Tema Interceptacion

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Extracto del libro: HIDROLOGA DE CONSERVACIN DE AGUAS: Captacin de precipitaciones horizontales y escorrentas en zonas secas. 2009. Coords.: J.

Navarro, A. Martnez de Azagra y J. Mongil. Ed: Univ. de Valladolid.

1.2.2.- Importancia de las precipitaciones horizontales en los recursos hdricos A) El proceso de interceptacin La cubierta vegetal, fundamentalmente el bosque, realiza una funcin de interceptacin de las precipitaciones que puede ser considerada en ocasiones como una prdida o como una ganancia de agua en un sistema hidrolgico (interceptacin negativa e interceptacin positiva respectivamente). En el proceso de interceptacin negativa (figura 11), la vegetacin mediante su tronco, ramas y follaje captura el agua de lluvia o nieve, frena la velocidad de cada de las gotas, retrasa y disminuye, en parte, su llegada al suelo. En la cubierta area queda almacenada cierta cantidad de agua que, por efecto del viento y de la temperatura ambiente, va a evaporarse durante y Precipitacin incidente posteriormente a la precipitacin. Otra parte de la misma atravesar las copas de los rboles o arbustos (agua de trascolacin), mientras que otra fraccin resbala por el tronco conformando la escorrenta fustal. Debido a este proceso de interceptacin, la cantidad de precipitacin que alcanza el suelo Agua de trascolacin durante un aguacero o nevada (precipitacin neta) es menor bajo Escorrenta el bosque que en un raso, fustal producindose una redistribucin de las precipitaciones bajo el dosel arbreo (Lee, 1980; Martnez de Azagra y Navarro Hevia, 1996; Chang, 2003). La fraccin de precipitacin evaporada desde la cubierta vegetal es la fraccin Figura 11: Proceso de interceptacin de la lluvia. interceptada y es considerada en Agua de Trascolacin: precipitacin que traspasa la copa. Escorrenta Fustal: lluvia que resbala por el el balance hdrico como una tronco prdida de agua del sistema, ya que resulta una sustraccin de las precipitaciones que se miden habitualmente con los pluvimetros normalizados. No obstante, esta prdida de agua del sistema hidrolgico depende de diversos factores como ya demostr Aussenec, entre 1965 y 1967 (Lpez Cadenas y Blanco Criado, 1978), en sus experiencias con Pinus sylvestris, Picea abies, Fagus sylvatica y Carpinus betulus, en el arboreto de Amance Nancy (Francia). Bsicamente stos son: la intensidad de la precipitacin y su duracin: a mayor valor de ambas menor interceptacin. La especie predominante en el bosque: a nivel mundial se observa que las conferas perennifolias suelen interceptar ms precipitacin que las frondosas caducifolias. La morfologa de la hoja (acicular o escamiforme en conferas frente
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Captulo 1.2 - Las precipitaciones. Aportaciones hdricas extraordinarias a partir de las precipitaciones horizontales y los rboles fuente. J. Navarro

Extracto del libro: HIDROLOGA DE CONSERVACIN DE AGUAS: Captacin de precipitaciones horizontales y escorrentas en zonas secas. 2009. Coords.: J. Navarro, A. Martnez de Azagra y J. Mongil. Ed: Univ. de Valladolid.

a las frondosas planifolias), la rugosidad del tronco, el tipo de ramificacin (colgante, erecta o patente), la edad y el estado fitosanitario son caractersticas que inciden en la mayor o menor captura de agua. La espesura del bosque: a mayor espesura mayor interceptacin. Las condiciones ambientales: viento y temperatura.

Por ejemplo, los bosques de pinos en Alemania interceptan tanto como el 94% de la precipitacin pluvial de baja intensidad, pero slo el 51% de alta intensidad. Las cifras equivalentes para los bosques tropicales lluviosos son el 85% y el 12 % respectivamente. En los hayedos alemanes, el 43% de la precipitacin pluvial de verano es interceptada, mientras que durante el invierno la interceptacin se reduce a un 23% (Morgan, 1984). En la cuenca experimental de Los Acebos, en la vertiente norte de los Montes de Valsan, en Segovia (Espaa), Minaya et al. (1997) encontraron que Pinus sylvestris interceptaba entre el 14 y el 186% de las precipitaciones de lluvia y nieve, la lluvia de trascolacin era entre el 811 y el 858% del total, mientras que la escorrenta fustal apenas alcanzaba el 03 %. En dos encinares (Quercus ilex) del Montseny, tambin en Espaa, Rodrigo y vila (1997) encontraron que esta frondosa perennifolia mediterrnea interceptaba alrededor del 224 % de la precipitacin, el agua de trascolacin se hallaba en torno al 746 % y la escorrenta fustal alrededor del 4%, aunque estas cifras se hallaban muy influenciadas por los tipos e intensidad de precipitacin. Conviene sealar que tambin las especies arbustivas de zonas semiridas ejercen una notable interceptacin de las precipitaciones, que puede ser comparable a la de algunos rboles. Muy interesante es el trabajo de Belmonte y Romero (1999) en condiciones ambientales mediterrneas al estudiar la interceptacin de matorrales de tomillo (Thymus vulgaris), romero (Rosmarinus officinalis), cada (Juniperus oxycedrus) y pinares de carrasco (Pinus halepensis) en Murcia (Espaa). En sus experiencias encontraron que las prdidas por interceptacin en aos pluviomtricos medios (2663356 mm) fueron del 28% para pino, enebro y tomillo y de un 26% para el romero. Cabezas et al. (1991) han estudiado el comportamiento de Ulex eriocladus, Cytissus scoparius y Cistus crispus y han encontrado tasas medias de interceptacin entre el 276% y el 529% con lluvias que oscilan entre 17 mm y 219 mm; aunque estos valores de lluvias son muy pequeos, se observa la capacidad de interceptacin de los matorrales o arbustos, y que tambin debe ser tenida en cuenta a la hora de manejar los recursos hdricos de una zona en funcin de las cubiertas vegetales de las laderas. Por otro lado, en zonas semiridas, la incidencia de aos secos, reduce la biomasa de las especies y por lo tanto a la capacidad de interceptacin del sistema; por lo cual, los modelos a emplear para evaluar la interceptacin en diferentes bosques al establecer un balance hdrico, deben tener en cuenta este aspecto. Mientras en zonas hmedas, la biomasa y, por lo tanto, la interceptacin puede ser bastante uniforme, no sucede as en los ambientes mediterrneos, donde la pluviometra anual, generalmente escasa, afecta a la densidad de la cubierta vegetal y al dosel arbreo (Belmonte y Romero, 1999). Sin embargo, aunque cada especie vegetal frente a un determinado tipo de precipitaciones puede proporcionar una respuesta variable, aproximadamente, a nivel general, se admite que entre el 10% y el 20% de la precipitacin anual se pierde por la interceptacin del dosel arbreo (Chang, 2003), aunque en mbitos mediterrneos se puedan superar estas cifras (Belmonte y Romero, 1999).

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B) La Interceptacin positiva Ahora bien, esto no siempre puede ser enfocado de este modo. En relacin a las precipitaciones horizontales (roco, escarcha y niebla), la vegetacin intercepta tambin agua como consecuencia de la condensacin (roco) o deposicin de cristales de hielo (escarcha), o captura de gotas de agua (niebla) (figura 12). Esta interceptacin puede ser realmente abundante bajo ciertas condiciones meteorolgicas, geogrficas y topogrficas, ocasionando finalmente un goteo continuo de agua al suelo que constituye un incremento del recurso hdrico bastante notable en algunas regiones (Pinche, 1986; Schemenauer et al., 1987; Espejo, 1992; Acosta, 1996; UNESCO, 2005) y con calidad adecuada para el abastecimiento humano (Schemenauer y Cereceda, 1992; Espejo et al., 1996). Como estos aportes, no pueden medirse con los pluvimetros convencionales, han pasado desapercibidos o no se han tenido en cuenta en la elaboracin de los balances hdricos, a excepcin de ciertos fsicos, meteorlogos, hidrlogos y eclogos; sin embargo, desde la antigedad, la observacin de este fenmeno ha supuesto en ocasiones una fuente de agua extraordinaria para abastecer a ciertos pueblos o para cultivar en zonas deficitarias de lluvia (Gioda et al., 1993b; Acosta, 1996). Cananeos, nabateos, rabes, fenicios, griegos y romanos aprovecharon en ocasiones estas precipitaciones (Ruiz de la Torre, 1997; Laureano, 2005) como tambin lo hicieron los bimbaches de El Hierro, en Canarias, antes de la llegada de los espaoles, y algunas culturas precolombinas y posteriores en Per y Chile (Leal, 1991; Gioda et al., 1993a;). En este caso, el fenmeno de interceptacin acta como una ganancia de agua en el sistema hidrolgico, en ocasiones, superando con creces las aportaciones de las lluvias ordinarias y constituyendo a nivel local una fuente de valor innegable (Lee, 1980; Schemenauer et al., 1988; Acosta, 1996). De este modo, durante los trabajos de reconstruccin de los pinares de la isla de El Hierro, los ingenieros de montes, Ceballos y Ortuo, inspirados en la mtica historia del Garo, el rbol fuente que abasteca a los nativos herreos, dispusieron captaciones de agua de escurrido por tronquitos de brezos que, recogida en bidones, era destinada a saciar la sed de los obreros forestales. Por otra parte, la presencia de las precipitaciones horizontales es de gran importancia para la presencia y distribucin de ciertas especies vegetales (Spurr y Barnes, 1982). As, Laurus azorica, Sambucus palmensis, Myrica faya, Euphorbia mellifera o Ilex canariensis son especies tpicas de la laurisilva, que no pudieron adaptarse a las nuevas condiciones de aridez que a finales del Terciario se hicieron preponderantes en la Regin Mediterrnea, y quedaron relegadas a zonas de alta pluviometra y humedad relativa, como las expuestas a los vientos alisios de las islas occidentales Canarias (Tapia et al., 1997; Martn y Wildpret, 2004). En el desierto africano de Namibia, la Welwitschia mirabilis es un endemismo que se debe a las nieblas
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Figura 12: Captacin de niebla por un pltano de sombra en Palencia (enero 2008). Se observa el suelo mojado bajo la copa y las gotas de agua que precipitan por una rama en el primer plano.

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frecuentes en la zona, gracias a los 40 - 50 mm de precipitacin que stas aportan al ao (Martin, 2004). En el oasis nebuloso de Erkowit (Sudn) existen claras diferencias en la distribucin de la vegetacin y en la presencia de musgos, lquenes y helechos en las zonas expuestas a las neblinas procedentes del mar Rojo (Kassas, 1956). Respecto al roco, Chaptal (1928) indicaba que la aportacin de roco en Francia en una noche superaba los 02 mm y que en una hectrea de la zona sur se podran recoger ms de 10 mm al ao, con una media de 100 das de roco. Lloyd y Dreibelbis (1957) indican cmo en sus experiencias con lismetros del USDA, en Coshocton (Ojayo), la mayor cantidad de roco depositado en un da sobre cultivos fue de 2 mm; la mayor cantidad en un mes fue de 35 mm en agosto de 1951, y la cantidad de agua aportada al suelo por el roco durante un ao ascendi a 254 mm. Estos autores encontraron que del total del agua que alcanzaba el suelo en sus cultivos, el 80% se deba a la lluvia y a la nieve, mientras que el 20% restante se deba al roco. Las experiencias de Arvidsson sobre captura de roco por diversas plantas en Egipto, durante 1954-55, mostraron que especies como el Tamarix articulata dieron una considerable aportacin al suelo de agua de roco bajo las copas, mientras que stas retenan poca cantidad; otras especies como Casuarina stricta, en cambio, fueron muy poco eficaces en la captura de roco. En la ciudad espaola de vila, los das de roco y escarcha suponen unos 160, y se estima que la aportacin mnima por estos hidrometeoros al suelo en una zona rasa es de 80 mm, lo que significa una aportacin de 05 mm/da. Como el bosque presenta una superficie de exposicin al menos cinco veces superior al raso, en l se recogeran ms de 400 mm; segn los clculos de Lpez Cadenas y Blanco Criado (1978), como el bosque extendera el nmero de das de roco y escarcha por sus menores temperaturas, esta cifra llegara a 475 mm, lo cual supone una aportacin de 3950 m3/ha. Siguiendo estas estimaciones, algunas mediciones realizadas en reas rasas y pinares de la provincia han ofrecido diferencias favorables al bosque de 150 mm/ao (Lpez Cadenas, 1990). A nivel genrico, segn Llobera y Valladares (1989) las aportaciones al suelo por roco en el litoral mediterrneo espaol estaran comprendidas entre los 30 y los 40 mm anuales, lo que significa alrededor de la dcima parte de la precipitacin anual. Son de destacar especialmente los resultados obtenidos por Beysens et al., en este mismo libro (apartado 1.5), sobre captura de roco para abastecimiento de agua en Bisvo (Croacia), y en Sayara y Panandhro (India). Spurr y Barnes (1987) reflejan los resultados de varias experiencias acometidas en EE.UU., Europa y Japn en relacin a las nieblas: as, Isaac (1946) encontr que, en una colina a 3 km del Ocano Pacfico, en Oregn, la precitacin era un 25% mayor bajo los rboles que en los claros del bosque debido al goteo de la niebla, mientras que a 8 km hacia el interior, la precipitacin en el bosque era un tercio menor por la ausencia de nieblas y el efecto de la interceptacin negativa; Oberlander (1965), en la pennsula de San Francisco, registr valores superiores a 1500 mm por goteo de niebla bajo cinco rboles, en 40 das sin lluvias, durante el verano; en las montaas bvaras del sur de Alemania, Baumgartner (1958) observ que el 42% de la precipitacin anual (2000 mm) era capturada a partir de la niebla; en la zona forestal de nieblas de la costa sudeste de Hokkaido, Hort (1953) encontr que el bosque poda capturar 3400 litros por hectrea y hora, mientras que las zonas herbceas no llegaban a ms de un sexto de dicha cantidad. En Western Oregon, Harr (1982) comprob que la precipitacin total bajo un anciano bosque de abeto Douglas fue de 1739 mm en cuarenta semanas, 387 mm ms que en
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Extracto del libro: HIDROLOGA DE CONSERVACIN DE AGUAS: Captacin de precipitaciones horizontales y escorrentas en zonas secas. 2009. Coords.: J. Navarro, A. Martnez de Azagra y J. Mongil. Ed: Univ. de Valladolid.

las zonas rasas prximas al bosque. Este dato contabilizara en un ao un 41% ms de precipitacin en el bosque que en las zonas aclaradas (Chang, 2003); tambin, en los estudios de Ekern (1964) bajo los bosques de pinos de la Isla Norfolk, en Hawai, se recogieron de media 3300 mm anuales frente a 1270 mm en los claros (Chang, 2003). Juvik y Nullet (1993) en sus experiencias sobre interceptacin de la niebla por la vegetacin en los altos bosques secos de Hawai encontraron que el agua capturada proporcionaba una fuente significativa de humedad, particularmente durante los meses de verano. Bruijnzeel y Proctor (1993) recogen datos de bosques en zonas de nieblas, en diversas partes del mundo, donde el porcentaje de incremento de la precipitacin horizontal respecto a la lluvia incidente oscila desde un 4% hasta un 103%, con valores diarios de captura de niebla entre 02 mm a 4 mm. Segn informa la UNESCO (2005), en los bosques de la costa oeste estadounidense, de Sequoia sempervirens, nada menos que entre el 25% y el 40% del agua procede de la captura de la niebla por los mismos. De acuerdo con Gioda et al. (1993a) otras zonas que proporcionan abundante lluvia por la presencia de nieblas continuas son: Serra Malagueta, en Cabo Verde, donde las lluvias normales proporcionan 699 mm mientras que con las nieblas se llegan a 4176 mm; en la Montaa de La Mesa, por encima de El Cabo, en frica del Sur, donde a los 1940 mm de lluvia hay que aadir 1354 mm por nieblas. Tambin Tobn y Gil (2007) sealan la importancia de las nieblas en los Pramos Andinos de Colombia, al registrar tasas de interceptacin por la vegetacin de hasta 05 mm/h en los episodios de niebla durante sus experiencias, aunque estas tasas, segn los autores, dependan de la densidad de la niebla y de la morfologa de las cubiertas vegetales con las que se trabajaba. Schemenauer et al. (1988) reflejan como en Cordon Sarcos (Chile) se alcanzan coberturas de arbustos en el desierto de Atacama que superan el 87%, con aportaciones anuales de niebla entre 150 y 190 mm, mientras la precipitacin anual apenas ronda los 100 mm. No obstante conviene sealar que, en general, se puede hablar de bosques de nieblas, bosques de nubes o bosques nebulosos, en dos sentidos (Hamilton et al., 1993): uno en los que las nieblas aportan gran cantidad de agua y humedad, as como una importante disminucin de la radiacin solar y de la evapotranspiracin, tanto de zonas con pluviometra alta (e.g., > 1500 mm anuales), emplazados a una elevada altitud (e.g., > 800 1200 m hasta 2400-3300 m) en montaas tropicales (bosques de nubes) (Bruijnzeel y Proctor, 1993; Vzquez-Garca, 1993), como los que aparecen en zonas de menor altitud y con una menor pluviometra anual, en zonas secas o islas (bosques de niebla o nebulosos). En stos ltimos, la aportacin de la precipitacin horizontal es realmente significativa en relacin a las precipitaciones verticales, ya que stas no suelen ser demasiado altas. Son estas formaciones, las que nos parecen ms interesantes de destacar, desde nuestro punto de vista, por el significado hidrolgico que representa en estas reas el aporte hdrico por la interceptacin de niebla. De acuerdo con Ohsawa (1993), el verdadero bosque de niebla, el cual es principalmente sustentado por la humedad de las nubes, es fcilmente reconocible porque se halla rodeado de zonas ridas muy contrastadas, del tipo de la sabana o el desierto. Algunos ejemplos de bosques o de cubiertas vegetales singulares ligadas a la presencia de precipitaciones horizontales, en consonancia a la definicin precedente, han sido expuestas principalmente por Gioda et al. (1993a, c, d; 1997), Acosta (1996), Soto (2000) y Cereceda et al. (2004), y son: Parque Nacional de Fray Jorge (Chile), donde la precipitacin anual ronda los 120 mm, pero la niebla o Camanchaca aporta cuatro veces ms, alrededor de 500 mm.
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Bosque relicto de Santa Ins (Chile), que junto con el anterior resulta una de las manifestaciones ms interesantes de cmo la niebla puede contribuir a la vida en estos ambientes ridos. Parque Nacional de Paposo, Quebrada La Chimba y Parque Nacional de Pan de Azcar (norte de Chile) donde tambin resulta espectacular la influencia de la camanchaca. Tambin en la Cordillera de la costa chilena, Cereceda et al. (2004) citan la presencia de tres oasis vegetales con especies y coberturas muy diferenciables en el resto del rea, producto de las nieblas de la regin: Alto Patache, Los Pajonales y el oasis de Chipana. Durante siete aos de medidas en Alto Patache con atrapanieblas se recogieron nada menos que 78 l/m2 y da de agua procedente de este hidrometeoro. Los Yungas o bosques de neblinas alrededor de La Paz en Bolivia. Reserva Nacional de Lachay (Per), donde la precipitacin anual ronda los 173 mm, mientras que la niebla aporta entre tres y ocho veces ms agua generando sobre una topografa ondulada, Las Lomas, una agrupacin botnica denominada del mismo modo. Las Lomas de Atiquipa y Taimara destacan dentro de estos bosques de nieblas. Desierto de Namibia, donde existe una vegetacin en las llanuras arenosas a partir de las filtraciones del agua de niebla (40-50 mm anuales) en una zona rocosa superior expuesta. La ecorregin denominada desierto costero nublado de la Pennsula Arbiga, que alberga parte del Sultanato de Omn y Ymen, y donde apenas llueven 50 mm; en esta zona frecuentada por las nieblas, se presenta un bosque, de Acacia tortilis, A. ehrenbergiana y Prosopis cinenaria, de caractersticas muy singulares en relacin a las condiciones inhspitas de las tierras ridas del interior (WWF, 2001). El bosque subtropical o laurisilva canaria, cuyo exponente ms espectacular es el Parque Nacional de Garajonay (Islas Canarias) declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1986.

En las Islas Canarias, por ejemplo, los vientos alisios engendran bancos de estratocmulos que originan el conocido mar de nubes, que produce una nubosidad notable y nieblas persistentes en las vertientes septentrionales de las islas centrales y occidentales, por encima de los 500 m hasta los 1500 m. Estas nieblas permiten la existencia de una vegetacin denominada como monte verde compuesta por la laurisilva canaria y el fayal-brezal (figura 13). Mientras los datos de precipitacin vertical definen en estas cotas un ombroclima subhmedo y hmedo (600 - 800 mm), si se tiene en cuenta la abundante precipitacin horizontal (al menos el doble de la vertical), se llega a alcanzar un ombroclima hiperhmedo (Wildpret y del Arco, 1987; Gioda et al., 1993a, 1993c). Las mediciones realizadas en la isla de Tenerife por Ceballos y Ortuo (1952), en el observatorio de Posadas de las Vacas, mostraron que mientras las precipitaciones verticales aportaban 9555 mm, las precipitaciones totales (verticales ms
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horizontales-nieblas-) bajo el arbolado de la laurisilva ascendieron nada menos que a 3038 mm. Otros ensayos destacados que muestran un mayor aporte de agua por las nieblas en la isla de Tenerife son los de Kmmer, entre 1969 y 1972. En uno de ellos recogi 666 mm de lluvia incidente en un claro frente a 3222 mm bajo Pinus canariensis por efecto de las nieblas (Marzol, 2005). Resulta particularmente interesante la relacin niebla/lluvia, para diferentes especies y altitudes, obtenida en las experiencias de Santana, del ICONA, en Tacoronte, en 1983 (Marzol, 2005). Los resultados se muestran en la tabla 3. Tambin la distribucin del haya (Fagus sylvatica) en el macizo de Aylln, en el Montseny o en los puertos de Beceite, en Espaa, se ve potenciada por el aporte extra de agua de las nieblas (Sav et al., 2005).

BARLOVE NTO

S OTAV ENTO

OROCANA SUPRACANAR IO

Alisios

MESOCANARIO

TERMOCANARIO

400 -500 m

200 -300 m INFRACANARIO

Figura 13: Cliserie altitudinal de la vegetacin en la Isla de Tenerife (Islas Canarias) segn la exposicin a los vientos alisios: 1.- Tabaibales y Cardonales semiridos. 2.- Sabinares, acebuchares y lentiscares termo-infracanarios semiridos-secos. 3.- Laurisilva subhmeda. 4.Fayal-brezal subhmedo. 5.- Pinares canarios secos. 6.- Retamales y codesales cumbreos. 7.Comunidades orocanarias (basado en Wildpret y del Arco, 1987).

Adems de estos efectos, las precipitaciones horizontales pueden ayudar a las plantas a mantener un buen estado fisiolgico a travs de la absorcin directa en periodos secos (Spurr y Barnes, 1982) o son responsables de movimientos higroscpicos de ciertas plantas y musgos que dependen del roco por ejemplo para su diseminacin. La crucfera norteafricana (Anastatica hierochuntica), la rosa de Jeric, y la compuesta Asteriscus pygmaceus dejan sus frutos en libertad al ser humedecidos por el roco (Strasburguer et al., 1981); tambin, las precipitaciones horizontales contribuyen a humedecer la hojarasca y reducir su inflamabilidad, as como a proporcionar agua edfica o generar escorrenta fluvial y subterrnea (Acosta, 1996; FAO, 2003). Respecto a esto ltimo, el profesor Fuster indica que en los Riscos de Famara, en
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Lanzarote (Islas Canarias), las nieblas son la causa de las mayores y mejores aportaciones de agua subterrnea (Ruiz de la Torre, 1997).

Tabla 3: Agua recogida de niebla y su relacin con la lluvia, en funcin de la altitud y la especie (Santana, 1984, en Marzol, 2005)

Altitud (m) 940 1000 1090 1260 1350

especie brezo laurel pino insigne pino canario pino canario

Agua colectada 2 (l/m ) 248 936 684 548 756

Relacin niebla/lluvia 06 25 18 15 20

Por ltimo, conviene destacar que el agua interceptada tapona los estomas de la vegetacin, lo cual retrasa y disminuye las prdidas por transpiracin vegetal, ya que antes de iniciarse este proceso, debe evaporarse previamente el agua interceptada (Law, 1957; Lpez Cadenas y Blanco Criado, 1987; Chang, 2003). Tras lo expuesto y en relacin a la importancia reconocida que tienen en la produccin de agua dulce los bosques de nieblas o nubosos, el Comit de Montes de la FAO (2003) expuso: en las zonas de bosques nubosos, los rodales maduros y viejos deben ser objeto de proteccin y ordenacin para mantener los caudales de agua durante los periodos secos. De hecho, la red fluvial del Parque de Garajonay, en La Gomera, por ejemplo, cuenta, gracias a los aportes de las nieblas en el monte verde, con cuatro corrientes de agua permanente y un elevado nmero de nacientes que conforman el segundo sistema fluvial de Canarias (Fernndez Lpez, 2004), cuando resulta conocido el grave problema existente en las Islas Afortunadas para abastecer de agua potable a las poblaciones isleas. 1.2.3.- Los rboles fuente, su valor como suministro de agua. En las regiones donde las nieblas son suficientemente persistentes para permitir el desarrollo de una vegetacin forestal singular o los denominados bosques nubosos, ha habido, en ocasiones, un aprovechamiento sostenido de la lluvia goteante que se generaba a partir de la niebla y la interceptacin de los rboles.
Figura 14: Lugar donde se ubicaba el antiguo rbol Fuente, el Garo, y dnde hoy se levanta otro en su recuerdo (Foto: cortesa de Alfredo Ordez)

El ejemplo ms espectacular es el del Garo o rbol fuente a partir del cual, los bimbaches, los nativos indgenas de la isla de El Hierro (Islas Canarias), se abastecan de agua. Este rbol,
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Captulo 1.2 - Las precipitaciones. Aportaciones hdricas extraordinarias a partir de las precipitaciones horizontales y los rboles fuente. J. Navarro

Extracto del libro: HIDROLOGA DE CONSERVACIN DE AGUAS: Captacin de precipitaciones horizontales y escorrentas en zonas secas. 2009. Coords.: J. Navarro, A. Martnez de Azagra y J. Mongil. Ed: Univ. de Valladolid.

emplazado en un barranco al noreste de la isla, recoga las gotas de agua del permanente mar de nubes generado por los alisios. El goteo continuo era recogido al pie del rbol en una alberca dividida en dos partes: una para las personas y otra para el ganado. Bartolom de las Casas, cronista de las Indias en el siglo XVI, escriba: En lo alto de este rbol siempre hay una nubecilla y el Garo deja caer unas gotitas de agua que los hombres encauzan hacia una modesta fuente; gracias a ella, viven durante los periodos de sequa extrema, seres humanos y animales (Gioda et al., 1993a). Segn el texto que se expone actualmente donde se ubicaba este mtico rbol (fig. 14), parece que la primera referencia, digna de crdito, es la de Fray Juan de Abreu Galindo en su libro de 1602, Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canaria, quien escribe: Este lugar y trmino donde est este rbol se llama Tigulahe. El cual es una caada que va por un valle arriba desde la mar a dar a un frontn de un risco, donde est nacido en el mismo risco el rbol Santo, que dicen llamarse en su lengua garoe; el cual por tantos aos se ha conservado sano, entero y fresco; cuyas hojas destilan tanta y tan continua agua, que da de beber a la isla toda () y no se sabe qu especie de rbol sea, mas de que quieren decir que es til. Est slo, sin que de su especie haya otro rbol all. () La manera que tiene en el destilar el agua este rbol Santo o garoe, es que todos los das por las maanas se levanta una nube o niebla del mar, cerca de este valle, la que va subiendo con el viento Sur o Levante de la marina por la caada arriba, hasta dar en el frontn: y, como halla all este rbol espeso de muchas hojas, asintese en l la nube o niebla y recgela en s, y vase deshaciendo y distilando por las hojas todo el da, como suele hacer cualquier rbol que, despus de pasado el aguacero, queda destilando el agua que recogi. Supuestamente el Garo fue derribado por un fuerte temporal en 1610, segn relatan Snchez Garca (1984) y Gioda et al. (1993a; 1994). Este rbol se piensa que corresponde a una laurcea, la Ocotea foetens, denominada comnmente como til. Otros ejemplos de rboles fuentes en el mundo han sido expuestos por Snchez Garca (1984), Gioda et al. (1993a), por Acosta (1996) o Marzol (2005). De entre ellos destacamos los siguientes: En el Sultanato de Omn, en la regin de Dhofar, y cerca de Salalah, existen tres rboles fuente, dos olivos (Olea europaea) y un arbusto del gnero Rhamnus, que desde finales de 1980, recogen unos 180 litros de agua de niebla al da durante el monzn. Se estn utilizando, para rellenar una cisterna de 70 m3 que se llena sin problemas con las nieblas y brumas tpicas que trae el monzn. Los gaves de Cabo Verde han mostrado que llegan a proporcionar 20 litros al da en los periodos favorables, tras cuarenta aos de observaciones. En Lachay, a un centenar de kilmetros al norte de Lima, en Per, existen evidencias de que la cultura de Chavn, se abasteci de cultivos como el aguacate, la guayaba, etc., a partir del aprovechamiento de las nieblas de la zona hace casi 3.000 aos. Actualmente la actividades agrcolas y ganaderas de las poblaciones que all viven siguen dependiendo de la presencia de las nieblas. Tambin en las Lomas de Atiquipa y Taimara hay evidencias de canalizacin de los arroyos generados por la infiltracin del agua de niebla en el suelo, al ser sta capturada por los bosques de arrayn y tara en las zonas ms altas donde se concentra la
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Extracto del libro: HIDROLOGA DE CONSERVACIN DE AGUAS: Captacin de precipitaciones horizontales y escorrentas en zonas secas. 2009. Coords.: J. Navarro, A. Martnez de Azagra y J. Mongil. Ed: Univ. de Valladolid.

gara o niebla. Antiguas terrazas y construcciones agrcolas prehispnicas son testimonio de ello. Hermgenes Gonalves, un agricultor de isla Brava, en Cabo Verde, bebi agua de niebla durante la sequa de 1942, a raz de los aportes procedentes de las nieblas de un gran gave (Furcraea gigantea). Por da de niebla se obtenan entre 10 y 20 litros. Tambin en el archipilago de Cabo Verde, los habitantes han empleado la palmera datilera (Phoenix dactilifera) como atrapanieblas. En la isla de El Hierro, en Canarias, a partir de la historia del Garo, se han empleado, por el antiguo Instituto de Conservacin de la Naturaleza (ICONA), diversos ejemplares de enebros o sabinas para colectar agua para los peregrinos de la fiesta de Virgen de los Reyes, en la zona de la Cruz de los Reyes a 1353 m de altitud. El jefe forestal, Zsimo Hernndez, quien plant un nuevo ejemplar de Garo en su antigua ubicacin, aprovech una sabina (Juniperus phoenicea) de 8 m como captador de agua para abastecer un depsito de 40 m3 con el que satisfacer la sed de los peregrinos. Para sorpresa de todos, pronto qued repleto. Ello hizo que, posteriormente, esos depsitos tuvieran que ampliarse a dos ms de 80 m3. No obstante, antes de todo ello, el ganadero herreo Juan Fernndez, apodado Juan Bartolo, daba de beber diariamente a su ganado con el agua recogida por otra sabina emplazada al pie de la montaa de Humilladeros y que fue la que sirvi de ejemplo para los trabajos del ICONA. Segn Marzol (2005), Tadeo Casaas, en 1948, se abasteca del agua de niebla que goteaba de catorce brezos (Erica arborea) obteniendo 14 l /minuto durante las horas nocturnas; y en la fuente de la LLana, a 1300 m de altitud, se obtiene agua de un brezo de 45 m de alto y 35 m de copa, cuya base se ha cementado para recoger el agua en un depsito de 80 m3. En el oasis nebuloso de Erkowit (Sudn), entre 600 y 1000 m de altitud, cerca del mar Rojo, bajo un dosel de acacias parasoles (Acacia spirocarpa) crece abundante pasto justo bajo las copas, mientras que entre los rboles, la vegetacin es muy rala. La causa de esta diferencia se ha demostrado que se debe al goteo de las acacias sobre el suelo durante los das de niebla. De este modo, las acacias trabajan como autnticos aspersores regando el suelo bajo su sombra. Por ltimo, en el desierto de Atacama, junto a la costa, donde se producen frecuentes nieblas, que en aymara los habitantes llaman camanchaca, algunas especies como el Prosopis tamarugo o el falso pimentero (Schinus molle), son capaces de capturar las gotitas de niebla y regar el suelo como se ha descrito anteriormente. El pimentero es capaz de abastecer ricas comunidades de cactus gigantescos, quiscos, a su alrededor (Leal, 1991). Aunque en este caso no se trata de rboles fuente, conviene comentar lo que cuenta Leal (1991), sobre el aprovechamiento de la camanchaca por los indios Changos de Pisagua. stos colocaban pieles extendidas de lobo marino en las laderas de barlovento de las montaas costeras y el agua capturada era conducida a travs de un canal y luego vendida a los mineros del interior.

Como se puede observar, los rboles fuente son un hecho antiguo y real en numerosos puntos del planeta donde existen bosques nebulosos o de nieblas, o donde la presencia de estos hidrometeoros permiten el establecimiento y desarrollo de
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Extracto del libro: HIDROLOGA DE CONSERVACIN DE AGUAS: Captacin de precipitaciones horizontales y escorrentas en zonas secas. 2009. Coords.: J. Navarro, A. Martnez de Azagra y J. Mongil. Ed: Univ. de Valladolid.

cubiertas vegetales singulares. El hombre, observando los procesos que se dan en la naturaleza, en concreto, las nieblas goteantes, ha sido capaz de obtener, en diferentes ocasiones, lugares y momentos de su historia, un recurso hdrico persistente y de gran calidad, para saciar su sed y sustentar una agricultura y ganadera de subsistencia. Entre todos los ejemplos, uno de los ms valiosos, por los testimonios que nos han llegado hasta nuestros das, es el del rbol Fuente o rbol Santo de la isla de El Hierro, el Garo. Por ello, y dado lo hermoso de su historia, en el siguiente apartado se expone un resumen de la leyenda que acompaa a este mtico rbol canario. 1.2.4.- La leyenda de la princesa Moneiba y del Garo o rbol santo de la isla de El Hierro De acuerdo con Darias y Padrn (1980), antes de la toma de las Islas Canarias por los espaoles, aproximadamente a finales del siglo XIV, y en la Isla del Hierro, entonces conocida como Ombrion o Pluvialia, habitaban los bimbaches. ste era un pueblo bastante pacfico, dedicado al pastoreo, a la recoleccin de frutos y a la pesca; se vestan con pieles de oveja y habitaban en viviendas de piedra seca, sin argamasa, de planta circular y cubiertas de palos y ramaje. Fuera de la bebida espirituosa que colgese extraan de ciertas plantas silvestres, no tenan otra que el agua que recogan cristalina de su famoso rbol Garo o Gars - (figura 15) - y en Figura 15: Grabado procedente de Darias y varias charcas de barrancos o en otros Padrn (1980), que representa una escena de la recogida de agua bajo el Garo. que abran en tierra impermeable, de que queda elocuente muestra en los actuales depsitos de tefirabe (Darias y Padrn, 1980). Parece ser, segn narra Gonzlez Dniz (2000) que a las costas de Pluvialia o Pluvalia llegaron unos normandos1 que quisieron hacerse con la isla. Durante su estancia, intentaron reducir a los bimbaches, pero muchos escaparon refugindose en el bosque de la laurisilva. Los normandos se hallaban sorprendidos de la resistencia de los nativos, ya que en sus reconocimientos por la isla no fueron capaces de encontrar corrientes de agua dulce con los que mitigar su sed. Sus reservas de agua se acababan, mientras que los bimbaches no presentaban sntomas de necesidad de tan preciado recurso, lo que

Segn Darias y Padrn (1980), el primer conquistador de las Islas fue el genovs Lanzarote Mailosel, quien se estableci en la isla de Lanzarote en 1312. Se dedic al comercio con los indgenas de las islas hasta que stos lo expulsaron en 1332. Los descendientes del conquistador genovs, seores que fueron de las islas de Maloisel (Baja Normanda), conservaban en 1632, los documentos que acreditan el anterior hecho. De modo que esta circunstancia puede corroborar la narracin de Gonzlez Dniz basada en la visita de piratas normandos en fechas bastante prximas. Captulo 1.2 - Las precipitaciones. Aportaciones hdricas extraordinarias a partir de las precipitaciones horizontales y los rboles fuente. J. Navarro 11

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haca sospechar a los normandos de que el agua en la isla estuviera en alguna cueva o pozo oculto que ellos no eran capaces de encontrar. En la fantstica narracin de Gonzlez Dniz (2000), ste expone: Cuando algn extranjero llegaba a la isla, se le daba agua, pero nunca se le deca de dnde proceda. El secreto del rbol del agua era guardado bajo pena de muerte, pues los bimbaches saban que de aquel til dependa la vida de todo el pueblo bimbache. Los bimbaches tenan una hermosa doncella, Moneiba, que iba a casarse con Augern, el joven hermano y sucesor del rey Armiche, de acuerdo a los ritos y tradiciones de los indgenas. Sin embargo, Moneiba se enamor de un marino normando, llamado Maciot. Ambos mantenan su amor en secreto, pero lleg un momento en que Maciot le dijo a Moneiba que si no hallaban pronto agua, tendran que abandonar la isla. La princesa, entristecida por tal circunstancia, y vindose incapaz de renunciar a su amado, traicion a los suyos revelando a Maciot la presencia del rbol Fuente, el Garo, en un barranco, en lo alto de la isla. Maciot, lo comunic a sus jefes, y los normandos encontraron el rbol Santo, pudiendo as reducir definitivamente a los bimbaches. La princesa Moneiba, cay en desgracia entre los suyos y al conocerse su traicin, muri despeada desde los acantilados de la isla. Esta historia, aunque aqu muy resumida, se narra muy parecida, pero sustituyendo a los normandos por espaoles, por el americanista belga Teodoro de Bry (Marzol, 2005) y es digna de una buena pelcula, al mejor estilo animado de Walt Disney. La misma representa la importancia del Garo entre los bimbaches, a la vez que los entresijos de las relaciones entre diferentes culturas; por otro lado, al no haber dejado los bimbaches testimonios escritos, las descripciones posteriores de Juan de Abreu o de Bartolom de las Casas, junto con los restos arqueolgicos y algunas palabras de origen bimbache, abren un amplio horizonte de imaginacin y fantasa, al que han contribuido diversas crnicas y relatos de viajeros, cronistas o historiadores locales (Marzol, 2005): su existencia se halla ntimamente ligada a la magia y encanto que el mar de nubes de la isla herrea y la laurisilva poseen. Nada ms lejos de estos comentarios, resulta el hecho de que una parte de los bosques nubosos o los bosques umbrosos de las nieblas, o bosques nebulosos, se conocen como bosques de elfos, bosques nubosos de duendes, resaltando, como se ha dicho, el carcter mgico de los procesos, de las formaciones vegetales y los paisajes asociados a ellos. Desde estas lneas, y tras lo expuesto, no queda ms que subrayar la imperiosa necesidad de proteger al mximo los bosques nebulosos y seguir investigando y recogiendo las historias asociadas a ellos, en otras regiones de nuestro planeta. Es muy probable, que en otras zonas del mundo, todava hoy podamos descubrir un patrimonio histrico y cultural, tan mtico y bello, como la leyenda de la Princesa Moneiba de los Bimbaches y el rbol Fuente del Garo. Es nuestra obligacin, buscarlo, rescatarlo y transmitrselo a las generaciones venideras como testimonio fiel de lo que un da signific la integracin absoluta del Hombre con la Naturaleza.

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