Acerca Del Dolo Eventual
Acerca Del Dolo Eventual
Acerca Del Dolo Eventual
1. INTRODUCCION.
El propósito de éstas líneas transita por brindar un panorama de la discusión sobre el
dolo eventual.
Sabido es que en el dolo directo de primer grado, el autor persigue la realización del
resultado y que en el dolo directo de segundo grado el autor no busca la realización del
tipo, pero sabe y advierte como seguro que su actuación dará lugar al delito. Por su
parte, la doctrina concuerda que en el dolo eventual el resultado se le aparece al
agente como posible.
Ahora bien, las posiciones se separan radicalmente al momento de brindar precisión a
éste punto de partida, ello con el objeto de distinguir el dolo eventual de la culpa
consciente. El esfuerzo teórico se justifica atendiendo a las consecuencias de la
elección: el dolo eventual habilita la sanción prevista para el delito doloso, mientras
que la culpa consciente conlleva las penas mas leves del delito imprudente o la
impunidad si ésta modalidad no está regulada.
Las conclusiones a las que se arriben en toda discusión sobre el dolo eventual
necesariamente habrán de repercutir en la definición general del concepto de dolo.
Queremos con esto consignar que el debate sobre el dolo eventual es, en definitiva,
una discusión sobre el propio concepto de dolo.
El presente trabajo no tiene otra pretensión que describir las distintas propuestas
teóricas formuladas por la doctrina, advertir respecto de los problemas que éstas
posiciones exhiben y analizar el modo en que han sido recibidas por nuestra
jurisprudencia .
2. LA DISCUSION DOGMATICA.
El abordaje inicial de la cuestión del dolo eventual, se remonta a la antagónica
distinción entre las posiciones a favor del componente volitivo del dolo o del su
elemento intelectual .
La primer opción dio nacimiento a las denominadas teorías de la voluntad, en sus
variantes vinculadas a la aprobación interna del resultado (teoría del consentimiento) o
a la motivación del autor (teoría del sentimiento o de la indiferencia). Estas tesis exigen
además de una representación, una ‘actitud interior’ en el autor del hecho, ya sea
aprobando, asintiendo o consintiendo el resultado (teoría del consentimiento) o
mostrándose indiferente ante la posibilidad de lesionar un bien jurídico (teoría del
sentimiento o de la indiferencia).
La segunda alternativa es la que origina las teorias cognoscitivas. Para la teoría de la
representación, el autor actúa con dolo si conoce la posibilidad de la producción del
resultado. Su variante, conocida como teoría de la probabilidad, adiciona a sus
postulados el requisito de que el autor conozca la probabilidad de producción del
resultado.
Frank elaboró una segunda fórmula, según la cual puede afirmarse que hay dolo,
cuando el sujeto se dice a sí mismo: con independencia de lo que pueda pasar, en
cualquier caso, yo actúo.
Al igual que su tesis original, no se brinda ningún criterio adecuado para la delimitación
entre dolo eventual y culpa consciente.
Remarca Sancinetti que en éste punto hay dos opciones valorativas: o bien es una
misma versión de la fórmula originaria, circunstancia que sólo lograría disimular los
vicios de la primer redacción, manteniéndose la misma inutilidad dogmática ; o bien su
variante siempre habrá de arrojar un resultado positivo sobre la presencia del dolo. En
una palabra: habrá dolo siempre que el autor actúe, mientras que si el sujeto se echa
atrás, desaparece el problema a considerar: no habrá dolo por el hecho de que no hay
ninguna acción. ?
Conclusión: la teoría del consentimiento ha sido rechazada por no aportar un parámetro
para saber si el autor llegó a la tan deseada “aprobación” del resultado.
B. Teoría de la Probabilidad.
La teoría de la probabilidad procura solucionar el problema planteado ?. Para ello, la
diferencia entre dolo e imprudencia que postulan sus seguidores, se establece
únicamente en el grado de probabilidad con que el autor se haya representado la
realización de la conducta típica: si pese a haberse representado como probable la
realización del tipo el sujeto ha decidido actuar, concurre dolo; si se ha
representado tal realización simplemente como improbable, concurre imprudencia ? .
Probabilidad significa mas que mera posibilidad y menos que probabilidad
predominante. Representarse la probabilidad de alcanzar el resultado, importa dolo,
mientras que la previsión de una escasa o remota probabilidad, culpa consciente. El
punto neurálgico es siempre un pronóstico intelectual de probabilidad.
El principal problema de la teoría de la probabilidad se verifica en los casos en que el
que el sujeto conoce la escasa probabilidad de alcanzar el resultado con su conducta y
pese a ello actúa con la intención de provocarlo (el ejemplo clásico del tirador
inexperto). Siguiendo los lineamientos básicos de ésta posición, sólo debería atribuirse
al agente una acción imprudente, dada la escasa probabilidad de dar en el blanco .
Por su parte, Mir Puig le reprocha a ésta teoría que le resulta difícil decidir si concurre
dolo eventual o culpa consciente en los casos límite, concretamente cuando la
probabilidad advertida no es ni muy elevada ni muy pequeña: “es imposible cuantificar
los porcentajes de posibilidades y, aunque fuese posible, no existe ninguna razón para
elegir una cifra –el 20% o el 30%, pongo por caso- como frontera de dolo y culpa
consciente”?.
Las teorías de la representación y de la probabilidad tienen en común el rechazo a un
elemento de carácter volitivo como elemento integrante de la definición de dolo
eventual. Sin embargo, éstas concepciones sólo predican la inadecuación del elemento
volitivo respecto de la figura del dolo eventual, manteniéndolo como constituyente de
otras formas de aparición del dolo, en particular el dolo directo de primer grado. Esta
dicotomía conlleva la imposibilidad de construir una definición universalmente
válida para todos los casos en que el sujeto haya actuado dolosamente.
C. El Riesgo Representado.
Para Bacigalupo, obra con dolo el que sabe lo que hace, conociendo el peligro
concreto que genera su acción. De éste modo, Bacigalupo considerada superada la
teoría de las formas del dolo, al haberse eliminado el elemento volitivo. Por lo tando, el
autor habrá obrado con dolo eventual cuando haya sabido que las consecuencias
accesorias de su acción no son improbables?.
Sin embargo, la concepción de Bacigalupo no ha sido mantenida por el propio Tribunal
que el jurista argentino integra. Si bien el Tribunal Supremo Español ha tenido
oscilaciones en su jurisprudencia, la postura ecléctica es la que predomina en sus
resoluciones.
Así lo evidencia la reciente sentencia que se transcribe:
“Esta Sala ya expresó en nuestra S 21 Ene. 197, que el conocimiento
y la voluntad –componentes esenciales del dolo como actitud
consciente y deliberadamente finalística de producción de un
resultado dañoso o lesivo- son determinantes por su intensidad del
nivel de consentimiento que su titular presta a la acción, mas no
siempre corren parejos con la objetiva probabilidad del resultado o
con el alcance de la actuación exterior. De ahí que quepa hablar de
varias clases de dolo, efecto clasificatorio que, si bien sirve con
eficacia para discernir matices de la cromatografía culpabilística, en
modo alguno rebaja la dosis de responsabilidad que ofrece tal
espectro en la zona que no se identifica con la imprudencia (S. 21 Jun.
1999 que seguimos). Partiendo de tal concepción, que –por su fórmula
sincrética- trata de excluir posicionamientos monopolísticos a favor de
tendencias afines al consentimiento, la probabilidad o el sentimiento
(todos ellos presentes en el campo doctrinal) debe destacarse que la
doctrina de esta Sala apunta definitivamente hacia una
conformación ecléctica de la figura del dolo eventual en la que
se consignan elementos de probabilidad y actitudes de
consentimiento, conocimiento y representación que permiten
una aproximación mas exacta a los últimos estímulos
desencadenantes de la actuación del agente o, lo que es lo
mismo, al soporte intencional y volitivo de su acción. En definitiva, el
dolo eventual supone que el agente se representa un resultado
dañoso, de posible y no necesaria originación y no directamente
querido, a pesar de lo cual se acepta, también conscientemente,
porque no se renuncia a la ejecución de los actos pensados. La misma
imputación deviene, conocido el acto y sus consecuencias, con la
voluntad de realizarlo y con la probabilidad del daño directamente no
deseado. Por tanto, el dolo eventual exige la doble condición de
que el sujeto conozca o se represente la existencia en su
acción de un peligro serio o inmediato de que se produzca el
resultado y que, además, se conforme con tal producción y
decida ejecutar la acción asumiendo la eventualidad de que
aquel resultado se produzca. Lo que significa que, en todo caso, es
exigible en el autor la consciencia o conocimiento del riesgo elevado
de producción del resultado que su acción contiene (TS SS 20 Feb.
1993, 20 Oct. 1997 y 11 y Feb. y 18 Mar. 1998, entre otras)”?.
Dice Jakobs:
“concurrirá dolo eventual cuando en el momento de la acción el autor
juzga que la realización del tipo no es improbable como consecuencia
de esa acción. El mero <pensar en> u <ocurrirse>, sin cualidad de
juicio, puede denominarse, si se quiere, imprudencia consciente”? .
Según Welzel:
Siguiendo a Welzel, afirma Zaffaroni que habrá dolo eventual cuando, según el plan
concreto del agente, la realización de un tipo es reconocida como posible, sin que esa
conclusión sea tomada como referencia para la renuncia al proyecto de acción,
descartándose el dolo cuando el agente confíe en puede evitar el curso lesivo de su
acción? .
B. El ‘tomar en serio’ de Stratenwerth.
Lo necesario para el dolo eventual es que el sujeto ‘tome en serio’ el riesgo que se
representa, es decir que le otorgue una cierta entidad al riesgo que ha conocido ?.
Diría Stratenwerth:
Stratenwerth procura diferenciar su teoría del “tomar en serio” del “contar con la
posibilidad” de Welzel, remarcando que quien no toma el riesgo en serio no deja por
ello de contar con la posibilidad? .
La posición dominante en la doctrina y jurisprudencia alemana entiende que dolo
eventual significa que el autor considera seriamente como posible la realización del
tipo legal y se conforma con ella .
En palabras de Jescheck:
Desde ésta óptica, conceptos como ‘tomar en serio’ o ‘conformarse con’ no forman
parte del concepto de dolo sino que resultan indicios de la concurrencia de éste.
La crítica a ésta línea argumental viene dada por la interpretación de la fórmula
‘decisión contra el bien jurídico’ como demasiada vaga para encontrar en ella una
definición operativa del dolo. Ragués I Vallès se pregunta si concurre una ‘decisión’
cuando, por ejemplo, un sujeto es consciente de estar creando con su conducta un
notable riesgo cuya realización sin embargo trata de evitar, aunque no confíe
demasiado en el éxito de sus maniobras de evitación ni desee en absoluto que el
resultado se produzca? .
1. ERRORES PRIMARIOS.
La primer etapa de nuestra jurisprudencia se manifiesta claramente errada respecto del
concepto mismo de dolo eventual, independientemente de las discusiones doctrinarias
ya analizadas.
Los equívocos se presentan en el propio punto de partida del concepto teórico de dolo
eventual y se exhiben palmarios en dos aspectos.
Por un lado, deben mencionarse aquéllas resoluciones que confunden aquél
estamento con el dolo directo. Un ejemplo de lo expuesto:
“Aunque el procesado pueda haberse representado las consecuencias
de su accionar, si no surge en forma terminante el propósito de
matar, no puede éste imputársele a título de dolo eventual” ? .
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“Corresponde calificar como homicidio simple el llevado a cabo con
dolo eventual por quien, con absoluta indiferencia por lo que pudiera
pasarle a la víctima, no desistió de su cometido criminal y, por ende,
consintió voluntariamente la eventualidad del gravísimo resultado
final”. ?
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Es evidente que éste mismo caso, desde las teorías de la representación o incluso
desde posiciones eclécticas, conllevaría a una atribución dolosa de la conducta.
“Cabe considerar que actuó con dolo eventual quien clava a otro en el
vientre un cuchillo de regulares dimensiones, pues no puede dejar de
prever seriamente la posibilidad de que esa persona muera y si, no
obstante ello, lo hace, cualquiera sea la finalidad directa que lo haya
movido, demuestra que tomó a su cargo el tal resultado posible y que
aceptó el riesgo que implicaba la realización de la acción” ?
2. ¿ RIESGO REPRESENTADO?
En el publicitado “Caso Cabello”?, el Tribunal Oral que condenó al imputado por
Homicidio con dolo eventual afirmó:
“La decisión volitiva de correr con el ‘Honda’ a alta velocidad (mínima
de 137,65kms por hora s/fs. 212/13 y fs. 467/68) como acto propio,
nos indica cristalinamente una opción decisoria, opción que se asume
colocándose marginalmente, en actitud inicial de espalda a leyes
vigentes (conf. Art. 78 Cód Contravencional), amén de ser
irrespetuosa y peligrosa al prójimo, negando los límites del orden
jurídico, asumiendo los riesgos y cristalizando sus propósitos en
cuanto a su gusto elaborado por una rapidez desnuda, sin basamento
fáctico o motivante de un apuro concreto, tal como lo aseveran en el
debate sus amigos (...) Por ello es que las consecuencias son
consentidas. C. optó –actos voluntarios categóricos- al aprobar su
velocidad por él elegida, contra el bien jurídico protegido, pues ‘quien
cuenta con la posibilidad de un resultado típico y, a pesar de todo,
ello no le hace desistir de su proyecto, se ha decidido así -mediante
actos concluyentes- en contra del bien jurídico protegido” [con cita de
Roxin, Claus] (...). Al elegir racionalmente la velocidad de ‘disparo’ en
esa madrugada, la conducta de C. revela que se ha conformado con
el riesgo generado asumido, ha optado y su aceptación previa implicó
aquiescencia al resultado eventual y no obstante, se demuestra ello,
habida cuenta que no abandonó ni se desvió mínimamente en ningún
momento la ejecución de su temeraria velocidad elegida [con cita de
Jimenez de Asúa, Luis] (...) La indiferencia suprema del imputado con
respecto al resultado es clara, pues quien se pone en posición
conductora frente a un volante y con su pie derecho pegado y
presionando al máximo su acelerador da acabada cuenta de no
importarle un ápice el riesgo eventual dañoso de su energía, valiendo
–para él- sólo la preeminencia del “disparo”, su satisfacción personal
y el “no importa lo que pase (...)”.-
5. CONCLUSIONES.
Las pretensiones de éste trabajo han tenido por objeto enunciar las características
esenciales de las diversas posiciones teóricas sobre el concepto de dolo eventual, para
luego analizar en que lugar de la discusión se ubica la principal jurisprudencia
nacional .
Sabido es que la diferenciación de ésta categoría de la culpa consciente constituye una
cuestión de difícil solución para los juristas penales. En todo caso, es a partir de la
categoría de dolo eventual que parte de la doctrina ha cuestionado el concepto clásico
de dolo como conocimiento y voluntad, restándole importancia al elemento volitivo o
renunciado a su inclusión como elemento básico.
Siguiendo las premisas que guiaron éste trabajo, resultan evidentes algunas
conclusiones.
Nuestra jurisprudencia ha superado las primarias confusiones respecto del concepto de
dolo eventual, habiendo quedado desacreditados aquéllos pronunciamientos que
confundían aquel estamento con el dolo directo, así como las sentencias que
rechazaban la imputación del hecho en grado de tentativa para los supuestos de dolo
eventual.
Sin embargo, en la jurisprudencia argentina se advierte un error común, consistente en
no explicar la base teórica de la que se parte para la construcción de una imputación
por dolo eventual. En una palabra, no se especifica qué concepto de dolo eventual se
escoge para la solución del caso.
Hemos visto las significativas diferencias doctrinarias para definir el dolo eventual: de la
elección que efectúen los operadores del sistema depende la coherencia de su
decisión.
De igual modo, un equívoco recurrente transita por analizar el supuesto fáctico sometido a
juzgamiento desde el resultado causado, para luego deducir el dolo del autor a partir de la
gravedad que revista la lesión al bien jurídico.
Por su parte, las actuales tendencias a desvincular del dolo el elemento volitivo no han
tenido acogida en la jurisprudencia, no sólo en nuestro medio sino en los países donde
la dogmática penal tiene a sus principales exponentes.
Pese a ello, el debate está abierto.
Por nuestra parte, hemos procurado evidenciar que la definición del dolo como
“conciencia y voluntad” de realización de los elementos objetivos del tipo, no permite
explicar adecuadamente el concepto de dolo eventual.
En esa inteligencia, debe buscarse un concepto unitario de dolo, que responda a todas
sus formas. Desde ésta óptica, tomamos partido por la definición propuesta por Roxin y
desarrollada por Díaz Pita, al definir el dolo como la decisión consciente del sujeto en
contra del bien jurídico.
Por lo pronto, resuenan intransigentes las palabras de Herzberg, quién equipara a
quienes afirman que dolo es <conocer y querer> con aquélla persona que define la
palabra <ave> como “animal volador, vertebrado, de sangre caliente y con plumas” y al
advertir que los avestruces o pingüinos no pueden volar, no suprime el adjetivo
“volador” de la definición inicial sino que intenta demostrar que “el correr aleteando de
los avestruces o los pingüinos también es un volar ‘debilitado’ o u volar
‘condicionado’? .