s le hace un gran favor a la Cuarta Internacional, porque junta en la misma bolsa la estupi- dez, la hibridez y la inconsistencia de todas las variedades y matices del centrismo, es decir de la tendencia que est en contradiccin ms aguda con el espritu de nuestra poca. Como todas las unificaciones mecni- cas, sta ser una fuente de nuevos conflictos y rupturas internas y se har pedazos en cuanto llegue el momento de la accin. Podra ser de otra manera? Las organizaciones ocupadas en la heroica creacin del fondo no surgieron en base a un programa comn; llegaron de todos los rincones del mapa poltico del centrismo como los divisionis- tas sin hogar de los viejos partidos y fracciones oportunistas, y todava hoy continan jugando con todos los colores del arco iris oportunista y desarro- llndose en distintas direcciones. Todos ellos decayeron y se debilitaron en los ltimos aos, a excepcin del partido, nuevamente dividido, de Marceau Pivert, al que se le puede predecir el mismo poco envidiable des- tino. En ningn pas del mundo el Bur de Londres logr crear una nueva organizacin a partir de elementos jvenes y nuevos, apoyndose en su propio programa. Ningn grupo revolucionario se nuclear alrededor de estas banderas sin pasado ni futuro. En los pases coloniales, el Bur de Londres no posee la ms mnima influencia. En nuestra poca imperialista, es prcticamente una ley que la organizacin revolucionaria incapaz de penetrar en las colonias est destinada a vegetar miserablemente. Cada uno de estos grupos que sobreviven se mantiene por la fuerza de la inercia y no por el vigor de sus ideas. La nica organizacin de estas 223 imperialistas tema, consciente o inconscientemente, echar a rodar en las colonias un movimiento que podra haber socavado los fundamentos de su propia prosperidad en los centros metropolitanos. Con la Comintern es distinto. Como organizacin genuinamente internacionalista, se arroj inmediatamente sobre el suelo virgen de las colonias y, gracias al programa revolucionario del leninismo, gan all una importante influencia. La subsiguiente degeneracin burguesa de la Comintern transform sus secciones de los pases coloniales y semico- loniales, especialmente en Amrica Latina, en una agencia de izquierda del imperialismo europeo y norteamericano. Paralelamente, se dio tam- bin un cambio en la base social de los partidos comunistas colonia- les. Luego de aplastar implacablemente a sus esclavos asiticos y afri- canos y a sus semiesclavos latinoamericanos, el capitalismo extranjero se ve obligado en las colonias a mantener una minscula capa aristocr- tica, lamentable, pattica, pero aristocracia al fin, en medio de la pobre- za general. En estos ltimos aos el stalinismo se convirti en el partido de esta aristocracia laboral y del sector de izquierda de la pequeo- burguesa, especialmente de los empleados de oficina. Los burgueses abogados, periodistas, profesores, etctera, que se adaptan a las caracte- rsticas de la revolucin nacional y explotan a las organizaciones obre- ras para hacer carrera, encuentran en el stalinismo la mejor ideologa posible. La lucha revolucionaria contra el imperialismo exige coraje, audacia y espritu de sacrificio. De dnde van a sacar estas cualidades los hro- es de palabra de la pequeoburguesa? Por otra parte, su adaptacin al imperialismo democrtico les permite hacer plcidas y agradables carreras a costa de los trabajadores. La mejor manera que tienen de ocul- tarles esta adaptacin la da la consigna defensa de la URSS, es decir la amistad con la oligarqua del Kremlin. Esto les da oportunidad de publi- car peridicos sin lectores, organizar pomposos congresos y toda clase de publicidad internacional. Esta corporacin de profesionales de la amis- tad con la Unin Sovitica, de falsos socialistas y comunistas, que tras sus ruidosos clamores contra el fascismo ocultan su parasitismo social y su obsecuencia hacia el imperialismo y la oligarqua del Kremlin, se convirti en una verdadera plaga del movimiento obrero de los pases coloniales y semicoloniales. El stalinismo, bajo todas sus mscaras, es el principal obstculo en el camino de la lucha liberadora de los pueblos atrasados y oprimidos. A partir de este momento, el problema de las revo- luciones coloniales queda indisolublemente ligado a la misin histrica de la Cuarta Internacional. 222 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 12. Bur de Londres: oficialmente se llamaba Bur Internacional de Partidos Socialistas Revolucionarios. Fue establecido en 1935 y sus races organizativas se remontan a 1932. Era una federacin laxa de partidos centristas opuestos a la II y III Internacional que no estaban dispuestos a sumarse a la fundacin de la IV Internacional. Entre sus adherentes figuraban el SAPalemn, el OSPholands, el POUM espaol, el ILPde Gran Bretaa y el PSOPfrancs. 13. Brandler, Heinrich (1881-1967): Fue el presidente del Partido Comunista alemn desde 1922 hasta fines de 1923, fue incapaz de aprovechar la crisis revolucionaria. Form el KPO y fue miembro de la oposicin de derecha dirigida por Bujarin. Fue expulsado del PC en 1929. 225 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... caractersticas con un pasado revolucionario ms serio, el POUM, hasta la fecha se demostr incapaz de revisar valientemente su poltica centrista, que fue una de las razones principales del colapso de la revolucin espa- ola. Los restantes miembros del grupo son todava menos capaces de ejercer la crtica y la autocrtica. Toda esta empresa est imbuida de un espritu de diletantismo senil. Es cierto que en un principio no pocos de estos remanentes se nucle- aron alrededor de la Cuarta Internacional. Pero nos basamos en una teora cientfica y en un programa claro para emprender una enorme tarea de seleccin, limpieza y reeducacin. Este trabajo, cuyo significado e impor- tancia nunca comprendieron los filisteos, se realiz y se sigue realizando en una atmsfera de discusin libre, abierta y paciente. Los que no pasa- ron esta prueba demostraron en la accin su incapacidad orgnica de con- tribuir en algo a la construccin de la Internacional revolucionaria. Estos remanentes dispersos, desgastados y repudiados se incorporan hoy al fondo del centrismo internacional. Este solo hecho coloca un sello de desesperada incapacidad sobre toda la empresa. En un momento de lucidez, Marceau Pivert declar, hace algunos aos, que cualquier tendencia de la clase obrera que se oriente hacia la lucha contra el trotskismo pasa desde ese momento a ser una tendencia reaccionaria. Como vemos, esto no fue obstculo para que Pivert, como buen centrista orgnico cuyas palabras son siempre contrarias a sus hechos, se uniera al Bur de Londres, que pretende crearse una fisonoma propia alejndose violentamente del trotskismo. Sin embargo, la burguesa, los reformistas y los stalinistas, con toda seguridad, continuarn motejando de trotskistas o semitrotskistas a estos creadores del fondo. En parte lo harn por ignorancia, pero fun- damentalmente para obligarlos a excusarse, justificarse y delimitarse. Y ellos efectivamente jurarn con las dos manos que no son para nada trots- kistas, y que si alguna vez rugieron como leones, ahora, igual que su pre- decesor Bottom, el tejedor, han logrado rugir como palomas. Los Fenner Brockway, los Walcher, los Brandler, los Sneevliet, los Pivert, igual que los elementos rechazados de la Cuarta Internacional, se las arre- glaron durante largos aos -algunos durante dcadas- para evidenciar su escptico eclecticismo terico y su esterilidad prctica. Son menos cnicos que los stalinistas y estn un poquito ms a la izquierda que la izquierda socialdemcrata; es todo lo que se puede decir de ellos. Por eso, deben ingresar en la lista de las internacionales con el nmero tres y un octavo o tres y un cuarto. Con fondo o sin l figurarn en la historia como una asociacin de limones exprimidos. Cuando las grandes masas, bajo los golpes de la guerra, entren en movimiento hacia la revolucin, no se molestarn en preguntar la direccin del Bur de Londres. 224 GUERRA Y REVOLUCIN Perspectivas Todas las fuerzas de la ltima guerra se pusieron nuevamente en mar- cha, pero de manera incomparablemente ms abierta y violenta. El movi- miento sigue por caminos bien delimitados y, en consecuencia, avanza a paso ms rpido. En la actualidad nadie cree, como en vsperas de 1914, en la inviolabilidad de las fronteras o en la estabilidad de los regmenes. Es una enorme ventaja para el partido revolucionario. Si en vsperas de la guerra anterior las mismas secciones de la Segunda Internacional no sab- an qu conducta seguiran al da siguiente y adoptaban resoluciones super revolucionarias, si los elementos de izquierda slo gradualmente se libe- raron del pantano pacifista y avanzaron a tientas por su camino, hoy todas las posiciones de partida quedaron fijadas con precisin antes de largarse la carrera de la guerra. Nadie espera que los partidos socialdemcratas apliquen una poltica internacionalista y ellos mismos no prometen ms que la defensa de la patria. La ruptura de los socialpatriotas checos con la Segunda Internacional no significa ms que la desintegracin oficial de sta, que seguir una lnea acorde a la situacin de cada uno de los pases. La poltica de la Tercera Internacional est fijada de antemano casi con la misma nitidez, slo que en este caso el elemento aventurerismo com- plica levemente el pronstico. Los socialdemcratas y ex comunistas de Alemania e Italia sern derrotistas platnicos, solamente porque Hitler y Mussolini no les permitieron ser patriotas. Pero en todos los lugares en que la burguesa contine alimentando a la burocracia laboral los social- demcratas y los ex comunistas estarn completamente del lado de sus Estados mayores generales, y, lo que es ms, el primer violn de la orques- ta chovinista quedar en manos de los msicos de la escuela de Stalin. Y no slo el violn sino tambin el revlver que les corresponde a los traba- jadores revolucionarios. A comienzos de la guerra anterior fue asesinado J ean J aurs 14 y cuan- do la guerra termin mataron a Rosa Luxemburgo y a Karl Liebknecht. El asesinato del lder de Partido Socialista Francs no fue un obstculo para que los dems dirigentes entraran al gobierno de la guerra imperialista. En Alemania, el gobierno socialdemcrata tuvo una participacin directa en el asesinato de los dos grandes revolucionarios. En Francia el ejecutor directo del asesinato fue un oscuro chovinista pequeoburgus, mientras que en Alemania se encargaron de la matanza los oficiales contrarrevo- lucionarios. Incluso en este aspecto la situacin actual es incomparable- mente ms clara. Ya antes del estallido de la guerra comenz a escala 14. Jaurs, Jean (1858-1914): Prominente orador socialista francs asesinado el 29 de julio de 1914. ciego instinto de autoconservacin combinado con la propaganda chovi- nista empuje a las masas populares hacia sus gobiernos, las secciones de la Cuarta Internacional se encuentren aisladas. Sabrn cmo superar la hipnosis nacional y la epidemia de patriotismo. Los principios del inter- nacionalismo sern su baluarte contra el pnico generalizado de los de abajo y el terror de los de arriba. Vern con desprecio las oscilaciones y vacilaciones de la democracia filistea. Por otra parte, permanecer estrechamente ligada a los sectores ms oprimidos de la poblacin y al ejrcito que derramar su sangre. Cada nuevo da de guerra trabajar a nuestro favor. La humanidad se ha vuelto mucho ms pobre que hace veinticinco aos, mientras que los medios de destruccin se han vuelto mucho ms poderosos. Por lo tanto, en los primeros meses de guerra esta- llar la reaccin de las masas como una tormenta en medio de las nieblas del chovinismo. Las primeras vctimas de esta reaccin, adems del fas- cismo, sern los partidos de la Segunda y la Tercera Internacional. Su colapso ser la condicin indispensable para el renacimiento del movi- miento revolucionario, que no podr girar alrededor de otro eje que no sea la Cuarta Internacional. Sus templados cuadros dirigirn a los trabajadores en la gran ofensiva. 227 mundial el exterminio de los internacionalistas. El imperialismo ya no tiene necesidad de ningn feliz accidente. La mafia stalinista cuenta con una agencia internacional preparada para el exterminio sistemtico de los revolucionarios. J aurs, Liebknecht, Luxemburgo conquistaron fama mundial como dirigentes socialistas. Rudolf Klement era un revoluciona- rio joven, todava desconocido. Sin embargo, el asesinato de Klement por ser secretario de la Cuarta Internacional tiene una profunda significacin simblica. Por medio de sus gngsters stalinistas, el imperialismo seala de dnde vendr en esta guerra el peligro de muerte. Los imperialistas no estn equivocados. Si despus de la ltima guerra consiguieron mantenerse en todas partes menos en Rusia fue slo por la falta de partidos revolucionarios. La mayor parte de los elementos oposi- tores de la socialdemocracia, al liberarse con dificultad del peso de la vieja ideologa y seguir atados al fetichismo de la unidad, no fueron ms all del pacifismo. Estos grupos demostraron que en los momentos crticos son ms capaces de controlar al movimiento de masas revolucionario que de encabezarlo. En este sentido no es exagerado afirmar que la unidad de los partidos de la Segunda Internacional salv a la burguesa europea. En este momento, hay secciones de la Cuarta Internacional en treinta pases. Es cierto que son slo la vanguardia de la vanguardia. Pero si hoy, antes de la guerra, contramos con organizaciones revolucionarias de masas, lo que estara planteado no sera la guerra sino la revolucin. Por supuesto, no las tenemos y no nos hacemos ilusiones al respecto. Pero la situacin de la vanguardia revolucionaria es mucho ms favorable que hace veinticinco aos. La conquista fundamental es que ya antes de la guerra existen en todos los pases ms importantes del mundo cuadros probados, cientos y miles de revolucionarios cuyo nmero aumenta constantemente, ligados por la unidad de una doctrina y templados en la forja de las ms crueles persecuciones de la burguesa imperialista, de la socialdemocracia y en particular de la mafia stalinista. La Segunda Internacional, la Tercera y la de Amsterdam no pueden reunir sus congresos porque las paraliza su depen- dencia del imperialismo y las destrozan las contradicciones nacionales. Por el contrario, las secciones de la Cuarta Internacional, a pesar de sus recursos extremadamente magros, de su dificultad para obtener visas, del asesinato de su secretario y del aumento de la represin, fueron capaces, en el momento ms crtico, de reunir su congreso internacional y adoptar reso- luciones unnimes que formulan con precisin y concretamente las tareas de la titnica lucha actual, apoyndose en toda la experiencia histrica. Ninguna ola chovinista apartar de su camino a estos valiosos cuadros, ni los intimidarn los musers y los puales stalinistas. La Cuarta Internacional entrar en la prxima guerra como una unidad compacta, cuyas secciones seguirn todas la misma poltica ms all de las fronteras que las separen. Es probable que a comienzos de la guerra, cuando el 226 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Oliver 2 , aun antes de que fuera aplastada por las bandas de Franco. La derro- ta de la revolucin espaola pospuso la perspectiva revolucionaria y puso a la orden del da la guerra imperialista. Slo un ciego puede no verlo! Por supuesto, cuanto ms enrgica y audazmente luchen ahora contra el militarismo y el imperialismo los obreros avanzados de todos los pa- ses, a despecho de las condiciones desfavorables, tanto ms rpidamente podrn detener la guerra cuando haya comenzado y mayores sern las esperanzas que tendr nuestra civilizacin de salvarse de la destruccin. S, no dudo de que la nueva guerra mundial provocar, inevitablemen- te, la revolucin mundial y el colapso del sistema capitalista. Los gobier- nos imperialistas estn haciendo todo lo posible para acelerar este colap- so. Slo es necesario que el proletariado mundial no sea sorprendido nue- vamente por los grandes acontecimientos. Aprovecho para recordar que la tarea que se plantea la Cuarta Internacional es precisamente la preparacin revolucionaria de la van- guardia. Es por eso que se llama Partido Mundial de la Revolucin Socialista. Pregunta: El mundo no est demasiado asustado de Hitler? Respuesta: Los gobiernos democrticos contemplan a Hitler, que con- sigui liquidar la cuestin social, con admiracin y temor. La clase obre- ra, que durante un siglo y medio sacudi peridicamente con sus revueltas a los pases civilizados de Europa, ha sido sbitamente silenciada en Italia y Alemania. Los polticos oficiales atribuyen este xito a las virtudes internas, cuasi msticas del fascismo y del nacionalsocialismo. En realidad, la fuerza de Hitler no est en l, ni en su despreciable filosofa, sino en la terrible decepcin de las masas trabajadoras, en su confusin y languidez. Durante muchas dcadas el proletariado alemn construy una organi- zacin sindical y un partido socialdemcrata. J unto a la poderosa social- democracia apareci ms tarde un poderoso Partido Comunista. Y todas estas organizaciones, que crecieron sobre los hombros del proletariado, resultaron nulas en el momento crtico y se desmoronaron ante la ofensi- 229 SLO LA REVOLUCIN PUEDE TERMINAR CON LA GUERRA 1 18 de marzo de 1939 Len Trotsky Pregunta: Es inevitable una guerra mundial? Si es as, significar el fin del sistema capitalista? Respuesta: S, una guerra mundial es inevitable si no se le anticipa una revolucin. La inevitabilidad de la guerra surge primero de la crisis incurable del sistema capitalista; segundo, del hecho de que la actual particin de nuestro planeta, es decir, especialmente de las colonias, ya no corresponde ms al peso econmico especfico de los estados impe- rialistas. Buscando una salida a la crisis mortal, los Estados advenedizos aspiran, y no pueden dejar de hacerlo, a una nueva reparticin del mundo. Slo los nios de pecho y los pacifistas profesionales, a quie- nes incluso la experiencia de la infortunada Liga de las Naciones no les ha enseado nada, pueden suponer que se puede realizar una reparticin ms equitativa de la superficie territorial alrededor de las mesas de la democracia. Si la revolucin espaola hubiera resultado victoriosa, habra dado un poderoso impulso al movimiento revolucionario en Francia y otros pases de Europa. En este caso, habra sido posible esperar con confianza que un victorioso movimiento socialista se anticipase a la guerra imperialista, hacindola intil e imposible. Pero el proletariado socialista de Espaa fue estrangulado por la coalicin Stalin-Azaa-Caballero-Negrin-Garca UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Artculo tomado de la versin publicada en Escritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As, 2000, Libro 6. Fue publicado en Socialist Appeal, 4 de abril de 1939. Estas respuestas a las preguntas de Sybil Vincent, corresponsal del peridico del Labour Party el Daily Herald, tambin se publicaron, con alguna demora, en el Daily Herald del 27 de mayo de 1939. 2. Azaa y Daz, Manuel (1880-1940): Abogado, dirigente republicano que fuera jefe del gobierno de izquierda en los inicios de la repblica. Largo Caballero, Francisco (1869- 1946): dirigente del PSOE y de la UGT, antiguo moderado, convertido en jefe de la izquier- da socialista y apelado el Lenn espaol, haba dirigido el gobierno del Frente Popular durante la guerra civil, desde septiembre de 1936 hasta junio de 1937 y fue separado por pre- sin de Mosc. Negrn Lpez, Juan (1889-1956): socialista moderado, ministro de Finanzas en el gobierno de Largo Caballero. Garca Oliver, Jos (1901-1980): dirigente anarquista espaol de derecha que colabor con los stalinistas para aplastar al ala revolucionaria de los leales. Fue ministro de justicia en el gobierno de Largo Caballero. 231 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... va de Hitler. No encontraron en s mismas el coraje para llamar a las masas a luchar, pues estaban completamente degeneradas y aburguesadas y hab- an perdido el hbito de pensar en pelear. Las masas sobrellevan triste y lentamente tales catstrofes. Es inco- rrecto afirmar que el proletariado alemn se ha reconciliado con Hitler! Pero ya no cree ms en los viejos partidos, en las viejas consignas, y al mismo tiempo no ha encontrado an un nuevo camino. Slo esto explica la violenta omnipotencia del fascismo, que continuar hasta que las masas hayan curado sus heridas, se hayan regenerado y levantado una vez ms sus cabezas. Creo que podemos esperarlo para dentro de poco. El temor de Gran Bretaa y Francia a Hitler y Mussolini se explica por la posicin mundial que ocupan esos dos pases colonialistas que, como ya dijimos, no corresponde a su peso econmico especfico. La guerra no les puede brindar nada, pero en cambio puede sacarles mucho. Es natural que intenten posponer el momento de una nueva redistribucin del mundo y que dejen un hueso, como Espaa y Checoslovaquia, a Hitler y Mussolini. La lucha es por las posesiones coloniales, por la dominacin del mundo. El intento de presentar esta disputa movida por intereses y apeti- tos como una lucha entre democracia y fascismo puede engaar a la clase trabajadora. Chamberlain entregara todas las democracias del mundo (no quedan muchas) por la dcima parte de la India. La fuerza de Hitler (y al mismo tiempo tambin su debilidad) consiste en que, bajo la presin de la desvalida situacin del capitalismo alemn, est dispuesto a recurrir a los medios ms extremos, usando de paso el chantaje y la fanfarronera, a riesgo de llegar a una guerra. Hitler se dio perfecta cuenta del temor de los viejos colonialistas ante cualquier con- mocin y ha explotado este temor, si no con gran entusiasmo, al menos con indudable xito. Pregunta: deberan unirse las democracias y la URSS para aplas- tar a Hitler? Respuesta: No creo que sea mi misin aconsejar a los gobiernos impe- rialistas, aun cuando se llamen a s mismos democrticos, ni a la camarilla bonapartista del Kremlin, aun cuando la misma se autocalifique de socia- lista. Slo puedo aconsejar a los trabajadores. Mi consejo es que no crean ni siquiera por un instante que la guerra entre los dos bandos imperialistas puede reportarles otra cosa que no sea opresin y reaccin en ambos sec- tores. Ser la guerra de los esclavistas que se cubren con distintas msca- ras: democracia, civilizacin por un lado, raza, honor por el otro. Slo el derrocamiento de los esclavistas puede terminar de una vez para siempre con la guerra y abrir una poca de verdadera civilizacin. 230 GUERRA Y REVOLUCIN Pregunta: Representa Hitler un gran peligro para las democracias? Respuesta: Las propias democracias representan un peligro mucho mayor para ellas mismas. El rgimen de la democracia burguesa surgi sobre la base del capitalismo liberal, es decir de la libre competencia. Esa poca hace mucho que pas. El actual capitalismo monopolista, que des- compuso y degrad a la pequea y a la mediana burguesa, socav de la misma manera las bases de la democracia burguesa. El fascismo es el pro- ducto de este proceso. No viene en absoluto de afuera; en Italia y Alemania se impuso sin intervencin extranjera. La democracia burguesa est muerta no slo en Europa sino tambin en Norteamrica. Si no resulta liquidado a tiempo por la revolucin socialista, el fascis- mo se impondr inevitablemente en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, con ayuda de Mussolini y de Hitler. Pero el fascismo es slo una tregua. El capitalismo est condenado. Nada lo salvar del colapso. Cuanto ms decidida y audaz sea la poltica del proletariado, menos sacrificio provo- car la revolucin socialista y ms pronto entrar la humanidad en una nueva ruta. Mi opinin acerca de la Guerra Civil espaola? Me he manifestado muchas veces en la prensa sobre este tema. La revolucin espaola era socialista en su esencia: los trabajadores intentaron repetidas veces derribar a la burguesa, tomar las fbricas; los campesinos queran apoderarse de las tierras. El Frente Popular, condu- cido por los stalinistas, estrangul la revolucin socialista en nombre de una democracia burguesa. De all la desilusin, la desesperanza, el de- saliento de las masas de obreros y campesinos, la desmoralizacin del ejrcito republicano y, como resultado, el colapso militar. Invocar la poltica traicionera de Inglaterra y Francia no explica nada. Por supuesto, los imperialistas democrticos estuvieron de todo corazn con la reaccin espaola y ayudaron a Franco cuanto les fue posible. Fue as y siempre ser as. Los britnicos estuvieron natural- mente de parte de la burguesa espaola, que se pas en bloque al bando franquista. Sin embargo, en el comienzo, Chamberlain no crea en la vic- toria de Franco y tema comprometerse revelando prematuramente sus simpatas. Francia, como siempre, ejecut la voluntad de la burguesa francesa. El gobierno sovitico jug el papel de verdugo de los trabaja- dores revolucionarios de Espaa con el fin de demostrarles a Londres y Pars su honradez y lealtad. La causa fundamental de la derrota de una poderosa y heroica revolucin es la traicionera poltica anti-socialista del llamado Frente Popular. Si los campesinos se hubieran apodera- do de las tierras y los obreros de las fbricas, Franco nunca habra podi- do arrebatarles la victoria! al margen de la vida poltica mexicana, pero sigo con ardiente simpata los esfuerzos del pueblo mexicano por conseguir una independencia completa y verdadera. Estoy terminando un libro sobre Stalin que aparecer este ao en Estados Unidos, Inglaterra y otros pases. El libro es una biografa pol- tica de Stalin y su objetivo es explicar cmo un revolucionario de segun- da o tercera fila puede llegar a ser jefe del pas cuando comienza la reac- cin termidoriana. El libro mostrar en particular, cmo y por qu el ex bolchevique Stalin est ahora completamente maduro para una alianza con Hitler. 233 Pregunta: Puede mantenerse el rgimen de Franco? Respuesta: Por supuesto, no durante mil aos, como promete jactan- ciosamente el nacionalsocialismo alemn. Pero Franco se mantendr por algn tiempo debido a las mismas condiciones que favorecen a Hitler. A pesar de sus grandes esfuerzos y sacrificios, despus de las terribles derro- tas sufridas, la clase obrera espaola debe estar desilusionada al mximo de sus viejos partidos: socialistas, anarquistas, comunistas, que a travs de sus fuerzas unificadas bajo la bandera del Frente Popular estrangula- ron la revolucin socialista. Inevitablemente, los trabajadores espaoles pasarn ahora por un perodo de desaliento antes de comenzar, lenta pero firmemente, a buscar un nuevo camino. El perodo durante el cual las masas continen con su postracin coincidir, precisamente, con la domi- nacin de Franco. Me preguntan sobre la gravedad de la amenaza que constituye J apn para la Unin Sovitica, Inglaterra y Estados Unidos. J apn no es capaz de sobrellevar una guerra en gran escala, en parte por razones econmicas pero especialmente por razones sociales. No habindose emancipado hasta ahora de la herencia feudal, J apn representa el reservorio de una gigantesca explosin revolucionaria. En muchos aspectos recuerda al imperio zarista en vsperas de 1905 3 . Los crculos dominantes del J apn intentan escapar a las contradiccio- nes internas con la conquista y el saqueo de China. Pero las contradiccio- nes internas hacen en gran medida imposible el xito en el exterior. Tomar posiciones estratgicas en China es una cosa; someter a China, otra. J apn nunca se atrevera a desafiar a la Unin Sovitica, de no haber un claro antagonismo, evidente para cualquiera, entre la camarilla del Kremlin y el pueblo sovitico. El rgimen de Stalin, que est debilitando a la URSS, puede hacer posible un conflicto sovitico-japons. No puedo pensar ni un instante en la victoria de J apn. Creo indudable que los resultados de la guerra seran el colapso del rgimen medieval del Micado y del rgimen bonapartista de Stalin. De mi vida en Mxico poco es lo que puedo comunicar. De parte de las autoridades no he encontrado sino amabilidad. Estoy completamente 232 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 3. La Revolucin de 1905 en Rusia surgi del descontento por la Guerra Ruso-J aponesa y el despotismo zarista. El Domingo Sangriento, 9 de enero de 1905, las tropas zaristas hicieron fuego sobre una manifestacin pacfica de obreros de San Petersburgo que marcha- ban a llevarle al zar una peticin de derechos democrticos, y mataron a cientos de trabaja- dores. Se declararon huelgas masivas en toda Rusia que sealaron el comienzo de la Revolucin, que culmin en la formacin del Soviet de Diputados Obreros de Petersburgo. Fue aplastada en diciembre por el zar. PARTE I I ESTA NO ES NUESTRA GUERRA LA URSS EN LA GUERRA 1 Coyoacn, Mxico, 25 de septiembre de 1939 Len Trotsky El pacto Germano-Sovitico y el carcter de la URSS Despus de la conclusin del pacto germano-sovitico, podemos cali- ficar a la URSS de Estado obrero? La naturaleza del Estado sovitico pro- voca discusiones siempre renovadas entre nosotros. Nada asombroso: por primera vez en la historia, tenemos ante nosotros 2 la experiencia de un Estado obrero. En sitio alguno ni jams ese fenmeno ha sido estudiado. En la cuestin del carcter social de la URSS, los errores provienen ordi- nariamente -como lo hemos escrito ya- de la sustitucin del hecho hist- 1. Artculo publicado en la revista Clave N 2 Segunda poca, octubre de 1939, Nmero especial sobre la guerra. La versin inglesa fue publicada en Len Trotsky, In Defense of Marxism (against the petty-bourgeois opposition), Pioneer Publishers, Estados Unidos, 1942. La versin francesa fue publicada en uvres N 22, Lon Trotsky, Institut Lon Trotsky, Francia. Este artculo es la intervencin de Trotsky en la discusin que haba comenzado en la direccin del SWP acerca del texto de Burnham sobre la naturaleza del Estado sovitico. Hemos respetado la terminologa original de Clave. 2. El 18 de septiembre durante la reunin del Comit Ejecutivo del SWPse presentaron dos mociones. La mocin Burnham deca especialmente: 1. Por su invasin a Polonia, el Ejrcito Rojo participa integralmente en una guerra de conquista imperialista. 2. Esta eva- luacin del carcter de la guerra debe gobernar los artculos y la informacin y editoriales de nuestra prensa Esta mocin obtuvo tres votos: Shachtman, Burnham, Carter contra siete y cuatro abstenciones. La resolucin Cannon deca especialmente: 1. La prensa del partido tratando la participacin de Rusia en la guerra en Polonia debe hacerlo desde el punto de vista del anlisis fundamental del partido del carcter del Estado sovitico y del rol del sta- linismo. Tal como ha sido establecido en la resolucin fundamental del Congreso de funda- cin de la Cuarta Internacional. Ella obtuvo nueve votos contra dos y dos abstenciones. El segundo voto era claro, el primero por el contrario mostraba algunas dudas en las filas de la mayora. extirpada de ellos la actual burocracia. Los crticos de izquierda ni propo- nen ni podran proponer nada que no sea eso 4 . La tarea de los soviets rege- nerados ser el apoyo a la revolucin internacional y la edificacin de la sociedad socialista. El derrocamiento de la burocracia presupone, por con- siguiente, el mantenimiento de la propiedad estatizada y de la economa planificada. Aqu es donde reside el meollo de todo el problema. Claro que la reparticin de las fuerzas productivas entre las distintas ramas de la industria y en general todo el contenido del plan, cambiarn radicalmente cuando ste se halle determinado por los intereses, no de los burcratas, sino de los productores mismos. Mas como, a pesar de todo, se trata del derrocamiento de la oligarqua parasitaria, pero sin prejuicio de mantener la propiedad nacionalizada (estatal), nosotros calificamos la futura revolucin como poltica. Algunos de nuestros crticos (Ciliga, Bruno R. [izzi] 5 , etc), quieren a cualquier precio calificar la futura revolu- cin como social. Aceptemos esta denominacin. Qu cambia ella, en el fondo? A las tareas de la revolucin que hemos enumerado, no aade absolutamente nada. Nuestros crticos, por regla general, toman los hechos tal como no- sotros los hemos establecido desde hace largo tiempo. En el fondo, no aaden absolutamente nada a la apreciacin de la situacin de la burocra- cia en la sociedad sovitica, de las relaciones entre ella y los trabajadores o del papel del Kremlin en la arena internacional. En todo ese dominio, no slo ellos no corrigen nuestro anlisis, sino que, por el contrario, se apo- yan enteramente sobre l y aun se limitan exclusivamente a l. Nos acu- san solamente de no extraer las conclusiones necesarias. Del examen se desprende, sin embargo, que esas conclusiones tienen un carcter pura- mente terminolgico. Nuestros crticos se rehsan a calificar un Estado obrero degenerado como Estado obrero. Exigen que se designe a la buro- 239 rico por una norma programtica. El hecho concreto se ha divorciado de la norma. Eso no significa, sin embargo, que la haya refutado; por el con- trario, por ruta distinta, la ha confirmado. La degeneracin del primer Estado obrero que hemos establecido y explicado nosotros muestra slo, del modo ms claro, qu debe ser un Estado obrero, qu puede ser y qu deviene en ciertas condiciones histricas. La contradiccin entre el hecho concreto y la norma nos impone, no el renunciar a la norma, sino, por el contrario, el luchar por su realizacin por el camino revolucionario. El problema de la revolucin prxima en la URSS lo determinan, por una parte, nuestra apreciacin de la URSS en tanto que hecho histrico obje- tivo, por otra, la norma del Estado obrero. Nosotros no decimos: todo esta perdido; hay que volver a empezar. Claramente mostramos los ele- mentos del Estado obrero que en la etapa actual pueden ser salvados, con- servados y desarrollados. Quien intente mostrar ahora que el pacto germano-sovitico cambia nuestra apreciacin del Estado sovitico, en el fondo se coloca en la pos- tura de la Comintern; ms precisamente, en la postura que ayer tuvo la Comintern. La misin histrica de un Estado obrero, segn esa lgica, sera la lucha por la democracia imperialista. La traicin a las demo- cracias en favor del fascismo privan a la URSS del ttulo de Estado obre- ro. En realidad, la firma del Tratado con Hitler slo sirve para medir una vez ms el grado de descomposicin de la burocracia sovitica y de su desprecio por la clase obrera mundial, inclusive la Comintern; pero no da ninguna razn para revisar la apreciacin sociolgica de la URSS Divergencias polticas o terminolgicas? Comencemos por plantear la cuestin de la naturaleza del Estado sovitico, no en el plano sociolgico abstracto, sino en el de las tareas polticas concretas. Aceptemos, como principio, que la burocracia es una nueva clase y que el actual rgimen de la URSS es un sistema especial de explotacin de clases. Qu nueva conclusin poltica se desprende, para nosotros, de estos conceptos? La Cuarta Internacional ha reconocido desde hace largo tiempo la necesidad de derrocar la burocracia por medio de la insurreccin revolucionaria de los trabajadores 3 . Quienes declaran que la burocracia es una nueva clase explotadora no proponen, ni podr- an proponer en lo absoluto nada distinto. La finalidad del derrocamiento de la burocracia es el restablecimiento del poder de los soviets, una vez 238 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. Sealemos que algunos de aquellos camaradas que se inclinan a considerar a la buro- cracia una nueva clase, se oponan al mismo tiempo con todas sus fuerzas a la exclusin de la burocracia de los soviets. [Nota de L.T.] 5. Cilliga, Ante (1898-1992): croata que fue dirigente del PC yugoslavo. Luego fue miembro de la Oposicin de Izquierda en la URSS, salido de un campo de concentracin y de la URSS. Despus de estar con los trotskistas se aproxim a los mencheviques y sostuvo que la URSS era un capitalismo de estado. Bruno Rizzi (1901-1977): Fue miembro del PC italiano, prximo a los bordiguistas. Haba frecuentado a los grupos italianos emigrados, cer- canos al trotskismo. Elabor una teora del colectivismo burocrtico y escribi un libro que public bajo el ttulo La burocratizacion del mundo. Intercambi correspondencia con Trotsky sobre este tema y le envi sus escritos (Cf. B. Rizzi, Lettere a Trotckij 38-39 pre- sentadas por Attilio Chitarin). Segn Pierre Naville y Hal Draper, en la edicin de En defen- se du marxisme por EDI (Pars-Francia, 1972), Rizzi perteneci al Partido Comunista de Francia, pero nunca se uni a la Oposicin de Izquierda. De ser cierto, esto indicara que en este punto la informacin de Trostky era inexacta. [Nota del MIA]. Primera Edicin: 1942 por el Socialist Workers Party de los EE.UU., en el libro In Defense of Marxism. 3. Esta idea ha sido expresada por Trotsky en 1933, despus que la poltica de Stalin haba permitido el acceso de Hitler en Alemania. una clase, es preciso tambin decir que esa clase no tiene absolutamen- te nada semejante a todas las clases poseedoras que hemos conocido en el pasado: la ventaja, por lo tanto, no es grande. Con frecuencia llamamos la burocracia sovitica una casta, subrayando por este medio el espritu de corporacin, la arbitrariedad y la arrogancia de una capa dirigente que considera que su origen remonta a la boca divina de Brahma, mientras que las masas populares slo vienen de partes mucho ms bajas del divino cuerpo. Pero aun ese trmino carece con seguridad de carcter cientfico, estricto. Su relativa ventaja consiste en que el carcter convencional de la denominacin es claro para todo el mundo, ya no ocurrir a la mente de nadie el identificar la oligarqua de Mosc con la casta hind de los brah- manes. La vieja terminologa sociolgica no prepar ni poda preparar una denominacin para un fenmeno social nuevo que se encuentra en proce- so de desarrollo (degeneracin) y no toma formas estables. Todos no- sotros, sin embargo, continuamos llamando burocracia a la burocracia sovitica, sin olvidar por ello sus peculiaridades histricas. Desde nuestro punto de vista, eso basta por ahora. Cientfica y polticamente -y no en el plan meramente terminolgico- la cuestin se plantea as: Representa la burocracia una excrecencia tem- poral al organismo social o bien esa excrecencia se ha mudado en un rga- no histricamente necesario? Una deformidad social puede ser resultado de una combinacin accidental (es decir, temporal y excepcional) de cir- cunstancias histricas. Un rgano social (esto es cualquier clase, inclusi- ve la explotadora) solo puede formarse como consecuencia de profundas necesidades internas de la produccin misma, si no respondemos a esta cuestin, toda la querella se transforma en un estril palabreo. Putrefaccin precoz de la burocracia La justificacin histrica de cualquier clase dominante ha sido que el sistema a cuya cabeza se encuentra ha elevado a un nuevo escaln el de- sarrollo de las fuerzas productivas. Es indudable que el rgimen soviti- co ha dado un impulso poderoso a la economa. Pero el origen de ese impulso fue la nacionalizacin de los medios de produccin y el princi- pio de planificacin; y de ningn modo el hecho de que la burocracia hubiese usurpado el mando de la economa. Por el contrario, el burocra- tismo en tanto que sistema, se ha vuelto el peor freno para el desarrollo tcnico y cultural del pas. Ese hecho fue ocultado hasta hace cierto tiem- po por la circunstancia de que la economa sovitica, durante dos dece- nas de aos, ha introducido y se ha apropiado la tcnica y la organizacin de la produccin de los pases capitalistas avanzados. El perodo de los emprstitos y de las imitaciones se acomod ms o menos bien con el 241 cracia totalitaria como clase dirigente. Proponen que se considere la revo- lucin contra esta burocracia, no como poltica, sino como social. Si no- sotros les acordramos esas concesiones terminolgicas, colocaramos a nuestros crticos en una situacin extremadamente difcil ya que no sabr- an que hacer con su victoria, puramente verbal. Verifiquemos una vez ms Por ello sera un monstruoso absurdo romper con camaradas que, si bien en la cuestin de la naturaleza sociolgica de la URSS, sostienen otra opinin, son con nosotros solidarios en lo que hace a las tareas polticas. Pero, por otra parte, sera ceguedad ignorar desacuerdos puramente teri- cos aun terminolgicos, si en la evolucin ulterior pueden revertirse de carne y de sangre y conducir a conclusiones polticas absolutamente dis- tintas, as como el ama de casa no tolera que se acumulen las telaraas y el polvo, el Partido Revolucionario no puede soportar la falta de claridad, la confusin, la ambigedad. Hay que tener la casa limpia! Para ilustrar nuestro pensamiento, recordemos la cuestin de termidor. Durante largo tiempo, afirmamos que el termidor slo se preparaba en la URSS pero que no se haba realizado todava. En seguida, habiendo dado a la analoga con el termidor un carcter ms preciso y ms cavilado, lle- gamos a la conclusin de que el termidor haba sido ya sobrepasado. Esta correccin franca de nuestro error no provoc en nuestras filas el menor trastorno. Por qu? Porque todos nosotros habamos apreciado del mismo modo la esencia de los procesos que se desarrollaban en la Unin Sovitica, al seguir en comn, da a da el crecimiento de la reaccin. Para nosotros, slo se trataba de una precisin de la analoga histrica, no ms. Espero que aun ahora, a pesar del intento de ciertos camaradas de fomen- tar divergencias en la cuestin de la defensa de la URSS -ya hablaremos de ello adelante- lograremos, por medio de una sencilla precisin de nues- tras ideas, mantenernos unnimes en el terreno del programa de la Cuarta Internacional. Tumor o nuevo rgano? Nuestros crticos han invocado, ms de una vez, el hecho de que la actual burocracia sovitica se parece muy poco a la burocracia obrera o burguesa de la sociedad capitalista; que, en una proporcin todava mayor que la burocracia fascista, representa ella una nueva formacin social extremadamente poderosa. Es absolutamente justo y jams hemos cerrado nosotros a ese respecto. Pero si se reconoce que la burocracia sovitica es 240 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Y si la revolucin socialista no se realiza? La declinacin del capitalismo ha alcanzado lmites extremos, lo mismo que la de la antigua clase dominante. Este sistema no puede exis- tir ms tiempo. Las fuerzas productivas debern organizarse segn un plan. Pero quin desempear ese trabajo: el proletariado o una nueva clase dominante de comisarios polticos, administradores y tcnicos? La experiencia histrica testimonia, segn la opinin de algunos razona- dores, que es preciso no esperar nada del proletariado. Se revel inca- paz de prevenir la guerra imperialista pasada, cuando las premisas mate- riales de la revolucin socialista existan ya. Los xitos del fascismo, des- pus de la guerra, fueron de nuevo resultado de la incapacidad del pro- letariado para sacar a la sociedad capitalista del callejn sin salida. La burocratizacin del estado sovitico fue, a su vez, resultado de la inca- pacidad del proletariado para dirigir por s mismo la sociedad por el camino democrtico. La revolucin espaola fue estrangulada por las burocracias fascistas y stalinistas, ante los ojos del proletariado mundial. En fin, el ltimo eslabn de esta cadena es la nueva guerra imperialista, cuya preparacin se ha realizado con entera franqueza, con la completa impotencia del proletariado mundial. Si se adopta esta concepcin, es decir, se reconoce que el proletariado carece de fuerza para realizar la revolucin socialista, la tarea entonces ineludible de la estatizacin de las fuerzas productivas ser naturalmente desempeada por algn otro. Precisamente, por quin? Por una nueva burocracia, que reemplazar a la burguesa en putrefaccin como nueva clase dominante en escala mun- dial. As es como comienzan a plantear la cuestin los izquierdistas que no se contentan con querellas de palabras. La actual guerra y el destino de la sociedad contempornea Por la marcha misma de las cosas, la cuestin se plantea ahora de modo enteramente concreto. La segunda guerra mundial ha comenzado. Representa la confirmacin irrefutable de que la sociedad no puede ya vivir dentro de las condiciones del capitalismo. Por eso mismo somete al proletariado a una prueba, quizs decisiva. Si esta guerra provoca, como lo creemos firmemente, la revolucin proletaria, conducir inevitablemente al derrumbe de la burocracia en la URSS y a la regeneracin de la democracia sovitica, sobre una base econmica y cultural mucho ms alta que en 1918. En este caso, la cues- tin de saber si la burocracia stalinista es una clase o una excrecencia de un Estado obrero, ser resuelta por s misma. A todos y a cada uno parecer claro que en el curso del desarrollo de la revolucin interna- 243 automatismo burocrtico, es decir con el estrangulamiento de la iniciati- va de la creacin. Pero mientras ms se elev la economa, ms comple- jas se tornaron sus exigencias y ms se convirti el rgimen burocrtico en obstculo intolerable. Las contradicciones que se exacerban continua- mente entre s, conducen a convulsiones polticas incesantes, al extermi- nio sistemtico de los elementos creadores mejor dotados de todos los dominios de la actividad. As, antes de que la burocracia haya podido secretar de s una clase dominante, ha cado en una contradiccin into- lerable con las exigencias de la evolucin. Eso se explica precisamente por el hecho de que la burocracia es, no el vehculo de nuestro sistema de economa, que le sea propio, imposible sin ella, sino una excrecencia parasitaria a un Estado obrero. Condiciones del poder y de la decadencia de la burocracia La oligarqua sovitica posee todos los vicios de las antiguas clases dominantes, pero carece de la misin histrica de ellas. En la degeneracin burocrtica de un Estado sovitico encuentran expresin, no las leyes gene- rales de la sociedad contempornea en su paso del capitalismo al socialis- mo, sino una infraccin especial, excepcional y temporal de esas leyes, en las condiciones del Estado atrasado del pas revolucionario y de su cerco capitalista. La falta de bienes de consumo y la lucha general por su posesin engendran un gendarme que toma sobre s funciones de reparto. La presin hostil del exterior pone en manos del gendarme el papel de defensor del pas, le otorga seguridad nacional y le permite pillar doblemente al pas. Las dos condiciones del poder de la burocracia -el Estado atrasado del pas y el cerco imperialista- tienen, sin embargo, un carcter temporal y transitorio y deben desaparecer con la victoria de revolucin internacio- nal. Los economistas burgueses mismos han calculado que con una eco- noma planificada sera posible elevar rpidamente la renta nacional de Estados Unidos a doscientos mil millones de dlares por ao y asegurar as a toda la poblacin, no slo la satisfaccin de las necesidades funda- mentales, sino tambin un verdadero confort. Por otra parte, la revolucin internacional pondra trmino a todo peligro exterior, causas suplementa- rias de burocratizacin. La desaparicin de la necesidad de gastar una parte enorme de la renta nacional en armamento elevara todava ms el nivel de vida y cultura de las masas. Si estas dos condiciones se cumplie- ran, la necesidad del gran gendarme repartidor desaparecera por s misma. La autoridad estatal seria muy rpidamente reemplazada por la administracin de una gigantesca cooperativa. Para una nueva clase domi- nante y para un nuevo rgimen de explotacin situado entre capitalismo y socialismo, no quedara sitio. 242 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... La teora del colectivismo burocrtico Poco despus del arribo de Hitler al poder, el comunista de izquierda alemn Hugo Urbahns 6 lleg a la conclusin de que en lugar del capitalis- mo vena una nueva era histrica de capitalismo de Estado. Primeros ejemplos de ese rgimen: Italia, la URSS, Alemania. Urbahns, sin embar- go, no extraa conclusiones polticas de su teora. Recientemente, el comunista de izquierda italiano Bruno R., quien perteneci antes a la Cuarta Internacional, lleg a la conclusin de que en lugar del capitalismo vena un colectivismo burocrtico 7 . La nueva burocracia es una clase, su actitud para con los trabajadores es una explotacin colectiva, los proleta- rios se transforman en esclavos del explotador totalitario. Bruno R. coloca en el mismo saco la economa planificada de la URSS, el fascismo, el nacional-socialismo y el New Deal de Roosevelt. Todos esos regmenes poseen, indudablemente, rasgos comunes que, en resumidas cuentas, son determinados por las tendencias colectivistas de la economa contempornea. Desde antes de la revolucin de octubre, Lenin haba formulado las principales particularidades del capitalismo imperia- lista: concentracin gigantesca de las fuerzas productivas, compenetracin del capital monopolista y el Estado, tendencia orgnica a la dictadura como resultado de esa compenetracin. Los rasgos de centralizacin y de colectivizacin determinan a la vez la poltica de la revolucin y la de la contrarrevolucin; pero eso no significa en modo alguno que entre la revo- lucin, thermidor 8 , el fascismo y el reformismo norteamericano se pueda colocar un signo de igualdad. Bruno ha cogido el hecho de que las tendencias a la colectivizacin toman, como consecuencia de la postracin poltica de la clase obrera, forma de colectivismo burocrtico. El fen- 245 cional, la burocracia sovitica no habr sido ms que una reincidencia episdica. Si se admite, sin embargo, que la actual guerra no provocar la revo- lucin, sino la declinacin del proletariado, entonces queda el otro aspec- to de la alternativa: la putrefaccin ulterior del capitalismo monopolista, su compenetracin con el Estado y la substitucin de la burocracia, en donde hubiere subsistido, por un rgimen totalitario. La incapacidad del proletariado para tomar en sus manos la direccin de la sociedad condu- cira realmente, en esas condiciones, a la aparicin de una nueva clase explotadora proveniente de la burocracia bonapartista y fascista. Sera, segn todas las apariencias, un rgimen de declinacin que significara el ocaso de la civilizacin. Un resultado anlogo podra tambin sobrevenir en caso de que el pro- letariado de los pases capitalistas avanzados, despus de haber conquis- tado el poder, resultase incapaz de conservarlo y lo cediera -como en la URSS- a una burocracia privilegiada. Nos veramos entonces obligados a reconocer que la causa de la reincidencia burocrtica radica, no en el esta- do atrasado del pas ni en el cerco imperialista, sino en una incapacidad orgnica del proletariado para devenir clase dirigente. Sera entonces pre- ciso establecer retrospectivamente que por ese rasgo fundamental la URSS actual era una precursora del nuevo rgimen de explotacin a esca- la mundial. Henos aqu muy lejos de las querellas terminolgicas sobre el ttulo del Estado sovitico. Que nuestros crticos no protesten: es slo colocn- dose a la distancia histrica necesaria que es posible forjar un juicio correcto sobre una cuestin de tal magnitud como la sustitucin de un rgimen social por otro. Meditada hasta su extremo, la alternativa histri- ca es la siguiente: el rgimen stalinista es una repugnante reincidencia en el proceso de transformacin de la sociedad capitalista en sociedad socia- lista, o el rgimen stalinista es la primera etapa de una nueva sociedad de explotacin. Si el segundo pronstico se revela exacto, la burocracia se convertir, naturalmente, en una nueva clase explotadora. Por dura que sea esta segunda perspectiva, si el proletariado mundial resultara real- mente incapaz de desempear la misin que han hecho recaer sobre l acontecimientos, no tendramos ms que reconocer que el programa socia- lista, edificado sobre las contradicciones internas de la sociedad capitalis- ta, era una utopa. Sera preciso, naturalmente, un nuevo programa mni- mo, por la defensa de los intereses de los esclavos de la sociedad buro- crtica totalitaria. Existen, sin embargo, datos objetivos de tal modo slidos o siquiera convincentes que nos obliguen a renunciar a la perspectiva de la revolu- cin socialista? Todo el problema esta ah. 244 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 6. Urbahns Hugo (1890-1946): Miembro del Partido Socialista alemn que se sum al Partido Comunista en 1920 tomando posiciones ultraizquierdistas; fue expulsado en 1926. Ayud a formar el Leninbund en 1928 y expuls a los miembros de la Oposicin de Izquierda en 1930. Teoriz que la URSS era una forma de capitalismo de estado. La pol- mica de Trotsky contra l se encuentra en La Cuarta Internacional y la URSS. La naturale- za de clase de la Unin sovitica, 1 de octubre de 1933. Escritos de Len Trotsky (1929- 1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000, Libro 3. 7. Ciertamente en la ltima parte de su libro, que contiene contradicciones fantsticas, Bruno R. refuta de modo enteramente consciente y puntual su propia teora del colectivis- mo burocrtico, expuesta en la primera parte del libro, y declara que stalinismo, fascismo y nazismo son deformaciones transitorias y parasitarias, castigo histrico de la impotencia del proletariado; en otros trminos, despus de haber sometido las concepciones de la Cuarta Internacional a la ms viva crtica, Bruno R. vuelve sbitamente a sus concepciones, pero slo para entrar en nueva serie de yerros. Ninguna razn tenemos para seguir paso a paso a un escritor que ostensiblemente ha perdido el equilibrio. Lo que nos interesa son los argu- mentos con que intenta cimentar su concepcin de la burocracia como clase. [Nota de L.T.] arse un sistema de economa planificada -y sin tener en cuenta los movi- mientos revolucionarios del proletariado, inevitables, en resumidas cuen- tas- la lucha entre los Estados totalitarios por la dominacin mundial se mantendra y an se acrecentara extremadamente. Las guerras devorar- an los frutos de la economa planificada y destruiran las bases de la civi- lizacin. Bertrand Russell 9 supone, es cierto, que algn Estado victorioso podra, a consecuencia de la guerra, unificar entre las pinzas totalitarias al mundo entero. Pero an cuando semejante hiptesis se realizara, lo que es ms que dudoso, la unificacin militar no tendra una estabilidad mayor que la paz de Versalles. Las insurrecciones nacionales y las represiones se acabaran por una nueva guerra mundial que podra convertirse en tumba de la civilizacin. No son nuestros deseos subjetivos, sino la realidad obje- tiva la que dice que la nica salida para la humanidad es la revolucin socialista internacional. El otro trmino de alternativa es la reincidencia en la barbarie. El proletariado y su direccin A la cuestin de la interrelacin entre la clase y su direccin consagra- remos pronto un artculo especial. Aqu nos limitaremos a lo indispensable. Slo los marxistas vulgares que piensan que la poltica es el reflejo directo e inmediato de la economa pueden creer que la direccin refleja directa e inmediatamente a la clase. En realidad, la direccin, habindose elevado por encima de la clase oprimida, cae inefablemente bajo la presin de la clase dominante. La direccin de los sindicatos norteamericanos, por ejemplo, refleja, no tanto el proletariado cuanto la burguesa. La selec- cin y la educacin de una verdadera direccin revolucionaria, capaz de resistir la presin de la burguesa, es tarea excepcionalmente difcil. La dia- lctica del proceso histrico se ha expresado del modo ms claro en el hecho de que el proletariado del pas ms atrasado, Rusia, produjo, en cier- tas condiciones histricas, la direccin ms perspicaz y ms audaz. Por el contrario, en el pas de la civilizacin capitalista ms antigua, la Gran Bretaa, todava hoy existe la direccin ms limitada y servil. La crisis de la sociedad capitalista, que tom en julio de 1914 un carcter franco, provoc desde el primer da una crisis aguda en la direc- cin proletaria. En los veinticinco aos transcurridos desde entonces, el proletariado de los pases capitalistas avanzados todava no ha creado una direccin que est a la altura de las tareas de nuestra poca. La expe- 247 meno en s mismo es indiscutible. Pero, en dnde se hallan sus lmites, y cul es su peso histrico? Lo que para nosotros es una deformacin del perodo transitorio, resultado del desarrollo desigual de diversos factores del proceso social, Bruno R. lo toma por formacin independiente, en la que la burocracia es la clase dominante. Bruno R. tiene, en todo caso, la ventaja de intentar transportar la cuestin, del crculo vicioso de los racio- cinios terminolgicos al plano de las grandes generalizaciones histricas. Tanto ms fcil resulta descubrir su error. Al igual que numerosos ultraizquierdistas, Bruno R. identifica en su esen- cia stalinismo y fascismo. Por una parte, la burocracia sovitica se ha apro- piado los mtodos polticos del fascismo; por otra, la burocracia fascista, que se limita todava a medidas parciales de intervencin estatal, se aproxima y pronto alcanzar una completa estatizacin de la economa. La primera afirmacin es absolutamente justa. Errnea es la afirmacin de Bruno de que el anti-capitalismo fascista sea capaz de ir hasta la expropiacin de la bur- guesa. Las medidas parciales de intervencin estatal y de nacionalizacin se diferencian, en lo fundamental, de la economa estatal planificada, del mismo modo en que las reformas se distinguen de la revolucin. Mussolini e Hitler no hacen ms que coordinar los intereses de los poseedores y nor- mar la economa capitalista, por lo dems, ante todo con objetivos militares. Otra cosa es la oligarqua del Kremlin: ella tiene la posibilidad de dirigir la economa como un todo nicamente porque la clase obrera de Rusia ha rea- lizado la ms grande revolucin de la historia en las relaciones de propiedad. Es imposible perder de vista esta diferencia. Si se admite que stalinismo y fascismo, desde dos lados diferentes, conducirn un da a un solo y mismo tipo de sociedad de explotacin (colectivismo burocrtico, segn la terminologa de Bruno R.), todo eso de ningn modo hace que salga la humanidad del callejn sin salida. La crisis del sistema capitalista es provocada, no slo por el papel reacciona- rio de la propiedad privada, sino tambin por el papel no menos reaccio- nario del Estado nacional. Si los diversos gobiernos fascistas lograran cre- 246 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 9. Russell, Bertrand (1872-1970): Clebre filsofo y matemtico ingls que haba sido objeto de los ataques de Trotsky en el pasado debido a su pacifismo. 8. Thermidor: (el 9 de thermidor) 27 de julio de 1794, de acuerdo con el calendario implantado por la Revolucin francesa, el da en que el ala derecha de los revolucionarios derroc a los jacobinos radicales encabezados por Robespierre. Aunque los thermidorianos iniciaron una etapa de reaccin poltica que culmin con el 18 de Brumario (19 de noviem- bre de 1799) con la toma del poder por Napolen Bonaparte, no llegaron hasta la restaura- cin del sistema feudal. Trotsky llamaba thermidoriana a la conservadora burocracia stali- nista porque consideraba que su poltica le allanaba el camino a la contrarrevolucin capita- lista. Hasta 1935, Trotsky utiliz la analoga con el Thermidor cuando se refera a la posibi- lidad de un verdadero traspaso del poder de una clase a otra, es decir el triunfo de la contra- rrevolucin burguesa en la URSS. En 1935 modific su teora y a partir de entonces utiliz la analoga para referirse al proceso reaccionario que se dio sobre las bases sociales de la revolucin y por lo tanto no alter el carcter de clase del Estado. modo una a la otra. La degeneracin, inevitablemente debe, en cierta etapa, terminarse por el hundimiento. Un rgimen totalitario, de tipo stalinista o fascista, no puede ser, por su esencia misma, ms que un rgimen temporal, transitorio. La dictadura ha sido generalmente, en la historia, resultado y signo de una crisis social particularmente aguda y no de un rgimen estable. Una crisis aguda no puede ser un estado permanente de la sociedad. El Estado totalitario puede, durante cierto tiempo, ahogar las contradicciones sociales, pero no es capaz de perpetuarse. Las depuraciones monstruosas en la URSS son el testimonio ms convincente de que la sociedad sovitica intenta orgnica- mente arrojar de s a la burocracia. Hecho asombroso, precisamente en las depuraciones stalinistas ve Bruno R. la prueba de que la burocracia se ha convertido en clase diri- gente, ya que slo una clase dirigente es capaz, en su opinin, de medidas de tal magnitud. Olvida, sin embargo, que el zarismo, que no era una clase, se permita tambin medidas de depuracin bastante amplias; por lo dems, precisamente durante el perodo en que se aproximaba a su fin. Por su amplitud y su monstruosa mentira, las depuraciones de Stalin no atestiguan nada ms que la incapacidad de la burocracia para transfor- marse en clase dominante estable y son sntomas de su cercana agona. No caeramos nosotros en una situacin ridcula si atribuysemos a la oli- garqua bonapartista el nombre de nueva clase dirigente, unos aos o tal vez unos meses antes de su lamentable cada? Este nico modo de plante- ar claramente la cuestin debe, en nuestra opinin, prevenir a los camara- das contra las experiencias terminolgicas y la generalizacin demasiado apresuradas. La orientacin hacia la revolucin internacional y la regeneracin de la URSS Un cuarto de siglo result un plazo demasiado corto para el rearme revolucionario de la vanguardia proletaria internacional y demasiado largo para el mantenimiento del sistema sovitico en un pas atrasado y aislado. La humanidad paga ahora por ello con una nueva guerra imperialista. La tarea fundamental de nuestra poca, sin embrago, no ha cambiado, por la sencilla razn de que no ha sido resuelta. El enorme activo del cuarto de siglo transcurrido y la prenda inapreciable para el porvenir consisten en que un destacamento del proletariado mundial ha conseguido mostrar en hechos cmo puede resolverse la tarea. La segunda guerra imperialista plantea la tarea que no haba sido resuelta, en un nivel histrico ms alto. Somete a una nueva prueba no slo la estabilidad de los regmenes existentes, sino tambin la capacidad 249 riencia de Rusia testimonia, sin embargo, que semejante direccin puede crearse (lo que no significa, claro es, que estar garantizada contra la degeneracin). La cuestin, por lo tanto, se plantea as: la necesidad histrica objetiva abrir, al fin, un camino en la conciencia de la van- guardia de la clase obrera; es decir, una verdadera direccin revolucio- naria, capaz de llevar el proletariado hasta la conquista del poder se for- mar en el proceso de esta guerra y de los hondos sacudimientos que de ella saldrn? La Cuarta Internacional ha contestado afirmativamente a esa cues- tin, no slo por medio del texto de su programa, sino tambin por el hecho mismo de su existencia. Por el contrario, los representantes des- ilusionados y atemorizados del pseudomarxismo de toda laya, parten del hecho de que la bancarrota de la direccin slo refleja la incapacidad del proletariado para desempear su misin revolucionaria. No todos nuestros adversarios expresan claramente este pensamiento. Todos, sin embargo, -ultraizquierditas, centristas, anarquistas, sin ni siquiera hablar de stalinistas y socialdemcratas- trasladan la responsabilidad de las derrotas de s mismos al proletariado. Ninguno de ellos indica en qu condiciones exactamente sera capaz el proletariado de realizar la revo- lucin socialista. Si se acepta que la causa de las derrotas son las cualidades sociales del proletariado mismo, es preciso reconocer entonces que la situacin de la sociedad contempornea es desesperada. En las condiciones del capitalis- mo en putrefaccin, el proletariado no crece ni en nmero ni en cultura. Por eso no habra razn para esperar que se elevara jams al nivel de las tareas revolucionarias. La cuestin se presenta de modo completamente distinto para quien observa el profundo antagonismo entre la aspiracin orgnica, honda, irresistible, de las masas trabajadoras por arrancarse al sanguinario caos capitalista y el carcter conservador, patritico, entera- mente burgus de una direccin que se sobrevive. Entre esas dos concep- ciones irreconciliables, es preciso elegir. La dictadura totalitaria es una situacin de crisis aguda y no un rgimen estable La revolucin de octubre no fue una casualidad. Haba sido prevista con largo tiempo de adelanto. La degeneracin no refuta la previsin, ya que los marxistas no pensaron jams que un Estado obrero aislado en Rusia pudiese mantenerse indefinidamente. Ciertamente, habamos conta- do ms bien con el hundimiento del Estado obrero que con su degenera- cin. Para expresarnos ms exactamente, no habamos hecho distincin estricta entre esas dos posibilidades; pero no se contradicen de ningn 248 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... La poltica exterior es continuacin de la poltica interior Qu defendemos nosotros en la URSS? No aquello por lo que ella se asemeja a los pases capitalistas, sino aquello por lo que de ellos se dis- tingue. En Alemania tambin nosotros predicamos la insurreccin contra la burocracia dirigente ; pero slo para derrocar directamente la propiedad capitalista. En la URSS el derrocamiento de la burocracia es necesario para mantener la propiedad estatal. Slo en ese sentido es que estamos por la defensa de la URSS Nadie duda, entre nosotros, que los obreros soviticos deben defender la propiedad estatal, no slo contra el parasitismo de la burocracia, sino tambin contra las tendencias a la propiedad privada de parte, por ejem- plo, de la burocracia koljosiana. La poltica exterior, sin embargo, es la continuacin de la poltica interior. Si en la poltica interior unimos no- sotros la defensa de las conquistas de la revolucin de octubre con una lucha implacable contra la burocracia, lo mismo debemos hacer en pol- tica exterior. Ciertamente, Bruno R., partiendo de la afirmacin de que el colectivismo burocrtico ha vencido ya en toda la lnea, nos asegura que nadie amenaza la propiedad estatal, ya que Hitler (y Chamberlain?) est tan interesado en ella como Stalin. Por desgracia, las seguridades de Bruno R. estn formuladas a la ligera. En caso de victoria, Hitler comen- zar probablemente por exigir el retorno a los capitalistas alemanes de los bienes que les fueron expropiados; en seguida, asegurar el mismo retor- no de los bienes a los ingleses, franceses y belgas, a fin de llegar a un acuerdo con ellos respecto de la URSS; en fin, convertir a Alemania en accionista de las ms importantes empresas de la URSS, en inters de la maquinaria militar alemana. Actualmente, Hitler es aliado y amigo de Stalin; pero si Hitler, con ayuda de Stalin, sale victorioso en el frente occidental, voltear maana sus armas en contra de la URSS En fin, Chamberlain mismo se conducir, llegado el caso, poco diferentemente de Hitler. Defensa de la URSS y lucha de clases Los errores en la cuestin de la defensa de la URSS se desprenden, lo ms frecuentemente, de una compresin incorrecta de los mtodos de la defensa. La defensa de la URSS no significa en modo alguno acerca- mientos a la burocracia del Kremlin, aceptaciones de su poltica o conci- liaciones con la poltica de sus aliados. En esta cuestin, como en las otras, nos quedamos enteramente sobre el terreno de la lucha de clases internacional. 251 del proletariado para tomar el sitio de ellos. Los resultados de esta prueba indudablemente tendrn una importancia decisiva para nuestra aprecia- cin de la poca contempornea en tanto que poca de la revolucin pro- letaria. Si, a despecho de todas las verosimilitudes, en el curso de la actual guerra o inmediatamente despus de ella, la revolucin de octubre no encontrara su continuacin en alguno de los pases avanzados; si, por el contrario, el proletariado se encontrara por doquier arrojado hacia atrs, entonces indudablemente tendramos que plantear la cuestin de revisar nuestra concepcin de la poca actual y de sus fuerzas motrices. Por lo dems, no se tratara de saber qu marbete escolar adosar a la URSS o a la pandilla stalinista, sino cmo apreciar la perspectiva histrica mundial de las prximas decenas de aos y aun siglos: Hemos entrado en la poca de la revolucin social y de la sociedad socialista o en la poca de la socie- dad declinante de la burocracia totalitaria? El doble error de los esquematistas de la clase de Hugo Urbahns y de Bruno R. consiste en que, primero, proclaman que este ltimo rgimen ha llegado ya definidamente; segundo, declaran que l constituir una larga situacin intermedia de la sociedad entre el capitalismo y el socialismo. Sin embargo, es absolutamente evidente que si el proletariado interna- cional, como consecuencia de la experiencia de toda nuestra poca y de la actual nueva guerra, se mostrara incapaz de convertirse en amo de la sociedad, eso significara el hundimiento de todas las esperanzas de revo- lucin socialista, ya que es imposible esperar otras condiciones ms favo- rables para ella; en todo caso, nadie puede preverlas desde ahora, ni caracterizarlas. Los marxistas no poseen el menor derecho (si no se considera como un derecho la decepcin y la fatiga) de sacar la conclusin de que el proletariado ha usado sus posibilidades revolucionarias y debe renunciar a pretender dominar la prxima poca. Veinte aos en la balanza de la historia, cuando se trata del profundo cambio de sistemas econmicos y de cultura, son menos que una hora en la vida de un hombre. Qu vale el hombre que a causa de fracasos empricos durante una hora o un da, renuncia a la finalidad que se ha propuesto a base de la experiencia y el estudio de toda su vida anterior? Durante los aos de la sombra reac- cin rusa (1907-1917) contbamos nosotros con las posibilidades revo- lucionarias que el proletariado ruso haba manifestado en 1905. En los aos de la reaccin mundial, debemos contar con las posibilidades que el proletariado ruso ha manifestado en 1917. No por casualidad se llama la Cuarta Internacional partido mundial de la revolucin socialista. Nuestra ruta queda inmutable, mantenemos la orientacin hacia la revo- lucin internacional y, por ello mismo, hacia la regeneracin de la URSS en tanto que Estado Obrero. 250 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... tender a que los obreros cerca de quienes gozamos de influencia, aprecien correctamente los acontecimientos, no se dejen tomar de improviso y pre- paren la opinin pblica de su clase a la resolucin revolucionaria de las tareas que se plantean ante nosotros. La defensa de la URSS coincide para nosotros con la preparacin de la revolucin internacional. Slo estn permitidos los mtodos que no se oponen a los intereses de la revolucin. La defensa de la URSS est en la misma relacin con la revolucin socialista internacional en que est una tarea tctica respecto de una tarea estratgica. La tctica esta sometida al fin estratgico y en ningn caso puede oponrsele. La cuestin de las provincias ocupadas En los momentos en que escribimos estas lneas, la cuestin de la suer- te de las provincias ocupadas por el Ejrcito Rojo todava no est clara. Las informaciones telegrficas son contradictorias, ya que ambos lados mienten mucho; y las relaciones reales, en el terreno, se hallan sin duda extremadamente mal determinadas todava. Cierta porcin de los territo- rios ocupados entrar seguramente en el seno de la URSS Bajo qu forma exactamente? Admitamos un instante que por el tratado con Hitler, el gobierno de Mosc deje intactos en el territorio ocupado los derechos de la propiedad privada y se limite a un control de tipo fascista. Semejante concesin tendra un carcter profundamente capital y podra convertirse en un punto de partida de un nuevo captulo del rgimen sovitico, y por consecuencia tambin de una nueva apreciacin, de parte nuestra, de la naturaleza del Estado sovitico. Es ms verosmil, sin embargo que en las provincias que deban formar parte de la URSS el gobierno de Mosc introduzca medidas de expropia- cin de los grandes propietarios y de estatizacin de los medios de pro- duccin. Semejante va es ms verosmil, no porque la burocracia sea fiel al programa socialista, sino porque no quiere ni puede compartir el poder y los privilegios que le son anexados con las viejas clases dominantes de las provincias ocupadas. Aqu se presenta espontneamente una analoga. El primer Bonaparte par la revolucin con ayuda de la dictadura militar. Sin embargo, cuando las tropas francesas irrumpieron en Polonia, Napolen firm un decreto: Queda abolido el derecho feudal sobre sier- vos. Esta medida fue dictada no por simpatas que Napolen tuviese para los campesinos ni por principios democrticos, sino porque la dictadura de Bonaparte se apoyaba, no en la propiedad feudal, sino en la burguesa. Como la dictadura bonapartista de Stalin se apoya no sobre la propiedad privada, sino sobre la estatal, la irrupcin del Ejrcito Rojo en Polonia 253 La revistilla francesa Que faire? 10 escriba recientemente: puesto que los trotskistas son derrotistas en lo que concierne a Francia y a Inglaterra, por eso mismo son derrotistas tambin en lo que concierne a la URSS En otras palabras: Si queris defender a la URSS, debis dejar de ser derrotistas en lo que concierne a sus aliados imperialistas. Que faire? contaba con que los aliados de la URSS seran las democracias; lo que digan ahora esos listos, no lo sabemos. Por lo dems, eso carece de impor- tancia porque es su mtodo mismo el que adolece de vicio. Renunciar al derrotismo en lo que concierne al campo imperialista, al que se une o se unir maana la URSS, significa empujar a los obreros del campo opues- to hacia el lado de sus gobiernos; eso significa renunciar al derrotismo en general. El abandono del derrotismo en las condiciones de la guerra impe- rialista equivale al abandono de la revolucin socialista. El abandono de la revolucin -en nombre de la defensa de la URSS- destinara a la URSS a la putrefaccin definitiva y a la ruina. La defensa de la URSS, segn la interpretacin de la Comintern, as como la lucha contra el fascismo de ayer, estn fundadas en el abandono de toda poltica independiente de clase. El proletariado se vuelve -por motivos diversos, en diversas condiciones, pero siempre e invariable- mente- una fuerza de apoyo de uno de los campos burgueses contra el otro. En oposicin a eso, algunos de nuestros camaradas dicen: puesto que nos- otros no queremos convertirnos en instrumentos de Stalin y de sus aliados, renunciamos a la defensa de la URSS Sin embargo, por ese camino slo demuestran que su comprensin de la defensa coincide, en el fondo, con la de los oportunistas; no piensan en la poltica independiente del proleta- riado. En realidad, nosotros defendemos a la URSS como defendemos a las colonias, como resolvemos todas nuestras tareas, no por el sostenimiento de ciertos gobiernos imperialistas contra otros, sino por el mtodo de la lucha de clases internacional, en las colonias como en las metrpolis. Nosotros no somos un partido gubernamental; somos un partido de oposicin implacable, no slo en los pases capitalistas sino tambin en la URSS Nosotros realizamos nuestras tareas, inclusive la defensa de la URSS, no por intermedio de los gobiernos burgueses, ni siquiera por el del gobierno de la URSS, sino exclusivamente por medio de la educacin de las masas, por medio de la agitacin, explicando a los obreros lo que es preciso defender y lo que es preciso derrocar. Semejante defensa no puede producir resultados milagrosos inmediatos. Tampoco lo pretende- mos. Todava somos una minora revolucionaria. Nuestro trabajo debe 252 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 10. La revista Que Faire? era sostenida por un pequeo grupo de militantes, algunos de los cuales, como Pierre Rimbert, haban pertenecido en otro momento a la Oposicin de Izquierda. Sus dirigentes eran Andr Ferrat, el antiguo dirigente del PCF y Georges Cagan, el antiguo representante de la IC. 255 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... debe naturalmente traer la liquidacin de la propiedad capitalista privada para poner as el rgimen de los territorios ocupados en correspondencia con el rgimen de la URSS Esa medida revolucionaria por su carcter -la expropiacin de los expropiadores- se realiza, en este caso, por la va militar y burocrtica. El llamado a una actividad propia de las masas, en los nuevos territorios y sin este llamado, aunque fuese muy prudente, es imposible establecer el nuevo rgimen- ser sin duda alguna, aplastado maana por medidas poli- cacas implacables, para asegurar la supremaca de la burocracia sobre las masas revolucionarias despiertas. As se presenta uno de los aspectos de la cuestin. Pero hay otro. Para crear la posibilidad de la ocupacin de Polonia, por medio de la alianza militar con Hitler, el Kremlin durante largo tiempo ha engaado y contina engaando a las masas de la URSS y del mundo entero, y ha llegado as hasta una completa desagregacin de su propia Comintern. La regla fundamental de la poltica es para nosotros, no la transformacin de la propiedad en tal o cual territorio particular, por importante que sea en s mismo, sino las transformaciones en las formas de la conciencia y de la organizacin del proletariado mundial, la elevacin de su capacidad de defender las antiguas conquistas y de adquirir nuevas. Desde este punto de vista, nico decisivo, la poltica de Mosc, tomada en su conjunto, conserva enteramente su carcter reaccionario y sigue siendo el principal obstculo en la va de la revolucin socialista. Nuestra apreciacin general del Kremlin y de la Comintern no cambia, sin embargo por el hecho particular de que la nacionalizacin de las for- mas de propiedad en territorios ocupados sea en s una medida progresis- ta. Es preciso reconocerlo abiertamente. Si Hitler lanzara maana sus tro- pas contra el Este, para restablecer en Polonia oriental el orden, los obreros avanzados defenderan contra Hitler las nuevas formas de propie- dad establecidas por la burocracia sovitica bonapartista. No cambiamos la orientacin La estatizacin de los medios de produccin, ya lo hemos dicho, es una medida progresista. Pero su progresividad es relativa. Su peso especfico depende del conjunto de todos los otros factores. As, es preciso establecer ante todo que la extensin del territorio de la autocracia y del parasitismo burocrtico, cubierto de medidas socialistas, puede acrecentar el presti- gio del Kremlin, engendrar ilusiones sobre la posibilidad de remplazar la revolucin proletaria por maniobras burocrticas, etc. Este mal sobrepasa de lejos el contenido progresista de las reformas stalinistas en Polonia. Para que la nacionalizacin de la propiedad en las provincias ocupadas, lo mismo que en la URSS, se convierta en base de un desarrollo verdadera- 254 GUERRA Y REVOLUCIN mente progresista, es decir, socialista, es necesario derrocar la burocracia de Mosc. Nuestro programa conserva, por consiguiente, todo su vigor. Los acontecimientos no nos han tomado de imprevisto. Es preciso nica- mente interpretarlos correctamente. Es preciso comprender claramente que, en el carcter de la URSS y de su situacin internacional, se encierran vivas contradicciones. Es imposible liberarse de esas contradicciones con ayuda de trucos terminolgicos (Estado obrero-Estado no obrero). Es preciso tomar los hechos como son. Es preciso edificar la poltica partien- do de las relaciones y contradicciones reales. No confiamos al Kremlin ninguna misin histrica. Estbamos y esta- mos contra la toma por el Kremlin de nuevos territorios. Estamos por la independencia de la Ucrania sovitica y, si los rusos blancos lo quieren, de la Rusia Blanca sovitica. Al mismo tiempo, en las partes de Polonia ocu- padas por el Ejrcito Rojo, los partidarios de la Cuarta Internacional toman la parte ms resuelta por la expropiacin de los propietarios terri- toriales y capitalistas, en el reparto de la tierra a los campesinos, en la cre- acin de soviets y de comits obreros, etc. Mantienen, por lo dems, su independencia poltica; luchan, en el momento de las elecciones a soviets y a comits de fbrica, por su completa independencia respecto de la buro- cracia, desarrollan la propaganda revolucionaria dentro de un espritu de desconfianza para el Kremlin y su agencia local. Imaginemos, sin embargo, que Hitler vuelva sus armas conta el Este e invada los dominios ocupados por el Ejrcito Rojo. En estas condicio- nes, los partidarios de la Cuarta Internacional, sin cambiar en nada su actitud frente a la oligarqua del Kremlin, pondrn en primer plano, como tarea ineludible del momento presente, la resistencia militar con- tra Hitler. Los obreros dirn: No podemos encomendar a Hitler el derrocamiento de Stalin; esa es nuestra tarea. Durante la lucha revolu- cionaria contra Hitler, los obreros revolucionarios se esforzarn por entrar con los combatientes de base del Ejrcito Rojo en las ms estre- chas relaciones amistosas posibles. Al mismo tiempo que lanzan golpes contra Hitler, los bolcheviques leninistas desarrollarn la propaganda revolucionaria contra Stalin, preparando su derrocamiento para la esta- pa siguiente ms prxima posible. Una defensa de la URSS de ese tipo estar tan distante como el cielo de la tierra de la defensa oficial que se desarrolla en estos momentos bajo la consigna: por la patria y por Stalin! Nuestra defensa de la URSS se desarrolla bajo la consigna: Por el socialismo, por la revolucin interna- cional, contra Stalin!. Para que esas dos formas de defensa de la URSS no se confundan en la conciencia de las masas, es menester saber formular clara y precisamente las consignas que corresponden a la situacin concre- ta. Pero, ante todo, es menester establecer claramente qu defendemos, cmo lo defendemos, contra quin lo defendemos. Nuestras consignas GUERRA Y REVOLUCIN LOS ASTROS GEMELOS: HITLER-STALIN 1 4 de diciembre de 1939 Len Trotsky Cuando Hitler, con la velocidad del rayo, invadi Polonia por Occidente, Stalin cautamente se desliz en Polonia por Oriente. Cuando Hitler, despus de someter a veintitrs millones de polacos, propuso ter- minar la guerra intil, Stalin, a travs de sus canales diplomticos y su Comintern ensalz las ventajas de la paz. Cuando Stalin ocup posi- ciones estratgicas en el Bltico, Hitler apresuradamente transfiri a sus alemanes a cualquier otro lado. Cuando Stalin atac Finlandia, la prensa de Hitler fue la nica en todo el mundo que proclam su solida- ridad total con el Kremlin. Las rbitas de Stalin y Hitler estn ligadas por una especie de atraccin interna. Qu clase de atraccin? Cunto durar? Los astros gemelos son pticos, es decir, aparentes o fsicos, gemelos verdaderos que conforman un par en el que un astro gira alrededor del otro. Son Hitler y Stalin astros verdaderos o aparentes en el sangriento firmamento actual de la poltica mundial? Y si son gemelos verdaderos, quin gira alrededor de quin? El mismo Hitler habla con reservas del persistente pacto realista. Stalin prefiere fumar su pipa en silencio. Los polticos y periodistas del bando hostil, con el fin de fomentar la enemistad entre ellos, presentan a Stalin como la estrella principal y a Hitler como su satlite. Tratemos de anali- zar esta cuestin, de ninguna manera simple, sin olvidarnos de que la rbi- ta de la poltica mundial no puede determinarse con tanta precisin como la de los cuerpos celestiales. 256 lograrn no provocar confusin entre las masas, slo en el caso de que no- sotros nos representemos claramente nuestras tareas. Conclusiones En este momento, no tenemos ninguna razn para cambiar nuestra posicin principal acerca de la URSS La guerra acelera los distintos procesos polticos. Puede acelerar el proceso de regeneracin revolucionaria de la URSS Pero tambin puede acelerar el proceso de su degeneracin definitiva. Por eso es necesario seguir atentamente y sin prevencin las transformaciones que la guerra introducir en la vida interna de la URSS, para darse cuenta de ello opor- tunamente. Nuestras tareas en las provincias ocupadas son, en el fondo, las mis- mas que en la URSS; pero como los acontecimientos las plantean bajo forma extremadamente aguda nos ayudan ellas tanto mejor a aclarar nues- tras tareas generales en cuanto a la URSS Es necesario formular nuestras consignas de tal modo que los obreros perciban claramente lo que defendemos exactamente en la URSS (propie- dad estatal y economa planificada) y contra qu luchamos implacable- mente (burocracia parasitaria y su Comintern). No hay que perder de vista ni por un momento que la cuestin del derrocamiento de la burocracia sovitica esta para nosotros subordinada a la cuestin del mantenimiento de la propiedad estatal de los medios de produccin en la URSS; que la cuestin del mantenimiento de la propie- dad estatal de los medios de produccin de la URSS est para no-sotros subordinada a la cuestin de la revolucin proletaria internacional. L. Trotsky 1. Tomado de la versin publicada en Escritos de Len Trotsky (1929-40), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000. Fue publicado en la Revista Liberty. 27 de enero de 1940, donde apareci con el ttulo Hitler y Stalin: Cuanto durar?. Cuando Liberty public el artculo, sin embargo, omiti siete prrafos del texto de Trotsky, que tambin fueron omiti- dos en la primera edicin de Writings 39-40. Esta es su versin completa. 259 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 258 En el pasado mes de marzo, despus de muchos aos de extravagante char- latanera oficial, por primera vez Stalin habl, en el congreso del Partido Comunista Ruso, de la productividad del trabajo comparada entre la URSS y Occidente. Esta incursin en la esfera de la estadstica mundial tena como objetivo explicar la pobreza en que todava viven los pueblos de la URSS. Para alcanzar a Alemania en la produccin de hierro en lingotes, la URSS, en relacin a su poblacin, tendra que producir cuarenta y cinco millones de toneladas por ao en lugar de los quince millones actuales; para alcanzar a Estados Unidos sera necesario elevar la produccin anual de hierro en lingotes a sesenta millones de toneladas; es decir, cuadrupli- carla. Lo mismo sucede, y mucho ms desfavorablemente, en las dems industrias. Para concluir, Stalin expres la esperanza de que la Unin Sovitica alcanzar a los pases capitalistas avanzados en los prximos diez o quince aos. Naturalmente, el lmite de tiempo es cuestionable. Pero si la URSS se ve involucrada en una gran guerra antes del fin de este perodo tendr que luchar, de cualquier manera, en desigualdad de condiciones. El factor subjetivo, no menos importante que el material, se ha deteriora- do sealadamente en los ltimos aos. Se erradic y difam la tendencia a la igualdad socialista proclamada por la revolucin. En la URSS hay de doce a quince millones de individuos privilegiados que concentran en sus manos alrededor de la mitad de la renta nacional y llaman socialismo a este rgimen. Por otra parte hay aproximadamente ciento sesenta millo- nes de personas oprimidas por la burocracia y que son presas de la ms horrorosa pobreza. Las relaciones de Hitler y Stalin con la guerra son totalmente opuestas. El rgimen totalitario de Hitler surgi del terror de las clases poseedoras de Alemania ante la revolucin socialista. Hitler recibi de los propietarios el mandato de salvar su propiedad de la amenaza del bolchevismo a cual- quier precio y de abrirles el camino a la dominacin del mundo. El rgi- men totalitario de Stalin surgi del gran terror del pueblo revolucionario estrangulado que siente la nueva casta de advenedizos de la revolucin. La guerra es peligrosa para ambos. Pero Hitler no tiene otros medios para cumplir su misin histrica. Una ofensiva de guerra victoriosa garantiza- ra el futuro econmico del capitalismo alemn y, a la vez, del rgimen nacional-socialista. Es distinta la situacin de Stalin. No puede soportar una ofensiva de gue- rra con la menor esperanza de triunfo. En caso de que la URSS entre a la guerra, con las innumerables vctimas y privaciones que sta implica, el fraude del rgimen oficial, sus desmanes y violencia, provocarn inevita- blemente una profunda reaccin por parte del pueblo que ya lleva reali- zadas tres revoluciones en lo que va del siglo: nadie lo sabe mejor que Stalin. El pensamiento fundamental de su poltica exterior es escapar a una guerra importante. Surgida mucho despus que las potencias occidentales, la Alemania capi- talista construy la industria ms avanzada y dinmica del continente europeo; pero haba sido derrotada en la anterior divisin del mundo. Lo dividiremos de nuevo, proclamaron los imperialistas alemanes en 1914. Se equivocaron. La aristocracia mundial se uni contra ellos y triunf. Ahora Hitler ansa repetir el experimento de 1914 en una escala ms gran- diosa. No puede evitar este anhelo, el capitalismo alemn se sofoca den- tro de los confines de sus fronteras. Sin embargo, el problema de Hitler es insoluble. Incluso si gana la guerra no puede redividirse el mundo en favor de Alemania. Esta lleg demasiado tarde. El capitalismo se ahoga en todas partes. Las colonias ya no quieren ser colonias. La nueva guerra mundial dar un tremendo y vigorizador impulso al movimiento por la indepen- dencia de las naciones oprimidas. Hitler anuda amistades, cambia la caracterizacin de las naciones y los gobiernos, rompe acuerdos y alianzas, engaa a amigos y enemigos, todo ello impulsado por un solo objetivo: la redivisin del mundo. Alemania no es en el presente una potencia mundial, escribi Hitler en su libro. Pero, Alemania se transformar en una potencia mundial o dejar de existir. Convertir a la Alemania unificada en una base para la dominacin de Europa; convertir a la Europa unificada en una base de lucha por la dominacin mundial, en consecuencia para arrinconar, debilitar y reducir a Estados Unidos; este objetivo sigue inmutable en Hitler. Es la justifica- cin del rgimen totalitario que suprimi con mano de hierro las contra- dicciones de clase en el interior de la nacin alemana. Rasgos completamente contradictorios caracterizan a la URSS. La Rusia zarista dej una herencia de miseria y atraso. La misin del rgimen sovi- tico no es asegurar reas nuevas para el desarrollo de las fuerzas produc- tivas, sino desarrollar las fuerzas productivas en las viejas reas. Los obje- tivos econmicos de la URSS no exigen la extensin de sus fronteras. El nivel de sus fuerzas productivas no le permite encarar una gran guerra. Su capacidad ofensiva no es considerable. Su capacidad defensiva est dada, sobretodo, por sus vastas superficies. Despus de los ltimos xitos del Kremlin se puso de moda comparar la poltica actual de Mosc con la poltica tradicional de Gran Bretaa. Esta, salvaguardando su neutralidad, mantena el equilibrio de poderes en Europa y al mismo tiempo retena en sus manos la clave de este equilibrio. Segn esta teora el Kremlin se puso del lado de Alemania, la potencia ms dbil, slo para volcarse al campo enemigo en el caso de que los ale- manes obtengan demasiados xitos. En esta teora se pone todo cabeza abajo. La poltica tradicional de Gran Bretaa fue posible debido a su tre- menda preponderancia econmica sobre los dems pases europeos. La Unin Sovitica, por el contrario, es la ms dbil de todas las grandes potencias en lo que respecta a la economa. de la guerra, la cuestin de en qu meridiano comenzar sta ser de una importancia muy secundaria. El ataque a Finlandia parece opuesto, a primera vista, al terror de Stalin a la guerra. Pero en realidad el asunto es distinto. Ms all de los proyectos la situacin posee una lgica objetiva. Para escapar a la guerra Stalin hizo una alianza con Hitler. Para ponerse a salvo de Hitler ocup una serie de bases en la costa bltica. Sin embargo, la resistencia de Finlandia amena- zaba con reducir a cero estas ventajas estratgicas e incluso con conver- tirlas en su opuesto. Quin le rendir cuentas a Mosc si Helsinki se niega a hacerlo? Stalin lleg hasta la A y ahora se ve obligado a ir hasta la B. Y luego vienen las otras letras del alfabeto. Que Stalin pretenda escaparle a la guerra no significa que la guerra le permita escapar. Es obvio que Alemania empuj a Mosc contra Finlandia. Cada paso que da Mosc hacia Occidente acerca el momento en que se ver involucrada en la guerra. Si se lograra este objetivo la situacin mundial cambiara considerablemente. El Cercano y Medio Oriente se transformara en esce- nario de la guerra. Inmediatamente surgira la cuestin de la India. Hitler respirara aliviado y, en caso de un giro desfavorable de los aconteci- mientos, tendra la posibilidad de concluir la paz a expensas de la Unin Sovitica. A Mosc indudablemente le rechinaban los dientes al leer los amistosos artculos de la prensa alemana. Pero el rechinar de dientes no constituye un factor poltico. El pacto forzosamente persiste. Y Stalin sigue siendo el satlite de Hitler. Las ventajas inmediatas que obtiene Mosc del pacto son indiscutibles. Mientras Alemania est ocupada en el frente occidental la Unin Sovitica se siente mucho ms libre en el Lejano Oriente. Ello no significa que all se realizarn operaciones ofensivas. Es cierto que la oligarqua de J apn est en condiciones todava peores que la de Mosc para librar una gue- rra. Sin embargo, obligada a enfrentarse a Occidente, Mosc no puede tener el menor motivo para expandirse en Asia. J apn, por su parte, debe de estar considerando la perspectiva de una resistencia seria, incluso ani- quiladora, por parte de la URSS. En estas condiciones Tokio debe prefe- rir el programa de su armada: no encarar la ofensiva hacia el oeste sino hacia el sur, hacia Filipinas, Indias Orientales Holandesas, Borneo, Indochina francesa, Birmania britnica... Un acuerdo sobre esta base entre Mosc y Tokio constituira el complemento simtrico al pacto entre Mosc y Berln. No queremos detenernos en este artculo en cmo influi- ra esto en la situacin de Estados Unidos. Refirindose a la falta de materias primas en la misma Rusia, la prensa mundial insiste en la insignificancia de la ayuda econmica que Stalin puede prestarle a Hitler. La cuestin, sin embargo, no es tan simple. La falta de materias primas en la URSS es relativa, no absoluta; la burocra- cia, al impulsar la aceleracin del ritmo de desarrollo industrial, no puede 261 Stalin impuls la alianza con Hitler, para sorpresa de todos los rutinarios de la diplomacia y los imbciles pacifistas, porque slo de l poda pro- venir el peligro de una guerra y porque, segn la evaluacin del Kremlin, Alemania es ms poderosa que sus posibles enemigos. Las prolongadas conferencias que se sostuvieron en Mosc con las delegaciones militares de Francia e Inglaterra el verano pasado sirvieron no slo de camuflaje de las negociaciones con Hitler sino tambin de espionaje directo para obte- ner informacin militar. El estado mayor general de Mosc se convenci, evidentemente, de que los aliados estaban mal preparados para una gran guerra. Una Alemania completamente militarizada es un enemigo formi- dable; slo se puede comprar su benevolencia cooperando con sus planes. Fue esta conclusin lo que determin la decisin de Stalin. La alianza con Hitler elimin por el momento el peligro de que la URSS se vea involu- crada en la guerra y abri tambin la posibilidad de obtener ventajas estra- tgicas inmediatas. En el Lejano Oriente, Stalin se repleg una y otra vez durante muchos aos para escapar de la guerra; en la frontera occidental las circunstancias fueron tales que pudo escaparle corriendo... hacia ade- lante, no abandonando antiguas posiciones sino tomando otras nuevas. La prensa aliada pinta la situacin como si Hitler fuera el prisionero de Stalin y exagera los beneficios que obtuvo Mosc a expensas de Alemania: la mitad de Polonia (de acuerdo al nmero de habitantes alre- dedor de un tercio), el dominio de la costa oriental del Mar Bltico, una salida a los Balcanes, etctera. Indudablemente, las ventajas que logr Mosc son considerables. Pero todava no se realiz la ltima rendicin de cuentas. Hitler comenz la guerra a escala mundial. Alemania emerge- r de esta lucha duea de Europa y de todas las colonias europeas o se ir a pique. Mantener a salvo en la guerra su flanco oriental es una cuestin de vida o muerte para Hitler. Le pag al Kremlin con provincias del anti- guo imperio zarista. Fue un precio demasiado alto? El argumento de que Stalin enga a Hitler con su invasin a Polonia y su presin sobre los pases blticos es totalmente absurdo. Es mucho ms probable que el mismo Hitler haya sugerido a Stalin que ocupe Polonia oriental y ponga las manos sobre los estados blticos. En tanto el nacio- nalsocialismo fue producto de una cruzada contra la Unin Sovitica, Stalin naturalmente no poda depender de la palabra de honor de Hitler. Las negociaciones se llevaron a cabo en un tono realista. Hitler le pre- gunt a Stalin: Usted me tiene miedo? Quiere garantas? Tmeselas. Y Stalin se las tom. Pintar las cosas como si la nueva frontera occidental de la URSS fuera una barrera permanente al avance de Hitler hacia el Oriente va ms all de toda proporcin. Hitler resuelve sus objetivos por etapas. Ahora est a la orden del da el aplastamiento de Gran Bretaa. Para lograrlo se puede sacrificar cualquier cosa. La marcha hacia el este supone la guerra entre Alemania y la URSS. Cuando llegue el momento 260 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Y el Kremlin tiene razn. Es cierto que Alemania result incapaz de librar una guerra relmpago contra Francia y Gran Bretaa, pero ninguna per- sona seria crey en esa posibilidad. Sin embargo, la propaganda interna- cional que trata de mostrar a Hitler como un luntico arrastrado a un calle- jn sin salida es extremadamente torpe. Hitler todava est muy lejos de eso. Cuenta con una industria dinmica, genio tecnolgico, espritu de dis- ciplina; la formidable maquinaria militar alemana todava est por reve- larse. Se juega el destino del pas y del rgimen. El gobierno polaco y el semigobierno checoslovaco estn ahora en Francia. Quin sabe si el gobierno francs no tendr que buscar refugio en Gran Bretaa junto con los de Blgica, Holanda, Polonia y Checoslovaquia? No creo ni por un instante, como ya lo he dicho, en la concrecin de los planes de Hitler de una Pax Germnica, es decir, su dominacin del mundo. El imperialismo alemn lleg demasiado tarde; su furia militar acabar en una tremenda catstrofe. Pero antes de que ocurra esa catstrofe muchas cosas caern en Europa. Stalin no quiere estar entre ellas. sobretodo, se cuida de romper demasiado pronto con Hitler. La prensa aliada busca sntomas de frialdad entre -los nuevos amigos y todos los das predice una ruptura. Es imposible negar, por cierto, que Molotov no se siente demasiado feliz en brazos de Ribbentrop. Durante varios aos en la URSS se anatematiz, persigui y ejecut a todos los opositores internos acusndolos de agentes de los nazis. Terminado este trabajo Stalin se uni a Hitler en una estrecha alianza. En todo el pas hay millones de personas ntimamente ligadas a los que fueron ejecutados o internados en los campos de concentracin a causa de una supuesta alian- za con los nazis, y estos millones se han convertido ahora en agitadores contra Stalin, cautelosos pero extremadamente efectivos. A esto es nece- sario agregarles las quejas encubiertas de la Comintern; los infortunados agentes extranjeros del Kremlin no se sienten demasiado cmodos. Indudablemente Stalin trata de dejar abierta la otra posibilidad. Inesperadamente, Litvinov estuvo presente en la tribuna del mausoleo de Lenin el 7 de noviembre. En el desfile se llevaron retratos del secretario de la Comintern, Dimitrov*, y de Thaelmann, dirigentes de los comunis- tas alemanes 2 . Todo esto, sin embargo, constituye el aspecto decorativo de la poltica, no su esencia. Litvinov y los retratos eran necesarios, sobretodo, para satis- facer a los obreros soviticos y a la Comintern. Slo indirectamente, por lo tanto, Stalin deja entrever a los aliados que en determinadas circuns- 263 mantener un equilibrio adecuado entre los distintos sectores de la econo- ma. Si el ritmo de crecimiento de algunos sectores industriales se reduce en un ao o dos de un quince a un diez o cinco por ciento, y ms todava si la produccin industrial se mantiene en el nivel del ao anterior, apare- cer inmediatamente un excedente significativo de materia prima. El blo- queo absoluto del comercio exterior alemn, por otra parte, inevitable- mente derivar a Rusia una cantidad considerable de exportaciones de ese pas a cambio de las materias primas soviticas. Ms aun, no debe olvidarse que la URSS acumul y sigue acumulando todava inmensas reservas de materias primas y productos alimenticios teniendo en cuenta sus propsitos militares defensivos. Una parte signifi- cativa de estas reservas representa una fuente potencial de provisiones para Alemania. Adems, Mosc puede proporcionarle oro a Hitler; el oro, pese a todos los esfuerzos por establecer una economa cerrada, sigue siendo un vaso comunicante importante durante la guerra. Finalmente, la amistosa neutralidad de Mosc facilita extraordinariamente a Alemania la explotacin de los recursos de los pases del Bltico, Escandinavia y los Balcanes. Junto con la Rusia sovitica -dice, no sin fundamento, el Voelkischer Beobachter [El Observador del Pueblo], el peridico de Hitler, el 2 de noviembre- dominamos las fuentes de materias primas y de productos alimenticios de todo el Este. Varios meses antes de la firma del pacto entre Mosc y Berln, Londres le daba ms importancia que ahora a la ayuda econmica que la URSS le poda otorgar a Hitler. Una investigacin semioficial conducida por el Instituto Real de Asuntos Internacionales sobre los intereses polticos y estratgicos del Reino Unido (la introduccin data de marzo de 1939) declara, en relacin con la posibilidad de un acercamiento sovitico-ale- mn: El peligro que tal combinacin entraa para Gran Bretaa puede ser muy grande. Es cuestionable -contina el autor colectivo- que Gran Bretaa pueda lograr una victoria decisiva en cualquier lucha contra Alemania si no se puede bloquear por tierra la frontera oriental alema- na. Esta evaluacin es digna de la atencin ms cuidadosa. No es una exageracin afirmar que la alianza con la URSS disminuye la efectividad del bloqueo contra Alemania por lo menos en un veinticinco por ciento, y tal vez en una proporcin considerablemente mayor. Al apoyo material es necesario agregarle, si es que cabe la palabra, el apoyo moral. Hasta fines de agosto la Comintern exiga la liberacin de Austria, Checoslovaquia, Albania, Abisinia, y no deca nada sobre las colonias bri- tnicas. Ahora la Comintern se calla acerca de Checoslovaquia, apoya la divisin de Polonia, pero exige la liberacin de la India. El Pravda de Mosc ataca la supresin de las libertades, pero silencia las sangrientas eje- cuciones hitleristas de checos y las torturas a los judos polacos. Todo esto significa que el Kremlin todava aprecia en mucho la fuerza de Alemania. 262 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 2. Ernst Thaelmann (1886-1944): fue dirigente del Partido Comunista Alemn su can- didato presidencial, y partidario de la poltica del Kremlin que condujo a la victoria de Hitler. Arrestado por los nazis en 1933, fue posteriormente ejecutado en Buckenwald en 1944. 265 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... tancias puede cambiar de caballo. Pero nicamente los visionarios pueden imaginar que el Kremlin cambiar inmediatamente su poltica exterior. Mientras Hitler siga siendo fuerte -y es muy fuerte- Stalin seguir siendo su satlite. Todo esto puede ser cierto, se dir el lector atento, pero, qu pasa con la revolucin? No reconoce el Kremlin su posibilidad, su probabilidad, incluso su inevitabilidad? No se reflejan las especulaciones de Stalin sobre la revolucin en su poltica exterior? La objecin es legtima. Mosc es la ltima en dudar de que una gran guerra provocar la revolucin. Pero la guerra no comienza, termina con la revolucin. Antes de estallar la revolucin alemana de 1918 el ejrcito de ese pas haba asestado golpes mortales al zarismo. De la misma manera, la guerra actual puede aplastar a la burocracia del Kremlin mucho antes de que se haga la revolucin en cualquier pas capitalista. El Kremlin, tal como evaluamos nosotros su poltica exterior, resguarda con coherencia su poder, independientemente de cul sea la perspectiva revolucionaria. Sin embargo, para orientarse correctamente en las futuras maniobras de Mosc y en la evolucin de sus relaciones con Berln es necesario respon- der esta pregunta: se propone el Kremlin utilizar la guerra en beneficio de la revolucin mundial, y si es as, de qu manera? El 9 de noviembre Stalin consider necesario rechazar, muy speramente, la suposicin de que l desea que la guerra se prolongue lo ms posible, hasta que sus protago- nistas queden completamente exhaustos. Esta vez Stalin dijo la verdad. Son dos las razones por las que no desea en absoluto una guerra prolonga- da: primero, porque inevitablemente la URSS se vera arrastrada en la vorgine; segundo, porque inevitablemente estallara la revolucin en Europa. El Kremlin, con toda legitimidad, aborrece ambas perspectivas. El desarrollo interno de Rusia -declaran los investigadores del Instituto Real de Londres- tiende a producir una burguesa de administradores y oficiales que poseen suficientes privilegios como para estar muy conten- tos con el status quo [...] Se puede considerar las diferentes purgas como parte de un proceso de eliminacin de todos los que desean cambiar la situacin actual. Esa interpretacin hace viable la idea de que se acab el perodo revolucionario en Rusia, y de aqu en ms sus gobernantes slo tratarn de conservar las ventajas que les proporcion la revolucin. Realmente, muy bien planteado! Hace dos aos yo escriba en Liberty: Hitler lucha contra la alianza franco-sovitica porque quiere tener las manos libres para establecer con Mosc un acuerdo contra Pars 3 . En 264 GUERRA Y REVOLUCIN ese momento se interpret estas palabras como una opinin prejuiciosa. Los acontecimientos las confirmaron. Mosc se da cuenta perfectamente de que una guerra a gran escala traer aparejada una era de inmensas repercusiones polticas y sociales. Si tuvie- ra posibilidades reales de controlar el movimiento revolucionario y sub- ordinarlo a sus propios intereses, Stalin naturalmente le dara la bienveni- da. Pero entiende que la revolucin es la anttesis de la burocracia y que barre despiadadamente con los aparatos privilegiados, conservadores. Qu derrotas miserables sufri la camarilla burocrtica del Kremlin en la revolucin china de 1925-1927 y en la revolucin espaola de1931-1939! En una nueva oleada revolucionaria surgira inevitablemente una organi- zacin internacional que liquidara la Comintern y dara un golpe mortal a la autoridad de la burocracia sovitica dentro de la URSS. La fraccin stalinista lleg al poder en lucha contra el as llamado trots- kismo. Hasta ahora todas las purgas, las farsas de juicios y las ejecucio- nes se llevaron a cabo bajo el pretexto de la lucha contra el trotskismo. Lo que Mosc expresa fundamentalmente con este rtulo es el temor que la nueva oligarqua siente por las masas. El rtulo de trotskismo, con- vencional en s mismo, adquiri ya, sin embargo, carcter internacional. No puedo dejar de mencionar tres incidentes recientes porque son muy sintomticos y a la vez revelan claramente el origen del temor del Kremlin a la revolucin. En el libro amarillo de Francia se transcribe una conversacin mantenida entre el embajador francs, Couloundre, y Hitler el 25 de agosto, nueve das antes del rompimiento de relaciones diplomticas. Hitler se exalta y se jacta del pacto que concluy con Stalin: no slo un pacto terico, dira yo, sino positivo. Creo que yo vencer, y ustedes creen que vencern uste- des; pero lo que es seguro es que correr sangre alemana y francesa, etc- tera. El embajador francs contesta: Si yo realmente creyera que nosotros venceremos, tambin tendra el temor de que, como consecuencia de la guerra, haya un solo ganador, el seor Trotsky. Interrumpiendo al emba- jador, Hitler grit: Por qu, entonces, le dan a Polonia un cheque en blanco? El nombre personal, por supuesto, es aqu puramente conven- cional. Pero no es casual que tanto el embajador democrtico como el dic- tador totalitario designen el espectro de la revolucin con el nombre del hombre a quien el Kremlin considera su enemigo nmero uno. Ambos estn de acuerdo, como si cayera por su propio peso, en que la revolucin avanzar siguiendo una orientacin hostil al Kremlin. El ex corresponsal en Berln del peridico francs semioficial Temps, que ahora est en Copenhague, informa en su cable del 24 de setiembre que elementos revolucionarios, amparndose en los oscurecimientos que se practican en Berln, pegaron carteles en los barrios obreros con las 3. El artculo de Trotsky En el umbral de una nueva guerra mundial escrito el 9 de agosto de 1937, fue publicado en la revista Liberty del 13 de noviembre de 1937. Ver en el CD de esta compilacin. GUERRA Y REVOLUCIN Espaa y Europa con mucho ms eficacia que Franco y sus guardaespal- das. Nadie estrangul ms implacablemente en Espaa al movimiento socialista que Stalin, en ese entonces un arcngel de la democracia pura. Se puso en movimiento toda la maquinaria: una campaa fraguada de mentiras y calumnias, falsificaciones legales al estilo de los juicios de Mosc, asesinato sistemtico de dirigentes revolucionarios. La lucha con- tra el trotskismo, naturalmente, fue el estandarte que encabez la lucha contra la toma de la tierra y las fbricas por los campesinos y los obreros. La guerra civil espaola es digna del anlisis ms minucioso, ya que en algunos aspectos fue una especie de ensayo general de la incipiente gue- rra mundial. De cualquier manera Stalin est muy dispuesto a repetir a escala mundial su actuacin en Espaa, con la esperanza de lograr ms xito esta vez en comprar la actitud amistosa de los futuros vencedores probndoles que no hay nadie mejor que l para espantar al espectro rojo al que, por simple conveniencia terminolgica, se asignar nuevamente el rtulo de trotskismo Durante cinco aos el Kremlin condujo una campaa en pro de una alian- za entre las democracias para venderle a Hitler, a ltimo momento, su amor por la seguridad y la paz colectivas. Los funcionarios de la Comintern recibieron la orden de giro a la izquierda, e inmediatamente desenterraron de los archivos viejas frmulas sobre la revolucin socialis- ta. El nuevo zigzag revolucionario ser probablemente ms breve que el democrtico, ya que las pocas de guerra aceleran enormemente el ritmo de los acontecimientos. Pero la tctica fundamental de Stalin sigue siendo la misma: convierte a la Comintern en una amenaza revolucionaria para los enemigos del futuro, para trocara en el momento decisivo en una favorable combinacin diplomtica. No existe la razn ms mnima para temer la resistencia de los Browders o de gente de su calaa. A travs de sus dciles corresponsales el Kremlin amenaza con entrar en la guerra del lado de Hitler, y luchar a la vez por la sovietizacin de Alemania, si Italia o J apn se unen a Inglaterra y Francia. (Ver, por ejem- plo, el cable de Mosc publicado en el New York Times del 12 de noviem- bre.) Asombrosa confesin! La cadena de sus conquistas ya tiene al Kremlin atado de tal manera al carro del imperialismo alemn que los posibles futuros enemigos de Hitler automticamente se transforman en enemigos de Stalin. Stalin se apresura a tapar su probable participacin en la guerra junto al Tercer Reich con la promesa de sovietizar Alemania. Siguiendo el modelo galiziano? Para hacerlo sera necesario ocupar Alemania con el Ejrcito Rojo. Por medio de una insurreccin de los obreros alemanes? Pero si el Kremlin cuenta con esta posibilidad, por qu espera que Italia y J apn entren en la guerra? El motivo de esta inspirada correspondencia es demasiado evidente: asus- tar por un lado a Italia y J apn y por el otro a Inglaterra y Francia, y de 267 266 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... siguientes consignas: Abajo Hitler y Stalin! Viva Trotsky! De esta forma los obreros ms valientes de Berln expresan cmo ven el pacto. Y la revolucin la harn los valientes, no los cobardes. Afortunadamente Stalin no tiene que ordenar oscurecimientos en Mosc. De otro modo las calles de la capital sovitica estaran inundadas de consignas igualmente significativas. En vsperas del aniversario de la independencia checa el protector Barn von Neurath 4 y el gobierno prohibieron severamente todas las manifesta- ciones: La agitacin laboral en Praga, particularmente la amenaza de una huelga, es atribuida oficialmente al trabajo de los comunistas trots- kistas. (New York Times, 28 de octubre.) No pretendo en absoluto exa- gerar el rol de los trotskistas en las manifestaciones de Praga. Pero el mismo hecho de que oficialmente se haya exagerado ese rol explica por qu los gobernantes del Kremlin temen la revolucin no menos que Couloundre, Hitler y el Barn von Neurath. Pero, no son actos revolucionarios socialistas la sovietizacin de Ucrania occidental y la Rusia Blanca (Polonia oriental), igual que el intento actual de sovietizar Finlandia? S y no. Ms no que s. Cuando el Ejrcito Rojo ocupa una nueva provincia la burocracia sovitica establece un rgimen que garantiza su dominacin. La poblacin no tiene otra opcin que la de votar s en un plebiscito totalitario a las reformas ya efectuadas. Una revolucin de este tipo es factible slo en un territorio ocupado militar- mente, con una poblacin dispersa y atrasada. El nuevo jefe del gobier- no sovitico de Finlandia, Otto Kusinen, no es un dirigente de las masas revolucionarias sino un viejo funcionario stalinista, un secretario de la Comintern, de mentalidad rgida y espinazo flexible. Por cierto, el Kremlin puede aceptar esta revolucin. Y Hitler no la teme. El aparato de la Comintern, formado exclusivamente por Kusinens y Browders, es decir, por funcionarios trepadores, es absolutamente incapaz de dirigir un movimiento revolucionario de masas. Pero sirve para camu- flar el pacto Stalin-Hitler con frases revolucionarias a fin de engaar a los obreros de la URSS y del extranjero. Y ms tarde se lo podr utilizar como arma para chantajear a las democracias imperialistas. Es sorprendente qu poco se entendieron las lecciones de los aconteci- mientos espaoles. Para defenderse de Hitler y Mussolini, que intentaron utilizar la guerra civil espaola a fin de construir un bloque de cuatro potencias contra el bolchevismo, Stalin se dio el objetivo de demostrar a Londres y Pars que l era capaz de eliminar la revolucin proletaria de 4. Barn Konstantin von Neurath (1873-1956): ministro alemn de relaciones exterio- res (1932-1938) y protector de Bohemia y Moravia (1939-1941). Fue condenado a quince aos de prisin por el tribunal de crmenes de guerra de Nremberg ese modo escapar a la guerra. No me empujen a los extremos -amenaza Stalin- o har cosas terribles. En esto hay por lo menos un noventa y cinco por ciento de bluff y tal vez un cinco por ciento de nebulosa espe- ranza de que, en caso de peligro mortal, la revolucin traer la salvacin. La idea de que Stalin sovietice Alemania es tan absurda como la esperan- za de Chamberlain en la restauracin en su pas de una pacfica monarqua conservadora. Slo una nueva coalicin mundial podr aplastar al ejrci- to alemn por medio de una guerra de proporciones insospechadas. Slo un tremendo ataque de los obreros alemanes puede aplastar al rgimen totalitario. Pero con toda seguridad no harn su revolucin para reempla- zar a Hitler por un Hohenzollern o por Stalin. La victoria de las masas populares sobre la tirana nazi ser una de las mayores explosiones de la historia mundial y cambiar de inmediato la faz de Europa. La ola de levantamientos, esperanza, entusiasmo, no se deten- dr en las hermticas fronteras de la URSS. Las masas populares de la Unin Sovitica odian a la ambiciosa y cruel casta gobernante. Lo nico que refrena su odio es la idea de que el imperialismo las vigila. La revo- lucin en Occidente privar a la oligarqua del Kremlin de lo nico que le da derecho a la existencia poltica. Si Stalin sobrevive a su aliado Hitler, no ser por mucho tiempo. Los astros gemelos caern del cielo. 268 GUERRA Y REVOLUCIN MANIFIESTO DE LA IV INTERNACIONAL SOBRE LA GUERRA IMPERIALISTA Y LA REVOLUCIN PROLETARIA MUNDIAL 1 Mayo de 1940 Len Trotsky La Conferencia de Emergencia de la Cuarta Internacional, el partido mundial de la revolucin socialista, se rene en el momento inicial de la segunda guerra imperialista. Atrs qued ya la etapa de intentos de aper- turas, de preparativos, de relativa inactividad militar. Alemania desat las furias del infierno en una ofensiva general a la que los aliados responden igualmente con todas las fuerzas destructivas de que disponen. De ahora en adelante y por mucho tiempo el curso de la guerra imperialista y sus consecuencias econmicas y polticas determinarn la situacin de Europa y la de toda la humanidad. La Cuarta Internacional considera que ste es el momento de decir abierta y claramente cmo ve esta guerra y a sus protagonistas, cmo caracteriza la poltica respecto a la guerra de las distintas organizaciones laborales y, lo ms importante, cul es el camino para lograr la paz, la libertad y la abundancia. La Cuarta Internacional no se dirige a los gobiernos que arrastraron a los pueblos a la matanza, ni a los polticos burgueses responsables de estos 1. Tomado de la versin publicada en Escritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000, Libro 6. Fue publicado en Socialist Appeal, 19 de junio de 1940. El manifiesto fue adoptado por la Conferencia de Emergencia de la Cuarta Internacional. Los delegados con mandato a la Conferencia fueron Cannon y Gordon (con Morrow y Goldman como suplentes) Munis, Alberto Gonzlez (Abraham Golod), el canadiense Richardson, Colay, Jean van Heijenoort y Benjamn Suhl. Entre los invitados estaban Sara y Jack Weber, Hary Braverman y Bill Shoenfeld, Jo Hansen, el australiano Nick Origlasso, Farrell Dobbs. La direccin designada (el CEI) se compuso de Goldman, Cannon, Dobbs, Richardson, Origlasso, Munis, Schssler, van Heijenoort, W. Held, Gordon y por supuesto Trotsky. El documento fue despacahado va Marsella hasta Pars durante los primeros tiempos de la ocupacin nazi y se lo fue pasando de mano en mano. Extractos de l fueron reproduci- dos en la prensa trotskista clandestina y en Blgica, el PCR lo edit como folleto. 271 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 270 uno a otro pas. La poca de la decadencia del comercio exterior e interior es al mismo tiempo la de la intensificacin monstruosa del chovinismo, especialmente del antisemitismo. El capitalismo, cuando surgi, sac al pueblo judo del guetto y lo utiliz como instrumento de su expansin comercial. Hoy la sociedad capitalista en decadencia trata de expulsar por todos sus poros al pueblo judo; entre dos mil millones de personas que habitan el globo, diecisiete millones, es decir menos del uno por ciento, ya no pueden encontrar un lugar donde vivir! Entre las vastas extensiones de tierras y las maravillas de la tecnologa, que adems de la tierra conquis- t los cielos para el hombre, la burguesa logr convertir nuestro planeta en una sucia prisin. Lenin y el imperialismo El 1 de noviembre de 1914, a comienzos de la ltima guerra imperia- lista, Lenin escribi: El imperialismo arriesga el destino de la cultura europea. Despus de esta guerra, si no triunfan unas cuantas revolucio- nes, vendrn otras guerras; el cuento de hadas de una guerra que aca- bar con todas las guerras no es ms que eso, un vaco y pernicioso cuen- to de hadas Obreros, recordad esta prediccin! La guerra actual, la segunda guerra imperialista, no es un accidente; no es la consecuencia de la voluntad de tal o cual dictador. Hace mucho se la previ. Es el resulta- do inexorable de las contradicciones de los intereses capitalistas interna- cionales. Al contrario de lo que afirman las fbulas oficiales para engaar al pueblo, la causa principal de la guerra, como de todos los otros males sociales (el desempleo, el alto costo de la vida, el fascismo, la opresin colonial) es la propiedad privada de los medios de produccin y el estado burgus que se apoya en este fundamento. El nivel actual de la tecnologa y de la capacidad de los obreros per- mite crear condiciones adecuadas para el desarrollo material y espiritual de toda la humanidad. Slo sera necesario organizar correcta, cientfica y racionalmente la economa de cada pas y de todo el planeta, siguiendo un plan general. Sin embargo, mientras las principales fuerzas productivas de la sociedad estn en manos de los trusts, es decir, de camarillas capitalis- tas aisladas; mientras el estado nacional siga siendo una herramienta manejada por estas camarillas, la lucha por los mercados, las fuentes de materias primas, la dominacin del mundo asumir inevitablemente un carcter cada vez ms destructivo. Solamente la clase obrera revoluciona- ria puede arrancar de las manos de estas rapaces camarillas imperialistas el poder del Estado y el dominio de la economa. Ese es el sentido de la advertencia de Lenin de que si no triunfan unas cuantas revoluciones inevitablemente estallar una nueva guerra imperialista. Los distintos pro- gobiernos, ni a la burocracia sindical que apoya a la burguesa belicista. La Cuarta Internacional se dirige a los trabajadores y las trabajadoras, a los soldados y los marineros, a los campesinos arruinados y a los pueblos coloniales esclavizados. La Cuarta Internacional no tiene ninguna ligazn con los opresores, los explotadores, los imperialistas. Es el partido mun- dial de los trabajadores, los oprimidos y los explotados. Este manifiesto est dirigido a ellos. Las causas generales de la guerra actual La tecnologa es hoy infinitamente ms poderosa que a fines de la gue- rra de 1914 a 1918, mientras que la humanidad es mucho ms pobre. Descendi el nivel de vida en un pas tras otro. En los umbrales de la gue- rra actual la situacin de la agricultura era peor que cuando estall la gue- rra anterior. Los pases agrcolas estn arruinados. En los pases industria- les las clases medias caen en la ruina econmica y se form una subclase permanente de desempleados, los modernos parias. El mercado interno ha estrechado sus lmites. Se redujo la exportacin de capitales. El imperia- lismo realmente destroz el mercado mundial, dividindolo en sectores dominados individualmente por pases poderosos. Pese al considerable incremento de la poblacin del planeta, el intercambio comercial de cien- to nueve pases del mundo decay casi en una cuarta parte durante la dca- da anterior a la guerra actual. En algunos pases el comercio exterior se redujo a la mitad, a la tercera o a la cuarta parte. Los pases coloniales sufren sus propias crisis internas y las de los cen- tros metropolitanos. Naciones atrasadas que ayer todava eran semilibres hoy estn esclavizadas (Abisinia, Albania, China) 2 Todos los pases imperialistas necesitan poseer fuentes de materias primas sobretodo para la guerra, es decir, para una nueva lucha por las materias primas. A fin de enriquecerse posteriormente, los capitalistas estn destruyendo y asolando el producto del trabajo de siglos enteros. El mundo capitalista decadente est superpoblado. La admisin de cien refugiados extras constituye un problema grave para una potencia mundial como Estados Unidos 3 . En la era de la aviacin, el telfono, el telgrafo, la radio y la televisin, los pasaportes y las visas paralizan el traslado de 2. Abisinia (Etiopa) y Albania haban sido ocupadas por Italia en 1935 y 1939 respec- tivamente, y China fue invadida por J apn, primero en 1931 y nuevamente en 1937. 3. Haba mucha resistencia en los Estados Unidos al recibimiento de los refugiados europeos que huan frente al avance alemn. En primer lugar de los judos. Muchas organi- zaciones hacan campaa por lo que se llamaba la apertura de las puertas, pero las visas llegaban en cuenta gotas a Europa. dido aislamiento trajo como consecuencia la introduccin del servicio militar obligatorio. As se hicieron humo todas las sagradas tradiciones. Francia tambin se caracteriza, aunque en menor escala, por una inade- cuacin similar entre su podero econmico y su posicin en el mundo. Su hegemona en Europa se apoyaba en una coyuntura circunstancial creada por la aniquilacin de Alemania y las estipulaciones artificiales del Tratado de Versalles. Su cantidad de habitantes y sus bases econmicas eran demasiado reducidas para asentar sobre ellas su economa. Cuando se disip el encantamiento de la victoria sali a la luz la relacin de fuer- zas real. Francia demostr ser mucho ms dbil que lo que crean tanto sus amigos como sus enemigos. Al buscar proteccin se convirti, en esencia, en el ltimo de los dominios conquistados por Gran Bretaa. La regeneracin de Alemania en base a su tecnologa de primer orden y su capacidad organizativa era inevitable. Ocurri antes de lo que se pen- saba, en gran medida gracias al apoyo de Inglaterra a Alemania en contra de la URSS, de las pretensiones excesivas de Francia y, mas indirecta- mente, de Estados Unidos. Inglaterra, ms de una vez, tuvo xito en esas maniobras internacionales en el pasado, mientras era la potencia ms fuer- te. En su senilidad se demostr incapaz de dominar los espritus que ella misma evoc. Armada con una tecnologa ms moderna, ms flexible y de mayor capacidad productiva, Alemania comenz otra vez a competir con Inglaterra en mercados muy importantes, especialmente del sudeste de Europa y Amrica Latina. En el siglo XIX la competencia entre los pases capitalistas se desarrollaba en un mercado mundial en expansin. Hoy, en cambio, el espacio econmico de la lucha se estrecha de tal manera que los imperialistas no tienen otra alternativa que la de arrancarse unos a otros los pedazos del mercado mundial. La iniciativa de efectuar una nueva divisin del mundo proviene ahora, como en 1914, naturalmente, de Alemania El gobierno ingls, que fue tomado desprevenido, intent primero comprar la posibilidad de quedar al margen de la guerra con concesiones a expensas de los dems (Austria, Checoslovaquia). Pero esta poltica podra durar poco. La amistad con Gran Bretaa fue para Hitler solamente una breve fase tctica. Londres ya le haba concedido ms de lo que l haba calculado conseguir. El acuer- do de Munich, con el cual Chamberlain esperaba sellar una larga amistad con Alemania sirvi por el contrario para apresurar la ruptura. Hitler ya no poda conseguir nada ms de Londres; la expansin ulterior de Alemania golpeara vitalmente a Gran Bretaa. As fue como la nueva era de paz proclamada por Chamberlain en octubre de 1938 condujo en pocos meses a la ms terrible de todas las guerras. 273 nsticos y promesas que se hicieron entonces fueron sometidos a la prue- ba de los hechos. Se comprob que era una mentira el cuento de hadas de la guerra para acabar con todas las guerras. La prediccin de Lenin se convirti en una trgica verdad. Las causas inmediatas de la guerra La causa inmediata de la guerra actual es la rivalidad entre los viejos imperios coloniales ricos, Gran Bretaa y Francia, y los ladrones imperia- listas que llegaron retrasados, Alemania e Italia. El siglo XIX fue la era de la hegemona indiscutida de la potencia imperialista ms antigua, Gran Bretaa. Entre 1815 y 1914 rein, aunque no sin explosiones militares aisladas, la paz britnica. La flota britni- ca, la ms poderosa del mundo, jug el rol de polica de los mares. Esta era, sin embargo, es cosa del pasado. Ya a fines del siglo pasado, Alemania, armada con una moderna tecnologa, comenz a avanzar hacia el primer lugar en Europa. Allende el ocano surgi un pas aun ms pode- roso, una antigua colonia britnica. La contradiccin econmica ms importante que llev a la guerra de 1914-1918 fue la rivalidad entre Gran Bretaa y Alemania. En cuanto a Estados Unidos, su participacin en la guerra fue preventiva; no se poda permitir que Alemania sometiera el continente europeo. La derrota arroj a Alemania a la impotencia total. Desmembrada, rodeada de enemigos, en bancarrota por las indemnizacio- nes, debilitada por las convulsiones de la guerra civil, pareca haber que- dado fuera de circulacin por mucho tiempo, sino para siempre. En el con- tinente europeo el primer violn volvi temporalmente a las manos de Francia. El balance de la victoriosa Inglaterra despus de la guerra resul- t, en ltima instancia, deficitario: independencia creciente de los domi- nios, movimientos coloniales en favor de la liberacin, prdida de la hege- mona naval, disminucin de la importancia de su armada por el gran des- arrollo de la aviacin. Por inercia, Inglaterra todava intent jugar un rol dirigente en la esce- na mundial durante los primeros aos que siguieron a la victoria. Sus con- flictos con Estados Unidos comenzaron a volverse obviamente amena- zantes. Pareca que la prxima guerra estallara entre los dos aspirantes anglosajones a la dominacin del mundo. Sin embargo, Inglaterra pronto tuvo que convencerse de que su fuerza econmica era insuficiente para combatir con el coloso de allende el ocano. Su acuerdo con Estados Unidos sobre la igualdad naval signific su renuncia formal a la hegemo- na naval, que en la actualidad ya ha perdido. Su vuelco del libre comer- cio a las tarifas aduaneras fue la admisin franca de la derrota de la indus- tria britnica en el mercado mundial. Su renuncia a la poltica de espln- 272 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 275 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 274 no se conoce todava; tal vez ni siquiera Washington lo sabe. La guerra con J apn tendra como objetivo conseguir ms espacio vital en el Ocano Pacfico. La guerra en el Atlntico, aunque en lo inmediato se diri- ja contra Alemania, sera para conseguir la herencia de Gran Bretaa. La posible victoria de Alemania sobre los aliados pende sobre Washington como una pesadilla. Con el continente europeo y los recursos de sus colonias como base, con todas las fbricas de municiones y astille- ros europeos a su disposicin, Alemania (especialmente si est aliada con J apn en Oriente) constituira un peligro mortal para el imperialismo nor- teamericano. Las titnicas batallas que se libran actualmente en los cam- pos de Europa son, en este sentido, episodios preliminares de la lucha entre Alemania y Norteamrica. Francia e Inglaterra son slo posiciones fortificadas que posee el imperialismo norteamericano del otro lado del Atlntico. Si las fronteras de Inglaterra llegan hasta el Rin, como lo plan- te uno de los premiers britnicos, los imperialistas norteamericanos po- dran decir muy bien que las fronteras de Estados Unidos llegan hasta el Tmesis. En su febril actividad de preparacin de la opinin pblica para la guerra inminente, Washington no deja de demostrar una noble indigna- cin por la suerte de Finlandia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Blgica Con la ocupacin de Dinamarca surgi inesperadamente la cuestin de Groenlandia, que geolgicamente formara parte del Hemisferio Occidental y, por feliz casualidad, contiene depsitos de creolita, indispensable para la produccin de aluminio. Tampoco desprecia Washington a la esclavizada China, a las indefensas Filipinas, a las hur- fanas Indias Holandesas y a las rutas marinas libres. De este modo las sim- patas filantrpicas por las naciones oprimidas y hasta las consideraciones geolgicas estn arrastrando a Estados Unidos a la guerra. Las fuerzas armadas norteamericanas, sin embargo, podrn intervenir con xito solamente si cuentan con Francia y las Islas Britnicas como slidas bases de apoyo. Si Francia fuera ocupada y las tropas alemanas lle- garan hasta el Tmesis, la relacin de fuerzas se volcara drsticamente en contra de Estados Unidos. Todas estas consideraciones obligan a Washington a acelerar el ritmo, pero al mismo tiempo a plantearse el pro- blema de si no se ha dejado pasar el momento oportuno. Contra la posicin oficial de la Casa Blanca se levantan las ruidosas protestas del aislacionismo norteamericano, que constituye slo una variante distinta del mismo imperialismo. El sector capitalista cuyos inte- reses estn ligados fundamentalmente al continente americano, Australia y el Lejano Oriente considera que, en el caso de una derrota de los aliados, Estados Unidos automticamente obtendra para s el monopolio de Latinoamrica y tambin de Canad, Australia y Nueva Zelandia. En cuan- to a China, las Indias Holandesas y el Oriente en general, toda la clase gobernante de los Estados Unidos est convencida de que, de todos modos, Los Estados Unidos Mientras Gran Bretaa haca todos los esfuerzos posibles, desde los primeros meses de la guerra, para apropiarse de las posiciones que la blo- queada Alemania dej libres en el mercado mundial, Estados Unidos, casi automticamente, desalojaba a Gran Bretaa. Los dos tercios de todo el oro del mundo se concentran en las arcas norteamericanas. El tercio res- tante sigue el mismo camino. El rol de banquero del mundo que jug Inglaterra ya es cosa del pasado. Y en otros terrenos las cosas no andan mucho mejor. Mientras la armada y la marina mercante de Gran Bretaa estn sufriendo grandes prdidas, los astilleros norteamericanos constru- yen a un ritmo colosal los barcos que garantizarn el predominio de la flota norteamericana sobre la britnica y la japonesa. Estados Unidos se prepara, evidentemente, para alcanzar el nivel de las dos potencias (una armada ms poderosa que las flotas combinadas de las dos potencias que le siguen). El nuevo programa para la flota area se propone garantizar la superioridad de Estados Unidos sobre el resto del mundo. Sin embargo, la fuerza industrial, financiera y militar de Estados Unidos, la potencia capitalista ms avanzada del mundo, no asegura en absoluto el florecimiento de la economa norteamericana. Por el contrario, vuelve especialmente maligna y convulsiva la crisis que afecta su sistema social. No se puede hacer uso de los miles de millones en oro, ni de los millones de desocupados! En las tesis de la Cuarta Internacional, La gue- rra y la IV Internacional, publicadas hace seis aos, se pronosticaba: El capitalismo de Estados Unidos se enfrenta con los mismos pro- blemas que en 1914 empujaron a Alemania a la guerra. Est dividido el mundo? Hay que redividirlo. Para Alemania se trataba de organizar Europa. Los Estados Unidos tienen que organizar el mundo. La histo- ria est enfrentando a la humanidad con la erupcin volcnica del impe- rialismo norteamericano. El New Deal y la poltica del buen vecino 4 fueron los ltimos inten- tos de postergar el estallido aliviando la crisis social con concesiones y acuerdos. Despus de la bancarrota de esta poltica, que se trag decenas de miles de millones, al imperialismo norteamericano no le quedaba otra cosa por hacer que recurrir al mtodo del puo de hierro. Con uno u otro pretexto y con cualquier consigna Estados Unidos intervendr en el tre- mendo choque para conservar su dominio del mundo. El orden y el momento de la lucha entre el capitalismo norteamericano y sus enemigos 4. La poltica del buen vecino, proclamada por el presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt, planteaba que Estados Unidos no recurrira ms a las intervenciones armadas en Latinoamrica y el Caribe sino que funcionara como un buen vecino. Holanda, Blgica Nunca antes se transform el mapa poltico con tanta rapidez, salvo en la poca de las guerras napolenicas. En ese entonces se trataba de estados feudales que haban sobrevivido y tenan que dejar paso al estado nacional burgus. Hoy se trata de estados burgueses sobrevi- vientes que deben dejar paso a la federacin de pueblos socialistas. La cadena, como siempre, se rompe por su eslabn ms dbil. La lucha de los bandidos imperialistas deja tan poco espacio a los pequeos estados inde- pendientes como la lucha viciosa de los trusts y los crteles a los peque- os manufactureros y comerciantes independientes. A causa de su posicin estratgica, a Alemania le resulta ms prove- choso atacar a sus enemigos fundamentales a travs de los pases peque- os y neutrales 7 . Gran Bretaa y Francia, por el contrario, se benefician ms cubrindose con la neutralidad de los estados pequeos y dejando que Alemania con sus ataques los arrastre al campo de los aliados democr- ticos. El nudo de la cuestin no cambia por esta diferencia en los mto- dos estratgicos. Los pequeos satlites se hacen polvo entre las tritura- doras de los grandes pases imperialistas. La defensa de las patrias mayores hace necesaria la liquidacin de una docena de pases pequeos y medianos. Pero lo que le interesa a la burguesa de los grandes Estados no es en absoluto la defensa de la patria sino la de los mercados, las concesiones extranjeras, las fuentes de materias primas y las esferas de influencia. La burguesa nunca defiende la patria por la patria misma. Defiende la pro- piedad privada, los privilegios, las ganancias. Cuando estos sagrados valo- res se ven amenazados la burguesa inmediatamente se vuelca al derrotis- mo. Fue lo que ocurri con la burguesa rusa, cuyos hijos, despus de la Revolucin de Octubre, lucharon y estn dispuestos a luchar una vez ms en todos los ejrcitos del mundo contra su propia antigua patria. Para sal- var su capital, la burguesa espaola pidi ayuda a Mussolini y Hitler con- tra su propio pueblo. La burguesa noruega colabor en la invasin de Hitler a su pas. As fue y as ser siempre. El patriotismo oficial es una mscara que encubre los intereses de los explotadores. Los obreros con conciencia de clase arrojan despreciativa- mente esta mscara. No defienden la patria burguesa sino los intereses de los trabajadores y los oprimidos de su pas y del mundo entero. Las tesis de la Cuarta Internacional afirman: Contra la consigna reaccionaria de la defensa nacional es necesario plantear la consigna de la destruccin revolucionaria del estado nacional. 277 la guerra con J apn es inevitable en un futuro prximo. Con el pretexto del aislacionismo y el pacifismo, un sector influyente de la burguesa prepara un programa para la expansin continental de Norteamrica y para la lucha contra el J apn. De acuerdo con este plan, la guerra con Alemania por la dominacin del mundo nicamente queda diferida. En cuanto a los paci- fistas pequeoburgueses del tipo de Norman Thomas 5 y su fraternidad, son slo los corifeos de uno de los planes imperialistas. Nuestra lucha contra la intervencin de Estados Unidos en la guerra no tiene nada en comn con el aislacionismo y el pacifismo. Les decimos abiertamente a los obreros que el gobierno imperialista no puede dejar de arrastrar este pas a la guerra. Las disputas internas de la clase gobernan- te son solamente alrededor de cundo entrar a la guerra y contra quin abrir fuego primero. Pretender mantener a Estados Unidos en la neutrali- dad por medio de artculos periodsticos y resoluciones pacifistas es como tratar de hacer retroceder la marea con una escoba. La verdadera lucha contra la guerra implica la lucha de clase contra el imperialismo y la denuncia implacable del pacifismo pequeoburgus. Slo la revolucin podr evitar que la burguesa norteamericana intervenga en la segunda guerra imperialista o comience la tercera. Cualquier otro mtodo es nada ms que charlatanera o estupidez, o una combinacin de ambos. La defensa de la patria Hace casi cien aos, cuando el estado nacional todava constitua un factor relativamente progresivo, el Manifiesto Comunista proclam que los proletarios no tienen patria. Su nico objetivo es la creacin de la patria de los trabajadores, que abarca el mundo entero. Hacia fines del siglo XIX el estado burgus, con sus ejrcitos y sus tarifas aduaneras, se transform en el mayor freno del desarrollo de las fuerzas productivas, que exigen un campo de accin mucho ms extenso. El socialista que hoy sale en defensa de la patria juega el mismo rol reaccionario que los cam- pesinos de la Vende, que salieron en defensa del rgimen feudal, es decir, de sus propias cadenas 6 . En los ltimos aos, e incluso en los meses ms recientes, el mundo vio con asombro con qu facilidad desaparecen del mapa de Europa los estados: Austria, Checoslovaquia, Albania, Polonia, Dinamarca, Noruega, 276 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 5. Thomas, Norman (1884-1968): Antiguo pastor, era el jefe del Partido Socialista y el ms conocido de los portavoces de la corriente pacifista. 6. Vende es una provincia del sudoeste de Francia que fue bastin del sentimiento con- trarrevolucionario durante la Revolucin Francesa. 7. La ofensiva alemana de principios de mayo comenz con la violacin de la neutrali- dad de Blgica y de los Pases Bajos, de manera de rodear las lneas francesas y atacar desde el Norte. Dentro de cada pas y en el plano mundial, la guerra fortaleci inme- diatamente a los grupos e instituciones ms reaccionarios. Pasan al frente los estados mayores generales, esos nidos de conspiracin bonapartista, las fieras malignas de la polica, los patriotas a sueldo, las iglesias de todos los credos. Todos, especialmente el protestante presidente Roosevelt, halagan a la corte del Papa, el centro del oscurantismo y el odio entre los hombres. La decadencia material y espiritual siempre trae aparejadas la opresin policial y una demanda cada vez mayor de opio religioso. Para lograr las ventajas que les proporciona el rgimen totalitario, las democracias imperialistas encaran su propia defensa con una ofensiva redoblada contra la clase obrera y la persecucin de las organizaciones revolucionarias. Utilizan el peligro de la guerra y ahora la guerra misma, primero y antes que nada, para aplastar a sus enemigos internos. La bur- guesa sigue invariable y firmemente la regla de que el enemigo funda- mental est dentro del propio pas. Como sucede siempre, los ms dbiles son los que ms sufren. En esta matanza de los pueblos los ms dbiles son los innumerables refugiados de todos los pases, entre ellos los exiliados revolucionarios. El patriotis- mo burgus se manifiesta antes que nada en la manera brutal con que se trata a los extranjeros indefensos. Antes de que se construyeran campos de concentracin para los prisioneros de guerra ya todas las democracias haban construido campos de concentracin para los revolucionarios exiliados. Los gobiernos de todo el mundo, y especialmente el de la URSS, escribieron la pgina ms negra de nuestra poca por el tratamien- to que infligen a los refugiados, los exiliados, los sin hogar. Enviamos nuestros ms clidos saludos a los hermanos presos y perseguidos y les decimos que no se desanimen. De las prisiones y los campos de concen- tracin capitalistas saldr la mayor parte de los lderes del mundo del maana! Las consignas de guerra de los nazis Las consignas generales de Hitler no son dignas de consideracin. Ya hace mucho que se demostr que la lucha por la unificacin nacional es una mentira, ya que Hitler convierte el estado nacional en un estado de muchas naciones, pisoteando la libertad y la unidad de los dems pueblos. La lucha por el espacio vital no es ms que un camuflaje de la expansin imperialista, es decir de la poltica de anexiones y pillaje. La justificacin racial de esta expansin es una mentira; el nacionalsocialismo cambia sus simpatas y antipatas raciales segn sus consideraciones estratgicas. Un elemento algo ms estable de la propaganda fascista es, tal vez, el antise- mitismo, al que Hitler confiri formas zoolgicas, poniendo al desnudo el 279 Es necesario oponer a la locura de la Europa capitalista el programa de los Estados Unidos Socialistas de Europa como etapa previa en el camino a los Estados Unidos Socialistas del Mundo 8 . La lucha por la democracia No es menor el engao de la consigna de la guerra por la democracia con- tra el fascismo. Como si los obreros hubieran olvidado que el gobierno bri- tnico ayud a subir al poder a Hitler y su horda de verdugos! Las democra- cias imperialistas son en realidad las mayores aristocracias de la historia. Inglaterra, Francia, Holanda, Blgica se apoyan en la esclavizacin de los pueblos coloniales. La democracia de los Estados Unidos se apoya en la apro- piacin de las vastas riquezas de todo un continente. Estas democracias orientan todos sus esfuerzos a preservar su posicin privilegiada. Descargan buena parte del peso de la guerra sobre sus colonias. Se obliga a los esclavos a entregar su sangre y su oro para garantizar a sus amos la posibilidad de seguir sindolo. Las pequeas democracias capitalistas sin colonias son sat- lites de los grandes imperios y se llevan una tajada de sus ganancias colonia- les. Las clases gobernantes de estos Estados estn dispuestas a renunciar a la democracia en cualquier momento para conservar sus privilegios. En el caso de la minscula Noruega 9 , se revel una vez ms ante el mundo la mecnica interna de la democracia decadente. La burguesa noruega apel simultneamente al gobierno socialdemcrata 10 y a la poli- ca, los jueces y los oficiales fascistas. Al primer impacto serio fueron barridos los dirigentes democrticos y la burocracia fascista, que inme- diatamente encontr un lenguaje comn con Hitler, se adue de la situa- cin. Con distintas variantes segn el pas ya se haba llevado a cabo el mismo experimento en Italia, Alemania, Austria, Polonia, Che- coslovaquia y una cantidad de pases. En los momentos de peligro la bur- guesa siempre pudo librar de trabas democrticas a su verdadero apara- to de gobierno, instrumento directo del capital financiero. Slo un ciego contumaz puede creerse que los generales y almirantes britnicos y fran- ceses estn librando una guerra contra el fascismo! La guerra no detuvo el proceso de transformacin de las democracias en dictaduras reaccionarias; por el contrario, lo est llevando a su conclu- sin ante nuestros propios ojos. 278 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 8. La cita no es textual. Ver La guerra y la IV Internacional, en esta compilacin. 9. La resistencia se debilitaba en Noruega donde la campaa alemana dur slo dos meses. 10. En lapocadelareclusin deTrotsky el Primer Ministro noruego, Johann Nygardsvld, perte- necaal Partido Obrero, el DNA. las tropas se inspira en las nuevas ideas que surgen de la tecnologa ms moderna. Aparentemente, slo Estados Unidos puede superar la maquina- ria mortfera de los alemanes. La debilidad de Francia y Gran Bretaa no es una sorpresa. Las tesis de la Cuarta Internacional (1934) declaran: El colapso de la Liga de las Naciones est indisolublemente ligado al comienzo del colapso de la hegemona francesa en el continente europeo. Este documento progra- mtico declara luego que la Inglaterra dirigente tiene cada vez menos xito en la concrecin de sus astutos designios, que la burguesa britni- ca est aterrorizada por la desintegracin de su imperio, por el movi- miento revolucionario de la India, por la inestabilidad de sus posiciones en China. En esto reside la fuerza de la Cuarta Internacional, en que su programa es capaz de pasar la prueba de los grandes acontecimientos. La industria de Inglaterra y Francia, debido a la afluencia segura de superganancias coloniales, qued retrasada tanto tecnolgica como orga- nizativamente. Adems, la llamada defensa de la democracia de los partidos socialistas les cre a las burguesas britnica y francesa una situa- cin poltica extremadamente privilegiada. Los privilegios siempre traen aparejados el retraso y el estancamiento. Si hoy Alemania hace gala de un predominio tan colosal sobre Francia e Inglaterra, la responsabilidad fun- damental les cabe a los defensores socialpatriotas, que evitaron que el pro- letariado arrancara oportunamente de la atrofia a Inglaterra y Francia rea- lizando la revolucin socialista. El programa de paz A cambio de la esclavitud de los pueblos Hitler promete implantar en Europa una paz alemana que durar siglos. Milagro imposible! La paz britnica despus de la victoria sobre Napolen pudo durar un siglo -no un milenio!- solamente porque Inglaterra era la pionera de una nueva tec- nologa y de un sistema de produccin progresivo. A pesar de la potencia de su industria, la actual Alemania, como sus enemigos, es el adalid de un sistema social condenado. El triunfo de Hitler en realidad no traera la paz sino el comienzo de una nueva serie de choques sangrientos a escala mun- dial. Si derroca al imperio britnico, reduce a Francia al nivel de Bohemia y Moravia 11 , se apoya en el continente europeo y sus colonias, indudable- mente Alemania se transformar en la primera potencia mundial. J unto con ella, Italia, cuanto mucho, y no por largo tiempo, controlar la cuen- 281 verdadero lenguaje de la raza y la sangre: el ladrido del perro y el gru- ido del cerdo. Por algo Engels llamaba al antisemitismo el socialismo de los idiotas! El nico rasgo verdadero del fascismo es su voluntad de poder, sometimiento y saqueo. El fascismo es la destilacin qumicamen- te pura de la cultura imperialista. Los gobiernos democrticos, que en su momento saludaron en Hitler a un cruzado contra el bolchevismo, ahora hacen de l una especie de Satn inesperadamente escapado de las profundidades del infierno, que viola la santidad de las fronteras, los tratados, los reglamentos y las leyes. Si no fuera por Hitler el mundo capitalista florecera como un jardn. Qu men- tira miserable! Este epilptico alemn con una mquina de calcular en el cerebro y un poder ilimitado en las manos no cay del cielo ni ascendi de los infiernos; no es ms que la personificacin de todas las fuerzas des- tructivas del imperialismo. Gengis Kan y Tamerlane se les aparecan a los pueblos pastores ms dbiles como los destructores azotes de Dios, mien- tras que en realidad no expresaban otra cosa que la necesidad de ms tie- rras de pastoreo, que tenan todas las tribus, para lo cual saqueaban las reas cultivadas. Del mismo modo Hitler, al conmover hasta sus funda- mentos a las viejas potencias coloniales, no hace ms que ofrecer la expre- sin ms acabada de la voluntad imperialista de poder. Con Hitler, el capi- talismo mundial, arrojado a la desesperacin por su propio impasse, comenz a hundir en sus entraas una afilada daga. Los carniceros de la segunda guerra imperialista no lograrn transfor- mar a Hitler en el chivo emisario de sus propios pecados. Todos los gobernantes actuales comparecern ante el tribunal del pro- letariado. Hitler no har ms que ocupar el primer puesto entre todos los reos criminales. La preponderancia de Alemania Sea cual fuere el resultado de la guerra, la preponderancia de Alemania ya qued claramente demostrada. Indudablemente Hitler no posee ningu- na nueva arma secreta. Pero la perfeccin de todas las armas existentes y la combinacin bien coordinada de estas armas (sobre la base de una industria altamente racionalizada) confieren al militarismo alemn un peso enorme. La dinmica militar est estrechamente ligada con los ras- gos peculiares de todo rgimen totalitario; voluntad unificada, iniciativa concentrada, preparativos secretos, ejecucin sbita. La paz de Versalles, sin embargo, les rindi un flaco favor a los aliados. Despus de quince aos de desarme alemn, Hitler se vio obligado a comenzar a construir de la nada un ejrcito, y gracias a ello el ejrcito est libre de la rutina, la tc- nica y los pertrechos obsoletos tradicionales. El entrenamiento tctico de 280 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 11. El desmembramiento de Checoslovaquia, haba dado nacimiento a una Eslovaquia independiente y a un protectorado de Bohemia-Moravia, dirigidos y gobernados por funcionarios alemanes. 283 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... ca del Mediterrneo. Pero ser la primera potencia no implica ser la nica. Solamente se entrara a una nueva etapa de la lucha por el espacio vital. El nuevo orden que J apn se prepara a establecer, apoyndose en el triunfo alemn, tiene como perspectiva la extensin del dominio japons sobre la mayor parte del continente asitico. La Unin Sovitica se vera aprisionada entre una Europa germanizada y un Asia japonizado. Las tres Amricas, igual que Australia y Nueva Zelandia, caeran en manos de Estados Unidos. Si adems tomamos en consideracin el imperio provin- cial italiano, el mundo quedara circunstancialmente dividido en cinco espacios vitales. Pero el imperialismo, por naturaleza, abomina la divi- sin de poderes. Para tener las manos libres contra Amrica, Hitler ten- dra que ajustar cuentas con sus amigos de ayer, Stalin y Mussolini. J apn y Estados Unidos no se quedaran observando desinteresadamente la nueva lucha. La tercera guerra imperialista no se entablara entre estados nacionales ni entre imperios a la vieja usanza sino entre continentes ente- ros. El triunfo de Hitler en la guerra actual no significara, por lo tanto, mil aos de paz alemana sino muchas dcadas o muchos siglos de caos sangriento. Pero un triunfo aliado no traera consecuencias ms brillantes. Una Francia victoriosa slo podra restablecer su posicin de gran potencia desmembrando Alemania, restaurando a los Habsburgos, balcanizando Europa. Gran Bretaa slo podra jugar nuevamente un rol dirigente en los asuntos europeos restableciendo su tctica de moverse con las contradic- ciones que oponen por un lado a Alemania y Francia y por el otro a Europa y Norteamrica. Esto significara una nueva edicin, diez veces peor, de la paz de Versalles, con efectos infinitamente ms perjudiciales sobre el debilitado organismo europeo. A esto hay que aadir que es improbable una victoria aliada sin la asistencia norteamericana, y esta vez Estados Unidos exigira por su ayuda un precio mucho mayor que en la ltima guerra. La Europa envilecida y exhausta, el objetivo de la filantropa de Herbert Hoover, se transformara en el deudor en bancarrota de su salva- dor transocenico. Finalmente, si suponemos la variante menos probable, la conclusin de la paz por los adversarios exhaustos de acuerdo a la frmula pacifista ni vencedores ni vencidos, ello significara la restauracin del caos internacional anterior a la guerra, pero esta vez basado en sangrientas rui- nas, el agotamiento, la amargura. En un breve lapso saldran a la luz nue- vamente, con explosiva violencia, los viejos antagonismos y estallaran nuevas convulsiones internacionales. La promesa de los aliados de crear esta vez una federacin europea democrtica es la ms grosera de todas las mentiras pacifistas. El Estado no es una abstraccin sino el instrumento del capitalismo monopolista. En tanto no se expropie a los trusts y bancos en beneficio del pueblo, la lucha 282 GUERRA Y REVOLUCIN entre los Estados es tan inevitable como la lucha entre los mismos trusts. La renuncia voluntaria por parte del Estado ms fuerte a las ventajas que le proporciona su fuerza es una utopa tan ridcula como la divisin volun- taria del capital entre los trusts. En tanto se mantenga la propiedad capita- lista, una federacin democrtica no sera ms que una mala repeticin de la Liga de las Naciones, con todos sus vicios y sin ninguna de sus anti- guas ilusiones. En vano los seores imperialistas del destino intentan revivir un pro- grama de salvacin que qued totalmente desacreditado por la experien- cia de las ltimas dcadas. En vano sus lacayos pequeoburgueses inven- tan panaceas pacifistas que hace mucho quedaron convertidas en su pro- pia caricatura. Los obreros avanzados no se dejarn engaar. Las fuerzas que ahora libran la guerra no llevarn a la paz. Los obreros y soldados forjarn su propio programa de paz! Defensa de la URSS La alianza de Stalin con Hitler, que levant el teln sobre la guerra mundial, llev directamente a la esclavitud del pueblo polaco. Fue una consecuencia de la debilidad de la URSS y del pnico del Kremlin frente a Alemania. El nico responsable de esta debilidad es el mismo Kremlin, por su poltica interna, que abri un abismo entre la casta gobernante y el pueblo; por su poltica exterior, que sacrific los intereses de la revolucin mundial a los de la camarilla stalinista. La conquista de Polonia oriental, prenda de la alianza con Hitler y garanta contra Hitler, estuvo acompaada de la nacionalizacin de la pro- piedad semifeudal y capitalista en Ucrania occidental y en la Rusia Blanca occidental. Sin esto el Kremlin no podra haber incorporado a la URSS el territorio ocupado. La Revolucin de Octubre, estrangulada y profanada, dio muestras de estar viva todava. En Finlandia el Kremlin no logr concretar un vuelco social similar. La movilizacin por los imperialistas de la opinin pblica mundial en defensa de Finlandia, la amenaza de intervencin directa de Inglaterra y Francia, la impaciencia de Hitler, que tena que apropiarse de Dinamarca y Noruega antes de que las tropas francesas y britnicas pisaran tierra escandinava; todo esto oblig al Kremlin a renunciar a la sovietizacin de Finlandia y a limitarse a la conquista de posiciones estratgicas indis- pensables. Es indudable que la invasin a Finlandia suscit una profunda conde- na en la poblacin sovitica. Sin embargo, los obreros avanzados com- prendieron que, pese a los crmenes de la oligarqua del Kremlin, sigue en pie la cuestin de la existencia de la URSS. La derrota en la guerra mun- riza a la burguesa de todo el mundo. Los acuerdos episdicos entre la burguesa y la URSS no desmienten el hecho de que tomado a escala histrica, el antagonismo entre el imperialismo mundial y la Unin Sovitica es infinitamente ms profundo que los antagonismos que sepa- ran entre s a los pases capitalistas. Muchos radicales pequeoburgueses hasta ayer estaban de acuerdo en considerar a la Unin Sovitica un posible eje de agrupamiento de las fuerzas democrticas contra el fascismo. Ahora descubrieron sbita- mente, cuando sus pases estn amenazados por Hitler, que Mosc, que no acudi en su ayuda, sigue una poltica imperialista y que no hay diferen- cia entre la URSS y los pases fascistas. Mentiras! responder todo obrero con conciencia de clase; hay una diferencia. La burguesa comprende esta diferencia social mejor y ms profundamente que los charlatanes radicales. Es cierto que la nacionali- zacin de los medios de produccin en un pas, y ms si se trata de un pas atrasado, no garantiza todava la construccin del socialismo. Pero puede avanzar en el requisito fundamental del socialismo, es decir el des- arrollo planificado de las fuerzas productivas. No tomar en cuenta la nacionalizacin de los medios de produccin en funcin de que por s misma no asegura el bienestar de las masas es lo mismo que condenar a la destruccin un cimiento de granito en funcin de que es imposible vivir sin paredes y techo. El obrero con conciencia de clase sabe que es imposible lograr xito en la lucha por la emancipacin completa sin la defensa de las conquistas ya obtenidas, por modestas que stas sean. Tanto ms obligatoria, por lo tanto, es la defensa de una conquista tan colosal como la economa planificada contra la restauracin de las rela- ciones capitalistas. Los que no son capaces de defender las viejas posi- ciones no podrn conquistar otras nuevas. La Cuarta Internacional slo puede defender a la URSS con los mto- dos de la lucha revolucionaria de clases. Ensear a los obreros a com- prender correctamente el carcter de clase del estado-imperialista, colo- nial, obrero, as como sus contradicciones internas, permitir que los obreros extraigan las conclusiones prcticas correctas en cada situacin determinada. Mientras libra una lucha incansable contra la oligarqua de Mosc, la Cuarta Internacional rechaza decididamente cualquier polti- ca que ayude al imperialismo en contra de la URSS. La defensa de la URSS coincide, en principio, con la preparacin de la revolucin proletaria mundial. Rechazamos llanamente la teora del socia- lismo en un solo pas, ese engendro cerebral del stalinismo ignorante y reaccionario. Slo la revolucin mundial podr salvar a la URSS para el socialismo. Pero la revolucin mundial implicar inevitablemente la des- aparicin de la oligarqua del Kremlin. 285 dial no slo significara el derrocamiento de la burocracia totalitaria sino la liquidacin de las nuevas formas de propiedad, el colapso del primer experimento de economa planificada, la transformacin de todo el pas en una colonia, es decir, la entrega al imperialismo de recursos naturales colosales que le daran un respiro hasta la tercera guerra mundial. Ni los pueblos de la URSS ni la clase obrera de todo el mundo tienen inters en esa salida. La resistencia de Finlandia a la URSS fue, pese a todo su herosmo, nada ms que un acto de defensa de la independencia nacional similar a la resistencia que posteriormente Noruega opuso a Alemania. El mismo gobierno de Helsinki lo comprendi cuando eligi capitular ante la URSS antes que transformar a Finlandia en una base militar de Inglaterra y Francia. Nuestro sincero reconocimiento del derecho de todas las naciones a su autodeterminacin no altera el hecho de que en la guerra actual este derecho pesa tanto como una pluma. Tenemos que determinar nuestra lnea poltica fundamental de acuerdo a los factores bsicos, no a los de dcimo orden. Las tesis de la Cuarta Internacional afirman: La concepcin de la defensa nacional, especialmente cuando coinci- de con la defensa de la democracia, puede fcilmente engaar a los obre- ros de los pases pequeos y neutrales (Suiza, Blgica parcialmente, los pases escandinavos) [] Slo un burgus desesperadamente tonto de una aldea suiza olvidada de la mano de Dios (como Robert Grimm) puede creer seriamente que la guerra mundial en la que est metido se libra en defensa de la independencia de Suiza. Estas palabras adquieren hoy un significado especial. De ningn modo son superiores al socialpatriota suizo Robert Grimm esos pequeoburgue- ses seudo revolucionarios que creen que se puede determinar la estrategia proletaria respecto a la defensa de la URSS en base a episodios tcticos como la invasin a Finlandia por el Ejrcito Rojo. Extremadamente elocuente por su unanimidad y su furia fue la cam- paa de la burguesa mundial sobre la guerra sovitico-finlandesa. La per- fidia y la violencia de que hasta entonces haba dado muestras el Kremlin nunca haban despertado tal indignacin en la burguesa, pues toda la his- toria de la poltica mundial se escribe con perfidia y violencia. Lo que des- pert su terror e indignacin fue la perspectiva de que en Finlandia se pro- dujera un cambio social como el que provoc el Ejrcito Rojo en Polonia Oriental. Estaba en juego una amenaza real a la propiedad capitalista. La campaa antisovitica, clasista de la cabeza a los pies, revel una vez ms que la URSS, en virtud de los fundamentos sociales impuestos por la Revolucin de Octubre, de los cuales depende en ltima instancia la exis- tencia de la misma burocracia, sigue siendo un estado obrero que aterro- 284 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Finlands 12 . En estas condiciones la invasin del Ejrcito Rojo asumi un carcter de violencia militar directa y abierta. La responsabilidad de esta violencia cae total y nicamente sobre la oligarqua de Mosc. La guerra constituye una amarga prueba para todo rgimen. Como consecuencia de la primera etapa de la guerra, la posicin internacional de la URSS, pese a sus xitos poco importantes, obviamente empeor. La poltica exterior del Kremlin alej de la URSS a amplios sectores de la clase obrera mundial y los pueblos oprimidos. Las bases estratgicas de apoyo que conquist Mosc representarn un factor de tercer orden en el conflicto mundial de fuerzas. Mientras tanto Alemania obtuvo la zona ms importante e industrializada de Polonia y una frontera comn con la URSS, es decir una salida al este. A travs de Escandinavia, Alemania domina el Mar Bltico, transformando al Golfo de Finlandia en una bote- lla fuertemente taponada. La amargada Finlandia queda bajo el control directo de Hitler. En lugar de dbiles estados neutrales, la URSS ahora tiene tras su frontera de Leningrado a la poderosa Alemania. Qued en evidencia ante todo el mundo la debilidad del Ejrcito Rojo decapitado por Stalin. Se intensificaron dentro de la URSS las tendencias nacionalis- tas centrfugas. Declin el prestigio de la direccin del Kremlin. Alemania en Occidente y J apn en Oriente se sienten ahora infinitamente ms segu- ros que antes de la aventura finlandesa del Kremlin. Stalin no encontr en su magro arsenal ms que una sola respuesta a la ominosa advertencia de los acontecimientos: reemplaz a Voroshilov 13 por una nulidad aun ms hueca, Timoshenko 14 . Como siempre en estos casos, el objetivo de la maniobra es alejar la ira del pueblo y el ejrcito del prin- cipal y criminal responsable de las desgracias y poner a la cabeza del ejr- cito a un individuo cuya insignificancia garantiza que se puede confiar en l. El Kremlin se revel una vez ms como el centro del derrotismo. Slo destruyendo este centro se pondr a salvo la seguridad de la URSS. La preparacin del derrocamiento revolucionario de la casta dirigente 287 Por el derrocamiento revolucionario de la camarilla bonapartista de Stalin Despus de adular durante cinco aos a las democracias, el Kremlin revel un cnico desprecio por el proletariado mundial al con- cluir una alianza con Hitler y ayudarlo a estrangular al pueblo polaco. Se jact de un vergonzoso chovinismo en vsperas de la invasin a Fin- landia y despleg una incapacidad militar no menos vergonzosa en la lucha posterior. Hizo ruidosas promesas de emancipar de los capita- listas al pueblo finlands y luego capitul cobardemente ante Hitler. Esta fue la actuacin del rgimen stalinista en estas horas crticas de la historia. Los juicios de Mosc ya haban demostrado que la oligarqua totalita- ria se ha transformado en un obstculo absoluto para el desarrollo del pas. El creciente nivel de las necesidades econmicas cada vez ms complejas ya no puede tolerar el estrangulamiento burocrtico. Sin embargo la banda de parsitos no est dispuesta a hacer ninguna concesin. Al luchar por mantener su posicin destruye lo mejor del pas. No se puede suponer que el pueblo que realiz tres revoluciones en doce aos sbitamente se ha vuelto estpido. Est aplastado y desorientado, pero observa y piensa. La burocracia est presente en cada da de su existencia con su gobierno arbi- trario, su opresin, su rapacidad y su sangrienta sed de venganza. Los obreros semihambrientos y los campesinos de las granjas colectivas comentan entre s, murmurando su odio, los costosos caprichos de los comisarios rabiosos. Para el sexagsimo aniversario de Stalin se oblig a los obreros de los Urales a trabajar durante un ao y medio en un gigan- tesco retrato del odiado padre de los pueblos hecho de piedras precio- sas, empresa digna de un J erjes persa o de una Cleopatra egipcia. Un rgi- men capaz de caer en tales abominaciones inevitablemente se granjear el odio de las masas. La poltica exterior se corresponde con la poltica interna. Si el gobierno del Kremlin expresara los verdaderos intereses del estado obre- ro, si la Comintern sirviera a la causa de la revolucin mundial, las masas populares de la diminuta Finlandia inevitablemente se hubieran inclina- do hacia la URSS y la invasin del Ejrcito Rojo, o no hubiera sido en absoluto necesaria o hubiera sido aceptada inmediatamente por el pueblo finlands como una emancipacin revolucionaria. En realidad, toda la poltica previa del Kremlin alej de la URSS a los obreros y campesinos finlandeses. Mientras que Hitler, en los pases neutrales que invade, puede contar con la ayuda de la llamada quinta columna, Stalin no encontr ningn apoyo en Finlandia, pese a la tradicin de la insurreccin de 1918 y a la existencia, desde hace largo tiempo, del Partido Comunista 286 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 12. En enero de 1918 los soviets fineses, bajo la conduccin de los comunistas, inten- taron tomar el poder, pero el gobierno fins llam a tropas alemanas para derrotarlos. El gobierno sovitico no era lo suficientemente fuerte en ese tiempo como para suministrar a los revolucionarios la ayuda necesaria. 13. Voroshilov, Klementi (1881-1969): Viejo bolchevique fue Comisario de Guerra (1925-1940) y Presidente de la URSS (1953-1960). Se supona que l y Kalinin simpatiza- ban con algunas ideas de la Oposicin de Derecha, pero siguieron con Stalin, tal vez porque ste dispona de informaciones que les hubieran resultado muy embarazosas de hacerse pblicas. Era de una mediocridad reconocida y el jefe del Ejrcito Rojo en 1939. 14. Timoshenko, Semion K. (1895-1970): amigo de Stalin desde 1910, dirigi la ocupa- cin de Polonia Oriental en 1939 y parte de las operaciones contra Finlandia (1939-1940). Se convirti en mariscal en 1940 y reemplaz a Voroshilov como comisario del pueblo de defensa el mismo ao. vista del proletariado, slo una etapa transicional en el camino que llevar a los pases atrasados a la revolucin socialista internacional. La Cuarta Internacional no establece compartimientos estancos entre los pases atrasados y los avanzados, entre las revoluciones democrticas y las socialistas. Las combina y las subordina a la lucha mundial de los oprimidos contra los opresores. As como la nica fuerza genuinamente revolucionaria de nuestra poca es el proletariado internacional, el nico programa con el que realmente se liquidar toda opresin, social y nacio- nal, es el programa de la revolucin permanente. La gran leccin de China La trgica experiencia de China constituye una gran leccin para los pueblos oprimidos. La revolucin china de 1925 a 1927 tena todas las posibilidades de triunfar. Una China unificada y transformada sera en este momento una poderosa fortaleza de la libertad en el Lejano Oriente. La suerte de Asia, y en cierta medida la de todo el mundo, podra haber sido distinta. Pero el Kremlin, que no tena confianza en las masas chinas y buscaba la amistad de los generales, utiliz todo su peso para subordinar el proletariado chino a la burguesa, ayudando as a Chiang Kai Shek* a aplastar la revolucin china. Desilusionada, desunida y debilitada, China qued abierta a la invasin japonesa. Como todo rgimen condenado, la oligarqua stalinista ya es incapaz de aprender de las lecciones de la historia. A comienzos de la guerra chino-japonesa, el Kremlin nuevamente lig el Partido Comunista a Chiang Kai Shek aplastando desde su nacimiento la iniciativa revolucionaria del proletariado chino. Esta guerra, que ya lleva cerca de tres aos, podra haber terminado hace mucho en una verdadera catstro- fe para J apn si China la hubiera llevado adelante como una genuina gue- rra popular apoyada en una revolucin agraria, abrazando en su llama a los soldados japoneses. Pero la burguesa china teme ms a sus propias masas armadas que a los invasores japoneses. Si Chiang Kai Shek, el siniestro verdugo de la revolucin china, se ve obligado por las circuns- tancias a librar una guerra, su programa seguir siendo la opresin de sus propios trabajadores y el compromiso con los imperialistas. La guerra en Asia oriental se entrelazar cada vez ms con la guerra imperialista mundial. El pueblo chino lograr la independencia slo bajo la direccin de su joven y abnegado proletariado, que recobrar la indis- pensable confianza en s mismo con el resurgir de la revolucin mundial. El marcar con firmeza la lnea a seguir. El curso de los acontecimientos hace indispensable el desarrollo de nuestra seccin china en un poderoso partido revolucionario. 289 de Mosc constituye una de las tareas fundamentales de la Cuarta Internacional. No es una tarea simple ni fcil. Exige herosmo y sacrificio. Sin embargo, la poca de grandes convulsiones en que entr la humanidad asestar golpe tras golpe a la oligarqua del Kremlin, destruir su aparato totalitario, elevar la confianza en s mismas de las masas trabajadoras y por lo tanto facilitar la formacin de la seccin sovitica de la Cuarta Internacional. Los acontecimientos trabajarn a favor nuestro si somos capaces de ayudarlos! Los pueblos coloniales en la guerra Al crearles enormes dificultades y peligros a los centros metropolita- nos imperialistas, la guerra abre amplias posibilidades a los pueblos opri- midos. El tronar del can en Europa anuncia que se aproxima la hora de su liberacin. Si es utpico un programa de transformaciones sociales pacficas para los pases avanzados, lo es doblemente el programa de liberacin pacfica de las colonias. Por otra parte, fuimos testigos de la esclavizacin de los ltimos pases atrasados semilibres (Etiopa, Albania, China). La guerra actual est volcada sobre las colonias. Algunos persiguen su posesin; otros las poseen y se rehusan a soltarlas. Nadie tiene la menor inten- cin de liberarlas voluntariamente. Los centros metropolitanos en decadencia se ven obligados a extraer todo lo posible de las colonias y devolverles lo menos posible. Slo la lucha revolucionaria directa y abierta de los pueblos esclavizados puede allanarles el camino para su emancipacin. En los pases coloniales y semicoloniales la lucha por un estado nacio- nal independiente, y en consecuencia la defensa de la patria, es en prin- cipio diferente de la lucha de los pases imperialistas. El proletariado revolucionario de todo el mundo apoya incondicionalmente la lucha de China o la India por su independencia, porque esta lucha al hacer rom- per a los pueblos atrasados con el asiatismo, el sectarismo o los lazos con el extranjero [] golpea poderosamente a los estados imperialistas. Al mismo tiempo la Cuarta Internacional sabe desde ya, y se lo advierte abiertamente a las naciones atrasadas, que sus estados nacionales tardos ya no podrn contar con un desarrollo democrtico independiente. Rodeada por el capitalismo decadente y sumergida en las contradicciones imperialis- tas, la independencia de un pas atrasado ser inevitablemente semificticia. Su rgimen poltico, bajo la influencia de las contradicciones internas de clase y la represin externa, inevitablemente caer en la dictadura contra el pueblo. As es el rgimen del Partido del Pueblo en Turqua; el del Kuomintang en China; as ser maana el rgimen de Ghandi en la india. La lucha por la independencia nacional de las colonias es, desde el punto de 288 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... La traidora poltica de colaboracin de clases, con la que el Kremlin viene ayudando desde hace cinco aos a los gobiernos capitalistas a pre- parar la guerra, fue abruptamente liquidada por la burguesa en cuanto dej de necesitar disfrazarse de pacifista. Pero en los pases coloniales y semicoloniales -no slo en China y la India, sino tambin en Latinoamrica- el fraude de los frentes populares sigue paralizando a las masas trabajadoras, convirtindolas en carne de can de la burguesa progresiva, crendole de esta manera al imperialismo una base poltica indgena. El futuro de Amrica Latina El monstruoso crecimiento del armamentismo en Estados Unidos pre- para una solucin violenta de las complejas contradicciones que aquejan al hemisferio occidental. Pronto se plantear como problema inmediato el destino de los pases latinoamericanos. El interludio de la poltica del buen vecino est llegando a su fin. Roosevelt o quien lo suceda se saca- rn a breve lapso el guante de terciopelo y mostrarn el puo de hierro. Las tesis de la Cuarta Internacional declaran: Sud y Centro Amrica slo podrn romper con el atraso y la esclavi- tud uniendo a todos sus Estados en una poderosa federacin. Pero no ser la retrasada burguesa sudamericana, agente totalmente venal del impe- rialismo extranjero, quien cumplir este objetivo, sino el joven proleta- riado sudamericano, destinado a dirigir a las masas oprimidas. La con- signa que presidir la lucha contra la violencia y las intrigas del impe- rialismo mundial y contra la sangrienta explotacin de las camarillas compradoras nativas ser, por lo tanto: Por los Estados Unidos Soviti- cos de Sud y Centro Amrica. Escritas hace seis aos, estas lneas adquieren ahora una candente actualidad. Slo bajo su propia direccin revolucionaria el proletariado de las colo- nias y las semicolonias podr lograr la colaboracin firme del proletariado de los centros metropolitanos y de la clase obrera mundial. Slo esta colabo- racin podr llevar a los pueblos oprimidos a su emancipacin final y com- pleta con el derrocamiento del imperialismo en todo el mundo. Un triunfo del proletariado internacional librara a los pases coloniales de un largo y trabajoso perodo de desarrollo capitalista, abrindoles la posibilidad de lle- gar al socialismo junto con el proletariado de los pases avanzados. La perspectiva de la revolucin permanente no significa de ninguna manera que los pases atrasados tengan que esperar de los adelantados la seal de partida, ni que los pueblos coloniales tengan que aguardar pacientemente que el proletariado de los centros metropolitanos los libe- 291 Tareas de la revolucin india En las primeras semanas de la guerra las masas indias presionaron con fuerza creciente a los dirigentes nacionales oportunistas, obligndolos a utilizar un lenguaje desacostumbrado. Pero ay del pueblo indio si depo- sita su confianza en las palabras altisonantes! Ocultndose tras la consig- na de la independencia nacional, Gandhi* ya se apresur a proclamar que se niega a crearle dificultades a Gran Bretaa durante la severa crisis actual. Como si en algn lugar o en algn momento los oprimidos hubie- ran podido liberarse de otro modo que explotando las dificultades de sus opresores! El rechazo moral de Gandhi a la violencia refleja simplemente el temor de la burguesa india a sus propias masas. Tiene muy buenos funda- mentos su previsin de que el imperialismo britnico los arrastrar tambin a ellos en su colapso. Londres, por su parte, previene que al primer amago de desobediencia aplicar todas las medidas necesarias, incluyendo, por supuesto, la fuerza area, que en el frente occidental es deficiente. Hay una divisin del trabajo claramente delimitada entre la burguesa colonial y el gobierno britnico: Gandhi necesita las amenazas de Chamberlain y Churchill para paralizar con ms xito el movimiento revolucionario. El antagonismo entre las masas indias y la burguesa promete agudizar- se en un futuro prximo, a medida que la guerra imperialista se convierte cada vez ms en una gigantesca empresa comercial para la burguesa india. La apertura de un mercado excepcionalmente favorable para las materias primas puede promover rpidamente la industria india. Si la destruccin completa del imperio britnico rompe el cordn umbilical que liga al capi- tal indio con la City de Londres, la burguesa nacional buscar rpidamente en Wall Street a su nuevo patrn. Los intereses materiales de la burguesa determinan su poltica con la misma fuerza de las leyes de la gravitacin. Mientras el movimiento de liberacin est controlado por la clase explotadora seguir metido en un callejn sin salida. Lo nico que puede unificar a la India es la revolucin agraria realizada bajo las banderas de la liberacin nacional. La revolucin conducida por el proletariado estar dirigida no slo contra el dominio britnico sino tambin contra los prn- cipes indios, las concesiones extranjeras, el estrato superior de la burgue- sa nacional y los dirigentes del Congreso Nacional y de la Liga Musul- mana. 15 Es la tarea fundamental de la Cuarta Internacional crear una sec- cin estable y poderosa en la India. 290 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 15. La Liga Musulmana y el Congreso Nacional eran las principales organizaciones burguesas que se oponan al dominio ingls en la India. El Congreso Nacional se convirti en el partido ms importante de la India despus de la independencia, mientras que la Liga Musulmana lleg a ser la fuerza poltica principal de Pakistn despus de que ste se separ de la India. La Segunda Internacional La guerra de 1914-1918 dividi inmediatamente a la Segunda Internacional en dos bandos separados por las trincheras. Cada partido socialdemcrata defendi su patria. Recin varios aos despus de la gue- rra se reconciliaron los traidores hermanos enemistados y proclamaron la amnista mutua. Hoy la situacin de la Segunda Internacional cambi mucho, superfi- cialmente. Todas sus secciones, sin excepcin, apoyan polticamente a uno de los bandos similares, el de los aliados; algunos porque son parti- dos de los pases democrticos, otros porque son emigrados de las nacio- nes beligerantes o neutrales. La socialdemocracia alemana, que sigui una despreciable poltica chovinista durante la primera guerra, bajo el estan- darte de los Hohenzollern, es hoy un partido derrotista al servicio de Francia e Inglaterra. Sera imperdonable creer que estos lacayos endureci- dos se han vuelto revolucionarios. Hay una explicacin ms simple. La Alemania de Guillermo II ofreca a los reformistas suficientes oportuni- dades de obtener prebendas personales en los cuerpos parlamentarios, los municipios, los sindicatos y otros lugares. Defender la Alemania imperial implicaba defender un pozo bien repleto en el que la burocracia laboral conservadora meta el hocico. La socialdemocracia seguir siendo patritica mientras el rgimen poltico le garantice sus ganancias y pri- vilegios, prevenan nuestras tesis hace seis aos. Los mencheviques y narodnikis 17 rusos eran patriotas en la poca del zar, cuando tenan sus fracciones sindicales, sus peridicos, sus funcionarios sindicales y espera- ban avanzar ms lejos en esta direccin. Ahora que perdieron todo esto tienen una posicin derrotista respecto a la URSS. En consecuencia, lo que explica la actual unanimidad de la Segunda Internacional es que todas sus secciones esperan que los aliados manten- gan los puestos y las rentas de la burocracia laboral de los pases demo- crticos y les devuelvan los que perdieron a la de los pases totalitarios. La socialdemocracia no se hace ilusiones intiles sobre la proteccin de la burguesa democrtica. Estos invlidos polticos son totalmente incapa- ces de luchar an cuando se ven amenazados sus intereses personales. Esto se revel muy claramente en Escandinavia, que apareca como el santuario ms seguro de la Segunda Internacional; los tres pases estuvie- ron gobernados durante aos por la soberbia, realista, reformista y paci- fista socialdemocracia. Estos caballeros llamaban socialismo a la demo- 293 re. El que se ayuda consigue ayuda. Los obreros deben desarrollar la lucha revolucionaria en todos los pases, coloniales o imperialistas, donde haya condiciones favorables, y as dar el ejemplo a los trabajado- res de los dems pases. Slo la iniciativa y la actividad, la decisin y la valenta podrn materializar realmente la consigna Obreros del mundo, unos! La responsabilidad que les cabe por la guerra a los dirigentes traidores El triunfo de la revolucin espaola podra haber abierto una era de cambios revolucionarios en toda Europa y as haber evitado la guerra actual. Pero esa revolucin heroica, que albergaba en su seno todas las posibilidades de triunfo, se disip en el abrazo de la Segunda y la Tercera Internacional, con la colaboracin activa de los anarquistas. El proletaria- do internacional se empobreci con la prdida de otra gran esperanza y se enriqueci con las lecciones de otra traicin monstruosa. La poderosa movilizacin que realiz el proletariado francs en junio de 1936 revel condiciones excepcionalmente favorables para la conquis- ta revolucionaria del poder 16 . Una repblica sovitica francesa inmediata- mente hubiera obtenido la hegemona revolucionaria en Europa, hubiera repercutido en todos los pases, derrocado a los regmenes totalitarios, y de esta forma hubiera salvado a la humanidad de la actual matanza impe- rialista con sus innumerables vctimas. Pero la poltica totalmente cobar- de y traidora de Len Blum y Len J ouhaux, apoyada activamente por la seccin francesa de la Comintern, llev al desastre a uno de los movi- mientos ms promisorios de la dcada pasada. En el umbral de la guerra actual se ubican dos hechos trgicos: el estrangulamiento de la revolucin espaola y el saboteo de la ofensiva proletaria en Francia. La burguesa se convenci de que con tales diri- gentes de los trabajadores a su disposicin poda darse el lujo de cual- quier cosa, hasta de una nueva matanza de los pueblos. Los dirigentes de la Segunda Internacional impidieron que el proletariado derrocara a la burguesa al final de la primera guerra imperialista. Los dirigentes de la Segunda y la Tercera Internacional ayudaron a la burguesa a desatar una segunda guerra imperialista. Que estos hechos se constituyan en su tumba poltica! 292 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 16. En junio de 1936 estall en Francia una ola masiva de huelga que abarcaron a por lo menos siete millones de trabajadores a la vez, muchos de ellos participantes de huelgas de brazos cados. Otra alza en la ola de huelgas tuvo lugar en julio de 1936. 17. Narodnikis (populistas): movimiento organizado de los intelectuales rusos que lle- varon a cabo actividades entre el campesinado desde 1876 hasta 1879, cuando se dividieron en dos partidos. Los propagandistas oficiales de cada uno de los sectores beligerantes denuncian, a veces bastante correctamente, los crmenes del bando oposi- tor. Hay mucho de verdad en lo que dice Goebbels* sobre la violencia britnica en la India. La prensa francesa y la inglesa reflejan con mucha penetracin la poltica exterior de Hitler y Stalin. Sin embargo, esta pro- paganda unilateral constituye el peor veneno chovinista. Las verdades a medias son las mentiras ms peligrosas. Toda la propaganda actual de la Comintern entra en esta categora. Despus de cinco aos de adulacin descarada a las democracias, duran- te los cuales todo su comunismo se reduca a montonas acusaciones contra los agresores fascistas, la Comintern sbitamente descubri, en el otoo de 1939, al imperialismo criminal de las democracias occidentales. Giro completo! Desde entonces, ni una palabra de condena sobre la des- truccin de Checoslovaquia y Polonia, la conquista de Dinamarca y Noruega y la chocante bestialidad de las bandas de Hitler hacia los pue- blos polaco y judo! Hitler pas a ser un vegetariano amante de la paz continuamente provocado por los imperialistas occidentales. La prensa de la Comintern llamaba a la alianza anglo-francesa el bloque imperia- lista contra el pueblo alemn. Ni el mismo Gebbels poda haber coci- nado algo mejor! El Partido Comunista Alemn exiliado arda en la llama del amor a la patria. Y como la patria alemana no haba dejado de ser fas- cista, la posicin del Partido Comunista Alemn resultaba socialfas- cista. Por fin lleg la hora en que se concret la teora stalinista del socialfascismo 19 . A primera vista la actitud de las secciones francesa e inglesa de la Internacional Comunista pareca diametralmente opuesta. A diferencia de los alemanes, se vean obligados a atacar a su propio gobierno. Pero este sbito derrotismo no era internacionalismo sino una variedad distorsiona- da del patriotismo; estos caballeros consideran que su patria es el Kremlin, del que depende su prosperidad. Muchos stalinistas franceses demostraron un coraje innegable al ser perseguidos. Pero el contenido poltico de este coraje se vio ensombrecido por su embellecimiento de la poltica rapaz del bando enemigo. Qu pensarn de ello los obreros franceses? La reaccin siempre present a los internacionalistas revolucionarios como agentes de un enemigo extranjero. La situacin que les cre la Comintern a sus secciones francesa e inglesa dio todos los pretextos para esa acusacin, y en consecuencia empuj forzosamente a los obreros al patriotismo o los conden a la confusin y la pasividad. 295 cracia monrquica conservadora, ms la iglesia estatal, ms las anodinas reformas sociales que durante un tiempo fueron posibles gracias a los limitados gastos militares. Apoyados por la Liga de las Naciones y prote- gidos por el escudo de la neutralidad, los gobiernos escandinavos espe- culaban con generaciones de tranquilo y pacfico desarrollo. Pero los amos imperialistas no prestaron atencin a sus clculos. Se vieron obliga- dos a eludir los golpes del destino. Cuando la URSS invadi Finlandia los tres gobiernos escandinavos se proclamaron neutrales en lo que respecta a ese pas. Cuando Alemania invadi Dinamarca y Noruega 18 , Suecia se declar neutral respecto a las dos vctimas de la agresin. Dinamarca trat incluso de declararse neutral respecto a s misma. Noruega, bajo la boca de los caones de su guardiana Inglaterra, slo intent algunos gestos sim- blicos de autodefensa. Estos hroes estn muy dispuestos a vivir a expen- sas de la patria democrtica, pero muy poco dispuestos a morir por ella. La guerra que no previeron derrib al pasar sus esperanzas de una evolu- cin pacfica presidida por el Rey y Dios. El paraso escandinavo, refugio final de las esperanzas de la Segunda Internacional, se transform en un minsculo sector del infierno imperialista general. Los oportunistas socialdemcratas no conocen ms que una poltica, la adaptacin pasiva. En las condiciones del capitalismo decadente nada les queda ms que la rendicin de sus posiciones una tras otra, el olvido de su ya miserable programa, la rebaja de sus exigencias, la renuncia a toda demanda, la retirada permanente cada vez ms y ms atrs hasta que no les quede lugar donde replegarse, salvo algn nido de ratas. Pero tambin all llega la mano implacable del imperialismo y los arrastra tirndoles de la cola. Esta es la historia resumida de la Segunda Internacional. La gue- rra actual la est matando por segunda vez y, esperemos, ahora ser para siempre. La Tercera Internacional La poltica de la degenerada Tercera Internacional -una mezcla de crudo oportunismo y aventurerismo desenfrenado- ejerce una influencia sobre la clase obrera, todava -si cabe- ms desmoralizadora que la de su hermana mayor, la Segunda Internacional. El partido revolucionario cons- truye toda su poltica sobre la conciencia de clase de los trabajadores; a la Comintern nada le preocupa ms que contaminar y envenenar esta con- ciencia de clase. 294 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 18. El 9 de abril de 1940 a travs de un ataque simultneo contra los puertos, la Wehrmacht ocup Dinamarca y tom posesin en Noruega. 19. Trotsky hace aqu alusin a la poca en la que, en un frenes divisionista, las sec- ciones de la IC acusaban a los partidos socialdemcratas de fascistizarse y no hablaban ms de socialdemocracia sino de socialfascismo. La Tercera Internacional, que comenz haciendo un valiente llamado revolucionario a todos los pueblos oprimidos, tambin se prostituy com- pletamente en un breve lapso en lo que respecta a la cuestin colonial. No hace muchos aos, cuando Mosc vio la oportunidad de una alianza con las democracias imperialistas, la Comintern plante la consigna de eman- cipacin nacional no slo para Abisinia y Albania sino tambin para Austria. Pero, respecto a las colonias de Gran Bretaa y Francia, se limi- t modestamente a desearles reformas razonables. En ese entonces la Comintern no defendi a la India contra Gran Bretaa sino contra posi- bles ataques del J apn y a Tnez contra Mussolini. Ahora la situacin cambi abruptamente. Independencia total de la India, Egipto, Argelia!, Dimitrov* no aceptar menos. Los rabes y los negros encontraron otra vez en Stalin a su mejor amigo, sin contar, por supuesto, a Mussolini y a Hitler. La seccin alemana de la Comintern, con el descaro que caracte- riza a esta banda de parsitos, defiende a Polonia y a Checoslovaquia contra los complots del imperialismo britnico. Esta gente es capaz de todo y est dispuesta a todo! Si el Kremlin cambia nuevamente de orien- tacin hacia las democracias occidentales, otra vez solicitarn respetuo- samente a Londres y Pars que garanticen reformas liberales para sus colonias. A diferencia de la Segunda Internacional, la Comintern, gracias a su gran tradicin, ejerce una indudable influencia en las colonias. Pero su base social cambi de acuerdo con su evolucin poltica. En la actualidad, en los pases coloniales la Comintern se apoya en los sectores que consti- tuyen la base tradicional de la Segunda Internacional en los centros metro- politanos. Con las migajas de las superganancias que obtiene de los pases coloniales y semicoloniales el imperialismo cre en estos algo similar a una aristocracia laboral nativa. Esta, insignificante en comparacin con su modelo de las metrpolis, se destaca sin embargo sobre el teln de fondo de la pobreza general y se aferra tenazmente a sus privilegios. La buro- cracia y la aristocracia laborales de los pases coloniales y semicoloniales, junto con los funcionarios estatales, proveen de elementos especialmente serviles a los amigos del Kremlin. En Latinoamrica uno de los repre- sentantes ms repulsivos de esta especie es el abogado mexicano Lombardo Toledano, cuyos servicios especiales el Kremlin retribuy ele- vndolo al decorativo puesto de presidente de la Federacin Sindical Latinoamericana. Al poner al rojo vivo los problemas de la lucha de clases, la guerra les crea a estos prestidigitadores y falsos profetas una situacin cada vez ms difcil, que los bolcheviques verdaderos tienen que utilizar para barrer por siempre a la Comintern de los pases coloniales. 297 La poltica del Kremlin es simple: le vendi a Hitler la Comintern junto con el petrleo y el manganeso. Pero el servilismo perruno con que esta gente se dej vender atestigua irrefutablemente la corrupcin interna de la Comintern. A los agentes del Kremlin no les quedan principios, ni honor, ni conciencia; slo un espinazo flexible. Pero los espinazos flexi- bles hasta ahora nunca dirigieron una revolucin. La amistad de Stalin con Hitler no ser eterna, ni siquiera durar mucho tiempo. Puede ser que antes de que nuestro manifiesto llegue a las masas la poltica exterior del Kremlin d un nuevo giro. En ese caso tam- bin cambiar la propaganda de la Comintern. Si el Kremlin se acerca a las democracias, la Comintern nuevamente desenterrar de sus archivos el Libro Marrn de los crmenes nacionalsocialistas 20 . Pero esto no significa que su propaganda asumir un carcter revolucionario. Cambiar los rtu- los, pero seguir tan servil como antes. La poltica revolucionaria exige, ante todo, que se diga la verdad a las masas. Pero la Comintern miente sistemticamente. Nosotros les decimos a los obreros de todo el mundo: No crean a los mentirosos! Los socialdemcratas y los stalinistas en las colonias Los partidos ligados a los explotadores e interesados en obtener privi- legios son orgnicamente incapaces de seguir una poltica honesta para con las capas ms explotadas de los trabajadores y los pueblos oprimidos. Pero las caractersticas de la Segunda y la Tercera Internacional se reve- lan con especial claridad en su actitud hacia las colonias. La Segunda Internacional, que acta como representante de los escla- vistas y como accionista de la empresa de la esclavitud, no tiene seccio- nes propias en las colonias, si exceptuamos a grupos casuales de funcio- narios coloniales, predominantemente masones franceses, y en general a los oportunistas de izquierda que aplastan a la poblacin nativa. Como renunci oportunamente a la poco patritica concepcin de la necesidad de levantar a la poblacin colonial contra la patria democrtica, la Segunda Internacional se gan el privilegio de proporcionar a la burgue- sa ministros para las colonias, es decir capataces de esclavos (Sidney Webb, Marius Moutet y otros) 21 . 296 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 20. El comunista alemn Mnzenberg y sus camaradas haban redactado un Libro marrn en 1934 sobre el incendio del Reichstag, el proceso de Leipzig, etc. 21. Webb, Sidney (1859-1947): fue uno de los fundadores de la Sociedad Fabiana de socialistas utpicos y colabor en los comienzos de New Statesman. Fue secretario de colo- nias (1929-1931) y dominios (1929-1930). Moutet, Marius (1876-1968): fue ministro socia- lista de colonias en el gobierno frentepopulista francs en 1938 y responsable por el encar- celamiento de Ta Thu Thau, lder de los trotskistas indochinos. Los anarquistas entraron a la guerra actual sin un programa, sin una sola idea y con una bandera manchada por su traicin al proletariado espa- ol. Hoy lo nico que son capaces de aportar a los obreros es una desmoralizacin patritica mechada con lamentos humanitarios. Al buscar un acercamiento con los obreros anarquistas que estn realmente dispues- tos a luchar por los intereses de su clase, les exigiremos al mismo tiempo que rompan completamente con esos dirigentes que tanto en la guerra como en la revolucin slo sirven de mandaderos de la burguesa. Los sindicatos y la guerra Mientras los magnates del capitalismo monopolista se ponen por encima de los rganos del poder estatal, controlndolo desde las alturas, los diri- gentes sindicales oportunistas rondan los umbrales del poder estatal tratan- do de conseguir que las masas obreras les den su apoyo. Es imposible cum- plir esta sucia tarea si se mantiene la democracia obrera dentro de los sindi- catos. El rgimen interno de los sindicatos, siguiendo el ejemplo del rgi- men de los estados burgueses, se est volviendo cada vez ms autoritario. En pocas de guerra la burocracia sindical se transforma definitivamente en la polica militar del estado mayor del ejrcito dentro de la clase obrera. Pero por ms empeo que ponga, no tiene salvacin. La guerra signi- fica la muerte y la destruccin de los actuales sindicatos reformistas. A los sindicalistas en la flor de la edad se los moviliza para la matanza. Los reemplazan los muchachos, las mujeres y los viejos, es decir los menos capacitados para resistir. Todos los pases saldrn de la guerra tan arrui- nados que el nivel de los trabajadores retroceder un siglo. Los sindicatos reformistas slo son posibles bajo el rgimen de la democracia burguesa. Pero lo primero que desaparecer con la guerra ser la democracia, com- pletamente putrefacta. En su derrumbe definitivo arrastrar consigo a todas las organizaciones obreras que le sirvieron de apoyo. No habr cabi- da para los sindicatos reformistas. La reaccin capitalista los destruir cruelmente. Es necesario prevenir de esto a los obreros, inmediatamente y en voz bien alta, para que todos lo oigan. Una poca nueva exige mtodos nuevos. Los mtodos nuevos exigen lderes nuevos. Hay una sola manera de salvar los sindicatos: transfor- marlos en organizaciones de lucha que se planteen como objetivo el triun- fo sobre la anarqua capitalista y el bandidaje imperialista. Los sindicatos jugarn un rol enorme en la construccin de la economa socialista, pero la condicin previa para lograrla es el derrocamiento de la clase capitalis- ta y la nacionalizacin de los medios de produccin. Solamente si toman el camino de la revolucin socialista podrn los sindicatos escapar al des- tino de quedar enterrados bajo las ruinas de la guerra. 299 Centrismo y anarquismo Al poner a prueba todo lo que existe y descartar todo lo que est podrido, la guerra representa un peligro mortal para las Internacionales que le sobreviven. Un sector considerable de la burocracia de la Comintern, especialmente en el caso de que la Unin Sovitica sufra algunos reveses, inevitablemente se volver hacia sus patrias imperialis- tas. Los obreros, por el contrario, irn cada vez ms hacia la izquierda. En esa situacin son inevitables las divisiones y las rupturas. Hay una cantidad de sntomas que indican la posibilidad de que tambin rompa el ala izquierda de la Segunda Internacional. Surgirn grupos centristas de distintos orgenes, se rompern, crearn nuevos frentes, bandos, etctera. Nuestra poca descubrir, sin embargo, que no puede tolerar la existencia del centrismo. El rol pattico y trgico que jug el POUM, la ms seria y honesta de las organizaciones centristas, en la revolucin espaola quedar siempre en la memoria del proletariado avanzado como una terrible advertencia. Pero a la historia le gustan las repeticiones. No est excluida la posibi- lidad de que haya nuevos intentos de construir una organizacin interna- cional del tipo de la Internacional Dos y Media 22 o, esta vez, la Internacional Tres y Un Cuarto. Esos balbuceos slo merecen atencin como reflejos de procesos mucho ms profundos por los que atraviesan las masas trabajadoras. Pero desde ya se puede afirmar con seguridad que los frentes, bandos e Internacionales centristas, por carecer de fundamentos tericos, tradicin revolucionaria y un programa acabado slo sern efmeros. Los ayudaremos criticando implacablemente su inde- cisin y ambigedad. Este esquema de la bancarrota de las viejas organizaciones de la clase obrera quedara incompleto si no mencionramos al anarquismo. Su deca- dencia constituye el fenmeno ms irrefutable de nuestra poca. Ya antes de la primera guerra imperialista los anarco-sindicalistas franceses logra- ron convertirse en los peores oportunistas y en los sirvientes directos de la burguesa. La mayor parte de los dirigentes anarquistas internacionales se hizo patriota en la ltima guerra. En el apogeo de la guerra civil en Espaa los anarquistas ocuparon cargos de ministros de la burguesa. Los predi- cadores anarquistas niegan el estado en tanto ste no los necesita. En el momento de peligro, igual que los socialdemcratas, se transforman en agentes de la clase capitalista. 298 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 22. Tal era el sobrenombre que los comunistas dieron, a principios de los aos veinte a la Unin de los Partidos Socialistas que reunan, alrededor de los socialdemcratas austra- cos, a los partidos que no queran ser miembros ni de la II ni de la III Internacionales. letaria unificada por una disciplina de hierro, un verdadero ncleo selecto de revolucionarios templados dispuestos al sacrificio e inspirados por una indomable voluntad de vencer. Slo un partido que no se falla a s mismo ser capaz de preparar sistemtica y afanosamente la ofensiva para, cuan- do suene la hora decisiva, volcar en el campo de batalla toda la fuerza de la clase sin vacilar. Los escpticos superficiales se deleitan en sealar la degeneracin en burocratismo del centralismo bolchevique. Como si todo el curso de la historia dependiera de la estructura de un partido! De hecho, es el destino del partido el que depende del curso de la lucha de clases. Pero de todas maneras el Partido Bolchevique fue el nico que demostr en la accin su capacidad de realizar la revolucin proletaria. Es precisamente un partido as lo que necesita ahora el proletariado internacional. Si el rgimen bur- gus sale impune de la guerra todos los partidos revolucionarios degene- rarn. Si la revolucin proletaria conquista el poder, desaparecern las condiciones que provocan la degeneracin. Con la reaccin triunfante, la desilusin y la fatiga de las masas, en una atmsfera poltica envenenada por la descomposicin maligna de las orga- nizaciones tradicionales de la clase obrera, en medio de dificultades y obstculos que se acumulaban, el desarrollo de la Cuarta Internacional necesariamente era lento. Los centristas, que desdeaban nuestros esfuer- zos, hicieron ms de una vez intentos aislados y a primera vista mucho ms amplios y prometedores de unificacin de la izquierda. Todos ellos, sin embargo, se hicieron polvo aun antes de que las masas tuvieran la posi- bilidad de recordar siquiera sus nombres. Slo la Cuarta Internacional, con valenta, persistencia y xito cada vez mayores se mantiene nadando con- tra la corriente. Hemos pasado la prueba! Lo que caracteriza a una genuina organizacin revolucionaria es sobre- todo la seriedad con la que trabaja y pone a prueba su lnea poltica con cada nuevo giro de los acontecimientos. Su centralismo fructifica en democracia. Bajo el fuego de la guerra nuestras secciones discuten apa- sionadamente todos los problemas de la poltica proletaria, comprobando la validez de nuestros mtodos y barriendo de paso a los elementos ines- tables que slo se nos unieron a causa de su oposicin a la Segunda y la Tercera Internacional. La separacin de los compaeros de ruta que no son de total confianza es el precio inevitable que hay que pagar por la forma- cin de un verdadero partido revolucionario. La inmensa mayora de los camaradas de los diferentes pases salieron airosos de la primera prueba a que los someti la guerra. Este hecho es de 301 La Cuarta Internacional La vanguardia proletaria es el enemigo irreconciliable de la guerra imperialista. Pero no teme a esta guerra. Acepta dar la batalla en el terre- no elegido por el enemigo de clase. Entra a este terreno con sus banderas flameando al viento. La Cuarta Internacional es la nica organizacin que previ correcta- mente el curso general de los acontecimientos mundiales, que predijo la inevitabilidad de una nueva catstrofe imperialista, que denunci los frau- des pacifistas de los demcratas burgueses y los aventureros pequeobur- gueses de la escuela stalinista, que luch contra la poltica de colaboracin de clases conocida como frente popular, que cuestion el rol traidor de la Comintern y los anarquistas en Espaa, que critic irreconciliablemen- te las ilusiones centristas del POUM, que continu fortaleciendo incesan- temente a sus cuadros en el espritu de la lucha de clases revolucionaria. Nuestra poltica en la guerra es slo la continuacin concentrada de nues- tra poltica en la paz. La Cuarta Internacional construye su programa sobre los fundamentos tericos del marxismo, slidos como el granito. Rechaza el despreciable eclecticismo que predomina en las filas de la burocracia laboral oficial de los distintos bandos, y que muy frecuentemente sirve de indicador de la capitulacin ante la democracia burguesa. Nuestro programa est formu- lado en una serie de documentos accesibles a todo el mundo. Su eje se puede resumir en tres palabras: dictadura del proletariado. Nuestro programa, basado en el bolchevismo La Cuarta Internacional se apoya completa y sinceramente sobre los fundamentos de la tradicin revolucionaria del bolchevismo y sus mto- dos organizativos. Que los radicales pequeoburgueses lloren contra el centralismo. Un obrero que haya participado aunque sea una vez en una huelga sabe que ninguna lucha es posible sin disciplina y una direccin firme. Toda nuestra poca est imbuida del espritu del centralismo. El capitalismo monopolista llev hasta sus ltimos lmites la centralizacin econmica. El centralismo estatal en el marco del fascismo asumi un carcter totalitario. Las democracias intentan cada vez ms emular este ejemplo. La burocracia sindical defiende con ensaamiento su maquinaria poderosa. La Segunda y la Tercera Internacional utilizan descaradamente el aparato estatal en su lucha contra la revolucin. En estas condiciones la garanta ms elemental de xito reside en la contraposicin del centralismo revolucionario al centralismo de la reac- cin. Es indispensable contar con una organizacin de la vanguardia pro- 300 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 303 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 302 filas de la pequeoburguesa, sin cuyo apoyo la gran burguesa no puede mantenerse; 3) la conciencia de lo intolerable de la situacin y la dispo- sicin para las acciones revolucionarias en las filas del proletariado; 4) un programa claro y una direccin firme de la vanguardia proletaria. Estas son las cuatro condiciones para el triunfo de la revolucin prole- taria. La razn principal de la derrota de muchas revoluciones radica en el hecho de que estas cuatro condiciones raramente alcanzan al mismo tiempo el necesario grado de madurez. Muchas veces en la historia la guerra fue la madre de la revolucin precisamente porque sacude hasta sus mismas bases los regmenes ya obsoletos, debilita a la clase gober- nante y acelera el crecimiento de la indignacin revolucionaria entre las clases oprimidas. Ya son intensas la desorientacin de la burguesa, la alarma y la insatis- faccin de las masas populares, no slo en los pases beligerantes sino tam- bin en los neutrales; estos fenmenos se intensificarn con cada mes de gue- rra que pase. Es cierto que en los ltimos veinte aos el proletariado sufri una derrota tras otra, cada una ms grave que la precedente, se desilusion de los viejos partidos y la guerra indudablemente lo encontr deprimido. Sin embargo, no hay que sobrestimar la estabilidad o duracin de esos estados de nimo. Los produjeron los acontecimientos; estos los disiparn. La guerra, igual que la revolucin, la hacen ante todo las generaciones ms jvenes. Millones de jvenes que no pudieron acceder a la industria comenzaron sus vidas como desocupados y por lo tanto quedaron al mar- gen de la poltica. Hoy estn encontrando su ubicacin o la encontrarn maana; el Estado los organiza en regimientos y por esta misma razn les abre la posibilidad de su unificacin revolucionaria. Sin duda la guerra tambin sacudir la apata de las generaciones ms viejas. El problema de la direccin Queda en pie el problema de la direccin. No ser traicionada la revo- lucin otra vez, ya que hay dos Internacionales al servicio del imperialis- mo mientras que los elementos genuinamente revolucionarios constituyen una minscula minora? En otras palabras: lograremos preparar a tiempo un partido capaz de dirigir la revolucin proletaria? Para contestar correc- tamente esta pregunta es necesario plantearla correctamente. Naturalmente, tal o cual insurreccin terminar con seguridad en una derrota debido a la inmadurez de la direccin revolucionaria. Pero no se trata de una insurrec- cin aislada. Se trata de toda una poca revolucionaria. El mundo capitalista ya no tiene salida, a menos que se considere sali- da a una agona prolongada. Es necesario prepararse para largos aos, si no dcadas, de guerra, insurrecciones, breves intervalos de tregua, nue- inestimable significacin para el futuro de la Cuarta Internacional. Cada miembro de base de nuestra organizacin tiene no slo el derecho sino tambin el deber de considerarse de aqu en ms un oficial del ejrcito revolucionario que se crear al calor de los acontecimientos. La entrada de las masas en la lucha revolucionaria pondr de manifiesto inmediatamen- te la insignificancia de los programas de los oportunistas, los pacifistas y los centristas. Un solo revolucionario verdadero en una fbrica, una mina, un sindicato, un regimiento, un barco de guerra vale infinitamente ms que cien seudo revolucionarios pequeoburgueses que se cocinan en su propia salsa. Los polticos de la gran burguesa entienden mucho mejor el rol de la Cuarta Internacional que nuestros pedantes pequeoburgueses. En vs- pera de la ruptura de relaciones diplomticas, el embajador francs Couloundre y Hitler, que buscaban en su entrevista final asustarse rec- procamente con las consecuencias de la guerra, estaban de acuerdo en que el nico vencedor real sera la Cuarta Internacional 23 . Cuando la declaracin de hostilidades contra Polonia, la prensa grande de Francia, Dinamarca y otros pases public cables que informaban que en los barrios obreros de Berln aparecieron carteles que decan Abajo Stalin, viva Trotsky! Esto significa: Abajo la Tercera Internacional, viva la Cuarta Internacional!. Cuando los obreros y estudiantes ms resueltos de Praga organizaron una manifestacin en el aniversario de la indepen- dencia nacional, el Protector, Barn Neurath, sac una declaracin oficial atribuyendo la responsabilidad de esta manifestacin a los trots- kistas checos. La correspondencia desde Praga publicada por el peri- dico que edita Benes, el ex presidente de la Repblica Checoslovaca, confirma el hecho de que los obreros checos se estn volviendo trots- kistas. Sin embargo, stos son slo sntomas. Pero indican inequvoca- mente las tendencias del proceso. La nueva generacin de obreros a los que la guerra empujar por el camino de la revolucin tomar nuestro estandarte. La revolucin proletaria La experiencia histrica estableci las condiciones bsicas para el triunfo de la revolucin proletaria, que fueron aclaradas tericamente: 1) el impasse de la burguesa y la consecuente confusin de la clase domi- nante; 2) la aguda insatisfaccin y el anhelo de cambios decisivos en las 23. De hecho, el nombre de Cuarta Internacional no haba sido pronunciado, sola- mente el de Trotsky, de lo cual se comprende la reserva. GUERRA Y REVOLUCIN Socialismo o esclavitud Nuestras tesis, La Guerra y la IV Internacional (1934), afirman que el carcter completamente reaccionario, putrefacto y saqueador del capitalismo moderno, la destruccin de la democracia, el reformismo y el pacifismo, la necesidad urgente y candente que tiene el proletariado de encontrar una salida segura del desastre inminente ponen a la orden del da, con fuerzas renovadas, la revolucin internacional. Hoy ya no se trata, como en el siglo XIX, de garantizar simplemente un desarrollo econmico ms rpido y sano; hoy se trata de salvar a la huma- nidad del suicidio. Es precisamente la agudeza del problema histrico lo que hace temblar los cimientos de los partidos oportunistas. El partido de la revolucin, por el contrario, encuentra una reserva inagotable de fuerzas en su conciencia de ser el producto de una necesidad histrica inexorable. Ms aun; es inadmisible poner a la actual vanguardia revolucionaria al mismo nivel de aquellos internacionalistas aislados que elevaron sus voces cuando estall la guerra anterior. Slo el partido de los bolcheviques rusos representaba en ese entonces una fuerza revolucionaria. Pero inclu- so ste, en su inmensa mayora, exceptuando un pequeo grupo de emi- grados que rodeaban a Lenin, no logr superar su estrechez nacional y ele- varse a la perspectiva de la revolucin mundial. La Cuarta Internacional, por el nmero de sus militantes y especial- mente por su preparacin, cuenta con ventajas infinitas sobre sus prede- cesores de la guerra anterior. La Cuarta Internacional es la heredera direc- ta de lo mejor del bolchevismo. La Cuarta Internacional asimil la tradi- cin de la Revolucin de Octubre y transform en teora la experiencia del perodo histrico ms rico entre las dos guerras imperialistas. Tiene fe en s misma y en su futuro. La guerra, recordmoslo una vez ms, acelera enormemente el desarro- llo poltico. Esos grandes objetivos que ayer noms nos parecan estar a aos, si no a dcadas de distancia pueden plantersenos directamente en los prximos dos o tres aos, o todava antes. Los programas que se apoyan en las condiciones habituales de las pocas de paz inevitablemente quedarn colgando en el aire. Por otra parte, el programa de consignas transicionales de la Cuarta Internacional, que les pareca tan irreal a los polticos que no ven ms all de sus narices, revelar toda su importancia en el proceso de movilizacin de las masas por la conquista del poder. Cuando comience la nueva revolucin los oportunistas tratarn una vez ms, como lo hicieron hace un cuarto de siglo, de inspirar a los obre- ros la idea de que es imposible construir el socialismo sobre las ruinas y la desolacin. Como si el proletariado tuviera libertad de elegir! Hay que construir sobre los fundamentos que proporciona la historia. La Revolucin Rusa demostr que el gobierno obrero puede sacar de la 305 304 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... vas guerras y nuevas insurrecciones. Un partido revolucionario joven tiene que apoyarse en esta perspectiva. La historia le dar suficientes oportunidades y posibilidades de probarse, acumular experiencia y madurar. Cuanto ms rpidamente se fusione la vanguardia ms breve ser la etapa de las convulsiones sangrientas, menor la destruccin que sufrir nuestro planeta. Pero el gran problema histrico no se resolver de ninguna manera hasta que un partido revolucionario se ponga al frente del proletariado. El problema de los ritmos y los intervalos es de enorme importancia pero no altera la perspectiva histrica general ni la orien- tacin de nuestra poltica. La conclusin es simple: hay que llevar ade- lante la tarea de organizar y educar a la vanguardia proletaria con una energa multiplicada por diez. Este es precisamente el objetivo de la Cuarta Internacional. El mayor error lo cometen aquellos que, buscando justificar sus con- clusiones pesimistas, se refieren simplemente a las tristes consecuencias de la ltima guerra. En primer lugar, de la ltima guerra naci la Revolucin de Octubre, cuyas lecciones estn vivas en el movimiento obrero de todo el mundo. En segundo lugar, las condiciones de la guerra actual difieren profundamente de las de 1914. La situacin econmica de los estados imperialistas, incluyendo Estados Unidos, hoy es infinitamen- te peor, y el poder destructivo de la guerra infinitamente mayor que hace un cuarto de siglo. Hay, por lo tanto, razones suficientes para suponer que esta vez la reaccin por parte de los obreros y el ejrcito ser mucho ms rpida y decisiva. La experiencia de la primera guerra no pas sin afectar profunda- mente a las masas. La Segunda Internacional extrajo sus fuerzas de las ilusiones democrticas y pacifistas que estaban casi intactas en las masas. Los obreros crean seriamente que la guerra de 1914 sera la ltima. Los soldados se dejaban matar para evitar que sus hijos tuvie- ran que sufrir una nueva carnicera. Este esperanza es lo nico que per- miti a los hombres soportar la guerra durante ms de cuatro aos. Hoy no queda casi nada de las ilusiones democrticas y pacifistas. Los pue- blos sufren la guerra actual sin creer ms en ella, sin esperar de ella otra cosa que nuevas cadenas. Esto tambin se aplica a los estados totalita- rios. La generacin obrera ms vieja, que llev sobre sus espaldas la carga de la primera guerra imperialista y no olvid sus lecciones, est lejos todava de haber sido eliminada de la escena. An suenan en los odos de la generacin siguiente a aqulla, la que iba a la escuela duran- te la guerra, las falsas consignas de patriotismo y pacifismo. La inesti- mable experiencia poltica de estos sectores, ahora aplastados por el peso de la maquinaria blica, se revelar en toda su plenitud cuando la guerra impulse a las masas trabajadoras a ponerse abiertamente contra sus gobiernos. Los obreros tienen que aprender la tcnica militar La militarizacin de las masas se intensifica da a da. Rechazamos la grotesca pretensin de evitar este militarizacin con huecas protestas paci- fistas. En la prxima etapa todos los grandes problemas se decidirn con las armas en la mano. Los obreros no deben tener miedo de las armas; por el contrario, tienen que aprender a usarlas. Los revolucionarios no se ale- jan del pueblo ni en la guerra ni en la paz. Un bolchevique trata no slo de convertirse en el mejor sindicalista sino tambin en el mejor soldado. No queremos permitirle a la burguesa que lleve a los soldados sin entrenamiento o semientrenados a morir en el campo de batalla. Exigimos que el estado ofrezca inmediatamente a los obreros y a los desocupados la posibilidad de aprender a manejar el rifle, la granada de mano, el fusil, el can, el aeroplano, el submarino y los dems instrumentos de guerra. Hacen falta escuelas militares especiales estrechamente relacionadas con los sindicatos para que los obreros puedan transformarse en especialistas calificados en el arte militar, capaces de ocupar puestos de comandante. Esta no es nuestra guerra! Al mismo tiempo, no nos olvidamos ni por un momento de que esta guerra no es nuestra guerra. A diferencia de la Segunda y la Tercera Internacional, la Cuarta Internacional no construye su poltica en funcin de los avatares militares de los estados capitalistas sino de la transforma- cin de la guerra imperialista en una guerra de los obreros contra los capi- talistas, del derrocamiento de la clase dominante en todos los pases, de la revolucin socialista mundial. Los cambios que se producen en el frente, la destruccin de los capitales nacionales, la ocupacin de territorios, la cada de algunos estados, desde este punto de vista slo constituyen trgi- cos episodios en el camino a la reconstruccin de la sociedad moderna. Independientemente del curso de la guerra, cumplimos nuestro objeti- vo bsico: explicamos a los obreros que sus intereses son irreconciliables con los del capitalismo sediento de sangre; movilizamos a los trabajado- res contra el imperialismo; propagandizamos la unidad de los obreros de todos los pases beligerantes y neutrales; llamamos a la fraternizacin entre obreros y soldados dentro de cada pas y entre los soldados que estn en lados opuestos de las trincheras en el campo de batalla; movilizamos a las mujeres y los jvenes contra la guerra; preparamos constante, persis- tente e incansablemente la revolucin en las fbricas, los molinos, las aldeas, los cuarteles, el frente y la flota. Este es nuestro programa. Proletarios del mundo, no hay otra salida que la de unirse bajo el estandarte de la Cuarta Internacional! 307 pobreza ms profunda hasta a un pas muy atrasado. Mucho mayores son los milagros que podr realizar el proletariado de los pases avanzados. La guerra destruye estructuras, ferrocarriles, fbricas, minas; pero no puede destruir la tecnologa, la ciencia, la capacidad. Despus de crear su propio Estado, organizar correctamente sus filas, aportar la fuerza de tra- bajo calificado heredada del rgimen burgus y organizar la produccin de acuerdo a un plan unificado, el proletariado no slo restaurar en unos aos todo lo destruido por la guerra; tambin crear las condiciones para un gran florecimiento de la cultura sobre las bases de la solidaridad. Qu hacer La Conferencia de Emergencia de la Cuarta Internacional vota este manifiesto en el momento en que, luego de abatir a Holanda y Blgica y aplastar la resistencia inicial de las tropas aliadas, el ejrcito alemn avanza como un fuego arrollador hacia Pars y el Canal. En Berln ya se apresuran a celebrar la victoria. En el sector aliado cunde una alar- ma lindante con el pnico. Aqu no tenemos posibilidades ni necesidad de internamos en especulaciones estratgicas sobre las prximas etapas de la guerra. De todos modos, la tremenda preponderancia de Hitler pone en este momento su impronta sobre la fisonoma poltica de todo el mundo. No est obligada la clase obrera, en las condiciones actuales, a ayu- dar a las democracias en su lucha contra el fascismo alemn? As plante- an la cuestin amplios sectores pequeoburgueses para quienes el proleta- riado es siempre una herramienta auxiliar de tal o cual sector de la burgue- sa. Rechazamos con indignacin este poltica. Naturalmente hay diferen- cias entre los distintos regmenes polticos de la sociedad burguesa, as como en un tren hay vagones ms cmodos que otros. Pero cuando todo el tren se est precipitando en un abismo, la diferencia entre la democracia decadente y el fascismo asesino desaparece ante el colapso de todo el sis- tema capitalista. Los triunfos y bestialidades de Hitler provocan naturalmente el odio exasperado de los obreros de todo el mundo. Pero entre este odio legti- mo de los obreros y la ayuda a sus enemigos ms dbiles pero no menos reaccionarios hay una gran distancia. El triunfo de los imperialistas de Gran Bretaa y Francia no sera menos terrible para la suerte de la huma- nidad que el de Hitler y Mussolini. No se puede salvar la democracia bur- guesa. Ayudando a sus burguesas contra el fascismo extranjero los obre- ros slo acelerarn el triunfo del fascismo en su propio pas. La tarea planteada por la historia no es apoyar a una parte del sistema imperialis- ta en contra de otra sino terminar con el conjunto del sistema. 306 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... de la sociedad y desaparecera necesariamente pas tras pas. Contra m, la redaccin de New Republic sostena que la democracia haba sido destrui- da slo en aquellos pases en los cuales sta se haba establecido bajo la forma de dbil comienzo, como as tambin en los pases donde la revo- lucin industrial apenas haba comenzado. La redaccin no explicaba, o no pareca molesta por la imposibilidad de dar explicacin a por qu los dbiles comienzos de la democracia, si se trataba de una forma viable, no haban madurado ulteriormente, como se haba producido en los viejos pa- ses capitalistas, sino por el contrario, haban sido barridos por diversos sis- temas de dictaduras. La segunda referencia, a la insuficiencia de desarrollo industrial, o, ms exactamente, de desarrollo capitalista, es relativamente vlida para Rusia, Italia, los pases de Europa del sudeste, los Balcanes y Espaa. Pero no se puede hablar de insuficiencia industrial en pases como Austria o Alemania. An ms, en esos dos pases, la democracia se sostu- vo durante ms o menos quince aos antes de dar lugar a dictaduras fas- cistas. La redaccin de New Republic no prevea eso, mientras que mi marxismo rgido y mi falta de visin realista de la historia no me impi- dieron prever esos desarrollos. El tercer argumento de la redaccin de New Republic de aquel enton- ces es an ms chocante. Kerensky, con su debilidad y su indecisin era, un accidente histrico que Trotsky no poda admitir porque ste no tena lugar dentro de su esquema mecanicista para este tipo de cosas. La debi- lidad de carcter de Kerensky como individuo era, seguramente un acci- dente desde el punto de vista del desarrollo histrico. Pero el hecho que una democracia histricamente retrasada, condenada desde su mismo ini- cio, no pudiera encontrar otro dirigente ms que al dbil e indeciso Kerensky no era ya un accidente. Tanto demcratas como diversos matices han gobernado durante gran cantidad de aos en Alemania y en Austria. Todos se han dejado desapa- recer de la escena poltica sin resistencia. Por supuesto, puede decirse que la debilidad de Scheidemann, Ebert 3 y otros era un accidente histri- co. Pero por qu entonces se ha dejado a esa gente tener el rol de jefes de la democracia? No estamos entonces autorizados a concluir que una democracia histricamente retrasada, desgarrada por contradicciones internas y condenada a una muerte histrica, solo puede encontrar para dirigir a gente desprovista de ideas claras y de voluntad firme? Y an, no 309 GUERRAY PAZ 1 Mayo de 1940 Len Trotsky Reproduzco, para comenzar, un artculo publicado por primera vez en mayo de 1929, esto es, algunas semanas despus de mi deportacin a Turqua 2 . Servir de alguna manera como introduccin a otros tantos art- culos, dando una perspectiva de desarrollo de conjunto. Once aos de prue- ba seria han pasado desde entonces. Este artculo fue impreso en la revista norteamericana The New Republic antes que sus redactores hayan recibido la revelacin del visto bueno del Kremlin. Los editores haban adjunta- do a mi artculo sus propios comentarios, los que revisten hoy, once aos despus, un inters especial. Mi principal debilidad, segn la redaccin, consista en un marxismo rgido que me impeda penetrar o captar la visin realista de la historia. El signo ms notorio de mi falta de visin realista de la historia se manifestaba en mi apreciacin en cuanto a la democracia formal, es decir al rgimen parlamentario, el cual, deca yo en aquel artculo, haba entrado por primera vez en conflicto con el desarrollo UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en Lon Trotsky uvres N 23, Institut Lon Trotsky, Francia, 1986. Fue traducido del ingls al francs del volumen 12 suplemento de los Writings. Una copia de las notas incompletas redactadas en ruso fue encontrada por los editores de Writings en los archivos de Cannon en la Biblioteca de Historia Social de Nueva York. Se trataba del prefacio de un libro cuyo ttulo sera Guerra y paz. Iba a tener los siguientes artculos: La democracia parlamentaria tomar el lugar de los soviets? (25 de febrero de 1929); El desarme de Estados Unidos y de Europa (4 de octubre de 1929) -que Trotsky finalmente decidi retirar del conjunto-; Qu es el nacional socialismo? (10 de junio de 1933); En el umbral de una nueva guerra mundial (9 de agos- to de 1937); El derrotista totalitario del Kremlin (12 de septiembre de 1938); Slo la revolucin puede terminar la guerra (18 de marzo de 1939); El enigma de la URSS (21 de junio de 1939); El Kremlin en la poltica mundial (1 de julio de 1939); EE.UU. parti- cipar en la guerra (1 de octubre de 1939); Los astros gemelos, Hitler-Stalin (4 de diciem- bre de 1939). Estas informaciones fueron suministradas por George Breitman. La mayora de estos textos se encuentran en Escritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIPLen Trotsky, Bs. As., 2000. 2. El artculo del 25 de febrero de 1929 se public en The New Republic del 22 de mayo de 1929 con el ttulo Which way, Russia?. 3. Scheidemann, Philipp (1865-1939): socialdemcrata mayoritario, social chauvi- nista durante la guerra, haba sido jefe del gobierno alemn tras la eleccin presidencial de Ebert, Friedrich (1871-1925): secretario del partido y dirigente de su aparato, quien haba dirigido la represin contra los revolucionarios alemanes, en alianza con el estado mayor, en 1918-1919. GUERRA Y REVOLUCIN de todo pronstico poltico. La realidad es infinitamente ms rica en recur- sos, variantes y combinaciones que cualquier imaginacin. Que la guerra empezara por un reparto de Polonia entre Alemania y la URSS, no lo habamos vaticinado. Quizs un anlisis ms atento y detallado nos habra advertido tambin esa posibilidad. Pero cuando todo est hecho y dicho, el reparto de Polonia no es ms que un episodio. Un pronstico es vlido, no en la medida en que expresa o encuentra una confirmacin fotogrfica exacta de los desarrollos ulteriores, sino ms bien si nos ayuda a orientarnos en el curso real de los acontecimientos, al pro- yectar frente a nosotros los factores histricos. Nos parece, desde ese punto de vista, que los artculos reunidos en este volumen, han pasado victoriosa- mente esa prueba. El autor se siente en el derecho de agregar que [pueden ser todava tiles] incluso hoy, al aclarar el presente a la luz del pasado. Los acontecimientos se desarrollan a un ritmo tal que ciertas predic- ciones se realizan o se confirman mucho ms rpido de lo que se poda suponer. As, cuando hablbamos en una entrevista (Con el St. Louis Post Dispatch, el 14 de febrero de 1940) de la inevitable intervencin de EE.UU. en la guerra, fue considerado como una hereja que fue rechaza- da por todos los partidos y por todos los matices de opinin de partido en EE.UU. Hace slo un mes de esto, hoy, en el momento en que escribimos estas lneas, la prensa norteamericana, comentando la invasin a Escandinavia por los alemanes, dice que una intervencin de EE.UU. es perfectamente posible el ao que viene. El 9 de marzo de 1939, Chamberlain asegur a los corresponsales extranjeros que la situacin internacional se haba mejorado, que exista un enfriamiento en las relaciones anglo-alemanas y que el desarme poda estar a la orden del da. Seis das ms tarde, el ejrcito alemn ocupaba Checoslovaquia. En 1937, Roosevelt proclam la neutralidad; sin prever en absoluto que esa doctrina era incompatible con la postura global de EE.UU. Se podran citar indefinidamente ejemplos semejantes. Se puede casi decir que es una ley que los puestos de direccin en las democracias con- temporneas estn ocupados nicamente por hombres que, durante aos, no han hecho ms que demostrar que no pueden orientarse en la situacin actual y que no pueden prever nada. En junio de 1939, tuve una conversacin con un grupo de turistas nor- teamericanos sobre cuestiones de poltica mundial. La conversacin trata- ba de la Feria Internacional de Nueva York. Esta exposicin es, sin nin- guna duda, un magnfico triunfo del genio humano. Pero cuando a aque- llo se lo llam el mundo del maana se le dio un nombre unilateral -al menos. El mundo del maana aparecer en forma diferente. Para dar una imagen verdadera del mundo del maana, se necesitaran bombarderos 311 310 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... estamos justificados al afirmar que, independientemente de sus rasgos personales de carcter, los dirigentes de la democracia formal en tiempos de crisis pierden su sangre fra bajo la presin de las contradicciones his- tricas y abandonan sus posiciones sin combatir? Si ese tipo de accidente histrico se repite en varias ocasiones dentro de estados de nivel de des- arrollo variado, tenemos entonces el derecho de concluir que no son excepciones histricas las que estn a la vista, sino ejemplos de una ley histrica general. La prueba ms reciente de esta ley ha sido el destino de la repblica espaola. Por supuesto que se puede decir que los caracteres individuales de Zamora, Azaa, Caballero 4 y otros constituan su desgraciado destino per- sonal, y en ese sentido, un accidente histrico. Pero no era un acciden- te que fueran precisamente ellos quienes asumieran la direccin de esta democracia tarda decadente y que, a pesar de haber peleado esta vez, entregaran todas sus posiciones a una pandilla de generales sin valor. Por lo tanto, me permitira pensar que un esquema mecnico no es malo si permite prever grandes acontecimientos. Se ha vuelto habitual en la prensa burguesa del mundo de hoy descri- bir [la situacin actual] como el producto de la nefasta voluntad de un solo hombre. La iniciativa de este concepto se remite a Francia. No es real- mente por la voluntad de un solo hombre, de un nico loco, que Europa y la humanidad entera van a ser nuevamente sumergidas en el abismo de la guerra?. Luego la idea cruz hasta Inglaterra y a Estados Unidos. La his- toria sostiene que el mundo entero vive generalmente en el marco flore- ciente de relaciones fraternas y pacficas. Pero en algn lado aparece un dictador y ese nico hombre es capaz de hundir al mundo entero, con sus millones de habitantes, en la guerra. Es la misma idea que The New Republic elabor para Kerensky y la revolucin de Octubre. All el pro- blema era que una persona dbil haba asumido la direccin de la demo- cracia, y no supo cmo impedir que hombres fuertes tiraran abajo la democracia y la reemplazaran por una dictadura. Ahora, la desgracia es que hay en Alemania, en el poder, un hombre fuerte que trastorna la paz que aman las democracias ms poderosas. Lo que sucedi no es, ni de lejos, lo que se previ en esos artculos. Y lo que estos previeron est muy lejos de haberse producido. Es la suerte 4. Las tres personalidades aqu citadas encarnan corrientes polticas de Espaa. Zamora y Torres, Niceto Alcal (1877-1949): gran propietario, monrquico moderado, se haba unido a la repblica, y haba sido electo presidente en 1931; fue destituido por las Cortes, con mayora del Frente Popular en 1936. En poltica, el mtodo cientfico no puede asegurar la victoria en todos los casos. Pero, por otra parte, la brujera da en ciertos casos una victoria cuando se apoya en alineamientos objetivos y en las tendencias generales del desarrollo. Hay gente que se considera instruida pero que se permite emitir juicios escuetos como la revolucin de Octubre fue un fracaso. Qu hay de la revolucin francesa? Termin en la restauracin, aunque episdica, de los Borbones. Y la guerra civil en EE.UU.? Condujo al reinado de las Sesenta Familias 5 . Y toda la historia humana en general? Hasta hoy, con- dujo a la segunda guerra imperialista que amenaza a toda nuestra civiliza- cin. En estas condiciones, es imposible no decir que toda la historia ha sido slo error y fracaso. Finalmente, qu hay de los mismos seres huma- nos -no un pequeo factor en la historia? No habra que decir acaso que ese producto de una evolucin biolgica prolongada es un fracaso? Por supuesto que a nadie le est prohibido hacer semejantes observaciones generales. Pero stas provienen de la experiencia individual de los merca- deres o de la teosofa, y no se aplican al proceso histrico de conjunto o a todas sus etapas, sus captulos principales o sus episodios. 313 sobrevolando todo y soltando sus cargas a centenas de kilmetros alrede- dor. La presencia del genio humano frente a la barbarie aterradora: esa es la imagen del mundo del maana. All tambin nuestro esquema rgido se revel certero. Lo importante en el pensamiento cientfico, sobretodo en las comple- jas cuestiones de poltica e historia, es distinguir lo fundamental de lo secundario, lo esencial de lo accidental, es prever el movimiento de los factores esenciales del desarrollo. Para esa gente cuyo pensamiento no va ms all de hoy para el da siguiente, para aquellos que buscan tranquili- zarse con todo tipo de hechos episdicos sin conectarlos con el todo, el pensamiento cientfico que parte de factores fundamentales parece dog- mtico: en poltica, se encuentra esta paradoja en todo momento. Si el autor ha vaticinado correctamente una cierta cantidad de cosas, esto no debe atribursele slo a l, sino al mtodo por l aplicado. En los dems mbitos, la gente -o al menos aquellos que estn especialmente bien formados- considera como esencial la aplicacin de un mtodo definido. Esto es diferente en materia poltica. All domina la brujera. Gente con educacin superior cree que, para una operacin poltica, basta la capaci- dad de observacin, la ojeada, una cierta dosis de sutileza y el sentido comn. La ilusin de la libre voluntad engendra lo arbitrario subjetivo. En Norteamrica, se tiene a menudo la concepcin del hombre poltico como un ingeniero que toma materias primas y construye en funcin de sus planes. No hay nada ms ingenuo y vaco que esto. Sin embargo, como en toda filosofa, incluyendo la filosofa de la historia, existe una manera acer- tada de concebir las relaciones recprocas entre lo subjetivo y lo objetivo. En ltima instancia, los factores objetivos prevalecen siempre sobre lo sub- jetivo. Por eso, una poltica acertada comienza siempre con un anlisis del mundo real y un anlisis de las tendencias que lo atraviesan. Solo as se puede llegar a una prediccin cientfica correcta en un proceso sobre la base de esta prediccin. Cualquier otro enfoque provendra de la brujera. Ahora bien, gente dotada de una mente vulgar, podra hacer alusin a la derrota de la corriente poltica a la que perteneca y pertenece el autor de este libro. Cmo es posible que el empirista Stalin haya vencido a la fraccin que segua un mtodo cientfico? Esto no quiere decir acaso que el sentido comn es superior al doctrinarismo? Todo brujo posee cierto porcentaje de enfermos que se curan. Y todo doctor, un porcentaje de enfermos que se mueren. Apartir de esto, algunos tienden a preferir la bru- jera y no la medicina. Pero en realidad, la ciencia puede demostrar que en un caso, el enfermo se cur a pesar de la intervencin del brujo y que en otro caso, muri porque la ciencia mdica, al menos en su fase actual, no poda vencer efectivamente a las fuerzas de destruccin del organismo; en los dos casos, se puede determinar correctamente la relacin entre lo obje- tivo y lo subjetivo. 312 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 5. La expresin se hizo conocida por un libro que haba apasionado a Trotsky Americas Sixty Families (Las sesenta familias de Norteamrica) de Ferdinand Lundberg, un estudio de la oligarqua capitalista en EE.UU., aparecido en 1937. puede salvar del fascismo. Slo se la puede reemplazar por la democra- cia proletaria. Si la clase obrera ligara su suerte en esta guerra a la de la democracia imperialista, ello slo le acarreara una nueva serie de derrotas. Por la causa de la victoria Inglaterra ya se ha visto obligada a intro- ducir mtodos dictatoriales, cuyo requisito bsico fue la renuncia del Partido Laborista a toda poltica independiente. Si el proletariado interna- cional, a travs de todas sus organizaciones y tendencias, toma por el mismo camino, se facilitar y apresurar la victoria a escala mundial del rgimen totalitario. Con un proletariado mundial que renuncia a una pol- tica independiente, una alianza entre la Unin Sovitica y las democracias imperialistas significara el aumento de la omnipotencia de la burocracia de Mosc, su posterior transformacin en una agencia del imperialismo y el inevitable otorgamiento de concesiones al imperialismo en la esfera econmica. Seguramente, la posicin militar de los distintos pases impe- rialistas en la arena mundial cambiara consecuentemente; pero la situa- cin del proletariado internacional, desde el punto de vista de las tareas de la revolucin socialista, cambiara muy poco. Para crear una situacin revolucionaria, dicen los sofistas del socialpa- triotismo, es necesario asestarle un golpe a Hitler. Para obtener una victo- ria sobre Hitler, es necesario apoyar a las democracias imperialistas. Pero si por salvar a las democracias el proletariado renuncia a una poltica revolucionaria independiente, quin utilizar la situacin revolucionaria que surgir de la derrota de Hitler? No han faltado situaciones revolucio- narias en el ltimo cuarto de siglo. Pero falt un partido revolucionario capaz de utilizar esas situaciones revolucionarias. Renunciar a preparar un partido revolucionario en razn de la necesidad de provocar una situacin revolucionaria es conducir vendados a una masacre a los trabajadores. Desde el punto de vista de una revolucin en el propio pas, la derrota del propio gobierno imperialista es indudablemente un mal menor. Los seudo internacionalistas, sin embargo, se niegan a aplicar este principio a los pases democrticos derrotados. En cambio, interpretan la victoria de Hitler, no como un obstculo relativo, sino como uno absoluto en la mar- cha de la revolucin en Alemania. Mienten en ambos casos. En los pases derrotados la posicin de las masas empeorar extrema- damente en forma inmediata. Sumada a la opresin social est la opresin nacional, cuya carga principal tambin la sobrellevan los trabajadores. De todas las formas de dictadura, la totalitaria de un conquistador extranjero es la ms intolerable. Al mismo tiempo, en la medida en que los nazis tra- ten de utilizar los recursos naturales y la maquinaria industrial de las naciones que derrotaron, dependern inevitablemente de los trabajadores y campesinos nativos. Es slo despus de la victoria cuando las dificulta- des econmicas siempre comienzan realmente. Es imposible apostar un soldado con un rifle para cada obrero y campesino polaco, noruego, dans, 315 NO CAMBIAMOS NUESTRO RUMBO 1 30 de junio de 1940 Len Trotsky Siguiendo a una cantidad de pequeos estados europeos, Francia se est convirtiendo en una nacin oprimida. El imperialismo alemn se elev a alturas militares sin precedentes, con las consiguientes posibilida- des de practicar un pillaje mundial. Qu sigue despus? De parte de todas las clases de seminternacionalistas 2 se puede esperar aproximadamente la siguiente lnea argumental: es imposible que haya levantamientos exitosos en los pases conquistados por la bota nazi, por- que todo movimiento revolucionario ser ahogado inmediatamente en sangre por los conquistadores. Hay incluso menos posibilidad de un levantamiento exitoso en el campo de los vencedores totalitarios. Slo se podran crear condiciones favorables para la revolucin con la derrota de Hitler y Mussolini. Por eso, lo nico que resta es apoyar a Inglaterra y Estados Unidos. Si la Unin Sovitica se uniera a nosotros sera posible no slo detener los xitos militares de los alemanes, sino asestarles fuer- tes derrotas militares y econmicas. El desarrollo ulterior de la revolucin slo ser posible de esta forma. Etctera, etctera. Esta argumentacin, que superficialmente parece inspirada por el nuevo mapa de Europa, es en realidad slo una adaptacin de los viejos argu- mentos del socialpatriotismo, es decir, de la traicin de clase. La victoria de Hitler sobre Francia revel completamente la corrupcin de la demo- cracia imperialista, incluso en la esfera de sus propias tareas. No se la UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Tomado de la versin publicada en Escritos de Len Trotsky, CD del CEIP Len Trostsky, Bs. As., 2000, Libro 6. Fue publicado en Socialist Appeal, 6 de julio de 1940, donde fue titulado Despus de la conquista de Francia por parte de Hitler, qu sigue? y firmado L. Lund. 2. Entre seminternacionalistas sealados por Trotsky, se puede pensar que se trataba especialmente de Marceau Pivert, que iba a dirigirse al gral. De Gaulle para pedirle el lan- zamiento de folletos sobre Francia. 317 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... holands, belga. El nacionalsocialismo carece de receta para transformar de enemigos en amigos a los pueblos derrotados. La experiencia de los alemanes en Ucrania en 1918 demostr qu dif- cil es utilizar con mtodos militares la riqueza natural y la fuerza de tra- bajo de un pueblo derrotado; y qu rpido se desmoraliza un ejrcito de ocupacin en una atmsfera de hostilidad universal. Estos mismos proce- sos se desarrollarn en mucho mayor escala en el continente europeo bajo la ocupacin nazi. Se puede esperar, sin duda, la rpida transformacin de todos los pases conquistados en verdaderos polvorines. El peligro est en que las explosiones ocurran demasiado pronto, sin la suficiente prepara- cin, y conduzcan a derrotas aisladas. Es imposible, sin embargo, hablar de la revolucin europea y mundial sin tener en cuenta la posibilidad de derrotas parciales. Hitler, el conquistador, naturalmente acaricia la quimera de convertir- se en el principal verdugo de la revolucin proletaria en cualquier parte de Europa. Pero esto no significa en absoluto que Hitler ser tan fuerte para vrselas con la revolucin proletaria como lo ha sido para enfrentar a la democracia imperialista. Sera un error fatal, indigno de un partido revo- lucionario, hacer de Hitler un fetiche, exagerar su fuerza, pasar por alto los lmites objetivos de sus xitos y conquistas. Cierto es que Hitler promete jactanciosamente establecer la dominacin del pueblo alemn a expensas de toda Europa e incluso del mundo entero por mil aos. Pero, con toda seguridad, este esplendor no durar siquiera diez aos. Debemos aprender de las lecciones del pasado reciente. Hace veintids aos no slo los pases derrotados sino tambin los vencedores salieron de la guerra con su economa desbaratada y pudieron advertir lentamente (en algunos casos no lo advirtieron para nada) las ventajas econmicas que reportaba la victoria. Por eso, el movimiento revolucionario tambin asu- mi enormes proporciones en los pases de la Entente victoriosa. Lo nico que falt fue un partido revolucionario capaz de encabezar el movimiento. El carcter totalizador de la actual guerra excluye la posibilidad de un enriquecimiento directo a expensas de los pases derrotados. Incluso en el caso de una victoria completa sobre Inglaterra, Alemania, para mantener sus conquistas se vera obligada en los prximos aos a soportar sacrificios econmicos de tal magnitud que sobrepasaran las ventajas que pudieran derivarse directamente de sus victorias. Las condiciones de vida de las masas alemanas deben, de todas maneras, empeorar considerablemente en el prximo perodo. Milln tras milln de soldados victoriosos encontrarn al volver a su patria un hogar aun ms pobre que aqul del cual fueron arrancados por la guerra. Una victoria que disminuye el nivel de vida de la gente no refuerza un rgimen sino que lo debilita. La confianza en s mis- mos de los soldados desmovilizados que vienen de apuntarse las ms gran- des victorias aumentar al extremo. Sus esperanzas traicionadas se conver- 316 GUERRA Y REVOLUCIN tirn en agudo descontento y amargura. A su vez, la casta de los Camisas Pardas 3 se elevar aun ms por sobre la gente; su gobierno, desenfrenado y arbitrario, provocar aun mayor hostilidad. En la ltima dcada el pndulo poltico de Alemania se ha movido, como consecuencia de la impotencia de la trasnochada democracia y la traicin de los partidos obreros, acentuadamente hacia la derecha; luego, como resultado de la desilusin por las consecuencias de la guerra y del rgimen nazi, el pndulo se desplazar aun ms acentuadamente hacia la izquierda. Insatisfaccin, alarma, protestas, huelgas, choques armados estarn nuevamente a la orden del da en el pas. Hitler tendr demasiadas preocupaciones en Berln para poder cumplir exitosamente el papel de verdugo en Pars, Bruselas y Londres. Por lo tanto, la tarea del proletariado revolucionario no consiste en ayudar a los ejrcitos imperialistas a crear una situacin revolucionaria sino en preparar, fundir y templar sus filas internacionales para situacio- nes revolucionarias que no faltarn. El nuevo mapa blico de Europa no invalida los principios de la lucha de clases revolucionaria. La Cuarta Internacional no cambia su rumbo. 3. A quin se refiere Trotsky? No pueden ser camisas pardas que eran las SA deca- pitadas en 1934 ni tampoco a las SS de uniforme negro, en todo caso puede ser a las unida- des llamadas de elite, los cuerpos pretorianos.(Nota de Escritos) de nuestra propaganda. Es importante, por supuesto, explicar a los obre- ros avanzados que la lucha genuina contra el fascismo es la revolucin socialista. Pero es ms urgente, ms imperativo, explicarles a los millones de obreros yanquis que la defensa de su democracia no puede quedar en manos de un mariscal Ptain yanqui, y hay muchos candidatos para ese papel. El artculo de Carl OShea 3 en el Socialist Appeal del 10 de agosto es muy bueno. Podemos, de esta forma, desarrollar una campaa muy efec- tiva contra William Green y contra J ohn L. Lewis, quienes rechazan ter- minantemente la conscripcin apoyando un ejrcito esclavo voluntario. El Instituto de la Opinin Pblica estableci que ms del setenta por ciento de los trabajadores estn a favor de la conscripcin. Es un hecho de tremenda importancia! Los trabajadores toman seriamente todas las cuestiones. Si la patria debe ser defendida, entonces la defensa no puede abandonarse a la voluntad arbitraria de los individuos. Debera tratarse de una actitud comn. Esta concepcin realista muestra cunta razn tena- mos al rechazar de antemano al pacifista puramente negativo o las actitu- des semipacifistas. Nos colocamos en el mismo terreno que el setenta por ciento de los trabajadores -contra Green y Lewis- y en base a esta premi- sa comenzamos a desarrollar una campaa con el fin de enfrentar a los tra- bajadores con sus explotadores en el campo militar. Ustedes, trabajadores, quieren defender y mejorar la democracia. Nosotros, miembros de la Cuarta Internacional, queremos ir ms all. Sin embargo, estamos listos para defender la democracia con ustedes, slo con la condicin de que sea una defensa real y no una traicin a la manera de Ptain. Por este camino estoy seguro de que podemos progresar. Fraternalmente, L. Trotsky 319 COMBATIR EL PACIFISMO 1 13 de agosto de 1940 Queridos amigos: En mi opinin, deberamos fortalecer y profundizar nuestra campaa contra las tendencias pacifistas, los prejuicios y falsedades. Los liberales y los demcratas dicen: Debemos ayudar a las demo- cracias con todos los medios, excepto una intervencin militar directa en Europa. Por qu esta estpida e hipcrita limitacin? Si se debe defen- der la democracia, hay que hacerlo tambin en suelo europeo, lo mejor posible, ya que sta es la mejor forma de defender la democracia en Norteamrica. Ayudar a Inglaterra -aplastando a Hitler- por todos los medios, incluyendo la intervencin militar, significara la mejor forma de defender la democracia norteamericana. La limitacin puramente geo- grfica no tiene sentido poltico ni militar. Lo que a los trabajadores les parece que vale la pena defender nosotros estamos listos para defenderlo con medios militares, en Europa o en Estados Unidos. Es la nica posibi- lidad que tenemos de asegurar la defensa de las libertades civiles y otras cosas buenas que existen en Norteamrica. Pero nos rehusamos categricamente a defender las libertades civiles y la democracia a la manera francesa; los trabajadores y campesinos dan su sangre y su carne mientras que los capitalistas concentran el mando en sus manos 2 . El experimento de Ptain* debera convertirse ahora en el eje UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 3. Carl OShea era el seudnimo de Carlos Hudson*. 1. Tomado de la versin publicada en Escritos de Len Trotsky, CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000, Libro 6. Fue publicado enFourth International, octubre de 1940. Se trata de una carta a J . Cannon. Hemos cambiado el ttulo de los Escritos Cmo defender la democracia por el utilizado en las uvres N 24 del Institut Lon Trotsky, ya que nos ha parecido ms adecuado. 2. Todas las libertades civiles haban sido suspendidas en Francia desde la guerra, inclu- so la legislacin de proteccin del trabajo. Al mismo tiempo, los jefes militares accedan al gobierno: el mariscal Ptain y el general de brigada a ttulo temporario, Charles de Gaulle, eran dos miembros del gabinete de Paul Reynaud, formado para hacer frente a la ofensiva alemana.... y dej el lugar al gobierno de Ptain. PARTE III NO CAMBIAMOS NUESTRO RUMBO MANIFIESTO: FRANCIA BAJO HITLER Y PETAIN 1 Noviembre de 1940 Comit Ejecutivo de la IV Internacional en Nueva York La IV Internacional, partido mundial de la revolucin socialista, se ha dirigido a los trabajadores en el pasado mes de mayo a travs de un mani- fiesto en el que expona las causas de la guerra e indicaba las tareas de la clase obrera frente a la catstrofe 2 . A partir de entonces, sucedi la cada militar de Francia, y la burgue- sa francesa ha abandonado el campo de las democracias para colaborar con Hitler en la reconstruccin de Europa. Frente a estos acontecimien- tos, la IV Internacional puede decir con confianza que los hechos han con- firmado su anlisis sobre la presente guerra imperialista, han justificado su crtica a los dirigentes traidores a la clase obrera, han dado nueva fuerza a nuestro programa de revolucin socialista. Las causas de la derrota francesa La cada militar de Francia no es un accidente tcnico sino la ms clara expresin de la decadencia de la burguesa francesa en Francia. Toda la estrategia del estado mayor francs estaba basada en la pasivi- dad y la espera. Su plan de guerra era ganar tiempo (en realidad, per- derlo), lleno de confianza ciega detrs de la lnea Maginot 3 , gigantesca proyeccin del sistema de trincheras de 1914-1918. 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en R. Prager compilador, Les Congrs de la Quatrime Internationale, ed. La Brche, Francia, 1981, Tomo 2, pg. 35. Fue publicado en Fourth International, volumen 1, N 7, diciembre de 1940. Tambin publicado en La Vrit, n 1, abril de 1941 (edicin norteamericana). Fue escrito por J . van Heijenoort. 2. Se refiere al Manifiesto de la IV sobre la guerra imperialista y la revolucin prole- taria mundial, adoptado en la Conferencia extraordinaria de la IV Internacional de mayo de 1940, ver en esta compilacin. 3. Lnea Maginot: conjunto de fortificaciones, construida antes de la Segunda Guerra Mundial en la frontera franco alemana del lado francs, a iniciativa del entonces Ministro de Defensa, Andr Maginot. 325 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 324 Los responsables del avance fascista Los combates callejeros y las manifestaciones de febrero de 1934 mar- caron la proximidad de una crisis revolucionaria, la polarizacin del pas en dos campos opuestos, fascista y revolucionario. La descomposicin de la democracia burguesa no era ms que el producto de la decadencia gene- ral del Imperio francs, acelerada por la gran crisis econmica. Esta deca- dencia de la democracia burguesa encontr su expresin en la disgrega- cin de su partido tradicional, el radicalsocialista. En junio de 1936, el proletariado francs ocup las fbricas, poniendo al pas en el umbral de una situacin revolucionaria. La revolucin socialista era la nica va a travs de la cual el pas hubiera podido salir del estancamiento. Pero el movimiento de los obreros franceses fue estrangulado por el aparato de sus propias organizaciones. Los dirigentes traidores (J ouhaux, Blum, Thorez*) hicieron todo lo que pudieron para mantener a los obreros enca- denados al carro de la corrupta democracia parlamentaria, en nombre de la patria y de la democracia. La revolucin proletaria en Francia hubiera abierto un nuevo futuro para el pas. Una Francia sovitica hubiera quebrado inmediatamente a los regmenes fascistas y cambiado la faz de Europa. La defensa de la patria por los dirigentes de los partidos obreros, paraliz a los trabajadores en su lucha por la emancipacin, pero no pudo impedir el triunfo de Hitler. La defensa de la democracia burguesa impidi la creacin de la democra- cia sovitica proletaria, pero no pudo detener el arribo de la dictadura bonapartista de Ptain*. El anti fascismo hueco del Frente Popular estrangul de esta manera a la revolucin proletaria, y llev al triunfo del fascismo en toda Europa. Si los pueblos de Europa tuvieron que entrar en una nueva masacre, si el fascismo avanza a travs de todo el continente, la responsabilidad direc- ta recae sobre la direccin de las organizaciones oficiales del proletariado: el Partido Socialista, el Partido Comunista, la CGT. La IV Internacional debe explicar pacientemente a los obreros las lecciones de los ltimos aos a la luz de los recientes acontecimientos, desenmascarar el rol trai- dor de los dirigentes socialistas y stalinistas y ganar al proletariado para el bolchevismo. El gobierno de Ptain En el momento de la insurreccin fascista del 6 de febrero de 1934, los campeones de la democracia, Daladier y sus amigos no encontraron nin- En el terreno diplomtico, la poltica de expectativa y de retirada encontr su culminacin en la incapacidad de Francia de mantener en su rbita a la pequea Blgica, su aliada en la Primera Guerra Mundial, y de preparar con ella un sistema comn de defensa. Antes de la derrota, el mundo supo de las luchas intestinas en el seno del gobierno francs, en particular, entre Daladier y Reynaud, claro snto- ma de la decadencia de la democracia, impotente hasta para producir un nuevo Clemenceau y paralizada por querellas bizantinas. La actitud de la burguesa francesa y de su estado mayor, luego que los alemanes atravesaran el frente en Sedn, confirma enteramente nuestro anlisis, cuando declarbamos en el Manifiesto de mayo ltimo: La bur- guesa no defiende nunca la patria por la patria misma. Defiende la pro- piedad, los privilegios, las ganancias. Cuando estos valores sagrados corren peligro, la burguesa entra inmediatamente en el camino del derro- tismo... Para salvar sus capitales, la burguesa espaola se dirigi a Mussolini y a Hitler a fin de obtener de ellos una ayuda militar contra su propio pueblo. La burguesa noruega ayuda a Hitler a invadir Noruega. Siempre fue as y siempre lo ser. Despus de la penetracin alemana en el norte, la situacin militar no hubiera sido para nada desesperante si la burguesa francesa y su estado mayor hubieran estado listos para movilizar todos los recursos del pas. Pero la burguesa y sus generales sintieron, como lo afirma claramente Weygand, que poda surgir lo que haba surgido ya en Rusia en 1917... Esto no ocu- rrir, dice Weygand. Antes de dejar abierta la posibilidad al proletariado de arribar al poder, la clase dirigente francesa prefiri capitular ante Hitler. La trayectoria del imperialismo francs ha ido constantemente en des- censo desde la victoria de 1918. La situacin en Europa y en el mundo que le haba creado el tratado de Versalles era extremadamente despro- porcionada a su fuerza econmica real. Francia poda aportar a sus vasa- llos polticos de Europa (Pequea alianza, pases balcnicos) una ayuda financiera, pero era incapaz de hacer de ellos clientes de su industria, la que no poda rivalizar con xito con Alemania, Inglaterra o EE.UU. El inmenso imperio colonial francs estaba tambin por debajo de las fuer- zas del aparato industrial de la metrpoli. La burguesa francesa somete a las colonias a una explotacin feroz, pero relativamente poco productiva, porque es muy atrasada en cuanto a sus mtodos econmicos. Antes de la guerra de 1914-1918, el desarrollo del capitalismo francs estaba ya notablemente ms retrasado que el de Alemania y de Inglaterra, para no hablar del de EE.UU. La victoria militar de 1918 fue incapaz de insuflar una nueva vida a esta economa relativamente atrasada, pero, por el contrario, engendr muchas ilusiones y dio la impresin de fuerza, en donde no haba ms que estancamiento y decadencia. en todas partes, en nombre del inters nacional, la lucha del proletaria- do por su emancipacin. Ella persigue a los revolucionarios por su derro- tismo y los denuncia como agentes del enemigo. La experiencia de Francia muestra una vez ms que las consideraciones nacionales sirven solamente para enmascarar los intereses de la burguesa, que siempre est dispuesta a cambiar de campo cuando se trata de salvaguardar sus privile- gios. Los obreros pueden recordar esta leccin que la burguesa le ha dado una vez ms! La paz hitleriana Hitler no ha logrado an invadir Inglaterra. La aviacin no puede deci- dir nada sin un avance territorial de los ejrcitos. Pero esto no es tan sim- ple. La guerra contina y puede prolongarse. Como una espiral, se extien- de de continente en continente y maana habr invadido todo el globo. El armisticio de Rethondes no proteger a Francia de las vicisitudes milita- res de la guerra, que contina. Laval espera que Inglaterra sea aplastada pronto y ya ve a la burguesa francesa colaborando con Hitler en la reconstruccin de Europa. An en el caso de una victoria alemana, es dudoso que Hitler pueda reconstruir mucho en Europa y es ms dudoso an que Francia tome una gran parte en esta tarea. Goebbels declar recientemente a los miembros de la Juventud hitleriana que luego de la victoria, ellos recordaran la guerra como la edad de oro. Se le puede creer. Antes de la guerra, la economa europea haba per- dido el equilibrio luego de la gran crisis de 1929, y no haba podido encon- trar un cierto alivio a sus males ms que en una grandiosa produccin de armamentos. Despus de la guerra, todas las desproporciones de una econo- ma enferma se revelarn en el gran da, para no hablar de las luchas nacio- nales y sociales. Esto es lo que la organizacin de Europa de Hitler, en colaboracin con Laval nos reserva: tiempos peores que los de la guerra! La lucha por la democracia bajo la bandera de Inglaterra (y de EE.UU.) no conducir a una situacin sensiblemente diferente. El gral. De Gaulle* lucha contra la servidumbre a la cabeza de los gobernadores coloniales, es decir, de los amos esclavistas. En sus llamados, este jefe emplea, al igual que Ptain, el nos real. La defensa de la democracia est en bue- nas manos! Si Inglaterra pudiese instalar maana un De Gaulle en Francia, su rgimen no se diferenciara en nada del gobierno bonapartista de Ptain. Churchill se neg recientemente a discutir el rgimen de Europa des- pus de una victoria britnica. No tiene nada que proponer. La solucin imperialista propuesta en 1919 condujo a una nueva catstrofe veinte aos ms tarde. Ni Hitler ni Churchill pueden regenerar el capitalismo. Todo el sistema es el que est en un callejn sin salida. 327 guna otra cosa en su arsenal ms que la huida. En su lugar surgi el gobierno del senil Doumerge 4 , listo para reemplazar el mecanismo parla- mentario por la polica y el ejrcito. Despus de la cada militar de mayo ltimo, los valientes defensores de la democracia, incluido Daladier 5 , huyeron como ratas a Espaa o a Marruecos, sin ideas, sin perspectivas, sin programa. El rpido avance de las tropas alemanas haba roto todo el sistema administrativo. El nico grupo que presentaba una cierta estabilidad relativa, era la cpula del ejr- cito. Los polticos anglfobos se reunieron a su alrededor. La combinacin fue coronada por el octogenario Ptain. Los nuevos Bonapartes no tuvie- ron ni siquiera que emplear el can contra el parlamento, quien decidi por s mismo desaparecer. El ejrcito alemn ocup toda la parte de Francia que tena alguna importancia militar o econmica. Hitler esperaba ahora terminar rpida- mente con Inglaterra. Dej a Ptain al cuidado de millones de refugiados. Un gobierno nacional francs, por ms dcil que fuese, poda disminuir los problemas de la invasin. Finalmente, su existencia poda impedir el pasaje inmediato de la flota y de las colonias al campo ingls. El equipo PtainLaval* se prest dcilmente a la maniobra. Los objetivos de guerra de Francia haban sido la liberacin de Checoslovaquia, la defensa de Polonia, la destruccin del nazismo y el restablecimiento de una Europa libre. Es en nombre de esta empresa democrtica y humanitaria que la burguesa (ayudada por sus agentes en el campo obrero) empuj a los obreros y campesinos franceses al campo de batalla. Luego de la derrota, la burguesa descubre de pronto que no vale la pena luchar por la democracia, porque esta se muere en todo el mundo. Laval firma un pacto con Hitler para participar en la reconstruc- cin de Europa. Y como Hitler no rechaza a los que se arrastran por el piso frente a l, un portavoz de la burguesa francesa habla de su indis- cutible grandeza. Ayer, la burguesa francesa quera liberar a Checoslovaquia, hoy no quiere ms que liberarse a s misma. Se pasa al campo del enemigo hereditario y acorrala a los que quieren ayudar a su aliado de ayer. De un da para otro, lo nacional se vuelve anti nacio- nal y viceversa. Esta es una gran leccin para los trabajadores de Francia y de todo el mundo. La burguesa (y sus agentes en el campo obrero) frena siempre y 326 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. Doumergue Gaston (1863-1937): diputado y ministro radical, presidente de la rep- blica en 1924, se retir en 1931. En febrero de 1934. despus del intento de golpe fascista, reemplaz a Daladier como premier, prometiendo un gobierno "fuerte" y una reforma cons- titucional que restringira las libertades democrticas. Su gobierno cay en noviembre de 1934, cuando perdi la confianza de los radicales. 5. De regreso en Francia, Daladier fue citado en la Corte de Riom en febrero de 1942. La vida se vuelve cada vez ms cara. Maana, puede sobrevenir la inflacin. Aqu tambin son los obreros los que estarn ms golpeados. Su lucha por el salario ser en vano si no saben ligar sus reivindicaciones al ascenso del costo de vida. Frente a las dificultades econmicas y la amenaza de hambruna, la reglamentacin y el control son necesarios. Las medidas burocrticas tomadas por el gobierno son estriles o estn hechas para beneficio de un puado de capitalistas y en detrimento de las amplias capas de la pobla- cin trabajadora. Ptain est listo para reglamentar la produccin de las diferentes ramas de la industria, con la ayuda de dictadores econmi- cos a la cabeza de cada una de ellas. A este control estatal, los trotskistas le oponen el control obrero hecho por los trabajadores mismos. Nadie conoce mejor que ellos el origen de los embrollos y de la anarqua en la produccin. A las medidas de los funcionarios bonapartistas que imponen en todas partes el control burocrtico burgus por arriba, los obreros le opondrn el control por abajo, ejercido por las amplias capas de trabajadores, como productores y como consumidores. Despus de haber reglamentado a los sindicatos con la ayuda servil de los dirigentes sindicales, el gobierno de Ptain decret la disolucin de la CGT, pura y simplemente. Es el deber elemental de los trotskistas el de luchar codo a codo con todos los trabajadores contra los ataques guberna- mentales a los sindicatos. Al mismo tiempo, es necesario explicarle a los obreros que los sindi- catos reformistas tal como han existido hasta ahora son el producto de otra poca, la de la democracia burguesa en su decadencia. Los sindicatos que los trabajadores franceses restablecern sern rganos de la lucha de cla- ses revolucionaria o no sern. En las luchas por venir contra los generales alemanes o el ministerio bonapartista, la forma que tomar la organizacin de los obreros ser, seguramente, el comit de fbrica elegido directa- mente por los obreros. Los Estados Unidos Soviticos de Europa La situacin actual no durar mucho. Hasta ahora, los xitos de Hitler se deben, ante todo, a la debilidad y a la decadencia de las democracias. La verdadera prueba del sistema nazi no hizo ms que comenzar. A la reconstruccin fascista de Europa, es decir, a la miseria y a la ruina perpetuas, nosotros oponemos los Estados Unidos Soviticos de Europa, una federacin libre de los pueblos con una economa socializa- da, en que el sistema de ganancia ser reemplazado por la cooperacin de los trabajadores. 329 La lucha de clases contina Hitler ha reducido a Europa a un gran campo de concentracin de naciones. A la lucha por la unidad de los alemanes le ha sucedido la lucha por la unidad de los no alemanes bajo la bota nazi. Pero la historia garan- tiza con seguridad que no hubo opresin nacional sin luchas nacionales. La gran burguesa francesa ya logr entenderse con Hitler. La resis- tencia nacional se concentra en las capas ms pobres de la poblacin, la pequeoburguesa de las ciudades, los campesinos, los obreros. Pero estos ltimos son los que le darn a la lucha su carcter ms resuelto y sabrn ligarla a la lucha contra el capitalismo francs y el gobierno de Ptain. Los obreros abordan sus tareas actuales sin gran peligro de un fascis- mo francs. El gobierno de Ptain, lejos de ser el rgimen fascista que los demcratas espantados denuncian, no tiene ningn soporte en las masas, fascista o de otro tipo. Las organizaciones fascistas no tienen actualmente ninguna perspectiva seria de progreso. A los ojos de las masas, incluyen- do a la pequeo burguesa, los fascistas franceses no pueden aparecer ms que como agentes o amigos del enemigo victorioso. Ni Hitler ni Ptain pueden encontrar una base firme de masas en la sociedad francesa. Se puede decir lo mismo en Noruega, Holanda, Blgica, etc. Una atmsfera de hostilidad generalizada pesa sobre el vencedor nazi y sus colaborado- res, los desmoraliza y los asla. Con el invierno, el bloqueo y la guerra en el Mediterrneo, los vve- res se volvern ms escasos. El fardo es ms pesado en las ciudades que en el campo, ms pesado en los pobres que en los ricos: es decir que al fin de cuentas, son los obreros industriales y las capas ms pobres de la pequeo burguesa de las ciudades los que ms sufren. El gobierno no tiene otra solucin que un control burocrtico de la reparticin de los vveres. Pero los ricos siempre encuentran el modo de escapar al control administrativo. Es necesario sustituir la vigilancia gubernamental por el control a manos del pueblo. Cada ciudad, cada barrio debe tener su comit de control de vveres, que deber reglamentar los precios y vigi- lar el reparto. Los funcionarios de un gobierno burgus son siempre impotentes en la lucha contra los aprovechadores y los especuladores y, de hecho, son a menudo sus cmplices. Solamente el control por el pue- blo puede detener a los que estn listos para hambrear al pueblo, para mantener sus ganancias. Para los obreros, especialmente en la zona no ocupada, la desorgani- zacin econmica significa desocupacin. Esto escinde las filas obreras y socava su solidaridad de clase. Contra este flagelo, los trotskistas propo- nen la escala mvil de horas de trabajo. El trabajo disponible se divide entre todos los obreros, con un salario mnimo. 328 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... los stalinistas estn preparados para lanzar a los obreros maana a tal o cual aventura que Stalin juzgue til a su juego diplomtico. No olviden nunca, trabajadores de Francia, que Blum hubiera sido imposible sin Thorez! La responsabilidad del estrangulamiento de las huelgas de junio de 1936 recae tambin, tanto sobre el Partido Comunista, como sobre los jefes traidores del Partido Socialista y los sindicatos. Hoy, J ouhaux y Blum no son nada; pero su socio criminal de 1936-1938, la burocracia stalinista, todava puede hacer un dao terrible a los obreros franceses. Hoy es el principal peligro para el movimiento obrero. Una de las tareas principales de los trotskistas franceses es dirigirse a los trabajadores comunistas y ayudarlos a sacar las lecciones de los recien- tes acontecimientos, para liberarse de los agentes de Stalin. La derrota militar sin precedentes y el hundimiento de la III Repblica introdujeron la inquietud y el fermento en todas las viejas organizaciones. Ahora, la torpeza inicial provocada por la repentina catstrofe, comienza a disiparse. Las discusiones no van a faltar, la confusin tampoco. Unica entre todas las organizaciones, grandes y pequeas, la IV Internacional puede decir con confianza que su programa ha resistido la prueba de los hechos. Por eso puede presentarlo con audacia. Este programa, es la revo- lucin socialista obtenida por los mtodos de la implacable lucha de clases. Toda una poca ha entrado en el pasado, la de la democracia burguesa decadente. Se llev con ella a sus partidos democrticos burgueses y a sus dirigentes, as como a los partidos y a los dirigentes obreros que haban ligado su suerte a esta democracia. Entramos en una nueva poca, la de las luchas y convulsiones frente a la agona del capitalismo. Pero esta nueva poca, es tambin la de la IV Internacional y la de su triunfo. 331 Frente a la opresin y a la dictadura, los obreros no abandonarn la lucha por las libertades democrticas (libertad de prensa, de reunin), pero comprendern que esta lucha no puede hacer revivir la democracia bur- guesa decadente, que ha engendrado la opresin y la dictadura. La nica democracia posible en este momento en Europa es la democracia proleta- ria, el sistema de soviets, rganos electos por el pueblo trabajador. El estado francs de Ptain ha reemplazado a la III Repblica de Daladier. Esta forma parte del pasado y nada podr revivirla. Para salir de la esclavitud, de la opresin y de la miseria no hay ms que una sola va, la de establecer un gobierno obrero y campesino. La IV Internacional En una Europa presa de la opresin social y nacional, las revueltas son inevitables. Pero la conduccin fundamental hacia el xito, es la existen- cia de una direccin revolucionaria. Los sucesos recientes en Francia con- denan directamente a toda la poltica de las organizaciones obreras oficia- les (el Partido Socialista, el Partido Comunista, la direccin sindical). Luego de la derrota, los dirigentes socialistas que llamaron a los obre- ros a derramar su sangre para defender a la democracia burguesa, se unie- ron mayoritariamente al gobierno de Ptain, es decir, colaboraron con Hitler. Han demostrado, una vez ms, que no son ms que agentes dciles de la burguesa. El pasaje de Stalin de un campo al otro en vsperas de la guerra, revel la realidad que se esconda detrs de la propaganda del Partido Comunista contra el fascismo y por la defensa de la democracia: esta propaganda tena como nico objetivo asegurarle a Stalin la ayuda de los regimientos fran- ceses, sin la menor consideracin por los intereses revolucionarios de los obreros franceses. Desde el cambio del frente diplomtico de Stalin, la Comintern ha reemplazado la lucha contra el fascismo por las denuncias contra los imperialismos, ante todo, el ingls. Pero la base de la poltica de la Comintern segua siendo la misma: la subordinacin de la lucha revolu- cionaria a los intereses de la oligarqua stalinista. En la prctica, los parti- dos stalinistas viven ahora al da de pequeas aventuras. En Noruega, el diario stalinista logra mantenerse en la legalidad durante varios meses bajo la ocupacin alemana, denunciando al imperialismo britnico a la manera de Goebbels 6 . En EE.UU., por el contrario, el Partido Comunista reclama la alianza de Mosc y Washington, quien es socio de Londres. En Francia, 330 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 6. En Dinamarca, en los Pases Bajos y en Blgica, la prensa comunista apareci, tam- bin, legalmente bajo ocupacin alemana durante algn tiempo. bateras de cmaras, comentaristas radiales y oficiales de revista en la espa- ciosa Place de la Concorde. El mundo exterior estaba claramente sorprendi- do, pero no haba lugar para la sorpresa. La escena no fue ms que el lti- mo acto de un drama sombro cuyo primer acto fue inaugurado en 1933. La denominada Batalla de Francia fue, desde el punto de vista his- trico, una simple operacin de pasar la escoba. La democracia francesa ya haba perdido la guerra en tres batallas decisivas. Sus fechas: 1933, 1936, 1938. Los campos de batalla respectivos: Alemania, Espaa y Francia; Francia misma inclusive. El principal organizador de las derrotas: el capitalismo democrtico. El arma principal: el stalinismo. La gnesis de las tropas de combate de Hitler Es fundamentalmente en tanto cronista involucrado que yo escriba, como testigo ocular de los hechos en Francia desde 1936. Pero para hacer- les entender las tropas alemanas que vi, debo subrayar aqu la importan- cia de la primera batalla en la cual la democracia francesa fuera derrota- da, o dicho de modo ms preciso, en la que contribuy a destruirse a s misma: el ascenso de Hitler al poder. La Repblica de Weimar fue erigida sobre los cadveres de los revo- lucionarios masacrados en 1919. Era una monstruosidad econmica, estrangulada por Versalles, preada de contradicciones internas, incapaz de viabilidad o consolidacin genuina. Alrededor de 1933, sta haba alcanzado su crisis final. El socialismo o el fascismo deban reemplazar- la. Los capitalistas alemanes se agruparon firmemente detrs de Hitler. Y qu hacan las democracias francesa y britnica acerca de esto? Estaban ayudando a Hitler a que tomara el poder. Un hecho: lean los peridicos, lean los libros de esa poca. Nadie chillaba por la democracia entonces; no, el peligro era el bolchevismo y los gobiernos britnico y francs esta- ban apoyando secretamente a Hitler como baluarte contra la revolucin socialista y sus propios regmenes desgastados. La ayuda externa de los gobiernos britnico y francs no podra, por s sola, haber puesto a Hitler en el poder. Los partidos socialdemcrata y comunista le allanaron el camino. Trece millones de socialistas y comunistas, insuflados de un sano instinto de combate, estaban listos para pelear antes de que la reaccin se aferrara firmemente a las palan- cas del poder. La direccin socialista, sin embargo, ayud a elegir a Hindenburg 2 , quien design a Hitler como canciller. Los stalinistas, por 333 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... EL FINAL DE LA DEMOCRACIA FRANCESA 1 Marzo de 1941 Terence Phelan* Terence Phelan presenci la cada de Francia desde Pars, adonde permaneci hasta septiembre. Luego de una prolongada detencin en Portugal, ha logrado llegar finalmente a su pas. Publicamos aqu la pri- mera de una serie de sus artculos. Si bien su carcter tardo les quita a estos artculos la inmediatez periodstica de aquellos informes burgueses como los de Andre Maurois, Pertinax y Genevieve Tabouis, su carcter tardo es compensado por el hecho de que son la crnica de un testigo presencial que es marxista. Si les creemos a los periodistas burgueses, Francia habra cado porque Reynaud tena el tipo incorrecto de amante, o porque Alemania tena cinco tanques ms que Francia, o porque los nazis compraron al general X u otras tonteras al estilo de E. Phillips Oppenheim. Aqu est la historia real que los trabajadores norteamerica- nos pueden comprender, que nos cuenta cmo la burguesa francesa haba logrado aplastar a la democracia francesa, mucho antes de que Hitler atacara, de modo tal que no quedaba nada por lo cual pelear. Slo 25 das despus de aquella maana neblinosa, cuando los parisinos que haban sido despertados por las sirenas vieron los primeros bombarde- ros alemanes que atacaban entrelazados en una siniestra red de rosa y dora- do creada por la artillera antiarea, y escuchaban el inolvidable estruendo de las bombas destruyendo los aerdromos de los suburbios, los que queda- ban de esos mismos parisinos contemplaban apticamente la marejada gris verdosa de hombres y armamentos alemanes desplazarse por los bulevares diagonales, hasta la orgullosa Rue Royale, pasando frente a las eficaces 1. Traduccin indita al espaol de Fourth International, marzo de 1941, volumen II, N 3. Terence Phelan era el seudnimo de Sherry Mangan. 2. Hindenburg, Paul von (1847-1934): J efe del Estado mayor del ejrcito alemn duran- te la Primera Guerra Mundial. Elegido presidente durante 1925 y 1932, nombr a Hitler can- ciller de su gobierno. La alianza mundial contra Espaa Esa revolucin no estuvo ausente. Los aos 1936-37 vieron el punto de inflexin de una era. Fueron como un cadena montaosa de la cual las llu- vias de la historia pudieron bajar, al menor de los desvos, del lado del socialismo mundial, o hacia el otro lado del actual bao de sangre impe- rialista y caos social. En Francia, no slo estaban las fbricas universalmente ocupadas, sino que en muchas de ellas ondeaba la bandera roja, y los comits de fbrica, los embriones de los soviets, estaban en muchas fbricas ejerciendo un control real, o incluso nominal. El gobierno de frente popular de Blum trat con toda su astucia de mantener a los trabajadores bajo su control, para salvar al capi- talismo democrtico para sus amos. Pero le toc al lder stalinista, Thorez, pronunciar en ese momento la consigna ms grandiosa de todos los tiempos: Camaradas, camaradas, tenemos que saber cmo levantar una huelga! Pero incluso Espaa era ms importante para Francia que Francia misma en ese momento. Los obreros y los campesinos de Espaa se hab- an alzado, arrancndole las armas al traicionero gobierno del frente popu- lar que haba permitido que la conspiracin fascista-militar creciera hasta transformarse en un levantamiento abierto. Los fascistas fueron extermi- nados en prcticamente todo el norte y el este de Espaa, y los obreros iban avanzando a travs de Aragn. El poder real estaba en manos de los comits de obreros y campesinos, que se apoderaban de las fbricas y las administraban, y distribuan y organizaban la tierra, un estadio que se alcanz completamente en la Catalua industrial y avanzada, y estaban siendo rpidamente alcanzados en el resto de Espaa. Franco tena tras de s nada ms que a tropas de conscriptos espaoles renuentes, listos para alzarse a la menor oportunidad alentadora de triun- fo, y a los moros. En cuanto a estos ltimos, un cuarta internacionalista regres luego de reunirse con los principales caudillos del Marruecos espaol, con un acuerdo a los efectos de que, si el gobierno del frente popular le otorgaba la autonoma a Marruecos, ellos retiraran a todos sus hombres de las fuerzas de Franco. Pero el gobierno estalino-burgus de Madrid desech el proyecto, se rehus a firmar el tratado, reafirm los derechos imperialistas del capitalismo espaol en Marruecos, y entreg definitivamente a los moros a las manos de Franco. La ayuda italiana y alemana todava consista de unos pocos aviones, unos pocos tcnicos, y su peso no era todava determinante y crtico. El capitalismo mundial haba entrado en un genuino pnico. Sus dirigentes saban que si la revolucin espaola daba el siguiente paso, la toma del poder del estado, ellos tendran que intervenir. An as, saban que sta era una empresa suicida. Slo Francia era lindante y estaba preparada. Pero Blum, incluso con el respaldo de Thorez no se atrevi a intentar enviar a 335 entonces en su tercer perodo, habiendo constituido a escala regional ya un frente nico con los nazis (el referndum prusiano), formaron un frente nico con los nazis para votar la expulsin del gobierno socialde- mcrata, basados en la consigna: Primero Hitler, luego nosotros! El principal enemigo, sostenan, era el socialfascismo, queriendo decir los socialistas. Una vez en el poder, Hitler consolid su rgimen. Los viejos partidos fueron destruidos: los cuadros obreros aplastados, la gran masa de los obreros alemanes fueron abatidos, quedaron exhaustos, confundidos, desencantados tanto con los socialdemcratas como los stalinistas. Mientras tanto, una nueva generacin, alimentada por la situacin de hambre reinante y por la lucha desesperada, una juventud dinmica, impaciente con los socialistas y la traicin stalinista, cay presa de la habilidosa demagogia de Hitler. Todas las fuerzas de la genuina renova- cin y del progreso que haban sido engaadas, derrochadas y arrojadas a la basura por los dirigentes democrticos corruptos y ciegos, y por los stalinistas, fueron ahora pervertidas por una nueva esperanza desespera- da. Esa juventud forma ahora parte de las tropas de choque de Hitler. Las fanticas tropas juveniles de combate que vi desplazarse por Pars can- tando el 14 de junio de 1940, estaban motivadas por una idea ardiente: que estaban peleando contra el capitalismo. (Traten de venderles Weimar otra vez!). Estn engaadas por esta creencia, pero el hecho es que creen eso. Y es un hecho que torna a la poltica stalinista de 1928- 1933 en Alemania uno de los ms grandes crmenes en la historia de la clase obrera. Millones de fondos capitalistas franceses fueron a parar a los cofres de Hitler y ayudaron a gestar el primer requisito del colapso de Francia: el establecimiento de un poderoso rgimen en su tradicional rival impe- rialista, que se apoder de la mayor fbrica de Europa, galvaniz a su juventud desesperada, racionaliz su economa catica sobre una base guerrerista abierta, y la apunt derecho al corazn de los saciados ven- cedores de Versalles. Alemania, en la vspera de esta guerra, era una nacin electrizada por una minora con amplias bases, dinmica y fan- tica, ms una mayora que, si bien no apoyaban activamente a Hitler en absoluto, apoyaban por la negativa su guerra con el pensamiento impo- tente de: Perdimos la ltima guerra y nos morimos de hambre durante 20 aos; qu nos suceder si perdemos sta? Con la revolucin per- dida dentro de Alemania, no era el fantasma de Weimar el que poda derrocar a Hitler; no haba nada capaz de detener al nazismo excepto una revolucin genuina que irrumpiera.desde los pases vecinos. 334 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... secreto por sus pretendidos amigos, e inducido a engao por sus propios lderes cobardes, los socialistas, los anarquistas y los poumistas por igual, ste detuvo aquel ataque mundial concertado mes tras mes, cediendo el terreno palmo a palmo, hasta que la sangrienta represin desatada por los burgueses y los stalinistas durante las J ornadas de Mayo de 1937 en Barcelona le propinaron el golpe mortal a la revolucin espaola, garanti- zando la victoria final de Franco. Desde ese entonces, Espaa estaba con- denada. No era con el fin de volver a la miseria de 1931-1936 bajo Azaa y Lerroux que los obreros de Barcelona haban atacado, munidos de garro- tes y revlveres de mangos nacarados, edificios resguardados con ametra- lladoras, o que el proletariado de Madrid haba transformado a cada casa en una fortaleza. Con paso firme pero seguro, Espaa colaps. Casi manteniendo la respiracin por el miedo, los capitalistas democrti- cos franceses, mientras tanto, haban estado contraatacando en forma caute- losa y hbil en Francia contra las conquistas sindicales de primavera. Una vez que sus lacayos socialistas y stalinistas haban persuadido a los obre- ros para que abandonaran las fbricas ocupadas, y los haban impedido de lanzarse nuevamente a la lucha, los capitalistas comenzaron a comerse, poquito a poco, las conquistas de las huelgas revolucionarias. Una y otra vez durante fines de 1936 y principios de 1937, los patrones tuvieron que ceder en este o aquel sector a medida que los obreros, invadidos de un instinto pro- fundamente correcto, empujaron a un lado las manos de sus dirigentes trai- dores que los retenan y defendieron sus conquistas con huelgas militantes acompaadas de ocupaciones de fbricas. Pero poquito a poco, los patrones se fueron abriendo camino, recortando los contratos, desentendindose de los acuerdos, y exigiendo siempre a los lderes del Frente Popular que frenaran a los obreros; mientras tanto, en el frente legislativo, se aprobaban leyes cada vez ms represivas (los socialistas y los stalinistas votaban a favor de todas ellas), y finalmente se estableci el arbitraje obligatorio, que prohiba las huelgas. Afinales del 1937, los trabajadores franceses vieron que perdan una conquista tras otra, sin saber cmo, sorprendindose de la forma en que hab- an sido engaados, desmoralizndose y volvindose cnicos. Y as se perdi la segunda batalla, con la derrota de la nica fuerza que podra haber derrotado a Hitler, derrotndolo desde adentro mediante una insurreccin de un movimiento obrero alemn revivido por la victoria del socialismo en dos pases vecinos. Las leyes anti-obreras de 1938 El ao 1938 le propin el golpe de muerte a cualquier esperanza de que Francia pudiera ser capaz de defenderse. Con cada mes que pasaba, bajo la perversa ofensiva de Daladier (el mismo Daladier que haba caminado 337 obreros franceses movilizados, insuflados de fervor revolucionario por las victorias parciales ya conquistadas por la solidaridad obrera en casa, con- tra sus hermanos espaoles. Si Blum hubiera hecho esto, hubiera sido la revolucin espaola la que se hubiera difundido a travs de Francia, en vez de la intervencin militar francesa destrozar a la revolucin espaola. Y ese acontecimiento hubiera cambiado la historia. Despus de eso, hubiera sido imposible detenerlo: ninguna frontera, ninguna GPU, ningu- na Gestapo, podra haber detenido la oleada revolucionaria y evitar que se difundiera hasta la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin. El capitalismo y su aliado stalinista se movieron rpida pero delicada- mente, como un hombre que trata de sacar un barril de plvora ardiendo fuera de una habitacin repleta de cartuchos de dinamita. Se dividieron las tareas con la habilidad y la cooperacin sin palabras que impone la deses- peracin. Roosevelt, con una velocidad rayana al pnico, decret una ley de neutralidad sobre las armas para mantenerlas lejos del pueblo espa- ol. El gobierno de frente popular francs invent la astuta triquiuela de la no intervencin, la cual mantena la ayuda real del lado de los monr- quicos, mientras permita que los italianos y los alemanes la violaran, levantando tan slo resonantes protestas morales. Alemania e Italia pusie- ron toda su fuerza detrs de Francia. El trabajo ms tramposo de todos le fue encargado a Stalin, ansioso en ese momento por demostrar su utilidad al capitalismo democrtico: la de utilizar el prestigio de la revolucin de octubre como cobertura para apun- talar al gobierno capitalista tambaleante de la Espaa republicana contra la revolucin, para construir rpidamente un partido comunista anti- revolucionario de las filas de la atrasada clase media espaola, para calumniar a la revolucin misma como la quinta columna, y finalmen- te, en los terribles das de mayo de 1937, en Barcelona, para aniquilar a la revolucin mediante la represin militar abierta. Nunca hubo un ejemplo ms sorprendente de la interrelacin dialcti- ca de las rivalidades y la cooperacin imperialista en una crisis. Los impe- rialismos rivales y el stalinismo estaban peleando y discutiendo entre s, pero an as todos tenan un claro objetivo en comn. Alemania e Italia queran la victoria total de Franco; Francia, Inglaterra y el Kremlin prefe- ran una victoria republicana, en la medida en que los republicanos siguie- ran siendo capitalistas. Pero todos sin excepcin deseaban sobretodo la derrota de la revolucin, y ya fuera que trabajaran para el bando de Franco en los ataques abiertos, o para el bando republicano mediante la calumnia y los asesinatos, era a la revolucin espaola a quien consideraban su ene- migo fundamental, siendo Franco un enemigo secundario. El herosmo del proletariado espaol es ahora histrico. Atacado en forma abierta por sus enemigos declarados, con su moral erosionada en 336 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... GUERRA Y REVOLUCIN cualquier trabajador norteamericano puede adivinar, las requisas de las fbricas, cuando eran necesarias, eran llevadas adelante en forma muy amigable mediante un arreglo; la requisa de los obreros era implementada con un rigor salvaje. Se aadi una legislacin suplementaria a la ley bsica, que dictaba, entre otras cosas, lo siguiente: Mantener una conversacin, incluso en forma privada, que no apoyara la guerra en forma activa, o que criticara la forma en que era conducida o las leyes de guerra, significaba tenir propos defaististes [hacer declara- ciones derrotistas, NdT] un crimen punible con un perodo de tiempo que poda ir desde encarcelamiento por una semana hasta la muerte, sien- do la sentencia comn dos aos. La implementacin de esta ley fue hecha en forma particularmente sucia: mientras que los hitlerianos de verdad, los quinta-columna genuinos, discutan las ventajas de una victoria de Hitler bebiendo champagne en elegantes salones bien resguardados, cualquier activista sindical que se quejara, en un caf, de las condiciones intolera- bles imperantes, era rpidamente enviado por los espas de la polica a la prisin. El pago de horas extras quedaba prcticamente abolido por medio de un perverso impuesto de guerra al estilo de una comisin extra, las jornadas laborales fueron aumentadas de 40 a 72 horas por semana, la antigedad fue eliminada, y el aumento de los ritmos de trabajo se volvi tan intolera- ble que, por ejemplo, un buen tercio de los motores de aviones provenien- tes de la Hispano-Suiza fueron rechazados, y todos los derechos obreros, que tan duramente haban sido conquistados, quedaban abolidos. Cuando los stalinistas comenzaron a perder su influencia entre los obreros france- ses y los genuinos revolucionarios comenzaron a ocupar sus puestos, los demcratas se arrancaron sus mscaras incriptas con la definicin clsi- ca de la alta traicin, complotarse con una potencia extranjera (en este caso, la Rusia sovitica), y plantearon abiertamente que cualquier intento de disuadir al ejrcito, o a la retaguardia, de que libre hasta el final la actual guerra era alta traicin, y sera castigada con la pena de muerte. Adems de estas medidas, y de la supresin total de la libertad de pala- bra y discusin, y de una censura impuesta a la prensa que motiv la pro- testa incluso de los peridicos reaccionarios, haba otra arma contra los mili- tantes sindicales: cualquier trabajador que estuviera en condiciones de cum- plir con el servicio militar, a quien la hubiera sido otorgada una affectation speciale en una fbrica porque su destreza tcnica lo haca irremplazable para el esfuerzo de guerra, no necesitaba ms que alzar su voz una vez, que- jndose de los terribles salarios y horas y del aumento de los ritmos de tra- bajo, para ser inmediatamente transferido de vuelta a una unidad de comba- te, siendo asignado a un sacrificado puesto de patrulla de avanzada. 339 338 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... con el puo en alto mientras los corifeos stalinistas gritaban Daladier al poder! en las elecciones de 1936), los obreros retrocedan, enojados y confundidos, mientras los lderes stalinistas traidores les suplicaban que aceptaran todo en razn del pacto franco-sovitico y de la "defensa de la democracia contra el fascismo. El 11 de julio de 1938, el gobierno promulg una ley denominada L'Organization de la Nation en Temps de Guerre 3 , que convertira a Francia, en el momento en que estallaran las hostilidades, en una nacin totalitaria. Fue la ley ms sorprendente jams votada en una denominada democracia. Pero se le prest poca atencin internacional. Esta ley -conocida como la Ley del 11 de julio- transformaba a cada obrero francs en un siervo industrial. sta requisaba -en la forma en que un gobierno podra requisar una mula o un automvil- a todos los hombres de 18 aos o ms, tambin requisaba en bloque a todas las muje- res y los nios de cualquier edad para las fbricas. El requisamiento sig- nificaba que un obrero no poda cambiar de empleo, o ausentarse de l, o llegar tarde a l, so pena de recibir un castigo que iba de seis meses a cinco aos de crcel. Significaba tambin que su salario era congelado durante el transcurso de las hostilidades (con la excepcin de miserables bonifica- ciones a cambio de aumentos en los ritmos de trabajo), ms all de los cambios que hubiera en el costo de vida (el gobierno prometa congelar los precios tambin, pero por supuesto aumentaron entre un 50 y un 100 por ciento durante la primavera), y que su salario era congelado, no al nivel del que estaba percibiendo por entonces, sino al nivel del promedio de los cinco aos previos -esto es, desde 1934 en adelante, antes de los aumentos salariales de 1936-, lo que se traduca en una baja inmediata de salarios. La ley tambin habilitaba al gobierno a tomar el control de las fbricas si los patrones no las hacan funcionar segn el gusto del gobierno. En tales casos, el estado garantizaba un retorno sobre el capital igual, por lo menos, a las tasas de inters promedio de los prstamos de guerra, ms la obsolescencia estimada por el propietario de la fbrica. En una palabra, si usted era un patrn tan incompetente que no poda obtener una ganancia suficiente, el gobierno lo haca por usted. Y por supuesto, la ley estableca un largo procedimiento de protesta disponible para el patrn, mientras que la crcel era la nica opcin abierta para el obrero que protestaba. Como 3. Un hombre de prensa norteamericano, para quien yo hice algunos trabajos de tiem- po parcial, apenas poda creer lo que vea cuando ley esta ley, extensa como un libro, hasta el final. Reconociendo la importancia inmensa que tena, trat de difundirla como uno de los eventos noticiosos ms importantes del ao. Su peridico ni siquiera la mencion. l pensa- ba que era ignorancia de su parte, pero un marxista le hubiera dicho que era parte de la cons- piracin de silencio de las "democracias" capitalistas. movimiento anti-proletario pequeoburgus puramente negativo, se des- moron ante el primer test serio. El genuino fascismo francs estaba repre- sentado por el Parti Populaire Franais del renegado comunista J acques Doriot 5 . En el perodo de preguerra, obtuvo poco apoyo de parte de los miopes capitalistas franceses, que por entonces estaban envueltos en sus peleas internas. Porque el fascismo tiene tambin un costo muy alto para el capitalismo. Hasta la fecha, no existe ningn ejemplo que seale que puede ser impuesto desde arriba. Surge desde abajo, apoyado desde arriba, y este atractivo que ejerce sobre las masas radica en que es revolucionario y anti- capitalista. Por supuesto que su propsito real es preservar al capitalismo (a los grandes patrones) a toda costa, y con este propsito se nutre del dine- ro proveniente de los capitalistas ms previsores, de todo el que sea nece- sario para mantener a sus rufianes, a sus matones, a sus ex militares y a los gngsteres callejeros durante la lucha por el poder, y a su inmenso aparato de represin y administracin una vez que ha consolidado su poder fascis- ta-capitalista. Ms all de esto, con el fin de mantener algn grado de apoyo popular en forma positiva (los campos de concentracin se encargan del aspecto negativo), el fascismo debe destinar sumas de dinero para fan- tsticas viviendas obreras y para proyectos similares, para planes de segu- ro de desempleo y para otras medidas paternalistas. Cuesta dinero. El capitalismo francs, o bien no quera, o no poda pagar. Uno de los roles histricos del fascismo es "proteger al capitalismo de s mismo", "disminuyendo la anarqua de la produccin y la distribucin", etc. (Lo que esta frase demostr querer decir en Alemania fue "proteger" al capi- talismo de los grandes monopolios del capitalismo "independiente" en pequea escala: este ltimo naturalmente fue empujado al abismo por la "racionalizacin"). El capitalismo francs, a pesar de las famosas "sesen- ta familias", a pesar de algunas corporaciones gigantescas, a pesar del usual entrelazamiento entre los directorios y el control frreo de ciertos bancos "industriales", estaba mucha ms atomizado, mucho menos unifi- cado, mucho ms atravesado de contradicciones internas, que la Alemania de 1932. Por ejemplo, los bancos y las corporaciones "coloniales", cuyos intereses radicaban en las colonias del imperio, y cuya perspectiva era internacional, chocaban duramente con aquellos carteles y trusts cuyos intereses hallaban completamente dentro de Francia misma; la industria liviana chocaba igualmente en forma constante con la industria pesada de bienes de capital. El capitalismo francs, miope e inseguro, dividi su apoyo entre docenas de grupos: fascistas, semi-fascistas, nacionalistas, 341 El totalitarismo de pacotilla Una forma de caracterizar a esta legislacin es decir que con ella, la clase dominante francesa, con su tpica mezquindad, trat de implementar lo que podra denominarse un totalitarismo de pacotilla. Era tericamente posible que el capitalismo francs agrupara a los obreros y los campesinos a su alrededor en grado suficiente como para enfrentar a Alemania, transformando a la democracia de una palabra hueca usada en la retrica de celebracin del Da de la Bastilla, en algo real y tangible, en dinero contante y sonante destinado a los salarios obre- ros y los subsidios para los granjeros, en un no menos importante y genui- no aumento de las libertades civiles y del poder del pueblo para mantener un control genuino sobre el gobierno. Pero en la prctica eso hubiera sig- nificado compartir, en un caso, su riqueza; en el otro, su poder, con sus compatriotas. El capitalismo francs no mostr falta de voluntad, sino que era incapaz de hacer cualquiera de estas cosas. Con su creciente degene- racin econmica, la cada de sus ganancias, sus crisis insolubles, el capi- talismo francs no poda darse el lujo de compartir la riqueza; de hecho, para sobrevivir meramente, se vio forzado, en medida creciente, a apode- rarse de las pocas conquistas que las masas francesas le haban arrancado. Luego de la leccin de 1936, tampoco se atrevi a permitir ningn incre- mento de la democracia poltica, la cual, cada vez que empezaba a fun- cionar genuinamente, mostraba que llevaba en forma directa hacia una revolucin que arrojara por la borda la pesadilla asfixiante de un capita- lismo perimido, conduciendo a la nacin francesa al socialismo. La otra alternativa era el fascismo. Los obreros norteamericanos deben despejar su mente de cualquier confusin peligrosa (creada por los stali- nistas durante el perodo del Frente Popular) entre el fascismo y la reaccin clsica. La reaccin clsica, como la de la Rusia zarista o la Francia de Ptain, depende sobretodo de la polica mercenaria, mientras que el fascis- mo se apoya primordialmente en una base de masas genuina de partidarios convencidos y frecuentemente fanticos. Ha habido, por ejemplo, un con- siderable malentendido acerca del papel del coronel de la Rocque y su Croix-de-Feu 4 , que ms tarde se llam el Parti Social Franais. La Croix- de-Feu se pareca, en comparacin con los partidos alemanes, no a los nacionalsocialistas de Hitler, sino a los nacionalistas de Hugenberg. La Croix-de-Feuno haca ninguna alharaca demaggica de anti-capitalismo, ninguna fingida poltica pro-obrera para ganarse a las masas impotentes y a la juventud desesperada para su causa, y al representar nada ms que un 340 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. Croix de Feux (Cruz de Fuego): organizacin fascista francesa de la dcada de 1930, dirigida por el coronel Casimir de la Roque, que contaba con 100.000 afiliados. 5. Jacques Doriot (1848-1945): obrero francs, miembro de la J C, despus de la direc- cin del PC, excluido en 1934, se pasa al fascismo y funda el PPF que ser uno de los par- tidos de la colaboracin en Francia. Considerando el extraordinario abanico poltico representado por los investigadores que participaron, nuestros informes eran sorprendentemen- te unnimes. Uno de los otros investigadores -un demcrata burgus- lo resuma apesadumbradamente como sigue: Por Dios, si una columna alemana entrara esta tarde por la Porte de Clichy, el diez por ciento de los habitantes de Pars correra a sus hogares para resguardar unos pocos objetos de valor, y el otro 90 por ciento se quedara parado con sus manos en los bolsillos mirando a los alemanes y diciendo: 'Ah, merde alors, qu' ils vont vite, ces salauds-la!' (Diantre! Qu rpido que se mue- ven estos bastardos!). Todos nos miramos entre nosotros y lentamente asentimos con nuestra cabeza. Ms tarde, el periodista burgus resuma nuestros informes del siguiente modo: En verdad, hay causas que contribuyen a ello: la trai- cin, un incompetente trabajo del mando, una preparacin viciada de parches, falta de apoyo de los ingleses (que estn salvando su propio pellejo), nuevos mtodos tcnicos de parte de los alemanes; pero todas estas cosas son secundarias. La razn primordial por la que Francia est colapsando ante Alemania radica bsicamente en una pregunta y en la respuesta a ella. El poil [soldado raso] francs comn y corriente se ha dicho a s mismo: 'La vida bajo Hitler ser probablemente peor que la vida bajo Reynaud. Pero ser lo suficientemente peor como para que valga la pena morir por la diferencia?' Cul es la respuesta? Volvi junto al mapa en la pared de su oficina, nos hizo acercar, seal al rea de Dunkerque, borr los trazos de crayons de diferentes colores que repre- sentaban los das sucesivos, seal las lenguas coloreadas a lpiz que se superponan como furiosas llamas a travs del Aisne y del Somme hacia Pars, y dijo: Ah est la respuesta del poil [peludo, NdT] una respues- ta dada en la geografa. *** Mientras tanto, en los crculos de la burguesa, haba una profunda divisin. El impasse de la burguesa El totalitarismo barato era el programa de la burguesa unida. Estaban unidos, tambin junto a sus lacayos socialistas, trabajando incansablemen- te para provocar su guerra ideal: hacer virar a Alemania en direccin al este, 343 abiertamente reaccionarios, parlamentarios, extraparlamentarios, recu- rriendo incluso a los "socialistas" de la Segunda Internacional cuando las circunstancias lo requeran. No estando dispuesto, y no siendo capaz de pagar el duro precio de expandir la democracia o bien recurrir al genuino fascismo, como de obte- ner alguna base de masas entre su pueblo, cada vez ms indignado, el capitalismo francs prob con un "totalitarismo barato". El capitalismo francs trat de obtener las ventajas totalitarias del fascismo sin pagar el costo correspondiente, que en el caso del capitalismo alemn se haba demostrado como algo necesario. No hara ningn sacrificio, ya fuera sub- sidiar a un movimiento de masas, o el de someterse a la disciplina econ- mica de la racionalizacin. Sencillamente incorpor aquello que le gusta- ba del totalitarismo alemn a la Ley de Julio. El 30 de noviembre de 1938, la CGT (Confederacin General del Trabajo), sometida a una desesperada presin desde abajo, llam a rega- adientes a una huelga general para defender los ltimos vestigios de las conquistas de 1936. Es difcil decir qu fue ms criminal: si la forma en la cual la huelga fue anunciada y discutida, a favor y en contra, con tanta anticipacin que la burguesa pudo tomarse el tiempo necesario para exterminarla, o la miserable falta de preparacin de la huelga misma. Daladier vio su oportunidad y lanz el golpe. Raramente ha sido una huel- ga reprimida con un salvajismo tan artero, seguida de represalias tan funestas. La huelga fue un fracaso casi total; y las represalias que siguie- ron contra los obreros, los empleados del gobierno, e incluso los maestros -todos los huelguistas fueron vueltos a contratar en forma individual, per- diendo la antigedad, y todos los activistas fueron despedidos, incluso a costa de reducir la produccin de la fbrica a la mitad- realmente le que- braron la espalda al movimiento obrero francs. Daladier anunci orgullosamente que Francia era por fin "una nacin unida". Esta fue una de las declaraciones ms tontas realizadas jams por una figura poltica. La prensa burguesa del mundo lo aclamaba. Mediante una salvaje represin, y de una desmoralizada apata, Francia estaba unida detrs de una fachada hueca y podrida, lista para derrumbarse al menor empujn. As la democracia francesa se haba dado el toque final: des- pus de ayudar a su enemigo mortal a acceder al poder, luego de contri- buir a destruir a la nica fuerza que podra haber barrido a ese enemigo del poder, destruy hasta tal punto toda genuina democracia en su seno, que en sus horas de necesidad no cont con ningn defensor convencido. El autor de esta nota fue uno de los seis investigadores enviados por los distritos obreros de Pars por un periodista burgus, para tomar el pulso del pblico, sentir el tono de la moral francesa en el invierno de 1939-1940. Algunos otros, segn entendamos nosotros, estaban entrevis- tando a soldados que haban venido desde el frente en su da de franco. 342 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Haba leyes que se aplicaban en casos de traicin. Fue alguna de estas personas arrestadas alguna vez por el gobierno? Por supuesto que no. Eran vacas sagradas, intocables. Porque estaban ligadas por miles de lazos familiares, financieros, con la otra fraccin favorable a la guerra. Sus diferencias no eran ms que desacuerdos familiares. J ean deca: El primo Paul est equivocado. Me preocupan sus ideas. An as, tiene razn en muchas cosas que dice. En el seno de esos crculos, las crticas formuladas a la guerra contra el hitlerismo eran permisibles, excusa- bles. Pero dejemos que J acques Docques, operador del torno giratorio de la Fbrica de Aviones De Woitinne, diga que no va a trabajar el cuarto domingo consecutivo, y aunque ni siendo brujo hubiera podido decir en qu favoreca esta guerra a los obreros franceses, y los distinguidos J ean y Pauls se unan instantneamente para denunciarlo como espa, como quinta columna, como traidor, comunista, y all iba a parar de patitas en la crcel por cuatro aos. Aescala de la poltica en general, esta tendencia qued ilustrada espec- tacularmente durante la guerra fino-sovitica. La guerra principal fue olvi- dada por la prensa del gobierno francs, que aullaba positivamente a favor de una intervencin contra la URSS. Por un momento, la burguesa fran- cesa estuvo temporalmente unida: las tropas alpinas fueron enviadas deprisa a Escocia, listas para zarpar en el momento en que Suecia y Noruega les dieran permiso, y entre los asistentes a los salones corran rumores de proyectos para negociar la paz con Alemania, con el fin de enviar a todas las fuerzas contra Rusia. Y si Daladier no llev adelante el proyecto, no fue por falta de voluntad, sino que frente a la resistencia nor- uega y sueca, y la aparente falta de disposicin a cooperar de parte de Alemania, esto estaba ms all de su poder. Si estos caballeros hubieran realmente deseado realizar una cruzada democrtica para detener al hitlerismo, se hubieran replegado hasta frica del Norte, se hubieran replegado hasta el quinto rincn del infierno, y hubie- ran seguido luchando. Pero eso hubiera significado abandonar sus posesio- nes en Francia, continuando el combate como el poils comn y corriente a quien haban adoctrinado sobre su cruzada. Naturalmente, por supuesto, por su propia naturaleza de clase, no hicieron nada por el estilo: llegaron a un trato con el invasor tan rpido como era posible, mientras que todava ten- an sus puntos de negociacin econmicos, con el fin de mantener la porcin del len del poder, para continuar explotando al pueblo de Francia. En una serie de lujosos departamentos situados en los ltimos pisos del edificio del National City Bank of New York sobre la Avenue des Champs-Elysees estn las elegantes instalaciones de uno de los clubes ms distinguidos de Pars, un reducto de los lderes empresarios franceses e internacionales: el Grand Pavois. Durante aos haba sido denunciado 345 hacia una guerra desgastante, la cual, segn esperaban, agotara a su rival imperialista y barrera con el socialismo en Rusia, todo de un solo golpe. Pero como eso no poda hacerse, la burguesa francesa se dividi agu- damente acerca del curso a seguir. Un amplio sector del capitalismo francs, polticamente representado por hombres como Georges Bonnet, Flandin 6 y Laval, estaban a favor lle- gar a un entendimiento en forma voluntaria con Alemania. Concluan que Francia haba demostrado ser demasiado dbil en cuanto al potencial eco- nmico como para ser una potencia de primer nivel, y entonces propon- an reducir a Francia a una posicin secundaria, incluso aunque eso signi- ficara transformarse en un satlite del Eje. Preferan hacerlo de manera pacfica, ms que arriesgarse a sufrir un desastre tratando de atar su suer- te al destino del Imperio Britnico. Apenas hace falta decir que estos rea- listas pesimistas no eran ni ms ni menos patriotas que el ala opuesta, dirigida por Reynaud y Blum, de la tendencia pro-inglesa. Ambos grupos teman por igual la revolucin en Francia y en el exterior. Tenan diferen- cias acerca del remedio. Esta aguda diferencia sobre la poltica a seguir frente a Alemania con- dujo, luego de que estallara la guerra, no a la unidad sino a designios divi- didos, a la indecisin, la parlisis y al escapismo. La indecisin iba desde dejar pasivamente que todo fuera a la deriva, a la traicin abierta. Los traidores que haba en los altos puestos en Francia, eran traidores no porque prefirieran a alguna potencia extranjera (en este caso Alemania), sino porque prefirieron liquidar la repblica com- pletamente. Uno de ellos le dijo al autor de esta nota, en un elegante saln nocturno del Faubourg Saint-Germain: Tenemos la guerra correcta, pero el enemigo equivocado. Deberamos estar luchando contra el socialismo. Y este hombre estaba a cargo de uno de los puestos no ministeriales de mayor responsabilidad del gobierno francs. Hubo un ejemplo todava ms extraordinario de este sentimiento, que se mostr en el frente tambin. En la ltima guerra, hubo confraternizacin revolucionaria entre los soldados rasos rivales, a pesar de los furiosos intentos de parte de los oficiales por evitar esto. En esta guerra, el autor de esta nota se encontr con un teniente que tranquilamente se jactaba de la confraternizacin entre los oficiales alemanes y franceses en su sector del frente durante la Sitzkrieg. Una vez a la semana cenaban juntos, y hacan brindis con champagne pidiendo una paz inmediata, seguida de una alian- za entre los dos pases para ir a la guerra contra la Unin Sovitica. 344 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 6. Flandin, Pierre-Etienne (1889-1958): Dirigente de los republicanos de Izquierda, en noviembre de 1934 sucedi a Doumergue como premier, ocupando el cargo hasta mayo de 1935. RESOLUCIN DEL SWP SOBRE LA POLTICA MILITAR PROLETARIA 1 27-29 de septiembre de 1940 1. El capitalismo ha arrojado al mundo a una horrorosa vorgine de guerra y militarismo. Esto testimonia no la vitalidad del capitalismo sino su debilidad fatal, su incapacidad de volver a alcanzar la estabilidad. La poca de la agona mortal del capitalismo y el comienzo de la transfor- macin social es una poca de militarismo universal. Slo se puede poner fin a ella mediante una victoria definitiva del proletariado. Este es el rasgo esencial de la situacin mundial actual. 2. La intervencin de Estados Unidos en la guerra actual, o su choque con una Alemania o un J apn victorioso en una fecha posterior, est pre- determinada por todas las circunstancias. Todos los dirigentes realistas del capitalismo norteamericano comprenden esto claramente. Slo unos pocos tontos pacifistas abrigan alguna sombra de duda acerca de esto. Los dos grupos principales en el campo del imperialismo norteamericano, los intervencionistas y los denominados aislacionistas, slo tienen diferencias con respecto a la estrategia militar. Ambos estn de acuerdo con la polti- ca de prepararse para pelear y saquear. El estupendo programa de armas aprobado por el Congreso tiene y no puede ms que tener un slo sentido: la agresin militar en el futuro cercano a escala mundial. La cuestin de si el imperialismo alemn, habiendo conquistado Europa, puede o no puede atacar a Estados Unidos no tiene nada que ver con el problema de fondo. La propia existencia de una potencia imperia- lista agresiva y en expansin en el mundo moderno es un ataque contra las otras. Estados Unidos, en tanto potencia imperialista que ha echado races en todo el mundo, es atacado en cualquier lugar all donde una por la prensa liberal y obrera como el nido ms siniestro de los hitleristas de todo Pars. Incluso durante la guerra, el momento en el cual la revuel- ta de los peridicos del ltimo invierno haba aflojado de algn modo la censura, semanarios tan liberales como La Lumire volvieron al ataque con hechos y fechas y cifras. La Lumire cay pronto presa de las garras de la censura: se hizo una defensa de estas figuras patriticas, el Ministerio del Interior y su polica nunca hubiera podido levantar un dedo contra ellos: estaban muy ocupados encarcelando a activistas sindicales. Algunos das luego de la ocupacin alemana de Pars, el autor de esta nota se encontr con el periodista burgus mencionado ms arriba, cuyas ofi- cinas estaban en ese edificio: presa de su sorprendida ignorancia, tena una pequea historia indignante para contar. La tarde de la ocupacin, haba estado contemplando a las tropas ale- manas que marchaban por los Campos Elseos, cuando escuch que alguien saludaba desde el balcn que estaba arriba del suyo, el del Gran Pavois. Invitado a subir, en ese edificio desierto y solitario, para tomar un trago, encontr a tres integrantes del club (los otros haban abandonado instant- neamente Pars cuando se anunci que la ciudad sera defendida calle por calle, casa por casa, pero pronto retornaron, ahora que Pars haba sido declarada una ciudad abierta y haba cado pacficamente). Los tres miem- bros del club estaban en el mejor de los espritus: la bandera nazi flameaba en el mstil, se le haba enviado una membresa honoraria al general que comandaba las tropas de ocupacin, y haban encontrado al barman otra vez. Trgico, trgico, deca el secretario del club, "una terrible derrota. El periodista estuvo de acuerdo con l. Pero esencialmente, continu el secretario, mientras sorba meditativamente su whisky con soda, es la mejor cosa que le haya pasado a Francia en aos. Ahora nos deshicimos del parlamento, ahora nos deshicimos de esos malditos gabinetes, ahora pode- mos ajustar cuentas con los judos y con esos malditos obreros rojos. La guerra fue un error y un desastre, pero no hay mal que por bien no venga. Cuando el periodista me contaba esto, pens en los campos de con- centracin del sudoeste de Francia, donde se amontonaban sobre pajas hir- viendo de piojos centenares de miles de combatientes anti-fascistas -mili- tantes obreros franceses, republicanos espaoles, italianos contrarios a Mussolini, alemanes anti-nazis- encarcelados por la democracia france- sa por querer luchar contra el hitlerismo con demasiada decisin, que estn all y esperan y esperan, bajo implacable vigilancia (siempre habr suficientes gardes mobiles [brigadas mviles, NdT] para eso, no importa que tan desguarnecidas las lneas de combate estn), hasta que la oleada alemana los pas por encima, y fueron reordenados para ser enviados de vuelta a Lipari, a manos de los secuaces de Hitler, a los verdugos de Franco. Esa fue la forma en que se defendi a la democracia del fascismo. 346 GUERRA Y REVOLUCIN 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en Documents on the Proletarian Military Policy, Prometheus Research Library, Nueva York, segunda edicin, 1993. Este texto est tomado del Proletarian Military Policy of the Socialist Workers Party, un boletn sin fecha publicado por el Departamento Nacional de Propaganda del SWP. La resolucin fue aprobada en una Conferencia-Pleno reunida en Chicago del 27 al 29 de sep- tiembre de 1940. La resolucin fue tambin publicada en el Socialist Appeal del 5 de octu- bre de 1940. limitaban a protestar contra los horrores de la guerra, y no libraban seria- mente una lucha por el poder para acabar con el sistema que provoca la guerra; esos partidos se demostraron completamente impotentes cuando fueron sometidos a la prueba de la guerra. Lo mismo demostr ser cierto para los sindicatos, todos ellos imponentes exteriormente. Todo los con- ceptos acerca del progreso pacfico, gradual, reformista dentro del marco del capitalismo, y todos los partidos y las organizaciones que representa- ban estos conceptos en cualquier grado, fueron barridos como un castillo de naipes. Slo el bolchevismo se mantiene en pie La guerra en Europa ha planteado una vez ms, y de un modo ms categrico que nunca, la alternativa fundamental de la poca de guerras y revoluciones: o bien la dictadura del capitalismo fascista, o la dictadura del proletariado. El intento de los obreros europeos influenciados por las burocracias sindicales reformistas, de hallar en el capitalismo democrti- co una tercera alternativa, llev a la catstrofe. La tercera alternativa ha sido destruida a sangre y fuego. Pero el programa de la lucha obrera por el poder no ha sido destruido. Cuando los obreros de Europa se alcen otra vez y lo harn- ese programa ser su bandera. Estas son las lecciones fun- damentales de la guerra. 4. Slo el bolchevismo, que tiene como meta dirigir al movimiento obrero hacia la toma del poder poltico por medios revolucionarios, se mantiene en pie y gana fuerza bajo la prueba de los nuevos eventos gran- diosos. La guerra y el militarismo, que aplastan a todas las otras organi- zaciones y desprestigian todos los otros programas, no hacen ms que brindar una nueva verificacin de las premisas del bolchevismo. En la poca militar slo hay lugar para los partidos que inspiran a los obreros el desprecio por todas las medidas a medias, que les ensean a no detenerse ante nada y a llevar adelante su lucha hasta el final. Estos son partidos de un nuevo tipo que no tienen nada en comn con los partidos reformistas- pacifistas del movimiento obrero tradicional. El SWPes un partido as. Su programa puede ser resumido en una frase: la dictadura del proletariado. Deshacindonos del pacifismo 5. La certidumbre de que Estados Unidos tambin ser dominado por el militarismo hace que el partido se enfrente con la necesidad categrica de purgarse de todos los remanentes de las tendencias y concepciones liberales, pacifistas pequeo burguesas que se arrastran desde el pasado, 349 potencia rival intenta apoderarse de un mercado, una porcin de territorio o una esfera de influencia. Si Estados Unidos interviene directamente en la actual guerra europea, o pospone emprender acciones militares directas por otro punto de ataque, es slo una consideracin secundaria a la hora de evaluar las perspectivas. El curso real est claro: el imperialismo norteamericano se est preparan- do a toda velocidad para someter sus fortalezas y sus debilidades a la prue- ba de la guerra en una escala colosal. La leccin fundamental 3. En la poca del militarismo los grandes problemas slo pueden ser decididos por medios militares; sta es la leccin fundamental que arrojan los acontecimientos de la guerra actual. Los agentes y los apologistas del imperialismo democrtico, los social- demcratas, los centristas, los reformistas de los sindicatos y los pacifis- tas, llenan el aire con lamentaciones acerca de las demoledoras victorias militares de Hitler y difunden sentimientos de pesimismo y de postracin. Nosotros los cuartainternacionalistas empujamos a un lado a estos trai- dores y predicadores del pnico con odio y desprecio. Nuestra tarea es evaluar lo que ha sido destruido y lo que ha sido demostrado por los terri- bles eventos en Europa y extraer las conclusiones necesarias para las luchas futuras. El reformismo no puede vivir hoy en da En primer lugar las victorias de la maquinaria de guerra fascista de Hitler han destruido cualquier base posible para las ilusiones de que se puede librar una lucha seria contra el fascismo bajo la direccin del rgi- men democrtico burgus. La guerra en Europa, como ya sucediera pre- viamente con el ensayo espaol, ha demostrado la falsedad, la podredum- bre y la despreciable cobarda y voracidad de todo el estrato dominante de los demcratas burgueses. No estn dispuestos a sacrificar nada, a excep- cin de las vidas de las masas engaadas. Para salvar sus propias vidas y sus propiedades estuvieron dispuestos a capitular ante el fascismo en un pas tras otro, para buscar la proteccin de ste contra la ira de su propio pueblo. No menos completa y devastadora ha sido la destruccin del movi- miento obrero reformista tradicional. Como mucho, este movimiento tra- dicional los partidos y los sindicatos- era de naturaleza pacifista. Esto es, estaba concebido para la paz, no para la guerra. Los partidos que se 348 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... la est librando, y nunca bajo ninguna circunstancia votamos otorgarle ninguna confianza en su conduccin de la guerra, o en lo que hace a su preparacin para ella, ni un hombre, ni un centavo, ni un arma con nues- tro apoyo. Nuestra guerra es la guerra de la clase obrera contra el sistema capitalista. Pero slo contando con las masas es posible conquistar el poder y establecer el socialismo; y en estos tiempos que corren las masas en las organizaciones militares estn destinadas a jugar el rol ms decisi- vo de todos. En consecuencia, es imposible afectar el curso de los eventos mediante una poltica de abstencin. Es necesario tomar al militarismo capitalista como una realidad dada a la cual todava no podemos abolir en razn de que no somos lo suficientemente fuertes, y adaptar nuestras tc- ticas concretas a ella. Nuestra tarea es proteger los intereses de clase de los obreros en el ejrcito, al igual que lo hacemos en la fbrica. Eso sig- nifica participar en la maquinaria militar persiguiendo fines socialistas. Los revolucionarios proletarios estn obligados a tomar su puesto al lado de los trabajadores en los campos de entrenamiento militar y en los cam- pos de batalla en la misma forma que lo hacen en la fbrica. Ellos estn codo a codo con las masas de obreros-soldados, plantean en todo momen- to y bajo todas las circunstancias un punto de vista independiente de clase, y tratan de ganarse a la mayora para la idea de transformar la guerra en una lucha por su emancipacin socialista. Nosotros vamos adonde van los obreros Bajo condiciones de militarizacin en masa, el obrero revolucionario no puede evadirse de la explotacin militar, as como tampoco puede evi- tar ser explotado en la fbrica. No busca una solucin individual al pro- blema de la guerra tratando de evadir el servicio militar. Esto no es ms que una desercin del deber de clase. El revolucionario proletario va con las masas. Se transforma en soldado cuando ellas se transforman en sol- dados y va a la guerra cuando stas van a la guerra. El revolucionario pro- letario trata de transformarse en el ms habilidoso de los obreros-solda- dos, y demuestra en la accin que est por sobretodo preocupado por el bienestar general y la proteccin de sus camaradas. Slo de esta manera, como en la fbrica, puede el revolucionario proletario ganarse la confian- za de sus camaradas de armas y transformarse en un lder influyente entre stos. La guerra total librada por los imperialistas modernos, as como los preparativos para esas guerras, requieren el entrenamiento militar obliga- torio, al igual que la asignacin de enormes fondos y la subordinacin de la industria a la manufactura de armamentos. En la medida en que las masas aceptan los preparativos para la guerra, tal como sucede indudable- 351 en particular aquellas provenientes del movimiento socialdemcrata de izquierda. El pacifismo es un veneno que debilita al movimiento obrero. El pacifismo, en todas sus formas, no es ms que una protesta contra la guerra en tiempos de paz; frente a la guerra genuina conduce a los traba- jadores como ovejas, desarmados, sin defensa y sin programa, al matade- ro. En nuestra poca, la cual est completamente dominada por el milita- rismo, las protestas negativas contra la guerra no sirven para nada. El pro- letariado necesita un programa por la positiva que parta de los hechos de la guerra y el militarismo, los rasgos caractersticos del capitalismo deca- dente, como punto de partida para acciones prcticas. El primer impacto de la guerra en Europa revel una tendencia cen- trista pequeo burguesa en el SWP que tom la forma de una fraccin. Bajo la direccin de Burnham* y de Shachtman esta fraccin minoritaria libr una lucha que perturbaba al partido e intent tirar por la borda la doc- trina marxista reemplazndola por improvisaciones periodsticas. La lucha obstructiva librada por la fraccin de Burnham-Shachtman culmin en su desercin del partido, en una retirada pequeo burguesa tpica contra la disciplina de la mayora proletaria del partido. El abierto repudio del socialismo por parte de Burnham en un lapso menor de dos meses despus de que hubiera desertado del partido no fue ms que la consecuencia lgi- ca del curso que haba seguido en la lucha partidaria. La traicin al socia- lismo por parte de Burnham confirm en toda la lnea la caracterizacin del partido sobre este embaucador pretencioso y sobre la fraccin peque- o burguesa que organiz y con la cual maniobr, fraguando la ruptura. Desde la convencin del partido, la fraccin rupturista ha evoluciona- do sitemticamente en direccin del tradicional antimilitarismo socialista de izquierda que en el fondo no es ms que una forma de pacifismo. La lucha resuelta librada por la mayora del partido contra la fraccin de Burnham-Shachtman, y su decisiva victoria en la lucha, fueron las condi- ciones necesarias para la supervivencia del partido. Es necesario un anta- gonismo no menos implacable contra los desertores en cada punto. El par- tido no puede tener la ms mnima razn para conciliar en algn punto con la fraccin de los desertores, inspirada por el temor pequeoburgus de cara a la grave realidad y la complejidad de la guerra en curso. Adaptando nuestra tctica a la guerra 6. La guerra imperialista no es nuestra guerra ni el militarismo del esta- do capitalista es nuestro militarismo. No apoyamos la guerra y el milita- rismo de los imperialistas, del mismo modo que no apoyamos la explota- cin capitalista de los obreros en las fbricas. Estamos en contra de la gue- rra en su conjunto as como estamos en contra del dominio de la clase que 350 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... hostilidades genuinas comiencen o el punto preciso de ataque. La van- guardia obrera debe tambin prepararse para la guerra sin depender de res- puestas especulativas a estas cuestiones secundarias. La militarizacin del pas en preparacin para la guerra est teniendo lugar ante nuestros ojos. Todo nuestro trabajo y planes para el futuro deben estar basado en esta realidad. El futuro nos pertenece Los primeros estadios de la militarizacin y la guerra presentan enor- mes dificultades a nuestro partido porque tenemos que nadar contra la corriente. El partido ser probado de manera preliminar por su capacidad para reconocer estas dificultades y para mantenerse firme cuando la lucha es dura y el progreso lento. Slo un partido fortalecido por los grandes principios y las asociaciones mundiales de la Cuarta Internacional ser capaz de hacer esto. No somos un partido como los otros partidos. Slo nosotros estamos equipados con el programa cientfico del marxismo. Slo nosotros mante- nemos una confianza inconmovible en el futuro socialista de la humani- dad. Slo nosotros estamos dispuestos a enfrentar el militarismo universal del capitalismo decadente en sus propios trminos y a dirigir la lucha pro- letaria por el poder consecuentemente. La guerra en su curso destruir completamente a todos los otros parti- dos obreros, y a los movimientos a medias. Pero no har ms que templar al partido de la Cuarta Internacional y abrir el camino para su creci- miento y su eventual victoria. El futuro pertenece al partido de la dictadura del proletariado, el parti- do de la Cuarta Internacional. Este no necesita ms que permanecer fiel a s mismo, mantenerse firme, atrincherarse y preparar el futuro. 353 mente en Estados Unidos, la agitacin por la negativa por s sola contra el presupuesto militar y la conscripcin no puede, por s misma, rendir nin- gn resultado serio. Adems, despus que el Congreso ya hubiera desti- nado miles de millones para los armamentos y se aprestaba a aprobar un proyecto de ley sobre la conscripcin sin ninguna oposicin seria, seme- jante agitacin por la negativa contra la conscripcin estaba de alguna manera desfasada, y fcilmente degeneraba en un pacifismo hipcrita. Esto demostr ser as en el caso de las organizaciones (los socialistas de Thomas, los lovestonistas, etc) afiliadas al disparatado conglomerado que se autodenomina Comit Mantengamos a EE.UU. fuera de la guerra; una herramienta vil y traicionera de los imperialistas democrticos. La hipocresa de su pacifismo queda en evidencia por el hecho de que se declaran simultneamente a favor de la victoria de Gran Bretaa. Igualmente traidora es la agitacin puramente pacifista de los stalinistas, empleada hoy en da para beneficio de la poltica exterior de Stalin bajo los auspicios del pacto Hitler-Stalin, y que ciertamente ser abandonada maana cuando Stalin as lo ordene, si encuentra necesario cambiar de bando. El pacifismo de Browder y el pacifismo de Thomas emanan de ra- ces diferentes, pero son idnticos en su traicin a los intereses de la clase obrera. Bajo el dominio de un imperialismo moderno que ya est armn- dose hasta los dientes, una lucha abstracta contra el militarismo es, como mnimo, quijotesca. Nuestro programa para este perodo La estrategia revolucionaria no puede ms que consistir en tomar este militarismo como una realidad, contraponindole al programa de los impe- rialistas, punto por punto, un programa de clase proletario. Luchamos contra el envo de soldados-obreros a la batalla sin adecuado entrenamiento y equi- pamiento. Nos oponemos a la direccin militar de los obreros-soldados por los oficiales burgueses que los tratan sin ningn miramiento, sin preocupar- se por su proteccin y sus vidas. Exigimos fondos federales para el entrena- miento militar de obreros y obreros-soldados bajo el control de los sindica- tos. Expropiaciones militares? S; pero slo para el establecimiento y el equipamiento de campos de entrenamiento obreros! Entrenamiento militar obligatorio de los obreros? S, pero slo bajo control de los sindicatos! Tales son las consignas concretas necesarias para el estadio actual de preparativos del imperialismo norteamericano para la guerra en el futuro cercano. Ellas constituyen un programa militar transicional que comple- menta el programa poltico transicional general del partido. 7. El imperialismo norteamericano se prepara para la guerra, material e ideolgicamente, sin esperar a decidir por adelantado la fecha en que las 352 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... sirviendo a uno u otro imperialismo, se dedican a atacar a sus rivales mientras otros peridicos de la prensa mercenaria desvergonzadamente se venden a s mismos al mejor postor. Una tras otra arriban a nuestros pases misiones especiales para trabajo de propaganda que hacen uso de escuadrones areos de buena voluntad, visitas de actores famosos, etc. Buques de guerra ingleses, italianos, japoneses, franceses, alemanes y norteamericanos se suceden uno tras otro en una serie de visitas inter- minables a los principales puertos de Sudamrica, trayendo saludos de sus respectivas armadas y al mismo tiempo estudiando nuestras costas minuciosamente en busca de mejores lugares para establecer refugios y bases navales. Las lneas de navegacin area bajo control de los distin- tos pases imperialistas, no slo estrechan sus conexiones con sus res- pectivos centros, sino que tambin se extienden lo ms que pueden hacia el interior de los pases sudamericanos en una competencia feroz que ha durado hasta la declaracin de una nueva Guerra Mundial. Con gran publicidad, comisiones culturales de las potencias imperialistas rivales arriban a nuestras costas para dar conferencias e invitan a visitas recpro- cas desde los pases sudamericanos con todos los gastos pagos. Se garan- tizan toda clase de becas para los estudiantes sudamericanos, quienes nunca fueron mejor bienvenidos. Estos son algunos de los mtodos ms gentiles utilizados por los dife- rentes pases imperialistas para tomar posesin de nuestra riqueza. Una guerra a muerte tiene lugar entre Norteamrica, Alemania, Italia, Inglaterra, J apn y Francia para desplazar los bienes del otro en el merca- do sudamericano y en esa lucha brutal se echan mano a todos los medios. Se financian e incluso se arman partidos polticos en cada una de las rep- blicas del continente, buscando obtener poder para el propsito de servir a su amo imperialista en particular y sin en lo ms mnimo tener en con- sideracin las opiniones o los deseos de las poblaciones de sus pases. Las disputas fronterizas tambin son alimentadas por los imperialistas para mantener una atmsfera favorable para la penetracin imperialista. Por ltimo, se ejercen todo tipo de presiones sobre los gobiernos en el poder para obtener concesiones, tratados comerciales, zonas seguras de influen- cia u obtener privilegios que aseguraran a cada potencia imperialista ven- tajas o preponderancia sobre sus competidores en la colosal batalla por la divisin del continente. Hasta ahora, tal vez, la humanidad no ha sido testigo de una lucha similar. Ningn otro continente ha sido el teatro de un espectculo tan dra- mtico; ni frica ni China incluso en el pico de la lucha interimperialista. Lenin tena razn cuando predijo que, puesto que todas las colonias del mundo estn ya distribuidas, la prxima lucha de este estilo tendra lugar 355 LA LUCHA INTERIMPERIALISTA POR SUDAMRICA 1 Buenos Aires, 22 de julio de 1940 Quebracho* 1. Sudamrica, una presa codiciada La lucha por Sudamrica se vuelve ms aguda da a da dijo Lenin en 1916 en su libro El imperialismo: etapa superior del capitalismo. Podemos decir hoy que la lucha por Sudamrica, una de las fuentes ms importantes de materias primas, y, de acuerdo a las declaraciones de las partes interesadas el mercado ms grande del mundo, ha llegado a un punto culminante en que amenaza convertirse en una verdadera batalla entre las tres o cuatro grandes potencias imperialistas. Por varios aos esta lucha se ha desarrollado en todo el continente con creciente intensidad. El pueblo de Sudamrica se ve por todas partes sien- do objeto de propaganda por las bandas imperialistas en contienda. Constantemente somos visitados por agentes abiertos o encubiertos que van a todas partes, estudian todo, listan y examinan, esforzndose de una u otra forma por manipular las marionetas desde detrs de la escena de la poltica local. Mtodos imperialistas de penetracin Diariamente escuchamos despachos de radio transmitidos directa- mente desde Berln, Londres, Pars, Roma o Nueva York, bombarden- donos con noticias y programas especiales de propaganda de sus res- pectivos imperialismos. En todas nuestras ciudades, diarios especiales, UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin al espaol de Fourth International, volumen I, N 7, diciembre de 1940. A su vez, esta era una retraduccin de la versin inglesa de Bernard Ross del original en espaol (fechado en Buenos Aires, el 22 de julio de 1940). Quebracho era el seudnimo de Liborio J usto. siempre. De esta manera, Estados Unidos puso sus pies en Sudamrica a la cual, de acuerdo a la Doctrina Monroe 3 , juzgaba como una esfera de influencia exclusiva para s mismo. Triunfo del dlar todopoderoso En los aos que siguieron a la guerra, Estados Unidos confisc, una tras otra, las principales fuentes de la riqueza de Sudamrica. Estados Unidos obtuvo enormes concesiones petroleras en Venezuela, Bolivia y Per; las minas de cobre de Chile y Per empezaron a ser explotadas en una escala tremenda; el control de la industria del nitrato chilena fue adquirida de manos inglesas; la competencia por la industrializacin de la industria frigorfica comenz en Argentina y Uruguay; se financiaron plantaciones de caf en Colombia; se establecieron curtiembres en Paraguay; la mayor parte de las fuentes para la industria elctrica del con- tinente fueron confiscadas; se obtuvieron enormes concesiones para la industria del caucho en Brasil. Las corporaciones yanquis adquirieron los intereses de las compaas telefnicas britnicas en algunos de nuestros pases. Los automviles y autobuses que competan con los ferrocarriles ingleses invadieron el mercado sudamericano; se construyeron plantas industriales, subsidiarias de las de Estados Unidos; se establecieron lne- as de navegacin martima y se extendi una red de comunicaciones are- as abarcando la totalidad del continente; se establecieron filiales de los principales bancos norteamericanos. Estados Unidos tambin se convirti en el principal exportador a este continente y la mayor parte de los prstamos sudamericanos fueron ges- tionados en Nueva York. El monto del capital norteamericano en Sudamrica se increment en un 1200 % entre 1919 y 1930, mientras el capital ingls se mantuvo estacionario. Los pases sudamericanos, uno tras otro, han cado bajo el control de Wall Street. En 1928, antes de asumir el poder, el presidente electo Hoover 4 hizo un viaje por Sudamrica para visitar la principal esfera de influencia de 357 por la conquista de las semicolonias, entre las cuales est incluida Amrica Latina. Podemos ver cmo esta lucha ha llegado al mximo en los ltimos veinticinco aos. 2. La batalla de Inglaterra contra Estados Unidos La guerra imperialista de 1914-18 marca la etapa ms importante en la lucha por Sudamrica. Hasta entonces el capital ingls dominaba en Sudamrica. Tambin haba algunas inversiones francesas ms peque- as. Durante los aos que precedieron a la guerra, la competencia ale- mana empez a hacerse sentir, especialmente en los pases de la costa atlntica. Pero la supremaca era britnica. Ferrocarriles, bancos, com- paas de seguros, puertos, lneas de navegacin martima y fluvial por todo el continente; extraccin de petrleo en Per, estao en Bolivia, la industria del nitrato en Chile; frigorficos, haciendas, explotaciones madereras, compaas hidroelctricas, telfonos, trolebuses en Argentina; caf en Brasil; compaas de elctricidad, etc. es decir, todas las llaves de la economa latinoamericana, estaban en manos de Gran Bretaa, de donde se conseguan la mayor parte de los prstamos nacio- nales, provinciales y municipales. Pero el conflicto armado que puso a Inglaterra cara a cara con el peli- gro alemn le abri las puertas de par en par a otro imperialismo, el de los Estados Unidos, que se extendi por todo el continente con dinmica ener- ga, desplazando en un par de aos a su rival britnico de la mayor parte de nuestros pases. El imperialismo yanqui, que entr en la arena mundial luego de la gue- rra hispano-norteamericana de 1898, comenz a invadir Mxico y Amrica Central agresivamente al comienzo del presente siglo bajo la gida de la diplomacia del dlar y la poltica del gran garrote inaugu- rada por el presidente Theodore Roosevelt 2 . Pero la expansin imperialis- ta yanqui por Sudamrica comenz solamente durante y luego de la Primera Guerra Mundial, como resultado de la cual Estados Unidos se transform en una potencia industrial de primera clase. La guerra permi- ti a los Estados Unidos capturar mercados que hasta entonces estaban en manos de los pases europeos, pero que se vieron obligados a abandonar durante el conflicto. En gran parte esos mercados se han perdido para 356 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 2. Roosevelt, Theodore (1858-1919): poltico estadounidense, miembro del partido republicano. Vicepresidente con McKinle en 1900, se hizo cargo de la presidencia al ser ste asesinado en 1901 y se mantuvo en el puesto hasta 1909. Su poltica exterior de corte agre- sivo y beligerante se conoci como el gran garrote. 3. Doctrina Monroe: esta doctrina fue proclamada en un discurso del presidente norte- americano J ames Monroe ante el congreso el 2 de diciembre de 1823. En l adverta a las potencias europeas que no deban entrometerse en el hemisferio occidental y ni extender su poder en el continente americano. Aunque esta declaracin fue en gran medida ignorada durante la mayor parte del siglo XIX, un periodo de debilidad militar norteamericana signa- do por preocupaciones internas, se transform en la piedra de toque de la poltica exterior bajo Theodore Roosevelt, con el ascenso de Estados Unidos como gran potencia mundial. 4. Hoover, Herbert (1874-1964): Presidente republicano de Estados Unidos de 1929 a 1933, ao en que fue derrotado por F. Roosevelt. reconquist su preeminencia en Argentina. Este ltimo hecho se acentu notablemente porque la burguesa ganadera argentina, que controla el pas, despus de ser excluida del mercado ingls como resultado de la con- vencin de Ottawa de 1932, firm al ao siguiente el tratado Roca- Runciman 9 con Gran Bretaa. En compensacin por el mantenimiento del mercado britnico para sus carnes congeladas, este tratado garantizaba concesiones a Inglaterra que significaban la casi completa sujecin de la economa argentina al imperialismo britnico. Las concesiones consistan, principalmente, en el tratamiento favora- ble del capital ingls invertido en Argentina, que llegaba a la suma de 450 millones de libras esterlinas. Como una expresin de esas concesiones, el capital britnico, que en su mayor parte est invertido en tranvas y ferro- carriles, fue ayudado por la Ley de Coordinacin de Transportes que ayud a que ese capital gane grandes intereses al liberarlo de la compe- tencia del transporte automotor. Al mismo tiempo, la tasa de cambio para la libra se fij en 15 pesos argentinos para cancelar los intereses de ese capital mientras la tasa oficial fijaba a la libra en 19 o 20 pesos. Esto ocu- rri por el establecimiento de un control de cambio que favoreca la importacin de bienes ingleses y aseguraba al mismo tiempo el pago pun- tual del inters de la deuda externa contrada con Inglaterra. El estableci- miento del Banco Central complet el control financiero. Gran Bretaa tambin contraataca en todas partes El imperialismo ingls en Chile reconquist algo de su influencia, sin alcanzar a predominar, cuando asumi el presidente Alessandri 10 en 1932. Ross Scrutamaria, el ministro de finanzas de Alessandri y luego candida- to a la presidencia, tena antiguas conexiones con Londres. El ao 1932 tambin fue testigo de otro contraataque britnico. La oli- garqua del caf de San Pablo, atada al capital ingls, que por largos aos ha dominado el pas hasta que fue derrocada del poder por Vargas en 1930, se levant contra este ltimo, tratando de reconquistar su vieja preponde- rancia. No tuvo xito, siendo aplastada por el gobierno pro-yanqui. 359 Estados Unidos. Y dos aos despus, al comienzo de la crisis mundial de 1929-34, la influencia yanqui lleg a su pico como resultado del golpe de estado del General Uriburu 5 en Argentina y del movimiento subversivo de Getlio Vargas en Brasil, que removieron del poder de aquellos dos gran- des pases a ejecutivos atados al rival europeo del imperialismo nortea- mericano, Inglaterra. Con esto, la dominacin del imperialismo yanqui sobre el continente sudamericano estaba casi completa. 3. Inglaterra se apoya en Argentina Pero esta situacin no dur demasiado. La cada del dictador chileno Ibez 6 , en 1931, fue un golpe contra el control yanqui en ese pas. Y el imperialismo ingls retom sus posiciones en 1932 como resultado de un cambio en el gobierno. Inglaterra se arraig profundamente en ese pas, desde el cual trat de hacer retroceder el avance de Estados Unidos y reconquistar sus posiciones perdidas en el continente. La Repblica Argentina es el mercado sudamericano ms importante. Adems, se encuentra ms capital extranjero invertido en Argentina que en cualquier otro pas sudamericano. Para poder controlar dicho mercado y obtener concesiones especiales, las empresas norteamericanas, princi- palmente Standard Oil, asistieron financieramente y colaboraron con el golpe del General Uriburu, quien derroc al presidente Yrigoyen 7 , notorio anti-yanqui y amigo de Inglaterra. Pero en poco tiempo Uriburu tuvo que ceder el poder al General J usto 8 , por medio de cuyo gobierno Inglaterra 358 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 5. Golpe de estado de Uriburu: el general J os Flix Uriburu (1868-1932) encabez un golpe militar que puso fin al gobierno de Yrigoyen. Estuvo a cargo de la presidencia de la Repblica Argentina desde ese ao hasta 1932. 6. Ibaez (Del Campo), Carlos (1877-1960): Presidente chileno, procedente de una familia adinerada, particip del golpe militar de 1924 contra el presidente Arturo Alessandri. Cuando ste fue restaurado en la presidencia, Ibaez fue nombrado Ministro de Guerra, e inmediatamente se hizo del poder en 1925. Dos aos despus fue elegido presidente, orde- nando el encarcelamiento de todos los adversarios del rgimen. La crisis econmica, causa- da por la Gran Depresin, forz la dimisin de Ibaez. En 1937 regres del exilio por breve tiempo para dirigir algunas tentativas de levantamientos fascistas. En 1952 fue elegido como "general de la esperanza". Su nuevo gobierno result ms conciliador, fomentando el creci- miento econmico y luchando contra la corrupcin. Se gan el apoyo de la clase media y de los sindicatos, promulgando el Cdigo del Trabajo. 7. Yrigoyen, Hiplito (1850-1933): poltico argentino, uno de los fundadores de la Unin Cvica Radical. Fue elegido presidente de la Repblica en 1916 a 1922 y por segun- da vez en 1928, siendo depuesto por el golpe de estado de 1930. 8. Justo, Agustn P. (1876-1943): militar argentino que encabez el golpe de estado que en septiembre de 1930 derroc al presidente Hiplito Yrigoyen, junto con el general J os F. Uriburu. Fue elegido presidente en 1932 inaugurando la llamada dcada infame. Gobern hasta 1938. 9. Tratado Roca-Runciman: pacto firmado por el gobierno argentino con Gran Bretaa en la dcada del 30, considerado smbolo de la dcada infame ya que para asegurar el comercio con Inglaterra, Argentina ofreca grandes concesiones, reforzando su dependencia con aquel pas. 10. Alessandri, Arturo (1868-1950): poltico chileno. Fue presidente de la Repblica de 1920 a 1924, ao en que fue depuesto por un golpe de Estado; unos meses despus de 1925, perodo en que promulg una Constitucin de corte presidencialista; y por fin, desde 1932 a 1938, en momentos de grave crisis del pas. estaba preparando para su contraataque, un nuevo e inesperado competi- dor apareci en la escena sudamericana: J apn, que comenz a inundar el continente con productos baratos y empez a incrementar en proporciones geomtricas su comercio con nuestros pases. En ese momento el comer- cio italiano era insignificante y Alemania an no haba cado bajo el puo de hierro de Hitler. J apn fue la primera de las naciones totalitarias que aparecieron en Sudamrica. J apn no slo invadi Sudamrica con mercancas baratas, sino que tambin obtuvo concesiones en Brasil (en los estados sureos y en el terri- torio amaznico), adonde J apn envi grandes contingentes de inmigran- tes. El imperio asitico tambin increment su influencia sobre la costa occidental del continente, especialmente en Per. Cuando la penetracin econmica japonesa alcanz su pico y dio lugar a una considerable alarma en los competidores ingleses y norteamerica- nos, la Alemania hitleriana se lanz a la lucha y en muy poco tiempo suplant a la amenaza japonesa, apareciendo como un rival mucho ms poderoso y serio. Esto ocurri en 1934. El giro comercial de Alemania Alemania y Brasil firmaron un tratado comercial en 1935, por el cual la primera compraba productos, especialmente algodn, que se pagaran, no segn el cambio internacional sino por medio de los llamados marcos compensados que slo podran usarse para adquirir mercancas prove- nientes de Alemania. Este tratado fue el comienzo de la formidable ofen- siva comercial alemana en Sudamrica que dur hasta el estallido de la presente guerra imperialista. Como resultado de ese tratado, la balanza comercial de Brasil era favo- rable a Alemania y sta desplaz a Estados Unidos como principal expor- tador a Brasil en 1936 y 1937. Por medio de tratados basados en el marco compensado o trueque, dicha ofensiva se extendi hasta el resto de Amrica Latina. Por medio de este intercambio, Alemania adquira a bajos precios grandes cantidades de materias primas indispensables, que no eran consu- midas en su totalidad sino revendidas en otros mercados europeos con el objetivo de obtener el intercambio internacional necesario para comprar otras mercancas en el exterior. Los pases latinoamericanos se sacaban de encima grandes cantidades de productos, recibiendo a cambio mercancas alemanas que remplazaban los productos de otros pases. De esta manera, Alemania adquira el caf y los cultivos de algodn en Brasil, la lana en Uruguay, etc. El comercio alemn en 1936 desplaz a Estados Unidos del primer lugar en Chile. Uno tras otro, los pases lati- 361 Pero el choque ms violento y trgico fue en el territorio del Chaco que era disputado entre Bolivia y Paraguay. Bajo la presin de las com- paas petroleras norteamericanas, que necesitaban una salida en el este de Bolivia para la produccin de sus pozos, este ltimo pas se levant, armas en mano, para conquistar el territorio disputado y extender su terri- torio hasta el ro Paraguay, y de esta manera obtener un puerto con una salida al Atlntico. Estos objetivos fueron resistidos por Paraguay, apo- yado por los intereses anglo-argentinos que controlaban la economa de ese pas. Paraguay hizo retroceder el avance boliviano y conquist el territorio disputado. Mientras tanto, el control ingls se incrementaba en Argentina y le dio a Gran Bretaa la oportunidad de atacar y herir de diversas formas a su rival, Estados Unidos. Los resultados de dicho contraataque pronto se hicieron fcilmente visibles: Argentina reingres a la Liga de Naciones mientras en las conferencias panamericanas asumi una actitud beligeran- te hacia Estados Unidos. En lo que concerna a los asuntos comerciales, se despleg un favoritismo an ms grande hacia los bienes ingleses a travs del control del intercambio bajo el pretexto de comprarle a aqullos que nos compran. Por otra parte, todo tipo de obstculos y tarifas aduaneras sobre mer- cancas norteamericanas cerraban nuestros mercados a las importaciones provenientes de Estados Unidos. El caso sobresaliente tuvo que ver con la importacin de automviles desde Estados Unidos, que se volvi tan dif- cil que surgi lo que dio en llamarse la desmotorizacin de Argentina. A pesar de la construccin de una extensa red de rutas de hormign por todo el pas, el nmero de automviles en Argentina en 1938 era mucho menor que el que haba en el pas diez aos antes, cuando Argentina esta- ba entre los pases que posean mayor cantidad de vehculos. Como resultado de estas y otras medidas contra los intereses nortea- mericanos en Argentina, el capital invertido por Estados Unidos en dicho pas disminuy, de acuerdo a los datos del Boletn de la Unin Panamericana, de 700 millones de dlares en 1931 a 380 millones en 1938. La ofensiva contra las compaas norteamericanas en Argentina fue tan grande que en 1937 las propiedades de la Standard Oil fueron vendi- das al gobierno argentino. La venta sin embargo, no fue aprobada. La tota- lidad de la situacin agrav las relaciones econmicas con Estados Unidos y llev al fracaso de los intentos de firmar un tratado comercial. 4. Los estados totalitarios entran en escena En el pico de la crisis mundial de 1929-34, mientras el imperialismo yanqui estaba llegando al pinculo de su influencia y Gran Bretaa se 360 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... los derechos de los otros, el vecino que respeta sus obligaciones y respe- ta lo sagrado de sus acuerdos dentro y con un mundo de vecinos. De esta manera se estableci la piedra fundamental de una nueva poltica exterior para Estados Unidos, la poltica del buen vecino, con la cual se inicia- ra una nueva era, especialmente en la relacin con las repblicas al sur del Ro Grande. Los marines que por muchos aos vigilaron atentamente los intereses norteamericanos en Nicaragua y Hait fueron retirados inmediatamente. Se dieron garantas de que Estados Unidos no intervendra en Cuba, e incluso algunos meses despus, la enmienda Platt que le daba a Estados Unidos ese derecho fue derogada de la Constitucin cubana. Era fcil ver que la nueva actitud norteamericana no era ms que un cambio de frente, la adopcin de mtodos ms refinados, abandonando esos mtodos brbaros y primitivos introducidos por Theodore Roosevelt. Frente a una batalla interimperialista en desarrollo en Sudamrica, Estados Unidos cambi sus mtodos para poder luchar ms efectivamen- te contra los rivales europeos y asiticos. La anterior poltica norteameri- cana, de carcter agresivo, haba dado lugar a una enorme resistencia de parte de los pases latinoamericanos, creando una atmsfera antinortea- mericana desfavorable a los intereses de Wall Street que fue utilizada por sus antagonistas imperialistas. La poltica del buen vecino fue recibida con elogios en Amrica Latina. Para muchos estadistas de la vieja escuela, Estados Unidos haba por fin comprendido cul deba ser su actitud verdaderamente. Estados Unidos estaba ahora asumiendo el papel que le corresponda a su tamao, el de un hermano mayor; el imperialismo yanqui haba dejado de existir, y deba por lo tanto ser considerado como un captulo cerrado de la histo- ria. Y haba otros que incluso llegaron a decir que Estados Unidos repre- sentaba para Amrica Latina su mejor amigo, en caso de hubiera ataques provenientes de otros pases imperialistas. El buen vecino en accin No obstante, bajo la cobertura de la poltica del buen vecino, Estados Unidos estaba buscando la mejor manera de luchar contra los rivales euro- peos y asiticos para expulsarlos del continente, y de acuerdo con esto intensific sus esfuerzos para penetrar en Amrica Latina. Con esos fines en vista, Estados Unidos adopt la consigna de la lucha por la democra- cia contra el fascismo, esforzndose por aparecer como el campen de la paz y la tolerancia racial. Refugiado en tales ideales de unidad y hermandad, Washington hizo un intento formidable para asegurar la dominacin total y exclusiva de 363 noamericanos cayeron bajo el influjo del comercio alemn, que continu su penetracin por medio de operaciones de trueque: maquinaria por cere- ales en Argentina; por petrleo en Bolivia. Alemania hizo lo mismo con Mxico. El alcance de la expansin alemana La ofensiva nazi-fascista no se content simplemente con la conquista de los mercados sudamericanos. La penetracin nazi tambin fue acom- paada por todo tipo de propaganda, organizando a los residentes alema- nes, educando a la juventud mediante mtodos nazis, formando secciones importantes del partido nazi, financiando y dirigiendo la formacin de partidos polticos, como los integralistas en Brasil, el partido nazi en Chile y los llamados nacionalistas en Argentina. Pero las ambiciones de los nazis se extendieron an ms, abarcando proyectos de escala tan grande en los diferentes pases del continente como la construccin de una planta hidroelctrica gigante en Uruguay, el arrendamiento de la totalidad del territorio de Acre en Brasil para la explo- tacin del caucho, la construccin de un extenso oleoducto a travs del territorio del Chaco para transportar el petrleo boliviano al ro Paraguay. Incluso parece que se han hecho planes para apoderarse de la Patagonia. Las aerolneas alemanas comienzan a atravesar todo el continente. La influencia nazi era inequvoca en el golpe de estado del presidente Vargas en Brasil en 1937. A sabiendas de que poda contar con el apoyo de los Integralistas, Vargas proclam el establecimiento de un gobierno totalitario. El presidente Busch 11 de Bolivia tambin revel simpatas por Alemania en la lucha que llev adelante contra las compaas mineras y petroleras anglo-norteamericanas hasta su suicidio en 1939. El estallido de la presente guerra, que aisl a Alemania de Sudamrica como resultado del bloqueo britnico, ha paralizado, pero no matado el plan de expansin imperialista nazi. Se mantiene oculto en las sombras, aguardando un cam- bio en los eventos europeos. 5. El imperialismo yanqui se quita el disfraz del buen vecino Al asumir su mandato por primera vez, Roosevelt dijo en su discurso inaugural: Deseo que esta nacin se dedique a la poltica del buen veci- no, el vecino que se respeta a s mismo absolutamente y, por ello, respeta 362 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 11. Busch, Germn (1904-1939): militar y poltico boliviano. Elegido presidente de la Repblica por la Asamblea (1937-1939), estableci una dictadura personal. nera que favorecera la introduccin de sus productos en Latinoamrica. Sin embargo, el objetivo deseado por Estados Unidos termin en la nada por la actitud de Argentina, que por supuesto estaba impulsada por Inglaterra. La Conferencia de Lima de diciembre de 1938 presenci el despliegue de la penetracin comercial alemana. El gobierno de Roosevelt que ahora hablaba insistentemente sobre la Doctrina Monroe propuso nuevamente la formacin de un bloque, el cual hablando ms precisamente, tena las caractersticas de una alianza interamericana en vez de la Liga Americana de Naciones propuesta por Colombia y la Repblica Dominicana. Ese esfuerzo fracas nuevamente por la actitud argentina. Este ltimo pas, sin embargo, firm la Declaracin de Lima, que estableca la consulta entre los gobiernos americanos. Poco a poco, se iba llegando al bloque o alian- za, la alianza entre el lobo y el cordero que el imperialismo yanqui dese- aba, para poder adquirir para su uso exclusivo los frutos de la explotacin latinoamericana, y tambin para asegurarse que estos pases seran arras- trados hacia la prxima guerra. La conferencia siguiente en Panam en 1939, convocada con motivo del estallido de la guerra en Europa, estableci la llamada zona de segu- ridad. Se agreg poco a los resultados de las otras conferencias, amn de la intensificacin por parte de Estados Unidos de la campaa para crear una atmsfera favorable para la colaboracin interamericana. 6. La guerra favorece a Estados Unidos La Segunda Guerra Mundial estall en Europa cuando la lucha inte- rimperialista por Sudamrica estaba en su apogeo. Y, como se esperaba, la guerra trajo profundos cambios en la relacin de fuerzas entre las poten- cias, produciendo nuevas stuaciones favorables a Estados Unidos. En primer lugar, el comercio alemn, que haba provocado tanta alar- ma, fue erradicado completamente del mercado sudamericano por el blo- queo britnico. La guerra signific, tambin, que Inglaterra no poda abas- tecer del todo bien las importaciones que las naciones sudamericanas necesitaban. Y, por otra parte, desde el comienzo de la guerra con China en 1937, el comercio japons con Amrica Latina haba cado considera- blemente. Todas estas circunstancias favorecan directamente a Estados Unidos, que llen el espacio que dej vacante Alemania en la totalidad de las importaciones sudamericanas. El comercio de Inglaterra (antes de la guerra dicho pas tambin tambin haba comenzado a recurrir al trueque) se mantuvo estacionario. Al mismo tiempo, los pases sudamericanos han visto a casi todo el continente europeo cerrarse como mercado para sus exportaciones. Ms 365 Wall Street sobre Amrica Latina. Se firmaron tratados bilaterales, como aqul con Brasil, que garantiz concesiones especiales a expensas de los rivales imperialistas, para combatir el trueque alemn; se extendieron cr- ditos a los pases sudamericanos para facilitarles la compra de productos norteamericanos; se despacharon misiones militares para instruir a los ejrcitos de los distintos pases latinoamericanos; se ofrecieron en alquiler buques obsoletos para defender, as se deca, las costas de Sudamrica; se enviaron escuadrones areos, como las fortalezas volantes, en especta- culares incursiones de propaganda por todo el continente. Se increment el trfico con nuestros pases por medio de lneas martimas llamadas flo- tas del buen vecino; se extendi la red mundial ms extensa de comuni- caciones areas por toda Latinoamrica; se ejerci presin sobre varios gobiernos latinoamericanos para impulsarlos a tomar medidas contra los competidores imperialistas de Estados Unidos (esto ocurri en Brasil, donde las concesiones a los japoneses fueron revocadas); se aseguraron prstamos especiales (a Paraguay despus de la eleccin del presidente Estigarribia, ex-embajador en Washington) para construir rutas que com- petiran con los ferrocarriles ingleses, etc. Las conferencias panamericanas Pero la principal arma que esgrima Estados Unidos para penetrar en Latinoamrica era el espectro de la guerra y la amenaza totalitaria. Bajo dicho pretexto, tuvieron lugar una serie de conferencias panamericanas, con intervalos cada vez ms cortos entre ellas, cuyo nico propsito era legalizar y obtener el consentimiento de los gobiernos latinoamericanos para los vastos planes del imperialismo yanqui para transformar a Amrica Latina en una esfera de influencia exclusiva de los intereses de Wall Street. Estados Unidos logr poco en esa direccin en la Conferencia de Montevideo de 1933 debido a que la poltica del buen vecino era algo nuevo y la Guerra del Chaco era una herida abierta, lo que por el momen- to obstrua todo intento de llegar a la unidad continental. Por consiguiente, el primer intento serio de alinear a las naciones lati- noamericanas en un bloque bajo la hegemona de Estados Unidos fue la llamada Conferencia de Paz de Buenos Aires de 1936 a la que asisti el presidente Roosevelt. En dicha conferencia, bajo el pretexto de salva- guardar la paz, el imperialismo yanqui se preparaba para la guerra, aspi- rando adems a separar a todos los pases latinoamericanos de cualquier tipo de influencia imperialista extracontinental, ya sea que viniera de Europa o Asia. Estados Unidos tambin bosquej un plan de tregua adua- 364 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Interamericano, el establecimiento de un crtel econmico norteamerica- no y planes de defensa continental, que incluyen la cesin de bases navales y areas en los principales puntos estratgicos de Latinoamrica, Estados Unidos pugna por ese objetivo. De esta manera, Estados Unidos seguramente reintroducir sus proyectos para la formacin de una unin aduanera americana, la cual fuera propuesta en la primera conferencia panamericana que se reuni en Washington en 1889. Para asegurarse de que los banqueros ganen sus superbeneficios, el imperialismo norteamericano tambin trabajar en planes conjuntos con la burguesa parsita y sicofante de nuestros pases para aplastar todas las rebeliones y movimientos de liberacin de las masas explota- das y oprimidas del continente. Con tal objetivo en mente, en el momento en que el imperialismo yanqui lo considere apropiado, arro- jar contra nuestros pases todo el gigantesco aparato militar que est levantando hoy en da para enfrentar a los saqueadores rivales de otros continentes. Por otra parte, la Doctrina Monroe propugnada por el pre- sidente Roosevelt busca encadenar a Latinoamrica a la maquinaria de guerra de Estados Unidos, y ser usada para arrastrar a esas mismas masas explotadas a la lucha para servir como carne de can en la gue- rra imperialista. 7. Adnde va Latinoamrica? El mundo est a punto de ser dividido en tres zonas de influencia gigantes entre las grandes potencias imperialistas. Europa para los euro- peos dice Hitler; Asia para los asiticos, grita J apn; Amrica para los nor- teamericanos, repite una vez ms Estados Unidos. Cada uno de esos pa- ses proclama su Doctrina Monroe regional que en realidad significa: Europa para los alemanes, Asia para los japoneses y Amrica para los yan- quis. Despus de transformarse en amos continentales, cada una de esas potencias aspirar a transformarse en el amo del mundo, salvo que sus pla- nes sean estropeados por la revolucin socialista, que puede estallar en cualquier momento en Europa o Asia. Pero los mtodos que cada uno utiliza para lograr la dominacin son distintos. J apn invadi China con el pretexto de defenderla del comu- nismo. Alemania invadi varias naciones europeas para defender su neutralidad amenazada por Inglaterra. Estados Unidos toma posesin de Amrica Latina con la fbula de defenderla del fascismo. Pero mientras J apn y Alemania se vieron forzadas a recurrir a las armas para llevar a cabo sus conquistas, Estados Unidos las est adqui- riendo pacficamente, al menos por el momento. La penetracin nortea- mericana, mejor disfrazada y ms astuta, difcilmente es advertida por el 367 an: se enfrentan a la perspectiva de que se cierre la totalidad del merca- do europeo si Hitler ocupa Inglaterra. Y si la guerra mundial se extiende hacia el Lejano Oriente, muy probablemente cese el comercio con J apn. Estados Unidos quedara como el amo absoluto del comercio sudamerica- no. Estas son las perspectivas reales a las cuales nos llevan. Los yanquis refuerzan sus reclamos De cara a tales contingencias y posibilidades, Estados Unidos est pre- parndose para explotar la situacin y lograr su viejo anhelo de la domi- nacin completa y exclusiva de Amrica Latina y de todo el hemisferio occidental. Como un nuevo paso en esa direccin, Estados Unidos recien- temente decret que las posesiones europeas en este continente no pueden cambiar de dueo, es decir, si los dueos actuales ya no gobiernan, slo Estados Unidos puede hacerse cargo de dichas posesiones. Cualquier otro sustituto que pueda adoptarse para disimular este hecho, como el estable- cimiento de mandatos panamericanos, de los cuales se habl ltima- mente, no sern ms que intentos para enmascarar la posesin real de dichos territorios por Estados Unidos. Incluso aunque Hitler fuera derrotado y las potencias coloniales euro- peas reconquistaran su antigua posicin, sin duda alguna Estados Unidos continuara quedndose con sus posesiones en este hemisferio, ya sea como resultado de una compra o como pago por deudas de guerra. El mismo destino corrern los intereses britnicos, belgas, franceses, holan- deses y escandinavos en nuestros pases. La decadencia de Inglaterra es particularmente rpida y todo indica que, ya sea que gane o pierda la presente guerra, Gran Bretaa desapare- cer completamente como un factor decisivo en las luchas interimperia- listas en Latinoamrica. No obstante, Gran Bretaa an no se ha rendido y su influencia persiste en la zona del Ro de la Plata, aunque decrece dia- riamente y la burguesa argentina est cada vez ms dispuesta a sumar su destino al de Estados Unidos en el hemisferio occidental. Aunque la Alemania hitlerista en este momento tiene las relaciones cortadas con Sudamrica, mantiene grupos y organizaciones, que en algunos pases tienen importancia real, las llamadas quintacolumnas, que esperan circunstancias favorables en el desarrollo de los eventos europeos que les permitirn disputar con Estados Unidos la dominacin del continente. En el intern, Estados Unidos utiliza activamente la presente situacin para incrementar su dominacin econmica, poltica y militar sobre Amrica Latina. Por medio de esquemas que en parte fueron presentados en la conferencia de La Habana, como la creacin de un Banco 366 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... transformar en el amo exclusivo y en el nico heredero de las potencias extracontinentales en Sudamrica. El colapso del Imperio Britnico en poco tiempo significar la desapa- ricin de Inglaterra como un competidor imperialista. Y de una forma u otra, con o sin batalla, las llamadas quintacolumnas alemanas, japone- sas o italianas, pronto sern definitivamente aplastadas, dejando a Wall Street como el propietario exclusivo del hemisferio occidental. Es fcil anticipar que antes de que ese objetivo se logre el imperialismo yanqui se quitar la mscara de defensor de la libertad y aparecer en su verdadero aspecto, es decir, como uno de los ms brutales y sanguinarios de los imperialismos. Frente a esta perspectiva, la vanguardia revolucionaria del proletaria- do sudamericano extiende una mano cordial a la clase obrera de Estados Unidos, su aliado en la lucha contra sus opresores comunes. A travs de nuestros camaradas del Socialist Workers Party, enviamos un saludo cor- dial de esperanza y entendiminento al proletariado norteamericano. 369 pueblo latinoamericano engaado por sus principales dirigentes quienes, vendindose al imperialismo, traicionan sus intereses. Nuevos traidores Actualmente no se trata solamente de los gobernantes latinoamerica- nos, los cuales han sido antiguas herramientas de la opresin y la domi- nacin del imperialismo. Los mismos lderes que proclaman dirigir a las masas, incluso aquellos partidos como el Aprista 12 que antes atacaron al imperialismo yanqui hoy ensalzan a Estados Unidos y le abren las puertas para que pueda entrar para defendernos del totalitarismo. Recientemente, cuando se revelaron las actividades de la quintacolumna nazi-fascista en Uruguay en la forma sensacionalista que sirve a Estados Unidos, varios lderes de las masas populares pidieron que los cruceros norteamericanos estacionados en los puertos uruguayos prolonguen su estada, especialmente debido a tales circunstancias. Rara vez uno ha sido testigo de traiciones y crmenes peores con el objetivo de entregar a nues- tros pases a las garras de su peor enemigo. Se mantiene an la desacreditada voz del stalinismo que ahora se encuentra adherido a la quintacolumna nazi y maana cambiar su ros- tro y se transformar nuevamente en una brigada de capitulacin. Otros pseudo-izquierdistas tambin son de la opinin de que la nica manera de oponerse a la penetracin norteamericana es entregarse al imperialismo nazi. Slo las pequeas fuerzas de la Cuarta Internacional se mantienen para preparar y dirigir al proletariado sudamericano en la lucha de nuestros pa- ses, por liberarse de las tenazas de todos los imperialismos. Algunas perspectivas Por el momento todo indica que Estados Unidos, que ha hablado de extender la Doctrina Monroe a la Antrtida, Groenlandia, Islandia, las islas Canarias y Azores, e incluso las Indias orientales holandesas, se 368 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 12. APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana): fundada en 1924 por el peruano Haya de la Torre. En su momento de apogeo hubo movimientos apristas en Cuba, Mxico, Per, Costa Rica, Hait y Argentina. Fue el primer movimiento que plante la nece- sidad de unificacin econmica y poltica de Amrica Latina contra la dominacin impe- rialista. De carcter populista, su programa consista de cinco puntos: accin contra el imperialismo yanqui; unidad de Amrica Latina; industrializacin y reforma agraria; inter- nacionalizacin del Canal de Panam y solidaridad mundial de todos los pueblos y clases oprimidas. El APRA posteriormente degener en un partido reformista liberal, anticomu- nista y pro-capitalista. gado durante mucho tiempo a abandonar la tierra candente de China si nicamente la revolucin agraria hubiera abrazado el pas. El hecho que Chiang Kai Shek hoy se vea forzado a girar cada vez ms hacia el impe- rialismo norteamericano (y britnico), preparando as una nueva opresin para China, es la consecuencia directa del temor que la burguesa nacio- nal experimenta frente a su propio pueblo y de su incapacidad de movili- zar las fuerzas revolucionarias de la nacin contra el invasor japons. 2- Persiguiendo su evidente destino, el imperialismo norteamerica- no se prepara para ocupar las posiciones del Imperio britnico en el Extremo Oriente, incluida la China, y para asegurar la derrota de su rival japons en el Pacfico. Washington proyecta vencer a J apn en la guerra, expulsar a los imperialistas japoneses de China y ejercer su soberana sobre el pueblo chino. Los preparativos en esta direccin estn dados por los movimientos militares, navales y areos, en el Pacfico, y la creciente ayuda otorgada a Chiang Kai Shek en forma de prstamos y de sumi- nistros de guerra. Aun cuando se reconozca la necesidad de China de aceptar la ayuda material norteamericana en la guerra contra J apn, los revolucionarios no pueden ignorar el peligro que se esconde detrs de esto. Deben combatir la idea que el imperialismo norteamericano acta con bondad hacia China y explicar a las amplias masas el verdadero mvil de esta ayuda, a saber, la preparacin de una nueva esclavitud para el maana. Si los imperialistas amigos piden que su ayuda se pague con dere- chos econmicos preferenciales, concesiones, base militares, etc., los revolucionarios deben oponerse a tales transacciones que, en ltima ins- tancia, significar para China el reemplazo de un imperialismo por otro, pagando dicho cambio con la sangre de las masas chinas. Si la burguesa china procede a tales transacciones, los revolucionarios deben denunciarlas como una traicin a la lucha de China por su emanci- pacin. Pero no castigarn a Chiang Kai Shek declarndose derrotis- tas en la guerra de China contra J apn. Continuarn pronuncindose por la defensa de China, a pesar y contra la burguesa china. 3- Las rivalidades imperialistas en el Pacfico llevan directamente a un conflicto armado. Cuando EE.UU. le haga la guerra a Japn, y quizs inclu- so antes, una alianza militar entre Washington y Londres con Chong King 3 estar a la orden del da. Sin embargo, el hecho que la guerra entre los impe- rialismos japons y norteamericano (en la que Chiang Kai Shek ser un 371 RESOLUCION: LAINTERVENCION NORTEAMERICANAEN CHINA 1 31 de marzo de 1941 Comit Ejecutivo de la IV Internacional en Nueva York 1- La emancipacin de China del yugo del imperialismo se repite como tarea para el proletariado chino, apoyado por las masas campesinas. La burguesa nacional es incapaz de arrancar al pas del estancamiento y no puede conducir una lucha victoriosa contra una sola potencia imperia- lista, J apn, por lo tanto, tampoco puede luchar en forma consecuente para liberar a China de la dominacin extranjera. Su lucha contra una potencia imperialista no hace ms que ubicarla en la rbita de otra potencia. Durante un cierto nmero de aos, la burguesa nacional, representada en la persona de Chiang Kai Shek, recurri a una poltica de no-resisten- cia frente al bandolerismo de J apn, y prefiri dirigir sus fuerzas contra los obreros y los campesinos chinos. Luego de haberse embarcado en la guerra contra J apn, cuando ya no tena otra posibilidad, Chiang Kai Shek nunca se olvid de luchar contra el pueblo chino, oponindose a las refor- mas sociales, incluso a las ms modestas, y aplastando todo movimiento independiente de las masas. Los recientes ataques de Chiang Kai Shek contra los nuevos 4 y 8 ejrcitos de ruta 2 muestran que su poltica reac- cionaria ni siquiera puede tolerar las mnimas reformas democrticas introducidas por estas fuerzas controladas por los stalinistas. Si, a pesar de esta poltica social reaccionaria, se hubiera podido dete- ner el avance japons, y si la guerra hubiera alcanzado un punto muerto, se podra decir con certeza que el imperialismo japons habra sido obli- UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en R. Prager compilador, Les Congrs de la Quatrime Internationale, ed. La Brche, Pars, 1981, Tomo 2, pg. 44. Fue publicado en Fourth International, mayo de 1941. 2. Fuerzas militares salidas del antiguo Ejrcito Rojo, bajo el mando del PC chino y de Mao Ts Tung. 3. Sede del gobierno de Chiang Kai Shek. los obreros norteamericanos no pueden confiarle a sus explotadores -los imperialistas ms poderosos del mundo entero- la tarea de liberar a China de las garras del imperialismo japons. La defensa de China por parte del imperialismo norteamericano es, en realidad, la prepara- cin de una nueva esclavitud en ese pas. Una unin sagrada del pro- letariado norteamericano con su burguesa, realizada en nombre de la defensa de China, y el abandono de la lucha por el poder por parte del proletariado, significaran que maana China ser saqueada por Wall Street. El imperialismo norteamericano se reforzar a expensas de las masas chinas y de la clase obrera norteamericana. Los Estados Unidos soviticos de Amrica son la mejor garanta de la independencia de China, de su emancipacin, del detenimiento del atraso social y de su desarrollo hacia el socialismo. Para preparar esto, la lucha de clases no se puede detener ni un instante. 5- Si el ejrcito chino se muestra incapaz, incluso con una ayuda nor- teamericana ampliamente acrecentada, de expulsar rpidamente al invasor japons, los imperialistas norteamericanos buscarn desembarcar con sus propias tropas en China y apoderarse de la lucha de China contra J apn, creando un comando nico bajo su propio control. El deber de los revolu- cionarios chinos ser oponerse a la subordinacin de las operaciones mili- tares chinas a la estrategia y a los objetivos de guerra del imperialismo norteamericano. Adems, China no necesita brazos suplementarios para echar al invasor japons. En consecuencia, los revolucionarios chinos deben condenar el desembarco de fuerzas armadas norteamericanas en China como una empresa puramente imperialista y deben movilizar a las masas chinas para oponerse a esto. En esta lucha, deben recibir el apoyo de los revolucionarios en EE.UU. que deben oponerse con fuerza al envo de fuerzas armadas norteamericanas a China y exigir el retiro de las que ya se encuentran all. Si envan fuerzas armadas norteamericanas, los revolucionarios deben esforzarse en unir a los soldados chinos y nortea- mericanos contra los imperialistas reaccionarios y sus aliados burgueses chinos. 6- La tendencia creciente de un control norteamericano sobre la lucha de China estar necesariamente acompaada por una intensificacin de todos los antagonismos sociales y polticos en los ejrcitos chinos as como en todo el pas. Surgirn centros de resistencia antiimperialista en todos los ejrcitos y entre los obreros y campesinos para destituir a Chiang Kai Shek y a su banda, quienes han dirigido la guerra contra J apn para venderse a Wall Street a un precio ms ventajoso. En estas condiciones, el programa revolucionario de defensa de China -milicias obreras y campe- 373 aliado subalterno de ste), tenga un carcter puramente imperialista no suprime los problemas planteados para la lucha de China contra los inva- sores japoneses. Los revolucionarios deben explicarle a las masas chinas que la alian- za de su burguesa nacional con el imperialismo norteamericano es la consecuencia inevitable de la direccin reaccionaria dada por Chiang Kai Shek a la guerra contra J apn; deben explicar que el aplastamiento de todo movimiento independiente a favor de reformas sociales y, seguida- mente, la alianza con Washington son dos aspectos de la misma poltica, y que esta poltica no puede asegurar la emancipacin del pas, ni hacer avanzar la liberacin social del pueblo chino. En oposicin al entusiasmo oficial por los liberadores imperialistas norteamericanos y su misin, los revolucionarios denunciarn los verdaderos objetivos del imperialis- mo del dlar y mostrarn el gran peligro que reserva para China, el peli- gro de una nueva esclavitud. A la poltica reaccionaria de Chiang Kai Shek, le opondrn el programa de una guerra revolucionaria basada en cambios sociales drsticos (la tierra a los campesinos, el control obrero de la produccin, etc.) Pero esto no le impedir a los revolucionarios seguir estando a favor de la victoria de los ejrcitos chinos contra el invasor japons. La alianza Washington-Chong King y el torrente de ayuda material norteamericana al rgimen de Chiang Kai Shek no eliminarn la tarea de echar al impe- rialismo japons del suelo chino. Pero, paralelamente a esta tarea, se hace cada vez ms importante explicarle a las masas chinas el verdadero carc- ter de la intervencin norteamericana y mostrarles que la salida eventual de la guerra contra J apn depende de los medios con los cuales se con- quiste la victoria. Una victoria obtenida vendiendo las riquezas del pas a otra potencia imperialista slo puede preparar nuevas formas de opresin para el pueblo chino. La creciente colaboracin entre Chiang Kai Shek y los imperialistas norteamericanos ya tuvo repercusiones bajo la forma de ataques dirigidos por Chiang Kai Shek contra los ejrcitos campesinos controlados por los stalinistas. Aunque condenando la poltica de colaboracin de clases de los dirigentes stalinistas chinos, que ha facilitado estos ataques, los revo- lucionarios proclaman su solidaridad con los valientes combatientes cam- pesinos que estn bajo una direccin stalinista y su disposicin a unirse a ellos para resistir a los movimientos contrarrevolucionarios de Chiang Kai Shek. 4- La alianza de Washington con Chong King en una guerra contra J apn dar a los imperialistas norteamericanos la oportunidad de cubrir su empresa de frases sobre la democracia y la libertad en China. Pero 372 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... PARTE IV LA GUERRA COMO PARTERA DE REVOLUCIONES sinas basadas en serias reformas sociales en la ciudad y en el campo- se har cada vez ms real. 7- Toda derrota militar mayor que sufra J apn como consecuencia de la intervencin norteamericana en el Extremo Oriente crear movimientos revolucionarios entre las masas en Manchukuo, en Corea, en Formosa, y estimular un brote revolucionario en China. Confrontados a la expansin de este levantamiento revolucionario, los imperialistas norteamericanos se preocuparn menos de combatir a J apn que de aplastar un movimiento independiente de las masas que amenazar al conjunto de su posicin. Al igual que la guerra contra J apn condujo a Chiang Kai Shek a volverse un instrumento del imperialismo norteamericano, las masas chinas, aliadas a sus hermanos de clase en el imperio japons, avanzarn en direccin a la revolucin social. 374 GUERRA Y REVOLUCIN MANIFIESTO: POR LA DEFENSA DE LA URSS 1 Agosto de 1941 Comit Ejecutivo de la IV Internacional en Nueva York La URSS est en guerra. La URSS est en peligro mortal. En su lucha desesperada para abrir el mundo al imperialismo alemn, Hitler se dirigi hacia el Este, esperando reforzar sus posiciones militares y econmicas con una rpida victoria. En el momento del peligro supremo, la IV Internacional proclama lo que constantemente ha dicho a los trabajadores: Por la defensa de la URSS! El deber elemental de todos los obreros fie- les a su clase es el de defender a la URSS. Sabemos mejor que nadie que el gobierno actual de la URSS es muy diferente del poder sovitico de los primeros aos de la revolucin, pero tenemos algo que defender y lo defendemos contra el enemigo de clase, independientemente de todas las malas acciones de los dirigentes actuales. Los trabajadores soviticos han realizado una grandiosa revolucin que le ha cambiado la cara a un inmen- so pas. Han permanecido aislados, les ha faltado fuerza para realizar todo lo que esperaban y tuvieron que soportar en sus espaldas a innobles usur- padores. Pero Hitler ahora viene a aniquilar todo. Esto no pueden permi- tirlo, ni los obreros de la URSS ni la clase obrera mundial. Cmo defender a la URSS? Para responder a esta pregunta, hay que saber, ante todo, por qu el primer estado obrero, la primera experiencia de poder proletario se encuentra al borde del abismo. Si es posible seme- jante catstrofe, despus de casi un cuarto de siglo de existencia, ante todo, la culpa es por la degeneracin interna del estado obrero, dominado actualmente por una burocracia parasitaria. Hace poco ms de veinte aos que la URSS ha salido de la guerra civil, luego de haber repelido victo- riosamente los ataques de los bandidos imperialistas del mundo entero. 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en R. Prager compilador, Les Congrs de la Quatrime Internationale, ed. La Brche, Pars, 1981, Tomo 2, pg. 49. Fue redactado por J . van Heijenoort. GUERRA Y REVOLUCIN advertencias que no pasaran de ser pequeas maniobras diplomticas. Ahora bien, una advertencia que no se acompaa de fuerza real se vuelve su contrario, es decir, que en lugar de contener al enemigo, se lo incita a ir ms lejos. Por todos sus actos, la diplomacia sovitica slo demuestra una cosa: que el Kremlin tiene un espanto mortal a la guerra. Esto no hace ms que envalentonar a Hitler para emprender la accin decisiva. Lo que muestran los discursos de Molotov y de Stalin es que los dirigentes sovi- ticos han sido vctimas de su propia poltica. Todo lo que la direccin genial supo expresar frente al ataque hitleriano fueron lamentables llori- queos sobre la deshonestidad del agresor. La guerra no hace ms que llevar al extremo la poltica profundamente conservadora de la burocracia. Dentro de la URSS, Stalin ya reforz el mecanismo de la dictadura policaca, en desmedro de los intereses milita- res. La burocracia dio a entender con eso que si se apresta a defender la Unin Sovitica, ante todo quiere defender su posicin privilegiada en el pas. En lo exterior, la preocupacin principal de la burocracia es confun- dirse con el campo de los imperialismos ingls y norteamericano. Es en nombre de ese programa que el Kremlin hace el ms completo silencio sobretodo lo que pudiera recordar a la revolucin proletaria. El pas en el que el socialismo ha triunfado totalmente est en guerra, pero la palabra socialismo desapareci del vocabulario de los portavoces de la burocracia. El Kremlin, con sus escritores mercenarios, hace revivir todos los recuer- dos patriticos de la Rusia de los zares. No se atreve a recordarle a las masas la gloriosa experiencia de la guerra civil. Por dos razones: para no perturbar a Churchill con recuerdos candentes y nuevas aprensiones, y tam- bin porque lo espantan las tradiciones revolucionarias de las masas. La Internacional Comunista se hace la muerta. En los pases del campo democrtico, los partidos stalinistas se han dado vuelta instantneamen- te. Su ya larga prctica de este tipo de ejercicio les permiti hacerlo sin el menor incidente. El primer aliado de la URSS es el proletariado alemn que tiene directamente frente a l al mismo enemigo: el imperialismo ale- mn. Pero, incluso ahora, acosada por el ejrcito de Hitler, la burocracia no se atreve a apelar al proletariado alemn. Le ha dirigido al pueblo alemn, incluidos los nacional-socialistas honestos, un manifiesto que no contie- ne la ms mnima nota proletaria, sino que est plagado de lamentos que- josos y ridculos. Para acabar con el imperialismo alemn, el internaciona- lismo proletario es una fuerza muy poderosa y distinta de la ayuda que Mosc podra recibir de Londres o de Washington. Lenin lo repeta a menudo, es la fuerza lo que les impedir a los imperialistas estrangular la revolucin Rusa en sus aos heroicos. Pero, en esa poca, los dirigentes soviticos saban hablar a los obreros con un lenguaje revolucionario. En la actualidad, el Kremlin slo sabe dirigirles quejas a los soldados alema- 379 378 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Hoy, si la URSS es precipitada a la ms terrible de las guerras, si su exis- tencia misma est amenazada, la responsabilidad recae principalmente sobre Stalin. La segunda guerra imperialista y el ataque contra la URSS solo fueron posibles despus de la desorganizacin de las fuerzas revolu- cionarias del proletariado mundial, y ante todo, del europeo, por la Comintern stalinizada. La URSS sufri una derrota cuando la revolucin china de 1927 fue estrangulada por Chang Kai Shek, protegido de Stalin; cuando la burocracia sovitica aplast a la Oposicin de Izquierda, depor- tando y exterminando a la flor y nata del partido bolchevique; cuando Hitler lleg al poder en Alemania gracias a la funesta poltica del Partido Comunista Alemn, directamente inspirada por Stalin. La URSS sufri una derrota cuando Stalin vendi al proletariado francs a la burguesa, por el precio de un pacto militar; cuando la heroica revolucin espaola fue conducida a la derrota por los agentes de Stalin, en nombre del man- tenimiento de la propiedad privada de la tierra y de las fbricas; cuando los innobles procesos de Mosc, ejecutados por Stalin, alejaron la simpa- ta de los trabajadores hacia la URSS. El ataque actual a la Unin Sovitica de parte de Hitler es el ltimo eslabn de una larga fila de derro- tas de las fuerzas obreras en todo el mundo, y la gran responsable de estas derrotas es la Comintern dirigida por la burocracia sovitica. Hitler mismo es el producto de la decadencia de la revolucin proletaria, provocada por ese gran saboteador llamado Stalin. Lo hemos dicho reiteradamente: sin Stalin no hay Hitler! Sobre la decadencia actual de Europa, con sus innu- merables miserias para las masas trabajadoras y la prdida de grandes esperanzas, planea la sombra negra de Stalin, el gran organizador de las derrotas proletarias! La URSS permanece aislada a causa de la traicin a los intereses revo- lucionarios del proletariado de la Comintern. Frente a los obreros, los diri- gentes burcratas intentaron separar las consecuencias de sus crmenes por el artificio de combinaciones diplomticas con los imperialismos. Con el fondo del aplastamiento de las fuerzas proletarias, no podan ms que ir de fracaso en fracaso. El desconcierto del Kremlin frente a los resultados de su propia poltica nunca fue ms evidente que al alba de ese 22 de junio, cuando Hitler inici su campaa contra la URSS. La poltica exte- rior de Stalin en los ltimos aos en nada fue superior de la de Chamberlain. Y por la misma razn: ambas fueron polticas de debilidad. Despus del acuerdo de Munich, Chamberlain le prometi al mundo una nueva era de paz. Esta era dur menos de un ao. Luego del acuerdo germano-sovitico, Molotov se felicit por esa alianza de los dos pue- blos ruso y alemn que le asegurara a la URSS una paz indefinida. Despus del aplastamiento militar de Francia, y con la intrusin alemana en los Balcanes, Stalin se vio obligado a hacerle a Hitler una serie de dicional de la Unin Sovitica! Defendemos la URSS, independientemen- te de las traiciones de la burocracia y a pesar de estas traiciones. No pone- mos como condicin de nuestro apoyo tal o cual concesin de parte de la burocracia stalinista. Pero defendemos la URSS con nuestros mtodos. Representamos los intereses revolucionarios del proletariado, y nuestra arma, es la lucha de clases revolucionaria. Los aliados imperialistas del Kremlin no son nuestros aliados. Continuamos el combate revolucionario incluido el campo democrtico. Sostener a los amos imperialistas de Inglaterra o de EE.UU., sera ayudar a Hitler a mantener su dominio sobre los obreros alemanes. Apostamos a la revolucin, y el mejor medio de ser- vir al futuro revolucionario de los obreros alemanes, es el de continuar y extender las luchas proletarias en el campo opuesto. En Alemania y en los pases de Europa ocupados por las tropas alemanas, la defensa de la Unin Sovitica significa directamente el sabotaje de la maquinaria de guerra alemana. A los obreros y campesinos alemanes con el uniforme de solda- dos, la IV Internacional los llama a pasarse, con armas y bagajes, a las filas del Ejrcito Rojo. Obreros y campesinos alemanes en las fbricas, en los ferrocarriles, en las granjas, pueblos sometidos de Europa, parali- cen por todos los medios posibles la marcha del militarismo alemn! As, no solamente defendern a la Unin Sovitica, sino que prepararn su pro- pia liberacin, no la que Churchill o Roosevelt les reservan, sino la vues- tra, la que les permitir construir un mundo nuevo, como hombres libres. En la URSS, la IV Internacional llama a los trabajadores soviticos a ser los mejores soldados en sus puestos de combate. Nuestra organizacin vive de las enseanzas de quien fue el gua del Ejrcito Rojo en las dif- ciles luchas de los primeros aos de la revolucin, Len Trotsky, cobar- demente asesinado por el verdugo del Kremlin, pero cuyo recuerdo est ms presente que nunca en la memoria de los antiguos combatientes de la guerra civil, ahora, en el momento del peligro supremo. Su ejemplo y las tradiciones de esta gran poca son los que deben inspirar a los soldados, a los marinos y a los aviadores de hoy. Pero los milagros de herosmo de ese tiempo solo fueron posibles porque los obreros y los campesinos saban entonces claramente lo que defendan. Para repetir estos milagros de intre- pidez -y estos son necesarios para terminar con Hitler-, la mejor arma es el restablecimiento de la democracia sovitica. La guerra no pone fin a nuestra lucha contra los burcratas, pero hace que esta lucha sea ms imperiosa que nunca. Formacin de soviets de obreros, campesinos y sol- dados para la defensa de la URSS! Tal es nuestro grito. Pero nuestra lucha contra la burocracia queda subordinada a la guerra contra el imperialismo. Esto es verdad en el plano poltico, en el que consideramos nuestra crti- ca de la oligarqua parasitaria como el mejor medio de armar al pas con- 381 nes, en nombre del nacionalismo ruso; es incapaz de abrirles una perspec- tiva revolucionaria. Identifica sus objetivos de guerra con los de Churchill- Roosevelt, por esto, no hace ms que reforzar el nacionalismo alemn y, a fin de cuentas, servir a Hitler. Llama a los obreros ingleses y norteameri- canos a apoyar a su propio imperialismo y por eso liga tambin a los obre- ros alemanes con sus dirigentes. La sofocacin de la lucha revolucionaria en un campo la hace ms difcil en el otro. La burocracia lleva la guerra con mtodos que le son propios. Son los de una casta de advenedizos, profun- damente conservadora, que creci y se alimenta de la decadencia de la revolucin. Los dirigentes del Kremlin varias veces han intentado justifi- car la larga serie de traiciones a las luchas proletarias en inters de la defen- sa de la URSS. En realidad, gracias a la Comintern stalinizada, el proleta- riado fue derrotado, y la Unin Sovitica est ms aislada que nunca. Hoy, los resultados estn aqu. Hasta ayer, el Kremlin adulaba servilmente a la Alemania de Hitler, y ahora se engancha con Churchill y Roosevelt. Para qu ha servido todo esto? Adnde conduce? El balance de la poltica stalinista se salda con un pasivo enorme. La catstrofe actual no es ms que la bancarrota de toda esta poltica. Pero si bien, en el momento decisivo, los dirigentes del Kremlin no hicieron ms que manifestar su desconcierto, las masas soviticas supieron mos- trar su coraje y su intrepidez. Las primeras semanas de guerra han demos- trado la abnegacin y el espritu de sacrificio de las tropas soviticas. Hasta ahora, este es el hecho fundamental de la campaa. Los soldados rojos supieron oponer la audacia y la iniciativa a los mtodos terrorficos del militarismo alemn. No combaten por Stalin, por los odiados bur- cratas que los oprimen, pero saben apreciar la diferencia entre Stalin y Hitler. Saben bien que si Hitler ha emprendido esta fabulosa campaa, no es para liberar el pas de la burocracia parasitaria, sino para terminar el trabajo de sta, para derrotar definitivamente una revolucin que ya est profundamente herida. Con su encarnizada lucha, el pueblo sovitico le ha mostrado al mundo que le quedaba algo por defender y que quera defenderlo hasta el final. A pesar de todos los crmenes de la burocracia, la revolucin de Octubre, que despert a una nueva vida a todos los pue- blos de Rusia, an no est muerta. El obrero y el campesino del koljos saben bien lo que significara la victoria de Hitler: sera el dominio de la economa a manos de los trusts y los cartels alemanes, la transformacin del pas en colonia, el fin de la primera experiencia de economa planifi- cada fuera del sistema de ganancia capitalista, la ruina de todas las espe- ranzas. Ellos no van a permitir esto. Lo que el trabajador sovitico discierne con su instinto de clase, es lo que la IV Internacional no ha dejado de proclamar: por la defensa incon- 380 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... PERSPECTIVAS PARA EUROPA 1 J unio de 1941 Marc Loris Durante la Primera Guerra Mundial imperialista, las tropas alemanas ocupaban en el oeste Blgica y un sexto del territorio francs, adems de cierto nmero de pases de Europa Central y de los Balcanes. Pero la exis- tencia de un frente y sus continuos cambios de demarcacin daban a las conquistas alemanas un carcter precario. Una gran parte de la poblacin civil haba sido evacuada y casi no exista actividad agrcola o industrial en los pases invadidos. En la Segunda Guerra imperialista, el derrumbe militar de Francia ha originado una situacin completamente diferente. La dominacin hitleria- na se extiende ms o menos directamente sobre ms de 200 millones de no alemanes. A pesar de las profundas diferencias de un pas ocupado al otro, la opresin comn constrie las relaciones en las clases y entre ellas a seguir lneas paralelas en todos los pases ocupados. El derrumbe de los fascistas autctonos A su llegada a cada uno de los pases invadidos, Hitler ha encontrado partidos fascistas a la imagen del suyo. Era uno de los elementos caracte- rsticos de la descomposicin de la democracia burguesa. Durante su avance, el ejrcito alemn ha sido capaz de utilizar juiciosamente a estos grupos para sus propios fines militares y polticos. Despus de un ao de control hitleriano en Europa, sin embargo, la evolucin de estos diferen- tes fascismos nacionales es un factor importante en la determinacin de nuestras perspectivas futuras. Fue en Noruega que el estado mayor alemn recibi la resistencia ms activa y ms inmediata de la Quinta Columna. Era el nico pas en el tra el imperialismo y es verdad tambin en el plano militar, en el que las acciones prcticas contra la burocracia estn subordinadas a las necesida- des de defensa del pas. En condiciones de guerra, todos los problemas del rgimen se plantean ms vivamente que nunca a la conciencia de los tra- bajadores soviticos. La primer tarea del momento es la reunin de los cuadros y la organizacin de la seccin sovitica de la IV Internacional. A corto o mediano plazo, el rgimen burocrtico, que vive de un com- promiso entre el proletariado y el imperialismo, no puede sobrevivir a la guerra. An en caso de victoria, los das de la pandilla stalinista estn con- tados. Una victoria, an en forma de larga resistencia, sacudira la apata acumulada por aos de derrotas. Los obreros y los campesinos del koljos toleraran cada vez menos la arbitrariedad de los burcratas. Adems de esto, el fracaso del ejrcito alemn producira infaliblemente lo que Stalin ms teme: insurrecciones proletarias a lo largo de toda Europa. Tropezando con el clido sol de la revolucin, Stalin seguira a Hitler hacia el abismo. El estrpito de la guerra suena hoy en toda la tierra. Todos los impe- rialismos trabajan febrilmente para la aniquilacin de la humanidad. Una impresionante oleada de reaccin barre con todas las libertades y todas las conquistas de ayer. Hitler, Churchill y Roosevelt rivalizan en este terrible juego. Stalin no hace ms que adaptarse a estos bandidos democrticos y su mayor temor es el de pronunciar una palabra revolucionaria. En cuan- to a nosotros, podemos ser optimistas. En las profundidades de las masas madura una revuelta que nadie podr detener. La primer guerra imperia- lista de 1914-1918 aparece ahora como una simple repeticin de la guerra actual, y la tormenta revolucionaria que saldr de esta guerra har olvidar las crisis revolucionarias de 1917-1920. La resistencia de las masas sovi- ticas al avance alemn no har ms que precipitar la explosin. Por esto, todos los pueblos de la tierra deben apoyarlas, cada uno con los diversos medios que hemos indicado. Defiendan a la URSS y se defendern a ustedes mismos, acelerarn el momento de vuestra liberacin! Por la defensa de la URSS! Viva la revolucin socialista mundial! 382 GUERRA Y REVOLUCIN 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en Cahiers Lon Trotsky N 65, Institut Lon Trotsky, Francia, marzo de 1999. Marc Loris era uno de los seudnimos de J . van Heijenoort. 385 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... cual el partido fascista se encontraba situado directamente en el poder des- pus de la invasin. Y es tambin el pas en el cual la dominacin alema- na ha encontrado las mayores dificultades. El jefe de la Gestapo Himler 2 , recientemente se ha dado cuenta que el partido de Quisling 3 por el hecho de su creciente impopularidad, estaba lejos de ser un instrumento con la flexibilidad necesaria para la dominacin alemana y en consecuencia ha reducido sus poderes. Podemos observar el mismo proceso en todos los pases invadidos: el estancamiento o la desintegracin de los grupos fascistas nacionales. El partido pro-alemn de los Sudetes cae hecho pedazos. En Bohemia, aque- llos que han aplaudido la llegada de Hitler, se mantienen ahora lejos de todo lo que es alemn. El partido nacional-socialista de Dinamarca se ha dividido en un gran nmero de cliques que se disputan los favores de las autoridades alemanas. El partido fascista de Mussert 4 en Holanda se estan- ca y los invasores no les dan ninguna confianza. Los intelectuales fla- mencos, en quienes Hitler haba colocado sus esperanzas, lo han decep- cionado. En Francia, Doriot ha reunido alrededor de l un cierto nmero de antiguos jefes stalinistas, pero su partido no progresa. Rumania es uno de los ejemplos ms impresionantes. Durante aos en este pas ha existido un poderoso partido nazi 5 , salvajemente antibritni- co. La entrada de tropas alemanas en este pas semi-aliado, semi-conquis- tado, ha sido inmediatamente seguida de una desintegracin violenta del partido fascista. Su ala ms extremista ha publicado un manifiesto procla- mando que slo una victoria britnica podra liberar a Rumania. Este par- tido ha sido ahogado en sangre. El gobierno actual del gral. Antonescu 5 no reposa sobre un fascismo autctono, sino que es simplemente un bona- partismo sostenido por el ejrcito alemn. Existen indicios de corrientes en la pequeoburguesa de la ciudad y del campo. En todos los pases invadidos Hitler ha encontrado gente para entonar sus coros. A su llegada, los generales alemanes han exigido un cierto nmero de caballos, de cabezas de ganado, de puercos, de polticos y de periodistas. Pero como movimiento de masas, los fascistas naciona- les estn condenados al fracaso. Todos los das el nuevo orden de Hitler 384 GUERRA Y REVOLUCIN revela ms claramente lo que es: el viejo desorden capitalista con su opre- sin, su miseria y su hambre. La pequeoburguesa va ahora en el otro sentido: el pndulo est cambiando de direccin. Este fenmeno muy importante y que recin comienza crea condiciones muy favorables para el naufragio del imperialismo alemn, pero no conduce a nada por s mismo, sin la intervencin de los obreros. En su conjunto la gran burguesa va en el sentido inverso. Ella organi- za y sistematiza cada vez ms la colaboracin. En todas partes donde ella puede, trata de salvar sus privilegios y agarra la ms mnima ocasin para la colaboracin que Hitler parece complacerse en oponerle. Con la prosecucin de la guerra, Hitler deber cada vez ms utilizar la maquina- ria de los pases invadidos. Los capitalistas de estos pases nada desean tanto como la amistad de los generales alemanes del III Reich. Ellos sue- an seguramente con condiciones mejores pero eso no les impide aprove- char lo ms posible la situacin actual. Qu leccin para los obreros cuyas luchas son siempre paralizadas por la burguesa y sus agentes en nombre de la guerra nacional! El ejemplo ms tpico del comportamiento de la burguesa es el de Francia. La burguesa francesa, una de las ms dbiles y decrpitas, ha uti- lizado la derrota para ahogar al pas en la ms negra reaccin y encontrar as ms fcilmente un lenguaje comn con el conquistador. Por las humi- llaciones que les han sido infligidas, la burguesa francesa busca compen- saciones en la represin a su propio pueblo. Atravs de un servilismo cada vez ms abyecto de Alemania slo busca el perdn por la alianza que hizo con Gran Bretaa a fin de salvar lo que poda de su derecho a explotar a los obreros franceses y los pueblos coloniales. La colaboracin ha sido extendida a los dominios econmico, militar y poltico. La industria fran- cesa trabaja en gran medida para la maquinaria blica alemana. Los hom- bres de Vichy apuestan ahora por la victoria alemana y la derrota de su antiguo aliado. Adems, esta poltica ha hecho que el bonapartismo de Ptain repose sobre un nuevo punto de apoyo, la flota francesa. La rapidez de la derro- ta de Francia ha dejado intacta la flota, con todo su prestigio y poder. Ella ha conservado su cohesin y su estabilidad infinitamente ms que el ejr- cito, lo que explica el ascenso al poder del almirante Darlan*. De hecho, la flota francesa era uno de los principales triunfos de los hombres de Vichy. Ayudemos a Alemania con nuestra flota, la cual necesita, se deca Darlan, y podremos reconquistar una parte de las posiciones de Francia en Europa. La tradicional hostilidad de los oficiales de marina hacia Inglaterra facilit la operacin. Todo esto le ha permitido al rgimen de Ptain adquirir una nueva complexin y ha hecho de l, en un cierto sen- tido un bonapartismo naval. 2. Himmler, Heinrich (1900-1945): adherente desde muy joven al partido nazi, jefe de las SS, despus de la Gestapo, era el polica en jefe del III Reich. 3. Quisling, Vidkum (1887-1945): oficial al servicio de los Blancos en Rusia, fundador de un partido nacionalista, primer ministro noruego en 1942. 4. Mussert, Anton (1894-1946): ingeniero, fundador del partido nazi holands, nombra- do jefe del pueblo holands por el Alto Comisariado alemn en 1942. 5. Antonescu, Jon (1892-1946): oficial rumano, mariscal, dictador en Rumania de 1940 a 1944. caso durante la primera fase, pero ella es fundamentalmente incapaz de mantener la direccin de la lucha e incluso de compartirla sobre un pie de igualdad con el proletariado. Para terminar con Hitler, se necesita una base obrera. La revolucin proletaria est a la orden del da en Europa. Todas las esperanzas de una rebelin nacional particular en la cual el proletariado y la peque- oburguesa compartirn la direccin son ftiles. Ms absurda es la idea de una lucha victoriosa de la pequeoburguesa sostenida por el proletariado. La primaca de los trabajadores en la lucha y la aparicin de embriones de soviets en las primeras fases, no implica de ningn modo que la revolucin proletaria se har de un da para el otro. Existir un perodo ms o menos largo de doble poder. Los soviets tomarn con- ciencia de su potencialidad y su rol: el de nuevo gobierno. Antes que todo, el partido revolucionario, necesitar tiempo para consolidar sus filas y ganar a la mayora de la clase obrera antes de acabar con el rgi- men burgus. Emancipacin nacional y revolucin proletaria Esta perspectiva estratgica general no resuelve todava los problemas tcticos propuestos por la ocupacin nazi. La burguesa nacional, en los diferentes pases, slo piensa en merecer, a fuerza de servilismo, la bene- volencia del conquistador. Frente a la violencia y el pillaje de los nazis crece mes a mes un odio salvaje al opresor en todas las otras capas del pueblo. Bajo pena de suicidarse, el partido revolucionario no puede menospreciar este hecho fundamental que domina ahora la vida de Europa entera. Nosotros reconocemos plenamente el derecho a la autodetermina- cin nacional y estamos dispuestos a defenderlo como un derecho demo- crtico elemental. Este reconocimiento no tiene, sin embargo, ningn efecto sobre el hecho de que este derecho ha sido pisoteado por los dos campos en esta guerra y no sera respetado en el caso de una paz imperialista. El capita- lismo agonizante puede satisfacer cada vez menos esta reivindicacin democrtica. Slo el socialismo puede dar a las naciones el derecho inte- gral a la independencia y poner trmino a toda opresin nacional. Hablar del derecho a la autodeterminacin nacional y guardar silencio sobre el nico medio de realizarla, a saber, la revolucin proletaria, es repetir una frase vaca, sembrar ilusiones y engaar a los obreros. La paz de Versalles dio nacimiento a un cierto nmero de estados inde- pendientes, pero en realidad no eran ms que satlites de las grandes potencias imperialistas victoriosas. A la explotacin de su propio proleta- 387 La burguesa francesa slo ofrece el ejemplo ms claro de aquello a lo que tienden las cumbres burguesas en los pases ocupados. Frente a tanto servilismo, los nazis estn soando con unificar Europa y oponerla como continente al resto del mundo, con el fin de alcanzar sus objetivos impe- rialistas. El nazismo ha logrado (con la ayuda para nada despreciable de los dirigentes socialdemcratas y stalinistas!) orientar a Alemania hacia los fines imperialistas con la idea nacional. Hitler no puede unificar Europa Se puede creer que Hitler va a lograr aplastar a la oposicin interior de los pases conquistados de Europa, como sucesivamente ha vencido, en Alemania, al ala extremista de su propio partido, las cumbres de la Reichswehr y finalmente las diversas oposiciones religiosas? Podemos responder a esta pregunta con un categrico NO. En Alemania, ha sido ayudado por el sentimiento nacional, pero en los pases de Europa, este sentimiento se vuelve contra l con doble fuerza. En la poca de su ascenso histrico, la burguesa ha podido construir grandes naciones modernas y disipar todas las particularidades provincia- les, pero fue capaz de esto slo porque su dominacin significaba tambin una formidable expansin econmica y una vasta acumulacin de nuevas riquezas. Incluso como conquistador, Hitler no puede darle a los pueblos ms que estancamiento y pobreza. Todos los sueos sobre la unificacin del continente deben disiparse frente a la realidad. El nacionalismo impe- rialista exacerbado de los nazis exacerba y exacerbar cada vez ms todos los nacionalismos asfixiados que lo rodean. Es quimrico imaginar una hegemona estable del imperialismo alemn sobre una Europa unificada, incluso en caso de victoria militar. La Revolucin Europea que viene Si la lucha comienza en Alemania o en otro lado, los golpes decisivos contra Hitler slo pueden venir de los trabajadores. En el primer da de la rebelin, ellos sern la vanguardia ms determinada. A partir del primer paso en el hundimiento del sistema nazi, ellos crearn los instrumentos de su batalla, los comits de accin, la forma inicial de los soviets. La burguesa nacional no vacilar en colaborar con los nazis con obje- to de restablecer el orden. La pequeoburguesa ser lo que siempre ha sido en las revoluciones contemporneas: una fuerza auxiliar. Ella dar sin ninguna duda un apoyo particularmente entusiasta a los obreros, en todo 386 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Las masas europeas deben luchar en condiciones terriblemente difci- les y brutalmente degradadas. Durante aos, los reformistas y sus aliados se han redo de los trotskistas que trataban de trasplantar en Europa occi- dental los mtodos del bolchevismo ruso qu dura leccin han recibido aqu! La Rusia Zarista parece, si no un paraso, al menos un purgatorio en comparacin al infierno en que ha devenido Europa. El hambre asola el continente que, ayer, diriga el mundo. Los obreros paran el trabajo para reivindicar mejores raciones alimenticias. Es una nueva forma de lucha en la Europa degradada. Las manifestaciones de madres de familias ham- brientas slo pueden multiplicarse. En medio de la lucha y de la opresin, toda lucha econmica adquiere inmediatamente un carcter poltico. La tarea de los marxistas no consiste en imponer a las masas una forma par- ticular de lucha que ellos podran preferir sino, en realidad, en profun- dizar, extender y sistematizar todas las manifestaciones de resistencia, aportando en espritu de organizacin y abriendo una gran perspectiva. La pequeoburguesa y el proletariado La opresin nacional obliga a las amplias capas de la pequeoburgue- sa a entrar en la arena poltica. Dejada a s misma, la pequeoburguesa es perfectamente incapaz de asegurar la cada del rgimen nazi. En su gran mayora tiende a pasarse del lado del imperialismo britnico. En Francia, este movimiento sostiene al general de Gaulle, quien no tiene otro pro- grama que la lucha militar contra Alemania al lado de Inglaterra. La acti- vidad de sus partidarios en Francia consiste sobretodo en el espionaje al servicio de Inglaterra y en el reclutamiento de jvenes para las fuerzas francesas libres. El partido marxista no tiene nada en comn con este programa y estos mtodos. Para nosotros, el xito de la revolucin no depende de la victoria o derrota de uno de los campos imperialistas, sino del entrenamiento revolucionario de cuadros probados y de la formacin de cuadros de un partido intransigente. Es sta la tarea fundamental. La simpata por Inglaterra se difunde en todos los pases ocupados como la forma inicial elemental de la resistencia a la opresin nazi (y en Francia, a la burguesa tambin). La tarea de los marxistas no consiste en adaptar- se a este sentimiento completamente estril, sino en prever las formas de lucha que vienen y en prepararse para ello. La pequeo burguesa entra en escena con sus propias armas especfi- cas. Casos de terrorismo individual ya se han producido en la Europa ocu- pada. En Polonia, en Noruega, en Francia, ya han arreglado cuentas con algunos partidarios muy cnicos del entendimiento con Hitler. No han fal- tado asesinatos de oficiales alemanes. Todo esto slo puede multiplicarse. El partido revolucionario slo puede repetir los argumentos clsicos del 389 riado ellos agregaban la opresin a las minoras nacionales (eslovacos en Checoslovaquia, ucranianos y bielorrusos en Polonia, croatas en Yugoslavia, etc.). No hay duda alguna de que una paz imperialista, cual- quiera sea el vencedor, realizar de manera ms caricaturesca an el dere- cho a la independencia nacional. En la actual Europa, el partido revolu- cionario debe sostener todas las manifestaciones de resistencia nacional contra la opresin nazi, pero su participacin activa en la lucha no signi- fica de ningn modo que deba reforzar las tendencias chovinistas y tole- rar ilusiones sobre la realidad de maana. Es un error particularmente grave el imaginar que la lucha contra la opresin nacional crea condiciones especiales en las cuales el proletaria- do debe abandonar sus propios objetivos y confundirlos con aquellos de la pequeoburguesa (y a veces de la grande tambin) por la unidad de la nacin. La emancipacin nacional no es de ningn modo la especiali- dad de la pequeoburguesa. Al contrario, esta ltima slo puede ofre- cer soluciones utpicas, sobretodo en nuestra poca (pacifismo, Sociedad de las Naciones mejorada, etc.). Si el proletariado toma en sus manos las tareas de la emancipacin nacional, como debe hacerlo en el presente en muchos pases de Europa, es solamente con el fin de resolverlos con sus propios mtodos, los nicos capaces de asegurar el xito e integrar la resistencia nacional en su pers- pectiva general de revolucin completa de la sociedad burguesa. La oposicin nacional de los pueblos de Europa le da un carcter pro- fundamente inestable a la dominacin del imperialismo alemn. Pero al mismo tiempo, ella constituye una pantalla frente a las tareas fundamenta- les de nuestra poca: la transformacin socialista de la sociedad, la nica capaz de poner fin a la opresin nacional. Este doble carcter es lo que con- diciona la actividad de los marxistas. Ellos deben sostener toda resistencia nacional, enla medida en que represente una lucha real, pero pueden y deben hacerlo sin emplear ninguna fraseologa chovinista en su propagan- da, sin engendrar ilusiones con respecto a la realizacin de la independen- cia nacional, sin perder de vista jams los objetivos generales de su lucha. Adems, la batalla no tiene esperanza cuando est limitada a un solo pas. La tarea del partido revolucionario no consiste en confinar la lucha contra el imperialismo alemn en las estrechas fronteras nacionales, sino en integrarla en la resistencia de todos los pueblos europeos contra la esclavitud comn. Hitler ya ha ahogado a los trabajadores alemanes en esta esclavitud. Los marxistas debemos levantar consignas tendientes a extender la arena de la lucha, a generalizarla, a expandirla en toda Europa, comprendida Alemania, y no limitarla, dividirla y partirla bajo las dife- rentes banderas nacionales. Su grito de unin es: Abajo el rgimen nazi! Vivan los Estados Unidos Socialistas de Europa! 388 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... marxismo contra el terrorismo individual ya que ellos conservan todo su valor. Muy sintomticas del estado de nimo de las masas pequeobur- guesas, a veces extraordinariamente heroicas, las tentativas individuales de asesinato slo conducen al sacrificio de vidas de un valor incalculable si encontraran un mejor uso. El deber de los marxistas consiste en dirigir a los partidarios del terror hacia la va de la preparacin de la lucha de masas. Entre tanto, la lucha fsica puede incluso revestir formas distintas que los actos terroristas individuales. En Noruega, por ejemplo, los cho- ques entre grupos fascistas locales y el pueblo no son escasos. Una situa- cin anloga puede darse en otra parte. En estos casos, los marxistas deben primero organizar y sistematizar las formas espontneas de lucha, constituir destacamentos de milicia, ligar su actividad a la poblacin, etc. Al mismo tiempo que el terrorismo, el sabotaje ha aparecido tambin en la Europa esclavizada y degradada. El sabotaje no es una forma espe- cficamente proletaria, sino ms bien propia de la pequeo burguesa. Todos los argumentos marxistas concernientes a la ineficacia del terroris- mo individual se aplican tambin a la destruccin de tal o cual objetivo militar o econmico por un individuo o pequeo grupo aislado. Se puede sin embargo encontrar ciertas formas de sabotaje combinadas con la resis- tencia popular. En las fbricas, el retraso de la produccin y la degrada- cin de la calidad pueden aparecer cuando la opresin nazi se hace muy brutal. El partido revolucionario slo puede apoyar y extender toda forma de lucha que est ntimamente ligada a las masas. Despus de casi dos aos de guerra, despus de sensacionales victo- rias, ninguna perspectiva de solucin sobre el plan estrictamente militar ha aparecido. Los generales slo pueden abrir a la humanidad teatros de gue- rra cada vez ms vastos. An ms directamente que en la ltima guerra, es el factor social quien decidir. Siguiendo esta lnea, es necesario trazar nuestra perspectiva y sobre ella es necesario alinear nuestras tareas. En la Europa entera, el proletariado est hoy en da sumergido en las peligrosas aguas del chovinismo. Pero la solucin socialista, tan alejada hoy da, tan oscurecida por los nacionalismos de todos los matices, ser rpidamente puesta la orden del da. Es necesario explicar pacientemente a los obreros avanzados las lecciones de ayer, la situacin de hoy y las tareas de maa- na. Es necesario reunir los cuadros del partido de la revolucin. Pero esta preparacin no es posible ni vlida si no se participa en todas las formas de resistencia de masas a la miseria y a la opresin, si no se trabaja en la organizacin de esta resistencia, en su coordinacin y en su extensin. Es una tarea que exige los ms grandes esfuerzos. Pero ellos valen la pena, ya que, maana, devolvern sus frutos mil veces. 390 GUERRA Y REVOLUCIN GAULLISMO Y STALINISMO EN FRANCIA 1 Noviembre de 1941 Resolucin presentada al Tercer Congreso de la zona no ocupada por el Comit Regional de la zona no ocupada La ocupacin alemana ha alterado bruscamente la fisonoma poltica de los pases invadidos. Con excepcin de los muy pequeos grupos de fascistas vernculos, los partidos y organizaciones tradicionales han sido barridos. El movimiento obrero ha tenido que pasar a la clandestinidad y adaptarse a los nuevos mtodos. Los grupos de la resistencia nacional, de las ms diversas banderas polticas, han aparecido por todas partes. En Francia, el Partido Comunista juega especialmente un papel pre- ponderante en la oposicin. Los tres problemas de la resistencia nacional, de la defensa de la URSS, y de la crtica del stalinismo estn estrecha- mente relacionados. Estos problemas ocupan ahora el centro de atencin de nuestros camaradas, los cuarta internacionalistas franceses. El partido de los trotskistas franceses, el Partido Obrero Internacionalista, tuvo su conferencia nacional el 15 de septiembre de 1941, en algn lugar de Europa occidental, y los grupos de las dos zonas que ahora conforman Francia estuvieron representados. La resolucin aprobada por la Conferencia comienza precisamente por definir el carc- ter de la guerra actual: Esta guerra es fundamentalmente una lucha imperialista por una nueva distribucin de la materias primas y los mercados, por la conquis- ta de nuevos campos para la expansin del capital financiero. sta no est dando nacimiento a una nueva sociedad progresiva -un nuevo orden- como los fascistas y ciertos polticos pequeo burgueses ingenuos o cnicos nos quieren hacer creer. Ni tampoco es una guerra por la victo- ria de la democracia. Es todava mucho menos una guerra por la defen- sa del socialismo. El imperialismo anglo-norteamericano est tratando de usar a la URSS meramente como un instrumento de guerra contra Hitler. 1. Traduccin indita al espaol de Fourth International, volumen III, N 3, marzo de 1942. cultades internas de Alemania acercarn a Berln y a Vichy, el senti- miento nacional popular har enfrentar a las masas ms y ms violenta- mente contra Vichy. Pero la resolucin proclama inmediatamente la necesidad de separar- se de los canales chovinistas: El desarrollo del movimiento popular de hostilidad al hitlerismo en una direccin proletaria y anti-capitalista es la condicin necesaria para la confraternizacin con los soldados y los obreros de Alemania. El Partido no olvida que sin la colaboracin de los obreros y soldados ale- manes, ninguna revolucin sera posible en Europa. De este modo, la con- fraternizacin sigue siendo una de nuestras tareas esenciales. Cualquier acto que ample la brecha entre los obreros alemanes y europeos es direc- tamente contrarrevolucionario. La resolucin registra que el Partido Comunista sigue siendo el grupo principal de la clase obrera e insiste en la necesidad de establecer rela- ciones ms estrechas con los obreros comunistas. Permtasenos sealar aqu que el Partido Obrero Internacionalista ya ha realizado progresos muy importantes en este campo. El frente nico ha sido realizado a esca- la local o regional entre los sectores stalinistas y los trotskistas. Se han realizado reuniones comunes para la discusin e incluso, en ciertas ins- tancias, se han publicado peridicos ilegales comunes. Las condiciones prevalecientes all hacen que no podamos dar ms detalles sobre este nuevo y prometedor hecho. Los problemas del movimiento nacional y del stalinismo se examinan extensamente en el documento que reproducimos ms abajo. Este docu- mento fue redactado como resolucin para la Tercera Conferencia Regional del Partido Obrero Internacionalista de la zona no ocupada que tuvo lugar en los primeros das de diciembre de 1941. El documento no fue aprobado en cuanto tal por la conferencia, sino incorporado en una resolucin que lamentablemente no podemos presentar a nuestros lecto- res. La imprimimos como una valiosa introduccin a la discusin de los problemas de la revolucin europea. EL EDITOR *** I. El peso del terror fascista se abate sobre Europa La poltica de conciliacin entre el conquistador fascista y los pueblos colonizados, inaugurada bajo los auspicios de la colaboracin continen- 393 Y ms abajo: Hitler significa una Europa dirigida, colonizada y aplastada por la bota militar para beneficio del capital financiero alemn. Una libera- cin anglo-norteamericana sera el dominio militar abierto de los vence- dores en provecho de Wall Street... Para los obreros de todos los pases, en consecuencia, la tarea es preparar la revolucin socialista proletaria en el transcurso de la crisis militar. La cuestin de la defensa de la URSS juega un gran papel en el movi- miento obrero europeo. Cualquier grupo que permita o tolere la menor equivocacin sobre este tema se condena al suicidio poltico. La resolucin de nuestros camaradas franceses responde claramente a esta cuestin: En el conflicto entre Alemania y la URSS, todos los obreros del mundo estn con el pueblo sovitico y cooperan con l. Con sus mtodos de clase, toman parte en la lucha contra las fuerzas de la reaccin [...]. La URSS puede contar nada ms que con ellos. Sus aliados imperialis- tas tratarn de llegar a un arreglo con sus rivales a expensas de la URSS y los pueblos oprimidos tan pronto como la situacin se torne directa- mente amenazadora. La resolucin caracteriza as al gobierno de Vichy: Francia es la encrucijada de todas las rivalidades imperialistas. El gobierno de Vichy es una camarilla miserable cuya existencia se justifica slo por la relacin de fuerzas existentes; un equilibrio entre dos bloques imperialistas; un equilibrio entre los clanes rivales del imperialismo fran- cs, un equilibrio entre las clases que son momentneamente incapaces de promover sus soluciones histricas (fascismo o socialismo). Surgido de este equilibrio extremadamente frgil, el gobierno de Vichy lleva una exis- tencia compuesta de vacilaciones e impotencia perpetuas. En las colonias, los trotskistas franceses ofrecen su solucin, que es opuesta a las soluciones de los dos campos imperialistas: La nica base real de Vichy es el Imperio Francs, Vichy trata por todos los medios de preservarlo frente a sus imperialismos rivales, as como tambin contra los reclamos de las poblaciones coloniales. Pero la extrema debilidad de Vichy hace la dislocacin del imperio inevitable. El actual perodo es favorable para el desarrollo de movimientos de libera- cin nacional en las colonias. Liberacin de las colonias del yugo del imperialismo francs es una de las consignas esenciales de un partido revolucionario en Francia. La resolucin seala el ascenso del movimiento de resistencia nacional: La expresin ms inmediata de descontento popular es el movi- miento de resistencia nacional a la opresin. Esta es la primera expre- sin pequeo burguesa espontnea de la marea revolucionaria ascen- dente. En la medida en que la dependencia econmica francesa y las difi- 392 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 395 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... tal a travs de los Laval, los Quisling y los Hacha 2 , ha colapsado bajo el impacto de la guerra en Rusia. Hoy los nazis imponen su voluntad sola- mente por la fuerza. El argumento de la unidad europea, poco atractivo para las masas, ha tenido que ceder su lugar al argumento de los peloto- nes de fusilamiento. Las llamaradas de resistencia en todos los pases ocu- pados conducen a una represin que se vuelve cada vez ms severa. La integracin ms o menos pacfica de la Francia conquistada al sis- tema del imperialismo alemn est definitivamente muerta. De la repa- triacin de cenizas de LAiglon hemos llegado en unos pocos meses a las ejecuciones de masas de Nantes y Burdeos 3 . Los colaboracionistas, con su Legin Anti-bolchevique, estn completamente desenmascarados y apare- cen como los valets de Hitler. Las dificultades alemanas en la URSS -ya que a pesar del avance hasta las afueras de Leningrado y Mosc los objetivos esenciales an no se han cumplido- son la fuente inmediata de una creciente resistencia, la cual representa socialmente un movimiento popular, polticamente un movi- miento nacional. Mientras en la zona libre el descontento general sigue estando dentro de los lmites de una oposicin insidiosa -sin manifestacin externa y sin movimiento social- en la zona ocupada por otro lado, donde la amenaza de hambre es ms seria, las fuerzas stalinistas ms concentradas, y la opre- sin nazi ms directa, la atmsfera poltica est cargada con los truenos premonitorios de la revuelta abierta. Desde las huelgas en el norte de Francia hasta las movilizaciones en Pars, para no hablar de los numero- sos actos de sabotaje y de terrorismo individual, uno encuentra todas las formas de resistencia del fascismo alemn. La cuestin nacional domina hoy en da todos los otros problemas sociales y polticos. Incluso la defensa de la URSS, una consigna de accin de clase por excelencia, es presentada por el Partido Comunista meramente como una tarea nacional. 394 GUERRA Y REVOLUCIN La vanguardia leninista no podra hallar la forma correcta de enfocar los eventos venideros si no tomara en cuenta estos hechos. Al mismo tiempo sera peligroso para nosotros sobrestimar el conteni- do revolucionario del movimiento actual, o subestimar la fortaleza de Hitler, y especialmente la capacidad de represin de la Gestapo aliada a la polica del gobierno de Vichy. El colapso militar y econmico de Alemania no est a la orden del da, y no lo estar este invierno. No se puede siquiera hablar de un perspecti- va a corto plazo en Francia. Es ms que probable que la actual etapa de resistencia violenta ir seguida de un estadio de aparente calma, producto del terror blanco y del agotamiento momentneo del movimiento de resis- tencia. Es probable tambin que la prxima oleada de luchas ser por demandas econmicas dictadas por la difusin de la hambruna en Francia en un grado sin precedentes. La cuestin nacional y la revolucin socialista La economa europea choca por todas partes con las fronteras nacio- nales, creadas por la victoria del nacionalismo burgus en el siglo dieci- nueve. Histricamente, estas fronteras representaron un progreso enorme, no slo sobre los pequeos principados de Italia y Alemania, sino tambin sobre los grandes imperios reaccionarios y semifeudales (Turqua, Austria-Hungra, Rusia). Pero las fronteras nacionales se han vuelto demasiado restrictivas en la actual etapa del imperialismo: de aqu en ms no hay ms lugar para imperialismos rivales en la pennsula europea. La unificacin continental es imperativa. Esta unificacin puede ser realiza- da de dos maneras diferentes: en forma de un nuevo orden imperialista, bajo hegemona de un imperialismo victorioso, o en forma de la transfor- macin socialista bajo hegemona del proletariado europeo (Estados Unidos Socialistas de Europa). El nuevo orden, en su forma fascista as como en su forma democrtica (en caso de una victoria anglosajona), es por definicin una solucin contrarrevolucionaria. ste crea un rgimen permanente de coercin y opresin. Implica la preparacin de una nueva tercera guerra mundial que completara la obra de destruccin capitalista; implica la transformacin de las economas nacionales independientes en un patio trasero de la potencia imperialista victoriosa, e implica la pr- dida ms o menos completa de la independencia nacional para la mayora de los pueblos europeos. De aqu surge la inmediatez candente de la cues- tin nacional en Europa. Opuesto tanto a los postulados de los tericos del ultraimperialismo (Kautsky), y la posicin que en nombre del internacionalismo revolucio- 2. Hacha, Emil (1872-1945): Poltico checo. En 1938 fue nombrado presidente de la Repblica y en 1939 firm la capitulacin ante la invasin nazi. Durante la guerra se de- sempe como presidente de Bohemia y Moravia. En 1945 fue acusado de crmenes de gue- rra y muri en la crcel. 3. La repatriacin de las cenizas del L'Aiglon (el aguilucho): plan para trasladar los restos del hijo de Napolen, que habran de ser devueltos a Francia para ser enterrados en los Invlidos, durante la ocupacin alemana. Las ejecuciones en Nantes y Burdeos: el 20 de octubre de 1941 fue asesinado el primer jefe alemn, el teniente coronel Holtz, comandan- te de las tropas de Nantes. Fue impuesta una elevada multa a la ciudad y fueron ejecutados veinte rehenes. Unos das ms tarde fue asesinado en Burdeos un comandante alemn. Ptain y Darlan hicieron llamamientos por radio, y de Gaulle, tambin desde Londres, con- tra el asesinato de los alemanes, pero fueron fusilados otros cincuenta rehenes franceses como represalia. posibilidad de que el imperialismo ingls (y francs) destruya de una vez y para siempre la amenaza del otro lado del Rin. El sector de la burguesa que irrevocablemente ha elegido el camino de la revancha es el que forma la columna vertebral del movimiento gaullista. En tanto organizacin, el gaullismo no es ms que un apndice del apa- rato militar ingls. Polticamente no representa un movimiento revolucio- nario nacional, sino un partido nacional imperialista. No persigue en abso- luto el objetivo de un rgimen libre de toda opresin de un pueblo sobre otro, sino que aspira ms bien a la reconstitucin del Imperio Francs, dentro del marco de la hegemona inglesa. Objetivamente, el gaullismo no lucha tanto por la liberacin nacional como por la libertad de la explotacin imperialista. Sus mtodos no son las acciones de las masas exasperadas por las tropas de ocupacin y por los saqueadores alemanes y vernculos, sino el reclutamiento de especia- listas, el sabotaje y el terrorismo. La vanguardia proletaria no tiene ninguna base comn con el gaullis- mo. Por el contrario, sta ser capaz de lograr sus tareas slo inoculando al movimiento nacional contra el gaullismo, desenmascarando sus rasgos reaccionarios, defendiendo celosamente la independencia completa de la vanguardia proletaria en relacin con todos los otros agrupamientos pol- ticos, incluso los anti-fascistas, elevando sobretodo las formas de resis- tencia al nivel de una lucha de masas con un contenido socialista. La van- guardia proletaria debe evitar que se opongan las tareas nacionales a la lucha obrera por la emancipacin. Debe saber cmo distinguir el patrio- tismo de los oprimidos del nacionalismo burgus. (Programa de Transicin de la IV Internacional). Debe en consecuencia oponerse sin ambages al gaullismo, ya que ste es precisamente el nacionalismo bur- gus por excelencia. El espritu anti-colaboracionista de las masas, su lucha contra la opresin, en breve el movimiento nacional, es una cosa; una cosa muy distinta es el partido gaullista mismo. La aspiracin de las masas a la libertad nacional es una reaccin pro- fundamente saludable. Si se llegara a volver gaullista, incluso en el senti- do ms vago de la palabra, esta aspiracin estara marcada con el sello del enemigo de clase y reflejara la predominancia de la burguesa chovinista y la pequeo burguesa anglfila en el movimiento nacional. Con sus deformaciones patriticas, el gaullismo de las masas es una reaccin hbrida, sin un carcter de clase claramente definido, es el coro- lario de la debilidad del movimiento internacionalista. Incluso si la mayo- ra de los obreros franceses cayeran bajo la influencia del gaullismo -lo cual no es el caso- sera mucho ms necesario combatir esta desviacin nacionalista. Nuestra actividad debe tender a aislar al gaullismo y a liqui- darlo como corriente en el seno de las masas trabajadoras. Esto no signi- fica que debamos combatir a los distintos campos del gaullismo como si 397 nario pasa por alto la lucha nacional de los pueblos oprimidos (Luxemburgo), el leninismo exige inequvocamente el derecho de auto- determinacin para las masas coloniales, para todas las minoras naciona- les oprimidas, para todos los pueblos cuya independencia est amenazada. La lucha por la libertad nacional de ninguna forma entra en conflicto con el profundo internacionalismo del socialismo proletario. As como el pro- letariado que no conduce una lucha revolucionaria y coherente por la democracia en todas las cuestiones no puede prepararse para la victoria sobre la burguesa (Lenin), de la misma manera la nica solucin pro- gresiva del problema europeo est ntimamente ligado con la lucha por la liberacin nacional. Estos dos objetivos son hoy en da inseparables. Para romper las cadenas de la opresin nacional no queda ms que un camino, la revolucin proletaria. Europa se enfrenta, no se puede dejar de insistir con esto, a la alternativa final: avanzar hacia el socialismo o recaer en la barbarie. El doble aspecto del gaullismo La ocupacin de Francia -la zona libre est virtualmente subordinada al control alemn- plantea nuevamente, esta vez con toda su fuerza, la cuestin nacional, resuelta hace ciento cincuenta aos, y que existiera por setenta aos parcialmente slo para los franceses de Alsacia-Lorena 4 . El movimiento nacional indudablemente influencia a la mayora del pueblo francs, especialmente desde que se constituyera el bloque entre las fuer- zas de De Gaulle y los stalinistas. Negar este hecho es negar algo obvio. Pero ponderar la importancia del factor nacional y el alcance del anhelo de liberacin todava no dice nada acerca del carcter o las tendencias de su desarrollo. Una victoria alemana no le quitara, indudablemente, a la burguesa francesa su carcter imperialista; y sta ltima emprendera entonces el camino de la colaboracin total. Pero una victoria alemana excluye la independencia de la nacin francesa, incluso si las tropas ale- manas abandonaran luego el territorio e incluso si las nuevas fronteras se correspondieran formalmente con las divisiones tnicas. Una victoria inglesa, por otro lado, plantea el mismo problema para la nacin alemana, ya que esta victoria slo puede tener como objetivo la 396 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. Alsacia-Lorena: durante el siglo XIX, los alsacianos, en su mayora protestantes y de habla alemana pertenecieron a Francia. Luego de la derrota de sta a manos de Alemania en la guerra franco-prusiana de 1871, los dos territorios fueron puestos bajo el mando de un gobernador nombrado por el gobierno imperial de Berln. Luego de la Primera Guerra Mundial pas a manos de Francia. Entre 1940 y 1945, Alsacia y Lorena vivieron bajo domi- nio nazi y al acabar la guerra pasaron a formar parte definitivamente de Francia. independencia de todos los pueblos coloniales se le debe otorgar el mismo peso que el derecho francs de autodeterminacin. La anglofilia en el movimiento proletario tiende inevitablemente a negar la libertad a las colonias y a desembocar en un revisionismo anti- leninista abierto. Su fuente es el escepticismo en el poder del proletariado, y como consecuencia la prdida de la perspectiva revolucionaria. Como todo oportunismo, la anglofilia combate bajo la bandera del realismo. Desde los orgenes del movimiento obrero, los realistas se han opuesto a los doctrinarios. Comenzando con el coqueteo de Lasalle con Bismarck, siempre han corrompido al movimiento revolucionario en nom- bre de las posibilidades dadas. Bernstein, los mencheviques, los austro- marxistas, los kautskistas, Blum, Stalin: tantos nombres, tantos realis- tas. Para ellos slo existe el estado fijo de cosas tal como stas son. Asustados por la fuerza de poderes tan reales como el imperialismo brit- nico, el fascismo alemn, el stalinismo, los oportunistas son incapaces de prever el derrocamiento revolucionario que pondr fin a la podredumbre del desorden existente. Que se entienda claramente. Nosotros no negamos el poder de la contrarrevolucin en todas sus formas. Pero el ritmo de los eventos durante esta guerra nos permite discernir, detrs de la imponente fachada que hoy se nos muestra, las impotencias del maana. En razn de que la sociedad, tal como es, carece de verdadera solidez, los genuinos realistas en el movimiento obrero son aquellos que se prepa- ran desde ahora para el advenimiento de la sociedad futura. *** II. El stalinismo en el perodo actual Todos los virajes de la poltica stalinista desde 1933 han tenido como objetivo el evitar, al costo que fuera, la guerra con Alemania. Mediante el otorgamiento de concesin tras concesin, de traicin tras traicin, Stalin buscaba romper el crculo vicioso de la estrategia del socialismo en un solo pas. Al sustituir la poltica de la revolucin permanente por la maniobras burocrticas, el genial Stalin ha llevado a Rusia, despus de las terribles derrotas del proletariado europeo, a entrar en conflicto con Alemania bajo condiciones extremadamente desfavorables para la URSS. El ejrcito alemn est a las puertas de Mosc y Leningrado, en Crimea, y est dispuesto a penetrar hasta el Cucaso. Stalin, que prometa derrotar 399 fueran una sola masa reaccionaria. Nuestra tctica hacia ellos debe estar determinada por su estructura social. Pero nuestra propaganda siempre ser anti-gaullista porque sta ser siempre internacionalista y revolucio- naria. En el patriotismo de los oprimidos hay elementos que reflejan su devocin a lo que consideran sus propios intereses y debemos ser capaces de apoderarnos de estos y extraer conclusiones revolucionarias de ellos. (Programa de Transicin de la IV Internacional). Todo el problema de la accin comn entre el proletariado y la peque- oburguesa es planteado por la existencia del gaullismo. Participamos en cada accin de las masas que luchan contra la opresin nacional, pero par- ticipamos para alejarla de los canales chovinistas. Las ayudamos no para hacer seguidismo al patriotismo desembozado sino para agitar las impera- tivas conclusiones socialistas. Buscamos establecer la unidad de accin con todos los grupos obreros y todos los grupos con una tendencia socialista, un frente nico basado en un programa preciso y con objetivos claramente determinados. El trabajo sobre los soldados alemanes no es una tarea que considere- mos menor en los meses venideros. ste depende en forma ntima y direc- ta del carcter internacionalista que podamos impartirle a las manifesta- ciones nacionalistas. No tenemos nada por ganar sumndonos a una movi- lizacin de estudiantes de la monrquica Accin Francesa contra los boches, si no somos lo suficientemente fuertes como para oponer a estas consignas las de confraternizacin con los trabajadores alemanes en uni- forme. Debe admitirse que nuestra tctica en el plano nacional no es sim- ple y exige mucha flexibilidad. Pero aquellos que por temor a cometer errores se rehsan a tomar parte en forma genuina en cualquier movi- miento que no es puramente proletario no han entendido nada de la pol- tica leninista. Pregonan el abstencionismo, la indiferencia del proletariado hacia la libertad nacional. Le oponen a las exigencias de liberacin nacio- nal un internacionalismo abstracto, que termina en una completa negacin del problema de la opresin nacional. Esta poltica de los puristas de la revolucin proletaria le escapa al peligro renunciando a la lucha. La intensificacin de la opresin nacional en el perodo del imperialismo impulsa a los socialistas a no renunciar a la lucha, que los burgueses lla- man utpica, por la autodeterminacin de las naciones, sino que por el contrario los obliga a utilizar intensamente todos los conflictos que sur- gen en este terreno para conducir acciones de masas y la lucha en forma revolucionaria contra la burguesa. (Lenin) Conducida audazmente, la lucha nacional puede ser un terreno de entrenamiento para demostrar la necesidad del socialismo. Una nacin bajo el puo de hierro del invasor es extremadamente sensible a la verdad de las palabras de Marx: Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre. En el arsenal de consignas del movimiento revolucionario, a la 398 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... GUERRA Y REVOLUCIN muchos aos, sino que estn compuestos por aquellos obreros que pusie- ron en pie el plan quinquenal sin haber podido jams comer adecuada- mente, que han soportado el peso de la construccin econmica sin sabo- rear jams los frutos de sta, y que finalmente han sido privados sistem- ticamente de sus derechos polticos. El ejrcito ruso est hoy en da luchando contra el ms poderoso ejr- cito del mundo, contra un equipamiento indiscutiblemente superior en cantidad as como tambin en calidad, contra un aparato tcnico cuyo poder excede de lejos su propio podero. Qu es lo que anima al Ejrcito Rojo y lo hace mostrar un herosmo que asombra al mundo? No hay ms que una explicacin: los obreros rusos estn defendiendo la revolucin de octubre. A pesar de la experien- cia -y qu experiencia!- de quince aos de bonapartismo stalinista, estn combatiendo por la supervivencia de la primera revolucin proletaria. Estn defendiendo contra el nazismo las conquistas de un estado anti-capi- talista. Estn luchando -a pesar de sus deformaciones burocrticas- por el primer estado obrero en el mundo y por las promesas que encierra para el futuro. Estn temporalmente atrapados por la demagogia stalinista; no tienen un cuadro muy claro de la situacin poltica en la URSS. No comprenden el carcter real del rgimen. No obstante son defensistas sobre las mismas bases que las nuestras. Su conciencia de clase les dicta su conducta heroica, una conciencia de clase que se manifiesta completamente a pesar de la destruccin ideolgi- ca que la burocracia ha infligido. Brevemente, afirmamos que el defen- sismo del proletariado ruso es una posicin de clase profunda y funda- mentalmente correcta. La victoria de los obreros rusos contra el nazismo depende, sin embar- go, de la clarificacin poltica que pueda producirse durante la guerra. El patriotismo proletario es suficiente para animar a las masas rusas con un herosmo ejemplar, pero no puede ser suficiente para dotar a su guerra de la estrategia de una guerra revolucionaria genuina, una estrategia sin la cual la URSS est destinada a sufrir el destino de Espaa. Los argumen- tos de la crtica leninista sern capaces de alcanzar a los soldados y a los obreros en la medida en que podamos demostrar en la prctica el carcter eminentemente defensista de nuestra tctica. Y estos soldados y obreros rusos sern capaces de librar una resistencia victoriosa en la medida en que acepten el arma de la crtica revolucionaria, la cual traer aparejada la crtica revolucionaria de las armas. La burocracia stalinista est defendiendo a Rusia, pero slo para defen- derse ella misma. Es la burocracia de un estado obrero deformado; sus pri- vilegios han sido adquiridos sobre la base de la produccin planificada; su bienestar es el resultado de la expropiacin parasitaria, pero sobre la base 401 400 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... al fascismo en su propio territorio y amenazaba a aquellos que se atre- vieran a asomar sus narices en el jardn sovitico, Stalin se prepara ahora para la defensa detrs de los Urales, una defensa realmente precaria si uno piensa en las pinzas que podran repentinamente cerrarse con un ataque japons contra Vladivostok. La experiencia de cinco meses de guerra germano-rusa pone en relie- ve dos hechos esenciales: el pueblo ruso y el Ejrcito Rojo estn pelean- do con un herosmo sin parangn; por otro lado, sta muestra que Stalin no es capaz de conducir una guerra revolucionaria. Si hacemos a un lado las explicaciones de los fabricantes de mitos y de los comentaristas pros- tituidos (el alma eslava, el misticismo ruso, el temor hacia los comi- sarios polticos), podemos entonces explicar por qu el pueblo ruso defiende a su pas con tanta tenacidad, por qu sucede que la burocracia stalinista organiza una resistencia salvaje contra el aliado de ayer. Puede alguien imaginarse a un pueblo viviendo bajo penosas condi- ciones materiales, privado de todo derecho poltico, obligado a tolerar un rgimen que les ha sido impuesto, puede uno imaginarse a este pueblo librando una guerra a muerte sin pensar en utilizar la primera crisis, las primeras dificultades y reveses militares, para liberarse del opresor? En principio, no. Pero entonces, debemos explicar un doble fenmeno: la cohesin del ejrcito alemn, y la solidaridad interna del Ejrcito Rojo. Como todos los ejrcitos de masas, el Reichswehr est compuesto de obreros y campesinos. Refleja la fuerza concentrada del imperialismo ale- mn que ha sido capaz de soldar a sus componentes antagnicos, por un lado atizando el odio nacional contra el Tratado de Versalles, y por otro lado eliminando a la oposicin mediante el terror. Pero tengamos esto en mente: el ejrcito alemn hasta ahora ha librado combates a la ofensiva. Es especialmente la generacin joven, incluyendo las tropas de choque, quienes son la punta de lanza de la batalla. El cuerpo de oficiales del ejr- cito, extrado de las filas de la burguesa y de la pequeo burguesa, est compuesto por los elementos ms estables del rgimen. Todo esto combi- nado con una maquinaria de guerra nica y con un enorme potencial industrial. Finalmente no debemos olvidar que el nazismo fue capaz de mejorar temporalmente la situacin econmica de las masas alemanas, y de reabsorber a los desocupados transformando las riquezas acumuladas de Alemania en instrumentos de guerra y practicando dumping en los mercados externos. Este hecho, por supuesto, impuls al nazismo a la gue- rra, como el nico medio de salvar al edificio que construy. No obstan- te, esta euforia econmica ha servido para neutralizar a amplias capas de obreros y para permitirle al nazismo arrojarlos al conflicto. En Rusia sucede exactamente lo contrario. El marco de la resistencia, las tropas de choque, no provienen de los crculos burgueses o pequeo burgueses especialmente entrenados en el arte de la guerra durante tas. Pero slo el patriotismo revolucionario, cuyo hroe es Trotsky, el gran organizador de la victoria contra los Aliados, podra lograr los milagros que pueden salvar a la Unin Sovitica e inocular el virus del internacio- nalismo en los soldados alemanes. El defensismo sovitico y la lucha de clases Cul debera ser la actitud de los obreros ingleses cuyo gobierno es en la prctica aliado de la URSS? No podemos dejar de repetirlo: la lucha de clases. Ms que nunca hay que explicar a los trabajadores ingleses y norteamericanos que el mejor mtodo para salvar a la Unin Sovitica es avanzar hacia el establecimiento de soviets en su propio pas. Los obre- ros britnicos y norteamericanos saben que la poltica de sus gobiernos hacia la URSS est preada de reservas y de reticencia, que estn ayu- dando a la Unin Sovitica slo en la medida en que esta ltima los ayude a llevar adelante los planes imperialistas contra Alemania. Es exacta- mente sobre esta misma base que Hitler firm el pacto germano-soviti- co de agosto de 1939. Los adversarios del defensismo de la URSS sostienen que el obre- ro ingls defensista se ver obligado por la fuerza de las circunstancias a hacer la paz social con la burguesa aliada de la URSS. Esta objecin carece de fundamento. La situacin de la burguesa anglo-norteamerica- na -que participa de una guerra contra Alemania al lado de un estado obrero- es un resorte excelente para las luchas proletarias. Ya estamos presenciando los primeros sntomas de una ruptura entre el gobierno bri- tnico y el pueblo britnico. Por primera vez desde la formacin del gobierno de Churchill los socialistas de la coalicin se encuentran, bajo presin de las masas, en oposicin latente a la mayora conservadora. An as, esta presin de las masas no es expresin de una ideologa nacional, sino que es ms bien expresin de la solidaridad de clase con el proletariado ruso. El obrero britnico comienza a preguntarle a Churchill: Desea usted defender a la URSS? Est bien. Yo le creo. Entonces tengo algo para decirle acerca de eso. Incluso ahora exige armas y municiones para la Unin Sovitica en peligro y por la lgica misma de las cosas, cre- emos nosotros, no ser conducido a la unin sagrada con la burguesa, sino que ms bien exigir el control sobre el envo de armas. Los capita- listas britnicos quieren hacer que los obreros acepten horas de trabajo ms largas invocando el peligro al que se enfrenta la Unin Sovitica. Pero si los obreros exigen entonces el control de la produccin, sobre qu bases podran los patrones entonces objetar esto, a excepcin del sacrosanto principio de las superganancias? De este modo, la defensa de la URSS conduce directamente a los obreros ingleses al desarrollo de la 403 de la estructura social sovitica. Una victoria alemana liquidara no slo el carcter obrero de la URSS, sino que con el mismo golpe barrera a la burocracia. La guerra ha saldado en forma sangrienta muchos conflictos tericos; entre otros ha hecho a un lado la teora de una nueva sociedad de clases, ni socialista ni capitalista, que algunos haban descubierto no slo en Rusia sino tambin en Alemania. Los nazis se estn preparando en Rusia para la restauracin del capitalismo y la explotacin imperialista de las riquezas de este pas por parte del capital financiero alemn. Una vez provocada la victoria del fascismo, podra haber todava puestos para algunos burcratas individualmente, pero no habr ya ms lugar para la burocracia stalinista como unidad social. Las traiciones individuales son posibles y probables; como casta dominante, no obstante, la burocracia no puede traicionar a su estado. La burocracia est defendiendo a Rusia, pero de manera burocrtica. Las limitaciones de esta defensa quedan establecidas por la alianza cada vez ms ntima con el imperialismo anglo-norteamericano, que est exi- giendo ciertas concesiones (iglesias, batallones nacionales sobre suelo ruso tales como la Legin de los Coroneles Polacos y la Legin checa de Benes) 5 y que a cambio slo entrega armas en cuentagotas. Las limitaciones burocrticas excluyen a la democracia obrera del sis- tema de defensa. Esta democracia no estara en absoluto en contradiccin con la disciplina de hierro que se necesita para conducir la guerra. Por el contrario, esa misma democracia asegurara por s sola una disciplina bol- chevique superior a la disciplina puramente militar de los generales de Stalin. La democracia obrera es la base creativa para la iniciativa de las masas, las cuales constituyen las nicas fuerzas capaces de derrotar la superioridad material de los nazis. Stalin, codo a codo con Churchill y Roosevelt, est librando una guerra contra los alemanes -la prensa stali- nista ya habla de los boches- en nombre de un patriotismo reaccionario cuyos hroes son los generales Kutuzov 6 y Suvorov 7 de los ejrcitos zaris- 402 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 5. Legin de los Coroneles polacos: los aliados propusieron la creacin de destaca- mentos polacos en el territorio ruso en 1941. Asimismo, se formaron destacamentos polacos que cooperaron con los Aliados en los distintos frentes de la guerra. Legin checa de Benes: Churchill y Roosevelt propusieron la creacin de ejrcitos compuestos de checos en Rusia en 1941. 6. Kutuzov, Prncipe Mijail I. (1745-1812): J unto al general Alexander V. Suvorov fue fundador de la ciencia militar rusa y en cuyo nombre se crearon rdenes despus de la Segunda Guerra Mundial. 7. Suvorov, Alexander (1729-1800): mariscal de campo ruso que escribi La ciencia de la victoria, publicado en 1806. Es la obra conocida ms antigua sobre el arte de la guerra, dirigida no slo para los oficiales sino escrita en un lenguaje accesible para el soldado comn. Fue un innovador ya que fue el primero que rompi con las estrategias convencio- nales del siglo XVIII. Se anticip a Napolen en aportar movilidad al arte de la guerra. Hitler, incluyendo por supuesto, la lucha de clases en los pases aliados a la URSS. Agosto de 1939: este mes presenci el bombazo del pacto ruso-germano. Este pacto le permitir a Hitler ocuparse de sus asuntos en el oeste y aplastar a la burguesa francesa. Sobre la base de este pacto, el Partido Comunista pregona en Francia un derrotismo sin revolucin y un sabotaje sin perspectivas. Una vez que se firma el armisticio entre Francia y Alemania, los stalinistas coquetean con las autoridades de ocupacin; no son molestados o son molestados muy poco por ellos. En los volantes sta- linistas de ese perodo no se puede hallar ningn ataque contra los nazis. El problema de la ocupacin del pas, la cuestin nacional, no es levanta- da, pero contra los plutcratas britnicos los stalinistas no ahorran nin- guna crtica. El conflicto ruso-germano explot a pesar del servilismo de Stalin. Una vez ms la poltica del Partido Comunista estar moldeada por el juego diplomtico del Kremlin. La burocracia usurpadora, por supuesto, no invoca la ayuda de la revolucin proletaria. Prefiere apostar al impe- rialismo anglo-sajn y levantar una vez ms junto a ellos la consigna de la lucha anti-fascista, que haba sido relegada al rincn de los trastos viejos durante los dos ltimos aos. No obstante, los nuevos aliados -que tambin son antiguos aliados- fuerzan al Partido Comunista a darle a su propaganda un carcter todava ms nacionalista; incluso ms crudamente chovinista que en el perodo 1935 a 1939, en razn de la severidad de la crisis que ahora enfrenta el imperialismo anglosajn. En julio pasado se presenci el establecimiento del Frente Nacional de Lucha por la Independencia de Francia, en nombre de los intereses supremos de la patria. En sintona con este frente nacional del cual forma parte, LHumanit 9 del 17 de octubre de 1941 escribe: El enemigo de ayer no se ha vuelto el amigo de hoy. Muy por el contrario, los senti- mientos anti-alemanes se han agudizado considerablemente en contacto con la realidad. Los nicos que pueden negar esto es el gobierno boche de Vichy y un puado de otros traidores. El 11 de noviembre en todas las ciudades y las aldeas, en una poderosa movilizacin de rememoracin, todos los patriotas del frente nacional, ex integrantes de las fuerzas arma- das, hombres, mujeres, nios, se juntan bajo los pliegues de la insignia tricolor! Honremos a todos aquellos que cayeron por la causa de Francia 405 lucha de clases contra su propia burguesa, algunas veces de modo inconsciente incluso. No obstante, sabemos que la poltica de la clase obrera en los pases aliados a la URSS no siempre ser fcil de determinar. Ser esencial no perder de vista la situacin general, o sea que la guerra expresa las contra- dicciones fundamentales del capitalismo, y al mismo tiempo es un mtodo capitalista para resolver temporalmente esta contradiccin; que la URSS no pierde el carcter de un estado progresivo por pelear al lado de un estado imperialista, as como tampoco este ltimo deja de ser imperialista porque est en la prctica aliado a un estado obrero contra un enemigo comn. La historia conoce perodos donde un imperialismo en lucha contra otro imperialismo se ve forzado a apostar todas las fichas en el juego, incluso a riesgo de irse a la quiebra por esto. Los oponentes del defensismo sovitico estn asustados por la idea de ver a las tropas soviticas y britnicas codo a codo en Persia, en el Cucaso o en otra partes. Entonces le dirn a uno que luche a muerte y al otro que confraternice? Exactamente, porque lo mismo hay que decir- le a los tommies [soldados, NdeT] ingleses que a sus compatriotas de la clase obrera. Bajo las rdenes de Wavell 8 , no estn realmente defendiendo a la URSS. Nuestra defensa incondicional no significa poner fin al tra- bajo poltico en el Ejrcito Rojo, e incluso todava menos en el ejrcito britnico. El espritu defensista del soldado britnico, en sus contactos diarios con el soldado rojo, en vez de hacer que se someta ciegamente a sus superiores, podra hacer que el primero se les oponga. Para Hitler y la burguesa alemana hay una nica lucha por una Gran Alemania, mientras que para nosotros hay un doble conflicto: anglo-ale- mn por un lado, germano-ruso por el otro. El Partido Comunista y la poltica de la clase obrera en Francia Aquellos que estudien en el futuro la poltica stalinista en Francia durante los ltimos diez aos la encontrarn a primera vista increble. La adhesin continua de las masas a un partido cuyas contradicciones, giros abruptos, y virajes de 180 grados desde 1939 alcanzaron un ritmo verti- ginoso, esta adhesin no ser una sorpresa menor para el observador superficial. Los perodos de la poltica stalinista han seguido la curva de los eventos. Desde abril de 1935 hasta agosto de 1939 la campaa anti-fascista estuvo en su apogeo. Todo tena que ser subordinado a la lucha contra 404 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 8. Wavell, Archibald Percival (primer conde de; 1883-1950): mariscal ingls que parti- cip en los frentes de la Segunda Guerra. Fue virrey de la India entre 1943 y 1947. 9. LHumanit: peridico fundado en 1904 por J ean J aurs, fue el rgano oficial del Partido Socialista francs hasta 1920. Estuvo controlado por la mayora chauvinista durante la Primera Guerra Mundial, y luego por los centristas. Cachin fue su editor en jefe desde 1918 hasta 1958; a partir de 1921 se convirti en el rgano oficial del Partido Comunista francs. comn para ellos y para nosotros es la defensa de la URSS. Nuestro obje- tivo comn es la revolucin proletaria. La unidad de accin nos permiti- r realizar una crtica amistosa y separar a los obreros comunistas del sta- linismo. Debemos orientar a las organizaciones de la IV Internacional hacia el proletariado, hacia los partidos comunistas. Debemos hallar un camino hacia las fbricas. Todo, literalmente todo, depende del xito de esta poltica. 407 contra el enemigo, contra los boches. Aqu tenemos resumida casi toda la ideologa actual de la Internacional ex-Comunista. De este modo la Comintern se ha convertido al peor nacionalismo anti- alemn. La poltica del Partido Comunista pierde todo carcter de clase. Quizs incluso el nombre de comunista, tan embarazoso para ellos, ser cambiado por el nombre de anti-fascista ya que es menos ofensivo (ya el N 4 de julio de Rouge Midi habla del Partido Anti-fascista de Liberacin). Pronto Stalin proceder quizs a liquidar a la Internacional Comunista a cambio de unas pocas decenas de aviones. Todo esto no revestira mayor importancia si las masas obreras no siguieran al Partido Comunista. Pero lo siguen, sin duda alguna. El poder de atraccin de la Internacional Comunista emana de la existencia misma de la Unin Sovitica y la necesidad de defenderla, y cuanto ms amena- zadora se vuelve la contrarrevolucin, ms tenaz es la adhesin del prole- tariado hacia el pas que, a su juicio, es la realizacin de la voluntada socia- lista de la clase obrera. El Partido Comunista conserva su influencia sobre los obreros france- ses no slo mediante la usurpacin de la bandera leninista, sino tambin por su actividad combativa, que seduce especialmente a la joven genera- cin de obreros de entre 20 y 30 aos, que no conocen por experiencia propia los das heroicos de la Internacional Comunista y creen as que los giros de los stalinistas son las tcticas revolucionarias. Agreguemos a esto la represin policial, que va dirigida sobretodo contra el Partido Comunista, y que provoca no slo temor sino tambin actitudes de des- afo; y entonces comprenderemos los factores principales de la continui- dad del stalinismo, que todava influencia a los sectores ms honestos y ms sacrificados de la clase obrera. Esta es la tragedia del proletariado europeo, ver su vigor desgastado por el sepulturero Stalin mediante una poltica que va en contra de la revolucin. Y hoy en da, con la consigna de sabotaje, ms sabotaje, y nada ms que sabotaje, la Internacional Comunista condena a sus partidos a nuevas catstrofes. Las ganancias militares que se obtienen con semejante poltica son extremadamente pequeas. Slo un movimiento de masas puede destruir al fascismo. La poltica del Partido Comunista no brinda ninguna salida al presen- te caos. Con el actual aumento de las dificultades en la URSS, las con- vulsiones del stalinismo pronto llegarn al paroxismo. Estamos cerca del momento en el cual Stalin habr perdido su aura de gran lder de la clase obrera. Debemos ser capaces entonces de transformar la desilusin de los obreros con el stalinismo en un programa proletario por la positiva. Bajo condiciones de ilegalidad, el aparato del Partido Comunista no puede controlar directamente a los grupos de base. As, se nos abren grandes oportunidades para el frente nico con ellos. La plataforma 406 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... obrero sovitico en su guerra contra la Alemania fascista. Defender a la Unin Sovitica, a pesar de Stalin y contra Stalin, es defender la propie- dad nacionalizada establecida por la Revolucin de Octubre. Esa es una guerra progresiva. La guerra de China contra J apn tambin la caracterizamos como una guerra progresiva. Apoyamos a China. China es un pas colonial, pelean- do por la independencia nacional contra una potencia imperialista. Una victoria de China sera un tremendo golpe para todo el imperialismo, ins- pirando a todos los pueblos coloniales para que se sacudan el yugo impe- rialista. El rgimen reaccionario de Chiang Kai Shek, sirviente de las democracias, ha entorpecido la capacidad de China para conducir una guerra decidida por la independencia; pero esto no altera el hecho esen- cial de que China es una nacin oprimida luchando contra un opresor imperialista. Estamos orgullosos del hecho de que los cuartainternacio- nalistas de China estn luchando en la lnea del frente contra el imperia- lismo japons. Ninguna de las razones que nos obligan a apoyar a la Unin Sovitica y China contra sus enemigos se pueden invocar para aplicarlas a Francia o Gran Bretaa. Estas democracias imperialistas entraron en la guerra para mantener su seoro sobre los cientos de millones de personas some- tidas en los imperios britnico y francs; defender estas democracias significa defender su opresin sobre las masas de frica y Asia. Y por encima de todo significa defender el decadente orden social capitalista. A eso no lo defendemos, ni en Italia ni en Alemania, ni en Francia ni en Gran Bretaa; ni en los Estados Unidos. El anlisis marxista que determin nuestra actitud hacia la guerra hasta el 8 de diciembre de 1941 contina determinando nuestra actitud hoy en da. ramos internacionalistas antes del 8 de diciembre; an lo somos. Creemos que el lazo ms importante de lealtad de todos los trabajadores del mundo es el lazo de solidaridad internacional de los trabajadores con- tra sus explotadores. No podemos asumir la menor responsabilidad por esta guerra. Ningn rgimen imperialista puede librar una guerra justa. No podemos apoyarla ni por un momento. Somos los enemigos ms irreconciliables de las dictaduras fascistas de Alemania e Italia y la dictadura militar de J apn. Nuestros compaeros de la Cuarta Internacional en las naciones del Eje y los pases conquistados estn luchando y muriendo en la lucha por organizar las futuras revolu- ciones contra Hitler y Mussolini. Estamos haciendo todo lo que est a nuestro alcance para acelerar esas revoluciones. Pero aqullos ex-socialistas, intelectuales y dirigentes obre- ros, que en el nombre de la democracia apoyan la guerra del imperialis- mo de Estados Unidos contra sus enemigos y rivales imperialistas, lejos de ayudar a los antifascistas alemanes e italianos slo obstaculizan su tra- 409 DECLARACIN SOBRE LA ENTRADA DE ESTADOS UNIDOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 1 22 de diciembre de 1941 James P. Cannon* Las consideraciones que determinaron nuestra actitud hacia la guerra hasta el comienzo de hostilidades entre Estados Unidos y las potencias del Eje conservan toda su validez en la nueva situacin. Considerbamos la guerra por parte de todas las potencias capitalistas involucradas (Alemania y Francia, Italia y Gran Bretaa) como una gue- rra imperialista. Nosotros realizamos esta caracterizacin de la guerra en virtud del carcter de las potencias involucradas en ella. Eran todos estados capita- listas en la poca del imperialismo; siendo ellos mismos imperialistas (oprimiendo otras naciones o pueblos) o satlites de potencias imperialis- tas. La extensin de la guerra al Pacfico y la entrada formal de Estados Unidos y J apn no cambian nada del anlisis bsico. Siguiendo a Lenin, para nosotros no hay ninguna diferencia en cul bandido imperialista hizo el primer disparo; durante un cuarto de siglo cada potencia imperialista ha estado atacando a otra potencia imperia- lista por medios polticos y econmicos; el recurso a las armas no es ms que la culminacin de este proceso, que continuar mientras el capitalis- mo perdure. Esta caracterizacin de la guerra no se aplica a la guerra de la Unin Sovitica contra el imperialismo alemn. Hacemos una distincin funda- mental entre la Unin Sovitica y sus aliados democrticos. Defendemos a la Unin Sovitica. La Unin Sovitica es un estado obre- ro, aunque degenerado bajo la dominacin poltica totalitaria de la buro- cracia del Kremlin. Slo los traidores pueden negarle el apoyo al estado UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en J . Cannon, The Socialist Workers Party in World War II, Pathfinder Press, Nueva York, 1987, pg. 207. Publicada por primera vez en Fourth International, volumen III, N 1, enero de 1942. ducir una tercera, cuarta o quinta guerra mundial si ellos y su sistema con- tinan dominando. El capitalismo no puede ofrecer ninguna perspectiva ms que el holocausto de millones y la destruccin de la civilizacin. Slo el socialismo puede salvar a la humanidad del abismo. Esta es la verdad. A medida que la terrible guerra se desarrolle, esta verdad ser reconocida por decenas de millones que no nos escucharn ahora. Las masas tortura- das por la guerra adoptarn nuestro programa y liberarn al pueblo de todos los pases de la guerra y el fascismo. En esta hora oscura vemos cla- ramente el futuro socialista y preparamos el camino hacia l. Contra el coro desquiciado de los odios nacionales levantamos una vez ms la vieja consigna del socialismo internacionalista: Proletarios del mundo, unos! 411 bajo y traicionan su lucha. Los imperialistas aliados, como todo obrero alemn sabe, buscan imponer un segundo y peor Versalles; el miedo a esto es el activo ms grande de Hitler para mantener a las masas de Alemania bajo su dominacin. El miedo al yugo extranjero retrasa el desarrollo de la revolucin alemana contra Hitler. Nuestro programa para ayudar a las masas alemanas a derrocar a Hitler exige, ante todo, que se las prevenga contra un nuevo Versalles. Cuando el pueblo de Alemania se sienta seguro de que la derrota militar no ser seguida por la destruccin del poder econmico de Alemania y la imposicin de cargas insoportables por parte de los vencedores, Hitler ser derrocado desde dentro de Alemania. Pero dichas garantas contra un segundo Versalles no las pueden dar los enemigos imperialistas de Alemania; y ni aunque fueran dadas, seran aceptadas por el pueblo ale- mn. Los catorce puntos de Wilson an se recuerdan en Alemania, y sus promesas de que Estados Unidos estaban librando una guerra contra el Kaiser y no contra el pueblo alemn. An as, la paz de los vencedores, y la forma en que los vencedores organizaron el mundo entre 1918 y 1933, constituyeron una guerra contra el pueblo alemn. El pueblo ale- mn no aceptar ninguna nueva promesa de parte de aquellos que hicie- ron esa paz y libraron esa guerra. En el medio de la guerra contra Hitler, es necesario extender una mano de fraternidad hacia el pueblo alemn. Esto slo puede hacerse honesta y convincentemente solamente por medio de un gobierno de obreros y cam- pesinos. Nosotros bregamos por un gobierno de obreros y campesinos. Un gobierno as, y slo un gobierno as, puede librar una guerra contra Hitler, Mussolini y el Mikado en cooperacin con los pueblos oprimidos de Alemania, Italia y J apn. Nuestro programa contra el hitlerismo y por un gobierno obrero y cam- pesino es hoy slo el programa de una pequea minora. La gran mayora apoya activa o pasivamente el programa de guerra de la administracin Roosevelt. En tanto minora, debemos subordinarnos a esa mayora en la accin. No saboteamos la guerra ni obstruimos las fuerzas militares de ninguna manera. Los trotskistas se incorporan junto con su generacin a las fuerzas armadas. Acatamos las decisiones de la mayora. Pero mante- nemos nuestras opiniones e insistimos en nuestro derecho a expresarlas. Nuestro objetivo es convencer a la mayora de que nuestro programa es el nico que puede poner fin a la guerra, al fascismo y a las convulsio- nes econmicas. En este proceso de educacin los terribles hechos demuestran que nuestras aseveraciones son totalmente correctas. Por dos veces en el transcurso de veinticinco aos, las guerras mundiales han aca- rreado una gran destruccin. Los instigadores y lderes de esas guerras no ofrecen, ni pueden ofrecer, la promesa plausible de que no se vaya a pro- 410 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... progresista: el hecho de arrancar a los pueblos del atraso del asiatis- mo, del regionalismo, de la sumisin al extranjero, significa un golpe severo al imperialismo. 2 En la Conferencia de fundacin de la IV Internacional en 1938, no- sotros expresamos en nuestro programa: Algunos pases coloniales o semi coloniales intentarn, sin ninguna duda, utilizar la guerra para rechazar el yugo de la esclavitud. En este caso, la guerra no ser impe- rialista, sino emancipadora 3 . Esta caracterizacin se aplica plenamente a la India y a China. Durante el primer perodo de la guerra actual, la Conferencia extraor- dinaria de la IV Internacional, en su Manifiesto sobre la Guerra Imperialista y la Revolucin Proletaria Mundial (mayo 1940), declaraba: Al crear dificultades y peligros enormes en los centros metropolitanos de los imperialismos, la guerra abre vastas posibilidades a los pueblos opri- midos. El gruido del can en Europa anuncia que la hora de su libera- cin se aproxima 4 . En el mismo Manifiesto, tomando nota de la declara- cin de Gandhi que se negaba a crearle dificultades a Gran Bretaa duran- te la profunda crisis que tena, decamos: Como si los oprimidos nunca hubieran sido capaces, en cualquier lugar y cualquier tiempo que sea, de liberarse sin explotar las dificultades de sus opresores! 5 Desde entonces, Gandhi y una fraccin de la burguesa india han sido obligados, por los eventos y bajo presin de las masas indias, a lanzar una campaa de desobediencia civil. Len Trotsky, fundador de la IV Internacional, haba examinado esta eventualidad cuando escribi, en vs- peras de la guerra, en su Carta Abierta a los Trabajadores de la India (julio 1939): En el caso en que la burguesa de la India se encuentre obli- gada a dar el ms mnimo paso en el camino de la lucha contra la domi- nacin arbitraria de Gran Bretaa, el proletariado apoyar naturalmen- te este paso. Pero lo apoyar con sus propios mtodos: mitines de masas, consignas audaces, huelgas, demostraciones y acciones de combate ms decisivas, dependiendo de la relacin de fuerzas y de las circunstancias. Precisamente, para hacer esto, el proletariado necesita tener las manos libres. Para el proletariado, es indispensable la independencia completa respecto de la burguesa, sobretodo para que pueda ejercer influencia sobre el campesinado, la masa predominante en la poblacin de la India. Slo el proletariado es capaz de llevar adelante un audaz programa agra- rio revolucionario, de levantar y reunir a las decenas de millones de cam- 413 MANIFIESTO A LOS OBREROS Y CAMPESINOS DE LA INDIA 1 26 de septiembre de 1942 Comit Ejecutivo de la IV Internacional en Nueva York Obreros y campesinos de la India, la IV Internacional, el partido mun- dial de la revolucin socialista, est a su lado en la lucha por la liberacin nacional de la India. Las secciones de la IV Internacional en todo el mundo, llaman a la defensa de la lucha contra los imperialistas que inten- tan baarla en sangre. Nosotros hemos instado a movilizar a los obreros y campesinos de todos los continentes para ayudar a las masas indias a conquistar su liber- tad. Mientras que la II y la III Internacional, los reformistas y los stalinis- tas, van detrs de Churchill, al condenar la lucha que se desarrolla actual- mente en India, la IV Internacional brinda el ms firme apoyo a los indios que combaten por su liberacin. Denunciamos a todo dirigente obrero que se oponga a la lucha de la India por su independencia como un agente del imperialismo. La India y la IV Internacional Todos los trabajadores deben ser solidarios con las luchas por la inde- pendencia que se desarrollan en la India, en China y en todos los pases semicoloniales del continente asitico. As como est escrito en nuestras tesis, La Guerra y la IV Internacional (1934), la lucha en las colonias es indiscutiblemente UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en R. Prager compilador, Les Congrs de la Quatrime Internationale, ed. La Brche, Pars, 1981, Tomo 2, pg. 55. Tambin publicado en Cahiers Lon Trotsky, N 21, Institut Lon Trotsky, Francia, marzo de 1985. Fue publicado en Fourth International, octubre de 1942. Es poco probable que en su poca haya podido ser ampliamente difundido en la India. 2. Ver en esta compilacin. 3. Len Trotsky, El Programa de Transicin, ed. Yunque, Argentina, 1983, pg. 44. 4. Ver en esta compilacin. 5. Ibidem lismo britnico, en el curso de la cual preparara medidas ms eficaces para aplastar a los campesinos y los obreros de la India. Tal era, precisa- mente, el papel que han jugado las negociaciones de Cripps, desarrolladas en el momento en que cayeron Singapur y Malasia y en el que el podero militar britnico en Oriente era destrozado; las negociaciones le han per- mitido a Churchill enviar a India nuevas tropas y armas, para llevar a cabo la represin que reina hoy. El segundo objetivo de las negociaciones de Cripps ha sido el de crear la ilusin que Gran Bretaa realmente deseaba acordar con la India su liberacin, una ilusin que es an lo suficiente- mente fuerte como para engaar a amplios sectores de la clase obrera nor- teamericana y britnica que, sin ella, seran solidarias con la lucha de la India por su liberacin. Los dirigentes del Congreso, al participar en las negociaciones secretas con Cripps, han ayudado a Churchill a propagar esta ilusin. Nuevas negociaciones daran un renuevo de vida a esta ilu- sin peligrosa. Es absurdo dirigirse a Gran Bretaa para pedirle que no cometa en India el mismo error que en Birmania o Malasia. Los dirigentes bri- tnicos saben lo que hacen. El imperialismo britnico dirige este guerra para conservar su imperio. Perder definitivamente su dominacin en India sera perder la guerra. Como en Birmania y en Malasia, el impe- rialismo britnico incluso preferira dejar que los japoneses invadan la India, con la esperanza de reconquistarla, ms que perder la India para siempre, abandonndola al movimiento de independencia nacional. Esta realidad esencial debe ser comprendida por los trabajadores del mundo entero. El imperialismo britnico dejara de existir si perdiese la India para siempre. Si nosotros perdemos la India, el Imperio se derrumbar; al comienzo econmicamente, despus polticamente, escriba Lord Rothermere en sus peridicos, el 16 de mayo de 1930. En el transcurso del debate sobre la Constitucin de 1935, Churchill hizo una declaracin radiofnica destinada a los EE.UU., explicndoles por qu Inglaterra no poda permitirse abandonar a la India porque dos de cada diez ingleses dependen de la India. El mito segn el cual el imperialismo britnico ha mitigado su expoliacin en la India est desmentido por los hechos ms evidentes: en 1911, las inversiones britnicas en la India constituyeron el 11% de sus haberes de ultramar; en 1937, sus haberes en la India alcanza- ron el 25% de stas. Asimismo, adems de las gigantescas ganancias saca- das de estas inversiones (de hecho se trata de un botn arrebatado a la India para ser invertido all), la mayor parte de los fondos indios que afluyen cada ao a Londres sirven, de hecho, al control poltico (pago de las tropas britnicas, encargo de suministros al gobierno indio, pago de bonos garantidos del virrey, sueldos de funcionarios, pensiones, etc.). 415 pesinos y conducirlos en la lucha contra los opresores indgenas y el imperialismo britnico. 6 Estas posiciones de la IV Internacional sobre la naturaleza de la futu- ra revolucin de la India se han revelado exactas a la luz de los aconteci- mientos. Los mejores elementos revolucionarios indios lo han comprendi- do bien en los ltimos aos y, en marzo de 1941, los grupos y los partidos obreros procedentes de la India y Ceiln se estn reuniendo para crear una seccin de la IV Internacional. Tras haber logrado integrar a otros grupos en el nuevo partido, sobre la base de un proyecto de programa, el Partido Bolchevique Leninista de la India fue creado oficialmente en mayo de 1942 7 , justo en las vsperas de la lucha que se lleva actualmente. Dirigida por combatientes probados en la siniestras prisiones del imperialismo bri- tnico, nuestra seccin india apoya sinceramente la lucha actual y partici- pa en ella activamente. Nosotros confiamos en que las lecciones de los acontecimientos la harn volverse la vanguardia reconocida de los obre- ros y campesinos indios. Es necesario derribar la dominacin colonialista britnica Los acontecimientos han demostrado indiscutiblemente que el impe- rialismo britnico no aceptar jams la independencia nacional de la India. Si Gran Bretaa consiente en acordar la exigencia de los supues- tos amigos de la India, de retomar las negociaciones entre el Congreso Pan-Indio y el gobierno britnico, eso solo dar como resultado lo mismo que ha dado la gigantesca superchera de la misin Cripps 8 : una gran esta- fa. La advertencia brutal de Churchill a la Cmara de los Comunes, el 10 de septiembre de 1942, vuelve evidente para cualquier persona que su poltica sigue siendo la misma que en enero de 1930 cuando declaraba a los Comunes: Tarde o temprano, tendrn que aplastar a Gandhi y al Congreso Indio, as como a todo lo que ellos representan El imperialismo britnico no aceptar nuevas negociaciones a menos que estime que la represin terminar por derribar al movimiento obrero y al movimiento nacionalista indio. Las negociaciones y los compromi- sos que resulten no tendran otro fin que facilitar una tregua al imperia- 414 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 6. Fue publicado en The New International y en larevista Quatrime Internationale, N 20-21, julio-agosto de 1945. Ver La India ante la guerra imperialista, en Escritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000, Libro 6. 7. El BLPI surgi de la unin de tres grupos trotskistas: la RSL de Bengala, el BLP de Uttar Pradesh y el LSSP de Ceiln. 8. Cripps, Sir Stafford (1889-1952): ministro britnico que encabez una misin a India en marzo-abril de 1942 frente al avance japons en la regin. Negoci con todos los dirigen- tes de los partidos indios y realiz una propuesta en la que Inglaterra se comprometa a garan- tizar la independencia a India, si as lo exiga una Asamblea Constituyente luego de la guerra. ca de apoyo total a Churchill. La radio y los peridicos norteamericanos se han hecho eco de todas las calumnias britnicas en cuanto a la lucha de la liberacin en India. Slo cuando se volvi evidente que los britnicos no lograban aplastar la resistencia, Washington cambi de tctica, exhor- tando secretamente a Churchill a abrir nuevas negociaciones con los diri- gentes del Congreso. EE.UU. esperaba que las nuevas y largas negocia- ciones apaciguaran a la India. Pero, en el fondo, Washington contina apo- yando a Churchill en India; toda ilusin sobre que una presin de Roosevelt en la poltica britnica hacia la India sera beneficiosa para las masas indias, puede ser fatal para la causa de la independencia. Es abso- lutamente falso pensar que, si Gran Bretaa acepta su mediacin, Roosevelt jugar el rol de un juez imparcial entre las fuerzas que se enfrentan en la India. Podemos predecir, al contrario, que Washington ins- truir un simulacro de proceso que terminar con una decisin favorable a Gran Bretaa y a sus agentes locales. La radio y la prensa norteamericana continan relatando en trminos favorables a los ingleses las informaciones provenientes de la India. Las escasas noticias o las editoriales crticas a la poltica de Churchill son, al mismo tiempo, hostiles al Congreso pan-indio y a las masas en lucha y tie- nen por objetivo apoyar la idea de una mediacin norteamericana. Estas crticas a Churchill estaran igualmente destinadas a blanquear a los EE.UU. de toda responsabilidad sobre el terror blanco que reina en India y a intentar preservar el prestigio en andrajos de las naciones aliadas, a los ojos de las masas coloniales de Asia, frica y Amrica Latina. Estas son, en efecto, sinceramente solidarias con la lucha de la India. Pero por cada palabra de crtica respecto a Churchill, hay mil en contra de la lucha de la India por su independencia. El rol traidor del stalinismo Adiferencia de Gran Bretaa y de EE.UU., la URSS lleva adelante una guerra progresista; todos los trabajadores tienen el deber de apoyar al esta- do obrero sovitico contra la invasin imperialista. Sin embargo, mientras lo hacen, los trabajadores indios deben comprender que hay una diferen- cia fundamental entre la Unin Sovitica y Stalin. No confen ni un solo instante vuestra suerte a la burocracia de Stalin! En la URSS, el rgimen del Kremlin ha eliminado la democracia sovitica que exista en tiempos de Lenin y de Trotsky y no le otorga ningn medio de expresin a las masas. Stalin tiene una concepcin burocrtica de la defensa de la URSS; solo apunta a preservar su propio rgimen reaccionario que no contiene ningn trazo de internacionalismo. De ningn modo Stalin apoyar una revolucin en la India, pues alentara a las masas soviticas a dirigir sus 417 Estas dos formas de pillaje se acabaran con la independencia nacional pues, sin importar cules seran los compromisos que pueda tomar un gobierno nacional burgus en materia de pagos a Gran Bretaa, las nece- sidades enormes de las masas indias pauperizadas pronto tendran que poner trmino a esta estafa. La deuda pblica de la India ha aumentado un 10% por ao en el curso de los ltimos ochenta aos, mientras que, por otra parte, la renta nacional no ha aumentado ms que un 1%. Esto muestra bien cmo Gran Bretaa desangra a la India. Este pillaje constituye la espina dorsal del imperialismo britnico. Sin l, el capitalismo britnico estara condenado. Si la reduccin relativamente leve de los mercados exteriores britnicos desde la Primera Guerra ha provocado una crisis poltica cuyo apogeo fue la huelga general de 1926, la prdida de la India provocara, sin ninguna duda, una revolucin socialista en Gran Bretaa. La clase dirigente britnica nunca aceptar dis- tender voluntariamente su opresin sobre la India, pues jams una clase dominante ha abandonado la base misma de su existencia. Tengan cuidado con la mediacin norteamericana! Las ilusiones con respecto al imperialismo norteamericano pueden ser tan peligrosas como con respecto al imperialismo britnico. Sin embargo, desde hace aos, los dirigentes del Congreso pan-indio han considerado a Washington con el objetivo de obtener un apoyo de los norteamericanos. No han comprendido, o no han visto que el imperialismo norteamericano deseaba poner fin a la dominacin britnica para reemplazarla por la pene- tracin, tambin imperialista, del dlar. La Liga india, que representa en los EE.UU. el partido del Congreso, le da poca importancia a la real sim- pata de amplios sectores de la clase obrera norteamericana por la inde- pendencia de la India, y pone, al contrario, su atencin en los amigos de la India en Washington y en la prensa burguesa. El fracaso de las negociaciones Cripps ha mostrado, sin embargo, lo que valan estos amigos burgueses norteamericanos. Una verdadera conspiracin del silencio ha disimulado la versin del Congreso, mientras que la radio y la prensa norteamericanas reproducan las mentiras de Cripps. El 23 de julio, el discurso del secretario de estado, emitido evi- dentemente para la India, sealaba que los pueblos colonizados al comien- zo deban apoyar la guerra y as mostrarse dignos, por sus actos de una libertad que vendra despus de la guerra. Si Churchill se ha negado a hacer la menor concesin en la India, esto es, sin duda, en gran parte, por- que la prensa y el gobierno norteamericano lo han alentado. En el transcurso de las cinco primeras semanas del terror blanco brit- nico en India, iniciado el 9 de agosto, Washington ha mantenido su polti- 416 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 419 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... propias reivindicaciones contra Stalin. No hay ms que ver las reacciones de sus servidores para constatar hasta qu punto Stalin es hostil a la revo- lucin india: la prensa sovitica no ha dicho una palabra en apoyo a la lucha que se desarrolla en India, mientras que la prensa stalinista en Gran Bretaa, Norteamrica y en otros lugares condena vuestra lucha al preten- der que esta obstaculiza los esfuerzos de guerra de las naciones aliadas. Los partidos comunistas britnico y norteamericano explican a los tra- bajadores que no deben apoyar vuestra lucha por la independencia. Los partidos comunistas, que son simplemente agentes de la poltica anti-inter- nacionalista de Stalin, dicen que todo debe subordinarse al esfuerzo de guerra de las democracias. Mientras que condenan al Congreso pan-indio por su campaa de desobediencia civil, los stalinistas no for- mulan ninguna crtica respecto a J innah y otros agentes del imperialismo britnico que sabotean la independencia de la India! Y proponen resol- ver el conflicto apelando a la mediacin de Roosevelt. Una vez ms, los acontecimientos en India ponen al descubierto la traicin del stalinismo. Las simpatas chinas por la lucha de las masas indias es tan fuerte que el mismo Chiang Kai Shek est obligado a rendirle homenaje con indife- rencia; pero lo hace con el mero fin de obtener una mediacin tripartita de EE.UU., URSS y China. No olvidemos que la visita de Chiang Kai Shek a la India en la ltima primavera cont con la aprobacin de Churchill! Chiang Kai Shek dirige la China como un verdadero dictador y no aprue- ba ninguna simpata por vuestras aspiraciones democrticas. El es quien ha aplastado la revolucin china de 1927, porque tena miedo a los obreros y a los campesinos. Y es precisamente, porque l haba derrotado esta revo- lucin y las fuerzas que ella contenan, que J apn pudo atacar a China. La amnista que Chiang Kai Shek mantiene con Nehru* y con otros dirigentes del Congreso no quiere decir que sea un amigo de la revolucin india; al contrario, los que pueden seguir siendo amigos de Chiang Kai Shek mues- tran por eso mismo que nada les impedir hacer sufrir a la revolucin india la suerte que Chiang Kai Shek ha hecho sufrir a la revolucin china. Si Stalin y Chiang Kai Shek jugasen el rol de mediadores en el con- flicto, no hay ninguna duda que la decisin que surgira de esto sera ente- ramente aceptable para Churchill y Roosevelt. Las masas indias no pue- den, entonces, esperar ningn apoyo de parte de las democracias, ni del Kremlin ni del gobierno de Chongking. La lucha contra el imperialismo japons En lo que respecta a las promesas de independencia acordadas por el imperialismo japons, la IV Internacional no puede ms que volver a advertir a nuestros camaradas indios: 418 GUERRA Y REVOLUCIN El Partido Bolchevique Leninista de la India pone en guardia a las masas para que no confen ms en las promesas tramposas de los impe- rialistas japoneses que en las proposiciones mentirosas del imperialismo britnico. As como la primera tarea de las masas chinas es derrotar al imperialismo japons, el de las masas indias es tirar abajo al imperialis- mo britnico. Este es el mejor ejemplo que podemos dar a los soldados de Mikado para que vuelvan sus armas contra sus propias amos imperialis- tas, el mejor medio de persuadir a los millares de birmanos abusados que combaten al lado de japoneses de reunirnos en la poderosas lucha por liberar a la India y Birmania de todos los imperialismos. Este es el mejor medio de contribuir a una derrota real del imperialismo japons y a la victoria de las masas chinas La India es el eslabn ms dbil del imperialismo La revolucin de los obreros y campesinos indios contra el imperialis- mo britnico encontrar aliados si la lucha se lleva adelante con la ms firme determinacin. No en los edificios gubernamentales de Washington o Londres, de Mosc o Chongking, de Tokio o Berln, sino junto a los obreros y campesinos del mundo entero. Son ellos los aliados de la revo- lucin india. Proletarios indios! Est en vuestro poder asumir hoy el glorioso papel que los trabajadores de la vieja Rusia zarista atrasada asumieron en 1917. La estrella roja de la revolucin rusa surgi en el tercer ao de esa noche que fue la Primera Guerra imperialista. Los trabajadores rusos estaban entonces terriblemente aislados en un mundo poblado de enemigos, pero las masas oprimidas de todos los pases salieron a ayudarlos. La estrella de la revolucin rusa ha guiado a las masas alemanas, austracas y hnga- ras que se sublevaron; ha contribuido al despertar de las masas en Europa, frica y Asia. Rusia era, en 1917, el eslabn dbil del imperialismo, hoy es la India! Como en 1917, la ruptura de ese eslabn favorecer una serie de revoluciones que, a cambio, vendrn a ayudar a la revolucin india contra el imperialismo. Y esta vez, si nuestra voluntad revolucionaria es suficientemente fuer- te, en todas partes la revolucin se transformar ineluctablemente en una victoria definitiva contra todos los imperialismos! Vuestra lucha revolu- cionaria actual en la India es en s una prueba de que la nueva oleada revo- lucionaria ser mucho ms grande y ms profunda que la que ha surgido de la Primera Guerra mundial. En 1914-1918, Asia haba conocido la paz de los cementerios; todas las potencias imperialistas que tenan intereses britnicas en el Extremo Oriente, debidas ante todo al rechazo de las masas coloniales a combatir y morir por sus opresores, han abierto, ms que nunca, los ojos a los trabajadores ingleses sobre las fechoras del imperialismo. Esos obreros desean sinceramente aliarse a las masas indias. Comienzan hoy a comprender que esto ser imposible si tanto Churchill como cualquier otro gobierno capitalista, est en el poder en Gran Bretaa. Comienzan a darse cuenta que la dominacin inglesa en la India se acabar, ya sea por la invasin japonesa, o por el reemplazo nor- teamericano, o por una revolucin india victoriosa. Los trabajadores bri- tnicos tienen ms inters en lo que logre la revolucin india, que en ver caer a la India bajo la dominacin norteamericana o japonesa. Adems, el desmantelamiento del imperio britnico plantear una cuestin vital para los trabajadores britnicos, la de la necesidad de un gobierno de los traba- jadores en Gran Bretaa, que cooperara con una India libre, con otros gobiernos obreros y con los pases no imperialistas, para acabar con todos los imperialismos, ya sean fascistas o democrticos. Este nuevo estado de nimo que existe entre los obreros britnicos se encuentra tambin entre los soldados, cuya mayora proviene de la clase obrera. En todas partes, estos soldados discuten intensamente sobre cues- tiones polticas, lo que no tiene precedentes en la historia del imperialis- mo britnico. Entre los que estn en India y Ceiln, hay numerosos adhe- rentes a sindicatos y obreros politizados; algunos de ellos convencidos ya del futuro socialista de la humanidad. Muchos de ellos son veteranos de duras huelgas contra los capitalistas britnicos. Si estos obreros y solda- dos apoyan la guerra dirigida por su pas, es porque creen, errneamente, que el gobierno britnico combate realmente contra el fascismo. Los sol- dados que ustedes ven no van hacia la India a luchar contra ustedes, sino con la conviccin de que van a aplastar al nazismo y a vencer al totalita- rismo japons. Al llegar a la India, descubren cosas que ignoraban com- pletamente. Han visto en qu miseria y en qu opresin el imperialismo britnico los mantiene y no quieren cargar con semejante responsabilidad. Los homicidas oficiales britnicos dan orden de fusilar; pero los sol- dados no quieren tirar y, a pesar de la amenaza de una disciplina militar de hierro, no tirarn si pueden encontrar otra solucin. A ustedes les corres- ponde mostrarles que la hay! La propaganda imperialista les ha repetido el mito de que ustedes no sern capaces de gobernarse a s mismos, que solo las razas marciales que estn en su pas sern capaces de combatir. Ustedes pueden desmentir a los opresores demostrndoles que ustedes estn determinados a luchar hasta la muerte por vuestra libertad. Recuerden que en Rusia, en 1917, los cosacos se haban negado a dispa- rar tan pronto como advirtieron que las masas estaban decididas a derro- car a los opresores! Lo mismo ocurrir en la India cuando, por su firmeza 421 en ese continente (Gran Bretaa, EE.UU., Francia, Portugal y J apn) esta- ban unidas para preservar el orden. La burguesa india y el Congreso pan-indio han apoyado la guerra, en lugar de sacar partido de las dificul- tades de Gran Bretaa en Europa; Gandhi, el pacifista, ha ayudado a ese pas a reclutar soldados indios y hacer suscribir los emprstitos de guerra; cientos de miles de soldados indios han sido masacrados en Gallipoli 9 y en otras campaas donde han servido de carne de can a los britnicos. Gracias a la paz en Asia y a la ayuda servil de la burguesa india, Gran Bretaa ha salido de la Primera Guerra mundial sin conocer graves difi- cultades en India. Cun diferente es la situacin esta vez, cun favorable es para la revo- lucin india! Desde el comienzo de la guerra, las masas indias han obli- gado a los ministros del congreso a dimitir en seal de protesta. Hoy, los obreros y campesinos indios obligan al Congreso a lanzar una campaa de desobediencia civil. Durante este tiempo, los imperialistas se enfrentan en Asia, sin que tengan en vista una salida a su guerra. Ahora es el momen- to para que la India conquiste su independencia! Rompan el eslabn ms dbil de la cadena imperialista y los pueblos del mundo entero los segui- rn y se unirn a la lucha! El nuevo aire de los obreros britnicos No tienen que temer que los soldados britnicos constituyan un obst- culo insuperable al derribamiento del imperialismo. Un nuevo aire se propaga entre los trabajadores y los soldados britnicos! El gobierno bri- tnico intenta esconderlo pero el hecho est all y es mortal para el impe- rialismo britnico. Hoy, en Inglaterra, la aplastante mayora de los obreros no confan ms en el gobierno de Churchill. Los capitalistas de ese pas no podran gober- nar si no reciben el apoyo de los dirigentes del Partido Laborista. Sin embargo, tras dos aos de coalicin gubernamental laborista-capitalista, los obreros no solamente estn descontentos con los ministros burgueses, sino tambin con los ministros laboristas. A pesar de las leyes antihuel- gas y los encarcelamientos, a pesar de los llamados frenticos a los diri- gentes laboristas, los obreros, en Inglaterra, recurren ms y ms a la huel- ga, entrando as directamente en conflicto con el gobierno. Las derrotas 420 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 9. Gallipoli, campaa de: ofensiva militar britnica contra los turcos en la Primera Guerra Mundial. Tropas australianas, neozelandesas y de otras provincias del Imperio (entre ellas indias) participaron de la ofensiva, que culmin en una debacle britnica. Cuando se dio la orden de evacuacin, en 1916, alrededor de 36.000 soldados aliados (8.500 de ellos aus- tralianos) haban muerto, y otros 82.000 haban resultado heridos o hechos prisioneros. capitalistas britnicos, los que pagan mil rupias para sentarse en las reu- niones del congreso, estos no creen que el yugo britnico sea particular- mente exasperante! Su querella con los britnicos no es, de hecho, ms que una disputa entre gente del mismo bando, por la distribucin de las riquezas, lo que quiere un Birla o un Rajaj 11 , es el derecho a explotar a los obreros y los campesinos indios sin dar una parte tan grande de la torta a los ingleses. Incluso ahora, mientras que estn en conflicto con los britnicos, los miembros ricos del Congreso y sus agentes polticos tienen miedo a las luchas de los obreros y campesinos. Temen por encima de todo que las masas tomen en sus manos el destino de la India y que la reivindicacin de independencia no signifique solamente libertad poltica, sino tambin libertad econmica. Para impedirlo, han impuesto a las masas el mtodo inadecuado del equilibrio. Y para asegurarse que el movimiento por la independencia no se les escapa, han intentado imponer la doctrina de la no violencia de Gandhi. Si las masas indias limitaban su lucha a alcanzar el impasse y a impedir la no violencia; podran debatir durante mil aos sin conseguir por tanto su libertad! Felizmente, constatamos, incluso desde lejos, que las masas luchan por ir ms all de los lmites que la direccin del Congreso ha intentado imponerle. Ni las huelgas obreras ni las luchas campesinas estn conducidas con el espritu conservador de los dirigentes del Congreso. Los obreros y campesinos indios han propinado un gran golpe por su presin espontnea sobre la direccin del Congreso. No habra hoy cam- paa de desobediencia civil si la decisin hubiera sido dejada slo al bur del Congreso. El 20 de mayo de 1940, Nehru deca: Lanzar una campaa de desobediencia civil en momentos en que Gran Bretaa est comprome- tida en una lucha de vida o muerte sera un acto indigno del honor de la India. Nehru nunca cambi de opinin, son los obreros y campesinos los que lo han obligado a emprender esta campaa de desobediencia civil. Incluso despus de la misin de Cripps, Nehru declaraba el 2 de abril de 1942: Nosotros no pondremos obstculos al esfuerzo de guerra britnico en India. No es, pues, Nehru quien ha originado las grandes huelgas en la industria de guerra! Como el resto de la direccin del Congreso, fue lite- ralmente arrastrado por las masas en la campaa de desobediencia civil. Todo esto lo han obtenido las masas ejerciendo presin sobre el Congreso. Una presin que, sin embargo, no ha sido suficiente para modi- ficar los inadecuados mtodos de lucha preconizados por aquel. Y menos an para transformar a los dirigentes del Congreso en verdaderos revolu- 423 y su actitud de fraternizacin, hayan llegado al corazn de los trabajado- res ingleses en uniforme. Los mtodos revolucionarios contra los mtodos del Congreso Nosotros escribimos desde lejos y mucho de lo que sucede en India est distorsionado por la censura britnica. Sin embargo, est claro que los obreros y campesinos indios han desplegado, en las ltimas semanas, inmensos esfuerzos para liberarse del yugo britnico y que estn listos para hacer todava ms. De la lectura de los discursos plaideros que pro- nunciaron los zamindars 10 y los capitalistas en la Asamblea Legislativa central, en la que le piden a los britnicos que sean ms razonables, sabe- mos que estos agentes de Gran Bretaa tienen miedo que la gran oleada de lucha de masas los barra a ellos, junto con los britnicos. Pero tambin est claro que los esfuerzos heroicos de los obreros y campesinos no son utilizados para obtener los mejores resultados. Se des- pilfarra una energa inestimable, hay vctimas intiles, todo esto por que no hay una direccin y un plan real en la lucha. La insuficiencia de los mtodos actuales de lucha en India provienen de la falsa teora de los dirigentes del Congreso. Su meta, para esta cam- paa de desobediencia civil, as como para la de 1930-1934, es crear una situacin de punto muerto, de impasse suficientemente largo, que obli- gue a los britnicos a abrir las negociaciones sobre la base de las reivin- dicaciones de independencia del Congreso. Pero esto significa que el Congreso le pide a Gran Bretaa que consienta a la independencia! Esta teora es absolutamente errnea. Ninguna situacin de impasse obligar a los ingleses a aceptar la independencia. Obviamente, preferiran ahogar a la India en un bao de sangre antes que concederle la libertad. La teora del impasse no expresa las aspiraciones de los obreros y campesinos. Representa el punto de vista de aquellos que, en ltima ins- tancia, quieren ser los socios de Gran Bretaa, ms que ver a los trabaja- dores y campesinos derribando al raj (autoridad) britnico. Refleja la opi- nin de los capitalistas y los zamindars en la direccin del Congreso, no de la de los adherentes de base que no pueden pagar su cotizacin. Obreros y campesinos indios; desconfen de aquellos sobre los cuales el yugo britnico reposa de manera tan distinguida! En los nicos en que pueden confiar para liberarse de ese yugo, es en aquellos que trabajan como bestias de carga y que tiene hambre. Pero los que viven en las gran- des residencias, que rivalizan en nivel de esplendor con los palacios de los 422 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 10. Terratenientes. 11. Capitalistas indios. Por comits democrticos de lucha! Qu forma tomar la alianza entre los obreros y los campesinos? La forma ms democrtica posible: una vasta red de comits elegidos directa- mente por los obreros y campesinos, con reelecciones cada vez que las masas lo deseen. En cada fbrica, en cada lugar de trabajo, en cada casa, los obre- ros deben elegir sus propios comits, para actuar en su nombre cada vez que su vida, sus medios de existencia o sus intereses estn en peligro. Los traba- jadores slo podrn defenderse contra el imperialismo britnico y contra las traiciones de los dirigentes del Congreso y los sindicatos si estn dirigidos por sus propios comits. Porque es seguro que esos dirigentes capitularn ante el raj britnico. Estos comits, creados por los trabajadores en las ciu- dades, a su vez estimularn la creacin de comits de aldeas por parte de los campesinos para dirigir sus luchas. Estos comits unirn a todos aquellos que trabajen, cualquiera que sean sus opiniones polticas; todos los partidos pol- ticos podrn rivalizar democrticamente para obtener la confianza de las masas; lo que no le impedir a los comits seguir funcionando. La guerra ha puesto en contacto a los soldados con la poblacin civil y, cuando los comi- ts obreros, y sobretodo, los comits campesinos estn formados, estimula- rn la creacin de comits de soldados en el ejrcito indio, pues los soldados indios son los campesinos de uniforme. Una red de estos comits obreros, campesinos y soldados es el nico medio eficaz de movilizar a las grandes masas para la lucha de liberacin nacional, contra el yugo de la opresin. Tan pronto como sea posible, los delegados de los diferentes comits locales debern reunirse para centralizar y coordinar sus actividades. A su vez, los delegados locales debern constituir estructuras regionales y, a fin de cuentas, debe haber una asamblea de delegados obreros, campesinos y soldados de toda la India. Frente a una red tan poderosa, unificada de cientos de millones de trabajadores indios, la administracin britnica jams podr vencer! Es con la direccin de una red as que la revolucin rusa march hacia la victoria! Por una asamblea constituyente! A travs de estos comits, la India estar soldada como una nacin unida, conteniendo por igual a los pueblos de los estados nativos. Los comits son una respuesta irrefutable a las pretensiones de colonizacin britnica, de la llamada Liga musulmana de J innah, del Mahasabbha hind 13 o a cualquiera que pretenda que la lucha por la independencia no 425 cionarios. Ellos son lo que han sido siempre. No es suficiente para las masas continuar con los mtodos de la direccin del Congreso. Estos deben ser reemplazados por mtodos revolucionarios, por un proyecto revolucionario y una direccin revolucionaria. Liberacin nacional para la revolucin agraria! La liberacin nacional slo puede ser conquistada por una revolucin agraria. La gran fuerza motriz de la revolucin india, as como de la revo- lucin rusa, es la crisis agraria. La gran masa campesina se esfuerza sin cesar por rechazar la triple opresin que constituyen el gobierno con el impuesto, el propietario con el alquiler y el usurero con la usura. La abo- licin de la gran propiedad rural y la liquidacin del endeudamiento agr- cola, son las consignas que pueden reunir a los campesinos para aplastar al imperialismo y sus agentes indgenas. Pero el campesinado, si bien es numricamente enorme, est disperso en el campo. La historia muestra que los levantamientos campesinos no pueden triunfar si no estn apoya- dos y dirigidos por una clase poderosa en las ciudades. Esta clase no puede ser la burguesa que tiene estrechos lazos sociales y econmicos con los zamindars. Y el Congreso es el partido de la bur- guesa. La direccin del Congreso, cuando reprendi a los campesinos por haber dejado de pagar los alquileres en el curso de la campaa de desobe- diencia civil de 1930-1934, mostr su carcter burgus y zamindar. Esta vez adems, el comit ejecutivo del Congreso ha lanzado, el 15 de julio, una resolucin llamando a la desobediencia civil, sin hacer una sola pro- posicin de reduccin del alquiler y del peso de la usura soportada por los campesinos no hablemos de la abolicin de la propiedad rural! Es entonces claro que slo el proletariado industrial puede dirigir al campesinado en la revolucin. Como escribi Trotsky en 1939 a los obre- ros indios: La alianza de los trabajadores y de los campesinos pobres es la nica alianza honesta y digna de confianza que puede asegurar la vic- toria final de la revolucin de la India 12 . La clase obrera india es plenamente capaz de asumir la direccin de la revolucin. El peso especfico del proletariado indio super en mucho el de la burguesa india y, adems, se beneficia con una experiencia muy rica de lucha poltica y sindical desde 1917. El proletariado indio aborda la revolu- cin con la formidable ventaja que representa la revolucin rusa; sta ha sido dirigida tambin por el proletariado en un pas predominantemente agrcola. 424 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 12. La India ante la guerra imperialista, en Escritos de Len Trotsky (1929-1940), CD del CEIP Len Trotsky, Bs. As., 2000, Libro 6. 13. Partido reaccionario. Adems, la India puede contar con que no estar aislada en un mundo capitalista, tal como fue la suerte de la URSS durante veinte aos, sino en una cooperacin socialista con la URSS, con China, Birmania e Indochina regeneradas y con los Estados Unidos Socialistas de Europa, que, sin nin- guna duda, surgirn de las cenizas de esta guerra. En verdad, el futuro de la India y toda Asia es resplandeciente! Por el Partido Bolchevique Leninista! Para avanzar firmemente hacia este futuro, para llevar a cabo sus tare- as revolucionarias, los trabajadores de la India necesitan una direccin. Necesitan su propio partido de vanguardia, un partido que sea realmente el suyo, independiente de toda autoridad del Congreso o de los stalinistas. Este partido existe hoy en India! Es el Partido Bolchevique leninista, seccin india de la IV Internacional. Es un partido construido sobre las slidas bases de las enseanzas de Marx, Lenin y Trotsky. Es un partido que sabe ligar la gran lucha de la India con la de los trabajadores y los oprimidos de todo el mundo. Es un partido que ofrece a los trabajadores y a los campesinos de India el nico programa que puede llevarlos al derro- camiento del imperialismo britnico. Obreros y campesinos indios, renanse alrededor del Partido Bolchevique leninista! Los conducir a la victoria sobre el imperialismo britnico y sus agentes nativos. Obreros y campesinos indios, estn seguros que, en todos los conti- nentes, las secciones de la IV Internacional defienden su lucha, develan las mentiras del imperialismo y llaman a los obreros y a los campesinos a estar de vuestro lado. 427 426 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... es apoyada por la aplastante mayora de la poblacin india. La cuestin de la independencia puede ser decidida democrticamente por una Asamblea Constituyente elegida por sufragio universal por todos los hom- bres y mujeres de ms de 18 aos! Ni los britnicos, ni los capitalistas nativos, ni los zamindars se atre- vern a someter esta cuestin a una Asamblea constituyente; al contrario, removern cielo y tierra para impedirla. Slo la revolucin victoriosa de los comits de obreros, campesinos y soldados contra el raj britnico y sus aliados indgenas puede garantizar la creacin de una asamblea cons- tituyente. Industrializacin de la India! La revolucin agraria abrir el camino a una completa reorganizacin de la agricultura. Pero un siglo de dominacin imperialista ha destruido sistemticamente las industrias artesanales nativas y ha llevado a cientos de millones de personas a convertirse en agricultores, entonces, la primer tarea ser sacar a las decenas de millones de personas de la tierra para lle- varlas a la industria. Adems de esto, la revolucin no puede estar acom- paada por mtodos primitivos de explotacin del suelo; el cultivo a una gran escala, que ser necesario a partir de una revolucin, necesita instru- mentos agrcolas modernos. Por eso, la reorganizacin de la agricultura ser imposible sin la industrializacin de la India. En las fundiciones, en las aceras del capitalista Tata, en la gran indus- tria de municiones o de guerra recientemente implantada en Bihar, los obreros indios han mostrado que son capaces de aprender muy rpida- mente los modernos mtodos de mecanizacin. La industrializacin barre- r con siglos de pobreza. Pondr fin a todos los males heredados del pasa- do, procurando no solamente a las masas indias un nivel de vida hasta entonces inesperado, sino aportando igualmente a todos una concepcin cientfica de la vida. Los smbolos de la India futura no son ni el taparra- bos ni el hilado de Gandhi, sino la dnamo y el tractor! Por un gobierno obrero y campesino! El desarrollo industrial en la India es tan urgente que est fuera de cuestin avanzar a paso de tortuga, en la anarqua y en el despilfarro que caracterizan al capitalismo, incluido el capitalismo indio. La industriali- zacin debe ser dirigida velozmente y a una escala que nicamente un gobierno obrero y campesino puede darle, como lo atestiguan los planes quinquenales de la URSS. mujeres que, antes de la guerra, haban hecho de las universidades de Zagreb y de Belgrado bastiones del comunismo, y que, como sus pro- totipos rusos de la poca prerrevolucionaria, haban estado en la pri- mera fila de la lucha contra la dictadura y la opresin, incluso desde la fundacin del pas. Hay que destacar que la resistencia serbia ya ha atrado una simpata activa en otros pases. El gobierno hngaro anunci recientemente el arresto de un grupo importante del ejrcito que transmita materiales de guerra e informaciones a los combatientes serbios. Se dice tambin que los alemanes anti nazis combaten en las filas serbias contra los ejrcitos italianos y alemanes; varias unidades estn dirigidas por veteranos de la Guerra Civil espaola. La prensa burguesa, a la que le gustara describir la lucha yugoslava como puramente a favor de las Naciones Unidas, recientemente ha infor- mado sobre el establecimiento de un rgimen sovitico en las montaas de Montenegro bajo la direccin de un antiguo profesor de historia de la Universidad de Belgrado, el conocido progresista Dr. Slobodan J ovanovic 2 . Se admitan frecuentes choques entre comunistas y chet- niks, seguidos de tregua. Este conflicto parece haberse agravado reciente- mente. El 18 de julio, un despacho de Turqua anunciaba que el general Mihajlovic haba largado una campaa contra las bandas de partisanos comunistas acusadas de merodear en las tierras de las aldeas serbias y bosnias en los territorios controlados por los ejrcitos leales yugoslavos. Poco despus, los partisanos comunistas fueron denominados bandidos y saqueadores; esto fue seguido de un despacho ms bien oscuro en el que el general Mihajlovic haba comenzado la represin anti comunista despus de las aseveraciones de Mosc que decan que los partisanos operaban independientemente y sin la autorizacin de los soviticos. Si se hubiera tratado realmente de bandidos y saqueadores, Mihajlovic no le hubiera pedido permiso a Mosc para actuar contra ellos. El real carcter de clase de las fuerzas presentes es claro. Las bandas comunistas de partisanos representan a los elementos ms pobres de las aldeas, mientras que los chetniks son algo parecido a los kulaks en las aldeas. Con la destruccin del estado yugoslavo, la lucha entre ellos se desarrolla cada vez que la opresin alemana se alivia, aunque ligeramen- te, por la resistencia. Como poda esperarse, Stalin permiti, si no sugi- ri, la represin llevada adelante por Mihajlovic contra las bandas de campesinos pobres. 429 YUGOSLAVIA 1 Agosto de 1942 La resistencia al ejrcito alemn de ocupacin en Europa ha alcanzado la forma ms elevada hasta el momento en Yugoslavia, en donde se ha convertido en mitad revuelta, mitad guerra. El gobierno en el exilio pre- tende que la dirige, pero esto es por lo menos, dudoso. Es importante comprender que Yugoslavia, creada en Versalles en 1919, tuvo que construir un ejrcito a partir de la nada. Aunque fue nomi- nalmente una Federacin de serbios, croatas y eslovenos, la clase diri- gente serbia oprime ferozmente a las otras nacionalidades, desde el prin- cipio. Pas esencialmente agrcola, empobrecido por una serie de guerras, Serbia tena una aristocracia nativa (en 1865 todava, el fundador de la actual dinasta criaba chanchos en Montenegro). Las clases superiores estaban centradas alrededor de la corte real con algunos pioneros capita- listas que representaban los intereses nacionales y extranjeros. En estas condiciones, la casta de oficiales para el nuevo ejrcito tena que reclu- tarse esencialmente entre los campesinos. La mayora seguan siendo muy reservados con respecto a la camarilla de la Corte. El cuerpo de ofi- ciales era conocido por estar influenciado por ideas avanzadas (el nico de Europa, quizs del mundo). El actual ejrcito de patriotas yugoslavos est formado en realidad por dos elementos principales: 1) los nacionalistas serbios dirigidos por la organizacin ultra chovinista de los chetniks, que luchan por la liberacin nacional, sin ningn cambio en la estructura social anterior a la guerra y verdaderamente tan fiel como antes a la monarqua, 2) grupos campesinos, con algunos representantes del proletariado urbano, relativamente reduci- do, que luchan no slo contra el nazismo sino contra su propia explotacin. Este segundo grupo parece estar dirigido ante todo, por jvenes intelectuales avanzados que no se han manifestado ms que reciente- mente y tienen an races en el pueblo; los mismos jvenes hombres y UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en Cahiers Lon Trotsky N 66, Institut Lon Trotsky, Francia, junio de 1999. Fue publicado enFourth International, agos- to de 1942. Desconocemos su autor. 2. Segn Milovan de J ilas en Une guerre dans la guerre, el dirigente de la insurreccin montenegrina era el secretario general del PC en la organizacin, Blazo J ovanovic (1907- 1977). AFRICA DEL NORTE: UNA LECCIN DE DEMOCRACIA 1 Diciembre 1942 Marc Loris Basndose en un anlisis del sistema econmico y la estructura social de las grandes naciones modernas, los marxistas sealaron a la guerra como una guerra imperialista. La civilizacin capitalista sobrepas su apo- geo y las dos grandes guerras mundiales representaron tentativas desespe- radas del imperialismo por emerger de una situacin sin salida. La tarea de aquellos que quieren aportar a un desarrollo superior de la humanidad no consiste en colaborar con esta empresa sin esperanza, sino en plantear los fundamentos de un nuevo orden social. Esta verdad fundamental estuvo oscurecida por un tiempo por consi- deraciones superficiales como la defensa nacional, la lucha por la democracia, la lucha contra la plutocracia, etc. Esto corresponde a sentimientos de las masas ms bien indefinidos, de los cuales la propa- ganda gubernamental se apodera, pervierte y utiliza para disimular los verdaderos objetivos de la guerra. La explicacin socialista no debe permanecer sepultada en la cabeza de algunos revolucionarios. A pesar de todos los acontecimientos de la guerra, cada hecho importante ya sea en el plano militar o en el la polti- ca exterior e interior confirma el anlisis socialista. El ms reciente de estos hechos fue la invasin a frica del Norte. Es importante porque es la primera gran ofensiva emprendida por el ms poderoso de los beligerantes. Precisamente un hecho de esta importancia nos puede ayudar a ver el carcter real de la guerra. Interrumpiendo las informaciones al pblico norteamericano, el 7 de noviembre, Roosevelt anunci que las fuerzas norteamericanas haban desembarcado en frica a fin de prevenir una invasin de Africa por parte de Alemania e Italia. Ni Roosevelt ni ninguna otra fuente dieron detalles sobre los preparativos de la invasin que podra realizarse. El movimiento serbio nos muestra, an a escala limitada, las impli- cancias revolucionarias del movimiento de resistencia contra los nazis en los pases ocupados. Como lucha puramente nacional, no tiene ningn valor en el marco de la batalla entre gigantes imperialistas. Pero desem- pea su papel, segn las palabras de Lenin en 1916, con respecto a los movimientos nacionales de esos tiempos, como uno de los fermentos, uno de los bacilos que ayudan a emerger a la real fuerza opuesta al impe- rialismo, a saber: al proletariado socialista. 430 GUERRA Y REVOLUCIN 1. Traduccin indita al espaol de la versin publicada en Cahiers Lon Trotsky N 65, Institut Lon Trotsky, Francia, marzo de 1999, pg. 69. Fue publicado en Fourth International, diciembre de 1942. Los envos norteamericanos de vveres a los nativos de frica del Norte nos dieron la posibilidad de situar en esta zona, adems de nues- tros cnsules y funcionarios en sus puestos, a una veintena de norteame- ricanos que conocan perfectamente el francs y que estaban formados para desarrollar buenos sentimientos hacia los Estados Unidos. Durante ms de tres aos la radio y la prensa norteamericana utiliza- ron pginas y kilowatts de indignacin para con los mtodos de infiltra- cin nazi. Su indignacin moral debi buscar otros objetivos. Si los ale- manes saban como utilizar el turismo, los norteamericanos no tenan menos prctica en lo que se refera a la filantropa. Un poco ms de cinismo de un lado, un poco ms de hipocresa del otro: tal era la nica diferencia entre los mtodos fascistas y los mtodos democrticos. Algunos das antes del desembarco en frica del Norte, el New York Times recordaba todava el carcter infame de la misin Kuruzu 3 , que haba llevado a cabo los planes de J apn para su ataque en el Pacfico. A partir de ahora el Times y sus colegas debieron cuidarse ms en lo que res- pecta a la reserva de su indignacin moral, a menos que ellos sugirieran una interesante comparacin con los actos recientes del servicio diplom- tico norteamericano en frica del Norte. Fascistas demcratas o demcratas fascistas? Cuando el Secretario de Estado Cordell Hull revel el secreto de la poltica norteamericana con Vichy, subray que era ahora evidente que Washington no tena ninguna inclinacin hacia la clique de Vichy y mani- fest cierto desdn hacia los norteamericanos menos inteligentes que fue- ron incapaces de comprenderlo desde el principio. El periodista presente not que: Es evidente que el secretario gozaba de un vivo placer al replicar a los numerosos crticos de la poltica de administracin en este dominio en el transcurso de los dos ltimos aos. El Departamento de Estado igualmente revel que: Las relaciones con Vichy no fueron mantenidas a causa de cierta sim- pata hacia los dirigentes de Vichy y los Estados Unidos no cesaron de manifestar su desprecio para con los franceses que jugaban el juego ale- mn. Pero el vivo placer del seor Hull al responder a las crticas de la administracin, deba ser de corta duracin pues mientras que Hull habla- 433 Aparentemente, incluso el conservador New York Times se sinti obligado a dar a esta historia el ttulo de Los Estados Unidos enfrentan la amena- za, poniendo entre comillas la palabra amenaza. Roosevelt debi repetir la frmula de Hitler, que invadi Noruega para prevenir una invasin de Inglaterra. Pero qu es lo que justifica las resonantes acusaciones contra la mentira de los nazis? Examinemos un poco ms de cerca los preparativos de la operacin militar en frica del Norte. La actitud conciliadora del gobierno norteamericano con respecto a la clique de Vichy fue por mucho tiempo el objeto de crtica de los libe- rales que estaban asombrados por el enigma del departamento de Estado Al da siguiente de la invasin a frica del Norte, el secretario de Estado, Cordell Hull 2 , se apresur a develar el misterio. Indic los diver- sos objetivos de la poltica norteamericana: con respecto a Vichy, y sobre- todo, de mantener relaciones diplomticas. El primer objetivo era: La posibilidad para el gobierno norteamericano de obtener semana a semana informaciones altamente importantes virtualmente del interior del territorio controlado por Alemania y frica del Norte, concerniente a las actividades subversivas del Eje y las otras fases importantes de la situacin internacional. El ltimo objetivo era: Finalmente, el ms importante, preparar el terreno para la forma ms eficaz posible para planificacin y el envo de una expedicin militar en el Mediterrneo occidental y ayudar a los movimientos que apoyan las operaciones britnicas situados ms en el este . As, el secretario de Estado, Cordell Hull, se jactaba de que los repre- sentantes diplomticos norteamericanos en el territorio de Vichy hacan un trabajo de Quinta Columna. Igualmente revel a Londres que los grupos de espas de Marruecos haban estado en contacto con los britnicos en Gibraltar para la mediacin de funcionarios norteamericanos en frica. Por supuesto, ni se nos ocurre indignarnos de todo esto. Los medios utilizados por Washington fueron impuestos por la severa lucha que llev contra Berln: el objetivo no era otro que la dominacin del mundo. Por ello es precisamente que esos medios eran exactamente los mismos que los de Hitler. Esta idea tan simple y tan clara nos obliga a decir: todas las consideraciones morales por medio de las cuales uno u otro campo intenta disimular sus objetivos no son ms que mentiras. La similitud de los mtodos nos muestra la similitud de los objetivos imperialistas. Antes de la invasin a frica de Norte un portavoz del Departamento de Estado declar: 432 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 2. Hull, Cordell (1871-1975): fue secretario de Estado de Roosevelt de 1933 a 1944. 3. Kuruzu, Samuro (1888-1954): diplomtico japons que visit EE.UU. para tranqui- lizarlo sobre las intenciones pacficas de su pas en vsperas del ataque de Pearl Harbor. norteamericano en frica del Norte, fue interrogado sobre Darlan el 10 de noviembre, coment: Se debe entender que el desarrollo poltico no tiene ningn lugar hoy dentro de los hechos militares. Berln y Vichy, como vemos, estaban muy bien informados de cada una de las iniciativas de Darlan y el secreto conservado por la coman- dancia norteamericana no hubiera tenido por qu privar de informaciones al pueblo norteamericano. Admitimos que el nuevo acuerdo Darlan era bastante difcil de poner en marcha. El 14 de noviembre lleg finalmen- te el anuncio oficial de la comandancia norteamericana que Darlan y Esenhower actuaran en cooperacin para la defensa de frica del Norte No es por nada que el New York Times, que decididamente saba utilizar las comillas, llam a Eisenhower el comandante en jefe del Ejrcito de liberacin. Mientras Darlan, asuma, cada vez ms, fun- ciones gubernamentales. Haba cambiado de maestro pero no de mto- dos: uno de sus colaboradores anunci que l haba dispuesto poner fin a todas las manifestaciones. El 16 de noviembre se inform que Darlan haba creado un cuerpo legislativo para la asistencia. Hurra por la democracia! Se indic que Gastn Bergery 4 , embajador de Vichy en Turqua, se aliaba a Darlan, as como tambin Flandin y Pucheu. Flandin era un poltico reaccionario que haba sido por poco tiempo el ministro de los asuntos extranjeros de Ptain. Pucheu, en tanto que ministro del interior de Darlan, haba apri- sionado a miles de franceses opositores al nazismo y haba ayudado a los alemanes a elaborar las listas de aquellos que deban enfrentarse al pelo- tn de ejecucin nazi. Ya en ese momento el escndalo haba alcanzado proporciones ver- daderamente peligrosas para el campo anglonorteamericano. El mito democrtico tan necesario para los imperialistas, estaba seriamente des- acreditado. Roosevelt debi intervenir y, el 17 de noviembre, hizo una declaracin que no cambiaba nada, pero que consol a los que queran ser consolados. El corazn de esta declaracin era que los Estados Unidos haran un acuerdo temporal con Darlan, pero la declaracin dejaba un velo de duda sobre qu significaba temporal: o sol duran- te los breves los combates reales en frica del Norte o hasta la conclu- sin final y la paz mundial. En todo caso, el rgimen de Darlan estaba en frica del Norte por un perodo indefinido. Los liberales, asustados por el abismo abierto con el escndalo Darlan, saltaron sobre la declaracin de Roosevelt, pensando slo una cosa: cerrar los ojos, ya que la realidad mostraba sorpresas muy desagradables. 435 ba con Washington, los representantes de Estados Unidos en Argel casi no mostraban su desprecio a ciertos franceses que jugaban el juego alemn, como por ejemplo el almirante Darlan y su clique. Al escndalo de Vichy le sucedi el escndalo Darlan de una dimensin infinitamente mayor. Darlan era jefe de la Marina, nombrado por Daladier. Durante la deba- cle de 1940, este demcrata ni siquiera pensaba en un acuerdo con Hitler, luego se une a Ptain, deviene despus en Jefe de gobierno en Vichy y heredero de Ptain. Para encontrar ms fcilmente un lengua- je comn con Hitler, someti a Francia a un reinado de terror. Este anciano demcrata devino fascista y devino en demcrata ex-fas- cista, y se desempea, como nos lo asegur el 18 de noviembre el mayor Akers, como uno de los jefes militares norteamericanos en frica del Norte para Liberar a Francia. Aunque obligados a omitir episodios instructivos, vamos a intentar seguir la metamorfosis de Darlan, de carcelero a libertador. Es una histo- ria verdaderamente fantstica para quienes conservan las ilusiones en la democracia burguesa. Pero los hechos son los hechos. Durante los primeros tres das, las informaciones eran confusas y raras. El lunes 9 de noviembre, el da siguiente al desembarco, mientras los com- bates continuaban en Orn y en Marruecos, se report que una amnista haba sido firmada en Argel y aprobada por Darlan que se encontraba en Argelia cunado llegaron las tropas norteamericanas. El martes 10 de noviembre, fuentes norteamericanas aseguraban que el almirante Darlan, jefe de las Fuerzas Armadas de Vchy, estaba del lado de los aliados en Argel, hospedado por un general norteamericano que lo trataba conforme a su posicin. En realidad, el mismo da, Berln ya haba anunciado que Darlan haba dado su visto bueno a las Naciones Unidas. El anuncio oficial por la comandancia norteamericana en frica no lleg antes de los cuatro das. El 11 de noviembre la radio de Vichy, bajo control alemn, dio a conocer el texto de un llamado lanzado por el prisionero Darlan, diciendo: Asumo la autoridad del frica del Norte en nombre del Mariscal... los organismos polticos y administrati- vos permanecern tal como hasta ahora. El lado norteamericano no con- firm esta informacin, que luego se demostr autntica. El viernes 13 de noviembre, Darlan difundi otra proclama anuncian- do que asumira la comandancia de frica del Norte, la cual terminaba de esta manera: Todos los gobernantes y residentes deben quedarse en sus puestos y continuar su administracin conforme a las leyes existentes... Viva el Mariscal! Esta proclama provena tambin de Vichy, pero sin ningn comentario norteamericano. De hecho cuando el general Eisenhower,* comandante 434 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 4. Bergery, Gaston (1892-1974): diputado radical francs, yerno del bolchevique Krassin, iniciador del Frente nico, embajador durante Vichy. dose en salvar lo que poda salvarse. Econmicamente la mayora de la burguesa se haba puesto a trabajar por Alemania; pero la pobreza econ- mica y las incertidumbres en cuanto a la victoria final de sta, impidieron a los partidarios de Ptain abrir en esa direccin una perspectiva a largo plazo, para crear una poltica consistente, capaz de unir a toda la clase y de abrir una esperanza. En tal situacin de crisis y desintegracin, con todos los valores tra- dicionales destruidos, mientras que la clase no tiene ninguna perspectiva general unificadora salvo la deriva, consideraciones momentneas se apoderan de ella. Cada uno interpreta el inters nacional a su manera y todo cambia en la situacin militar, provocando saltos de un bando a otro: las traiciones. Despus de la desaparicin de la dinasta imperial en 1911, los generales chinos se hicieron clebres en el mundo entero por la manera en que supieron cambiaron de bando. Tambin nosotros tomamos a los generales y sobretodo a los almirantes franceses para ilustrar este fenmeno. La crisis de conciencia de Darlan no pareci durar ms que 12 horas. El sbado 8 de noviembre a la maana, envi soldados y marinos franceses a morir en manos de los norteamericanos y en la noche, hizo un acuerdo con los norteamericanos como haba antes colaborado con los alemanes. Pro-alemn y pro-fascista en el desayuno, pro-norteameri- cano y democrtico al ir a la cama en la noche. Tres o cuatro facciones se disputaban el derecho de hablar en nombre del inters nacional Pero era un juego peligroso ya que revelaba a las masas francesas, dentro de sus capas ms profundas, la desintegracin de la conciencia poltica de la burguesa francesa, su incapacidad de jugar un rol dirigente, y prepar la conciencia de las masas para un derrocamiento total de la sociedad capitalista. Segn las normas de los demcratas burgueses, el rgimen de fri- ca del Norte debera haber sido un gobierno gaullista. Hace un tiempo, un poltico amateur escriba sobre la clique monrquica francesa libre de De Gaulle, que huele tan feo que Washington teme reconocerla plenamente por temor a unir la simpata francesa a la causa aliada. Todo el mundo era testigo de la preocupacin decente de Washington y su respeto por los sentimientos del pueblo francs!!! De hecho, en la poca actual de la conciencia de las masas francesas, el rgimen de De Gaulle res- ponde ms a los deseos de la democracia burguesa que el rgimen Darlan. Pero la instalacin de un gobierno de De Gaulle no podra ser posible en frica del Norte porque a una lucha poltica contra los dirigentes de Vichy, se le respondera con una accin militar. Esta pudo constituir una invitacin a la insubordinacin de las tropas francesas contra sus jefes pro-fascistas. Tambin si esta revuelta hubiera tenido lugar en nombre del patriotismo y 437 El comentario final sobre la declaracin de Roosevelt vino en un comunicado de frica del Norte fechado el 18 de noviembre, anunciando que dentro de lo posible, la administracin local ser confiada a las mis- mas personas que estaban encargadas antes de la campaa. Como la cabeza de la administracin de frica Central era la misma que antes, a saber, Darlan, cada uno poda ver el gran cambio producido de su paso desde el fascismo a la democracia. Notemos an cmo los jefes militares norteamericanos explicaban su acuerdo con Darlan. El 15 de noviembre el general Clark*, adjunto de Eisenhower, expresaba su placer de tratar con Darlan y desminti todo proyecto de injerencia en los asuntos franceses. Eisenhower, l mismo, ya hava previamente declarado para explicar sus acuerdos con Darlan que el desarrollo poltico no es una apuesta en la actualidad. Mantener a Darlan en la funcin donde estaba fue justificado con una abstencin de la poltica y sobretodo una abstencin a la injerencia en los asuntos fran- ceses. Qu hipocresa! Una burguesa sin perspectiva La invasin al frica del Norte y la poltica norteamericana provoca- ron una nueva divisin en la burguesa francesa. sta ya estaba dividida en dos frentes: los collabos, ellos mismos divididos entre Pars y Vichy, y los gaullistas. Un tercer grupo acaba de aparecer: los darlanistas. La cues- tin de las perspectivas de la burguesa francesa fue planteada una vez ms. Para intentar analizarla hay que remontarse al pasado. Es imposible comprender cualquier cosa de la historia de Francia de estos ltimos aos, sin partir del hecho fundamental que en junio de 1936 ese pas estuvo en el umbral de la revolucin proletaria. La ofensiva revo- lucionaria fue impedida por los dirigentes traidores de los obreros, los J ouhaux, Blum, Thorez, y gracias a ese prfido instrumento, el Frente popular. Pero si la burguesa francesa estaba momentneamente salvada de esta prueba, se qued invlida, sin perspectiva de futuro, como un barco que escap de la tormenta pero que perdi su timn. As es que sta entr en una guerra donde no tena nada que ganar y todo que perder. La debacle militar hizo que se agravara la confusin. Aterrorizada por la rpida victoria de Hitler, tuvo que abandonar su tradi- cional actitud de oposicin a Alemania. El gobierno de Vichy se compro- meti a colaborar. De conjunto, la burguesa lo sigui pero sin entu- siasmo. Por un lado, una minora deseaba colaborar ms activamente con Alemania. Por el otro, una minora menos ruidosa, que creci bastante rpido, con los ojos fijos en Inglaterra y Norteamrica. La mayora slo pensaba en el da a da, comprometindose lo menos posible y esforzn- 436 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Un sindicalista francs, Yvon Morandat, que, exiliado de Francia se radic en Londres, dijo el 19 de noviembre que en pocos das el presi- dente Roosevelt perdi un 75% de su prestigio dentro de las masas fran- cesas por su acuerdo con Darlan y que el pueblo francs est conster- nado e indignado. Se le puede creer. El imperialismo anglosajn estaba preso en su propia trampa. Para disimular sus objetivos de guerra, se present como el campen de la libertad contra los nazis. Los crmenes de Hitler dieron una muestra de confiabilidad ante los ojos de las masas. Pero tarde o temprano, ya que la guerra no se propone la liberacin sino la dominacin, el mito democrti- co debe hundirse y las masas vern la realidad imperialista. El libera- dor, viene a ofrecer a los pueblos, el carcelero de ayer. El carcter real de esta guerra va a ser revelado poco a poco a las masas. Las esperanzas se transformarn en indignacin y consternacin. Las promesas de los dos bandos se revelarn como mentiras. Todo va ponindose en su lugar. En cuanto a nosotros, dejamos a los dems la tarea de sorprenderse y escandalizarse. Nuestra nica arma contra el adversario poderosamente armado, es la verdad. Nuestra fuerza, es apoyarnos sobre la realidad social. Y as podremos alegrarnos cuando las cosas se muestren bajo su verdadera apariencia. La indignacin contra los demcratas se tornar inevitablemente tambin contra los movimientos que hayan sellado su destino poltico con el imperialismo anglonorteamericano. Incluidos los grupos democrticos pro-aliados y stalinistas. En todos los pases de Europa, la colaboracin con Darlan, fuera larga o corta, fue un golpe contra todas las tendencias y facilit el trabajo a los revolucionarios consecuentes, que jams le ensearon a las masas, por su salud, a volcarse hacia un bando imperialista u otro. Las advertencias de los revolucionarios fueron confirmadas, su autoridad no puede ms que crecer dentro de las masas. En detrimento de todos los incidentes iniciales, los dos bandos toma- ron posiciones cada vez ms simtricas en la escena histrica. Darlan uti- lizado a su vez por Hitler y Roosevelt, simboliza esta simetra. El Nuevo Orden de Hitler revel su vaco. A los dos lados de la escena, los disfra- ces se caen. Esto nos dice que se aproxima el ltimo acto, donde aparece- r en escena un nuevo personaje, el proletariado revolucionario. 439 de la democracia, se hubiera creado un precedente peligroso. Adems, el patriotismo militante del movimiento de De Gaulle corra el riesgo de entrar en conflicto, de un momento a otro, con los intereses norteamericanos, mientras que el servilismo cnico de Darlan ya haba demostrado su docili- dad en su experiencia con los nazis. La conclusin general es que la demo- cracia, incluso la burguesa, es la ltima cosa que cuenta dentro de los acuerdos imperialistas. Last but not least [por ltimo pero no menos importante, NdT], no debe- mos olvidar que todo esto no slo se produjo en Francia sino tambin en frica del Norte, un pas colonial donde los franceses eran una pequea minora dentro de una poblacin de 15 millones de rabes, ferozmente explotados por el imperialismo francs. La idea ms avanzada de Roosevelt era aportar a los pueblos de frica del Norte, las cuatro libertades. Un comunicado de Orn, el 15 de noviembre, nos deca que las tropas fran- cesas que cooperaron con los norteamericanos ahicieron un raid contra un pueblo cercano a Orn para retomar las armas de las cuales se haban apo- derado los rabes en la confusin y en los recientes campos de batalla. Se puede fcilmente comprender que la comandancia norteamericana no tena nada ms urgente que hacer que llegar a entenderse con los grandes pro- cnsules imperialistas como Paul Nogus, Jean-Paul Esteva e Yves Chatel 5 . An mejor, es posible que despus que Darlan haya dado lo que pueda dar, los norteamericanos lo dejen caer. Los liberales escribieron que al fin la democracia haba triunfado. Es til aclarar que, aunque Darlan se fuera, la administracin imperialista francesa seguira siendo la misma, as es que no era necesario que el acuerdo Darlan coronara la operacin. Todo se pone en su lugar La colaboracin de los norteamericanos con Darlan tuvo profundas repercusiones no slo en Francia, sino en toda Europa. Con el pasar de los aos, millones de hombres conocieron los terribles sufrimientos bajo la bota de hierro nazi. Muchos de ellos imaginaron que la liberacin vendra de manos anglonorteamericanas. El primer acto de la comandancia de esas tropas, despus del desembarco, fue colaborar con un lacayo del verdugo nazi, que descubri que algunas horas eran suficientes para pasarse de un bando al otro. El pueblo, que sufre todava y que lucha contra sus propios Darlan, aprender rpido y bien -podemos estar seguros- la leccin polti- ca dictada por estos hechos despreciables. 438 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 5. Nogus, Paul (1876-1971): residente en Marruecos desde 1936, el almirante Esteva, Jean Paul (1880-1951): en Tunez desde 1940, y Chatel, Yves: nombrado por Ptain, criatu- ra de Darlan, gobernador general de Argelia. formula su conocida tesis de que sta, aunque tiene sus propias leyes, no es ms que la continuacin de la poltica por otros medios. Chiang Kai Shek: (1887-1975): dirigente militar del Kuomintang duran- te la revolucin de 1925-1927, y miembro de su ala derecha. Hasta abril de 1927, cuando dirigi una sangrienta masacre de los comunistas y sin- dicalistas de Shanghai, los stalinistas lo consideraron como un gran revo- lucionario. Gobern en China hasta que fue derrocado por el PC chino en 1949. Chamberlain, Neville (1869-1940): hermano de Austen Chamberlain. Fue ministro conservador de 1937 a 1940 y se le conoce por su poltica de paz hacia Alemania. Churchill, Winston (1874-1965): poltico conservador britnico; primer ministro durante la guerra (1940-1945) y uno de los principales dirigentes del bando aliado. En 1918 estuvo al frente del Ministerio de la Guerra y del Aire, y luego se desempe como secretario para las Colonias (1921- 1922). Era un anticomunista ferviente, y se opuso frreamente a conceder autonoma para la India y defendi la necesidad del rearme ingls contra Alemania. Cuando estall la guerra fue nombrado para la cartera de Marina del gabinete de guerra de Neville Chamberlain, formado en sep- tiembre de 1939. En mayo de 1940 fue nombrado primer ministro y Ministro de Defensa del gobierno de coalicin entre conservadores, libe- rales y laboristas. Luego de la victoria aliada en 1945, fue derrotado en las elecciones por el candidato laborista Daladier, Edouard (1884-1970): poltico radical, ministro de Defensa en 1936-37, presidente del Consejo en 1940. Instaur en Francia al comien- zo de la guerra un rgimen policaco. Darlan, Franois(1881-1942): almirante francs. Ministro de marina y vicepresidente del Consejo en el gobierno de Vichy, entre 1940 y 1942. Como representante de este rgimen en el norte de Africa, fue un cola- borador comprometido con los nazis. Firm un acuerdo con los nortea- mericanos el 22 de noviembre de 1942 segn el cual cambiaba de bando (es decir, apoyaba la causa de los Aliados), a cambio de que los Aliados respetaran su autoridad en el norte de Africa y equiparan a sus fuerzas militares. De Gaulle, Charles (1890-1970): general y poltico imperialista francs. Particip en la guerra de los polacos contra la Rusia bolchevique (1919- 441 BREVES NOTAS BIOGRFICAS Bauer, Otto (1881-1938): dirigente socialdemcrata austraco despus de la Primera Guerra Mundial, fue uno de los fundadores de la Internacional Dos y Media (1921-1923) y principal terico del austro-marxismo. Benes, Edouard (1884-1948): presidente de Checoslovaquia en 1935. Renunci en octubre de 1938 cuando los alemanes ocuparon los sudetes. Lo sucedi al general J an Syrovy, que form un nuevo gabinete y efectu la transicin de la Checoslovaquia unificada al estado federado, cedin- dole a Alemania los sudetes y otras zonas a Polonia y Hungra. Benes fue reelecto a presidente en 1946. Blum, Len (1872-1950): presidente del Partido Socialista Francs en la dcada del 30 y premier del primer gobierno del Frente Popular en 1936. Browder, Earl (1891-1973): en 1930 fue designado, siguiendo rdenes de Stalin, secretario general del Partido Comunista de Estados Unidos, y miembro del Ejecutivo de la Internacional, siendo responsable de los Partidos Comunistas del continente. Fue candidato a presidente en 1936 y 1940. Fue depuesto en 1945 y expulsado del partido en 1946. Burnham, J ames (1905-1987): lder ideolgico de la oposicin pequeo burguesa en el Socialist Workers Party (SWP), con el cual rompi en 1940. Luego de abandonar el SWP, adopt un curso a la derecha, convir- tindose en un rabioso anticomunista y editor de la revista de derecha National Review. Cannon, J ames (1890-1974): miembro del PC norteamericano; pas a las filas de la Oposicin de Izquierda en 1928. Fund la Liga Comunista de Estados Unidos, primera organizacin trotskista norteamericana. En enero de 1938 fund el SWP (Socialist Workers Party), el principal grupo trots- kista por entonces. Fue electo miembro del Comit Ejecutivo Internacional de la Cuarta Internacional. En 1941 fue juzgado y condena- do junto a otros 17 dirigentes del SWP por oponerse a la guerra imperia- lista. Pas trece meses en prisin. Luego de la guerra, permaneci como Secretario Nacional del SWP hasta 1953. Clausewitz, Karl von(1780-1831): general prusiano que escribi impor- tantes tratados sobre escritos militares, entre ellos De la guerra, en el cual UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Goldman, Albert (1897-1960): dirigente del SWP. Abogado defensor de Trotsky frente a la comisin Dewey. Uno de los dieciocho acusados en el juicio laboral de Minnepolis de 1941, en el cual actu como defensor. J unto a Flix Morrow encabez a finales de la Segunda Guerra Mundial una fraccin, que fue derrotada, al interior del SWP contra el programa y la direccin partidaria. Abandon el SWP en 1946. Heijenoort J ean van, tambin conocido con el seudnimo de Marc Loris y Daniel Logan (1912-1986): secretario de Trotsky en Prinkipo en 1932. Luego en Francia y en Mxico desde 1937 hasta 1939. Por entonces se traslad a Estados Unidos para militar en el SWP. Despus de la Segunda Guerra Mundial se alej de las ideas del trotskismo. Residi hasta su muerte en Estados Unidos, donde en los aos 50 declar en los proce- sos contra ex agentes de la GPU (antecesora de la KGB). Desde la aper- tura de los archivos de Trotsky, mantenidos en la Universidad de Harvard, en 1980, se dedic al trabajo de investigacin sobre esos valio- ssimos documentos, as como los archivos de Len Sedov (abiertos en 1984), junto con Pierre Brou. Muri asesinado en 1986. Hitler, Adolf (1889-1945): dictador alemn desde 1933 hasta 1945. Pele como voluntario en la Primera Guerra Mundial. Se afili al Partido Nazi en 1919, y en 1921 asumi la presidencia del partido. En 1923 intent hacerse del poder en la ciudad de Munich, capital de Baviera, como preludio de la marcha sobre Berln, a imitacin de la Marcha sobre Roma de Mussolini. El golpe fue reprimido y Hitler fue sentenciado a cinco aos de prisin, de los que slo cumpli nueve meses. En las elecciones de 1930, durante la Gran Depresin, el partido nazi pas de ser un partido muy minoritario al segundo partido ms votado del pas. El agudizamiento de la crisis llev a un aumento verti- ginoso de su popularidad, alimentado por las traiciones y vacilaciones de los partidos comunista y socialdemcrata. El 30 de enero de 1933 fue nombrado canciller, presidiendo un gobierno compuesto de diez minis- tros, de los que slo tres pertenecan al Partido Nazi. En un plazo de cua- tro meses, Hitler estableci una dictadura, valindose de la quema del Parlamento (Reichstag) y desatando una feroz persecucin contra los comunistas y socialdemcratas. El 1 de septiembre de 1939, Hitler atac Polonia, lo que provoc el estallido de la guerra. Con el colapso alemn en 1945, se suicid en su bunker de Berln. Henderson, Arthur (1863-1935): secretario del Partido Laborista Britnico y presidente de la Segunda Internacional (1923-1924 y 1925-1929). 443 1921). Luego de una carrera militar de aos, fue nombrado subsecretario del Ministerio de Defensa en junio de 1940. Cuando Francia se rindi a los alemanes, De Gaulle consigui huir a Londres. En el exilio, se auto- proclam presidente de la Francia Libre en oposicin al mariscal Ptain y al gobierno de Vichy. La pretensin de De Gaulle de ser aceptado como la cuarta superpotencia aliada hizo difcil sus relaciones Churchill y Roosevelt, reacios a aceptar la peticin. Estos le permitieron entrar a Pars, al mando de sus propias tropas, el 15 de agosto de 1944. En Yalta decidieron aceptar a Francia como un aliado ms y dejarle participar en la administracin de Alemania en la postguerra. De Gaulle presidi varios gobiernos provisionales en la Francia de postguerra, y en 1947 cre su propio partido de derecha, el Rassemblement du Peuple Francais (el RPF). Dimitrov, Georgi (1882-1949): dirigente del PC Blgaro que emigr a Alemania, donde fue uno de los acusados en el fraudulento juicio por el incendio del Reichstag organizado por los nazis en 1933. Fue absuelto y se traslad ala URSS, donde obtuvo la ciudadana sovitica y ocup el puesto de Secretario Ejecutivo de la Comintern entre los aos 1934 y 1943. Despus de la Segunda Guerra Mundial fue premier de Bulgaria (1946-1949). Franco Bahamonde, Francisco (1872-1975): dictador espaol desde 1939, luego de la derrota de la revolucin espaola, hasta 1975. Comenz como oficial de carrera en el ejrcito espaol y en 1936 dirigi el levan- tamiento militar que buscaba aplastar la revolucin. Durante la guerra civil se apoy en la Falange para combatir al bando republicano y recibi la ayuda militar de los gobiernos de Roma y Berln. Gandhi, Mohandas (1869-1948): dirigente del movimiento nacionalista burgus indio. Con su poltica de resistencia pacfica evit la radicaliza- cin de las masas en la lucha contra la dominacin britnica, desvindo- las hacia el apoyo al nacionalismo burgus (Partido del Congreso de la India). Fue asesinado en 1948 por un nacionalista indio. Glotzer, Albert (1908-1999): dirigente de las J uventudes de Chicago, Estados Unidos y de la Oposicin de Izquierda a partir de 1929. Visit a Trotsky en 1932. Estengrafo en la Comisin Dewey, ntimamente ligado a Shachtman. En 1940 se separ con l del SWP. Goebbels, Paul J . (1897-1945): lugarteniente de Hitler, fue tambin su efi- caz ministro de la propaganda. Se suicid con toda su familia a la cada de Berln. 442 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... ciar la guerra. Dirigente del ala izquierda, por sus manifestaciones contra la guerra fue expulsado del partido y encarcelado en 1916-1918. J unto a Rosa Luxemburgo cre el grupo Espartaquista y el primero de enero de 1919 cre el Partido Comunista y fue asesinado durante una sublevacin que l mismo encabezaba. Lloyd George, David (1863-1945): dirigente del Partido Liberal ingls, fue ministro en varios gobiernos y primer ministro entre 1916-1922. Co- autor del Tratado de Versalles y uno de los organizadores de la intervencin militar contra la URSS. Luxemburgo, Rosa (1871-1919): fundadora del Partido Socialdemcrata Polaco, y dirigente del ala izquierda alemana que se destac por su oposi- cin al revisionismo y al oportunismo. Fue arrestada y asesinada junto a Karl Liebknecht por la socialdemocracia alemana en enero de 1919. MacDonald, Ramsay J . (1866-1937): primer ministro en los dos primeros gobiernos laboristas britnicos (1924-1929-1931); luego se rebel contra el Partido Laborista para formar un gobierno de unidad nacional con los tories (1931-1935). Mangan, Sherry (1904-1961): escritor y periodista norteamericano. Se uni al movimiento trotskista en 1934. Milit en Francia durante la ocu- pacin alemana hasta ser expulsado por el rgimen de Ptain. Fue parte del Secretariado Europeo de la IV Internacional durante los ltimos aos de la guerra y luego del Secretariado Internacional. Molotov, Viacheslav (1890-1986): uno de los primeros partidarios de Stalin y miembro del Comit Central a partir de 1920. Fue presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo de 1930 a 1941 y Ministro de Relaciones Exteriores en 1939-49. En 1939 firm el Pacto de no-agresin con Hitler. Kruschev lo elimin de la direccin en 1957. Mussolini, Benito (1883-1945): dictador fascista italiano. Originalmente fue miembro del Partido Socialista italiano. Rompi con los socialistas en ocasin de la Primera Guerra Mundial, a la cual apoy incondicionalmen- te. El 23 de mayo de 1919 fund el movimiento fascista. Lleg al poder mediante un golpe de estado semiconstitucional, conocido como la Marcha sobre Roma. El ascenso obrero revolucionario luego de la guerra empuj a la burguesa italiana a los brazos de los fascistas, para detener la amenaza de la revolucin. El rgimen fascista fue apoyado por el rey, Vctor Emanuel III, la Iglesia y los industriales. A partir de 1936 estrech 445 Hess, Rudolf (1894-1987): poltico nazi que en 1941 se lanz en paracadas sobre Escocia para entablar negociaciones con Inglaterra actuando como representante de Hitler. Fue condenado a cadena perpetua por el Tribunal de Nremberg, y recluido en la prisin de Spandau, donde se suicid en 1987. Hudson, Carlos (seudnimo Carl OShea) (n. 1908): diploma de econo- ma de la Universidad de Minnesota. Estaba en la lista negra de los emple- adores por haber organizado a los docentes en el sindicato. Era redactor del Northwest Organizer y tambin del Socialist Appeal. Jouhaux, Len (1870-1954): secretario general de la CGT, la principal federacin sindical de Francia, que en 1934 tena alrededor de un milln de afiliados. Era reformista, socialpatriota y practicaba la colaboracin de clases. Kamenev, Len(1883-1936): viejo bolchevique, fue, igual que Zinoviev, un aliado de Stalin en la cruzada contra el trotskismo (1923-1925), y luego un aliado de Trotsky contra el stalinismo (1926-1927) hasta que la Oposicin fue derrotada y sus dirigentes expulsados. J unto con Zinoviev, claudic en diciembre de 1927 y fue reintegrado en 1928; fue expulsado otra vez en 1932 y volvi a claudicar en 1933. En 1935, tambin con Zinoviev, fue condenado a diez aos de prisin y ejecutado despus del primer J uicio de Mosc, en 1936. Klement, Rudolph (1910-1938): militante alemn, secretario de Trotsky en Turqua y Francia y secretario del Comit preparatorio de la Conferencia de Fundacin de la IV Internacional en 1938. Fue asesinado por la GPU en Pars antes de celebrarse la Conferencia de 1938. Laval, Pierre (1883-1945): primer ministro de Francia en 1931-32 y 1935-36. Originalmente miembro del Partido Socialista, fue girando pro- gresivamente hacia la derecha. En su segundo mandato firm un tratado con la Unin Sovitica. A raz de la invasin alemana de 1940, Laval de- sempe un papel fundamental convenciendo a la Asamblea Nacional de dar al mariscal Ptain poderes plenos. Apoy el deseo de ste de colabo- rar con Alemania y se pronunci a favor de la victoria de este pas en la guerra. Fue ejecutado en 1945. Liebknecht, Karl (1871-1919): miembro de la socialdemocracia alemana desde 1900. En 1908 fue elegido miembro de la Cmara de Diputados en Prusia y en 1912 pas al parlamento alemn, siendo el nico parlamenta- rio que se opuso el 4 de diciembre de 1914 a votar los crditos para finan- 444 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... a la defensa de la URSS, fundando el Workers Party. En 1958 se afili al Partido Socialista. Sneevliet, Henricus (1883-1942): uno de los fundadores de los partidos Comunistas de Holanda e Indonesia. En el Segundo Congreso de la Comintern fue Secretario de su Comisin Colonial y la represent duran- te un tiempo en China. Despus de abandonar el PC en 1927 form el Partido Socialista Revolucionario que en 1935 se transform en el Partido Obrero Socialista Revolucionario (RSAP). Desde 1933 su grupo adhiri al movimiento trotskista internacional, aunque tambin se mantena afi- liado al Bur de Londres. El RSAP rompi con el movimeinto trotskista en 1938 por diferencias sobre el POUM y sobre la poltica sindical, y sigui adherido al Bur de Londres. En 1942, Sneevliet fue arrestado y fusilado por los nazis. Stalin, J os (1879-1953): miembro del Partido Bolchevique desde 1903, y miembro de su Comit Central desde 1912. Comisario del Pueblo para las Nacionalidades, luego de la revolucin de Octubre. Fue nombrado Secretario General del Comit Central del Partido Comunista ruso en 1922. Artfice de la degeneracin burocrtica del PC ruso y de la Comintern. Fue el creador de la teora antileninista del socialismo en un solo pas. Organiz los juicios de Mosc, en la dcada del 30, liquidan- do a la mayora de los lderes de la poca de Lenin. Disolvi la Comintern como gesto poltico de amistad hacia los aliados imperialistas en 1943. Thorez, Maurice (1900-1964): secretario general del PC Francs desde 1930 hasta su muerte. Fue un fiel lugarteniente de Stalin. Se exili en la URSS durante la guerra. Retorn a Francia en 1935 y fue el artfice del desarme de la resistencia comunista y la subordinacin del PC a la bur- guesa francesa. Fue ministro sin cartera entre 1945 y 1946 y viceprimer ministro entre 1946 y 1947. Vandervelde, Emile(1866-1938): socialdemcrata belga, ocup distintos puestos en varios gabinetes ministeriales. Fue presidente de la Segunda Internacional de 1929 a 1936. Vishinsky, Andrei (1883-1954): se uni a la socialdemocracia en 1902 pero sigui siendo menchevique hasta 1920. Ingresa al partido bolchevi- que en 1921, al finalizar la guerra civil. Fue el fiscal acusador durante los tres J uicios de Mosc y ms tarde se desempe como viceministro de Relaciones Exteriores (1940-1949). Ministro en el mismo cargo (1949- 1953) y delegado permanente en la ONU tras la muerte de Stalin. 447 lazos con la Alemania de Hitler, y en 1940 entr en la Segunda Guerra Mundial. Fue depuesto el 25 de julio de 1943, con el comienzo de la resis- tencia obrera a la guerra. Tras el armisticio de Italia con los Aliados, Mussolini se traslad el norte de Italia, bajo control alemn y fund la ef- mera Repblica de Sal. Tras la cada de sta, fue apresado cuando trata- ba de escapar a Suiza y fusilado al da siguiente por los partisanos. Nehru, J awaharlal: (1889-1964): presidente del Partido del Congreso indio en 1929 y en varias ocasiones posteriores, fue primer ministro de la India cuando sta obtuvo su independencia en 1947. Ocup ese puesto hasta su muerte. Ptain, Philippe (1856-1951): mariscal de Francia. Nombrado embajador de Francia en Espaa en 1939, regres y fue nombrado vicepresidente del Consejo en plena ofensiva alemana. El 16 de junio de 1940 se convirti en jefe del gobierno y el 9 de julio devino, con plenos poderes, en J efe del Estado francs que haba emprendido una revolucin nacional cle- rical y corporativista prxima a un estado fascista. Prcticamente desde su arribo al gobierno preconiz el armisticio. En 1945 fua acusado de trai- cin y su sentencia a la pena de muerte fue conmutada por la prisin per- petua por el gral. de Gaulle. Pivert, Marceau (1895-1958): perteneca al grupo Batalla Socialista del Partido Socialista francs; en 1935, cuando Batalla Socialista se disolvi, form la tendencia Gauche Revolutionnaire (Izquierda Revolucionaria). Colabor en 1936 con Len Blum cuando ste fue nombrado primer ministro por el Frente Popular. En 1937 se le orden disolver su grupo; se fue entonces del Partido Socialista y en 1938 fund el Partido Socialista Obrero y Campesino (PSOP). Despus de la Segunda Guerra Mundial volvi al Partido Socialista. Roosevelt, Franklin (1882-1945): dirigente del Partido Demcrata. Presidente de Estados Unidos entre 1933 y 1945, fue reelegido para el cargo tres veces. Tras la crisis econmica de 1929, implement la poltica econmica del New Deal. Luego del ataque japons a Pearl Harbor hizo entrar a los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial junto a Gran Bretaa y la URSS. J unto a W. Churchill y J . Stalin firm el Pacto de Yalta. Shachtman, Max (1903-1972): dirigente del Partido Comunista nortea- mericano, fundador de la Oposicin de Izquierda en 1928 junto a J ames P. Cannon y M. Abern. Importante intelectual, fue uno de los principales dirigentes del SWP hasta 1940, ao en que rompi debido a su oposicin 446 GUERRA Y REVOLUCIN UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... CRONOLOGIA 1933 Enero Las fuerzas armadas japonesas toman la provincia china de J ehol; posterior- mente, la anexan a Manchukuo, su rgimen ttere de Manchuria. En Alemania el presidente Hindenburg nombra canciller a Hitler. Febrero Entre el 4 y el 8 se rene en Pars la preconferencia de la Oposicin de Izquierda Internacional, que aprob el documento redactado por Trotsky: Tareas y mtodos de la Oposicin de Izquierda Internacional. Marzo Hitler comienza a destruir a la oposicin. Ni el Partido Socialista ni el Comunista oponen una resistencia seria. Los nazis obtienen el 44% de los sufra- gios en las elecciones. El Reichstag le otorga a Hitler poderes dictatoriales. Trotsky llama a la Oposicin de Izquierda a iniciar la construccin de un nuevo partido alemn. Trotsky escribe: Partido Comunista Alemn o parti- do nuevo?. Roosevelt ocupa la presidencia de EE.UU. en medio de una grave crisis finan- ciera. El gabinete austraco, presidido por el canciller Dollfuss, suspende derechos democrticos y laborales. Abril El Comit Ejecutivo de la Internacional Comunista, reunido en Mosc, aprue- ba la poltica del Partido Comunista Alemn. Junio Los stalinistas y sus aliados pacifistas celebran en Pars un congreso antifascista. Los representantes de Inglaterra, Francia, Alemania e Italia se renen en Roma para firmar un pacto de paz. Julio Trotsky insta a la Oposicin de Izquierda a abandonar los intentos de refor- mar la Comintern. Escribe: Es necesario construir partidos comunistas y una nueva internacional. El 25 Trotsky fija su residencia en Francia. Wels, Otto (1873-1939): uno de los principales dirigentes de la socialde- mocracia alemana; en 1919, desde su cargo de comandante militar en Berln, aplast la insurreccin espartaquista; encabez la delegacin de su partido al Reichstag hasta que Hitler se apoder totalmente del poder en 1933. Agosto En su conferencia nacional la Liga Comunista vota en favor del giro fran- cs. Sus integrantes comienzan a afiliarse al Partido Socialista, dentro del cual forman el Grupo Bolchevique Leninista. Septiembre La Asamblea General de la Liga de las Naciones, reunida en Ginebra, vota la admisin de la Unin Sovitica y le otorga una banca permanente en su Consejo. Octubre Comienza en Espaa una huelga general conducida por el Partido Socialista que es aplastada. Del 6 al 13 tiene lugar la Comuna de Asturias. Maurice Thorez manifiesta que el Partido Comunista Francs est dispuesto a establecer una alianza con el burgus Partido Radical. Trotsky completa su folleto Adnde va Francia? condensando las lecciones del ascenso revolucionario en ese pas. Noviembre Los radicales franceses retiran su apoyo al gobierno de Doumergue que cae y es reemplazado por Flandin. Mosc anuncia que ciento treinta mil miembros del Partido Comunista de la Unin Sovitica han sido expulsados y otros noventa mil estn a prueba. Diciembre Es asesinado Serguei Kirov, dirigente stalinista. En el curso de pocas semanas se anuncia la ejecucin de ciento diecisiete personas acusadas de complicidad en el atentado. A mediados de diciembre la J uventud Socialista espaola lanza un llamado en pro de la creacin de una nueva internacional. 1935 Enero Del 15 al 17 Zinoviev, Kamenev y otros diecisiete detenidos son acusados de complot para asesinar dirigentes soviticos. Mayo El 2 se anuncia en Mosc la firma del pacto de no agresin entre Francia y la Unin Sovitica. El 15 Stalin declara pblicamente que comprende y aprue- ba por completo la poltica de rearme del gobierno francs. 451 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Agosto El Secretariado Internacional de la Oposicin de Izquierda Internacional vota un llamado a la creacin de una nueva Internacional. En Francia cae el gabinete encabezado por Daladier y lo sucede un gabinete dirigido por Sarraut. Noviembre En Francia cae el gabinete Sarraut y lo sucede un gabinete encabezado por Chautemps. Diciembre El Comit Ejecutivo de la Internacional Comunista ratifica la teora stalinista del social-fascismo. 1934 Enero En Francia cae el gabinete Chautemps y lo sucede un gabinete encabezado por Daladier. Febrero En Francia, del 6 al 12 tiene lugar un intento de golpe de estado reaccionario. Daladier cae y lo reemplaza Doumergue. El 12 el movimiento obrero realiza una huelga general de un da y manifestaciones en todo el pas. El gobierno austraco recrudece la represin. Se llama a la huelga general y los obreros de Viena combaten heroicamente. Queda aplastada la socialde- mocracia. Marzo La Liga Comunista Internacional (nuevo nombre de la Oposicin de Izquierda) publica un manifiesto escrito por Trotsky: Francia es ahora la clave de la situacin. Un llamado a la accin y al reagrupamiento despus de los acontecimientos franceses y austracos. Mayo Del 20 al 23 se rene el congreso nacional del Partido Socialista francs, se vota en contra de seguir las coaliciones gubernamentales con los radicales. Junio Se publica La guerra y la IV Internacional, escrito por Trotsky y aprobado por el Secretariado Internacional de la Liga Comunista Internacional. 450 GUERRA Y REVOLUCIN Febrero Se produce el triunfo electoral del Frente Popular espaol. Abril -mayo Entre el 26 de abril y el 3 de mayo tiene lugar el triunfo electoral del Frente Popular francs. Se inicia una oleada de huelgas masivas en Francia. Junio El 4 el gobierno del Frente Popular francs asume el poder encabezado por el socialista Len Blum. Julio El 17 el levantamiento fascista de Franco inicia la Guerra Civil Espaola. Entre el 29 y el 31 se realiza la Primera Conferencia Internacional por la IV Internacional en Ginebra (en realidad en Pars). Se aprueba el documento: El nuevo ascenso revolucionario y las tareas de la IV Internacional. Agosto El gobierno de Blum aprueba la poltica de no intervencin en Espaa. Entre el 19 y el 24 finaliza el primer gran juicio de Mosc: el tribunal pro- nuncia la sentencia de muerte contra los diecisis acusados, entre otros Zinoviev, Kamenev, Smirnov. Trotsky termina La revolucin traicionada condensando sus anlisis acerca de la URSS y la perspectiva de la revolucin poltica. Septiembre Asume el gobierno del socialista Largo Caballero en Espaa con participa- cin comunista. Octubre Los deportados trotskistas de Vorkuta inician una huelga de hambre que dura cuatro meses. Noviembre Tiene lugar la batalla de Madrid con participacin de las brigadas internacio- nales. Diciembre El gobierno noruego obliga a Trotsky a embarcarse rumbo a Mxico. El 7 Pravda anuncia la depuracin de los trotskistas y anarco-sindicalistas catalanes en Espaa. 453 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Trotsky escribe: Stalin firm el certificado de defuncin de la Tercera Internacional. Carta abierta al proletariado mundial y Carta abierta por la creacin de la IV Internacional. A todas las organizaciones y grupos revolu- cionarios de la clase obrera. El PS y el PC franceses logran avances en las elecciones municipales y per- suaden a un sector de los dirigentes radicales para que se unan a ellos en el Frente Popular. El 31 el gabinete de Flandin renuncia. Bouisson forma uno nuevo, que dura apenas cuatro das. Junio El 7 se forma un nuevo gobierno francs encabezado por Pierre Laval. El gobierno britnico prepara un pacto con Hitler que permitir la expansin de la flota alemana. Trotsky escribe Es necesario un nuevo giro. Opinaba que el giro francs ya haba cumplido su funcin y prevea un reagrupamiento para la construccin de un partido revolucionario independiente. Trotsky sale de Francia rumbo a Noruega, pas al que arribar el 18 de junio. Julio El 14 el Frente Popular realiza una gran manifestacin en Pars. Agosto Trotsky comienza a escribir su anlisis: El congreso de liquidacin de la Comintern, en el que sistematiza su crtica al Frente Popular. Agosto-septiembre: la direccin del PS francs repudia al peridico trotskis- ta La Verit y comienza a expulsar a los militantes trotskistas adultos. Octubre El ejrcito italiano invade Etiopa. Los conservadores britnicos triunfan en las elecciones. Creacin del CIO en EE.UU. en el marco de la oleada de huelgas previas. 1936 Enero Trotsky aprueba la propuesta de los trotskistas norteamericanos de iniciar el entrismo en el Partido Socialista. 452 GUERRA Y REVOLUCIN Noviembre Trotsky escribe: Es hora de lanzar una ofensiva mundial contra el stalinismo. Una carta abierta a todas las organizaciones obreras. Trotsky escribe sobre el carcter de clase del estado sovitico, como contri- bucin a la discusin que precede a la convencin de fundacin del SWPnor- teamericano: Ni un Estado Obrero ni un Estado Burgus?. Diciembre La Comisin de investigacin Dewey creada para investigar los cargos contra Trotsky y Len Sedov en los J uicios de Mosc, hace pblico su veredicto: absolucin. 1938 Febrero El 16 Len Sedov muere en circunstancias misteriosas en un hospital de Pars. Trotsky escribe Len Sedov, hijo, amigo, luchador. Su muerte fue obra de un agente provocador de la GPU. Marzo El 11 Hitler anexa a Austria (Anschlus). Entre el 2 y el 13 tiene lugar un nuevo proceso de los J uicios de Mosc, son condenados entre otros Bujarin, Rikov, Krestinsky, etc. Abril Trotsky escribe La agona mortal del capitalismo y las tareas de la IV Internacional, el Programa de Transicin para presentarlo a la conferencia de fundacin de la IV Internacional. Mayo Trotsky insiste en la fundacin de la IV Internacional durante la prxima con- ferencia internacional: Pro IV Internacional? No! La IV Internacional!. Julio El 13 Rudolf Klement, uno de los secretarios de Trotsky, es secuestrado por agentes stalinistas en Pars, su cuerpo es hallado unos pocos das antes de la conferencia de fundacin de la IV Internacional. Septiembre El 3 se funda la Cuarta Internacional en una conferencia en Pars. Se aprueba el Programa de Transicin. Se adopta la resolucin: La lucha de clases y la guerra en Extremo Oriente. 455 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... 1937 Enero El 9 Trotsky llega a Mxico. Entre el 23 y el 30 el segundo juicio de Mosc pronuncia la sentencia de muerte para trece de los diecisiete acusados. Febrero-marzo El 9 y el 14 se realizan en Nueva York y Chicago grandes asambleas de pro- testa por los juicios de Mosc. Se desarrolla en EE.UU., un proceso de auge de las huelgas. Mayo La insurreccin de Barcelona lleva la Guerra Civil espaola a su apogeo, tras lo cual el gobierno y los stalinistas reprimen al ala izquierda. Negrn sustituye a Largo Caballero. Se inicia la represin contra los anar- quistas y miembros del POUM. Junio Cae el primer gobierno del Frente Popular francs. Julio Estalla la guerra chino-japonesa. Agosto Los trotskistas norteamericanos son expulsados del Partido Socialista y lan- zan Socialist Appeal, su primer peridico pblico. Trotsky escribe un anlisis de las fuerzas que conducen a la Segunda Guerra Mundial: En el umbral de una nueva guerra mundial y una respuesta a los ex izquierdistas que culpan al leninismo por los crmenes del stalinismo, Stalinismo y bolchevismo. Septiembre La GPU asesina en Suiza a Ignace Reiss, ex alto funcionario de la GPU que haba denunciado al stalinismo y adherido a la Cuarta Internacional y a Erwin Wolf, miembro del Secretariado Internacional y secretario de Trotsky. Octubre Segundo Congreso del POI francs reunido en Pars del 30 de octubre al 1 de noviembre, adopt una serie de resoluciones sobre los importantes problemas de la seccin francesa. 454 GUERRA Y REVOLUCIN Agosto El 22 Alemania y la Unin Sovitica firman un pacto de no agresin. Septiembre El 1 comienza la Segunda Guerra Mundial cuando Alemania invade Polonia por el oeste. El 3 Inglaterra y Francia declaran la guerra a Alemania. El 17 tropas soviticas invaden Polonia por el este. Reparto de Polonia entre la URSS y Alemania. Burnham, del SWPnorteamericano, plantea que la URSS no puede ser consi- derada ya como un Estado obrero. Shachtman se pone al frente de la Oposicin. Trotsky escribeLa URSS en la guerra. Con el estallido de la guerra, la Sede Central de la IV Internacional es trans- ferida de Pars a Nueva York. Octubre El 4 el New York Times, publica Estados Unidos participar en la guerra, de Trotsky. Noviembre El Congreso de los EE.UU. levanta el embargo de armas a Europa. Se produce la ruptura en la seccin francesa de la IV Internacional y la prdida de lderes como Pierre Naville, Gerard Rosenthal, Alexis Bardin, Jean Rous. El 30 las tropas de la Unin Sovitica invaden Finlandia. Diciembre El 15 Trotsky define los puntos fundamentales de la lucha fraccional entabla- da en el SWPnorteamericano en una polmica titulada Una oposicin peque- oburguesa en el Partido Socialista de los Trabajadores. 1940 Abril El 9 Alemania invade Noruega y Dinamarca. Entre el 5 y el 9 un congreso nacional del SWP rechaza las propuestas de la minora que sigue a Shachtman-Burnham, que luego rompe con el partido y la IV Internacional. 457 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Trotsky escribe Despus del colapso de Checoslovaquia Stalin buscar el acuerdo con Hitler, anticipando el pacto Stalin-Hitler de agosto de 1939. Entre el 29 y el 30 se realiza, la conferencia de las grandes potencias que cul- mina con la firma del Pacto de Munich que autoriza a Alemania a dividir Checoslovaquia. Octubre Se publica en la ciudad de Mxico el primer nmero de la revista Clave, de la que Trotsky es co-director. El 10 Trotsky analiza la crisis de Munich y el carcter de la guerra inminente en Una leccin reciente. Despus de la paz imperialista de Munich. 1939 Enero El 26 se produce la cada de Barcelona. Febrero El 15 el ejrcito alemn ocupa Checoslovaquia. Febrero-marzo Trotsky escribe sobre el prximo fin de la Guerra Civil espaola. El 28 de febrero cae Madrid. Franco resulta vencedor de la guerra civil espaola. Marzo Entre el 10 y el 21 de marzo el Decimoctavo Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica seala la voluntad de Stalin de buscar una alianza con Hitler. Abril Italia toma Albania. El Socialist Appeal publica Slo la revolucin puede terminar con la guerra, entrevista a Trotsky que aparecer tambin el 27 de mayo en el Daily Herald. Mayo El 22 se firma del Pacto de acero entre Alemania e Italia. Julio Trotsky escribe El Kremlin y la poltica mundial en vsperas del pacto Stalin-Hitler y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y Un paso hacia el social-patriotismo, acerca de la poltica de derrotismo revolucionario. 456 GUERRA Y REVOLUCIN Septiembre El 27 Alemania, Italia y J apn firman el Pacto Tripartito. El SWP adopta una resolucin sobre la Poltica Militar Proletaria, siguiendo los planteos de Trotsky acerca de la necesidad de una poltica activa hacia la guerra, particularmente en los EE.UU. Noviembre La IV Internacional publica el manifiesto Francia bajo Hitler y Petain, escri- to por Jean van Heijenoort, examinando las circunstancias que rodearon la cada de Francia y la colaboracin resultante de la burguesa francesa con los nazis. 1941 Enero El 21 los ingleses invaden Eritrea, Etiopa y la Somala italiana. Marzo El 2 ejrcito alemn entra en Bulgaria. El 31 de marzo, la IV Internacional aprob una declaracin sobre La inter- vencin norteamericana en China. Abril El 5 de abril se firma el pacto ruso-yugoslavo. Alemania invade Yugoslavia y Grecia. La invasin alemana a estos pases, combinada con la posterior invasin a la URSS, disparar la heroica resisten- cia de los pueblos griego y yugoslavo. Junio El 8 de junio los ingleses y los franceses entran en Siria. En Minnepolis, militantes del SWP, incluido el dirigente Cannon, son lleva- dos a juicio. Los acusaron por denunciar la guerra y la poltica del gobierno norteamericano. El 22 de junio Alemania pone en marcha el Plan Barbarroja e invade la URSS. Estalla la guerra germano-rusa. Julio J apn, con apoyo de Alemania, logra que el gobierno francs de Vichy admi- ta la presencia de tropas japonesas en Indochina. El gobierno norteamericano impide la venta de materias primas a J apn. 459 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Trotsky escribe en relacin con la ruptura del SWP (escritos reunidos en En defensa del marxismo). Mayo El 10 Churchill sucede a Chamberlain como primer ministro de Inglaterra. Alemania inicia su ofensiva en la frontera occidental invadiendo Blgica, Holanda y Luxemburgo. El 15 los alemanes rodean la lnea Maginot (lnea fortificada levantada por Francia). El 24 fracasa el atentado contra la vida de Trotsky. Se rene la Conferencia Internacional de emergencia de la IV Internacional en Nueva York. Se establece la direccin del Comit Ejecutivo Internacional y se adopta el Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolucin proletaria mundial. Junio Italia entra en la guerra como aliada de Alemania y declara la guerra a Inglaterra y Francia. El 14 cae Pars, el ejrcito alemn entra en la ciudad. El Congreso norteamericano triplica el presupuesto del Departamento de Guerra, y vota la primera ley de conscripcin de la nacin, en tiempos de paz. Entre el 16 y el 22 Ptain sucede a Reynaud como premier de Francia. Francia capitula. Alemania mantiene ocupada la costa atlntica y la mitad norte del pas, inclu- so Pars. En el sudeste qued un territorio libre con capital en Vichy bajo el gobierno colaboracionista de Ptain. El general De Gaulle (que haba sido parte del gobierno de Reynaud) se traslada a Inglaterra. A fines de junio la Unin Sovitica se anexa parte de Rumania. Julio El Ejrcito Rojo ocupa Besarabia y Bukavina. El 10 Alemania comienza el bombardeo de Gran Bretaa. El 14 la Unin Sovitica se anexa Estonia, Letonia y Lituania. Agosto El 20 Trotsky es herido de muerte por un asesino stalinista y muere el 21. El 22 un cortejo de unas 250 mil personas acompaa el cuerpo de Trotsky.en Mxico. 458 GUERRA Y REVOLUCIN Junio El 2 es arrestada la direccin trotskista en el sur de Francia. Se suspenden as los contactos sostenidos a travs de Marsella. Hitler lanza una ofensiva que culminar en la batalla de Stalingrado. Agosto Los norteamericanos inician la conquista de Guadalcanal finalizada a princi- pios de 1943. En India se produce un movimiento huelgustico duramente reprimido por los britnicos y condenado por el PC indio como muestra de fidelidad a los aliados anglo-norteamericanos. Septiembre El 4 se inicia la batalla de Stalingrado. El 26 la IV Internacional publica el manifiesto A los obreros y campesinos de la India. Noviembre Entre el 7 y el 8 los aliados desembarcan en Africa del Norte, pactan con el colaboracionista Darlan, a travs del cual logran la adhesin de las colonias francesas. Ocupacin de toda Francia por Alemania. El 19 un milln de soldados soviticos rodean a los alemanes en Stalingrado, en uno de los momentos ms lgidos de la heroica resistencia del pueblo sovitico iniciada desde comienzos de la ofensiva alemana. Los alemanes se rendirn a comienzos de 1943. 461 UNA INTERPRETACINALTERNATIVA... Agosto El 14 Roosevelt y Churchill firman la Carta del Atlntico, donde se plantean la destruccin de la tirana nazi. Despus de la invasin de la URSS, la IV Internacional public el Manifiesto por la defensa de la URSS, escrito por J ean van Heijenoort. Graves reveses del Ejrcito Rojo y avance relmpago del ejrcito alemn. Septiembre-noviembre Los alemanes inician el asedio de Leningrado. El 16 comienza la batalla de Mosc. Cae Kiev. Diciembre El 5 los alemanes ven detenido su avance ante las puertas de Mosc. El 7 J apn ataca Pearl Harbor en Hawai, afectando la flota norteamericana en el Pacfico. El 11 Estados Unidos entra en la guerra. 1942 Enero Una delegacin de trotskistas franceses se rene en Bruselas con sus cama- radas belgas. Poco despus otra reunin en una granja en las Ardenas bel- gas estableci el primer Secretariado Europeo de la IV Internacional con sede en Pars. Buscaba coordinar las actividades de los distintos grupos trotskistas en los pases bajo ocupacin nazi. Publica las Tesis sobre la cuestin nacional. Manila (Filipinas) y Singapur caen en poder de los japoneses. Febrero Abraham Len, miembro del Secretariado Europeo de la IV Internacional da a conocer el documento: Las tareas de la IV Internacional en Europa. Abril Estados Unidos bombardea J apn. Mayo Se funda el Partido Bolchevique de India, Birmania y Ceiln, con la ayuda de militantes del Lanka Sama Samaja Party de Ceiln. Entre mayo y junio EE.UU. vence a los japoneses en el Mar de los Corales y frente a las Midway, deteniendo el avance japons. 460 GUERRA Y REVOLUCIN MURRAY, Williamson y MILLET, Allan, La guerra que haba que ganar (Historia de la segunda guerra mundial), Memoria Crtica, Barcelona, 2003. MUSSOLINI, Benito, Mi ltimo ao, Editorial Spes, Bs. As., 1946. Pars, Tomos 1, 2 y 3. PRAGER, Rodolphe, Les Congrs de la Quatrime Internationale, edi- tions La Brche, 1978, 1981, Tomos 1 y 2. RICHARDSON, Stewart, The Secret History of world war II, Berkley Book, New York, 1986. RICHARDSON, Al y BORNSTEIN, Sam, War and the International. 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