Blas Alberti - Reportaje en Revista "Amauta"
Blas Alberti - Reportaje en Revista "Amauta"
Blas Alberti - Reportaje en Revista "Amauta"
1
-¿Puede dar ejemplos?
B.A.:-Se habla mucho de “Antropología Aplicada” como forma a través de la cual el
científico social ocuparía un lugar complementario en el seno de políticas de
transformación social o comunitaria. Esta práctica, tomada como práctica, sin un
análisis en profundidad del contexto histórico-cultural desde el que fue formulada (la
antropología anglo-sajona y la necesidad de ajustar mecanismos de control de culturas o
sociedades periféricas en países coloniales y semicoloniales) lleva a una suerte de vicio
profesionalista que transforma al antropólogo en un auxiliar acrítico de cualquier tipo de
política reaccionaria. Esta posición de “neutralidad” deja para el poder externo la
manipulación de los contenidos de la práctica y transforma al profesional en un vehículo
ingenuo de ideologías y prácticas de las que, en el mejor de los casos, desconoce su
sentido.
2
clásicamente para conceptualizar acciones de depredación y vasallaje de los países
coloniales y semicoloniales.
-¿Existe una persecución político-ideológica contra la Antropología
Latinoamericana?
B.A.:-Depende, en general, los planteos críticos, si apuntan verdaderamente al
cuestionamiento de nuestra realidad semicolonial, sufren las consecuencias represivas
de dicho régimen. Las principales son: la muerte, la cárcel, la proscripción, y en otros
casos, la marginación académica o la puesta en ridículo por parte de “científicos”
propietarios del saber científico-social. Un concurso para acceder a una cátedra puede
ser oportunidad para que a los que pensamos de ese modo se nos impida el derecho a la
palabra.
-De todos modos, hay un crecimiento efectivo den la producción teórica de quienes
participan de esta línea de pensamiento ¿no es cierto?
B.A.:-De acuerdo a las producciones más recientes y destacadas, y contando con ciertas
condiciones de estabilidad, es posible pensar que en las próximas décadas pueda
constituirse sólidamente un pensamiento que nos identifique en el conjunto del proceso
liberador y unificador que aguarda a Latinoamérica.
En primer lugar, debemos romper con la concepción unilateral de la “Historia
Universal” que produjo Europa y en la que incorporó, por la violencia física o el
dominio espiritual, al mundo semicolonial del que formamos parte. Desgajarnos de esa
concepción única de la historia, para percibirnos desde una historicidad propia que nos
atraviesa como cauce original, constituirá, sin duda, un paso decisivo en la estrategia de
nuestra liberación continental.
En segundo lugar, debemos enfrentar el dogmatismo textual de nuestra cultura
académica como una de las tareas de “desconstrucción” más necesarias y urgentes. Los
estragos que el “marxismo”, el liberalismo, los modelos sociologistas o economicistas,
han provocado en nuestro sistema conceptual suponen una distorsión de tal naturaleza
que conviene que, en este aspecto, seamos lo más cuidadosos posible.
Debemos convencernos en primer lugar, y actuar en consecuencia , de que una teoría es
un conjunto de aperturas problemáticas hacia la realidad, siempre fluyente e inabarcable
con los criterios de verdad que ha elaborado la tradición racionalista de Occidente. De
esta ilusión positivista, cuyo finalismo aspira al logro de un saber capaz de hacer
accesible todo lo real, no escaparon ni Marx ni Freíd, quienes entre otros, hicieron
rupturas revolucionarias en relación con los fundamentos consagrados del conocimiento
y la práctica de su propia cultura.
La experiencia de los pueblos que han sobrevivido, con sus culturas, sus cosmologías,
sus costumbres, a la obra destructora de esta civilización occidental, nos habla de una
realidad que ratifica el valor de la diferencia como punto de arranque de un análisis que
integra al sujeto de la cultura como eslabón fundamental, en la elaboración conceptual
propia de las ciencias que llamamos sociales. De este modo, aquello que en el
racionalismo burgués ocupa el lugar desvalorizado del mito es, desde la perspectiva de
la experiencia de los pueblos marginados, un lugar de anclaje con una historia que
conserva vigencia porque está situada como presupuesto de una identidad que funda, no
sólo su razón de ser, sino su sentido estratégico.
La antropología mucho tiene que decir al respecto. Si es capaz de traducir el fragmento
de realidad que le toca, dejándose atravesar por esa particular historia que la encierra,
será capaz de producir conceptos originales…porque como decía el gran escritor rudo:
Habla de tu aldea y serás universal”.