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reflexiones teolgicas 7 (95-122) enero-junio 2011. bogot, colombia - issn 2011-1991


Resumen
Fecha de recepcin: 27 de enero de 2011
Fecha de aprobacin: 4 de abril de 2011
LA MORAL CRISTIANA COMO
SEGUIMIENTO DE JESS*
Diego Fernando Ospina Arias, O.F.M.**
Este trabajo pretende insertar la moral cristiana al interior de todo el dinamismo
(llamada-respuesta) de la vida cristiana que se expresa de manera excelente y sobre
todo normativa en la categora evanglica de seguimiento de Jess.
Palabras clave: Moral, vida cristiana, seguimiento de Jess, llamado, respuesta.
ESTRUCTURA BSICA DE LA VIDA CRISTIANA:
LLAMADA Y RESPUESTA
Slo es posible entender la vida cristiana a partir del proceso revelatorio
de Dios, por el cual l aparece como quien siempre, desde siempre y
por siempre toma la iniciativa de revelarse al ser humano, y ste le res-
ponde en libertad.
1
En tal sentido, el creyente es quien responde libre y
*
Artculo presentado como trabajo fnal del seminario doctoral de Teologa moral (2006), di-
rigido por el profesor Alberto Mnera, en la Pontifcia Universidad Javeriana.
**
Sacerdote franciscano. Licenciado en Teologa de la Pontifcia Universidad Javeriana; Magster
en Sagrada Escritura del Pontifcio Instituto Bblico de Roma; Candidato al Doctorado en
Teologa de la Pontifcia Universidad Javeriana; director de la Especializacin en Educacin y
Sagrada Escritura, de la Fundacin Universitaria Catlica Lumen Gentium; miembro del grupo
de investigacin Teologa y Sociedad. Correo electrnico: [email protected]
1
El cristianismo es una religin de personas salvadas, donde Dios toma la iniciativa de ofrecernos
su cercana y amistad. Y para ello, lo primero e imprescindible es tomar conciencia de sentirnos
salvados, de que esta gracia no es un derecho o una conquista que el individuo obtiene con su
buen obrar. (Lpez Azpitarte, Fundamentacin de la tica cristiana, 263).
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la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
conscientemente a la iniciativa gratuita y amorosa de Dios. Su respuesta
no es causa sino consecuencia de la revelacin soberana de Dios.
2
En esta estructura fundamental de la vida cristiana, de llamado
gratuito y respuesta libre, se inserta la dimensin moral cristiana, y
desde ella es posible comprenderla como la forma de vida que adopta el
creyente, acogiendo la presencia amorosa de Dios y actuando modelado
e inspirado por el mismo obrar de Dios.
3
Se trata de una perspectiva
relacional, que da cuenta de la fe, y por consiguiente, de la moral, como
un dinamismo de encuentro interpersonal
4
que incorpora el elemento
normativo, sin que ste sea el nico, o el que propiamente la defne, y
2
Dios ha querido amarme y por amor me ha dirigido su Palabra, esa palabra eterna y sustancial,
que es el Verbo, y yo debo responder a esa Palabra desde lo ms hondo de mi personalidad. En
esta respuesta o, mejor dicho, es esta responsabilidad consiste precisamente la vida moral [].
La existencia humana ha de concebirse como una responsabilidad a la vocacin divina, como
un s a Dios, que compromete toda la existencia [] cada hombre es conocido y amado por
personalmente Dios. El hombre no es slo objeto del querer de Dios, sino que se encuentra
ante Dios como una persona viva. Por eso no puede permanecer neutral ante l, sino que puede
y debe dar su respuesta al llamado de Dios []. La capacidad de responder se convierte en
responsabilidad. (Hortelano, Problemas actuales de moral, I, 71 y 81).
3
El cristiano tiene que sentirse salvado por la presencia desconcertante y amorosa de Dios.
Es decir, la tica humana exige un despliegue hacia lo sobrenatural, debe penetrar en una
atmsfera religiosa, quedar transformada por una fuerza superior que descentre al individuo
de su preocupacin tica, como objetivo primario, y lo desligue de su afn perfeccionista. El
creyente ha de buscar, por encima de todo, un encuentro de amistad mucho ms que su propia
autorrealizacin. Es un ser cuya meta y centro de gravedad adquiere un nuevo destino: se siente
llamado a una vida de relacin personal con Dios, que le ofrece su amistad []. Lo nico que
le interesa en adelante es responder a las exigencias de semejante vocacin con una actitud de
obediencia flial y sumisa a los imperativos de su Seor. (Lpez Azpitarte, Fundamentacin de la
tica cristiana, 269). Este dilogo humano-divino marcado por la procesualidad y la gradualidad
se conforma, por tanto, como un devenir de carcter libre, creativo y de bsqueda. En esta
dinmica de don divino total que nos convoca a una respuesta (nuestra tarea), lo primero es
la realizacin prxica de esta relacin Dios-hombre al estilo de Jess. (Novoa, El seguimiento
histrico de Jess segn el espritu, 105).
4
Lo que ahora preocupa e interesa es vivir como hijos de Dios y responder a su llamada, que
nos ha hecho conscientes de un nuevo destino. El cumplimiento de los valores no se vivencia
como un camino vlido para nuestra madurez y perfeccin, y mucho menos como un simple
imperativo categrico, sino como la respuesta a una invitacin y la aceptacin de una amistad
que l ha querido ofrecernos. La conducta, que a primera vista estaba demasiado centrada en
s mismo, se convierte en un lenguaje de entrega [] como gesto de fdelidad y cario a una
persona. En este sentido, la moral sera la ciencia que nos hace dciles y obedientes a la palabra
de Dios. (Ibid., 286).
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que a su vez requiere ser ubicado en su justo lugar, desde la perspectiva
relacional e interpersonal a la que hemos aludido.
5
Lastimosamente, desde el hogar, nuestra formacin humana ha
estado condicionada por la recompensa, premio y castigo
6
, lo cual ha
infuido en la manera de asumir la vida cristiana y de vivir la relacin con
Dios como un esfuerzo humano permanente por conseguir mritos ante
l.
7
Ello ha hecho, entonces, que se ponga el acento en el cumplimiento
estricto y ordenado de una serie de normas y obligaciones, que si bien
es importante y necesaria, termina cosifcando la relacin con Dios, y
sobre todo, eliminando el sentido de la necesidad de su accin salvfca,
pues ya fue obtenida fruto de una mecnica meritoria.
8
5
De cualquier manera, si la imagen exige una confguracin con el modelo, la tica cristiana
no va a ser tanto la obediencia a un precepto o la sumisin a unos valores, sino la conformidad
creciente a una persona. Parecerse a Dios ser uno de los motivos ms determinantes de la
conducta; y tal semejanza, que nos asimila como hijos al Padre, permite discernir sus rasgos ms
caractersticos en nuestro estilo de vida []. Esta semejanza inicial [] San Pablo la concibe
ya como una mimesis dinmica, objeto de un trabajo permanente, para que la imitacin sea
cada vez ms profunda y completa: Como hijos queridos de Dios, procurad pareceros a l (Ef
5,1). (Ibid., 275).
6
Desde pequeos aprendimos que la obediencia y la buena conducta consiguen el premio
deseado [] de la misma manera mltiples vivencias nos hicieron descubrir que la trasgresin
y el mal comportamiento provocan el rechazo, la condena y el remordimiento interior. Estamos,
por tanto, acostumbrados a recibir el premio del amor como fruto del buen comportamiento.
La recompensa se merece con el esfuerzo y los mritos acumulados. Por eso, el rechazo y la
condena son tambin merecidos cuando no se acta de acuerdo con las normas exigidas [].
En una palabra, el amor no se experimenta como un don gratuito, sino como una conquista
que se consigue con la buena conducta, que se vivencia como una injusticia ofrecerlo a quien no
haya hecho los mritos sufcientes. Hay, pues, un inconsciente colectivo que mercantiliza toda
relacin como un deber de justicia, sin espacio para la gratuidad. El bueno y obediente puede
exigir lo que se merece. (Ibid., 264).
7
Es muy fcil que estas vivencias en las que nos han educado y que integramos en nuestro
psiquismo con toda naturalidad, se hagan presentes tambin en nuestras relaciones con Dios.
Cuando por la obediencia a la ley y con el esfuerzo de las buenas obras se cree merecer el
beneplcito de Dios y su amistad o, por el contrario, se considera imposible, por la mala conducta,
que l nos ame sin mritos de nuestra parte, brota de inmediato el farisesmo. (Ibid., 265).
8
La moral corre, pues, el peligro de ofrecer, como ideal de perfeccin, un esteticismo virtuoso
que deseamos alcanzar con un gasto enorme de energas. La meta se pone en superar cualquier
defciencia que impida ese objetivo, para sentirnos en el fondo satisfechos de cumplir con tal
obligacin, pero sin tener en cuenta que lo que vale es la plenitud de una entrega amorosa, a
pesar y por encima de las propias limitaciones. (Ibid., 267).
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la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
Todo esto requiere entonces una visin antropolgica que logre
ubicar, en su justo lugar, tanto el papel del ser humano como la accin
de Dios, de modo que, sin menguar ni mermar la importancia de la ac-
cin humana (tarea), se reconozca el carcter primero de la intervencin
divina (don).
9
Se trata de mantenerse con autenticidad en la lnea de la
Sagrada Escritura, y sobre todo, en la perspectiva de Jess de Nazaret,
quien rompi los esquemas ticos y teolgicos de la cultura religiosa del
judasmo, al acercarse a los pecadores para ofrecerles su perdn y amistad
sin ningn requisito previo, y al mostrar el amor de Dios, no como un
premio a la virtud
10
sino como un regalo gratuito.
Pablo de Tarso ser el seguidor de Jess, quien despus de pasar
por la experiencia de la observancia legalista juda insistir con mayor
radicalidad en la necesidad de vivir la fe desde la acogida de la gracia
divina, que es la nica que justifca y salva. Sus cartas dan cuenta de
esta comprensin de la fe, pero sobre todo son el testimonio de que
el mismo Dios es quien busca la manera de entrar en relacin ntima y
estrecha con el ser humano, aun a pesar o por encima de las mismas
instituciones religiosas que pretenden reducir la relacin con l a un
mero cumplimiento de deberes.
Sabiendo que el hombre no queda justifcado por las obras de la ley sino mediante
la fe en Cristo y no por las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jess,
para alcanzar la justifcacin por la fe en Cristo y no por las obras de la ley;
porque por las obras de la ley ningn viviente ser declarado justo (Ga 2,16).
11
9
No es fcil mantener un equilibrio armonioso entre la absoluta primaca de la gracia y la
cooperacin humana; pero como el riesgo mayor es el de apoyarnos con seguridad en nuestras
fuerzas y posibilidades [] no s si sera una bendicin [] que, de vez en cuando, la providencia
de Dios, a travs de mltiples circunstancias imprevistas, nos despojara de todo lo que juzgamos
necesario o conveniente para que, desnudos y sin recursos, trabajramos con la esperanza puesta
exclusivamente en Dios. A lo mejor tendramos entonces una mirada mucho ms limpia para
comprender mejor la doctrina del Evangelio. (Ibid., 268). El autor afrma que es punto de
partida de toda antropologa sobrenatural permanecer abierta al don y a la gracia, aceptando la
incapacidad de merecerla (cfr. ibid., 263).
10
Ibid., 266.
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Cantera e Iglesias (eds.), Sagrada Biblia. Versin crtica sobre los textos: hebreo, arameo y griego.
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La observancia de la Ley se haba convertido, para los judos afe-
rrados al cumplimiento estricto de las prescripciones, en una mecnica
que les haca sentirse seguros y autosufcientes ante Dios, y por tanto
con el derecho de despreciar a quienes ante sus ojos aparecan como
impuros e impos. Pablo se dar cuenta de que slo si abandona esa
actitud autosufciente y da cabida a la gracia de Dios, podr experi-
mentarlo plenamente.
Y me ha dicho (el Seor): Te basta mi gracia, pues la fuerza llega a su apogeo
en la debilidad. As es que con sumo gusto pondr ms mi orgullo en mis de-
bilidades, para que resida sobre m la fuerza de Cristo. (2Co 12,9).
12
Aunque el movimiento cristiano surgi de la ruptura que hicieron
Jess y sus primeros discpulos respecto del esquema mental y religioso
de su poca, se debe anotar que, a lo largo de la historia de la Iglesia, se
ha vivido la tensin por mantenerse en la originalidad cristiana o regresar
al anterior esquema; y han sido ms fuertes y duraderos los periodos de
regreso. Por eso, se hace necesario reivindicar nuevamente la estructura
tpica y relacional de nuestra fe cristiana:
[Ella] Supone la experiencia ntima de sentirse acogido por Dios; de que una
fuerza, ms all de nuestras posibilidades, nos ha situado a un nivel radicalmente
distinto, en el que los mritos personales no constituyen ningn derecho. La
fe no es el apndice fnal de lo humano, como una especie de premio a nuestro
buen comportamiento, sino que supone la ruptura de todo esfuerzo personal.
Jess vino para darnos la gran noticia: el ofrecimiento hecho por Dios al hombre
de vivir en amistad con l.
13
12
La fuerza de Dios pone su tienda en la debilidad e impotencia del hombre. La reaccin,
entonces se hace consecuente. Alegrarse en la propia incapacidad y limitaciones es la nica forma
de sentirse potente. El Espritu nos da una visin muy distinta, que nos libera del apego a la
misma perfeccin. Que la salvacin se haya realizado por el pleno fracaso de Cristo ser siempre
un misterio incomprensible [] la salvacin se realiza all donde lo humano ha perdido toda
su capacidad y autosufciencia. Es la confesin ms solemne de que no es el poder humano, del
tipo que sea, el que salva y justifca sino la gratuidad asombrosa de su amor. (Lpez Azpitarte,
Fundamentacin de la tica cristiana, 267-268).
13
Ibid., 263.
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la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
JESS DE NAZARET: OFERTA DEFINITIVA DEL PADRE
Y RESPUESTA HUMANA POR EXCELENCIA
Los dos polos de la revelacin se encuentran expresados de manera
ex-celente en Jess de Nazaret, quien en cuanto hijo es enviado por el
Padre como su revelacin ltima y defnitiva, y a su vez hecho hombre se
convierte en el modelo de respuesta humana: el siempre fel, el pleroma.
14
Bien dice el autor del texto a los Hebreos: En estos das fnales nos habl
en un Hijo (Hb 1,2); y ms adelante: Aun siendo Hijo, por lo que
padeci aprendi la obediencia; y perfeccionado, se convirti en autor
de salvacin eterna para todos los que le obedecen (Hb 5,8-9).
A partir de Jess de Nazaret, la revelacin de Dios padre pasa
necesariamente por su Hijo, y a su vez la respuesta humana slo puede
estar dada en l y a travs de l.
15
Puede decirse, si se sigue la estructura
bsica de la vida cristiana, que el Padre no slo se nos revel gratui-
tamente en Jess de Nazaret sino que nos ofreci, en l, el paradigma
de respuesta.
16
14
l, (Jess) como icono del Padre imagen del Dios invisible (Col 1,15) es capaz, por
una parte, de ser su expresin ms exacta y adecuada, y de convertirse, por otra, en un modelo
cercano y visible para nosotros. Dios ha querido acercarse al mundo para romper una barrera
de lejana que resultaba infranqueable [] para que su voz [] nos desvelara defnitivamente
su misterio []. Toda la historia de la salvacin y la existencia particular de cada elegido est
orientada a esta nica fnalidad hasta que Cristo tome forma en vosotros (Ga 4,19). Si con
anterioridad se trataba de refejar la imagen de Dios, ahora, en esta nueva recreacin [] Jess
aparece como el modelo por excelencia, al que se ha de imitar. De ah que el tema de la imita-
cin y seguimiento de Cristo haya tenido siempre un relieve importante en la espiritualidad de
la vida cristiana. (Ibid., 275-276).
15 A travs del Hijo, Dios se incorpora activamente al proceso histrico; y por su Espritu los
hombres y la historia son incorporados a Dios mismo. Por ello, la vida del hombre puede ser
descrita como participacin en el proceso de Dios, que sera la traduccin actual de la clsica
formulacin de participacin en la vida divina. En Jess se ha revelado el modo de participacin
en esa vida de Dios, en l se ha revelado el Hijo de Dios. (Sobrino, Cristologa desde Amrica
Latina. Esbozo a partir del seguimiento del Jess histrico, 198-199).
16
En el hombre-Jess es donde la voluntad salvfca de Dios se manifesta plenamente se
realiza bajo una forma histrica que podemos vivir. La existencia humana de Jess es un signo
constitutivo del ofrecimiento divino de la gracia, no slo porque como hombre Cristo es el
que nos revela esa ofrenda del amor de Dios, sino tambin porque es el que ha aceptado esa
ofrenda como hombre-para-nosotros. Por ser hombre, es la forma acabada de la gracia, la
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Jess se constituye entonces en el defnitivo absoluto por la que
pasa nuestra relacin con Dios padre.
17
l vive una experiencia tan pe-
culiar del Dios padre del Reino, que se entiende que lo ltimo, para
Jess, sea realizar la voluntad de aqul en la historia. Se trata de una
experiencia radical y originaria que motiva e informa toda la existencia
de Jess, y se articula en las actitudes fundamentales que confguran
su personalidad: fdelidad inquebrantable a la voluntad del Padre y
disponibilidad incondicional al servicio del Reino, al ser enteramente
para los dems.
En Jess, a travs de su vida entera confgurada por esas actitudes fundamentales,
se nos ha revelado lo que podramos llamar estructura fundamental y vinculante
de la respuesta fel al Dios padre del Reino, es decir, del seguimiento.
18
El Nuevo Testamento testimonia la comprensin progresiva que
fueron haciendo las comunidades cristianas de este carcter sorprenden-
temente novedoso y defnitivo de Jess, hasta el punto de sealar, en l,
la visibilizacin del Dios invisible y la accesibilidad del inaccesible que
es imagen del Dios invisible (Col 1,15a) y reconocerle la misma auto-
ridad divina, que llama y exige respuesta inmediata.
19
forma que-puede-ser-vivida-en-la-historia. Al encontrarlo es cuando comprendemos cmo la
verticalidad y la horizontalidad se juntan entre s. (Schillebeeckx, Dios y el hombre. Ensayos
teolgicos, 229).
17
El Hijo eternamente amado se hizo uno de nosotros. Y no un hombre cualquiera: el Hijo se
transfgur, se confgur con nosotros y se desfgur hacindose uno de los pobres y oprimidos
[]. A partir de Jesucristo la relacin religiosa del hombre con Dios no depende de la pertenencia
tnica a un pueblo. No est vinculada a la Ley juda ni a los mritos propios. No depende de
ritos o lugares sagrados. La relacin religiosa con Dios brota de la gracia acogida en la fe. Est
ofrecida a todos sin condiciones previas. Se inaugura en la actitud teologal que llamamos: fe-
amor-esperanza. En Jess, Dios nos sale al encuentro como gracia liberadora de la triple forma
de angustia que atenaza radicalmente al hombre: pecado, destino, muerte. (Fernndez, El Cristo
del seguimiento, 86).
18
Lois Fernndez, Qu signifca ser cristiano como seguidor de Jess?, 20-21.
19
Jess de Nazaret es el nico camino que tenemos para conocer a Dios, sus palabras, sus
hechos, sus ideales y sus exigencias. En Jess se nos revela el Dios verdadero []. Slo en Jess
histrico conocemos realmente los valores de nuestra vida cristiana. (Galilea, El seguimiento
de Cristo, 22).
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la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
San Pablo usa algunas veces las expresiones segundo Adn (1Co
15,45) o Adn futuro (Ro 5,14), al presentar a Jess como prototipo
del hombre y del hombre nuevo. El nuevo Adn engloba la vida humana,
pues es la promesa hecha vida que se convierte en modelo concreto para
el hombre en la realizacin de la fe, la esperanza y el amor: l es el hombre
perfecto, modelo de la verdad de todo hombre y clave de comprensin
de su ser.
20
LA RELACIN CON JESS SE EXPRESA EN SU SEGUIMIENTO
El carcter defnitivo y ltimo de la revelacin de Dios en Jess de Na-
zaret se expresa en el Nuevo Testamento a travs de la conciencia mani-
festa de que el cumplimiento de la Ley, pese a su importancia como
mandato divino, ya no basta para la salvacin, sino que es necesaria y
fundamental la relacin con Jess.
21
Los evangelios se referen a la relacin con Jess por medio de la
categora seguimiento
22
, que est basada en la estructura de llamada
y respuesta. De ah que los textos evanglicos en los que aparece de
20
Gutirrez, Cristologa y moral: el seguimiento de Jesucristo como compromiso con la justicia, 187.
21
Schillebeeckx, Jess. La historia de un viviente, 205. La verdad de que somos creyentes cristianos,
hijos del Padre Dios, se verifca en el recorrido real del camino concreto de la fliacin, es decir,
en el seguimiento de Jess (por haberse revelado en l, que es el Hijo, el nico camino autntico
para realzar el proceso de fliacin, el nico modelo verdadero de corresponder con fdelidad a la
voluntad del Padre). (Louis Fernndez, Qu signifca ser cristiano como seguidor de Jess?, 16-17).
22
La relacin fundamental del creyente con Jess se expresa en los evangelios mediante la
metfora del seguimiento. Esto quiere decir que, segn los evangelios, hay verdadera relacin
con Jess y autntica fe donde hay seguimiento del mismo Jess. Y que no existe esa relacin
ni esa fe donde el seguimiento falta. Dicho de otra manera, es creyente el que sigue a Jess
[]. Podemos afrmar que cuando los autores de los evangelios nos hablan del seguimiento de
Jess, con esas palabras nos sealan cmo tiene que ser la fe cristiana en su formulacin ms
autntica. En este sentido, se ha dicho muy bien que la fe se realiza en su profundidad defnitiva
slo mediante una orientacin total a Jess, mediante una vinculacin de la propia vida a la de
l, acometiendo la tarea de seguirle. El seguimiento expresa, por tanto, la relacin fundamental
del creyente con Jess []. Todo el que quiera estar con Jess, no tiene ms camino que el
seguimiento. No hay participacin en la luz, ni pertenencia a Jess, ni servicio incondicional a
su causa fuera del seguimiento [] la Palabra evanglica nos presenta el criterio recto y cabal,
el nico criterio aceptable en esta materia: no hay fe verdadera fuera del seguimiento de Jess.
(Castillo, El seguimiento de Jess, 15-16 y 18-19).
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manera explcita dicha estructura sean llamados textos de vocacin, y
estn organizados bajo un esquema estereotipado, que responde ms a
una construccin literaria, que a un relato estrictamente histrico. Segn
Schillebeeckx, el esquema sera el siguiente:
(a) Jess pasa (Mc 1,16.19; 2,14); (b) ve a alguien (Mc 1,16.19; Jn 1,47);
(c) indicacin de la actividad profesional de ese hombre (Mc 1,16.19; 2,14;
Lc 5,2); (d) la llamada (Mc 1,17-20; 2,14; Jn 1,37); (e) dejarlo todo (Mc 1,
18.20; no aparece en Mc 2,14, pero s en Lc 5,11.28); (f ) el llamado sigue a
Jess (Mc 1,18.20; 2,14; Lc 5,11).
23
En los textos citados aparece claro que las frases y los verbos
usados para indicar la llamada y sealar la respuesta dan cuenta de un
movimiento en pos de o detrs de Jess, que se referen propiamente al
seguimiento, en cuanto ponerse detrs de otro, considerado referente,
maestro, gua, etc. Tales formas gramaticales son: e.u. e:tc. eu -
seeuca| au.: vengan detrs de m - le siguieron (Mc 1,17.18);
sat .uu, .sa.c.| aueu,. - a:e| e:tc. aueu: los llam - se
fueron detrs de l (Mc 1,20); aseeu.t et - seeuc.| au.: s-
gueme - lo sigui (Mc 2,14); seeuca| au.: lo siguieron (Lc 5,11);
seeuca| . `Iceu - .,.t auet, .,.c.: siguieron a Jess - y
les dijo: vengan (Jn 1,37.39).
A la hora de abordar el tema del seguimiento, varios de los autores
estudiados
24
son cada vez ms precisos en diferenciar el seguimiento
prepascual y el seguimiento pospascual.
25
23
Schillebeeckx, Jess. La historia de un viviente, 202.
24
Martin Hengel, Senn Vidal, Manuel Gesteira, Santiago Arzubialde, Marciano Vidal y Edward
Schillebeeckx.
25
la meta del Jess histrico no era precisamente obligar a todos los oyentes a hacerse sus
discpulos en el sentido propio del trmino. El ncleo de su mensaje no lo constitua l
mismo, su persona y su poder, sino la voluntad incondicional de Dios, de que iba a irrumpir
prximamente la basileia tou Teou []. Los oyentes no tenan que optar primariamente por
la persona de Jess, sino por su mensaje acerca de la proximidad del Dios de la gracia y del
juicio, aunque, en conjunto, no pueden separarse la predicacin y la persona de Jess, sobre
todo despus de complementarse con las curaciones en la que se haca visible el signo de que el
Reino de Dios est irrumpiendo []. La llamada de Jess se hace pblica ante la perspectiva del
Reino de Dios en irrupcin y emplaza a cada uno de los llamados, rompiendo sin condiciones
con todos los compromisos, a la comunin de vida y destino con l y, al mismo tiempo, al
servicio de la causa de la basileia [] seguimiento y discipulado empezaron a ser expresin
absoluta de la existencia cristiana en la comunidad pospascual, perseverando en la idea de que
104
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
El seguimiento prepascual tiene un signifcado soteriolgico y no
expresamente cristolgico. Antes de Pascua no se habla de convertirse a
Jess; esta idea supone una cristologa explcita. Los discpulos siguen a
Jess haciendo lo que l hace: anunciar el mensaje del Reino de Dios,
curar a enfermos y expulsar demonios; y esto deben hacerlo con una
actitud vital que refeje la praxis del Reino de Dios, tal como la vive
Jess con la palabra, la parbola y la accin.
26
De este modo, el seguidor
es un acompaante, cuya funcin principal es colaborar en la misin
del profeta itinerante Jess.
27
Los estudiosos del seguimiento insisten
en la particularidad y singularidad del seguimiento prepascual, diferen-
cindolo de otros fenmenos afnes de su poca, tanto en el judasmo
como en el helenismo, y sealan que una de sus notas caractersticas fue
la no intencin de Jess de formar un grupo de aprendices-alumnos-
imitadores
28
,

sino de convocar seguidores entregados al servicio del Reino.
todos los creyentes estaban puestos al mismo tiempo al servicio del Cristo de Dios. (Hengel,
Seguimiento y carisma, 92 y 128). La forma de seguimiento prepascual en la que los discpulos
iban literalmente detrs de Jess por los caminos de Galilea y pudieron participar no slo en
su misin, sino tambin en su vida, despus de Pascua pas a ser la comunin con Jesucristo
elevado. (Wandenfels, Hans. Teologa fundamental contextual, 371).
26
Schillebeeckx, Jess. La historia de un viviente, 206.
27
El sentido del seguimiento de Jess hay que buscarlo en el sentido del acontecimiento salvador
del Reino de Dios a cuyo servicio estaba. Dos (eran los) centros claves de ese servicio al Reino
de Dios. El primero y fundamental fue la misin (proclamacin y actualizacin) del Reino de
Dios [] el segundo centro est entroncado con el primero. Lo mismo que toda la actividad
misional de Jess y de sus seguidores fue signo de la irrupcin del Reino de Dios, as tambin
hay que decir que el mismo hecho del seguimiento y su realizacin concreta fue signo de la
presencia del Reino de Dios y de su potencia transformante. (Vidal, El seguimiento de Jess
en el Nuevo Testamento. Visin general, 22,23).
28
El seguimiento de Jess no tena, entonces, la intencin de formar un grupo especial de
elegidos (al estilo de una secta) o de apndices de sus enseanzas para su transmisin posterior
(al estilo de una escuela). Su sentido no era tampoco la imitacin de Jess, ni siquiera,
exactamente, el estar en compaa suya o el compartir su vida sino, precisamente, el participar
y colaborar en su misin al servicio del Reino. Claro, eso exiga una comunin con l y una
participacin en su destino. (Ibid., 21-22). Los discpulos no eran unos privilegiados que iban
a ser introducidos en la sabidura esotrica del maestro ni formaban en exclusiva la comunidad de
los nicos escogidos para el Reino de Dios. Tampoco era su objetivo la obligacin de aprender
la interpretacin de la Tor propia de su maestro ni la halaka ejemplar de la conducta, ni
servirle al estilo rabnico. Jess no necesitaba ni mucho menos, una corte mesinica. (Hengel,
Seguimiento y carisma, 107).
105
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Por su parte, el seguimiento pospascual, como su nombre lo dice,
est atravesado por la experiencia de la Pascua, que fue la gran revelacin
del sentido de la misin y de la persona de Jess.
29
En tal sentido, el
seguimiento es entendido como la comunin con la persona y la obra
salvadora del Seor resucitado. No se trata ya del seguimiento real de
Jess en su misin ambulante al servicio del Reino de Dios, sino de la
relacin con l fundada en la fe.
Los textos neotestamentarios dan cuenta de estas dos compren-
siones del seguimiento de Jess, pues al partir del nivel real, histrico, se
llega a reinterpretaciones pospascuales, a partir de otras categoras
30
que
tratan de mantenerse en la idea del seguimiento como comunin del
creyente con Cristo Jess.
31
Si bien algunos autores tratan de contraponer
29
Fue entonces cuando se descubri la profunda dimensin cristolgica del acontecimiento
salvador que Jess designaba como Reino de Dios. El centro ahora era la esperanza en la pronta
manifestacin fnal de aquel Crucifcado exaltado al cielo que iba a efectuar la liberacin
defnitiva, cuya conclusin sera la implantacin de la total soberana (Reino) del Dios absoluto
soberano de todo []. En correspondencia con esa cristologizacin del acontecimiento salvador,
tambin ahora se produce una decisiva concentracin cristolgica del motivo del seguimiento.
(Vidal, El seguimiento de Jess en el Nuevo Testamento. Visin general, 23).
30
Senn Vidal plantea que en el Nuevo Testamento fguran tres tipos de formulaciones fun-
damentales para releer el seguimiento. El primer tipo expresa la participacin del creyente en
la misma existencia de Cristo Jess, a partir de textos bautismales de Pablo y de 1Pedro que
utilizan trminos como revestirse de Cristo, nuevo nacimiento, tomar la forma de Cristo Jess,
llevar su imagen, habitar en Cristo y vivir con l. Se trata de una variada terminologa que da
cuenta de los mltiples aspectos de la comunin del creyente con Cristo: participacin en su
obra salvadora, participacin en su destino, confguracin con su existencia, que se realiza en
una vida nueva. El segundo tipo de formulaciones se refere a la imitacin de Cristo, aplicado
entre otros temas al comportamiento de Jess, que se presenta como ejemplo para la vida
del creyente. Aparece tanto en los textos paulinos como en otros textos neotestamentarios
tardos. Los paulinos no insisten tanto en la imitacin de rasgos concretos de la vida de Jess
sino de la comunin del creyente con Cristo, realzando algn aspecto especial de ella. Los
textos tardos entienden la imitacin de Cristo en una dimensin tica concreta. El tercer
tipo de formulaciones utiliza una terminologa muy semejante a la del seguimiento: se trata
del motivo tpico del texto a los Hebreos sobre el caminar del pueblo peregrino hacia la
consumacin, siguiendo el camino inaugurado por Cristo (cfr. Vidal, El seguimiento de
Jess en el Nuevo Testamento. Visin general, 26-30).
31
El seguimiento del Jess tanto terreno como resucitado lo es de una persona viva y por ello
se trata de una presencia as como de una comunin personal en el camino y la vida terrena
y eternizada de Jess; aunque la forma de participacin o comunin sea distinta. (Gesteria
Garza, La llamada y el seguimiento de Jesucristo, 34).
106
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
de manera radical el seguimiento prepascual y el seguimiento pospas-
cual
32
, es necesario insistir en que ambos son dimensiones de una nica
realidad, que implica una vinculacin tanto a la persona como al pro-
yecto de Jess, su Reino.
Quien centra toda su vida en el seguimiento de Jess, en el trabajo por el Reino
[...] es porque considera que Jess no es slo un ejemplo inspirador, sino []
el nico camino de ir hacia el Reino y hacia el Padre. Es el Hijo. Insistir en
la universalidad defnitiva, insuperable y nica de Jess y en la absoluta in-
condicionalidad de la entrega que reclama el seguimiento equivale ya a superar
la concepcin de Jess como simple modelo insuperable de tica. Y esa misma
superacin se encuentra en la insistencia ya referida de participar por parte del
seguidor de Jess en su experiencia fontal y originaria de relacin con el Padre
que motiv e inform toda su praxis al servicio del Reino.
33
Jess, como hombre nuevo, determina la identidad y la misin del
cristiano, y as abre para el creyente la posibilidad de moldearse sobre una
fgura humana cuyo actuar es norma, al ser el propio actuar de Dios.
34
Por tanto, dado que la fe en Jess implica necesariamente seguirlo, en
cuanto identifcacin con l y con su proyecto, esto se convierte en el
punto de partida y contenido mismo de sus exigencias morales; de ah
que la llamada a la salvacin en Cristo y la concrecin de la respuesta
humana a travs de su seguimiento constituyen un carcter referencial
imprescindible para la identidad de la teologa moral.
35
32
Ciertos autores plantean una contraposicin tan radical entre el seguimiento del Jess histrico
y el del Resucitado, acentuando la dimensin realstica del primero y desvirtuando ms la del
segundo por la va del recuerdo de un ejemplo anteriormente dado. Esto equivaldra a una
infravaloracin de la realidad de la resurreccin, con el peligro de reducirla a la mera ejemplaridad
moral de un prototipo del pasado o a un mero recuerdo celebrativo (cfr. ibid., 34).
33
Louis Fernndez, Qu signifca ser cristiano como seguidor de Jess?, 35.
34
Gutirrez, Cristologa y moral, 187.
35
Ibid., 305.
107
reflexiones teolgicas 7 (95-122) enero-junio 2011. bogot, colombia - issn 2011-1991
SEGUIMIENTO DE JESS COMO DINAMISMO
FUNDAMENTAL DE LA VIDA CRISTIANA
Si la vida cristiana consiste en llegar a ser hijos en el Hijo, ello slo es
posible mediante el seguimiento.
36
Entonces, el seguimiento de Jess no
puede ser abordado como un elemento suelto, un tema o una dimensin
de la vida cristiana, sino que se constituye en la caracterizacin global de
la existencia cristiana. En tal sentido, el seguimiento es una frmula que
expresa el signifcado total de la existencia cristiana, en lo que tiene sta
de relacin estrecha con Jess de Nazaret confesado como Cristo
37
, que
a su vez tiene la virtualidad de resumir la totalidad de la vida cristiana
y de evocarla desde lo concreto.
38
La vida cristiana consiste en una opcin fundamental por Cristo,
en darle un s radical, que implica una identifcacin con l, y por tanto,
un proceso de seguimiento, como mediacin nica, a travs de la cual
se le confesa y se le conoce como Dios hijo.
39
Es decir, que el cristiano
es seguidor de Jess o no es creyente. No se trata de algo opcional, que
algunos cristianos pueden escoger y otros no. Se trata de la vida misma
cristiana vista en trminos dinmicos, como comunin intensa con el
Seor y compromiso con su proyecto.
El seguimiento de Jess primariamente es una relacin interper-
sonal, que implica comunin, amistad, intimidad con l, y en conse-
cuencia, como segundo paso, exige compromiso con su proyecto (el
Reino). De ah que se trate de una categora condensadora de la vida
cristiana, desde la que se pueden fundamentar tanto la espiritualidad
como la moral entendidas como caminar segn el Espritu (espritu) en
el compromiso con el Reino de Dios.
40
36
Afrmacin de Francisco Moreno al citar a Jon Sobrino en su libro Jess en Amrica Latina (cfr.
Moreno Rejn, Teologa moral desde los pobres. La moral en la refexin teolgica desde Amrica
Latina, 210).
37
Vidal, Nueva moral fundamental. El hogar teolgico de la tica, 142.
38
Castillo, El seguimiento de Jess, 13.
39
Cfr. Hortelano, Problemas actuales de moral, 57; Galilea, El seguimiento de Cristo, 22-23.
40
Se establece [] una suerte de relacin recproca o una circularidad entre moral y espiritualidad:
en cuanto sta se concibe como experiencia y seguimiento de Cristo, su realizacin histrica
108
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
Esta conciencia de la centralidad del seguimiento de Jess ha
atravesado la historia de la Iglesia, aun cuando se diga que es casi im-
posible encontrar en la refexin teolgico-moral antes del siglo XX
una comprensin de la vida moral cristiana en clave de seguimiento o
un tratamiento elaborado y sistemtico del signifcado moral de esta
categora.
41
El seguimiento, ms que categora teolgica usada para describir
la vida cristiana, ha sido una prctica vivida a lo largo del recorrido
de la Iglesia. En la poca patrstica sobresalen tres comprensiones de
la vida cristiana que tienen mucho que ver con la vertiente moral del
segui miento: el martirio (forma perfecta de seguir a Jess imitando su
muerte: Ignacio de Antioquia y San Cipriano, entre otros); el monacato
se convierte en la expresin ms cualifcada del seguimiento de Jess
42
, y
con San Agustn se aplica esa categora a todos los cristianos; y mediante
la identifcacin agustiniana entre seguimien to e imitacin ser fcil
sealar cmo la imitacin de Cristo es la forma cristiana comn de
seguirlo.
43
Sobre la comprensin de la vida cristiana como martirio, propia de
los primeros siglos de la Iglesia, es necesario anotar la estrecha relacin
que se establece entre sta y la idea de la imitacin de Cristo.
44
El pen-
da lugar a una tica del discipulado; y, a su vez, las exigencias morales de la vida cristiana no se
sustentan sin referencia a su fundamento ltimo que es el caminar segn el Espritu de Cristo
Jess [] la refexin teolgica desde Amrica Latina ha abordado la tica y la espiritualidad
como aspectos ntimamente unidos: la espiritualidad se verifca en la moral y la moral cristiana
brota de la espiritualidad. La formulacin de este fenmeno tiene lugar en la propuesta de una
tica como espiritualidad o de una espiritualidad como ethos cristiano del pueblo. (Moreno
Rejn, Teologa moral desde los pobres, 145-146).
41
Vidal, Moral de actitudes, I, 133.
42
Cuando la paz de la Iglesia y, en parte al menos, su secularizacin, dej el gran vaco del
herosmo, los monjes se sintieron herederos de los mrtires y la profesin monstica fue un
sustituto del martirio. (Garca Cordero et al, Historia de la espiritualidad).
43
Cfr. Vidal, Moral de actitudes, I, 133-134.
44
Ningn autor de los primeros siglos cristianos (como Policarpo o Ignacio) ha hecho hincapi
con ms entusiasmo en la necesidad de la imitacin de Cristo []. No se trata slo de la ob-
servancia de la ley moral, de acomodarse a las enseanzas del Seor, sino tambin de participar
de su completo desasimiento, de sus padecimientos, de su muerte []. El mrtir es el imitador
de Cristo por excelencia []. Esta imitacin no es, por as decirlo as, exterior. No se trata de
109
reflexiones teolgicas 7 (95-122) enero-junio 2011. bogot, colombia - issn 2011-1991
samiento profundo es que los mrtires son discpulos e imitadores del
Seor, que con su muerte, dieron la suprema prueba de amor a su rey
y maestro.
45
Se puede decir entonces que el seguimiento vivido por los
primeros cristianos a la manera de martirio es explicado en trminos de
imitacin del Seor. Esta idea la encontramos de manera destacada
en Ignacio de Antioqua.
46
Llama la atencin, por lo poco comn, una
referencia que hace Justino a la idea de seguimiento.
47
La imitacin de Cristo no slo ser la razn para vivir el martirio,
sino que estar tambin en la base de fenmenos como el de las vrgenes,
hecho del cual dan testimonio algunos documentos de los primeros
siglos de la Iglesia.
48
En la Edad Media, la idea del seguimiento de Jess adquiere
acentos nuevos con los movimientos espirituales de vuelta al Evangelio:
Bernardo de Claraval (imitacin de las virtudes de Jess, espiritualidad
reproducir algo que est fuera de nosotros []. Con profunda conviccin inculca San Ignacio la
idea paulina de la presencia espiritual y mstica del Seor en cada uno de los feles. Los cristianos
son teforos (portadores de Dios), cristforos (portadores de Cristo), hagiforos (portadores del
Santo). (Garca Cordero, Historia de la espiritualidad, 448).
45
Ibid., 342.
46
El planteamiento de que el cristiano ha de vivir conforme a Jesucristo [] nos lleva al im-
portante concepto de la imitacin de Cristo, que Ignacio toma igualmente de Pablo y Juan
[]. Acaso ningn autor de la antigedad cristiana inculca con tanta elocuencia la imitacin
de Cristo como Ignacio [] pero aqu hay que notar bien que esta imitacin es una parte o
un todo de la vida misma en Cristo Jess, no la reproduccin de un modelo que est fuera de
nosotros []. Para el cristiano, Jess no puede ser un modelo en el mismo sentido que Scrates
pudo serlo para sus discpulos. As pensaba sin gnero de duda Ignacio de Antioqua. [Para l]
la imitacin de Cristo est entre otros varios imperativos absolutos. (Ibid., 310).
47
Nosotros mismos, despus que hemos credo en el Verbo, nos hemos apartado de los d-mones
y, por medio de su Hijo, seguimos al solo Dios ingnito Pasaje importante, que deslinda bien
los campos. El cristiano, aunque lleve en la mdula doctrina platnica, es mucho ms que un
flsofo. Sigue a Dios Deum sequere era un viejo y sublime imperativo de la flosofa pero lo
sigue por medio de su hijo Jesucristo. No es un seguir abstracto a Dios, sino que est consagrado
como una ofrenda (anthema) al Dios ingnito. (Ibid., 327).
48
La carta pseudo-clementina (VII, 1-2) es la primera que toca el tema de la virginidad desde
la idea de la imitacin. Los que imitan a Cristo, valerosamente le imitan. Y es as que quienes
de verdad se han revestido de Cristo, reproducen su imagen en sus pensamientos, y en toda su
manera de vida, y en todas sus acciones, y en todas sus palabras, y en todos sus hechos, en la
paciencia, en la fortaleza, en la ciencia, en la castidad []. As pues, nadie, hermano o hermana,
que profesa virginidad, podr salvarse si no es absolutamente como Cristo y como aquellos que
son de Cristo. (Ibid., 364).
110
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
encarnada: humanismo cristiano); movimientos paupersticos: francis-
canos, dominicos, etc. (seguimiento de Cristo pobre). Es de destacar
el gran signifcado de San Francisco de Ass como imitador radical de
Jess
49
, que se dedica a realizar la ms perfecta imitacin de Cristo pobre,
ponindose al servicio de los leprosos y necesitados [] Francisco y sus
seguidores viven la ms literal imitacin de la vida de Cristo.
50
Aunque en esta poca, a nivel de refexin teolgica, no aparece
explcitamente la categora de seguimiento, sobresalen dos elaboraciones
teolgicas: el paradigma tico ejemplarista de San Buenaventura y la to-
nalidad cristocntrica de la moral de Santo Toms.
51
En la edad Moderna, la categora de seguimiento entendida en
trminos de imitacin ser la que tendr mayor funcionalidad en el
campo de la espiritualidad. Esto se evidencia en la devotio moderna,
expresada entre otras en la obra La imitacin de Cristo; la vuelta
al Evangelio propuesta y realizada por Ludolfo de Sajonia y San
Ignacio de Loyola; la escuela carmelitana del siglo XVI; la escuela de
espiritualidad francesa del siglo XVII; la referencia espiritual a Cristo,
tpica del siglo XVIII (San Pablo de la Cruz y San Alfonso Mara de
Ligorio); la recuperacin del fondo mistrico del seguimiento de Jess,
a fnales del siglo XIX y comienzos del XX, mediante la renovacin
litrgica y la reno-vacin de la teologa sacramental (O. Casel, C.
Marrnion, Charles de Foucauld).
52
49
San Francisco se propuso con todo empeo imitar y seguir la doctrina y las huellas de Cristo
[]. Nunca, ni antes ni despus de San Francisco, se ha dado en Occidente un amor a Jesucristo
tan apasionado, empeado en imitarle hasta en los mnimos detalles, en la letra y en el espritu.
(Bof, Jesucristo y la liberacin del hombre, 540).
50
Ibid., 636.
51
De Santo Toms es la afrmacin tajante: Hay que decir: como ya expuse (q. 184, a. 3 ad
1; q. 185, a. 6 ad 1), la perfeccin no con siste en la pobreza, sino en seguir a Cristo, segn lo
que dice San Jernimo [] dado que no es sufciente con dejar todo, Pedro aadi lo que es
perfecto, a saber: Te hemos seguido. (Vidal, Nueva moral fundamental, 135).
52
Ver a Garca Cordero, Historia de la espiritualidad, 135-136.
111
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SEGUIMIENTO DE JESS COMO LUGAR DE ENCUENTRO
DE LA MORAL Y DE LA ESPIRITUALIDAD
El seguimiento de Jess como categora que defne la existencia del cris-
tiano se convierte en el criterio articulador y la clave de comprensin
tanto de la espiritualidad como de la moral cristianas, en cuanto dimen-
siones recprocas del dinamismo de fe, que mantienen su enfoque y
acento especfco sobre aspectos complementarios de la vida cristiana,
a saber: la gratuidad de la iniciativa divina (indicativo), por parte de la
espiritualidad, y el carcter vinculante-normativo (imperativo) de la res-
puesta del hombre por el lado de la moral.
53
La moral es entendida como respuesta vital a la iniciativa divina,
que permite dar cuenta de la primaca de la gracia y del don, y por tanto
del amor divino, al cual slo se puede responder desde una prctica del
amor y de la misericordia. Reivindico este punto de partida para rechazar
de plano cualquier consideracin de la moral como un obrar basado en
normas cuyo cumplimiento obtiene una serie de mritos que hacen que
Dios acte misericordiosamente con la persona.
Esto no quiere decir que la moral no implique el obrar, el com-
portamiento; se trata sobre todo de un estilo de vida
54
, pero siempre como
resultado de quien ha experimentado primero la bondad misericordiosa
y liberadora de Dios. En tal sentido, me parece muy iluminador el
planteamiento de Espeja:
La fuente, el espritu o nueva ley de la moral evanglica es el encuentro inter-
personal con Dios como amor, gape inclinado a favor de todos []. El que
se siente alcanzado, perdonado, agraciado y acompaado por el Padre miseri-
53
Ver: Moreno Rejn, Teologa moral desde los pobres, 166-167.
54
Hoy parece claro y evidente que lo que Cristo vino a revelar sobre todo fue un estilo de vida
radicalizado en el amor, como el ethos bsico y fundamental de cualquier comportamiento. Si
hay algo defnitivo en el Evangelio es que Jess ha sido el hombre para los dems, el que ha
sabido hacer de su existencia un don y una ofrenda permanente a Dios y a los hermanos. Na-
die como el Hijo supo imitar la compasin y misericordia del Padre, hasta darla vida por los
amigos, como gesto supremo de amor []. Seguir a Jess no es andar preocupados tampoco
por la propia perfeccin, sino caminar tras sus huellas, intentando hacer tambin de la propia
vida una ofrenda para ponerla al servicio de Dios y de los hermanos. (Lpez Azpitarte, Fun-
damentacin de la tica cristiana, 279).
112
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
cordioso, reacciona con gratitud y procura ser grato y agradable para los dems.
La experiencia evanglica de gratuidad tiene sus manifestaciones: (1) Se supera
la moral de pureza-impureza por relacin a lo que viene de fuera, porque uno
experimenta que todos los proyectos se fraguan y maquinan en el corazn
donde se acepta o rechaza la cercana benevolente de Dios. (2) En el impulso
de gracia se cumple lo mandado, pero se va ms all: al que te solicite caminar
una milla, vete con l dos; se avanza con el espritu de las bienaventuranzas, y
la normativa necesaria desempea su verdadero papel de ayuda y de sealar lo
mnimo. (3) La moral compasiva o samaritana [] es la intimidad de Jess con
el Padre que se manifest en su conducta de buen samaritano [] dilogo en
mansedumbre, paciente y generoso; sin pretensin proselitista, sino respetando
la libertad de las personas; teniendo en cuenta las condiciones psicolgicas y
morales del que escucha; compartiendo solidariamente las situaciones de los
otros, como hermanos de todos.
55
La moral cristiana como estilo de vida asumido en respuesta a la
propuesta del Padre, implica confgurarse y modelarse segn la imagen
del Hijo
56
, que es la norma de normas del creyente. Por tanto, caen por
tierra aquellas concepciones de la moral como perfeccionamiento del
sujeto, de manera egocntrica, ya sea en la bsqueda de una realizacin
individualista o en el cumplimiento de normas morales genricas e im-
personales que supuestamente brindaran dicha perfeccin.
El eje del comportamiento del creyente no puede ser otro que el
seguimiento histrico de Jess en la construccin del Reino de Dios.
De esta manera, se garantiza la transformacin personal y sociohistrica
que Jess nos trae, y se supera todo individualismo antievanglico que
prescinde de la transformacin de la historia.
57
Bien dice el papa Juan
Pablo II:
Seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral cristiana []
no se trata aqu solamente de escuchar una enseanza y de cumplir un man-
damiento, sino de algo mucho ms radical: adherirse a la persona misma de
Jess, compartir su vida y su destino, participar de su obediencia libre y amorosa
a la voluntad del Padre.
58
55
Espeja, En los surcos de la historia, I, 404-405.
56
Ver a Vidal, Moral de actitudes, 161.
57
Ver: Sobrino, Cristologa desde Amrica Latina, 99.100.
58
Juan Pablo II, El esplendor de la verdad, No. 19, 34-35.
113
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El seguimiento de Jess como centro de la moral cristiana
59
apun-
ta, antes que a la imitacin mecnica
60
, a la confguracin con Cristo de
manera existencial y prxica.
61
La espiritualidad cristiana, por su parte, no tiene, ni puede tener
ms origen y ms fundamento que la persona de Jess y su existencia
concreta.
62
El Evangelio nos revela la raz de toda espiritualidad y nos
devuelve la exigente simplicidad de la identidad cristiana. Nos ensea
que ser discpulo de Jess es seguirlo, y que en eso consiste la vida cris-
tiana. Jess exigi fundamentalmente el seguimiento, y todo nuestro
cristianismo se construye sobre nuestra respuesta a esta llamada.
63
La llamada al seguimiento es una iniciativa clara y exclusiva del
mismo Jess. El llamamiento se presenta generalmente como una lla-
mada absoluta, como un imperativo categrico, a seguir de inmediato,
59
Cfr. Espeja, En los surcos de la historia, I, 403; Vidal, Moral de actitudes, 94; Si hemos elegido
el seguimiento como criterio genrico de la moral cristiana, no es porque ste sea una exigencia
junto a otras que hizo Jess, sino porque esa exigencia es la que apunta a reproducir la experiencia
global. (Sobrino, Cristologa desde Amrica Latina, 85).
60
Si Jess aparece en el Evangelio como el modelo por excelencia, no es para copiar su conducta,
ni siquiera para escuchar unas pautas de comportamiento concretas y particularizadas. Sera
una ingenuidad asombrosa acercarse a su vida para reproducir unos gestos o para extraer de sus
palabras, mediante la utilizacin de unas cuantas citas, orientaciones vlidas para solucionar
nuestro problemas ticos y saber cmo actuar. Y esto por dos razones fundamentales, pues Jess
no ha venido para ensearnos ningn cdigo completo de moral ni sus enseanzas podran ser
aplicadas a nuestra situacin sin una previa hermenutica. (Lpez Azpitarte, fundamentacin
de la tica cristiana, 279). No se puede imitar a Cristo como se hace con un hroe, un mero
modelo o prototipo humano. Antes bien la singular fliacin divina de Jess es la que conlleva
una semejanza flial (y fraternal) a la que l incorpora a sus discpulos, en una nueva forma
de participacin. Por otra parte, no cabe olvidar que la resurreccin sita a Jess en una nueva
perspectiva: no en la categora de un mero modelo terreno a imitar, sino en la del Viviente por
antonomasia, y como tal, dador de vida. (Fernndez, El Cristo del seguimiento, 67-68).
61
Estamos pues, ante una tica declaradamente cristocntrica, en clave de seguimiento, la cual
evidentemente, se aproxima a la espiritualidad. De esta manera, la moral cristiana llega a plantearse
tambin como el seguimiento de Cristo Jess a travs de una praxis liberadora. (Moreno Rejn,
Teologa moral desde los pobres, 144-145).
62
El encuentro inicial con el Seor es el punto de partida del seguimiento, del discipulado.
Ese camino es lo que San Pablo llama caminar segn el Espritu (Rm 8,4). Eso es tambin lo
que llamamos corrientemente espiritualidad. (Gutirrez, Beber en su propio pozo en el itinerario
espiritual de un pueblo, 74).
63
Galilea, El seguimiento de Cristo, 9.
114
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
en el que se destaca con fuerza la iniciativa de Jess: de l proviene
siempre la llamada inicial, dirigida de forma incondicional a personas
concretas.
64
La espiritualidad cristiana es necesariamente una espiritualidad del
seguimiento de Jess
65
, que implica la acogida de la llamada que l hace,
el establecimiento de una relacin interpersonal profunda y la comunin
vital con l, y, fnalmente, su traduccin en una forma de vida movida
por el Espritu.
66
Al respecto, vale la pena anotar la precisin que sobre
espiritualidad cristiana hace Segundo Galilea:
La originalidad y la autenticidad de la espiritualidad cristiana consiste en que
seguimos a un Dios que asumi la condicin humana; que tuvo una historia
como la nuestra; que vivi nuestras experiencias; que hizo opciones; que se
entreg a una causa por la cual sufri, tuvo xitos, alegras y fracasos, por la
cual entreg su vida. Ese hombre, Jess de Nazaret, igual a nosotros menos
en el pecado, en el cual habitaba la plenitud de Dios, es el modelo nico de
nuestro seguimiento. Por eso, el punto de arranque de nuestra espiritualidad
cristiana es el encuentro con la humanidad de Jess. Eso le da a la espiritualidad
cristiana todo su realismo.
67
El seguimiento de Jess, por tanto, se convierte en el lugar de
encuentro de la espiritualidad y de la moral cristianas. La recuperacin
de esta categora evanglica, gracias la teologa latinoamericana
68
, entre
otras cosas, permite zanjar la confrontacin secular entre espiritualidad y
64
Gesteira Garza, La llamada y el seguimiento de Jesucristo, 52-52.
65
Sols Luca, La teologa histrica de Ignacio Ellacura, 231.
66
El seguir a Jess desemboca en lo que se podra llamar tica del discipulado: este es el sig-
nifcado del trmino camino (hods), que puede ser traducido igualmente por conducta. Defnir
el camino sera defnir la moral cristiana, es decir, la manera con la cual los cristianos buscan
realizar el servicio a Dios a travs de toda su conducta. Desde su fundamento bblico, por tanto,
la espiritualidad cristiana confuye en la tica: son aspectos inseparables en la vida del creyente.
(Moreno Rejn, Teologa moral desde los pobres, 144).
67
Galilea, El seguimiento de Cristo, 21.
68
El carcter cristocntrico, formulado en clave de seguimiento es otro rasgo propio de la
teologa de la espiritualidad latinoamericana. Se trata de explicitar as el profundo sentido bblico
y cristiano de esa espiritualidad: reducida a su esencia, la vida cristiana consiste, obviamente, en
el seguimiento de Cristo []. La referencia a la componente moral de la espiritualidad viene
expresamente desarrollada en la teologa espiritual latinoamericana. (Ibid., 143-144).
115
reflexiones teolgicas 7 (95-122) enero-junio 2011. bogot, colombia - issn 2011-1991
moral, y a su vez, abandonar aquella concepcin tpica de los manuales,
que propona la moral como la ciencia de los preceptos obligatorios
y la espiritualidad como la disciplina de los consejos para la vida de
perfeccin.
69
La relacin entre espiritualidad y tica que puede ser planteada
bien desde la insistencia en lo integrador complementario, o bien desde
el nfasis en los elementos diferenciadores, tiende hoy a moverse ms en
una posicin de sntesis, que afrma la tensin dialctica, sin caer ni en
anulacin ni en confusin identifcadora. Esta posicin plantea que lo
espiritual se verifca en lo moral y viceversa, que lo moral se dinamiza
con la fuerza de lo espiritual, sin negar la especifcidad de las dos di-
mensiones, sino que la afrma como algo fundado vitalmente en una
relacin recproca.
70
La vida cristiana entendida como un caminar segn el Espritu,
que comporta una praxis determinada, es el espacio donde se da la ms
profunda unin entre lo espiritual y lo moral. Mientras la espiritualidad
pondr de relieve los aspectos que se referen ms especfcamente a
la accin del Espritu, en consecuencia, insistir ms en el aspecto de
gratuidad y en el indicativo de las exigencias evanglicas. La tica pondr
de relieve la dimensin histrico-secular de la praxis cristiana, privi-
legiando metodolgicamente el carcter normativo (indicativo obligante)
de la vida de fe.
71
Se puede afrmar que si la vivencia del seguimiento histrico de
Jess segn el Espritu conforma la espiritualidad cristiana, entonces la
moral es la experiencia de la espiritualidad.
72
Por tanto, en la base de ambas
se halla la experiencia de encuentro existencial, personal e histrico con
Dios, fuente de toda actuacin y refexin desde la fe.
69
Novoa, Una perspectiva latinoamericana de la teologa moral, 81.
70
Moreno Rejn, Teologa moral desde los pobres, 148-149.
71
Ibid., 152.
72
Novoa, Una perspectiva latinoamericana de la teologa moral, 132.
116
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
SEGUIMIENTO: ADHESIN A LA PERSONA DE JESS Y
COMPROMISO CON SU PROYECTO DEL REINO DIOS
El Evangelio de Marcos nos presenta de manera concisa las dos fna-
lidades del seguimiento de Jess:
Y subi al monte y convoc a los que l quiso y ellos fueron hacia l. Y l
constituy Doce, (a los que llam apstoles) para que estuvieran con l y
para enviarlos a predicar y que tuvieran autoridad para expulsar demonios.
(Mc 3,13-15).
Se trata del texto en el que Jess convoca y constituye el grupo
de los Doce. En l es claro que cuando los discpulos responden a la
llamada de Jess, van directamente hacia l y se ligan a su persona. Este
aspecto ser reafrmado cuando el texto plantee como primera fnalidad
del discipulado estar con Jess, es decir, ir en comunin ntima y vital
con l. La segunda fnalidad que refere el texto consiste en la predicacin
y expulsin de demonios, es decir, una fnalidad misional. Los discpulos
son convocados para estar con Jess en funcin de su proyecto y de su
causa, que no es otra que el Reino de Dios.
La vida cristiana entendida en clave de seguimiento de Jess se
refere a la persona misma de Jess y slo a su persona. Por tanto, hay
seguimiento de Jess donde hay relacin personal con l. Esto signifca
que no se sigue una ideologa, ni un conjunto de verdades o principios
tericos, ni una normativa ms o menos exigente, ni siquiera un proyecto
del tipo que sea. Aunque todo esto puede estar incluido en el seguimiento,
la esencia y el centro mismo lo constituye adherirse a Jess, compro-
meterse con l, vivir en relacin a l y para l
Todo ello quiere decir que la fe comporta una confanza absoluta
en Jess y, en ese sentido, una adhesin incondicional a su persona.
73
Jos Mara Castillo precisa ms este carcter personal e interrelacional
del seguimiento, cuando dice:
73
Castillo, El seguimiento de Jess, 81; Jess pide que le sigan a l; su persona es la que predomina.
No se trata de seguir un programa, ni siguiera el proyecto de un Reino de Dios terico, sino
personifcado; tal como se concreta en la persona y el camino de Jess. (Gesteira Garza, La
llamada y el seguimiento de Jesucristo, 55.
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Si el centro del seguimiento no es una idea o un proyecto, sino una persona,
eso quiere decir que el seguimiento no consiste en un convencimiento doctrinal
o en un propsito frme de la voluntad, sino que consiste esencialmente en
una experiencia concreta y sufcientemente delimitada: la experiencia de un
encuentro personal con Jess. Es decir, no se trata slo de estar persuadidos de
quin es Jess y de lo que l representa para cualquier hombre; como tampoco
se trata solamente de querer, con un propsito frme, seguir el Evangelio o las
enseanzas de Cristo. De lo que se trata esencialmente es de sentirse de tal
manera atrado y hasta arrastrado por la experiencia personal de Jess, que esa
atraccin sea la que determina nuestras opciones y nuestros rechazos, nuestras
atracciones y nuestras repugnancias, lo que hacemos y lo que dejamos de hacer.
A fn de cuentas, se trata de la experiencia esencial de la vida, la experiencia del
encuentro, no con algo sino con alguien. Y eso es lo importante: conven-
cerse de que Jess no es una idea o un proyecto, sino una persona viviente, con
quien yo me puedo relacionar hoy, aqu y ahora.
74
El seguimiento, si est ligado vitalmente a la persona de Jess, debe
conducir al compromiso con su causa y su proyecto, que no es otro que el
Reino de Dios, dado que el Reino es indisociable de la persona de Jess.
75
Los evangelios muestran que Jess centr su vida y accin en el
Reino de Dios y en el Dios padre del Reino, y de ah su relacin flial
y su referencia permanente a l. Las actitudes fundamentales que han
confgurado la persona, el hacer y el decir de Jess nos muestran el camino
de ser hijos en el Hijo, fundamentalmente, a partir de la
actitud radical de descentramiento de s mismo, siendo puro ser-en-relacin
de fdelidad flial con el Padre (Abba), Dios del Reino. Actitud de servicio in-
condicional al Reino, siendo enteramente para-los-dems desde su libertad total
y su amor que le lleva a dar su vida por los hermanos.
76
74
Ibid., 89.
75
Gesteira Garza, La llamada y el seguimiento de Jesucristo, 57. El Reino de Dios constituye
el corazn (geocntrico) del mensaje y de la vida de Jess, el centro y ncleo de su predicacin
[]. Es correcto afrmar que no se puede comprender el signifcado del Reino separndolo de
Jess, pues es precisamente en l donde adquiere su fsonoma concreta. Es igualmente importante
resaltar que no se da una verdadera comprensin de Jess fuera de su relacin con el Reino de
Dios. En nombre de una concentracin en el mediador, no podemos relegar a segundo plano las
exigencias de la mediacin del Reino (la realizacin histrica de la voluntad del Padre). (Couto
Teixeira, Faustino. La espiritualidad del seguimiento, 14-15).
76
Lois Fernndez, Qu signifca ser cristiano como seguidor de Jess?, 40.
118
la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
Por tanto, el seguimiento de Jess implica el proseguimiento de su
proyecto, y la continuacin de su actividad esencial: el Reino de Dios,
que pasa por
la conformacin de un hombre y una sociedad nuevos, en la cual por la fuerza
del Espritu, la humanidad ir superando toda injusticia y toda opresin en una
fraternidad entre las personas cada vez mayor hasta llegar a la total comunin
y participacin.
77
El Reino de Dios como realidad ltima y trascendente exige
realizaciones histricas concretas que manifesten un cambio radical
en todos los niveles de la existencia. A esto las conferencias episcopales
de Medelln y Puebla llamaron liberacin integral; liberacin que se
concreta en el compromiso transformador con los pobres
78
, las primeras
vctimas de la opresin y deshumanizacin, y a su vez los destinatarios
privilegiados de la accin de Jess.
Reino de Dios signifcaba para sus oyentes la realizacin de una esperanza para
el mundo, la superacin de todas las alienaciones humanas, la destruccin de
todo el mal, ya fsico o moral, del pecado, del odio, de la desunin, del dolor y
de la muerte. Reino de Dios sera la manifestacin de la soberana y del seoro
de Dios sobre este mundo siniestro, dominado por las fuerzas satnicas en lucha
contra las fuerzas del bien, y la afrmacin de que Dios es el sentido ltimo
de este mundo; l intervendr en breve y sanar en sus fundamentos toda la
creacin, instaurando el nuevo cielo y la nueva tierra.
79
CONCLUSIN
Al llegar al fnal de este trabajo quiero sealar los siguientes elementos
a manera de conclusin:
77
Novoa, Una perspectiva latinoamericana de la teologa moral, 42.
78
Novoa habla de tres dimensiones del compromiso del creyente con los pobres: (a) lucha por la
superacin de las injustas condiciones de pobreza y despojo a nivel econmico, poltico, social
y cultural; (b) despojo del egosmo para confar slo en el Seor, actitud de pobreza espiritual o
evanglica o de infancia espiritual; y (c) bsqueda de compartir en la vida cotidiana las condiciones
de despojo material que deben soportar los pobres (cfr. ibid., 107).
79
Bof, Jesucristo y la liberacin del hombre, 85-86.
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La vida cristiana posee una estructura bsica de llamada y respuesta
que da cuenta del dinamismo relacional que acontece en la revelacin.
Dios (tri-uno), que no revela tanto un conjunto de verdades, normas o
doctrinas, sino que se revela a s mismo. El Hijo, como manifestacin
plena del Padre, sella el modo de ser divino de oferta y donacin perma-
nente, que sale en bsqueda del hombre para proponerle un proyecto de
vida plena.
Jess, el hijo, no slo es la mxima, ltima y defnitiva revelacin
de Dios sino es, a su vez, el modelo de respuesta humana a la iniciativa
amorosa del Padre. l es el obediente y fel por excelencia que se jug su
vida, en favor del Reino de Dios y del Dios padre del Reino.
La nica relacin creyente que se puede establecer con Jess es
la del seguimiento, que implica comunin ntima y vital con l como
el totalmente otro, con quien puedo entrar en relacin personal, y a su
vez compromiso efectivo con su proyecto del Reino de Dios. De ah que
el seguimiento sea una categora evanglica y teolgica que expresa la
globalidad de la vida cristiana, y que por tanto se convierte en lugar de
encuentro de la moral y la espiritualidad cristianas.
Desde la estructura cristiana de llamada y respuesta, tpica del
seguimiento, la moral cristiana aparece como la respuesta que el creyente
da a la propuesta de Jess mediante un estilo de vida que encarna los
va-lores del Reino, realizados en l; y a travs del compromiso efectivo
con el Reino, en el empeo decidido por la transformacin social a todos
los niveles, desde una clara opcin por los pobres.
La espiritualidad como seguimiento de Jess en el Espritu
80
da
cuenta de la primaca de la gracia y de la iniciativa divina, que requiere
y conlleva a un encuentro profundo, ntimo e interpersonal con Jess,
que atestigua que lo que se asume es el seguimiento de una persona y no
de una idea, un programa o un conjunto de normas, que obviamente se
traduce en un modo de ser, vivir y obrar.
80
El seguimiento dice referencia al Jess histrico y al Espritu derramado con su exaltacin
a la derecha del Padre. Sin el Espritu que est presente en la historia y suscita siempre nuevas
respuestas, el seguimiento puede degenerar en mimetismo servil anacrnico. (Lois Fernndez,
Qu signifca ser cristiano como seguidor de Jess?, 22).
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la moral cristiana como seguimiento de jess diego fernando ospina arias, o.f.m.
En una sntesis fnal, cabe decir que el seguimiento de Cristo de algn modo
compendia todo el misterio cristiano. Por una parte, es signo de la autoridad
singular de Jess y exponente de su estrecha vinculacin al Dios, que llama sin
cesar al hombre. Y por otra, es adecuada expresin de todo el entramado de la
salvacin. Una salvacin que no deber ser entendida desde la mera obediencia
a unos preceptos, sino como respuesta a una llamada personal percibida como
eleccin gratuita que nos invita no a una mera imitacin exterior sino a
una incorporacin a la persona y al camino de Jess como vida entregada por
todos.
81
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