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ENSENANZA

REVISTA MEXICANA DE F ISICA E 51 (1) 2330

JUNIO 2005

Sobre el principio de incertidumbre de Heisenberg entre tiempo y energ a: una nota did actica
G.E. Giribet Departamento de F sica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, Ciudad Universitaria, Pab. I, 1428, Buenos Aires, Argentina, e-mail: gaston@df.uba.ar
Recibido el 26 de octubre de 2004; aceptado el 7 de diciembre de 2004 Esta breve nota tiene el n did actico de discutir el signicado del principio de incertidumbre entre tiempo y energ a en la mec anica cu antica ste un aspecto que, a nuestro parecer, es ciertamente descuidado en muchos en el contexto de los trabajos seminales sobre este tema. Es e libros de texto. As , estas p aginas est an pensadas para los estudiantes de un curso avanzado de mec anica cu antica y tienen la intenci on original de presentar una lista de referencias de los puntos que conforman las discusiones principales al respecto y pasar revista de las posibles interpretaciones. Discutimos tambi en algunas de las falacias que, de manera recurrente, suelen relacionarse con la desigualdad de Heisenberg. Esta nota fue escrita para los alumnos del curso sobre mec anica cu antica dictado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Descriptores: Principio de incertidumbre; experiencias ded acticas. This brief note has the didactical purpose of discussing the meaning of the uncertainty principle involving energy and time in quantum mechanics within the context of the seminal works on this subject. The importance of this topic is, indeed, frecuently neglected in several textbooks on quantum mechanics. Then, these pages are addressed to students attending to an undergraduate course on quantum mechanics; and the original aim is to present a list of references of the points which take part in the principal discussions on the subject. Principal attention is devoted to the discussion of the fallacies, which are indeed persistent in the literature. Keywords: Uncertainty principle; education. PACS: 01.40.Gm; 01.40.Fk; 03.64.Ta

1.

Preliminares

El principio de incertidumbre entre tiempo y energ a representa uno de los ejemplos m as concisos de aquellos aspectos que suelen ser tratados con cierta displicencia en las discusiones de los libros de texto y cursos de mec anica cu antica. Independientemente de las razones de esto, no es dif cil notar que, en alg un sentido, el tratamiento de este tema deja entrever cierto soslayo intencional de los aspectos medianamente sutiles. Esto es as aun cuando resulta ser un punto concep mbito did tual de cierta importancia en el a actico, precisamente por su propiedad de suscitar confusiones entre quienes se l por primera vez. ven frente a e Las confusiones se deben principalmente a dos aspectos: a) La viciosa b usqueda de quienes, sin razones demasiado rigurosas, emprenden la piadosa tarea de aunar los papeles que desempe nan la variable temporal y los observables correspondientes a la posici on en mec anica cu antica. on para confusas interpretaciones b) Por otro lado, una raz resulta del poco empleo que del principio de incertidumbre entre tiempo y energ a se hace en los cursos de mec anica cu antica, lo cual es fuente de que en muchas ocasiones este tema sea tratado de manera poco profunda. ltimo es, entre poco m Esto u as, origen de digresiones ociosas al respecto.

Seg un nuestro entender, un tratamiento moderadamente satisfactorio del tema debe, al menos, dar respuesta acabada a las preguntas recurrentes de los alumnos iniciados en la formulaci on matem atica de la teor a cu antica; a saber: a) Cu al es el signicado del tiempo t que aparece en el principio de indeterminaci on entre tiempo y energ a? b) Es factible denir un operador tiempo que permita realizar el observable correspondiente? c) Simplemente, incertidumbre o indeterminaci on?

2.

El principio de incertidumbre de Heisenberg

En su formulaci on original [1], las relaciones de incertidumbre de Heisenberg aparecen vinculadas a la relaci on de conjugaci on existente entre ciertos pares de cantidades f sicas, v.g., el tiempo y la energ a. Dicha conjugaci on, como bien sabemos, es usualmente entendida como debida al hecho de que ciertos pares de magnitudes que intervienen en la formulaci on de la teor a se encuentran relacionadas mediante la transformada de Fourier; esta relaci on deviene sin mucho desarrollo en la inecuaci on de Heisenberg E t 2 . (1)

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En parte debemos esta forma de presentaci on a los libros cl asicos de texto, los cuales nos explican casos particulares como ejemplos heur sticos para entender tales relaciones. La l nea general de estos argumentos es la siguiente: Si entendemos que un estado f sico de un sistema cu antico en un determinado instante t est a caracterizado por la funci on de ondai (t) y tenemos presente que el espectro de la distribuci on de las componentes de energ a que conforman dicho paquete de (E/ ), enondas est a dado por su transformada de Fourier tonces podemos denir las desviaciones de dichas cantidades seg un

(t) =

dt| (t)|2 (t t0 )2 , 1

(E ) = siendo t0 =

(E/ )|2 (E E0 )2 , dE |

dt| (t)|2 t

E0 =

(E/ )|2 E. dE |

Es un ejercicio est andard de an alisis matem atico mostrar que de estas deniciones se deduce (1) sin mayor dicultad. De esta manera, tenemos la primera y m as simple presentaci on de las relaciones de incertidumbre. Seg un esto, la relaci on (1) debe entenderse como la desigualdad satisfecha por las desviaciones denidas a partir de la distribuci on en energ as de los estados constituyentes de un paquete de ondas que depende en el tiempo dada la funci on (t). En efecto, esta interpretaci on es la adecuada cuando se trata con problemas en los que se reere a los tiempos caracter sticos de deformaci on de un paquete de ondas o cuando se trata del estudio de estados que decaen. Claro est a que, sta asumiendo conceptos b asicos de la mec anica cu antica, e es una deducci on rigurosa de la desigualdad (1) en el caso en el cual se trata con estados del tipo mencionado. No obstante, la intenci on de tratar la relaci on (1) en un contexto m as general persiste; discutiremos aqu las principales interpretaciones que decoran la bibliograf a. Por otro lado, y lo que lleva en germen quiz a la principal fuente de confusi on cuando se trata de la energ a y el tiempo, las restantes relaciones de incertidumbre pueden derivarse en el marco de la formulaci on de la teor a en t erminos de la teor a de operadores. De hecho, es usual presentar la deducci on de Robertson [3], quien mostr o que la simple consideraci on de la desigualdad de Schwarz satisfecha por los vectores de un espacio de estados sobre el cual act uan operadores autoadjuntos A y B lleva a una relaci on general de la forma 1 (2) (A)2 (B )2 | [A, B ] |2 , 4 sta deviene en y luego, e 4 si el par de operadores satisfacen [A, B ] = i [5]. (A)2 (B )2
2

sta es la deducci Como sabemos, e on que suele presentarse en los cursos avanzados de mec anica cu antica; y es, de suyo, el disparador primordial de algunas dudas pertinentes de cualquier alumno medianamente atento que intenta una conciliaci on entre la demostraci on de (3) y la expresi on (1). El punto central es que ante esta presentaci on de las relaciones de incertidumbre, es ineluctable preguntarse c omo entra en este contexto la relaci on entre el tiempo y la energ a. En efecto, es dif cil sentirse c omodo con el hecho de simplemente asumir que las relaciones de incertidumbre entre tiempo y energ a son de una naturaleza distinta a las restantes, como podemos leer en alg un libro de texto (ver, por ejemplo, la Ref. 4). Aunque, por otro lado, tambi en es cierto que una mirada r apida a los principios b asicos de la mec anica cu antica nos basta para convencernos de que el tiempo entra en escena de una manera distinta a las dem as magnitudes. Esto es, si bien es cierto que (2) nos sugiere casi inmediatamente la idea de iniciar el juego de denir un operador de tiempo que represente al observable T , reconocemos tambi en sin demasiada dicultad que, como se nal o enf aticamente Dirac alguna vez, el tiempo en mec anica cu antica es ab initio un par ametro caracterizado por un n umero real t y, por ende, no puede aplicarse la deducci on de Roberston a los casos particulares en los cuales esta cantidad se ve involucrada como parte de una relaci on de incertidumbre. Es el tiempo un par ametro en mec anica cu antica y no un operador. As , la incorporaci on de un operador que realice tal observable no puede sino estar caracterizando un observable que reere a cierto (sub)sistema reloj [12] o, en forma a un m as gen erica, a cierto observable que, dada la naturaleza del problema particular en cuesti on, le es dado llevar unidades de tiempo. Lo cierto es que un operador T de tal suerte no puede representar, en t erminos generales, ning un elemento intr nseco de la descripci on mecanocu antica. No obstante, m as all a de esta aserci on, nada nos impide emprender la tarea l udica de explorar las implicancias de asumir la existencia de un operador T que satisfaga las siguientes reglas de conmutaci on con el hamiltoniano del sistema: [H, T ] = i . (4)

Como primera observaci on, notamos que la ecuaci on de Heisenberg nos lleva inmediatamente a que dT i = [T, H ] = 1. dt (5)

(3)

Por lo tanto, (2) nos permite reobtener (1) reemplazando t por el observable correspondiente T = (T )2 y as volver amos a obtener dicha relaci on de incertidumbre como caso particular del c alculo de operadores. Otro aspecto interesante de la suposici on de la existencia de un operador con las propiedades de T es que, en su car acter de conjugado al hamiltoniano, los elementos de matriz t|n for stos exismados por los vectores |t del espectro de T (si e ten) y los autoestados |n del hamiltoniano tendr an la forma t|n ei[(En t)/ ] , que es precisamente la dependencia

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temporal de la funci on de onda, de manera an aloga a como los elementos x|n representan la dependencia en t erminos de la posici on. Sin embargo, m as all a de las digresiones relacionadas a la denici on del operador T , Pauli elev o al rango de teorema la observaci on de que la existencia de un operador que satisfaga (4) y que adem as posea un espectro continuo implicar a que el espectro del hamiltoniano no sea discreto. Esto es b asicamente debido a que T generar a en ese caso las traslaciones en el espectro de H , las cuales estar an caracterizadas por un par ametro real que recorrer a dicho espectro. De esta manera, vemos que no es posible incluir en la descripci on, para el caso general, un operador herm tico T que represente al tiempo de manera tan ingenua. No obstante, perm tasenos mencionar el cl asico ejemplo particular del operadorii m T = {X, P 1 }, (6) 2 el cual, adem as de resultar autoadjunto, resuelve la ecuaci on [H, T ] = i para el hamiltoniano de una part cula libre de masa m. Volveremos a mencionar este operador en las pr oximas secciones cuando mencionemos la cr tica de Aharonov y Bohm a las interpretaciones cl asicas de la relaci on (1).

Un tratamiento an alogo al presentado por Mandelstam y Tamm es descrito en la Ref. 18 por Shalitin. En este caso, se dene la cantidad siguiente: T =
d dt |

A A|

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donde, por supuesto, A y A est an referidos a un estado particular del sistema. As denido, T mide el intervalo de tiempo en el cual la cantidad A es connada en un intervalo de incertidumbre A en torno a su valor medio. Esto es, el an alisis presentado en la Ref. 18 (al igual que el presentado en la Ref. 11) se basa en la denici on de una medida de la identidad del estado que evoluciona en el tiempoiii . Shalitin trata a modo de ejemplo una aplicaci on de esta forma de interpretar la relaci on de incertidumbre entre tiempo y energ a al caso de estados metaestables caracterizados por el operador proyector A = | |. En este an alisis, | es un estado del sistema que satisface, en alguna aproximaci on, la relaci on | d 1 A |= A , dt

3.

Interpretaciones lockianas del principio de incertidumbre

Volviendo a la interpretaci on de la relaci on (1) en el contexto de la descripci on de estados tipo paquetes que decaen o se deforman en el tiempo, cabe mencionar con particular atenci on la deducci on que Mandelstam y Tamm presentan en la Ref. 11. En ese art culo los autores comienzan se nalando la existencia de una conexi on general entre la dispersi on del espectro de energ as de un cierto estado y la permanencia en stas por el tiempo de sus magnitudes f sicas, caracterizadas e los observables del sistema. Ellos se valen de dicha conexi on para denir una formulaci on cuantitativa de la relaci on (1). El an alisis de la Ref. 11 comienza con la consideraci on de la ecuaci on de Ehrenfest-Heisenberg para un operador dado A: dA i = [A, H ] . (7) dt Luego, teniendo en cuenta (2), se llega a mostrar que se satisface la siguiente relaci on entre cocientes incrementales: A(t + t) A(t) , (8) 2 A donde A reere al valor promedio que la cantidad A adquiere en el intervalo de tiempo innitesimal t. Se deduce entonces la siguiente f ormula: H t , (9) 2 donde t es el valor que minimiza el intervalo de tiempo t en el cual el valor medio de cierta cantidad A se ve modicado en una cantidad igual a su promedio (ver la Ref. 11 para los detalles). H t

dado que se tratan en consideraci on estados con un comportamiento de la forma A et/ . Luego, el simple reemplazo del comportamiento del estado metaestable en la denici on de T de arriba lleva a obtener que en el l mite de largos tiempos se cumple H . (11) Shalitin comenta luego la comparaci on con la interpretaci on usual basada en la regla de oro de Fermi para transiciones [9]. As , aparece el tiempo caracter stico de decaimiento del estado metaestable como cantidad interviniente en una relaci on de equivalencia que involucra a la incertidumbre H . La relacion (11) es usualmente referida en las aplicaciones en f sica de part culas, donde los tiempos de vida media de estados inestables aparecen en relaci on con el principio de Heisenberg. No obstante, notemos que elementos adicionales, tales como la forma particular de la evoluci on de los estados, debe ser asumida para reducir la inecuaci on de Heisenberg a una relaci on de identidad (realizada por el s mbolo ) que involucre el tiempo medio . Es a esto a lo que nos habituamos cuando estudiamos la relaci on (1) como relacionada con la regla de oro de Fermi en el desarrollo de teor a de perturbaciones. ltimo, nos permitimos llamar la atenci Por u on sobre una interesante derivaci on de la desigualdad (1) empleando el formalismo de matriz densidad. Esta deducci on se debe originalmente a Eberly y Singh [16] y fue did acticamente desarrollada por Blanchard [17]. En este contexto, la incertidumbre en est el tiempo t a medida en t erminos de la derivada temporal de la matriz densidad en el picture de Schr odinger, siendo )2 = (t 1 4 t
2

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que satisface la desigualdad (1) para la incertidumbre en la sta seg energ a E , denida e un (E )2 = (H H )
2

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y es posible mostrar que una desigualdad del tipo (1) se cum y E . Esta descripci ple entre t on propone un criterio de selecci on, ya que seg un este an alisis los estados puros, a diferencia de los estados mixtos, satisfacen la m nima relaci on = /2. Esto nos advierte de la de incertidumbre, i.e., E t diferencia que existe con la desigualdad de Heisenberg propiamente dicha, ya que no es dif cil idear ejemplos en los que la desigualdad estricta E t > /2 se verica a un para estados puros.

4. Los procesos de medici on y la cr tica de Aharonov y Bohm


En el reconocido art culo de Landau y Peierls [7, 8], en el cual se ensayaba tempranamente sobre las limitaciones que est an impl citas en el intento por extender al rango relativista las cantidades f sicas denidas en la mec anica ondulatoria, se concluye la existencia de ciertas limitacionesiv deducidas del hecho de asumir que la energ a no puede ser medida con arbitraria exactitud en un corto lapso de tiempo, debido a la afecci on provocada por el mismo proceso de medici on aun en el caso de mediciones predecibles. Los autores arman esto escud andose en la referencia expl cita al punto de vista de Bohr al respecto. As , la interpretaci on sugerida en la Ref. 7 descansa en la idea de que en un tiempo t no puede hacerse una medici on en la energ a de un sistema para la cual la discriminaci on sea menorv que /t. Expuesto este punto de vista, seg un el cual la interpretaci on adecuada de la desigualdad (1) es que existe un l mite en la determinaci on de la medici on de la energ a relacionada con el tiempo de duraci on de dicha medici on, debemos mencionar el embate cr tico que Aharonov y Bohm iniciaron al respecto en la Ref. 12. En este art culo se critica la interpretaci on de Landau y Peierls arguyendo que una armaci on semejante no puede estar impl cita en la formulaci on matem atica de la teor a cu antica y que, por lo tanto, no puede ser considerada como la interpretaci on adecuada de (1). Tambi en se nalan que los ejemplos presentados en la literatura [7, 11] no son lo sucientemente generales como para inferir a partir de ellos la interpretaci on nal. A modo de ep logo de su trabajo, Aharonov y Bohm presentan como contraejemplo un proceso de medici on en el cual puede medirse la energ a de un sistema en un tiempo nito y con arbitraria exactitud. En la Ref. 12 se indica tambi en que la interpretaci on err onea de (1) se debe a una mala lectura del punto de vista de Bohr y se enfatiza que, de ser cierta una relaci on de incertidumbre entre el tiempo de duraci on de una medici on y sta deber la precisi on de la misma, e a ser demostrable a partir del formalismo de la teor a (v.g. en t erminos del c alculo de operadores). As , ellos tratan el caso particular del operador

T denido en (4) como aquel que corresponde al observable del tiempo medido por el aparato de medici on, acentuando la diferencia entre el tiempo del aparato de medici on y el tiem ltimo conmuta con el hamilpo interno del sistemavi ; este u toniano del aparato de medici on. Seg un este an alisis, (1) es satisfecha para los observables del reloj. La cr tica de Aharonov y Bohmvii deja constancia de que la interpretaci on de la relaci on (1) como relacionada al tiempo y a la precisi on de una determinaci on en el valor de la energ a es, si no incorrecta, s olo v alida en casos particulares celosamente elegidos. Y es esta nuestra primera conclusi on. La que, por su parte, hace a la cuesti on terminol ogica entre incertidumbre e indeterminaci on. A saber: el principio de Heisenberg no est a vinculado con la indeterminaci on en el proceso de medici on, sino con la incertidumbre cu antica intr nseca de la funci on de onda y el espectro de energ a asociado a dicha funci on.

5.

Otras digresiones al respecto: la discusi on en el contexto de la relatividad

Siguen en la lista de las discusiones m as frecuentes en la literatura referidas a la interpretaci on de (1) aquellas que se basan en esa piadosa b usqueda de razones que permitan al tiempo y a las coordenadas esenciarse en la formulaci on de la mec anica cu antica. Mencion abamos esto anteriormente. Estas discusiones se centran muy frecuentemente en el mito de que la asimetr a que establece el papel particular del tiempo en la formulaci on original implica de alguna manera una incompatibilidad con los principios de covariancia de la relatividad especial. Por supuesto que esta idea es falaz; bien sabemos que la ecuaci on de Schr odinger, as como la entera formulaci on de la mec anica cu antica, entra en el marco de las teor as relativistas de campos sin que sea el papel privativo del tiempo un riesgo para la invariancia de Lorentz. No obstante, no debe entenderse de esto que no reconocemos que la exploraci on del signicado de los aspectos mbito de la relatividad especial es un tema cu anticos en el a que merece atenci on. Existen diversos e interesantes art culos que tratan tales temas. Por ejemplo, Hilgevoord se nala en la Ref. 13 aspectos sutiles de la interpretaci on de la variable l retemporal t en comparaci on a una confusi on usual que e marca entre las coordenadas espaciales y los observables de posici on [14]. Siguiendo con nuestro recorrido bibliogr aco, pueden encontrarse en la literatura diversos ensayos sobre extensiones del principio de incertidumbre al caso relativista proponiendo relaciones entre el tiempo propio y el observable correspondiente a las masas de las part culas, de la forma m /2c2 . Tambi en es frecuente verse frente a otros argumentos basados en la consideraci on del campo gravitatorio, ya que, de hecho, algunos aspectos privativos de las teor as de gravedad ampl an en gran medida la gama de aspectos interesantes relacionados con las relaciones de incertidumbre: la inclusi on del tiempo de Planck

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tPlanck = (G )/(c5 ) como nueva escala en la teor a, el advenimiento de las teor as formuladas sobre geometr as no conmutativas y la consideraci on de objetos fundamentales extendidos como cuerdas o D-branas son ejemplos de nuevos elementos que proponen un feraz y nuevo terreno para el estudio de estos temas en la f sica te orica. Puebla la literatura la gama m as diversa de discusiones relacionadas, que van desde serios tratados de interpretaci on hasta las m as extravagantes digresiones.

6.

La falacia de la incertidumbre cu antica como margen para la conservaci on de la energ a

En otro contexto, resulta interesante comentar algunas otras disquisiciones tambi en relacionadas con el principio de Hei ste el caso de un argumento heur senberg. Es e stico que, aun cuando falto de rigor, es usualmente utilizado para apuntalar la interpretaci on de los procesos de interacci on entre part culas fundamentales como promovida por el intercambio de part culas virtuales que viven un tiempo menor al intervalo t ( /E ) a costa de una nimia violaci on de la energ a en la cantidad E exigida por su propia existencia. Esta imagen bosquejada de lo que luego se formaliza en t erminos de la electrodin amica cu antica, establece que las part culas virtuales (v.g., fotones virtuales) que portan la interacci on (resp. electromagn etica) entre las part culas cargadas deben su existencia a una violaci on de la conservaci on de la energ a que s olo ocurre en un per odo de tiempo protegido por el principio de incertidumbre. Si bien no es dif cil mostrar que esta imagen de los hechos es incorrecta (o al menos incontrastable), vale en muchos casos como ilustraci on y hasta resulta ecaz para obtener informaci on de las interacciones a partir de ella. Por ejemplo, si consideramos que la interacciones entre dos electrones est a mediada por la emisi on de uno de estos fotones virtuales que transmite una energ a de interacci on E , y suponemos que la vida de este portador es t del orden de E t , entonces nos basta tener en cuenta que el fot on viaja a la velocidad de la luz c y que en ese tiempo puede recorrer una distancia r = ct para obtener que la energ a total intermediada en el proceso estar a dada por E (r) = (e2 / c)E , ya que e2 / c reere a la probabilidad de que este tipo de proceso ocurraviii , siendo e la carga el ectrica del electr on. De esta manera, la energ a mediada en la interacci on estar a dada por E e2 , r (14)

Hay una inevitable conclusi on a la que se arriba luego de explorar las diversas aristas del problema de la interpretaci on del principio de incertidumbre entre tiempo y energ a. Esta conclusi on hace a la innumerable cadena de falacias en la que se ve envuelto dicho principio cuando se lo trata en un contexto did actico. Dichas falsas interpretaciones son promovidas, de manera exclusiva, por un trato imprudente del tema. Un ejemplo conciso del alcance de dichas digresiones sin sentido es la referida arriba acerca de la extrapolaci on exagerada de la incertidumbre cu antica como motivo para la existencia de los conocidos portadores virtuales en los procesos de interacci on de part culas. De hecho, no hace falta un doctorado en l ogica formal para reconocer que ninguna ley de la f sica basada en una ecuaci on (e.g., la ley de Coulomb) puede ser derivada de una inecuaci on como (1) sin agregarse, aunque m as no sea entre l neas, hip otesis adicionales. Sobre este punto, valga otra objeci on: Si verdaderamente el potencial (14) puede ser obtenido a partir de la consideraci on del principio de Heisenberg y poco m as, entonces surge la pregunta acerca de c omo se explica que no haya una derivaci on an aloga del potencial coulombiano en un espacio de dimensionalidad gen erica d (que bien sabemos que est a dado por E [e2 /(rd2 )] ix ). Si estos argumentos sobrevivieran deber amos, pues, inferir que el principio de Heisenberg nos habla de la dimensionalidad del espacio y las cualidades del caso d = 3; y claro que todo esto no tiene sentido alguno. Las confusiones conceptuales que est an en germen en este tipo de argumentos se ponen de maniesto con razones similares a las que usamos para explicar el hecho de que coexistan tantas y tan diversas interpretaciones de (1). A saber: ste el principio de incertidumbre de Heisenberg, entendido e como un car acter intr nseco de la formulaci on de la teor a cu antica y, por ende, independiente del problema tratado en cada caso particular, no puede sino referir a elementos b asicos de la teor a tales como la existencia de una magnitud fundamental , la ecuaci on de Schr odinger o las propiedades algebraicas del hamiltoniano y del espacio de estados sobre el ste act cual e ua. Es por eso que la inclusi on de artefactos tales como observables con dimensiones de tiempo representados por operadores autoadjuntos as como magnitudes de escalas t picas de dispositivos de medici on no pueden llevar per se la raz on de ser ni el signicado de (1). Esto es, el signicado de (1) no puede depender de la carga del electr on, ni de la velocidad de la luz, ni de la escala de Planck. En efecto, si hay alg un vestigio de verdad en los sosmas ste no puede estar relacionado m atacados anteriormente, e as que con la casualidad o con el simple hecho de que s olo una verdad de perogrullo se esconde atr as de atribuirle a (1) un nuevo signicado. El signicado del principio de incertidumbre de Heisenberg es aquel que se relaciona con las campanas de dispersi on de las distribuciones en el espectro de energ as que discutimos al comienzo. Su signicado est a claro en los casos en los cuales se trata con conguraciones que nos permiten hablar de paquetes de onda y es lo que se discute, por ejemplo, en las interpretaciones a la Mandelstam y Tamm.

que precisamente coincide con el potencial el ectrico [15]. Siguiendo las referencias de la literatura es posible toparse con art culos en los cuales se aventuran extrapolaciones de estas ideas a terreno m as especulativo tales como el de la cosmolog a o la f sica hadr onica.

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Por supuesto que cuando la pregunta acerca del signicado de cierta expresi on se dirige hacia una teor a fundamental y tan de base como es la mec anica cu antica, la respuesta resulta m as f acil. Esto es as por cuanto hay menos elementos de los cuales puede depender el signicado de lo que se desea entender (en este caso, el signicado de (1)). Por esto, cualquier signicado del principio de incertidumbre debe estar, como se nalaron tempranamente Aharonov y Bohm, en la descripci on matem atica de la teor a. Por su parte, dada la austeridad a la hora de contar los elementos b asicos en la formulaci on de la teor a cu anticax , no debe resultar demasiado sorprendente que la sola inclusi on de unas pocas cantidades con dimensiones de tiempo y energ a a la hora de atacar un problema particular nos lleve a obtener relaciones del tipo tE , o bien tE < , o bien tE > o bien tE = 177 ; pero esto no es m as que una casualidad cuya frecuencia es bien explicada por la generalidad y frugalidad del formalismo, lo que lleva a que no haya, ab initio, demasiadas magnitudes con unidades de tiempo energ a. En resumen, no debemos interpretar, aunque sea usual hacerlo, que cada relaci on que lleve tiempos y energ as del lado izquierdo y una constante relacionada con del lado derecho resulta ser una manifestaci on hasta entonces desconocida del principio (1). Basta para convencernos de esto considerar otro ejemplo: Recientemente se ha arg uido que la cuantizaci on can onica de la gravedad lleva a que los estados puros evolucionan naturalmente hasta convertirse en estados mixtos debido a una decoherencia inducida por la no-existencia de relojes ideales cl asicos, los cuales son reemplazados en esta teor a por relojes cu anticos [22]. As , aparecer a en este tratamiento de la gravedad cu antica una escala de tiempos de decoherencia tdecoh que, combinada con la escala de Planck tPlanck para denir la cantidad (t)2 = tdecoh tPlanck , deviene en una relaci on t E donde E/ es la frecuencia asociada a la dispersi on en el espectro de energ as de los estados del sistema que est a bajo estudio. Y esto tiene poco (si no es que absolutamente nada) que ver con (1). En efecto, esto resulta en una modicaci on de la mec anica cu antica en uno de sus basamentos: el car acter del tiempo. Por lo cual una conexi on de esto con el principio de Heisenberg es, si no falsa, para nada evidente.

7. Sobre la naturaleza del tiempo en mec anica cu antica


Retomemos ahora el tema de los observables de tiempo. La inclusi on de operadores temporales T que reemplacen al cn umero t con el que la mec anica cu antica naci o no es adecuada m as all a de los (no tan generales) ejemplos en los cuales se le puede asignar el papel de reloj a alguna parte del sistema que rige cierto per odo de alg un subproceso (e.g., de medici on).

Para precisar esto, demos un ejemplo de contexto en el cual la b usqueda de un operador T que realice el observable ste es el de tiempo en la teor a cu antica adquiere sentido: e caso del programa de cuantizaci on de modelos cosmol ogicos provenientes de la acci on de Einstein-Hilbert para el campo gravitatorio. La gravedad es un ejemplo de lo que se conoce como modelo hamiltoniano con un v nculo cuadr atico y, en particular, el v nculo existente en este caso se traduce en el hecho de que el hamiltoniano H se anula id enticamente, i.e. H = 0. La versi on cu antica de tal ecuaci on se conoce con el nombre de ecuaci on de Wheeler-De Witt. Luego, la cuantizaci on de tal tipo de teor a requiere como paso previo la identicaci on de un operador temporal T xi que permita ser identicado con el tiempo del sistema y que satisfaga estar global ltimo es, entre otras cosas, pedir mente bien denido. Esto u que el operador [H, T ] sea denido positivo sobre el espacio de funciones de onda , que adquieren en este contexto la interpretaci on de funciones de onda del universo [21]. En muchos de los modelos cosmol ogicos cu anticos que representan universos homog eneos, el operador tiempo T , que siempre est a vinculado a los grados de libertad de la geometr a (universo) en cuesti on, es directamente identicado con el radio del universo en expansi on u otra variable asociada, e.g. alguna medida de la anisotrop a, etc. As , cuando la pregunta se reere al universo en su totalidad el par ametro temporal no es tratado como un elemento externo. Ahora bien, peculiaridades tales como la representaci on del tiempo en la cuantizaci on de modelos cosmol ogicos resultan ser un d ebil argumento como para extrapolar semejante realizaci on al terreno de la teor a cu antica en un contexto general. En todo caso, cualquier intento por hacerlo conforma, en s , una generalizaci on de la teor a. Siguiendo con esta observaci on, hubo en la literatura intentos por escindir al tiempo de su car acter de par ametro in l. Se dependiente de los procesos f sicos que transcurren en e ensay o la posibilidad de rever el concepto de evoluci on temporal en mec anica cu antica bas andose en la referencia a un subproceso f sico que ocia, de este modo, de elemento reloj. Por ejemplo, Wooters trata en la Ref. 20 el ejemplo de un sistema de part culas, el cual le sirve para mostrar que el la evoluci on temporal descrita en t erminos del par ametro t es reemplazable por la correlaci on cu antica entre las distintas part culas del sistema usando una de ellas como reloj. Con grandilocuencia Wooters arma como conclusi on que no es necesario incluir al tiempo como un elemento b asico en la descripci on del mundo. No obstante, puede verse en su pretenci on mucho de la cr tica bergsoniana.

8. Conclusiones
Condensando, pues, en forma de corolarios aquellas conclusiones que derivamos, podemos enunciar los siguientes: a) La controversia terminol ogica entre incertidumbre e indeterminaci on se plantea, de forma m as precisa, en

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SOBRE EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE DE HEISENBERG ENTRE TIEMPO Y ENERG IA: UNA NOTA DIDACTICA

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t erminos de la pregunta acerca de si es correcta la interpretaci on del principio de Heisenberg (1) como involucrando a la precisi on en una medici on de la energ a realizada en un intervalo t y que arroja un resultado con indeterminaci on E . La respuesta a esta pregunta es negativa y ha sido expuesta en el trabajo de Aharonov y Bohm con lucidez. Es esta una de las m as frecuentes confusiones entre los f sicos. b) Acerca de la cuesti on de si existe un operador tiempo que realice el observable correspondiente de manera de aunar (1) a los casos que son tratables con la deducci on de Robertson, podemos responder lo siguiente: la existencia de un operador temporal T en mec anica cu antica no es una propiedad general de todo caso estudiado. Cierto es que hay ejemplos en los cuales es factible denir un operador de tal suerte; no obstante, en tales casos, y como resulta evidente, el observable T reere a una cantidad particular y propia de dicho ejemplo y no es el tiempo t que la mec anica cu antica contempla en sus fundamentos. Es decir, la existencia de T tal que T resulte mon otono en el tiempo t es una particularidad del hamiltoniano particular bajo estudio y no representa una raz on para pretender que t resulte reemplazado en la formulaci on de la teor a cu antica. Las sutilezas del ejemplo de la cosmolog a cu antica son desarrolladas con pericia en la literatura.

c) Tambi en podemos dar una raz on para la frecuente aparici on de falaces interpretaciones de la desigualdad de Heisenberg. Este fen omeno se debe, como mencion abamos, a la simplicidad de los ejemplos tratados usualmente que, sumada a la austeridad del formalismo de la teor a, hacen f acil incurrir en el error de relacionar cualquier relaci on del tipo tE con la desigualdad (1). Por supuesto, cuando los ejemplos y modelos estudiados aumentan en complejidad y adquieren m as estructura (i.e. m as elementos con unidades en un sistema) las relaciones funcionales involucrando tiempos y energ as caracter sticas se multiplicanxii . ltimo, enfaticemos que no hay forma de deducir Por u identidades del tipo E a partir de (1) sin asumir elementos adicionales. Esto es tan cierto cuanto que no hay conexi on entre el principio de Heisenberg y una licencia para la violaci on de las leyes de conservaci on en la naturaleza. De esta manera, reconocemos que a un en aquellos momentos en los cuales nos permitimos disfrutar de los argumentos heur sticos y tratamientos cualitativos de los fen omenos, no debemos perder de vista que toda consideraci on seria en f sica debe estar sustentada, casi por denici on, por una formulaci on precisa de los entes intervinientes en t erminos de relaciones matem aticas y, sumado a esto, de una espec ca estructura sem antica que d e cuenta del signicado un voco de cada representaci on.

i. Tomemos por caso un paquete de ondas como el estado f sico en consideraci on. ii. Obs ervese que otros ordenamientos de este operador satisfacen las mismas propiedades. iii. En este sentido, podemos referirnos al car acter lockiano de las deniciones de los art culos de las Refs. 11 y 18. iv . Los autores discuten la imposibilidad de satisfacer la llamada condici on de repetitividad en el contexto de la mec anica cu antica relativista. v . Landau y Peierls concluyen expl citamente que no puede existir una medici on predecible en la mec anica ondulatoria salvo si se trata de cantidades constantes en el tiempo. Cabe mencionar que en la Ref. 10 se detallan los resultados [7] enfatizando la relaci on entre el principio de incertidumbre y la existencia de la velocidad de la luz en su car acter de velocidad m axima. vi. Hasta donde alcanzamos a ver, la discusi on original de Aharonov y Bohm no cierra satisfactoriamente este punto dada una pobre denici on formal de lo que ellos denominan tiempo interno. vii. Hoy podemos encontrar en la literatura renovadas discusiones acerca de la interpretaci on del principio de incertidumbre entre tiempo y energ a para sistemas cerrados haciendo nuevamente hincapi e en la incertidumbre del tiempo como debida a la medici on de una cierta porci on del sistema considerada como reloj en un contexto an alogo al presentado en la Ref. 12. alculo a primer orden en la electrodin amica viii. Como muestra el c cu antica.

aticos empleados no son deix. Notemos que los argumentos cinem pendientes de la dimensionalidad del espacio plano que se considere. x. Y m as espec camente, dada la escasez de cantidades fundamentales que involucren escalas temporales y de energ a a parte de . xi. Que estar a dado en t erminos de los grados de libertad del campo gravitatorio gij y de sus variables can onicas conjugadas ij . ltimo: c xii. Consideremos un ejemplo de esto u alculos semicl asicos muestran que los agujeros negros en un espaciotiempo de 2 + 1 dimensiones irradiar an t ermicamente una energ a E (t) con un espectro de cuerpo negro en un dado intervalo de tiempo t, satisfaci endose una relaci on de la forma E t 1 . Y claro est a que nadie aventurar a una relaci on de esto con el principio de Heisenberg. 1. W. Heisenberg, Z. Phys. 43 (1927) 172. 2. E. Schr odinger, Proc. The Prussian Acad. of Sci. XIX (1930) 269. 3. H.P. Robertson, Phys. Rev. 34 (1929) 163. 4. J.J. Sakurai, Modern Quantum Mechanics (Addison Wesley, 1995). 5. E.U. Condon, Science 31 (1929). 6. A. Einstein, R. Tolman y B. Podolsky, Phys. Rev. 37 (1931) 780.

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7. L.D. Landau y R. Peierls, Z. Phys. 69 (1931) 56.

G.E. GIRIBET

15. R.C. Harvey, Am. J. Phys. 41 (1973) 67. 16. J.H. Eberly y L.P.S. Singh, Phys. Rev D 7 (1973) 359. 17. C.H. Blanchard, Am. J. Phys. 50 (1981) 642. 18. D. Shalitin, Am. J. Phys. 52 (1984) 1111. 19. J.A. Wheeler y W.H. Zurek, Quantum Theory and Measurement (Princeton Series in Physics, 1983). 20. W. Wootters, Int. J. Th. Phys. 23 (1984) 8. 21. A.O. Barvinsky, Phys. Rep. 230 (1993) 237. 22. R. Gambini, R. Porto and J. Pullin, Realistic clocks, universal decoherence and the black hole information paradox, arXiv:hep-th/0406260.

8. V.B. Berestetskii, E.M. Lifshitz y L.P. Pitaevskii, Curso de F sica Te orica: Teor a Cu antica Relativista 4 Parte I (Revert e, 1975). 9. L.D. Landau y E.M. Lifshitz, Curso de F sica Te orica: Teor a Cu antica no Relativista 3 (Revert e, 1971). 10. V.B. Berestetskii, E.M. Lifshitz y L.P. Pitaevskii, Teor a cu antica relativista 4 I (Revert e, 1975). 11. I. Mandelstam y I. Tamm, J. of Phys. IX 4 (1945) 249. 12. Y. Aharonov y D. Bohm, Phys. Rev. 122 (1961) 1649. 13. J. Hilgevoord, Am. J. Phys. 64 (1996) 1451. 14. P.E. Hussar, Y.S. Kim y M.E. Noz, Am. J. Phys. 53 (1985) 142.

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