El Eje Del Mal Es Heterosexual
El Eje Del Mal Es Heterosexual
El Eje Del Mal Es Heterosexual
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Way, Stanford, California 94305, USA.
traficantes de sueños
movimiento
Índice
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El eje del mal es heterosexual
JAVIER PÉREZ. Queer desde su más tierna infancia (o sea, avant la lettre) y
marica irredenta, siempre pensó que la vida (y por tanto la militancia)
debería ofrecer algo más. Ha sido bibliotecaria, editora, librera, discotequera,
archivera, noctámbula, montañera… Lectora compulsiva, cree en el poder de
las palabras y en la necesidad de cuestionar lo que hacemos con ellas.
Actualmente es bibliotecaria universitaria y militante de GtQ.
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CARMEN ROMERO BACHILLER. Socióloga y activista feminista-queer, sigue
aprendiendo a cuestionar, vivir y transitar fronteras y a analizar y tensar
las cuerdas de las relaciones de poder. Profesora de sociología en la UCM,
sus intereses teórico-políticos se condensan en torno a los feminismos
queer interseccionales, los análisis culturales feministas de la tecno-ciencia,
la teoría del actor-red, los estudios postcoloniales y los estudios culturales.
Ha participado del proyecto de la Casa okupada de mujeres Escalera
Karakola y actualmente es miembro de GtQ.
BARBARA SMITH. Es una de las figuras más relevantes del feminismo negro
lesbiano de EEUU. Formó parte del Combahee River Collective uno de los
colectivos feministas negros más relevantes de los setenta en EE UU. Co-
fundadora de la editoral The Kitchen Table-Women of Color Press, ha editado
algunos de los textos más significativos en el desarrollo del pensamiento
feminista negro y postcolonial en EEUU, en particular Conditions Five: The
Black Women’s Issue; All the Women Are White, All Blacks Are Men, But Some
of Us Are Brave: Black Women’s Studies (junto con Gloria T. Hull y Patricia
Bell-Scott) y Home Girls: A Black Feminist Anthology. Recientemente ha
publicado la antología The Truth that Never Hurts. Actualmente vive en
Albany donde continúa compaginando el activismo con intervenciones
regulares en la academia.
FEFA VILA NÚÑEZ. Feminista queer atravesada desde la infancia por la raya
que nunca ha separado Galicia de Portugal y por una conciencia que
mezcla la experiencia rural y los trasiegos migratorios con continuas fugas
y desobediencias premeditadas —a precios variados—. Estudió sociología
y curioseó en las teorías del género y queer en las universidades de Utrecht
(Holanda), Manchester (Inglaterra) y Santa Cruz (EE.UU). Activista y
promotora del grupo madrileño LSD, que aparece en 1993 como grupo
queer-bollero de intervención, creación y agitación. En los últimos años
compatibiliza su actividad profesional como investigadora social
contratada asalariadamente con el estudio, la escritura, la producción y la
colaboración en diferentes proyectos de los ámbitos de la reflexión política
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El eje del mal es heterosexual
Publicidad
¡Alerta GtQ-Mad!:
Operación de marketing
Marca no registrada que utiliza registros diferentes para
desestabilizar los órdenes del consumo, de los sexos, los géneros...
Colectivo elíptico contradictorio paradójico y contingente
(pandilla de pringadas bien avenidas)
Invierte en GtQ Fondo de inversión garantizado Un valor seguro
Si no te gusta nuestra fiesta te devolvemos el dinero...
Subcontrata queer Pancartas precarias de emergencia
Depilamos tus actitudes
Podemos ser lo que tú quieras...
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Introducción
Introducción
...El eje del mal es heterosexual
1 Para una profundización sobre la sexualidad entendida como objeto de saber y dispositivo
de poder véase Michael Foucault (1976/1998) Historia de la Sexualidad.
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El eje del mal es heterosexual
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Introducción
Putas y maricones, de nuevo situadas como otras inapropiadas con las que
comparar: el «otro mal». El milagro homosexual que logra reunir a todas las
religiones y de forma puntual detiene el choque de civilizaciones en una
alianza homófoba: «Por eso cabe calificar de milagrosa la alianza sellada por
las máximas autoridades cristianas, musulmanas y judías, que se han unido
en una cruzada contra los homosexuales (...) los homosexuales han
conseguido lo que parecía imposible: armonía y concordia interreligiosa (...)
viejos rivales que hoy se transforman en aliados ante un común enemigo: el
desfile gay en Jerusalén» (El País, 1 de abril de 2005: 8). Pero la homofobia
también se convierte en arma de guerra. La violación de mujeres como botín
de guerra, se ha refinado en su versión del siglo XXI: torturemos con «el
mayor mal para un musulmán», una mujer soldado blanca estadounidense
ordenando prácticas homosexuales a presos iraquíes. Pero, por otro lado, la
soldado England aparece masculinizada, una no-mujer, una mujer-mujer
estadounidense nunca habría hecho algo así, y la prensa busca en un pasado
marginal y marimacho la causa de tales comportamientos monstruosos; las
bolleras respiramos ¿aliviadas?: está embarazada.
En este contexto surge el grito de «el eje del mal es heterosexual». ¿Es
acaso una frase humillante? Si fuera así es que ha sido capaz de recrear y
movilizar los mismos contextos de autoridad en los que se produjo «el eje del
mal», ¿de verdad hemos sido capaces de crearlos? Sólo un apunte, si
convenimos con Austin4 que los enunciados performativos, a pesar de no ser
ni verdaderos ni falsos, pueden ser inadecuados o desafortunados, no
bastaría con la enunciación de ciertas palabras sino que estas tendrían que
emitirse siempre en las condiciones adecuadas. Para alcanzar un enunciado
performativo exitoso —o «feliz» en términos de Austin—, este debe ser
reconocido, para lo que se necesita que sea emitido en condiciones
determinadas por aquellas personas conferidas con la autoridad requerida,
esto es, que se atenga y reproduzca el ordenamiento en el que está inscrito —
sus fórmulas ritualizadas, sus expresiones de autoridad, etc.—. Usar la
homosexualidad como expresión del mal —recurso de la izquierda y de la
derecha, de oriente y de occidente, de diferentes religiones— sitúa el insulto
en la «homosexualidad» para denigrar al otro. Entonces ¿qué resulta tan
perturbador de añadir el calificativo «heterosexual» a la expresión «el eje del
mal»? En principio, no serviría para ofender pues en nuestra sociedad la
heterosexualidad no funciona como insulto, sino como requerimiento de
normalidad. Añadido al «eje del mal», no hace más que marcar lo nunca
marcado, la heterosexualidad, para decir lo obvio: que las posturas del «eje
del mal» —ya sea en la versión trío de las Azores o en la versión que Bush creó
en su estrategia mundial antiterrorista de guerra preventiva—, partieron de
una heterosexualidad obligatoria y militantemente homófoba. Si es así, ¿por
qué sorprende o incluso se interpreta como ofensiva? En este caso la carga del
insulto no se encontraría en la «heterosexualidad», sino en el «eje del mal», de
tal forma que lo que no es sino expresión de una evidente alianza homófoba
que califica a los componentes concretos del «eje del mal», ha sido
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El eje del mal es heterosexual
«Por un tiempo, pensé que sería divertido llamar a lo que hacía en la vida
terrorismo de género. Me parecía acertado al principio —yo y mucha gente
como yo estábamos aterrorizando la propia estructura de género—. Pero
ahora lo veo diferente —los terroristas de género no son las drag queens, las
bolleras butch, hombres patinando travestidos de monjas—. El terrorista de
género no es el transexual masculino que está aprendiendo a mirar a los
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Introducción
Es obvio que el régimen heterrorsexista ya existía antes del 11-S y del 11-M:
sobre nuestros clítoris y anos, sobre nuestras faloplastias y nuestras vaginas —
diferentemente esculpidas—, sobre nuestros cuerpos con sida, se establecen a
diario todo tipo de campos de batalla. El machismo, la lesbofobia, la
transfobia, la utilización política y económica de la pandemia del sida, son
armas de destrucción masiva que han provocado muchas violencias y muchas
muertes. Este libro habla y denuncia los cotidianos y estatales terrorismos de
género, aquellos terrorismos silenciados sin indemnizaciones. «Terrorismo:
dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para
infundir terror». Las diferentes violencias simbólicas y materiales ejecutadas
desde la articulación de diferentes micropoderes para la defensa y vigilancia
de la dicotomía heterosexual jerarquizada y genitalizada —solo existen dos
sexos desiguales— y la monosexualidad medicalizada —una persona solo
puede poseer un único sexo natural, que es el asignado médicamente—.
Sabemos que la heterosexualidad obligatoria tiene como objetivo final
alcanzar una meta imposible, allí donde el límite avanza inexorable a medida
que el sujeto (yo/no yo/doblemente no yo... xx, xy, xxy, xxxy...) se aproxima a
este: algo que ni siquiera el campeón más heterosexual, varón, blanco y
monoteísta que haya existido, exista o existirá jamás sobre la faz de este
planeta puede llegar a cumplir. Dentro de este campo de fuerzas, somos el
resultado no esperado de un cálculo matricial basado en una aritmética
heterocentrada, por eso proliferamos en los márgenes de la economía
libidinal falocéntrica expresada por la mortífera reificación de las categorías
dualistas y dialécticas de homo/hetero, hombre/mujer.
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El eje del mal es heterosexual
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Introducción
7 El texto completo: «[...] lo que se manifiesta y se expone con la propia experiencia trans, no es el
ser mujer (que es otra cosa) sino el estar fuera de los géneros. Y para responder a los médicos, la
nuestra no es una disforia de género sino mas bien una euforia de género. Estamos eufóricas,
confusas y desorientadas y también orgullosas. El cuerpo transexual continúa siendo un cuerpo de
reo y desgraciadamente no sólo en la cultura a la que contestamos, también continúa siéndolo en
la cultura liberada y considerada libertaria» (Marcasano, 2002).
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El eje del mal es heterosexual
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Introducción
8 El 6 de mayo de 2002 fue asesinado el político holandés Pym Fortuyn que hizo de la
contraposición forzada de homosexualidad e Islam uno de los puntos fuertes de su agenda
política. Partiendo de paradigmas tan probadamente eugenésicos como el darwinismo
social, el malthusianismo, o la antropología organicista, declaraba que el Islam era un
peligro para «nuestro» occidente «supuestamente» más avanzado en materia social. Sus
derechos ilustrados estaban en peligro. Fortuyn pretendía establecer una política gay dentro
de un espacio no abyecto que le posibilitara el acceso a una ciudadanía de primera dejando
atrás aquellos discursos que lo hacían no apto para ostentar la jefatura de un Estado. Pero,
¿no será acaso el neoliberalismo un sistema aséptico de homofobia?: para Fortuyn «gay» era
un valor occidental, un triunfo de occidente, que habría que salvaguardar frente al peligro
de culturas subdesarrolladas que amenazaban «nuestro» welfare.
9 Es de sobra conocido por todas el discurso en el que se iguala sida a homosexualidad y
muerte. El 13 de febrero de 2005 las autoridades de salud pública de EE UU alertaban de la
aparición en Nueva York de una nueva cepa de VIH especialmente agresiva encontrada en
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El eje del mal es heterosexual
apenas existan estudios sobre el tratamiento del sida en mujeres. Pero además
los medios han representado a la respetable mujer blanca, heterosexual y
casada como «víctima» pasiva del sida y a la «mala» mujer inmigrante,
prostituta o drogadicta como la portadora y transmisora del virus. Otro
ejemplo de las complejas interacciones entre ideologías racistas, heterosexistas
y coloniales, denunciado por Cheryl Chase en su texto, son las implicaciones
coloniales de la enorme diferencia entre la atención mediática y la crítica moral
hacia la ablación genital femenina en África y la indiferencia ante la mutilación
genital intersexual institucionalizada y legitimada médicamente en occidente:
si bien ambos procesos cumplen funciones sociales semejantes —normalizar a
las personas para su vida hetero-sexual y su normalización vía matrimonio—,
uno es descrito como un producto residual de una sociedad atrasada y el otro
se presenta como parte de una retórica de progreso donde la técnica nos ofrece
la promesa de trascendencia de los límites naturales.
Desde diversas experiencias de vulnerabilidad no equiparables ni
asimilables; desde ser interpeladas y violentadas como abyectas; desde la
hipervigilancia de espacios propios e impropios; desde los aprendizajes de cómo
aparentar y «pasar por» géneros y/o nacionalidades como estrategias de
supervivencia; desde la experiencia de habitar las fronteras geográficas de los
cuerpos, las nacionalidades y los deseos; desde el conocimiento de que
nuestras diferentes diferencias importan y que hay que dar cuenta de ellas;
queremos proliferar en encuentros promiscuos que no eludan estas
complejidades constitutivas, ni sus contradicciones y conflictos.
«Tres manzanas cayeron del cielo: una para nosotras, otra para las que inician el
tránsito y la tercera para las que nos acompañan....»
un paciente homosexual, que mantenía múltiples relaciones sin condón —hemos de sobre–
entender que con diferentes personas—, al tiempo que usaba metanfetaminas en forma de
cristales... Pero, ¿dónde reside la auténtica novedad científica de esta noticia? Cualquier
manual sobre sida nos explica cómo el virus que causa la enfermedad es capaz de mutar mil
millones de veces en una sola persona en el espacio de veinticuatro horas. Luego ¿la
novedad es que según un discurso heterocentrado un cuerpo homosexual es el topos ideal
donde puede alojarse la quintaesencia de la muerte? ¡Menuda novedad!
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Introducción
AUSTIN, J.L., Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós, 1962/1988.
AZIONE GAY E LESBICA FIRENZE, «Documento de adhesión al fórum de
Génova», en www.antagonismogay.org
BORNSTEIN, KATE, Gender Outlaw. On men, women and the rest of us, Nueva
York-Londres, Routledge, 1994.
BUTLER, JUDITH, El género en disputa: el feminismo y la subversión de la
identidad, Barcelona, Paidós, 1990/2001.
BUTLER, JUDITH, «La cuestión de la transformación social», en Elisabeth
Beck-Gernsheim, Judith Butler y Lidia Puigbert, Mujeres y transformaciones
sociales, Barcelona, El Roure, 2001.
FOUCAULT, MICHEL, Historia de la Sexualidad I. La voluntad de saber, Madrid,
Siglo XXI, 1976/1998.
GUATTARI, FELIX, «Micropolítica del fascismo» en La révolution moléculaire,
Paris, Recherches, 1977.
HALBERSTAM, JUDITH, «Nuevas subculturas performativas: dykes,
transgéneros, drag kings, etc», Seminario Retóricas del Género/Políticas de
identidad, UNIA, Sevilla, 2003. Disponible en http://www.sindominio.net/
karakola/retoricas/halberstam2.htm
MIELI, MARIO, Elementos de crítica homosexual, Barcelona, Anagrama, 1979.
MARCASANO, PORPORA (2002), Transessuali, transgender o degenerate: i corpi
del reato, Forum Social Europeo, Florencia, viernes 8 de Noviembre 2002.
Disponible en http://www.antagonismogay.org/modules.php?name=News
&file=article&sid=38.
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Desde los márgenes
1. De la injuria y la exclusión
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El eje del mal es heterosexual
Barbara Smith, All the Women are White, All the Black Are Men, But Some of Us Are Brave: Black
Women´s Studies (1982), una provocación a las feministas blancas para que se interroguen
sobre sus actitudes racistas, y Sister Outsider (1984), de Audre Lorde.
3 Un interesante análisis de la injuria –real o potencial– como elemento desvalorizador
omnipresente en la vida de los gays y las lesbianas se encuentra en Didier Eribon (2001: 55- 67).
4 Respecto a la utilización del término queer en inglés (como adjetivo y también como verbo:
to queer) hay que señalar que uno de los rasgos que lo hace interesante es que incluye tanto
al masculino como al femenino y permite reflejar la diversidad de las denominadas
sexualidades periféricas (los trans, las bollos, los maricas, y todo lo «rarito»), aunque
también se ha señalado la posible despolitización de esa inclusividad semántica, y el peligro
de apropiación fuera de las minorías sexuales que sufren la opresión social («no todos somos
queer»). Queer, además, pierde fuera del contexto anglosajón el tono radical del término.
También hay que apuntar que, en ocasiones, el término queer se ha traducido apresurada (e
interesadamente) como «marica», cuando de esta manera no sólo pierde ese carácter más
inclusivo del término en inglés, sino que además no se hace justicia a la deuda que el
activismo y la crítica queer tienen con la teoría y la práctica política feministas. Sobre esta
interesada traducción, véase la anotación que hace Beatriz Suárez, en Xosé Buxán (1997: 270).
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Desde los márgenes
fletos, manifestaciones y actos que han influido o que son importantes desde el
punto de vista de la representación), si bien, por cuestión de espacio, incluyo
aquí sólo algunos ejemplos. Finalmente, este capítulo pretende ser una
aportación al análisis de la práctica y las representaciones políticas queer,
respondiendo a la necesidad existente de estudiar, archivar y reflexionar
sobre la protesta queer que se viene desarrollando en el Estado español desde
principios de los años noventa.
2. Identidades en fuga
Las «multitudes queer» (Preciado, 2003) aparecen en escena con una serie de
interrogantes sobre las precondiciones de la identidad (qué elementos hay
que tener para ser considerada, por ejemplo, una «mujer») y sus efectos (a
quién incluimos y a quién dejamos fuera de esa etiqueta identitaria).7 El
activismo queer no sólo cuestiona que la acción política tenga esa base
«natural» y estable (ser «gay», ser «transexual»), sino que va más allá incluso
de la defensa de la mera «diferencia» de los gays y las lesbianas y de la
«tolerancia» hacia ellos. Los grupos queer rompen el determinismo identitario,
que había sido necesario en su momento para la movilización, y se rebelan
contra la concepción de las identidades como algo inamovible y contra las
relaciones de poder que se establecen en el seno de esas identidades;
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El eje del mal es heterosexual
Algunas lesbianas «siempre» han sido lesbianas. Otras, como yo, han «devenido»
lesbianas. Tanto construcción sociocultural como efecto de las primeras experiencias de la
infancia, la identidad sexual no es innata ni simplemente adquirida, sino dinámicamente
reestructurada por específicas formas histórica y culturalmente hablando.
8 Estos debates sobre la cuestión de las identidades y sobre cuáles son las estrategias más
eficaces para la transformación social se han producido también en círculos postcoloniales,
postestructuralistas y feministas. Desde esta literatura se ha cuestionado de igual manera la
noción de una identidad fija no sólo porque se trate de una ficción previa a la movilización
sino porque crea exclusiones de los sujetos que dice representar.
9 En el caso español, la Fundación Triángulo es el máximo exponente de la defensa de la
ausencia de una identidad gay y lésbica diferenciada y de la crítica al «comunitarismo». La
posición de este grupo se puede consultar en Sánchez, Miguel Ángel y Pedro A. Pérez (2000).
10 Sobre la utilización de las identidades como estrategias políticas véase Mary Bernstein (1997).
11 De la misma manera que había sucedido con el feminismo. Las lesbianas que se rebelaron
contra los estándares de pureza del movimiento (sobre todo las lesbianas S/M y las butch-
femme) encabezaron la corriente denominada pro-sexo, junto a heterosexuales «liberadas»
sexualmente y a mujeres cercanas al feminismo radical clásico (Rubin, 1993).
12 En Estados Unidos, muchas lesbianas se unieron, durante los conflictos en torno a la
pornografía (las llamadas sex wars), a los grupos queer al no sentirse identificadas
ideológicamente con el discurso del lesbianismo feminista, que era «[a]nti sexo, anti gays, de
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Desde los márgenes
Los grupos queer españoles van a cuestionar las representaciones, los espacios
y los discursos normativos sobre las minorías sexuales, haciendo hincapié en
la necesidad política de nombrarse, «contarse» y representarse a ellos y a ellas
mismas. Frente al lenguaje normativo, utilizan la autodenominación que se
adelanta al insulto comentada antes (el fanzine de LSD se llamaba Non Grata).
Frente a las representaciones, de, por un lado, la cultura dominante cargada
de puritanismo, prejuicios o «tolerancia» hacia las minorías sexuales, y, por
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El eje del mal es heterosexual
16 Exposición fotográfica que se realizó en los meses de junio y julio de 1995 en el bar La Lupe
y posteriormente en El Mojito dentro de una campaña de acción y visibilidad de LSD. Ver
Non Grata, junio y julio de 1995.
17 Sobre las relaciones eróticas butch-femme entre lesbianas uno de los mejores textos es el de
Joan Nestlé, «The Fem Question», en Vance (ed.) (1984).
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Desde los márgenes
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El eje del mal es heterosexual
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Desde los márgenes
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El eje del mal es heterosexual
22 Pensemos en el Ball room de la película Paris is burning, un baile que se celebraba en Nueva
York a mediados de los años ochenta, donde hombres negros de clase baja se vestían de drag
queens y hacían de mujer blanca, de clase media, heterosexual, etc. Esta película muestra la
producción performativa no sólo del género sino también de la clase y de la raza.
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Desde los márgenes
23 A este respecto, ver el artículo de Beatriz Preciado «Llegan los Reyes de la cultura king»
en la revista Zero número 62 (2004): 72-74.
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El eje del mal es heterosexual
Cartel de GtQ «Alteración del DNI», manifestación del «orgullo», Madrid, 2004.
DNIs alterados. El DNI condensa muchas de las formas de intervención del poder. Con su alteración
RESISTIMOS:
Al nombre propio y sus marcas de género. Resistimos a los biopoderes. Violencia cultural: resistimos
a las marcas. Violencia machista: 60 muertas en 2003. Violencia biológica transfóbica. Bio-lencia.
DNI=ADNi: no somos mariclones. Gestionamos y desmontamos el DNI: Dragking No Identificado.
Resistimos a la marca de género y sexo: nuestro sexo es S/M. Trabajamos nuestro culo. Resistimos a la
filiación, al padre y a la madre, a la pareja universal. ¿Matrimonio? ¡Trimonio! Resistimos a un poder
asesino, que condena a l@ migrantes a una muerte civil: la muerte civil es una forma de asesinato.
Resistimos a un sistema de asignación de identidad que no permite la gestión autónoma del género
ni del sexo. Cambio de sexo gratis ya. Resistimos porque hay cuerpos y políticas trans. El sexo es una
migración, somos migrantes en tránsito. Somos sextranjeros. Somos extrangéneros. Resistimos a lo
humano, a ser persona, sujeto o individuo. Nuestro sexo es protésico, cibernético, precario, múltiple.
Cuerpos que importan. Cuerpos que soportan. Cuerpos que sudan. Drogamos nuestros cuerpos, los
operamos, los hormonamos, los modificamos. Resistimos con cuerpos transfronterizos, abyectos,
sucios, raros. Resistimos al cuerpo médico-policial. Resistimos al poder globalizado: del GT8 al OGT8.
Resistimos al consumo rosa, a un 28 J de espacios acotados y privados. Bollera no es una marca, es un
desorden global. Mensaje en una Botella: resisitimos a la criminalización de l@s trabajador@s del sexo.
Combatimos la matriz heterosexual, la lesbofobia, la homofobia y la transfobia institucionales.
Okupamos los espacios de asignación de género y sexo, resistimos en los laboratorios: un desalojo
heterosexual, otra ocupación maribollo. Resistimos con multitudes y diásporas queer, con proliferación
de identidades: ciberbollos, osos, camioneras, drag king-kongs, punkifemmes, transgéneros,
intersexuales, maricones...
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Desde los márgenes
Modified DNIs. DNI shows many of the ways the power works. By modifiying it we RESIST:
Proper noun and its gender marks. We resist bio-powers. Cultural violence: we resist brands. Male
chauvinist violence: 60 women killed in 2003. Transphobic biological violence. Biolence. DNI=DNA:
we are not queer-clones. We manage and deconstruct DNIs: Dragking Not Identified (UFO:
Unidentified FaggOt). We resist gender and sex marks: our sex is S/M. We work our ass. We resist
kinship, father and mother, the universal couple. Wedding? Wetting! We resist a killer power, which
dooms migrant people to a civil death: civil death is a kind of murder. We resist a gender-assignation
system that does not allow an autonomous management neither of gender nor of sex. Free sex-change
now! We resist because there are trans bodies and politics. Sex is a migration, we are migrants in
transit. We are sextrangers. We are strangenders. We resist to be human, to be a person, a subject or an
individual. Our sex is prosthetic, cybernetic, precarious, multiple. Bodies that matter. Bodies that bear.
Bodies that sweat. We dope our bodies, operate them, hormone them, modify them. We resist with
trans-border, abject, dirty, queer bodies. We resist the police-medical body. We resist global power. We
resist gay consumerism, a Gay Pride in private and close(te)d spaces. Dyke is not a brand, it is a global
disorder. Message in a Bottle: we resist institutional harrassment of sex workers. We fight against the
straight matrix, the institutional lesbophobia, homophobia and transphobia. We squat gender and sex
assignation spaces, we resist in laboratories: a straight eviction, another queer squat. We resist with
queer diasporas and crowds, with a proliferation of identities: cyberdykes, bears, butches, drag king-
kongs, punkyfemmes, transgenders, intersexuals, faggots...
DNI FUCKING
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El eje del mal es heterosexual Desde los márgenes
En el Estado español, los grupos queer, que surgen desde principios de los
años noventa, contestan y resisten al régimen normativo que los construye
como «raros» y a las identidades fijas del ser «gay», «lesbiana» o «transexual»,
a través de representaciones e imágenes cargadas de subversión que abren el
espacio a la irrupción de las «multitudes» queer. Las representaciones queer
reflejan la defensa de una concepción hiperidentitaria y performativa de las
identidades (que va de la mano de la autodenominación orgullosa de bolleras,
maricones, fetichistas, transexuales, osos, pedófilos...), y, al mismo tiempo, el
desinterés en la visibilidad como estrategia política en todos los espacios todo
el tiempo (con lo que se evita el control y la apropiación por parte del sistema
de las prácticas políticas queer).
Estas representaciones difieren de las realizadas por los colectivos de
lesbianas feministas de los ochenta y de grupos gays (como el COGAM o la
Fundación Triángulo) en que rescatan de los márgenes a las sexualidades
«malas», a todo ese conjunto de subculturas, cuerpos, prácticas, placeres y
deseos que habían sido excluidos del espacio público y de la construcción de
la identidad «gay» y «lesbiana» (los osos, los drag-kings, la cultura leather, los
transgéneros, intersexuales...). Las imágenes de los grupos políticos queer son
sexualmente explícitas, hablan del SIDA y de sexo seguro, de prácticas,
juguetes, deseos y fantasías diversas. Lo hacen sin tabúes, de manera
irrespetuosa, sin necesidad de vistos buenos, sin buscar la normalización ni la
integración en la cultura dominante; sin perseguir que se les entienda, ni que
se les acepte. Lo que quieren es contarse a sí mismos y a través de sus propias
miradas y representaciones denunciar la normalidad que les rodea y que les
construye como pecadores, perversos, peligrosos.
Las representaciones queer han sido en ocasiones percibidas (y criticadas)
como vanguardistas y elitistas. He mostrado que teoría y práctica política
queer van en ocasiones de la mano, no son compartimentos estancos definidos
uno en contraposición del otro (protesta en la calle / elitismo universitario).
Que las representaciones queer son algo más que imágenes (con textos)
artísticas de sujetos con una pose radical. Pretenden combinar la capacidad
transformadora y ser efectivas al mismo tiempo, incidir en el contexto local.
Las imágenes queer hablan de que no sólo hay un espacio político: los cuerpos
también son campos de batalla. Cuentan, en fin, la resistencia y la
supervivencia de todos los y las raras a través del camp, la parodia, muchas
plumas y muchas dosis de ironía.
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Desde los márgenes
Fiesta-taller Drag-king, «Noche de reyes», GtQ, Escalera Karakola, Fiesta-taller Drag-king, «Noche de reyes», GtQ, Escalera Karakola,
Madrid, 5 de enero, 2004. Madrid, 5 de enero, 2004.
Referencias bibliográficas
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El eje del mal es heterosexual
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2. Geografías víricas
2. Geografías víricas:
hábitats e imágenes de coaliciones y resistencias
Sejo Carrascosa y Fefa Vila Núñez
«El SIDA es, entre otras muchas cosas, una historia, o múltiples historias, que son
leídas en gran medida —y sorprendentemente- desde un texto que no existe: el
cuerpo del varón homosexual. Es un texto que la gente quiere —necesita— leer hasta
tal punto que han llegado al extremo de escribirlo ellos mismos. El SIDA es un nexo
donde múltiples significados, historias y discursos se cruzan, se superponen, se
refuerzan y se subvierten unos a otros».1
Paula A. Treichler,
«AIDS, Homophobia, and Biomedical Discourse»
1 En el original: «Whatever else it may be, AIDS is a story, or multiple stories, read to a
surprising extent from a text that does not exist: the body of the male homosexual. It is a text
people so want —need— to read that thay have gone so far as to write it themselves. Aids is
a nexus where multiple meanings, stories, and discourses intersect and overlap, reinforce,
and subvert one another».
45
El eje del mal es heterosexual
SIDA: dedicatoria
A todas las personas que han muerto por VIH/SIDA tras una agonía exenta de
cualquier esperanza.
Porque estas muertes nunca tendrán la misma consideración que las que
han sido causadas por un ataque de los llamados terroristas o por una guerra,
ni siquiera que las producidas por una catástrofe natural o por cualquier
accidente contemporáneo con tufo a fallo humano. Porque no habrá
supervivientes que se junten el día del armisticio para recordarles, sus
familias no cobrarán una pensión aunque queden en una situación de
precariedad, sus asociaciones de personas cercanas no recibirán cuantiosas
subvenciones para explicar la gratuidad de su muerte física e intentar que no
se repitan los mecanismos de segregación y castigo que la hicieron también
social y humana.
Nunca comprenderemos por qué la vida de un dinamitero de la Guardia
Civil, un juez o un periodista vale más que las de nuestros amigos-amantes:
Héctor, Fernando, Julián…, y la de cualquier otra amiga o amante
desconocida aún.
46
Geografías víricas
El sida ha sido, y sigue siendo, uno de los grandes espejos de nuestro tiempo,
de finales y principios de un nuevo siglo. Nos ha emplazado en lo mejor y en
lo peor que se pueda experimentar. El sida ha sido, y sigue siendo, el gran reto
que nos ha confrontado a cada uno de nosotros con la homofobia, el racismo,
el sexismo y el clasismo, en el mismo corazón de las sociedades occidentales,
y de los países más ricos y poderosos del planeta.
La crisis del sida reflejó las carencias de todo el sistema sanitario y puso
de manifiesto la moral reaccionaria, o la doble moral, de los gobernantes y
gestores del llamado bien común o Estado del bienestar, nomenclatura que
depende exclusivamente del lado del océano Atlántico en que nos situemos.
La infección masiva que provocó el VIH también evidenció las
limitaciones de la investigación biomédica y de las prácticas clínicas y
médicas, y nos corroboró una vez más los postulados foucaultianos al
mostrarnos la inherente naturaleza política de la medicina, de la ciencia y de
sus tecnologías. Pero la pandemia (epidemia global) nos ha contado, además,
otras muchas historias. Nuestros amigos y novios maricas, bolleras, putas y
mujeres que viven con el sida nos han enseñado a cada una de nosotras cómo
practicar sexo seguro, cómo acceder a nuevas prácticas sexuales, cómo
establecer nuevas coaliciones políticas y cómo ejercer resistencias. A nivel
local, en España, las personas con sida y las personas que viven con sida, así
como sus aliados «naturales», se han movilizado en frentes conjuntos desde
finales de la década de los ochenta para demandar medicamentos y
programas de prevención y tratamiento adecuados; para exigir unos servicios
de salud integrales que fueran completamente gratuitos. Nos hemos
movilizado para protegernos y enfrentarnos, con un poder nunca suficiente,
a la fuerte discriminación y odio con los que teníamos que vivir y morir.
ACT-UP (Aids Coalition To Unleash Power) que aparece en la escena
neoyorquina en 1987, seguido de todas las demás iniciativas políticas y
culturales que surgen a su alrededor o paralelamente, en EEUU. y Gran
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El eje del mal es heterosexual
Bretaña (Radical Furies, Testing the Limits, Lesbian Avengers, OutRage, Queer
Nation, WAC, Gerrilla Girls, etc.) han sido, muy probablemente, los grupos de
acción directa más visibles y más efectivos, en términos políticos, en su lucha
inicial contra la pandemia.
Entre todos ellos construyeron un amplio movimiento que supo combinar
y tejer arte, investigación, educación, lazos y afectos comunitarios con
protestas y desobediencia civil. Todavía hoy, a pesar de cierta amnesia y
desidia, sus tácticas son reconocidas como un modelo de acción social. Un
modelo que se propagó de inmediato entre todo un conjunto de movimientos
que surgieron en los años noventa en diferentes contextos nacionales. Fue, en
este contexto y en esa genealogía militante, donde se situó la aparición y la
acción de dos grupos que surgieron en Madrid a principios de la década de
los noventa: LSD y La Radical Gai (LRG). El cuerpo se había convertido, como
decía Barbara Kruger, en un «campo de batalla», territorio privilegiado del
control y de lógicas disciplinarias; así, para esta nueva generación de
activistas, el cuerpo, la sexualidad y el género emergerán en todas sus
dimensiones como espacios desde los cuales ejercer y ejercitar resistencias.
Una constelación de síntomas, a cual más desagradable, cuando no
terriblemente bufonesca, fueron dando forma —formando y deformando— a
determinados cuerpos: cuerpos mutantes. Cuerpos extraños que fueron
ocupando las vidas y muertes de los llamados «portadores». Cuerpos afectados,
que con afecto nos transformaron a todos en nuestros viajes y aventuras.
«Un extraño virus de origen desconocido», «una enfermedad de
transmisión sexual», «el fantasma de la muerte recorre el mundo», «la peste
gay», «una enfermedad crónica», han sido algunos de los titulares o
acercamientos que, desde su aparición hasta estos momentos, se han
enunciado sobre el sida. La realidad: una pandemia de dimensiones hasta
ahora nunca registradas en la historia, atravesada por la ineficacia creciente
de unas burocracias públicas que rápidamente fueron asaltadas por los
intereses privados del capital farmacéutico. Conjuntamente, y en
combinación con múltiples fuerzas y discursos reaccionarios, dieron paso a
un dispositivo social que fomentó y desarrolló, sofisticando su expresión al
máximo, el virus de la homofobia. La homofobia, un peligroso virus que
portaban grupos, que enseguida catalogamos en nuestros manuales de
supervivencia como de alto riesgo. Han sido ellos los que desde diferentes
frentes han alimentado el estigma social hacia maricas, transexuales,
bolleras y otros inadecuados, léase putas, yonkis, inmigrantes o
determinados grupos de mujeres.
Unos cuantos años más tarde cabe preguntarse cómo esta pandemia ha
definido y reconfigurado nuestro espacio social, las ideas sobre la vida y la
muerte, o las estrategias y resistencias políticas. Cabe preguntarse cómo el
sida ha transformado los significados acerca de las sexualidades y la
diferencia sexual. Son estas algunas de las cuestiones que intentamos
trasladar aquí.
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El eje del mal es heterosexual
2 También a mediados de la década de los noventa se forma en Barcelona, al igual que en otras
muchas ciudades del mundo, ACT-UP-BCN, y seguidamente ACTUA y ACTUA DONA. El
primero fue más bien un intento, por su paso fugaz en el escenario militante, y los otros dos,
aunque se articularon desde una posición contrahegemónica y fue importante su labor, pronto
derivaron en asociaciones de carácter más informativo y asistencial, y menos activista.
También se registran las primeras representaciones o manifestaciones artísticas, que ponen
énfasis en la denuncia de los mecanismos más opresivos y estigmatizadores.
3 El primer antirretroviral que se empezó a dispensar.
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El poder médico
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Los poderes públicos son los únicos responsables de hacer una política de
prevención y de atención sanitaria de envergadura. Esto no solo se ignoró en
la falta de control en las transfusiones, que se convirtió en la punta del
iceberg, sino también en la intervención en los espacios públicos donde se
debería haber llevado una política de información, prevención y apoyo; desde
los colegios a las cárceles, pasando por hospitales y centros de trabajo. Y
desde luego, no abandonar de nuevo, a otra de sus tragedias silenciosas, a los
países empobrecidos.
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Geografías víricas
SIDA: desplazamientos
pectos que afectan a las vidas de las mujeres con sida o que viven con el sida en
España. El acercamiento de esta investigación según sus autoras, ha tenido
como motor inicial, «(…) que uno de los principios básicos fuera que las
mujeres seropositivas actuasen como sujetos activos de su propia historia, y no
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El eje del mal es heterosexual
como objeto de estudio, tal y como las mujeres positivas suelen estar ubicadas
entre los actores que conforman el escenario en esta lucha (científicos,
instituciones, ongs, etc.)».
Cindy Patton, una de las más lúcidas analistas en estas cuestiones,
insiste, desde sus reflexiones, en la relación entre las migraciones, la salud y
el género como elementos esenciales para poder organizarse eficazmente
contra el sida. Esta autora, si bien afirma que las mujeres han quedado
invisibilizadas en los principales debates e investigaciones sobre la
pandemia, también subraya que no basta con restablecer o restaurar,
sencillamente, la visibilidad de las mujeres. Insertar el concepto de «mujer»
sin analizar y reflexionar críticamente sobre cómo las identidades y los
grupos de «mujeres» se constituyen nos llevaría y, de hecho así sucede,
inevitablemente a otro tipo de atrofia visual.
En este sentido, no podemos ignorar, porque son algo más que simples
casualidades, las numerosas tentativas encaminadas a asociar el sida con el
comportamiento «desviado» de ciertos grupos de mujeres, como por ejemplo,
el de las prostitutas, las consumidoras de determinadas drogas, o las
inmigrantes del África negra. Estas mujeres, individual o socialmente, son
vistas, analizadas o tratadas clínicamente como vectores de propagación y
globalización del virus. Por una parte se representa a las mujeres como simples
receptoras pasivas, objetos sexuales «inocentes» para los hombres heteros o
bisexuales, y por otra, se insiste en la imagen de la mujer que infecta, llegando
incluso a poder contagiar a sus niños; pasando entonces a convertirse en la mala
madre seropositiva. Esta oposición entre mujeres culpables y mujeres inocentes se
articula alrededor de la raza y de la clase social: las mujeres inmigrantes, negras,
asiáticas o árabes, son estigmatizadas o «marcadas» como culpables por esa
presunción, tan exótica como racista, de «exceso» de sexualidad, mientras que se
establece el papel de víctimas inocentes para las mujeres blancas de clase media.
Patton, también critica la investigación sobre la prostitución y el sida,
explicando que no basta con reemplazar el término de «prostituta» por el de
«trabajadora sexual». La contabilidad y buena salud capitalista sigue
dependiendo de la separación entre la esfera doméstica (femenina y
sexualizada) y la pública (masculina, sexualmente neutral y universalizada).
Esta separación haría impensable de forma frontal el intercambio sexual fuera
de la esfera de la vida privada, y a lo sumo se definiría, estricta y
rigurosamente, como un intercambio comercial; obviando e ignorando, desde
nuestras visiones eurocéntricas, que en otras culturas y en otros contextos
puede tener otros significados. De esta manera, Patton se refiere a que en los
crecientes ciclos de migración hacia los grandes centros urbanos en el África
austral, el sexo tiene un valor de intercambio de servicios, este valor es el que
permite a las mujeres negociar con los hombres, y también es este trueque el
que les asegura acceder a determinados recursos básicos para su
supervivencia, que de otra manera serían innegociables e inalcanzables. Por
lo tanto, podemos deducir que un programa de prevención y concienciación
del SIDA/VIH que se dirige únicamente a las trabajadoras sexuales, ignoraría
a un grupo más amplio de mujeres.
Lo que nos viene a decir Patton, es que, por encima de cómo se muestre
exactamente la realidad, hay intentos repetidos que insisten en que ésta sea
presentada ante nuestros ojos de manera parcial, interesada o prejuiciosa, lo
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Geografías víricas
SIDA: http://mensbiblio.xyonline.net/AIDS.html
SIDA ACTIVISMO:
http://www.gtt-vih.org
http://www.tac.org.za
http://www.actup.org
SIDA-Mujeres-Bollos: http://www.caps.ucsf.edu/mujeres.html
SIDA y ARTE: http://www.ilpi.com/artsource/bibliographies/aidsbib.txt
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Homofobia, ¿por qué hablar de ello?
3. Homofobia,
¿por qué hablar de ello?
Barbara Smith* (1983)
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1 The Combahee River Collective «A Black Feminist Statement», in All the Women Are White,
All the Blacks Are Men, But Some of Us Are Brave. Black Women’s Studies, ed. Gloria T. Hull,
Patricia Bell Scott, and Barbara Smith (Nueva York, The Feminist Press at The City
University of New York, 1982), num. 13, pp. 13, 16.
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Homofobía, ¿por qué hablar de ello?
Entretejiendo “Ismos”
Lo que ocurrió en el Blues ilustra perfectamente los modos en los que los
principales «ismos» incluyendo el heterosexismo están íntima y violentamente
entretejidos. No me es difícil ver cómo los sistemas de opresión se interconectan,
aunque sólo sea por razón de que su existencia afecta mi vida muy
frecuentemente. Durante las décadas de 1970 y 1980 las lesbianas políticas de
color han sido a menudo las más agudas en destacar la necesidad de desarrollar
una comprensión de las conexiones entre las opresiones. También se han
opuesto a la construcción de jerarquías y han desafiado la «fácil salida» de
escoger una «opresión primaria» y minimizar la importancia de esas enredadas
inconsistencias que ocurren siempre que raza, sexo, clase e identidad sexual se
mezclan de hecho. Irónicamente, para las fuerzas de la derecha, odiar a las
lesbianas y a los varones gays, a las personas de color, a los judíos y a las mujeres,
va de la mano. Ellos realizan conexiones entre opresiones en sus formas más
negativas, con resultados terroríficos. Personas supuestamente progresistas, por
otro lado, que se oponen a la opresión en cualquier otro ámbito, se resisten a
reconocer que el abuso socialmente sancionado de lesbianas y varones gays es
un problema serio. Su actitud tácita es: «Homofobia, ¿por qué hablar de ello?».
Existen numerosas razones que explican la resistencia de personas,
sensibilizadas con otras cuestiones, a confrontar la homofobia, tanto en ellas
mismas como en otros. Una razón fundamental es que las personas se sienten
generalmente amenazadas sobre cuestiones de sexualidad, y para algunas la
mera existencia de homosexuales pone en cuestión su sexualidad/
heterosexualidad. A diferencia de muchos otros grupos oprimidos, los
homosexuales no constituyen un grupo cuya identidad esté definida por
nacimiento. Mediante el proceso de salir del armario, una persona puede
de hecho adquirir su identidad en cualquier momento de su vida. Una forma
de proteger las credenciales y privilegios heterosexuales es rebajar en todo
momento a las lesbianas y varones gay, abrir una sima tan amplia como sea
posible entre «nosotros» y «ellos».
Hay algunas actitudes e ideas erróneas que encuentro particularmente
destructivas por la forma en la que trabajan con el fin de aislar las
preocupaciones de lesbianas y varones gays:
a) Las opresiones de lesbianas y varones gay no son tan serias como otras opresiones.
No es un problema político, sino una preocupación privada. El impacto vital
destructivo de pérdida de trabajos, hijos, amistades, y familia; el
desmoralizante peaje de vivir con el constante temor a ser descubierta por
la persona equivocada, que impregna las vidas de todas las lesbianas y
varones gays, tanto dentro como fuera del armario; y la violencia física y las
muertes reales que varones gays y lesbianas sufren en manos de
homófobos, pueden ser, si se suscribe este mito, completamente ignoradas.
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El eje del mal es heterosexual
b) «Gay» significa varones blancos con sustanciosos ingresos y sin cargas, punto.
Percibir a las personas gays de esta forma permite ignorar que algunas de
nosotras somos mujeres y personas de color, y de clase trabajadora, y
pobres, y con discapacidad, y viejas. Pensar limitadamente que las personas
gays son varones, de clase media, blancos, tal y como los medios de
comunicación del sistema quieren que piense la gente, socava la conciencia
de cómo se superponen identidades y conflictos. Resulta esencial, sin
embargo, al hacer conexiones entre la homofobia y otras opresiones, no
caer presa del razonamiento distorsionado de que la justificación para
abordar seriamente la homofobia es que afecta a algunos grupos que están
«constatablemente» oprimidos, por ejemplo, personas de color, mujeres, o
personas con discapacidad. La homofobia es, en y por sí misma, una
opresión constatable, y en un sistema heterosexista, todas las personas no-
heterosexuales son vistas como «desviadas» y están oprimidas.
c) La homosexualidad es un problema blanco o incluso una «enfermedad blanca».
Esta actitud es bastante predominante entre las personas de color.
Individuos que se oponen militantemente al racismo, en todas sus formas,
continúan considerando el lesbianismo y la homosexualidad masculina
como algo de lo que reírse disimuladamente o, peor aún, despreciar. Las
personas de color homófobas no sólo son opresivas hacia personas
blancas, sino hacia miembros de sus propios grupos —al menos un 10% de
sus propios grupos.
d) Las expresiones de homofobia son legítimas y aceptables en contextos donde
otro tipo de fanatismo verbal estaría prohibido. Humillaciones y bromas sobre
«bolleras» y «maricas» se pueden hacer sin la más mínima crítica en
círculos en los que bromas sobre «negratas» [nigger] y «chinos» [chink], por
ejemplo, conllevarían una censura instantánea o incluso ostracismo. Una
noche viendo la televisión indica lo aceptables que resultan las
expresiones públicas de homofobia.
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Homofobía, ¿por qué hablar de ello?
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Reflexiones desde la negritud y el lesbianismo
4. Reflexiones
desde la negritud
y el lesbianismo
Esther Ortega (2005)
«I made the choice to be queer»
Anzaldúa ( 1987)
«Marcha del millón de mujeres», Filadelfia, 25 de octubre, 1997.
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El eje del mal es heterosexual
Dibujando puentes
Trazar las conexiones entre las diferentes formas de opresión sexo, género,
raza, sexualidad ha sido una constante entre las activistas y grupos de
lesbianas negras y de color en los Estados Unidos desde la década de 1970
hasta la actualidad. Para la comprensión de una realidad política compleja
por parte de estos grupos, es fundamental el desarrollo del concepto de
simultaneidad de la opresión.
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Reflexiones desde la negritud y el lesbianismo
Para una mujer de mi cultura únicamente había tres direcciones hacia las que
volverse: hacia la Iglesia como monja, hacia las calles como prostituta, o hacia
el hogar como madre. (…) Educadas o no, la responsabilidad de las mujeres
aún es la de ser esposa/madre —sólo la monja puede escapar de la maternidad
(Anzaldúa, 2004: 72-73).
Pero este choque se produce al tiempo que se reconoce como lesbiana en una
cultura profundamente homófoba:
Para las lesbianas de color, la máxima rebelión que pueden emprender contra su
cultura nativa es a través de su conducta sexual. La lesbiana va en contra de dos
prohibiciones morales: sexualidad y homosexualidad. Siendo lesbiana y
creciendo católica, adoctrinada como heterosexual, I made the choice to be queer. Es
un camino interesante que se desliza continuamente dentro y fuera de lo blanco,
de lo católico, lo mexicano, lo indígena, los instintos (Anzaldúa, 2004: 76).
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1 Me gusta emplear esta palabra con una doble acepción. Por un lado, como designación por
parte de «otros», siendo ese otros la sociedad y por otro lado, como designación desde la
heterorealidad.
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Reflexiones desde la negritud y el lesbianismo
Referencias bibliográficas
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Anhelos diaspóricos y la pequeña libertad
5. Anhelos diaspóricos
y la pequeña libertad: sexualidad,
migración y precariedad
Encarna Gutiérrez Rodríguez
«Es gab schon mal zwei Ameisen,
die wollten nach Australien reisen.
Bei Altona auf der Chaussee
taten ihnen die Füße weh.
So verzichteten sie weise
auf dem letzten Teil der Reise.»1
(«Käpten» en Kleine Freiheit)
1 Trad. EGR: «Hubo ya una vez dos hormigas, que querían viajar a Australia. En Altona (barrio popular de
Hamburgo) en la Chaussee les dolían los pies. Así que sabiamente dejaron la última parte del viaje».
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El eje del mal es heterosexual
Dos debates han llenado en los últimos meses las páginas de los periódicos
del Estado español: el reconocimiento de los derechos, hasta ahora reservados
a los matrimonios heterosexuales, en «los matrimonios homosexuales» y la
regularización de los inmigrantes mediante contratos de trabajo promovidos
por empresas nacionales. Acompañados por la introducción de la ley de
regularización extraordinaria de inmigrantes, llamada «normalización» por el
Gobierno y la aprobación del proyecto de ley dirigido a modificar el código
civil para permitir el matrimonio entre parejas del mismo sexo, otorgándoles
el mismo tratamiento jurídico que a los matrimonios heterosexuales. Esta
última propuesta ha ido acompañada por un debate feroz y la oposición
de algunos sectores de la sociedad. Estos dos proyectos plantean un
programa de integración en el marco de los derechos cívicos y laborales,
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2 St. Pauli es uno de los barrios más famosos de Hamburgo, donde se encuentra la
«Reperbahn». De la «Reperbahn» se dice que es la calle más famosa y antigua de Hamburgo,
por sus burdeles, sexshops y prostitución callejera. Desde siempre ha sido un barrio que ha
atraído a marineros y trabajadoras del sexo, así como a comerciantes de todo el mundo.
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país futuro es Australia. En una de las escenas aparecen los chicos delante del
«Bibi Bunker», un enorme barco anclado en el puerto de Hamburgo, utilizado
como centro de internamiento para refugiados en proceso de demanda de
asilo. En esta escena, vemos a los chicos delante del barco, intercambiando sus
propias experiencias de demanda de asilo y de denegación, aunque Baran fue
torturado en Turquía por vender el periódico del partido clandestino obrero
kurdo PKK. Paseándose por la orilla del puerto, Baran le pregunta a Chernor
si sabe por qué los canguros dan saltos tan enormes. Chernor le responde:
«Porque están tratando de llegar a Australia».
También el «Käpten» les cuenta cómo llegó a Australia. Es con estas
imágenes e imaginaciones de libertad y desplazamiento que los protagonistas
y el «Käpten» crean un vínculo de amistad y los chicos uno de intimidad.
Ninguno de ellos tiene un hogar permanente, el hogar del «Käpten» es un
banco y sus aventuras. El hogar de los chicos son las fotos de familia y, en el
caso de Baran, una cámara digital con una cinta que ha recibido de su
hermana de catorce años. El vídeo consiste en imágenes de sus abuelos y
familiares en Kurdistán. Estas imágenes abren como preámbulo la película
Kleine Freiheit y la cierran como epílogo. Baran se dedica a filmar en cada rato
libre situaciones de la calle y amigos y amigas suyos, captando así cada
instante vivido y materializando sus recuerdos. Recuerdos que quiere
mandar a su hermana en Kurdistán para que ésta pueda ver dónde vive su
hermano. La familia transnacional representada por el retrato de la hermana
que cuelga en la habitación de Baran y las imágenes digitales de los familiares
y en particular del abuelo en Kurdistán representan las huellas de
pertenencia. Esta genealogía unida por lazos emocionales, marcada por la
distancia geográfica y recopilada en las imágenes digitales, se mezcla con las
nuevas imágenes de Hamburgo, con sus nuevos amigos y con las calles que
transita. El lugar del «ayer» de Kurdistán se entrecruza con el «hoy» de
Hamburgo, situando a Baran como un sujeto diaspórico, que construye y
experimenta diferentes niveles de convivencia, familiaridad y pertenencia.
Una pertenencia marcada por el dolor y la constante huida, por la
evanescencia del presente y por la proyección de un futuro imaginado que
puede ser aniquilado en un instante por las esposas de una autoridad
pertinente y violenta.
Los chicos viven sin papeles en una ciudad marcada por el capitalismo
global, por una constante demanda de mano de obra barata para la
construcción de nuevos proyectos urbanos, para la limpieza de las calles, las
oficinas y las casas, para la industria del sexo. En una de las escenas vemos un
montaje con imágenes superpuestas que cruzan una imagen principal en la
que podemos ver a Baran pedaleando sin parar en su bicicleta, recorriendo
panaderías industriales turcas, burdeles y lugares en construcción, y que
termina con una imagen nocturna e iluminada de la «Reperbahn». Estas
imágenes de Hamburgo como «ciudad global» del siglo XXI nos transmiten la
imagen de la libertad limitada —la pequeña libertad— «la libertad de
bolsillo»: Kleine Freiheit. Esta pequeña libertad que los protagonistas Baran
y Chernor viven, escondiéndose en casas diferentes, escapando de la policía
y aún así transitando las calles de Hamburgo, disfrutando los instantes,
viviendo experiencias sexuales y amorosas —viviendo el anhelo de libertad,
incluso traspasando los límites impuestos por la sociedad, como es el de la
heterosexualidad.
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Referencias bibliográficas
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Hermafroditas con actitud
6. Hermafroditas
con actitud:
cartografiando la emergencia del
activismo político intersexual
Cheryl Chase1 (1998)
1 Publicación original: Cheryl Chase (1998) «Hermaphrodites with Attitude: Mapping the
Emergence of Intersex Political Activism», A Journal of Lesbian and Gay Studies. The
Transgender Issue, vol. 4, num. 2, 1998, pp. 189-211, [N. del E.].
Quiero expresar mi agradecimiento a Susan Stryker por sus extensas contribuciones a la
estructura y contenido de este artículo.
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Crigler, 1966: 300-08). Una operación modificada que elimina la mayor parte
del clítoris y recoloca una parte de su extremo se denomina diversamente (y
eufemísticamente) «cliteroplastia», reducción clitoridiana, o recesión
clitoridiana y es descrita como un «simple procedimiento estético» para
diferenciarlo de la hoy infame cliterectomía. Si embargo, la operación dista
mucho de ser benigna. Aquí presento un resumen ligeramente simplificado (en
mis propias palabras) de la técnica quirúrgica —recomendada por los cirujanos
Oesterling, Gearhart, y Jeffs de la Johns Hopkins— que es representativo de
la operación:
Hacen una incisión alrededor del falo, en la corona, entonces diseccionan la piel
separándola de su interior. Seguidamente diseccionan la piel separándola de la
cara dorsal y eliminan tanto de corpora, o cuerpos eréctiles, como sea necesario
para crear un «clítoris del tamaño apropiado». Seguidamente, se ponen puntos
de sutura desde el área púbica a lo largo de ambas caras de la longitud total de
lo que queda del falo; cuando estos puntos se ajustan, el falo se pliega como las
tablas de una falda y retrocede a una posición oculta tras el monte púbico. Si el
resultado es todavía «demasiado grande», el glande es reducido más aún
cortando una porción del mismo (Oesterling, Gearhart y Jeffs, 1987: 1079-1084).
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que parezca más capaz de ofrecer al menor el mayor bienestar futuro. Defender
la asignación de género sin recurrir a cirugía normalizadora supone una
posición radical al requerir la subversión deliberada de la concordancia
asumida entre la forma corporal y la categoría de género. Sin embargo, esta
es la única posición que previene el daño físico irreversible del cuerpo de la
persona intersexual, que respeta la agencia de la persona intersexual
atendiendo a su propia carne y que reconoce que la sensación genital y el
funcionamiento erótico son al menos tan importantes como la capacidad
reproductora. Si un menor o adulto intersexual decide cambiar el género o
someterse a una alteración quirúrgica u hormonal de su cuerpo, también esa
decisión debería ser completamente respetada y facilitada. El punto clave es
que los sujetos intersexuales no deberían ser violentados por el bienestar o la
conveniencia de otros.
Uno de los aspectos para alcanzar el objetivo a largo plazo del ISNA ha sido
documentar la carnicería emocional y física producto de las intervenciones
médicas. Como ha dejado patentemente claro una literatura que crece
rápidamente (véase la bibliografía de nuestra página web), la gestión médica de
la intersexualidad ha cambiado poco en los cuarenta años transcurridos desde
mi primera intervención. Kessler se sorprende de que «a pesar de las miles de
operaciones genitales que se realizan cada año, no existen meta-análisis dentro
de la comunidad médica acerca de los niveles de éxito» (Kessler, 1998). No
saben si los intersexuales postoperados permanecen «en silencio y felices o en
silencio e infelices» (Jeffs, 1996: 6-8). No existen esfuerzos de investigación para
mejorar el funcionamiento erótico de los intersexuales adultos cuyos genitales
han sido alterados, ni existen psicoterapeutas especializados en trabajar con
clientes intersexuales adultos que tratan de recuperarse del trauma de la
intervención médica. Para proporcionar un contrapunto a las montañas de
literatura médica que descuidan la experiencia intersexual y comenzar a
compilar una memoria etnográfica de esa experiencia, el foro de debate del
ISNA Hermafroditas con actitud (Hermaphrodites with Attitude) se ha convertido en
un foro para que las personas intersexuales narren sus propias historias. Hemos
enviado copias de los debates, llenas de sangrantes narraciones personales, a
académicos, escritores, periodistas, a organizaciones de derechos de minorías y
a profesionales médicos —a cualquiera que pensamos podía influir
positivamente en nuestra campaña para cambiar la forma en que son tratados
los cuerpos intersexuales.
La presencia del ISNA ha comenzado a generar efectos. Ha ayudado a
politizar el creciente número de organizaciones intersexuales, así como a las
propias identidades intersexuales. Al principio cuando comencé a organizar
el ISNA, me encontré con líderes de la Turner Syndrome Society, el más antiguo
grupo de apoyo conocido sobre diferenciación sexual atípica, creado en 1987. El
Síndrome de Turner es definido por un careotipo genético XO que deriva en
una morfología corporal femenina con ovarios no funcionales, estatura
extremamente pequeña y una variedad de otras diferencias físicas descritas en
la literatura médica con etiquetas tan estigmatizantes como «cuello
membranoso» («web-necked») y «boca de pez» («fish-mouthed»). Cada una de
estas mujeres me contó lo profunda y transformadora que había sido la
experiencia de simplemente conocer a otras personas como ellas. Me inspiraron
sus logros (son una organización nacional que sirve a miles de miembros), pero
quería que el ISNA tuviera una orientación diferente. Estaba menos dispuesta
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Hermafroditas con actitud
Nuestra primera impresión del ISNA fue que estaban quizá demasiado
enfadados y eran demasiado militantes como para obtener el apoyo de la
profesión médica. Sin embargo, tenemos que decir que, habiendo leído [los
análisis políticos de la intersexualidad realizados por el ISNA, Kessler, Fausto-
Sterling y Holmes], sentimos que los conceptos feministas relacionados con el
tratamiento patriarcal de la intersexualidad son extremadamente interesantes y
tienen de hecho mucho sentido. Después de todo las vidas de las personas
intersexuales están estigmatizadas por la desaprobación cultural de su
apariencia genital, [que no tiene porqué] afectar a su experiencia como seres
humanos sexuales (AIS Support Group, 1996: 3-4).
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Los psiquiatras queer, empezando por Bill Byne del Hospital Mount Sinai de
Nueva York, han apoyado con rapidez al ISNA, en parte debido a que los
principios psicológicos que subyacen a los actuales protocolos de tratamiento
intersexual son manifiestamente erróneos. Parecen designados casi a
propósito para exacerbar más que para mejorar las ya difíciles cuestiones
emocionales que emergen de la diferencia sexual. Algunos de estos
psiquiatras perciben la dominación quirúrgica y endocrinológica de un
problema que incluso cirujanos y endocrinólogos reconocen más como un
problema psicosocial que biomédico, como una invasión injustificada de su
área de competencia profesional.
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Hermafroditas con actitud
Los intersexuales se han encontrado con tales dificultades para generar apoyo
del feminismo hegemónico no sólo debido a los marcos racistas y
colonialistas que sitúan la cliterectomía como una práctica extraña a los
sujetos adecuados del primer mundo, sino también porque la intersexualidad
socava la estabilidad de la categoría «mujer» sobre la que se asienta la mayor
parte del discurso feminista del primer mundo. Nosotras ponemos en
cuestión la asumida relación entre géneros y cuerpos y demostramos cómo
algunos cuerpos no encajan fácilmente en las dicotomías varón/mujer.
Nosotras encarnamos visceralmente la verdad de la afirmación de Judith
Butler de que el «sexo», el concepto que logra la materialización y
naturalización de las diferencias culturalmente construidas y atravesadas de
poder, ha sido de hecho «género todo el tiempo» (Butler, 1990: 8). Al rechazar
permanecer silenciadas, hacemos queer los fundamentos sobre los que
depende no sólo el tratamiento médico de los cuerpos sino también
asunciones feministas ampliamente compartidas sobre la subjetividad
femenina apropiadamente corporeizada. En la medida en que no somos
normativamente femeninas o normativamente mujeres, no somos
consideradas los sujetos propios/apropiados de consideración feminista.
Como sujetos no-deseados de la ciencia y sujetos impropios/inapropiados
del feminismo, las activistas intersexuales politizadas tenemos profundos
intereses en aliarnos con y participar en la clase de trabajo cultural
postestructuralista que evidencian las asunciones fundacionales sobre la
persona compartidas por la sociedad dominante, el feminismo convencional
y muchos otros movimientos sociales de oposición con base identitaria. Nos
interesan, también, los esfuerzos de los queer del género que esculpen
espacios sociales vivibles para formas reconfiguradas de corporalidad,
identidad y deseo. En 1990, Suzanne Kessler señaló que «las posibilidades
para transformaciones sociales reales serían ilimitadas» si médicos y
científicos especializados en el tratamiento del género pudieran reconocer
que «finalmente, y siempre, las personas construyen el género tanto como los
sistemas sociales que se asientan en conceptos generizados... Aceptar la
ambigüedad genital como una opción natural requeriría que los médicos
también reconocieran que la ambigüedad genital es “corregida” no porque es
amenazante para la vida del niño sino porque es amenazante para la cultura
del niño» (Kessler, 1990: 25). En ese momento, todavía no se había oído nada
sobre los intersexuales y existían escasas razones para pensar que médicos u
otros miembros de su cultura reflexionarían alguna vez sobre el significado o
el efecto de lo que estaban haciendo. La emergencia de una oposición
intersexual activista lo cambia todo.
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Referencias bibliográficas
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Hermafroditas con actitud
* Raphael Carter vive en Minneapolis y es el autor de The Fortunate Fall una novela de
ciencia-ficción publicada por Tor Books. El título es un juego de palabras sobre el Merk
Manual, que es usado por los médicos para diagnosticar múltiples desórdenes.
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Hermafroditas con actitud
Fuente: Chrysalis:
The Journal of Transgressive Gender Identities, 2 (5), 1997-1998, pp.10 y 30.
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Mi cuerpo no es mío
7. Mi cuerpo no es mío.
transexualidad masculina y presiones sociales de sexo
Moisès Martínez
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Mi cuerpo no es mío
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El eje del mal es heterosexual
sexo puede adoptar todas las formas imaginables. Creemos que sólo existen
dos —el masculino y el femenino— porque hemos aprendido a hacer los otros
invisibles. Tenemos que aprender a verlos, tenemos que redescubrir nuestro
conocimiento de ellos».2
La naturaleza rompe muchas veces nuestros esquemas sociales, pero la
sociedad crea discursos antinaturaleza. También la propia naturaleza nos
ofrece discursos «antinaturales», por muy contradictorio que parezca. Al
igual que la sociedad puede ser asocial. Por esto, ni naturaleza, ni sociedad
pueden prescribir comportamientos o realidades sentando cátedra en la Real
Academia de la Sexualidad. Realmente, ni las Ciencias Naturales ni la
Sociología podrían crear unos postulados máximos indudables, como Verdad
Suprema, pues cuando se empieza a profundizar ellas mismas entran en
contradicción.
El dogma genital
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Mi cuerpo no es mío
4 Pereda, Ferran, El Cancaneo. Diccionario Petardo de Argot Gay, Lesbi y Trans, Entrada
Intersexual, Barcelona, Ed. Laertes, 2004, p. 104.
5 Ley de Registro Civil, art. 54 II de la LRC.
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El eje del mal es heterosexual
quirúrgica pediátrica los clítoris grandes (que podrían parecerse o usarse como
penes) y los penes pequeños (que podrían no ser aptos para penetrar). Acortar
un clítoris es semejante a prescribir una ablación. Y a los recién nacidos
diagnosticados con micropene (pene en RN de tamaño inferior a 2,5 cm) y con
sexo cromosómico XY (que determina sexo macho) se les corta el micropene. En
este punto, el estamento médico ya no separa a las personas entre hombres y
mujeres, sino en personas que poseen un pene y personas que carecen de él.
Falocracia en estado puro. Otro caso semejante es lo que les ocurre a los bebés
sin vagina, que se les quita una porción del colon para realizarles una
vaginoplastia. En este otro punto, el estamento médico ya no separa a las
personas entre hombres y mujeres, sino en personas penetradoras y personas
penetrables. Mauro Cabral, activista intersex argentino, critica al movimiento
feminista por no incluir la política de los cuerpos intersex en su agenda, a
pesar de que las intervenciones durante la infancia ordenan como mujeres a
«fallados» de los dos posibles sexos.6
Pero no toda la diversidad de intersexualidades se hace visible en los
genitales externos. Hay otros tipos de intersexualidades en que, habiendo
nacido con genitales aparentemente hetero-normativizados, después los
scanners y ecografías aportarán las pruebas médicas de intersexualidad. En la
edad púber actúan las hormonas del otro sexo evidenciando la discordancia,
la intersexualidad. Hay personas mujeres que, buscando la causa por la que
no se quedan embarazadas, descubren que sus cromosomas son XY, habiendo
sido una forma severa del Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos la
que provocó que la testosterona, que ordenaba fabricar su «Y», no
masculinizara su cuerpo en el vientre de su madre, y no naciera genitalmente
varón. ¿Cómo se plantean entonces su identidad de sexo estas mujeres XY?
Por otro lado, existen corrientes médicas que explican la transexualidad como
una intersexualidad entre el físico y la mente.
Los genitales, a nivel del desarrollo fetal, provienen de las mismas células
madre y evolucionan, dependiendo de las hormonas, hacia uno u otro tipo de
genitales. Por lo tanto, todos los genitales tienen la misma base y comparten
los mismos tejidos y estructuras. Así, el clítoris equivale al pene (ambos tienen
cuerpos cavernosos y erección), los ovarios equivalen a los testículos, el útero
a la próstata, el escroto a la vulva, etc...
Podríamos jugar con las palabras y decir que el pene es un clítoris grande
o que el clítoris es un pene pequeño, que los ovarios son testículos ascendidos
e internos o que los testículos son ovarios descendidos y externos, o que el
útero-próstata puede estar canalizado al exterior entre la uretra y el ano, o no.
Un efecto del tratamiento con testosterona en transexuales masculinos es
el crecimiento del clítoris (entre cuatro y seis cms.), que, a menudo, los FtM
pasaremos a llamarle pene o polla. En lenguaje médico, este órgano se
denomina clítoris hipertrofiado y sólo después de someterse a la CRS-
Metadoioplastia pasará a denominarse pene o micropene.
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Mi cuerpo no es mío
3 4 5
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7 Becerra, Antonio. Trastornos de identidad de género. Guía Clínica para el diagnóstico y tratamiento.
Editado por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, mayo de 2002, p. 16.
8 Para un desarrollo más amplio del tema de la homosexualidad en transexuales masculinos,
ver: Martínez, Moisès. Transexuales gays, en la revista Infogai, nº 122. Edita Col·lectiu Gai de
Barcelona. Barcelona, 2002.
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Mi cuerpo no es mío
Las hormonas tienen una importancia relevante en los cambios físicos, sobre
todo la testosterona (andrógenos). De hecho, desde la infancia hasta la
pubertad todos los cuerpos son iguales (exceptuando la zona genital) y es en
la edad púber cuando el estallido de las hormonas provoca una verdadera
diferenciación física, con todos los cambios emocionales que se desencadenan
en el estado anímico. Con el tratamiento hormonal, los transexuales, vivimos
una segunda adolescencia.
No se ha de olvidar que todas las personas tenemos estrógenos y
andrógenos pero en diferente proporción. En el afán de sexualizarlo todo se
las conoce como hormonas sexuales, y con su género (femeninas y
masculinas). Pero estas hormonas también intervienen en procesos vitales tan
importantes como, por ejemplo, la captación del calcio; y además no
solamente se segregan en ovarios y testículos sino también en las glándulas
suprarrenales. A su vez, situaciones de miedo, estrés, placer... provocan una
mayor producción de hormonas.
En los F2M, la testosterona produce, en mayor o menor grado, la aparición
de vello en la cara y el cuerpo, el cambio de voz a una tonalidad más grave,
la desaparición de la regla, el aumento de la masa muscular, el crecimiento
del clítoris y el aumento de la libido, la caída del cabello, etc.
Gracias a esta hormona donde antes se presumía un sexo ahora se ve otro.
Ese es el poder de las hormonas, esa es su magia y eso es lo que las convierte
en subversivas.
De hecho, los hombres transexuales no cambiamos de sexo, nuestro «yo»
siempre es del mismo sexo. Como tampoco cambiamos de sexo cromosómico.9
Lo que cambia es la percepción de a qué sexo pertenecemos en la mirada de
los demás y en nuestra propia mirada ante el espejo. Las hormonas son las
verdaderas responsables de un cambio de sexo social, frente a la importancia
que se le da a la cirugía.
Los pechos, los ovarios, el útero y la vagina son órganos que a un FtM le son
ajenos, y, o los rechaza, o preferiría no tenerlos. A la extirpación de las mamas
se le llama mastectomía. La necesidad y el resultado de esta cirugía suelen
venir en función del tamaño de los pechos. Si éstos son grandes no sólo se han
de extirpar las glándulas mamarias sino también la piel sobrante. Si los
pechos son pequeños el resultado suele ser más satisfactorio, ya que las
cicatrices se disimulan realizando la incisión alrededor de los pezones.
9 Interesante el desarrollo del concepto de los FtM como hombres con cromosomas XX en:
Pascual, Sergi. ¿Cambio de sexo?, en la revista Infogai, nº 120. Edita Col·lectiu Gai de
Barcelona. Barcelona, 2001.
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— Faloplastias y falocracia
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Mi cuerpo no es mío
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El eje del mal es heterosexual
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10
9 8
Imagen número 7: FtM con tratamiento hormonal con testosterona (Estado español).
Grup de Transsexuals Masculins de Barcelona www.geocities.com/mahftm
Imágenes números 8 y 9: Metadoioplastias.
Grupo de Transexuales, Amigos y Familiares-Ilota Ledo www.terra.es/personal8/gtaf.na
Imágenes números 10 y 11: Faloplastias por colgajo (10 realizada en el Estado Español).
Grupo de Transexuales, Amigos y Familiares-Ilota Ledo www.terra.es/personal8/gtaf.na
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Mi cuerpo no es mío
A los transexuales MaH, desde el momento del nacimiento en que, por nuestros
genitales, se nos cataloga con el sexo mujer, se nos educa para desarrollar un
comportamiento femenino. Somos hombres educados, no como mujeres, sino
para ser mujeres. Personas dirigidas a tener una función social de mujer.
A mujeres y a hombres la educación nos socializa dentro de unos patrones
de conducta que se instauran como inherentes a cada sexo. Dentro de cada
cultura, la educación marca los cimientos del comportamiento. Nos da las
bases para actuar ante los acontecimientos y en las relaciones interpersonales.
Las presiones sociales de género son mecanismos para estabilizar los
cánones de feminidad y masculinidad, y mantener un orden social que bajo
la represión sea inalterable. La presencia de estos mecanismos es sutil,
aparecen en el día a día. Pueden consistir en ocupar más o menos espacio
para marcar el territorio o someterse al del macho de la tribu, en alzar más o
menos la voz para ser escuchados, en actuar o pedir permiso para actuar, en
si puedes hacer esto o aquello, o no puedes hacer ni esto ni aquello, en si la
ropa va abotonada hacia la izquierda o la derecha, o si pantalones o faldas, en
si la altura de los tacones de los zapatos permiten menor o mayor agilidad...
Los hombres transexuales, al pasar de un sexo social a otro, experimentamos
las diferencias de que se nos trate como a una mujer o como a un hombre. Somos
hombres que, por haber sido considerados mujeres, conocemos: la violencia de
género y la violencia sexual, la anulación social y la discriminación laboral-
económica. Y cuando somos considerados hombres subimos un escalón social,
pero entonces se nos exigen unos comportamientos para los que no hemos
sido preparados educacionalmente. Tenemos vivencias a los veinticinco,
treinta o cuarenta años que los hombres no transexuales tienen a los diez,
quince o veinte años.
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El eje del mal es heterosexual
Masculinidad
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Mi cuerpo no es mío
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El eje del mal es heterosexual
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Mi cuerpo no es mío
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Una visión feminista de la transexualidad
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El eje del mal es heterosexual
La transexualidad como proceso que ha existido a lo largo de la historia y en las diferentes culturas
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Una visión feminista de la transexualidad
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El eje del mal es heterosexual
Conclusiones
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Una visión feminista de la transexualidad
Referencias bibliográficas
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Excesos de la masculinidad
9. Excesos de la
masculinidad:
la cultura leather y la cultura de los osos
Javier Sáez
1 Agradezco a José Manuel Martínez sus referencias sobre los orígenes del movimiento leather.
La reflexión posterior sobre la vulnerabilidad del sexo en el SM se debe también a él. Véase su
artículo http://www.terra.es/personal8/leatherweb/men.htm.
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El eje del mal es heterosexual
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Excesos de las masculinidad
4 Back-room: literalmente, la habitación de atrás (en España se le llama «el cuarto oscuro»).
Son salas semioscuras que hay en los bares sadomasoquistas-leather, donde se practica el
sexo anónimo o donde se celebran sesiones de sexo que requieren ciertas instalaciones
especiales: bañeras para lluvia dorada (orina), slings para fist, cruces de madera para atarse,
etc. Sling: especie de cama colgante, consiste en un rectángulo de cuero colgado al techo por
cadenas o cuerdas donde se acuesta boca arriba aquél que quiere ser penetrado (con dildos,
puños, penes u otros objetos). Fist-fucking: práctica sexual que consiste en introducir el puño
y parte del brazo en el ano (de otras personas o de uno mismo).
139
El eje del mal es heterosexual
En este caso, las relaciones estratégicas son relaciones nítidamente sociales que
afectan al individuo en tanto que miembro de la sociedad; mientras que en el
otro es el cuerpo lo que está en cuestión. El interés radica precisamente en esa
transposición de las relaciones estratégicas que pasan del ritual corporal al
plano sexual.5
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Excesos de las masculinidad
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El eje del mal es heterosexual
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Excesos de las masculinidad
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El eje del mal es heterosexual
Llevando esta reflexión al terreno de las dos subculturas que nos ocupan,
podemos afirmar que ese exceso de «masculinidad» que muestran las
estéticas y prácticas leather y bear no son una reafirmación de una «esencia» o
una «naturaleza masculina» que habría sido arruinada por las maricas locas
y que habría que recuperar. Precisamente la exhibición tan explícita que se
hace del exceso masculino, sobre todo en la cultura leather–SM, muestra la
fragilidad de la masculinidad. De hecho, muchas de las prácticas SM no se
centran ya en el pene erecto y en la eyaculación, sino que desplazan el interés
a otras partes del cuerpo o se dedican a practicar manipulaciones de los
genitales que muestran su vulnerabilidad (atar los testículos, atravesar el
pene con alfileres, pequeñas descargas eléctricas, pinzas, etc.).10 Esta
exhibición y celebración de la vulnerabilidad genital supone un giro histórico
en la representación de la masculinidad, donde el presunto falocentrismo de
las prácticas gays se ve cuestionado radicalmente.
En el caso de la cultura bear, la representación es de otro tipo, se trata de
una replicación de «lo natural». El hombre bear juega con una presunta
naturaleza salvaje, una masculinidad idealizada que enlaza directamente con
lo animal y que rechaza —aparentemente— los suplementos de la cultura gay
dominante (interés por la moda, refinamiento, amaneramiento, maquillaje,
afeminamiento, etc). Pero también en este caso se trata de una naturaleza que
nunca estuvo allí, es decir, se recrea performativamente una estado natural-
animal que jamás han experimentado los seres humanos. En ese sentido,
la fragilidad de la masculinidad se muestra en la laboriosa reconstrucción, en
la imposible nostalgia de un «hombre natural» que es recreado en la estética bear.
Este doble juego de natural-artificial se muestra claramente en la revista
Bear Magazine. En la cabecera de la portada reza la siguiente frase:
«Masculinity without the trappings» [Masculinidad sin adornos]. Sin
embargo, en su interior la mitad de las páginas de la revista son anuncios de
complementos para la construcción del oso ideal, es decir, esos adornos de los
144
Excesos de las masculinidad
Un drag king es generalmente una persona de sexo femenino que se viste de hombre
de forma reconocible y que realiza de este modo una performance de tipo teatral.11
Hasta aquí hemos hecho una lectura un tanto idealizada de estas dos
subculturas, insistiendo en su carácter subversivo en la medida en que
introducen nuevas identidades dentro de los circuitos gays y dentro de los
códigos de la masculinidad. Sin embargo hay siempre un envés en estos
procesos sociales, se da la posibilidad de una asimilación a los sistemas de
dominación heterocentrados.
La otra lectura que podemos hacer de estas subculturas va en la dirección
contraria. Lo leather y especialmente lo bear plantea una posibilidad de
normalización y de integración bastante peligrosa. Su parecido a la cultura
145
El eje del mal es heterosexual
146
Excesos de las masculinidad
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segunda parte de este libro, The Bear Book II, se publicó en la misma
editorial en noviembre de 2000). Se puede leer un resumen del mismo en
la página de internet: www.bearhistory.com
_____http://www.hartza.com/guadalkibear.htm
_____http://www.hartza.com/sm.htm
_____http://www.bearhistory.com
_____Gayle Rubin: Thinking sex: http://www.yorksj.ac.uk/mbsc/Reading
/rubin.html
_____http://www.terra.es/personal8/leatherweb [Excelente espacio leather,
dirigido por José Manuel Martínez para los lectores de habla hispana].
_____http://www.lacuevadeloso.org
147
Los servicios públicos
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El eje del mal es heterosexual
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El baúl de los disfraces
Biomitografía
Intervención de LSD. Manifestación del 8 de
Marzo. Madrid, 1995.
Es Löninglördag —el sábado después del día de pago, cuando las tiendas
permanecen abiertas hasta las cinco— en una ciudad del norte de Suecia. Con
una ligera resaca y tras unas oscuras gafas de sol, camino bajo el pálido sol de
septiembre a través de miríadas de gente en la zona comercial del centro de
la ciudad. La ciudad de mi niñez. La ciudad donde no te puedes esconder,
donde siempre te encuentras con alguien que conoces. De repente no sé qué
año es, o si tengo catorce o trece. He sido nómada durante diez años y
continúa pareciendo que nada ha cambiado y que hubiera un fantasma del
pasado detrás de cada esquina. De nuevo me escuece todo. Una mujer me está
mirando fijamente a través de la multitud y me doy cuenta de que es una
amiga de otro tiempo. Cuando finalmente nuestros ojos se encuentran, está
aturdida. «Apenas he podido reconocerte» dice. «Pareces tan fuerte, tan
segura de ti misma». Empuja un carrito de bebé. Yo empujo mis gafas de sol
sobre mi pelo corto desteñido.
«Ahora que te veo, estás como siempre» dice después de que hayamos
hablado un rato. Parece aliviada. ¿De veras?, pienso para mí, completamente
fascinada por cómo la vida ha resultado tan diferente para algunas de
nosotras. Quizá ahora soy más como siempre fui de lo que solía ser. Quizá la
historia se ha vuelto a escribir. Cansinamente respondo a las preguntas
habituales. No, no estoy casada. No, no tengo ningún hijo. Estoy viviendo con
mi novia. Para mi sorpresa, parece extrañamente compasiva. «Oh, así que eres
lesbiana. Seguramente eso explica por qué eras tan infeliz en el instituto».
Sonrío con desolación.
Es verdad, realmente no era feliz en el gymnasiet, el instituto, pero ¿quién
demonios ha oído hablar de una adolescencia feliz? Mi amiga, aparente y
convincentemente, ha olvidado los tormentos de la vida adolescente ahora
151
El eje del mal es heterosexual
* * * * *
152
El baúl de los disfraces
Bollera, femme, feminista. Son palabras que uso a menudo para describirme.
Palabras que nunca dicen todo y que nunca son suficientes. Pero que aun así
son importantes. Es imposible, realmente, decir qué viene primero, o qué es
más importante. Pero la feminidad, esa trampa constante y fuente de
vergüenza, es lo que las mantiene juntas. Y creo que todo empezó con el
utklädningslådan. El Baúl de los Disfraces.
1 Irigaray, Luce; This sex which is not one. Note on selected terms.
153
El eje del mal es heterosexual
154
El baúl de los disfraces
ser todavía una bollera femme-inista fatal, ni siquiera en ciernes, hice un serio
intento de tratar que todo encajara, pero la mayoría de las veces escocía y
dolía de forma incómoda. La feminidad nunca acababa de tener sentido. No
porque no quisiera llevar un vestido o maquillarme, sino porque de repente
todo eso parecía al tiempo peligroso y limitador, necesario y jodido. Una y
otra vez me golpeaba la cabeza contra el muro. No encajaba en los estrechos
marcos de la feminidad heterosexual. Ya no era divertido.
Como joven adulta se me hace duro pensar cuánto tiempo pasé, en ese
momento, tratando de averiguar cómo ser popular y aceptada. Mis
preocupaciones sobre las discusiones con mis amigas y mis padres, con hablar
sobre chicos, con soñar despierta, con escribir en mi diario y con perder el
tiempo en el área comercial del centro de la ciudad han sido fuentes de
vergüenza. Si al menos hubiera escrito poesía que pudiera publicar o
aprendido a tocar algún instrumento o hubiera sido artista. Pero era como la
mayoría de las otras chicas. No demasiado peculiar, no muy profunda. Y cada
vez que me sentía bien y poderosa, presente y feliz con mi cuerpo, fuerte y
viva, interiorizaba el sentimiento de estar siendo «excesiva», demasiado
ruidosa, equivocada. Ocupaba demasiado sitio, me reía demasiado alto, tenía
demasiadas opiniones. Por la noche escuchaba a Madonna y leía a Susanne
Brögger en mi habitación rosa de niña y fantaseaba sobre ser poderosa y sexy
al mismo tiempo, sobre ser independiente y libre y continuar siendo una
chica. Buscaba modelos, de mujeres vampiresas inteligentes que no fuesen
víctimas y que no estuviesen asustadas. Pero esto era antes de las Riot Grrls y
Bust, de los manifiestos políticos y de los fanzines underground. Mi tipo de
feminismo no existía. No allí y no entonces.
Aunque raramente escuchamos esto, las que vivimos ahora tenemos suerte
en algún aspecto. Tenemos el privilegio de una larga historia de lucha
feminista y queer a nuestras espaldas. Debemos a esas luchas la posibilidad de
vivir del modo en el que lo hacemos. Libros como éste no existirían sin ellas.
Es importante recordar esto. Estudiando nuestra historia podemos
comprendernos a nosotras mismas, situarnos en una genealogía, escribir
nuestras propias biomitografías y formular nuestros propios manifiestos.
Teniendo en cuenta todo esto, en los últimos años, sin embargo, me he sentido
crecientemente sorprendida por lo que veo como un odio internalizado del
feminismo hacia la feminidad, disfrazado bajo la apariencia de un interés en
la «liberación» de lo que se percibe como las restricciones de la feminidad. No
importa cómo expliquemos los «orígenes» de la feminidad (como una
construcción social–como una conspiración patriarcal/religiosa–como
biológicamente determinada–como una esencia–o como histórica y
culturalmente constituida y específica, etc.), la mayoría de las feministas, con
buenas razones, han señalado que la culpa es de la heterosexualidad y del
patriarcado. Después de alrededor de un siglo de feminismo hay
sorprendentemente pocas que hayan delineado exitosamente los poderes y los
placeres de la feminidad para aquellas que se identifican con ella. La idea de
que los chicos y las chicas no tienen las mismas oportunidades y condiciones ha
dejado de ser un argumento, una crítica o una observación. Ha pasado a
convertirse en una verdad autoevidente. Algo de lo que las feministas en
ocasiones parecen más interesadas en afirmar que en pensar cómo cambiar.
¿Quizá las feministas necesitan del patriarcado para su propia existencia?
Estoy interesada en un feminismo que explora la especificidad de la identidad
155
El eje del mal es heterosexual
Mimetismo (mimétisme);
«Una estrategia provisional para enfrentarse con la esfera del discurso (donde el
sujeto hablante se sitúa como masculino), en la cual la mujer deliberadamente
asume el estilo femenino y la postura asignada para ella en este discurso de cara a
desvelar los mecanismos por los que es explotada por éste».2
Nos han invitado a mi amante y a mí a una cena con gente guapa, hetero.
Código de vestir: esmoquin. Ella sonríe y dice: vale, de todas formas necesito
un traje nuevo. Yo encuentro un precioso vestido negro y me siento un poco
como Cenicienta. Quizás es la primera vez. Unos días después mi amante me
llama. Quizás no deberíamos ir a la fiesta después de todo. Encontrar un traje
resulta demasiado difícil. De repente, entrando en la sección de caballeros,
ella resulta tan mujer. Pero el traje le sienta demasiado bien. La beso en el
probador y el vendedor sonríe nerviosamente cuando le pedimos consejo. En
la fiesta ocupo mi asiento al lado de un hombre. Ella se sienta en la cabecera
de la mesa. Todo el mundo quiere hablar de sexo. Después de la cena mi
amante se fuma un puro con los hombres en sus trajes mientras que chicas
2 Irigaray, Luce, This Sex which is not One, (note on selected terms).
156
El baúl de los disfraces
157
El eje del mal es heterosexual
me gustan las mujeres butch. Aquellas que no encajan. Afirmo, re-escribe tus
historias de niñez de cualquier forma que te permita comprenderte a ti
misma. Porque si no lo haces, ¿cómo vas a comprender cómo es que sin haber
tenido una auténtica niñez lesbiana, una «mala infancia», o una llena de
relaciones traumáticas con hombres has podido hacerte queer? Como mi
amante le dijo una vez a su madre: «No elegí esto y sin embargo si tuviera que
elegir mil veces continuaría eligiendo esto. De hecho elegí esto».
«Y ¿qué edad tiene mi querido señor?». El tipo en la puerta del bar mira a
mi amante. Ella se ríe y dice su edad, añadiendo de forma desenfadada que
es una mujer. Con la cara roja el tipo se disculpa profusamente.
Habitualmente lo hacen. Y a pesar de todo ve lo que está entrenado para ver.
Lo que quiere ver. Para mucha gente, la «butch» es el estereotipo de bollera.
Nacida así —una chicazo, una desviada. Las chicas butch «no pueden evitar
ser quienes son». Una femme, me da la impresión, es doblemente perversa. Ni
«auténtica» ni con un deseo aceptable, puesto que desea a la «verdadera»
desviada. La femme que «realmente quiere a un hombre». Butch y femme no se
pueden entender la una sin la otra, dijo alguien hace décadas. No estoy segura
de eso, pero lo cierto es que somos opuestos complementarios, nuestras
identidades están forjadas en relación mutua. Nadie pregunta, pero todo el
mundo mira. Perturbamos el orden tanto del feminismo, como del mundo
bollo y de la sociedad hetero. Perturbamos porque agitamos esos modelos
freudianos. La extraordinaria super femme sueca, Petra Östergren, afirma que
la pareja butch-femme indica sexo y que «una puede estar segura de que la
butch se folla a la femme». Sea o no siempre así, la cuestión es, butch-femme
explícitamente sexualiza el mundo bollo, lo que molesta a la gente. Reivindico
una política sexual bollera radical que cuestione el patriarcado al tiempo que
la heteronormatividad. En mi antiguo trabajo en la tienda de videos, mientras
sonreía y escondía en una bolsa neutra su oscuro secreto, pensaba cómo los
hombres a los que alquilaba «lesbianas para principiantes partes 1-3» no
tenían ni idea de que estaban alquilando esa basura producida-por-heteros a
una verdadera bollera. Como la mayoría de la gente hetero, esos hombres no
tenían ni idea de qué aspecto tenemos, cómo vivimos o lo que hacemos.
Gracias a la diosa.
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construyo alianzas con aquellas que rechazan hacerlo. Todo es una cuestión
de estrategia. Cuando estoy en la barricada no quiero quemar mi sujetador.
Pero tampoco quiero olvidar a aquellas que lo hicieron y que sienten que
tenían que hacerlo.
Cuando me pongo mi wonderbra no es para satisfacer a ningún hombre, no
es porque no me puedo resistir a la propaganda de las revistas de las mujeres
hetero sobre cómo debe ser una mujer. No es una cuestión de cuánto dinero
gastas en ser femme. Es sobre cuál es el significado de la feminidad. Se trata de
transformar algo negativo en algo positivo. De cambiar el significado de un
término. Lavar la marca de víctima, aliviarla con un tónico facial y pintar
sobre ella un nuevo personaje espectacular. Combinar el wonderbra con un par
de botas patea-culos de forma que puedas correr si tienes que hacerlo y
caminar si el coche se te jode. Usar estrategias femeninas para realizar
milagros y extender la alegría y el glamour en el gris de cada día. Ser una
femme fatal que dice no gracias cuando los hombres le ofrecen una copa pero
que se sonroja cuando una butch le ofrece un asiento.
Llevar una falda no significa que en tu fuero interno eres hetero. Ni
siquiera tiene por qué significar que seas una mujer. La falda no le pertenece
a nadie. Desear a mujeres que nunca llevan faldas no significa que se quiera a
un hombre. El deseo es relacional. Tener una larga historia de intentar ser una
chica y estar con chicos no significa que tengas que cuestionarte tu
autenticidad como bollera. El género y la sexualidad son siempre categorías
cambiantes. Pero los cuerpos en el espacio importan. Vivir en un patriarcado
significa que la subordinación de la feminidad raramente resulta cuestionada
de una forma sostenida. Es un hecho. Y afecta a las mujeres. A las bolleras.
Todas debemos pensar sobre lo que significa la feminidad y lo que significa la
subordinación. Para quiénes, dónde, cuándo y cómo. No quiero que los
biólogos tengan el monopolio sobre el significado de la feminidad, o que las
feministas radicales tengan la última palabra sobre la falta absoluta de poder
que supone toda subordinación, tampoco quiero que ninguno de ellos sean
los únicos en guardar estas cosas en beneficio de su propia agenda.
La política femme es una crítica explícita a los ideales de feminidad
burgueses de clase media. Para una chica procedente de la clase media, como
yo misma, demandar una posición femme, e invocar una feminidad
descastada que tiene más en común con trabajadoras sexuales, prostitutas y
mujeres de clase trabajadora que con las «mujeres propias/apropiadas» de mi
comunidad de nacimiento, es un manifiesto político. Me uno a las mujeres de
color y feministas de clase trabajadora y con mis hermanas femme de todos los
sitios. Todas somos críticas con los persistentes valores de clase media del
feminismo occidental y su error de tomar las preocupaciones de las mujeres
de clase media como la experiencia universal de las mujeres. Este feminismo
rebaja, ignora y cuestiona la experiencia de otras mujeres. Es hora de cambiar
esta situación.
Quiero luchar por una nueva revolución bollera femme-inista. Quiero
cambiar el mundo y los géneros que lo habitan. ¡Únete!
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Accesorios y complementos
1 Este proyecto se vio truncado por motivos ajenos a las investigadoras. Para más
información véase el artículo de Navarrete, C., Ruido, M. y Vila, F., «Trastornos por devenir:
entre artes y políticas feministas y queer en el Estado español». En: Desacuerdos, num. 2,
Barcelona, Macba (etc.), 2005. DESACUERDOS ha estado patrocinado por tres instituciones:
Arte y Pensamiento UNIA (Sevilla), Arteleku (Donostia) y Macba (Barcelona).
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Fefa Vila. Yo quería, ya que está Raquel aquí, poner sobre la mesa la cuestión
de los debates que hubo en Estados Unidos y que tú reflejabas en el libro que
tienes publicado, La construcción sexual de la realidad, y en especial, las
discusiones sobre pornografía, ¿cómo influye, cómo se gesta aquí ese debate?
Raquel Osborne. Yo estoy aproximándome al movimiento feminista desde
los setenta pero jamás como militante de ningún tipo. Yo ya había escrito algo
sobre prostitución y sexualidad pero es al irme a Estados Unidos, a principios
de los ochenta, cuando me meto en el debate sobre sexualidad y pornografía
que se estaba produciendo allí. Empiezo a publicar aquí en el año 1983 y se
produce una conexión entre alguien que trabaja en el mundo académico,
siendo feminista, y el movimiento feminista de aquí. De ahí mi conexión más
activamente con el movimiento. Hay tres temas que desarrollo en los años
ochenta y que se están debatiendo o están presentes en el movimiento
feminista: prostitución, lesbianismo y pornografía. Por lo tanto, todos tienen
que ver con la sexualidad. Sobre prostitución empiezo a publicar en el año
1983. Existía una polémica con el Instituto de la Mujer, en aquel momento
controlado por el PSOE, que defendía posturas que luego hemos conocido
como abolicionismo o posturas, incluso dentro del propio PSOE, que eran un
poco más de tipo reglamentarista. Ese debate ya existía en aquel momento y
son cosas que incluso llegan hasta hoy día, porque tampoco el PSOE es
monolítico en ese sentido y hay distintas posiciones, mal presentadas
posiblemente. O mal trabajadas, poco trabajadas. Es una polémica que por lo
menos en Madrid se está desarrollando.
Luego el lesbianismo viene a abrir el debate sexualidad/pornografía. Es un
todo frente a la posición del movimiento en torno a la sexualidad y el
normativismo, digamos. El movimiento de allá y de aquí. Y la cuestión de la
prostitución evidentemente va también por ahí, así lo toco en mi trabajo. Estas
cuestiones calan por el interés del colectivo de lesbianas, aquí en Madrid, por
abrir el debate a distintas posibilidades de entender la sexualidad dentro del
lesbianismo, tratando temas particularmente polémicos como la función de
los roles en el seno de las vivencias del lesbianismo o el tema del
sadomasoquismo. En ese sentido, el trabajo de allí, las polémicas de allí tienen
aquí su reflejo. El tercero es el debate sobre la pornografía...
Cristina Garaizábal. Que tiene también conexión con la polémica sobre la causa
de las agresiones y la sexualidad como causa o no de la opresión y la
pornografía... en fin, todos estos debates cristalizan de forma muy fuerte en las
Jornadas Contra la Violencia Machista del año 1988 en Santiago de Compostela.
Raquel Osborne. Yo estaba terminando la tesis y conecto con ese tipo de
cosas que se estaban haciendo aquí. Me encuentro con unos debates de lo más
crudos. En relación con eso, tú hablas del libro La construcción sexual de la
realidad, pero el que creo que tuvo realmente calado en el movimiento fue el
de Las mujeres en la encrucijada de la sexualidad del año 1989. Fue un libro que
dio en la diana en ese momento y ahí se trataban estos temas. (...) Era un
movimiento que estaba y una se topó con él.
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Cristina Garaizábal. Creo que hay un problema que tiene que ver con el nivel
de ideologización y de patente feminista; es difícil llevar debates y darnos
autoridad mutua cuando negamos que lo que se dice es feminista y, muchas
veces, en el movimiento, el debate se sitúa en esos términos: es o no es
feminista. Creo que tiene que ver con hacer identidad sobre la ideología y, a
la vez, poca política, poca conexión con la realidad que nos podría llevar a
decir: céntrate en esto, que esto es lo importante.
Empar Pineda. Lo más hermoso fue la besada en la Puerta del Sol [el 23 de
Enero de 1987]. La policía había detenido y maltratado a dos mujeres que se
habían besado, tampoco ostentosamente, delante de la Dirección General de
Seguridad y las trincaron. Las maltrataron tanto que al día siguiente, cuando
las llevaron al juez a Plaza de Castilla, ellas ya lo pensaban hacer, pero el
propio juez les dijo que por qué no ponían una denuncia por maltrato. Y
entonces vinieron al Colectivo, nos lo contaron y entonces dijimos: «¿Ah sí?,
pues ahora nos vamos a besar todas en la Puerta del Sol». Avisamos al
conjunto del movimiento y la verdad es que la respuesta fue muy solidaria y
fue precioso. Puerta del Sol, un viernes a las 8 de la tarde. Abarrotado de
gente de lo más diverso. Y pensamos: «Oye, cualquiera que nos vea
morreándonos ¿qué va a pensar? Tendremos que explicar algo, hacer algo».
Entonces hicimos una hojita explicando el asunto y llevamos una pancarta
que era como todas de gracia y con las letras en lila. Fue muy bueno porque
una periodista, creo que era de Cambio 16, estaba haciendo una encuesta de
calle a ver qué pensaba la gente de la besada. Bueno, fue la mayor
concentración de medios hasta entonces, estaba hasta la televisión soviética.
Así que hicimos una campaña de prensa tela. Era apetitoso: tías morreándose,
besándose en la boca... Y esa periodista de Cambio 16 iba preguntando a la
gente: «¿Usted qué piensa de esto?» Y vino y me dijo, mira, no puedo
resistirme a contártelo, venía un matrimonio que bajaba por Preciados y han
visto justo así el mogollón y les he preguntado: «Y ustedes qué piensan
de esto?» «¿Nosotros? ¿Sobre las feministas y el aborto? Completamente de
acuerdo con ellas».
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matrimonio civil, en la cuestión legal y parece que no hay otra demanda más
allá de esa homologación legal ¿qué lugar y qué papel tiene ahora mismo el
activismo queer? ¿Dónde están ahora los puntos de fuga de ese activismo queer
más latente o más importante?
Fefa Vila. Ha habido una movilización mayoritaria de gays, lesbianas y
feministas, o de determinadas feministas, porque no podemos hablar
actualmente de un solo feminismo, en la dirección menos adecuada. Creo que
tanto gays como lesbianas están siendo consumidos por el propio sistema
capitalista. Ya no se trata de que creen un mercado rosa, sino que realmente
sus propias prácticas y sus propias relaciones políticas están inmersas en una
dinámica peligrosa, la dinámica de ser ellos mismos fagocitados y
consumidos por el gran aparato del Estado capitalista, y eso en una doble
dirección, en la dirección de producción y consumo de mercancías y en la
dirección legal de homologar y normativizar los cuerpos y las vidas de los
sujetos vivientes. Creo que en el Estado español no ha habido un movimiento
queer importante, ha habido experiencias queer interesantes. Las posibilidades
queer hoy en día pasan por reestablecer el desorden en todo ese tipo de
prácticas y de relaciones formales que se están estableciendo a nivel
institucional y de consumo exacerbado. Por otra parte, la vía está abierta para
establecer relaciones en contextos políticos mucho más diversos, donde la
inmigración está funcionando, en contextos políticos transnacionales, porque
me parece alucinante que se esté trabajando por la legalización del
matrimonio mientras en África se esté muriendo de SIDA. Me parece
alucinante que el movimiento gay institucional no tenga un ideario o una
visión más allá de su propia producción consumista y de su propia relación
con los aparatos que les están produciendo y que no vea una serie de
contradicciones que están operando a nivel local, en nuestro barrio y en
nuestra propia casa, pero también a nivel transnacional. Cómo nos peleamos
nuestro trabajo en nuestro día a día, por ejemplo, eso cruza con la
precariedad, pero no son simplemente las relaciones de producción las que te
están construyendo, hay otro tipo de relaciones que evidentemente no se
pueden olvidar, que te están atravesando y son las relaciones y las
construcciones sexuales, las construcciones de raza, las construcciones de
sero-positividad, las construcciones de legalidad e ilegalidad, etc.
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1 www.sindominio.net/karakola/
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Carmen Romero Bachiller. Pues, por ejemplo, con todo el tema de los drag kings
que se empieza a poner en marcha, como el seminario que se hace en UNIA, y
después lo hemos seguido llevando a cabo aquí, tanto con la fiesta de Drag-Kings
que hicimos la noche de reyes como con el D.N.I que presentamos en la
manifestación del 28 de junio de 2003. El introducir lo queer en la Karakola ha
significado que una de las premisas básicas e intocables de la Karakola que era
la no admisión de chicos en lo que era una casa de, para y por mujeres de repente
se transforma. ¿Quiénes son mujeres? Un par de años antes de que empezara
todo el tema de Retóricas y de GtQ, hubo una acción sobre violencia de género
y violencia sexista en la calle con una serie de movilizaciones en Lavapiés. Vino
Juana Ramos, que es la presidenta de Transexualia y se trajo a Charly que fue
presentado como transgénero. En ese momento ni nos lo planteamos, pero luego
sí lo repensamos. Sobre todo a partir del proyecto de «La casa de la diferencia»,
empezamos a pensar qué significaba tener una casa exclusiva para mujeres. Nos
dimos cuenta de que estábamos cuestionando todo el rato qué era una mujer y
que en el fondo no nos creíamos mucho eso de qué es una mujer, puesto que en
determinadas ocasiones nosotras mismas decíamos que no éramos mujeres. Ya
cuando se empieza a introducir en la Karakola el GtQ entran tres tíos que son
maricas. ¿Cómo se maneja esto? ¿Eso significa que son tíos? ¿Qué tipos de
exclusiones estás planteando? No estábamos planteando exclusiones, estábamos
planteando la necesidad de un espacio para mujeres en un sentido propositivo
porque ya existen muchos espacios excluyentes, pero al mismo tiempo veíamos
que esta definición se nos quedaba demasiado corta o demasiado amplia y
también que las situaciones de quiénes okupan estas posiciones de género
tampoco estaban tan claras, más cuando tú también performas masculinidad en
tu vida cotidiana o haciendo un taller de drag kings, etc. Esto es muy interesante
porque ha sido como hacer práctico un debate que es muy complejo, que tiene
que ver con el hecho de que cuando se inicia la Karakola una de las premisas sea
que la casa fuese sólo un espacio de mujeres. Recuerdo que hubo una serie de
debates en la Karakola para hablar de la mixticidad y para mí esa no era la forma
de plantear el tema, porque no es una cuestión de decir si un espacio es mixto o
no. El debate, que a mí me ponía muy nerviosa, enfocaba el tema como si, por el
hecho de que entrara un personaje con un género «masculino», con una «forma»
determinada, el espacio ya se convertía en espacio mixto. A mí lo que me
preocupaba era qué tipo de dinámicas se estaban produciendo, qué tipo de
temas se están poniendo en cuestión y qué cuerpos se están cuestionando. No es
suficiente con decir hombres y mujeres, ni género, ni nada, pero tampoco
olvidarnos de las diferencias de poder que también están ahí y las diferentes
posiciones en lo simbólico, en la representación, etc. Hay chicos en el grupo, pero
son gays o maricas y ¿qué significa todo esto? ¿Qué cuerpos están puestos a
trabajar? ¿Cómo se están respetando las palabras? Ese era el tipo de cuestiones
que a mí me parecía interesante poner sobre la mesa y no tanto hablar de
mixticidad sí o mixticidad no, que me parecía que era un debate que carecía
absolutamente de sentido.
Gracia Trujillo. Pero los tres tíos que hay en nuestro grupo son «osos», o
chicos que son bastante más femeninos que yo, por ejemplo. Esa es una de las
cosas de nuestro grupo, un grupo de activismo queer en el que realmente
estamos haciendo un intento de englobar las diferencias y que éstas sean
legítimas. No debemos dejar de ser vigilantes respecto a si todas las
diferencias están teniendo la misma legitimidad bajo este paraguas queer,
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mapas
1. Virtuosismo y revolución
La acción política en la época del desencanto
Paolo Virno. I.S.B.N.: 84-932982-1-2, 154 pp., 9 euros.
2. Contrageografías de la globalización
Género y ciudadanía en los circuitos transfronterizos
Saskia Sassen. I.S.B.N.: 84-932982-0-4, 125 pp., 8,5 euros.
4. El gobierno imposible
Trabajo y fronteras en las metrópolis de la abundancia
Emmanuel Rodríguez. I.S.B.N.: 84-932982-3-9, 188 pp., 9,5 euros.
5. La fábrica de la infelicidad
Nuevas formas de trabajo y movimiento global
Franco Berardi (Bifo). I.S.B.N.: 84-932982-4-7, 188 pp., 10.5 euros.
6. Otras inapropiables
Feminismos desde las fronteras
Bell Hooks, Avtar Brah, Chela Sandoval, Gloria Anzaldúa...
I.S.B.N.: 84-932982-5-5, 188 pp., 10 euros.
7. Gramática de la multitud
Para un análisis de las formas de vida contemporáneas
Paolo Virno. I.S.B.N.: 84-932982-6-3, 160 pp., 9 euros.
8. Capitalismo cognitivo
Propiedad intelectual y creación colectiva
Y. Moulier Boutang, Antonella Corsani, M Lazzarato et alli.
I.S.B.N.: 84-932555-0-X, 160 pp., 10.5 euros.
13. Por una cultura libre. Como los grandes grupos de comunicación utilizan la tecnología y la ley
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bifurcaciones
1. Lo que el trabajo esconde
Materiales para un replanteamiento del análisis sobre el trabajo
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