VSUR La Comunista Alemana Que Stalin Entregó A Hitler

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. La comunista alemana que Stalin entreg a Hitler.

La historia de Margarete Buber-Neumann


VS 0 | | seccin: web | 18/10/2005

PEPE GUTIRREZ-LVAREZ

Despus de recuperar El vrtigo el impresionante relato de Eugenia Ginzburg sobre los campos de concentracin estalinistas /1, la coleccin que dirige Antonio Muoz Molina para Galaxia Gutenberg-Crculo de Lectores efecta una nueva entrega con otro testimonio de los supervivientes que con el ttulo de Prisionera de Stalin y Hitler escribi Margarete Buber-Neumann. Se trata de una edicin igualmente prologada por el propio escritor empeado segn sus propias palabras en "ofrecer los testimonios de los que estuvieron all, para que se deje de especular y se analice, de verdad, qu es lo que pas en este periodo de la historia. Algo que en Europa se hace desde hace tiempo, pero que en Espaa cuesta, porque aqu nunca se revisa nada" (una reflexin cuyo hilo retomar ms abajo). Aunque el autor de Beltenebros ha querido precisar que cuando ha subrayado el desconocimiento existente sobre dichos testimonios se refera antes que nada al suyo propio, lo cierto es que estas ediciones magnficas por lo cuidadas- suelen ser presentadas como "descubrimientos", como piezas ocultadas por la omnipresencia de una izquierda cmplice. La historia de Margarete Buber-Neumann (Postdam, 1901-Francfort, 1989) es la de una militante comunista que hasta entonces no se haba cuestionado el significado del estalinismo, antes al contrario, participaba en l con toda su buena fe de militante probada que haba viajado como funcionaria de la Internacional. Perteneciente a una familia de clase media, debe su primer apellido al ms ilustre de todos los Buber, Martin / 2, el clebre autor de Camino de Utopa, con cuyo hijo haba estado casada y con el que haba tenido dos hijos. Afiliada al Partido Comunista alemn en 1926, donde pronto alcanz una notoriedad, sobre todo por su relacin con uno de sus lderes ms reputado, Heinz Neumann (Berln,1902-Mosc, 1937), que le dar su segundo apellido. La historia de ambos se confunde...Heinz era lo que en trminos leninistas clsicos se entiende por un autntico "profesional de la revolucin", un militante a toda prueba que desarrolla actividades de extraordinario valor en el ms absoluto anonimato, un profesional riguroso que por ejemplo merece el respeto del exigente Len Trotsky que en uno de sus ms importante trabajos, La Internacional Comunista despus de Lenin /3 pondr en solfa a todo su equipo dirigente, y lo cita sin cuestionarlo, posiblemente porque lo crea recuperable. Heinz, que fue conocido por numerosos seudnimos (Gruber, Octavio, "Octavio Prez, Karl Bieler, etc), perteneca tambin a una familia burguesa. Estudi Filologa en Berln y siendo estudiante ingres tempranamente en el partido comunista de Alemania (1920). Pronto destac como colaborador en la prensa del partido, y trabaj al lado de sus ms importante dirigentes de entonces como Heinrch Brandler y August Thalheimer, que seran desde la segunda mitad de los aos veinte contrarios a su rusificacin-estalinizacin desarrollada con el "nombre artstico" de "bolchevizacin", trmino que esconda la prdida total de una independencia que le llev a protagonizar toda clase de debates en la Internacional. Como delegado alemn, Heinz tom parte tanto en IV Congreso de la Komintern en 1922, (el ltimo marcado por la fuerte presencia de Lenin y Trotsky) as como en el V (1924) y en el VI (1928). Igualmente fue el principal rrepresentante comunista alemn ante la ms altas instancias de la Internacional (CEIC) entre 1925 y 1927, ao en el que fue enviado a China junto con V. Lominadse como consejero del CC del partido comunista de China. Como tal sobresali junto con Lominadz en el desencadenamiento de la Comuna de Cantn (11-14 de diciembre de 1927), formando parte del "soviet" dirigente que segua las directrices del Komintern, y que acab trgicamente en una derrota histrica /4. A principios de los aos treinta exista alrededor de Neumann una leyenda, y como tal evocaban su nombre algunos comunistas ilustrados de la poca como el madrileo Quique Rodrguez que lo reconoca como uno de los autores de la obra colectiva La insurreccin armada /5, una de las ms emblemticas y radicales del llamado "tercer periodo", de carcter izquierdista con el que tanto se identific Neumann. Heinz regresar nuevamente a Alemania con el objetivo de ayudar a Ernest Thelmann, y aplicar la poltica del "tercer periodo" de Stalin. Convencido partidario de la lnea oficial, Neumann jug con toda su buena fe un papel destacado en la estalinizacin del partido alemn entre 1928 y 1931. Luego ser uno de portavoces del partido como diputado en el Reichstag de 1930 hasta1932, mientras mantiene su cargo en el Komintern.

No obstante, como era de esperar ms tarde o ms temprano, un comunista con pensamiento propio como Neumann, tuvo que comenzar a criticar la poltica de Thelmann (el verdadero "hombre de Stalin" en el partido), por lo que fue destituido de sus puestos de direccin, y llamado a Mosc en 1932. Dado que sus crticas se atienen en lo fundamental a la situacin alemana, Heinz y Margarete son enviados a trabajar en Espaa (1932-1933), actividad sobre la que ms tarde Margarete ofrecer su testimonio en su libro sobre el Komintern. Detenido en Suiza a finales de 1934, Hitler pedir al gobierno suizo la extradicin a Alemania (26.12.1934). Por su parte, Neumann solicit asilo poltico en la URSS y lo obtuvo a finales de 1935 gracias a la intervencin expresa Stalin. Por una propuesta del viejo bolchevique Piatnitsky /6, Neumann fue incluido en la delegacin del CEIC a Brasil en calidad de consejero poltico del lder comunista Luis Carlos Prestes que preparaba una rebelin contra la dictadura de Getulio Vargas /7. Junto con su esposa Margarete recibi una preparacin especial, a tal efecto (1935). En julio de 1935 recibi los documentos necesarios y las instrucciones de Piatnitsky, e incluso escribi un folleto sobre Prestes con el seudnimo "Octavio Prez", el mismo que haba utilizado en Espaa. Sin embargo, tras la cada de Piatnitsky, los planes sobre Brasil fueron cancelado. Neumann era ya un sospechoso por su probada independencia de criterio y en su radicalidad antinazi (Margarete lo describe en Espaa obsesionado por leer todo lo que llegaba desde Alemania) en un momento en que Stalin preparaba el terreno de un pacto con Hitler. No tard en ser detenido y fusilado bajo la acusacin de "trotskista" y de "conspirar contra la revolucin" (26.4.1937). De hecho, se trataba de una muerte anunciada. Cuando emprendieron el viaje a Mosc en mayo de 1935, Heinz no se llamaba a engao. Saba lo que estaba ocurriendo, y le haba comentado a Margarete "Quiz vayan a detenerme en Leningrado". A su llegada al. hotel Lux de Mosc, pudo vislumbrar como el climax de sospecha y detenciones que se haba apoderado reinaba en la URSS se haba extendido tambin entre los emigrados. En este ambiente, el contar con una pgina de desavenencia era prcticamente un certificado de muerte. "En Mosc, la atmsfera era asfixiante", escribir Margarete que sobrevivir pero que conocer su particular descenso a los infiernos. Margarete a la que Arthur Koestler en sus Memorias como "una mujer de baja estatura de cabello negro, vivaz y alegre", era la fiel compaera de Heinz, pero no un cuadro poltico recocido y la dejaron. Durante meses estuvo vagando de una prisin a otra, investigando sobre el destino de Heinz junto con centenares de esposas y madres desesperadas, que no entendan para nada lo que estaba ocurriendo. Poco a poco, en un ambiente de incertidumbre total -las vctimas eran por lo general antiguos revolucionarios, pero carecan de un perfila tan definido como el que posean las victimas del nazismo-, escuchando cmo las noticias sobre la desaparicin de amigos y conocidos, algunos de ellos estalinistas probaos, como ella misma que hasta entonces no se haba cuestionado. Sus nicas pertenencias estaban reunidas en una maleta guardada bajo la cama, dispuesta para cuando los agentes de la NKVD vinieran a por ella. Su ingenuidad era tal que cuando por la noche del 27 al 28 de abril de 1937 vinieron a por ella, no se asust "en absoluto", estaba persuadida de que tena que haber un malentendido. Los sigui en un lujoso Ford, camino del centro penitenciario de Lubianka. En su libro anota: "Mi reloj luminoso y el pensamiento de que en mucho tiempo no volvera a ver aquello fueron las ltimas impresiones de libertad". La pesadilla sin embargo, no haba ms que comenzar. La comitiva la conducira hasta las largas colas existentes ante las puertas de las oficinas de las prisiones en Mosc que dispona el traslado de los prisioneros hasta los campos de trabajo en Siberia. All las condiciones de vida eran estremecedoras, pero a Margarete le quedaba conocer todava otra vuelta de tuerca. El Pacto de No Agresin con el que los firmantes se repartan Europa oriental, (que Stalin crey, y que Hitler utiliz para ganar tempo) entre la Alemania nazi y la URSS estalinista, sellada por Molotov y Ribbentrop de 1939 /8 contena una clusula que lo haca ms repulsivo si cabe. Era la que dictaminaba el regreso a su pas de origen de los comunistas alemanes detenidos en las prisiones soviticas. En el rgimen nazi no haba confusin, y para los comunistas no tenan otra alternativa que no fueran los campos de exterminios, en el caso de Buber-Neumann, el destino era Ravensbrck. El valor del testimonio de Margarete radica en su minuciosidad en la descripcin un mundo complejo, de un abismo por el que desfilan numerosos personajes como la anciana prisionera que se alegra de llegar a la prisin moscovita tras su paso por Siberia, siguiendo con el caso de la vigilante jefe de Ravensbrck, Langefeld, que reniega de Auschwitz como un ms all de la crueldad que le haba tocado protagonizar. A lo largo de sus pginas desfilan figuras tan siniestras como la del doctor Rosenthal y su amante (la prisionera

Gerda Quernheim), que se dedicaban al asesinato sistemtico de mujeres embarazadas y nios, aunque finalmente acabaron detenidos por robar las piezas dentales de oro de sus vctimas. Personajes e historias que se entrecruzan con las algunas militantes comunistas que negaban el terror estalinista, o como Erika Buchmaim, que "haba interiorizado la teora fascista del exterminio". Aquel fue su trgico destino hasta que consigui su liberacin en abril de 1945. en sus pginas finales escribe "Yo haba pensado en todas las posibilidades de una salvacin; la huida ante los rusos con ayuda de las polacas, la desaparicin en el revuelo que se originase despus de que escaparan las SS, pero nunca pens en ser puesta en libertad". Con una voluntad militante, y con la capacidad de observacin de una buena periodista, Margarete lo observaba y lo registraba todo, incluso lleg a hacerse necesaria para sus compaeras, vivir historias de una intensa humanidad como se desprende de lneas como las siguientes: "Siempre encontr seres que me necesitaban, nunca me falt el regalo de la amistad y de las relaciones humanas". La obra de Margarete est justamente considerada como un clsico en su gnero. Apareci en Alemania y Suecia en 1948 y se tradujo al francs en 1949, mientras que la primera traduccin en castellano (firmada por Luis Garca Reyes) data de 1967 en la coleccin Libro Documento para Ediciones GP que "distribua" la popular Plaza&Jans. En el catlogo de GP se podan encontrar diversos best-seller, algunos de ellos famosas adaptaciones para la gran pantalla como son los casos de Gigi de Colette, Cinco mujeres marcadas de Ugo Pirro, Que el cielo la juzgue de Ben Ames Willians, Arde Pars? de Lapierre&Collins. No se trataba por lo tanto de una empresa "testimonial", todo lo contrario. Era una editorial de las que llegaban a los kioscos, se lea prdigamente en las oficinas y en los metros. Entre sus divulgadotes hay que resear los Testigos de Jehov perseguidos por el nazismo, a los que les dedica unas pginas muy emotivas. En Francia el libro tuvo una repercusin especial ya que Margarete una intervencin muy impactante en el famoso proceso que los comunistas franceses con la misma buena fe que ella haba mantenido hasta su detencin- contra el funcionario sovitico Vctor Kravchenko en 1947. El estalinismo estaba perdiendo la aureola que haba logrado con la victoria del pueblo ruso contra la invasin nazi, y la confusin que reinaba entre los intelectuales parisinos era considerable. De un lado estaba la derecha que se preparaba para la "guerra fra", y que haba hecho famosa la imagen del bolchevique en el cuchillo en la boca escondido bajo la cama. Del otro, una izquierda dividida entre los que crean que al criticar a la URSS se torpedeaba al movimiento obrero, y los que estimaban que (como confirmara el tiempo) ms dao le poda hacer mantener una mentira que ya haba sido denunciada desde finales de los aos veinte por escritores de la talla crtica de Panait Istrati (Haca la otra flama), Boris Souvarine (Stalin), Vctor Serge (De Lenin a Stalin) y Andr Gide (Regreso de la URSS). Haba dificultades para probar la veracidad de las acusaciones que Kravchenko arrojaba contra el sistema sovitico, por eso el testimonio de Margarete poda inclinar la balanza. Una de las personas ms emblemticas que asisti a su descargo fue Simone de Beauvoir que estuvo acompaada por Sartre en una audiencia. En su diario, la autora de El segundo sexo, escribi: "Cualesquiera que fuesen sus mentiras y su penalidad" (de Kravchenko), "y aunque la mayor parte de sus "testigos" fuesen tan sospechosos como l, de sus declaraciones surga una verdad: la existencia de campos de trabajo. Lgico, inteligente, confirmado adems por muchos hechos, el relato de la seora [Buber-Neumann) arrancaba la conviccin." Y aade "El testimonio de Margarete fue conmovedor y he salido atormentada por l". Una ferviente estalinista de entonces, Dominique Desanti (y autora de otra historia de la Internacional comunista que public Anagrama en los aos setenta), escribira: "Pero si Margarete Buber-Neumann me hizo vacilar un momento, ni un solo instante he credo que lo que contaban todos los testigos fuese verdad..." Otra persona a quien ese proceso hizo vacilar fue Edgar Morn, pero que permanecera algn tiempo leal al partido hasta que pas a animar las ediciones de Minuit y la revista Arguments, y que aadira por su parte: "Senta no obstante en esa poca, aunque ignorase las prcticas de exterminacin sistemtica, que haba demasiadas vctimas concentracionarias para que slo los excesos o los abusos pudieran explicarlo" /9. En la misma coleccin apareci su no menos impresionante evocacin de Milena, la amiga de Kafka, una biografa complementaria a la suya. Como explica la propia Margarete, el relato de su paso por los campos naci a partir de su amistad con esta avanzada periodista comunista juda cuyo nombre completo era Milena Jesensk, y que cuenta con una popularidad aadida por haber sido la novia de Franz Kafka, la destinataria de las impresionantes Cartas a Milena. Ambas estuvieron en el mismo campo de concentracin y hoy se conocen las famosas "Cartas a Milena", gracias a Margarete Buber-Neumann. Milena muri en brazos de BuberNeumann. En Prisionera de Stalin y Hitler, sta narra cmo lo que le ayuda a sobrevivir en su doble condicin

de huida es la promesa que le hizo a su amiga Milena, "la mujer hermosa, libre, heroica, que haba resistido contra los alemanes en Praga, y logrado que se salvaran las cartas que le haba dirigido a principios de los aos XX aquel escritor judo desconocido, Frank Kafka", escribe certeramente Muoz Molina en prlogo del libro. Cuando Milena muri en 1944, el primer pensamiento de Margarete fue" Ahora la vida carece de sentido". Fue Milena quien le propuso que escribiera sobre su trgica experiencia. "En su fantasa cre una obra sobre los campos de concentracin de las dos dictaduras en la que hablara de las llamadas a recuento, las marchas en columna y la degradacin de millones de seres a la esclavitud; una dictadura en nombre del comunismo y la otra por el bienestar de los tiranos", escribir Margarete en su libro que ha sido reeditado por Tusquets. Con todo lo que les une existe empero una doble diferencia a favor de la Milena: primero) siempre fue adversaria del estalinismo; segundo) muri siendo una revolucionaria... /10. La mejor documentacin sobre esta doble vertiente en la trayectoria de Margarete se puede encontrar en dos obras cuyas que abordan su itinerario amoroso-militante, De Potsdam a Mosc, e Historia del Komintern. La revolucin mundial (Ed. Picazo, Barcelona. Desconozco la primera, pero le la segunda en una traduccin de Rolando Hanglin del mismo ao que la edicin alemana, 1975). En este caso, lo biogrfico y lo histrico se combinan. Sin embargo, una y otra cosa no brillan a la misma altura. De su parte testimonial cabe extraer un tono vivo y apasionante. Aqu Margarete no puede ocultar su entusiasmo y fervor, ni su apasionada relacin amorosa-militante. Describe su vida cotidiana con una mirada fresca, los revolucionarios que conoce nunca dejan de ser personas de carne y hueso, con sus grandezas y medianas. Cabra quizs destacar su vivida descripcin del conflicto suicida que enfrent a socialdemcratas (anticomunistas que preferan atenerse a la legalidad antes de luchar) y comunistas (que aseguraban que la socialdemocracia era el "enemigo principal", y que ya ajustaran las cuentas con los nazis), es rica en detalles de la vida cotidiana. Empero, su captulo espaol resulta bastante extrao amn de representativo de las limitaciones de la mirada poltica de Margarete. De entrada porque su cronologa resulta cuanto menos confusa, mezcla acontecimientos, y aunque no lo diga, da la impresin de que tuvo que tener problemas con el castellano. Tambin resulta sorprendente su preocuparon (sin duda una reflexin ulterior, o sea del momento del redactado) por la "cuestin religiosa" en Espaa, y su descripcin del anticlericalismo de las autoridades que desembocan en una acusacin contra el sectarismo de la Repblica as como con una asptica referencia al general Franco, un detalle que cuadra con su anticomunismo y su evolucin ideolgica hacia cierta democracia-cristiana. Hay pues dos Margarete, la comunista que cree en Stalin hasta que la evidencia le cae encima y la anticomunista autora de este extrao testimonio con pretensin de historiadora. Desde esta ltima perspectiva, todo resulta embrollado, carente del ms mnimo rigor. Cita a personajes histricos sin resear sus fuentes, as muchas de las palabras que llega a atribuir a Lenin resultan muy poco fiable, entre otras cosas porque las fechas que da son imposibles, por la sencilla razn de que el lder bolchevique ya haba sido enterrado (un detalle que carece de la menor relevancia en la nueva historia oficial anticomunista). Ms que de una historia, se puede hablar de una vehemente requisitoria para demostrar que el comunismo fue una aberracin, adems siempre y en todas sus facetas. El Komintern fue un mero invento de Lenin para dar rienda suelta a sus ambiciones; un Trotsky que le grita a los insurrectos de Kronstadt, "!Os cazar como faisanes" (una versin del "Tirad a la barriga" de Azaa en Casas Viejas); Rosa Luxemburgo estuvo siempre y totalmente en contra de los bolcheviques, Stalin es pues, una consecuencia directa de la revolucin de Octubre de 1917, y en todo esto no hay mucho que discutir. Ni de verdad. Ya se sabe, el comunismo es intrnsecamente perverso. No deja de ser curioso que dicha "continuidad" fuera tabla de ley para los que creyeron en Stalin, como la propia Margarete Buber-Neumann que como si se tratara de una virgen atraviesa el cristal de la historia sin tocarlo ni mancharlo. Este giro es harto representativo de los comunistas arrepentidos, sobre todo para los que apenas si conocieron su fase revolucionaria, y para los que se habituaron a argumentar en clave estaliniana, y es el que conecta con los comentarios que podemos leer en Muoz Molina, en lo diarios y en pginas web en las que -de paso- la descalificacin total del "comunismo" se combina con reflexiones sobre la no-viabilidad del "Estado del Bienestar", y es que una cosa lleva normalmente a la otra. El enfoque es siempre el mismo, la medida del comunismo se impone desde el estalinismo (posiblemente tambin su mayor negacin, no menos de lo que Franco pudo ser del cristianismo), y se ningunea todo un comunismo de oposicin, existente tantas veces dentro incluso de la mitificacin

estaliniana como prueban los mismos Heinz y Margarete. Una forma de estalinismo invertido sobre el que sigue vigente las observaciones de Isaac Deutscher efectuadas en su clebre e insuperable Herejes y renegados /11. Esto explica el hecho de que a pesar de ofrecer un testimonio sobre las actividades de Heinz Neumann, este libro no haya pasado precisamente como una aportacin imprescindible, ni tan siquiera significativa, a la historia del Komintern. Ninguna de las monografas reconocidas sobre la Tercera Internacional la mencionan, lo cual no deja de resultar chocante ya que cuanto menos ofrece informacin de primera mano sobre las vicisitudes sobre Neumann, uno de sus profesionales ms importante que, por citar un solo ejemplo, tuvo un papel destacado en diversos momentos histricos como o durante la crisis revolucionaria china de 1927 o en Espaa republicana, y sin embargo, nadie parece haberle prestado la menor atencin /12. En el lanzamiento del libro, el enfoque escogido por Antonio Muoz Molina -su introductor y de alguna manera recuperador y "avalador" desde un mbito poltico que podemos situar perfectamente en la derecha anticomunista, no hay ms que repasar los artculos que publicaba en El Pas- quedar explicitado tanto en el texto como en declaraciones a los medias. Partiendo del hecho primordial de que "Margarete fue vctima del pacto de no agresin que firmaron Hitler y Stalin en 1939. Un acuerdo que, en entre sus muchos artculos, acordaba la entrega a Alemania de aquellos ciudadanos del pas que hubieran escapado del nazismo buscando refugio en la Unin Sovitica...", el subrayado lo establece en la siguiente consideracin: "...Algo de lo que en Espaa todava se habla poco". Considera "escandaloso" que este tema en Espaa sea "muy desconocido". Y como ilustracin ofrece su propio ejemplo: "Puedo hablar en primera persona porque a m me ha costado un disgusto tratar este tema y me han tachado de reaccionario. Todo el mundo est dispuesto a reconocer que los campos de exterminio nazi fueron horribles, pero si hablas del Gulag del estalinismo, todava hoy te dicen que no es lo mismo". Para el autor de Sefarad (novela en la que ya amalgamaba las vctimas del "holocausto nazi y comunista" en un cielo conservador exento de nubes), trata de reparar una injusticia ya que aunque "no es igual, porque los nazis mataban en nombre de la raza y los otros en nombre de la felicidad de un Estado?". Este matiz no contradice empero la existencia de una simetra a cuyo conocimiento contribuye poderosamente la obra de Buber-Neumann. Cierto es pues que existe una diferencia fundamental entre los dos regmenes. Mientras que "en que la persecucin nazi se concentraba en perseguir a lo otro, a lo diferente, ya sea judo, extranjero, gitano u homosexual; mientras que los enemigos del sistema sovitico, son sus propios ciudadanos". Por otro lado, "el sistema nazi est pensado para el exterminio, mientras que el sovitico es un sistema esclavo y de control social". Sobre la base de datos que me ofrece la nuera del socialutpico Martin Buber y luego seora Neumann -un representante de lo mejor del comunismo alemn-, se me ocurren las siguientes acotaciones: 1. Ciertamente, en Espaa se habla poco del pacto Molotov-Ribbentrop, pero menos se habla de otras cosas por ejemplo de la connivencia franquismo-nazismo, de la matanza de comunistas en Indonesia (nuestros gobiernos democrticos han mantenido excelentes relaciones con el rgimen de Suharto), o del crecimiento del hambre en un mundo en el que aumenta la concentracin de las riquezas (segn datos de la ONU), y alguien ha ledo a Muoz Molina sobre algunas de estas cosas u otras parecidas?; 2. No fueron nicamente los "soviticos" (dnde estaban los soviets en un pas donde todo estaba desestructurado y todo dependa del "mximo lder?) los que pactaron con los nazis, y aunque nadie hable de ello conviene recordar el apoyo que cont (como Mussolini) por parte de la derecha conservadora europea y norteamericana...hasta que comenzaron a bombardear Gran Bretaa, por otro lado, como ilustra el propio caso de Margarete, los comunistas fueron las primeras vctimas de dicha pacto; 3. Stalin pudo llegar a ser personalmente mucho peor que Hitler, de hecho su dictadura fue muchsimo ms personal, sin embargo esto no impidi que por citar un solo ejemplo-, que el pueblo ruso se batiera contra los nazis a vida o muerte o que los comunistas fueran el principal baluarte de la resistencia antifascista, una paradoja que o se puede explicar nicamente con una comparacin del horror totalitario... 4. Por otro lado, el exterminio de la vieja guardia bolchevique y el "Gran Terror" tenan un doble

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objetivo para Stalin, de un lado salvaguardar su poder absoluto sin necesidad de debatir ni de temer ninguna oposicin, pero de otra demostrar a las potencias "democrticas" que la revolucin ya estaba ms que enterrada, y que la URSS era una garanta para el orden internacional, y as lo demostr tambin durante la guerra espaola empleando la "ayuda sovitica" para desactivar la revolucin; El nazismo fue la expresin poltica del miedo a la revolucin (socialista y por lo mismo democrtica) de las clases dirigentes y amplios sectores de la clase media, y su objetivo primordial fue la destruccin del ms poderoso movimiento obrero de Europa, amn de competir con los vencedores de la "Gran Guerra" (sobre la que tampoco se quiere hablar, Enrique Krauze la atribuye vagamente a "los nacionalismos") en la expansin imperialista...La URSS representaba una revolucin grotescamente deformada, como muchas otras que se quedaron aislada, por ejemplo la nica revolucin antiesclavista protagonizada por los mismos esclavos, la haitiana; Margarete fue una militante comunista al menos entre 1925 y 1937, y su destino se explica como parte de la gran tragedia de una generacin...Cundo era comunista se la poda comparar con un SS o con un Serrano Ser cualquiera?; Es posible que los disgustos que la ha provocado a Muoz Molina sus ejercicios de simetra parcial (o sea en una nica direccin), no sean solamente porque hay viejos estalinistas aqu y all, a lo mejor es tambin por su enfoque, extraamente coincidente con los propios de la escolstica neoliberal; Cabra preguntarse hasta donde alcanz el desengao de Margarete que, si nos atenemos a los criterios desarrollados por Muoz Molina en el caso de Evgenia Ginzburg, fue mitad vctima, mitad verdugo; ms, porque fue una estalinista mucho ms involucrada que Evgenia, una militante provinciana; Y para acabar: el hecho de que Muoz Molina permaneciera ajeno a este tipo de aportaciones no significa que no tuvieran un eco significativo en su da, ni mucho que desde la izquierda ms crtica no se le prestara la atencin debida, por ejemplo esta izquierda fue la que public la obra de Panait Istrati en...1929.

-------------------1/ Me remito a mi resea sobre el libro aparecida en el nmero de El Viejo Topo de septiembre (2005), y en la Web de la revista Viento Sur. 2/ No est de ms recordar la personalidad de Martin Buber, cuyo prestigio en especial en los medios libertarios y catlicos progresistas del tipo Miret Magdalena- hasta los aos sesenta como un pensador de la utopa y del dilogo entre religiones y culturas (un pecado mortal para la escolstica neoliberal, no hay ms que leer a Wall Vagas Llosa). 3/ Esta obra (editada por Akal en 1977 con un cuidado prlogo de Mariano Fernndez Anguita) es por s misma una demostracin clamorosa de que la Internacional Comunista fue otra cosa, y pudo haber sido algo muy diferente. 4/ Se ha hablado muy poco sobre las grandes derrotas revolucionarias, y en concreto de la China de 1927, seguramente ms conocida por dos grandes novelas de Andr Malraux, Los conquistadores y La condicin humana, sobre la que, por cierto, se gest una adaptacin flmica que tena que dirigir Fred Zinnemann con Ives Montand de protagonista. Recuerdo que a principios de los aos ochenta, cuando el protagonista de Z y de Estado de sitio, ya se haba convertido a la fe de Wall Street, reaccion acremente a una pregunta efectuada desde un programa de cine en la 2, algo as que no se haca porqu, Quin iba a creer ahora que los comunistas chinos se portaron heroicamente?, como s el presente pudiera negar el pasado, y como s Malraux se hubiera inventado su narracin. El lector interesado encontrar una extensa informacin, incluyendo fragmentos de artculos de Neumann, en La question chinoise dans l Internationale Communiste, edicin de Pierre Brou (EDI, Pars, 1976), y la obra de Claudn, La crisis del movimiento comunista internacional. 5/ No est claro que Neumann tal como pretendan algunos comunistas de entonces como Juan Andrade en conversaciones privadas hablando de su reedicin, fuese el A. Neuberg que firma el libro. La insurreccin armada tuvo una primera traduccin en las Ediciones Rojas de Madrid, en 1931, y una reedicin corregida en Fontamara, Barcelona, 1978. A falta de confirmacin sobre el presunto papel de Neumann por lo dems, todo un experto en la cuestin-, se tomaron los nombre que aparecan en la edicin francesa de Maspero, o sea Mijhail Tujachevski, Hans Kippenberger, Ho Chi Minch, Unschlicht, Piatnitsky, Togliatti, Eric Wollenberg (general "Walter"). 6/ Osip Pianitski (seudnimo de Iosif Aranovich Tarshis, 1882-1937), hijo de padre carpintero y judo, socialdemcrata desde 1898, responsable del aparato clandestino bolchevique desde 1903, pas a ser uno de los cuadros de la Internacional sin cuestionarse nunca su lnea poltica, hasta que fue acusado de "trotskista" y provocador" y fusilado; algo similar ocurri con su compaero en la aventura china, Lominadz. 7/ Sobre este y otros episodios resulta de gran inters la minuciosa informacin que se pede encontrar en La Internacional Comunista y Amrica Latina. Diccionario biogrfico, obra conjunta de Lazar Jeifets&Vctor Jeifets y Peter Huber (Peter.Huber (a)unibas.ch). 8/ Actualmente resulta difcil de comprender que el estalinismo consiguiera "comerle el coco" a militantes que llegaron a efectuar verdaderas barbaridades, pero que, a pesar de todo, siguieron al lado de los trabajadores y de la revolucin, este fue el caso de Andr Marty que dio la espalda al

pacto con los nazis, del espaol Gabriel-Len Trilla, o del legendario Willy Mzemberg, quien despus de denunciar dicho pacto, morira misteriosamente. Mzemberg ha sido utilizado como modelo de manipulador al servicio del estalinismo, e hecho un causa en la que crea; con todo su experiencia ha sido retomada por la internacional neoliberal en la que muchos actan de "buena fe". 9/ Kravchenko era un funcionario sovitico que se hizo famoso con su fuga y como autor de Yo escog la libertad, de la que existi una edicin espaola en NOS editorial, Madrid, en la que no consta fecha aunque en el volumen que poseo encontr una nota de oferta de un librero fechada el 30 de septiembre de 1948. Por la misma poca corrieron por Espaa un par de chistes atribuidos al republicano Manuel Gila que, apareca en el escenario con el libro de Kravchenko, y lea as su ttulo: Yo encog la libertad...en otro apareca una chaqueta rota pero muy limpia en un tendedero, y comentaba: Mi chaqueta est rota, pero estalim-pita. No hay duda de que los que haban perdido la guerra le encontraban la gracia. La informacin sobre su proceso y la intervencin de Margarete se puede encontrar en la obra de Herbert R. Lottman, La Rive Gauche. Intelectuales y poltica en Pars, 1935-1950 (Blume, Barcelona, 1985). 10/ Creo que resulta muy importante subrayar que Milena cumpla plenamente este doble aspecto porque no es lo que se suele hacer. 11/ Para un tratamiento a fondo de esta cuestin me remito especialmente al estudio de Enzo Traverso, El totalitarisme. Historia dun debat (Universitat de Valncia, 2002), en el que pone en evidencia la instrumentalizacin y banalizacin de un concepto que al establecer como un canon la simetra entre nazismo y comunismo trata de diluir la implicaciones entre el primero y el gran capital, pro sobre todo de situar por encima de cualquier sospecha el liberalismo conservador. 12/ No es citado por ningn estudio sobre China (ver por ejemplo Jacques Guillermaz, Historia del partido comunista chino, 1921-1949, Pennsula, Barcelona, 1970) ni lo registran los autores del Diccionario biogrfico mencionado; tampoco lo hacen Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo en Queridos camaradas. La Internacional Comunista y Espaa, 1919-1939 (Planeta, Barcelona, 1999).

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