COMISIN EPISCOPAL DE EVANGELIZACIN Y CATEQUESIS

GUA PASTORAL PARA LA CATEQUESIS DE MXICO

UN ROSTRO NUEVO PARA LA CATEQUESIS

MXICO 1992



PRESENTACIN

La Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis ofrece con alegra y esperanza la
presente Gua Pastoral para la Catequesis de Mxico.

Es un documento eclesial que propone orientaciones bsicas del Magisterio de la Iglesia,
interpretadas y asumidas por nuestra realidad mexicana. Refleja, adems, las principales
inquietudes de quienes estn comprometidos en la Catequesis del pas: Catequistas,
responsables, coordinadores, formadores.

Queremos expresar de esta manera el estilo de Catequesis que deseamos y que necesitamos
en el Mxico de hoy.

La convocatoria del Papa Juan Pablo II a la Nueva Evangelizacin nos estimula para hacer
que la Catequesis con rostro nuevo apoye eficazmente esta tarea esencial de la Iglesia.

Aspiramos a que este esfuerzo de los pastores y de los Catequistas marque una etapa nueva
en la forma de entender y de practicar la Catequesis.

Tened seguridad de que, si funciona bien la Catequesis, todo el resto resulta ms fcil nos
deca el Papa hace unos aos (CT 63).

Con la confianza puesta en el Espritu esperamos que nuestro documento circule, se
conozca y se estudie en las dicesis, parroquias y comunidades cristianas de Mxico.


Mxico D.F., Enero de 1992

+ Abelardo Alvarado Alcntara

Obispo Auxiliar de Mxico

Presidente de la Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis



INTRODUCCIN

La Gua Pastoral para la Catequesis de Mxico es un documento que nace del esfuerzo y
de la vida de los catequistas del pas. Es el resultado de un proceso de varios aos que se
inspir en la situacin sociocultural de Mxico, en la vida de la Iglesia y en la experiencia
de los mismos Catequistas. Dicho proceso fue promovido por la Comisin Episcopal de
Evangelizacin y Catequesis (1987 1991).

Su materia prima fue surgiendo de innumerables encuentros, intercambios y dilogos que
culminaron con la X Jornada Catequstica Nacional, celebrada en Quertaro el mes de
noviembre de 1990, con la participacin de casi 1000 Catequistas venidos de todo el pas.
Su lema fue Un rostro nuevo para la Catequesis de Mxico.

En julio de 1991 los seores obispos de Mxico celebraron su 49 Asamblea plenaria para
estudiar el ministerio de la Catequesis en el marco de la Evangelizacin de la Cultura. En
esa Asamblea fueron informados de los resultados de la X Jornada Catequstica Nacional,
como cumbre de lo vivido en los ltimos aos.

Igualmente se les present un primer borrador de este documento y ellos, como maestros de
la fe del pueblo de Dios, hicieron observaciones y recomendaciones que se integraron a una
segunda redaccin.

Nuestros obispos aprobaron la sustancia del documento y dieron un voto de confianza a la
Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis para que lo hiciera llegar a todos los
Catequistas de Mxico.

En 1971 fue publicado un Directorio Nacional de Catequesis que tuvo vigencia durante
estos aos. Hoy proponemos esta Gua Pastoral como continuacin de aquel Directorio.
Hemos preferido llamarle Gua porque parece necesario trazar rumbos ms abiertos y
flexibles teniendo en cuenta los cambios que exigen nuevas expresiones, la bsqueda que se
da en la reflexin catequtica y la pluralidad de situaciones.

El contenido de esta Gua Pastoral se organiza alrededor de unos temas centrales que
constituyen su espina dorsal, a saber:

- La Cultura y la Historia de Mxico como espacios y destinatarios del Evangelio.
- La Evangelizacin , proyecto fundamental de la Iglesia, acentuando su carcter de
novedad.
- La Iglesia, Sacramento del Reino de Dios y comunidad de ministerios.
- La Catequesis, ministerio esencial de la comunidad cristiana en orden a la madurez
continua de su fe.

El Documento tiene las siguientes caractersticas: Quiere ser histrico e inculturado,
bblico, teolgico y pastoral, de signo evangelizador y en armona con el Magisterio de los
Pastores del pueblo de Dios.


Se encontrar en l un estilo que pretende ser al mismo tiempo sencillo y sugerente, es
decir, quiere tomar en cuenta a los Catequistas y explicar solo lo que es necesario.
Igualmente intenta cuidar la precisin de sus contenidos y la claridad de su lenguaje.

Sus objetivos son varios. En primer lugar, devolver a los Catequistas en forma de
orientaciones lo que ellos mismos expresaron a lo largo de estos aos. Segundo,
proponerles un documento bsico de referencia que los estimule a reflexionar y realizar una
Catequesis de mayor calidad. Por ltimo subrayar las urgencias a las que ha de responder
hoy el ministerio de la Catequesis.

La palabra de nuestros obispos da ciertamente una mayor significacin a este documento.
Su mensaje a los Catequistas es un testimonio de su solicitud pastoral.

La intencin ltima es llegar a todos los Catequistas mexicanos de todos los niveles y de
los sitios ms alejados a fin de propiciar una Catequesis en estado de renovacin
permanente.


COMISIN EPISCOPAL DE EVANGELIZACIN Y CATEQUESIS




MENSAJE DEL EPISCOPADO MEXICANO A LOS CATEQUISTAS

1. Al concluir nuestra 49 Asamblea plenaria, en la que hemos reflexionado sobre el
ministerio de la Catequesis en el marco de la Evangelizacin de la Cultura, queremos
enviar un saludo carioso y fraterno a todos los Catequistas de Mxico, mujeres y hombres,
y decirles una palabra de aliento para animarlos a continuar su servicio, que es esencial en
la misin de la Iglesia para la formacin de la fe del pueblo de Dios. Agradecemos y
felicitamos a todos, especialmente a los que trabajan en regiones indgenas, en la periferia
de las ciudades o en lugares apartados o remotos del campo, que por largos aos han
prestado este servicio a sus hermanos con gran abnegacin y generosidad.

Queremos resaltar que ser Catequista es una vocacin en la Iglesia, que nace de su misma
condicin de bautizado y confirmado. Por lo mismo, todo Catequista debe tener conciencia
no solamente de su pertenencia a la Iglesia, sino tambin de su quehacer evangelizador, que
realizar mejor en la medida en que viva profundamente su comunin eclesial.

El Catequista, por tanto, estar dispuesto a vivir entregado a la edificacin de la comunidad
cristiana, poniendo en juego las capacidades y carismas recibidos del Espritu para bien de
todos.

Hemos tomado muy en cuenta su peticin, a fin de que se instituya el servicio de los
Catequistas como un ministerio laical; y daremos los pasos necesarios para lograrlo.


3. La eficacia de la Catequesis depende de la accin del Espritu Santo y del testimonio y la
vida espiritual del Catequista, pues solo quien ha visto y odo a Dios lo puede comunicar a
los dems.

Les invitamos, por ello, a poner todo su empeo en madurar su propia fe por medio de la
oracin intensa, la escucha asidua de la Palabra, la prctica frecuente de los sacramentos, la
atencin a los signos de los tiempos, la entrega sacrificada a su misin y el compromiso de
un amor integral a los hombres, sobre todo a los ms necesitados.

Santa Mara de Guadalupe es la primera Catequista de Amrica Latina y un modelo para
todo Catequista, pues ha educado siempre a nuestro pueblo. Son un ejemplo tambin Juan
Diego y los Nios mrtires de Tlaxcala, as como el Papa Juan Pablo II, Catequista
itinerante de nuestros das.

4. Somos conscientes de la necesidad que todos los laicos tienen de una formacin ms
slida e integral. Esta necesidad es ms urgente para los Catequistas, cuya misin es
comunicar a los dems el mensaje de Cristo. Se requiere incluso una formacin permanente
que les ayude a conocer mejor su fe, a crecer en experiencia y a mantener un proceso de
constante conversin. Por lo mismo, deseamos que se multipliquen, por todas partes,
centros, escuelas e institutos de formacin para Catequistas.

5. Les recomendamos tener muy en cuenta algunos aspectos que en este momento nos
parecen ms importantes para la Catequesis, como son:

Dar a la Palabra de Dios el lugar primordial que le corresponde, leyndola de acuerdo a la
Tradicin, al Magisterio de la Iglesia y a la situacin concreta de la comunidad.

Asumir la religiosidad popular como una forma de Catequesis, aprovechando el sentido
celebrativo de nuestro pueblo.

Asegurar la transmisin fiel de los contenidos fundamentales de la fe y contrarrestar a los
ataques de las sectas.

Hacer un esfuerzo para que la Catequesis llegue a todos: Nios, adolescentes, jvenes y
adultos; grupos, movimientos y ambientes, especialmente a la familia, primera educadora
de la fe.

Dar la importancia debida a la doctrina social de la Iglesia, en orden a que los cristianos
asuman su responsabilidad y compromiso en el campo social, econmico y poltico.

Utilizar adecuadamente los medios de comunicacin social y acercarse a estos con espritu
crtico, ya que transmiten valores y anti valores que afectan la fe de los cristianos. Tomar en
cuenta los valores cristianos presentes en la cultura de nuestro pueblo, para conservar y
fortalecer nuestra identidad.

6. Conscientes de nuestra responsabilidad de pastores, nos comprometemos a acompaar a
nuestros Catequistas, brindndoles el apoyo en recursos y medios.


Igualmente, exhortamos a nuestros sacerdotes a responder con entusiasmo a la
responsabilidad de educadores en la fe en sus comunidades, especialmente a travs de la
Catequesis.

Pedimos al Seor Jess los llene de su gracia y los conserve en la fe, la esperanza y la
caridad.


+ Adolfo A. Surez Rivera
Arzobispo de Monterrey
Presidente de la CEM


+ Manuel Prez-Gil Gonzlez
Arzobispo de Tlalnepantla
Secretario general de la CEM


+ Abelardo Alvarado Alcntara
Obispo Auxiliar de Mxico
Presidente de la Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis


Sede CEM
Lago de Guadalupe, julio 26 de 1991






















CAPTULO PRIMERO

DIOS EN LA VIDA Y EN LA HISTORIA DE LOS MEXICANOS

Presentamos brevemente en esta primera parte cmo ha sido el camino de la fe entre
nosotros: Su origen, su desarrollo, su momento actual. La fe de hoy tiene mucho qu ver
con la que vivieron nuestros antepasados. Si la Catequesis desea encarnarse en la vida y
en la historia de nuestro pueblo, no puede hacer a un lado nuestro pasado que explica
muchos de nuestros defectos y de nuestras cualidades como hombres y como creyentes.

I. Nuestras Culturas

1. Los mexicanos somos un pueblo con races profundas en un pasado que todava est
presente en nuestra forma de ser y de vivir. Los descendientes de los primeros pobladores
de nuestra tierra viven hoy entre nosotros recordndonos continuamente quines somos y
de dnde venimos.

2. Antes de la llegada de los espaoles, distintos pueblos, razas y lenguas formaban parte
del territorio mexicano. Tenan su propia forma de ver el mundo, de juzgar las cosas y de
responder a sus preguntas y a sus necesidades. Eran pueblos con culturas propias.
Habitando una misma regin, los pueblos indgenas de Mxico, eran sin embargo diferentes
entre s, debido a la diversidad de culturas.

3. Los antiguos habitantes de Mxico acumularon tesoros de sabidura, descubrieron
valores para dar sentido a su existencia, buscaron al Dador de la vida, intentaron
explicarse los misterios del universo y del ms all, crearon obras sociales y artsticas
asombrosas, construyeron civilizaciones extraordinarias.

Pero tambin estuvieron marcados por la experiencia de la violencia, de la opresin y de la
muerte. Entre ellos se dio la desigualdad de las clases sociales, la esclavitud y la crueldad
de los sacrificios humanos como culto de sus divinidades.

4. Los mexicanos de hoy, iluminados por la fe, pensamos que nuestros antepasados
vivieron su propia historia de salvacin. Ellos tenan entre sus creencias y costumbres lo
que los Padres de la Iglesia llaman las semillas del Verbo, rayos de su luz en la mente y el
corazn de aquellos pueblos, en espera de ser fecundados y enriquecidos con la predicacin
de la Palabra y la efusin del Espritu del Seor (1).

Los primeros pobladores de Mxico, buscaban como a tientas a Dios. El Seor estaba en el
interior de sus bsquedas (2).

5. Al llegar los espaoles surgieron en los pueblos de Mxico otras luchas, dolores y
violencias debido a la codicia del extranjero y a la necesidad de defenderse del indgena.
Este crey que sus dioses lo abandonaban ante el dominio de los nuevos seores llegados a
su tierra. Se produjo un gigantesco reacomodo de fuerzas sociales. Las culturas de estos
pueblos entraron en una etapa de colonizacin que en algunos casos lleg hasta el
exterminio.


6. Con el tiempo Mxico se fue formando como pueblo de cultura mestiza, hecha
principalmente de races indgenas y espaolas. En ciertos casos tambin de otras races
europeas y de algunas africanas.

Por eso no puede hablarse de una sola cultura nacional. Existe ciertamente una cultura
mestiza mayoritaria, pero al lado de ella encontramos todava grupos indgenas con cultura
propia, que no han sido plenamente valorados ni respetados, ni integrados, permaneciendo
hoy como extranjeros en su propia tierra. La cultura mestiza del pueblo mexicano convive
tambin hoy con las culturas de los pueblos indgenas, con las que se dan en ambientes y
grupos especiales (campesinos, obreros, marginados, jvenes, etc.) y con las culturas que
encontramos en las distintas regiones del pas (norte, centro, sur, costa, sierra, altiplano).

7. La Cultura mexicana ha sufrido grandes transformaciones a lo largo de su historia para
llegar a ser lo que actualmente es: Antigua y moderna, permanente y cambiante, una y
diversa.

Sealamos algunas de ellas:

- El lento proceso de mestizaje en los primeros aos de lucha y durante los 300 aos
que dur la Colonia.
- Las guerras de independencia que dieron lugar al nacimiento de una nueva nacin.
- Los primeros pasos para vivir como pas independiente.
- Las influencias del liberalismo contrario a la Iglesia, que se reflejaron en las Leyes
de la Reforma.
- La dictadura de Porfirio Daz.
- La revolucin de principios de este siglo que da comienzo a una nueva etapa en la
vida de Mxico.
- La persecucin religiosa que puso en conflicto al Estado con la Iglesia.
- La entrada en la etapa de una vida Republicana en que poco a poco el gobierno pasa
de los militares a los ciudadanos civiles.
- El predominio de un partido nico de estado que ha marcado por ms de medio
siglo la cultura del pueblo mexicano.

8. Mxico participa hoy de la cultura llamada moderna, que se concentra principalmente
en las grandes ciudades y avanza en muchos ambientes tradicionales de la vida social.

Dicha cultura se presenta como el dominio del hombre sobre la naturaleza a travs de la
ciencia y de la tecnologa, que cambian las relaciones sociales y an los principios morales.

Para esta cultura el progreso humano consiste en el bienestar material que se propone como
la nica forma de realizacin del hombre y de la sociedad. La cultura moderna influye en el
comportamiento de los sectores ms dinmicos de la sociedad (jvenes, intelectuales, etc.),
pero abarca de alguna manera a todos los mexicanos.


9. Finalmente no hay que olvidar que el Mxico de nuestros das es un pas que est en
contacto permanente con las culturas de otras naciones. Recibe influencias de todas clases
que no siempre lo ayudan a conservar sus propios valores culturales. Unas veces por la
ciencia y la tcnica, otras por los medios de comunicacin y frecuentemente por la presin
de pases econmicamente poderosos, Mxico va sufriendo la transformacin de sus
culturas.

Se siente la necesidad de conocer y fortalecer la cultura de los mexicanos, para dialogar con
las culturas de las dems naciones, pero valorando profundamente la propia manera de ser y
de expresarse como pueblo.

II. La Buena Nueva viene al encentro de los mexicanos

10. La historia de Mxico es el constante caminar de un pueblo que ha recogido una rica
experiencia a lo largo de los siglos. Es semejante a una apretada madeja de hechos que
reflejan sus aspiraciones, sus luchas y sus proyectos como una Nacin que la hace diferente
a cualquier otro pueblo de la Tierra.

11. Al llegar la Buena Nueva a estas tierras con su mensaje de esperanza, de respeto y de
dignidad para los pueblos de Mxico, los indgenas no asimilaban al principio ciertos
aspectos del Evangelio, pero la presencia de los primeros evangelizadores despert en ellos
una sincera apertura al mensaje salvador.

Eso favoreci que un gran nmero de nativos se convirtiera al cristianismo, movidos por la
gracia de Dios y la fuerza persuasiva de la Buena Nueva. As el Evangelio penetr en la
vida de los pueblos de Mxico.

La primera evangelizacin estuvo dirigida ante todo a los indgenas que en algunos
lugares tenan una cultura notablemente desarrollada (3).

12. La historia de Mxico fue desde entonces la de un pueblo que busc, por una parte, sus
caminos para formarse como Nacin, y por la otra, sus formas propias para manifestarse
como pueblo creyente. La vida de la Patria y la vida de la Iglesia han recorrido juntas los
grandes momentos que le dieron a Mxico su conciencia de pueblo con una historia
marcada por la fe.

Recorrer nuestra historia en sus distintas etapas es comprobar la presencia continua de la fe
en el camino histrico del pueblo mexicano.

13. El arraigo de la fe en nuestro pueblo tuvo notables aciertos al mismo tiempo que
grandes carencias. Unos y otras forman parte de la obra evangelizadora de la Iglesia y
siguen siendo una herencia histrica para nosotros.

Entre los aciertos cabe sealar la defensa de la dignidad de los nativos, la promocin de las
artes y de la organizacin, la educacin en todas sus formas y la progresiva formacin de
comunidades cristianas, cimentada en los valores del Evangelio.


Entre las limitaciones hay que recordar que la Evangelizacin se interrumpi bruscamente,
dejando de promover la fe de los nativos dentro de su cultura y mantenindolos en el
olvido. El Evangelio no lleg a todos los mexicanos con la profundidad debida, generando
a menudo un cristianismo superficial. La Evangelizacin se entendi como
sacramentalizacin. La Iglesia decay en su primer impulso misionero.

14. En nuestros das sorprende an la poca fuerza con que la Evangelizacin llega a las
multitudes de las grandes ciudades y grupos especiales de poblacin como los jvenes, los
maestros, los obreros, los intelectuales, los artistas, los polticos, etc.

III. Nuestra Madre Mara de Guadalupe

15. Con el Evangelio recin llegado una gran seal se dej ver en nuestro pueblo. La
Madre del Dios por quien se vive (4) quiso sellar con su presencia una alianza y una
pedagoga evangelizadora.

El Mxico indgena y pobre, el indio humillado e indefenso fue levantado de su postracin.
Fue el encargado de la gran promesa. El escogido como seal Mesinica del Reino: Los
pobres son evangelizados (5).

En el acontecimiento de Guadalupe todos los mexicanos descubrimos nuestra vocacin a la
fraternidad. Su mensaje, recibido por el humilde Juan Diego, nos llama a quitar todas las
barreras que nos dividen. Su mensaje es una proclamacin gozosa del amor universal de
Dios por todos los hombres, nuestros hermanos (6).

16. De Mara de Guadalupe Mxico fue aprendiendo lentamente su vocacin a la fe. En
Ella descubri el rostro maternal del Evangelio que es el rostro de la misericordia (7).
Comenz un camino a travs del cual fue asimilando los nuevos valores del Reino de Dios,
comprendiendo a la vez que mucho de la herencia de sus antepasados era una fuerza
espiritual que deba conservarse para seguir construyendo su historia. Igualmente entendi
que el Evangelio peda otras formas de vida, y por tanto, haba que dejar antiguas
costumbres opuestas a la Revelacin del Dios de Jesucristo.

El pueblo mexicano ha hecho suyo el mensaje de Mara de Guadalupe, por eso se
comprende que vea en la imagen del Tepeyac un signo de su unidad nacional, una fuente de
espiritualidad mariana y un elemento vital de su fe.

IV. Somos un pueblo muy religioso

17. La mayora del pueblo mexicano tiene un gran sentido para las cosas sagradas y sabe
dar un lugar especial a todo lo que se relaciona con Dios. Su aficin por las imgenes, las
devociones, las bendiciones, los santuarios, las peregrinaciones, los sacramentos y muchos
otros signos sagrados nos hablan del sitio privilegiado que tiene lo religioso en su vida (8).

18. La religiosidad popular de los mexicanos abarca: Sus ms profundas creencias y
actitudes religiosas, las motivaciones que generan comportamientos, los valores que le dan

sentido a su vida, las diversas expresiones con las cuales vive su relacin con Dios, los
signos y los smbolos que son los medios para expresar su religiosidad (9).

19. Muchas son las causas que explican el arraigo, la fuerza y an los defectos de nuestra
religiosidad. La religiosidad del mexicano es el resultado histrico de dos pueblos muy
religiosos que se unieron para formar un pueblo nuevo. Por un lado, las poblaciones
indgenas que ponan lo religioso en el centro de casi todas las manifestaciones de su vida
como el trabajo, la guerra, la fiesta, la familia, la vida, la muerte, etc. Por el otro, la
poblacin espaola que haca de su religiosidad la razn principal de sus comportamientos
incluidos hasta los menos evanglicos, como los excesos de la Inquisicin o el dominio y la
destruccin de otros pueblos en nombre de la religin entendida al estilo de su tiempo.

20. Es un hecho que la religiosidad actual de nuestro pueblo tiene grandes valores muy
unidos al Evangelio, por medio de los cuales el pueblo se evangeliza continuamente a s
mismo, pero tambin hay que reconocer que en ella hay muchos elementos que desfiguran
la fe quitndole su autntica fuerza de liberacin cristiana (10).

De all que la religiosidad popular siga siendo como una gran pregunta que no ha sido
suficientemente respondida por la Iglesia, as como un gran reto que exige por lo menos un
permanente discernimiento pastoral de parte de todos.

V. Nuestra sociedad en cambio

21. La historia del pas es la historia de sus cambios continuos. Hoy, sin embargo, son tan
intensos, profundos y frecuentes que sacuden los cimientos y ponen en crisis los valores
que en otro tiempo dieron seguridad a la sociedad mexicana. A pesar de que Mxico es un
pas muy apegado a lo tradicional, especialmente en algunas regiones y grupos de
poblacin, hoy ha tenido que enfrentarse a cambios que surgen en casi todos los campos de
la vida: La familia, la poltica y la economa; la juventud, la escuela y el trabajo; las
relaciones sociales, el descanso, la comunicacin y la religin. Por lo dems, todo ello es un
reflejo de lo que ocurre en nuestro mundo (11).

22. Son muy variados los comportamientos y las actitudes del pueblo mexicano ante la
realidad de los cambios: Por un lado hay un pueblo lleno de sabidura que valora sus
capacidades, asume con fortaleza los desafos, y se siente con iniciativa para responder al
momento de transformaciones que le ha tocado vivir en la historia presente del pas.

Por el otro, muchos no saben qu hacer o piensan que nada se puede hacer, o consideran
que las cosas as tienen que ser. Algunos pretenden olvidarse de lo que est pasando
refugindose en la droga, el alcohol, el dinero fcil o el placer. Hay quien piensa que Dios o
el gobierno remediarn las cosas. Algunos, en fin, creern que la situacin no es tan grave y
que pronto pasar, o por el contrario, que vamos hacia una total descomposicin de nuestra
sociedad.

23. Nuestros Obispos mexicanos, as como muchos otros grupos de la sociedad, nos han
llamado continuamente la atencin acerca de los hechos que estn cambiando la situacin
de Mxico en los ltimos aos.

Sin querer hacer un anlisis completo, es oportuno sealar algunos hechos ms
sobresalientes, que en nuestro caso asumimos como verdaderos desafos para la fe:

- La violacin frecuente de los derechos humanos y la dignidad de la persona.
- El sentido moral que afecta a los ambientes de la vida social.
- El despertar poltico y los reclamos de una participacin ms democrtica en un
sistema poltico ms abierto.
- La defensa de los derechos de la mujer, de los grupos indgenas y de otros grupos
marginados.
- El avance de los nuevos grupos religiosos (sectas) que con fines polticos y
econmicos a menudo destruyen nuestra cultura y nuestra fe.
- El crecimiento de la poblacin como resultado de una falta de educacin en la
paternidad responsable.
- La brecha creciente entre ricos y pobres, unida a un proyecto de Nacin en que se
favorece an ms a los primeros y se empobrece a los segundos.
- La gran movilidad de poblacin por razones polticas (refugiados), de trabajo
(emigrantes) o de descanso (turismo) con todos los problemas que esto acarrea.
- La decadencia de los valores de la cultura y de la fe, unida a la prdida progresiva
de la conciencia moral.
- Los medios de comunicacin social con su influencia positiva y negativa en el
comportamiento de las personas.
- La grave crisis que vive la familia, enfrentada hoy al divorcio, al aborto, a los
anticonceptivos, a la falta de educacin en el amor y la sexualidad.
- Los comportamientos basados en el dinero, la ganancia excesiva, el consumismo y
el placer sin lmite.
- La urgencia de una educacin que tenga como centro a la persona integral y no solo
su instruccin o su capacitacin para sobresalir en la sociedad.
- La preocupacin por impulsar la cultura de la vida ante la cultura de la muerte, as
como la defensa y la conservacin del medio ambiente, ante los graves daos
ecolgicos que se observan por todas partes (12).

24. Nuestros obispos frecuentemente nos ofrecen estos anlisis acompandolos de sus
causas y de sus efectos, de los retos que nos plantean y de las actitudes y compromisos que
los cristianos necesitamos asumir en nombre de la fe.

Su intencin es que nazca en todos una conciencia ms clara y ms crtica, inspirada en una
fe que brota del Evangelio.










CAPTULO SEGUNDO

LA IGLESIA SACRAMENTO DEL REINO DE DIOS EN MXICO

Destacamos en esta segunda parte el hecho de que Mxico ha llegado a ser pueblo de Dios
gracias al anuncio del Evangelio que ha acogido. La Iglesia de Jess, presente en nuestro
pueblo, se ha constituido en signo del Reino de Dios, sintindose llamada a proclamar la
Buena Nueva como tarea central de su vida. La Evangelizacin, la Iglesia y el Reino de
Dios son corrientes profundas que nutren sin cesar a la catequesis, para darle el rostro
nuevo que necesita en el pas.

I. Jess convoca a los mexicanos para formar la comunidad cristiana

25. Antes de su encuentro con la Buena Nueva reconocemos ciertamente que Dios ya
estaba presente por las semillas del Verbo en las poblaciones prehispnicas, en su historia
y en su cultura. Realizaba misteriosamente su proyecto como respuesta a la aspiracin
profunda de los pueblos: Formar una familia de hijos y de hermanos. En palabras del
Concilio sabemos que El Verbo de Dios, antes de hacerse carne para salvarlo todo y
recapitular todo en l, estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina a todo hombre
(1). Igualmente creemos que las culturas de los pueblos slo se iluminan plenamente con la
luz d la Revelacin manifestada en Jesucristo (2).

26. Desde hace cinco siglos Mxico comenz su camino como pueblo de Dios dejando
penetrar en su vida la Buena Nueva de Salvacin. Por su acogida a ella ha ido expresando
entre luces y sombras, su vocacin a la fe. Ha respondido y ha aceptado reunirse en el
nombre de Jess para formar la comunidad que encarna visiblemente el Reino de Dios,
buscndolo, construyndolo, vivindolo (3). En su historia tuvo la experiencia de que Jess
realizaba el proyecto del Padre con su gracia, con su Espritu y con su Palabra,
acompandolo en sus luchas, en sus sufrimientos y en sus alegras.

27. La realidad central de la Buena Nueva proclamada a los mexicanos de antes y de ahora
es el Reino de Dios, que se nos revela como la presencia permanente y transformadora de
Dios en el mundo, en la historia y en el corazn del hombre. En la predicacin de Jess el
Reino es tan importante que todo lo dems se convierte en secundario y es dado por
aadidura (4). Slo el Reino es absoluto y todo lo dems es relativo (5).

El Reino anunciado y revelado ciertamente es interior y personal, por eso exige la fe y la
conversin del corazn (6). Pero al mismo tiempo es fuerza que libera de opresiones
sociales, histricas y estructurales.

Hay unas exigencias y unas condiciones para reconocerlo, para entrar en l y para
construirlo (7).

El Reino de Dios es inseparable de Cristo y de la Iglesia. Por una parte concentra toda su
fuerza transformadora en Jesucristo el Ungido por el Espritu de Dios, y por la otra se
refleja en la Iglesia su servidora, como en una seal visible para todos.


Est destinado a los hombres de toda raza, lengua o cultura (8).

Entre los pobres hay una disposicin especial para acogerlo, por eso ellos son como un
signo de su autenticidad en medio de nosotros (9).

El Reino de Dios se va viviendo desde ahora, da tras da, hasta llegar a su completa
realizacin en los cielos nuevos y en la tierra nueva (10).

28. En el momento que vivimos, caracterizado por cambios profundos, Jess sigue creando
en Mxico una comunidad que quiere hacer visible y transparente el Reino de Dios en la
sociedad y en la historia. Se sigue encarnando en nuestra cultura mexicana, en nuestros
valores y en el ritmo de nuestro caminar. Jess adquiere el rostro de los mexicanos. Su
programa de vida es la comunin con l y con todos nuestros hermanos los hombres.

II. Vivamos para evangelizar

29. La Iglesia nace del Evangelio, crece con l y vive para l. La evangelizacin es la
fuente y el principio donde tiene su origen la comunidad cristiana. Es el acto creador de los
signos que la convierten en sacramento visible del Reino de Dios en la historia. Vayan y
proclamen la Buena Nueva, Ay de m si no Evangelizara (9), son palabras que la
comunidad cristiana lleva en sus entraas y de las cuales nunca se olvida. Ellas manifiestan
al mismo tiempo una necesidad y un mandato misionero, una vocacin y una tarea suprema
(12).

30. Si en la evangelizacin se concentra la vida entera de la Iglesia, entendemos por qu
todo lo que ella hace es una manifestacin de la evangelizacin, est a su servicio y solo
dentro de ella tiene su ms profundo significado; separar a la Iglesia de la Evangelizacin
sera quitarle su vocacin misionera en el mundo (13).

Aunque en algunas etapas de su historia no apareci tan clara esta verdad central, sin
embargo podemos estar ciertos de que nunca dej de ser la vocacin fundamental de la
Iglesia, que en sus pastores y en sus fieles ejerci distintos ministerios para llevar a cabo su
obra evangelizadora.

31. La historia de la Iglesia en Mxico es en gran medida la historia de su evangelizacin,
sobre todo en la etapa que hoy llamamos evangelizacin fundante y que abarca
aproximadamente el primer siglo. A pesar de las limitaciones, desaciertos o carencias que
pudo haber, lo que Puebla dice de Amrica Latina, tiene todo su valor para la obra
evangelizadora en Mxico:

La obra evangelizadora de la Iglesia en Amrica Latina es el resultado del unnime
esfuerzo misionero de todo el pueblo de Dios. Ah estn las incontables iniciativas de
caridad, asistencia, educacin y de modo ejemplar las originales sntesis de Evangelizacin
y promocin humana de las misiones franciscanas, agustinas, dominicas, jesuitas,
mercedarias y otras: El sacrificio y la generosidad evanglicas de muchos cristianos, entre
los que la mujer, con su abnegacin y oracin, tuvo un papel esencial; la inventiva en la
pedagoga de la fe, la vasta gama de recursos que conjugaban todas las artes, desde la

msica, el canto, la danza, hasta la arquitectura, la pintura y el teatro. Tal capacidad
pastoral est ligada a un momento de grande reflexin teolgica y a una dinmica
intelectual que impulsa universidades, escuelas, diccionarios, gramticas, catecismos en
diversas lenguas indgenas y los ms interesantes relatos histricos sobre los orgenes de
nuestros pueblos; la extraordinaria proliferacin de cofradas y hermandades de laicos que
llegan a ser alma y nervio de la vida religiosa de los creyentes y son remota pero fecunda
fuente de los actuales movimientos comunitarios en la Iglesia Latinoamericana (14).

III. Lo que entendemos por evangelizacin

32. Tenemos que aclarar muy bien lo que entendemos hoy por evangelizacin para
descubrir mejor el papel que ella tiene en la vida de la Iglesia.

No todos interpretamos de la misma manera. Para unos, la evangelizacin solo tiene que
ver con las cosas exclusivamente espirituales, solo debe buscar la conversin del corazn,
sin propiciar compromisos que transformen la realidad social que est en contra de los
planes de Dios. Hay tambin quienes la consideran como una actividad que solo debe
ocuparse de la promocin humana y social, descuidando los valores espirituales como la
oracin, los sacramentos o la gracia del Espritu. Hay finalmente quienes solo toman en
cuenta determinados aspectos, reducindola a una forma muy personal e incompleta de
interpretarla.

33. En los aos recientes, el Vaticano II, la Evangelii Nuntiandi, Medelln, Puebla y otros
muchos documentos del Magisterio de la Iglesia han colocado a la Evangelizacin en el
sitio que siempre debi tener en la comunidad cristiana.

Orientados por esas enseanzas, podemos reconocer hoy los elementos sustanciales que
determinan lo que debe ser una Evangelizacin integral.

- Ante todo es el testimonio concreto del amor universal del Padre manifestado en la
humanidad visible de Jesucristo, en su Persona, su enseanza, sus milagros, su vida
y proclamado por la Iglesia al impulso del Espritu como Buena Nueva de
liberacin (15).
- Esta Buena Nueva se concentra en el Reino, cuya seal y realizacin definitivas
estn en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, que ofrece la
salvacin a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia del Padre
(16).
- Esta salvacin de Jesucristo, acogida por la fe y por la conversin se realiza dentro
de la historia y de la cultura de cada hombre y de todos los pueblos, afecta la vida
entera en todas sus dimensiones, sus situaciones y sus acontecimientos, en todas sus
experiencias, sus valores y tareas humanas (17).
- El anuncio del Evangelio es ofrecido en primer trmino a los pobres, los preferidos
de Jess, que nos revelan las actitudes indispensables para acoger el don de Dios
(18).
- La Buena Nueva se proclama como fuerza que lo transforma todo, que crea al
hombre nuevo y a la nueva humanidad, liberndolos de todas las opresiones

espirituales, sociales, estructurales e histricas, que deforman la imagen de Dios en
las personas y se oponen a su plan (19).
- Por esa Buena Nueva que se acoge, se renen los discpulos de Jess, forman la
comunidad de aquellos que lo siguen, dando testimonio de su fe, celebrando los
sacramentos y comprometindose para llevar a cabo el proyecto de Jess: Que todos
sean hijos de Dios y hermanos entre s (20).
- La Buena Nueva de Jess colma las ms profundas aspiraciones de los hombres,
dando un sentido nuevo a la vida, transformando la historia y aguardando el
cumplimiento definitivo de las promesas futuras (21).
- El Espritu de Jess asegura la eficacia y la autenticidad de la Evangelizacin. l es
su precursor, su acompaante y su continuador (22).

34. La comunidad cristiana es as la realizacin de la Buena Nueva. Por eso se propone a s
misma como sacramento del proyecto de Dios. Por eso dedica su vida entera a proclamar la
Palabra liberadora (profeca), a celebrar las maravillas de Dios (liturgia), a construir la
unidad fraterna (comunin) y a entregarse a todo hombre sirvindolo a la manera de Jess
(servicio) (23).


CAPTULO TERCERO

LOS ELEMENTOS VITALES DE LA CATEQUESIS EN MXICO

Recogemos los elementos ms sobresalientes que configuran la identidad del ministerio de
la catequesis. Qu es la catequesis? Es la pregunta de fondo que la Iglesia se viene
respondiendo desde que comenz su quehacer misionero en la historia. Respuestas
antiguas y respuestas nuevas hacen la riqueza de la catequesis, que busca expresar cada
da mejor sus fundamentos, sus tareas y sus objetivos, a fin de mantenerse fiel a s misma
en cada etapa de su historia.

I. La Catequesis en el pueblo de Dios

La catequesis est unida ntimamente a la vida del pueblo de Dios. Desde los comienzos de
la Iglesia ocup un lugar especial y apareci pronto como tarea indispensable para el
crecimiento y la madurez de la comunidad cristiana. La comunidad haca la catequesis,
pero la catequesis tambin creaba continuamente a la comunidad. No podan vivir la una
sin la otra. La catequesis es una experiencia tan antigua como la misma Iglesia (1).

36. Muchas fueron las formas como la catequesis se expres en la comunidad cristiana.
Diversos fueron tambin los fines concretos que pretenda alcanzar, debido a las
circunstancias del momento histrico, a la manera como la Iglesia entenda su vocacin
misionera en el mundo, o simplemente por el desgaste natural que acompaa a las
instituciones formadas por hombres.

37. A modo de ejemplo podemos recordar:


- La catequesis realizada por los apstoles y por los primeros cristianos cercanos a
ellos (siglo I). Catequesis misionera, muy unida a la evangelizacin, fundada en la
Escritura y entendida como iniciacin a la fe y a la vida de la comunidad.
- La catequesis del catecumenado cristiano (siglos II IV) que segua conservando
toda la fuerza de la Iglesia de los apstoles, con una slida organizacin comunitaria
y un largo camino de 3 aos como preparacin de los adultos a los sacramentos de
la fe. Su gran preocupacin era hacer de cada comunidad un verdadero signo del
Reino en un mundo no cristiano.
- La catequesis de la cristiandad (siglos V XV), es decir, del momento en que el
cristianismo se adopta como religin de la mayora. La catequesis no era ya
formacin para la entrada libre a la comunidad, pues se supona que toda la
sociedad era cristiana. La catequesis pierde mucho de su anterior fuerza y ya no
tuvo un papel tan importante en la vida de la comunidad.
- La catequesis nacida del Concilio de Trento (siglo XVI) como respuesta a una
situacin de crisis y desorientacin, especialmente en la moral y en la doctrina. Los
cristianos se dividen a causa de los reformadores protestantes que contradecan
muchas verdades de la fe. La catequesis, entonces, se entiende como una instruccin
en las verdades que hay que creer para seguir siendo miembros de la Iglesia. Esta
catequesis ha tenido y sigue teniendo una gran influencia en nuestros das.
- La catequesis de los principios de la Evangelizacin de Mxico que consista en la
instruccin elemental y resumida de la doctrina cristiana para recibir los
sacramentos y entrar a la Iglesia, o que se imparta como catequesis de
perseverancia a quienes haban sido admitidos a los sacramentos y necesitaban de
una formacin ms amplia.

38. En el presente siglo muchos y variados acontecimientos trajeron a la Iglesia y a la
catequesis un aliento de renovacin. Dentro de ella surgi un mayor aprecio y un estudio
ms profundo de la Palabra de Dios. Se conoci mejor la historia de la fe y de la tradicin.
Se comenz a pensar en el mensaje cristiano y en la Iglesia ms de acuerdo con la
Revelacin de Dios. A esto se le dio el nombre de regreso a las fuentes de la fe. En todas
partes hubo cristianos que con su sabidura, su ciencia y su santidad le abrieron a la Iglesia
y al Evangelio caminos nuevos.

39. Por otra parte, aparecieron en el mundo situaciones nuevas que llevaron a la Iglesia a
revisar sus mtodos de predicar el Evangelio. La independencia de muchos pueblos hasta
entonces dominados por potencias extranjeras, el avance de las ciencias humanas y de la
tecnologa, los medios masivos de comunicacin, las ideologas que lucharon por repartirse
el mundo, la lucha por la defensa de los derechos humanos, los cambios rpidos en la
sociedad, fueron hechos que transformaron los valores y dieron comienzo a la
descristianizacin de pueblos tradicionalmente cristianos.

40. El Concilio Vaticano II puso en marcha un gigantesco movimiento de renovacin:
Convoc a los cristianos a profundizar su fe y a vivirla, acogi las aspiraciones de la
humanidad y coloc a la Iglesia como humilde servidora que dialogaba con un mundo
cambiante en nombre del Evangelio.

II. La catequesis en la Iglesia de Mxico

41. La primera evangelizacin de Mxico estuvo necesariamente acompaada de una
primera catequesis. A la predicacin del Evangelio para implantar la Iglesia, tena que
seguir una catequesis que desarrollara la fe y fortaleciera la comunidad cristiana en los
pueblos indgenas.

42. Los misioneros que formaban parte de una empresa conquistadora, militar y poltica,
tuvieron ciertamente grandes dificultades para realizar su labor especficamente misionera.
A muchos no les resultaba fcil distinguir entre conquista, colonizacin y evangelizacin.
Su manera de pensar era la de un pueblo espaol acostumbrado a una Iglesia de cristiandad.
El rey era visto como enviado de Dios para defender la fe con la fuerza de las armas.
Muchos problemas nuevos se les plantearon en su trabajo misionero. Se preguntaban, por
ejemplo, si los indgenas tendran uso de razn. Si haba que destruir culturas consideradas
obra del maligno y por tanto contrarias a la fe. Si los nativos tendran algn derecho o
simplemente haban nacido para ser sbditos del Papa y de su majestad el Rey. Por lo
dems, haba qu contar con las enormes extensiones geogrficas, los climas, las lenguas
nuevas y otras dificultades semejantes.

43. Los primeros evangelizadores de Mxico necesitaban entender la manera de ser de los
pueblos indgenas. Tenan que aprender sus lenguas y conocer sus costumbres. Deban
actuar con gran sabidura para despertar la conversin entre ellos y guiarlos a abandonar sus
antiguas costumbres. Era necesario fundar comunidades cristianas sobre cimientos nuevos,
con personas distintas y en situaciones desconocidas. Deban organizar una Iglesia sin
copiar exactamente el modelo que traan de Espaa.

44. La cristianizacin de los pueblos de Mxico, con mucha frecuencia se llev a cabo por
medio de la administracin de sacramentos a multitudes o grupos que apenas tenan los
rudimentos de la fe. Era ms fuerte, en muchos casos, la preocupacin por aumentar el
nmero de cristianos, que por prepararlos adecuadamente para su entrada a la Iglesia (2).

45. Cuando la Iglesia ech races se fue formando al mismo tiempo una rica experiencia
catequtica, por medio de la cual se afianz en muchos sitios la primera evangelizacin.
Nacieron as muchas actividades catequsticas notables como el clebre catecismo
pictogrfico de Fray Pedro de Gante, para ensear la fe en imgenes indgenas; los
catequistas bilinges o los doctrineros que impartan la catequesis en su comunidad o
iban de pueblo en pueblo; las escuelas para la catequesis como la de Tlaltelolco o los
Colegios hospitales de Don Vasco de Quiroga, donde la enseanza catequstica ocupaba
un sitio especial dentro de una promocin integral de la persona.

46. En el perodo de la Colonia, que abarc unos 300 aos, la mayora de la poblacin fue
bautizada, los indgenas estaban pacificados, y la Iglesia se implant como una realidad que
abarcaba la vida entera de las personas y de los pueblos. Fue el tiempo en el cual la
evangelizacin perdi mucho de su primera fuerza misionera. No haba que salir a predicar
el Evangelio, todo estaba envuelto en lo religioso y lo sagrado, la familia, la escuela, la
sociedad. La fe se transmita por medio de la tradicin, la costumbre y el ambiente.

47. La catequesis entonces se reforz como una simple instruccin en las verdades
fundamentales de la fe, cosa que ya vena haciendo desde los principios de la

evangelizacin. Finalmente el Concilio de Trento (1545 1563) a travs de su catecismo
influy decisivamente en la catequesis resaltando su aspecto doctrinal.

III. La catequesis mexicana de nuestros das

48. Durante siglos la catequesis de Mxico ha seguido una lnea marcadamente doctrinal.
Aprender de memoria las verdades durante la niez para recibir los sacramentos, ha sido
por mucho tiempo su preocupacin central. La catequesis convertida en catecismo y los
catequistas en maestros que instruyen dejaron una marca profunda en la vida cristiana de
varias generaciones.

49. La catequesis mexicana, sin embargo, tambin recibi los vientos renovadores que
recorrieron la Iglesia en el presente siglo. Comenz por descubrir la Sagrada Escritura, por
renovar los mtodos y el contenido del mensaje cristiano. Se interes por conocer mejor la
situacin de los catequizandos. Cay en la cuenta que Dios tiene su pedagoga, es decir, una
manera nica para educar en la fe.

Tom conciencia de que no podra haber catequesis nueva sin catequistas mejor formados.
Se puso a observar el mundo y la historia antigua y reciente y a buscar nuevos lenguajes
para comunicar la fe. La catequesis escuch atentamente las enseanzas del Magisterio de
los Pastores. Se dedic a estudiar las ciencias que ayudan a conocer ms ampliamente al
hombre y su realidad. Se puso en camino de renovacin.

50. Poco despus de la persecucin religiosa (1927 1930) hay un fuerte movimiento
catequstico impulsado por la Accin Catlica Mexicana, que funda la Obra Nacional de
Instruccin Religiosa (ONIR). Las 10 Jornadas Catequsticas Nacionales han sido un
camino del movimiento renovador de la catequesis desde el ao 1937.

51. Si vemos hoy el panorama catequstico de Mxico, encontramos varias corrientes que
deberan completarse en una catequesis integral, pero que a veces parece que se oponen.

- Una catequesis doctrinal, que insiste sobre todo en la transmisin exacta de las
verdades cristianas que hay que creer y aprender.
- Una catequesis vivencial, que parte de la vida de las personas para iluminarla con la
Palabra de Dios, descubrirlo en ella y comprometerse con el Seor.
- Una catequesis bblica, que tiene como centro la Sagrada Escritura, presentada
como historia de salvacin y Buena Nueva que transforma, convierte y
compromete.
- Una catequesis liberadora, que arranca de la situacin de opresin y de injusticia
para confrontarla con la Palabra de Dios y de la Iglesia, denunciando el pecado
social y revelando el Reino de Dios que hay que construir.

52. Dentro de estas corrientes se dan tambin en el pas diversos estilos de hacer catequesis:

- Catequesis formal: La que normalmente se hace dentro de la parroquia, en la
escuela y en los grupos organizados de la Iglesia. Se hace en forma ordenada,

sistemtica y progresiva, a travs de una organizacin estable que abarca
programas, textos, mtodos, catequistas, horarios.
- Catequesis informal: La que se hace principalmente en la familia cristiana y en la
religiosidad del pueblo. Es una catequesis espontnea realizada por medio de signos
sencillos, gestos, actitudes y relaciones que transmiten valores, vivencias,
comportamientos religiosos. Es una catequesis que va creando la conciencia de
pertenecer a una comunidad de fe.
- Catequesis ocasional: Esta catequesis se hace a partir de situaciones o
acontecimientos de la vida. Se les mira como realidades que encierran mensajes de
Dios y se les interpreta a la luz de la fe y de la Palabra para dar la respuesta que en
ese momento el Seor espera del creyente.

53. La catequesis mexicana se presenta muy desigual en las distintas regiones, dicesis y
parroquias del pas. En varios lugares an no hay conciencia clara de toda su riqueza ni de
sus tareas propias en la comunidad. Todava es vista con mentalidades que la deforman. Sin
embargo, la catequesis est en vas de cambio. Est avanzando hacia una idea ms completa
e integral de s misma. Se ha vuelto ms creativa. Ha fundado centros para formar mejor a
los catequistas. Est ms organizada y ha producido abundantes materiales para la
educacin de la fe.

IV. Los fundamentos de la catequesis

1. La catequesis actualiza la Revelacin de Dios

54. Ante todo la catequesis mira a la Revelacin Divina como el acto por el cual el Seor se
manifiesta a s mismo, entregndose progresivamente a los hombres que viven una historia
donde los llama a caminar con l; por medio de hechos, de palabras y de personas va
manifestando su plan de salvacin, estableciendo con su pueblo una alianza que culmina en
la humanidad visible de Jesucristo muerto y resucitado (3).

55. En la Revelacin, la catequesis descubre que Dios inicia un orden nuevo de relaciones
con el mundo, con la historia, con las personas y con l mismo. Solo all puede encontrar el
punto de vista de Dios sobre todas las realidades centrales de la fe: Quin es l, qu piensa
del hombre, cmo lo va educando en su fe, cules son los caminos de la liberacin de toda
clase de esclavitudes y de dolos, qu actitudes se requieren para el encuentro con l, en
qu valores hay que cimentar la vida

La catequesis hace suyo el proyecto de Dios y lo propone a los creyentes con toda claridad
para que ellos lo asuman como criterio fundamental de su vida. Por eso, cuando la
catequesis se practica, actualiza en cada poca y en toda circunstancia la nica y definitiva
Revelacin de Dios.

2. La catequesis nace de la Palabra de Dios

56. La Revelacin Divina que se realiza con obras y palabras ntimamente unidas en la
historia, tiene su plenitud en Jesucristo, Palabra del Padre, hecha carne y Evangelio de Dios
para el mundo (4).

Recogiendo las enseanzas del Concilio Vaticano II, es preciso meditar continuamente en
la estrecha relacin que hay entre la Revelacin, la Palabra de Dios, la Tradicin
Apostlica, la Sagrada Escritura como obra del Espritu, el oficio que tienen los Obispos de
interpretar autnticamente la Palabra de Dios como un servicio a la Iglesia.

Dios quiso que lo que haba revelado para salvacin de todos los pueblos se conservara
por siempre ntegro y fuera transmitido a todas las edades. Por eso Cristo nuestro Seor,
plenitud de la revelacin (ver 2 Cor 1, 20. 3, 16. 4, 6), mand a los Apstoles predicar a
todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de
conducta, comunicndoles as los bienes divinos: El Evangelio prometido por los profetas,
que l mismo cumpli y promulg con su boca. Este mandato se cumpli fielmente, pues
los Apstoles, con su predicacin, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra
lo que haban aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espritu Santo les
ense; adems, los mismos Apstoles y otros de su generacin pusieron por escrito el
mensaje de salvacin inspirados por el Espritu Santo.

Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los Apstoles
nombraron como sucesores a los obispos, dejndoles su cargo en el magisterio. Esta
Tradicin, con la Escritura de ambos testamentos, son el espejo en que la Iglesia peregrina
contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta el da en que llegue a verlo cara a cara,
como l es (ver Jn 3, 2) (5).

57. La Sagrada Escritura nacida de la Tradicin Apostlica y unida a ella es para la Iglesia
el documento sustancial de su fe. Es su norma suprema (6). Ella contiene y nos ofrece la
Revelacin, puesta por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo (7). Escrita de una vez
para siempre nos transmite inmutablemente la Palabra del mismo Dios (8), nos entrega la
ciencia suprema de Jesucristo (9); hace resonar la voz del Espritu en las palabras de los
apstoles y de los profetas y el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos para
conversar con ellos; por eso la Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura como lo ha
hecho con el Cuerpo de Cristo (10).

De este modo comprendemos por qu la Sagrada Escritura como Palabra de Dios, ocupa un
lugar central e insustituible en la vida de la Iglesia, que est como suspendida de ella; la
escucha sin descanso; se alimenta de ella y crece por ella; la proclama y la celebra; la
profundiza con el estudio y la oracin, la interpreta bajo la gua de los Obispos, la encarna
en el testimonio de su vida; la mira siempre con ojos de humilde servidora (11). La Iglesia,
por eso, es el pueblo de la Palabra.

58. Todo el ministerio pastoral de la Iglesia, ha de tener como sustento la palabra de la
Escritura (12).

Tenemos la conviccin de que la catequesis, por ser parte indispensable del Ministerio de la
Palabra, encuentra su raz ms profunda en la Escritura. Por eso quienes realizan la
catequesis han de vivir en contacto permanente con el libro sagrado, si no quieren volverse
predicadores vacos (13).


59. Entre la Escritura y la Catequesis hay una corriente vital y unas relaciones por las
cuales viven profundamente unidas.

- En la finalidad que persiguen: La revelacin bblica tiene como finalidad
mostrarnos el acto vivo de Dios que se comunica incesantemente a los hombres, les
aclara su vida y los invita a entregarse a l en la fe. Esta es tambin la finalidad de
la catequesis.
- En el mensaje que entregan: El mensaje que nos ofrece la Sagrada Escritura es la
historia de nuestra salvacin, el Designio Misterioso de Dios que se nos dio a
conocer plenamente en Jesucristo, Muerto y Resucitado, Ungido del Espritu y
Cabeza de un pueblo llamado a vivir en comunin de hijos y de hermanos (14). Este
es el mensaje que ofrece tambin la catequesis.
- En la pedagoga que practican: La Escritura es pedagoga de Dios que educa
lentamente a su pueblo para llevarlo a la madurez de su fe. Esta pedagoga se nos
revela plenamente en Jesucristo y es la misma que los apstoles emplean con las
primeras comunidades cristianas. Para la catequesis no hay otra pedagoga que la
pedagoga divina que nos entrega la Palabra Bblica.

3. La catequesis es una forma de evangelizar

60. La vida entera de la Iglesia est orientada al anuncio gozoso de la Buena Nueva del
Reino de Dios. Nacida de la Palabra evangelizadora de Jess y enviada al mundo, sabe que
ha de comenzar por evangelizarse a s misma como depositaria de esa Buena Nueva que
debe anunciar a todos (15).

61. La Iglesia de Jess es la Iglesia que, al igual que l existe para evangelizar, a travs de
todas las manifestaciones de su vida y por todos los medios a su alcance.

Nada de lo que ella hace est al margen de su tarea evangelizadora, ya que la dicha y
vocacin propia de la Iglesia, su identidad ms profunda es evangelizar.

Es importante resaltar que la Evangelizacin es el Ministerio fundamental y el principio
integrador de todo lo que la Iglesia realiza en nombre de su misin. La predicacin en todas
sus formas, la celebracin de los sacramentos, el testimonio cristiano, la educacin, la
promocin humana, la oracin, etc. Adquieren su significacin ms plena y edifican la
Iglesia cuando sirven a la evangelizacin (16).

62. Por eso la catequesis solo puede entenderse dentro de una comunidad cuya nica tarea
es la de evangelizar. Su lugar propio est dentro de la evangelizacin. Se pone a su servicio
como uno de sus ministerios ms cercanos. Ciertamente la catequesis tiene su estilo propio,
sus tiempos y lugares, su pedagoga y sus mtodos, pero siempre para servir a la obra
evangelizadora de la Iglesia. La catequesis solo puede ser un ministerio evangelizador. Es
una forma de evangelizar (17).

4. La catequesis ministerio de la comunidad y para la comunidad


63. Sabemos especialmente por el Nuevo Testamento y por la historia de la fe, que la vida
de la Iglesia, su crecimiento y su fecundidad han dependido siempre de su capacidad para el
servicio como respuesta al mandato misionero de Jess: Vayan por el mundo predicando
el Evangelio para formar discpulos (18).

La presencia del Espritu Santo ilumin desde un principio a la comunidad cristiana que
cre formas variadas para vivir su vocacin universal al servicio. Estas formas variadas de
servir, que nosotros llamamos ministerios hicieron comprender a la comunidad que era la
nica forma de edificarse a s misma y as ser signo creble del Reino de Dios en el mundo.

Ministerios para la proclamacin de la Palabra y para el crecimiento de la vida fraterna,
para la oracin y la celebracin de los sacramentos, para el ejercicio de la autoridad y para
la conduccin del Pueblo de Dios, para la transformacin del mundo y de la historia.
Ministerios de los pastores y de los laicos. Ministerios distribuidos en la comunidad entera
segn el Espritu concede a cada uno (19).

64. La catequesis pronto sobresali entre los ministerios de la Iglesia. Era el paso normal
que segua al primer anuncio de la Buena Nueva para la conversin. Los cristianos deban
comprender y aceptar las consecuencias que se desprendan de esa conversin, necesitaban
ajustar sus vidas al Evangelio, aprender a seguir a Jesucristo, a celebrar la Eucarista como
hermanos y a vivir en el mundo como testigos del Seor Jess (20).

El ministerio de la catequesis fue muy estimado y reconocido desde el principio en la
Iglesia, segn nos lo dicen los Hechos de los Apstoles y las cartas que ellos mismos
dirigan a las primeras comunidades cristianas (21).

65. Entre nosotros la catequesis ha sido considerada de esta manera y as se ha querido
practicar, aunque con muchas dificultades y carencias. Durante 5 siglos ha intentado formar
comunidades vivas, que tuvieran a Jesucristo en el centro de su fe. Ha querido educar a
nuestro pueblo en los valores del Evangelio para unirlos a los valores de su cultura y formar
as la comunidad de los discpulos de Jess.

V. Qu es la catequesis?

66. Tenemos una idea bastante clara de la catequesis gracias a los documentos del
Magisterio de los pastores y a las experiencias y reflexiones que se han dado en todas las
regiones de la Iglesia. Queremos, sin embargo, resaltar algunos aspectos que tienen una
urgencia especial en la Iglesia de Mxico (22).

67. La catequesis ha de alimentarse siempre de las fuentes primordiales de la Revelacin y
de la fe, donde sobresale en primer trmino la Sagrada Escritura que se lee, se interpreta, se
proclama, se celebra y se vive en la comunidad eclesial. Unida a la Escritura, la catequesis
estar atenta igualmente a la enseanza de los Obispos, a la celebracin de los sacramentos,
a la tradicin viva que la Iglesia ha recibido de los apstoles, a los smbolos de la fe, a la
espiritualidad cristiana, a la vida de la comunidad y a todas las realidades humanas donde
Dios se hace presente. Cada una de estas fuentes tiene una relacin estrecha con la
catequesis, ofrecindole un aporte especial que la sostiene para mantenerse fiel y sin

desviaciones. Todas estas fuentes son necesarias en una catequesis que quiera ser integral
(23).

68. La catequesis solo tiene un mensaje que debe entregar con fidelidad total y en relacin a
la vida concreta de los hombres. A partir de la conversin inicial manifestada
pedaggicamente que en la Persona de Jess, en su vida, en su obra y en sus palabras est el
proyecto del Padre y la clave para comprendernos a nosotros mismos, para relacionarnos
con l y con las personas, para juzgar la realidad y para interpretar en la fe los
acontecimientos de nuestra vida.

En el centro, pues, de la catequesis encontramos esencialmente a Jesucristo: Verbo
Encarnado, Hijo de Dios, Muerto y Resucitado, Maestro que ensea los caminos del Reino
de Dios. La Iglesia, inseparable de Jess, vive en la conciencia de ser el Sacramento
universal de salvacin que revela en la historia el designio salvador del Padre: Crear al
hombre nuevo y a la nueva humanidad.

La catequesis, por tanto, lleva a los creyentes a escudriar el Misterio de Cristo en toda su
dimensin proponindoles todos los dems aspectos del mensaje cristiano en referencia a
l, asegurando la integridad y la unidad del contenido, as como el grado de importancia
que tienen sus elementos (24).

69. La catequesis tiene sus propias tareas como Ministerio de la Palabra en la Iglesia. El
Documento de Puebla nos ensea que la catequesis busca formar hombres comprometidos
personalmente con Cristo, capaces de participacin y comunin en el seno de la Iglesia y
entregados al servicio salvfico del mundo (25). Esto nos hace entender, entonces, que la
catequesis:

- Debe llevar al creyente del don de la fe al acto de fe, es decir, de una fe que es
regalo por parte de Dios a una fe que es aceptacin consciente y compromiso
responsable por parte del hombre.
- Ha de empearse en hacer crecer continuamente la vida teologal de la fe, la
esperanza y el amor. Cualquiera que sea el tema que expones, exponlo de tal modo
que aqul a quien te diriges, oyndolo crea, creyndolo espere y esperando ame
(26).
- Debe ensear a los cristianos cmo han de seguir a Jesucristo, aceptando la
integridad de su persona y la totalidad de su doctrina.
- Debe de acompaarlos para que vivan como miembros de la comunidad eclesial,
empeados en construir la fraternidad dentro de ella.
- Necesita mostrarles los caminos para celebrar la fe en los sacramentos, sabiendo
que sin catequesis (fe proclamada), la liturgia se vuelve vaca, y sin celebracin (fe
celebrada), la catequesis se convierte en ideas (27).
- Debe ensear a tener los ojos puestos en la realidad y en los acontecimientos,
aprendiendo a descubrir las intenciones de Dios en ellos para comprometerse en
acciones de cambio segn el plan divino.
- Est llamada a formar hombres nuevos, con mentalidad y criterios evanglicos, que
los lleven a vivir en el mundo como profetas de las bienaventuranzas. Formar

hombres solidarios, justos y servidores, que tienen en el Evangelio su nica fuerza
para ser signos de liberacin cristiana.
- Ha de estar presente en la religiosidad del pueblo sencillo para iluminar y orientar
su fe.
- Debe mostrar que las enseanzas de Jess y de los apstoles forman un conjunto
armonioso de verdades que el Seor ha confiado a su Iglesia como un sagrado
depsito. Ella lo conserva y lo profundiza, lo asimila y lo expone fielmente a los
creyentes para que profesen la misma fe y se unan en la misma comunin (28).
- Por ser la catequesis una educacin ordenada y progresiva de la fe (29) ha de
acompaar pedaggicamente a todas las edades, ambientes y situaciones de la vida
donde el Seor propone a cada hombre y a cada mujer exigencias a las que debe
responder.

70. El ejercicio del ministerio de la catequesis abarca a la totalidad de los pastores, de los
religiosos y de los fieles laicos, segn el servicio y el carisma que cada uno tiene en el
pueblo de Dios. Abarca igualmente a las instituciones eclesiales como la familia, la escuela,
la parroquia o la dicesis. Es tarea de los grupos apostlicos, de las comunidades de base,
de los movimientos, que slo as podrn madurar su sentido y su pertenencia a la Iglesia de
Jess, liberndose de la tentacin de ser grupos aparte, exclusivos y cerrados.

71. Esta misma amplitud eclesial de la catequesis le pide que llegue a todos: A los nios y a
los adultos, a los indgenas y a los campesinos, a los obreros y a los jvenes, a los
constructores de la sociedad, a los cristianos cercanos y a los alejados, etc.

En la comunidad todos somos al mismo tiempo catequistas y catequizandos, maestros y
discpulos, agentes y destinatarios de la accin catequtica, pues todos somos siervos de la
nica palabra que nos edifica por la boca y el testimonio de todos.


CAPTULO CUARTO

ACENTUACIONES QUE PIDE LA CATEQUESIS MEXICANA

La catequesis de Mxico solo podr adquirir un rostro nuevo si sabe responder a los
desafos que le plantea la realidad social y eclesial del pas. Los rasgos que vemos en la
sociedad y en la Iglesia deben dar a nuestra catequesis los acentos caractersticos que
reflejen la situacin histrica que vivimos.

72. La catequesis de Mxico ha vivido en los aos recientes una realidad llena de desafos
que la han obligado a revisarse a s misma. Entre los catequistas existe la inquietud y el
deseo de realizar su ministerio con un apego mayor a las situaciones reales donde la Iglesia
est presente. Crece la conciencia de que la catequesis debe subrayar aspectos que pide la
realidad social y eclesial del pas. Hay que darle mayores alcances, superar esquemas
demasiado fijos. Se quiere dar a la catequesis aquellas acentuaciones que reflejen el
momento que vivimos, nos ayuden a tener de ella una visin ms integral y nos capaciten
para enfrentar el futuro de la fe.


I. Una catequesis para la inculturacin del Evangelio

73. La cultura de un pueblo consiste en su manera propia de ser, unida a la forma como
entiende el mundo y la historia. Son sus criterios para juzgar la realidad, los valores que dan
sentido a su vida y los comportamientos y relaciones que vive con todo lo que le rodea. Es
la manera propia como un pueblo responde a los desafos que le presenta la existencia. Son
las expresiones que manifiestan el alma profunda de un pueblo y que abarcan la religin y
la economa, la poltica y la educacin, el arte y la recreacin, la organizacin, las formas
de comunicacin y el folcklore.

74. Con su obra evangelizadora, la Iglesia ha buscado desde sus comienzos llegar a este
corazn cultural de los pueblos, penetrando y transformando con la fuerza del Evangelio lo
ms vital de las culturas.

Podemos verlo, por ejemplo, en el discurso de Pablo ante los principales de Atenas (2), en
el Concilio de Jerusaln (3), en Pentecosts (4) y en las grandes transformaciones culturales
que el Evangelio logr en Roma, en Grecia, en Amrica Latina y en otros muchos pueblos.

75. La inculturacin del Evangelio es tarea de la Iglesia y de la catequesis. Puede
describirse como el ingreso del Evangelio en las culturas y la entrada de las culturas en la
vida de la Iglesia a travs de un proceso lento y pedaggico, marcado por el dilogo (5).

Este proceso se compone de los siguientes pasos:

76.

- En el principio hay dos originalidades que se encuentran: La del hombre que hace la
cultura con su espritu creador y la de Dios, que ofrece gratuitamente a la cultura su
plan de salvacin revelado en Jesucristo y proclamado por la Iglesia.
- En las culturas hay ya semillas del Verbo (valores, sabidura, espiritualidad, arte)
pero no todo lo que hay en las culturas son semillas del Verbo. Es necesario
dialogar y discernir.
- Hay que proclamar en toda cultura los elementos que forman la sustancia de la
Revelacin, proponindolos integralmente.
- Los elementos sustanciales de la revelacin son universales, es decir, buenos para
encarnarse en toda cultura que los puede acoger, entender, interpretar y asimilar
dentro de su propia experiencia.
- Los elementos del Evangelio recibidos por la cultura, la transforman, la juzgan, la
elevan y le dan plenitud, producindose as una nueva realidad.
- La cultura, a su vez, enriquece las expresiones del Evangelio, dndole un rostro
cultural y entrando a formar parte de la tradicin viva de la comunidad cristiana.
Surgen as signos de fe inculturada que se expresan en la teologa, en la
espiritualidad, en la liturgia y en la catequesis, en el arte y en los comportamientos
nuevos.
- El Evangelio, sin embargo, no agota su riqueza ni est sujeto a ninguna cultura.
Sigue siendo universal y apto para inculturarse en todas las culturas de los pueblos o
de los grupos humanos.

77. Tenemos en Mxico muchos signos que nos hablan de una fe inculturada en nuestro
pueblo. Pero tambin existen muchos otros que nos dicen que la fe no ha penetrado o ha
dejado de penetrar las races ms profundas de la cultura del pas. Somos tambin testigos
de una cultura que naci cristiana hace cinco siglos, pero que sufre una lenta destruccin
por el atractivo y la influencia de una cultura moderna que frecuentemente niega los valores
de la fe.

78. La catequesis de Mxico, necesita recuperar los valores antiguos y nuevos de la cultura
del pueblo, para ponerlos nuevamente de cara al Evangelio. Necesita denunciar los falsos
valores. Se encuentra ante el desafo de descubrir e inventar caminos que la lleven a educar
la fe tomando en cuenta las races profundas del alma cultural del mexicano: Sus valores,
sus smbolos, sus aspiraciones, su manera de ser, sus luchas por sobrevivir, sus cualidades y
tambin sus defectos. La catequesis necesita asumir el reto que le presenta la cultura
moderna para seguir descubriendo en ella el proyecto de Dios (6).

II. Una catequesis para la Nueva Evangelizacin

79. La catequesis mexicana est ntimamente ligada a la Nueva Evangelizacin, desde el
momento en que la Iglesia entera ha sido convocada por su Pastor universal. Tendra que
preguntarse, qu significa para ella educar la fe con la novedad en el ardor, mtodos y
expresin. Tendra que reflexionar si acaso una nueva evangelizacin no exigir
igualmente una nueva catequesis, ya que sta solo existe en la Iglesia para servir a aqulla
(7).

80. Entre las razones ms fuertes que movieron al Papa a la Nueva Evangelizacin, est
ciertamente la celebracin del medio milenio del cristianismo en Amrica Latina, pero
tambin est la crisis de la fe y la decadencia de los valores cristianos en una sociedad que
no se gua por criterios de respeto a la dignidad de la persona humana. Una sociedad que no
ha sabido responder a los clamores de la justicia hacia los dbiles, a pesar de ser
profundamente religiosa.

A lo anterior hay que agregar la urgencia de actualizar hoy los valores ms autnticos de la
primera evangelizacin. La necesidad de alcanzar a los grupos donde avanza el
secularismo, porque no les ha llegado el anuncio del Evangelio; el desafo de los grupos
religiosos no catlicos (sectas) que confunden la fe de los catlicos, la exigencia de
continuar la obra de Medelln y de Puebla que trazaron los caminos de una Iglesia toda ella
evangelizadora, como respuesta a la convocatoria del Concilio.

81. La nueva evangelizacin es la manera de decirle a la Iglesia que nunca debe olvidar su
vocacin misionera. Que el Evangelio del Reino sigue siendo la nica Buena Nueva para la
conversin que libera de todas las opresiones. Que la conversin es una exigencia que
nunca se da por terminada. Que la comunidad cristiana necesita dejarse renovar
continuamente por el Espritu de Jess para ser signo creble en su palabra, en su testimonio
y en su servicio a los hombres.

82. La catequesis de Mxico encuentra su mejor sitio en la nueva evangelizacin cuando
asume la fuerza misionera que la impulsa continuamente a madurar la conversin. Cuando

encuentra la pedagoga que educa para el compromiso y para el cambio de acuerdo al
Evangelio. Cuando no deja que la Buena Nueva de Jess se quede como un barniz
superficial en la vida de los creyentes (8) sino que su lenguaje es creble y capaz de
persuadir porque llega a los centros vitales donde se opera la conversin personal y social.

As, la nueva evangelizacin har realidad la catequesis eminentemente evangelizadora de
que hablaba Medelln (9). Haciendo suyos el nuevo ardor, las nuevas expresiones y los
nuevos mtodos, despertar la fe adormecida de muchos bautizados, que viven en
condiciones adversas a su fe.

III. Una catequesis para la dimensin social de la fe

83. La fe del Evangelio es madura cuando logra penetrar en la vida y en las realidades
humanas donde vivimos en concreto el seguimiento de Cristo. Cambiar las estructuras de
pecado y las situaciones de injusticia no es una simple aadidura para la fe cristiana. Es
ms bien la actualizacin del Ministerio de Jess, enviado por el Espritu a traer la Buena
Nueva a los pobres, a anunciar a los prisioneros su libertad, a devolver la luz a los ciegos, a
despedir libres a los cautivos y a proclamar el ao de gracia del Seor (10). Llegar a los
hombres en la integridad de su persona, construir el Reino en las realidades humanas, es
parte esencial de nuestra fe que debe expresarse como experiencia de encarnacin
transformadora.

84. La comunidad cristiana as lo emprendi desde el principio. Por eso con el anuncio del
Evangelio denunciaba injusticias (11), creaba instituciones, defenda la dignidad y los
derechos del hombre. Se solidarizaba con los pobres, promova la cultura. Era necesario
formar personas conscientes y maduras, capaces de iniciar un orden nuevo de relaciones
por medio de su testimonio y de su presencia activa en la sociedad (12).

A travs de la historia la Iglesia ha hecho brotar del Evangelio un conjunto de enseanzas
con miras a iluminar las realidades sociales, confrontndolas con el proyecto de Jess sobre
toda sociedad humana, para impulsarla en esa direccin. A estas enseanzas les damos el
nombre de Doctrina Social de la Iglesia (13).

85. En Mxico la Iglesia ha vivido una experiencia de cinco siglos con altas y bajas en su
conciencia de lo social, realidad que se ha visto reflejada en todo su Ministerio Pastoral.

La catequesis ha resentido tambin por largo tiempo la falta de una acentuacin clara del
aspecto social de la fe, aunque hoy se encuentre en camino de recuperarlo, gracias a las
constantes llamadas de la Iglesia y a la urgencia de la presencia cristiana en los graves
problemas sociales que acosan a la sociedad entera. Busca iluminar a los creyentes sobre su
llamado a luchar y a romper con situaciones de pecado social. Pone en manos de todos el
Evangelio de la liberacin cristiana, estimulando la conciencia de solidaridad efectiva sobre
todo con aquellos que son vctimas de las fuerzas sociales al servicio de la opresin.
Descubre la necesidad de formar la conciencia moral del cristiano en orden a la
transformacin de lo temporal segn el espritu del Evangelio.


La catequesis se esfuerza por proclamar la Buena Nueva de la justicia que pide igualdad y
respeto a la dignidad y a los derechos humanos como condicin indispensable de
fraternidad.

86. La enseanza y la prctica social de la Iglesia debe considerarse como fuente
inspiradora de la catequesis, sobre todo al observar que la fe de los cristianos se enfrenta
hoy a innumerables problemas sociales que requieren de criterios evanglicos para juzgar y
realizar las tareas de acuerdo a una fe comprometida.

IV. Una catequesis ecolgica: El respeto y la defensa de la vida

87. En el mundo entero crece la preocupacin por los grandes daos causados por la vida
en todas sus formas: A las plantas, los bosques y los animales, a los ros y a los mares, al
medio ambiente, al aire que respiramos y a la misma vida de los seres humanos.

Nuestros obispos han afirmado recientemente que este es un aspecto del pecado social de
nuestro tiempo, que denota irresponsabilidad y egosmo en el uso de los bienes temporales
y de la riqueza que el Creador ha puesto en nuestras manos (14).

Vemos por todas partes cmo se maltrata y destruye la vida del planeta sin calcular las
graves consecuencias que esto acarrea para nosotros y las futuras generaciones. Por eso se
est formando una conciencia ecolgica en la opinin pblica que trata de promover el
debido respeto a la naturaleza, la conservacin de los recursos naturales que pertenecen a
todos y la defensa de la calidad de vida (15).

88. La catequesis no puede estar al margen de esta preocupacin ecolgica que inquieta a
muchos hombres de nuestro tiempo. Primero porque la catequesis es el anuncio gozoso del
Dios Creador y Seor de la vida (16), en quien vivimos, nos movemos y existimos (17),
que con la muerte y resurreccin de su Hijo ha vencido a la muerte, reconciliando en l
todas las cosas desfiguradas por el pecado (18).

Segundo, porque la catequesis como servicio a la vida busca restablecer el equilibrio de
relaciones que cada hombre est llamado a vivir con el mundo como seor, con las
personas como hermano y con Dios como hijo (19).

Finalmente, porque la catequesis pretende que los cristianos vivamos comprometidos con
las causas de todos los hombres, a fin de construir con ellos el Reino de Dios del cual la
Iglesia es signo levantado entre las naciones (20).

Tareas importantes de una catequesis ecolgica sern:

- Sensibilizar al problema con miras a formar la conciencia de que la lucha por la
conciencia de que la lucha por la ecologa es responsabilidad de todos, tanto por
razones humanitarias como por motivos de fe.
- Ofrecer elementos tcnicos morales y sociales que ayuden a comprender
ampliamente el problema de la ecologa, mostrando las causas profundas que
producen la destruccin de la vida y las consecuencias que de all se desprenden.

- Proporcionar una explicacin clara sobre los temas del mensaje cristiano
relacionados con la ecologa, por ejemplo la creacin, el respeto a la vida, la
conservacin de las riquezas naturales, el plan de Dios sobre el mundo, el mal moral
y el dao ecolgico, Cristo Seor de la vida, la Iglesia promotora de la vida humana
y otros semejantes.
- Educar a los cristianos para que aprendan a colaborar eficazmente con iniciativas y
programas que tengan como finalidad la defensa de la vida en el planeta que Dios
nos ha regalado como casa de todos.

V. Una catequesis para los adultos

90. Especial atencin merece hoy la catequesis de los adultos, que sin olvido de la
tradicional de nios, adolescentes y jvenes, es considerada como modelo de toda
catequesis. En ella se dan, en efecto, las condiciones ideales de opcin personal, de
discernimiento y de madurez en el compromiso diario de transformar las realidades
temporales (21).

91. Los destinos del mundo, los cambios y el rumbo de la historia son resultado de
decisiones adultas. En todos los mbitos de la vida social, la presencia de los adultos tiene
una influencia determinante. Las sociedades estn en manos del adulto que refleja sobre
ellas su calidad humana, espiritual y moral. Las nuevas generaciones van creciendo con la
imagen que los adultos les ofrecen. Entre los adultos estn los hombres y las mujeres que el
documento de Puebla llama los constructores de la sociedad (22), es decir, los que tienen
capacidad de conducirla como son: Los gobernantes, los artistas, los cientficos, los
profesionales, los economistas, los educadores y otros.

92. Circunstancias histricas llevaron a la catequesis a centrar su atencin en los nios,
impidiendo que el proceso de la fe llegara a la edad adulta, donde el creyente vive
experiencias humanas como el amor, la sexualidad o el trabajo, a las que no puede
responder con una fe que se qued en la etapa de la infancia. A menudo encontramos hoy
adultos que pasaron por la catequesis de la niez y viven de espaldas a su fe.

93. La catequesis de Mxico es consciente de que no puede pasar de largo ante esta
urgencia prioritaria de su quehacer. Sabe que deber empearse en buscar lenguajes y
mtodos, oportunidades y estilos que respondan a las caractersticas propias de los adultos y
a la necesidad que tienen de vivir como testigos comprometidos con el evangelio en una
sociedad que desafa su fe.

94. La educacin cristiana de los adultos abre muchas posibilidades a la catequesis.

- En la parroquia que sigue siendo una referencia importante para el pueblo
cristiano, incluso para los no practicantes (23).
- En la familia que vive situaciones y acontecimientos cargados de significacin
humana y cristiana.
- En las comunidades eclesiales de base, en los grupos apostlicos antiguos y nuevos.
- En los grupos de coordinadores de la comunidad.
- En las reuniones bblicas.

- En las organizaciones populares que estn abiertas a la fe.
- En la preparacin a los sacramentos.
- En las manifestaciones variadas de la religiosidad popular.

En muchos casos solo ser posible una catequesis ocasional. En muchos otros una
catequesis progresiva y sistemtica.

95. En el marco de la catequesis de los adultos hay que considerar las otras edades de la
vida, nios, adolescentes, jvenes, ancianos, que requieren tambin de un trato particular,
de una pedagoga y de unos mtodos que los lleven a descubrir las riquezas de su fe en cada
una de las etapas de su existencia.

Una catequesis que quiera ser progresiva, permanente y diversificada, tendr siempre en
cuenta los grandes criterios que la orientar al dirigirse a las personas segn sus edades, a
saber:

- Las necesidades propias de la edad.
- Las aspiraciones y bsquedas que la caracterizan.
- Los valores que ms le atraen.
- Los desafos que se le plantean.
- Los aspectos del mensaje a los que es ms sensible.
- Los lenguajes que necesita para expresar su fe.

Y todo en orden a descubrir el papel que tiene cada edad en el conjunto de la historia
personal y comunitaria, donde el Seor se muestra con rostro siempre nuevo.

VI. Una catequesis de la religiosidad popular

96. Tenemos hoy un amplio conocimiento de la religiosidad popular gracias a las
abundantes orientaciones del Magisterio de la Iglesia y a los estudios que sobre ella se han
hecho. Sabemos de su origen, de sus manifestaciones principales, de sus lugares, de sus
smbolos, de su significado y del papel que tiene en amplios sectores de la Iglesia y de la
sociedad mexicana, sin distincin de grupos, de niveles o de posicin econmica. Es
tambin un reto al que todava no le hemos dado suficiente respuesta pastoral.

97. La catequesis no siempre ha tomado en cuenta nuestra religiosidad popular. Quiz sin
saberlo se ha apoyado muchas veces en ella, aunque no siempre haya encontrado las formas
prcticas de servirla en un proceso de educacin de la fe. Por eso, es necesario sealar
algunas de sus tareas ms urgentes, reconociendo que las circunstancias particulares y la
creatividad de las personas aconsejarn lo que convenga hacer en cada situacin.

98. Podramos expresar dichas tareas de la siguiente manera:

- La catequesis comenzar por una aceptacin sincera de la religiosidad popular,
reconocindola como realidad muy unida a la fe cristiana y como parte vital de
nuestra cultura.

- La catequesis debe acercarse a la religiosidad popular con deseos de comprenderla
profundamente, descubriendo los valores y antivalores que en ella se contienen. As
podr servirla impulsando la fe que nace del Evangelio como regla suprema de la
experiencia religiosa de un pueblo, que busca a Dios y se relaciona intensamente
con todo lo sagrado.
- La catequesis tendr que ofrecer continuamente a la religiosidad popular la Palabra
de Dios. En ella los creyentes vemos la manera autntica como Dios se revela:
Quin es l, qu piensa l de los hombres que lo buscan, cmo han de buscarlo y en
dnde. En la Palabra de Dios aprendemos la clase de relaciones que l espera que
tengamos con l. Por la Palabra de Dios la catequesis enriquece y purifica a la
religiosidad popular mostrndole que Jesucristo y la Iglesia son centro y meta de
todo el camino de la fe.

En Jesucristo se vive el verdadero encuentro con el Padre y con los hermanos. La
religiosidad popular necesita de una catequesis que presente a Jess como modelo de toda
piedad cristiana. Una piedad que consiste en vivir en comunidad fraterna comprometidos
con los valores del Reino adorando al Padre en espritu y en verdad (24).

- La catequesis debe crear puentes entre la religiosidad popular y la celebracin
litrgica. Muchas expresiones religiosas y smbolos del pueblo pueden tener un
lugar en la liturgia, as como muchos elementos litrgicos pueden enriquecer a la
religiosidad popular. La catequesis podr tener un papel decisivo para superar una
situacin donde parece que hubiera dos liturgias: una popular y otra oficial.
- La catequesis ha de promover el compromiso social de los cristianos a partir de los
grandes valores sociales que se viven en la religiosidad popular, como el compartir,
la organizacin y el sentido de la fiesta, el sacrificio por los dems, la bsqueda de
energas renovadas para la lucha diaria, la devocin a Mara como fuerza de unidad
del pueblo religioso. As la catequesis podr ser un medio muy eficaz para liberar a
la religiosidad de la tentacin de ser un simple refugio o un escape fcil a los
compromisos del cristiano en la sociedad.
- La catequesis estar presente en la religiosidad popular sabiendo que muchos
aspectos del misterio cristiano se encuentran en ella, aunque a veces de modo poco
claro. Ha de aprender a descubrirlos y aprovecharlos para afianzar en el pueblo
cristiano una vivencia ms profunda de su fe.

99. Es necesario reconocer el lugar tan importante y el papel sobresaliente que tienen los
santuarios cristianos en el amplio campo de la religiosidad popular.

En ellos se concentran todas las formas de expresin religiosa popular. All se dan las
experiencias ms profundas del encuentro con Dios; el pueblo cristiano practica su fe con
gestos muy concretos de amor fraterno; all se vive la dimensin de Iglesia peregrina que
busca a Dios para darle sentido a su historia.

As como el santuario cristiano es lugar de grandes posibilidades no siempre aprovechadas,
para evangelizar y catequizar, tambin hay que decir que en l existen grandes limitaciones:
como el abuso de la fe sencilla, la explotacin, la celebracin de ritos sin catequesis, etc.


Por eso la catequesis que sirve a la religiosidad popular tiene la grave exigencia de brindar
a los santuarios de Mxico iniciativas y formas prcticas para elevar la calidad de la fe de
los millones de personas que los visitan.

VII. Una catequesis litrgica

100. Tenemos que volver siempre los ojos a la liturgia para afianzar el sentido de
adoracin, de alabanza y de gratitud contenidas en la fe que pretendemos educar por medio
de la catequesis.

La liturgia, que celebra y actualiza las maravillas de Dios en la historia, es accin de Cristo
y de la Iglesia, ejercicio de su sacerdocio, cumbre y fuente de vida eclesial.

En ella vivimos el encuentro con Dios y los hermanos a travs de Cristo presente y operante
en los sacramentos de la gracia, especialmente en la Eucarista, banquete y sacrificio, fiesta
de comunin eclesial, en la cual Jess mismo, por su muerte y resurreccin asume y libera
continuamente al pueblo de Dios, redime a la historia y reconcilia a los hombres entre s y
con l.

La liturgia de la Iglesia peregrina es anuncio anticipado de la liturgia eterna que se celebra
con Cristo sentado a la derecha del Padre (25).

101. Palabra y sacramentos, catequesis y liturgia, Buena Nueva que se proclama y Buena
Nueva que se celebra, son realidades que nunca se separan. Se dan la mano y se
complementan.

Los antiguos cristianos decan que nuestra manera de orar corresponde a nuestra manera de
creer (lex orandi lex credendi), mostrndonos as la ntima relacin que debe haber siempre
entre la fe que se proclama. Cuando no es as la liturgia se vuelve pronto celebracin de
ritos sin sentido y la catequesis, profesin de fe, se convierte en enseanza intelectual que
no logra actualizar las maravillas de Dios (26).

102. La catequesis litrgica abarca tres formas de comprenderla y practicarla:

- La que prepara a la recepcin de los sacramentos, buscando la mejor disposicin de
los creyentes a participar plena, activa y conscientemente en el acontecimiento de fe
que habrn de celebrar (27).
- La que se hace acerca de los distintos signos y smbolos sacramentales y acerca de
las acciones que en los sacramentos se realizan. Explica el significado que todo esto
tiene para la comunidad cristiana segn el plan de Dios.
- La que se hace a travs de una celebracin bien preparada, participada y activa,
dejando que la celebracin litrgica tiene en s misma una fuerza catequizadora si la
comunidad entera se siente celebrante y el que preside hace circular por ella la
corriente de la fraternidad y de la fe (28).

103. En la Iglesia de Mxico hemos vivido la renovacin litrgica con grandes esperanzas.
Gracias a ella, muchos aspectos fundamentales de la liturgia se comprendieron mejor,

aunque en algunos casos solo haya habido un cambio de formas exteriores. Hoy
comprobamos frecuentemente que la liturgia, por no estar suficientemente acompaada de
una catequesis permanente, no ha logrado expresar toda su fuerza renovadora en la
comunidad. Esta es una de las grandes razones por las cuales muchas celebraciones an
parecen extraas al pueblo cristiano. De all la necesidad de restablecer la presencia de la
catequesis en la liturgia y de la liturgia en la catequesis.

104. Hay que subrayar tambin el papel de la catequesis en la liturgia para que sta pueda
llegar al corazn de la comunidad cristiana y de la cultura donde ella vive.

Es un hecho que la nica liturgia que celebramos en la Iglesia es un signo y un lazo que nos
une en la comunin eclesial. Sin embargo tambin es una realidad que muchos signos
litrgicos no resultan muy claros a las culturas y ambientes de nuestro pueblo: Los
indgenas, los obreros, los cientficos, los intelectuales, los jvenes.

La catequesis es medio eficaz para entablar el dilogo entre la liturgia y las culturas.

105. La catequesis realiza el dilogo con las culturas en dos sentidos: En el primero,
explicando claramente el significado cristiano de los signos y mostrando cmo pueden ser
asumidos por las culturas; en el segundo, creando espacios para que muchas expresiones de
la cultura entren a formar parte de la experiencia cristiana que celebra la liturgia.

Es indispensable que la catequesis haga suya esta pedagoga del dilogo teniendo en cuenta
las circunstancias concretas y la sabidura de las comunidades, como tambin los criterios
que nos propone el Magisterio de los pastores (29).

106. La catequesis, unida profundamente a la liturgia, educa a la comunidad cristiana en la
oracin personal y comunitaria, en el silencio y en las actitudes del creyente que celebra:
Adoracin, alabanza, accin de gracias, ofrenda, peticin, reconciliacin, vivencia de la
fraternidad.

La catequesis forma tambin a los miembros de la comunidad cristiana para ejercer los
ministerios litrgicos que ella necesita.

La catequesis ofrece a la comunidad celebrante muchas otras posibilidades para
comprender el sentido profundo de todo lo que ella celebra: Cmo la vida se hace liturgia y
la liturgia se hace vida, por qu la Escritura tiene un lugar central en las celebraciones; qu
es el Ao litrgico; qu significan las personas, las acciones, los lugares y los objetos que
constituyen el mundo de la liturgia, cmo poner en relacin con la liturgia los actos
piadosos del pueblo cristiano.

La catequesis sirve a la liturgia de muchas formas por ser ella obra de Cristo Sacerdote y de
su Iglesia, accin sagrada por excelencia cuya eficacia est por encima de cualquier otra
accin eclesial (30).

VIII. Una catequesis en los centros eclesiales de comunin y participacin: Familia,
CEBs, Parroquia, Escuela

107. Los especialistas en el estudio de la familia y la experiencia, nos dicen que aquella no
est en su mejor momento. Mucho se habla de crisis y desintegracin, causada por los
cambios profundos de la sociedad, por los medios de comunicacin y por la baja de los
valores que en otro tiempo dieron a la familia la solidez y seguridad. Hoy encontramos que
un gran nmero de familias viven en un estado de inseguridad, de temor y de confusin; se
sienten indefensas y sin recursos espirituales para hacer frente a los problemas nuevos que
se les plantean (31).

108. La familia se ve particularmente acosada por situaciones que la ponen en conflicto,
como es el avance del divorcio, las campaas antinatalistas, el gran nmero de madres
solteras e hijos ilegtimos, la paternidad irresponsable y la falta de educacin bsica, la
constante movilidad de la poblacin, etc.

Existen, adems, muchas otras influencias que parecen restarle a la familia el papel
fundamental que tuvo en otro tiempo: Los medios de comunicacin masiva, la escuela, la
pandilla, el barrio, tienen a menudo una influencia tan fuerte que deja a la familia en un
segundo plano.

Sin embargo, tenemos que reconocer que la familia sigue siendo una referencia necesaria y
un lugar insustituible para toda persona. Es fuente de valores y convicciones, de criterios y
de comportamientos que ponen a los hombres en condiciones de realizar su vocacin y su
proyecto de vida.

109. La familia es considerada como Iglesia domstica (32) donde se vive el misterio de
la vida y el misterio del amor y de la fe, a travs de los lazos ms fuertes que pueden darse
entre personas: Ser padre y ser madre, ser esposo y ser esposa, ser hijo y ser hermano. La
santa Escritura no ensea hasta qu punto la familia est unida a la Revelacin de Dios,
pues toma muchas imgenes de ella para decirnos que l es Padre, que Jess es su Hijo
nico, que somos la familia de sus hijos, un pueblo de hermanos al que ama
entraablemente como un esposo ama a su esposa (33).

110. La catequesis de la familia es una actividad de la Iglesia que nace de su vocacin a ser
ella misma la familia de los hijos de Dios (34). Para que la catequesis se ponga realmente al
servicio de la familia mexicana ha de mirarla de la siguiente manera:

- Como fuente de virtudes humanas, de cualidades y de valores espirituales que estn
en perfecto acuerdo con los valores del Evangelio que la catequesis proclama.
- Como lugar donde puede y debe vivirse la experiencia de la fe y del amor, enraizada
en la experiencia humana que une a las personas con vnculos que no se pueden
destruir.
- Como destinataria de la Palabra del Seor que le ofrece su plan y la invita a
convertirse en testigo del amor del Padre, del Hijo y del Espritu, vivido en todas las
dimensiones familiares.
- Como agente que educa la fe de sus miembros y se abre a la gran comunidad
humana y cristiana, compartiendo con ella sus dones y asumiendo el papel que est
llamada a ocupar.


La catequesis familiar como reto permanente de la Iglesia mexicana necesitar crecer en su
conciencia de servicio a la familia, buscando las formas de respuesta apropiada a las
circunstancias que le ha tocado vivir.

111. Las comunidades eclesiales de base son en Mxico una experiencia singular con la
cual se quiere expresar una forma de ser y de vivir la Iglesia.

Estas comunidades, que integran familias, jvenes y adultos, se manifiestan como obra del
Espritu y estn presentes en muchas Iglesias particulares.

Con la fuerza que se desprende de su plena eclesialidad, las comunidades eclesiales de base
intentan ser constructoras del Reino de Dios en medio del pueblo sencillo y pobre,
fomentando los valores esenciales del Evangelio y procurando ser signos profticos que
revelan el amor liberador del Padre encarnado en Jesucristo.

La catequesis, en cuanto educacin integral para una fe madura, puede prestar all un
valioso servicio, a fin de que dichas comunidades, superando sus propias tentaciones y
conflictos, sean lo que estn llamadas a ser en la gran comunidad eclesial (35).

112. La parroquia ha desempeado un papel decisivo en la catequesis de la Iglesia
mexicana. Ha sido un lugar principal donde se han educado en la fe varias generaciones de
cristianos. Ciertamente la parroquia ha sufrido los cambios que padece nuestra sociedad
actual. En algunos casos como en las grandes ciudades se enfrenta al problema de la
movilidad, el desarraigo, la sobrepoblacin y la masificacin de las personas.

Las leyes de Reforma que marginaron a la Iglesia de la vida pblica, hicieron que la
parroquia llenara los espacios que se le negaba en otros campos.

Por eso en nuestro Pas tiene una fuerza particular la advertencia de que la parroquia debe
seguir siendo la animadora de la catequesis y su lugar privilegiado (36).

113. Hoy ms que nunca la parroquia necesita una catequesis renovada y creativa que
implica entre otras cosas:

- Descubrirla como la casa de familia, fraternal y acogedora, donde los cristianos
toman conciencia de ser pueblo de Dios (37).
- Crear lazos con la Iglesia diocesana universal, que profesan el mismo credo en un
solo Seor, una sola fe y un solo bautismo (38).
- Llegar a todos los que tienen necesidad de madurar su fe, segn las edades o las
situaciones de vida.
- Introducir en la celebracin litrgica de la fe, en la prctica de los sacramentos, en
la oracin y en la vivencia de la Palabra de Dios.
- Formar para los ministerios o servicios comunitarios que expresan la caridad
servicial de Jess, especialmente a favor de los ms dbiles, necesitados o
desfavorecidos.
- Educar en un espritu de compromiso cristiano con las tareas que cada uno debe
asumir en el ambiente donde le toca vivir.

114. En el amplio campo de la educacin formal, la escuela sigue cumpliendo un papel
indispensable en orden a la formacin integral de las personas. Su influencia en el
desarrollo humano y cultural no se pueden desconocer.

En Mxico la educacin catlica se ha enfrentado desde el siglo pasado a la oposicin de
las leyes del estado mexicano, que la han mantenido en una situacin de tolerancia.

La escuela, adems, sufre actualmente la crisis de su adaptacin a una sociedad marcada
por el cambio, por la decadencia de los valores y por el dominio de la tecnologa sobre la
persona. Sin embargo, sigue siendo considerada como un lugar privilegiado, donde las
personas pueden vivir un proceso educativo de crecimiento gradual en todas las
dimensiones de su existencia.

Por su parte, la escuela catlica, con sus aciertos, sus limitaciones y sus carencias, es vista
por muchos con aprecio por la calidad que le atribuyen en la enseanza de las ciencias y en
la educacin de la fe.

115. En relacin a la catequesis, es preciso sealar algunos criterios fundamentales para una
educacin de la fe dentro de la escuela.

- La catequesis como la educacin cristiana en la escuela busca personalizar al
hombre (39) y formar la comunidad educativa como un signo de la Iglesia, Maestra
de la fe en el mundo de la cultura.
- La catequesis crea un ambiente y un testimonio de fe dentro de la escuela, a fin de
que la educacin no se reduzca a una pura doctrina o erudicin sin arraigo en la
vida.
- La catequesis ve en la escuela el lugar ms apropiado para una educacin
ordenada, progresiva y sistemtica de la fe (40) de los nios, adolescentes y
jvenes.
- Ante el riesgo de colocar a la catequesis en el mismo plano de las materias
cientficas, la catequesis busca formas para que la fe sea el centro que unifique la
vida, proporcionando una visin cientfica y a la vez cristiana de la realidad.

En resumen: Para responder a las tareas que la escuela espera de ella, la catequesis:

- Capacitar para un dilogo entre la fe y la cultura, destacando que no hay
contradiccin entre ellas.
- Formar en los valores cristianos como base de integracin en la vida social.
- Estimular el sentido crtico de la fe en un mundo que frecuentemente se opone a
los valores esenciales del Evangelio.
- Educar en el servicio a la comunidad como expresin culminante de una verdadera
educacin cristiana.





CAPTULO QUINTO

LA PEDAGOGA DEL MINISTERIO DE LA CATEQUESIS

La pedagoga es el cauce privilegiado a travs del cual la catequesis responde a su tarea
fundamental de educadora de la fe. Pero no cualquier pedagoga es buena, sino
precisamente aquella que el mismo Seor nos ha dado en Jesucristo como regla suprema.
La Iglesia ha vivido esta pedagoga que entre nosotros se manifest estupendamente en
Mara de Guadalupe. La comunicacin, los mtodos y otros medios son elementos que nos
facilitan la prctica de la pedagoga de la fe.

I. La catequesis necesita una pedagoga

116. La educacin es una actividad humana al servicio de las personas para que stas
puedan realizar su vocacin y asumir responsablemente sus tareas en el mundo y en la
historia. Las acompaa y las ayuda a descubrir lo que son. Las estimula en sus capacidades
y les propone valores, para que puedan formar sus criterios de juicio, encontrar su lugar en
la sociedad y tomar sus propias decisiones.

117. La pedagoga es el medio por el cual la educacin consigue sus propsitos. Podramos
decir que es una ciencia, una sabidura y un arte para asegurar el crecimiento integral de las
personas. Se vale de principios, de actitudes y de recursos prcticos orientados a la plena
realizacin del hombre.

118. La catequesis hoy se nos propone como una educacin ordenada y progresiva de la
fe (1). Ello significa que pretende educar integralmente a las personas, a partir de la
experiencia fundamental de la fe que lleva a la conversin a Dios. Una conversin que
requiere de un crecimiento progresivo y de una profundizacin para que el creyente haga
suyas las consecuencias personales, comunitarias, morales y sociales que nacen de su
aceptacin del Dios de Jesucristo.

Por eso, para que la catequesis sea educacin de la fe, tiene que ser pedagoga que responda
claramente a las aspiraciones de todo el que ha sido salvado por la Palabra de Dios.

II. Nuestra pedagoga es la pedagoga de Dios revelada en Jess

119. Cuando leemos la Escritura advertimos que la Revelacin de Dios no est separada de
la manera como l se revela. l descubre su Misterio y su designio salvador, pero lo hace a
su modo, con un estilo y unos comportamientos que van estrechamente unidos al anuncio
liberador de su mensaje.

La Revelacin tiene una pedagoga divina que se nos da como regla y camino para el
anuncio de la fe. Solo hay una Revelacin y solo una Pedagoga para entregarla, la que
Dios mismo nos ha manifestado (2).

120. La catequesis debe estar siempre atenta a esta pedagoga divina para familiarizarse con
ella y seguirla. Necesita meditarla para asegurarse de que es fiel al modo como Dios nos

descubre sus ms profundas intenciones salvadoras. Mirar especialmente en Jesucristo la
manera como Dios educa a su pueblo.

121. Esta pedagoga divina tiene unos rasgos caractersticos que descubrimos en Jess,
maestro de toda pedagoga.

1. Es una pedagoga encarnada

Se realiza en la realidad concreta de las personas, dentro de sus experiencias del mundo y
de la vida: Sus temores, sus luchas, sus aspiraciones, sus bsquedas, su pobreza y su
pecado. Comienza por un dilogo con la vida de la gente.

2. Es una pedagoga centrada en las personas y en los valores del Reino de Dios

Las personas tienen un nombre, una historia y un lugar nico en el plan de Dios. No se
mueve por prejuicios ni por ideas que encasillan a la gente. Cree mucho en las posibilidades
de cada uno, revelando que la vida puede construirse sobre la base de valores nuevos,
capaces de transformar el corazn. La pedagoga de Jess es enormemente paciente con el
ritmo que cada uno tiene para llegar a la fe.

3. Es una pedagoga que crea relaciones nuevas

Las personas se sienten amadas de Dios, lo miran como padre, amigo y compaero de
camino. Los hombres conviven como hermanos, se hacen cercanos, comparten su vida,
forman comunidad, luchan y trabajan juntos por el Reino de Dios revelado en Jesucristo.

4. Es una pedagoga de la libertad

Las personas son llamadas a responder con la entrega responsable de su libertad. La
pedagoga de Jess ensea a tomar decisiones y a aceptar las consecuencias que de ellas se
desprenden. Confa en la capacidad de cada uno para ir haciendo su propio camino. No
espera ms pero tampoco menos de lo que cada uno puede hacer.

5. Es una pedagoga del amor

Que libera de las esclavitudes y de los miedos que frenan la transformacin de las
realidades marcadas por el pecado. Amar a la manera de Jess es ser libre para dar la vida
por los que amamos.

6. Es una pedagoga de signos

Que se pueden entender y se pueden creer, porque estn enraizados en la autenticidad de la
palabra y de los gestos, en la calidad de las actitudes y en la rectitud de la vida entera. La
autoridad de la pedagoga de Jess nace de la integridad de su persona.




7. Es una pedagoga del servicio

Jess, postrado ante los pies de sus discpulos, puede ser una imagen que refleja
estupendamente lo que es su pedagoga como servicio concreto a los dems. Ellos tendrn
que aprender a servir como l los ha servido.

8. Es una pedagoga de la esperanza

Jess ensea a los suyos a vivir como l y les deja su Espritu para que inventen nuevas
formas de expresar el amor en las circunstancias que cada uno vivir.

La vida de los discpulos se va transformando en pequeos avances, por el esfuerzo de la
lucha diaria en el camino de la fidelidad. La pedagoga de Jess es una pedagoga que sabe
respetar el proceso de crecimiento en la fe que cada uno es capaz de vivir.

III. La catequesis se inspira en la pedagoga de la Iglesia

122. La Iglesia de los primeros cuatro siglos practic una pedagoga que acompaaba a los
cristianos en el crecimiento de su fe para llevarla hasta su madurez.

Era el catecumenado que cuidaba la formacin integral del futuro cristiano, generalmente
adulto, que entrara a formar parte de la comunidad. El que haba recibido el primer
anuncio del kerigma y deseaba ser cristiano, tena qu convertirse en serio, decidir por s
mismo su entrada a la Iglesia y prepararse por tres aos para recibir los sacramentos de la
Iniciacin cristiana: Bautismo, confirmacin y Eucarista (3).

123. La Iglesia de ese tiempo comprendi que era necesario, por un lado, formar cristianos
seguros de su fe en un mundo pagano que les presentaba enormes dificultades para vivirla.
Por otro lado estaba convencida de que la fe era la decisin ms importante en la vida del
hombre, por tanto, haba que educarla cuidadosamente para su perseverancia, mostrndole
claramente las exigencias que vendran despus y ofrecindole los medios para responder a
ellas.

124. El catecumenado cristiano fue una verdadera pedagoga catequtica de educacin de la
fe con sus metas, su proceso y sus medios propios.

Sus metas:

Entrar a formar parte de la comunidad, madurar en la fe, recibir los sacramentos y dar
testimonio del Reino de Dios en el mundo.

Su proceso:

Participar poco a poco en la experiencia comunitaria de la fe, crear lazos fraternos, conocer
ms ampliamente el mensaje cristiano, comprender los signos litrgicos y entrenarse para
vivir una vida moral segn el Evangelio.


Sus medios:

El encuentro frecuente con la Sagrada Escritura, fuente primera de la fe y criterio supremo
para juzgar la vida; la catequesis que forma en las exigencias del seguimiento de Cristo; la
oracin que permite el dilogo con el Dios que salva; el testimonio de la comunidad que
impulsa y sostiene los nuevos cristianos.

125. Nosotros vivimos hoy una situacin en la cual vemos que se ha perdido desde hace
mucho tiempo aquella tradicin de la Iglesia. Los sacramentos de la iniciacin cristiana se
reciben en la niez. La entrada a la Iglesia no es el resultado de una decisin adulta. La
mayora se dice creyente aunque la fe tenga poca o ninguna influencia en la vida. La fe se
transmite por una costumbre que se hereda (4).

126. La Iglesia antiguamente bautizaba a los convertidos y hoy, en cambio, debe convertir a
los bautizados. La pedagoga de aquellos primeros siglos sigue siendo actual en nuestros
das, no solamente por ser camino certero y comprobado para educar en la fe, sino tambin
porque la comunidad cristiana est en un mundo donde la fe sin formacin est
continuamente expuesta a caer en la indiferencia y el olvido.

IV. La pedagoga de Mara de Guadalupe

127. Nuestra catequesis mexicana tiene en Mara de Guadalupe un ejemplo de pedagoga
que nos muestra cmo se educa a un pueblo a partir de su cultura. Por ser tan cercana a
nuestra vida y a la historia de nuestra fe, la pedagoga de Santa Mara de Guadalupe no
puede estar ausente de nuestra catequesis, sobre todo ante el desafo de la evangelizacin de
las culturas antiguas y nuevas.

128. A la luz del relato tan conocido por los mexicanos del Nican Mopohua, indicamos
algunos rasgos de la pedagoga Guadalupana, que la catequesis podra asumir en su
quehacer.

- Mara tiene la iniciativa y provoca el encuentro a travs de algo que al indgena le
llega mucho: El canto de los pjaros. Conoce su alma, sabe de sus reacciones, lo
toma en su realidad.
- Entabla una relacin de amistad con l, a travs de un dilogo franco y sencillo,
lleno de cario, de respeto y de confianza.
- Lleva a Juan Diego a que se supere. Lo promueve con delicadeza y caridad. No le
acepta las excusas de que l no es digno para la tarea que le confa. De hombre
convencido de su inutilidad y opresin lo convierte en alguien convencido de su
dignidad. Lo lleva a descubrirse no slo evangelizador del Obispo, sino tambin de
sus hermanos a quienes dedic el resto de su vida.
- Habla a Juan Diego de manera que la entienda. No usa el castellano, sino la lengua
nhuatl. Utiliza las formas que tienen los indgenas para hablar de Dios: El Dios
por quien se vive, El Seor de cerca y de junto. Se vale de las figuras y de los
smbolos con los cuales ellos manifiestan su modo de ver el mundo: El Sol, la Luna,
las Estrellas

- Le deja una imagen que los indgenas entenderan muy bien. Una imagen que es
seal permanente de la alianza de Dios con su pueblo, como un libro abierto donde
podr leer cada detalle como parte de un mensaje encarnado en la cultura indgena:

Una mujer que tiene en su vientre el trbol de cuatro hojas, smbolo del Dios por
quien se vive a quien Ella dice traer. Una mujer ni india ni espaola, sino
mestiza, que se dirige al pueblo del Sol.
La Luna y las Estrellas la adornan, mostrndola como seal de unidad en un
pueblo que crea que estos elementos eran eternos contrincantes.
Las nubes, el viejo con alas, el tipo y el color de las plumas, cada detalle es parte
del mensaje que la Seora da a los indgenas, que lo entendan porque estaba
encarnado en su cultura.

129. Los primeros misioneros hablan de que a partir del hecho Guadalupano los indgenas
se convirtieron en masa. La historia de la fe nos dice que Mara de Guadalupe se posesion
del corazn de nuestro pueblo de tal forma que an hoy sigue siendo el signo ms eficaz
para convocar a los mexicanos y la fuente indispensable de energas espirituales para la
lucha diaria.

Mara de Guadalupe es como una catequesis viviente en nuestro pueblo y puede ensear a
la catequesis mexicana cmo hay que educarlo a travs de una pedagoga encarnada en la
cultura de la poca.

V. La catequesis, pedagoga de la comunicacin

130. En palabras de Puebla se dice que la evangelizacin, anuncio del Reino, es
comunicacin, por tanto, ha de tenerse en cuenta en todos sus aspectos, al transmitir la fe
(3). La pedagoga de la catequesis es comunicacin de fe. Su quehacer consiste en hacer
circular los valores del Evangelio en la comunidad cristiana a travs de un dilogo de fe.

131. La comunicacin es ante todo un hecho social que nace con el hombre mismo. Es una
experiencia fundamental y una necesidad vital que lo lleva a buscar el dilogo consigo
mismo, con el mundo y su historia, con las personas y con Dios.

La vida humana, por su parte, es una permanente comunicacin que hace posible el
acercamiento entre las personas, las luchas y los proyectos en comn, los lazos de la
convivencia, la transformacin de la realidad, la vida en sociedad (6).

132. La comunicacin abarca todas las formas del lenguaje, que est formado por los signos
con los cuales las personas comparten su vida. Son las palabras, los gestos y las actitudes,
los silencios y los sonidos, las imgenes, los ademanes, las formas por medio de las cuales
cada uno manifiesta su manera de ser, sus aspiraciones y experiencias, sus fracasos y
deseos, en una palabra su manera de ver y entender la vida. A esto se le llama lenguaje
total del hombre.


133. La comunicacin tambin tiene sus medios, es decir, los instrumentos con los cuales
puede llegar ms lejos o ms cerca, a los individuos, a los grupos o a las multitudes. Estos
medios son: El libro, los audiovisuales, la publicidad y el peridico, el telfono, el cine, la
radio y la televisin, las computadoras y los satlites. Todos ellos nos hablan del ansia de
los hombres por comunicarse entre s. En este panorama podemos comprender mejor la
catequesis como una pedagoga de la comunicacin que construye la convivencia humana
animada por los valores de la fe.

134. Hay unas exigencias que la comunicacin le plantea a la catequesis:

- La catequesis, como pedagoga de la comunicacin, actualiza en cada poca la
Revelacin de Dios, que consiste en la comunicacin gratuita que l hace de S
mismo y de su plan de salvacin.
- La catequesis usa todos los lenguajes y todos los signos de la comunicacin
humana, porque todos son aptos para transmitir la fe. Dios se hace historia, se
encarna en la humanidad visible de Jess y se vale de todos los lenguajes (palabras,
actitudes, gestos) para entrar en comunin profunda con su pueblo.
- La catequesis est llamada a poner todos los medios de comunicacin al servicio del
anuncio de la Buena Nueva. Los medios modernos de comunicacin con su poder
de penetracin de las conciencias son un reto para toda catequesis. La Iglesia se
sentira culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios que la inteligencia
humana perfecciona cada vez ms (7).

No debemos olvidar que para la Iglesia el primer medio para evangelizar es un testimonio
de vida como fruto del Espritu. Las tcnicas son buenas, pero ni las ms perfeccionadas
podran reemplazar la accin discreta del Espritu (8).

- La catequesis debe formar la conciencia crtica de los creyentes ante los medios
modernos de comunicacin, los cuales, ofrecen al mismo tiempo grandes valores
que construyen a la persona como tambin muchos antivalores que le quitan su
dignidad.
- La catequesis estar atenta a las formas de comunicacin propias de la cultura de
nuestro pueblo porque ellas la harn capaz de encarnar ms eficazmente el
Evangelio en la vida de las personas y de los grupos.

VI. Los medios pedaggicos

1. Los mtodos

135. La pedagoga de la catequesis se realiza siempre a travs de unos medios prcticos que
aseguran el camino de la fe. Son los mtodos que encarnan el espritu de la pedagoga en
las circunstancias concretas de las personas. Son las formas concretas que nos trazan el
camino apropiado para acompaar al creyente hacia la plena madurez de su fe. Los
mtodos son la nica forma de llevar a cabo una pedagoga, por eso son siempre necesarios
(9).


136. En la catequesis los mtodos deben mirarse ciertamente como instrumentos que
transmiten los valores de la fe, pero no slo eso. Han de considerarse tambin como
realidades que forman parte del contenido de la fe, ya que en ellos se expresan las
convicciones cristianas que animan a quienes los practican.

Todo mtodo catequstico es como un testimonio prctico de la manera como se entiende y
se vive la fe. Por eso es muy importante que los catequistas revisen muy bien las
convicciones cristianas que los mueven en el uso de los mtodos. Porque no cualquier
mtodo es bueno para educar la fe de la comunidad.

Hay mtodos que pueden ser liberadores o esclavizantes, participativos o impuestos,
encarnados en la vida o alejados de ella, fieles a la Buena Nueva o contrarios a ella. Todo
depende de la forma como entendamos a la persona que queremos educar, de la idea que
tengamos de la educacin y de la manera como veamos el papel del mismo educador.

137. Todos los mtodos catequsticos se componen de tres elementos principales que la
catequesis nunca pierde de vista:

- Su punto de llegada, que no puede ser otro que la formacin integral de los
creyentes, con base en la conversin a Dios.
- Su proceso, que consiste en los pasos que se dan para llegar a lo que se quiere
alcanzar.
- Su punto de partida, que se centra en la experiencia de fe del catequista, en el
conocimiento de la realidad de los catequizandos y en los medios concretos que se
usan.

La combinacin sabia e inteligente de estos elementos lograr que los mtodos cumplan su
papel en la catequesis. Un papel que no los pone nunca como fin en s mismos sino como
mediadores entre el Dios que se revela y la comunidad que responde con su fe.

138. La catequesis, desde sus comienzos, ha utilizado muchos y variados mtodos para la
educacin de la fe.

En la experiencia catequstica de la Iglesia se han formado dos grandes grupos de mtodos,
dentro de los cuales la catequesis ha ido respondiendo a las necesidades y a las situaciones
histricas de los creyentes.

El primer grupo est formado por los mtodos que parten de la vida para llegar a la fe
(mtodo de Jess, mtodo de Pablo en el Arepago, ver, juzgar, actuar).

El segundo grupo lo componen los mtodos que parten de la fe para llegar a la vida
(exposicin del mensaje, enseanza de la doctrina, desarrollo del primer anuncio del
kerigma).

Unos y otros han demostrado su eficacia en la prctica de la catequesis, que tiene necesidad
de todos ellos esforzndose por combinarlos con libertad y sabidura, siempre para
promover a la comunidad en el camino integral de su fe (10).

139. Al usar los mtodos, la catequesis se fijar en unos criterios fundamentales que no la
dejarn desviarse de su finalidad principal.

- Los mtodos han de estar en todo momento al servicio de la vida concreta de las
personas que necesitan crecer en su fe.
- Los mtodos han de ser fieles a la integridad del mensaje cristiano sin sacrificar
aspectos sustanciales en nombre de la adaptacin.
- Los mtodos respetarn el ritmo que las personas o los grupos tienen para avanzar
en su proceso de fe. Tienen que ser progresivos.
- Los mtodos han de asegurar el orden o jerarqua de los diversos elementos de la fe,
mostrando cules son centrales y cules no lo son.
- Los mtodos descubrirn la unidad de la fe, sealando las relaciones profundas que
hay entre los distintos aspectos del mensaje cristiano.

Una sola es la fe y muchos los mtodos que la sirven (11).

2. Los manuales o textos catequsticos

140. Hemos visto en los ltimos aos un extraordinario desarrollo de los recursos
catequsticos tanto en la Iglesia de Mxico como en la Iglesia universal. Estamos en una
poca de mucha bsqueda y de gran creatividad que se refleja en la abundancia de textos,
de manuales, de guas, de catecismos, y de otros muchos medios que pretenden dar vida
nueva a la catequesis. Es difcil encontrar hoy una dicesis que no haya elaborado algn
instrumento catequstico, as sea muy sencillo.

141. Podemos interpretar este hecho de distintas formas. Se le puede ver como una seal de
la vitalidad y del lugar importante que cada da adquiere la catequesis en la comunidad. Por
eso se busca proporcionarle los mejores medios. Podemos entenderlo tambin como una
accin del Espritu que despierta iniciativas para hacer de la catequesis un ministerio con
ms fuerza y con mayores alcances. Podemos finalmente comprenderlo como signo de una
mayor encarnacin de la catequesis, que asume la riqueza de la comunidad y aprovecha sus
talentos para expresar la fe con un estilo propio. Por otro lado, podemos descubrir en este
mismo hecho, una gran insatisfaccin y una dispersin que en algunos casos pone en
peligro la unidad en la expresin de la fe y la calidad pedaggica de los medios que usa la
catequesis (12).

La abundancia de medios catequsticos no siempre es seal de progreso en la catequesis.

142. En principio hay que decir que ningn manual de catequesis puede suplir el contacto
directo con las Sagradas Escrituras, pues ellas son para la Iglesia el gran Libro de la fe y la
Palabra de Dios de donde nace la catequesis.

143. Los manuales y otros materiales escritos han aparecido en la historia de la catequesis
como una respuesta a la necesidad de comunicar la fe con seguridad.


Para componer los Evangelios y otros libros de la Sagrada Escritura los autores sagrados se
valieron de documentos que haban sido escritos anteriormente como guas de catequesis
para la comunidad cristiana.

San Agustn escribi en el siglo cuarto un hermoso documento (De catequizandis rudibus)
que fue un verdadero manual para la catequesis. El Concilio de Trento nos dej su famoso
catecismo que fue la base de muchos otros que se elaboraron y nosotros conocemos con el
nombre de Ripalda, Astete o Gasparri.

En Amrica Latina tenemos igualmente catecismos escritos desde la primera etapa de la
evangelizacin como los de Toribio de Mongrovejo en el Per o el catecismo en imgenes
de Pedro de Gante en Mxico. Los textos de catequesis o catecismos, son una antigua
tradicin en la Iglesia.

144. Los textos y manuales de catequesis han de estar siempre en funcin y al servicio de
los fines que ella persigue. Y para que esto ocurra no se pueden descuidar algunas reglas
elementales. Conocer estas reglas nos ayudar a juzgar correctamente la variedad de
catecismos que existen y podr guiarnos en la elaboracin de otros, si fuere necesario (13).

- Un manual de catequesis debe tener bien claro su objetivo concreto: A qu quiere
responder y a dnde pretende llegar con el proceso que ofrece.
- Nunca pierde de vista a las personas a quienes se dirige, conoce su situacin, su
forma de ser, su ambiente, su edad, su cultura y su historia. Para lo cual necesita de
las ciencias humanas que ayudan a comprender mejor la realidad integral de las
personas.
- Un manual de catequesis respeta los valores centrales del mensaje cristiano. Es fiel
a la revelacin total de Dios manifestada en Jesucristo, prolongada en la Iglesia,
interpretada por sus pastores y vivida por todos sus miembros.
- Pone gran atencin al lenguaje que emplea, un lenguaje que debe entenderse para
poder establecer una autntica comunicacin de fe. Las palabras y las ilustraciones,
las dinmicas, las tcnicas modernas, las actividades y los dems recursos
catequsticos han de saber hablar con claridad y sencillez para estimular a las
personas y ponerlas en marcha hacia el crecimiento de su fe.
- Un manual contiene formulaciones bsicas de la fe, textos bblicos y litrgicos,
expresiones tomadas de los smbolos, de la Tradicin y del Magisterio. A travs de
ellos la comunidad cristiana proclama pblicamente la profesin de su nica fe.


CAPTULO SEXTO

LOS CATEQUISTAS DE MXICO, TESTIGOS Y PROFETAS DEL REINO

En los catequistas recae la responsabilidad de dar a la catequesis un rostro nuevo. Han
sido y siguen siendo personas clave para el crecimiento de la fe en la comunidad cristiana.
Su ministerio es indispensable por ser parte sustancial de la vida de la Iglesia. Los
catequistas merecen y necesitan atencin, reconocimiento, formacin y otros apoyos que
los capaciten para ejercer su ministerio con seguridad, con calidad y con autenticidad.

I. Nuestra situacin

145. Los catequistas siempre han estado activamente presentes en la Iglesia mexicana. Han
sido valiosos colaboradores en la formacin de la comunidad cristiana a travs de su
palabra, de su testimonio y de su esfuerzo perseverante.

Gran parte de los valores cristianos que encontramos en la comunidad se deben ciertamente
a las generaciones de catequistas que han entregado su vida a este ministerio, compartiendo
su fe con nios, jvenes y adultos, necesitados de un encuentro ms profundo con
Jesucristo.

146. Los catequistas de Mxico presentan un cuadro muy desigual, segn las regiones y
segn el valor que dan a la catequesis los pastores y las comunidades parroquiales y
diocesanas donde viven.

Los catequistas son en general personas sencillas y pobres que dan gratuitamente su tiempo
y su trabajo. En muchos casos, no han recibido una preparacin suficiente. Trabajan en
condiciones muy difciles, sin medios, sin apoyo, sin estmulos que los alienten en su
trabajo. No siempre son valorados en la comunidad, que los mira ocupados en la catequesis
porque se cree que no tuvieron capacidad para otras actividades de mayor importancia. En
muchos lugares predominan los catequistas mujeres.

147. Junto a lo anterior tambin descubrimos con gozo entre los catequistas de Mxico
verdaderas personalidades reconocidas por la comunidad cristiana. Hombres y mujeres
maduros en su fe, autnticos guas, personas con capacidad crtica, con cualidades para
organizar y con gran sentido de creatividad.

Han llegado a ser signos, que construyen la Iglesia y fomentan la comunin, gracias a la
conciencia profunda de su vocacin y a la calidad evanglica de su servicio.

II. Nuestro ministerio y espiritualidad

148. La tarea de la catequesis ha sido encomendada a la Iglesia entera, a los Obispos, los
presbteros y los diconos que con los fieles laicos aseguran la educacin cristiana de sus
miembros.

La comunidad cristiana es la primera depositaria del ministerio de la catequesis que
practica de acuerdo a la vocacin y a los carismas que cada uno ha recibido del Espritu de
Dios (1).

La comunidad catequizadora necesita, sin embargo, la figura del catequista que realiza unas
tareas propias para el progreso de la fe a partir de un llamado que nace de su condicin de
bautizado. La comunidad cristiana confa en los catequistas y les ofrece espacios para
hacerla crecer. Son hombres y mujeres integrados en ella, conocen su historia y sus
aspiraciones, la animan con su palabra y con su testimonio, la sostienen con su oracin y la
edifican con su servicio (2).


149. Qu espera de los catequistas la comunidad?

- Ante todo, que sean hombres y mujeres que compartan la vida de su pueblo. Que se
sientan dentro de su historia y parte de su cultura. Personas que vivan en carne
propia los problemas de la comunidad.
Que no se alejen de la vida de su gente para ser catequistas, sino por el contrario, se
comprometan en la catequesis llevando consigo todas las angustias y las luchas del
pueblo al que pertenecen.
- Que vivan una espiritualidad centrada en una experiencia personal del Dios de
Jesucristo, que los quiere a ellos y ama a su comunidad cristiana. Que sean testigos
de lo que han visto y odo (3) del Seor, cuyos planes ellos aceptan en la fe y
desean compartir con sus hermanos. Personas que han vivido un encuentro profundo
con el Seor e invitan a otros a vivirlo, como hizo la mujer Samaritana del
Evangelio (4).
- Que sean discpulos de Jess a quien tratan de seguir todos los das, aceptando su
palabra y dejndose penetrar por la fuerza transformadora de su Espritu.
Catequistas que luchan por hacer realidad los valores del Evangelio y siguen los
criterios pastorales de Jess que prefiere a los pobres, que hace la voluntad del
Padre y entrega toda su vida al servicio del Reino de Dios. Hombres y mujeres que
revelan a la comunidad el espritu de las bienaventuranzas encarnado en sus vidas.
- Que sepan descubrir a Dios en los acontecimientos de la historia, lugar donde l
habla para decirnos lo que quiere de la comunidad, cules son sus intenciones sobre
ella y en qu direccin desea que se oriente.
Personas que aprendan a leer los signos de los tiempos y ensean a otros a leerlos,
en la familia, en el trabajo, en el barrio, en la poltica, en las dificultades diarias.
Catequistas que miran la historia con la mirada de Dios para saber interpretarla.
- Que sepan responder fielmente a su tarea de maestros y educadores de la fe. Como
los profetas y como Jess que saben que la doctrina que predican no es suya, sino
del Padre que los ha enviado.
No son, por tanto, propagadores de ideas, ni de teoras personales, porque entonces
corromperan lo que han recibido. Son ms bien buenos conocedores del mensaje
integral de Jess y se esfuerzan por entregarlo con la autenticidad que les pide
Aqul que los enva (5).
- Que vivan su misin de profetas, que hablen claramente y sin miedos, que declaren
lo que es justo y lo que no lo es, que denuncien las opresiones que destruyen al
hombre y ofenden a Dios, sin condenar personas, sino iluminando con la Palabra de
Dios las situaciones de pecado.
Profetas que anuncien el Evangelio de la liberacin en Jesucristo. Una liberacin de
todo lo que desgarra a la comunidad y una liberacin para el crecimiento progresivo
e integral de las personas. Si la palabra de los catequistas es una palabra de profetas,
entonces sern agentes de cambio en la comunidad, sabrn juzgar continuamente la
realidad de gracia y de pecado a la luz del proyecto de Dios que quiere construir su
Reino en ella.
- Que sepan escuchar todos los das la Palabra de Dios para aprender cmo se debe
vivir el ministerio de la catequesis. Que estn atentos a la voz y enseanza de los
Pastores; que celebren el gozo de su fe en la liturgia y en la oracin personal y que
no dejen de or los clamores de los dbiles de este mundo.

150. Por su parte, los catequistas de Mxico aspiran a que su ministerio pueda ser instituido
oficialmente por los Pastores de la Iglesia en la forma y con los criterios que mejor
respondan, ya sea a las necesidades pastorales de la comunidad cristiana como a la
vocacin e idoneidad de los catequistas.

Es urgente que el ministerio de la catequesis tenga un pleno reconocimiento por parte de la
comunidad cristiana que no puede comprenderse ni desarrollarse sin l (6).

151. As mismo es de desear que se instituya un da especial de la catequesis a nivel
diocesano o nacional para impulsar la conciencia catequstica de la comunidad y valorar el
ministerio de los catequistas.

152. Los catequistas no han de considerarse en la Iglesia como un grupo apostlico o un
movimiento eclesial. El valor de su vocacin reside en que ejercen un Ministerio que forma
parte sustancial de la vida del pueblo de Dios. Los grupos y movimientos nacen de las
circunstancias histricas, y cuando han cumplido su papel, desaparecen para dar sitio a
otros.

El ministerio de la catequesis, por el contrario, es indispensable a la comunidad cristiana.
Mientras ella exista, habr catequistas que lo realicen, pues la Iglesia, antes de ser asamblea
de grupos y movimientos, es comunidad de ministerios, que ejerce como nica manera de
edificarse a s misma para el servicio del mundo (7).

De all la urgencia de que la catequesis, por ser un ministerio indispensable en la Iglesia
tenga un lugar en los grupos y movimientos, si de veras stos quieren impulsar la
comunidad y superar las tentaciones de aislamiento y divisin dentro de ella (8).

III. Nuestra formacin

153. Los catequistas necesitan una formacin que los capacite para responder a las
exigencias de su ministerio. La catequesis, es un arte superior (9) que pide de los
catequistas slidos conocimientos en las ciencias humanas y divinas.

Asimismo espera de ellos una amplia visin del ambiente donde trabajan, de la sociedad
donde se encuentran y de la poca que les ha tocado vivir.

Los documentos del Magisterio de la Iglesia, no dejan de insistir en la urgencia de
formarlos para estar a la altura de las tareas que se les encomiendan (10).

154. La formacin de los catequistas es una prioridad para lograr la renovacin de la
catequesis. Ha de considerarse como una tarea de extraordinaria importancia en la
comunidad cristiana: Cualquier actividad pastoral para cuyo ejercicio no se cuente con
personas bien formadas va al fracaso (11).

De all que los pastores deban asumir la formacin de los catequistas como una tarea
central de su ministerio, poniendo para ello los mejores recursos (12).


155. La experiencia de estos aos, las orientaciones de la Iglesia y los cambios que se han
dado, nos sealan claramente los elementos propios de la formacin integral de los
catequistas.

Dicha formacin:

- Toma en cuenta a las personas y las valora por lo que son en s mimas dentro de su
situacin concreta.
- Las ubica en su realidad, en su historia y en la cultura de su pueblo. Que las
comprendan, las amen y las hagan suyas.
- Promueve en ellos una profunda experiencia de Dios y una slida espiritualidad
centrada en la Persona de Jesucristo, en su mensaje y en su pedagoga.
- Los impulsa para hacer historia de salvacin con su comunidad eclesial.
- Les descubre lo que es propio del ministerio catequstico, dentro de los dems
ministerios de la Iglesia.
- Les facilita una profunda comprensin y vivencia de la Santa Escritura, Palabra de
Dios inspirada.
- Los familiariza con la pedagoga de Dios revelada en Jess, en la Iglesia y en Santa
Mara de Guadalupe.
- Los pone en contacto con las ciencias que estudian al hombre para entenderlo
mejor.
- Los educa para que expresen su fe en la celebracin comunitaria de los sacramentos
y en la oracin personal.
- Les proporciona una slida formacin en los elementos doctrinales que integran la
totalidad del mensaje cristiano.
- Los entrena prcticamente en los mtodos catequsticos, en el uso de los lenguajes y
de los medios de la comunicacin humana.
- Los capacita para que aprendan a organizarse en las actividades catequsticas.

156. Todos los catequistas necesitan de una formacin inspirada en los elementos
fundamentales arriba sealados. Tendr que ser progresiva y permanente de acuerdo a
programas apropiados a los niveles, a las etapas y a las circunstancias de los mismos
catequistas.

157. En la comunidad hay tambin diversos tipos de catequistas debido a las distintas
capacidades, inclinaciones y carismas que tienen las personas.

Uno solo es el ministerio de la catequesis, pero muchas las formas y las personas concretas
para llevarlo a cabo. Hay catequistas que son especialmente hbiles para la catequesis de
los nios, de los adolescentes, de los jvenes o de los adultos; catequistas dotados para la
catequesis en la familia, en la escuela, en el campo o en la ciudad, para los minusvlidos o
para orientar la religiosidad popular, etc.

La formacin de los catequistas tomar en cuenta estas realidades, a fin de promover una
especializacin que asuma al mismo tiempo tanto sus talentos como las necesidades propias
de los que son catequizados.


158. En la obra catequtica ocupa un lugar especial el formador de los catequistas, persona
que desde la comunidad y en nombre de ella realiza esta actividad especfica y necesaria.

A la luz de lo que significa la catequesis en la Iglesia y mirando las muchas exigencias que
tiene este ministerio, podemos determinar lo que se espera de un formador de catequistas.

Ha de ser una persona de madurez probada en su fe, profundo conocedor de los caminos de
Dios y de los hombres. Un maestro de vida espiritual y un discpulo que aprende sin cesar
en la escuela de Jess y de la vida. Alguien que comparte la realidad de los catequistas a
quienes ofrece una palabra segura y un testimonio de esperanza nacido de su experiencia de
Dios. Una persona que descubre las exigencias del Reino y deja en libertad para tomar las
propias decisiones.

El verdadero formador de catequistas es aquel que tambin est dispuesto a dejarse formar
por ellos.

159. El coordinador de la catequesis ha adquirido un lugar destacado en los ltimos aos.
Su servicio a la comunidad catequstica cumple funciones de integracin, de animacin y
de organizacin, procurando que las personas vivan su compromiso en forma
corresponsable y fraterna.

En todos los niveles de la Iglesia (grupos, parroquia, dicesis) la figura del coordinador se
hace cada da ms necesaria, y merece que se le promueva, ya que de su sentido
profundamente eclesial podr surgir la fuerza testimonial y la eficacia evanglica de los que
se comprometen con la catequesis: Padres de familia, catequistas, formadores, prrocos y
otros.

160. En el mbito de la catequesis comienza tambin a valorarse la figura del catequeta,
persona con amplia experiencia catequstica, con slida formacin en las ciencias humanas
y teolgicas, con profundo conocimiento de la ciencia pastoral llamada Catequtica y con
capacidad para la investigacin.

La catequesis necesita de estos especialistas que con su reflexin le abren caminos de
renovacin, la hacen avanzar y la enriquecen con los nuevos aportes que aparecen en la
Iglesia y en el mundo.

Los recientes documentos del Magisterio eclesial reconocen y alientan a los catequetas a
que pongan sus conocimientos al servicio de este ministerio (13).

161. Merecen una atencin especial los medios para la formacin de catequistas, entre los
que sobresalen los programas, los cursos y los centros de formacin.

162. Los programas han de pensarse de tal manera que aseguren la formacin permanente y
progresiva, con objetivos claros y mtodos adaptados al nivel cultural de los catequistas.


Un programa no puede ser nicamente un conjunto de contenidos para la informacin de
teoras sobre la catequesis o sobre otros temas. Tampoco ha de considerarse como un puro
entrenamiento para que los catequistas hagan bien su trabajo.

Un programa es ante todo un proceso dinmico de fe que abarca la vida integral del
catequista: Su condicin de persona humana, su experiencia de creyente, sus exigencias de
discpulo de Jess y su vocacin de servidor y profeta de la comunidad.

Todo programa buscar esta formacin a fin de que pueda reflejarse en una catequesis
integral (14).

163. Los cursos son momentos privilegiados en que los catequistas se encuentran con
aquellos que comparten inquietudes y anhelos semejantes, viven dificultades, desafos y
experiencias parecidas en el ejercicio del mismo ministerio.

En los cursos los catequistas tienen la oportunidad de celebrar juntos su vida y descubrir el
valor y el sentido profundo de lo que hacen a favor de sus hermanos.

Deben organizarse integrando tres aspectos o dimensiones sin los cuales podran ser
ineficaces:

- La dimensin de la vivencia que crea lazos de fe, sostiene el compromiso y alimenta
la conciencia de pertenecer a una comunidad servidora.
- La dimensin del estudio sistemtico que promueve la slida capacitacin en los
conocimientos, estimula el sentido crtico y la reflexin continua.
- La dimensin de la prctica que impulsa la actividad creativa y a la bsqueda de
respuestas a las situaciones que cada uno vive.

164. Los centros de formacin son los lugares eclesiales donde los catequistas encuentran
apoyo, orientacin, servicio y espritu apostlico para desempear mejor su ministerio.

Los centros de formacin son espacios siempre abiertos a la comunidad de catequistas.
Tienen fuerza en la medida en que son lugares de encuentro y de dilogo, de bsqueda, de
reflexin y de estudio, animados por el nico deseo de servir a los catequistas.

Por consiguiente su papel en la comunidad se justifica por la claridad con que saben asumir
estas exigencias bsicas:

- A qu necesidades quieren responder.
- Con qu criterios desean trabajar.
- Qu objetivos pretender alcanzar.
- Qu programas van a desarrollar.

Los centros de formacin no pueden tener un carcter definitivo porque sera exponerlos a
la inmovilidad y al estancamiento. Tendrn que revisarse y evaluarse continuamente, si de
veras desean prestar a los catequistas un servicio siempre actualizado y de calidad (15).


165. La formacin para la catequesis es una necesidad especialmente sentida en los
seminarios y casas religiosas. La figura del sacerdote, del religioso y de la religiosa es vista
por la comunidad como un ministerio que ellos ejercen para promover la fe del pueblo de
Dios.

Pero esa misma comunidad no siempre recibe la calidad que de ellos tiene derecho a
esperar en el ejercicio de su ministerio. La falta de una seria formacin catequtica en los
programas de formacin pastoral, unida al escaso aprecio que se tiene por la catequesis,
ciertamente estn entre las causas de esta situacin. Una amplia y slida formacin
catequtica les har comprender que el resto de los ministerios pastorales necesitan de la
catequesis para llegar a la realidad ms profunda de la fe.

Por eso es de desear que en tales centros de formacin la Iglesia de Mxico adquiera mayor
conciencia de esta urgencia y tome las decisiones necesarias para que estos agentes
cualificados de la pastoral puedan capacitarse como educadores de la fe a travs de la
catequesis.

La fidelidad a la comunidad cristiana exige de estos centros una mayor conciencia del lugar
y del papel insustituible que tiene la catequesis en la vida de la Iglesia (16).


CAPTULO SPTIMO

LA PATORAL ORGNICA Y EL MINISTERIO DE LA CATEQUESIS

La vida de la Iglesia se expresa plenamente en una pastoral orgnica, que integra y unifica
en el servicio a las personas, los ministerios, los carismas y las instituciones. Por un lado,
la catequesis tiene un sitio en la pastoral orgnica por ser un ministerio que pide
relacionarse siempre con los dems ministerios eclesiales. Por el otro, hace suya la
planificacin y la organizacin como formas prcticas de trabajar con sentido de Iglesia,
poniendo la tcnica al servicio del Evangelio.

I. Una forma de edificar la Iglesia

166. Desde los aos 60s hemos visto crecer la preocupacin por una pastoral orgnica no
solamente a nivel de reflexin, sino tambin a nivel de experiencias.

Debido principalmente a una teologa renovada sobre el Misterio de la Iglesia y a los
nuevos desafos que nos plantean las situaciones socioculturales del mundo, la comunidad
cristiana ha buscado formas ms participativas y eficaces de trabajo pastoral.

Antiguas herencias pastorales, entre las que destacan la improvisacin, el individualismo, la
dispersin y el centralismo, han sido enfrentadas por la pastoral orgnica como un proceso
nuevo de vida eclesial.


167. Los documentos pastorales de nuestros Obispos han hecho hincapi en los ltimos
aos sobre la urgencia de realizar una pastoral que refleje ms plenamente el Misterio de la
Iglesia.

Las conclusiones de Medelln dedican su documento no. 15 a este tema. Puebla advierte
que hemos de asumir la necesidad de una pastoral orgnica en la Iglesia como unidad
dinamizadora para su eficacia permanente, que comprenda entre otras cosas: Principios
orientadores, objetivos, opciones, criterios, iniciativas prcticas (1).

168. Entendemos por pastoral orgnica:

- La accin realizada por toda la comunidad cristiana.
- Como una forma de edificarse a s misma.
- Y de responder a su misin evangelizadora en el mundo y en la historia.
- En actitud de comunin y participacin para el servicio.
- Integrando todos los ministerios, los carismas, las reas, los niveles, las estructuras
y los medios.
- A fin de llevar a cabo el proyecto de Dios en todas las realidades humanas.

La manifestacin plena de la comunin eclesial es el objetivo primordial de todo acto
pastoral; por eso toda la pastoral por su misma naturaleza debera llamarse y realizarse
como pastoral orgnica.

II. Los medios para la pastoral orgnica

169. Para lograr que la pastoral sea verdaderamente orgnica, existen unos medios que nos
ofrecen tanto las ciencias que estudian la actividad social de los hombres como las que
estudian el quehacer pastoral de la Iglesia.

170. En primer lugar la pastoral orgnica, como accin de toda la Iglesia, pide reflexin
teolgica para poder comprenderla en toda su amplitud. Dado que la pastoral es el punto
donde se unen prcticamente nuestras convicciones de fe, es necesario profundizar
continuamente en realidades tan fundamentales como la Revelacin, el mundo y la historia,
la Palabra de Dios, la evangelizacin y los ministerios, Jesucristo, el Reino de Dios, la
Iglesia y el hombre.

De esta forma podremos aclarar lo que somos como Iglesia, lo que queremos lograr y sobre
todo el espritu que nos une y nos sostiene en el trabajo pastoral.

171. Tenemos tambin la planificacin como ciencia prctica que nos ayuda a ver la
realidad y a juzgarla con la mirada de la fe, a descubrir prioridades, a fijarnos objetivos y a
tomar decisiones en vistas de los cambios que queremos lograr segn lo pide el plan de
Dios.

La planificacin tiene su mayor fuerza en la participacin de todos los que formamos la
Iglesia. Nos pone en condiciones de pensar juntos lo que vamos a hacer y nos impulsa a

buscar las respuestas pastorales que se necesitan, aprovechando inteligentemente todos los
recursos que tenemos.

A travs de la planificacin podremos asegurar la continuidad en nuestros trabajos y la
ubicacin de cada miembro en la comunidad (2).

172. Igualmente, existe la organizacin, conjunto de tcnicas que nos facilitan la
realizacin de nuestros planes.

La organizacin nos ensea a vivir en relaciones permanentes de colaboracin, nos dice
cul es nuestro lugar y qu esperan de nosotros los dems. Por la organizacin aprendemos
a hacer programas, y proyectos de trabajo, a partir de nuestras circunstancias concretas de
tiempo, de lugar y de recursos.

Nos da la posibilidad de trabajar con ms disciplina y menos improvisacin, teniendo
siempre en cuenta a los dems.

173. As mismo, tenemos el equipo como un estilo de vida y una forma de trabajo con
mentalidad de Iglesia. En el equipo nos educamos unos a otros y ponemos en comn
nuestras capacidades y valores.

El equipo nos muestra cmo el Espritu vive y acta en los hermanos y cmo la accin de
todos ser ms eficaz en la medida en que sea ms comunitaria.

174. Finalmente, encontramos en la coordinacin un ministerio indispensable para la
comunidad comprometida en el quehacer pastoral. Las personas necesitan de alguien
persona o grupo que impulse la comunin, que construya los lazos de la unidad, que
asegure la eficacia del trabajo y que ofrezca los estmulos adecuados para la accin
comunitaria.

El ministerio de la coordinacin se ejerce en el Espritu de Jess que se hace siervo para
que la comunidad crezca como colaboradora en el proyecto de Dios.

III. La catequesis en la pastoral orgnica

175. La Iglesia mexicana est caminando claramente hacia la pastoral orgnica a travs de
la planificacin y de la organizacin en todos sus niveles. En muchas partes est surgiendo
una prctica y un estilo nuevo de realizar la pastoral. Crece la conciencia de una comunin
pastoral que integra los ministerios y encauza los recursos hacia las tareas urgentes y
prioritarias de la comunidad cristiana.

176. La catequesis, como parte del Ministerio de la Palabra, encuentra su sitio en esta nueva
realidad. Ella no es toda la pastoral, pero tambin, si no es tomada en cuenta, la pastoral
sera incompleta. La catequesis vive en estrecha relacin con los dems ministerios y
actividades eclesiales, ofrecindoles su aporte original y recibiendo de ellos su riqueza para
realizar mejor sus tareas. De aqu depender que no se convierta en una porcin aislada del

conjunto ni en una actividad que a veces parece estar en competencia con otras tareas
pastorales.

177. La catequesis forma parte de la pastoral orgnica, pero tambin debe planificarse y
organizarse si de veras quiere apoyarla en actitud de fidelidad a la Iglesia y al Espritu que
llama en esa direccin. De esta forma se pondr en armona con nuestro tiempo que nos
pide capacidad para poner las tcnicas modernas al servicio del Evangelio.

Una catequesis que no se encarne en una organizacin adecuada y eficaz no lograra los
fines que ella tiene en la Iglesia (3).

IV. ORIENTACIONES PRCTICAS PARA ORGANIZAR LA CATEQUESIS EN
PARROQUIAS Y DICESIS

178. Los responsables de la catequesis se enfrentan a la exigencia de su organizacin. A
menudo encuentran dificultades de todo gnero para llevarla a cabo: Falta de criterios
orientadores, escasez de recursos, situaciones especialmente complicadas, resistencias del
medio en que se trabaja y muchas otras. Se siente la necesidad de tener los apoyos
necesarios que den al trabajo una eficacia basada en la organizacin.

179. Proponemos las siguientes orientaciones bsicas para promover el aspecto
organizativo del ministerio de la catequesis. Son criterios que pueden tener aplicaciones
diversas segn la variedad de situaciones pastorales, de niveles de Iglesia y de capacidades
creativas que haya en las personas (4).

180. Los criterios de organizacin catequstica pueden resumirse de la siguiente manera:

- Ante todo es necesario tener ideas claras acerca de lo que significa la catequesis en
la Iglesia y del lugar que ella tiene entre los ministerios que integran la pastoral
orgnica.
- La organizacin necesita crear conciencia comunitaria que aprecie y valore la
catequesis, despejando las ideas equivocadas sobre ella, como pensar que solo es
para nios, o solo para la recepcin de sacramentos o que puede confiarse a
personas sin preparacin alguna.
- La organizacin busca promover a los catequistas para hacerlos comprender que la
comunidad cristiana tiene necesidad de su servicio. Han de adquirir conciencia de
su identidad en la Iglesia, pues son llamados a vivir como una porcin muy
dinmica dentro de ella.
- La prctica de la vida y del trabajo en equipo es punto central en la organizacin de
la catequesis. La formacin de equipos que sepan dialogar hacia dentro y hacia
afuera de ellos mismos, capaces de mantener vivo el objetivo fundamental de todo
equipo eclesial: Construir la comunidad a travs del servicio fraterno a todos.
- La organizacin de la catequesis tiene una fuerza particular en la creacin de
medios para la formacin permanente de todos los que intervienen en las tareas
catequsticas: Catequistas, coordinadores, responsables, formadores. La experiencia
ha comprobado que sin formacin permanente pronto aparecen las grandes fallas

enemigas del progreso, como son la mediocridad, el estancamiento, el desaliento y
la falta de actualizacin.
- La organizacin de la catequesis pide sealar reas de actividad concreta donde las
personas puedan ejercitar responsabilidades en beneficio de todos, pero sin
estorbarse.
- Los recursos materiales son un elemento que se debe afianzar en la organizacin de
la catequesis, no solo por la permanente penuria en que se le ha tenido, sino sobre
todo a causa del valor que tiene en s misma, como ministerio indispensable en la
vida de la Iglesia.

Por mucho tiempo a la catequesis se le han negado recursos econmicos, manifestando as
el poco aprecio que de ella se tena. De all que los responsables de la catequesis estn ante
el reto de cambiar mentalidades y de buscar formas para que adquiera el rango que ella
merece en el conjunto de las tareas pastorales.

V. Como est organizada la catequesis en Mxico

181. La catequesis mexicana ha tenido diferentes formas de organizarse a travs de su
historia. Muchos catequistas, agentes de pastoral y pastores, con frecuencia manifiestan su
deseo de conocer la manera cmo hoy est organizada nuestra catequesis.

Por eso, esta parte de nuestra gua pastoral tiene el propsito de mostrar las relaciones, los
canales de comunicacin, los niveles y los apoyos que se dan en la actividad catequstica de
Mxico.

182. La Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) tiene, entre sus diversos organismos, uno
a nivel nacional que se encarga de llevar a cabo las tareas de la Evangelizacin y
Catequesis (5).

Este organismo nacional es la Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis
(CEEC), cuya finalidad consiste en prestar un servicio de promocin, animacin y
orientacin en las tareas evangelizadoras y catequizadoras.

Este servicio se realiza a travs de un Secretariado Nacional de Evangelizacin y
Catequesis (SNEC), que se hace ayudar de personas o grupos especializados en este campo.

La Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis est integrada por un Obispo
presidente elegido por todos los Obispos reunidos en asamblea plenaria. El presidente
forma un equipo con otros cinco Obispos que son los primeros responsables de los trabajos
de esta Comisin.

183. La Conferencia Episcopal ha dividido el pas en 15 regiones pastorales, con el fin de
tratar problemas comunes, reflexionar juntos y tomar decisiones en un nivel ms pequeo
de la Iglesia. Cada una de estas regiones est formada por un grupo de Dicesis que, bajo la
gua de sus pastores, realizan trabajos en comn.


La Comisin Episcopal de Evangelizacin y Catequesis colabora estrechamente con las
quince regiones pastorales en la persona de un coordinador de cada regin, el cual forma
parte del Equipo Nacional y sirve de enlace entre la Comisin, las regiones y las dicesis.
Estos quince coordinadores regionales son un grupo muy valioso de apoyo a todos los
proyectos.

184. En Mxico existen actualmente 77 circunscripciones eclesisticas, entre dicesis,
vicariatos y prelaturas. En todos ellos hay un Secretariado Diocesano de Evangelizacin y
Catequesis, formado por un responsable diocesano y un equipo (SEDEC).

Este Secretariado tiene como finalidad promover, orientar, planificar y coordinar las
actividades de este campo, dentro de la pastoral orgnica de la dicesis.

185. Muchas dicesis estn divididas en Zonas y Vicaras pastorales, en Decanatos o en
Foranas, que integran grupos de parroquias que se unen para realizar tareas comunes. Con
frecuencia encontramos en estos niveles diocesanos una catequesis organizada, que abarca
varias parroquias a la vez.

186. En el pas existen alrededor de 5000 parroquias, en el campo, en la ciudad o en
ambientes especiales como universitarios, pescadores, obreros, etc.

En la mayora de ellas hay hombres y mujeres que prestan su servicio de catequistas tanto
en el centro de la parroquia, como en las pequeas comunidades, en los ranchos, ejidos,
barrios o sectores de poblacin.

La organizacin de su trabajo es muy variable. Depende mucho de la conciencia de la
comunidad, del apoyo del sacerdote y de los recursos que se tengan.

Conclusin final

187. Al proponer esta Gua Pastoral para la Catequesis de Mxico, queremos ofrecer a los
catequistas un instrumento que los ayude a crecer como servidores de la palabra
catequtica.

Es un testimonio de reconocimiento al ministerio de la catequesis, presente en la mayora
de las comunidades cristianas del pas.

Con este documento queremos reafirmar que la catequesis, como proceso ordenado,
integral y progresivo de la fe, es accin prioritaria en la vida de la Iglesia. Por lo mismo,
espera que le dediquemos nuestras capacidades, nuestra sabidura y nuestra creatividad a
fin de lograr que el Rostro de Jesucristo resplandezca en el rostro de los mexicanos a travs
de una catequesis con rostro nuevo.

El Espritu de Dios y Mara de Guadalupe nos guen en nuestro propsito.