Cuidaos Del Orgullo - Pte. Ezra T. Benson

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Cuidaos del orgullo por el Pte. Ezra T.

Benson (1899-1994)

Mis amados hermanos, me regocijo de estar con vosotros en otra gloriosa conferencia general de la Iglesia. Cun agradecido estoy por el amor, las oraciones y el servicio de los devotos miembros de la Iglesia que hay en todo el mundo. Quisiera elogiar a los santos fieles que estn esforzndose por inundar la tierra con el Libro de Mormn y absorber sus enseanzas ellos mismos. No slo debemos sacar a luz, de manera extraordinaria, ms ejemplares de este libro, sino que debemos hacer penetrar en nuestra propia vida y en toda la tierra ms de sus maravillosos mensajes. Este libro sagrado se escribi para nosotros, para nuestros das. Debemos aplicar sus enseanzas a nosotros mismos (vase 1 Nefi 19:23). Doctrina y Convenios nos dice que el Libro de Mormn es el registro de un pueblo cado (vase DyC 20:9). Y por qu cay este pueblo? Ese es uno de los mensajes principales del Libro de Mormn. Mormn mismo da la respuesta en los ltimos captulos del libro con estas palabras: He aqu, el orgullo de esta nacin, o sea el pueblo de los nefitas, ha sido la causa de su destruccin a menos que se arrepientan. (Moroni 8:27) Y luego, no sea que podamos perder el significativo mensaje del Libro de Mormn que nos leg ese pueblo cado, el Seor nos advierte en Doctrina y Convenios: Cuidaos del orgullo, no sea que lleguis a ser como los nefitas de la antigedad (DyC 38:39). Sinceramente deseo la ayuda de vuestra fe y vuestras oraciones al tratar de aclarar este mensaje del Libro de Mormn sobre el pecado del orgullo. Este es un mensaje que he tenido pesndome sobre el alma durante algn tiempo ya. S que el Seor quiere que os lo comunique ahora a vosotros. En el concilio preterrenal, fue el orgullo lo que hizo caer a Lucifer, el hijo de la maana (vase 2 Nefi 24:12-12; DyC 76:25-27; Moiss 4:3). Al llegar el fin de este mundo, cuando Dios purifique la tierra con fuego, los orgullosos sern quemados como estopa y los mansos heredarn la tierra (vase 3 Nefi 12:5; 25:1; DyC 29:9; Jos Smith Historia 1:37; Malaquas 4:1) . En Doctrina y Convenios el Seor emplea tres veces la frase cudate del orgullo, y hace una advertencia a propsito de l al segundo lder de la Iglesia, Oliverio Cowdery, y a Emma Smith, esposa del Profeta (DyC 23:1; vase tambin 24:14;38:39). El orgullo es un pecado muy mal interpretado y muchos pecan en la ignorancia (vase Mosa 3:11; 3 Nefi 6:18). En las Escrituras no hay nada que hable de un orgullo justo, sino que siempre se considera un pecado. Por lo tanto, sea cual sea la forma en que el mundo emplee la palabra, nosotros debemos entender la forma en que Dios la emplea para poder comprender el lenguaje de las

Sagradas Escrituras y sacar provecho de ellas (vase 2 Nefi 4:15; Mosah 1:37; Alma 5:61). La mayora de nosotros piensa en el orgullo como egotismo, vanidad, jactancia, arrogancia o altivez; aunque todos stos son elementos que forman parte de ese pecado, su ncleo no est en ellos. La caracterstica principal del orgullo es la enemistad: enemistad hacia Dios y enemistad hacia nuestros semejantes. Enemistad significa aversin, odio, resentimiento u oposicin. Es el poder por el cual Satans desea dominarnos. El orgullo en su naturaleza fomenta la competencia. Oponemos nuestra voluntad a la de Dios. Cuando lo hacemos blanco a El de nuestro orgullo, es con la actitud de decir Que se haga mi voluntad y no la tuya. Como dijo Pablo, todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jess (Filipenses 2:21). Nuestra voluntad en competencia con la de Dios deja que nuestros deseos, apetitos y pasiones corran desenfrenados (vase Alma 38:12; 3 Nefi 12:30). Los orgullosos no pueden aceptar que la autoridad de Dios d direccin a su vida (vase Helamn 12:6). Ellos ponen sus percepciones de la verdad contra el conocimiento omnisciente de Dios, su capacidad contra el poder del Sacerdocio de Dios, sus propias obras contra las obras grandiosas de El. Nuestra enemistad contra Dios puede ir marcada con etiquetas variadas, como la rebelin, la dureza de corazn, la dureza de cerviz, la impiedad, la vanidad, la facilidad para ofenderse o el deseo de recibir seales. Los orgullosos quieren que Dios est de acuerdo con ellos; pero no tienen inters en cambiar de opinin para que la suya est de acuerdo con la de Dios. Otro aspecto importante de este pecado tan prevaleciente es la enemistad hacia nuestros semejantes. Diariamente nos vemos tentados a elevarnos por encima de los dems y disminuirlos a ellos (vase Helamn 6:17; DyC 58:41). Los orgullosos hacen de toda persona su adversario oponiendo a los dems su intelecto, opiniones, trabajos, posesiones, talento y otros valores mundanos. Segn las palabras de C.S.Lewis: El orgullo no encuentra placer en poseer algo, sino en poseerlo en mayor cantidad que el vecino... Lo que nos enorgullece es la comparacin, el placer de colocarnos por encima de los

Cristo quiere elevarnos a su propia altura. Deseamos nosotros lo mismo para nuestros semejantes?

dems. Una vez que desaparece el elemento de competencia, el orgullo deja de existir. (Mere Christianity, Nueva York: Macmillian, 1952, pgs. 109-110). En el concilio preterrenal, Lucifer present su propuesta en competencia con el plan del Padre, por el que Jess abogaba (vase Moiss 4:13). Lucifer quera recibir honor por encima de todos los dems (vase 2 Nefi 24:13). En resumen, su orgulloso deseo era destronar a Dios (vase DyC 29:36; 76:28). Las Escrituras estn repletas de evidencias de las graves consecuencias que trae el pecado del orgullo al hombre individualmente o en grupos, a las ciudades y las naciones. Eso fue lo que destruy a la nacin nefita y a la ciudad de Sodoma (vase Moroni 9:27; Ezequiel 16:49-50) Por el orgullo fue Cristo crucificado. Los fariseos estaban irritados porque Jess proclamaba ser el Hijo de Dios, lo cual pona en peligro la posicin de ellos, y por eso tramaron su muerte (vase Juan 11:53). Sal se convierte en enemigo de David por causa del orgullo. Estaba celoso porque la multitud de las mujeres de Israel cantaban diciendo: Sal hiri a sus miles; y David a sus diez miles (1 Samuel 18:6-8). Los orgullosos temen ms al juicio de los hombres que al juicio de Dios (vase DyC 3:6-7; 30:1-2; 60:2). La idea Qu pensarn los dems pesa ms para ellos que la de Qu pensar Dios de m. El rey No estaba a punto de liberar al profeta Abinad, pero sus malvados sacerdotes apelaron a su orgullo y esto envi a Abinad a la hoguera (vase Mosah 17:1112). Herodes se entristeci ante la exigencia de su esposa de que le cortar la cabeza a Juan el Bautista; pero su orgulloso deseo de quedar bien ante los ojos de lo que estaban con l a la mesa le hizo mandar matar a Juan (Mateo 14:9; Marcos 6:26). El temor de los juicios de los hombres se manifiesta en la competencia que tiene lugar por lograr la aprobacin de los dems. Los orgullosos aman ms la gloria de los hombres que la gloria de Dios (Juan 12:42-43). El pecado se manifiesta en los motivos que tenemos para hacer lo que hacemos. Jess dijo que El haca siempre lo que le agradaba al Padre (vase Juan 8:29). No sera mejor que nuestro motivo fuera agradar a Dios en lugar de

El rey No estaba a punto de liberar al profeta Abinad, pero sus malvados sacerdotes apelaron a su orgullo y esto envi a Abinad a la hoguera

tratar de colocarnos por encima de nuestros hermanos y tratar de superarlos? A algunos orgullosos no les preocupa tanto que su salario sea suficiente para sus necesidades como que sea mayor de lo que ganan otros. Hallan su recompensa en estar un poquito por encima de los dems. Esta es la enemistad del orgullo. Cuando el orgullo se apodera de nuestro corazn, perdemos nuestra independencia del mundo y entregamos nuestra libertad al cautiverio de los juicios humanos. La voz del mundo resuena ms fuerte que los susurros del Espritu Santo. El razonamiento de los hombres triunfa sobre las revelaciones de Dios y los orgullosos se sueltan de la barra de hierro (vase 1 Nefi 8:19-28; 11:25; 15:23-24). El orgullo es un pecado que se puede observar fcilmente en los dems, pero que raramente admitimos en nosotros mismos. La mayora de nosotros lo considera un pecado de los que estn en la cumbre, como los ricos y los eruditos, mirndonos a nosotros por encima del hombro (vase 2 Nefi 9:42). Sin embargo, hay una dolencia mucho ms comn entre nosotros, y es la del orgullo de los que estn abajo mirando hacia arriba; ste se manifiesta de diversas formas, como la crtica, el chisme, la calumnia, la murmuracin, la pretensin de gastar ms de lo que tenemos, la envidia, la codicia, la supresin de la gratitud y el elogio que podran elevar a otro, y el rencor y los celos. La desobediencia es esencialmente una lucha orgullosa por el poder en contra de alguien que tiene autoridad sobre nosotros. Puede tratarse de los padres, de un lder del sacerdocio, de un maestro y hasta de Dios. El orgulloso aborrece la idea de que haya alguien que est por encima de l, pues piensa que esto rebaja su propia posicin. El egosmo es uno de los aspectos ms comunes del orgullo. La forma en que todo me afecta a m es la idea central de lo que es importante para la persona: el orgullo de quin es, la autocompasin, el inters por la fama del mundo, la gratificacin de los deseos personales y de los propios intereses. El orgullo da como resultado combinaciones secretas que se establecen para lograr poder, riquezas y gloria del mundo (vese Helamn 7:5; Eter 8:9, 16, 22-23; Moiss 5:31). Este fruto del pecado del orgullo, es decir, las combinaciones secretas, destruy a las civilizaciones de los jareditas y los nefitas, y ha sido y ser todava la causa de la cada de muchas naciones (vase Eter 8:18-25). Otro aspecto del orgullo es la contencin. Las discusiones acaloradas, las peleas, el dominio injusto, las grandes brechas entre las generaciones, el divorcio, el abuso de cnyuges, los tumultos y disturbios, todos encajan en esta categora del orgullo.

La contencin en la familia aleja de ella al Espritu del Seor; tambin aparta a muchas personas de su familia. Su expresin vara desde una palabra hostil hasta los conflictos mundiales. Las Escrituras testifican que los orgullosos se ofenden fcilmente y guardan rencor por las ofensas (vase 1 Nefi 16:1-3). Se niegan a perdonar a fin de mantener a la otra persona en el papel de deudor y de justificar sus malos sentimientos. El orgulloso no acepta mansamente los consejos ni la correccin (vase Proverbios 15:10; Ams 5:10). Se pone a la defensiva para justificar sus debilidades y sus faltas (vase Mateo 3:9; Juan 6:30-59). El orgulloso depende del mundo para que le diga si vale algo o no. Su autoestima se determina segn el lugar en que se le juzgue en la escala del xito mundano. Se considera de valor si la cantidad de personas que estn por debajo de l en logros, talento, belleza o intelecto es bastante grande. El orgullo es muy malo. Su concepto es: Si t tienes xito, yo soy un fracaso. Si amamos a Dios, hacemos su voluntad y tememos su juicio ms que el del hombre, sentiremos autoestima. El orgullo es un pecado condenatorio en todo el sentido de la palabra y limita o detiene el progreso (vase Alma 12:10-11). El orgulloso no es maleable de ensear (vase 1 Nefi 15:3, 7:11); no cambia su manera de pensar para aceptar la verdad, porque eso implicara que ha estado equivocado. El orgullo afecta todas nuestras relaciones: la que tenemos con Dios y sus siervos, la de marido y mujer, de padres e hijos, de patrn empleado, de maestro y alumno, y de toda la humanidad. Segn el nivel a que est nuestro orgullo, as trataremos a Dios y a nuestros hermanos. Cristo quiere elevarnos a su propia altura. Deseamos nosotros lo mismo para nuestros semejantes?

El orgulloso no acepta mansamente los consejos ni la correccin. Se pone a la defensiva para justificar sus debilidades y sus faltas

El orgullo apaga nuestro sentido de que descendemos de Dios y que todos somos hermanos; nos separa y divide en clases, de acuerdo con nuestras riquezas y nuestras oportunidades de educacin acadmica (vase 3 Nefi 6:12). La unidad es imposible entre un pueblo orgulloso, y a menos que seamos uno,

no somos del Seor (vase Mosah 18:21; DyC 38:27, 105:2-4; Moiss 7:18) Pensad en lo que nos ha costado el orgullo en el pasado y en el precio que pagamos por l ahora, nosotros mismos, nuestra familia, la Iglesia. Pensad en el arrepentimiento que existira con un cambio en la vida de las personas, con matrimonios slidos, con hogares fuertes si el orgullo no nos impidiera confesar nuestros pecados y abandonarlos (vase DyC 58:43). Pensad en los muchos miembros de la Iglesia que son menos activos porque han sido ofendidos y su orgullo no les permite perdonar ni sentarse a comer a la mesa del Seor. Pensad en las decenas de miles de jvenes y de matrimonios que podran estar en misiones si no fuera por el orgullo que les impide entregar por completo su corazn a Dios (vase Alma 10:6; Helamn 3:34-35). Pensad en cuanto aumentara la obra en el templo si fuera ms importante dedicarnos a ese servicio sagrado que a los diversos intereses vanos que nos roban el tiempo. El orgullo nos afecta a todos, en momentos diferentes y con distinta intensidad. En esto se puede ver por qu el edificio que estaba en el sueo de Lehi y que representaba el orgullo del mundo era vasto y espacioso y se reunieron en l grandes multitudes (vase 1 Nefi 8:26, 33;11:35-36). El orgullo es el pecado universal, el gran vicio. S, es el pecado universal, el gran vicio. Su antdoto es la humildad, la mansedumbre, la docilidad (vase Alma 7:23). El el corazn quebrantado y el espritu contrito (vase 3 Nefi 9:20, 12:19; DyC 20:37, 59:8; Salmos 34:18; Isaas 57:15, 66:2). Dios quiere un pueblo humilde. Podemos elegir entre ser humildes por decisin propia o porque se nos obligue a serlo. Alma dijo: Benditos son aquellos que se humillan sin ser obligados a ser humildes (Alma 32:16). Por lo tanto, tomemos la decisin de ser humildes. Podemos ser humildes venciendo la enemistad hacia nuestros hermanos, amndolos como a nosotros mismos y elevndolos hasta nuestra altura o por encima de nosotros (vase DyC 38:24; 81;5; 84:106). Podemos ser humildes aceptando los consejos y las amonestaciones que se nos dan (vase Jacob 4:10; Helamn 15:

Podemos ser humildes sirviendo con abnegacin

3; DyC 63:55, 101:4-5; 108:1; 124:61, 84; 136:31; Proverbios 9:8). Podemos ser humildes perdonando a aquellos que nos hayan ofendido (vase 3 Nefi 13:11, 14; DyC 64:10). Podemos ser humildes sirviendo con abnegacin (vase Mosah 3:16-17). Podemos ser humildes cumpliendo misiones y predicando la palabra que har humildes tambin a otras personas (vase Alma 4:19; 31:35; 48:20) Podemos ser humildes asistiendo con ms frecuencia al templo. Podemos ser humildes confesando y abandonando nuestros pecados y naciendo nuevamente de Dios (vase DyC 58:43; Mosah 27:25-26; Alma 5:714,49). Podemos ser humildes amando a Dios, sometiendo nuestra voluntad a la suya y dndole a El el lugar de prioridad en nuestra vida (vase 3 Nefi 11:11, 13:33); Moroni 10:32).Tomemos la decisin de ser humildes. Podemos hacerlo; yo s que podemos. Mis queridos hermanos, debemos prepararnos para redimir a Sin. Lo que nos impidi establecer a Sin en los das del Profeta Jos Smith fue principalmente el pecado del orgullo. Y este mismo pecado fue lo que puso fin al cumplimiento de la ley de consagracin entre los nefitas (vase 4 Nefi 1:24-25). El orgullo es la gran piedra de tropiezo para Sin. Repito, el orgullo es la gran piedra de tropiezo para Sin. Debemos limpiar lo interior del vaso venciendo el orgullo (vase Alma 5:28; Mateo 23:25-26). Debemos someternos al influjo del Espritu Santo, despojarnos del hombre natural orgulloso, convertirnos en santos por medio de la expiacin de Cristo el Seor y volvernos como nios: sumisos, mansos, humildes (vase Mosah 3:19; Alma 13:28). Que podamos hacerlo as y seguir adelante cumpliendo nuestro destino divino, es mi ferviente oracin, en el nombre de Jesucristo. Amn. Mensaje pronunciado en la Conferencia General de abril de 1989 y publicado en la Liahona de julio de 1989.

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