Tema 3 Arte Iberico

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I.E.S. JORGE JUAN. DPTO. DE GEOGRAFA, HISTORIA E HISTORIA DEL ARTE.

Curso 2006-2007

ARTE IBERO
IBERO:
ERO: LA ESCULTURA
Los historiadores griegos y romanos designaron con el nombre de iberos a
un conjunto de comunidades dispares que se extendan por el Levante desde la Baja
Andaluca (Crdoba, Jan y Granada) hasta el sur de Francia, penetrando
igualmente hacia la Meseta por buena parte de la Mancha meridional y por el valle
del Ebro hasta la altura de Zaragoza. En transicin desde unas formas de
organizacin ms o menos simples hacia la consolidacin de verdaderas estructuras
estatales, algunas llegaron a alcanzar ese estadio complejo en su desarrollo, otras en
cambio vieron interrumpido ese proceso y todas ellas perdieron su independencia
poltica y posteriormente su identidad cultural como consecuencia primero de la
guerra que en sus territorios enfrent a las dos grandes potencias imperialistas de la
poca, Cartago y Roma, y despus a causa de su incorporacin como comunidades
sometidas a Roma. En este lapso de tiempo que discurre entre los siglos VI y II a.C.
Iberia se va transformando permanentemente, y de forma desigual en cada
territorio, aunque consigue elaborar una cultura propia ms o menos homognea
en el conjunto de sus unidades polticas y, al mismo tiempo, diferente a la de otros
mbitos del Mediterrneo contemporneo.
Esta cultura ibrica es fruto de una constante interaccin entre dos esferas
-la colonial y la indgena- que acabaron integrndose en un nico proceso. Las
colonias fenicias y griegas, situadas en zonas de alto valor estratgico (Cdiz,
Eivissa, Empries), mantenan con los poblados ibricos un comercio basado en el
trueque de materias primas escasas en el mundo oriental por productos
manufacturados de alta calidad. La circulacin de objetos, signos de escritura y, a
partir del siglo III a.C., de monedas, permite establecer la frecuencia y la direccin
de los intercambios.
Los descubrimientos de la arqueologa, gracias al estudio de yacimientos y
de fuentes histricas, permiten interpretar la eclosin del mundo ibrico como
resultado de un largo proceso de enriquecimiento que dio lugar a formas de poder
y de organizacin social jerarquizadas, as como el nacimiento de una aristocracia
de prncipes que impuls el fenmeno urbano, la escritura (indescifrable) y el
comercio, y desarroll formas artsticas que responden al deseo de ostentacin y
prestigio vinculado al ejercicio del poder. Este arte, a pesar de tomar prestados
ciertos rasgos estilsticos de la plstica griega, es de una originalidad indudable,

favorecida por el hecho de que se aplic a la expresin de una realidad espiritual


propia.
La gran aportacin artstica de los iberos reside en su escultura
monumental en piedra; ello supone una serie de factores que, por obvios, son a
veces olvidados. Recordemos algunos: a diferencia de los pequeos exvotos de
piedra, slo la pueden realizar con xito personas especializadas. Hay en ella un
proceso intelectual previo y complejo, determinado muy fuertemente por
convenciones religiosas, sociales y estticas. Las obras han de resultar de una
manera muy precisa, pues su carcter es escasamente individual (a diferencia del
arte actual): tiende a explicar y plasmar las creencias y los modos del grupo. Si se
trata de escultura religiosa todo ello es mucho ms acusado.
Por su tamao son obras costosas y lentas de producir. Por su alta calidad
requieren la existencia de talleres, es decir, el aprendizaje y la especializacin. Por su
iconografa, reclaman un cdigo de concepciones religiosas aceptado por el grupo.
Concepciones y creencias en las que la escultura intenta representar ante los fieles y
a las que, al mismo tiempo, contribuye a configurar y delimitar en el espritu de
cada individuo. Con toda certeza, la escultura ibrica procede masivamente del
mundo funerario y, en segundo lugar, de santuarios. En ambos casos, tiene un
doble destinatario: el Ms All y la propia sociedad (los contemporneos y sus
sucesores).
As pues, en un rpido esbozo, necesitamos que se hayan producido en la
sociedad ibrica muchas cosas: una serie de creencias comunes; unos cdigos
precisos y no otros- de representacin de esas creencias; la existencia de unos
artesanos especialistas; el desarrollo de las tcnicas de cantera y de escultura mayor
con sus requisitos de instrumental; procedimientos y lento aprendizaje; unos
individuos poderosos que puedan encargar las obras y deseen hacer ostentacin de
su fe ante sus dioses y ante su sociedad; una sociedad capaz de entender y asimilar
las obras ya acabadas y colocadas en su destino; y, lo que es ms peculiar, la
necesidad de concretar todo lo anterior en obras de piedra.
Tcnicamente puede hablarse de ciertos rasgos comunes a la mayor parte
de las esculturas ibricas, entre ellos se puede destacar la utilizacin de piedras
calizas o areniscas, muy blandas y fciles de tallar, que favorecen un tipo de trabajo
ms prximo a la escultura de madera que a determinadas obras clsicas ejecutadas
en piedras duras como el mrmol. En general, es frecuente el acabado policromo,

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que requera una preparacin previa de la superficie con estucado sobre el que se
aplicaban los colorantes.

fechado a finales del siglo VI a.C. y con una incuestionable relacin con el arte del
Prximo Oriente.

Antes de hacer un repaso


cronolgico de algunas de las piezas
fundamentales del arte ibrico,
podemos establecer con carcter
general su temtica. Los temas tienen
dos grandes apartados: la fauna, en la
que se incluyen seres reales y
fantsticos, y la figura humana; ambos
temas estn presentes a lo largo de toda
la secuencia. Entre los animales, las
esfinges y los grifos son algunos de los
seres mticos ms representados, hecho
que se explica por su papel como
guardianes de tumbas. Su carcter de
seres hbridos los hace ambiguos y
contradictorios, y al no pertenecer a
ninguno de los mundos, el espacio
incierto del trnsito a la muerte es su mbito ms adecuado. Son seres extraos que
pronto desaparecen del repertorio.
Ms arraigo tuvieron los animales reales, como el len y, especialmente, el
toro y el lobo, este ltimo el ms netamente indgena. No obstante, el ms
frecuente fue sin duda el caballo. Su representacin est sobradamente justificada
por su identidad con la fecundidad, la curacin y, sobre todo, como smbolo social
de prestigio, ya que incluso el caballo llega a otorgar un carcter heroico a su
jinete. A veces el ibero lo utiliza para relacionar la sociedad de los hombres con la
de los dioses.
Las representaciones humanas, por su parte, tambin hacen referencia
tanto al mbito de los dioses como a la esfera de los mortales

La reconstruccin del monumento ofrece


una gran torre elevada sobre tres gradas. El primer
nivel sobre ellas est flanqueado por cuatro leones
en las esquinas, cada uno de ellos labrado en un
bloque de piedra que sirve, al tiempo, de soporte
angular de la torre, de modo que estas figuras no
son exentas sino que se configuran a modo de
altorrelieves. Sobre este primer nivel se superponen
cuatro hileras de grandes sillares, algunos de ellos
decorados con relieves. El monumento se corona
con una gran cornisa.
Los rasgos tipolgicos de estos leones,
extraordinariamente definidos, nos sirven para
reunir un grupo de obras que podramos
denominar Escultura ibrica antigua, que
incluiran, adems de Pozo Moro, el Len de Baena, los tres de Nueva Carteya, el
dios-toro de Porcuna, y otras... Tanto sus formas como su decoracin son
completamente geomtricas. Las mandbulas, abiertas y paralelas entre s; los
colmillos superiores e inferiores unidos formando columnillas; la lengua cayendo
sobre el labio inferior; las orejas, lanceoladas y adosadas al crneo. La decoracin
(salvo el ejemplar de Baena, que carece completamente de ella), realizada mediante
lneas incisas: los ojos en forma de ojal; las garras de dedos geomtricos y paralelos.

En general, los ejemplares ms antiguos muestran un marcado carcter


orientalizante tanto en su iconografa como en su interpretacin, circunstancia
especialmente evidente en el excepcional enterramiento turriforme de Pozo Moro,
Moro

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La madurez de la escultura ibrica. El siglo V.


Por las razones que fuesen, el siglo V se caracteriz en la escultura por la
llegada de escultores de formacin griega, que importaron sus conocimientos
tcnicos y artsticos. Ello dej dispersa por nuestra geografa una serie de obras que
se caracterizan por reunir rasgos estilsticos y tipolgicos de la escultura jonia de
fines del siglo VI y principios del siglo V, el llamado estilo severo; por el uso del
modelado; por la percepcin de los volmenes bajo los ropajes; por la sencillez casi
absoluta de las lneas y la consiguiente falta de barroquismo; por los volmenes
moldeados en suaves curvas que dan a las obras un aspecto muy caracterstico.
El mejor ejemplo es el del conjunto escultrico del Cerrillo Blanco de
Porcuna (Jan),
(Jan) sin igual en lo hasta entonces realizado en el mbito de la

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escultura en la Pennsula, en el que se ha querido ver un paralelismo con el famoso


frontn del templo de Afaia en Egina. El conjunto, que se encontr destrozado y
que ha sido necesario reconstruir pacientemente, proceda tal vez de un heroon o
mausoleo de un personaje importante, o tal vez de un palacio, aunque en el
yacimiento no ha aparecido ni uno solo de los vestigios que son adscribibles a las
necrpolis, ni cimientos arquitectnicos.
Hasta el momento, este yacimiento ha ofrecido:
 Cinco escenas de monomachias (duelo singular entre dos guerreros). De un
lado, los guerreros vencedores, ilesos siempre, completamente equipados,
blandiendo sus armas y en actitud de victoria. De otro, los vencidos, todos
ellos muertos o fatalmente heridos.
 Figuras humanas, no guerreros.
 Altorrelieves
 Machias animales. La mejor conservada es la de la Griptomaquia, una de las
obras capitales del conjunto,

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El grupo de obras relacionadas estilsticamente con las de Porcuna, que


fechamos en la primera mitad del siglo V a.C., no constituye la nica oleada de
influencias griegas que reflejan las esculturas ibricas del siglo V. Hay otra escuela,
otro grupo de obras, que siendo claramente deudoras del influjo heleno tienen un
estilo claramente diferente del anterior: son las obras de Elche, encabezadas
naturalmente por la Dama de Elche.
Elche
Desde su descubrimiento en 1897, ha sido la obra ms popular de la
escultura y an de la cultura- ibrica. Se trata del busto de una joven
profusamente engalanada. En la parte trasera tiene una oquedad, utilizada para
depsito cinerario a juzgar por hallazgos posteriores. Actualmente est cortada,
pero no debi ser originariamente as. Ha sembrado la opinin contraria el hecho
de que la cara inferior no presenta lnea de rotura sino huellas claras de un cincel
con el que la obra fue tallada conscientemente. Pero, segn todos los expertos, la
obra fue completa, por las razones que fuese se rompi, y posteriormente alguien
regulariz la base.
La joven viste camisa
abrochada con fbula; tnica
terciada sobre el hombro
izquierdo (y que fue toda
pintada de rojo); y manto
sobre los hombros. Un gran
collar triple cubre su pecho.
La cabeza se adorna con un
complejsimo tocado (de
hecho, el ms complejo de
cuantos ha ofrecido la
escultura
antigua
del
Mediterrneo). En sntesis, se
compone de un velo sobre
peineta, y de dos grandes
rodetes laterales a los que van
unidos los pendientes. Todos
los
investigadores
han
resaltado la fuerte helenidad
de su rostro junto a la fuerte

ibericidad de su atuendo. Ello debe ser el resultado feliz de una escuela de


escultores instalada en estas tierras alicantinas, completamente alejadas en sus
formas de los rostros y de los blandos moldeados del Cerrillo Blanco.
Algunos investigadores defienden la idea de que se trata de una diosa,
mientras para otros, el hecho de que haya servido de urna cineraria, descarta esa
posibilidad. Para otros, pudiera haber sido en su origen la imagen de una deidad,
reutilizada posteriormente como urna.
El mismo problema plantea la interpretacin de la Dama de Baza, que
apareci en 1971 en la excavacin de una tumba que contena esta escultura, urnas
cermicas y armas. Representa a una dama sentada en un trono, con los pies sobre
un escabel. El trono tiene sus patas delanteras terminadas en garras de len y el
respaldo ensanchado formando dos grandes alas. En su lateral derecho lleva una
oquedad que contena los huesos quemados del difunto o difunta, con lo que la
escultura sirvi, en realidad, de
urna funeraria. Sobre el pecho
y en el cuello collares con los
mismos motivos que la de
Elche, y sobre la cabeza un
profuso
tocado
similar
tambin al de la anterior pero
sin
los
grandes
rodetes
laterales. La mano derecha
descansa abierta sobre su
rodilla, y la izquierda, cuajada
de anillos, sujeta un pajarito. La
escultura fue completamente
estucada y luego policromada.

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Una tercera dama, la Gran Dama Oferente del Cerro de los Santos
completa la triloga de damas ibricas. En este caso, aparece en pie, con complejo
vestido, collares y tocado, similares a los anteriores. Entre sus manos sostiene un
vaso que ofrece a la deidad. Junto a ella han aparecido damas sedentes y estantes,
varones estantes, cabezas tocadas y desnudas, en un contexto arqueolgico claro:
un santuario.

De entre los animales mticos que


comentbamos ms arriba, merece la pena
destacar la llamada bicha
bicha de Balazote,
Balazote que
representa a un toro con cabeza humanoide
con cuernos. Quiz formara parte de un
conjunto turriforme.

LOS EXVOTOS IBRICOS


No se tiene constancia de la existencia de templos entre los iberos, que
solan adorar a sus dioses en emplazamientos en los que la naturaleza manifestaba
su poder, como el desfiladero de Despeaperros en Sierra Morena. En los recintos
sagrados que marcaban en estos lugares se ha encontrado el grueso de la
produccin escultrica ibrica: los exvotos, figuras de orantes, guerreros, jinetes,
partes del cuerpo y hasta animales, que los fieles depositaban all para solicitar un
beneficio de los dioses.
El conjunto ms importante es el hallado en el Cerro de los Santos
(Albacete), que comprende centenares de estatuillas de piedra, hierticas y
esquemticas en su mayor parte, aunque las hay ms cuidadas. La mayor parte de
las pequeas esculturas ibricas son, sin embargo, de bronce.
Estos bronces proceden en su inmensa mayora de los santuarios jienenses
de Collado de los Jardines y Castellar de Santiesteban, en plena Sierra Morena. Cada
uno de ellos ha proporcionado ms de dos mil ejemplares, piezas macizas de unos
quince centmetros de altura, en su mayora fundidas con la tcnica de la cera
perdida, pues slo las ms esquemticas estn trabajadas a base de golpear
directamente el metal contra un yunque.

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Constituyen la prueba de las ofrendas realizadas a las divinidades, lo que explica que
la mayora de los personajes representados respondan a actitudes de orantes o de
oferentes con variados tipos de ofrendas, como frutos, panes, aves, etc. Parece
probable asimismo la vinculacin de algunos de ellos a ciertos aspectos de la
fecundidad, mientras que otros se relacionan con el carcter salutfero de
determinados santuarios, es el caso de los exvotos que reproducen partes de cuerpo
humano, como piernas, brazos, dentaduras, etctera.
Muchos de estos bronces nos permiten conocer algunos aspectos de la
sociedad. As, en el atuendo de los personajes, y en especial de los femeninos, se
puede intuir el diferente grado de riqueza. Entre los personajes masculinos llama la
atencin el destacado nmero de guerreros, y en concreto de jinetes, los cuales nos
informan sobre las caractersticas del armamento ofensivo y defensivo.
Con respecto al estilo, cabe decir que muestran muy diferente grado de
calidad, dependiendo de la destreza del artesano, sin que sea posible determinar una
relacin entre la calidad artstica y una iconografa concreta. De todas formas, s
puede decirse que, mientras algunas piezas parecen ser rplicas de modelos de
escultura mayor, la mayora presentan unas caractersticas propias del trabajo en
bronce.

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