Santa Catalina de Siena

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Santa Catalina de Siena (1347-1380)


by Equipo Hesiqua blog en 13 octubre 2012

(1347- 1380)

Nacimiento e infancia
Catalina Benincasa, conocida como Santa Catalina de Siena, naci
el 25 de marzo de 1347 en Siena (Italia). Vio la luz en una casa de la
calle de los Tintoreros, en el barrio de Fontebranda el da de la
Anunciacin, que ese ao coincida con el Domingo de Ramos.
Catalina, penltima de 25 hermanos, tuvo una hermana gemela
Giovanna, que muri poco despus.
Sus padres fueron Giacomo Benincasa, tintorero de pieles, hombre
devoto, de quien hered la piedad sincera y la dulzura, y Lapa
Piacenti, de la que adquiri la energa y el tesn. Eran un
matrimonio honrado que viva holgadamente.
Coinciden sus bigrafos en destacar que era una nia alegre y
bulliciosa, y que su encanto le haca ser el centro del cario del
crculo familiar y de las amistades.
Ya desde nia aspiraba a lo mejor. Empez a orar a la Reina de
Siena, y a menudo se le oa rezar el Ave Mara bajando las escaleras
de su casa.
Entre el ao 1353-1354, cuando contaba con cinco o seis aos, hay
un hecho significativo en su vida, lo que la teologa moderna
llama la experiencia fundante, tiene una visin de Jesucristo.

Mientras caminaba por las calles de Siena con su hermano, elev su


mirada y de repente vio sobre el techo de la Iglesia de Santo
Domingo, al Rey de Reyes sobre un esplndido trono, vestido como
el Papa con su corona Papal; y con l estaban San Pedro, San Pablo
y San Juan.
Jess, mirando con ternura a Catalina, despacio y solemnemente la
bendijo, haciendo tres veces la seal de la Cruz sobre ella con su
mano derecha, como lo hace un obispo. Desde ese momento
Catalina dej de ser una nia y se enamor profundamente de su
amado Salvador. Esa visin y esa bendicin fueron tan poderosas
que despus ella no pudo pensar en nada ms que en los ermitaos,
y en como imitarlos.

Catalina se ofrece a su Esposo


Al ao siguiente, a los siete aos de edad y ante un cuadro de
Nuestra Seora, se ofreci al Seor que la haba bendecido. En este
momento tan crucial or a la Virgen: Santsima Virgen, no mires
mi debilidad, sino dame la gracia de tener como esposo a aquel a
quin yo amo con toda mi alma, tu Santsimo Hijo, Nuestro nico
Seor, Jesucristo! Le prometo a l y a Ti, que nunca tendr otro
esposo.
A partir de entonces y hasta los 15 aos llevar una vida de oracin
intensa y de sacrificios en su casa.
Cuando Catalina tena doce aos, su familia quera obligarla a

contraer
matrimonio.
Despus
de
consultar con un sacerdote dominico acerca de su voto de castidad y
de como defenderlo ante esta amenaza, se corta el pelo, como seal
de haber cortado con el mundo. Sus padres hacan todo lo posible
por impedir que ella tuviera tiempo de oracin y soledad. La

pusieron a trabajar a toda hora, tratndola muy mal, como sirvienta


de la familia.
Catalina humildemente acept este rechazo de su familia, y actuaba
como si estuviese en la casa de Nazaret, tomando como nica madre
a la Virgen Santsima. Sus hermanas y amistades la persuadieron a
que participara en diversiones y vanidades. Pero pronto se arrepinti
y le doli aquello por el resto de su vida. Lo consider como la
mayor infidelidad a su esposo del cielo de la cual ella fue culpable.
La muerte de su hermana mayor, Bonaventura, ocurrida poco
despus, confirm sus sentimientos.

1364 Ingresa como Mantellate y se ofrece a los


pobres y abandonados

Con su ejemplo de humildad, obediencia


y caridad, conquista a su familia, y entonces, superada la oposicin
familiar, y teniendo que vencer diversos obstculos para ser
admitida, ingresa a los 17 aos como Mantellate, es decir, como
laica dominica, en la Fraternidad seglar de las Hermanas de la
Penitencia de Santo Domingo (Tercera orden). Se las conoce
comoMantellate por el manto negro que llevaban sobre el hbito
blanco.
Estas hermanas no abandonaban su hogar y se dedicaban, con gran
austeridad, a la oracin, penitencia y ayunos. En casa le permiten
tener un cuarto privado, y Catalina convierte su habitacin en una
celda, donde vive recluida. All comenz a hacer actos de

mortificacin heroicos. Se alimentaba principalmente de hierbas y


vesta con telas muy crudas.
Estos aos se caracterizan por una intensa vida espiritual, en la que
se afianza su relacin con Jesucristo, y su fe se ve acrisolada por las
sutiles tentaciones. Se suceden difamaciones y calumnias, actitudes
escpticas por parte de los frailes y celos de otras mantellates.
Toma conciencia de que la contemplacin en soledad es estril si no
se abre a Dios y al prjimo y opta por una soledad interior fecunda,
guiada por los pasos de la Pasin de Cristo. Cristo crucificado la
esclarece los caminos y la impulsa al amor a los pobres y enfermos.
La contemplacin de Cristo como Verbo Encarnado que derram su
sangre en la cruz para la salvacin del mundo, la comprensin
espiritual del misterio trinitario de Dios y la conciencia del amor de
Dios y del pecado humano, que hera ese amor, marcarn toda su
vida interior. Ella quiere ser como Cristo.
Empieza a darse a los ms pobres y abandonados. Consolaba a los
presos. Asista con gran generosidad a enfermos contagiosos y
repugnantes que nadie cuidaba. La intimidad con Jess la conduce
all donde el rostro de Cristo se muestra con claridad en medio de la
miseria y del abandono.
Su sometimiento de la propia voluntad al Seor, an en sus
penitencias, daba verdadero valor a lo que haca. Pero sus
experiencias msticas no le quitaban las pruebas. Sufra por su
temperamento, al que dominaba con gran paciencia y por los baos
calientes que le ordenaron los mdicos. En medio de sus dolencias
oraba sin cesar para expiar sus ofensas y purificar su corazn.
Empez a revelarse como una maestra espiritual de primer orden.
Tena una especial capacidad de leer el interior de las personas e ir a
la raz de los problemas.

Santa Catalina tomando el hbito

1365 Recibe el Hbito


Por fin, en el ao 1365, a los 18 aos segn algunos escritores a
los 20 aos recibi el hbito de la Tercera Orden Dominica.
En la noche anterior a su profesin en la orden, despus de pasar
por una severa prueba, en la cual el demonio se le apareci como un
caballero muy guapo y elegante y le ofreci un traje de seda con
joyas brillantes, Catalina se tir sobre el crucifijo y grit: Mi
nico, mi amado esposo, T sabes que jams he deseado a nadie
ms que a ti. Ven en mi ayuda, mi amado Salvador!
De pronto, frente a Catalina estaba la Madre de Dios, teniendo en
sus manos un traje de oro, y con su voz suave y tierna, la Virgen le
dijo: Este vestido, hija ma, lo he trado del corazn de mi Hijo.
Estaba escondido en la herida de su costado como en una canasta
de oro, y te lo hice con mis propias manos. Entonces con ferviente
amor y humildad, Catalina inclin su cabeza, mientras la Virgen le
impona este vestido celestial.
Durante tres aos, despus de recibir el hbito, Catalina vivi en la
santa soledad de su pequeo cuarto y en su capilla favorita. All
pas un entrenamiento estricto basado en la autonegacin y
desarrollo espiritual, bajo la direccin personal de Cristo y de su
Madre. No hablaba sino con Dios, la Virgen y su confesor.

Ataques del demonio


La serpiente, viendo su vida angelical, la asaltaba, buscando destruir
su virtud. Llenaba su imaginacin con las ms sucias
representaciones, y asaltaba su corazn con las ms bajas y
humillantes tentaciones. Despus su alma quedaba en una nube de
oscuridad, la ms severa prueba imaginable. Se vea a si misma
cientos de veces al borde del precipicio, pero siempre sostenida por
una mano invisible. Sus armas eran la oracin ferviente, la
humildad, resignacin y confianza en Dios.
As venci las pruebas que sirvieron mucho para purificar su
corazn. Nuestro Seor la visit despus, y ella le dijo: Dnde
estabas, mi divino Esposo, mientras yo yaca en tan temible
condicin de abandono?.
Jess le contest: Estaba contigo.
Cmo?! -replic ella- entre las sucias abominaciones en que
infectaban mi alma?!
l le dice: Eran desagradables y sumamente dolorosas para ti.
Este conflicto, por lo tanto, fue tu mrito, y la victoria sobre ellas
fue debido a mi presencia.
El enemigo tambin la invitaba al orgullo, sin escatimar ni violencia
ni estrategia alguna para seducirla a sus vicios. Pero la humildad era
su defensa. Dios la recompens con su caridad para los pobres y
muchos milagros.
1366-1367 Desposorio mstico con Jesucristo

A la edad de 20 aos, un jueves, despus de


que Catalina haba orado todo el da con extraordinaria fe, Nuestro
Seor se le apareci y le dijo: Ya que por amor a M has
renunciado a todos los gozos terrenales y deseas gozarte slo en
M, he resuelto solemnemente celebrar Mi esponsorio contigo y
tomarte como mi esposa en la fe.
Mientras el Seor hablaba, aparecieron muchos ngeles, su
Santsima Madre, San Juan, San Pablo y Santo Domingo ella era
de su orden. Y mientras el Rey David tocaba una dulce msica en
su arpa, nuestra amorosa Madre tom la mano de Catalina y la puso
en la mano de su Hijo. Entonces Jess, puso un anillo de oro en el
dedo de Catalina, y dijo: Yo, tu creador y Salvador, te acepto
como esposa y te concedo una fe firme que nunca fallar. Nada
temas. Te he puesto el escudo de la fe y prevalecers sobre todos
tus enemigos.
Se entrega a las obras de caridad y al apostolado. Primeros
discpulos.

1368
Muere su padre Giacomo Benincasa.
Hay una revolucin en Siena y Catalina salva a sus hermanos.

1370 Catalina experimenta la muerte


El desposorio la confirma en su fidelidad. Tres aos ms tarde, cree
haber muerto, y despierta con la claridad a los nuevos senderos que
le manifiesta Dios: Su espritu experimenta una imperiosa sed de la

gloria de Dios, se acrisola su amor a la Iglesia y recibe, en una


visin de su esposo celestial, la misin de dedicarse a la vida de
apostolado.
Se inicia el pontificado de Gregorio XI.

1371 Gua de Papas y pobres

Y a partir de entonces, tiene que dejar su vida


de retiro y soledad, para darse a una actividad apostlica inaudita
para sus fuerzas, para su condicin de mujer y para el momento que
atravesaba la sociedad y la Iglesia. Aunque de momento temi que
sus actividades menoscabasen su intimidad con Dios, comprendi
que haba aprendido a vivir en lo que ella llama la celda interior
del adentramiento en Dios y de su propio conocimiento. Su
actividad sera la proyeccin de su contemplacin.
Comienza su relacin personal y epistolar con grandes
personalidades del gobierno y de la Iglesia primeras cartas a los
prncipes de la Iglesia.
Todos sus discursos, acciones y hasta su silencio induca al amor, a
la virtud. Segn el Papa Po II, nadie se acerc a ella que no le fuera
mejor.
Santa Catalina lleg a influenciar en dos Papas, numerosos prelados
y religiosos. Ms que ningn otro factor, fueron las oraciones y
sacrificios de esta joven esposa de Cristo, las que le permitieron ser

instrumento de mensajes divinos que llegaron a ser escuchados por


el Papa.
Da los primeros pasos promoviendo la Cruzada para recuperar, de
manos de los infieles, el Santo Sepulcro.

Actividad poltica
En esta etapa de madurez, 1371-1372, a los 24-25 aos, empieza su
actividad poltica. Con la fortaleza recibida del Seor, Catalina
contina creciendo en su fervor y efectividad en el apostolado,
primero entre la gente de Siena, luego en Pisa, en Florencia, y
eventualmente en las ciudades papales de Avin y Roma.
Catalina fue atrayendo a un grupo de devotos amigos. Crea un
grupo de reflexin: la bella brigata, compuesto por amigos, laicos
y hermanos predicadores. Entre ellos hay notables, pintores, nobles.
En el grupo se confrontan las grandes tendencias de la poca con el
Evangelio de Jesucristo y se especifican compromisos; porque,
segn Catalina, el hombre no vive de flores, sino de frutos. Ella
viene a ser la gua espiritual y la mamma.
Estableci una inspiradora correspondencia que alcanz seis
volmenes. Comenzaba todas sus cartas con estas palabras: En el
nombre de Jesucristo Crucificado y de la dulce Mara.

Un noble secretario
Esteban fue uno de los discpulos ms cercanos a Catalina. Hijo de
un senador de Siena, este noble haba sido reducido a la ruina por
sus enemigos. La Santa le ense el camino del Evangelio y la
renuncia a las cosas del mundo. Se hizo secretario de la Santa y
compil sus palabras y cartas. Fue su compaero en los viajes a
Avin, Florencia y Roma. Ms tarde, por consejo de la Santa,
Esteban se hizo monje Cartujo. Asisti a la Santa en su muerte y
escribi su vida.

1374 La Virgen le da un confesor

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El 1374, es llamada por el Captulo General


de la Orden de Predicadores reunido en Florencia para ser
examinada de las acusaciones que se le hacen. Sale airosa de la
prueba. Se le asigna como director al dominico Raimundo de
Capua, asunto que ella considera una gracia de la Virgen, y que
llegara a ser Maestro de la Orden y discpulo de la santa.
Catalina haba orado mucho tiempo para conseguir un buen
confesor y director espiritual. Ella, como todos los Santos,
comprenda la importancia de ser guiada por un santo pastor de
almas. Un da, durante la misa en la Iglesia dominica de Santa
Mara Novella, en Florencia, le pareci a la Santa que la Virgen
estaba de pie a su lado y le indicaba un sacerdote para que fuera su
gua: el Padre Raimundo de Capua.
ste se convirti en el director espiritual de Catalina. Despus de
muchos aos de una relacin muy fructfera, le llam: mi Padre y
mi hijo, quin mi dulce Madre Mara me regal. l por su parte
creci mucho espiritualmente gracias a la inspiracin de la Santa y
lleg a ser beatificado.

Raimundo de Capua

La peste negra. El don de sanacin


Regresa a Siena y se dedica en cuerpo y alma a la atencin a los
enfermos a causa de la Peste Negra. El comportamiento de Catalina
es heroico.

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Catalina tena gran compasin por los enfermos y los atenda con
esmero. En una visita a Pisa, enviada por sus superiores, san a
muchos enfermos y an a ms almas.

Milagros al servicio de los pobres


En al menos dos ocasiones Catalina recibi ayuda sobrenatural de
parte de la Virgen cuando preparaba comida para los dems. Una
vez cuando estaba horneando pan para su familia, otra vez fue
durante una epidemia, donde por la misma cantidad de harina que
tenan todos los dems, logr sacar cinco veces ms pan. No
debemos olvidar que Jess le conceda tanto porque ella por su parte
era siempre fiel, presta para sufrirlo todo y pasar las mayores
pruebas por Su amor.
El mayor de los milagros posiblemente fue su paciencia ante los
severos ataques y reproches, an de personas desagradecidas que
ella haba beneficiado con sus servicios. As fue el caso de una
mujer leprosa, a quien todos haban abandonado y que Catalina
cuid con esmero. Su cuidado continu igual a pesar de los insultos
de la mujer. Atendi a otra mujer cancerosa.
Por mucho tiempo Catalina venca su natural desagrado y limpiaba
y curaba sus llagas. sta sin embargo public contra Catalina las
calumnias ms infames, las que fueron secundadas por una hermana
del Convento. Catalina sufri en silencio la persecucin violenta, y

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continu con afecto sus servicios hasta que con su paciencia y


oracin obtuvo de Dios la conversin de ambas.
1375 Llagas de Cristo. Luchas polticas.

El primero de abril de 1375 viaja a Pisa y


recibe los estigmas de la pasin, aunque su aspecto es de luz, no de
sangre. Cristo imprime en el cuerpo de Catalina sus propias llagas.
Su tiempo se caracteriza por rencores y convulsiones polticas. Pero
Catalina une a su contemplacin en el mundo, una gran destreza
para las negociaciones polticas y un talento de hombre de estado.

La conversin de Nannes
Nannes, un poderoso personaje, fue llevado ante la Santa. Nada de
lo que ella le deca pareca tener efecto. Entonces Catalina hizo una
pausa repentina para ofrecer oraciones por l. En ese mismo instante
el joven comenz a llorar, profundamente convertido. Se reconcili
con sus enemigos y se dedic a la penitencia. Cuando ms tarde
Nannes tuvo muchas calamidades temporales, la Santa se alegraba
entendindolo como para su bien espiritual.
Dios purg su corazn, dijo Catalina, del veneno con que
estaba infectado por su gran apego a las criaturas. Nannes dio a
Catalina una mansin la cual ella, con la aprobacin del Papa
convirti en un Convento. Fueron muchas las conversiones
impresionantes que se lograron por su mediacin. Entre ellas,
durante la pestilencia de 1374, en la que sirvi a los enfermos, las
de dos Santos dominicos, Raimundo de Capua y Bartolom de
Siena.

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Los pecadores ms empecinados se ablandaban ante el poder de sus


exhortaciones.
En este ao, Florencia, Perugia, una gran parte de la regin Toscana
de Italia y hasta de los Estados Pontificios, entraron en liga contra la
Santa Sede. El corazn de Catalina, que tres aos antes haba
profetizado estos eventos, se traspas de dolor.
Viaja a Lucca y luego regresa a Pisa para evitar que la ciudad se una
a la Liga Toscana. Por sus oraciones y esfuerzos, muchas ciudades,
entre ellas Arezzo, Lucca y Siena se mantuvieron fieles al Papa.

Intercede por un condenado a muerte


De regreso Siena, consigue la conversin de Niccol di Toldo,
acusado de espionaje, antes de ser ejecutado.
Como Catalina dedicaba toda su vida enteramente al servicio del
Crucificado y de su dulce Madre, sta a menudo vena en su
auxilio. En ocasiones en que Catalina tena entre manos la
conversin de un endurecido pecador, se diriga con confianza a la
Madre de Misericordia. A travs de la Virgen Santsima logr la
gracia de la resignacin y de la paz para este joven condenado a la
decapitacin, y pudo estar con l hasta el final.
Esper por l en el lugar de la ejecucin, esper en oracin
continua, y en la presencia de Mara y antes que l llegase, puse mi
cabeza sobre el ladrillo y or suplicndole al cielo, repitiendo:
Mara!. Quera obtener la gracia de que Ella en el ltimo
momento, que le diera luz y paz. Y Mara no me defraud.

1376 Inspira el retorno del papado a Roma

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El Papa Gregorio XI, que tena residencia


en Avin, no conseguir nada con sus cartas a Florencia, por lo que
enva un ejrcito a esta ciudad.
Las divisiones internas causaron que los florentinos buscaran la
reconciliacin. En 1376, a sus 29 aos, los florentinos nombran a
Catalina embajadora ante el Papa, pidindola que sea su mediadora.
Por eso emprende viaje a Avin. La Santa lleg all el 18 de junio.
El Papa se reuni con ella y con gran admiracin por su prudencia y
santidad, le dijo:No quiero otra cosa sino paz. Pongo este asunto
enteramente en tus manos.
El papado se encontraba en Avin, (hoy parte de Francia) desde el
ao 1314, cuando fue electo Papa el francs que tom el nombre
Juan XXII. Sus sucesores tambin residieron all. El Papa es el
obispo de Roma, por lo que los romanos protestaban ya que su
obispo los haba abandonado por setenta y cuatro aos y
amenazaban con un cisma. Gregorio XI haba hecho un voto secreto
de regresar a Roma, pero no se decida al notar la resistencia de su
corte.
Aprovechando la presencia de Catalina en Avin, le consult el
caso. Cumpla lo que le ha prometido a Dios, fue la respuesta de
Catalina. La Santa recibi del Seor la certeza de que el Papa deba
regresar a Roma, y aquel fue el momento en que se lo pudo
comunicar. El Papa, sorprendido de que supiese por revelacin lo
que l no haba confiado a nadie, decidi cumplir con su traslado a
Roma.

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No tardaron en aparecer las envidias y las preguntas farisaicas de


los que deseaban atrapar a la Santa. Pero se quedaban asombrados
ante sus respuestas a las cuestiones ms difciles sobre la vida
interior y otros temas.
Catalina fracasa en la misin poltica encomendada por los
Florentinos, pero logra convencer a Gregorio XI para que vuelva a
Roma. Ella le escribe en varias ocasiones animndole a apresurar su
retorno a Roma. El Papa sali de Avin el 14 de septiembre de
1376. Conseguido su propsito, Catalina regresa a Siena.

1377

El 17 de enero de 1377, Gregorio XI


entra en Roma. Aunque el retorno que no puso fin a las hostilidades.
Debido a los sucesos de Cesena el cardenal Roberto de Ginebra, y
futuro antipapa Clemente VII, orden masacrar a la poblacin
soliviantando de tal modo al pueblo romano que el Papa se vio
nuevamente obligado a salir de Roma y volver a Avin a finales de
mayo de 1377.
Pero su intencin de unir a la Iglesia le hizo volver nuevamente a
Roma el 7 de noviembre.

1378 Muere Gregorio XI. Es elegido Urbano VI


Por otro lado, los florentinos continuaban con sus intrigas contra el
Papa, por lo que ste envi a Catalina a vivir en esa ciudad para
negociar la paz.
La muerte inesperada de Gregorio XI, el 26 de marzo de 1378,
impedir a este Papa un nuevo retorno a Avin ya que se senta
amenazado en su propio palacio.

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El 7 de abril de 1378 se elige como nuevo Papa al italiano,


Bartolomeo Prigmano, Arzobispo de Bari, el cual toma el nombre
de Urbano VI.
Catalina sufri muchsimo, y en varias ocasiones peligraba su vida.
Tras una revolucin en la que esta est a punto de ser asesinada,
UrbanoVI reanuda las negociaciones de paz con Florencia, que
terminan con xito el 18 de julio gracias a la mediacin de Catalina.
La santa regresa a Siena a finales de Julio.
En el mes de octubre se produce el cisma de occidente: los
cardenales franceses se renen en cnclave, en la cuidad de Fondi,
deponen a Urbano VI y eligen un Antipapa, el Cardenal Roberto de
Ginebra, que toma el nombre de Clemente VII.
Catalina tras dictar el libro de El Dilogo, se traslada a Roma,
llamada por el Papa.
1379
Estalla la guerra entre el Papa y el Antipapa.
Catalina comienza una ardiente campaa para la movilizacin de la
ciudad eterna y de otras ciudades en apoyo al Papa de Roma,
Urbano VI.

1380 Muerte de la santa


Trabaja incansablemente por una unidad de la Iglesia, que no logra
ver, ya que el 29 de abril de 1378, abrumada por el peso de
la mavicella, la nave de la Iglesia que siente gravitar sobre sus
hombros, Catalina entrega, a consecuencia de un ataque de
apopleja, su alma a Dios. Fallece a los 33 aos ofreciendo su vida
por la Esposa amada.

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Poco antes de morir, dice al P. Dominici: Si muero, estad seguro


que la nica causa de mi muerte es el celo por la Iglesia que me
abrasa y me consume.
Fue sepultada en la baslica dominicana de Santa Mara sopra
Minerva.
La familia dominicana la considera como su madre.

Canonizacin y nombramiento como doctora de la


Iglesia
Po II fue el pontfice que la canoniz en 1461.
Ya en 1970, y a pesar de que nunca tuvo una preparacin acadmica
formal y no saba leer ni escribir, Pablo VI, la nombr Doctora de la
Iglesia, un reconocimiento que tambin recibi ese ao Santa Teresa
de Jess. Santa Catalina es, por tanto, una de las cuatro doctoras de
la Iglesia las otras doctoras son: Santa Teresa de vila, Santa
Teresita del Nio Jess y Santa Hildegarda de Bingen.
En su Leyenda dorada, el hagigrafo medieval Santiago de la
Vorgine o ms bien alguno de sus copistas dijo de Santa

18

Catalina lo siguiente: Esta virtuossima virgen, entre otros


carismas muy notables, posey en grado eminente el espritu de
profeca y recibi de Dios la gracia singular de obrar muchsimos
milagros, por ejemplo, stos que nos limitaremos a enumerar: con
sus oraciones consigui que su propia madre, que haba muerto sin
confesarse, tornara a la vida y recibiera los sacramentos. En
numerosas ocasiones oblig a los demonios a salir de los cuerpos de
los posesos y fue instrumento de Dios para la realizacin de
infinidad de obras maravillosas
La leyenda dorada,traduccin del latn de Fray Jos Manuel
Macas, tomo II, Madrid, Alianza Editorial, 1982 /Pg. 970

Es patrona de Europa, Italia, Siena, prevencin de incendios,


bomberos, abortos, enfermeras, personas ridiculizadas por su
fe, tentaciones sexuales, tentaciones, enfermedades, contra el
fuego.
.

***

Escritos de la Santa

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Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos


hombres de su tiempo, se la considera una de las mujeres ms
ilustres de la edad media, maestra tambin en el uso de la lengua
Italiana.
Escribi trescientas setenta y cinco cartas que son consideradas una
obra clsica, de gran profundidad teolgica. Van dirigidas muchas
de ellas al papa, cardenales, prncipes y nobles, siendo importantes
para la historia de ese periodo. Expresa los pensamientos con

vigorosas y originales imgenes.


Escribi un maravilloso libro titulado Dilogo de la Divina
Providencia (en seis tratados), que es un dilogo entre ella misma y
Dios Padre, dictado en trance en 1378, donde recoge las
experiencias msticas por ella vividas y donde se ensean los
caminos para hallar la salvacin. Posteriormente el libro se divide
en cuatro tratados (sobre sabidura religiosa, oracin, providencia y
obediencia), con el nombre de Libro de la Divina Doctrina.
Escribi tambin veintisis oraciones, varios orculos profticos
cortos.
Histricamente el tratado ms interesante es el de la oracin, en el
que Catalina subraya el valor de la oracin del corazn, que no
necesita palabras, en contraposicin al mero formalismo.
No escatima crticas sacerdotes, cardenales ni al papa,
reprobndolos por sus delirios y amonestndolos por su alto deber.

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Pero aunque proclam la necesidad de una reforma siempre quiso


estar con su Iglesia, siendo inquebrantable su lealtad a la fe catlica.
Sus obras completas fueron editadas primero por Aldus en Venecia
en 1500, pero la mejor de las antiguas ediciones es la de G. Gigli
LOpere della Serafica Santa Caterina da Siena (5 vols., Siena,
1707-26).
El Dilogo, Las Cartas, Oraciones

Santa Catalina de Siena

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Doctora de Iglesia Universal


Ofrecemos aqu, el texto ntegro de la homila pronunciada por el
Papa Pablo VI en la baslica de San Pedro el domingo 4 de octubre
de 1970 en el acto de la proclamacin de Santa Catalina de Siena
como doctora de la Iglesia Universal (Texto de L' Ossservatore
Romano del 11 de octubre de 1970).

La alegra espiritual que ha inundado nuestra alma al


proclamar doctora de la Iglesia a la humilde y sabia
virgen dominica Catalina de Siena, encuentra su
explicacin ms profunda, y hasta podamos decir su
justificacin, en la alegra pursima experimentada por
el Seor Jess cuando, como nos narra el evangelista
San Lucas, "se sinti inundado de gozo en el Espritu
Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Seor del cielo y de
la tierra, porque has ocultado estas cosas a los
sabios y prudentes y las revelaste a los pequeos. S,
Padre, porque tal ha sido tu beneplcito" (Lc 10,21;
cfr. Mt 11,25-26).

El Seor elige a los humildes y sencillos


En realidad, cuando daba gracias al Padre por haber
revelado los secretos de su divina sabidura a los
humildes, Jess no tena presentes en su espritu
solamente a los doce, que l mismo haba elegido de
entre el pueblo inculto, y que habra de mandar un da,
en calidad de apstoles suyos, a instruir a todas las
gentes y a ensearles todo lo que les haba
encomendado (cfr. Mt 28,19-20), sino que tena
tambin presentes a todos los que haban de creer el
l, muchos de los cuales se contaran entre los menos
dotados de los ojos del mundo.
El Apstol de las Gentes se complaca en observar
precisamente este hecho cuando escriba a la
comunidad de la griega Corinto, ciudad en la que
pululaba gente inflada de humana sabidura:
"Y si no, mirad, hermanos, vuestra vocacin; pues no
hay entre vosotros muchos sabios segn la carne, ni
muchos poderosos, ni muchos nobles. Antes eligi
Dios la necedad del mundo para confundir a los
sabios y eligi Dios la flaqueza del mundo para
confundir a los fuertes; y lo plebeyo, el desecho del
mundo, lo que no es nada, lo eligi Dios para destruir
lo que es, para que nadie pueda gloriarse ante Dios"
(1 Cor 1,26-29).
Esta eleccin de Dios, que prefiere lo que es
irrelevante e incluso despreciable a los ojos del
mundo, haba sido ya preanunciada por el Maestro
cuando - en clara anttesis con las valoraciones

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terrenas- haba llamado bienaventurados y


predestinados a su reino a los pobres, a los que
sufren, a los mansos, a los que padecen hambre y sed
de justicia, a los puros de corazn, a los
constructores de la paz (cfr. Mt 5,3-10).

Testimonio de la bienaventuranzas evanglicas


Queremos poner inmediatamente de relieve cmo en
la vida y en la actividad externa de Catalina las
bienaventuranzas evanglicas han tenido un modelo
de extraordinaria verdad y belleza. Por otra parte,
todos vosotros sabis hasta que punto estuvo su
espritu libre de toda codicia terrena; cmo am la
virginidad consagrada al esposo celeste, Cristo
Jess; cmo sinti el hambre de justicia y qu
entraas de misericordia demostr al tratar de
restablecer la paz en las familias y en las ciudades,
desgarradas por la rivalidad y por odios atroces;
cmo se prodig para reconciliar la Repblica de
Florencia con el Sumo Pontfice Gregorio X, hasta el
punto de exponer la vida ala venganza de los
rebeldes. Tampoco nos detendremos a admirar las
excepcionales gracias msticas con que quiso
regalarla el Seor, entre las que se cuentan el mstico
matrimonio y los sagrados estigmas. Tampoco
creemos oportuno en la presente circunstancia
evocar la historia de sus generosos esfuerzos para
convencer al Papa a volver a Roma, su sede legtima.
El xito con que vio coronados sus esfuerzos fue
realmente la obra maestra de su actividad, y eso
permanecer a travs de los siglos como su gloria
ms grande y ser un ttulo del todo especial para que
la Iglesia le est eternamente agradecida.
Creemos, en cambio, oportuno en este momento
sacar a luz, aunque sea brevemente, el segundo de
los ttulos que justifican, segn el juicio de la Iglesia,
la concesin del doctorado a la hija de la ilustre
ciudad de Siena. Se trata de la peculiar excelencia de
su doctrina.
Por lo que se refiere al primer ttulo, es decir, a su
santidad, el reconocimiento solemne se debe al
Pontfice Pio II su paisano, por medio de la bula de
canonizacin Misericordias Domini, de la que l
mismo fue autor, con su estilo inconfundible de
humanista. La solemne ceremonia litrgica tuvo lugar
en la baslica de San Pedro el 29 de junio de 1461.

Los carismas de Santa Catalina


Qu diremos, por tanto, de la eminencia de la
doctrina de Santa Catalina?. Nosotros ciertamente no

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encontramos en los escritos de la Santa, es decir, en


sus Cartas, conservadas en gran nmero; en el
Dilogo de la Divina Providencia o libro de la divina
Doctrina y en sus Oraciones el valor apologtico y la
audacia teolgica que caracterizan las obras de las
grandes lumbreras de la Iglesia antigua, tanto en
Oriente como en Occidente; ni podemos pretender de
la virgen de Fontabranda, que no posea cultura
especial, las altas especulaciones propias de la
Teologa sistemtica que han inmortalizado a los
doctores del medioevo escolstico. Y si es cierto que
en sus escritos se refleja de una manera sorprendente
la teologa del Doctor Anglico, en cambio, se nos
presente carente de toda referencia cientfica. Pero lo
que ms sorprende en la Santa es la sabidura infusa,
es decir, la luminosa, profunda y extraa asimilacin
de las verdades divinas y de los misterios de la fe
contenidos en los Libros Sagrados del Antiguo y
Nuevo Testamento. Es una asimilacin que se ve
ciertamente favorecida por dotes naturales del todo
singulares, pero que es evidentemente prodigiosa,
causada por el carisma de sabidura del Espritu
Santo, un carisma mstico.
Santa Catalina de Siena ofrece en sus escritos uno de
los ms luminosos modelos de los carismas de
consejo, de palabra de sabidura y de palabra de
ciencia, que San Pablo testimonia que actuaron en
algunos fieles de las comunidades cristianas
primitivas y cuyo uso se esforz por disciplinar
convenientemente, advirtiendo que tales dones no
son tanto para provecho de los que los poseen, sino
ms bien para provecho de todo el Cuerpo de la
Iglesia. En efecto - explica el apstol-, "todas las
cosas las obra el nico y mismo Espritu, que
distribuye a cada uno segn quiere" (1 Cor 12,11), de
forma que sobre todos los miembros del mstico
organismo de Cristo debe redundar el beneficio de los
tesoros espirituales que su Espritu distribuye (cfr. 1
Cor 11,5; Rom 12,8; 1 Tim 6,2; Tit 2,15).
"Su doctrina no fue adquirida; hay que considerarla
como maestra antes que como discpula"; as declar
el mismo Po II en la bula de canonizacin. Y ,
ciertamente, cuntos rayos de sabidura
sobrehumana, cuntas urgentes llamadas a la
imitacin de Cristo en todos los misterios de su vida y
de su Pasin, cuntos eficaces consejos para el
ejercicio de la virtudes propias para los diversos
estados de vida se encuentran esparcidos en las
obras de la Santa!. Sus Cartas son otras tantas
chispas de un fuego misterioso, encendido en su

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corazn ardiente por el Amor infinito que es el


Espritu Santo.
Cules son las lneas caractersticas y los temas
dominantes de su magisterio asctico y mstico?. Nos
parece que, a imitacin del glorioso Pablo, del que
toma incluso el estilo robusto e impetuoso, catalina
es la mstica del Verbo Encarnado y, sobre todo, de
Cristo crucificado. Catalina de Siena fue la pregonera
de la virtud redentora de la sangre adorable del Hijo
de Dios, derramada sobre el leo de la cruz con amor
desbordante para la salvacin de todas las
generaciones humanas. La Santa vea fluir
continuamente esta sangre del Salvador en el
sacrificio de la Misa y en los Sacramentos, por medio
de la accin ministerial de los ministros sagrados,
para purificacin y embellecimiento de todo el Cuerpo
Mstico de Cristo. Por lo cual podemos llamar a
Catalina la mstica del cuerpo mstico de Cristo, es
decir, de la Iglesia.
Por otra parte, la Iglesia es para ella una autntica
madre, a la que uno debe someterse, reverenciar y
prestar asistencia. "La Iglesia no es otra cosa que el
mismo Cristo", se atreve a decir la Santa.
Qu respeto y apasionado amor nutri santa Catalina
hacia el Romano Pontfice! Nosotros personalmente,
el ms pequeo siervo de los siervos de Dios, nos
sentimos hoy muy agradecidos a Santa Catalina, no
precisamente por el honor que pueda redundar en
nuestra humilde persona, sino por la mstica apologa
que ella hizo de la misin apostlica del sucesor de
Pedro.

El amor al Papa y a la Iglesia


Todos lo saben. Ella contemplaba en el Papa al "dulce
Cristo en la tierra", a quien se debe afecto filial y
obediencia, porque "quien se muestre desobediente a
Cristo, que est en el cielo, no participa del fruto de la
sangre del Hijo de Dios"
Y, como, anticipndose no slo a la doctrina, sino
incluso al lenguaje del concilio Vaticano II, la santa
escribe al Papa Urbano VI: "Santsimo Padre..: Tened
presente la gran urgencia, que os corresponde a vos
y a la santa Iglesia, de conservar este pueblo
(Florencia) en la obediencia y en la reverencia a
Vuestra Santidad, dado que sois para nosotros el jefe
y el principio de nuestra fe".
Se dirige, adems, a cardenales y a muchos obispos y
sacerdotes con insistentes exhortaciones, y no
escatima fuertes reproches, hacindolo siempre con

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perfecta humildad y con el respeto debido a su


dignidad de ministros de la sangre de Cristo.
Tampoco olvidaba Catalina que era hija de una Orden
religiosa de las ms gloriosas y activas de la Iglesia.
As, pues, ella nutre una estima singular por las que
llama las "santas religiones", a las cuales considera
como vnculos de unin en el cuerpo mstico,
constituido por los representantes de Cristo (segn
una concepcin suya propia) y el cuerpo universal de
la religin cristiana, es decir, los simples fieles. Exige
de los religiosos fidelidad a su excelsa vocacin por
medio del ejercicio generoso de las virtudes y de la
observancia de las reglas respectivas. Tampoco
olvida, en su maternal solicitud, a los laicos, a
quienes dirige encendidas y numerosas cartas,
pidindoles prontitud en la prctica de las virtudes
cristianas y de los deberes del propio estado y una
ardiente caridad para con Dios y para con el prjimo,
porque tambin ellos son miembros vivos del Cuerpo
mstico; ahora bien, dice la santa "la Iglesia est
fundada en el amor y ella misma es amor".

Espritu renovador y servicio al bien comn


Cmo no recordar, adems, la actividad desarrollada
por la Santa a favor de la reforma de la Iglesia?. Dirige
sus exhortaciones principalmente a los sagrados
pastores, indignada con santo enojo por la pereza de
no pocos de ellos, preocupada por su silencio,
mientras que la grey a ellos confiada andaba dispersa
y sin direccin. "Ay de m no puedo callar. Gritemos
con cien mil lenguas - escribe a un alto prelado -.
Creo que, por callar, el mundo est corrompido, la
esposa de Cristo ha empalidecido, ha perdido el
color, porque le estn chupando la propia sangre, es
decir, la sangre de Cristo".
Qu entenda ella por renovacin y reforma de la
Iglesia?. No ciertamente la subversin de las
estructuras esenciales, la rebelin contra los
pastores, la va libre a los carismas personales, las
arbitrarias innovaciones del culto y de la disciplina,
como algunos querran en nuestros das. Por el
contrario, Catalina afirma repetidamente que le ser
devuelta la belleza a la Esposa de Cristo y se deber
hacer la reforma "no con guerra, sino con paz y
tranquilidad, con humildes y continuas oraciones,
sudores y lagrimas de los siervos de Dios". Se trata,
por tanto, para la Santa, de una reforma ante todo
interior y despus externa, pero siempre en la
comunin y en la obediencia filial a los legtimos
representantes de Cristo.

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fue tambin poltica nuestra devotsima virgen?.


Ciertamente lo fue, y de una manera excepcional, pero
en el sentido espiritual de la palabra. Santa Catalina
rechaza indignada la acusacin de politizante que le
lanzan algunos de su contemporneos, escribiendo a
uno de ellos:" Mis paisanos creen que, gracias a m
y alas personas que me rodean, se hacen tratados;
dicen la verdad, pero no saben de qu se trata, y, sin
embargo, aciertan en sus juicios, porque no pretendo
otra cosa ni quiero que los que me rodean se ocupen
si no es de vencer al demonio y arrebatarle el seoro
que ha adquirido sobre el hombre por medio del
pecado mortal, en extraer el odio del corazn del
hombre y en pacificarlo con Cristo crucificado y con
su prjimo".
Por tanto, la leccin de esta mujer poltica "sui
generis" conserva todava su significado y valor,
aunque hoy se siente la necesidad de hacer la debida
distincin, entre las cosas del Cesar y las de Dios,
entre la Iglesia y el Estado. El magisterio poltico de la
Santa encuentra la ms genuina y perfecta expresin
en esta sentencia lapidaria debida a su pluma:
"Ningn Estado puede observar la ley civil y la ley
divinas en estado de gracia si no observa la santa
justicia".

Entrega total a Cristo


No cuenta con haber desarrollado un intenso y
vastsimo magisterio de verdad y bondad con su
palabra y sus escritos, Catalina, quiso sellarlos con la
ofrenda final de su vida al Cuerpo mstico de Cristo,
que es la Iglesia, en la edad todava joven de treinta y
tres aos. Desde su lecho de muerte, rodeada de sus
fieles discpulos en una celda junto a al Iglesia de
santa Mara sopra Minerva, en Roma, dirigi al Seor
esta conmovedora oracin, verdadero testamento de
fe y de agradecido y ardiente amor:
"Dios eterno, recibe el sacrificio de mi vida a favor del
Cuerpo mstico de la santa Iglesia. No tengo otra cosa
que darte si no es lo que t me has dado a m. Toma
mi corazn y estrjalo sobre la faz de esta esposa"
El mensaje que nos trasmite es, por tanto, de una fe
pursima, de un amor ardiente, de una entrega
humilde y generosa a la Iglesia Catlica. Cuerpo
mstico y Esposa del divino Redentor. Este es el
mensaje especfico de la nueva doctora de la Iglesia,
Catalina de Siena, para que sea luz y ejemplo de
cuantos se gloran de pertenecer a ella. Acojmoslo
con nimo agradecido y generoso, para que sea luz

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de nuestra vida terrena y prenda segura de la


definitiva pertenencia a la Iglesia triunfante del cielo.
Paulo VI

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