Las Cosmologías de Los Indios de La Amazonía (Descola) PDF
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haciendo ver que el tpico dualismo europeo naturaleza/cultura no es vlido en la cognicin indgena. Los achuar
(Ecuador) y los makuna (Colombia) consideran la naturaleza como una prolongacin de las relaciones humanas y
sociales. Lo que nosotros llamamos naturaleza es, para ellos, parte integrante de un continuum en el que humanos y
no humanos se integran e un mismo universo relacional.
Palabras Clave: Amazonia. Naturaleza. Cultura. Monismo. Clasificacin. Animismo. Construccin social.
Egileak Amazoniako bertako komunitateek beren inguruneaz dituzten kontzepzioak aztertzen ditu lan honetan.
Bertan adierazten duenez, Europako natura/kultura dualismoak ez du eraginik hangoen ezagutza bideetan. Izan ere,
Ekuadoreko atxuar eta Kolonbiako makuna indiarrek giza eta gizarte harremanen luzapentzat hartzen dute natura. Guk
natura deitzen duguna, haientzat gizakiak eta ez-gizakiak harreman-unibertso bereko continuum batean integratzen
diren zatiak besterik ez dira.
Giltz-Hitzak: Amazonia. Natura. Kultura. Monismoa. Sailkapena. Animismoa. Gizarte eraikuntza.
Lauteur tudie les conceptions indignes de lAmazonie. Il montre comment le dualisme nature/culture ne se
trouve pas dans leur systme cognitif. Les achuar (Equateur) et les makuna (Colombie) peroivent la nature comme
extension des rapports humains et sociaux. Ce que nous appellons nature est, pour eux, partie intgrante dun
continuum au sein du quel les humains et les non-humains sintgrent dans un mme univers relationnel.
Mots Cls: Amazonie. Nature. Culture. Monisme. Clasification. Animisme. Construction Sociale.
219 Zainak. 17, 1998, 219-227
1. Este trabajo ha sido publicado anteriormente por la revista Mundo Cientfico (n 175, Enero 1997:60-65).
Agradecemos al autor y a la Redaccin de la revista la autorizacin concedida para su reproduccin en este nmero
de Zainak.
Las cosmologas de los indios de la
Amazonia
1
(The cosmologies of the Indians in Amazonia)
Descola, Philippe
Laboratoire dAnthropologie Sociale
52, rue du Cardinal Lemoine
F-75005 Paris
BIBLID [1137-439X (1998), 17; 219-227]
La cumbre de Ro sobre el medio ambiente ha contribuido a reforzar la idea, que ya
exista, de un vnculo difuso entre las preocupaciones ecolgicas contemporneas y los inte-
rrogantes respecto al destino de la Amazonna. Para la opinin pblica occidental, lo mismo
que para los medios de comunicacin, la selva amaznica y sus habitantes han cambiado
radicalmente de imagen. El infierno verde de los aos sesenta ha pasado a ser el pulmn de
nuestro planeta y su principal reserva de biodiversidad. En cuanto a las tribus misteriosas e
inquietantes a las que, hasta hace poco tiempo, se responsabilizaba de la desaparicin de
un Fawcett o de u+n Maufrais
2
, se han convertido en sociedades de sagaces botnicos y de
farmaclogos. Avatar ms reciente de la figura filosfica del buen salvaje, la Amazonia
encarna actualmente, ms que ninguna otra regin de la Tierra, esta punzante nostalgia que
experimenta el mundo industrializado por un modo de vida en el que el equilibrio entre el
hombre y la naturaleza debera haberse conservado en perfecta armona.
Como en cualquier estereotipo, esta visin de la Amazonia no carece totalmente de fun-
damento. Es cierto que, actualmente, la idea de que esta regin sera la ltima y la ms
vasta selva tropical virgen existente sobre la faz de la Tierra ha sido, en gran medida, batida
en brecha por los trabajos de ecologa histrica
3
. La abundancia de los suelos antro-
pognicos
4
y su asociacin con bosques de palmeras y de frutales silvestres sugieren que,
en esta regin, la distribucin de los tipos de selva y de vegetacin es, en parte, la resultan-
te de varios milenios de ocupacin por poblaciones cuya presencia recurrente en los mis-
mos lugares ha modificado el paisaje vegetal. Estas concentraciones artificiales de ciertos
recursos vegetales habran influido en la distribucin y la demografa de las especies anima-
les que se alimentan de ellos, a pesar de que la naturaleza amaznica es realmente muy
poco natural, ya que puede considerarse como el producto cultural de una manipulacin
muy antigua de la fauna y de la flora. Aunque invisibles para un observador no advertido, las
consecuencias de esta antropizacin estn lejos de ser despreciables, especialmente en lo
que se refiere al ndice de biodiversidad, ms alto en los sectores de selva antropognicos
que en los de selva no modificada por el hombre
5
.
Hecha esta reserva, hay que decir que es cierto que las poblaciones indgenas de la
Amazonia y de las Guyanas han sabido aplicar unas estrategias de uso de los recursos que,
aun transformando de modo duradero el entorno, no alteraban, en cambio, sus principios de
funcionamiento ni sus condiciones de reproduccin. Los estudios ecolgicos y etnoecolgi-
cos efectuados desde hace unos treinta aos han mostrado la fragilidad de los diversos
ecosistemas amaznicos y tambin del saber y de las tcnicas desarrolladas por los amerin-
dios para sacar partido del entorno y adaptarlo a sus necesidades
6
.
Se ha apuntado la idea de que, ms all de los conocimientos tcnicos, botnicos, agro-
nmicos o etolgicos puestos en prctica por los indios en sus actividades de subsistencia,
Descola, Philippe
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2. Percy Fawcett y Raymond Maufrais, exploradores desaparecidos en la Amazonia, en 1925 y 1950, respectiva-
mente.
3. D. Lavalle (1996) Mundo Cientfico 173:920.
4. W. Bale (1993) LHomme 126:231.
5. Llamados en Brasil tierra negra del indio, los suelos antropognicos son suelos frtiles formados por detritus
orgnicos acumulados a consecuencia de una larga ocupacin de un mismo asentamiento.
6. W. Bale (1994) Footprints of the Forest: Kaapor Ethnobotany, N. York: Columbia University Press; M. C. Van
Der Hammen (1992) El manejo del mundo. Sociedad y cultura entre los Yukuna de la Amazonia colombiana, Bogot:
Tropenbos.
era el conjunto de sus creencias religiosas y de su mitologa lo que deba considerarse como
una especie de saber ecolgico traspuesto, como si se tratara de un modelo metafrico de
funcionamiento de su ecosistema y de los equilibrios que deben de respetarse para que este
ecosistema se mantenga en un estado de homeostasis. Contempladas desde esta perspecti-
va, las cosmologas amaznicas constituiran transposiciones simblicas de las propiedades
objetivas de un entorno especfico. Al menos en su arquitectura interna, seran el reflejo y el
producto de la adaptacin por lo dems, lograda a un medio ecolgico complejo
7
.
La idea es seductora. En efecto, a diferencia del dualismo ms o menos estanco que en
nuestra visin del mundo rige la distribucin de los seres, humanos y no humanos, en dos
campos radicalmente distintos, las cosmologas amaznicas despliegan una escala de
seres en la que las diferencias entre hombres, plantas y animales son de grado y no de
naturaleza. Los achuar de la Amazonia ecuatorial, por ejemplo dicen que la mayor parte de
las plantas y los animales poseen un alma (wakan) similar a la del ser humano, facultad que
los alinea entre las personas (aents) en tanto que les confiere conciencia reflexiva e intencio-
nalidad, les capacita para experimentar emociones y les permite intercambiar mensajes con
sus iguales, as como con los miembros de otras especies, entre ellas, los hombres
8
. Se
reconoce al wakan la capacidad de vehicular sin mediacin sonora pensamientos y deseos
hacia el alma de un destinatario, modificando con ello, y a veces hasta ignorndolo este lti-
mo, su estado de nimo y su comportamiento. Para ello, el ser humano dispone de una
amplia gama de encantamientos mgicos, los anent, gracias a los cuales puede actuar a
distancia no solo sobre sus congneres, sino tambin sobre las plantas, los animales, los
espritus y ciertos artefactos.
Para los achuar, los conocimientos tcnicos son indisociables de la capacidad para
crear un medio intersubjetivo en el que se amplan unas relaciones reguladas de persona a
persona: entre el cazador, los animales y el espritu seor de la caza, as como entre las
mujeres, las plantas de su huerto y el personaje mtico que engendra las especies cultivadas
y contina, hasta aquel momento, asegurndoles su vitalidad. Lejos de reducirse a un lugar
prosaico proveedor de alimentos, la selva y los desbroces para cultivo son escenarios de
una sociabilidad sutil en los que, da tras da, van ablandndose unos seres que nicamente
la diversidad de su aspecto y la falta de lenguaje hacen distintos de los humanos. Pero las
formas de esta sociabilidad difieren segn se trate de plantas o de animales.
Dueas de los huertos a los que dedican gran parte de su tiempo, las mujeres se dirigen
a las plantas cultivadas como si lo hicieran a nios a los que conviene llevar con mano firme
hacia la madurez. Esta relacin maternal toma como modelo explcito la tutela que ejerce
Nunkui, espritu de los huertos, sobre las plantas que una vez cre. Los hombres, en cambio,
consideran la caza como una especie de cuado, una relacin inestable y difcil que exige
respeto mtuo y circunspeccin. En efecto, los parientes por uniones constituyen la base de
las alianzas polticas, pero son tambin los adversarios ms inmediatos en las muy frecuen-
tes guerras de vendetta. As, pues, la oposicin entre consanguneos y aliados, las dos cate-
goras recprocamente exclusivas que rigen la clasificacin social de los achuar y orientan
sus relaciones con terceros, se encuentra en los comportamientos prescritos hacia los no
humanos. Parientes consanguneos para las mujeres, parientes por alianza para los hombres,
los seres de la naturaleza se convierten totalmente en compaeros sociales.
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9. Kaj Arhem (1996) in Descola, Ph. and G. Palsson (eds.) Nature and Society: Anthropological Perspectives,
London: Routledge.
de las entidades que pueblan el mundo estn unidas unas a otras en un vasto continuum
animado por principios unitarios y gobernado por un rgimen idntico de sociabilidad. Por
otra parte, las caractersticas atribuidas a estas entidades dependen menos de una defini-
cin previa de su esencia que de las posiciones relativas que ocupan unas respecto a otras
en funcin de las exigencias de su metabolismo y, especialmente, de sus rgimen alimenta-
rio. Lo que distingue una especie de otra es aquello de lo que se nutre y las especies que se
la comen, la comunidad cada vez diferente de aquellos con los que entabla competencia en
la cadena trfica; en suma, una sociologa de la predacin mtua ms que un catlogo de
rasgos intrnsecos. La identidad de los humanos, vivos y muertos, de las plantas, de los ani-
males y de los espritus es completamente relacional, y, por tanto, est sujeta a mutaciones
o a metamorfosis segn los puntos de vista que se adopten, ya que se considera que cada
especie puede percibir a las otras especies segn unos criterios y necesidades propias.
Este hiper-relativismo perceptivo da a las cosmologas amaznicas un carcter decidida-
mente no antropocentrico, en tanto que el punto de vista de la humanidad sobre el mundo
no es el de una especie dominante que subordina a todas las dems a su propia reproduc-
cin sino que es ms bien el que podra tener un tipo de ecosistema trascendental que sera
consciente de la totalidad de las interacciones que se desarrollan en su seno.
Volvemos, pues, a la pregunta inicial: sta concepcin sistemtica de la biosfera que
parecen tener tantos pueblos de la Amazonia sera una consecuencia de las propiedades
de su entorno?. En efecto, los eclogos definen la selva tropical como un ecosistema gene-
ralizado que se caracteriza por una enorme diversiddad de las especies animales y vegeta-
les combinada con un escaso efectivo y una gran dispersin de los individuos de cada
especie. Inmersos en una monstruosa pluralidad de formas de vida que raramente se
encuentran reunidas en conjuntos homogneos, los indios amaznicos quizs habran sido
incapaces de abarcar como un todo este conglomerado dispar que solicita permanentemen-
te sus facultades sensibles. Para resumir: al ceder por necesidad al espejismo de lo diverso,
no habran sabido disociarse de su entorno, incapaces de discernir, detrs de la multiplici-
dad de las manifestaciones singulares de la naturaleza, su profunda unidad.
Es a una interpretacin as a la que podra invitarnos la observacin hecha por Lvi-
Strauss
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cuando sugiere que la selva tropical es quizs, el nico entorno que brinda apoyo
al concepto de monoindividualidad, es decir, a la atribucin de caractersticas idiosincrsi-
cas a cada individuo de una especie. En un medio tan diversificado, es posible que fuera
inevitable que las relaciones entre individuos, aparentemente todos distintos, primaran
sobre la construccin de macrocategoras estables y exclusivas entre s.
La existencia de cosmologas muy parecidas elaboradas por pueblos que viven en un
medio completamente distinto constituye el principal argumento en favor de esta interpreta-
cin. Es el caso, por ejemplo, de los indios de la regin subartica del Canad, que, contra-
ri ament e a l os i ndi os de l a sel va t ropi cal subameri cana, expl ot an un ent orno
considerablemente uniforme. Las caractersticas del bosque boreal son exactamente inver-
sas a las de la selva amaznica: en el ecosistema especializado del primero coexisten unas
pocas especias, cada una de las cuales est representada por un gran nmero de indivi-
duos. Y, sin embargo, a pesar de la homogeneidad de su medio ecolgico, los pueblos
subrticos no lo consideran como un campo de realidad autnoma opuesto a las certezas
de la vida social.
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11. R. Brightman (1993) Grateful Pray: Rock Cree Human-Animal Relationship, Berkeley: University of California
Press; E. Desveaux (1995) Anthropos 90:435; F.L. Speck (1935) Naskapi. The Savage Hunters of the Labrador
Peninsula, Oklahoma: Norman University Press; A. Tanner (1979) Bringing Home Animals. Religious Ideology and
Mode of Production of the Mitassini Cree Hunters, St. John: Memorial University of Newfoundlands.
una adaptacin a un entorno ms diversificado. Lejos de ser especficas, las cosmologas
amaznicas vienen a unirse a una familia ms vasta de conceptos del mundo que no esta-
blecen ninguna distincin tajante entre naturaleza y sociedad, y que hacen prevalecer como
principio organizador la circulacin de los flujos, de las identidades y de las sustancias entre
entidades cuyas caractersticas dependen menos de una esencia abstracta que de las posi-
ciones relativas que ocupan unas respecto a otras.
Cuando se intenta calificar estos sistemas, es inevitable recordar una palabra. Una
palabra sobre la que la antropologa contempornea ha corrido un velo pdico quiz porque
recuerda con demasiada crudeza los antiguos debates de esta disciplina sobre la cuestin
del origen de las religiones y las supuestas diferencias entre el pensamiento primitivo y el
pensamiento cientfico. Esta palabra es animismo. Entre otras cosas, el animismo es la cre-
encia de que los seres naturales estn dotados de un principio espiritual propio y que, por
tanto, es posible que los hombres establezcan con estas entidades unas relaciones especia-
les: relaciones de proteccin, de seduccin, de hostilidad, de alianza o de intercambio de
servicios.
Sobre el animismo as entendido, la antropologa contempornea ha mostrado una enor-
me discrecin, sin duda a causa del gran cambio de perspectiva introducido por Claude
Lvi-Strauss en el anlisis del totemismo
12
. Rehuyendo explicaciones psicologizantes,
evolucionistas o utilitaristas que intentaban dilucidar el nexo mstico y participativo que,
segn se crea, existe entre un grupo de filiacin y la planta o el animal que le sirve de epni-
mo, Lvi-Strauss demostr que el llamado totemismo no era ms que una lgica clasificato-
ria que utilizaba las discontinuidades empricamente observables entre las especies, con el
fin de organizar un orden delimitador de las unidades sociales.
Plantas y animales ofrecen un punto de apoyo al pensamiento clasificatorio y, a causa
de las cualidades sensibles contrastadas que su discontinuidad morfolgica y etolgica
exhibe espontneamente, se convierten en signos aptos para expresar metafricamente las
diferencias necesarias para la perpetuacin de la organizacin clnica. Esta interpretacin
recobra la explicacin sociocntrica que haban propuesto Durkheim y Mauss en su famoso
ensayo sobre las clasificaciones primitivas: no es la organizacin clnica la que proporciona
el modelo de la clasificacin de los seres de cada medio, sino que, por el contrario, seran
las diferencias perceptibles entre estos las que serviran para conocer las diferencias entre
los clanes
13
.
Al resolver de una manera magistral la cuestin del totemismo, la demostracin de Lvi-
Strauss contribuy a que se olvidara que la objetivacin de los no humanos por los humanos
poda concebirse de otro modo que no fuera mediante un dispositivo clasificatorio. Ahora
bien, el animismo es tambin una forma de objetivacin social de las entidades que nosotros
denominamos naturales en tanto que confiere a tales entidades no solamente unas disposi-
ciones antropocntricas es decir, la condicin de persona, a menudo dotada de palabra y
poseedora de los afectos humanos sino tambin unos atributos sociales, la jerarqua de las
posiciones, de los comportamientos basados en el parentesco, el respeto hacia ciertas nor-
mas de conducta y a la obediencia a cdigos ticos. Estos atributos sociales proceden del
repertorio de cada cultura, que caracterizar sus relaciones con los diversos segmentos del
entorno en funcin de los modos de sociabilidad localmente dominantes: los diferentes gra-
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