Fundamentos Teoricos de La Tildacion en Espanol-M Bartra

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SEGUNDO ENCUENTRO NACIONAL DE CORRECTORES DE TEXTOS

HACIA LA PROFESIONALIZACIN Y EL RECONOCIMIENTO DEL CORRECTOR


LIMA, 15 Y 16 DE FEBRERO DE 2013



FUNDAMENTOS TERICOS DE LA TILDACIN EN ESPAOL

Marco Bartra Bazn

Introduccin

Si bien el tema de la acentuacin y la tildacin ha sido uno de los campos ms
trabajados en la ortografa de la lengua espaola, esto no ha impedido que se
convierta en un tema de discusin en las ltimas dcadas por parte de
lingistas, gramticos y, particularmente, correctores. Las tres publicaciones
de la Real Academia Espaola (RAE) sobre la ortografa de 1969, 1974 y 1999
sirvieron para enmendar yerros en el establecimiento de las reglas del uso de
la tilde que, aun cuando eran conocidas, no tenan una sistematizacin que
las librara de polmica. Aun as, estos breves tratados acadmicos no
pudieron solucionar los debates sobre el uso de la tilde en ciertas palabras
que, o bien salan del patrn acentual general del espaol, o bien se
constituan en casos especiales de tildacin.

De ese modo, la RAE, con el apoyo de la Asociacin de Academias de la
Lengua Espaola (Asale), public, a finales de 2010, su primer manual sobre
ortografa verdaderamente fundamentado y documentado. Hoy por hoy, la
nueva Ortografa de la lengua espaola viene sirviendo tanto a estudiosos como
a usuarios del espaol para despejar sus dudas con relacin a ciertos
fenmenos ortogrficos que an no haban sido solucionados. No obstante,
en el caso especfico de la acentuacin y la tildacin, todava hay cosas que no
son del todo claras y que pueden llegar a ser un dolor de cabeza para quienes
nos abocamos a la tarea de corregir. Una de ella y quiz la ms
problemtica es la que se refiere a cmo normar el uso de este signo
diacrtico en los casos de tildacin especial, pues, como deca el lingista Juan
Martnez Marn, la historia de la ortografa espaola ha consistido [] en

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una pugna entre quienes han defendido el principio de la pronunciacin
(criterio fonolgico) como esencial y los que al lado de este sitan el
etimolgico y el del uso (1992: 129).

A continuacin, veremos cmo la tildacin nos va servir de botn de muestra
para analizar este dilema. Pero, primero, haremos un breve repaso histrico
del ingreso y el desarrollo de la tilde en la escritura de la lengua espaola
para, posteriormente, centrarnos en los fundamentos que hacen que la
tildacin tenga su razn de ser, as como en los fundamentos que hacen de
este signo diacrtico un elemento ms complejo de lo que parece.

1. El fundamento historico

Evidentemente, en estos momentos no estaramos hablando del problema
de la tildacin en espaol si no hubiera un motivo para ello, es decir, si
nunca se hubiera creado la tilde. Ahora que discutimos sobre las formas de
escritura de las palabras, de los signos de puntuacin que las ordenan en
los textos y, en este caso, del signo que marca la acentuacin de nuestra
lengua, no podemos olvidar que estas creaciones lingsticas surgieron en
la Grecia Antigua. Los gramticos griegos, a la vez que daban origen a la
puntuacin en la escritura, se centraron en otro signo que pudiera cumplir
la funcin de representacin de los patrones acentuales de su lengua. Pero,
como el griego antiguo era una lengua eminentemente tonal, esto llev a
los gramticos alejandrinos a idear un sistema de acentuacin grfica
formado por tres diacrticos distintos: el acento agudo (), que indicaba un
ascenso del tono; el grave (`), que supona tambin una elevacin, pero
menor; y el circunflejo (), que reflejaba una elevacin y un descenso tonal
sucesivos (RAE & Asale, 2010: 214).

Siglos despes, los gramticos latinos asimilaron muchas invenciones de
sus predecesores griegos; no obstante, el caso de la acentuacin tuvo un
desarrollo diferente. En latn, el acento estaba condicionado por la cantidad
de la vocal de la penltima slaba. Esto es, si la vocal era larga, reciba el
acento y la palabra era llana; en cambio, si esta era breve, el acento recaa
en la slaba anterior y la palabra era esdrjula. De este modo, no se vio
necesario marcar las diferencias acentuales, pues la distincin estaba

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supeditada a la cantidad voclica de la slaba tnica. Con el paso de los
siglos, la tilde fue quedando en el olvido, hasta que la revalorizacin de las
obras grecorromanas, en el Renacimiento, permiti que las lenguas
neolatinas utilizasen los acentos griegos en sus escrituras. Esto se debi a
que, para esa poca (siglo XV), las lenguas descendientes del latn
presentaban sistemas acentuales distintos del de su lengua madre. Con la
cantidad voclica desaparecida y las nacientes normas ortogrficas, las
lenguas romnicas adoptaron los acentos griegos.

Algunas de estas lenguas, como el francs, adoptaron los tres acentos
clsicos y, aunque, en la actualidad, no cumplen funciones fonticas, han
quedado en su escritura como una forma fosilizada de su incorporacin
histrica (sicle, priode, tre). El italiano, por su parte, aun cuando fue una
de las primeras lenguas en aadir acentos a su escritura, hoy los ha
eliminado debido a sus nuevas reformas ortogrficas. Sin embargo, el caso
del espaol es diferente. En un inicio, incorpor los acentos griegos,
aunque sin un fundamento preciso y con mucha variacin de un acento a
otro, pasando del grave, inicialmente, al agudo como es en la actualidad.
Algunos estudiosos hablan del siglo XV como el primero donde se
comienzan a emplear estos acentos (Villegas Botero: 2011), mientras que
otros toman como referencia obras del siglo XVI como prueba ms antigua.
Sea como fuere, la tilde, llamada pice por Antonia de Nebrija y rayuela
por Juan de Valds (Martnez Marn, 1992: 132), lleg para quedarse.

No obstante, el establecimiento de este signo en el espaol sufri muchas
variaciones hasta su sistematizacin en las ltimas dcadas. Por ejemplo, el
acento grave se mantuvo en las palabras monosilbicas de una letra (, ,
), tal como aparece en la primera obra acadmica, el Diccionario de
autoridades de 1726. Pero sabemos, por principios lingsticos, que no
podemos prescindir de la tilde como lo hacen otras lenguas. La ortografa
del espaol, en ese aspecto, es muy clara al sealar que, si no tildramos
las palabras, se generaran confusiones en la lectura. Pero, a su vez, no
podemos tildarlas todas, sino solo aquellas que conforman los patrones
menos frecuentes en la lengua, esto por un principio de economa.



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2. El fundamento etimolgico

Ahora bien, el proceso histrico por el que ha pasado el espaol lo ha
hecho rico en vocabulario, pero tambin heterogneo. Hay muchas
palabras provenientes directamente del latn que han llegado hasta
nuestros das por una evolucin natural, pero tambin contamos con
palabras que, si bien tienen estructuras morfolgicas grecolatinas, no han
devenido en un desarrollo paulatino a travs de los siglos, sino que se han
formado por la necesidad de tener palabras que designen nuevos
significados. El primer grupo est formado por las palabras patrimoniales,
mientras que el segundo, por los cultismos.

Estas palabras constituyen una importancia fundamental para las reglas
especiales de tildacin, ya que muchas de ellas estn dentro del fenmeno
de la doble acentuacin. Este fenmeno se entiende como la existencia de
un cierto nmero de palabras que presentan ms de un acento prosdico,
esto es, que pueden pronunciarse de dos formas sin dejar de ser la misma
palabra, debido a que el cambio de la slaba sobre la que recae el acento
prosdico no implica ningn cambio de significado ni de referencia del
trmino. As, tenemos los casos aunque en menor medida de palabras
patrimoniales que presentan formas con diferente acentuacin: una que
conserva la forma etimolgica y otra que ha cambiado su acento prosdico,
con la que coexiste. En este grupo, podemos mencionar las palabras
farrago/frrago (farrgo) y pabilo/pbilo (paplus), que se suelen
pronunciar esdrjulas aun cuando eran llanas en latn; y frjol/frejol y su
variante frjol/frijol (faselus), que era llana originalmente y ahora convive
con la forma aguda.

Sin embargo, el fenmeno de la doble articulacin afecta sobre todo a
palabras que el espaol ha tomado de otras lenguas, ya se trate de
cultismos de origen grecolatino o de prstamos de diversas lenguas a lo
largo de su historia (RAE & Asale, 2010: 209). En este grupo, tenemos una
lista ms numerosa de casos que ejemplifican este fenmeno. En cuanto a
los cultismos, podemos tomar como ejemplo los casos de origen griego
como osmosis/smosis e icono/cono, donde la forma etimolgica
(llana) convive con la generalizada (esdrjula); igualmente, la alternancia

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del latinismo medula/mdula muestra una situacin similar, donde la
forma esdrjula (la antietimolgica) ha terminado por imponerse.

As mismo, podemos observar cultismos que reflejan la coexistencia de una
forma etimolgica frente a una forma adecuada al patrn prosdico
acentual ms comn del espaol. Estas parejas estn agrupadas en casos
que presentan sufijos diminutivos o elementos compositivos que justifican
su doble acentuacin:

Forma etimolgica
Forma con patrn
acentual adaptado
olimpada olimpiada
perodo periodo
alvolo alveolo
bronquolo bronquiolo
zodaco zodiaco
austraco austriaco
manaco maniaco
hemipleja hemiplejia
parapleja paraplejia
microscopa microscopia
metempscosis metempsicosis
nigromanca nigromancia
quiromanca quiromancia

Como podemos apreciar, este apartado es por dems problemtico y
confuso, tanto para el lector promedio, como para el escritor y, en
particular, para el corrector. Escoger entre dos opciones que conviven
simultneamente, ms que una ayuda a la simplicidad, multiplica las
dificultades. Pero ya lo dice la Academia en su Ortografa de 2010: En
general, lo deseable es resolver cuanto antes los casos de vacilacin, salvo
que [] responda a usos geogrficos diferenciados, ya que, en ese caso,
cada una de las variantes se emplea en exclusiva en sus respectivas zonas y
no es posible imponer una variante comn sin violentar los usos asentados
en determinadas reas (RAE & Asale, 2010: 212). De ese modo, no queda
en claro por qu variante optar al momento de hacer una correccin si lo

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que va a primar es el criterio geogrfico, es decir, el ms usual en un lugar;
menos an cuando la misma obra propugna que en estos casos, quien
escribe deber elegir la grafa que refleje la acentuacin prosdica con la
que articula el trmino en la lengua oral (RAE & Asale, 2010: 208). En
sntesis, no podemos tomar una decisin puramente lingstica y que no
implique tener variedades a escoger.

Ms radical en este aspecto es Jos Martnez de Sousa, quien dice que el
hecho de que sigan apareciendo nuevas voces con dos y tres acentos,
aunque de vez en cuando se suprima alguna, es suficiente para desanimar
a los profesionales de la escritura, que lo que buscan es simplificar y no
complicar. En la ltima edicin del DRAE (2001) se cuentan 246 voces que
admiten diversas acentuaciones (salvo error u omisin), y la tendencia es
seguir aumentando ese nmero (Martnez de Sousa, 2011: 12). En el
mismo artculo, seala que la tendencia general en estos casos, por parte
de la Academia, debe ser la simplificacin del microsistema, eliminando de
los diccionarios todas las palabras bi- o triacentuales de las que sea
aconsejable prescindir (Martnez de Sousa, 2011: 13).

Mencin aparte merecen los topnimos de origen extranjero. Estas voces
tambin tienen casos de doble acentuacin y deben regirse a las normas de
tildacin, aunque es obvio que, como con las palabras patrimoniales y los
cultismos, va a ser complicado elegir entre una forma u otra. No obstante,
el uso est prevaleciendo frente a las formas etimolgicas, como vemos en
las alternancias de los topnimos Mali /Mal (francs), Ksovo /Kosovo
(serbocroata /albans), Rumana /Rumania (rumano), Amazona
/Amazonia y Araucana /Araucania.

Justamente, sobre estas tres ltimas alternancias, en el IX Congreso de
Academias de la Lengua de Espaa e Hispanoamrica, celebrado en San
Jos de Costa Rica en 1989, se acord reemplazar definitivamente el hiato
por el diptongo en la pronunciacin de la palabra *Amazona (Ramrez,
1993: 189), al igual que los dems topnimos terminado en -nia, para
establecer una generalizacin, aun cuando es evidente que las formas de
estos exnimos no son unitarias, y el uso, al menos en Per, prefiere
Rumania, Amazona y Araucana en vez de Rumana, Amazonia y

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Araucania. Por ello, sigue siendo debatible la forma que debe quedar en
la escritura del espaol: la etimolgica o la que se extienda por el uso.

3. El fundamento de la pronunciacin

Pero con la discusin etimolgica no acaba todo. El otro aspecto que
tambin entra en juego en el dilema de la tildacin en espaol es el de la
pronunciacin. Esto, en un inicio, no debera conllevar a ningn problema;
sin embargo, esta situacin abarca solamente aquellas palabras que han
ingresado a nuestra lengua por medio de prstamos, ya sea a travs del
contacto, ya sea a travs de la difusin de cierto vocablos que se han hecho
universales y han pasado a formar parte del espaol asimilndose a su
estructura.

La tilde en estos vocablos est determinada por la ubicacin del acento
prosdico para, posteriormente, someterlos a las reglas de tildacin
general. No obstante, al igual que en los casos de doble acentuacin vistos
en el apartado anterior, coexisten dos formas que dependen de la regin en
donde se utilice y la pronunciacin que los hablantes de este dialecto del
espaol prefieran. As pues, tenemos extranjerismos que se pronuncian
agudos, graves o esdrjulos de acuerdo con el dialecto correspondiente,
como en los siguientes ejemplos:

Pronunciacin
preferida en Per
Pronunciacin
preferida en otros
pases
video vdeo
chofer chfer
bmeran bumern
crtel cartel
lite elite
ftbol futbol (Mxico)
karate krate

En estos casos, no siempre se mantiene la acentuacin etimolgica y el uso
termina mandando, lo cual no es tan problemtico como en el caso

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anterior. Pero, aun cuando pareciera una situacin de ms fcil resolucin,
surge una interrogante que podra causar un enorme dilema al momento
de corregir, ya que las normas acadmicas dejan la puerta abierta a muchas
interpretaciones, y, as no sigamos los lineamientos de la RAE y dems
asociaciones, el hecho de corregir un texto de un autor, por ejemplo,
espaol, pero publicado por una editorial peruana, va a demandar que
precisemos el fundamento ortogrfico de la Academia que dice que en
estos casos, quien escribe deber elegir la grafa que refleje la acentuacin
prosdica con la que articula el trmino en la lengua oral (RAE & Asale,
2010: 208). Si as fuere, el autor espaol escribira vdeo, cuando en el Per
la forma mayoritariamente empleada es video. De este modo, se origina
un conflicto entre el estilo del que escribe y el dialecto del que lee. Aun as,
la postura todava se adhiere a la pronunciacin de los autores.

Sin ir muy lejos, otro caso de esta diversidad de acentuaciones entre los
latinoamericanos y los ibricos se presenta en algunos verbos, bsicamente
en los terminados en -iar y -uar que admiten dos (e incluso tres)
acentuaciones. En muchos pases, por ejemplo, la conjugacin del verbo
licuar es diferente: en Espaa (t licuas), en el Per (t licas), en la
Argentina (vos licus) (Rodrguez, 2011). Pero hay ms de estos casos de
conjugaciones verbales con acentuaciones distintas. Por lo tanto, tan
vlido es decir y escribir expatrio como expatro, palian como palan, adecuan
como adecan, evacua como evaca, etc. (RAE & Asale, 2010: 211).

Conclusiones: El fundamento del uso

Luego de la revisin del origen de la tilde en el espaol y su sistematizacin
progresiva a lo largo de los siglos, hemos observado cmo todo fundamento
tiene su razn de ser. El ingreso de la tilde, a fines del siglo XV, no fue un
hecho marginal en la ortografa de nuestra lengua. Fue la manera de que la
lengua escrita se enfrentara a uno de sus mayores desafos al momento de
representar los matices de lo oral en el texto escrito, y mostrar que, a
diferencia de sus lenguas hermanas, el espaol deba mantener este signo
para hacer de la lectura una empresa mucho ms sencilla para todos los
usuarios. De este modo, y con los enormes avances acadmicos en el siglo XX,

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la ortografa del espaol ha ido afinando sus reglas a fin de ser los ms clara
posible, no solo para los especialistas, sino para cualquier persona.

Pero, si bien ningn trabajo acadmico es perfecto, al menos le toca ser
perfectible. En ese sentido, las polmicas y discusiones por las normas
expuestas en la ltima Ortografa de la lengua espaola son el sntoma de una
revaloracin por la escritura en su ms claro dominio. El tema de la
acentuacin y la tildacin no poda pasar desapercibido y, aun cuando es uno
de los campos de ms alto desarrollo, siempre hay cosas por pulir. Los
fundamentos de la tildacin no deben ser exclusivos, como tampoco deben
pecar de ingenuidad. La misma Academia dice en su Ortografa: Las obras
lingsticas de ndole normativa, as como el diccionario, suelen primar el
empleo de una sola de las formas atendiendo a diferentes criterios, por lo
general el uso mayoritario, o bien la etimologa, cuando el uso no se ha
decantado an claramente por una de las acentuaciones en competencia
(RAE & Asale, 2010: 212).

Creemos que el proceso de fijar finalmente una norma de acentuacin y
tildacin est en camino. No obstante, los avances son encomiables. Pero, as
como los acadmicos han sido determinantes en eliminar elementos que
estaban de ms (las tildes en los demostrativos y el adverbio solo), podran
ser igualmente incisivos a la hora de unificar la lengua a travs del uso
particular. El trabajo del corrector estar cada vez ms simplificado si los
fenmenos de acentuacin logran ser estructurados de modo que no haya
una serie de posibilidades a escoger, sino, por el contrario, una explicacin
convincente de cmo iniciar una correccin con fundamentos tericos que no
den pie al error.

Referencias

MARTNEZ DE SOUSA, Jos. (2011). La ortografa acadmica del 2010: cara y
dorso (Datos para una recensin) [Artculo en web personal]. Recuperado el 7
de febrero de 2013 de http://www.martinezdesousa.net/crit_ole2011.pdf

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historiogrfica. Cauce. Revista de Filologa y su Didctica, 14-15, 125-134.

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RAMREZ, Luis Hernn. (1993). El acento escrito. Fundamentos tericos y
lingsticos. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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LENGUA ESPAOLA. (2010). Ortografa de la lengua espaola. Madrid:
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RODRGUEZ, Sofa. (2011). La norma local de acentuacin [Artculo del blog
Erratas y correcciones]. Recuperado el 7 de febrero de 2013 de http://www.e-
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VILLEGAS BOTERO, Favio. (2010). Las tildes al diccionario [Artculo del
portal web EquinoXio]. Recuperado de 7 de febrero de 2013 de
http://equinoxio.org/columnas/las-tildes-al-diccionario-10028/









_______________________________________________
Marco Bartra Bazn (Lima, 1985)
Lingista por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha trabajado
como corrector de textos y redactor en la Universidad de San Martn de
Porres (USMP Virtual). Ha colaborado como lexicgrafo en la Academia
Peruana de la Lengua. Actualmente, se desempea como gestor de
contenidos y redactor en portales webs. Realiza correcciones, de manera
independiente, para instituciones y empresas. Es docente principal del
Diplomado en Redaccin de la USMP Virtual, donde dicta los cursos de
Acentuacin y Tildacin y Coherencia y Cohesin Textual. Es miembro
de la Ascot Per desde el 2012.

Correo electrnico: <[email protected]>.

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