Da del padre?

La sociedad de consumo ha consumido la idea de los das del Ella y El. He visto a padres en deuda con mas de algn almacn para pagar el regalo que les hacen sus hijos y su mujer... Y he visto padres que el da dedicado dizque a l se gastan en una fiesta el sueldo entero del mes para que coman las hijas y los hijos beban bien y los nietos les destrocen alfombras, muebles, mantel. Dias del padre o la madre? Son das del Mercader!

Francisco Prez Febres-Cordero guayaquileo; 1934-2010

Versos que no escribo todava

Las cuerdas de mi mtrica se aflojan por el peso que lleva tu belleza; es tanto que mi pluma se tropieza y los vanos intentos me acongojan. Las ramas de mis versos se deshoja y al aire van ty angustia y tu tristeza. En ti quedan tu gracia, tu agudeza, y las locuras que a ratos se te antojan. Cuando t abres los ojos quin creyera!, huye la noche y amanece el da y el invierno se torna primavera. Ah!, tantas cosas te dira, para expresarte lo que yo quisiera en versos que no escribo todava.

Henry Kronfle guayaquileo; 1932 - 2010

Resignacin

Yo no ahogars en suspiros a la almohada. Ya no vendrs a arrebatar mi sueo; dentro de mi rima, de ti no queda nada y yo tu pensamiento ya no pueblo. Ya no estar tu nombre en mis delirios ni mi rima de ti estar al acecho; ya no estarn tus ojos encendidos avivando fogatas en mi pecho. Ya no remendar con los recuerdos nuestras horas de ayer, que son de olvido, no pugnar en el alma algo que ha muerto. Para m tu partida no es martirio porque en el pecho, que de amor fue huerto, ya la resignacin ha florecido.

Antonio Preciado Bedoya esmeraldeo; 1941

Preguntas

En los hombros llevamos, tristemente, este peso tremendo, esta amargura de arrastrar nuestro sino, humildemente, con su fardo repleto de ternura. Y esta actitud hostil que nos obliga a doblegar la frente sin alzarla, con un cansancio cruel que nos hostiga y nos lanza, febril, a levantarla. Hasta cundo vivir, si estos das se nos tira un mendrugo que no alcanza ni a iluminar las cmaras umbras? Hasta cundo este yugo nos impele con las manos vacas de esperanza sin que nada ni nadie nos rebele.

Carmen Acevedo Vega guayaquilea

Conviccin

A cada golpe que te d la suerte responde con un gesto de desprecio. S como el yunque si te hieren: fuerte: S como el mazo si tu hieres: recio. No supliques jams, nunca tu boca conozca de la pltica que humilla. S para el odio de los torpes, roca. S para el mar de la injusticia, quilla. Con sereno ademn, con entereza, al peso del dolor nunca postrado, de tu credo de amor y belleza. Ante Dios y tus padres, solamente, fervoroso y humilde, arrodillado, en sublime actitud baja la frente.

Luis Espinosa Martinez portovejense

Holocausto

Tu rostro se adueo de mi mirada como el imn se aduea del acero; de tu gracia en la esplndida alborada mi vida se apag como un lucero. Tu belleza, tu magia, tu perfume, me enfermaron de lnguida inquietud; cual cirio que ante una ara se consume ante tu vida ardi mi juventud. En el jardn de tu impecable encanto tembl la rara orqudea de mi llanto, se desangr en el clavel de mi pasin. Si algn da te alejas de mis playas, oh amor, a donde quiera que t vayas ir el fantasma de mi corazn!

Verdi Cevallos portovejense

Mi destino

Si es pecado mi amor, pecado sea; si es delito tenerte en mi memoria, pagar yo mi culpa cuando vea que ha llegado el final de nuestra historia. Si es pecado llevarte a todas partes fundido con mi sangre en cada grito... no importa la condena, si al amarte me olvido del perdn y el delito. Yo habr de obedecer este destino que me obliga a adorarte con pasin... Si este amor es pecado o desatino, no importa condenarme por amor...

Verdi Cevallos portovejense

Notas y colores

Recuerdo esa tarde, cuando el sol mora cobijando al mundo con tibios reflejos; sentados yo y ella de un rbol al trono me pregunt trmula lo que era un beso... Call. De las ramas del rbol, la noche colg sis crespones en rededor nuestro; su mano en mi mano, su boca en mi boca, por largos instantes guardamos silencio. Ya sabes -- le dije volviendo del xtasis -lo que ha sido el beso? De nuevo sus labios uniendo a los mos me dijo temblando: ahora s menos!

Juan iguez Vintimilla cuencano; 1876-1949

Mi destino es amarte

Mi destino es amarte y no pudiera existir sin tu amor, amada ma; si el fuego que me inflama se extinguiera, consumido de tedio morira. Era mi vida noche tenebrosa, vagaba solitario en el desierto sin hallar una mano que piadosa me condujese de la dicha al puerto. Pero t, cual astro, apareciste alumbrando mi ruta de improviso; desde entonces, mujer, ya no estoy triste y me parece el mundo un paraso. Y slo anso con vehemencia loca, de mi sediento amor en los excesos, apurar los incendios de tu boca y embriagarme de lgrimas y besos.

Carlos Len

Llora

Cuando te inclinas al recio empuje de tus pesares y cuando lloras al rudo golpe de tus congojas, hay en tus ojos hermosas perlas, como en los mares y en tus pestaas brillantes soles, como en las hojas. Y cuando sufres y esa tormenta de los titanes ruge en tu pecho, como el oleaje de las riberas, hay en tus ojos las grandes llamas de los volcanes y en tus pestaas las rojas chispas de las hogueras. Y cuando sientas que te derriten tus amarguras saliendo fuera de los ms hondo de tus entraas, hay en tus ojos los grandes lagos de las llanuras y en tus mejillas se ven torrentes de las montaas... Llora tranquila por tus pesares, por tus dolores... despus que pasan las tempestades vienen las calmas; quieren roco las esperanzas, como las flores, quieren roco los corazones, como las almas...

Flix Valencia latacungueo; 188?-1918

Estancia de amor

Quisiera ser ms bueno, seor!... Para mirarla desde el humilde valle de mi resignacin. Si tu ley es tan dura que condena a olvidarla, yo no s lo que hara... Te pedir perdn... Mi culpa es la locura de querer engastarla como perla preciosa sobre mi corazn...

Culpa que hace ms bueno debe ser culpa santa. Ya ves cmo, en silencio, te bendigo, Seor! Y bendigo la nieve polar de su garganta y bendigo los ptalos de sus labios en flor, ese rostro de virgen, esas manos de santa y esos ojos nostlgicos de otro mundo mejor!

Jos Mara Egas mantense; 189?-1982

Despus

Se extinguirn mis aos, ardiendo como cirios a tus plantas; las rosas de mis ensueos, mustias por los das, regarn a tus pes sus difuntas corolas. Y habr un solo que ilumine mi cuerpo -- ya sin alma -- , negra copa vaca de una esencia de infinito... y el sueo ser definitivo...

Pero entonces, t sola, releyendo los versos en que me llamo tuyo, mis besos, hechos llanto, sentirs en la boca y escuchars, de sbito, reteniendo tus lgrimas, una voz que te llama, despacito, en la sombra...

Medardo ngel Silva guayaquileo

Amada

Al duro son del hierro tornar meloda para cantar tus ojos -- violetas luminosas -la noche de tu negra cabellera y el da de tu sonrisa pura, ms que las puras rosas. T vienes con el alba y con la primavera espiritual, con toda la belleza que existe, con el olor de lirio azul de la pradera y con la alondra alegre y con la estrella triste. La historia de mi alma es la de un peregrino que extraviado una noche en un negro camino pidi al cielo una luz... y apareci la luna; pues, estaba de un viaje dolor convaleciente y llegaste lo mismo que una aurora naciente en el momento amargo y en la hora oportuna.

Medardo ngel Silva guayaquileo

Mi ruego

Seor! Llvate todos los dones que me diste: mi juventud enferma, mi sonora alegra, las alas de mis sueos, mi Primavera triste y, si tambin lo quieres, mi cliz de Poesa. Marchita mis rosales, mancha mi blanca veste, manda los buitres negros de la desolacin a que se nutran, vidos, en la carne celeste del ruiseor que canta dentro de mi corazn. Haz duro el pan que coma, ms negra la negrura de mi incierto destino; dame el vasto dolor que soporta la Tierra. Toda la desventura recibir serena si me dejas mi amor.

Aurora Estrada i Ayala de Ramrez Prez

Juramento

Todo pasa en el mundo, todo dura lo que dura una flor, un ave, un nido: todo muere o se pierde entre la obscura y pavorosa noche del olvido... Mas, el amor intenso y la ternura en que por ti, latido tras latido, arde mi corazn y han convertido mi vida en una noche de amargura, no pasarn jams. Podrn los aos rodar fugaces en veloz carrera y apagar tus miradas y tus besos con su soplo mortal... los desengaos exaltarn mi amor, y cuando muera... an en la tumba te amarn mis huesos!

Ismael Prez Pazmio machaleo; 1876-1944

Ego sum

Amo todo lo extrao, amo todo lo extico; lo equvoco y morboso, lo falso y lo anormal: tan slo calmar pueden mis nervios de neurtico la ampolla de morfina y el frasco de cloral. Amo las cosas mustias, aquel tinte clortico de hampones y rameras, pasto de hospital. En mi cerebro enfermo, sensitivo y catico, como araa poeana, teje su red el mal. No importa que los otros me huyan. El aislamiento es propicio a que nazca la flor del sentimiento: el nardo del ensueo brota en la soledad. No importa que me nieguen los aplausos humanos si me embriaga la msica de los astros lejanos y el batir de mis alas sobre la realidad.

Ernesto Noboa Caamao guayaquileo; 1891-1927

Hasto

Vivir de lo pasado por desprecio al presente, mirar hacia el futuro con un hondo terror, sentirse envenenado, sentirse indiferente ante el mal de la Vida y ante el bien del Amor. Ir haciendo caminos sobre un yermo de abrojos mordidos por el spid de la desilusin, con la sed en los labios, la fatiga en los ojos y una espina dorada dentro del corazn. Y por calmar el peso de esta existencia extraa, buscar en el olvido consolacin final, aturdirse, embriagarse con inaudita saa, con ardor invencible, con ceguera fatal, bebiendo las piedades del dorado champaa y aspirando el veneno de las flores del mal.

Ernesto Noboa Caamao guayaquileo; 1891-1927

Anhelo

Oh dolor insondable, desolada amargura de no hallar en la senda ni la flor de un cario y sentirse, al comienzo de la jornada dura, con cerebro de viejo y corazn de nio! Y que nuestra esperanza haya sido vencida por la implacable hostilidad del cielo! Y el dolor de sentirse cobarde ante la vida, y la renunciacin de todo noble anhelo! Oh, bienaventurados, en verdad, los que ignoran; y si es e rer, ren, y su si es de llorar, lloran con la simplicidad de su santa ignorancia! Slo anhelo ser siempre en mis dichas y malas y vivir la tristeza de los das iguales como si el alma hubiera retornado a la infancia!

Ernesto Noboa Caamao guayaquileo; 1891-1927

Emocin vesperal

Hay tardes en las que uno deseara embarcarse y partir sin rumbo cierto y, silenciosamente, de algn puerto irse alejando mientras muere el da; emprender una larga travesa y perderse despus en un desierto y misterioso mar, no descubierto por ningn navegante todava. Aunque uno sepa que hasta los remotos confines de los pilagos ignotos lo seguir el cortejo de sus penas, y que, al desvanecerse el espejismo, desde las glaucas ondas del abismo lo tentarn las ltimas sirenas.

Ernesto Noboa Caamao guayaquileo; 1891-1927

Mi corazn

Mi corazn es lbrego santuario en donde siempre silenciosa reza su doliente y montono rosario una plida virgen: mi tristeza. Y un muerto yace ah; nadie lo ha visto; hace ya mucho tiempo que all existe; muri crucificando como Cristo porque fue como l, sincero y triste. Muri porque en la fiebre de su anhelo impasible y fatal se irgui el destino; porque vio muchas sombras en el cielo y no hall ni una sombra en el camino. Hoy si un amor ante puertas llama ya no hay quien le responda: est vaco. Por eso el corazn del que no ama semeja un templo abandonado y fro.

Guillermo Burbano

Convencimiento

Al fin me he convencido que la vida es un dao que se quin nos hizo por un designio infando. Que el dolor nos persigue y el placer es hurao, que se nace con llanto y se muere llorando. Y vivo convencido del triste desengao que encierra aquel enigma del vivir suspirando... Slo s que de cierto slo existe el engao y que la vida misma nos est traicionando... Tengo la certidumbre de que no hay dicha humana, de que el goce es anuncio de una pena cercana... Por eso siempre vivo escptico y hurao! Desde que tuve el uso de la razn serena y conoc el horrible secreto de la pena, desde entonces la vida me caus mucho dao.

Gabriel Villagmez Viteri guayaquileo;

Convalecencia...
Es como un lento y triste retornar a la vida... y es el inevitable cansancio de volver del borde de la negra playa desconocida donde mueren tus olas, oh ro de No-ser! Y el alma, que crea mirar la aurora eterna, vuelve, cual un iluso viajero macilento que fue a calmar tu sed a lejana cisterna, equivoc el camino... y torna ms sediento! Ni un ansia, ni un anhelo, ni siquiera un deseo agitan este lago crepuscular de mi alma. Mis labios estn hmedos del agua del Letheo. La muerte me anticipa su don mejor: la calma. De todas las pasiones llevo apagado el fuego; no soy sino una sombra de todo lo que he sido, buscando en las tinieblas, igual a un nio ciego, el mgico sendero que conduce al olvido. Por donde ella pasaba la tragedia surga; tena la belleza de una predestinada y una noche de otoo febril apareca en sus ojos inmensos y oscuros retratada... Y fue bajo el auspicio del padrino Saturno que deshoj a sus plantas mi juventud florida... Desde entonces padezco de este mal taciturno que hace una noche eterna del alba de mi vida!

Medardo ngel Silva guayaquileo

De "Lamentaciones del melanclico"

No alegra la sabidura porque la pena es conocer y causa la melancola nuestra sola razn de ser. El prurito de analizar nos ha perdido y el huracn del anhelar lanz nuestra nave en el mar desconocido... En la actitud del que ya nada espera nos embriagamos de teoras vagas soando hacer brotar la Primavera de la infeccin de nuestras propias llagas...! Seor, contra tu Ley pecado habemos y, en vez del alma dulce que nos diste, en el da final te ofreceremos un corazn leproso, viejo y triste!

Medardo ngel Silva guayaquileo

Actitud

Loco rebelde a las duchas y a las camisas de fuerza que se llaman teoras y problemas, mi espritu oye vagas palabras indecisas y con esas palabras suele hacer sus poemas. Mi corazn no es cuerdo (claro, si es de poeta), quintaesencia el dolor en un verso exquisito; como el clown de Banville l har una pirueta y de un salto mortal volar al Infinito. Devana, oh, Tiempo! -- buen hilandero -- tu rueca; yo tengo para todo bien o mal mi sonrisa -- una sonrisa triste como una rosa seca -e inquieto, siempre inquieto, buscndome en m mismo, como la nube a la voluntad de la brisa, mi pensamiento va de un abismo a otro abismo!

Medardo ngel Silva guayaquileo

La muerte enmascarada

Silenciosa y eternamente va a nuestro lado, con paso sin rumor, enigmtico y ledo, grvido de misterios el rostro enmascarado, seguida del horror, la tiniebla y el miedo. Pasan las Horas dulces en cortejo rosado y sonren... yo intento sonrer y no puedo, porque al saberme siempre por ella acompaado, como quien ve un abismo sbitamente quedo. Cuando pueblan la estancia las horribles visiones que hace la Neurastenia surgir en los rincones entre los cortinajes de azul desconocido... ay, apagad las luces y velad los espejos! Temo ver en sus lunas de borrosos reflejos junto a la Enmascarada mi faz de aparecido.

Medardo ngel Silva guayaquileo

Lo tardo

Madre: La vida enferma y triste que me has dado no vale los dolores que ha costado; no vale tu sufrir intenso, madre ma, este brote de llanto y de melancola. Ay! Por qu no expir el fruto de tu amor as como agonizan tantos frutos en flor? Por qu cuando soaba mis sueos infantiles, en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles, de un ngulo del cuarto no sali una serpiente que, al ceir sus anillos a mi cuello inocente con la flexible gracia de una mujer querida, me hubiera libertado del horror de la vida...? Ms valiera no ser a este vivir de llanto, a este amasar con lgrimas el pan de nuestro canto, al lento laborar de dolor exquisito, del alma ebria de luz y enferma de infinito!

Medardo ngel Silva guayaquileo

El amor

Deja que venga solo, deja que venga piano, alegre, doloroso, como quiera venir. Que arome de silencios tu corazn cristalino i pueble de luceros tu noche de zafir. Pero nunca te empees en forzar el arcano! Amor es un tesoro que se cae de la mano... Es arpa de los cielos que la tendrs que or. Deja que venga solo... Que llegar en un da de sorpresa inefable para tu corazn. Cuando traigas del valle de tu melancola humedad en los ojos i en los labios cancin... Pero nunca te empees con intil porfa! Amor vendr de suyo como un Ave Mara a tu madrugadora campia de ilusin.

Jos Mara Egas mantense; 189?-1982

Al ao nuevo

Nio glorioso! Al resplandor primero de la luz, vencedora de la noche, junto al carro del sol viene tu coche y al soplo fresco del temprano enero. Todos te aguardan en el mundo entero, nadie murmura contra ti un reproche y hasta las flores de virgneo broche brense a verte, triunfador arquero! Ven y en torrentes de esplendor derrama tus dones ureos sobre el ancho mundo que en fausto y pompa y vanidad gravita. Ya la feliz humanidad te aclama y retruena en el mbito profundo, en salvas para ti, la dinamita...

Csar Borja guayaquileo; 1851-1910

Al ao viejo

No eres vana abstraccin: se me figura que te he visto nacer y que te veo sobre las aguas del mortal Leteo, rumbo hacia el golfo de la nada obscura. Del negro ro en la desierta anchura rigues tu barca de enlutado arreo, al plido lloroso centelleo de los faros eternos de la altura. Viejo, desnudo, descarnado, triste, asido al rezo del timn, te encorvas, fatal viajero de las sombras fras. Y, tronchadas las alas que trajiste, llevas, rendido, en tus espaldas corvas, los crmenes horrendos de tus das...

Csar Borja guayaquileo; 1951-1910

Dios, patria y libertad

El amor a la patria es el primero y el don de libertad es sin segundo Dios le dio patria y libertad al mundo y en Dios, a patria y libertad venero. Es patria y libertad cada lucero y, en cada estrella de azul profundo, el Dios refulge del amor fecundo, patria de luz del universo entero. Es astro tierra que, en el libre espacio, como un globo de ncar y topacio marcha hacia el norte en cadencioso vuelo; es, oh feudales de la guerra insana!, la patria libre de la especia humana en la armoniosa libertad del cielo.

Csar Borja guayaquileo; 1851-1910

Pan en la siesta

Surca el hondo remanso la piragua, al pie del umbroso platanal esbelto, cuyo follaje satinado y suelto copia en su seno tembloroso el agua. Adren las playas, al fulgir de fragua del sol estivo; y, en la luz envuelto, relumbra, en chorros, el raudal, disuelto sobre un spero lomo de cancagua. Como dormidos en la siesta ardiente yacen los campos: y, en el haz de grana del llano, esplende el implacable esto. Y cruza y riega en el cristal luciente del Esmeraldas, su sonora gama el mirlo negro, trovador del ro.

Csar Borja guayaquileo; 1851-1910

Versos

Olvidarte...? Se olvida por ventura el pobre ciego de la luz que un da inquieta en sus pupilas sonra al mostrarle del mundo la hermosura? Ah! Si tu has sido el sol de mis esperanza, si luz primera de mi amor has sido, sepultarte en la noche del olvido ni el tiempo puede ni el dolor alcanza! Hoy te he visto. La sangre de mis venas de golpe se me hel y el triste enjambre de mis viejas penas callado se qued. Y quise hablarte... y en el alma ma palabra no encontr y comprend que te amo todava lo mismo que te am...!

Adolfo Benjamn Serrano cuencano; 1862-1935