Garcilaso Leído Por Lapesa - Elias Rivers

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Garcilaso ledo por Lapesa

Elias L. Rivers
State University of New York at Stony Brook

Gracias a la feliz iniciativa de la profesora Anne Cruz, de California, y gracias tambin a la generosidad de los organizadores de este congreso, hoy podemos dedicarle a don Rafael Lapesa un bien merecido homenaje garcilasiano. Para nosotros don Rafael es en efecto un hombre, maestro y colega excepcional: es un honor poder aprovecharme de esta ocasin para dar testimonio no slo de nuestro aprecio intelectual sino tambin de nuestra profunda admiracin personal. Yo he tenido la suerte de ser alumno suyo; l ha sido siempre un profesor ejemplar, explicando con precisin y claridad sus descubrimientos y dejando a sus alumnos expresar sus ideas propias. Tambin admiro mucho su historia poltica. La juventud espaola de hoy quiz diga que Lapesa es sencillamente un carca republicano, liberal o conservador, lo mismo da. Pero muchos de mi generacin recordamos que, despus de la Guerra Civil, Lapesa, como republicano, fue depurado y mandado a provincias. Y se dan cuenta ustedes de que Lapesa durante aos no public nada en la Revista de Filologa Espaola! Poco despus de la guerra, envi a la revista una resea, y esa revista, por motivos obviamente franquistas, se la rechaz. Fue por eso por lo que don Rafael no quiso colaborar en aquella revista tan importante para sus propias investigaciones. Creo que este solo detalle da un indicio de lo dignamente que se port nuestro homenajeado en la difcil Espaa de Franco. Finalmente, quiero hacer constar lo que muchos sabemos, que don Rafael fue tambin un marido excepcional, apoyando siempre a Pilar Lagos en todas sus actividades culturales y cuidndola abnegadamente durante su larga y penosa enfermedad final. Para m, y para muchos hispanistas, don Rafael Lapesa ha sido uno de los ms importantes modelos intelectuales y personales; me honra ser el portavoz de este breve homenaje. Ahora bien: mi trabajo de hoy es una simple resea de la obra garcilasiana de Lapesa; no aporto novedades. Este ao de 1993 es el aniversario 450 de la primera edicin de la poesa de Garcilaso (Las obras de Juan Boscn con algunas de Garcilasso de la Vega, Barcelona: Caries

Studia urea. Actas del III Congreso de la AISO, I, Toulouse-Pamplona, 1996

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Amors, 1543), edicin que lleg pronto a ser monumento del Renacimiento en Espaa; y este ao es a la vez el aniversario 45 de la primera edicin de La trayectoria potica de Garcilaso (Madrid: Revista de Occidente, 1948), el estudio magistral de Rafael Lapesa, que nos da la lectura por excelencia, para toda la segunda mitad del siglo XX, de la poesa garcilasiana. A un grupo de colegas y amigos nos pareci conveniente celebrar hoy en este congreso la coincidencia de aniversarios con media docena de ponencias dedicadas a Garcilaso; colectivamente damos las gracias de nuevo a los organizadores del programa por habrnoslo facilitado esta tarde entre las 4 y las 7, cuando hablen sobre Garcilaso los profesores Anne Cruz, Nadine Ly, Adrien Roig, Bryant Creel y Antonio Gargano. (Sentimos la ausencia de Begoa Lpez Bueno.) Como lo insina el ttulo de Lapesa, La trayectoria... es un estudio diacrnico de la composicin de los distintos poemas de Garcilaso. Hoy nos hace falta insertar este estudio en otro estudio diacrnico, no de la composicin, sino de las distintas lecturas de la poesa garcilasiana; dentro de esta larga historia de recepcin, marca un hito fundamental el estudio hecho en el siglo XX por Lapesa. Vamos a repasar ahora, brevemente, la historia de la recepcin garcilasiana y a colocar en ella el libro de Lapesa. Empecemos reconociendo que, sin individuos que realicen el acto de lectura, culturalmente no existe la poesa escrita; pero la poesa de Garcilaso, desde su primera edicin y aun antes, ha tenido una serie continua de lectores, es decir, una existencia cultural efectiva. B osean fue el primer lector garcilasiano de quien tenemos noticias y comentarios; l tambin fue el primer editor de la poesa. Por el nmero de reediciones de los dos poetas juntos, y de Garcilaso solo, ediciones que fueron publicadas desde 1543 hasta principios del siglo XVII, sabemos que hubo una demanda constante de parte de muchos lectores; adems, por los reflejos de versos garcilasianos que encontramos durante todo este perodo, no slo en poesa sino tambin en prosa, sobre todo en la de la novela pastoril, podemos afirmar que todos los poetas y lectores cultos del siglo XVI lean, y muchos incluso aprendan de memoria, los poemas de Garcilaso. Las ediciones enmendadas y comentadas por el catedrtico salmantino Francisco Snchez de las Brozas, conocido como El Brcense, reflejan una lectura especializada de la poesa de Garcilaso, la de un erudito universitario que reconoca los modelos que haban influido en el proceso de composicin garcilasiana; en estas pequeas y econmicas ediciones, que, entre 1574 y 1612, evidentemente, ya se vendan ms que las antiguas ediciones de Boscn y Garcilaso juntos (Rivers), muchos lectores que saban latn e italiano teman sus mejores lecciones en el arte imitatorio renacentista. Con estas ediciones eruditas se dio el primer paso hacia la trayectoria reconstruida por Lapesa a mediados del siglo XX. Y la edicin sevillana de Herrera, en 1580, puso al alcance del lector sin latn un curso no slo de imitatio sino tambin de potica general, y todo un curso en poesa renacentista espaola basado en Garcilaso. La controversia que provoc luego esta edicin sevillana entre Herrera y los partidarios del Brcense nos da una clara idea de cmo se lean entonces, junto con los versos del poeta, los comentarios de los eruditos; gracias a la nueva edicin que ha hecho, en 1987, Juan Montero de esta controversia, podemos entender mejor que nunca la mentalidad de los lectores cultos de la poesa de Garcilaso, que ya se haba convertido en texto clsico, objeto de estudio para profesores, estudiantes y graduados universitarios. Estos aos de finales del siglo XVI y

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principios del XVII marcan ya la completa asimilacin en Espaa de la tradicin garcilasiana, y la preparacin de un gran pblico universitario capaz de apreciar luego la nueva poesa de Gngora, con todos los comentarios, ataques y defensas eruditos. Podemos tomar a Miguel de Cervantes como lector garcilasiano ejemplar del Siglo de Oro: l haba aprendido de memoria en su juventud muchos versos de Garcilaso, versos reflejados en sus escritos a todo lo largo de su vida, como hace aos nos lo demostr don Jos Manuel Blecua; luego Cervantes haba conocido las ediciones comentadas del Brcense y de Herrera (cuya dedicatoria plagi para su Galate). La poesa de Garcilaso era para Cervantes, como para la mayor parte de los espaoles del siglo XVI, el gran modelo clsico. Y en su novela El licenciado vidriera el narrador cervantino nos dice, con una sonrisa de complicidad, que Toms Rodaja, al cambiar la vida de estudiante en Salamanca por la vida de soldado en Italia, tuvo que abandonar su erudicin, pero no su devocin religiosa y potica: Los muchos libros que tena los redujo a unas horas de Nuestra Seora y un Garcilaso sin comento, que en las dos faldriqueras llevaba. Pues, por supuesto, el lector poda siempre volver a leer a Garcilaso sin las anotaciones ni del Brcense ni de Herrera. Luego, a partir de 1612, con la circulacin madrilea de los grandes poemas innovadores de Gngora, Cervantes se entusiasm con la nueva poesa, comentndola con estas palabras en la batalla potica de su Viaje del Parnaso (cap. VII, 322-327): De llano no le deis, dadle de corte, estancias polifemas, al poeta que no os tuviere por su gua y norte! Inimitables sois, y a la discreta gala que descubrs en lo escondido toda elegancia puede estar sujeta. En efecto, ya no se venda tanto la poesa de Garcilaso, la cual fue sustituida, para la mayor parte de los lectores cultos, por la nueva poesa gongorina, con sus comentarios cada vez ms eruditos y extensos. Hay que suponer que Garcilaso siempre tena algunos lectores, a pesar de la falta de nuevas ediciones durante los aos siguientes del siglo XVII. La vuelta neoclsica a su poesa no se marc claramente en el siglo XVIII hasta la edicin de Azara (1765), escuetamente anotada al estilo del Brcense. En el siglo siguiente apareci la edicin poco seria pero ampliamente divulgada de Adolfo de Castro en la Biblioteca de Autores Espaoles (1854); luego al principio del siglo XX se public en los Clsicos Castellanos la de Navarro Toms (1911, con anotaciones modificadas despus). Las ediciones de Azara y de Navarro fueron reeditadas varias veces, llegando a ser las ms ledas de sus pocas respectivas: George Ticknor, por ejemplo, se basa en la de Azara, Azorn y Rafael Lapesa en la de Navarro. Adems de Azorn, y de Dmaso Alonso, por supuesto, los lectores garcilasianos del siglo XX ms importantes antes del libro de Lapesa fueron el norteamericano Hay ward Keniston, quien public una edicin crtica y un estudio general de la vida y la poesa de Garcilaso, y la puertorriquea Margot Arce, quien la estudi como tpica del

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pensamiento renacentista: paisajes y personajes pastoriles, conceptos amorosos, actitudes melanclicas, estoicas, etctera. Pero estos dos estudiosos, con Navarro, Mel y Cirot, no se inclinaban a ver en Garcilaso un heredero del cancionero del siglo XV ni un precursor de Gngora (Keniston 263, Arce 14); y la raz hispnica cancioneril es precisamente lo que se propuso estudiar Lapesa, diciendo en su primera pgina que No parece, sin embargo, intil el intento de reconstruir los pasos que marcaron el decisivo trnsito del poeta desde el arte de cancionero hasta el mundo quintaesenciado de las glogas.... Por fin, en Lapesa, tenemos a un lector particularmente consciente de todo el proceso histrico de la formacin del poeta. Para reconstruir este proceso histrico Lapesa tuvo que empezar estableciendo objetivamente, y dentro de lo posible, la fecha de cada poema; no quiso caer en la trampa de un argumento circular basado en intuiciones impresionistas. Reconociendo la imposibilidad de fechar doce de los sonetos, nos da una cronologa precisa o aproximada de los poemas restantes, y en esta cronologa (con fundamentos y detalles explicados en el Apndice I) se basan los tres captulos principales del libro: I. La raz hispnica, II. La asimilacin del arte nuevo y III. La plenitud. El primer captulo es el que est ms repleto de descubrimientos, de modelos no anotados por el Brcense y Herrera: no slo poetas castellanos del siglo XV sino sobre todo Ausis March, el gran poeta cataln de Valencia, ciudad natal de don Rafael. La asimilacin implica conflicto entre dos artes de amar, y Garcilaso encontr en Petrarca y Ausis March mentores que le guiaran en la expresin de su lucha interior, de sus alternativas entre confianza y desnimo, postracin y descargas de energa (72). Los tres captulos de Lapesa no representan tres etapas hermticamente cerradas sino un proceso dialctico de conflictos, de transiciones y de acumulaciones: rasgos cancioneriles aparecen en algunos sonetos petrarquistas, se encuentra a menudo la combinacin italiana de petrarquismo y clasicismo, y reaparecen vagos ecos de Ausis March incluso en la Elega II, poema que pertenece a la plenitud napolitana. A propsito del ltimo ejemplo conviene citar las palabras de Lapesa, que revelan la sutileza de su lectura (Lapesa, 152): Acaso en el alma del poeta, revuelta por los celos, se vivificara pasajeramente el gusto por la manera del maestro valenciano, tan amigo de la dialctica, smiles patticos y alegoras. Pero la influencia es mucho ms vaga que en los poemas de 1529-1532, y totalmente distinta al menos en la elega II la elaboracin a que somete Garcilaso sus recuerdos globales. No gusta ya de las violencias expresivas ni se abandona a la impetuosidad; una suave melancola envuelve su alma y sus versos. En estas palabras Lapesa no hace ninguna separacin estructuralista entre el poeta y su poesa: en el proceso mismo de composicin potica se funden la persona y su escritura. La trayectoria potica de Garcilaso, al mismo tiempo que estructuralmente es un estudio de intertextualidades, humanamente es la historia del desarrollo de una personalidad literaria, de cmo Garcilaso va aprendiendo a elaborar sus lecturas convirtindolas en poesa propia. No se detuvo en el ao 1948 la actividad de don Rafael como lector y estudioso de Garcilaso; sigui haciendo apuntes y tomando nota de nuevos estudios. Finalmente, en

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1985, hace ocho aos, public lo que es hasta ahora la edicin definitiva de su Garcilaso: Estudios completos, la cual contiene una edicin corregida y aumentada de La trayectoria... Adems de aadirle importantes referencias bibliogrficas a publicaciones posteriores a la primera edicin, el autor le ha agregado un nuevo Apndice III (199210), en el cual examina, como l mismo dice (9), cuestiones polmicas ante las cuales era ineludible tomar postura. Estas cuestiones tienen que ver, en gran parte, con la relacin entre la poesa y la realidad humana de Garcilaso. Lapesa reconoce los peligros de un biografismo excesivo, pero afirma (199) que el anlisis objetivo, desligado de tiempo, ambiente y personalidad creadora, puede llevar a conclusiones miopes, tautolgicas o aventuradas. Estas palabras, que son tajantes dentro de la actitud siempre generosamente abierta de nuestro autor, definen claramente su postura; y con tales palabras defiende la realidad histrica poetizada de Isabel Freyre contra las aventuradas arbitrariedades del norteamericano Frank Goodwyn y contra los argumentos algo ms comedidos de la inglesa Pamela Waley. Lapesa, citando ms tarde la nueva documentacin aportada por Enrique Martnez Lpez, rechaza con claras razones consecuentes la identificacin de Elisa con Ins de Castro, afirmada por Marcial Jos Bayo y por Manuel Sito Alba, adems de la identificacin de Salicio con S de Miranda, afirmada por Adrien Roig, quien nos hablar otra vez de ello esta tarde. En el mismo Apndice III, a propsito de la aventurada identificacin de Elisa con Ins de Castro, Lapesa aporta una importante sugerencia lexicogrfica para resolver el problema textual ms discutido de toda la obra garcilasiana: el problema de la ninfa degollada de la gloga III. El participio degollada es lo que se lee en la primera edicin, fuente primordial del texto garcilasiano; El Brcense lo denunci como bestialidad, pero Lapesa (con otros estudiosos) demuestra que degollada no quiere decir nica y exclusivamente decapitada, sino herida en la garganta. Debemos suponer, entonces, dada la autoridad de la primera edicin, que Garcilaso escribi en primer lugar esta palabra. Pero existe en una fidedigna tradicin manuscrita otra lectura, ygualada, con i griega, que muy bien puede representar una enmienda hecha por el mismo poeta, como ha afirmado Alberto Blecua. Esta lectura ms difcil, defendida como autntica por El Brcense y por Blecua, es sin embargo para Lapesa absurda (209), y l afirma adems que es fcilmente subsanable para un humanista: tena que ser una errata por yugulada, latinismo o italianismo evidente. En su conclusin semntica vuelve a rechazar una lectura aventurada: De todos modos, formulada con degollar o con yugular, las metforas 'cortar la garganta' por 'cortar la vida' elimina el ltimo argumento para identificar a Elisa con Ins de Castro. Adems de este importante apndice a La trayectoria..., el nuevo volumen publicado en 1985 contiene dos estudios independientes que son tambin importantes para nuestra lectura de Garcilaso. Poesa de cancionero y poesa italianizante, publicado primero en 1962, nos explica la interpenetracin, durante todo el Siglo de Oro, de las dos tradiciones matrices de Boscn y Garcilaso. Como dice Lapesa (213): Las dos eran brazos de un mismo ro, pues descendan de la lrica provenzal, lejana y reencarnada. A lo largo del cuatrocientos espaol se haban comunicado ms de una vez; pero desde 1526, desde la conversacin de Navagiero con Boscn, no se trata ya de un

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trasvase parcial o indirecto, sino de conjuncin en un cauce ms ancho. Por l discurren las dos corrientes con progresiva mezcla de sus aguas: precisamente voy a ocuparme de estas interpenetraciones. Luego, estudiando ejemplos tomados de Cetina y de Castillejo, de Jorge Manrique y de sonetistas del siglo XVI y de Lope de Vega, Lapesa (225, 238) afirma que A pesar de que las divergencias nunca se borraron por completo, el intercambio entre las dos artes fue constante y que La coexistencia de las dos artes permiti a cada una asimilar cualidades de la otra sin perder las propias. As es cmo, con mentalidad no excluyeme sino comprensiva, don Rafael desconstruye, con una sutileza digna de los postestructuralistas, la cannica oposicin binaria entre poesa octosilbica y poesa endecasilbica. El otro estudio, titulado El cultismo semntico en la poesa de Garcilaso y publicado por primera vez en 1972, se dedica a una cuestin lexicogrfica de gran importancia para el lector de Garcilaso: si ms tarde Gngora haba de llamar la atencin introduciendo en sus versos significantes cultos que eran desconocidos en el vocabulario corriente espaol, en Garcilaso el cultismo semntico, o sea de significado y no de significante, es a menudo tan sutil que no nos llama para nada la atencin. Muchos lectores descuidados ni habamos entendido antes que este poeta introduca a una palabra corriente espaola un sentido latinizante o italianizante. Avena, por supuesto, no es ya mero grano rstico sino pastoril instrumento musical, como en Virgilio. Con una acepcin ms difcil de captar, daar significa a veces reprobar (como damnare en Cicern); vase por ejemplo el verso garcilasiano en el cual un brioso militar espaol daaba la tardanza floja, inerte de los soldados menos valientes. Otro ejemplo: la frase diverso entre tiene que significar latinamente vacilante entre. Ms complicado es el caso de despreciar en la acepcin de mirar desde arriba: es un calco semntico, pero no etimolgico, del verbo latino despicere, el cual tena dos sentidos, mirar desde arriba y menospreciar. Cada palabra analizada por Lapesa nos abre nuevas lecturas. Este estudio magistral, extendido ms tarde a la poesa de Fray Luis de Len, es mucho ms que una seca lista de palabras: es una leccin sobre cmo hemos de leer los sintagmas de Garcilaso, estando atentos siempre a una combinacin extraa de palabras familiares que apunta a un subtexto latino o italiano. As Lapesa nos hace pensar en cmo funcionaba la mentalidad de un poeta renacentista, suspendida (o sea, diversa) entre palabras espaolas y sus cognados latinos al ir redactando un texto diglsico, de doble filo. Al nivel de la palabra, esto es lo que significaba en el fondo la imitatio renacentista. Don Rafael Lapesa, desde 1948, ha escrito muchos libros y estudios lingsticos, estudios a veces ms ambiciosos, ms llenos de datos difciles de reunir e interpretar; uno piensa en seguida en las muchas ediciones de su monumental Historia de la lengua espaola. Tambin ha ledo y estudiado a otros poetas, tanto modernos como antiguos. Pero su primer gran libro, que se nos presenta de nuevo, renovado y suplementado, en Garcilaso: Estudios completos, representa ahora toda una vida dedicada a la lectura y relectura de Garcilaso; para Lapesa ni la lengua ni la literatura son sistemas o estructuras esquemticas, sino algo que no se puede separar ni de la vida del hablante o autor ni de la

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del oyente o lector. Hablar de Garcilaso ledo por Lapesa es hablar de Garcilaso vivido por Lapesa. Quiz, para analizar con precisin un texto, tengamos que hablar a veces tcnicamente de significantes y significados, de hipotaxis y parataxis, de anfora y anacoluto; pero los vocablos y sintagmas no funcionan tcnicamente dentro del espritu humano, donde son sustancia espiritual y puente intersubjetivo entre una persona y otra, entre Virgilio y Petrarca y Sannazaro y Garcilaso y El Brcense y Lapesa y nosotros.

BIBLIOGRAFA Arce de Vzquez, M., Garcilaso de la Vega: Contribucin al estudio de la lrica espaola del siglo XVI, Madrid, Centro de Estudios Histricos, 1930. Blecua, J. M., Garcilaso y Cervantes, en Homenaje a Cervantes, Madrid, nsula, 1947. Keniston, H.d, Garcilaso de la Vega: A Critical Study of his Life and Works, New York, Hispanic Society, 1922. Lapesa, R., Garcilaso: Estudios completos, Madrid, Istmo, 1985.

Montero, J., La controversia sobre las Anotaciones herrerianas, Sevilla,


Ayuntamiento, 1987. Rivers, E. L., Garcilaso divorciado de Boscn, en Homenaje a Rodrguez-Moino, t. II, Madrid, Castalia, 1966, pp. 121-129.

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