Santa Maria de Iquique
Santa Maria de Iquique
Santa Maria de Iquique
La Cantata Santa Mara de Iquique fue compuesta por Luis Advis a fines de 1969. El texto se basa en el libro Resea Histrica de Tarapac, del cual extrajo la mayora de los datos histricos. Musicalmente, la obra sigue la estructura de las antiguas cantatas populares, pero sustituye el motivo religioso tradicional por un tema social. Es msica de tradicin europea que incluye elementos de raz americana. A principios de 1970 el director musical de Quilapayn, Eduardo Carrasco le pidi a Luis Advis que arreglara algunas canciones de la cantante griega Danae. Ese mismo da, Advis le ense parte del material en que estaba trabajando: una cantata inspirada en la masacre de los obreros del salitre en 1907. Al poco tiempo Quilapayn mont la Cantata Santa Mara de Iquique y la estren oficialmente en julio de 1970 en el Segundo Festival de la Nueva Cancin Chilena. Un par de meses despus del estreno, Quilapayn y Hctor Duvauchelle entraron a los ex estudios de la RCA para grabarla. Los integrantes del registro fueron: en Quilapayn: Eduardo Carrasco, Carlos Quezada, Willy Odd, Patricio Castillo, Hernn Gmez, Rodolfo Parada; y como relator: Hctor Duvauchelle. Si bien, el compositor no se declara perteneciente a ningn partido poltico, la cantata logra un revuelo social como pocas obras. Esto, adems de ser la obra cumbre del movimiento de la Nueva Cancin Chilena. "Lucho, sin ser poltico, haba dado en el clavo", escribi Eduardo Carrasco en su libro Quilapayn, la Revolucin y las Estrellas (Ornitorrinco.1988). Luego del Golpe Militar las cintas masters de la Cantata Santa Mara de Iquique fueron destruidas. Sin embargo, el conjunto en su exilio sigui presentndola. En 1978, Quilapayn vuelve a grabar esta pieza en Europa pero para gran disgusto de Advis, encargaron al escritor argentino Julio Cortzar la remodelacin de parte del texto original e hicieron pequeos arreglos instrumentales. Aunque esta nueva versin fue grabada dos veces, el grupo sigui interpretndola despus como fue creada originalmente por su autor. "No me gusta que corrijan mis textos sin preguntarme, adems que en ninguna parte yo uso la palabra pueblo como la usa Cortzar. Estaba tan molesto con ese seor que le iba a escribir una carta, pero no lo hice porque al mes siguiente muri", dijo a la prensa Advis. El 1 de noviembre de 1997 la misma agrupacin musical vuelve vestir sus tradicionales ponchos negros y presenta por primera vez La Cantata Santa Mara de Iquique en las salitreras del norte grande, (en Santa Laura, al interior de Iquique). En ese concierto participaron Daniel Valladares, Rodolfo Parada, Patricio Wang, Hugo Lagos. Guillermo Garca y Hernn Gmez. Invitada: la cellista Gabriela Olivares; y relator: Hctor Noguera. En 1999 por iniciativa de La Divisin de Cultura y SCD fue publicada la partitura de la Cantata Santa Mara de Iquique, dentro de una coleccin de partituras chilenas. La edicin abre con un texto de Eduardo Carrasco que dice:
" ... Su valor radica en el modo como en ella se han logrado sintetizar, la inspiracin y el talento del autor, con los sentimientos y valores de la poca en que fue escrita. Ella fue compuesta entre el mes de noviembre de 1969 y marzo de 1970 para ser interpretada por el conjunto Quilapayn. Para llevar a cabo esta composicin, el autor tuvo como base algunos trozos de obras anteriores, escritas como msica para teatro (obras de Jaime Silva y de Isidora Aguirre), as como un conjunto de poemas escritos a comienzos de 1968, como resultado de un largo viaje por Iquique (norte de Chile) y sus alrededores. El captulo especial dedicado a la matanza de la Escuela de Santa Mara del libro regional titulado "Resea histrica de Tarapac", de Carlos Alfaro Caldern y Miguel Bustos publicado en Iquique el ao 1935, sirvi como nica ayuda informativa para la confeccin del texto. El tema recuerda la matanza de mineros que tuvo lugar en 1907, en la Escuela Santa Mara de Iquique, hecho que a pesar de ser ignorado por la historia oficial, qued grabado en la memoria de las gentes del norte. Esta Cantata Santa Mara marca el resultado ms logrado en un gnero de obras, anteriores y posteriores a esta, que se ha denominado en Chile y en Amrica Latina, "cantata", precisamente por el modelo que ha establecido esta obra. La idea central es la de unir ritmos folklricos nacionales con una msica de mayor elaboracin, dando lugar a un gnero intermedio entre lo popular y lo culto. Ella conserva adems el carcter dramtico de la esencia de la cantata clsica, aunque en este caso la accin que se musicaliza est relatada y no cantada (recitativo). Eso permite un mayor realismo en el relato y una mayor atencin prestada al carcter dramtico de la msica. Este gnero abri un horizonte insospechado al desarrollo de la msica popular en Chile y en el continente, pero adems, permiti establecer un nuevo puente entre los msicos doctos y los msicos populares, sentando as las bases de una nueva msica que, sin dejar de ser popular en el sentido de la amplia difusin, no renuncia a propsitos artsticos ms ambiciosos. Esta conserva las arias y coros cantados, los trozos instrumentales de la cantata clsica. La orquestacin est escrita para instrumentos folklricos, agregando a ellos un violoncello y un contrabajo, y conservando la alternancia entre coros y solistas. La obra, de gran factura expresiva, utiliza en forma original la armona clsica romntica, creando efectos climticos de gran impacto emocional. Introduce adems eficaces contrapuntos, logrando un sentido de unidad compositiva rara vez lograda en obras de este tipo. La obra se estren en julio de 1970, en el Teatro La Reforma de Santiago de Chile, y fue posteriormente presentada en el segundo Festival de la Nueva Cancin Chilena, que tuvo lugar en agosto del mismo ao, en el Estadio Chile de Santiago (actual Estadio Victor Jara). En su estreno fueron intrpretes el conjunto Quilapayn y el actor Hctor Duvauchelle, quin tambin particip en la primera grabacin de la obra, realizada pocos meses despus...".
4. Interludio cantado: Se han unido con nosotros Este corto tema sirve para reforzar, en la voz de los pampinos, el relato anterior: "Iquique nos ve como extraos; nos comprenden algunos amigos y los otros nos quitan la mano." 5. Relato: El sitio al que los llevaban El relato contina con el anterior, donde cuenta cmo los obreros son llevados a la Escuela Domingo Santa Mara en el centro de la ciudad y los nimos comienzan a presentir el fin trgico de su aventura. 6. Cancin: Soy obrero pampino y soy Los instrumentos de cuerda marcan la tensin de esta cancin. Un obrero de mayor experiencia se da cuenta de que "algo horrible va a suceder" y comienza a recordar las penurias de su vida, mientras tartamudea, presa del temor. 7. Interludio instrumental 8. Relato: Nadie diga palabra que llegar La voz introduce a los militares a cargo del general Roberto Silva Renard, quienes rodean la escuela. Segn el relato, Silva Renard trata de convencer a los obreros diciendo "que no sirve de nada tanta comedia, que dejen de inventar tanta miseria, que no entienden deberes, son ignorantes, que perturban el orden" y los amenaza, recibiendo la respuesta de un obrero que anuncia que levantarn el puo en alto y que si quiere amenazar, que dispare primero. El general, cuenta el relato, saca su revlver y le dispara, dando la orden para continuar con el resto de presentos. 9. Cancin de letana: Murieron tres mil seiscientos La cancin relata la muerte de 3.600 fallecidos, aunque no existe certeza de una cifra exacta y la descrita en la obra es una de las ms altas dentro de las muchas propuestas. Instrumentos de viento predominan en el tema para marcar la tristeza. 10. Cancin: A los hombres de la pampa Mezclando diversas melodas y textos, la cancin se lamenta de los hechos y alcanza uno de los clmax de la composicin. La letra incluye el relato a un nio de los sucesos, afirmando que "no hay que ser pobre, hijito; es peligroso ser pobre, hijito", para luego mezclar a un texto mucho ms militante que en el resto de la cantata. Tras el clmax de la cancin, sta cierra con la frase "Donde estn los asesinos que mataron por matar? Lo juramos por la tierra, los tendremos que encontrar [...] lo juramos, compaeros, ese da llegar!" 11. Pregn: Seoras y seores 12. Cancin final: Ustedes que ya escucharon La cancin, con un charango predominante, contina con el tono altamente poltico de la cancin anterior, invocando a la unin del pueblo para la reivindicacin de sus derechos y evitar que se repitan los sucesos anteriores, lo que se refleja en frases como "quizs maana o pasado, o bien en un tiempo ms, la historia que han escuchado de nuevo suceder; es Chile un pas tan largo, mil cosas pueden pasar si es que no nos preparamos resueltos para luchar". El texto contina convocando a la unin y mezclando algunas frases del tema anterior, hasta finalizar con la frase "Unmonos como hermanos que nadie nos vencer; si quieren esclavizarnos, jams lo podrn lograr."
Antecedentes
Geogrficamente toda la zona conocida en Chile como Norte Grande est constituida por el Desierto de Atacama, el ms arido del mundo. Los territorios de Tarapac y Antofagasta fueron obtenidos por Chile tras la Guerra del Pacfico (1879-1884), significando para Chile acceder a una zona de riqueza mineral, compuesta principalmente por grandes yacimientos de cobre y salitre. Este ltimo se convertira a fines del siglo XIX en el principal puntal de su economa, siendo su exclusivo productor a nivel mundial. Las tensiones provocadas por el dominio de las minas haba sido una de las grandes causales de la guerra civil chilena de 1891, cuando el bando del Congreso, protegiendo los intereses chilenos y britnicos de la zona, vencieron en la contienda. Los yacimientos se encontraban en la mitad de la pampa, denominacin que se le da en Chile a la planicie existente entre el Ocano Pacfico y los faldeos de la Cordillera de Los Andes. Segn el censo del 28 de noviembre de aquel ao, la Provincia de Tarapac tena 110.000 habitantes.[3] En esta provincia y en la de Antofagasta trabajaban cerca de 40.000 operarios, de los cuales cerca de 13.000 provenan principalmente de Bolivia y el Per.[3] La vida en las minas era muy dura. Las empresas ejercan un duro control sobre la vida y obra dentro de los yacimientos, lo que provocaba un alto grado de vulnerabilidad de los trabajadores ante las arbitrariedades cometidas por los dueos, ya que este control desbordaba claramente el mero mbito laboral de los trabajadores. La concentracin de poderes era inmensa. Fuera de ser dueos de las viviendas obreras, las empresas contaban con un sistema policial propio, controlaban las pulperas y a todos aquellos que se dirigan a realizar negocios en las oficinas, establecieron un sistema exclusivo de pago por medio de fichas las cuales eran exclusivamente canjeables en las oficinas y negocios de su propiedad, y no dudaban en retrasar los pagos hasta por plazos de dos o tres meses.[2]
A principios del siglo XX, la cuestin social en la regin de Tarapac empez a manifestarse en el malestar de los obreros de las Oficinas salitreras, que en distintas peticiones reclamaban al Gobierno de Santiago atencin y mejoras en sus condiciones de vida y laborales, las cuales eran deplorables. Pese a lo anterior, los gobiernos parlamentarios eran reacios a intervenir en las negociaciones entre empleadores y trabajadores. Pese a esto, tendieron a considerar a los movimientos de gran escala (especialmente si iban acompaados de demostraciones masivas) como rebeliones incipientes.
La huelga y la matanza
El 10 de diciembre de 1907 una huelga general se desat en la salitrera San Lorenzo y el paro ampli a la de Alto San Antonio, inicindose la Huelga de los 18 peniques. Este nombre se debe a que los jornaleros pedan el pago de salarios a este tipo de cambio. La numerosa columna de huelguistas de Alto San Antonio lleg al puerto de Iquique, sede del gobierno regional, portando banderas de Chile, Per, Bolivia y Argentina, alojndose en el hipdromo del puerto. A este movimiento se sumaron otras oficinas salitreras, entrando en huelga tambin casi todo el comercio e industria del norte del pas. Las demandas publicadas el 16 de diciembre en un memorial por los pampinos eran:
Aceptar que mientras se supriman las fichas y se emita dinero sencillo cada Oficina representada y suscrita por su Gerente respectivo reciba las de otra Oficina y de ella misma a la par, pagando una multa de $ 50.000, siempre que se niegue a recibir las fichas a la par. Pago de los jornales a razn de un cambio fijo de 18 peniques. Libertad de comercio en la Oficina en forma amplia y absoluta. Cierre general con reja de fierro de todos los cachuchos y chulladores de las Oficinas Salitreras, so pena de pagar de 5 a 10.000 pesos de indemnizacin a cada obrero que se malogre a consecuencia de no haberse cumplido esta obligacin. En cada oficina habr una balanza y una vara al lado afuera de la pulpera y tienda para confrontar pesos y medidas. Conceder local gratuito para fundar escuelas nocturnas para obreros, siempre que algunos de ellos lo pida con tal objeto. Que el Administrador no pueda hacer arrojar a la rampa el caliche decomisado y aprovecharlo despus en los cachuchos. Que el Administrador ni ningn empleado de la Oficina pueda despedir a los obreros que han tomado parte en el presente movimiento, ni a los jefes, sin un desahucio de 2 a 3 meses, o una indemnizacin en cambio de 300 a 500 pesos. Que en el futuro sea obligatorio para obreros y patrones un desahucio de 15 das cuando se ponga trmino al contrato. Este acuerdo una vez aceptado se reducir a escritura pblica y ser firmado por los patrones y por los representantes que designen los obreros.
El 16 de diciembre, miles de trabajadores en paro llegaron a la ciudad de Iquique, respaldando las demandas de los salitreros a la autoridad provincial, con el fin de obtener su intervencin. Las solicitudes anteriores, es decir, enviar comisiones con los petitorios a la autoridad, haban fracasado en 1901, 1903 y 1904. El gobierno de Santiago, haba dado ya la orden de traslado de tres regimientos para reforzar los dos que haban en Iquique y envi desde Valparaso un crucero con tropas de desembarco: el 17 lleg desde Arica el crucero Blanco Encalada trasportando al regimiento Rancagua; el 18, anclaba en la baha el crucero Esmeralda que traa tropas del Regimiento de Artillera de Marina. El intendente interino Julio Guzmn Garca, mediaba en las negociaciones con los representantes pampinos, hasta que el 19 de diciembre llegaron al puerto el Intendente titular Carlos Eastman Quiroga y el general Roberto Silva Renard, jefe de la Primera Zona Militar del Ejrcito, acompaados del coronel Sinforoso Ledesma. Todos ellos fueron recibidos con aclamaciones por los obreros, quienes creyeron que venan comisionados para trasladarlos y solucionar sus problemas.
A medida que avanzaba la huelga, ms y ms pampinos se unan a ella, llegndose a estimar que para el 21 de diciembre eran entre 10.000 y 12.000 los obreros en huelga en Iquique. A los pocos das de haber llegado, este gran conglomerado de trabajadores estaban reunidos en la plaza Manuel Montt y en la Escuela Domingo Santa Mara, pidiendo al gobierno que actuara de mediador con los patrones de las firmas salitreras extranjeras (ingleses) para solucionar sus demandas. Por su parte, los patrones se negaban a negociar mientras los obreros no reanudaran sus actividades. rdenes oficiales desde Santiago determinaban que los huelguistas abandonaran la plaza y la escuela y se ubicaran en el Hipdromo, para luego regresar en tren a las salitreras y reanudar sus faenas. Los pampinos se negaron, pues intuan que si regresaban a sus labores, sus peticiones seran ignoradas. Frente a la creciente tensin que haba ya entre los grupos, el 20 de diciembre de 1907 los dirigentes efectuaron una reunin con el intendente Eastman. En esos mismos momentos era declarado el estado de sitio, haciendo que las libertades constitucionales fueron suspendidas, todo esto por medio de un decreto publicado en la prensa. Mientras la reunin se efectuaba en la oficina salitrera Buenaventura, un grupo de obreros con sus familias trataron de abandonar el lugar y fueron acribillados en la lnea frrea. Como resultado de esta accin 6 obreros murieron y los dems terminaron heridos. El 21 de diciembre de 1907 se efectuaron los funerales de los obreros, e inmediatamente despus de concluir las ceremonias se les orden a todos los trabajadores que abandonaran las dependencias de la escuela y sus alrededores y se trasladaran a las casuchas del Club Hpico. Los obreros se negaron a ir, temiendo ser caoneados por los barcos que apuntaban el camino que deberan recorrer hacia dicho lugar. El general Roberto Silva Renard, junto al coronel Ledesma, tenan la misin de desalojar a los trabajadores en huelga. Se seal a las 14.30, a los dirigentes del comit de trabajadores, que si no salan del edificio abriran fuego contra ellos. Ante la negativa de stos, el jefe militar reiter que abrira fuego sobre los huelguistas a las 15.30. Pese a las amenazas reiteradas, slo un pequeo grupo de trabajadores abandon la plaza. A la hora sealada por Silva Renard, ste orden a los soldados disparar a los miembros del comit que se encontraban en la azotea de la escuela, quienes cayeron muertos con la primera descarga. La multitud, desesperada y buscando escapar, se arroj sobre la tropa y sta repiti el fuego al que se le aadi el de las ametralladoras. La tropa, despus de lanzar fuego graneado desde la plaza, entr ametrallando por los patios y las salas de clase, matando a destajo sin reparar en las mujeres y nios que pedan a gritos clemencia. Los sobrevivientes de la matanza con posterioridad fueron llevados a sablazos hasta el Club Hpico, y desde all a la pampa, donde se les impuso un rgimen del terror.
Vctimas
El nmero de vctimas que dej la accin es disputado. Por un lado el informe oficial del general Silva habla en un primer momento de 140 los muertos, para posteriormente ascender a 195. Ese es el nmero que otorga Nicols Palacio, testigo de la matanza. Sin embargo, esta cifra es considerada irreal, dada la cantidad de obreros que se hallaban en el lugar. El nmero ms alto ha sido de 3.600, aunque es considerado especulativo. La cifra ms aceptada es de cerca de 2.200. Pese a lo anterior, sea cual fuere el nmero, al decir de Correa y otros, "nadie duda de la singular magnitud de la matanza". Cualquiera que haya sido el nmero de vctimas, el gobierno de la poca orden no expedir certificados de defuncin de los fallecidos, enterrndolos a todos en una fosa comn en el cementerio de la ciudad. Slo en 1940 se exhumaron sus restos, los cuales fueron enterrados nuevamente, esta vez en el patio del Servicio Mdico Legal de dicha ciudad. Con motivo de conmemorarse los cien aos de la matanza, el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet orden que se exhumaran nuevamente los restos y que fueran depositados en un monumento especialmente dedicado a ellos en el lugar del crimen.
Consecuencias
El general Silva Renard inform al gobierno de Santiago acerca de los hechos, minimizando su actuacin y haciendo responsable de los hechos a los huelguistas. El Congreso Nacional reaccion muy tibiamente a estas actitudes, ordenando crear una comisin investigadora, a la cual no se design a nadie y no realiz ninguna funcin. Recin los hechos fueron cuestionados e investigados por una Comisin Oficial, la cual public un informe que comunic a la Cmara de Diputados en una sesin del 7 de noviembre de 1913. La mejora de las condiciones de los obreros fue lenta, y no sera hasta 1920 cuando se empezaran a dictar las leyes sociales mnimas, tales como la de pago en dinero y jornada de trabajo. Por su parte, en 1914, el general Silva Renard, escap malherido de un intento de asesinato por parte del supuesto anarquista Antonio Ramn Ramn, un espaol cuyo hermano Manuel Vacca fue muerto en la Santa Mara. El general Silva Renard morira unos aos ms tarde a causa de estas heridas. La presidenta Michelle Bachelet accedi a que se decretase duelo nacional para el 21 de diciembre del 2007, con motivo de la conmemoracin de los cien aos de la matanza. Para dicha ocasin se cre un monumento en recuerdo de las vctimas, adems de realizar exposiciones e informaciones pblicas acerca de los hechos.