Blay Antonio - La Realidad
Blay Antonio - La Realidad
Blay Antonio - La Realidad
La realidad
Curso de profundización y diálogos
ÍNDICE
ÍNDICE............................................................................................................................2
PRÓLOGO......................................................................................................................4
1. QUÉ ES (Y QUÉ NO ES) LA REALIDAD................................................................6
El modo habitual de hacer..........................................................................................6
El punto de vista no relativo.......................................................................................6
El desarrollo como respuesta interna..........................................................................7
Mi verdadera identidad...............................................................................................7
Plenitud, lucidez..........................................................................................................8
Tomar conciencia........................................................................................................8
Los problemas...........................................................................................................10
La noción de realidad................................................................................................10
Nuestro mundo interior.............................................................................................11
Limitaciones de la mente concreta............................................................................13
La conciencia como Fondo.......................................................................................15
2. EVOLUCIÓN, CRECIMIENTO..............................................................................18
Diferentes unidades de conciencia............................................................................18
Los tres sectores de mi realidad................................................................................18
Yo como creador.......................................................................................................19
Necesidad de la auto-observación.............................................................................20
Etapas........................................................................................................................22
Ser un centro creador y a la vez receptivo................................................................23
El «gesto» de Centramiento......................................................................................25
La plenitud interna no debe depender del estímulo externo.....................................27
Sobre el ejercicio de Centramiento...........................................................................28
3. LA UNIDAD.............................................................................................................30
El todo y la parte.......................................................................................................30
La relación con el entorno........................................................................................30
Interacción armónica.................................................................................................31
Ausencia de esfuerzo................................................................................................31
Necesidad de apertura mental y afectiva..................................................................33
Ayuda y necesidad....................................................................................................34
Percepción dual de la mente.....................................................................................38
Los problemas aparecen en la mente pero no son todos de la mente.......................41
Mente y afecto..........................................................................................................41
4. PROFUNDIZANDO EN LOS TEMAS....................................................................43
Necesidad de un intercambio creativo......................................................................43
En la interrelación ya existe la unidad......................................................................43
El fondo de la existencia...........................................................................................44
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
PRÓLOGO
El tema central de esta obra, como su título indica, trata de la Realidad en sí, de uno mismo y
del mundo. Su contenido es el producto de la transcripción de unos encuentros con Blay,
conservados en cassettes, que él denominaba «cursillo para antiguos alumnos» (o simplemente,
segundo curso). Lo de «antiguo» se refería a que los concurrentes habían asistido ya, como mínimo
una vez, a un cursillo planificado con la exposición de los temas básicos de la enseñanza de Blay: el
yo-idea, el yo-experiencia, el centramiento, los niveles superiores, etc., que los habían comprendido
y que, supuestamente, estaban ya trabajando en estas direcciones. Por lo tanto, la lectura de este libro
presupone, también, el haberse infundido en el temario propio de Blay, el cual esta desarrollado en
obras como Personalidad y niveles superiores de conciencia, La personalidad creadora, Energía
personal etcétera, editados por Ediciones Índigo.
En estos encuentros, los temas se desarrollaban muy libremente, sin una estructura previa o
simplemente muy concisa; aunque Blay presentaba un tema central para que sirviese de núcleo hacia
el cual derivar, el contenido de las sesiones resultaba siempre nuevo y diverso, precisamente por esta
libertad en su enfoque.
En esta ocasión Blay presentó de manera muy directa la esencia de su enseñanza, pues ya
desde el principio trató en profundidad los temas, de manera argumental-metafísica y a la vez
experimental, con sugerentes claves de trabajo. En su exposición se da a menudo la repetición de
conceptos; pero este elemento repetitivo, el cual como estilo literario podría no ser conveniente, en
cambio resulta pedagógicamente muy positivo ya que es precisamente lo que permite al lector
«entrar» en el discurso de Blay, y el que le proporciona el sentimiento de su presencia comunicativa
(como si tuviese ante sí a Blay), yeso poco a poco va impregnando su comprensión de un mensaje
que le conducirá por el camino de su propio autodescubrimiento.
El libro se ha estructurado en cinco capítulos que corresponden a las sesiones que se dedicaron
en el cursillo. Al final de cada tema, o incluso durante el transcurso de su exposición, los asistentes
formularon diversas observaciones y preguntas que dieron lugar a interesantes coloquios -que por la
amplitud de algunos, desbordan el marco del índice-, y que sirvieron para que Blay incidiera en los
aspectos que pudieran haber quedado confusos o simplemente para redondear sus argumentos con
ejemplos complementarios. En las grabaciones algunas de las preguntas resultan parcialmente
inaudibles, por lo que se han completado deduciendo su contenido de las respuestas, las cuales
siempre son claras y fácilmente transcribibles.
Al final de algunas sesiones se practicó el ejercicio de centrarniento dirigido por Blay.
También en las conversaciones se hace referencia al centramiento en repetidas ocasiones. Se trata de
una práctica que se explica en otros libros de Blay (Ser, Palabras de un Maestro, etcétera.), pero que
en esta ocasión se ejecutó con ligeras modificaciones derivadas de la intención explícita del cursillo.
Como se trata de un tipo de ejercicio que en su formulación verbal nunca es exactamente igual,
aunque se ejecute con rigor, se ha transcrito de manera esquemática pero respetando su contenido
esencial. Se ha incluido como Apéndice al final del libro.
Blay era un Maestro, aunque nunca se presentó a sí mismo de ese modo. Era muy
independiente y daba también una independencia total a sus seguidores, lo que en algunos (que quizá
esperasen una atención más personalizada) provocaba en alguna ocasión un cierto desencanto. Con
ello pretendía evitar que se crease ningún tipo de dependencia y que el estudiante descubriera y
desarrollara por sí mismo su propia naturaleza central y lúcida.
En un episodio de la novela El filo de la navaja de W. S. Maugham, el protagonista (Larry)
viaja a la India y se dirige a un santo-sabio (Sri Ganesha), diciéndole: «Quiero que seas mi gurú». A
lo que éste responde: «Sólo Bhrama es gurú»; mas luego lo acoge bajo su dirección. Salvando las
distancias, también Blay -sin pretensión alguna de santidad ni exotismos de ninguna clase, pues era
de Barcelona, donde impartió sus enseñanzas así como en el norte y centro de España-, en su actitud
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era como si plantease de esta misma forma la relación con sus seguidores: con desapego, pero con
una entrega total cuando un estudiante realmente interesado se dirigía a él, con sus aspiraciones, sus
dudas, su necesidad de apoyo. Entonces, el consultante siempre recibía lo que necesitaba en aquel
momento de su camino, y mucho más.
Aunque hemos afirmado que Blay ejercía de maestro sin decido explícitamente, desde un
punto de vista terrenal muchos opinarían que carecía de «poderes» (mundanos o políticos, que tanto
se admiran), o simplemente de la capacidad de cambiar o transformar las cosas o situaciones.
Seguramente esto es cierto. Pero tenía un «poder» superior, a nuestro modo de ver: el de respirar
constantemente espíritu, el de demostrar sutilmente que era un alma, en todo momento consciente de
sí (como alma) y con una rara habilidad de comunicar a los demás esta dimensión inmortal.
Conversando con él, o simplemente estando con él y otras personas (y aún en los grupos
numerosos), uno siempre tenía la sensación de que se expresaba desde una zona superior, espiritual,
invisible (pero a través de su visibilidad, naturalmente), aunque se hablase de temas cotidianos e
intrascendentes. Y lo mejor del caso es que su interlocutor o interlocutores -yo, tú, el otro-, si estaban
atentos, tenían la experiencia de sentirse situados, «elevados» podríamos decir, también a un nivel
superior, de mayor claridad, lucidez, vibración amorosa y transparencia. ¿Qué más podía pedirse?
En otras ocasiones, después de un rato de conversación, de una forma muy natural se producía
un silencio que era el preludio de otro silencio más denso, casi táctil, que «descendía» sobre los
asistentes y los impregnaba (los «bañaba») de una plenitud silenciosa durante largos, largos minutos.
En una ocasión de las que fuimos testigos, este estado llegó a durar unos cincuenta minutos, aunque
la sensación mientras duraba era la de total intemporalidad. Si puede definirse este estado con una
sola palabra, ésta es felicidad. Y en esta felicidad, la presencia quieta, central, de Blay, con su sonrisa
amable y amiga.
La evidente revalorización actual de su obra indica que de entre sus nuevos lectores los hay
muchos que son capaces de percibir, de aprehender el espíritu de Blay, que éste se hace accesible a la
comprensión e intuición de sus actuales estudiantes, como si a través de las páginas de sus libros se
produjera un contacto vibratorio, por simpatía, con la esencia viva de su mensaje.
Para sus nuevos estudiantes, diremos que Blay, a través de su Blay-personalidad fue: una
Energía comunicativa, un Sentimiento expansivo, un Gozo radiante, una clara y profunda
Inteligencia, y lo que seguramente lo resume todo, un canal de expresión del Ser.
MIQUEL MARTI.7
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El trabajo interior puede hacerse -como todo lo que hacemos- a partir de nuestro modo
habitual de ser. La persona que tiene unas dificultades tiene también un modo particular de ser, y a
partir de éste aprende a ir superando sus dificultades, comprendiéndolas, superando sus carencias,
desarrollando poco a poco nuevas facetas de su fuerza interior, de su mente, etcétera. De hecho, todo
está funcionando así: en psicología, en psicoterapia, en vida interior; todos estos modos de trabajo
están enfocados a partir de nuestro modo actual de ser.
Cuando nosotros trabajamos de la manera que acabo de explicar, de hecho estamos
apoyándonos en nuestra visión, pero el problema es que nuestra visión no se corresponde con lo que
es la realidad, ya que la realidad es bastante diferente a como la vemos.
Pero ¿cómo saber lo que es la realidad? En primer lugar debemos entender que todas las cosas
se pueden mirar desde muchos ángulos, pero de hecho siempre vemos una cosa desde el ángulo en
que nos situamos para mirada, y nunca podremos ver nada distinto de la naturaleza desde este punto
de vista en que nos hemos situado. Estudiemos esto.
Si mi punto de vista (o perspectiva) es la de problema, de dificultades, entonces todo lo veré
desde este ángulo de dificultades y problemas; todas las personas, todas las situaciones, toda la
existencia, todo lo veré sólo desde este punto de vista. Si yo me sitúo en un punto de vista en el que
las razones de la mente concreta son prioritarias, entonces todo, absolutamente todo, lo veré desde el
punto de vista de unas pautas, de unas razones, que serán para mí las determinantes que hacen
funcionar a las personas (y a todo) de una manera y no de otra. Si me sitúo en un punto de vista
afectivo, entonces todo lo veré como expresiones, como matices o grados, de esta tonalidad afectiva.
Esto significa que nosotros siempre vemos las cosas según nuestra situación respecto a ellas;
nunca podemos dar algo distinto de nuestro punto inicial de partida. Entonces, cuando digo que
nuestro modo habitual de ver las cosas no es correcto, no es el que corresponde a la realidad,
también quiero decir que es posible adoptar una visión que vaya más allá de este punto de vista
relativo.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Quizá argüiremos que esto es la verdad en sí en la medida que aceptemos este punto de vista
creador, de un ser creador. En este caso también podemos mirarlo desde otro ángulo completamente
aparte de este que implica una creencia. Veámoslo.
Mi verdadera identidad
Esa potencialidad, de donde surgen todas mis respuestas, no es algo alejado de la realidad. A
esa potencialidad, la llamo precisamente potencialidad sólo porque lo miro desde mi percepción
física, o mi experiencia sensorial, ya que esta potencialidad, en su propio nivel, es mi realidad; y es
en este plano de la experiencia concreta que se va manifestando como mi realidad personal en el
tiempo y en el espacio. Pero todo lo que yo voy siendo y lo que pueda llegar a ser en este proceso de
devenir, todo eso es la actualización en el tiempo, en lo fenoménico, de algo que yo ya soy en un
nivelo en un punto más central. Y ese nivelo punto central es lo que realmente soy. Y además, lo soy
constantemente, es mi identidad, es lo que soy en mí mismo; y lo que yo voy actualizando son
modos de ser de ese Ser total.
Querría que esto quedara claro. El hecho es que, lo mismo si lo miramos desde el punto de
vista de una realidad suprema -que podemos llamar Dios o el nombre que queramos-, como del
punto de vista de una simple experiencia de nuestra propia vida concreta, vamos a parar a lo mismo:
yo, mi verdadera identidad no es eso que aparece en mi conciencia actual, sino que mi verdadera
identidad es lo que hace que yo sea yo. Es esa continuidad de identidad que yo tengo, es ahí donde
soy toda mi capacidad de ser. Ese nivel central es mi verdadera identidad, de él surge mi noción de
yo.
Como yo hasta ahora sólo he desarrollado una conciencia muy periférica, muy externa, y como
además, toda la educación y la sociedad me están obligando a vivir en este nivel externo, yo he
aprendido a aceptar que yo sólo soy ese modo de ser. Lo que yo soy en esa realidad central, es algo
que lo soy ahora, es algo que lo soy en todo momento y que lo soy del todo. Mi único problema es
que yo vivo creyendo que soy otra cosa, porque durante toda mi vida he sido educado, mentalizado,
he recibido una suma de sugestiones, constantemente, para que yo acepte mi realidad sólo como un
modo particular de ser; porque los demás viven así, porque me enseñan a vivir as í y porque se
molestan conmigo y me rechazan si yo no "Vivo con esta misma escala de valores.
Todo lo que yo puedo llegar a vivir en el tiempo a través de un desarrollo, es lo que ya soy en
un centro. El tiempo no añade nada a lo que soy. El tiempo es sólo un despliegue progresivo de esta
identidad que soy. Por lo tanto, todo lo que yo pueda llegar a vivir con el tiempo, a través del tiempo,
lo puedo vivir ahora en la medida en que yo me sitúe en este mismo nivel de profundidad donde
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está. O sea que el desarrollo en el tiempo es equivalente a mi profundidad actual ya que yo soy en
todo In omento esta realidad donde existe toda la plenitud.
Plenitud, lucidez
Si yo ya soy eso ¿por qué no lo vivo? Porque estoy sugestionado para vivir creyendo ser otra
cosa. Pero es que además hay otro hecho muy curioso: y es que esa realidad central que soy, lo que
es mi verdadera realidad es, además, plenamente consciente, ya que esa realidad es básicamente
conciencia, lucidez. Es inconcebible una realidad de la inteligencia que sea inconsciente. Si eso es
algo, es pura conciencia, es lucidez. Eso es lo que somos: plenitud, conciencia y pura lucidez. Y ahí
está la maravilla, que nosotros estamos viviendo como si esto no existiera. Podríamos decir que
nosotros somos esa plenitud consciente, de la cual somos inconscientes.
Esta plenitud y esta conciencia ya están dentro; ya la soy, no es que sea algo distinto a mí; es lo
que siempre he sido. El problema es: ¿en qué medida yo soy capaz de reconocer-me? ¿en qué
medida vivo instalado en mi centro de ideas, de esquemas mentales, con sus separaciones, con sus
dualidades, con sus contradicciones y sus tensiones? ¿en qué medida yo soy capaz de poder situarme
en ese centro donde yo ya soy esa totalidad?
Lo que nosotros entendemos como conciencia, apenas es conciencia. Lo que nosotros
llamamos conciencia es como una minúscula porción superficial y parcial de esta conciencia total
que somos. Este fenómeno es muy curioso y lo podemos ver en nuestra vida diaria; nosotros somos
siempre mucho más conscientes de lo que nos damos conscientemente cuenta. Por ejemplo, sólo
cuando yo estoy enfermo me doy cuenta que antes me encontraba muy bien. O sea, que sólo me doy
cuenta de mi conciencia de salud cuando ésta se altera. Y por eso después de haber estado enfermo,
de haber estado mal, el día en que nos sentimos bien gozamos ese sentimos bien como siempre.
Observad esas palabras: bien como siempre. Pero sólo lo gozamos los primeros momentos. A los tres
días, o dos días, o a la media hora de sentirme bien, ya dejo de ser consciente de ese bien que me
siento.
Y entonces es como si mi mente se volviera a cerrar y volviera a vivir ausente de una cosa real
(como el estar bien), para estar preocupada de las cositas que se van moviendo en la periferia.
Si se entiende bien este ejemplo que todos conocemos por experiencia, observaremos que es
un verdadero misterio el hecho de que siendo conscientes, vivimos como si no lo fuéramos. Nuestra
realidad total es exactamente del mismo orden; somos ya esta plenitud total, sólo que hemos de
recuperar esta conciencia, porque estamos viviendo con la mente crispada, cerrada, agarrándose a
unas cuantas cosas en particular que hacen que yo en mi nivel externo no esté viviendo plenamente
lo que ya estoy siendo y viviendo en el nivel más profundo.
Tomar conciencia
El estilo de trabajo que propongo ahora consiste en empezar por el final. Es aprender a tomar
conciencia de lo que siempre hemos sido, de lo que es nuestro destino final y a la vez nuestro punto
de origen: de esta constante que hay, de nuestra identidad en el plano central, de lo que realmente
somos en todo momento.
Es aprender a abrimos, a reconocernos en este nivel de plenitud. No ir subiendo de escalón en
escalón, tratando de quitar los pinchos, tratando de quitar los nudos uno a uno, como un medio
analítico, progresivo, sucesivo, temporal, sino tratando de «despertar» en bloque, desde el fondo.
Este modo de trabajo puede parecer utópico; pero es el modo de trabajo que en definitiva es el más
real, porque procede de lo Real.
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También es bueno trabajar del otro modo que incide sobre la observación de lo negativo: ir
aprendiendo a tomar conciencia de lo que anda mal, aprender a mejorar nuestra actitud, etcétera;
pero esto se enriquece muchísimo con este salto que ahora propongo y del que he hablado otras
veces. Básicamente no es nada nuevo, pero en esta ocasión quiero concentrarme en esta clase de
trabajo para que aprendamos a hacerlo.
Si se hace del otro modo, la situación se parece a uno que está durmiendo; y mientras duerme,
sueña. Y sueña que le persiguen, o que está enfermo, o que tiene muchos problemas, y entonces
dentro del sueño trata de buscar la solución. Trata de hacerse más fuerte para hacer frente a sus
enemigos, trata de averiguar la causa de sus enfermedades y de tomar unas medicinas, o sea que trata
de ir eliminando uno por uno estos males que le aquejan en el sueño.
Esto es parecido al estilo de vida habitual. Yo estoy viviendo en un mundo percibido
ilusoriamente, erróneamente, y los males que me acarrea ese estado trato de solucionarlos desde
dentro del mismo estado. La solución correcta consiste en que yo no pierda el tiempo buscando
médicos, soluciones a los problemas, sino que yo, simplemente, me despierte. Y al despertarme me
daré cuenta de que todos aquellos problemas eran ficciones de mi mente, eran realidades subjetivas
que yo tomaba como realidades objetivas; y por lo tanto, sufría las consecuencias de estas
situaciones subjetivas.
Podéis hacer preguntas sobre este planteo inicial, sobre lo que no veáis claro.
Pregunta: Yo lo que no veo claro es lo que dices de que hemos de conquistar este «ser»; pero
este ser ya lo somos ¿no?
Blay: Sí. Pero, conscientemente ¿cuándo hemos sido este ser? Este ser lo somos siempre,
porque si no fuera así no podríamos ser ni siquiera nuestro habitual mal modo de ser. El hecho de
que nos demos cuenta de que vivimos mal es la demostración de que hay un bienestar interior. Si
nosotros no fuéramos plenitud, nosotros no tendríamos esa conciencia de carencia de plenitud. Y ese
es el problema: que por el lado soy plenitud y por otro lado no vivo esta plenitud, no la acepto;
acepto la carencia. Pero esta plenitud está siempre presente, en todos los aspectos, sino no podríamos
ser conscientes de las limitaciones. Por eso encontramos natural lo agradable, y es porque en el
fondo hay en nosotros una conciencia de que esto es lo que realmente somos. En cambio hay como
un rechazo a todo lo negativo, porque esto es una negación de lo que somos. Refiriéndonos
solamente a la experiencia cotidiana, veremos principalmente la relatividad, la limitación, veremos
las cosas desde este punto de vista.
Debemos dejar que en nuestro interior funcione un nivel más profundo; y que este nivel más
profundo, en cierta forma, nos dé testimonio de sí mismo. En un nivel de conciencia crítica,
estaremos viviendo siempre las limitaciones y las cosas muy particularizadas y no podremos ver el
fondo de todo esto. Por eso he sugerido que aprendáis a estar profundamente receptivos, atentos, a
vosotros mismos. No solamente a mí que estoy hablando. Y si lo que digo es cierto debe haber una
resonancia en todos vosotros. Pero si sólo lo cogéis con vuestra mente que piensa, entonces yo
mismo podría jugar con la idea y buscar veinticuatro argumentos para demostrar que no es verdad.
Pregunta: Yo lo que querría saber es cómo conseguir este centramiento, esta plenitud.
Blay: Ya llegaremos a ello. Más adelante veremos el «cómo». De momento, la noción de que
nosotros somos eso ¿creéis que se puede aceptar? Eso es lo importante porque es el punto de partida.
Cada vez que nosotros nos vivimos según nuestros esquemas habituales, estamos viviéndonos
erróneamente, estamos falseando nuestra realidad, nuestra identidad. Uno de los medios más
importantes para que yo aprenda a reconocerme en esta identidad profunda es, precisamente, que mi
mente vea, comprenda y se mentalice en esta dirección. ¿Por qué, si la realidad esta más allá de esa
mente? Es cierto; la realidad está más allá de esa mente, pero mi mente está dando la espalda a esta
realidad porque está aceptando la no-realidad. Entonces, porque estoy viviendo constantemente bajo
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la sugestión, bajo las ideas aceptadas de que sólo soy fulanito de tal, con mis experiencias habituales
y nada más, porque yo estoy viviendo bajo esta idea que me tiene totalmente agarrado, poseído, yo
necesito que a través de mi mente pueda ir cambiando mis ideas, mi visión, para que mi mente
personal concreta sea camino y deje de ser obstáculo.
La realización no es una cosa de la mente concreta, pero en cambio la mente concreta puede
ser y suele ser un gran obstáculo a la realización, porque ha aprendido (toda la vida) a hacer ya vivir
sobre unas afirmaciones particulares. Por lo tanto, yo he de saber contrarrestar ésta con una nueva
visión, con una nueva mentalización. Por eso, el hecho de hablar de ello, el reflexionarlo, el mirarlo
largo y tendido es una parte del trabajo.
Cuando yo puedo aceptar y tomar un grado u otro de conciencia de esa totalidad, eso produce
automáticamente la desaparición de los problemas particulares. O sea, la realización del todo,
soluciona todos los problemas de sus partes componentes.
Los problemas
¿Por qué tengo problemas? Porque yo creo ser una parte, la cual se vive como un todo.
Entonces, esta parte yo/ fulanito de tal, yo/mi yo-idea, yo/mis proyectos, mis necesidades de
afirmarme, de llegar a ser, de sentirme seguro, de no sentirme amenazado, etcétera, está en una
constante lucha-competición con los demás y con las circunstancias. Porque uno trata de afirmarse
totalmente a través de esta conciencia parcial. Pero cuando uno puede llegar a vivir, a abrirse a la
unidad total que uno es, todos esos problemas desaparecen del todo, de golpe.
Así, este método de trabajo, por el hecho de ir directamente a la solución última, elimina todo
lo que son problemas intermedios. No digo que sea fácil, sólo estoy señalando algunas de las
consecuencias de este trabajo.
La noción de realidad
Podríamos decir que el nudo del problema se sitúa en donde yo estoy poniendo mi noción de
realidad. Según nuestra noción particular de realidad, «realidad» significa lo que para nosotros es
real. Y en este caso, es sinónimo de lo que para nosotros es importante. Allí donde yo pongo mi
noción de realidad, allí se produce lo que para mí pasa a ser de importancia.
Pero mi noción de realidad es móvil. Ahora estamos aquí y, naturalmente, para vosotros lo real
es esta situación que estáis viviendo: estamos reunidos en esta sala, yo que estoy hablando, lo que
estoy diciendo; esto es lo real. Pero dentro de una o dos horas lo real será la calle, el tráfico, la
circulación, el no tropezar, no ser atropellado; y dentro de otro rato será la cena, la familia, y aquello
será lo real. Y lo que antes era real pasa a ser un recuerdo; y por ello, menos real. Es decir,
constantemente estamos viviendo unas cosas como lo real, pero luego pasan a serio menos (o incluso
a desaparecer de nuestra conciencia).
Ahora, yo me pregunto: ¿realmente estamos viviendo la realidad de las cosas, o es que estamos
viviendo nuestra noción de realidad puesta en cada cosa que tenemos delante? Si yo viviera la
realidad de las cosas, las cosas seguirían siendo reales, aunque fueran de ayer o de más tarde, porque
la realidad en sí misma de las cosas no cambia. Cuando para mí una cosa es muy importante, es lo
más real en un momento dado, y en el momento siguiente pasa a ser otra cosa y luego otra cosa, esto
me hace ver que no es la realidad de la cosa lo que veo, sino que es la realidad que hay en mí, y que
yo la estoy prestando a la cosa.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
¿Qué pasaría si yo aprendiese a vivir directamente esa noción de realidad, no allí donde
mecánicamente la estoy poniendo sino realmente donde está? Pues que las cosas dejarían de ser
problema para mí, dejarían de ser objeto de deseo y objeto de temor.
¿Por qué una cosa me inspira un gran deseo? Porque veo en la cosa más realidad que en mí.
¿Por qué una cosa
me produce temor? Porque veo en la cosa una mayor fuerza o realidad (hostil en este caso) que
en mí. Pero si la realidad de la cosa yo la vivo en mí (porque es mía), entonces aquella cosa deja de
producirme miedo.
Así, para mí es real aquello en lo que yo pongo mi noción de realidad: porque como yo ahora
estoy viviendo esta realidad en mis imágenes mentales y en mi fabricación de ideas, así, las
imágenes mentales y las ideas son para mí lo real. Y por eso me seducen y voy tras ellas, por eso me
dominan, y por eso yo estoy supeditado a ellas. Pero si yo pudiera vivir esta noción de realidad, no
aquí, en mi frente, con cada fenómeno que se produce en mi mente, sino donde realmente está, que
es en mi centro, entonces yo podría vivir todo sin dejarme aprisionar por nada, sintiéndome como
mínimo con la misma fuerza que tiene cada objeto. Así, se hace evidente la absoluta necesidad de
que yo aprenda a descubrir esta realidad \en mi centro.
Cuando antes decía que yo soy esta totalidad en un plano más profundo o más elevado, el
problema que se plantea es ¿en qué medida eso para mí es real? Porque en la medida en que mi
realidad siga siendo mi conciencia mental habitual, no viviré en mi realidad central. Podrá ser una
idea muy bonita, quizá algo deseable, o cualitativamente importante, pero no será para mí ninguna
realidad operativa. El trabajo consiste en trasladar mi noción de realidad desde donde está
funcionando habitualmente hasta allí donde realmente está, donde Es.
Además de este aspecto de la realidad propia hay otra cuestión importante. Se trata de todo
este mundo que está flotando alrededor nuestro y que incluye todo lo que a nosotros nos gustaría
llegar a vivir. Es todo un mundo de deseos, de ilusiones, de aspiraciones, de demandas. A mí me
gustaría ser más inteligente, más fuerte, más seguro, ser feliz; también presiento una posibilidad de
llegar a la plenitud, etcétera. Y todo eso está ahí, flotando, como una atmósfera. Pero yo permanezco
encajado dentro de mi idea habitual de mí. Esta parte de mi conciencia es como un halo que flota a
mi alrededor pero yo no a vivo actualizada porque creo ser unos modos de ser, los cuales vienen
determinados por los esquemas de mi yo-idea.
De este modo, todo este mundo de posibilidades, de realidades deseables, es simplemente un
m do de ensueño, de ilusión, de imaginación... y nada más. Todo eso, todos estos deseos, son
expresión de esa potencialidad que se está tratando de expresar; y es mi idea de mí la que impide que
yo viva activamente, actualmente, toda esa plenitud que estoy deseando. Mas esta plenitud es
totalmente mía, es totalmente real. Pero yo no puedo tomar posesión de ella porque no me reconozco
en ella; yo sigo creyendo ser fulano de tal, que tiene un modo de funcionar, un personaje que
representar, unos estilos, unos hábitos, unas experiencias, y vive metido dentro de este vendaje, de
esta prisión.
He de aprender a reconocer, más y más, que todo este mundo de deseos y aspiraciones o de
intuiciones es una parte tan real de mí como lo que yo vivo habitualmente como mi realidad.
Pregunta: Eso que explicas parece muy difícil. Da la impresión de que la realidad normal que
vivimos no fuese muy deseable. Por otra parte, esta realidad central parece que no es muy normal
que se viva.
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Blay: Normal, en el sentido de habitual (que parece que es a lo que te refieres), seguro que no
lo es. Pero supongo que tú deseas funcionar bien ¿no?, con el deseo de ser auténtica, de vivir tu
realidad... ¿o quizá tienes ya un «modelo» de cómo ha de ser tu realidad?
Pregunta: No, pero creo que lo más fácil es vivir lo más integrado posible y disfrutar de las
cosas.
Blay: Desde este punto de vista, si tú tienes ocasión de disfrutar de las cosas, entonces tienes
todo el gozo, ya estás gozando de las cosas ¿no? Lo malo es que necesites las cosas para disfrutar.
Pregunta: Hablas de una realidad interna y de otra externa como siendo ambas nuestras, y yo
las veo distintas.
Blay: No sólo me he referido a nuestra realidad externa sino también a nuestra realidad
periférica, a nuestra conciencia periférica. Como yo creo ser fulanito de tal, con un modo de ser, y
que el otro es otro, y el otro es otro, entonces esto trae consigo unos deseos, unas expectativas, unos
temores, trae consigo todo un mundo interior subjetivo; y eso también es mi modo de ser. Ahora
bien, es evidente que además de este modo limitado de ser hay en nosotros una demanda de algo
mucho mayor. Pero toda la formación que recibimos, y el ambiente en el que solemos vivir, son
como una especie de condena a cadena perpetua para que nunca podamos salir de esta limitación.
Ésta es una condición podríamos decir natural, inevitable, del hombre. Yeso es funesto, es fatal,
porque está re firmando esta idea de negación de nuestra realidad total. Ya tenemos esa realidad,
pero en lugar de enseñamos cómo vivirla y actualizarla, más bien hay que mantenerla callada... para
que los demás no se burlen de nosotros. Ése es el ambiente general que hay. Y toda la vida, los
estudios, las actividades, todo se organiza a partir de esa realidad psicológica externa y limitada; no
hay nada que esté funcionando a partir de la realidad profunda. Incluso la religión, que en su
fundamento debiera ser un medio de ese reconocimiento, ha ido también centrándose cada vez más
en los modos particulares, en las actitudes relativas, en todo un mundo de apariencias. Esto funciona
así en todos los aspectos. Se vive buscando soluciones de cara a lo trascendente (o a lo total), pero
siempre con la mentalidad adquirida a través de las percepciones puramente sensoriales. Y esto hace
que todos los sistemas ideológicos y de trabajo estén básicamente falseados.
Pregunta: Nosotros vemos la realidad en las cosas. Mientras no tenga esta vivencia superior
en mí, no seré capaz de vivirla como real. Por otra parte, la mente concreta es nuestra herramienta
más fiable, es la que nos apercibe de que sufrimos y permite buscar la huída del sufrimiento. Blay:
Nuestra mente concreta se alimenta siempre de datos. Y todo pensamiento de esta mente se apoya
sólo en los datos del pasado; interpreta siempre el presente en función del pasado. Este es el
funcionamiento de la mente concreta, y no puede (no sabe) funcionar de otro modo.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Observa que tú, en tu profundidad, estás viviendo otras cosas, si no no te darías cuenta de que
sufres, y sufres; no te darías cuenta de que estás solo, cuando te sientes solo. No te darías cuenta de
todo este mundo vivencial interior sólo con tu mente concreta. El problema es que a la hora de
pensar, piensas sólo con la mente concreta y entonces reduces toda esta realidad completa que vives
a lo que puede formular tu mente concreta. Y en consecuencia, tus decisiones tienes que tomarlas
con esta misma mente concreta. Tú has de poder reconocer-te ya ahora, ver que eres mucho más que
esta mente concreta, que tienes dentro de ti un mundo interior de vivencias, de aspiraciones, de
deseo de vida, de expansión, de realidad total; yeso en un plano puramente psicológico. Eso has de
poder aceptarlo ahora, más allá de lo que tu mente concreta pueda formular. La mente es una
herramienta, ella es tu instrumento, precioso, absolutamente necesario para manejar las cosas; pero
no es toda tu realidad, ni mucho menos; es algo a tu servicio. Has de poder descubrir esta noción
actual de ti, que está mucho más profunda y mucho más elevada y es mucho más rica y compleja
que las formulaciones en el nivel de la mente concreta. No esperes ninguna demostración directa de
la mente concreta, por ejemplo, de que eres un ser vivo, y mucho menos de que eres esa plenitud. La
mente es simplemente un instrumento de simbolización, pero no es equivalente a la realidad que tú
eres. Cuando tu tienes hambre, el hambre es su propia razón, su propia evidencia; no hace falta que
tu mente concreta te diga que tienes hambre, que lo formule. Y cuando tu estás en un peligro y tratas
de sobrevivir, esta fuerza, esta necesidad de sobrevivir, es algo evidente por sí mismo: es tu realidad
mucho más -o por lo menos, igual- que tu capacidad de formular concretamente, enjuiciar, valorar,
criticar o deducir pruebas.
Hemos de estar abiertos a toda la realidad que somos, podamos o no dar razón de ella.
Pregunta: Pero parece ser que la noción de realidad es también una creación de la mente.
Blay: No, no. La noción de realidad se formula a través de la mente pero no viene de la mente;
porque cuando tú tienes un dolor de muelas muy fuerte, este dolor de muelas no es tu mente. Y, sin
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
duda, aquello es lo más real (en aquel momento). Digo «noción de realidad» no en el sentido de
noción puramente intelectual, sino en el de vivencia o modo de experimentar lo real. Es un sentido
más amplio de noción, y que puede manifestarse en lo vital o en lo afectivo. Pero lo curioso es que
esta noción de realidad no viene de la mente, pues aunque estemos hipnotizados por nuestra mente,
de hecho la desbordamos ampliamente. Yo soy el que está crispado, soy yo en relación con la mente;
o sea, hay alguien que está detrás de esta mente.
Toda la felicidad que soy capaz de anhelar la soy ahora. Toda la realidad última, suprema,
definitiva, eterna, que yo sea capaz de desear o de intuir, ya la soy totalmente ahora. Y si no la vivo
es porque mi mente está ausente de ella. Y todo el conocimiento, toda la evidencia, toda la claridad y
lucidez que yo soy capaz de desear o de intuir, ya la soy; pero lo ignoro porque mi foco mental está
concentrado en el aspecto externo. Todo el trabajo consiste en que yo aprenda a dirigir mi atención
hacia este fondo, hacia ese océano de conciencia que hay; simplemente. Y que luego aprenda a vivir
desde ahí. Es un problema de traslación (de este foco).
Pregunta: ¿Por qué antes has dicho que eso no tiene ninguna finalidad?
Blay: Mira, ahora yo podría decirte que sí, que eso tiene una finalidad, pero es que ahora no
estamos tratando de ver si tiene o no finalidad, sino que estamos tratando de que la persona descubra
y viva la realidad que Es.
Todo lo que existe, existe en relación con el Todo, y por eso, tiene un sentido. Pero eso ahora
no es lo más importante porque no trato de formular una filosofía de la existencia, sino que trato de
lograr una toma de conciencia de lo que yo soy. Y lo que yo soy es algo aparte de que mi vida tenga
o no tenga finalidad. Cuando digo que no hay objetivo, que no tiene finalidad, es en el sentido de
que no tiene la finalidad instrumental que le estamos dando con nuestra mente. Como nuestra mente
está acostumbrada a relacionarlo todo, entonces está vi viéndose a sí misma como si fuera un
instrumento para algo: y ser un instrumento para algo es sólo un modo relativo de ver las cosas. En
sí, no hay esa relación; en sí, el Todo ya Es. El Todo no tiene finalidad; lo contrario sería un
contrasentido, pues el concepto de finalidad implica un modo relativo de ver lo que existe.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Como digo, no se trata de trabajar esto. Se trata de ver que si yo soy esa plenitud que me está
empujando, si soy ese amor, esa lucidez y esa realidad total, ¿cómo puedo yo realizar eso, de veras?
En la medida en que yo realice lo que soy, ya iré viendo por mí mismo si eso tiene o no tiene
sentido, y lo que quiere decir sentido. Pero de momento estamos en mala situación para poder juzgar
nada ya que estamos viviendo sólo una milésima parte de nuestra capacidad de ver. Así, pues, lo más
importante, lo más urgente, es que yo convierta la intuición de que soy esa plenitud, en una
realización plena, actual, y que me concentre en esto que es lo fundamental.
Pregunta: ¿El uso de la idea (o las ideas) puede ser muy decisivo para conseguir lo que tú
dices?
Blay: Sí, la idea puede ser una ayuda. Pero a condición de que llegue un momento en que la
puedas dejar. Por ejemplo, tú puedes «pensar» -es un decir-, en una música fantástica, y para eso
utilizas la mente. Pero una vez estás situada en el hecho musical, entonces sientes, y dejas la idea.
Pregunta: Creo que para todo este trabajo hace falta un enfoque direccional mental.
Blay: Sí, sí. La mente es la que dirige la atención a un sitio o a otro, de momento. Pero más
adelante llega un momento en que tú serás pura conciencia -aunque tu mente no vaya allí-, porque ya
la eres, eres esta conciencia despierta interior. Pero ahora sí, ha de ser a través de la mente.
Se trata de aprender a ver que la conciencia no es sólo lo que la mente mira. La conciencia es
lo que está detrás de lo que la mente mira. Cuando tú me' vez a mí eres solo consciente de mí; pero
no podrías ser consciente de mí si no fueras consciente de la pared que hay detrás de mí. Pero siendo
consciente de la pared, no eres actualmente consciente de que ves la pared; porque tu atención
exterior, que tiende siempre a particularizarse, se centra en mi forma física y no en el fondo gracias
al cual percibes la forma particular. Pero no podrías percibir esta forma particular sino percibieras el
fondo.
Y así ocurre con todo acto de conciencia: somos conscientes de algo gracias a que somos
también conscientes de otra cosa detrás. Soy consciente de una idea porque hay una no-idea
alrededor; sino no sería consciente de la idea. Soy consciente de una verdad como verdad, porque
hay una noción de inteligencia detrás; y la verdad es la forma particular de esta inteligencia. Hay un
sentimiento (o estado) particular porque hay un fondo universal o total en ti que es un «sentir»
siempre presente. Si no hubiera este fondo no podrías percibir el estado o sentimiento particular. Es
por esta facultad maravillosa que al focalizar nuestra atención en algo particular dejamos de ser
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
actualmente conscientes del fondo, a pesar de que lo seguimos siendo (de un modo u otro), sino no
podríamos percibir lo particular.
Es parecido a una visión. En la visión -esto se ve muy claro en el cine-, ocurre cuando se
quiere enfocar claramente un primer plano (o una figura en primer término); entonces lo que está
detrás se obscurece, quedando borroso. Si se quiere centrar lo que está en el fondo se diluye lo que
está en primer plano ¿no es cierto? Así, podríamos decir: detrás de esta conciencia lúcida, actual, que
tenemos de nosotros en primer plano, está esa presencia difusa de la realidad total que somos.
Es necesario descubrir que esa cosa que parece no-cosa es nuestra conciencia completa,
amplia, profunda, pero ahora estamos adiestrados a mirar sólo lo particular; y de lo particular, a otro
particular y a otro particular. Y así, estamos constantemente resbalando por lo que son figuras o
estados particulares, fenómenos particulares de la conciencia, sin descubrir que esto implica ser toda
la conciencia que hay en el fondo. Debemos aprender a aceptar esa no-cosa presente, eso que parece
que no es nada, eso que parece que es silencio, eso que parece que no tiene sentido (al principio),
porque es la base, es el sustrato del cual está hecha mi conciencia particular.
Estamos mentalizados a creer que es más real la forma que el fondo y no es cierto; porque una
forma es sólo forma del fondo. Estamos acostumbrados a creer que una ola es más real que el mar;
nuestra mente lo percibe así porque el mar es amo o y la ola es la forma que percibe distintamente
nuestra ente. Pero la ola no le da mayor realidad al mar, la ola es ' hecha (toda ella) del mar, y
percibimos la ola gracias al mar, o sea, lo que es no-ola.
Así, todos los actos particulares, de pensar, de sentir, de querer, son como olas de un océano
básico. Nosotros atendemos a las olas de cada momento sin tomar conciencia del océano base que
somos. Se trata, pues, de educar la mente a prestar atención a lo que es el fondo, y entonces, desde el
fondo vivir las formas, desde la totalidad vivir lo parcial, desde la plenitud vivir cada acto particular.
Pregunta: Respecto a este tema de lo total y lo parcial hay diferentes modos de enfocado y
diferentes opiniones. Tu visión es quizá muy optimista.
Blay: ¿Sabes qué ocurre? Que mientras sean opiniones, tanto vale la una como la otra. Porque
como opinión sigue siendo una ola; toda opinión, toda idea, es una ola. La cuestión es ver que hay
detrás de esa ola y descubrir si eso es verdad o no. Este ver, entonces, será algo más que optimista,
será revolucionario.
Pregunta: Parece que esta experiencia tenga que anular el sentido de estar viviendo en la
multiplicidad, yeso causa temor. Yo lo veo así.
Blay: Es que no hay que dejar de vivir la multiplicidad. ¡Hay que vivida! pero hay que
aprender a vivir lo particular desde la totalidad. Que el océano viva sus olas sin dejar de ser océano.
Pregunta: Pero eso no sirve, diría yo, frente a los problemas materiales. En el caso de una
persona que tenga unos problemas, unas obligaciones, parece que la búsqueda de lo general sea más
bien una huída, porque el problema y las obligaciones siguen ahí.
Blay: Sí. Pero lo que yo explico no sería correcto si no tuviera también una repercusión en
estos problemas. Es sabido que cuando hay algo que funciona mal en el organismo, el resto se pone
al servicio de lo que funciona mal, y eso llega a veces a tales extremos, que algunas funciones que
parecen fundamentales llegan a suplirse por otros aspectos del organismo. Esto tiene sus límites,
naturalmente, pero en determinados casos funciona en un grado sorprendente. Pero esto sólo es
posible cuando el organismo está viviendo como una conciencia funcional, como un todo, con una
conciencia de unidad. En la medida en que mi hígado, o mi riñón, por ejemplo, estuviera encerrado
en su propia conciencia de ser algo totalmente aparte del resto (si esto fuera posible), esto impediría
que este riñón recibiera ayuda del otro riñón o de los otros órganos o funciones del cuerpo. ¿Por
qué? P que la conciencia de unidad es la que permite esta interrelación. Yeso que es un hecho en lo
fisiológico, es un echo también en las cosas más materiales y más externa de la vida.
Así, la persona que vive en su existencia material, pero abierta a esta conciencia de totalidad,
se encuentra que está funcionando en una sincronicidad extraordinaria con cosas que parecen
totalmente ajenas o extrañas a ella. En cambio, si la persona está viviendo en una conciencia de
aislamiento, de problemas, y de nada más, eso mismo la encierra, la aísla de esta sinergia que existe
con los demás seres. Yeso tiene un efecto negativo en lo material, en las circunstancias, en el dinero.
Algunas veces, ciertas personas me han comentado, directamente: «y esa enseñanza, esos
cursos, ¿me ayudarán a pagar las letras que debo? Porque si no es así, no me interesa». Y yo he
solido decir que no. Y no obstante mi respuesta ha sido falsa; porque es rotundamente cierto que si
se vive eso, uno recibe ayuda para pagar las letras y muchas otras cosas. Pero he contestado que no,
porque la actitud que llevaba implícita la pregunta es una actitud que no puede aceptar esas otras
realidades, por lo menos mientras se mantenga tan exclusiva, tan marcada.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
2. EVOLUCIÓN, CRECIMIENTO
En ese campo de conciencia, por un lado está mi personalidad, está mi cuerpo, están mis ideas,
mis hábitos, mi conducta, mis recuerdos, está todo lo que yo vivo en primera persona. Pero también
en este mismo campo de conciencia está lo que yo vivo como lo otro: mi imagen del mundo, mi
conocimiento de las personas, mi valoración de las personas, todo lo que yo siento en relación con
personas, seres y circunstancias; y todo esto es también un aspecto de mi propia conciencia. Y
aunque esto se corresponde que está realidad más allá de mí, yo solamente vivo ese mundo según
está registrado en mi propia conciencia.
Además, esta conciencia tiene otro sector superior que es donde yo voy registrando todo lo
que, a mi entender, está por encima de mí y por encima del mundo. Y ahí es donde nosotros vamos
registrando todo lo que son aspectos de una belleza ideal, de una bondad, de una felicidad, de un
poder, de un Ser, de una eternidad; en definitiva, todo lo que llamamos valores trascendentes.
También todo esto es parte integrante de nuestro mundo o universo individual.
Éstos son los tres grandes sectores de nuestra conciencia. Lo que yo vivo en primera persona:
yo. Lo que vivo como perteneciente a lo que está fuera de mí: el mundo, la existencia. Y luego lo
que son los valores o realidades superiores: lo trascendente, lo espiritual, lo divino.
Durante la primera etapa de evolución, la cual puede durar muchos siglos, el hombre va
tomando conciencia de su propia personalidad como su única unidad; el hombre vive su
personalidad, su cuerpo, su mente, su afectividad, a la vez que está constantemente enfrentado y en
relación con el mundo y también con unas realidades superiores. O sea, que el se vive como una
unidad enteramente distinta del mundo, del o del mundo y de lo superior. Pero llega el momento n
que va descubriendo -o ha de llegar a descubrir- que de algún modo eso que conoce del mundo es él
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
mismo; no que el mundo en sí sea él mismo, sino que su conocimiento, su conciencia del mundo, es
su conciencia, es una parte de sí mismo. Y que lo que uno intuye, conoce o formula respecto a lo
superior es otra parte de esta conciencia total de sí mismo; es un aspecto de sí mismo.
Fijémonos bien, porque esto no quiere decir que yo no me relacione con los demás;
simplemente quiere decir que yo solamente me relaciono con los demás a través de mi noción, de mi
imagen -de la conciencia en mí- de los demás. y que yo me relaciono con lo trascendente sólo a
través de mi conciencia de lo trascendente. Por esto os decía que no hay auténtica comunicación
superior si no hay esa presencia, esa realidad superior actualizada en mi conciencia.
Así, todo lo que yo conozco, valoro, en todos los aspectos, en todas las áreas de la existencia,
visibles o invisibles, presentes, pasadas o futuras, son aspectos de mi propia conciencia total. Y todos
esos aspectos, todos esos contenidos de mi conciencia total, son expresión de lo que esta misma
conciencia es en su centro, en lo que yo soy en mi identidad central, en mi ser, en mi autenticidad.
Yo como creador
O sea, que hay un background, hay una base que está más allá de mi propia creación y luego
hay una naturaleza de estímulos, de circunstancias particulares, que también van más allá de mi
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
capacidad de creación. Es necesario que por un lado yo llegue a descubrir esa naturaleza diríamos,
de dios, en pequeño, y por otro lado que yo aprenda a vivir conectado con esa otra parte en que yo
no soy dios. Gracias a eso se produce una articulación mía con la existencia en sí.
Lo que yo digo de ser dios dentro de nuestro universo es una noción más rica de lo que parece,
porque yo no puedo pasar a una unidad superior hasta que yo no haya asumido la unidad actual. Si
yo realmente soy dios en mi universo -en ese sentido que he explicado-, hasta que yo no haya
asumido realmente esta función, yo no podré pasar a una mayor expansión de conciencia, a un
mayor crecimiento. Ciertamente, yo soy el creador de mi universo, pero yo me vivo como esclavo,
como sirviente, como un producto dentro de este mismo universo. De hecho, yo estoy creando mi
universo pero luego yo me vivo como víctima de él; y éste es el contrasentido. Yo he de descubrir
que ser dios -aunque esta palabra suene muy presuntuosa- es una realidad; pero yo soy un dios
imperfecto, incompleto, soy un dios en proceso de crecimiento, ya que desde el punto de vista de la
totalidad de la existencia sólo soy una célula viviente del Dios absoluto. Y yo debo poder vivir estos
dos aspectos: en función clara, asumida, de dios en relación con mi universo, y en una actitud de
receptividad, de armonía total respecto a la unidad que me trasciende. Y sólo manteniendo el
equilibrio entre estas dos direcciones, yo entonces estoy en el lugar y en la actitud justa.
Necesidad de la auto-observación
En los aspectos prácticos del trabajo, esto tiene unas aplicaciones inmediatas. Se trata de
indagar ¿en qué medida yo me vivo como centro de mi universo? ¿En qué medida yo asumo esta
capacidad que estoy ejecutando -quizá sin darme cuenta- de estar creando mis propias respuestas
hechas de mi propia naturaleza? ¿En qué medida esta creación se produce a expensas mías o en qué
medida la estoy creando yo? Descubrir, asumir, realizar esta función central significa: que yo me
instalo en esta naturaleza central de ser en este fondo, en este centro, en esta identidad básica que
soy, y desde ahí yo creo mis respuestas; y que al crear mis respuestas desde mi centro, éstas serán
siempre, inevitablemente, hechas de lo que es mi propia identidad: de inteligencia, de felicidad, de
energía auto-controlada, auto dirigida. Cuando yo no estoy creando mis respuestas, yo estoy
renunciando a mi función central en mi pequeño universo; y entonces yo me convierto en un
juguete, en un producto, en un efecto. Fallo en lo que es mi verdadera función y entonces yo vivo
víctima de esas cosas que se van produciendo en mí a pesar mío. Es el aspecto mecánico el que está
produciendo respuestas en mí, y yo luego me encuentro aprisionado dentro de la red formada por
estas respuestas.
Hay que mirar en uno mismo y plantearse: ¿me descubro yo como centro de mis propias
respuestas, como centro de mi conciencia? ¿Aprendo yo realmente a crear mi respuesta en cada
momento y a evitar que se produzca mecánicamente, ciegamente? ¿Aprendo a estar plenamente
consciente en mi centro y desde mi centro amar, comprender, querer, actuar?
¡Todo esto es una fase analítica del trabajo! Éste es otro enfoque de lo mismo que se ha dicho
anteriormente.
Pregunta: Quiero que me aclares hasta qué punto la sensación de dominio es verdadera. Si lo
que percibes depende del poder que tienes... o si la realidad absoluta está en la capacidad4e
reconocer los estímulos exteriores que llegan a ti. También pregunto si esta capacidad de crear
sentimientos puede ser algo que luego te pueda condicionar.
Blay: Mis creaciones me condicionan en la medida en que yo me confundo con mis
creaciones. En la medida que yo estoy creando sin salirme del centro, la creación es mía. Toda
creación produce un encadenamiento de efectos; es inevitable. Pero este encadenamiento de efectos
me encadena sólo si yo estoy encadenado a ellos. Por lo tanto, en la medida en que yo puedo actuar
desde el centro y como centro, entonces yo puedo hacer lo que sea sin quedar atado, sin quedar
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
condicionado, es la acción que se hace sin actuar; es el wu-wei en la visión china: la acción en la no-
acción; es la acción liberada, sin karma, dentro de la concepción oriental; es actuar dentro de la pura
voluntad de Dios en una terminología cristiana.
Pregunta: ¿La acción libre es una forma de compensar o de huir de la incomodidad que
representan las obligaciones diarias?
Blay: No, no. La acción libre no se hace por una razón; no se hace para que no me aten. La
acción libre es inherente a su propia naturaleza. Es libre porque surge de un centro que no depende
de nada. Cuando se hace una cosa con una finalidad, uno queda condicionado a esa finalidad...
aunque esta finalidad sea para liberarse. ¿Entiendes? La acción libre no puede tener un motivo más
allá de la misma acción; el motivo de la acción es inmanente en la misma acción. Cuando el motivo
está más allá -en espacio de tiempo- de la acción, entonces está supeditado a ese término en el
tiempo. Por eso la realidad, aunque extrañe mucho a algunos, no tiene finalidad. La realidad está ya
presente; no es una realidad para algo. Esto es una visión de relación relativa de nuestra mente
concreta, que siempre está viendo las cosas como estando unas en función de las otras. Pero la
realidad básica, nuestra, y también de la existencia tomada en su totalidad, simplemente Es. Y por
eso, el mismo deseo de realización es un obstáculo para la realización, porque en ese estado uno es
incapaz de tomar conciencia, de centrarse y de expresar el propio centro. Uno siempre está
relacionado con algo, con un objetivo, con una idea, por lo que existe una tensión; y esto impide una
toma de conciencia en la profundidad del presente.
Pregunta: En la forma en que vivimos habitualmente, con todos nuestros problemas y apegos,
debe ser casi imposible liberarse.
Blay: Claro. No casi sino totalmente imposible, tal como solemos vivir. Solemos vivir
pendientes de nuestra mente personal concreta, y así es imposible no tener objetivos. Pero esto no
debe preocupamos pues lo que es imposible desde ese nivel, resulta factible e inevitable cuando uno
aprende a descubrirse como centro y a vivir expresándose como centro. Cuando consigas un mayor
grado de centramiento (al practicar el ejercicio) observarás que automáticamente todo lo que son
deseos, temores, apetencias, crispaciones..., desaparecen. Cuando mayor es tu conciencia de plenitud
en presente, más se diluyen todo lo que son deseos, todo lo que son objetivos o finalidades. Porque
todo ese deseo, objetivo o finalidad es exactamente lo que nos falta para vivir la totalidad del
presente. Cuanto más superficialmente vivo el presente, más se traduce lo que me falta de totalidad
en creaciones de deseos en el tiempo, de cosas, etcétera. Sólo a través de este trabajo, de esta toma
de conciencia experimental de uno mismo como centro, se produce una auténtica transformación de
raíz, que puede llamarse una auténtica mutación. Fijaos que no consiste en un crecimiento, en un
desarrollo de algo, sino que es un cambio total, un salto, de órdenes de cosas, de valores, de modo de
funcionar. Es un salto, no es un desarrollo. El desarrollo es el otro modo de hacer: partiendo de
nuestra mente, cambiando nuestros condicionamientos; desarrollando nuestras cualidades positivas,
etcétera; se trata de un método progresivo. Pero lo que estoy diciendo ahora en una mutación, en el
sentido de que de repente dejo de funcionar desde un centro que me motivaba hacia una serie de
acciones, de valores, de formas de ver las cosas, y me descubro en otro centro donde cambia
radicalmente todo orden de valores y todo orden de realidad.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Etapas
El trabajo de asumirse como centro, como todo lo que sea crecimiento real, podríamos decir
que tiene sus etapas -etapas que sólo existen en nuestra mente, porque en sí ya somos el centro-.
Estas etapas son:
1. La Ver. Yo he de ver algo que está más allá de lo que creo ser yo mismo (pero ya está en
mí). Por ejemplo, en la medida en que yo vivo despierto pero abierto a algo, arriba y adentro, me
viene una capacidad de actuar, de sentir, de ver; entonces, ver eso que esta viniendo. O si yo ya
tengo un mundo de aspiraciones o de deseos, ver eso que deseo. Este ver es fundamental, es la
primera etapa pero es imprescindible: ver, ver, ver...; mi mente personal debe tomar clara conciencia
de eso.
2. Sentir. Yo no debo limitarme a una simple visión de la mente, sino que debe haber una
apertura, una participación de mi aspecto sensible. Primero, que yo vea, segundo, que sienta. Sienta
¿qué? Eso que es mayor que yo, eso que deseo, a lo que aspiro, o eso que in tuyo que está de algún
modo presente más allá de mi noción actual de mí. Ver, pero también sentir.
3. Mirar ese sentir. Para que se vaya unificando la parte de la mente consciente con la parte del
aspecto afectivo, con esta zona no integrada. Cuando esto yo lo he hecho durante un tiempo, yo lo
voy reconociendo como mío, como una zona mía, fuera de mi frontera usual, pero mía. Entonces de
este ver-sentir surge el reconocerse.
4. Querer ser eso, asumirlo y expresarlo. Como consecuencia de lo anterior surge el querer
vivir eso, querer ser eso. Luego viene el asumir concretamente eso que soy. Y una vez yo lo asumo,
expresarme yo en tanto que eso.
Éstas son las etapas. Ver, sentir, unir estas dos cosas; reconocerme, querer, asumir, expresarme
yo en tanto que la cosa asumida. Esto puede representar cierto tiempo desde nuestra perspectiva
personal porque yo no puedo asumir lo que yo no veo y no siento con mucha claridad, y por eso
durante un tiempo el trabajo consiste en' ir viendo, en ir sintiendo más y más. No en razonar mucho
o en crear teorías, en absoluto; se trata de un estado de contemplación inteligente y afectiva, en que
yo veo y siento aquello. Estoy en un estado de contemplación, en el que -en esta zona nueva de
conciencia que contempla- se van fusionando, el ver y el sentir se van integrando, pero eso no pasará
a ser mío hasta que yo no asuma el reconocimiento.
Asumir es lo que ya hacemos en la vida diaria. Por ejemplo, cuando éramos chicos y luego
hemos ido creciendo, durante un tiempo hemos estado actuando todavía como chicos Y a ratos como
personas más mayores; hasta que llega un momento que nos damos claramente cuenta de que somos
ya mayores. Entonces, en el momento en que nos damos cuenta, decidimos, asumimos, el ser
mayores; y a partir de entonces actuaremos de esa manera, con esa mentalidad, con esa disposición y
no con otra. En un ejemplo distinto, podemos considerar la persona que está en un trabajo y de
repente, por una razón u otra le nombran jefe absoluto de aquel trabajo. Viene el nombramiento,
tiene su despacho, tiene todo lo que le define como jefe; o sea, mentalmente el sabe y acepta que le
hayan nombrado jefe y que él es el jefe. Pero él todavía no ha asumido su cargo, por que él se sentirá
como extraño en su puesto. Hasta que llegará un momento en que él, todo él, aceptará el ser jefe.
Sólo en ese momento en que él asume ser el jefe, sólo entonces actuará como un jefe.
Pues algo parecido ocurre con esos niveles nuevos de conciencia. Estamos acostumbrados a
vivimos con nuestra imagen, esquemas Y sensaciones habituales. Pero al trabajar descubrimos que
somos mucho más, aunque luego si gamos viviendo como si fuéramos igual que siempre. Yo
solamente puedo llegar a vivir todo eso que soy, cuando lo miro, lo siento, lo comprendo, me
reconozco en ello, lo quiero y lo asumo. Cuanto más conscientemente hagamos esto más
rápidamente se puede conseguir. No hay que forzar, no es un problema de tensión, es simplemente
un proceso de asimilación interior.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Respecto al sentir ¿no puede uno imaginarse que siente algo superior o
trascendente?, ¿no puede vivir las cosas sólo conceptualmente?
Blay: Si sientes, eso no se puede quedar en un mero concepto. Y cuando tú vas mirando y
sintiendo, o mirando el sentir de aquello, aquello va adquiriendo una mayor presencia, una mayor
intensidad y realidad en ti, hasta que llega el momento en que tú puedes asumirlo. Esto no es
ninguna manipulación mental, no es ningún forcejeo que yo hago para convencerme de algo, en
absoluto; es un proceso natural, pero que se acelera en la medida en que yo estoy más y más presente
a ello. De todo eso que explico el primer paso es: que veáis. Si vosotros ponéis de vuestro interior
una apertura y vuestra presencia, además de ver, sentiréis. Se trata pues, de lo que vosotros hagáis
con este ver-sentir; ¿os lo lleváis desde aquí a casa? ¿Seguís luego viendo y sintiendo? Si es así,
llegará un momento en que esto lo reconoceréis como propio, y entonces vendrá la decisión y el
asumir. Para esto, el trabajo de centramiento es un factor fundamental.
En cuanto a mi vida, ésta ha de ser una vivencia constante del yo como creador, en lo que
depende de mí; ¿y qué es lo que depende de mí? Mis respuestas. No dependen de mí los estímulos
porque las circunstancias, las personas, escapan a mi control. Por eso soy sólo un aprendiz de dios;
soy un dios en un grado de una escala, pero en ese grado debo serlo. Y en la medida en que lo sea, he
de ejercerlo, porque sino estaré viviendo yo mismo supeditado a mis propias creaciones. Y esto es un
contrasentido. Hasta que yo no aprenda a manejar creativamente mis poderes, mis capacidades, mis
cualidades, yo no puedo ascender de rango, yo no puedo promocionar, no puedo ir más allá en mi
evolución.
Por un lado debo asumir totalmente todo lo que soy, y mi propia capacidad de creación en
cuanto a mis respuestas; y al mismo tiempo he de aprender a permanecer abierto a lo que está más
allá de ese universo propio. Abierto al exterior, a los estímulos nuevos, pero sobre todo abierto
también a la dimensión desconocida más allá de mi límite actual. Abierto 1 infinito, al Dios de mi
dios, abierto a lo superior, pero a vez firme en mi mismo. Esto parece difícil..., y lo es. E estar
manteniendo la actitud de ser dueño, rey, centro, creador, y a la vez estar totalmente supeditado,
abierto, receptivo, dependiente, de algo más. Generalmente estamos de una manera o estamos de la
otra; ésta es nuestra actitud habitual. O yo me considero dueño, como cuando estoy muy optimista o
como cuando me enfado (en este caso lo ejercito de maravilla), o yo me siento débil, frustrado,
fracasado, y entonces todo yo soy una criatura que llora buscando ayuda por todas partes. Tenemos
una actitud o la otra. Se trata de poder vivir simultáneamente esas dos actitudes: ser yo totalmente,
jefe, centro, dios, de lo mío, y a la vez ser totalmente criatura, totalmente abierto y dependiente de lo
superior. Por un lado asumir todo lo que es mi creación, mis facultades y su ejercicio, y por otro lado
dejar que yo sea asumido por algo mucho más grande que yo mismo.
Sólo estas dos posturas juntas hacen la actitud correcta; separadas, pasamos de un extremo al
otro. O yo me convierto en un ser supeditado a mis propias creaciones o yo me otorgo unas
atribuciones que son de un absolutismo infantil que da risa; el peligro de la soberbia o el peligro de
la humillación. Pero lo que permite ver si la actitud es la correcta es el hecho de que puedan vivirse
simultáneamente estas dos actitudes: que por un lado yo mantenga mi función central de asumir todo
lo mío, de ser dueño, de crear mi actitud en todo momento, y al mismo tiempo estar totalmente
abierto y receptivo a algo más allá de mí. Hay un sólo punto donde esto puede hacerse. Sólo desde el
centro son posibles esas dos funciones: ser totalmente afirmativo en un sentido y a la vez ser
totalmente receptivo en otro.
Pero la mente no puede hacer eso, la mente afirma o está pasiva. Debo encontrar este punto
desde el cual yo soy yo, y todo yo dispongo de lo mío y a la vez todo yo soy recepción: es mi
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
conciencia central de ser. Combinar las dos actitudes, tratar de ver una y la otra procurando vivirlas
juntas, es otro modo de conseguir la conciencia del centro.
Pregunta: Temo que mis aspiraciones quizá sean sólo ideas. Entonces me estaría engañando a
mí misma.
Blay: Podría ser. Pero mira, cuando tú, por ejemplo, tienes la demanda de sentirte muy segura
y muy libre, la impresión que tú tienes de seguridad y libertad, no es una idea; es un sentimiento, es
un estado. Lo que pasa es que tú lo miras con la mente y lo formulas con la mente. La mente es una
herramienta que no sólo fabrica ideas, sino que es lo que permite enfocar la atención y tomar
conciencia de algo. Y por eso utilizamos el mirar; no como pensamiento sino como un medio de
contacto o de toma de conciencia. Así, cuando tú miras lo que deseas, no solamente miras en un
sentido intelectual sino que estás aprendiendo a sentir. Entones estás conectando un foco de tu mente
consciente con una zona no de ideas, sino de sentir, la que posee sus propias energías. Si tú te
limitaras solamente a la parte literaria de lo que estoy explicando entonces sí que serían ideas. Pero
si tú diriges tu atención a lo que sientes o a lo que presientes, entonces ahí no son ideas. Esta mirada
en relación con algo que sientes te lleva a una zona de conciencia donde hay unas cosas que están
más allá de toda idea. Cuando tú te das cuenta de que tienes hambre, lo que haces es conectarte con
los mensajes que vienen de tu aparato digestivo y dices «¡tengo hambre!». Pero realmente, la noción
o la conciencia inmediata que has tenido del hambre no es una idea: la idea es una formulación
posterior. Pero hasta que no te viene aquí, a la frente, no eres consciente mentalmente de que tienes
hambre, y no puedes (mentalmente) decidir el ir a comer. ¿Entiendes? Hay que distinguir muy bien
entre lo que son ideas -que se van relacionando entre sí, y que forman todo un tinglado teórico y lo
que es la mente como instrumento de conciencia, de contacto, como medio de unión e incluso de
exploración de áreas nuevas. Una cosa es la atención, este mirar, este conectar, y otra cosa es la
ideación, la formulación de ideas.
Pregunta: Eso es evidente cuando tengo hambre u otra necesidad de tipo físico. Ya no es tan
claro cuando se trata de cosas no físicas.
Blay: En efecto. Si uno se limita al ejemplo físico, pues sí, ¡hambre! (o lo que sea). Pero
también hablo de una actitud de contemplación. Contemplar es mirar, y disfrutar de aquello que se
contempla; no es razonar sobre...; aunque se puede razonar, y a veces puede ser una ayuda para
entender mejor. Pero la esencia de la contemplación es lo que hago cuando contemplo un cuadro o
un paisaje. Me quedo mirando, abierto en mi mente y en mi sensibilidad al estímulo del cuadro o del
paisaje.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Pero el razonar sobre esto que sentimos ¿no puede llevamos a una expansión de
posibilidades, a crear nuevas expectativas, nuevas metas?
Blay: Creamos nuevas metas, a veces; a veces no. Depende de como razonemos.
Frecuentemente, el razonar consiste en reajustar la nueva información con la antigua.
Pregunta: Aquí yo veo el peligro de que la imaginación se sobreponga a estos estados de ver
y razonar y los domine.
Blay: Es posible pero no importa. Porque todo lo que pueda generar la imaginación sigue
siendo tan tuyo como lo que puedas ver o razonar. La imaginación funciona de dos maneras: de una
manera pasiva o de una manera activa. Pasivamente, está expresando generalmente lo que son tus
deseos y tus temores; es el lenguaje plástico del inconsciente. Funciona activamente cuando tú estás
muy presente y despierto y entonces tu intuición se expresa a través de la imaginación en forma de
posibilidades realizables. Esta segunda es la imaginación auténticamente creadora; la otra es la
imaginación perturbadora. Pero tanto en un caso como en el otro, la imaginación tiene unos
contenidos reales; son reales por su procedencia, es real el lugar del cual proceden. Pero lo malo es
que yo tome como realidad en el plano material lo que imagino, ese es el error. Pero en un nivel u
otro aquello que imagino es lo real, o es la formulación de algo real.
Pregunta: Ver, imaginar, razonar, asumir, expresar... son muchas cosas. Luego, el concepto de
realización. ¿Qué es lo más importante, lo prioritario?
Blay: Lo más importante es que tú seas tú y vivas a partir de esta conciencia central, la que
puede conseguirse a través del traba' o de centramiento. Esta centración debe mantenerse tanto como
se pueda estando en acción. Luego se va. No importa. Volver otra vez a centrarse para poder
funcionar otro rato. Este funcionamiento desde mi actitud más auténtica, esto es lo que me
transforma. Lo que me transforma no es lo que siento, lo que reconozco o lo que vivo cuando
practico el centramiento; esto es un despertar interior. Lo que me transforma activamente, lo que me
realiza en un sentido completo es lo que yo expreso de eso, porque al expresarlo estoy obligando a
que entren en funcionamiento nuevos circuitos mentales, nuevos esquemas de acción; estoy
haciendo llegar la nueva visión, la nueva realidad, a toda mi personalidad. Esto es lo que transforma.
Por eso insisto siempre en que cuando uno vive algo profundo, debe expresarlo, debe dar eso que
vive. La vida diaria es la auténtica prueba, el auténtico test de mi grado de realización o de despertar
o de verdad interior. Si yo en mis ratos de meditación vivo maravillas pero luego en la vida activa
tengo mis miedos, mis esquemas de defensa habituales, eso quiere decir que estoy creando una
dualidad peligrosa. Lo que yo realizo, lo realizo sólo en la medida en que lo aplico en mi vida diaria.
Los pasos que explico son partes de un proceso que se basa en un hecho fundamental. No es
complicado pero es difícil de hacer, especialmente lo de mantener el estado centrado. Pero no
necesita de filigranas mentales ¿entiendes?
Pregunta: Andando por espacios abiertos, es cuando me parece conseguir cierto centramiento
o despertar mientras estoy haciendo algo; en este caso, caminar.
Blay: Éste es, diríamos, el preludio. Se trata de que tú, al andar, estés despierto, sin pensar que
estás andando pero estando totalmente presente en tu realidad de andar. Porque el pensar en ello es
como ocurre con el plano de un edificio, que es necesario pero no es el edificio. El edificio aparece
cuando dejas el plano y empiezas a manejar los materiales. Hay personas que se pasan toda la vida
manejando planos y no pasan de ahí ¿sabes?
El «gesto» de Centramiento
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Pero yo estoy supeditado a los estímulos, a lo que me viene de fuera, y a veces no
se puede evitar el sufrimiento.
Blay: Tú, subjetivamente, sólo estás supeditado a tus respuestas. Objetivamente estás
supeditado a los estímulos, a las circunstancias objetivas, pero subjetivamente -y esto es lo que te
hace sufrir-, estás condicionado sólo por la insuficiencia de tus respuestas. Cuando tú vivas la
plenitud de tu capacidad de respuesta no vivirás la situación como negativa; vivirás tu positividad
total de ser en expresión.
Cuando toda la evolución esté colmada (es un suponer), los estímulos serán todos perfectos.
Pero lo que a mí ahora, me hacer sentir atado, supeditado, limitado, negado, no es que yo no pueda
hacer o decir ciertas cosas (como solemos creer) sino que yo no vivo mi totalidad en las cosas que
puedo decir o hacer. Cuando yo consigo descubrirme como centro y expresarme como centro, mi
lucha en un momento dado será expresión de mi plenitud aunque esa lucha, objetivamente, no
consiga su objetivo, pero también mi silencio será una expresión de mi propia plenitud.
Yo estoy expresando siempre mi plenitud de poder, de inteligencia, de afectividad; y esto,
subjetivamente es una afirmación total, es una creación total. Aunque luego, objetivamente, los
resultados no consigan todo lo que yo deseaba, no obstante estoy contribuyendo con toda mi
plenitud a realizarme, a afianzarme en lo real. En este sentido, subjetivamente, es una plenitud total
que no sería mayor aunque mejorara lo objetivo, los resultados externos. Exteriormente existen unas
limitaciones de las situaciones en sí, lo cual es un problema colectivo, de la humanidad, de la
evolución, pero no es un problema de la plenitud o de la capacidad de centramiento del individuo, ya
que la experiencia nos enseña que las personas más realizadas son las que menos dependen de las
cosas que pasan a su entorno. Pero ahora estamos tan mentalizados en lo exterior que nos parece que
no puede haber plenitud si lo exterior no funciona según nuestro deseo.
Es lo que ocurre cuando parece que no puedo ser feliz si la persona con quien vivo no funciona
de una manera determinada. Y no me doy cuenta de que esto es debido a que yo no ejerzo mi
función de centro creador, de dios creador; que yo estoy siendo pasivo respecto a los estímulos en
lugar de ser creativo. Y esto es lo que me hace depender de mi imagen del otro; y necesito que el
otro cambie, y si no cambia yo me molesto, protesto y me rebelo. Pero esto es por mi propia
debilidad, por mi propia ignorancia y no es por culpa del otro.
Primero yo he de vivir mi propia capacidad creativa expresando más y más lo que es mi
naturaleza, mi identidad, al crear mis respuestas, y entonces veremos si persiste el conflicto o no.
Puede persistir un conflicto objetivo, externo, pero interiormente desaparecerá todo el conflicto. Esta
situación es tan frecuente en la convivencia humana (y casi diría tan inevitable en el modo de vivir
actual), que entender esto y trabajarlo a fondo es cambiar completamente nuestro modo de vida en la
sociedad, en el mundo.
Pregunta: Cuando dices que todo lo que vemos en el mundo es nuestro, es discutible, pues yo
puedo admirar la belleza de una obra de arte, de una escultura, por ejemplo, pero yo no soy capaz de
producirla.
Blay: Tú no tienes la facultad de esculpir, pero tienes las facultades de ver, de sentir, de
apreciar, eso es lo que tienes.
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Pregunta: O sea que si yo puedo llegar a entender, a apreciar el valor de una obra de arte
¿entonces la asumo como mía?
Blay: No, no. Tú puedes hacer una elaboración mental sobre la belleza, pero nunca te hará
sentir la belleza. La belleza la sientes directamente, de entrada, o no la sientes. Cuando una cosa la
elaboras por análisis, entonces no es belleza, es concepto, es una crítica, que puede ser muy correcta
desde su punto de vista pero no es la belleza. La belleza aparece como una exclamación que es
expresión de un sentimiento, de una realidad estética, yeso es inmediato.
Pregunta: ¿Y no podría ser que uno se encontrase ya situado de golpe, sin tener que pasar por
el proceso de pasar por los tres niveles o estados?
Blay: Efectivamente, se puede pasar de golpe, pues si se hace bien descubres que estás ya en
esos tres estados. A veces eso se produce accidentalmente sin saber porqué, pero luego si uno lo
trabaja entonces se hace casi siempre así. Yo, por ejemplo, no me centro progresivamente.
Los que en el ejercicio no lográis un centramiento satisfactorio, mirad para ver donde está el
obstáculo y formuladlo. Porque ¿os dais cuenta del grado de despiste en que estáis todos cuando
entráis aquí, en esta sala? La finalidad que tiene gran parte de lo que explico es la de intentar
centraros un poco más. Pero apenas se interrumpe lo que se explica, aparece la enorme prisa que, en
general, todos sentís para hablar, decir cosas, reír, etcétera. El hecho de hablar es estupendo, y el
hacer broma también me parece fantástico, pero ahora me refiero a esta necesidad de salirse de la
atención, del trabajo, y al modo de hacerlo, que es una auténtica salida de sí mismo. A eso me
refiero. Es como si hubiera una presión..., como los chicos en la escuela, que les hacen estar quietos
a la fuerza, y cuando les abren la puerta... se escapan.
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Ser esta profundidad, ser esta realidad no quiere decir que yo deba ir como un superman por la
vida, en absoluto; ser esta realidad quiere decir que yo me reconozco en esa totalidad, en esa
plenitud, de ser, de inteligencia..., allí donde esa inteligencia y plenitud son. No consiste en pretender
traer esto aquí, en mi zona personal, sensible. Consiste en que yo me reconozca en lo que soy, allí
donde lo soy; que yo reconozca a Dios allí donde Dios Es. Por lo tanto, yo traslado mi centro de mi
plano anterior donde estoy acostumbrado a vivir a un plano más profundo donde aquello ya es allí, y
entonces lo vivo desde allí; aunque puede ser que por el medio las cosas anden bastante perturbadas.
Yo puedo sentirme muy mal, físicamente, emocionalmente, etcétera, y no obstante ser eso. Y he de
aprender a mantener eso que soy, a seguir siendo eso que soy, a pesar de como me encuentre, de
como me sienta, porque si no es así, si confundo el ser con mi sentir estoy armándome un lío
considerable. Mi sensibilidad, mis estados emocionales, son variables, pues todo lo de la
personalidad es lo más variable que hay, es lo que tiene un ciclo de devenir más rápido; es lo que
está detrás lo que es estable. Es necesario aprender a descubrir que yo soy allí donde yo soy, y que
ese allí es aquí, en profundidad; y aprender a vivir, a ser, a instalarme en esa profundidad, y desde
ella, vivir todo.
Después ya se irá experimentando que eso se aproxima a mi periferia y se va integrando todo.
Pero de momento uno no ha de pretender sentirse siempre en un estado maravilloso, y con la cabeza
lúcida, despejadísima, porque esto no ocurre siempre así, sino que se trata de descubrir lo que soy y
serlo desde donde lo soy. Y vivir eso que soy, siempre, con independencia de cómo me encuentre. Yo
no debo renunciar nunca a lo que soy. Si realmente veo que soy eso, y para mí esto es una evidencia
(no sólo algo que me han dicho) y lo descubro como realmente mi realidad, mi identidad, entonces
viviré eso contra viento y marea, pase lo que pase, aunque yo me sienta mal por todos los lados.
El ejercicio de centramiento tiene esta finalidad. En el centramiento se experimentan ciertas
sensaciones o estados. Eso que has vivido ¿es algo que gira alrededor de ti, o en que medida eres tú
mismo? De momento puedes vivirlo como algo que tú sientes, que tú experimentas, por lo tanto
como algo que no eres tú (de momento). Pero tratando de mirar, y de seguir mirando eso, de seguir
sintiendo eso, entonces verás si te reconoces tú en eso; porque ahora estás viviendo eso desde tu
esquema habitual, desde tu idea, tu hábito, tu costumbre de ti. Míralo, siéntelo, y cuando te
reconozcas en ello, entonces lo podrás asumir de veras.
En el vivir cotidiano no hay que olvidar esa característica que he explicado de ser yo el dios de
mi universo y no el esclavo de mi universo. Y ser el dios de mi universo significa que yo estoy
creando y dirigiendo los elementos internos de este universo, yeso solamente puede hacerse desde
esta conciencia más profunda de ser.
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3. LA UNIDAD
El todo y la parte
El hombre es un ser cósmico. La energía del cosmos es la que le anima, la plenitud del cosmos
es la que está en su centro afectivo y la inteligencia del cosmos es la que piensa en él, a través de él.
Cuanto más pronto nosotros podamos reconocer esa inmensidad de vida, de amor y de poder
que somos, esa unidad profunda que nos une a todos y de la que todos somos expresión individual,
más rápidamente nosotros viviremos esa armonía, esa paz, ese poder. Pero cuanto más nosotros nos
aferremos a nuestras pequeñas mentes personales, con sus distinciones, con su querer prevalecer por
encima o aparte de los demás, más estamos prolongando nuestro propio purgatorio.
Hemos de aprender a vivir más la unidad, la totalidad de nuestra conciencia, contrarrestando
así el hábito que llevamos desde muchísimas generaciones de vivir amarrados y crispados en nuestra
pequeña personalidad. En cada momento nosotros debiéramos poder vivir sintiendo la unidad de la
vida, pero nosotros vivimos sólo una parte de esa unidad como si fuera nuestra única realidad, y esta
parte que creemos ser la vivimos contrapuesta a las otras partes de esta misma unidad.
En cada momento yo tengo la visión particular de algo porque existe también la visión general
de ese algo. He de aprender a mantener ese plano más profundo de la conciencia abierto, consciente
de la totalidad que percibo, aún cuando yo esté manejándome concretamente en aspecto particular en
el que me estoy moviendo, en el que estoy actuando. Es decir, he de vivir siempre la parte en función
del todo.
He de aprender también a vivir lo que es la forma en relación con el fondo. Cada vez que yo
tomo conciencia de algo, ese algo es algo que se destaca sobre un fondo, sobre un fondo interior.
Cuando yo me doy cuenta no sólo de la forma particular, de una idea, de un objeto, de un
sentimiento (o de lo que sea), sino que me doy cuenta del fondo desde el cual percibo la forma
particular, he cambiado de nivel. También cada vez que tomo clara conciencia de algo, por este
mismo hecho ya me sitúo en un nivel más profundo. Pero en lugar de tener esa visión en
profundidad nosotros solemos deslizamos mecánicamente de una forma a otra forma ya otra. Y así
tenemos una actividad incesante pero toda ella en la superficie, lo que nos impide vivir esa mayor
realidad que está detrás de cada forma particular, de cada fenómeno particular de conciencia.
Otra forma de ver lo mismo, es la de que nosotros siempre actuamos en relación con algo. Y
nuestra acción no está desligada, no es algo aparte, de ese algo en relación al que actuamos, pues mi
acción y el algo con lo cual me relaciono forman una sola unidad dinámica. Pero si yo estoy
moviéndome dentro de mis esquemas personales de siempre, yo estoy viviendo la ilusión de estar
actuando como algo aparte y distinto de lo otro; en lugar de vivir. esa unidad funcional, dinámica,
estoy viviendo una parcialidad que se contrapone al resto.
Cuando estoy hablando con alguien, y yo digo algo, eso que digo es como una parte de un
todo; el otro me contesta y es como si completara esa parte. Al movemos es exactamente igual. Yo
me muevo en un medio ambiente, el cual puede ser simplemente el aire, o puede ser un espacio
particular. El movimiento que yo estoy haciendo está en relación con ese aire, o con el lugar
particular en el que me muevo, o en relación con el destino al que me dirijo. Entonces ese destino,
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
yo y el movimiento son una sola unidad. También el aire a través del cual yo me deslizo es una parte
integrante de esa unidad total que es mi movimiento.
La interacción humana es algo que está constantemente buscando su unidad, algo que se está
completando. Yo ahora os estoy hablando, y mi hablar es un aspecto que está totalmente unido,
inseparablemente unido a mi conciencia de vosotros. Por lo tanto, la conciencia de mí, la conciencia
de vosotros y el hablar son tres elementos de una sola unidad. A su vez, lo que yo digo, plantea en
vosotros una pregunta, o una situación inacabada, algo que requiere que lo comprendáis, que lo
aceptéis o que lo rechacéis, o que sigáis unas normas consecuentes a lo que digo. Pero lo que
vosotros recibís no queda completado hasta que vosotros respondéis totalmente a ello; y así, desde
vuestro punto de vista, mi presencia, lo que os digo y vuestra respuesta forman una sola unidad. En
cada momento, cada parte se relaciona con todas las partes restantes; es un Todo que es dinámico,
que es funcional, y que no hay en él ni una sola parte que esté desconectada o aislada de lo demás.
Interacción armónica
Estamos viviendo ya una unidad aunque la vivamos durmiendo. Cuando despertamos, cuando
tomamos conciencia de esa unidad en la que vivimos, esa unidad que somos y en la que somos,
entonces nuestra conciencia se expande, vivimos la realidad como es, y me vivo a mismo en mí, en
lo otro y en el movimiento. Cuando se aprenda vivir así, es como si toda situación fuera como un
ballet e hacemos conjuntamente. El movimiento que yo hago está necesariamente seguido por el
movimiento del otro que lo completa; constantemente cada acción es consecuente a otra acción y es
antecedente de otra acción que la completa. Forma todo una unidad dinámica en todos los aspectos:
en el aspecto físico, en el aspecto afectivo, en el intelectual, en el de los niveles superiores, en todo.
Es sólo nuestra miopía o nuestra rigidez mental la que impide damos cuenta de esta unidad viviente
en todo.
La existencia es algo que hacemos todos conjuntamente en relación con todo y a la vez
nosotros mismos somos todo. En esa especie de ballet, yo personalmente cumplo una parte, pero mi
conciencia está viviendo la totalidad del ballet. Yo encarno personalmente un aspecto, y en ese
sentido mi personalidad se expresa como parte, pero a la vez, paralelamente, mi conciencia más
interna y superior está viviendo activamente la unidad de todo movimiento. Esa conciencia
transpersonal que me permite vivir a mí y a lo otro como una parte mía es un aspecto muy concreto
de trabajo que conduce a esta conciencia de unidad.
Ahora bien, cuando yo actúo, cuando yo hablo ¿vivo eso?
Para vivir eso es necesario que yo esté viviendo lo mío y lo otro en un mismo acto de
percepción. Que yo esté viviendo al otro como algo mío; que esté atento a lo otro, no solamente en
mi mente sino también en mi corazón. Y entonces todo lo que el otro hace es a la vez algo que
ocurre en mí, a lo cual yo respondo activamente en mi propia personalidad. Y así se produce una
interacción constante entre una parte de mí y otra parte de mí, y gracias a esto vivo mi unidad total,
me injerto activamente en la unidad objetiva total.
Siempre que se vive así, la experiencia es gozosa. Es un ballet pero también es un juego, ya
que el juego consiste en lo mismo: en que yo esté atento al otro y que mi acción complemente la
suya (y la suya complemente la mía). Así, yo entiendo al otro no como un enemigo, no como un
competidor, sino como un colaborador en el acto de vivir esa unidad total.
Ausencia de esfuerzo
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: No, usted no, claro; pero en las palabras está la clave ¿no?
Blay: Estás demasiado pendiente de las palabras. Procura estar pendiente de mí y de tu sentir
¿qué estoy haciendo yo mientras hablo, mientras hablaba con ella hace un momento? Esto es lo
importante y no lo que digo. Lo que digo es importante en el nivel de formulación de ideas. Pero si
tratas de ver mi actitud interior, no si hablo en un tono de voz o en otro (pues esto es secundario)
sino la actitud interior, verás que yo estoy recogiéndola a ella en mí, la estoy acogiendo como
sintiéndola dentro de mí, es decir, estoy recibiéndola con la mente y la afectividad abiertas. ¿Esto lo
entiendes? Entonces todo lo que ella dice y todo lo que ella expresa, y su estado interior, se
manifiestan en mí. Y entonces porque yo lo vivo en mí no es algo aparte de mí; porque lo vivo en
mí, esto produce, moviliza automáticamente la respuesta correspondiente también en mí, sin
separación, sin oposición.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Esto se ve muy claramente en el juego amoroso, cuando hay auténtica sintonía entre uno y
otro, en que cada uno es como si participara de lo que el otro está deseando y sintiendo, de lo que
está queriendo hacer, y entonces se produce esa interacción dinámica que es una sola unidad. Se vive
también en el juego, simplemente cuando dos personas, o dos chicos (o dos chicas) que son amigos,
juegan a algo que les gusta mucho -sobre todo si se trata de un juego que exige cierta destreza, cierta
habilidad-o Llega un momento en que uno siente lo que el otro hace, antes de que lo haga; o aunque
no sea antes, por lo menos lo que hace el otro es como si uno lo estuviera viviendo dentro, y la
respuesta se hace instantáneamente no como reacción a algo externo, sino como si yo, de algún
modo, fuera yo y el otro a la vez. Es difícil de explicar porque son experiencias muy distintas de lo
que vivimos habitualmente.
Toda fuerza que yo vivo como exterior es a la vez un aspecto de mi conciencia. Cuando yo la
acepto de ese modo en mi conciencia –y eso es lo que ocurre cuando yo estoy abierto mental y
afectivamente-, aquella fuerza no es una fuerza aparte y extraña a mí, sino que es una fuerza en mí
que a su vez provoca la respuesta correspondiente también en mí.
Todo estímulo provoca de un modo natural una respuesta equivalente al estímulo. Si cuando
yo hablo vosotros estáis atentos, centrados pero receptivos, notaréis que todo eso que digo y yo
mismo es como si de algún modo estuviera dentro de vosotros, como si fuera algo vuestro. Si yo
ahora hablara de unas cosas más sublimes, más delicadas, esa delicadeza no la veríais en mí
solamente sino que la sentiríais en vosotros. Si yo me pongo a hablar en un tono más fuerte, más frío
y más exigente, entonces lo probable es que cada uno se cierre porque sienta incomodidad o miedo;
pero si uno es capaz de mantenerse abierto y centrado, de manera que el impacto entre libremente en
la mente y la afectividad, entonces uno sentirá dentro de sí toda esta fuerza que yo expreso, la sentirá
dentro de sí, y esa fuerza que yo expreso provocará una respuesta equivalente de un modo natural.
Pero cuando yo freno el impacto de la fuerza con la mente, entonces no se produce esta
respuesta; al frenarla porque siento miedo, al defenderme de ello porque lo vivo como algo exterior
a mí y quizá peligroso, impido que se produzca esa respuesta equivalente al estímulo. Entonces es
cuando yo me cierro, me encojo, y entonces necesito enfadarme mucho para movilizar fuerza o
violencia, he de hacer un gran esfuerzo del que se derivan todas las complicaciones.
Es necesario ver bien ese mecanismo. He empezado esta sesión diciendo: somos seres
cósmicos y toda la potencia del cosmos se expresa en nosotros. No es que se exprese ahora sino que
es la que nos mueve en todo momento ya que siempre está detrás de todo lo que esta s haciendo; y
podemos abrimos totalmente a ella. ¿Cómo?; sin ningún esfuerzo.
El problema de la energía, el problema del valor, del coraje, no es nunca un problema de
esfuerzo; es justo lo contrario, es un problema de no-esfuerzo. El problema está en impedir hacer el
esfuerzo, impedir resistir o cerrar la mente. Yo he de mantenerme centrado y abierto a la fuerza
exterior y esto automáticamente producirá mi respuesta interior de energía, sin límites. Cuanto más
soy capaz de mantenerme abierto y más fuerte es el estímulo, mayor es la respuesta. Y esto no tiene
fin. La resistencia física del hombre sí tiene fin, pero la potencia no tiene fin y la conciencia de esta
potencia tampoco tiene fin. Así, el arte de ser capaz de hacer grandes cosas no consiste en hacer
mucha fuerza sino en permitir que la fuerza infinita que nos anima funcione, sin ponerle ninguna
traba. Y yo no le pongo ninguna traba cuando soy capaz de vivir centrado y abierto a las situaciones.
Entonces, vivir así, no crea ningún problema; vivir así es cuando uno es capaz naturalmente de
responder a toda situación de la manera que convenga sin tensión, sin el menor esfuerzo.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Yo he estado en la India, y allí las personas que viven en la miseria, los niños,... es
algo que estremece. Eso ¿cómo lo explicas?, ¿cómo puede uno abrirse hasta el fondo? Si hay unas
condiciones de necesidad urgentes ¿no es lo más importante remediarlas?
Blay: Pues en parte es así, pero en lo que dices sólo enfocas un aspecto parcial. Si la persona
se abre así, puede ver -en la India o en algún barrio de cualquier ciudad- miseria. Pero también ve
unas personas que tienen un modo de sentir, de pensar, de querer, de hacer. Lo que ocurre es que la
situación de miseria pasa a ser más importante que las propias personas.
Ayuda y necesidad
Observemos que la miseria -además de una situación social- es expresión de unos modos
personales (y mentales) de ser. Así, este modo personal de ser es lo que es más importante. Por otra
parte, uno se interesa por las personas, pues deseamos que salgan de la miseria. Yeso también se
hace socialmente (en un grado u otro); por tanto, ya existe eso que dices que es necesario.
Pero sólo es una parte de algo mucho más importante ya que también se ve la necesidad de
respetar el modo de pensar, de sentir, de aquellas personas. No es un tema fácil. Una cosa es ver el
problema exterior y otra es vedo o vivido más desde dentro. Eso lo habrás experimentado si alguna
vez has querido ayudar a alguien que estaba muy necesitado; y habrás comprobado que siempre está
necesitado. Y llegará un momento en que te darás cuenta que no le estás ayudando dándole lo que les
permita comer y vestir. No quiere decir eso que tengamos que dejar morir a la gente por falta de
comida, lo que significa es que la ayuda fundamental no está ahí, la ayuda fundamental está en que
tomen conciencia de sí mismos; y el hombre por desgracia, todos, los pobres y los que no somos
pobres (o por lo menos, no lo somos de solemnidad), sólo aprendemos las cosas a través de las
dificultades.
De todos modos, ahora estamos explicando un modo de vivir las situaciones humanas y no
estamos haciendo un análisis de los problemas sociales. Es correcto ver que existe esto y la
necesidad y la responsabilidad que todos tenemos en lograr esa unidad para que todo funcione mejor,
pero además hay otros factores en el tema de la miseria que también requieren una atención. El más
importante es el que trata de elevar el nivel de conciencia de la persona para que sea capaz de vivirse
cada vez más a sí misma. Si no se eleva el nivel de conciencia de la persona no se soluciona el
problema, por más ayudas que se den. La solución no está en una beneficencia sin límites sino en
una acción creativa en relación con las personas que necesitan, en lo físico y en lo interno, ascender
de nivel.
Pregunta: Según tus instrucciones, en la experiencia diaria, en los diferentes niveles, desde el
fondo yo debo abrirme...
Blay: Pero centrada. Las dos cosas. No estés nunca abierta si no estás centrada.
Pregunta: Si el otro expresa agresividad ¿cómo es posible que esta agresividad sea parte de
mí si yo no la siento?
Blay: No es que sea parte de ti. Es que tú actualizas de tu conciencia la energía que te permite
recibir o percibir esta fuerza que tiene la forma de agresividad.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: O sea, que cuando movilizo una fuerza en relación a otro debo intentar que sea una
fuerza amable...
Blay: No, no. Puede ser una fuerza incluso de discutir o de pelear. Pero lo importante es que
esto tú lo utilices como algo, como una situación que debe manejarse así y no sintiéndote tú pegado
a la situación. Es un problema de identificación, no es un problema de qué cosa debo hacer. Se trata
de que tú te mantengas tal cómo eres y de que utilices los medios necesarios pero con inteligencia y
afectividad para manejar la situación.
Pregunta: Pero, en la práctica, frente a una situación agresiva, la respuesta es automática ¿no?
Blay: Es automática pero tú le has de dar una dirección. j Claro! Porque también tu mente ha
de estar abierta. Lo que es automático es la respuesta en cuanto a potencial, pues estamos hablando
de la fuerza, que precisamente es ante lo que nos cerramos más. Y el problema de la fuerza es a la
inversa de como lo estamos viviendo. La verdad es que nuestra potencia interior aumenta en la
medida que permitimos que la potencia de base funcione. Y por eso hemos de estar abiertos. En
cambio, cuando yo estoy cerrado, resistiéndome al impacto exterior, entonces he de hacer un
esfuerzo para movilizar fuerza. Pero si yo estoy viviendo la fuerza del otro y la mía a la vez, no las
viviré nunca como antagónicas; y no obstante podrá haber una acción muy intensa. Esto es lo
notable; que aumenta el poder operativo, efectivo, pero no hay esfuerzo. Si tú eres la energía que
anima a varias partes de un todo, es imposible que haya esfuerzo. Ésta es una de las consecuencias
de vivir la unidad total en un sentido superior; superior visto desde la perspectiva en que se suele
vivir.
Si se practica tal como he explicado, todo esto se va descubriendo. Como el problema del
miedo (o el temor) es el más importante que prácticamente tenemos todos, entonces el hecho de
descubrir o saber manejarse en relación con la energía interior es fundamental. Probadlo en
situaciones que no impliquen peligro, 'que no sean graves, y podréis comprobarlo.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Blay: Bien, creativo lo es todo, cada acto que surge realmente del fondo, del centro, es
creatividad, aunque sea hacer lo mismo que hice ayer; en la medida que es expresión de lo genuino,
de lo esencial, esto es creatividad. Ahora bien, en relación con una situación dada, una respuesta es
creativa cuando, además, enriquece la situación.
Pregunta: Yo no veo muy claro el que una parte de mi conciencia pueda soltarse e integrarse
en una unidad mayor...
Blay: Lo que he dicho es que no hay realmente ninguna separación en ningún acto, entre el
sujeto, el objeto y la relación. El sujeto, el objeto y la relación que los vincula son una creación de
nuestra mente. O sea, mi conciencia de mí, mi conciencia de ti y la respuesta que te estoy dando es
en mí una sola cosa; pero eso se divide por la acción de mi mente. La mente dice: esa imagen es
aparte de mí, yo soy aparte de la imagen. Así, yo respondo a algo distinto de mí, o algo distinto de
mí me manda un mensaje a mí. Este mensaje que puede ser a favor o en contra; si es favor me agarro
a él, si es en contra me opongo a él. Pero realmente se trata de una unidad, de una unidad en sí;
simplemente yo no lo veo de ese modo porque estoy acostumbrado a mis categorías mentales. Pero
si yo aprendo a escuchar en silencio, veré que esto es realmente una unidad inseparable; solamente
se puede separar de un modo artificial, mediante ideas, tomando una cosa que es una y partiéndola
mentalmente a trozos. Esa diversidad no existe nada más que en mi mente. Eso es difícil de ver
¿verdad?
Pregunta: Cuando logramos estar centrados ¿cómo alcanzar entonces este nivel superior?
Blay: El nivel superior lo alcanzas inevitablemente cuando vives simultáneamente dos polos
horizontales; simultáneamente. No cuando estás abierto sólo a lo exterior, sino cuando vives
simultáneamente tú y lo otro. Y no puedes vivir eso de un modo unitario si no es desde un punto
superior. ¿Entiendes?
Pregunta: Al hablar de esta unidad de conciencia, parece que suena muy impersonal; como si
esta conciencia mayor despersonalizara la relación...
Blay: De momento hemos de vedo como una unidad en la conciencia. Mi conciencia del otro y
mi conciencia de mí son mi conciencia. Pero a través de esta conciencia que yo tengo del otro me
pongo en contacto real con el otro. ¿Entiendes? O sea, no nos quedemos sólo en nuestra noción de
nuestra conciencia y nada más. Debéis plantearos la cuestión ¿en qué medida yo soy capaz de entrar
dentro de la conciencia del otro?, ¿de ver y de actuar inteligentemente dentro de la conciencia del
otro? Eso, en lugar de quedarme sólo con mi imagen del otro.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Es muy difícil llegar a vivir eso. Parece que siempre veré al otro como una imagen
en mi conciencia y no en este estado de unidad interior.
Blay: Porque primero has de vivir tu unidad. Si en la vida diaria te cuesta, es porque tú vives
la vida como difícil, como hostil; entonces eso crea miedo. Y ante el miedo nos replegamos en
nuestros mecanismos infantiles de defensa. Así, todo esto primero hay que realizarlo en situaciones
favorables. Después irlo aplicando a condiciones menos favorables.
Pregunta: Creo que debe vivirse como gozo el sentir esa unidad en el otro. Entonces una
simple conversación sería una verdadera comunicación.
Blay: En efecto. El gozo es el resultado de vivir la unidad. No es el resultado de que las cosas
me vayan bien a mí, o de que pueda tener una relación amable o divertida; este sería el gozo en la
vida corriente y aquí intentamos dirigimos a la vida superior.
Pregunta: Después del centramiento a veces siento una felicidad muy grande, pero cuando
luego me relaciono con la gente se me pasa y me disperso. Entonces aparecen las dudas y pienso que
no puedo progresar. También si me encuentro algo mal o indispuesta ya me pongo tensa. ¿Por qué
esos cambios? ¿Por qué me descentro tan fácilmente?
Blay: Empieza haciendo. No importa que un momento dado una se despiste, eso es normal. Lo
importante es hacer, es decir, situarse en esa perspectiva; que tú te obligues a vivir lo que realmente
eres en tu realidad profunda en lugar de vivir eso que creemos ser. La creencia, que es donde
estamos instalados, varía con el tiempo. En cambio, lo que tú eres intrínsecamente, esencialmente, es
lo único que no cambia. Por lo tanto, tú eres realmente ese fondo, esa totalidad, esa plenitud, y has
de obligarte a vivirte en tanto que eso, te encuentres de una manera o de otra. No te creas tus
creencias. Es más importante un momento en que veas claro que tu eres esa realidad, es más decisivo
esto que veinticuatro opiniones o estados que pasen sucesivamente. Por lo tanto, sé consecuente
contigo misma porque este es un trabajo que sólo depende de ti. Y vive ese fondo aunque de
momento no lo sientas; o aunque te encuentres mal, aunque te sientas con miedo; oblígate a vivir
como si fueras ese fondo (que ya eres) como si lo sintieras. Es la técnica del como si. Esto es una
consigna básica de trabajo. No estemos tan amarrados a los estados emocionales, estados de ánimo o
a las ideas de turno. Todo esto son cosas inestables, son cosas fenoménicas, son cosas que pasan;
aprendamos a descubrimos, a reconocemos como centro.
Pregunta: Eso que dijiste en la otra sesión de que no veríamos de ti tu forma si no viésemos la
pared ¿Eso quiere decir que hemos de ver las formas como destacándose de un fondo más profundo?
Blay: Así es. Éste es un modo de trabajo; un modo para cambiar de nivel. O sea, la consigna
forma-fondo es para cambiar de nivel. La consigna parte-todo es para ampliar la visión.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Siento como que hubiera algo rígido; como si la percepción procediera de un estado
de rigidez...
Blay: Bien. Cuando eres consciente de una rigidez, puedes aflojarla. Es decir, al ser consciente
de una rigidez, puedes acentuarla conscientemente y entonces podrás aflojarla del todo, también
conscientemente; pero en el mismo plano de la mente. Eso no impide que luego lo trabajes también
en lo afectivo. El problema de la identificación con las formas hay que solucionarlo en la misma
mente, y así evitaremos formar una dualidad contrapuesta. Pues lo que hay que descubrir (y no
interferir) es la unidad funcional sentimiento-mente.
La mente se puede percibir de varias maneras. Veamos dos. Una cosa es percibirla «al tacto»,
que es una sensación, y ésa es la parte más material de la mente. Y otra cosa es percibir la mente
como inteligencia. Y ésa es la parte, en nuestra experiencia habitual, más elevada. Son dos planos: la
mente como masa, como substancia, y la mente como expresión de la inteligencia.
La rigidez mental se puede solucionar por estas dos vías. O bien descubriendo que esta rigidez
es una forma de algo existente en el «cuerpo» de la mente, y entonces, poniendo atención a ese algo,
automáticamente se afloja la crispación sobre la forma. O bien -mediante el factor inteligencia-,
pasando al significado. Entonces se descubre que este significado -la verdad que hay, la significación
que pueda tener esa rigidez en tanto que verdad, en tanto que sentido-, es tan sólo una parte
minúscula de la inteligencia. Se trata, pues, de pasar de lo particular a lo general. Y cuando uno pasa
de lo particular a lo general, entonces suelta la crispación en lo particular y a la vez puede manejar lo
particular como quiera o del modo más inteligente.
Pregunta: A veces consigo centrarme y vivir abierta, pero al tratar con determinadas personas,
se me va el estado de centración y me cierro.
Blay: ¿Qué te impide vivir como estás en el momento mejor de tu centramiento, vivir esto
mismo mientras estás frente a la persona más antipática y más cerrada? Mientras creas que la causa
está en la otra persona, estarás poniendo exigencias a las personas. Has de saber que la otra persona
no tiene nada que ver con tu cierre; éste es una creación original tuya.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Pero si la otra persona está cerrada, por mucho que yo me abra...
Blay: El que esté cerrada es un asunto suyo. El tuyo es funcionar bien.
Pregunta: Pero si soy consciente de que está cerrada, y a mí me importa... ¿o es que no debe
importarme?
Blay: Pues aunque te importe, tú debes seguir funcionando bien. Si no, hacemos igual que
hacen los niños ¿entiendes? «¡Ah!, tú te enfadas conmigo, pues yo me enfado contigo ¡hala! Y ahora
no te hablo». Estamos teniendo las mismas reacciones de cuando teníamos seis años de edad.
El hecho es que has de vivir lo que tú eres porque lo eres, no porque -o para que- la otra
persona cambie o no cambie.
Pregunta: Pero en una relación mantenida yo he comprobado que realmente se produce una
apertura automática positiva.
Blay: Si se produce una apertura automáticamente (aunque sea positiva), entonces ¿tú que
eres?; sigues siendo un automatismo.
Pregunta: Sí.
Blay: Entonces estabas despierta. ¿Entiendes? En la medida en que tú te das cuenta de lo que
te ocurre, esto es estar despierto. No se trata de estar muy vivaracho, muy activo -esto en una
situación activa, sí, claro-, sino que se trata de que tú seas consciente, seas lúcida, muy lúcida; y
cuando puedes ser consciente de algo de lo que normalmente no eres consciente, significa que estás
más despierta que de costumbre, aunque por otro lado puedas estar medio dormida. Se trata de una
conciencia más profunda que la de estar despierto. No hay que confundir el centrarse con el estar a
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
punto de hablar, de moverse y saltar, etcétera. Centrarse es estar en un centro que lo mismo sirve
para todo eso que sirve para dormir; por eso es centro.
Éste es el trabajo fundamental, para mejorarlo día a día en cada una de sus fases, porque de eso
depende todo el resto.
Pregunta: Cada persona tiene un nivel de desarrollo y es evidente que los hay de muchos
grados; yo creo que el problema está en la relación que han de mantener las personas que se
encuentran en distintos grados. Entonces, parece que la de más alto grado no podrá entenderse con la
que está menos desarrollada ¿no es cierto?
Blay: Es al revés. El de más alto grado entenderá siempre al de menor grado. Pero el de menor
grado no entenderá al otro si éste habla desde su mayor grado. Una comunicación debe establecerse
siempre al nivel común.
Pregunta: Pero es que yo me veo muy por debajo de los demás, y pienso que no estamos aquí
para mí...
Blay: Estamos aquí para cada uno de vosotros.
Pregunta: ¿No puede ser éste el caso de que algunas veces no se entiende al señor Blay,
porque habla a una altura que sobrepasa el nivel de los que aquí estamos?
Blay: Si ocurre esto, yo diría que el problema está en que vuestra intervención con la intención
de aclarar las cosas es insuficiente, porque mi finalidad no solamente es deciros lo que podéis
entender sino tratar de que podáis abarcar algo más.
Pregunta: Yo no me atrevo a preguntar porque pienso que entiendo menos que la mayoría...
Blay: ¡Déjate de la mayoría! Cada uno es cada uno...
Pregunta: Pero eso no es posible porque el de nivel superior siempre tendrá que ceder...
Blay: Este ceder no es ningún sacrificio.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Yo estos días me he dado cuenta de que a veces el centramiento me viene como
automático; me siento algo despistada y de repente viene. Y entonces he sido más consciente durante
media hora o así. He intentado aprovechar eso.
Blay: Esto ya es mucho. Ahora bien, piensa que es a partir del centramiento que empieza el
nuevo trabajo. Lo que os estoy explicando se desarrolla a partir del centramiento.
La mente, de hecho, tiene pocos problemas. Tiene algunos, naturalmente, pero son pocos.
Ahora bien, vive muchos, pero no son los propios de la mente; son todos los deseos y todos los
miedos que hay dentro y esto viene del mundo emocional. En el centramiento, al empezar por lo
vital, y luego ascender por las zonas emocional y mental, completando bien cada fase, descubriréis
que la mente queda mucho más tranquila, y entonces estar centrados en la mente resulta
relativamente fácil. Pero pretender ir a la mente y centrar la mente por las buenas, aunque uno ya
esté en un cierto estado de tranquilidad, veréis que os resulta muy difícil. Porque centrar no quiere
decir inmovilizar la mente, centrar no quiere decir que uno está sin pensar nada o como si estuviese
aguantando la respiración. Estar centrado es que uno esté aposentado en su centro y que desde allí
sea libre, libre para ver, para pensar, para dejar de pensar, para soñar, para lo que a uno le dé la gana
y mientras le dé la gana. Es evidente que esta disponibilidad no es fácil, por eso requiere empezar
por lo que es más elemental. Nosotros somos algo así como una olla a presión en la que hay un
montón de cosas allí que están hirviendo. Y claro, cuando esa presión pasa por arriba es la mente la
que la recibe; y en un momento dado tiene ideas de esto, ideas de lo otro, o de lo más allá, pero la
fuerza de estas ideas no está en ellas sino en lo que hay abajo. Y por eso hay que empezar por lo que
es más elemental. Y la respiración, si la ejercitáis bien, tal como se practica en el ejercicio, veréis
que tiene un efecto extraordinario para la tranquilización general y para el ahondamiento de
conciencia. Para luego pasar a lo afectivo y a lo mental.
Eso debe hacerse aunque a uno le parezca que pierde el tiempo. El tiempo que dediquéis a
aprender bien cada una de esas fases es tiempo ganado, es tiempo que os pagará una renta fabulosa.
Mente y afecto
El gran secreto de controlar la mente, el secreto primero, es que os sintáis bien. Tal como
solemos vivir nos inclinamos siempre a dirigir la mente a aquello que nos produce placer o dolor. Y
por eso nuestra mente tiende siempre a preocuparse o de los deseos o de los temores. En cambio,
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
cuando tú te encuentras bien, es como si la mente estuviera sin trabajo, sin trabajo forzado, y
entonces la puedes dirigir hacia donde quieras. En cuanto más pongas el amor y la satisfacción' en el
objeto al que quieras dirigir tu mente, verás que la mente va allí más dócilmente sin el menor
esfuerzo. Además de encontrarme bien, cuanto más ponga mi afecto en la cosa que quiero estar
atento, más la mente seguirá atenta a aquello sin esfuerzo alguno.
¿Por qué aquí conseguimos estar hora y media atentos, y luego nos cuesta estar dos minutos
atentos a otra cosa? Logramos la atención en la medida en que hallamos una satisfacción en aquello
que estamos mirando; la mente entonces está encandilada allí y pasa el tiempo sin que uno se dé
cuenta. Esto, pues, hemos de aprender a hacerlo activamente, generando por nosotros mismos este
afecto. Esto al principio; después la mente ha de aprender a situarse donde uno quiera, porque lo
quiera, con independencia de todo lo demás.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
La interrelación es como un movimiento que se forma dentro de una unidad dinámica. Por
ejemplo, esto que os estoy exponiendo es como si fuera una parte de algo; pero vuestra recepción,
comprensión y experimentación es la respuesta, es el resto que se añade a ese algo que yo expongo,
y así se acaba de formar esa unidad. Cuando lo que digo no se acaba de comprender, o se entiende en
un cierto sentido pero sin armonizarlo con otras ideas, o en la experiencia no hay modo de llevarlo a
la práctica, esto formula en vosotros un interrogante que necesita ser expresado; si lo formuláis
entonces yo puedo contestarlo y la situación se completa. Observad que toda cosa que se ha
argumentado y que no llega a vivirse como una experiencia plena es como una unidad que está
fraccionada, interrumpida, y está pidiendo una expresión, una continuación para llegar a su
culminación. Por eso es necesario establecer el diálogo; sin este diálogo nos perdemos algo, y
seguramente algo muy bueno. Lo que yo hago aquí es, diríamos, la mitad del trabajo; y luego
vosotros habéis de poner la otra mitad. Es necesario formular los inconvenientes o problemas para
poder establecer este intercambio creativo.
Lo que yo explico no trata de lecciones a estudiar, sino que es más bien un planteo de
posibilidades, y sois vosotros quienes debéis responder a estas posibilidades; entonces es cuando se
puede establecer un diálogo fructífero.
estable. Mas este cuerpo no ha sido nunca estable. No existe la estabilidad, no existe el no-
movimiento; existe un intercambio, una renovación constante. Y renovación quiere decir que yo me
estoy formando de lo otro, de lo que está fuera de mí; es decir, mi cuerpo se está formando de lo
otro, mi mente también se forma de lo otro, y mi afectividad igual.
Esto se hace más patente todavía cuando yo estoy en relación con alguien; pues no existo yo,
el otro y además una relación. Esto es lo que aparece sensorialmente, pero es así a causa de una
interpretación mental. Observad: cuando yo hablo a alguien yo soy «hablar»; el hecho de hablar y yo
son una sola cosa (pues soy yo que hablo); y el hecho de hablar y mi visión de la persona a la que
hablo, también son una sola cosa. O sea, que yo, el hablar y mi visión de la persona forman una
unidad indisoluble.
No existe ninguna relación que sea independiente de mi identidad y aparte del objeto con el
que me relaciono. Lo que pasa es que si esto lo miramos sólo físicamente, como nuestra visión física
es una visión muy burda vemos simplemente la aparente estabilidad de un cuerpo y de otro cuerpo a
los que les separa una distancia; pero en una visión más profunda se vería que hay una constante
interrelación. Esto donde mejor se ve, es en lo mental y en lo afectivo. En lo mental es mi idea de mí
que se relaciona con mi idea de ti. Yo puedo tener la idea de una pregunta que me han formulado;
pero a la vez tengo la idea de la respuesta suscitada en mí. O sea, que la idea de la pregunta, la idea
(en mí) de la respuesta, mi idea del otro y mi idea de mí, forman todas una sola idea (un sólo bloque
mental).
Esto también puede aplicarse al amar, pues el acto de amar es una unidad. No es que yo, como
un ser aparte, ame a otro que está allí siendo alguien aparte de mí; sino que yo, como amor, me
relaciono con el otro como objeto amado, como ser amado. Entonces, el amor y el ser amado forman
una unidad, porque no hay amor sin ser amado. Y no hay amor sin yo-amor. Y no hay yo sin amor.
Observemos que son distinciones que hacemos por medio de una abstracción mental a la que
estamos acostumbrados, pero de hecho se trata de un problema de esquemas, esquemas que hemos
aprendido y en los que seguimos viviendo.
El fondo de la existencia
El existir, en todos los aspectos, es una unidad funcional en la que no hay nada que exista de
por sí aparte de lo otro. Lo único que existe y que tiene una unidad esencial es ese fondo del que os
hablo repetidamente. Ese fondo, esa identidad profunda, que me hace ser consciente de todo cambio.
Todo lo demás es simplemente una identificación; yo creo ser un conjunto de sensaciones que llamo
cuerpo, o creo ser un conjunto de ideas que llamo mis opiniones, o un conjunto de emociones o
sentimientos que llamo mi querer o mi voluntad. Y todo esto es una pura apariencia porque todo está
en relación con todo. La prueba es que con los años todo esto va cambiando. Hay algo detrás de todo
esto; y ese algo es lo único que realmente es de por sí, que tiene una realidad intrínseca.
Lo que estoy tratando de expresar, de indicaras, es que debemos descubrimos como tal
realidad intrínseca, y que dejemos de vivir dentro de unos esquemas pequeños. Todo lo que yo
puedo hacer, sentir, vivir, toda mi existencia (ex = hacia fuera), es la expresión de algo que soy
intrínsecamente. Y hasta que yo no me realice en ese ser intrínseco que soy estaré siempre con
problemas, con una parte de mi existencia que contrapongo a otra parte de mi existencia.
Hay que poder descubrir que yo y la existencia no somos dos cosas; que yo soy la existencia y
la existencia es yo en forma de persona. Y esto no sólo como un concepto filosófico sino como una
vivencia experimental.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Cuando yo percibo en la otra persona algo que considero negativo ¿cómo asumo
eso?
Blay: No has de asumir nada negativo. Porque en el fondo no hay nada negativo. Lo que
llamamos negativo es un modo negativo de ver lo positivo.
Pregunta: Si, pero... por ejemplo, esta mañana yo tenía una discusión con una persona y yo
trataba de ver lo que decías ayer de la unidad; sin embargo, la postura de la otra persona era
negativa. Entonces, había algo en mí que rechazaba aquello, que no lo podía asumir.
Blay: Nunca he dicho que asumáis lo que el otro diga o haga. Primero debéis asumiros a
vosotros mismos; lo que realmente sois (o somos). De ningún modo asumir o aceptar (o tragarse)
todo lo que el otro diga. Primero debo vivir la realidad que yo soy. La realidad auténtica, la
auténtica. Ésa, la del fondo, la que es mi única identidad. Entonces, cuando viva eso, yo debo
aprender a reconocer al otro en su identidad real. Pero si yo estoy ausente de mí y también estoy
ausente de la identidad real del otro, o por lo menos no estoy acercándome a ella, no estoy en esa
dirección, entonces simplemente yo estoy identificado con unas opiniones o ideas mías que
reaccionan frente a otras ideas u opiniones de otro. Y desde un punto de vista de realidad profunda
da lo mismo que lo aceptes o que lo rechaces, porque no vives las cosas desde lo real. En cambio si
tú tomas conciencia profunda de ti, verás que una persona puede opinar algo que a tu modo de ver es
erróneo..., pues bien, verás que es un modo erróneo de ver una cosa correcta. Y no pasa nada. Nunca
te sentirás negativizada por ello.
El problema básico es que vivimos la relación como si fuera la realidad en sí, es decir, como si
de ella dependiese el ser. Y entonces, hagamos lo que hagamos, aunque fenoménicamente la
podamos manejar mejor o peor..., no es eso. No es eso lo que estoy explicando.
Uno interiormente debe sentirse totalmente libre de toda opinión, incluso de las propias; ahora
bien, exponiendo las que a uno le parezcan correctas. Y cuando uno se siente libre de sus propias
opiniones, también se sentirá libre respecto a las opiniones de los demás. Uno hará lo que deba
hacer, lo que le parezca correcto, pero permaneciendo libre. Pero si uno no está viviendo esa
identidad, entonces debe agarrarse forzosamente a lo que le parece real, que es su propio modo de
ver, el cual se contrapone al modo de ver del otro.
Lo que os estoy proponiendo en este ciclo es que nosotros hemos de (o podemos) vivir lo que
es nuestra realidad profunda; porque esta realidad ya la somos y, además, en su propio plano ya es
consciente; totalmente consciente. El problema está en que mi mente externa está absorbida por unas
determinadas cosas; y así es imposible sintonizar con ese plano de conciencia de realidad profunda.
Para remediar esto, os propongo distintos medios para despertar a esa realidad profunda, la cual
cambiará de manera absoluta nuestra capacidad para vivir y para manejar las cosas.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Esa realización total de la conciencia profunda de uno, que ya es una realidad en
sí..., ¿soy yo mismo, en un desplegamiento de mi conciencia de ser?, ¿soy yo un punto que me estoy
desplegando a partir de todo lo que son aspectos de todo tipo fenoménico o concreto? ¿Es eso mi
actualización?
Blay: Esto es así visto desde aquí abajo, desde la conciencia sensorial.
Pregunta: Sí. Pero es que yo he de partir de aquí abajo para llegar a mí mismo como la
conciencia plena y real que soy allá arriba.
Blay: Pero es que ese «llegar»..., resulta que ya estás ahí ¿sabes?
Pregunta: De acuerdo. Y ese despertar ¿cómo se produce? Blay: Pues porque alguien te
sacude. Alguien que esté despierto que te sacude... para que te despiertes. O bien, a través de un
lento despertar, de un aburrimiento total de tanto soñar.
(Se produce un corto silencio)
Veamos... ¿Cuál es tu noción de Dios? ¿Qué es Dios para ti? No como un concepto abstracto,
sino ¿qué te parece a ti... lo que debe vivir Dios?, ¿qué siente Dios?, ¿cómo se vive Dios a sí
mismo?, ¿qué conciencia tiene de sí mismo: de plenitud, de felicidad, de poder, de sabiduría...?
Pregunta: De todo.
Blay: Sí, pero no basta con el nombre, sino que has de ver lo que en tu sentir pre-sientes sobre
esto, y lo que en tu «ver» intuyes sobre esto. Y entonces, esto que presientes y eso que intuyes, eso
eres tú, ahora. Y tú puedes situarte ahí, y vivir desde ahí; porque esa es tu identidad en todo
momento..., esto es el despertar.
(Un silencio) ¿Alguien no lo ve eso?
Pregunta: Yo.
Blay: ¿Tú tienes alguna noción de Dios?
Indagación
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Yo quería preguntarte si es verdad que durante el sueño vivimos esta realidad
profunda.
Blay: Nosotros vivimos esta realidad profunda siempre. En el sueño le quitamos la conciencia
externa y la conciencia intermedia de tipo psíquico, y entonces queda lo que siempre somos. Pero
hay un momento en que nosotros pasamos conscientemente por esta conciencia; este es el momento
justo de dormimos y el momento de despertarnos. Pero es sólo un instante. Es como el punto de un
arco; y nosotros seguimos por el arco... y dejamos el punto, allí, tranquilo. Pero esto se puede vivir
ahora. Es simplemente el problema de ver.
Pregunta: Es muy difícil eso que dices. Porque si hemos de descubrir el momento clave de la
realización en el instante en que nos quedamos dormidos...
Blay: Precisamente lo que llamamos realización es vivir despiertos todo lo que ahora vivimos
dormidos.
Pero la base de lo que os explico está en el Centramiento. El centramiento y el silencio. Y
luego el centramiento en la vida diaria, sobre la marcha.
Pregunta: Yo a veces no me decido a preguntarte porque no estoy de acuerdo con todo lo que
dices; y tengo dudas incluso respecto a qué preguntar.
Blay: ¿Qué es lo que te ofrece más dudas? La duda más gorda ¿cuál es?; más o menos.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Blay: Bueno, si haces el trabajo, puedes permitirte dudar de toda la teoría. Ahora bien, que la
duda no te impida abrirte a una experiencia directa cada vez más profunda y más elevada de tu
propio ser. Si a eso quieres llamarle de otro modo, da igual, es secundario; eso no tiene importancia,
el ser no se va a enfadar. El ser, el yo, o los nombres que demos a eso, porque los nombres están
hechos sólo de sonidos.
Pregunta: En la relación, al estar con ciertas personas, yo siento esta comunión; y creo que
eso viene del yo profundo. Entonces no hace falta hablar. Y sin embargo con otras personas, aún
hablando mucho no puedo llegar a eso. ¿Eso es autodefensa o qué? Sin hablar puedo estar en
comunión pero también me ocurre lo contrario.
Blay: Cuando dices que estás en comunión con la otra persona, eso es un contacto que
estableces con ella, pero de tipo horizontal. Este contacto depende de que encuentres las puertas
abiertas para contactar al interior del otro. En cambio, lo que yo te propongo es, que tú seas tú; esta
conciencia profunda y central. Y entonces, que desde ahí estés atenta a la otra persona. Y te aseguro
que aunque por la otra parte existan paredes separadoras, tú percibirás el fondo de la otra persona.
Pregunta: Pero uno ya es uno mismo ¿o no? Yo soy yo, tú eres tú...
Blay: Cuando dices que ya eres tú ¿qué quieres decir?, ¿quién es ese tú? ¿a que tú te refieres?
¿Eso es un campo astral, es un campo mental, o es un campo vital? Cuando tú eres realmente tú, lo
cual significa «cuando tú estás en tu propio centro», desde ahí estás en contacto con todos los
centros.
Pregunta: En la relación entre dos personas, si las dos se abren, la unidad es mayor,
seguramente.
Blay: No, no es que sea mayor, sino que es más rica. No es mayor en tamaño o en calidad,
sino que es mayor en el sentido de que se participa más en todos los niveles. El nivel mental con el
nivel mental, el afectivo con el afectivo, etcétera. Y toda conciencia de unidad es siempre gozo,
felicidad.
Pregunta: Cuando has hablado de ese punto por el que pasamos al dormimos (o al
despertamos) ¿no es lo mismo que el estado sofrónico del profesor C.? Si es eso, entonces...
Blay: No. Rotundamente no. Cuando estás sofronizada estás en un campo intermedio de tipo
psíquico. Conozco los estados sofrónicos y alguno de ellos dirigido por el propio profesor C.; él Y
yo solos. Por lo tanto, conozco eso.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
(A una pregunta sobre si el pensamiento podía servir para cambiar los estados internos, Blay
respondió lo siguiente)
El pensar puede ser una ayuda, de momento. Pero ¿para qué es una ayuda el pensar?, ¿para
sentirse diferente? Fíjate bien, sentirte diferente es simplemente situarte en un punto diferente de tu
sentir. Has de descubrir que no se trata sólo de sentir esto o aquello, sino que el que sientas esto o
aquello depende de donde está situada tu conciencia, tu foco de conciencia; pues existe una
topografía interior que se corresponde exactamente con lo que percibes, con lo que ves, con lo que
sientes, con lo que vives de ti mismo. y que no se trata sólo de pensar en algo porque aquello me
hace sentir alguna cosa determinada, sino de descubrir que al pensar en eso, yo hago un gesto por el
que me sitúo en otro punto. Cuando yo me doy cuenta de que lo que puedo conseguir con el
pensamiento es cambiar de gesto interior, de punto de soporte, entonces aprendo a cambiar
directamente, y también a actuar desde ese punto. Y a eso podemos llamarle la actitud correcta. O
sea, que la mente es un auxiliar porque nos evoca cosas, nos despierta aspectos de nuestra
conciencia, pero de hecho es un traslado desde un punto -en el que yo estoy situado, mirando- a otro
punto. Cuando yo descubro este gesto, el pasar de un sitio a otro, o vivir desde un sitio o desde otro,
entonces aprendo a situ arme directamente en este otro sitio, más profundo, más esencial; y
entonces, desde ahí, puedo vivido todo. Y aunque no lo parezca, es más fácil de mantener esta
actitud que una idea (la que sea).
Pregunta: A mi me parece haber entendido que en este desarrollo que explicas, se llega a
formar parte de un conjunto universal, y que la propia energía de uno, el amor, la lucidez, etc., forma
parte del universo.
Blay: He mencionado dos cosas. En primer lugar este universo ya soy yo, pero gracias a eso
que yo soy como universo, me pongo en contacto real, objetivo, con el propio universo, con el
universo en sí. Hace un rato estaba aprovechando una intervención de uno de vosotros para
preguntarle ¿qué es para ti Dios? Solamente que os hubierais quedado con esto... teníais para el resto
de vuestra vida.
Resumiendo, cuando digo que todo eso que tú puedes presentir, intuir, eso eres tú, quiero decir
que eso eres tú arriba, allí donde presientes y sientes eso. Pero eso que tú eres arriba, que sientes y
presientes, eso allí a la vez es un punto dentro de Todo lo que es. Desde arriba desaparece todo
antagonismo.
Pregunta: Cuando uno consigue eso, debe ser una felicidad completa.
Blay: La felicidad completa depende de lo completamente que vivas tu eso. ¿Entiendes? No
basta que sea el nombre «Dios» a quién te diriges para que eso sea completo. Una cosa es el nombre
y otra cosa es el nivel y el grado de conciencia que realmente está operando allí. Por lo tanto, en la
medida en que seas capaz de estar presente y abierto a ese (y en ese) nivel superior, en esa misma
medida, tu realidad, tu felicidad, tu ser, tu inteligencia, todo, será completo.
Pregunta: Entonces, ¿no crees que la sugestión puede ser un medio para eso?
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Blay: No. Cuando hablamos de los niveles superiores no interviene para nada la sugestión.
Éste es el error de algunas personas, pseudorreligiosas, pseudomísticas, pseudoespirituales, que
creen vivir cosas espirituales pero que realmente no se mueven de su propio campo mental y
emocional.
El «punto» central
Este punto del que os he hablado y por el que pasamos al entrar en el sueño y al salir de él es el
centro de todos los centros. Nosotros estamos dentro de un proceso progresivo hacia esa realidad,
aunque esa realidad central, ella, no tiene necesidad de ningún proceso; como punto, ya participa de
lo más amplio. Naturalmente, puede crecer hacia otras expansiones, pero hasta que no lleguemos a
eso del todo... aún nos falta mucho.
Al decir que este punto participa de lo más amplio, nos referimos a que forma parte del reino
del espíritu. A este reino de lo espiritual, podemos llamarle (le llamamos) Dios, pero también
podemos llamarle por otro nombre. Independientemente del nombre, cuando uno está en este nivel
se pone en contacto con la realidad del nivel, de forma inevitable. Del mismo modo que cuando uno
está en una actitud mental se pone en contacto (desde la mente) con todo lo que es mente.
Lo que estoy explicando es lo mismo que se dice en otro lenguaje de que «toda la creación es
expresión del Verbo», y que «solamente vamos al Padre a través del Hijo». Es un lenguaje
enteramente distinto, pero es decir lo mismo. O al hablar del «Logos creador», o de que «el Verbo es
la Luz de todo hombre», etcétera; se refiere al ir a parar a este punto en nosotros, ese punto
espiritual, que es un punto en Cristo, como Verbo, como divinidad, arriba. Y no podemos pasar a lo
que está por encima de esto, a Dios Padre, como no sea a través de este punto. Y este punto, que no
es sólo un punto sino una conciencia fabulosa, le podemos llamar esto: Cristo, Verbo, Logos,
etcétera. Da lo mismo; los nombres están creados por los hombres y esto los sobrepasa. Los nombres
y los conceptos no sirven para nada, porque a medida en que vas «subiendo» eso representa una
conciencia tan y tan grande, que da risa ponerle nombre.
No hay que confundir eso con el definir a Dios. Una cosa es decir que Dios es (esencialmente)
amor, que Dios es sabiduría, que Dios es Poder, que Dios es Libertad, y otra cosa es decir qué tipo
de libertad es Dios, qué tipo de sabiduría es Dios. Son dos cosas distintas. De hecho, Dios es toda
cualidad básica que nosotros podamos vivir, conocer o intuir, en grado infinito. .Pero con eso no
definimos a Dios, simplemente señalamos que Dios es eso... por lo menos. Ahora bien, en qué grado
y que otras cosas puede ser... no tenemos ni idea.
Se sabe que se ha establecido la conexión cuando en uno se produce una paz de una calidad
superior que no se puede conseguir normalmente; es algo que a uno le viene. Es algo que ha habido
aquí, en cierto grado, en las pequeñas sesiones de centramiento que hemos hecho esos días, y era
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
muy real. 'Por esto os he dicho que el ambiente es bueno. Además, seguramente todos los notáis;
notáis que aquí, en un momento determinado, hay algo de una calidad muy superior. Lo malo es que
quizá se desvanece pronto por esa prisa que todo el mundo tiene en nutrir a la personalidad con
nuevas ideas, nuevas emociones y nuevas experiencias.
Dios es el nombre que damos a lo que para nosotros es la noción de lo más fabuloso. Es, pues,
la meta última, o la parte nuestra, diríamos, no reconocida, o la máxima que podemos llegar a
actualizar. Nuestro objetivo, pues, es ir a ello, actualizarlo y reconocemos en tanto que ello, allí.
Luego ya veremos que pasa. Pero sí os puedo decir que se producen nuevas visiones, nuevas
expansiones de conciencia; y que este trabajo basta para satisfacer toda la existencia, plenamente,
absolutamente.
La conciencia superior ya es una actualidad total. La razón de la existencia personal reside en
lograr que lo que está arriba se traslade abajo. Nosotros, como personalidades, somos los
instrumentos de este traslado. Somos como los instrumentos de este «transformador» que hace que
lo superior descienda a lo inferior, que el espíritu se encarne en la materia, y así nos conduzca a
evolucionar, es decir, a que la vibración de baja frecuencia, ascienda.
Ésta es una noción que nunca se nos ha dado. Parece que estamos condenados (según la
enseñanza que hemos recibido) a ser una personalidad, la que parece que tiene un alma por algún
sitio, la cual hemos de guardar muy bien, y limpiarla, y tal y tal, para que luego brille en algún otro
sitio ignorado. No..., nosotros estamos ya unidos con Dios, y esto es de fe (dentro de la tradición
católica es dogma de fe). Estamos unidos a Dios; Dios está presente en el centro de nuestra alma, por
presencia, esencia y potencia. Ésa es la definición. En este sentido la parábola del hijo pródigo es
ilustrativa: volver a la casa del Padre, volver a nuestra casa. Y todas las parábolas del Reino de los
Cielos, que hay muchas, también tienen este sentido.
Despertar
Entonces, la pregunta correcta es: ¿por qué algo en mí se ha dormido? Pero esto solamente
puede saberse cuando se está despierto. Porque cuando uno está dormido no puede plantearse la
pregunta o la noción de que está dormido. Y si uno se la plantea es que ya no está dormido del todo.
Entonces, toda pregunta y toda respuesta que pretenda aclarar esto, sin esa realización, no tiene
sentido. Si yo os dijera que lo que se ve cuando se está despierto es que nunca se ha dormido, eso no
lo creeríais...
(algunas risas)
...si os dijera que lo que se ve cuando se está despierto es que ¡nunca se ha estado dormido! No
obstante, esto, se realiza, se llega a ver con toda claridad, con toda evidencia.
Dejémonos de estas posibilidades, porque lo que interesa ahora es el despertar. Por lo menos
ver que los problemas que nos planteamos estando dormidos..., o en ese nivel de conciencia (para
que nadie se moleste)... (risas)... solamente pueden tener un alcance de ese mismo nivel.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Un ejemplo. A uno que está soñando que está metido en la cárcel, que está en una celda
pequeña, totalmente limitado, que no se puede mover, etcétera, va uno que está despierto y le dice
«¡no, pero si estás libre!, ¡sal de ahí, muévete...!», y el otro que está allí, preso en el sueño, mientras
esté en este nivel, pues no se da cuenta, no lo puede ver.
Pregunta: Así, si yo te hago esta pregunta en relación al despertar es que ya estoy despierta
¿no?
Blay: No. (risas).
Sólo cuando te das cuenta de que estás durmiendo es señal de que empiezas a estar despierta.
Si estás despierta, ya no te haces preguntas; ya ves. Y cuando yo digo que me he pasado años
haciéndome esa pregunta es que estaba en ese nivel y nada más. Y después, he visto la respuesta y
también he visto que la pregunta no era necesaria. Entonces la pregunta ya no tenía sentido... pues se
trata de otra cosa. Por eso, en el terreno filosófico es inútil, es absurdo, pretender dar explicaciones
que corresponden a otros niveles; sólo el trabajo y la experiencia interior aclara las cosas de un
modo evidente, definitivo.
Pregunta: Lo sabemos, pero nos cuesta entender..., que las cosas que vives no se puedan
explicar con razonamientos o con...
Blay: ¿Cómo le explicarías a alguien esa paz que sientes, cuando estás realmente bien
conectada? Entonces puedes ver que eso es de un nivel que no puede ser explicado, ni tiene casi
sentido explicarlo en otro nivel. Pues lo mismo existe una visión y también una felicidad, respecto a
las cuales esto es como la luz de una cerilla comparada con el Sol. Aquí lo presentimos un poco...,
pero nada más. Entonces lo único que tiene sentido es ir a por ello porque eso es nuestro, es lo que
somos.
Por eso yo estoy insistiendo una y otra vez en la absoluta necesidad de que vivamos de
acuerdo con lo que realmente somos. Que no nos conformemos en vivir con una rutina, con unos
hábitos, con unas ideas, con unos esquemas que nos han sido dados. Que aprendamos a reconocemos
en un grado u otro en lo que realmente somos; por propia experiencia, y luego que asumamos esto
en nuestra vida diaria.
Desde nuestra conciencia más pequeña y más identificada -como cuando estamos con muchos
problemas o muy enfadados-, hasta este plano de conciencia que se puede vislumbrar en
determinados momentos, observad que existe una gradación. Luego, pensad que nosotros estamos
eligiendo en cada momento en qué punto de esta escala nos situamos, desde donde estamos viviendo
la existencia. Y cada nivel, cada punto, tiene sus propias leyes; resultando que la existencia es
enteramente distinta (la misma existencia es distinta), según se viva en un punto o en otro, o en otro,
de la escala. De hecho, cada uno de nosotros está viviendo una existencia probablemente diferente.
Pero se puede llegar a vivir en un nivel en que todo se ve en su esencia profunda, lo que no tiene
nada que ver con nuestra visión y nuestras ideas habituales.
Esto es algo a realizar por cada uno de nosotros. No es crear fantasías; es aprender a descubrir
qué soy yo, y a vivir en función de eso. Que eso no sea sólo una posibilidad allí, como algo lejano,
sino que yo me dé cuenta de que es lo constante, es lo idéntico, es lo que es la causa, la fuente, de lo
que yo soy en mi personalidad concreta. Y que precisamente eso es mi identidad, más que mi
personalidad actual, la cual es simplemente un grado de actualización (de eso) en el tiempo. Si no se
llega a tener esta visión intuitiva y clara, parecerá que estoy proponiendo que vivamos una utopía. Y
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
no, pues lo que yo estoy proponiendo es que vivamos con una exigencia de realidad mucho mayor:
la realidad en su verdadero significado.
Definición de realidad
La realidad no es lo que aparece por los sentidos, lo que se puede tocar; de eso ya la ciencia
nos dice que es una apariencia, que es un fenómeno, que no es la realidad en sí. Esta realidad
desaparece por completo en cuanto somos capaces de percibir mejor. La realidad es:
1), aquello que no depende de otra cosa; y
2), aquello que es idéntico a sí mismo; que es subsistente. Éste es el criterio de realidad.
Entonces yo he de ver si esta conciencia profunda es en mí algo que siempre es idéntico a sí mismo
-aunque mi conciencia de ello varíe-, y si presiento su calidad de subsistente (aunque eso no pueda
vedo desde el nivel de abajo).
Es evidente que en mi experiencia cotidiana todo cambia, todo es relativo, todo depende de
otra cosa porque todo está en relación con otra cosa, y por lo tanto no es la realidad en este sentido
profundo, por lo tanto, si algo hay profundamente real está detrás de todo eso, en esa conciencia de
base que me permite ver lo que cambia, que me permite ser consciente de mis propios movimientos
y transformaciones internas y de los cambios externos. Y por eso, porque esa identidad la soy, eso es
lo que he de vivir. Y si no vivo eso yo me estoy falseando a mí mismo, yo no estoy viviendo mi
verdad.
El vivir eso conduce a una completa inversión de los valores; porque en la vida corriente, lo
real es lo sensorial y todo el tinglado que edificamos sobre esto. Ahora yo os estoy presentando la
otra versión: que lo real está precisamente en Dios; o (si queremos prescindir de Dios) en el centro
profundo de nuestra conciencia. Yo he de vivir lo que soy, ahora, ¿De qué me sirve ser una cosa sino
la vivo?
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
5. TRABAJO, PROGRESO
Es una ayuda recordar lo que se ha sentido o intuido en los momentos del trabajo de
centramiento o de silencio. El recordarlos puede ser un modo de evocar un estado interior. Pero el
modo más práctico de todos es cuando uno puede darse cuenta de que este estado, o ese nivel de
conciencia, se siente en un sitio determinado; que todo nivel de conciencia y todo estado es un
«lugar», un lugar que está más adentro o que está más arriba, en un sitio concreto. El fijarse en este
aspecto del lugar es algo en lo que muchos no piensan, no atinan en ello; pero si prestáis atención
veréis que la experiencia siempre se produce en una zona x, y aunque se trate de un «campo» de
conciencia, es como si su centro estuviera localizado en un punto determinado. Cuando aprendéis a
descubrir este punto, entonces podéis ir allí directamente, con un gesto.
Cuando aquí practicamos los momentos de silencio, la experiencia que prevalece en el
ambiente es la de una vivencia centrada en lo afectivo, la cual se localiza en una zona media del
pecho. Con la atención situarse allí, en esa zona del pecho. Si permanecéis tranquilos al cabo de un
rato notaréis que aparece el estado correspondiente. Pero estas experiencias pueden (y deben) tener
lugar, progresivamente, en todas las partes profundas y elevadas, hasta que llega a ser toda una
esfera. Pero de momento es válido que haya unos focos principales de experiencia: en el pecho y en
la cabeza (en la parte de delante y en la parte de atrás y arriba).
Pero esta localización depende de la actitud de las personas; cuando una persona vive más el
aspecto afectivo entonces la vivencia es en el pecho. Pero cuando eso se puede vivir además en su
aspecto de verdad superior, entonces se tiene la experiencia también en la cabeza. Entonces se
descubren ahí varios puntos desde los cuales se pueden mover, diríamos, como unas «marchas»
(empleando un símil automovilístico) relacionadas con unos estados de conciencia determinados. Un
punto de silencio que se relaciona con las cosas concretas, un punto desde donde se vive lo intuitivo,
el punto superior desde donde lo intuitivo viene; el paso de energías que también se percibe en una
zona también muy concreta, detrás de la cabeza y en el cuello, etcétera. Son varias zonas y puntos.
Entonces cada cual ha de partir de allí donde percibe su mayor noción de realidad.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
ir tratando de ir viviendo más en profundidad..., qué es el amor, qué es la voluntad de amar, qué es la
visión, qué es la potencia profunda de ser, etcétera, yeso viviéndolo en tanto que persona y en tanto
que realidad suprema.
La intuición y la mente
La apertura afectiva
Pregunta: Actuando artificialmente en ciertas zonas cerebrales ¿se pueden inducir estados
superiores... o centrales...?
Blay: Si se han vivido antes, sí; parece ser que sí. Es lo que parece que pasa con algunas
drogas. En algunas personas, el LSD produce estados superiores de conciencia; pero en otras no los
produce. Produce estados psíquicos, pero no estados superiores. Y parece que eso está muy
relacionado con el trabajo o madurez que la persona trae ya consigo. O sea, que lo que hace el LSD
es simplemente desbloquear los impedimentos (por medios químicos) que bloquean este nivel de
conciencia; pero esto se consigue porque este nivel de conciencia de algún modo ya está actualizado.
Actualmente, se trabaja mucho en investigación científica para explicar los fenómenos de la
conciencia; por lo tanto la explicación debería ser de tipo científico. Y todo lo que yo explico se
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
refiere a la experiencia interior; son dos planos distintos. Entonces, para mí todo eso son hipótesis.
Estoy al corriente de lo que se estudia sobre el cerebro y los estados de meditación, etcétera, pero
eso no aclara nada ¿entendéis? No aclara nada; se ven correlaciones, pero no las causas, ni siquiera
una visión total. El hecho mismo de que yo os diga que existen unas localizaciones y que situándose
allí se experimenta algo determinado, eso ya tiene una correlación con ciertas áreas o puntos
cerebrales. Pero no penséis que esto es producto del cerebro; esto os lo puedo afirmar. Los estados
de conciencia, aunque pasan por el cerebro, no son dependientes, ni son producto del cerebro.
Pensad que, en estados en los que la conciencia se separa del cuerpo físico, se pueden experimentar
todos los estados, y aún más fácilmente sin que haya la menor conexión en esos momentos con el
cuerpo físico.
De hecho, la verdadera fe se encuentra allí donde nosotros vivimos la noción más elevada de
realidad. Y por esto no hay que confundir la fe con la creencia. La fe es una fuerza, no es sólo una
creencia, y se halla donde está situada nuestra noción de realidad, la más elevada. Y esto en general
se ignora porque siempre se habla de la fe en tanto que adhesión a un contenido, a un mensaje, a
unas ideas determinadas. Y no es eso. La fe es una fuerza espiritual; aunque es cierto que esta fuerza
del alma puede ir asociada a unos aspectos intuitivos, internos, o una adhesión a algo exterior. Pero
la fe en sí es una cualidad intrínseca de nuestro ser superior. La fe es lo que hace que la realidad que
yo soy -o que Es- en un nivel, se pueda actualizar aquí y ahora, instantáneamente. Fe es ver que
aquello es la Realidad; no que es una realidad, sino que es la realidad.
En la vida corriente, yo creo que nosotros, tenemos muy poquita fe. O vivimos muy poquito la
fe. ¿Sabéis cómo se demuestra la fe? ¿Conocéis la prueba de la fe? La fe es aquello a partir de lo
cual nosotros actuamos; lo que nos sirve de base para actuar. Y nosotros siempre actuamos en
función de lo que creemos o entendemos como más real. Por lo tanto, la fe que se basa sólo en una
formulación en el sentido de las ideas... no es la fe; es creencia, pero no fe.
Ahora bien, cuando sobre algo que yo creo, entiendo y veo, actúo totalmente en función de
eso, entonces esto es el acto de fe. Cuando lo que creo-entiendo-veo me sirve de base para actuar.
Nosotros siempre actuamos en función de nuestras creencias. Por ejemplo, andamos por la
calle con la firme convicción de que el suelo va a sostener nuestro peso, de que no se va a hundir. Y
todos los actos los hacemos en función de eso, de unas creencias. Cuando le digo a un amigo o a
alguien «tráeme esto o hazme lo otro», lo hago con seguridad porque tengo la fe de que hará aquello.
¿Veis? Todo lo que hacemos se apoya en una seguridad. Éste es un ejemplo de fe solamente a un
nivel, diríamos, psicológico, humano. Pero cuando la fe es fe en el sentido espiritual es cuando yo
veo que esa realidad superior, cualquier aspecto de esa realidad, es mi realidad aquí y ahora.
Entonces yo actúo a partir de esa realidad, apoyándome en eso. Supongamos que me dijeran «si te
tiras de aquí, no te vas a caer, va a haber algo que te sostendrá» y que eso fuera una intuición clara o
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
una revelación clara. Entonces si yo actuara en función de esto, esto sería el acto de fe. Si no actuara
en función de esto, no habría acto de fe.
San Pablo define la fe diciendo que es «la substancia de las cosas que esperamos y la evidencia
de lo que no vemos». O sea, se trata de una realidad que está en un nivel pero no en otro: «la
substancia de lo que esperamos»; y es «la evidencia» (o sea, una cosa totalmente clara y segura),
«que no vemos» (no es una evidencia sensorial ni de razonamiento, es una evidencia a partir de esas
facultades superiores). Y además se nos ha dicho una y otra y otra vez que la fe todo lo puede. Que
todo lo que nosotros pidamos o creamos con fe, se produce. O sea que además se nos dice que esta
fe es todopoderosa.
Se trata, una vez más, del problema de la inversión de los valores. Ahora estamos viviendo con
la creencia sacada de la experiencia sensorial. De lo que percibo con los sentidos y de todas las ideas
y esquemas mentales que me he hecho a partir de eso; y esta es mi noción de realidad, de mí y del
mundo. Cuando realmente la realidad es al revés. La verdadera realidad está arriba, es lo que Es «en
el Reino de los cielos», «en la mente de Dios», o en el «plano espiritual», y esto de aquí es una
expresión, progresiva, contingente, relativa, temporal, de esa realidad superior. Luego, poder
descubrir esa realidad superior y actuar en función de ella, permite transformar radicalmente las
cosas de aquí abajo. Pero mientras yo crea que lo de aquí abajo es lo real, no podré cambiar nada.
Resumiendo, yo quedo totalmente supeditado a aquello que creo que es real. Y si creo que son
reales las ideas que tengo sobre el mundo físico o una estructura social o un modo de ser humano -o
simplemente una raya de tiza que hacen a mi alrededor diciéndome que no la puedo atravesar-, en la
medida que yo crea que eso es real, estaré supeditado a esta visión y no podré salir de ella. En
cambio, en la medida en que yo traslado mi noción de realidad y que yo descubro que lo real es otra
cosa, entonces desde lo real puedo manejar fácilmente lo no-real, lo aparente.
Pregunta: A mí se me han quitado las creencias. Pero aún no he descubierto lo real, y ahora
estoy como en un vacío.
Blay: Sí, pero ¿ves? estás buscando unos contenidos en que creer. Cuando dices que se te han
ido las creencias, te refieres a las ideas; y ahora al hablar de vacío te refieres a un vacío de ideas.
Pregunta: Pero es que no sé exactamente en qué reside esta realidad que dices; no la siento
esta realidad.
Blay: Claro que sientes esta realidad..., tú andas, tú respiras, tú te formulas la pregunta de qué
es la realidad. Si vives consciente, no en lo que preguntas, sino en quién pregunta eso, verás que ahí
está tu noción de realidad. Y sólo por el hecho de que puedas intuir de que alguien está viviendo una
realidad, del tipo que sea... muy importante, o sólida, o elevada, o de alegría, tan sólo eso, indica que
tu noción de realidad incluye también esas otras cosas en ti.
Todo lo que se ha explicado estos días ¿lo entendéis, lo veis como cierto?, ¿no os despierta
alguna resonancia interior?
Cuando esto lo veis como cierto, cuando algo en vosotros lo ve como cierto -aunque se esté
viviendo en una zona de carencia, de duda- hay algo en vosotros que además de vedo como cierto,
siente algo. El problema está ¿en donde se sitúa el foco mental?, ¿en la zona vacía? ¿en la zona no
vital?, ¿en la zona que no tiene evidencias racionales? ¿O se sitúa en ese punto que ve, en ese punto
que siente? Cuando uno traslada su atención allí donde ve y allí donde siente -aunque en la parte
externa (o delantera) no se vea ni se sienta nada-, se descubrirá que eso que se ve y se siente en la
parte más profunda, eso adquiere fuerza y se manifiesta.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Lo que es real, está ya en una zona nuestra; pero no es la zona en que generalmente nosotros
solemos vivir. Y claro, no reconocemos las cosas hasta que no están en este plano más externo de
nuestra mente, de nuestra afectividad, o de nuestra vitalidad. Pero si yo miro, veré que en algún sitio
más hondo sí hay algo. Entonces yo he de estar atento a ello, con suavidad, pero con firmeza;
tomando conciencia allí de lo que soy, de algo que soy. Y cuando tomo conciencia de ese algo que
soy, entonces ese algo se manifiesta en todos los planos de mi conciencia.
O sea, que no se trata de buscar algo concreto como la euforia, o la seguridad o una
excitación... no. Es algo muy suave. Se mantiene la atención allí, en lo que se ve y en lo que se
siente, no en la formulación de duda, sino en la parte que ve y siente, y se verá como desde ahí, sin
hacer nada más, arranca una fuerza, una visión y una claridad nuevas.
Nuestra personalidad profunda tiene un potencial fabuloso pero nosotros estamos
generalmente instalados en nuestra parte superficial; y claro, cuando esta parte superficial está bien,
todo parece bien, pero cuando está mal todo parece mal. Eso es lo negativo de la parte superficial,
que es enormemente cambiante.
La parte superficial, de por sí no es definitiva, es como una especie de cáscara o envoltura que
está hecha de mil cosas, es una interrelación con el exterior más alguna cosa del mundo interior.
Pero donde realmente más está nuestra substancia es detrás de todas esas capas. Es esa personalidad
más profunda; allí hemos de aprender a conectamos e instalamos. Y el hecho de vivir desde allí nos
dará una auténtica estabilidad, una auténtica firmeza. Sino, nuestra vida es una serie de altibajos
constantes, en todo.
Yo, por ejemplo, por constitución soy muy, muy emotivo. Por constitución, los pícnicos
tendemos a ser muy emocionales, con una gran tendencia a fases de euforia seguidas de fases de
depresión emocional. Tono alto y tono bajo; muy acusados. O sea que el problema de los altibajos
me lo conozco bien, muy bien. Y viví eso -de arriba-abajo y de abajo-arriba-, durante años hasta que
descubrí este sector más profundo, en el cual no existe ningún altibajo. Y no hablemos del sector
superior, el cual es siempre como un festival en marcha... (algunas risas).
Pregunta: Quiero preguntarle algo sobre la mente concreta. En la mente concreta está el punto
de ver...
Blay: ... el foco de atención, sí.
Pregunta: Pero eso que dices es la mente concreta ¿no? Blay: Es que la atención está en el
centro de esta mente concreta. Por eso os he dicho que hay que distinguir la atención del pensar. Es
la misma cualidad que nos permite funcionar aquí abajo. Si sólo funcionáramos con la mente
superior no habría contacto con las cosas concretas.
Pregunta: Es que yo he intentado hacer algo concreto estando en un punto elevado, superior...
Blay: Desde luego, si así intentabas hacer la comida... no hubiera querido estar invitado...
(risas).
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pregunta: Antonio, me parece que estos desplazamientos del foco, hacia arriba o hacia abajo,
o delante, o si estoy arriba, o detrás, etcétera, ¿no son complicaciones que impiden llegar a la
verdadera profundidad? ¿no es mejor ir directamente, sin necesidad de estar localizando unos puntos
determinados, o algo que es puramente mental, o psicológico; que no tiene ni espacio, ni tiempo, ni
nada? ¿Es necesario pasar a través de esa mecánica para llegar a lo otro?
Blay: No, no. Recuerda que al principio me han preguntado por esa experiencia profunda, para
vivirla luego en particular en la oración. Y yo he dicho: «el evocar eso que se siente es un medio».
Éste sería, pues, el medio que tú apruebas, o que a ti te parece bien. Pero también he dicho que, si se
puede, es preciso ver además que esa experiencia se tiene cuando uno está situado en una zona
determinada. y entonces cuando uno descubre eso, yendo a la zona determinada tiene la experiencia
correspondiente. Luego ¿ves? es algo operativo. Por otra parte ¿esto es absolutamente necesario?...
no. Evocando la experiencia ya se puede tener. Ahora bien, hay una correlación cierta y no se trata
de un juego o de una convención mental, sino que obedece a mecanismos muy precisos; esto te lo
puedo asegurar.
Pregunta: A mí me ocurre algo peor. Pues resulta que estoy agarrada a unas ideas religiosas
que no me gustan nada, pero no las puedo soltar.
Blay: Pues no las sueltes.
Sobre el sufrimiento
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Veo que este tema está en algún grado en la mente de muchos. Hagamos, pues, una valoración
del sufrimiento.
Se me ha preguntado varias veces por la función del sufrimiento en relación a todo lo que
explico, y yo siempre he dicho que el sufrimiento no es intrínsecamente necesario. El sufrimiento es
la consecuencia del error; allí donde hay error inevitablemente hay sufrimiento.
El sufrimiento -en un plano o en otro- nos está señalando allí donde hay un error, y es gracias a
este sufrimiento que nos decidimos a buscar la solución. El sufrimiento nos está señalando allí donde
nosotros estamos funcionando mal; aquello que nos hace sufrir nos está indicando concretamente
algo que hemos de desarrollar más o algo que hemos de cambiar en su esquema. Por lo tanto, en la
medida que no estamos viviendo en una plena lucidez, y en una armonía total con el amor, estamos
en error. Y al estar en error sufrimos las consecuencias inherentes a ese error, las que se producen
por partida doble: el sufrimiento a escala individual, como son los disgustos que me producen las
cosas, desengaños en relación a situaciones y personas; y luego la participación en el sufrimiento
general de la humanidad (el cual es consecuencia del error colectivo). Por lo tanto, el sufrimiento es
algo real que cumple una función; pero no es que el sufrimiento haya sido creado adrede para eso,
sino que es un indicador que aparece como resultado del error y que está señalando en la dirección
correcta (para poder remediar ese error).
En el sentido religioso de los sufrimientos de la Pasión tiene el mismo significado. El
sufrimiento de la Pasión -en ese ejemplo de Redención cruenta- es en su significado la consecuencia
del pecado del mundo; el «pecado» del mundo es el error del mundo. Entonces, Él asume eso (en un
grado u otro) a través del sufrimiento; y lo que debería ser sufrido por todos, lo sufre Él, lo asume,
para que se clarifique nuestro contacto con lo superior. Éste es exactamente el sentido de la
redención. Aunque esto puede verse por el lado del sufrimiento pero también por el lado de la
conexión, la cual siempre es positiva.
La conexión con lo superior (como he explicado otras veces) sólo requiere sentir plenamente
la noción de lo superior, el sentimiento y la aspiración de lo superior. Y entonces, uno ha de dirigirse
hacia lo superior expresando esa aspiración y esa demanda. Ha de pedir ese contacto y esa presencia.
Y después quedarse atento a eso. Ya está; sin ningún esfuerzo. Ahora bien, si uno está muy abatido,
muy triste, muy «reseco», muy duro, esto puede requerir cierto tiempo. Un tiempo en que se vaya
expresando primero la parte más fría, más árida, más elemental, hasta que pueda fluir lo que hay
detrás, que es de más calidad. Pero sin forzar nunca nada. Siempre a través de la sinceridad, no de la
fuerza.
En este trabajo interno hay que respetar la naturaleza de cada persona y no querer imponer un
modo de trabajo estricto. Lo importante es trabajar, aunque no de «tal modo»siempre. Las personas
tienen diferentes modos de ser. Hay personas que tienden a un ritmo estable y otras tienden a un
ritmo muy inestable. Lo importante es que uno aprenda a establecer una conexión profunda consigo
mismo y una apertura hacia arriba como base. Para eso sirven las prácticas de silencio... pero eso
también puede aprenderse a hacer mientras se está andando, o haciendo el trabajo diario -sobre todo
si se trata de un trabajo manual-o Lo importante es que esto se establezca y que se aprenda a
descubrir que la realidad de cada momento no es lo que uno tiene delante sino lo que surge del fondo
y que viene de arriba. O sea, el modo de hacerlo puede variar; no es tan esencial el que uno esté allí
como un esclavo de tal hora a tal hora. Aunque el hecho de hacerlo con regularidad y de obligarse a
ello suele ser bueno, eso puede no ser absolutamente así para todas las personas.
Pero el problema es que si yo digo eso, seguramente cada uno dirá: bueno, yo soy una de esas
personas... (algunas risas). Y si digo que es absolutamente necesaria la regularidad, entonces uno
tiene la sensación de que no sirve para eso, de que no tiene voluntad, de que fracasa, etcétera. Lo
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
importante no es tanto la cosa particular que se hace sino el que uno esté más y más polarizado
realmente hacia lo fundamental.
Más sobre la Fe
La Fe se refiere a las cosas que se creen, que se intuyen como ciertas, aunque no se demuestre,
aunque no se vean en todos sus elementos racionales, pero que se sabe que son ciertas.
La fe en el sentido superior es la certeza de la intuición. y en el sentido inferior es la creencia
en una sugestión. Esta última forma la base en que nos apoyamos; todos los condicionamientos y
convencionalismos no son nada más que meras creencias. Una misma cosa podría verse de formas
totalmente distintas y podrían no reconocerse como siendo la misma. Estamos viviendo
constantemente apoyados en una serie de ideas que creemos, porque se nos ha enseñado así desde
pequeños. Está comprobado que todo lo que nosotros percibimos, no sólo lo percibimos, sino que
además lo estamos interpretando automáticamente en función de unos esquemas que hay en nuestra
mente. Y esto en cualquier acto de observación, pues se trata de unos esquemas aceptados sin
comprensión alguna. O sea que incluso las cosas de las cuales estamos más seguros se sustentan
sobre una base irracional. Por esto hoy en día se dice de la ciencia que en el fondo es sólo una
opinión.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Blay: Sí, es distinto. El ver es sólo una parte de la fe; pues no existe un completo acto de fe si
yo no asumo aquello que veo. Además de ver hace falta poner allí mi noción de realidad; o dicho de
otro modo, la voluntad profunda (en aquello). Entonces, de la asociación de la intuición con la
voluntad en su sentido más profundo, tenemos la fe operativa, la fe real.
Pregunta: ¿Por qué insistes tanto en que lo que llamas la realidad externa no es la realidad
sino que únicamente lo es lo interno?
Blay: Esto creo que ya lo expliqué. No es que lo externo no sea la realidad, sino que estamos
tratando la noción de realidad en el sentido metafísico. Así, es real una cosa cuando no depende de
otras y cuando es idéntica a sí misma; o sea, que no se transforma. Y en este sentido no hay nada
exterior que cumpla esos requisitos; ni tampoco hay nada subjetivo que cumpla esos requisitos; todo
es un devenir.
«Campo» y centro
Al decir que eso no es real, no quiere decir que no exista ¿eh?; hay que entender bien el
sentido. Todo eso existe j claro que existe!; sólo que existe en un estado de «fluir». y por lo tanto, las
cosas en particular no tienen una identidad propia, estable, de por sí, sino que siempre cada cosa
existe en función y en relación dinámica con lo demás. En ese sentido, todas las cosas que
percibimos, exteriores e interiores, no son estables, son un devenir, y por eso no se les puede aplicar
este criterio, esa noción de realidad en sí.
La realidad externa hay que poder veda en relación con todo el resto de la realidad externa; o
sea, poder ver la totalidad del campo de manifestación. Esto por un lado. Y por otro lado, ver que
esto, toda la totalidad del campo es a su vez expresión de algo que no es campo, sino de algo que es
centro.
Es necesario ver el doble aspecto de eso. Ahora nosotros estamos viendo una tajadita de esa
realidad. Hemos de aprender a ver el resto... de la tarta. Y ver que esa tajadita existe en relación con
todo el resto: la unidad de campo, la unidad de todo lo existente. Y luego, además, ver que esa
totalidad es a su vez expresión de algo que está más allá de esto: que es el centro, que es la fuente
primordial, el Ser en sí. Existe entonces esta doble labor: el abarcar, el abrirnos al Todo, en el sentido
horizontal -e incluso en el sentido esférico-, y luego, el soltar todo y descubrimos como centro; es la
abstracción de todo.
Pregunta: Lo que más vemos es el pedazo de la tarta ¿no? Pero debemos relacionamos con
toda la tarta; bien. Entonces, si podemos relacionar toda la tarta ¿es que la tarta entera es nuestra?
Blay: Claro. Por lo menos podemos estar abiertos a la totalidad de la tarta. Lo importante es
que yo no crea que el pedacito es la totalidad de la tarta. La porción es siempre lo que yo vivo en
primera persona; aquello a lo que me refiero como «yo» o como «mí». Ésta es la porción de la tarta;
y el resto de la tarta es aquello a lo que llamo «lo otro». Pero lo que llamo «mí» y lo que llamo «lo
otro» forman realmente una sola unidad. Y esto no es sólo en lo externo ¿sabes?; esto también ocurre
en los planos internos de conciencia. Me refiero a lo que son mis sensaciones físicas, mi vida
afectiva y toda mi vida mental. También esto es inestable, también esto es un fenómeno existencial,
y también lo que yo vivo en eso es sólo un trozo de la tarta.
Pregunta: Sí. Cuando consigo una experiencia de amplitud es sólo en un momento muy
determinado, es algo muy fugaz... ¿cómo puede uno soltarse?
Blay: El centramiento debiera ser un medio para ello. Éste es uno. Pero luego hay el
discernimiento. El discernimiento consiste en que tú examines con mucha calma, una y otra vez
durante el tiempo que haga falta ¿qué es tu conciencia del cuerpo? ¿o tu conciencia de lo material?
Que trates de verlo; y que no te des por satisfecha con las primeras cosas que veas. Entonces llegarás
a descubrir que tu conciencia del cuerpo es simplemente una idea en tu mente. Pero eso lo has de
ver, no saber; porque sabiéndolo no se arregla nada. Y cuando te das cuenta de que tu cuerpo no es
nada más que un aspecto de tu mente, un punto en tu mente, entonces puedes soltar ese punto porque
te das cuenta de que tú realmente eres más allá de ese punto. Pero mientras ese cuerpo lo vivas como
tu totalidad experimental, aparece con una consistencia tan real que no puedes manejarlo con tu
mente; porque no has llegado a descubrir la naturaleza de esta conciencia de cuerpo en tanto que
puro fenómeno mental.
Pregunta: A mí me dan miedo muchas cosas. Yo creo que estoy como el primer día; pero
quizá el darme cuenta del miedo sea el primer paso...
Blay: Es un paso para poder dar el siguiente, pero no te quedes ahí. Sólo tomando conciencia
de lo que tú eres como energía, ejercitándola, sólo tomando conciencia de ti misma en acción,
viviendo eso, sólo así llegarás a vivir una realidad que verás que está por encima de cualquier
peligro. Todo lo demás que puedas hacer son parches; o esconder la cabeza bajo el ala, o querer
convencerte de que no hay peligro, etcétera.
El problema del miedo es el problema de todos. Incluso de los que preguntáis esas cosas tan
elevadas. Es el problema general, el más básico que tiene el ser humano: el miedo, los miedos. De
hecho se trata de un solo miedo disfrazado de veinte maneras diferentes y que existe en distintos
niveles. Ese problema no se elimina de veras hasta que se llega a la raíz de lo que uno realmente es
en Dios o en la Realidad más allá de todo nombre. Sólo cuando se realiza esto es cuando desaparece
completamente el miedo; no por ninguna creencia o por ninguna convicción, sino porque es
absolutamente imposible que exista el miedo en lo que realmente Es. El miedo solamente es posible
cuando una realidad se ve o se cree amenazada por otra realidad. Y esto desaparece por completo
cuando uno vive la realidad central que uno es en Dios y de Dios -o en la Realidad última-; entonces
desaparece totalmente, de raíz. Aunque se presenten todos los cataclismos del mundo, todos los
problemas que podamos imaginar, no existe el miedo. Esto sería la liberación total. Pero para los que
no hemos llegado a ella, a medida que se va avanzando en ese camino, se van produciendo
desprendimientos de miedos, uno va soltando capas de miedo; así, poco a poco. Pensad que el miedo
es el obstáculo que nos acompaña hasta el último momento de la última realización.
Pregunta: Hablando de la energía, el amor, la inteligencia, pienso que todo eso es dinámico;
en cambio, en cuanto al miedo, siento que tiene un carácter estático, y que en muchas de las cosas
que hacemos estamos adheridos a este contenido estático, el cual frena este dinamismo real que está
ahí. Me pregunto por qué hacemos eso.
Blay: A ver... ¿porqué estamos frenando lo dinámico en nosotros desde esto estático? Pues
porque nosotros nos asociamos a una forma o fórmula determinada. Entonces, nosotros aceptamos
toda clase de cambios, menos el de esta fórmula, el de este esquema. «Yo soy así», «yo quiero esto»,
«yo necesito esto y lo otro porque me hacen sentir bien»...; de este modo, yo no puedo permitir que
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
las cosas funcionen libremente, yo he de estar constantemente vigilando para proteger esta fórmula,
reforzarla y evitar todo lo que pueda perjudicarla. Y por esto yo me crispo, yo me cierro, porque
estoy protegiendo lo que creo mi realidad, que es mi idea de algo, mi fórmula. Éste es el mecanismo.
En cuanto al modo de soltamos..., sólo podremos soltar lo que estamos reteniendo cuando nos
vivamos como otra cosa que eso que creemos ser. Mientras uno cree ser algo, defenderá ese algo a
capa y espada, con las uñas, con los dientes, con lo que sea. Por eso, lo único liberador es la
realización de la propia identidad.
El esquema mental de cada uno está afianzado ahí no sólo como idea, sino como emociones,
como fuerzas, como hábitos y como toda la propia historia. Por lo tanto no basta una idea para soltar
la que tenemos, para contrarrestarla. Es necesario llegar a tener una conciencia directa, vivencial,
profunda, inmediata, de la potencia, de la inteligencia y de la felicidad que somos; sólo entonces nos
podremos reír de todas las formas que pretendíamos ser. Uno solamente puede soltar algo cuando
tengo algo mejor. Por lo tanto, pretender que la persona «suelte», con la promesa de que luego
encontrará algo mejor, es un engaño, es algo que no funciona.
Sólo cuando uno se vive a sí mismo como felicidad, deja de estar en estado de alerta en
relación con las emociones. Sólo cuando uno se vive como inteligencia deja de preocuparle su
esquema mental y si éste está amenazado o no. Al descubrir lo que uno es, se ve que uno no es
ningún modo de ser. Somos Ser, y no ningún modo de ser. Cuando yo creo ser un modo de ser, todos
los demás modos significan un peligro; y por eso sólo yendo a lo que es mi realidad central, yendo al
Ser, el que está detrás del modo, me libero del modo y de todos los demás modos. Entonces, de una
forma natural, ¡yo viviré mis modos! pero los viviré libremente, sin depender de ellos.
Si pudierais ver con claridad que nos estamos viviendo siempre en tanto que modo, y que
nosotros no somos ningún modo, que intrínsecamente somos Ser... con la posibilidad de infinitos
modos..., en lo intelectual, en lo afectivo, en la conducta, en todo..., esto sería un salto «mortal» para
el miedo. Un salto definitivo que nos situaría más allá del miedo.
Lo que nos condiciona es nuestro modo de ser; y lo que queda afectado, lo que es vulnerable,
es el modo de ser. Porque uno ha sido educado en un ambiente y no en el Congo, por ejemplo, pues
se tiene un modo de ser y no otro; y ese es el modo propio de ser. Nosotros estamos creyendo ser de
un modo, el que sea, estilo Congo, o estilo... Siberia. Y hemos de descubrir que esto es un modo de
funcionar, de sentir, de ser, pero que no es nuestro ser.
Por ejemplo, las ideas que tenemos de todo, en conjunto, en su totalidad, son un modo de
pensar. Yeso es sólo un modo de expresión de la propia inteligencia. Ahora bien, esta inteligencia
podría, además, expresarse con otros modos de pensar, con muchos otros modos de pensar, con
todos los posibles modos de pensar. Pero mientras uno cree ser sus ideas, su modo mental de ser,
todo lo verá desde ahí y estará defendiendo estas ideas como sea. Uno no es su modo particular de
pensar, no lo es, lo tiene, pero es algo más, es la inteligencia. Ese «modo» es sólo un aspecto
particular, una tajadita de esa inteligencia.
En cuanto a la afectividad, fijaros que se acostumbra a vivir totalmente subordinada a las ideas
que se tienen. En realidad la afectividad no debería estar subordinada a nada porque la afectividad es
una realidad en sí, es independiente. Pero como la conducta concreta del hombre está dirigida por la
mente, y el hombre está identificado con sus ideas, con sus esquemas mentales, entonces la persona
solamente siente en la medida en que la mente le permite sentir o no, en que le dice sí o no a tal idea.
En cada momento yo vivo lo que se corresponde a las incidencias que ocurren respecto a este
modo de pensar. Si alguien se me opone, yo me enfado, me cierro, porque vivo una negación, un
ataque a mis ideas, y a eso le corresponde la reacción subjetiva de oposición. Cuando alguien me
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
alaba por mis conocimientos entonces yo me siento satisfecho y feliz porque hay una confirmación
de eso que yo creo ser; yeso permite que la afectividad funcione en todo lo que la mente puede dar
de sí dentro de esta visión. Siempre la afectividad la solemos vivir subordinada a las ideas y a su
cotización del día.
Pregunta: ¿Puede considerarse que a veces la afectividad va unida a los instintos primarios?,
¿qué tienen que ver las ideas en eso?
Blay: Cuanto más primario es un instinto, más en principio es independiente de esa impronta
mental. Por eso las personas hacen cosas sabiendo que les son perjudiciales. O se dejan llevar en
contra de criterios morales o sociales que por otro lado aceptan. Cuanto más primitivo es el impulso,
más fuerza natural tiene. Pero cuanto más la persona está bien integrada (o bien domesticada), más
toda su conducta pasa a ser una unidad funcional.
Instinto e inteligencia
De todos modos, los instintos primarios también son inteligencia; lo que ocurre es que son
inteligencia a un nivel biológico y automático. Ahora bien mi inteligencia personal -que es sólo una
parte de la inteligencia que soy-, adquiere un progresivo control sobre las cosas, y puede llegar (o
no) a una toma de posesión, a un dominio sobre los niveles instintivos. Pero hay que distinguir entre
mi inteligencia consciente, externa, y la del nivel instintivo, el cual sigue siendo inteligencia en su
propio plano. Y además, de por sí tiene una fuerza que actúa con independencia..., y gracias a eso se
mantiene la raza. Aunque también a veces la acción del yo-idea llega a bloquear, o a desnaturalizar
lo que son mecanismos naturales instintivos.
Vemos, pues, que lo instintivo tiene una autonomía; pero es función del hombre consciente el
que esta autonomía esté subordinada a su visión superior. La inteligencia personal debe armonizar y
dirigir todo; esto es una etapa a conseguir en el desarrollo.
En la fase actual de la humanidad el problema consiste en que estamos metidos en la mente
pero descentrados respecto al centro de la mente. Y sólo centrándose puede la persona liberar de
golpe todos esos problemas. Pero ya vemos lo difícil que es para muchos llegar a ser conscientes de
lo que pasa en la propia mente. Así, descubrir el funcionamiento de este mecanismo, no únicamente
en sus productos sino también en su operatividad, llegando a ver cuando se está funcionando a partir
de una zona o de otra, cuando se está viendo con claridad, con objetividad..., aprender a ver así, en
todo momento, es una parte del desarrollo, de la maduración humana, que erradicará las causas del
error constante que a su vez es fuente de dolor y de sufrimiento.
El problema básico es que estamos viviendo desde el yo-idea, y desde ahí estamos como en un
feudo tratando de juzgarlo todo, de manejarlo y de supeditarlo todo a una visión egocentrada. Sólo
cuando yo me descubro como una unidad real, desde un centro, entonces dejo de estar ansiosamente
pendiente de esta reivindicación de mí mismo.
Pero luego viene el descubrir el plano del yo-experiencia en profundidad. Entonces es cuando
me doy cuenta de que soy fuerza, soy capacidad de amar, pero no en mis formas o circunstancias
particulares, sino que vivo esto en lo que es mi esencialidad: con una gran potencia interior porque
me encuentro insertado en el fondo mismo de la Vida, de todo lo que existe.
Y luego, en otro plano de unidad, llego a descubrir que todo eso que vivo, es a su vez
expresión de otra cosa que yo soy y que voy vislumbrando..., de una inteligencia sin límites, de un
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
amor sin límites, de un poder sin límites. Éste es el punto superior de la Unidad total hasta donde
ahora podemos concebida y realizarla.
Son tres planos: el plano de la personalidad, el plano de la individualidad, y luego el plano de
la Unidad espiritual. Se puede empezar desde abajo e ir subiendo los escalones, o se puede empezar
desde arriba, cuando yo me descubro ser una totalidad en Dios (en el plano espiritual), y también se
puede empezar desde un punto o desde otro.
Expansión
Os he dado unas líneas básicas de trabajo. Sólo con que se haga el centramiento tal como lo
hemos practicado aquí, y que se vaya aprendiendo a hacerlo mejor en cada una de sus fases, sólo
eso, es ya un trabajo muy serio. Y luego, aprender a mantener eso más y más en la vida diaria.
Entonces ya es un trabajo completo.
Pero además os he hablado de cómo uno, en un momento dado, tiene una intuición o una
vivencia de algo mayor; y esto puede adoptar muchas formas. Ayer surgió la noción de Dios. ¿Qué
es Dios para mí? ¿o el Ser Supremo, o la Mentalidad Cósmica, o como quiera yo llamarle? ¿Cómo le
intuyo, como concibo qué puede ser, qué puede sentir o cuales son sus vivencias? Todo lo que yo sea
capaz de intuir, de presentir, no solamente en teoría, sino con fuerza, con sentimiento..., eso es un
aspecto de mi realidad a ser trabajado, a ser mirado, sentido y actualizado.
y en cuanto a mí mismo ¿cómo me concibo yo al final de toda mi evolución? Sé que soy un
proceso en desarrollo, pero ¿cómo intuyo que seré, o cómo podré llegar a ser al final de toda la
evolución, de todos los ciclos de evolución que pueda atravesar? Sin duda mi aspiración será una
dirección certera, una guía infalible en este camino. ¿Puedo intuir que yo, como ser, llegaré a mi
expansión total en la realidad última del Ser que Es siempre?
Esto es... trabajo eficaz, trabajo fructífero, desarrollo seguro, auténtico, en este camino de
crecimiento y de descubrimiento interior.
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
APÉNDICE
Centramiento
Se trata del ejercicio de centramiento ya conocido, practicado ahora como una técnica de
trabajo dirigida a la toma de conciencia de la realidad que somos. Hay que procurar estar vivos por
dentro, despiertos, intentando que la secuencia sea vivida, vivenciada interiormente. Si se produce
alguna pequeña interferencia, algún ruido, aceptadlos como naturales y no permitáis que os
distraigan.
Posición cómoda, sentados con la espalda recta. Respiración más bien baja la cual conducirá a
un estado relajado. Tomar conciencia de sí mismo, aquí y ahora. Siempre muy atentos y despiertos.
1a fase
Haremos varias respiraciones. Profundas, lentas, cerrando los ojos. Al sacar el aire, sentimos
como todo el cuerpo se afloja y va quedando en una total comodidad. Ahora dejamos que la
respiración salga totalmente libre. Para ello, sentiremos el gusto de respirar, como si en ello se
expresara nuestro ser. Seguimos el movimiento libre de la respiración, la cual se produce
espontáneamente. Este movimiento produce un estado de bienestar, de placer, como lo produce todo
acto natural. Observemos el movimiento, como suben y bajan el vientre y el pecho. Ahora, pasamos
de la observación del movimiento, a esa fuerza que hace mover el vientre y el pecho. Hay una fuerza
natural que funciona sola; es muy agradable. Ella hace que el vientre y el pecho suban y bajen.
Prestamos atención a esta fuerza que origina este movimiento y descubrimos que procede de la parte
de atrás. Esta fuerza respiratoria, rítmica, que va y viene... esta fuerza, es una fuerza de la vida. Es la
fuerza de la vida... de toda la vida... que respira en nosotros. Esta fuerza es como una ola de un
océano de vida. Es la vida, la fuerza de la vida... que respira en mí. Detrás de esa fuerza, existe como
un campo muy grande de energía, un campo inmenso de energía. Este incesante ritmo respiratorio
procede de allí. El movimiento de mi respiración es como una ola, de esa fuerza, de ese océano...
Todo el poder de la vida está en el movimiento de mi respiración del mismo modo que todo el poder
del mar está en cada ola.
2a fase
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
Pasamos ahora a la zona del pecho. Imaginemos que estamos delante de una persona a quién
queremos en particular, y a la cual expresamos concretamente nuestro cariño, nuestro amor, de tal
manera que sentimos el amor... el cariño... el gozo..., la alegría. También podemos expresar ese
amor, hacia Dios. Sintamos el amor. Ese amor que sentimos, esa alegría viviente que nos hace sentir
llenos de gozo viene de un fondo que está detrás de lo que sentimos, y es como un Sol, un sol
luminoso, profundo. El amor que sentimos es como la manifestación de unos rayos de este Sol. Nos
situamos en este Sol, dejando ahora aparte la imagen de la persona que ha servido para conectar con
este amor. Dejamos aparte toda imagen, toda idea, y nos situamos en este Sol, que es amor, que es
felicidad profunda. Es algo que ya está ahí, es algo que ya Es. El sentir es lo más importante;
solamente sintiendo. Sólo mirando y sintiendo, mirando el sentir. Sin pensar, sólo saboreando. De
este Sol es de donde surge toda posibilidad de amor, de alegría, de felicidad, de plenitud. Eso que
vivimos, lo somos. Eso está siempre presente. Y cuanto más nos centramos en eso, más intenso, más
profundo, más elevado es ese amor, y esa felicidad. Ya está ahí, siempre. Ese gozo, es lo que soy.
3a fase
Pasamos ahora a la mente. Vemos como una luz expandida, es un espacio de luz, de un color
azul, eléctrico, intenso. De este azul viene toda la capacidad de comprender, de saber, de conocer. Es
pura claridad, no tiene forma, pero es de donde surgen todas las formas. No hay ideas, pero es de
donde surgen todas las ideas. Es sólo pura luz... del entendimiento. Es pura luz... de la inteligencia.
Nos mantenemos atentos en este nivel de pura luz. Desde aquí, todo lo podemos comprender
fácilmente, con suma facilidad, Del mismo modo que desde la zona del pecho, del fondo del pecho,
del Sol del amor, todo es bienestar, es alegría, es felicidad, aquí todo es paz, lucidez, claridad, Luz de
la mente.
4a fase
Nadie nos puede quitar eso que somos. Seamos conscientes de la fuerza de la vida a través de
la respiración, del gozo del amor a través del pecho, de la luz de la inteligencia a través de la cabeza.
Ahora nos quedamos así, presentes, en Silencio, sin pensar en nada, solamente siendo la conciencia
de nuestra presencia. y nos vivimos enteros, de arriba-abajo, muy presentes en una simple
conciencia de Ser. Conciencia de Ser, aquí y ahora, que surge del Silencio, que emana de este
profundo Silencio.
Final
Ahora recuperamos la conciencia exterior, pero sobre todo, nos mantenemos conscientes,
interiormente abiertos a todo eso... Respiramos más seguido, moviendo brazos y manos con calma.
Pero sobre todo manteniendo esta conciencia de lo que somos, al movemos, al hablar, al actuar.
Tratando de que eso que somos se exprese. Hablando desde ahí, moviéndonos desde ahí, riendo
desde ahí, sin quedar encerrados en la estructura externa habitual. Y me mantengo así todo lo
posible, al máximo, funcionando así, viviendo desde esa verticalidad, y desde ese fondo profundo,
que soy Yo mismo.
Ahora lo importante es poder moverse desde ahí, desde esa calma, desde este espacio, desde
esta luminosidad. Como si el andar surgiera de eso, como si toda la actitud surgiera de ese fondo;
que el ver y el formular palabras, surjan de eso. y que toda nuestra vida sea una expresión de ese
fondo; de ese fondo que se expresa en lo particular, sin dejar de ser el fondo.
Una aclaración
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Antonio Blay La realidad, curso de profundización y diálogos
En relación a la primera fase del ejercicio (la fase respiratoria) se formuló una pregunta sobre
la forma de respirar. Aquí transcribimos la pregunta y la respuesta de Blay.
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