Lectura y Redaccion Unidad - 01
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• Generalidades de la Redacción
1
¿QUE ES REDACTAR?
El acto de redactar corresponde a hechos reales: la fantasía del autor tiene escasa
cabida, pues las circunstancias tratadas son concretas o prácticas.
No es preciso ser "persona de letras" para tener necesidad de escribir bien, es decir,
adecuadamente. La palabra escrita es imperiosa en cualquier actividad moderna de
toda índole.
La expresión oral no sólo tiene a su disposición el lenguaje -las palabras en sí-, sino
que se vale eficazmente de otros medios: el tono intencional con que se dicen las
cosas, los matices enfáticos, la acción corporal (gestos, movimientos, posturas), el
significativo silencio, las trasmisiones imperceptibles o extrasensoriales, el ambiente o
situación exterior que rodea a los interlocutores; en fin, el conjunto de elementos
paralingüísticos que actúa con equivalente o mayor eficacia que los vocablos mismos.
Además, en la forma hablada hay posibilidad de repeticiones, explicaciones,
ampliaciones, reticencias o sugerencias para facilitar la comprensión según las
necesidades personales del oyente, situación que no se presenta en la rígida y
"colectivizada" expresión escrita.
Las exigencias de las formas escritas nacen del modo "despersonalizado con que
sirven de medio comunicativo, desde un papel, entre el escritor y sus lectores. Las
expresiones gráficas son estáticas, frías, limitadas a los moldes de su estructura
material y a su colocación de maneras establecidas. Las intenciones deben surgir del
texto, los silencios de la puntuación, el énfasis o la sugerencia de los escasos signos
auxiliares de que se dispone. Los convencionalismos imponen una selección especial
de términos "aptos" para ser escritos. La sintaxis tiene sus exigencias, la ortografía las
suyas, en tanto que el estilo -de época, de género, grupal o individual- establece ciertas
condiciones de medida, sonido o colocación de los elementos para lograr el fin
propuesto. Además, la economía gráfica -adaptada a la premura de los tiempos- limita
los despilfarros expresivos. Por último, ese receptor "sin rostro" que es el lector y ¡a
circunstancia "sin forma" en que le llegará el escrito, determinan lo más trágico y lo más
generoso de la redacción: la necesidad de generalizar (no "medianizar") lo más posible
la expresión, a fin de que sea comprensible para el mayor número de personas y
adaptable a las más diversas circunstancias receptivas.
Por todo lo anterior, es comprensible que sea imperiosa la necesidad de escribir bien
(en forma correcta, adecuada funcionalmente al fin que persigue) para cualquier
persona que actúa en un medio civilizado.
APRENDIZAJE DE LA REDACCIÓN
Hay personas que tienen facilidad para hablar, pero cuando deben expresarse por
escrito encuentran serias dificultades frente a ataduras léxicas, sintácticas, ortográficas,
de distribución o de síntesis. ( ¡Qué valla representa para muchos tener que cumplir con
el "dígamelo por escrito" del jefe, la necesidad de escribir un examen, presentar un
informe o contestar una carta no familiar! )
por la observación minuciosa, la crítica y, por encima de todo, el gran empuje que dan
el entusiasmo y el deseo tenaz de avanzar culturalmente.
Las siguientes expresiones del escritor Leopoldo Lugones constituyen una excelente
lección para meditar: Aprender todo aquello que los escritores han descubierto con su
experiencia para dar mayor eficacia al empleo del idioma, es una ventaja. Y esto tiene
que ser sistemático, si bien se ve, como el manejo de cualquier herramienta. Lo que es
decir que requiere aprendizaje. Quien quisiera eximirse de alcanzar así lo que ya está
logrado, para hacerlo tan sólo a fuerza de talento, perdería en tan recio antojo mucho
tiempo que habría dedicados a crear.
Pues bien, esto es lo que pretenden en suma todos cuantos -y muchos son- protestan
de la gramática por fastidiosa y la condenan por inútil. A estos mismos les parecería
insensato sostener que el aprendizaje de la arquitectura es perjudicial para la
construcción. Para apreciar el contrasentido en toda su magnitud, no hay más que
enunciarlo: escribir bien, sin aprender a escribir...
Lo que hay es que no sólo se escribe bien mediante el aprendizaje de la gramática.
Como se trata de un arte, ello requiere también modelos (es decir, imitación) y
experiencia propia (o sea, práctica). Se aprende a escribir escribiendo, leyendo a otros
escritores y estudiando el idioma. Pero todo esto es gramática, como se ve: arte
aplicado y analítico de escribir correctamente. Emplear uno solo de los tres medios es
reducir, quien lo hace, su posibilidad de hacerlo mejor, condenándose a la miseria
verbal, si no lee ni metodiza; a la perpetua imitación, si únicamente lee sin metodizar; al
purismo estéril, si metodiza tan sólo. Esta es la gramática nociva, pero por incompleta.
La metodización exclusiva (es decir, la enseñanza de reglas y ejemplos sueltos) es lo
que da generalmente esa idea errónea de la gramática, pero no porque ésta sea mala,
sino porque la enseñan mal. La gramática es inevitable. El rústico analfabeto que se
expresa bien por índole, hace gramática sin saberlo.
Podemos concluir que el aprendizaje del arte de redactar implica la imposición de una
disciplina formativa, beneficiosa para la integración de una culta personalidad, bien
equipada para actuar socialmente.
Su papel comunicativo convierte al lenguaje en el atributo cúspide del hombre como ser
social.
La comunicación ideal
produciría en el receptor una
copia exacta de lo que el
emisor pensó, sintió y quiso
decir. No ocurre nunca en la
realidad con tal rigorismo.
Hay interferencias de mayor
o menor validez que impiden
la perfección del proceso:
pueden ser mentales o
físicas, personales o
ambientales. Estas
interferencias que opacan la
claridad del mensaje son
llamadas, por eso mismo,
efecto de ruido o de bruma.
Han sido objeto de
minuciosos estudios para
determinar el valor de su
incidencia y para establecer
los límite de su aceptación,
mediante índices. Se producen tanto en la labor del emisor como en la del receptor, por
los más diversos motivos (ignorancia, confusión, oscuridad, distracción, poca
audibilidad o legibilidad, etcétera).
De las cuatro funciones psicológicas que señala Jung, -sensación, intuición sentimiento
y pensamiento- sólo una es netamente lingüística: el pensamiento. El sentimiento es
fronterizo con el campo lingüístico, y las dos consideradas irracionales -sensación e
intuición- escapan a ese campo. Esto significa que cuando se utiliza el lenguaje, actúa
plenamente el pensamiento (o el raciocinio) y, en algunas circunstancias, también el
sentimiento.
¿Es qué forma se manifiestan estas potencias interiores del hombre, dentro del proceso
comunicativo? Las conocemos como intención, razonamiento, memoria, poder de
decisión, imaginación, criterio selectivo, emotividad, atención y comprensión. Entran en
juego también las inclinaciones o gustos y los intereses.
Por eso, para que sea verdaderamente funcional, de acuerdo con sus objetivos en cada
caso, la redacción debe basarse en la modernidad; es decir, ha de ser un producto de
la época para hombres de la época. No podemos seguir empleando fórmulas de hace
cincuenta años, carentes de sentido actual, si deseamos que nuestra redacción llegue
-o "impacte", para usar un término de moda- dentro de la sensibilidad del hombre
contemporáneo. No es lógico escribir cartas comerciales copiando fielmente modelos
de un manual y pretender obtener resultados iguales que quienes hacen de lo escrito
un "mensaje personal", según las modernas directivas de la psicología aplicada.
Es imperioso que la interrogante "¿Para quién? " preceda a cualquier acto propio de la
redacción. Esto puede condensarse en el lema que es fórmula de oro en las relaciones
humanas:
Para ello es necesario conocer a ese otro, a ese usted (plantearse los problemas:
"¿quién es? ", "¿cómo es? ", "¿qué le interesa? " y otros similares), con el fin de
abordarlo según sus posibilidades de comprensión y sus necesidades. Si queremos que
capten y asimilen nuestras ideas e intenciones, debemos hacerlas llegar a los
receptores de la manera como esto sea fácilmente realizable.
EFICACIA EN LO ESCRITO
Eficacia significa "virtud, actividad, fuerza y poder para obrar". La redacción resulta
eficaz cuando es actuante, efectiva, funcional. Esto ocurre siempre que logra
plenamente el objetivo propuesto, que puede ser: informar, exponer, pedir, convencer,
persuadir, conmover, atraer, narrar, agradecer, invitar, presentar, exhortar, promover,
sugerir, intrigar, consolar, estimular, divertir, criticar, enseñar y tantas otras actividades
anímicas como circunstancias y necesidades envuelven al hombre en su diario vivir.
• Pensar en el destinatario. Despojarse del yo, que tanto enceguece ("yo escribo
así. . . , yo pienso de esta manera. . . , me interesa. . .) y tratar de compenetrarse
en él. Estudiar en lo posible sus motivos de interés, sus posibilidades de
comprensión, y -sin perder de vista el propio objetivo- tratar de satisfacerlos en
todo momento.
• Cuidar con esmero que el tono -que revela la intención de quien escribe- sea
adecuado no sólo a la naturaleza del escrito, sino también a las características
del lector.
• Recordar que "las palabras vuelan, pero los escritos permanecen". No escribir
bajo la presión de impulsos ni precipitaciones -salvo excepciones justificadas-,
pues los arrepentimientos y las rectificaciones, cuando ya se ha enviado o
publicado un escrito, son siempre contraproducentes.
• Demostrar amabilidad y comprensión en cualquier circunstancia, sin caer en
adulación ni debilidad. La altura en el trato es el arma más contundente del
hombre en su vida de relación. Se debe estudiar muy bien la manera de acusar,
corregir, reprochar, desafiar o rebatir, a fin de lograr un resultado positivo, que no
sea la oposición estéril, la cerrazón o el rencor.
1. Concreción
3. Sencillez
Es una virtud clave en todo acto de relación humana: "Cada cosa en su lugar,
con su porqué." No conviene dirigirse a todos de idéntica manera -salvo el caso
de situaciones grupales. El mismo terna tratado en un informe científico, un
escrito protocolar, un artículo periodístico o una carta familiar, requiere de una
redacción distinta, perfectamente adecuada a cada caso. "Yo escribo así" o "Este
es mi estilo" será buena fórmula para un literato, que es un artista, pero no para
un redactor, que es sólo el expositor por escrito de un tema ya dado. La
adecuación en lo escrito significa un acto de lógica consideración hacia el
destinatario. La pregunta medular es: "¿Quién leerá esto que escribo? "; y la
respuesta, un escrito adaptado a la comprensión, el gusto y las necesidades de
ese "quien".
5. Ordenación funcional
6. Originalidad
7. Interés
8. Actualidad"
"Estar al día" o "vivir la época" son frases que resumen el ideal de la juventud
espiritual -no de edad- y progresista. La manera deenfocar los temas, los datos
utilizados, la construcción de los párrafos, el vocabulario, la puntuación, la forma
ortográfica, los símbolos convencionales, los elementos materiales que
acompañan a la redacción, todo debe revelar agilidad y vigencia actual. Para
pedir algo por escrito, en la actualidad no tiene sentido llegar a la humillación de
las "encarecidas suplicas", ni a la sumisión de "rogar a su merced (usted) que se
digne tener a bien contemplar. . ." Hoy no "habemos menester", sino que
tenemos necesidad de algo; y el "No ha lugar" con que nos contestan algunas
"señorías" no es más que el "No lo concedo", que sería la respuesta normal y
comprensible para una petición denegada. Es lógico aceptar que su
actualización -como acomodación a las exigencias expresivas del momento- es
una cualidad inseparable de la redacción moderna y eficaz, en todos los
órdenes.
RESUMEN