Ensayo Falacias
Ensayo Falacias
Ensayo Falacias
A
unque la pregunta de «¿Por qué no podemos pensar como queramos?» puede
parecer fascinante y divertida en un principio, además de dar lugar a gran
número de interpretaciones e ideas, una de las mejores respuestas que po-
demos lograr es la de «Porque eso hará mucho más difícil conseguir lo que quere-
mos».
El sabio emperador romano Marco Aurelio decía que «son nuestros pensamientos
los que hacen nuestra vida maravillosa o miserable» 1. Aunque tiene razón en parte,
no siempre depende de nosotros que algunos momentos de la vida sean malos, pues
en ocasiones somos blanco de los pensamientos mal estructurados, erróneos o mal
intencionados de los demás.
1
Marco Aurelio. Máximas y enseñanzas. Lectorum. México, 2001. Traducción directa y prólogo de Francisco
León. Libro XII.
1
Uno de los factores importantes para pensar ‘felizmente’ (en sentido lato) es, pues,
aprender a armar convenientemente nuestros razonamientos y argumentos: de ahí
la importancia suma del tema que nos ocupa, las falacias de inatinencia.
En buen español, falacia (del latín fallacĭa) se entiende como «Engaño, fraude o men-
tira con que se intenta dañar a alguien», o bien como «Hábito de emplear falsedades
en daño ajeno»2.
Las falacias lógicas son utilizadas comúnmente para justificar argumentos o postu-
ras que no son justificables utilizando la razón. Suelen enmascarar engaños, falseda-
des o estafas. Saber reconocer las falacias lógicas es de gran ayuda para no ser enga-
ñado.
2
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 22ª edición.
2
A veces las razones que se ofrecen para apoyar una tesis son verdaderas, pero la
manera como están estructuradas, su forma, no sostiene a la conclusión —de ahí su
nombre: falacias formales. En otras ocasiones, aun con premisas verdaderas, es el
contenido de las mismas lo que no guarda relación lógica con la tesis o enunciado
que se defiende como verdadero.
En el segundo caso, cuando el apoyo de las premisas falla por el contenido de las
mismas, el problema puede ser por el uso inadecuado del lenguaje o por falta de ati-
nencia, es decir, que en una argumentación se introducen elementos ilegítimos o ex-
traños a la argumentación propiamente dicha y que no se relacionan lógicamente
con la conclusión.
En síntesis, un argumento puede ser falaz bien por su contenido o bien por su forma.
Si lo es por su contenido también se le llama falacia material o «informal» en el sen-
tido que no se está evaluando su forma; si lo es por su forma se le llama falacia for-
mal. Sin embargo, en una argumentación pueden darse estos dos tipos de falacias
conjuntamente.
3 Sin embargo, los análisis contemporáneos sobre el concepto de la consecuencia lógica señalan que no basta
hablar de la forma o de la verdad necesaria, sino hay que hacerlo también de las distinciones entre necesidad
y necesidad analítica y de los modos desde los cuales se puede demostrar la validez: a través de pruebas o
modelos (o, en algunos casos, por ambos).
4 Mas no toda verdad necesaria es consecuencia válida de una o varias premisas. Por ejemplo, los principios
lógicos son verdades necesarias (tautologías) y, en estricto sentido, se siguen de cualquier conjunto de premi-
sas, pues su verdad es trivial. Pero toda consecuencia válida será una verdad necesaria.
3
Sirvámonos del siguiente ejemplo. Hace un par de años, en un anuncio espectacular
estaba escrito lo siguiente:
· Tenemos más de 40’000 farmacias en toda República. ¿Quién dice que nuestros
medicamentos no funcionan?
Si parafraseamos el argumento diría algo como lo que sigue: Tenemos más de 40’000
farmacias en toda la República (premisa). Por lo tanto, nuestros medicamentos sí
funcionan (conclusión).
El anterior es un argumento falaz, pues la premisa que ofrece no da razones que sus-
tenten la calidad de los medicamentos; sólo indica que han abierto muchas farma-
cias. No es suficiente para demostrar que los medicamentos son buenos.
5
Copi (2002) Introducción a la lógica, Limusa México, p.126
6 El doctor Gary N. Curtis, de la Universidad de Indiana en Bloomington, por citar un ejemplo, ha dedicado
años de estudio a la falacias: fruto de su investigación es su sitio de red donde ofrece una clasificación muy
amplia, definiciones, casos nuevos o actualizaciones con los descubrimientos que colegas y estudiosos de la
materia le envían (http://www.fallacyfiles.org/index.html). Otro sitio interesante es Logical Fallacies de la
universidad de Liverpool, Inglaterra (http://www.logicalfallacies.info/). Por otro lado, Ricardo García Dambo-
renea ofrece un Diccionario de falacias, bastante completo, aunque la bibliografía utilizada no está actualizada.
Otro trabajo en español es el libro del doctor Alejandro Herrera Ibáñez: Falacias, escrito en colaboración con
José Alfredo Torres, Torres Asociados, México, 1994.
4
FALACIAS DE INATINENCIA
Las falacias por falta de atinencia o por irrelevancia conducen a errores en la argu-
mentación por su carácter «persuasivo». Convencen porque parecen correctas o
válidas, pero no lo son: sustituyen las razones pertinentes para justificar la verdad
de la tesis propuesta, sin lograr establecerla y presentando, en cambio, atinencia
psíquica de diversas maneras: por atribución de propiedades inadecuadamente, por
apelar a sentimientos, por dar referencias insuficientes o por apelar a causas falsas.
Por ello la relación lógica entres premisas y conclusión no se preserva, lo que signifi-
ca que la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusión. Cabe acla-
rar, sin embargo, que la verdad tanto en premisas como en la conclusión no asegura
una relación de consecuencia lógica.
Hay diversas clasificaciones de falacias. El doctor Alejandro Herrera señala tres cla-
ses de falacias por falta de atinencia:
· Las que fallan por transferencia de propiedades
· Las que apelan a sentimientos
· Las que presentan referencias insuficientes
TRANSFERENCIA DE PROPIEDADES
Algunas de las falacias que fallan por usar como razón o justificación la transferencia
de propiedades son: Ad hominem (contra la persona), Ad verecundiam, Composición
y División. En este trabajo se abordarán las dos primeras.
5
dudas acerca de la plausibilidad y/o de la consistencia de la persona que defiende
esta proposición y contra la cual se argumenta.
· Hitler estaba a favor de la eutanasia. Por lo tanto la eutanasia debe ser mala. 7
Su estructura es: «M cree que p, pero M tiene la propiedad repudiable R. Luego, p de-
be repudiarse»
7
A todas las falacias construidas haciendo referencia a Hitler también se le denomina argumentum ad Nazium.
6
propuesta por considerar que el que la expresa tiene intereses ocultos para soste-
nerla.
—El gobierno de los Estados Unidos dice que usted todavía financia campos de en-
trenamiento militares aquí en Afganistán para militantes, luchadores Islámicos y que
usted es un patrocinador del terrorismo internacional.
—Dondequiera que miremos, encontramos a los Estados Unidos como el líder de te-
rrorismo y delito en el mundo. Los Estados Unidos no consideran un acto terrorista
lanzar bombas atómicas en naciones. Estas bombas fueron lanzadas en naciones en-
7
teras, incluso contra mujeres, niños y la gente mayor y hasta este día los rastros de
aquellas bombas permanecen en Japón, por ejemplo8.
Aunque es verdad que Estados Unidos lanzó la bomba en Japón, eso no hace falso
que Bin Laden financie a terroristas.
· Para ganar medallas, yo como el pan que me da energía, por eso mi pan es multigra-
no de Bimbo, el pan de los campeones.
Ana Guevara
8
CNN, March 1997. Interview with Osama bin Laden,
http://news.findlaw.com/hdocs/docs/binladen/binladenintvw-cnn.pdf
8
La falacia ad populum de autoridad colectiva se divide en tres subtipos:
· Autoridad de la mayoría
· Autoridad de la tradición
· Autoridad de la minoría selecta
Expresiones que acompañan falacias como esta son: «Siempre se ha hecho de esta
manera» «Cien años de tradición no pueden estar equivocados» «Esta institución
tiene más de X años de historia y desde su fundación ha aceptado que…».
9
perior a la mayoría (y a muchas personas les atrae la idea de pertenecer a un grupo
superior), así lo que el grupo selecto diga o acepte parece correcto y verdadero.
Ejemplos de esta falacia podemos encontrarlos en los anuncios comerciales que
promocionan artículos lujosos y aluden a la conveniencia de adquirir ese producto
para pertenecer a esa clase. Es el caso del viejo comercial en el que Anthony Queen
decía: «Si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente cualquiera las haría». O
el del whiskey Chivas Regal «Sus amigos no beberán menos que usted si no sirve Chi-
vas Regal. Pero seguramente lo pensarán si lo hace.» O este otro: «Hasta hoy su co-
che ha tenido menos categoría que usted (Chrysler)»9.
—¿Por qué estás tomando drogas? —le pregunta Charlie Parker a Chet Baker.
—Porque quiero tocar como tú.
9
Bryan Key, Wilson, Seducción subliminal, Ed. Diana, México, 1972.
10
Veamos algunos casos de falacias que apelan al temor, a la compasión y la inseguri-
dad.
El báculo es un palo o cayado que se usa para sostenerse, pero también es el bastón
que usan el Papa y los obispos. Representa tanto la función que le ha sido encomen-
dada como el poder que puede ejercer sobre su grey, por lo que el nombre de la fa-
lacia ad baculum alude a esa facultad que se ejerce frente a alguien y que se usa para
infligir miedo o temor a las consecuencias de no aceptar lo propuesto por quien tie-
ne el báculo. No se dan razones, sólo se amenaza directa o indirectamente.
· Por supuesto, usted es libre de hacer lo que le parezca mejor. Pero usted es cons-
ciente de que nuestro banco es uno de los principales anunciantes de su revista y es-
toy seguro de que no desea perjudicarnos publicando su artículo.
· Si no quieres un país con violencia, vota por nosotros. Estoy seguro que tú no quie-
res algo así, ¿verdad?
· —Yo creo que deberíamos optar por el plan «B» —le dijo Pérez a su jefe.
—No se equivoque, Pérez, el que toma las decisiones soy yo, por algo soy el gerente ¿o
no?
11
estructura distinta. No hay amenaza velada, sino una ostentación de quién es el que
lleva el báculo, no se da razón alguna de porqué el plan «B» no es adecuado.
Su estructura general es: M realizó una acción x indebida, que amerita castigo o es
reprochable. M explica que realizó x en circunstancias que merecen compasión, pie-
dad o benevolencia de quienes lo juzgan. En vista de la explicación (no de la justifica-
ción) dada por A, quienes lo juzgan lo hacen con piedad o benevolencia, aun sabien-
do que la realización de x fue incorrecta: 10
· Por favor, profesor, acépteme el trabajo, pues sin esta calificación mi promedio ba-
jará y puedo perder la beca.
· ¿Quién se preocupará por los discapacitados y por los pobres si yo no llego a la pre-
sidencia? No los abandones, vota por mí.
· Tú que tienes todos tus miembros y sentidos en perfecto estado, colabora con esta
causa a favor de los que requieren ayuda especial.
10
Es importante hacer la distinción entre argumentación y explicación. En la primera se intenta demostrar
con razones que un enunciado es verdadero. En cambio, en la explicación se pretende dar razones de hechos o
acciones ya realizadas: se explica lo ya dado.
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Argumentum ad ignorantiam (a la ignorancia)
Esta falacia apela al sentimiento de inseguridad que se puede sentir al ignorar algún
asunto. Se apela a la ignorancia. Tiene dos formas: ante la falta de pruebas para mos-
trar que un enunciado es verdadero, se infiere, entonces que debe ser falso. La otra
modalidad parte de que la ausencia de pruebas para demostrar la falsedad de un
enunciado, se sigue que éste debe ser verdadero. La falacia usa un injustificado in-
tento de trasladar la carga de la prueba al interlocutor11:
Fred dijo que es más inteligente que Peter, pero no lo demostró, así que debe ser
falso.
· No se ha probado aún que el fumar sea causa del cáncer de pulmón. Así que los fu-
madores no deben tener miedo.
· Como los científicos no pueden probar que ocurrirá el calentamiento global, proba-
blemente no ocurrirá.
· Nunca me podría suceder. Si creyera que podría, nunca podría dormir tranquilamen-
te por las noches.
Una argucia argumentativa que Capaldi propone dice: «Mientras nadie pueda probar
que usted está totalmente equivocado, actúe como si la razón estuviese totalmente
de su lado»12.
11
Por principio de identidad si alguien acepta como verdadera una proposición o enunciado, se compromete
con eso que afirma y con las consecuencias del mismo. En un debate, quien afirma algo se compromete a dar
pruebas de eso que afirma; el peso de la prueba le corresponde.
12 Capaldi, Nicolás (1990) Cómo ganar una discusión, Gedisa, Barcelona p. 148
13
de accidente y accidente inverso, son una el otro lado de la moneda de la otra, y pue-
den explicarse de la siguiente forma:
I. Cuando se aplica sin distinción una regla, principio o enunciado general, sin tomar
en cuenta las condiciones bajo las cuales vale o es verdadero, se cae en una falacia de
accidente.
Por ejemplo:
· Quien mata debe ser privado de su libertad. Pedro mató a un agresor que acababa
de matar frente a él a una persona, y se aproximaba a él amenazadoramente. Por tan-
to, Pedro debe ser privado de su libertad.
Por ejemplo:
· Desde que nos casamos él ya no es como antes… / ¡Todos los hombres son iguales!
· Antier me pidieron dinero para apresurar mis trámites. Ayer me sucedió lo mismo
en otra oficina. / ¡Todos los burócratas son corruptos!
Si en lugar de concluir «Todos los A son B» se concluye que «Los A son B», no se in-
curre en la falacia hasta que desambigüe el artículo «los», que puede significar «to-
dos» o «algunos». Para evitar esta falacia se requiere especificar a quiénes o a qué se
refiere.
Este error lógico se comete cuando se utiliza un argumento en que se supone como
ya demostrado aquello que se debe demostrar, con frecuencia redundando simple-
mente, o cayendo en un círculo vicioso del tipo q/p y p/q:
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· El universo es bueno porque Dios lo creó. ¿Y porqué creó Dios el universo? Porque
vio que era bueno.
· Es indudable que el cuerpo y el alma son dos cosas diferentes, puesto que la materia
y el espíritu no son lo mismo.
· Cuenta la historia que al ministro inglés Benjamín Disraeli, de filosa lengua, se le or-
denó retirar su afirmación de que la mitad del Gabinete eran unos asnos. «Señor vo-
cero, me retracto —fue la respuesta de Disraeli—. La mitad del Gabinete no son as-
nos».
Por ejemplo:
· ¿Por qué los sueños no son reales? / ¡Porque así son los sueños!
Por ejemplo:
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Una proposición es idéntica sólo a sí misma, por lo que la de ella se infieren las mismas conclusiones y asu ves es
inferida de las mismas proposiciones o fórmulas.
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Falso dilema
Lo anterior implica que se parte de dos opciones, pero que si alguna no se da se pue-
de concluir la otra, pues una disyunción inclusiva es verdadera cuando al menos uno
de sus disyuntos lo es. Sin embargo, la disyunción que se ofrece en esta falacia es ex-
clusiva (sólo uno de los disyuntos puede ser verdadero), además de que no tiene las
características de una disyunción lógica, o sea, establecer dos proposiciones que se
presentan como alternativas.
Otro problema con la falacia de Falso dilema es que pretende establecer como únicas
las dos alternativas que presenta, cuando en la realidad puede haber muchas más.
En el ejemplo siguiente no se trata de una disyunción con dos alternativas, sino al-
ternativas entre mandatos:
· Estás conmigo o estás contra mí. ¿No estás conmigo? Entonces estás contra mí.
· ¿Qué prefiere? ¿que sufra en un orfanato o que sea adoptado por esas personas?
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Existen, como ya se había mencionado, otros tipos de falacias interesantes de cono-
cer, y también frecuentes, cuyo estudio es una empresa dignísima de emprenderse.
Nunca insistiremos lo suficiente en que el ejercicio de la racionalidad implica el
compromiso social, lo que significa aplicar la responsabilidad en aras de lograr una
convivencia armónica y justa, y, para ello, el conocimiento de la lógica es esencial.
Volviendo al principio del presente ensayo, pensemos que cada uno de nosotros
probablemente se ha hecho alguna vez una pregunta como «¿Por qué debo ser ra-
cional?». La pregunta es más relevante cuando tenemos que hacer decisiones impor-
tantes. En estos casos la pregunta puede reformularse así:
¿Cómo puedo ser racional y tomar una decisión acertada para el logro de mis propó-
sitos?
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En términos prácticos, esto significa aprender a relacionar ideas correctamente, pro-
cesar la información sin olvidarse del contexto, ejercitarse en el análisis y solución
de problemas.
Esto puede hacerse a través de procedimientos y técnicas lógicos que nos apoyen
para seguir estrategias como las siguientes:
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REFERENCIAS
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teriales del Taller de Didáctica de la Lógica, Torres y Asociados
· Atienza, Manuel. (1999). La guerra de las falacias, Alicante, Librería Compas.
· Bryan Key, Wilson, Seducción subliminal, Editorial Diana, México, 1972.
· Campirán Salazar, Ariel. (comp.) (2003). La razón comunicada II, México, Materiales
del Taller de Didáctica de la Lógica, Torres y Asociados.
· Capaldi, Nicolás (1990) Cómo ganar una discusión, Gedisa, Barcelona.
· Copi y Cohen. (2005). Introducción a la Lógica, México, Limusa.
· Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 22ª edición.
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· Guevara Reyes, Gabriela. (comp.) , (2004). La razón comunicada III, México,
· Herrera Ibáñez, Alejandro y Torres, José Alfredo. (1994). Falacias, México, Torres
Asociados.
· Marco Aurelio. Máximas y enseñanzas. Lectorum. México, 2001. Traducción directa
y prólogo de Francisco León. Libro XII, p. 149.
· Morado, Raymundo. (comp.) (1999). La razón comunicada I, México, Materiales del
Taller de Didáctica de la Lógica, Torres y Asociados.
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· Nudler, Oscar. (comp.). (1996) La racionalidad su poder y sus límites, Argentina,
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· http://www.fallacyfiles.org/index.html
· http://www.philosophicalsociety.com/Logical%20Fallacies.htm
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