Dora Mayer Los Indigenas Nación

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 38

Anuario de Estudios Americanos, 66, 1,

enero-junio, 251-288, Sevilla (Espaa), 2009


ISSN: 0210-5810
Dora Mayer, los indgenas y la nacin
peruana a inicios del siglo XX
1
/
Dora Mayer, the Indian People of Peru, and the Peruvian
Nation in the Early Twentieth Century
Margarita Zegarra Flrez
Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Per
En el artculo se abordan los planteamientos que la periodista Dora Mayer hiciera
sobre la cuestin indgena y la nacin peruana, en una etapa de profundos conflictos
sociales surgidos en un entorno de modernizacin econmica sustentada sobre relaciones
laborales premodernas y opresin indgena. Reconstruimos su visin sobre cmo deba ser
la relacin entre los componentes de la nacin peruana, sus crticas a la exclusin indge-
na y sus advertencias sobre las repercusiones disociadoras que sta ltima tena. El prop-
sito central es reflexionar sobre el impacto de la doble labor de formacin de conciencia
crtica de la opinin pblica y de educacin cvica de los indgenas, que llev a cabo Dora
Mayer desde El Deber Pro-Indgena (1912-1917).
PALABRAS CLAVE: Indigenismo; Nacin; Per; Siglo XX; Periodismo; Mujer.
This article analyses the expositions that the journalist Dora Mayer did regarding the
indigenous question and the Peruvian nation, in a stage of deep social conflicts that take
place in a context of economic modernization sustained on pre-modern labor relationships
and indigenous oppression. We reconstructed her vision on how the relation between the
components of the Peruvian Nation had to be, her critics towards indigenous exclusion and
her warnings on the repercussions that the latter one had. The main purpose is to think
about the impact of the double formation on critical conscience of the public opinion, as
well as on civic education of the indigenous people that Dora Mayer did in El Deber Pro-
Indgena (1912-1917).
KEYWORDS: Indigenismo; Nation; Peru; XX Century; Journalism; Woman.
1 Una versin primera de este trabajo fue presentada como ponencia en el LII Congreso
Internacional de Americanistas. Pueblos y Culturas de la Amricas: dilogos entre globalidad y loca-
lidad (Sevilla, 17-21 de julio de 2006), dentro del Simposio HIST38. Rescuing Andean Cultures and
Nations. Against Exclusion and Repression after 1750, coordinado por Scarlett OPhelan Godoy y
Erick Langer.
251
Introduccin
En los ltimos aos del siglo XIX, la historia poltica reciente de
derrota y ocupacin del pas y de luchas entre los caudillos militares, fue
leda en clave positivista, quedando en evidencia la debilidad del Estado
peruano, as como lo inacabado del proceso de formacin de la nacin. Un
sector de las elites intelectuales y polticas coincidi en que era imperioso
forjar un Estado capaz de asumir algunas funciones pblicas y de asentar
la economa sobre bases ms slidas, para constituir al Per como una
nacin moderna. Se impuls un proyecto modernizador que dara lugar, en
las siguientes dcadas, a grandes transformaciones polticas, econmicas,
sociales y culturales. La aspiracin de construir una nacin moderna que
pusiera al Per al nivel de los pases civilizados llev a reexaminar crti-
camente sus componentes y a redefinir inclusiones y exclusiones de seg-
mentos de la poblacin. En estas reflexiones particip activamente Dora
Mayer (1868-1951), una mujer de clase media de origen alemn, identifi-
cada profundamente con el Per.
El presente estudio busca explorar los planteamientos de Dora Mayer
sobre la cuestin indgena y la nacin peruana, que publicara en el peri-
dico que ella dirigi, El Deber Pro-Indgena (octubre 1912noviembre
1917), rgano de la Asociacin Pro-Indgena. Ubicaremos la formacin de
Dora Mayer en una sociedad en la que coexistan la modernizacin econ-
mica con visiones racistas y legislacin excluyente. Profundizaremos en
los objetivos, miembros, estructura y trabajo de la asociacin que fundara
con Pedro Zulen en aos especialmente duros para la poblacin indgena.
A travs de su pluma crtica, nos acercaremos a las denuncias indgenas de
los atropellos de que eran objeto y a la visin de Mayer acerca de la reper-
cusin que ello tena sobre el cuerpo de la nacin. Conoceremos su visin
sobre qu actores podan transformar la servidumbre indgena, su progresi-
vo escepticismo respecto al valor de la democracia representativa para el
Per y su anlisis de los difciles dilemas que la opresin indgena plantea-
ba. El objeto final del presente trabajo es llamar la atencin sobre una
valiosa intelectual peruana cuyas demandas a la sociedad y el Estado, para
incluir a los indgenas como parte relevante de la nacin peruana, genera-
ron una corriente de opinin pblica favorable a las comunidades indge-
nas e incrementaron su capacidad de autodefensa.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
252
El camino de Dora Mayer hacia la opresin indgena
Algunos elementos de la vida personal de esta mujer la prepararon
para desarrollar una visin crtica frente a la opresin de su poca y para su
compromiso intelectual y vital con causas sociales. En los aos de la fun-
dacin de la Asociacin Pro-Indgena (1909), Dora Mayer era una fmina
de mediana edad, autodidacta, soltera, de clase media, sumamente culta,
disciplinada y moral. Haba llegado al Per a los 4 aos de edad
2
junto con
sus padres, quienes abandonaron para siempre su Hamburgo natal y la ciu-
dadana alemana, en protesta contra el nuevo orden poltico prusiano. Si
bien Dora Mayer nunca viaj a Alemania, mantuvo importantes lazos con
su tierra de origen: educacin alemana, espiritualidad luterana, lecturas,
comunicacin epistolar con familiares y, sobre todo, una permanente mira-
da sobre Alemania, cuya creciente militarizacin y beligerancia la lleva-
rn a escribir numerosos ensayos.
Su educacin corri a cargo de su madre, quien le ense hbitos disci-
plinados de lectura y reflexin desarrollados en la actualizada biblioteca
familiar. Por ello su infancia y juventud estuvieron marcadas por la lectura,
aspecto favorecido por el marcado aislamiento social en que la mantuvieron
sus padres. La severidad y el dominio materno sobre Dora, prolongado
debido a su soltera, inici en ella un ansia de libertad que me ha conducido
a comprender los sufrimientos de los pueblos oprimidos del mundo, a cuya
causa deb mas tarde dedicar las luchas de mi pluma.
3
De su padre liberal,
Dora Mayer aprendi a expresar su opinin con valenta y a creer que, ms
all del sexo o el status social, todo ser humano poda dejar huella en la
sociedad.
4
Formada dentro de la tradicin austera de la moral luterana y del
liberalismo alemn, tuvo como valores el orden, la disciplina, la dedicacin
al estudio y la solidaridad con las causas sociales. Sus influencias estticas,
intelectuales y morales se unieron a sus habilidades literarias, haciendo de
ella una escritora de carcter o, en sus trminos, una escritora moralis-
2 Los datos biogrficos de Dora Mayer los hemos extrado del texto autobiogrfico que escri-
bi entre 1947 y 1951. Mayer de Zulen, Dora: Memorias. Universidad N. M. San Marcos, Lima, 1992
(1951-1952), 3 volmenes. Y en algunos aspectos, del artculo de Crdenas Timoteo, Clara Matilde:
Dora Mayer de Zulen: apuntes para un estudio de su vida y obra, en Per Indgena, n. 27, Lima
1988, pgs. 141-163.
3 Opinaba que as como las jvenes que se casaban adquiran su independencia, las solteras
tambin deberan obtenerla, y no vivir siempre como menores bajo las rdenes de sus mayores. Mayer
de Zulen, Memorias, vol. II, pg. 207.
4 Crdenas, Dora Mayer de Zulen: apuntes para un estudio de su vida y obra, pgs. 141-163.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
253
ta.
5
Se autoeduc, constituyndose en una intelectual interesada en formar
una opinin pblica consciente de los grandes problemas del pas. Su perua-
nidad, vivida con un patriotismo intenso que se evidencia en su campaa
indigenista y en sus escritos por la recuperacin de Tacna y Arica, fue un
acto de voluntad y de compromiso con nuestra patria, nuestros indios.
Con el nuevo siglo, Dora Mayer inici su participacin en el espacio
pblico limeo, a travs de formas de sociabilidad moderna que eran utiliza-
das por contadas mujeres: las conferencias, la pertenencia a asociaciones
civiles y, sobre todo, la escritura; a esta ltima actividad se dedicara toda su
vida. Es de destacar lo peculiar de su vigorosa actuacin pblica en un
ambiente intelectual como el limeo de inicios del siglo XX, en el que parti-
cipaban an pocas mujeres, no siendo fcil debido a los prejuicios frente a la
capacidad femenina y a la idea ilustrada de un rol fundamentalmente
domstico y maternal que las exclua del espacio pblico. La sorprendente
independencia de criterio que encontraremos en los escritos de Dora Mayer,
se debi en mucho a su tesn personal, pero tambin a caractersticas suyas
que la des-mujerizaban e inclusive funcionaban como ventajas compara-
tivas: ser racional, culta, corresponsal de peridicos extranjeros y peruanos
y, finalmente, su origen alemn, pas que simbolizaba el progreso, la pujan-
za, la raza superior.
Mayer empez a escribir y exponer sus puntos de vista sobre la socie-
dad peruana, iniciando en 1900 su colaboracin con el prestigioso peridi-
co El Comercio, que se prolongara durante ms de 50 aos. En 1905 publi-
c uno de sus tempranos artculos indigenistas, Reflexiones Amargas, en
El Indio; en 1907 escribi que no buscaba la redencin de los oprimidos en
general, sino la de los hijos del Inca.
6
Ese mismo ao apareci una serie
de ensayos suyos bajo el ttulo de Estudios sociolgicos y, en 1908, su
ensayo El objeto de la legislacin. Cabe enfatizar que la Sociologa inspi-
raba sus pensamientos; crea en la ley del progreso desarrollada por el posi-
tivismo, as como en la teora de Darwin de la evolucin cientfica. Sostuvo
la necesidad de otorgar derechos civiles a las mujeres,
7
pero el sector social
5 Mayer de Zulen, Memorias, vol. I, pgs. 101-102.
6 Rnique, Jos Luis: La batalla por Puno. Conflicto agrario y nacin en los Andes perua-
nos, 1866-1995. IEP/SUR/CEPES, Lima, 2004, pg. 66.
7 Escribi que la legislacin europea haba sido muy injusta hacia el sexo femenino, lo que
haba dado lugar al poderoso movimiento feminista, que estaba en pleno desarrollo. No crea necesario
dar sufragio a la mujer, aunque s los derechos civiles (la personera jurdica), pues los intereses mate-
riales de esta eran tan sagrados como los del hombre. Mayer, Dora: El objeto de la legislacin. Imprenta
del H. Concejo Provincial, El Callao, 1908, pgs. 64-65.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
254
cuya exclusin la comprometi ms profundamente fue la poblacin ind-
gena. En 1909 fund, junto a Pedro Zulen, la Asociacin Pro-Indgena, que
llegara a ser la ms importante institucin indigenista en el Per y en la
que ella cumplira un papel destacado.
Cul era la problemtica de la poblacin indgena, que motiv el
compromiso intelectual y vital de Dora Mayer? En los aos iniciales del
siglo XX, predominaban en muchos espacios del pas relaciones sociales
serviles que no se condecan con los planteamientos liberales. Estaban
basadas en formas productivas premodernas, como la servidumbre indge-
na en las extensas y tradicionales haciendas de la sierra y en los domici-
lios de la clase alta urbana, y la semiesclavitud indgena en las zonas de
selva dedicadas a la explotacin del caucho. Las relaciones serviles tam-
bin se hacan presentes en sistemas de reclutamiento de trabajadores ind-
genas por coaccin o engao (por ejemplo, el enganche) en las modernas
haciendas agroexportadoras de la costa y en la minera de exportacin. Tal
situacin se vea facilitada por la relativa autonoma de las regiones fren-
te al poder central. Pero tambin por un Estado que, si bien se volva
menos patrimonial, no incorporaba en su modernizacin a las mayoras
indgenas, postura justificada en la ideologa del racismo cientfico.
8
Tanto
la elite tradicional como sectores de la propia elite modernizadora legiti-
maron sus privilegios en la idea cientficamente prestigiosa de su superio-
ridad racial. Y algunos intelectuales positivistas de esos sectores concep-
tuaron a la poblacin indgena como una raza inferior por la ley de la
herencia, la que introduca en ella factores atvicos, que la convertan en
una perniciosa influencia sobre el carcter nacional. Frente a la heren-
cia difcilmente modificable que traa consigo la raza indgena, haba
como escribira Javier Prado en 1894 impotencia del progreso ante la
fuerza repulsiva de una civilizacin paralizada y de un pueblo agotado
por el sufrimiento.
9
El planteamiento de Prado sobre esa raza inviable
influy mucho en la Universidad de San Marcos, dando pie a la tesis de
Clemente Palma (1897), para quien la nica salida de la nacionalidad era
8 Se ha sealado que el desarrollo de esta ideologa, en Europa, constituy una reaccin antii-
gualitaria ante el avance de las ideas de libertad y democracia; tena como supuestos la existencia de
diferencias sociobiolgicas entre los grupos humanos, lo que en el Per dio pie a la marginacin de la
poblacin indgena. Portocarrero, Gonzalo: El fundamento invisible: funcin y lugar de las ideas racis-
tas en la Repblica Aristocrtica, en Aldo Panfichi y Felipe Portocarrero (eds.): Mundos interiores.
Lima, 1850-1950. Centro de Investigacin de la Universidad del Pacfico, Lima, 1995, pgs. 219-259.
9 Montoya, Paul: Javier Prado y el positivismo peruano. Tesis para optar el grado de magis-
ter en Historia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, 2003, pg. 100.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
255
el cruzamiento con razas superiores.
10
Los planteamientos racistas encon-
traron eco en la mentalidad jerrquica de las elites, aunque con el cambio
de siglo sus intelectuales moderaron su racismo radical, para no eliminar
la posibilidad de un destino nacional para el Per; entonces Javier Prado
seal que haba una fuerza capaz de transformar la herencia racial, y sta
era la educacin. En las primeras dcadas del siglo XX, jvenes intelec-
tuales de esa elite como Jos de la Riva Agero, Francisco y Ventura
Garca Caldern, Vctor Andrs Belande y Jos Glvez, encontraran que
el mundo indgena era parte importante de la nacin peruana,
11
consideran-
do la necesidad de incorporarla, aunque sin abandonar la expectativa de la
inmigracin blanca.
En la atmsfera cultural del racismo cientfico fue donde el Estado
restringi la ciudadana poltica, a travs de la reforma electoral de 1896,
12
impulsando el centralismo poltico costeo y limeo, en perjuicio de las
mayoras indgenas. La disposicin de que votaran slo los alfabetos, y en
sufragio directo, fortaleci la participacin de un grupo mayoritariamente
urbano, costeo, culto, ms en sintona con las expectativas y los proyec-
tos de modernizacin de las nuevas lites.
13
De modo que al separar ms
radicalmente a la sociedad blanca urbana y costea de la indgena andina,
la reforma electoral modific radicalmente las bases sociales del Estado y,
con ello, el proceso de construccin de la nacin. El mayor cambio se dio
respecto a la eleccin presidencial, de modo que gracias al sufragio direc-
to y alfabeto, los presidentes elegidos de la Repblica Aristocrtica fue-
ron de la costa, ligados a intereses exportadores. La autonoma de los
gamonales les permiti expandir sus haciendas a expensas de las comuni-
dades indgenas, con la connivencia de los polticos modernos de la costa.
El abuso y el abandono estatal dieron lugar a levantamientos indgenas, as
como al surgimiento del movimiento indigenista. Paralelamente, los
empresarios agrcolas y mineros buscaron mecanismos como el enganche,
10 Palma, Clemente: El porvenir de las razas en el Per. Imp. Torres Aguilar, Lima, 1897.
11 Gonzles, Osmar: Sanchos Fracasados. Los arielistas y el pensamiento poltico peruano.
Ediciones PREAL, Lima, 1996.
12 Seala Chiaramonti que, como en la Constitucin de 1860, los ciudadanos con derecho a
sufragio respondan al criterio de independencia econmica y el sistema electoral era indirecto, contan-
do los departamentos andinos con ms votantes que los de la costa. Segn dicha autora, la reforma elec-
toral fue para oponerse al gran poder electoral de las elites regionales y al incremento de la autonoma
de las regiones frente al poder central. Chiaramonti, Gabriella: Andes o nacin: la reforma electoral de
1896 en el Per, en Annino, Antonio (ed.): Historia de las elecciones en Iberoamrica, siglo XIX.
Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 1995, pgs. 315-346.
13 Ibidem, pg. 340.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
256
con el fin de conseguir mano de obra para sus haciendas, debiendo estar
ello relacionado con la abolicin de la contribucin personal indgena, en
1895. De modo que, a inicios del siglo XX, la mayora de la poblacin ind-
gena estaba ms lejos que antes de la ciudadana real y formal, al haber sido
privada del derecho de sufragio y de la condicin de contribuyente por un
Estado en trance de modernizarse.
14
Los fines, los miembros y la estructura de la Asociacin Pro-Indgena
Dora Mayer se sinti profundamente tocada por la explotacin a los
indgenas y por el generalizado prejuicio racial que tanto dao haca al
pas; sobre lo segundo expres que ello impeda que todos los peruanos
formen en armoniosa cooperacin la prosperidad individual y colectiva! En
las casas de comercio de Lima y el Callao, se amargan mutuamente la exis-
tencia los empleados por ridculas cuestiones del color, y en las provincias,
desde los aos que el nio va la escuela, se pone el gamonalismo la care-
ta del orgullo de razas, tras la cual asoma un rostro del mismo matiz como
el de la casta despotizada.
15
Particip en las tertulias de intelectuales orga-
nizadas por el Centro Universitario de la Universidad Mayor de San
Marcos para discutir el problema indgena, en las que el estudiante de filo-
sofa sanmarquino Pedro Zulen
16
plante la fundacin de la Asociacin
Pro-Indgena con el objetivo de conseguir la redencin de la poblacin
indgena. Zulen
17
y Mayer constituyeron el alma de dicha organizacin, si
bien el Comit Directivo reuni a destacados intelectuales y profesionales
14 Ibidem, pg. 346.
15 Mayer, Dora: Informaciones en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 12, septiembre 1913,
pg. 100.
16 Sobre la base de un proyecto de Zulen, presentado al Centro Universitario, se fund la
Asociacin Pro-Indgena a fines de 1909. Zulen convoc a Capelo y a Dora Mayer para integrar el
Comit de la organizacin. Zulen, Pedro: Bases formuladas por el seor Zulen sobre las que se fund
la Asociacin Pro-Indgena, El Comercio, Lima, 31 de enero de 1910.
17 Zulen, de origen chino, tuvo una posicin marginal dentro de la racista intelectualidad crio-
lla; desde esa posicin fue desarrollando un discurso y una prctica crecientemente radicales. Zulen
combata, desde un punto de vista liberal, sistemas como el enganche, al considerar que interfera en
el libre juego de la ley de la oferta y demanda; nica que hace legtima la apropiacin del trabajo del
obrero, y sin la cual se tendrn nicamente siervos esclavos .... De ideas liberales, democrticas y
nacionalistas, su bsqueda de coherencia lo llev paulatinamente a adoptar posiciones anti-oligrqui-
cas como la ruptura del latifundio, e incluso anti-capitalistas, sustentadas en una filosofa moral idea-
lista. Leibner, Gerardo: Pensamiento radical peruano: Gonzlez Prada, Zulen, Maritegui. Estudios
Interdisciplinarios de America Latina y el Caribe, vol. 8, n. 1, Tel Aviv, enero-junio 1997.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
257
limeos de clase media y alta como el ingeniero Joaqun Capelo,
18
quien
ejerci la presidencia de la asociacin en forma permanente, el librepensa-
dor y director de La Voce d`Italia Emilio Sequi, los historiadores Rmulo
Cneo Vidal y Jos de la Riva Agero,
19
los escritores Abelardo Gamarra y
Marco Aurelio Denegri, el msico Daniel Aloma Robles, la joven feminis-
ta Mara Jess Alvarado, entre otros.
20
La Pro-Indgena estuvo integrada,
adems, por intelectuales y profesionales provincianos que, como delega-
dos, dieron vida a la asociacin en diversas ciudades del pas. Queremos
destacar el origen extranjero de los que seran sus dos principales impulso-
res, Zulen como secretario general
21
y Mayer como directora de publicacio-
nes; asimismo, la participacin activa de dos mujeres en el Comit
Directivo, Mayer y Alvarado, lo que era bastante innovador para la Lima
de la poca.
Zulen y Mayer fundaron la Asociacin Pro-Indgena sobre el modelo
de las ligas inglesas, que actuaban por iniciativa privada, obteniendo el apo-
yo de los simpatizantes, al margen de las instituciones del Estado y con un
fin concreto, realizando denuncias y movilizando a la opinin pblica sobre
temas sociales, como la Liga Anti-Slavery and Aborigenes Protection
Society de Londres, con la que mantenan importante cooperacin. En
opinin de Zulen, eran estas ligas las que han hecho de la Inglaterra
monrquica, una democracia prctica, que no existe en pases que, como el
nuestro, se titulan democrticos.
22
18 Catedrtico de la Universidad Mayor de San Marcos, fue senador por Junn entre 1901 y
1912, participando en la defensa de los obreros de la zona minera. Durante el primer gobierno de
Benavides ocup la cartera ministerial de Fomento, situacin que aprovech para atacar al abusivo sis-
tema del enganche, campaa que diriga la Pro-Indgena; derog por anticonstitucionales el
Reglamento de locacin de servicios y polica minera del 4 de septiembre de 1903, y la Resolucin
Suprema de 1911; tambin los artculos 10, 12 y 18 del Reglamento de 15 de marzo de 1901. Capelo,
Joaqun: El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 21, junio 1914.
19 En los primeros tiempos de la Pro-Indgena, colaboraron algunos jvenes intelectuales
novecentistas, como Jos de la Riva Agero, Vctor Andrs Belande y Oscar Mir Quesada. Arroyo
Reyes, Carlos: Nuestros aos diez. La Asociacin Pro-Indgena, el levantamiento de Rumi Maqui y el
incasmo modernista. LibrosEnRed, Buenos Aires, 2005, pgs. 45-49.
20 Como sealara Dora Mayer refirindose a Capelo, algunos conspicuos miembros de la Pro-
Indgena haca poco que haban descubierto la problemtica indgena en el pas, convencindose de su
trascendencia. Mayer, Dora: Discurso del sr. Pinzs contra la Asociacin Pro-Indgena en la Cmara
de Diputados, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 2, noviembre 1912, pg. 18.
21 Como secretario general de la Pro-Indgena, Zulen prepar comunicados, escribi artculos
de denuncia del gamonalismo, se carte con los delegados y atendi a los mensajeros indgenas.
22 Carta de Zulen a Jos Coello Meza, delegado de la Asociacin Pro-Indgena en Cusco.
Archivo Zulen, Correspondencia API, febrero 1912, carta 873. Citado por Leibner, Pensamiento radi-
cal peruano: Gonzlez Prada, Zulen, Maritegui.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
258
La Pro-Indgena se propuso como misin defender la vigencia para
los indgenas de los derechos que la Constitucin otorgaba a todo ciudada-
no (libertad de expresin, reunin, propiedad, trabajo). Para garantizarlos,
recurrieron a una serie de estrategias, como la propaganda a favor de la cau-
sa indgena, incidir en la aprobacin o abolicin de disposiciones legales,
establecer un peridico destinado a educar a los indgenas y una oficina
especial para defenderlos gratuitamente en todo el Per. Como seal el
delegado arequipeo radical Francisco Mostajo, la actividad de la Pro-
Indgena hasta hoy se ha concretado especialmente a la sostenida defensa
de los derechos conculcados del indgena.
23
Se aspiraba a mayor justicia y
patriotismo, con lo que la redencin de esa raza no tardar en alumbrar;
24
haba, pues, que terminar con esa explotacin para tener el derecho de que
el Per ocupe su lugar entre los pueblos civilizados del siglo XX.
25
En tr-
minos de Emilio Gutirrez de Quintanilla, se buscaba la regeneracin de
la gran masa aborijen (sic), que ocupa el Per con mayor derecho que nos-
otros.
26
La misin tena un objetivo ambicioso, promover que los propios
indgenas aprendiesen a defenderse de los atropellos, para que pudiesen
resurgir a la condicin de ciudadanos que la Constitucin les acuerda,
27
como seal Capelo. En trminos de Zulen, se trataba de convertir a los
indgenas en ciudadanos conscientes de sus derechos.
28
Vemos que en el
nacimiento de la organizacin haba una visin liberal clsica, la lucha por
la aplicacin de las leyes y el ejercicio de derechos. Sera luego, al contac-
to con la explotacin de los indgenas, cuando la posicin de algunos
miembros de la Asociacin (Zulen, Chuquihuanca) se ira radicalizando.
Segn Mayer, fue la base moral y de respeto mutuo lo que posibilit que
lucharan juntos en la Pro-Indgena por una misma y noble causa, ms all
de las diferencias polticas entre ellos, lo que demostraba su carcter ver-
daderamente nacional.
29
23 Mostajo, Francisco: Contra una argumentacin trivial, en El Deber Pro-Indgena, Ao I,
n. 4, enero 1913, pg. 32.
24 Referencia al discurso del doctor Joaqun Capelo en un artculo redactado por Dora Mayer
La Junta General. El 4. ao de labor de la Asociacin Pro-Indgena, en Ibidem, Ao I, n. 14,
noviembre 1913, pg. 111.
25 Capelo, Joaqun: El Deber Pro-Indgena en Ibidem, Ao I, n. 1, octubre 1912, pg. 2.
26 Gutirrez de Quintanilla, Emilio: El primero de los deberes en Ibidem, Ao I, n. 1, octu-
bre 1912, pg. 3.
27 Mayer, La Junta General.
28 Zulen, Pedro:Texto mecanografiado de conferencia (Lima, 1910-1911), en Arroyo,
Nuestros aos diez, pg. 21.
29 Mayer, Dora: Hacia la democracia, en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 19, abril 1914,
pgs. 28-29.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
259
El grueso del trabajo de la oficina de Lima recay sobre los hombros
entusiastas de Mayer
30
y de Zulen. La Pro-Indgena estableci un tejido
social, una red moral de socios bastante disciplinada, a travs de la cual flu-
a la comunicacin entre el Consejo Directivo y los delegados en provin-
cias y se organizaba la accin. Su estrategia central fue construir una
corriente de opinin pblica a travs de artculos de opinin y denuncias en
El Deber Pro-Indgena, as como en otros peridicos. Sesenta y dos dele-
gados, ms o menos permanentes, realizaban en sus ciudades multitud de
gestiones ante las autoridades pblicas (juez, subprefecto, prefecto), defen-
diendo judicialmente a los indgenas cuando eran despojados de sus tierras,
forzados a engancharse, sometidos a la conscripcin militar y a los traba-
jos pblicos, encarcelados arbitrariamente y otras muchas formas de explo-
tacin y servidumbre, que a menudo contaban con el aval de las autorida-
des. Adems, trasladaban a la oficina de Lima esta informacin, as como
las quejas de los indgenas.
31
. Esta denunciaba los hechos ms graves que
tienden privar al indgena de su dignidad ciudadana y despojarlo de sus
propiedades, reducindolo una miseria aniquiladora y matante;
32
lo
hacan en la prensa, a travs de conferencias, con proyectos de ley en el
Congreso
33
y apoyando la redaccin y gestin de memoriales que los men-
sajeros indgenas queran presentar al presidente de la Repblica. Hasta
donde sabemos, la Pro-Indgena apoy, tambin, la fundacin de algunas
asociaciones posiblemente de tipo sindical, para la defensa de sus derechos,
como la Sociedad Unin y progreso de San Jos.
34
Las quejas de los indgenas se hicieron cada vez ms frecuentes, al rit-
mo creciente de las usurpaciones de tierras, aunque tambin debido a la
intensa actividad desplegada por Mayer, Zulen y algunos delegados, entre
30 Como sealara Gutirrez de Quintanilla, resultaba consolador ver que en el Per una aso-
ciacin privada y, dentro de ella, una mujer dbil por su sexo, pero de gran corazn i poderoso carc-
ter, levantaban por primera vez el estandarte de la resurreccin nacional, abordando el problema de la
regeneracin de la raza aborijen (sic), que ocupa el Per con mayor derecho que nosotros. Gutirrez
de Quintanilla El primero de los deberes, pg. 3.
31 En 1913, Zulen inform haber recibido 456 comunicaciones de los delegados, dirigido 596
notas, 1 circular y 35 telegramas, presentado 42 recursos a la administracin pblica, redactado 12
memoriales para indgenas que se presentaban ante el Supremo Gobierno, tramitado 18 expedientes
venidos de diversas partes del pas, y dado a la prensa alrededor de 300 publicaciones. Zulen, Pedro:
Memoria del secretario en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 14, noviembre 1913, pgs. 115-122.
32 Gutirrez de Quintanilla, El primero de los deberes, pg. 3.
33 En septiembre de 1913 la Pro-Indgena acord por unanimidad dirigir un manifiesto a la
nacin, exponiendo el curso que haban seguido en el Senado, en las sesiones del 8 y 18 de agosto, los
proyectos de ley presentados por Capelo ante la legislatura ordinaria de 1910.
34 Mayer, Dora: Comit Directivo, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 11, agosto 1913.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
260
los que destacaban Francisco Mostajo, de Arequipa,
35
y Francisco
Chuquihuanca, de Lampa.
36
Los delegados hicieron que la Pro-Indgena
tuviera resonancia nacional y que no fuese slo un proyecto de la sociedad
civil limea. Zulen conoci a Mostajo, Chuquihuanca y Modesto Mlaga,
a los que consider valerosos defensores del pensamiento libre, que labo-
ran en silencio el Per del futuro, combatiendo contra las tiranas locales,
contra los crmenes ms inauditos que impiden que el Per sea lo que
debiera ser, un pueblo respetado por la realidad de sus instituciones demo-
crticas.
37
Seal que, unidos por el objetivo de hacer nacionalidad y
patria, socios y delegados Despertaremos a la raza adormecida por el abu-
so, sin mas arma que nuestra fe arrolladora e invicta.
38
El pas que El Deber Pro-Indgena mostr
Dora Mayer asumi el compromiso de fundar, con sus artculos en El
Deber, una ctedra de moralidad y conciencia pblica que nos garanti-
ce la subsistencia de nuestra democracia y nuestra nacionalidad en medio
de los azares de la vida colectiva.
39
El Deber publicaba las quejas para
que la opinin pblica conociera la amplitud y grado de los abusos. Ella
escribi alrededor de dos tercios del contenido de El Deber, ejerci la
Presidencia de la asociacin cuando Capelo fue ministro de Fomento en
1914, as como la Secretara accidental durante 1915 y 1916 en reempla-
zo de Zulen, quien viaj al sur por motivos de salud y por inters en la
zona, y luego fue tomando distancia de la asociacin.
En El Deber aparecen quejas y denuncias provenientes de todo el
pas, siendo la opresin ms aguda y sistemtica en las localidades en las
35 Francisco Mostajo encabez la Liga de Librepensadores de Arequipa, y en 1900 fund con
otros el Partido Liberal de Arequipa, defendiendo la causa obrera, el socialismo, la revolucin social y
la igualdad; fue hostilizado por los sectores clericales y conservadores arequipeos. Arroyo, Nuestros
aos diez, pgs. 67-68. Fue uno de los delegados ms activos, luchadores, capaces y confiables de la
Pro-Indgena.
36 Chuquihuanca estudi en Arequipa, iniciando campaa a favor del indio en la revista
Wajcha Kuyac; en su tesis doctoral plante la urgente necesidad de impedir la expansin del gamona-
lismo sobre las tierras de comunidad. Ibidem, pgs. 72-73. Como delegado por Lampa de la Pro-
Indgena, denunci los abusos de los gamonales, brind asistencia legal a los indios y organiz comi-
ts en varias provincias de Puno, escribiendo artculos e informes.
37 Zulen, Pedro: Revolucionarios; S, Revolucionarios, en El Deber Pro-Indgena, Ao III,
n. 30, marzo 1915, pg. 116.
38 Ibidem.
39 Mayer, Hacia la democracia.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
261
que se obtenan productos para la exportacin, es decir, que formaban par-
te del circuito de la economa avanzada. Se denuncia, as, que en las moder-
nas haciendas azucareras y arroceras de la costa, la forma de trabajo com-
binaba lo asalariado capitalista con lo servil, pues utilizaban la modalidad
del contrato de enganche, sistema ilegal en el que los peones engancha-
dos reciban adelanto de dinero para su traslado a la hacienda, debiendo tra-
bajar para pagar la deuda a cambio de jornales insignificantes y siendo
encarcelados si no cumplan;
40
bajo la misma modalidad se trabajaba en la
extraccin de minerales (cobre, especialmente) para compaas extranjeras
en la sierra central. En las tradicionales haciendas laneras de la sierra sur,
en manos de gamonales, predominaban formas serviles como el yanacona-
je y el pongaje; y en la zona de la selva donde se recolectaba el caucho para
compaas nativas y extranjeras, los indgenas estaban esclavizados. Nos
encontramos a lo largo de las pginas de El Deber, y casi siempre del
puo y letra de Dora Mayer, denuncias de los abusos y crueldades cometi-
dos por empresas capitalistas como la compaa cauchera Casa Arana
Hnos. en el Putumayo (selva) y la compaa norteamericana Cerro de
Pasco Mining Co. (Cerro de Pasco), as como por hacendados costeos
y gamonales serranos: las matanzas en Huancan (Puno), las del valle de
Chicama (La Libertad), las de Baos (Lima), las de Zaa (La Libertad)
y las de Azngaro (Puno) en el distrito de Samn en 1913 y en toda la pro-
vincia en 1916. La constante era la indefensin indgena ante atropellos
que contaban con la anuencia de gobernadores, subprefectos y prefectos,
jueces de primera instancia e inclusive con representantes del gamonalismo
en el Congreso.
En el caso de las crueldades contra los indios del Putumayo,
41
Mayer
aclar que la Pro-Indgena no denunciaba ni investigaba, pues tales accio-
nes corran a cargo de la Cancillera britnica, debido a que la casa Arana
tena representacin en Londres y haban sido empleados negros de
Barbados, sbditos britnicos, quienes torturaron y asesinaron indios. Pero
aclar que s se informaban de lo investigado, para dar a conocer a la opi-
nin pblica los atentados contra la civilizacin que se cometan en la sel-
40 Deca Capelo que en el Per, la esclavitud imperaba principalmente sobre los indgenas y
que en los ltimos aos se difunda el enganche de modo descarado. Capelo, Joaqun: Ciudadanos, no
esclavos ni siervos, en El Deber Pro-Indgena, Ao IV, n. 40, enero 1916, pg. 195.
41 Segn el informe del cnsul de Gran Bretaa en Par, sir Roger Casement, de 1900 a 1911
la produccin de caucho del Putumayo haba alcanzado 4,000 toneladas, pero con el costo de 30,000
vidas. Basadre, Jorge: Historia de la repblica. Sexta Edicin, Editorial Universitaria S.A., Lima, 1968,
pg. 185.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
262
va y cmo la mencionada compaa cauchera no buscaba tanto regiones
donde abundara el rbol de jebe, como aqullas donde hubiese mayor
poblacin de indios dciles y fciles de someter como los huitoto y otros,
llegando a sumar 40,000 los operarios indgenas forzados a trabajar en
condiciones infrahumanas para la empresa.
42
Sobre los abusos de la compaa minera norteamericana Cerro de
Pasco Mining Company, Mayer escribi un folleto en ingls El Libro
Amarillo que se hizo circular en el extranjero, denunciando los mto-
dos inicuos de esa empresa respecto del pas y de los indgenas. El Concejo
Municipal del Callao lo edit en castellano como La conducta de la Cerro
de Pasco Mining Company pues, como seal Mayer, era la nacin toda
que debe darse cuenta del menoscabo que sufren su soberana y dignidad
por los arrogantes desplantes de algunas poderosas empresas mercantiles
extranjeras.
43
La problemtica sobre la cual se extendi ms largamente El
Deber, y con l Dora Mayer, fue la de de los comuneros indgenas de
Puno, en la sierra sur, por tratarse de una poblacin que estaba siendo cruel-
mente golpeada
44
y tambin debido a que sta opona mayor resistencia que
las otras frente a los abusos, desarrollndose por tanto conflictos sociales
en torno a la propiedad de las tierras. La resistencia era posible debido a
que se mantena la organizacin comunal como expresin de identidad
tnica y de defensa, debido al autoritarismo de las elites locales.
45
Esos fue-
ron aos en los que la presin de los gamonales sobre la poblacin indge-
na se increment ante el alza del precio de la lana de oveja y alpaca en el
mercado internacional debido a la Gran Guerra y a la construccin del
42 Mayer, Dora: Del Libro Azul, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 8, mayo 1913, pg.
69. El ttulo del artculo hace referencia al libro publicado por la Cancillera britnica sobre el caso del
Putumayo.
43 Mayer, Dora:Bibliografa, Ibidem, Ao II, n. 19, abril 1914, pg. 32. Otras referencias a
El Libro Amarillo de Dora Mayer en El Deber Pro-Indgena, en su nota El Libro Amarillo, Ao I,
n. 6, marzo 1913, pg. 53, y en el artculo de Mara Jess Alvarado: La protesta, Ao I, n. 8, mayo
1913, pg. 66.
44 En el contexto de la rpida expansin de las haciendas por el auge de la exportacin lane-
ra, entre 1876 y 1915 las de la provincia de Azngaro pasaron de 178 a 611, en un rpido proceso en
el cual gran nmero de ayllus y comunidades perdieron sus tierras. Flores Galindo, Alberto: Arequipa
y el sur andino: ensayo de historia regional (siglos XVIII-XX). Editorial Horizonte, Lima, 1977,
pg. 102.
45 Pese a que la introduccin de la propiedad privada haba producido grandes diferencias
socioeconmicas entre los miembros de las comunidades, subsistan algunas formas comunitarias para
el acceso a zonas de pastoreo y a mano de obra. Golte, Jrgen: La racionalidad de la organizacin andi-
na. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1980.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
263
ferrocarril. Los gamonales utilizaron diversas estrategias para obligar a
vender sus tierras a las comunidades indgenas, o las usurparon directa-
mente valindose de grupos armados que operaban a la vista de las autori-
dades locales. El Deber deja evidencia de que a la Pro-Indgena llegaron
cientos de quejas de los indgenas de Puno muchas ms que las prove-
nientes de otras regiones y mensajeros en busca de apoyo, sntomas del
explosivo malestar social en la regin.
46
El predominio de Puno en el terre-
no de la denuncia se asentaba sobre una importante experiencia anterior, la
que propici entre 1867 y 1871 la Sociedad Amigos de los Indios, apren-
dizaje que debe de haber influido sobre la capacidad organizativa y de
denuncia de los lderes comunales casi medio siglo despus.
47
El proceso
que condujo dicha sociedad guarda innegable semejanza con el que des-
arrollara la Pro-Indgena, ya que tambin entonces un grupo de la elite
limea estableci contacto con los comuneros indgenas a travs de una red
de sucursales en diversas partes del pas, intentando representarlos ante el
Estado en la defensa de sus derechos civiles y propiciando que desarrolla-
sen formas de autodefensa.
48
Indudablemente haba dejado una huella su
trabajo de sensibilizacin de las comunidades indgenas puneas sobre su
derecho al trabajo libre, a la igualdad y a la educacin, la valorizacin del
castellano y del conocimiento de la legislacin y su estrategia de involucrar
a la opinin pblica a travs de denuncias periodsticas,
49
as como al
Congreso y al presidente.
Entre 1909 y 1917 la Pro-Indgena denunci la creciente violencia en
Puno, desatada por gamonales que competan por el control de tierras y
46 Sea porque la robusta raza aymar no soporta su cruz con la misma resignacin como otros
de los componentes de la colectividad nacional porque las continuas tentativas hechas// por ella para
sacudir la garra de su victimario ha exaltado ms las pasiones de ste, lo cierto es que Puno figura con
insistente relieve en los clamores que se dirigen a la Asociacin Pro-Indgena , por conducto de ella,
al supremo gobierno. El incesante y sistemtico avance de los latifundios sobre la pequea propiedad,
comunal en su mayor parte, es all, como en casi todo el Per, causa de un hondo malestar social que
puede conducir al definitivo desmoronamiento de las bases de existencia del Estado. Mayer, Dora:
Memoria del Secretario General, en El Deber Pro-Indgena, Ao III, n. 38, noviembre 1915, pgs.
179-180. Ella elabor dicha Memoria en reemplazo de Zulen, fungiendo como secretaria accidental,
segn escribi.
47 Comunicacin personal de Martn Monsalve.
48 Monsalve, Martn: Civil(ized) Society and Public Sphere in Multiethnic Societies:
Struggles over Citizenship in Lima, Per (1850-1880), cap. 6 de Ph. D. Dissertation in History, State
University of New York, Stony Brook, NY, 2005.
49 Dicha rebelin de comuneros dio lugar a una lucha por la opinin pblica, en la que funcio-
narios y hacendados se esforzaron por convencer a la opinin pblica limea de la necesidad de apro-
bar una ley represiva, mientras que la Sociedad Amigos de los Indios defendi a los rebeldes sea-
lando lo fundamental de incorporar al indio para la consolidacin del Per como nacin. Ibidem.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
264
mano de obra indgenas, alertando sobre los cada vez ms graves conflic-
tos sociales a que esto daba lugar. Esa lucha intestina entre gamonales fue
develada por Dora Mayer,
50
denunciando particularmente a dos poderosos
y rivales entre s, Bernardino Arias Echenique y Angelino Lizares
Quiones, ambos diputados por Puno y que contaban con el apoyo de fami-
liares en puestos de poder local. Pero adems de usurpar tierras, Lizares
haba diseado un proyecto poltico que planteaba una nueva Constitucin
federal del pas. En 1910 Lizares consigui falsas escrituras de venta de tie-
rras en la provincia de Azngaro, extorsionando e incendiando las casas de
los verdaderos dueos, huyendo muchos a Bolivia, mientras que otros le
cedieron sus bienes para salvar la vida. Las estrategias defensivas de los
indios de Huancan no se hicieron esperar, pues temiendo que les pasara lo
mismo, previsoramente iniciaron juicio de deslinde ante el juez, pero
Lizares se lanz sobre Huancan con apoyo de gendarmes y de sus propios
secuaces, en una modalidad de alianza que se hizo frecuente en estos aos.
Paralelamente, pidi en la Cmara de Diputados medidas enrgicas contra
los abusos hacia los desvalidos indgenas, como el nombramiento de un
delegado que se informara en Puno de los atropellos. Enfatiz Dora Mayer
que este doble juego y su manejo de las autoridades locales, le permitieron
engaar a los parlamentarios y gobierno de Lima. Los indios de Huancan
mandaron un telegrama al presidente Legua, quien orden al prefecto de
Puno esclarecer lo ocurrido, pero ste envi ms gendarmes a cazarlos.
Luego, el gamonal Lizares pudo dirigirse tranquilamente a Lima a ocupar
su curul en el Congreso. Ante ello, la Pro-Indgena public un memorial
indgena enviado al presidente de la Cmara de Diputados, que sealaba
que mientras Lizares Quiones deshonra con su presencia la Represen-
tacin Nacional, sus empleados de Azngaro continan en Huancan su
nefanda obra de desolacin y muerte, con orden de reunir hasta mil indios
de Azngaro para exterminar aquellos.
51
Otro momento cumbre en las usurpaciones de tierras en Puno, fue
1913, en Samn (Azngaro), cuando el gamonal Mariano Abarca Dueas
empez a formar su hacienda con las tierras de las comunidades, apoyado
50 Mayer, Dora: La historia de las sublevaciones indgenas en Puno, en El Deber Pro-
Indgena, Ao IV, n. 48, septiembre 1917, y Ao IV, n. 49, octubre 1917, pgs. 285-300.
51 Extracto de un memorial firmado por sesenta comuneros de Huancan y dirigido al presi-
dente de la Cmara de Diputados, inicialmente publicado en El Ariete el 17 de septiembre de 1910.
Mayer, Dora: La historia de las sublevaciones indgenas en Puno, en El Deber Pro-Indgena, Ao IV,
n. 48, septiembre 1917, pg. 286.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
265
por la guardia urbana del gobernador para tener a raya a los indgenas.
Estos enviaron una delegacin a Lima para entregarle un memorial al pre-
sidente Billinghurst. Mara Jess Alvarado los prepar para la entrevista y
llev al palacio de gobierno, tras lo cual el presidente prometi investigar.
52
Pero en Samn se produjeron matanzas de indgenas, dando lugar a su
rebelin y a la intervencin de gendarmes y soldados. Fue as que
Billinghurst nombr comisionado al sargento mayor Teodomiro Gutirrez
Cuevas, indigenista.
53
El delegado de Lampa, Chuquihuanca, se uni a la
comisin de Gutirrez Cuevas, inicindose una estrecha relacin entre
ambos que se habra mantenido ms all de la sublevacin de 1915. En
Samn, ste escuch a los indgenas y recogi las probanzas en un volumi-
noso informe, despertando muchas expectativas entre stos y la animadver-
sin de los gamonales de la zona. El prefecto, el juez y el obispo se queja-
ron a Billinghurst por haber mandado a tan subversivo personaje y el
gamonal Arias Echenique reclam su salida en el Congreso. Gutirrez
Cuevas volvi a Lima, entregando su Informe al presidente, y en una entre-
vista a la prensa denunci a los gamonales Arias, Abarca y Lizares y agra-
deci el apoyo del delegado Chuquihuanca.
54
Pero entonces fue derrocado
Billinghurst y el informe aparentemente desapareci. Gutirrez Cuevas fue
deportado a Chile y Abarca desat una fuerte represin en Samn.
La rebelin se gestaba en la zona y el propio Gutirrez Cuevas reapa-
reci tiempo despus en Puno transformado en el lder rebelde Rumi Maqui
Ccori Zoncco (Mano de piedra, corazn de oro), presentndose como
General y Supremo Director de los pueblos y ejrcito indgenas del Estado
Federal del Tahuantinsuyu. Su objetivo era realizar un levantamiento
general contra el gamonalismo, dentro de un proyecto de estado federal. La
rebelin de Rumi Maqui
55
fue fijada para febrero de 1916, pero debi ade-
52 lbumes de recortes de peridico y de fotos, del Archivo Mara Jess Alvarado, Centro de
Documentacin sobre la Mujer (CENDOC-MUJER). Asimismo, comunicacin personal de la secreta-
ria de Alvarado, Dora Crdova, 1988.
53 Ms de diez aos atrs, ante la denuncia de mensajeros indgenas, se haba nombrado a nue-
vas autoridades en todo Puno, entre ellas a Gutirrez Cuevas; ste aboli los servicios gratuitos en
Chucuito, siendo acusado por vecinos y autoridades locales de alentar la guerra racial y destituido.
54 Arroyo, Nuestros aos diez, pg. 146.
55 La rebelin de Rumi Maqui ha dado pie a acuciosas investigaciones, destacando las de
Ramos Zambrano, Augusto: Rumi Maqui. Movimientos campesinos de Azngaro (Puno), Centro de
Publicaciones IIDSA-UNA, Puno, 1985; Flores Galindo, Alberto: Buscando un Inca. Identidad y uto-
pa en los Andes, Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1987; Bustamante, Luis: Mito y realidad:
Teodomiro Gutirrez Cuevas o Rumi Maqui en el marco de la sublevacin campesina de Azngaro
(1915-1916), Memoria de Bachiller en Historia. Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima, 1987;
y Arroyo, Nuestros aos diez.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
266
lantarse a diciembre de 1915 en vista de que los gamonales se enteraron.
Medio millar de indgenas, muchos de ellos embriagados, atac la hacien-
da San Jos del gamonal Arias Echenique, siendo masacrados por emplea-
dos de la hacienda y soldados procedentes de Arequipa y Cusco. Los ind-
genas enviaron un memorial al presidente Pardo, que fue publicado por
Dora Mayer en un Boletn Extraordinario.
56
A fines de 1916 Gutirrez
Cuevas fue apresado por las tropas del presidente Pardo y juzgado por trai-
cin a la patria, pero logr fugarse a Bolivia antes de la sentencia, despus
de lo cual slo hay algunos indicios sobre sus movimientos.
57
Resulta sin-
tomtica la peculiar versin de los hechos que public El Deber, suscri-
biendo la que le enviara el delegado Chuquihuanca, amigo de Gutirrez
Cuevas y posible colaborador en el levantamiento, elaborada posiblemente
con la intencin de evitar que se relacionara a la Pro-Indgena con el alza-
miento indgena. Dicha versin negaba la existencia de Rumi Maqui y
sealaba que la rebelin haba sido fraguada por los gamonales para des-
pojar a los indgenas de sus tierras.
58
Existe consenso entre los historiado-
res que han estudiado este tema acerca de que la rebelin de Rumi Maqui
signific una crisis en la Pro-Indgena, pues dio lugar a diversas tomas de
posicin por parte de sus socios y delegados. Chuquihuanca apoy a Rumi
Maqui, y lo encubri.
59
Mostajo present un habeas corpus a favor de
Gutirrez Cuevas, por considerar que se haba actuado en su contra de
manera incorrecta y sorpresiva, pero se neg a encargarse de su defensa en
el juicio militar que se le abri, porque no debe creerse que entre los
miembros de la Asociacin Pro-Indgena y Rumi Maqui existe conniven-
56 Relacin de los hechos realizados en Azngaro el 1. de diciembre de 1915, enviada por
el delegado en Lampa, doctor Francisco Chuquihuanca Ayulo, y publicada por Dora Mayer en el
Boletn Extraordinario. Dicho memorial utilizaba un lenguaje moderno, al solicitar que los dejasen en
tranquila posesin de sus tierras, con las garantas ms seguras que la Constitucin concede todo ciu-
dadano; posiblemente Chuquihuanca particip en su redaccin. Boletn Extraordinario, El Deber Pro-
Indgena, Ao IV, n. 40, enero 1916, pg. 212.
57 Bustamante presenta el expediente militar de Gutirrez Cuevas, cuya documentacin indi-
ca que ste sobrevivi ms de veinte aos a la sublevacin. Brinda informacin sobre la residencia de
su esposa en Lima (1930), sobre haber recibido su hija a nombre suyo la cdula de goce de retiro
(1932), as como una carta de su esposa al presidente en nombre de Gutirrez Cuevas (con un poder
fechado en 1931) sealando que ste permaneca en un lugar montaoso del territorio nacional, dedi-
cado a labores agrcolas. Habra muerto en 1937. Bustamante, Mito y realidad, pgs. 169-170,
177-179.
58 Boletn Extraordinario, Ao IV, n. 40, enero 1916.
59 La relacin entre Chuquihuanca y Gutirrez Cuevas fue tan prolongada que en julio de 1937
el primero habra recibido una carta de Potos, firmada por un general Huayna Cpac, informndole
del fallecimiento del general Rumi Maqui. Bustamante, Mito y realidad, pgs. 169-170.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
267
cia; habiendo sospechas de que ste ha explotado la credulidad de los ind-
genas, y condenando la Asociacin a los azuzadores inconscientes del pue-
blo y deseando que se haga la mayor luz posible en tales asuntos.
60
De esa
forma, tom distancia de Gutirrez Cuevas pero acept que ste era Rumi
Maqui. Zulen estaba a favor de la revolucin agraria, del federalismo y jus-
tificaba el levantamiento indgena.
61
Dora Mayer acept la versin que
exculpaba a la Pro-Indgena, demostrada por el hecho de que los gamona-
les hubiesen sido los grandes beneficiarios de la represin y de que un par
de descargas de fusilera de la fuerza pblica hubiesen podido acabar con
un levantamiento. Pero expres su desconfianza frente a las acciones de
Gutirrez Cuevas, Rumi Maqui, sealando que dicho militar tena locos
sueos de encumbramiento, y mencion posibles vinculaciones con el
gamonal Lizares Quiones, para inventar una sublevacin y poder usur-
par las tierras indgenas.
62
Ello no deja de llamarnos la atencin, en vista de
que fue justamente Lizares quien en 1913 haba pedido al Congreso el reti-
ro de Gutirrez Cuevas de Samn.
Posibilidades y lmites de la accin estatal
Cmo responda el Estado ante las denuncias de abusos que hacan,
tanto los comuneros indgenas como la Pro-Indgena? Pues tomaba cono-
cimiento de lo que suceda en la sierra y la selva, pero cualquier posible
accin de justicia se enfrentaba a su centralismo, pequea dimensin y a
percepciones racistas y excluyentes ante los indgenas. Como seal Dora
Mayer, por su debilidad el Estado no lograba ejercer el control sobre gamo-
nales, caucheros, empresas extranjeras y nacionales, de modo que su reac-
cin siempre era desesperantemente lenta y, por lo general, estril.
Ciertamente, desde antes de la fundacin de la Pro-Indgena haba habido
algunos esfuerzos oficiales espordicos por proteger a los comuneros ind-
genas puneos. Presidentes como Eduardo Lpez de Romaa, en 1902, y
Jos Pardo, en 1905, haban respondido a memoriales indgenas de denun-
60 Ibidem, pg. 292.
61 Zulen haba sido muy crtico del centralismo limeo y del gamonalismo y se haba mani-
festado a favor del federalismo y de una revolucin social agraria que destruyera el latifundio y permi-
tiera la recuperacin de las tierras indgenas. Esta postura qued expresada en 1918 en su arenga a los
indgenas de la parcialidad de Marco, instndoles a ser rebeldes, discurso que fuera publicado por Jos
Carlos Maritegui en Amauta. Leibner, Pensamiento radical peruano.
62 Mayer, La historia de las sublevaciones indgenas en Puno.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
268
cia, enviando comisionados a Chuchito el primero,
63
y viajando a Puno y
alentando el establecimiento de una escuela indgena adventista, el segun-
do.
64
Billinghurst, ms cercano a las demandas de los sectores subalternos
por provenir del populismo pierolista y haber sido encumbrado por las
masas urbanas de Lima, tuvo aparentemente muy estrecho margen de
accin. Segn Mayer, ofreci a la prensa inglesa investigar lo sucedido en
el Putumayo y castigar las atrocidades, pero hizo poco;
65
y si bien envi
como comisionado a Gutirrez Cuevas, no mostr reaccin alguna ante su
contundente Informe, en parte porque el orden poltico ya se le haba esca-
pado de las manos. El presidente de la Pro-Indgena, Capelo, de posicin
legalista como la propia Dora Mayer, celebrara la deposicin de
Billinghurst manifestando que la asociacin haba tenido dificultades para
desarrollar su labor de defensa indgena durante catorce meses de arbitra-
riedades y del ms absoluto desgobierno; y que confiaba que con el res-
paldo de la constitucin y las leyes, vuelva a ser posible la obra de libera-
cin en que estamos empeados; obra en que, da a da, se nos iban
cerrando todos los caminos de reparacin.
66
Capelo agreg que los indge-
nas no palpaban el cambio operado por Billinghurst, dado que seguan
vigentes las inicuas disposiciones del reglamento de Polica Minera (15 de
marzo de 1901) y de su ampliacin, el de Locacin de Servicios (4 de sep-
tiembre de 1903) base legal del enganche, pese a que el Senado haba
declarado unnimemente que eran contrarias a la civilizacin y la cultura.
El Poder Legislativo fue un espacio al que la Pro-Indgena recurri
para promover leyes favorables a la causa indigenista y fiscalizacin de las
denuncias. En 1911 Capelo realiz a favor de los indios numerosas denun-
cias en la Cmara de Senadores, entre ellas sobre los abusos cometidos en
Chuchito por la conscripcin militar, enrolando a menores de edad y a
63 En consonancia con los indgenas, el comisionado Alejandro Maguia plante medidas para
la vigilancia, investigacin y correccin de abusos, y la creacin de escuelas en ciudades y caseros para
desarrollar hbitos higinicos y morales en los indgenas. lvarez-Caldern, Annalyda: Es justicia
lo que esperamos de Su Excelencia: poltica indgena en Puno (1901-1927), en Drinot, Paulo, y
Garfalo, Leo (eds.): Ms all de la dominacin y la resistencia. Estudios de historia peruana, siglos
XVI-XX , Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2005, pg. 321.
64 Esto ltimo fue importante, pues haca aos que un presidente no viajaba en misin oficial
a las provincias y, adems, porque desde la poca de la Sociedad Amigos de los Indios la educacin
era una aspiracin indgena, as como un tema de consenso en la elite modernizadora. Monsalve,
Civil(ized) Society and Public Sphere in Multiethnic Societies.
65 Mayer, Dora: La gravedad del asunto del Putumayo en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n.
3, diciembre 1912, pg. 19.
66 Capelo, Joaqun: 4 de febrero de 1914, en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 17, febre-
ro 1914, pg. 9.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
269
casados, producindose adems robos y atropellos. Asimismo, solicit
accin judicial contra los abusos cometidos en Puno, Oyn y
Andahuaylas.
67
La Cmara de Diputados fue generalmente esquiva, pues
tena entre sus miembros a diputados gamonales que impedan las investi-
gaciones de los abusos y el propio desarrollo educativo de los indgenas.
Tuvo que ostentar Capelo el cargo de ministro de Fomento bajo el gobier-
no de Benavides, para conseguir la modificacin de la legislacin que haca
posible el enganche, demanda central de la Pro-Indgena, por atentar con-
tra un derecho civil como era la libertad de trabajo.
Reflexiones de Dora Mayer sobre los indios, el Estado y la nacin
Las pginas de El Deber Pro-Indgena son un espacio privilegiado
desde el cual se puede acceder a la visin que los socios de la Pro-Indgena,
y especialmente su directora y principal autora, Dora Mayer, construyeron
sobre la poblacin indgena y su relacin con la nacin. Las reflexiones de
Mayer respecto a la vinculacin entre la opresin de la poblacin indgena
y la nacin, as como sus propuestas inclusivas, nos parecen relevantes en
tanto nos informan de los contenidos del dilogo poltico que se entabl
entre la Pro-Indgena y la poblacin indgena. Y porque las cientos de pgi-
nas que Dora Mayer escribi con indignacin moral fueron consumidas en
esos aos por intelectuales indigenistas de Lima y provincias y por los pro-
pios indgenas, incorporndose en alguna medida, al lado de otras influen-
cias, a sus visiones, discursos y acciones.
En El Deber Pro-Indgena no aparece informacin sobre el tiraje, los
lugares a los que fue distribuido ni tampoco sobre los suscriptores.
Posiblemente era enviado a los delegados a nivel nacional, a prensa provin-
ciana
68
y a una lista de suscriptores en Lima entre los que habra intelectua-
les socialmente sensibles, universitarios, peridicos, amistades y tal vez
algunas autoridades. Mayer se dirige por momentos a los lectores, invitn-
dolos a involucrarse con lo que ocurra a los indgenas: As es en Panao, en
Zaa, y en mil lugares ms del pasEl pblico lector debe mirar con
67 Informacin de Basadre, citada en Bustamante, Mito y realidad, pg. 20.
68 Mayer agradece a los peridicos de todo el pas que reproducen sus documentos impresos
o manuscritos, ayudndolos a dar mayor circulacin a sus ideas y enseanzas. Mayer, Dora: Memoria
del Secretario General, en El Deber Pro-Indgena, Ao III, n. 38, noviembre 1915, acpite La propa-
ganda, pg. 178.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
270
menos indiferencia los relatos de esta clase, porque de l depende que la
sancin se establezca y nos salve de un completo desastre moral.
69
Desde las primeras pginas de El Deber, Mayer busc crear en la
poblacin urbana conciencia de que lo que le ocurra a los indios era relevan-
te para la nacin. Se dirigi, as, al honrado pblico lector de Lima, el Callao
y otras ciudades del territorio, que no adverta la disolucin social en que
vivimos y crea que la prosperidad del pas depende de que suba tal o cual
candidato, de que se funde tal o cual sociedad patritica se expresen tales
cuales conceptos en un discurso poltico.
70
Mayer consideraba que exista
solidaridad entre los componentes de la nacin, sealando que el sufrimiento
de cada indgena daaba a esa nacin, de la que era parte. Combati la idea de
que el pas lo conformaban slo unos cuantos privilegiados:
Los que se llaman la nacin peruana no adivinan cunto sufre el indio campesino, y
este indio no adivina que su sufrimiento indivi//dual importa la lenta sangra y la
muerte de la nacin a que pertenece. El Per se muere sin que nadie lo sienta, pues-
to que la idea de la nacin radica slo en el cerebro de la colectividad,
71
mientras que
el gran cuerpo de la poblacin, en cuyas venas se manifiestan los sntomas de la ago-
na que se aproxima, no tiene como comunicarse con el cerebro....
72
Mayer recordaba as a sus lectores la relacin de mutua influencia
y co-responsabilidad existente entre los miembros individuales de la nacin
peruana. Su visin nos remite a una antigua tradicin intelectual de races
europeas y andinas, la tradicin organicista.
73
Para los organicistas, la
materia no era una sustancia inerte, como para los mecanicistas, sino un
vnculo con el mundo del espritu.
74
Percibimos que el marcado inters
69 Mayer, Dora: Informaciones. Venancio Jara y Solrzano, en Ibidem, Ao II, n.. 16, Lima,
enero 1914, pg. 7.
70 Mayer, Dora: El estado de la causa en Ibidem, Ao I, n. 1, octubre 1912, pg. 3.
71 Esta reflexin nos remite a las investigaciones de Benedict Anderson y Fernando Escalante.
Anderson, Benedict: Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusin del naciona-
lismo. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1983; Escalante, Fernando: Ciudadanos imaginarios. El
Colegio de Mxico, Mxico, 1993.
72 Mayer, El estado de la causa, pgs. 3-4.
73 Balln, Jos Carlos: Hiplito Unanue visto por Augusto Salazar Bondy: La tradicin orga-
nicista de la ciencia en el Per, en Anales de la Facultad de Medicina, volumen 66, n. 4, octubre-
diciembre 2005.
74 Pese a que la tradicin organicista fue desplazada por la mecanicista con la Ilustracin, sub-
sisti en el siglo XIX entre los mdicos y filsofos romnticos alemanes, primero, y los vitalistas fran-
ceses, despus. Balln, Jos Carlos: Alberto Flores-Galindo y Mario Vargas Llosa. Entre la utopa
indigenista y la utopa modernista. Algunas elucidaciones filosficas. Instituto de Investigaciones del
Pensamiento Peruano y latinoamericano, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, s.a.
www.pucp.edu.pe/ira/filosofia-peru/docs/ballon_galindo_vargas_llosa.pdf
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
271
cientfico de Mayer iba de la mano con el lugar que le daba al espritu, a
la moral.
75
Su argumento sobre la solidaridad entre las partes lo encontra-
mos tambin en Capelo,
76
lo que nos lleva a coincidir con Balln en su plan-
teamiento sobre que el organicismo tuvo influencia en el discurso indi-
genista.
77
El reto que tena ante s la Pro-Indgena era ese: Toda su labor tien-
de poner delante de la vista de los pocos que creen ser la nacin, la suer-
te de los muchos que son la nacin sin saberlo.
78
Present detallados
informes al presidente Billinghurst sobre las masacres en el Putumayo,
con el objetivo de que ste comprendiera su trascendencia para el porve-
nir de la nacin y restableciera la justicia. Le recordaba que el Estado
deba tener dominio sobre el territorio para proteger a la poblacin, lo que
el presidente anterior, Legua, no haba conseguido. Y que la debilidad
del Estado daaba la posicin internacional del Per, que no poda alegar
soberana para rechazar las gestiones judiciales de Inglaterra y EEUU
sobre Putumayo, pues la soberana era un derecho que cesaba cuando en
un pas se quera asesinar a una raza entera
79
y cuando se haba de-
mostrado que la justicia peruana era impotente para contener la delin-
cuencia de los caucheros orientales. Escribi que si Billinghurst no mos-
traba decisin en castigar a los delincuentes
80
y en mandar misioneros
75 Sobre la pregunta de si el mundo se basa en un principio material o espiritual, o en ambos,
ella responde que donde hay materia, tambin hay espritu; que la materia, en efecto, es nada ms que
la vida mental exteriorizada. Mayer, Dora: El espritu y la materia, en Estudios sociolgicos,
Tomo I, pg. 57.
76 Capelo seal que todo en el mundo era solidario y que pocos perciban el sistema de soli-
daridad econmica, que exiga para todos los factores de la produccin una participacin proporcional
en los provechos. Que todo caa o caera bajo el dominio de la ciencia, como se vea en Inglaterra,
nacin donde todo era solidario, haciendo el Estado que lo prspero apoyase a lo adverso. Capelo,
Joaqun: Discurso del Dr. Capelo, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n.. 2, Lima, noviembre 1912,
pg. 10.
77 Balln incluye entre los indigenistas organicistas al jesuita Jos de Acosta, a Guamn
Poma de Ayala, Garcilaso de la Vega, Manuel Gonzlez Prada, Clorinda Matto de Turner, Luis E.
Valcrcel, Uriel Garca (El indio no es un grupo tnico, sino una entidad moral), Jos Carlos
Maritegui y a Jos Mara Arguedas. Balln, Alberto Flores-Galindo y Mario Vargas Llosa, pgs. 16,
19, 20.
78 Mayer, El estado de la causa, pg. 4.
79 Mayer, Dora: La gravedad del asunto del Putumayo, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n.
3, diciembre 1912, pg. 19.
80 Mayer discrep con los seguidores del positivismo criminolgico de Lombroso, para quie-
nes la responsabilidad frente al delito se dilua; y seal que ya no hay culpas, donde slo quedan con-
ciencias amorales. Si los barbadenses ofrecen excusas para mitigar sus responsabilidades, los jefes cau-
cheros tambin lo harn. Mayer, Dora: Informaciones. Del Libro Azul, en Ibidem, Ao I, n.. 6,
marzo 1913, pg. 54.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
272
latinos
81
al Oriente para defender a los indios de la rapacidad de los cau-
cheros, Estados Unidos, en alianza con Inglaterra, entrara a la Amazona
como tutor de un pas que no sabe reprimir un estado de salvajismo de
que protesta el mundo civilizado.
82
Prevea Mayer que el avance de los
sajones se producira no slo en lo comercial, sino tambin, como en este
caso, en lo judicial, utilizando misiones protestantes, todo lo cual conlle-
vara a la desintegracin de la nacionalidad.
Mayer discrep de la eugenesia, de la supuesta superioridad blanca
frente a las dems razas, que tan amplia acogida haba tenido entre conspi-
cuos miembros de la elite cultural limea. Para ella la nacin peruana no
era blanca ni racialmente pura y consideraba que sa no deba ser una aspi-
racin nacional: Nuestra colectividad nacional no es un pueblo de raza
blanca, ni tenemos por qu poner nuestro orgullo en el color blanco ni en
la pureza etnolgica de nuestra sangre; y nuestro lugar no est en los con-
gresos eugnicos, sino en la campaa favor de la rehabilitacin de las
razas abatidas y la igualacin de todas las estirpes humanas.
83
Para Mayer,
los cobrizos eran los hijos privilegiados de la patria, a la que entenda
como una suerte de entidad orgnica: ella busca entre las huestes mundia-
les, a sus hijos que amas con el barro de la costa y la sombra de sus
barrancos, no con la nieve de sus crestas.
84
A diferencia de las clases
dirigentes, estos hijos le haban sido leales: La Patria no tiene reproches
que hacer al indio; l no la ha traicionado; l no le ha negado su sangre ni
su sudor; cuando ella ha estado triste, l no ha disfrutado de placeres; cuan-
do ella ha estado pobre, l no ha derrochado fortunas.
85
Por ello, haba que
rehabilitar a la raza indgena y conquistarle un puesto de honor, con el auxi-
lio de la cultura moderna, distancindose de una visin paternalista. Y no
era suficiente proteger a los hombres de color, sino que se necesitaba
81 Para Mayer, no deban entrar a la Amazona los misioneros enviados por Europa o Estados
Unidos (se sabe que llegaron misioneros irlandeses al Putumayo), ni aunque predicasen la religin cat-
lica, por un asunto de nacionalismo, pues eran sajones. Mayer, Dora: Informaciones. En el Libro Azul,
Ibidem, Ao I, n. 3, diciembre 1912, pg. 30. Pese a ser luterana, Mayer habra manifestado, segn
relat Casement, que el protestantismo no impresionaba el alma de la raza en Per y que no era mora-
lizadora. Zulen, Pedro: Memoria del Secretario. Los crmenes del Putumayo, en Ibidem, Ao I, n.. 2,
Lima, noviembre 1912, pg. 13.
82 Mayer, La gravedad del asunto del Putumayo, pg. 21.
83 Mayer, Dora: El Per y la obra pro-indgena, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 10,
julio 1913, pg. 79.
84 Ibidem.
85 Mayer, Dora: Un canto a la raza indgena en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 16, ene-
ro 1914, pg. 3.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
273
sentar doctrina de elevacin moral que constituya en dueos de los dere-
chos humanos los que se creen esclavos.
86
Mayer critic el centralismo poltico, en el que Lima y las dems ciu-
dades eran las nicas partes del territorio () para cuyo bien se parece
gobernar.
87
Pese a ello, discrep del federalismo,
88
distinguindose de indi-
genistas como Zulen y Gutirrez Cuevas, as como de las apetencias de
gamonales como Lizares y los propietarios del peridico El Sur. Ella argu-
ment que el federalismo, implantado en lugares desatendidos por el
Estado donde se haban desarrollado tiranuelos, sera un atentado contra
la existencia de la Repblica y que al debilitamiento del gobierno central
seguira el robustecimiento de los feudos y, con ste, el exterminio del
indio.
Esta autora denunci insistentemente la corrupcin generalizada de
las autoridades polticas, cuyo impune incumplimiento de la ley haca posi-
ble que el exprefecto de Puno, Anselmo Huapaya, culpable de las matan-
zas de Chupa en 1910, resultara luego congresista, posicin desde la que,
adems, defendi al coronel Ravines prefecto de Cajamarca causante de
la masacre de Llaucn de 1914, gracias a lo cual el Congreso retir la
mocin de sancin a Ravines. Mayer denunci que el Per era un pas
cuyos exgobernantes, que van Europa para hacer vida de recreo, salen de
la penitenciara de Lima; cuyos reos acusados ejercen puestos de autoridad
en toda la Repblica, cuyos legisladores ignoran unnimemente las dispo-
siciones legales y reglamentarias referentes su accin; era un pas
donde el trmino poltica haba descendido tanto que equivala a un
insulto.
89
Critic, asimismo, el personalismo, manifestando que eran las causas
triunfantes y no los individuos afortunados, los que engrandecan a los
pases,
90
y que era doloroso ver la prosperidad de un pas o de un ideal,
cifradas en la persona de un gobernante particular.
91
86 Mayer, Dora: El Per y la obra pro-indgena, pg. 79.
87 Mayer, Dora: Lo que ensearon las ltimas huelgas, en El Deber Pro-Indgena, Ao I,
n. 5, febrero 1913, pgs. 41-42.
88 Mayer, Dora: Federalismo y feudalismo (La campaa de El Sur de Arequipa), en
Ibidem, Ao I, n. 15, diciembre 1913, pgs. 123-124.
89 Mayer, Dora: Informaciones. Fechas rojas, en Ibidem, Ao III, n. 28, enero 1915,
pg. 104.
90 Mayer, Dora: El personalismo, en Ibidem, Ao I, n. 7, abril 1913, pgs. 57-59.
91 Mayer, Dora: La Sociedad Auxiliadora de la Infancia en 1915, en El Deber Pro-Indgena,
Ao III, n. 37, octubre 1915, pg. 171.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
274
Los atropellos a los indgenas la llevaron a distanciarse de los plante-
amientos liberales clsicos y a concluir que la representacin poltica
democrtica, que haba triunfado en el mundo occidental, resultaba utpi-
ca para el Per de entonces. Su primer argumento era que los procesos elec-
torales en el pas no eran verdaderamente democrticos. Recordando los
asaltos y luchas del final del gobierno de Legua y las huelgas y paros
inacabables del periodo de Billinghurst, expres que el estado social no
proporcionaba las condiciones de una legtima eleccin popular, debido no
slo a la poca ilustracin de las masas, sino a la poca virtud de los can-
didatos; y porque como notaban los propios indgenas cuando eran ilus-
trados la mayora de los candidatos eran hacendados, mineros o gamo-
nales.
92
No se cumpla la premisa del voto consciente, de la teora
democrtica, pues la mayora de la nacin se compona de seres intelec-
tualmente inconscientes; era minsculo el grupo de ciudadanos que diri-
ga las manifestaciones electorales y estaban inspirados en intereses pro-
pios. Por ello, Mayer se manifest en contra de delegarse la voluntad
popular cada cuatro aos en un mandatario ni cada seis aos en un legisla-
dor, y encontr inconsistente el principio mismo de la representacin
nacional, pues la opinin de la minora puede ser justificadsima.
93
Un
segundo argumento fue que la representacin le costaba al pueblo pensio-
nes para los empleados pblicos, quienes gobernaban en nombre de los
dems bajo el mito de representar a todos y reciban homenajes a su inves-
tidura como si fuese algo personal y suyo, y no impersonal y nacional.
94
Por ltimo, no crea conveniente la representacin poltica pues la idea de
que alguien representa a la nacin, es causa de que en los dems miembros
del pueblo que es la nacin, se paralicen las iniciativas cvicas, pues basta
que se rodee de esplendores al representante, para que la miseria de los no
representantes parezca cosa de poca importancia.
95
Ni el indio analfabeto
se senta representado en el gamonal, ni gobernaban las mayoras en el
Per, de modo que la representacin nacional era, para Mayer, una intil
quimera y haba que darle, a cada peruano, algo del prestigio de la repre-
sentacin, as fuese un indio flagelado en una hacienda un diplomtico
banqueteado por un rey.
96
92 Mayer, Hacia la democracia.
93 Mayer, Dora: Representacin nacional, en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 22, julio
1914, pg. 51.
94 Ibidem, pg. 52. Vemos aqu una crtica al patrimonialismo estatal.
95 Ibidem.
96 Ibidem, pg. 53.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
275
Igualmente quimrica era la pretensin de que los indgenas de la sel-
va los salvajes tuviesen la misma responsabilidad frente al Estado
civilizado que los ciudadanos. Se haba establecido que las leyes prote-
jen (sic) y obligan igualmente a todos, pero la verdad era que el indgena
de la selva viva fuera de la ley y que las leyes de la Repblica no lo prote-
gan, de modo que tampoco lo deban obligar: nuestra ley civilizada no
tiene el derecho de extender jurisdiccin civil penal sobre seres que, as
como son inaccesibles para que ella los defienda segn los principios de
ciudadana, tambin deben quedar inaccesibles para que ella los culpe, cas-
tigue despoje, cosas que con frecuencia han sucedido.
97
As, discrepan-
do ella con lo dispuesto en el Cdigo Penal, el ignorar la ley deba eximir
de responsabilidad.
98
Consideraba irracional e injusto que algunas personas
estuviesen bajo leyes que no conocan, siendo ese conocimiento privilegio
de unos cuantos, cuando deba ser un derecho de cada individuo. Por tan-
to, demand la vulgarizacin de los conocimientos jurdicos, de modo que
se quitara a los abogados el monopolio que ejercan y, en general, se mos-
tr a favor de la ciencia vulgarizada y en contra de la prestigiosa y sos-
pechosa especializacin. As, Mayer se pronunci sobre una serie de dis-
tancias entre el diseo legal y la realidad, que hasta el presente no se
terminan de afrontar y de resolver.
Tras la masacre de indgenas en Azngaro (Puno) en 1916, de la que
estuvieron muy informados en la Pro-Indgena, el tono periodstico de
Mayer se endureci, rechazando el racismo presente en artculos burlescos
del prestigioso intelectual limeo Clemente Palma, referidos a los indge-
nas puneos y su supuesta sublevacin para restaurar el Tahuantinsuyu.
99
Esta autora atribuy la responsabilidad de lo ocurrido en Azngaro al
gobierno y a los intelectuales, sealando el dao que hacan stos al pre-
sentar como risible la pobreza, el atraso y la impotencia de los indgenas
ante los abusos. Tajantemente desenmascar la situacin: La burla que se
hace en Lima de los indios no es un mero incidente, sino todo un sntoma
97 Dora Mayer aplaude las ideas que en este sentido manifest el doctor Genaro E. Herrera,
juez de 1. instancia de Iquitos, en la Memoria que present ante la Corte Superior de esa provincia.
Mayer, Dora: Informaciones. Nuestro aplauso, en El Deber Pro-Indgena, Ao III, n. 35, agosto
1915, pg. 158.
98 Mayer, Dora: Los ignorantes de la ley, en Ibidem, Ao III, n. 36, septiembre 1915, pgs.
162-164.
99 Bustamante sostiene que Teodomiro Gutirrez Cuevas, Rumi Maqui, no pretenda restaurar
el Tahuantinsuyu, y que esto ltimo habra sido una creacin de personas interesadas en distorsionar su
proyecto, bastante coherente, de un Estado Federal. Bustamante, Mito y realidad.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
276
de la patologa nacional.
100
Y en alusin a la racista tesis universitaria de
Palma, denunci a las piezas literarias que, desafiando la razn y el patrio-
tismo, sostenan que a los indgenas se les deba barrer al mar, por ser ele-
mentos tnicos inferiores, y que, al igual que los pieles rojas de
Norteamrica, no deban tener participacin en la composicin de un esta-
do moderno.
101
Con voz cada vez ms urgida, Mayer inst a la poblacin ilustrada, las
clases dirigentes y las autoridades, as como a las propias poblaciones mal-
tratadas, a que entendieran el sentido de lo que ocurra en Puno y los gra-
ves riesgos en que colocaba al Per. Liberal y moderna, Mayer desenmas-
car la esencia anti-patritica y anti-moderna de los gamonales, brutales
conquistadores que quieren destruir la antigua organizacin comunal del
Per sin pensar (...) en substituirla, si fuera posible, con un orden ms
moderno adelantado.
102
La cruel matanza que llevaban a cabo pona a la
Patria ante graves riesgos: la despoblacin (temor comn en la postura
higienista), la degeneracin moral, el abandono de la patria por parte de
indios que encontraban refugio fuera de la frontera nacional e, incluso,
abra la posibilidad de una intervencin extranjera en este segundo
Putumayo del Per, donde los indios eran sacrificados por gamonales des-
graciados, ante la apata del gobierno y del pueblo peruano.
103
La va legal y sus lmites
Nos preguntamos si Dora Mayer crea que los indgenas eran o no
capaces de modificar su situacin y, en caso afirmativo, con qu estrategias.
Sus artculos en El Deber nos muestran que reconoca que para los ind-
100 Refiri que en La Crnica y en Variedades se haban publicado dos artculos sobre el neo-
tahuantinsuyo de Rumi Maqui, los que no juzgaba inofensivos, pues enseaban al pblico que la raza
indgena del Per era algo tan pobre en su esencia, que cuanto hace debe tomarse del lado cmico; que
la pobreza, atraso, la impotencia de conquistar el progreso son causas de risa, y que era una infamia
burlarse de la mendicidad de esta raza que es culpa de los que gobiernan, de los que piensan en el
Per!. Mayer, Dora: La stira en su lugar, en El Deber Pro-Indgena, Ao IV, n. 41, febrero 1916,
pgs. 232-233.
101 Critic esa postura que constitua el fundamento inmoral de existencia de la orgullosa
nacin norteamericana. Mayer, Dora: !La retribucin!, en Ibidem, Ao IV, n. 40, enero 1916,
pgs. 193-194.
102 Mayer, Dora: La situacin en Puno, en Ibidem, Boletn Extraordinario, Ao IV, n. 40,
enero 1916, pg. 202.
103 Ibidem, pgs. 202-203.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
277
genas era muy difcil modificar la situacin servil, casi de esclavos, frente
a sus patrones (fuesen stos caucheros, empresarios norteamericanos o
nacionales, o gamonales), debido a su poder y al aval de las autoridades y
de la mentalidad criolla. Su visin positivista, evolucionista y liberal le
hacan concebir esperanzas sobre el fin de la servidumbre: la evolucin
social, que ha producido el estado de la esclavitud, tiene que disolverlo
su hora, arrastrando, tambin despiadadamente, todos los elementos que
se le adhieran.
104
Su intencin era crear las condiciones para el cambio,
ayudando al surgimiento de una conciencia del problema y de los derechos
civiles de los indgenas, en la poblacin, las autoridades y especialmente,
en los afectados. La ruta que ella sealaba a los indgenas era aprender a
seguir la va legal. Por ello era indispensable conocer las leyes, para lo cual
insertaba en el peridico cuantos datos poda en pro del enaltecimiento de
las razas oprimidas y edit un primer cuaderno (Anales) con informacin
legal, que tuvo bastante demanda en la Repblica.
105
En artculo dirigido a los indios de Puno, Mayer hizo recomendacio-
nes sobre su accionar para obtener justicia.
106
Respald la estrategia segui-
da por la Pro-Indgena con los indgenas, lenta pero segura, de ensear
a cada ciudadano o colectividad de ciudadanos a defender sus intereses
por va legal, en su propia circunscripcin territorial y judicial, dejando de
lado los recursos y memoriales al gobierno, que la aptica sede del
gobierno del Per desdeaba. Mayer consideraba que el nico poder rela-
tivamente desligado de los gamonales, por descansar sobre base indepen-
diente a las elecciones parlamentarias y presidenciales, era la Corte
Suprema de Lima, por lo que la defensa indgena deba procurar llevar a
esta instancia los juicios locales y las denuncias de las irregularidades
cometidas por los tribunales inferiores (pues haba gamonales en las
Cortes Superiores de los departamentos). Deban iniciar su actividad den-
tro de su departamento, buscando el consejo de hombres ilustrados capa-
ces de dirigirlos en su inexperiencia de los mtodos prcticos,
107
no dejn-
dose explotar por abogados o tinterillos. Era clave que aprendieran a
mover los resortes necesarios en su distrito judicial, a presionar a los ele-
104 Mayer, Dora: Informaciones. Bibliografa, en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 16, ene-
ro 1914, pg. 8.
105 Mayer, Dora: Memoria del Secretario General, en Ibidem, Ao III, n. 38, noviembre
1915, pg. 178.
106 Mayer, Dora. A los indios de Puno, en Ibidem, Ao III, n. 37, octubre 1915, pg. 171.
107 Ella seal que slo conoca a 3 abogados en cuya sinceridad podan confiar los indios:
Chuquihuanca, Mostajo y el doctor Manuel Quiroga en Puno.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
278
mentos tmidos, a amedrentar a los elementos malos que les niegan el
acceso la justicia de la Nacin.
108
Cabe destacar que Mayer se manifest contraria a la que vena siendo
una de las grandes estrategias de los indgenas puneos desde haca varias
dcadas: el envo de mensajeros indgenas a Lima, habitualmente en poca
en que funcionaba el Congreso nacional, para presentarle a ste o al presi-
dente, sus memoriales y recursos. Escribi con crudeza que la Asociacin
Pro-Indgena no puede prestarse ayudar a perpetuar esa farsa que se juega
con los Mensajeros.
109
Las razones que adujo fueron, en primer lugar, los
pobres resultados obtenidos por stos, apenas ser devueltos a sus localidades
por el gobierno con pasaje gratuito; y en segundo lugar, el que se quedaban
mucho tiempo en la capital, olvidando el motivo urgente que los haba trado
a Lima. Su opinin sobre los mensajeros no era muy buena, pues le pareca
que no les interesaba tanto el xito de su diligencia, como el acreditarse con
los que lo mandaron; de modo que procuraban que la Pro-Indgena que
trabajaba gratuitamente por los indios les hiciera un recurso dirigido al
gobierno y consiguiera que se publicaran sus quejas en los diarios de Lima,
ganando prestigio si conseguan aparecer en una foto con el presidente.
Siempre refirindose a la va legal, Mayer destac los logros en la
labor de la Pro-Indgena en el desarrollo de la capacidad de autodefensa de
los indgenas. Ello ocurri a fines de 1915, apenas un mes antes del levan-
tamiento indgena en Azngaro, que pondra a los miembros de la citada
Asociacin ante la disyuntiva de apoyarlo o no. Valor (o el haberse con-
seguido radicar cada vez ms las gestiones de defensa pro-indgena en los
mismos lugares del agravio, segn es mejor de acuerdo con los mandatos y
el mecanismo de la ley).
110
La Pro-Indgena poda declarar que ya vea:
los resultados de un proceso de educacin cvica, que ha despertado en las distintas
regiones del pas un espritu de resistencia al abuso y correcto manejo de los resortes
legales, que promete terminar aunque sea en un remoto futuro, en la autonoma cons-
ciente de los pueblos de la Repblica, acentundose, al paso que se efecta una pau-
latina descentralizacin en el seno de nuestra obra, el principio de la cooperacin que
es sntoma de los organismos sociales vigorosos y sanos.
111
108 Mayer, A los indios de Puno, pg. 172.
109 Agregaba que slo la gran tenacidad del indio peruano poda hacer que los indgenas de
Puno, despus de doce aos de intiles idas y venidas, no pensasen en cambiar de mtodo, sin ver que
los poderes pblicos seran tan porfiados como ellos en rechazarlos. Mayer, Ibidem, pg. 171.
110 Mayer, Memoria del Secretario General, pg. 178.
111 Ibidem.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
279
Aclar que la oficina de Lima secundaba los esfuerzos de autodefen-
sa de los indios, en la estricta esfera de sus atribuciones, cada vez que las
autoridades polticas y judiciales de esa localidad no otorgan la suficiente
proteccin los derechos de los vecinos, y haba que acudir al publico y al
gobierno de Lima para hacer sentir la sancin los infractores de la legali-
dad.
112
La apuesta de Mayer por la va legal no le impeda advertir con pre-
ocupacin sobre la explosiva situacin en Puno; donde, ante el desigual
podero entre el gamonal y el comunero, este ltimo, tras dcadas de
infructuosa brega, poda algn da hacerse, enfurecido, la justicia que las
altas cortes y tribunales de apelacin del Estado, no le proporcionan.
113
Actores que podan apoyar el cambio en la situacin indgena
Mayer esperaba el apoyo individual a la causa indgena, por parte de
hombres ilustrados y morales, especialmente si estaban en roles polticos
de congresistas, jueces, prefectos, subprefectos, prrocos, abogados y
otros. Haba que dejar avanzar y secundar toda iniciativa favorable a los
indgenas, como el caso del valioso indgena Manuel Ziga Camacho,
quien haba hecho una obra a favor de la instruccin y moralizacin de su
raza,
114
fomentando y dirigiendo escuelas adventistas indgenas en Puno,
para formar ciudadanos productivos.
115
Mayer cuestion a los sectarios de
Lima, a los catlicos, por no apoyar a Camacho, pues lo valioso no era ser
de una u otra sino la virtud viva inherente en el alma de Camacho.
116
En
el peridico, Mayer destaca otro ejemplo de esfuerzo moral individual vital
para la nacin, el de Juana Alarco de Dammert, quien a travs de la
Sociedad Auxiliadora de la Infancia ayudaba y educaba a los nios pobres
112 Ibidem, pg. 179. La cita se refiere a los pueblos de la provincia de Pallasca.
113 Ibidem, pg. 180.
114 Mayer, Dora: La qumica social, en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 13, octubre 1913,
pgs. 104- 106.
115 Una de las escuelas adventistas, en el ayllu de La Platera (Puno), fue atacada por una tur-
ba aparentemente azuzada por el obispo, ante lo cual Camacho denunci el hecho a las autoridades,
postura que asumieron tambin Zulen y Chuquihuanca. Fonseca ha sealado que los misioneros pro-
testantes apoyaron a la Asociacin Pro-Indgena, informando de sus actividades y promoviendo la par-
ticipacin de los miembros de sus congregaciones en ellas. Fonseca, Juan: Protestantismo, indigenis-
mo y el mundo andino (1900-1930), en Drinot y Garfalo (eds.): Ms all de la dominacin y la
resistencia, pg. 301.
116 Mayer, La qumica social, pg. 105.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
280
de la ciudad de Lima.
117
Pero previno contra la tentacin del personalismo,
enfatizando que as la Auxiliadora de la Infancia como la propia Pro-
Indgena, aspiraban una finalidad en los destinos de la Nacin superior
al poder individual!.
118
Mayer escribi regularmente sobre el rol de la prensa, consciente de
la relevancia de obtener su apoyo en la sensibilizacin y formacin de una
corriente de opinin favorable a la justicia hacia los indgenas. Inform que
la prensa de provincias era mucho ms receptiva que la de Lima para tratar
esa problemtica, as como reproducir o comentar favorablemente artculos
de El Deber, siendo este ltimo el caso de La Alborada de Pisco, ya que
en provincias alienta la esperanza de hallar la salvacin social, mientras
que en Lima se vive sin sentir las pulsaciones del pueblo.
119
Seal que
una excepcin era El Comercio, diario que public muchas veces artculos
de Mayer y de Zulen, aunque dada su gran circulacin tena dificultad en
ocuparse de asuntos de inters para los pueblos pequeos de la repbli-
ca,
120
como seal con ligera irona. Mientras unos pocos peridicos,
como El Pueblo y La Bolsa, de Arequipa, se indignaban ante los ataques a
la Pro-Indgena en la Cmara de Diputados,
121
aqullos de propiedad de
gamonales (caso de El Sur), refutaban lo publicado por la asociacin.
En los das lgidos de la sublevacin de Rumi Maqui, Mayer tuvo cla-
ro que no bastaba El Deberpara inculcar en toda la masa ciudadana del
Per la conciencia que le falta de la horrenda magnitud del crimen parrici-
da que una clase social, dotada de ventajas morales y materiales, perpetra
la sombra de una indiferencia general incalificable, y dijo esperar que tal
papel lo cumpliera El Comercio, el diario mas ledo dentro y fuera del
pas.
122
Este, salvo excepciones, proporcion informacin valiosa sobre la
sublevacin, y la mayor parte de publicaciones, tanto de Lima como de pro-
vincias, dedicaron varias pginas a los sucesos.
123
Pero Dora llam la aten-
cin sobre que justamente en Lima, donde resida la facultad administra-
tiva que ordena el movimiento poltico y la opinin ilustrada que lo encausa
117 Mayer, Dora: La Sociedad Auxiliadora de la Infancia en 1915, en El Deber Pro-Indgena,
Ao III, n. 37, octubre 1915, pgs. 169-171.
118 Ibidem, pg. 171.
119 Mayer, Dora: Periodismo, en El Deber Pro-Indgena, Ao III, n. 30, marzo 1915.
120 Sobre un artculo publicado en El Comercio, el 13 de septiembre vase Mayer, Dora:
Llaucn. Ao III, n. 36, en Ibidem, septiembre 1915, pg. 166.
121 Mayer, Dora: Comit Directivo, en Ibidem, Ao I, n. 3, diciembre 1912.
122 Mayer, La retribucin!, pg. 193.
123 Bustamante, Mito y realidad, pgs. 27-28.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
281
y dirige, no se haba hecho lo suficiente para hacer comprender al pbli-
co la enormidad de la catstrofe que desde lejos asistimos, no como sim-
ples espectadores, sino como cmplices y copartcipes en ella por las rela-
ciones que se infieren de la solidaridad nacional.
124
Contrast la notable
cobertura periodstica de la Primera Guerra Mundial con la de los atenta-
dos en Azngaro, casi desconocidos por los lectores pese a que su repercu-
sin en el vigor y el crdito del pas sera mayor que las consecuencias
de la guerra europea.
125
Para Mayer, lo esencialmente peruano (el Yo de los peruanos) deba
tener precedencia sobre todo lo dems; por ello, para no depender de la
deficiente voluntad de los diarios de Lima para publicar el amplio material
de correspondencias, documentos, etc. sobre la explosin de perfidia gamo-
nalista en Azngaro, decidi publicar un Boletn Extraordinario dedicado
a ello. Coloc en l toda la informacin posible sobre los enemigos de la
vida y la libertad de los comuneros indgenas de Puno, sobre la defensa
legitima iniciada por stos ante los poderes polticos y judiciales, sobre
los subterfugios y excusas ofrecidas por dichos poderes, y sobre el crite-
rio parcializado o imparcial en todos los rganos de prensa del pas.
126
En
un artculo analiz al detalle la cobertura periodstica de los luctuosos suce-
sos de Azngaro,
127
enfatizando que la poca prensa que haba publicado la
verdad, generalmente haba sido por obra de los socios y delegados de la
Pro-Indgena. As, La Autonoma, dirigida por Zulen, dio la voz sobre los
sucesos, publicando comunicaciones de los delegados; y La federacin,
dirigida por Modesto Mlaga, denunci el sometimiento de la prensa are-
quipea. En Lima, muchos peridicos y revistas enmudecieron, mientras
que La Crnica y Variedades (Clemente Palma), se mofaron. En el sur
andino, los peridicos de los gamonales (como El Eco de Puno) guiaron a
la opinin pblica en sentido gamonalista, postura reproducida en La
Prensa de Lima.
Residente en El Callao, Mayer fue testigo de excepcin del vigoroso
impulso con el que los estibadores del puerto paralizaban sus labores y
obtenan la disminucin de la jornada laboral. Seal que, para mejorar las
condiciones de nuestros conciudadanos de los distritos agrcolas, haba
124 Mayer, La situacin en Puno, pg. 201.
125 Ibidem.
126 Ibidem.
127 Mayer, Dora:El periodismo nacional ante los hechos de Azngaro, Boletn
Extraordinario, en El Deber Pro-Indgena, Ao IV, n. 40, enero 1916, pgs.227-228.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
282
que insistir en que las ventajas que conquistan los proletarios en las ciu-
dades, se hagan extensivas todo el pas.
128
Y lanz un manifiesto a los
obreros de toda la repblica, exponiendo la necesidad de ayudar a sus her-
manos indgenas en el movimiento de redencin nacional. Se lee en El
Deber que algunas sociedades obreras de diversas ciudades expresaron
su simpata por la Pro-Indgena, y crearon la comisin de ese mismo nom-
bre que se les haba solicitado. Pero ello no fue suficiente y Mayer escribi
que la problemtica de la raza indgena no la entendan ni los agitadores
de ideas libertarias, que en el medio nacional aparecen desarraigados, ni los
ncleos obreros agitados, que no tienen determinacin de necesidades y
menos preparacin cultural para que esas ideas irrumpan en ellos. Aunque
la Pro-Indgena haba invocado el compaerismo obrero para que se
extienda esa gran mancha, lamentablemente las sociedades obreras se
mostraron incomprensivas.
129
Aunque Mayer valoraba el vigor y los logros
de los obreros urbanos, vea con desconfianza la influencia anarquista, ide-
ologa a la que consideraba poco apropiada para el medio peruano, y
encontraba que los obreros no entendan la importancia de apoyar a los
indgenas. Tal vez un motivo adicional para su rechazo a la venida de men-
sajeros de Puno fue que algunos de los que permanecieron largo tiempo en
Lima, tomaron contacto con ncleos obreros librepensadores y anarquistas;
aunque Leibner considera que dicha relacin andiniz al anarquismo
peruano.
130
Los dilemas de la opresin indgena
Dora Mayer mostr toda su vida una tajante oposicin a la violencia
y al belicismo; ya en 1914 haba calificado a la Gran Guerra como un
funesto retroceso cultural que asiste atnita la generacin presente, que
perjudicaba la labor de paz y armona que sostenan asociaciones como la
128 Mayer, Lo que ensearon las ltimas huelgas, pg. 41.
129 Mayer, Dora: Un tributo a la causa en El Deber Pro-Indgena, Ao I, n. 9, junio 1913,
pg. 75.
130 Gerardo Leibner ha investigado el proceso a travs del cual los anarquistas limeos se fue-
ron involucrando con el tema indgena, sealando que se dieron posiciones paternalistas, de ortodoxia
y finalmente de andinizacin del anarquismo a travs de la idealizacin del Tahuantinsuyu como
comunismo, expresado en el Comit Pro-Derecho Indgena Tahuantinsuyu. Leibner, Gerardo: La
Protesta y la andinizacin del anarquismo en el Per, 1912-1925, en Estudios Interdisciplinarios de
Amrica Latina y el Caribe, Tel Aviv, enero-junio 1994, vol. 5, n. 1.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
283
Sociedad Antiesclavista de Londres.
131
Entonces escribi que esa contienda
no disminuira el celo de los que luchaban a favor de ideales humanitarios,
sino ms bien se intensificara a la vista del dolor innecesario. Cul fue su
postura ante la resistencia social? Las convulsiones sociales de esos aos y
la consiguiente represin variaron en algo tal postura? Mayer escribi en
abril de 1913 sobre la huelga de los trabajadores agrcolas de Chicama, que
ese movimiento pudo llegar ser un poderoso impulso de reaccin contra
el estado abyecto en que gimen nuestras masas indgenas;
132
no debe lla-
marnos la atencin, pues la huelga era un mecanismo aceptado por las
democracias modernas de Europa y los Estados Unidos. No as la insurrec-
cin. Sin embargo, creemos que las masacres y usurpaciones crecientes en
Puno, unido a la apata del Estado, la hicieron entender y, en alguna medi-
da, justificar la insurreccin indgena. A fines de 1913, a raz de algunas
muestras de resistencia indgena en Azngaro, escribi que el indio proce-
da as por ignorancia y que hombres pblicos y periodistas deberan recor-
dar que auxiliarlo y ensearle era su deber como peruanos; y pregunt
agudamente: es justo que se reprima solamente la insurreccin, y no los
males que empujan a ella? Protestamos de un modo tan estril de estable-
cer y mantener el orden en la Repblica!.
133
En noviembre de 1914, a raz de la venida a Lima de mensajeros ind-
genas de Samn, Mayer critic que el gobierno se limitara a devolverlos a
su tierra pagndoles el pasaje, gesto sin alcances reparadores,
134
y se pre-
gunt si llegara el momento en que esos mensajeros sentiran que el Per
no slo era una regin de sombras o si, caso contrario, nacera en ellos
la chispa redentora que les proporcione valor y energa para conquistar la
libertad y la justicia que les corresponde, aunque la indiferencia de sus her-
manos se las niegue?. Su Amn, que as sea
135
lo interpretamos como
aceptacin y esperanza en que los propios indios conquisten su libertad y
la justicia, con un tono que nos hace sospechar que esta vez no se refera a
la va legal.
131 Entre la que asumimos que consideraba a la Asociacin Pro-Indgena. Mayer, Dora:
Informaciones. Notas Bibliogrficas, en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 26, noviembre 1914,
pg. 88.
132 Mayer, Dora: Informaciones. Fecha memorable, en Ibidem, Ao I, n. 7, abril 1913,
pg. 61.
133 Mayer, Dora: Informaciones, en Ibidem, Ao I, n. 13 octubre 1913, pg. 110.
134 Mayer, Dora: Informaciones. Los industriales de la sal en Azngaro, en El Deber Pro-
Indgena, Ao II, n. 26, Lima noviembre 1914, pg. 87.
135 Ibidem, pg. 88.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
284
Un mes ms tarde se quej de la consternacin de cierta prensa local
ante el asesinato por manos de una turba, de un caballero en la pleni-
tud de su vida, cuando no se preocupaban del asesinato impune de tantos
indgenas en Chicama o en Azngaro; y sentenci: Las fechas rojas de la
tirana traen las fechas rojas de la rebelda.
136
En septiembre de 1915
inform El Comercio que se haban sublevado 1500 indgenas de la selva,
ante el trfico de mujeres y nios que realizaban unos maleantes en el Alto
Ucayali; entonces, Mayer manifest que debera castigarse con la muerte a
los que cometan el monstruoso delito de arrebatar a los indios sus hijos.
Agreg que por ms que se trataba de formar en las personas el concepto
de la justicia, hacindoles ver que las sublevaciones de los salvajes son
provocadas por causas suficientes, nuestros buenos amigos civilizados
menean la cabeza y dicen: `es deplorable que estos indios no se les pue-
da tratar de mejor manera, pero son tan salvajes que no hay mas remedio
sino exterminarlos`.
137
El optimismo de Mayer ante los logros de la lucha humanitaria pac-
fica, se enfrent a los abusos de los poderes locales, la corrupcin de los
funcionarios estatales y la indiferencia de gran parte de la prensa y de la
sociedad moderna ante el desangramiento y muerte de la nacin perua-
na. Encontr explicaciones, que comparti con sus lectores, para las causas
de la rebelda indgena, no sin cierto desaliento ante el fracaso, la esterili-
dad de las luchas humanitarias.
138
Das antes de la rebelin de Rumi
Maqui, prometi persistir en la causa de redencin de los indgenas, a la
que consideraba doblemente grandiosa tanto por lo inmenso de los obs-
tculos como por el extraordinario fin: nada menos que el resurgimiento
de la verdadera patria peruana, legada las generaciones del presente por
los incas.
139
Y advirti que la pasividad del gobierno poda dar lugar a
que el indio de Puno, despus de muchas dcadas de infructuosa brega,
busque algn da hacerse, enfurecido, la justicia que las altas cortes y tri-
bunales de apelacin del Estado, no le proporcionan.
140
136 Mayer, Dora: Informaciones. Las fechas rojas, en El Deber Pro-Indgena, Ao II, n. 27,
diciembre 1914, p. 96.
137 Mayer, Dora: Revista del mes. Sublevacin de salvajes en el Ucayali, en Ibidem, Ao III,
n. 36, septiembre 1915, pg. 166.
138 Mayer, Dora: Informaciones. Clorinda Matto de Turner en Ibidem, Ao III, n. 37, octu-
bre 1915, pg. 173.
139 Mayer, Dora: Conclusin en Ibidem, Ao III, n. 38, noviembre 1915, pg. 183.
140 Mayer, Dora: Memoria del Secretario General, pg. 180.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
285
Mayer era consciente de que la violencia dejaba sin opcin a la va
legal y que apareca el fantasma de la sublevacin indgena, a la que con-
sideraba en parte una posibilidad real y, en parte, producto del temor de la
culpable conciencia de los gamonales. Seal con preocupacin que el ms
hondo problema que tena ante s la Pro-Indgena, era saber que en el pun-
to al que se haba llegado, se abran tres opciones con perspectivas igual-
mente funestas: la sumisin indgena a despiadados patrones; la sangrienta
revancha de los indios; o la sofocacin de la revuelta indgena por secua-
ces de gamonales y fuerzas pblicas.
141
Mayer nunca manifest su apoyo
a la sublevacin; s explic sus causas y, hasta un punto, justific que fue-
se a ocurrir, para luego negar que se hubiera producido. Pese a ello, en el
mes de la sublevacin de Rumi Maqui, dedic elogios al valiente chuncho
capaz de esas feroces reacciones contra el despotismo y abuso que ojal
fueran en todas partes del Per valla potente contra el avance de la iniqui-
dad y la corrupcin de presuntos magnates.
142
Reflexiones finales
La Asociacin Pro-Indgena se disolvi en 1916, en parte porque la
sublevacin de Rumi Maqui dej poco espacio para la va legal, dando paso
a posturas divergentes entre los miembros: bsicamente legalista la de
Mayer y Capelo, y radical, la de Zulen y Chuquihuanca. Casi cien aos des-
pus, nos volvemos a preguntar sobre el impacto social que logr la asocia-
cin. Alguna informacin aparece en el propio El Deber Pro-Indgena:
estn tanto las opiniones favorables de Billinghurst y sir Roger Casement
sobre su labor de educacin a la opinin pblica,
143
como las quejas del
gerente de la Cerro de Pasco sobre dificultades para hacer cumplir a los
enganchados sus compromisos, pues la asociacin les haba informado que
no estaban obligados a pagar una deuda con su trabajo.
144
La propia Dora
Mayer menciona algunos logros, como que por el apoyo que daban a las
141 Ibidem.
142 Mayer, Dora: Dos palabras de la autora sobre El drama de la selva, en El Deber Pro-
Indgena, Ao III, n. 39, diciembre 1915, pg. 187. En dicha obra, publicada entre 1916 y 1917, carac-
teriz a los chunchos como peruanos altivos y capaces de echar a temblar a los abusivos hacendados.
143 Zulen, Pedro: Memoria del Secretario. Los crmenes del Putumayo, en Ibidem, Ao I, n.
2, noviembre 1912, pgs. 12-13.
144 Referido en Mayer, Dora:Bibliografa, en Ibidem, Ao III, n. 34, julio 1915, pg. 149.
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
286
personas injustamente tratadas, las empresas capitalistas se ven con fre-
cuencia obligadas prestar a los reclamantes una atencin y concederles
ventajas que de otro modo no les otorgaran, para evitar las vergenzas,
siquiera, de una denuncia seria.
145
Y refiere el xito en las campaas con-
tra el enganche, y contra la obligatoriedad del cargo de mayordomo en las
fiestas religiosas.
146
Pero su impacto sobre la organizacin de la propia poblacin indge-
na, de la que se erigi en una suerte de representante ante el Estado, en
un cuerpo protector extrao a ella,
147
fue percibido durante los aos
siguientes, de mayor radicalismo poltico, como indigenismo asistencialis-
ta, especialmente por Jos Carlos Maritegui.
148
Hoy podemos aquilatar la
magnitud de las acciones que realiz y de las que ech a andar, as como
el importante debate de ideas que gener. Sus acciones, de las que la pro-
paganda fue la estrategia central,
149
desnudaron la ficcin del Per como
pas moderno, mostrando lo que no se quera ver: la condicin de ciuda-
danos de segunda detentada por los indgenas, explotados por gamonales,
caucheros, gendarmes y autoridades locales; la vigencia de formas labo-
rales serviles pre-capitalistas; y la debilidad y corrupcin del Estado.
Posibilitaron que se formase en los lectores urbanos y en la propia pobla-
cin indgena, la percepcin de un mismo problema la servidumbre
reiterado mil veces en todo el pas. Comprometieron el respaldo de no
pocos intelectuales y universitarios en Lima y provincias. Pero sobre todo,
posibilitaron la auto percepcin de una identidad indgena colectiva, que
145 Mayer, Dora: Un caso de accidentes de trabajo, en Ibidem, Ao III, n. 38, noviembre
1915, pg. 182.
146 La Pro-Indgena escribi sobre los gastos onerosos que realizaban los indgenas para cele-
brar las fiestas religiosas, recurriendo en ocasiones a hipotecas y prstamos de enganchadores, y denun-
ciaron que las autoridades eclesisticas y civiles les imponan penas si no participaban. Zulen present
el problema en 1914 ante el gobierno, el cual dio una resolucin suprema que sealaba que no era obli-
gatorio el cargo de mayordomo de fiestas y prohiba la ingerencia de autoridades en el cargo, encargan-
do vigilar abusos a los prefectos. La Pro-Indgena pidi a la prensa y a los amigos de su causa, su divul-
gacin a los indgenas. Mayer, Dora: Informaciones. Las fiestas religiosas, en Ibidem, Ao II, n. 24,
Lima octubre 1914.
147 Mayer, Lo que ha significado la Pro-Indgena, pg. 20.
148 Maritegui, ms interesado en conjugar socialismo e indigenismo, trat muy superficial-
mente a Zulen y a la Pro-Indgena, considerando el indigenismo humanitario como ineficaz pues slo
sirvi para contrastar, para medir, la insensibilidad moral de una generacin. Leibner, Pensamiento
radical peruano: Gonzlez Prada, Zulen, Maritegui.
149 El mtodo principal y, por falta de medios econmicos y otros auxilios, casi nico, que ha
empleado la Asociacin Pro-Indgena en la prosecucin de su campaa reformadora, ha sido la publi-
cidad. Mayer, Dora: Las comunicaciones ofrecidas a El Comercio, en El Deber Pro-Indgena, Ao
IV, n. 43, abril 1916, pg. 247.
DORA MAYER, LOS INDGENAS Y LA NACIN PERUANA A INICIOS DEL SIGLO XX
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
287
dara pie a nuevas formas de relacin, como lo demuestra la historia
del Comit Pro Derecho Indgena Tahuantinsuyu (1920-1923), directo
descendiente de la Asociacin Pro-Indgena. En suma, todo ello debe
de haber fortalecido la capacidad indgena de auto representarse y de
defenderse.
Recibido el 24 de junio de 2008
Aceptado el 8 de noviembre de 2008
MARGARITA ZEGARRA FLREZ
AEA, 66, 1, enero-junio, 2009, 251-288. ISSN: 0210-5810
288

También podría gustarte