Resumen Sucinto de La Vida Del General Sucre

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RESUMEN SUCINTO DE LA VIDA DEL GENERAL SUCRE Simn Bolvar Coleccin: Perfiles Ministerio del Poder Popular del

Despacho de la Presidencia. Ediciones de la Presidencia de la Repblica. Palacio de Miraflores Caracas - Venezuela www.presidencia.gob.ve Hugo Chvez Fras Presidente de la Repblica Bolivariana de Venezuela Francisco Ameliach Orta Ministro del Poder Popular del Despacho de la Presidencia

Ivn Maiza Gerendas Director General de Gestin Comunicacional

Ral Tamars Estrada Director de Archivos y Publicaciones Gladys Ortega Dvila Jefa de la Divisin de Publicaciones

Enero 2011. Impreso en la Repblica Bolivariana de Venezuela

Diseo de portada y diagramacin : Mahillibeth Ruiz Correcin de textos: Xiomara Rojas

RESUMEN SUCINTO DE LA VIDA DEL GENERAL SUCRE Simn Bolvar

U. crame, General, nadie ama la gloria de U. tanto como yo. Jams un Jefe ha tributado ms gloria a un subalterno. Ahora mismo se est imprimiendo, una relacin de la vida de U. hecha por m; cumpliendo con mi conciencia le doy U. cuanto merece. Esto lo digo para que vea que soy justo: desapruebo mucho lo que no me parece bien, al mismo tiempo que admiro lo que es sublime.
Carta del Libertador al General Sucre. Lima, 21 de febrero de 1825. En: Memorias del General OLeary (edicin facsimilar), Ministerio de la Defensa de Venezuela, 1981, tomo XXX, pp. 41-45.

El General Antonio Jos de Sucre naci en la ciudad de Cuman, provincia de Venezuela, el 3 de febrero de 1795, de padres ricos y distinguidos.

Resumen sucinto de la vida del General Sucre escrito por El Libertador

Recibi su primera educacin en la capital de Caracas. En el ao de 1802, principi sus estudios en Matemtica para seguir la carrera de ingeniero. Empezada la revolucin se dedic a esta arma y mostr desde los primeros das una aplicacin y una inteligencia que lo hicieron sobresalir entre sus compaeros. Muy pronto empez la guerra, desde luego el General Sucre sali a campaa. Sirvi a las rdenes del General Miranda con distincin en
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los aos 11 y 12. Cuando los Generales Mario, Piar, Bermdez y Valdez emprendieron la reconquista de su patria, en el ao de 13, por la parte oriental, el joven Sucre les acompa a una empresa la ms atrevida y temeraria. Apenas un puado de valientes, que no pasaban de ciento, intentaron y lograron la libertad de tres provincias. Sucre siempre se distingua por su infatigable actividad, por su inteligencia y por su valor. En los clebres campos de Maturn y Cuman se encontraba de ordinario al lado de los ms audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejrcitos contrarios con tres o cuatro compaas de voluntarios que componan todas nuestras fuerzas. La Grecia no ofrece prodigios mayores. Quinientos paisanos armados, mandados por el intrpido Piar, destrozaron ocho mil espaoles en tres combates en campo raso. El General Sucre era uno de los que se distinguan en medio de estos hroes.

El General Sucre sirvi al Estado Mayor General del Ejrcito de Oriente desde el ao de 1814 hasta

el de 1817, siempre con aquel celo, talento y conocimientos que los han distinguido tanto. El era el alma del ejrcito en que serva. El metodizaba todo; l lo diriga todo, ms, con esa modestia, con esa gracia, con que hermosea cuanto ejecuta. En medio de las combustiones que necesariamente nacen de la guerra y de la revolucin, el General Sucre se hallaba frecuentemente de mediador, de consejo, de gua, sin perder nunca de vista la buena causa y el buen camino. El era el azote del desorden y, sin embargo, el amigo de todos.

Su adhesin al Libertador y al Gobierno lo ponan a menudo en posiciones difciles, cuando los partidos domsticos encendan los espritus. El General Sucre quedaba en la tempestad semejante a una roca, combatida por las olas, clavando los ojos en la patria, en la justicia y sin perder, no obstante, el aprecio y el amor de los que combata. Despus de la batalla de Boyac, el General Sucre fue nombrado Jefe del Estado Mayor General Libertador, cuyo destino desempe con su asombrosa actividad. En esta capacidad, asociado
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Dos derrotas consecutivas pusieron a Guayaquil al lado del abismo. Todo estaba perdido en aquella poca: nadie esperaba salud, sino en un prodigio de la buena suerte. Pero el General Sucre se hallaba en Guayaquil, y bastaba su presencia para hacerlo todo. El pueblo deseaba librarse de la esclavitud: el General Sucre, pues, dirigi este noble
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Luego fue destinado desde Bogot, a mandar la divisin de tropas que el Gobierno de Colombia puso a sus rdenes para auxiliar a Guayaquil que se haba insurreccionado contra el Gobierno espaol. All Sucre despleg su genio conciliador, corts, activo, audaz.

al General Briceo y Coronel Prez, negoci el armisticio y regularizacin de la guerra con el General Morillo el ao de 1820. Este tratado es digno del alma del General Sucre: la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron; l ser eterno como el ms bello monumento de la piedad aplicada a la guerra; l ser eterno como el nombre del vencedor de Ayacucho.

El General Sucre form, en fin, un ejrcito respetable durante aquel armisticio con las tropas que levant en el pas, las que recibi del Gobierno de Colombia y con la divisin del General Santa Cruz que obtuvo del Protector del Per, por resultado de su incansable perseverancia en solicitar por todas partes enemigos a los espaoles poseedores de Quito. La Campaa termin la guerra del Sur de Colom11

deseo con acierto y con gloria. Triunfa en Yaguachi, y libr as a Guayaquil. Despus un nuevo ejrcito se present en las puertas de esta misma ciudad, vencedor y muy fuerte. El General Sucre lo conjur, lo rechaz sin combatir. Su poltica logr lo que sus armas no habran alcanzado. La destreza del General Sucre obtuvo un armisticio del General espaol, que en realidad era una victoria. Gran parte de la batalla de Pichincha se debe a esta hbil negociacin; porque sin ella, aquella clebre jornada no habra tenido lugar, todo habra sucumbido entonces, no teniendo a su disposicin el General Sucre medios de resistencia.

bia, fue dirigida y mandada en persona por el General Sucre; en ella mostr sus talentos y virtudes militares; super dificultades que parecan invencibles; la naturaleza le ofreca obstculos, privaciones y penas dursimas: mas a todo saba remediar su genio fecundo. La batalla de Pichincha consum la obra de su celo, de su sagacidad y de su valor. Entonces fue nombrado, en premio de sus servicios, general de divisin e Intendente del Departamento de Quito. Aquellos pueblos vean en l su Libertador, su amigo; se mostraban ms satisfechos del jefe que les era destinado, que de la libertad misma que reciban en sus manos. El bien dura poco, bien pronto lo perdieron.

La pertinaz ciudad de Pasto se subleva poco despus de la capitulacin que les concedi el Libertador, con una generosidad sin ejemplo en la guerra. La de Ayacucho, que acabamos de ver con asombro, no le era comparable. Sin embargo, este pueblo ingrato y prfido oblig al General Sucre a marchar contra l, a la cabeza de unos batallones y escuadrones de la guardia colombiana. Los abis12

mos, los torrentes, los escarpados precipicios de Pasto fueron franqueados por los invencibles de Colombia. El General Sucre los guiaba, y Pasto fue nuevamente reducido al deber.

El General Sucre, bien pronto, fue destinado a una doble misin militar y diplomtica cerca de este gobierno, cuyo objeto era hallarse al lado del Presidente de la Repblica para intervenir en la ejecucin de las operaciones de las tropas colombianas auxiliares del Per. Apenas lleg a esta capital, que el gobierno del Per le inst, repetida y fuertemente, para que tomase el mando del ejrcito unido; l se deneg a ello, siguiendo su deber y su propia moderacin hasta que la aproximacin del enemigo con fuerzas muy superiores convirti la aceptacin del mando en una honrosa obligacin. Todo estaba en desorden: todo iba a sucumbir sin un jefe militar que pusiese en defensa la plaza del Callao, con las fuerzas que ocupaban la capital. El
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El General Sucre renunci, sin embargo, el mando que le confera el Congreso, el que siempre insista con mayor ardor en el mismo empeo, como que era el nico hombre que poda salvar la patria en aquel conflicto tan tremendo. El Callao encerraba la caja de Pandora, y al mismo tiempo era el caos. El enemigo estaba a las puertas con fuerzas dobles: la plaza no estaba preparada para un sitio: los cuerpos del ejrcito que la guarnecan eran de diferentes estados, de diferentes partidos; el Congreso y el Poder Ejecutivo luchaban de mano armada; todo el mundo mandaba en aquel lugar de confusin, y al parecer el General Sucre
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El Congreso, que haba sido ultrajado por el Presidente Riva-Agero, depuso a este magistrado luego que entr en el Callao, y autoriz al General Sucre para que obrase militar y polticamente como Jefe Supremo. Las circunstancias eran terribles, urgentsimas: no haba que vacilar, sino obrar con decisin.

General Sucre tom, a su pesar, el mando.

El General Sucre tena rdenes positivas de su Gobierno de sostener al Per, pero de abstenerse de interferir en sus diferencias intestinas; esta fue su conducta invariable, observando religiosamente sus instrucciones. Por lo mismo, ambos partidos se quejaban de indiferencia, de indolencia, de apata por parte del General de Colombia, que si haba tomado el mando militar haba sido con suma repugnancia y slo por complacer a las autoridades peruanas; pero bien resuelto a no ejercer otro mando que el estrictamente militar. Tal fue su comportamiento en medio de tan difciles circunstancias. El Per puede decir si la verdad dicta estas lneas.
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era responsable de todo. El, pues, tom la resolucin de defender la plaza, con tal que las autoridades supremas la evacuasen, como ya se haba determinado de antemano por parte del Congreso y del Poder Ejecutivo. Aconsej a ambos cuerpos que se entendiesen y transigiesen sus diferencias en Trujillo, que era el lugar designado para su residencia.

Las operaciones del General Santa Cruz en el Alto Per haban empezado con buen suceso y esperanzas probables. El General Sucre haba recibido rdenes de embarcarse con cuatro mil hombres de las tropas aliadas hacia aquella parte. En efecto dirige su marcha con tres mil colombianos y chilenos; desembarca en el puerto de Quilca, y toma la ciudad de Arequipa. Abre sus comunicaciones con el General Santa Cruz que se hallaba en el Alto Per; a pesar de no recibir demanda alguna de dicho General, de auxilios, dispone todo para obrar inmediatamente contra el enemigo comn. Sus tropas haban llegado muy estropeadas, como todas las que hacen la misma navegacin; los caballo y bagajes, haba costado una inmensa dificultad obtenerlos; las tropas de Chile se hallaban desnudas, y debieron vestirse antes de emprender una campaa rigurosa. Sin embargo, todo se ejecut en pocas semanas. Ya la divisin del General Sucre haba recibido parte del General Santa Cruz, que la llamaba en su auxilio, y algunas horas despus de la recepcin de este parte estaba en marcha, cuando se recibi el triste
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anuncio de la disolucin de la mayor parte de la divisin peruana en las inmediaciones del Desaguadero. Por entonces todo cambia de aspecto. Era, pues, indispensable mudar el plan. El General Sucre tuvo una entrevista con el General Santa Cruz en Monquegua, y all combinaron sus ulteriores operaciones. La divisin que mandaba el General Sucre vino a Pisco y de all pas, por orden del Libertador, a Supe para oponerse a los planes de Riva-Agero que obraba de concierto con los espaoles.

En estas circunstancias el General Sucre inst al Libertador porque le permitiese ir a tomar el valle de Jauja con las tropas de Colombia, para oponerse all al General Canterac, que vena del Sur. Riva-Agero haba ofrecido cooperar a esta maniobra ms su perfidia pretenda engaarnos. Su intento de dilatarla hasta que llegasen los espaoles, sus auxiliares. Tan miserable treta no poda alucinar al Libertador, que la haba previsto con anticipacin, o ms bien la conoca por documentos interceptados de los traidores y de los enemigos.
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El General Sucre dio en aquel momento un brillante testimonio de su carcter generoso. RivaAgero lo haba calumniado atrozmente: lo supona autor de los decretos del Congreso; el agente de la ambicin del Libertador; el instrumento de su ruina. No obstante esto, Sucre ruega encarecida y ardientemente al Libertador, para que no lo emplee en la campaa contra Riva-Agero, no an como simple soldado; apenas se pudo conseguir de l, que siguiese como un espectador y no como un jefe del ejrcito unido; su resistencia era absoluta. El deca que de ningn modo convena la intervencin de los auxiliares en aquella lucha, e infinitamente menos la suya propia, porque se le supona enemigo personal de RivaAgero y competidor al mando. El Libertador cedi con infinito sentimiento, segn se dijo, a los vehementes clamores del General Sucre. El tom en persona el mando del ejrcito, hasta que el General La Fuente por su noble resolucin de ahogar la traicin de su jefe, y la guerra civil de su patria, prendi a Riva-Agero y sus cmplices. Entonces el General Sucre volvi a tomar el mando del ejr18

cito; lo acanton en la Provincia de Huailas, donde se le orden; y all su economa despleg todos sus recursos para mantener con comodidad y agrado a las tropas de Colombia. Hasta entonces aquel departamento haba producido muy poco, o nada al Estado. Sin embargo el General Sucre establece el orden ms estricto para la subsistencia del ejrcito, conciliando, a la vez, el sacrificio de los pueblos, y disminuyendo el dolor de las exacciones militares con su inagotable bondad y con su infinita dulzura. As fue que el pueblo y el ejrcito se encontraron tan bien cuanto las circunstancias lo permitan. Sucre tuvo rdenes de hacer un reconocimiento de la frontera, como lo efectu con el esmero que acostumbra, y dict adems aquellas providencias preparatorias que deban servirnos para realizar la prxima campaa.

Cuando la traicin del Callao y de Torre-Tagle llamaron los enemigos a Lima, el General Sucre recibi rdenes de contrarrestar el complicado
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sistema de maquinaciones prfidas que se extendi en todo el territorio contra la libertad del pas, la gloria del Libertador, y el honor de los colombianos. El General Sucre combati con suceso a todos los adversarios de la buena causa; escribi con sus manos resmas de papel para impugnar a los enemigos del Per y de la libertad; para sostener a los buenos, y para confortar a los que comenzaban a desfallecer por los prestigios del error triunfante. El General Sucre escriba a sus amigos que ms inters haba tomado por la causa del Per, que por la que fuese propia o perteneciese a su familia. Jams haba desplegado un celo tan infatigable; ms sus servicios no se vieron burlados: ellos lograron retener en la causa de la patria, a muchos que la habran abandonado sin el empeo generoso de Sucre. Este General tom al mismo tiempo a su cargo la direccin de los preparativos que produjeron el efecto maravilloso de llevar el ejrcito al valle del Jauja por encima de los Andes, helados y desiertos. El ejrcito recibi todos los auxilios necesarios debidos, sin duda, tanto a los pueblos peruanos que los presentaban como al jefe
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El General Sucre despus de la accin de Junn se consagr de nuevo a la mejora y alivio del ejrcito. Los hospitales fueron provistos por l, y los piquetes que venan de alta al ejrcito, eran auxiliados por el mismo General; estos cuidados dieron al ejrcito dos mil hombres, que quizs habran perecido en la miseria sin el esmero del que consagra sus desvelos a tan piadoso servicio. Para el General Sucre todo sacrificio por la humanidad y por la patria, le parece glorioso. Ninguna atencin bondadosa es indigna de su corazn: l es el general del soldado.

que los haba ordenado tan oportuna y discretamente.

Cuando el Libertador lo dej encargado de conducir la campaa durante el invierno que entraba, el General Sucre despleg todos los talentos superiores que lo haban conducido a obtener la ms brillante campaa de cuantas forman la gloria de los hijos del nuevo mundo. La marcha del ejrcito unido desde la Provincia de Cotabamba hasta
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La Batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del General Sucre. La disposicin de ella ha sido perfecta, y su ejecucin divina. Maniobras hbiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores de catorce aos, y a un enemigo perfectamente constituido y hbilmente mandado. Ayacucho es la desesperacin de nuestros enemigos. Ayacucho semejante a Waterloo, que decidi del destino de Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho
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Huamanga, es una operacin insigne, comparable quiz a lo ms grande que presenta la historia militar. Nuestro ejrcito era inferior en mitad al enemigo, que posea infinitas ventajas materiales sobre el nuestro. Nosotros nos veamos forzados a desfilar sobre riscos, gargantas, ros, cumbres, abismos, siempre en presencia de un ejrcito enemigo y siempre superior. Esta corta, pero terrible campaa, tiene un mrito que todava no es bien conocido en su ejecucin: ella merece un Csar que la describa.

El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvi Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representar a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potos, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Per rotas por su espada. Lima, 1825.

para bendecirla, y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza.

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Al seor general Juan Jos Flores, etc., etc. Mi querido general:

Cartagena, 1 de julio de 1830

Bolvar ante la muerte de Sucre

Ya tena escrita para Vd. la que adjunto, al tiempo que recibo por el correo de Bogot la carta de Vd. de 20 de mayo en Pomasqu y la muerte del general Sucre cerca de Pasto. Esta noticia me ha causado tal sensacin, que me ha turbado verdaderamente el espritu, hasta el punto de juz24

gar que es imposible vivir en un pas donde asesinan cruel y brbaramente a los ms ilustres generales y cuyo mrito ha producido la libertad de la Amrica. Observa Vd. que nuestros enemigos no mueren sino por sus crmenes en los cadalsos o de la muerte natural; y los fieles y los heroicos son sacrificados a la venganza de los demagogos. Qu ser de Vd., qu ser de Montilla, y de Urdaneta mismo? Yo temo por todos los benemritos capaces de redimir la patria. El inmaculado Sucre no ha podido escaparse de las acechanzas de estos monstruos. Yo no s que causa ha dado este general para que atentasen contra su vida, cuando ha sido ms liberal y ms generoso que cuantos hroes han figurado en los anales de la fortuna, y cuando era demasiado severo hasta con los amigos que no participaban enteramente de sus sentimientos. Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mo y dejar a Vd. en el Sur solo en la arena, para que todos los golpes y todos los conatos se dirijan nicamente a Vd. Destruido que Vd. sea, conquistarn el pas con
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los pastusos y patianos, y los infernales sern los conquistadores de ese buen pas que tanto amo.

La antecedente carta, debe apreciarse segn las circunstancias y sentimientos del momento, pues yo estoy muy lejos de comprometerme a sostener una unin que parece que se desgarra con puales, y mucho menos an a aceptar el mando general de estos pueblos. Yo haba deseado ardientemente contribuir a la paz domstica por todos los medios posibles, pero cuando veo que el desprendimiento ms sublime y la inocencia ms pura no salvan a los bienechores de morir como tiranos, no, no, yo no servir a pas tan infame, a hombres tan ingratos y tan execrables!! Yo me ir a Venezuela y servir a mi pas nativo, como ciudadano y patriota honrado, con la intencin bien decidida de no admitir mando alguno aun cuando se me quiera forzar a ello. Vd. ser vctima, mi querido Flores. Sucre fue llamado el hombre de la fortuna. La de Vd., pues, no lo salvar a usted., por lo mismo, es necesario que Vd. se cuide tanto como una nia bonita.

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Srvase Vd. manifestarle esta carta a los amigos Senz y Larrea, y expresarle cuales son mis sentimientos; asegurndoles al mismo tiempo cual ha sido mi dolor por esta calamidad, y por la cual les doy el psame tierno que merece la memoria de tan ilustre amigo.

Las excusas de la carta de Vd. sobre el acta de Quito, explican perfectamente la situacin del pas, y sin aprobarla, por que a m no me toca dar opinin en esta parte, asegurar a Vd. con la ms grande franqueza, que ni ahora ni nunca he dudado de la acendrada amistad de Vd. hacia m y de su heroica fidelidad a quien ama con todo su corazn y le ofrece los sentimientos ms puros de amor y consideracin. Adicin. Dle Vd. de mi parte mil expresiones a todos mis amigos del Sur con la manifestacin de mi eterno y agradecido cario. Bolvar

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