Bustamante - Sujeto Sentido y Formacion
Bustamante - Sujeto Sentido y Formacion
Bustamante - Sujeto Sentido y Formacion
El asunto Dadas las palabras: sujeto, sentido y formacin, tendr cada una un referente distinto?; en qu medida podran constituir perspectivas distintas sobre el mismo asunto?
Los referentes Como notaba Ferdinand de Saussure [1916: 89], las vinculaciones consagradas por la lengua son las nicas que nos aparecen conformes con la realidad. Cmo interrogar, entonces, los efectos de significacin que nos vienen por su va? La relacin con el lenguaje nos inclina a creer muchas cosas: que expresamos nuestro pensamiento a travs del lenguaje; que, en tanto emisores, somos el origen de la significacin; que el lenguaje habla de las cosas. Por eso, donde hay varias palabras, tendemos a vislumbrar varios referentes tal vez por eso se duda de la existencia de sinnimos plenos. El horror al vaco parece ser una condicin del hablar. En cierta ocasin, estaba leyendo una noticia donde figuraba la palabra conmocionar; como tena al lado a alguien, le pregunt si perciba diferencia entre conmocionar y conmover; luego de una breve reflexin, mi interlocutor manifest que la primera palabra concerna a objetos o a fenmenos, y la segunda, a personas. Ahora bien, si vamos a las bases de nuestro lxico, mover se nominaliza como mocin; de tal manera, al convertir en sustantivos los verbos compuestos a partir de mover, est disponible la nominalizacin del verbo raz: remover/remocin, promover/promocin, conmover/conmocin, etc. As, conmocionar (promocionar tambin) es un verbo creado con arreglo a las determinaciones de la lengua, pero basn-
dose en la nominalizacin del verbo echado en falta... entonces, para tener el verbo requerido, se puede ir hacia atrs (retomarlo) o hacia adelante (crearlo); en todo caso, una vez creado, una vez en circulacin, los hablantes buscan diferencias entre el verbo nuevo y el existente1. Entre otras, este es un mecanismo de renovacin de la lengua (la lengua se *renovaciona), pues el neologismo se disputa el campo semntico e, incluso, puede empujar al verbo original a la desaparicin. Tenemos otro caso: erosin; como no haba en espaol un verbo que le correspondiera, algunos se fueron al latn de ah viene la palabra y, con el verbo erodere (corroer), construyeron erodar, tal como en ingls donde existe el verbo to erode y como en francs donde existe el verbo roder; otros, en cambio, tomaron el sustantivo y derivaron el verbo erosionar. En todo caso, el segundo est empujando al primero a la inexistencia2, tal vez porque es ms fcil inferir el sentido en el segundo caso, dada la alta frecuencia de uso de la palabra erosin (frecuencia sin la cual podramos presenciar algn da la aparicin de la *erosionacin). Entonces, sujeto, sentido y formacin, tienen tres referentes? En principio, todo parecera indicarlo: palabras distintas, etimologas no relacionadas. Pero, estas tres modalidades de nombrar, no presionan al hablante a asignar a cada una un referente, tal como se explic en el ejemplo de derivacin? Es de notar que esta conjetura contiene el presupuesto de la anterioridad de la forma: contra la idea falsa que nos gustaba hacernos, la lengua no es un mecanismo creado y dispuesto con miras a expresar conceptos. Por el contrario, vemos que el estado resultante del cambio no estaba destinado a sealar las significaciones de que se impregna [Saussure, 1916:110]. Pues bien, este se impregna no puede ser sino un efecto posterior a la existencia de la forma correspondiente. Algo muy parecido a lo que plantea Claude LviStrauss [1962:105-106]: una tribu cuyos mitos de creacin y de origen (y, por esa razn, sus rituales) dependan de tener tres clanes, pierde los integrantes de uno de ellos a causa de la marcha demogrfica. Una de las salidas es que la orientacin estructural resista el choque dice el autor y restablezca un sistema formalmente del mismo tipo que el anterior, basado en el tres, mediante la subdivisin de uno de los clanes sobrevivientes; esto evita adaptar todo a la nueva circunstancia, basada en el dos (lo cual habra implicado una mutacin radical), as los integrantes de esa cultura crean que, al dividir el clan de la tortuga en tortuga amarilla y tortuga gris, estn obrando con
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En el caso que se comenta, ambos verbos figuran en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola (RAE). En el diccionario de la RAE figura erosionar; erodar, no.
arreglo a algn designio trascendental (del orden del sentido y no de la estructura). Ahora bien, puede ser un contrasentido la idea de transmitir contenidos no lingsticos, como cuando se cree que, al decir sujeto, sentido y formacin, evocamos tres referentes. Cuando Umberto Eco [1972:96-97] analiza esto, de un lado, plantea que si lo lingstico ha sido entendido en el marco de la forma de la expresin, lo transmitido por esta expresin estara en el marco de la forma del contenido (tambin estructurada, bajo oposiciones propias, tales como las del significante); y, de otro lado dadas las explicaciones de cmo se estructura la significacin, le parece irrelevante si hay o no correspondencia entre el objeto y el signo. Tanto as que los componentes smicos (unidades pertinentes en el nivel del contenido) pueden ser contradictorios, dada su proveniencia de culturas que dividen el campo de la experiencia humana en sistemas de rasgos arbitrarios; razn por la cual su cuestin no es describir el referente con unidades ligadas a su materialidad [:98106]. El animal que se trag a Jons, Moby Dick y la ballena de un tratado actual de zoologa se definen en medio de relaciones muy distintas, producidas por conceptos culturales distintos que crean sistemas semnticos distintos [:100]. Ahora bien, como estas relaciones pasan de una lengua a otra, puede postularse una relativa independencia entre la forma del contenido y la forma de la expresin. Por otra parte, el objeto mismo (la ballena, surgida de pronto ante nuestros ojos durante el tour ecolgico) viene a representar al signo!, a hacerlo verosmil, a ser un signo de la experiencia cultural que lo ha promovido a la existencia: Este proceso es posible desde el momento en que existe la cultura, pero sta slo existe porque este proceso se hace posible [:108]. Si un signo es lo que representa algo para alguien, no es simplemente que la palabra ballena apunte a las ballenas de carne y hueso, sino que habra un movimiento en ambas direcciones: las ballenas tambin corroboran nuestros sistemas de creencias, por eso funcionan como signos. El hombre y el mundo se convierten en espejo el uno del otro [Lvi-Strauss, 1962:322]. Ningn nmero primo, ningn tomo de hidrgeno, ningn abedul, ningn dolor de cabeza es equivalente a otro. Lo singular es el elemento mismo; no tiene rasgos susceptibles de coincidir con los de otros. La singularidad es como un agujero ante nuestra expectativa. Entonces hacemos coincidir al menos uno de los rasgos con el de otros; esto los hace particulares, capaces de componer un universal, como nmero primo, hidrgeno, abedul, dolor de cabeza, etc., en tanto signos de la lengua. Para hacer un conjunto con singulares sera necesario volverlos particulares, o sea, decidirse no por el rasgo nico, sino por aquel que se puede compartir; incluso inven3
tar la perspectiva desde donde se lo pueda enunciar como tal. La cultura es esa perspectiva. De ah que en la Introduccin a las categoras de Porfirio [Cap.1, 2]3, Aristteles dijera: en lo que respecta a los gneros y a las especies, no me meter a indagar si existen en s mismos, o si slo existen como puras nociones del espritu; y, admitiendo que existen por s mismos, si son corporales o incorporales; y, en fin, si estn separados, o si slo existen en las cosas sensibles de que se componen. Unidades como el valor4, definidas en funcin de sus relaciones y no de algo que posean de manera positiva, lo muestran muy bien.
Campos semnticos El significado de una palabra nos enva a unos componentes smicos del campo, pues el contenido tiene una forma interna. No se tratara, en definitiva, de las cosas. Si denomino silla a un banco, mi interlocutor puede objetar, por ejemplo: no ves que no tiene espaldar?, con lo que no se refiere al banco real, a secas pues espaldar no tiene, sino a un rasgo del campo semntico de los muebles para sentarse, rasgo que sirve justamente para producir diferencias entre ellos. La posicin de una unidad cultural le viene dada de la relacin que mantiene con otras piezas del sistema [Eco, 1972:104]. Por razones como stas es posible pensar en una cultura donde ese no sea un rasgo pertinente, y s otros que para nosotros resulten irrelevantes. El anisomorfismo semntico entre las lenguas es un buen ejemplo. Las mltiples denominaciones de los esquimales para el hielo, mientras nuestra lengua tiene una; los siete colores para el arco iris que, en ciertas lenguas indgenas, son cuatro; los cientos de trminos para clasificar animales y plantas en ciertas culturas (slo parangonados por las clasificaciones cientficas); la diferencia que algunas lenguas hacen entre el animal en su medio (pez) y el animal atrapado (pescado); o entre el animal (pig) y la carne que se obtiene de l (pork). Podra pensarse que en tales casos comanda la necesidad: pero Lvi-Strauss [1962] ha mostrado claramente que la clasificacin sobrepasa la necesidad; si se recurre a sta, de nuevo se introduce el
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El nico texto de Aristteles reseado en bibliografa est dividido en captulos y pargrafos, fciles de ubicar en cualquier edicin. La economa y la lingstica son disciplinas que trabajan ese tipo de unidades, dice Saussure [1916:103], y as lo define para su caso: La lengua presenta, pues, el extrao y sorprendente carcter de no ofrecer entidades perceptibles a primera vista, sin que por eso se pueda dudar de que existan y de que el juego de ellas es lo que la constituye [:134].
prejuicio dectico de animales ante cosas, en detrimento del principio cultural de seres hablantes ante cdigos. Incluso podra pensarse lo contrario de tal prejuicio: la necesidad determinada por la clasificacin es el caso de la posibilidad o no de comer ciertas plantas o ciertos animales, en la medida en que ocupan una posicin especial en la clasificacin. En cada caso, son las relaciones internas entre los trminos, en un campo de rasgos smicos, las que intentan acotar el sentido. De ah que ante la pregunta qu es un lulo, una respuesta posible sea: es una fruta de un arbusto con una variedad comestible, ms cida que dulce, que importamos del Ecuador y no se conoce en Chile; es decir, la respuesta va en la direccin de tales rasgos, cada uno de los cuales proviene de asuntos de la cultura, de las clasificaciones que ella hace. Ponemos el ejemplo del lulo, en la ms fcil tradicin de interrogacin sobre el lenguaje, pero tambin valdra la pena analizar vocablos como amabilidad, Quetzalcatl o desde. Entonces, una serie ms o menos variable de trminos se reparte un campo en tensin; as, si un elemento nuevo aparece, se le otorgan unos rasgos (no importa que coincidan o no con los que otra descripcin, desde otro campo, podra hacer de l) y, en tal sentido, entra a disputarse el campo con los otros. Y si un elemento desaparece, tambin su ausencia modifica el campo de tensiones. No da lo mismo jugar con ms o menos piezas una partida de ajedrez. No da lo mismo que la lengua tenga, en el campo del nmero gramatical, los modos singular y plural, a que presente el mismo campo dividido en tres: singular, dual y plural. De otro lado, un trmino, en tanto unidad cultural, se opone sistemticamente, no slo a otras unidades del mismo campo, sino tambin a unidades de campos diferentes [Eco, 1972:101-102]. Todo elemento que toca un punto del rbol, genera otras ramificaciones. Es la semiosis ilimitada de la que habla Eco [:110], resultado de la humanizacin del mundo por parte de la cultura. As, no slo el campo presiona todo el tiempo al cambio, sino la cultura misma. La unidad mnima de significacin es la cultura. Por lo anterior, la decisin, de si sujeto, sentido y formacin corresponden a asuntos distintos o si son perspectivas, matices, de un mismo tpico, depende de una postura que ya no slo comprometera a los hablantesoyentes en contextos comunicativos ms o menos presupuestos (materia explicada por una gramtica comunicativa, como la denomina Oviedo [1997]), sino tambin, de un lado, posturas tericas que inventan sus propias gramticas, su lxico e incluso sus modos de derivacin; y, de otro lado, posturas tico-polticas. Esta cuestin permite pensar en la dimensin tensional del campo cultural donde se juega permanentemente el perfil con el que los hablantes van a concebir las significaciones: 5
[...] el campo intelectual, a la manera de un campo magntico, constituye un sistema de lneas de fuerza: esto es, los agentes o sistemas de agentes que forman parte de l pueden describirse como fuerzas que, al surgir, se oponen y se agregan, confirindole su estructura especfica en un momento dado del tiempo. Por otra parte, cada uno de ellos est determinado por su pertenencia a este campo: en efecto, debe a la posicin particular que ocupa en l propiedades de posicin irreductibles a las propiedades intrnsecas y, en particular, un tipo determinado de participacin en el campo cultural, como sistema de las relaciones entre los temas y los problemas [...] [Bourdieu, 1966:135-136].
La definicin de los componentes smicos estara en pugna en diferentes niveles de abstraccin. Entre los ms generalizados y los ms especficos, un movimiento ira, desde una consolidacin relativa (tal como entendemos las cosas en la poca), hasta una amplia incertidumbre (la disputa abierta en el campo de produccin simblica). Los trminos jams poseen significacin intrnseca; su significacin es de posicin, funcin de la historia y del contexto cultural, por una parte y, por otra, parte, de la estructura del sistema en el que habrn de figurar [Lvi-Strauss, 1962:87]. Por todo esto, puede afirmarse, no es posible hacer observaciones neutrales: forzosamente sern una manipulacin de esquemas de diferencias [Izuzquiza, 1990:19-20], de acuerdo con el nivel de abstraccin.
Relaciones entre lo ya existente? En coherencia con la idea de la lengua como un sistema dectico, como una nomenclatura supuesto contra el cual la lingstica y la semitica edifican su propuesta, las realidades en apariencia nombradas por las tres palabras en cuestin se dan por existentes y, en consecuencia, se pueden organizar frases que las ponen en relacin despus de su existencia: el sujeto se forma o el sujeto produce sentido, o, ms complejo an, pues incluye las tres: el sentido forma al sujeto. No son ideas descabelladas; se las encuentra por doquier. No obstante, tambin es posible pensar, no en unas entidades ya existentes que se relacionan con posterioridad, sino en unas relaciones que hacen existir esas entidades. El avin de las 13:00 puede salir a las 14:00 y sigue siendo el avin de las 13:00; la calle 7 puede ser reconstruida, sin que subsista materia alguna de la antigua, y sigue siendo la calle 7; la torre faltante del ajedrez puede reemplazarse por un salero. No es la hora de salida la que determina el significado pleno de el avin de las 13:00, por eso, ste puede salir a las 14:00 o ser cancelado; ms bien, el sistema de salidas y llegadas de aviones genera esa posicin; as, ms que un atraso cotidiano del avin, es
dicho sistema el que podra acabar con el avin de las 13:00. De igual manera, no es la materialidad de la calle 7 la que la hace ser 7, sino su posicin en el conjunto de unas vas numeradas; ms que un bombardeo, un cambio en la nomenclatura la puede modificar de tajo, por ejemplo, en la calle 8 (as no haya una entre ella y la 6). Otro tanto ocurre con la pieza del ajedrez: su confeccin no es la que la hace ser una torre, sino el sistema de relaciones entre conjuntos de piezas en pugna, ubicadas en un tablero; de ah que un salero pueda reemplazarla, siempre y cuando asuma las funciones respectivas (cuando las piezas regresen a la caja, el salero adquirir otro valor, en el marco de relaciones distintas). Como dice Saussure [1916:142], no se puede comenzar por los trminos y construir el sistema mediante una suma: es la totalidad solidaria la que permite obtener los elementos que encierra. Las entidades concretas de la lengua no se presentan por s mismas a nuestra observacin [:138]. En conclusin, podemos no tener tres asuntos previamente existentes (sujeto, sentido y formacin) que se relacionan gracias a su existencia previa; al contrario, en atencin a la naturaleza de los elementos de la lengua, tenemos hasta ahora relaciones que hacen existir esos elementos, a los cuales tendemos a asignar significacin. A Funes, el memorioso, [] le costaba comprender que el smbolo genrico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaos y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente) [Borges, 1944:490]... su destino nos habla del riesgo o de la imposibilidad de vivir en la singularidad pura. Por eso, en lugar de tal sistema, un signo condensa las variaciones que implica la bsqueda del referente. Y, para designar, agregamos una marca a lo genrico dicho de otra forma, la realidad es una entidad lingstica marcada: esta silla, esta rabia, este vocablo... donde silla, rabia y vocablo son clases abstractas. Dado esto, se puede hablar de la singularidad?, slo queda designarla? La designacin es posible porque, siguiendo el ejemplo anterior, esta silla pertenece al conjunto de las sillas, de manera que su designacin cuenta con el universo de las sillas (y no slo las existentes, sino tambin, y sobre todo: las pasadas, las posibles, las inverosmiles, las factibles, las futuras, las imaginables...). Una silla no es singular, por rara que sea, si se la identifica como silla. En la expresin esta silla, esta indicara singuSingular Universal laridad (no es ninguna otra), pero se conEsta silla vierte en indicador de particularidad cuando el sintagma se completa con la palabra silla. Con otras, podr incluirse en un Particular 7
enunciado como estas sillas, cuya modificacin se limita al plural (mientras que, en propiedad, lo singular no se podra pluralizar). En cambio, cuando se dice qu es esSingular Universal to?, se toca la singularidad ([] esto), al Esto qu es tiempo que se exterioriza la inquietud padecida por el hablante, a causa de no saber en qu universal incluirlo (qu es []?). Particular Por eso, la respuesta a la pregunta qu es esto? podra ser un equinodermo, un afecto, una clasificacin es decir, un ejemplar de la clase A. La anterior es una manera elemental mediante la cual se expresa la reduccin operada por la lengua y, sin embargo, nos aleja irremediablemente del referente. La reduccin tambin tiene lugar y tal vez se ha planteado con anterioridad en el caso de la relacin entre las realizaciones fonticas concretas y el sistema fonolgico subyacente5. Ahora bien, en sintagmas como el sujeto se forma o la formacin del sujeto tan corrientes en el mbito educativo, el sujeto aparece como el resultado del evento formar, gracias tambin a otra operacin de reduccin: de acuerdo con Oviedo [1997], en el plano ideativo los eventos condensan una serie indiscernible de acontecimientos. Ms que significar la realidad, la lengua opera una reduccin para poder pensar. Parafraseando una idea de Niklas Luhmann, la significacin es un instrumento para reducir la complejidad6. Formar, entonces, aglutina un conjunto de eventos; operacin conveniente a la formulacin de objetivos para el sector educativo, que buscara reducir la complejidad (hacer fcil lo difcil es el axioma de la pedagoga). Pero, adems, en esas expresiones que incluyen el trmino hay una paradoja descollante de manera constante en nuestro hablar: si no se ha formado, por qu llamamos sujeto a eso que slo luego podra serlo? Es el mismo caso de cuando, por ejemplo, alguien dice que va a hacer una flecha, o incluso que la est haciendo, en tanto da cuenta justamente de que la flecha mencionada no existe al menos, no todava.
En los contextos posibles del habla, las realizaciones fonticas son infinitas. Con ayuda de elementos as, sera imposible hablar, de manera que cada fonema resume una familia de sonidos, mediante la omisin de lo no pertinente (lo singular), desde la perspectiva de la estructura de la lengua. La frecuente nasalizacin de vocales en espaol, para dar una muestra, no tiene menos materialidad que otros rasgos, pero se hace imperceptible, pues la nasalizacin no es fonolgicamente pertinente en nuestro idioma. Ignacio Izuzquiza [1990:16] dice que, para Luhmann, Toda verdadera teora debe ser siempre un instrumento cualificado para reducir la complejidad.
Estos casos evidencian un hecho: el lenguaje presenta ante el hablante lo inexistente7; ya insista Saussure [1916:28] en que las partes del signo son psicolgicas: el signo no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acstica. Si la funcin del lenguaje fuera hablar de las cosas aqu y ahora, no se habran podido construir flechas... ni cada una de las invenciones de la humanidad: La abeja sigue repitiendo colmenas; el hombre ha imaginado instrumentos: el arado, la llave, el calidoscopio. Tambin ha imaginado la espada y el arte de la guerra [Borges, 1984:450]. No son artefactos presentes en el mundo espontneo de la materia. Tampoco estn en el topos uranus. Aqu encontramos, en consecuencia, la dificultad sealada ms atrs: la existencia de distintos vocablos no anuncia forzosamente referentes distintos, aunque con seguridad siempre producir contrastes que llaman a inventar realidades distintas.
Las perspectivas En la estructura de la lengua, los elementos idiomticos no slo se refieren a porciones del campo semntico, sino tambin a perspectivas, como afirma Tito Nelson Oviedo [1982]. Al decir comprar, se asume el evento8 desde un polo; y, al decir vender se asume el mismo evento desde otro polo, en tanto se trata de un evento complejo co-agenciado, segn Luis ngel Baena [1989]; en todo caso, cualquiera de estas dos maneras de nombrarlo necesariamente incluye la representacin conceptual de la otra. Hay una tercera opcin: incluir ambos polos, como cuando se habla de compraventa. Otro ejemplo: palabras del mismo tipo (verbos, por ejemplo) se han construido con arreglo a procedimientos distintos, pues, como dice Francisco Adrados [1969:30], Dentro de un mismo sistema no hay principio unitario de diferenciacin: mientras patear se crea poniendo el foco en el instrumento con el cual se desencadena el evento (pegar con la pata), cachetear se crea poniendo el foco en el objeto o en la parte sobre el cual recae el evento (pegar en el cachete); y no tenemos inconveniente en decir que a alguien lo cachetearon y lo patearon, usando los dos verbos del mismo modo (sabemos que el otro no va a entender que la vctima fue golpeada con un cachete o que slo le pegaron en la pata). Un ltimo ejemplo: ir y venir
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Tal vez por eso nos vemos impelidos a llenar el hueco, pues a la realidad nada le falta. El evento es una entidad en el nivel de la estructura semntica, mientras el verbo es una unidad sintctica, en el nivel de la estructura superficial.
expresan el mismo desplazamiento, pero cada uno en funcin del lugar ocupado por el hablante en relacin con la trayectoria de tal desplazamiento. En este marco, me interesa destacar un caso: el aspecto verbal9. Con ayuda de los recursos lingsticos, se puede enfocar el evento desde diversos aspectos: incoativo (arranc a correr, por ejemplo, donde arrancar no funciona como extirpar), progresivo (como en se est madurando, sin que forzosamente sea verificable en el momento de la enunciacin), resultativo (como en est seco), habitual (como en yo voy donde el homepata, que no describe una accin presente del hablante), etc. Volvamos al ejemplo anterior para el aspecto resultativo: la expresin est seco, hace nfasis en el resultado del evento secarse, mientras la expresin se sec hace nfasis en el desarrollo del evento; en este caso, ambas perspectivas usan el mismo verbo. Pero no es as todas las veces: saber, por ejemplo, puede ser una manera de expresar el aspecto resultativo del evento aprender, caso en el que son muy distintas las unidades lxicas de los verbos utilizados para articular ambas perspectivas. Eso explicara por qu ante la frase s hablar mandarn, el interlocutor pueda preguntar dnde o cundo, o cmo lo aprendiste?, con lo cual refirindose al mismo evento no slo pasa a otro verbo, sino tambin a otro tiempo: del presente (s) al pasado (aprendiste)10. Aqu planteo una hiptesis: encarna el sujeto el aspecto resultativo del evento formar? Y se tratara de tal aspecto, pese a la posibilidad de que, al final del evento del conjunto de eventos, ms bien, no se produzca un sujeto que, sin embargo, anticipamos. No incurre en falsedad quien dice estar haciendo algo cuya obra al final se malogre. Si nos atuviramos a la descripcin de los hechos, sera imposible hablar (y hacer flechas, sujetos, sonatas, chistes...). No estamos sugiriendo la impertinencia de nombrar el producto (el sujeto formado) mientras no est terminado; tal consideracin ira en contrava de la posibilidad misma de pensar, abierta gracias al hecho de que la lengua hace eso todo el tiempo. Ms bien se trata de saber si estamos prefigurando el resultado como efecto de creer en una esencia que busca su realizacin, o bien como algo que cambia su especificidad. En el primer caso, tendramos necesidad: el sujeto est en el recin nacido, tal como el rbol ya est en la semilla (independientemente de que se trate de la trascendencia religiosa, natural, espiritual o psicolgica); en el segundo caso, tendramos contingencia: el sujeto no
10 Podra decirse que, en este caso, el tiempo funciona como marcador auxiliar de aspecto?
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est en el recin nacido; no hay un sujeto que se desarrolle, sino un corte, una discontinuidad11, como veremos ms adelante. Ahora bien, el inters de plantear la formacin del sujeto desde el aspecto resultativo puede ser el siguiente: aun aceptando la metamorfosis del sujeto, ciertas posturas le suponen una esencia: la palabra griega hypokeimenon, que se traduce como sujeto, equivale a lo que est debajo, la sustancia, la esencia. Elucubran que la escultura ya est en el bloque de mrmol, escondida. Y si no le suponen una esencia, al menos piensan que la cuestin tiene un final (una direccin, un sentido!): de ah la existencia de los objetivos educativos y de los ttulos (y/o sus equivalentes rituales) que pueden obtenerse al trmino del proceso12. El sujeto detentara una esencia por ser parte de expedientes como: el plan de la creacin; la teleologa de la evolucin; los destinos previsibles del proceso de autoconciencia13; las etapas de desarrollo psicolgico; etctera. Es decir, a las perspectivas que conciben algo trascendente en lo humano (religioso, natural, espiritual, psicolgico, etc.), les conviene que formacin y sujeto sean expresiones separadas, susceptibles de relacionarse a posteriori, pues con eso, de un lado, dan por hecho la esencia sujeto, referente cosificado, como supuestamente corresponde al sustantivo (trmino que viene de sustancia); y, de otro lado, consideran lo contingente en el marco de un evento, formar, que sera el camino (con ms o menos vicisitudes), referente en movimiento, como supuestamente corresponde al verbo, para llegar a lo preestablecido o, al menos, para poder explicar lo infructuoso de una esforzado trabajo de formacin cuando se enfrenta a una materia prima innoble, defectuosa, lenta, inexperta, etc. (de lo cual, en tanto destino ineluctable, se excluye la perspectiva de la autoconciencia hegeliana). En este intento por conjurar el azar, el fracaso del proceso formativo ya deca Freud que la educacin es imposible es achacado, de acuerdo con el contexto de sentido donde se piense, a una mala disposicin del sujeto, a una capacidad instalada deficiente, a un desarrollo atpico, etc. Y para cada clasificacin existen las terminologas respectivas, as como salidas concomitantes: En el primer caso, como se espera una cierta disposicin, se habla de maldad, de personas malagradecidas, incluso posedas y la solucin incluye la gua espiritual, el castigo/perdn, hasta el exorcismo. Y el sujeto
11 Bob Dylan cantaba: Cuntos caminos debe un hombre recorrer antes de que lo llamen un hombre? 12 La formacin permanente (estudiar desde el nacimiento hasta la muerte), modificara las ideas de
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bien puede confesar y arrepentirse, tras haber asimilado la enseanza moral impartida para el efecto. En el segundo caso, como se espera cierta dotacin, tenemos calificativos como idiotez, discapacidad que hoy estn casi sustituidos por otros tales como trastorno por dficit atencional con hiperactividad (TDAH), disposiciones genticas, necesidades educativas especiales y la solucin va desde el tratamiento mdico (que prescribe aislamiento, medicamentos), hasta la programacin gentica. Y el sujeto debe ser dcil al tratamiento, o resignarse a su menos. En el tercer caso, como se espera cierta regularidad del funcionamiento, acuden expresiones como diferentes ritmos de aprendizaje, problemas del aprendizaje, inexperiencia, incluso se traen a cuento los efectos del trauma (stress post-traumtico) o de la discriminacin y la solucin incluye la motivacin y el refuerzo impartidos en los mbitos educativo o de las terapias de tipo cognitivo-comportamental (TCC); as mismo, el reconocimiento de la diferencia, los esfuerzos de comprensin e integracin. Y al sujeto se le exige un esfuerzo para dar alcance al menos al punto medio de la curva normal. A continuacin, el esquema de lo planteado:
Macro-relato Trascendencia Materialidad Causa de atasco Materia prima PLAN DE LA CREACIN Religiosa Disposicin Mala disposicin - Cndida - Innoble - Ignorancia - Maldad - Desagradecimiento - Posesin - Orientacin - Exorcismo - Formacin moral - Perdn - Castigo - Extirpacin del mal - Padres y maestros - Gua espiritual - Hogar - Escuela - Confesionario - Asimilacin - Confesin - Arrepentimiento EVOLUCIN Natural Dotacin Deficiencia - No dotada - Lesionada - Idiotez - TDAH - Disposicin gentica - Discapacidad Tratamiento tcnico - Aislamiento - Medicamentos - Programacin gentica - Mdico - Terapista - Consultorio - Institucin especial (ciegos, sordos, etc.) - Resignacin - Docilidad - Tolerancia DESARROLLO Funcional Dinamismo Atipicidad - Resistente - No desarrollada - Problema de aprendizaje - Ritmo de aprendizaje - Trauma - Discriminacin - Pedagoga - TCC - Comprensin - Motivacin - Refuerzo - Reconocimiento - Integracin - Profesor - Tutor (acudiente) - Psiclogo - Escuela - Hogar - Consultorio Esfuerzo
Juicio
Solucin
Mecanismo
Agente
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Entonces, cmo llamar a eso cuya formacin buscamos pero que podra no producirse? La discusin sobre las diferencias o equivalencias entre expresiones como sujeto, individuo, persona, etc. apuntan directamente a esta cuestin. Los contrastes entre tales palabras no son indiferentes: la integridad del individuo (individuo viene de no-divisible) es parte del objeto de la psicologa y, por qu no, la base presupuesta por algunas escuelas filosficas para operar. Postularle una vida interior slo ratifica el asunto, al oponer interno/externo. Otras expresiones hacen serie con la que se comenta: yo, ego, conciencia, autoconciencia... todas con la misma connotacin la unidad, aunque exhiban diferencias en otros niveles de anlisis. Por su parte, persona viene del latn mscara, lo que hara referencia ms al rol social; pero, igual tendemos a creer que, tras la mscara, est el actor de la vida real; que el verdadero individuo est tras el rol social, como queda expresado en la micro-ficcin Amor 77 de Julio Cortzar [1979: 115]14. Esta idea que opone apariencia a esencia busca explicar la mscara como mera fachada, tras la cual estara la esencia del sujeto. En esta direccin puede ir una serie de perspectivas investigativas basadas en la famosa idea segn la cual si la apariencia y la esencia coincidieran, la ciencia sobrara. Van detrs de la verdad, levantando el velo
Sujeto y desnaturalizacin Pero, y si tras el velo, nada hay? Para responder este interrogante hay dos posturas: la que podramos nombrar como post-estructuralista y que sita una gnesis histrica para cada momento de la produccin de subjetividad, unida a cierta manera de realizarse el poder. Es decir, todo llegara hasta la historicidad de los sistemas simblicos (no obstante, algunos autores conciben un impulso libertario, creador, trasgresor del sujeto, expresado en contra-conductas, en contrapoderes, que explicara el cambio de las estrategias de dominacin; pero, generalmente, esta es la parte ms dbil de sus teoras). La otra postura es la del psicoanlisis. ste comparte hasta cierto punto la idea de una formacin contingente del sujeto, pero se diferencia en el punto de una implicacin lgica, como veremos ms adelante. El lenguaje organiza el mundo de los humanos, incluso la percepcin misma: el lenguaje ensea cmo definir al hombre [Barthes, 1966:25]. Vemos 7
14 Y despus de hacer todo lo que hacen, se levantan, se baan, se entalcan, se perfuman, se peinan,
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colores en el arco iris porque hablamos espaol... si hablramos guambiano, veramos 4. Nuestro mundo es un efecto de la significacin: no slo no funciona principalmente en el aqu y ahora, sino que tampoco funciona en presencia del objeto [Benveniste, 1952]; de lo contrario, no habra mucha diferencia con un cdigo de seales15. Hablamos de lo posible, de lo realizable, de lo susceptible de ser establecido en el funcionamiento social, de un mundo ntimo apto para hacerse explcito, etc. [Baena, 1992]. Este lenguaje, as constituido, se enreda en la carne de unos animales homo sapiens y, en consecuencia, no tenemos un lenguaje para hablar del mundo, para expresar nuestros pensamientos, etc.; tenemos ms bien un parsito con el que se inventa un mundo para nosotros, que nos hace sentir cosas, que es igual al pensamiento... y de eso estamos enfermos; afortunada enfermedad que da lugar a la invencin del mundo cultural especfico del hombre con poemas, liturgias, teoras y melodas, a espaldas de todo lo que tendramos que hacer si furamos animales, si no hubiramos sido desnaturalizados por el lenguaje. En verdad, no somos los conductores del lenguaje, y ms bien estamos sujetos a l; somos hablados por la lengua: No slo el hombre nace en el lenguaje, exactamente como nace en el mundo, sino que nace por el lenguaje [Lacan, 1967:42]. Eso elimina la posibilidad de postular el sentido como el ejercicio de la voluntad, de la comprensin, de la solidaridad... grieta por donde se cuela otra vez un sujeto trascendente, como en Jrgen Habermas. Para el psicoanlisis, el sujeto no usa las estructuras lingsticas a su disposicin, sino que es en gran medida su efecto: no hay nada que expresar, ms bien el lenguaje produce en nosotros representaciones que piden ser verbalizadas (como decamos al comienzo)... y poco control tiene el sujeto sobre todo eso que lo caracteriza. Podemos usar tal concepcin sobre el lenguaje para perfilar una especificidad no esencialista del sujeto. En lugar de una interioridad que se expresara mediante la produccin del sentido, viene bien una implicacin del hecho de estar sujetos al lenguaje. En las Meditaciones metafsicas, Descartes opera un vaciamiento del sujeto, hasta dejar un cascarn cuya nica certeza est en pensar no importa qu (o sea: pura expresin, nada de contenido). Es de esta poca un conjunto de procesos histricos que excluyen al sujeto: la separacin de la fuerza de trabajo en relacin con los medios de produccin (la aparicin del proletariado), la ciencia a prueba de sujeto (la de Galileo Galilei), la constitucin de los estados nacionales, la aplicacin de estadsticas nacionales, la creacin de currculos unificados, la bsqueda de la lengua
15 Las abejas, por ejemplo, slo se refieren a un objeto, el alimento, en la medida en que acaba de ser
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nacional (en detrimento de las lenguas vernculas)... todo eso contribuye a expulsar la particularidad. As, el sujeto es un efecto retroactivo de su propia exclusin. El sujeto existe en el momento de su vaciamiento, de su exclusin. Existe porque se lo expulsa. Es la poca de la Ciencia (con mayscula), cuyo lema podra rezar: con cara gana la ciencia, con sello pierde el sujeto. Este estilo de argumentacin tiene que ver con el tiempo lgico que postula Lacan [1945], basado en los tiempos del trauma que planteara Freud: el primer tiempo del trauma no es el momento en que tiene lugar un cierto tipo de encuentro con el otro (seduccin, contemplacin, etc.), sino el momento en que se asigna sentido (no el sentido, que no existe16, sino un sentido); que el primer tiempo, por ejemplo, sea a los 14 aos y el segundo a los 6, evidencia una lgica separada de la temporalidad del calendario, relacionada con la construccin de sentido (un lapso para comprender), cosa que no ocurre ms que en el lenguaje. El encuentro ser traumtico luego, cuando el sujeto trate de ponerse a la altura; mientras tanto, ese evento ha permanecido como un punto de sin-sentido, de incgnita17. Obtener del ejercicio cartesiano una conciencia como hace la psicologa, es un intento de llenar lo que Descartes vaci. El psicoanlisis lacaniano, en cambio, toma al sujeto, producto de la poca de la ciencia, y lo considera como un cascarn formal, desprovisto de sentido. Por eso le viene muy bien la teora saussureana: si la lengua es pura forma, entonces el sujeto ser una variable formal, significante, mientras el significado es subsidiario, est unido a la ancdota de la poca. En este periodo de Lacan, el significante representa a un sujeto ante otro significante [1969-1970:11]; lo cual incluye al sujeto en la cadena sintagmtica, cosa que diluye su ser en ese reenvo de palabras: la pregunta quin eres? tiene como respuesta una letana de frases explicativas en principio infinitizable que dilatan la posibilidad de encontrar el ser por esa va (cada explicacin da cabida a otras que, a su vez, la expliquen); sobre esta base, el sujeto es la falta-de-ser, en tanto habla: hablo, luego no soy. El sujeto no tiene sentido, intenta darse uno. La conciencia que se puede extraer de Descartes una especie de lugar donde se originara el sentido es muy pobre, pues el filsofo muestra que podemos ser engaados en todos los niveles: desde nuestros sentidos hasta nuestras operaciones lgicas; la nica conciencia es pensar insisto no importa qu... pues si entramos al contenido de la conciencia, comienza la
16 Es necesario morigerar esta afirmacin. En las psicosis se presenta una certeza del lado del sentido
como un todo.
17 La medicina, en cambio, entiende el trauma como efraccin que slo puede tener lugar en el momento
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ambigedad, el engao. Slo se puede definir la conciencia con una falacia argumentativa: apelando a la experiencia que el sujeto tiene de s... Pero si se engaa cuando juzga su experiencia frente al movimiento del Sol, por qu no se engaara cuando interpreta sus propias motivaciones?, por qu nos resultara opaco el mundo y no nuestro propio ser?, no es nuestro propio ser un pedacito de ese mundo incomprensible? Hasta aqu, tal mirada del psicoanlisis podra considerarse postestructuralista. Volvamos al velo. Toda la invencin humana colectiva (el sentido) e individual (el fantasma, dice el psicoanlisis lacaniano18) se arraiga en ese punto: poner algo, pero no para tapar un objeto que sera espantoso, sino para instaurar la idea de que tras el velo hay algo19. Por eso divergen tanto los pueblos entre s, los sujetos entre s. No hay all esencias. Por eso siempre se transmutan con el tiempo. A diferencia de las perspectivas que parten de una esencia del sujeto, el psicoanlisis se ocupa de y teoriza un sujeto en tanto divisible; o sea: el sujeto del psicoanlisis es lo contrario del individuo, es algo as como un dividuo. Y conceptos, como pulsin, inconsciente, hacen serie con ese horizonte, pues ms que darle al sujeto un ser, lo descentran; ms que darle un sentido, lo ponen entre parntesis. Esta diferencia es fundamental para decidir el modo de afrontar el sufrimiento humano: all donde se le presupone al sujeto una unidad, se intenta conducirlo a restablecerla; y all donde se lo concibe como arrojado el Dasein heideggeriano, no se le dara consistencia a su tendencia a encontrar rasgos para identificarse con un ideal; ms bien se lo llevara a afrontar su singularidad: para Jacques Lacan [1949:93], la expresin t eres eso revela la cifra del desSingular Universal tino mortal del sujeto (es decir, no es un x Eres que pertenezca a conjunto alguno) al final eso de un psicoanlisis. En otras palabras, se tratara de enfrentarlo a su miseria, algo Particular distanciado del sentido, pero con lo que se puede construir uno a la medida, un tanto intrascendente. Ya en El malestar en la cultura, en 1930, Freud desentraaba un valor en la condicin humana unida a la miseria, a una indigencia que permiti inventar la cultura; cuando no estamos a su altura, la devaluamos, pensando que debemos convertirla en otra cosa: por ejemplo, en felicidad... pero en esta
18 Se trata de una escena imaginaria donde el sujeto est en implicacin recproca con el objeto que cau-
ms. Todo el tiempo siente que todava falta adelgazarlo hasta que nada quede, es decir, la muerte.
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direccin todos los esfuerzos no pueden evitar cierto malestar, pues parecen desentenderse de algo ms importante, que poco se considera: la pulsin de muerte. Y si bien la felicidad es imposible, no es lcito abandonar el empeo20. Es decir, para el psicoanlisis, afrontar el malestar es una cuestin tica que no puede patrocinar una idea de esencia o de trascendencia del sujeto: se basa justamente en su inexistencia.
Sujeto y sentido Las expresiones que conectan al sujeto y al sentido, tales como el sujeto produce sentido o la produccin de sentido, parecen requerir al sujeto formado: sera ste quien, una vez hecho, emprende dicha produccin. Ahora bien, en muchos casos este emprendimiento se entender desde una concepcin del lenguaje como sistema dectico21; es decir, que existiran, de un lado, el conjunto de las unidades lingsticas y, de otro lado, la realidad, de modo que hablar sera sealar hacia las cosas o, mejor an, hacer corresponder unas y otras, relacionar dos conjuntos ms o menos isomrficos (una palabra para cada cosa y una cosa para cada palabra); de ah que en la tradicin aristotlico-tomista se piense que la verdad es la adecuacin entre la cosa y el entendimiento. Pero, como hemos dicho, el sentido sera la respuesta al vaco: mientras la especie estuvo atada a su propia reproduccin, un saber que no se sabe instintivo comandaba: la verdad no est en ningn lugar mientras slo se trata de la lucha biolgica [Lacan, 1967:44]. Pero cuando dimos la espalda a esa condicin, desapareci el objeto de la satisfaccin y en su lugar apareci la falta de objeto, motor de lo que conocemos como deseo. As, la palabra mencionada cuando de la experiencia psicoanaltica se trata no tiene exterior [Miller, 1988:91]. Esto contrasta con la idea de que el exterior del lenguaje la realidad, supuestamente sera un lmite al decir, y as, si se lo eliminara, la palabra se quedara sola y se podra decir cualquier cosa; algo as como autorizar la inmoralidad. Esto tiene su paralelo en esa famosa frase de que si Dios no existiera, habra que inventarlo; que de faltar un referente trascendente, toda maldad estara justificada (cosa que discute ampliamente Freud en su texto El malestar en la cultura). Es reclamar el sentido en tanto referente absoluto.
20 Freud, 1930. Cf. particularmente la pg.83. 21 Concepcin contra la que luchan como hemos dicho quienes intentan teorizar esto rigurosamente.
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Pero, para el psicoanlisis, decir cualquier cosa no es posible, no porque haya un lmite moral que se pueda establecer gracias a una razn que tiene como rbitro de sus juicios a la realidad. Cuando se conmina a un sujeto a decir todo (la asociacin libre a la que el psicoanalista invita al analizante), no lo consigue, pero no por una dificultad particular de algunos sujetos (tmidos, por ejemplo22), sino por un asunto lgico que Freud denominaba represin originaria, algo imposible de levantar, en tanto fundamento mismo de la subjetividad, huella de la entrada al lenguaje. Es decir, no es una impotencia sentida por el individuo, sino una imposibilidad: algo del orden de lo que se deduce. Hablar no es natural, pero cuando hay lenguaje, es una implicacin lgica necesaria la aparicin de puntos de atraccin, dado el operador de la diferencia propio del lenguaje. Tampoco se trata, entonces, de la arbitrariedad de los referentes histricos. Lo inconsciente y lo no dicho de su discurso condicionan y delimitan lo consciente y lo dicho [Braunstein, 1980:73]. El vaco que propone el psicoanlisis es constitutivo, como implicacin lgica, de la subjetividad, en tanto enmarcada en el hecho de hablar (es una exclusin interna, como el orificio de la figura topolgica llamada toro). Que haya un vaco, luce horroroso; como dice el poeta: No es ms propio del horror temer al vaco que llenarlo?23. Si as es, se explicara el impulso a llenar con sentido un vaco generado por un desplazamiento estructural. No se trata, como en el caso de la mirada post-estructuralista, de un velo que lo constituye todo, sustituible por otro determinado histricamente que es todo y es nada. Lo que el psicoanlisis llama lo real, no est afuera del discurso, sino que resulta de sus escollos. Es aquello contra lo que el discurso choca. Es el vaco tras el velo. En consecuencia, no funciona el aserto aristotlico segn el cual la verdad concierne a lo real como adecuacin de la cosa al intelecto. O sea: no es que la verdad no concierna a real alguno, sino que le concierne por lo imposible-de-decir: porque hay lenguaje, hay verdad, dice Lacan [1967:44]. Lo real siempre es traumtico, es un agujero en el discurso. De tal manera, lo real no es una cosa en s, pues depende de los impases del discurso; por eso tampoco compone un todo: slo hay pedazos de real [Miller, 1988:91-92]. En Televisin, Lacan [1973:83] dice: Yo digo siempre la verdad: no toda, porque de decirla toda no somos capaces. Decirla toda es materialmente imposible: faltan las palabras. Confesar es el contexto en el que el tribunal exige decir la verdad, toda la verdad y nada ms que la verdad. Lacan ironiza este lema: de un lado, cuando afirma que l siempre dice la verdad, no es
22 O cualquier otro calificativo de las trascendencias que hemos establecido ms atrs. 23 De la exposicin Juan Calzadilla: potica visiva y continua en el marco del festival mundial de la poes-
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porque l sea especial, pues cualquiera podra decir lo mismo, si la verdad habla: como cuando irrumpe un lapsus, cuando un olvido interrumpe una frase, cuando un chiste surge en una conversacin (eso suea, eso falla, eso re [Lacan, 1968:102]); y, de otro lado, pone una incapacidad en la pretensin de decirla toda, no a causa de una maldad singular, sino como se dijo antes de una imposibilidad material. All la materia son los signos: se escabullen, obstaculizan as la intencin sea decir toda la verdad, incluso bajo juramento. Miller lo explica mediante las paradojas surgidas en la teora de conjuntos: los sistemas formales consistentes no contienen todo lo que hace falta para demostrar su consistencia, para definir la verdad que all es vlida. La teora de la incompletud de Gdel puede crear una frmula indemostrable para todo sistema que formalice la aritmtica. Segn Miller [1988:94], el sujeto es errante en la palabra, como la verdad vagabunda; las estructuras del discurso le dan sus amarres y sus puntos de referencia; signos lo identifican, signos lo orientan; si los descuida, si los olvida, si los pierde, erra y yerra de nuevo. Para ubicarse, hay que dejarse engaar un poco de los signos, del discurso. Entonces, el sentido est unido no slo a los desplazamientos estructurales, sino principalmente a la imposibilidad estructural de lo simblico. As, el sujeto no slo est situado frente a la llamada arbitrariedad del signo, sino tambin a la exclusin real que ste determina (y cuya atraccin llamamos pulsin). Si bien veamos que la lingstica haba revelado que la lengua es pura forma, que el signo no une una cosa con un nombre [Saussure, 1916:88], sino un significante con un significado ambos de naturaleza psicolgica, tambin es cierto que se haba avanzado hasta la idea de una estructuracin del sentido. Pero lo que queda claro ahora es que si bien el ms astuto efecto de sentido [Barthes, 1970:6] parece ser la llamada realidad, lo real que deja por fuera es mucho ms importante: se trata de lo estructurante para un sujeto que, no obstante no puede aparecer en la estructura. El sujeto del psicoanlisis lacaniano no cabe del todo en lo simblico, aunque no sera sujeto por fuera de lo simblico. Con esto, ya no podra reivindicarse la posicin esencialista, poniendo al sujeto del lado de la significacin y al instrumento del lado del significante, punto de vista del que derivan posiciones instrumentales segn las cuales el sujeto usa el lenguaje para expresar el sentido. Completando el cuadro elaborado ms arriba, en el siguiente esquema aparecen los campos descritos a propsito de la formacin y el sentido. En primera instancia, habra dos opciones: la formacin necesaria o la formacin contingente: el sujeto es algo del orden de la esencia o del orden del accidente. En la primera tendencia, tenemos la idea de una formacin indefec19
tible, por ejemplo en Hegel; y de una formacin defectible, como en las tres trascendencias que vimos atrs (religiosa, natural y funcional). Por el lado de la formacin contingente, tenemos una base arbitraria, la cultura, que en tanto tal se modifica constantemente. De ah puede derivarse una concepcin de relatividad cultural en la que lo simblico comanda, en la que la subjetividad tiene su nico referente en el sentido variable (por ejemplo, la idea de que la diferencia entre hombres y mujeres es meramente cultural). O puede derivarse una concepcin en la que el paso por el lenguaje produce una huella que impulsa al sujeto (la pulsin) en direcciones que si bien dependen de la existencia del lenguaje, no se agotan en l.
Panorama La formacin puede plantearse como un corte y un desajuste entre al menos tres procesos, nombrados de distinta manera, dependiendo del ngulo de mirada. El sentido sera el esfuerzo por conjurar los efectos de ese corte, de ese desajuste. En primera instancia, es innegable que la vida y, particularmente, las estructuras nerviosas superiores, son una condicin de posibilidad del sujeto, pero no lo explican; es decir: sin vida no hay sujeto, pero la vida no explica la subjetividad24. Tal vez por eso el hombre se las ha arreglado para pensar en una humanidad sin cuerpo: por ejemplo, la idea religiosa de un espritu que
24 Sin cmara no hay pelcula, pero no es posible entender la pelcula a partir del conocimiento de la es-
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trasciende la carne, o la ficcin de sostener las funciones del pensamiento ms all de la muerte. El maravilloso conocimiento alcanzado hasta hoy sobre el cuerpo orgnico y, en especial, sobre el sistema nervioso, avanza sobre su propio objeto, pero no en direccin a conocer la especificidad del sujeto (as trate de hacerlo, as la divulgacin de la ciencia intente hacerlo percibir de tal manera); esto se puede ver insinuado, por ejemplo, en la necesidad sentida por la medicina de silenciar cada vez ms al paciente25. Y como perder la cabeza en la guillotina implica el fin de los procesos psquicos y lingsticos, muchos creen que dentro del crneo radica la explicacin de la subjetividad (conceptos como neurolingstica o neuropsicologa dan cuenta de esa aspiracin); hay explicacin, s, pero de otro objeto: por ejemplo, del funcionamiento cerebral requerido por la puesta en acto del lenguaje y de los procesos psquicos... pero esos no son ni el lenguaje ni el psiquismo de los que se habla cuando nos referimos al sujeto. Hay una cierta consolacin contempornea en emparentarnos con los animales, diciendo, por ejemplo, que la solidaridad, la no ambigedad, el respeto a las leyes, etc., se dara en ciertos monos otra vana esperanza que cifra el hombre de cara a lo angustioso de su especificidad, esta vez, esgrimiendo la proximidad morfolgica con algunos primates [Laurent, 2008]. En segunda instancia, desde antes del nacimiento hay un contexto cultural para el nio. La coyuntura histrica establece gran parte de los lmites de lo decible, invisibles para el sujeto. Habra un sujeto-soporte en una organizacin social, con una estructura moebiana en la que interno y externo son una misma cosa. Segn Braunstein, lo que uno cree ser es un sistema de representaciones y conductas, producido por el proceso social (familia, educacin, medios). El destino de ese producto es ocupar los lugares que tambin han sido producidos por el proceso social, en eventos desconocidos por los sujetos, pues el desconocimiento es una condicin necesaria para ocupar tales lugares bajo la idea de estar ejerciendo la voluntad (sujeto ideolgico, dice Braunstein). Por eso se habla en primera persona yo opino..., cuando en realidad no slo se estn armando frases con un diccionario y una gramtica tomados del Otro social, sino que incluso se estn repitiendo frases del intercambio lingstico, al mismo tiempo que muchos otros. Esto expresa la relacin imaginaria que tenemos con las condiciones histricas de existencia, en tanto hablantes. Cuando se intenta decir qu se es, a escala del sentido habla el lugar que se ha venido a ocupar, se es hablado por ese lugar; y a es25 El sntoma empez como un aviso de que la salud puede estar amenazada; pero en tanto sensacin
subjetiva, la medicina estableci que poda ser un falso aviso; entonces, empez a utilizarlo cada vez ms para establecer el signo clnico, ste s dato objetivo y objetivable, hasta el punto en que se puede buscar sin que haya una sensacin conexa.
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cala de la singularidad del sujeto, habla una repeticin ms o menos autista en la que el sujeto goza, no importa lo que diga. Y, en tercera instancia, el cachorro de nio, que nace como organismo biolgico, no habla; es necesario convertirlo en otra cosa: en un ser hablante lo cual sera entender la formacin no como la consecucin de un estado latente, sino como una discontinuidad. Su medio la cultura nada tiene de natural: los alimentos no se encuentran por medios instintivos ni se consumen en su estado espontneo; la sexualidad no est marcada por los ciclos hormonales ni se circunscribe a la reproduccin; la proteccin echa mano de medios ms all de la dotacin como especie. Tan pronto nace, la cultura intenta incluirlo en el campo simblico26, es decir: desnaturalizarlo. Sin que todava pueda hablar, lo hacemos objeto del discurso, lo interpelamos, hasta que se ve obligado a tramitar la necesidad mediante la demanda, es decir, a travs de una palabra cuya estructura incluye aquello que se resiste a la simbolizacin, en la medida en que lo no dicho y lo indecible delimitan lo dicho y lo susceptible de ser dicho. Entonces puede elegir perder toda respuesta instintiva y dar apertura al mundo que le ofrece la cultura, fuera del cual ya nada hay. Dar sentido es algo ligado a la condicin de sujeto. Habra formacin del sujeto, pero como efecto; habra produccin de sentido, pero como velo. La llamada formacin es, en consecuencia, el corto circuito de un cuerpo con los smbolos que le ofrece/impone una comunidad que lo antecede y le sobrevivir; la discontinuidad irreversible del proceso natural (instintivo), en cuyo hiato se ponen palabras que no acaban de nombrar a su usuario, que lo invaden desde dentro, al punto de pensar, que no es otra cosa que el funcionamiento del lenguaje en nosotros. Ese proceso no cesa, pero no en el sentido de la formacin permanente que promueve cierta manera de presentarse hoy las cosas, ni desde la ingenuidad de una supuesta apertura del hombre al conocimiento (cuando en realidad el conocimiento es cierre27, y el desconocimiento es pasin28), sino a causa de que la divisin subjetiva se intenta restaar constantemente, de que los roles sociales han de ser reproducidos todo el tiempo, so pena de desaparecer, toda vez que distan de cualquier necesidad intrnseca.
26 Gradualmente se vio (como nosotros) / Aprisionado en esta red sonora / de Antes, Despus, Ayer,
Mientras, Ahora, / Derecha, Izquierda, Yo, T, Aquellos, Otros. [...] El rab le explicaba el universo / Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga. Poema El Golem [Borges, 1964].
27 Segn Bruner [1984], el aprendizaje es un mecanismo para no tener que aprender ms. 28 Para el psicoanlisis el sujeto evita el tener que vrselas con su responsabilidad frente a su forma de
satisfaccin pulsional; por eso suele ponerse en las manos de un Otro como la ciencia que objetiviza su causa, es decir, que la des-subjetiviza.
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En definitiva, podra decirse que el sentido es un intento de hacer creer que el velo tapa algo que en verdad no tiene consistencia alguna y que se constituye como una operacin mltiple en la que participan: la imagen, con todo lo que tiene de constituyente de lo corporal, al tiempo
significantes, y que tambin nos aliena en la metonimia constitutiva del lenguaje, en tanto los signos hablan de los signos, como sugiere Eco29; la pulsin, que se resiste a ser significada y, justamente por eso, divide al
Breve conclusin Si se asume el sujeto como el efecto posible de un proceso de desnaturalizacin, que no lo pone en una va preestablecida, sino que lo desarraiga de lo que sera su desarrollo natural, entonces sujeto, formacin y sentido pueden tomarse como distintas perspectivas acerca de lo mismo: no se puede hablar de sujeto sino como algo que est teniendo lugar, que se est formando; y la manera de estar en esa condicin sera lo que llamamos produccin de sentido, de un sentido dependiente de la ancdota de la poca, del cual slo se puede hablar en relacin con un sujeto. As, al sujeto no se le agrega el sentido ni se le adosa la formacin. l es en la medida que intenta arreglrselas con su estatuto en trmite permanente.
29 Cualquier intento de determinar lo que es el referente de un signo nos obliga a definir este referente
en trminos de una entidad abstracta que no es otra cosa que una convencin cultural [1968:81].
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