Novena en Sufragio Purgatorio

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NOVENA EN SUFRAGIO

DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO


DE NUESTROS DIFUNTOS
Modo de hacer esta novena
No dudo, Rvdos sacerdotes y católicos celosos del bien de las Almas, que harán un esfuerzo
generoso para introducir y sostener en sus parroquias una tan santa e importante devoción.
Más ¿cómo llevar a cabo tan grande empresa? Léase con unción y pausa la meditación, el
ejemplo y las demás oraciones que correspondan a los días de la novena. Promueva la
importancia de asistir todos los días a la Santa Misa que se dirá en sufragio de los difuntos de
la parroquia, comulguen a la misma intención un día del novenario. Con esta intención
procuraremos así ganar todos los días de la novena una Indulgencia Plenaria aplicándola por
ellas.

Modo de hacer bien esta novena en particular


El que durante el novenario no pudiera asistir a la Iglesia, o quisiese hacer en otro tiempo la
novena en casa:
1º Póngase primero ante una imagen de nuestro Señor Jesucristo o de su dolorísima Madre,
tomándola por protectora de esta novena, a fin de alcanzar por sus méritos contrición de las
culpas y compasión de las penas que padecen las benditas Almas del Purgatorio.
2º Por la mañana ponga un especial esmero en ofrecer a Dios todas sus obras, penas y
trabajos en sufragio de dichas Almas. Y si puede uno de los días de la novena, mejor el
primero, realice el voto de ánimas, y si ya lo tiene hecho puede renovarlo.
3º Oiga misa los nueve días, si puede, y lea y haga con detención en casa la meditación
correspondiente.
4º No pase estos días distraído, como los demás días del año; antes bien, esmérese en guardar
más recogimiento, absteniéndose de visitas y conversaciones frívolas, y haciendo algunas
otras buenas obras, además de las acostumbradas.
5º Haga alguna ligera mortificación cada día, y sobre todo absténgase de toda culpa, aunque
sea venial, cometida voluntariamente.
6º No olvide el principal sufragio que reclaman las almas, y la suya en particular, que serán
una confesión y comunión, lo más fervorosas que pueda.
7º Repase la vida pasada; mire si desde la última confesión general ha ocultado algún pecado
grave, o hecho de otro modo alguna confesión sacrílega; y si fuese así; no se contente con
hacer una confesión ordinaria; hágala tal que abrace todos los malos pecados cometidos desde
la última confesión general.
8º Examine atentamente cual es su pasión dominante, es decir, la que forma la principal
materia de casi todas las confesiones, y haga una seria resolución de extirparla; porque si te
condenas , amado cristiano, esta pasión será la causa de tu condenación .

El que lo desee puede suscribirse con nosotros a la novena on-line. Todos los días le iremos
enviando los textos correspondientes. Esta solamente se realiza en Octubre, nueve días antes
de el día de todos los difuntos. Como preparación de este y gran alivio a las ánimas de
nuestros difuntos.

INICIO DE LA NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

PRIMER DIA
Por la señal de la Santa Cruz, etc.

Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y espero, a quien amo y
quisiera haber siempre amado sobre todas las cosas; me pesa, si, una y mil veces me pesa por
haberte ofendido, por ser Vos quien sos, bondad infinita; pésame también porque merecí las
terribles penas del Purgatorio y ¡ay! Tal vez las eternas llamas del infierno. Propongo
firmemente no pecar más y apartarme de todas las ocasiones de ofenderte, ayudado de tu
divina gracia. ¡Oh! Tenga yo, Jesús mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y
perseverar hasta la muerte. Te lo pido por esas benditas Almas, por tu Sangre preciosísima y
por los dolores de tu afligidísima Madre. Amén.

Para todos los días de la novena:

ORACIÓN AL PADRE ETERNO


Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar Almas quisiste que tu Hijo unigénito,
tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más
pobre y mortificada, y derramase su sangre en la Cruz por nuestro amor: ¿cómo? ¿dejarías
sufrir largo tiempo a esas almas en el Purgatorio, habiendo costado tanto a Jesucristo y siendo
tus amadísimas hijas? ¿Permitirías que fuese malograda Sangre de tan grande valor?
Compadécete, pues, de esas pobrecitas almas, y líbralas de aquellas horrorosas llamas.
Compadécete también de la mía, y libérala de la esclavitud del vicio. Y si tu Justicia divina pide
satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en esta
Novena. ¡Ay!, de poquísimo, de ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos
infinitos de tu Hijo Divino, con los Dolores de su Madre Santísima, y con las virtudes heroicas
de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos a todos, vivos y difuntos, con ojos de
compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria.
Amén.

MEDITACIÓN: Existencia del Purgatorio.


Punto primero. Es un artículo de fe que las almas de los que mueren con alguna culpa venial, o
sin haber satisfecho plenamente a la Justicia divina por los pecados ya perdonados, están
detenidas en lugar de expiación que llamamos Purgatorio. Así lo enseña la Santa Madre Iglesia,
columna infalible de la verdad: así lo aseguran unánimemente los Santos Padres griegos y
latinos, Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan, San Crisóstomo, San Ambrosio, San
Agustín y tantos otros; así lo han definido los sagrados Concilios de Roma, de Cártago, de
Florencia, de Letrán y de Trento, dirigidos por el Espíritu Santo. Y aunque la Iglesia no lo
enseñase así, ¿no lo dice bastante la razón natural?.

Supongamos que sale de este mundo un alma con algún pecado venial; ¿Qué hará Dios de
ella? ¿La arrojará al infierno, y siendo su hija y esposa la confundirá con los réprobos espíritus
infernales? Eso repugna a la Justicia y Bondad divinas. ¿La introducirá en el cielo? Eso se opone
igualmente a la santidad y pureza infinita del Creador; pues sólo aquel cuyas manos son
inocentes y cuyo corazón esté limpio, subirá al monte del Señor. Nada manchado puede entrar
en aquel reino purísimo. ¿Qué hará pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por Malaquías:
La pondré como en un crisol , esto es, un lugar de penas y tormentos, desde donde no saldrá
hasta que haya plenamente satisfecho a la Justicia divina.

¿Crees tú esto, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te burles de ello, la cosa es, y será
así. Negar el Purgatorio, sólo poner en duda deliberadamente su existencia, es ya pecado
grave. ¿Crees tú esta verdad, y con esa indiferencia miras tan horribles penas? ¿Crees en el
Purgatorio y con tus culpas amontonas tanta leña para arder en el más terrible fuego?

Medita un poco sobre lo dicho.

Punto segundo: - Es también un artículo de fe, que nosotros podemos aliviar a aquellas almas
afligidísimas. Sí; en virtud de la Comunión de los Santos, hay plena comunicación de bienes
espirituales entre los bienaventurados que triunfan en el cielo, los cristianos que militan en la
tierra, y las almas que sufren en el Purgatorio. En virtud de esta comunicación de bienes,
podemos con mucha facilidad, y mérito nuestro, bajar al Purgatorio con nuestros sufragios, y a
imitación de Jesucristo, después de su muerte, librar a aquellas almas, y alegrar al cielo con un
nuevo grado de gloria accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella patria
felicísima.

¡Oh admirable disposición de la Sabiduría Divina! ¡Oh, qué dicha y felicidad la nuestra!
Viéndose Dios obligado a castigar a aquellas sus hijas muy amadas, busca medianeros que
intercedan por ellas, a fin de conciliar así el rigor de la justicia con la ternura de su Misericordia
infinita. Y nosotros somos esos dichosos medianeros y corredentores; de nosotros depende la
suerte de aquellas pobres almas.
Haz, pues, amado cristiano, con fervor este santo novenario. No faltes a él ningún día; ¿quién
sabe si abrirás al cielo a alguno de tus parientes y amigos ya difuntos? ¿Y serás tan duro e
insensible que le niegues este pequeño sacrificio, pudiéndoles hacer ese gran favor a tan poca
costa?

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo

Entre las muchas apariciones que confirman el dogma del Purgatorio, y lo aceptos que son a
Dios los sufragios que ofrecemos por los difuntos, es muy notable la que tuvo el gran caudillo
de los ejércitos de Dios, Judas Macabeo. Había este piadoso general derrotado a Gorgias,
aunque no sin pérdida de varios soldados, que murieron en la batalla: y conociendo, por las
alhajas que se le encontraron ocultas en los vestidos, que habían muerto en castigo de un robo
cometido en el templo de Jamnia, exhortó al ejército a que rogase por aquellos infelices.

Hizo una colecta, y reuniendo doce mil dracmas de plata, las envió a Jerusalén para que se
ofreciesen sacrificios en sufragio de aquellas pobres almas. Conducta admirable, que el Espíritu
Santo alabó con estas memorables palabras: “ Santa y saludable cosa es rogar por los difuntos,
para que se les perdone la culpa de sus pecados. ” Conducta que le alcanzó de Dios una
insigne victoria: pues habiendo sucedido a Gorgias el soberbio Nicanor, y venido, con un
crecidísimo ejército y gran número de caballos y elefantes, la víspera, cansado Judas de
combinar el plan y de hacer los preparativos de la batalla, se quedó dormido; cuando he aquí
que se aparecen el profeta Jeremías y el sumo sacerdote Onías, ya difuntos, y presentándole
una espada muy preciosa, le dicen: “ Recibe esta espada santa como una prenda que Dios te
envía: con ella abatirás a los enemigos de mi pueblo de Israel. Animado con esta visión y
armado con esta espada divina embistió con un pequeño ejército al enemigo y mató a 35 mil,
siendo uno de los principales el mismo Nicanor. ”

Oración a Jesucristo sudando sangre en Huerto


¡Oh Jesús amantísimo, alegría de los Ángeles y gloria del cielo! ¡Cómo te contemplo anegado
en un mar de amargura en el huerto de Getsemaní! ¡Ay, responde San Agustín rogabas y
sudabas sangre por las horribles penas que habían de sufrir las Almas en el Purgatorio! ¡Y que
no pueda yo consolarlas, oh Dios mío, y regocijar a la celeste Jerusalén, librándolas de tan
terribles tormentos!. Al menos, acepta, oh Padre celestial, la tristeza que Jesús sufrió por ellas
y por mí.

Si; por mí está su alma triste hasta la muerte; por mi causa bajó un Ángel del Cielo a
consolarlo; mío este sudor, mía esta Sangre preciosa que baña la tierra. Yo te la ofrezco; oh
Dios de amor; acéptalas en expiación de mis culpas y sufragio de las Almas. Y pues es sangre
de valor infinito, deja caer una gota sobre mi corazón, y quedarán borradas mis culpas. Caiga
una gota siquiera en el Purgatorio, y se apagarán sus horribles llamas.

¡Ay! No merecemos tan gran favor; pero mueve el afecto con que te saludamos, diciendo cinco
Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria.

Obsequio
En sufragio de las santas Almas tomar la generosa resolución de asistir al novenario cada día, o
de suplir haciendo la novena en casa, si alguno estuviese impedido de ir a la iglesia.

Oración a las Almas del Purgatorio


Esposas muy queridas del Señor, que encerradas en la cárcel del Purgatorio sufrís indecibles
penas, careciendo de la presencia de Dios, hasta que sean purificadas, como el oro en el crisol,
de las reliquias que les dejaron las culpas; ¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas
claman a sus amigos pidiendo misericordia! Yo me compadezco de sus dolores, y quisiera
tener caudal suficiente para satisfacer deuda tan crecida: y aunque más pobre que ustedes
mismas, les ofrezco y aplico cuanta indulgencia pudiere ganar en este día y cuantas obras de
supererogación hiciere durante ( diga el tiempo que quiera ), a excepción de aquellas que por
alguna necesidad particular aplicase.
Pero siendo tan pobres mis méritos para satisfacer por ustedes a la Justicia Divina, apelo a la
piedad de los Justos, a los ruegos de los Bienaventurados, al tesoro inagotable de la Iglesia , a
la intercesión de María Santísima y al precio infinito de la sangre de Jesucristo. Concede, Señor,
a estas pobres ánimas y sobre todo al alma de ..... , el deseado consuelo y descanso, pero
confío también, almas agradecidas, que tendré en ustedes poderosas medianeras que me
alcancen del Señor gracia con que deteste mis culpas, adelante en la virtud, sojuzgue mis
pasiones y llegue a la Eterna Bienaventuranza. Amén.

SEGUNDO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador, ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Sobre la pena del sentido en general.


Punto primero : - Ven mortal; tú, que vives como si después de esta vida no te quedase nada
por temer, ni que esperar: ven; penetra con el espíritu en aquellos horrendos calabozos donde
la Justicia Divina acrisola las almas de los que mueren con algún pecado venial; mira si fuera
del infierno, pueden darse penas mayores, ni aún semejantes a las que allí se padecen.

Considera todos cuantos dolores han sufrido los enfermos en todos los hospitales y lugares del
mundo: aquellos dolores de cabeza y de vientre tan agudos, aquellos tan rabiosos de costado y
de muelas, aquellas convulsiones y contorsiones espantosas de miembros, aquellas llagas y
postemas insoportables, aquellos dolores y males de corazón tan vivos, que han acabado con
la vida de tantas personas; ¿igualarían todos estos males reunidos a los dolores que padece un
alma en el Purgatorio?. No, dice San Agustín; pues éstos exceden a todo cuanto se pueda
sentir, ver o imaginar en este mundo. Añadid a estos males los suplicios y los tormentos que la
crueldad de los Nerones, Dioclesianos, Decios y demás perseguidores de la Iglesia inventó
contra los cristianos.

Aquellas tenazas y garfios de hierro con que les despedazaban las carnes, aquellas parrillas
que los asaban vivos, aquellas catastas y ecúleos con que les descoyuntaban los miembros,
aquellas ruedas de navajas y puntas de hierro, aquellas prensas y máquinas con que los
martirizaban; todo este horrible aparato de dolores y tormentos acerbísimos ¿no igualarían al
Purgatorio?. Tampoco, dice San Anselmo, pues la menor pena de aquel lugar de expiación es
más terrible que el mayor tormento que se pueda imaginar en este mundo.

¡Pues qué penas serán aquellas! ¡Ah! Son tales, dice San Cirilo de Jerusalén, que cualquiera de
aquellas almas querría más ser atormentada hasta el día del juicio con cuantos dolores y penas
han padecido los hombres desde Adán hasta la hora presente, que no estar un solo día en el
Purgatorio sufriendo lo que allí se padece. Pues todos los tormentos y penas que se han sufrido
en este mundo, comparados con los que sufre un alma en el Purgatorio, pueden tenerse por
consuelo y alivio. ¡Ah, quién no tiembla!
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto segundo :- ¿Y quiénes son esas Ánimas tan horriblemente atormentadas en el
Purgatorio? ¡Ay, que motivo este tan grande para hacernos temblar! Son obra maestra de la
mano del Omnipotente, y vivas imágenes de su divinidad; son amigas, hijas y esposas
amadísimas del Señor; y no obstante, son severamente castigadas. Dios las amó desde la
eternidad, las redimió con la sangre de sus venas, ahora las ama con un amor infinito, como
que están en su gracia y amistad divina: ¡Y no obstante sufren penas imponderables!

¡Ah!¡Purgatorio! ¡Purgatorio!¡Cuán claramente nos manifiestas la justicia y santidad de Dios!


¡Qué horror debes inspirarnos al pecado! Pues si con tanto rigor trata Dios a sus estimadísimas
Esposas por faltas ligeras, ¿cómo serás tratado tú, pecador, tú, que vives abandonado al
arbitrio de las pasiones?

Si en el árbol verde hacen esto, en el seco ¿qué harán? Si el hijo y heredero del cielo es
castigado por faltas que a muchos parecen virtudes, ¿cómo serás castigado tú, pecador y
enemigo de Dios, por vicios y pecados tan abominables? Piénsalo bien, y enmienda tu vida.
Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo.
Refiere Tomás de Cantimprato que a un hombre muy virtuoso, pero que, a causa de una larga
y terrible enfermedad, estaba muy deseoso de morir, se le apareció el Ángel del Señor y le dijo:
“Dios ha aceptado tus deseos, escoge, pues: pasar tres días en el Purgatorio, y después ir al
cielo, o ir al cielo sin pasar por el Purgatorio, pero sufriendo todavía un año más esta
enfermedad”. Eligió lo primero; murió y fue al Purgatorio.

No había aún pasado un día, cuando el Ángel se le presentó de nuevo. Apenas lo hubo visto
aquella pobre alma, “no es posible, exclama, que tu seas el Ángel bueno, pues me has
engañado así. Me decías que solo estaría tres días en este lugar, ¡y hace ya tantos años que
estoy sufriendo aquí las más horribles penas! –Tú eres quien te engañas, contestó el Ángel;
todavía no ha pasado un día: tu cuerpo está aún por enterrar; si prefieres sufrir un año más
esta enfermedad, Dios te permite aún salir del Purgatorio y volver al mundo. - Si, Ángel santo,
replicó; no sólo esta enfermedad durante un año, sino cuantas penas, dolores y males haya en
el mundo sufriré gustoso, antes de padecer una sola hora las penas del Purgatorio”.

Volvió, pues, a la vida y sufrío con admirable alegría un año más aquella enfermedad,
publicando a todos lo terribles que son las penas del Purgatorio.

Oración a Jesús por nuestro amor


¡Oh Padre celestial! No me espanta el ver a tus amabilísimas esposas presas y tan
severamente castigadas en el Purgatorio. Las infelices ofendieron un día tu divina Majestad, y
pisaron tu ley santísima. Lo que me pasma es ver entregado por el traidor Judas y preso como
facineroso por hombres inhumanos a Jesús, centro de tus complacencias infinitas.

¡Ah! Lo veo con una soga al cuello tirado por tierra, atadas sus manos, cargado de oprobios y
cadenas. Más, por otra parte, ¡oh dichosas cadenas!, ellas son mis esperanzas, y serán el
consuelo y alivio de las benditas Almas del Purgatorio.

Si, Padre de clemencia; usa con ellas y conmigo de misericordia; y Jesús se deja prender por
darnos libertad, aceptad las ignominias, injurias y golpes crudelísimos que padece por nuestro
amor. Acéptalas en remisión de nuestras culpas y en sufragio de nuestros hermanos difuntos;
dales la libertad, que con ansia esperan, para alabarte eternamente en el cielo. Amén.

Para más obligar al señor digamos cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria.

Obsequio
Asistir mañana y todos los días que se pueda, al santo sacrificio de la misa en sufragio de las
Almas del Purgatorio.

TERCER DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador, ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Sobre el fuego del Purgatorio

Punto Primero -. Considera, amado cristiano, el tormento que causa a las almas el fuego
abrasador del Purgatorio. Si el fuego de este mundo, creado para servicio del hombre, y efecto
de la bondad divina, es ya el más terribles de los elementos; si es ya tal su virtud, que
consume bosques, abrasa edificios, calcina mármoles durísimos, hace saltar piedras y murallas
espantosas, derrite metales, y ocasiona horrendos terremotos, ¿qué será el fuego del
Purgatorio, encendido por un Dios santísimo y justísimo, para con él demostrar el odio infinito
que tiene al pecado?

Es tal, dice San Agustín, que el fuego de este mundo, comparado con él, no es más que
pintado. Díos mío ¡Qué expresión!, ¡Las llamas que vomitan los Vesubios, las que devoraron a
Roma y tantas otras ciudades, el fuego de Babilonia, el que Elías hizo bajar del cielo, hasta el
diluvio de llamas que en tiempo de Lot llovió sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra, todo es
fuego pintado comparado con el que atormenta a las almas del Purgatorio!

Ahora bien; si tener el dedo en la llama de una vela sería para nosotros un dolor insoportable,
¿qué tormento será para aquellas almas estar sepultadas en un fuego que es, dicen Santo
Tomás y San Gregorio, igual en todo, menos en la duración, al del infierno?

Sí; escuchen almas tibias y estremézcanse; con el mismo fuego se purifica al elegido y al
condenado; con la única diferencia, que aquél saldrá cuando haya satisfecho por sus culpas, y
éste arderá allí eternamente. ¿Y en esas abrasadoras llamas quieres tú caer por tu tibieza? ¡Oh
ceguera! ¡Oh locura sin igual!

Medita un poco sobre lo dicho.

Punto Segundo: - considera cuáles son las faltas por las que Dios, infinitamente bueno y
misericordioso, castiga a sus amadísimas Esposas con tanto rigor, y verás que son faltas leves,
y a veces un solo pecado venial. ¡Oh, y que mal tan grave debe ser éste delante de Dios,
cuando es tan severamente castigado en el Purgatorio!

En efecto, el pecado venial es leve, si se lo compara con el mortal, pero en sí es mayor mal que
la ruina de todos los imperios y que la destrucción del universo: es un mal tan espantoso, que
excede en malicia a todas las desgracias y calamidades del mundo: es un mal tan grande, que
si cometiéndolo pudieses convertir a todos los pecadores, sacar a todos los condenados del
infierno, librar a todas las almas del Purgatorio, aún entonces no debieras cometerlo, pues
todos estos bienes no igualarían la malicia del pecado más leve: porque aquellos son males de
la criatura, y éste es un mal y una ofensa hecha al mismo Creador. ¿Puedes oír esto sin
horrorizarte y sin cambiar de conducta?

Pero ¡ay! ¿qué es de tu vida sino una serie ininterrumpida de pecados? ¡Pecados cometidos
con los ojos, con los oídos con la lengua, con las manos, con todos los sentidos! ¡ cuántas
culpas por la ignorancia crasa y el olvido voluntario de tus obligaciones! ¡Cuántas
indiscreciones por la distracción de tu espíritu, por la violencia de tu genio, por la temeridad de
tus juicios, por la malicia de tus sospechas! ¡Cuántas faltas por no querer mortificarte, ni
sujetarte a otro, por tu ligereza en el hablar!

¡Ay! Llora, cristiano, tu ceguedad; y a la claridad del fuego espantoso del Purgatorio,
comprende, por último, cuán grande mal es cometer un pecado venial. Pero ¡ay! Es un mal tan
grande; ¡y tú lejos de llorarlo, lo cometes sin escrúpulo a manera de juego, pasatiempo y
diversión!...

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Nada hace tan sensible la malicia del pecado venial como las muchas almas, de que consta por
varias y auténticas apariciones, que han expiado en el Purgatorio faltas, según nuestro modo
de hablar, muy ligeras.

Unas fueron condenadas a él por haber hablado en la Iglesia sin necesidad, como una niña de
siete años, según refiere Cesáreo; otras, como la hermana de San Pedro Damiano, por haber
escuchado con gusto una canción profana.

Murió Vitalina, noble doncella romana, tenida por Santa Mónica en tan buena opinión, que
encomendaba a su hijo Agustín en sus oraciones; y a pesar de esto, se apareció muy triste a
San Martín obispo, diciéndole: Estoy ardiendo por haberme lavado dos o tres veces la cabeza
con vanidad.

Un religioso fue al Purgatorio por no haber hecho inclinación de cabeza al decir Gloria Patri , al
fin de los salmos; otros, por estar en la lumbre más de lo ordinario en tiempo de invierno; allá
fue a parar San Severino, por ciertas negligencias en el rezo divino; un niño de nueve años, por
no haber pagado o devuelto algunas frioleras que había tomado; quinientos años estuvo en
aquel fuego un padre de familia, por haber descuidado la buena educación de sus hijos; San
Valero, por haber favorecido demasiado a un sobrino suyo; y así de otros muchos.

Oración a Jesús conducido de tribunal en tribunal


¡Oh Padre amantísimo! Cuando considero las innumerables ofensas que cometo cada día
contra tu soberana majestad, cuando me veo siempre iracundo, soberbio, vengativo, falto de
virtudes y lleno de defectos y vicios, no puedo menos de temblar al postrarme ante Tus pies.
¿Y cómo me atreveré a interceder por las afligidas Almas del Purgatorio, siendo yo merecedor
de penas más graves que las suyas?.

No obstante, me anima tu benignísimo y pacientísimo Hijo. ¡Ah! Si lo ves cargado de cadenas y


conducido de tribunal en tribunal. Es por mi amor; si, a pesar de ser Juez de vivos y muertos,
oye las más inicuas acusaciones y falsos testimonios; si lo ves insultado, escupido, abofeteado
y pisoteado, es por mi amor. Acepta, pues, oh Padre amantísimo, la paciencia inalterable de mi
dulce Redentor: acepta su silencio, humildad y mansedumbre asombrosa.

Estas virtudes confunden y condenan, en verdad, mi altivez, mi paciencia e ímpetu de ira y de


venganza; más por sublime santidad, perdones a las pobres Almas del Purgatorio, y
purificándome de mis defectos y manchas, me transformare todo en Vos. ¡OH! Concédeme
estas gracias, Jesús mío benignísimo; y para más obligarte, diremos cinco Padrenuestros, cinco
Avemarías y un Gloria.

Obsequio
Mañana procuraremos sufrir con paciencia, así los trabajos que Dios nos envíe, como las
molestias del prójimo, en sufragio de las Almas del Purgatorio.

CUARTO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador, ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Sobre la pena del daño


Punto Primero .- Por horrorosos que sean los tormentos que padecen las Almas en el
Purgatorio, por espantosas que sean las llamas en las que se abrasan, no igualarán jamás la
pena vivísima que sienten al verse privadas de la vista clara de Dios.

En efecto; aquellas, constituyen la pena del sentido; ésta, la de daño; aquellas, son limitadas;
ésta, infinita; aquellas, privan a las almas de un bien accidental, cual es el deleite; por ésta,
carecen de un bien esencial a la bienaventuranza, en el cual consiste la felicidad del hombre, y
es la posesión beatífica de Dios.

Ahora no comprendemos esta pena; pero ella es atroz, incomprensible, infinita. ¡Ah pobres
Ánimas! Ustedes conocen a Dios, no con un conocimiento oscuro, como nosotros, sino con una
luz clara y perfectísima; ven que es el centro de su felicidad, que contiene todas las
perfecciones posibles, y en grado infinito; sabes que si cayera en el infierno una sola gota de
aquel océano infinito de delicias que en si encierra, bastaría para extinguir aquellas llamas y
hacer del infierno el paraíso más delicioso.

Comprendes todo esto perfectísimamente, y así te lanzas hacia el bien infinito con más fuerza
que una enorme peña desgajada de la montaña se precipita a lo profundo del valle, ¡y no
obstante, no lo puedes abrazar ni poseer!

¡Qué pena!, ¡Qué tormento!

Absalón, privado solamente dos años de amable vista de su padre David, vive
desconsoladísimo; nada le alegra: ni riquezas, ni amigos, ni delicias; continuamente suspira por
verlo, hasta llegar a elegir la muerte antes de verse más tiempo privado de su presencia,
siendo su padre un simple mortal ¡qué será, pues, para ustedes, el verse privada de Dios, y,
con Él, de todo bien, de todo consuelo y felicidad!

Preciso fuera sentirlo para formarse una idea cabal y completa de estado tan horriblemente
angustioso.

Medita un poco sobre lo dicho.

Punto Segundo.- Si tan horrible pena sienten las Ánimas, viéndose privadas del hermosísimo
rostro de Dios, ¿Cuál debería ser tu desconsuelo, oh pecador, que vives privado de su gracia y
amistad?

Las Almas benditas del Purgatorio no poseen aún a Dios, es verdad; pero están seguras de
poseerlo un día, porque son amigas, hijas y esposas suyas muy queridas. Pero tú, infeliz, sabes
que, viviendo como vives, no poseerás jamás a Dios. Sabes que, desde el momento en que te
rebelaste contra Él perdiste su gracia, y con ella la rica herencia de la gloria. ¡Ah! ¿cómo dices:
Padre Nuestro, que estás en los cielos ?

Te engañas: Dios ya no es tu padre, ni tu señor, ni tu rey. ¿Sabes quién es tu padre y señor?


¡Ay de ti! Es el demonio: a él te entregaste pecando, él es tu compañero inseparable; tú eres
su esclavo.

Si Dios rompiera el hilo delgado de tu vida, ¡ay!, el demonio se apoderaría de ti y arrastraría su


presa al fuego del infierno.

¡Ay! ¿Crees esto, pecador, y no obstante duermes tranquilo? Dios todopoderoso es tu enemigo,
tiene firmada contra ti la sentencia de condenación eterna; ¡y tú, lejos de borrarla con una
buena confesión, juegas, ríes, te diviertes, pasas días, meses, años y la vida entera en el
pecado! ¡Oh deplorable ceguedad! ¡Oh insensibilidad más que de bruto irracional!

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Refieren varios autores que, estando un religioso carmelita descalzo en oración, se le apareció
un difunto con semblante muy triste y todo el cuerpo rodeado de llamas.
- ¿Quién eres tú? ¿Qué es lo que quieres? – Preguntó el religioso.
- Soy, - respondió,- el pintor que murió días pasados y dejé cuanto había ganado para obras
piadosas.
- ¿Y cómo padeces tanto habiendo llevado una vida tan ejemplar? – Volvió a decirle el religioso.
- ¡Ay! – Contestó el difunto - ; en el tribunal del Supremo Juez se levantaron contra mí muchas
almas, unas que padecían terribles penas en el Purgatorio, y otras que ardían en el infierno, a
causa de una pintura obscena que hice a instancias de un caballero. Por fortuna mía se
presentaron también muchos santos, cuyas imágenes pinté y dijeron para defenderme que
había hecho aquella pintura inmodesta en la juventud que después me había arrepentido, y
cooperado a la salvación de muchas almas pintando imágenes de santos; y por último, que
había empleado lo que había ganado, a fuerzas de muchos sudores, en limosnas y obras de
piedad.

Oyendo el Juez Soberano estas disculpas y viendo que los santos interponían sus méritos, me
perdonó las penas del infierno, pero me condenó a estar en el Purgatorio mientras dure aquella
pintura. Avisa, pues, al caballero N.N. que la eche al fuego; y ¡Ay de él si no lo hace! Y en
prueba de que es verdad lo que digo sepa que dentro de poco tiempo morirán dos de sus hijos.

Creyó, en efecto, el caballero la visión, y arrojó al fuego la imagen escandalosa. Antes de dos
meses se le murieron dos hijos, y él reparó con rigurosa penitencia los daños ocasionados en
las almas.

Oración a Jesús tratado como loco y pospuesto a Barrabás.


¿Qué decían, oh Ángeles del Cielo, cuando vieron a la Majestad y Sabiduría infinita tan vilmente
despreciada en casa de Herodes y en el Pretorio de Pilatos? ¿Cómo? ¡Vos, oh Jesús mío, vestido
de ropa blanca y tenido por loco! ¡Vos, rey de cielos y tierra, conducido por las calles de
Jerusalén cargado de oprobios e ignominias! ¡Vos, el Hijo de Dios, pospuesto al más vil
facineroso!

Pero, ¡ay de mí! ¡yo también te he tratado de necio, prefiriendo las locas máximas del mundo a
vuestra ley sapientísima! ¡yo también ingrato te he abandonado y pospuesto a un vil interés, a
un sucio deleite, a un puntillo de honra por un miserable ¡qué dirán! ¡Ay! Merecía estar por
siempre privado de tu presencia amabilísima, pero, ya que por mí sufriste escarnios tan
crueles, tened compasión de mí y de las pobres Almas del Purgatorio.

Si, Jesús mío; por esas tus ignominias, cura mi loca vanidad y soberbia; por aquel grito
tremendo que oíste en casa del juez, gritando todos a una voz: Crucifícale, crucifícale, haced
que yo crucifique mis pasiones, para que, junto con las Ánimas el Purgatorio, logre un día
alabarte eternamente en la gloria. Amén.

Para más obligarte, te saludamos con cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria.

Obsequio
Mañana, en sufragio de las benditas almas y en satisfacción de las palabras altivas que
hubiéremos dicho, besar tres veces la tierra; y el que quiera aún humillarse más, podrá hacer
con la lengua una pequeña cruz en el suelo.

QUINTO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador, ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Remordimientos de un alma en el Purgatorio


Figúrate, cristiano que esto meditas, a un alma que haya llevado en este mundo una vida
semejante a la tuya; que haya vivido tibia, inmortificada, distraída en los ejercicios de piedad,
como tú, sin tener horror más que al pecado mortal y al infierno. Supongamos, no obstante,
que haya tenido la dicha (no sabes si tú la tendrás) de hacer una buena confesión, morir en
gracia e ir al Purgatorio. ¿Qué pensará entre aquel horrible fuego de penas y tormentos tan
espantoso? ¡Ay! Dos pensamientos la afligirán sobremanera.

Primer pensamiento: - Pude librarme de estas penas, y no quise. Si. ¡Yo misma he encendido
estas llamas! ¡Yo soy la causa de estas penas atrocísimas! Dios no hace más que ejecutar la
sentencia que yo en el mundo pronuncié contra mí misma

¡Qué medios no me había proporcionado para ahorrarme estos tormentos! Caricias, amenazas,
beneficios, de todo lo había agotado; gracias singularísimas de inspiraciones, buenos ejemplos,
libros piadosos, padres vigilantes, celosos confesores, maestros y predicadores fervorosos,
remordimientos continuos, todo lo había empleado.

Más ¡que locura tan grande la mía! ¡Por no privarme de un frívolo pasatiempo, por ir a bailes,
por divertirme o jugar con tal compañía, por no abstenerme de una mirada, de un vil gusto, de
una vana complacencia, por hablar de los defectos del prójimo, me sujeté voluntariamente a
tantas penas y tormentos!. Me lo decían todos los años, me lo predicaban y me lo repetían;
¡más yo no hacía caso!...

¡Dichoso San Pablo. Primer ermitaño, dichosas Gertudis, Escolástica, y tantos otros Santos que,
habiendo sastifecho la Justicia Divina en el mundo Subieron al cielo sin pasar por el Purgatorio!.
¡Yo pude hacer lo mismo que ustedes, pero no quise! ¡Oh locuras mundanas, oh
conversaciones frívolas, oh pasatiempos, oh vanidad, y que caro me cuestan ahora! ¡Oh
amarga memoria! ¡ Estoy sufriendo penas y tormentos acerbísimos; y yo los he querido! ¡Podía
evitarlos fácilmente, pero no quise!

Medita un poco sobre lo dicho


Segundo Pensamiento: que aflige, oh cristiano, al alma tibia, que vivió eternamente como tú
vives. Yo quería librarme ahora del Purgatorio, y no puedo. ¡Oh, si pudiera yo ahora volver al
mundo!, dirá cada una de aquellas ánimas, ¡con que gusto me sepultaría en los desiertos, con
Hilariones y Arsenios!. Haría penitencias más espantosas que las de un Ignacio en la cueva de
Manresa, que las de un Simeón Estilita y de un San Pedro de Alcántara; pasaría noches enteras
en oración, como los Antonios, Basilios y Jerónimos; me arrojaría en estanques helados y me
revolcaría entre espinas, como los Benitos y los Franciscos; haría...

¡Ah, pobres infelices almas! No era necesario nada de esto; con mucho menos podías apagar
esas abrasadoras llamas. Sin hacer más que lo que hacías cada día, pero haciéndolo con
perfección, evitabas estos tormentos. Si; los mismos sacramentos, pero recibidos con mejores
disposiciones; Las mismas misas; pero oídas con más recogimiento y atención; las mismas
devociones, pero practicadas con más fervor; las mismas mortificaciones, ayunos y obras de
misericordia, pero hechas con menos ostentación, únicamente por agradar a Dios, no sólo las
hubieran librado de todas esas penas, sino también asegurado a ustedes y a muchas otras
almas la posesión del Reino de los cielos.

Ahora no se cansen, sus deseos son inútiles: ya no es tiempo de merecer: ya ha llegado para
ustedes aquella noche intimada por San Juan, en la que nadie puede hacer obra alguna
meritoria: es necesario sufrir, y sufrir penas inexplicables, y sufrirlas sin mérito alguno. ¡Y yo lo
he querido! ¡Pude fácilmente evitar estos tormentos, pero no quise! ¡Quisiera poder evitarlos
ahora, pero no puedo!

¡Dichoso cristiano que oyes esto! Tu tienes tiempo todavía; no es aún llegada para ti aquella
noche tenebrosa. ¿Y perderás días tan preciosos?. ¿No tomarás a seria resolución de
confesarte bien, de enmendar tu vida?

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Estaba Santa Brígida en altísima contemplación, cuando fue llevada en espíritu al Purgatorio.
Allí vió, entre otras, a una noble doncella, y oyó que se quejaba amargamente de su madre,
por el demasiado amor que le había tenido.

“¡Ah! – decía - , en vez de reprenderme y sujetarme, ella me proporcionaba modas, novios; me


excitaba a ir a los bailes, teatros, y hasta me engalanaba ella misma. Es verdad que me
enseñaba algunas devociones, pero ¿qué gustos podían éstas dar a Dios yendo mezcladas con
tantos galanteos y profanidad?”

“No obstante, como la misericordia del Señor es tan grande, por aquellas pocas devociones
que hacía, Dios me concedió tiempo para confesarme bien y librarme del infierno. Pero ¡ay!
¡qué penas estoy padeciendo!. Si lo supieran mis amigas, ¡qué vida tan distinta llevarían!. La
cabeza, que antes ataviaba con dijes y vanidades, está ahora ardiendo entre llamas vivísimas;
la espalda y los brazos, que llevaba descubiertos, los tengo ahora cubiertos y apretados con
hierros de fuego ardentísimo; las piernas y pies, que adornaba para el baile, ahora son
atormentados horriblemente; todo mi cuerpo, en otro tiempo tan pulido y ajustado, ahora se
halla sumergido en toda clase de tormentos”.(1)

Contó la Santa esta visión a una prima de la difunta, muy entregada también a la vanidad, y
ésta cambió de vida en términos que, entrando en un convento de muy rigurosa observancia,
procuró con rigidísimas penitencias reparar los desórdenes pasados, y auxiliar a su parienta,
que estaba padeciendo tanto en el Purgatorio.

Nota: (1) Aunque el cuerpo no va al Purgatorio, es, no obstante, cierto que las almas sufren lo
mismo que si tuvieran unidos con él. Y así, el rico Epulón podía muy bien experimentar aquella
sed de que nos habla el Evangelio: tanto más, que, aún en esta vida mortal, no es propiamente
el cuerpo sino el alma, en cuanto da vida al cuerpo, la que siente el dolor.

Oración a Jesús azotado en la columna.


¡Oh Jesús amabilísimo! ¡Tú, desnudo y azotado por mí! ¡Tú, la inocencia y santidad infinitas,
despedazado por mi amor con cinco mil y tantos azotes! ¡Ay, qué extraño es que se paguen
caros en el Purgatorio los gustos del pecado, si así pagas Tú en tu purísimo cuerpo las
sensualidades del mío!

¡Ah, infeliz de mí! Yo soy quien he pecado; yo merecía ese castigo tan humillante y riguroso; y
no obstante, lejos de mortificar mis apetitos y de castigar con penitencias una carne impura,
no busco sino delicias y regalos. Mas no será así en adelante, dulcísimo Jesús. Caiga sobre mi
corazón una gota de esa Sangre preciosa, y arrepentido abrazaré la mortificación, y quedaré
todo encendido en vuestro santo amor.

Y Vos, Padre Celestial, ya que vuestro Hijo Santísimo satisfizo sobreabundantemente a vuestra
Divina Justicia, perdona mis culpas, usa de clemencia con las benditas Almas del Purgatorio,
acepta, en sufragio de ellas, todo cuanto yo sufriré en este día, acepta la cruel flagelación de
Jesús y los dolores de su Madre Santísima. Amén.

Obsequio
Mañana no comer fuera de las horas acostumbradas, o hacer alguna mortificación corporal en
sufragio de las benditas Almas del Purgatorio.

SEXTO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador, ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Paciencia y resignación de las benditas almas.


Punto primero: - Es verdad que las Almas del Purgatorio padecen imponderables penas, y sin
mérito: pero las padecen con una paciencia y resignación admirables. Conocen a Dios con luz
perfectísima, lo aman con purísimo amor, y desean ardentísimamente poseerlo: pero al ver sus
faltas, bendicen y adoran la mano justa que las castiga.

¡Oh, y con cuánta más resignación que los hermanos de José, exclaman: con mucha más razón
nos castigas, Señor; pues cuando pecamos no temimos tu poder y justicia, frustramos los
designios de tu amor y sabiduría, despreciamos tu majestad y grandeza y ofendimos tus
perfecciones infinitas. Justo es que seamos castigadas.

Hombres sin conocimiento de la verdadera religión fueron agradecidos a su bienhechores;


Faraón hizo a José virrey de Egipto, porque le interpretó un sueño misterioso. Asuero elevó a
Mardoqueó a los primeros empleos de Persia, porque le descubrió una conspiración; hasta los
osos, y los leones, y otras fieras indómitas, agradecidas defendieron a sus bienhechores; y
nosotras, creada a tu imagen, redimidas por tu Sangre, honradas con bienes de fortuna y
exaltadas con tantos dones de la gracia, ingratas ¡Ay! Te abandonamos en vida. Sí; purifícanos
en este fuego; ¡por acerbas que sean nuestras penas, bendeciremos y ensalzaremos tu justicia
y misericordia infinita!

Todavía más: es tanta la fealdad del pecado, por leve que sea, que si Dios abriera a esas almas
la puerta del cielo, no se atreverían a entrar en él, manchadas como están; sino que suplicarían
al Señor las dejara purificarse primero en aquellas llamas. No de otra suerte que una doncella
escogida por esposa de un gran monarca, si el día de las bodas apareciese una llaga asquerosa
en su rostro, no se atrevería a presentarse en la Corte, y suplicaría al Rey que difiriese las
bodas hasta que este perfectamente curada.

¡Oh pecado, por leve que parezcas, qué mal eres tan grave, cuando las mismas almas
preferirían los horrores del Purgatorio a entrar en el cielo con la menor sombra de tu mancha!

Medita un poco sobre lo dicho.

Punto Segundo . – Mira, cristiano, si puede darse locura mayor que la tuya... Te reconoces
deudor a la justicia divina de horribles penas, por los pecados enormes que cometiste en la
vida pasada, y por las innumerables faltas que al presente caes todos los días; que no basta
confesarte; que la absolución borra, sí, la culpa, más, no condonando toda la pena, es preciso
satisfacer a la Justicia divina en éste, o en el otro mundo; y no obstante, jamás te cuidas de
hacer penitencia.

Ahora podías expiar tus culpas fácilmente, y con mucho mérito tuyo: una confesión bien hecha,
una misa bien oída, un trabajo sufrido con paciencia, una ligera mortificación, una limosna, una
indulgencia, un Vía Crucis hecho con devoción, podrían excusarte espantosos suplicios: y tú lo
descuidas, todo lo dejas para la otra vida.

¡Ay! ¿Has olvidado, por ventura, cuan horribles son y cuánto tiempo duran aquellos tormentos?
¿No sabes que, según afirman ciertos autores, fundados en revelaciones muy respetables,
varias de aquellas almas han estado siglos enteros en el Purgatorio, y otras estarán allí hasta el
juicio final?

¡Insensato! ¡Las Ánimas, dice San Cirilio de Jerusalén, mejor querrían sufrir hasta el fin del
mundo todos los tormentos de esta vida, que pasar una sola hora en el Purgatorio; y tú quieres
más arder siglos enteros en el Purgatorio, que mortificarte en esta vida un solo momento. ¡Oh
espantosa locura!

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Había en Bolonia una viuda noble, que tenía un hijo único y muy querido. Estando divirtiéndose
un día con otros jóvenes, pasó un forastero y les interrumpió el juego. Reprendiéndole
ásperamente el hijo de la viuda y resentido el forastero, sacó un puñal, se lo clavó en el pecho,
y dejándolo palpitando en el suelo, echó a huir calle abajo con el puñal ensangrentado en la
mano, y se metió en la primer casa que encontró abierta. Allí suplicó a la señora que por amor
de Dios lo ocultase; y ella, que era precisamente la madre del joven asesinado, lo escondió, en
efecto.

Entretanto, llegó la justicia buscando al asesino, y no hallándolo allí, “sin duda, dijo uno de lo
que lo buscaban, no sabe esta señora que el muerto es su hijo: pues si lo supiera, ella misma
nos entregaría al reo, que indudablemente debe estar aquí”.

Poco faltó para que muriese la madre de sentimiento al oír estas palabras. Más luego,
cobrando ánimo y conformándose con la voluntad divina, no sólo perdonó al que había muerto
a su único y estimado hijo, sino que le entrego todavía una cantidad de dinero y el caballo del
difunto, para que huyese con más prontitud; y después lo adoptó por hijo.

Pero ¡cuán agradable a Dios fue esta generosa conducta! Pocos días después estaba la buena
señora haciendo oración por el alma del difunto, cuando de pronto se le apareció su hijo todo
resplandeciente y glorioso , diciéndole: “ Enjuga tus lágrimas, madre mía, y alégrate, que me
he salvado. Muchos años tenía que estar en el Purgatorio, pero tú me has sacado de él con las
virtudes heroicas que practicaste, perdonando y haciendo bien al que me quitó la vida. Más te
debo por haberme librado de las terribles penas, que por haberme dado a luz. Te doy las
gracias por uno y otro favor: adiós madre mía, adiós: me voy al cielo, donde seré dichoso por
toda la eternidad”.

Oración a Jesús coronado de espinas.


¡Oh amabilísimo Redentor mío! ¡Los pecadores se coronan de rosas, los reyes de la tierra se
ciñen coronas de diamantes y perlas, y Vos, rey inmortal de los siglos, estás coronado de
espinas! ¡Oh, si tu corona se clavase en mi cabeza, para arrancar de una vez mi soberbia y
malos pensamientos! ¡Oh, si a lo menos una de esas espinas atravesara mi conciencia, y no
me dejara reposar hasta que no hubiera cambiado de vida! Señor, ya no quiero más coronas
de flores en este mundo, sino de espinas por vuestro amor.

Y Vos, Padre Misericordioso, aceptad, en sufragio de las pobres Almas del Purgatorio, aquellas
humillaciones y dolores acerbísimos que sufrió tu amado Hijo cuando lo coronaron de espinas.
Por aquellos escarnios que lo ultrajaban, por aquella sangre que corría de su cabeza santísima,
a fuerza de los crudelísimos golpes que sobre las espinas le daban, por aquel dolor que
atravesó el corazón de su angustiadísima Madre, alivia, te lo suplico, a las afligidas Almas del
Purgatorio y concédeles pronto la corona incorruptible de la gloria.

Y para alcanzar de Vos esta gracia, diremos cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria.

Obsequio
En sufragio de las Almas del Purgatorio, aplicar la indulgencia que se pueda ganar cada vez
diciendo devotamente: Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.

SEPTIMO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador, ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Descuido de los mortales en aliviar a las almas del Purgatorio.


Punto primero: - ¡Pobres almas! ¡Están padeciendo tormentos y penas inexplicables: no pueden
merecer, ni esperar alivio sino de los vivos; y éstos, ingratos no se apiadan de ellas!. Tienen en
el mundo tantos hermanos, parientes y amigos, y no hallan, como José, un Rubén piadoso que
las saque de aquella profunda cisterna. Sus tinieblas son más dolorosas que la ceguedad de
Tobías, y no encuentran un Rafael que les dé la vista deseada, para contemplar el rostro
hermosísimo de Dios. Se abrasan en más ardiente sed que el criado de Abraham, y no hallan
una oficiosa Rebeca que se la alivie. Son infinitamente más desgraciadas que el caminante de
Jericó y el paralítico del Evangelio; mas no encuentran un samaritano, u otra persona
compasiva que las consuele.

¡Pobres almas! ¡Qué tormento tan grande será para ustedes este olvido de los mortales!
¡Podrían tan fácilmente aliviarlas y liberarlas del Purgatorio; bastaría una misa, una Comunión,
un Vía Crucis , una indulgencia que aplicasen; y nadie se acuerda de ofrecérselas!

¿Y quiénes son esos ingratos? ¡Ah, son sus mismos parientes y amigos, sus herederos, sus
mismos hijos!... Ellos se alimentan y recrean con los bienes que le dejaron, y ahora,
desconocidos, no se acuerdan ya de ustedes. Tal vez por haberlos estimado complacido y
demasiado, por haberlos enriquecidos con usuras y otros medios ilícitos, ardéis en esas llamas;
y los ingratos se divierten ahora, sin compadecerse ni recordarse de sus penas...

¡Pobres almas! Con mucho más razón que David pueden decir: si un extraño que no hubiese
jamás recibido ningún favor de mi mano, si un enemigo me tratara así, por sensible que me
fuera, podría soportarlo con paciencia: ¡pero tú, hijo mío, que me debes tantos sacrificios, y te
sustentas y te regalas con el sudor de mi rostro; tú, hija mía, por quien pasé tantos dolores y
noches tan malas; tú esposo, tú esposa mía, que tantas pruebas recibiste de mi amor, siendo
objeto de mis desvelos y blanco de mis incesantes favores: que tú me trates así; que,
descuidando los sufragios que tanto te encargué, me dejes en este fuego, sin querer
socorrerme! ¡Ah, esta sí que es ingratitud y crueldad superior a toda ponderación!

Medita un poco sobre lo dicho

Punto segundo: - ¡Pobres almas! Pero más pobres e infelices seremos nosotros si no las
socorremos. Acuérdate, gritan los difuntos, de cómo he sido yo juzgado: porque así mismo lo
serás tú : A mí ayer; A ti hoy. Tú también serás del número de los difuntos, y tal vez muy
pronto. Y por rico y poderoso que seas, ¿qué sacarás de este mundo? Lo que nosotros
sacamos, y nada más: las obras. Si son buenas, ¡qué consuelo! Si son malas, ¡qué
desesperación! Como tú hayas hecho con nosotros, harán contigo.
¿Lo oyes? Si ahora eres duro e insensible con las benditas Almas, duros e insensibles serán
contigo los mortales, cuando tú hayas dejado de existir. Y no es éste el parecer de un sabio; es
el oráculo de la Sabiduría infinita, que nos dice San Mateo: con la misma medida con que
midieres, seréis medidos. Si; del mismo modo que nos hubiésemos portado con las almas de
nuestros prójimos, se portarán los mortales también con nosotros. ¡Ay de aquel que no hubiese
usado de misericordia, porque le espera, dice el apóstol Santiago, un juicio sin misericordia! ¿Y
no tiemblas tú, heredero y testamentario, insensible para con los difuntos? Sí, lleno de
indignación, el Juez supremo arroja al infierno al que niega la limosna a un pobre, que tal vez
era enemigo de Dios por el pecado, ¿con cuánta justicia y rigor condenará al que niegue a sus
amadísimas esposas los sufragios de los bienes que les pertenecían?

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Derrotado por Cayano (1) el ejército de Mauricio, y hechos prisioneros gran número de sus
soldados, Cayano pidió al emperador una moneda, y no de valor muy subido, por el rescate de
cada prisionero. Mauricio se negó a darla. Cayano pidió entonces una de menos valor; y
habiéndosela también rehusado, mandó cortar la cabeza a todos los soldados imperiales que
tenía en su poder.

Mas ¿qué sucedió? Pocos días después Mauricio tuvo una espantosa visión. Citado al tribunal
de Dios, veía gran multitud de esclavos que arrastraban pesadas cadenas, y con horrendos
gritos pedían venganza contra él. Oyendo el Juez supremo tan justas quejas, se vuelve a
Mauricio y le pregunta:
- ¿Dónde quieres ser más castigado: en ésa, o en la otra vida?
- ¡Ah, benignísimo Señor, - responde el prudente emperador - , prefiero ser castigado en este
mundo!
- Pues bien – dijo el Juez – en pena de tu crueldad con aquellos pobres soldados, cuya vida no
quisiste salvar a tan poco precio, uno de tus soldados te quitará la corona, fama y vida,
acabando con toda tu familia.

En efecto, pocos días después se le insurreccionó el ejército proclamando a Focas por


emperador. Mauricio, fugitivo, se embarcó en una pequeña nave con unos pocos que los
seguían; mas en vano: furiosas las olas lo arrojaron a la playa, y llegando los partidarios de
Focas, atan a él y a cuantos los seguían y los llevan a Eutropía: en donde, ¡oh padre infeliz!,
después de haber visto con sus propios ojos la cruel carnicería que hicieron de cinco hijos
suyos, fue muerto ignominiosamente, y no pasó mucho tiempo sin que el resto de su familia
sufriese la misma desgracia (Nicéforo).

¡Ah, cristianos que oís esto! No son unos pobres soldados, son sus propios hermanos y padres
los que han caído prisioneros de la Justicia Divina. Este Dios misericordioso pide por su rescate
una muy pequeña moneda; de gran valor, es verdad, pero muy fácil de dar. ¿Y serán tan duros
que se las nieguen? ¿Tan insensibles serán a la felicidad de las almas y a sus propios
intereses?

Nota: (1) Otros le llaman Cairo, y Petavio Chajanus, rey de los bávaros.

Oración a Jesús llevando la cruz a cuestas.


¡Oh dulcísimo Jesús, y qué sensible habrá sido a tu corazón mi olvido e indiferencia para con
las Almas del Purgatorio; pues tanto la amas por una parte, y por otra eres tan caritativo, que
cuando subías a la montaña del Calvario olvidaste tu dolor acerbísimo para consolar a aquellas
piadosas mujeres que lloraban tu suerte!

Aplaque, pues, oh Padre Celestial, tu ira la caridad inmensa de tu Hijo Santísimo. Acepta esos
dolorosos pasos que da, oprimido con el enorme peso de la cruz; acepta esas tres lastimosas
caídas, junto con los escarnios y con el sudor y sangre que derrama por nuestro amor.

Yo te ofrezco todo, en remisión de mi poca paciencia en los trabajos y en sufragio de las pobres
Almas del Purgatorio. ¡Ah! Compadécete de sus lágrimas; enjúgalas, oh Padre clementísimo, y
haz que dichosas participen cuanto antes de la gloria de tu rostro divino en la patria celestial.
Amén.

Digamos cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria para alcanzar del Señor esta gracia.

Obsequio
El mayor sufragio que reclaman las animas, el más necesario para nosotros y el más acepto
para Dios; es hacer una buena confesión, sin callar pecado alguno al confesor.

OCTAVO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Cómo recompensara el Señor a los devotos de las benditas Ánimas.


Punto primero .- Supongamos, cristiano piadoso, que, movido por estas meditaciones, haces
una sincera y dolorosa confesión, y ganada la indulgencia plenaria de este santo novenario,
sacas un alma de la horrenda prisión del Purgatorio. ¡Ay, y que grande será tu dicha! Si
perseveras, ¡qué galardón tan grande recibirás en el cielo! Si los reyes de la tierra, siendo
miserables mortales, recompensan con tanta munificencia al que libra a uno de sus vasallos de
un gran peligro, o expone su vida sirviendo generosamente a los apestados, ¿Cómo piensan
ustedes que premiará el Señor al que libre a una o más almas de las abrasadoras llamas del
Purgatorio?

Digan, padres y madres: Si aquel hijo, que es la niña de nuestros ojos, cayese a un río o en el
fuego, y un hombre generoso lo sacara y se los presentara vivo, ¿cómo le agradecerían? Si
ustedes fuesen ricos y potentados y él pobre, ¿cómo lo premiarían?

Ahora bien: ¿qué tiene que ver el cariño del padre más amoroso con el amor que Dios profesa
a aquellas almas, que son sus hijas y esposas muy amadas? ¿Qué son todos los peligros y
males de este mundo, comparados con las espantosas penas del Purgatorio? ¿Y qué
comparación hay entre el poder y la generosidad de un miserable mortal y el poder y la
generosidad infinita de Dios, que promete un inmenso premio de gloria por la visita hecha a un
preso, a un enfermo, o por un vaso de agua dado a un pobre por su amor?

¡Ah, cristiano! No dudo decir que miro como asegurada tu salvación, si logras sacar una sola
alma del Purgatorio. ¿Y no harás lo posible para lograrlo?

Medita un poco sobre lo dicho

Punto segundo.- No pienses, alma cristiana, ser ésta una reflexión piadosa; es una promesa
formal de Jesucristo, verdad eterna, que no puede faltar a su palabra. ¿No nos dice el sagrado
Evangelio: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia ?
Fundado en estas palabras infalibles, hasta ahora, dice San Gregorio: “yo no se que se haya
condenado ninguno que haya usado misericordia con el prójimo”.

¡Ah! Dios quiere mucho a las almas; todo cuanto se hace por ellas, lo mira, agradece y premia
como si Él mismo se le hiciera: “ en verdad os digo que todo cuanto habéis hecho con uno de
esos pequeños hermanos míos, lo habéis hecho conmigo.” ¡Ah! dichosos cristianos; si socorren
a las pobres Almas del Purgatorio, “vengan, les dirá un día nuestro liberalísimo Juez; vengan,
benditos de mi Padre Celestial. Aquellas pobres almas tenían hambre, y ustedes comulgando
las han alimentado con el Pan de Vida de mi Sacratísimo Cuerpo; morían de sed, y oyendo o
haciendo celebrar misas, les han dado de beber mi Sangre Preciosísima; estaban desnudas, y
con sus oraciones y sufragios las habéis vestido con una estola de inmortalidad; gemían en la
más triste prisión, y con sus méritos e indulgencias las han sacado de ellas.”

“Y no es precisamente a las almas a quienes han hecho estos favores; a mí me lo han hecho:
pues todo cuanto hicieron por ellas yo lo miro por tan propio como si lo hubieran hecho para Mí
mismo. Por lo tanto, venid, benditos de mi Padre Celestial, a recibir la corona de la gloria que
les está preparada en el cielo.”

¿Y no quisieran, cristianos, lograr tanta dicha.? Pues, en sus manos está.

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Tenía una pobre mujer napolitana una numerosa familia que mantener, y su marido en la
cárcel, encerrado por deudas. Reducida a la última miseria presentó un memorial a un gran
señor, manifestándole su infeliz estado y aflicción; pero con todas las súplicas no logró más
que una lira.

Entra desconsolada en una iglesia y encomendándose a Dios, siente una fuerte inspiración de
hacer decir con aquella lira una misa por las Ánimas; y pone toda su confianza en Dios, único
consuelo de los afligidos. ¡Caso extraño! Oída la misa, se volvía a casa, cuando encuentra a un
venerable anciano, que llegándose a ella, le dice:
- ¿Qué tenéis, mujer? ¿Qué os sucede?
- La pobre le explicó sus trabajos y miserias. El anciano, consolándola, le entrega una carta,
diciéndole que la lleve al mismo señor que le ha dado la lira. Éste abre la carta, y ¿cuál es su
sorpresa cuando ve la letra y firma de su amadísimo padre ya difunto?
- ¿Quién os ha dado esta carta?
- No lo conozco, - respondió la mujer – pero era un anciano muy parecido a aquel retrato; sólo
que tenía la cara más alegre.

Lee de nuevo la carta, y observa que le dicen: “Hijo mío muy querido, tu padre ha pasado del
Purgatorio al Cielo por medio de la misa que ha mandado celebrar esa pobre mujer. Con todas
veras encomiendo a tu piedad y agradecimiento: dale una buena paga, porque está en grave
necesidad”

El caballero después de haber leído y besado muchas veces la carta, regándola con copiosas
lágrimas de ternura:
- Vos – dice a la afligida mujer – vos, con la limosna que te hice, has labrado la felicidad de mi
estimado padre; yo ahora haré la tuya, la de tu marido y familia.

En efecto, pagó las deudas, sacó al marido de la cárcel, y tuvieron siempre, de allí en adelante,
cuanto necesitaban, y con mucha abundancia. Así recompensa Dios, aún en este mundo, a los
devotos de las benditas Almas.

Oración a Jesús clavado en la cruz.


¿De qué trabajos puedo quejarme, oh Jesús dulcísimo, cuando te contemplo clavado en la cruz,
desamparado de tu Padre Celestial, padeciendo la más cruel sed y agonía por mi amor? ¿Cómo
no esperaré, cuando por todas esas llagas abiertas, como por otras tantas bocas y volcanes de
amor, pedís misericordia y amor?
Sí; aliéntate, pecador; pronto está Dios a borrar culpas pasadas, alégrense también ustedes,
almas benditas del Purgatorio; ya se acerca la hora del rescate y de la libertad. Mañana, con
las comuniones que se les ofrecerán, será el dichoso día de su redención.
¡Oh! Haz que así sea, dulcísimo Jesús; mueve el corazón de estos fieles para que no nieguen
este sufragio a las Almas; apaga la sed ardiente que esas almas tienen de verte, de gozarte, de
reinar contigo y bendecirte por siglos infinitos. Amén.

Cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria para alcanzar esta gracia del Señor.

Obsequio
Hacer una limosna en sufragio de las Almas del Purgatorio.

NOVENO DIA

Por la señal de la Santa Cruz, ...


Señor mío Jesucristo, Creador ...
Padre Celestial, Padre amorosísimo ....

MEDITACIÓN: Agradecimiento de las benditas Almas para con sus devotos.


Punto primero. – Vean aquí el día feliz; hoy, con las numerosas comuniones y sufragios que los
fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras Iglesias, muchas de aquellas
almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, han pasado ha ser dichosas habitantes y príncipes
felicísimos de la Corte celestial. Ya ven cara a cara a la Hermosura Majestad infinita; ya poseen
a Dios, que contiene en sí cuanto hay de amable, de grande, delicioso y perfecto. Su
entendimiento ya no puede experimentar ni más alegría, ni más suavidad, ni más dicha.

¡Ay, si pudieses, amado cristiano, penetrar hoy en aquella dichosa patria y contemplar el
transporte de aquellos Bienaventurados! ¡Qué enhorabuena, qué abrazos se dan de tan
amorosos! ¡Qué cánticos entonan en acción de gracias al Dios de las misericordias y a los
generosos cristianos que las han sacado del Purgatorio! ¡Oh, cómo dan por bien empleadas las
penas que en este mundo padecieron!

¡Oh, con cuánta alegría están diciendo cada una de ellas: “Dichosas confesiones y comuniones;
penitencias y obras buenas que yo practicaba; dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por
ser devota! ¡Y con qué magnificencia pagáis, Señor, hasta los sacrificios más pequeños e
insignificantes que hice por vuestro amor!”

¿No quisieras, cristiano, tener tú la misma suerte? Pues, pelea contra las pasiones; que sin
pelear no se alcanza victoria; sin penas, no hay felicidad.

Medita un poco sobre lo dicho.

Punto Segundo .- ¡Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a alguna
de aquellas almas! El cielo debe a tus sufragios el nuevo regocijo y la nueva gloria accidental
que ahora experimenta. Y aquellas almas dichosas te deben la libertad, y con ella la posesión
de una divinidad infinita. ¿Qué suplicas, pues, tan fervorosas no harán a Dios por ti? ¿En qué
necesidad podrás encontrarte que no cuiden de socorrerte? ¿Qué empeño pondrán en
conseguirte las gracias necesarias para vencer a las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar
de los vicios?

Y si alguna vez te vieres en peligro de pecar y de caer en el infierno, ¡con cuánto más celo que
el pueblo de Israel lo hizo en fervor de Jonatás, dirán al Señor:¿Y permitirás, oh gran Dios, que
se pierda eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas?

¿No prometiste que alcanzarían misericordia con el prójimo? ¿Y consentirías ahora que cayese
en el infierno aquel que con sufragios me abrió las puertas del cielo?

¡Ah, dichoso cristiano, cuánto envidio tu dicha! “Persevera, y tienes segura la palma de la
gloria.”

Medita un poco lo dicho, encomienda a Dios las almas de tu mayor obligación y pide, por la
intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.

Ejemplo
Santa Gertrudis, aquella esposa tan regalada del Señor, había hecho donación de todos sus
méritos y obras buenas a las Almas del Purgatorio; y para que los sufragios tuviesen más
eficacia y fuesen más aceptos a Dios, suplicaba a su Divino Esposo le manifestase por que
alma querría que satisficiese. Se lo otorgaba a su Divina Majestad y la Santa multiplicaba
oraciones, ayunos, cilicios, disciplinas y otras penitencias, hasta que el Alma hubiese salido del
Purgatorio.

Sacada una, pedía al Señor que le señalase otra, y así logró librar a muchas de aquel horrible
fuego. Siendo ya la Santa de edad avanzada, le sobrevino una fuerte tentación del enemigo,
que le decía: “¡infeliz de ti! ¡Todo lo has aplicado a las Almas del Purgatorio, y no has
satisfecho todavía por tus pecados! Cuando mueras, ¡qué penas y tormentos te aguardan!”

No dejaba de acongojarla este pensamiento, cuando se le apareció Cristo Señor nuestro, y la


consoló diciendo: “Gertrudis, hija mía muy amada: no temas; los sufragios que tú ofreciste a
las Almas del Purgatorio, me fueron muy agradables: tú no perdiste nada; pues en recompensa
no sólo te perdono las penas que allí habías de padecer, sino que aumentaré tu gloria de
muchísimos grados. ¿No había prometido yo dar el ciento por uno, pagando a mis fieles
servidores con medida buena, abundante y apretada ?”.

“Pues mira, Yo haré que todas las almas libertadas por tus oraciones y penitencias te salgan a
recibir con muchos Ángeles a la hora de la muerte, y que, acompañada de este numeroso y
brillante cortejo de bienaventurados, entres en el triunfo de la Gloria.”

Oración a las benditas Almas liberadas del Purgatorio por los sufragios ofrecidos durante esta
novena.

¡Oh Almas dichosas y felices, a quienes nuestro dulcísimo Jesús acaba de admitir hoy en su
Patria Celestial! Las felicitamos, y damos en nombre de toda la Iglesia mil enhorabuenas por
esta dicha tan grande. Unimos nuestra alegría con la de ustedes y con la de los Ángeles y
Serafines; juntamos nuestras acciones de gracias con los cánticos y alabanzas que ustedes
entonan al Creador por tan inestimable beneficio.

Sí, Almas santas y dichosas; alégrense: ya se han acabado para ustedes las penas y tristezas,
las aflicciones y trabajos, los peligros y tentaciones de esta miserable vida. Sólo les queda una
eternidad de descanso, de alegría, de delicias y de bienaventuranzas infinitas. ¡Qué dicha
también la nuestra, si con estos sufragios les hemos acelerado la posesión de tanta gloria.!

Sí, triunfen en el Cielo; pero no hagan como hizo aquel ingrato copero de faraón con José: no
olviden a sus pobres hermanos, que militamos aún en este valle de lágrimas: vuelvan una
mirada compasiva sobre nosotros: ¡miren de cuántos y cuán feos enemigos nos vemos
rodeados! Ahora que son tan poderosas delante de Dios, intercedan por nosotros, para que,
siendo fieles y constantes en su servicio, podamos con su compañía alabarlo y glorificarlo un
día eternamente.

Cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y un Gloria a las cinco llagas de Cristo Señor nuestro en
sufragio de las benditas Almas del Purgatorio.

Obsequio
Formar una firme resolución de ofrecer todas nuestras obras satisfactorias en sufragio de las
pobrecitas Almas, realizando o renovando nuestro voto de ánimas.

Responso.
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz que no tiene fin.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

Padrenuestro.

V. De la puerta del infierno


R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.

Oremos . Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes


por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes
en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del
paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino
que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para ellos la luz que no tiene fin.

V. Descansen en paz.
R. Amén .

TRIDUO DE AGRADECIMIENTO A DIOS,


EN HONOR DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Puede y debe hacerse siempre que las ánimas hagan de intercesoras nuestras y nos
consigan algo para nuestro bien. Es un deber de agradecimiento. Por lo tanto no
solamente se recomienda para esta novena. Igualmente se recomienda unir a cada
dia una indulgencia plenaria por las ánimas.

Primer día
Eterno Dios, cuya misericordia es ilimitada y cuyo tesoro de bondad es infinito,
heme aquí postrado delante de vuestra divina Majestad, para elevar de lo mas
hondo del corazón el himno de agradecimiento a vuestra misericordia, por los
meritos de nuestros hermanos que están purificándose en el Purgatorio. Reconozco,
oh, Dios mio, que pudiese ser indigno de vuestro favor, pero Vos, siempre generoso
cual Padre bueno, no mirasteis mi miseria sino las acciones y oraciones que en mi
nombre os presentaban las ánimas. ¡Oh ánimas, cuan grande es mi gratitud también
hacia vosotras!. Como agradeceros este favor que habéis hecho por mi. Queridas,
ánimas, ¡ cuan cierto es que nunca se quedan defraudadas las esperanzas de quien
acude a vosotras !. Asistidme siempre a fin de que yo me haga digno de las
misericordias de Dios y de su protección en la vida y en la muerte.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria.

Segundo día
Oh corazón amante de Jesús, siempre rico y generoso de misericordia infinita, que
dijisteis por medio del Profeta que no queríais la muerte del pecador sino que se
convierta y vía, heme aquí delante de Vos, y, a pesar de no amaros debidamente y
pecar, os agradezco de todo corazón el singular beneficio que os dignasteis a
concederme por la intercesión de las ánimas. ¿Qué puedo daros Señor, en cambio de
lo que tan benignamente me otorgasteis? ¡Si todo lo creado es vuestro!. ¡Ah, Dios
mío! Te pido qe nunca disminuya mi gratitud hacia Vos y las ánimas, que os
mostrasteis siempre bueno aun con quienes os ofenden. Y ¿como podrá pagaros,
muy queridas ánimas la gracia que me concedisteis?. Ánimas que habíais estado en
el Purgatorio, agradeced por mi al dulce Jesús a fin de que permanezca en mi la
gratitud hacia el y hacia vosotras. Así como también el odio constante hacia el
pecado, de modo que pueda gozar de su misericordia y de vuestro celestial
patrocinio.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria.

Tercer día
Mi dulce y amadísimo Señor, que no permitís que sucumba bajo el peso de la
aflicción quien en Vos confía y espera, sino que le escucháis benignamente, yo,
desde lo mas hondo de mi alma, os agradezco infinitamente, por haberme concedido
cuanto os pedí por la intercesión de las ánimas. Recibid, mi amadísimo Jesús, mi mas
vivo reconocimiento y gratitud a través de las manos de las ánimas. Gracias también
a ti Madre, que sin duda cuidas tan bien de tus hijos pequeños. Arcángeles y
Ángeles, por protegerme y conducirme por el camino correcto. Querido Jesús, haced
que yo corresponda siempre a las dulces invitaciones del Espíritu Santo, hacia la
bondad y la misericordia. ¡Oh ánimas!, ¡como quisiera que todos os conociesen!,
porque seguramente seríais amadas y auxiliadas por todos. En agradecimiento por
las gracias alcanzadas por vuestra mediación divulgaré vuestro culto, proclamando
por doquier la necesidad de auxilios que tenéis y como correspondéis a quienes os
escuchan y ayudan. Así sea.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria.

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