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Un tema para meditar...

y reaccionar

Nota
si no les viene el saco
— y espero que así sea—
pásenlo a quien le quede
para que se lo ponga

Textos y mayoría de las fotos por


Música: Volver a Empezar
Francisco Arámburo Salas
Este mensaje de ninguna manera pretende
ser agresivo, ofensivo, cáustico ni belicoso.
Esa no es mi intención. Pero no he podido
resistir la tentación de dirigirme con franca
y definida firmeza a esas personas
desubicadas, indolentes, inconformes,
que se la pasan culpando a todos
(menos a ellos mismos) de los
males que las aquejan.

Considero que más bien es sólo un


apremio vigorizante y de buena fe.
Pero también es una enérgica
sacudida, una llamada de
atención para aquellos en
cuya mente se han instalado
pesadamente la apatía, la
pachorra y la flojera.
No pretendo dar lecciones de ética ni
de moral a nadie (pues yo mismo las
necesitaría) sino simplemente de
hacerles llegar un rayo de luz, un
enérgico y necesario exhorto a la
reflexión y a la cordura mediante un
vibrante toque de clarín.

Foto: Dr. Jesús López Gorozave, Ensenada

Quizá para algunos pueda ser como un chorro de agua


fría, la erupción inesperada de un volcán, un fulgurante
relámpago en una noche de tormenta... ¡o qué sé yo!
De sobra sé que pocas personas a las cuales van dirigidos estos
renglones van a poder enterarse, principalmente porque no tienen
acceso a este medio electrónico del internet. Pero quizá con el
conocimiento del tema podamos hacerlo llegar de alguna forma
hasta ellos, y que les sirva de algo. Así lo espero.

Pero basta ya de preámbulos.


Pasemos ahora a enterarnos de este
singular mensaje que he preparado.
ESCUCHA:
NUNCA te quejes de nadie porque tú,
y nadie más que TÚ, eres la causa de todo.

No digas jamás que la situación está difícil.


Lo estará para ti, pero hay muchos individuos
para los cuales nada tiene de difícil.

No digas que el dinero está escaso. Eso será en


tu casa, pero abunda en muchísimas partes.

Tampoco digas que no hay trabajo.


¿Cómo es que los demás sí lo encuentran?
Convéncete de que tú eres la
causa de lo que te acongoja.
También eres el responsable de tus desdichas,
de tu escasez, de tu mala situación,
de tus dificultades y de tu pobreza.

Si. La causa de todo eres tú: el flojo, el ignorante,


el indiferente, el torpe, el inepto, el analfabeto,
el vicioso, el bueno para nada, el chambón.
Desecha esa actitud de pereza y holgazanería y aprende de
los activos, de los audaces, de los enérgicos, de los
valientes que toman cada problema como un reto
a sus esfuerzos, o como un estimulante desafío
a su voluntad y a su dinamismo.

Imita a los que trabajan más que tú para mejorar y no se


quejan; a los que no conocen situaciones difíciles; a los
que no tienen problemas de aprendizaje, de horario, de
adaptación, de distancia ni de itinerario, y que ganan lo
que se proponen ganar. ¿Cómo es que ellos sí pueden?
Observa a aquellos que trabajan cuando tú flojeas,
estudian cuanto tú vagas, tienen abiertos sus negocios
cuando tú te paseas, producen cuando tú te emborrachas
y crean cuando tú pierdes miserablemente el tiempo leyendo
novelitas cursis o viendo programas insulsos y huecos
que no te instruyen, te enseñan ni te benefician.

Sé como las personas que piensan, que reflexionan, que


investigan, que planean, que inventan, que descubren,
que dejan volar la imaginación y se entregan a
actividades productivas, mientras que tú, con estúpido
aburrimiento, te tumbas en un camastro para ver pasar
las nubes empinándote una botella y rascándote la
barriga.

¿No te da vergüenza?
Aprende de los que madrugan, de los que luchan,
de los que se afanan, de los que perseveran, de los que
cumplen sus compromisos y vencen la fatalidad porque
se han propuesto triunfar... ¡y lo logran!

Sé como los hombres cabales, formales, puntuales


y correctos a quienes es imposible no tomar en cuenta.

No le eches la culpa a la mala suerte. TÚ propicias la


mala suerte con tu apatía y con esa nefasta actitud negativa
con que envenenas tu mente y la contagias a los demás.
No reniegues, ni maldigas, ni reclames que
te tienen “mala voluntad.” La mala voluntad
es simplemente el reflejo de lo que
tú mismo irradias como un espejo
contra el mundo. ¡Entérate ya!

Aprende a trabajar, a esforzarte, a producir y a pensar en


forma dinámica y positiva. No te conformes con el “ái se va”
o “voy a hacer lo posible.” Eso cualquiera lo hace.

¡Haz lo imposible!
Cesa ya de perder el tiempo lamentándote inútilmente de
tonterías sin remedio, de criticar lo que no entiendes, de
prestar oídos a chismes vulgares y charlas intrascendentes,
de creer charlatanerías tontas, de trasnochar con esa
absurda irresponsabilidad de que haces gala, y de buscar
torpemente supuestos culpables a tus desdichas.

No acuses a nadie ni le echas la culpa al “Destino.”


¿Para qué hacerte tonto? El destino nada tiene
que ver en esto. No finjas ni inventes disculpas.
No seas un simple mono de hilacho.

Deja ya de ser un mediocre.


Mira: en lugar de propiciar huelgas y marchas en manifestaciones
escandalosas, rinde más en tu trabajo. No te dejes contagiar por los
gritones ni los exaltados. Ellos solamente te están utilizando.
Demuestra tus aptitudes y descuella sobre las demás cabezas.
Haz que pregunten por ti y te llamen por tu nombre.
Conviértete en indispensable a base de trabajo, de
responsabilidad y de esfuerzo, no de escándalos.

Y si no quieres tener patrones, o no te gusta cómo te


tratan, o no estás de acuerdo con su forma de mandar,
pues muy sencillo: independízate. Establécete por tu
cuenta. Abre tu propio negocio y contrata tu porpia gente
para que sepas lo que es bueno.
¿Qué no tienes capital, conocimientos, dinero, medios,
intuición administrativa o iniciativa empresarial? Ni modo,
aprende. Nadie nace sabiendo. ¿Cómo le hicieron los
demás? ¿Por qué ellos sí pudieron y tú no?

Además nada de eso ha sido nunca obstáculo para aquellos


que han suplido las circunstancias y las carencias con
imaginación, dedicación, perseverancia y empeño.

Pero si no tienes esas cualidades, o no quieres


tenerlas, o “te da flojera el sólo pensar en eso,”
entonces no te quejes: aguántate y cállate.
Grábate bien en la mente que los únicos “logros” que
obtendrás no serán los que te canten al oído los líderes,
sino los que tú personalmente te ganes con tu empeño
y dedicación, a pesar de lo que te digan otros.

Nadie tiene obligación de mantenerte. Si no sabes generar


tu propia riqueza no exijas vivir a costa de los que sí
han sabido edificarla con su propio esfuerzo.

Contribuye con tu dedicación y trabajo a ganar la posición


que anhelas, o bien resígnate a recibir la parte
proporcional a tu mezquina contribución...
si es que contribuyes con algo.

¿Poco aportas? Poco obtendrás.


Si te sientes “explotado” estudia, capacítate, prepárate,
aprende y demuestra tus conocimientos. Así no tendrás
que exigir, gritar, levantar el puño en alto, quebrar
cristales ni quemar autobuses para que te presten
atención y te den más prestaciones por la fuerza.

Esos medios nunca dan resultado, y todo lo que lograrás


será que la ciudadanía te repudie y te rechace por
tus métodos violentos, y menos te den trabajo.

¡Piénsalo bien!
No te escudes en la quimera de la “lucha de
clases” ni en la demagógica “justicia social”
para beneficiarte a expensas de los demás
y sacar provecho de algo que no te mereces.

Nadie tiene obligación de mantenerte


—óyelo bien—ni de darte lo que a tí te falta.
Gánatelo tú mismo, con tus propias manos.

En este mundo no hay premios ni castigos,


sólo consecuencias.

¡Ahora afróntalas!
En lugar de protestar capacítate, prepárate,
aprende y lucha. Esa es la verdadera
justicia social: la tuya propia.

Así pues, paga por tus errores.


No te quejes ni culpes a nadie. Te lo repito:
no hay más culpable que TÚ.

¡Grábatelo bien!
Si has estudiado y tienes
conocimientos no te faltarán
ofertas, pues todos se darán
darán cuenta de lo que tú
vales y te mereces, y te
ofrecerán incentivos
quizá mejores, aun
sin que tú los exijas
¿Qué conocimientos tienes? ¿Qué estudiaste?
¿Qué sabes hacer? ¿Posees alguna especialidad?
Y sobre todo... ¿Qué actitud tienes?
(Esto es lo más importante)

No digas que no tuviste oportunidades, pues ¿cómo es


que otros sí las percibieron, intuyeron, captaron a tiempo
y supieron aprovecharlas? ¿Por qué tú no? ¿Dónde
estabas o qué pensabas en ese momento en que
tocaron a tu puerta, se presentaron y tú
no te diste cuenta?
Mira: si hubieras asistido puntualmente a clases,
prestando atención y estudiado cuando tus maestros
trataban de enseñarte; si hubieras cumplido con tus
tareas escolares cuando te lo pedían tus padres y
hubieras puesto interés y empeño en las enseñanzas
que trataban de impartirte, no estarías donde estás.

De eso puedes estar seguro.

¿Te faltaron guías y


libros en tu vida?
O si hubieras aprendido un oficio en lugar de haber andado de vago
por las cantinas en tu juventud, o de juerga con tus amigos lanzando
botellas desde los automóviles con estridentes bocinas a todo
volumen y con malsana irresponsabilidad, ahora supieras hacer algo
de provecho y no estarías amargado, derrotado, lamentándote
de lo que ni siquiera alcanzas a comprender.
Así es. Si tan sólo hubieras aprovechado esa chispa
incandescente que brilló en su oportunidad en tu vida,
ahora estarías muy por encima de esa plataforma de
gris medianía en la cual te encuentras, perdido en un
revuelto mar de confusiones. ¿Te das cuenta?

Algunos entendidos en la materia le llaman


a eso “espíritu de superación.”
¿Habías oído tú hablar de eso?
¿Sabes de qué se trata?
Sin embargo, y a pesar de todo...
¡AUN ES TIEMPO!

No es demasiado tarde ni todo está perdido.


Claro que no. La mente humana es noble,
fértil y pródiga.Y como dice la canción:
hay que volver a empezar.
Todo es cuestión de que tú te convenzas
y te propongas actuar. Así como lo oyes.
Tienes todavía una oportunidad.

Aun brilla la luz en el horizonte,


no la pierdas esta vez.
¡Pero decídelo ya, en este mismo instante!
Foto: Dr. Jesús López Gorozave, Ensenada
Si de verdad estás convencido y lo deseas sinceramente,
anímate, levántate, báñate, despabílate. Muévete ya,
apúrate, sacude esa modorro y decídete
a mejorar en todos aspectos.

Da pasos largos. Camina aprisa. Prepárate ante


la vida con recia y resuelta actitud, con la
mirada al frente y dispuesto a avanzar,
a progresar estimulado por una nueva
actitud decidida y optimista.
Siéntete impulsado, obsesionado por una
increíble y potente energía vital, y empápate
de un rebosante y positivo vigor.

Eso te llevará al éxito.

Todo es cuestión de que TÚ te lo propongas,


repito, y lo desees con todas tus ganas y
todas tus fuerzas, con total vehemencia
y con recio fervor.
Y no des ni un paso atrás ni claudiques.
Lánzate de lleno al éxito.

Anda, anímte, el mundo es tuyo.


Ahí está esperándote.

¡Sal y conquístalo!

Fin Una realización de


Francisco Arámburo Salas
[email protected]

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