E Supremi Apostolatus
E Supremi Apostolatus
E Supremi Apostolatus
EPISTOLA ENCCLICA Sanctissimi Domini Nostri divina providentia Pii Pap X ad Patriarchas Primates Archiespscopos Epscopos aliosque locorum Ordinarios pacem et communiomem cum Apostolica Sede habentes. VENERABILIBUS FRATRIBUS PATRIARCHIS PRIMATIBUS ARCHIEPISCOPIS EPISCOPIS ALIISQUE LOCORUM ORDINARIIS PACEM ET COMMUNIONEM CUM APOSTOLICA SEDE HABENTIBUS
Pero ya, de grado o por fuerza, tengo que confesar que a diario los designios de Dios resisten ms y ms a mis planes, de modo que comprendo que es absolutamente imposible oponerme a ello. De ah que, vencido por la fuerza no de los hombres sino de Dios, contra la que no hay defensa posible, entend que mi deber era adoptar una nica decisin: despus de haber orado cuanto pude y haber intentado que, si era posible, ese cliz pasara de m sin beberlo... entregume por completo al sentir y a la voluntad de Dios, dejando de lado mi propio sentir y mi voluntad.1
propia debilidad, Nos espantaba tener que hacer frente a un problema que no admita ninguna dilacin y s tena muchas dificultades.
Epp. 1, III. Ep. 1. Sal 72, 26. Jr 1,10. Ef 1,10. Col 3,11.
este funesto ataque que ahora en todo el mundo se promueve y se fomenta contra Dios; puesto que verdaderamente contra su Autor se han amotinado las gentes y traman las naciones planes vanos ;6 parece que de todas partes se eleva la voz de quienes atacan a Dios: Aprtate de nosotros.7 Por eso, en la mayora se ha extinguido el temor al Dios eterno y no se tiene en cuenta la ley de su poder supremo en las costumbres ni en pblico ni en privado: an ms, se lucha con denodado esfuerzo y con todo tipo de maquinaciones para arrancar de raz incluso el mismo recuerdo y nocin de Dios. Es indudable que quien considere todo esto tendr que admitir de plano que esta perversin de las almas es como una muestra, como el prlogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; o incluso pensar que ya habita en este mundo el hijo de la perdicin8 de quien habla el Apstol. En verdad, con semejante osada, con este desafuero de la virtud de la religin, se cuartea por doquier la piedad, los documentos de la fe revelada son impugnados y se pretende directa y obstinadamente apartar, destruir cualquier relacin que medie entre Dios y el hombre. Por el contrario esta es la seal propia del Anticristo segn el mismo Apstol, el hombre mismo con temeridad extrema ha invadido el campo de Dios, exaltndose por encima de todo aquello que recibe el nombre de Dios; hasta tal punto que aunque no es capaz de borrar dentro de s la nocin que de Dios tiene, tras el rechazo de Su majestad, se ha consagrado a s mismo este mundo visible como si fuera su templo, para que todos lo adoren. Se sentar en el templo de Dios, mostrndose como si fuera Dios.9 Efectivamente, nadie en su sano juicio puede dudar de cul es la batalla que est librando la humanidad contra Dios. Se permite ciertamente el hombre, en abuso de su libertad, violar el derecho y el poder del Creador; sin embargo, la victoria siempre est de la parte de Dios; incluso tanto ms inminente es la derrota, cuanto con mayor osada se alza el hombre esperando
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el triunfo. Estas advertencias nos hace el mismo Dios en las Es- crituras Santas. Pasa por alto, en efecto, los pecados de los hombres,10 como olvidado de su poder y majestad: pero luego, tras simulada indi- ferencia, irritado como un borracho lleno de fuerza,11 romper la cabeza a sus enemigos12 para que todos reconozcan que el rey de toda la tierra es Dios13 y sepan las gentes que no son ms que hombres.14 Todo esto, Venerables Hermanos, lo mantenemos y lo esperamos con fe cierta. Lo cual, sin embargo, no es impedimento para que, cada uno por su parte, tambin procure hacer madurar la obra de Dios: y eso, no slo pidiendo con asiduidad: lzate, Seor, no prevalezca al hombre,15 sino lo que es ms importante con hechos y palabras, abiertamente a la luz del da, afirmando y reivindicando para Dios el supremo dominio sobre los hombres y las dems criaturas, de modo que Su derecho a gobernar y su poder reciba culto y sea fielmente observado por todos.
Sb 11, 24. Sal 77, 65. Sal 67, 22. Sal 46, 7. Sal 9, 20.
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Sal 9, 19.
de la justicia.16 Sabemos que no son pocos los que, llevados por sus ansias de paz, de tranquilidad y de orden, se unen en grupos y facciones que llaman de orden. Oh, esperanza y preocupaciones vanas! El partido del orden que realmente puede traer una situacin de paz despus del desorden es uno slo: el de quienes estn de parte de Dios. As pues, ste es necesario promover y a l habr que atraer a todos, si son impulsados por su amor a la paz. Y verdaderamente, Venerables Hermanos, esta vuelta de todas las naciones del mundo a la majestad y al imperio de Dios, nunca se producir, sean cuales fueren nuestros esfuerzos, si no es por Jess el Cristo. Pues advierte el Apstol: Nadie puede poner otro fundamento, -fuera del que est ya puesto, que es Cristo Jess".17 Evidentemente es el mismo a quien el Padre santific y envi al mundo;18 el esplendor del Padre y la imagen de su sustancia,19 Dios verdadero y verdadero hombre: sin el cual nadie podra conocer a Dios como se debe; pues nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiera revelrselo.20
vivo y verdadero, uno en naturaleza, trino en personas, creador del mundo, que todo lo prev con suma sabidura, y tambin legislador justsimo que castiga a los pecadores y tiene dispuesto el premio a los virtuosos. Por lo dems, tenemos ante los ojos el camino por el que llegar a Cristo: la Iglesia. Por eso, con razn, dice el Crisstomo: T esperanza la Iglesia, t salvacin la Iglesia, t refugio la Iglesia.21 Pues para eso la ha fundado Cristo, y la ha conquistado al precio de su sangre; y a ella encomend su doctrina y los preceptos de sus leyes, al tiempo que la enriqueca con los generossimos dones de su divina gracia para la santidad y la salvacin de los hombres.
En esta situacin, qu cuidado debis poner, Venerables Hermanos, en la formacin del clero para que sean santos! Es necesario que todas las dems tareas que se os presentan, sean cuales fueren, cedan ante sta. Por eso, la parte mejor de vuestro celo debe emplearse en la organizacin y el rgimen de los seminarios sagrados de modo que florezcan por la integridad de su doctrina y por la santidad de sus costumbres. Cada uno de vosotros tenga en el Seminario las delicias de su corazn, sin omitir para su buena marcha nada de lo que estableci con suma prudencia el Concilio de Trento. Cuando llegue el momento de tener que iniciar a los candidatos en las rdenes sagradas, por favor no olvidis la prescripcin de Pablo a Timoteo: A nadie impongas las manos precipitadamente;28 considerad con atencin que de ordinario los fieles sern tal cual sean aquellos a quienes destinis al sacerdocio. Por tanto no tengis la mira puesta en vuestra propia utilidad, mirad nicamente a Dios, a la Iglesia y la felicidad eterna de las almas, no sea que, como advierte el Apstol, tengis parte en los pecados de otros.29
1 Tm 5, 22. 1 Tm 5, 22.
fe.30 Esto no impide que Nos estimemos dignos de alabanza los sacerdotes jvenes que siguen estudios de ciencias tiles en cualquier campo de la sabidura, para hacerse ms instruidos en la guarda de la verdad y rechazar mejor las calumnias de los odiadores de la fe. Sin embargo, no podemos ocultar, antes al contrario lo manifestamos abiertamente, que sern siempre Nuestros predilectos quienes, sin menospreciar las disciplinas sagradas y profanas, se dedican ante todo al bien de las almas buscando para s los dones que convienen a un sacerdote celoso por la gloria de Dios. Nos te- nemos una gran tristeza y un dolor continuo en el corazn,31 al comprobar que es aplicable a nuestra poca aquella lamentacin de Jeremas: Los pequeos pidieron pan y no haba quien se lo partiera.32 No faltan en el clero quienes, de acuerdo con sus propias cualidades, se afanan en cosas de una utilidad quiz no muy definida, mientras, por el contrario, no son tan numerosos los que, a ejemplo de Cristo, aceptan la voz del Profeta: El Espritu me ungi, me envi para evangelizar a los pobres, para sanar a los contritos de corazn, para predicar a los cautivos la libertad y a los ciegos la recuperacin de la vista.33
fcilmente al error, sino tambin en las clases ms cultas, e incluso en quienes sobresalen en otros campos por su erudicin. Precisamente de aqu procede la falta de fe de muchos. Pues no hay que atribuir la falta de fe a los progresos de la ciencia, sino ms bien a la falta de ciencia; de manera que donde mayor es la ignorancia, ms evidente es la falta de fe. Por eso Cristo mand a los Apstoles: Id y ensead a todas las gentes.35 Y ahora, para que el trabajo y los desvelos de la enseanza produzcan los esperados frutos y en todos se forme Cristo, quede bien grabado en la memoria, Venerables Hermanos, que nada es ms eficaz que la caridad. Pues el Seor no est en la agitacin.36 Es un error esperar atraer las almas a Dios con un celo amargo: es ms, increpar con acritud los errores, re- prender con vehemencia los vicios, a veces es ms daoso que til. Ciertamente el Apstol exhortaba a Timoteo: Arguye, exige, increpa, pero aada, con toda paciencia.37 Tambin en esto Cristo nos dio ejemplo: Venid, as leemos que El dijo, venid a m todos los que trabajis y estis cargados y Yo os aliviar.38 Entenda por los que trabajaban y estaban cargados no a otros sino a quienes estn dominados por el pecado y por el error. Cunta mansedumbre en aquel divino Maestro! Qu suavidad, qu misericordia con los atormentados! Describi exactamente Su corazn Isaas con estas palabras: Pondr mi espritu sobre l; no gritar, no hablar fuerte; no romper la caa cascada, ni apagar la mecha que todava humea.39 Y es preciso que esta caridad, paciente y benigna40 se extienda hasta aquellos que nos son hostiles o nos siguen con animosidad. Somos maldecidos y bendecimos, as hablaba Pablo de s mismo, padecemos persecucin y la soportamos; difamados, consolamos.41 Quiz parecen peores de
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Mt 28, 19. 3 Re 19, 11. 2 Tm 4, 2. Mt 11, 28. Is 42, 1s. 1 Cor 13, 4. 1 Cor 4, 12s.
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lo que son. Pues con el trato, con los prejuicios, con los consejos y ejemplos de los dems, y en fin con el mal consejero amor propio se han pasado al campo de los impos: sin embargo, su voluntad no es tan depravada como incluso ellos pretenden parecer. Cmo no vamos a esperar que el fuego de la caridad cristiana disipe la oscuridad de las almas y lleve consigo la luz y la paz de Dios? Quizs tarde algn tiempo el fruto de nuestro trabajo: pero la caridad nunca desfallece, consciente de que Dios no ha prometido el premio a los frutos del trabajo, sino a la voluntad con que ste se realiza.
Pues accin piden los tiempos; pero una accin que se apoye en la observancia santa e ntegra de las leyes divinas y los preceptos de la Iglesia, en la profesin libre y abierta de la religin, en el ejercicio de toda clase de obras de caridad, sin apetencias de provecho propio o de ventajas terrenas. Muchos ejemplos luminosos de stos por parte de los soldados de Cristo, tendrn ms valor para conmover y arrebatar las almas que las exquisitas disquisiciones verbales: y ser fcil que, rechazado el miedo y libres de prejuicios y de dudas, muchos vuelvan a Cristo y difundan por doquier su doctrina y su amor; todo esto es camino para una felicidad autntica y slida. Por supuesto, si en las ciudades, si en cualquier aldea se observan fielmente los mandamientos de Dios, si se honran las cosas sagradas, si es frecuente el uso de los sacramentos, si se vive de acuerdo con las normas de vida cristiana, Venerables Hermanos, ya no habr que hacer ningn esfuerzo para que todo se instaure en Cristo. Y no se piense que con esto buscamos slo la consecucin de los bienes celestiales; tambin ayudar todo ello, y en grado mximo, a los intereses pblicos de las naciones. Pues, una vez logrados esos objetivos, los prceres y los ricos asistirn a los ms dbiles con justicia y con caridad, y stos a su vez llevarn en calma y pacientemente las angustias de su desigual fortuna; los ciudadanos no obedecern a su ambicin sino a las leyes; se aceptar el respeto y el amor a los prncipes y a cuantos gobiernan el Estado, cuyo poder no procede, sino de Dios.44 Qu ms? Entonces, finalmente, todos tendrn la persuasin de que la Iglesia, por cuanto fue fundada por Cristo, su creador, debe gozar de una libertad plena e ntegra y no estar sometida a un poder ajeno; y Nos al reivindicar esta misma libertad, no slo defendemos los derechos sacrosantos de la religin, sino que velamos por el bien comn y la seguridad de los pueblos. Es evidente que la piedad es til para todo:45 con ella inclume y vigorosa el pueblo habitar en morada llena de paz.46
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Exhortacin final
Que Dios, rico en misericordia,47 acelere benigno esta instauracin de la humanidad en Cristo Jess; porque sta es una tarea no del que quiere ni del que corre sino de Dios que tiene misericordia. 48 Y nosotros, Venerables Hermanos, con espritu humilde,49 con una oracin continua y apremiante, pidmoslo por los mritos de Jesucristo. Utilicemos ante todo la intercesin poderossima de la Madre de Dios: Nos queremos lograrla al fechar esta carta en el da establecido para conmemorar el Santo Rosario; todo lo que Nuestro Antecesor dispuso con la dedicacin del mes de octubre a la Virgen augusta mediante el rezo pblico de Su rosario en todos los templos, Nos igualmente lo disponemos y lo confirmamos; y animamos tambin a tomar como intercesores al castsimo Esposo de la Madre de Dios, patrono de la Iglesia catlica, y a San Pedro y San Pablo, prncipes de los apstoles. Para que todos estos propsitos se cumplan cabalmente y todo salga segn vuestros deseos, imploramos la generosa ayuda de la divina gracia. Y en testimonio del muy tierno amor de que os hago objeto a vosotros y a todos los fieles que la providencia divina ha querido encomendarnos, os impartimos con todo cario en el Seor la bendicin apostlica a vosotros, Venerables Hermanos, al clero y a vuestro pueblo. Dado en Roma junto a San Pedro, el da 4 de octubre de 1903, primer ao de Nuestro Pontificado. PIO PAPA X
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