Julio César, hijo de Venus y fundador del imperio romano, después de su trágico final fue divinizado: Divus Iulius llegó a ser el Dios del imperio. Su culto desaparece cuando aparece el cristianismo. Jesu Cristo, hijo de Dios y auctor del cristianismo, aparece súbitamente junto a su culto en el siglo segundo. Ningún historiador documenta su presencia, que permanece todavía dudosa. Un personaje histórico sin culto, un culto sin personaje histórico: una asimetría complementaria que deja perplejo.
¿Sería quizá Jesús la forma en la cual la historia nos ha trasmitido al Divus Iulius?
¿Se relacionaría el evangelio con la vida de César como las primeras iglesias cristianas con los templos antiguos sobre cuyos fundamentos se apoyan y a partir de cuyos despojos fueron construidas?
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Julio César, hijo de Venus y fundador del imperio romano, después de su trágico final fue divinizado: Divus Iulius llegó a ser el Dios del imperio. Su culto desaparece cuando aparece el cristianismo. Jesu Cristo, hijo de Dios y auctor del cristianismo, aparece súbitamente junto a su culto en el siglo segundo. Ningún historiador documenta su presencia, que permanece todavía dudosa. Un personaje histórico sin culto, un culto sin personaje histórico: una asimetría complementaria que deja perplejo.
¿Sería quizá Jesús la forma en la cual la historia nos ha trasmitido al Divus Iulius?
¿Se relacionaría el evangelio con la vida de César como las primeras iglesias cristianas con los templos antiguos sobre cuyos fundamentos se apoyan y a partir de cuyos despojos fueron construidas?
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Julio César, hijo de Venus y fundador del imperio romano, después de su trágico final fue divinizado: Divus Iulius llegó a ser el Dios del imperio. Su culto desaparece cuando aparece el cristianismo. Jesu Cristo, hijo de Dios y auctor del cristianismo, aparece súbitamente junto a su culto en el siglo segundo. Ningún historiador documenta su presencia, que permanece todavía dudosa. Un personaje histórico sin culto, un culto sin personaje histórico: una asimetría complementaria que deja perplejo.
¿Sería quizá Jesús la forma en la cual la historia nos ha trasmitido al Divus Iulius?
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¿Sería quizá Jesús la forma en la cual la historia nos ha trasmitido al Divus Iulius?
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El Evangelio de César
-descubriendo al Cristo histórico–
Hace veinte años, el estudioso italiano Francesco Carotta comenzó a
sospechar que la narrativa del Evangelio del Nuevo Testamento se originaba en las narraciones históricas de la vida y hechos de Julio César.
Después de años de trabajar como ingeniero y empresario de software,
Carotta vendió su compañía y comenzó una profunda investigación, que duró toda una década. Eventualmente concluiría que no sólo la historia esencial, sino que cada oración, nombre, propiedad y locación en los textos bíblicos relacionada con Jesucristo se originaba en las fuentes romanas sobre la campaña de César en la guerra civil, desde el Rubicón hasta su asesinato y deificación: por ejemplo, todos los famosos dichos de César mutaron en dichos muy similares en los Evangelios. Del mismo modo, cada milagro de Cristo sería la transformación de un suceso heroico paralelo ubicado en los años finales de César.
Carotta escribió acerca de su investigación en el libro War Jesus Caesar?
(“¿Fue Jesús César?”), publicado por primera vez en Alemania en 1999. No obstante que Carotta es un erudito y lingüista, al principio sólo pocos lo tomaron en serio, y se concedió muy poca atención académica a su teoría.
Un día, el sacerdote español Pedro García González, que también ha
hecho investigaciones sobre los orígenes del Cristianismo, contactó a Carotta para buscar ayuda para sus propias ideas en torno a que las huellas del Cristianismo primitivo debían buscarse fuera de Jerusalén.
Durante muchos años este empático religioso ha representado la Pasión
de Cristo durante la Semana Santa con los jóvenes de su parroquia. Después de intensos debates con Carotta sobre su investigación, los dos se preguntaron cómo podrían verificar la teoría de que la narración de la Pasión –desde la Última Cena y traición hasta la sepultura- es una transposición de los días cruciales antes y después del asesinato de César.
Ellos se centran entonces en el oscuro funeral de Julio César, que
sucedió a los Idus de Marzo del 44 a.C. en la ciudad de Roma. Deciden reconstruir fielmente y volver a actuar las primeras escenas de los sucesos de tres días, basados en las Fuentes históricas, lo que podría probar ser el origen de la historia posterior de la crucifixión de Cristo. Carotta y García González descubren una historia romana sagrada que parece haber mutado en el Evangelio a través de muchas generaciones, adaptándose al nuevo entorno religioso y cultural, recolocándose de Roma a Palestina junto con los veteranos de la guerra civil, que adoraban al Cesar deificado en sus nuevos asentamientos, entre otros lugares en las partes orientales del imperio romano.
En su búsqueda para descifrar los verdaderos orígenes del Cristianismo,
el lingüista y el sacerdote viajan a través de toda Europa, buscando las huellas del deificado César en rituales y tradiciones cristianas, fuentes escritas, arte eclesiástico y hallazgos arqueológicos desde Chipre hasta España, desde Londres a Roma. Rescatan elementos que serán útiles para investigar y reconstruir el funeral del político y comandante romano, que también sería Salvador, Redentor e Hijo de Dios. Uno de sus viajes los conduce a Bercianos de Aliste, una remota aldea en España, donde examinan un antiguo ritual de Pascua que es portador de muchas sorprendentes similitudes con los sucesos en Roma después del asesinato de César.
Francesco Carotta prosigue su propia investigación, al tiempo que
explica elementos centrales de su libro y profundiza en los orígenes del Cristianismo de acuerdo a su teoría. Se reúne con otros estudiosos y sacerdotes, que miran su libro tanto con escepticismo como con aprobación. También visita el Vaticano y presenta los resultados de su investigación durante un simposio sobre el “Jesús histórico”, dirigido por el teólogo español Antonio Piñero. La teoría de Carotta es una de las materias que enseña el profesor de estudios clásicos Gerard Janssen en una preparatoria holandesa, donde estas nuevas ideas son recibidas por los jóvenes con entusiasmo y oposición por igual. Fotis Kavoukopoulos, un filólogo griego de Atenas, amplía elementos selectos del libro de Carotta y explica la lógica detrás de la nueva teoría.
En España, Carotta asiste a García González en todos los estadios de la
reconstrucción del funeral comparando antiguos rituales, estudiando las fuentes escritas, construyendo accesorios, rentando trajes y supervisando los ensayos con el mismo reparto de jóvenes que ha representado la Pasión año con año. Ángel García Eva ha sido escogido para el rol de Julio César, después de haber interpretado al Cristo crucificado en años precedentes.
Un artista de la población construye una efigie del cuerpo apuñalado de
César, de la misma manera en que acostumbraban los antiguos romanos. De acuerdo a las fuentes con respecto al funeral de César, esta efigie se ata a un tropaeum, un signo de la victoria romano en forma de cruz. Otros artistas y carpinteros de la población preparan el resto de los accesorios necesarios. La reconstrucción del funeral de César será representada en la misma plaza del pueblo que ha servido como escenario para la Pasión de Pascua anual. Sin embargo, algunos de sus planes generan resistencia.
Bajo la guía educativa de Carotta y García González, los miembros del
reparto también visitan Roma para explorar todos los lugares en el Forum Romanum, donde ocurrieron el asesinato y el funeral de César. El sacerdote rinde tributo al Divus Iulius, el César deificado, en las ruinas de su templo, encendiendo una vela y declarando que el Cristianismo y su ética e imaginería fundamentales se originaron en este lugar histórico.
Al final de su larga colaboración, la reconstrucción del funeral de César
es finalmente representada. El resultado es tan fascinante como revolucionario: la nueva lectura que hace Carotta de las fuentes, combinada con la recreación del funeral, resucita un antiguo suceso histórico y revela la imagen del primer y original Salvador en la Cruz, que ha sido olvidado por casi dos mil años.
Cita Fotis Kavoukopoulos, lingüista en el documental