Evaluacion de La Credibilidad Del Testimonioft
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ESTUDIOS
RESUMEN
Toda correspondencia en relación a este artículo puede ser dirigida a cualquiera de sus dos autores:
Facultad de Psicología, Avda. de la Merced, 109-131, 37005 Salamanca. Telf. 923 294610. Fax: 923
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ANUARIO/2000 93
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales
ABSTRACT
In this paper an attempt is made to insert credibility assessment (i.e., the detection of
truthfulness and deceit) within the framework posed by Wells (1978) to classify the fac -
tors which might affect the quality of eyewitness testimony. It is argued that eyewitness-
testimony psychological research has overlooked the issue of credibility, while overemp -
hasizing the negative role of competency-related deficits upon the quality of witnesses´
statements. Three approaches to credibility assessment are outlined, and then the non-
verbal or behavioral one is explained in detail. Findings both from the channel approach -
which has emphasized the porosity of communication channels to leak deception cues-
and from the specific indicators approach -which has studied what behaviors indicate
that the witness is lying- are described. In the last section the likelyhood of using these
research findings to assess credibility in real judicial cases is discussed, the need for con -
ducting lie-detection research in legal contexts is stressed, and a few recommendations
as to how to conduct that research are made.
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Tabla 1
Confusión entre las claves (tipo de información que se presenta) y el modo de
presentación (cómo se presenta esta información).
CLAVES MODO DE PRESENTACIÓN
Tipo de información Cómo se presenta la información
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Tabla 2
Variables dependientes, hipótesis experimentales y resultados del “estudio 1”
de Stiff et al. (1989).
Si las hipótesis de
- Distracción o
Variables Dependientes - Sobrecarga informacional Resultados
se cumplen:
1.- Juicios de veracidad (V/F). Los juicios de los observadores Los juicios se corresponden
expuestos a los tres tipos de in- más al tipo de información
formación (verbal, visual y vocal) visual (y vocal) que a la infor-
se corresponderán más con el tipo mación verbal ⇒ Consistente
de información visual que se pre- con las hipótesis de distrac-
sente que con la información ver- ción y sobrecarga cognitiva
bal y vocal.
Ello es así porque no hay una base para que circulen por ella, etc., y juzgamos la
evaluar la veracidad a partir del conteni- c redibilidad de los hechos en base a
do verbal, así que los receptores se fijan nuestra familiaridad con esta situación,
más en las apariencias. Por el contrario, contra la cual cotejamos lo que el otro
en situaciones familiares al observador nos cuenta (contenido verbal). Ahora
éste atenderá más a la información ver- bien, ¿y si se nos dice que el suceso ha
bal, pues puede “visualizar” el aconteci- ocurrido en una ciudad lejana y desco-
miento y así juzgar la plausibilidad de lo nocida para nosotros (situación no-fami-
que se dice. Por ejemplo, supongamos liar)? En este caso no podremos emplear
que alguien nos cuenta que en nuestra nuestro conocimiento del contexto para
propia ciudad (situación familiar) un con- examinar la plausibilidad del contenido
ductor despistado aparcó el coche en verbal de la declaración, y nos fijaremos
una calle determinada sin poner el freno por lo tanto en la información visual. En
de mano, de modo que el coche se desli- el primer caso procesamos la informa-
zó calle abajo chocando contra un auto- ción de forma sistemática (Chaiken,
bús que pasaba por una calle perpendi- 1987), en el segundo nos es imposible,
cular. Nosotros podemos evaluar, en esta por lo tanto lo hacemos heurísticamente
situación, si la primera calle tiene la incli- (Chaiken, 1987; ver tambien Petty y Cac-
nación suficiente para que un coche se cioppo, 1986). Se sostiene pues que los
deslice, si la segunda calle cruza la pri- observadores pueden procesar tanto la
mera, si habitualmente hay autobuses i n f o rmación verbal como la vocal o la
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visual, pero la importancia que se asigne situaciones familiares se concedía más peso
a un tipo u otro de información depen- al contenido verbal, pero cuando éstas eran
derá del grado en que el sujeto esté poco familiares los juicios de credibilidad se
familiarizado con la situación. basaban tanto en el contenido verbal como
en el no-verbal. Aún así, la hipótesis se vió
De ese modo, Stiff y Miller (1993) argu- parcialmente confirmada: la primacía de las
mentan que la primacía visual hallada en claves no-verbales en los estudios experi-
estudios previos, así como los resultados mentales de la mentira puede haber ocurri-
de Maier y Thurber (1968) y otros simila- do debido a la naturaleza de la situación.
res, podría deberse a que la mayor parte
de la investigación sobre el engaño se ha De hecho, los estudios meta-analíti-
centrado en situaciones no-familiares a los cos realizados por DePaulo, Zuckerman y
observadores, de ahí que éstos basaran Rosenthal (1980a), DePaulo et al.
sus juicios en la información no-verbal. (1985), Kalbfleisch (1985) y Zuckerman
et al. (1981), coinciden al mostrar la
Empleando un diseño experimental superioridad de la información verbal
similar al que hemos descrito anteriormen- sobre la visual como base para efectuar
te e incluyendo en el mismo la manipula- juicios de credibilidad precisos. Ello se
ción de la familiaridad situacional, Stiff et al. evidencia en la Tabla III, tomada de Zuc-
(1989) hallaron que, efectivamente, ante kerman et al. (1981). Los valores mues-
Tabla 3
Precisión obtenida por los observadores al estar expuestos a distintos canales
de información. Los resultados indican el tamaño del efecto en unidades de des-
viaciones típicas d de Cohen (1977). Se considera que una d = 0.20 indica un
efecto pequeño, d = 0.50 un efecto medio y d = 0.80 un efecto grande. En esta
tabla se recogen los resultados combinados de 35 estudios. Tomado de Zucker-
man, DePaulo y Rosenthal (1981), reproducido con permiso.
Claves Visuales
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tran el tamaño del efecto en unidades de para diferenciar entre declaraciones ver-
desviaciones típicas (Cohen, 1977). A daderas y falsas, pero al parecer no
partir de esta tabla podemos obtener la emplean esta información al form u l a r
utilidad relativa de los distintos tipos de sus juicios. En cualquier caso, parece evi-
información. Así, el modo audiovisual (d dente que la presencia de claves visuales
= 1.16) supera levemente al auditivo no distrae a los observadores ni supone
(1.09), por delante del verbal (transcrip- una excesiva sobrecarga cognitiva que
ción, d = 0.70), con el contenido visual limite el procesamiento de la inform a-
(0.28) y vocal (0.20) en último lugar. La ción verbal (Stiff et al., 1989). De hecho,
importancia de la información verbal se hay indicios de que la atención a claves
evidencia en: primero, supera con creces visibles pudiera ser más típica de situa-
a cualquier otro tipo de información ais- ciones no-familiares para los sujetos
lada (es decir, sólo visual o sólo paralin- (como las empleadas en la mayor parte
güística); segundo, la gran difere n c i a de investigación del engaño) que de las
entre las condiciones vocal (.20) y auditi- f a m i l i a res, en que se tiene en cuenta
va (1.09) se debe, naturalmente, al papel tanto la información verbal como la no-
del contenido verbal; y tercero, el conte- verbal (Stiff et al., 1989).
nido visual poco aporta al añadirlo al
contenido audio (d = 1.09 en la condi-
ción auditiva, d = 1.16 en la audiovisual), Perspectiva de Ekman y Friesen: La
lo que indica que la contribución de la Hipótesis del Filtraje
información verbal al estar expuesto al
modo audiovisual supera a la que apor- Se ha hablado en el subapartado ante-
tan las claves visuales. En palabras de rior de la relativa superioridad del canal
Zuckerman et al. (1981): “La asunción verbal sobre el visual. Ahora bien, ¿qué
de que los canales no-verbales son más entendemos por “visual”? Obviamente,
i m p o rtantes en la comunicación del la información obtenida al ver el cuerpo
engaño que las claves verbales simple- entero del testigo no equivale a la obte-
mente no es cierta.” (p. 27). A similares nida al contemplar sólo su rostro, o úni-
conclusiones llegan los meta-análisis de camente sus manos. Este problema fue
DePaulo et al. (1980a, ver p. 147) y Kalb- a b o rdado por Paul Ekman y su equipo
fleisch (1985). Esta última autora halló la (por ej., Ekman, 1981, 1985; Ekman y
máxima precisión en la condición verbal, Friesen, 1969a, 1974; Ekman, Friesen y
seguida de las condiciones auditiva y S c h e re r, 1976; Ekman y O´Sullivan,
audiovisual y, en último lugar, la visual. 1989), y los resultados experimentales
derivados de esta perspectiva matizan
Conclusiones. El contenido verbal es la los descritos anteriormente.
fuente más rica de información para
saber si una persona está mintiendo o Ekman es especialmente conocido
diciendo la verdad (Kalbfleisch, 1985; por sus brillantes aportaciones en el
Zuckerman et al., 1981). Sin embargo, al campo de la expresión emocional. Este
efectuar juicios sobre otros las personas trasfondo hace que sus trabajos en el
tienen más en consideración la informa- campo del engaño enfaticen el plano
ción visual. Esto no impide que los obser- expresivo-emocional del fenómeno de la
vadores procesen ciertos elementos del mentira. Así, como veremos en breve, el
contenido verbal que son de utilidad paradigma experimental desarro l l a d o
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que son reglas sociales acerca de lo que otras palabras: la rapidez con que somos
es adecuado mostrar o no por determi- capaces de mover los músculos faciales
nadas personas en determinadas situa- (que Ekman denomina tiempo medio de
ciones (por ej., “los hombres no deben transmisión), el elevado número de patro-
llorar”, etc.) y que varían en diversas cul- nes estimulares (configuraciones muscula-
turas, subculturas u otros grupos sociales res distintas) que permite nuestra anato-
(ver a modo de resumen las re v i s i o n e s mía facial, y la gran visibilidad de nuestra
del propio autor: Ekman, 1984, 1989, cara ante cualquier otra persona, hacen
1993; Ekman y O´Sullivan, 1991). Hay que la capacidad de transmisión del rostro
ciertos movimientos que forman parte (es decir, su utilidad de cara a la emisión
de la expresión de determinadas emocio- de información sobre, por ejemplo, los
nes los cuales son controlables, es decir, afectos que la persona está experimentan-
podemos realizarlos o inhibirlos a volun- do) sea muy elevada. Esto a su vez deter-
tad. Otros son automáticos, pues depen- mina que, en situaciones de interacción
den del sistema extrapiramidal, lo cual social, el receptor atienda a tan rica fuente
significa que no podemos realizarlos o de información, y ofrezca feedback exter -
suprimirlos a voluntad. Si simulamos una no al emisor acerca de lo que éste expresa
expresión facial, el componente no-con- facialmente (por ejemplo, “no me mires
trolable de la misma no estará presente, así”, “que mala cara tienes hoy”, etc.).
lo cual puede indicar que la expresión es Ello hace que dicho emisor atienda más a
simulada (engaño), y si con dicha expre- su propio rostro, focalizando la atención y
sión pretendemos enmascarar una emo- amplificando cualquier clave de feedback
ción de signo opuesto, los componentes interno (“nuestra percepción consciente
automáticos de la expresión de dicha de lo que estamos haciendo y nuestra
emoción genuina pueden filtrarse a tra- habilidad de recordar, repetir, o especifica-
vés de nuestra máscara (filtraje), con lo mente realizar una secuencia planeada de
que la expresión resultante será una conducta motora”; Ekman y Friesen,
mezcla de los componentes automáticos 1969a, p. 277 en Weitz, 1974) que posea.
de la emoción real y los controlables de Esto favorecerá el desarrollo de la capaci-
la simulada. De ahí se desprende que el dad de controlar lo que se muestra facial-
filtraje será mayor a través de aquello mente con gran precisión, con lo que el
s o b re lo que tengamos poco contro l rostro, más que expresar lo que uno sien-
(canales porosos), y menor a través de las te, acabará expresando los afectos que
vías más controlables. Examinemos cuá- uno quiera mostrar, sean éstos genuinos o
les son unos y otros canales. no. Dado que los canales menos controla-
bles constituyen la fuente más rica de
En su seminal artículo de 1969, Ekman i n f o rmación sobre el engaño y filtran
y Friesen argumentan que el rostro es más mejor las emociones que se pre t e n d e
controlable que otras partes del cuerpo. ocultar o enmascarar, a la hora de evaluar
Esto se debe a que la capacidad de trans- la credibilidad debemos prestar más aten-
misión del rostro supera a la de manos, ción a las piernas y los pies que a las
piernas y pies, además recibimos mucho manos, y a éstas que al controlable rostro.
feedback externo sobre lo que expresa- En definitiva, el cuerpo es una fuente
mos facialmente, y desarrollamos mucho mucho más rica de información que el
feedback interno sobre ello, lo que no rostro para detectar el engaño o los afec-
sucede con otras partes del cuerpo. En tos que se pretende ocultar.
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ver también Ekman, 1985, 1988; Ekman y vertiente visual). Así, la menor precisión
Frank, 1993; Ekman y O´Sullivan, 1989) (con la salvedad de la precisión que
propone varias razones: teóricamente se obtendría en ausencia
de todo canal de comunicación, d =
Primero, puede haber ciertas emocio - 0.00), la encontramos en ausencia del
nes ligadas a lo que se está ocultando. Por contenido verbal cuando la controlable
ejemplo, un hombre acusado de haber cara está visible y no lo está el cuerpo
abusado sexualmente de un menor se delator (d = 0.05). El índice más eleva-
puede sentir avergonzado de su acción, al do de precisión (d = 1.49) lo obtene-
negarlo en el interrogatorio debe ocultar mos cuando no tenemos acceso a las
dicha vergüenza, que puede no obstante claves faciales, pero sí al cuerpo y al
filtrarse por los canales más poro s o s . contenido verbal. Similarmente, Kalb-
Segundo, el mentiroso puede experimen- fleisch (1985) encuentra, de mayor a
tar miedo a ser descubiert o. Quizás, menor precisión, la siguiente jerarquía:
entonces, se filtren indicadores de miedo, transcripción, auditivo, cuerpo audiovi-
o puede que al intentar suprimir su expre- sual, cuerpo y rostro audiovisual, rostro
sión aparezcan claves del engaño. El pro- audiovisual, cuerpo visual, cuerpo y
blema en contextos forenses es que el ro s t ro visual y, por debajo de la pre c i-
miedo a ser descubierto no puede dife- sión esperada por azar (como sucede
renciarse del miedo a ser falsamente acu- en Zuckerman et al., 1981), ro s t ro
sado o condenado. Te rc e ro, el testigo visual. Se muestra así la superioridad
mentiroso, dada la socialización que se del canal verbal y del cuerpo.
recibe en nuestra cultura, puede experi-
mentar culpa por mentir. Cuarto, el Conclusiones. Tenemos más control
e m b u s t e ro puede sentir “deleite por s o b re ciertas partes del cuerpo que
embaucar”, como al tomarle el pelo joco- sobre otras, lo que significa que las pri-
samente a alguien, con la posibilidad de meras ofrecen muy poca inform a c i ó n
que se filtre su alegría. Nosotros creeemos s o b re si estamos simulando o no y
que en circunstancias en que las conse- s o b re nuestros afectos genuinos. En
cuencias de ser detectado mintiendo son general, el ro s t ro es más contro l a b l e
serias (como en contextos policiales y judi- que el cuerpo, lo que implica que ofre-
ciales) es poco probable que el testigo ce pocas claves del engaño y escasas fil-
experimente deleite por embaucar4. traciones emocionales. Sin embargo, la
exhibición facial de expresiones micro-
Si prestamos de nuevo atención a la faciales puede delatar al mentiro s o .
Tabla III, podremos observar la utilidad Asimismo, el hecho de que algunos
de tener en cuenta conjuntamente las músculos faciales implicados en la
a p o rtaciones del enfoque de Maier y expresión emocional sean poco contro-
Thurber y el de Ekman y Friesen (en su lables, hace que no podamos simular
adecuadamente ciertas expre s i o n e s
4. Ekman (por ej., 1985) especifica una serie faciales ni enmascarar otras. La mentira
de factores que determinan la medida en que el emocional es relevante incluso en casos
mentiroso experimenta miedo a ser descubierto,
culpa por engañar y deleite por embaucar. Des- en que se mienta sobre hechos, como
graciadamente, limitaciones de espacio nos impi- sucede en contextos judiciales, pues
den describir aquí tales factores. Aconsejamos al puede haber emociones asociadas a la
lector interesado que acuda a la obra del propio información que se oculta, o al mentir
Ekman.
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la verdad y mentir que entran en conflic- que las delaten. Además, la incomodidad
to. La Teoría del Castigo atribuye el arou- se puede reflejar en la aparición de adap -
sal que suele acompañar al acto de men- tadores y una reducción en la frecuencia
tir a la anticipación del castigo si la men- de ilustradores5 (Ekman, 1985; Ekman y
tira se descubre, lo que nos recuerda al Friesen, 1969b), así como en un estilo de
miedo a ser descubierto de Ekman. Su interacción menos inmediato, es decir,
sentimiento de culpa por mentir podría como si el hablante quisiera distanciarse
también dar lugar a activación psicofisio- del mensaje engañoso (ver Buller y Bur-
lógica. Zuckerman et al. también razo- goon, 1996; Buller, Burgoon, Buslig y
nan que el conocimiento del culpable Roiger, 1996; Kuiken, 1981; Mehrabian,
( Lykken, 1960, 1998) también puede 1966; Wiener y Mehrabian, 1968), lo
i n c rementar el arousal, al igual que la cual llevaría a ciertas fórmulas verbales
motivación del mentiroso para tener que desvincularían al hablante de su
éxito. Kahneman (1973) señala que el mensaje, como re f e rencias gru p a l e s
a rousal se produce cuando uno se ( “ n o s o t ros”) en lugar de personales
e n f renta a una situación poco usual, (“yo”), respuestas evasivas, etc. (ver por
amenazante o compleja, y mentir en ej., Buller et al., 1996; Kuiken, 1981;
c i e rtas circunstancias puede ser una Mehrabian, 1966); y a conductas no-ver-
situación de este tipo. La sobre c a rg a bales tales como evitación del contacto
cognitiva y dificultad percibida que se o c u l a r, mayor distancia interpersonal,
asocia al acto de mentir (ver más abajo), etc. (Zuckerman et al., 1981).
también puede incrementar los niveles
de activación. S o b re c a rga Cognitiva. Sin duda
mentir es cognitivamente más complejo
Hemsley (1977) sugirió que este arou- que simplemente decir la verdad (Köhn-
sal puede aumentar la intensidad y fre- ken, 1985; Cody, Marston, y Foster, 1984).
cuencia de comportamientos no-verba- Como dicen Miller y Stiff (1993) “los
les al mentir. En general, las conductas embusteros deben construir mensajes que
esperables en situaciones de alto arousal sean consistentes con los hechos reales y
son un aumento del tono fundamental que sean por lo tanto sustitutos plausibles
de la voz, de las alteraciones del habla, de la verdad. Además, los mensajes subse-
desvío de la mirada, dilatación pupilar, cuentes deben controlarse con atención
pestañeos, risas y sonrisas, y un incre-
5. Ekman y Friesen (1969b) proponen un
mento general de movimientos. sistema de clasificación de la conducta no-
verbal en cinco categorías: Los e m b l e m a s
Filtración de Emociones. Zuckerman son gestos que tienen un significado especí-
et al. (1981) aluden en este punto a la fico dentro de una cultura, como el de una
palabra. Ekman (1985) sostiene que pueden
perspectiva de Ekman descrita anterior- filtrarse emblemas al mentir. Los ilustradores
mente. Así, la acción de mentir puede son las gesticulaciones que acompañan al
generar culpa por engañar, miedo a ser discurso enfatizando, puntualizando, etc. lo
que se dice con las palabras. Los adaptado -
descubierto o deleite por embaucar. Estas res consisten en conductas como rascarse,
emociones pueden entonces originar, por juguetear distraídamente con algún objeto,
un lado, arousal, como se ha dicho ante- etc. Las muestras de afecto son las formas
no-verbales de expresar emociones. Y los
riormente, dando así lugar a las conduc- r e g u l a d o r e s regulan el flujo comunicativo
tas señaladas en el párrafo anterior; y por señalando los turnos del habla, petición de
otro indicadores del engaño o filtraciones más detalles, etc. Véase también Fernández-
Dols (1994).
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Vrij (2000) revisa 44 estudios sobre los mueva mucho. A este error Ekman (1985;
indicadores no-verbales reales del enga- Ekman y Frank, 1993; Ekman y O´Sulli-
ño. Concluye que los indicadores del van, 1989) lo llama e rror de Brokaw o
engaño son, a nivel vocal, un aumento error de idiosincrasia. Hay que comparar
del tono de la voz y una mayor duración la actuación del sujeto cuando no sabe-
de las pausas al hablar. Las características mos si miente o no con la que le es propia
no vocales que señala son una disminu- cuando sabemos a ciencia cierta que dice
ción de la cantidad de movimientos de la verdad. Algunos estudios han compa-
brazos, manos, piernas y pies. En una rado la precisión de los observadores al
revisión anterior (Vrij, 1998a) este autor juzgar la credibilidad de alguien de quien
tomó también en cuenta la aparición de han visto previamente alguna/s muestra/s
expresiones microfaciales, concluyendo de conducta honesta con la obtenida sin
que su presencia se asociaba al engaño. haber visto antes esta/s muestra/s de con-
Los cuatro procesos psicológicos reciben, ducta (Becerra, Sánchez y Carrera, 1989;
por lo tanto, un apoyo parcial. Brandt, Miller y Hocking, 1980a,b, 1982;
Ekman y Friesen, 1974; Feeley, deTurk y
Ahora bien, hay algo que llama la Young, 1995; Garrido y Masip, en prensa;
atención al revisar esta literatura. Se Masip, Garrido y Herre ro, en pre n s a ;
trata de, por un lado, la discrepancia de O´Sullivan, Ekman y Friesen, 1988; Zuc-
los resultados hallados en unos y otros kerman, Koestner y Alton, 1984). Pese a
estudios, y por otro el apoyo sólo parcial la existencia de muchas variables modula-
recibido por el modelo, es decir, hay doras y de algunos estudios que arrojan
muchos indicadores cuya frecuencia o resultados negativos, en general la evi-
duración debería diferir significativamen- dencia muestra que la exposición previa a
te entre declaraciones verdaderas y fal- la conducta honesta del emisor favorece
sas y no lo hace. Veamos algunas posi- la precisión de los juicios de credibilidad
bles razones: subsiguientes.
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signos. De igual modo, muchas personas Otro problema, que quizás explique
al evaluar la credibilidad atribuyen ciertas las diferencias entre los estudios indivi-
señales conductuales (por ej., dilatación duales, es el hecho de que hay indicios
pupilar) a determinados procesos (por de que diferentes tipos de engaño (por
ej., arousal) sin antes descartar otras ejemplo, mentir sobre hechos vs. hacerlo
posibles causas; o atribuyen la presencia sobre la emoción que se está experimen-
de ciertos procesos (por ej., arousal) a tando) pueden asociarse a difere n t e s
determinados factores (por ej., mentir) procesos psicológicos subyacentes y, por
sin molestarse en desconfirmar la posibi- ende, a distintos indicadores (por ej.,
lidad de que se deban a otras causas (por DePaulo et al., 1980a; Miller y Stiff ,
ej., ser interrogado por un policía unifor- 1993). De modo que quizás, como en su
mado en una comisaría de policía). día sugirieron DePaulo y Rosenthal
(1979b), “la cuestión ‘¿cuáles son las
Esto último nos lleva a la conexión claves del engaño’ es pro b a b l e m e n t e
entre el acto de mentir y los procesos sub- demasiado amplia; en su lugar debería -
yacentes. Como sucedía con la existente mos preguntar ‘cuáles son las claves de
e n t re dichos procesos y sus corre l a t o s qué tipos de engaño por qué tipo de
conductuales, la relación entre mentir y mentirosos en qué tipo de situaciones’?”
arousal, emociones, control y sobrecarga (p. 1720). Los meta-análisis como los
cognitiva no es perfecta. Un mentiroso mencionados arriba, si bien son “cómo-
experimentado, o cualquiera al mentir dos” al ofrecer datos más comprehensi-
sobre temas intrascendentes, experimen- vos que los estudios específicos, no van a
tará poco arousal al pretender burlar a su ayudarnos en modo alguno a responder
interlocutor. Hay una serie de factores que a esta pregunta, al desdibujar los matices
e j e rcen influencia sobre la presencia e de la situación, los participantes, y el tipo
intensidad de la culpa, miedo o deleite de mentira de los estudios individuales.
asociados al mentir (por ej, Ekman, 1985).
Una mentira muy simple (ej., respuesta Conclusiones. Si bien no existe nin-
Si/No) o muy ensayada no supondrá gún indicador verbal, no-verbal ni psicofi-
mucho esfuerzo cognitivo (Greene et al., siológico que, en y por sí mismo, indique
1985), y no siempre se sobrecontrola la que una persona está mintiendo, sí que es
conducta. En consecuencia, si estos pro- probable que al mentir tengan lugar cier-
cesos no están presentes, no hace falta tos procesos psicológicos que a su vez
que busquemos indicadores del engaño. pueden dan lugar a ciertos indicadores
Pero es que además estos procesos pue- conductuales directamente perceptibles.
den estar presentes sin que se produzca Tales procesos son un incremento de
engaño. Habrá sobrecarga cognitiva si el arousal, emociones de tipo negativo, una
testigo tiene dificultades para recordar los sobrecarga cognitiva e intentos del menti-
hechos, se intentará controlar la conducta roso de controlar su conducta. Si bien la
si el inocente piensa que se muestra evidencia experimental no permite recha-
demasiado ansioso para ser creido, habrá zar de lleno la hipótesis de la existencia de
arousal si el inocente es interrogado por estos procesos y sus indicadores conduc-
intimidatorios policías que le acusan de tuales al mentir, no siempre se han encon-
un grave delito, y su miedo a no ser creido trado todas las diferencias esperadas al
será indistinguible del recelo del mentiro- comparar la conducta de sujetos veraces y
so a ser descubierto. mentirosos. Además, distintos estudios
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han encontrado distintos indicadores del debería prestar atención (quizás sea rele-
engaño. Las razones de estas inconsisten- vante recordar aquí el enfoque del con-
cias pueden residir en las limitadas correla- trol de la perspectiva de Zuckerman et
ciones existentes entre el acto de mentir y al., 1981, descrita anteriormente).
los procesos subyacentes hipotetizados, y
entre éstos y sus correlatos conductuales. Hay varios mensajes, de distinta natu-
Además, tales correlaciones pueden variar raleza, que emitimos concurrentemente
en función de las características de la al mentir (Buller y Burgoon, 1996, 1998).
situación y/o de las personas implicadas. Por un lado, la propia información falsa
(por ej., “yo no cometí el asesinato”). Este
mensaje es, por lo general, de naturaleza
Perspectiva de Buller y Burgoon: La Mentira verbal, por lo menos si hablamos de men-
como Comunicación Estratégica y tiras factuales. Un segundo tipo de men-
Filtraciones No-Estratégicas. saje que emitimos son comunicaciones
auxiliares, que pueden ser tanto de natu-
La perspectiva de David Buller y Judee raleza verbal como no-verbal, cuyo objeti-
Burgoon (1994, 1996, 1998) se integra, vo es, por un lado, lograr que el mensaje
de la mano de sus autores, en el seno de falso se considere verdadero (“es cierto
su controvertida (véase dicha controver- que yo no cometí el asesinato”), y por
sia en el número especial que la revista otro lograr dar la impresión de persona
Communication Theory dedicó al tema: veraz (“soy honesto cuando digo que yo
vol. 6, nº 3, Agosto 1996) Teoría del no cometí el asesinato”). Como vemos,
Engaño Interpersonal (I n t e r p e r s o n a l pues, una comunicación engañosa consta
Deception Theory o IDT) (por ej., Buller y no de una, sino de varias mentiras. Final-
Burgoon, 1994, 1996). No pretendemos mente, un tercer tipo de mensaje que
aquí describir en detalle toda la compleji- emitimos al mentir son aquellos indicado-
dad –que no es poca– de la IDT, sino tan res que delatan que estamos mintiendo
solo exponer la visión de Buller y Burgo- (claves del engaño) o la información que
on en lo concerniente a los posibles indi- se oculta (filtraciones). Según Buller y Bur-
cadores reales del engaño y sus procesos goon aquí la información es, básica aun-
subyacentes. que no exclusivamente, no-verbal. Los
dos primeros tipos de mensaje son de
Buller y Burgoon (1994) consideran naturaleza estratégica e intencional.
que mentir es, básicamente, un tipo de Aquellos del tercer tipo son de naturaleza
comunicación estratégica, al igual que no-estratégica e involuntarios.
otros mensajes de naturaleza persuasiva.
Así, sitúan el énfasis no sólo sobre aque- Según Buller y Burgoon (1996, 1998),
llas conductas involuntarias que pueden manipular el contenido del mensaje enga-
delatar al mentiroso (y que denominan ñoso en sí puede conceptualizarse como
filtraciones no estratégicas), sino tam- control de la información (i n f o rm a t i o n
bién sobre las conductas propositivas e management). Los esfuerzos destinados a
intencionales que el comunicador maximizar la credibilidad del comunicador
emplea con el fin de lograr sus objetivos. comprenden el control de la imagen que
Dichas conductas, no obstante, tienen se da (image management). Y los esfuer-
también ciertos correlatos conductuales zos destinados a prevenir la exposición de
a las que el atento detector de mentiras indicadores del engaño y filtraciones se
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ofrecer indicios del engaño. El peligro es, gación en esta área no permite ofrecer al
de nuevo, que no siempre estas conduc- psicólogo un instrumento estandariza-
tas son indicadores de que se pretenda do, válido y fiable, que le permita pro-
controlar la imagen o la información, y nunciarse sobre la credibilidad del testi-
no siempre que queremos dar una ima- monio. Están, por supuesto, las orienta-
gen de sinceridad o controlar qué y ciones que se desprenden de la revisión
cómo decimos algo estamos mintiendo. de la literatura experimental que hemos
incluido en el apartado anterior, pero
Conclusiones. Mentir no supone tan esta información es insuficiente para una
solo mostrar indicadores del engaño o fil- adecuada evaluación.
traciones (incompetencias), sino también
manipular la información que se da y la No obstante, y con esta limitación en
propia autopresentación y conducta con mente, quizás merezca la pena considerar
el fin de ofrecer una imagen de persona c i e rtas cuestiones. La primera línea de
veraz y un mensaje creible (competen- investigación que señalan DePaulo y
cias). Así, al mentir el emisor manipulará Rosenthal (1979b) y que no hemos descri-
estratégicamente su actuación, lo que se to aquí, arroja una precisión media en la
manifestará en cierta incert i d u m b re y evaluación de la credibilidad por observa-
vaguedad en su discurso, falta de inme- dores no-entrenados bajo diversas condi-
diaticidad y distanciamiento del hablante, ciones experimentales que se sitúa entre el
desasociación, y conductas protectoras de 45 y el 60 %, siendo el 50 % lo esperado
la imagen y la relación. Estos elementos por azar (ver las revisiones de DePaulo et
serán perceptibles a través de una serie de al., 1985; Kalbfleisch, 1985, 1992; Kraut,
conductas específicas. Al igual que Zuc- 1980; Zuckerman et al., 1981). Vemos
kerman et al. (1981), Buller y Burgoon pues que la capacidad de tales observado-
sostienen que también podemos descu- res no resulta muy espectacular, pero hay
brir la mentira atendiendo a los indicado- que matizar esta conclusión: Primero ,
res conductuales de arousal y nerviosis- como ya comentamos en otra ocasión
mo, emociones negativas e incompeten- (Masip y Garrido, 1999), estamos hablan-
cia comunicativa derivada de la compleji- do de sujetos no-entrenados, quizás si ins-
dad que supone mentir y de intentos de truyéramos a tales sujetos para que obser-
controlar la conducta. Este modelo pre- varan la presencia de las claves conductua-
senta los mismos problemas que el de les que la aproximación de los indicadores
Zuckerman et al. (1981). discretos ha encontrado que se asocian a
la verdad o la mentira su precisión aumen-
taría. En este sentido, si bien Köhnken
CONSIDERACIONES FINALES (1987) fracasó al pretender entrenar a
policías, y los resultados del grupo de Zuc-
¿Es Útil esta Información para Evaluar kerman (Zuckerman, Koestner y Alton,
la Veracidad en Contextos Judiciales? 1984; Zuckerman, Koestner y Colella,
1985), son poco claros, Mark deTurck y su
No quisieramos que el presente traba- equipo (deTurck, 1991; deTurck y Feeley,
jo se tome como una especie de “receta- 1997; deTurck, Harszlak, Bodhorn y Texter,
rio” para evaluar la credibilidad del testi- 1990; deTurck y Miller, 1990) han obteni-
monio a partir de los indicadores con- do bastante éxito al instruir a sus sujetos
ductuales, ya que el estado de la investi- con un programa en que se incluye mos-
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La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales
trar la linea base de la conducta veraz del Masip y Garrido, 2000; Taylor y Vrij, en
emisor, ofrecer información sobre indica- prensa; Vrij y Semin, 1996), creando un
dores conductuales de arousal por mentir saludable escepticismo acerca de la capa-
(deTurck y Miller, 1985), práctica, y feed- cidad de “detectar mentiras” en base a la
back. Segundo, algunas características del conducta no-verbal.
emisor, del receptor y de la situación de
engaño tienen una gran influencia sobre
la precisión, así que bajo determinadas ¿Podríamos Elaborar un Sistema de
condiciones el nivel de aciertos puede Detección de la Mentira Basado en
aumentar. En este sentido, la información los Correlatos Conductuales del
que en el presente capítulo se ha ofrecido Engaño?
a c e rca de la orientación de los canales
sugiere, por ejemplo, que la precisión de Quizás en este punto el lector se pre-
los juicios de credibilidad de los observa- gunte por qué, en base a los hallazgos
dores se verá beneficiada si se atiende al experimentales de la orientación de los
contenido verbal del discurso más que en indicadores discretos, no se elabora un sis-
la información visual, si se obtiene infor- tema de detección de la mentira basado
mación independiente con que cotejar lo en sus correlatos conductuales. De hecho,
que diga el testigo en contextos no-fami- se podría grabar la conducta del testigo y
liares, si se presta atención al cuerpo y se luego analizarla atendiendo a los indica-
omite toda información proporcionada dores hallados, pongamos por caso, en el
por el engañoso rostro, si se toman en estudio meta-analítico de DePaulo y cola-
cuenta las peculiaridades de la situación, si boradores (1985). Incluso podríamos utili-
se ve de antemano una muestra de la con- zar el FACS o el EMFACS para escudriñar
ducta honesta del testigo, etc. Por lo las expresiones faciales del testigo y ver si
tanto, quizás el experto no disponga de un son falsas o simuladas. Lo cierto es que,
“test de credibilidad” que aplicar al testi- desafortunadamente, existe una serie de
go, pero puede orientar a policías, Jueces y factores que que desaconsejan tomar esta
jurados, que son evaluadores no-entrena- opción. Primero: como ya se ha dicho
dos como los empleados en los estudios anteriormente, los resultados de DePaulo
experimentales, sobre la conveniencia de et al. (1985) son resultados meta-analíti-
dirigir su atención hacia la información cos, los de los estudios individuales difie-
accesible a través de ciertos canales deter- ren enormemente unos de otros, y habría
minados (DePaulo, Lassiter y Stone, 1982; que ver las correlaciones de ciertas varia-
deTurck, Feeley y Roman, 1997), o incluso bles de las diversas situaciones experimen-
puede aconsejar que dicha información se tales con los indicadores que aparecen en
presente de una forma específica (por ej., cada una de ellas y en qué medida tales
transcripción escrita de la declaración en variables se encuentran presentes en con-
lugar de su grabación en vídeo) para que textos judiciales. Segundo, si la gran
quien corresponda pueda evaluar por sí mayoría de estudios incluidos por DePaulo
mismo y de forma orientativa la credibili- et al. (1985) en su análisis fueran estudios
dad del testimonio. O puede también realizados en situaciones judiciales, con
minar la confianza que los profesionales una alta validez ecológica, quizás pudiera-
del sistema legal tienen en determinadas mos confiar en sus resultados, pero este
conductas que creen que se asocian al no es el caso. Tercero, antes de aplicar este
engaño (por ej., Akehurst et al., 1996; tipo de análisis a situaciones reales habría
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cios. Pero en la vida real el interrogador lar a los temas sobre los que se declara
puede cuestionar lo que dice el testigo, en contextos judiciales, a saber, de natu-
pedir clarificaciones, etc., y las señales raleza delictiva.
conductuales de cada participante varían
en función de la conducta de su interlocu- Séptimo: es necesario tener en cuenta
tor. No obstante, debemos admitir que las características del entorno para hacer-
existen innumerables trabas metodológi- las similares a las de las situaciones reales.
cas a la hora de estudiar la conducta ver- Por ejemplo, Kraut y Poe (1980) y Vrij (por
bal y no-verbal del interrrogador y el testi- ej., Vrij, 1995; Vrij, Semin y Bull, 1996) vis-
go en situaciones interactivas. tieron con un uniforme policial a sus inte-
rro g a d o res y dieron a sus mentiro s o s
Tercero, mientras que en casos reales varios objetos “de contrabando” (en el
quien debe evaluar la veracidad observa estudio sobre inspectores aduaneros de
la conducta de un testigo que ofrece una Kraut) o unos auriculares “robados” cuya
declaración bastante extensa, la investi- posesión los mentirosos debían negar (en
gación experimental ha empleado habi- el paradigma experimental de Vrij).
tualmente m u c h a s declaraciones d e
unos pocos segundos de duración efec- Octavo: es frecuente que, en los estu-
tuadas por múltiples testigos. dios experimentales sobre la mentira
desde la aproximación conductual, se
Cuarto, en casos reales cada testigo pida a los observadores que formulen su
es interrogado en varias ocasiones, nor- juicio en una escala numérica con la pala-
malmente con dilatados periodos de bra “miente” en un extremo y “dice la
tiempo entre una y otra declaración. Este verdad” en el otro. Esto no coincide con
hecho ha sido olvidado por la investiga- lo que sucede en la vida real, en que el
ción existente, tal como señalan Gran- policía o el juez debe tomar una decisión
hag y Strömwall, que están desarrollan- dicotómica. Con el fin de posibilitar la
do una línea experimental orientada a extrapolación de los resultados al mundo
solventar dicho olvido (por ej., Granhag y real se debe pedir a los sujetos experi-
Strömwall, 2000a,b). mentales decisiones con sólo dos opcio-
nes de respuesta: mentira o verdad.
Quinto, normalmente en contextos
reales la motivación de los mentiro s o s Finalmente, siempre que sea posible
para ser creidos es muy grande. Hay evi- hay que hacer investigación de campo.
dencia empírica, que revisan DePaulo y En este sentido, el trabajo de Vrij y Mann
Kirkendol (1989) y DePaulo, Kirkendol, (1998; Mann, Vrij y Bull, 2000), basado
Tang y O´Brien (1988), que indica que el en el análisis de las grabaciones de inte-
tipo de conducta que puede delatar al rrogatorios policiales reales, es un ejem-
mentiroso es función de lo motivado que plo encomiable.
esté para mentir con éxito. Hay que dise-
ñar estudios en que la motivación del Si tenemos en cuenta todas estas con-
emisor se aproxime al máximo a la del sideraciones y las incorporamos a nues-
testigo que testifica en casos criminales. tros estudios empíricos, sin duda obten-
dremos resultados que nos van a decir
Sexto, el tema de las declaraciones mucho sobre la evaluación de la credibili-
empleadas en los estudios debe ser simi- dad en contextos judiciales reales.
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