Hora Santa Con El Papa. El Don de Ciencia

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DONES

DEL
ESPIRITU SANTO

El don de ciencia











EXPOSICIN DE RODILLAS
El sacerdote revestido expone el Santsimo Sacramento como de costumbre.
MONICIN INICIAL
Al leer los Hechos de los Apstoles, vemos como los primeros cristianos, ya
desde los das que siguieron a la venida del Espritu Santo, acudan
asiduamente a la fraccin del pan y a la oracin, formando as una
comunidad unida en las enseanzas de los apstoles. De esta manera
reconocan que su Seor resucitado y ya ascendido al cielo, vena
nuevamente, en medio de ellos, en la comunidad eucarstica de la Iglesia y
por medio de sta. Guiada por el Espritu Santo, la Iglesia desde el principio
se manifest y se confirm a s misma a travs de la Eucarista.

****
En los discursos de despedida, Jess une la entrega de su propia vida con
el don de su Espritu. As, gracias a la accin del Espritu Santo invocado en
la celebracin de la Misa, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo.
Agradeciendo el don del Espritu Santo que se renueva en cada uno de
nosotros y el don de la Eucarista, cantemos la oracin del ngel de Ftima
: haciendo un acto de fe y adoracin, de esperanza y caridad
MI DIOS, YO CREO, ADORO, ESPERO Y OS AMO.
OS PIDO PERDN POR LOS QUE NO CREEN, NO ADORAN,
NO ESPERAN Y NO OS AMAN.
BREVE SILENCIO
FRATERNIDAD DE CRISTO SACERDOTE
Y SANTA MARA REINA

ORACIN PARA PEDIR EL DON DEL ESPIRITU SANTO
(Basada en la oracin preparatoria del Jubileo del 2000 de S.S. Juan Pablo II)
Oh Jess, Rey de la gloria, que triunfante has ascendido a los cielos y te has
sentado a la derecha del Padre, te pedimos que no nos dejes hurfanos, sino
que mandes al Prometido del Padre, el Espritu de la Verdad, el Espritu
Defensor.
R/. ENVA, SEOR, TU ESPRITU
QUE RENUEVE LA FAZ DE LA TIERRA.

Oh Jess, Rey de la gloria, enva tu Espritu, dulce husped del alma, que nos
muestre el sentido profundo de nuestra existencia y disponga nuestro
espritu para vivir segn la voluntad del Padre en la esperanza que no
defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Danos, Jess, el Espritu de verdad, que conoce las profundidades de Dios,
para que dirija la humanidad a reconocerte como el Salvador del Mundo.

Oh Jess, Seor del mundo, manda tu Espritu creador, misterioso artfice
del Reino, para que gue a la Iglesia con la fuerza de tu gracia para cumplir
con fidelidad la misin recibida: anunciar el Evangelio hasta los confines del
mundo.
Danos tu Espritu, fuente de santidad, aliento divino que mueve el universo,
para que renueve la faz de la tierra y suscite en los cristianos el deseo de la
plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento
de la ntima unin con Dios y de la unidad del gnero humano.

Oh Jess, Vid verdadera, danos tu Santo Espritu, comunin, alma y sostn
de la Iglesia, para que derrame la riqueza de los carismas y ministerios entre
tus fieles y todo ellos, laicos, consagrados y ministros ordenados colaboren
juntos en la edificacin del nico reino de Dios.
Danos, Jess, el Espritu que es consuelo y fuente inagotable de gozo y de
paz, para que suscite en nosotros la solidaridad para con los necesitados, d
a los enfermos el aliento necesario, infunda confianza y esperanza en los que
sufren, acreciente en todos el compromiso por un mundo mejor.

Oh Jess, luz del mundo, enva tu Santo Espritu que ilumina la mente y el
corazn, para que oriente a los hombres hacia la defensa de la vida, de la
justicia y de la paz.
Danos, Jess, el Espritu de vida, por el cual te hiciste carne en el seno de la
Virgen, para que nos haga dciles a sus inspiraciones y siempre dispuestos a
escuchar tu Palabra y meditarla en el corazn.

BREVE SILENCIO Y SENTADO
ectura del Profeta Isaas
40, 10-17
Mirad, el Seor Dios llega con poder, y su brazo manda.
Mirad, viene con l su salario y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebao, su brazo lo rene, toma en
brazos los corderos y hace recostar a las madres.
Quin ha medido a puados el mar o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra? Quin ha pesado en la balanza los
montes y en la bscula las colinas? Quin ha medido el aliento del
Seor? Quin le ha sugerido su proyecto?
Con quin se aconsej para entenderlo, para que le enseara el
camino exacto, para que le enseara el saber y le sugiriese el mtodo
inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo
de balanza. Mirad, las islas pesan lo que un grano, el Lbano no basta
para lea, sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas, como si no existieran, son ante
l como nada y vaco.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos, Seor.
PUNTOS PARA LA MEDITACIN. S.S. Francisco, 21 de mayo de 2014
Hoy quisiera poner de relieve otro don del Espritu Santo: el don de ciencia.
Cuando se habla de ciencia, el pensamiento se dirige inmediatamente a la
capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que lo rodea y
descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo. La ciencia que viene
del Espritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don
especial, que nos lleva a captar, a travs de la creacin, la grandeza y el amor
de Dios y su relacin profunda con cada creatura.
Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espritu, se abren a la
contemplacin de Dios, en la belleza de la naturaleza y la grandiosidad del
cosmos, y nos llevan a descubrir cmo cada cosa nos habla de l y de su amor.
Todo esto suscita en nosotros gran estupor y un profundo sentido de gratitud.
Es la sensacin que experimentamos tambin cuando admiramos una obra de
arte o cualquier maravilla que es fruto del ingenio y de la creatividad del
hombre: ante todo esto el Espritu nos conduce a alabar al Seor desde lo
profundo de nuestro corazn y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos,
un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.
En el primer captulo del Gnesis, precisamente al inicio de toda la Biblia, se
pone de relieve que Dios se complace de su creacin, subrayando
repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al trmino de cada jornada,
est escrito: Y vio Dios que era bueno (1, 12.18.21.25): si Dios ve que la
creacin es una cosa buena, es algo hermoso, tambin nosotros debemos
asumir esta actitud y ver que la creacin es algo bueno y hermoso. He aqu el
don de ciencia que nos hace ver esta belleza; por lo tanto, alabemos a Dios,
dmosle gracias por habernos dado tanta belleza. Y cuando Dios termin de
crear al hombre no dijo vio que era bueno, sino que dijo que era muy bueno
(v. 31). A los ojos de Dios nosotros somos la cosa ms hermosa, ms grande,
ms buena de la creacin: incluso los ngeles estn por debajo de nosotros,
somos ms que los ngeles, como hemos escuchado en el libro de los Salmos.
El Seor nos quiere mucho. Debemos darle gracias por esto. El don de ciencia
nos coloca en profunda sintona con el Creador y nos hace participar en la
limpidez de su mirada y de su juicio. Y en esta perspectiva logramos ver en el
hombre y en la mujer el vrtice de la creacin, como realizacin de un designio
de amor que est impreso en cada uno de nosotros y que hace que nos
reconozcamos como hermanos y hermanas.
Todo esto es motivo de serenidad y de paz, y hace del cristiano un testigo
gozoso de Dios, siguiendo las huellas de san Francisco de Ass y de muchos
santos que supieron alabar y cantar su amor a travs de la contemplacin de la
creacin. Al mismo tiempo, el don de ciencia nos ayuda a no caer en algunas
actitudes excesivas o equivocadas. La primera la constituye el riesgo de
considerarnos dueos de la creacin. La creacin no es una propiedad, de la
cual podemos disponer a nuestro gusto; ni, mucho menos, es una propiedad
slo de algunos, de pocos: la creacin es un don, es un don maravilloso que
Dios nos ha dado para que cuidemos de l y lo utilicemos en beneficio de todos,
siempre con gran respeto y gratitud. La segunda actitud errnea est
representada por la tentacin de detenernos en las creaturas, como si stas
pudiesen dar respuesta a todas nuestras expectativas. Con el don de ciencia, el
Espritu nos ayuda a no caer en este error.
Pero quisiera volver a la primera va equivocada: disponer de la creacin en
lugar de custodiarla. Debemos custodiar la creacin porque es un don que el
Seor nos ha dado, es el regalo de Dios a nosotros; nosotros somos custodios
de la creacin. Cuando explotamos la creacin, destruimos el signo del amor de
Dios. Destruir la creacin es decir a Dios: no me gusta. Y esto no es bueno: he
aqu el pecado. El cuidado de la creacin es precisamente la custodia del don
de Dios y es decir a Dios: Gracias, yo soy el custodio de la creacin para
hacerla progresar, jams para destruir tu don. Esta debe ser nuestra actitud
respecto a la creacin: custodiarla, porque si nosotros destruimos la creacin,
la creacin nos destruir. No olvidis esto. Una vez estaba en el campo y
escuch un dicho de una persona sencilla, a la que le gustaban mucho las flores
y las cuidaba. Me dijo: Debemos cuidar estas cosas hermosas que Dios nos ha
dado; la creacin es para nosotros a fin de que la aprovechemos bien; no
explotarla, sino custodiarla, porque Dios perdona siempre, nosotros los
hombres perdonamos algunas veces, pero la creacin no perdona nunca, y si t
no la cuidas ella te destruir.
Esto debe hacernos pensar y debe hacernos pedir al Espritu Santo el don de
ciencia para comprender bien que la creacin es el regalo ms hermoso de
Dios. l hizo muchas cosas buenas para la cosa mejor que es la persona
humana.

BENDCIN Y RESERVA

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